Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
ADVIENTO y NAVIDAD
Ciclo A
CONTENIDO
ADVIENTO
NAVIDAD
Ciclo A
4
Cada uno de los tres añ os o ciclos en que se ha organizado el actual Leccionario
dominical, leemos a uno de los evangelistas sinó pticos (a Juan lo leemos cada añ o en los
tiempos fuertes). En los domingos de este añ o A proclamamos en una lectura semicontinuada
el evangelio de san Mateo.
Este evangelio, aunque no es el primer escrito del Nuevo Testamento (algunas cartas
de Pablo son anteriores), ni siquiera el primer evangelio (seguramente el de Marcos es
anterior), desde muy antiguo ha sido considerado como el evangelio má s completo y
comentado y se puede decir que es el que ha ejercido mayor influencia, sobre todo en la
teología eclesial.
Cada evangelista da un color distinto al relato que hace de las obras y los dichos de
Jesú s, desde su infancia o aparició n en la vida pú blica hasta su muerte y resurrecció n. Mateo
depende mucho de Marcos y Lucas, pero da a su escrito una personalidad propia. Como es
imposible leer todo un evangelio en los domingos de un añ o, se han seleccionado, en el
Leccionario del ciclo A, aquellos pasajes que son má s propios de Mateo, y que no se repiten
en otros evangelistas.
a) Mateo se distingue porque en su evangelio abundan más las palabras que los hechos,
aunque tambié n leemos algunos de sus milagros. O sea, da importancia a la enseñ anza de
Jesú s.
Estos dichos de Jesú s los organiza Mateo en cinco grandes "discursos", que agrupan
temá ticamente las enseñ anzas del Maestro. Cada uno de estos discursos o sermones acaba
en Mateo Con la fó rmula: "cuando Jesú s terminó estas palabras...":
b) Tambié n se puede ver có mo todo el evangelio de Mateo está como enmarcado por
dos grandes afirmaciones o confesiones cristológicas: é l es "el Dios con nosotros" (1,23), el
Señ or resucitado que afirma: "yo estoy con ustedes" (28,20). El Dios-con-nosotros, el Hijo de
Dios, predica e inaugura el Reino de Dios y envía a sus discípulos a predicar y hacer crecer
este Reino, y les promete su presencia y su ayuda en esa misió n.
1ALDAZABAL, J. Enseñame tus caminos 8. Domingo Ciclo A. Dossiers CPL 104. Centro de Pastoral Litúrgica: Barcelona.
2004.
6
c) Otra característica de Mateo son las abundantes citas del Antiguo Testamento,
bastantes de las cuales no se encuentran en los otros evangelios. La razó n de ser de esta
insistencia es que Mateo quiere demostrar una y otra vez que Jesú s cumple las promesas del
AT, como el Mesías anunciado por los profetas: "esto sucedió para que se cumpliera lo que
estaba escrito...". Jerusalé n ha sido ya destruida, seguramente, cuando escribe Mateo, pero é l
quiere presentar la nueva etapa de la historia que se ha iniciado en Jesú s, y que ahora es la
Iglesia la que se establece en el mundo como el nuevo Israel. Se podría decir que el hilo
conductor de Mateo es "Jesú s, Mesías de Israel y Señ or de la Iglesia".
d) Mateo habla de la Iglesia má s que ningú n otro evangelista. La Iglesia es el nuevo
Israel, el nuevo pueblo de Dios. Desde los primeros siglos fue considerado el de Mateo como
el "evangelio de la Iglesia" o "el evangelio del Reino". El Reino de Dios que Jesú s anuncia, que
será definitivo en la escatología, ya ha empezado aquí abajo: en la Iglesia, al menos como
proyecto y programa que se ha inaugurado en Jesú s y que seguirá creciendo y madurando
hasta el final de los tiempos. Dentro de ella tiene particular relieve en este evangelio la figura
de Pedro. Pero es el Señ or Jesú s, el Resucitado, el que está siempre presente a su comunidad
como su Señ or y su Maestro. Mateo narra los hechos histó ricos pensando en la comunidad
que le escucha y le lee ahora, la comunidad pospascual.
e) Mateo tiene pasajes muy propios, como la genealogía de Jesú s (c. 1), los relatos de
su infancia, con un protagonismo notorio de José y las escenas de los magos y los inocentes
(ce. 1-2), algunas de las pará bolas, el primado de Pedro (c. 16), la escenificació n del juicio
final (c. 25) y la fó rmula trinitaria del bautismo (c. 28) etc.
7
2. Pregón de Adviento2
Para acompañar la plegaria de la comunidad creyente
en la alborada del Adviento 2019-2020
Reunidos en la Iglesia, en ocasión oportuna antes del Adviento, se prepara el Altar con sus luces encendidas, el texto
de las Lecturas y la Cunita Vacía en la que luego se pondrá el Niño Jesús en la Celebración de la Noche Santa de la
Navidad.
Canto de entrada
Ven, ven Señor, no tardes. Ven, ven que te esperamos.
Ven, ven Señor, no tardes. Ven pronto Señor.
El celebrante
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo.
R. Amén.
La paz y la alegría del Señor que viene a salvarnos, esté con ustedes.
R. Y con tu Espíritu.
Lucernario
Se van trayendo y encendiendo las luces, colocándolas junto a la cunita vacía donde luego se pondrá el Niño,
según se indica.
Lector 1
2 Textos elaborado por el P. Diego Uribe Castrillón, profesor Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. 2019
8
Luz que enseña: Jesús que eres la luz de la verdad, en tu honor y para tu gloria encendemos
esta luz que nos enseñe a buscarte con fe y con esperanza.
Los cantores
Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya
vendrá, ya vendrá, ya vendrá.-
Lector 2
Luz que consuela:
Jesús que eres la luz, encendemos junto a tu cuna esta luz que representa a cuantos quieren
estar junto al dolor de sus hermanos como consuelo y fortaleza.
Los cantores
Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya
vendrá, ya vendrá, ya vendrá.
Lector 3
Luz que trae la alegría:
Jesús que eres la luz del gozo verdadero, encendemos junto a tu cuna esta luz que nos invita
a colmar con la belleza de tu presencia el mundo que necesita tu amor y tu esperanza.
Los cantores
Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya
vendrá, ya vendrá, ya vendrá.
Lector 4
Luz que fortalece:
Jesús que eres la luz que da fuerza, encendemos esta luz que muestra los caminos que debe
emprender esta Comunidad de Fe y de esperanza, para ser vida y gozo en nuestro entorno y
ser anunciadora del Evangelio de la Paz.
Los cantores
Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya
vendrá, ya vendrá, ya vendrá.
Lector 5
Luz que comunica la verdad:
Junto a tu pesebre, Señor de la vida, encendemos esta luz que nos convoca para proclamar la
vida, para anunciar la alegría, para despertar en los corazones la búsqueda de la paz.
Los cantores
Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya
vendrá, ya vendrá, ya vendrá.
Lector 6
Luz que se enciende en Belén:
9
Junto a tu cuna, al encender esta luz, queremos como los magos de Oriente, el esplendor del
lucero que en tu Navidad proclamo al mundo entero la llegada de tu reino de vida y de alegría.
Los cantores
Zagalillos del Valle venid, zagalillos del monte llagad, la esperanza de un Dios prometido, ya
vendrá, ya vendrá, ya vendrá.
Oración colecta
Señor y Dios nuestro,
que tu poder divino prepare nuestro corazón
para que cuando llegue tu Hijo, Jesucristo,
nos encuentre dignos de sentarnos a su mesa
y él mismo nos sirva el alimento celestial.
Que vive y reina contigo en la unidad del Espíritu Santo,
y es Dios, por los siglos de los siglos.
En aquel día, saldrá una rama del tronco de Jesé y un retoño brotará de sus raíces. Sobre él reposará
el espíritu del Señor: espíritu de sabiduría y de inteligencia, espíritu de consejo y de fortaleza,
espíritu de ciencia y de temor del Señor -y lo inspirará el temor del Señor-.
El no juzgará según las apariencias ni decidirá por lo que oiga decir: juzgará con justicia a los
débiles y decidirá con rectitud para los pobres del país; herirá al violento con la vara de su
boca y con el soplo de sus labios hará morir al malvado. La justicia ceñirá su cintura y la
fidelidad ceñirá sus caderas.
El niño de pecho jugará sobre el agujero de la cobra, y en la cueva de la víbora, meterá la mano
el niño apenas destetado. No se hará daño ni estragos en toda mi Montaña santa, porque el
conocimiento del Señor llenará la tierra como las aguas cubren el mar.
Aquel día, la raíz de Jesé se erigirá como emblema para los pueblos: las naciones la buscarán
y la gloria será su morada.
Palabra de Dios.
10
Aleluia
Aleluya.
El Señor vendrá con poder
e iluminará los ojos de sus servidores.
Aleluya.
Evangelio
Meditación
Estamos en la alborada de un nuevo año litúrgico, es el tiempo de la Alegre Esperanza. Hoy
estamos reunidos para anunciar el tiempo preparatorio a la conmemoración de la Natividad
del Señor, iluminado este año con el gozo de saber que seremos acompañados por San Mateo,
el evangelista del Reino, de la vida, de la esperanza.
El tiempo preparatorio se llama Adviento, se leen los Profetas que anuncian a Cristo, se
prepara su venida con oraciones que le dicen al Señor que venga nuevamente: "Ven, Señor
Jesús". Se destaca en este Tiempo la Virgen María, que nos enseña a esperar con fe la segunda
venida del Señor. Son cuatro domingos de Adviento. En ellos se celebra la esperanza y la
alegría de saber que el Señor llega con su poder y con su paz a inundar los corazones de los
que ama con la luz de la vida, con la fuerza renovadora de su amor.
San Carlos Borromeo lo propone de modo admirable en una de sus Cartas Pastorales:
Ha llegado, amadísimos hermanos, aquel tiempo tan importante y solemne, que, como
dice el Espíritu Santo, es tiempo favorable, día de la salvación, de la paz y de la
reconciliación; el tiempo que tan ardientemente desearon los patriarcas y profetas y
que fue objeto de tantos suspiros y anhelos; el tiempo que Simeón vio lleno de alegría,
que la Iglesia celebra solemnemente y que también nosotros debemos vivir en todo
momento con fervor, alabando y dando gracias al Padre eterno por la misericordia que
en este misterio nos ha manifestado.
El Padre, por su inmenso amor hacia nosotros, pecadores, nos envió a su Hijo único,
para librarnos de la tiranía y del poder del demonio, invitarnos al cielo e introducirnos
en lo más profundo de los misterios de su reino, manifestarnos la verdad, enseñarnos
la honestidad de costumbres, comunicarnos el germen de las virtudes, enriquecernos
con los tesoros de su gracia y hacernos sus hijos adoptivos y herederos de la vida eterna.
La Iglesia celebra cada año el misterio de este amor tan grande hacia nosotros,
exhortándonos a tenerlo siempre presente. A la vez nos enseña que la venida de Cristo
no sólo aprovechó a los que vivían en el tiempo del Salvador, sino que su eficacia
continúa, y aún hoy se nos comunica si queremos recibir, mediante la fe y los
sacramentos, la gracia que él nos prometió, y si ordenamos nuestra conducta
conforme a sus mandamientos.
Demos gracias a Dios por los días que nos aguardan en la fe, sobre todo en este año que de la
Mano de San Mateo, viviremos el que se ha llamado Año de la Palabra de Dios. Reunidos en
la fe y en la esperanza y con el gozo de ser hermanos, bendigamos la Corona de Adviento,
cuyas luces iremos encendiendo en estos días de gracia y de esperanza.
Oremos
Conclusión
Ahora con las palabras del Papa San Juan Pablo, saludemos a la Virgen Santísima:
R. Amén.
Para que celebrando la venida en el tiempo de nuestro Redentor,
sean recompensados con el don de la Vida eterna
cuando el venga por segunda vez en la gloria.
R. Amén.
3.El Adviento 3
Sentido
“Adviento” es una palabra que proviene del latín y que significa “venida” o “llegada”, ya que
es el tiempo litúrgico de la preparación de la venida del Señor en el misterio de
Navidad. Tiene su origen en la fiesta de Navidad, aparecida en Oriente en el siglo IV, que se
celebraba el 6 de enero y en Occidente el 25 de diciembre, coincidiendo con la fiesta romana
del “día del sol”. Y entre los siglos IV y VI en Hispania y en las Gálias nació el Adviento con la
intención de ser una preparación para la Navidad, de manera semejante con la Cuaresma
como preparación de la Pascua. En un principio constaba de seis domingos, aunque fueron
reducidos a los cuatro actuales que conocemos. El Adviento no es solamente preparar una
venida pasada de hace dos mil años sino también una venida constante, de cada día,
esperando la venida definitiva del Señor. El Adviento es también el tiempo de María, la Madre
de Dios, que con su sí generoso dio al mundo la Luz eterna, Jesucristo. Precisamente, durante
el Adviento celebramos la solemnidad de la Inmaculada Concepción de María, el día 8 de
diciembre.
Desarrollo
El Adviento empieza en nuestra liturgia romana cuatro domingos antes de Navidad. Esto hace
que no tenga siempre la misma extensión, porque el día de Navidad –25 de diciembre– no
es un día fijo de la semana. Por tanto, el Adviento se inicia según cada año en el domingo que
cae entre los días 27 de noviembre y 3 de diciembre. Tiene, eso sí, cuatro domingos, cada uno
con una temática concreta: así,
• en el primer domingo, el hilo conductor es la última venida de Jesús, al final de los
tiempos y la llamada a estar en actitud vigilante;
• el segundo y el tercer domingos tenemos como protagonista a Juan Bautista, el
precursor de Jesús, que nos anuncia su venida y nos invita a prepararle el camino;
• y el cuarto domingo contemplamos ya la inmediatez de la Navidad con la figura de
María, la Madre de Dios y también a san José, su esposo.
3 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-tiempo-de-adviento/que-es-el-adviento/
15
Vida cristiana
El Adviento, como cada tiempo litúrgico, tiene una repercusión para nuestra vida cristiana.
Podríamos destacar, al menos, cinco actitudes de cara al tiempo de Adviento:
• la esperanza (aunque haya dificultades),
• preparar el camino del Señor (disponer nuestros corazones),
• el gozo (de saber que Dios nos salva),
• la oración (“Ven, Señor Jesús”)
• y la paciencia (trabajar constantemente aunque cueste).
Son actitudes que nos ayudan a ver que hemos de hacer camino para ir construyendo el Reino
de Dios que él nos ha prometido, mientras esperamos la venida definitiva del Salvador. El
Adviento nos ayuda a tener una actitud de esperanza, de vigilancia, de trabajar cada día
preparando los caminos del Señor.
16
b. Sugerir la corona del Adviento como expresión de piedad popular y signo de la espera
de Jesús, luz del mundo. Por lo tanto, podría hacerse en este domingo la respectiva
bendición. Esta corona tiene cuatro velas y cada domingo de Adviento se enciende una
de las luces, a la par que el ministro realiza una oración adecuada para el caso. En la
Eucaristía dominical, las velas podrían ser encendidas después del saludo y por
distintas personas de la comunidad, debidamente preparadas. En este domingo se
puede encender la primera luz de la corona de Adviento, con su respectiva oración; y
así sucesivamente en los otros domingos. Si se realiza este rito dominical de la corona
de Adviento, en los cuatro domingos de Adviento, se omite el acto penitencial.
Igualmente, se puede motivar a las familias y a los catequistas para que tengan las
coronas de Adviento tanto en sus casas, como en el lugar de la catequesis y cada
semana, en el momento más indicado, ir encendiendo progresivamente las cuatro
velas, acompañado de una oración, según la orientación dada por el Párroco.
d. Según una laudable tradición de la Iglesia, los que deseen celebrar de una manera más
prolongada y festiva la vigilia de los domingos de Adviento y Navidad, solemnidades
y fiestas del Señor, de la Santísima Virgen María y de Santos, pueden hacerlo
celebrando el Oficio de Lectura hasta concluir las dos lecturas y antes del himno:
Señor, Dios eterno… se añadirán los cánticos y el evangelio; igualmente, puede hacerse
una homilía sobre el evangelio. Finalmente se canta el himno: Señor, Dios eterno. Se
dice la oración y se concluye con la Hora como en el Ordinario. Para el tiempo de
Adviento y Navidad ver Liturgia de las Horas I, Apéndice I, Cánticos y evangelios para
la celebración de las vigilias, pág. 1337 ss.
e. Desde el inicio del Adviento se puede programar, cuando mejor convenga, una
celebración penitencial, con confesión individual. Esta es la mejor preparación para la
celebración de la Navidad. Puede seguirse el modelo que se presenta en el Ritual de la
4 Departamento de Liturgia. Predicación orante de la Palabra. De Adviento a Pentecostés Ciclo A. Bogotá. 2019.
17
▪ Motivar, organizar con tiempo la noche de las velitas, el 7 de diciembre, que se celebra
en Colombia como vigilia de la solemnidad de la Inmaculada Concepción de la Virgen
María, dogma que fue proclamado por el Papa Pío IX, en 1854.
