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Psicolof

Forma(
Conducir h,acia una conciencia positiva e integral
del propio''Yo", para favorecer la formación a la
madurez: este es el objetivo que pretende la
presente publicación. La primera parte presenta
un estudio del individuo, sobretodo en su aspecto
personal e interior, es decir, la relación que cada ESTRUCTURAS Y DH
uno tiene con sí mismo (en su estructura intra­
psíquica), porque el primer índice de madurez
es saber vivir de convicciones interiores, y no de
condicionamientos que vienen del exterior. }
La segunda parte, está dedicada a la función A
psicodinámica, ofrece algunas ideas para
comprender no solo que cosa hacemos, sino
también para ver porque lo hacemos, o bien que
motivaciones y valores, están en eJ origen de
nuestro comportamiento. Es insistente este
discurso sobre "valores"; y es hecho a propósito,
para hacer comprender lo específico de la
Psicología, para quien cree que la vida debe tener
un sentido y comprender también que el camino
que hay que recorrer hacia la madurez implica
fatiga y a la vez alegría en la conquista.

Este es un libro, escrito para educadores, padres


de familia, y sobre todo para los jóvenes deseosos
de hacerse protagonistas del propio futuro.
Un libro que ofrece estímulos y perspectivas para
ayudar de modo más eficaz a la formación en la
madurez de la persona.

. 1.1.ll 1
.. l
&inas
Amadeo Cencini y Alejandro Manemi

PSICOLOGÍA Y FORMACIÓN
Estructuras y dinamismos
Título original: "Psicologia e formazione. Strutture e Dinamismi"
Tradución: Rodrigo Aguilar
Formación: Francisco Alberti
Portada: Laura Alvarado
Amadeo Cencini y Alejandro Manenti

GIUPO EOITORW. tATtNOAMuuc.:,..NO


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PSICOLOGÍA
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Y FORMACIÓN
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Estrocturas y dinamismos
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Apdo. Posl>I 3036 • Cannellias,
Tel . (21283-50/46 Fax 121 283-9207

3ª Edición

© Edizioni Dehoniane, Bologna, 1985


© Publicaciones Paulinas, S.A. de C.V. 1994
Boulevard Capri 98 • Lomas Estrella 09890 México, D .F.
ISBN 88-10-50802-5 (Italia)
ISBN 968•437-160-8

ainas
PRESENTACIÓN

Este libro lo hemos escrito realmente juntos,


poniendo en práctica nuestra experiencia de profe­
sores, psicólogos y presbíteros formadores. Nos di­
rigimos a quien cree que vale la pena profundizar
el conocimiento de sf y tender hacia la propia ma­
duración, como también a quien estudia la psico­
logía de la personalidad humana. Por esto, en el
libro partimos de dos preguntas: quién es el hom­
bre y cómo funciona.

Ambos hemos cumplido la formación psicológi­


ca, teórica y práctica de análisis personal y super­
visión, en el Instituto de Psicología de la Pontifi­
cia Universidad Gregoriana, provenientes de otros
dos ambientes universitarios: la Facuitad Estatal
de Filosofía y la de Filosofía y Teología de la
Gregoriana, para Manenti; la Facuitad de Cien­
cias de la Educación de la Pontificia Univesidad
Salesiana y el Instituto de Psicoterapia Analítica,
para Cencini.

Para la elección de los temas ha sido valiosa


la experiencia de actividad psicoterapéutica que
desarrollamos, desde hace varios años, con diver­
sas categorlas de personas: laicos, religiosos, indi­
viduos, parejas y familias.

Antes de llegar a la redacción definitiva aquí


presentada, hemos experimentado su disposición
por algunos años, en los cursos de psicología que
tenemos en la Escuela de Teología para Laicos, en

V
el Estud �o Teológico InterdioCl!SOno de &ggio Emilio
(Manenti) y en el Estudio Teológico San llllo, de INTRODUCCIÓN
Verona (Cencini). Un particular estímulo nos ha ve­
nido de la Escuela Trienal para Educadores, inicia­
da por nosotros en 1977; escuela en que p"tendemos
formar laicos y "ligiosos capaces de ayudar a los
adulto_s /óvenes a asumir un compromiso de vida que
sepa mtegrar la dimensión psicológica con la dimen­
sión cristiana de la existencia.
11A todos los hombres puede ocurrir la suerk de reconocerse a s( mismos Y de

Por tanto, Psicología y Fonnaci'ón es un libro sentir la inmediatez"


qr:e provi �e de la práctica psicoterapéutica, ha (Heráclito).
sido expenmentado en la enseñanza y ha "cibido
confirmación en nuestra actividad educativa. Vien e
Somos conscientes que conocerse es un objetivo que no se
de la experiencia viva y, después de la "flexión
consigue solos, sin la ayuda de una persona experta. Por
�ficatoria, se dirige nuevamente a la experiencia otra parte, estamos convencidos que el conocimiento de s{ no
VIVO. se obtiene leyendo un libro de psicología. Este es un proceso,
además de intelectual, en gran parte emotivo.

Sin embargo, también es siempre fundament'!I el c:onoci­


miento objetivo de las propias estructu,:as_ y fu�aones mtraP_­
sfquicas, si se quiere llegar a un conoamtento integral y posi­
tivo del yo.

Por esto hemos dividido el tratado en dos partes: nuestro


ser intraps{quico y su funcionamiento. El hilo conductor del
libro es por tanto doble: estructura y psicodinámica.

Estructuras intrapsfquims: consideramos al hombre en


su aspecto personal e interior. F:�temente no es todo el
.
hombre. Hay en él también la dimensión de relación con los
demás, con los grupos y las instituciones.

Pero hemos acentuado expresamente la relación que cada


uno de nosotros de/Je tener trJnsigo mismo, porque creemos
que es más importante considerar primero al hombre exist­
_ _
encial y después los problemas raaonales y soc,a/es.

VI
VII
Para nosotros, el primer índice de madurez es que la per­ troles y significativos, aplicables a cualquier contexto y op­
sona sepa llegar a ser autónoma-independiente: vivir en fuer­ ción de vida. Para tal fin nos hemos empeñado en usar un
za, de convicciones interiores que actúan desde dentro, más lenguaje simple y un estilo discursivo, que favorezca lo más
que en dependencia de soportes precarios que la condicionan posible la transparencia de los conceptos. Y si nos hemos re­
desde el exterior; y, precisamente gracias a esta solidez inte­ ferido, en alguna circunstancia, a categorias teológicas o a
rior, ser capaz de interactuar constructivamente con el otro. aspectos propios de la experiencia de lo divino, lo hemos he­
cho sólo con el intento de mostrar concretamente cómo servir­
Funcionamiento psicodinámico: Ofrecemos algunas ideas se del intrumento de la psicologfa: es utilizado no sólo para
para entender el sentido de nuestras acciones. Para no dete­ una mayor salud mental, sino -aún más- en vista de una
nernos en el "qui cosa" hacemos, sino llegar a entender el vida de fe más madura. Este uso -válido para todos- es
"por qui" lo hacemos, es necesario buscar las múltiples moti­ particularmente importante en la formación al sacerdocio, se­
vaciones que están a la base de nuestro comportamiento. gún las mismas indicaciones conciliares (Gaudium el Spes,
62; Optatam Totius, 3,11,20).
lJe este mundo interior, hemos dado particular atención
a la dimensión inconsciente por su gran influjo sobre el com­ Por otra parte, hemos querido estimular al lector a for­
portamiento en general (como Freud ya evidenció), y al com­ marse una mentalidad interdisciplinar con la cual afrontar
portamiento que se refiere a los valores (como nuestra expe­ adecuadamente las temáticas sobre el hombre: ya sea las que
riencia psicoterapéutica nos confirma). Hemos insistido en el encuentra en sí mismo y en su vida de relación, o bien las
inconsciente, ya que esta realidad no es tocada por los instru­ consideradas en los diversos tratados que contempla la 11Ra­
mentos educativos normales. tio studiorum II de los seminarios mayores. Por este motivo,
serán evidentes los reclamos a la antropologfa filosófica, a la
Algunos lectores encontrarán, quizá, demasiado insistente ética, a la moral fundamental.
el tema de los valores y los ideales. Pero hemos insistido en
ello casi con provocación, para hacer entender lo espedfico de Una última palabra sobre la función integradora de la
la psicologfa en la situación concreta de quien cree que la psicologfa. Al interno de una dinámica educativa, nos parece
vida debe tener un sentido (cualquiera que éste sea), y que que la psicologfa no debe ser vista sólo en función de una
esto implica la faliga de la búsqueda y de un camino preciso. mayor madurez humano-profesional del hombre (sea laico o
sacerdote), ni con el fin de una mayor y más completa prepa­
Al interno de esta elección (no libre de riesgos y quizá ración técnica de los educadores, ni mucho menos solamente
no tan frecuente en este género de publicaciones) hemos es­ para una mayor especialización cultural. Todo esto está bien,
pecificado todavía más el discurso, evidenciando en modo pero es insuficiente. Si fuese sólo esto, la aportación de la
particular el aspecto educativo de este crecimiento. Hemos psicologfa se limitarla al área didáctica, bien distinta y sepa­
privilegiado, en la ejemplificación y en la referencia, la di­ rada del camino más propiamente formativo, o seria a lo
námica del joven empeñado en una opción de vida cristia­ más disciplina que proporciona nuevas técnicas e instrumen­
na y ministerial: lo hemos hecho por afinidad de vida y tos de trabajo. Por el contrario, la mayor contribución de la
por el conocimiento directo que tenemos de la situación; psicologfa es para la madurez integral de la persona: vivir
pero el lector inteligente -confiamos- sabrá captar, en el en mayor profundidad aquello en lo que cada uno ha deci­
ejemplo concreto y más allá de él, los elementos más cen- dido creer, a través de un proceso de integración pro-

VIII IX
gresiva entre estructuras psíquicas de la personalidad y
exigencias puestas por los ideales. Y esto es lo que todo hombre
debe buscar realizar en la vida, cualquiera que sea su camino 1 •

Todas estas convicciones son froto -como se dijo al inicio­


de la reflexión teórica unida a la experiencia práctica. Las he­
Primera Parte
mos madurado, compártiendolas con nuestros colegas en la en­
señanza y en la actividad educativa. A ellos va nuestro agrade­
NUESTRO SER lNTRAPSÍQUICO
cim-iento por la fructuosa colaboración y a nuestros estudiantes
por las estimulantes provocaciones. En particular hacemos
mención de las investigaciones y las publicaciones de Luigi Ru­
lla sj., del Instituto de Psicologfa de la Gregoriana: en un cur­
so impartido por él en la Gregoriana se inspira, en patte, el es­
quema de este libro. A él, a Franco lmoda sj. y a la Hna.
Joyce Ridick s.s.c., nuestra deuda y nuestra gratitud.

1 En esta línea van también otras de nuestras publicaciones: Manentí,


A., "Vocazione psicología e grazia", Dehoniane, Bologna, 1979; ídem, "Diffi­
colta e crisi ne/la vita religiosa" (en colaboración con Di domenico P.), De­
honiane, Bologna, 1980; ídem, "Vivere insieme, aspetti psicologicl', Dehonia­
ne, Bologna, 1981; 11Vivere in due e piu. Aspetti sociologici e psicologici deJJa
famiglia" (en colaboración don Díni Manino A.); Cencini A., ''Amerai il -�
Signore Dio tuo; psicología dell'incontro con Dio", Dehoniane, Bologna, 1982;
ídem, "Viven riconciliati: Aspetti psicologici", Dehoniane, Bologna, 1985..

X
Amada, Cendni y Alessandro Manenti

Capítulo primero
Los TRES NIVELES DE LA VIDA PSÍQUICA

La primera constatación que una observación atenta de


los hechos nos induce a hacer, es que el hombre puede vi­
vir a tres diversos niveles: psico-fisiológico, psico-social, ra­
cional-espiritual. Estos niveles, ordinariamente, están inter­
conectados estrechamente entre sí y son reconocibles en el
acto humano concreto, en el cual normalmente uno prevale­
ce sobre los otros 1 . El nivel especifica el ámbito de nuestros
conocimientos y de nuestros intereses, el grado de altura
desde donde nos observamos a nosotros mismos y al mundo.
Cambiando el nivel cambia la perspectiva, como cuando se
suben los diversos pisos de una casa: en el tercer piso, el
panorama contemplado en el primero se ensancha en un
contexto más amplio, se agregan nuevos elementos y otros
disminuyen de dimensión porque están encuadrados en un
. Partiremos. de un �nálisis fenomenológico bastante gené­ horizonte más grande. Por ejemplo, al solo nivel psicofisioló­
n�o: basta abnr los OJOS, observar atentamente y, de inme­
diato, se recogen algunas primeras informaciones sobre el gico el hombre se descubre con una necesidad sexual, al ni­
ho1:1bre. Pr�mera info�mación: es un ser con exigencias fisio­ vel psicosocial se ve también deseoso de comunión con los
l�gicas, sociale� y racionales (capítulo 1). Segunda informa­ demás y al nivel racional finaliza todo esto para perseguir
ción: es u_n ser que a veces se programa conscientemente y, objetivos y metas. Cada vez que se sube, la dimensión
a veces, sm poner en ello cuidado o sin saber el porqué (ca­ precedente no viene descartada sino integrada en un hori­
, _ zonte más amplio y significativo. En cada nivel el elemen­
pitulo 2). Tercera mformación: también cuando se decide y se
programa, lo puede hacer sobre base racional de convicción 0 to psíquico está siempre presente, aunque en medida y
sobre base solamente emotiva de atracción (capítulo 3). cualidad diversas.

Pasaremos después a preguntarnos el porqué de todo Haremos una descripción de estos tres niveles para,
esto y, entonces, haremos una introspección para descubrir después, intentar individuar líneas de integración entre
aquello qu� no _ es inmediatamente visible. Descubriremos los mismos.
que, ei: su mte�10r, el hombre está motivado por dos fuentes
energéticas (capitulo 4) que están en relación con la estructura
de su yo, centro propulsor de la psiqué humana (capítulo 5).
1 G. Nuttin, Psicana/isi e persona/ita, Paoline, Alba 1%7, pp. 290-295.

3
Amada, Cenan; y Akssmulro M:menti
J\úEgfRO &R /NTRAPS(QUICO
l. Descripción de k,s niveles
/J. Nivel psico-social
a. Nivel psico-jisiológico
Comprende las actividades psíquicas conectadas con la
Comprende las actividades psíquicas estr necesidad de desarrollar relaciones sociales, de «estar con».
das a los estados físicos de bienestar o echamente liga­ El hombre -animal social- advierte la exigencia de estrechar
malestar, determina­ amistades, dar y recibir ayuda, sentirse parte activa de una
dos por la satisfacción o insatisfacción
de algunas necesida­ comunidad de personas, etc.
des fisiológicas fundamentales del
organismo como el
hambre, la sed, el sueño, la supervivenci
a, la salud... El origen de estas actividades psíq�icas ?º se encue�tra
El origen y el término de esta actividad se encuentran en una situación de déficit fisiológico a mvel visceral: no extSte
en la sensación de déficit o de satisfacción a nivel visceral un equivalente fisiológico de estos eve1:tos que, sin �mbargo,
(advertible también a nivel sensorial). La motivación que re­ son advertibles o dejan una huella a mvel neurológico.
gula este nivel es la satisfacción de estas necesidades. El
objeto que satisface la tensión y sacia el deseo es específico, La motivación más inmediata que empuja esta acc�ón �s
concreto y externo al individuo; pero lo satisface cuando él, la toma de conciencia de la propia limitación e insuficiencia
en �l gún �odo, se �a �ropia» de ese objeto y lo hace suyo. como persona, que lo hace reconocer la necesidad que t�ene
Se ttene as1 un movimiento que parte del sujeto, va al obje­ de los demás. El objeto que satisface no es tan �spe�1fico
to, para después volver al sujeto mismo. como en el primer nivel, puesto que se trat� de s1tuac1ones
en las cuales están implicadas personas; es siempre algo ex­
El movimiento es aprendido en cuanto se refiera a la terno que, sin embargo, no podrá llegar a ser interno y he­
búsqueda del objeto satisfactorio; pero es puesto en marcha cho propio por el sujeto, como en el caso precedente, por el
por un proceso biológico determinístico, que empuja a bus­ motivo que el otro no es una cosa.
car la satisfacción inmediata y total. La modalidad de fun­
cionamiento, por tanto, será siempre automática. El esquema satisfactorio es aprendido a través de la re­
petición de actos homogéneos que se demuestran eficaces
La percepción de la realidad a este nivel será fragmenta­ en la consecución del objetivo. En lo que respecta a la mo­
ria y parcial: la realidad, en efecto, será vista en función (in­ dalidad del funcionamiento, también a este nivel hay un
mediata o mediata) de la propia necesidad fisiológica. Por cierto determinismo; no absoluto, como en el precedente,
tanto, es una lectura limitada a lo visible, a lo físico, a lo sino relativo. Es un determinismo social, por el que la per­
útil. Es del todo subjetiva. sona se sentirá impulsada a buscar un cierto tipo de relación
gratificante, o de frente a determinados estímulos brotará,
Detrás de las varias necesidades fisiológicas aparece, en­ más o menos automática, una cierta respuesta.
tonces, como fin real operativo una necesidad más radical de
supervivencia y autopreservación, que remite a una interpre­ Respecto a la percepción de la realidad, �ay que d�cir,
tación general de la vida en clave más bien utilitarista-indi­ ante todo, que la realidad que llama la atención del s�Jeto
vidualista. es, sobre todo, aquella constituida por personas; pero v1�tas
no necesariamente en sí mismas, en su intrínseco valor,. smo
en función de una relación positiva. La visión de la realidad,

4
5
1\lJESTRO &R /NTRAPS!QUICO
Amada, Cencini y Akssandro .M.menli

de saber, de resolver problemas fundamentales como el �o­


en parte todavía fragmentada y en sentido único, supone
nocimiento de sí, del propio lugar en el mundo, del sentido
aquí una cierta capacidad interpretativa y determina un en­
de la vida, de la muerte... Al mismo tiempo, tal deseo-?ece­
sanchamiento del campo experiencial del individuo; están
sidad está sostenido por la capacidad instrumental-funcional,
aquí implicadas, en efecto, nuevas y ulteriores funciones y
propia del hombre, de conseguir, al menos en part�, la ve!­
potencialidades humanas: un cierto sentido común (el
dad de las cosas y por la conciencia de u�a atrac 1ó� hacia
«buen sentido») que permite, precisamente, la relación in­ . 7
ella que va más allá del simple deseo subJet1vo e md1ca, en
terpersonal como base de la convivencia y es una predispo­
la búsqueda de la verdad, la verdadera vocación de todo
sición, al menos tendencia!, a percibir el bien común.
hombre.
También aquí, detrás de la necesidad del otro y de la
El objeto que satisface esta sed de conocimiento se
relación, es posible reconocer algo más radical: la necesidad
pone totalmente en otros términos respecto a los otros dos
de la expansión de sí mismo o de la autorrealización a través
niveles (que sin embargo no excluye), sea desde el pu�to
del otro, que es la expresión dinámica -según Nuttin- de
de vista de la especificidad y concreción (ya no tan_ maten� ()
aquello que el hombre es en el plano psíquico, ser él mismo
como, sobre todo, de la relación entre el yo y el O�Jeto s �tts­
a partir y en dependencia intrínseca del otro2 . factorio: ya no es hecho propio, como en el pn�e� mvel
c. Nivel racional-espiritual (por ejemplo el alimento); no es interpretado y dmg1do se­

r,
gún las propias necesidades, como podría suce�er en el se­
gundo nivel (por ejemplo el amigo para no senttrrne s�lo);
Comprende las actividades psíquicas conectadas con la
no obstante, llega a ser parte de la persona y de su identi­
necesidad de conocer la verdad, y con la correspondiente ca­
dad, puesto que responde a la exigencia más radical y :ons­
pacidad humana de aferrar la naturaleza de las cosas, abstra­
titutiva del ser humano. Por otra parte, no puede ex1sttr un
yéndola, de los datos de los sentidos. Gracias a este nivel
esquema de aprendizaje, hecho de gestos repetitivos, bueno
somos seres que, a diferencia de todos los demás animales,
para toda ocasión, que bastaría poner en_ obra una y otra vez
tienen la capacidad de aferrar la esencia de las cosas abstra­ .
para obtener infaliblemente la satisfacción. Por un lad�, la
yéndola, de los datos de los sentidos. De la observación de .
satisfacción plena en la búsqueda de la verdad es 1mpos1ble,
los datos el hombre puede abstraer los principios generales,
como nos recuerda Frankl: «Responder a la pregunta acerca
o sea los conceptos abstractos y las leyes que gobiernan y
del significado absoluto es del todo impo�i�le para el hom­
explican los datos sensibles. Este poder constituye su «espí­
bre» 3. Por otra parte, toda búsqueda es ongmal a s_u mod� Y
ritu», algo que, al contrario de la materia, no tiene dimensio­
diversa de individuo a individuo y, en cierta medida, al m­
nes mensurables, no tiene partes, está fuera del tiempo y
terno del individuo mismo.
del espacio. Con este poder, el hombre puede formular con­
ceptos, conocer cosas abstractas, juzgar, trascender el «aquí y
La satisfacción o gratificación, a este nivel, es más com�
ahora» para afirmar y perseguir valores espirituales.
pleja y menos automática: viene �ad� por la búsqueda en si
misma y por la sintonía entre el md1v1duo y la verdad, que
El motivo que está al origen de este trabajo de la mente
evidentemente no podrá ser nunca total.
no se encuentra en un déficit de tejidos ni tampoco en la con­
ciencia de la propia limitación, sino en un deseo-necesidad
3 V. E. Frankl, Homo Patiens. lnterpretazione umanistica della sofferenza,
OARI, Varese, 1972, p.91.
2 G. Nuttin, o.e.

6 7
Psicología ... 2
.Amadal Oncini y Almandro 1'fmenti l\lJESTRO &R INTRAPSfOUJCO

También la modalidad de funcionamiento es profunda­ de los criterios de lo útil personal, de la relación social grati­
mente diversa y típicamente «humana»: en efecto, a este ni­ ficante, de la justicia simétrica (II nivel)4 .
vel el hombre está en grado de separarse de la inmediatez
instintiva y social y de aquel determinismo que es una posi­ Otra consecuencia: la capacidad de captar y usar los sím­
ble consecuencia de ello. Gracias al uso de las facultades su­ olos y un lenguaje simbólico, que es una vez más expre­
periores, él puede percibir la naturaleza de las cosas y los �
sión de una comprensión en profundidad y en libertad de la
nexos causales; puede aferrar el sentido de aquellos objetos realidad misma e instrumento lógico no sólo para comunicar
o situaciones que gratificaban los primeros niveles e ir más en forma más eficaz los propios conocimientos, sino también
allá de su simple función gratificadora, para incluirla en un para establecer relaciones y parangones lógicos y llegar a
contexto más general y objetivo. nuevos conocimientos y profundidades S. Todo esto, mucho
más allá de la fragmentariedad perceptiva de los dos prime­
En tal modo, se crea una i:iueva relación entre individuo ros niveles.
, y ambiente: una relación de respeto hacia las cosas y de li­
bertad para el hombre. El respeto nace de la ya citada capa­ O, en fin, la creatividad, tanto más posible al hombre
cidad de «inteligir», o sea de cáptar los principios y formular cuanto más sabe él despegarse de la inmediatez absoluta­
leyes generales que están en la naturaleza de las cosas mis­ mente determinista del reflejo sensorial (I nivel) o relativa­
_ mas. Tal capacidad de lectura de la realidad genera en el mente determinista de la necesidad social (II nivel).
hombre una actitud respetuosa hacia los objetos y las perso­
nas. El percibitlos por aquello que son en sí impone al hom­ De estos ejemplos surge con suficiente claridad la ten­
bre el no «usarlos» para sus propios fines (I y II niveles) y denc!a real que está en el origen de las operaciones de este
lo pone, al mismo tiempo, en una situación de libertad res­ III m�el. No puede ser sólo un instinto de autopreservación
pecto a ellos. Es perfectamente lógico que sea así: si las co­ _
a traves de �na realtdad por «consumir», ni sólo un impulso
sas ya no son vistas en función de mí, cesa mi dependencia de autorrealtzación a través del otro, sino una tendencia de
de ellas o, por lo menos, aquel determinismo que me podría a1;1totrascendencia 6. Todas las actividades que se dan a este
hacer esclavo de ellas. Podremos decir que saber dar nom­ nivel, como hemos visto, trascienden los límites de los he­
bre a las cosas es signo y fuente de libertad. Una libertad chos inmediatos y de los procesos materiales: son activida­
fundamental que determina otras. des «espirituales». Como tales, son puestas en acto por un
Señalemos algunas. Por ejemplo, el hombre que sabe 4 Encendemos por "juscica simétrica" �n sistema de relaciones basado
en el principio de la reciprocidad, por canco en una norma elemental deri­
«descifrar» correctamente la realidad puede ampliar notable­ va?ª de l sentido común. Par� los �roblemas a ella conectados cf. B. Kiely,
mente el ámbito de su conocimiento, y no tanto desde un _
Ps,cologia e Teologia mora/e. lmee dt convergenza, Mariecti, Casale Monferra­
punto de vista cuantitativo sino sobre todo cualitativo: gra­ to, 1982, p. 259.
cias al poder de abstracción llegará a ser capaz no sólo de 5 Ver la definición dada por la filosofia lógica al término "slmbolo":
formar conceptos inmateriales de cosas materiales, sino tam­ quodcumque notum in quo aliquid congnoscatur (S. Tomás, De Veritate, q. 9, a.
bién podrá conocer cosas abstractas, como el concepto de 4, ad 4; Summa Tlteologiae, III, q. 60, a. 4).
virtud, bondad, justicia... , conceptos todos sin una dimen­ 6 L. M. Rulla, Psicologia profunda y vocación. las personas, Atenas, Madrid,
sión mensurable en el espacio y en el tiempo (I nivel), dan­
do a ellos una interpretación de contenidos que va más allá
.nno, 1p.9 7,
1 984,
? _
.º·
64; V. E. Frankl, Fondamenti e applicazioni della /ogoterapia, SEi, To­
pp. 41-s.7; Kc mberg, Teoría della relazione oggettuak e clinica psi­
coanalt. t7c:1, �onngh1en, Tonno, 1980, pp. 179-237. Para la distinción entre
_
tendencia e impulso véase el capitulo 4, la parte sobre los valores.

8 9
Amad«, <lncini y AJ«wmdro Mmenti l\lJEgrRo SER INTRAPSÍOUICO

«yo espiritual», capaz de trascender la propia humanidad y tas posi?ilidades


. diversas de vida psíquica y, por tanto, como
aquellos condicionamientos que señalan su límite, sea para un mov1m1ento que parte de señalar el nivel psicofisiológico
ir hacia el otro de modo realmente altruista, tanto que se ol­ Y se dirige a subrayar, cada vez más generalmente el nivel
vide de sí mismo, sea para obtener significados y descubrir ra_cional-espi�itual9• Tomando esta clave de lectur� y reco­
valores que dan verdad a la vida. Frankl encuentra en esta mendo, obviamente a grandes líneas, la evolución histórica
autotrascendencia la· esencia de la naturaleza humana: «Ser de_ esta cienci�,. parece ev�d�nte cómo se ha pasado de posi­
hombre quier.e decir, fundamentalmente, estar orientado ha­ ciones mecan1c1stas a pos1c1ones de apertura a lo espiritual.
cia algo que nos trasciende, hacia algo que está más allá y Basta pensar en el biologismo má.s o menos pansexualista de
más arriba de nosotros mismos; algo o alguien, un significa­ Freud que provocó reacciones tan inmediatas y significativas
do por realizar, u otro ser humano por encontrar y por amar. como las de Jung y de Adler, que se contraponen abierta­
Por consiguiente, el hombre es él mismo en la medida en mente al reduccionismo materialista del fundador de la psi­
que se supera y se olvida.»7. cología moderna lO.

Y, una vez más, hemos vuelto al mismo problema, el de Permanece todavía hoy una línea determinista si bien
la libertad: precisamente considerando la capacidad de auto­ bastante diver�ificada: el conductismo de Watson y'Skinner,
trascendencia del hombre, podemos entender dónde nace su el neocond�ct1s�o de Hull, la escuela reflexológica de Pav­
libertad y cómo es posible ser libres (y no serlo). Sólo reafir­ lov, el neob1olog1smo de Lowen. Sin embargo, las reacciones
mando y expresando concretamente la superación de sí, el de J ung y Adler han iniciado una interpretación menos de­
hombre experimenta la propia libertad, más allá de cual­ terminista de la psiqué. La posición adleriana es retomada
quier determinismo más o menos velado. Y como conse­ c?n o sin relación explícita, por la psicología humanista, ha�
cuencia, únicamente al interior de esta libertad de autotras­ ct�ndo cabeza Allport, Fromm, Maslow, Goldstein, y por la
cenderse llega a ser posible advertir una llamada o descubrir psicología fenomenológica-humanista de Rogers; autores to­
nuevas dimensiones de vida y decidir responder a ellas8.. dos qu� subrayan la libertad del hombre, dentro de una
En el momento en que el hombre da una respuesta, se con­ concepc16:n f!1ás �lobal del ser humano, y se alejan decidida­
vierte en agente moral y se descubre responsable de aquello mente del b10log1smo y del pesimismo freudiano.
que hace. Pero no es nuestra intención afrontar ahora las
implicaciones de este problema y del nexo que relaciona au­
totrascendencia-libertad-responsabilidad; queremos sólo cons­
tatar la realidad de este III nivel, como componente funda­ Para un perfil histórico �e la psi�ologla se pueden ver los siguientes
� _
mental de la vida psíquica y condición imprescindible de libros: S. R. Madd1, Perso naltly Tlteones. A co mparative analysis, The Dor­
nuestro ser hombres. sey _Pre�s, _Hom�wood lllinois 1980; C. S. Lindzey, Teorie della persona/ita,
Bonng
_ �1en, Tormo, 1970; M. Wertheimer, Brn;e storia della psicología, Za­
ntchelh, Bologna, 1983; P. Legrenzi, Storia della psit:ologia, II Mulino, Bo­
Es importante, en nuestro contexto, hacer una observa­ logna, 1980; G. Mucciarelli, La psit:ologia ne/ pensiero contemp oraneo · anrolo-
ción histórica. Creemos que es posible leer la historia de la gia di autori, G. D'Anna, Firenze, 1981.
psicología moderna como descubrimiento progresivo de es- 10 �o todos los �om�ntaristas están de acuerdo en clasificar como pan­
7 V. Frankl, Al/a ricm:a di un significaro della vita; i Jo ndamenti spiritua­ sexuahsta la teoría mstmtual freudiana: entre éstos L. Ancona La Psicana­
lislici della logoterapia, Mursia, Milano, 1974, p. 121. lisi, La Scuola, Brescia, 1970, p. 95. Aparte de la no demasiada claridad
8 L. M. Rulla, Psicologfa profunda y vocación. Las perso nas, Atenas, Ma- de Freud! como quiera que sea queda el hecho de que la sexualidad tie­
drid, 1984. ne un relieve particular en su psicoanálisis.

10 11
Amada, Ow:ini y Akssandro Manenti
M!ESTRO SER INTRAPSÍQUICO

Pero es, sobre todo, el filón espiritualista junguiano el Quizás, usando precisamente una imagen freudiana, po­
que determina una neta superación de las posiciones freu­ dremos decir que la psicología en su historia ha ido pasando
dianas iniciales y de los varios determinismos con ellas rela­ del principio del placer al de la realidad 13 .
cionados, mediante los desarrollos y las explicitaciones sus­
tancialmente nuevos (respecto de Jung) de autores como 2. Integración jerárquica de los niveles
Frankl con su logoterapia, Nuttin con la teoría relacional,
Thomae con los estudios sobre la decisión humana, Godin y Todo acto psíquico ordinariamente contiene y revela los
Vergote con su psicología religiosa, Caruso con la psicología tres niveles, aunque en medida diversa, estando ellos «in­
personalística del profundo, como tantos otros11 • Todos es­ trínsecamente unidos en el acto humano concreto» 1 4. Tam­
tos autores, aun con acentuaciones y matices diversos, pre­ bién hemos observado que el nivel racional-espiritual es tí­
sentan el 111 nivel como el modo de ser típico del hombre, pica y exclusivamente humano, siendo el I nivel, y en parte
con sus componentes de capacidad de autotrascendencia, de el II, propios también del animal. Existe, por tanto, una je­
percepción global de la realidad, de libertad creativa y de rarquía natural entre los tres niveles, que se ha de respetar;
responsabilidad moral. teniendo presentes, al mismo tiempo, sus irreductibles pro­
piedades, funciones y leyes, como subraya Nuttin 1 5. De to­
Es muy significativa, a este respecto, la afirmación que dos modos pertenecerá a la libertad del hombre decidir a
L. Rangel, conocido psicoanalista de escuela freudiana, h�zo qué nivel dar la tarea de arrastrar el entero aparato psíquico
al congreso internacional de psicoanálisis en Londres en JU­ o desde qué altura interpretarse a sí mismo y al mundo: el
iio de 1975: «Los problemas de la integridad, decisión y ac­ nivel racional-espiritual, que naturalmente debería tener el
ción inevitablemente conducen al corazón del problema que primado, puede ser puesto de hecho por el hombre al servi­
se refiere a la responsabilidad humana y así un aspecto ulte­ cio de los otros dos, en posición subordinada a ellos y distor­
rior del comportamiento humano, que había estado perdido sionada. La identidad personal dependerá también de este
y oscurecido, hace su entrada en la psicología psiconalíti­ orden jerárquico estrictamente personal: dada la posición
ca,. 12. Y continúa, siempre en dicho contexto, afirmando privilegiada de un cierto nivel, seguirá de ello un correspon­
que si el psicoanálisis quiere hacer un servicio de promoción diente tipo de identidad.
humana debe tener presentes los problemas de la decisión,
de la interioridad y de los valores. Más precisamente, cuando este ordenamiento jerárquico
de los tres niveles no es fruto de libre decisión, el hombre
se encuentra obligado a seguir una lógica de vida dictada
por un ordenamiento casual de los tres niveles, impuesto
por la presión de las necesidades más que querido por elec­
11 Cf. A. Ronco, /11troduzio111: olla psicologia. /, Psicologia dinamica, LAS,
Roma, 1980, pp. 1 59-1 96.
ción. En todo caso, nadie podrá realmente ignorar las exi­
. . gencias y los elementos propios de cada nivel; más aún, el
No pretendemos decir que Jung sea la ca?eza de �na come�te a . quien
se inspirarían directamente los autores amba mencionados, smo simple­ 13 Para una profundización de este desarrollo histórico se puede ver G.
mente reconocer la importancia histórica de su intuición que pone lo es­ W. Allport, La personalidad, su co11figuració11 y desarrollo, Herder, Barcelona,
piritual al centro de la atención de la psicología naciente, y que permitirá 1980, pp. 238-263 (desarrollo de las motivaciones). pp. 63 8-665 (la perso­
ulteriores desarrollos en tal sentido. na en la psicología).
1 2 L. Rangel, Psyc/Joanalisys and tlze process of c/1011ge; 011 essay 011 tne post, 14 G. Nuttin, Psicanalisi ..., o.e., p. 294.
pre.sen/ and future, en "Int. J. Psycho-Analysis", 56 ( 1 975), p. 95. 15 G. Nuttin, Psicanalisi ... , o.e., p. 290-295.

12 13
Amadm Cenani y Aksaandro Mmenti J\tJESTRO 5ER INTRAPSÍQUICO

verdadero problema de la madurez es precisamente éste: damentales, del haber dado un sentido a la vida. Es una
¿Cómo puede el individuo dotado de un cuerpo, abierto a la constatación que todos hacemos cotidianamente: cada nivel
relación, capaz de pensar, integrar en sí mismo estas diver­ está condicionado por el otro.
sas dimensiones? Podemos decir ya desde ahora que un cami­
no correcto buscará poner armónicamente juntas estas dimen­ A la misma conclusión llegamos si consideramos la inter­
siones, sin unilateralismos ni exclusiones, sino con un punto dependencia funcional que existe entre un nivel y otro. El
preciso de referencia que dé orden y sentido al conjunto. pensamiento ordinario, actividad espiritual, para ser efectiva­
mente pensado necesita no sólo de los otros dos niveles,
Maduración e integración, en efecto, no son fenómenos sino de específicos centros nerviosos que funcionen bien y
espontáneos, sino más bien un proceso que se cumple a tra­ de estructuras fisiológicas en su interior, que permitan a la
vés de la búsqueda de un equilibrio entre los componentes mente reflexionar, a l.a memoria recordar, a la palabra mani­
y el descubrimiento de la propia identidad, teniendo siem­ festar el pensamiento dándole una función también social.
pre presente la complejidad del ser humano. Son leyes naturales.

a. Equilibrio externo e interno: el principio de totalidad Pero hay también un equilibrio interno, o sea una armo­
nía por conseguir entre los elementos, dentro de cada nivel.
Este equilibrio es una exigencia fundamental que deriva Cada nivel tiene exigencias y propiedades irreductibles que,
de la simultánea presencia de los tres niveles en todo nues­ por tanto, es necesario respetar. Es un principio de totalidad
tro actuar. De por sí esto es algo que ya viene de hecho, que asegura el equilibrio interno.
pues el hombre es una unidad somático-relacional-racional
que en cada acción expresa el propio ser compuesto. Observemos qué sucede en el nivel fisiológico. Ya la
percepción del estímulo (hambre, sueño, ... ) viene a través
Existe, sobre todo, una armonía externa, o sea una rela­ de una coordinación entre células, tejidos, reacciones quími­
ción entre los tres niveles. Cualquier expresión psíquica no cas, órganos perceptivos internos, que culminan en la sensa­
sólo manifiesta esta «composición», sino que -reflexionando ción del estímulo y en la reacción correspondiente del suje­
bien- es posible gracias a la presencia simultánea y comple­ to. Existe una organización somática precisa, como nos
mentaria de potencialidades de cada uno de los tres niveles. recuerda la biología, que obedece a criterios de totalidad es­
Un simple p�nsamiento o un acto de voluntad, por ejemplo, tática y dinámica del cuerpo humano y establece un equili­
no serían posibles si el físico no estuviese en condiciones al brio constante entre el bienestar de cada miembro y el de
menos mínimas de reposo, si no hubiese satisfecho determi­ todo el cuerpo. Esto aparece evidente en casos «de emer­
nadas necesidades fundamentales; y una vez más este mis­ gencia»: cuando, por ejemplo, una parte del cuerpo sufre
mo pensamiento o acto de voluntad estará en estrecha de­ por una herida o una infección, brota una especie de prime­
pendencia de aquel bienestar (o malestar) interno que se ros auxilios de parte de los otros miembros que aumentan
crea en nosotros gracias a una positiva (o negativa) relación su trabajo para producir un número mayor de células y de
social. A su vez, aunque en manera diversa y más sutil, el glóbulos necesarios para la suturación de la herida o la cura­
estado fisiológico y la apertura social dependerán también ción de la infección. Hay, en fin, un sistema de leyes inna­
del modo de vivir el nivel racional-espiritual: por ejemplo de tas que funciona para el óptimo bienestar del organismo,
la paz interior que deriva de haber resuelto problemas fun- para bien del conjunto, que coordina y «obliga» a cada parte

14 15
Amad.KJ Cenani y Ai6SSU.ndro Mmmti l\tJESTRO &R /NTRAPSÍQUICO

a que trabaje en vista de este fin «renunciando» -st así se bajar por el bien común, al punto de hacer a un lado -si es
puede decir- a objetivos parciales. necesario- el propio provecho para construir o favorecer el
interés de todos, especialmente en circunstancias particula­
Este principio de totalidad radicado en la fisiología es res. Exactamente, con las debidas proporciones, como para
muy importante porque nos indica un modo de ser, relativo el organismo fisiológico: el mismo principio de totalidad es
a nuestro cuerpo, que la naturaleza misma ha creado en no­ condición de equilibrio al interior de cada nivel y con los
sotros y que, por tanto, es probablemente constatable, aun­ otros niveles.
que en modo diverso, en los otros niveles; constituyendo, en
todo caso, la condición para realizar el equilibrio externo. Si llevamos nuestro análisis al nivel racional-espiritual,
volvemos a encontrar el mismo problema de relaciones, qui­
Así, a nivel psico-social debe existir el mismo equilibrio zá todavía con mayor tensión y sin duda con menos auto­
interno, que resulta de la dosificación entre el sentido de la matismos: la relación entre mi yo y la verdad. Por una parte
propia individualidad personal y la pertenencia al grupo l6 . mi necesidad-deseo de conocerme a mí mismo y mi lugar
También aquí volvemos a encontrar una tendencia natural a en la vida; y, por otra parte, una verdad que está sobre mí y
equilibrar los elementos a la luz del principio de la totali­ abraza toda la realidad. Es una necesidad insuprimible que
dad; aunque ya no funcionando con el automatismo visto en impulsa al hombre (a todo hombre y no sólo al filósofo) a
el I nivel (incluso es posible también una cierta tensión). Es buscar lo verdadero; y es una relación inevitablemente pro­
una tendencia específica que, a través de la conciencia de la blemática la que nace entre mi verdad y la verdad. Una vez
propia limitación y la atracción ejercitada por el otro, empuja más, el mismo principio de totalidad es el que indica un ca­
al ser humano a ir más allá de sí para dar, recibir, vivir jun­ mino «natural» para que la tensión sea fructuosa y el equili­
tos, reencontrarse a través del otro, sentirse parte de un con­ brio alcanzable: la totalidad de la verdad -como realidad que
junto. Cada hombre encuentra dentro de sí este impulso, me supera absolutamente- me solicita a expresar al máximo
sin el cual no existiría sociedad y, quizá, ni siquiera el hom­ mis potencialidades de organismo pensante y me provoca a
bre. Una vez más, tal energía «social», que provoca a cada trascenderme a mí mismo. Es un modo de buscar la verdad
uno a romper los confines de la propia individualidad sin que en concreto significa: la conciencia de ser una persona
enajenarse todavía en el otro, obedece a criterios de totali­ en búsqueda, que no pretende haber conseguido la meta y
dad, totalidad estática y dinámica del organismo social. El saber todo; el conocimiento del propio límite natural que in­
hombre maduro es aquel que vive en modo armónico y sin duce a no absolutizar las propias intuiciones, mientras hace
conflicto los dos elementos: sentido de la propia individuali­ disponible a acoger las aportaciones de los demás, o al me­
dad y conciencia de pertenecer a un conjunto de personas. nos la confrontación dialéctica; un estilo de búsqueda mar­
Consigue sentirse parte de un todo sin sentirse minimizado cado por una apertura mental y una sensibilidad perceptivo­
u ofendido en su singularidad; y, por otra parte, se percibe intuitiva, atento a no hacer leyes generales de verdades
único e irrepetible sin sentirse aislado. Sabe ser él mismo y parciales. En el fondo son las características básicas que la
en relación; se siente parte activa y responsable de una tota­ filosofía del conocimiento requiere como condiciones previas
lidad que contribuye con su aportación a hacer positiva, para que el deseo de saber sea eficaz 17.
fuente de bien para todos. Es una ley natural, con frecuen­
cia constatable concretamente, que provoca al hombre a tra-
16 J. P. Gustafson, Tlze pseudomulual small group or institution, en "Hu­ 17 Véase por ejemplo B. J. F. Lonergan, La intelligenza; sttJdio su/la com­
man Relations", 29 (1976), pp. 989-997. prensione del/ esperienza, Paoline, Alba, 1%1.

16 17
Atnadm Gmdni y Alemndro Mmenti 1\lJESTRO 5ER fNTRAPSfQUICO

En síntesis, podemos decir que en el concepto de totali­ psíquicas, para definirse en base a un proyecto de vida li­
dad se puede reconocer el sentido de una trascendencia que bremente elegido cuya elaboración y prosecución es fuente
se pone a diversos niveles de nuestra vida psíquica, cada de estima personal 18.
uno de los cuales nos impulsa a ir «más allá»:
Si hay una jerarquía entre los tres niveles, parece evi­
I nivel: más allá del bienestar físico de cada miembro; dente que toque al tercero la función de guía o de punto de
referencia. Tal función es necesaria para que cada acto sea
/1 nivel: más allá del bienestar social de mi persona; «humano», y también para que el automatismo fisiológico y
la tendencia social estén coordinados entre sí y regulados en
11/ nivel: más allá de mi verdad. vista de un bienestar general de la persona, que no es ni
sólo cuerpo ni sólo relación.
Hay que notar que este criterio de totalidad o impulso
de trascendencia es un principio natural que, sin embargo, Nuestra experiencia diaria nos recuerda que el hombre
partiendo del I nivel, funciona cada vez menos en modo au­ no puede encontrar plena realización de sí simplemente res­
tomático y pide cada vez más la intervención libre y respon­ pondiendo a estímulos fisiológicos o sumergiéndose como
sable del hombre. cuerpo inerte en lo social: ambas cosas, admitido que sean
de hecho practicables, tienen necesidad de una proyectuali­
b. Niveles de definición de sf dad, o sea de un cuadro orientativo que tenga en cuenta la
naturaleza humana y pueda funcionar como elemento de
Según cuál de los tres niveles de la vida psíquica preva­ unión entre los varios niveles. El mismo criterio de totalidad
lezca, el hombre tendrá una cierta imagen de sí: psicofisioló­ que garantizaba el equilibrio interno de cada nivel, subordi­
gica, psicosocial o racional-espiritual. El que viva prevalente­ na los niveles inferiores al III; o sea requiere que el bien
mente a un determinado nivel, se identificará de modo parcial de cada nivel sea puesto al servicio del bien total de
correspondiente, privilegiando los contenidos de ese nivel. la persona. Así, el principio de totalidad no sólo funciona
Así, si el primado pertenece al nivel psico-fisiológico, el horizontalmente (para el buen funcionamiento de cada ni­
hombre se definirá en base al propio cuerpo, o sea a un vel), sino también verticalmente: para la coordinación de
dato de hecho inmediatamente perceptible, caracterizado cada uno de los niveles hacia una única dirección que ya no
por una determinada expresión somática, precisas habilida­ es el bien parcial de cada nivel, sino el bien total de todo el
des físicas y cualidades estéticas: preocupación exagerada hombre. En efecto, cuando el hombre se identifica al III ni­
para que el propio cuerpo sea sano-bello-fuerte-juvenil y vel dispone de un «punto de observación» más comprehen­
acentuada intolerabilidad por el eventual defecto estético o sivo de la totalidad y de un «punto de referencia» más esta­
por la posible enfermedad o por el inevitable y progresivo ble y significativo. Lo que no sucede, en cambio, en los
decaimiento orgánico. Si el primado penenece al nivel psi­ niveles inferiores, donde la percepción del bien no puede
co-social, la fuente de identidad es el bagaje de dotes y ta­ ser sino parcial y el sentido de identidad que de ello deriva
lento que la persona posee: inteligencia, sociabilidad, afirma­ será, al menos, incompleto. Más aún, cuando el bien fisioló­
ción en el trabajo, cualidades personales. En fin, si el gico o social llegan a ser el bien absoluto o fin último, nace
primado pertenece al nivel racional-espiritual, la persona va
1 8 Para la profundización de este tema, véase A. Cencini, Amerai il Sig­
más allá de lo inmediato y más allá de las propias cualidades norr: Dio1110; psícologia del/' incontro con Dio, Dehoniane, Bologna, 1982,
pp. 12-62.

