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DEBERES DE UN BUEN SIERVO

Mateo 25:14-20; Lucas 17:7-10

Predicado por primera vez por el Pbro. Diego Teh Reyes, en la congregación “Luz de Vida”
de la col. Bojórquez de Mérida, Yuc; el día domingo 10 de Julio del 2016, a las 18:00 horas.
.
INTRODUCCIÓN: En la actualidad, especialmente en el medio cristiano usamos la
palabra siervo únicamente como una expresión coloquial, cuyo significado muchas
veces es desconocido tanto por quien la usa como por quien es referida. Muchos
cristianos se refieren al pastor como el siervo de Dios. También se ha vuelto popular
en algunos círculos cristianos referirse a los hermanos y a las hermanas, como
siervos y siervas; incluso hay quienes se refieren a los niños como los siervitos y las
siervitas. Algo que no está mal es que a esta palabra se le ha dado un sentido de alta
espiritualidad, pues cuando usted escucha que a alguien le llaman siervo, como que
se trata de una persona altamente espiritual. Hay personas que cuando los tratan con
el título de siervo de Dios, hasta se enorgullecen pecaminosamente por ello. Pero en
la época de Jesús, así como en la época de los apóstoles, un siervo se trataba de un
esclavo, no de un hombre espiritual. Ser siervo era una referencia a una condición
social y laboral en el que una persona se ve obligado a trabajar sometiendo toda su
voluntad a la de su amo.
En la época de Jesús y de los apóstoles en toda palestina y en todo el imperio
romano había siervos o esclavos en muchas casas de gente adinerada, por lo que
Jesús utilizó aquella condición de vida para ilustrar sus enseñanzas acerca del reino
de Dios. Es más Jesús mismo se identificó como siervo cuando dijo que “no vino para
ser servido, sino para servir”(cf. Mateo 20:28; Marcos 10:45). Posteriormente se
predicaba de Jesús como el Dios que “se despojó a sí mismo, tomando forma de
siervo”(Filipenses 2:7). Luego, hasta el apóstol Pablo aun siendo un hombre libre, se
describió a los creyentes romanos como “siervo de Jesucristo”(Romanos 1:1), para dar
a entender que de manera voluntaria sometía su voluntad a Jesucristo mismo.
En la parábola de los talentos que hoy hemos leído, Jesús enseña que un buen
siervo tiene deberes propios de su condición. / ¿Cuáles son los deberes de un buen
siervo? / Basado en esta misma parábola en la cual Jesús ilustra la manera cómo
una persona que pertenece al reino de Dios debe cumplir sus deberes para con Dios,
les compartiré tres deberes de un buen siervo.

El primer deber de un buen siervo es:

I.- RENDIR RESULTADOS AL 100% EN LO QUE SE LE ENCOMIENDA.


La parábola que hemos leído según la lectura en San Mateo 25:14-20 es muy clara
y enfática en su narración al decir Jesús que aquellos siervos de cierto patrón terrenal
que recibieron cinco y dos talentos respectivamente, al rendir cuentas a su amo de lo
que hicieron con tal cantidad de dinero, entregaron otros cinco y dos talentos
respectivamente como ganancia. Los talentos en épocas antiguas tenían pesos
distintos en cada época y países como en Grecia, en el Ático, en Roma, Egipto, y
Babilonia. En tiempos de la parábola de Jesús, un talento era el equivalente a 21.6 kg
de plata o a seis mil dracmas[1]. Un dracma era la ganancia de un día de trabajo, así
que un talento es la ganancia de seis mil días de trabajo, o sea de dieciséis años y
medio de sueldo; o sea que no es poco dinero que recibió el siervo a quien le dejaron
un talento. Cinco talentos era el sueldo como de ochenta años de trabajo, dos
talentos era el sueldo de casi treinta y tres años de trabajo. Los talentos eran mucho
dinero.
Lo relevante aquí es que los siervos que recibieron cinco, y dos talentos
respectivamente, rindieron un resultado del cien por ciento, y eso es lo que Jesús
elogia, y con ello enseña que los siervos de Dios así debemos ser de productivos con
los dones espirituales que se reciben en el reino de los cielos presente ahora aquí en
la tierra. En la actualidad a los creyentes en Jesucristo, Dios no nos da dinero por
kilos, sino dones espirituales para servir en el reino de Dios. Dios espera que los
dones que cada quien ha recibido de él, sean utilizados para rendir resultados no
escasos sino por lo menos al cien por ciento, pues deberían ser hasta más del cien
por ciento, pues en otra enseñanza en la que Jesús habló de llevar fruto, dijo también
que como los discípulos como si fueran racimos de uvas deberíamos llevar no pocos
sino mucho pero mucho fruto (Cf. Juan 15:8).

El segundo deber de un buen siervo es:

II.- SER ALTAMENTE EFECTIVO EN LO QUE HACE.


