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COMO CONVERTIR EL FRACASO EN ÉXITO

Una Conferencia del Servicio Dominical de Ann Davies

Esta mañana vamos a comentar sobre cómo convertir el fracaso en éxito. Si pudierais
hacerlo con solo mover la mano, como supuestamente cree la gente ordinaria que así lo hizo
Jesús sin más pormenores implicados; eso sería como un truco ¿no es cierto? Pero no es
exactamente lo que parece, como veremos.

¿Qué entendemos por éxito? Algunos piensan que el ascenso a un empleo importante en una
empresa es indicativo de éxito, otros piensan que si se ganaran la lotería llegarán a ser
exitosos, otros piensan que hacer buenos negocios utilizando artimañas para ganarle a los
otros más dinero, es ser una persona de mucho éxito, algunos piensa que si lograran ser
famosos alcanzarían el éxito, hay otros que creen que si lograran terminar sus carreras
académicas lograrían el éxito. Etc. Pero el éxito no tiene nada que ver con ninguna de estas
cosas. Todos estos propósitos pueden añadirse al éxito, pero no son el éxito. No importa lo
que tengan o donde estén, incluso aunque sean la cabeza de una gran organización. Una
persona que sea abogado puede llegar a pensar que es un fracasado porque no logró su
doctorado en medicina y una mujer creer que no es feliz y exitosa por qué no encontró el
marido que deseaba o un ascenso en las oficinas de su empresa y así sucesivamente.

Hemos de entender lo que significa para nosotros el éxito. Hay muchas amas de casa que
viven felices con sus actuales ocupaciones. Hay otras que friegan los suelos y lavan los
platos con amargura en sus corazones, pensando que podrían haber hecho cosas mejores.
No saben por qué han de permanecer atrapadas en un trabajo tan infeliz. Se puede notar
como con el paso del tiempo la amargura se adueña de sus rostros, de modo que la belleza
se desvanece. Esto es un rasgo muy antisocial. No es agradable mirar la amargura dibujada
en el rostro de una persona. Les debemos a los demás un poco más de belleza ¿no creéis?

Éxito y fracaso. ¿Qué es lo que son? Cuando un niño que esta aprendiendo a andar se cae
¿es acaso esto un fracaso? ¿El proceso de hacer un perfume resulta un fracaso porque en
determinada fase huele horrible? Pero es que somos seres humanos, y tendemos a evaluarnos
y evaluar a los demás en términos del proceso, sin comprender que tal o cual etapas
determinadas en la vida no tienen nada que ver con el éxito o el fracaso. En Qabalah, el
Sefirah asignado a la naturaleza del deseo se llama Victoria (Netzach, la esfera de la
actividad de Venus). Victoria podría significar éxito ¿no es cierto? Se relaciona con la
naturaleza del deseo, que es el ser emocional de una persona, es el impulso básico emocional
que mueva a todos los seres vivos.

¿Cuál es la verdadera historia que está detrás de la victoria o del éxito? ¿Os sorprenderá
que os diga que nunca ha habido un tiempo en el que no hayáis dejado de tener éxito,
incluso cuando haya parecido que fracasabais? ¿Pensaréis que estoy equivocada o que estoy
loca? Si lo analizamos, veremos que es cierto que nunca hemos fracasado. Veremos también
que gruñir, refunfuñar, enfurecer y maldecir todo acerca de un evento concreto de vida,
aunque no sea de nuestro agrado, es ser contrario a los verdaderos principios de la evolución
de la consciencia o a la comprensión del significado de lo que parece ser fracaso o éxito.

La gente puede observar a un matrimonio que no hace más que tirarse los trastos a la cabeza,
y decir que tal matrimonio es un fracaso. Pero ¿lo es? Suponed que lo que cada esposo lo
que quiere en realidad es un compañero contrincante. Entonces tienen un matrimonio
exitoso, a pesar de las apariencias, porque han conseguido satisfacer su mayor necesidad,

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¡que es encontrar a alguien con quien pelearse! ¡No se divorciarían por nada del mundo!
Aprovecharán cualquier excusa para enzarzarse, porque se pertenece el uno al otro. Para
ellos resulta ser un matrimonio exitoso. Están satisfaciendo un deseo que es más poderoso
en sus naturalezas que el de la armonía o el del amor. Ambos necesitan del rechazo mutuo.