18 19
N.JESTRO 5ER /NTRAPS(QUICO
Amoám Cencini y Alessandro Manmti

una situacióri conflictiva que hará igualmente conflictivo el nista: buscará justificar todo racionalmente (segunda reduc­
correspondiente sentido de identidad. Fundamentalmente ción). Pero este ordenamiento jerárquico revelará su conflic­
brotará un proceso de reducción de las expresiones, deseos tividad, cuando la persona se dé cuenta de ser incapaz de
y exigencias del nivel superior, a la medida de los inferiores, aceptar la ley física del inevitable y progresivo deterioro or­
con la consiguiente exasperación y distorsión del mismo gánico, incapaz de dar un sentido a la enfermedad y a la
bien relativo y difusión de identidad19. muerte. Cuando el estar bien llega a ser fin en sí mismo, la
persona lo busca en forma compulsiva, dispuesta a todo con
Toda dinámica reduccionisca dice: tal de obtenerlo (tercera reducción). Pero, tarde o temprano,
tendrá que constatar la precariedad de dicho bien (cuarta re­
1) Absolutización del bien inferior al que son subordina­ ducción). Terminará entonces -he aquí la contradicción- por
dos todos los demás; sufrir la frustración de no poder alcanzar un bien que ha llega­
do a ser imposible. O, por el contrario, podrá recurrir al uso de
2) consiguiente interpretación reductiva del bien superior drogas, o a cuanto le consienta evitar el problema, o buscar un
a la medida del inferior absolutizado; goce alternativo, o -de plano- desear morir, él tan amante de la
vida (quinta reducción). La distorsión del bien relativo, asumi­
exasperación en la búsqueda del bien inferior; do como absoluto, se vuelve contra el hombre20.
3)

precariedad en la posesión de dicho bien o imposibili­ En modo análogo, en el nivel psicosocial es posible el
4)
dad de obtenerlo; mismo fenómeno. Cuando la aspiración más grande de la
persona es el bienestar social y la afirmación de las propias
5) frustración final, con posible rechazo de dicho bien y cualidades, la relación con los demás llega a ser demasiado
búsqueda de su contrario. importante y se buscará con avidez insaciable. La búsqueda
de afecto, de estima, de aprobación será cada vez más cen­
Si, por ejemplo, en el I nivel, el bienestar fisiológico lle­ tral para dicha persona que -condenada al triunfo- se identi­
ga a ser el objetivo fundamental de la existencia, la aspira­ ficará a sí misma con su imagen social y tendrá de sí un
ción máxima será el estar bien y se pondrá todo cuidado en concepto positivo en la medida en que obtenga benevolen­
evitar cuanto pueda dañar tal bienestar físico (absolutiza­ cia y consideración. La relación, indispensable para todos,
ción). La relación con las cosas decae a mera relación consu­ tendrá el riesgo de llegar a ser relación de dependencia,
mista y el poseerlas da la sensación de ser dueño del propio nunca saciada. Mientras tanto, la inteligencia, además de la
destino y la garantía de una felicidad definitiva (primera re­
ducción). La relación con las personas sufrirá un proceso pa­ 20 A la luz de la dinámica reduccionista se pueden interpretar muchas
ralelo, porque será buscada con el fin inmediato o mediato crisis sobre todo de la edad juvenil: tendencias masoquistas, carencias del
del goce físico: la persona es «despersonalizada» y la sexua­ deseo sexual, enfermedades psicosornáticas, niquilisrno ético, depresiones.
lidad llevada a nivel de consumo. En la misma forma, el yo Para la elaboración de estos ternas puede consultar: E. Becker, Escape
/rom eoil, Collier Macrnillan Publishers, London 1975, pp. 73-87; F. Gíar­
pensante estará también al servicio de este estilo reduccio- dini, la rivoluzione sessua/e, Paoline, Roma, 1974, pp. 229-241; H. S. Ka­
19 Borel define así el fenómeno del reduccionisrno: "Una disposición plan, l disturbi del desiderio sessuale, Mondadori, Milano, 1982, pp. 225-259;
que en el campo científico, incluida la filosofía, consiste en justificar un P. Laurie, Drugs: medica/, psychological, and social facts, Pelican Books, New
valor más alto a través de uno más bajo". B. J. Borel, Riduzionismo, en Di­ York, 1971, pp. 37-38; D. Vasse, Le temps du désir, Du Seuil, París, 1969,
zionario di Psicologia, Paoline, Roma, 1975, p. 1004. pp. 31-32; 71-72.

20 21
Amada, Cendni y Alessan:Jro M.mmli l\l.JESTRO &R OORAPS(QUICO

acostumbrada (en estos casos) actividad «racionalizante», es­ de deberlas perseguir a toda costa como el bien máximo y
tará muy empeñada en construir expectativas irrealistas liga­ creatividad para saber interpretarlas para el bien general de la
das al propio rol y a la relación social: es el yo que sueña o persona22.
da implícitamente por descontadas, determinadas gratifica­
ciones. Pero se sentirá frustrado cuando estos sueños no se c. ¿Primado de la rozón.P
hagan realidad o cuando se le pida dar más que recibir, olvi­
darse más que ponerse al centro de la atención. ¿Es suficiente el reclamo al 111 nivel para óoordinar los
niveles inferiores y tender hacia el verdadero bien? Muchos
A este punto, la persona puede escoger la actitud contra­ piensan que pueden responder afirmativamente; sin embar­
ria de aislamiento, de acusación, de violencia, precisamente go, en la realidad las cosas parecen ir en forma diversa.
contra quien no ha satisfecho sus pretensiones y contra la
sociedad en general. Como dice Nouwen: «La frontera entre Ante todo, la existencia de los tres niveles de la vida
intimidad y violencia es frágil. Vemos y sentimos la crudeza psíquica dice que el hombre no es reducible a pura capaci­
entre marido y esposa, padres e hijos, hermanos y hermana.s, dad de decisión. Hemos visto cómo en los primeros dos ni­
y comenzamos a advertir que aquellos que desean tan de­ veles prevalece un mecanismo de automatismo, absoluto en
sesperadamente ser amados, se encuentran con frecuencia el 1, relativo en el 11; automatismo, evidentemente, significa
envueltos en relaciones de violencia. Las crónicas que apa­ pasividad, repetitividad, determinismo: lo contrario, en defi­
recen en los diarios sobre agresiones sexuales, violencias, nitiva, de la decisión. Como consecuencia, vivir normal y
homicidios, evocan la imagen de personas que se aferran de­ prevalentemente a estos niveles (especialmente el 1) no
sesperadamente unos a otros, pidiendo amor, pero que no ayuda a aprender a decidir; pone al hombre en una quietud
reciben otra cosa sino violencia»21. adecisional. Las «elecciones» que se hacen a estos niveles (es­
pecialmente si están orientadas exclusivamente hacia el bien
Una vez más, un bien parcial, desconectado de una vi­ parcial) están determinadas por un estímulo natural al que el
sión más completa del ser humano, llega a ser imposible y hombre responde sin mucha implicación personal o de plano
se vuelve contra el hombre mismo. sin darse cuenta de ello. Es un hombre que se deja vivir, ex­
perimenta el estímulo y está en peligro de no tomar jamás ver­
Parece evidente que sólo una referencia a un proyecto daderas y propias decisiones23• El hombre no está obligado a
total (III nivel) puede permitir descubrir la verdadera natu­ decidirse racionalmente, puede hacerlo. Acentuar sólo la racio­
raleza del hombre y deducir de ésta aquel bien que le pue­ nalidad no es suficiente para anular la posibilidad contraria.
de satisfacer «totalmente». Definirse a nivel racional-espiri­ 22 Para una lectura psicológica de la pobreza, castidad y obediencia a la
tual no quiere decir rechazar los niveles precedentes, sino luz de los tres niveles de la vida psíquica, véase J. Ridick, Un tesoro en
usar sus exigencias como instrumentos para la consecución vasijas de barro, Atenas, Madrid, 1984.
de fines y objetivos que respeten el bien total. Esto produ­ 23 Es el famoso principio homeostático, unido al instinto de muerte (o
ce -como hemos visto- una nueva relación consigo mismo y principio de Nirvana) entendido como reducción de la energía a nivel
con ia realidad, basada en el respeto, la libertad y la creativi­ cero.
dad. Respeto, por ejemplo, para las propias exigencias físi­ Freud consideraba que el aparato psíquico tiende a eliminar todas las ex­
citaciones y todos los estados de tensión originados por causas internas o
cas, cualidades psíquicas, demandas sociales; pero libertad externas. Cf. S. Freud, ln1rod11zione olla psicanalisi, en Opere, Boringhieri,
Torino, 1980, VIII, pp. 420-435; cf. también L. Ancona, La Psicana/isi,
21 H. Nouwen, C/owning in Rome, lmage Book, New York, 1979, p. 41 . o.e., p. 116.

22 23
Amaddl Cencim y Alessandro Manmti
l\lJESfRO &R INTRAPS(QUJCO

En segundo lugar, los tres niveles se organizan de modo de la «diosa razón» pretendería que, en el ejercicio de sus
_
que uno emerja sobre los demás, pero no se ha dicho qu� el facultades, el hombre sea siempre coherente consigo mismo
.
III nivel deba prevalecer: puede ser usado en subordmac1ón según un estilo de búsqueda de la verdad. Este es un pre­
a los otros dos y esta eventualidad no es anulada sólo recor­ juicio de raíz iluminista, pero de ningún modo desaparecido
dando al hombre su capacidad racional. hoy, que deja todo por verificar y, cuanto parece, está lejos
1 de la experiencia que todos tenemos diariamente. La revo­
En tercer lugar, el uso mismo de la racionalidad puede lución hecha por Freud, como a él agradaba llamarla, ha
ser ofuscado por distorsiones. Admitido el primado de la ra­ querido demostrar precisamente lo contrario: la razón del
cionalidad, está por verse la función que ella asume �l inter­ hombre no está libre de conflictos26_
no del aparato psíquico. También en este tercer mvel son
posibles las distorsiones perceptivo-inte�p�et�tivas y se pue­ La integración no se construye, por tanto, automática­
de usar la racionalidad para buscar -qu1za sm quererlo- un mente con la simple referencia al nivel racional-espiritual.
bien parcial, haciendo de él un ídolo. �xiste un género de
El actuar libre y responsable no depende sólo de la activa­
búsqueda de la verdad que pue�e termmar en un vano �ar­ ción de la racionalidad. Entran otros factores, primero entre
_
cicismo intelectual, en pretensión gnóstica de ser duenos
4 todos el inconsciente y las emociones, que constituyen el
del propio destino ; hasta puede haber un gé?ero de bús­
2
queda de experiencia religiosa que es el eqmvalen�e ª. la
objeto de los dos próximos capítulos.
idolatría: hacer de Dios un instrumento para la reahzac1ón
de los propios deseos 25 • O también esa bús9ueda de la ver­
dad que no tiene en cuenta los otros dos mveles y sus res­
pectivas exigencias, cayendo en bús cp�eda abst��cta no a
_
medida del hombre. Narcicismo, gnosttc1smo, espmtuahsmo:
ejemplos de riesgos que frustran la búsqueda de la verdad y
de la integración.

En fin, puede haber conflictos entre un nivel y otro, en­


tre la búsqueda de los respectivos bienes parciales: no es
imposible que el bienestar físico esté, a ve�es, en contraste
_
con el bienestar psicosocial; o que la necesidad de relación
esté en conflicto con la prosecución de objetivos. Y no está
dicho que en el conflicto prevalezca la racionalidad.

Sostener, por tanto, que el recurso a las facultades supe­


riores baste para llevar a un proceso de decisión, es cuanto
más discutible. Una especie de prejuicio de omnipotencia 26 Freud afirmaba que después de la revolución "cosmológica" de Co­
24 R. Haardt, Gnosi, en K. Rahner (ed.), Sacramentum Mundi, vol. 4
º
pérnico y "biológica" de Darwin, estaba su revolución "psicológica" para
Morcelliana, Brescia, 1975, pp. 337-348. ofender el narcicismo humano, demostrando cómo la tan aclamada razón
25 H. Vor. Balthasar, Biblit:al anti Patristic experience o/ God, en "Theology está subordinada a otras fuerzas que ejercitan un notable influjo sobre el
Digest", 25 (1977), pp. 206-209. yo, como por ejemplo la emotividad o el inconsciente. Cf. S. Freud, Una
diflicoltá della psicanalisi, en Opere, o.e., VIII, pp. 657-664.
24
25
r

Capítulo Segundo
Los TRES NIVELES DE CONCIENCIA

Con este · título pretendemos aludir a los diversos modos


como el hombre está presente a sí mismo: de un máximo de
autoconciencia a una vigilancia casi ausente. Remitiendo a
la parte segunda (capítulo 2) el problema del funcionamien­
to de los tres niveles de conciencia, ahora nos limitamos a
su descripción, privilegiando el concepto de inconsciente:
nuestra perspectiva es, en efecto, de psicología profunda.
Queremos subrayar el hecho de que el hombre no es jamás
completamente conocedor de su entera naturaleza. Para to­
dos nosotros existen acontecimientos pasados o necesidades
actuales -con frecuencia fuertemente significativos- que son
inaccesibles a nuestro conocimiento. De todos modos conti­
núan formando parte de nuestro yo y, por ello, contribuyen
a determinar el comportamiento corriente aunque no este­
mos en grado de precisarlos y describirlos. Mucho de cuanto
hay en nosotros de relevante entra en lo no formulado, no
conocido, no referible.

El concepto de inconsciente, aunque aceptado de pala­


bra, desencadena dentro de nosotros una reacción de recha­
zo. ¿Cómo es posible que el hombre inteligente, responsa­
ble, tal vez dotado también de buena cultura filosófica,
pueda tomar decisiones por motivos desconocidos para él?
Podría parecer ofensivo admitir que las acciones del hombre
son inaferrables y que, a veces, él mismo es ignorante del
origen de ellas y de su orientación. Todavía más dificil es
admitir el influjo del inconsciente: una decisión por valores
puede ser, en parte, una respuesta a algunas de nuestras ne­
cesidades inaceptables. El concepto de hombre racional, de­
sapegado, objetivo, totalmente desinteresado, no es ya soste-

27
Amadm Cmcini y Aúmtmdro .Mmmti li>S Th.ES l\tVELES DE lbNCIENCIA

nible: el inconsciente nos recuerda que la objetividad y la li­ ejemplo, es preconsciente el título de una obra o un nombre
bertad humana sufren ciertas limitaciones. que se busca durante una conversación y que no viene a la
mente: tenemos que renunciar por el momento y sin más
l. Definiciones nos viene de improviso al día siguiente, cuando ya no se
piensa en eso. O también una imprevista intuición acerca de
Aquello que distingue la polaridad consciente-incons­ nosotros mismos que luego, imprevistamente, desaparece o
ciente es el grado de accesibilidad o conocimiento del com­ el rostro de una persona que, no sabemos por qué, nos vuel­
portamiento a la propia introspección; o sea la amplitud con ve a la mente.
la cual podemos referirnos exactamente a nuestra actividad 1 .
Los procesos conscientes son directamente conocidos; los in­ Inconsciente:
conscientes lo son indirectamente, por inferencia. Se llega a comprende aquellos contenidos psíquicos que pueden ser
la conclusión de la existencia de influencias inconscientes reportados al conocimiento sólo por medio de instrumentos
solamente cuando las razones o los motivos visibles y cons­ profesionales (como, por ejemplo, ciertas técnicas psicotera­
cientes no explican adecuadamente el modo de sentir, pen­ péuticas)3.
sar o comportarse de un individuo2. Podemos entonces dar
estas definiciones: El inconsciente es conocido indirectamente a través de
sus efectos. Cualquier manual de psicología reporta las prue­
Consciente: bas más importantes de su existencia. Aquí señalamos sola­
expresa el campo de conciencia normal que el individuo tie­ mente que la existencia del inconsciente es una realidad ya
ne de sí y de las cosas en cuanto actualmente están presen­ dada por descontada. Freud se ha empeñado en demostrarlo
tes. Comprende por tanto todo aquello que está inmediata­ en una de sus obras más importantes: Psicopatolog(a de la
mente presente o accesible al conocimiento. vida cotidiana4

Subconsciente: Acto sintomático:


comprende todo ese campo de la experiencia psíquica que es un acto hecho automáticamente, sin pensar y sin darnos
no está presente a la conciencia actual del individuo y no cuenta de él: gesticular las manos, jugar con el botón de la
puede ser reevocado a placer. Por tanto, todo aquello que camisa, canturrear un motivo que se impone sin ser solicita­
no es conocido. El subconsciente se divide en preconsciente do. Actos aparentemente sin significado que, para Freud,
e inconsciente, según el grado de profundidad. son la expresión externa de procesos psíquicos profundos.
Siendo de origen inconsciente, tienen un carácter intencio­
Preconsciente: nal que escapa completamente al sujeto y a sus vecinos.
comprende aquellos contenidos psíquicos no inmediata­
mente presentes al conocimiento, pero que pueden ser lle­
vados al conocimiento por medios ordinarios (reflexión, in­
trospección, examen de conciencia, meditación ...) Por 3 Donde no se indica lo contrario, para no complicar el discurso usa­
1 N. Carncron - A. Magarct, Patología del comportamenlo, Giunti-Barbe­ mos la palabra "inconsciente" en el sentido génerico de todo aquello que
ra, Firenzc, 1962, p. 16. no es consciente, sea como inconsciente que como preconsciente.
2 A. C. Maclntyre, Tlle Unconscious, Routlcdge and Kegan Paul, Lon­ 4 S. Freud, Psicopatologia della vita q11otidiana, en Opere, o.e., IV, pp.
don, 1968, pp. 50-60. 57-303.

28 29
Amada, Oncini y AJl!Stlmldro Mmenti WS ThEs NVELES DE lhNCIENCIA

Acto perturbado: cuerpo (parte posterior del cuello). No obstante, se le pidió


en él aparece un conflicto entre dos fuerzas psíquicas inde­ dibujar la imagen grabada en el disco; en su dibujo reportó,
pendientes. No se trata ya, como en el acto sintomático, de en modo sorprendentemente similar, la forma y el diseño
una acción con origen en el inconsciente, sino de una inter­ del disco. Un sujeto normal en las mismas condiciones ha­
ferencia entre una motivación consciente y otra inconsciente bría estado menos atinado. Tres años después repitió el ex­
de fuerte potencialidad. Por ejemplo, los errores de lectura, perimento con la misma muchacha, pero usando un disco
los lapsus, errores de escritura. Todas estas cosas -según diverso y tuvo el mismo resultado. Hay, por tanto, una para­
Freud- están estrechamente determinadas y son la expresión doja: una muchacha histérica, menos sensible que una nor­
de intenciones suprimidas por el sujeto o el resultado del mal porque tiene zonas no sensibles, es más sensible que la
choque de dos intenciones, de las cuales una permanece, normal precisamente en esa área anestesiada. No fue recibi­
temporal o permanentemente, inconsciente. da ninguna sensación táctil sino la información: el yo cons­
ciente ha recibido un mensaje del inconsciente.
Acto reprimido:
es el «olvido activo». Algo viene olvidado no por defecto de Personalidad múltiple:
la memoria, sino por la inhibición ejercitada por una fuerza es un disturbio clínico bastante raro, pero que ha encendido
inconsciente contraria. El marido que no se presenta a la la imaginación de muchos artistas: el ejemplo clásico es el
cita con la esposa por olvido selectivo, ha reprimido la cita del Dr. Jekyl y Mr. Hyde, en el libro de Stevenson. Se trata
porque está cargada de un excesivo potencial emotivo del de una grave reacción disociativa, en la cual el paciente con­
cual se debe defender. El carácter común de las acciones ol­ duce dos vidas independientes, de ordinario alternadas y
vidadas y casuales ha de referirse al material psíquico imper­ contradictorias entre sí. En psicología han sido publicados
fectamente reprimido que, no obstante sea excluido de la hasta hoy cerca de 200 casos6. Es clásico el caso de Miss
conciencia, de todos modos no ha sido privado de toda capa­ Beauchamp, estudiado por Prince 7• Esta estudiante, obser­
cidad de manifestación. vada durante 6 años, exhibía en momentos diversos tres di­
ferentes personalidades: la «santa», que consideraba la vul­
Hipnosis: garidad y la mentira como pecados a expiar con la oración· y
el sujeto, en el estado post-hipnótico, puede seguir instruc­ el ayuno; la «mujer», que demostraba ambición y voluntad;
ciones que se le han dado durante el período de trance hip­ y la tercera personalidad, descrita como el «demonio», infan­
nótico y no saber que está actuando así porque le ha sido til y maligna. La paciente misma llamaba esta tercera perso­
mandado por el hipnotizador. El sujeto puede ser conscien­ nalidad como «Sally». Las tres personalidades eran activas
te del acto, pero no de su origen. en modo alternado, por lo que el comportamiento de la mu­
chacha era contradictorio e incomprensible. Sally (estrato in­
Percepción anestésica: consciente) estaba en conocimiento de las cosas que hacía
es famoso el experimento de Binet5 • Aplicó un disco de Miss Beauchamp (estrato consciente), pero ésta no sabía nada
metal que tenía un diseño en relieve, sobre el área anestési­ 6 E. L. Bliss, Mu/tiple persona/ilies, a reporto/ 14 cases 'IJPitlt implications
ca de una muchacha histérica. La muchacha evidentemente for ScJ,izopltrenia and Hysteria, en «Arch. Gen. Psychiatry•, 37 (1980), pp.
no había visto el disco y no podía tener una sensación táctil 1388-1397. E. Berman, Mu/tiple personality: psycl,oanalitic perspeclives, en
de él porque estaba aplicado en una zona anestésica de su «Int. J. Psycho-Analisys•, 62 (1981), pp. 283-300.
7 M. Prince, Tite dissocialion o/ a persona/ity, Longman's Green, New
5 A. Binet, Alteralions o/personality, Appleton, New York, 1896. York, 1906.

30 31
Amad«, Omcini y Alessandro Mmmli [ los Th.ES J\IVELES DE Ü)NCIENCIA

de Sally. Se ve entonces cómo una parte de la personalidad de los movimientos oculares lentos que se observan en au­
puede permanecer fuera de la conciencia aun influyendo en sencia de los sueños. Si la persona es despertada cuando se
el comportamiento y cómo la comunicación inconsciente­ constata el REM, declara que estaba soñando (los sueños du­
consciente es, sobre todo, del primero al segundo y no al ran en promedio de diez a quince minutos). Si se impide
contrario. soñar por muchos días, esa persona puede acusar, en estado
de vigilia, síntomas psicopatológicos y comportamientos
Percepción subliminal: francamente psicóticos.
ver el capítulo 1, 2 ª parte, sobre la percepción.
Para Freud, los procesos responsables para la formación
Los sueños: de los sueños son cinco:
son considerados por Freud como el camino regio para el
conocimiento del inconsciente, puesto que el estado de sue­ 1.-El residuo del día:
ño debilita la censura interna. Todos soñamos, al menos, cua­ el material del que se componen las imágenes de los sueños
tro o cinco veces por la noche, aunque no lo recordemos. Los no es completamente autónomo, sino que revela una proce­
sueños son los guardianes del sueño. En efecto, es posible en­ dencia del mundo de vigilia.
contrar los testimonios de los sueños en modificaciones somáti­
cas que tienen lugar durante el sueño8• 2.-Represión
(de ella hablaremos a propósito de los mecanismos de de­
A través del análisis del trazo electroencefalográfico se fensa).
han identificado cuatro fases del sueño distinguibles por la
profundidad del sueño mismo. En general el sueño es más 3.-Simbolización:
profundo al inicio de la noche, disminuyendo después en representaciones mal aceptadas en la conciencia -para Freud
profundidad. En ciertos casos se tiene una segunda fase de sobre todo sexuales y agresivas- entran en los sueños tradu­
sueño profundo, en la segunda mitad de la noche. cidas en imágenes simbólicas (sustitutivas) cuyo contenido
manifiesto es inofensivo. Para descifrar el sueño se tratará
Los sueños tienen lugar en la fase de sueño ligero (en de pasar del contenido manifiesto al contenido latente: em­
promedio cinco por noche), por lo que, en el curso de la no­ presa mucho más difícil de cuanto ciertas lecturas de divul­
che, se tienen unos cinco períodos de sueños que llegan a gación hagan creer.
ser más largos cuanto más se acerca la hora de despertar. En
estas fases el electroencefalograma asume las características 4.-Condensación:
del primer tipo (sueño ligero), la actividad muscular aumen­ varias imágenes de la vida real se fusionan y dan origen en
ta y aparecen los movimientos oculares rápidos (rapid eyes los sueños a una sola imagen. En el pensamiento onírico dos
movements = REM). En efecto, los sueños están ligados al elementos muy diversos como «una casa» y «mi padre»
REM: se registran los movimientos oculares por medio de pueden ser al mismo tiempo idénticos. La casa es una casa
electrodos que permiten transmitir y amplificar las corrientes y al mismo tiempo es mi padre, sin ninguna contradicción; o
de acción de la musculatura del ojo. La actividad onírica co­ también en los sueños podemos estar contemporáneamente
rresponde a los movimientos oculares rápidos, muy diversos en dos lugares diversos; o ser a la vez espectador y actor. En
8 C. W. Dement, Psicofisiologia del sonno e del sogno, en Arieti S. Monuo­
/e de Psiclziatria, II, Boringhieri, Torino, 1%9, pp. 1399-1438.

32 33
AmtukJ Cendni y Alessandro M.mmti
r WS ThES l\lVELES DE Ü)NCIENCIA

los sueños el espacio y el tiempo son autísticos, o sea des­ 2. Contenidos del inconsciente
vinculados de referencias sociales.
Aún el hombre común y corriente sabe que, con fre­
5.-Desplazomiento: cuencia, actuamos por razones que no comprendemos y que
un detalle de la vida consciente puede asumir en los sueños albergamos en nosotros sentimientos que nos sorprenderían
una función emotiva importante; o también las percepciones si supiésemos que los tenemos. Sin embargo, con frecuencia
que dependen de otros sentidos (táctiles, térmicas, doloro­ se tiene una visión negativa del inconsciente como si fuese
sas...) son traducidas en los sueños en imágenes visuales. Si, solamente el cesto de la basura: el valor es aquello que está
por ejemplo, una gota de agua me cae sobre la frente, pue­ en alto y es todo hermoso y el inconsciente es aquello que
do soñar que estoy sudando o tomando agua en una fuente. está en lo profundo y es todo feo. Por el contrario, el in­
consciente puede ser positivo; ciertamente es neutro. Como
En todo caso, los sueños no son jamás posibles de foto­ en un edificio, en los sótanos del hombre se encuentran tan­
grafiar; en efecto, en la medida que el yo va entrando en el to locales para acumular objetos, como las instalaciones de
campo del pensamiento lógico, introduce en sus sueños un calefacción.
orden lógico y al narrarlo sufre una «elaboración secunda­
ria», o sea un proceso inconsciente de censura y selección. Otro inconveniente a clarificar: el inconsciente no es
sólo de origen conflictivo, consecuencia de traumas y expe­
Lo que importa en nuestro tema es notar que el proceso riencias desagradables.
onírico obedece, mucho más que el pensamiento consciente,
a las leyes de la emotividad inconsciente y está más cercano En tercer lugar, no existe sólo el inconsciente sexual,
al núcleo inconsciente que el estado de vigilia. A través de sino que hay también otros contenidos. En efecto podemos
los sueños se expresan impulsos reprimidos y tendencias o encontrar:
intereses de los cuales el individuo no tiene un claro conoci­
miento9. Los sueños ofrecen la posibilidad de expresar cier­ 1.- Experiencias o recuerdos reprimidos por traumáticos o
tos aspectos inconscientes de nosotros, no sólo aquellos cen­ indeseados (almacén de las memorias). Por ejemplo, la
surados -como sostenía Freud- sino también aquella realidad niña que se vuelve tartamuda después de un incidente
afectiva de la que no somos plenamente conocedores, como que, sin embargo, no puede recordar.
sostiene la teoría cognoscitiva de Jung, que ve los sueños
como expresión del deseo de conocer: los sueños asumirían 2.- Energías psíquicas no utilizadas por el individuo por­
entonces la función de indicar cuáles son los temas de relie­ que no está convencido de tenerlas, o está temeroso de
ve para el desarrollo de la personalidad que aún permane­ usarlas, o porque no están aún maduras para la con­
cen en la sombra7 ciencia o no son consideradas como importantes (reser­
va de energías). Por ejemplo, muchos de nuestros ta­
lentos y energías que permanecen sin ser utilizados.
3.- Impulsos no completamente integrados o que han sido
reprimidos porque crean conflictos (ámbito de conflicti-
9 H. P. Blum,, T/Je changing use o/ dreams in psyd,oanalyric practice. Dreams
and /ne association, en "lnt. J. Psycho-Analysis", 57 (1973), pp. 315-324.

34 35
Amadm Cencini y Alessandro Mlnenti los Tu.Es NVELES DE lbNCIENCIA

vidad). Por ejemplo, sentimientos sexuales, agresivos, do como instrumento para descargar agresividad y domina­
de inferioridad ... ción inconscientes.

4.- Tendencias motivacionales o modalidades de acción habi­ b) El comportamiento puede expresar contemporánea­
tualmente puestas en acto y, por tanto, cada vez más auto­ mente tendencias opuestas y contrarias: por ejemplo, la
máticas (sede de los estilos). Por ejemplo, la homosexua­ elección del matrimonio puede nacer del valor genuino de
lidad latente, comportamientos exhibicionistas con raíz la participación (elemento germinativo de la elección) y al
profunda, o la disponibilidad sincera para el servicio a mismo tiempo del miedo por la competencia social, de la in­
los demás. seguridad, de la búsqueda narcisista de sí... (elemento vul­
nerable).
Tratar el inconsciente no significa solamente tomar con­
ciencia de la represión traumática, sino también °liberar gran c) Un comportamiento maduro en sí puede tener para el
parte de la pasión, creatividad, espontaneidad, sin las cuales agente un significado defensivo o instrumental: por ejemplo,
la vida sería monótona. Significa por tanto aumentar el grado el comportamiento religioso puede ser utilizado para defen­
de libertad de la persona. derse de tendencias inaceptables (culpa, poca estima) o para
satisfacer otras tendencias de otra forma alienantes (en nom­
3. Leyes del inconsciente bre del carisma personal se hace pasar aquello que es, en
cambio, descompensación). La pregunta del porqué actuamos
1.- El inconsciente está exento de conflicto: es mucho más central que la pregunta del qué hacemos.
elementos inconscientes aun contradictorios entre sí, existen
los unos junto a los otros sin discordia, puesto que son inde­ Z.- El inconsciente está fuera del tiempo:
pendientes y no conflictivos en esta área, aunque creen con­ los elementos inconscientes no son ordenados temporalmen­
flicto en relación con el consciente. En la vida consciente si te ni vienen alterados con el transcurso del tiempo. Existen
A es diverso de B, A no puede ser B. En el inconsciente, en independientemente de la realidad externa: no se puede
cambio, elementos contradictorios no se anulan: lo blanco y pretender que lleguen a ser conscientes espontáneamente,
lo negro, el amor y el odio, el perdón y la venganza, la hu­ con el pasar del tiempo o en fuerza de las experiencias. La
mildad y el exhibicionismo... pueden coexistir sin anularse persona puede cambiar roles, ambientes, amigos o esperar;
mutuamente, pero la contradicción brotará cuando la perso­ pero no por esto mejorará automáticamente en el conoci­
na viva también su nivel consciente y se relacione consigo y miento de los problemas profundos o de sus cualidades inu­
con los demás sobre la base de la realidad. tilizadas. La experiencia no siempre enseña.

Esta ley tiene consecuencias enormes para la compren­ 3.- El inconsciente no tiene en cuenta la realidad, pero influye
sión del comportamiento. sobre ella:
tiene su lógica, diversa de la que regula el mundo conscien­
a) El significado objetivo de una acc1on no necesaria­ te (guiado por el principio de no contradicción). Así, un sen­
mente corresponde al significado subjetivo que el agente le timiento inconsciente de inseguridad da origen a un com­
da inconscientemente; por ejemplo, el acto sexual, que de­ portamiento culpabilizado que la persona sabe evaluar como
bería tener el significado de donación mutua, puede ser usa- irrealista (o sea no justificado por los hechos), de todos mo-

36 37
Amada> Cendni y Aússandro M.mmli ÚJS ThES l\lVELES DE ÜJNCIENCIA

dos ese sentimiento continúa haciéndose sentir y transfor­ 4. Cómo se forma el inconsciente
mándose en comportamientos culpabilizados. El mundo in­
consciente influye en el consciente y no al contrario. 1.- Por un proceso de inmediata transposición del consciente
al inconsciente. Objeto de la represión pueden ser las
4.- El inconsciente tiene una fuerza dinámica que lo auto-pre­ experiencias pasadas (especialmente las traumáticas),
serva: los instintos-necesidades de base, las emociones. Estos
resiste a la introspección en cuanto que tiene una fuerza de tres contenidos están ligados entre sí: para Freud los
reacción que mantiene dentro lo que ahí se encuentra. Es instintos están dotados de energía y el objeto, actividad
difícil para quien no tiene práctica psicológica darse cuenta o memoria que tiene algún vínculo con el instinto es
de las resistencias que la psiqué humana opone al mejora­ revestido de la energía del mismo: para usar el término
miento. Desde un punto de vista lógico-racional se esperaría técnico, es revestido de carga pulsional (el término in­
que el hombre respondiese positivamente y con entusiasmo glés es cathexis y el alemán Besetzung. Como un clavo que
a la oferta de mayor conocimiento de sí, mayor libertad y al contacto con el imán llega a ser él mismo magnético,
responsabilidad. En cambio esta oferta se topa con la lógica así un objeto de experiencia llega a ser catee/izado al con­
del inconsciente que dice preservación, continuidad, status­ tacto con un instinto. Por ejemplo, el instinto sexual «re­
quo: resiste a hacer aflorar no sólo aquello que es traumáti­ viste» a la persona amada de un cierto valor y recibe va­
co, sino también aquello que es posibilidad de crecimiento lor también todo aquello que está en algún modo ligado
hasta ahora no utilizada. a la persona amada (fotografía, recuerdo, pañuelo...)

Freud agrega otras leyes del inconsciente10, pero que La represión impide todo esto: va contra los objetos re­
hasta ahora son objeto de discusión. Estas son: vestidos de cathexis, contra los instintos mismos de los cuales
los objetos han adquirido carga, y contra la emoción resul­
a) El inconsciente está guiado sólo por el principio del tante. La represión es automática; por consiguiente, no es el
placer; resultado de una elección deliberada. Algo puede ser repri­
mido, pero no destruido: lo reprimido permanece en el in­
b) En el inconsciente no existe negación, duda, incerteza; consciente, pero no pierde la fuerza. Más aún, puede au­
mentar de fuerza. En base a las leyes del funcionamiento
c) La energía que pertenece a las ideas inconscientes del inconsciente, el material reprimido no cambia; aislado
gira libremente y puede asociarse y desasociarse eventual­ del tiempo, no entra en el círculo normal de las sucesivas
mente con otras ideas inconscientes; como aparece en los reestructuraciones de la experiencia; la carga afectiva puede
sueños, donde el desplazamiento y la condensación produ­ retornar a la conducta desplazándose sobre acciones de suyo
cen el contenido latente de los sueños; en contraste, la lógi­ diversas, pero para el agente de hecho unidas con el núcleo
ca consciente hace esfuerzos enormes por preservar la iden­ reprimido. Ese material reprimido se puede asociar a otro
tidad propia de cada idea. material reprimido y atraer hacia sí ulterior material. «La
tendencia que reprime no conseguiría su objetivo si... no
hubiese algo reprimido anterior, pronto a acoger cuanto la
conciencia aleja de sí» 11•

10 S. Freud, L 'i11conscio, en Openr, o.e., VIII, p. 39. 11 S. Freud, Metapsicologia. La rimozio11e, en Openr, o.e., VIII, p. 39.

38 39
Amada, Dwini y Alesso:ndro Mmmti /J:Js 11rns NVELES DE ChNCIENCIA

Por tanto, el material reprimido ( «removido» en térmi­ según ese modelo, del cual se sentirá siempre más
nos freudianos) prolifera requiriendo al sujeto, siempre, ulte­ atraída. La misma cosa es aplicable en el aspecto posi­
rior desgaste de energías: «No debemos representar el pro­ tivo: el inconsciente como refuerzo a la virtud; un esti­
ceso de la represión como un suceso que se produce 'una lo cada vez más habitual que ayudará a la persona a ac­
vez por todas' y cuyas. consecuencias son permanentes; más tuar en modo virtuoso. Es la dinámica que veremos a
o menos como cuando se mata un ser viviente, el que, de propósito de la memoria afectiva y actitudes emotivas e
aquel momentó en adelante, está muerto; la represión re­ intelectuales (parte I, capítulo 3).
quiere, por el contrario, un constante suministro de energía
y, si esta cesara, el éxito de la represión vendría disminuido 5. Integración de los tres niveles
de modo que se haría necesario un renovado acto de repre­
sión. Podemos suponer que lo reprimido ejercite una cons­ Luft e Ingham han diseñado un esquema -llamado ven­
tante presión en la dirección del consciente, presión que tana de Johari por las iniciales de los nombres de los auto­
debe estar balanceada por una ininterrumpida contrapresión. res- que pueden ayudar a comprender los diversos grados de
El mantenimiento de una represión implica entonces una conocimiento de un proceso psíquico 13:
constante emisión de energía y su eliminación rerresenta,
desde un punto de vista económico, un ahorro» 1 . Puede Tabla I
suceder que una persona haya reprimido la necesidad (por
ejemplo exhibicionismo) y de todos modos está impulsada
por ella: en este caso no sabe discernir las verdaderas moti­ Ventana de Johari
vaciones que influyen en su actuar. Puede también haber
reprimido la emoción apropiada a esa necesidad y vivir otra Conocido Desconocido
emoción: no sabe discernir sus emociones y toma por celo lo por el yo por el yo
que es ansia. Con la represión de la necesidad y/o de la emo­ Conocido A B
ción asociada, la persona continúa cumpliendo cada vez más por los demas área libre área ciega
acciones de contenido conflictivo (exhibicionista), en la ig­
norancia de la conexión entre aquellas acciones y las verda­ Desconocido e D
deras necesidades que están debajo. por los demas área secreta área subconsciente

2.- Por un proceso de sedimentación progresiva; objeto de Los cuatro rectángulos representan las cuatro áreas del yo:
este cambio de lugar del consciente al inconsciente
pueden ser también los instintos-necesidades de base A: aquello que es conocido por el yo y por los demás: área
que a través de un lento proceso, cuyas fases analizare­ libre
mos más adelante (parte II, capítulo 2), escapan progre­
sivamente al control consciente hasta llegar a ser moti­ B: aquello que es desconocido por el yo, pero conocido
vaciones inconscientes del actuar. Así, si una persona por los demás: área ciega.
vive por ejemplo a nivel psico-fisiológico, desarrollará
progresivamente una tendencia a vivir habitualmente
13 L. M. Rulla, Psicolog(a del Profundo y vocación. Las instituciones, Ate­
12 S. Frcud, Metapsicologia, en Operr, o.e., p. 41. nas, Madrid, 1985, p. 1 05.

40 41
Amad«, Onm,i y Aúm1tdrr, Mmenti fus ThES l\ívELES DE <hNCIENCIA

C: aquello que es conocido por el yo, pero desconocido subyacente, esa persona continuará en su estilo buscando
por los demás: área oculta. nuevos desahogos, más o menos distorsionados.
D: aquello que es desconocido tanto por el yo como por Otro ejemplo, ya no de defensa sino de gratificación in­
los demás: área subconsciente, especialmente la incons­ consciente del área D. Una persona que ayuda a los demás
ciente y profundamente preconsciente. (A), es vista como caritativa (B), es sensible a colaborar (C): las
tres áreas la hacen una persona siempre disponible. Pero si en
Pongamos un ejemplo que sirva también para compren­ el área D hay una necesidad conflictiva de dependencia afecti­
der la mentalidad de la psicodinámica. Una persona por sí va, el cuadro psicodinámico cambia: la verdadera fuente de
misma o con la ayuda de otros llega al conocimiento de que tanta disponibilidad no es sólo el valor de la caridad, sino
el rectángulo .,,A,. revela en él una necesidad-actitud de do­ también la necesidad de ser amada y reconocida. Esa perso­
minación: él mismo reconoce y los demás ven que con de­ na da, con el fin subconsciente de recibir. Se dedica con
masiada frecuencia tiende a imponerse (área libre). A los buena fe al servicio de los demás sin darse cuenta de no es­
ojos de los demás, esta persona imponiéndose obtiene la tar sino en el estadio infantil de la búsqueda de sí misma. Y
ventaja de ser escuchada, impresionar, sorprender (exhibicio­ así, tras el entusiasmo inicial o cuando la donación requiere
nismo en el área ciega). Además esta persona siente secreta­ un precio por pagar, su perseverancia será puesta a dura
mente estar impulsada a imponerse por la propia agresividad prueba.
(área oculta): aunque no lo confíe a nadie, sabe encontrar en
sí misma un espíritu de contradicción. Como se ve por los ejemplos, el inconsciente es una re­
alidad que logra esconderse en forma sutil, dando también
La combinación dominación-exhibicionismo-agresividad origen a comportamientos contrarios a la lógica directamente
hace de esta persona un individuo arrogante y presuntuoso querida. Sin embargo, no hace del hombre una marioneta
que usa la dominación para descargar sobre los demás el manipulada pasivamente por fuerzas desconocidas. Los tér­
propio humor y ser el jefe. Pero, quizás, esta competitividad minos de esta relación serán afrontados en el capítulo 2, par­
narcisista es sólo el efecto de una causa más profunda y te 2a. Por el momento, hemos visto que el hombre formula
central: la necesidad conflictiva de inferioridad (área D) de juicios, toma decisiones, elige valores y en todo esto queda
la que se defiende. Es arrogante porque tiene poca estima sujeto a posibilidad de distorsiones. Posibilidad ni rara ni
de sí y con la dominación intenta compensar el miedo de no patológica. Por esto, refiriéndonos a la persona humana, no
valer. Pero. no es consciente ni de la poca estima de sí ni de se puede relegar la noción de inconsciente a una nota al
que se está defendiendo de ella. Para el proceso educativo fondo de la página, relativa a los casos de patología.
es determinante la consideración de esta área subconsciente:
si se prescinde de ella no puede haber ayuda eficaz. El edu­
cador que ve sólo las primeras tres áreas intervendrá con la
crítica interpretando la arrogancia como orgullo. Actuando
así, agrava el problema: reprobando, agudiza el sentido de
inferioridad por el que la persona se sentirá impulsada toda­
vía más a repararlo con el aumento de la dominación. Mien­
tras no venga tocada la fuente conflictiv.a de inferioridad

42 43
Capítulo Tercero
Los PROCESOS DE LA DECISIÓN:

DESEO EMOTIVO Y DESEO RACIONAL

Manteniéndonos todavía en la línea fenomenológica, en­


contramos la tercera información: el hombre es emoción y
razón y ambos elementos interactúan en el momento de la
decisión.

Cada día tomamos decisiones, sean pequeñas o grandes:


comprar un hermoso abrigo rojo visto en el aparador, organi­
zar un encuentro, planear el día, comprometerse para toda la
vida... El objeto que suscita la acción puede ser una situa­
ción presente aquí y ahora o también una aspiración imagi­
nada o pensada. Puede ser también la anticipación de un
evento futuro, como la colisión próxima entre dos automóvi­
les. Puede también pertenecer al pasado, como el recuerdo
de una ofensa recibida; o también la acción puede ser pues­
ta en movimiento por algo que es sólo imaginado, como la
posible pérdida del trabajo. Como quiera que sea, no hay ja­
más decisiones en frío, hechas sólo con la cabeza: siempre
nos «implican» completamente, o sea reclaman nuestro yo
hecho de emoción y razón.

