Sei sulla pagina 1di 9

El profeta Jonás

Jonás 1:1-3 1El Señor se dirigió a Jonás, hijo de Amitai, y


le dijo: 2«Anda, vete a la gran ciudad de Nínive y anuncia
que voy a destruirla, porque hasta mí ha llegado la noticia
de su maldad.»
3Pero Jonás, en lugar de obedecer, trató de huir del
Señor, y se fue al puerto de Jope, donde encontró un barco
que estaba a punto de salir para Tarsis; entonces compró
pasaje y se embarcó para ir allá.

1. "Confrontando nuestro secreto"


Jonás no era cualquier persona, era un hombre ungido por
Dios. Probablemente ya antes había realizado otras misiones
importantes. La tarea de evangelizar la capital del mundo era
solamente para un héroe en el Espíritu, ese tipo de hombre
que conoce a Dios y está entrenado en los duros campos del
Espíritu. Dios había revisado la lista varias veces. Nadie en
todo el reino estaba cualificado para esta tarea como él. El
problema es que Jonás no quiso ir.
Cuando el profeta preguntó: —¿Y dónde se supone que esté
Nínive? ¿Acaso no lo sabía?
Nínive la insensata
Nínive fue la ciudad más extensa y populosa de la
antigüedad. Según la Biblia, costaba tres días atravesarla, y a
Yahveh le dolía destruirla porque en ella vivían ciento veinte
mil menores de edad. Por su desmesura, los antiguos griegos
la llamaban “la insensata Nínive”. Algunos paleodemógrafos
han supuesto que pudo ser la primera ciudad con varios
millones de habitantes.
1
Era la capital de Asiria, a su vez el reino más poderoso
del mundo en el siglo VIII a. C. El rey de Asiria salía en
primavera de su palacio de Nínive con sus cientos de millares
de asirios armados en alegre expedición, hacía temblar al
mundo, saqueaba cuatro imperios, volvía con un botín
interminable de riquezas y esclavos, y lo añadía como un
barrio a la capital. La gente venía a ver el portento, y se añadía
otro barrio más, así hasta formar, en un siglo, una ciudad de
tres días de recorrido, y poblada de reyes cautivos y esclavos,
riquezas, monumentos, mercaderes y soldados.

En un palacio de la insensata Nínive, el rey Asurbanipal


reunió la primera biblioteca conocida, y se jactaba de leer las
artísticas tabletas de Sumer, que le precedían en milenios.
Bajo su mandato se editó la versión neoasiria del poema de
Gilgamés, que se tradujo enseguida a otras lenguas, y fue el
detonante literario de la Biblia y la épica griega.

Cuando el rey Asurbanipal conquistó Egipto y saqueó


Tebas la de las cien puertas, transportó todas aquellas
chucherías y faraones en una prodigiosa caravana que medía
seis días de largo, y atravesó el mundo, con sus ríos y
desiertos, hasta llegar a Nínive. Y entre tantísima gente
curiosa y cautiva, llegó Jonás a Nínive, que medía tres días de
recorrido, y se adentró a lo largo de uno entero en la ciudad
inmensa.

2
Cuando murió Jonás, los ninivitas le erigieron un monumento
funerario vistoso que se convirtió en otra singularidad con
gran afluencia de visitantes. Y así durante otra generación.
Hasta que la envidiosa Babilonia se alió con los medos para
destruir la insensata Nínive. Y tras laborioso asedio, desviaron
los sitiadores el río, y entraron por el cauce seco. La
destrucción de Nínive duró un mes y no quedó piedra sobre
piedra. En la extensísima ruina solo quedaron dos montículos
en los lugares donde estuvieron el palacio de Asurbanipal y la
tumba de Jonás. En este ambiente…….
El dedo de Dios señaló el camino hacia el este.
Inmediatamente Jonás se levantó y corrió exactamente en
el sentido contrario, escapó hacia el oeste. Compró un
billete de ida y se metió en el primer barco que encontró
para irse tan lejos como pudiera. Su destino era Tarsis…(cuyo
nombre hace referencia a la Tarsis, del reino de Tartessos, es el
nombre de un pequeño pueblo minero de la provincia de Huelva, a 50
km al norte de la capital de provincia. ) el fin del mundo conocido
hasta ese momento. ¿Cómo pudo hacer tal cosa? Sobre todo
si tomamos en cuenta que estaba a las puertas de vivir una
“promoción” sobrenatural de su ministerio. En pocos días,
miles y miles de personas acudirían al Reino de Dios como
consecuencia de su prédica. Todo lo que un siervo de Dios
sueña alcanzar algún día. Todo estaba a la vuelta de la
esquina para Jonás.
¿Por qué hay ocasiones en que el ser humano hace
exactamente lo último que debía hacer? ¿Por qué algunos
ministerios terminan justo a las puertas de la cúspide de su
llamado? ¿Cuál será la razón para que enfrentemos la prueba
3
más determinante cuando más cerca estamos de nuestro
sueño? Esto se debe a que antes de poder ver lugares más
altos en nuestra experiencia espiritual debemos atravesar el
estrecho puente de la confrontación.