Así que cuando veáis matrimonios como éste, o si resulta que sois uno de ellos, aprended
un poco de discriminación. Reconoced la causa subyacente. Comprended que no hay cosa
tal como el fracaso, a pesar de las apariencias. Cualesquiera que sean las condiciones de
infelicidad, son el resultado de ciertos impulsos emocionales, cierta inmadurez, cierta
carencia de percepción, cierta ausencia de discriminación. Llegará la hora en que nos
cansemos de luchar. Entonces estaremos listos para hacer algo acerca de nuestra naturaleza,
empezando a buscar cuales fueron las razones de este nefasto éxito, veremos
conscientemente que fue lo que pensamos, veremos nuestras emociones secretas, palabras
y actos que nos arrastraron a la consecución tal aflicción. Las gentes del común de la
humanidad lo llamamos fracasos, pero no se dan cuenta de que a pesar de ser un hecho
desagradable y tortuoso son lo que nos impulsa a obrar más en concordancia con la Voluntad
Divina, que realmente quiere y trata que todas Sus criaturas caminen en el logro del éxito
completo, verdadero y feliz, en lugar de los funestos éxitos dolorosos.

Para aprender qué es lo que trae el éxito, la alegría y la realización verdaderos, es necesario
pasar por todas aquellas cosas que parece que nos proporcionan justo lo contrario. Así es
como aprendemos, pues hemos de saber que somos seres Espirituales que descendimos a la
materia, encarnando cuerpos para vivir una experiencia desde cero y experimentar vida tras
vida, experiencia tras experiencia, e ir ganando conocimiento y consciencia hasta
experimentar la verdadera felicidad y el verdadero Éxito. Cuando estábamos aprendiendo a
caminar nuestros primeros pasos no fueron los más seguros. Cuando aprendemos a escribir,
nuestros primeros esfuerzos no resultan muy buenos ¿Es acaso esto un fracaso? No de
ninguna manera. A medida que aprendes a trabajar con los poderes, los que compartes con
la Vida Una Divina, eso poderes de manifestar tu propio ser, obtendrás ciertos extraños
requisitos. ¿Eres un cónyuge contrincante? O ¿eres una persona traidora¿. ¿Creerás que esa
traición es algo que no te has procurado mediante tus propios requisitos? Analicémoslo. De
este modo podemos empezar a librarnos de esos lamentos que hacemos cuando miramos al
ayer, al comprender cual es la causa subyacente. Podemos librarnos de ese lamento y
empezar a ver la magia y el éxito en cada momento de nuestras vidas, aunque se trate de
momentos tristes. Si empezamos a mirar las cosas de otro modo, seremos capaces de
empezar a controlar nuestras vidas y convertirnos en conscientes cocreadores con Dios.
Hacia esto hemos estado siendo educados. En cualquier caso, es nuestro destino.

Ya somos cocreadores con Dios, solo que inconscientes e ignorantes. Para llegar a ser
conscientes y sabios al principio tenemos que cometer muchas equivocaciones; tenemos que
experimentar muchos tipos de aparentes fracasos. Consideremos la experiencia de la traición
y veamos si no ha resultado ser un éxito. Al ir evolucionando nuestra consciencia, un
requisito es aprender como ser sinceros con nosotros mismos. “Por encima de todo: se
sincero contigo mismo, y de ahí seguirá, como el día a la noche, que entonces ya no podrás
ser falso con ningún hombre. (W. Shakespeare, Hamlet, 1er Acto, escena III)”.

