Sei sulla pagina 1di 242

Esta traducción fue hecha sin fines de lucro por lo tanto queda totalmente

Página 2
prohibido su comercialización.

Es una traducción hecha de fans para fans.

También puedes apoyar al autor con una reseña, siguiéndolo en redes sociales
y ayudándolo a promocionar sus libros

Si tienes posibilidad de adquirir sus libros, te invitamos a hacerlo.

¡Disfruta de la lectura!
Créditos
Traducción

The Engels

Mary

OnlyNess

Página 3
Corrección

Sand

Diana

OnlyNess

Lectura final

Sand

Diana
Índice
Créditos Capítulo doce:

Índice Capítulo trece:

Sinopsis Capítulo catorce:

Capítulo uno: Capítulo quince:

Capítulo dos: Capítulo dieciséis:

Página 4
Capítulo tres: Capítulo diecisiete:

Capítulo cuatro: Capítulo dieciocho:

Capítulo cinco: Capítulo diecinueve:

Capítulo seis: Capítulo veinte:

Capítulo siete: Capítulo veintiuno:

Capítulo ocho: Capítulo veintidós:

Capítulo nueve: Capítulo veintitrés:

Capítulo diez: Epílogo:

Capítulo once: Sobre la autora.


Sinopsis
La primera vez que nos vimos fue en una fiesta.

Tu ex llegó presumiendo a la persona por la que te dejó el mes


pasado, y me pediste que fingiera ser tu cita.

Estaba más que feliz de ayudar. Eras atractiva, inteligente e


ingeniosa, ¿y ese beso que compartimos? Me dejó deseándote por días.

La segunda vez que nos encontramos fue en mi oficina en el


campus, donde nos sorprendimos al descubrir que eras la nueva
estudiante de maestría en poesía con la que estaría trabajando.
Prometiste ser profesional. Yo no lo hice.

Página 5
Las largas noches e intensas sesiones de estudio que pasamos
juntos me desvían de mi juego. Te deseo, y lucho conmigo mismo todos
los días por este hecho.

Sé que soy grosero, que mis insinuaciones sexuales y mi boca sucia


te molestan, pero vivo por esos dos puntos brillantes que sonrojan tus
mejillas. Si esa es la única reacción que puedo sacar de ti, con gusto lo
haré.

Odias los lunes, así que todos los lunes dejo un poema anónimo en
tu bolso y tu sonrisa me ayuda a pasar la semana.

Creo que me estoy enamorando de ti, y sé que está mal. Sé que se


supone que sólo soy el asesor de tu programa y nada más, pero así está
la cosa. Creo que también te estás enamorando de mí.

Xo, Zach
Capítulo uno

—¿Cuándo fue la última vez que te acostaste con alguien, hijo? —


Mamá me estudia por el borde de sus gafas de lectura con una sonrisa de
satisfacción.

Jesús.

Casi escupo mi café.

Página 6
—Mamá, no vamos a discutir eso. Límites. ¿Recuerdas? Ya hemos
hablado de eso.

Mi madre carece de filtro, y parece excesivamente curiosa por el


estado de mi vida sexual. Me digo que es sólo porque no tenía una. Por
favor, que esa sea la razón.

Simplemente se encoge de hombros.

—Me preocupo, sabes.

La verdad es que lo único que ocurrió este fin de semana fue mi


Wi-Fi.

¿Pero peor que eso? Es mi propia madre señalando mi sequía


detalladamente.

—Estoy bien, mamá. En serio. No tienes de que preocuparte.


Sé lo suficiente como para darme cuenta de que probablemente no
tenemos una relación normal madre e hijo. Mis padres se divorciaron
cuando era joven, y fui criado principalmente por mi madre, por lo que
siempre hemos sido increíblemente cercanos.

—Zach, no necesitas estar en una relación comprometida para tener


relaciones sexuales. —Se detiene para beber un sorbo de su café, y sonríe
de nuevo—. O eso he oído.

—Soy muy consciente de eso —digo—. Gracias, mamá.

Dos veces a la semana, mi calendario señala una cita, en el mismo


café, con una de las mujeres más dulces y curiosas de la ciudad, lo
adivinaste, mi madre. Probablemente esto no ayuda a mi limitada vida
social, fuera de los eventos universitarios y las ocasionales salidas
nocturnas, pero después de jubilarse ella se aburre y como no vive muy

Página 7
lejos del campus, eres una costumbre que hemos adoptado. Una que estoy
empezando a replantearme rápidamente.

Debo haber sacado mi gen madrugador de ella, sin embargo,


siempre logra ganarme aquí, por lo siempre está preparada y lista para
disparar preguntas tan pronto como llego. Admito que mi viaje es un poco
más largo que el de ella. Trabajando en la universidad, aprendí
rápidamente qué cafeterías y bares están lo suficientemente lejos del
campus como para no encontrarme estudiantes, y estoy más que
dispuesto a conducir a través de la ciudad para evitar que algún
estudiante escuche a mi madre hablar demasiado alto de mi vida sexual.

Mamá se inclina y da palmaditas en el dorso de mi mano.

—Entonces, ¿qué está pasando realmente, cariño? ¿Qué pasa con tu


período de sequía? Tu aura está fuera de control. —Agita la mano en el
aire frente a mi rostro como si pudiera limpiar las malas energías.

—Al menos déjame conseguir un poco de cafeína en el organismo


antes de limpiar mi aura. —Le doy una sonrisa forzada.

Después de beber unos cuantos sorbos más de saludable café,


mamá apoya los codos sobre la mesa y se inclina.
—Si no vamos a hablar de tu vida personal, háblame del trabajo. Las
clases comienzan el lunes, ¿verdad? ¿Crees que te volverán a confundir
con un estudiante de postgrado este año?

El año pasado, mi primer año como asistente de dirección en el


programa de escritura creativa, los estudiantes me chocaban todo el
tiempo, y a mamá le encanta sacar el tema. Apenas descubrieron quién
era yo, la vergüenza fue casi palpable. Pero eso es parte del trabajo al ser
el subdirector más joven que el departamento ha tenido nunca.

—No estoy seguro. Supongo que ya lo veremos. —Mis colegas y yo


hemos pasado las últimas dos semanas en capacitación, preparándonos
para la llegada de los estudiantes al campus, respirando la fuerza vital de
la prestigiosa universidad y en nuestras polvorientas y viejas oficinas.

Tengo un buen presentimiento sobre este año. Soy asistente de

Página 8
dirección en la oficina de asesorías académicas. Así que, mientras los
asesores que trabajaban para mí ayudan a los estudiantes universitarios
a transferir créditos e inscribirse en cursos, yo superviso al puñado de
estudiantes de postgrado que tenemos cada año, tomando un interés
personal en su éxito. Es un trabajo bastante discreto que me permite
trabajar en el libro que he estado escribiendo durante los últimos dos
años.

—¿Y sigues pensando en Nueva York? —Pregunta.

Asiento.

—Ese es el plan. —Después de este año académico, mi plan es dejar


mi trabajo en la universidad y mudarme a Nueva York, donde podré
concentrarme en mi carrera como escritor y finalmente terminar mi
manuscrito.

Termino el resto de mi café y me levanto para botar el vaso, luego


le doy a mi madre un beso en la mejilla.

—Perdón por tener que irme temprano, mamá —digo, agradecido


de tener una excusa lista—. Tengo reunión en el campus. —Ya llegué al
límite con la conversación sobre mi vida sexual con mi madre por hoy.
—Adiós, Zachary. —Mamá me sonríe calurosamente mientras me ve
alejarme.

Cuando subo a mi auto para ir al campus, noto mentalmente que es


viernes. Quizás, después de todo, debería aceptar la sugerencia de mi
madre y salir esta noche. Nunca se sabe cuándo podrías conocer a la chica
indicada.

Página 9
Capítulo dos

No debí dejar que Jodee me arrastrara aquí. Estoy muy segura.


Mientras caminamos por la sala de estar, esquivo una pelota de ping-pong
que se dirige a nuestras cabezas de un juego cercano de cerveza pong
¿Por qué dejé que me convenciera de esto?

—¿No te alegra que hayamos venido? —Jodee sonríe excitada y me

Página 10
alcanza una cerveza. Me mudé al lado hace unas semanas. Ambas estamos
a punto de empezar nuestro programa de maestría, yo en poesía y ella en
no ficción creativa, pero ahí es donde terminan nuestras similitudes. Mi
vida tiene muchas complicaciones y responsabilidades adicionales como
resultado de un error que Jodee no cometió. Sé que no lo entendería, pero
hay un indicio de ansiedad subyacente, que siento por estar lejos de casa.

Pero como obtuve una extraña noche libre antes de que las clases
comiencen el lunes, y Jodee no entiende la idea de que esté sola en casa
un viernes en la noche, aquí estoy.

—No específicamente. No me gustan las fiestas universitarias. —Ni


siquiera en mis días de estudiante.

Jodee pone los ojos en blanco.

—No es una fiesta universitaria. Es una fiesta en casa. Y


prácticamente es una tradición.

Esa parte puede ser cierta. Asistimos a una pequeña, pero


prestigiosa universidad de la costa este, en una pequeña ciudad con sólo
un puñado de bares. La rutina del bar pasó de moda, así que las fiestas en
casa son bastante comunes. Sin embargo, mi asistencia no lo es.
Yo también fui estudiante universitaria aquí, pero asistí como
estudiante no residente ya que aún vivía en casa con mis padres.

—Los chicos son tan raros —digo, mientras dos chicos de aspecto
pijo empiezan a arrojarse cerveza frente a nosotras.

—Creo que son lindos —dice Jodee, sonriéndole a uno de ellos


mientras bebe—. Además, sólo dices eso por Jason.

Sé que tiene razón, así que no digo nada. Desde que Jason me dejó
repentinamente no he sido la misma. Especialmente alrededor de los
chicos. Tal vez, si me hubiera dado una razón con la cual seguir adelante,
pero simplemente dijo que no estaba funcionando, que era "él, no yo”. Es
una tontería, como si todo el tiempo que estuvimos juntos no hubiera
significado nada, y sólo me hizo enojar más que pasó el mes pasado.
Hicimos muchos planes juntos durante nuestra relación de un año, pero

Página 11
no me di cuenta que Jason también hizo sus propios planes. Y uno de
ellos fue dejarme poco después de cumplir los veinticuatro años.

Jodee se gira hacia mí.

—Mira, sé que no estás feliz de estar aquí ahora mismo, pero creo
que esto ayudará. —Me sujeta del brazo con emoción—. Ya sé. Deberías
conectar con uno de estos chicos. Esa es la mejor forma de superar a un
ex. Te ayudaré a encontrar a alguien.

Necesito a un chico tanto como necesito tener mi período dos veces


al mes.

—Renuncié a los chicos. —digo, pero es inútil. Ella ya está mirando


a través de la multitud, incluso en puntillas de pie para mirar alrededor.
Señala hacia la puerta.

—Mira a ese chico. Es lindo, ¿verdad? —Intento ver de quién estaba


hablando, pero hay demasiada gente en la fiesta—. Oh, espera, está con
una chica. Maldición.
La multitud se separa, y mi corazón se detiene. La habitación se
queda en silencio; me zumban los oídos y siento que voy a vomitar. Mi ex,
Jason, acaba de llegar a la fiesta. Y no está solo. Detrás de él está su nueva
novia, con la que empezó a salir tres segundos después de que rompimos.
De toda la mierda ¿Por qué están aquí? ¿En serio no hay nada más que
hacer esta noche?

Me giro y agarro el brazo de Jodee, susurrando:

—Jodee. Ese es Jason.

Ella me mira fijamente por un segundo, confundida, luego la veo


unir las piezas mientras abre los ojos de par en par.

—De ninguna manera —dice, entrecerrando los ojos en su


dirección—. Bueno, eres mucho más guapa que ella.

Página 12
Comienzan a caminar hacia nosotras, pero aún no nos han visto.
Por suerte, están siendo distraídos por alguien a quien Jason conoce. Me
siento como si me hubiera quedado muda, mi mente está totalmente en
blanco. Afortunadamente, Jodee interviene.

—Bien, ¿qué vamos a hacer? ¿Quieres irte?

Ya pensé en eso. Hay una puerta trasera… Puedo escapar como


Andy haciendo un túnel para salir de Shawshank 1 con mi dignidad
firmemente intacta. Estoy a punto de abrir la boca para decirle eso cuando
me doy cuenta de que estoy siendo una cobarde. Y no soy una cobarde.
Soy una mujer fuerte y no voy a huir con el rabo entre las piernas.

Miro a Jodee, con el ceño fruncido y con determinación.

—No. Deberíamos quedarnos.

1
Shawshank hace referencia a la película Shawshank Redemption. Andrew Dufresne, vicepresidente de
un importante banco de Portland, Maine, es juzgado por el crimen de su esposa y el amante. A pesar de
que insiste con su inocencia, las pruebas son motivo suficiente para que el juez lo condene a cumplir dos
cadenas perpetuas en la prisión estatal de Shawshank. Logra escapar tras pasar 19 años construyendo
un túnel en la pared de su propia celda.
—¿Estás segura? De verdad, entiendo si no quieres estar aquí, los
ex son una pesadilla. —Los ojos preocupados de Jodee continúan
escudriñando mi rostro en busca de cualquier signo de duda. Sé que sólo
se preocupa por mí, pero su preocupación me hace sentir aún más
decidida.

—Positivo. No dejaré que un imbécil me asuste tan fácilmente.

Eleva las cejas sorprendida, y una forzada y vacilante sonrisa


aparece en su rostro.

—Si tú lo dices…

De repente tengo una idea.

—¿Cómo es eso que dicen…? ¿La venganza es un plato que se come

Página 13
frío?

La sonrisa de Jodee se desvanece.

—Poppy…

No espero a que termine. Este no es un momento para cuestionar.

—No te preocupes, tengo un plan. —Cuando uno de los chicos de


aspecto pijo comienza a hacerle señas para que se acerque a su juego de
cerveza pong, le doy un pequeño empujón en su dirección mientras ella
me mira con preocupación—. Ve a jugar. En serio. Voy a estar bien. Yo me
encargo de esto.

Ella está de acuerdo, pero antes de irse a jugar el desagradable


juego de beber me hace prometerle que le diré si la necesito. Comienzo a
escanear la fiesta, buscando al chico adecuado, mientras tanto, mis
agallas crecen más y más con cada golpe de los bajos que salen de los
altavoces.

Entonces, lo veo, de pie junto a las escaleras. Es alto, por lo menos


1,80 metros, con el cabello oscuro que parece desordenado y arreglado al
mismo tiempo. Su definida mandíbula está cubierta por una oscura barba
de varios días, y parece tener más de veinte años.
Perfecto. Caliente como el infierno y obviamente no es uno de estos
idiotas universitarios. Tal vez entienda este loco asunto en el que estoy a
punto de meterlo.

Por un momento se gira en mi dirección, y siento que se me abre la


boca cuando mi mirada se encuentra con sus seductores ojos verdes
esmeralda, bordeados de pestañas negras. Con sólo mirarlo me hace
sentir como si hubiera cometido un pecado. Como si necesitara ir al
confesionario más cercano y descargar todos mis pequeños y sucios
secretos a quienquiera que me escuche y pueda expiar mis pensamientos
impuros.

No me detengo a pensar. Me siento atraída por él de una manera


que escapa completamente de mi control. A medida que me acerco, choco
los cinco conmigo misma. Es tan ridículamente atractivo, estoy hablando
del tipo modelo Abercrombie2, que sé que será el golpe perfecto para

Página 14
Jason y su nueva puta.

No importa que este chico esté totalmente fuera de mi liga en la


vida real. Esto es una fantasía. Mi fantasía… y estoy a punto de hacerle
creer a Jason que somos pareja.

Está hablando con otra persona, pero eso no me importa. Toda la


decencia social salió por la ventana en el momento en que decidí mi plan.
Toco su hombro y trato de parecer normal.

Se gira hacia mí, mirando hacia abajo, como si le divirtiera verme


parada en la totalidad de mis 1,65 metros en nada más que mis zapatos
de ballet. Cuando nuestras miradas chocan, nada podría haberme
preparado para la ola de deseo que me atraviesa cuando nos miramos
fijamente por primera vez. La habitación se inclina a un lado cuando el
peso de su potencia sexual me golpea.

2
Abercrombie & Fitch es una compañía de moda estadounidense. Maneja varias marcas muy
importantes como por ejemplo Victoria's Secret, Clavin Klein, Lacoste,Tommy Hilfiger entre otras. Y es
muy reconocida por sus modelos representantes.
Conteniendo mi coraje para lo que estoy a punto de hacer, me tomo
un momento para recomponerme, y aclaro mi garganta.

—Mira —digo, mientras él me observa con una leve sonrisa—. Sé


que no me conoces, pero mi ex acaba de llegar con su nueva novia, y es
un completo imbécil, así que necesito que finjas ser mi cita.

Se detiene, y por un momento temo que me diga que me pierda,


pero después sonríe, revelando una hilera de dientes rectos y blancos que
no podrían haber sido más perfectos si hubieran aparecido en un anuncio
de ortodoncia.

—Tengo una pregunta. —Su voz es profunda y confiada causando


que otra ola de lujuria me atraviese. Dios mío, este chico me está
golpeando en todos los lugares correctos y sé que debería retroceder,
enterrar mis agallas de nuevo en el escondite apropiado y huir. Pero ya

Página 15
estoy tan profundo en esto que no fue una opción en el instante en que
nos miramos fijamente.

Mi corazón cae en mi estómago.

—Claro.

—¿Al menos puedo saber tu nombre antes de que empecemos a


salir?

Suelto una risa aliviada y extiendo la mano.

—Soy Poppy.

Prueba mi nombre en sus labios, y me gusta mucho como suena.


Envuelve su mano alrededor de la mía y mi estómago da una voltereta,
una voltereta porque esto es mucho más de lo que espere, porque
realmente estoy llevando a cabo esta misión para demostrarle a Jason lo
rápido que yo también seguí adelante.

—Zach.
La forma en la que me mira hace que se me seque la boca, y es
demasiado fácil imaginar sus manos haciendo exactamente lo que sus
ojos acaban de hacer, recorrer arriba y abajo mi cuerpo, llegando a mí…
Me quedo aturdida por mi intensa reacción.

Me sacudo esto. Estoy aquí para poner a Jason celoso, no para


desmayarme por otro chico. Hago un gesto hacia la cocina.

—Bueno, supongo que puedes empezar por conseguirme un trago.

—Me gustan las mujeres que saben tomar el control —dice, y los
latidos de mi corazón se elevan un poco. Trago. Zach vuelve a mostrar esa
sonrisa baja bragas y me conduce a través de la multitud, pero el lugar
está atestado, todos están como sardinas enlatadas empapadas de
feromonas. Se inclina y agarra mi mano, enviando mariposas a la boca de
mi estómago.

Página 16
Después de conseguir nuestras bebidas, optamos por prescindir del
sofocante interior y nos trasladamos al patio trasero. Es imposible no
darse cuenta de lo romántico que es estar aislado en un rincón del patio,

parados bajo la hilera de luces que destacan la colorida gama de hojas


otoñales. Jason no está en ninguna parte a la vista, pero me doy cuenta
que no me importa mucho.

—Por lo general, tengo que trabajar un poco más duro que esto para
ligar con una chica —dice Zach, y sonrío.

Me resulta difícil de creer, considerando que ni siquiera puedo


mirarlo sin imaginarme encima de él, debajo de él, en la cama con él,
recorriendo con mi lengua su bien definido pectoral. No ayuda que la
camisa y los vaqueros ajustados que lleva acentúen su cuerpo
perfectamente tonificado. Capto un rastro de su olor. Es fresco, y
decididamente masculino.

Me toma un momento darme cuenta que me preguntó cómo


terminé en la fiesta.
Intento evitar que mi voz traicione mis pensamientos mientras digo:
—Honestamente, mi amiga me arrastró hasta aquí.

Vuelve a sonreír. Esa sonrisa es capaz de hacerme mojar. Jesús.

—Así que, este ex tuyo… ¿debería ir a patearle el trasero, o…? —


Interrumpe mis pensamientos, y luego se detiene, esperando mi
respuesta. La historia de mi ex dejándome por otra chica no es
exactamente lo que quiero discutir con el chico dolorosamente sexy que
acabo de conocer y al que le rogué que fuera mi “novio falso” por esta
noche.

—No, está bien. Salimos durante un año, y después rompió


conmigo. Fue algo inesperado. —Me encojo de hombros, intentando
mostrar la indiferencia que mi conducta sugiere. Sí, su rechazo sigue
doliendo. Especialmente porque sospecho la verdadera razón de nuestra
ruptura y odio pensar que mi situación es la raíz de nuestra separación.

Página 17
Parece imposible, pero el rostro de Zach es más hermoso cuando se
vuelve serio. Sus ojos son más penetrantes y sus carnosos labios se
separan.

—No bromeabas acerca del él siendo un imbécil. Bueno, debe ser un


idiota si te dejó escapar.

Lo miro fijamente.

—Esa es la peor línea para ligar de la historia.

Se ríe y bebe otro sorbo de cerveza.

—Escucha, me atrapaste con la guardia baja. No esperé tener que


impresionar a mi “nueva novia” cuando salí esta noche.

—Es justo. Gracias por ser tan amable y seguirme la corriente.

Zach bebe otro sorbo de cerveza.


—Para eso estoy aquí. No, en serio. Realmente, estoy aquí vigilando
discretamente al hermano pequeño de mi amigo. Es el idiota que está
jugando cerveza pong adentro.

Asiento.

—Así que, estás de niñero.

—Más o menos.

—¿Tenemos que volver a entrar entonces? —Pregunto, con la


esperanza de que no sea así, porque prefiero la tranquilidad de estar aquí,
y la sorprendente comodidad que se está desarrollando entre este virtual
extraño y yo, aunque sólo hayamos estado aquí por un corto período de
tiempo.

Zach sacude la cabeza.

Página 18
—Josh es un buen chico. Mañana tendrá una gran resaca, pero no
hará nada estúpido. Y ya robé las llaves de su auto cuando llegué aquí.

Palmea el bolsillo de su vaquero y ruego en silencio no mirar su


entrepierna. No lo hagas. Jodidamente no te atrevas a hacerlo, Poppy.

—Además, creo que mi sola presencia es suficiente para disuadirlo


de cualquier mal comportamiento —agrega, dirigiéndome la mirada.

Zach no es exactamente imponente, pero es alto y musculoso, así


que, si lo necesita, puede poner a un chico en su lugar.

—Entonces, dime, ¿hay cosas que debo saber sobre mi nueva cita…?
¿Pasatiempos? ¿Intereses? ¿Extraños fetiches?

Sonrío.

—Los fetiches son más bien un tema para la segunda cita. En cuanto
a pasatiempos... —Me encojo de hombros—. Leer libros. Estoy intentando
escribir uno.
Zach devuelve fácilmente mi sonrisa. Es una locura lo natural que
se siente nuestra conversación.

—Por favor, no me digas que escribes sobre esos horribles romances


de vampiros.

—Tan prejuicioso. —Niego. Frunzo el ceño con fingido disgusto—.


Puede que sí. En la secundaria. Y si le dices a alguien, te cazaré y te mataré.

Eso me gana una risa de él e inmediatamente decido que me gusta


demasiado ese sonido.

—Bueno. No puedo culparte. Escribí un poco de ciencia ficción,


bastante horrible en ese entonces.

Nuestro mutuo interés por la escritura es intrigante, y aunque estoy


segura que podemos continuar hablando fácilmente de eso otra hora más,

Página 19
Zach cambia de tema y saltamos de un tema a otro, encontrando más
cosas en común como ya lo hemos hecho.

—Estoy haciendo una suposición, pero ya que estás en esta fiesta,


asumo que eres estudiante en Vanderburg3, ¿verdad?

Asiento.

—¿Qué estás estudiando?

Antes de que pueda contestar, Jason y su novia entran al patio.

—Son ellos —le siseo a Zach. No estoy segura de qué hacer. ¿Actuar
como si nada? ¿O debería agarrar la mano de Zach? De repente, toda esta
idea parece un poco dramática. Pero Zach tiene su propia idea. Justo
cuando mi ex polla de lápiz está a punto de mirarnos, Zach gira mi rostro
hacia él. Su cálida mano descansa en mi mejilla y lo miro sin poder hacer
nada.

3
Vanderburg es una comunidad ubicada dentro del municipio de Colts Neck en el condado de
Monmouth, Nueva Jersey, Estados Unidos.
Al instante, sé que sus labios están a punto de descender sobre los
míos, y mis ovarios hacen un pequeño baile feliz. De repente, venir a esta
estúpida fiesta me parece la mejor idea.

¿Y cuándo se inclina y presiona sus labios contra los míos? Cada


pensamiento abandona mi cerebro, incluyendo a Jason, su nueva novia, y
la montaña de responsabilidades en mi vida. Estoy totalmente cegada por
la oleada de deseo que recorre mi cuerpo, y se establece en lo más
profundo de mí ser. Sus labios son suaves y carnosos, y cuando
mordisquea mi labio inferior, rodeo su cuello con mis brazos para evitar
que mis piernas se rindan. ¡Santa mierda! Este chico sabe besar.

Mis labios se abren en una silenciosa invitación y Zach hace un


pequeño gruñido de aprobación antes deslizar su lengua contra la mía.

Mi cuerpo vibra desde la cabeza, atravesando mis pezones, que


ahora son dos duros alfileres bajo mi camiseta, y aún más abajo, entre

Página 20
mis piernas. Sus fuertes manos descansan en mis caderas, me acercan aún
más y tengo que contenerme para no gemir.

Siento su duro y musculoso cuerpo a través de su camisa mientras


me presiona contra él, deslizo una mano desde su pecho hasta su
estómago, pasando suavemente mis dedos por su paquete de seis.
Nuestros cuerpos se tocan en los lugares correctos y juro que siento un
bulto ahí… un bulto del que no estoy segura de ser la causante, o si ese
es su estado “normal”. No estoy segura, pero en este momento, quiero
averiguarlo, con o sin Jason y su tonta novia observando.

Mi valentía aumentaba con cada jadeo y gemido de nuestro beso.

Es todo lo que puedo hacer para no meter la mano en sus vaqueros


en este momento. El deseo de acariciar su pitón de un solo ojo es un fuerte
pulso de necesidad. Normalmente no soy así… esta mujer sin escrúpulos
dispuesta a tirar de cualquier cosa con un cromosoma XY. Yo soy una
estudiante graduada seria que lee doscientos libros al año y ni siquiera
tengo un vibrador. No me debilito por un chico. Nunca.
¿Pero este chico? Es como si su sola presencia echara raíces en mi
vientre, y mis partes femeninas están listas para darle el comité de
bienvenida.

Podría quedarme así para siempre, borracha y aferrada a él toda la


vida, pero momentos después, el beso termina, y siento como si me
hubieran abofeteado.

Nos miramos el uno al otro, respirando pesadamente. Es como si en


este momento él fuera la única persona que existe en el mundo. Parpadeo,
y siento como si la fiesta se reanudara porque de repente recuerdo dónde
estamos y por qué estamos aquí. Ni siquiera compruebo si Jason sigue
aquí. Me parece estúpido que me importe. Este el mejor beso de toda mi
vida, y fue con un completo extraño.

—Mierda, eso fue… —Empieza a decir con voz más grave y


ligeramente sin aliento.

Página 21
—Sí —añado, en voz baja y tocando con los dedos mis temblorosos
y aún húmedos labios.

Cuando finalmente recupero mis sentidos me doy cuenta que Jason


y su nueva novia están notablemente ausentes.

Antes de que cualquiera de nosotros pueda decir algo más, somos


interrumpidos por Jodee.

—Aquí estás. Te he estado buscando. —Me giro en su dirección,


apartando la mano de mi boca—. Tenías razón, esta fiesta es aburrida. Me
iré pronto —dice, mirando a Zach y me doy cuenta que se muere por
escuchar lo que estoy haciendo aquí con este chico.

Miro a Zach.

—Um, gracias —tartamudeo, sin saber qué más decir. Este chico es
como un orgasmo en dos piernas, y estoy teniendo dificultades para
mantener la calma.
—¿Ya estamos rompiendo? —Sonríe, y justo cuando estoy
recuperando la sensación en mis piernas, me derrito de nuevo.

Le regreso la sonrisa.

—Eso parece.

—Al menos debería llevarte a una cita real alguna vez. —Esa sexy y
profunda voz casi me deja sin aliento.

Cada parte de mi cuerpo grita que sí, especialmente mi parte


inferior, pero me obligo a mantener la calma y la serenidad.

—No sé si sea una buena idea… —Le ahorro la charla sobre como
acabo de salir de una relación, y como quiero aplicarme y concentrarme
en lo que escribo, y en todo lo demás… y lo dejo así. Tiene que saber que
el rol ficticio que le pedí interpretar esta noche es explicación suficiente

Página 22
de que una relación, maldición, incluso una cita, es algo que estoy
evitando, como la peste.

—¿Al menos puedo obtener tu número?

Sonrío, y me imagino llevándolo a mi habitación y arrancándole la


ropa. Mal, Poppy. Niego, intentando controlarme ¿Qué está mal conmigo?
Acabo de conocer a este chico y no puedo dejar de pensar en follármelo.
Claro, es dulce, divertido y básicamente un afrodisíaco humano, pero
necesito relajarme. Jason realmente jodió mi cabeza, si así es como estoy
actuando. Renunciaste a los chicos, ¿recuerdas?

Aunque lo último que quiero hacer es alejarme del chico más sexy
que conozco, me obligo a decir:

—Lo siento, no busco nada romántico en este momento.

Asiente.

—Entiendo.

Me parece detectar una pizca de desilusión en su voz.


Comienzo a alejarme, pero me doy la vuelta. Me sorprende con la
guardia baja al ver sus llamativos ojos verdes y sus sensuales labios, pero
plasmo una sonrisa.

—Quién sabe, si está destinado a ser, tal vez nos veamos de nuevo.

Zach sonríe y asiente como si me creyera.

Cuando salgo de la fiesta siento su ardiendo mirada seguirme,


aunque es una noche cálida, me estremezco.

Puedo haber renunciado a los chicos, pero estoy bastante segura


que Zach se meterá en mis fantasías más tarde esta noche. Mis estúpidos
ovarios aplauden y bailan como si Ellen acabara de regalarnos un auto
nuevo.

No sé si volveremos a vernos, pero sí sé una cosa: nunca he sentido

Página 23
algo parecido a ese beso en toda mi vida y estoy casi segura que nunca lo
volveré a sentir. A pesar de la opresión en mi pecho y la comprensión de
que los rayos no golpean a menudo dos veces en el mismo lugar, sé que
tengo que encontrar una forma de sacarlo de mi cerebro, porque
realmente no hay espacio para otro chico en mi vida. Con Connor es más
que suficiente, ¿verdad?
Capítulo tres

El sol de la mañana no hace nada para borrar mis pensamientos


impuros por Poppy. Durante todo el viaje a la universidad esta mañana,
no pude dejar de reproducir la cita con ella en la fiesta el fin de semana.
La forma en que se hizo cargo, prácticamente diciéndome que sería su
novio falso, en lugar de preguntarme si podía. Fue bastante lindo, incluso
ahora, sin saber prácticamente nada de ella, de alguna manera ya estoy
prendado de la misteriosa chica de cabello oscuro y ojos serios.

Página 24
Apenas me estoy recuperando de mi última relación y ahora aquí
estoy suspirando por alguien a quien probablemente nunca volveré a ver.
Esta es una universidad de diez mil estudiantes. Nunca logramos discutir
su programa de estudio antes de que me lanzara de cabeza a la lujuria
con ese beso. Las probabilidades no están a nuestro favor. Y si es una
estudiante, probablemente no debería haberla usado como material de
placer todo el fin de semana, pero lo hice.

Demándame, joder.

Ella es hermosa. Pequeña, nerviosa y encantadora. Los chicos han


escrito sonetos sobre mujeres menos llamativas.

Me pasé todo el fin de semana intentando escribir con la cabeza


ocupada por ella y con una gran erección.

Pero hoy es el primer día de clases, lo que significa que mi mañana


estará ocupada con reuniones con cada uno de los nuevos estudiantes
graduados, por lo que habrá poco tiempo para pensamientos impuros. De
regreso al trabajo, por así decirlo.
Cuando llego a mi oficina, cierro inmediatamente la puerta, como
si alguien pudiera ver en mis ojos que mi mente está en cualquier lugar
menos en mis reuniones matutinas.

Junta tu jodida mierda, Zach.

Aparentemente, mi madre tiene razón. Pero no es mi aura lo que


está fuera de control, es un apéndice más al sur. Lástima que no hubo
tiempo de ponerlo en forma. Sin juego de palabras. Nunca antes un simple
beso se metió tanto en mi cabeza.

No estoy seguro de lo que esperé de Poppy cuando se acercó, pero


desde el primer momento en que abrió la boca y habló, supe que era
diferente.

Su voz no es aguda ni femenina, a pesar de que su cuerpo es


pequeño y delicado. En cambio, su tono es más profundo de lo que

Página 25
esperaba, rasposo y seductor. Me gustó de inmediato. Podría haberla
escuchado hablar por horas, Recitando a Tolstoi o el jodido alfabeto para
el caso. Sólo quería estar cerca de ella.

No quería salir esa noche en absoluto, especialmente no a una


estúpida fiesta de barril en la que cuidaba al hermano pequeño de mi
amigo, pero todo cambió en el momento en que Poppy se me acercó con
su interesante propuesta. Claro que me alegró seguirle el juego.

Fue fácil dialogar con ella, hablamos de diversos temas, desde el


darwinismo hasta nuestros autores favoritos, y coincidimos en que el
concepto de tener un libro favorito, realmente es la idea más absurda que
hemos escuchado. Sus ojos se iluminaban cuando hablaba y sus labios
temblaban cuando se emocionaba, fue hipnotizante.

Una sonrisa se dibuja en mis labios, cuando recuerdo que admitió


que le gustaba escribir literatura juvenil romántica de vampiros, y luego
me amenazó con asesinarme si alguna vez se lo cuento a alguien. Me sentí
lo suficientemente inspirado como para admitir mis primeros y atroces
intentos de escribir mala ciencia ficción cuando aún estaba en la
secundaria. Poppy se río y sus ojos se iluminaron.
Un golpe en la puerta interrumpe mis recuerdos. Miro el reloj, 8:50.
Mierda. No estoy seguro si estar impresionado o molesto por la llegada
anticipada. Podría haber utilizado esos diez minutos adicionales para
prepararme para la reunión o como mínimo, tomar una ducha fría mental
repasando mis planes para el día. Tomo la pila de papeles que ya se
acumulan en mi escritorio, ¿quién es este estudiante? Un poeta en el
programa de maestría al que estaré asesorando. Ni siquiera me tomé el
tiempo de revisar la carpeta. Lo que sea. No hay problema. Salgo de detrás
del escritorio y abro la puerta.

—Buenos días… —Mis palabras mueren en mis labios.

Es Poppy.

Escalofríos recorren mi columna vertebral, una mezcla de lujuria y


ansiedad. La deseo, sí. ¿Pero, realmente puedo seguir siendo objetivo y
profesional trabajando con ella? ¿Incluso quiero intentarlo?

Página 26
Sus ojos marrones se encuentran con los míos, de la misma forma
que lo hicieron en la fiesta, pero esta vez, en lugar parpadear con interés,
los veo abrirse con sorpresa. El color desaparece de sus mejillas, mientras
me permito darle una rápida mirada, esta vestida más casual que la noche
del viernes, lleva vaqueros y camiseta, y un toque de brillo de labios rosa
que no puedo evitar imaginar manchado mi polla.

Jesús, Zach. Ahí se fue por la ventana mi ducha mental fría.

—Poppy. —Su nombre en mis labios es un suave murmullo. Me


aclaro la garganta para comenzar de nuevo—. Dijiste que nos
encontraríamos de nuevo. —Si estaba destinado… No agrego esa última
parte, ya que estoy bastante seguro que esas palabras regresaron a
morderle el trasero.

Parpadea, sus mejillas ahora tienen un bonito tono que coincide con
sus labios. Esos labios… Cristo. Ahora están separados mientras inhalaba
lenta y temblorosamente.

—¿Entramos?
Está anclada en el lugar.

—Esto tiene que ser un error.

—Poppy Ellis, estudiante de postgrado en poesía —leo en voz alta,


dándome cuenta que la carpeta aún sigue en mis manos—. Bienvenida al
programa. Seré tu asesor.

Tragándose el nudo en la garganta, Poppy asiente lenta y


solemnemente, y me sigue a través de la puerta de mi oficina.

—Toma asiento.

Obedece, sentándose vacilantemente en la silla que hay al frente de


mi escritorio mientras yo tomo la que está tras él.

—Lo siento, tiene que haber alguien más con quien pueda trabajar.

Página 27
—Sus ojos recorren mi oficina, negándose a posarlos en mí. Espero
pacientemente a que sus ojos vuelvan a encontrarse con los míos.
Electrizante. Ella inmediatamente mira sus manos.

Es perfecta. Esas suaves ondas de cabello y ojos marrones. Quiero


beber de ella. En cambio, me concentro en hacer algo útil, enrollo las
mangas de mi camisa, ya que de repente la habitación es diez grados más
calientes de lo normal.

No puedo evitar notar la forma en que sus ojos vagan por mis
antebrazos o por la tinta que los decora. Varias citas, poemas cortos que
he escrito, la prosa de mis filósofos favoritos garabateadas en latín. Mis
tatuajes son muy personales y al instante me arrepiento de exponer tanto
de mí. Soy el tipo de chico que necesita tocar algo para entenderlo, pero
en lugar de pasar la punta de mis dedos sobre las palabras y dejar que
me castiguen, quiero tocar a la joven sentada frente a mí en un intento
desesperado por entenderla.

Por supuesto, el contacto físico con los estudiantes no está en la


agenda, así que hago la siguiente mejor cosa en un intento por hacer algo
útil. Hojeo su archivo. Ha ganado varios premios de poesía, y algunas de
sus piezas fueron escogidas por algunas importantes revistas literarias.
En ese instante sé que tengo que ser yo, el otro asesor del programa
odia la poesía y es un imbécil de grado A.

Intento convencerme que no tiene nada que ver con sentirme


posesivo, aunque la idea de que otra persona la esté asesorando me hace
querer atravesar la pared con mi puño.

Decisión tomada, me recompongo.

—Eres una poetisa impresionante, Poppy, y soy el asesor de poesía


más publicado del programa. —Dejo que el archivo se cierre mientras me
encuentro nuevamente con su mirada—. Parece que tú y yo encajamos
perfectamente.

Acomoda su cabello detrás de la oreja y niega.

—No lo sé. Quiero decir, cómo se supone que trabajaremos juntos

Página 28
después de que prácticamente te rogué que fueras mi novio falso por una
noche, y después, bueno, ya sabes.

De ninguna forma se saldrá con la suya sin decirlo en voz alta.

—¿Saber qué?

Pone los ojos en blanco.

—El beso, Zach.

—Sólo fue un beso —digo, minimizando totalmente lo que sentí con


ese beso. Podría escribir una novela entera sobre ese beso—. Y no es como
si hubiera sido muy difícil seguir el juego de poner celoso a tu ex. Eres
hermosa, Poppy. Sin embargo, sólo fue un beso. No dejaré que eso nos
impida trabajar juntos.

Cierra los ojos un segundo e inspira.

—De acuerdo —dice—. Supongo que podemos intentarlo.

Esta vez, cuando extiendo la mano, ella la estrecha. Finjo no sentir


escalofríos subiendo por mi brazo.
—Bueno, ahora que eso está arreglado, ¿puedo convencerte de que
llevemos esta discusión a un lugar donde pueda tomar una taza de café?
La taza que tomé hoy no es suficiente.

Poppy recoge el bolso antes de que termine la frase.

—Me muero por un café —admite—. No soporto los lunes y podría


volverme loca si no tengo cafeína en mi organismo.

—Será café entonces —digo, escoltándola fuera de mi oficina. Nos


decidimos por una cafetería a pocos metros del campus.

—Yo invito —digo, haciendo un gesto para que se siente.

—No tienes que hacer eso.

Me encojo de hombros.

Página 29
—Considéralo una bienvenida al programa. ¿Qué te gustaría?

Frunce el ceño, pero no se resiste.

—Sólo café, por favor. Negro.

Pido dos tazas grandes de café y dejo una propina de diez dólares
en el frasco para el buen karma. Poppy ya se instaló en una pequeña mesa
en la parte trasera de la tienda. Me uno a ella, y deslizo su taza en la mesa.

—¿Esto es lo suficientemente grande para que pases el lunes?

Sonríe.

—Quizás después de la segunda o tercera recarga. Gracias.

Señalo el cuaderno que aún tiene presionado contra su pecho.

—¿Algo bueno ahí dentro?


Se sonroja, deja el cuaderno en la mesa y lo abre en una lista de
metas para el año. No son los poemas que esperaba, sino todo lo que ella
quiere lograr este año en Vanderburg. Ah, así que ella es una de esas
personas. Una creadora de listas. Yo prefiero dejar que las cosas marchen
y ver dónde terminan, creyendo que el viaje será tan bueno como el
destino. Sin embargo, disfruto escucharla hablando, disfruto la forma en
que se acomoda el cabello detrás de la oreja, la forma en que dirige la
conversación y especialmente, la forma en que su cuello y pecho se llenan
de manchas rosa las pocas veces que tiene la audacia de encontrarse con
mi mirada vigilante.

Aun así, ansío ver su poesía. Ver sus palabras en una página, en
negrita y exponiendo porque estoy seguro que eso pasará. Me muero por
saber qué escribe. Si es algo mundano como el cambio de las hojas
otoñales, o algo serio como la relación con su padre, o algo romántico
como enamorarse. Me pregunto si después de su ruptura, su escritura se
volvió oscura y malhumorada, hablando de un corazón roto.

Página 30
Sé muy poco de ella, Poppy es una chica seria, pero también quiero
saber si tiene un lado más suave y romántico. Un lado imprudente.
Mierda, no sé qué tiene esta chica que quiero conocer todos y cada uno
de sus ángulos, examinarlos a la luz de la luna. Estudiarlos al amanecer
mientras se despierta a mi lado.

En cuanto termina de leer sobre todo lo que está esperando del


programa, habla sobre su trabajo anterior y sus metas editoriales. Capto
tres o cuatro palabras, y más que cualquier otra cosa, me concentro en
ese brillo de labios rosa y en los pensamientos de ella despertando en mi
cama haciendo ruidos de placer a medida que se viene. Tanto por
mantener la vida personal y laboral separadas, pero no puedo detenerme.

—¿Verdad? —dice, soplando suavemente el contenido de la taza de


café antes de tomar un sorbo.

Mierda. Dejé de escuchar.

—Lo siento, ¿qué decías?


—Dije que prometo ser profesional al respecto —dice, como si
estuviera tratando de convencerse a sí misma—. Dijiste que tú también lo
harías, ¿verdad?

No puedo evitar sonreír.

—Dije que no dejaré que lo que pasó el viernes en la noche nos


impida trabajar juntos. Te ayudaré a lograr tus objetivos de cualquier
forma que pueda, pero no dije nada acerca de ser profesional. Somos
adultos, Poppy.

Me mira con curiosidad.

—Por cierto, ¿cuántos años tienes?

—Veintinueve. Cumpliré treinta años en marzo. —Como me lo


recuerda mi madre.

Página 31
—No los aparentas.

Asiento.

—Me lo han dicho muchas veces.

—Entonces, ¿no hay esposa e hijos para ti?

Tengo la sensación que espera que le diga que no, o que no estoy
listo, o que no estoy interesado. Pero ninguna de esas cosas es verdad.

—Aún no. Pero con suerte algún día no muy lejano ¿Qué hay de ti?
¿Cuántos años tienes?

—Veinticuatro —dice en voz baja, aun observándome.

Asiento. Lo suficientemente mayor para saber lo que está haciendo.

—Como dije, somos adultos. Con un montón de tensión sexual.

—¿Un montón? —Pone los ojos en blanco.


—Creo que ese es el término técnico, sí.

Alza las cejas sorprendida.

Tengo la sensación que disfrutaré trabajar con Poppy más de lo


apropiado.

Página 32
Capítulo cuatro

—Diviértete esta noche, amigo. —Revuelvo el cabello de Connor, y


observo como su boca dibuja una sonrisa. Ese pequeño rostro lleno de
pecas es mi mundo entero, y la razón por la que trabajo tan duro.

—¡Te quiero, mamá! —Connor sale corriendo por la puerta principal


y se dirige a la entrada donde está estacionado el auto de mi madre.

Página 33
Connor tiene una fiesta de pizza con su equipo de fútbol esta noche
y mis padres se ofrecieron a llevarlo. Me detengo en el porche delantero
y saludo a mis padres a través del parabrisas mientras Connor sube al
asiento trasero.

Amo a mi hijo con todo el corazón, pero en el fondo, una pequeña


parte de mi desea haber esperado unos cuantos años más de mi vida para
que hiciera su aparición. Una noche fatídica, todo mi mundo cambió. Mi
novio de la adolescencia y yo estábamos enamorados, y confiaba en él. No
tenía motivos para dudar de él esa noche cuando dijo que se pondría el
condón. Incluso había escuchado de la rotura del preservativo. Al mes
siguiente, cuando le dije que estaba embarazada y le pregunté cómo había
podido suceder, su rostro se volvió blanco. Entonces admitió la verdad,
que nunca se había puesto el condón. Pero, ya nada de eso importa.
Porque mientras él se fue y vivió su vida sin ninguna responsabilidad, la
mía cambió irrevocablemente.