Un segundo signo son los cantos de Adviento, que sólo se cantan en este tiempo y que es
bueno tenerlos reservados para este tiempo, para que tomemos conciencia de que estamos
en el Adviento.
Un tercer signo es la corona de Adviento. Si bien es una costumbre que nos ha venido de los
países nórdicos de Europa, ha enraizado mucho entre nosotros. Consiste en una corona de
ramas verdes, situada en un lugar visible y digno, y en la que se colocan cuatro velas vistosas,
por los cuatro domingos de Adviento. Cada domingo se enciende una progresivamente hasta
llegar a las cuatro velas encendidas el domingo cuarto de Adviento, y se acompaña de una
oración o un canto. Es un signo que podemos hacer tanto en la Iglesia como en casa.
Un cuarto signo es el calendario de Adviento, basado en un cuadro con ventanitas para cada
día del mes de diciembre, hasta el día 25, que se va abriendo y en cada una de ellas se van
viendo dibujos de tema navideño que dan sentido a la fiesta. Es una buena herramienta
pedagógica para los niños para que entren en la vivencia de la Navidad. El problema es que
hay en el mercado muchos calendarios de Adviento que tienen muy poco a ver con un
calendario cristiano. Si es así, más vale ahorrárselo.
Un quinto signo es la colecta para los pobres, para darnos cuenta de que nuestra vida
cristiana está basada en el amor fraterno que el mismo Jesús nos ha dado. La Iglesia hace la
colecta para los pobres ya sea con alimentos o con dinero mediante Cáritas.
Finalmente, un sexto signo del Adviento es la preparación del belén días antes de Navidad,
para ambientarnos en casa ante la celebración de las fiestas de Navidad. Es sin duda un buen
instrumento catequético para los niños, explicando cada personaje bíblico y explicando
también el nacimiento de Jesús.
5 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-tiempo-de-adviento/los-signos-del-adviento/
19
Las primeras lecturas de este ciclo son del profeta Isaías que, con su tono poético nos habla
de la venida de un Mesías que nos traerá la paz y nos anima a caminar a la luz del Señor
(primer domingo), que esta paz que traerá hará que todo el mundo viva en armonía –incluso
los antagónicos– (segundo domingo), que anunciará la alegría del Señor que viene y nos
salvará (tercer domingo) y que la señal que Dios dará a estas promesas es que “la virgen dará
a luz un hijo y le pondrán por nombre Enmanuel, es decir, Dios-con-nosotros” (cuarto
domingo).
Las segundas lecturas de este ciclo –a excepción del tercer domingo, que es la carta de
Santiago– son de san Pablo a los romanos. En todas ellas ambos apóstoles hacen una llamada
a la vigilancia y a la paciencia, ya que la salvación está cerca y por tanto, hay que revestirse
de Cristo (primer y segundo domingos); la llamada a la paciencia porque el Señor ya está
cerca (tercer domingo) y finalmente se nos presenta que Jesús nace del linaje humano, de
David (cuarto domingo).
6 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-tiempo-de-adviento/las-lecturas-de-los-domingos-de-adviento/
20
Finalmente, en los evangelios, contemplamos por boca de Mateo la llamada a estar atentos,
despiertos y preparados porque la venida del Señor se acerca (primer domingo); la llamada
a la conversión por boca de Juan Bautista, para así preparar los caminos del Señor (segundo
domingo); en el tercer domingo Jesús hace un gran elogio de Juan y en el cuarto
contemplamos el sueño de José en el que el ángel le anuncia el nacimiento de Jesús del sí
virginal de María.
21
7. El Acto Penitencial7
LUNES
- Oh Sabiduría que brotaste de los labios del Altísimo y vienes a mostrarnos el camino
de la salvación. Señor, ten piedad.
- Oh Pastor de la casa de Israel, que vienes a librarnos con el poder de tu brazo. Cristo,
ten piedad.
- Oh renuevo del tronco de Jesé que vienes a salvar a todas las naciones. Señor, ten
piedad.
MARTES
Arrepentidos de nuestros pecados, pidamos al Señor que renueve la vida de su pueblo para
que con su venida nos llenemos de gozo y de paz.
- Tú que descendiste del cielo para traernos el perdón del Padre, Señor, ten piedad.
- Tú que vienes a visitarnos, para que en tu presencia encontremos la paz, Cristo, ten
piedad.
- Tú que volverás con gloria al fin de los tiempos para pedirnos cuenta del trabajo que
nos encomendaste, Señor, ten piedad.
MIÉRCOLES
Vendra el Señor, iluminará lo que esconden nuestras tinieblas y perdonará lo que merecían
nuestros pecados; con espíritu humillado y contrito pidamos perdón.
JUEVES
Humillémonos, hermanos, bajo la poderosa mano de Dios que él, en el día de su venida, nos
levantará y nos perdonará:
- Tú que vienes con gran poder, Señor , ten piedad.
- Tú que purificas el mundo con el fuego de tu Espíritu, Cristo, ten piedad.
- Tú que vienes para crear
7 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona. 2001.
22
VIERNES
No temas, pueblo mío, que vengo a redimirte; con amor tierno te amé y por eso quiero
prolongar mi misericordia contigo; conviértete, pues, a mi de todo corazón”, dice el Señor.
En silencio, acerquémonos a él.
- Luz del mundo, que vienes a iluminar a los viven en las tinieblas del pecado, Señor,
ten piedad.
- Buen Pastor, que vienes a guiar a tu rebaño por las sendas de la verdad y de la
justicia, Cristo, ten piedad.
- Deseado de las naciones, que vienes a salvar el hombre que tú mismo formaste del
fango, Señor, ten piedad.
SÁBADO
Convirtámonos, hermanos, y llevemos una vida honrada y religiosa, mientras esperamos la
aparición gloriosa del gran Dios y Salvador nuestro.
- Enviado del Padre para anunciar la Buena Noticia a los pobres, Señor, ten piedad.
- Mensajero de la paz, luz del mundo, deseado de las naciones, Cristo, ten piedad.
- Hijo de David, que volverás un día para dar cumplimeinto a las promesas del Padre,
Señor, ten piedad.
23
La «Corona de Adviento» o «Corona de las luces de Adviento» es un signo que expresa la alegría del tiempo de
preparación a la Navidad. Por medio de la bendición de la corona se subraya su significado religioso.
La luz indica el camino, aleja el miedo y favorece la comunión. La luz es un símbolo de Jesucristo, luz del mundo.
El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona muestra la ascensión gradual hacia la plenitud
de la luz de Navidad. El color verde de la corona significa la vida y la esperanza.
La corona de Adviento es, pues, un símbolo de la esperanza de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas
y la muerte. Porque el Hijo de Dios se ha hecho hombre por nosotros, y con su muerte nos ha dado la verdadera
vida.
Todos responden:
Monición introductoria
Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que inauguramos
también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz del mundo.
Su color verde significa la vida y la esperanza.
El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra
gradual preparación para recibir la luz de la Navidad.
Uno de los presentes, o el mismo ministro, lee un breve texto de la sagrada Escritura, por ejemplo:
Is 60, 1: ¡Levántate, brilla, Jerusalén, que llega tu luz; la gloria del Señor amanece sobre ti!
Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la
oración de bendición:
Oremos
La tierra, Señor, se alegra en estos días,
y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el Señor,
que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas
Monición introductoria
Hermanos: Al comenzar el nuevo año litúrgico vamos a bendecir esta corona con que
inauguramos también el tiempo de Adviento. Sus luces nos recuerdan que Jesucristo es la luz
del mundo. Su color verde significa la vida y la esperanza. La corona de Adviento es, pues, un
símbolo de que la luz y la vida triunfarán sobre las tinieblas y la muerte, porque el Hijo de
Dios se ha hecho hombre y nos ha dado la verdadera vida.
El encender, semana tras semana, los cuatro cirios de la corona debe significar nuestra
gradual preparación para recibir la luz de la Navidad. Por eso hoy, primer domingo de
Adviento, bendecimos esta corona y encendemos su primer cirio.
Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos extendidas, si es laico, con las manos juntas, dice la
oración de bendición:
Oremos
La tierra, Señor, se alegra en estos días,
y tu Iglesia desborda de gozo
ante tu Hijo, el Señor,
que se avecina como luz esplendorosa,
para iluminar a los que yacemos en las tinieblas
de la ignorancia, del dolor y del pecado.
25
R/. Amén.
El Adviento se divide en dos partes bien definidas: la primera va desde el primer domingo
hasta el día 16 de diciembre y la segunda parte va del día 17 de diciembre al día 24 de
diciembre. Por esta razón, las lecturas feriales van en sintonía con estas dos partes del
Adviento.
Así pues, en la primera parte del Adviento, las lecturas tienen una organización muy definida:
– la primera semana y hasta el miércoles de la segunda semana, el hilo conductor va de
la mano del profeta Isaías, el cual, en las primeras lecturas nos anuncia la salvación
mesiánica, mientras que los evangelios nos muestran cómo en Jesús de Nazaret se
cumplen estas promesas mesiánicas.
– A partir del jueves de la segunda semana y hasta el día 17 de diciembre, contemplamos
la figura de Juan Bautista en los evangelios, mientras que en las primeras lecturas
contemplamos las imágenes de los profetas antiguos que después iluminarán las
correspondientes lecturas evangélicas.
– Desde el día 17 de diciembre hasta el día 24 de diciembre celebramos la segunda parte
del Adviento, llamado “novena”, “semana santa de Navidad”, “ferias privilegiadas” y la
mirada se centra en la preparación próxima de la Navidad, de la celebración
sacramental de la venida de Cristo. Las lecturas de estos días tienen otra organización,
ya que son los evangelios los que marcan el ritmo y nos conducen hacia la Navidad
con los pasajes de la genealogía de Jesús (día 17), el anuncio a José (día 18), el anuncio
de Zacarías en el templo (día 19), el anuncio a María (día 20), la visitación de María a
Isabel (día 21), el cántico de María (día 22), el nacimiento de Juan Bautista (día 23) y
finalmente el cántico de Zacarías (día 24). La figura central de estos días es la Madre
de Dios. Las primeras lecturas, por su parte, preparan los respectivos evangelios, a
modo de paralelismo entre situaciones de salvación en el Antiguo Testamento y la
proximidad del nacimiento del Mesías.
9 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-tiempo-de-adviento/las-lecturas-feriales-de-adviento/
27
La corona en la Iglesia
En la Iglesia, la corona se puede poner sobre una mesa, o sobre un tronco de
árbol, o colgada del techo con una cinta elegante; no se pone encima del altar, sino junto
al ambón o en otro lugar adecuado.
El rito de encendido de la corona se hace en todas las misas dominicales
(incluyendo la vespertina del sábado). En las comunidades religiosas, en cambio, será
mejor hacerlo en la celebración que inaugure cada semana: primeras vísperas, laudes o
Eucaristía.
En la Eucaristía, se pueden encender las velas sencillamente durante el
canto de entrada, o bien con mayor relieve después del saludo y de una breve monición.
En este segundo caso, el mismo celebrante, o bien distintas personas de la asamblea (una
semana un niño, otra una religiosa, otra un matrimonio...) encienden la vela o velas
correspondientes. Y entretanto se canta alguna otra estrofa del canto de entrada, o se
dicen las invocaciones del acto penitencial, o se dicen las oraciones siguientes (que
puede recitar la asamblea conjuntamente, en una hoja previamente repartida).
10 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona. 2001.
28
La corona en el hogar
En el hogar, la corona se pone sobre una mesa, o colgada del techo, o en algún
otro lugar destacado. También se puede poner a los pies de una imagen de la Virgen María.
El primer domingo de Adviento es el domingo que cae entre el 27 de noviembre
y el 3 de diciembre (o sea, cuatro domingos antes de la Navidad). Ese día o el sábado
anterior por la noche, o en cualquier otro momento que resulte adecuado, se enciende
una vela de la corona; el segundo domingo dos; el tercero tres; y el cuarto, las cuatro.
Este rito se acompaña de una oración, como la que aquí indicamos a
continuación; también se puede cantar un canto y la oración del padrenuestro y el
avemaría. También se puede leer la primera lectura de la misa de aquel domingo, o el
texto de reflexión que ofrecemos también aquí, o las oraciones propuestas para el
encendido en la Iglesia.
Si hay niños en casa, el rito de la corona les puede ayudar a vivir más
cristianamente la preparación de la Navidad. Y si no los hay, también será una buena
ocasión para la oración familiar adulta: o bien los esposos solos, o bien los esposos con los
hijos mayores u otros miembros de la familia.
Oración
Texto de reflexión
Desde muy antiguo, el profeta Isaías anunciaba:
– Vendrá el Señor,
y juzgará a los pobres con justicia,
y nunca más alzará la espada pueblo contra pueblo, porque
los corazones estarán llenos
del conocimiento del Señor.
Allí en el Jordán, el último profeta, Juan el Bautista, proclamaba:
– Preparen el camino del Señor, allanen sus
senderos.
Conviértanse,
porque está cerca el Reino de los cielos.
Esta es la historia del amor de Dios. Y nosotros cada año, cada Adviento, la
recordamos y la renovamos.
– Como el profeta Isaías, deseamos un mundo nuevo, transformado, lleno de Dios, en el
que no haya mal, ni dolor, ni injusticia, ni pobreza, ni corazones cerrados;
– siguiendo la llamada de Juan Bautista, queremos preparar el camino del Señor:
queremos transformar nuestro corazón y queremos transformar nuestro mundo;
– y como la virgen María, con toda la confianza, con todo el amor, con un hondo espíritu
de fe y de oración, esperamos el nacimiento de aquel niño que renovará nuestras
vidas; aquel niño que nace en Belén y que nos llama a compartir un día su vida
para siempre.
31
11. LUCERNARIO11
En honor de la Inmaculada Concepción de María
7 diciembre
Como es tradicional en nuestras comunidades el gran acontecimiento de la noche de las velitas o de las luces
encendidas, es también pastoralmente conveniente seguir fortaleciendo este festejo como un modo de confesar
nuestra fe en el amor de Dios y celebrar su misericordia, unidos a la Madre de Jesús. Igualmente, en esta noche
se motiva la celebración de la Jornada Nacional por la Vida y la Familia, como ocasión para suplicar a Dios y
testimoniar el don de la vida. Es por esto que el Departamento de Liturgia, también con la colaboración del P.
Diego Uribe C., presenta los subsidios que se ofrecen a continuación: I. Novenario en honor de la Inmaculada
Concepción. II. La Celebración Comunitaria-Familiar: Lucernario y Jornada Nacional por la Vida y la Familia, y
III. Celebración de la Palabra: Lucernario en honor de la Inmaculada Concepción de María.
Nota: Es muy aconsejable que las novenas, como ejercicios de piedad popular que son, se realicen antes o
después de la Santa Misa, mas no dentro de ella.
En esa definición, Pío XII expresa con precisión el significado de esta verdad de fe: que María
fue concebida libre de la mancha del pecado original. Esta fiesta ha sido celebrada desde el
siglo VIII en Oriente y en muchas partes de Occidente. (Ver: Catecismo de la Iglesia Católica
490-493).
Primer día, 30 de noviembre
MARÍA, NUEVA EVA
Oración
El mismo Espíritu Santo, que formó a la Virgen María
como nueva criatura, para que, de ella,
inundada del rocío celestial, naciera Jesucristo, tu Hijo,
el fruto de la salvación, santifique ahora, Señor,
nuestros dones. Por Jesucristo, nuestro Señor. R. Amén
11 Textos elaborado por el P. Diego Uribe Castrillón, profesor Universidad Pontificia Bolivariana. Medellín. 2019
12Cfr.:https://encuentra.com/oraciones_y_devociones_mariana/novena_a_la_inmaculada_concepcion__10652/
32
La serpiente era más astuta que las demás bestias del campo que el Señor había hecho. Y dijo
a la mujer: «¿Con que Dios les ha dicho que no coman de ningún árbol del jardín?». La mujer
contestó a la serpiente: «Podemos comer los frutos de los árboles del jardín; pero del fruto
del árbol que está en mitad del jardín nos ha dicho Dios: “No coman de él ni lo toquen, de lo
contrario morirán”». La serpiente replicó a la mujer: «No, no morirán; es que Dios sabe que
el día en que coman de él, se les abrirán los ojos, y serán como Dios en el conocimiento del
bien y el mal».
