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El temor

Le temo al día de la ausencia prolongada.


Pienso en el método,
olvidándome del mientras tanto.
Quizás deje que estas semillas
germinen dentro mío;
que me cubran
con su esperanza de oportunidad.

Si vos me hubieses dicho


que dejaste de creer en mí,
quizá,
nunca lo hubiese intentado.
Ahora, heme aquí,
fusionando este espacio
en soledad.
Cuerpo inerte,
que repta
a través de las palabras
y los espacios mudos.
Voluntad doblegada
que aún sigue tirando hacia arriba.
Pensamiento que es traición y debilidad,
al mismo tiempo.
Pero es que le temo a la vida.
Si duele… ¡Oh, bueno!
Un dolor más para sumar a la lista.
Y si,
de entre toda esta maraña inexplicable de confusiones,
resulto ser feliz…
¿Qué haré?
¿Cómo me comportaré?
¿Sabré ser otra cosa distinta que animal doméstico puesto en libertad?
De repente,
las sombras
y la amabilidad,
y yo no sé actuar correctamente
ante la idea de que las cosas
me salgan bien.
Si duele…
¡Oh, bueno!
La insuficiencia

La insuficiencia
es un escudo peligroso.
Por una parte,
te incita a seguir adelante;
por la otra,
te mantiene pegado a la infelicidad;
seguirás buscando
lo que nunca tendrás.

Cuando soy feliz


me pregunto qué pasará
cuando sea infeliz.
Cuando alcanzo un logro
no lo disfruto,
sólo espero pasar al siguiente.
Cuando aprendo algo,
pienso en las muchas cosas
que me quedan por aprender.
Y cuando miro hacia el subconsciente,
me siento terriblemente vacía,
por todo aquello que,
quizás,
nunca conoceré
de mí.
¿Por qué,
si me pertenece,
no puedo tenerlo?
Aquello forja
mi identidad;
me conmueve
pero lo detesto.

Y,
me voy degradando
ante cada misterio
que va tejiendo
mis caminos.
¿Cómo saber
hacia dónde avanzar,
si yo misma no conozco
mi siguiente paso?
Fuera de mi control

Odié decirte que me gustabas


porque me hiciste ver débil
y yo estaba intentando ser fuerte.
Pero lo supe desde que te conocí
y me miraste con esos ojos...
tenías esa mirada.
No sé por qué escribo sobre vos.
Lo único que me sucede es que
cuando te pienso
no sos Mariquita,
sos tan sólo otra decepción más en mi vida.
No tenés rostro,
no tenés nombre.
Sos N/N.
Ni siquiera sos tristeza o enojo.
Estás por debajo de los sentimientos.
Y en mi pensamiento,
sólo sos un punto de olvido
y rechazo.
Espero no haberte servido
para inflar tu ego.
Porque acaso yo no seré persona
ni sentido.
Soy la razón que habla
cuando las voces callan.
Por mucho que desee que esas voces estén sólo en mi cabeza,
son reales.
Y el escenario se transforma
en un triste telón de fondo.
Yo era la actriz principal
y salí huyendo.

Sé que te dije que


eras un ser de luz
pero Mariquita,
¡Vos fuiste mi oscuridad!
Cuando intento recordarte
vuelvo irremediablemente
a las columnas de humo,
a todo aquello que no hubiera querido decir,
a las disculpas repetitivas pero sin sentido.
"Lo siento, perdoname",
aunque en realidad me chupa un huevo.

Creerás que esta es la escena del crimen y


estoy intentando inculparte.
Bueno, nunca dije que iba a contar la verdad...
sólo mi punto de vista.
Y puede que acá llueva
y los vidrios estén empañados
pero no creerías las cosas que tengo para decir
cada vez que mi boca calla.
Soy adicta a las palabras.
Y puede que siempre las suelte
en el momento equivocado
pero ¡Mierda, Mariquita!
¿Por qué de todas las personas en el mundo
que me lastimaron,
tuviste que ser vos?
Me dijiste que amabas la naturaleza
sin embargo me odiaste
al encontrarme sucia y cubierta de tierra.
Me ensucié las manos
y luego te tomé entre las mías
y logré ensuciarte también.
Ahora eras fea,
fea,
fea.
Intenté penetrar el centro del universo
con mis torpes dedos
pero no llegué ni a la segunda base.
Siento como si me hubieran tragado,
y escupido
y vomitado,
y de nuevo lanzada al mundo,
sólo que ahora estoy corrompida.
Soy una mujer antinatural
porque no sé amar la vida.
No obstante aprendí a amarte, ¿Sabés?