No estaba lista para un bebé a los diecisiete años, como tampoco


estoy lista a los veinticuatro para ser la madre de un niño de siete años.
Pero hago lo mejor que puedo, lo que incluye hacer malabarismos con la
educación de ambos, sus deportes, mi trabajo y mi maternidad.
Ahora estoy tan apegada a él, a su dulce presencia en mi vida, que
la idea de pasar una noche sola es lo más deprimente que puedo imaginar.
Por eso invité a mis vecinos a cenar más tarde.

Tan pronto como vuelvo a entrar, el sonido del timbre de la puerta


me hace regresar a la puerta principal.

Jodee sonríe y me rodea con un solo brazo. Detrás de ella, Kody


entra cargando varias bolsas. Exuda tanta energía que parece como si
entrara una ráfaga de viento detrás de él.

—Hey, chica, —dice, con voz alegre.

Nos dirigimos a la cocina.

Ellos se han visto con Connor un par de veces y son muy amables
con él y comprensivos con el hecho de que soy principalmente una

Página 34
persona hogareña.

—Alcohol —dice Kody cuando me ve observar todas las bolsas.

Gracias a Dios. Después del día que tuve, me vendría bien un cóctel.
O tres.

Tengo la regla de no beber alcohol en semana, aunque tengo la


sensación que este año estaré rompiendo muchas de las reglas que me he
autoimpuesto.

Jodee va a la sala de estar mientras Kody sirve nuestra primera


ronda. Empezamos con cosmopolitan, según él.

—Monday Funday —canta Kody mientras agita vigorosamente los


cócteles.

—No creo que eso exista —dice Jodee, siendo la más práctica.

—Ahora lo hace. —Vierte la mezcla en tres vasos y los adorna con


rodajas de limón.

—Estoy impresionada —digo después de beber un gran sorbo.


—Fui bartender durante tres años en un club gay en el centro —dice
haciendo un guiño—. Hice muchos cosmos.

Nos conocimos hace unas semanas cuando Connor y yo nos


mudamos a nuestra casa y Jodee y Kody vinieron inmediatamente a
ayudarnos a mover muebles y desempacar cajas. Ahora, se siente como si
hubiéramos sido amigos por años.

—Kody, tengo que preguntar… —Jodee hace una pausa, un poco


avergonzada—. ¿Eres gay?

Mientras que el impecable sentido de la moda de Kody, su cabello


rubio decolorado y sus orejas perforadas me hacen preguntarme lo
mismo, no iba a preguntar. Miro a Kody, esperando que no se ofenda.

Se detiene, mira a Jodee con las cejas levantadas. Y sonríe.

Página 35
—Cariño, soy fabulosa.

Nos reímos a carcajadas.

—No puedo creer que fueran a una fiesta y no me invitaran —dice


Kody, mi corazón da un vuelco. Por supuesto, habla de la fiesta a la que
Jodee me arrastró el viernes pasado en la noche. La fiesta donde conocí a
Zach. Mi boca se seca ante el recuerdo de su coqueteo, mi corazón se
detuvo cuando me sonrió. Casi hizo que le arrancara la ropa después de
conocerlo por cinco minutos.

Aún puedo sentir su cuerpo presionado contra el mío, sus carnosos


labios me dejaron adolorida. Mi cuerpo se estremece al pensar en él.
Después de pasar más tiempo con él en su oficina y en la cafetería, he
memorizado todos los detalles. Su cabello oscuro es lo suficientemente
largo como para enredar mis dedos, sus labios carnosos, su fuerte
mandíbula cubierta por una escasa barba. Las yemas de mis dedos
hormiguean por el recuerdo de tocar su pecaminosamente duro abdomen
y pecho a través de su camisa. Esos atrapantes ojos verdes… Hablando de
atrapar, se me ocurren algunas cosas que me gustaría hacerle que
involucran un par de esposas. Jesús, Poppy.
Me obligo a sintonizar la conversación. La simple idea de pensar en
Zach amenaza con abrumar por completo todo lo demás, y lo último que
necesito es que Kody o Jodee capten la expresión de mi rostro mientras
fantaseo con él.

—Señoritas, tengo una sorpresa. —Kody introduce la mano en una


bolsa y saca una botella de tequila que deja en la mesa con una sonrisa—
. ¿Quién quiere un chupito de tequila?

Casi me niego. ¿Tequila un lunes por la noche? Entonces decido,


¿por qué diablos no? Uno no me matará, quizás sea justo lo que necesito
para relajarme.

Jodee y yo sonreímos y levantamos las manos como si estuviéramos


en clase. Mientras Kody sirve los chupitos, corto más rodajas de limón y
agarro la sal de la cocina. Cuando regreso a la sala de estar, escucho a
Kody insistiendo en que nos saltemos la etapa amistosa "conocernos

Página 36
mejor”.

—Es un enorme aburrimiento. A nadie le gusta la charla trivial.


Tengo una idea mejor. —Nos entrega un vaso a cada una—. ¿Por qué no
mejor decimos nuestra mejor y peor cualidad? Empiezo yo. Mi mejor
cualidad es que, como dije, soy fabulosa. —Finge sacudirse el cabello—.
Y mi peor cualidad es que me encantan los reality show, en exceso y los
veo demasiado.

Lamemos la sal de nuestras manos, bebemos los chupitos y


chupamos las rodajas de limón, haciendo una mueca por el fuerte licor.
Sólo bebo la mitad del mío, necesito mantener cierto nivel de compostura.

—De acuerdo. —Interviene Jodee—. Mi mejor cualidad es mi sentido


de la razón. —Kody y yo nos reímos, ya conscientes de lo pragmática que
puede ser Jodee. Ella se ríe—. Es verdad. Y mi peor cualidad es que mi
cabello se cae por todas partes y obstruye el desagüe de la ducha.

Nos reímos, y luego me doy cuenta que es mi turno.

—Mi mejor cualidad es que hago el mejor lote de galletas con


chispas de chocolate del mundo. Y mi peor cualidad es que me lo como
todo si alguien no me detiene.
—Salud por los nuevos amigos. —Kody levanta su vaso de tequila y
Jodee y yo hacemos lo mismo. Después de terminar la segunda ronda,
Kody levanta la mano, pidiendo la palabra.

—Una cosa más. ¿Podemos estar de acuerdo ahora mismo en no


volvernos raros cuando nos tiremos pedos delante del otro?

Jodee y yo nos reímos, sorprendidas. Nos encogemos de hombros


cuando nos damos cuenta que está hablando en serio.

—Supongo que está bien —digo.

La boca de Kody dibuja una sonrisa y afloja pedos ruidosamente.

—Gracias a Dios, he estado aguantándomelos durante la última


media hora.

Página 37
Nos partimos de la risa y apenas nos calmamos, decidimos empezar
a preparar la cena. Jodee es vegetariana libre de lácteos, y Kody es vegano,
actualmente estoy en una de esas dietas de moda donde comes alto
contenido de proteínas y carbohidratos. Pensé que sería un milagro
encontrar una comida que todos pudiéramos comer, pero por suerte, es
el "día de las trampas" de Kody, así que compré ingredientes para algunos
de mis platos favoritos; mi mejor amiga en la universidad también era
vegana, así que sé prepararla. Como rara vez salía, a menudo cocinábamos
juntas en casa de mis padres y disfrutábamos la noche. Esta noche,
estaríamos comiendo "zoodles4" con pesto y crumbles de soja y bocados
de coliflor con queso azul vegano.

Le doy a Kody la tarea de hacer los "zoodles" de calabacín, y a Jodee


le doy un cuchillo para que corte la coliflor y yo comienzo a preparar el
queso azul vegano.

4
Los zoodles no son más que un trampantojo culinario. Se trata de verduras, sobre todo calabacines y
zanahorias, cortados de tal forma que parecen espaguetis o noodles, de ahí su nombre. Ni noodles, ni
tallarines, es una mezcla de ambas cosas, pero sin carbohidratos. Tendencia en comida vegana.
Mientras mezclo el tahini5, el jugo de limón, el ajo y el vinagre en un
tazón, mis caderas se aprietan contra el mostrador y tengo un repentino
recuerdo de Zach acercando mis caderas contra las suyas mientras nos
besábamos. Me quedo sin aliento mientras me atraviesa un repentino
destello de deseo. El latido de mi corazón se acelera mientras imagino su
cuerpo grande y musculoso contra el mío, sus manos fuertes
rodeándome, levantando mi camisa sobre mi cabeza y quitándome el
sostén mientras su lengua se mueve desde mi boca, a mis hombros y
finalmente llegando a mis pechos. Mierda.

Miro a Jodee y a Kody, que no se han dado cuenta de mi rostro


sonrojado y que estoy respirando fuerte por encima de la alegre música
pop que puso Kody. En serio, ¿qué está mal conmigo? Lucho por mantener
la calma mientras termino de preparar el queso azul. Por suerte, Kody
interrumpe mis pensamientos.

—Poppy, ¿puedes comprobar si lo estoy haciendo bien? ¿Se supone

Página 38
que tiene que ser un completo desastre?

Agradezco la distracción. No puedo seguir pensando en Zach o


perderé la cabeza por completo. De hecho, la única forma en que me
permitiré pensar en él a partir de ahora será como mi asesor.

Afortunadamente, lo hago a través de la preparación de la cena,


prometo no pensar en Zach por el resto de la noche. Cuando terminamos
de cocinar, nos instalamos nuevamente en la sala de estar para comer
dejando nuestros platos sobre nuestras rodillas y optando por
mantenerlo informal en lugar de sentarnos en la mesa del comedor.

—Esto está increíble —dice Kody con la boca llena de zoodles y


pesto—. Normalmente pongo algo en el microondas para cenar, así que
podría acostumbrarme a esto.

5
El tahíni es un nuevo ingrediente de la cocina mundial, es una pasta hecha a base semillas de sésamo.
Estas contienen propiedades nutritivas y curativas, importantes para el perfecto desarrollo del
organismo. Es por ello que es muy utilizado en las dietas vegetarianas.
—Esto está muy bueno, Poppy —añade Jodee, sumergiendo un
trozo de coliflor en el queso azul vegano—. Por cierto, ¿cómo te fue en la
reunión con tu asesor?

Mierda.

Por supuesto, justo cuando dejo de pensar en Zach, él encuentra la


forma de regresar a mi cabeza.

—Um. —Me sonrojo. Considero no admitir la verdad, pero nunca he


sido buena guardando secretos, especialmente a un amigo—. ¿Recuerdas
al tipo de la fiesta del viernes en la noche?

Jodee asiente, pareciendo confundida.

—Sí, Zach. ¿Qué pasa con él?

Página 39
—Bueno. —Trago—. Es mi asesor.

—Detente —dice Jodee en voz alta, girándose hacia mí con los ojos
muy abiertos y la boca formando una O perfecta—. ¿Al que besaste?

Asiento, sabiendo que la expresión de culpa en mi rostro es


inconfundible.

—Poppy. Le dijiste que, si estaba destinado a ser, volverían a verse.


Está totalmente destinado a ser.

Ella tiene razón, eso es exactamente lo que dije cuando me pidió mi


número. Casi lo había olvidado, pero ahora es como si estuviera allí de
nuevo. Recuerdo la sensación de sus ojos mirándome mientras me alejaba
de él en la fiesta, y un escalofrío me recorre desde la cabeza hasta los
dedos de los pies al pensarlo. Me deshago de esa sensación. No significó
nada. Toda la situación fue pura casualidad.

—Espera ¿Qué está pasando? Necesito detalles. —Kody se inclina


en el borde de su asiento. Le cuento todo. La fiesta, Jason, la nueva novia
de Jason, y mi brillante plan para ponerlo celoso que ahora salió
totalmente mal.
—Entonces, ¿este tipo es tu asesor ahora? Eso es una locura. —
Kody habla a mil por hora, claramente emocionado por el drama—.
¿Cómo es este tipo? ¿Es sexy? —Tan caliente que apenas puedo mantener
la ropa puesta. Kody mira a Jodee, que está asintiendo, y luego me mira.

—Es alto, con el cabello oscuro. —Mi cuerpo se estremece cuando


comienzo a describirlo. Mi plan de no pensar en Zach voló totalmente
fuera de la ventana y no puedo evitar que el pulso se me acelere. Es como
si nuevamente lo estuviera viendo por primera vez. Me detengo, luchando
por mantener la compostura.

—¿Y su cuerpo? —Kody no me deja salir del asunto.

—Musculoso. Brazos tonificados, pecho fuerte y unos abdominales


increíbles. —Cierro los puños, imaginando recorrer con mis manos sus
hombros, su pecho y su vientre plano—. Sus ojos son de un penetrante
verde esmeralda. Y tiene la sonrisa más sexy cuando dice algo sucio. —

Página 40
Trago. Tal vez sea el tequila, pero dije más de lo que pretendía.

Kody y Jodee intercambian miradas significativas. Debo estar


perdiendo la cabeza, diciendo todo esto. Intento cambiar de tema, porque
si sigo hablando del cuerpo de Zach voy a tener un orgasmo aquí mismo,
en mi sofá de segunda mano. Sé que todos estuvimos de acuerdo en que
tirarse pedos frente al otro es una práctica aceptable de amistad, pero
estoy bastante segura que venirse frente al otro es un tácito no.

—Nada de eso significa algo. Además, es mi asesor. —Trato de ser


la voz de la razón.

—Bueno, si no lo quieres, me lo quedo yo. —Interrumpe Kody con


una sonrisa astuta.

Jodee se niega a dejar ir el tema.

—Las cosas pasan por una razón, Poppy ¿No crees en las almas
gemelas?

Me salvo de tener que contestar por mi teléfono, que suena cada


vez que recibo un correo electrónico. Cuando veo quién es el remitente,
me quedo sin aire.
—Disculpa, Poppy, pero parece que acabas de ver un fantasma.

Alejo los ojos de la pantalla y veo a Kody mirándome.

—¿Qué pasa? —Pregunta Jodee—. ¿Todo bien?

Ambos me miran fijamente, y sé que no hay forma de evitarlo,


especialmente después de la reacción que acabo de tener. Dejo escapar
un suspiro.

—Es sólo un correo electrónico. —Me detengo, mordiéndome el


labio—. De Zach.

Jodee y Kody se enderezan en sus asientos.

—Bueno, ¿qué dice? —Pregunta Jodee, susurrando.

Página 41
—Sólo léelo en voz alta —exige Kody, inclinándose y tomando un
sorbo de su chupito de tequila.

—Probablemente es algo relacionado con la escuela —digo,


tratando de minimizar su entusiasmo, pero es inútil. Los dos me miran
como si estuviera a punto de hacer un monólogo de stand up.

Me bebo el resto del tequila y eso que me dije que no lo iba a


terminar. Necesito el coraje líquido y todo eso.

—De acuerdo, aquí va.

Poppy,

Gracias por tomarte el tiempo de reunirte hoy conmigo. Sé que


tendremos un año increíble. Olvidé mencionar esto antes, pero pensé que
te gustaría el poeta Ariel Elderson. Puedes leer algunos de sus trabajos en
línea.

Siempre es un placer,

Zach.
Los miro|.

—¿Ven? Totalmente profesional. —Incluso mientras las palabras


salen de mi boca, ni siquiera yo me las creo. Mi corazón se siente como si
estuviera en mi garganta, y mis manos tiemblan. Bajo el teléfono sin que
se den cuenta.

—¿Profesional? —Pregunta Kody—. Él totalmente te desea. ¿Por qué


crees que dijo: ‘Siempre es un placer’? —Levanta una ceja—. Placer, Poppy.
Eso es lo que tiene en mente… su placer, tu placer, placer sexual.

—Kody, reduce la velocidad del tren... Es mi asesor, nada más. —


Escucho las palabras que estoy diciendo, pero no se registran en mi
cerebro.

—Es tan romántico. Eso demuestra que está pensando en ti —dice


Jodee, sonriendo ampliamente—. Él está pensando en ti a las… —Se

Página 42
detiene—. ¿Qué hora es?

—Nueve en punto —Interrumpe Kody—. Nadie está pensando en


alguien después de las 5 p. m. a menos que quiera tirársela.

—Vamos, chicos. En serio, es mi asesor. Es su trabajo. —No estoy


segura de a quién intento convencer, si a ellos o a mí.

—Parece que se toma su trabajo muy en serio. —Kody sonríe con


suficiencia—. No recibo correos electrónicos nocturnos de mi asesor
sobre sus poetas favoritos.

Vuelvo a leer el correo electrónico, aún intentando convencerme


que eso no significa nada, que Zach está haciendo su trabajo como lo
haría con cualquier otro estudiante. Lo peor es que a pesar de mis
protestas, todo lo que han dicho me está haciendo derretir por dentro.
Pienso de nuevo en lo que le dije a Zach que, si las cosas estaban
destinadas a ser, nos volveríamos a ver. Todavía no sé si creo en el
destino, pero cada vez me resulta más difícil negarlo.
Capítulo cinco

Después de pasar por mi oficina para tomar mis notas, me dirijo


directamente a mi reunión semanal con mi jefe.

Lewis Clybourne es el jefe del departamento de escritura creativa


de Vanderburg, podría tener la edad suficiente para recordar la
publicación de la primera novela hecha. Si exagero, no es por mucho. Sin
embargo, aunque tenga un pie en la tumba, ha ganado varios premios

Página 43
nacionales de libros, así que entrar a la oficina de Clybourne a una reunión
se siente como caminar en tierra sagrada. Con lo impuros que han sido
mis pensamientos últimamente, sé que mi primera reunión del año con
Clybourne será más difícil que la última semana y media.

Cuando entro a su oficina, las cejas de Clybourne están fruncidas


mientras golpea el teclado, murmurando para sí mismo. No es
exactamente un maestro de la tecnología.

—Zachary, pensé que te tenía a las nueve en punto. No puedo hacer


que mi maldito correo electrónico funcione. Toma asiento.

Repasamos los habituales detalles de la charla de principio de año,


que siempre he odiado. ¿Qué sentido tiene hablar de nuestros veranos
cuando podemos ponernos a trabajar y salir de aquí? Finalmente, la
conversación se dirige hacia la verdadera razón por la que estoy aquí:
hablar de la nueva generación de escritores de este año.

—¿Dónde estamos parados? ¿Cómo están tus asesorados? —


Pregunta por fin.
—Realmente veo muchas promesas en todos ellos —digo,
comprándome un poco de tiempo al abrir mi bolso de cuero y sacar la
lista con los nombres de los estudiantes que imprimí.

Vine preparado, sabiendo que Clybourne es exigente en sus


estándares.

Todos mis asesorados son talentosos: tienes que serlo para ingresar
a esta universidad, pero me preocupa que mi cabeza se quede en blanco
de repente, de la forma en que suele hacerlo cada vez que sale a relucir el
tema de Poppy.

—Establecí a Devon con un profesor para que termine su novela en


la primavera. Es alguien a quien la prensa universitaria podría querer
tener. Y moví algunos hilos para meter a María en el seminario de
literatura británica. Ella tiene el programa de doctorado escrito en su
totalidad.

Página 44
Clybourne asiente, estirando el cuello sobre el escritorio para ver la
lista de nombres.

—¿Ya te reuniste con Poppy Ellis?

Intento mantener mi cara de póquer, pero mi polla se anima ante la


mención de su nombre. Elige tus palabras sabiamente, Zach.

—Estoy increíblemente impresionado con ella…

Inteligente, interesante, y tan prometedora. La idea de impulsarla,


de verla crecer es embriagante. Luego mi mente se desvía, catalogando el
resto de las cosas que me gustan de ella… Tetas preciosas. Deliciosos labios.
Mirada de ‘Follame’. Tiene toda esa aura de escritora torturada que me
hace querer despojarla de todas sus capas. Y me refiero a todas.

—Con su historial de publicaciones, definitivamente es uno de los


talentos más fuertes que tenemos este año —agrego.

Magnifica recuperación.
—Es una de las estudiantes más publicadas que hemos tenido en el
programa en mucho tiempo. Confío en que tendrás especial interés en
alimentar su talento. Podría significar grandes cosas para la universidad
—dice Clybourne.

—Por supuesto.

La reunión terminó muy bien después de que discutimos algunas


oportunidades de escritura creativa y el próximo concurso de poesía, e
hice una escapada limpia antes de mostrar un poco más de ‘interés
especial’ en Poppy. Para cuando regreso a mi oficina, he estado fuera unos
treinta minutos y el buzón de mi correo electrónico está más lleno que
una fiesta de fraternidad. Reviso algunos de ellos, añadiendo nuevas
reuniones y citas de asesoramiento en mi calendario hasta que veo uno
de Poppy con la línea de asunto ‘Hoy’.

Página 45
Zach,

Me pregunto si debo verte hoy en tu oficina o si estás pensando en


tomar un café nuevamente. Házmelo saber.

Saludos, Poppy.

Lo mantendré profesional. Lo último que necesito es dejar una


evidencia escrita con sugerentes correos electrónicos.

Poppy,

Nos reuniremos en la misma cafetería. Por favor trae la obra en la


que has estado trabajando esta semana.

Zach.
Tengo una hora completa antes de mi reunión con Poppy, mucho
tiempo para revisar todos estos correos electrónicos, pero en cambio
cierro mi bandeja de entrada. No hay ninguna posibilidad en el infierno
de que termine ningún otro trabajo sabiendo que estaré a una mesa de
distancia de la mujer con la que he estado fantaseando por más de una
semana.

Recuerdo lo que dijo sobre los lunes, lo mucho que los odia. Tal vez
pueda mejorar un poco este. Abro mi folio y arranco cuidadosamente un
trozo de papel ¿le escribo algo demasiado cliché? A la mierda. Tengo una
hora para crear un poema que pueda poner la más mínima sonrisa en esa
boca con brillo de labios rosa.

Para cuando termino, Tengo ocho minutos para llegar a la cafetería.


Perfecto. Dejo el poema sin firmar y lo meto en mi bolsillo derecho. Lo
meteré en su bolso cuando no esté mirando, eso garantizará que esté en
su mente más tarde cuando lo encuentre mientras busca un bolígrafo en

Página 46
clase o saca su billetera en la tienda de comestibles. Por otra parte, tal vez
nunca sospeche que es mío.

Nuestra mesa de la semana pasada está vacía cuando llego a la


cafetería, así que pido los mismos cafés grandes y negros de la semana
pasada.

Unos minutos más tarde, la campana en la puerta suena y levanto


la mirada para ver a Poppy entrando. Está vestida con unos vaqueros que
resaltan todas sus curvas. Están adorablemente doblados en los tobillos,
mostrando un par de zapatillas vintage. La sudadera gris suelta, expone
un hombro delgado y la correa de un sostén de encaje. Ella representa
cada una de las fantasías universitarias que he tenido en mi vida y tengo
que tomar aire lenta y profundamente para no gemir.

Sus ojos se iluminan cuando me ve. Bebo un sorbo de café y la


observo mientras se va acercando. Esa sudadera cubre sus perfectas tetas,
que parecen tener el tamaño adecuado para llenar mis manos. Como si el
enfoque ya no fuera un problema, esa visión se cimienta (y me refiero a
cimentar) mi situación actual.
—Hola —dice, ofreciéndome una sonrisa nerviosa mientras se
acerca. Me pregunto si siempre será así, vacilante cuando estemos juntos.
Este baile cuidadosamente construido para asegurarnos que no crucemos
la línea invisible que dice que no deberíamos estar juntos.

—Hola —contesto—. Te conseguí un café. —Señalo la humeante


taza que la espera en la mesa.

—Gracias. No tenías que hacer eso.

Ella tiene razón, y por cualquier otro estudiante no lo habría hecho.

—¿Te importa si pido algo de comer? —Pregunta, dejando caer el


bolso con su portátil en la silla.

—Por supuesto no.

Página 47
Cuando se dirige al mostrador a hacer su pedido, me inclino a un
costado de la mesa y meto la nota en su bolso.

Ese toque de ansiedad cuando sabes que alguien va a leer tus


palabras, se arraiga en mi estómago. Aunque Poppy no sabrá que son mis
palabras, me siento nervioso y ligeramente ansioso ¿Qué irá a pensar?
Mientras observo su bolso esperando que vuelva, un momento de
arrepentimiento se apodera de mí. Tal vez no debería haberlo hecho. Tal
vez ni le guste. Entonces me doy cuenta que esta es la única forma en que
puedo comunicarme con ella y no ser descubierto, ciertamente no puedo
enviarle algo así al correo electrónico de la universidad.

Segundos después, regresa con un bagel y se acomoda en el asiento


frente a mí.

—Gracias. Mi mañana fue una locura. No tuve tiempo de desayunar.


—Después de comer un gran bocado de su bagel, Poppy se limpia la boca
con una servilleta y me ofrece otra de sus tímidas sonrisas.

Disfruto mi café, y la vista, mientras Poppy toma unos bocados más


de su comida, luego se acomoda, saca un cuaderno y lo abre.
Antes de que tengamos oportunidad de ponernos manos a la obra,
un chico y una chica se acercan a nuestra mesa y se detienen junto a ella.
El chico, de unos veinte años con el cabello decolorado, nos sonríe con
una amplia sonrisa, y la chica, que parece tener la misma edad, con piel
color moca y el cabello rizado, me observaba evaluándome.

Espera. Es la amiga de Poppy, la recuerdo de la fiesta.

—¿Qué están haciendo aquí? —Murmura Poppy, mirándolos y luego


a mí.

Elevo las cejas preguntándome qué está pasando aquí.

—Hey. —Extiendo la mano—. Soy Zach.

—Kody —dice el chico, dándome un apretón de manos—. Entonces,


¿tú eres el asesor sexy? —Me guiña un ojo y no puedo evitar mi risa en

Página 48
respuesta.

—Ese soy yo. Sólo su amigable asesor sexy. —Me muero por saber
qué más les dijo Poppy.

—Estos son mis vecinos —dice Poppy, con voz temblorosa.

—Soy Jodee —dice la chica, tomando mi mano una vez Kody la


suelta.

—Y estoy segura que ya se iban, ¿verdad, chicos? —Nunca he oído


el tono autoritario de Poppy. Me divierte, y ni siquiera sé qué está
pasando.

Kody me da una sonrisa astuta.

—Oh, no lo sé. Estábamos ansiosos por conocer a este misterioso


hombre que te tiene toda caliente y molesta.

Una lenta sonrisa se dibuja en mi boca.

—¿Te pongo caliente?


Poppy sacude la cabeza apresuradamente.

—Incómoda. Más como irritada. Molesta. —Presiona los labios en


una firme línea.

Echándole una mirada a Kody, quien está moviendo la cabeza,


confirmó la verdad.

—¿Por qué no se sientan? Vamos a conocernos mejor. —Me levanto


y acerco dos sillas más de una mesa vacía.

—No pueden quedarse —dice Poppy.

—Está bien. Podemos terminar nuestra reunión más tarde. —Tan


pronto como acerco las sillas, se nos unen en la mesa: Kody sonríe y Jodee
se ve optimista y curiosa.

Página 49
¿Y yo? No puedo borrar la sonrisa de mi rostro.

Sólo Poppy frunce el ceño. Y por mucho que odie la idea de


molestarla, no puedo resistir la tentación de saber más sobre esta mujer
a través de las personas que mejor la conocen. Una oportunidad como
esta puede no volver a presentarse. Basándome en la forma en que
abordaron nuestra mesa, supongo que están haciendo todo lo posible por
darle un cuidadoso empujón en la dirección correcta, por muy reacia que
esté.

—Así que le gusto, ¿eh? —Dirijo la pregunta a Kody, quien por lo


que puedo decir de sólo conocer al chico por treinta segundos, carece de
filtro.

—Absolutamente no. —Poppy se inclina sobre la mesa, señalando


con un dedo a Kody y sacudiendo la cabeza.

Kody se encoge de hombros.

—Bien. Si la señorita no está interesada, lanzaré mi nombre al ring.


Me toma un momento darme cuenta, pero cuando lo hago suelto
una carcajada.

—Sin ofender, amigo, mi equipo es todo lo que puedo manejar, no


tengo idea qué hacer con el tuyo.

—Puedo enseñártelo —dice Kody.

Sacudiendo en silencio lo que claramente fue una mala elección de


palabras de mi parte, sacudo la cabeza.

—A mi polla le gustan los coños, lo siento.

Kody frunce los labios.

—No puedes culpar a un chico por intentarlo.

Página 50
Bebo un sorbo de café y observo a Poppy. Su incomodidad es
evidente y de repente me siento como un gilipollas. Esto ya no es un
divertido y no quiero hacerle daño.

Miro a Kody y a Jodee, encontrando sus ojos a través de la mesa.

—Tu amiga es dulce e inteligente, y estoy seguro que está lista para
seguir con nuestra reunión, así que por muy entretenido que haya sido,
tendrán que disculparnos.

Mientras se levantan de sus asientos, Poppy vuelve a abrir su


cuaderno de notas con el rostro sonrojado y comienza a murmurar algo
en voz baja.

—No logramos absolutamente nada —dice.

—Tienes razón. Dale tu número y así podrán organizar una reunión


de reconciliación. —Sugiere Jodee.

La mirada de Poppy se dirige a Jodee.

—No. No le darás mi número.


Kody se inclina y garabatea el número de Poppy en un pedazo de
papel y me lo pasa.

—Por amor a Dios, Kody —sisea Poppy en voz baja.

No estoy seguro de haberla escuchado maldecir antes y es caliente.


Todo lo que hace es intrigante, y quiero más.

Hacen la señal de salir con un movimiento de manos. Kody me lanza


un beso en el aire mientras se aleja.

—Escucha, lo siento —digo cuando se van.

Poppy no pierde el tiempo metiendo sus cosas en el bolso.

—Se suponía que discutiríamos mi próxima tarea ¿a menos que


hayas olvidado que estoy estudiando con la renombrada Dra. Peggy Chan?

Página 51
Trago, sintiéndome como un idiota.

—No lo hago.

—¿Y entiendes que no me inscribí aquí para tu diversión personal?


Realmente, quiero ser escritora, no sólo una escritora, una gran escritora.
Pensé que tú más que nadie podía entender eso.

—Lo hago. Y prometo que te lo compensaré.

—Tengo que ir a clase. Adiós, Zach.

Mientras la veo irse, me llama la atención un pensamiento. Nunca


antes he tenido una reacción tan visceral por una mujer. Mi ex ni siquiera
sabía la diferencia entre Seuss y Salinger6. Pero Poppy. Dulce Poppy.

6
Theodor Seuss Geisel fue un escritor y caricaturista estadounidense, conocido por sus libros infantiles
escritos bajo su seudónimo, Dr. Seuss. // Jerome David Salinger fue un escritor estadounidense
conocido principalmente por su novela El guardián entre el centeno, que se convirtió en un clásico de la
literatura moderna estadounidense.
Parece el personaje de una novela de Dickens: inocente, inteligente,
con un rico trasfondo y un deseo de hacer el bien en el mundo.

Soy débil por ella. Estoy total y completamente a su merced. Claro,


quiero follármela, pero también quiero más que eso.

Sin embargo, es mi suerte que la única mujer por la que me he


interesado después de más de un año, no busca una relación y también
es una de mis estudiantes. La mierda no se puede volver más complicada
que eso.

Página 52
Capítul seis o

¿Recuerdas cuánto me gustaban Jodee y Kody? Me retracto de todo


eso. No puedo creer que se hayan apropiado de mi reunión con Zach. No
sólo no conseguimos hacer nada que fuera remotamente útil, sino que
dijeron todas las cosas que no quería que dijeran. Al menos guardaron
silencio sobre Connor. No estoy preparada para que Zach lo sepa aún y
no estoy segura por qué, pero me siento extrañamente a la defensiva con
él, por nuestra situación. Supongo que es la mamá osa que hay en mí.

Página 53
Acostada en mi cama, siento una mezcla de arrepentimiento y
ansiedad, deseo que las cosas vuelvan a ser como antes de conocer a Zach,
todo se ha vuelto tan complicado. Aunque lo he pensado, sé que
realmente no es lo que siento.

—Oye, Poppy, ¿puedo utilizar un poco de tu harina? —grita Jodee


desde el pasillo, interrumpiendo mis pensamientos.

—Claro, lo que sea —grito de vuelta, incapaz de contener el tono en


mi voz.

—¿Por qué esa actitud? —Kody viene a pararse afuera de mi puerta


con la mano en la cadera. Tiene el cabello peinado hacia atrás con una
capa de gel y lleva puesto el vaquero más ajustado que jamás he visto en
un chico.

—Sólo estoy ocupada con esto —murmuro, señalando mi portátil.


Todavía no los he perdonado, y me cuesta mucho ocultarlo. En este
momento, me arrepiento mucho de decirles que vinieran cuando
quisieran.
Una rápida mirada a la sala de estar confirma que Connor aún está
haciendo la tarea en la mesa de café.

—¿Sabes qué ayudaría? —Kody sonríe, ignorando totalmente el


hecho de que claramente estoy intentando trabajar. Se inclina para
susurrarme en el oído—. Si te acostaras con alguien.

—Estoy de acuerdo —dice Jodee, más cerca ahora.

Los ignoro y sigo escribiendo.

—Has estado tan nerviosa últimamente ¿estás cachonda? —Kody se


sienta a mi lado. Su pregunta es casi ridícula, considerando el hecho de
que apenas puedo mantener las manos quietas cada vez que miro a Zach.

—¿Puedo simplemente hacer mi trabajo? —Pregunto, claramente


frustrada. Lo último que necesito es que Connor oiga esto—. Además, hay

Página 54
pequeñas orejas cerca. —Miro directamente a la sala de estar.

Kody se pone de pie, levanta las manos en señal de rendición, y se


va, con Jodee a cuestas.

No es una mentira total; necesito trabajar. Tomé un trabajo a medio


tiempo para pagar las cuentas, haciendo marketing digital y escribiendo
textos para una organización sin fines de lucro que se especializa en la
defensa de la literatura. Era una organización increíble y emocionada por
ser parte de ella, pero me está costando concentrarme con estos
pensamientos sobre Zach flotando en mi cabeza.

Busco en mi bolso y reviso mi teléfono. No hay mensajes de texto.


Mi ansiedad y mal humor no es sólo por lo que pasó con Zach en nuestra
reunión. Por mucho que odie admitirlo, me molesta no saber nada de él.
Me siento patética, sentada esperando que un chico me envíe un mensaje
de texto, pero no puedo detenerme. Tiene mi número, ¿cuál es el
problema? Ni siquiera querías que tuviera tu número, me recuerdo. Es
cierto, pero eso no significa que una pequeña parte de mí no espere que
me envíe un mensaje de texto ahora que lo tiene. Me siento molesta con
mis supuestos amigos por haberme puesto en esta posición.
Respiro profundamente y trato de relajarme. No ayudará en nada
estar enojada con ellos, especialmente cuando pensaron que estaban
siendo de ayuda.

Además, necesito dejar de preocuparme por lo que piensa Zach. A


pesar de decirme esto, vuelvo a meter la mano en mi bolso para revisar
mi teléfono.

Pero en vez de encontrar mi teléfono, mis dedos rozan una hoja de


papel doblada. La extraigo, no estando segura de lo que es y la desdoblo.

Brevemente me pregunto si es de Connor. Hubo un tiempo, poco


después de que aprendiera a escribir, en que Connor me dejaba dulces y
alentadoras notas en mi bolso, al igual que yo le dejaba ocasionalmente
dentro de su lonchera.

Pero esta ordenada caligrafía no es la letra de Connor.

Página 55
Rosas de carmesí
Cielos de azul
La belleza de la naturaleza es nada comparada contigo.
¿Sabes cómo me afectas?
No creo que lo sepas.
Si tuviera la oportunidad, creo que podría amarte.

Mi corazón da un pequeño salto al mirar las palabras. Nunca me


escrito un poema como este, hay un sentimiento genuino en estas
palabras. Quienquiera que lo escribió es dulce y cariñoso, aunque no
tengo idea quién es, me hace sentir cálida y confusa por dentro.
Como madre soltera, rara vez me siento especial o deseada de esta
manera, y quien sea que haya escrito esta nota definitivamente trajo una
pequeña sonrisa a mi rostro.

Me pregunto de quién puede ser. Hay un chico en mi clase que no


dejaba de sonreírme, pero no se acercó a mi bolso. Al principio, pensé
que fue Kody, intentando animarme, pero juró que no fue él, además la
nota es demasiado romántica para ser de un amigo.

La parte sensiblera de mi cerebro se pregunta, por un instante si


puede ser de Zach, pero probablemente es el más fácil de descartar. Este
poema es pura emoción ¿y Zach? Es puro sexo. No hay forma de que esté
interesado en mí de esa forma. Además, dudo mucho que se arriesgue y
deje algo así por escrito, podría perder su trabajo en la universidad por
involucrarse con una estudiante.

Aún así, es agradable saber que alguien está interesado en mí.

Página 56
Guardo el poema en mi bolso, sonriendo. Al menos una cosa buena
sucedió esta semana.

Durante las dos horas siguientes, me obligo a concentrarme en el


trabajo y me las arreglo para hacer algunas cosas.

Cuando termino, recojo mi teléfono para comprobar la hora y veo


un mensaje de texto de Zach. Mi estómago da varias volteretas y mi visión
se nubla. Quiero tirar el teléfono al otro lado de la habitación y al mismo
tiempo, apenas puedo esperar para abrir el texto.

«Oye, ¿podemos hablar?»

Sí, pienso, exhalando un suspiro de alivio, estoy más que lista para
salir de esto. Llega otro mensaje.

«Necesito aclarar las cosas.»


Estoy de acuerdo, comienzo a escribir en respuesta. Asumo que está
dispuesto a disculparse por cómo fue nuestra última reunión. Antes de
que pulse enviar, mi teléfono se enciende nuevamente con otro mensaje.

«Estoy jodidamente atraído por ti.»

Mi corazón se siente como si me lo hubieran arrancado del pecho.


No sé si estoy enojada, excitada o si hay alguna extraña e interesante
combinación de ambas. Me obligo a no perderme en mi deseo por Zach,
cosa que cada vez es más difícil. No estoy en la universidad para empezar
una aventura con mi asesor; estoy ahí para concentrarme en la escritura.
Quiero decirle que se pierda, pero en vez de eso me quedo mirando mi
teléfono, incapaz de encontrar una respuesta. Maldita sea, Poppy.

Página 57
Como si pudiera leer mis pensamientos, Zach vuelve a enviar un
mensaje de texto.

«¿Qué es lo peor que puede pasar?»

Me muerdo el labio y miro fijamente el teléfono, como si la


respuesta perfecta se pudiera escribir sola con sólo mirar la pantalla el
tiempo suficiente. Por supuesto que quiero. No quiero nada más que
correr a su casa, desnudarlo y besar cada centímetro de su duro cuerpo
tatuado. Mi corazón se acelera con pensarlo y mi boca se seca. No. Esto
no es parte del plan. Mi plan es demostrar que una madre soltera que
queda embarazada en la secundaria puede tener éxito. Toda esta
situación con Zach ya me ha distraído más de lo que quiero. Después de
unos segundos, simplemente escribo:
«Ahora mismo no puedo.»

Su respuesta es inmediata.

«Hablaremos de eso en persona.»

Bajo el teléfono y me paso las manos por el cabello.

Una conversación en persona puede ser una buena oportunidad


para establecer algunas reglas básicas claras para que podamos mantener
las cosas profesionales. Pero incluso, mientras me digo eso, dudo

Página 58
seriamente que esto funcione, basándome en cómo han sido mis otras
conversaciones con Zach. Intento imaginar lo que le diré para dejar claro
mi punto de vista ¿le confieso y le cuento lo de Connor? Soy una persona
privada y la idea de compartir tanto de mi vida con él me parece
demasiado. Pero si voy a reunirme con él para discutir esto, necesito una
idea sólida de lo que le diré antes de que la presencia de Zach lo confunda
todo.

Sólo pensar en él, envía mi mente en un millón de direcciones


diferentes, y cuando estoy cerca de él… Bueno, digamos que necesitaré
un guion escrito si quiero mantenerme en el camino correcto. Incluso
pensar en estar cerca de él me hace comenzar a sentir un hormigueo, y
ya puedo verlo dándome esa sonrisa sexy. Esa sonrisa me dificulta
respirar. Me hace pensar en todas las cosas que quiero que él haga con
esa boca. Mierda. Arrojo el teléfono como si tuviera una enfermedad y
huyo de mi habitación.

De una cosa sí estoy segura. Antes de decidir oficialmente algo,


necesito un consejo. Y dado que mis nuevos vecinos conocen toda la
situación, como los idiotas que son, no puedo navegar sola por esto.

Salgo de puntillas hacia la sala de estar y beso la frente de Connor.


—Enseguida vuelvo.

Sin querer dejar a Connor a más de seis metros de distancia, salgo


al porche delantero y toco a su puerta, esperando con las manos en mis
caderas.

—Oye. —Jodee aparece un momento después, limpiándose las


manos con un paño de cocina—. No tienes que llamar ¿qué pasa?

Señalo mi puerta principal.

—No quiero dejar a Connor solo mucho tiempo, pero necesito


hablar.

Kody aparece detrás de ella en la entrada.

—¿Qué pasa? —Pregunta Kody levantando una ceja.

Página 59
—Siento haber estado de mal humor antes, pero necesito su ayuda.
—Me detengo—. Con Zach.

Salen al porche inmediatamente. Casi me río. Sé que, por mucho que


estuviera de mal humor, no pueden resistirse a la oportunidad de hablar
sobre esta situación. Es demasiado excitante.

—¿Qué pasó? —Pregunta Jodee, sentándose en el columpio del


porche y arrojando su largo cabello sobre su hombro.

Les cuento sobre nuestra conversación por texto y sobre cómo Zach
quiere hablarlo conmigo en persona.

—¿Vas a hacerlo? —Pregunta Jodee ansiosamente.

—No lo sé. —Suspiro—. Ni siquiera sé lo que dirá.

—Esto pide bebidas más tarde —anuncia Kody, levantándose—.


¿Quieres que vayamos cuando el enano esté en la cama?

Sintiéndome extrañamente emocional, me trago el nudo que tengo


en la garganta y asiento. Nunca había tenido una red de apoyo tan grande.
Viví con mis padres toda la carrera universitaria y sólo a finales del
año pasado decidí mudarme a un apartamento cerca del campus. Mis
padres me convencieron de que ningún estudiante universitario querría
vivir con una chica y su hijo, así que ni siquiera lo intenté. Sólo permanecí
refugiada bajo su techo y su control demasiado tiempo. Al principio
tuvieron razón. El año pasado fue duro, sólo Connor y yo en un estrecho
apartamento cerca al campus mientras terminaba mi carrera y lo
arrastraba de un lado a otro a actividades y deportes después de la
escuela. Y por más difícil que fue depender sólo de mí misma, sé que
nunca volvería a vivir con ellos.

Así fue como terminamos en nuestro dúplex este año.


Necesitábamos un hogar, Connor se merecía un patio trasero, no sólo un
cojín de protección porque era lo único que podía pagar.

Así que, acumulé más horas en mi trabajo a medio tiempo y estiré


mi presupuesto lo mejor que pude.

Página 60
Nunca conté con que nuestro nuevo hogar viniera con dos nuevos
amigos que fueran tan dulces, comprensivos y que parecían estar
interesados en nosotros.

—Eso sería fantástico. Gracias, chicos. —Con eso arreglado, vuelvo


a entrar para empezar a preparar la cena.

Después de dos porciones de taco-lasagna, uno de los platos


favoritos que Connor y yo inventamos, se baña y se mete a la cama donde
le leo algunos capítulos de su nuevo libro de superhéroes. Este niño ama
la librería casi tanto como yo, y nueve de cada diez veces prefiere un libro
nuevo a un juguete. O diablos, incluso un libro usado. Eso es bastante
impresionante también. Sonrío, inclinándome para presionar un beso en
su frente. No tenemos mucho, pero nos tenemos el uno al otro, y tenemos
amor. Y cuando necesitamos un escape, tenemos palabras para
transportarnos a donde nuestra imaginación pueda escalar.

—Te quiero, amigo.

—Te quiero, mamá. —dice Connor bostezando.


Enciendo su luz nocturna y apago la lámpara.

—Buenas noches.

Cuando llego a mitad de las escaleras, escucho las silenciosas voces


de Kody y Jodee. Están sentados en mi sofá con una botella de vino tinto
y tres copas en la mesa de café frente a ellos.

—Hola, chicos. —Me dejo caer en el sillón frente a ellos,


sintiéndome repentinamente muerta de cansancio.

—El pequeñín se durmió ¿verdad? —Pregunta Jodee.

Asiento. Siempre hay cierto deje de asombro en sus voces y


expresiones cuando me observan con Connor. Ser mamá mientras
equilibro la escuela de posgrado no es una ciencia espacial, sólo hago lo
que necesito hacer.

Página 61
Kody descorcha el vino y nos sirve una copa a cada uno. Cuando
todos tenemos nuestra bebida en la mano nos sumergimos en el debate.

—Entonces, ¿qué debo hacer? —Pregunto, tomando un pequeño


sorbo de vino.

—Él es realmente sexy. —Jodee retuerce un mechón de cabello


alrededor de su dedo, pensando—. Pero también es tu asesor. Y puedo
ver que desarrollaron sentimientos.