Entonces la mujer se dio cuenta de que el árbol era bueno de comer, atrayente a los ojos y
deseable para lograr inteligencia; así que tomó de su fruto y comió. Luego se lo dio a su
marido, que también comió.
El Señor Dios dijo a la mujer: «¿Qué has hecho?». La mujer respondió: «La serpiente me
sedujo y comí». El Señor Dios dijo a la serpiente: «Por haber hecho eso, maldita tú entre todo
el ganado y todas las fieras del campo; te arrastrarás sobre el vientre y comerás polvo toda
tu vida; pongo hostilidad entre ti y la mujer, entre tu descendencia y su descendencia; esta te
aplastará la cabeza cuando tú la hieras en el talón».
Consideración
María, Madre del Verbo encarnado, está situada en el centro mismo de aquella “enemistad”,
de aquella lucha que acompaña la historia de la humanidad en la tierra y la historia misma de
la salvación.
En este lugar ella, que pertenece a los “humildes y pobres del Señor”, lleva en sí, como ningún
otro entre los seres humanos, aquella “gloria de la gracia” que el Padre “nos agració en el
Amado”, y esta gracia determina la extraordinaria grandeza y belleza de todo su ser. María
permanece así ante Dios, y también ante la humanidad entera, como el signo inmutable e
inviolable de la elección por parte de Dios, de la que habla la Carta paulina: “Nos ha elegido
en él (Cristo) antes de la fundación del mundo, … eligiéndonos de antemano para ser sus hijos
adoptivos” (Ef 1, 4.5).
Esta elección es más fuerte que toda experiencia del mal y del pecado, de toda aquella
“enemistad” con la que ha sido marcada la historia del hombre. En esta historia María sigue
siendo una señal de esperanza segura.
Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración.
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada,
y en previsión de la muerte de tu Hijo
la preservaste de todo pecado,
concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén
33
Oración
Dios todopoderoso, que, según lo anunciaste por el ángel,
has querido que tu Hijo se encarnara en el seno de María,
la Virgen, escucha nuestras súplicas
y haz que sintamos la protección de María
los que la proclamamos verdadera Madre de Dios.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén
En el mes sexto, el ángel Gabriel fue enviado por Dios a una ciudad de Galilea llamada Nazaret,
a una virgen desposada con un hombre llamado José, de la casa de David; el nombre de la
virgen era María. El ángel, entrando en su presencia, dijo: «Alégrate, llena de gracia, el Señor
está contigo».
Ella se turbó grandemente ante estas palabras y se preguntaba qué saludo era aquel. El ángel
le dijo: «No temas, María, porque has encontrado gracia ante Dios. Concebirás en tu vientre y
darás a luz un hijo, y le pondrás por nombre Jesús. Será grande, se llamará Hijo del Altísimo,
el Señor Dios le dará el trono de David, su padre; reinará sobre la casa de Jacob para siempre,
y su reino no tendrá fin».
Consideración
Cuando leemos que el mensajero dice a María “llena de gracia”, el contexto evangélico, en el
que confluyen revelaciones y promesas antiguas, nos da a entender que se trata de una
bendición singular entre todas las “bendiciones espirituales en Cristo”.
En el misterio de Cristo María está presente ya “antes de la creación del mundo” como aquella
que el Padre “ha elegido” como Madre de su Hijo en la Encarnación, y junto con el Padre la ha
elegido el Hijo, confiándola eternamente al Espíritu de santidad. María está unida a Cristo de
un modo totalmente especial y excepcional, e igualmente es amada en este “Amado” eter-
namente, en este Hijo consustancial al Padre, en el que se concentra toda “la gloria de la
gracia”. A la vez, ella está y sigue abierta perfectamente a este “don de lo alto” (cf. Santiago 1,
17). Como enseña el Concilio, María “sobresale entre los humildes y pobres del Señor, que de
Él esperan con confianza la salvación”.
Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración.
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
34
Oración
Oh Dios, que enviaste a tu Hijo,
Palabra de salvación y Pan de vida,
desde el cielo al seno de la Santa Virgen,
concédenos recibir a Cristo como ella,
conservando sus palabras en el corazón,
y celebrando con fe sus misterios.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.
Consideración
En efecto, en la Anunciación María se ha abandonado en Dios completamente, manifestando
“la obediencia de la fe” a aquel que le hablaba a través de su mensajero y prestando “el
homenaje del entendimiento y de la voluntad”. Ha respondido, por tanto, con todo su “yo”
humano, femenino, y en esta respuesta de fe estaban contenidas una cooperación perfecta
con “la gracia de Dios que previene y socorre” y una disponibilidad perfecta a la acción del
Espíritu Santo, que, “perfecciona constantemente la fe por medio de sus dones”.
La palabra del Dios viviente, anunciada a María por el ángel, se refería a ella misma
“Concebirás en tu vientre y darás a luz un hijo” (Lucas 1, 31).
Acogiendo este anuncio, María se convertiría en la “Madre del Señor” y en ella se realizaría el
misterio divino de la Encarnación: “El Padre de las misericordias quiso que precediera a la
encarnación la aceptación de parte de la Madre predestinada”. Y María da este
consentimiento, después de haber escuchado todas las palabras del mensajero. Dice: “He aquí
la esclava del Señor; hágase en mí según tu palabra” (Lucas 1, 38).
36
Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración.
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada,
y en previsión de la muerte de tu Hijo
la preservaste de todo pecado,
concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén
37
Oración
Oh Dios, Salvador de los hombres,
que, por medio de la bienaventurada Virgen María,
arca de la nueva alianza,
llevaste la salvación y el gozo a la casa de Isabel,
concédenos ser dóciles a la inspiración del Espíritu
para poder llevar a Cristo a los hermanos
y proclamar tu grandeza con nuestras alabanzas
y la santidad de nuestras costumbres.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.
En aquellos mismos días, María se levantó y se puso en camino de prisa hacia la montaña, a
una ciudad de Judá; entró en casa de Zacarías y saludó a Isabel. Aconteció que, en cuanto
Isabel oyó el saludo de María, saltó la criatura en su vientre. Se llenó Isabel de Espíritu Santo
y, levantando la voz, exclamó:
«¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto de tu vientre! ¿Quién soy yo para que me
visite la madre de mi Señor? Pues, en cuanto tu saludo llegó a mis oídos, la criatura saltó de
alegría en mi vientre. Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se
cumplirá».
Consideración
Poco después de la narración de la anunciación, el evangelista Lucas nos guía tras los pasos
de la Virgen de Nazaret hacia “una ciudad de Judá” (Lucas 1, 39). Según los estudiosos esta
ciudad debería ser la actual Ain-Karim, situada entre las montañas, no distante de Jerusalén.
María llegó allí “con prontitud” para visitar a Isabel su pariente.
El mensajero divino se había referido a cuanto había acontecido en Isabel, para responder a
la pregunta de María: “¿Cómo será eso, pues no conozco varón?” (Lucas 1, 34). Esto sucederá
precisamente por el “poder del Altísimo”, como y más aún que en el caso de Isabel.
38
Así pues, María, movida por la caridad, se dirige a la casa de su pariente. Cuando entra, Isabel,
al responder a su saludo y sintiendo saltar de gozo al niño en su seno, “llena del Espíritu
Santo”, a su vez saluda a María en alta voz: “¡Bendita tú entre las mujeres, y bendito el fruto
de tu vientre!” (cf. Lucas 1, 40-42).
Esta exclamación o aclamación de Isabel entraría posterior mente en el Ave María, como una
continuación del saludo del ángel, convirtiéndose así en una de las plegarias más frecuentes
de la Iglesia. Pero más significativas son todavía las palabras de Isabel en la pregunta que
sigue: “¿Quién soy yo para que me visite la madre de mi Señor?” (Lucas 1, 43). Isabel da
testimonio de María: reconoce y proclama que ante ella está la Madre del Señor, la Madre del
Mesías. De este testimonio participa también el hijo que Isabel lleva en su seno: “saltó la
criatura en su vientre” (Lucas 1, 44). El niño es el futuro Juan el Bautista, que en el Jordán
señalará en Jesús al Mesías.
Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración.
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada,
y en previsión de la muerte de tu Hijo
la preservaste de todo pecado,
concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén
39
Oración
Padre santo, Dios eterno,
que quisiste poner el trono real de tu Sabiduría
en Santa María Virgen,
ilumina a tu Iglesia con la luz de la Palabra de vida,
para que resplandezca con la fuerza de la verdad
y alcance gozosa el pleno conocimiento de tu amor.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.
[E Isabel exclamó:]
«Bienaventurada la que ha creído, porque lo que le ha dicho el Señor se cumplirá».
María dijo:
«Proclama mi alma la grandeza del Señor,
se alegra mi espíritu en Dios, mi salvador;
porque ha mirado la humildad de su esclava.
Desde ahora me felicitarán todas las generaciones,
porque el Poderoso ha hecho obras grandes en mí:
su nombre es santo,
y su misericordia llega a sus fieles de generación en generación.
Él hace proezas con su brazo:
dispersa a los soberbios de corazón,
derriba del trono a los poderosos
y enaltece a los humildes,
a los hambrientos los colma de bienes
y a los ricos los despide vacíos.
Auxilia a Israel, su siervo, acordándose de la misericordia
–como lo había prometido a nuestros padres–
en favor de Abrahán y su descendencia por siempre».
María se quedó con ella unos tres meses y volvió a su casa.
Consideración
Sin embargo, las palabras de Isabel “Bienaventurada la que ha creído” no se aplican
únicamente a aquel momento concreto de la anunciación. Ciertamente la anunciación
representa el momento culminante de la fe de María a la espera de Cristo, pero es además el
punto de partida, de donde inicia todo su “camino hacia Dios”, todo su camino de fe.
40
Y sobre esta vía, de modo eminente y realmente heroico —es más, con un heroísmo de fe cada
vez mayor— se efectuará la “obediencia” profesada por ella a la palabra de la divina
revelación. Y esta “obediencia de la fe” por parte de María a lo largo de todo su camino tendrá
analogías sorprendentes con la fe de Abraham. Como el patriarca del Pueblo de Dios, así
también María, a través del camino de su sí filial y maternal, “esperando contra esperanza,
creyó”.
Con razón, pues, en la expresión “Bienaventurada la que ha creído” podemos encontrar como
una clave que nos abre a la realidad íntima de María, a la que el ángel ha saludado como “llena
de gracia”. Si como “llena de gracia” ha estado presente eternamente en el misterio de Cristo,
por la fe se convertía en partícipe en toda la extensión de su itinerario terreno: “avanzó en la
peregrinación de la fe” y al mismo tiempo, de modo discreto pero directo y eficaz, hacía
presente a los hombres el misterio de Cristo. Y sigue haciéndolo todavía. Y por el misterio de
Cristo está presente entre los hombres. Así, mediante el misterio del Hijo, se aclara también
el misterio de la Madre.
Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración.
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada,
y en previsión de la muerte de tu Hijo
la preservaste de todo pecado,
concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén
41
Oración
Señor, Dios nuestro,
por un designio misterioso de tu providencia
completas lo que falta a la pasión de Cristo
con las infinitas penas de la vida de sus miembros;
concédenos que, a imitación de la Virgen Madre dolorosa
que estuvo junto a la cruz de su Hijo moribundo,
así nosotros permanezcamos junto a los hermanos
que sufren para darles consuelo y amor.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.
Había entonces en Jerusalén un hombre llamado Simeón, hombre justo y piadoso, que
aguardaba el consuelo de Israel; y el Espíritu Santo estaba con él. Le había sido revelado por
el Espíritu Santo que no vería la muerte antes de ver al Mesías del Señor. Impulsado por el
Espíritu, fue al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él
lo acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño. Simeón los bendijo y
dijo a María, su madre:
«Este ha sido puesto para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo
de contradicción –y a ti misma una espada te traspasará el alma–, para que se pongan de
manifiesto los pensamientos de muchos corazones».
Consideración
Un hombre justo y piadoso, llamado Simeón, aparece al comienzo del “itinerario” de la fe de
María. Sus palabras, sugeridas por el Espíritu Santo (cf. Lucas 2, 25-27), confirman la verdad
de la anunciación.
Leemos, en efecto, que “tomó en brazos” al niño, al que —según la orden del ángel— “se le
dio el nombre de Jesús” (cf. Lucas 2, 21). El discurso de Simeón es conforme al significado de
este nombre, que quiere decir Salvador: “Dios es la salvación”. Vuelto al Señor, dice lo
42
siguiente: “Porque mis ojos han visto a tu Salvador, a quien has presentado ante todos los
pueblos: luz para alumbrar a las naciones y gloria de tu pueblo Israel.” (Lucas 2, 30-32). Al
mismo tiempo, sin embargo, Simeón se dirige a María con estas palabras: “Este ha sido puesto
para que muchos en Israel caigan y se levanten; y será como un signo de contradicción… para
que se pongan de manifiesto los pensamientos de muchos corazones”; y añade con referencia
directa a María: “y a ti misma una espada te atravesará el alma” (Lucas 2, 34-35).
Las palabras de Simeón dan nueva luz al anuncio que María ha oído del ángel: Jesús es el
Salvador, es “luz para iluminar” a los hombres. ¿No es aquel que se manifestó, en cierto modo,
en la Nochebuena, cuando los pastores fueron al establo? ¿No es aquel que debía manifestarse
todavía más con la llegada de los Magos del Oriente? (cf. Mateo 2, 1-12). Al mismo tiempo, sin
embargo, ya al comienzo de su vida, el Hijo de María —y con él su Madre— experimentarán
en sí mismos la verdad de las restantes palabras de Simeón: “signo de contradicción” (Lucas
2, 34).
El anuncio de Simeón parece como un segundo anuncio a María, dado que le indica la concreta
dimensión histórica en la cual el Hijo cumplirá su misión, es decir en la incomprensión y en
el dolor. Si, por un lado, este anuncio confirma su fe en el cumplimiento de las promesas
divinas de la salvación, por otro, le revela también que deberá vivir en el sufrimiento su
obediencia de fe al lado del Salvador que sufre, y que su maternidad será oscura y dolorosa.
Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración.
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada,
y en previsión de la muerte de tu Hijo
la preservaste de todo pecado,
concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén
43
Oración
Oh Dios, que enviaste a tu Hijo,
palabra de salvación y pan de vida,
desde el cielo al seno de la Santa Virgen,
concédenos recibir a Cristo como ella,
conservando sus palabras en el corazón
y celebrando con fe sus misterios.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.
Mientras él hablaba estas cosas, aconteció que una mujer de entre el gentío, levantando la
voz, le dijo:
«Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron».
Pero él dijo:
«Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de Dios y la cumplen».
Consideración
El evangelio de Lucas recoge el momento en el que “alzó la voz una mujer de entre la gente, y
dijo, dirigiéndose a Jesús: “Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”
(Lucas 11, 27). Estas palabras constituían una alabanza para María como madre de Jesús,
según la carne.
Pero a la bendición proclamada por aquella mujer respecto a su madre según la carne, Jesús
responde de manera significativa: “Mejor, bienaventurados los que escuchan la palabra de
Dios y la cumplen.” (cf. Lucas 11, 28). Quiere quitar la atención de la maternidad entendida
sólo como un vínculo de la carne, para orientarla hacia aquel misterioso vínculo del espíritu,
que se forma en la escucha y en la observancia de la palabra de Dios.
Sin lugar a dudas, María es digna de bendición por el hecho de haber sido para Jesús Madre
según la carne Bienaventurado el vientre que te llevó y los pechos que te criaron”), pero
también y sobre todo porque ya en el instante de la anunciación ha acogido la palabra de
Dios, porque ha creído, porque fue obediente a Dios, porque “guardaba” la palabra y “la
conservaba cuidadosamente en su corazón” (cf. Lucas 1, 38. 45; 2, 19. 51) y la cumplía
totalmente en su vida. Podemos afirmar, por lo tanto, que el elogio pronunciado por Jesús no
se contrapone, a pesar de las apariencias, al formulado por la mujer desconocida, sino que
viene a coincidir con ella en la persona de esta Madre-Virgen, que se ha llamado solamente
“esclava del Señor” (Lucas 1, 38).
