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I NTRODUCCION

Fue una verdadera sorpresa decidir que el tema del perdón seria el que abordaría para mi
trabajo de investigación en el semestre de sanación, ya que no apareció en mi
pensamiento sino hasta última hora. Aún no tengo claro las razones por las cuales quise
trabajarlo, pero lo que si estoy cierta es que durante el proceso de búsqueda de literatura
y de información del tema, viví una de las experiencias más dolorosas con uno de mis
hermanos en la que me sentí lastimada en lo más profundo de mi corazón. Justo coincidió
con la redacción de este trabajo en donde aparecieron pensamientos como “No puedo, no
quiero perdonarlo, me siento muy lastimada”. Sin embargo; el hecho de tener que leer,
resumir y plasmar ideas para poder realizar este trabajo, me permitió sin duda alguna
digerir la experiencia y poder ver más allá de mi dolor y pena. Ahora más que nunca sé
que no existen casualidades y que mi intuición, dios o la divinidad me indicaron el camino
pues no tengo duda de que después de realizar este ensayo ha facilitado el proceso de
perdonarme y perdonar a mi hermano por lo sucedido.

El libro de Robin Casarjian ha sido un maravilloso redescubrimiento de mi librero, pues


hacía por lo menos quince años que lo había leído y que releerlo en estos momentos de
mi proceso de sanación y de perdón, ha sido de una gran riqueza reflexiva y espiritual.

En la primera parte de este ensayo presentó algunos antecedentes acerca del tema del
perdón como objeto de estudio en psicología. Algunas aclaraciones de los que no es el
perdón, para aterrizar en una de las definiciones más completas que se encontraron. Para
que perdonar y algunos beneficios que se han descubierto en personas que acceden al
perdón, para finalmente retomar algunas de las etapas por las cuales habrá que atravesar
durante una experiencia trágica o traumática para poder acceder a un estado de sanación
y de perdón.
EL PERDÓN EN EL PROCESO DE PSICOTERAPIA

De acuerdo a la literatura revisada, el tema del perdón no ha sido abordado como objeto
de estudio dentro del campo de la psicología hasta hace apenas dos décadas. Algunas de
las razones son por una parte, el que se le ha concebido como un tema religioso, que
tendría que abordarse desde la teología, la moral o la filosofía o por quienes tiene
determinadas creencias religiosas. Y por otra parte, ha existido polémica entre los teóricos
para definir el concepto, ya que en función de cómo se le defina, existirán ciertas
implicaciones en la vida práctica. Por ejemplo, algunos autores hablan de que ciertas
definiciones del perdón dan pie a que el agresor vuelva a agredir a la víctima pues dejan a
ésta última en un lugar subyugado. Por tanto, la víctima es culpabilizada y al agresor se le
absuelve de culpa y responsabilidad, mecanismo a través del cual la religión patriarcal y
los sistemas sociales pueden mantener y perpetuar la sumisión femenina. En esta línea,
Bloomfield y Fielder (1983) definen perdón como “dejarlo pasar” con el mensaje implícito
de “simplemente olvidarlo”. Por otro lado, Bass y Davis, critican el uso del perdón como
intervención terapéutica desde el supuesto de que implica abandonar la ira, no mantener
la responsabilidad del agresor y no tratar de recibir compensación por el abuso.

Lo que no es el perdón

Por su parte Casarjian (1994) afirma que en el tema del perdón es importante aclarar
algunos conceptos erróneos, comenzando por lo que no es el perdón.

Perdonar no es aceptar ni justificar comportamientos negativos o improcedentes ya sea


propios o ajenos: “El perdón no quiere decir que apruebes o defiendas la conducta que te
ha causado el sufrimiento, ni tampoco excluye que tomes medidas para cambiar la
situación o proteger tus derechos. (p. 29) Se puede sentir que es conveniente e incluso
necesaria una medida firme y decisiva, como el divorcio o el fin de la relación.

Perdonar no es hacerse de la vista gorda y negar lo sucedido, se puede confundir el


perdón de verdad con negar y reprimir la rabia y el dolor, sobre todo si hemos sido
condicionados para sustituir sentimientos auténticos por otros que sean aceptables y que
no conlleven al castigo u abandono.