En este crimen no puedo fingir.


Te escribo porque fuiste más que una N/N.
Por un tiempo fuiste mi vida
y ahora,
te han arrojado tan lejos de mi cuerpo
que sangro por tu ausencia.
Sí, estúpida Lucía
¿Quién podrá amarme
si estoy tan jodida?
No

No deberé
yacer entre el paisaje
de un mundo gris,
que se ha olvidado de mí.

Contemplar esta vida


como la extensión
de una percepción nueva
¿Qué quedará entonces?
De este cuerpo inerte,
que deambula
por las calles sin vida,
del callejón sin salida.

¡Oh, todo es demasiado!


Mas insuficiente, poco.
No,
no quiero olvidar.
Aún no es tiempo.
Solo quiero yacer
ante sus brazos cálidos
Y caer,
en aquel infinito vacío.
Las imposibilidades

Los sentimientos se vuelven palabras;


Las palabras, letras.
Las letras, números.
Pero ninguno en llanto.
Nunca culminan en lágrimas.
¿Deberé dejar de escribir lo que siento y comenzar a sentir lo que siento?
Ese modo tan mío de sistematizar y clasificar mis sentimientos.
Me convertí en un papelerío de historias clínicas.
Un caso a tratar, a estudiar.
Lucía es,
Lucía piensa,
cree que,
supongamos,
tal vez.
Las posibilidades son ínfimas,
de volver a sentir sin ese modo tan mío de separarlo en capítulos,
párrafos,

oraciones.
Son solo letras.
¡Dios mío!
Y al final del día,
cuando apagás la luz del comedor,
y cerrás la persiana,
las palabras no son las que sienten.
Son tus párpados
-tan cansados, tan autómatas-
Ese modo tan mío de sistematizar y clasificar mis sentimientos.

Al final del día,


cuando el público se haya levantado luego de aplaudir,
-ese modo tan mío-
y te encontrarás sola,
con el aire lleno de humo y moho,
sugiriendo la última ronda de monólogos,
desordenados, inexplicables.
-ese modo tan mío-
Tristemente pensándote enjaulada,
queriendo escapar.
Te resulta irónico,
alguna vez,
haber estado en el zoológico, aplaudiendo y riendo:
Y el señor no hizo sus gracias.
Ahora estás del otro lado del mostrador, junto a los animales.
¡Qué chica la jaula! Les decís.
¿Les pagan por día o por mes? Y ellos te miran, se ríen.
¿Qué decís, mujer? No sabía que te pagaban por caminar, bostezar
–Ahhh, les encanta cuando bostezo y muestro mis dientes-,
por hacer popo. En fin, por existir.
Vos ya no aplaudís.
No te hace gracia que tu preciado público te haya transformado en el hazmerreír,
en un experimento.
¿Te vas a rendir ahora que lo entendiste todo?
-ese modo tan mío-
Ese escenario no es un teatro;
Vos no sos una actriz.
Tu dolor no es un monólogo.
Las cicatrices son reales.
Y si pudieras llorar, también te diría lo mismo.
Tu vida –la viste pasar entera, frente a tus ojos y no resultó un atractivo.
Pero para ellos sí.
Ese modo tan mío de sistematizar y clasificar mis sentimientos.
La celda

Un haz de luz arrojaré sobre tu celda oscura.