44
Si por medio de la fe María se ha convertido en la Madre del Hijo que le ha sido dado por el
Padre con el poder del Espíritu Santo, conservando íntegra su virginidad, en la misma fe ha
descubierto y acogido la otra dimensión de la maternidad, revelada por Jesús durante su
misión mesiánica.
Se puede afirmar que esta dimensión de la maternidad pertenece a María desde el comienzo,
o sea desde el momento de la concepción y del nacimiento del Hijo. Desde entonces era “la
que ha creído”.
Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración.
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada,
y en previsión de la muerte de tu Hijo
la preservaste de todo pecado,
concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén
45
Oración
Oh Dios, cuyo Hijo, al expirar en la cruz,
quiso que la Virgen María, elegida por él como Madre suya,
fuese en adelante nuestra Madre,
concédenos a quienes recurrimos a su protección
ser confortados por la invocación de su santo nombre.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.
A los tres días había una boda en Caná de Galilea, y la madre de Jesús estaba allí. Jesús y sus
discípulos estaban también invitados a la boda.
Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice:
«No tienen vino».
Jesús le dice:
«Mujer, ¿qué tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora».
Su madre dijo a los sirvientes:
«Hagan lo que él les diga».
Había allí colocadas seis tinajas de piedra, para las purificaciones de los judíos, de unos cien
litros cada una. Jesús les dice:
«Llenen las tinajas de agua».
Y las llenaron hasta arriba. Entonces les dice:
«Saquen ahora y llévenlo al mayordomo».
Ellos se lo llevaron. El mayordomo probó el agua convertida en vino sin saber de dónde
venía (los sirvientes sí lo sabían, pues habían sacado el agua), y entonces llamó al esposo y
le dice:
«Todo el mundo pone primero el vino bueno y, cuando ya están bebidos, el peor; tú, en
cambio, has guardado el vino bueno hasta ahora».
Este fue el primero de los signos que Jesús realizó en Caná de Galilea; así manifestó su gloria
y sus discípulos creyeron en él.
Consideración
María está presente en Caná de Galilea como Madre de Jesús, y de modo significativo contri-
buye a aquel “comienzo de las señales”, que revelan el poder mesiánico de su Hijo. He aquí
que: “Faltó el vino, y la madre de Jesús le dice: «No tienen vino». Jesús le dice: «Mujer, ¿qué
tengo yo que ver contigo? Todavía no ha llegado mi hora.” (Juan 2, 3-4). En el Evangelio de
Juan aquella “hora” significa el momento determinado por el Padre, en el que el Hijo realiza
su obra y debe ser glorificado.
46
Aunque la respuesta de Jesús a su madre parezca como un rechazo (sobre todo si se mira,
más que a la pregunta, a aquella decidida afirmación: “Todavía no ha llegado mi hora”), a
pesar de esto María se dirige a los criados y les dice: “Hagan lo que él les diga” (Juan 2, 5).
Entonces Jesús ordena a los criados llenar de agua las tinajas, y el agua se convierte en vino,
mejor del que se había servido antes a los invitados al banquete nupcial.
En esta página del Evangelio de Juan encontramos como un primer indicio de la verdad sobre
la solicitud materna de María. Esta verdad ha encontrado su expresión en el magisterio del
último Concilio. Es importante señalar como la función materna de María es ilustrada en su
relación con la mediación de Cristo. En efecto, leemos lo siguiente: “La misión maternal de
María hacia los hombres de ninguna manera oscurece ni disminuye esta única mediación de
Cristo, sino más bien muestra su eficacia”, porque “hay un solo mediador entre Dios y los
hombres, Cristo Jesús, hombre también” (1 Tm 2, 5). …El hecho de Caná de Galilea, nos ofrece
como una predicción de la mediación de María, orientada plenamente hacia Cristo y
encaminada a la revelación de su poder salvífico.
Por el texto joánico parece que se trata de una mediación maternal. Como proclama el Con-
cilio: María “es nuestra Madre en el orden de la gracia”. Esta maternidad en el orden de la
gracia ha surgido de su misma maternidad divina, porque siendo, por disposición de la divina
providencia, madre-nodriza del divino Redentor se ha convertido de “forma singular en la
generosa colaboradora entre todas las criaturas y la humilde esclava del Señor” y que
“cooperó … por la obediencia, la fe, la esperanza y la encendida caridad, en la restauración de
la vida sobrenatural de las almas”.
Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración.
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada,
y en previsión de la muerte de tu Hijo
la preservaste de todo pecado,
concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén
47
Oración
Oh Dios,
Padre de misericordia,
cuyo Hijo, clavado en la cruz,
proclamó como Madre nuestra
a santa María Virgen, Madre suya,
concédenos, por su mediación amorosa,
que tu Iglesia, cada día más fecunda,
se llene de gozo por la santidad de sus hijos,
y atraiga a su seno
a todas las familias de los pueblos.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén.
Los soldados, cuando crucificaron a Jesús, cogieron su ropa, haciendo cuatro partes, una para
cada soldado, y apartaron la túnica. Era una túnica sin costura, tejida toda de una pieza de
arriba abajo. Y se dijeron:
«No la rasguemos, sino echémosla a suerte, a ver a quién le toca».
Así se cumplió la Escritura: «Se repartieron mis ropas y echaron a suerte mi túnica». Esto
hicieron los soldados.
Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de su madre, María, la de Cleofás, y
María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al discípulo que tanto quería, dijo
a su madre:
«Mujer, ahí tienes a tu hijo».
Luego, dijo al discípulo:
«Ahí tienes a tu madre».
Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo propio.
Consideración
Si el pasaje del Evangelio de Juan sobre el hecho de Caná presenta la maternidad solícita de
María al comienzo de la actividad mesiánica de Cristo, otro pasaje del mismo Evangelio
confirma esta maternidad de María en la economía salvífica de la gracia en su momento
culminante, es decir cuando se realiza el sacrificio de la Cruz de Cristo, su misterio pascual.
La descripción de Juan es concisa: “Junto a la cruz de Jesús estaban su madre, la hermana de
su madre, María, la de Cleofás, y María, la Magdalena. Jesús, al ver a su madre y junto a ella al
discípulo que tanto quería, dijo a su madre: «Mujer, ahí tienes a tu hijo». Luego, dijo al
48
discípulo: «Ahí tienes a tu madre». Y desde aquella hora, el discípulo la recibió como algo
propio.” (Juan 19, 25-27).
…Sin embargo, sobre el significado de esta atención el “testamento de la Cruz” de Cristo dice
aún más. Jesús ponía en evidencia un nuevo vínculo entre Madre e Hijo, del que confirma
solemnemente toda la verdad y realidad. Se puede decir que, si la maternidad de María
respecto de los hombres ya había sido delineada precedentemente, ahora es precisada y
establecida claramente; ella emerge de la definitiva maduración del misterio pascual del
Redentor.
La Madre de Cristo, encontrándose en el campo directo de este misterio que abarca al hombre
—a cada uno y a todos, es entregada al hombre —a cada uno y a todos— como madre.
Para concluir cada día, se puede rezar el Rosario y la Letanía Lauretana o la siguiente oración.
Oración
Oh Dios, que por la Concepción Inmaculada de la Virgen María
preparaste a tu Hijo una digna morada,
y en previsión de la muerte de tu Hijo
la preservaste de todo pecado,
concédenos por su intercesión llegar a ti
limpios de todas nuestras culpas.
Por nuestro Señor Jesucristo. R. Amén
49
Las personas convocadas en el sitio bien dispuesto, si es posible, cerca de la imagen de la Inmaculada
Concepción convenientemente adornada, con las velas y sus respectivos soportes para ser encendidas, pueden
realizar la siguiente propuesta de celebración.
al templo. Y cuando entraban con el niño Jesús sus padres para cumplir con él lo
acostumbrado según la ley, Simeón lo tomó en brazos y bendijo a Dios diciendo:
«Ahora, Señor, según tu promesa,
puedes dejar a tu siervo irse en paz.
Porque mis ojos han visto a tu Salvador,
a quien has presentado ante todos los pueblos:
luz para alumbrar a las naciones
y gloria de tu pueblo Israel».
Su padre y su madre estaban admirados por lo que se decía del niño.
Misterios gozosos
Jaculatoria final:
"Oh Jesús mío, perdona nuestros pecados, líbranos del fuego del infierno, conduce todas las
almas al cielo, especialmente las que más necesitan de Tu misericordia."
Padre Nuestro y tres Ave Marías por las intenciones y salud del Santo Padre.
"Dios te Salve, Reina y Madre de misericordia. Vida, dulzura y esperanza nuestra. Dios te
Salve. A Ti clamamos los desterrados hijos de Eva; a Ti suspiramos, gimiendo y llorando en
este valle de lágrimas. Ea, pues, Señora, abogada nuestra vuelve a nosotros esos Tus ojos
misericordiosos. Y después de este destierro, muéstranos a Jesús, fruto bendito de Tu vientre.
0h clemente, Oh piadosa, 0h dulce Virgen María:
Ruega por nosotros, Santa Madre de Dios, Para que seamos dignos de alcanzar las promesas
de nuestro Señor Jesucristo." Amen.
11.3.Celebración de la Palabra
Lucernario
En honor de la Inmaculada Concepción de María
El celebrante, revestido de alba y estola y también pluvial blanco o azul (allí donde esté concedido), venera el
altar y va a la sede desde donde dice:
En Éfeso, la ciudad a la que San Pablo dirigió su carta y la que fue protagonista de tantos
sucesos en el Nuevo Testamento, durante el año 431 se celebraba el Concilio Ecuménico en
el que, entre importantísimas definiciones, se proclamó la Maternidad Divina de María, esto
es, que la Santísima Virgen María es madre de Dios, y que, al dar a luz al Salvador, Dios y
hombre verdadero, debe ser honrada con especial afecto por la Iglesia con éste título único y
glorioso.
Los habitantes de Éfeso, para animar a los Obispos del Concilio y para hacer sentir su voz, la
que asegura la vinculación del Pueblo de Dios a las definiciones de los dogmas de la Iglesia,
encendieron en sus casas luces con las que indicaban su adhesión a la verdad revelada en la
que se apoya la afirmación de María como Madre de Dios.
Llena la ciudad de las luces de los fieles, resonó luego la definición dogmática con la que se
proclamaba la Maternidad Divina.
El Papa Pío Noveno, quiso retomar este mismo signo la víspera de la definición del Dogma de
la Inmaculada Concepción el 8 de diciembre de 1854. Pero ya el pueblo fiel, especialmente en
España y en América Latina, retomando la costumbre de los pueblos antiguos, había hecho
de las luces encendidas un modo de proclamar su fe.
Ahora también nosotros, queriendo honrar a la Madre del Señor, vamos a bendecir y
encender estas luces para que, al recordar la gloriosa y maternal dulzura de la Virgen
Santísima, en la vigilia de la Solemnidad de la Inmaculada Concepción, confesemos nuestra
fe en el amor de Dios y celebremos su amor misericordioso unidos a la Madre de Jesús.
Unámonos con fe y con devoción.
ORACIÓN COLECTA
Oremos:
53
ALELUIA Cf. Lc 1, 28
Aleluya.
¡Alégrate, María, llena de gracia, el Señor está contigo,
54
Reflexión
El Beato Obispo y Mártir Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, nos enseña, con esa piedad heroica
que lo distinguió:
“María es humildad de esclava que engendra a Dios;
Pobreza que rescata al mundo con el tesoro infinito de Jesús; Virginidad que nos preserva de
la corrupción;
Mansedumbre de oveja,
Madre del cordero mudo ante quien lo esquila;
Templanza en la palabra que se volvió silencio, y en la comida escasa que tiene a raya los
apetitos;
Generosidad que goza del bien de todos y lo derrama a todos; y Laboriosidad de abeja que
fabricó el real y verdadero cirio de la Pascua que es Cristo Jesús”13.
La vida de María, la Madre Inmaculada, es un camino, hoy queremos hacer de esta marcha
(esta celebración) un camino de fe en el que las alabanzas que dirigimos a la Madre del Señor,
son signo de nuestra gratitud a Dios que nos ha regalado en María una Madre y una Maestra
para nuestra vida de fe, para nuestro camino de esperanza.
Marchemos en paz, pero antes encendamos las luces que, bendecidas, iluminarán nuestro
camino de fe y de esperanza.
13 Beato Jesús Emilio Jaramillo Monsalve, Obispo y Mártir. APARECIÓ UNA MUJER, p. 135, ed. Misioneros de Yarumal.
55
Estas alabanzas se pueden ofrecer, bien en la Iglesia, bien durante una procesión en la que, mientras se avanza
por las calles, los fieles van llevando la imagen de la Santísima Virgen.
Luego, se recita diez veces el Ave-María seguido del Gloria al Padre. Se puede entonar una estrofa de un canto
apropiado.
Segunda alabanza
Te saludamos, a ti, que encerraste en tu seno virginal a aquel que es inmenso e inabarcable;
a ti, por quien la santa Trinidad es adorada y glorificada; por quien la cruz preciosa es
celebrada y adorada en todo el orbe; por quien exulta el cielo; por quien se alegran los
ángeles y arcángeles; por quien son puestos en fuga los demonios; por quien el diablo
tentador cayó del cielo; por quien la criatura, caída en el pecado, es elevada al cielo; por
quien toda la creación, sujeta a la insensatez de la idolatría, llega al conocimiento de la
verdad; por quien los creyentes obtienen la gracia del bautismo y el aceite de la alegría; por
quien han sido fundamentadas las Iglesias en todo el orbe de la tierra; por quien todos los
hombres son llamados a la conversión».
Luego, se recita diez veces el Ave-María seguido del Gloria al Padre. Se puede entonar una estrofa de un canto
apropiado.
Tercera alabanza
Luego, se recita diez veces el Ave-María seguido del Gloria al Padre. Se puede entonar una estrofa de un canto
apropiado.
CUARTA ALABANZA:
De las meditaciones de San Sofronio, Obispo
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que has cambiado en bendición
la maldición de Eva y has hecho que Adán, que yacía postrado bajo el peso de la maldición,
alcanzara, por ti, la bendición.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, por ti, la bendición del
Padre ha brillado sobre los hombres, librándolos de la antigua maldición.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, por ti, alcanzan la salvación
tus progenitores; pues has de dar a luz a aquel que les obtendrá la salvación divina.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que has producido aquel fruto
que esparce la bendición sobre el orbe de la tierra, redimiéndola de la maldición que le hacía
producir espinas y abrojos.
Verdaderamente, bendita tú eres entre todas las mujeres, ya que, siendo por condición
natural una mujer como las demás, llegarás a ser en verdad Madre de Dios. Efectivamente, si
el que ha de nacer de ti es, con toda verdad, el Dios hecho hombre, con toda razón eres
llamada Madre de Dios, ya que realmente das a luz a Dios.
Luego, se recita diez veces el Ave-María seguido del Gloria al Padre. Se puede entonar una estrofa de un canto
apropiado.
QUINTA ALABANZA
CANTO DE LA SALVE
Toma luego el incensario y tras incensar la Cruz que preside el Presbiterio, inciensa también la Imagen de
María mientras que entona la Salve. Luego se puede cantar la siguiente oración:
Oremos:
Señor Dios todopoderoso,
haz que, por la intercesión de santa María, la Virgen,
nosotros, tus hijos, gocemos de plena salud de alma y cuerpo,
vivamos alegres en medio de las dificultades del mundo
y alcancemos la felicidad de tu reino eterno.
Por Jesucristo nuestro Señor.
R. Amén
Es laudable la costumbre de instalar en las casas y en las iglesias un «belén» o «nacimiento», que recuerda y
ayuda a vivir el misterio de la Navidad.
Para dar más sentido religioso o para significar su inauguración puede hacerse un rito de bendición, que
signifique el comienzo de las solemnes fiestas navideñas. Este rito es introductorio de los misterios que se
celebran en la Liturgia.
Si se trata de un «belén» colocado en la iglesia, la bendición puede hacerse antes o después de alguna de las
celebraciones con que comienzan las fiestas de Navidad (al final de las vísperas o al final de la misa de la noche).
También puede hacerse la bendición como una celebración independiente en la tarde del 24 de diciembre.
RITO DE LA BENDICIÓN
RITOS INICIALES
Amén.
Todos responden:
Luego el que dirige la celebración dispone a los presentes para la bendición, con estas palabras u otras
semejantes:
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.
