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ENTREVISTA

1. Realización del diagrama familiar y recogida de datos de identificación del paciente que no
aparecieron en la primera entrevista (edad del paciente y de personas significativas, estudios,
detalles sobre su vida laboral, etc.). 2. Primer recuerdo que tiene el paciente sobre su vida. 3.
Embarazo y parto. 4. Primeros desarrollos: marcha, habla, control de esfínteres, alimentación
(puede preguntarse también por la presencia de dificultades de alimentación actuales). 5.
Aprendizaje: dificultades y capacidades, escuelas a las que ha asistido el paciente, relaciones con
profesores y compañeros. 6. Trabajo, relaciones con superiores/subordinados y compañeros. 7.
Relaciones de amistad y de pareja, exploración de posibles dificultades y/o preocupaciones
asociadas a la sexualidad. 8. Descripción de personas significativas para el paciente (padre, madre,
pareja, amigos(as) más destacados, etc.). Autodescripción («¿Cómo se definiría usted a sí
mismo?»). 9. Posibles problemas de salud y consumo de drogas. 10. ¿Qué desea cambiar el
paciente? (en caso de que no quede suficientemente claro en lo que nos ha explicado).
2. 1. SÍNTOMAS CLÍNICOS: cómo se siente el paciente, si hay tristeza, llanto, inquietud, ansiedad,
miedo, insomnio, problemas con la alimentación, consumo de sustancias, etc. También pueden
anotarse en este apartado síntomas que el paciente haya podido tener en otras épocas de su vida,
así como los tratamientos psicológicos y farmacológicos asociados a esos síntomas (pasados o
presentes). 2. PERSONALIDAD: cómo es el paciente, cuáles son sus rasgos «normales» y
«patológicos» de personalidad, qué recursos y capacidades tiene, si es una persona dependiente o
autónoma, si se valora en exceso o se infravalora, si es optimista, trabajador, responsable, tímido,
distante, etc. Pueden incluirse también opiniones de otros sobre el paciente, y que este nos explica
(por ejemplo, «mi padre dice que soy…»). 3. CIRCUNSTANCIAS BIOGRÁFICAS Y SOCIOFAMILIARES:
aspectos pasados y presentes de la vida del paciente que pueden incidir en su situación actual,
cómo fueron las relaciones con sus padres, si sufrió algún tipo de maltrato, si emigró, la calidad de
la relación de pareja, el apoyo social con el que cuenta, sus estudios, su trabajo y situación
socioeconómica, la presencia de alguna enfermedad o discapacidad, etc. 4. DIAGNÓSTICO: a partir
de la información recogida en el apartado 1 (síntomas clínicos) y en el 2 (personalidad),
establecemos un diagnóstico DSM-CIE. 5. ESTADIOS DE CAMBIO DE LOS PROBLEMAS PRINCIPALES:
tras delimitar aquellos síntomas y/o rasgos de personalidad que desde un punto de vista clínico
deberían considerarse un problema psicológico, es importantedelimitar el grado de conciencia y la
concepción que tiene el paciente. Para ello resulta útil el modelo de estadios de cambio de
Prochaska y DiClemente (Norcross, Krebs, y Prochaska, 2011; Prochaska y DiClemente, 1983): a)
precontemplación: la persona no considera que tenga un problema. Si consulta será más por
presiones de otros que por ser consciente del problema; b) contemplación: predomina la
ambivalencia respecto a la necesidad de cambiar, en ocasiones aparece la inquietud y en otros
momentos desaparece; c) acción: la persona no solo está convencida de la necesidad de cambiar,
sino que ya está implicada en acciones que implican cambio; d) mantenimiento: estadio en el que el
cambio se ha producido y se trata de mantenerlo en el tiempo y de prevenir recaídas; e) recaída:
después de un tiempo de cambio, la persona ha recaído en su conducta problema (vuelve a
consumir, por ejemplo) y experimenta dolor y desmoralización. En el proceso de evaluación
psicológica clínica, lo fundamental será delimitar bien —sobre todo— en qué problemas el paciente
se encuentra en un estadio precontemplativo (poca conciencia y/o escasa predisposición al cambio)
y en qué problemas se halla en estadio contemplativo (conciencia y predisposición al cambio): es
fácil entender que la intervención deberá ajustarse al estadio de cambio en que se encuentra el
paciente. 6. APEGO: el estilo de apego del paciente también es una información relevante y valiosa,
ya que nos permite discernir la vivencia que tiene de sí mismo y de los demás. En nuestra práctica
clínica utilizamos un instrumento para evaluar el apego (el Cuestionario de Relación, CR, de
Bartholomew y Horowitz, 1991), aunque también tenemos en cuenta las narrativas del paciente.
(Lucena, Cifre, Castillo Garayoa y Aragonés, 2015)
3. Lo que sabemos del paciente en tres niveles: 1. Aspectos de la biografía del paciente que han
podido influir en su personalidad (en sus recursos y en sus dificultades) y/o en sus conductas-
problema. 2. Personalidad, patrones de relación, estilo de apego, formas de verse a sí mismo y a los
demás que no son coyunturales, sino que perduran en el tiempo. En este nivel situaremos el «eje
vertebrador del caso», es decir, aquella característica que consideramos que define y explica mejor
las dificultades del paciente. 3. Síntomas, conductas específicas, cómo actúa y se desenvuelve el
paciente en su vida actual.
4. Los recursos personales y relacionales del paciente, sus capacidades, fortalezas y aspectos
preservados. A partir de ese diagrama realizaremos la devolución y la indicación terapéutica
5. Estilo de afrontamiento Los pacientes más externalizadores, en los que hay menos sufrimiento
interno y predomina la impulsividad y la actuación, tienden a responder mejor a terapias centradas
en el cambio conductual. Por el contrario, los pacientes internalizadores tienen más malestar
subjetivo (ansiedad, depresión, obsesividad) y para ellos está más indicada una terapia de insight.
6. Estadio de cambio Ya nos hemos referido a la importancia de evaluar en qué estadio de cambio se
encuentra el paciente respecto a cada uno de sus problemas principales. Delimitar bien este
aspecto es determinante para la indicación terapéutica. Cuando predomina la precontemplación, si
la conciencia de problema es escasa o nula, no es adecuado plantear de entrada un trabajo para
lograr algún cambio conductual ni una terapia de insight: el tratamiento deberá tener un fuerte
componente de apoyo, será prioritario fortalecer la relación terapéutica y ayudar poco a poco al
paciente a darse cuenta de las dificultades. Los pacientes en estadio de cambio contemplativo
pueden mostrarse motivados y receptivos a cualquier tipo de terapia, y serán otras características
las que determinarán si ha de ser preferentemente de insight o si ha de buscar un cambio
conductual específico.
7. Modelo explicativo del paciente En las entrevistas de evaluación debemos estar atentos a la
«teoría» o modelo explicativo que todo paciente tiene sobre su problema, si lo considera a) fruto
de influencias externas, del entorno, de los demás, de las circunstancias de la vida; b) producto de
una disfunción de tipo orgánico-cerebral, por ejemplo de un «desequilibrio químico»; o bien c) el
paciente se da cuenta de que sus puntos de vista, sus actitudes y la forma de relacionarse están
asociadas al desarrollo de esos problemas. Hay personas que presentan combinaciones de esas tres
perspectivas, y uno de los trabajos de la psicoterapia puede ser precisamente modular o matizar la
teoría del paciente sobre sus problemas. En cualquier caso, al menos de entrada, deberían
prevalecer los elementos de apoyo cuando la teoría explicativa del paciente apunta a su entorno y a
sus circunstancias vitales.

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