Te condeno a que veas aquello de lo que quisiste escapar;
aquello que fuiste sólo en la penumbra;
Pero lo que arriba desde la lejanía,
en puerto seguro,
nunca es tardío.
Las palabras trasladan tu condena;
Inevitable es, y estúpido, escapar.
Las miserias del alma,
son como una ventana abierta,
que sólo las permite entrar,
mas nunca dilatar el letargo
de tu insensible capacidad
para adquirir los nombres de lo que fuiste dejando atrás.
Todo ello, en su conjunto, te irá condenando,
y confiscando esa poca oscuridad
en la que aún hoy día te resguardas.
La luna y la noche pasarán a ser cuentos lejanos;
Ya nunca más sabrás lo que es dormir.
¡Oh, con este haz de luz te condeno…!
Te obligo a recordar para siempre.
Te invito a olvidar de lo que alguna vez gozaste.
¡Oh, con tan sólo este pobre haz de luz…!
Soy asfixiante

Mis venas se han quedado sin salvia,


fiel conductora de la cordura;
Se encarga de mantenerme amarrada,
no lo olviden.
Soy la hoja quebrada,
reseca
y olvidada.

Soy el repuesto
de una vida rentada
que se han olvidado de pagar.
antes de alquilarme,
revísenme,
suelo ser imperfecta
y me faltan un par de piezas.
Si no podés pagarme,
sólo dame un poco de amor.
Permuto la cáscara de mi cuerpo
por un poco de paz mental.
No me intercambio por sexo;
aún así soy una prostituta.
Sé que la palabra no suena bonita,
no tenés una idea
de lo sucias que están mis manos.
Ojalá fuera de tierra,
ojalá de lujuria,
ojalá de armas y líneas blancas,
y el círculo dorado cual aureola boreal
sobre mi cabeza,
marcando el compás
de una sinfonía terrorífica.
Pero no esto.
Y mucho menos aquello.

Por más que me resista


siempre termino cayendo
más profundo,
más fuerte,
más intensamente
sobre los lugares equivocados.
Me encuentro sola,
Alzo los dedos
y cargo las balas.
Le disparo a todos
las melodías oscuras que me acosan,
pero siempre fallo
o llego tarde.
Siempre el enigma
me encuentra.
Ahora camino
a la boda o al funeral,
-ya no recuerdo qué se celebra,
si el comienzo de una vida
o el final de otra-,
pensando que a veces
escribo en cifra
para que nadie me comprenda,
aún cuando sé
que las palabras aparecen
porque la voz tambalea.
Yo también estoy perdida

Yo también estoy perdida.


Y cuando alzo la mirada,
sólo veo desidia.
Un desfile de carrozas
sin pasajeros,
con jinetes decapitados y sangrientos,
buscando un nuevo target.
¡Acá estoy! Les grito.
Mírenme, soy lo que están buscando.
Llévenme y asegúrense de trabar las puertas.
Tápenme los ojos y hagan lo que tengan que hacer.
Porque yo también estoy perdida.

Esperé más de la cuenta;


El reloj nunca se detuvo,
y mis planes no mejoraron.
Lo elemental pasó a ser secundario;
Mi vida es un vacuo escenario apocalíptico.
Soy la última sobreviviente
del circo de ex estrellas.
Sólo era rara,
no tenía nada especial,
pero ahora fui olvidada.
Con las jaulas abiertas,
y las miradas desenfocadas,
no sé a dónde ir.
Soy un triste animal doméstico,
puesto en falsa libertad.
Díganme qué debo hacer,
hacia dónde correr,
porque si me estanco,
muero.
Y si muero
ya no hay esperanza.

Yo también estoy perdida.


El agujero

Mis venas se quedaron sin salvia,


fiel conductora de la cordura;
se encarga de mantenerme amarrada,
no lo olviden.
Soy la hoja quebrada,
reseca
y olvidada.