¿Qué significa ser sincero con uno mismo? Para empezar, habremos de saber de cual “uno
mismo” se trata. La mayoría de nosotros pensamos que somos nuestras personalidades,
nuestras emociones, nuestros pensamientos, nuestros impulsos. En ocultismo sabemos que
se debe superar toda esta falsa identificación, que hemos de llegar a la compresión verdadera

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de quien somos en realidad, y en consecuencia, identificarnos con aquello que siempre está
y siempre ha estado en unión consciente con el Yo Uno Universal. Es necesario saber que
la personalidad, las emociones y los pensamientos, son cosas pasajeras.

¿Sientes lo mismo hoy en día acerca de aquello con lo que estabas enamorado hace diez
años? ¿Cuál es tu actitud respecto a las cosas que te causaban el llanto en la infancia? Esas
emociones no eran tuyas, eran experiencias. De algunas de ellas has extraído sabiduría, a
partir de la experiencia emocional. Pero aún piensas que son tus emociones. Cuando dices
“¡Estoy contento!” o “¡Estoy loco!”, estás asignando tu YO SOY a los estados emocionales.
Muchos asignamos nuestro YO SOY a nuestros estados intelectuales, y decimos “Soy
brillante,” o listo, o estúpido… Pero la cuestión es que nos identificamos con un
instrumento.

El intelecto es un instrumento con el que experimentamos las cosas en el tiempo y en el


espacio. Nuestra verdadera mente, nuestra verdadera consciencia, es algo que está mucho
más allá de lo que solemos considerar. Por eso, esencialmente, somos falsos con nosotros
mismos simplemente por virtud de identificarnos con nuestros cuerpos. Incluso cuando
decimos “estoy enfermo” nos estamos identificando con nuestro cuerpo. Podríamos decir
“creo en la supervivencia del Yo Verdadero” pero nos molesta que surjan las condiciones
en las que pensemos que vamos a desprendernos de este vehículo físico. Incluso cuando
creemos que no nos molesta, una observación precisa de nuestras reacciones nos revelará
que es así, al menos en parte. Permanecemos en un continuo estado de identificación con
nuestras personalidades, nuestras mentes, nuestras emociones.

Hay algo en nosotros que es constante, que es perceptivo, y que tiene verdadero carácter.
Podría llamársele la esencia de toda la experiencia pasada, el Observador. Esto está más
cerca de lo que podríamos llamar nuestro Yo verdadero, pero nos identificamos más con lo
que no somos nosotros. Por lo tanto, somos falsos con nosotros mismos, porque actuamos
y pensamos en términos relativos a nuestra identificación con el cuerpo, con el intelecto,
con las emociones. El resultado es que vemos incorrectamente. Si no nos vemos
correctamente, si no obramos en el conocimiento de que y quien somos, para establecer la
diferencia entre la personalidad y el Yo verdadero, el resultado es que no vemos a la gente
tal como son. No vemos el nivel de desarrollo de los demás, y en consecuencia, carecemos
de la discriminación adecuada y otorgamos a los demás poder sobre nosotros. Y en su
momento, esto nos lleva a la traición. Pero ¿Cuál es la verdadera traición?

Ya sea en el amor, en los negocios, o en lo que sea, si lo consideras en profundidad, verás


que estaba en la naturaleza de la persona traicionada el tener que experimentar la traición.
Estaba en el modo de ser de la persona. Así que si esperabas experimentar tu idea de lealtad,
¿de quién es la culpa si no ocurre así? No culpemos nadie, en lugar de ello, evaluemos la
experiencia desde la perspectiva del Yo real. ¿Era culpa tuya o de la otra persona? Si
hubieras sido capaz de percibir con precisión y objetivamente, desde el Observador, habrías
visto los diversos rasgos, el nivel de desarrollo, la tendencia y la capacidad de traición en la
otra persona. Lo habrías visto desde el principio. Por lo tanto, si creíste en alguien que no
era digno de crédito, es porque eras tan inmaduro como la otra persona. Por eso la relación
pareció fracasar.