—Olvida los sentimientos. —Interrumpe Kody, dejando su copa de


vino—. Si un tipo así estuviera interesado en mí, ya me lo habría tirado
hasta volarle la cabeza.

—Pero también tenemos que preocuparnos por la escuela. No todo


se trata de follar —insiste Jodee.

—Lo siento, pero esa química que tú y Zach tienen, no se encuentra


todos los días. —Kody está más serio de lo que nunca lo he visto.
Suspiro, sintiéndome más confundida que siempre, viéndolos
hablar frente a mí, sobre esta situación como si yo no estuviera en la
habitación escuchando. Yo soy la voyeur en su debate sobre si lo hago o
no. Ambos tienen puntos válidos.

Pienso en la pregunta de Zach ¿qué es lo peor que puede pasar? Eso


es exactamente lo que necesito averiguar. Podríamos tener sexo y podría
ser increíble. Oh Dios, incluso de sólo pensar en esas palabras me estoy
excitando. Puedo sentir mi lengua corriendo a lo largo de sus sexys
tatuajes mientras él agarra un puñado de mi cabello. Mierda. Ese es
exactamente el problema. Es demasiado consumidor. Me obligo a no
pensar en eso.

Aunque también podría meterme en serios problemas si alguien en


la universidad se entera. No puedo poner en peligro mi futuro y el futuro
de mi hijo, por unos cuantos orgasmos.

Página 62
Entonces, un pensamiento me golpea.

—Chicos, ¿y si el sexo con Zach no es increíble? ¿Y si toda nuestra


atracción es sólo la anticipación, pero la cosa real no es tan genial? —Eso
nunca antes se me había ocurrido, y me horroriza pensar en tener que ir
a reuniones de asesoría con él después de eso. Eso sería una mierda.

—Yo también he estado preocupada por eso… todo esto del amor
prohibido puede hacer que las cosas parezcan más sexys de lo que
realmente son —dice Jodee en voz baja, sacudiendo la cabeza y mirando
al suelo.

—¿No se han chupado ya la cara? Ya sabes mejor que nadie que hay
química. —Kody va al grano, sin delicadezas.

Una bombilla parece encenderse en Jodee y ella asiente,


frenéticamente.

—Él tiene razón. El sexo es simplemente un acto físico, cualquiera


puede hacerlo y puede ser bueno o malo, pero cuando la mezcla correcta
de química está involucrada con lo físico, entonces el acto se convierte en
una explosión de cuerpos y mentes.
Mierda. Tiene razón. Realmente no podría ser malo. No hay manera
de que no fuera asombroso, basada en ese beso, pero eso hace que todo
sea más complicado.

Me imaginé el rostro de Zach, su fuerte mandíbula y su cabello


grueso y oscuro, su cuerpo perfectamente tonificado. Todavía puedo
sentir sus fuertes manos en mis caderas mientras nos besábamos. Ese
beso. Mi rostro se calienta al pensarlo.

De acuerdo, ¿y qué si le vuelo la cabeza como dijo Kody, y es


increíble? ¿Y si desarrollamos sentimientos? Entonces, ¿qué pasaría? ¿Se
le permite a los estudiantes salir con los asesores? Podría meterme en
problemas con la escuela, e incluso si no lo hiciera, ciertamente no me
tomarían en serio como escritora. Él podría perder su trabajo. No hay
manera de que esto termine bien.

No puedo arriesgarme a que las cosas salgan mal. He trabajado tan

Página 63
duro para entrar a este programa, ¿y ahora estoy pensando en tirarlo por
la borda por un chico al que besé una vez? Contrólate, Poppy. A ponerse
las bragas de niña grande de aquí en adelante. La adultez apesta, pero es
lo que necesito ser.

—Gracias chicos. —Levanto mi vaso hacia mis amigos,


agradeciendo su consejo, pero la verdad es que la situación tiene muchas
perspectivas y no es algo que un par de copas de vino y una charla de
chicas pueda resolver.

Poco después me despido de mis vecinos y me dirijo a la cama. Pero


resulta que trepar bajo las sábanas mientras el vino sigue vibrando y los
pensamientos sobre Zach no son una buena combinación.

Cierro los ojos y respiro profundamente. No debería importar lo


atractivo o atrevido que sea. Aunque me parezca refrescante saber lo que
está pensando, nuestra atracción no es algo sobre lo que deberíamos
actuar.
Cuando visualicé la forma en que sus labios se curvaron cuando
leyó mi trabajo, como si estuviera realmente satisfecho, o la forma en que
defendió mi honor en la cafetería, despidiendo a Kody y Jodee, cuando se
dio cuenta que su visita me molestaba, hizo que mi corazón se hinchara
un poco.

No puedo creer que Kody lo llamara mi asesor sexy, justo en su


rostro. Pero no se puede negar que el chico es sexy, tiene que saberlo.

Seguramente tiene un espejo que funciona en su casa. Tiene 1,80


metros de perfecta musculatura. Sólo de pensar en él me excita. Cuando
me doy cuenta que el sueño está muy lejos, y que no me avergüenza un
poco de alivio, dejo que mi mano baje hasta la cintura de mis pantalones
cortos, y se sumerja dentro de mis bragas.

No me sorprende encontrar el material ya húmedo y adherido a mi


sensible e inflamada carne. Con mis dedos resbaladizos y girando, sólo

Página 64
tardo unos minutos en deshacerme, jadeando el nombre de cierto asesor
caliente.
Capítulo siete

Puedo decir que antes de que tomáramos nuestros primeros


sorbos, mi madre ya había leído mi aura.

—Estás todo confuso hoy. Más de lo normal. —Me mira


entrecerrando los ojos, como si fuera un letrero en la calle que intenta
visualizar a través de un parabrisas empapado por la lluvia.

Página 65
—¿Sí? ¿Lo ves en mi aura? —Pregunto, con un suspiro de
complicidad. Esto será más fácil si sólo le sigo la corriente. Ella es como
un perro con un hueso. Si siente que algo me pesa, no lo dejará pasar
hasta que lo cubra desde todos los ángulos posibles. Pero la cosa es que
no estoy estresado, no de la forma en que mi madre piensa que lo estoy,
al menos. Estoy interesado en uno de mis asesorados más de lo que tengo
derecho a estar. Se supone que estudiáremos literatura juntos. En vez de
eso, quiero sacarla de la estantería, abrirla y leer la mierda fuera de ella.

Y cuando le envié un mensaje de texto y se lo dije, hubo un silencio


absoluto.

Mi madre corta mis pensamientos con una saludable dosis de


realidad.

—Soy tu madre. No necesito leer tu aura para ver que tienes algo en
mente. Es una chica. Por favor, dime que es una chica. —Casi solloza
emocionada, tamborileando los dedos sobre la mesa—. O un chico. Apoyo
todo tipo de sexualidad. Tú lo sabes. Dono a la Campaña de Derechos
Humanos todos los meses.
—Lo sé, mamá. —Sonrío, tratando de no poner los ojos en blanco.
Es adorablemente progresista—. Sí, es una chica. Puede que haya
empezado o no… —Hago una pausa—. Cortejando a una chica a la que
probablemente no debería.

—¿Cortejando? —Resopla—. Todo un poeta. Estas intentando ligar


con ella. La deseas. Estás ansioso por…

—Sí, sí, y sí. —Interrumpo, sabiendo que seguirá investigando si no


vuelvo a redirigir la conversación.

—¿Y cómo va todo? —Sonríe alegremente, emocionada con la


posibilidad de que vuelva a salir con alguien. Ella nunca se llevó bien con
mi ex. Algo sobre su aura.

—He tropezado con un muro. Ella es… una especie de estudiante a


la que estoy asesorando.

Página 66
—¿Una especie? Es como si alguien dijera que está como
embarazada… o lo está, o no lo está, así que, ¿Cuál es? —Sus cejas se
alzan en esa forma de… no le mientas a tu madre.

—Está bien, lo es. Es una estudiante. Soy su asesor. —Esta es la


primera vez que lo digo en voz alta. Siento el peso de las palabras
asentarse en mi pecho y en el aire entre nosotros. Admitir mi atracción
por Poppy a mi madre me da ganas de confesarme.

Menos mal que mamá no es un sacerdote. Levanta las manos


emocionada.

—¡Si esa no es la cosa malditamente más sexy que he escuchado!

—Mamá, baja la voz. —La regaño, pero no puedo ocultar mi risa.


Ella tiene razón. Es sexy. Tan sexy que últimamente me ha puesto muy
nervioso—. Así que, obviamente es un poco complicado.

—¿Complicado? —Mi madre pone una mano sobre su corazón


simulando angustia—. No. ¡Es el destino! ¡Es el destino!
—Yo no iría tan lejos —le digo a la mujer conocida por llevar todo
demasiado lejos—. No estamos exactamente en la misma página.
Honestamente, no sé si estamos leyendo el mismo libro.

—Zachary, mírate. ¿Qué otro libro podría querer leer? —Me guiña
un ojo—. De nada por los buenos genes, por cierto.

Desvío el cumplido fácilmente.

—Ella no quiere llevarlo más allá del beso que nos dimos en una
fiesta.

—Bueno, eso es porque fue en una fiesta. ¿La invitaste a cenar o a


tomar algo? Mi hijo, el Poeta con P mayúscula, ¿ha intentado enamorarla?
¿O sólo atacaste a la chica con tu Zach-Attack?

—No quiero saber qué significa esa frase. —Hago una mueca—. No

Página 67
creo que le guste eso. —Es una de las muchas cosas que me gustan de
Poppy. Ella es fuerte en sus convicciones. Dudo poder cortejarla y llegar
a un acuerdo. Y no quiero someterla a mi voluntad. Sólo quiero que ella
me quiera, así como yo la quiero a ella.

Mi madre entrecierra los ojos.

—Vamos, Zach. —Se burla de mí.

Bueno, tal vez me merezca esa mirada decepcionada. Me refugio en


mi café, bebiendo otro sorbo.

—Esto es lo que vas a hacer. —Continua—. Uno, invítala a cenar.


Dos, sírvele vino, mantente sirviéndole vino. Tres, ¿aún tienes la receta de
pollo picante que te envié o debería enviártela por correo electrónico…?

—Todavía la tengo. —Está escondida en un cajón en algún lugar


junto con mi dignidad. Nunca le he hecho una cena a una mujer, y no
estoy dispuesto a comenzar con Poppy. Si lo jodo, ¿quién sabe si mi
orgullo se recuperaría alguna vez? Imaginar a Poppy hurgando
infelizmente en un pedazo de pollo demasiado cocido no es mi idea de
romance—. Hacer la cena en la primera cita es señal de compromiso —
digo.
Mi madre se hunde de nuevo en su silla, evaluándome con los ojos
de un halcón.

—¿Qué se supone que significa eso? ¿Qué es exactamente lo que


buscas con esta joven, Zach?

Hago una pausa, bebiendo un sorbo de café, mientras mi madre


continúa, en racha ahora.

—Tienes que decidir si sólo es sexo lo que quieres o si es algo más.


No puedes dudar en este punto. No puedes hacerle eso a una chica.

Quiero discutir con ella, pero sé que mi madre probablemente está


pensando en su propio fracaso.

La pasión llevó al sexo, lo que llevó al embarazo, lo que llevó a un


matrimonio con un rápido e inevitable divorcio poco después.

Página 68
Mi teléfono suena. Reviso el mensaje.

«¿Sigue en pie lo de hoy?»

Hablando del diablo. Es mi padre. Por años tuve una relación tensa
con él. Es mucho mayor que mamá, diecinueve años mayor que ella, y para
ser honesto, creo que nunca superó la pérdida de su primera esposa. Mi
madre fue el desafortunado rebote con el que intentó recuperar su
felicidad. Pero, un desacuerdo de más, y mi madre empacó nuestras
maletas, jurando que ya no lo necesitábamos.

—¿Quién es? —Mi madre mira mi celular. Rápidamente lo alejo de


su vista.

Ahora que soy mayor, he aprendido a aceptar los defectos de mi


padre y a apreciar lo que tiene para ofrecer. Además, me he dado cuenta
que el viejo no va a estar aquí por siempre.
—Papá —digo—. Tengo que irme corriendo. Gracias por el consejo,
mamá. —Planto un beso en su frente antes de empujar mi silla.

—Mmm-hmmm. —No está muy convencida. No le mientas a un


lector de auras, Zach. Esto te va a morder el trasero más tarde.

—Eres un buen chico, Zachary —dice. Miro hacia atrás por encima
del hombro para captar una sonrisa de complicidad. Tal vez ella sabe más
de lo que pensé. Ella usualmente lo hace.

Me toma menos de veinte minutos conducir desde el café hasta el


apartamento de mí padre. La cercanía en la que viven mis padres
divorciados tal vez es anormal, pero nunca fue un problema al crecer. Mi
padre es distante, físicamente y emocionalmente. Me tomó la mayor parte
de mi vida adulta aceptar el hecho de que tendré que dar los primeros
pasos para tener algún tipo de relación con él.

Página 69
Llamo a su puerta y espero hasta que responda. Escucho pasos
adentro y luego se abre la puerta para revelar a mi padre, tal como lo
recuerdo siempre: una chaqueta de lana gris, camisa con botones y
cabello blanco, con la raya bien delineada a un lado, con un aspecto
elegante, incluso a sus sesenta y nueve años.

—Hola, papá. —Sonrío cuando extiende la mano y me da un fuerte


apretón—. Feliz cumpleaños.

—Cuando llegas a mi edad, no es gran cosa. Es lunes, ¿sabes?

Asiento.

—Feliz lunes, entonces. ¿Qué te gustaría hacer hoy? —Le había


dicho que lo recogería después del trabajo y que haríamos algo para
celebrarlo.

Supongo que papá me sugerirá el restaurante que le gusta cerca de


su casa, o tal vez sólo un café. Pero me sorprende al dejar que una
pequeña sonrisa secreta se cuele en su, por lo demás, estoico rostro.

—Tengo un lugar en mente. Tú conduces.


Una vez dentro de mi auto, me guía hacia un pequeño y tranquilo
centro comercial a unos kilómetros de distancia.

Estacionamos y salimos del auto. Todavía no tengo idea adónde


vamos, pero lo sigo por la acera hasta que se detiene frente a la puerta de
un salón de belleza con un letrero de neón que promete una "Mani-Pedi
por cuarenta y nueve dólares".

—¿Um? —Me detengo, seguro de estar en el lugar equivocado.

—Vamos, chico. Es mi cumpleaños. Vivamos un poco.

Las campanas en la puerta tintinean, y el olor a esmalte de uñas


sale a saludarnos.

—¡Arthur! —La recepcionista chilla, cuando ve a mi padre, sale de


detrás de su escritorio para abrazarlo.

Página 70
Está claro que mi padre es un cliente habitual aquí. Interesante.

El lugar está casi vacío: una mujer mayor, probablemente una


jubilada como mi padre, se sienta en una de las sillas de pedicura con los
pies sumergidos en agua caliente. Un par de mujeres están sentadas
obteniendo sus uñas pulidas en colores brillantes.

—Este es mi hijo —dice papá, señalándome.

—¡Guapo! —La mujer ríe cubriéndose la boca con la mano.

—Gracias —murmuro, sintiéndome extrañamente fuera de lugar.


Soy moderno. Estoy a la moda. Incluso soy un poco metrosexual con mi
depilación masculina y todo eso. ¿Pero esto? Esta es una experiencia
totalmente nueva para mí. Aún así, decido seguir con esto. Cuando estás
en Roma y toda esa mierda.

Nos conducen hacia un salón en la parte de atrás y nos sienta uno


al lado del otro mientras dos mujeres salen de la parte de atrás de la
tienda para atendernos.
—¿Estás bien ahí? —Pregunta papá. ¿Es una sonrisa juguetona lo
que veo?

—Por supuesto.

Cuanto más tiempo permanecemos sentados aquí, más le doy


sentido a nuestra visita. Tal vez es el escritor que hay dentro de mí, pero
la curiosidad es un fuerte motivador, y necesito armar el rompecabezas.
Papá no lo dijo, pero sé lo que le gusta de este lugar. La pequeña belleza
de cabello oscuro que le lima las uñas y le masajea las manos me recuerda
a su primera esposa. La conoció en Camboya cuando estaba destinado en
el ejército. Estuvieron casados un par de años hasta que murió en un
accidente automovilístico.

El bajo zumbido de las conversaciones a nuestro alrededor se habla


en dialecto nativo. Estoy seguro que mi padre no tiene ni idea de lo que
dicen, pero una pequeña sonrisa permanece en su rostro, como si el

Página 71
sonido de las mujeres parlanchinas en este idioma lejano lo devolvieran
a una mejor época en su vida.

Le sonrío a la mujer que me lima las uñas, orgulloso de que sólo me


estremecí dos veces mientras me cortaba la cutícula con un aparato que
parecía salido de la Edad Media.

Al permanecer sentados aquí por más tiempo, me doy cuenta que


no sólo es la nostalgia lo que lo hace regresar. Es la compañía, por breve
que sea, y el toque humano lo que lo reconforta. Es un hombre soltero de
sesenta y nueve años que vive solo. Probablemente no es tocado por otras
personas fuera de estas visitas ocasionales. Eso me hace sentir triste por
él.

Mientras estoy sentado aquí, mis pensamientos se dirigen a Poppy,


como a menudo lo hacen durante un momento de silencio. Necesitábamos
hablar, aclarar las cosas entre nosotros.

Tengo una extraña relación con el amor. Lo quiero, pero no


necesariamente lo busco. Honestamente, probablemente es lo que más
quiero en mi vida. Pero no voy a salir a buscarlo como un cachorro
enfermo de amor.
Estoy esperando a que me encuentre, si eso tiene sentido. Después
de ver a mis padres, sé que forzarlo no tiene sentido. El amor verdadero,
el amor real y tangible no puede detenerse. A pesar de lo evasivo que
parece, sé que cuando llegue el momento adecuado, vendrá a llamar a mi
puerta. Hasta entonces, voy a disfrutar de toda la diversión sin
compromiso que pueda obtener, sabiendo que algún día podré terminar
como mi padre, habiendo perdido su amor verdadero y ahora
consiguiendo tener sus uñas brillantes y pulidas sólo por un poco de
contacto humano.

¿A esto se va a reducir mi vida? Ese pensamiento es deprimente.

Pienso en lo que mi madre dijo. Tienes que decidir si sólo es sexo lo


que quieres o si es algo más. No puedes dudar en este punto. No puedes
hacerle eso a una chica, su voz suena en mi mente.

Sé que quiero a Poppy, pero también sé que como su asesor está

Página 72
fuera de los límites. Y mis planes de mudarme a Nueva York el próximo
año para dedicarme a escribir a tiempo completo será otro problema. Hola
espada. Conoce a la pared.
Capítulo ocho

Se puede cortar la tensión entre nosotros con un cuchillo. He sido


un manojo de nervios desde que entré a la cafetería para encontrarme
con Zach para nuestra reunión, pero no debería haberme preocupado. Se
zambulló directamente en sus notas sobre mis poemas y no ha sido nada
más que profesional. Nos colocamos a trabajar en la tarea que me asignó
la Dra. Chan, y me siento inmensamente mejor y con más confianza en
mi trabajo. No puedo evitar pensar que tal vez está tratando de

Página 73
compensar la reunión desperdiciada que tuvimos en la que no hicimos
nada.

Aun así, sé que los dos estamos al tanto del elefante en la


habitación. Zach me envió un mensaje de texto diciendo que se sentía
"jodidamente muy atraído" por mí y no hemos hablado de eso. Nunca nos
reunimos a discutirlo, sobre todo porque tengo demasiado miedo, y mi
nuevo plan es fingir que nunca ocurrió. Con lo que convenientemente
Zach parece estar de acuerdo.

—¿Alguna pregunta sobre el trabajo que Ludwitz asignó esta


semana? —Pregunta.

De alguna manera me gusta que haya memorizado mi agenda, y


esté tomando un gran interés en mi desempeño.

Niego.

—Ni siquiera lo he empezado todavía. Pienso hacerlo esta noche.

Asiente.
—Genial. Ludwitz parece insensible, pero realmente es un buen
tipo. Sin embargo, es muy particular en cuanto al número de palabras, así
que presta atención a eso. Y hazme saber si tienes preguntas.

Es agradable, en realidad, hablar de escribir con él. Me sorprende


descubrir que, a pesar de la boca sucia de Zach y su tendencia a distraerse
durante nuestras reuniones, es perspicaz y tiene muchas notas útiles
sobre mi trabajo. Este, el de ahora, debe ser el Zach con el que otros
estudiantes se ponen a trabajar: el asesor genial, inteligente y apasionado
por la escritura.

Cuando terminamos nuestra reunión y salimos de la cafetería, Zach


señala la calle.

—¿Quieres ir a comer algo?

Me detengo, asombrada por la pregunta. Fue tan profesional toda la

Página 74
mañana, ¿qué intenta hacer? Aunque no hay ninguna regla en contra de
que los estudiantes y asesores salgan a almorzar juntos, todavía se siente
que podría estar llevando las cosas demasiado lejos.

—Vamos, Poppy. Veo esas ruedas girando. No hay motivo. Sólo


tengo hambre, y basándome en lo fuerte que tu estómago estaba rugiendo
durante nuestra reunión, asumo que tú también tienes hambre.

No puedo evitar reírme y poner las manos sobre mi estómago.

—Esperaba que no hubieras oído eso.

—Fue muy distractor. —Me lanza una sonrisa burlona y mis rodillas
se debilitan. Eso no fue lo único que nos distrajo durante nuestra reunión.
Zach está vestido informal con una camisa azul de botones y un pantalón
oscuro, que parece estar hechos a medida para mostrar su asombroso
cuerpo. Su cabello oscuro, como siempre, es la mezcla perfecta entre
estilo y desordenado. Se pasa una mano sobre este en ese mismo
momento, como si supiera lo que estoy pensando. Mierda. ¿Por qué siento
que me quedo sin aire cada vez que él hace eso? Trago secamente.
—Supongo que necesito comer. —Me encojo de hombros,
intentando sonar casual a pesar de mis pensamientos. Es sólo un
almuerzo, me digo. Y tiene razón, me muero de hambre.

—Genial. Si te gusta el sushi, hay un buen lugar que está a poca


distancia —dice.

Asiento y me dejo guiar por Zach.

Es un perfecto día de otoño. Las hojas son de un colorido conjunto


de naranjas, rojas y amarillas, el sol es brillante y hay una brisa fresca.
Muchas de las tiendas locales ya han puesto calabazas y decoraciones de
Halloween anticipando la fiesta, a pesar de que es demasiado pronto. Aún
así, me encanta esta época del año. Es el tiempo perfecto para acurrucarse
en casa con un libro. O con un chico sexy. Excepto que no Zach.
Definitivamente no Zach.

Página 75
Mientras caminamos por la calle siento la misma tensión de antes.
Sé que tengo que decir algo. No puedo sentarme durante todo el almuerzo
sin al menos reconocer lo que me envió en el mensaje de texto. Mi
estómago se siente como si estuviera lleno de plomo y mis manos
empiezan a temblar tanto que tengo que meterlas en los bolsillos. Es
ahora o nunca. Me detengo a mitad de camino.

—Necesito decir algo.

Se gira hacia mí con una mirada divertida, la misma mirada que me


dio en la fiesta cuando nos conocimos por primera vez, y las palabras
salen de mi boca.

—Mira, sobre lo que me enviaste el otro día, lo siento, no es que no


seas atractivo. Lo eres. —Siento que mi rostro se calienta, y espero no
estar sonrojándome. Eres el hombre más hermoso que he visto en mi vida.
Además, eres inteligente, perspicaz, escritor… Respiro profundo—. Pero,
aunque dejaras de ser mi asesor, me cogiste en un mal momento. Acabo
de salir de una relación y todo eso. Renuncié a los chicos. Al menos por
el momento. —Sin mencionar que tengo un hijo de siete años del que nunca
te he hablado…
Me siento como si estuviera luchando por respirar, como si mi
estómago estuviera en mi garganta y mis palabras casi me ahogaran. Esa
tiene que ser la razón por la que no he sacado el tema de Connor todavía
¿Verdad?

Aún me observa con la misma expresión, luego se encoge de


hombros.

—Por mí está bien. Seremos amigos. —Siento que el alivio se


apodera de mí, antes de que agregue:

—Con o sin beneficios. Depende de ti.

Justo cuando creí que estaba llegando a él. Pongo las manos en mis
caderas.

—Sin beneficios.

Página 76
—Hmm. —El sonido es tan profundo y sexy—. Supongo que no
ayuda que quiera follarte. —Pone un falso rostro serio—. Platónicamente,
por supuesto.

Mis partes femeninas se animan ante la palabra "follar" que sale de


sus carnoso y muy besables labios, pero me obligo a mantenerme
concentrada.

—No hay trato. Amigos. Eso es todo.

No dice nada por un minuto, pero sus ojos recorren mi cuerpo y


siento mi rostro ruborizarse. De repente me doy cuenta que mi suéter se
aferra a mis pechos y de lo ajustados que son mis vaqueros. Mis pezones
se presionan contra mi sostén cuando un escalofrío recorre desde mi
columna vertebral y baja entre mis piernas. Trato de quedarme lo más
quieta posible, esperando que Zach no note mi reacción. Cuando vuelve a
mirarme a los ojos, sonríe como si supiera exactamente en qué estaba
pensando.
—Bien. —Se encoge de hombros— Tomará más trabajo del que
pensé, pero te ganaré. Si no, Kody quiere un pedazo de este buen trasero,
así que siempre queda eso.

Incapaz de contenerme, se me escapa la risa.

—Bueno, espero que sean muy felices juntos.

—No es que no me guste tener esta conversación en medio de la


calle, pero tengo mucha hambre. ¿Podemos comer ahora? —Zach señala
el restaurante.

No logramos exactamente lo que esperaba, pero al menos dejé claro


mi punto de vista. Por mucho que Zach se burle de mí, sé cuál es mi
posición en esto. A pesar de nuestra atracción, a pesar de nuestra
química, a pesar de ese beso… tenemos que seguir siendo sólo amigos.

Página 77
Zach me conduce unas cuantas cuadras por la calle hasta un
restaurante de sushi que cuenta con un almuerzo especial. Mientras
miramos el menú, mi estómago hace otro fuerte gruñido. Los dos
empezamos a partirnos de la risa.

—Por suerte esto es todo lo que puedes comer en un buffet porque


suena como si no hubieras comido en meses.

Le sonrío maliciosamente por encima del menú.

—¿Te importaría hacer esto interesante?

Eleva una ceja y se inclina.

—Estoy escuchando.

—Apuesto a que puedo comer más sushi que tú.

Se ríe.

—De ninguna manera, eres pequeña. Pero si quieres hacer esa


apuesta, la aceptaré.
Es un poco ridículo, Zach tiene como medio metro de altura más
que yo e innumerables libras de más. Pero lo que me falta en tamaño, lo
compenso en gusto. No voy a contenerme.

Después de hacer nuestros extravagantes pedidos de cuatro rollos


cada uno y haber entregado nuestros menús al camarero, me dirijo a Zach.

—Entonces, ¿qué te hizo escribir?

—Directo al grano. Aprecio eso en una mujer. —Vuelve a mostrar


esa sonrisa y cruzo las piernas por debajo de la mesa, con la esperanza
de que no note la reacción que me provoca ahí abajo.

Bebe un sorbo de agua y se encoge de hombros.

—Siempre me ha gustado, desde que era niño. Creo que era más
fácil expresarme de esa manera que decirlo en voz alta. Y cuando fui a la

Página 78
universidad, no tenía idea en qué quería especializarme, simplemente caí
en eso. Estudié Literatura Inglesa y después terminé mi maestría en
escritura creativa aquí en Vanderburg hace un par de años.

—Eso es genial. Pero realmente... ¿Tú, tenías problemas para


expresarte? —Sonrío.

Se ríe.

—Difícil de imaginar, ¿verdad? Pero era un niño tímido.


Obviamente, lo superé. —Se pasa una mano por su oscuro cabello—.
Después de graduarme, recibí una oferta de trabajo y me quedé a ayudar
en el departamento. Pensé que sería temporal mientras terminaba mi
manuscrito. Llevo aquí dos años.

—Guau. ¿Pero parece que te gusta? —No detecto amargura en su


voz, pero sé que, en el fondo, todos los escritores tienen la fantasía
secreta de vender su primera novela por millones y recibir elogios
internacionales. Independientemente de lo que haya pasado con su
escrito, me parece admirable que se quedara aquí, entrenando a
estudiantes de escritura para que triunfen en algo que a él lo apasiona
tanto.
Asiente.

—Sí, en realidad sí. Pero a una parte de mí le encantaría empezar de


nuevo en alguna parte. Hacer algo aventurero como mudarme a Nueva
York y seguir con mi carrera de escritor a tiempo completo.

—Oh. —No estoy segura de qué decir. Mi vida y el término


aventurero no son compatibles.

—¿Qué hay de ti? ¿Por qué la poesía? —Pregunta.

Lo pienso por un momento. Sé la respuesta, pero no estoy


preparada para admitirle tanto a Zach.

Siempre me gustó leer, pero creo que tener un bebé a tan temprana
edad me empujó más hacia mi hobby: era algo divertido que aún podía
hacer, era fácil sostener a un bebé en un brazo y un libro en el otro.

Página 79
Entonces mi escritura fue una extensión natural desde ahí.
Necesitaba una manera de expresarme, y como no estaba saliendo con la
gente cool, o incluso socializando mucho, puse todos mis pensamientos
y sentimientos en un papel. Sólo tenía tiempo para piezas cortas, y la
poesía fluía naturalmente.

—Más o menos lo mismo, supongo. No soy muy elocuente, pero


cuando escribo, la emoción fluye de mí. Puedo sacar todo lo demás de mi
cerebro, todo el ruido, todas las preocupaciones, el estrés y simplemente
estar en el momento con mis palabras. Me encanta esa sensación. —Me
sonrojo y miro mis manos—. No sé, suena tonto cuando lo digo en voz
alta.

—No, no lo hace. En realidad, sé exactamente a qué te refieres.

Levanto los ojos y nos miramos un momento antes de que nos


interrumpa el camarero que nos entrega el sushi en relucientes platos de
porcelana blanca.

—Que gane el mejor. —Zach y yo tocamos nuestros dos primeros


trozos de sushi en un brindis simulado, y empezamos a comer.
Mastico y trago mi primer bocado.

—Esto está realmente bueno. Prueba la anguila. —Señalo mi plato,


instándolo a que tome un pedazo.

Zach sacude la cabeza.

—Si quiero ganar, necesito concentrarme en lo que hay en mi plato.


Buen intento, sin embargo.

Pongo los ojos en blanco.

Normalmente me siento incómoda saliendo a comer con alguien


por primera vez, pero esto es sorprendentemente cómodo.

—Así que, —dice, tragando un bocado de atún picante—. Ya que


renunciaste a los chicos, ¿deberíamos elegir a una chica para ti?

Página 80
Tomo una respiración y bajo mis palillos.

—¿Por qué no me ayudas a elegir a alguien?

El restaurante es popular y está completamente lleno por el


almuerzo especial. Zach pone una mano en su barbilla como si estuviera
pensando cuidadosamente. Yo también debería mirar a mí alrededor,
pero soy incapaz de quitarle los ojos de encima. Sus labios carnosos
dibujan una leve sonrisa, resaltando sus ya prominentes pómulos. Su
fuerte mandíbula está salpicada con una barba descuidada, haciéndolo
lucir rudo sin ningún esfuerzo. Cuando se gira hacia mí con esos ojos
verdes que hacen detener mi corazón, tengo que abstenerme de dar un
pequeño grito ahogado. Rápidamente miro a otro lado, esperando que no
se haya dado cuenta que lo miraba fijamente.

—¿Qué hay con ella? —Pregunta Zach

Sus rodillas rozan las mías bajo la mesa. Pero en lugar de alejarme
como esperaba que lo hiciera uno de nosotros, no encuentro la voluntad
de hacerlo.
Mi corazón salta a mi garganta y mi pulso empieza a acelerarse.

Me siento tan deliciosamente culpable de estar sentada aquí con él,


discutiendo todas las razones por las que no podemos estar juntos:
escogiendo activamente a alguien más apropiado para mí, sin embargo,
deseándolo en este mismo momento. Dios, es prácticamente poético.

Respiro profundamente para calmarme y luego miro a quién señala.


Es una chica morena, pequeña y curvilínea, de mi edad.

—Demasiado pequeña —digo automáticamente.

Zach se ríe.

—Implacable, me gusta. Pero ¿qué hay con ella?

Estiro el cuello para ver a la chica a la que está apuntando con uno

Página 81
de sus palillos.

Arrugo mi nariz.

—Su cabello es demasiado rubio. Se ve falsa.

Zach toma una respiración dejando salir el aire lentamente.

—No pensé que fueras tan difícil de complacer.

—Sólo quiero lo mejor. —Sonrío.

—Entonces, ¿quién de aquí es lo suficientemente bueno para ti?

Miro a mí alrededor, escaneando la multitud, sopesando mis


opciones. Señalo a una morena de piernas largas con cabello rizado.

—Es linda —digo, y continuó mirando fijamente por un momento—


. Pero es un poco demasiado alta.

—Bueno, creo que necesitarías un estándar de oro si realmente vas


a considerar bucear en coños.
Casi me atraganto con el sorbo de agua que estaba bebiendo, y
después me estoy riendo.

—¡Zach! —Lo reprendo.

—No me hables con ese tono de voz. Sabes que tengo razón.

Pongo los ojos en blanco y meto otro trozo de sushi en mi boca.


Aunque no me permitiera enamorarme de él, me estoy dando cuenta que
Zach es realmente el paquete completo. Es inteligente, dulce, divertido y
el chico más sexy con el que he salido. La combinación es enloquecedora.

Abandonando la búsqueda de mi nueva novia, Zach recoge sus


palillos, levanta un trozo de salmón ahumado a sus carnosos labios y me
atrapa totalmente mirándolo fijamente.

Maldición.

Página 82
Su boca se crispa con diversión.

—Sientes cosas por mí, admítelo.

Entrecierro los ojos.

—Lo único que me haces sentir es enojo. También, frustración


sexual. Pero sobre todo enojo.

Se ríe, y se mete el bocado de comida en la boca.

—Claro, Poppy. Sigue diciéndote eso.

Levanto mis palillos, y cuando miro hacia abajo, me doy cuenta que
ya terminé todo mi pedido.

—¿Estás disfrutando el concurso de comer sushi? —Señalo su plato,


que aún está casi lleno. Mira de su plato al mío en estado de shock.

—¿En serio comiste más que yo?


—Nunca me subestimes. —Es mi turno de sonreírle.

—Estás llena de sorpresas, Poppy. Eso es lo que me gusta de ti.

Al salir del restaurante, siento que se me quita un gran peso de


encima. Salir con Zach se siente totalmente natural. Tal vez, después de
todo, podremos ser amigos y haré todo lo posible para no concentrarme
en el hecho de que con solo una mirada suya puedo mojarme…

Página 83
Capítulo nueve

El constante mírame y no me toques que tengo con Poppy es una


maldita tortura.

He pasado cada noche prometiéndome pensar en ella como una


amiga y como una estudiante, y he pasado cada mañana duro como una
barra de hierro después de despertar de otro sueño erótico con ella.

Página 84
La fantasía de anoche fue particularmente vívida: Poppy se retorcía
en mi cama mientras yo le daba placer con mi boca, mis dedos, mi polla.
El sonido de ella gimiendo mi nombre, la visión de ella sin aliento y
jadeando por mí, parecía tan real. Lo suficientemente real como para
despertarme con una persistente sensación de culpa.

A este ritmo, voy a tener el brazo más fuerte de todo Connecticut


sin tener que levantarme de la cama para ir al gimnasio. Después de hacer
una nota mental para cambiar al brazo izquierdo si vuelvo a estar afligido
más tarde esta noche, mi bolsillo vibra. Me detengo, saco el teléfono y
miro la pantalla.

Otro mensaje de Poppy. Este simplemente dice:

«Te veo»

Mi pulso se acelera mientras miro a mí alrededor pasando junto al


grupo de estudiantes reunidos en el área cubierta de hierba del patio.
Encuentro los familiares ojos marrones de Poppy mirándome
fijamente desde una de las mismas mesas que había planeado agarrar.

Me saluda con la mano y hace un gesto para que me una a ella. Me


dirijo hacia ahí, tratando de no notar la forma en que su blusa de algodón
se adhiere a sus elegantes y sutiles curvas ¿Cuántas veces me he
imaginado esos perfectos pechos del tamaño de taza de té en mis manos
en los últimos siete días?

Aclaro mi garganta cuando me acerco y planto una sonrisa amistosa


en mi rostro.

—Hola ¿Disfrutando los últimos rayos del verano?

Se encoge de hombros y pone los ojos en blanco.

—Más bien aplazándolo. Van Buren me dio un gran artículo sobre

Página 85
Chejov. No es mi estilo.

—Oh ¿no? —Levantó las cejas.

—Nop. Más bien soy una chica Tolstoi.

Cualquier chica que se pareciera a Poppy hacía que mi sangre


bombeara, pero ¿una chica que se parezca a Poppy y que también disfrute
de la literatura rusa? Eso hizo que mi polla se endureciera como una roca.

—Entonces, espero ver ese sarcasmo en tus escritos —digo—. Lo


que está oculto, por cierto.

Ella gruñe y cierra los ojos con fuerza. —Tirano.

—Oye, si no quieres que cuide de tus intereses, estaré encantado de


dejar que te tambalees.

—¿Quién dice que me tambalearía? —Desafía, elevando una ceja


perfectamente arreglada—. Quizá tenga algunos trucos bajo la manga.
—No tengo ninguna duda, pero a menos que sean poemas, no me
interesa. Ahora vamos, levántate. Es miércoles. Vamos a buscar unas
galletas y a trabajar.

—¿Qué tiene que ver el miércoles con todo esto? —Pregunta


frunciendo el ceño, pero empaca sus libros y se pone de pie de todos
modos.

Me inclino más cerca, de frente a ella.

—Necesito que seas completamente honesta conmigo —digo, con


voz silenciosa e íntima entre la charla que nos rodea.

—Sólo he sido honesta contigo —contesta con tanta honestidad.


Deslizo mi mano por sus hombros para que mis pulgares descansen en
su clavícula, escondida modestamente bajo su bufanda. Sus manos
revolotean a los costados, insegura de sí misma, pero sus ojos

Página 86
permanecen fijos en los míos, tan íntimamente, sin vacilar. Su aliento
queda atrapado en su garganta, y su mirada por un segundo se desvía a
mis labios antes de que pueda controlarse.

—¿Nunca has experimentado los miércoles de galletas horneadas?

La pregunta la sacude visiblemente. Inclina la cabeza y casi parece


decepcionada por el giro de la conversación.

—No lo he hecho —contesta con el ceño fruncido.

—Bueno, eso, entre otras cosas que no has experimentado, —digo


con un guiño—. Es una verdadera tragedia. Yo invito. —Dejo caer mis
manos de su cálida y suave piel y doy un paso atrás. Ella se inclina
visiblemente hacia adelante, anhelando el contacto tanto como yo.

—¿Qué pasa si no quiero galletas? —Una de sus cejas se eleva de


esa manera combativa que me hace querer tomarla por sorpresa,
sumergirme en ella en el abarrotado café y robar su aliento con mi lengua
enredada con la suya.
—¿Confías en mí? —Pregunto, metiendo las manos en los bolsillos
para no volver a tocarla. Conciliador, profesional, distante. Vuelvo a ser
su asesor, no el chico con una abrumadora atracción sexual hacia la chica
endemoniadamente encantadora que está en sintonía con él.

Asiente y su sedoso cabello cae sobre sus hombros mientras se


mueve.

—No debería.

—Vamos.

Caminamos uno al lado del otro hacia el café y me dirijo a la enorme


fila que serpentea alrededor de todo el edificio, llena de gente esperando
otro lote de galletas recién horneadas.

—Vaya, esto no es broma —dice Poppy, mirando a nuestro

Página 87
alrededor mientras ocupamos nuestro lugar en la fila.

—Claro que no. —Estoy de acuerdo—. Las galletas calientes son


jodidamente en serio. El mejor día de la semana.

—Eso parece —dice riendo.

A medida que avanzamos poco a poco en la fila, pronto estamos


casi adentro y lo suficientemente cerca como para respirar el aroma del
chocolate caliente, azúcar morena y las especias. Observo a Poppy,
escondida a mi lado, y me gusta mucho más de lo que debería. Sus
mejillas aún están sonrojadas por las apasionadas bromas de nuestra
última conversación. Cada vez es más fácil leer a esta chica, cuanto más
tiempo paso con ella. Joder, no puedo esperar para llegar al siguiente
capítulo.

Cinco minutos más tarde, encontramos un lugar tranquilo junto a


la fuente para sentarnos, con dos gigantescas galletas recién horneadas
en nuestras manos.

—A ver qué tal —dice con la galleta apoyada en sus perfectos labios.
No puedo apartar la mirada mientras da un gran mordisco.
Entonces realmente no puedo mirar a otro lado mientras cierra sus
párpados y el maldito gemido más sexy que jamás haya escuchado sale
de su garganta. Abre los ojos, sus pupilas están dilatadas y fijas
directamente en las mías. Una pequeña gota de chocolate queda justo
debajo de su labio inferior. Tengo que darle un mordisco a mi propia
galleta para evitar inclinarme y lamerla.

—Santa mierda. —Suspira—. Orgásmico.

Se acerca, y por un segundo, me deleito con su cercanía. El olor de


su piel, la pendiente de su delicada nariz, esos labios.

—Lo sé. —Sonrío con la boca llena de galleta caliente.

—¿Cómo es que esto no ha sido parte de mi vida hasta ahora?

Se ve devastada. Las emociones que se reflejan en el rostro de esta

Página 88
chica son absolutamente fascinantes.

—Tal vez es un mensaje del universo que deberías probar cosas


nuevas. —Planteo con una sonrisa. Su mirada me dice que esa sugerencia
es un poco demasiado obvia. Sin embargo, sigue sonriendo, así que no fue
demasiado.

—Tal vez. —Se ríe. Sostiene la galleta frente a ella, levantándola


hacia la luz simula examinarla con fascinación.

—Qué bonita vista es esta —dice una voz familiar. Me doy la vuelta
para ver a mi madre, de pie, cerca, con su habitual pedido de café en una
taza para llevar. Nos sonríe ampliamente, con ojos risueños.

Me levanto para besar a mi madre en la mejilla. Poppy nos mira


fijamente, con una sonrisa insegura.

—No es un buen momento —digo en voz baja, tratando


desesperadamente de deshacerme de la locura que sé que mi madre está
a punto de desatar.

Pero mi madre me ignora con una sonrisa fácil.


—Siempre es un buen momento, cariño. —Guiña un ojo.

—Esta es mi madre —le digo a Poppy, volviendo a sentarme a su


lado.

—¿A quién tenemos aquí? —Ella observa a Poppy de arriba a abajo,


pero Poppy no tiene el sentido común suficiente para saber que está en
la guarida del león. Todavía no, al menos. En vez de eso, ella sonríe.

—Soy Poppy. Encantada de conocerla, señora…

—Velma, por favor. —Interrumpe mi madre, como lo hace a


menudo—. Encantada de conocerte, Poppy. Supongo que eres la hermosa
chica que tiene a mi hijo masturbándose en las noches.

Oh, Jesús. Alejo el impulso de lanzar algo lejos, muy lejos de


nosotros y pedirle que lo traiga.

Página 89
—¿Disculpe? —Chilla Poppy.

Puedo sentir el calor en las mejillas de Poppy desde aquí. Me giro


hacia ella.

—Sólo ignórala. Fue criada por lobos salvajes.

Poppy nerviosa es jodidamente linda. Pero no permanece nerviosa


por mucho tiempo. Parpadea hacia mi madre y en su boca se dibuja una
curiosa sonrisa.

—Ya sabes… —Continúa diciendo mi madre, casualmente como si


estuviera hablando del tiempo—. La hermosa chica que tiene los bóxer de
Zach en una tienda de campaña ¿O finalmente hiciste la transición a los
calzoncillos? —Se gira hacia mí. Poppy probablemente está pensando que
la mujer está tratando de avergonzarme. Lo que no sabe es que mi madre
es la mejor celestina conocida por el hombre, sólo me está dejando el
cañón cargado y listo para disparar.

—No arruines la sorpresa, madre —contesto con una sonrisa


completa. Ahora puedo sentir el calor de las mejillas de Poppy desde esta
distancia.
—Ah, sí, eso es para que tú lo sepas y tú… —Le guiña el ojo a
Poppy—. Para que lo descubras.

Poppy se ríe suavemente, sorprendentemente encantada con las


travesuras de mi madre.

—Ya veo de dónde saca su hijo su confianza. Tengo envidia —dice


sin una pizca de juicio.

Eso es lo que me gusta de Poppy. Se lo toma todo con calma, incluso


a mi poco convencional y honesta madre.

—No tengas envidia. —Mi madre agarra su brazo con cariño—. Sé


abierta. Serás mucho más feliz.

—Muy bien, gracias, madre, como siempre, por el consejo no


solicitado. Pero ¿no tienes algo que deberías estar haciendo además de

Página 90
darme más material para mi próxima cita con el terapeuta? —Pregunto
secamente.

Suelta una carcajada.