Soy el repuesto de una vida rentada,


que se olvidaron de pagar.
Antes de alquilarme,
Revísenme.
Suelo ser imperfecta
y me faltan un par de piezas.
Si no podés pagarme
sólo dame un poco de amor.
Permuto la cáscara de mi cuerpo
por un poco de paz mental.
No me intercambio por sexo;
aún así soy una prostituta.
Sé que la palabra no suena bonita,
no tenés una idea de lo sucias que están mis manos.
Ojalá fuera de tierra,
ojalá de lujuria,
ojalá de armas y líneas blancas,
y el círculo dorado cual aureola boreal
sobre mi cabeza,
marcando el compás de una sinfonía terrorífica.
Pero no sucias por esto.
Y menos por aquello.
Por más que me resista
siempre termino cayendo
más profundo,
más fuerte,
más intensamente
sobre los lugares equivocados.
Me encuentro sola,
alzo los dedos y cargo las balas.
Le disparo a todos las melodías oscuras
que me acosan
pero siempre fallo,
o llego tarde.
Siempre este enigma
encuentra la manera de escapar.
Camino hacia la boda o el funeral,
ya no recuerdo qué se celebra…
si el comienzo de una vida o el fin de otra,
y pienso que a veces escribo en código
para que nadie me comprenda,
aún cuando sé que las palabras aparecen
porque la voz tambalea.
La imagen del tonto sin remedio

Yo sé que las palabras curan


pero la voz me está fallando.
No porque no tenga nada qué decir,
sólo que no encuentro la manera.
Pido un llamado de solidaridad
a la cordura.
Que te acerques no me daña,
pero que me abandones
implica un punto más para la muerte.
Sé que,
a veces,
no sé pedir.
Mendigo
cuando es demasiado tarde,
y me derrumbo cuando cae el sol.
Con un manto de palabras voy adornando
mi insania.
Con un dejo de nostalgia voy despidiendo
a la tristeza.
No es que no te quiera
pero, acá,
dentro mío,
ya no hay lugar.
Entre el aburrimiento y la destrucción
elijo lo primero.
¡Qué monótono se ha vuelto todo!
¡Qué poco aguante,
al final de todo!

Si alguna vez supe llegar


Es porque una parte de mí,
no estaba perdida.
Y ahora,
por favor,
quisiera recuperarla.
La nada

Nado
hacia la nada;
me escapo
hacia algo;
encuentro un todo
relleno de tu figura asimétrica:
las piernas van primero,
luego el abdomen,
el pecho,
los brazos,
la cabeza…,
y por último, tu mente.
El amor
es uno de los actos más crueles.
Nos volvemos
terriblemente vulnerables.
Pero, ¡Qué no daríamos
por sentirnos un poco vivos!
En un mundo que se esfuerza
por monotizarnos.
Caos

Creces dentro del caos,


no florecés.
Tu tacto,
tu mano
dentro de mi cuerpo.
Pero sigo siendo
la misma,
y vos seguís
muerto.
Estoy intentando ayudarte
pero sólo lográs enojarme.
Por una vez,
por favor,
quedáte de mi lado.
Ahora puedo usar
el escrito
como memoria directa,
precisa,
irrefutable.
Ahora puedo usarte.
Nosotras, u otra forma de estar sin vos

Me pediste que escribiera


una novela sobre nosotras.
“Pero que seduzca”.
Esas fueron tus palabras.
Y, yo,
me quedé con ellas.
En mi cabeza,
sólo fantasías novelescas
porque,
vos nunca reapareciste.
Y, ahora,
he dejado un desastre
para continuar.
Ya no te pido
que seas mi protagonista.
Te pido coherencia,
y constancia.
Si huyo,
¿Podrás ir
detrás de mí?
Buscame
para que no pueda perderme.
Si hago promesas,
¿Podrás fingir creerlas?
Así,
cuando las rompa,
sienta mayor culpa.
Estoy rota
y no hay modo de repararme.
Si alguna vez hubiese alcanzado
un mínimo de perfección,
podría compararme
pero ni siquiera soy imperfecta.
Soy vacío
e incongruencia.
Si me pierdo,
¿Podrás buscarme?
No me dejes sola
en la oscuridad,
sin al menos darme
un beso de las buenas noches
Facebook