En aquellos días, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de Nazaret,
en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con su esposa
María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y dio a luz a
suhijo primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.
PRECES
En este momento en que nos hemos reunido toda la familia para iniciar las fiestas de
Navidad, dirijamos nuestra oración a Cristo, Hijo de Dios vivo, que quiso ser también hijo de
una familia humana; digámosle:Por tu nacimiento, Señor, protege a esta familia.
Tú que amaste y fuiste amado por tus padres, afianza a nuestra familia en el amor y la
concordia.
Tú que estuviste siempre atento a las cosas de tu Padre, haz que en nuestra familia Dios sea
honorificado.
Tú que has dado parte de tu gloria a María y a José, admite a nuestros familiares, que otros
años celebraban las fiestas de Navidad con nosotros, en tu familia eterna.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
ayuden a profundizar en la fe
a los adultos y a los niños.
Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
O bien:
Cristo, el Señor,
que se ha aparecido en la tierra
y ha querido convivir con los hombres
nos bendiga y nos guarde en su amor.
Todos responden:
Amén.
RITOS INICIALES
Reunida la comunidad, puede entonarse un canto navideño. Terminado el canto, el ministro dice:
Amén.
Todos responden:
Y con tu espíritu.
El ministro dispone a los presentes para la bendición con estas palabras u otras semejantes:
Hermanos: La imagen de Jesús en el pesebre nos ayudará a recordar los misterios que
celebramos estos días en la liturgia. Pidamos, pues, a Dios Padre, que la contemplación de
este Belén o nacimiento avive nuestra fe en su Hijo, que se ha hecho hombre para hacernos
partícipes de su vida.
Luego el lector, uno de los presentes o el mismo ministro, lee un texto de la sagrada Escritura.
Escuchad ahora, hermanos, las palabras del santo Evangelio según san Lucas.
En aquellos días, José, que era de la casa y familia de David, subió desde la ciudad de
Nazaret, en Galilea, a la ciudad de David, que se llama Belén, en Judea, para inscribirse con
su esposa María, que estaba encinta. Y mientras estaban allí le llegó el tiempo del parto, y
dio a luz a su primogénito, lo envolvió en pañales y lo acostó en un pesebre.
62
El que preside, según las circunstancias, exhorta brevemente a los presentes, explicando la lectura bíblica,
para que perciban por la fe el significado del pesebre colocado en la iglesia.
Después de la lectura o de la alocución, según las circunstancias se canta un salmo, un himno u otro canto
adecuado.
PRECES
Sigue la plegaria común. Entre las intercesiones que aquí se proponen, el ministro puede seleccionar las que le
parezcan más adecuadas o añadir otras.
Tú que al entrar en el mundo has inaugurado el tiempo nuevo anunciado por los profetas,
— haz que tu Iglesia se rejuvenezca siempre. R/.
Tú que por tu nacimiento terreno anuncias a todos la alegría de una vida sin fin,
— alegra a los agonizantes con la esperanza de un nacimiento eterno. R/.
Tú que te hiciste hombre para que todos los hombres, de un confín al otro del mundo,
contemplaran la salvación de Dios,
— acuérdate de las familias que en estas fiestas de Navidad viven en soledad y dolor y haz
que sientan el consuelo de saberse hijos de la gran familia de Dios. R/.
ORACIÓN DE BENDICIÓN
Luego el ministro, si es sacerdote o diácono, con las manos exaudidas, si es laico, con las manos juntas, dice:
ayuden a profundizar en la fe
a los adultos y a los niños.
Te lo pedimos por Jesús, tu Hijo amado,
que vive y reina por los siglos de los siglos.
R/. Amén.
O bien:
R/. Amén.
Todos responden:
Amén.
El tiempo de Adviento está dividido en dos partes bastante definidas. La primera, hasta el 16 de diciembre, y la
segunda, del 17 al 24 de diciembre. Hasta el día 16 la perspectiva es más bien escatológica: los textos miran más
allá de la Navidad, hacia la última manifestación del Señor, al final de los tiempos. Del 17 al 24, en la llamada
"semana santa de la Navidad", nos centramos en la preparación próxima de la celebración festiva de la Navidad.
El I nos hace ver la diferencia entre las dos Venidas de Cristo: la histórica hace dos mil años y
la escatológica al final de los siglos. El III también se centra en la venida última de Cristo, en
un día que será terrible y glorioso a la vez.
Este prefacio dirige nuestra atención a la última venida de Cristo, comparándola con la
histórica de hace dos mil años.
La primera venida de Cristo, en Belén, fue "en la humildad de nuestra carne". La segunda será
"en la majestad de su gloria".
18 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona. 2001.
65
¿Y cuál es la actitud cristiana para estas semanas? La "vigilante espera". "Esperanza", porque
estamos seguros de que lo que empezó se llevará a término ("confiamos alcanzar"). Y
"vigilancia", porque no sabemos cuándo se manifestará Cristo y porque es urgente realizar
esta tarea de crecimiento y maduración que él nos ha encomendado.
También este prefacio nos hace elevar la mirada al día de la manifestación final de Cristo.
66
El día final será a la vez "terrible y glorioso". El que ahora viene humilde en Belén, vendrá
entonces en gloria. Y "pasará la figura de este mundo", para dejar paso a "los cielos nuevos y
la tierra nueva".
Pero entre el ayer de Belén y el mañana de la parusía está el hoy de nuestra vida de cada día.
Y aquí también "viene" Cristo Jesús a nosotros: "viene a nuestro encuentro en cada hombre
(¿hubiera sido mejor traducir "en cada persona"?) y en cada acontecimiento". Nuestra
acogida de su venida en este Adviento debe ser de fe y amor: "para que lo recibamos en la fe
y por el amor demos testimonio". El mejor testimonio de que creemos verdaderamente en el
Enviado de Dios es que vivamos en la caridad y en esperanza gozosa.
En la segunda parte del Adviento, a partir del 17 de diciembre, son los prefacios II y IV los
que -junto con las lecturas y las demás oraciones- nos ayudan a celebrar con las actitudes
justas la cercanía de la Navidad.
El tema fundamental de estos últimos días del Adviento -también en las lecturas- es la
preparación a la Navidad. Así, el prefacio se centra en la venida histórica y su "misterio", que
celebraremos gozosamente en la Navidad.
67
Además de las actitudes sugeridas por estos tres personajes típicos del Adviento, este
prefacio señala otras ideas muy sustanciosas:
- es el mismo Señor el que "nos concede ahora prepararnos con alegría al misterio de
su nacimiento", de modo que no somos nosotros los que nos ponemos en marcha, sino
que aún en nuestra preparación, la iniciativa la tiene el mismo Señor;
- la Natividad es el "misterio de su nacimiento" que se hace presente. No nos
preparamos a una cosa pasada, sino a su "misterio", a la actualización sacramental de
la venida de Cristo, "para encontrarnos, cuando llegue..."
- la postura espiritual del cristiano en Adviento se completa con otros aspectos: si el
primer prefacio había señalado la "vigilante espera" como la actitud justa, ahora se
habla de "prepararnos con alegría", "velando en oración". "cantando su alabanza". Así
aparecen con fuerza las diversas dimensiones del espíritu del Adviento: una espera de
la Navidad y su misterio, llena de alegría pero también de vigilancia atenta,
comprometida en una preparación activa, a la vez que ambientada en la oración y en
la alabanza de Dios.
El Adviento sigue siendo escuela de esperanza, una virtud fundamental para los cristianos.
Como dijo el liturgista Odo Casel, "la forma de ser cristiana es el Adviento”.
La antítesis entre Eva y María nos ayuda a entender mejor la gracia que Dios nos hace y
nuestra respuesta en esta próxima Navidad:
- al principio fue la ruina, por culpa del "antiguo adversario", el demonio; ahora nace
del seno de María, "la hija de Sion, el que nos salva y nos trae la paz, el que nos nutre
con el pan de los ángeles;
- Eva nos arrebató la gracia, faltando al mandato de Dios, y María nos la devuelve,
porque ha sabido responder con su "sí", en nombre de toda la humanidad, al don de
Dios: "hágase en mí según tu palabra";
- donde la maternidad empezó envuelta en pecado y muerte, ahora es redimida y se
abre al don de una vida nueva;
- y si creció el pecado, ahora se ha desbordado la misericordia de Dios, que nos envía a
su Hijo, nuestro Salvador.
- celebramos la venida de Cristo Jesús: la que ya es historia, porque vino a Belén hace
dos mil años; la que sucederá al final de los tiempos; la que sucede diariamente "en
cada persona y en cada acontecimiento";
- ese Cristo Jesús que vino humilde volverá en poder y gloria; el que nos abrió el camino
a la esperanza, nos llenará de plenitud;
- y así, la historia va caminando, en un perpetuo Adviento, hacia el final de los siglos,
cuando pasará la figura de este mundo y nacerán nuevos y la tierra nueva, que con la
venida histórica de Jesus solo quedaron inaugurados e iniciados;
- tenemos unos buenos modelos para la espera y la acogida de ese Cristo Jesús: ante
todo, su Madre, María; el profeta Isaías, representante de todos los demás, y Juan, el
precursor, señalándolo e invitando a seguirlo;
- también quedan apuntadas las actitudes con las que deberíamos vivir el Adviento: la
vigilante espera, la alegría, la fe y el amor, velando en oración y cantando la alabanza
de Dios.
69
LUNES
Presidente: Mientras esperamos la venida definitiva del Señor, cuando acogerá en su Reino
a toda la humanidad redimida, oremos para que su amor, su paz, su luz, transformen ya
ahora nuestras vidas y las de todos nuestros hermanos. Oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que llegue un día en que todos los hombres y mujeres de toda la tierra, puedan vivir
en paz, con esperanza, confiados ante el futuro. Oremos.
2. Para que la luz y la fuerza del Evangelio haga desaparecer el egoísmo, la dureza de
corazón, la mentira. Oremos.
3. Para que los gobernantes, los políticos, los que tienen el poder económico o militar,
trabajen sinceramente por el bienestar de todos, y especialmente de los más pobres y
débiles. Oremos.
4. Para que el pueblo de Israel, que recibió desde muy antiguo la llamada del Señor, se
esfuerce en buscar la paz y muestre ante el mundo el rostro amoroso de Dios.
Oremos.
5. Para que la Iglesia entera, y cada uno de nosotros, vivamos con alegría nuestra fe y la
vida nueva que hemos recibido. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, escucha nuestra oración. Ven y renuévanos, a nosotros,
a toda la Iglesia, y a la humanidad entera. Tú que vives y reinas por los siglos de los siglos. R.
Amén.
MARTES
Presidente: En este tiempo de preparación de la venida del Señor, oremos para que el amor
de Dios se derrame en nuestro mundo. Oremos diciendo:
R. Padre, escúchanos.
1. Por la Iglesia y por cada uno de los cristianos. Que seamos siempre portadores de
esperanza, de amor, de misericordia. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Que ningún pueblo alce ya más la espada contra otro,
y se terminen las guerras y las violencias. Oremos.
3. Por los que son víctimas de la violencia y de cualquier opresión. Que encuentren el apoyo
que merecen, para poder liberarse de esa injusticia. Oremos.
4. Por los niños. Que con nuestro ejemplo y nuestra palabra sepamos educarlos en la
generosidad, la sencillez, y el amor a Jesús. Oremos.
5. Por nosotros. Que en esta celebración de la Eucaristía vivamos con mucha fe la venida
del Señor a nuestras vidas. Oremos.
19 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona. 2001.
70
Oración conclusiva: Escucha, Padre, estas peticiones, y envíanos a tu Hijo, el salvador del
mundo. Él que vive y reina contigo por los siglos de los siglos. R. Amén.
MIÉRCOLES
Presidente: A Jesús, la luz del mundo, el Príncipe de la paz, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús
1. Por el papa, por nuestro obispo, por los sacerdotes y los diáconos, por los religiosos y
religiosas, por todos los que tienen responsabilidades en la comunidad cristiana.
Oremos.
2. Por todos los hombres y mujeres que se esfuerzan trabajando al servicio de los
demás. Oremos.
3. Por los que sólo piensan en sí mismos, por los que tienen el corazón cerrado a la
compasión, por los que buscan por encima de todo ser ricos y poderosos. Oremos.
4. Por las familias rotas, por los ancianos abandonados, por los niños que no conocen el
cariño de unos padres. Oremos.
5. Por nosotros y por todos los cristianos, que queremos abrir un camino al Señor en
nuestras vidas y preparar la llegada de su Reino. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a los
afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y un
corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, nuestro hermano y nuestro
Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
JUEVES
Presidente: Presentemos a Dios, el Padre, nuestros anhelos y deseos para el bien de
nuestros hermanos cristianos y de todos los hombres y mujeres del mundo entero.
Oremos diciendo:
R. Padre, escúchanos.
1. Para que este tiempo de Adviento sea un estímulo de renovación para la Iglesia, a fin
de que con sus palabras y sus obras transmita alegría y esperanza a toda la
humanidad. Oremos.
2. Para que el Señor, con su venida, nos dé ánimo para hacer realidad las grandes
aspiraciones humanas de un mundo más justo, más libre, más fraterno. Oremos.
3. Para que todos los que se sienten tristes y desanimados encuentren fortaleza en Dios,
y una mano amiga que les ayude a superar sus angustias y dolores. Oremos.
4. Para que los terroristas y todos los que actúan con violencia, se conviertan y aprendan
a amar a los demás como Jesús nos ama a todos. Oremos.
5. Para que todos nosotros tengamos viva conciencia de nuestra debilidad, y sintamos la
necesidad de que el Señor venga a salvarnos del pecado. Oremos.
71
VIERNES
Presidente: A Jesús, que vino por primera vez en Belén, hecho hombre como nosotros,
y que vendrá de manera definitiva en la plenitud de los tiempos para cumplir todas las
esperanzas, pidámosle que venga ahora entre nosotros a transformar nuestras vidas y la
vida de la humanidad entera. Oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Que demos ejemplo de comprensión y
acogida hacia los inmigrantes que vienen a nuestro país buscando una vida digna.
Oremos.
2. Por los que no comparten la fe de Jesucristo pero tienen el corazón abierto al amor y al
servicio a los demás. Que Dios venga a sus vidas, y puedan encontrar un día la alegría
y la luz del Evangelio. Oremos.
3. Por los que viven en los países ricos. Para que estén dispuestos a solidarizarse con los
países pobres. Oremos.
4. Por los más necesitados, por los que no tienen trabajo, por los enfermos. Que a
nadie le falte el apoyo y la ayuda necesaria. Oremos.
5. Por nosotros, que celebramos la Eucaristía en este tiempo de espera de la venida del
Señor. Que renovemos nuestra fe en la vida definitiva que Dios nos ofrece más allá de
este mundo. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Señor, nuestra oración, y haz que sepamos descubrirte y
esperarte en todos los acontecimientos de la vida. Tú que vives y reinas por los siglos
de los siglos. R. Amén.
SÁBADO
Presidente: En este tiempo de Adviento experimentamos de un modo especial el amor
y la ternura de Dios para con nosotros. Él nos ama y nos envía a su Hijo, para que nos
acompañe en nuestro camino y nos dé fuerza y esperanza. Por eso podemos acercarnos
a él y presentarle nuestras peticiones. Así pues, oremos diciendo:
R. Padre, escúchanos.
1. Por nuestra parroquia, y por todos los que en ella dedican tiempo y esfuerzo al
servicio de la comunidad cristiana. Oremos
2. Por los distintos movimientos cristianos, de jóvenes y de adultos. Oremos.
3. Por los que se preparan para el sacerdocio y para la vida religiosa, y por sus
responsables y formadores. Oremos.
4. Por los enfermos, por los que más fuertemente experimentan la debilidad y el
dolor. Oremos.
72
5. Por los que no tienen trabajo, o tienen trabajos precarios que les hacen vivir en la
inseguridad y la angustia. Oremos.
6. Por nuestros familiares y amigos difuntos. Oremos.
Oración conclusiva: Escucha, Padre, nuestra oración, y haz que, como María, tengamos
el corazón bien dispuesto para recibir a tu Hijo Jesús. Que contigo vive y reina por los
siglos de los siglos. R. Amén.
73
Diciembre 17
Presidente: Cuando están ya muy cerca las fiestas de Navidad, oremos con fe para que
la venida del Señor renueve a la Iglesia y a toda la humanidad. Oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia, por todos los cristianos. Que seamos siempre portadores de amor y de
esperanza. Oremos.