Antes de que la acción sea puesta en acto, hay un traba­


jo interior: vemos, recordamos el pasado, esperamos una
consecuencia, evaluamos, volvemos a evaluar una vez más,
decidimos. Es un proceso con frecuencia automático y velo­
císimo. Intentemos verlo en cámara lenta y hacer una feno­
menología de cuanto sucede antes de llegar a la acción. Nos

45
Amadm Cenani y Ale.vsandro Mlnenti l.Ds A<ocESOS DE LA !ECJSIÓN

apoyaremos en los estudios de M. Arnold quien, más que sigue criterios de parcialidad: evalúa y reacciona según crite­
otros, ha estudiado con claridad el problema 1 . rios ligados sólo al aquí y ahora. El objeto es evaluado como
deseable o indeseable, en un cierto momento y en un cierto
Antes de actuar es necesario experimentar, evaluar y lugar, porque es intuitivamente considerado capaz de satisfa­
juzgar. El proceso de la decisión inicia siempre con un «de­ cer o no satisfacer una necesidad. Si el objeto es evaluado
seo emotivo» al cual puede seguir sucesivamente el «deseo agradable, viene un impulso hacia él. Si es evaluado inde­
racional». El primer impacto con la realidad es siempre seable, viene una tendencia a huir de él.
emotivo. Aquello que nos toca y nos envuelve, antes es sen­
tido y después, eventualmente, razonado. Hay por tanto in­ El deseo racional:
teracción entre afectividad y racionalidad. Refiriéndonos a la una evaluación secundaria y reflexiva basada en el «me ayu­
obra de filósofos como Lonergan 2 y Petters3, de psicólogos da» - «no me ayuda». En este caso es operativo el nivel ra­
como Rulla4, McGuire5, Rokeach6, además de la ya citada cional. Se trata de una evaluación que va mucho más allá
Arnold, o también de teólogos como B. Kiely 7 y Bresciani8, del interés inmediato y sensitivo por el objeto, porque se
podemos definir así los dos tipos de procesos que están a la inspira en los valores y objetivos que el sujeto se establece.
base de la decisión: La racionalidad sigue criterios de universalidad y de no con­
tradicción: pide comprender, correlacionar, evaluar a la luz
El de.seo emotivo: de valores abstractos.
una evaluación inmediata del objeto basada en el «me agra­
da» - «no me agrada». Aquí son operativos los niveles psico­
fisiológico y psicosocial. Es el proceso de la afectividad que Cuadro 11
1 M. B. Amold, Emotion and Personality, Columbia Univ. Press, New
York. 1 960; ldem, Human emotion and action, en T. Mischel, Human Ac­
twn: conceptual and empirical issues, Academic Press, New York, 1 970;
Ideen. Memory and the brain, Erlbaum, Hillsdale, N. J., 1 984.
2 B. J. F. Lonergan, /nsigl,t: a stud:, o/ ltuman understanding, Longmans-
Grccn, London, 1 958.
3 R. S. Petters, The educa/ron o/ emotions, en M. B. Amold, Feeling,s and Querer Emotivo:
Emotions, Academic Press, New York, 1 970, pp. 187-20 1 . peioopci6n � memoria afectiva � imaginaciones referentes
4 L. M. Rulla, Psicologla del profundo y wcación. Las personas, o.e., pp. al futuro � evaluación intuitiva � emoción ( � acción
45-49. impulsiva).
5 W. J. McGuire, A syllogíslic analysis o/ cognitive relationsltips, en M. J.
Rosenbcrg, C. I. Hovlan, W. G. McGuire, R. P. Abelson y G. W. Brehm,
Alli/Jitle Organiza/ron and Cltange, Yale Univ. Press, New Haven, 1 960, pp.
65-111.
Querer Racional:
6 M. Rokeach, Belief, AllittVJes and Valtm. A Tlteory o/ Organiza/ion and juicio reflexivo que juzga el precedente proceso del
Cltang,, Josscy-Bass, San Francisco, 1968..
deseo emotivo Q emoción típicamente humana �
7 B. Kiely, Psicología e Teología Mora/e, o.e. (acción deliberada).
8 C. Bresciani, Personalismo e Mora/e Sessuale. Aspelli teologici e psicologici,
Piemme, Casale Monfcrrato, 1 983.

46 47
Amad«, Cencini y Akssandro Mmenli l.Ds hocESOS DE LA .lECISIÓN

l. Querer emotivo Emoción:


la evaluación de una cosa como buena-mala para mí, produ­
Percepción: ce una tendencia hacia-contra esa cosa. Hay por esto la se­
antes de actuar es necesario percibir, en algún modo, el ob­ cuencia: percepción-evaluación intuitiva-emoción. La emo­
jeto, aunque no tenga que ser en forma cuidadosa. Envia­ ción es una tendencia sentida hacia cualquier cosa
mos al lector al capítulo 1, parte II, para el estudio de los intuitivamente evaluada como buena, o bien un alejamiento
elementos que influyen en ella. Pero podemos decir ya que de cualquier cosa intuitivamente evaluada como mala (ele­
la percepción capta la cosa en sí, independientemente de mento conativo). En ella hay un elemento estático (la dispo­
toda reacción emotiva que ella suscita en el sujeto. Es la sición favorable-desfavorable hacia el objeto) y un elemento
simple aprehensión de un objeto (elemento cognoscitivo). dinámico (el impulso hacia lo que agrada y la repulsión ha­
Por ejemplo: el ver un hermoso abrigo rojo en el aparador. cia lo que no agrada). Todo esto viene con frecuencia acom­
Si luego ese abrigo me agrada, significa que lo he conocido pañado de un conjunto de reacciones físicas: el miedo hace
no sólo en sí, sino también en su relación conmigo y lo he temblar, la ira pone rígido, el placer excita...
considerado deseable, tanto, que me he sentido después
instintivamente impulsado a comprarlo. Pero para tener la Se puede decir que la emoción es una forma de conoci­
estima se necesita una actividad ulterior a la percepción que miento: se ve la situación según la óptica de agrado-desagra­
no se puede reducir al ejercicio de uno de los sentidos o a do. Sentir miedo quiere decir ver la situación como peligro­
la suma de ellos. Es el paso de la evaluación inmediata o in­ sa. Orgullo: ver con placer alguna cosa como mía. Envidia:
tuitiva. alguien posee algo que yo quiero. Celos: el otro posee a al­
guien o alguna cosa sobre la que nosotros tenemos derecho.
Evaluación intuitiva: Todas las emociones implican una evaluación: difieren entre
no estamos todavía a nivel de la reflexión, sino de una fun­ sí por cuanto se refiere al modo de evaluar. Así, el miedo es
ción sensitiva integratoria. Esta evaluación que sigue y com­ diverso de la rabia puesto que el primero ve con ojos impo­
pleta la percepción, considera la relación del objeto con el su­ tentes la amenaza que llega, y la segunda con ojos de opo­
jeto. Una consideración no experimentada como juicio, sino nerse violentamente a la amenaza9•
sólo como atracción-repulsión hacia un objeto o situación.
La emoción, como tendencia, no lleva necesariamente a la
Percibir y considerar el efecto sobre mí significa sólo re­ acción. Un diabético puede ser glotón de dulces, pero también
coger informaciones: el sujeto es todavía pasivo. Pero apenas puede frenarse si reflexiona en las consecuencias nocivas de
siente que un objeto vale la pena que se obtenga o se re­ esto. El fumador conoce los peligros del humo, pero continúa
chace, de inmediato nace la tendencia a acercarse o alejarse fumando con la esperanza de estar entre los afortunados. La
de ese objeto considerado como bueno o malo. La evalua­ decisión final puede no ser la alternativa más atractiva ni tam­
ción sensitiva suscita, por tanto, una tendencia o impulso poco la elección más prudente, pero en ambos casos hay una
hacia ese objeto o contra él. Es una atracción-repulsión in­ reflexión secundaria, un sopesar las alternativas. La evalua­
voluntaria sin razonamiento intelectual (elemento afectivo). ción intuitiva está sometida a un juicio deliberado.
Si veo un abrigo, conozco que es una particular indumentaria,
9 Una emoción que dura se transforma en un sentimiento: tendencia
pero si es de mi gusto y tengo frío, entonces lo evalúo de in­ durable a reaccionar emotivameme. Se transforma cuando el objeto emo­
mediato como deseable y me siento impulsado a comprarlo. tivo tiene un significado durable que va más allá de una llamada sensitiva
inmediata.

48 49
Amada, Cencini y AJessandro Mmenti los hOCESOS DE LA lECISIÓN

2. El deseo racional quica)lO. La evaluación intuitiva no es experimentada en


forma consciente, sino como una predisposición favorable­
Una tendencia apetitiva producida por la evaluación in­ desfavorable hacia una cosa que agrada-no agrada. En cam­
mediata conducirá a la acción, a menos que intervenga el bio, la evaluación racional es consciente y su objeto es el
deseo racional: proceso ulterior de verificación que criba el entero proceso del juicio instintivo revisado a la luz del cri­
producto hasta ahora elaborado. terio «me ayuda»-«no me ayuda». Criterio que no ha de en­
tenderse en sentido utilitarista sino como evaluación del ob­
A diferencia de los animales, guiados sólo por juicios in­ jeto en relación a la consecución de valores y objetivos que
tuitivos iniciados por un estado fisiológico y concluidos con el hombre se establece: ¿aquello que inmediatamente me
respuestas estereotipadas, el hombre, además del deseo agrada es también útil o no? (pregunta que a menudo no
emotivo, es capaz, de modo totalmente único, de formular nos hacemos porque nos dejaría desconcertados).
otro juicio reflexivo o intelectual.
El deseo racional es, por tanto, capaz de trascender la si­
Que existan estos dos tipos de deseo, se ve mejor cuan­ tuación y el interés inmediato al momento presente para
do una evaluación es positiva y la otra es negativa. A un evaluar a la luz de criterios más universales (principio de to­
niño se le puede decir que el oso no puede salir de la jaula talidad). Lo bueno-malo-para-mí sobre lo que se apoyan nues­
y que debe tener confianza en su papá que está junto a él, tras evaluaciones tiene un significado diverso para la voluntad
pero el oso es grande y él tiene miedo no obstante el juicio emotiva y racional. En el primer caso, el objeto es sentido
reflexivo. Un adulto en el mar sabe que no hay peligro, ahí como placentero-incómodo, agradable-desagradable. En el
el agua es baja, tiene él salvavidas, pero tiene miedo igual­ segundo juicio, está presente un acto de elección basado en
mente. Un ejemplo más patológico es el obsesivo que se la evaluación de que un objeto no es sólo agradable, sino
lava continuamente las manos por miedo a contaminarse; también digno para la persona; o bien que es dañino, aun­
continúa lavándose, aunque su conocimiento reflexivo le que sea emotivamente agradable. El «me ayuda» va más
dice que el miedo es exagerado y que el lavarse no hace allá del interés parcial del aquí y ahora. Este es el acto de
sino aumentar el miedo: la evaluación intuitiva inconsciente voluntad: una tendencia a la acción puesta en movimiento
produce miedo y la evaluación reflexiva consciente es impo­ por un juicio intuitivo, pero que exige también una decisión
tente frente a ella. deliberada antes de llegar a la acción.
Evaluación reflexiva: Emoción:
cuando un elefante tienta la tierra con las patas hace un jui­ el producto de esta evaluación reflexiva es una emoción
cio sensitivo, cuando un físico experimenta una hipótesis (tendencia a la acción), esta vez de naturaleza racional. Es
hace un juicio reflexivo. La primera evaluación se limita a
10 Para B. Lonergan la experiencia precede a la inteligencia, el juicio y
encontrar los datos sensoriales y a conectarlos con objetos la decisión. El nivel de la experiencia comprende la emoción, mientras
particulares; la segunda en cambio, comprende esos datos y que el nivel de la inteligencia-juicio-decisión comprende la racionalidad.
de ellos obtiene generalizaciones (III nivel de la vida psí- B. J. F. Lonergan, Método en Teología, Sígueme, Salamanca, 1988; cf. tam­
bién B. Kiely, Psicologia e teologia mora/e, o.e., pp. 26-31. El punto de vista
de Lonergan parece un instrumento particularmente útil para un trabajo
interdisciplinar que involucra a la psicología, filosoffa y teología (cf. B.
Kiely, Psicologia e teologia mora/e, o.e., capítulos 1,2,3). Por este motivo ha­
remos frecuente referencia a él.

50 51
Amotl«J Cencini y Aiessandro Manenti J.ns fRoCESOS DE LA .l).:c1s1óN

una emoción que no ha sido concedida al animal. Una paz y Toda situación nueva reclama situaciones similares ex­
libertad interior que nace del conocimiento de haber hecho perimentadas en el pasado y su efecto sobre nosotros. Re­
aquello que ayuda y de realizarse como criaturas racionales y cordar significa mostrar en las respuestas actuales algunos
libres. O bien, en el caso negativo, un sano sentido de culpa signos de respuestas aprendidas en precedencia. Existen va­
reflexiva. Sin embargo, no toda evaluación racional se trans­ rios tipos de memoria11:
forma en emoción. Una persona puede apreciar la vida ma­
trimonial, pero puesto que no la considera buena para ella Memoria reintegradora:
aquí y ahora, no advertirá ninguna emoción y no estará in­ es el reconstruir una antigua experiencia sobre la base de in­
ducida a iniciar una relación formal. La emoción sigue sola­ dicios parciales. Algo de hoy nos hace «traer a la mente» un
mente al juicio de que «esta cosa particular es buena o mala episodio del pasado que reconstruimos no sólo en su conteni­
para mí aquí y ahora», ya sea que este juicio sea intuitivo o do, sino también colocándolo en el tiempo y en el espacio.
reflexivo. También estas emociones a menudo están acom­
pañadas de reacciones físicas. El reconocimiento:
es la sensación de familiaridad probada cuando se percibe
3. Variables intermedias nuevamente algo con lo que ya se había encontrado prece­
dentemente: «esa canción me es familiar, ¿cómo se llama?»,
Percepción-evaluación intuitiva-tendencia emotiva a la «estoy seguro que ya nos hemos encontrado, pero no recuer­
acción-reevaluación secundaria reflexiva-tendencia sentida a do dónde» (=hay el reconocimiento pero no la memoria
la acción. Pero el proceso de la decisión no es tan simple. reintegradora). Es, por tanto, la capacidad de juzgar algo se­
Cada decisión está inserta en el camino evolutivo del hom­ gún su identidad (verdadera o presunta) con alguna otra
bre y en el contexto actual de su personalidad total. El hoy cosa percibida precedentemente. Se trata de una forma de
está influido por el pasado (memoria) y por el futuro (expec­ generalización traída por la experiencia pasada.
tativas); además, toda decisión, una vez hecha, no desapare­
ce sino que deja una huella, por la que la segunda vez el La reevocación:
hombre estará más inclinado a hacer evaluaciones análogas es la conservación de una actividad aprendida en el pasado
(actitudes). Intervienen, por tanto, otras variables que en se­ y que puede ser repetida hoy. Se puede reevocar una poesía
guida examinamos. y recitarla, sin recordar las circunstancias en las que la ha­
bíamos aprendido. Recordamos cómo se hace para caminar o
Memoria: para andar en bicicleta sin ninguna referencia al pasado, sino
el material sobre el que pensamos y razonamos está consti­ sólo subiendo sobre ella y pedaleando. Si no hubiese esta
tuido ampliamente de recuerdos. Si nada quedase de las ex­ capacidad de repetir un movimiento aprendido en preceden­
periencias precedentes, el aprendizaje sería imposible. La cia, no podríamos andar en bicicleta y cada vez que camina­
memoria es el almacén de las informaciones, del cual pode­ mos deberíamos pensar en los movimientos que hacemos.
mos sacar las noticias de los eventos transcurridos. Gracias a
ella estamos en grado de usar el concepto de tiempo, refi­
riendo el presente al pasado y haciendo previsiones para el
11 P. R. Hofstatter, Psicologia, Feltrinelli, Milano, 1966, pp. 135-142; F.
futuro. Robustelli, La memoria, en L. Ancona, Nuove r¡uestioni di psicología, I, Mor­
celliana, Brescia, 1972, pp. 395-425; E. R. Hilgard, Psicología, corso intro­
duttivo, Giunti-Barbera, Firenze, 1971, pp. 333-359.

52 53
AmadBJ <lindni y Ahssandro Mmenti Los h.OCESOS DE LA l:Ec!SIÓN

El reaprendizaje: ción que los acompañaba: ésta permanece en su inconscien­


cierto material que era familiar puede ser aprendido más rá­ te, lista a aflorar cuando se presenten situaciones. análogas.
pidamente de cuanto lo sería si se tratase de material total­
mente desconocido. Aunque haya olvidado completamente Cómo funciona:
el griego, es más fácil aprenderlo una segunda vez porque sigue el principio de la semejanza real o simbólica. Algo que
ya lo había aprendido anteriormente. ha traído dolor o alegría suscitará la misma emoción si se
presenta una segunda vez. Si el niño se ha quemado el
La memora afectiva: dedo con la vela, cuando vuelva a ver la vela experimentará
una emoción una vez experimentada tiende a ser más fácil­ «ansia anticipatoria». Si he tenido relaciones serenas con fi­
mente experimentada nuevamente. Esta es la que interesa guras significativas del pasado, tenderé a responder con la
en el proceso de la decisión y por eso ahora nos fijamos sólo misma serenidad a figuras significativas del presente. La se­
en ella. Cuando evaluamos una situación la debemos cono­ mejanza presente-pasado puede ser sólo sobre bases subjeti­
cer como es ahora, pero también recordamos qué nos había vas: en este caso, entre los dos elementos hay una relación
sucedido en el pasado en una situación similar, qué impacto simbólica las más de las veces inconsciente y debida a nece­
había tenido sobre nosotros y cómo la afrontamos. Luego sidades conflictivas, por lo que el sujeto hace una asociación
imaginamos qué impacto tendrá la situación ahora y estima­ impropia entre situación presente y emoción pasada (cf. par­
mos (en forma instintiva o refleja) si es dañina o no. La me­ te II, capítulo 3, el párrafo Inconsciente y simbolismo).
moria afectiva juega, por esto, un papel importante en la
evaluación e interpretación de todo aquello que nos rodea. La memoria afectiva influye, por tanto, en la percepción: la
Ella agudiza espontáneamente una reacción emotiva pasada, nueva situación es coloreada a priori por una connotación
en tal modo que, cuando en el presente se realiza una situa­ emotiva no originada por ella, sino por nuestro modo de
ción análoga, el sujeto estará inclinado a la misma reacción percibirla. Se produce así una constancia de evaluación: se
emotiva. tenderá a evaluar un objeto siempre en la misma forma,
aunque el objeto cambie o dé nuevas informaciones. Por
Cómo se origina: ejemplo, el afecto de celos me hará sospechar de los demás,
una experiencia, una vez vivida, deja en nuestra psiqué una aunque ellos hagan todo por ser dignos de confianza.
impronta afectiva no necesariamente consciente. De aquella
experiencia podemos olvidar las modalidades de ejecución, La memoria afectiva opera en el inconsciente: el retorno de
el tiempo y el lugar, pero en nosotros permanece la emoción la emoción pasada no es experimentada como memoria, sino
por ella estimulada. Se puede tratar de una sola experiencia como sentimiento del aquí y ahora que brota de la situación
pasada, pero afectivamente muy cargada; o de varias expe­ presente. El sentimiento mantenido vivo por la memoria
riencias insignificantes, pero que juntas han provocado una está fuera del tiempo y nosotros desconocemos completa­
emoción de placer o desplacer. Esta impronta emotiva no mente que nuestra evaluación aquí y ahora pueda ser, de
desaparece: un anciano desmemoriado puede olvidar el pa­ hecho, una pre-evaluación dictada· por la memoria afectiva.
sado, pero no las emociones entonces experimentadas. Esta Normalmente las nuevas informaciones actuales deberían
memoria es, en efecto, comúnmente llamada memoria de hacernos corregir nuestras evaluaciones, pero la memoria
elefante: es el recuerdo imborrable de la historia emotiva de afectiva lo impide. Es difícil una experiencia correctiva.
toda persona que puede olvidar los hechos, pero no la emo-

54 55
Psicología... 5
Amada, Cencini y Alessandro M:menti Ins PROCESOS DE LA ftc1s16N

En fin, la memoria afectiva generaliza: un afecto suscita­ La persona afrontará gradualmente nuevas situaciones con
do por un objeto particular es inconscientemente generaliza­ un modo de relacionarse ya predefinido, con la óptica de
do a toda la clase de objetos. El niño mordido por un perro quien se siente amado, odiado, inferior, superior, poderoso,
tenderá a tener miedo a todos los perros, del mastín al rato­ capaz, perdedor... Cualquier cosa que decida hacer, la acti­
nero; y si para él otros animales son semejantes al perro, tud emotiva le dictará una evaluación inmediata y una parti­
tendrá miedo también de ellos. Un hombre a punto de aho­ cular emoción con la cual afrontar la tarea. Por ejemplo, una
garse por haÓerse volcado su canoa, tendrá miedo de todo persona sedienta de afecto evalúa instintivamente como po­
tipo de embarcación. sitiva una relación de dependencia y, por tanto, sentirá un
impulso emotivo a buscarla. Mientras más gratifica esta de­
Imaginaciones referentes al futuro pendencia, más se crea en ella una correspondiente disposi­
La evaluación no se basa sólo en la memoria del pasado; si ción emotiva (= entre más dependiente es, más necesidad
fuese sólo así, la reacción a la situación sería estereotipada, tiene de depender), hasta que esa disposición llegue a ser
una mera repetición de la respuesta precedente. Recorda­ habitual esa persona tenderá a medir cada nueva relación
mos, pero también hacemos previsiones acerca del futuro: con la medida del «¿cuánto me darán?» «¿cuánto me ama­
imaginamos qué podrá suceder mañana y evaluamos posi­ rán?»). Todo esto aunque produzca un efecto paralizante
bles resultados. El niño la primera vez toca la llama de la para el pleno desarrollo de la propia personalidad. O bien la
vela para saber que quema; pero una vez quemado, la se­ gratificación de una necesidad sexual puede crear una pre­
gunda vez evita el fuego porque espera que queme. Tal disposición habitual que tiende a resistir aun si la gratifica­
aprendizaje es posible sólo si recuerda la quemadura y ade­ ción es dañina para la relación misma. (Se encuentra aquí el
más advierte que la siguiente vez también quemará la llama. fundamento científico del propósito de evitar las ocasiones
Memoria e imaginación están ligadas: se espera que el obje­ próximas de pecado).
to permanezca constante. Toda evaluación intuitiva, una vez
hecha, lleva consigo la expectativa de que ese objeto y to­ Actitudes intelectuales.
dos los objetos de la misma clase permanecerán buenos o El mismo discurso vale también para el deseo racional. Así
malos por el resto de la vida. «Siempre ha sido así, por tanto como el juicio instintivo llevaba a actitudes emotivas, así el
siempre será así». Si un hombre ha quedado desilusionado juicio reflexivo basado en el «me ayuda» crea actitudes inte­
de la vida, no puede ilusionarse fácilmente de que en el fu­ lectuales, o sea juicios reflexivos hechos habitualmente.
turo todo será diverso; la sola reflexión de que el mañana no También la reflexión hecha en base a valores deja una hue­
será igualmente malo o de que él será capaz de mantenerse lla en la memoria afectiva que facilita el uso habitual de jui­
firme, no son suficientes para quitarle la amargura. Una vez cios reflexivos (virtud).
que una expectativa se ha realizado, será difícil que sea co­
rregida por las sucesivas experiencias. Se forman así las acti­ Las actitudes intelectuales no necesariamente provienen
tudes emotivas. de emociones, aunque éstas puedan tener parte en su for­
mación y conservación. Ellas derivan de convicciones, de
Actitudes emotivas: evaluaciones ponderadas en base a argumentos racionales
son disposiciones emotivas habituales a responder, causadas que van más allá de una simple consideración de las cir­
por la progresiva sedimentación de las emociones. Toda cunstancias presentes. Estas actitudes se mantienen porque
emoción puede llegar a ser la raíz de una actitud emotiva. estamos convencidos de que son correctas; la convicción

56 57
AmodBJ Cenani y Alessandro Mlnenti fus ftocESOS DE LA ftCISIÓN

puede estar también sostenida por un considerable tono sea cada vez que se droga), no basta tampoco hacer cons­
emotivo, pero no deriva de la emoción. Así, la actitud hacia ciente a través de introspección el origen psicodinámico ra­
la política, la religión, la sexualidad, etc., es emotiva si nace dicado en el pasado. Es necesario, además, un fuerte motivo
de emociones inmediatas; es, en cambio, intelectual si es que haga la decisión deliberada capaz de detener la indul­
producida por convi�ciones racionales. El objetivo de la for­ gencia y de actuar contrariamente a la tendencia emotiva.
mación consi,ste precisamente en favorecer el surgimiento
de actitudes intelectuales sin detenerse en las adhesiones 4. Conflicto entre tendencias apetitivas
puramente emotivas.
El deseo emotivo conducirá a la acción, a menos que un
Hábitos. nuevo proceso de evaluación produzca una tendencia diver­
La actitud, como predisposición habitual a responder, no in­ sa o aun contraria.
cluye de suyo la puesta en acto. El hábito, en cambio, es la
predisposición puesta en acto. Un hombre puede ser tímido Si esto sucede habrá conflicto, o sea un contraste entre
y desarrollar por tanto una actitud de miedo; pero si logra dos tendencias, ambas apetitivas, pero de diverso origen: las
actuar no obstante su debilidad, ese miedo no llegará a ser dos alternativas son deseables bajo ciertos aspectos e inde­
un hábito, sino que continuará sólo como actitud. Si, por el seables bajo otros. El «me agrada» me impulsa hacia una di­
contrario, satisface la propia timidez, se desarrollará en él un rección diversa de la indicada por el «me ayuda». ¿Cuál es
hábito de aislamiento social. Una actitud se convierte en há­ la decisión final?
bito cuando es transformada en acción. Existen hábitos
emotivos y hábitos de elecciones deliberadas, según que En la base de cualquier decisión debe haber un mínimo
sean la actualización de actitudes emotivas o racionales. de atracción, de otra forma no podremos sostenerla. Sin una
Existen hábitos para actuar según el «me agrada» y hábitos tendencia apetitiva ( «me agrada»), no puede haber acción;
para actuar según el «me ayuda». pero no puede ser la tendencia misma la que cause y man­
tenga la decisión. Las acciones sugeridas por las emociones
Cuando se ha desarrollado un hábito es difícil extirparlo, no nos permiten afrontar el mundo como seres adultos por­
especialmente si a él se ha asociado una connotación emoti­ que faltan criterios de universalidad y, a menudo, tales ac­
va positiva. Por ejemplo, la dependencia de la droga es un ciones no realizan, sino que destruyen, el objetivo para el
hábito que se ha desarrollado por una experiencia inicial cual habían sido puestas.
agradable. Quizás antes todavía, esa experiencia era inicial­
mente neutra o desagradable e inició por otras razones (la No es, por esto, la tendencia más fuerte la que determi­
«espinita», para mostrarse hombre o para no ser tachado de na qué acción se concretará: el hombre puede actuar contra
inhibido). Desde el momento en que la persona comienza a los deseos emotivos fuertes y elegir aquello que es inmedia­
encontrar en esa experiencia cualidades agradables, inicia la tamente menos atractivo, pero que más ayuda. Y en este
posibilidad de dependencia que estará cada vez más reforza­ caso, cuando el juicio deliberado va contra la evaluación in­
da por la indulgencia y por situaciones emotivas concomi­ tuitiva y prevalece, ya no hay conflicto, aunque sea difícil
tantes (depresión, fastidio, deseo de consuelo... ). Para rom­ llevar la decisión adelante por la permanencia de la atrac­
per un hábito emotivo no basta transformar el placer en ción emotiva contraria.
miseria (por ejemplo hacer experimentar al drogadicto náu-

58 59
ÚJS PROCESOS DE LA fi.:CISIÓN
Amadro Cencini y Alessandro Manentí
·--------------
No es tampoco la alternativa más atrayente la que deba sueltos plenamente sino a nivel de racionalidad, la cual no
vencer: se puede elegir aquello que menos atrae, pero que niega ni anula la afectividad, sino que la encuadra en un ni­
más ayuda. Esa atracción emotiva permanecerá; pero no vel superior que permite salir de las contradicciones de la
como disturbio, sino como provocación a renovar sobre bases afectividad. Por ejemplo, las contradicciones afectivas de
preferenciales la elección hecha, que se convierte en atracti­ amor-odio, venganza-ternura, etc., necesariamente presentes
va a la luz del deseo racional. en toda relación afectiva, podrán ser adecuadamente contro­
ladas si están encuadradas en el contexto del sentido por
El hombre puede pronunciar un no definitivo y durade­ dar a la relación misma: permaneciendo en un plano emoti­
ro aun sobre exigencias irrenunciables como el derecho de vo, la relación permanece conflictiva e inestable.
propiedad, de autogestión y de familia para hacer una elec­
ción de pobreza, obediencia y castidad, aun sintiendo un Niveles de la vida psíquica, niveles de conciencia, deseo
impulso emotivo contrario. Precisamente porque está dotado emotivo y racional: tres informaciones que nos vienen de
de dos procesos decisionales, puede evaluar reflexivamente una observación fenomenológica. Nos falta por analizar al
la emoción que siente, ponerla en relación con los valores, hombre en sus aspectos más internos y menos directamente
para decidir después qué camino seguir: según la necesidad visibles.
o según los propios ideales, en caso de que la necesidad no
esté en la misma dirección de estos últimos. Y estas eleccio­
nes humanas están en grado de estimular emociones típica­
mente humanas.

Lo que se quiere afirmar es la capacidad psíquica para


hacer un acto de voluntad. El hombre no está ligado a la in­
mediatez de las emociones, sino que puede desligarse de
ellas y convertirse así en agente moral. El juicio y la toma
de posición son posibles solamente sobre el fundamento de
la libertad de los vínculos de los niveles psico-fisiológico y
psico-social12.

Capacidad de desapego y no inhibición: debe haber in­


tegración entre afectividad y racionalidad. La cual viene a
través de la subordinación (y no eliminación) de la afectivi­
dad a la racionalidad.

La lógica de la afectividad que -hemos visto- sigue crite­


rios de singularidad, debe ser integrada por el deseo racional
que sigue criterios de universalidad y no contradicción. Los
problemas puestos a nivel de afectividad no pueden ser re-
12 E. Coreth, Antropología filosofeo, Morcelliana, Brescia, 1978, p. 71.
61
60
Capítulo Cuarto
Los CONTENIDOS DEL Yo

Nuestro análisis sobre la constitución intrapsíquica del


hombre tiene necesidad de una ulterior profundización y de
una caracterización más específica. Hasta ahora hemos visto
que el hombre se construye sobre tres niveles de vida psí­
quica y de conciencia; que se motiva en base a las emocio­
nes y/o a la razón. Ahora es necesario ir más allá del análisis
para mirar al hombre «desde el interior», es decir de captar
aquello que sirve de fondo a estos modos de vivir y de decidir.

Ir más allá significa ponerse dos interrogantes: 1) Cuan­


do el hombre actúa, ¿De qui es impulsado o atraído? ¿Cuá­
les son las energías que lo motivan? Es el problema del
«qué» o sea de los contenidos del yo; 2) Cuando el hombre
actúa, ¿por qué es impulsado o atraído por estos contenidos y
no por otros? Es el problema del «por qué» o sea de las es­
tructuras del yo. Por ejemplo, un comportamiento emotivo
guiado sólo por el «me agrada» se puede explicar como el
resultado inmediato de una necesidad conflictiva de agresi­
vidad (contenido) que, a su vez, deriva del ansia de no sa­
ber armonizar los ideales con la realidad actual (estructura).
El contenido dice qué es lo que impulsa a esa persona; la
estructura explica el por qué de tal impulso y no de otro.
Como se ve, es necesario conocer los contenidos, pero es
igualmente imponante llegar a captar las estructuras que
dan informaciones más profundas y sobre todo más durables
y constantes: del «qué» al «por qué». Este sería propiamen­
te el método estructural que seguimos en este libro.

Remitiendo al capítulo siguiente el examen de las es­


tructuras, iniciamos ahora el análisis de los contenidos del
yo y vemos que lo que impulsa o atrae a la persona son las
necesidades y los valores, que se expresan en actitudes.

63
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Amadm Omani y AJ.essandro Mmenti LDs 0:>NTENmos DEL Yo
1. Las necesidades ca en el seguir los caminos que conducen a la satisfacción
de la necesidad. La necesidad tiene por esto, una enorme
a. Definición maleabilidad: puesto que no tiene una dirección de recorri­
do, se puede expresar en formas infinitamente diferentes, se
«Las necesidades son tendencias innatas a la acción que deja plasmar por las situaciones y por el aprendizaje, como
derivan de un déficit del organismo o de potencialidades na­ también por los procesos de elaboración cognoscitiva (deseo
turales inherentes al hombre, que buscan ejercicio o actuali­ racional). En otras palabras, el hombre no está necesaria y
zación» 1. Analicemos los elementos de esta definición. automáticamente predeterminado en su actuar por sus nece­
sidades: entre éstas y la acción hay un intervalo ocupado por
1. Ante todo, las necesidades son tendencias a la acción, es la decisión de actuar. Un enfermo de anorexia nerviosa tie­
decir que contienen energía psíquica sin la cual no po­ ne, a nivel fisiológico, la necesidad de comer; pero, al mis­
dríamos formular ningún pensamiento o realizar algún mo tiempo, no quiere ingerir alimento alguno y de hecho no
evento. El área de las necesidades es, por consiguiente, come. O bien una persona deprimida tiene, a nivel psicoso­
extremamente preciosa; cada uno de nosotros continua­ cial, la necesidad de establecer relaciones con los demás;
mente acude a ella para amar, conocer, establecer rela­ pero no lo desea y se cierra en sí misma. Evidentemente,
ciones, superar dificultades... No tendría sentido ni se­ para que la necesidad se concretice en acción se requiere, al
ría posible refutar en bloque las necesidades porque menos, la presencia del deseo emotivo o racional que ya he­
fueran vistas como contrarias a los propios ideales o mos analizado; para un acto agresivo no basta sentir el eno­
porque se sintieran como algo no muy noble: esto sig­ jo, es necesario también consentirlo en forma consciente o
nificaría pretender vivir sin energía. Un acto de amor a inconsciente.
Dios o de violencia al prójimo deben recurrir siempre a
la misma fuente energética, aunque interpretada y ex­ Freud mismo había intuido que junto al «princ1p10 del
plotada según finalidades diferentes. placer» (proceso primario), que impulsa hacia la gratificación
inmediata de la necesidad eliminando cualquier intervalo
La necesidad es sólo una tendencia, o sea que no basta entre ésta y la acción, existe el «principio de realidad» (pro­
por sí sola para provocar la acción2. Por esto es que no de­ ceso secundario) que provoca al sujeto a confrontarse con el
termina un comportamiento específico ni tampoco indica la ambiente que lo rodea y así rompe el automatismo necesi­
dirección concreta que debe asumir el comportamiento. No dad-acción.
contiene una «dirección de recorrido», sino solamente una
«orientación preferencial» 3• La necesidad de afecto nos hace
preferir los contactos afectivos más que las relaciones que
llevan al rechazo, pero no los determina ni contiene las mo­
dalidades concretas de comportamiento. La orientación de
fondo es innata y lo que es aprendido es la habilidad técni-
1 Rulla, L.M. Psico/ogia del profondo. Le persone, o.e., p. 38.
Z Amold, M.B. Emotion anti Personalily», o.,., pp. 177-18Z.
3 Nuttin, G. Teoria de/14 motivazione umana; da/ óisogno a/14 progelllnio­
ne, Annando, Roma, 1983, pp. 78-89.

64 65
Amad«, Cenani y Alessandro M-lnenti /ns Ü>NTENIDOS DEL Yo
Así, había indicado con el primero la forma de actuar tí­ b) Tampoco se puede considerar que, además de las
pico del niño (y del neurótico) y, con el segundo, la del necesidades fisiológicas «primarias», existan sólo
adulto4. las sociales o «secundarias», que serían fundamen­
talmente «aprendidas» por los condicionamientos
2. Las necesidades derivan de un déficit del organismo o sociales o por los procesos contingentes de sociali­
de potencialidades naturales inherentes al hombre: se zación a través del mecanismo de «refuerzo so­
quiere afirmar que éstas son activadas tanto por una si­ cial», como lo consideran conductistas y neocon­
tuación fisiológica de carencia, como por predisposicio­ ductistas, en particular McClelland6 o Dollar y
nes positivas a actuar, inherentes a la naturaleza huma­ Miller7 . Una concepción análoga se encuentra
na. En otras palabras se puede decir: también en la teoría freudiana, en la que el proce­
so de sublimación es considerado como el respon­
a) Las necesidades no se pueden reducir sólo a instin­ sable de la derivación de las motivaciones supe­
tos radicados en el nivel fisiológico y regulados a riores de la libido.
través del modelo mecanicista de la «reducción de
tensión», como sostenía Freud5. c) Existen necesidades innatas o sea inherentes a la
naturaleza humana, y por tanto universales.

d) Existen necesidades relativas a cada nivel de nuestra


4 Cf. Freud, S. Predsazioni sui due principi dell'aeeadere psiehit:o, in Opere,
o.e. pp. 453-460; Al di la del principio di piacere, in Opere, IX, pp. 193-249;
vida psíquica (fisiológico, social, racional), con sus caracterís­
cf. también Ancona, L. La psicana/isi, o.e. pp. 76-80. ticas y exigencias propias, y que son irreductibles a un único
En otro lugar Freud parece haber redimensionado la función del principio motivo de base, como si fuesen una simple variación de tal
del placer, originado s6lo por la «influencia del mundo externo» (Bribing, motivo fundamental. De este modo se enriquece toda la
E. Tite deve/opment and prob/ems o/ tite theory o/ tite instincts, in «Intern. J. of vida psíquica de la persona (además de ser exigentes dan
Psycho-Analysis», 22 (1941), pp. 102-131).
Freud ha afirmado también que «el sustituir el principio del placer por el otro punto de vista)8. La noción psicológica de necesidad no
principio de realidad no significa !ª destitución del pri�cip!o ?<-:1 placer, se limita al aspecto de carencia, sino que comprende tam­
sino una mejor salvaguarda del mismo» (Freud, S. Preasazt011t, m Opere, bién las tendencias hacia el crecimiento, el desarrollo de sí y
o.e. VI, p. 458). Es por esta razón que Magnani cree poder concluir que «el la comunicación.
principio del placer se sostiene siempre como fundamental y originaria­
mente el único, y el principio de la realidad como una variaci6n suya»
(Magnani, G. La crisi della metapsicologia freudiano, Studium, Roma, 1981,
p. 122).
Permanece, sin embargo, el valor de la intuición original freudiana y la 6 McClelland, D.C. Personality, Sloane, New York, 1951, pp. 466 ss.
percepci6n de una diferencia, al menos funcional, entre los dos principios. 7 Dos libros clásicos sobre la teoría del estímulo-respuesta: Do/lord, J. y
5 Freud da esta definici6n de pulsión: el representante psíquico de los Miller N.E. Persona)ity and psychotherapy: an analysis in terms of lear­
estímulos que tienen origen en el interior del cuerpo y afectan a la psi­ ning, thinking and culture. McGraw, New York, 1950; Dollard, J. e Mi­
que (Freud, S. Pulsioni e Joro destini, in Opere, o.e. VIII, p. 17) y que ten­ ller, N.E. y col. Frustmzione e aggressivita, Ed. Universitaria, Firenze,
derían automáticamente a una anulación del desgaste de energía que pro­ 1967.
voca tensi6n y fastidio en el individuo (Freud, S. Precisazionni, in Opere, 8 Loevinger define «ontológicamente falaz» la teoría del monismo im­
o.e. VI, pp. 453-460). pulsivo, en cuyo ámbito podemos hacer entrar también el psicoanálisis
Precisamente porque es tendencia, preferimos hablar de necesidades y no freudiano: Loevinger, J. Ego-development: eoneeptions and tlteories, San Fran­
de pulsiones o instintos. cisco-Washington-London, 1976.

66 67
Amada, Cencini y Alessandro MmenJi los Ü>NTBNIDOS DEL Yo

b. Tipos de necesidades dables; por ejemplo la sed de saber, distinta de la sed fisio­
lógica, la cual provoca una sensación de incomodidad; en­
Buena parte de la psicología moderna parece orientarse cuentran la gratificación apropiada no en un sucesivo gesto
hacia una ampliación del concepto de necesidad al área ra­ consumatorio-reduccionista que ofrece un alivio sólo mo­
cional- espiritual: «Toda la psicología moderna habla, de he­ mentáneo, sino en una búsqueda y una tensión constante
cho, de la tendencia del hombre normal a romper continua­ que ya en sí es gratificante y garantiza un placer duradero,
mente el propio equilibrio homeostático para alcanzar si bien el objetivo buscado nunca es completamente alcanzable.
nuevas metas, asumiendo riesgos e incertezas que se conclu­
yen en un nuevo equilibrio temporal, de nivel superior: y Otro autor que rechaza la reducción de todas las necesi­
así, todo parece indicar que es el funcionamiento de las mo­ dades a las fisiológicas e impulsivas con una relativa nivela­
tivaciones del nivel cognoscitivo y de los valores la sede ción homeostática es Harlow. Según este psicólogo, la gente
propia en la que opera tal principio de expansión» 9• Veamos vive y obra no porque está motivada por el sexo, la ansie­
algunos de los representantes más significativos de esta evo!u­ dad, el dolor, sino que no obstante existan estas realidades; a
ción. veces, de plano, el hombre se enfrasca en resolver proble­
mas que no tienen ninguna utilidad evidente, o que incluso
Ya al interno del desarrollo del mismo psicoanálisis freu­ pueden producir incomodidad y dolor: es como si el proble­
diano nació rápidamente una corriente denominada del «yo ma en sí mismo ofreciese la motivación para afrontarlo12 .
autónomo» (o psicología del yo). Hartman hizo cabeza a este
movimiento. Según está corriente, más allá del área instinti­ Una teoría importante en esta evolución del concepto de
va ligada al principio homeostático de la reducción de ten­ necesidad es la de la «autonomía funcional de los motivos»
sión, existe el yo como ente que conoce, al menos en parte, de Allport, según el cual los gestos puestos en acto, al ori­
independiente del impulso y que funciona para fines pro­ gen de la vida, por motivos primarios (la conservación de sí),
pios y con energía propia, en vista de objetivos a largo plazo pueden en un cierto punto llegar a ser tan agradables que el
que comportan un aumento dé tensión, por consiguiente no individuo los realiza aun sin saber el objetivo del motivo fi­
en perspectiva homeostática lO. siológico originario. Tales actividades han llegado a ser en sí
mismas un objetivo, son «funcionalmente independientes».
Además de los «motivos de deficiencia» existen también Entre estas actividades, Allport coloca también las operacio­
los «motivos de crecimiento» como los llama Maslow11• Es­ nes «superiores» (inteligencia, creatividad... ) ejercitadas por
tos últimos, a diferencia de los anteriores, pueden ser agra- sí mismas13 .
9 Ancona, L. La psicanalisi, o.e. pp. 204-205. En síntesis, a nivel racional - espiritual, parece que son
10 Hartman, H. Psicologia del'io e problema dell'adattamento, Boringhieri, estas necesidades las más subrayadas.
Torino, 1970. Otra obra que ilustra bien la evolución del psicoanálisis es
Rapaport, Struttura della teoria psicanalitica, Boringhieri, Torino, 1969.
Recordamos que el psicoanálisis usa el término homeostasis para indicar
la supuesta tendencia de la psique a restablecer el status disturbado por
algún estímulo. 1 2 Harlow, F.H. Motivation as a factor in the acquisition o/ new responses, in
11 Maslow, A.H. Deficiency and Growth Motivation, in Jones, M.R., Ne­
M.R. Jones, Curren! theory and research in motivation: a Symposium I, Ne­
braska Symposium on Motivation. III, Nebraska Univ. Press, Lincoln 1955, braska, Univ. Press, Lincoln 1953, pp. 24-49.
pp. 1-3 0; ídem, Motivazione e persona/ita. Armando, Roma, 1973 . 13 Allport, Psicologia della persona/ita, o.e. pp. 1 93 -203 .

68 69
Amada, Cenani y Alessandro Manmli fus lbNTENIDOS DEL Yo

Al nivel más propiamente racional: la necesidad de co­ Se tiene la impresión que muchos psicólogos, aun los
nocimiento de sí y del ambiente, de identidad positiva14; de que han sido citados antes, subrayando particularmente esta
seguridad15; de autorrealización16; de creatividad producti­ o aquella necesidad, no tienen presente toda la gama de las
va17 necesidades en los diversos niveles, con sus unilateralismos
consiguientes y posibles.
Al nivel más explícitamente espiritual: la necesidad de
significado18, de dar una «intención central» a la vida1 9; de Un autor, quien parece evitar ese peligro es Murray,
búsqueda del sentido último de la realidad 20; de un proyec­ quien después de un cuidadoso análisis comparativo de las
to general de la existencia21; de tender al absoluto22. listas de las necesidades propuestas por varios psicólogos, in­
dicó algunas de ellas como más signifi_cativas en el área psi­
Las necesidades más evidenciadas a nivel psico-social cosocial y racional- espiritual y que pode-inos considerar uni­
parecen ser las del gru�o en general y de estima por parte versales, parte de la naturaleza humana27. Presentamos la
del grupo23; de amistad 4; de exploración y estimulación del definición de las principales28.
ambiente25; la necesidad de competencia, en el sentido ·de Tabla 111
interactuar eficazmente con la realidad26,
14 Ro�ers, C. Terapia centra/a su/ cliente, Martinelli, Milano 1 970; Rogers
C.-M. Kmget, Psicoterapie e relazioni umane, Boringhieri, Torino, 1970. Ofinidones de las necesidades
1 5 M�Kinnon, D.W. - Dukes, W.F. Repression, in Postman, Psychology in
the makmg, Knopf, New York 1962, pp. 667-744; Nuttin, Comportamento e Adquisición:
persona/ita, PAS- Verlag, Zürich, 1964. Cumplir cosas y actividades que tengan sentido. Obtener
16 Adler, A. Individual Psychology, in Murchison, C. Psychologjes o/ 1930. alguna cosa para sí mismo. No perderse en cosas inútiles.
C/ark Univ. Press, Won:ht:l'ter, Mass, 1930. Construir, crear. Interactuar eficazmente con el ambiente.
1 7 Fromm, E. Psicanalisi della socieia contemporanea, Comunita, Milano, Competencia.
1960.
18 Frankl, V.E. Logoterapia e analisi esistenziale, Morcelliana, Brescia Afiliación:
1 9 72. Tendencia innata hacia el otro para establecer relaciones
1 9 Allport, G.W. Psicologia della persona/ita, o.e.
de amistad y contacto. Trabajar al lado de un objeto alia­
do. Colaborar, intercambiar puntos de vista. Ligarse a un
20 Nuttin, J. La struttura della persona/ita, Paoline, Roma, 1967.
amigo y permanecerle fiel.
21 Festinguer, L. La dissonanza cognitiva, F. Angeli, Milano, 197 1 ; Tho­
mae, H. Dinamica della decisione umana, PAS-Verlag, Zürich, 1 964. Agresividad:
22 Caruso, I. I'sicana/isi e sintesi dell'esistenza, Marietti, Torino, 1 953. vengarse de las injurias recibidas. Atacar, asaltar, dañar.
23 Asch, S.E. Psicologia socia/e, SEI, Torino, 1958. Actuar en contra o estar en oposición. Ofender, poner en
24 Fromm, E. L'arte di amare, Mondadori, Milano, 1 97 1 . 27 Murray, H.A. e coll., Explorations in persona/íty, Oxford Univ. Press,
25 Farné, M. La privazione sensoria/e, in «Riv. Psicologica», 57 ( 1963), New York, 1 938.
pp. 1 83-206. 28 Cf. Lista de necesidades reportadas por Rulla, L.M. - !moda, F.- Ri­
26 White, R.W. Motivation reconsidered: tlze concept o/ competence, in dick, J. Struttura psícologica e vocazione; motivazioni di entra/a e di abbando­
«Psychol. Rev», 66 ( 1959), pp. 297-333. no. Marietti, Torino, 1 981, pp. 195-196.