Pondría todas mis fotos


en privado,
para que nadie me vea,
para que nadie sepa que tuve
ese pasado;
que, alguna vez,
fui bella
y normal;
que, alguna vez,
tuve amigos
y supe ser feliz;
que tuve una vida
y no supe cuidarla.
Perdoname, vida,
te dejé ir tan rápido
y de manera tan terrible.
Perdoname, vida
L

Si sólo pudiera comprar cosas


que empiecen con la primer letra
de mi nombre
compraría lámparas,
muchas lámparas,
para encender ideas,
y muchos libros
para nutrir esas ideas.
Líricas,
para adornar mi tristeza;
y lirios para florecer
en mis máximos momentos de oscuridad.
Compraría un lado brillante
para sobrevivir en conversaciones perdidas;
un lote de tierra para escapar
de tanto en tanto,
y quizás la luna
si quisiera ir más lejos.
Compraría unos labios
para besar en mis fantasías,
y que, por favor,
esta vez no me abandonen.
La compraría a la princesa Leia
para que me rescate del vacío;
y un lunes
para no tener que volver
a empezar la semana.
Me compraría un lacayo lascivo
con labios locos,
para meterlo en mi previa fantasía.
Compraría la libertad,
así,
en mayúscula,
para que no vuelva a faltarme.
Y, por último,
probablemente compraría una labor redituable
que me permita comprar
todas estas cosas.
Emily

Emily dice que sintió un funeral en su cerebro.


Pero yo lo vi.
El carruaje iba primero,
y los feligreses detrás
llevando la mortaja que le robaron al muerto.
No le quedaba ni la dignidad
de morir tranquilo,
e íntegro.
Le robaron hasta su muerte
porque ellos se olvidaron del funeral
y a una siesta asistieron;
durmieron sobre las tumbas
y roncaron imperturbables.
¡Cuánta muerte…
les quedaba por delante!

Fui junto a Emily


para secarle las lágrimas.
Le dije, no llores,
esta no es tu muerte.
Y ella me miró con aquella extrañeza,
como si supiera que el mundo se había acabado.
Paseemos, insistí,
para que el vacío no nos engulla;
para que no se entere
que estamos con la guardia baja.

Di con el mundo de Emily,


me zambullí
como si fuera la única realidad posible,
y terminé sabiendo –entonces-
Pero, en verdad, ¿quién no está demente, melancólico, loco? –Robert Burton

Yo soy locura;
la locura son todas estas palabras
que aquí expreso.
Los delirios, las noches en vela,
las tardes durmiendo, los libros inacabados,
la melancolía de saberme encerrada,
aquella depresión que exige vivir.
¿Quién se atreverá
a declararse sano?
¿Quién en su sano juicio
no reconoce la locura cotidiana?

Hablar es locura,
escribir es locura,
pensarse es locura.
En fin, que existir,
ahora mismo,
es una locura.
Esto de saberse vivo… -cuales sean las condiciones
en que hemos llegado-,
es locura.
Como una idiota

Al final, me encontré corriendo


hacia vos.
Intenté no perder el control,
conservar el orgullo.
Pero nunca sabes con certeza
cuándo te llega la hora.
Soy una pieza extraordinaria
de esta nada misma.
Sin embargo me extravié en tu mirada.
Nunca he podido encontrar
un lugar en el mundo,
hasta que vi tu reflejo –y ya no supe
si éramos la misma persona
o dos entes separados.

Te encontré.
Me encontraste.
Me atravesaste,
como el viento lo hace al abrir una ventana.
Me invadiste,
como si mi privacidad fuese de dominio público,
y no lago que me pertenece.
Pero yo te di el derecho
de diseccionar mi mente
y espíritu.
Volví a nacer en esos ojos
y luego morí cuando me dejaste.
Quedé vacía,
con el invierno a mis pies.
Perdí el brillo
como el árbol lo hace al perder las hojas.
Ahora ya no sé
en qué estado me encuentro.
Supongo que viva.
O algo así.