Lo que observamos en la parábola es que tanto al siervo que entregó cinco talentos
de resultados, como al que entregó dos talentos de resultados, su amo primeramente
les dijo: “Bien, buen siervo” (vv. 21, 23). Esto es un elogio a la alta efectividad que
tuvieron en sus respectivas inversiones. No fueron mediocres. En cambio el que
recibió un talento, dinero de dieciséis años de trabajo, y que solamente devolvió lo
que recibió sin ninguna ganancia, según Jesús, el amo en la parábola le llama: “Siervo
malo y negligente” (v. 26), y finalmente fue llamado “siervo inútil” (v. 30). La
inefectividad de una persona radica esencialmente en su negligencia, pues
simplemente no hace lo que debería hacer, y entonces su resultado siempre será 0
(cero). Pero un siervo de Dios no debe caracterizarse por ser malo y negligente en
sus deberes. Dios espera que un siervo de Dios, sea buen siervo, lo cual significa
que debe ser altamente efectivo en lo que hace, para que sea considerado como
un “buen siervo”, pues de lo contrario uno sería considerado como un “siervo malo y
negligente” e “inútil”.
Amados hermanos, nuestro llamamiento de servir a nuestro Señor para la
proclamación y extendimiento de su evangelio no debe ser hecho con un ánimo a
medias, sino con toda la pasión que el mismo Espíritu de Dios pone en nuestros
corazones. Debemos ser efectivos en cada encomienda que recibimos de Dios. Dios
quiere mirar a sus llamados que se conduzcan como siervos buenos, no quiere
descubrir cosas malas, negligencias, e inutilidad en ningún cristiano, en ninguno de
sus llamados, y en ninguna iglesia. Jesucristo mismo a una de las iglesias del Asia
menor, a la iglesia de Laodicea, le tuvo que decir por medio del apóstol
Juan: “Yo conozco tus obras, que ni eres frío ni caliente. ¡Ojalá fueses frío o
caliente!”(Apocalipsis 3:15). No se puede servir a Dios a medias, o con mediocridad,
o con tibieza, pues eso no produce resultados favorables ni para la obra de Dios, y ni
siquiera para el propio bien del supuesto siervo. Es necesario hacer las cosas con
dedicación, compromiso, etc… para ser eficaces para el reino de Dios.
.

El tercer deber de un buen siervo es:

III.- SER TOTALMENTE FIEL AL SEÑOR QUE SIRVE.


En la felicitación que el amo da a sus dos siervos buenos, además de
decirles “Bien, buen siervo”, también les dice: “y fiel” (vv. 21, 23). Cada uno de ellos
fue fiel a su amo, porque cada quien se dedicó a trabajar no para sí mismo sino para
su amo. En cambio el que recibió un talento, solamente fue y lo enterró, para que se
pueda dedicar a otras cosas de su interés personal. Este hombre no fue fiel como los
dos primeros. Es posible que este siervo malo, negligente, e inútil, fue calificado así
porque en vez de servir a su amo, se pudo haber ido a servir a otro amo,
aprovechando que el primero estaba ausente. Eso no se vale, menos cuando uno es
siervo o esclavo. Por eso, el objetivo de Jesús al narrar esta parábola a sus oyentes
fue para hacerles conscientes de que para servir a Dios, hay que servirle
verdaderamente a Él con fidelidad, no a otro, ni a Él y a otro al mismo tiempo, y ni a
uno mismo.
En las Sagradas Escrituras siempre que alguien o un grupo de personas
demuestran indecisión entre servir a Dios o a otros intereses, hay una invitación a
decidir por Dios. Josué, el segundo guía de los israelitas, al ver que el pueblo que
guiaba estaba siendo infiel en servir a Dios, sirviendo al mismo tiempo a otros dioses
ajenos, les tuvo qué decir: “Escogeos hoy a quien sirváis” (Josué 24:15). Dios espera
fidelidad en ser servido; no se agrada de personas que quieren servirle un rato a él y
otro rato a otro dios, objetivo, o interés. Jesús, en su tiempo enseñó que: “Ninguno
puede servir a dos señores; porque o aborrecerá al uno y amará al otro, o estimará al
uno y menospreciará al otro. No podéis servir a Dios y a las riquezas” (Mateo 6:24).
Amados hermanos, si alguien se considera siervo de Dios o de Jesucristo, se
requiere que su servicio sea totalmente fiel a Dios. San Pablo en su testimonio a
Timoteo, le dice que se siente agradecido con Jesucristo porque “me tuvo por fiel,
poniéndome en el ministerio” (1 Timoteo 1:12). Dios llama a una persona que ha sido
perversa, entregada a servir al pecado, para que sea fiel en el ministerio de servir a
Cristo.
.

