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Internacional.
Políticas de la
UE y de EEUU
para luchar
contra él.
1.Introducción
2.Concepto
3.Historia
14.Conclusiones
15.Bibliografía
INTRODUCCION
Los fines buscados por esta forma de "guerra" no convencional pueden tener fines
políticos, religiosos, culturales y lisa llanamente la toma del poder por un medio totalmente
ilícito. Por dichas causas, el mundo se ve sacudido diariamente con noticias de atentados
producidos en la vía pública, donde pierden la vida gente inocente y totalmente ajena a
esa "guerra" o intereses diversos.
Este fenómeno es una de las formas de violencia más difíciles de contener debido a que
su campo de acción se extiende más allá de las regiones de conflicto. Es un fenómeno
que se caracteriza por: su violencia indiscriminada, involucrando a víctimas que no tienen
nada que ver con el conflicto causante del acto terrorista.; su imprevisión, actúa por
sorpresa creando incertidumbre, infundiendo terror y paralizando la acción; su
inmoralidad, produce sufrimiento innecesario, golpeando las áreas más vulnerables; ser
indirecto, el blanco instrumento es usado para atraer la atención y para ejercer coerción
sobre la audiencia o un blanco primario, a través del efecto multiplicador de los medios de
comunicación masivos. A los actos terroristas debe responderse por medio de normas
jurídicas que contemplen su prevención y sanción.
CONCEPTO
"Es el uso real o amenaza de recurrir a la violencia con fines políticos que se dirige no
sólo contra víctimas individuales sino contra grupos más amplios y cuyo alcance
trasciende con frecuencia los límites nacionales."
El término implica una acción llevada a cabo por grupos no gubernamentales o por
unidades secretas o irregulares, que operan fuera de los parámetros habituales de las
guerras y a veces tienen como objetivo fomentar la revolución. El terror de Estado,
ejercido por un Estado contra sus propios súbditos o comunidades conquistadas, se
considera a veces como una modalidad de terrorismo. Más que la realización de fines
militares, el objetivo de los terroristas es la propagación del pánico en la comunidad sobre
la que se dirige la violencia. En consecuencia, la comunidad se ve coaccionada a actuar
de acuerdo con los deseos de los terroristas. El terrorismo extremo busca a menudo la
desestabilización de un Estado causando el mayor caos posible, para posibilitar así una
transformación radical del orden existente.
· Brian Jenkins:
· Walter Laqueur:
"Es el asesinato sistemático, la mutilación criminal, y amenaza del inocente para crear
miedo e intimidación para ganar un acto político o táctico y para ser ventajoso ,
normalmente para influir a un público."
· James M. Poland:
· Definición de FBI:
"Es uno de los problemas claves con los que históricamente los países de América Latina
se han tenido que enfrentar. Las causas sociales y económicas de este fenómenos son
ampliamente conocidas. Los gobiernos de América Latina a menudo han respondido al
terrorismo con medidas altamente represivas, que no sólo incluyen a los presuntos
terroristas, si no que violan los derechos fundamentales de la población en general. La
otra respuesta típica, el terrorismo de estado, es la causa mayor de violaciones a los
derechos humanos en el continente."
HISTORIA
En el sur de los Estados Unidos de América, se creó el Ku Klux Klan tras la derrota de la
Confederación Sudista en la Guerra Civil estadounidense (1861-1865) para aterrorizar a
los antiguos esclavos y a los representantes de las administraciones de la reconstrucción
impuesta por el Gobierno Federal.
En toda Europa, a finales del siglo XIX, los partidarios del anarquismo realizaron ataques
terroristas contra altos mandatarios o incluso ciudadanos corrientes. Una víctima notable
fue la emperatriz Isabel, esposa de Francisco José I, asesinada por un anarquista italiano
en 1898. El movimiento revolucionario ruso existente antes de la I Guerra Mundial tuvo un
fuerte componente terrorista.
Terrorismo de la Post-guerra
La manifestación más importante del terrorismo tras la II Guerra Mundial fue la ola de
violencia internacional que tuvo lugar a mediados de la década de 1960. Varios elementos
confluyeron para facilitar y hacer más evidente el terrorismo internacional: avances
tecnológicos, la creación de armas más pequeñas pero con mayor poder de destrucción;
los medios para una mayor rapidez de movimientos y de comunicación que disponían los
terroristas; las amplias conexiones mundiales de las víctimas elegidas y la publicidad que
generaba cualquier ataque terrorista.
Los orígenes de la ola terrorista que se inició en la década de los sesenta pueden
remontarse al conflicto que en el Oriente Próximo enfrenta a las naciones árabes contra
Israel. A finales de la década de los cuarenta, algunos radicales judíos, como la banda
Stern y el Irgun Zvai Leumi, utilizaron el terrorismo contra las comunidades árabes y otros
grupos en su lucha por la independencia de Israel. Durante y después de la década de los
sesenta, sus adversarios árabes decidieron utilizar el terrorismo de forma mucho más
sistemática. La expulsión de guerrillas palestinas de Jordania en septiembre de 1970 fue
conmemorada con la creación de un brazo terrorista extremista llamado Septiembre
Negro. La OLP (Organización para la Liberación de Palestina) ha llevado a cabo
operaciones terroristas y de comando tanto en Israel como en diversos países del mundo.
El terrorismo internacional con base palestina disminuyó durante la década de los
ochenta, en un esfuerzo de la OLP por ganarse el apoyo mundial hacia su causa, pero
surgieron nuevas formas relacionadas con la revolución acaecida en Irán y el auge del
fundamentalismo islámico. Aunque en ningún momento ha sido considerado de tal forma
oficialmente, podría considerarse que Israel ejerce también una especie de “terrorismo de
Estado” contra la facción Palestina en la zona de la Franja de Gaza.
El avance del terrorismo más allá del Oriente Medio en la década de los sesenta fue
evidente en las tres naciones industrializadas en las que la transición del autoritarismo a
la democracia, tras la II Guerra Mundial, había sido más rápida y traumática: Alemania
Occidental, Japón e Italia. En otros Estados occidentales surgieron asimismo grupos
radicales de izquierda, financiados a menudo por gobiernos comunistas durante la guerra
fría. Inspirados en vagas teorías revolucionarias y apoyados por simpatizantes
izquierdistas de distintos sectores sociales, los terroristas intentaban provocar el
derrumbamiento del Estado mediante una reacción violenta y autodestructiva. En
Alemania Occidental, la llamada Facción del Ejército Rojo, más conocida como la banda
Baader-Meinhoff, efectuó numerosos atracos a bancos y asaltó instalaciones militares
estadounidenses. Sus acciones más espectaculares tuvieron lugar en 1977 con el
secuestro y asesinato de un importante industrial, Hans-Martin Schleyer y el posterior
secuestro, realizado por simpatizantes árabes, de un avión de Lufthansa con destino a
Mogadiscio, en Somalia. Al igual que lo hiciera el grupo terrorista japonés Ejército Rojo,
los miembros de la banda alemana colaboraron a menudo con los terroristas palestinos,
siendo de especial relevancia el asesinato de atletas israelíes durante los Juegos
Olímpicos de Munich en 1972. A finales de la década de los setenta, la mayor parte de los
activistas de la Facción del Ejército Rojo se encontraba en prisión o había muerto.
La campaña terrorista llevada a cabo por el IRA tras la II Guerra Mundial surgió a partir del
movimiento irlandés a favor de los derechos civiles de los años sesenta, que reclamaba
mejores condiciones para los católicos de Irlanda del Norte. El terrorismo cada vez más
intenso utilizado tanto por católicos como por protestantes desembocó en la segregación
de ambas comunidades en zonas vigiladas por soldados y en la militarización de Irlanda.