70 71
Psicología... 6
Amada, Ondni y AkssawJ,u .Mmenti l.os iliNTENIOOS DEL Yo

ridículo. Calumniar, ironizar, tener espíritu de contradic­ perdonado. Tener siempre necesidad de un apoyo para
ción. poder continuar e ir adelante. Permanecer apegado a un
protector devoto a quien emular.
Aprobacion Social (consideración):
Ser conocido y apreciado. Obtener estima, respeto y con­ Dominación:
sideración. Impedir la pérdida del respeto, conservar el Influenciar o controlar el componamiento de otros a tra­
propio buen Qombre. vés de sugerencias, persuaciones, órdenes. Disuadir, pro­
hibir, convencer, proponer. Mostrar, informar, explicar, in­
Autonomía: terpretar, enseñar. Organizar.
Dirigir activamente la propia vi?ª· Resistir_ a la coacció�.
Evitar ser manipulado por autoridades dominantes. Ser h­ Estima de Sí:
bre para actuar según criterios personales. Resistir a las Tener una identidad estable y sustancialmente positi­
constricciones e imposiciones. va. Conocer las propias cualidades, gozar por aque­
llo que se es y se hace. Organizar las percepciones
Ayuda a los Demas: de sí en un cuadro orgánico y unitario. Integrar el
Dar el propio afecto a una persona sin recursos y satisfa­ propio aspecto negativo.
cer sus necesidades: una persona frágil, desorientada, can­
sada, inexperta, enferma, desviada, humillada, �ola, rech�­ Evitar el Peligro:
zada, confundida. Asistir a una persona en pehgro, nutnr, Evitar el fracaso, el dolor y las dificultades. Preferir am­
ayudar, sostener, consolar, proteger, confortar, _cuidar, cu­ bientes ya conocidos y organizados. Temer la incertidum­
rar. Tendencia innata al altruismo como segmr un com­ bre y la novedad. Huir de situaciones peligrosas. Obrar
portamiento útil a los demás. con excesiva cautela, con falsa prudencia. Evitar exponer­
se. Mantener un nivel mínimo de tensión (homeostasis).
Cambio (novedad):
Modificar el ambiente, las circunstancias, las actividades. Evitar la Inferioridad y Defenderse:
Evitar la rutina o la repetitividad. Evitar todas las situaciones que podrían poner en condi­
ciones de vulnerabilidad y reproche: la irrisión, la crítica
Conocimiento: por parte de los demás, la autocrítica. No admitir jamás
Satisfacer la curiosidad, explorar. Poner interrogantes, ha­ los propios errores. Autojustificarse exageradamente. Con­
cer preguntas. Adquirir informaciones que _vayan d�sd� formidad pasiva. Esconderse y justificarse gratuitamente.
las sensaciones elementales hasta la abstracción y rac1oc1-
nio más avanzado. Mirar, escuchar, tocar objetos, explicar­ Exhibicionismo:
se la propia posición sobre la realidad. Deslumbrar, estar al centro de la atención. Excitar, sor­
prender, impresionar, fascinar, provocar curiosidad, seducir.
Dependencia Afectiva:
Satisfacer las necesidades gracias a la ayuda afectuosa de Excitación (Sensibilidad):
un objeto aliado. Ser curado, apoyado, sostenido, circun­ Conmoverse, dejarse estimular, agitar o tocar. Tener sen­
dado, protegido, amado, guiado, consolado, favorecido, sibilidad; buscar excitaciones.

72 73
Atnat/a> Cendni y Akf.sandrv Manenti Los lbNTENlDOS DEL Yo

Exito (Triunfo): Triunfo (Exito):


Salir adelante en cualquier cosa difícil. Actuar las propias Tener éxito en alguna cosa difícil. Realizar potencialida­
potencialidades latentes. Desarrollo de sí a través del de­ des latentes; desarrollo de sí, ingeniárselas rápido y lo
senvolverse hábilmente con destreza, lo mejor posible, mejor posible en el desempeño de los propios talentos.
con el empleo adecuado de los propios talentos.
Reacción:
Gratificación Erótica: Superar con tenacidad las dificultades, experiencias frus­
Instrumentalizar al otro para el propio placer. Conquistar trantes, humillaciones o situaciones embarazosas. Oponer­
para después abandonar. Percibir al otro como una super­ se a la tendencia de evitar tales situaciones o de retirarse
ficie corporal, sin ninguna expresión de contenido psíqui­ frente a una tarea o situación que pudiera tener tales re­
co. sultados.

Humillación (Desconfianza de Sí): Como se ve en la lista, los contenidos de las necesida­


Tendencia a subestimarse, rendirse y resignarse. Someter­ des pueden estar en contraste entre sí. Una vez más esta­
se pasivamente a una fuerza externa. Disminuirse y re­ mos de frente a la complejidad y ambivalencia del ser hu­
procharse a sí mismo. Tener miedo de hacer aquello de mano. Ya Freud había identificado, al término de largas
que se es capaz. viscisitudes intelectuales y replanteamientos continuos de
pensamiento, las dos necesidades centrales del hombre
Juego: como netamente contrastantes: el instinto de vida y el de
Actuar sin otra finalidad que divertirse. Buscar alguna di­ muerte29.
versión; relajarse con alegría. Gustar de las bromas y la
risa. Soñar con los ojos abiertos. c. Experiencia de las necesidades
Orden (Necesidad de Significado): Llegados a este punto podemos indicar algunos elemen­
Organizar y sistematizar los objetos dentro de un todo tos de los cuales depende la prevalencia de una necesidad
significativo. Construirse un sistema de referencia que dé sobre otra.
razón del propio lugar y del de las cosas en el mundo.
Darse un sentido, captar la naturaleza de las cosas. Pre­ a) Dependerá, ante todo, de la mayor fuerza con que
guntarse si aquello que se hace o se desea es de algún es sentida una necesidad con respecto a otra. Es­
valor. Sopesar la magnitud de nuestros actos. No sólo co­ evidente que no todos sentimos todas las necesi­
nocer, sino también poner las cosas en su propio puesto, dades en la misma forma y que en el interior de
darles un sentido. cada persona no todas las necesidades tienen la
misma fuerza. Si, por ejemplo, un individuo, debi-
Sumisión (Respeto):
Admirar un ser superior, seguirlo con dedicación. Estimar, 29 Freud, S. Al di la del principio di piacm, in Opere, o.e. IX, pp. 193-
249. Ancona cree poder distinguir cinco fases de la tcorla instintual freu­
alabar y honrar a alguien. Seguir su ejemplo. diana: 1. Instinto del ego y del sexo; Z. Fase libídica narcisista y objctual;
3. Fase de los instintos libidinalcs y agresivos; 4. Fase del id y del ego; S.
Eros (instinto libidinal y de vida) y thanatos (pulsiones dCIU'Uctivas y de
muerte). Ancona. L. La psia,,,alísi, o.e. p. 114.

74 75
Amada, Ona,,; y Alesaandn, Mmmti ú:Js ll:>NTENIOOS DEL Yo

do a carencias educativas o hábitos incontrolados, que le está sucediendo dentro; advierte, quizás, el
no ha dominado nunca suficientemente la necesi­ impulso y sus consecuencias, pero no sabe recorro-
dad de agresividad, desarrollará de cuando en . cer su origen y tal vez lo justifica (por ejemplo, se
cuando una fuene agresividad y usará así mucha da a los demás pero en realidad lo hace para exal­
de su energía psíquica en tal sentido sustrayéndo­ tarse a sí mismo): por consiguiente, tendrá escasas
la de las demás necesidades. Si una persona, por posibilidades de controlar tal necesidad; precisa­
el contrario, ha gratificado excesivamente la nece­ mente porque está escondida en el inconsciente,
sidad de dependencia afectiva, sentirá de forma podrá afectar su vida con mucha más influencia
exagerada la exigencia de continuar satisfaciéndo­ que una necesidad consciente.
se en esta área; dará, por tanto, más importancia a
recibir afecto que a darlo (lo mismo sucederá si ha Naturalmente, como ya se ha visto, no es suficiente la
habido una privación exagerada)30. necesidad por sí sola para determinar la acción: por consi­
guiente, otros elementos tendrán su peso cuando una deter­
b) Otro elemento ligado a la fuerza de una necesidad minada necesidad se concrete en la acción. De cualquier
es la relación entre esa necesidad y la estima de manera, la acción deberá hacer siempre referencia a esta
sí. Si la estima de mí mismo está conectada de preciosa fuente energética.
modo significativo al hecho - por ejemplo- de sa­
ber dominar o de hacerme respetar o de tener ra­ 2. Las actitudes
zón... , la necesidad correspondiente de dominar
tendrá una cierta fuerza que, sin duda. será mayor «Una actitud es un estado mental y nervioso de predis­
que la de aquellas necesidades menos significati­ posición a responder, organizado a través de la experiencia,
vas para la propia estima. que ejercita un influjo directivo y/o dinámico sobre el com­
portamiento». Es la definición dada por Allpon y retomada
c) Por último, es importante ver si la necesidad en por McGuire, después de haber analizado 16 de ellas31; esto
cuestión es consciente o no. Si una necesidad es confirma el interés, pero también la ambigüedad, que hay
advenida y reconocida como tal y en sus conti­ en torno a este término, puesto al centro de la atención de
nuos y frecuentes subterfugios el individuo se da los psicólogos sociales en los años '60, gracias a los estudios
cuenta · de lo que siente y del porqué de cienos de Hovland, Festinger, Sherif32. Como quiera que sea. hay,
impulsos: en tal caso podrá tomar posición frente al menos, otras dos definiciones que nos ayudan a compren­
a tal necesidad y podrá decidir de modo responsa­ der todavía mejor la naturaleza de la actitud. La primera es
ble. Pero si la necesidad es profundamente in­ de Katz: «Una actitud es la predisposición del individuo a
consciente, la persona no podrá comprender lo evaluar algún símbolo, objeto o aspecto de su mundo en
30 Se verificada, en tal caso, el mecanismo que Freud llamaba de fija­ 31 Allport, G. W. Atli111tks, in Murchison, e.e. A l,andóool o/ social
ción, por el cual el sujeto pcnnanc:cc fijo en la fase del desarrollo de la Ji. psydtology, elark Universicy Press, Worchester, 1 935, c. 17; ídem, Psicología
bido en la cual ha recibido o una gratificación excesiva o una excesiva dello perso11alita, o.e. pp. 295-296; McGuire, W.J., TAe 110111re o/ atlihltks
privación del afecto. Es interesante el hecho que Frcud considere peli­ and atlihláe duznge, in Lindzcy, G. e Aronson, E. TAe Handóool o/ Social
groso no sólo el exceso de privación sino tambi6n el de gratificación. ef. Psyd,ology, III, Addison-Weslcy, Reading, Mass. 1969, pp. 136-314.
Freud, S. /11trod11sione olla psicanalisi, lo jissasione al trauma in Opere, o.e.
VIII, PP. 435-446; L 'uomo Afose e lo religione monoteislica: tre saggi, in Opere, 32 Estudios reponados por W.J. McGuire, citado en la nota 3 1. ef tam•
o.e. XI, p. 398. bi6n Warrcnt-J. Jahoda, N. Gli atteggiamenti, Boringhicri, Torino, 1976.

76 77
Amadm Cencini y Alessandro Manenti LDs iliNTENIDOS DEL Yo

una manera favorable o desfavorable» 33; la otra es de Ro­ En este sentido, la actitud es una opinión: lo que yo
keach: « Una actitud es una organización, relativamente dura­ pienso de una realidad sin sentirme necesariamente
ble, de creencias respecto a un objeto o una situación, y que atraído o no por ella. Por ejemplo, la actitud antisemíti­
predispone a responder según un cierto modo preferencial» 34. ca me dice que los judíos son avaros y antipáticos. En
cambio, el componente afectivo indica el sentimiento
Conviene resaltar algunos elementos comunes: de atracción o de repulsión que la persona siente con
respecto al objeto de la actitud; en la actitud antisemítica
l. La identificación por parte de los tres autores, de la ac­ el componente afectivo hace sentir una repulsión, un
titud como predisposición a responder. La actitud es, desprecio por los judíos. Este componente se considera
por consiguiente, algo que viene antes de la acción como el «corazón» de las actitudes: cuando hablamos de
(entendida como algo externo); en algún modo la pre­ la intensidad de una actitud, nos referimos normalmente
para y la introduce, contribuye a darle una intención y a su componente afectiva. Que tal componente sea el
un estilo de comportamiento, pero sin confundirse jamás más significativo, es bastante fácil de comprender. Lo de­
totalmente con ella. Esto confirma la complejidad del muestran también estas tres observaciones, tomadas de la
concepto y nos habla de las dificultades de su medi­ experiencia diaria de nuestras actitudes:
ción, que es posible sólo indirectamente (por ejemplo a
través del análisis de las reacciones fisiológicas, de las a) Una actitud perdura aun si falta o se haya olvidado
manifestaciones verbales, de la globalidad de los deta­ el componente cognoscitivo. Si me agrada fumar,
lles del comportamiento, de las respuestas a tests ver­ me agrada no obstante sepa que hace mal; si me
bales estructurados y no estructurados...); pero Wilson agrada un cierto cantante, me continúa agradando
nos recuerda que «ninguna de estas variables de obser­ aunque haya olvidado los particulares de su vida
vación puede identificarse con la actitud; éstas pueden que fueron destacados por algún tiempo en los
utilizarse sólo como indicios, escalas o definiciones opera­ diarios.
ciona/es» 35. De esto podemos comprender que sea inco­
rrecto basar juicios sólo en la observación de comporta­ b) La base de las actitudes no es, de ordinario, una
mientos. serie de argumentaciones; es decir, que el conte­
nido cognoscitivo no determina mucho el compo­
2. Las tres definiciones, de modo diferente y casi comple­ nente afectivo: el drogadicto y el policía conocen
mentario, ponen el acento en los componentes de las muy bien los efectos de la droga, pero el primero
actitudes: cognoscitivo, afectivo, conativo. El compo­ se droga y el segundo no.
nente cognoscitivo se refiere al modo como es percibido
el objeto de una actitud, a su connotación conceptual. c) El componente afectivo es más durable en el tiem­
33 Katz, D. Tlu /1111ctional approacl, to tl,e st11dy o/ attit11des, in Fis­ po y más central que el cognoscitivo: una actitud
hbcin, M. Readings in atti111de tl,eory and meas11rement, Wiley, New experimentada una vez, tiende a volver a manifes­
York. 1967, p. 459. tarse otra vez.
34 Rokeach, M. Belieft, Allitldes and VallltS. A tl,eory o/ organiza/ion and
dlallf!jl. O.C. p. 112. En fin, el componente conativo (de impulso a la acción)
35 Wilson, O.O. Alleggiallletllo, in Dizionario di psicologia, Paoline, Milano, indica la tendencia al comportamiento en relación al objeto.
1975, pp. 117-120.

78 79
Amada> Cenmri y Akssandro Jl,&umti lns lbNTENIDOS DEL Yo

Así, la actitud antisemítica lleva no sólo a tener una opinión rectividad de la actitud es variada: esquema de referencia
negativa de los judíos, a sentir repulsión, sino también a ac­ (Cantrul, H. y Sherif M.), criterios de significado (Campbell
tuar en modo agresivo o crítico hacia ellos. Hay, por tanto, D.T.), interpretación adquirida de los estímulos (J. Dollard
una percepción e interpretación del objeto o situación, luego y N.E. Miller), estereotipo (W. Lipmann), prontitud para
surge un estado emotivo de atracción o rechazo que, a su responder (G.W. Allport), disposición de comportamiento
vez, estimula a actuar en modo correspondiente. adquirida (D.T. Campbell)36. Puesto que actúa sobre la per­
cepción, para cambiar una actitud no basta dar una respues­
Esta composición de fuerzas psíquicas nos ayuda a com­ ta nueva a un estímulo viejo, sino que es necesario también
prender la función de mediación de la actitud, como ele­ redefinir el estímulo mismo, es decir, cambiar el modo de
mento intermedio entre percepción y acción. percibir el estímulo. No basta decir: busca comportarte me­
jor la próxima vez; sino que hay que preguntarse: ¿Por qué
3. El influjo de la actitud sobre el comportamiento no es te estás comportando de esta manera? Cambiar la actitud
sólo de naturaleza directiva, sino también dinámica; a hacia los políticos no implica tanto un cambio de respuest�
diferencia de cuanto opinaba Freud, para quien la cuanto un cambio de percepción de qué significa «político».
energía estaba toda centrada en las necesidades. Para cambiar no bastan nuevas informaciones, es necesario
que las nuevas informaciones induzcan a la persona a reeva­
La actitud no sólo canaliza la energía pre-existente hacia luar sus respuestas a los estímulos viejos.
una cierta expresión más bien que hacia otra (función direc­
tiva), sino que también produce energía (función dinámica). 4. Todavía a nivel de definición, veamos ahora la especi­
Si el antisemitismo fuese una actitud sólo directiva, bastaría ficidad de la actitud respecto a otros conceptos que se
para destruirla con desviar la agresión hacia otro objeto, por refieren al comportamiento. La diferencia con las necesi­
ejemplo los ricos o los extorsionadores, y el antisemitismo dades está en que escas últimas son tendencias innatas,
desaparecería. Por el contrario, siendo también dinámica; no mientras que las actitudes son adquiridas a través de la
sólo canaliza sino que también genera la hostilidad misma. Y experiencia: de esto deriva que, mientras las necesida­
así, cambiar actitud es más dificil: no basta la persuasión de des son universales, las actitudes son específicas y per­
lo contrario ( «es malo odiar a los judíos»), sino que es nece­ sonales. El hábito es una actitud llevada normalmente a
sario disminuir el nivel de hostilidad ( «¿Cómo es que odias la acción y expresada siempre en el mismo modo. La
a los judíos?»). opinión se refiere sólo al componente cognoscitivo,
mientras que las actitudes hacen referencia también al
Por lo que se refiere a la directividad de la actitud, esto componente afectivo-conativo; la opinión se cambia fá­
significa que la actitud influye no sólo en la respuesta al es­ cilmente, basta cambiar el elemento cognoscitivo; la ac­
tímulo, sino también en el modo mismo de percibir el estí­ titud, en cambio, resiste al cambio ya que su compo­
mulo: determina cómo el estímulo es percibido y codificado nente afectivo no se deja modificar fácilmente por
por el individuo. Si tengo una actitud (predisposición a res­ nuevos hechos o nuevas informaciones. Los rasgos indi­
ponder) de desconfianza hacia los políticos ( «todos son en­ can una capacidad actualizada de respuesta (modelos
gañadores»), apenas veo un político e inmediatamente lo habituales de acción), mientras que las actitudes expre­
percibo como un engañador, independientemente de la respues­ san sólo una predisposición a responder. En síntesis,
ta visible que daré. La terminología usada para definir la di-
36 McGuire, W.J. Tne natlm o/ oflitudes anti lálilwM d,ange, o.e., p. 149.

80 81
Amadto Cencini y Al�ro M.menti ws lbNTENmos DEL Yo

Rokeach, retomando las conclusiones de Katz y Stot­ Estas motivaciones menos genuinas, de ordinario sub-
land, sostiene la utilidad de este concepto y lo diferen­ conscientes, pueden escapar al conocimiento del individuo:
cia así respecto de otros: la actitud es más flexible y
menos evidente que el hábito, más específicamente Se dedica en buena fe a los demás sin darse cuenta
orientada hacia objetos sociales que los rasgos de la que no está sino en el estadio infa ntil de la búsque­
personalidad, menos global que un sistema de valores, da de sí mismo; y así, tras el entusiasmo inicial, todo
más directiva que una opinión, más imaginativa que un termina.
conjunto de motivos37•
Piensa estar sirviendo a la verdad sin darse cuenta
3. Funciones de las actitudes de encontrarse aún en la fase de negatividad, en la
cual se siente sí mismo sólo oponiéndose; y así,
La actitud, al no identificarse inmediatamente con la ac­ cuando se trate de comprometerse personalmente,
ción exterior, no se ha de interpretar en un solo sentido (el nacerán las resistencias.
que se encuentra en el gesto del comportamiento). Toda ac­
titud es ambivalente, dice y no dice, cubre y descubre. Lo Piensa que es democrático, pero la realidad es que
primero que ha de hacerse frente a una actitud es pregun­ no tiene el coraje de mantener las propias ideas; y
tarse el porqué de la misma. ¿Por qué soy amable? ¿por qué así, poco a poco no sabrá justificar sus propias elec­
contesto?, ¿por qué sostengo cierta idea?... preguntas que c10nes.
pueden tener muchas y diferentes respuestas, ya que las ac­
titudes pueden servir a diferentes funciones. Evidentemente, las diferentes funciones de las actitudes
pueden coexistir en una misma actitud. Nosotros las exami­
Consideremos tres casos: namos separadamente por motivos de claridad. Tenemos di­
versos estudios al respecto: Smith, Bruner y White, Katz y
Una actitud de disponibilidad hacia los demás puede Stotland, Eysenk, Freedman38. Nos referimos en particular
expresar el valor de la donación, pero también pue­ a la clasificación propuesta por McGuire, Katz y Rokeach39.
de ser un medio para gratificar la propia necesidad Según estos autores existen cuatro posibles funciones de las
de exhibicionismo. actitudes:

Una toma de posición contestataria puede ser la ex­ l. Función utilitaria:


presión del amor por la verdad, pero también un se asume una actitud en cuanto sirve para una utilidad per­
medio para descargar la propia agresividad y hacer sonal, sea mediata o inmediata, en vista de una recompensa
hablar de sí a los demás. (ventaja) a obtener o de un castigo (peligro) a evitar.

El respeto por la opinión de los demás puede ser la 38 Smith, M.B., Bruner-R., White, W. Opinion and persona/ity, Wíley,
New York, 1956; Katz, D.,Stotland, E. A pre/iminary stotement o/ theory o/
expresión de una apertura de mente, pero también attitude structure ond change, in Koch, S. Psychology: study o/ a science, III,
puede surgir de un sentimiento de inferioridad que MeGraw-Hill, New York, 1952; Freedman, J.L. y eols. Social Psycho/ogy,
impide abrirse libremente. N.J., Prentiee-Hall, Englewood Clíffs, 1974.
39 MeGuire, W.J. The noture o/ attitude, o.e.; Kacz, D. The functiona/ ap­
37 Rokeach, M. Beliefs, Altitudes ond Volues, o.e. pp. 123-125. prooch, o.e.; Rokeaeh, M. Be/ief, ottitudes, o.e.

82 83
Amadm Oncini y Alessandro Mmenti Ins 0:>NTENIDOS DEL Yo

Tal utilidad está ligada a las propias necesidades, pero taria es de naturaleza social: protegerse de los demás, vistos
puede ser buscada sin que tal relación sea conscientemente como los que detentan el poder. El objetivo de las actitudes
pretendida por el agente. Esta función nos recuerda el he­ defensivas del yo es más intrapsíquico: el hombre se escon­
cho de que todos tendemos a maximizar las recompensas y de de sí mismo. Las actitudes defensivas del yo se forman
a minimizar los castigos del mundo externo. El niño desa­ enseguida de los impulsos internos que son inaceptables a
rrolla actitudes favorables hacia los objetos que lo gratifican la persona; derivan de conflictos emotivos y el objeto exter­
y actitudes desfavorables hacia los objeto que lo castigan. no es elegido por conveniencia; si no existe alguno, la perso­
En síntesis, la función utilitaria sirve: na lo crea con tal de salvarse. En cambio las actitudes utili­
tarias se forman en base a la naturaleza del objeto de la
a) para obtener una recompensa; o bien, actitud: el objeto no es ocasional o ficticio, sino que está li­
b) para evitar algo no deseado. gado a la recompensa o castigo. El estudiante que quiere
buenas calificaciones (objeto de la actitud) porque busca ser
Un ejemplo de a) es la actitud de un trabajador que da admitido en una buena universidad, tiene una actitud utili­
su voto a un partido político, no porque cree en la ideología, taria; el estudiante que quiere buenas calificaciones para
sino como sumisión a las reglas del grupo para evitar la con­ asegurarse que vale como hombre, tiene una actitud defen­
secuencia desagradable de ser marginado. siva del yo: las calificaciones sólo son un pretexto ocasional.

z.Función defensiva del yo: Con la función defensiva del yo, la persona pretenderá
si la primera función nos permitía establecer una relación cancelar una inmadurez que no quiere admitir en sí, asu­
aceptable con los demás, ésta nos permite tener una rela­ miendo por ejemplo un comportamiento exactamente con­
ción aceptable con nosotros mismos. Más que adaptarnos a trario. Es el caso del dependiente afectivo que multiplica los
los demás, muchas veces el verdadero problema es adaptar­ gestos de donación de sí: puede ser la disimulación de la
nos a nosotros mismos, especialmente cuando experimenta­ necesidad de recibir afecto, un modo para no decirse a sí
mos impulsos inaceptables. Como la función precedente nos mismo que es afectivamente inmaduro y una forma diferen­
protegía de los castigos que vienen del exterior, así la fun­ te y aceptable para obtener afecto. El defecto no está en el
ción defensiva del yo nos protege de las amenazas que nos comportamiento exterior, sino en la incapacidad de decirse
vienen de nuestro interior: se asume una actitud con la fina­ la verdad y en la sutil búsqueda de sí mismo, la cual motiva
lidad de salvar la estima de sí, protegiéndola de amenazas tal comportamiento. O bien, el caso de la persona insegura
consciente o subconscientemente advertidas. La persona se que, para no admitir su inseguridad, ostenta una seguridad
defiende de reconocer la verdad sobre sí misma: aquí la ne­ permanente fuera de toda duda, a veces al límite de la obs­
cesidad fundamental es la de salvar a toda costa la imagen tinación y de la despreocupación. Fatalmente estas actitudes
positiva que tenemos de nosotros mismos: con tal objeto son defensivas son siempre artificiosas y exageradas y a la larga
puestos en acción los mecanismos de defensa que veremos no convencen a nadie.
más adelante.
3. Función expresiva de los valores:
Las actitudes defensivas del yo son diferentes de las uti­ más a1lá de la búsqueda utilitaria y defensiva, la actitud
litarias, sea por el objetivo que se proponen, sea por las mo­ puede llegar a ser un medio para vivir mejor y expresar pro­
dalidades con que se forman. El objetivo de la actitud utili- gresivamente los valores en los cuales la persona cree y que

84 85
AmmhJJ Oindni y AJ.essandro Manenli /.Ds Ü)NTENIOOS DEL Yo

constituyen los ideales de su existencia. Aquí nos situamos mo de sed de saber universal, sino como exigencia funda­
en un plano sustancialmente diferente respecto a las otras mental de comprender qué es lo que sucede.
dos funciones: hay en la base una situación de verdad inte­
rior y exterior, de correspondencia entre gesto e intenció1: . Las cuatro funciones hasta aquí descritas, no se exclu­
El comportamiento llega a ser un modo para afirmar y reali­ yen entre sí. Más aún, la misma actitud puede servir a va­
zar con mayor plenitud las propias convicciones. De hecho, rias funciones, como está indicado en los ejemplos del inicio
tendremos una persona que si realiza un gesto es porque de este tema. Las cuatro funciones pueden sobreponerse ya
cree en lo que hace, sin tener segundos fines utilitarios o que difícilmente la acción es expresión de una sola tenden­
defensivos. Por consiguiente, no todos los comportamientos cia, sino que generalmente es el resultado de una multiplici­
tienen la función negativa de reducir la tensión. La persona dad de motivaciones más o menos nobles. Pero también es
humana también puede obtener satisfacción por la expresión igualmente cierto que una de ellas tiende a emerger sobre
de actitudes que reflejan lo que le es más querido. En este las demás, dando a nuestro actuar una motivación prevalente
caso, la satisfacción no viene dada en términos de reconoci­ y a la propia vida una orientación en función de las necesi­
miento social, sino que consiste en confirmar aquella imagen dades o de los valores. En las varias predisposiciones a res­
de persona que pretende ser: pero se trata de una «ventaja» ponder existen también funciones utilitarias y defensivas del
que va más allá de la confirmación de la propia imagen. yo; esto no quita autenticidad a nuestras acciones, mas con
dos condiciones: que no prevalezcan sobre las funciones más
4. Funcíón de conocímiento: genuinas de conocimiento y expresión de los valores, y que no
La persona adopta una actitud con el fin de tener una com­ sean conscientemente buscadas. En este caso, no son ellas la
prensión estructurada (y frecuentemente simplificada) de sí razón principal o exclusiva del actuar, sino que constituyen,
misma y del mundo. Todos tienen necesidad de esquemas al máximo, una ventaja secundaria no buscada ni querida: el
de referencia para comprender la realidad y tales actitudes, gesto permanece genuino, aunque menos eficaz; en el caso
de componente prevalentemente intelectual, determinan la contrario constituiría un encubrimiento de alguna otra cosa.
formación de categorías y generalizaciones que simplifican la
complejidad del mundo y ofrecen una guía (es decir, esque­ Finalizamos con una palabra sobre la tendencia a perma­
mas cognoscitivos y de comportamientos) para afrontar ade­ necer de las actitudes. Ya lo hemos mencionado hablando
cuadamente la realidad. La actitud es como una teoría em­ del componente afectivo. Nos detenemos en particular en la
pírica e informal basada en aquello que la persona ha actitud con función defensiva, la cual tiene una notable re­
ooservado directamente y en lo que los demás le han dicho. sistencia al cambio: está, en efecto, sostenida por los meca­
No podemos recomenzar a analizarlo todo desde el inicio nismos de defensa que tienden precisamente a esconder las
cada vez que nos sucede algo. Tenemos necesidad de un verdaderas razones del conflicto y, como consecuencia, impi­
cuadro interpretativo o esquema de referencia que nos per­ den al sujeto sentir la necesidad de cambiar y de saber dón­
mita encuadrar más rápidamente lo que sucede. Nos cons­ de o qué cambiar, aun en presencia de evidentes malesta­
truimos un conjunto de opiniones y estereotipos culturales res. «Las actitudes de defensa del yo, en modo particular,
con los cuales afrontar de inmediato y velozmente la reali­ ponen resistencia al cambio aun cuando el equilibrio que
dad. Las actitudes de conocimiento son para el hombre de ayudan a conservar no esté al servicio de la adaptación, sino
la calle lo que la teoría es para el científico. El término co­ que sea fastidioso o aun masoquista40. La verdadera razón
nocimiento, por consiguiente, no es entendido como sinóni-
40 Kiely, B. Psicologia e teologia mora/e. o.e. p. 202.

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Psicología... 7
Los ÜJNTENIDOS DEL Yo

de esta tenacidad la conocemos: la actitud defensiva protege 4. Formación de las actitudes


algo extremamente importante, la estima del yo. Cambiar las
actitudes significaría para el sujeto arriesgarse a perder esta Según la visión de McGuire, existen diferentes factores
estima o tener que construirla sobre bases nuevas; pero que determinan el nacimiento de las actitudes: fisiológicos
quien está habituado a funcionar sobre bases defensivas no (actitudes ligadas a la edad, al bienestar o malestar físico),
siente mucha atracción para moverse y crecer, no tiene los sociales (por ejemplo: los condicionamientos por parte de los
estímulos suficientes para cambiar y ponerse en crisis. demás, la comunicación verbal y no verbal, la publicidad, la
cultura del grupo, las instituciones ...), la experiencia personal
Igual de resistente al cambio es la actitud utilitaria, so­ directa (modos de percibir la realidad, memoria afectiva, ex­
bre todo si también gratifica la necesidad de estima (por pectativas sobre el futuro, traumas, fases críticas del desarro­
ejemplo, a través de una dependencia afectiva): en lugar del llo...). Todos estos factores juegan un papel notable. Nos
cambio brotará su contrario, ese automatismo repetitivo que parece, sin embargo, que sea posible incluir cada una de es­
Freud llamaba «coacción a repetir», la cual es también ex­ tas determinantes en la última - la experiencia personal di­
presión y ley operativa del instinto de muerte41 . Es como recta- sea porque realmente comprende los otros tres facto­
decir que la resistencia al cambio conduce lentamente, a tra­ res, sea porque estos últimos no pueden normalmente
vés de la repetición de eventos gratificantes cada vez más determinar automáticamente una actitud, sino que pasan
automáticos, a la inercia de la muerte psíquica42. inevitablemente a través del filtro de la compleja e irrepeti­
ble realidad individual.
La tendencia a mantener lo que salva la propia imagen
es tan fuerte que en caso de conflicto entre valores y actitu­ Remitiéndonos al capítulo sobre el deseo emotivo y ra­
des, la persona estará más propensa a cambiar los valores. cional y sobre la memoria afectiva, podemos comprender
Retomaremos más adelante este problema. mejor cómo nace la actitud.

Existen las actitudes emotivas que se han ido formando


41 Freud, S. Analisi terminabile e interminabile, in Opere, o.e. XI, pp. 524- en situaciones en que estaba disminuída la capacidad de
526; L 'uomo Mose, in Opere, o.e. XI, p. 398. L. Ancona, La psicanalisi, o.e. evaluación reflexiva, o de plano en aquella fase de desarro­
pp. 115-119. llo en la que tal capacidad está ausente, es decir en la infan­
42 Sin duda que hace reflexionar la correlación establecida por Freud cia: «aun antes de haber aprendido a hablar, casi todo ser
entre la coacción a repetir y el instinto de muerte. Sabemos también que humano -aun aquellos que pertenecen a la categoría de los
thánatos, dentro del pensamiento de Freud, se revela siempre más funda­ enfermos mentales - aprendió algunos esquemas rudimenta­
mental que eros (instinto de vida), y la coacción a repetir (instrumento de rios de relación con una figura paterna o con alguien que le
thánatos) es más determinante del principio del placer (instrumento de dio los cuidados maternos. Estos esquemas primitivos llegan
eros); tanto es así que dijo un día: «la meta de todo aquello que está vivo
es la muerte» (S Freud, Al di la, in Opere, o.e. IX, p. 224). Esto demues­ a ser los fundamentos fijos, aunque queden completamente
tra, como se dice ordinariamente, el pesimismo de Freud; pero, ¿no hay sepultados, sobre los que se agregan y construyen muchas
quizá, también un cierto realismo en este nexo o en aquella subordina­ realidades» 43. Si esto es verdad, podremos entonces decir
ción entre un cierto tipo de vida y la muerte, o sea .entre principio de que, en general, «las actitudes se forman sobre una base
placer o coacción a repetir, entre gratificación repetitiva y muerte psíquica
progresiva? En el fondo, el principio de placer ha sido considerado por prevalentemente emotiva en un momento en que no se
Freud como «uno de los motivos más fuertes que inducen a creer en la 43 Sullivan, H.S. Teoria inte,personale della psichiatria, Feltrinelli, Milano,
existencia de las pulsiones de muerte» (Ibídem, p. 241 ). 1 %2, p. 6.

88 89
AtnotúxJ Cendni y Ale.sandro Manenti
fus (1:)NTENIDOS DEL Yo

puede considerar en forma adecuada su mismo L'1ormarse»44. menos de ser aceptado en su círculo, tal vez ignorando a los
Tal origen remoto de nuestras actitudes nos hace compren­ pobres porque ya no cuentan.
der cómo sea difícil captar el significado y la naturaleza de
algunas de nuestras actitudes actuales. En efecto '. no sólo se En ambos casos es evidente cómo está aún en función
han formado cuando no disponíamos de la capacidad de ha­ la emoción infantil del pasado, la cual actualiza los deseos y
cer análisis reflexivos, sino que puede darse el caso de que los odios de entonces: sea la emoción negativa hacia los ri­
los acontecimientos que han conducido a su formación tien­ cos -los «malos»- que lo lleva aun en el presente a odiarlos
den a ser olvidados, mientras que permanecen las actitudes y desear humillarlos; o que se trate de la emoción positiva
emotivas45. Estos acontecimientos han pasado al inconscien­ hacia ellos -los «afortunados»- que lo impulsa a idealizarlos
te·' o bien son todavía recordados pero ya no son puestos
. . en y a identificarse con ellos en todos los modos posibles. Esta
relación con la actitud emotiva actual; es, por cons1gmente, persona podrá incluso pasar toda la vida agrediendo y mitifi­
este preciso nexo causal el que h� pasado al inconsc!ente. Y
_ cando ricos y pobres, sin saber bien el porqué o dando mo­
así se vuelve bastante problemática la remterpretactón o la
tivaciones racionales o hasta nobles en relación a su actuar
reevaluación reflexiva de la actitud46. correspondiente; pero en realidad está animada por una
emoción infantil jamás «olvidada» y que está radicada en el
Existe ' en fin' un inconsciente emotivo responsable, . en inconsciente emotivo. Por tanto, nuestro pasado no es pasa­
buena parte, de la formación de nuestras actitudes emotivas do, sino que continúa existiendo e influyendo a través de
o de su componente emotiva. nuestras actitudes emotivas, por lo que es presente y es
también futuro47. Se verá más adelante el tipo de relación
Pongamos el ejemplo de un individuo que ha trans�urri­ entre pasado y presente (cf. conclusión de la parte II).
do su infancia en la miseria, ha sufrido hambre y vanadas
privaciones y que, como consecuencia, ha desarrollado un Por lo que se refiere a la formación del componente in­
_
sentido de odio hacia los ricos - más o menos absorbido de telectual de nuestras actitudes, la cuestión se pone en tér­
su ambiente familiar- con proyectos de revancha o también minos sustancialmente diferentes en lo que se refiere al mo­
de desprecio de su estado de pobre, c�n abu�d�nt�s sueñ�s mento en que se origina. Pero no son tan diferentes en
prohibidos de riqueza (actitudes emott�as ongman�s). M�s cuanto a la conclusión práctica que de eso se deriva.
tarde, esta persona podrá sentirse empuJ�da a asumtr las si­
guientes actitudes y comportamientos d1feren�es: de. agre­ La actitud intelectual, por definición, se forma cuando el
sión contra los ricos, casi como un vengarse mconsc1ente­ hombre está en grado de usar su inteligencia, o sea de hacer
mente de su pasado, comprometiéndose totalmente en la análisis reflejos, basados ya no en el instinto sino en juicios
causa de los pobres; o también puede tomar la actitud con­ ponderados y razonables. Este momento, evidentemente, no
traria de una atracción irresistible hacia los que gozan de puede ser en la infancia, sino en el período en que la aten­
bienestar, con la secreta aspiración de ser como ellos o al ción del sujeto está despierta y el análisis crítico es posible.
44 Kiely, B. Psicología e teología mora/e, o.e., p. 159.
De esto se sigue que los elementos que han dado origen a
45 Arnold, M.B. Feelings anti emotion, o.e. pp. 173-177. nuestros juicios, opiniones, convicciones, serían mucho más
46 Es por este motivo que frecuentemente, en el ámbito p sicoterapéuti­
_ _ fácilmente identificables y localizables que aquellos que hi­
co o bien simplemente diagnóstico, se encuentr�n res1ste�c1as notables a
. cieron nacer las actitudes emotivas. En teoría, las premisas de
recordar el pasado propio: no se trata de un simple vac10 de memona,
sino que es efecto del inconsciente que tiende a permanecer así.
47 Mohana, J. Psicanalisi, o.e. p. 29.

90 91
Amadm Cenan; y Akssandro Mmenti Ins (bNTENIDOS DEL Yo

nuestras convicciones, aun las remotas, serían siempre evo­ todo el análisis psicológico de Kiely el que demuestra que
cables para ser revisadas y si fuera necesario reformularlas. el hombre, cualquier hombre, cuando percibe e imagina
hace hipótesis e intuye, reflexiona y juzga; no es del todo
Pero las cosas no son tan simples. Y no lo son porque el un frío calculador que a través de procedimientos estereoti­
proceso operativo intelectual no lo es: también éste hunde pados llega a conclusiones infalibles49 . Por un lado, está pre­
sus raíces en un terreno no siempre accesible ni verificable sente un inconsciente emotivo que condiciona sobre todo la
inmediatamente. Ya hemos visto, hablando del nivel racio­ primera fase (la experiencia); por el otro, hay la posibilidad
nal-espiritual, cómo nuestra búsqueda de la verdad no es de que cada una de las fases esté viciada en sí misma o en
precisamente infalible, sea porque la verdad en sí es difícil su sucesión por procedimientos equivocados o por defectos
de alcanzar, o bien porque subjetivamente nuestro modo de método. Por ejemplo, no siempre la fase de la compren­
personal de acercarnos a ella puede ser frenado y distorsio­ sión está seguida de una verdadera y propia reflexión crítica
nado por disposiciones internas que no son «verdaderas», en la que el sujeto logra trascenderse a sí mismo y la situa­
aun sin que lo advirtamos (por ejemplo, narcisismo intelec­ ción; en otras palabras, no siempre la intuición práctica e in­
tual, confusión entre verdad parcial y verdad total, espiritua­ mediata (¡Quién sabe cuántas hagamos al día!) es sometida
lismo desencarnado... ). De suyo, tales disposiciones o predis­ a análisis, a una confrontación, a una crítica. A veces, la fase
posiciones subjetivas pueden hacer menos verdaderos o hasta de la reflexión crítica es absolutamente insuficiente, si no es
falsos los juicios explícitos o evaluaciones implícitas que diaria­ que francamente «saltada», para pasar directamente a la
mente hacemos sobre personas y situaciones, y que llegan a cuarta fase, la de la decisión.
formar propiamente nuestras actitudes intelectuales.
También puede existir un defecto de método al interno
Esto es lo que nos recuerda el riguroso análisis científico de alguna de las fases: por ejemplo, fundamentar juicios sólo
de Lonergan, para quien el método cognoscitivo correcto es en principios convencionales como la opinión de la mayoría,
un proceso de autotrascendencia progresiva que -debería el sentido común, las expectativas habituales de la gente,
conducir a un realismo crítico y que se desenvuelve a través etc., tomándolos como los primeros principios sin necesidad
de estas fases: experiencia - comprensión - reflexión crítica - de una confrontación crítica. Este es otro error de método
decisión. El nivel de la experiencia comprende las percep­ con consecuencias peligrosas: basta pensar en el ámbito del
ciones sensoriales y las representaciones de la imaginación, juicio moral50• Ahora bien, si estos procedimientos lógicos (o
más o menos atractívas, de un objeto específico; la compren­ ilógicos) equivocados son usados cada vez más, se van sedi­
sión inteligente es un acto de intuición práctica sobre una mentando progresivamente en el inconsciente cognoscitivo,
posible línea de acción, es como una hipótesis de lo que se llegando a ser, paulatinamente, métodos habituales de razo­
debe hacer prácticamente; sigue la tercera fase de la refle­ namiento; así, el sujeto los usará cada vez que deba juzgar
xión crítica que examina la hipótesis hecha en sus pro y acerca de personas o situaciones o que deba discernir entre
contra, pesa las alternativas y emite un juicio de valor; en diversas opciones, sin que llegue a darse cuenta del error de
fin, la decisión expresa un consentimiento o un rechazo para fondo. Llegará a una conclusión precisa sin saber el cómo ha
actuar mediante una deliberación48• Aun sin entrar en deta­ llegado a ella; porque el cómo pertenece al inconsciente
lle en este análisis, es Lonergan mismo quien nos deja in­ 49 Kiely, B. Psicologia, o.e. pp. 1 41-203.
tuir la dificultad de ser siempre realistas críticos. Será sobre SO Lonergan definiría a quien recurre a este tipo de razonamiento un «re­
alista ingenuo» para quien mirar es sinónimo de ver. Para el error de método
48 Lonergan, B.J.F. JI metodo, o.e. pp. 52-60 . aplicado en el campo moral cf. B. Kiely, Psicologia, o.e. pp. 169-170.

