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Lectura Nº 03
Forética. (2006).
En: Gestión y Comunicación de la Responsabilidad Social Empresarial. Colección Biblioteca
Ciencias Sociales. Ediciones Cinca S.A. Madrid. España. 288 pág. 55-70 pp.
Lectura Perteneciente a:
UNIDAD I: “RESPONSABILIDAD SOCIAL EMPRESARIAL”
Lección Nº 02: Gestión de la Responsabilidad Social Empresarial
Orientaciones de la Lectura:
El presente texto ha sido seleccionado para el uso exclusivo de los participantes del Curso
“Responsabilidad Social Empresarial y Relaciones Comunitarias”. Queda prohibida la
reproducción por cualquier medio o procedimiento, total o parcialmente, fuera del marco del presente
curso.
LA INTEGRACIÓN DE LA RSC EN LA ESTRATEGIA
EMPRESARIAL: VENTAJAS, RETOS Y DIFICULTADES
JUAN PEDRO GALIANO
Jefe de Responsabilidad Social y Reputación Coorporativa
de Adif (Administrador de Infraestructuras Ferroviarias)
pena aplicar, o es sólo humo, un coste innecesario, o, aún peor, una distracción
peligrosa para la verdadera naturaleza y función de la empresa?. No podemos
ignorar las voces críticas (algunas tan reconocidas y comentadas como la del
semanario The Economist) al respecto, y por ello dedicaré la primera parte de
este artículo a intentar rebatir los argumentos que con más frecuencia se es-
cuchan en contra de la RSC.
EL «INVENTO» DE LA RSC
la presión que supone tener que hacer lo que están haciendo otros, lo que «está
de moda», para no generar un déficit de imagen o aprovechar la oportunidad
de mejorar la misma), provoca tres efectos posibles (que pueden darse simul-
táneamente): 1) que sólo se actúe con responsabilidad para paliar un daño ya
cometido, es decir, de forma reactiva y cuando aflora llegando a la poderosa
opinión pública, cuando hay un coste mediático suficientemente importante; 2)
que se actúe sólo de forma superficial, dirigiéndose a paliar los síntomas
(paliando o atajando daños puntuales) o desarrollando proyectos que no van al
corazón de la actividad de la empresa; 3) como tercer efecto, que se haga RSC
de manera cínica, simplemente por oportunismo y más preocupados por me-
jorar la imagen (vía medios de comunicación o con publicidad directa) que por
incorporar la RSC de verdad a la estrategia y a la cadena de valor de la
empresa, buscando un comportamiento más responsable y mejorar con él el
impacto en la sociedad.
En tercer lugar, el que la RSC no es asunto de las empresas, es argumen-
tado por los que defienden el modelo de empresa capitalista clásico, propio de
un sistema neoliberal, basado en la teoría formulada por A. Smith, y que
considera, básicamente, que la contribución de las empresas a la sociedad
consiste exclusivamente en generar beneficios y riqueza, con el único límite
del respeto a las leyes. Esa es la verdadera y única responsabilidad de las
empresas, que ya pagan suficientes impuestos (para algunos excesivos) y no
pueden ni deben cargar con las responsabilidades de otros agentes sociales.
Consideran un error, y una carga inaceptable para ellas, que las empresas
asuman una función social que, en todo caso, debe desempeñar el Estado. Por
ello rechazan la presión, y lo que consideran una intromisión, por parte de
terceros (Estado, ONG’, ...).
Pues bien, mi opinión es que se trata de objeciones en algunos casos
consistentes y hasta positivas para la propia RSC (para que avance y madure),
pero que pueden ser rebatidas con contundencia (ya lo han sido) de forma que
alcancemos la conclusión de que la RSC es una innovación, es necesaria y es
positiva, aunque, eso sí, para que merezca estos tres calificativos debe ser
aplicada con perspectiva global (e integral), en profundidad y con convicción.
Si es así, aunque haya fallos y el proceso sea lento (ambas cosas ocurrirán
necesariamente), estaremos ante RSC, y no otra cosa que algunos llaman RSC.
Mi respuesta a estas críticas es la siguiente.
• «La RSC no es nada nuevo». La RSC es un concepto innovador porque
no es filantropía, ni acción social (sólo), y no es la suma de las inicia-
tivas sociales (internas o externas) y medioambientales de la empresa
(aisladas y parciales generalmente). Efectivamente éstas existen desde
hace muchos años, décadas, pero no son RSC. La RSC supone replan-
tearse el modelo de empresa: la estrategia, los objetivos y los procesos
de gestión. Supone incorporar criterios sociales y medioambientales a
58 LA INTEGRACIÓN DE LA RSC EN LA ESTRATEGIA EMPRESARIAL...
Hemos visto e intentado rebatir las críticas que suelen hacerse a la RSC,
y he señalado que en algunos casos están justificadas y son hasta necesarias,
aunque ello no invalida en absoluto la RSC como un enfoque innovador,
necesario y posible. No todo el mundo, dentro del sector empresarial, defiende
o está intentando aplicar la RSC en sus organizaciones; ni tampoco aquellos
que desarrollan un discurso favorable a la RSC, que ya son mayoría, lo hacen
del mismo modo ni con la misma convicción.