—Correcto. Puedo captar una indirecta. Sólo jueguen con seguridad,


niños.

Mi madre se aleja con precaución haciendo clic con sus tacones


bajos y me giro de nuevo hacia Poppy haciendo una mueca.

—Juro por Dios que no sé qué decir al respecto, excepto que lo


siento muchísimo. Todo lo que puedo decir es que ella es una buena
persona y el resto compensa… eso.

Ella niega, el rubor finalmente comienza a retroceder, dejando atrás


un brillo y una media sonrisa.

—Está realmente bien. En realidad, fue bastante informativo.

Levanto las cejas.


—¿Cómo es eso? ¿A parte de informarte que mi madre es una loca
sin restricciones?

—Bueno, ahora veo de dónde lo sacas. Ya sabes, tú… —Mira a su


alrededor para asegurarse que no nos oigan y añade — Tu apertura
sexual.

Ahora es mi turno de reírme.

—Si así es como quieres llamarlo. Me gustaría pensar que tengo un


poco más de tacto que mi madre.

—Estoy segura que te gustaría pensar eso —bromea Poppy.

Pero no hay duda que, durante los siguientes minutos mientras


terminamos de comer, la tensión sexual entre nosotros ha aumentado.
Por el rabillo del ojo, puedo verla mirándome especulativamente,

Página 91
preguntándose si es verdad. Tal vez, incluso, me imagina acariciándome
la polla mientras pienso en ella. Y maldita sea si la distancia entre
nosotros no disminuye lentamente, hasta que su brazo roza el mío y
nuestras rodillas se tocan bajo la mesa.

Zach, uno.

Madre psicópata entrometida, cero.

—¿Qué tienes en mente? Tienes una mirada extraña en el rostro —


dice.

Niego.

—Sólo pienso.

—¿En qué?

—En qué clase de chica necesitamos encontrarte —digo con una


sonrisa.
—Oh, es cierto. Porque me di por vencida con los chicos y crees
que… ¿cómo lo llamaste? Establecer un estándar de oro para bucear en
coños ¿se puede encontrar aquí en este campus?

La miro, medio tentado a decirle que el estándar de oro ya fue fijado


y que ella lo es, pero lo pienso mejor y cierro la boca.

—No puede hacer daño mirar, ¿verdad? Sólo necesito saber para qué
debo tener los ojos bien abiertos ¿Pensaste en algo más?

Pone los ojos en blanco.

—Realmente no vas a dejar pasar esto, ¿eh?

—¿Mi búsqueda de encontrarte la felicidad eterna con la chica de


tus sueños? —Niego bruscamente—. No. Así que vamos a escucharlo.

Página 92
—Tu mamá parece ser una buena opción. —Ella menea las cejas y
yo suelto un gemido y levanto mi vaso de leche hacia ella.

—Touché. Eso fue un infierno de quemadura.

—Oh, no, hablo en serio. Ella podría ser la elegida —bromea.

—Así que, ¿estás buscando a alguien que te ofrece una vida


diciéndole a la gente cuándo y dónde tuvieron sexo?

—Ella no le haría eso a su pareja, ¿verdad? —Pregunta Poppy,


ensanchando los ojos de nuevo.

—Piénsalo otra vez. Ha arruinado muchas navidades con historias


de sus hazañas.

—Dios santo.

—Sí, no es broma. —Me río entre dientes.

—Bien, entonces, tu madre no. —Admite—. Pero, ya sabes, alguien


divertida como ella.
—Lo divertido es bueno. Inteligente es mejor. —Acuerdo.

—Inteligente. —Ella asiente—. Siempre es bueno estar con alguien


inteligente.

—¿Tetas grandes? —Pregunto.

—Definitivamente no. Intimidante. —Poppy se estremece.

—Tampoco soy un hombre de tetas. —Admito asintiendo, usando


cada gota de mi autodisciplina para ni siquiera llevar mi mirada al
contorno de sus pechos perceptibles bajo su camisa.

—Ah. —La mirada de Poppy se encuentra con la mía—. Así que,


¿también estamos buscando una chica para ti?

—Oye, siempre estoy abierto a las oportunidades —digo las

Página 93
palabras, pero no las digo en serio. Sólo hay una chica que me interesa.
Nadie más importa.

De la cola de caballo de Poppy, varias hebras de cabello se escapan,


y deseo estirar la mano y colocarlas detrás de su oreja.

—Sí, tanto que tu madre lo mencionó. —Poppy se retira el cabello


del rostro, jugando con él dos veces antes de finalmente arreglarlo.

Nuestras palabras pueden haber sido informales, juguetonas, pero


la tensión entre nosotros nunca se ha sentido tan fuerte.

—Te crees muy divertida, ¿no? —Pregunto.

—Sé que soy divertida. —Devuelve el disparo—. Pero ¿qué más hay
en el perfil de citas? Tiene que ser inteligente, divertida y con senos
razonables. Si eso fuera todo, ya estarías casado y tendrías cinco hijos.

—Está bien, bueno, necesitaría estar con alguien que ame la


escritura y los libros de la misma forma que yo lo hago.
—¿Pretenderás hablar de Chaucer7 mientras ella ve TMZ8? —Poppy
levanta las cejas—. Ahora estás siendo quisquilloso.

—Ella puede ver lo que quiera, sólo que también necesita saber leer.
—Modifico.

—Alfabetizada. Eso es difícil de conseguir. —Se ríe mientras yo le


doy un mordisco a mi galleta.

Cuando termino de masticar, agrego:

—Pensé que querías ayudarme.

—Técnicamente, tú querías ayudarme. A estas alturas, sólo estoy


aprovechando el paseo.

—Bien, entonces, nada más.

Página 94
—Oh, vamos. Dime. —Ella insiste.

—Realmente no hay nada más. —Me encojo de hombros—. Quiero


decir, sería bueno encontrar a alguien que me desafíe. Y me gustaría
encontrar a alguien que sea sexualmente aventurera, pero esas son cosas
extras.

—Sexualmente aventurera —repite, su voz suena un poco más


ronca que antes. Ronca de una forma en la que mi sangre bombea al sur.

—Tal vez aventurera no sea la palabra. Pero no puedo lidiar con una
mojigata. Quiero a alguien que no se quede ahí tumbada y haga ruido de
vez en cuando, ¿sabes? —Me encojo de hombros—. No me interesa una
vida sexual tibia. Es demasiado importante.

7
Chaucer: Geoffrey Chaucer fue un escritor, filósofo, diplomático y poeta inglés, conocido sobre todo
por ser autor de los Cuentos de Canterbury.

8
TMZ es un sitio web estadounidense dedicado a las noticias sobre celebridades.
Poppy parpadea y el bonito rubor que antes cubrió sus mejillas está
de regreso.

—Bueno, ciertamente puedo entenderlo. Pero ¿sin látigos y


cadenas?

Sonrío, momentáneamente sorprendido y encantado con su


franqueza.

—Quiero decir, estoy abierto a látigos y cadenas. Para ser honesto,


estoy abierto a la mayoría de las cosas. Nunca digo nunca. El placer es
demasiado efímero en este mundo.

—Me aseguraré de agregar todo eso a tu perfil de OkCupid 9 —dice


Poppy, presionando la mano en una de sus mejillas sonrojadas—. De
todos modos, probablemente debería irme para comenzar con este
maldito trabajo.

Página 95
—Correcto. —Asiento, ignorando la punzada de decepción. Esta
conversación se estaba calentando.

Se levanta para irse, luego se gira y camina hacia mí.

—Oh, rayos, antes de irme.

—¿Qué pasa?

Abre la cremallera de su mochila y saca una hoja de papel con la


punta de sus dedos, una hoja que parece demasiado familiar, ahora
arrugada y desgastada. Mi estómago sube hasta mi garganta y el sudor
pica en las palmas de mis manos.

—Yo también tengo una tarea para ti —dice.

9
OkCupid es un sitio web de contactos, amistades y redes sociales en línea, con sede en los Estados
Unidos, que opera en todo el mundo.
—Así no es como funciona este arreglo —contesto—. Yo doy las
tareas. No realizo la tarea. —No es del todo exacto, sólo oriento su trabajo,
pero dejo en claro mi punto de vista.

Ella pone los ojos en blanco, pero me da el papel de todos modos.


Lo miro, estudiando momentáneamente mis propias palabras, mi propia
letra, preguntándome si ella lo sabe. Si ahora es el momento en que habla,
y pone fin a esto.

—¿Qué es esto? —Pregunto con indiferencia, aunque mi sangre ruge


en mis oídos.

—Un poema —contesta—. Escrito a mano. Lo encontré en mi bolso


el otro día. Creo que tengo un admirador secreto. —Me mira con la
inocencia de un puto venado bebé—. ¿Tienes alguna idea de quién podría
ser? Escribe tan maravilloso.

Página 96
—Hay muchos poetas talentosos en el programa ¿Cómo sabes que
es un chico?

—El lenguaje es masculino.

No estoy seguro qué decir al respecto, pero por suerte Poppy


continua.

—Cuando estés revisando las tareas, ¿crees que podrías mantener


los ojos bien abiertos para ver si reconoces la letra? No quiero coquetear
con nadie, pero es… no lo sé. Sólo quiero saber quién es.

—Bien. —Asiento—. Por supuesto, puedo hacer eso.

Echo un vistazo a las palabras que escribí y metí en su bolso en


nuestra cita de sushi. Me pregunto cuándo encontró esta. También me
pregunto cómo es posible que no tenga ni idea del hecho de que es mío.

—Gracias, Zach. —Vuelve a sonreír—. Hablamos pronto.

Y así de fácil, vuelve a girarse y se dirige al otro lado del campus.


Sin embargo ¿Cuándo se aleja? ¿Mientras pienso en todas las cosas
que enumeré sobre el tipo de chica de la que quiero enamorarme?

Me doy cuenta que hay mucho más entre nosotros, que la


posibilidad de intercambiar fluidos corporales, y eso hace que este juego
sea increíblemente peligroso y doblemente estúpido.

Poppy, dulce Poppy. Peligrosa Poppy. Ella es puro fuego. Y no


podría haber estado más dispuesto a lanzarme a las llamas.

Página 97
Capítulo diez

—Ustedes vienen con nosotros —nos informa Kody a Connor y a


mí, apoyándose en el marco de la puerta de nuestro comedor. Él lleva
vaqueros negros y un suéter morado con una gran manzana impresa al
frente. Dos pendientes de manzana cuelgan de sus orejas y brillan a la luz
del sol mientras camina por la habitación hacia la mesa donde Connor y
yo estamos acampando, yo con un libro de texto y él con una hoja de tarea
que contiene las palabras de ortografía de esa semana.

Página 98
—¿A dónde? —Pregunto, luchando por mantener la molestia lejos
de mi voz. Tengo tres coladas de ropa por doblar, una cena por hacer, y
se supone que tengo que leer cuarenta páginas de este libro antes de la
clase de mañana y llegar preparada para discutirlo. En este momento,
para lo único que me siento preparada es para discutir lo horriblemente
cansada que estoy.

—Jodee y yo vamos a recoger manzanas y ustedes dos tienen que


venir. —Kody cruza los brazos y me mira—. Todo lo que haces es ser
mamá, trabajar y escribir. —Para enfatizarlo, señala alrededor de la
habitación hacia las pilas de libros, pilas de papeles y el proyecto de
ciencias a medio terminar de Connor.

Aparto mi silla y me pongo de pie.

—Primero, mamá no es un verbo. Segundo, así es mi vida. —El


trabajo duro está en mis genes. Me lo inculcaron desde el día en que nací.
Llámame loca, pero nunca he querido sentirme no preparada para mi
próxima clase, o como si no hubiera hecho mi mejor trabajo. Tengo un
hijo que cuidar, no se me permite hacer nada a medias.
Kody se apoya a un lado de la mesa.

—Necesito terminar la lectura asignada —digo mientras abro la


ventana para medir la temperatura exterior.

—Te explicaré lo básico en el camino —dice.

—¿Lo leíste?

Kody sacude la cabeza.

—Nadie hace la lectura asignada. Lo leí por encima.

Envuelvo los brazos a mí alrededor, cierro la ventana con un


pequeño escalofrío, hay una brisa fría en el aire. La verdad es que podría
sentarme aquí durante la siguiente hora y leer cada palabra, pero sé que
nunca lo asimilaré.

Página 99
—Por favor mamá, ¿podemos ir? ¿Por favor? —La dulce mirada
marrón de Connor se encuentra con la mía y es toda la persuasión que
necesito. Un pequeño descanso y un poco del sol de la tarde nos vendría
bien.

—Está bien, tú ganas, iremos a recoger manzanas contigo.

Kody sonríe y sale de la habitación. Su espíritu es contagioso, y


tiene razón, debatir los temas sobre la lectura asignada no es parte de
nuestro grado, sino que los papeles lo son.

Me ofrezco a conducir porque siempre me ayuda a relajarme.


Además, el asiento para niños de Connor es un dolor de cabeza, además
también puedo controlar la radio, para que nada inapropiado llegue a sus
pequeños oídos. No es que Kody y Jodee hagan eso. Son muy dulces y
respetuosos con Connor. Nos sentamos en el auto a esperar a Jodee, que
siempre tarda una eternidad en prepararse. Finalmente sale corriendo a
encontrarse con nosotros en el auto. También lleva un suéter con una
manzana impresa.
—¿Por qué no recibí el memorándum sobre estos suéteres de
manzana? —Pregunto, mirando hacia abajo a mi simple jersey de punto
negro.

Kody se encoge de hombros.

Es otro pequeño recordatorio de que mi vida se trata de trabajar, ir


a la escuela y criar a mi hijo.

No tengo tiempo para sus salidas a bares o para las excursiones de


cacería de tiendas de segunda mano a las que les gusta ir. Y eso está
perfectamente bien conmigo. Hace mucho tiempo hice las paces con que
hay cosas que me perderé. Vale, eso es mentira, pero en su mayoría estoy
bien con eso. Sólo hubo un puñado de veces en los que mis deseos por
algo que no podía tener pudieron haberme molestado. Zach es uno de
esos casos.

Página 100
Pero me niego a dejar que esta tarde se trate de Zach, el asesor
académico al que quiero montar como a un toro de rodeo. Ni siquiera sabe
sobre Connor, y aunque eso me molesta, en un nivel extraño, también me
gusta. Me gusta que para él yo sea una estudiante de postgrado normal,
una chica que le atrae. Es agradable no sentirme como una madre por
cinco segundos. Sé que eventualmente se lo diré, pero no estoy segura
cuándo podría ser. No necesitamos compartir cada cosa íntima y personal
entre nosotros, ¿verdad?

Nos detenemos en el pequeño puesto de la granja y seguimos el


camino de grava hasta el estacionamiento. Connor lidera el camino con
entusiasmo, delimitando los senderos y señalando el gigante castillo
inflable al otro extremo de la granja.

Nos tomamos nuestro tiempo, recogiendo manzanas y luego


seleccionamos cuatro calabazas enormes. Después de pagar, nos
sentamos en unos troncos bebiendo sidra en vasos de plástico, mientras
Connor salta dentro del castillo inflable.

—Parece tan lejano, pero sé que va a pasar muy rápido —dice Jodee,
sorbiendo su sidra—. ¿Qué crees que quieres hacer después de la
graduación?
—Quiero escribir, pero también quiero seguir creando contenidos
paralelamente, es un dinero extra —digo, envolviendo la bufanda de lana
más apretada en mi cuello—. Si desde ahora trabajo duro en mi empleo a
medio tiempo, podría ser contratada a tiempo completo más tarde.

Kody asiente.

—Es tan difícil ganarse la vida como escritor. Creo que quiero
enseñar.

Me imagino a Kody pavoneándose al frente de un aula, usando un


puntero para obtener un efecto dramático. Jodee y yo nos sonreímos, y
me doy cuenta que ella está imaginando un escenario similar.

—Creo que serías bueno en eso. —Jodee se ríe.

Página 101
—También espero publicar un libro de poemas al año de mi
graduación —digo. He estado trabajando febrilmente intentando terminar
suficientes poemas para tener una colección para cuando me gradúe.
Incluso entonces, tendré que preocuparme por encontrar un agente.

Al crecer, algunos de mis momentos favoritos fueron leer el libro


de poemas de Shel Silverstein, Una luz en el ático. Sería un sueño hecho
realidad tener un libro con mi propia poesía en mis manos, saber que
gente de todo el mundo está leyendo mis palabras.

—Siempre la estudiante más destacada —dice Jodee sonriendo.

—Mira quien habla —digo, pellizcando juguetonamente su brazo.


Ella ya sabe que quiere trabajar en la industria editorial cuando se gradúe.
Fue la editora asistente de la revista literaria de nuestra escuela, en vías a
convertirse en editora en su segundo año.

Cuando Connor se cansa del castillo inflable, se desliza fuera y


corre hacia mí con entusiasmo.

—Gracias mamá.

Le revuelvo el cabello sudoroso y le doy un beso en la frente.


—Te quiero amigo.

Mientras volvemos a mi auto, y estoy metiendo nuestras manzanas


y calabazas en el maletero, mi teléfono vibra. Mi corazón se acelera. Es
Zach.

«Encontré la chica perfecta para ti.»

Sonrío, recordando nuestra conversación del otro día.

Página 102
«Interesante ¿Una cita doble?»

Me contesta inmediatamente.

«Sólo dime cuándo y dónde.»

En el viaje de regreso a casa estoy callada, distraída pensando en


Zach. Necesito mantener mi concentración, especialmente si quiero
mantener mi cordura. Pero él siempre encuentra la manera de colarse en
mi cabeza. Es una increíble distracción, y no ayuda que cada vez que
pienso en él, mi cuerpo se calienta y empiezo a sentir hormigueo y cierta
incomodidad entre las piernas. Niego, esperando con eso sacudir el
recuerdo de, Zach con las mangas de la camisa enrolladas, los antebrazos
y los tatuajes al descubierto. Mierda. Esto es ridículo. Seriamente necesito
conseguir un vibrador antes de que pierda la cabeza por este chico.
—Ahí está mi chica de ojos marrones —canta Christopher,
pavoneándose hacia mí desde el frente del salón.

Por mucho que me encante arreglarme el cabello, ¿a qué chica no le


gusta? Que alguien lave y seque tu cabello vale su peso en oro.

También me encanta pasar tiempo con mi estilista.

—Hey Chris. —Lo saludo, devolviéndole sus besos al aire.

Hoy está vestido con un vaquero negro ajustado, botas de combate


y una camiseta de Hello Kitty. Un poco irónico, señala el escritor que hay
en mí.

—Cambiaste de peinado —comento siguiéndolo de regreso a su


puesto.

Página 103
Después de colocar mi bolso en la repisa, me siento en la silla de
cuero negro y admiro su nuevo aspecto.

Christopher se cambia el cabello tan a menudo como yo me cambio


de ropa. Vale, no realmente, pero cada vez que entro, está diferente.

Esta vez lo tiene largo por encima y teñido de rosa, y la parte


inferior afeitada.

—¿Te gusta? —Pregunta mirándose directamente en el espejo y


revolviendo su cabello con los dedos.

—Luce súper lindo en ti.

—A José también le gusta. —Se ríe como si fuera una broma interna
entre ellos.

José es su novio desde hace tres años. Yo estaba aquí en el salón un


día que José vino y dejó el almuerzo de Christopher. No estaba segura por
qué me sorprendió que su otra mitad fuera tan masculina, un hombre
robusto, algo desaliñado y nada menos que un obrero de la construcción.
Tal vez es porque Christopher usa maquillaje y se siente tan
cómodo con botas y túnica como con vaqueros. Pero hacen una pareja tan
extraña, que es entrañable. Lo que tienen es claramente amor verdadero
y aceptación, y yo no estoy dispuesta a criticarlo. Todos deberíamos tener
esa suerte.

—Entonces, ¿qué estás pensando? ¿Lo de siempre? —Pregunta.

Asiento. Mis gustos son aburridos comparados con los suyos, pero
Christopher nunca me hace sentir así. En vez de eso, me animaba, usando
palabras como clásico y atemporal para describir mi sentido del estilo.

—Lo de siempre —confirmo. Mantenemos el largo de mi cabello con


unas cuantas capas simples para permitir algo de movimiento, y le
agregamos reflejos, ya que mi cabello marrón oscuro tiende a volverse sin
brillo.

Página 104
Mientras lavamos, cortamos y secamos, lo pongo al día sobre mi
vida, mi ruptura con Jason, y lo último con Connor.

Christopher apoyó la ruptura, y admitió que nunca parecía muy


feliz cuando estaba con Jason.

Hablamos casualmente mientras él trabaja modernizando mi


cabello, y no tenemos ningún problema disfrutando el silencio cómodo
también. He estado viniendo a Christopher hace un par de años, y estar
en su silla me está relajando.

—¿Qué más hay de nuevo? ¿Te gusta tu programa de postgrado


tanto como pensabas?

Asiento, y mi mente inmediatamente evoca un recuerdo de Zach,


con las mangas de su camisa enrolladas, mirándome por el borde de su
taza de café.

—Sí. —Trago, inquieta.

Christopher se ríe, y el sonido es ligero y musical.


—¿Qué es esa mirada?

Pongo los ojos en blanco.

—Es sólo… mi asesor del programa. Su nombre es Zach, y…

—Y a ti te gusta. —Christopher sonríe diabólicamente—. ¿Está


delicioso?

Me aclaro la garganta. Estoy a punto de negarlo, de mentir, evitar y


tratar de esconder la verdad. Pero maldita sea, Zach está delicioso.
Simplemente odio ese hecho.

—En cierto modo… lo besé.

Los ojos de Christopher se abren de par en par. Sabe lo fuera

Página 105
de lugar que es eso para mí. Sigo las reglas de principio a fin.

—Fue el fin de semana, antes que comenzaran las clases —explico—


. Estábamos en la misma fiesta. Mi nueva vecina me arrastró ahí para
distraerme de la ruptura, y Zach estaba ahí, como niñero del hermano
menor de un amigo. —No le cuento la parte de pedirle a Zach que fingiera
ser mi cita, porque no me parece relevante. Nada entre nosotros es falso.
Incluso desde la primera noche—. Simplemente hicimos clic, sabes, luego
él me besó y eso fue… todo.

—Guau. Eso es increíble, chica.

Sacudo la cabeza, admirando la forma en que mi cabello ya está


terminado y cae en ondas sueltas sobre mis hombros.

—No es tan simple. Quiero decir, estoy trabajando con él en una


asesoría académica. —No estoy segura a quién estoy tratando de
convencer, a él o a mí.

Christopher rocía mi cabello con un poco de spray y se encoge de


hombros.
—Cuando encuentras a alguien con quien haces clic, no jodes los
planes del universo. Eso es todo lo que sé. Si te gusta, te gusta. Yo digo
que vayas por ello.

Me levanto de su silla, con el estómago revuelto ¿Por qué no es un


problema para todos los hombres gays de mi vida?

Tal vez sólo son menos complicados, no ven el problema con los
mismos complejos y cintas de precaución que yo ¿Es posible que todos
tengan razón? ¿Que necesito lanzar la precaución al viento y ver a dónde
me lleva mi atracción por Zach?

Página 106
Capítulo once

Cuando finalmente finaliza otra larga semana, me dirijo a casa con


un maletín lleno de bosquejos a medio terminar, y poemas por repasar.

No es que como si pudiera concentrarme en nada de eso.

Con Poppy a mi alrededor e incluso cuando no está, paso el tiempo

Página 107
a la deriva entre un triste intento de concentrarme en mi trabajo y la
fantasía de llamarla a mi oficina sólo para doblar su flexible cuerpo sobre
mi escritorio y tomarla de todas las maneras que he imaginado.

¿Y hasta ahora?

He tenido un montón de imaginación.

Cada vez que encuentro un momento libre, siento que ella es lo


único que llena mi mente. Cuando leo, comparo la prosa con su propia
obra. Cuando camino por la calle, todas las mujeres que veo son un
contraste con ella.

Y ni siquiera eso sería tan malo, si no fuera por el flujo constante


de fantasías que se me pasan por la cabeza. Ya no estoy satisfecho con
encargarme de mis sueños. Ahora la hora del día no importa. En lo único
que puedo pensar es en lo hermosa, especial e inteligente que es.

Incluso de pensar en ella ahora, mi polla se mueve con la necesidad


de satisfacer el dolor, pero la ignoro, concentrándome en abrir la puerta
principal y hacer mi camino a mi oficina. Habitualmente me froto
pensando en esa chica, pero no puedo permitirme ir por ese camino esta
noche.
Tengo trabajo que hacer y voy a hacerlo.

Pasando por el vestíbulo, me dirijo a la oficina de mi casa y respiro


el aroma a pintura fresca y el aserrín que ahora siempre me recuerda a
mi hogar.

Últimamente, no he tenido mucho tiempo para trabajar en ella, pero


durante el verano pasé el tiempo renovando mi casa, devolviéndola a sus
días de gloria, a lo que parecía cuando se construyó por primera vez.

Cada detalle toma tiempo, desde lijar las molduras hasta emparejar
los husillos en la escalera para que sean exactamente iguales a como
podrían haber sido hace dos siglos.

Estoy orgulloso de todo, pero no tanto como de mi oficina. Con sus


amplias estanterías empotradas y su chimenea de piedra, es el tipo de

Página 108
lugar en el que todo literato sueña con escribir.

Con filas y filas de gruesos libros encuadernados en cuero y una


chimenea que crepita como banda sonora, es el tipo de espacio que se
diseña para hacer que una persona tenga pensamientos brillantes.

Sacando mi silla de escritorio de cuero con ruedas, me siento y


pongo mi maletín sobre el escritorio, dejando la pila de papeles sobre la
superficie de madera pulida.

Silenciosamente, miro la fría y vacía chimenea, pero luego un papel


cae al suelo, me agacho a recogerlo, viendo casi instantáneamente que es
una de las últimas piezas de Poppy.

El poema es hermoso y corto, describe las estaciones del año como


dos amantes: el verano con un temperamento ardiente y emocionante,
coloridos zarzales y el otoño como su amante, serio y seguro. Maduro.
Pero sólo cuando el verano se va completamente, todo se extingue en el
frío y congelado agarre del invierno y los amantes se reúnen, frescos y
nuevos como las flores de primavera.

No es mi género, ni siquiera es mi estilo, pero no se puede negar la


belleza en su obra.
Ella piensa de maneras que yo no puedo, y eso, casi más que
cualquier otra cosa, es lo que me intriga de ella.

Me giro hacia mi portátil y hago clic para abrir mi último


manuscrito, estudiando la frialdad de mi propio trabajo. Me pregunto qué
pensaría Poppy de esto si lo viera, si quisiera más romance, movimiento
y vida en mis palabras, como siempre lo hay en su poesía.

Poco a poco, vuelvo a leer el primer párrafo, y luego lo borro,


tratando de canalizar la pasión, el anhelo y la feroz determinación que
podría tener Poppy ¿Y cuándo lo leo de nuevo? No hay duda que es más
atractivo que el original.

Mierda.

Me paso una mano por el cabello y suspiro. Se supone que soy el


profesor y ella la alumna. Es sólo esta maldita distracción, la idea de ella
lo que me hace dudar de todo lo que creo saber. Esto es malo, mientras
más se infiltre en mi vida peor estaré yo. Especialmente cuando no estoy
seguro que vaya a estar aquí el próximo año.

Pasando una mano por mi cabello, considero mis opciones.


Claramente, no voy a poder trabajar esta noche, no cuando ella está tan
presente en mi mente. Podría, tal vez, continuar el trabajo en otra parte
de la casa, pero me preocupa que el silencio y la soledad dejen que mi
mente vuelva a pensar en ella.

En cómo se vería sentada en mi sala de estar, acurrucada mientras


vemos televisión. O mejor aún, cómo se vería a horcajadas sobre mí en
ese sofá, con las caderas giradas hacia mí mientras yo…

Otro dolor punzante surge entre mis muslos y me acomodo de


nuevo.

No puedo dejarlo a mi suerte.

Lo que, sólo deja una opción.

Salir de esta maldita casa.


Recogiendo mi teléfono, le envío un mensaje de texto a un grupo de
amigos para que se reúnan conmigo en el bar al final de la calle de mi
casa.

Me pongo la ligera chaqueta de otoño y me dirijo al final de la calle,


tratando de concentrarme en la cerveza de otoño que probaré esta noche
en lugar de lo mucho que deseo llamar a Poppy para invitarla a que venga.
La idea de pasar tiempo con ella fuera de la agenda académica, con la
oportunidad de discutir poesía para aprender más de sus miedos, sus
sueños, es un fuerte pulso de deseo. Pero no se me ocurre ninguna razón
lógica para que un asesor invite a un estudiante a un bar.

Después de unos minutos, el teléfono en mi bolsillo vibra con media


docena de notificaciones, todas son mensajes de mis amigos que me
hacen saber si pueden venir o no. Dave está fuera de la ciudad con su
novia. Brandon está pasando una noche en casa con su esposa. Dean está

Página 110
cuidando a su bebé mientras su esposa sale. Todos los desafortunados
efectos secundarios del envejecimiento: amigos que no pueden irse de bar
en un abrir y cerrar de ojos. Aún así, algunos de mis amigos dijeron que
estaban listos para tomar una cerveza, así que cuando entro por las
puertas de vidrio manchadas con huellas dactilares en The Local, me
acerco al bar y pido unos tragos junto con mi cerveza.

Todo llega en poco tiempo, y bebo mi cerveza mirando el partido


de béisbol en la televisión, antes de tomar una de los tragos frente a mí y
beberlo de un solo sorbo.

La dulce oleada de calor recorre mi garganta y siseo de alivio justo


cuando siento una cálida y enorme mano palmear mi hombro.

—No te pierdas esta noche, ¿eh? —Tony, un profesor del


departamento de matemáticas, se sienta a mi lado y bebe un trago,
deslizando la tercer y última copa hacia mí.

—Por el fin de otra semana escolar —dice Tony, levantando su


diminuta copa y chocándola suavemente con la mía antes de beberla y
deja escapar un gemido de satisfacción.
—¿Cómo estuvo tu semana? —Pregunto, más por cortesía que por
interés.

—Fue una de esas semanas —dice Tony—. ¿Y tú?

—Más o menos igual. —Suspiro, bebiendo otro sorbo de cerveza—.


Sólo quería salir y despejar mi mente.

—No te culpo por eso. Estos malditos recortes de presupuesto son


una locura. —Tony se encoge de hombros antes de pedirle algo al
camarero de aspecto aburrido—. Te diré, cuando empecé aquí hace treinta
años, las cosas eran diferentes. Los estudiantes tenían menos derechos,
el personal tenía más respeto. Era un mundo diferente.

—Apuesto a que si —digo.

Página 111
Tony sacude la cabeza.

—Lo que daría por recuperar ese tiempo. Era como el salvaje oeste
comparado con el día hoy, cuando microgestionan todo lo que haces.

Asiento.

—No sabría decirte.

El silencio se interpone entre nosotros y bebo otro sorbo de mi


cerveza mientras considero las palabras de Tony. Tiene razón, pero más
que eso, hay algo que necesito saber. Algo de lo que todo el mundo habla,
pero dudo que alguien lo saque a colación directamente.

—Tu esposa solía ser una de tus estudiantes, ¿verdad? —Pregunto.

Él parpadea .

—Oh, sí. Mira, eso fue en el pasado. Nadie lo pensó dos veces en ese
entonces. Ahora me miran como... bueno, ya sabes. —Tony pone los ojos
en blanco—. Era mi segundo año aquí y ella era una estudiante de
maestría. Tenemos muy pocos años de diferencia. No es tan extraño.
—¿Tú crees? —Pregunto.

—No, en ese entonces, no. Sin embargo, ahora… —Tony levanta las
cejas—. ¿Por qué lo preguntas?

Le doy mi mejor mirada de indiferencia.

—Sólo por curiosidad, supongo.

Llegan unos cuantos más de nuestros amigos y ordeno otra ronda


de bebidas mientras entramos en una discusión sobre béisbol, fútbol y
pedagogía educativa. Para nosotros, es una noche típica, pero, incluso
rodeado de mis amigos más cercanos, no puedo dejar de pensar en Poppy.

Como dijo Tony, es un error salir con ella ahora. La gente no lo verá
con buenos ojos, aunque nos salgamos con la nuestra.

Página 112
Aunque, por supuesto, también hay que considerar a la propia
Poppy. Poppy y su maldita insistencia en rechazar a los chicos, no importa
cuánta mierda es eso.

No ha renunciado a los chicos. Lo sentí en su beso esa noche en la


fiesta, puedo verlo en sus ojos cada vez que me mira. Debe saber que no
lo dice en serio.

Aún así… se aferra a esos límites lo mejor que puede. Otra cosa que
me gusta de ella.

—¿Otra bebida? —Uno de los chicos me da un codazo y tomo el


vaso sin pensarlo, brindando con ellos antes de pedir otra ronda.

—¿Todavía estás aquí? —Pregunta Danny, otro amigo del


departamento de ciencias—. Te ves ausente, como si estuvieras en otro
lugar.

Asiento vagamente.

—Sí, sí, aquí estoy. Sólo… necesito un minuto.


Silenciosamente, me deslizo de mi silla y me doy cuenta, demasiado
pronto, que caminar es más fácil de decir que de hacer. Enderezándome,
me dirijo a la puerta de nuevo y me abro camino hacía el aire fresco
nocturno.

Frotando mis brazos con mis manos, analizo y considero mis


opciones por última vez.

Poppy es una estudiante.

A Poppy no le interesan las citas.

Y a la mierda si Poppy no es todo lo que siempre quise en una


mujer.

¿Realmente puedo dejarla escapar? ¿Todo por alguna falsa excusa

Página 113
que no suena muy autentica para ninguno de los dos?

Rápidamente, introduzco la mano en el bolsillo y marco el número


con el que he estado deseando contactarme toda la noche, durante toda
la semana.

Entonces su melodiosa voz suena a través de la línea

—¿Hola?

—¿Poppy? —digo.

—Zach —dice con voz cálida—. Hola.

—Hola, ¿te gustaría ir a una lectura conmigo?

Hay una breve pausa, y no estoy seguro de lo que dirá. Pero cuando
vuelve a hablar, me doy cuenta que está sonriendo.

—Me encantaría eso, en realidad.

¿Qué puede ser más inocente que una lectura de poesía?


Capítulo doce

La llamada telefónica de Zach anoche fue inesperada, y nuestros


planes para más tarde amenazan con apoderarse de todo lo demás. Pero
ahora mismo, necesito concentrarme.

Apago el radio de mi auto y me concentro en la carretera en su


lugar. Tomo una profunda inhalación y la dejo salir lentamente, repaso lo

Página 114
que tengo que decir. Ensayé innumerables veces esta mañana, pero aún
así no me siento preparada. Temo hablar en público, y aunque se trata de
un grupo de niños de siete años, no puedo evitar sentir mariposas en el
estómago al pensar en hacer una presentación frente a una clase.

Cuando llego, la profesora abre la puerta del salón y me hace una


seña para que entre. Connor está sentado en la primera fila y no puedo
evitar sonreír al verlo con su cabello bien arreglado y el adorable espacio
entre sus dientes delanteros. Lo saludo con la mano, él me sonríe y me
devuelve el saludo. Sus ojos brillan en los míos, calmándome, y sonrío
más cuando veo que lleva puesta la camiseta de astronauta, que sólo se
quita cuando lo obligo a hacerlo. Me pidió que fuera a su clase para que
explicara cómo es ser escritor para el día de las profesiones y me
conmovió que me preguntara antes que a mis padres. Quiero decir,
técnicamente ni siquiera tengo una carrera. Mi padre habría sido una
mejor elección: es gerente industrial jubilado. Pero Connor me lo pidió,
así que aquí estoy, lista para presentarme como escritora.

Aunque Connor sólo tiene siete años, es mi mejor amigo. Tiene un


corazón muy grande y siempre me hace reír, incluso en mis peores días.
Está muy obsesionado con convertirse en astronauta y quiero hacer todo
lo posible por animarlo.
Mis padres son conocidos por aplastar sueños, querían que tuviera
una carrera “normal” para que consiguiera un trabajo fijo
inmediatamente después de la universidad. Nunca creyeron en mi
escritura y esto causó tantas peleas que las cosas son tensas entre
nosotros. Sé que puedo ser exitosa como escritora y quiero demostrárselo
no sólo a ellos, sino también a Connor, para que sepa que es posible
alcanzar tus sueños. Sé que mis padres van a hacerle lo mismo que me
hicieron y tratarán de forzarlo a una vida mediocre, pero él ama las
matemáticas y las ciencias y sé que puede hacer cualquier cosa que se
proponga.

La profesora me presenta, y comienzo con mi discurso sobre la


escritura. Y pronto, mis quince minutos se acaban y estoy contestando
las preguntas de la clase con una gran sonrisa. Toda la tensión que sentí
antes ha desaparecido. Resulta que cuando se habla de algo que te
apasiona hasta hablar en público llega a ser fácil.

Página 115
Después de la presentación me encuentro con Connor en el pasillo,
donde me da un gran abrazo.

—¡Eso fue increíble, mamá!

Le doy un beso en la frente. Mi hijo afirmando que hice un buen


trabajo me hace sentir extrañamente sentimental y llorona. Parpadeando
las lágrimas, conmovida vuelvo a abrazar a mi hijo.

—Entonces, ¿decidiste qué quieres ser en Halloween? —Prometí


llevarlo a la tienda para que eligiera un disfraz después de la escuela.

—Un astronauta —dice, orgullosamente con una pequeña sonrisa.

Por supuesto. Es lo mismo que ha estado usando todos los años


desde que tenía cuatro años.

—En serio, Connor, puedes convertirte en lo que quieras. No


importa lo que digan los demás, o lo difícil que sea, no importa los
obstáculos que se interpongan en tu camino, puedes elegir la vida que
quieras.
—Igual que tú —dice.

—Exactamente. —Tomo sus dos manos y les doy un pequeño


apretón. Me doy cuenta que no se da cuenta del todo de lo que quiero
decir, pero espero que algo de lo que he dicho se quede con él a medida
que crezca para cuando sus metas empiecen a parecer cada vez más
difíciles de alcanzar. Voy tras mi sueño de convertirme en escritora a
tiempo completo, contra todos los obstáculos que se interponen en mi
camino, pero ¿qué pasa con los otros aspectos de mi vida? Pienso en Zach,
¿Debo sacrificar relaciones para ser exitosa en mi carrera? Por ahora, al
menos. No puedo arriesgarme a estropearlo, especialmente cuando hay
tanto en juego para tener éxito.

Página 116
Me miro en el espejo una vez más, los nervios hacen que mi mano
tiemble levemente mientras levanto una mano para alejarme el cabello
del rostro ¿por qué estoy tan nerviosa? He estado a solas con Zach un
puñado de veces, pero esto se siente diferente. Nunca nos hemos desviado

de nuestro camino para encontrarnos fuera de la escuela de esta manera.


Sólo es una lectura. Me digo que es básicamente como la escuela. Además,
me muero por escuchar a Ariel Elderson desde que Zach me presentó su
trabajo a principios del semestre, así que cuando me invitó a este evento
no dudé en decir que sí.

Después de elegir su disfraz de Halloween, dejo a Connor en casa


de mis padres esta noche. Viven cerca y cuidan a Connor en la noche, una
o dos veces al mes. A mis padres les encanta, a Connor le encanta y, a
pesar de cómo me siento al respecto, sé que necesito ayuda. La verdad es
que, a veces, tener ayuda me hace sentir culpable, como si necesitara
hacer más o que no debería necesitar tanta ayuda, pero es agradable
poder contar con ellos cuando tengo una noche de trabajo escolar o
simplemente quiero hacer algo de socialización con mis amigos. Me he
perdido de muchas cosas al tener un bebé durante la secundaria.
Uso rímel y un toque de sombra de ojos. Me aplico labial rojo, luego
lo limpio.

Sé casual me digo. Me lo repito una y otra vez mientras acomodo


mi suéter cuello tortuga verde y ajustados vaqueros negros. Una vez
satisfecha, me coloco mis botas negras favoritas y me dirijo al centro.

La lectura se lleva a cabo en Book Soup, una librería cercana a la


universidad. Tiene un ambiente funky y ecléctico y las paredes están
cubiertas de piso a techo por estanterías. Es el mejor lugar cerca del
campus para realizar eventos y un lugar aún mejor para encontrar libros
usados y baratos. Zach me está esperando afuera, y cuando me acerco me
doy cuenta que casi nunca lo he visto con otra ropa que no sea la del
trabajo. Tengo que admitir que verlo con una chaqueta informal negra,
vaqueros oscuros y botas marrones con cordones, hace estragos en mi
libido.

Página 117
—¿Vamos? —Señala hacia adentro. Incluso después de todo este
tiempo, su sonrisa aún logra convertir mis piernas en gelatina.

—Absolutamente —digo, dejando que me guie adentro de la cálida


librería.

Cuando nos sentamos cerca del frente, me giro hacia Zach.

—Muchas gracias por invitarme, no tienes idea de lo obsesionada


que estoy con su poesía.

—Sabía que te gustaría ella —Zach me sonríe—. Soy un muy buen


asesor —dice en tono burlón.

Le doy un puñetazo juguetón en el hombro.

—No te pongas demasiado arrogante. Todavía no entiendo quién te


puso a cargo.

Abre la boca, sin duda para contestar con un comentario juguetón,


cuando Ariel sube al escenario. Sus palabras son hermosas, y ella también
lo es.
Tiene largas y negras trenzas y lleva unas gafas gruesas con
montura blanca y un vestido negro largo hasta el piso. Sus poemas son
tan conmovedores que siento lágrimas en un punto, las limpio
rápidamente para que Zach no se dé cuenta.

—Eso fue increíble —digo en voz baja cuando ella termina. Zach se
levanta rápidamente y toma mi mano. Mi corazón se acelera
repentinamente al sentir su mano en la mía.

—Vamos —dice, tirando de mí hacia donde está Ariel.

—¿Qué estás...? —Comienzo a decir, cuando Ariel se gira hacia


nosotros y una sonrisa se dibuja en su rostro.

—Zach —dice, dándole un abrazo. Me quedo observando con la


boca abierta. ¿Se conocen?

Página 118
—Asombroso como siempre —dice Zach, y luego se gira hacia mí
con una mirada traviesa en los ojos—. Y ella es Poppy. Es una gran
admiradora.

Ariel se gira con un movimiento de sus largas trenzas.

—Hola, Poppy, es muy amable de tu parte que hayas venido.

Siento mi rostro arder mientras extiendo la mano, aún en shock, y


tartamudeo un hola. Después de que Zach y Ariel se despiden, observo a
Zach con la boca abierta.

—¿La conociste todo este tiempo?

—Fuimos a la universidad juntos. Estaba en algunas de mis clases.


—Está sonriendo, y sé que le gusta lo sorprendida que estoy.

—Entonces, ¿vamos a cenar? Sé como te gusta comer —dice, como


si nada interesante hubiera ocurrido.

Todavía estoy tratando de recuperarme de la sorpresa mientras


salimos a la fría noche. Tiene razón, me muero de hambre.
—Conozco un lugar por aquí. —Señala hacia la calle.

—Si tu gusto en los restaurantes es algo como tu gusto por los


poetas, estoy adentro.

Me estremezco mientras caminamos; la noche se ha vuelto más fría


de lo que esperé y no traje chaqueta. Zach me mira y sin decir nada se
quita la chaqueta y la pone sobre mis hombros. Estoy a punto de
protestar, pero me detengo. Sólo está siendo amable. ¿Cuándo me volví
tan cínica?

Mientras me lleva al restaurante, Zach pone la mano en la parte baja


de mi espalda. Es un gesto tan pequeño e inocente, pero siento el calor y
la energía de su contacto como si ardiera a través de mis capas de ropa.

El restaurante es un pequeño lugar italiano con manteles blancos, y

Página 119
velas pequeñas y brillantes que lo hacen acogedor. La cocina está abierta
y los cocineros se gritan entre sí mientras el fuego de las estufas arde
frente a ellos. Zach saluda con la mano a algunos miembros del personal.

—¿Cómo es que conoces a todo el mundo? —Pregunto riendo,


después de que nuestro camarero empuja a Zach en un rápido abrazo.

—Vengo mucho aquí —dice, encogiéndose de hombros con


indiferencia.

Nuestro camarero trae dos copas de vino tinto, y después de que se


va, Zach levanta su copa hacia mí.

—Por llegar a conocerte mejor.

Sus sensuales palabras se apoderan de mí, y ya no puedo negar que


el efecto que Zach tiene en mí es vertiginoso.

Chocamos suavemente nuestras copas y bebemos un sorbo. El vino


es suave y rico. Está delicioso.

Nuestro camarero aparece de nuevo, y pido algo que ni siquiera sé


pronunciar que está hecho con fideos gruesos y un ragú de hongos
silvestres.
Toda esta noche ha sido más de lo que esperaba. Realmente puede
ser todo un caballero cuando quiere.

—Gracias por tu opinión sobre mi trabajo para la Dra. Chan.

Zach me mira, dejando la copa de vino en la mesa.

—¿Cómo te fue?

—Quedó impresionada con mi obra, dijo que el paralelo que hice


entre el amanecer y la infancia es fresco y único.

—Eres una escritora brillante, Poppy. —No hay duda ni jugueteo en


su tono; su cumplido es genuino y sincero, y para mí significa más de lo
que jamás esperé.