92 93
Amada, Cenani y AJessandro Mmenti Ins Ü)NTENIDOS DEL Yo

cognoscitivo, se ha convertido en él en una estructura habi­ evidente que el acontecimiento traumático inicial (deposita­
tual e inconsciente de pensar51 . do en el inconsciente emotivo a través de la memoria afecti­
va) condicionará de forma clara la primera fase del proceso
Las actitudes intelectuales o el componente intelectual cognoscitivo (la experiencia), haciendo experimentar una
de nuestras actitudes pueden estar, en parte, influenciadas emoción que probablemente influirá (a través del recuerdo y
por este inconsciente cognoscitivo, en el cual se ha ido sedi­ la percepción selectiva) en la futura actitud adulta de cómo si­
mentando nuestro método cognoscitivo habitual con todos tuarse frente a la realidad y también en el futuro proceso de la
sus errores de funcionamiento. Este inconsciente tenderá a formación de las convicciones. Pero el hecho de que sean po­
actuar -siguiendo sus leyes propias- sobre el modo de pensar sibles dos actitudes diametralmente opuestas, nos muestra que
consciente y actual; desarrollando, consecuentemente, un el condicionamiento no es automático y en un solo sentido, y
tipo de razonamiento incorrecto que lleva a distorsionar el aquí entra el componente intelectual. Para justificar la actitud
modo actual de percibir e interpretar la realidad y la verdad. emotiva de agresividad o de simpatía por una cierta categoría
Y cuando el estilo cognoscitivo no es correcto, pueden veri­ de personas (en nuestro ejemplo los ricos y los pobres), esa
ficarse más fácilmente errores de contenido, como los que persona deberá distorsionar también su estilo cognoscitivo nor­
fueron mencionados antes (narcisismo intelectual, presun­ mal, quemando, por así decirlo, etapas de procedimiento: le
ción gnóstica, espiritualismo desencarnado... ). Es decir que bastará una intuición práctica para transformarla inmediata­
del defecto formal se pasa al de contenido. Agreguemos que mente en juicio y pasar impulsivamente a una cierta línea de
todo esto, evidentemente, nada tiene que ver con el coefi­ conducta. El defecto de método consistirá en la ausencia o in­
ciente intelectual de la persona, la cual puede ser muy inte­ suficiencia de reflexión crítica y en la consiguiente incapacidad
ligente y, sin embargo, llegar a distorsionar la comprensión de alejarse emotiva e intelectualmente de su recuerdo y de su
de la realidad precisamente a causa de este inconsciente situación personal; en una palabra, en la falta de una autotras­
cognoscitivo. cendencia cognoscitiva.

Ahora bien, también para la actitud intelectual es aplica­ En conclusión, la formación de las actitudes está relacio­
ble el principio de que el pasado no es jamás totalmente pa­ nada con la formación de los componentes emotivo e inte­
sado; sino que deja una señal también en nuestro modo de lectual; tal proceso se origina a través de una sedimentación
razonar o, más en general, de afrontar «racionalmente» la re­ progresiva, la cual se inicia muy pronto en la vida de la per­
alidad. sona, cuando aún no están en ejercicio las funciones cognos­
citivas. Esto significa que existe un inconsciente emotivo,
La dimensión emotiva e intelectual, por ser componen­ responsable de la formación de las actitudes y el cual tiende
tes de la misma y única actitud, se influyen mutuamente, a persistir; y un inconsciente cognoscitivo, que condiciona la
como también sus respectivos inconscientes. Volvamos al formación de las mismas a través de un procedimiento lógi­
ejemplo del individuo que ha vivido una infancia pobre. Es co a veces distorsionado y, por tanto, menos controlable por
el sujeto. Los dos componentes se encuentran evidente­
51 La idea de un inconsciente cognoscitivo es de Piaget, quien conside­ mente unidos entre sí y determinan juntos una predisposi­
ra que la persona, a causa de este inconsciente puede ser consciente de ción típica y personal a responder, sentir y pensar; predispo­
los resultados de su razonamiento, pero menos consciente de los procesos
racionales que han llevado a aquellos resultados. J. Piaget, Tite affective un­ sición de la que el sujeto no siempre conoce el origen y la
consciollS ond tAe cognitive unconscious, in «Journal of the American Psychoa­ finalidad.
nalytic Association•, 21, (1973), pp. 249-261.

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Amada, Cendni y AJessandro Manenti l.Ds Ü>NTENIDOS DEL Yo

5. Los valores vida cristiana la pobreza no tiene sentido en sí, sino en cuanto
un medio para realizar el fin del seguimiento de Cristo.
Llegamos así al tercer atributo de la personalidad: los
valores que, a diferencia de las necesidades, no «impulsan» Componentes:
a la persona, sino que la «atraen» a actuar. como la actitud, también el valor tiene un elemento cognos­
citivo, afectivo y conativo. El primero es obvio: para que
Definición: algo sea válido, primero debe ser conocido; tener un valor
Los valores son ideales durables y abstractos que se refieren quiere decir conocer intelectualmente el modo correcto de
a la conducta actual o al objetivo final de la existencia. En actuar y el estado final correcto al cual tender. Pero no bas­
cuanto ideales durables, se diferencian de los simples intere­ ta, es necesario también el componente afectivo: el valor es
ses. Una cosa es decir a una persona «eres interesante», y experimentado como fuente de energía, como estímulo para
otra decirle «tú eres valiosa para mí». El interés es más pa­ actuar. De aquí, el componente conativo significa que el va­
sajero, contingente y, sobre todo, menos cargado de impor­ lor, para ser tal, no puede ser sólo objeto de contemplación,
tancia afectiva. Los intereses se asemejan más a las actitu­ sino que debe concretizarse en modalidades de acción. Lo más
des en cuanto que representan una actitud favorable o importante es captar el aspecto afectivo del valor, centro y pro­
desfavorable hacia ciertos objetos (arte, dinero...) o ciertas blema de todo proyecto educativo. Se habla de afecto no en el
actividades (profesión, pasatiempo...). sentido banal de sentimiento pasajero, sino en el sentido ma­
duro del término: disponibilidad a canalizar todas nuestra
En cuanto ideales abstractos, se diferencian de las normas energías hacia algo estimado como central para nosotros.
en que no dicen inmediatamente «qué» hacer sino «cómo»
ser: no llevan a un comportamiento, sino a un estilo de vida. Valores 'V actitudes:
la distinció.n entre ambos se deduce, ante todo, del grado
La definición nos indica que existen dos categorías de va­ diferente de generalidad/especificidad: mientras que los va­
lores: finales (terminales), que se refieren al fin último que se lores son tendencias generales a la acción con amplias posi­
quiere alcanzar en la vida; instrumentales, que se refieren a bilidades de traducciones operativas, las actitudes se refieren
los modos de actuar necesarios si se quiere lograr el fin últi­ a actividades y estilos operativos más específicos. Por consi­
mo. Se trata de dos exigencias irrenunciables (o se produce guiente, una persona adulta puede tener muchas actitudes,
crisis de identidad); cada ser humano tiene que decidir sobre pero normalmente pocos valores centrales.
su vida: qué llegará a ser y cómo llegará a serlo; debe elegir los
objetivos a realizar y los criterios de su actuación. Cada uno Otro criterio de diferenciación es la relación medios/fines:
debe tomar posición respecto al sentido que le quiere dar a su los valores representan el objetivo final de la existencia, las
vida y a su muerte: todo esto significa que la exigencia de los actitudes son medios para transformar en acción los valores
valores brota de nuestra misma constitución psíquica. Las dos creídos. Para los fines de la motivación a actuar, los valores
categorías de valores se organizan en un sistema de valores, en tienen una fuerza mayor que las actitudes52.
el que los finales están (o deberían de estar) en el vértice y los
instrumentales en una posición subordinada. Los primeros se 52 Este es el resultado de las siguientes investigaciones: R Homant, Va­
autojustifican y los segundos encuentran su justificación en lues, altitudes and percei'OCd instrumentality. University State Librery, Michi­
gan, 1970: e.e. Hollen, Value cltange, perceived instrumentality, Universiry
cuanto medios para alcanzar los primeros. Por ejemplo, en la Librery, Michigan State, 1972; M. Rokeach, Tite nature o/ human values,
The Free Press, New York, 1973.
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Amad«J Omani y Alessandrv Manenti fus Ü>NTENIDOS DEL Yo

Valores y necesidades: la misma Arnold con su teoría sobre la memoria afectiva


mientras que las necesidades son innatas, los valores son quien_ advierte que «un valor se convierte en objeto de
fruto de una elección libre y responsable, en algún modo emoción cuando el individuo lo valora como algo bueno
aprendidos o descubiertos. Más aun, las necesidades empu­ para él aquí y ahora»55
jan hacia una valoración sensitivo-emotiva, inmediata, unida
a la funcionalidad del objetivo gratificante (deseo emotivo); Es un nexo muy importante que requiere de ulteriores
los valores son fruto de una búsqueda del juicio reflexivo y profundizaciones, pero que ya desde ahora nos habla de la
de la capacidad de abstracción (deseo racional). La necesi­ u?idad y la convergencia estructural del psiquismo humano; si
dad capta sólo el aspecto utilitarista del objeto (el «para bien, como veremos, esta armonía está más en una situación
mí»); a través del valor, en cambio, se capta la verdad y la de búsqueda fatigosa que algo ya dado o algo ya conseguido.
validez intrínseca (el «en sí») de la realidad conocida.
Valores y normas:
Así pues, la necesidad se mueve dentro de un horizonte puesto que a menudo confundimos los dos términos, identifi­
de inmanencia; mientras que el valor, de trascendencia; cando demasiado fácilmente componamiento moral con com­
éste, es un concepto trascendental porque está radicado en ponamiento según los valores, es bueno clarificar que existen
la objetividad del ser, no en la valoración subjetiva del indi­ al menos tres diferencias entre los valores y las normas:
viduo53 .
a) El valor se refiere a una modalidad de ser, mientras
Pero hay también un punto de encuentro entre necesi­ que la norma se refiere a un modo de comportar­
dades y valores y entre los respectivos dinamismos de estas se; por tanto, la norma es sólo instrumental ' no
dos fuerzas tan preciosas del actuar humano. En efecto, terminal.
también los valores pueden tener su propio reclamo emotivo
y las convicciones intelectuales pueden ser sostenidas con b) E � valor trasciende las situaciones específicas,
pasión. Efectivamente, son precisamente los sentimientos mientras que la norma es precisamente la pres­
los que «dan a la conciencia intencional su masa, su mo­ cripción para actuar (o no actuar) en un modo es­
mento, su energía, su fuerza» 54, entendiendo por conciencia pecífico y en una situación específica.
intencional el órgano del descubrimiento de los valores. Es
e) El valor es más bien personal e interior, hecho de
53 Por lo que se refiere a la relación entre el concepto de valor y del convicciones, mientras que una norma es fruto del
ser, nos parece particularmente iluminativa la posición de Lonergan consenso general y es exterior. «Los valores son
quien, comentando a S. Tomás, afirma que «la objetividad de la verdad
es intencionalmente independiente del sujeto, pero que ontológicamente
criterios deseables independientes de situaciones
reside sólo en el sujeto: veritas formaliter est in solo judicio. Intencional­ específicas. El mismo e idéntico valor puede ser
mente, ésta va más allá del sujeto, pero esto sucede sólo porque el sujeto punto de referencia para muchas normas específi­
es capaz de una autotrascendencia intencional.. B.J.F. Lonergan, A second cas; una norma particular puede representar la
collection: papers by B.J.F. Lonergan, ed. W.J.F. Ryan, B.J. Tyrell, Longman aplicación simultánea de varios y diversos valo­
& Todd, London 1974 p. 3. Al decir que el valor se mueve en un hori­
zonte de trascendencia, intentamos decir que sólo el sujeto capaz de au­ res... Los valores, como criterios para establecer lo
totrascendencia intencional puede alcanzar el valor y acercarse a la verdad que se debería considerar como deseable, consti-
objetiva.
54 Lonergan, B.J.F. 1/ metodo, o.e. p. 5 2. Amold, M.B. Emotion and persona/ity, o.e. pp. 175-176; 189.

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Amadro Cenm,i y Aiessandro 111anenti fus Ü>NTENIDOS DEL Yo

tuyen la base y la medida para aceptar o rechazar particular a la posición que asumimos frente a una
las normas particulares» 56. realidad existencial (un destino) que no se puede
cambiar. En definitiva es la capacidad de dar un
Tipos de valores: sentido, aceptado «libremente», a situaciones dra­
Frankl indica tres posibles modalidades expresivas del valor, máticas que conducen a un resultado inevitable
con sus correspondientes funciones57. La vida, dice, puede como es, por ejemplo una enfermedad incurable;
hacerse significativa por tres tipos de valores: o también a toda esa realidad de límite fisiológico,
psicológico y moral, que forma parte inevitable de
a) Los valores creativos representan lo que nosotros la vida de cada uno. Frankl afirma que una perso­
damos a la vida a través de nuestras capacidades y na puede no ser responsable de todas sus debili­
dotes personales. Cada ser humano posee cualida­ dades, pero es responsable de la posición que
des específicas (manuales, expresivas, intelectua­ toma frente a ellas. En fin, tales valores corres­
les, etc.), y tiene la posibilidad de manifestar en ponden a esa capacidad de aceptar constantemen­
todo lo que hace, aun en el gesto más simple, su te cuanto nosotros mismos, por libre elección, he­
personalidad única-individual-irrepetible. La im­ mos hecho inevitable; como por ejemplo las
portancia de lo que se hace, comenta Frankl, no consecuencias de las renuncias que implica la
viene del aspecto material o de la resonancia so­ elección de un estado de vida particular.
cial, sino de la conciencia de haber expresado la
propia originalidad. Es esta capacidad creativa la Se puede observar la línea ascendente que une entre sí
que da valor a la vida, sin que haya necesidad de estos tres tipos de valores: desde el nivel creativo hasta el
hacer cosas grandes. de actitudes, a través del experiencia!. Se puede observar un
hombre que tiende cada vez más a trascender su humanidad
b) Los valores experiencia/es constituyen lo que recibi­ y también, precisamente por esto, está en grado de llenarla
mos de la vida, como posibilidades de experimen­ de sentido y de vivirla plenamente. Se puede reconocer, por
tar las realidades positivas (por ejemplo, la belleza tanto, un significado que supera continuamente el simple
de la naturaleza, las obras artísticas, ciertos mo­ hacer-observar-vivir y revela un plano de valores que no son
mentos más significativos, etc.). El bien y la belle­ ya simplemente inmanentes. Es el mismo concepto de va­
za están presentes en la vida de toda persona, la lor, como hemos visto, el que se mueve dentro de este
capacidad de apreciarlos es Jo que da valor expe­ «continuum» de trascendencia.
riencial a nuestro vivir, lo enriquece y nos reconci­
lia con él. Funciones de los valores:
¿Para qué sirven? ¿Por qué seguirlos? También a los valores
c) Los valores actitudinales se refieren, en general, a la se aplica cuanto se ha dicho acerca de las cuatro funciones
actitud que tomamos frente a la vida y más en de las actitudes. Cualquier valor puede usarse para fines utili­
56 Williams citado en M. Rokeach, TAe IIDIII" o/ l,11ma11 wlue:s, o.e. p. 19. taristas, defensivos, de la imagen de sí, porque son válidos in­
57 Frankl, V. Logoterapia, o.e. pp. 83-86; fdem, TAe doctor and tl,e so11/;
trínsecamente, o porque son capaces de ayudar a comprender
from psyt:AolAemJ>:Y lo logotlleraJ>:Y, Bantam books, New York-Toronto-Lon­ la realidad. Pero hay dos funciones específicas de los valores.
don, 1967, pp. 21-50; E. Fizzotti, La logoterapia di Frankl, Rizzoli, Milano,
1974, pp. 211-232.

100 101
Amadro Cenani y �ro Mmenti ws lbNTENioos DEL Yo

La primera es la de ofrecer una identidad al sujeto. Más mismo, pero en el cual se reconoce. Descubrir un valor es
delante veremos cómo el yo ideal está constituido precisa­ de alguna manera descubrirse a sí mismo y la propia voca­
mente por los objetivos que un individuo quiere realizar en ción: tal cosa sucede porque «e-voca» la verdad del yo, soli­
su vida, unidos, en último análisis, al descubrimiento de citándolo a realizarse plenamente. Si el valor está en función
algo que tiene valor en sí. En ese sentido, el valor mismo es de la propia identidad y plenitud del ser, podemos com­
la fuente de la propia identidad5 8: orienta la vida según un prender porqué posee una fuerza motivacional mayor res­
camino preciso, hace tomar las decisiones más importantes pecto a las actitudes, como ya hemos indicado.
(la profesión, las relaciones humanas, el estilo de vida...), de­
fine no sólo el criterio y el fin del actuar, sino también el La segunda función específica de los valores es de ser
punto de llegada en el cual cada quien reencuentra el yo elemento de atracción de todo el psiquismo. La razón de
que quiere ser. Tener un ideal quiere decir dejar que sea esto ha de buscarse en el hecho que, si el valor mismo está
éste el que trace los lineamientos de la propia fisonomía; unido a una nueva y más verdadera imagen del yo, esto pro­
sentirse atraído por él es entregarse a dicho proyecto. El va­ voca un consiguiente aumento de estima, y sabemos que la
lor, en definitiva, no es simplemente una virtud por con­ búsqueda de la propia identidad positiva es de suyo un
quistar o un modelo por imitar o buenas maneras a las cua­ fuerte estímulo para actuar. Naturalmente esto funciona sólo
les conformar el propio actuar, pero que quedan fuera del si el sujeto es capaz de apartarse progresivamente, aun a tra­
yo; tampoco es el ideal altísimo que impone esfuerzos so­ vés del descubrimiento y la atracción del ideal, de la «vieja»
brehumanos, co'i el cual no se identifica uno mismo, sino imagen de su yo y mirar más adelante.
que se percibe como un cuerpo extraño o una autoridad su­
prema. Recaeríamos de esta forma, en concepciones pasadas, V. Frankl utiliza, al respecto, una imagen significativa:
ya superadas, como la del super-yo freudiano: una intromi­ compara el valor con aquella nube diurna o aquella columna
sión en la propia conciencia por parte de la autoridad pater­ de fuego nocturna que dirigía, como una referencia constan­
na y social a través de respectivas obligaciones y prohibicio­ te, el camino de los hebreos en el desierto. Estaba siempre
nes59 . O también podría caerse en el imperativo kantiano más adelante y más arriba del grupo. Exactamente así, como
del deber por el deber. comenta el fundador de la logoterapia, debería estar el valor:
en lo más alto (no hecho por nosotros ni manipulable) y
El valor es más bien esa virtud o ese modelo o ideal siempre adelante (para indicarnos el camino)6º .
que se convierten en parte del yo; que incluso le dan un
nombre y, por tanto, una identidad, y una identidad positi­ Sólo con estas condiciones puede nuestro yo dirigirse y
va. Por consiguiente, no es sólo un medio para expresar me­ ser atraído más que otros estímulos y fuerzas.
jor las propias potencialidades o cualidades, lo cual no agre­
.ga nada substancial a cuanto la persona ya conoce de sí y a Así las cosas, observando comparativamente los tres atri­
sus formas de autorrealización (entendida en sentido narci­ butos del yo, podemos responder a la pregunta inicial del
sista y limitante). Al contrario, el valor aporta y expresa algo capítulo; ¿Qué es lo que impulsa o atrae al hombre?
realmente nuevo, que el individuo todavía no sabe de sí
58 Damos a este término un contenido dinámico, lo interpretamos no El ser humano está dotado de dos fuerzas motivaciona­
como un dato biológico-anagráfico, simplemente de considerar, sino como les: las necesidades y los valores. Son dos fuentes energéti-
algo que está ar,te nosotros por descubrir y realizar.
59 Freud, S. L'lo e L ºEs. L'lo e il Super-io, in Opere, o.e. IX, pp. 491-501. 60 Frankl, V. Logoterapia, o.e.. pp. 104-105.

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Psicología ... 8
Amada> Cenani y Ale.wmdro Mmmli ÚJS 0:>NTENIDOS DEL Yo

cas que constituyen las tendencias a la acción. Como ten­ sada) junto con su ideología, con criterios comportamentales,
dencias, tienen necesidad de un «canal» de expresión y con­ con sus propios símbolos de inmortalidad»61 • Es por esto
cretización; el cual está constituido por las actitudes, que que la psicología indica los valores (aunque llamados e inter­
vienen a ocupar una posición intermedia entre necesidades pretados de diferente forma: desde el super-yo de Freud hasta
y valores. Ahora podemos comprender mejor la naturaleza los arquetipos de Jung o la voluntad de significado de
ambivalente de las actitudes. Precisamente porque están al Frankl...) como un componente natural y punto de referencia
servicio de dos fuentes energéticas, pueden inspirarse en fundamental de nuestro psiquismo. Algún autor llega a decir
una o en otra,' o servirse de una para cubrir la otra. La pre­ que «nuestras acciones como adultos, como autores de decisio­
disposición a responder recibe,. así, significados dinámicos nes, como seres humanos, están mediadas por los valores»62;
diferentes. En lo concreto, podremos actuar satisfaciendo otro expresa que «ninguna decisión práctica puede hacerse sin
prevalentemente nuestras necesidades (por actitudes con un juicio de valor implícito» 63. Tales valores son tomados de
función utilitaria o defensiva), o inspirándonos en los valores la propia cultura, pero la exigencia de la presencia de valores
(función expresiva de los valores y de conocimiento), o encon­ es componente esencial del psiquismo humano.
trando un acuerdo entre las primeras y los segundos. Precisa­
mente por esta ambivalencia es importante, en cualquier cami­ Lo antes expresado pudiera parecer un problema que no
no de formación, no sólo reforzar los valores (algo bueno, entraría en el ámbito de nuestro estudio, puesto que la psi­
pero incompleto), sino también ir aprendiendo a descubrir las cología es una disciplina analítico-inductiva más que axioló­
funciones de las propias actitudes; sólo con esta condición la gico-deductiva. Por ello, nuestro intento es muy limitado:
persona se conoce y puede decidirse a cambiar y crecer. tratamos de reflexionar acerca del camino del hombre hacia
los valores (cuya fuente no toca demostrar y definir a la psi­
Nuestro esquema nos lleva a pasar de los contenidos del cología, sino a la ética filosófica).
yo a las estructuras. Pero antes de pasar al capítulo siguien­
te, nos parece importante hacer una ulterior fundamentación a. Tendencia y necesidad.
de nuestra afirmación que la relación entre el hombre y los
valores es una exigencia psíquica; que vivir según los valo­ Como veremos mejor en el capítulo sobre la percepción,
res no es sólo algo aprendido desde el exterior, sino una decenas de investigaciones empíricas han demostrado que
tendencia innata del hombre (afirmación explícita en este li­ nuestra organización perceptiva neuropsicológica es tal, que
bro, pero discreta y evasiva en otras obras similares). siempre mira espontáneamente a organizar en un esquema
completo los estímulos variados y desorganizados que nos
6. Búsqueda de los valores
61 Becker, E. // rifiuto della morte, Paoline, Roma, 1 982. Según este au­
Es imposible vivir sin valores, o más bien la vida no tor el «símbolo de inmortalidad» nace de la exigencia humana de tratar
puede ser neutral. De hecho es así: todo ser, en lo más ínti­ alguna cosa como si tuviera valor absoluto, encontrando en ello una garan­
tía de bienestar en el presente y en el futuro. Se trata de una especie de
mo de la conciencia o en el misterio del inconsciente, tiene idolo que sirve para mitigar o engañarse al resolver la tensión entre el
ideales personales, una filosofía de la vida, una «religión» mundo de los deseos y el de los límites, terminando por distorsionar la
propia. Y si acaso hubiese decidido que nada tiene sentido y realidad si el bien implicado es finito o relativo (como por ejemplo, el di­
que cada quien es libre de «hacer su propia vida», aun ésta nero, el sexo, una ideología, ideas de moda, culto a la personalidad, etc.).
es una precisa elección de vida (aunque no esté bien expre- 62 Bronowski, J. The aseen/ o/ man, Little Brown, Boston, 1 973, p. 436.
63 Kiely, B. Psicología, o.e. p. 151.

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Amada, Cencini y Alessandro Manen.ti /J:Js lbNTENIDOS DEL Yo

llegan al azar. Si vemos puntos dispersos en una hoja, ten­ despierta en el hombre una necesidad natural de plenitud
demos a organizarlos en figura y fondo. Si vemos una cir­ ontológica, como exigencia natural de «ser más».
cunferencia abierta, automáticamente la percibimos como
cerrada y completa. Frente a un hecho nuevo (un ruido ex­ Esta exigencia ya constatada por la filosofía, se encuen­
traño en la noche, una expresión inexplicable en el rostro tra dentro de la psicología en diversas expresiones y aspira­
de otro, un incidente internacional absurdo... ) buscamos ciones caracterizadas por una cierta búsqueda de lo ilimita­
darle un sentido, colocando ese hecho en un contexto ex­ do, como un deseo de estar más allá y por encima de tantos
plicativo que•nos sea familiar. Si no es posible hacerlo, esos condicionamientos64. Se trata de una constatación que todos
hechos permanecen inexplicables y entonces nos sentimos hemos realizado, quizá en modo frustrante o hasta improduc­
tensos e insatisfechos hasta que un conocimiento más com­ tivo. Como quiera que sea, esta aspiración a «ser más» escon­
pleto nos permita comprender tales hechos colocándolos en de una necesidad de valor, quizás percibida en forma distorsio­
un esquema interpretativo más amplio. Así como existe en nada o quizás presente sólo como necesidad inconsciente que
nosotros la tendencia a dar un significado a los estímulos, la psicología constata y que la filosofia explica adecuadamente
está presente la misma tendencia en lo referente a nuestra como signo del diálogo del hombre con el ser65.
situación existencial. Tenemos necesidad de dar un sentido
a la vida. Si el hombre respeta tal exigencia, ha encontrado Pero la psicología puede ir más adelante: no sólo consta­
un esquema explicativo coherente que le dé un sentido de ta este deseo, sino también puede individuar sus raíces en
competencia. Pero si no la respeta, no sólo se siente insatisfe­ la necesidad de conocimiento que es innata a todo ser hu­
cho y enojado, sino además vulnerable e indefenso. Más que mano y que tiende por su naturaleza a superar el mundo de
no tener un significado de la vida, será mejor -en el peor de lo inmanente y de lo sensible. Sí es verdad que la tendencia
los casos- tenerlo equivocado: esto resultará más confortante humana hacia la autotrascendencia comienza con el deseo
que el estado de ignorancia. Respetar dicha exigencia es un de conocer, podemos entonces ver en esta necesidad una
calmante eficaz de la ansiedad: destruye la incomodidad que predisposición del hombre hacia la autotrascendencía.
deriva de tener que afrontar una vida y un mundo sin es­
tructura ordenada. El afirmar esta predisposición no es una elección a priori
ni sólo un hecho lógico o teórico, sino que es también la
La relación del hombre con los valores está acompañada tanto conclusión de estudios e investigaciones psicológicas de di­
de una situación de necesidad, como también de una tendencia versas corrientes. Es también la convicción de Conn en su
natural: tiene necesidad de los valores y, al mismo tiempo, está 64 De )a vertiente filosófica es clásica la posición de S. Tomás, Summo
abierto hacía ellos. La necesidad se especifica y se advierte dentro Theologioe, I, q.84, a. 2 ad 2; q. 80, a,1,C. Sobre la vertiente psicológica
de nosotros cuando experimentamos nuestra limitación ontológica: además del estudio citado de E. Becker, Kiely ha hecho una aguda des­
ese límite que está unido a la relatividad de nuestro ser es descri­ cripción del mundo del deseo y del mundo del límite mostrando, entre
otras cosas, cómo esta tensión connatural al hombre puede ser superada
to y analizado por la psicología (por ejemplo los variados condicio­ únicamente en una perspectiva de autotrascendencia. B. Kiely, Psicologio,
namientos biológicos y ambientales, la relatividad del conocimien­ o.e. pp. 204-290.
to, las inmadureces e incoherencias... ). Sabemos y admitimos que 65 De hecho es cierto que veritos formoliter es/ in solo judicio, pero el
la percepción-aceptación de esta realidad de límite no es ni fácil tender hacia un valor objetivo, verdadero en sí, ¿No es quizá signo de la
ni simple y que, a veces, está cargada de tensión; pero, con todo, tensión hacia el ser? En tal sentido, Conn habla de «ontogenetic ground»
(terreno omogenético) del valor. E. Conn, The ontogenetic ground of volue,
in «Theological studies», 39 ( 1978), pp. 313-335.

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Amad8'J Cenani y Akssandro Mmenti fus lbNTENIDos DEL Yo

ya citado estudio acerca de la naturaleza ontológica del va­ «Sus respectivas perspectivas complementarias no sólo espe­
lor, cuando observa que el análisis psicológico del desarrollo cifican lo concreto de la conciencia moral o el desarrollo de
humano en sus diversos aspectos, como el afectivo-sexual, la conciencia, sino que implícitamente emplean también un
intelectual y moral, según las respectivas investigaciones de criterio de autotrascendencia para ilustrar el concepto de de­
Erikson, Piaget y Kohlberg, lleva a la misma conclusión: el sarrollo adecuado y real» 67. La misma norma de la autotras­
hombre se desarrolla auténticamente según una tendencia cendencia -que, desde un punto de vista filosófico, Loner­
progresiva de autotrascendencia66. gan indica como criterio para la auténtica realización- está
señalada en dichos análisis psicológicos como la condición
que consiente el paso de una fase a otra en el desarrollo
afectivo-sexual, intelectual y moral, y como criterio final que
66 Erikson considera la madurez del individuo como un proceso cons­ indica la realización adulta de los tres caminos evolutivos.
tante dominado por una sucesión de alternativas fundamentales. Tal pro­
ceso se articula en ocho estadios que abarcan toda la vida, desde la pri­ En efecto, en estos tres análisis lo que consiente la su­
mera infancia al estadio adulto y presentan el interés central del sujeto en
los diferentes períodos del desarrollo. En el primer período, por ejemplo, peración de las primeras fases es siempre un descentramien­
el problema central lo constiruirá la interacción hijo-madre; la alternativa to inicial y progresivo del propio yo: esto es lo que permite
será entre la confianza y la desconfianza; la solución que consentirá el pa­ llegar a los estadios adultos de la intimidad, generatividad e
saje armonioso a las otras fases será la adquisición de una confianza bási­ integridad del yo (desarrollo afectivo-sexual), al pensamiento
ca. Estos son los ocho estadios: confianza-desconfianza; autonomía-vergüenza
y duda; espiriru de iniciativa-sentido de culpa; industriosidad-sentido de infe­ formal cada vez más liberado de lo concreto (desarrollo inte­
rioridad; sentido de identidad-confusión del yo; intimidad-aislamiento; gene­ lectual), a la formación de una conciencia que se inspira en
ratividad-esterilidad; integridad del yo-desesperación. E. H. Erikson, Infanrua los principios éticos universales (desarrollo moral).
e societa, Armando, Roma, 1967. Cf. también H.W. Maier, Problemi dell'eta
in/anti/e; guida all'uso del/e teorie evo/utive di Erikson, Piaget e Sears, ne/la Es muy significativa esta convergencia, tanto más que
pralica psicopedagogica, Agneli, Milano 1972.
Piaget concibe la maduración intelecrual según 4 períodos: 0-2 años, inte­ deriva de metodologías diferentes: de contenidos la de Erik­
ligencia sensorio-motriz; 2-7 años, pensamiento pre-operacional, simbólico son, estructural la de Piaget y Kohlberg; y de corrientes di­
e inruitivo; 7-11 años, operaciones concretas: razonamiento ligado al obje­ ferentes68: el psicoanálisis (Erikson), la psicología gené­
to y capacidad de organizar el mundo circunstante; 11-15 años, pensa­ tico-evolutiva experimental aplicada al estudio de la in-
miento formal: independencia del objeto concreto y capacidad de formu­
laciones hipotéticas. Piaget, J. Ps;co/ogia della intelligenza, Giunti-Barbera,
Firenze, 1952. Cf. también J.H. Falvell, La mente dalla nascita al/a adoles•
cenza ne/ pensiero di lean Piaget, Astrolabio-Ubaldini, Roma, 1971; P.H.
Mussen, J.J. Conger, J. Kagan, Los sviluppo del bambino e la persona/ita, 67 Conn, W.E. The ontogenetic ground, o.e., 1978, p. 318.
Zanichelli, Bologna, 1976, pp. 195-304. 68 La tipología de Erikson está basada en los contenidos ya que lo que
Kohlberg, situándose en la linea de Piaget, presenta 6 estadios universa­ caracteriza la persona que está en desarrollo es el contenido de cada perío­
les del desarrollo del pensamiento moral agrupándolos según tres niveles: do sucesivo; por tanto sus estadios informan sobre qué es lo que piensa el
I, moral preconvencional; estadios de orientación al castigo y a la obe­ individuo, en qué problemas (de confianza, autonomía, culpa...) está preo­
diencia y de orientación relativista instrumental; II, moral convencional: cupado. La tipología de Piaget y Kohlberg, en cambio, es estructural por­
estadios de la orientación interpersonal del «niño de oro» y de orientación que indaga sobre las modalidades de razonamiento intelecrual y moral más
a la ley y al orden constiruido; 111, moral post-convencional: estadios del que sobre los contenidos. Sus estudios nos dicen cómo la persona razona
contrato social y del principio ético universal. R. Duska-M. Whelan, Lo o juzga. «En la tipologia estructural, cada nuevo estadio del desarrollo im­
sviluppo mora/e nel/'eto evolutiva; una guida a Piaget et Koh/berg, Marietti, plica la reorganización profunda de los diferentes elementos con la forma•
Torino, 1979, cf. también E. Alberich (a cura di), Educazione mora/e oggi, ción de una nueva unidad estructural que funciona como un todo» Rulla,
LAS, Roma, /983, pp. 87-105. L., e coll., Strottura psico/ogica... o.e. p. 26.

108 109
Amodm Cmdni y Alessandro Mmenti ÚJS OJNTENIDOS DEL Yo

teligencia (Piaget), y el estudio de la conciencia moral sabiduría de la integridad. Es una trascendencia interpersonal,
(Kohlberg)69. y parece suponer la precedente.

Además, los tres análisis nos permiten también cualificar Podemos deducir un tercer nivel en la teoría del desa­
la tendencia a la trascendencia; en efecto, considerándolos rrollo moral de Kohlberg. Si bien Piaget también ha estudia­
atentamente, nos ayudan a descubrir tres niveles progresivos do el ámbito moral70, parece que Kohlberg ha identificado
de autotrascendencia, como tres modos, diferentes y a la vez algunos componentes y puesto algunas premisas que hacen
complementarios, de ir más allá del propio yo. pensar en un posible y ulterior desarrollo del concepto de
trascendencia. Nos referimos al estadio final (VI) señalado
Un primer nivel podría ser el indicado por Piaget. Se por Kohlberg y, en particular, al hipotético estadio VII que
trata de una transcendencia que tiene lugar en el interior de en escritos más recientes el psicólogo norteamericano pudo
la persona y se refiere sobre todo a las facultades mentales, apenas esbozar71 . Se trata del estadio en el que el individuo
la cual hace al individuo capaz de pasar de la inteligencia se pone, o es obligado a ponerse, cuestiones radicales: «¿Por
sensorio-motriz al pensamiento formal, donde las percepcio­ qué ser moral? ¿Por qué ser justo en un mundo lleno de in­
nes fragmentadas de los objetos se transforman en un siste­ justicias?». Tales preguntas exigen una nueva capacidad de
ma coherente de relaciones objetivas constantes (las leyes), trascendencia, que vaya más allá de los dos niveles mencio­
lo cual hace que se relativice el propio punto de vista y nados. Dichos niveles, sin embargo, están siempre ligados a
quede abierto a otras perspectivas más amplias. La atención una cierta lectura de la realidad inmediatamente (o mediata­
se vuelve hacia lo posible y ya no sólo hacia lo concreto. Se mente) visible: intentan organizar los datos según un todo
trata de una trascendencia intrapersonal. lógico y coherente. Aquí, en cambio, -parece decir Kohl­
berg- los datos de la realidad son contradictorios, resulta di­
En el análisis de Erikson podemos encontrar un segun­ fícil deducir leyes en ellos (1 nivel de Piaget), o hasta podría
do nivel. Aquí el movimiento trascendente va llevando pro­ tratarse de una realidad hostil que no favorece la experien­
gresivamente al individuo a romper los confines de la propia cia básica de confianza; resulta, por tanto, más difícil encon­
subjetividad, implica particularmente su vida social-relacio­ trar un motivo que justifique y haga posible el abrirse a la
nal, lo hace capaz de pasar de la atención centrada en sí realidad (II nivel - Erikson). Así, la respuesta definitiva a es­
mismo a la atención hacia el otro; de la necesidad de recibir tos interrogantes parece tener que (o poder) ir más allá de
a la capacidad .de generar, del miedo de la inferioridad a la estos dos niveles y basarse en una ulterior posibilidad de
autotrascendencia en el hombre, como apertura más plena al
ser, como capacidad de abstracción y de referencia a una re­
69 Para este argumento ver también A. Manenti, Dio e l'inconscio: ricerca alidad no inmediatamente visible y más allá de estas contra­
del padre o esigenza de creavita?, in F. Morandi, Psicanalisi e R.eligione; atti
della asociazione ASPER, Japadre, L'Aquila-Roma 1984, pp. 67-75. partien­ dicciones.
do de las investigaciones sobre la formación del yo y del objeto en la
edad evolutiva se puede llegar a esta conclusión: la capacidad de producir
imágenes ideales y de tender hacia lo que es intangible es parte de la es­
tructura humana y el área de la búsqueda de Dios debe distinguirse de
los procesos de proyección-introyección; se trata de una búsqueda que
70 Piaget, J. // giudi%io mora/e ne/ fanciullo, Giunti-Barbera, Firenze,
1972.
tiene su origen en sentimientos de creatividad, alegría, solícitud que están
ya presentes desde los primeros momentos de la formación del yo y del 71 Kohlberg, L. Moral development in aging human beings, in «Gerontolo­
objeto. gist», 13 (1973), pp. 497-502.

110 111
Amadro Cencini y Alessandro Mmenti WS lbNTENIDOS DEL Yo

Kohlberg indica el problema, pero no toma una posición; b. El riesgo del subjetivismo
sin embargo, la exigencia que siente de ponerse tales inte­
rrogantes así como el inventar el estadio VII, dejan entrever Visto que el hombre tiene en sí la capacidad de orien­
la presencia de una disponibilidad operativa e intencional tarse a los valores, vendría la tentación lógica y consecuente
específica en el hombre. Y además no está carente de signi­ de querer improvisarse como creador de valores o juez abso­
ficado el hecho de que en el nivel VI haya puesto como luto, confiándose única o excesivamente a su criterio indivi­
ejemplos a Martín: Luther King y a Gandhi: dos personas dual para definirlos y discernirlos. Es cierto que el hombre
que habían dado una respuesta existencial precisa y trascen­ es fundamentalmente libre no obstante sus muchos condi­
dente a tales interrogantes. Se trata pues, de una trascen­ cionamientos; igualmente, es claro que el hombre ejerce su
dencia que es superación de la propia subjetividad y de la libertad cuando busca el sentido de la vida y se siente res­
realidad inmediata, pero que al mismo tiempo obtiene su ponsable de ella. Sin embargo, hay libertades que, por prin­
significado verdadero de una y de otra. La podemos llamar cipio, no puede aceptar un hombre realista e inteligente:
trascendencia metapersonal, o vertical, o ultramundana, o to­ «No es libre de identificar su capacidad de entender (que
tal... Lo importante es que desde el punto de vista psicoló­ genera sólo hipótesis) con el conocimiento de la verdad (que
gico el hombre aparezca dotado de esta potencialidad. Si, en alcanza sólo con el juicio verificado). Tampoco es libre de
efecto, a la indicación todavía implícita de Kohlberg, agrega­ confundir las elevadas aspiraciones de su yo simbólico con la
mos las afirmaciones explícitas de Frankl, como de otros psi­ verdad. No es libre de ignorar las inconsistencias entre su
cólogos (de Daim a Nuttin, de Allport a Matté Blanco), en­ concepto de sí mismo y su conducta, entre su concepto de
tonces este tercer tipo de trascendencia nos resulta todavía sí mismo y el juicio de los demás, entre su concepto de sí
más preciso y lo podemos considerar como natural o, al me­ mismo y el propio ideal. No puede dar por descontada la
nos , accesible para el hombre72. perfección del grupo al que pertenece, ni considerar que el
sentido común baste para todo. No puede evitar interrogarse
Como conclusión de estas reflexiones podemos decir sobre la autenticad de sus valores, o sobre lo adecuado de
que el hombre no sólo tiene una voluntad de significado, sus criterios morales. Debe mantenerse siempre disponible
sino que dispone también de una capacidad de trascenden­ a indagar sobre cuestiones ulteriores, prescindiendo del cos­
cia que se presenta en niveles diferentes y progresivos. to o de las dificultades que ello implique» 73. Desde el
punto de vista psicológico podemos justificar algunas de es­
Desde la vertiente de la falibilidad constitucional ontoló­ tas afirmaciones que se refieren a aspectos diversos del de­
gica del hombre emerge la necesidad del valor como necesi­ sarrollo y de la madurez humana.
dad -con frecuencia sólo inconsciente o incluso distorsiona­
da- de ser; y de la vertiente de la predisposición a la Por lo que se refiere al desarrollo cognoscitivo, ya hemos
autotrascendencia, el hombre manifiesta una apertura conna­ indicado cómo el hombre puede estar tentado a funcionar
tural a la realidad trascendente del valor mismo. prevalentemente en los dos primeros niveles de la vida psí­
quica, en los que los dinamismos fisiológico y social no faci­
litan un adecuado acercamiento a la totalidad de la realidad;
y no sólo esto, sino que incluso el III nivel no siempre pare­
ce garantizar un contacto seguro con la verdad. Asimismo el
72 A los textos de Frankl que ya han sido citados, añadimos, Frankl, V.
Dio ne/l'inconscio, Morcelliana, Brescia, 1975. 73 Kiely, B. Psicología, o.e. pp. 253-254.

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Amadro Cencini y Aiessandro ManenJi fus ÜJNTENIDOS DEL Yo

deseo emotivo, el inconsciente cognoscmvo y el emotivo, dura y adulta los valores finales e instrumentales; pero si ese
son aspectos de una misma realidad que puede condicionar hombre tiene inmadureces psicológicas -aunque sea en cier­
y distorsionar nuestro proceso de experimentar-captar-juzgar. tas áreas de su vida-, entonces esa inmadurez, especialmen­
En el fondo es cuanto dice Loner9.an cuando afirma que la te si tiene orígenes subconscientes, se reflejará también en
conversión intelectual es muy rara 4. Quizás es un juicio un el modo de percibir y valorar, llegando también a contami­
poco pesimista, pero tenemos que admitir que ser realistas crí­ nar la percepción de los objetivos de la propia existencia y
ticos, capaces de obrar mentalmente con objetividad y desape­ la forma de ponerlos en acto. Hemos visto ya algunas de es­
go de nosotros mismos, ser atentos, inteligentes, razonables, tas debilidades psicológicas, otras las veremos más adelante;
responsables, no es algo que nos llega en forma espontánea. con todo, estamos en grado de decir que tales limitaciones
Esto nos hace dudar, entonces, de la licitud del subjetivismo. no son una excepción o que se presentan raramente. Y esto
nos hace colocar una duda ulterior sobre la puesta en acto,
Desde el punto de vista del desarrollo moral, las cosas sin más, de la capacidad del hombre para discernir.
no parecen ir mejor. Kohlberg nos señala que, de hecho,
ateniéndose a su investigación, más bien raramente se alcan­ Las anteriores, son tres pruebas que nos ponen en guar­
za el estadio V (orientación legalista hacia el contrato social) dia contra el riesgo del subjetivismo exagerado en la defini­
y todavía con menos frecuencia el estadio VI (orientación al ción de los valores; ese riesgo escondido y también evidente
principio ético universal), siendo éstos los estadios que seña­ en las actitudes espontáneas de quien se inspira en el «sen­
lan el nivel de una moralidad post-convencional y autóno­ tido común» o en los propios sentimientos; o de quien cree
ma. Esto significa que la capacidad de ir más allá de los jui­ que elegir es sólo un hecho de autogestión; o, incluso, de
cios de valor para captar y llegar a su fundamento, la realiza quien sacraliza apresuradamente el propio modo habitual de
concretamente una minoría de personas (las que Kohlberg ver las cosas, sin someterlo jamás a discusión o verificación;
llama héroes morales)7 5. Esto también nos hace dudar que o, finalmente, de quien cree saber ya todo y no tiene nece­
el hombre pueda ser juez absoluto de sí mismo. sidad de nadie77 . La conversión intelectual quiere decir
77 Es por este motivo que nos parece un deber el redimensionar aquel
Si consideramos la capacidad de formular valores, llega­ optimismo que surge de las posiciones de cierta psicología humanista y
mos a las mismas conclusiones. Hay una estrecha relación de la llamada «tercera fuerza» (movimiento nacido en U.S.A. en 1964).
entre la madurez psicológica y el modo de percibir los valo­ La contribución más significativa de estas teorías ha sido la de reaccionar
al excesivo pesimismo freudiano y a su consiguiente determinismo, el
res o la sensibilidad hacia ellos. Ya la filosofía clásica lo ha­ cual es compartido por otras escuelas en forma diferente (por ejemplo el
bía afirmado en el axioma aristotélico: «el fin aparece a cada conductismo); pero, en esta reacción, quizá se ha corrido el riesgo de to­
uno según sus cualidades»; y en el axioma tomista: qua/is est car el extremo opuesto: ya que, según esta corriente, el hombre es natu­
unusquisque, ta/is est fines videtur ei» 76. Cuando el hombre es ralmente bueno y está en grado de elegir adecuadamente los propios va­
maduro psicológicamente y es adulto en cada aspecto de su lores. Es cierto que algunos de estos autores (Allport, Fromm, Maslow y
otros) subrayan la importancia de los valores como la justicia, el amor, la
desarrollo, entonces podrá percibir en forma igualmente ma- libertad ..., pero dando siempre al individuo el derecho de ser intérprete y
74 McShane, Foundations o/ theology: papm· from the intemational lonergan medida de éstos, como único «locus of evaluation» Hall, C.S.-Lindzey,
congress, 1970, Gill & Macmillan, Dublin, 197 1, p. 274; Lonergan, B.J.F. JI Teorie della persona/ita. o.e. p. 455.
metodo, o.e. p. 43. Es precisamente esta confianza que se da por descontada, la que nos pa­
75 Duska, R.- Whelam, M. lo sviluppo mora/e, o.e. p. 102. rece que tenemos el deber de poner en discusión sobre la base de las
constataciones hechas hasta aquí. Cf. también, Vitz, P. Psychology as Reli­
76 Artistotele, Etica, lib. 111, c.5. S. Tomás, Summa Theo/ogica, 1, q. 83, a. gion. The cult o/ self-worship, Eerdmans, Michigan, 1977 ; D.G. Myers, The
1, ob. 5; 1-11, q. 10, a.3.ob. 2. inflated sel/, The Seabury Press, New York, 1981.