2. Por el pueblo de Israel, el pueblo del que nació Jesús. Que quiera caminar siempre a la
luz del Dios salvador y misericordioso. Oremos.
3. Por los gobernantes de nuestro mundo. Que tengan como objetivo hacer posible una
justa distribución de la riqueza. Oremos.
4. Por los que trabajan en entidades y asociaciones al servicio de la justicia, la paz y la
igualdad. Que Dios les bendiga, y encuentren el apoyo que necesitan a su labor.
Oremos.
5. Por nosotros. Que vivamos con mucha fe las fiestas de Navidad. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, ven entre nosotros, y renuévanos con tu luz. Tú, el Hijo
de Dios, nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
Diciembre 18
Presidente: Con mucha fe y mucha esperanza, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús
1. Para que, como san José, todos los cristianos estemos abiertos a escuchar las
llamadas que Dios nos dirige. Oremos.
2. Para que los que se preparan para el sacerdocio o la vida religiosa vivan muy
unidos a Jesús para poder dar testimonio de él en nuestro mundo. Oremos.
3. Para que, en nuestro país y en todos los países, reinen la justicia y el derecho.
Oremos.
4. Para que las familias que sufren divisiones y rupturas, se esfuercen con buena
voluntad para superar los rencores y los agravios mutuos. Oremos.
5. Para que los que hoy nos hemos reunido en esta Eucaristía, nos preparemos de
todo corazón para las fiestas que se acercan. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, Dios con nosotros, que vienes a salvar a tu pueblo de
los pecados, escúchanos y danos tu amor y tu gracia. Tú que vives y reinas por los siglos
Amén.
20 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona. 2001.
74
Diciembre 19
Presidente: Llenos de alegría porque el Señor está cerca, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que la Iglesia, como Juan Bautista, anuncie la salvación de Dios y dé testimonio de
fe y de esperanza en el Señor que viene a nuestras vidas. Oremos.
2. Para que no falten en nuestro mundo profetas capaces de hacer que crezcan en
todos los corazones sentimientos de generosidad, de justicia y de fraternidad. Oremos.
3. Para que los pobres sean protegidos y salvados de su dolor, y toda persona tenga lo
necesario para vivir. Oremos.
4. Para que los matrimonios que no pueden tener hijos vivan con paz y confianza.
Oremos.
5. Para que nuestra comunidad llegue a ser un pueblo bien dispuesto para recibir al
Señor. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús. Ven en medio de nosotros y da tu consuelo a los
afligidos, tu fortaleza a los que te queremos seguir, tu luz a los que no te conocen, y un
corazón nuevo a los que viven encerrados en el egoísmo. Tú, nuestro hermano y nuestro
Señor, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
Diciembre 20
Presidente: A Jesús, el Emmanuel, el Dios con nosotros, el hijo de María, orémosle
diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia, por cada uno de los cristianos. Para que seamos portadores de paz en los
conflictos, y nos esforcemos en la búsqueda de soluciones cuando se planteen
tensiones y problemas. Oremos.
2. Por todos los pueblos de la tierra. Para que las fiestas de Navidad hagan crecer la
justicia, la libertad, la paz. Oremos.
3. Por las madres y los padres que esperan el nacimiento de un hijo. Para que lo
puedan vivir con mucha felicidad, y el niño crezca sano de cuerpo y de espíritu.
Oremos.
4. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Para que
reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda nuestra
ayuda. Oremos.
5. Por nosotros. Para que vivamos estos días de espera del nacimiento de Jesús con un gran
espíritu de fe y de oración. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús: A nosotros, que por el anuncio del ángel hemos
conocido tu encarnación, condúcenos, por tu pasión y tu cruz, a la gloria de la
resurrección. Tú, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
75
Diciembre 21
Presidente: El Señor está cerca. Con fe, con esperanza, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por los obispos, por los sacerdotes, por los diáconos. Que, como María, que trajo la
alegría a la casa de Isabel, sean fuente de alegría para todo el pueblo cristiano.
Oremos.
2. Por los que dudan y los que desfallecen en la fe. Que estas fiestas de Navidad les
ayuden a encontrar al Dios que se ha hecho nuestro hermano. Oremos.
3. Por los que trabajan en los servicios sociales y la atención a los pobres, tanto en
instituciones civiles como en instituciones de Iglesia. Que Dios les dé la fortaleza y el
amor que necesitan para llevar a cabo su labor. Oremos.
4. Por los que sufren hambre y miseria, en nuestro país. Que reciban la ayuda y la
solidaridad que necesitan, por parte nuestra y de todas las personas de buena
voluntad. Oremos.
5. Por los que nos hemos reunido a celebrar la Eucaristía, en estos últimos días del
tiempo de Adviento. Que estemos siempre bien dispuestos para recibir al Señor que
viene a nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Escúchanos, Señor, y ven a salvarnos. Tú que vives y reinas por los
siglos de los siglos. R. Amén.
Diciembre 22
Presidente: Unidos con María, que canta la alegría de la salvación, y dispuestos, como ella,
a llevar a Jesús a nuestros hermanos, oremos diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por la Iglesia. Que esté siempre a favor de los pobres y los débiles, y se oponga a los
opresores. Oremos.
2. Por los creyentes de las religiones no cristianas: judíos, musulmanes, budistas,
hinduistas. Que Dios les ilumine en la búsqueda del bien y del amor. Oremos.
3. Por todos los que, en cualquier lugar del mundo, trabajan al servicio de la justicia y la
igualdad entre los hombres. Que sus esfuerzos sean eficaces, y den fruto para el bien
de todos. Oremos.
4. Por los maestros y los educadores. Que con su labor ayuden a construir un mundo de
hombres y mujeres libres, conscientes y generosos. Oremos.
5. Por nosotros. Que sepamos reconocer agradecidos las maravillas que el Señor obra en
nuestras vidas. Oremos.
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús, y danos tu amor inagotable. Tú, el Hijo de Dios,
nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
76
Diciembre 23
Presidente: A las puertas ya de la Navidad, cuando está a punto de nacer entre
nosotros aquel que nos muestra la bondad de Dios y su amor a todos los hombres y
mujeres del mundo entero, orémosle diciendo:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Para que pronto llegue la unidad de todos los cristianos bajo la guía del único
pastor, Jesús, el Hijo de Dios. Oremos.
2. Para que en el corazón de todas las personas crezcan sentimientos de amor, de
generosidad, de perdón. Oremos.
3. Para que todos los niños y niñas tengan casa, escuela, y una familia que les quiera.
Oremos.
4. Para que aquellos que viven pensando sólo en sí mismos, se conviertan y aprendan a
amar. Oremos.
5. Para que todos nosotros nos preparemos para la celebración de la Navidad mediante
la oración y el amor sincero. Oremos.
Oración conclusiva: Señor Jesús, ayúdanos a vivir estos días con los ojos muy abiertos a
nuestro alrededor, sin escondernos de los problemas, y con ganas de poner en ellos todo
el amor de que seamos capaces. Te lo pedimos a ti, hombre como nosotros, que vives y
reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
Diciembre 24
Presidente: Ya se cumple el tiempo en el que Dios envió a su Hijo a la tierra. Con fe, le
decimos:
R. Ven, Señor Jesús.
1. Por todos los pueblos de la tierra. Que la luz del Evangelio siembre en ellos semillas de
esperanza, de fe y de amor. Oremos.
2. Por los países que sufren la tragedia de la guerra. Que la venida del Príncipe de la paz
transforme los corazones y sea posible alcanzar soluciones de justicia y de concordia.
Oremos.
3. Por los pobres y por todos los que vivirán estas fiestas en el dolor y la tristeza. Que
reconozcamos en ellos la presencia del Dios hecho hombre, y les demos toda nuestra
ayuda. Oremos.
4. Por la Iglesia. Que sea siempre testimonio transparente del amor y la bondad de Dios
que hemos conocido en Jesús, el Niño de Belén. Oremos.
5. Y por todos nosotros. Que la alegría de la Navidad transforme nuestros corazones. Que,
como María, la Madre de Dios, vivamos estas fiestas poniendo a nuestro alrededor todo
el amor de que seamos capaces. Oremos.
77
Oración conclusiva: Ven, Señor Jesús, y no tardes, para que tu venida consuele y
fortalezca a los que esperan todo de tu amor. Tú, la Palabra hecha carne, el Hijo de Dios,
nuestro hermano, que vives y reinas por los siglos de los siglos. R. Amén.
78
Días 30 y 15
Pidamos, hermanos, que el Reino de Dios venga a nosotros y que en nosotros arraigue, fructifique
y llegue a su plenitud:
Días 1 y 16
Que el pecado no impere en nosotros sino que en nosotros se manifieste solo el Reino de Dios:
Días 2 y 17
Hermanos, anhelando que llegue la hora en que se manifestará plenamente nuesta condición de
hijos, pidamos la llegada de aquel Reino que Dios ha prometido:
Días 3 y 18
Sintiéndonos salvados por la esperanza, pidamos a Dios que llegue para todos los hombres el Reino
que se nos prometió:
Días 4 y 19
Oremos, hermanos, para que el Reino de Dios venga a nosotros y así ni la muerte ni el pecado
tengan dominio sobre nosotros:
Días 5 y 20
Oremos, hermanos, para que llegue la hora en el Príncipe de este mundo sea expulsado y llegue a
nosotros el Reino de Dios:
Días 7 y 22
Padre, deseamos que tú reines sobre nosotros y anhelamos que llegue aquel Reino que nos tienes
dispuesto desde el comienzo del mundo, y por eso te decimos:
Días 9 y 23
Pidamos ahora con confianza la venida del Reino de Dios con las mismas palabras que nos enseñó
el Señor:
Días 10 y 24
Pidamos al Señor juez justísimo, que venga su Reino y reciban así la corona merecida todos los
que desean su venida:
Día 11
Pidamos al Señor que venga a visitarnos, que llegue su Reino y que podamos así alegrarnos en su
presencia:
Día 12
Porque deseamos tu Reino, porque suspiramos, Señor, por un mundo nuevo alejado de toda
esclavitud y de todo pecado, por eso te decimos:
Día 13
Oremos, hermanos, para que aquel Reino que Dios tiene preparado desde el comienzo del mundo
para los que le aman, venga ya a nosotros:
Día 14
Deseamos, Señor que venga el Reino de tu Hijo: Reino de verdad y de vida, Reino de santidad y
de gracia, Reino de justicia, de amor y de paz, y por eso, llenos de confianza, te decimos:
80
Señal de la Cruz.
Acto de Contrición
Señor mío Jesucristo, Dios y Hombre verdadero, Creador y Redentor mío, por ser vos
quien sois, y porque os amo sobre todas las cosas, me pesa de todo corazón haberos
ofendido. Propongo enmendarme y confesarme a su tiempo y ofrezco cuanto hiciere en
satisfacción de mis pecados, y confío en vuestra bondad y misericordia infinita, que me
perdonéis y me des gracia para nunca mas pecar. Así lo espero por intercesión de mi
Madre, nuestra Señora la Virgen de Guadalupe. Amén.
Se hace la petición...
Rezar cuatro Salves en memoria de las cuatro apariciones y luego se reza la oración de
cada día.
Primer Día
Oh Santísima Señora de Guadalupe! Esa corona con que ciñes tus sagradas cienes
publica que eres Reina del Universo. Lo eres, Señora, pues como Hija, como Madre y
como Esposa del altísimo tienes absoluto poder y justísimo derecho sobre todas las
criaturas. Siendo esto así, yo también soy tuyo; también pertenezco a tí por mil títulos; pero
no me contento con ser tuyo por tan alta jurisdicción que tienes sobre todos; quiero
ser tuyo por otro título mas, esto es, por elección de mi voluntad. Ved que, aquí postrado
delante del trono de tu Majestad, te elijo por mi Reina y mi Señora, y con este motivo quiero
doblar el señorío y dominio que tienes sobre mí; quiero depender de tí y quiero que los
designios que tiene de mí la Providencia divina, pasen por tus manos. Dispón de mí
como te agrade; los sucesos y lances de mi vida quiero que todos corran por tu cuenta.
Confío de tu benignidad, que todos se enderezarán al bien de mi alma y honra y gloria de
aquel Señor que tanto se complace en todo el mundo. Amén. Un Padrenuestro, un Ave María
y un Gloria.
Segundo Día
81
Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que bien se conoce que eres Abogada nuestra en el
tribunal de Dios, pues esas hermosísimas manos que jamás dejan de beneficiarnos las
juntas ante el pecho en ademán de quien suplica y ruega, dándonos con esto a ver que
desde el trono de gloria como Reina de Ángeles y hombres haces también oficio de
abogada, rogando y procurando a favor nuestro. Con qué afectos de reconocimiento y
gratitud podré pagar tanta fineza? Siendo que no hay en todo mi corazón suficiente
caudal para pagarlo. A tí recurro para que me enriquezcas con los dones preciosos de una
caridad ardiente y fervorosa, de una humildad profunda y de una obediencia pronta al
Señor. Esfuerza tus súplicas, multiplica tus ruegos, y no ceses de pedir al Todopoderoso me
haga suyo y me conceda ir a darte las gracias por el feliz éxito de tu intermediación en la
gloria. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Tercer Día
Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Qué puedo creer al verte cercada de los
rayos del sol, sino que estás íntimamente unida al Sol de la Divinidad, que no hay en tu casa
ninguna cosa que no sea luz, que no sea gracia y que no sea santidad! Qué puedo creer
sino que estás anegada en el piélago de las divinas perfecciones y atributos, y que Dios
te tiene siempre en su corazón! Sea para bien, Señora, tan alta felicidad. Yo, entre tanto,
arrebatado del gozo que ello me causa, me presento delante del trono de tu soberanía,
suplicándote te dignes enviar uno de tus ardientes rayos hacia mi corazón: ilumina con
su luz mi entendimiento; enciende con su luz mi voluntad; haz que acabe yo de
persuadirme de que vivo engañado todo el tiempo que no empleo en amarte a Tí y en
amar a mi Dios: haz que acabe de persuadirme de que me engaño miserablemente
cuando amo alguna cosa que no sea mi Dios y cuando no te amo a Tí por Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Cuarto Día
Oh Santísima María de Guadalupe! Si un ángel del cielo tiene por honra tan grande suya
estar a tus pies y que en prueba de su gozo abre los brazos y extiende las alas para
formar con ellas repisa a tu Majestad, qué deberé yo hacer para manifestar mi veneración
a tu persona, no ya la cabeza, ni los brazos, sino mi corazón y mi alma para que
santificándola con tus divinas plantas se haga trono digno de tu soberanía? Dígnate,
Señora, de admitir este obsequio; no lo desprecies por indigno a tu soberanía, pues el
mérito que le falta por mi miseria y pobreza lo recompenso con la buena voluntad y
deseo. Entra a registrar mi corazón y verás que no lo mueven otras alas sino las del
deseo de ser tuyo y el temor de ofender a tu Hijo divinísimo. Forma trono de mi corazón,
y ya no se envilecerá dándole entrada a la culpa y haciéndose esclavo del demonio. Haz que
no vivan en el sino Jesús y María. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
82
Quinto Día
Sexto Día
Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Que bien dice a tu soberanía ese tapete que la
luna forma a tus sagradas plantas! Hollaste con invicta planta las vanidades del mundo,
y quedando superior a todo lo creado jamás padeciste el menguante de la mas ligera
imperfección: antes de tu primer instante estuviste llena de gracia. Miserable de mí,
Señora, que no sabiéndome mantener en los propósitos que hago, no tengo estabilidad en
la virtud y solo soy constante en mis viciosas costumbres. Duélete de mí, Madre amorosa
y tierna; ya que soy como la luna en mi inconstancia, sea como la luna que está a tus pies,
esto es, firme siempre en tu devoción y amor, para no padecer los menguantes de la culpa.