Página 120
—Entonces, ¿todavía estás pensando en Nueva York? —En el
momento en que la pregunta sale de mi boca, quiero volver a meterla.

Decido que es mejor beber otro sorbo de mi vino. Odio ser tan obvia,
que mi interés en sus planes para el próximo año pueda ser interpretado
como interés hacia él, pero ¿no fue por eso que pregunté?

—Ese es el plan —dice, en voz baja—. ¿Qué hay de ti? ¿Piensas en la


graduación o dónde terminarás?

Está muy lejos aún. Acabo de empezar un programa de dos años, y


aunque me encanta hacer planes y fijarme metas para el futuro, no quiero
pensar en un escenario en el que Zach no esté aquí el próximo año.

—Es demasiado pronto para planear.

—Nunca es demasiado pronto, o demasiado tarde, para ir tras lo


que quieres.

—Muy poético —bromeo con una sonrisa.

—Hablo en serio, Poppy.


Me paso la lengua por mis repentinos labios secos.

—Estarás a cientos de kilómetros el año que viene. La larga distancia


nunca funciona.

—Deja de inventar problemas.

Dios, es como si pudiera leer mi mente. Un fuerte suspiro se me


escapa de los labios ante este escenario prácticamente imposible.

—No hay un sólo problema que no se pueda resolver con buen sexo
—agrega, con los ojos todavía puestos en los míos.

Dice las palabras con tanta convicción, como si supiera que son
ciertas. Y por un segundo me pregunto sí tiene razón. Mi cuerpo se
calienta bajo su escrutinio y me remuevo en mi asiento para aliviar el

Página 121
repentino dolor entre mis piernas. Mientras me llevo la copa de vino a los
labios, nuestro camarero aparece con la comida.

Agradecida por la distracción de nuestra comida, pruebo un bocado


de pasta mientras Zach corta un trozo de su pollo marsala y lo introduce
a su boca. Tal vez, si puedo fingir que esta parte de la conversación nunca
ocurrió, podremos seguir adelante.

—Este lugar es realmente bueno —digo, obligándome a no decir


todas las cosas que no puedo decirle a Zach, como el hecho de que yo
también me siento increíblemente atraída por él, y que nunca he tenido
nada de buen sexo en toda mi vida. La idea de Jason de juegos
preliminares era quitarse las gafas. Nada de eso es productivo para mi
educación, mi escritura o para perseguir mis sueños y demostrarle a
Connor que la vida es lo que tú haces. No puedo cambiarlo todo por unos
orgasmos alucinantes. No lo haré.

Y, sobre todo, quiero contarle acerca de Connor, acerca de ser


madre antes de graduarme de la secundaria, que mi responsabilidad con
mi hijo influye en cada decisión que tomo.

Además, Zach se va. Tiene planes de mudarse a Nueva York el año


que viene.
Incluso si algo sale de esto, estamos condenados a fracasar antes
de que empecemos

Él mastica su comida lentamente, aún estudiándome.

—Toda su familia se mudó aquí desde Italia. Todo es de fabricación


casera, cada día. Probablemente vengo a comer aquí con demasiada
frecuencia, porque me encanta este lugar.

Mientras comemos, nos limitamos a temas seguros: cuál de los


poemas de Ariel es nuestro favorito, los lugares a los que ha viajado, los
lugares a los que queremos viajar y los méritos de la publicación
tradicional versus las publicaciones propias.

Después de compartir el tiramisú, pienso que la noche no podría


haber sido más perfecta. Gran poesía, gran comida, gran conversación y

Página 122
un chico que es tan agradable de ver, aunque al que nunca me permitiré
tocar.

Cuando salimos al aire nocturno, Zach señala hacia la esquina.

—Mi casa está por ahí, si quieres otra copa de vino.

No puedo evitar reírme.

—Oh, ¿está a la vuelta de la esquina? Estoy segura que es una


coincidencia.

Levanta las manos, riéndose.

—¿Yo? ¿Planear algo así?

Me muerdo el labio. Ha sido una noche divertida, y la idea de volver


a casa sola no es muy atractiva en este momento. Odio las noches que
Connor se queda con mis padres. Además, tengo mucha curiosidad por
ver dónde vive Zach.

—Está bien, iré. Pero solo por una bebida.


Su casa es linda y antigua, de estilo campestre, con pisos de madera
y techos altos.

—Esto es lindo —digo, impresionada mientras me lleva adentro.

—Pareces sorprendida —dice, colgando su abrigo en el armario del


pasillo.

—No te ofendas, pero te imaginé en un apartamento de soltero.

Me giro, observando los detalles en los listones de las paredes. Lo


sigo hasta la cocina, que tiene encimeras de granito nuevas—. Esto es
increíble. Me encantan los listones de las paredes de la entrada.

Asiente.

Página 123
—Realmente, acabo de ponerlos. Todavía estoy trabajando en
algunas cosas, pero está progresando.

Observo a Zach mientras agarra una botella de vino y empieza a


abrirla. Él está lleno de sorpresas. Conoce a mi escritor favorito, escoge
restaurantes increíbles y sabe ¿cómo arreglar una casa? Me pregunto qué
más tiene en su caja de herramientas, un destornillador o un martillo que
pueda usar, pienso antes de abofetearme mentalmente. Estar a solas con
Zach en su casa, después de una noche romántica, no es el momento
adecuado para ponerme cachonda. Necesito mantenerme fuerte.

Mientras nos acomodamos en el sofá con nuestro vino, me quito los


zapatos.

—Esto es realmente agradable, en serio, gracias por invitarme. —


Desato mi cabello del apretado moño que me hice y lo sacudo—.
Probablemente necesito soltarme un poco.

Zach mira cómo cae mi cabello, toma una respiración profunda


mientras sigue examinándome. Mi cerebro, no tan amablemente, me
proporciona todas las formas en que Zach puede ayudarme a soltarme,
preferiblemente con sus manos en mi piel.
Intento ser casual, pero su cercanía hace que la temperatura de mi
cuerpo suba unos grados.

—Me alegra que hayas dicho que sí. —Zach bebe un sorbo de vino
y deja el vaso sobre la mesa—. ¿Averiguaste quién te está escribiendo esos
poemas?

Niego.

—¿Y tú?

Zach toma una inhalación superficial, y se encuentra con mi mirada.

—Quienquiera que sea, parece que realmente quiere una


oportunidad contigo.

Página 124
No es exactamente una respuesta, pero no quiero hablar de eso
ahora mismo. Estoy aquí sola con Zach y decidida a disfrutar de mi
extraña velada.

—Escucha, Poppy. Hablo demasiado. Sé eso de mí mismo. Pero


necesito que me prometas una cosa.

Pongo los ojos en blanco.

—Esto es serio, Poppy. ¿Me lo prometes?

—¿Qué debo prometerte? —Este chico tiene una manera de hacerme


decir cosas, de hacerme sentir cosas, de admitir cosas que de otra forma

no lo habría hecho. No estoy segura si es porque es mayor, más sabio y


mucho más astuto en este tipo de discusiones, o si es sólo porque estar
cerca de él parece disminuir físicamente mis inhibiciones. Es como un
trago de tequila.

—Necesito que me prometas que, si algo físico sucede entre


nosotros, será muy consensual y muy sexualmente positivo. Necesito que
entiendas que te adoraré y te haré venir. Muchas. Muchas malditas veces.
Pronuncia esas palabras con tanta claridad y tan lentamente que las
siento en cada latido de mi corazón, en cada pulso de calor entre mis
piernas.

Ignorando mi martilleante corazón, Zach continúa. —Pero también


necesito que sepas que si hago o digo algo que no te gusta, todo lo que
tienes que hacer es decirlo y todo se detendrá. Sólo di la palabra no,
Poppy. Úsala y prometo que te dejaré en paz.

—Con dejarme en paz te refieres a ¿dejar de ser mi asesor, dejar de


ayudarme en el programa?

Su rostro está serio y niega sin siquiera considerarlo. —Nunca


dejaré de ser tu asesor, mientras lo desees. Ceder a nuestra atracción, o
no, nunca será una condición para ayudarte. Quiero que tengas éxito, y
no tiene nada que ver con lo mucho que te deseo en mi cama. ¿Lo

Página 125
entiendes?

Me siento asentir.

Sé lo que está diciendo. A pesar de lo claramente que Zach expresó


sus sentimientos sobre nosotros, yo sé que nunca traicionará mis deseos.

—De acuerdo —murmuro.

Me considera por un largo tiempo, ninguno de los dos siquiera


parpadea.

—¿Por qué te acercaste a mí esa noche en la fiesta, Poppy? ¿Me


encontraste atractivo?

¿Está hablando jodidamente en serio?

Por supuesto que lo encuentro atractivo. En realidad, atractivo es


una palabra demasiado débil. Lo encuentro hipnotizante. Adictivo.
Encantador. Imposible.

—No estoy diciendo que lo haga, pero si quisiera que algo


sucediera...
Me trago una oleada de nervios y respiro hondo mientras la boca de
Zach dibuja una sonrisa.

—Algo así como averiguar cuántas veces seguidas puedo hacerte


venir usando mi boca, mis manos y mí…

Levanto una mano.

—Sí. Eso. ¿Cómo funcionaría, no está, como, prohibido?

Dios, ¿por qué la palabra “prohibido” me hace sentir aún más


caliente?

La mirada de Zach se aleja por un momento, como si estuviera


perdido en sus pensamientos. —Las reglas de la universidad sobre esto
no están escritas en el manual de empleados.

Página 126
Dios mío, ¿lo comprobó? ¿Por qué ese pensamiento hace que mis
mejillas se calienten?

—Las relaciones entre estudiantes y profesores son lo único que se


aborda —agrega, en tono serio.

—¿Y?

—Y si fuera un profesor que te persigue de esta manera, perdería


mi trabajo.

—Oh.

—Sí.

—Pero no eres un profesor.

—No, no lo soy. Pero aún así... La posibilidad está ahí, lo que hace
esto peligroso.

—¿Entonces, por qué estamos hablando de esto Zach? Ambos


sabemos que no puede pasar nada entre nosotros. —Excepto que ahora
me siento más confundida que antes.
—¿Incluso si lo quisieras?

Dios, ¿qué quiero? Su oscura mirada esmeralda vuelve a la mía,


ardiendo tan intensa y caliente que la siento en mi interior.

—Rara vez parece que consigo lo que quiero estos días.

—Podríamos cambiar eso.

Bebo otro sorbo de mi vino y lo miro. Es muy atractivo. Tan


masculino e intenso.

¿Y si dejamos de luchar contra esta atracción? ¿Qué tal si decido


relajarme un poco, traspasar los límites y decir a la mierda las reglas? No
estoy segura si es el vino o este chico, pero de repente la idea de tantear
el terreno me atrae más y más.

Página 127
Dejo mi vino y me acerco a Zach en el sofá. Lo miro a los ojos, que
de repente se han vuelto serios. Dios, ¿cómo lo hace? Este chico tiene el
poder de derretir mis entrañas con una sola mirada.

Clasifiqué repetidamente todas las razones por las que esto no


puede pasar. ¿Pero ahora mismo? Ninguna de ellas parece importar.
Quiero sus labios sobre los míos.

Sabiendo que tengo que ser yo quien le muestre lo que quiero, me


armo de valor y me acerco más.

El calor se extiende por mi cuerpo mientras los oscuros ojos


lujuriosos de Zach estudian mis movimientos.

Llego a él, toco con la punta de mis dedos la barba en su mandíbula.


Cierra los ojos mientras mis dedos lo exploran. No se mueve, no habla, ni
siquiera respira, mientras me acerco. Es casi como si no estuviera seguro
de que vaya a seguir adelante con esto. Como si, sí se moviera, el hechizo
se rompería.

Mientras me acerco aún más a él en el sofá, vuelve a abrir los ojos.


—Zach —murmuro.

Sus ojos observan los míos como si buscara la respuesta a una


pregunta, y apenas está seguro de que puede tocarme, Zach extiende la
mano y toca mi mejilla, acercándome hasta que nuestros labios casi se
tocan. Cierro los ojos y suelto un pequeño gemido mientras me agarra el
cabello en un puño.

Su boca se cierra sobre la mía. No es el lento y cauteloso beso de


nuestra primera vez. Este es hambriento y apasionado, como si no hubiera
pensado en otra cosa todos los días desde nuestro primer beso. Succiona
mi lengua y envuelve mi cabello en un puño, y libera un fantástico gemido.

Sin romper nuestro beso, paso la pierna para quedar a horcajadas


sobre él. Mientras desliza la lengua sensualmente contra la mía, sus
manos acarician mi espalda, dejando un hormigueo en cada parte de piel

Página 128
que va tocando.

Nuestra nueva posición hace imposible ignorar la erección en sus


vaqueros, que ahora empuja sin descanso entre mis piernas.

—Mierda —gimo.

Agarrando mi trasero en sus palmas, Zach deja escapar un gemido


irregular.

—Eres tan jodidamente perfecta. —Su boca juega con mi cuello y mi


mandíbula, dejando pequeños dulces besos húmedos.

—No deberíamos. —Suspiro.

—Lo sé. Pero esto se siente demasiado bien, muy bien. —Me acercó
más a su erección, empujando en mi centro, emito un débil grito de
placer—. Tú también lo sientes. Sé que lo haces —gruñe—. Dímelo Poppy.

Él tiene razón, toda la razón. Mi corazón late con fuerza en mi


garganta, y cuando desliza su lengua dentro de mi boca, instintivamente
pongo mis manos en su pecho sujetando su camisa, acercándome más a
él para que nuestros cuerpos estén aún más apretados.
Mi mente está totalmente en blanco, todo es absorbido por el anhelo
de su toque. Mete una mano bajo mi camisa, y yo inhalo bruscamente
cuando su mano entra en contacto con mi piel desnuda. Mis pechos
duelen mientras mis pezones se endurecen, anticipando su tacto. La mano
de Zach sube para ahuecar mi pecho mientras su lengua sigue
moviéndose expertamente contra la mía.

Estoy tan mojada, tan increíblemente excitada, que empiezo a


mecerme contra él, imaginando lo bien que me sentiría si recreáramos
todo este escenario sin ropa, para montarlo y sentirlo dentro de mí.
Porque Zach puede ser mi asesor académico y este escenario
definitivamente es prohibido, pero por el amor a Dios, tiene una polla
enorme.

Incapaz de detenerme, empujo las caderas más rápido,


balanceándome más fuerte contra él.

Página 129
—Tan jodidamente sexy. ¿Puedes venirte así?

Por un momento, pienso que sí, podría venirme sólo frotándome


contra él y con su obscena erección pulsando contra mí.

Suelto un leve gemido de placer y niego. Zach se mueve, me levanta


en sus brazos y me coloca de espaldas en su sofá.

Lloro su pérdida, pero luego sonrío cuando veo que tiene algo
mucho mejor en mente. Desciende colocándose encima de mí, doy un
suspiro de satisfacción mientras el peso corporal de Zach se mueve sobre
el mío. Todo ese duro músculo que flota sobre mí me hace sentir segura,
apreciada.

—No tienes ni idea de lo mucho que te deseo —dice, moviendo las


caderas hacia adelante experimentalmente para que pueda sentir su dura
cresta.

Contengo una risita.

—Tengo una idea.


Separando mis piernas, lo invito a acercarse, Zach baja la boca sobre
la mía una vez más, meciéndose en pequeños empujones contra mí
mientras continuamos besándonos.

—Quiero hacerte venir, Poppy.

La forma en que mueve su cuerpo, los poderosos músculos de su


espalda, la atención que presta a los detalles más pequeños como, por
ejemplo, besar el lugar donde mi pulso late en mi cuello, todas estas cosas
me dicen que es un amante increíble.

Y querido Dios, anhelo descubrirlo. Descubrir todas las formas


secretas en las que puede darle placer a mi cuerpo.

—Necesito tocarte —gime con un sonido muy parecido a la


frustración—. Dime que está bien, dime que también quieres esto.

Página 130
Asiento, con mis ojos fijos en los suyos, y observo como sus
grandes manos se mueven al botón de mis vaqueros. Miro aturdida y
fascinada como tira de mis vaqueros hasta la rodilla, bajando mis bragas
con ellos. Zach se arrodilla en el sofá entre mis piernas, acariciando mi
cuerpo con sus ojos.

—Joder, eres tan sexy. —Me acaricia cuidadosamente con el pulgar,


presionando contra mi clítoris hinchado.

Dejo salir un gemido tembloroso.

—Necesito hacer que este sexy pequeño coño se venga.

Apenas dejo salir un ruido de aprobación Zach baja sus labios a la


cálida e hinchada carne entre mis piernas y me da un beso lento que roba
todo el oxígeno de mis pulmones.

Pronto, Zach me está devorando como si fuera su último bocado,


con su caliente boca sobre mí, lamiendo y chupando como si su vida
dependiera de eso, mientras su barba raspa mis piernas.
—¿Puedo follarte con los dedos, Poppy? —Pregunta, con voz suave
y áspera.

—S-sí. —Me las arreglo para decir con un sollozo roto.

Dos gruesos dedos entran en mí y abro la boca con un silencioso


gemido mientras observo su musculoso brazo con su sexy tinta
flexionándose mientras se conduce dentro de mí.

Querido Dios…

—Tan dulce y tentador. —Me da otra lenta lamida—. Mi piel se eriza


en tu nombre. —Otro beso húmedo—. Me vuelves loco de deseo. —Me
susurra palabras sucias cada vez que se aleja a tomar aire.

Mientras sus dedos se deslizan adentro y afuera, mi húmedo cuerpo

Página 131
hace sonidos de succión. El placer es casi abrumador y por muy
desesperada que esté por tenerlo dentro de mí, es la forma en que cita a
Shakespeare mientras somos íntimos lo que es mi perdición.

Baja la boca a mi clítoris una vez más, mientras sus dedos continúan
persuadiéndome y pronto, el orgasmo que se ha estado construyendo me
golpea. Agarro su cabeza, empujando mis dedos en su cabello,
sosteniendo su boca contra mi centro.

Zach está fuertemente fusionado, su lengua baila la danza más


deliciosa en mi carne hinchada hasta que grito su nombre y me sacudo
contra él, disfrutando hasta el último gramo de placer. Ha pasado tanto
tiempo, y lo he deseado desde el primer momento en que lo vi, fue
inevitable.

Me vengo con mucha fuerza, apretando los dedos y jadeando su


nombre. Zach abre los ojos y se encuentra con los míos, mientras su
lengua continúa lentamente tomando cada una de las réplicas de mi
cuerpo.

Se coloca de rodillas, todavía mirándome. Sus vaqueros tienen una


tienda de campaña, sus ojos brillan, sus poderosos y hermosos hombros
están tensos… Es la cosa más sexy y masculina que he visto en mi vida.
Su mano permanece en mi cadera desnuda con su pulgar trazando
pequeños círculos en mi piel.

Querido Dios…

Quiero abalanzarme sobre él, quiero montarlo como a un toro de


rodeo, quiero sentir esos poderosos músculos bajo mis dedos, pero
luego mi cerebro explota, sumergiéndome en la indeseada realidad de
nuestra situación.

—Espera —susurro.

Su mano se aparta de mi piel, y me observa, con los labios


separados, ambos respirando con dificultad.

—¿Demasiado rápido?

Página 132
—Demasiado... todo. No puedo.

Se levanta del sofá y no me pierdo la forma discreta en que ajusta


la enorme erección en sus pantalones. Una punzada de arrepentimiento
me invade de nuevo.

—Poppy… —Su voz es áspera y aún respira con dificultad.

Me obligo a mirarlo a los ojos. Parece tan sorprendido como yo.

—Lo siento, es sólo que… —No es que no quiera, es sólo que no


puedo involucrarme con él. No sería inteligente. Y siempre juego a lo
seguro, siempre hago lo correcto.

—Poppy —dice de nuevo, recomponiéndose—. Si realmente no


quieres esto, me detendré. Todo se detendrá. Pero tienes que decirme
honestamente que no me deseas.

Todavía estoy recobrando el aliento y me siento dividida en dos


direcciones diferentes. Él me observa atentamente, esperando mi
decisión. Me levanto y agarro mis zapatos.
—No quiero esto.

Es una descarada mentira, y aterrorizada de que Zach vea


directamente a través de mí, acomodo mi ropa y salgo de su casa tan
rápido como puedo, sin mirar atrás ¿qué está mal conmigo? Claro que lo
deseo, pero estoy aquí para tener éxito en la escuela, no para follarme a
mi asesor ¿qué pensaría Connor si me echan de la escuela por acostarme
con un miembro de la facultad? ¿Qué dirán mis padres? Dirán que siempre
tuvieron razón, que ser escritor no es práctico, que es demasiado difícil y
que no lo deseaba lo suficiente. Que debería conseguir un trabajo normal
como ellos y aceptar una vida mediocre.

Bueno, yo quiero algo más. Es lo que he estado tratando de probar


desde que me mudé de su casa y decidí perseguir mi sueño, a pesar de
que no ha sido fácil y hay tanta incertidumbre ¿y qué pensará Connor si
no me gradúo? ¿Perseguiste tu sueño hasta que apareció un chico guapo

Página 133
y luego lo tiraste todo por la borda?

No. De ninguna manera. No importa cuánto desee a Zach, he


trabajado demasiado duro para ser un buen modelo a seguir y demostrar
que puedo lograr cualquier cosa que me propongo.
Capítulo trece

El maldito termostato se rompió de nuevo. Después de configurar


mi portátil y conectarlo al proyector al frente del aula, me quito el suéter
y lo meto en mi bolso. Vestirme sólo con camiseta y vaqueros no es lo
más profesional, pero la universidad no tiene un estricto código de
vestimenta para el personal, y realmente no me apetece liderar esta
presentación mientras me sudan las pelotas.

Página 134
Cruzo la habitación y leo el termostato digital. Está atascado en
veintiséis grados, tal como lo sospeché. Llamaré a mantenimiento más
tarde, pero ahora mismo, no tengo tiempo. Los primeros estudiantes
llegan y tomando asiento alrededor del salón. No puedo evitar notar que
Poppy no está entre ellos. Por un momento, me pregunto si tal vez no se
presentará, y luego decido que Poppy no es así. No importa cuán confusas
sean las cosas entre nosotros, Poppy es muy profesional. Ella estará aquí.

Pero mientras más estudiantes se filtran y el pequeño auditorio está


casi lleno, no puedo evitar preguntarme si llegará tarde a propósito, sólo
para no tener la oportunidad de encontrarme solo en el salón de clases.
Porque realmente, ¿qué tenemos que decirnos el uno al otro? Salimos a
una increíble cita, volvimos a mi casa y compartimos un increíble beso.
Dios, sólo fue un beso. Pero ¿cuándo fueron así los besos? ¿Tan crudos,
salvajes y apasionados? Pienso en la forma en que se subió a mi regazo,
meciendo su coño contra mi polla. Entonces, las cosas se intensificaron
rápidamente a partir de ahí, hasta que bajé sus vaqueros y sus bragas
para enterrar mi rostro entre sus muslos ¿y cuándo Poppy se vino en mi
boca?

Cristo.
Tengo que respirar hondo y volver a concentrarme para no
excitarme frente a un aula llena de estudiantes. Poppy fue tan perfecta,
tan suave y receptiva en mis brazos, haciendo los gritos de placer más
adorablemente sexys mientras la besaba y la tocaba. Pero entonces algo
cambió en ella y todo se detuvo.

Sé que en teoría lo nuestro no tiene sentido. Lo entiendo. Pero


estaba dispuesto a decir “a la mierda” y al menos intentar ver a dónde
iban las cosas. Pero aparentemente, ella no.

Sé que cuando la vea, tendré que fingir que no pasó nada entre
nosotros. Tendré que ser profesional y civilizado, no frío o insensible, de
ninguna manera que le haga pensar que me molestó lo que dijo o hizo
cuando me dejó en la estacada el sábado en la noche. Porque realmente
no estoy molesto por eso. El sexo debe ser auténtico, seguro y cómodo, y
si Poppy no está preparada para eso, esperaré. Lo que realmente me

Página 135
molesta es que esté cerrando cualquier remota posibilidad de que haya
un nosotros.

Pero también sé que no podemos seguir como hasta ahora. No


puedo darle sonrisas secretas ni jugar con ella frente a sus compañeros.
Ya ni siquiera puedo hacerlo en privado. Necesito ser el adulto aquí y
respetar sus deseos. Y su deseo, al menos, el que está dispuesta a decir
en voz alta, es nunca volver a verme en una situación romántica.

Tomo mi lugar en la parte delantera del aula, y cuando miro hacia


arriba, ahí está ella. Con su bolso colgado del hombro y vestida con un
suéter de gran tamaño y botas, Poppy se ve irresistible.

Se supone que haré una presentación sobre las pasantías, becas y


subvenciones disponibles para estos escritores estudiantes. En vez de eso,
mi cerebro está ocupado pensando en una estudiante en particular, la
chica exasperantemente perfecta que ni siquiera confía en sí misma para
mirarme a los ojos.

No puedo evitar fruncir el ceño mientras la veo encontrar un asiento


libre. Saca un cuaderno y un bolígrafo, preparándose para la presentación,
y nunca hace contacto visual. Ese solo hecho me hiere más que todo lo
demás.
Después de todo lo que compartimos, es como si Poppy estuviera
lista para borrarme de su memoria. Por mucho que quiera que las cosas
sean diferentes, estoy empezando a darme cuenta que quizás es hora de
seguir adelante.

Pero luego su mirada se posa en la mía, y soy muy consciente del


brillante rubor que colorea sus mejillas. Tengo cuidado de pasar por
delante de ella, concentrándome en una chica con las cejas pobladas unas
cuantas filas detrás de ella.

—Hola a todos. Algunos de ustedes ya me conocen como su asesor,


pero mi nombre es Zach Austin, y estamos aquí hoy para hablar de lo más
importante del mundo.

Miro alrededor de la habitación otra vez, estudiando los pantalones


de pijama de Bob Esponja de un estudiante antes de señalar al chico al

Página 136
que pertenecen.

—¿Cuál es tu nombre?

—Tad.

—Bien, Tad —digo—. ¿Cómo va tu semestre?

—Ocupado. —El chico se encoge de hombros.

—Ocupado —Asiento—. Correcto. Estoy seguro que ese es el caso


de todos ustedes. No soy idiota. Sé que la mayoría trabaja a tiempo
completo, algunos tienen familia y además van a clases por tres horas
para avanzar en su carrera —elogio—. Eso es mucho para cualquiera. Por
tengo malas noticias para ti. Sólo empeora a partir de aquí.

Mis palabras son recibidas en silencio y me siento en el escritorio


detrás de mí, apoyándome contra la tapa de madera. Señalando a la chica
detrás de Poppy, le digo:

—¿Has pensado en tu tesis?

La chica parpadea.
—Quiero decir, escribí sobre eso en mi declaración de intenciones
cuando hice la solicitud.

—Pero desde entonces, ¿qué has hecho al respecto?

—Bueno… —Mira a su alrededor—. He estado ocupada.

—Ah. Aquí es donde llegamos a la parte importante. Mira, no hago


esta pequeña reunión de graduados porque me guste ver sus sonrientes
rostros. Lo hago porque necesito que entiendan algo, sólo eso. Empeorara.
A. Partir. De. Aquí. Al igual que la mayoría de los estudios, la escuela de
postgrado se hace más difícil con el tiempo, por lo que ¿la pequeña idea
que tenías para una tesis cuando te postulaste para estudiar aquí? Tienes
que desarrollarla. Necesitas explorarla. Necesitas trabajar en ella cada vez
que tengas un momento libre porque los momentos libres serán muy
difíciles de conseguir. Y dos años no es tanto tiempo.

Página 137
Algunos de los estudiantes se miran unos a otros y Poppy mira su
cuaderno abierto con las mejillas todavía sonrojadas.

No lo hagas.

—Esta semana, los animo a todos a que profundicen en sus


proyectos de tesis y realmente averigüen lo que necesitan hacer para
tener éxito y cumplir con el horario propuesto. Hablen con sus asesores.
Aprendan a confiar en ellos. Tienen las mejores intenciones, de verdad.

Poppy garabatea algo en su cuaderno, pero yo sigo ignorándola, veo


a otra chica con cabello castaño y manchas rojas en su rostro. Ella levanta
la mano y la señalo.

—¿Sí?

—¿Puedes repasar los puntos a considerar en la tesis?

Me giro hacia la pizarra, haciendo lo que me pide, apuntando las


partes más fundamentales del proyecto.

Cuando me giro nuevamente, la mano de Poppy está en el aire.


Mi corazón cae a mi estómago, pero la señalo de todos modos.

—¿Sí?

—¿El Simposio de Inglés en el campus cuenta para nuestra


presentación final?

—No —digo simplemente, y luego voy al otro lado de la


habitación—. Ahora, tengan en cuenta que el departamento ofrece
muchas becas y subvenciones para fomentar su aprendizaje. Les imploro
que investiguen y discutan sus opciones con su asesor. Si tienen cualquier
otra pregunta, también pueden pedirle ayuda a su asesor. Ellos son su
línea de vida aquí en el campus. Confíen en ellos.

Levanto las cejas.

Página 138
—¿Alguna otra pregunta?

Cuando la habitación se vuelve a quedar en silencio, digo:

—Genial, ahora salgan y aprovechen el día. Buena suerte con los


exámenes parciales. Buena suerte con los proyectos de tesis.

Camino de regreso a mi escritorio y agarro mi bolso rápidamente,


teniendo especial cuidado de no mirar atrás a los estudiantes
serpenteando y arrastrando los pies mientras subo las escaleras y salgo
corriendo hacia mi oficina. Si hubiera mirado atrás, estoy seguro que
hubiera encontrado la mirada de Poppy siguiéndome, con todas sus
preguntas tácitas colgando en el aire entre nosotros.

Pero hoy no va a ser sobre Poppy. No otra vez. Hoy es el primer día
del resto de mi vida y estoy decidido a seguir adelante, seguir mi propio
consejo y sumergirme en mi trabajo con todo el entusiasmo que eso
requiere para terminar finalmente mi manuscrito.

Tocan a mi puerta y levanto la vista para encontrar a Poppy en el


marco de la puerta abierta con su bolso colgado perezosamente sobre un
hombro.
Hoy su cabello está en una apretada cola de caballo y su suéter de
gran tamaño se desliza por un hombro, exponiendo su delicada piel.

—¿Sí? —digo—. ¿En qué puedo ayudarte?

Se muerde el labio inferior y luego entra a mi oficina cerrando la


puerta detrás de ella.

—Esperaba que tuvieras unos minutos para hablar conmigo.

—¿Sobre qué? —Pregunto, intentando fingir indiferencia mientras


mi pulso late en mis oídos.

No puedo escapar de los recuerdos de moler su coño en mi rostro,


su aroma, cálido, femenino y dulce.

Página 139
Traga con fuerza y luego cae en el asiento frente a mi escritorio.

—Creo que estaría mejor con un nuevo asesor.

—¿Perdón? —Pregunto, levantando las cejas y fingiendo que no es


un inesperado golpe directo a mi garganta.

Mira a la esquina de la habitación y luego se obliga a mirar a mi


alrededor.

—Creo que debería conseguir un nuevo asesor. Acabas de hablar


mucho en la reunión sobre cómo tiene que haber una buena asociación
entre el asesor y el asesorado y cómo tu asesor es tu salvavidas y…

—Y no crees que pueda ser eso para ti —digo con voz fría.

Ella sacude la cabeza.

—No es eso. Eres un gran asesor y mejoraste mi trabajo, pero siento


que si seguimos así…

—¿No confías en que sea profesional? —Lo intento de nuevo.

—Mira, Zach…
—Poppy —digo, cruzando las manos sobre el escritorio frente a
mí—. No tienes nada de qué preocuparte. Lo más importante aquí es tu
trabajo. Puedes confiar en que respetaré tus límites y seguiré siendo
profesional. Pero, si sientes que hay otro miembro de la facultad que se
adapta mejor a tus necesidades, sin duda te invito a cambiar de asesor.

—Has sido de gran ayuda. Me siento… bueno, apenas me miraste


ahí dentro. —Señala hacia el pasillo—. A mí… no me gustó. O la forma en
que me hizo sentir.

—Creo que podrías estar leyendo entre líneas. Dale tiempo, y todo
volverá a la normalidad.

Ella asiente.

—Sí, está bien, tal vez. Sé que sueno voluble y sólo quiero…

Página 140
—Mira, esto es lo que dijiste que querías, Poppy. Lo estoy
intentando, pero tienes que darme un poco de libertad para adaptarme
¿de acuerdo?

—Sí. Sí, lo entiendo.

—Genial, ¿hay algo más con lo que necesites ayuda?

—No, creo que estoy bien.

Está claro que no lo está. Ninguno de los dos está bien, pero ¿qué
más queda por decir?

—Excelente. —Un momento de tensión pesa en el espacio entre


nosotros, luego endereza el bolso sobre su hombro y regresa a la puerta.

—Está bien, bueno, gracias por hablarlo conmigo.

—Cuando quieras, ¿para qué están los asesores?

Desaparece a través de la puerta, cerrándola detrás de ella para que


pueda recostar mi cabeza en mi escritorio y pensar en todas las formas
en que pude haberlo hecho mejor.
No sé cómo ser normal cerca de ella, no cuando incluso mi libido
me grita que la persiga, pero sé que tengo que seguir adelante...

Ya que mi cerebro está tan perdido con pensamientos de Poppy,


decido que una buena dosis de testosterona a la antigua me podría
ayudar. Es eso o perder mis jodidas canicas por un caso de bolas azules.

Uno de mis mejores amigos de la universidad, Brandon, siempre me


está molestando con salir con los chicos de su equipo de bolos, y siempre
me he negado categóricamente. Pero a principios de esta semana, le envié

Página 141
un mensaje para averiguar si la oferta seguía en pie. Por supuesto, me
contestó y así es como ahora me encuentro entrando a una destartalada
taberna a las nueve de la noche. Brandon dijo que su equipo viene aquí
después de sus partidos, por cerveza barata y alitas de pollo.

Es justo el tipo de actividad masculina que necesito para mantener


mi cabeza en orden.

—¡Hey! Ahí está. —Brandon se pone de pie cuando me ve al otro


lado de la barra y me hace señas para que me acerque a su mesa que está
cerca del bar—. No puedo creer que hayas venido —dice, señalando la silla
vacía a su lado—. Chicos, este es Zach.

—Hola. —Los saludo evasivamente—. ¿Ganaron esta noche?

Hay murmullos y algunas maldiciones entre la media docena de


hombres y eso, junto con las seis jarras de cerveza en la mesa, me da toda
la respuesta que necesito.

—Mejor suerte la próxima vez.

Brandon se encoge de hombros.


—Ignóralos. El equipo contra el que competimos esta noche era
notoriamente malo, así que pensamos que los teníamos en la bolsa.
Jugaron demasiado rápido y suelto. Estaremos de oro la semana que
viene.

Asiento, observo cuando se acerca la camarera.

—¿Otra cerveza o quieres pedir algo diferente?

—Sí, tráele una —dice Brandon.

—Y una ronda de tragos para la mesa. Algo fuerte. ¿Patrón? —


pregunto, entregándole mi tarjeta de crédito.

Ella asiente.

Página 142
—Enseguida.

—Gracias, amigo. No tenías que hacer eso —dice Brandon.

Me acomodo en la silla, me sirvo un vaso de cerveza y escucho


mientras mi amigo me informa de lo último. Brandon se casó
recientemente con su novia de la universidad, y están hablando de
intentar tener un bebé pronto.

—Santa mierda, hombre. Eso es enorme. Felicidades. —Le doy una


palmada en la espalda.

Él me da una sonrisa.

—Entonces, ¿qué pasa, hombre? Te he invitado a salir con nosotros


una docena de veces, ¿por qué ahora? ¿Por qué esta noche?

Esperaba evitar esa pregunta. Y pensé que podría hacerlo. Brandon


es divertido, pero no es la persona más perspicaz del mundo.

Bebo otro trago de mi cerveza, haciendo tiempo.

—Te diste cuenta de eso, ¿eh?


Me mira fijamente.

—No hace falta ser un científico para darse cuenta que algo pasa,
amigo.

Me encojo de hombros.

—Supongo que no.

Nuestros tragos son entregados, y los chicos levantan sus vasos,


brindando por la semana siguiente, entonces Brandon me mira de nuevo
por el borde de su vaso de cerveza.

—¿Has escrito algo últimamente? —Pregunta.

—He estado trabajando en algo, sí.

Página 143
Sacude la cabeza.

—No entiendo cómo haces eso.

—¿Qué? ¿Escribir un libro?

Asiente.

Me río.

—No es tan difícil como parece.

Se encoge de hombros.

—Las primeras páginas, tal vez, incluso un capítulo, claro, ¿pero un


libro entero? Está más allá de mí, hombre.

Considero su opinión. Es gracioso, porque cuando empecé a escribir


solía sentirme de la misma manera. Recuerdo el dolor de tener que
escribir mi primer trabajo de veinte páginas en la secundaria.

—Simplemente no te detengas —digo, como si eso pudiera aclararlo


todo.
Brandon sacude la cabeza.

—Si tú lo dices. Hey, gracias de nuevo por cuidar de Josh en esa


fiesta.

—Por supuesto.

Mi mente amablemente me recuerda que fue en esa fiesta, donde


tuve ese encuentro casual en el que conocí a Poppy por primera vez.

—¿Alguien especial en tu vida? —Pregunta Brandon—. Tengo que


decirte, la vida de casado es jodidamente increíble, hermano.

Me sonríe, y el deseo de darle un puñetazo en la mandíbula surge


de la nada. En su lugar, bebo un largo trago de mi cerveza.

Página 144
—Ni una jodida alma —digo.

Se ríe.

—Podría ser capaz de ayudarte ahí…


Capítulo catorce

—¡Boo!

Casi grito, saltando de nuevo a la acera, antes de darme cuenta que


el sonido proviene de una decoración automática en el escaparate de
Halloween de mi vecino. Dios, debo estar muy nerviosa.

Página 145
Normalmente no me asusta ver un fantasma de plástico barato,
pero desde la noche que fui a casa de Zach me siento nerviosa y ansiosa.
La noche que rechazaste a Zach, me recuerdo. He evitado estar a solas con
él después de esa noche, lo que resulta ser una hazaña más grande de lo
que esperaba. Tuve que hacer algunos movimientos ninja en el campus
para esquivarlo. Sé que estoy siendo infantil, pero he estado sintiendo una
mezcla de vergüenza y arrepentimiento; lo pasamos muy bien y luego me
asusté totalmente, y salí corriendo de ahí como una loca.

¿Quizás un gran gesto pueda arreglar las cosas? Pienso en qué haría
Zach si me vistiera de enfermera y me apareciera en su puerta. La semana
pasada hubiera dicho confiada que me metería adentro, me arrancaría el
disfraz y haría todas las cosas que he fantaseado que me haga, pero ahora
no me sorprendería si me cerrara la puerta en el rostro. Simplemente no
fui lo suficientemente valiente como para empezar algo, y no sólo porque
él es mi asesor, no fui lo suficientemente valiente como para empezar
otra relación. De todos modos, Zach se va. Igual, los chicos siempre me
dejan. Especialmente cuando descubren cuánto tiempo le dedico a
Connor.

Cuando entro por la puerta principal, mis pensamientos son


interrumpidos por Kody lanzando una bolsa de plástico en mi dirección.
Él y Jodee han estado cuidando a Connor mientras hacía un par de
recados. Atrapo la bolsa, dándole una mirada interrogativa.

—¿Qué es esto? —Pregunto.

—Es tu disfraz.

Kody lleva puesto un suéter a cuadros y vaqueros. Jodee entra a la


sala de estar desde la cocina con un vestido a cuadros y un delantal.

—¿Por qué están vestidos así? —Abro la bolsa y extraigo una pijama
rosa pálido y un sonajero de plástico para bebé.

—¿Qué demonios…? —Empiezo.

—Eres un bebé. —Kody sonríe.

Página 146
—Y nosotros somos tus padres —dice Jodee.

Kody me envió un mensaje de texto la semana pasada diciendo que


tenía una idea para nuestros disfraces y asumí que podía confiar en él
para que escogiera algo. Claramente estoy equivocada.

—¿Por qué tengo que ser el bebé? —Pregunto—. Tengo un bebé.

—Exactamente, eres la más calificada para ser un bebé ya que


criaste a uno —me contesta Kody.

Como si fuera una señal, Connor levanta la vista de los autos de


juguete con los que está jugando en el piso, haciendo pequeños zumbidos
con su boca para imitar el motor.

—Connor, ¿no crees que tu mamá se verá linda como un bebé para
Halloween? —Pregunta Kody. El rostro de Connor se arruga como si
tratara de imaginarlo antes de que estalle a carcajadas. Salta, corriendo
por toda la casa gritando:

—Mamá es un bebé, mamá es un bebé.


—Ahora nunca va a dejar de decir eso —le digo a Kody, pero no
puedo evitar reírme de lo ridículo que es todo esto.

—Créeme, es un gran disfraz —dice Kody, de pie y ajustándose sus


falsas gafas en el espejo—. Deberíamos darnos prisa o llegaremos tarde
al concurso.

Después de dejar a Connor en casa de mis padres para pasar la


noche nos dirigimos a Hog's Head, un bar popular para su fiesta anual de
Halloween. Al principio dude, no quería estar lejos de Connor toda la

Página 147
noche, pero mis padres prácticamente me forzaron a salir por la puerta.
Nunca esperé estar en un punto en el que mis padres de sesenta años me
dijeran que me buscara una vida, y creo que debería tomarlo como la
señal de que necesito salir más. Además, técnicamente, Halloween no es
hasta el domingo por la noche, así que no me perderé el truco o trato con
Connor.

Hog's Head está repleto de estudiantes y locales, todos ansiosos por


ganar el concurso de disfraces. El bar está decorado con telarañas y
arañas falsas, y están sirviendo una bebida especial de Halloween que se
llama “monster’s blood” Kody inspecciona la sala, evaluando las
posibilidades que tenemos de ganar el concurso.

—De acuerdo, creo que nuestro mayor desafío son ellos —dice,
señalando a un grupo de amigos vestidos como Kiss.

—Maldición, se ven realmente convincentes —dice Jodee, de


puntillas para tener una mejor visión.

—Todavía creo que podemos ganar —dice Kody con confianza.

Nos abrimos paso a través de la multitud, tratando de llegar al bar.


Tengo que agacharme para esquivar la guadaña plástica de alguien
para que no me pinchara el ojo, y cuando enderezo y miro hacia la barra,
mi corazón se detiene.

Zach.

Está en el bar hablando con alguien, pero entre la multitud no


puedo ver con quién. Por supuesto, no se disfrazó y se ve sexy sin
esfuerzo, como siempre, con vaqueros negros y una camiseta gris. Pienso
en irme en este momento. Lejos de él, lejos de esta loca atracción que me
marea. Pero no lo hago. En vez de eso, le echo otro vistazo.

Incluso ahora, al verlo, mi corazón se acelera y me lleva de vuelta a


ese beso en su casa. Desde esa noche, tengo continuos flashes, que
parecen estar totalmente fuera de mi control. Sólo pensarlo es suficiente
para que el corazón me palpite en el pecho. He estado tan excitada, que

Página 148
esa noche alejarme fue casi imposible. Pero hice lo correcto, ¿verdad?

Eso es lo que me digo. Pero el recuerdo de los labios de Zach en mi


cuello, sus manos aferrando mi cintura contra su regazo, donde me
retorcí y me mecí hasta que casi me vine vestida encima de él. Y después,
cuando citó a Shakespeare y me preguntó si podía follarme con los dedos.

Mierda. Sacudo la cabeza.

Tal vez debería decir algo, ir a aclarar las cosas ¿cómo podría
molestarse conmigo cuando llevo un disfraz de bebé?

Comienzo a luchar para abrirme paso hacia él y cuando la multitud


se separa por un segundo veo con quién está hablando.

Oh diablos, no.

Está con una mujer. Es alta, rubia y viste un leotardo negro que dice
Barbie, medias rosas con rayas negras hasta la rodilla y accesorios rosas.
Pongo los ojos en blanco, ¿en serio?

Estoy congelada en el lugar, hasta que la cita de Zach le susurra algo


al oído y se dirige al baño de mujeres.
Siento un nudo en el estómago y tengo que recordarme respirar.

El ruido de la multitud se silencia y todo se desvanece. Sin pensarlo,


me abro paso entre la multitud y camino hacia él. Incluso en mi estado no
puedo evitar comparar este momento con la noche en que nos conocimos,
yo caminé hacia Zach en medio de una sala llena de gente, excepto que
esta vez estoy enojada.

—Así que ¿estás follando Barbies ahora?

Zach se gira hacia mí, sobresaltado, y me mira de arriba abajo,


asimilando mi disfraz de bebé.

—Se llama Stacey. Y no, no me la he follado. —Se detiene con sus


ojos verdes fijos en los míos, haciendo que el latido de mi corazón se
acelere un poco más—. Realmente, ni siquiera la he besado.

Página 149
Me cruzo de brazos.

—Entonces, qué, ¿estás en una cita?

Él suspira, exasperado.

—Me dijiste que siguiera adelante, que no podemos estar juntos.,


¿qué se supone que tengo que hacer? ¿Esperarte? Fuiste muy clara, Poppy.
No importa cuánto te desee, si tú no me quieres de vuelta…

Se me llenan los ojos de lágrimas y trago con fuerza para evitar que
caigan. Respiro profundo, liberando toda la adrenalina que me causa el
hecho de confrontar a Zach en primer lugar.