Perdonar no es adoptar una actitud de superioridad o farisea. “Si se perdona a alguien


porque se le tiene lástima o se lo considera tonto o estúpido, es que se confunde personar
con ser arrogante” (p.30)
El perdón no exige que te comuniques verbal y directamente con la persona a la que has
perdonado. El perdón no implica ir a decirle directamente “te perdono”. Este autor define
el perdón como un cambio en nuestra percepción, otra manera de considerar a las
personas y sus circunstancias.

Para qué perdonar

De acuerdo con Casajian (1994) el motivo evidente de perdonar es liberarnos de los


efectos debilitadores de la rabia y el dolor crónicos. Estas dos emociones son las que
convierten el perdón en un desafío, a la vez una grata posibilidad para quien desee una
paz mayor. La rabia y el rencor son emociones muy fuertes, cuando nos perdemos en la
rabia, no escuchamos los sentimientos más profundos. La rabia es una intensa reacción
emocional que surge cuando una persona se siente amenazada de alguna manera. Puede
expresarse franca y directamente, o de una forma callada en forma de resentimiento
crónico, que es una sensación de agravio o de mala voluntad que persite aun después del
tiempo. Se ha comparado el resentimiento al acto de aferrarse a una brasa encendida con
la intención de lanzársela a otro, quemándose uno la mano mientras tanto. La palabra
resentimiento viene de resentir, es decir volver a sentir profundamente una y otra vez.
Cuando estamos resentidos sentimos una y otra vez el dolor del pasado, lo que tiene un
efecto lamentable en nuestro bienestar emocional y físico.

López, Kazanzew y Fernández (2008) arguyen que las investigaciones psicológicas indican
que para muchas personas el perdón genera beneficios en la salud psicológica y mental.
Pero además de aumentar la salud mental, aumenta la esperanza y la autoestima, se
percibe una mayor satisfacción en la vida y hasta se reduce la posibilidad de depresión.
Dichos autores comentan que la evaluación empática realizada por la persona injuriada
con respecto a la perspectiva del perpetrador y su experiencia emocional, facilita el
proceso de perdonar. Además de la empatía hay otros elementos importantes como la
cercanía, el compromiso y la confianza en las relaciones, así como la comunicación
constructiva y la resolución de conflictos, necesarios para que el proceso de perdón se
establezca.

Perfilando una definición de perdón

De acuerdo con Prieto-Ursúa, Carrasco, Cagigal, Gismero Martínez & Muñoz (2012)
cuando en una relación de dos personas, una resulta dañada como consecuencia de una
agresión o una acción de la otra, se produce en un primer momento una experiencia
subjetiva de “no-perdón”. Dicha experiencia que emerge ante el daño consta de
respuestas afectivas, cognitivas y frecuentemente conductuales. En el nivel afectivo,
pueden experimentarse sentimientos de rabia, dolor, tristeza, confusión y una sensación
de traición. A nivel cognitivo, pueden presentarse pensamientos recurrentes que
representen las ofensas de quien agredió, fantasías o pensamientos de venganza,
preguntas que buscan encontrar una explicación al por qué se comportó así el ofensor o si
la víctima ha tenido alguna culpa en lo sucedido y pensamientos de finalización de la
relación con el ofensor. En el nivel conductual, generalmente se evita al ofensor o se pone
distancia en su presencia, otras personas pueden expresar abiertamente su rabia o su
dolor llorando o enfrentándose con el agresor. Para Robin Casarjian (1994) “el perdón es
una decisión que implica ver más allá de los límites de la personalidad de otra persona, de
sus miedos, idiosincrasias, neurosis y errores, la decisión de ver la esencia pura, no
condicionada por historias personales, que tiene una capacidad ilimitada y siempre es
digna de respeto y amor”. (P.41) El perdón, de acuerdo a este autor, requiere reconocer
que si una persona actúo con insensibilidad, hay constricción y miedo en su
comportamiento y actitudes. El perdón es una actitud que supone estar dispuesto a
aceptar la responsabilidad de las propias percepciones, comprendiedno que son opciones,
no hechos objetivos.

Por qué no soltamos el resentimiento y el rencor

De acuerdo a Casarjian (1994) muchas personas no dejan marchar la rabia y el


resentimiento porque supone un riesgo, pues aparentemente se obtiene algo de dicho
aferramiento. Estos beneficios son las ganancias secundarias que son difíciles de
reconocer. Algunas ganancias son las siguientes:

 Permanecer enfadado da una sensación de poder y dominio. En realidad lo que


puede subyacer son sentimientos de impotencia, desilusión, inseguridad, aflicción
o miedo.
 Se puede usar la rabia para hacer lo que se quiere.
 Para evitar comunicarse
 Para controlar a los demás
 Para sentir que se tiene la razón.
 Para que los otros se sientas culpables.
 Para mantenerse en el lugar de víctima, para no responsabilizarse de lo que hoy
pasa en la propia vida.

