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ACTIVIDAD 7.

NARRACIÓN

Las fronteras de los estados nación en nuestro tiempo cada día se hacen más
difusas debido a la globalización en la que nos vemos inmersos desde hace varias
décadas. El paradigma del nacionalismo por un lado cada vez se hace más difuso
en sociedades globalizadas; en cambio en algunas partes del mundo, donde existen
conflictos migratorios sucede todo lo contrario, se ven revindicados los valores que
identifican a los individuos con su identidad y cultura.

En el ámbito educativo, lo anterior nos presenta un panorama nuevo en el que los


valores de la educación deben obedecer a alguna de las vertientes mencionadas.
Por un lado tenemos que la educación se ha enfocado en adquirir un carácter
mucho más global, con la intención de ofrecer mejores oportunidades de vida a las
nuevas generaciones; sin embargo en el caso de México hemos notado que cada
vez, es más cuestionada la calidad educativa del país.

Sin embargo, a pesar de todo, la educación en nuestro país tiende a rescatar los
valores que nos identifican como nación, libre y soberana de otros Estados, su
cultura, tradiciones, su historia y su lengua; los rasgos característicos e
identificables de una nación con un territorio bien delimitado.

En el presente documento se pretende establecer la utilidad de este pensamiento


frente a una nueva realidad globalizada y el impacto que tiene en la educación.
Asimismo, se pretende plantear una crítica al actual sistema educativo en el que se
deja de lado la multiculturalidad, si vale la pena rescatar, si es posible integrar a la
vida de los alumnos y cuál sería el agente de cambio para realizar dicha hazaña.

Rodríguez (2008), ha puesto de manifiesto que una sociedad globalizada, en este


caso la Unión Europea ha tenido ciertas dificultades al tratar de establecer una
identidad con base en la multiculturalidad que supone la unión de lenguas, culturas
y costumbres, en muchos casos, muy diferentes unas de otras. Por un lado tenemos
la autonomía de los pueblos inmersos en la UE, donde la educación frecuentemente
ha estado encaminada hacia el nacionalismo y de un momento a otro el paradigma
ha cambiado para generar una identidad distinta a la que se les ha inculcado: el ser
europeo, el resultado según el autor ha sido el de no-identidad.

Los conflictos que pueden llegar a suscitarse partiendo del choque cultural que
supone el ser europeo frente a la identidad nacional no se hacen esperar. El papel
de la escuela según Rodríguez (2008):
(...) tiene que contribuir a dotar a los estudiantes de los instrumentos
necesarios para asumir y desarrollar adecuadamente esta dimensión,
definida menos como un contenido académico que como un sistema de
actitudes y valores basados en el pluralismo, la tolerancia y la apertura a los
otros.

El caso de México es similar; si bien, nuestro país no está inmerso en una


comunidad transnacional como la UE, sabemos que la multiculturalidad de nuestro
país nos coloca como candidatos a adoptar un sistema que esté basado en la
tolerancia hacia otras culturas, muy diferentes de la vida cotidiana que se vive en las
grandes ciudades. Valores como el respeto y la tolerancia son fundamentales para
evitar conflictos que en su mayoría tienen base en la educación y la identidad propia
de una región (Jordán, 2009).

En las instituciones educativas, es verdad que se implementan programas que


contemplan los valores descritos con anterioridad, sin embargo la práctica de éstos
es limitada o nula, pues según Jordán (2009), la cultura escolar dista mucho de su
práctica coherente, debido a que la comunidad escolar dentro de las instituciones
está pautada en la realidad cotidiana por reglas informales, contradictorias,
rutinarias y desorientadoras, tanto para los profesores como para los alumnos, tan
necesitados de pautas sólidas y válidas de referencia.

Aunado a esto, se han notado diversas fallas en la comunicación de los


estudiantes, como; malas palabras y golpes, los cuales suelen ser una realidad en el
aula educativa, por diversos factores en los que se incluye el contexto del alumno
que influye directamente en la relación con sus semejantes.
Frente a esta problemática el rol del profesor es fundamental. Sin embargo la
presencia de éste a menudo es percibida como insuficiente e insatisfactoria (Jordán,
2009). Este tipo de evaluación hacia el profesorado se agrava cuando la población
de educandos es heterogénea; en esos casos el conflicto es más frecuente debido a
la percepción de identidad propia de cada alumno. Se convierte en una tarea
complicada para el educador puesto que cada alumno tiene una propia concepción
de sí mismo.

Una cuestión que resulta invaluable para la educación es la preparación del profesor
y su habilidad para construir una cultura escolar favorable con base en diversas
maneras de enseñar y provocar en el alumnado el desarrollo del pensamiento
crítico basado en los valores universales como los derechos humanos. Conocer
diferentes maneras de transmitir el conocimiento y comunicar los valores antes
descritos permite sobreponerse a conductas adversas a la tolerancia.

(...)si lo que se pretende es promover una cultura escolar positiva, donde


los motivos para adoptar conductas negativas se aminoren lo más posible, es
evidente que los docentes han de pagar un precio, y éste no puede ser otro
que el compromiso con una forma de realizar su tarea de una manera
estimulante; o dicho con palabras todavía más penetrantes: donde prime la
emoción y la pasión por enseñar y educar. (Day, 2006 citado por Jordán,
2009)

Es preocupante el nivel de discriminación y la poca aceptación que existe hacia


otras culturas. Jordán (2009) apunta que existe un nivel de discriminación superior
al 40% en la población marroquí en los estudiantes españoles. Lo mismo ocurre con
los gitanos, los propios latinoamericanos y la comunidad judía.

Sin duda alguna, el desafío de nuestra realidad educativa radica en que la


globalización y la constante influencia de los países del norte (EU) está muy
presente en nuestra vida cotidiana. Esto hace, que la multiculturalidad de nuestro
país y el romanticismo con el que se percibe se vea opacada por la necesidad de
ser mucho más competentes en términos de globalización.
Esto, a título personal genera una disyuntiva en el alumnado frente a la
identificación con su país, su multiculturalidad y la identificación con otras culturas
mucho más avanzadas industrial y económicamente hablando.

Por ello, es menester de los profesores tener una conciencia mucho más allá de la
adquirida por las instituciones educativas, es decir, promover una cultura educativa
con todo lo que implica (compromiso y capacitación) y, comunicarla en diferentes
ambientes, con la finalidad de que tenga un verdadero sentido en el que descansen
valores universales, es una labor titánica que requiere un cambio de paradigma a
nivel nacional, del que dependen muchos organismos gubernamentales y por
supuesto, la sociedad.

Por tales motivos, en la institución educativa donde desempeño mi labor como


docente en primaria, dirigimos las acciones hacia un fin común, implementando
actividades donde se favorece la integración y la confianza, así como generar
empatía para comprender al alumnado con necesidades educativas especiales o
con capacidades diferentes.

Indudablemente, en educación primaria los alumnos se encuentran en la etapa más


importante para trabajar valores, pues es donde empiezan a descubrir el mundo y
se relacionan con sus semejantes, por lo tanto, se realizan actividades mediante
juegos didácticos, se plantean situaciones donde deban tomar decisiones al
respecto, además, en las diferentes áreas de la escuela, se encuentran colocadas
algunas laminas con dibujos e ilustraciones con distintos valores, con la
intencionalidad de que, en horas de recreación puedan apreciarlos y aplicarlos, ya
que la formación en valores debe solidificarse, para que los alumnos puedan
identificarlos y a su vez, se apropien de estos como parte de su vida diaria.

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