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Desde el siglo XVIII e inicios de XIX se empezó a dar una mirada hacia lo que
hoy conocemos como el término “tecnología”, y desde entonces se avanzó
hacia la búsqueda de un determinante que le dé lugar a su uso y a su
relevancia en la humanidad. A partir de ahí, se crearon elementos tecnológicos
que buscaran facilitar la vida del ser humano en cuanto a su necesidad natural
de ser social que está en una constante conexión con el resto del mundo, y que
vive en razón de una síntesis de ideas sociales, hasta llegar al punto en el que
nos encontramos ahora, el cual demuestra cuán dependientes somos del
conocimiento de información y sucesos mundiales. En donde con presionar
una tecla, o abrir un link, podemos obtener datos ajenos a nosotros por medio
de programas y aplicaciones informáticas.
Publicamos fotos esperando que un público de cierto tipo las vea, y miramos
cuentas o perfiles de otros esperando ver o encontrar, tanto información
personal de aquel/la , como datos de “relevancia” para conocerle.
Vivimos en constancia de influir en la vida de alguien como si de un programa
televisivo se tratase, y ponemos en juego nuestros propios pensamientos al
difundir información externa y superficial. Ya que no todos exponen sus
novedades al mundo virtual, por un seguimiento a sus derechos a la privacidad,
y por la conciencia del peligro que conlleva permitir que tu información sea
pública.
La mayoría de nosotros depende de la existencia de asociaciones para la
hiperconectividad (Instagram, Facebook…), y nos sometemos a estas como
nuevos métodos de socialización, dejando en el pasado las formas
rudimentales de conocer, de experimentar, y de vivir.
Aristóteles habló del nacimiento del hombre, como ser con características
sociales, que al pasar el tiempo llegaba a una seguridad inminente de
depender y vivir por el otro. Decía que necesitamos conexión con el hombre
para ser, y para poder desarrollar nuestra personalidad. Coexistir se convertiría
en nuestro acto primordial para una vida “humana”, ya que quien viviera sin
actos afables o sociables, no era más que alguien “mal humano”
De su frase célebre: “El hombre es un ser social por naturaleza”, se puede
explicar analógicamente la necesidad vital del hombre por pertenecer a
conjuntos de uniones entre sí, para un implemento necesario en su vida en
convivencia y trato con otros.