Cuando no se tiene plena consciencia, las ganancias secundarias pueden frustrar el deseo
consciente de perdonar

El proceso de perdón no se da de la noche a la mañana, implica en muchas ocasiones el


hacer frente a una serie de etapas que surgen al experimentar situaciones trágicas,
dolorosas o traumáticas en donde la posibilidad de perdonar puede resultar
prácticamente imposible o inimaginable. Ahora veamos algunas de las etapas por las
cuales es importante atravesar.

Deepak Chopra en su libro el perdón (2001) comenta que para alcanzar la sanación de una
experiencia trágica o traumática y posteriormente lograr el perdón es necesario atravesar
una serie de fases:

La primera de ellas se da en las primeras horas después de la tragedia (o la situación que


causo la herida) dejando a las personas aturdidas y con lágrimas en los ojos es el estado
de shock. Este autor sugiere que en esta etapa se lleven a cabo ciertos remedios sencillos
y que él mismo realizó con las personas que junto con el estaban viviendo la experiencia
traumática del 11 de septiembre del 2001: “Abrácense, le dije. No teman pedir contacto
humano. Salgan de sí mismas y díganles a sus seres queridos que los aman; no permitan
que los demás den ese hecho por descontado. Sientan su miedo. Acójanlo y permitan que
se libere lentamente. Oren. Sufran su pena con otros si pueden, o solos si es necesario.”
(p.16)

Posterior a la etapa de shock se encuentra la etapa en la que las emociones intensas, salen
a la superficie, muchas veces después de haber estado sepultadas por años: puede aflorar
entonces la ira, la tristeza o el miedo y cualquier evento como un pequeño ruido, puede
desencadenar estas respuestas emocionales.

La tercera etapa que Chopra comenta es la de querer actuar, ya sea para sanar o para
cobrar venganza, o tal vez para apoyar a otras personas que estén viviendo la tragedia. Se
abren entonces muchas posibilidades, dependiendo de cuál se elija se perpetuará el
sufrimiento o se aliviará. Algunas de las opciones que sugiere son las siguientes:

 Abrazarnos en una abrazo consciente


 Hablar cariñosamente
 Resistirnos a ver imágenes negativas una y otra vez
 Apartarnos de las conversaciones cargadas de negatividad
 Mantener la estructura de la vida en la mayor medida posible, especialmente
cuando se trata de favorecer a los niños después de la tragedia.
 Tratar de no estar solos –cenar en familia, permitir que los amigos nos ofrezcan
consuelo, aunque estar cerca de otras personas nos cause dolor.
 Perdonarnos cuando nos sintamos víctimas pero tomar medidas para abandonar
esa forma de pensar. Oír el punto de vista de otra persona. Es difícil expresar el
sufrimiento interior y todos lo hacemos mal. Lo que podría parecer ira y frustración
es a veces lo único que puede expresar una persona.
Estas tres primeras etapas son las etapas agudas de la pena, la siguiente emerge
cuando el dolor queda suspendido en un nivel sutil, como una “especie de neblina
gris” en lugar de una herida física profunda. Ya no está el sufrimiento agudo y
entonces es cuando podemos satisfacer nuevamente nuestras necesidades:

La necesidad de seguridad

La necesidad de pertenecer

La necesidad de ser reconocidos por los demás

La necesidad de importarles a los demás

La necesidad de expresarnos libremente

La necesidad de amor

De niños, afirma Chopra, podemos expresar lo que necesitamos francamente pero de


adultos lo ocultamos.

Este autor afirma que “las tragedias masivas son una de las pocas situaciones en las que
los adultos dejamos caer las máscaras, los desastres obligan a las personas a llorar en
público, a mostrar un miedo inocultable, a ofrecer consuelo porque la necesidad es muy
palpable.” (p.18)

Chopra afirma que nada alivia más el sufrimiento que tender la mano a otra persona que
también sufre. A veces podemos mostrarnos tímidos para traspasar las barreras que todos
nos hemos formado en nuestro aislamiento cotidiano, pero cualquier gesto que no
produzca inseguridad será sin duda un paso hacia la sanación.

Chopra, D. (2001) El perdón: Cien reflexiones. Norma: Bogotá

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