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El propósito de la iglesia local

¿Para qué existe la Iglesia en el mundo? La respuesta no puede girar en torno a lo que queremos que sea el
propósito de la Iglesia ni lo que pensamos que el mundo quiere o necesita que sea la iglesia. Mas bien, el
propósito principal de la Iglesia se deriva solamente de la voluntad de Jesucristo, su Cabeza; del Espíritu que le
da vida; del Padre quien la adopta. Es decir, de la misión trinitaria de Dios.
La Iglesia existe porque Jesucristo vive en medio de la comunidad. Como Juan A. MacKay dice: «Compartimos
la perspectiva de que la Iglesia Cristiana es básicamente un compañerismo de aquellos que reconocen a
Jesucristo como Señor. Creemos que la realidad esencial de la Iglesia es la comunidad y que esta comunidad es
más importante para la realidad de la Iglesia que la organización o estructura, las cuales son secundarias»
El horizonte teológico de Lucas
En segundo lugar, se destaca la universalidad de la misión. En Lucas se sugiere que el amor de Dios es
incluyente y abarcador. Es un amor que cruza las fronteras geográficas de la Palestina y las barreras religiosas,
culturales, sociales, políticas y económicas. El canto de Simeón durante la presentación de Jesús en el templo
de Jerusalén fue un indicador de esta realidad (2:29–32). Este hecho fue confirmado por el Señor en la sinagoga
de Nazaret cuando en presencia de un auditorio judío puso a dos gentiles como expresiones concretas del
alcance universal del amor de Dios (4:25–27).
Asimismo, es sumamente interesante que, a diferencia de Mateo, Lucas no comienza la genealogía de Jesús con
Abraham, sino que se remonta hasta Adán (3:23–38). De esta manera Lucas insinúa que Jesús vino a traer la
salvación no sólo al pueblo de Israel sino a toda la humanidad. Pasajes como la parábola del buen samaritano
(10:25–37), la sanidad del leproso samaritano (17:11–19) y la versión lucana de la «Gran Comisión» (24:44–
49) corroboran este énfasis teológico.
«El cumplimiento»
Lucas está muy preocupado por el cumplimiento de las promesas bíblicas. La misión de Jesús y la misión
de la iglesia están arraigadas en la tierra de la Biblia hebrea. La continua referencia al cumplimiento de las
Escrituras es uno de los métodos que Lucas usa para enfatizar la continuidad entre Israel y la iglesia.
Las promesas de Lucas 24:46–49 acerca de la misión a los gentiles siguen al encabezamiento «está escrito».
Hechos es un libro de cumplimiento profético. La profecía cubre el libro desde el principio hasta el fin.
Lucas empieza su Evangelio diciendo que está a punto de escribir «las cosas que se han cumplido» (Lc.
1:1, NVI). Los relatos en torno a la Navidad muestran que el bebé de Belén era el cumplimiento de las
esperanzas de Israel (1:54, 70). En Nazaret Jesús proclama que él es el cumplimiento de la profecía de Isaías
61 (Lc. 4:21). En el monte de la transfiguración Moisés y Elías están hablando de lo que se va a cumplir en
Jerusalén (9:31b), y Jesús se encamina a dicha ciudad para que se cumpla la profecía con su muerte (13:33).
En Hechos también se respira una atmósfera profética. Pedro interpreta la venida del Espíritu Santo como
un cumplimiento profético (2:17ss.); la vida, muerte y resurrección de Jesús se aprecian de la misma manera
(2:25, 35; 3:13, 18; 4:11; 8:32). Al final de Hechos Pablo repasa el viaje del «camino» y concluye que la
espectacular aceptación de Cristo por parte de los gentiles (Hch. 28:28 [Is. 40:6]) y el rechazo parcial de Cristo
por parte de los judíos (Hch. 28:26–27 [Is. 6:9–10]) son un cumplimiento profético. Para Lucas todo el hecho
de Cristo y el progreso del «camino» son un dramático cumplimiento profético.
La relevancia misionera de la profecía no siempre es bien reconocida. El mensaje profético anuncia que
Dios controla la historia y actúa en ella. Y, como dice Roger Hedlund, la esperanza de los profetas estaba
cifrada en que, a la larga, Dios intervendría en la historia de su pueblo e instituiría su reino de justicia y
rectitud. Lucas dice que Dios ha actuado y está actuando en la misión de Jesús y en la de la iglesia. «La
muerte y la resurrección»
Lucas enfatiza que la misión de la iglesia tiene su fundamento en la muerte y la resurrección del Mesías
de Israel. Al considerar que el asunto central del evangelio es el hecho de la muerte y resurrección de Jesús, el
carpintero, Lucas está en armonía con el resto del Nuevo Testamento. Jesús mismo enfatiza que debe ir a
Jerusalén para sufrir (9:51; 13:32–33; 18:31–33). La palabra dei («debe») tiene el sentido de fuerza. Los
ángeles sentados en la tumba1

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