Y entonces decimos. “¡Él o ella me ha fallado!” Y nos llenamos de pena, y lloramos, pero
en realidad, nadie te ha fallado. Si hubieras desarrollado la capacidad de verte a ti mismo y
a tu personalidad tal como es y tal como está creciendo, también hubieras sido capaz de ver

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a la otra persona tal como era. Hubieras visto que la otra persona estaba creciendo, y
hubieras visto lógica la torpeza del bebé aprendiendo. Cuando hemos tenido bastantes
desengaños de ese tipo, cuando comprendemos que son necesarias muchas experiencias para
desarrollar una percepción básica, entonces llegamos a saber que cualquier desengaño que
hayamos tenido es el mal olor inevitable que se ha de producir en el proceso de confeccionar
un perfume delicioso. Es parte del proceso. Es parte de lo que nos hace empezar a mirar en
profundidad, buscando en nosotros aquello que aún no está desarrollado en nuestra
naturaleza, lo que nos causa cierta carencia de percepción, o lo que nos hace requerir
constantemente un compañero contrincante. A menudo, incluso en el trabajo nos gustan los
compañeros contrincantes, lo mismo que en la relación marital. Al poco, descubrimos que
todo lo que nos ha ocurrido es parte de un proceso de éxito, no por lo que hemos hecho o
dejado de hacer, sino por lo que Somos en Realidad.

La gente piensa acerca del karma en términos de premio o castigo, lo cual no es cosa buena
de mantener en la consciencia para un aspirante ocultista, porque entonces sostenemos
deseos de que cierta gente sea castigada. Chascamos la lengua y movemos la cabeza,
diciendo: “Cómo lamento el karma de esa persona.” Lo decimos con un cierto secreto deleite
acerca de lo que les va a pasar por ser mezquinos con nosotros.

No, esta no es la manera de considerarlo. Hemos de reconocer que cualquier cosa que
seamos en este momento de nuestra evolución nos proporciona inevitablemente las
experiencias que requerimos. Lo que hacemos, pensamos y sentimos son todos aspectos
interrelacionados de lo que nuestras personalidades son en este preciso instante.

Digamos que hemos tenido un desengaño amoroso. Podemos suspirar y alimentar nuestros
complejos de rechazo y preguntarnos qué es lo que nos hace tan indignos de amor o qué es
lo que hace que los demás sean tan ciegos a lo maravillosos que somos. O podemos decir.
“Bien, ha sido bueno haber podido amar en cualquier grado, y si el objeto al que he dirigido
mi amor no lo tenía que ser así. Si hubiéramos tenido el requisito kármico de estar juntos,
lo estaríamos.” De este modo, vemos que la experiencia fue buena y que aún forma parte
del proceso de éxito. Si nos inclinamos a dejar que se vaya y nos abrimos a esperar la
siguiente experiencia, nos ahorramos mucha tristeza. Entonces podemos aprender que
nuestras expectativas hacia ciertas emociones y actitudes de esa persona eran irreales porque
no habíamos aprendido a dirigir nuestros sentimientos hacia lo que está más en armonía con
nuestro Yo verdadero. Comprenderemos que aún no éramos capaces de percibir las
características del otro. Sabremos que todo esto nos ayuda a desarrollar más habilidad.

Conozco a una chica que estaba ávida por conseguir triunfar en el amor. Pero dos veces,
para su propio horror, se vio envuelta en amores con hombres casados. No podía
comprenderlo. Decía: “¿Qué tipo de karma tengo que impide que consiga lograrlo?” Yo le
sugería que era bastante posible que estuviese teniendo un éxito tremendo; que
subconscientemente estaba escogiendo hombres casados para enamorarse, para evitar la
responsabilidad de una relación marital completa, con hijos. Quizá era su forma de evitarlo.
Podía decirse a si misma que quería amar, pero no lo hacía con todas las consecuencias,
porque escogía como objeto de su amor a lo que no iba a satisfacer sus deseos. Ella decidió
que probablemente era cierto, y que de ahí en adelante se preocuparía de averiguar el estado
marital de su eventual relación. ¿Sabéis lo que le pasó? la siguiente vez que se encontró con
una posible pareja, el hombre le dijo de repente: “Te quiero y tengo el mayor respeto hacia
las mujeres, pero la libertad es muy importante para mi. No trates de atarme.” Ella dijo que
lo entendía, pero que pensaba que a medida que el chico se enamorase más de ella,