CONCLUSIÓN: Mis amados hermanos, la realidad es que cada uno de nosotros, no


solamente quien les sirve como pastor, somos siervos como del antiguo imperio
romano, pero que sometemos nuestra voluntad no a hombre alguno sino a Jesucristo
nuestro Salvador y Señor. Por tal motivo tenemos que procurar que nuestro servicio
no sea escaso, ni improductivo, sino rendidor lo máximo posible, y si es posible que
rebase el cien por ciento de rendimiento. De la misma manera tenemos que procurar
que nuestro servicio no sea mediocre, no mal hecho, sino procurando que sea
excelente, pues Dios no se agrada de lo que se hace sin excelencia, pero al contrario
recompensa a los buenos siervos. Y finalmente, tenemos que procurar ser fieles al
Dios que por su gracia nos ha salvado de la condenación eterna. No debemos
cambiarlo por nada del mundo, del infierno, ni del cielo mismo. Tenemos que serle
fieles a Él. Vale la pena serle fiel.
Leí una historia de finales del siglo XXI, que decía que después de la guerra de
Crimea, se celebró un importante acto en Londres en honor de los héroes heridos en
la batalla. La reina de aquel entonces, la reina Victoria se encontraba presente para
entregar las medallas. Algunos soldados aparecían con las mangas vacías, otros con
muletas y otros con las frentes vendadas. Cada uno recibió la misma sonrisa dulce y
la misma alta recompensa. Al final, un soldado terriblemente lisiado le fue presentado
a la reina. Le faltaban los brazos y las piernas. Había sacrificado más que los
demás. La reina, con lágrimas en los ojos, se adelantó y colocó la medalla en el
uniforme. Luego, inclinándose, le besó en la frente y le dijo con gran emoción: “Bien
hecho, buen siervo y fiel”. Amados hermanos, si los amos terrenales como el de la
parábola de Jesús, y si las autoridades de este mundo como la reina Victoria,
recompensan a sus siervos por su desempeño, servicio, y fidelidad, ¡cuánto más no lo
hará Dios por aquellos que se sometan a servirle a Él como siervos!
Seamos siervos que rinden resultados a Dios al 100%. Procuremos ser siervos
altamente efectivos. Y seamos fieles al Dios que nos ha salvado de la condenación
eterna, a quien hemos aceptado como nuestro Señor.

La crítica, entre los creyentes


Versículos Más Relevantes
Santiago 5:9

Versículos Conceptos
Hermanos, no os quejéis unos contra otros, para que no seáis juzgados; mirad, el Juez está a
las puertas.
Mateo 7:1-5

No juzguéis para que no seáis juzgados. Porque con el juicio con que juzguéis, seréis
juzgados; y con la medida con que midáis, se os medirá. ¿Y por qué miras la mota que está
en el ojo de tu hermano, y no te das cuenta de la viga que está en tu propio ojo?Leer más.
Lucas 6:37-42

No juzguéis, y no seréis juzgados; no condenéis, y no seréis condenados; perdonad, y seréis


perdonados. Dad, y os será dado; medida buena, apretada, remecida y rebosante, vaciarán
en vuestro regazo. Porque con la medida con que midáis, se os volverá a medir. Les dijo
también una parábola: ¿Acaso puede un ciego guiar a otro ciego? ¿No caerán ambos en un
hoyo?Leer más.
Romanos 14:1-4

Aceptad al que es débil en la fe, {pero} no para juzgar {sus} opiniones. Uno tiene fe en que
puede comer de todo, pero el que es débil {sólo} come legumbres. El que come no
menosprecie al que no come, y el que no come no juzgue al que come, porque Dios lo ha
aceptado.Leer más.
1 Corintios 10:10

Versículos Conceptos

Ni murmuréis, como algunos de ellos murmuraron, y fueron destruidos por el destructor.


Gálatas 5:15

Versículos Conceptos

Pero si os mordéis y os devoráis unos a otros, tened cuidado, no sea que os consumáis unos
a otros.
Filipenses 2:14-16

Haced todas las cosas sin murmuraciones ni discusiones, para que seáis irreprensibles y
sencillos, hijos de Dios sin tacha en medio de una generación torcida y perversa, en medio
de la cual resplandecéis como luminares en el mundo, sosteniendo firmemente la palabra de
vida, a fin de que yo tenga motivo para gloriarme en el día de Cristo, ya que no habré
corrido en vano ni habré trabajado en vano.
Santiago 4:11-12

Hermanos, no habléis mal los unos de los otros. El que habla mal de un hermano o juzga a
su hermano, habla mal de la ley y juzga a la ley; pero si tú juzgas a la ley, no eres
cumplidor de la ley, sino juez {de ella.} {Sólo} hay un dador de la ley y juez, que es
poderoso para salvar y para destruir; pero tú, ¿quién eres que juzgas a tu prójimo?
1 Corintios 4:2-5

Ahora bien, además se requiere de los administradores que {cada} uno sea hallado fiel. En
cuanto a mí, es de poca importancia que yo sea juzgado por vosotros, o por {cualquier}
tribunal humano; de hecho, ni aun yo me juzgo a mí mismo. Porque no estoy consciente de
nada en contra mía; mas no por eso estoy sin culpa, pues el que me juzga es el Señor.Leer
más.
Colosenses 2:16-18

Por tanto, que nadie se constituya en vuestro juez con respecto a comida o bebida, o en
cuanto a día de fiesta, o luna nueva, o día de reposo; cosas que {sólo} son sombra de lo que
ha de venir, pero el cuerpo pertenece a Cristo. Nadie os defraude de vuestro premio
deleitándose en la humillación de sí mismo y en la adoración de los ángeles, basándose en
las {visiones} que ha visto, hinchado sin causa por su mente carnal,
Mateo 18:15

Versículos Conceptos

Y si tu hermano peca, ve y repréndelo a solas; si te escucha, has ganado a tu hermano.