114 115
Amadm Oncini y Atessandro Mmenti Ins <bNTENIDOS DEL Yo

también experiencia de libertad y humildad, que nacen de garantizar el éxito del ser hombre y que éste no puede cam­
la conciencia de los propios límites y que crea la necesidad biar, so pena de llevarlo al fracaso.
y la disponibilidad para hacerse ayudar. El asunto es serio,
puesto que un error en la identificación del valor repercuti­ El verdadero motivo de la objetividad de los valores es
ría seriamente, trayendo consecuencias negativas a la vida la unicidad de la naturaleza humana. Nadie puede decir que
del individuo, alienándolo de sí mismo y frustrando su de­ para ser feliz se debe obtener todo e inmediatamente, bus­
seo de felicidad. Vale la pena, entonces, afrontar la fatiga de car lo que agrada o seguir la opinión de la mayoría. Este ca­
una búsqueda «inteligente». mino no puede dar un sentido que, en cambio, será alcanza­
ble a través de los valores opuestos: saber pagar un precio,
c. La objetividad de los valores. buscar lo que ayuda, tener el coraje de tener las propias
ideas. Existe, pues, un único estilo apropiado a la naturaleza
Es importante señalar otra consecuencia. No cualquier humana. Tal estilo se encuentra en el hombre, pero no lo
valor satisface la búsqueda natural de sentido, sino sólo ha colocado el hombre. Existe una respuesta objetiva a la
aquellos valores que respetan la cualidad específica de e�a búsqueda del sentido, así como la figura del círculo requiere
búsqueda, es decir, la tendencia natural progresiva a la tras­ objetivamente una línea cerrada. Existe una existencia de
cendencia. No es tarea de la psicología individuar y funda­ orden objetivo «meta-personal» que posee una realidad in­
mentar esos valores; pero sí puede afirmar la necesidad de variable y cuya validez trasciende el punto de vista de cada
valores objetivos, porque sólo éstos corresponden y satisfa­ una de las personas.
cen tal tendencia psíquica.
Un muchacho de 25 años no sabe explicarse por qué jamás lo­
Si me comprometo a amar, no puedo establecer por mi gra terminar una relación sexual con su novia: en el momento de
cuenta cuál es el verdadero amor y definirlo en forma arbi­ la penetración cesa la erección. Este fracaso se ha repetido con
otras muchachas, no obstante la presencia en él del deseo hetero­
traria. El verdadero amor contiene características objetivas sexual y la ausencia de bases orgánicas para esta disfunción. Ya
que yo no he creado, sino que las encuentro ya pre-defini­ desde el primer encuentro declara que su «novia» es en realidad
das; si bien quedará para mí la ulterior tarea de subjetivar­ una muchacha que encontró en la discoteca la semana anterior, de
las, o sea de encontrar mi forma original de amar. Así, per­ la cual no conoce ni su trabajo ni sus intereses o costumbres, sino
manece el hecho que sólo en la medida en que yo me sólo un número de teléfono. Por otra parte, declara explícitamente
adecuo a tales criterios pre-definidos puedo reconocerme que no tiene ninguna intención de comprometerse con ella dado
como alguien que ama verdaderamente. El hombre maduro que, por ahora, excluye la formalización de las relaciones y que «si
no es sólo aquel que tiene un yo ideal, sino que tiene un yo acaso decidiera casarme, no elegiría ciertamente a una mujer que
ideal como-debería-ser, con una validez objetiva y no mera­ se acuesta con el primero que se encuentra». ¡No puede explicar
mente privada y subjetiva78 . El valor no se crea, sino que se su infelicidad!
encuentra, se reconoce. Sucede exactamente como en el co­
nocimiento: cuando conozco un objeto que es real, no soy Nadie puede obligar al hombre a dar un sentido a la
yo quien le he dado el ser, sino que re-conozco su realidad, vida; cada quien es libre de permanecer en la ignorancia.
que de cualquier forma existe independientemente de mi Pero cuando se decide satisfacer la necesidad de coherencia,
conocimiento. Hay un orden objetivo que se impone para es necesario adecuarse y obedecer al sentido de como debe­
rían ser las cosas, respetando sus nexos esenciales. Cuando
78 Amold, M. The Human Person, The Ronal Press, New York, 1954. el hombre descuida esta obediencia cambiándola por la arbi-

116 117
Amadtv Cencini y Alessandro Manenti lDs Ü)NTENIOOS DEL Yo

trariedad, se construye con sus propias manos un desconten­ b) El hambre obliga tarde o temprano a satisfacerla; la
to difuso junto con una amargura general. Porque cambian­ aspi�ación deja en libertad de actuarla o no: impli­
do el orden objetivo se produce inevitablemente un conflic­ ca siempre una toma de decisión.
to inconsciente que impide la serenidad. El conflicto de ese
muchacho impotente consiste en el choque entre dos ten­ c) Satisfacer el hambre significa responder a una si­
dencias opuestas: una es la demanda psíquica de respetar tuación pasada y presente: con el alimento pongo
los requisitos del verdadero amor y la otra es la pretensión fin a la abstinencia del pasado y a los espasmos
de alcanzar la misma meta, pero siguiendo un atajo o, de del estómago en el presente. Responder a los va­
plano, indicaciones contrarias a las exigidas por el «guión» lores significa orientarse al futuro; tender a lo que
interior de la vida. será, pero que todavía no es.

d. Libertad en relación con los valores. d) Con el alimento se restablece un equilibrio interno
disturbado y después de haber comido se entra en
Los valores se presentan al hombre como imperatives, un estado de reposo y quietud. Cuando decidimos
pero no constrictivos; piden ser realizados, pero dejan libre a vivir valores, rompemos el equilibrio presente y
la persona de ponerlos o no en acto. Ejercen, pues, una fun­ entramos en un estado de tensión y cambio.
ción «obligatoria». pero tal obligación deja libre al hombre.
La exigencia -que es innata en el hombre- no constriñe a La búsqueda de los valores se coloca, por tanto, en la lí­
nadie a satisfacerla. Se puede decir que el hombre tiene ne­ nea del «si quieres» y no del «debes». El hombre es capaz
cesidad de vivir los valores, pero sólo en el sentido de aspi­ de hacer el bien, pero no está obligado a ello. Existe en él
ración no cohersitiva y no como una autoimposición u obliga­ la aspiración a los valores como posibilidad y capacidad,
ción subjetiva. Está presente en él la aspiración, pero pero no como necesidad. Excluimos el «debo ser bueno,
también está presente su libertad de elegir realizarla o no. debo amar, debo ser... » en favor del «podría y debería».
Esta lógica es la que distingue la forma de funcionar de los Aunque_ construidos en torno a la exigencia moral, permane­
valores respecto a la de las necesidades. cemos hbres de ser morales o no. Cada uno de nosotros en­
cuent�a en sí mismo la aspiración hacia lo bello y lo bueno;
«El hombre debe hacer el bien si quiere vivir bien» pero, mcluso entonces, quedamos libres y dueños de nues­
«El hombre debe comer bien si quiere vivir bien». Dos ex­ tro destino. La ley de conciencia no ejerce ninguna coerción
presiones completamente diferentes: externa. La naturaleza humana es ajena a una conformidad
reacia y contra la voluntad, más bien pide una acción e in­
a) El comer es una necesidad que empuja desde el tención genuinas que broten de lo profundo del corazón.
interior (o, como a menudo lo experimentamos,
«desde abajo»). Somos impulsados por el hambre, e. El rol de la psicolog{a.
pero atraídos por el bien. La diferencia «impulsa­
do por» o «atraído hacia» es la diferencia que hay Llegados a este punto, se hace necesario definir el papel
entre el animal y el hombre. de la psicología en la búsqueda de los valores. El problema
epistemológico
_ es muy importante, porque una vez que se
ha especificado la competencia de las diferentes ciencias, se

118 Psicología... 9
119
Amad«, Omcini y Alessmulro Manmti LDs CbNTENioos DEL Yo

facilita el usar los instrumentos peculiares de cada una de gente, tanto que su base experiencia! es superior a la del fi­
las disciplinas para progresar en el conocimiento de la reali­ lósofo aun bien preparado, y le atribuye un cierto derecho
dad. En psicología, el problema es particularmente delicado, de competir en la definición de los valores humanos»80.
puesto que se trata de una ciencia todavía joven y cuyos Pero también debe tener la honestidad de admitir los lími­
confines no están aún bien delimitados. De aquí que lo que tes de su investigación psicológica: si sabe entrever la verda­
venimos diciendo no' es más que un intento de poner, con dera problemática que se esconde detrás de cada anhelo,
cierto orden, los términos de este complejo problema y no debe comprender que el tratamiento adecuado del tal pro­
una pretensión de solución. blemática va más allá de su competencia. «Los valores no
caen bajo el dominio de una ciencia descriptiva» 81 . Estos
Límite de la ciencia descriptiva. requieren la competencia y los instrumentos de una discipli­
Partimos de la constatación de una ambivalencia, casi una na normativa como la filosofía o la teología. Mas también es
contradicción fundamental: por un lado, la psicología, ciencia verdad que nada podrá impedir que un estudioso del hom­
del hombre, se empeña en afrontar los problem�s del hom­ bre, además de psicólogo positivo, sea también un experto
bre que directa o indirectamente nos llevan al interrogante de los valores de la existencia, con ta.! que sepa que en ese
sobre los valores últimos; por otro lado, tratándose de una momento ha de acudir a un saber que va más allá de su
ciencia esencialmente descriptiva, no tiene los instrumentos análisis de psicólogo. Es más, tal criterio es indispensable,
necesarios para resolver adecuadamente los problemas últi­ puesto que una neutralidad filosófico-antropológica por parte
mos79. Se puede quizás aplicar también a la psicología y al de las ciencias humanas es un mito insostenible y no condu­
psicólogo, la reflexión acerca de la t�nsi?n entre dos m�n­ ce a una adecuada comprensión de la realidad en estudio,
,
dos, vista anteriormente: el de la aspiración y el del hmtte.
. sino, por el contrario, a una interpretación reduccionista que
Por una parte, el psicólogo tiende, implícita o explícitamen­ impide la relación de ayuda y falsea el papel de la psicolo­
te, a resolver la problemática humana, a convertirse en u� gfa'82 _ Seve, filósofo marxista, critica el positivismo psicológi­
experto de los valores de la �xistencia, y ti.ene buenos. moti­ co precisamente porque pone a la psicología en una situa-
vos para justificar tal pretensión: «su trabaJo le da un inten­ 80 Kicly, B. Psicologia, o.e. p. 29 4.
so conocimiento personal de la vida y de los anhelos de la
81 Ronco, A. Introduzione al/a psicologio, o.e. p. 94. Ronco admite que el
79 Frankl llega hablar incluso de «neurosis noógenas�, determinadas por psicólogo puede seguir un criterio diferente para definir los valores como,
una incapacidad de dar sentido a la vida, y considera que_ el 20% ?e .las por ejemplo, el del buen funcionamiento del organismo psíquico. Pero
neurosis es determinado por la insatisfacción de esta necesidad de signifi­ también aquí la psicología puede describir los elementos de este buen
cado. V. Frankl, logoterapia, o.e. p.38; ídem, Psicoterapia ne/la pratica medi­ funcionamiento y su eficiencia; de cualquier modo, no es de su compe­
ca, Giunti-Barbera, Firenze, 1968. Estamos muy lejos de.lo que Freud es­ tencia el establecer para qué fines deba el organismo funcionar.
cribía a Marie Bonaparte: «En el momento en el que se interroga sobre el Sobre el problema de la relación entre la psicología y la teologfa-filosotla,
sentido y sobre el valor de la vida se está enfermo, ya que las d?s c?sa_s cf. también G. Groppo, Psicologia e teologia; modelli di rapporto, in, «Orien­
no existen en sentido objetivo,.; S Freud, lettere, 1873-1939, Bonngh1en, tamenti Pedagogici», 5 (1980), pp. 783-793.
Torino 1960, p. 40 2. . . , a�­ 82 La imposibilidad de la neutralidad es la conclusión de A.De Wael­
Es interesante lo que anota Kiely acerca de la acm�d de la ps1colog1a hens, Sciences /Jumaines, /Jorizon ontologit¡11e el rmcontrr, in Emtence et Signifi­
,
tual: «La psicología necesariamente afronta la cuestión de los valores ult1- cation, Louvain, Nauwaerlerts, 1958, pp. 233-261 y P. London, Tite modes
mos y del significado de la vida. Es un hecho que algunas �e las afirma­ and morals of psycltot/Jerapy, Holt Rinehart and Wiston, New York, 1964.
ciones más urgentes y también más proféticas sobre la necesidad de tales Un ejemplo de reduccionismo en psicología es la interpretación de cual­
valores y de las consecuencias negativas de su falta, han llegado por la quier profesión o vocación (comprendida la sacerdotal y religiosa) en clave
psicología en estos últimos años» (B. Kiely, Psicología, o.e., p. 296) Citan­ de sublimación de instintos reprimidos. El psicologismo no hace ningún
do a Becker, Menninger, Hendin y Vitz. servicio a la persona y no tiene nada que ver con la auténtica psicología.

120 121
Amada, Cencini y Alessandro llf:maiti los GJNTENIDOS DEL Yo

ción de autonomía absoluta con respecto a la filosofía y acla­ sar86• Sólo cuando la psicología reconozca sus propios límites
ra: «Ningún saber puede despreciar las categorías de cuya puede pensar en ser autónoma.
comprensión y extensión saltan radicalmente los límites de
cualquier disciplina científica particular y cuyo conocimiento Función de la ciencia analítica:
profundo y manejo apropiado presuponen la asimilación de tomando en consideración la otra prerrogativa de la psicolo­
las adquisiciones esenciales de la filosofía» B3 gía, la de ser ciencia analítica además de descriptiva, pode­
mos especificar mejor su contribución al hombre en el mo­
Más en concreto, el psicólogo debe clarificar ante sí mento en que éste elige la propia fuente de valores.
mismo su ideología de base, debe hacer una elección,
debe haber dado una respuesta a algunos interrogantes La psicología tiene, ante todo, la tarea de recordar al
fundamentales. Pero es importante que la elección sea ex­ hombre el insustituible deber hacia los valores. Le recuerda
plícita y consciente, para evitar condicionamientos incons­ que no podría tender jamás a la madurez sin haber dedicado
cientes, que serían gravosos para el desarrollo sucesivo de atención a estos problemas: sería como un ser mutilado, que
la teoría psicológica en las subsiguientes fases de análisis, no sabe a dónde dirigirse, quedando como presa fácil de
interpretación, aplicación, investigación y verificación. Por condicionamientos o condenado a vivir por debajo de sus
lo demás, se da por descontado que haya una ideología al posibilidades, en todo caso lejos de una sensación de pleni­
inicio de cualquier pensamiento psicológico: a este respec­ tud y felicidad. El hombre tiene necesidad de los valores. Y
to la historia nos enseña que no existe una psicología sin recordándole este deber, la psicología le recuerda también
presupuestos. El mismo Freud «todavía. antes de inventar que esto es un problema estrictamente personal, que no se
el psicoanálisis, se había adherido ya a una filosofía: el po­ resuelve en grupo: se trata de una elección que sólo el indi­
sitivismo científico, que se acomodaba a no pocos elemen­ viduo puede hacer, debe confrontarse con ella, sin delegarla
tos de su incipiente teoría hasta el punto que ni si�iera a otros ni copiar al vecino. Es precisamente en la elección
Freud sospechaba que se tratase de una metafísica» . Lo del valor o de la fuente de los valores, donde el hombre ma­
que Freud no sospechaba, y éste es el punto que queremos nifiesta su ser y toma conciencia de sí mismo como ser libre
hacer notar, era precisamente el condicionamiento engañoso y responsable llamado a elegir entre el sentido o el sin sen­
que sufría su producción psicoanalítica por obra de su filoso­ tido. Es en esta decisión radical absolutamente personal en la
fía, de esa filosofía combatida y rechazada muchas veces por que el individuo descubre su dignidad y el valor de sus gestos
él mismo, o incluso ridiculizada parangonando sus sistemas a y se encuentra a sí mismo dotado de conciencia moral. Y qui­
las «formaciones delirantes del paranoico» 85 . El problema zás se da cuenta también, si asume las consecuencias y no se
está, entonces, en clarificar la propia elección ideológica; conforma con fuentes provisionales o con respuestas parciales,
en esta forma se evitan tanto el reduccionismo como el que el problema, en último término, es esencialmente «religio­
sutil condicionamiento que contamina luego la elaboración so»; es decir, que pone inevitablemente al hombre frente a los
psicológica sucesiva sin que el psicólogo lo pueda preci- interrogantes últimos de la existencia. Pero de cualquier mane­
83 Séve, L. La crise du positivisme psychologique et le matérialisme historique, ra debe aceptar el riesgo de una elección que no puede dele­
Proceeding XV Congress of Philosophpy, Vama, 1973, pp. 103-106. gar y un reto que no puede evitar.
84 Magnani, G. La crisi, o.e. p. 31.
86 Sobre este punto ver también: Ceneini, A. La teorla della consistenza
85 Freud, S. Scritti brevi. Prefazione a «JI rito relig;'oso: studi psicoanalitici» autotrascendente: una nuova prospettiva di dialogo costruttivo Ira psú:ologia e
di Theodor Reik, in Opere, o.e. IX, p. 125; ídem, lntroduzione al/a psicanalisi, teologia, in AA.W., Teologia e formazione, saggio interdisciplinare (a cura di
in Opere, o.e. VIII, p. 272. T. Bertucco, e S. De Guidi), Delzoniane, Bologna, 1984, pp. 11-47.

122 123
Amada, Gmni y Alessandro Mmmti /ns Ü)NTENIDOS DEL Yo

En este camino de la búsqueda del valor, otra aporta­ Tales cuestiones quedarían sin respuesta o con una respues­
ción de la psicología es el subrayar algunas características de ta insatisfactoria o se minimizarían y privarían de su sentido
la fuente de valores y algunas exigencias del hombre que original87.
elige. En concreto, partiendo de la constatación de que todo
ser humano se encuentra antes o ·después con el afrontar los En tercer lugar, la psicología le recuerda al hombre que
problemas últimos, hará surgir la necesidad de criterios ana­ también está constituido sobre una exigencia de autotrascen­
líticos correspondientes a una respuesta satisfactoria. Así, la derse y que posee una predisposición correspondiente en este
psicología pone en guardia contra todo reduccionismo: biolo­ sentido. La prueba - si así se puede decir- está también en el
gicismo, materialismo, instintivismo, positivismo, un cierto tipo de interrogantes, considerados más arriba, que todo hom­
humanismo optimista, el mismo psicologismo, el espiritualis­ bre, en un cieno momento, está obligado a hacerse. Interro­
mo desencarnado. En efecto, todos estos «ismos» interpre­ gantes que presuponen no sólo una sensibilidad específica,
tan el fenómeno humano con su propio patrón de investiga­ sino también una capacidad adecuada de moverse en ese ám­
ción, ignorando cuanto no entra en su ámbito de análisis y, bito. Estamos así ante otro requisito de la fuente de valores:
por tanto, no están en grado de proporcionar respuestas sa­ dar una respuesta adecuada a esta tendencia, hacerla capaz de
tisfactorias y plenamente humanas a las cuestiones centrales ponerla en movimiento y darle un modo de expresarse plena­
y últimas de la vida y de la muerte, del bien y del mal. Sin mente. En otras palabras: que el valor que cada un piensa ele­
duda que estas aproximaciones contienen una parte de ver­ gir esté en consonancia con la estructura del ser humano, que
dad, porque el hombre también es biología, instinto, mate­ implique la totalidad de su psiquismo y que sea digno del
ria, inconsciente, espíritu... , pero no es· sólo esto. Llegaría a hombre.
ser, por lo mismo, peligroso asumir como fuente de valores
una teoría que tiene una idea sólo parcial del hombre y que 87 Un caso de respuesta que no satisface es el de ciertas psicologías de
de hecho no posee los instrumentos para afrontar las cues­ la autorrealización, de raíz humanista, que enfatizan la capacidad del yo
tiones típicamente humanas. («Tú naciste para triunfar» dice el subtítulo del libro de J. Meninger, Suc­
cess tnrougl, transactional analysis, Signet, New York, 1973); no ofrecen ex­
plicaciones plausibles acerca de la realidad de conflicto interno de la per­
sona o de la sociedad y parecen casi querer olvidar que la vida tiene
límites y que está afectada por la presencia del mal.
Un caso de respuesta «minimizante» sería la de Freud. Recordábamos el
juicio de Freud sobre quien se interroga acerca del sentido de la vida o
sobre la filosofia en general: podemos ahora citar sus consideraciones so­
bre la religión que, aparte de su continuo interés por el problema, redu­
cen la actitud religiosa a un simple derivado de las ilusiones infantiles, de
deseos de omnipotencia, del sentido de culpa en búsqueda de expiación,
privándolo de su naturaleza de sentimiento originario: la búsqueda de un
sentido pleno de la vida y de la muerte. Cf. S. Freud, Azioni ossessive e
pratiche religiose, in Opere, o.e. V, pp. 341-349; Un ricortio ti'infanzio tii Leo­
nardo tia Vinci, en Opere, o.e. VI, pp. 213-284; Totem e Taóu: a/cune concor­
tlanze ne/la vita psiclzica tiei selvaggi e dei nevrotici, en Opere, o.e., X, pp. 433-
485; Un'esperienza religiosa, en Opere, o.e., X, pp. 512-516; L'uomo Mose e la
religione monoteistica: tre saggi, in Opere, o.e. pp. 337-453; sobre el mismo
tema religioso cf. también S. Freud, Psicanalisi e fttle. Carteggio col pastore
Pfister, 1909-1939, Boringhieri, Torino, 1970, y A. Pié, Freuti e la religione,
Citta Nuova, Roma, 1971.

124 125
Amatúr1 Cenci:ni y Akssandm Manmli ú:Js <bNTENIDOS DEL Yo

Además, tal fuente de valores debe exigir al hombre el f La fuente religiosa


máximo de lo que puede dar; o sea de orientar su vida de
modo que disfrute plenamente su ser hombre. En efecto, La psicología no puede imponer al hombre ningún cre­
en la medida que un ideal refleja lo máximo que la persona do específico, pero le recuerda que no puede no creer en
puede lograr, es objetivamente válido como objetivo del cre­ algo que dé sentido a su vida; no tiene competencia para
cimiento. Elegir, en cambio, una fuente de valores que pro­ dar un nombre a esta fuente, pero puede subrayar algunas
ponga un ideal menor del que nuestra naturaleza puede de sus características; no pretende alguna autoridad en este
conseguir, significa elegir nuestra limitación. Así como un campo, pero puede ayudar a aceptar alguna como necesaria
trabajo monótono resulta aburrido para quien es más inteli­ para descubrir los valores objetivos. Siguiendo la pauta de
gente en relación al mismo, en la misma forma, aspirar a estas afirmaciones podemos concluir con una breve aplica­
algo que no es lo máximo en nosotros nos llevará rápida­ ción. Los valores tienen una justificación racional, aunque
mente al fastidio, al malestar y la desilusión. Es mejor tener generalmente no se forman a través de procesos puramente
un ideal difícil que tal vez choque con nuestra espontanei­ racionales. Podemos, así, intentar encontrar una justificación
dad, que tal vez jamás lo alcancemos, pero que nos lance a racional a la elección de una fuente religiosa, apoyados en el
dar lo máximo. Recordemos que la conversión moral «con­ análisis psicológico hecho hasta este momento, prescindien­
siste en optar por lo que es verdaderamente bueno; por tan­ do de otros problemas (la necesidad religiosa en el hombre
to, también por el valor en contra de la satisfacción, cuando como necesidad innata o adquirida, dinámica de la cuestión
valor y satisfacción están en conflicto» 88• Por consiguiente, religiosa, necesidad de religión y religiones institucionales... ).
si dicho valor choca realmente con nuestra espontaneidad,
podría ser signo de que esa fuente de valores no se presta a La pregunta sobre los valores últimos inevitablemente
interpretaciones ambiguas o a gustos caprichosos. Se trata de pone a la persona frente al dilema religioso. Aceptar interro­
una fuente de valores objetivos. Y como tal es digna de ser garse sobre el significado de la vida quiere decir ponerse la
escuchada. De donde - como ya hemos observado- si la na­ cuestión del origen y del destino del hombre, de su de­
turaleza humana es única, es lógico suponer que existan va­ pendencia de una fuente originante. A este punto, el verda­
lores objetivos, funcionales para la plena realización de la dero problema es qué fuente, qué Dios o, en términos bíbli­
naturaleza humana89. Es de esta fuente de valores de la que cos, ¿Dios o un ídolo?90. En otras palabras, la vida del
el hombre tiene necesidad. hombre no puede ser neutral desde un punto de vista reli­
gioso, puesto que no existe hombre que viva completamen­
te sin problemas religiosos. En todo caso, la diferencia estará
88 Lonergan, B.j.F. // metodo, o.e. p. 256. Conversión moral es un térmi­ entre religión explícita (Dios) o implícita (ídolo o símbolo de
no usado por Lonergan para indicar un cambio de criterios y un uso recto inmortalidad).
por parte del hombre de la propia capacidad decisional. No se entiende,
por tanto, de por sf, en sentido religioso.
89 Aun si no es fácil encontrarlos con los solos instrumentos de la psico­ 90 En la Biblia el ídolo representa el intento del hombre de manipular
log(a; de hecho existe un gran pluralismo en las teorías de la personali­ la divinidad. Se trata, por tanto, de un producto humano sobre el cual el
dad, a tal punto que algunas se excluyen . mutuamente. Nos encontramos hombre continúa teniendo un cierto poder y del cuál recibe (o se ilusiona
frente a más de 30 teorías, cada una de las cuales tiene sus valores. Cf. de recibir) lo que por sí mismo no podría garantizarse (cf. Sab. 13,15-19;
los textos indicados en la nota 9 c.1, además A.M. Freedman-H.I. Kaplan­ 15, 16-19). Surge espontáneo el paralelismo con el «símbolo de inmortali­
B.J. Sadock, Modern synopsis o/ comprrlumsive ftxlbool o/ Psycltiatry, The Wi­ dad• de Becker. J.B. Bauer, Encyclop«lia o/ biblical tlteology, vol. II, Shccd
lliams and Wilkins Co., Baltimore, 1976, c. 6-9. & Ward, London-Sydney, 1970.

126 127
Amada, Centini y Alessandro Manenti l.Ds lbNTENIDOS DEL Yo

Una fuente religiosa parece responder a esas exigencias a ser duro porque los otros son brutales e indignos de con­
subrayadas por la psicología y examinadas más arriba. Dicha fianza, entonces no sé dar ninguna respuesta» 92.
fuente constituye el punto de referencia más trascendente
que un hombre pueda tener en la vida; posee esas caracte­ Por otra parte, la fuente religiosa no queda como algo
rísticas de objetividad que permiten superar el riesgo del re­ genérico, sino que ofrece la posibilidad de valorar moral­
duccionismo y del subjetivismo; está en grado de afrontar mente la propia conducta. Si tiene un sentido el compromi­
los problemas centrales del hombre, toma en serio la condi­ so moral, será necesario encontrar sus expresiones concretas;
ción humana, dando respuestas globales y no provisionales. pero sobre todo será importante unir el fundamento teórico
de la vida moral con sus aplicaciones existenciales (en tér­
En particular, la fuente religiosa respeta la tendencia del minos nuestros, valores y actitudes). La fuente religiosa
hombre hacia la autotrascendencia, sea la horizontal o la ver­ ofrece lo uno y lo otro: mientras que explica el por qué del
tical, y la solicita y promueve como difícilmente otro ideal compromiso moral, permite intuir el cómo. No hay ninguna
menos trascendente podría hacerlo. moralidad que no sea, al menos implícitamente, religiosa93;
y por otra parte, la opción religiosa determina, por su natura­
Y sin duda que la exigencia de la fuente religiosa es má­ leza, una opción moral. Todo esto en beneficio y ganancia
xima, en vista de una perfección que coincide con la plena de la unidad fundamental del hombre, «creatura ética» por
realización del hombre. Es probable que tal exigencia, preci­ naturaleza94.
samente porque se orienta en dirección hacia la trascenden­
cia, choque con la otra tendencia del hombre a restablecer Nos parece que podemos concluir que la elección de
el equilibrio homeostático, que conduce lentamente hacia la una fuente religiosa, desde un punto de vista psicológico,
inercia del «thánatos». En términos freudianos, podríamos resulta del todo razonable. Lo es en cuanto fuente objetiva,
ver en el ideal religioso una expresión del instinto de vida. trascendente, respetuosa del hombre y de sus exigencias, ca­
paz de responder a sus problemas centrales. Queda por ver
En fin, la fuente religiosa toca de cerca el aspecto moral. cómo el individuo puede abrirse a los valores y hacerlos su­
No queda como algo puramente abstracto y teórico, sino yos, orientando hacia ellos sus dinamismos interiores (nece­
que entra en lo vivo de la vida, ahí donde el hombre decide sidades) y de comportamiento (actitudes) y definiendo a la
su destino. Ante todo, da un fundamento a nuestra vida mo­ luz de los mismos su identidad. En el próximo capítulo en­
ral, porque ofrece una razón al compromiso y una respuesta contraremos ya los primeros elementos para una respuesta.
a lo que Kohlberg llamaba91 la «duda escéptica más fuerte
de todas las dudas»: ¿Por qué ser justo en un mundo preva­ 92 Freud, S. Lettere 1873-1939, o.e. p. 280. Resulta significativo que
lentemente injusto? El mismo Freud sintió la necesidad de Freud y Kohlberg se encontraron inevitablemente de frente a esta misma
pregunta. Esto es una prueba de lo que dijimos más arriba sobre la nece­
hacerse esta pregunta: «Si me pregunto por qué he deseado sidad de ponerse un interrogante ante la problemática religiosa, es decir,
siempre ser honesto, respetar a los demás y posiblemente radical. De hecho se debe forzosamente responder a esta pregunta si se
ser bueno, y por qué no he dejado de serlo aun cuando he quiere fundar seriamente la vida moral, a menos que se prefiera permane­
notado la forma como lo dañan a uno mismo, y que se llega cer en una posición escéptica. A la misma conclusión, pero por un proce­
dimiento diferente, llega J.P. Dourley, Tlze Psyclze as sacrament; C.G. Jung
and Paul Tilliclz, lnner city books, Toronto, 1981 .
91 Kohlberg, L. Continuities in clzildlzood and adult moral development revi­
93 Kiely, B. Psicologia,o.c. p. 294.
sited, in P.B. Baltes-K.W. Schaie, Life-span development psyc/zology, Acade­
mic Press, New York, 1973, pp. 20 1 -204. 94 Bronowski, Tlze aseen/ of man, o.e. p. 436.

128 129
Capítulo Quinto
- LAS ESTRUCTURAS DEL Yo

Vistos los elementos de contenidos del yo, pasemos aho­


ra a considerar los aspectos estructurales dentro de los cua­
les se sitúan las necesidades, las actitudes y los valores. Por
consiguiente, de la pregunta acerca de «qué» impulsa o
atrae a la persona, pasamos a la pregunta del «por qué» es
impulsada o atraída por ciertos contenidos más que otros.

Por estructura se entiende un sistema que representa las


leyes o propiedades de organización de una totalidad vista
como un todo; estas propiedades explican por qué se ha reali­
zado este contenido y no otro. Hagamos una analogía con la
realidad fisica: el estudio de la cúpula de una catedral. Si
nos detenemos en el contenido, nos enteramos que determi­
nada cúpula tiene cierta altura, diámetro, volumen, o que
está construida con cierto material; pero estas conclusiones
se aplican sólo a esta cúpula y no a otras.

Si intentamos incluir también la estructura, comprende­


mos algo más central: las leyes por las cuales la cúpula per­
manece de pie en lugar de caer sobre la cabeza de los visi­
tantes; captamos en otros términos el sistema arquitectónico;
pero esta conclusión se aplica a todas las cúpulas, no obstan­
te que cada una de ellas tenga su propio volumen, altura,
diámetro... En el campo psíquico esto quiere decir que más
allá de las modalidades de expresión es posible especificar
estructuras del hombre en cuanto tal; por lo tanto trans-cul­
turales y trans-situacionales. En otras palabras, el hombre no
es sólo ni principalmente un compuesto de un número in­
definido de tendencias psíquicas separadas. Las varias mani­
festaciones de sí mismo son la expresión de propiedades de

131
Amadro Omdni y Alessandro Manenli L\s ESTRUCTURAS DEL Yo

dos. El hecho de motivarnos en base a los valores (lógica de Iniciamos, entonces, desde explicar qué se entiende por
trascendencia) o en base a las necesidades (lógica de necesi­ el yo, para luego pasar al análisis de sus componentes.
dad); el hecho de que una persona se organice y defina pre­
valentemente a un nivel más que a otro o que asuma actitu­ l. Descripción del yo
des militaristas o defensivas del yo más que expresivas de
valores o de conocimientos... todo esto nos remite a un as­ Cuando hacemos algo, asumimos la paternidad sobre
pecto más central: el concepto del yo. Esas modalidades de ello; decimos, en efecto: «He sido yo quien ... » y esos actos
expresión son la emanación del yo, que se estructura en una los reconozco como «míos». Las diversa actividades psíqui­
cierta manera más que en otra. Como se ve, nuestro método cas se reducen al yo, en donde buscan expresarse o escon­
de investigación penetra cada vez más profundamente en la derse. El yo, por tanto, es un principio unificador; es una
psiqué humana: desde los niveles de vida a los procesos abstracción y, por consiguiente, difícil o imposible de defi­
emotivos-racionales, a los contenidos, al yo mismo; la pre­ nir. El yo es lo que está detrás de las cosas, pero no es una
gunta del «qué» reclama la del «por qué» y ésta, a su vez, cosa: éstas se pueden medir, aquél no. Es más fácil sentir el
remite al concepto del yo. yo que definirlo. En efecto, se le conoce a través de sus fun­
ciones.
Este método estructural tiene una importancia capital
sobre todo para la teología y la filosofía cada vez que ellas Funciones:
se propongan hacer una reflexión fiel al hombre. En efecto, Allport ha precisado siete 1 . Son siete situaciones de vida
con este método se supera la psicología ordinaria que se particularmente humanas, consideradas como «específica­
basa sólo en el determinismo y no sabe dar una verdadera mente mías» y por tanto en donde el yo se advierte con
explicación del comportamiento; se supera también una psi­ más facilidad:
cología puramente descriptiva, condenada por definición a
seguir los altibajos de la moda; y se subrayan, en cambio, las - Sentido corporal:
estructuras psicodinámicas trans-culturales y trans-situaciona­ es el aspecto del yo que se desarrolla en primer lugar.
les que disponen al hombre a la acción de la gracia. La con­ Cuánto sea revelador de mi yo, se puede probar con un pe­
sideración de estas estructuras centrales del hombre es crucial queño experimento: escupimos saliva en un vaso y luego in­
para muchos temas morales, como la opción fundamental, el tentamos beberla; lo que en la boca era natural y «mío»,
concepto de responsabilidad, la capacidad de hacer una deci­ apenas está fuera de improviso, disgusta y se convierte en
sión libre; o también para otros temas más específicos como «otra cosa» distinta de mí. O también pensemos en chupar
la moral sexual, la prescripción terapéutica del aborto, los nuestra sangre del vendaje en un dedo: del dedo sí, pero de
complejos de culpa y la confesión. La teología no puede la venda no. Lo que percibo que pertenece a mi yo corporal
prescindir de tales estructuras psíquicas que constituyen un es cálido y bien aceptado, lo que percibo como realidad se­
potencial enorme para la vida cristiana; también puede ha­ parada, al instante se convierte en frío y extraño.
cerlo, pero entonces hablará de un hombre que no existe.
En el fondo, estas estructuras psíquicas son puestas por - Identidad de si mismo:
Dios en la naturaleza y es lógico suponer que El respetará aunque pase el tiempo y cambien las circunstancias, no obs­
sus criterios de funcionamiento, aun cuando con su gracia tante actividades diversas y pensamientos contradictorios,
llame al hombre a seguir su ley. 1 G. W. Allport, Divenire: fondamenti di una psico/ogia della per-sonalitá,
Giunti-Barbera, Firenze, 1974, pp. 62-77.

132 133
Amada, Cencini y Akssandro Mmmti ÚS ESTRUCTURAS DEL Yo

quedo cierto de que todo esto «me,. pertenece. Aun un oc­ no del yo hay una heterogeneidad de elementos, una plura­
togenario está seguro de ser el mismo yo que cuando tenía lidad de fuerzas que atraen nuestro yo en diferentes direc­
3 años. ciones. Por un lado, somos conscientes de ser el sujeto de
nuestras acciones, pensamientos y decisiones; por otro, ad­
- Valoración del yo: venimos en nosotros un contraste entre dinamismos que se
cuando se me llama la atención, soy humillado o alabado, oponen, como si proviniesen de fuentes diversas. Existe
me hago como nunca consciente de mí como de un yo bajo algo que escapa a nuestro control y sin embargo forma parte
los reflectores del otro. de nosotros; no lo querríamos, pero lo encontramos dentro:
«Existe en mí el deseo del bien, pero no la capacidad de
- Expansión del yo: hacerlo; en efecto no cumplo el bien que quiero, sino el mal
comprende todo lo que la persona llama «mío». Regalar a que no quiero..» (Rom 7,18-19). También la psicología ha in­
un amigo un objeto que apenas he comprado en la tienda tentado resolver este dilema indagando sobre las propiedades
no me afecta profundamente; pero si me pide ese objeto del yo. Entre las varias mencionadas por los autores, cuatro
que desde hace tantos años está en mi escritorio, me parece son para nosotros particularmente importantes3 :
que quiere un pedazo de mí mismo.
- El yo es holfstico:
- Actividad racional: funciona siempre como un conjunto en el cual es diffcil se­
a través de la misma no sólo conozco el objeto (el libro que parar las aportaciones de cada parte. No es posible dividir al
tengo frente a mí), sino también mi actividad (leer) y tam­ hombre en compartimentos cerrados como si algunos de los
bién experimento mi yo que conoce (soy yo quien lee). acontecimientos pertenecieran al cuerpo y otro a la mente.
Observación aceptada sin más en teoría, pero no en la prác­
- Imagen de s{ mismo: tica, pues tendemos a dicotomizar al hombre: esto pertenece
más allá de las acciones, me preocupo de saber cómo "'Yº,. a lo físico, aquello a lo psíquico, aquello otro a lo espiritual.
aparezco. Es la estima de sí mismo, de la que hablaremos
más adelante. De aquí se sigue que todo programa de formación debe­
ría ser un programa de integración, o sea dirigirse a la totali­
- El tender del «propium»: dad de la persona y no como a veces se hace: primero la
detrás de toda actividad está el yo que se planifica2. Es el formación intelectual, después la actividad pastoral y luego -
aspecto valoría!, visto en el capítulo anterior. si hay tiempo- la madurez humana, para lo cual los profeso­
res se interesan de la mente, los educadores de las activida­
Propiedades: des prácticas, el director espiritual del alma, el psicólogo
Advertimos como por instinto la unidad fundamental de eventualmente de la enfermedad y nadie de la persona. Tal
nuestro yo; pero a menudo estamos obligados a constatar modo de proceder no llega jamás al hombre en su unidad y
cómo esta unidad está en gran parte por construir. Al ínter- es obstáculo a la verdadera formación, la cual debería conse­
guir que los valores actúen libremente en todas las áreas de
2 Allport considera que es indispensable distinguir el yo como sujeto y la personalidad. La persona es un todo indivisible y el creci-
como objeto de conocimiento, y sugiere el uso del término "propium•
para determinar el yo como objeto de conocimiento y de sentimiento. 3 J. Loevinger, Tlzeories of Ego Development, en L. Breger, Clínica/ - cog­
Agrega además, que no siempre el propium es consciente. Cf. G.W. nitive Psychology, Models and lntegrations, Englewood Cliffs, N. J. , Practice
Allport, Psicología della personalitá, o.e., pp. 110-111. Hall, 1969 pp. 83-95.

134 135
Psicología... 1 O
Amada, Cenani y A/(!;S(lndro Minenti Ú.S EITRUCTURAS DEL Yo

miento está siempre en perspectiva de totalidad y unidad. tionada; si mejoro en la percepción de las necesidades, tam­
No es verdadera ni posible una madurez en la que simple­ bién las actitudes exigen una reformulación. Por otro lado se
mente un área se supera sobre otras, puesto que es «todo» trata de una dialéctica constructiva, puesto que cada una de
el hombre el que debe crecer, ·en conformidad con el princi­ estas partes desarrolla una función propia indispensable para
pio de totalidad. el bien del todo: los valores dan dirección e identidad al yo,
las necesidades ofrecen energía y riqueza expresiva, las acti­
Aun cuando responde al llamado de la gracia, el hombre tudes son ocasión para manifestar y vivir lo que se cree y se
debe hacerlo con todo su ser. En el fondo se puede inter­ ama. Para la formación será entonces decisivo que el hom­
pretar también en este sentido el mandamiento del amar a bre aprenda a conocerse y apreciarse en sus dinamismos,
Dios con todo el corazón, con toda el alma, con todas las afronte las diversas exigencias y acepte el trabajo de concer­
fuerzas ...(cf. Dt 6 4; Mt 22,37): no sólo en el sentido de una tarlas en el diario esfuerzo de construcción del yo.
plenitud de amor, sino de involucrar absolutamente todas
las fuerzas del hombre. Por otra parte, es posible amar con - El yo es estructural:
todo el corazón sólo si todos los componentes (mentales, vo­ en efecto, los componentes se llaman estructuras, que luego
litivos, afectivos...) son atraídos y están activos en la opera­ se expresan a través de los contenidos. Ya se ha definido el
ción. No bastan los valores ni el querer racional para que concepto de estructura, los contenidos se han ilustrado; falta
llegue a ser adulta una persona. dar un nombre a las estructuras. Como indica la visión holís­
tica, es bueno recordar desde ahora que las estructuras de­
Es lógico que esta manera de ver al hombre no elimina ben integrarse entre sí. A mayor armonía entre sí, mayor
las varias especializaciones; simplemente no las radicaliza ni será la identidad del yo y la estima de sí. Si la integración
las aísla, sino que las ve en una dinámica de complementa­ es menor, la realidad psíquica es más conflictiva y, en con-
riedad e integración. secuencia, mayor el sentimiento de duda de sí.
- El yo es dialéctico: Por otra parte, las estructuras son relativamente estables:
la unidad no quita la posibilidad de conflictos, puesto que al menos cambiantes que los contenidos y, por tanto, menos
interno del yo se pueden distinguir partes en relación dia­ fácilemnte modificables.
léctica entre sí: una puede desarrollarse en detrimento de
otra que es reprimida; una zona psíquica puede consolidarse - El yo es finalista:
en oposición a otra; un área puede reforzar a otra... Tantas tiende hacia la propia consistencia y hacia la búsqueda de
posibles combinaciones indican que la unidad no �s un dato - los significados. Los dos términos -consistencia y significa­
de hecho, sino una tarea por hacerse. Estas vanas partes, do- están expresamente unidos para indicar que no es posi­
que definiremos como yo ideal y yo actual (y sus compo­ ble tener una visión coherente y unitaria de sí sin encua­
nentes), no son rígidas en sí mismas como si fuesen líneas drarla en un contexto de significados.
paralelas, sino que se reclaman recíprocamente. El mundo
de los valores tiene una lógica propia y diversa de la de las Nuevamente y en términos educativos, esto significa
necesidades, pero no puede desconocerla: si se estimula que el verdadero crecimiento no puede ser de cualquier for­
una, se afecta también la otra. Si se habla acerca del valor ma y genérico, sino que va en un sentido preciso que es el
celibato, el área de la afectividad es inmediatamente cues- de los valores, del yo autotrascendente y del deseo racional.

136 137
Amada, Oentini y Alessandro Mmenti lAs ESTRUCTURAS DEL Yo

Educar significa, por tanto, ayudar a la persona a adquirir un tente varía según que sea inconsciente o sólo preconsciente:
conocimiento profundo y duradero de sí (yo estructural), en por
_ lo tanto, el yo latente puede ser inconsciente o precons­
todos sus aspectos (yo dialéctico), unido a un dominio de la c1ente.
propia persona (yo holístico), a fin de canalizar todas las
energías hacia la realización de objetivos y metas constructi­ Yo social:
vas (yo finalista). es el yo como agente y objeto social; por consiguiente, lo
que según yo soy a los ojos de los demás. Según yo: en
2. Yo actual y yo ideal efecto estamos hablando de una estructura interna a la per­
sona, y por tanto, de un influjo social sobre la definición del
Siguiendo la clasificación sugerida por Wylie4 y modifi­ propio yo, pero filtrados por los esquemas del yo. Esto no
cada en parte por Rullas, nos parece posible dividir el yo, quita que dicho influjo pueda ser tan determinante que lle­
desde un punto de vista estructural, en dos partes: yo actual gue a crear una especie de dependencia de la consideración
y yo ideal. de los demás para la propia estima personal: eventualidad
tanto más fácil cuanto más frágiles son los esquemas del yo.
Yo actual:
representa lo que la persona es realmente -lo sepa o no- con Yo ideal:
sus necesidades y con su manera habitual de actuar (actitu­ representa lo que la persona desea ser o llegar a ser. Es el
des). El yo actual es el resultado o el conjunto de tres com­ mundo de las aspiraciones, deseos, proyectos y, a veces, de
ponentes: yo manifiesto, yo latente, yo social. los sueños y de las ilusiones. El yo ideal es el resultado o el
conjunto de dos componentes: ideales personales e ideales
Yo manifiesto: institucionales.
es el conocimiento que la persona tiene de sí misma y de
sus actos, o sea lo que afirma ser y hacer habitualmente, con Ideales personales:
las características negativas y positivas que admite poseer. se refiere a los valores y proyectos que la persona elige para
Comúnmente es llamado concepto de sí: lo que yo creo ser. sí misma; lo que yo deseo llegar a ser. Es fruto de una elec­
ción del sujeto, que puede estar más o menos en sintonía
Yo latente-. con los varios componentes del yo actual y no siempre se
es el conjunto de las características que el sujeto posee pero manifiesta o se deduce del comportamiento.
no conoce; por tanto, todas esas características (emociones,
motivaciones, necesidades, actitudes emotivas... ) de las que Ideales institucionales:
el sujeto no es consciente, pero que continúan formando consiste en la percepción que tiene el sujeto de los valores
parte de su persona e influyendo en su conducta. Estas ca­ y de los roles que la institución social le propone6. Hay que
racterísticas latentes pueden ser diversas de lo que el sujeto hacer notar que el concepto señala: percepción que el sujeto
piensa de sí. Lo que yo soy sin saberlo puede estar en con­ tie?e de cuanto la institución le propone. En otras palabras,
traste con lo que yo creo ser. El grado de característica la- lo importante no es sólo el valor o el rol propuesto sino, so-
4 R.C. Wylie, TAe present status o/ sel/ theory, en E.F. Borgatta y W.W. 6 El rol es una serie de prescripciones que definen cuál debe ser el
Lambert, A handbook o/personality theory and research, Rand McNally, Chi• comportamiento de un miembro de cierta clase o status social. E.J. Tho­
cago 1968, pp. 728-787. mas, Role theory, personality and the individual, en E.F. Borgatta y W.W.
5 L.M. Rulla, Psicolog{a, Las personas, o.e., pp. 49-52. Lambert, A handbook, o.e., pp 691-727.