Haz que esté yo siempre a tus plantas por el amor y la devoción, y ya no temeré los
menguantes del pecado sino que procuraré darme de lleno a mis obligaciones,
detestando de corazón todo lo que es ofensa de mi Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
Séptimo Día
Oh Santísima Virgen María de Guadalupe! Nada, nada veo en este hermosísimo retrato que
no me lleve a conocer las altas perfecciones de que dotó el Señor a tu alma
inocentísima. Ese lienzo grosero y despreciable; ese pobre pero feliz ayate en que se ve
estampada tu singular belleza, dan claro a conocer la profundísima humildad que le sirvió
de cabeza y fundamento a tu asombrosa santidad. No te desdeñaste de tomar la pobre
tilma de Juan Diego, para que en ella estampase tu rostro, que es encanto de los ángeles,
maravilla de los hombres y admiración de todo el universo. Pues, cómo no he de esperar
yo de tu benignidad , que la miseria y pobreza de mi alma no sean embarazo para que
estampes en ella tu imagen graciosísima? Yo te ofrezco las telas de mi corazón. Tómalo,
Señora, en tus manos y no lo dejéis jamás, pues mi deseo es que no se emplee en otra cosa
que en amarte y amar a Dios. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
83
Octavo Día
Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Qué misteriosa y que acertada estuvo la mano del
Artífice Supremo, bordando tu vestido con esa orla de oro finísimo que le sirve de
guarnición. Aludió sin duda a aquél finísimo oro de la caridad y amor de Dios con que
fueron enriquecidas tus acciones. Y quién duda, Señora, que esa tu encendida caridad y
amor de Dios estuvo siempre acompañada del amor al prójimo y que no, por verte
triunfante en la patria celestial, te has olvidado de nosotros? Abre el seno de tus
piedades a quien es tan miserable; dale la mano a quien caído te invoca para levantarse;
traete la gloria de haber encontrado en mí una miseria proporcionada, mas que todas,
a tu compasión y misericordia. Amén.
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria
Noveno Día
Oh Santísima Virgen de Guadalupe! Que cosa habrá imposible para tí, cuando
multiplicando los prodigios, ni la tosquedad ni la grosería del ayate le sirven de embarazo
para formar tan primoroso tu retrato, ni la voracidad del tiempo en mas de cuatro siglos
ha sido capaz de destrozarle ni borrarle? Que motivo tan fuerte es este para alentar mi
confianza y suplicarte que abriendo el seno de tus piedades, acordándote del amplio
poder que te dio la Divina Omnipotencia del Señor, para favorecer a los mortales, te
dignes estampar en mi alma la imagen del Altísimo que han borrado mis culpas! No
embarco a tu piedad la grosería de mis perversas costumbres, dígnate solo mirarme, y
ya con esto alentaré mis esperanzas; porque yo no puedo creer que si me miras no se
conmuevan tus entrañas sobre el miserable de mí. Mi única esperanza, después de Jesús,
eres tú, Sagrada Virgen María. Amén.
Hágase la petición...
Un Padrenuestro, un Ave María y un Gloria.
84
PRIMER MISTERIO
Se medita en la primera aparición.
SEGUNDO MISTERIO
Se medita en la Segunda Aparición
7. Lo que hace el indio al día siguiente, 10 de diciembre, después de oír Misa. AVE
MARÍA
8. El Señor Obispo examina bien a Juan Diego. AVE MARÍA
9. Y no se resuelve a poner manos a la obra. AVE MARÍA.
10. Le exige una señal como prueba de su misión. AVE MARÍA.
TERCER MISTERIO
Se medita en la Tercera Aparición
CUARTO MISTERIO
Se medita en la Cuarta Aparición
QUINTO MISTERIO
Se medita que la Santísima Virgen se quedó estampada en la Tilma de Juan Diego.
1. La Santísima Virgen mandó a Juan Diego llevar la señal al Señor Obispo. AVE
MARÍA
2. La Señal consistía en una rosas y flores que mandó cortar a Juan Diego, en las
rocas donde se le apareció la primera vez. AVE MARÍA
3. Aunque Juan Diego sabía que en aquel lugar no había rosas fue a buscarlas. AVE
MARÍA
4. En las peñas habían brotado hermosísimas rosas y flores. AVE MARÍA
5. Juan Diego las corta, las pone en su Tilma y vuelve a presentárselas a la
Santísima Virgen. AVE MARÍA
6. La Santísima Virgen toma algunas rosas y vuelve a ponerlas en la Tilma diciendo:
que ellas eran la señal. AVE MARÍA
7. Juan Diego se va a llevar las flores al Señor Obispo y con trabajo logra hablar con él.
AVE MARÍA
8. Ya en su presencia del Señor Obispo, Juan Diego desdobla la Tilma y al caer las
rosas queda estampada la Virgen María de Guadalupe. AVE MARÍA
9. El Señor Obispo sorprendido se arrodilla ante la Augusta Imagen. AVE MARÍA
10. Este prodigio se verificó entre 9 y 10 de la mañana del martes 12 de diciembre de
1531. AVE MARÍA
LETANÍAS
Dejémonos
sorprender
por Jesús
en esta Navidad
Papa Francisco
90
Navidad es la fiesta más popular, la más intensamente vivida. Sin embargo, todo esfuerzo
pastoral será poco para ayudar a que los cristianos, a través de todo el folklore, lleguen a
captar el verdadero misterio del Dios que se hace hombre.
Eso no quiere decir quitar a la fiesta lo que tiene de sentimiento y emotividad. Sino guiar
hacia una celebración cristiana auténtica, en profundidad, más allá de toda la capa de las
felicitaciones, las doce uvas y los regalos de Reyes.
a) AMBIENTACIÓN. La iglesia debe tener, a partir de la misa de la tarde del día 24, la
ambientación festiva de las grandes solemnidades. Esto significa la ornamentación de las
flores, los cirios alrededor del altar. Ornamentos más bonitos y festivos, quizás la utilización
del incienso. Un elemento que no acostumbra a faltar en estos días es la imagen del Niño
Jesús, quizás debería disponerse todo de modo que invitara a la plegaria, que estuviera
situado más bien a baja altura (los niños son los que más ganas tienen de acercarse a besar
la imagen). La proximidad o no al presbiterio de este elemento navideño depende de la
configuración de la Iglesia; con todo, convendría que, en cualquier caso, fuera accesible, y no
precisamente en el mismo presbiterio. También un árbol de Navidad puede ayudar a la
ambientación, junto al pesebre o a la entrada del templo.
La música ambiental es fácil e importante. Pero debería ser una música navideña discreta,
quizás mejor instrumental que vocal. Está el concierto de Navidad de Corelli, las corales de
Bach, algunas armonizaciones de cantos populares... Estos días, por la calle, se oyen tantas y
tantas músicas de villancicos con finalidad comercial, que debería procurarse que la iglesia
no pareciese una pura continuidad con este ambiente de compras y obsequios.
Toda esta ambientación debería prolongarse hasta el día 6 de enero, y no más allá. Tan
importante como colocar las cosas en su momento es sacarlas cuando éste ya ha pasado.
dominicales, el relieve que le corresponde. El tiempo de Navidad es una buena ocasión para
valorarlo. En la misma nochebuena debería cantarse, después del canto de entrada. ¡Quién
sabe si en algún lugar, el modo más sencillo sería entonar aún el Gloria de la misa de Angelis!...
Pero hay melodías de la versión vernácula sencillas y conocidas. En las demás misas de
Navidad, y en las demás misas de este tiempo, el Gloria podría ser perfectamente el primer
canto de la celebración, de este modo: llega el celebrante, sin canto de entrada, saluda e
introduce la celebración invitando a la alabanza y a la súplica del perdón de los pecados en el
"Cordero de Dios que quita los pecados del mundo y está sentado a la derecha del Padre";
después de unos momentos de silencio, entona el Gloria.
f) LA PLEGARIA EUCARISTICA. Las dos grandes fiestas de este tiempo —Navidad y Epifanía—
deberían remarcarse en el momento de iniciar y concluir la plegaria eucarístíca, con el canto
de las salutaciones —por lo menos— y de la doxología final, con el Amén. También debería
cantarse la aclamación del memorial, preferiblemente la primera de las tres propuestas en el
92
misal. En estas fiestas no debería olvidarse el canon romano (plegaria eucarística I, con los
embolismos propios).
g) EL CANTO DE LA PAZ. Las fiestas navideñas son apropiadas para destacar el rito de la paz.
Esto invita a cantar un canto adecuado durante las salutaciones, con preferencia al Cordero
de Dios.
h) LA BENDICIÓN FINAL. Los magníficos textos de bendición ampliada que presenta el misal
para estas fiestas no deberían pasar desapercibidos. Son un resumen admirable de lo que
podemos desear a los fieles, al terminar la celebración.
2. La Navidad
a) La misa de la vigilia. Esta misa, la que se celebra al atardecer del día 24, no debería
suprimirse, porque pedagógicamente muestra que la noche de Navidad no tiene el significado
de la de Pascua, en que no es posible ninguna misa anterior.
Esta misa es ya inauguración de la fiesta de Navidad. Tiene más color de celebración que de
preparación. Sobre todo pensando que para muchos —niños, ancianos, o simplemente
personas que no piensan participar en la Misa del gallo al día siguiente— puede ser la única
celebración eucarística de la Navidad.
c) Un elemento que cada vez va cobrando más auge es el Pregón de Navidad. Se puede
proclamar en esta vigilia previa a la Eucaristía, o en la Eucaristía misma, por ejemplo antes
del Gloria y las lecturas. Así se subraya el Gloria como respuesta al anuncio, y también quedan
las lecturas bíblicas resaltadas como el anuncio verdadero y definitivo de la buena noticia.
Todo ello, a no ser que el pregón haya sido cantado o recitado antes de la cena, por ejemplo
en las comunidades religiosas.
Toda esta vigilia previa a la Eucaristía tiene una finalidad: hacer ver cuáles son los objetivos
fundamentales de la Navidad. Partir de la vida, de la historia, de nuestras perspectivas, para
acoger mejor los planes salvadores de Dios, la gran Noticia que es el Nacimiento de Jesús.
93
d)La Misa del Gallo. No es la Misa principal (lo es la del día). Pero sí la más emotiva, y tiene
ciertamente una pedagogía eficaz el que se celebre precisamente a medianoche.
Tendría que ser preparada en equipo: los comentadores, lectores, músicos y el presidente
deberían tener las necesarias reuniones para que todo esté previsto y preparado.
La acogida podría ser algo especial, más personal, de modo que todos los que acudan se
encuentren como en casa.
La ambientación del atrio, o del local, debería ser más festiva y expresiva, con murales y
adornos. Así como la ambientación musical mientras la gente va llegando.
Si el pregón se quiere hacer aquí, podría proclamarse antes del Gloria. Y el Gloria, resaltarlo
con el oportuno canto festivo por parte de todos (que tengan la letra delante). ¿Con toque de
campanas?
En lugares donde se hablan dos lenguas, la proclamación del evangelio sería oportuno que
fuera esta noche bilingü e.
E
n el ofertorio, si parece oportuno, la procesión de ofrendas tendría más expresividad si de
algún modo se relacionara con la caridad de todos para casos concretos del barrio o de la
zona.
El gesto de la paz esta noche tiene un sentido más emotivo. Además de hacerse con mayor
expresividad, podría cambiarse su lugar: en vez de antes de la comunión, hacerse después
del pregón y el Gloria, o bien después del evangelio y la homilía.
La comunión, esta noche, a ser posible, con las dos especies para todos.
e)La Misa del día. Es la principal. Para muchos es la única. En general son más los que
participan en la Eucaristía la mañana del 25 que en la medianoche.
Habría que cuidarla tanto o más que la nocturna. Dándole un tono festivo y expresivo del
misterio que se celebra, con los mismos elementos que en la noche pueden ayudar a que
todos celebren en profundidad esta Eucaristía. Y dado el carácter "ocasional" de muchos de
los participantes, convendría darle a esta Misa un color claramente evangelizador y
optimista: el anuncio gozoso de la Buena Noticia por excelencia: el amor de Dios que se ha
manifestado en el Nacimiento de Jesús.
94
Junto con Pascua, es Navidad la única fiesta que tiene octava. Convendría dar el oportuno
énfasis a estos días, con un tono festivo, que se puede exteriorizar en los cantos, en las flores,
en la ambientación, etc.
Todos los días sería bueno cantar el Gloria. "Utilizar los varios prefacios de Navidad. Y la
bendición solemne, al final.
La veneración del Niño, costumbre tan popular en estos días, se puede realizar de varias
maneras: o dejando la imagen en un lugar de fácil acceso, para que al final de la Eucaristía los
fieles vayan a besarla, o bien ofrecerla personalmente, con acompañamiento de cantos, o al
menos, de música grabada. Si han ido encendiéndose a lo largo de las semanas de Adviento
las luces de la "corona de Adviento", ahora pueden estar junto al Niño, para indicar su
cumplimiento y plenitud en El.
b) El 1 de enero
Esta fiesta tiene muchos sentidos posibles en la actualidad: es octava de la Navidad, con el
recuerdo de la Circuncisión del Niño Jesús; es comienzo del año; es jornada de la paz; pero
sobre todo es la fiesta de Santa María Madre de Dios.
María es el modelo de todos los creyentes, la madre entrañable que acogió en su seno y dio a
luz al Salvador. Maestra de la esperanza. La que mejor celebró la Navidad. Santa María del
Año Nuevo. Santa María de la Paz, Santa María Madre del Dios hecho hombre.
Como también será la Madre que está presente en la Manifestación de Jesús en la Epifanía.
Todos los motivos de esta fiesta se tendrían que centrar, además de en María, sobre todo en
Cristo, cuyo Nacimiento estamos celebrando: él es el verdadero Principe de la Paz, él el
Principio y Fin del tiempo y de la historia.
Los otros aspectos —el comienzo del año y la jornada de la paz – pueden estar presentes en
las oraciones, en los cantos, pero sin alcanzar prioridad sobre el motivo fundamental de la
fiesta.
95
La lectura se puede muy bien dividir en tres estrofas, intercalando esa aclamación.
El domingo siguiente, el Bautismo del Señor, es uno de los días anuales en que más sentido
tiene que en la comunidad se celebre solemnemente el bautizo colectivo, con la oportuna
preparación.
2. Tiempo de Navidad23
Sentido
La Navidad es sin duda la fiesta más popular del calendario cristiano, aunque de hecho no
sea la más importante. La más importante es la Pascua, que es el centro del año litúrgico. El
tiempo litúrgico de Navidad y Epifanía tiene su origen tres siglos más tarde de Jesús.
Entonces solamente se celebraba la Pascua, el misterio pascual, pero más tarde se vio que la
venida de Cristo en el mundo se merecía una celebración festiva ya que, si el acto redentor
decisivo fue la muerte y la resurrección, la primera aparición de Jesús en el mundo también
se tenía que considerar como un acontecimiento salvador de primer orden. En el momento
de fijar una fecha, tanto en oriente como en occidente estuvo relacionada con la existencia de
unas fiestas paganas en honor del sol y de la luz. Por tanto, celebramos el nacimiento de Jesús,
el Hijo de Dios (Navidad) y su manifestación a todos los pueblos (6 de enero).
Desarrollo
El tiempo de Navidad y Epifanía se inicia la víspera del día 24 de diciembre, con las
primeras vísperas de Navidad, y finaliza el día del Bautismo del Señor, el domingo siguiente
a la solemnidad de la Epifanía. Cabe decir que el calendario de las celebraciones de Navidad
y Epifanía es complejo. En primer lugar, las fiestas principales no se celebren en domingo
sino en días fij24os: así, el Navidad se celebra el día 25 de diciembre; la solemnidad de santa
María se celebra el día 1 de enero y la solemnidad de la Epifanía del Señor se celebra el día 6
de enero.
Empieza el día 25 de diciembre con la solemnidad de la Natividad del Señor. Aquí ya nos
encontramos con una primera peculiaridad, que es el hecho de tener cuatro misas: la de
vigilia, la de la noche, la de la aurora y la del día, que es la más importante. Las lecturas de
este día se pueden intercambiar. Sigue la Octava de la Navidad, que son los días feriales que
van de la solemnidad de Navidad a la solemnidad de santa María: los tres primeros días
recordamos santos muy próximos a Jesús, como son san Esteban (26 de diciembre), san Juan
Evangelista (27 de diciembre) y los santos Inocentes (28 de diciembre). Decir, también, que
el domingo que hay entre Navidad y el año nuevo celebramos la fiesta de la Sagrada Familia
de Jesús, María y José. Cuando no hay ningún domingo entre Navidad y año nuevo, la fiesta se
celebra el día 30 de diciembre.
El día 1 de enero, ocho días después de Navidad, celebramos la solemnidad de santa María,
Madre de Dios, que es la fiesta litúrgica de la Virgen María más antigua del rito romano. El
domingo que cae entre el día 1 y el día 6 de enero celebramos el segundo domingo después
de Navidad.
