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HISTORIA POLÍTICA DE LOS ANDES – REPORTE DE LECTURA 2 –

13/1/2020
Carlos Javier Saravia Tapia
Reporte de lectura

La autora (Gauderman, 2009) comienza criticando la concepción del patriarcado que


tienen los investigadores, sobre todo europeos, para América Latina. Dice que estos
investigadores simplemente aplican el modelo (un estereotipo) de la sociedad
organizada patriarcalmente propio principalmente del norte de Europa en los siglos
XVI, XVII y XVIII en América Latina en las mismas épocas1.

Antes que nada, una de las diferencias fundamentales entre el ámbito hispánico y el
inglés, era que las herencias se pasaban por entero al hijo mayor en el caso de Inglaterra
y se repartía en partes iguales entre todos los hijos en el caso español, incluidos los
virreinatos de América.

Para Gauderman (2009) los derechos que poseía la mujer frente al esposo eran reflejo de
la manera de gobernar desde España a los virreinatos de América2. El rey gobernaba
con las autoridades locales (virreyes, oidores, etc.) siempre de una manera negociada y
en base a la reciprocidad, es decir las normas que se emitían desde España se acataban,
pero su cumplimiento dependía de si esas normas iban a ir, no solo en beneficio de la
corona si no también en beneficio de las colonias, en lo económico principalmente pero
también en otros ámbitos, teniendo así las autoridades locales derecho a tener la última
palabra en varios asuntos. Al mismo tiempo la configuración territorial en América era
tal que los territorios de diferentes jurisdicciones administrativas se solapaban los unos
sobre los otros, de esta manera se producía un equilibrio de poderes locales que no solo
que negociaban con la autoridad real, sino que también lo hacían entre ellos. Por último,
indica Gauderman (2009), que diferentes niveles jerárquicos en la administración de las
colonias podían enviar informes directamente al Rey, es decir sin pasar por sus
inmediatos superiores; de esta manera el Rey conocía muy a fondo los balances de
poderes y los problemas que se suscitaban entre los diferentes grupos por sus propios
intereses, mucho mejor que las mismas autoridades virreinales.

1
El paradigma del patriarcado se puede resumir en: que las mujeres eran consideradas menores de
edad, que el hombre las representaba públicamente, que en la familia el hombre controlaba la
sexualidad de la mujer y también su fuerza laboral. (Gauderman, 2009)
2
También tenían que ver con la Iglesia Católica y el derecho canónico, especialmente las disposiciones
del Concilio de Trento, que proveía de algunos derechos a las mujeres (Gauderman, 2009)
Este sistema de contrapesos y de descentralización en la administración colonial se
mantuvo a lo largo del siglo XVI, XVII y gran parte del XVIII, haciendo que la
autoridad real sea más eficiente y más estable. Gauderman (2009) señala que la
correspondencia de esa autoridad real ejercida pero negociada en lo político, se
correspondía con la autoridad del hombre dentro de la familia también negociada con
respecto a su esposa.

Señala Gauderman (2009) que durante ese mismo periodo de tiempo, aunque la mujer
fue considerada como menor de edad con respecto a su marido, una mujer soltera de
más de 25 años era considerada mayor de edad y en control de sus posesiones, lo mismo
las viudas. Aún así la mujer casada tuvo amplios recursos para controlar especialmente
sus bienes patrimoniales a través de la figura de la dote. Esos bienes que la mujer
aportaba al matrimonio permanecían siendo de propiedad de ella, hasta la finalización
del matrimonio. Cuando ella quería utilizar esos bienes para negociar con ellos o
invertirlos, lo podía hacer con el consentimiento de su marido. Ahora bien, si el marido
también quería usar los bienes de su esposa, era necesario que esta también dé su
consentimiento de manera explícita ante notario. A través de varios casos judiciales
Gauderman (2009) va ilustrando las variadas formas en que las mujeres controlaban sus
bienes patrimoniales dentro del matrimonio, lo que la situaba si no en una posición de
igualdad a su marido, sí lejos de la idea de las investigadoras europeas que le atribuyen
a esas mujeres latinoamericanas de la colonia un sometimiento total a la figura del
hombre, a la vez que ignorante, pobre y poco educada.

Se podría hacer algunas críticas a este artículo. La primera que el estudio si bien se
refiere en general a la mujer de América Latina3, y que además señala haber encontrado
algunos casos que indican que estas ventajas o derechos que tenían las mujeres también
se ampliaban a los mestizos, incluso indios; nos parece que faltaría mayor investigación
para definir hasta qué clases sociales podía alcanzar esta situación de beneficio para la
mujer. Por un lado, es más probable que las familias de muchos recursos hubieran
podido transferir su patrimonio a través de sus hijas para crear alianzas con las familias
de sus esposos, lo que es más difícil que ocurra en estratos más bajos, especialmente el
de la clase india. Tampoco el artículo hace referencia a las formas propias de
matrimonio que existirían en el mundo indígena en esa época y que tendrían formas

3
Aunque el estudio se hace específicamente en Quito.
peculiares de entender el manejo de su patrimonio en el matrimonio dentro de una
comunidad, dando lugar a diferentes situaciones de la mujer de ventaja o desventaja con
respecto al marido. Nos parece que además hacer un estudio que soslaye a la que debió
ser la mayoría de la población, la indígena, y se restrinja solo a las clases de mayores
recursos económicos, no permite analizar y comprender la realidad social desde un
óptica más general y abarcadora.

Por último, el tema más importante tal vez, sea el relacionado con la capacidad de
acumulación de capital por parte de estas familias que se conformaban con este tipo de
relaciones patrimoniales con derechos relativamente amplios para las mujeres. Ya que
estas normas como dice Gauderman (2009) se cambiaron a fines del siglo XVIII dando
mayor poder al esposo en detrimento de la esposa. Señala la autora que esta medida se
da en un momento en que la corona trata de centralizar el poder del gobierno. Para
nosotros, además, se podría relacionar esto con la crisis económica que vivía en el
momento España y que los nuevos reyes borbones trataron de corregir. Es decir que es
probable que la administración monárquica española haya definido que esta manera de
manejo de los bienes en las familias no estaba contribuyendo a la acumulación de
capital que se requería para modernizar la metrópoli y las colonias, como fue su interés,
el de seguir a Francia o a Inglaterra es su carrera hacia el progreso. La pregunta que nos
podemos hacer es ¿Hasta dónde podemos decir que la administración de la corona
española se dio cuenta de que esa forma de manejo de los patrimonios en la familia,
base de la economía, no contribuía a la acumulación de capital y por tanto se debía
recurrir a otros modelos que proveyeran mayor acumulación de recursos para dar el
salto a la modernidad que ya vivía Europa?

Bibliografía

 Gauderman. Kimberly. 2009. Women’s lives in colonial Quito: gender, law and
economy in Spanish America. Texas: University of Texas Press, United States.
Capítulo 1 y 2.

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