Motivados por una ideología revolucionaria de izquierda y apoyados por Libia y otros
gobiernos simpatizantes de izquierda, el IRA Provisional realizó una serie de explosiones,
asesinatos y otros atentados terroristas dentro y fuera de Irlanda destinados tanto contra
objetivos militares como civiles. La campaña continuó hasta que el IRA declaró un alto el
fuego el 31 de agosto de 1994.
La fuerza de los terroristas italianos, de quienes los más importantes eran las Brigadas
Rojas, puede tener su origen en la tradición anarquista del país y en su inestabilidad
política. Sus actividades culminaron en 1978 con el secuestro y asesinato del antiguo
primer ministro Aldo Moro. El terrorismo de izquierda disminuyó años después, gracias a
las medidas policiales, aunque no desapareció en absoluto. No obstante, el terrorismo de
izquierda pareció aumentar en Italia, tal y como quedó patente en 1980 con la explosión
ocurrida en la estación de ferrocarril de Bolonia. La histórica Galería de los Uffizi de
Florencia fue uno de los objetivos de una serie de atentados terroristas que tuvieron lugar
en 1993, al parecer ejecutados por la mafia. Muchos de estos atentados están hoy
considerados como ejercicios de " propaganda negra" concebidos tanto por la derecha
como por otros grupos para propiciar un clima de inestabilidad favorable a un gobierno
autoritario.
Algunos comentaristas han considerado como terroristas acciones realizadas por agentes
israelíes del Mossad dirigidos contra la OLP y otros objetivos fuera de Israel. Corea del
Norte ha llevado a cabo varios atentados terroristas contra Corea del Sur, como la
explosión ocurrida en Rangún en 1983, en la que murieron 4 miembros del Gobierno y 13
surcoreanos más, y el atentado a un avión de pasajeros de las Líneas Aéreas Coreanas
en 1987 ocasionado por agentes norcoreanos. Existen algunos casos, no obstante,
registrados en el seno de democracias consolidadas, que evidencian la aplicación, a
través de métodos terroristas, del trasnochado y cruel concepto de "razón de Estado"
sobre la ciudadanía o sobre intereses generales. Uno de los ejemplos más
representativos sería el atentado sufrido por el barco estrella de la organización ecologista
Greenpeace, el Rainbow Warrior, en el puerto de Auckland en 1985, por obra de los
servicios secretos franceses.
Uno de los más trágicos ejemplos del terrorismo actual en Europa lo constituye el
protagonizado en España por la banda armada ETA, la cual, con sus constantes
atentados, secuestros, asesinatos y coacciones, ha teñido de sangre el pacífico proceso
español de consolidación de los valores democráticos.
Narco- Terrorismo
Se llama de esta manera a la utilización del tráfico de drogas para promover los objetivos
de ciertos gobiernos y organizaciones terroristas. El narco-terrorismo atenta contra los
derechos humanos esenciales como el derecho a la vida y a la integridad física; a la
tranquilidad y a la honra; a la participación política y a la libertad de expresión y
comunicación, para mencionar solamente los más vulnerados.
Los jóvenes constituyen hoy el segmento más afectado de la población por la droga, el
delito y la violencia. Las organizaciones de narcotraficantes los utilizan. En septiembre de
1989, ante la Asamblea General de la ONU, el representante colombiano propuso un
"Plan de Acción Global contra el narcotráfico y el narco-terrorismo".
Terrorismo nuclear
Este tipo de terrorismo será uno de los más preocupantes en los próximos años. La ex-
Unión Soviética es la principal fuente de esta preocupación. Allí se pueden encontrar
residuos de armas nucleares. Evitar el tráfico ilegal de material radiactivo es muy
importante porque a las sustancias con que se trafica se les puede dar uso militar o
terrorista y porque también puede producir un desastre sanitario.
Otros blancos probables de futuros atentados terroristas son las centrales nucleares. A lo
largo de los últimos años, en el mundo se ha incrementado el numero de atentados
terroristas. Tanto es así, que en agosto de 1994, poco después del ataque contra la AMIA
en Buenos Aires, el Instituto de Control Nuclear de los Estados Unidos giró una directiva a
todas sus centrales en la que advertía que debían considerar con seriedad la amenaza
terrorista y recomendaba la construcción de defensas de hormigón y diques contra
posibles ataques con coches-bomba.
Terrorismo de Estado
Las formas más desarrolladas de terrorismo de Estado, para las que el término fue
inventado, han sido los sistemas empleados en el siglo XX bajo el fascismo y el
comunismo. Asimismo, la práctica de terror desde el poder se extendió en el siglo XX bajo
regímenes militares o militarizados en el seno de democracias formales.
A menudo, los tentáculos del aparato del Estado se extendían hasta el extranjero y
atacaban a enemigos que pertenecían a la población en el exilio, como fue el caso del
asesinato de Liev Trotski en México a manos de agentes estalinistas. Los componentes
de muchas organizaciones nacionales de seguridad e información han utilizado métodos
ilegales para hacer frente a los adversarios, tanto dentro como fuera del país. Lo que
diferencia estos episodios de un sistema donde se aplica el terrorismo de Estado es la
importancia de la operación y el total respaldo de la clase dirigente. En efecto, el aparato
de terror, el Estado y el partido en el gobierno suelen estar relacionados de un modo
indisociable. El sistema acaba destrozando a menudo a los elementos de su propia
cúpula, como sucedió con el líder nazi Ernst Röhm, jefe de la Sección de Asalto (SA), y el
jefe de la policía secreta soviética Lavrenti Beria, ambos ejecutados por las mismas
organizaciones que ellos crearon o dirigieron.
En otro plano, algunos regímenes han recurrido a medios extralegales para eliminar a
elementos específicos de la población, en especial en lo que a proscritos y presuntos
delincuentes se refiere.
Las manifestaciones autoritarias extremas del terrorismo de Estado han servido de
inspiración para una vasta literatura, conocida como ‘novela antiutópica’, donde destacan
las obras El cero y el infinito de Arthur Koestler y 1984 de George Orwell, en las que la
globalidad del terror convierte a los hombres en meros instrumentos mecánicos de
quienes ejercen el poder.
Tras los atentados del 11-S, el 11-M, el de Londres en 2005 y diversos atentados
terroristas propiciados por corrientes radicales islámicas, una nueva forma de terrorismo
que incluye el autosacrificio de aquellos que provocan el atentado terrorista se ha ido
instaurando sobre todo el occidente (aunque se trata de una fórmula que se ha visto
repetida hasta la saciedad en sus países de origen). Este tipo de terrorismo es uno de los
que más preocupa en la actualidad, por su imprevisión y difícil contención.
Los estudiantes del terrorismo los clasifican en tres categorías: racional, psicológico, y
cultural. Un terrorista puede ser formado por combinaciones de éstos.
Motivación racional
El terrorista racional piensa con sus metas y opciones, haciendo un análisis de costes y
beneficios. Él intenta determinarse si hay maneras menos costosas y más eficaces de
alcanzar su objetivo que terrorismo. Para evaluar el riesgo, él pesa las capacidades
defensivas de la blanco contra sus propias capacidades para atacar. Él mide las
capacidades de su grupo para sostener el esfuerzo. La pregunta esencial es si el
terrorismo trabajará para el propósito deseado, dado condiciones sociales en ese
entonces. El análisis racional del terrorista es similaral de un comandante militar o de un
empresario de negocio que considera líneas de conducta disponibles.