—Tienes razón. —Mi voz se quiebra y no puedo mirarlo a los ojos—


. Lo siento.

Él frunce el ceño con frustración y sacude la cabeza.

—Yo también lo siento.


Me giro y me abro paso entre la multitud, sin esperar a oír si Zach
tiene algo más que decir, ¿qué más hay que decir? Fue egoísta de mi parte
rechazarlo y luego enfadarme porque está tratando de seguir adelante.

No esperaba que siguiera adelante tan rápido. A quién quería


engañar, Jason siguió adelante en menos tiempo del que a mí me llevaba
comer un rollo de sushi, así que ¿por qué esperar algo diferente de Zach?

Encuentro a Kody y Jodee al otro lado del bar. Sin decirles nada, le
hago señas al camarero.

—Tres chupitos de tequila —grito por encima del ruido. Kody y


Jodee se miran.

—¿Qué pasa? Parece que estás a punto de llorar —dice Jodee


preocupada.

Página 150
Señalo en dirección a Zach y Stacey, quien regresó del baño y está
batiendo sus pestañas a Zach y dándole miradas malhumoradas. Kody y
Jodee emiten un grito ahogado.

—¿Quién es esa? ¿Está en una cita?

Asiento miserablemente.

—Pero tiene razón, yo fui la que dijo que no quería que pasara nada
—digo con voz temblorosa.

Jodee me abraza.

—Lo siento, Poppy.

—Ni siquiera es linda —dice Kody, inclinándose para tener una


mejor vista.

Me obligo a sonreír.

—Gracias, chicos, pero está bien, vamos a divertirnos esta noche.


No quiero ser deprimente y arruinar la noche, especialmente
después de ver lo emocionado que está Kody por el concurso de disfraces.
Tampoco quiero que Zach vea a mis amigos observarlo a él y a su cita
desde el otro lado del bar.

Todavía me miran preocupados, así que levanto mi chupito de


tequila.

Parafraseando a F. Scott Fitzgerald, brindo por cada uno de mis


amigos:

—Demasiado de todo es malo, pero demasiado tequila es lo


correcto. Beban, amigos míos.

No parecen convencidos, pero continúan con mi brindis. Después


de beber los tragos, pido un vaso con “monster’s blood” que suena

Página 151
asqueroso, pero que realmente es ponche de fruta y vodka. Me siento un
poco menos desgraciada una vez el alcohol entra en acción, pero aún así
no puedo evitar mirar furtivamente a Zach y Stacey, quienes se ríen y
coquetean en la barra. Por supuesto que la están pasando bien. Zach es
dulce, divertido, sexy, un partidazo total. Un partidazo total que rechacé.
En serio, deja de lamentarte, me digo.

Todo lo que pasó fue mi elección y necesito aceptarlo. No hay


manera de que pueda seguir el ritmo de la escuela y criar a Connor si me
dejo llevar por Zach. Sin mencionar la complicación de que es mi asesor.
Es sólo que estar cerca de Zach, y las numerosas cantidades de alcohol
que estoy consumiendo esta noche, hacen increíblemente difícil recordar
qué hay de malo en esta situación.

Suspiro y me doy la vuelta para encontrar a mis amigos cuando me


choco directamente con Chad, un poeta alto y rubio que está en mi
programa, vestido como el Guasón de Batman.

—Hola, Poppy —dice, mirándome de arriba a abajo—. Eres un…

—Bebé —digo, encogiéndome de hombros. Acepto que mi traje me


hace la persona menos sexy del bar y me alegra que al menos estoy
cómoda.
Se ríe.

—Lo entiendo, es lindo. Así que, ¿qué te parece el programa hasta


ahora?

—Todo va muy bien. —Miento.

Seguimos hablando de la escuela y discutiendo los últimos poemas


que hemos estado escribiendo.

—¿Puedo invitarte a una copa? —Pregunta en una pausa de la


conversación.

Dudo. Chad y yo somos amigos, pero siempre he tenido la


sensación de que está enamorado de mí, y no quiero engañarlo. Miro a
Zach, que se está riendo por algo que Stacey acaba de decir.

Página 152
A la mierda.

—Claro —digo, volviendo a Chad con una sonrisa—. Eso suena


genial.

Después de beber otro trago de tequila con Chad, seguimos


hablando de la escuela. Trato de concentrarme en la conversación, pero
no puedo evitar que mi mente deambule. Ya no puedo ver a Zach y me
pregunto en qué andan él y la zorra Barbie. Después de unos minutos más
de intentarlo y no poder prestar atención a Chad, le digo que necesito
encontrar a mis amigos. Simplemente no estoy interesada en él, y se
estaba volviendo dolorosamente obvio.

—¿Podemos irnos? —Pregunto después de encontrar a Kody y Jodee


con el DJ. Tropiezo un poco al acercarme a ellos.

—Whoa, ¿cuánto bebiste? —Pregunta Jodee.

—Estoy bien —digo, haciéndole señas para que se aleje—. Pero en


serio, ¿podemos irnos?
—Cinco minutos más, por favor. —Suplica Kody—. Están a punto
de anunciar a los ganadores del concurso y estoy bastante seguro que
tenemos una oportunidad.

Suspiro, resignándome a esta noche de tortura, cuando un hombre


vestido de Frankenstein sube al escenario.

—Muy bien, amigos, es hora de seleccionar a los ganadores del


concurso. Todos los grupos al escenario primero.

Kody me agarra del brazo y me arrastra al escenario.

Jodee nos sigue y los tres nos paramos en el centro del escenario,
flanqueados por un grupo de chicos vestidos como un equipo de hockey
y un grupo de chicas vestidas como conejitas Playboy.

Página 153
Por mucho que me duela, mis ojos encuentran a Zach. Dejó de
hablar con Barbie y está ahí mirándome. Siento su mirada como si fueran
lametazos de fuego y estoy en llamas.

Después de hacer un gran espectáculo al abrir el sobre,


Frankenstein sonríe y grita cuatro nombres que no reconozco. El grupo
de Kiss se adelanta, chocando los cinco con la multitud. Al aceptar su
premio de pases de cine y certificados de pizza gratis, me bajo del
escenario y me dirijo a la salida, con mis amigos siguiéndome. Parece que
lo único que voy a ganar esta noche es una gran resaca.
Capítulo quince

Anoche fue brutal.

Sólo acepté salir con la compañera de trabajo de Brandon, Stacey,


en un momento de debilidad. Ella se mudó recientemente aquí y Brandon
me dio el discurso sobre lo difícil de ser nueva en un pueblo pequeño. Ella
fue muy amable, pero luego nos encontramos con Poppy, adorablemente

Página 154
vestida con un disfraz de bebé y estoy seguro que Stacey supo en ese
instante que no estaba tan soltero como le dije. Porque a pesar de no estar
con Poppy, ella es mi dueña. Tanto si quiero o no que lo sea. Ella me
hechizó y se niega a soltarme.

Dios, ¿y su desagrado por verme con otra mujer? Fue casi palpable.

Quiero arrodillarme y jurarle lealtad, y lo haría si pensara que eso


sirve de algo.

Pero hoy, todo lo que siento es tristeza. Me siento mal por Poppy.
Claramente, fue tan miserable como yo anoche. Yo fui mejor
escondiéndolo, pero sus emociones fueron tan claras como el día. Me
desea tanto como yo. Y no sólo la quiero para un polvo rápido, sino como
alguien en mi vida, alguien con quien pasar el tiempo riendo, escribiendo,
haciendo cosas mundanas como ir de compras.

Si no puedo estar con ella, al menos quiero continuar nuestro


tortuoso baile como amigos. Agarro mi teléfono y le envío un mensaje
para ver cómo está esta mañana.

«Hola campeona, ¿cómo te sientes esta mañana?»


Cuando salgo de la ducha y me visto, veo que ella ya contestó.

«Horrible, ¿me traes Tylenol? Prometo que te haré muchas galletas


con chispas de chocolate. Muchísimas. Por favor.»

Me río de su texto, pero entonces una ola de arrepentimiento se


apodera de mí y me siento aún más mal porque me doy cuenta que tiene
resaca por mi culpa. Si no hubiera llevado una cita y puesto a otra mujer
en su rostro, no se habría excedido ayer por la anoche.

«Por supuesto que lo haré. Dime tu dirección.»

Pasan unos segundos antes de que conteste.

«Realmente no tienes que hacerlo. Es mi culpa por beber


demasiado.»

Página 155
Niego.

«Voy para allá. No me hagas entrar a los archivos de los estudiantes


para saber dónde vives.»

Su respuesta es inmediata.

«No te atreverías.»

«Pruébame.»

Después de que Poppy cede y me envía un mensaje de texto con su


dirección, tomo mis llaves y mi billetera, salgo por la puerta y me dirijo a
la farmacia unos minutos después.

No fue la promesa de las galletas con chispas de chocolate lo que


me hace correr hacia ella, sino la oportunidad de ver a Poppy con la
guardia baja, lo que enciende todo tipo de cosas. Me pregunto si verme
con otra mujer hizo que Poppy repentinamente quisiera verme. O tal vez
necesita demasiado los analgésicos. Supongo que lo averiguaré.
Cuando llego, aparco en la calle frente a la casa victoriana que fue
dividida como la mayoría de las casas antiguas en esta calle. Las
dividieron en dúplex y apartamentos para estudiantes, cuando subo los
escalones de la casa grande, me doy cuenta de repente que Poppy nunca
mencionó un compañero de cuarto, este lugar parece demasiado grande
para una sola persona.

Mi mirada se detiene en la bicicleta roja para niños en el porche


delantero mientras Poppy abre la puerta principal. .

—Hola... —Empiezo, pero Poppy levanta una mano, señalando con


la mano la bolsa que tengo en la mano.

—Entra. Y gracias. Eres mi salvavidas.

La sigo adentro. Se dirige directamente a la cocina y saca una botella

Página 156
de agua de la nevera antes de abrir el envase de analgésicos y tragar un
par de pastillas.

—Tengo un gran dolor de cabeza y necesito ser un adulto hoy.


Gracias de nuevo.

Mi mirada deambula por su casa, mirando los juguetes esparcidos


en el suelo del salón, las fotos enmarcadas de ella con un niño pequeño.

Se parece tanto a ella. El cabello ondulado bañado por la luz del sol.
Los brillantes ojos curiosos. Los delicados pómulos y los carnosos labios.

Mi corazón late salvajemente.

—¿Poppy?

Ella respira profundamente.

—Hay algo que necesito decirte.

Asiento y la sigo mientras me lleva al sofá. Nos sentamos juntos, y


siento que todo lo que creo saber, todo entre nosotros está a punto de
cambiar.
—Siento mucho no haber dicho nada antes. Ese es Connor —dice
simplemente, asintiendo hacia la foto enmarcada que cuelga de la pared.

—Es un niño guapo.

Ante eso, sonríe, se acerca y me toca la mano.

—Siento haberlo mantenido en secreto. Nunca fue mi intención.


Pero yo… Me gusta cómo me siento a tu alrededor, como una mujer y no
sólo como una madre. Una estudiante normal. No quise ocultar ese lado
mío, pero…

Niego deteniéndola.

—Está bien. Hay cosas que yo tampoco te he dicho nunca. —Pienso


en mi última relación, que terminó en un puto desastre, y en el divorcio

Página 157
de mis padres, que ha influido en todas las relaciones que he tenido desde
entonces—. Empecemos de nuevo, ¿de acuerdo?

Respira profundo otra vez, y asiente.

—De acuerdo.

—¿Cuántos años tiene? —Pregunto.

—Siete.

—Así que lo tuviste…

Ella asiente.

—Finalizando la secundaria.

Guau. Todo el respeto y admiración que tengo por esta chica se


multiplica por diez. Todo lo que debe haber pasado, todos los sacrificios
que debe haber hecho.

—¿Tienes la custodia completa?


Ella vuelve a asentir.

—Mi novio del instituto se fue antes de que Connor naciera. He


estado haciendo esto por mi cuenta desde entonces.

—Pero saliste con alguien, estabas recién soltera esa noche que nos
conocimos en la fiesta.

Se coloca el cabello detrás de la oreja y se mueve.

—Salí con alguien, pero no por mucho tiempo. La mayoría de los


chicos no están de acuerdo con este lado de mi vida, e incluso si dicen
que lo están, con el tiempo, se vuelve demasiado.

—Ya veo. —No puedo evitar preguntarme si mi edad, mi madurez,


el hecho de ser dueño de una casa y tener una carrera estable es un

Página 158
atractivo para ella. O tal vez es sólo deseo. Aún así, me pregunto si desea
esa estabilidad para su hijo, ¿sólo ha salido con chicos de su edad? Tengo
casi treinta años y sé que los bebés y los niños son parte de mi futuro no
tan lejano. Al menos eso espero. Pero entonces me doy cuenta que actué
con tanta indiferencia, ante todo, diciéndole que me sentía atraído por
ella, pero nunca admitiendo que quiero algo real. Poppy sabe que quiero
follármela y darle placer, pero ¿sabe que también quiero más?

Los pasos al otro lado de la puerta nos hacen detenernos y mirar


hacia arriba.

—Mi mamá viene a dejar a Connor —dice Poppy poniéndose de pie.

Me levanto para estar a su lado.

—¿Es un mal momento, debo irme?

Ella sacude la cabeza.

Y ahí está él, el niño que se parece tanto a la chica de la que me


enamoré. Cabello oscuro y ojos curiosos marrones. Cuando Connor me
ve en la sala de estar, se detiene y frunce el ceño, mirándome fijamente
mientras permanece arraigado en el lugar.
—Connor, este es mi amigo Zach. Trabaja en la universidad —dice
Poppy.

El ceño fruncido de Connor se afloja.

—De acuerdo.

—Hola —digo—. ¿Estás listo para Halloween mañana?

Connor frunce el ceño nuevamente.

—Supongo que sí.

—Ven aquí, amigo —Poppy lo estimula—. Háblame de la abuela, ¿te


divertiste?

Página 159
Él asiente mientras se acerca a ella, pero todavía parece molesto por
algo. Rezo para que no sea por mi presencia. Ya tengo suficientes cosas
en mi contra con su preciosa madre.

Connor entra en el abrazo de su madre. Ella le da un apretón y le


da un beso en la frente.

—Dime, cariño —susurra ella.

Mi corazón se estremece un poco al verlos, todo esto es tan


inesperado.

—Mi diente está flojo, y Sullivan dijo que su papá le dejó cuatro
dólares cuando perdió un diente. Estaba debajo de la almohada. No tengo
papá, ¿cómo conseguiré el dinero por mi diente?

Poppy suspira, y empuja una mano a través de su cabello. Su boca


se abre, luego se cierra, pongo mi mano en su hombro.

—Tal vez pueda ayudarte, amigo —digo, agachándome para estar


más cerca de la altura de Connor.
Los ojos del pequeño se abren de par en par mientras me escucha
hablar. El chico es adorable. Me encanta la forma en que sus pestañas
descansan en sus mejillas, me recuerda la forma en que Poppy lo hace
cuando mira hacia abajo, perdida en sus pensamientos.

Y no puedo evitar darme cuenta de que Poppy mira con asombro


mientras hablo con él, explicando que yo también crecí sin mi padre.

—Sé que a veces apesta. Pero tu mamá trabaja muy duro para
asegurarse que tengas lo que necesitas. Y apuesto a que ella será la que
deje el dinero bajo tu almohada cuando pierdas tu diente.

Él lo piensa durante medio segundo con los ojos entrecerrados.

—¿Pero cuatro dólares? Eso es mucho dinero. El hada de los dientes


sólo le dejó a Eli una moneda de 25 centavos.

Página 160
Me río en voz baja. El chico tiene un tiempo difícil. Es un chico listo,
igual que su linda madre, aparentemente.

Extraigo mi billetera del bolsillo trasero.

—Te diré qué haremos. —Tomo cuatro billetes y los pongo en la


palma de su mano—. Considéralo un pago anticipado.

Con los ojos aún entrecerrados, Connor observa el dinero y luego


me mira de nuevo.

—Pero tú no eres mi padre.

Niego.

—No. No lo soy. Pero soy amigo de tu madre y sé cómo es crecer sin


tu padre en tu vida.

Ante esto, sus labios se presionan juntos como si estuviera


procesando esa información.
—Y tal vez, cuando seas un adulto como yo, puedas pagarlo y
ayudar a otro niño o niña algún día.

Satisfecho con esa respuesta, o simplemente satisfecho en general


con esos crujientes billetes en su mano, Connor me da un asentimiento
entusiasta.

—Está bien. Puedo hacerlo.

Empieza a alejarse cuando Poppy lo detiene.

—¿Qué le dices a Zach?

—Gracias. —Me sonríe, y luego se va corriendo, probablemente a


guardar el dinero en la alcancía antes de que su madre le diga lo contrario.

Página 161
—No tenías que hacer eso —dice Poppy, mirándome con cautela.

—Ya lo sé. Quería hacerlo. Me recuerda a ti. Un montón, en realidad.

Ante eso, ella finalmente sonríe, y todo está bien en el mundo.


Siento como si finalmente me hubiera ganado un pedazo de ella, ese
enorme pedazo de su vida que no tuvo el valor de compartir. De repente,
su vacilación en involucrarse tiene mucho sentido. No sólo está pensando
en ella misma. Tiene todo un futuro que proteger, otra pequeña persona
de la que es responsable. Pero ya tuvimos suficiente pesadez por el
momento. Decido aligerar el ambiente.

—Entonces, sobre esas galletas con chispas de chocolate...

Poppy se ríe un poco y pone los ojos en blanco.

—Primero, necesito comida.

Mi restaurante favorito tiene la mejor comida para la resaca, y


mejor aún, las mesas están cubiertas por enormes hojas de papel blanco
y con un gran tazón de crayones.

—Toma tus cosas. Conozco el lugar perfecto.


—Pero Connor... no puedo dejarlo solo… —Parece asustada, como
si yo fuera como todos los demás, como si no fuera consciente de que
Connor es parte del paquete. Curiosamente, nunca se me ocurrió pensar
en este pequeño niño como un inconveniente.

Él es una gran parte de la vida de Poppy que acabo de conocer, y sé


que el hecho de que Poppy me permitiera cruzar ese umbral y conocerlo
es un gran paso para ella y haré todo lo que esté a mí alcance para que
comprenda que estoy muy bien con ella y con Connor. Además, acabo de
añadir una fantasía MILF10 a mi creciente repertorio de material para
masturbarme después.

—Nunca esperé que lo dejaras aquí, Poppy. —Ante eso, voy a la


cocina.

No puedo esperar a ver si a Connor le gustan los panqueques con

Página 162
chispas de chocolate tanto como a mí.

Espero en la cocina mientras Poppy va por Connor a su habitación.


Su hogar está limpio y ordenado, se siente hogareño y lleno de vida. Hay
fotografías enmarcadas en las paredes, almohadas, otomanas mullidas y
manteles individuales en la mesa del comedor. Nunca me imaginé a Poppy
como madre, pero decido que me gusta muchísimo este lado de ella.

Cuando Poppy dobla la esquina para entrar a la cocina, tomo una


máscara de gas del mostrador y levanto las cejas.

Se ríe suavemente.

—Connor la compró para mi cumpleaños el año pasado en una


tienda de segunda mano. Odia que picar cebolla siempre me haga llorar.

—¿Funciona?

Ella sacude la cabeza.

10
MILF: es un acrónimo que viene de la frase en inglés: "Mom I'd Like to Fuck", frase que se puede
traducir como: "madre ue me gusta ía folla me.”
—Ni siquiera un poquito. Pero fue una idea dulce.

Dejo la máscara de gas sobre el mostrador.

—Es un buen chico, Poppy. Has hecho un muy buen trabajo.

Ella sonríe cálidamente, girándose para recibir a Connor que salió


de su habitación con sus zapatos y su chaqueta.

—Andando.

Página 163
Capítulo dieciséis

—Connor —grito mientras agarro mis llaves. Me acerco a su


habitación, donde acabo de ayudarlo a cerrar su chaqueta, esperando que
me siguiera a la cocina. Cuando entro a su habitación con temática de
astronautas, él está en la cama, claramente escondido debajo del edredón
de su nave espacial. Suprimo una risa. Puedo decir que está tratando de
no respirar.

Página 164
—Connor, tenemos que irnos —digo, caminando hacia la cama y
quitándole la manta. Sólo llevaba unos minutos en casa después de llegar
de la escuela cuando se lo dije.

Él frunce el ceño.

—No necesito ir al dentista. Mira… —Abre la boca de par en par,


revelando el espacio entre sus dientes delanteros donde se cayó otro
diente de leche.

Pongo mis manos en las caderas.

—Tienes que ir al dentista. Es sólo un chequeo. Quieren asegurarse


que tus dientes crezcan bien.

Gimo cuando lo levanto de la cama y lo pongo de pie.

—Será rápido, lo prometo. Vamos.

Después de dejar a Connor infelizmente en el asiento trasero de mi


auto, giro la llave de encendido, pero sólo hace un sonido perezoso. Lo
intento de nuevo, esperando que el motor encienda, pero sigue haciendo
el mismo sonido.
—Vamos —murmuro.

—¿Qué pasa? ¿No podemos ir? —Pregunta Connor esperanzado.

Lo intento una vez más y el auto lanza un fuerte sonido y muere.

Mierda.

Entre pagar la escuela y trabajar a tiempo parcial, las cuentas ya


están ajustadas. No necesito mirar mi cuenta bancaria para saber que no
puedo permitirme siquiera una pequeña reparación a mi auto. Pongo la
cabeza en el volante, tratando de recuperarme para que Connor no vea lo
molesta que estoy.

—Está bien, mamá —dice feliz—. Ahora podemos divertirnos en vez


de ir al dentista.

Página 165
Sonrío muy a mi pesar, levanto la cabeza del volante. Al menos uno
de nosotros se siente positivo al respecto.

Para su entusiasmo, llamo y cancelo la cita con el dentista de


Connor. Tendré que pensar en cómo manejar esta situación, pero hasta
entonces decido olvidarlo y centrarme en otras cosas. Con espíritu
optimista, decido usar mi tarde libre para trabajar en la escritura.

Llamo a mamá para ver si puede cuidar a Connor mientras voy al


campus el resto del día. Ella se retiró recientemente y aprovecha cualquier
oportunidad para salir de la casa, especialmente si eso implica pasar
tiempo con su nieto. En veinte minutos ya está frente a mi puerta.

—No puedo creerlo, ¿qué vas a hacer con tu auto? —Dice mi madre,
atravesando la puerta principal con su oscuro cabello recogido en un
moño en el cuello. Ella siempre ha sido enérgica, y cuando entra a una
habitación se siente como si el volumen hubiera subido de nivel. No estoy
lista para hablar de mi auto ya que todo el asunto sigue haciendo que me
dé vueltas la cabeza.

—Aún no lo sé. Ya se me ocurrirá algo —digo, con la esperanza de


que lo deje ahí.
Me observa fijamente mientras deja una bolsa en el mostrador y
comienza a descargar comestibles. Aunque le he dicho cientos de veces
que no necesito que nos traiga comida, no puede resistirse.

—No me mires así —digo con una sonrisa burlona. Ella tiende a
ponerse nerviosa por cada pequeña cosa, y aunque esto es algo
importante, sé que no ayudará si esta estresada por eso.

—Lo siento, Poppy, pero ya tienes muchas cosas que hacer. Sabes,
tu papá y yo podríamos ayudarte —dice mientras se sirve una taza de
café.

Sabía que esto iba a pasar. Ya hicieron mucho por Connor y por mí,
y odio pedirles más.

—Está bien, mamá, estaré bien. Me encargaré de esto. Siempre lo

Página 166
resuelvo, ¿no? —Ella frunce los labios con ansiedad. No hay forma de
convencerla en momentos como éste. En vez de discutir con ella, le doy
un abrazo rápido, le doy un beso de despedida a Connor y salgo corriendo
por la puerta para tomar el autobús para ir al campus.

Sólo estoy a media hora del campus, pero las constantes paradas y
recogidas de estudiantes hacen que sea un viaje de cuarenta y cinco
minutos. Me dirijo al edificio donde la mayoría de los estudiantes
graduados de escritura pasan el día, en el laboratorio de escritura. Cuando
alcanzo la manija de la puerta, se abre desde el otro lado y camino
directamente hacia Zach. Nuestros cuerpos chocan ligeramente uno
contra el otro, y yo extiendo la mano para evitar golpearlo. Mi mano
aterriza justo en su estómago, donde puedo sentir sus abdominales a
través del algodón de su camisa. Nuestros ojos se encuentran, y soy muy
consciente de lo cerca que están nuestros labios. Mis labios se abren, y
parpadeo rápidamente, el calor corre a través de mi cuerpo al estar tan
cerca de él. Rápidamente aparto la mano, esperando que no se haya dado
cuenta que la dejé unos segundos más de lo que realmente necesitaba.

—Poppy. —Sonríe con suficiencia—. ¿Estás apurada?


Contrólate, me digo. Tengo una “señora excitación” sólo por
tropezarme con el chico. Él sonríe como si supiera exactamente lo que
estoy pensando.

—¿Cómo va tu día? —Pregunta mientras se aparta, para que no


bloqueemos la entrada—. ¿Ya te recuperaste completamente de tu épica
resaca?

Me paso las manos por el cabello, respirando profundamente.


Realmente no quiero cargar a Zach con mis problemas, pero tampoco
puedo mentirle.

—He tenido mejores días. —Admito.

—¿Por qué? ¿Ocurrió algo? —El tono de Zach se muestra


repentinamente preocupado, y sus ojos verdes brillan con preocupación.

Página 167
—No, está bien, es sólo mi auto. No arranca. —Agito la mano en el
aire, fingiendo que no me estoy volviendo loca—. Lo resolveré.

—¿Cómo te transportarás?

No esperaba que se preocupara tanto por esto. Sorprendida, me


encojo de hombros.

—En autobús o Uber, supongo.

—¿Qué hay de Connor? —La preocupación se graba en su rostro—.


No me gusta la idea de que dependan del autobús. Además, cada vez hace
más frío. No puedes estar esperando el autobús con estas temperaturas.

No puedo evitar fruncir un poco el ceño. No me gusta que me señale


lo que ya sé.

—Gracias por preocuparte, pero puedo manejarlo.

Desconcertado por mi rechazo, continúa.


—Los Uber tampoco son exactamente seguros, ¿has visto esas
historias en las noticias?

—¿No me crees capaz de manejar a un conductor de Uber? —Sonrío,


tratando desesperadamente de mantener las cosas calmadas. Si bien es
agradable que él se preocupe tanto, estoy acostumbrada a ser tan
independiente que su reacción me hace sentir incómoda.

—Vamos, Poppy, lo digo en serio.

Suspiro. Claramente, él no va a dejar pasar esto.

—Lo siento, sólo es una situación difícil. Estoy corta de dinero ahora
mismo, así que no puedo permitirme una reparación. Pero en serio, el
autobús está bien.

Página 168
Cuando eres una madre joven y soltera, pasas por muchos
momentos difíciles. Incluso si esto significa comer ramen durante una
semana y vender mi sofá, tengo la intención de resolver esto por mi
cuenta.

—En serio, es dulce que te preocupes. —Sonrío, tratando de


tranquilizarlo—. Pero no tienes que preocuparte por eso.

Sus ojos verdes aún irradian preocupación y su mandíbula se


tensiona con la ansiedad. Dios, incluso el estrés hace que se vea bien.
Trago, tratando de no mirarlo demasiado. ¿Cómo es posible que, incluso
después de un terrible día, verlo aún hace que mi corazón se acelere?

Señalo hacia adentro.

—Probablemente debería ir a trabajar, nos vemos por ahí.

Lo dejo parado con incertidumbre junto a la puerta. Siento su


mirada en mí cuando entro, pero no de la forma en que habitualmente me
mira, en la que prácticamente siento que me desviste con los ojos. No
esperé una reacción como esa; Él realmente está preocupado por Connor
y por mí. Aunque no necesito que se preocupe por mí, tengo que admitir
que me conmueve su reacción.
Después de un largo viaje en autobús a casa, no quiero nada más
que quitarme el sudor y desmayarme en el sofá con una tina de helado
del tamaño de mi cabeza. Al acercarme a mi dúplex, veo una camioneta
estacionada detrás del Honda de mi madre. Cuando llego al camino de
entrada, leo "Reparación de automóviles Mike" a un lado de la camioneta.
Entonces noto que unas piernas sobresalen de debajo de mi auto.

—¿Hola? —Digo en voz alta.

Las piernas se mueven, y un hombre sale rodando. Parece de unos


treinta años, tiene el cabello rojo y corto.

Página 169
—Hola. —Sonríe—. ¿Eres Poppy?

Asiento, aún insegura con lo que está pasando.

—No te ofendas, pero ¿quién eres y por qué estás debajo de mi


auto?

—Mike. —Señala su camioneta. Luego se gira para mirar mi auto—.


Tuve que reemplazar el carburador. Y las pastillas de los frenos tampoco
se ven muy bien, así que las arreglaré. Estaré fuera de tu vista pronto.

Sonríe, como si el hecho de que apareciera en mi camino de entrada


y empezara a arreglar mi auto sin mi permiso fuera totalmente normal.
Creyendo que mi madre lo llamó, le doy las gracias y entro a casa sin
avisar. Ella sabe que no me gusta cuando se involucra sin preguntarme
primero.

—Mamá —grito mientras me dirijo a la sala de estar—. ¿Por qué


llamaste a…?

—¿Quién es Zach? —Interrumpe desde el suelo, donde está jugando


Legos con Connor.
—¿Cómo sabes de…? —Me callo. ¿Qué demonios está pasando? No
puedo estar más confundida—. Es mi asesor, ¿por qué?

Ella se encoge de hombros, con una sonrisa de complicidad


creciendo en su rostro.

—Debes ser una buena estudiante como para que él llamara a un


mecánico por ti.

—Zach es mi amigo —dice Connor, sin quitar los ojos de su edificio


Lego—. Nos llevó a comer panqueques.

—¿En serio? —Pregunta mi madre con inocencia, con una sonrisa


aún más amplia. Ella siempre está tratando de hacerme salir a pesar de
que frecuentemente le digo que no tengo tiempo.

Página 170
—Qué buen asesor. —Me guiña un ojo, haciendo comillas con sus
dedos cuando dice asesor.

Ahora no es el momento de entrar a explicar mi relación con Zach,


especialmente porque ni siquiera yo misma la entiendo. Queriendo
respuestas, los dejo en la sala de estar y vuelvo a salir, Mike se está
limpiando las manos con una toalla grasienta.

—Entonces, ¿Zach te contrató? —Pregunto, tratando de mantener la


voz tranquila. Le dije que me encargaría yo misma, ¿por qué llamó a un
mecánico por mí?—. Lo siento, pero no puedo pagar…

Mike me interrumpe, levantando las manos.

—No te preocupes por el pago. Soy un viejo amigo de Zach, y le debo


una. Probablemente más de una, en realidad. —Se ríe.

Me quedo boquiabierta mientras Mike carga las herramientas en su


camioneta.

—Tendré que volver cuando tenga las piezas correctas. Estoy libre
por la mañana, si eso funciona.
Asiento, todavía aturdida. ¿Zach hizo todo esto? Mike sube a su
camioneta, luego vacila antes de cerrar la puerta. Me sonríe de nuevo. —
Debes gustarle mucho.

Sonrío, sin saber qué decir, mientras él cierra la puerta.

Mientras observo como Mike se va en su camioneta, todavía siento


un ligero matiz de molestia porque Zach había interferido en mi vida. No
quiero que piense que no puedo cuidarme, o que necesito a alguien que
me salve. Perdida en mis pensamientos, vuelvo a entrar a la sala de estar
y me siento en el sofá, distraída viendo jugar a Connor.

—¿Por qué estás tan malhumorada? —Pregunta mamá—. ¿No estás


contenta con tu auto?

Levanto la vista, sin darme cuenta que fui tan obvia. Ella siempre ve

Página 171
a través de mis verdaderas emociones, no importa cuánto trate de
ocultarlas.

—Simplemente no necesitaba que interviniera. Lo estaba


solucionando.

—Cariño —dice suavemente, moviéndose para sentarse a mi lado


mientras coloca una mano en mi rodilla—. Está bien que necesites ayuda
a veces. Eso no te hace menos fuerte o menos capaz.

Puede que mi madre y yo seamos totalmente diferentes, pero ella


siempre sabe qué decir. Me da una última palmadita en la rodilla y se pone
de pie, dirigiéndose a la cocina donde puedo oler su famosa lasaña
horneada. Se gira antes de doblar la esquina.

—Y si es la mitad de guapo que dulce, diré que tienes que aferrarte


a éste.

—Mamá, vamos, sólo es mi asesor —digo sonriendo. Ella tiene


razón, no es lo peor del mundo obtener ayuda a veces, y aceptarlo es algo
con lo que he luchado por mucho tiempo.
Quiero demostrar que puedo ser la mejor madre para Connor y aún
así lograr todo lo que quiero en mi vida por mi cuenta. Sin embargo, es
agradable tener a alguien que se preocupa lo suficiente para hacer esto
por mí y por Connor.

Cuanto más aprendo de Zach, más me doy cuenta que, aunque su


boca sucia hace que parezca que sólo le importa una cosa, hay mucho
más en él que sólo sexo.

Es amable, cariñoso y considerado; una rara combinación, quizás


los chicos con los que he salido son una indicación. Estoy segura de que
ve algo de su propia madre en mis luchas, ya que creció con su madre, su
único apoyo paternal. Y me cuesta mucho ignorar lo que no he querido
admitir durante mucho tiempo. Me siento más que atraída por Zach,
realmente me estoy enamorando de él.

Página 172
Capítulo diecisiete

Estos últimos días, la escuela me tiene muy ocupado y no he visto


mucho a Poppy, a excepción de encontrarme con ella en el campus un par
de veces. Le envié un mensaje para hacerle saber que estaba por aquí si
necesitaba ayuda para prepararse para los exámenes parciales. Pero
después de ayudarla a reparar su auto y su mensaje de texto de
agradecimiento, parece que se retiró por algo de espacio, para pensar,

Página 173
sobre qué, no lo sé.

No tengo más remedio que dárselo, así que paso los últimos dos
días renovando mi habitación, empezando por lijar y teñir el piso de
madera y pintando las paredes de gris piedra. Me detengo a admirar mi
trabajo, me gusta el efecto final. El ribete blanco hace un marcado
contraste y las sábanas blancas y el edredón de plumas que tengo me
parece más elegante que antes en el espacio rediseñado.

Es tarde cuando guardo toda la pintura y los suministros en mi


garaje, ahora estoy saliendo de una ducha caliente cuando suena el timbre
de mi puerta. Es raro. Ciertamente no esperaba que nadie se presentara
un sábado sin avisar.

Corro a mi habitación, agarro unos vaqueros y una camiseta,


optando por ir sin ropa interior en mi apuro por llegar a la puerta
mientras el timbre suena por segunda vez.

—Ya voy —grito, abrochándome los vaqueros justo antes de abrir


la puerta.

Es Poppy.
Está vestida con unos leggings negros y uno de esos suéteres de
gran tamaño que parece amar.

Éste es color avena y la insinuación de un sostén rosa de encaje


debajo es suficiente para hacer que mi polla se mueva en mis pantalones.

La forma en que está parada en mi porche delantero, con una


expresión abierta, con las manos relajadas a los lados, no me revela nada.
Pero entonces, ella está aquí, ¿verdad? Tiene que significar algo.

—Entra.

Doy un paso atrás y Poppy me sigue.

—No tenías que hacer eso —dice, girándose hacia mí cuando


estamos en mi sala de estar, con sus ojos brillando con esa férrea

Página 174
determinación que amo. La energía que crepita entre nosotros es algo a
lo que me he vuelto adicto.

—¿Hacer qué?

—Arreglar mi auto.

Asiento.

—Soy muy consciente de eso. Quería hacerlo, Poppy. Sé que lo


habrías solucionado, pero, por una vez no quería que tuvieras que
hacerlo.

Ella se muerde el interior de la mejilla, pensando en lo que va a


decir a continuación.

—Así que… tú y Stacey… ¿cómo va todo?

Mira sus botas y me toma un segundo darme cuenta de quién está


hablando. La chica con la que me vio en el bar.

Me encojo de hombros.
—No sabría decirte. No he hablado con ella desde Halloween. Hay
alguien más de quien estoy colgado.

Los ojos de Poppy se elevan hacia los míos y sus labios se abren.

Dios, es hermosa. Sin maquillaje, sin todos los adornos y volados


de la sociedad de la moda que dice que las mujeres tienen que ser
glamurosas. Poppy sólo es ella. Labios carnosos que tiemblan cuando se
pone nerviosa y cejas que se fruncen desafiantemente si no le gusta algo
de lo que tengo que decir.

—¿Oh? —Pregunta, con esa bonita boca que forma cada palabra
mientras su brillo de labios me distrae por milésima vez.

Todo acerca de este momento se siente fortuito, como si


hubiéramos estado construyendo este momento exacto desde que nos

Página 175
conocimos en esa fiesta, una fiesta en la que nunca deberíamos haber
estado, algo tan fuera de lugar para los dos.

—Sí. —Me acerco. No tengo palabras. Ninguna. Cero. Me detengo


cuando estoy a centímetros de ella, y me quedo mirando esos ojos
deliciosamente expresivos.

Poppy, de entre todas las personas, merece todas las palabras


bonitas, todas las dulces frases susurradas que se me pasan por la cabeza
a todas horas, las que he garabateado en pedazos de papel y servilletas y
he dejado dentro de su bolso. Pero el tiempo de las palabras se acabó.
Levantando su barbilla con dos dedos, froto el pulgar por esos carnosos
y tentadores labios.

—Si me dices que pare, es mejor que lo digas en serio esta vez.

Poppy aspira con una fuerte inhalación, cierra los ojos brevemente
antes de arder sobre los míos una vez más.

—Primero, necesito saber tus intenciones.

Me podría haber reído. Podría haber caído ahí mismo en mi sala de


estar. Pero no hago ninguna de esas cosas.
Mis intenciones, ¿de eso se trata? ¿Por eso se mantuvo alejada? Mis
intenciones ciertamente no son follarla y seguir adelante, eso lo sé.

Aparentemente necesito hacer un mejor trabajo para comunicarme


con ella, necesito explicarle a Poppy exactamente cómo me siento y lo que
quiero puntualmente.

Pero joder, ¿qué quiero?

¿Estar con Poppy significa que Nueva York está descartado?

¿Y cómo me siento al respecto? ¿Realmente estoy de acuerdo con


quedarme en esta pequeña ciudad dormida, asesorando estudiantes para
que realicen sus sueños mientras yo estoy demasiado asustado para
realizar los míos?

Página 176
Respiro profunda y tranquilamente. No estoy seguro si me daré
cuenta de todo eso en los próximos minutos, pero no estoy dispuesto a
perder mi oportunidad con Poppy.

—Sé que eres increíble. Sé que me inspiras. —Le paso el pulgar por
el labio inferior otra vez—. Sé que te deseo.

Su mirada se oscurece y parece tan borracha de lujuria como yo.

—Pero ¿después de eso? No soy una chica de una noche, Zach…

—Lo sé, Poppy. Siempre lo he sabido. Quiero una oportunidad


contigo. Siempre la he querido.

No dice nada más. Pero no tiene que hacerlo. Se pone de puntillas,


tratando de cerrar la diferencia de altura entre nosotros y por muy
adorables que sean sus intentos, ya no esperaré más. Colocando mis
manos en su cintura, levanto a Poppy del suelo y la presiono contra mi
pecho. Nuestras bocas se estrellan mientras entrelaza sus piernas
alrededor de mis caderas, y mis manos se mueven a su trasero.
La sostengo ahí, contra mí, sosteniendo su peso, sintiendo sus
suaves senos presionados contra mi pecho, su lengua moviéndose con la
mía, los pequeños gemidos que hace cuando empujo experimentalmente
mis caderas para mostrarle lo que me hace.

—Zach. —La boca de Poppy se separa de la mía, sin aliento y


húmeda.

—Sí, hermosa, dime qué quieres.

Sus ojos están llenos de deseo, sus labios hinchados e inflamados


por mis besos. Por un momento, pensé que exigiría que la soltara y que
pondría fin a todo. Pero entonces, jadea una sola palabra que enciende
chispas en mis venas.

—A ti.

Página 177
Meciéndola arriba y abajo contra mi dura longitud, mi boca ataca la
suya otra vez. Todavía cargándola, me dirijo a mi dormitorio. Sin
molestarme en romper nuestro beso para mirar hacia dónde voy, me
golpeo contra la pared en el pasillo y Poppy ríe contra mi boca.

—Despacio, grandulón. Tenemos toda la noche.

Me aparto y encuentro sus ojos.

—¿La tenemos? Pero, ¿qué pasa con…?

Su sonrisa es inmediata.

—Bueno, no toda la noche, pero Connor fue a casa de mis padres a


cenar. Así que al menos tenemos unas horas.

Una vez adentro, en mi dormitorio, dejo a Poppy en el suelo. Me


alegra que el olor a pintura se haya disipado en su mayoría, y que todo
volviera a ser como se suponía que debía ser. Los ojos de Poppy
deambulan alrededor de la habitación, antes de descansar en mí una vez
más. Respira hondo, y luego sus dedos se acercan a mi cinturón, tirando
y exigiendo.
Mirando hacia abajo, observo como sus delgados dedos sueltan mi
cinturón y desabrocha el botón. Luego está metiendo las manos dentro de
mis vaqueros.

—Joder —gruño, pasando los dedos por mi cabello y descansando


las manos en mi cabeza.

—¿Dónde están sus calzoncillos, señor Austin? —Ella hace un


sonido de desaprobación en voz baja. Pero luego saca mi polla, ahora
completamente dura, y aspira bruscamente, el ruido de sorpresa muere
en su garganta—. Mierda Zach.

Una lenta sonrisa se dibuja en mis labios.

—¿Sí, Poppy?

Página 178
—Tu polla es realmente grande.

Paso un dedo lentamente por su mejilla, el orgullo y el calor en


duelo dentro de mi pecho.

—Hmm… Una chica tan inteligente como tú, una estudiante de


Literatura Inglesa nada menos, seguramente puedes pensar en un mejor
adjetivo que, ¿grande?

Estoy disfrutando demasiado esto. Pero mi pene no ha sido tocado


por nadie más que por mí en mucho tiempo, y ella no es cualquier
persona: es Poppy, con quien he fantaseado sin parar por semanas y
semanas. Ahora ella está aquí, en mi habitación, envolviendo con su
delicado puño mi grueso eje y me acaricia experimentalmente. El placer
invade cada célula de mi cuerpo.

—Es…Dios. Es tan caliente, Zach. Te deseo.

Sin decir una palabra más, Poppy se arrodilla en el piso de madera


que retoqué con tanto esfuerzo mientras trataba de no pensar en ella. En
el siguiente aliento, lleva esos sexys labios rosa brillante a la cabeza de
mi polla. Su lengua lame lánguidamente mi gruesa punta y los lados de mi
eje. Pensé que iba explotar en ese momento.
—¿Está bien esto? —Me mira a través de sus pestañas,
provocándome.

—Sí. Sí. Por favor. —Tomo su mejilla y Poppy abre más, la cabeza
de mi polla desaparece dentro de su cálida y húmeda boca.

—Joder esto se siente muy bien —gimo.

Mientras Poppy trabaja en mí, tanto con su boca como con las
manos, me concentro en tratar de no venirme en su pequeña y bonita
garganta.

Mi propia emperatriz, el fuego de mis entrañas.

—Tan bueno, tan… tan bueno, cariño.

Página 179
Poppy gime, llevándome más profundo.

Toda perversa y depravada fantasía que no me atreví a imaginar


estalla en una vida brillante.

Sabiendo que estoy a punto de perder el control, retiro a Poppy de


mi polla y la pongo de pie. Besando sus labios hinchados, trabajo en
quitarle hasta la última prenda de vestir hasta que queda desnuda frente
a mí.

Piel enrojecida, caderas bien formadas, tetas llenas con bonitos


pezones rosados. Ella es hermosa y se lo digo.

Ruborizada, se arrastra a mi cama y me espera mientras me quito


los vaqueros y la camiseta.

Cuando me acuesto encima de ella, finalmente entiendo lo que esos


poetas antiguos querían decir con oír las palomas llorar, los ángeles
cantar y toda esa mierda, porque joder…

El calor de su sedosa y desnuda piel presionada contra la mía es


suficiente para enviarme directamente sobre una rodilla.
Quiero que este momento nunca termine, que Poppy nunca se vaya
de mi cama, y las pocas horas preciosas que tenemos no serán suficientes.

Me pongo de lado y Poppy hace lo mismo, con nuestras manos y


bocas rehusándose a dejar el cuerpo del otro por mucho tiempo.

Me acaricia la polla con ambas manos, mientras yo juego con su


coño, aprendiendo lo que le gusta hasta que la hago venirse dos veces
frotando su clítoris.

—Condones —suspira—. Por favor, dime que tienes condones.

Quiero follarla, quiero enterrarme dentro de ella y nunca irme. Pero


las palabras de Poppy siguen sonando en mis oídos. Ella no es una de esas
chicas. Y antes de reclamarla, ella tiene razón. Necesito saber cuáles son
mis intenciones con esta hermosa madre soltera que irrumpió en mi vida

Página 180
y reclamó mi corazón.