Proverbios 15:1

Versículos Conceptos

La suave respuesta aparta el furor, mas la palabra hiriente hace subir la ira.
Daniel 6:4

Versículos Conceptos

Entonces los funcionarios y sátrapas buscaron un motivo para acusar a Daniel con respecto
a los asuntos del reino; pero no pudieron encontrar ningún motivo de acusación ni
{evidencia alguna de} corrupción, por cuanto él era fiel, y ninguna negligencia ni
corrupción {podía} hallarse en él.
2 Corintios 8:20-21

teniendo cuidado de que nadie nos desacredite en esta generosa ofrenda administrada por
nosotros; pues nos preocupamos por lo que es honrado, no sólo ante los ojos del Señor, sino
también ante los ojos de los hombres.
Tito 2:7-8
muéstrate en todo como ejemplo de buenas obras, {con} pureza de doctrina, {con}
dignidad, {con} palabra sana {e} irreprochable, a fin de que el adversario se avergüence al
no tener nada malo que decir de nosotros.
Salmos 141:5

Versículos Conceptos

Que el justo me hiera con bondad y me reprenda; es aceite {sobre} la cabeza; no lo rechace
mi cabeza, pues todavía mi oración es contra las obras impías.
Proverbios 10:17

Versículos Conceptos

{Por} senda de vida {va} el que guarda la instrucción, mas el que abandona la reprensión
se extravía.
Proverbios 15:5

Versículos Conceptos

El necio rechaza la disciplina de su padre, mas el que acepta la reprensión es prudente.


Proverbios 27:6

Versículos Conceptos

Fieles son las heridas del amigo, pero engañosos los besos del enemigo.
Proverbios 28:23

Versículos Conceptos

El que reprende al hombre hallará después {más} favor que el que {lo} lisonjea con la
lengua.
Deuteronomio 1:26-27

Sin embargo, no quisisteis subir, y os rebelasteis contra el mandato del SEÑOR vuestro
Dios. Y murmurasteis en vuestras tiendas, diciendo: ``Porque el SEÑOR nos aborrece, nos
ha sacado de la tierra de Egipto para entregarnos en manos de los amorreos y destruirnos.
Jeremías 20:7-9

Me persuadiste, oh SEÑOR, y quedé persuadido; fuiste más fuerte que yo y prevaleciste.


He sido el hazmerreír cada día; todos se burlan de mí. Porque cada vez que hablo, grito;
proclamo: ¡Violencia, destrucción! Pues la palabra del SEÑOR ha venido a ser para mí
oprobio y escarnio cada día. Pero si digo: No le recordaré ni hablaré más en su nombre,
esto se convierte dentro de mí como fuego ardiente encerrado en mis huesos; hago
esfuerzos por contener{lo}, y no puedo.
Jonás 4:1-4

Pero {esto} desagradó a Jonás en gran manera, y se enojó. Y oró al SEÑOR, y dijo: ¡Ah
SEÑOR! ¿No era esto lo que yo decía cuando aún estaba en mi tierra? Por eso me anticipé
a huir a Tarsis, porque sabía yo que tú eres un Dios clemente y compasivo lento para la ira
y rico en misericordia, y que te arrepientes del mal {con que amenazas}. Y ahora, oh
SEÑOR, te ruego que me quites la vida, porque mejor me es la muerte que la vida.Leer
más.
Habacuc 1:1-4

Profecía que tuvo en visión el profeta Habacuc. ¿Hasta cuándo, oh SEÑOR, pediré ayuda, y
no escucharás, clamaré a ti: ¡Violencia! y no salvarás? ¿Por qué me haces ver la iniquidad,
y {me} haces mirar la opresión? La destrucción y la violencia están delante de mí, hay
rencilla y surge discordia.Leer más.
Malaquías 3:13-15

Vuestras palabras han sido duras contra mí --dice el SEÑOR--. Pero decís: `` ¿Qué hemos
hablado contra ti?" Habéis dicho: ``En vano es servir a Dios. ¿Qué provecho hay en que
guardemos sus ordenanzas y en que andemos de duelo delante del SEÑOR de los ejércitos?
``Por eso ahora llamamos bienaventurados a los soberbios. No sólo prosperan los que hacen
el mal, sino que también ponen a prueba a Dios y escapan {impunes.}"
Romanos 9:19-21