La historia reciente ofrece ejemplos de varios grupos que tenían perspectivas al parecer
buenas del éxito que pagó el precio de la reacción al terrorismo. En los años 70s, el
Tupamaros en Uruguay y el ERP (ejército revolucionario de la gente) y Montoneros en la
Argentina provocaron una reacción popular hostil al terrorismo. Empujaron a las
sociedades más allá de su umbral de la tolerancia y fueron destruidos consecuentemente.
Igual es verdad de varios grupos que funcionan en Turquía en último los años 70 y,
posiblemente, varias familias de Mafiosi en Italia en los años 90.
Motivación Psicológica.
La motivación psicológica para el terrorismo deriva del descontento personal del terrorista
con su vida y las realizaciones. Él encuentra su razón en la acción dedicada del terrorista.
Aunque no se encuentra ninguna sicopatía clara entre terroristas, hay un elemento casi
universal en ellos que puedan ser descritos como " los terroristas verdaderos ." Incluso no
consideren que pueden ser incorrectos y que otros visión puede tener cierto mérito. Los
terroristas tienden para proyectar sus propias motivaciones antisociales sobre otras, el
crear polarizado " nosotros contra ellos " perspectiva. Atribuyen solamente motivos
malvados a cualquier persona exterior su propio grupo. Esto permite a los terroristas
deshumanizar a sus víctimas y quitar cualquier sentido de la ambigüedad de sus mentes.
La claridad que resulta del propósito suprime a las que anhelen violencia para relevar su
cólera constante.
La otra característica común del terrorista psicológicamente motivado es la necesidad
pronunciada de pertenecer a un grupo. Con algunos terroristas, la aceptación del grupo es
un motivador más fuerte que los objetivos políticos indicados de la organización. Tales
individuos definen su estatus social por la aceptación del grupo.
Los grupos del terrorista con motivaciones internas fuertes encuentran necesario para
alinear la existencia del grupo continuamente. Como mínimo, debe cometer actos
violentos para mantener autoestima del grupo y legitimidad. Así, los terroristas realizan a
veces los ataques que son objetivos no productivos o aún ineficaces a su meta
anunciada.
Motivación Cultural.
Las culturas forman valores y motivan a gente a las acciones que se parecen
desrazonables a los observadores no nativos. Los americanos son renuentes apreciar el
efecto intenso de la cultura en comportamiento. Validamos el mito que el comportamiento
racional dirige todas las acciones humanas. Aunque el comportamiento irracional ocurre
en nuestra propia tradición, intentamos explicarla por otros medios. Rechazamos como
increíble las cosas tales como el comportamiento de uno mismo-destructivo del grupo
cuando los observamos en otros. Opinión con incredulidad las cosas tales como la
disolución de un estado viable para el motivo de la pureza étnica cuando los militares que
resultan son económicamente anémicos.
La religión puede ser la más volátil de identificadores culturales porque abarca los valores
llevados a cabo profundamente. Una amenaza para su religión pone no solamente el
presente en el riesgo pero también su fin cultural y el futuro. Muchas religiones,
incluyendo cristianismo e Islam, han utilizado la fuerza para obtener a convertidos. El
terrorismo en el nombre de la religión puede ser especialmente violento.
Ejemplo de ello tenemos a la "Guerra del Opio" (1839-1842) entre China y Gran
Bretaña, a consecuencia de la prohibición del emperador chino a la introducción inglesa
de ese narcótico a China. La paz fue firmada en Nanking en 1842, pero Gran Bretaña
como compensación, logró importantes beneficios económicos y la isla de Hong Kong. La
"Guerra de la Triple Alianza" (1864-1870) -personalmente la denomino como la Guerra de
la Triple Vergüenza- entre la República del Paraguay y la "alianza" formada por Argentina,
Brasil y Uruguay. Con la excusa de las pretensiones expansionistas del "dictador"
paraguayo Francisco Solano López sobre Argentina y Brasil, se produjo una sangrienta y
atroz masacre de casi toda la población masculina del Paraguay, se destruyó su activa y
moderna (para la época) industria siderurgia y debió abrir obligatoriamente sus
mercados a las potencias extranjeras, especialmente, a las franco-inglesas. Argentina
aprovechó para sacarse de encima a gran parte de la población afroamericana ex-esclava
que todavía le quedaba para mandarla al frente de batalla a morir "por la Patria".
Hoy, con leer los diarios entre líneas nos daremos cuenta que los planes de
políticas económicas de las empresas más importantes, especialmente los bancos
internacionales, son muchos más poderosos que los de muchos gobiernos, incluso, que
los de algunos miembros del G7.
Más aún. Los gobiernos que permiten a sus industrias que continúen emitiendo a la
atmósfera millones de toneladas de gases de efecto invernadero, de los cuales -según
muchos científicos- se conoce que fehacientemente afectan directamente sobre el cambio
climático, y que sumados a los CFC -y que también muchos afirman- que perturban y
destruyen la delgada capa ozono estratosférico, no hacen nada para evitarlo o muy poco
para r emediarlo ¿no deberían considerarse también como un arma de destrucción
masiva? Sí. Por supuesto que sí. ¿No correspondería considerarlos también a ellos como
terroristas?
El terrorismo ha sido uno de los temas del programa internacional desde 1934, en que la
Sociedad de las Naciones dio el primer paso importante para prohibir ese flagelo al
analizar un proyecto de convenio para la prevención y el castigo del terrorismo. Pese a
que ese convenio se aprobó finalmente en 1937, nunca llegó a entrar en vigor.
Convenios internacionales
Incluimos aquí un resumen de algunos de los instrumentos jurídicos universales sobre
terrorismo internacional:
1. Convenio sobre las infracciones y ciertos otros actos cometidos a bordo de las
aeronaves ("Convenio de Tokio"), 1963-seguridad de la aviación
• Se aplica a los actos que afecten a la seguridad durante el vuelo;
• Autoriza al comandante de la aeronave a imponer medidas razonables, de carácter
coercitivo, contra toda persona que le dé motivos para creer que ha cometido o
está a punto de cometer un acto de esa índole, siempre que sea necesario para
proteger la seguridad de la aeronave; y
• Exige que las partes contratantes asuman la custodia de los infractores y
devuelvan el control de la aeronave a su legítimo comandante.
15. Estrategia común entre la Unión Europea (UE) y Estados Unidos de combate al
terrorismo internacional, que establece acciones prioritarias y los valores que se
deben respetar en ese marco, firmada el 3 de junio de 2010
La Estrategia apoya la labor práctica que está realizando el Equipo Especial, creado por el
Secretario General en julio de 2005 para garantizar la coherencia y la coordinación
globales de las actividades de lucha contra el terrorismo del sistema de las Naciones
Unidas. Los Estados Miembros expresaron su apoyo y aprecio de la labor del Equipo
Especial cuando se reunieron para evaluar el progreso de la aplicación de la Estrategia en
septiembre de 2008. En junio de 2009, el Secretario General inició los preparativos para
institucionalizar el Equipo Especial al establecer una Secretaría del Equipo Especial en el
Departamento de Asuntos Políticos (DAP). El Equipo Especial tiene como objetivo
catalizar y movilizar las actividades de lucha contra el terrorismo de diversas entidades del
sistema de las Naciones Unidas con el fin de ayudar a los Estados Miembros a poner en
práctica la estrategia.
Un informe del Secretario General en julio de 2008 recopiló las actividades realizadas por
el Equipo Especial para poner en práctica la Estrategia. Además, se ha actualizado un
folleto informativo con un resumen de las acciones emprendidas a este respecto por los
organismos del Equipo Especial. El propio Equipo Especial también elaboró un manual en
línea, el cual presentó el Secretario General en 2007, que contiene información sobre las
actividades de lucha contra el terrorismo de sus organismos miembros y que proporciona
información y acceso a recursos de la lucha contra el terrorismo a los que se puede
acceder a través del sistema de las Naciones Unidas.