Creo que es interesante, a modo de hipótesis y con la finalidad de aproxi-
marnos a eso que he llamado «real y auténtica» RSC (que no perfecta), esta-
blecer una tipología de actitudes hacia la Responsabilidad Social Corporativa,
tipología que nos conduce a tipos de personas según cual sea su posición
respecto a la RSC. Veamos.
JUAN PEDRO GALIANO 61
• Rechazo frontal (detractores). Son aquellos que por distintas razones (ya
he expuesto las tres críticas más frecuentes) no quieren ni oír hablar de
la RSC. Después de reflejar mis objeciones a dichas críticas, sólo aña-
diré que tengo mis dudas sobre si los detractores han entendido real-
mente qué significa la RSC. Aunque es posible también que defiendan
legitimante (pero, desde mi punto de vista, equivocadamente) el modelo
de empresa tradicional, que consideren suficiente y válida la ética em-
presarial implícita en el paradigma neoliberal, y también que no se
crean que la RSC puede contribuir a mejorar los resultados financieros.
• Escepticismo (se subdividen en desconfiados expectantes y obligados
seguidistas). No rechazan de plano la RSC, pero tampoco se la creen del
todo, en algunos casos tal vez porque ignoran el alcance del concepto.
Ven que muchas empresas se están moviendo en esta dirección, ante lo
cual o bien están a la expectativa de lo que ocurre desde la desconfian-
za, o bien han empezado a desarrollar un discurso y prácticas para no
quedarse fuera de esta «moda», prácticamente obligados por la tenden-
cia general, pero sin llevar a cabo un enfoque de RSC integral y de
calado.
• Manipulación (cínicos o aprovechados). No creen en la RSC, es posible
que incluso no sepan realmente lo que es, pero usan el término para
maquillar o distraer de sus impactos negativos o de sus malas prácticas.
Tienen un discurso (políticamente correcto pero intrínsicamente perver-
so) sobre la RSC y desarrollan acciones orientados casi exclusivamente
a lavar o mejorar la imagen de empresa, sin que haya ningún interés en
que la RSC llegue a las áreas clave de la organización y se aplique con
una visión estratégica.
• Convicción (comprometidos). Son aquellos que apuestan de verdad por
la aplicación de la RSC y están comprometidos con el proceso de trans-
formación del modelo de empresa. Esto supone un cambio cultural en
la organización y adoptar una nueva ética empresarial, es decir orientar-
se a otros fines (más amplios que los puramente económicos) y excluir
ciertos medios (no todo vale para obtener beneficios). Entienden la RSC
como una palanca de transformación para mejorar la gestión, los resul-
tados y el impacto en el entorno. Una RSC estratégica, global y trans-
versal a la organización. Algunos autores (J.L. Lizcano y P.Nieto) se
han referido a la «convicción» diciendo que consiste en incorporar en
al «Planificación estratégica objetivos relacionados con la justicia so-
cial, el desarrollo sostenible a largo plazo y la mejora de la sociedad».
Yo creo (además de matizar que entiendo la justicia social como parte
de la mejora de la sociedad y ésta como parte del desarrollo sostenible)
que la convicción no es sólo esto, ya que la incorporación de objetivos
relacionados con la RSC en la planificación es un paso necesario pero
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Por todo lo expuesto hasta ahora creo que es no sólo importante, sino
totalmente necesario y lo más inteligente que podemos hacer, plantearse y
buscar la implantación y desarrollo de la RSC en la empresa. Pero, insisto,
aspirando a una auténtica RSC, no un sucedáneo o una versión perversa de la
misma. Defiendo la necesidad de tomar en serio la RSC, asumiendo el com-
promiso que ello implica, siendo consciente de que se trata de un proceso lento
(todo cambio cultural de calado lo es), pero poniendo los medios necesarios
para avanzar hacia la madurez en la implantación de la RSC en la organiza-
ción. Antes dije que «la RSC es posible», pero, añado ahora, no es gratis. Ni
fácil: requiere, entre otras cosas, voluntad «política», determinación, y cono-
cimiento, según expondré a continuación.
Comentadas las críticas y señaladas las actitudes posibles, veamos ahora
cuales son, en el caso de las grandes corporaciones, las premisas para incor-
porar y avanzar en la implantación de la RSC, qué pasos pueden darse cuando
se parte de cero o se está en un estadio muy inicial, cuales son los factores
críticos para el éxito del proceso, que dificultades son previsibles, que ventajas
podemos esperar y los retos vinculados a todo ello.
Pues bien, lo primero que me gustaría señalar son los requisitos básicos,
a modo de premisas, para ir en esta dirección. Para mí son cinco:
1. Voluntad y determinación.
2. Conocimiento (ciencia, método, planificación, herramientas,…).
3. Implicación transversal de las áreas de gestión
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Pasos a dar
El principal factor para que este proceso tenga éxito, como he señalado ya,
es que la RSC llegue al «núcleo duro» de la actividad de la empresa y se
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Conclusión final