Me dirás entonces: ¿Por qué, pues, todavía reprocha {Dios}? Porque ¿quién resiste a su
voluntad? Al contrario, ¿quién eres tú, oh hombre, que le contestas a Dios? ¿Dirá acaso el
objeto modelado al que lo modela: Por qué me hiciste así? ¿O no tiene el alfarero derecho
sobre el barro de hacer de la misma masa un vaso para uso honorable y otro para uso
ordinario?
Isaías 29:16

Versículos Conceptos

¿Qué equivocación la vuestra! ¿Es acaso el alfarero como el barro, para que lo que está
hecho diga a su hacedor: El no me hizo; o lo que está formado diga al que lo formó: El no
tiene entendimiento?
Isaías 45:9

Versículos Conceptos
¿Ay del que contiende con su Hacedor, el tiesto entre los tiestos de tierra! ¿Dirá el barro al
alfarero: ``Qué haces"? ¿O tu obra {dirá:} ``El no tiene manos"?
Isaías 40:27

Versículos Conceptos

¿Por qué dices, Jacob, y afirmas, Israel: Escondido está mi camino del SEÑOR, y mi
derecho pasa {inadvertido} a mi Dios?
Salmos 10:1

Versículos Conceptos

¿Por qué, oh SEÑOR, te mantienes alejado, y te escondes en tiempos de tribulación?


Salmos 13:1-2

Para el director del coro. Salmo de David. ¿Hasta cuándo, oh SEÑOR? ¿Me olvidarás para
siempre? ¿Hasta cuándo esconderás de mí tu rostro? ¿Hasta cuándo he de tomar consejo en
mi alma, {teniendo} pesar en mi corazón todo el día? ¿Hasta cuándo mi enemigo se
enaltecerá sobre mí?
Salmos 22:1-2

Para el director del coro; sobre ajelet-hasahar. Salmo de David.Dios mío, Dios mío, ¿por
qué me has abandonado? ¿{Por qué estás tan} lejos de mi salvación {y} de las palabras de
mi clamor? Dios mío, de día clamo y no respondes; y de noche, pero no hay para mí
reposo.
Salmos 42:9-10

A Dios, mi roca, diré: ¿Por qué me has olvidado? ¿Por qué ando sombrío por la opresión
del enemigo? Como quien quebranta mis huesos, mis adversarios me afrentan, mientras me
dicen todo el día: ¿Dónde está tu Dios?
Salmos 44:23-24

¿Despierta! ¿Por qué duermes, Señor? ¿Levántate! No {nos} rechaces para siempre. ¿Por
qué escondes tu rostro {y} te olvidas de nuestra aflicción y de nuestra opresión?
Salmos 74:10-11

¿Hasta cuándo, oh Dios, blasfemará el adversario? ¿Despreciará el enemigo tu nombre para


siempre? ¿Por qué retiras tu mano, tu diestra? ¿{Sácala} de dentro de tu seno,
destrúye{los}!
Salmos 80:4-6
Oh SEÑOR, Dios de los ejércitos, ¿hasta cuándo estarás airado contra la oración de tu
pueblo? Les has dado a comer pan de lágrimas, y les has hecho beber lágrimas en gran
abundancia. Nos haces objeto de contienda para nuestros vecinos, y nuestros enemigos se
ríen entre sí.
Salmos 108:11-12

¿No eres tú, oh Dios, el que nos ha rechazado? ¿No saldrás, oh Dios, con nuestros
ejércitos? Danos ayuda contra el adversario, pues vano es el auxilio del hombre.
LECTURA BÍBLICA: Santiago 1:1
INTRODUCCIÓN:

.Santiago comienza su carta y se identifica con el título poco llamativo, el no se llama


pastor, evangelista o apóstol. El se llama a sí mismo “siervo de Dios y del Señor
Jesucristo”. Es interesante que aunque Santiago era un líder de renombre, el no
encuentra su gozo en un título o posición, sino en el hecho de que él es un siervo de
Dios y de Cristo.
Santiago es un buen ejemplo de humildad para aquellos que hoy se enorgullecen
de ser llamados con títulos y ser reconocidos como grandes hombres. Bien
haríamos todos nosotros el ser como Santiago, dándole más importancia a
nuestra relación con Dios que a los títulos y posiciones que podamos tener.

A continuación tratemos de conocer lo que es un siervo de Dios:

1. La palabra siervo es doulos en griego, y quiere decir un ESCLAVO


poseído totalmente por el amo.
En otras palabras un siervo es uno que le pertenece a su amo.
Así cuando nosotros decimos que somos siervos de Dios, estamos diciendo
que él es nuestro dueño, que le pertenecemos totalmente.

2. Ser un siervo de Dios implica una OBEDIENCIA ABSOLUTA.


El esclavo no tiene más ley que la palabra de su amo; no tiene derechos
propios; es propiedad absoluta de su amo, y está obligado a rendirle a su
amo una obediencia incondicional.

3. Ser un siervo de Dios implica una HUMILDAD ABSOLUTA.


Es la condición de un hombre que no piensa en sus privilegios sino en sus
deberes, no en sus derechos sino en sus obligaciones. Es la palabra que
describe a un hombre que se ha entregado a sí mismo para el servicio de
Dios.