Entidades del Equipo Especial sobre la Ejecución de la Lucha contra el Terrorismo:
Los organismos miembros del Equipo Especial contribuyen a la acción antiterrorista de las
Naciones Unidas de conformidad con sus propios mandatos organizativos. Además, el
Equipo Especial organiza su trabajo a través de Grupos de Trabajo y proyectos e
iniciativas afines de lucha contra el terrorismo. Estos incluyen áreas de trabajo donde la
cooperación entre los participantes en el sistema de las Naciones Unidas puede añadir
valor para la puesta en práctica de la Estrategia:
• Centro del UNICRI sobre políticas para luchar contra el atractivo del terrorismo
• Proyecto documentales
En 2001, a raíz de los ataques terroristas del 11 de septiembre contra los Estados Unidos,
el Consejo de Seguridad estableció un Comité contra el Terrorismo, compuesto asimismo
de todos los miembros del Consejo de Seguridad, en virtud de la resolución 1373. Esta
resolución obliga a los Estados Miembros a adoptar algunas medidas para prevenir las
actividades terroristas y penalizar diversas formas de acciones terroristas, así como para
adoptar medidas que asistan y promuevan la cooperación entre los países, incluso la
adhesión a los instrumentos internacionales contra el terrorismo. Los Estados Miembros
están obligados a informar periódicamente al Comité contra el Terrorismo sobre las
medidas que han adoptado para aplicar la resolución 1373.
Para apoyar la labor del Comité, en 2004 el Consejo aprobó la resolución 1535, en que se
pedía el establecimiento de una Dirección Ejecutiva del Comité contra el Terrorismo
encargada de vigilar la aplicación de la resolución 1373 y de facilitar la prestación de
asistencia técnica a los Estados Miembros.
También en 2004, el Consejo, por medio de su resolución 1540, creó un nuevo órgano
contra el terrorismo: el Comité establecido en virtud de la resolución 1540, integrado
también por todos los miembros del Consejo, al que encargó la tarea de vigilar el
cumplimiento de la resolución 1540 por parte de todos los Estados Miembros, en la que
se exhorta a los Estados a que eviten el acceso de agentes no estatales (entre los que
figuran los grupos terroristas) a las armas de destrucción en masa.
El Consejo aprobó, también en 2004, la resolución 1566 en la que se pidió a los Estados
Miembros que adoptaran medidas contra los grupos y las organizaciones implicados en
actividades terroristas que no fuesen objeto de examen por el Comité establecido en
virtud de la resolución 1267. En la resolución 1566 se creaba el Grupo de Trabajo
integrado por todos los miembros del Consejo encargado de recomendar medidas
prácticas contra esas personas y grupos y de analizar la posibilidad de establecer un
fondo de indemnización para las víctimas del terrorismo.
Las acciones europeas contra el terrorismo internacional se iniciaron en los años setenta,
pero sólo a partir de los años noventa, tras la aprobación del Tratado de la Unión Europea
(TUE), se empezaron a crear los instrumentos necesarios para avanzar en una estrategia
antiterrorista común en el marco del tercer pilar del TUE, que dio lugar a la creación de la
Oficina Europea de Policía (Europol) en 1995 y de los magistrados de enlace en 1996. En
este contexto, y bajo presidencia española, el 14 de octubre de 1995 se aprobó la
Declaración de La Gomera, con el fin de reforzar los mecanismos de cooperación policial
y judicial para conseguir un mayor intercambio de información sobre los grupos terroristas.
Pero no fue hasta el Consejo Europeo de Tampere, en octubre de 1999, que se avanzó
definitivamente en la cooperación en Justicia y Asuntos de Interior (JAI), con el objetivo,
entre otros, de establecer una definición común del delito de terrorismo y de perseguir su
financiación, aunque los avances en los dos años que siguieron al Consejo de Tampere
fueron lentos y difíciles.
La política antiterrorista de la UE
Pero estas medidas de cooperación judicial y policial se vieron superadas por la estrategia
estadounidense de “guerra contra el terrorismo”, que relacionaba el terrorismo con las
armas de destrucción masiva y los “Estados canalla”. En este sentido, la guerra de Irak
marcó un punto de inflexión en el pensamiento estratégico europeo, que tuvo que hacer
un ejercicio de redefinición de sus estrategias de seguridad en el nuevo mundo creado por
la estrategia estadounidense. Por ello el Consejo Europeo de diciembre de 2003 aprobó
una estrategia de seguridad europea que se posicionaba en todos los temas de la agenda
estadounidense pero marcando distancias con ella, y dejando claro que no todas las
nuevas amenazas tenían las mismas causas, de modo que para combatirlas se debían
aplicar estrategias distintas.
Esta etapa tendrá un impulso importante con la presidencia británica del segundo
semestre de 2005, que coincidió con los atentados de Londres del 7 de julio, que dejaron
56 víctimas mortales y 700 heridos, y que llevó finalmente a la aprobación de una
Estrategia de la UE contra el terrorismo en el mes de diciembre. El Consejo Extraordinario
de Ministros de Justicia e Interior celebrado el 13 de julio de 2005 solicitó a los Estados
miembros que hicieran un uso mayor de la Unidad Operativa de Lucha Antiterrorista de
Europol y de los equipos conjuntos de investigación. Pero también se
comprometió a adoptar Decisiones Marco sobre: retención de datos de
telecomunicaciones, exhorto europeo de obtención de pruebas, intercambio de
información entre los cuerpos de seguridad, y lucha contra la financiación del terrorismo,
que se aprobarían durante el semestre de la presidencia británica.
Prevenir que las personas de religión musulmana, sobretodo las jóvenes, se sientan
atraídas por el terrorismo, asegurándose que la voz de la opinión mayoritaria y moderada
en el Islam prevalece sobre la extremista.
De entre estos objetivos, se podría decir que el más novedoso es el primer objetivo
−Prevenir−, que además se desarrolló en una estrategia propia, aprobada incluso antes
que la estrategia general: la estrategia para combatir la radicalización y el reclutamiento
de terroristas.
Esta constatación demuestra que los derechos humanos son clave en la lucha contra el
terrorismo, y que la Unión debería asumir una doctrina de seguridad humana que sitúe los
derechos y libertades en el primer orden de prioridades, como única vía para vencer el
miedo al terrorismo. En palabras del propio De Vries: “La libertad es más fuerte que el
miedo. Por ello debemos preservar y promover estas libertades, estos derechos y
libertades que constituyen el centro de nuestra identidad. En la lucha contra el terrorismo
nuestros valores son nuestra mejor defensa”.
El rol del Parlamento Europeo como defensor de una política antiterrorista que
respete los derechos humanos y ciudadanos
Los derechos humanos y ciudadanos como eje de la acción del Parlamento Europeo
Ambas decisiones se tomarían con celeridad después del 11-S, pero el Parlamento no ha
podido ejercer un rol central en esta lucha, aunque sí que ha ejercido un rol de impulso y
de supervisión, principalmente en relación a la preservación de valores, derechos y
libertades fundamentales. Tal y como han señalado distintos autores en relación a la
Política Exterior y de Seguridad Común, el Parlamento Europeo sólo puede ejercer una
influencia efectiva en relación a los valores y la defensa de los derechos humanos, ya sea
dentro de las fronteras de la Unión o en relación a países terceros. En esta batalla política
en defensa de los derechos humanos y ciudadanos, el Parlamento encuentra la cohesión
interna necesaria para hacerse oír institucionalmente y encontrar el eco necesario en la
opinión pública y los medios de comunicación.