2. “Empujones de gracia”
Jonás 1:4
4Pero el Señor hizo que soplara un viento muy fuerte, y se
levantó en alta mar una tempestad tan violenta que parecía
que el barco iba a hacerse pedazos.

Bob Fitts nos relató una divertida anécdota durante un


Congreso de Alabanza. Cuando era profesor de una Escuela
de Adoración, en la Universidad de las Naciones, en Hawai,
organicé un paseo para los estudiantes. El río entretuvo al
grupo durante horas y el día parecía perfecto hasta que algo
sucedió. Un estudiante miró hacia la catarata que estaba
detrás de ellos y gritando invitó al grupo a subir para tirarse
desde arriba. Sus colegas le siguieron de inmediato, todos
except Bob.
“Bob, mira qué increíble”, le decían mientras se lanzaban al
vacío. Nadie interpretó lo que había detrás de la sonrisa
temblorosa del maestro, así que insistieron que se animara a
tirarse. La presión del grupo pudo más que el temor, Bob
aceptó la invitación.
Logró llegar al borde de la corriente sólo para saludar a todos
sus alumnos que desde abajo le hacían señas para que se les
uniera. Fue en ese instante que la fobia forzó a Bob a darse
vuelta para regresar a la seguridad de la orilla. Seguido vino
4
“el empujón”. Sin saber cómo, su pie resbaló en una piedra,
perdió el equilibrio y su cabeza dio en el fondo del río. Cuando
logró vencer el torbellino de burbujas y su alma volvió a la
vida, sus amigos aplaudieron entre risas la hazaña. Bob,
mientras tanto, los saludó levantando la mano con el puño
cerrado como campeón que celebra su victoria.
Los empujones de Dios a veces son circunstancias que
parecen cambiar el rumbo de las cosas y nos hacen perder el
control. Sin embargo, son excusas que Él utiliza para
empujarnos hacia su corazón. Como el bebé que forzado por
una ley que desconoce es sacado del vientre hacia la extraña
luz del mundo exterior, lloramos ignorando también que
aquel es el camino, el único, para llegar a ser un hombre
completo.
Aquellas olas seguían el ritmo del palpitar de Dios. Los vientos
llevaron su voz: “¡Vuelve hijo!”. Mientras, Jonás se alejó
navegando hacia el sol poniente.

3. “En la cárcel de corazón”


Jonás 2:1-6
1 Entonces Jonás oró al Señor su Dios desde dentro del
pez, 2diciendo:
«En mi angustia clamé a ti, Señor,
y tú me respondiste.
Desde las profundidades de la muerte
clamé a ti, y tú me oíste.
3 Me arrojaste a lo más hondo del mar,
y las corrientes me envolvieron.
Las grandes olas que tú mandas
5
pasaban sobre mí.
4 Llegué a sentirme echado de tu presencia;
pensé que no volvería a ver tu santo templo.
5 Las aguas me rodeaban por completo;
me cubría el mar profundo;
las algas se enredaban en mi cabeza.
6 Me hundí hasta el fondo de la tierra; ¡ya me sentía su
eterno prisionero!
Pero tú, Señor, mi Dios,
me salvaste de la muerte.