4. Ser un siervo de Dios implica una LEALTAD ABSOLUTA.


Es la posición de un hombre que no tiene intereses propios, porque todo lo
que hace lo hace para Dios. Su provecho y sus preferencias personales no
son lo más importante: Le debe su lealtad a Dios.
5. Ser un siervo de Dios es un TITULO DE HONOR.
Muchos hombres que agradaron a Dios fueron llamados siervos de Dios:

 Moisés fue un siervo de Dios (Salmo 105:26, Deuteronomio 34:5)


 Josué fue un siervo de Dios (Josué 24:29)
 David fue un siervo de Dios (Salmo 78:70)
 Pablo fue un siervo de Dios (Romanos 1:1

CONCLUSION: Amigo invitado: Recibe a Jesús como tu Señor y Salvador para que
seas un siervo de Dios. Hermano: Considera que gran privilegio el que tenemos
cuando somos siervos de Dios. Ore al Señor haciendo un compromiso para ser un
siervo humilde, obediente y fiel. Amén.

Satanás conoce la enorme importancia del ministerio pastoral para la


salud espiritual de los miembros de la iglesia, y por eso hará todo lo
posible por anular nuestra labor, hacerla ineficaz en sus mentes y
corazones. Pero él no puede hacer eso sin nuestro consentimiento.

De ahí la directriz que el autor de la carta a los Hebreos dirige a los miembros de esta iglesia
por inspiración divina:

“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como
quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os
es provechoso” (He. 13:17).

¿Cuál es la responsabilidad de los miembros de la iglesia hacia sus pastores? Según este texto,
básicamente dos:

Los miembros de la iglesia deben reconocer la autoridad de sus


pastores:

Ya vimos en la entrada anterior que ellos tienen una autoridad delegada por Cristo. Pero ahora
debemos reconocer esa autoridad y actuar en consecuencia. Eso no es algo opcional; el autor
de esta carta, inspirado por el Espíritu Santo, escribió un doble mandato aquí: “Obedeced a
vuestros pastores, y sujetaos a ellos”.

El problema es que en todos nosotros hay una resistencia para someternos a la autoridad, por
causa del pecado que todavía mora en nosotros. La esencia del pecado no es otra cosa que
rebeldía, una resistencia a someternos a la voluntad de otro, incluyendo la voluntad de Dios
mismo (esa fue la tentación del diablo a nuestros primeros padres: “seréis como Dios”).

Por otro lado, también está el problema de que los líderes a los cuales debemos someternos
no son perfectos. Dios hubiera podido enviar ángeles para que pastorearan la iglesia, pero
quiso enviar hombres, hombres con debilidades que tienen que luchar con sus propios
pecados; hombres que cometen errores, que se cansan.

Y a todo esto debemos añadir el individualismo de nuestra época. Cada vez se percibe menos
en nuestra sociedad ese sentido de que somos parte de un conglomerado, de que nos
debemos a otros; y eso también afecta la iglesia, y hace que muchos que profesan ser
cristianos levanten paredes infranqueables a su alrededor para que nadie se meta en sus vidas.

“Es mi libertad cristiana; es mi relación con el Señor; es mi ministerio”. Ese es el espíritu de la


generación en que nos ha tocado vivir. Pero el mandato de He. 13:17 sigue tan vigente hoy
como hace 2,000 años: “Obedeced a vuestros pastores y sujetaos a ellos”.

Hay dos deberes en el texto íntimamente relacionados entre sí. La palabra “obedecer” significa
lit. “dejarse convencer con argumentos”, “ser persuadidos”, en este caso de la enseñanza fiel de
la Palabra de Dios.

Y eso es algo que los mismos pastores deben distinguir con claridad. Muchas veces tenemos
que dar consejos en asuntos que son neutrales, donde hay varios cursos de acción que son
legítimos. En tal caso el hermano o la hermana es libre de seguir o no el consejo pastoral. Pero
cuando se trata de un claro mandato de la Palabra de Dios, la obediencia no es opcional.

Pero no sólo se trata de obedecer, sino también de sujetarse a ellos; en otras palabras,
reconocer la autoridad que ellos poseen en lo tocante al gobierno de la iglesia, aún en
situaciones en las que no estamos de acuerdo (siempre y cuando estemos hablando de cosas
neutrales que no viole nuestras conciencias).

Lo que se requiere de los miembros no es una obediencia mecánica, sino el tipo de trato que
damos a una persona a la que queremos honrar (comp. 1Ts. 5:12-13):
“Pero os rogamos hermanos, que reconozcáis a los que con diligencia trabajan entre vosotros,
y os dirigen en el Señor y os instruyen, y que los tengáis en muy alta estima con amor, por
causa de su trabajo. Vivid en paz los unos con los otros” (comp. 1Tim. 5:17).