Y ello coincide con el camino que ha seguido el coordinador europeo Gijs de Vries, de
modo que hoy la principal característica de la lucha europea contra el terrorismo es el
acento en los valores que deben caracterizar esa lucha. Mientras Estados Unidos sitúa a
menudo su “guerra contra el terrorismo” como una lucha moral del bien contra el mal en
cuyo desarrollo el fin justifica cualquier medio, la Unión Europea, sitúa su “lucha contra el
terrorismo” en el marco de unos valores que deben guiar la propia acción.
En este sentido, el Informe del Parlamento sobre la dimensión exterior de la lucha contra
el terrorismo16, señala que “la lucha contra el terrorismo se ganará en el terreno de los
valores o no se ganará”, y por ello “el respeto de los derechos y libertades fundamentales
no es sólo el límite sino la razón de ser de esta lucha”. Por el contrario, considera que “la
limitación de los derechos fundamentales no produce más seguridad en la población sino
más miedo. Y el miedo paraliza la acción, el miedo acobarda a la gente, el miedo es
esterilizante”.
Valores que deben servir para convencer a la opinión pública europea, y contar con el
apoyo activo de los ciudadanos a las medidas anti-terroristas, ya sean preventivas o
represivas, con el objetivo de contribuir así a su derrota moral, primer paso para lograr su
derrota policial. Pero también deben servir para convencer a la opinión pública
musulmana, dentro y fuera de las fronteras europeas, un elemento esencial para
conseguir el aislamiento total de los terroristas. Como apunta el citado informe del
Parlamento Europeo: “La detención y puesta a disposición judicial de personas y células
terroristas de las que se tienen indicios o pruebas de culpabilidad no despiertan en el
mundo musulmán virulentas reacciones en contra”, mientras que los discursos de
desprecio al Islam o de identificación del Islam con el terrorismo, sí que las despiertan.
Por ello el informe, tras defender “sin reservas” la libertad de expresión y no recomendar
la autocensura, considera que dicha libertad “debe ejercerse con sentido de la
responsabilidad y de la cordura”.
Finalmente, y no por ello menos importante, por lo que implica de defensa de los
derechos de los ciudadanos europeos, el informe del Parlamento hace referencia a las
víctimas del terrorismo, y al necesario apoyo y asistencia de las instituciones les deben
prestar como acto de justicia y reparación, pero también como parte de la estrategia
colectiva de lucha contra el terrorismo, que siempre causa víctimas inocentes para crear
desazón en la opinión pública.
El Parlamento Europeo se puede convertir en uno de los principales garantes que la lucha
contra el terrorismo se realice desde el respeto a los derechos humanos y en el marco del
Estado de Derecho, pero para ello, deberá reforzar los instrumentos institucionales que le
permitan incrementar su papel en la lucha contra el terrorismo. En esta dirección, el
Parlamento deberá seguir exigiendo la activación de la cláusula pasarela prevista en el
artículo 42 del TUE para integrar dentro del marco comunitario lo esencial de la
cooperación judicial y policial.
Con todo, y más allá de este diálogo político formal, la principal capacidad de acción del
Parlamento en la política de lucha contra el terrorismo internacional, como en otros
aspectos de la Política Exterior y de Seguridad Común, es su capacidad de decisión sobre
el presupuesto de la Unión. En la primera reunión del diálogo político de alto nivel en
antiterrorismo, el propio vicepresidente de la Comisión y responsable de Justicia,
Seguridad y Libertad, Franco Frattini, agradeció la iniciativa del Parlamento a finales de
2004 de establecer un artículo presupuestario (el 18 05 06) en un proyecto piloto sobre
terrorismo. Los siete millones de euros destinados en el presupuesto de 2005 se
convirtieron en diez millones en 2006, y permitieron poner en marcha el Programa
Europeo de Protección de Infraestructuras Críticas, y establecer una red de expertos en
radicalización violenta, así como establecer un servicio de gestión de crisis relacionadas
con el terrorismo integrado en el sistema europeo de gestión de crisis.
Gracias a la iniciativa del Parlamento, que permitió que la Comisión pusiera en marcha
estos programas, en las perspectivas financieras 2007- 2013, la Comisión dispondrá de
40 millones de euros anuales para la lucha contra el terrorismo, especialmente para los
programas de “seguridad” y “predisposición y gestión de crisis”.
Estas demandas son consecuencia directa de las limitaciones que tuvo el Parlamento
Europeo en su afán de resultar un actor clave en la investigación de los supuestos vuelos
de la CIA que utilizaron aeropuertos europeos para trasladar sospechosos terroristas
desde Irak y Afganistán hasta el campo de internamiento de Guantánamo. A finales de
2005, el Parlamento puso en marcha una comisión temporal para investigar la
colaboración de los países europeos con la CIA para el transporte y la detención de
prisioneros, y el ponente del informe, el diputado Claudio Fava, llegó a la conclusión que
al menos doces Estados miembros estaban al corriente de las actividades de Estados
Unidos en su territorio. El informe finalmente aprobado por el Parlamento en julio de 2006,
considera “inverosímil que los Gobiernos europeos no tuvieran conocimiento” de las
entregas extraordinarias que se desarrollaban en su territorio; “condena la práctica de las
entregas extraordinarias”, cuyo objeto es evitar que los sospechosos sean sometidos a un
proceso; y afirma que “es necesario verificar la existencia de pruebas sobre eventuales
cárceles secretas en algunos países europeo”, aunque señala que el trabajo de la
comisión parlamentaria “no ha revelado hasta la fecha evidencia o prueba alguna de la
existencia de prisiones secretas en la UE”.
Estas limitaciones, junto a la incapacidad del Parlamento para impedir que la Unión
firmara el 6 de octubre de 2006 un nuevo acuerdo con Estados Unidos legalizando la
transferencia, a través de las compañías aéreas, de una lista de 34 datos personales
(PNR) incluyendo la dirección, los números de teléfono y de tarjeta de crédito, los hábitos
alimentarios y el itinerario de todos los pasajeros, a las autoridades americanas, han
puesto en entredicho la capacidad del Parlamento para salvaguardar los derechos
fundamentales de los ciudadanos de la Unión, toda vez que este acuerdo sustituye al
anterior, firmado en 2004, sobre una nueva base legal que impide la acción del
Parlamento, que consiguió en mayo de 2006 la anulación por parte del Tribunal de
Justicia Europeo del anterior acuerdo.
Y más recientemente, en la nueva National Security Strategy for United States of America
2006, publicada el 16 de marzo de 2006, el Presidente Bush volvía a insistir en los cuatro
puntos de su estrategia contra el terror: (1) prevenir posibles ataques perpetrados por las
redes terroristas; (2) evitar el acceso a las armas de destrucción masiva tanto a los
Estados hostiles como a sus aliados terroristas (3) impedir que Estados hostiles apoyen a
los grupos terroristas; y (4) impedir a los terroristas el control de Estados y áreas sin
gobierno que sirvan como base y santuario para lanzar su estrategia de terror.
Sin duda, la propuesta resulta reiterativa. Y es que, desde febrero de 2003, cuando se
formulara la denominada National Strategy for Combating Terrorism, la política
antiterrorista de la Administración Bush, basada en un modelo construido a partir de la
estrategia 4D -defeat-deny-diminish-defend-, permanece prácticamente inalterable frente
a un fenómeno terrorista cambiante, difuso, creciente y, aparentemente, fuera de control.
