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Escuela Superior Politécnica de Chimborazo

Facultad de Informática y Electrónica

Ingeniería en Electrónica y automatización

Paralelo: “A”
Fecha: 22 de enero del 2020
Estudiante: Juan Carlos Ramírez (530)

Materia: INTERCULTURALIDAD

TEMA: EL TRIUNFO DEL ESPIRITU

Era una vez un país racista e imperialista que no era capaz de mirar sus propias
injusticias y criticaba a otro país racista, xenófobo y que aspiraba a dominar al
mundo. Eran los años treinta del siglo pasado, Estados Unidos padecía la depresión
económica y la Alemania nazi estaba en proceso de llevar a cabo sus planes
expansionistas y de exterminio judío. Ambas naciones confluirán en un tema común:
los juegos olímpicos de Berlín en 1936. Alemania deseaba exhibir ahí su poderío
ario, Estados Unidos no estaba seguro de validar con su presencia ese certamen.
Hay muchos “rumores” sobre una “supuesta” persecución a los judíos, a los
extranjeros y a los negros. Pero la nación norteamericana tiene un as oculto que
puede hacer callar a los atletas nazis, un exitoso corredor llamado Jesse Owens. El
problema: es negro.

El triunfo del espíritu es la historia de la vida de Owens y su triunfo en Berlín. O por


lo menos eso es lo que intentaron sus realizadores, pero el resultado final apenas
obtuvo un premio de consolación al esfuerzo, pues es una biopic convencional,
anémica y predecible. Hay que imaginar lo que este filme hubiera podido ser, pero
que no se atrevió a intentar. Es una lástima, material había por montones, pero lo
que no hubo fue ambición.
Dado que el filme fue financiado en parte por la familia y los herederos del
corredor, se partía de ofrecer na imagen impoluta de Owens y eso terminó
contagiando el tono de toda la cinta, demasiado tímida y correcta como para
mostrarnos apropiadamente las fuerzas internas y externas que habían en tensión
en esos momentos y que confluían en la figura de un hombre que se sabía dotado
en la pista atlética, pero que iba a ser utilizado para ridiculizar a los nazis, sin que
en su propio país el gobierno se enorgulleciera públicamente de sus triunfos. Sus
cuatro medallas en Berlín no lograban despigmentar el color de su piel.

La película funciona cuando nos muestra a Owens (interpretado por Stephan


James) en acción. Su participación en esos juegos olímpicos está recreada con
solvencia e imitando el estilo real del corredor. Es lamentable que se le dedique
tanto tiempo al dilema de su participación en los juegos, ante la petición de líderes
de la comunidad negra de abstenerse de hacer parte del equipo olímpico
norteamericano, pues esto le quita ritmo a una cinta que requería más agilidad y
sobre todo más claridad, pues también flaquea a la hora de abordar la relación entre
Avery Brundage, presidente del Comité Olímpico Estadounidense, el ministro de
propaganda nazi, Joseph Goebbels, y la componenda entre ambos para que los
norteamericanos participarán de los Olímpicos.

No desconozco las buenas intenciones de El triunfo del espíritu –el solo hecho de
dar a conocer esta historia a las nuevas generaciones de cinéfilos es de por sí
meritoria- pero eso no la convierte en una película memorable: la transforma en una
oportunidad perdida.

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