Le doy un beso en la frente.

—Esta noche no. No quiero apresurarme.

Una sonrisa florece en sus labios justo antes de que se arrastre por
mi cuerpo y me empuje sobre mi espalda. Luego sus labios se cierran
sobre mí una vez más y nada más importa.

La dulce y pequeña Poppy Ellis, quien ha luchado contra esto a cada


paso del camino, me está chupando como si su vida dependiera de ello y
yo estoy perdido.
Capítulo dieciocho

Prácticamente salgo corriendo de la clase, poniéndome el abrigo y


la bufanda a medida que avanzo. La oficina de Zach está en el edificio, y
con nuestro historial sé que si permanezco aquí demasiado tiempo me
encontraré con él. Y como si lo hiciera a propósito, él sale de una oficina
al final del pasillo. Hago un giro brusco y corro por una esquina,
esperando que no me haya visto. Espero, escuchando sus pasos. Después

Página 181
de unos minutos de silencio, miro a la vuelta de la esquina; él se ha ido.
¿Qué diablos estoy haciendo? Yo soy una estudiante graduada y una
madre, y aquí estoy agachada detrás de una pared evitando a un chico.
¿Qué tiene de malo esta escena?

He estado evitando a Zach desde que fui a darle las gracias por
arreglar mi auto. Esa noche dejé que mis emociones, y mi libido, sacaran
lo mejor de mí. Nunca esperé sentir lo que siento por él, pero aún así no
veo cómo podemos estar juntos y me preocupa que le esté dando falsas
esperanzas. No debería haber dejado que las cosas llegaran tan lejos. Fue
un momento de debilidad; soy humana, ¿verdad? Desde entonces he
estado ignorando sus mensajes de texto, y estoy segura que mis
contradictorias señales no están bien.

El problema es que se va a mudar a Nueva York. Y aunque no lo


haga, no hay garantías de que podamos funcionar. Absolutamente
ninguna, así que estoy tratando de no enfocarme en eso.

Me dirijo hacia el Daily Grind, una acogedora cafetería cerca del


campus, donde quedé de reunirme con Kody y Jodee para estudiar.
Estamos a mitad de los exámenes y tengo que entregar un nuevo trabajo
al final de la semana.
—Hola, chica. —Kody me sonríe detrás de su portátil.

Jodee está encorvada, con su portátil abierto y con una enorme pila
de papeles al lado. Están sentados cerca de la puerta, y cada vez que se
abre, una ráfaga de aire frío entra haciendo que Jodee se estremezca
dramáticamente. Está tan concentrada que ni siquiera levantó la vista
cuando entré.

Dejo mis cosas sobre la mesa y agito una mano cerca del rostro de
Jodee.

—Oye, ¿estás bien? Podemos movernos a una mesa diferente.

Ella finalmente me nota sobresaltándose.

—Oh, lo siento, no, está bien. Solo tengo que leer todas estas

Página 182
historias que enviaron para la revista literaria. Y ni siquiera he empezado
a revisar mis propios poemas.

Casi olvido que Jodee es la Editora Asistente de la revista literaria


de la escuela, lo que significa que tiene que leer casi todos los cuentos y
poemas que les envían además de su propia carga académica.

—Sigo diciéndole que se romperá la espalda por estar encorvada así


todo el día. —Kody niega.

Le doy a Jodee una mirada comprensiva, pero ya está de vuelta en


su propio mundo. Decido que es mejor no volver a molestarla.

—¿Ya casi terminas tus poemas? —Le pregunto a Kody después de


pedir mi habitual café.

—Cerca. ¿Qué hay de ti?

—Apenas comienzo. —Suspiro. Entre llevar a Connor a la escuela,


la práctica de fútbol y el trabajo a medio tiempo, apenas tengo tiempo de
pensar en el trabajo de mi programa.
Me coloco los auriculares, seleccionando la ópera que me gusta
escuchar mientras escribo.

Realmente necesito concentrarme en la revisión, pero cada vez que


la puerta del Daily Grind se abre, la campana suena y me giro hacía allí
ansiosa. Sé que estoy siendo un poco ridícula, pero no me sorprendería
que Zach entrara aquí y no quiero que me sorprenda.

—¿Qué pasa contigo? Estás nerviosa —Pregunta Kody con la boca


llena de bagel de arándanos.

Dudo. Sé que si le digo que temo que Zach entre por esa puerta
sonaría un poco loca. Pero me ha visto en algunos momentos bastante
locos y nunca me ha juzgado.

Me encojo de hombros.

Página 183
—No es gran cosa, es sólo que no quiero encontrarme con Zach
ahora mismo.

—Típico. —Kody me mira dudoso—. ¿Puedes simplemente


follártelo para que podamos dejar de jugar estos juegos?

Siento que me ruborizo. No le he contado a ninguno de los dos lo


que pasó entre Zach y yo, sobre todo porque no sé qué siento al respecto.
Kody ve mi rostro y entrecierra los ojos.

—Espera, ¿ustedes dos finalmente fueron a “follalandia”?

Jodee levanta la vista de la historia en la que ha estado trabajando.

Arrugo la nariz.

—Asqueroso, y no. Pero hicimos…otras cosas.

—Dios mío —grita Kody, haciendo que la mayoría de las personas


que están en la cafetería se giren y nos miren fijamente.
Él y Jodee se sonríen el uno al otro tan excitados que espero que
choquen los cinco. Kody baja la voz—. ¿Así que tuviste una vista previa?
Eso es inteligente, siempre debes probar antes de comprar. —Aplaude—.
Este es el mejor día de mi vida.

Sonrío.

—Creo que necesitas reevaluar tus experiencias de vida si eso es


verdad.

—No cambies de tema. Entonces, ¿cuándo vas a cerrar el trato? —


Habla a mil por hora—. Espera, ¿por qué lo estás evitando? ¿Fue malo? —
Susurra la última frase, aparentemente horrorizado ante la perspectiva.

—De ninguna manera. —Jodee, interviene girándose hacia mí—. Es


demasiado perfecto. No estuvo mal, ¿verdad?

Página 184
Levanto las manos, tratando de frenarlos.

—No se preocupen. Fue… —Busco la palabra correcta—.


Asombroso.

Pero asombroso ni siquiera comienza a describirlo. Un cambio más


en mi vida se acerca. Mi piel se eriza con sólo hablar de eso.

—Pero sigue siendo mi asesor, y eso no cambiará muy pronto.


Siento que deberíamos haberlo pensado más antes de hacer algo físico.

—Chica, todo lo que haces es pensar. —Kody sacude la mano en el


aire como si así pudiera alejar mis preocupaciones—. Necesitas vivir tu
vida.

Jodee asiente seriamente.

—Sé que te dije que no lo hicieras antes, pero siento que realmente
los dos se gustan mucho.

Sonrío incómodamente. Tal vez tengan razón, pero la idea de tener


que escabullirse es agotadora.
Y ni siquiera quiero pensar en las consecuencias si nos atrapan.

Afortunadamente, tenemos tanto trabajo que hacer que no tenemos


tiempo de hablar más de mi relación con Zach. Después de varias horas
más y demasiados cafés, regreso a mi auto. Mientras busco mis llaves,
siento el suave papel del último poema que encontré en mi bolso.

Lo extraigo y lo leo, sonriendo. Nunca he sido una gran fanática de


los poemas de amor, pero hay algo diferente en ellos. Se sienten muy
personales.

Todavía no descubro quién los está dejando, a pesar de todos mis


esfuerzos. Dejo mi bolso desatendido en clase a propósito y observo por
el rabillo del ojo, pero nadie ha mordido el anzuelo. Si bien esto no es
exactamente una investigación al nivel de Sherlock Holmes, todavía no
entiendo cómo no me he dado cuenta quién los deja. Zach pasa por mi

Página 185
mente ¿podría ser él? Ciertamente ha tenido suficientes oportunidades a
solas conmigo para meter algo en mi bolso. Pero aún así, parece
imposible. Estos poemas son dulces y tiernos, lo que no es su estilo. Él es
grosero y directo; no hay forma de que poemas como estos puedan venir
de él.

Esta noche, la escuela de Connor ha organizado su baile de otoño.

El “baile” es principalmente una aleatoria variedad de juegos y


actividades con un DJ local tocando música desde una esquina. Connor
está especialmente entusiasmado con la exposición de los pasteles, tanto
que el año pasado tuve prácticamente que arrastrarlo lejos. Este año, ganó
en su tercer intento y eligió una bandeja de helados de brownies como su
premio. Aunque no me entusiasma especialmente que se llene de
brownies tan cerca de la hora de acostarse, estaba tan emocionado que
no pude decirle que no.
—Poppy —grita una voz desde el otro lado del salón. Es Sandra, la
madre del mejor amigo de Connor, Jordan.

Sonrío, saludándola. Siempre me gustó Sandra. A diferencia de


otros padres, ella nunca me juzgó por ser joven o madre soltera. Además,
ella siempre tiene tanta energía y una sonrisa en su rostro, lo que es una
visión de bienvenida entre una multitud de padres que no conozco.

—¿Cómo va la escuela? —Pregunta mientras Connor y Jordan


comparan sus premios—. ¿Conociste a alguien interesante ahí? —Me da
un pequeño guiño mientras dice interesante.

Me río incómoda.

—Es genial, me encanta el programa. Todo el mundo es muy amable.

Página 186
Por mucho que me guste Sandra, no hay forma de que le confiese
que no sólo estuve a punto de acostarme con mi asesor, sino he recibido
poemas de amor al azar de un poeta anónimo.

Continuamos poniéndonos al día mientras los chicos se involucran


en un bullicioso juego de Twister. No me había dado cuenta de lo
incómoda que estaba antes de que apareciera Sandra. Los otros padres
son amables, pero distantes. Creo que no están seguros de cómo
socializar con alguien que es mucho más joven que ellos y soltera. Cada
vez que asistimos a los eventos escolares, resulta dolorosamente obvio
que Connor es el único niño sin padre. Incluso los padres divorciados
parecen encontrar la manera de aparecer juntos. Cuando Connor era más
joven, me preguntaba por qué su padre nunca venía, pero después de
unos años se acostumbró. Aún así, sé que todavía tiene esos
pensamientos en su mente, y siempre siento un poco de culpa por ello.

Connor corre hacia mí y sujeta mi camisa. —Mamá, ¿me das


entradas para la exposición de los pasteles otra vez? ¿Por favor?

Miro a Sandra, y ella me da una sonrisa de complicidad. Jordan


quiere seguir jugando al Twister, así que acordamos volver a vernos más
tarde por la noche.
Mientras Connor me empuja hacia adelante, siento que mi teléfono
timbra en mi bolsillo. Me detengo cuando veo el identificador de llamadas.

Zach está llamando. Miro mi teléfono fijamente unos segundos,


demasiado nerviosa de hacer cualquier movimiento en caso de que de
alguna manera conteste su llamada. Normalmente sólo envía mensajes de
texto, pero debe estarse preguntado por qué he estado ignorando sus
mensajes.

No estoy lista para hablar de lo que pasó entre nosotros. Más que
eso, me preocupa que al estar a solas con él no sea capaz de ignorarlo
otra vez. Los recuerdos de esa noche me golpean en aleatorios destellos,
y el sólo pensamiento de eso envía una oleada de calor directamente a
mis partes femeninas y hace que mi corazón se acelere unos pocos
latidos. Prácticamente puedo venirme sólo con pensar en su lengua en mis
pezones, corriendo a lo largo de mi cuerpo y hacia abajo a mí…

Página 187
Contrólate, Poppy, estás rodeada de niños. Me obligo a dejar de pensar en
Zach y apago el teléfono, pero no sin antes darme cuenta que Connor vio
el nombre en la pantalla.

—¿Cuándo vendrá Zach de nuevo? —Pregunta, tirando de mi brazo


para que vuelva a caminar.

Mierda. Realmente necesito una estrategia de salida para manejar


esto.

—No estoy segura —digo cuidadosamente. No me di cuenta cuánto


le gustó a Connor estar con Zach después de un solo encuentro, y
definitivamente no quiero que mi hijo salga lastimado porque no puedo
controlarme cerca de Zach—. Estamos muy ocupados.

—La próxima vez que venga puede ayudarme a construir mi castillo


de Lego.

Me muerdo el labio, no sé qué decir. Tengo que admitir que la


imagen de Zach en el suelo con Connor construyendo un castillo de Lego
es bastante adorable.
—Veremos si tiene tiempo. —Le doy un apretón de manos a Connor,
preocupada de que haya causado un desastre aún mayor de lo que pensé.

En la multitud de familias felices, para ser honesta es difícil no


querer eso para Connor y para mí. Trato de ser madre y padre para él,
pero definitivamente sería bueno tener un modelo masculino positivo en
su vida. Zach es dulce y considerado, tiene una gran carrera, y es genial
con Connor.

Es demasiado fácil imaginarnos a los tres los fines de semana,


cocinando juntos el desayuno en la cocina o llevando a Connor a jugar al
parque. No sé lo que pasará entre Zach y yo, pero sé que lo mejor es que
lo averigüe rápido porque estoy más involucrada de lo que esperé.

Página 188
Capítulo diecinueve

Tus palabras son tu testimonio, y me he convertido en un creyente.

No creí que fuera posible, pero tu belleza interior sobrepasa a la


exterior.

A donde tú vayas, quiero seguirte.

Página 189
Arrugo el pedazo de papel y lo tiro a través de mi oficina donde
aterriza satisfactoriamente en la papelera. Mis palabras no son
suficientes. Nada es suficiente.

Una mágica noche en mis brazos no fue suficiente para persuadir a


la siempre cautelosa Poppy de que me diera una oportunidad real.
Pasamos unas perfectas horas en mi cama haciendo de todo menos el
amor, y ahora soy un creyente.

Hice la cosa más estúpida que se me ocurrió, me enamoré de ella,


una estudiante, una chica que dice haber renunciado a los chicos, y una
madre soltera. No sé nada acerca de criar niños, no sé nada acerca del
compromiso que conlleva salir con alguien que es madre, pero nada de
eso importa. Quiero intentarlo. Y estoy dispuesto a enfrentar las
consecuencias que la universidad pueda tener en mi contra. ¿Pero lo está
Poppy?

Arranco una hoja de papel nueva, respiro hondo y vuelvo a


intentarlo.
Poppy:

Tienes miedo, y yo también, pero no temo intentarlo. Me dijiste todas


las razones por las cuales estamos mal el uno para el otro. Pero déjame
decirte algunas de las razones por las que seríamos perfectos juntos.

Siento más por ti en las últimas semanas que por nadie en años.
Dijiste que buscabas alguien inteligente, alguien gracioso. También dijiste
que preferías que esa persona tuviera vagina, pero seamos honestos,
Poppy. Me chupaste la polla como si fuera un helado el 4 de julio.

Los obstáculos que has enfrentado y superado sólo te hacen más


bella a mis ojos. Adoro a Connor y aunque me tomaría las cosas con calma,
me encantaría ser parte de su vida también.

Me enamoré completamente de ti. Está mal, lo sé. Soy tú asesor, tú

Página 190
eres una estudiante. Pero no podría vivir conmigo mismo si no sacara mi
verdad a la luz y al menos lo intentara.

Y si eso no es suficiente, prometo que siempre estarás primero y que


cortaré la cebolla. Por siempre y para siempre.

¿Qué me dices? ¿Serás mía?

xo, Zach

Miro fijamente las palabras en la hoja. Son honestas, crudas. Quedo


al descubierto, y no tengo ni idea cuál será la respuesta de Poppy, pero
no podría vivir conmigo mismo si nunca lo intentara.

Doblo la nota en tres partes, la deslizo en un sobre y la sello,


garabateando rápidamente el nombre de Poppy en el exterior.
Luego reviso mi calendario y me muerdo el labio mientras evalúo si
tengo suficiente tiempo para entregar la carta en su casa durante mi hora
de almuerzo.

A la mierda.

Probablemente llegue unos minutos tarde. Poppy vale la pena. Ella


lo vale todo.

Cuando llego a la oficina, sólo tengo tiempo de beber una taza de


café y comer un bagel rancio de la sala de profesores, pero no importa.
Mi apetito desapareció. No fui lo suficientemente valiente como para tocar
el timbre de su puerta y entregar la carta yo mismo, así que, aunque su
auto estaba estacionado en el camino, metí el sobre en su buzón y me fui
a toda prisa, como un patético adolescente con un enamoramiento no

Página 191
correspondido. Pero la verdad es que no fui lo suficientemente valiente
para verla leyéndola, no fui lo suficientemente valiente para ser
rechazado.

Bebo un sorbo de café y trato de concentrarme en el trabajo. Un


repentino golpe en mi puerta hace que mi estómago se anude con
nerviosismo. ¿Será Poppy?

Me levanto y abro la puerta.

—Hola, Sr. Austin. —El chico friki que siempre usa pantalones de
pijama me sonríe.

—Hola, Tad. ¿Qué pasa?

Traga, parece nervioso. Nunca ha venido a verme durante las horas


de mi oficina, y me pregunto qué tiene en mente. Sea lo que sea, tal vez
sea una buena distracción para lo que hay en la mía.

—Esperaba que pudieras ver mi trabajo para la Dra. Chan. Mirar si


está a la altura de sus estándares.
—Claro que sí. Entra. —Me hago a un lado, regreso a mi escritorio y
espero mientras saca el ensayo de una sola página a doble espacio que
escribió.

Mientras leo su trabajo, Tad juega en su teléfono. No entiendo la


fascinación de los jóvenes por sus teléfonos. Como si no pudieran pasar
tres segundos sin tener la maldita cosa. Me doy cuenta que Poppy nunca
ha hecho eso. Nunca la he visto ocupar un tranquilo momento mirando la
pantalla. Es una cosa más que me gusta de ella.

Termino de leer y tomo un bolígrafo rojo.

—¿Puedo? —Le pregunto.

Tad asiente y vuelve a meter su teléfono en el bolsillo.

Página 192
—Para empezar, esta frase inicial debería ser más fuerte. Necesita
un gancho. Necesitas darle al lector una razón para preocuparse, un
fuerte impulso para seguir leyendo.

Él asiente, frunciendo el ceño.

Reelaboro su primera línea, y Tad asiente con entusiasmo.

—Wow. Gracias.

Sigo repasando mis comentarios sobre cómo mejorar la pieza y


estoy a punto de terminar cuando alguien llama a mi puerta.

Tad agarra la hoja y se pone de pie.

—Creo que puedo encargarme desde aquí. Gracias de nuevo. Ahora


entiendo por qué Poppy dijo cosas tan buenas de ti.

Sonrío, yendo hacia la puerta.

—¿Poppy lo hizo?

Asiente.
—Sí, un montón de veces, en realidad.

La esperanza florece en mi pecho, y mientras abro la puerta de mi


oficina, de alguna manera, ya sé quién estará ahí.

Ella está aquí.

Tad sale, girando de lado para esquivarla.

Si sospecha algo, no lo demuestra. Y segundos después, se ha ido,


desapareciendo por el pasillo y dejando a la chica de la que me enamoré
a sólo un brazo de distancia.

Cuando miro a Poppy, veo por primera vez que tiene lágrimas sin
derramar en sus ojos.

Página 193
—Fuiste tú —susurra.

Los poemas. Debe haber reconocido mi letra. Asiento.

—Sabía que eras tú. —Una sola lágrima rueda por su mejilla, y tomo
su mano, tirando de ella adentro de mi oficina y cierro la puerta detrás
de nosotros.

—Pero no entiendo, ¿qué hay de Nueva York? —Pregunta, con los


ojos bien abiertos y pegados a los míos.

—A la mierda Nueva York, Poppy.

—¿Cómo que a la mierda Nueva York? Es tu sueño. No dejaré que


renuncies a eso por mí.

Niego, tratando de poner mis pensamientos en orden.


—Pensé que necesitaba un cambio de escenario, pensé que tenía que
ir a algún lugar para dejar atrás este bloqueo de escritor. Resulta que
estaba buscando inspiración en el lugar equivocado, o escribiendo el
maldito libro equivocado por completo. Mi proyecto de ficción no
avanzaba por mucho que tratara de forzarlo. Entonces me di cuenta por
qué. Nada entre nosotros es ficción, Poppy. Nada ha sido falso. Desde el
primer momento que me pediste que fuera tu cita falsa, ambos lo
supimos. Lo sentimos entonces. Te asusta, pero no puedes negarlo.
Tenemos una conexión. Es grande, es real y también me asusta, Poppy.

Su labio inferior tiembla, y respira profundamente.

—¿Qué estás diciendo, Zach? ¿Ya no quieres ir a Nueva York?

Niego.

Página 194
—Estos últimos días, empecé un nuevo manuscrito de no ficción. La
historia sobre nosotros, y está fluyendo como ninguna otra cosa lo ha
hecho antes. No necesito ir a Nueva York. No cuando mi musa está aquí.

—Nunca te pediría que hicieras eso —dice, sin aliento.

—No tienes que hacerlo. —Insisto en ello—. La única forma de que


me mude es si tú y Connor vienen conmigo, pero por ahora, me quedo
aquí.

Con lágrimas aún brillando en sus ojos, Poppy toma mi mano.

—Cuéntame sobre nuestra historia. ¿Hay un final feliz?

Me río y le aprieto las manos.

—Aún no llego a esa parte, pero sí, te prometo que lo habrá. Sin
embargo, hay mucho sexo, es ridículo. —Estoy bromeando, pero mis
palabras tienen el efecto deseado. Poppy levanta las cejas y deja salir una
suave risa.

—¿Así es, Sr. Austin?


Mi boca captura la suya en un beso ardiente, y en cuestión de
segundos, la estoy levantando y dejándola en el borde de mi escritorio
donde puedo adorar su boca con la mía. Muerdo su labio inferior, separa
los labios concediéndome la entrada que necesito.

Dedos tiran de botones y cinturones y nuestros besos se vuelven


frenéticos. Pero después de unos minutos, la realidad de nuestro entorno
se estrella contra mí como una tonelada de ladrillos. Me inclino hacia
atrás y enderezo su suéter.

—Ven a casa conmigo, Poppy. Hazme el amor. Sé mía. —La miro a


los ojos con determinación. No puede rechazarme ahora. Ella no lo hará.
Puedo sentirlo.

Coloca una mano en mi cabello, donde sus dedos hicieron un


desastre.

Página 195
—¿Realmente prometes cortar toda la cebolla? Es una gran tarea.

—Quise decir cada palabra que escribí en esa carta.

Vuelve a presionar sus labios contra los míos.

—Tengo una conferencia más a la que debo asistir hoy. Luego debo
recoger a Connor de la escuela y lo llevaré a casa de mis padres a pasar
la noche.

—¿Toda la noche?

Ella asiente.

—Creo que necesitaremos algo de tiempo para resolver las cosas,


¿no crees?

Lo único que quiero averiguar esta noche es si le gusta rápido y


profundo o lento y tierno, pero asiento.

—Lo necesitaremos.
—¿Te veo a las seis? —Pregunta.

—Haré la cena. Nos vemos entonces.

Con un último casto beso, Poppy se va.

¿Por qué diablos dije que haría la cena? No es ningún secreto que
realmente no sé cocinar, excepto tirar un bistec a la parrilla o calentar
algo en el microondas.

Página 196
A las cinco en punto agarro mi teléfono, resignado a pedir pizza.
Pero entonces me doy cuenta que no sé lo que le gusta a Poppy en su
pizza, y realmente no quiero arruinar esta noche con algo tan mundano
como los ingredientes de pizza equivocados. Así que, en vez de eso, llamo
a la única persona que sé que me ayudará.

—¿Hola?

—Hola mamá.

—Hola cariño. ¿Qué está pasando?

—Poppy viene a cenar en una hora y no tengo idea qué hacer.

Mi madre emite un alegre chillido que hace que aleje el teléfono de


la oreja.

—Oh, hay tantas cosas maravillosas que podrías hacer. Puedo ir y


ayudar…

—No, mamá. Yo me encargo de esto. —Lo último que quiero que


Poppy encuentre cuando llegue aquí es a mi madre y a mí revolviendo
ollas y discutiendo.
Mamá murmura algo para sí misma.

—Bien. ¿Qué tienes en términos de ingredientes?

Abro la nevera, y después de examinar el inspirador contenido, abro


el congelador.

—Pechuga de pollo congelada y algo de queso. Y cerveza.

—¿Dijiste que estará ahí en una hora?

—Sí. —Mis tripas se tensan y por un segundo creo que estoy jodido.

—Te diré qué haremos. Acabo de hacer masa de pizza casera para
mi cena. ¿Y si te la llevo?

Página 197
Podría haberme reído de la ironía si no estuviera tan estresado.
Lejos de discutir con el plan del universo de que comamos pizza esta
noche.

—No sé qué le gusta en su pizza.

Mamá resopla.

—Lo tengo todo. Pepperoni, champiñones, espinacas, pesto,


aceitunas, lo que sea.

Mierda. Eso sería fantástico.

—¿Harías eso? ¿Y tú qué vas a comer?

—¿Por mi único hijo? Puedes apostar que sí. Y lo resolveré. No es


gran cosa, Zachary.

—Gracias mamá.

—Por supuesto, cariño. Estaré ahí en quince minutos para dejar


todo.
Después de colgar, tuve un momento en el que me sentí como un
imbécil por necesitar que mi madre me rescatara esta noche.

Pero luego ella llegó con la masa y los ingredientes, e incluso una
botella de vino tinto, y dejé ir todo eso.

Le doy un beso en la mejilla.

—Gracias mamá, esto es perfecto.

—Lo sé. —Mamá sonríe y sin ninguna fanfarria, se da la vuelta y se


dirige a su auto. Estaba un poco preocupado de que ella intentara abrirse
camino en mi cena con Poppy, y me siento aliviado al verla alejarse.

Pronto tengo dos desproporcionadas cortezas de pizza extendidas


en bandejas y el vino abierto, en reposo. Lo único que me queda por hacer

Página 198
es esperar.

No tengo idea qué camino tomará esta noche, ¿Poppy dirá que sí, a
esto, a mí? ¿O rechazará mi oferta y me dejará con el corazón roto?
Capítulo veinte

Levanto un par de bragas negras, mordiéndome el labio. He pasado


los últimos veinte minutos mirando en la ropa interior, tratando de elegir
el conjunto perfecto. He sido un excitado manojo de nervios toda la tarde,
mi corazón alterna entre saltar ligeramente y latir con fuerza cuando
pienso en lo que estoy a punto de hacer.

Página 199
Elijo una tanga negra de encaje con un sostén a juego y voy de
puntillas al baño. Antes, dejé a Connor en casa de mis padres, donde
pasará la noche. En vez de admitir que iría a acostarme con alguien, le
dije a mis padres que me encontraría con alguien de la escuela para
trabajar en la escritura y que probablemente llegaría tarde. Es casi cierto,
¿verdad?

Después de depilarme e hidratarme, me aplico cuidadosamente


delineador de ojos, rímel y labial color nude. Sonrío al espejo para
comprobar el efecto, y mi estómago revolotea. No puedo creer que vaya a
pasar la noche en casa de Zach. Es más que eso, no puedo creer que
realmente persiga la idea de estar con él. Sigo sonriendo mientras camino
de regreso al dormitorio para vestirme. Todavía estoy sorprendida de que
sea él quien dejó esos poemas, aunque supongo que debería haberlo
sabido. Es tan dulce y cariñoso, y bueno, su sucia boca es sólo una
pequeña parte de lo que es.

Me pongo medias y un vestido negro que me queda un poco más


ajustado de lo que normalmente me gusta. Me observo en el espejo,
acomodando mi oscuro cabello. Me pongo unas botas negras de tacón y
sonrío otra vez al espejo antes de dirigirme a la casa de Zach.
Mientras toco el timbre, mi corazón empieza a latir con fuerza. No
esperaba estar tan nerviosa, pero acostarme con el chico más sexy,
inteligente y cariñoso que conozco, ¿quien también es mi asesor de
postgrado? No soy exactamente virgen, pero este es territorio
inexplorado.

La puerta se abre de par en par y mi respiración queda atrapada en


mi pecho, la mezcla de nervios y emoción hace que la visión de Zach sea
aún más emocionante. Luce tan sexy como siempre, en vaqueros negros y
camisa a cuadros con botones. Su cabello está más desordenado de lo
normal, y no puedo evitar pensar en cómo pasaré las manos por él más
tarde. Trago al pensarlo, forzándolo a salir de mi cabeza.

—Hola —digo, mientras sonrío estúpidamente. Mi mente se siente

Página 200
en blanco. Estoy actuando como una adolescente a punto de recibir su
primer beso. Trago saliva y le sonrío, esperando que no note mis nervios.

—Hola —dice, sonriendo, pasándose una mano por el cabello—.


Adelante, entra.

Hace un gesto hacia adentro, pero parece menos atrevido de lo


habitual. ¿Es posible que Zach, el grosero y bocazas de Zach, esté tan
nervioso como yo?

Dejo mi bolso en el suelo y siento a Zach observándome desde la


puerta.

Cruza la habitación hacia mí y me ayuda a quitarme el abrigo antes


de colgarlo en el armario del pasillo. Cuando se gira para mirarme con mi
vestido, suelta un bajo gemido.

—Mierda. Te ves tan jodidamente sexy ahora mismo.

De repente, cruza la habitación, y toda la timidez se ha ido, me


acerca y me besa bruscamente. Me apoya contra la pared y separo los
labios sorprendida.
Por un momento me detengo antes de que mis instintos se hagan
cargo y desabotono su camisa, deslizo mis manos por su pecho y
estómago desnudo. No hay nadie aquí que nos pueda descubrir; puedo
ser tan audaz como nunca antes me he atrevido a ser.

Pero Zach tiene otra idea, agarra mis manos y las sujeta contra la
pared, presionando su cuerpo contra el mío para que sienta su erección a
través de sus vaqueros. Jadeo cuando besa mi cuello con brusquedad y
lucho por liberar mis manos para poder aferrarme a él, pero me mantiene
en mi lugar, haciendo que mi corazón se acelere.

Deja de besarme y me mira, con sus profundos ojos esmeralda,


brumosos de deseo, lo que me enciende aún más.

—¿Quieres que vaya más despacio? —Pregunta.

Página 201
—¿Y arruinar toda la diversión? —Digo, sintiéndome descarada.

Zach emite un sonido que está a medio camino entre un gruñido y


un rugido y, de cualquier manera, es el sonido más sexy que he
escuchado. Suelta mis manos, agarra mis caderas y me levanta en el aire.
Envuelvo las piernas en su cadera, y mientras nos lleva a su habitación
comienza a besarme el cuello y los hombros.

Una vez adentro, me arroja sobre la cama, quitándose la camisa por


completo, antes de centrar su atención en mí. Mirándome con adoración
y asombro, Zach levanta mi vestido sobre mi cabeza, y luego se arrodilla
frente a mí, como si fuera un altar y se dispusiera a adorarme. Quitando
cada bota y dejándola a un lado, Zach baja cuidadosamente mis medias,
arrastrando los dedos a lo largo de mis muslos a medida que avanza. Mi
piel se estremece con anticipación, y el calor se dispara a través de mí.
Cuando termina de quitar mis medias, se pone nuevamente de pie. La
habitación está completamente quieta y silenciosa, excepto por el latido
de mi corazón.

—¿Estás segura de esto? Necesito estar seguro de que esto es lo que


quieres. —Su voz es un gruñido bajo y sexy.
—Estoy segura. —Nunca he estado más segura de nada en toda mi
vida.

Zach se quita los vaqueros, revelando el contorno de su muy dura


polla a través de su bóxer. Si no estaba mojada antes, ahora estoy
empapada.

He soñado con su cuerpo, con ese apéndice en particular desde la


última vez que estuvimos juntos. Y esta noche, por fin lo tendré de todas
las formas con las que he fantaseado.

Se sube a la cama, arrastrándome más cerca de él. Arqueo la espalda


y gimo suavemente cuando siento que se frota contra mí. Poco a poco me
baja las bragas, arrastrando los dedos por mi cuerpo como lo hizo con las
medias, haciéndome retorcer de deseo. Cuando estoy completamente
desnuda, alcanzo sus bóxer, mis dedos tiemblan como si fuera una niña

Página 202
nerviosa que desenvuelve su regalo de Navidad demasiado pronto.

—Dios, me vuelves loco —gime mientras mis dedos rozan su piel


desnuda. Sigo tirando hasta que libero su polla, es perfecta, e incluso más
grande de lo que recuerdo.

Verlo me hace desearlo aún más, hace que mi deseo salte nuevas
alturas, y dejo salir una respiración temblorosa, lo agarro con la mano,
lista para sentirlo dentro de mí, pero Zach tiene otros planes.

—Date la vuelta. —Suspira.

Respiro pesadamente y mi pulso retumba fuerte en mis oídos, estoy


tan absorta en lo mucho que lo deseo que me lleva un momento registrar
lo que dice. Estoy tan necesitada de él que haré cualquier cosa que me
pida. Me doy la vuelta, esperando nerviosamente lo que planea hacerme.
Zach desliza las manos por mis caderas y me agarra el trasero con las
manos. Luego le da una fuerte palmada que me hace gritar. Vuelvo
aarquear la espalda, levantándola hacia él, y antes de que deje de picar,
vuelve a abofetear mi tierna carne. Me besa arriba y abajo por mi columna
vertebral, haciendo temblar mi cuerpo con cada nervio en alerta máxima.
Cada vez que me besa gimo y mi aliento sale en jadeos cortos. Se
toma su tiempo, acariciando mi piel, besando y mordisqueando todo lo
que puede alcanzar. Me siento adorada, como una diosa. Una diosa en
celo. Mientras se mueve para besar mis hombros, su mano se arrastra por
mi columna.

Mi corazón se acelera y gimo cuando desliza sus dedos en la


humedad entre mis piernas. Me frota de un lado a otro, tocando
suavemente mi clítoris.

Comienzo a gemir a medida que mezo mis caderas, hasta que me


doy cuenta que necesito sentirlo dentro de mí. Intento girarme, pero me
sujeta, y continúa frotándome, antes de deslizar sus ásperos dedos dentro
de mí.

—Zach —gimo.

Página 203
Mi corazón late fuera de mi pecho y siento que estoy a punto de
venirme. Justo cuando estoy a punto de perder el control, él retira la mano
y me coloca sobre mi espalda. Mientras me mira a los ojos, baja la mano
con la intención de tocarme nuevamente, pero antes de que lo haga, me
adelanto y agarro su erección. Se detiene, soltando un leve gemido.
Deslizo la mano arriba y abajo, lista para tomar el control lo guio hacia
mí y froto su polla en la humedad entre mis piernas.

—Joder, Poppy —murmura mientras muevo mis caderas—. Sé una


buena chica y déjame prepararte.

Trato de acercarlo, Zach sujeta mis manos, poniendo mis brazos


sobre mi cabeza como antes. Me besa el cuello otra vez, luego baja por mi
pecho, arremolina la lengua alrededor de mi pezón. Gimo arqueando la
espalda hacia él. Me mira fijamente cuando chupa mi pezón, haciéndome
gritar, y luego me muerde suavemente. Continúo gimiendo mientras se
mueve al pecho, aún inmovilizando mis manos en la cama, haciéndome
doler entre las piernas.

No puedo esperar más. Lo rodeo con mis piernas y acerco sus


caderas a las mías, con la esperanza de persuadirlo a que entre.
Me suelta las manos y se inclina para besarme. Mientras su lengua
se mueve dentro de mi boca, bailando con mi lengua, deja las manos en
mis pechos y frota ambos pezones a la vez. Deslizo las manos desde sus
brazos hasta su cabello, lo agarro en un puño mientras arqueo la espalda
y muerdo su labio. Mantengo las piernas envueltas a su alrededor, hasta
que frota la punta contra mi clítoris de nuevo, haciendo que el deseo me
recorra.

—Por favor, folláme. —Jadeo, es todo el ánimo que necesita. Se


sienta, se envaina rápidamente con un condón y agarra mis caderas con
ambas manos.

Entonces, es como si el tiempo se detuviera. Zach me da un suave


beso en la boca, y luego otro, antes de alejarse y mirarme a los ojos.

—¿Estás segura? Si cambiaste de opinión, si algo de esto no te

Página 204
parece bien, sólo di la palabra…

Niego.

—Te deseo. Siempre te he deseado.

El atisbo de una sonrisa se dibuja en su boca.

—Y yo a ti, cariño.

Colocándose entre mis piernas, Zach baja y siento su gruesa cabeza


empujando contra mis labios. Dejo escapar un largo suspiro, y
lentamente, muy lentamente, Zach se desliza dentro de mí, centímetro a
centímetro.

Grito, empujando mis caderas contra él.

Me detiene con su mano en mi cadera.

—Espera.

—Lo quiero. —Es enorme, pero aun así lo quiero completamente


dentro de mí.
— Y lo tendrás.

Gimo suavemente mientras continúa moviéndose


enloquecedoramente lento, empujándose suavemente adentro y afuera,
hundiéndose más profundo cada vez. Justo antes de que esté
completamente adentro, se retira por completo. Me acerco a él,
sorprendida por la repentina sensación de vacío.

—Tu coño se siente tan bien —susurra, y luego entra bruscamente


esta vez. Entierro las uñas en sus hombros mientras embiste más rápido
y más fuerte.

Su respiración sale en jadeos. Gimo ruidosamente, totalmente


consumida por el deseo. Cada nervio en mi cuerpo se siente electrificado
y casi no puedo respirar. Clavo las uñas con más fuerza en sus hombros
cuando mi mente se queda en blanco y finalmente me dejo ir, gritando en

Página 205
voz alta, mi cuerpo finalmente cede a todo lo que me he negado.

Deslizando una mano entre nosotros, Zach frota con cuidado,


haciendo círculos burlones sobre mi clítoris mientras sus golpes se
vuelven más firmes.

—Joder, eres... —No termina la frase, pero el gemido bajo que se le


escapa, y sus poderosas caderas embistiéndome me hacen perder la
cabeza.

Mis músculos se contraen, y me vengo ola tras enloquecedora ola


de placer que parece no tener fin.

Zach me folla lentamente, dejándome montar las deliciosas oleadas


de placer, baja la mirada observando donde su lujuriosa carne se mece
contra la mía.

—Tan sexy. Tan bueno.

—Tú también. —Jadeo, siendo finalmente capaz de formar


palabras.
No puedo evitar que mi cerebro se dé cuenta que Zach es todo un
hombre, lejos de ser un adolescente que no puede controlar su cuerpo.
Esperó que yo me viniera primero, antes de empezar a mover sus caderas
en serio, persiguiendo su propia liberación.

Finalmente, sé que está cerca cuando los músculos de sus hombros


se tensan y suelta un gemido satisfecho, vaciándose dentro de mí.

Zach no se mueve, aún está dentro de mí mientras continuamos


respirando pesadamente. Por un momento me mira a los ojos antes de
darme un beso en la frente y moverse de modo que ahora está acostado
a mi lado, examina su hombro donde enterré mis uñas.

—¿Vas a hacer esto siempre? Puede que tenga que usar


almohadillas. —Sonríe.

Página 206
Lo golpeo juguetonamente, sonriendo.

—No escuché ninguna queja.

Se gira de lado, apoyando la cabeza en su brazo, permitiéndome ver


todo ese músculo y tinta tan sexy.

—En serio, eso fue jodidamente increíble. —Empieza a dibujar


círculos en mi estómago con la otra mano, lo que me hace temblar. Trago
saliva. ¿Cómo es que ya me volví a poner caliente? —. Tal vez debería
acostarme con estudiantes más a menudo.

Resoplo.

—¿Estás tratando de conseguir más lesiones?

—Sólo si son tuyas. —Sonríe, quitándome el cabello del rostro.

Me besa y me acerco, así nuestros cuerpos están más juntos. Me


besa profundamente, y como si supiera que este es el momento perfecto
para arruinarlo, mi estómago suelta un fuerte gruñido. Se echa hacia atrás
y los dos empezamos a reírnos.
—Sé cómo va esto. —Zach ríe, se da la vuelta para levantarse de la
cama—. Será mejor que te traiga algo de comer lo antes posible.

Me quedo en la cama, observándolo mientras se pone de pie y se


estira, me siento aliviada de que no haya incomodidad post-sexual entre
nosotros. Todavía estoy procesando que finalmente tuve sexo con Zach,
y fue incluso mejor de lo que pude haber imaginado. Él se gira hacia mí y
se da cuenta que lo estoy mirando fijamente, y por una vez no desvío la
mirada hacia otro lado. Sonríe, se inclina y me besa, y luego me da una
ligera palmada en el trasero.

—Necesito alimentarte. Necesitarás energías para lo que tengo


planeado después.

Sonrío, saliendo de la cama. No queriendo ponerme todo mi


atuendo de nuevo, tomo prestada una camiseta de gran tamaño con el

Página 207
logo de nuestra universidad y un par de pantalones cortos de Zach.
Cuando entro a la cocina, él está sacando los ingredientes de la nevera,
cuando se gira y me ve, deja escapar un silbido.

—Nunca hubiera imaginado que ese atuendo podría ser tan sexy,
pero tú lo logras.

Me río, y me acerco a la barra para examinar lo que está haciendo.


Hay masa de pizza casera y todos los ingredientes colocados en ahí.

—¿Te gusta la pizza? —Pregunta.

Asiento.

—Me encanta. En realidad es perfecto. Connor y yo pedimos pizza


todos los viernes por la noche. Pero hacerlas parece aún más divertido.

Zach asiente, dándome un frasco de salsa.

—Los tres podríamos hacerlo juntos alguna vez.

Me gusta la idea, pero no quiero adelantarme.


Nos ocupamos de cubrir nuestras masas con salsa de tomate y
varios ingredientes. Después de ajustar el temporizador del horno, nos
retiramos a la sala de estar con vasos de vino tinto en la mano.

Cuando la pizza está lista, comemos tranquilamente, sentados en


la mesa de la cocina uno frente al otro. Charlamos mientras comemos, y
parece tan natural estar así con él, que me pregunto cómo luché contra
esto tanto tiempo.

—¿Hay algo en lo que no seas bueno? —Pregunto, llevando nuestros


platos al fregadero cuando terminamos.

—¿Autocontrol? —Pregunta, acercándome cuando camino hacia la


mesa. Se inclina para besarme, pero extiendo una mano para detenerlo.

Reuniendo coraje, tiro del cordón de los pantalones cortos,

Página 208
dejándolos caer al suelo y luego me quito la camiseta, quedándome
desnuda frente a él. Sus ojos viajan a lo largo de mi cuerpo y me
estremezco como si realmente me hubiera tocado, siento que mis
pezones se endurecen y el calor se dispara entre mis piernas ante la
expresión de deseo en su rostro. Me siento a horcajadas sobre él en su
silla y me inclino para besarlo. Levanta una mano para agarrar mi pecho,
pero lo detengo, empujando su mano hacia abajo.

—Todavía no. —Sonrío. Escucho su respiración cada vez más


pesada cuando beso su cuello, luego le quito la camisa y la dejo caer al
suelo. Me inclino hacia abajo, pasando mi lengua a lo largo de su pecho y
a través de su pezón. Inhala, levanta una mano para enredarla en mi
cabello, pero la aparto, sonriéndole.

Me muevo hasta quedar arrodillada en el suelo frente a él,


desabrocho sus vaqueros, bajándolos junto con su bóxer mientras él
levanta las caderas, revelando su dura roca de veintitrés centímetros.
Observo sus ojos esmeraldas antes de empezar a lamer la punta de su
erección. Su abdomen se tensa, y gime cuando poso mi boca alrededor de
la cabeza, comienzo a deslizar la lengua a su alrededor, lentamente
tomando más de él en mi boca.
Me muevo arriba y abajo, envolviendo una mano alrededor de su eje
y haciendo una pausa en la punta para deslizar mi lengua a lo largo del
mismo. Suelta un sonido bajo, casi un gruñido, y siento que me estoy
mojando.

Lo llevo aún más profundo, y su respiración se hace más difícil.


Pone una mano en mi cabeza, agarrándome el cabello en un puño, empuja
suavemente las caderas hacia adelante para que esté aún más profundo
en mi boca.

Antes de que se venga, me alejo y me pongo de pie para sentarme


a horcajadas sobre él. Me encanta la sensación de su dureza contra mí,
muevo las caderas contra él, para que sienta lo mojada que estoy. Llevo
una mano a su cabeza, agarrándole el cabello mientras me inclino para
besarlo. Desliza su lengua en mi boca con avidez mientras continúo
moviendo lentamente mis caderas, por lo que sólo la punta de su polla se

Página 209
desliza dentro de mí. Se aferra a mí, tratando de empujarme hacia abajo,
pero mantengo sus manos lejos de mi cuerpo, moviéndome lentamente.

—Poppy. —Suspira—. Necesito follarte.

—Lo harás —susurro, mi respiración comienza a salir en jadeos


cuando froto mi clítoris contra él, casi incapaz de controlarme y dejar que
me llene por completo.

—Condón —murmura, besando mi cuello.

No puedo creer que casi lo haya olvidado. Asiento, y Zach se pone


de pie, dejándome sentada antes de prácticamente correr a su habitación,
y regresar con un paquete cuadrado de aluminio.