Soy parte de una lucha


que sé, de antemano,
que perderé.
Aún así, lucho.
¿Qué más me queda,
qué más puedo perder?
Me torturo debajo del sol,
desfallezco ante el invierno.
Sacaré una foto donde nunca esté yo.
Soy demasiado grande para encajar en ella.
Pero ¿cómo podía ser su muerte y ayudarlo a escribir un poema? ¿Es posible recibir ayuda
de la muerte? ¿Acaso puede ser ayuda la muerte? –Doctor Zhivago, Boris Pasternak

La muerte es una evolución.


El infierno es bueno
y está arriba.
El cielo,
una pantomima.

No existe una temática mortífera


que me aleje del dolor;
puesto que, éste,
respira a través de mí.

Soy Dante en todo su esplendor;


mientras, Demócrito me quita la vista
y me ayuda a observar por vez primera,
el mundo primitivo, recién creado,
estrenado por esta ceguera idiota.
Estoy viendo más de lo que puedo entender.
Y eso no es bueno.
Preferiría volver a la videncia,
al martirio del analfabetismo.
Prefiero pensar que entiendo
aunque aquello sea una mentira.
Espinas

No me toques
porque pincho.
No me quieras
porque lastimo.
Soy como el tallo de una rosa
pero sin belleza,
sin pétalos.

He recubierto mi exterior
de espinas,
para que no se acerquen.
Sin embargo aún busco
un rastro de amor verdadero.
Así que encontrame,
por favor.

Hay batallas que necesito


que las peleen por mí.
La batalla del amor…
perdida de antemano.
Corazón abierto
sobre el puño de la melancolía.
Mirada distante
que únicamente se detiene
ante lo inevitable.

Sólo la ficción tiene finales.


Lo real nunca.
Perder para encontrar

Le encontré sentido a la vida.


No.
Le encontré sentido a mí misma
viviendo en este mundo.

Me ha faltado realidad.
Cuando hablamos de ella
soy una indigente.
Horrible el pensamiento
de que tu persona valdrá más
cuando te hayas ido.

Sé que hay muchas cosas


que no te cuento,
pero si me preguntaras
no sabría por dónde empezar.

Ya no sé las cosas
que solía saber.
Sus códigos han cambiado
y ya no puedo leerlos.
Combo completo

Cuando me enamoré de J
compré el pack completo.
Curación, bienestar,
novio, trabajo,
amigos…
Y, cuando un solo engranaje
se soltó de la cadena,
toda mi vida
se vino abajo.

Todos hemos vivido una ruptura,


¿Verdad?
Pero en mi caso fui yo
la que se rompió.

Aprendí a disculparte
por no saber amarme.
Ahora me estoy dejando ir.
No soy esto

¡No soy esto!


-lo que sea que soy-
Estoy por debajo de los sentimientos.
Soy inmundicia.
Pero todo aquello
que dijiste que era…
no lo soy.

Vos fuiste mi última luz


antes de que me apagara
por completo.
Ahora soy oscuridad.
Comenzando a recordar

La reja…
recuerdo esa reja
-pero no te lo voy a contar a vos-.
Recuerdo la bocina del tren
y la locura de mis ojos cerrados.
Y a los albañiles chiflando
como si aplaudieran un espectáculo.
Recuerdo que madre me buscaba
pero yo no estaba en ninguna parte.
Recuerdo el vómito
antecedido por el mareo,
y la enfermedad de saberme
sola.
Recuerdo que él tenía fuerza.
Yo la hubiese tenido,
de no haber estado inconsciente.
Recuerdo el bullicio
a sólo unos metros.
Éramos tan invisibles
y la vida misma nos pasaba
por delante, nos arroyaba.
El silencio cómplice
me estampó contra el alambrado.
Quise hablar,
balbucear.
Pero yo ya no estaba allí.
Entonces me di cuenta,
no podía hacer nada.
Era el precio a pagar
por elegir esta soledad.
Lo merecía.
Me preguntó qué se sentía.
Le dije, probalo.
Y nos desmayamos.
Después cuando se aburrió
se fue.
Yo volví a hacerlo
y me disolví con el empapelado
de fondo.
Cuando luego me encontraron
ya estaba sucia, manchada…
y nada volvió a ser lo mismo.
Me lo merecía.
Así

Yo ese día acepté todo.