Aun reconociendo estos avances, teñidos por otra parte de cuestionamientos y críticas,
-los vergonzosos casos de Guantánamo y Abu Ghraib, el apoyo incondicional a Israel o la
guerra civil larvada en Irak son sólo algunos lamentables ejemplos-, cabe plantearse, sin
embargo, algunos interrogantes sobre la continuación de la guerra contra el terrorismo
tras las intervenciones de dudosa eficacia en Afganistán e Irak. Verdaderamente, ¿qué
opciones le quedan a Bush más allá de la estrategia 4D?, ¿hasta qué punto la aplicación
de esta estrategia supone una garantía de victoria a largo plazo?, y aún más importante:
¿es factible la extensión de la guerra contra el terrorismo a otros países declarados
hostiles como Irán, Siria o Corea del Norte?, ¿cuál será el siguiente paso de Estados
Unidos en su lucha contra el terrorismo?
Sin embargo, una hipotética tercera fase en la guerra contra el terrorismo sería muy
diferente, más compleja y desafiante, comparada con las dos fases anteriores de
Afganistán e Irak. Para empezar, a diferencia del régimen de Sadam Husein, Irán y Siria
no se encuentran aislados diplomáticamente; por otra parte, los regímenes de Siria e Irán
gozan de una cohesión nacional más sólida que en el caso del anterior régimen iraquí, por
lo que es más que probable que en caso de crisis las poblaciones de estos países
apoyasen incondicionalmente a sus respectivos gobiernos.
Además, ¿cuáles son las opciones que se abren para Estados Unidos?. Los bombardeos
limitados como en los casos de Afganistán y Sudán en 1998 durante la Administración
Clinton dejaron en evidencia las desastrosas consecuencias y la limitada eficacia que
supone la aplicación de este tipo de medidas para desactivar células terroristas; por otra
parte, una intervención a gran escala contra los denominados Estados santuario de los
grupos terroristas aseguraría una mayor eficacia en su eliminación; sin embargo, una
hipotética intervención militar en el caso concreto de Irán sería tremendamente costosa
dado que se necesitaría, cuando menos, duplicar las fuerzas desplegadas en la invasión
de Irak, dada la extensión del país, la hostilidad de la población y la amenaza que
supondría su programa de armas de destrucción masiva. Esta hipotética intervención
convertiría, esta vez sí, en un auténtico polvorín la región de Oriente Medio con
consecuencias trágicas e imprevisibles en todos los órdenes de la realidad internacional,
recrudeciendo, aún más si cabe, la espiral de violencia terrorista y contraterrorista.
Por otra parte, extender la lucha contra el terrorismo más allá de Al Qaeda y su red de
grupos terroristas se presenta aún más complicado como en el caso específico del grupo
libanés Hezbollah, ya que se trata de un grupo políticamente motivado, militarmente
entrenado y abastecido que cuenta con el apoyo mayoritario de la población libanesa.
Para contar con alguna posiblidad de éxito y golpear directamente al grupo, se necesitaría
un tremendo esfuerzo de inteligencia y contrainsurgencia en el propio Líbano, algo
bastante difícil, teniendo en cuenta el ejemplo de Israel que lleva más de 20 años optando
por la vía militar para poner fin al desafío de Hezbollah sin conseguir debilitar, ni mucho
menos derrotar, al grupo libanés. Más bien al contrario, los esfuerzos israelíes han
fortalecido la convicción política de sus integrantes, reforzando, incluso, la credibilidad del
grupo entre la población libanesa frente a la contundencia indiscriminada de la respuesta
israelí como desmuestra la reciente crisis iniciada el pasado mes de julio. Además, es
más que probable que Hezbollah decidiera activar sus células en Asia, Europa, América
Latina y Estados Unidos con el fin de golpear contra intereses norteamericanos en todo el
mundo.
De acuerdo con la interpretación de este autor, existe un odio político intenso contra
Estados Unidos, Israel y Gran Bretaña, que se ve fomentado, a la vez que moldeado por
las imágenes que transmiten los medios de comunidación y que son percibidas como
muestras de la denigración embrutecedora de la dignidad humana, lo que explica la
continua captación de reclutas para el terrorismo procedentes no sólo de la región de
Oriente Próximo, sino también de Marruecos, Etiopía o Indonesia.
De acuerdo con Haizam Amirah "los iraníes se sienten fortalecidos a escala regional. Ven
a los Estados Unidos rehén de su influencia sobre los chiíes de Irak; el enemigo talibán ya
no está en Afganistán, Hamás ha triunfado en las elecciones palestinas y el precio del
petróleo está muy alto. No hay que olvidar que el 25% del consumo mundial de petróleo
pasa cada día por el Estrecho de Ormuz que está bajo control iraní"; por otra parte, el
enfrentamiento abierto entre Israel y Hezbollah favorece los intereses de Irán en la
medida que ha contribuido a desviar la presión internacional sobre su programa de armas
de destrucción masiva, orientándola hacia su eterno enemigo: Israel, poniendo así en
evidencia la política de doble rasero de Estados Unidos y sus aliados.
En este sentido, la nueva National Security Strategy 2006 es continuista con respecto a la
NSS 2002, en la medida que sigue señalando el terrorismo como principal amenaza para
los intereses de seguridad norteamericanos, pero se aleja del sesgo unilateral de la
anterior NSS, apostando de forma decidida por el multilateralismo y la cooperación entre
aliados.
Asimismo, Estados Unidos pretende desarrollar agendas para una estrategia basada en la
cooperación con otros centros de poder global, particularmente con sus más firmes
aliados como los países de la Unión Europea. De acuerdo con la nueva NSS los nuevos
tiempos exigen nuevas relaciones, lo suficientemente flexibles, como para permitir una
acción efectiva, incluso cuando existan diferencias de opinión entre los aliados
tradicionales, y, al mismo tiempo, lo suficientemente sólidas como para enfrentar de forma
coordinada los desafíos actuales. En este sentido, y para reforzar la cooperación entre
aliados en un marco multilateral, es preciso contar con el apoyo de instituciones
internacionales regionales y universales con el fin de que esta colaboración sea lo más
amplia posible, a la vez que efectiva.
La nueva NSS sigue, como es lógico, firmemente comprometida con la protección de los
ciudadanos e intereses norteamericanos, para lo cual, la Admnistración norteamericana
se anticipará y enfrentará las amenazas utilizando todos los instrumentos que sean
necesarios antes de que las amenazas se conviertan en serios daños y perjuicos para los
intereses y ciudadanos estadounidenses. La doctrina de defensa preventiva que tanto
debate suscitó en 2002 se mantiene, por tanto, como el eje fundamental de la NSS 2006.
El argumento de la Administración Bush para justificar esta doctrina se basa en que ante
las consecuencias devastadoras de un posible ataque con armas de destrucción masiva,
el Gobierno estadounidense no puede permitirse la inacción. Y aunque la Administración
se muestre a favor de opciones no militares, -como la vía diplomática que se ha seguido
para enfrentar la amenaza que supone Corea del Norte-, y aunque se reconozca el fallo
de evaluación de la amenaza iraquí, se sigue apostando por el error antes que por la
pasividad.
Una mirada atenta a la realidad internacional que nos rodea sólo nos permite afrontar la
nueva propuesta con inquietud y escepticismo, ya que la Administración Bush sigue
apostando por soluciones continuistas basadas en la proyección de poder en un
escenario internacional cada vez más inestable, donde Estados Unidos está perdiendo la
principal batalla que es la de las mentes y corazones árabes y musulmanes.
Al Zawahiri ha venido insistiendo en las aseveraciones de Bin Laden a lo largo del pasado
año de 2005, manifestando un tono especialmente crítico contra los centros de dentención
estadounidenses en Guantánamo y Abu Ghraib, mostrándolos como ejemplo del modelo
de reforma de Estados Unidos para el mundo islámico. En sus manifestaciones, Al
Zawahiri también ha rechazado los procesos electorales en Afganistán, Egipto e Irak,
argumentando que Estados Unidos y sus aliados no hubieran apoyado estas elecciones si
los resultados hubieran dado la victoria a gobiernos islamistas que hubieran cuestionado
la política estadounidense en la región.