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cambiaría. ¿Sabéis lo que hizo? De nuevo escogió, con gran éxito, un objeto para su amor
que no le iba a proporcionar el matrimonio y el logro que ella decía desear: un hombre que
estaba casado y a la vez era demasiado egoísta como para tomar la responsabilidad del
matrimonio, cumplía con su secreta necesidad. Así que podríais decir que la personalidad
de ella siguió fracasando, pero su yo más profundo no fracasaba en absoluto, aunque ella
sufría, por que subconscientemente no estaba lo suficientemente madura como para asumir
las responsabilidades que conlleva una relación.

Por eso a menudo la gente llora sus fracasos en las relaciones. Lo que no comprenden es
que aunque desean ser amados y aceptados, no les gusta dar nada a cambio, aunque se
vuelvan locos. No comprenden que toda relación es una flor frágil y delicada que debe ser
cuidada y nutrida con la llama del altruismo y de la generosidad. Lo mismo reza para el
mundo laboral. Alguna gente escoge deliberadamente y subconscientemente ciertos tipos
de trabajo en los que van a experimentar frustraciones que les proporcionan la excusa
perfecta para decir que no tienen éxito.

Cuando quieres algo con todo tu ser, lo consigues. El problema es que somos una casa
partida (Mateo, 12:25) y nos identificamos con elementos pasivos de la personalidad y solo
tenemos un modo de superar todo este sinsentido en nuestras naturalezas, que es el trabajar
para identificar nuestra identidad con el Yo Superior, con la Voluntad Divina. Cuando así
lo hacemos, vemos como un éxito cualquier cosa que pasa. Nuestras emociones comenzarán
a evaluar cualquier suceso en la vida como un proceso inevitable que nos proporciona la
gloria de la iluminación completa. Nuestras condiciones externas cambiarán. Jesús dijo:
“Busca primero el Reino de los cielos y todo lo demás te será dado por añadidura.” (Mateo
6:33) La cuestión es que hemos de cambiar nuestra respuesta emocional a lo que ocurre;
cambiar nuestra identificación desde la personalidad al Yo Superior. De este modo
empezamos a reconocer a los traidores antes de que nos traicionen, y de ese modo nos
cortejemos y les protegemos a ellos de su debilidad. Vemos que, cada vez más, en cualquier
cosa que pongamos nuestra mente tenemos éxito, porque estamos viviendo y trabajando de
la manera correcta.

Tu capacidad de amar y ser amado, tu capacidad de obrar y de cumplir, incluso en términos


del mundo de las ideas, mejorará casi por si sola. No estarás en un mundo diferente. Quizá
otros anden a tu alrededor con rostros de fracaso y corazones de pena, y aún así, verás el
mundo de modo diferente. Verás a la gente de forma diferente y les estarás ayudando.
Estarás ayudando a todos los demás, a la vez que a ti misma, porque tendrás la fuerza para
comprender que todo lo que te ha ocurrido ha sido a causa del impulso de la vida para
experimentarse a si misma.

Lo que considerabas un fracaso ha sido solamente el desenvolvimiento de tu percepción, tu


sabiduría y tu profundidad de sentimiento de encarnación en encarnación. En cada escena
de la vida ganamos terreno, pero ganaremos más si adquirimos el conocimiento de lo que
somos y lo aplicamos, entre más Consciencia y Comprensión de la Vida, más cerca
estaremos de la liberación de las ataduras de la ignorancia. A mayor Consciencia más
comprenderemos que los fracasos del pasado en realidad eran nuestros mayores éxitos, solo
que por ignorancia utilizábamos nuestro poder y nuestra fuerza en producir dolor y lo
lográbamos con gran éxito. Una vez comprendido esto nuestros éxitos serán diferentes y
aprenderemos a ser seres humanos de verdad. No importa lo que hagas, estás en las manos
del Altísimo y caminas en la gloria y en la seguridad y éxito absolutos, ayer hoy y por
siempre.

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