138 139
Amada,. Cmani y AlessanJro Manmti LAs ESTRUCTURAS DEL Yo

bre todo, cómo el sujeto los percibe. Se distinguen, en efec­ Tabla IV


to, dos aspectos de los ideales institucionales: Componentes de la identidad

- Exigencias de rol:
lo que la institución me propone; por tanto el conjunto de
las expectativas, demandas, exigencias que los demás me Ideales

¡
hacen. Aquí el protagonista es la institución. personales
Yo Ideal concepto
-Concepto de rol: de rol
lo que según yo la institución me propone. Aquí el elemen­ Ideales
institucionales exigencias
to determinante es el modo como el sujeto percibe e inter­ Identidad de rol
preta el mensaje de la institución.

{ {
Yo manifiesto preconsciente
Exigencias y concepto de rol no son lo mismo. Por Yo Actual Yo latente
ejemplo, la autoridad me convoca para decirme que quiere Yo social inconsciente
mi disponibilidad para cierto trabajo, porque ha visto en mí
las capacidades y los requisitos necesarios (exigencias de
rol); pero yo, saliendo de la entrevista, interpreto esa peti­
ción como un enésimo intento de la autoridad para explotar­ 3.- Identidad del yo
me a su antojo (concepto de rol). Es evidente que lo que va
a influir en la construcción de mi yo ideal será el concepto Puesto que el yo es holístico, las diversas partes de que
de rol más que las exigencias. La acción que siga estará uni­ se compone -contenidos y estructuras- están en relación. El
da a la percepción subjetiva, que no necesariamente coinci­ lugar donde mejor experimentamos el influjo recíproco de
de con lo que efectivamente ha propuesto la institución. El los contenidos es la actitud: por su posición intermedia en­
sentido de identidad está determinado más por la percep­ tre necesidades y valores, es el canal de expresión de esas
ción subjetiva de los valores y roles vinculados a la institu­ dos fuentes de energía, desempeñando cuatro posibles fun­
ción que por la pertenencia a dicha institución. ciones. Pero también las estructuras interactúan y el lugar
donde mejor experimentamos su armonía o desarmonía es la
identidad personal, que es precisamente el resultado de esas
dos estructuras.

Por identidad entendemos el sentido de unidad y conti­


nuidad interior que perdura en el tiempo y en las diversas
circunstancias, unido a la capacidad de mantener solidaridad
con un sistema realista de valores 7 •

7 Para el problema de la identidad, c.f. sobre todo E. Erikson, lnfanzia


e socielá, o.e. y del mismo autor, lntrospezione e responsabilitá, Armando,
Roma, 1972.

140 141
Amad«> Cenani y Akssandro Manenli LAs ESTRUCTURAS DEL Yo

Tenemos por tanto dos elementos: continuidad y solida­ tuar de modo que los valores -ideales abstractos- se transfor­
ridad (o referencia a los valores). El primero resulta preva­ men cada vez más en actitudes sostenidas también por ne­
lentemente de la recta gestión del yo actual y el segundo, cesidades correspondientes. Pero integración no significa so­
del yo ideal. Cuando estoy en armonía conmigo mismo, ten­ breposición. La identidad no se tiene sólo cuando las dos
go confianza en mi continuidad; cuando tengo valores de estructuras se tocan, dando lugar a una actualización plena
referencia precisos, permitiendo que ellos me definan, tengo de los valores. Sería una pretensión absurda, fuente de ten­
solidaridad. sión perfeccionista hacia un ideal imposible de alcanzar8•

Lo contrario de la identidad es la carencia de estima La identidad se tiene ya en el momento del acercamien­


personal (que se manifiesta en la vergüenza), la carencia de to progresivo. Madurez no significa perfección sino perfecti­
confianza (que se manifiesta en la duda), la carencia de es­ bilidad en realizar progresivamente un yo-ideal-en-la-situa­
tabilidad (que se manifiesta en el vacío existencial). Sistema ción. La persona frustrada es aquella que experimenta una
realista de valores significa que el yo ideal debe ser «libre y división insuperable entre lo que es y lo que quisiera ser;
objetivo». Dos términos técnicos que indican dos condicio­ por lo que vive en un estado de ansiedad (más o menos
nes para la madurez de un proyecto: consciente) que puede pretender resolver intentando elimi­
nar una de las dos estructuras: por un lado, el soñador perti­
a. Los valores no deben buscarse para gratificar nece­ naz que huye del momento presente y se ilusiona de sí mis­
sidades conflictivas. La libertad, por tanto, se re­ mo; por el otro, el realista desencarnado que no sabe ir más
fiere a la modalidad de conseguirlos. Por ejemplo, allá del momento presente y desconfía de sí mismo (defini­
no son libres aquellos valores -soportados pero no remos con más precisión, en el apéndice sobre la estima, tal
elegidos- que para la persona representan el mero concepto y sus implicaciones).
residuo de una tradición; o bien, los valores que
son resultado de la represión, o sea como alterna­ a. Crisis y dispersión de identidad
tiva obligada (trabajar no sé, arar la tierra tampo­
co... ); tampoco esos valores que son sólo copias de Dado el concepto dinámico de identidad, se sigue que
lo que se ha aprendido de figuras de autoridad o la misma identidad incluye el elemento de crisis. Debe reor­
de los grupos sociales de pertenencia; ganizarse continuamente y está amenazada por errores en la
definición del yo ideal (problema de valores) o del yo actual
b. Los valores del sujeto deben estar en armonía con (problemas de conocimiento de sí); o por haber atrofiado
un sistema objetivo de valores (o sea no arbitra­ una de estas dos estructuras o por la incapacidad de inte­
rios). La objetividad se refiere, por tanto, a la cua­ grarlas (problemas de inconsistencia). La crisis de identidad
lidad de su consecución (cf. a este respecto c. 4, es, por tanto, normal y lo malo sería si no lo fuese: nos esta­
parte 1, pár. 6, La búsqueda de los valores). ríamos exonerando de la tarea de crecer. Lo que es menos
8 «El amor hace uno al amante con el amado, pero sólo entonces nues­
Lo que soy y lo que deseo llegar a ser: dos líneas que tra mente será «una» con Dios, cuando se oriente hacia El siempre en
deberían converger. Construir la identidad en términos de manera actual: lo que no es posible en esta vida» (Sto. Tomás, De caritate,
ed. Parma, 1856, a 10 ad 3m, 602). Lo mismo vale para la justicia; «Sólo
estructuras significa disminuir progresivamente la separación entonces habrá plena justicia, por tanto habrá plena santidad, cuando lo
entre yo ideal y yo actual, o -en términos de contenidos- ac- veamos como es» (S. Agustin, De pe,fectione justitiae hominis, CIV P.L. t.
44, col. 295).

142 143
Amada, Cenani y Alessandro Mmmli 1As ESTRUCTURAS DEL Yo

normal es la «dispersión de identidad». En cada estadio de valores y no según motivaciones hedonistas-utilita­


desarrollo, la persona tiene una particular definición de sí rias y según la presión del grupo lO.
que corresponde al desarrollo alcanzado hasta ese momento.
Por crisis de identidad entendemos una pérdida de corres­ La ausencia de estas capacidades refleja la carencia de
pondencia entre la propia definición hasta entonces alcanza­ integración de los estados del yo, la dificultad para com­
da y las exigencias de la realidad, por la que el individuo se prender a los demás en profundidad y la presencia de de­
siente desconfiado para redefinirse (aunque no lo debe ha­ fensas: características todas de la dispersión de identidad.
cer solamente en base a los dictados del ambiente). El con­
traste, por tanto, es entre el yo y la realidad que invita al yo b. Identidad y comportamiento
a renovarse. En cambio la dispersión de identidad es un
contraste entre estados internos del yo mutuamente contra­ Insistimos en el concepto de identidad por la importancia
dictorios y que la persona no consigue armonizar: es un pro- que reviste también en relación con el comportamiento. Noso­
blema de autogestión9. tros usamos constantemente la identidad como esquema de
referencia para nuestro actuar. Es la conclusión de R.C. Wylie
Frente a un comportamiento negativo con el ambiente después de haber demostrado estas tres afirmaciones:
(provocativo, furibundo, etc.) es necesario remontarse a la
experiencia subjetiva interna de la persona: si, no obstante l. Tendemos a percibir y aprender más rápidamente lo
este contraste, hay un sentido fundamental de continuidad que es consistente con nuestra identidad, y a distorsio­
del yo, hay sólo crisis de identidad. Según O. Kernberg se nar o descartar lo que está en contraste. Esto aun para
tiene dicha situación cuando, más allá del problema de la re­ el conocimiento de nuestras características: estamos in­
definición de sí, se encuentra la presencia de estos signos: clinados a ignorar los aspectos de nosotros mismos que
no confirman lo que pensamos ser; y esta tendencia
a) La capacidad de reflexionar críticamente sobre el salta aun frente a informaciones positivas que podrían
propio comportamiento y, si hay auto-engaño, ex­ corregir eventuales imágenes negativas de nuestro yo.
perimentar culpa y preocuparse de superarlo. (De esto hablaremos posteriormente a próposito de las
inconsistencias lógicas y, más adelante, en el capítulo
b) La capacidad de establecer relaciones interpersona­ sobre la percepción).
les que sean duraderas y no de explotación recí­
proca, junto con una valoración realista de tales 2. A mayor incertidumbre sobre la identidad de sí, más se
personas. sentirá vulnerable la persona, dado que se advertirá
continuamente expuesta a la posibilidad de recibir estí­
c) La presencia de un sistema de valores que se bus­ mulos inesperados que la pueden desconcertar. De
ca ampliar y profundizar (no importa si es en con­ aquí la tensión de frustación y el estilo defensivo en el
formidad o en contraste con una cultura prevalen­ comportamiento.
te), unido a la voluntad de actuar según tales
3. La valoración del otro está en relación directa con la
9 El término «identity diffusion» es traducido como difusión de identi­ valoración que hacemos de nosotros mismos. Freud
dad y otras veces como dispersión de identidad o, incluso, confusión de 10 O. Kernberg, Teoria della relazione oggettuale e clinica psicoanalitica, o.e.,
identidad. pp. 221-226.

144 145
Amada) Cendni y Alessandro Mmenti LAs ESTRUCTURAS DEL Yo

pensaba (con muchos de nosotros) que se podía amar situación interna y profunda de armonía entre las estructuras
al prójimo con solo apartar el investimiento libídico de del yo y los componentes correspondientes. Más en particu­
nosotros mismos, como si hubiese una relación inversa lar, se puede hablar de consistencia-inconsistencia a diversos
entre amor de sí y de los demás. Los neo freudianos y planos:
los «teóricos del sí mismo» sostienen, en cambio, que
la capacidad de amar a los demás depende del desarro­ 1. Psicológico-existencial:
llo de una imagen realista de sí. Si, en efecto, una per­ la relación de acuerdo y complementariedad que debería ve­
sona se percibe en forma realista como amable y ama­ rificarse entre los diversos niveles de vida psíquica. Ya he­
da, estará menos preocupada del rechazo de los demás mos hablado de ello a próposito de la ley de la totalidad,
y menos amenazada de la positividad de ellos; en cam­ que dirige toda expresión de vida humana para el bien del
bio, si se sobrevalora o se subvalora estará impulsada a todo. Totalidad por consiguiente, como consistencia o como
actuar en forma defensiva capturando aprobaciones o precondición de ella. En cambio habrá inconsistencia cuan­
replegándose en el rencor solitario11. do haya conflictividad entre los niveles y no suficiente inte­
gración de sus características y exigencias. Lo que agrada
4. Consistencias e inconsistencias contrasta con lo que ayuda; se quiere el fin, pero se recha­
zan los medios; se pretende un valor, pero se rechazan sus
El término consistencia reclama la idea de integridad, cláusulas y consecuencias. De ordinario es una inconsisten­
armonía, no contradicción. En general, en el uso corriente, cia consciente, en cuanto el sujeto advierte los términos del
se dice consistente un objeto en el que cada una de sus problema.
partes desarrolla su tarea y contribuye al bien del todo o
para un fin común. Tal concepto, por consiguiente, está uni­ 2. Lógico-mental:
do con la «verdad» de la cosa en cuestión y con su capaci­ es la relación de correspondencia, o al menos de no contra­
dad de conseguir el fin natural. Así, es consistente una casa dicción, entre dos conocimientos. En el caso contrario se tie­
que tiene cimientos profundos, paredes resistentes, techos a nen dos conocimientos opuestos entre sí. Contraste que se
prueba de inclemencias, cuyos elementos y estructuras estén siente más en la medida en que esos contenidos cognosciti­
unidos entre sí para garantizar al edificio solidez, y seguri­ vos se refieren a la imagen de sí. En el caso de contradic­
dad y refugio a quien ahí vive. En cambio, no es consisten­ ción -afirma Secord- brotará una tendencia a eliminar lo más
te una casa de fachada muy hermosa y confortable en el in­ posible el elemento cognoscitivo que contiene una valora­
terior, pero con cimientos poco profundos o construida con ción negativa del yo: ejemplo típico es ei individuo que mi­
material de escasa calidad que no asegura una suficiente es­ nimiza o racionaliza un infortunio; actuando así, pone resis­
tabilidad al conjunto, y aun ofreciendo algún confort a quien tencia a aceptar valoraciones negativas que se refieren al
ahí vive, no está en grado de garantizarle el fin principal concepto de sí.
para el que desde siempre el hombre construye una casa, la
seguridad material y física. Pero, junto a esta tendencia hay otra hacia la estabilidad
de nuestra imagen. Según Smith, cada uno de nosotros tie­
Aplicando el concepto a la conformación intrapsíquica ne un «concepto de sí» más estable y central que las «per­
del ser humano, podemos definir la consistencia como una cepciones de sí», que son más transitorias y están originadas
11 R.C. Wylie, Tite present status o/ self tlzeory, en E.F. Borgatta W.W. en la relación ocasional con el ambiente: normalmente, en
Lambert, A /zandbool: o/ personalify theory and researclz, o.e., pp. 750-752.

146 147
Amadm Cencini y Alessandro Manenti LAs ESTRUCTURAS DEL Yo

caso de conflicto prevalecerá el concepto de sí, aun a costa a. Definición


de distorsionar la percepción y rechazar la eventual informa­
ción positiva. Si, por ejemplo, deseo ser inteligente, pero me Un individuo es consistente cuando está motivado en su
creo tonto (concepto de sí), tenderé a rechazar todas las ma­ actuación, a nivel consciente o inconsciente, por necesidades
nifestaciones de inteligencia (percepciones de sí) como erro­ que están de acuerdo con los valores; en cambio, es incon­
res de valoración o cumplidos no sinceros. Podrá incluso darse sistente cuando está motivado por necesidades (inconscien­
una competencia entre la tendencia a la estabilidad y la ten­ tes) que no están de acuerdo con los valores. Como se ve, el
dencia a pensar bien de sí. Rosenberg sostiene, en fin, que elemento central está constituido por la relación necesida­
cuando se introducen informaciones negativas en un sistema des-valores; también las actitudes intervienen en la determi­
de autoconocimiento substancialmente positivo, serán acepta­ nación de la consistencia-inconsistencia, pero en forma su­
da en la medida en que no sean consideradas importantes bordinada a esta relación. Lógicamente, desde el punto de
para la estima de sí y no afecten al sistema central 1 2. vista operativo y de la constatación diagnóstica, será más im­
portante observar precisamente la posición de las actitudes
3. lntraps{quica-estructural: en relación con las necesidades y los valores.
se refiere a la relación existente entre los componentes
constitutivos del yo, o sea entre yo actual y yo ideal; y con­ La persona consistente -en el área en que es tal- está ar­
siguientemente entre los contenidos del yo necesidades-acti­ mónicamente integrada, porque los componentes de su yo, y
tudes-valores. Son, pues, tomados en consideración explícita en consecuencia sus estructuras, son puestos en movimiento
también los componentes inconscientes y los motivacionales. por la misma fuerza motivante y están orientados hacia un
Nos parece que esta tercera perspectiva puede resumir ade­ mismo objetivo, interactuando constructivamente entre sí.
cuadamente las primeras dos, puesto que toda consistencia­ Lo contrario sucede al individuo inconsistente: vive en un
inconsistencia a nivel existencial y lógico está destinada a estado de desacuerdo interno, no es dueño de la propia
reflejarse en el estructural (si no es que francamente deriva vida, porque una motivación que no conoce desmiente y
de él). Ya sea la elección implícita o explícita del nivel de contradice su proclamación de valores; por lo tanto, sus es­
vida, o bien la formación de los propios juicios, especial­ tructuras y contenidos están en relación conflictiva entre sí y
mente en referencia al yo, tienen que ver con los equilibrios provocan un conflicto del que el individuo advertirá sus
entre el yo actual y yo ideal y con la relación entre elección consecuencias sin advertir su origen.
de un valor e impulso de las necesidades.
En el primer caso tenemos un individuo que asume, en
Concentremos entonces nuestra atención en el análisis un proyecto de vida libremente eligido, las fuerzas dinámi­
de las consistencias-inconsistencias estructurales y, más en cas de la propia personalidad y puede tender con eficacia y
particular, en tres elementos: la relación necesidades-actitu­ constancia hacia la realización de tal proyecto. En el caso
des-valores; la motivación que impulsa al sujeto; el nivel de del inconsistente habrá menos libertad en la definición y en
conciencia. la ejecución del proyecto, porque está presente una fuerza
inconsistente que condiciona sus opciones y limita sus capa­
1 2 Cf. R.P. Abelson y coll., TheorieJ· of cognitive consistency: a sourcebook,
Rand McNally and Company, Chicago 1 968; cap. 25: Consistency theory cidades efectivas de realizarlas.
and self-referent behavior (P.F. Secord), pp. 349-354; cap. 27: The self
and cognitive consistency (M.B. Smith), pp. 366-372;cap. 29 : Discussion:
the concept of self (M.J. Rosenberg), pp. 384-389.

148 149
Amada, Cnuini y Alessandro Mmenti
-----·�------------ LAs EsrRUCTURAS DEL Yo

En fin, el individuo consistente vive en una situación de ó. Naturaleza de las inconsistencias


transparencia interna y externa: lo que afirma ser el objetivo
de su actuar es realmente la fuerza que lo impulsa a hacerlo, El contraste provocado por las. inconsistencias, no nece­
capta su validez intrínseca (valor), se siente cautivado por él sariamente involucra todos los componentes estructurales
(necesidades), lo quiere y se empeña concretamente por _re­ del yo; lo puede hacer, pero raramente. De ordinario no se
alizarlo (actitudes). Es una persona «verdadera» y, precisa­ trata de todo contra todo. Por ejemplo, puede haber cohe­
mente por esto, puede conseguir los fines que se propone. rencia entre ideales profesados y comportamiento práctico
Al contrario del inconsistente, que en lo que hace, además (por tanto consistencia entre ideal personal y yo manifiesto),
de las «oficiales», tiene segundas intenciones aun sin saber­ pero la persona puede tener dificultad en sentir en profun­
lo, y normalmente no consigue realizar ni las primeras ni las didad ese comportamiento a causa de necesidades subcon­
segundas. sientes inaceptables. O también, el contraste puede ser al
interno del solo yo ideal (buen conocimiento de sí, pero ca­
Para ser más precisos, en lugar de contraponer persona rencia o irrealismo de los ideales que atraen); o también sólo
consistente a persona inconsistente, se debe hablar de áreas en el yo actual (valor claro, pero mal conocimiento de sí).
consistentes e inconsistentes al interno de la misma persona. Ejemplos para darnos cuenta que pueden coexistir las con­
El concepto, por tanto, más que al yo se aplica a sus conte­ sistencias-inconsistencias. Por consiguiente, según de cuáles
nidos y estructuras. componentes estructurales implicados en la inconsistencia se
trate, así se tendrán diversos «tipos» de inconsistencia.
Las inconsistencias de las que se habla en este libro son Mientras que según los contenidos implicados en la incon­
las normales (o sea comunes) dificultades del hombre normal sistencia, tendremos diversas «áreas» de inconsistencia, cada
para vivir según los valores profesados. No hablamos, por una especificada por la relación entre necesidad y valor co­
tanto, de las inconsistencias psicopatológicas de las que se rrespondiente. Por ejemplo, un individuo puede ser consis­
interesa la psiquiatría: alucinaciones, delirios, fobias... Por tente en el área de la autonomía, pero no en la del éxito.
otra parte, hablamos sólo de las inconsistencias vocacionales;
o sea sólo de esas dificultades normales vinculadas con la Es posible ver en cada uno si prevalecen las consistencias
prosecución de los valores. Finalmente, hablamos de las in­ o las inconsistencias. El índice de madurez resultará precisa­
consistencias sobre todo subconscientes, que no son fruto, por mente de esta relación entre zonas fuertes y zonas débiles.
tanto, de la deliberación del hombre: el hombre puede sen­ Pero afirmar que algunas partes son inconsistentes y otras no,
tirse bloqueado en el crecimiento humano y espiritual sin no significa afirmar que entre ellas haya incomunicabilidad. En
que por su parte haya mala voluntad; más aún, no obstante efecto, como veremos, las inconsistencias van minando progre­
su buena voluntad y su recta intención. Aun en la persona sivamente las consistencias y con el tiempo pueden llegar a
que ha elegido un ideal de vida, quedan dificultades para ser cada vez más centrales. Quizás valga la pena recordar que
vivir según ese ideal. El elemento de valoración _moral �n­ nadie es perfectamente consistente, como probablemente no
trará si acaso en el valorar cómo el hombre maneJa esas in­ exista persona totalmente inconsistente. Las inconsistencias
consistencias que -aunque subconscientes- advierte instinti­ son una parte del hombre, no todo el hombre. Cada uno de
vamente o de las que constata en alguna forma sus efectos. nosotros tiene una zona libre, fuerte, en ésta puede apoyarse
para descubrir las propias inconsistencias, limitar su efecto pa­
ralizante e impedir la formación de otras.

150 151
Psioologfa... l 1
Amadm Omini y AJessandro M-menti Ú.S ESTRUCTURAS DEL Yo

En segundo lugar, la inconsistencia puede ser más o tencia entre lo que hace (disponibilidad en el yo manifiesto) y lo
_ _
menos reconocida por el sujeto. Entonces, según el grado de que siente sin reconocerlo (necesidad de autonomía en el yo la­
conocimiento, se tendrán diversos niveles de inconsistencia. Al tente): por consiguiente, inconsistencia entre el yo manifiesto y el
yo latente.
interno de la misma persona puede haber varias inconsisten­
cias, cada una de las cuales puede situarse a diverso nivel: Puesto que el yo es holístico y estructural, las tres característi­
veo mi contradicción (inconsistencia consciente), pero no cas (disponibilidad a los demás - crítica a la autoridad • individua­
veo el por qué1 (inconsistencia inconsciente). Evidentemen­ lismo) son aspectos del único y mismo yo y se iluminan y explican
te, en la medida en que las inconsistencias sean más nume­ entre sí. Una posible explicación es ésta: el «ponerse de punta»
rosas y subconscientes, _el yo será más vulnerable. c?n lo que la autoridad dice es un medio para afirmar subcons­
c1entemente - con estilo de oposición y negatividad - la propia au­
En tercer lugar, no todas las inconsistencias tienen la to �omía, y la �isponibilidad a los demás está subordinada a la pre­
misma importancia para la estabilidad y la perseverancia del misa subconsciente de poder manejarse en forma autónoma. Una
yo. En el cuadro dinámico general de una persona, la agresi­ persona, en fin, que debe afirmarse a sí misma, actuando cautelo­
samente con quien la puede encajonar y descuidándose con quien
vidad puede causar más problemas que el exhibicionismo
la dej_a libre. Disponible,
_ pero en el cuadro de un proyecw sub­
(= es más agresiva que exhibicionista); mientras que para su consciente de aucogest16n. Este problema no representa todo lo
gemelo puede ser al contrario. Por tanto, según el significado que �s esa persona: tal vez las otras áreas del yo actual e ideal son
funcional que una inconsistencia tenga en el cuadro general consistentes, o sea que sabe orientar bien las otras necesidades y
de la persona, se tendrán diversos grados de centralidad de las valores.
inconsistencias.
Caso B: Otro tipo de inconsistencia puede ser entre el ideal
Tipos, niveles, número, grado de centralidad de las in­ personal y el yo )atente. Un individuo que elige el ideal sacerdotal
consistencias: nociones un poco áridas, pero que los siguien­ en nombre de los valores de Cristo (consistencia), mas también
tes casos hipotéticos nos ayudarán a comprender: para compensar una necesidad subconsciente de humillación. No
sabe -aunque a veces lo sienta- que tiene la tendencia a conside­
Caso A: supongamos que un hombre tenga claros los valores rarse poca cosa: un vago sentimiento de no valer... Puesto que el
personales y se comporte también según sus ideales (- consisten, yo es holístico, esa necesidad ejerce también su influjo en la elec­
cia entre ideal personal y yo manifiesto). Pero si le preguntamos ción de la vocación (influjo tanto mayor cuanto más inconsciente
acerca del ideal institucional nacen dudas: él mismo refiere con es esa necesidad), con la consecuencia de que el ideal sirve para
desagrado, dado que inútilmente ha logrado remediarlo, que cada curar su sentido de inferioridad. Esta persona usará en tal sentido
vez que la autoridad habla, él se dedica a criticar y a re-interpretar y con esta sutil esperanza (concepto de rol) las varias exigencias
las cosas, descubriendo el «verdadero» (según él) sentido escondí� del rol. Bastará con ponerle un alba y de inmediato se sentirá due­
do de lo que la autoridad pretendía decir: lo que deja a sus com­ ño de la situación, o con ponerle a la mano una liturgia de las ho­
pañeros perplejos y espantados (• inconsistencia consciente entre ras y de inmediato se soñará ser el nuevo cura de Ars. Tal vez las
concepto y exigencias de rol). otras áreas están (momentáneamente) exentas de contradicción:
«es bueno», «s� _hace amar de los demás», «ama la liturgia», «es
A través de una investigación más profunda brota que dicha un hombre espmtual», «sabe guiar la asamblea» ... pero lo que él
persona tiende a ser individualista; se empeña en sostener la pro­ (y con frec�encia incluso los superiores) no ve es que su ideal es­
conde una mcorrecta valoración de sí que tarde o temprano saldrá
pia autonomía y ¡ay de quien se la toca!: «Es bueno, pero hay que
fuera, amenazando la vivencia de ese ideal.
dejarlo solo», dicen sus compañeros. Un individualismo que, sin
embargo, él se rehúsa a toda costa admitir. Aquí hay una inconsis-

152 153
A.,nod«, Cencini y Alessandro Manenli U.S ESTRUCTURAS DEL Yo

Dos personas tienen el mismo problemas de masturbación, Generalizando, podemos decir que existen cuatro gran­
pero lo viven en forma diferente: des clases de problemas que un buen agente de pastoral de­
bería saber distinguir:
Caso C: Así lo describe: «Advierto que estos hechos me mo­
lestan. No es que pretenda verme inmaculado, pero no estoy en 1. Problemas de psicopatología manifiesta.
consonancia con mis opciones,. (• masturbarme no sirve). «Luego,
cuando sucede, me quedo con un cierto sentido de vacío y turba­ 2. Problemas de desarrollo, o sea las crisis inevitablemen­
ción» (• no me agrada masturbarme). «He procurado remediarlo, te asociadas a las varias fases de la edad del desarrollo.
comprender, nada me queda por hacer: por eso estoy aquí; porque
busco entender qué me está sucediendo» (- quisiera hacer algo).
El problema es ego-distónico. 3. Problemas espirituales, que se refieren, por tanto, sólo
al área de los valores, por ejemplo las dudas de fe, de
Caso D: también él ve el problema, pero en el modo de ex• moral...
presarlo se transparenta un cierto apego al mismo: «Sé que me
equivoco, pero debe comprender: los instintos son fuertes y de 4. Problemas de inconsistencias vocacionales, las tratadas
otra forma uno explota, viene el dolor de cabeza y luego ya no se en este libro: las dificultades comunes para integrar la
puede hacer nada» (- masturbarme sirve). «Por otro lado, es nece• energía de las necesidades y los valores, que de ordina­
sario no dramatizar, sino buscar una razón» (- masturbarme puede rio no se ven a primera vista, haciendo aparecer a la
incluso darme placer). «Y a veces pienso que cada quien tiene sus persona como «normal».
propios defectos y éste es el mfo,. (- no puedo hacer nada). El
problema es ego-sintónico.
Tratándose de problemas diversos, también será diverso
Evidentemente el problema tendrá resultados diferentes en el tipo de ayuda dado por el sacerdote. No son de su com­
los dos casos. petencia los problemas de psicopatología manifiesta, que de­
berá orientar al psiquiatra o al neurólogo. Los problemas de
Ejemplos de inconsistencias varias: crítica a los supe­ desarrollo le interesan en la medida en que se vinculan a la
riores, falso sentido de autonomía, ideal compensatorio, mas­ formación de un proyecto de vida en ·el muchacho: son bas­
turbación. . tantes fáciles de identificar (a menos que escondan otros
problemas) y el sacerdote los tratará presentándose como
c. Tipos de inconsistencias consejero y amigo. Pero al sacerdote -formador de concien­
cias- interesan sobre todo los últimos dos tipos de proble­
No entramos en la compleja discusión acerca de cuántos mas. Frente a los sólo espirituales se presenta como maestro
y qué tipos de inconsistencias. Sólo nos interesa comprender que clarifica y enseña el modo correcto de ser y actuar. En
que según los componentes del yo que estén implicados, se cambio, si se trata de problemas de inconsistencias vocacio­
tienen diversos tipos de inconsistencia. En nuestros casos nales se presenta como educador preocupado por desarrollar
mencionados, inconsistencia entre exigencias y concepto de virtudes y disposiciones maduras, y esto no lo puede hacer
rol y entre yo manifiesto y yo latente (caso A); inconsisten­ sólo proclamándolo, sino predisponiendo a la persona a aco­
cia entre ideal personal y yo latente (caso B); inconsistencia ger ese mensaje proclamado: una ayuda que, si queremos,
al interno de una necesidad (casos C y D); y el lector atento es también psicológica, pero que no podemos pedir al psicó­
habrá descubierto otras inconsistencias... logo profesionista; también esto es propio del sacerdote (o al

154 155
Amadw Cmdni y Alessandro Manenti /.As ESTRUCTURAS DEL Yo

menos de quien tiene las dotes y la preparación para ser que muchas dificultades espirituales son en realidad expre­
educador). Y no se trata de higiene mental, sino de ayudar a sión de inconsistencias vocacionales subconscientes: no es
la persona a entregarse «toda» cuando se decide por un cuestión de valores sino de dificultad para armonizarlos con
ideal de vida. las necesidades. Y estos casos no son la excepción sino la re­
gla: los elementos sensibles y los espirituales del hombre es­
d. Niveles de inconsistencias tán entretejidos en forma intrincada. No comprender esto es
perder enormidad de tiempo sin que la persona progrese
Mientras que el tipo de inconsistencias se refiere a los significativamente, para concluir -a fin de salvar la estima de
elementos específicos del yo implicados en el conflicto, el nosotros mismos- que esa persona es poco generosa en rela­
nivel se refiere al grado de conocimiento del conflicto. Vol­ ción con Dios. Sin comprender la verdadera naturaleza de
viendo a nuestros casos arriba mencionados: el problema de los problemas, la intervención educativa puede incluso agra­
la crítica a la autoridad es consciente (A lo refiere franca­ var los problemas mismos; si la rebeldía es una defensa con­
mente con desagrado y con el próposito de remediarlo); el tra la humillación subconsciente, la clásica amonestación so­
problema de la autonomía es subconsciente (A no lo ve en bre el orgullo no consigue otra cosa que aumentar el
ninguna forma), como también el problema del ideal com­ problema de la rebeldía: no se ha entendido que la persona
pensatorio (B interpreta las actitudes pseudolitúrgicas como es rebelde porque se siente poco buena, y mientras más se
signo de llamada vocacional); el problema sexual es cons­ le diga que no es buena, más se hará rebelde; la interven­
ciente, aunque para C es ego-distónico y para D ego-sintó­ ción adecuada debería ser exactamente al contrario: aumen­
nico. tar en esa persona la estima de sí misma.

Se puede, pues, tener una jerarquía de inconsistencias: Por la misma organización jerárquica, una consistencia
desde el nivel consciente al inconsciente, pasando por el puede esconder una inconsistencia. En este caso hablamos
preconsciente. Una dificultad esconde otra. En el caso A, el de consistencias defensivas o sólo aparentes, pero que en
problema de autoridad esconde el de autonomía y deriva de realidad tienen finalidades defensivas.
este último: esa persona no es rebelde, pero es individualis­
ta y, como consecuencia, tiene que ser rebelde. El caso B es aparentemente consistente en el área de valo­
res que, sin embargo, le sirven para una función defensiva del
En el caso B la posición incorrecta respecto a la voca­ yo; por tanto, como tapón de un problema no resuelto, que
ción esconde el verdadero problema de la no definición de• tarde o temprano se volverá a hacer sentir. Es evidente que
sí, por lo que el yo ideal puede ser, al menos en parte, com- . , una consistencia defensiva es equivalente a una inconsistencia.
pensación del yo latente.
De aquí, entonces, la importancia de una labor formativa
Volviendo a los cuatro tipos de problemas, se compren­ de prevención: no es oro todo Jo que brilla. Hay que dis­
de entonces que el 4to. caso puede estar debajo de los pro­ cernir desde el principio las fuentes de dificultades que la
blemas espirituales y de desarrollo. No se necesita persona encontrará más adelante en su compromiso de vida;
para comprender que el verdadero problema de la persona, individuarlas antes todavía de que se organicen y se convier­
escrupulosa no es el discernimiento moral, sino su patología. tan luego en irreversibles. Y esto hoy se puede hacer con un
Pero el sacerdote educador debería también comprender. alto grado de garantía.

156 157
Amotúo Cendm y Altssandro Mmmti Ú.S ESTRUCTURAS DEL Yo

Si en el fondo hay un problema subconsciente, no nos po- 2. Es importante para la estima de sí, o sea en relación
demos ilusionar que se pueda resolver con los puros medios con ese aspecto la persona tiene un afecto positivo,
ascéticos: oración, propósitos, experiencias... La gracia -de. aunque el mismo sea un impedimento para el creci­
ordinario- no remedia los límites de la naturaleza en forma miento ( «mientras más domino la situación y me hago
extraordinaria. Dios quiere la cooperación del hombre. La respetar, más soy alguien que vale»). Es el prevalecer
acción de la gracia no necesariamente toca la libertad del indiscutible del deseo emotivo. Es precisamente este
hombre, por cuanto se refiere a las limitaciones subconscientes vínculo con la estima de sí el que da fuerza y urgencia
para vivir según los ideales trascendentes que se propone. No a un atributo del yo. Cuando está implicado el éxito o
hace superar las limitaciones naturales subconscientes, aun­ no de mi yo, una necesidad, una actitud, un valor o un
que éstas limiten la capacidad de vivir los valores trascen­ comportamiento se cargan de energía. Por la belleza fí­
dentes. Dios, en su infinita omnipotencia, lo podría hacer, sica acepto someterme a cuidados estéticos extenuan­
pero de ordinario no lo hace 13. tes; por la carrera me someto a agotamientos imposi­
bles que, sin embargo, no soporto realizar en relación
e. Grado de centralidad de las inconsistencias con mis hijos; para hacer ver que soy «alguien que pue­
de», soporto filas interminables en la carretera para llegar
El caso C podría prescindir de la masturbación, pero el en días de aglomeración a la localidad de moda, a donde
caso B no puede renunciar al uso defensivo de la liturgia o, no soñaña ir cuando no hay nadie. Pensándolo bien es
de lo contrario, se vería descubierto en la propia fragilidad. absurdo, pero en todo esto encuentra gusto la persona.

Como se ve por nuestros cuatro casos, el grado de impli­ También vale lo contrario: actividades y privaciones que
cación del yo es diverso: desagrado, ignorancia, padecimien­ van contra la estima de sí, son difíciles de sostener. Se tiene
to, autocomplacencia. Son tres los criterios para captar la di­ la sensación de «comportarse como necios». La dificultad
versa centralidad de una inconsistencía 14: para renunciar -con el dolor de resquebrajarse la estima de
.. sf- vuelve problemática la perseverancia en esos valores vin­
1. Es un aspecto sentido como medio necesario para obte­ .· . culados con atributos irrenunciables del yo: se acepta el va­
ner fines personales. Así, la agresividad es central si su lor hasta cierto punto. Si renunciar a la dependencia afectiva
renuncia comporta para la persona un menor gusto por el comporta una pérdida de auto-estima, vivir la soledad resul­
ideal mismo, que decae a sus ojos y pierde fuerza de tará frustante; si tengo necesidad de apoyarme en el exhibi­
atracción. Es la situación de quien está bien con los de­ cionismo o la autonomía, la disponibilidad y la renuncia
más (fin personal) sólo cuando hay enfrentamiento de por quedarán expuestas a fallas. Cuantas veces esté ligada la
medio (aspecto central). Para el caso D la masturbación auto-estima a un determinado valor y al mismo tiempo a una
es una inconsistencia central, puesto que es sentida como necesidad opuesta, ahí brotará una situación de conflicto.
importante para continuar trabajando, a diferencia del
caso C que la siente como dispersiva e inútil. · 3. La persona es incapaz de adoptar mecanismos protec­
13 Sobre este punto, cf. L. Rulla, //,e discernment o/ spirits and d,ristian tores de auto-control contra el influjo de un atributo
antl,ropology, en «Gregoranium», 59(1978), pp. 537-569. del yo, aunque sea experimentando en forma negativa:
14 L. Rulla, Psicologla, Las personas, o.e.; y del mismo autor y coll., S1rt1t­ «una atracción inaceptable persiste como centro de la
hlra psico/ogica, o.e., pp. 30-33. Intenta encontrar estos criterios en los ca­
sos C y D.

158 159
AmaJgJ Cencini y AJessandro M.inenti Ú..S ESTRUCTURAS DEL lb

atención» 15. En lugar de resolver el problema, buscará Es el verdadero secreto de cualquier camino formativo:
justificarlo recurriendo a los mecanismos de defensa. no sólo proponer valores y sugerir actitudes, sino ayudar a
compaginar necesidades y valores.
El mismo problema en diferentes personas puede tener
una funcionalidad diversa y, por lo mismo, diverso será el 5. Las aportaciones de las teorías
resultado. El educador, antes todavía de tratar un problema,
deberá ver cómo lo afronta el interesado. Si sus mecanismos Nuestra afirmación de que son dos las estructuras del
de control son adecuados, tendremos una inconsistencia con yo, es el resultado de la integración de varias teorías psicoló­
menor contraste interno y menor dificultad en la realización gicas, cada una de las cuales ha estudiado esta o aquella es­
de los valores. tructura, a veces aun en menoscabo de la otra. Hemos in­
tentado tomar sus aportaciones sin absolutizarlas, sino
Es interesante notar que los mismos criterios funcionan viéndolas como una explicación parcial del hombre, a inte­
para el concepto de consistencia central. Por consiguiente, si grar en un cuadro antropológico más respetuoso de la reali­
una necesidad responde a estas tres características habrá una dad;
consistencia central en dicha área. Tomemos, por ejemplo, ·
la necesidad de dar ayuda a los demás dentro de un contex­ Abstrayendo de las posiciones específicas de cada autor,
to valorativo de caridad. Si el individuo lo siente como un en la reciente historia de la psicología podemos identificar al
aspecto importante para la consecución del objetivo (la. menos dos corrientes de pensamiento. Una subraya más el
condición), si ha aprendido a estimarse por esta energía po­ yo actual y la otra el yo ideal: la primera es de carácter más
sitiva que posee, advertirá una atracción hacia el mismo (Za. instintivo y la segunda, más espiritualista 16.
condición); si, finalmente, sabe armonizar tal necesidad con­
sonante (con los valores) con las otras necesidades consonan­ La corriente instintiva aparece en la escuela freudiano­
tes y con la situación externa (aun el dar ayuda requiere de psicoanalítica, donde la realidad original y fundamental del
cierto control, de otra manera se vuelve invadente y el otro psiquismo son los instintos, y el yo ideal queda reducido a
no crece) entonces se respetará la 3a. condición y habrá una sublimaciones instintivas 17 . Los instintos, radicados en la
consistencia central unida a la necesidad de dar ayuda, en naturaleza biológica del hombre, deberían, por tanto, tener
tal forma que la persona se haga armónicamente integrada vía libre, pero el super-yo -conciencia «derivada» de la auto­
en dicha área y capaz de tender eficazmente hacia sus obje­ ridad paterna y social- interviene severamente para reprimir­
tivos: el valor procesado está sostenido por una necesidad los cuantas veces estuviesen en contraste con esta autoridad,
que está en armonía con el mismo. Puesto que la emoción para evitar el eventual castigo y angustia a ella unidos. La
da a la conciencia intencional su movimiento, su energía, su 1 6 Para un detenido estudio comparado de las diversas teorías, cf. S.
fuerza, el valor soscenido por una emoción correspondiente Maddi, Personality Theories. A compara/roe analysis, o.e. O también D.
será más estable e influirá más en el psiquismo del indivi­ Wyss, Storia della psicologia del profondo, vol 2, Cittá Nuova, Roma 1979-
duo; y será más eficaz y convincente en su testimonio res­ 1980.
pecto a los valores no sostenidos por las emociones o de pla­ 1 7 La sublimación, concepto típicamente freudiano, es ese mecanismo
no en contraste con ellas. defensivo mediante el cual impulsos inaceptables son canalizados hacia
metas superiores social y personalmente aceptables. Es una especie de
•disfraz» del instinto original que encuentra así una «satisfaci6n sustituti­
va».(Cf. S. Freud, Carattere ed erotismo anafe, en «Opere», o.e., V, pp. 40 1 -
15 L. Rulla, Psicologfa, Las personas, o.e. 406) De esto hablaremos con detenimiento más adelante.

160 161
Amada, Ondni y Akssandro Mmmti 1As ESTRUCTURAS DEL Yo

represión es vista así como una especie de agresión a los paranoica, histérica, narcisista...), que no son enfer­
propios instintos y -como tal - es la raíz de la patología. Pa­ medades mentales, pero quitan al hombre un poco
tología y normalidad, por consiguiente, se convierten en las de su libertad2 1. Por otra parte, pueden coexistir di­
dos únicas categorías dentro de las cuales podemos clasificar versos aspectos y zonas del yo más o mene,s norma­
a todo hombre, según la mayor o la menor invasión del me­ les. Así también, no parece del todo exacto clasificar
canismo represivo. Como se ve, en ésta perspectiva el ser hu­ la conducta moral en términos rígidos: hay situacio­
mano está definido más por el yo actual que por el yo ideal. nes en que la responsabilidad es poca, y no sólo en
el caso extremo de una evidente patología, sino tam­
La corriente espiritualista cuenta entre sus exponentes bién cuando el hombre no está de hecho plenamen­
de mayor relieve a Frankl, Daim, Caruso, y sostiene exacta­ te consciente del móvil de sus acciones. El incons­
mente lo contrario. El hombre es ante todo espíritu, espíritu ciente -como hemos visto- es componente habitual
inconsciente que debería volverse consciente impregnando de nuestro psiquismo y realidad que influye en el
toda expresión humana y dominando los instin.:os, parte me­ comportamiento.
nos noble y que arrastra hacia lo bajo 18 . Ceder al instinto
querría decir reprimir el espíritu y cometer una acción equi­ Las dos corrientes son monistas: aunque identificado
vocada y, a la postre, neurótica. Caruso, el fundador de la en fuentes diversas, el principio que motiva la con­
«psicología personalista del profundo», sostiene que la neu­ ducta es uno solo: o los instintos o los valores, y se
rosis es como una fijación en algo relativo, que puede resol­ excluye la coexistencia de motivaciones varias que
verse sólo cuando la tendencia al Absoluto encuentra un ob­ provengan también de fuentes ene:-géticas diversas.
jeto realmente Absoluto 19• La convicción implícita de estos La consecuencia es una rigidez inaceptable al definir
autores es que el hombre prácticamente siempre es libre de los confines de la libertad, responsabilidad, patología.
elegir entre virtud y pecado20. En todo caso, es el yo ideal Según las investigaciones más recientes de la psico­
-mucho más que el yo actual- el que da al hombre una pre­ logía profunda, es posible identificar tres (y no dos)
cisa identidad. dimensiones:

Tomadas separadamente las dos corrientes no pueden I dimensión: libertad plena, cuando el hombre es cons­
formular una comprensión exhaustiva de la complejidad del ciente de sus acciones y sus motivaciones;
hombre, dado que las categorías propuestas por ellos presen­
tan al menos estos límites: 11 dimensión: libertad relativa, cuando no es suficiente
esta conciencia;
Señalan extremos del actuar humano, sin tomar en
consideración la posibilidad de situaciones interme­ 111 dimensión: ausencia de libertad, cuando esta conciencia
dias. Entre patología y normalidad, por ejemplo, la está ausente por el influjo de fuerzas inconscientes in­
línea de separación no es tan rígida: puede haber los controlables 2t.
llamados «desórdenes de la personalidad» (tendencia 2 1 N. Cameron, Persona/ity dl!Velopment and psyclzopat/10/ogy. A dynamic ap­
18 V. Frankl, Logoterapia, o.e., pp. 33-38. proaclz, Mifflin Company, Boston 1963, pp. 636-678.