En general, se puede afirmar que la retórica política y religiosa de los líderes de Al Qaeda
a lo largo de estos años se ha mantenido coherente: los musulmanes deben contemplarse
a sí mismos como parte de una única nación y trabajar unidos para resistir la agresión
anti-islámica sobre la base de una jihad defensiva. Esta retórica de la denominada "unidad
islámica" normalmente viene acompañada con manifestaciones antisemitas de condena a
Israel y acusaciones contra Estados Unidos por su evidente complicidad en el sufrimiento
de los musulmanes.
Sin embargo, y partiendo de la base de esta consistencia, los líderes de Al Qaeda han
venido haciendo gala de un extraordinario pragmatismo para adaptar el contenido de sus
mensajes a las circunstancias cambiantes del momento, aunque manteniendo el
compromiso mesiánico de una agenda ideológica más amplia y a largo plazo. En muchas
de las declaraciones previas al 11 de Septiembre, Bin Laden amplió el contenido de su
mensaje con el fin de reclutar para su causa el mayor número de musulmanes posibles,
siendo el principal objetivo de sus mensajes los musulmanes no árabes, muy
especialmente aquéllos involucrados en conflictos como el de Chechenia, Bosnia,
Cachemira y Filipinas. Tras los atentados del 11 de Septiembre, Bin Laden apeló
directamente a los musulmanes que se encontraban en primera línea de las operaciones
contraterroristas lideradas por Estados Unidos, particularmente su mensaje se dirigía a las
poblaciones de Arabia Saudí, Pakistán e Irak, cuyos gobiernos son aliados de Estados
Unidos en la guerra contra el terrorismo.
Lo cierto es que el rechazo cada vez más generalizado a la política exterior de Estados
Unidos en el contexto internacional, y muy especialmente en la sociedades musulmanas,
constituye un factor relevante para entender el cambio progesivo de los líderes de Al
Qaeda hacia una retórica política e ideológica cada vez más explícita y concreta en un
claro intento oportunista por ampliar las bases del movimiento, además de conseguir más
apoyo material y financiero. En este sentido, cabe destacar las aportaciones de Sayf Al
Adl, comandante de Al Qaeda, en sus esfuerzos por concretar un detallado marco
estratégico que sirva de base del movimiento jihadista, en una estrategia a corto, medio y
largo plazo donde la provocación de Israel y la explotación de la vulnerabilidad de Estados
Unidos y sus aliados con respecto a las reservas de petróleo destacan como puntos
especialmente relevantes de una estrategia terrorista que se caracteriza por la
versatilidad, la resistencia y el pragmatismo.
Las estrategias de seguridad nacional no son, como el sentido común induce a pensar,
una estrategia militar o de defensa aunque delimitan los escenarios y condiciones en los
que EEUU podría emplear su poder militar. El factor de la fuerza tuvo más relieve en las
ediciones anteriores de 2002 y 2006 debido a la preocupación de la Administración del
presidente Bush por la lucha contra el terrorismo en un entorno post-11S. Aunque todas
las estrategias mantienen una estrategia similar y presentan más elementos de
continuidad que de cambio, aquellas tuvieron una mayor notoriedad porque sus
prioridades de seguridad “militarizaron” la estrategia y el flujo estratégico derivado de ella.
Por el contrario, las estrategias sirven para comunicar qué combinación de instrumentos
empleará cada Administración para resolver los problemas de seguridad que le toca
afrontar. En algunas ediciones, como en la NSS de 2006, esta labor de comunicación
estratégica y de diplomacia pública (estrategia) tiende a primar sobre la finalidad
primigenia de orientar las políticas (concepto estratégico), por lo que se identifican
objetivos y líneas de acción sin explicar suficientemente qué se hará para conseguirlos.
La NSS de 2010 enumera muchos objetivos a conseguir pero no da demasiadas
indicaciones sobre la forma de hacerlo. Así, y entre muchos ejemplos, no dice cómo debe
penalizarse el incumplimiento de las obligaciones contraídas sobre proliferación, comercio
o derechos humanos, ni qué consecuencias deben tener los incumplimientos o cómo se
puede aislar a los gobiernos que se burlan de las normas internacionales (¿qué hacer con
Irán y con Corea del Norte?). Mayor detalle ofrece sobre Afganistán, Pakistán y al-Qaeda,
donde se nota la existencia de estrategias específicas que permiten ampliarse en
explicaciones, y la lucha contra la proliferación de armas de destrucción masiva, algo que
se explica por la prioridad de estas cuestiones en la agenda personal de un premio Nobel
para la consecución de un mundo sin armas nucleares.
La NSS de 2010 constata que el mundo está cambiando y que ya que EEUU no puede
configurar la realidad internacional, debe adaptarse a ella. Las estrategias anteriores
apostaban por un enfoque proactivo de la acción exterior por la que EEUU debería
configurar (shape) el orden mundial fomentando la democracia, el desarrollo y la
seguridad por todo el mundo, especialmente allí donde los estados fueran más débiles o
fallidos, una estrategia que la antigua secretaria de Estado, Condoleezza Rice, tradujo en
su transformational diplomacy y en cambios en el Servicio Exterior. Ahora, la NSS de 2010
sustituye el liderazgo decidido y transformador por otro más pragmático y compartido, ya
que la Administración Obama entiende que hay que cambiar muchas cosas en casa antes
de poder cambiarlas fuera y que es necesario compartir la responsabilidad de la
seguridad global con los aliados, socios e instituciones internacionales.
EEUU desea seguir comprometido (engaged) en los asuntos internacionales para influir
en ellos. Con sus aliados tradicionales, con las potencias emergentes e incluso con los
adversarios potenciales para explorar oportunidades de solución y mostrar a su población
que existe la voluntad de cooperar. Un aspecto novedoso en la NSS de 2010 es la
relevancia que atribuye a los actores no estatales, las potencias emergentes, el G-20, la
sociedad civil, el sector privado y los individuos como sujetos activos de la seguridad
global. En el lado oscuro de la seguridad, también reconoce la emergencia de actores
locales radicalizados y redes criminales trasnacionales. La diversificación de actores
ofrece la posibilidad de nuevas combinaciones de ellos en agrupaciones ( partnerships)
para hacer frente a nuevos problemas de seguridad mientras que para los problemas de
naturaleza militar siguen siendo necesarias las alianzas intergubernamentales.
Si en las estrategias anteriores irrumpió con fuerza el enfoque preventivo –con demasía
en el ámbito de los ataques preventivos– en respuesta a la gravedad de los efectos y a la
necesidad de prevenir los daños y agresiones, en la NSS de 2010 aparece el concepto de
recuperación (“resiliencia”). La dificultad de garantizar que se puedan evitar todas las
agresiones posibles mediante la prevención, obliga a desarrollar dentro de las sociedades
una capacidad de recuperación para que a pesar de la dimensión de los daños, puedan
recuperar su funcionamiento normal cuanto antes. Este enfoque ya figura en las
estrategias británica y francesa de seguridad nacional y, ahora, la NSS reconoce la
importancia de proteger los servicios e infraestructuras públicas, gestionar las
emergencias naturales o debidas a la acción humana y fomentar la colaboración público-
privada.
La comparación con las estrategias de 2002 y 2006 ofrece más continuidad que cambios
en los contenidos, aunque los cambios son importantes en el lenguaje de comunicación y
en la estructura respecto a las anteriores estrategias. Mantiene los contenidos de las
anteriores, salvo los relacionados con la lucha contra el terrorismo global y los cambios
orgánicos introducidos en el sistema de seguridad nacional que desaparecen en la nueva
estrategia, aunque el resto se redistribuye en una estructura clásica que describe el
contexto estratégico y los intereses de seguridad, prosperidad, valores y orden
internacional. La principal amenaza que ve esta Administración para su seguridad
nacional es la proliferación de las armas de destrucción masiva, sea entre actores
estatales o no estatales.
