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Se define como cualquier conducta o comportamiento que cause o pueda causar daños físicos,
psíquicos o sexuales dentro de una relación íntima.
La violencia puede manifestarse de diversas maneras: en empujones, pellizcos, golpes, bofetadas,
relaciones sexuales forzadas, insultos, humillaciones, amenazas, aislamiento, etc.
La violencia puede presentarse por diversos factores, como el tener un bajo nivel de instrucción,
haber sido testigo o víctima de violencia en la niñez, consumo dañino de alcohol y drogas,
conflictos o insatisfacción en la relación, pobreza, aceptación de la violencia a nivel individual y
social, etc.
¿Cómo identificar si su hij@ está siendo víctima de violencia en su relación?
Por lo general, es difícil identificar en primera instancia la violencia puesto que es sutilmente
enmascarada como muestras de cariño y afecto, y porque, al denunciarse, suele considerarse una
exageración. Por esto mismo, los adolescentes tienden a minimizar los actos de violencia.
Es importante prestar atención a lesiones físicas (moretones, heridas, mordidas, cicatrices),
alteraciones en el comportamiento (actitud depresiva, aislamiento, inseguridad, excesivo y
repentino uso de alcohol / drogas, alteraciones en la alimentación), y a la actitud de la pareja
(control por medio de gestos, excesiva preocupación, hostilidad verbal, interrupción de relatos,
muchos celos...)
Para determinar con mayor facilidad si se está siendo víctima de violencia, podemos usar el
violentometro:
¿Qué hacer en caso de que su hij@ es víctima de violencia en su relación?
Es importante tener claro que salir de una relación de violencia de género no es fácil.
Si identificamos que un chico o chica son víctimas de violencia, no deberíamos decirle
directamente que lo son, pues es posible que no se identifique con dicha situación y podría pensar
que exageramos y se distanciará de nosotros. Así mismo, prohibirle a vuestr@ hij@ que vuelva a
ver a su pareja, o directamente agredirle o amenazarle no es lo más recomendable pues podría
generar consecuencias graves. Siguiendo esta idea, es mejor ayudarle al adolescente para que sea
él/ella quien declare la situación.
Cuando el chico o chica explique el problema, lo primero que hay que hacer es darle seguridad:
arroparle, no juzgarle, ni recriminarle por no haberlo dicho antes, ni mucho menos desconfiar de
su palabra. La familia debe ser un lugar que le de confort, seguridad y aceptación.
Lo siguiente es inmediatamente buscar ayuda y orientación profesional: Acudir a un psicólogo, o
en el caso de las chicas, acercarse a algún centro de la mujer o ir al SerNaMEG