El día 6 de enero celebramos la segunda gran fiesta del tiempo de Navidad, que es la Epifanía
del Señor. En ella celebramos la manifestación de Jesucristo a todas las naciones. El domingo
23 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-temps-de-nadal/dios-se-hace-hombre/
97
después del día 6 de enero celebramos la fiesta del Bautismo del Señor, en la que también se
manifiesta Jesús justo antes de iniciar su misión salvadora y es el día en que se concluye el
tiempo litúrgico de Navidad y Epifanía.
Vida cristiana
La Navidad siempre ha tenido un gran eco y una gran repercusión fuera del contexto
cristiano: son unas fiestas y unos días cargados de simbolismo y sensibilidad; son días de
gozo, de fiesta, de familia, de recuerdos, de alegrías, de emociones a flor de piel. El ambiente
festivo externo nos lo facilita: las luces, el belén, los villancicos, los otros signos navideños,
etc. Para los cristianos, la Navidad se tiene que vivir también con los mismos sentimientos de
gozo, pero a la vez un gozo cristiano, de sentirnos salvados por Dios, que se hace hombre por
nosotros. Para vivir interiormente la Navidad, nos pueden ayudar algunos signos externos:
en primer lugar, el ambiente festivo en la iglesia, con el belén, flores, luces, colores blancos y
dorados, los cantos. Un segundo elemento es vivir y transmitir la ternura de Dios y esto se
traduce en traer alegría y esperanza a nuestro mundo aunque haya dificultades y a la vez
tener muy presentes a los pobres, ayudándolos y también nosotros intentando ser austeros
(aunque esta es una actitud que deberíamos tener todo el año, no sólo por Navidad). Otro
elemento es el de encontrar espacios de interioridad, intensificando nuestra oración,
haciendo el belén, el árbol de Navidad, cantando villancicos, entre otros elementos.
98
El belén
Uno de los elementos más característicos de la Navidad cristiana es, sin duda, el belén; si
bien, también tenemos el árbol de Navidad, que es una tradición que nos ha venido de los
países del norte de Europa. Es muy aconsejable hacer el belén en nuestros hogares y también,
más que nunca, en la iglesia, en un lugar visible, como puede ser el presbiterio o muy cerca
de él. En el belén contemplamos plásticamente el acontecimiento salvador del nacimiento de
Jesús, envuelto por el amor de María y de José.
Luces
En Navidad celebramos el nacimiento de aquel que es la Luz de las naciones, Jesucristo. Más
que nunca en Navidad es muy aconsejable tener en nuestra casa luces festivas y sobre todo
en el templo es bueno que haya un claro aumento de luces que decoren nuestra iglesia y hacer
visible lo que celebramos: el nacimiento de Aquél que nos trae la luz, Jesús.
Flores
La decoración navideña se ve claramente reflejada en la ornamentación floral, con plantas y
flores. Por eso, conviene que en la iglesia abunde en estos días esta decoración floral, para
dar toda su relevancia a estos días.
Cantos
El clima navideño también se hace bien patente con los cantos propios de Navidad, como son
los villancicos, muchos de los cuales nos hablan del nacimiento de Jesús y también de la
Virgen María, san José, los ángeles, etc. Es muy positivo que en nuestras celebraciones
tingamos algún momento –como puede ser la adoración del niño Jesús– para cantar algunos
villancicos típicos.
25 http://pastoralliturgica.cpl.es/tiempos-liturgicos/el-temps-de-nadal/los-signos-de-navidad/
99
Este tiempo litúrgico tiene la particularidad de que las fiestas principales no caen en
domingo, sino en días concretos del calendario, como son la solemnidad de la Navidad (25
de diciembre), la solemnidad de la Epifanía del Señor (6 de enero) y la solemnidad de
santa María, Madre de Dios (1 de enero).
En los domingos con que cuenta la Navidad se celebra la fiesta de la Sagrada Familia (primer
domingo después de Navidad, cuando lo hay), el segundo domingo después de Navidad (entre
Ano Nuevo y Epifanía, cuando lo hay) y el Bautismo del Señor, que es el domingo siguiente a
la Epifanía.
La fiesta de la Sagrada Familia cuenta con los ciclos A, B y C. En el ciclo A, se nos habla de
les relaciones familiares, las cuales tienen que ser buenas y movidas por el amor, mientras
que el evangelio nos narra la huída de Egipto. En el ciclo B, la primera y la segunda lecturas
nos hablan de la fe de Abrahán y de Sara, que tendrán un hijo, y el evangelio nos habla de la
presentación de Jesús al templo en brazos de María y José. En el ciclo C sale en escena el
nacimiento de Samuel, hombre consagrado al Señor, mientras que la segunda lectura nos
habla que Dios nos reconoce como a hijos; finalmente, en el evangelio nos encontramos con
el relato de Jesús, perdido y hallado en el templo.
de ser hijos suyos. El evangelio vuelve a ser el prólogo de san Juan que ya hemos leído en la
misa del día de Navidad.
La solemnidad de la Epifanía del Señor es la segunda gran fiesta del tiempo de Navidad. La
primera lectura nos habla de la luz, que ha llegado a Jerusalén y brilla para todos los pueblos
de la tierra. La segunda lectura nos habla, por boca de Pablo, de que el evangelio ha llegado a
todos los pueblos. El evangelio, por su parte, nos narra la adoración de los sabios de Oriente
al niño Jesús, ofreciéndole sus presentes: oro, incienso y mirra.
Finalmente, la fiesta del Bautismo del Señor cuenta con los ciclos A, B y C como en la fiesta
de la Sagrada Familia. En el ciclo A nos encontramos con uno de los cantos del siervo de Yahvé
de Isaías, un siervo bueno y fiel, mientras que la segunda lectura, de los Hechos de los
Apóstoles, narra el discurso de Pedro en casa de Cornelio, confesando que Jesús ha
resucitado, que nos envía el Espíritu Santo. El evangelio de este ciclo nos narra el bautismo
de Jesús por boca de Mateo. En el ciclo B encontramos en la primera lectura de Isaías el
elemento del agua, la gratuidad de los dones de Dios y la llamada a recibirlos. La segunda
lectura, de san Juan, nos habla del Espíritu, del agua y de la sangre, los cuales dan testimonio
de Jesús. Finalmente, el evangelio de Marcos nos narra la predicación de Juan Bautista y
seguidamente el bautismo de Jesús. Y en el ciclo C, en la primera lectura, Isaías nos habla de
la consolación de Dios hacia su pueblo y que aparecerá la gloria del Señor y todos la verán a
la vez.
101
4. Oración Universal26
LUNES
Levantemos confiados nuestros ojos al Señor que ha enviado a su Hijo al mundo y con él
quiere darnos todos los bienes:
MARTES
Oremos, hermanos, al Padre, por medio de Jesucristo, su Hijo, que siendo rico se hizo pobre
por nosotros, para salvarnos a todos:
1. Por la Santa Iglesia de Dios: para que llena de gozo, celebre la presencia de Dios en
medio de los hombres, oremos al Señor.
2. Por los hombres de todas las religiones: para que lleguen a conocer a Cristo y
encuentren en él la plenitud de aquella verdad que desean, oremos al Señor.
3. Por los que en estos días de Navidad están lejos de sus hogares: para que sientan el
consuelo de saberse hijos de la gran familia de Dios, oremos al Señor.
4. Por los que estamos aquí reunidos: para que al celebrar el nacimiento de Cristo,
renazcamos a una vida nueva de justicia y santidad, oremos al Señor.
MIÉRCOLES
Invoquemos, hermanos, a Dios Padre todopoderoso que en el nacimiento de su Hijo nos ha
manifestado su misericordia, y pidámosle por las necesidades de todos los hombres:
1. Para que el Señor que ha querido que su Hijo compartiera la vida de familia en el
hogar de José y de María, conserve en paz a todas las familias cristianas, oremos al
Señor.
2. Para que todos los hombres, de un confín al otro de la tierra, contemple la salvación
que Cristo nos ha aportado, oremos al Señor.
3. Para que el Señor dé fortaleza a los débiles, fuerza a los que están tentados y
protección a los que se encuentran en peligro, oremos al Señor.
4. Para que todos nosotros podamos un día participar de la vida eterna de Cristo que
ha querido compartir nuestra vida temporal, oremos al
Señor.
Señor, Dios, rico en misericordia y amor,
escucha nuestras oraciones
y haz que los que celebramos con alegría el nacimiento de tu Hijo
nos veamos libres de todo mal
y obtengamos los bienes que te hemos pedido.
Por Jesucristo nuestro Señor.
JUEVES
Oremos a Cristo nuestro Dios que ha aparecido en el mundo y ha querido vivir entre los
hombres:
1. Que Jesús que se ha hecho hombre para ser el Buen Pastor de la Iglesia, conceda al
Papa N., a nuestro Obispo N., y a todos los obispos y presbíteros, pastorear con celo
las comunidades que tienen encomendadas, oremos al Señor.
2. Que el Rey del cielo, que por sus ángeles anunció la paz a los hombres, aleje de todas
las naciones los horrores de la guerra, oremos al Señor.
3. Que Cristo, que quiso asumir las debilidades de los hombres, sea la fuerza de los
débiles y el consuelo de los tristes y de los que se sienten solos, oremos al Señor.
4. Que el Hijo de Dios, que descendió al mundo para que los hombres pudieran subir al
cielo, admita en su gloria a nuestros familiares que ya nos han dejado, oremos al Señor.
VIERNES
Oremos a Dios que envió a su Hijo único al mundo para que por medio de él tengan vida
todos los hombres:
1. Para que todos los hijos de la Iglesia, al celebrar el nacimiento de Cristo, renazcan a
una nueva vida, oremos al Señor.
2. Para que los que gobiernan las naciones no aparten nunca a sus súbditos del camino
que lleva a Cristo, oremos al Señor.
3. Para que llegue a la presencia del Señor el gemido de los que sufren y con su brazo
poderoso los salve, oremos al Señor.
4. Para que el Hijo de Dios que ha querido participar de nuestro tiempo, a nosotros nos
conceda participar de su eternidad, oremos al Señor.
SÁBADO
Ahora que ha aparecido la bondad de Dios, salvador nuestro, y su amor al hombre, oremos
al Señor no confiando en la justicia que hayamos hecho nosotros sino en su propia
misericordia.
1. Para que todos los fieles, a semejanza de María, conserven y mediten en su corazón lo
que han oído decir del Hijo de Dios hecho hombre, oremos al Señor.
2. Para que el Hijo de Dios, que ha venido a traer la paz al mundo, conceda a todas las
naciones la concordia mutua y aleje de ellas los horrores de las guerras, oremos al
Señor.
3. Para que el Verbo de Dios, que en la etapa final de la historia se ha hecho hombre, se
manifieste a los que sufren buscando aún la verdad que desconocen, oremos al Señor.
4. Para que los que ahora celebramos las fiestas de Navidad podamos un día contemplar
al Hijo de María en su gloria, oremos al Señor.
5. Invitación al Padrenuestro27
2. Jesús, el Hijo de Dios, se ha hecho hombre y hermano nuestro. Por eso también
nosotros somos hijos y nos alegramos al decir:
3. El Reino de Dios se inauguró con el nacimiento de Cristo. Pidamos hoy al Padre que
este Reino venga en plenitud a nosotros y a todo el mundo.
5. El mismo Cristo Jesús que nació en Belén es el que ahora se nos ofrece como Pan y
Vino de salvación. Preparémonos a recibirle diciendo la oración que él mismo nos
enseñó a rezar: la oración de los hijos.
6. Con el deseo de que la luz de Cristo ilumine a todos los hombres y que su amor se
extienda por toda la tierra, pidamos al Padre que su Reino venga a nosotros.
7. Cristo Jesús ha venido a unir a todos los hombres en una gran familia. Digamos, pues,
nuestra oración al Padre común de todos.
6. Pregon de Navidad28
4. Lectura bíblica: elegir una que refleje la marcha de la historia, la plenitud que ésta
adquiere en Cristo, o la confianza en Dios, conductor de la vida y del tiempo...
Proponemos éstas:
– Ef 1,3-14 (nos ha bendecido... antes de la creación... el designio que ha decidido
realizar en la plenitud de los tiempos...).
– Col 1,13-20 (Cristo, la imagen perfecta del Padre, plenitud de toda la historia...).
– Mt 5,1-12 (las bienaventuranzas).
– Mt 6,25-34 (fe en la providencia; no andar preocupados por el mañana...).
– Lc 12,16-48 (parábola del hombre rico y sus sueños... recomendación de confiar en la
providencia... parábola de los siervos vigilantes... parábola del administrador infiel...).
– Eclo 18,1-14 (Dios dirige el universo... los días del hombre son contados... el Señor
comprende, tiene paciencia...).
– 2 Pe 3,1-18 (la historia y la promesa de la vuelta; nuevos cielos y nueva tierra...
vivir en la paz).
29 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona, 2001.
108
4. Aspectos esperanzadores del año que termina. Entre dos, enumerar brevemente los
acontecimientos y las direcciones más optimistas de la historia de este año:
a nivel mundial, nacional, a nivel de Iglesia y de la propia comunidad
5. Canto de acción de gracias. Salmo 135: Porque su amor no tiene fin... O bien el
“Magníficat”.
6. Aspectos deficientes del año que termina, en clima de petición de perdón: todos
somos solidarios de la culpa. Entre dos, enumerar brevemente los acontecimientos y las
direcciones más lamentables del año, a los mismos niveles que los positivos de antes.
9. Oración final
– litánica, con intervenciones libres,
– oración presidencial (con o sin Padrenuestro)
– terminar con la bendición solemne del Misal Romano para el comienzo del año.
109
30 Centro de Pastoral Litúrgica. Adviento y Navidad, sugerencias y materiales. Dossiers 92. Barcelona, 2001.
110
GRACIAS SEÑOR
Lector 1
Gracias Señor por todo cuanto me diste en el año que termina,
gracias por los días de sol y los nublados tristes,
por las tardes tranquilas y las noches oscuras.
Gracias por la salud y por la enfermedad,
por las penas y las alegrías.
Lector 2
Gracias por todo lo que me prestaste y luego me pediste.
Gracias Señor, por la sonrisa amable y por la mano amiga, por
el amor y por todo lo hermoso y por todo lo dulce, por las
flores y las estrellas, por la existencia de los niños y de las
almas buenas.
Lector 3
Gracias por la soledad, por el trabajo, por las inquietudes, por
las dificultades y las lágrimas.
Por todo lo que me acercó a Ti.
Gracias por haberme conservado la vida,
y por haberme dado techo, abrigo y sustento Gracias
Señor. Gracias Señor. Señor.
Lector 4
¿Qué me traerá el año que empieza?
Lo que Tu quieras Señor, pero te pido fe para mirarte en todo,
esperanza para no desfallecer, y caridad para amarte cada día más, y
para hacerte amar entre los que me rodean.
Dame paciencia y humildad, desprendimiento y generosidad, dame
Señor, lo que tu sabes que me conviene y yo no sé pedir.
Que tenga el corazón alerta, el oído atento, las manos y la mente activas, y
que me halle siempre dispuesto a hacer tu Santa Voluntad.
Derrama Señor, tus gracias sobre todos los que amo y
concede tu paz al mundo entero. Así sea.
Gracias Señor. Gracias Señor.
5. El abrazo y el beso con todos los presentes, para empezar el año con un compromiso
de fraternidad y, si hace falta, de perdón. Con un voto de confianza a todos. Olvidando lo
desagradable del año viejo y empezando “de cero”.
Y en la fiesta de la Sagrada Familia considera con veneración la santa vida que llevan en su
casa de Nazaret, Jesús, Hijo de Dios e Hijo del Hombre, María su Madre, y José, el varón justo.
En la nueva ordenación del período de Navidad, creemos que la atención común se debe
dirigir a la renovada solemnidad de Santa María Madre de Dios.
Esta, fijada el 1 de enero, según una antigua sugerencia de la liturgia romana, está destinada
a celebrar la parte que tuvo María en el misterio de la salvación y a exaltar la singular
dignidad de que goza la Madre Santa, por la que merecimos recibir al Autor de la vida. Esta
fiesta es asimismo ocasión propicia para rendir adoración al recién nacido Príncipe de la Paz,
para escuchar de nuevo el jubiloso anuncio angélico y para implorar de Dios, por mediación
de la Reina de la Paz, el don supremo de la paz. Por eso, en la feliz coincidencia de la octava
de Navidad con el principio del nuevo año, hemos instituido la "jornada mundial de la paz",
que goza de creciente adhesión y que está produciendo frutos de paz en el corazón de tantos
hombres.
De la exhortación apostólica
"Marialis Cultus", de Pablo VI, n.5