Una vez está listo, vuelvo a subirme a su regazo. Mi intención es


provocarlo un poco más, volverlo tan loco de deseo como él lo hizo
conmigo, pero mi cuerpo arde y sé que no podré contenerme más tiempo.
Por el sonido de sus gemidos, tampoco creo que Zach pueda.

Finalmente, suelto sus manos y él sujeta mis caderas, tirando de mí


con fuerza hacia abajo, así que ahora está completamente dentro de mí,
incluso más profundo que la primera vez.
Dejo escapar un pequeño grito de placer por la plenitud, muevo mis
caderas para empujarlo más profundo mientras sus manos permanecen
en mis caderas, guiando mi cuerpo firmemente hacia su dura polla.

Pasa una mano por mi cuello hasta llegar a mi cabello y lo sujeta en


un puño, la otra mano baja para frotar mi clítoris. Estoy tratando de no
venirme demasiado pronto, dejo caer la cabeza hacia atrás, con el pecho
arqueado hacia adelante. Zach se inclina, tomando mi pecho en su boca,
su lengua hace expertamente lo que sus dedos hicieron un momento
antes. La sensación de él empujando dentro de mí mientras su pulgar
frota mi clítoris y su boca reclama mi pecho es demasiado. Me agarro a
sus hombros, gimiendo en voz alta.

—Oh, Dios mío. —Jadeo. Todo mi cuerpo se llena de placer, y pude


sentir como la tensión se acumula dentro de mí. La mano de Zach se
mueve más rápido y con más fuerza, sabe que estoy cerca. Muevo las

Página 210
caderas más rápido y me quedo sin aliento, terminando en un fuerte grito,
oleadas de éxtasis inundan todos mis otros sentidos mientras me vengo.

Zach me empuja contra él y entierra su rostro en mi cuello,


besándome suavemente, luego se aleja y me mira a los ojos. El momento
fue intenso y continuamos respirando pesadamente. Él todavía está
dentro de mí y no quiero moverme, no quiero que el momento termine.
Me inclino y beso sus carnosos labios mientras él me rodea con sus
brazos.

—Sujétate fuerte, ¿de acuerdo?

Asiento, poniendo las manos en sus hombros.

Me desliza arriba y abajo sobre su rígida polla, usando mi cuerpo


para su placer y me encanta.

Después de algunos empujes más, Zach me llena con su caliente


semen, haciendo de nuevo ese sonido sexy de satisfacción al que ya me
estoy volviendo adicta.

—No creí que pudiéramos superar la primera vez, pero eso fue… —
Se detiene.
—¿Alucinante? —Pregunto.

—No creo que haya una palabra que describa lo bueno que fue. —
Me aparta el cabello del rostro, después me levanta y me lleva al
dormitorio.

Una vez nos instalamos en la cama con sus brazos a mí alrededor


mientras me acurruco a su lado, se gira y me sonríe.

Paso una mano por su pecho y me acurruco más cerca.

—Dime qué estás pensando —dice al fin. Se desnudó a sí mismo en


su carta y después en su oficina. Y el cielo sabe que no hemos hablado
mucho esta noche.

Supongo que es mi turno de ser valiente.

Página 211
—Estoy muy contenta de haber venido esta noche —susurro.

—Yo también.

Por una vez no estoy pensando en todas las cosas que podrían salir
mal. Lo descubriremos eventualmente, pero por ahora estoy feliz de estar
en la cama con Zach.
Capítulo Veintiuno

Rodando a un lado, atraigo el cuerpo caliente y soñoliento de Poppy


cerca del mío. Aunque aún no abre los ojos, una sonrisa se extiende por
mis labios. No hicimos mucho en cuanto a hablar anoche, pero lo que nos
faltó en palabras, lo escribí en su piel, en su corazón. Mi carne se unió a
la suya y sé que nunca volverá a ser la misma. Todavía no sé exactamente
dónde estamos, pero Poppy se quedó toda la noche en mi cama, así que

Página 212
eso tiene que significar algo, ¿verdad?

—Hola —dice, su voz aún adormilada.

—Buenos días. —Presiono mis labios en su frente, y Poppy se da la


vuelta, así que ahora está frente a mí.

Incluso a la luz de la mañana, ella es impresionante. Como empacó


una bolsa de viaje, se lavó los dientes y el rostro antes de acostarse, y se
cambió a una pequeña camiseta sin mangas que se aferra a sus curvas y
un pantalón corto rosa. Me encanta ver este lado de ella, la chica sin
maquillaje y de cabello salvaje que parece mucho más joven que sus
veinticuatro años. Como si todas sus defensas estuvieran bajas.

—¿Cómo dormiste? —Pregunto.

Poppy sonríe y empuja mi erección con su cadera.

—Realmente seguí despertándome. Se sintió como si estuviéramos


durmiendo con un bate de béisbol entre nosotros.
Me río. Con Poppy en mi cama, mi erección no ha recibido la nota
de que puede relajarse. Así que, a pesar de haberme venido varias veces
anoche, aún no estoy saciado.

No completamente. Probablemente eso no pase mientras ella esté


en la misma habitación. Y deseo que eso nunca cambie.

—Lo siento por eso. Al parecer a mi polla le gustas. Y a mí también,


Poppy.

Ella sonríe, mirándome.

—Tú también me gustas, Zach. Mucho.

—Entonces, ¿a dónde vamos desde aquí? —Es un poco temprano


para entablar conversaciones sobre el futuro, pero vi mi oportunidad y la

Página 213
tomé.

—¿Café primero? —Pregunta Poppy.

Vuelvo a reírme, recordando que Poppy ama el café aún más que
yo.

—Quédate aquí.

Abandono el calor y la comodidad de mi cama y me dirijo descalzo


hacia la cocina, vestido sólo con mi ajustado bóxer que uso para dormir.
Siento los ojos de Poppy en mi trasero y en mis hombros mientras salgo
de la habitación y vuelvo a sonreír.

Después de preparar dos tazas grandes de café, las llevo a la cama.


Poppy recogió todas las almohadas y está sentada a un lado. Le doy una
taza y me uno a ella.

—Me consientes demasiado. Todo esto ha sido tan inesperado,


Zach. —Bebe un sorbo de su taza con sus ojos fijos en los míos.

—Quiero que estemos juntos. No se trata sólo de sexo para mí.


—Para mí tampoco —susurra.

—¿Pero? —Pregunto, tenso por lo que temo que diga a


continuación.

—Quiero que estemos juntos, pero la idea de tener que esconderlo


de todo el mundo apesta y no quiero vivir así.

—Yo tampoco. Lo quiero todo, desde lo mundano como ir de


compras al supermercado, las citas con el médico, los partidos de fútbol,
y las cenas hasta hacer el amor contigo todas las noches. Quiero conocer
a tu familia y presentarte como mi novia. Lo quiero todo.

Los ojos de Poppy se abren de par en par fijos en los míos.

—Yo también quiero eso. Pero ¿qué hay de las reglas? La

Página 214
universidad…

—No lo sé. No quiero renunciar a mi trabajo, así como tú no quieres


renunciar al programa.

Ella sacude su cabeza.

—No quiero que eso suceda con ninguno de los dos.

—Ya me las arreglaré, Poppy. Arreglaré esto. ¿Confías en mí?

—No debería, pero lo hago.

Dejo mi taza en la mesita de noche, tomo la de Poppy y la coloco


junto a la mía.

—Ven aquí. —La atraigo hacia mí, salpico sus labios y garganta con
besos.

—¿Siempre estás tan… excitado? —Plantea la cuestión empujando


su cadera contra mi erección y no puedo evitar reírme.

—¿Contigo medio desnuda en mi cama? Sí.


—¿Recibiré crédito extra por ayudar a ocuparte de eso?

—S-Sí. —logro decir, excitado, pero más bien inarticuladamente.

Ella sonríe.

—Entonces déjame ver qué puedo hacer.

Poppy se quita la camiseta y el pantalón corto, luego empuja mi


bóxer hacia abajo para que mi gruesa polla se libere y descanse sobre mi
abdomen, filtrando ya líquido preseminal.

Si Poppy va a estar en mi vida, tendré que tener una larga charla


con mi polla; no hay necesidad de ser tan codiciosa e inmadura.

Levantando una pierna de manera que se vea elegante, Poppy se

Página 215
sienta a horcajadas en mi regazo. Coloco las manos en sus caderas y la
guío hacia mi polla que espera.

—¿Condón? —Suspiro mientras ella se acomoda justo ahí, con su


cálido y húmedo coño lamiendo la cabeza de mi polla.

Ella niega, ofreciéndome una tímida sonrisa.

—Estoy en control de natalidad. Y confío en ti.

Saber que ella comparte conmigo, la intimidad de follar sin


protección, hecho que sólo está reservado para las relaciones monógamas
serias, y con la persona que amas y en la que confías, hace que mi corazón
se expanda en mi pecho.

—Yo también confío en ti —digo con voz ronca.

Y si algo pasa y accidentalmente le damos a Connor un hermanito


o hermanita, tengo que admitir que no odio esa idea, ni un poquito de
hecho.

Ayudando a sostener su peso, uso mi agarre en sus caderas para


bajarla sobre mí. Ella hecha la cabeza hacia atrás y suelta un suave
gemido.
—Santo infierno, Zach.

—Te ves tan hermosa montándome —murmuro, presionando un


beso en sus labios separados.

Juntos encontramos nuestro ritmo, moviéndonos como uno solo


mientras el sol de la mañana nos baña con su calor.

¿Qué pasará después? Tendré que esperar y ver.

Página 216
Capítulo Veintidós

Reviso el teléfono ansiosamente mientras salgo de mi auto. Zach


dijo que se encargaría de todo, pero si lo hubiera hecho, no me dejaría en
la oscuridad. El director del programa, Lewis Clybourne, me envió un
correo electrónico esta mañana pidiéndome que nos reuniéramos antes
de clase. Le envié un mensaje de texto a Zach, con la esperanza de que
tuviera alguna idea de lo que está sucediendo, pero no recibí respuesta.

Página 217
¿Es posible que el Dr. Clybourne se haya enterado sobre Zach y yo? ¿Pero
cómo? Por lo que sé, hemos sido muy discretos.

Brevemente me pregunto si alguien puede habernos escuchado en


la oficina de Zach el otro día, cuando las cosas se habían calentado. Me
muerdo la uña, un mal hábito que dejé, pero que aún así se me escapa
cuando estoy particularmente nerviosa. De repente, toda esta situación
parece un gran error.

Mi corazón se acelera mientras me acerco a la puerta de Clybourne.


Cuando la abre, Zach ya está sentado adentro. Mi boca se abre en shock.
¿Qué está haciendo aquí?

—Adelante, Poppy. —El Dr. Clybourne sonríe, sus ojos arrugándose


en las esquinas.

No digo nada y sonrío nerviosamente, sentándome con


incertidumbre junto a Zach. Quiero llamar su atención, esperando que en
silencio transmita lo que está sucediendo, pero Clybourne empieza a
hablar antes de que tenga oportunidad.

—Entonces, probablemente te estarás preguntando por qué estás


aquí. —Cierra la puerta y regresa a su escritorio para tomar asiento.
—¿Está todo bien? —Pregunto, tratando de no dejar que la
preocupación se apodere de mi voz. No sé cuánto sabe, y no quiero revelar
nada.

—Las cosas tomaron un interesante rumbo, pero sí, creo que lo


estará —dice amablemente—. Sólo quería hacer esta reunión para que
todos estemos en la misma página. —Me mira por encima de sus gafas de
montura negra—. Zach pidió que te cambiáramos a un nuevo asesor.

Abro la boca de nuevo y la cierro rápidamente. Miro en dirección a


Zach. Me devuelve la mirada, pero su rostro está impasible. ¿Qué está
pasando?

—Normalmente, nunca haríamos esto, pero Zach dio a conocer la


relación que mantienen y sentimos que es mejor para todos si te
encontramos un nuevo asesor. —Continúa—. Creemos que tienes un gran

Página 218
talento y queremos asegurarnos que tengas un asesor que pueda criticar
su trabajo y brindarle comentarios imparciales.

Me obligo a sonreír y asiento, un gran alivio me invade. No puedo


creerlo. ¿Realmente está de acuerdo con nuestra relación?

—Eso suena… genial. Muchísimas gracias.

—Por supuesto. —Se levanta, señalando el fin de la reunión—. Y si


alguna vez tienes alguna pregunta, házmelo saber.

Me pongo de pie, con las piernas un poco temblorosas, y salgo de


su oficina con Zach. No digo nada mientras caminamos hacia su oficina,
sin querer que me escuchen. Después de que estamos a salvo adentro,
dejo escapar un gran suspiro de alivio.

—No puedo creer que le hayas hablado de nosotros —digo, con la


boca abierta. Me río, pensando en lo nerviosa que estaba de entrar—. Me
asusté cuando vi su correo electrónico solicitando la reunión.

Zach sonríe disculpándose, deslizando sus manos por mis brazos.


—Lo siento por eso. Estuve atrapado en reuniones y no recibí tu
mensaje. Te habría avisado, pero no tenía idea que quería vernos a los
dos.

—Me alegra que no estuviera molesto. ¿No temías que te


despidieran?

Se pasa una mano por el cabello, se sienta detrás de su escritorio y


me señala la silla que hay al frente.

—Honestamente, un poco. Pero sólo le dije la verdad. Que no


esperábamos que esto sucediera, pero que después de pasar tanto tiempo
juntos desarrollamos sentimientos. Y no sólo lo estoy diciendo, realmente
creo que deberías estar con un asesor que sea objetivo con tu trabajo.

—No puedo creer que se lo haya tomado tan bien. —Todavía estoy

Página 219
en estado de incredulidad.

Me guiña un ojo.

—Hice mi investigación. No soy profesor, ni alguien que califica tu


trabajo; como personal administrativo, las reglas son más grises. Y
consulté con un amigo. Dijo que es mejor adelantarse antes de que te
descubran.

Levanto una ceja.

—Casi no puedo creerlo. Entonces, ¿estamos bien?

Se ríe.

—Sí, Poppy. Estamos bien. Tenemos otras cosas que resolver entre
nosotros, pero no tendremos que escondernos en la universidad.

Inclinándome sobre su escritorio, coloco mi mano sobre la suya.

—Gracias.

Zach le da a mi mano un apretón, frotando los dedos ligeramente


por el dorso de mi mano.
—Valió la pena el riesgo.

Miro mi reloj y me levanto rápidamente.

—Mierda, probablemente debería ir a clase. Voy a llegar tarde.

—Espera. —Zach se levanta y camina hacia mí, tirando de mí contra


él. Sus suaves labios se encuentran con los míos, y mi cuerpo se derrite
contra él mientras me besa. Automáticamente pongo mis manos en su
pecho, aferrándome a su camisa.

Lo hago retroceder, dándole un pequeño empujón en el pecho.

—Tengo que ir a clase —digo con voz entrecortada.

Él sonríe con suficiencia.

Página 220
—Lo sé.

—¿Quizás podamos continuar con esto esta noche, en mi casa? —


Sonrío—. Connor prácticamente está rogando volver a verte.

Zach asiente y sonríe.

—He echado de menos a ese chico. Es una cita.

Mientras salgo de su oficina, le doy a Zach otro beso rápido de


despedida. Cuando me doy la vuelta para irme, veo que Kody y Jodee
vienen por la esquina de camino a clase. Deben haber visto el beso, porque
sus bocas están abiertas y se detienen en seco.

Kody levanta la mano.

—Espera. ¿Qué es esto?

Me encojo de hombros, esperando que lo dejen ir. Siento que mi


rostro se calienta. Nunca me han gustado las demostraciones públicas de
afecto, especialmente con mi ex-asesor.
—Entonces, ¿esto está sucediendo ahora? —Pregunta Jodee con
esperanza, mirando hacia atrás y adelante entre nosotros.

Zach y yo intercambiamos miradas.

—Está sucediendo. —Sonrío.

—Gracias a Dios —Kody pone los ojos en blanco—. Estaba a punto


de tomar el asunto en mis propias manos si su pequeño enfrentamiento
no terminaba pronto. —Entonces Kody se acerca a Zach mirándolo de
arriba a abajo—. Sólo quiero que sepas una cosa. No tendrás una segunda
oportunidad conmigo.

Zach se ríe.

—Lo siento, hombre. Fue una tentadora oferta, pero al final tuve que

Página 221
irme por Poppy.

—Probablemente deberíamos ir a clase —digo, arrastrándolos, no


queriendo someter a Zach a ninguna otra de sus payasadas.

—Te llamaré más tarde —grita Zach mientras nos dirigimos por el
pasillo.

Puedo sentir a Kody y Jodee prácticamente repletos de cosas que


decir mientras nos alejábamos. Tan pronto como doblamos la esquina,
ambos me agarran de los brazos.

—Oh Dios mío —exclama Jodee—. Esto es una locura.

—Perra afortunada, ¿Tienes un adorable hijo y ahora un sexy novio?


—Kody hace pucheros.

— Puedes tomar prestado a mi adorable hijo cuando quieras. —Me


río—. Diría lo mismo de mi sexy novio, pero no estoy segura de que esté
feliz con eso.

Kody sonríe, pasando un brazo por mis hombros mientras nos


dirigimos a clase.
—Me conformaré con el niño.

Esa noche, todavía estoy con la adrenalina del día cuando entro por
la puerta principal.

—Mamá, mira. —Connor viene corriendo hacia el pasillo y me tira


del brazo, llevándome hacia la sala de estar.

Mi mamá lo ha estado cuidando mientras estoy en clase, y ella,


ahora está agachada en el suelo, poniendo piezas de un rompecabezas.

Página 222
—Mira el rompecabezas que estoy armando. —Connor sigue
sujetando mi brazo y tirando de mí hacia el suelo para que pueda ver
mejor. Por supuesto, es de temática de astronautas. Está a medio
terminar, así que sólo puedo ver parte de una nave espacial viajando a
través de las estrellas.

—¿Hiciste todo esto tú solo?

—La abuela ayudó. —Sonríe.

—Eso es increíble —digo, tirando de él para abrazarlo—. Podemos


terminarlo más tarde esta noche.

Mi mamá me mira de arriba a abajo, evaluándome con una sonrisa


en el rostro.

—¿Qué? —Pregunto. Me maldigo por sonar tan a la defensiva. Se da


cuenta de eso.

—Nada. —Se encoge de hombros—. Prácticamente estás


resplandeciente ahora mismo. ¿Buen día en la escuela? —Me sonríe y me
doy cuenta que sabe lo de Zach. No tengo idea cómo, pero ella siempre
sabe este tipo de cosas.
Antes de que pueda contestar, mi teléfono zumba. Es Zach,
haciéndome saber que vendrá pronto. Cuando miro hacia atrás, mi madre
todavía me está observando y me doy cuenta que estuve sonriendo
mientras miraba mi teléfono.

—¿Puedes parar? —Pregunto, riendo—. Sólo estoy de buen humor.


¿Es tan difícil de creer?

—Por supuesto que no, cariño. —Sonríe, alcanzando su abrigo y


recogiendo su bolso. Mientras la abrazo, me susurra al oído—. Saluda a
Zach de mi parte.

—Mamá —exclamo, mitad riendo, mitad avergonzada de lo fácil que


me descubrió.

Aún sonrío mientras la veo salir por la entrada. Me siento en el sofá

Página 223
y Connor se arrodilla en el suelo, tratando de encajar la siguiente pieza
en el rompecabezas. No puedo esperar a ver la expresión de su rostro
cuando Zach entre por la puerta.

Todavía estoy tambaleándome, no sólo por todo lo que sucedió hoy,


sino por todo lo que ha sucedido durante estos últimos meses. Lo que
empezó como un estúpido plan de tener un novio falso por una noche de
alguna manera se convirtió en una relación real. Y no sólo tengo al mejor
novio del mundo, sino que puedo enfocarme más seriamente en la
universidad con un asesor al que no me imagino siempre desnudo.
Connor tendrá un increíble modelo masculino a quien adora y que
corresponde su amor. Ahora que todo salió bien, me parece una locura
haber pensado que esto era tan complicado. De hecho, estar con Zach
hace que todo parezca mucho más fácil.

Miro la hora antes de arrodillarme junto a Connor para ayudarlo


con el rompecabezas. Zach vendrá pronto. Mi teléfono suena de nuevo. Es
Zach diciendo que hará la cena para Connor y para mí, y no se me ocurre
una mejor forma de terminar mi día.
Capítulo veintitrés

Quiero fingir que no estoy nervioso por esto, pero joder,


simplemente lo estoy.

Poppy y yo hemos estado saliendo durante seis meses, y pieza por


pieza, derribé todas sus paredes, le demostré día a día que estaría ahí
para ella y para Connor, que no asustaría ni a desaparecería como los

Página 224
chicos de su pasado. Todas las grandes declaraciones y poemas de amor
del mundo no habrían demostrado mi lealtad. Poppy es una chica de
acción, así que la única manera de convencerla de que estaré aquí es
demostrándoselo día a día.

Conocí a sus padres, y ella conoció a los míos, ahora, el siguiente


paso es pedirle a ella y a Connor que se muden conmigo. No estoy seguro
cómo reaccionará Poppy, pero sí sé que estoy listo. La idea de despertarme
con ella cada mañana y compartir juntos nuestra rutina a la hora de
acostarnos hace que mi interior jodidamente se derritiera. Estoy loco por
esta chica, y sé el futuro que quiero. Como el contrato de arrendamiento
de Poppy está por terminar, necesito preguntarle ahora, o estaré atascado
esperando otro año, una idea que no me atrae en absoluto. Tengo la
sensación de que protestará por la idea de vivir juntos, probablemente
con algo sobre Connor necesitando estabilidad. Pero no voy a dejar que lo
use como amortiguador para no hacer las cosas que la asustan. No cuando
Connor y yo somos carne y uña. Por eso hoy tramé mi plan.

—¿Cuál crees que le guste, amigo? —Me inclino más cerca de


Connor, mientras se asoma con los ojos bien abiertos hacia el mostrador
de vidrio que contiene joyas, brillantes pendientes, brazaletes de
diamantes y anillos.
La vendedora que nos ayuda nos ofrece una tímida sonrisa mientras
nos mira.

Mañana es el vigésimo quinto cumpleaños de Poppy, y ella y Connor


vienen a cenar a casa para celebrarlo. Hasta ahora, hemos ido a la
panadería y a la floristería, donde Connor seleccionó un pastel y flores
para ella y ahora estamos en la joyería donde me tocaba a mí consentirla.

Poppy está en casa, terminando su colección de poesía que


estragará a la Dra. Chan como su examen final. Ya estoy soñando

despierto todas las aventuras a las que podemos llevar a Connor este
verano con ambos fuera de la escuela…caminar por las montañas,
acampar, ir al viejo cine de autoservicio que me encantaba cuando era
niño.

Página 225
—¿Qué tal éste? —Pregunta Connor, señalando un solitario de
diamantes en oro blanco. El chico tiene muy buen gusto. Tiene que ser de
al menos dos quilates.

La vendedora busca dentro del mostrador y saca el anillo.

—Esto es más bien un anillo de compromiso —aclara.

—Ya sabes, para cuando dos personas quieren casarse —agrego,


inseguro de si Connor sabe lo que significa comprometerse.

Abren los ojos de par en par y se gira hacia mí.

—¿Quieres decir, tú y mamá...?

Me arrodillo para estar a la altura de sus ojos y poder hablar de


hombre a hombre.

—Amo a tu mamá. Y también te quiero, Connor. Y aunque me


encantaría casarme con ella, no haré nada para lo que no estás preparado.

Lo piensa, estrecha los ojos y se pasea por la tienda mientras


piensa.
—Así que serás como mi papá.

Asiento.

—Sería un honor para mí.

—¿Y viviríamos todos juntos?

Asiento nuevamente

—Sí.

Continúa pensando, arruga la nariz.

—¿Tu casa o la nuestra?

—Bueno, sí a ustedes les parece bien, estoy pensando en mi casa.

Página 226
—Tu patio trasero es bastante impresionante. —Sonríe, mostrando
su sonrisa que ahora tiene dos dientes delanteros menos.

—Sí que lo es. —Casi menciono que podemos construir la casa del
árbol que dibujamos, antes de detenerme. No quiero que acepte todo este
plan porque lo soborné para que lo hiciera. Y la verdad es que le
construiré la casa del árbol, se muden o no.

La boca de Connor dibuja una enorme sonrisa antes de que se gire


a mirar a la vendedora.

—Nos lo llevamos.

Probablemente debería haberle pedido que vea el precio, pero estoy


tan conmocionado, tan jodidamente feliz que simplemente asiento.

Luego tiro a Connor en un gran abrazo.

—¿Qué crees que dirá tu madre? —El momento de la verdad.


Aguanto la respiración mientras espero su respuesta.
—Oh, seguro que llorará. —Sonríe.

Más tarde, esa noche, estoy terminando de limpiar los platos de la


cena mientras Poppy y Connor se mueven a la sala de estar para estar
más cómodos.

Luego llevo una porción de pastel de chocolate con una sola vela
encendida hacia ellos. El rostro de Poppy se ilumina con una sonrisa y
Connor comienza a cantar Feliz Cumpleaños, un poco desafinado, pero
adorablemente.

—Pide un deseo —digo, dejando el plato sobre la mesa de café

Página 227
frente a ella.

—Pero tengo todo lo que podría necesitar aquí. —Extiende la mano


y aprieta la mía, la otra descansa en la espalda de Connor mientras él mira
la torta como si tuviera un poder mágico.

—No todo, mamá. Zach y yo tenemos…

Niego.

—Se lo preguntaré más tarde, amigo.

Estuve meditando sobre darle el anillo ahora, pero no quiero que la


obvia emoción de Connor influya en su decisión. Necesito saber que ella
me quiere, sin importar nada más. Lo que significa que tengo que
declararme en privado.

Connor parece decepcionado, pero asiente.

Poppy frunce las cejas mientras nos estudia, pero la codeo y ella se
inclina sobre su pastel y apaga la vela.
Después del pastel, champán para los adultos y un baño de
burbujas para Connor, lo dejo en la habitación de invitados.

Conseguí sábanas nuevas especialmente para él, impresas con


escenas espaciales y galaxias lejanas, y una luz nocturna en forma de
cohete también.

Es la segunda vez que Poppy acepta una fiesta de pijamas, y la


primera fue debido a una gran tormenta de nieve el invierno pasado que
hizo que conducir fuera muy peligroso. Esta noche es un gran problema
por sí solo, pero Poppy no tiene ni idea del anillo que está haciendo un
agujero en mi bolsillo.

Encuentro a Poppy en la cocina sirviéndonos una segunda copa de


champán.

Página 228
—Feliz cumpleaños, Poppy. —La beso y acepto la copa de champán.

—Gracias, Zach. Ha sido perfecto.

—Por fin me estás alcanzando. —Cumplí treinta años hace un par


de meses y a Poppy le gusta señalar que está saliendo con un anciano.

—No creo que así sea como funciona. —Se ríe y me sigue a la sala
de estar donde nos acurrucamos en el sofá bebiendo nuestro champán.

Una vocecita dentro de mi cabeza me indica que tal vez estoy


apresurando esto, que incluso, si yo estoy listo, si Connor está dispuesto
a la idea, Poppy podría no estarlo.

Sólo hemos estado saliendo por seis meses después de todo, pero
cuando lo sabes, simplemente lo sabes. Sólo espero que estemos en la
misma página.

—¿Qué tienes que preguntarme? —Pregunta Poppy, mirándome


pensativamente.

Reuniendo coraje, dejo mi vaso sobre la mesa.


Al ponerme de pie, siento el peso de la mirada de Poppy mientras
introduzco una mano en el bolsillo de mis vaqueros y retiro el pequeño
símbolo de mi amor y devoción.

De repente, de pie ante ella, deseo haber planeado algo más


romántico, deseo haber escrito algo mágico para ella. Me siento muy mal
preparado, y aunque quiero que esto sea simple y sincero, me pregunto
si lo arruiné antes de empezar.

Sin embargo, llevo una rodilla al piso y me arrodillo frente a ella,


Poppy lleva las puntas de los dedos a sus labios completamente
asombrada.

Abro la palma de mi mano y dejo el anillo sobre su rodilla cubierta


por legging.

Página 229
—Zach... —Su tono es de sorpresa y se endereza, aunque con
cuidado de no tirar el anillo de donde está equilibrado.

—Desde el primer momento que te acercaste a mí en esa fiesta,


tuviste una parte de mi corazón. Eres inteligente, divertida y tan hermosa,
Poppy. Estoy enamorado de ti y estoy dispuesto a prometerte mi
eternidad. Si me aceptas.

—Pero ¿qué hay de Connor? Es pedir demasiado, Zach.

Niego.

—No es pedir demasiado. Recibo mucho a cambio de ustedes dos.


Ambos le dan sentido a mi vida, un propósito, y sé que quiero esto, que
te quiero, que te quiero para siempre, desde el primer momento en que
te vi.

Una solitaria lágrima se desliza por su mejilla mientras me observa.

—Y ya lo aclaré con Connor, de todos modos. Le parece bien. —No


puedo evitar sonreír.
Ante eso, Poppy ríe mientras más lágrimas caen por sus mejillas…
y es el mejor sonido que jamás he oído en todo el mundo.

—¡Sí! Zach. ¡Sí! —Recojo el anillo y se lo pongo en el dedo mientras


ella casi salta a mis brazos.

El anillo se ve perfecto en su delgado dedo, el diamante brilla


absorbiendo la luz tan maravillosamente.

—Estás atrapada conmigo ahora.

—Para siempre —murmura, llevando sus labios a los míos.

Oímos un pequeño grito de aprobación desde el dormitorio de


invitados y nos separamos.

Página 230
Me río.

—Creo que nuestra sección de apoyo lo aprueba.


Epílogo

—Creo que manipulé este ponche de huevo. Tiene la consistencia


del semen. —Se ríe entre dientes mi madre.

Poppy le guiña un ojo.

—Voy a probar un poco.

Esto las envía a un frenesí de risas, y lo tomo como mi señal para

Página 231
salir de la cocina.

Como mi madre me dejó a cargo de poner la mesa, me ocupo con


manteles individuales y servilletas de tela plegables, probablemente un
poco más enérgicamente de lo necesario.

Poppy me sigue, dejando una mano sobre la mía.

—Relájate, bebé. Sólo está haciendo el tonto.

Mi mirada se dirige a Connor, que está colgando luces en el viejo y


polvoriento árbol artificial de mi madre en la sala de estar.

—No quiero que Connor escuche algo que no debería. Quiero que
sea un niño todo el tiempo que pueda.

Poppy me sonríe y toma mi mano.

—Lo será. Y no puede oírnos. Esa película es escandalosamente


ruidosa.
Hecho un vistazo a la televisión donde se proyecta la clásica
película del Grinch y asiento.

—Sí, supongo que sí.

—¿Ella era así cuando eras pequeño? —Pregunta Poppy.

Niego.

— No, se ha vuelto más obscena a medida que envejece.

—Entonces, me pregunto si eso es algo genético y tengo que


esperar. —Poppy me guiña el ojo y se levanta de puntillas para presionar
un beso en mis labios.

Sacudo la cabeza y apoyo la mano en su creciente vientre.

Página 232
—Lo siento, soy un gruñón. Te amo.

—Yo también te amo. Ahora ve a buscar una cerveza o algo, no


tienes que abstenerte sólo porque yo lo haga. Es una tontería.

Niego.

—No, estoy bien. Es sólo que… —Suelto un suspiro, mis ojos vagan
hacia la cocina donde mi madre y mi padre cocinan lado a lado. Ella
machacando patatas, él cortando el asado.

No he pasado una Nochebuena con mis padres juntos desde que


tenía tres años.

—Realmente te está desorientando verlos juntos, ¿no?

Asiento, reacio a admitirlo ante ella.

Mis padres no se han relacionado desde que se divorciaron, ni


siquiera, ninguna de esas valientes cosas del nuevo mundo de las que la
gente hablaba como la paternidad compartida o vacaciones familiares
conjuntas.
Pero desde que se reunieron por primera vez en décadas en nuestra
boda la primavera pasada, de manera lenta pero segura, se han vuelto
amigos.

—Es sólo que… es raro, ¿no?

Cada vez que comparten una sonrisa de complicidad, o una risa, no


puedo dejar de sorprenderme, preguntándome en qué universo
alternativo he tropezado. Pero cada vez que mi madre hace una broma
sucia sobre las pechugas del pavo, o mi padre le ofrece una mano con
algo, es la sensación más extraña. Nunca imaginé que volvería a pasar
tiempo con ellos en la misma habitación, y pienso que, si bien era
deprimente, terminé por resignarme. Entonces, ¿verlos reír y llevarse
bien? Es asombroso. Dudo que algo romántico se desarrolle entre ellos
nunca más, pero cada uno está envejeciendo, y al diablo, todo el mundo
necesita un buen amigo, un compañero, sin importar la edad que tengas.

Página 233
Supongo que soy el único que queda por aceptar este acuerdo.

Poppy me sonríe de nuevo como si supiera algo que yo no sé.

—No lo sé, creo que es lindo.

—Tal vez necesito esa cerveza. Sólo una.

—Buena idea, cariño. —Me ánima Poppy, dándome otro beso en los
labios.

Froto la mano a lo largo de la protuberancia firme de su estómago,


maravillándome de lo redondo que se ha vuelto. Me encanta verla así,
llevando a mi hijo. Nuestro hijo.

—¿Te sientes bien? ¿No estás muy cansada?

Me dijo que estuvo muy enferma con Connor, pero que, con este
bebé, se siente muy bien, con mucha energía, saludable y sobre todo feliz.
Y yo también lo estoy. Estoy en la puta luna. Ha pasado poco más de un
año desde que conocí a Poppy y mi vida cambió drásticamente.

Ella niega.
—Me siento bien. Pero no quiero quedarme demasiado tarde,
porque todavía tenemos un regalo por envolver cuando lleguemos a casa.
—susurra esa última parte.

Sacudo la cabeza.

—No nos quedaremos hasta tarde, pero lo envolví mientras te


duchabas esta tarde.

Eso me hace ganar otro beso, y luego juntos, regresamos a la cocina


donde Poppy agarra una botella de cerveza de la nevera y me la da sin
decir una palabra.

Durante la cena, y después de mucho pastel, mi madre sigue siendo


muy inapropiada, manteniéndonos a todos entretenidos.

Página 234
—Entonces, Connor, ¿qué es lo que más te entusiasma de la llegada
del nuevo bebé? —Pregunta mi padre.

Miro al increíble niño que adopté como mío poco después de que
Poppy y yo nos casáramos. Me hace sentir muy orgulloso todos los días.
La forma en que me acepta en su vida, como acepta mi matrimonio con
su madre, y ahora su emoción por el bebé, es todo tan increíble.

Connor lo piensa unos minutos, y puedo ver las ruedas girando.


Realmente está procesando la pregunta y cuál podría ser su respuesta.

—Durante mucho tiempo sólo fuimos mi madre y yo. Entonces Zach


llegó, y ha sido súper divertido. Supongo que lo que más me entusiasma
es tener a otra persona en la familia a quien amar. Solía rogarle a mi madre
que me diera un perro, y ella siempre decía que no. Pero ahora me doy
cuenta que tener una familia es mucho mejor que tener un perro.

Se forma un bulto en mi garganta, y la mano de Poppy encuentra la


mía debajo de la mesa.
—Amén a eso, cariño —dice mi madre, acercándose para apretarle
el hombro a Connor—. Vamos, Connor. Vamos a empacar una rebanada
de pastel para llevar a casa para el desayuno. — Mi madre le guiña un ojo
conspirativamente.

—Voy a limpiar —dice mi padre saludándonos con la mano.

—Ven aquí, Poppy. Hay algo que quiero mostrarte. —Me levanto y
la ayudo a levantarse de su silla. Poppy me sigue al dormitorio que solía
ser mío cuando era niño.

—¿Tu antigua habitación? —Pregunta—. Ya la he visto.

Cierro la puerta detrás de nosotros.

—No. No es mi antigua habitación. Toma asiento.

Página 235
Poppy me lanza una mirada interrogativa, pero se sienta en mi viejo
colchón de doble tamaño cubierto por un edredón de retazos.

Camino más cerca, me detengo para pararme frente a ella y extraigo


un sobre doblado de mi bolsillo. Hay una simple hoja de papel adentro,
pero maldición si no ha estado quemando un agujero en mi bolsillo toda
la noche. Tal vez por eso mi madre me irritó tanto antes. No es la nueva y
extraña relación de mis padres lo que me molestaba, sino, mantener un
secreto de Poppy lo que me pesaba. Me trago una repentina ola de nervios.

—Te hice una promesa la noche que te propuse matrimonio. Y luego


juré esas promesas ante Dios, y ante nuestras familias el día de nuestra
boda.

—¿Zach? —Pregunta Poppy, levantando las cejas confundida.

Respiro profundo, desplegando el sobre en mis manos.

—Prometí que siempre te amaría, apreciaría y cuidaría de ti y de


nuestros hijos.
Poppy se humedece los labios y su mirada salta de mis ojos al papel
en mis manos.

—Trabajo todos los días para asegurarme que te sientas amada y


apreciada. Y en cuanto a proporcionar… sé que mi salario en la
universidad no es mucho…

—Eso no es verdad. Es genial, Zach. Los beneficios por sí solos son…

—Pero quiero más para ti. Para nosotros. —Tenemos lo que


necesitamos, pero no tenemos dinero para vacaciones lujosas, o diablos,
incluso no tenemos para ahorrar.

Ella asiente con los ojos aún llenos de preguntas.

—Esto. —Saco la hoja de papel del sobre que he estado guardado

Página 236
durante los últimos tres días—. Es parte de ese futuro.

Poppy me quita la hoja de las manos y la desdobla lentamente. Sus


ojos escudriñan el papel en un intento casi desesperado por comprender.

—Yo no… no entiendo. ¿Quieren publicar tu libro?

—Nuestro libro, Poppy. Me están ofreciendo, ofreciéndonos…—


Señalo la cifra que aparece dos párrafos más abajo.

—¿Trescientos mil dólares? —La voz de Poppy está sin aliento


mientras entrecierra los ojos.

Asiento.

—Por nuestra historia.

Presenté mi libro el otoño pasado, si bien tengo fe en mi trabajo,


una oferta como esta es casi desconocida. Especialmente por una novela
debut. Mi agente pidió algunos cambios, quiere que el libro sea amigable
para el club de lectura y eso significa hacerle algunas reescrituras
significativas, incluyendo hacer el libro ficción y tomarme algunas
libertades creativas, pero aún así sigue siendo mi historia, la historia de
Poppy.
Es nuestra historia de amor y su maternidad siendo soltera,
persiguiendo nuestros sueños, todos los buenos y malos momentos
deletreados para que el mundo lo vea.

—Dios mío, Zach. —Lágrimas brotan de sus ojos y se derraman


bajando silenciosamente por sus mejillas mientras me mira fijamente,
con la boca abierta y asombrada.

La oportunidad de ver mi trabajo en las librerías es increíble. El


dinero está a un lado. Pero eso significa que Poppy puede quedarse en
casa con el bebé si quiere. Al menos durante el primer año. Se gradúa esta
primavera. Justo en el momento en que el bebé debe nacer. Me encantaría
que no se sintiera presionada por trabajar más horas en su trabajo de
marketing o que se conformara con algo menos de lo que ella vale.

—Lo sé. —La beso y la abrazo.

Página 237
Mientras me abraza fuerte, el golpe entre nosotros es un
recordatorio de todo lo que es bueno en el mundo.

—¿Por qué no me lo dijiste? ¿Por qué no le dijiste a todos en la cena?

Sacudo la cabeza, poniéndola de pie y abrazándola.

—Quería guardarlo. Quería que fuera una sorpresa. Una sorpresa de


Navidad.

Su mano se posa en su vientre, la otra sobre mi mejilla.

—Te amo tanto. Estoy inmensamente orgullosa de ti.

—Quieren mantener el título de XO, Zach. —Esa información me


hizo increíblemente feliz, y me doy cuenta que tiene el mismo efecto en
Poppy ya que lágrimas frescas nublan sus ojos.

—Lo lograste, Zach.

—Lo hicimos.
Poco después, sacamos de la casa de su abuela a un niño que
protesta con la promesa de que podría abrir sólo un regalo cuando
lleguemos a casa.

Después de que abre el regalo y se comen las galletas de Navidad,


finalmente, finalmente, Connor está en la cama y yo estoy a solas con
Poppy.

—Oh, Dios mío, ¿viste lo lindo que se ve con esas pijamas footie11?
—Pregunta mientras vamos por el pasillo hacia nuestra habitación, ahora
muerta de cansancio.

Asiento.

—Me alegra que te gustaran. Hay un par para ti bajo el árbol,


también.

Página 238
Eso me gana una de sus risas, de las que nunca me cansaré.

—¿Las encontraste en talla de maternidad?

—Diablos no. Estarán ajustadas a tu piel. Será increíble.

Cerrando la puerta de nuestra habitación detrás de nosotros, se gira


hacia mí y me mira fijamente.

—Eres asqueroso, anciano.

—No hay nada asqueroso en tu cuerpo. Me encantan todos los


cambios. —Mis manos encuentran sus caderas, ahora más llenas, y tiro de
ella hacia mí, lo suficientemente cerca como para sentir la dura cresta en
mis vaqueros.

—¿En serio? Pensar en mí en pijamas footies, ¿te pone duro?

11
Pijamas con pies, generalmente son de personajes animados o animales. Sus gorros simulan ser sus
cabezas.
No puedo evitar la risa que se me escapa.

—¿No estás de humor?

La mayoría de los días ella está dispuesta a hacerlo, pero estoy


esperando que su libido cambie, o simplemente se canse de ser recién
casada, pero hasta ahora, nuestra pasión no se ha enfriado.

—No dije eso. —Colocando la palma contra mi erección cubierta por


el vaquero, Poppy deja escapar un suave sonido, una especie de suspiro
feliz que hace que me tiemblen las entrañas—. ¿Mi esposo necesita algo
de atención?

Presiono mis labios contra los de ella.

—Tal vez…si te apetece.

Página 239
—Creo que tenemos que celebrar adecuadamente ese contrato de
publicación masiva. ¿No es así? —Poppy levanta los brazos, dejando que
le quite el suéter por encima de la cabeza.

—No protestaré por eso. ¿Qué tienes en mente?

Poppy desabrocha mi cinturón, e introduce la mano dentro de mis


vaqueros, acariciando la longitud de mi polla con su suave y delicada
mano.

—Te deseo.

La hinchazón en su amplio escote se agita mientras mueve la mano


arriba y abajo.

—Joder eso se siente bien.

Poppy deja escapar otro de esos excitantes sonidos.

En unos tres segundos, aproximadamente, la desnudo y la acomodo


de lado en la cama.
Sólo tiene seis meses de embarazo, pero nos hemos vuelto creativos
con nuestras relaciones sexuales. Sé que, de aquí en adelante, debo
encontrar una posición que haga que Poppy se sienta cómoda y sexy, debo
mantenerme alerta. Esta noche parece que tengo éxito. Con nosotros
acostados uno al lado del otro, levanto su pierna superior y la coloco
sobre mi cadera para poder alinearme con ella.

—¿Está bien esto? —Pregunto, sin aliento.

—Sí. Por favor —susurra—. Te deseo.

Con las piernas abiertas ante mí, tengo el acceso perfecto para
acariciar su clítoris, chupar y besar sus pechos mientras me empujo
adentro, lento, pero profundamente.

Nos movemos juntos, perfectamente sincronizados hasta que

Página 240
ambos nos venimos con una caliente y pegajosa corrida.

Luego limpio amorosamente a mi resplandeciente esposa y nos


cubro con nuestro edredón de plumas.

Esto es perfección. Una cálida y soñolienta Poppy en mis brazos y


nuestra primera mañana de Navidad disfrutándola con nuestro hijo
mañana.

—Tengo una última sorpresa para ti —susurro en la oscuridad.

—¿Hay más? ¿Qué es? —Pregunta Poppy.

Levanto su mano y coloco sus dedos sobre mi corazón.

Aparta las mantas y entrecierra los ojos en la habitación poco


iluminada, tratando de entender la escritura. Es un nuevo tatuaje, su
nombre escrito con su propia letra cursiva, tatuado en mi corazón.

—¿Cómo conseguiste esto? ¿Cuándo?


Me trago una repentina oleada de emoción. Cuando el artista
terminó, y vi su ordenada escritura garabateada en mi piel, sabiendo que
estará ahí por toda la eternidad, me sentí conmovido, pero ahora, al verla
de nuevo a través de los ojos de Poppy, es casi igual de poderosa.

—Tomé un pedazo de papel que firmaste para la escuela conmigo,


y el artista lo recreó.

—Oh Zach. Esto es…

—¿Te gusta?

Ella asiente lentamente, con los ojos enormes.

—Te amo tanto, Zach.

Página 241
—Yo también te amo, Poppy.

La verdad es que cada día que pasa me enamoro más de ella.

Nuestra historia aún no está completa, pero con cada nuevo


capítulo que escribimos, descubro que no quiero que termine nunca.
Sobre la autora

¡Hola, soy Kendall!


Escribo un romance que no podrás parar de leer. :)

Página 242
Vivo en Texas con mis tres hombres favoritos, mi esposo alfa
posesivo y nuestros dos hermosos hijos. Mis libros han
aparecido en las listas de los más vendidos del New York
Times, USA Today y Wall Street Journal con un total
combinado de más de 70 veces.

Potrebbero piacerti anche