Para que la visión del mundo deseada se materialice, y la visión se transforme en una
estrategia, los documentos deben describir cómo se van a utilizar los recursos disponibles
para conseguir los objetivos propuestos. La NSS de 2010 constata que EEUU ya no
dispone de los recursos ilimitados del pasado y reconoce que la seguridad final
dependerá de los recursos educativos, económicos, científicos y tecnológicos disponibles,
pero a partir de esa constatación, no determina sus prioridades de forma que los escasos
recursos se asignen a sus objetivos por orden de importancia. En su lugar, la NSS de
2010 vuelve a elaborar un listado de intereses a proteger: seguridad, bienestar, valores y
orden internacional sin que se mencione ningún orden de preferencia.
El problema de fondo es que en los últimos años ha crecido el desfase entre sus recursos
y objetivos. Sus instrumentos de acción siguen siendo el poder militar, la competitividad
económica, el liderazgo moral y el compromiso moral, pero esos instrumentos se han
visto afectados por los conflictos de Irak y Afganistán, la recesión económica y las
acciones de al-Qaeda. Por eso, la NSS de 2010 reivindica un período de transición, para
“reequilibrar” sus prioridades y poder recuperar sus instrumentos de acción, para volver a
liderar la seguridad global como en el pasado y poder configurar los cambios en lugar que
tener que adaptarse a ellos. La NSS acierta al identificar el descenso de los niveles de
bienestar, educación, capital humano y ventaja tecnológica o el mal gasto como la fuente
del desfondamiento del liderazgo estadounidense, pero la Estrategia de 2010 se equivoca
al prescribir los remedios contra esos males estadounidenses dentro de un documento
dedicado a la seguridad, no a la política general que es donde se deberían haber
encuadrado. Ni los instrumentos ni los responsables para solucionar esos problemas se
encuentran en el sistema de seguridad nacional, sino en el conjunto de la Administración,
por lo que su inclusión produce confusión y da la impresión de que la seguridad nacional
puede extenderse a todos los problemas nacionales, lo cual va en contra de la filosofía de
estos documentos.
CONCLUSIONES
Los avances evidentes que se han producido en los últimos cinco años de cooperación
antiterrorista en el seno de la Unión, no pueden hacernos olvidar las limitaciones de dicha
política y los propios límites del Parlamento Europeo en su capacidad de acción. La crisis
de los vuelos y las detenciones ilegales de la CIA en territorio europeo, que han terminado
conllevando la renuncia del coordinador antiterrorista Gijs de Vries, han evidenciado que a
pesar de los logros conseguidos en sus casi tres años de mandato, la voluntariosa política
antiterrorista de la Unión choca ante la realidad de las acciones ejercidas o permitidas por
los Estados miembros. La renuncia del coordinador ha sido consecuencia de su
incapacidad no sólo para tomar decisiones en materia de lucha contra el terrorismo sino
hasta para conocer las acciones que llevan a cabo los Estados. La crisis de los vuelos de
la CIA ha puesto de manifiesto que muchos estados no sólo no coordinan su política sino
que no consideran conveniente ni comunicar algunas de sus acciones a sus socios, como
en el caso de los supuestos centros de detención secretos en Polonia.
Las conclusiones del “Informe Fava”, que fue finalmente aprobado por el Parlamento el 14
de febrero de 2007, y las recientes revelaciones sobre las negociaciones entre la UE y
Estados Unidos sobre los límites de los procedimientos de detención estadounidenses, o
los interrogatorios en Guantánamo por parte de la policía española, han puesto de
manifiesto las contradicciones europeas en esta materia. La Unión ha defendido un
discurso oficial que no ha llevado a la práctica, principalmente en relación a Estados
Unidos, de modo que su credibilidad ha quedado en entredicho.
En los últimos años, defendiendo los derechos fundamentales para evitar que sean
restringidos en el marco de la lucha contra el terrorismo. Y ahora reivindicando la vigencia
de los derechos humanos y del derecho internacional en la lucha contra el terrorismo por
parte de los Estados europeos y de países terceros.
La defensa de estos valores podría ser uno de los principales activos de la acción del
Parlamento Europeo en el marco de la lucha antiterrorista, pero para ello deberá sortear
no sólo las dificultades del actual marco legal, sino las dificultades políticas opuestas por
los distintos gobiernos de la Unión, que no aceptan que el Parlamento pueda tener
capacidad de decisión en asuntos de justicia e interior. Y muy especialmente por algunos
Estados miembros que parecen haber colaborado directamente con gobiernos terceros
violando de forma flagrante los compromisos de la Unión Europea y los valores de la
lucha antiterrorista que la Unión dice defender.
Por otro lado las estrategias nacionales de seguridad deben servir para comunicar los
objetivos y políticas de seguridad a la audiencia nacional e internacional y, por otro lado,
para facilitar el planeamiento y ejecución de los distintos departamentos implicados en la
seguridad nacional. La NSS de 2010 tiene más de lo primero que de lo segundo. Ofrece
más una visión de la seguridad global hacia la que se desea ir que del modo de hacerlo,
es más una estrategia declarativa que un concepto estratégico normativo. Queda por ver
si la falta de precisiones generales obedece a la intención de precisarlas luego, sector por
sector, o porque no se dispone de ideas o de confianza para la consecución de los
objetivos que se plantean.
No pudiendo resolver todos los problemas por sí mismo, EEUU ha vuelto a la senda del
multilateralismo para corresponsabilizar a otros de la gestión internacional. El problema es
que al hacerlo, el resultado de su estrategia depende de otros en buena medida. La
interdependencia, multipolaridad en términos estratégicos, complica mucho la elaboración
de estrategias y genera incertidumbre sobre el resultado final de tantas interacciones y de
tantos actores en la seguridad global. Esto no significa que el margen estadounidense de
autonomía en la seguridad global no siga siendo el mayor conocido bajo la globalización y
que no vaya a emplearlo unilateralmente para conseguir sus intereses de seguridad,
como ha hecho en el pasado. El estilo del texto y la percepción de la nueva
Administración en la NSS de 2010 no alteran los patrones tradicionales de
comportamiento de la política de seguridad estadounidense que, como se ha visto,
mantienen la continuidad en lo esencial con estrategias anteriores. El multilateralismo no
es, por lo tanto, un fin en sí mismo, sino un instrumento para conseguir fines, siempre y
cuando sea eficaz, para lo que parece contar con la voluntad estadounidense de reforzar
el orden internacional e institucional.
Si hay que reseñar algún cambio estructural, podemos atender al creciente componente
interno de la seguridad. La preocupación por la Homeland Security se está equiparando a
la que tradicionalmente ha recibido la dimensión exterior de la seguridad y, a medida que
se resuelvan las “guerras” del presente, está por ver si se asumen nuevos retos
internacionales o se continúa prestando más atención a los nuevos riesgos. También se
debe prestar atención a la evolución del modelo de gestión interagencias (whole of
government approach) y al reequilibrio de los instrumentos, algo que precisará un tiempo
y un esfuerzo que trascenderá el marco temporal de esta Estrategia. Las experiencias y
buenas prácticas de EEUU servirán para cambiar el modelo de gestión de la seguridad
nacional e internacional más allá de las fronteras continentales, afectando a las nuevas
estrategias y sistemas de seguridad que se diseñan en las sociedades avanzadas.
BIBLIOGRAFÍA
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