Y eso nos lleva al segundo aspecto de este pasaje. No solo debemos reconocer la autoridad
que el Señor les ha conferido…

Los miembros de la iglesia deben hacer todo lo que esté a su alcance para que ellos
hagan su labor con gozo:

“A la luz del trabajo que realizan y la responsabilidad que tienen delante de Dios, en la medida
de lo posible alívienle la carga en vez de aumentarla, pues para Uds. no será provechoso que
vuestros pastores tengan que trabajar luchando todo el tiempo con la amargura y el espíritu de
queja”.
Un comentarista dice al respecto: “Cuando los miembros se niegan a obedecer y no le tienen
respeto a sus dirigentes, la obra de la iglesia se vuelve una carga. Los miembros deben darse
cuenta de que ni ellos ni los dirigentes son dueños de la iglesia. La iglesia pertenece a
Jesucristo, ante quien los lectores son responsables. Si ellos hacen que la vida y obra de los
dirigentes sea difícil, ellos mismos serán los perdedores”.

Y ¿cuáles son las cosas que traen gozo al corazón de un pastor? Un autor cristiano enumera las
siguientes:

1. El hecho de que todos los miembros den evidencia de que realmente han venido a Cristo en
arrepentimiento y fe (comp. Mt. 7:21-23; 1Ts. 2:19-20).
2. Verlos andar en obediencia (comp. 3Jn. 3-4; 1Ts. 3:6-9).
3. Ver a los hermanos cultivando y preservando la paz en la iglesia (comp. Fil. 2:1-2).
4. Saber que están luchando con él en oración (comp. Rom. 15:30).
5. Manifestándoles amor y aprecio por su labor (2Cor. 7:5-7; He. 13:24).
6. Dándoles el beneficio de la duda en las decisiones que toman (1Cor. 13:7 – eso no quiere
decir que no podemos estar en desacuerdo con las decisiones de los pastores o que no
debemos expresarles nuestros desacuerdos, pero debemos estar siempre dispuestos a poner la
mejor construcción).
7. Poner sus dones en operación para beneficio de todo el cuerpo (Ef. 4:11-12).

En conclusión, la iglesia es un solo cuerpo donde los pastores y los miembros trabajan en
equipo, beneficiándose mutuamente para la gloria de Dios y la expansión de Su reino.

Algunos están en el equipo como líderes, otros están como seguidores, pero tanto los unos
como los otros le sirven al mismo Señor y persiguen la misma meta.

© Por Sugel Michelén. Todo pensamiento cautivo. Usted puede reproducir y distribuir este
material, siempre que sea sin fines de lucro, sin alterar su contenido y reconociendo su autor y
procedencia.

Estoy consciente de que este no es un tema muy popular en la época en


que nos ha tocado vivir. El concepto de “autoridad” suele ser asociado
con ideas que nos provocan reacciones negativas: “tiranía”, “legalismo”,
“autoritarismo”.

De manera que cuando la palabra “autoridad” se conecta con el ministerio pastoral, la imagen
que se transmite es la de un hombre, o un grupo de hombres, enseñoreándose sobre la
conciencia de los demás y usando su posición para aplastar a todo el que no piense como
ellos.

Lamentablemente no pocos ministerios contribuyen a esa idea distorsionada del ministerio


pastoral.

Pero esa no es la imagen que la Biblia nos presenta de los pastores. Ellos
tienen autoridad, pero es una autoridad delegada que debe ser ejercida
bajo la autoridad de Cristo y para el beneficio espiritual de las ovejas que
Él compró con Su sangre.

Ellos no fueron llamados a implantar sus opiniones personales en las vidas de otros, sino más
bien a traspasar a la iglesia la voluntad de Cristo, y velar con autoridad que esa Palabra sea
obedecida.

Por eso el autor de la carta a los Hebreos se refiere a ellos en el capítulo 13:7, 17 y 24 usando la
palabra griega hegueomai, de dónde proviene nuestra palabra “hegemonía” (“supremacía de
cualquier tipo”). Esta es la palabra que se usa en Hch. 7:10 para referirse a José como
gobernador en Egipto.

Los pastores gobiernan la iglesia en el nombre de Cristo y bajo la autoridad de Cristo. El


comentarista John Brown dice al respecto: “En toda sociedad ordenada debe haber
gobernadores; y nuestro Señor Jesucristo, que no es autor de confusión sino de paz… entre los
dones que ha impartido en [Sus] iglesias, ha incluido el de ‘gobernantes’ o dirigentes”.

Estos hombres no ejercen sobre la iglesia una autoridad legislativa. Ellos no tienen autoridad
para instituir nuevas leyes o nuevas ordenanzas. “Su autoridad – sigue diciendo Brown – está
completamente subordinada a la autoridad de Cristo. Sin embargo, dentro de los límites que Él
ha prescrito, ellos son gobernadores”. Comp. 1Tim. 5:17; 1Ts. 5:12-13.

De modo que los pastores tienen autoridad sobre la iglesia. Pero esa autoridad no es un fin en
sí misma, sino más bien un medio para llevar a cabo eficazmente la labor que se les ha
confiado. Y ¿cuál es esa labor?

