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Fecha: 02 de ENERO 2020

Tema: Salvos Para la Alabanza de Su Gloria


Lectura Bíblica: Efesios 1:4b-6
Libro de Meditación: EFESIOS (Los hermanos de Éfeso)

Estudiaremos esta sección de la carta lentamente, porque es tan rica en contenido doctrinal.
Pablo está presentando una lista de las bendiciones espirituales que tenemos “en Cristo”, gracias a
la misericordia de Dios el Padre (v.3). La primera bendición que menciona es la de haber sido
escogidos por Dios para la salvación (v.4a). En el resto del v.4, Pablo describe dos aspectos de la
elección (cuándo se dio, y cuál fue el propósito de la elección divina).
En cuanto al tiempo, Pablo declara que fuimos escogidos para la salvación “antes de la
fundación del mundo” (v.4b). ¡Es una afirmación tremenda! Significa que, desde la
eternidad, cuando Dios estaba planeando cada detalle de la existencia humana, Él nos escogió para
ser salvos. Nada ocurre por casualidad. Dios no esperó para ver sí le íbamos a aceptar o no. Él tomó
la iniciativa; y nos escogió antes de la creación del mundo material. Al igual que en el caso de la
elección de Jacob (Romanos 9:11-13), Pablo hace hincapié en esto para que quede totalmente
claro que nuestra elección no dependió de algo bueno que Dios vio en nosotros. En realidad, fue todo
lo opuesto. A pesar de todos los errores que Dios pudo ver de antemano que cometeríamos como
creyentes, aun así, nos escogió para ser salvos. ¡Qué tremenda es la gracia de Dios!
Pero en segundo, lugar notemos el propósito de la elección. Fue, “para que fuésemos santos
y sin mancha delante de Él” (v.4c). Es muy importante resaltar esto. Ningún creyente puede
pensar, “dado a que Dios decidió salvarme, puedo hacer lo que quiero, porque al fin y
al cabo, Dios me salvará”. No puede pensar así, porque el Espíritu Santo se encargará de
hacerle recordar el propósito de su salvación, y le hará sentir que debe cumplir con ese propósito. Y
si el creyente no hace caso al Espíritu Santo, tarde o temprano Dios el Padre lo disciplinará por su
pecado.
De la elección, Pablo pasa a la adopción (la segunda bendición espiritual que tenemos “en
Cristo”). La razón por la cual Dios nos escogió para la salvación fue porque Dios el Padre nos había
predestinado (antes de la fundación del mundo) “para ser adoptados hijos Suyos” (v.5a).
La elección es parte de la implementación de la predestinación (Romanos 8:29-30). Todo ser
humano es “hijo de Dios” por creación; pero sólo el creyente es “hijo de Dios” por adopción. Es
la adopción que nos hace herederos de Dios (Romanos 8:17), y nos permite llamarle, “Abba,
Padre” (Romanos 8:15).
La adopción es “por medio de Jesucristo” (v.5b); es decir, se efectúa sobre la base de Su
obra redentora en la cruz (Gálatas 4:4-5), y Su función de mediador (Hebreos 2:10-15). Y si nos
preguntamos, ¿Por qué Dios el Padre se propuso adoptarnos?, la respuesta de Pablo es clara fue,
“según el puro afecto de Su voluntad” (v.5c). No había necesidad alguna de hacernos Sus
hijos espirituales. Dios el Padre pudo habernos salvado, simplemente para ser como los ángeles
(Sus siervos). Pero Él quiso hacer algo mucho más grandioso; Él quiso hacernos Sus hijos
espirituales. ¡Qué tremendo privilegio!
Pero recordemos el propósito fundamental de todo el plan de salvación. Es “para la alabanza
de la gloria de Su gracia” (v.6a). Al fin y al cabo, Dios NO nos salva simplemente para nuestro
bien, sino para Su gloria. Y lo hace, haciéndonos “aceptos en el Amado (Cristo)” (v.6b). Aparte
de Cristo, no somos aceptos ante el Padre. Nuestras buenas obras son importantes (Efesios 2:10),
pero no son la base sobre la cual somos aceptos ante la presencia de Dios. Es sólo la sangre de Cristo
que nos limpia del pecado, y la justicia de Cristo que nos hace presentables ante el Padre.

Reflexión: ¿Estamos viviendo para la alabanza de la gloria de Dios?

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