Me dijo:
Es por las buenas o por las malas.
Y todo fue por las buenas.
Lo acepté
como cualquiera acepta
que hoy es un día nublado.
No opuse resistencia
porque estaba convencida
de que me lo merecía.

Espero que sólo me sirvas


como poema.
Te voy a usar.
Te estoy armando

Dibújale labios imaginarios a mi amada


para que me bese durante la noche,
dibújale manos suaves pero fuertes
para que sostengan esta caída irremediable.
Oh, estoy tan sola.
Dibújame un sueño
para que pueda aferrarme
cuando cierre los ojos.
Dibújame nuevos pulmones
para volver a crear una adicción desde cero.
Oh, la tos arremete de nuevo
contra la ceguera de todo aquello
que no pude ver a tiempo.
Dibújame una rosa sin espinas
para que no duela cuando
la coja entre mis manos.
Haré magia,
oh, lo haré.
Dibújame unos ojos vivos
para cuando me acompleje la edad
y ya no pueda ver.
Dibújame un descanso
porque el día se ha hecho largo
y no puedo seguir andando.
Oh, dibújame todo lo que me resta.
El vacío es recto
mas incompleto.
No sé si pueda llenar los huecos.
Y estoy tan sola.
Haz la magia,
oh, haz la magia.
Cicatrices, de nuevo

Para arreglarme las cicatrices


tuvieron que volver a abrirme.
Me arde
como si yo misma me hubiese
hecho daño.
¿Vale la pena repetir el dolor?
Me pregunto.
Si yo ya lo viví…
y no quisiera que aquello
me vuelva a traer placer.
Porque no es la carne
lo que corto.
Son las alas de las oportunidades,
son las relaciones que deben
comenzar de nuevo

Mucho gusto,
mi nombre es Lucía;
continúo sangrando
aunque ahora no lo veas.
¿Quiénes?

Me escriben los fantasmas


de las ausencias prolongadas.
Pensé que se habían ido
de mi vida,
mas continúan mostrando
sus dientes afilados.

No estoy segura
de qué es lo que quiero.
Quizás me amen
porque no me conocen,
o quizás lo hagan
porque me conocen
más que yo misma.
En tal caso,
yo no puedo amarlos.
Ya no sé cómo se hace.
Todo esto del amor
resuena como un eco lejano,
difuso e incierto.
Existió en un momento
donde estuve segura de amar,
segura de entregarme…
lo hubiese dado todo.
Y no me importó
que del otro lado sólo me devolvieran
un silencio manso y dañino.
¡Yo fui capaz de amar!
No estaba terriblemente rota;
esa parte mía aún no estaba
invadida por la oscuridad.
Pero cuando dejé de amar
perdí por partida doble.
Volvía a perderme,
y a abandonarme a la vacuidad,
a la apatía.

Ya no sé nada.
Aún

Yo soy un sueño
y el mundo es un impacto.
En mi mente
todo es posible.

Un dulce y pequeño mundo,


lleno de acordeones felices
y paseantes infelices.
Somos lo que resta
luego de la tormenta;
aún no lo sabemos pero
tenemos mucho poder
como para hacer estallar
esta depresión,
y quitarnos la piel muerta
que sobresale de las escamas.
Duelo cuando duermo
y dormiré cuando encuentre…
paz.
Todas las criaturas del mundo

¿Es cierta la frase


Vivir para luchar otro día?
Si yo no soy una luchadora.
Soy una amante
aunque aún no sé
qué es lo que amo.
¿Por qué he de luchar la vida
cuando sólo me corresponde vivirla?
¿Por qué he de amarla
cuando me ha quitado tanto?
¿Por qué darle
más de lo que tengo?
Si en sus manos
soy pobreza y desidia.

Hay una luz


que sobresale
mientras yo estoy apagada;
me quiere mostrar
que de todas las cosas
que son libres
sólo unas pocas logran
sobresalir.
No seré el ejemplo
pero a veces lo intento.

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