Si alguien podía sentirse maltratado por la vida y las


circunstancias, ese debió ser Jonás. Si alguien podía llorar el
peso de los problemas era él. Si alguien podía creerse lejos de
Dios, ese era Jonás. ¿Qué hubieras hecho en su lugar?
Una tormenta mediterránea, tanto iniciada y disipada por
Dios (1:4-16).
Un pez enorme, designado por Dios para tragar al profeta
después de que fue arrojado al mar por la tripulación de la
nave (1:17).
La supervivencia de Jonás en el vientre del pez tres días y tres
noches, o su resurrección de entre los muertos después de ser
vomitado en la orilla, dependiendo de cómo se interpreta el
texto (1:17)
El pez vomitando a Jonás sobre la orilla por el mandato de
Dios (2:10).
Una calabaza, designada por Dios para crecer rápidamente
para proporcionar una sombra a Jonás (4:6).
6
Un gusano, designado por Dios para atacar y debilitar la
calabaza sombreada (4:7).

Un viento ardiente, ordenado por Dios para molestar a Jonás


(4:8).
Muchos dejamos de asistir a la iglesia, otros culpamos a Dios
por las extrañas cosas que nos han pasado. Argumentamos:
“¿Cómo puedo seguirte Señor bajo circunstancias tan
duras?”
A menudo los hijos de Dios encontramos en las circunstancias
la razón para no vivir una Amistad profunda con Él. “Mi
trabajo es terrible”, “El ambiente de mi barrio no me lo
permite”, “Si usted viviera en mi casa sabría por qué es tan
difícil tener comunión con Dios”.
Estas y algunas otras son las excusas que ponemos para
intentar evitar el compromiso de amor hacia Dios. Tu jefe
gruñón, tu esposo inconverso o tu hijo rebelde no son el
problema. Tampoco lo son la rutina esclavizante del hogar y
los niños. No es tu familia ni tu cultura. Tales cosas parecieran
ser cárceles, pero el muro que hay entre tu Padre celestial y
tú no lo constituyen los ladrillos del lugar, el tiempo y el
espacio.
¿Te sientes acorralado por alguna situación? ¿Estás
preguntándole al Señor el porqué de las limitaciones? Estás
orando: “¡Señor, sácame de aquí! ¿Dónde estás? ¿Por qué no
cambias las cosas?” Entonces te encuentras en la misma
situación que Jonás y yo debimos atravesar: el puente de la
confrontación.

7
El ser humano necesita la confrontación para descubrir lo
que hay en su corazón. Una vez descubierto su secreto tiene
la opción de endurecerse o quebrarse, si escoge lo segundo
encontrará la liberación del alma.
El profeta se ofrece a Dios nuevamente y en su oración de
consagración afirma: “Pagaré lo que prometí”.
¿Qué promete un profeta? Promete decir lo que Dios le diga,
hacer lo que Él le indique e IR ADÓNDE QUIERA QUE LE
ENVÍEN.
Es allí, en ese lugar de consagración, que el hombre encuentra
a Dios y halla su paz. Cuando el capítulo dos del libro de Jonás
comienza, la historia se repite como si el primer capítulo no
hubiese existido. Con la salvedad de que en esta ocasión Jonás
corre en la dirección correcta… sigue el dedo de Dios.

4. “Una segunda oportunidad”


Jonás 3:10 10Dios vio lo que hacía la gente de Nínive y cómo
dejaba su mala conducta, y decidió no hacerles el daño que
les había anunciado.

Puede ser que te encuentres en medio del tumulto de la


ciudad o en la quietud de la montaña. Su presencia será tu
delicia y durante ese encuentro descubrirás que Su amor te
brindará una nueva oportunidad.
Al igual que Jonás, descubrí que la presencia es mayor que las
circunstancias. También aprendí que el corazón del hombre
es el único muro que oscurece el resplandor de Su presencia.
Pero también pude entender que para la dureza del alma,
8
Dios tiene la medicina y es el quebrantamiento. Cuando
estamos dispuestos a admitir nuestro error, la tibia presencia
del Padre vuelve a revelarse en gracia hacia nosotros.
¿Quieres vivir más intensamente en la presencia de Dios?
Entonces no rehúses ser confrontado con la verdad. ¿Anhelas
subir a una dimensión más alta? Pues debes cruzar el estrecho
puente que lleva al corazón a rendirse. ¿Estás quejándote de
una “cárcel” de la que quieres salir? ¿Por qué no escuchar Su
tierna voz apuntando al secreto de tu corazón?
¿Estás huyendo a Tarsis? ¿Estás llorando porque no percibes
a Dios? ¿No lo has oído? Está gritando en las olas y silbando
en el viento. Su ojo te sigue y su alma te extraña. No te
extrañes si de camino te sorprende Su amor…

Potrebbero piacerti anche