En este capítulo el autor de la carta a los Hebreos lo resume diciendo que ellos cuidan nuestras
almas suministrando y ejemplificando la Palabra de Dios (vers. 7). Estos gobernadores son
maestros; su gobierno es ejercido primariamente, aunque no únicamente, a través de la
enseñanza de la Palabra de Dios.

Su deber primario es hacer entender a las ovejas de Cristo cuál es la voluntad de su Señor y
Salvador y persuadirles a la obediencia. Este es un aspecto tan importante de su ministerio que
los pastores no deben permitir que ninguna otra cosa los aparte o interfiera con el
cumplimiento fiel de esta responsabilidad (comp. Hch. 6:2, 4; 1Tim. 3:2; 4:6, 11, 13-16; 2Tim.
2:15; 4:1-5; Tito 1:9).

Los pastores han sido llamados a cuidar de las ovejas de Cristo alimentándolas fielmente con la
Palabra de Dios, advirtiéndoles de los peligros que pueden poner en riesgo su vida espiritual,
trayendo el consejo o la amonestación a tiempo. “Ellos velan por vuestras almas”, dice en el
vers. 17. Se mantienen alertas para proteger al rebaño, con los ojos bien abiertos.

En Ez. 3:17 encontramos una ilustración de lo que eso significa: “Hijo de hombre, yo te he
puesto por atalaya de la casa de Israel; oirás, pues, tú la palabra de mi boca, y los amonestarás
de mi parte”.
Esa es nuestra labor. No todo el mundo recibe este ministerio con alegría, pero es parte del
tierno cuidado de Dios para con nosotros. Los atalayas no estaban allí para molestar a la gente
con sus llamadas de atención, sino para su cuidado y protección.

Esa misma idea la encontramos en el NT, en Hch. 20:28: “Mirad por vosotros, y por todo el
rebaño en que el Espíritu Santo os ha puesto por obispos, para apacentar la iglesia del Señor, la
cual El ganó por su propia sangre”.

¡Qué tremenda responsabilidad! Pero al mismo tiempo, ¡qué gran muestra del amor y cuidado
de Dios para con los Suyos! Ese es uno de los instrumentos que Dios usa para nuestra
preservación (comp. He. 3:12-13).

Pero los pastores no solo tienen el deber de velar por el rebaño suministrando la Palabra, sino
también ejemplificándola: “Acordaos de vuestros pastores, que os hablaron la palabra de Dios;
considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad su fe (vers 7).

Los pastores que se mencionan este versículo ya habían partido con el Señor. Eran hombres
que habían vivido fielmente y habían muerto fielmente. Y ahora el autor de la carta los exhorta
a imitarlos.

Eso no quiere decir que esos pastores eran perfectos (como dice Pablo en 1Cor. 4:7, los
ministros del evangelio tenemos un tesoro en vasos de barro, y ese barro sale por algún lado).
Pero fueron hombres de integridad que manifestaron en sus vidas un genuino deseo de hacer
la voluntad de Dios aún en medio de muchas dificultades y aflicciones.

“No olviden el ejemplo de esos hombres ni las enseñanzas que impartieron, tráiganlos a
vuestra memoria una y otra vez”, es la idea. Alguien lo traduce: “Observad como ellos
concluyeron una vida bien vivida”.

Pero no simplemente para tener anécdotas interesantes que contar sobre ellos, sino para imitar
su fe: “considerad cuál haya sido el resultado de su conducta, e imitad se fe”. Ellos predicaron
fielmente la Palabra y ejemplificaron en sus vidas el mensaje que proclamaron.

“Ahora imítenles”, dice el autor de esta carta. “En medio de las situaciones difíciles que ahora
les está tocando vivir, recuerden el precio que esos hombres del pasado estuvieron dispuestos
a pagar e imiten su fe”.

Pero no era suficiente que ellos recordaran a sus antiguos pastores y los tuvieran en alta
estima. También era necesario que se sometieran a la autoridad de los que aún estaban vivos:
“Obedeced a vuestros pastores, y sujetaos a ellos; porque ellos velan por vuestras almas, como
quienes han de dar cuenta; para que lo hagan con alegría, y no quejándose, porque esto no os
es provechoso” (vers. 17).

Es muy fácil exaltar, y hasta mitificar, a los siervos de Dios del pasado. “Si yo hubiese vivido en
la época de Jonathan Edwards, o de Spurgeon, con gusto me hubiera sometido a su liderazgo”.
Pero ¿qué de los pastores que tienes ahora, los hombres de carne y hueso que el Señor te ha
provisto? ¿Cómo te relacionas con ellos? Escucha lo que dice Pablo en otro lugar:

“Os rogamos, hermanos, que reconozcáis a los que trabajan entre vosotros, y os presiden en el
Señor, y os amonestan; y que los tengáis en mucha estima y amor por causa de su obra. Tened
paz entre vosotros” (1Ts. 5:12-13).

¿Es esa la actitud que manifiestas hacia tus pastores? ¿Los tienes en alta estima por la labor que
ellos realizan a favor de tu vida espiritual?

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