19 I.A. Caruso, Psicanalisi, o.e. 22 L.M. Rulla, Discemimento degli spiriti e antropologia cristiana, en «Re­
cherches Ignatiennes», 5( 1 978), pp. 1-39; id., Tlze discerment o/ spirits and
20 D. Wyss, Storia della Psicologia, Vol. I, o.e., pp. 356-363. clzristian antlzropology, en «Gregorianum», 59( 1978),pp. 537-569.

162 163
Amada, Cencini y Alessandro M.maúi /.AS ESTRUCTURAS DEL Yo

Por la presencia de esta II dimensión, todas las catego­ Este modo de proceder no es un método arbitrariamente
rías filosóficas -morales- psicopatológicas se presentan más ecléctico: reunir de diferentes teorías de la personalidad ele­
matizadas: no es posible, pues, hablar de o/o (aut/aut}, sino mentos interesantes, simplemente porque parecen interesan­
de diversos grados de libertad, de conocimiento no delibera­ tes, presumiendo de poder reconciliar autores, precisamente
do, de inconsistencias no patológicas. Respecto a la I dimen­ en los aspectos en que entre sí están en desacuerdo. Se tra­
sión se realiza un proceso de reducción del ser-actuar del ta más bien de un método que podríamos definir genético y
hombre, pero no debido a elementos patológicos (III dimen­ global. Este, en efecto, busca por una parte indagar acerca
sión), sino a ese proceso de lenta sedimentación del incons­ del nacimiento y desarrollo del actuar humano; utilizando,
ciente que ya hemos visto23. Se puede hablar de la catego- · '· por otro lado, una perspectiva pluridimensional que consien­
ría pecado/virtud en la I dimensión, pero no en la 11. ta ver al hombre en su integridad. Y aquí pueden ser valio­
sas las aportaciones de las diversas teorías. El objetivo que
La II dimensión se encuentra en una posición interme­ perseguimos es proponer una visión del hombre que tenga
dia y de equidistancia de las otras dos y, por lo mismo, se en cuenta en forma adecuada todos sus elementos intrapsí­
debe hablar aquí de «diversos grados de... ». quicos y dé razón de su complejidad: una visión antropológi­
ca integral. Y el problema de la integración no consiste sólo
Finalmente, las dos corrientes parecen ignorarse recí­ en analizar «cuál» sea la motivación del comportamiento,
procamente absolutizándose cada una. Por ejemplo, sino en estudiar «cómo» las diversas motivaciones interac­
la teoría psicoanalítica no da la importancia que se túan entre sí, y además en identificar la relación entre con­
merece a la realidad del espíritu, como si fuese un tenido y proceso motivacional. Para tal objetivo la tesis de
subproducto psíquico, terminando prácticamente por un único proceso motivacional no parece adecuada. Para
ignorar la posibilidad de una responsabilidad moral, considerar esta red compleja de relaciones entre contenidos
si todo es fruto de dinamismos escondidos e incon­ y funciones, la teoría más convincente parece ser la del yo
trolables. Tampoco parece correcto, del lado espiri­ considerado en la totalidad de sus estructuras y contenidos.
tualista, identificar pecado y neurosis, dos realidades
completamente diversas. No ignorarse significa, en­ Sostener dos estructuras constitutivas del yo significa ela­
tonces, afirmar que el yo no siempre expresa lo me­ borar una antropología que se separa de las propuestas por las
jor de sí mismo cuando se organiza mediante funcio­ dos corrientes precedentes. En base a esas dos estructuras se
nes utilitarias o defensivas; o que puede expresar puede decir que el hombre vive ,<contemporáneamente» en
algo de sí que no es consciente, pero esto no anula dos mundos: el mundo de los valores y el mundo de la si­
la existencia específica y autónoma del yo ideal. De­ tuación actual. El mundo de los valores habla de espíritu,
tenerse en una u otra de las dos estructuras no es trascendencia, inmortalidad, lo absoluto. El mundo de la si­
suficiente para explicar la normalidad ni la patología, tuación actual habla de materia, necesidad, lo relativo. La
dado que estos conceptos no se definen sólo como realidad hombre -ser abierto a lo absoluto pero limitado por
funcionamiento/no funcionamiento de las dos estruc­ lo relativo- se convierte entonces en una paradoja: hetero­
turas, sino también como armonía/no armonía entre centrado y al mismo tiempo auto-centrado.
ellas: normalidad y patología son conceptos que se
basan en una relación dinámica entre las estructuras. Estudiar al hombre significa, por consiguiente, afrontar
23 Es precisamente a esta II dimensión a la que parece aludir S. Pablo en esta paradoja típicamente humana para ver cómo el hombre
el texto de Gal 5, 16-17. Cf. L. Rulla, «Gregorianum», o.e., pp. 556-562.

164 165
AmadaJ Cencini y Aússandro Mmenti U.S ESTRUCTURAS DEL Yo

mismo puede integrar aspectos contradictorios de su yo: co­ Tabla V


nocerse y aceptarse en su realidad limitada (yo actual) para Compendio de la Primera Parte
hacerlo un terreno propicio donde desarrollar los valores (yo
ideal), autorealizarse en la autotrascendencia, y superarse Psico Psico Racional
para vivir plenamente la propia originalidad. Así como el
hombre que se construye solamente sobre una de sus es­ Fisiologico Social Espiritual
tructuras se «minimiza» a sí mismo, así la psicología que es­
tudia ese hombre puede llegar a ser reductiva: por una par­
te, la corriente instintiva con su psicologismo reduccionista
que, en nombre de los condicionamientos psico-sociales in­ In­ Pre­
sertados en nuestra naturaleza, niega la posibilidad de la consciente consciente Consciente
vida ideal como vida genuina; y por otra parte la corriente
espiritualista que, para salvar el aspecto trascendente de los
valores, niega o no considera el terreno humano sobre .el
que tales valores deben inserirse.
Deseo Emotivo Deseo Racional
La visión del hombre en su integridad, por tanto, nos yo egocentrico yo egotrascendente
hace ver que el hombre tiene en sí la capacidad de vivir
ideales; que en él existe también una serie de contenidos y
procesos que lo habilitan para usar esta capacidad; como tam•
bién existen contenidos y procesos que le pueden hacer difícil
ese camino. Y todo esto pertenece al mismo y únicó yo. Necesidades Actitudes Valores

Nos puede ayudar el cuadro siguiente que resume los


diversos aspectos del yo.
Yo Ideal
Latente Institucional

Yo
Yo Yo
Manifiesto
Actual Ideal
Yo
Social Ideal
Personal

Dirección de un camino de madurez (contenidos)


Método Genético-Global de lectura (proceso)

166 167
Conclusión
LA ESTIMA DE Sí MISMO

Hemos partido de una visión externa del hombre para


llegar a su centro propulsor: el yo.

La visión desde el exterior nos ha llevado a afirmar que


el hombre se construye sobre tres niveles de vida psíquica,
se decide en base a dos procesos y se estructura sobre ele­
mentos conscientes, preconscientes e inconscientes.

Para una explicación del por qué de todo esto, hemos


pasado a una visión más interna y hemos descubierto que el
hombre es así, y no en otra forma, porque su psiquismo se
compone de necesidades, actitudes, valores como contenidos
de las dos etructuras (yo actual y yo ideal), gracias a las cua­
les el hombre se reconoce a sí mismo. Por consiguiente del
modo de expresarse al modo de ser. El modo de ser explica
el por qué de esa y no de otra expresión. Cierto modo de
actuar reclama un cierto modo de ser; y el modo de ser se
expresa en un cierto modo de actuar.

Todo esto se experimenta en la estima de sí. La identi­


dad es un concepto, pero la estima de sí es una experiencia.

La estima es una necesidad natural y central, tanto que


algunos psicólogos apoyan en ella su concepción de la per­
sonalidad 1. Sin la estima de sí es difícil vivir, quizá imposi­
ble: se siente uno incompetente, inferior a los demás, cada
circunstancia de vida se convierte en una amenaza, hasta
que se termina por replegarse o recurrir a los mecanismos
de defensa que nos ilusionan de lo contrario. La estima, en
1 Cf. por ejemplo, A.W. Combs-D. Snygg, Individual beltavior, Harper,
New York 1959; C. Rogers, Terapia, o.e. 1970.

169
Amada> Oendni y Alessandro Mmmti l.A ESTIMA DE 5l MsMo

cambio, hace nacer esa seguridad y confianza en sí que son


fundamentales para afrontar los compromisos de la vida y las encuentra particularmente en personas que han elegido un
relaciones con los demás: sólo si está seguro de sí, el hom­ ideal de vida muy elevado. Pero la investigación de Rulla y
bre puede verdaderamente darse y amar; o sea, abandonarse colaboradores señala claramente que las cosas no suceden
y perderse, sin necesidad de defensas y de apoyos artificia­ siempre así: de una muestra representativa de jóvenes que
les de la propia identidad. inician el noviciado o el sexenio de filosofía-teología, resulta
que el 86% de los varones y el 87% de las mujeres ignora­
El argumento es complejo y en esta parte conclusiva lo ban, parcial o completamente, su conflicto central (es decir
introducimos solamente, dado que podrá brotar en toda su latente). Y es todavía más impresionante otro dato de la
amplitud del conjunto entero del libro. 2 misma investigación (una investigación longitudinal): des­
pués de 4 años de formación, el 83% de los varones y el
Según el pensamiento común de los psicólogos, haber 82% de las mujeres continuaban ignorando todavía su debi­
resuelto el problema de la autoestima significa poder dar lidad psíquica más significativa4•
«una valoración realista, sustancialmente positiva y estable» de
sí3• Intervienen por consiguiente, estos elementos: conoci­ El conocimiento de sí que no incluye el yo latente (el
miento objetivo de sí (condición de base), capacidad de área D de la ventana de Johari) es, por lo mismo, parcial,
apreciar lo que se es (nacimiento de la estima), sana tei:isíón subjetivo y a menudo distorsionado; dado que el yo latente
hacía un bien-valor (cumplimiento del proceso de la estima), continúa actuando, pero -puesto que no es conocido- no es
integración de lo negativo presente en la propia vida (pleni­ advertido por el sujeto en sus modalidades de acción e in­
tud de la estima). Veamos estos elementos. flujo. Esta parcialidad tiene sus consecuencias en la estima
de sí. Según un pensamiento común pero muy ingenuo, po­
l. Conocimiento objetivo de sí dría parecer que ignorar el propio yo latente (especialmente
si es conflictivo) ayuda por lo menos a mantener la estima
Se tiene cuando el individuo está en grado de percibir de sí, a defenderla de percepciones desagradables. La mis­
realistamente los varios componentes de su yo, desde el yo ma investigación lo contradice claramente: en efecto, del 70
manifiesto hasta el ideal institucional. al 75% de estos sujetos tenían también serios problemas de
desconfianza en sí (y la desconfianza es, evidentemente,
Es comúnmente aceptado por todos que no existe mejor consecuencia de una estima no bastante positiva)5•
conocedor de sí mismo que el propio interesado. Esto es en
parte verdad: investigaciones especializadas demuestran que Parece inevitable que el conocimiento objetivo de sí es la
en particular personas dotadas de una cierta cultura e inteli­ condición básica para una estima realista: el no conocerse sufi­
gencia piensan conocerse suficientemente, como si hubiese. cientemente provoca o una estima artificial o una no estima.
una equivalencia entre cociente intelectual y autoconoc1'­
miento. También la práctica de psicodiagnóstico y psicotera­ Normalmente, el área que crea más problemas para co­
pia pone diariamente frente a esta pretensión, que tal vez se nocerse y estimarse es la del yo latente: el motivo es evi­
2 El problema de la estima y de la formación de la identídad al inte•
rior de un proyecto de vida cristiana, es analíticamente tratado en el ya
dente y ya lo hemos indicado. Pero junto a la dificultad «ge­
citado volumen de A. Cenciní, Ameraí... , o.e., pp. 13-55. nética» del yo latente está la antigua e irreducible
3 M. D. Lynch y coll., Self-concept: ar/vanees in theory ond reseorcó, Ballín• 4 L. Rulla y coll., Struttura psicologico, o.e. p. 85.
ger, Cambridge, Mass., 1981.
5 L. Rulla y coll., Strutturo psicologica, o.e. p. 88.

170 171
Amada, Ondm y Alssstmdro Manenti LA ESTIMA DE 51 AlsMo

suposición (de origen freudiano) de que el inconsciente es encontrarla dentro de sí que en buscarla fuera. Está, en
sinónimo de malo y, por consiguie_nte, algo para deshacerse efecto: enraizada en una positividad «constitucional» que,
de él o ignorarlo. Y así, por el miedo de descubrir lo perver­ aun siendo un germen por desarrollar, «marca» profunda­
so que hay en nosotros, se corre el riesgo de no darse cuen­ mente nuestro ser, y no deja de ser tal aun cuando el hom­
ta de lo positivo que también hay en nosotros y que cada bre la desmiente y la ignora. En cambio, de ordinario hace­
uno encuentra en su yo actual, y aun en el yo latente. mos lo contrario: la buscamos fuera de nosotros, en los
demás, en las funciones, en los resultados... La estima no es
Lo que siempre debe tenerse en cuenta es la indispen­ un privilegio de unos cuantos afortunados que tienen gran­
sable copresencia, en el conocimiento de sí, de ambos com­ des dotes, cuya vida tiene un éxito tras otro y son más o
ponentes estructurales: yo actual y yo ideal. Ninguno de los menos famosos: no sería justo ni posible, y probablemente
dos basta para definir al hombre, que está hecho tanto de no sería verdadera estima. Es, por el contrario, como algo
necesidades como de valores. Por consiguiente, deben evi­ dado por la naturaleza, y por lo mismo accesible a todo ser
tarse ciertos enfoques unilaterales del hombre. No puede humano, aun a quien no dispone de excepcionales cualida­
conocerse objetivamente el hombre que sofoca el reclamo des y fortuna; pero con una condición, que sepa conocerse
de los valores, ni tampoco quien se construye ideales igno­ en forma realista y apreciarse por lo que es.
rando las propias necesidades.
Esto implica: la capacidad de distinguir lo que es esen­
Otra condición fundamental es la de encontrar un justo cial (en el sentido de unido a nuestra esencia) de lo que no
equilibrio entre yo actual y yo ideal. Debe haber una distin­ lo es o lo es menos (identificándose, por tanto, a nivel racio­
ción entre lo que cada uno piensa que es y lo que piensa nal-espiritual); y la consiguiente capacidad de gozar con ese
que debe ser. Yo actual y yo ideal no pueden identificarse bien esencial que encuentra en sí mismo. No basta la sola
ni ser sobrepuestos en forma confusa: faltaría esa benéfica percepción racional, también se requiere una sensibilidad posi­
tensión hacia valores precisos que ponen en movimiento el tiva, una capacidad de gustar la riqueza de nuestro ser. For­
dinamismo psíquico. Por otro lado, la distancia entre los dos man parte de nuestro ser, además del don de la existencia, las
elementos no debe ser excesiva ni inalcanzable, en tal forma energías innatas que hacen al hombre capaz de trascenderse
que frustre la tendencia natural del hombre hacia el creci­ para amar al otro, las expresiones originales de cada hombre, el
miento y la madurez: debe haber, en cambio, una distancia tender hacia lo verdadero...y, para el creyente, el propio origen
óptima o sea realista y posible de conseguir. Un conoci­ y filiación divina. Podrán parecer verdades supuestas en to­
miento completo y objetivo es condición de estabilidad de la dos, pero hay que tenerlas en cuenta porque la estima nace
propia identidad porque se funda en las estructuras básicas aquí, de ese saber disfrutar cada día más un bien esencial
de la personalidad. que ya poseemos, sin desesperarnos por esos bienes acci­
dentales (intelectuales, artísticos, morales...) que se poseen
2. Capacidad de apreciar lo que se es (yo actual) evidentemente sólo en forma relativa. Si es verdad que la
estima de sí brota desde dentro, parece que éste es el único
Es la valoración positiva de lo que el hombre es y tiene camino que nos libera de tener que depender en forma cró­
por naturaleza, con todos los dones y las energías innatas, a nica de la consideración de los demás (y por lo mismo ser
partir del don de la existencia. En tal sentido la estima de sí inestables) y del tener necesidad de ideales irrealistas (ter­
está más por descubrirse que por conquistarse, está más en minando siempre insatisfechos).

172 173
Amada, 01ncini y .Aússandro Manenti lA ESTIMA DE 8 MISMO

Muchas veces éste es precisamente el verdadero proble­ En base a cuanto hemos dicho en los capítulos prece­
ma para el nacimiento de la estima: formarse en una sensi­ dentes, y aquí en particular, la persona hace tal elección en
bilidad que haga capaces de apreciar el propio yo actual. estas circunstacias: cuando un bien que está por debajo de
las reales posibilidades del hombre se convierte en el propio
3. Sana tensión hacia el bien (yo ideal) ideal de vida; o también cuando la elección del bien objeti­
vo no está motivada por su intrínseco valor, sino por la bús­
El tercer componente se refiere en forma más explícita queda subjetiva de una ventaja personal no coherente con
al yo ideal y a su relación con el yo actual. No basta, ni des­ el valor, en otras palabras cuando la actitud está al servicio
de un punto de vista estructural ni existencial, el yo actual de la función utilitaria o defensiva del yo.
para fundamentar la autoestima; éste es sólo un germen de
positividad, y además sujeto a los influjos ambivalentes del En estos casos, el yo ideal es -en parte- la proyecc10n
yo latente. El hombre tiene necesidad de tender hacia la del yo latente: algo que procede más de una orientación
perfección de sí, hacia la realización plena de ese germen. egocéntrica que trascendente, dentro de una percepción más
Por otra parte, la autoestima es un concepto dinámico, no bien limitada de la realidad y del bien. Y con un bien sólo
consiste sólo en contemplarse: con las solas promesas y pre­ aparente o parcial no se construye la estima de sí. Ese papá
misas de positividad no se construye un sentido definitivo que se empeña en el trabajo y con tanta gente, pero olvida a
del propio yo. Tal dinamismo parece implicar estos elemen­ su hijo, podrá satisfacer algunas de sus necesidades (afirma­
tos: ción, amistad, adquisición, éxito...) y podrá incluso apaciguar
momentáneamente la de la estima; pero, puesto que descuida
a. La identificación del bien real y del bien total y la capacidad algo más esencial-total, su estima quedará vulnerable, o sea
de llevarlo a plena madurez. inestable y dependiente de la aprobación de los demás.

Por bien real entendemos no el bien en sí (o sea el bien Se puede decir que la estima de sí funciona un poco
en absoluto, lo que se debería hacer teóricamente por parte como espía de la propia autenticidad global: cuando una
de todos, cuya omisión sería un mal), sino el «bien para persona no ha identificado el bien real y total tendrá proble­
mí», o sea ese bien que corresponde a la situación exist­ mas en la imagen del propio yo...
encial del individuo concreto (lo que yo debería hacer en mi
situación). Por bien total entendemos ese bien que satisface Quizás aquí encontramos una confirmación de la imagen
el principio de totalidad. El papá que se sumerge en el tra­ antropológica que hemos expuesto más arriba: sólo una ten­
bajo para ganar más, pero que nunca tiene tiempo para ha­ sión realmente trascendente da al hombre la posibilidad de
blar con su hijo, persigue un bien parcial; y cuando en el valorarse positivamente. «La estima de si es el efecto no intencio­
tiempo libre, en lugar de recuperar el diálogo con su hijo, se nal de una intencionalidad trascendente», y se realiza automáti­
dedica a otras actividades, aunque de suyo buenas o incluso ca y espontáneamente cuando no se busca demasiado. No
filantrópicas, persigue un bien aparente. Cuando el hombre por casualidad el porcentaje de los desconfiados de sí, en la
elige un ideal que no está en sintonía con la verdad de su investigación de Rulla y colaboradores, es prácticamente
yo y/o con la totalidad de su ser, sufrirá en la autoestima:. idéntica a la de los inconsistentes en general, o sea de quie­
sucede cada vez que se elige un bien sólo aparente o parcial nes en una forma u otra están replegados en sí mismos, en
y no sólo cuando se elige un mal (cosa relativamente rara). un bien aparente o parcial: es como decir, quien está muy

174 175
Amadw Dncini y Alessandro Mlnenti LA fü,,IMA DE S MsMo

preocupado de sí y de la propia estima .tendrá una imagen define en una relación de equilibrio dinámico entre estos
poco positiva de sí. dos pares de opuestos: accesible-inalcanzable, atractivo-exi­
gente, que en el fondo no son sino características del con­
b. La distancio óptima entre yo actual y yo ideal cepto de valor, como lo señala Frankl6 •
Hay dos peligros: el de la distancia exagerada y el de la En la práctica, tendremos un individuo cuyo yo actual
ausencia de distancia. El primer riesgo es de quien se pone acoge el llamado del yo ideal y busca tender efectivamente
ideales demasiado altos, casi imposible de conseguir, o de hacia él; pero mientras más se acerca al bien-valor es como
quien no tiene confianza en su yo actual y no se considera si éste se alejara cada vez más. En otras palabras, mientras
capaz de tender efectivamente hacia un ideal superior (o yo más se empeña el sujeto a nivel del yo actual y descubre el
ideal demasiado alto, o yo actual demasiado bajo). El segun­ sentido y la belleza del ideal, más intuye también sus exi­
do riesgo es de quien piensa que ya ha alcanzado el yo ideal gencias concretas en la vida y sus modos nuevos de realizar­
porque confunde el conocimiento y la elección de u� valor lo y hacerlo suyo. En la medida, entonces, en que progresa
con la capacidad de vivirlo coherentemente; o también de el yo actual, avanza también el yo ideal: es «todo» el indivi­
quien tiene un ideal de vida tan horizontal y poco exigente duo el que crece (principio de totalidad) y con él crece tam­
que fácilmente identifica lo que es con lo que debería ser bién la estima de sí. No por una intervención ocasional des­
(por lo tanto, o un yo actual presuntuoso o un yo ideal prác­ de el exterior ni por un maravilloso don de la naturaleza,
ticamente inexistente). sino porque se ha respetado esta ley elemental de la rela­
ción entre sus estructuras. Por otro lado, esto es perfecta­
En ambos casos se crea una situación de estaticidad de mente lógico: la autoestima no es algo espóntaneo ni un
los componentes estructurales del yo: ni los primeros ni los concepto estático; para valorarse positivamente, el hombre
segundos se mueven hacia el bien-valor, unos porque deses­ debe descubrirse no sólo portador sino también realizador
peran de llegar, otros porque consideran que ya han llegado. de valores; si son éstos los que le dan identidad, sólo la ca­
Y el no moverse equivale a no resolver el problema de la pacidad efectiva de realizarlos será la que le dé la estima es­
estima: en el primer caso, tendremos desconfianza y replie­ table y positiva.
gue social; en el segundo, una artificiosa presunción e intro­
misión social. 4. La integración de lo negativo presente en la propia vida
Es difícil, por otra parte, definir en forma precisa el con­ La autoconsideración positiva debe ser realista, o sea ba­
cepto de «distancia óptima». Sin muchas pretensiones dire­ sada en la totalidad de la persona. Si lo negativo es compo­
mos que: es óptima aquella distancia entre yo actual y yo nente normal de lo humano, la estima de sí incluye necesa­
ideal que por un lado se puede recorrer y alcanzar, por el riamente esta constatación; podemos decir, incluso, que tal
otro respeta la naturaleza del bien-valor que de suyo jamás reconocimiento constituye su prueba. El problema es muy
es completamente alcanzable; por una parte, por lo tanto, es complejo y va más allá del ámbito de la psicología; nosotros,
tal que ejercita una fuerte atracción que provoca al sujeto a como es usual, vemos sólo algunos de los componentes que
caminar y a gustar-conocer cada vez más el valor; por la otra, pueden ser iluminados por esta ciencia del hombre.
revela progresivamente sus exigencias y ejerce en el indivi­
duo una provocación cada vez mayor. La distancia óptima se
6 V. Frankl, Logoterapia, o.e. pp. 27-108.

176 177
1A ESTIMA DE 8 MSMO
Amada, Cencini y AJessandro Manenti

Hay diversos tipos de negativo en la vida del hombre y La misma dificultad es para quien vive en el nivel psi­
para cada uno de ellos hay una integración a realizar. cosocial.

Ante todo, hay un «negativo fisiológico» unido al límite Mientras que quien vive a nivel racional y sobre todo si
ontológico de un ser dependiente, cuyas fuerzas físicas dis­ pon� en acción su capacidad de trascendencia está, al menos
minuyen naturalmente, limitando progresivamente las posi­ teóncamente, en mejores condiciones para dar un sentido a
bilidades de realización, hasta llegar a un inevitable punto lo negativo fisiológico y tener esta esperanza. En este nivel,
final que señalará el máximo del límite. en efecto, se descubren otros valores, se está en una situa­
ción de respeto y de libertad frente a la vida; por lo tanto,
El hombre puede sencillamente tomar nota de este lími­ en grado de ir más allá de la simple inmediatez de lo dado
te: aceptarlo como destino inexorable y universal; pero tam� y del límite fisiológico y, precisamente por esto, le puede
bién puede rechazarlo o maldecirlo o negarlo por medio de dar un significado. Pero ya no por medio de esos «símbolos
«símbolos de inmortalidad» (la cultura, el prestigio social, la de inmortalidad» que dan sólo la ilusión de ser dueños del
tecnología, el dinero, el culto a los héroes y estrellas...) 7. Esta propio destino, sino por medio de actitudes y gestos concre­
búsqueda de inmortalidad -aun desviada y probablemente in­ tos, como expresión de una intencionalidad ultrapersonal
consciente- confirma cuanto Ronco menciona: «El sujeto que busca constantemente lo verdadero, lo bueno, lo bello.
sano.... debe tener la esperanza de crecer... y especialmente la La persona podrá incluso dejar de existir, pero quedará
esperanza de perpetuar su existencia»8• Por medio de tal espe­ cuanto ha realizado: manifestación original e irrepetible de
ranza podrá integrar plenamente eso negativo que limita su un yo que tiende a superarse y sobrevive en su obra9. El lí­
vida física y afecta su imagen. mite fisiológico lo podrá hacer descollar con particular evi­
dencia y, más aún, de plano quedará superarado.
Es evidente que la integración dependerá también del
nivel habitual de vida del sujeto, del que depende -como Hay también un «negativo psicológico», constituido por
hemos visto- la propia identidad: si vive prevalentemente en esas debilidades, inmadureces, traumas que todos más o me­
el I nivel, estará llevado, por consiguiente, a vincular la esti­ nos llevamos dentro y que no siempre dependen de nuestra
ma de sí a aspectos particulares de este mismo nivel (salud, plena responsabilidad; más bien se refieren, si acaso, a la se­
habilidades físicas particulares...) y le costará mucho aceptar gunda dimensión, la de la libertad relativa. Hay heridas que
cuanto pueda impedir o condicionar negativamente estos no se curan jamás y con las que es necesario aprender a
bienes relativos convertidos en absolutos. En tal caso, habrá convivir: nuestra estima también las incluye. Nadie de noso­
una no integración (o escasa integración) de lo negativo fi­ tros ha tenido padres perfectos y fases de desarrollo igual­
siológico, con el consiguiente problema de estima. mente p�rfectas: naturalmente que esta imperfección pudo
7 Para Becker, el símbolo de inmortalidad tiene estas características: haber deJado una huella o determinado una debilidad. Es
- se le considera con una seriedad intensa, como si implicase cuestiones significativo al respecto un dato de la investigación de Rulla:
de vida o muerte;
- sirve como garantía del bienestar y de la importancia presente y futura � . Harvey Cushing, famoso cirujano del cerebro, dijo una vez que «el
del individuo; umco modo de prolongar la vida es tener una tarea por llevar a término».
- está, en cuanto es posible, bajo el control de un poseedor, quien cree Podemos agregar y especificar que cuando esta tarea trasciende intencio­
que por ese medio puede convertirse en dueño del propio destino. n�lme!'�e lo� intereses privados del sujeto, no sólo puede prolongar la
Cf. E. Becker, Escape from evil, o.e. pp 63, 65, 71, 85, 119. vida ÍISlca, smo permanecer más allá de su término, dando al sujeto mis­
mo esa esperanza de perpetuar su existencia y de integrar el límite.
8 A. Ronco, lntroduzione, o.e., p. 97.

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Amada, Cencini y Alessandro Mmenti LA ESTIMA DE 8 MISMO

«El grado de madurez está influido negativamente cuando Lo instintivo y todas esas fuerzas de psicologismo deter­
una relación con los padres no sólo ha sido mala, sino inclu­ minista que limitan, en una forma o en otra, esta libertad
so ha sido reprimida y mantenido fuera de la conciencia; mientras nos liberan aparentemente del peso de la culpa,
una mala relación con los padres no lleva necesariamente a quitan en realidad al hombre la dignidad de sentirse artífice
la inmadurez»10.Por lo tanto, lo decisivo es precisamente la de sus propios actos. Sería una sutil injusticia, con graves
actitud con la que nos colocamos frente a las propias e ine­ consecuencias, la que pretendiera privarnos de la posibilidad
vitables debilidades: es mucho mejor el admitirlas franca­ de equivocarnos11• Por lo tanto, si el límite moral existe, ha
mente y no el intento de negarlas u olvidarlas distorsionan­ de identificarse, y no sólo en cuanto hecho exterior, sino so­
do la realidad. bre todo en su raíz motivacional, aun cuando ésta esté es­
condida y la responsabilidad sea tal vez remota y mínima.
El hombre puede no ser responsable de sus debilidades, Hay un algo de dignidad en el hombre que reconoce el pro­
pero es responsable de la posición que toma frente a ellas; pio error, puesto que si admite haber,e equivocado quiere
él es responsable de cuánto las tiene en cuenta y de cuanto decir que sabe ser libre y responsable, capaz de captar la
hace para neutralizar su influjo. provocación de un valor y de orientarse hacia él en su com­
portamiento.
Integrar significa concretamente: empeñarse en descu­
brir los propios aspectos débiles, aceptarlos sin particulares Se ha dicho que el hombre jamás es tan grande como
angustias y fatalismos; reconocer el ser personas en constan­ cuando reconoce su mal moral o su pecado: en ese momen­
te formación y necesitadas de ayuda; esforzarse por limitar to puede ejercer, una vez más, su actitud trascendente que
sus efectos en el comportamiento y porque no pesen dema­ lo hace capaz de distanciarse de su conducta y de juzgarla
siado en los demás; no pretender resolver todo en forma ra­ críticamente a la luz de un criterio objetivo (o total). Identi­
dical y de inmediato, sino tomar las debidas precauciones; ficar la propia culpa hace inútiles los engaños defensivos
vivir la inmadurez como parte del propio yo y como signo que pretenderían ilusionamos de nuestra «pureza»; o de
de un límite que el hombre no soporta pasivamente, sino descargar en los demás la propia culpa (proyección); o la
que tiende a superar. pretensión de extirpar absolutamente toda raíz mala para
encontrarnos sin mancha (narcisismo espiritual); o, por el
En tercer lugar, existe un «negativo moral» que, a dife­ contrario, la actitud cómodamente resignada de quien con­
rencia del límite psicológico, depende normalmente, aunque cluye que «no hay nada que hacer..., es más fuerte que
en grados diversos, de nuestra libertad y responsabilidad. Es yo...», y se consuela mirando a los demás, minimizando la
un negativo que con frecuencia se convierte en un mal mo­ propia responsabilidad o la culpa misma. Si el mal moral
ral, aunque no siempre imputable subjetivamente. También afecta en alguna forma nuestra responsabilidad, no sólo
esto negativo forma parte de nuestra historia y debe ser, por debe identificarse, sino también sufrirse. El hombre lo
lo tanto, integrado. debe percibir como algo que ofende su ser y le impide re­
alizar plenamente los valores que ha elegido y que le dan
Hay que decir, ante todo, que desde un punto de vista identidad y estima.
psicológico el mal moral existe en todos: el hombre es libre
de equivocarse.
11 Lo mismo vale para ciertos espiritualismos desencarnados que ab­
10 L. Rulla y coll., Struttura púco/ogica, o.e. p. 101. suelven a más no poder de toda introspección.

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Amada> Cencini y Alessandro Manenti
.... .. ..... ....... ------ Ú. ESTIMA DE 51 MsMO

Percibir la propia transgresión es signo implícito de la conciencia de la propia falibilidad sin esconderse a sí mis­
importancia que el sujeto da a la propia conducta y de la mo, está en condiciones óptimas para advertir la necesidad
pasión con la que se adhiere a ella. Quizás, precisamente de reconciliación consigo mismo que sólo en Dios puede ser
este desagrado sincero da el sentido y la medida de la serie­ plenamente satisfecha. El mensaje de reconciliación que
dad y de la importancia del vivir. Naturalmente que tal con­ viene de Dios es también un mensaje de estima, el más de­
trición nada tiene que ver con la angustia de quien se siente cisivo y consistente que el hombre puede esperar. Y podría
corno aplastado por la culpa y la ve por todas partes, fusti­ ser la máxima experiencia de integración del mal en un con­
gando sentimientos y emociones y aun arriesgando caer en cepto de sí definitivamente positivo.
formas más o menos patológicas obsesivas (por ejemplo el
escrupuloso). La diferencia está precisamente en ese coraje
de creer en sí mismo, que es fruto de un conocimiento ade­
cuado de sí, y que consiente admitir la propia debilidad y
vuelve a encontrar la fuerza para tender hacia un yo ideal
atrayente. En esta forma, el mal moral es una ocasión para
reconfirrnar los valores. La experiencia negativa de repliegue
egocéntrico (como lo es todo mal moral), pide al individuo
renovar la propia elección y encontrar nuevos motivos y estí­
mulos para no repetir una experiencia que va en su propio
daño. Todo esto significa el descubrimiento de una volun­
tad positiva y tenaz con orientación trascendente que, qui­
zás, sin la caída no habría brotado con la misma fuerza. Y el
individuo puede retomar el camino con una imagen de sí
que ha enfrentado la prueba de la propia debilidad, pero no
ha salido debilitada. Más bien le ha servido para abandonar
del todo esos proyectos perfeccionistas (e irreales) dictados
por una voluntad que se creía omnipotente y, en cambio, es
sólo narcisista.

Cuanto hemos dicho hasta aquí puede constituir la pre­


misa para vivir adecuadamente incluso la experiencia especí­
fica de ese mal moral que es el pecado. Aquí no hemos
afrontado explícitamente este terna, pero nos parece que los
elementos considerados son una base psicológica indispensa­
ble para tener una sana conciencia de pecado (frente a un
Ser superior), y no simplemente un sentimiento de culpa
(frente a sí mismo) viciado por actitudes narcisistas y por
una menor capacidad de trascendencia. Pero estamos con­
vencidos también de otra cosa: quien vive en la verdad la

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Psicología... 13
Segunda Parte
MODALIDADES DE FUNCIONAMIENTO
AmadBJ Oincini y Alessandro Mmenti
Capítulo primero
LA PERCEPCIÓN

En el capítulo que trató sobre el deseo emotivo y el de­


seo racional vimos que la percepción es el punto de partida
del proceso de conocimiento y decisión. Percibir no es toda­
vía conocer: conocer no es igual que mirar. El conocimiento,
La estima de sí es para la psiqué lo que el oxígeno es en efecto, presupone un paso ulterior: reconocer los datos
para el cuerpo; para obtenerla y mantene;la buscamos orga­ del mirar a través de la mediación del significado.
_
nizar entre sí los varios componentes ps1qmcos. Del modo
de organizarlos dependerá una estima de sí más o menos re­ La percepción es la simple aprehensión de un objeto.
.
alista y, en último análisis, nuestra seremdad. .
Esta orgamza­ Nace directamente de la estimulación sensorial recogiendo
ción funcional es el tema de la segunda parte. los elementos de ésta; pero falta en ella el proceso del pen­
sar, decidir, escoger y hacer inferencias. Como está a la base
La óptica sigue siendo la de la psicol? gía profunda Y, �or del conocimiento y decisión, la recta percepción es condición
tanto, del inconsciente. El concepto umficador de los dife­ previa para un conocimiento y una decisión rectos: si bien
rentes capítulos es la decisión, como el l:1gar en que el cada nivel sucesivo supera y completa el precedente, también
hombre se expresa a sí mismo por excelencia. Por tanto, .in­ retiene y preserva los defectos y distorsiones del precedente.
consciente y decisión. De aquí la necesidad de percibir bien para conocer y decidir
b.ien. Ahora nos preguntamos: ¿En qué condiciones puede de­
Para querer y decidir algo debemos -principal_mente- per­ cirse que nuestra percepción sea exacta? O al contrario, ¿qué
cibirlo. ¿Cómo percibimos? es la pregunta de_! pnmer car_ítu­ canco estará influenciada por otros factores que la pueden dis­
lo. La decisión se construye sobre bases lógicas y conscien- . torsionar, al menos en parte? ¿Cuánto nuestro conocer es ya
tes, pero también sobre bases inconscientes, las cuales no desinteresado y objetivo desde este primer estadio?
siempre. están en armonía con las prec<:dente�: Pº! esto, e� .
la misma decisión se pueden tener dos mtenc10nahdades d�­ l. Naturaleza de la percepción
feremes, pero relacionadas entre sí (c. 2). Junto _ con la mo�t­
_
vación consciente es posible encontrar una lógica mcons1s­ El proceso perceptivo es diferente de los elementos que lo
tente que influye en nuestros proyectos (c. 3) Y_ da a la producen. No sólo recoge los estímulos del mundo externo a
acción un carácter defensivo (c. 4). Será, entonces, importan-. través de nuestros órganos de los sentidos, sino que además los
te discernir y diferenciar los diversos procesos qu_e e� tán a la organiza en un todo perceptivo coherente. Hastorf, Schneider,
base de la decisión: cómo hace el hombre para JUSttficar las Polefka1 han descrito cinco características de la percepción:
propias opciones (c. 5). En la conclusión nos preguntaren:os 1 Hastorf, A.H. - Schneider, D.J. - Polefka, Person perr:eption, Addison­
hasta qué punto la decisión actual, y en general toda la vida Wesley, Reading Mass, 1970. Cf. también Hochberg, J.E. Psicologia deJJa
de la persona, están condicionadas por su pasado.
187
186
Amada, Ond1li y Alessandro Mmenli lA ftRCEPCIÓN

1. Es inmediata: El estudio de la percepción comprende dos grandes áreas:


basta abrir los ojos y los oídos y la experiencia perceptiva se
realiza sin la interferencia (al menos aparentemente, corno l. El análisis de los factores personales y sociales que in­
veremos) del pensamiento o de la interpretación. fluyen en nuestros procesos perceptivos. Los motivos
personales, ¿influyen en la percepción? ¿El ansia inter­
2. Tiene una estructura: fiere? ¿Distorsionamos de tal forma que vemos no
percibimos los objetos o los sonidos como un todo organiza­ aquello que existe, sino aquello que queremos ver?
do y no como un aglomerado de elementos dispersos. Re­
agrupamos los estímulos en figuras y fondo. La percepción 2. El análisis de cómo percibimos a los demás. ¿Qué es lo
se dirige a los objetos (por ejemplo a la manzana) y no a sus que determina la simpatía-antipatía? ¿Cómo llegamos a
características específicas. Percibimos las flores blancas, el juzgar las características de los demás?
lecho suave, y no la «blancura» o la «suavidad».
Los dos ámbitos de estudio parten de la misma pregun­
3. Es estable: ta: Nuestra percepción ¿es verídica? ¿Vemos las cosas y las
percibimos un objeto siempre como tal, independientemente personas como son? El hombre de la calle está convencido
de una iluminación diferente, del ángulo visual, de la distancia de ver y sentir el mundo tal como realmente es. En efecto,
o de las diversas posiciones que asume. El objeto permanece sobre todo gracias a las primeras tres características arriba
«constante» y cada vez que lo encontramos lo reconocemos. mencionadas, podemos aseguramos que la percep�ión es ve­
rídica. Pero en muchos casos es demasiado personal: existen
4. Es significativa: «ilusiones perceptivas», o sea una interpretación equivocada
percibimos los objetos en relación con nosotros mismos y de las relaciones existentes entre los estímulos que se pre­
con los demás objetos. La percepción reclama automática­ sentan; por lo cual, aquello que se percibe no corresponde a
mente la valoración inmediata-sensitiva. la realidad física (por ejemplo, la luna llena nos parece mu­
cho más grande en el horizonte que cuando está alta en el
5. Es selectiva: cielo, aunque en ambos casos la imagen impresa en nuestra
la experiencia perceptiva es algo diferente del registro foto­ retina tenga la misma dimensión). Existen también «distor­
gráfico de una cámara. En la percepción sólo una parte de siones perceptivas», o sea interpretaciones equivocadas de
los estímulos vienen registrados y son transformados en ex­ las relaciones entre los estímulos del objeto y el sujeto; de
periencia. Mientras lees esta página estás relativamente aje­ aquí que lo que se percibe no es visto en su entidad real.
no al campo visual que está más allá de esta página. No Es necesario, por tanto, considerar más atentamente los ele­
eres consciente de todos los sonidos que vienen de la ·calle mentos que condicionan nuestro percibir.
ni de la presión que tu ropa ejerce sobre tu piel. También
los prejuicios se explican, en parte, en base a la selectividad 2. Factores personales y sociales que influyen en la
de la percepción. El racista percibe selectivamente algunos percepción
aspectos del comportamiento de los demás: sólo aquellos
que confirman su opinión, descuidando aquellos aspectos La falta de veracidad de la percepción está ligada sobre
que podrían desmentirla. todo a cuatro clases de factores:

188 189
Amadm Cencini y Alessandro Mmmti Ú. AlRCEPCIÓN

grandes que las dimensiones reproducidas por niños ricos5.


a. Características del objeto percibido; Este es el fenómeno de la acentuación perceptivo: que es la
b. Situaciones emotivas del sujeto que percibe; tendencia a sobreestimar la dimensión de los estímulos que
c. Presiones de grupo; tienen valor.
d. Diferencias culturalesZ.
Según estudios posteriores, la acentuación perceptiva
a. Características del objeto percibido. se da ante estímulos evaluados positivamente y no con
aquellos valorados como negativos por el sujeto: se acen­
Valor: túan las dimensiones de los alimentos preferidos, pero no
Las propiedades del estímulo pueden influir en la percep­ de aquellos que no agradan6• Los objetos valorados nega­
ción que el sujeto tiene de él. Una serie de estudios que se tivamente por el sujeto son, con frecuencia, percibidos
inició en los años 'SO demuestran que el juicio sobre la di­ con dimensiones más pequeñas que en la realidad. En
mensión de un objeto puede variar se§ún la importancia cambio los estímulos irrelevantes o neutros son respetados
que el objeto tiene para quien lo percibe . en sus dimensiones 7 .

Son famosos los experimentos de Bruner y Goodman4: La propiedad atribuida al estímulo es capaz de modificar
Estos autores demostraron que el valor social atribuido a un nuestra percepción; si una cosa tiene mucho valor la sobre­
objeto puede influir en la percepción, hasta el punto de ha­ estimo, si tiene poco la sub-estimo y si es indiferente la per­
cerlo aparecer más grande de cuanto lo sea en realidad. Un cibo objetivamente.
grupo de niños debía reproducir algunas monedas que eran
diferentes (desde un penny hasta las de medio dólar). To­ Significado emotivo:
das sus reproducciones resultaron más grandes respecto a otra contribución del «new look» viene de los estudios sobre
sus dimensiones reales; pero además, entre mayor era el va­ el «umbral de reconocimiento». Este término se refiere al
lor de la moneda, mayor era la dimensión de la reproduc­ nivel en el cual una persona reconoce correctamente y por
ción ( «efecto intra-serial» ). primera vez un estímulo dado. Para individuar el umbral de
reconocimiento se presenta un estímulo a través del taquis­
Esta distorsión, en cambio, no se dio en el grupo de toscopio, instrumento que permite una exposición de pala­
control que debía evaluar discos de cartón sin valor ( «efecto bras, imágenes o sonidos por una breve fracción de segundo.
inter-serial» ). Por otra parte, las dimensiones de las monedas La exposición inicial no reconocida viene prolongada gra­
reproducidas por niños pobres eran medianamente más dualmente en tiempo hasta que se llega al punto en que el
sujeto reconoce claramente el estímulo. Ese punto es el
2 Existe en este campo un número enorme de investigaciones empíri­
cas. Se puede consultar P.F. Secord-e.W. Backman, Psicologia Socia/e, II «umbral perceptivo de reconocimiento». Un umbral bajo signifi-
Mulino, Bologna, 1971, c. 1-2. 5 earcer, L.F.-Schooler, K. Value, need and other facton· in perception, in
«Psychol. Rev.», 56 (1949), pp. 200-207.
3 Los estudios vienen denominados del •n(!ffl.) look in perception» como
indicadores de un nuevo interés de los psicólogos no sólo por la verifica­ 6 Beams, H.L., Affectivity as a factor in the apparent size of pictured food
ción objetiva de la realidad percibida, sino por el proceso subjetivo de la objects, in «J. Exp. Psychol», 47 (1954), pp. 197-200.
persona que percibe. 7 Tajfel, H. Social and cultural factor. in perception, in G. Lindzey-E.
4 Bruner, J. S. - Goodman, e.e. Value and needs as organizing factor. in Aronson, Handbook of Social Psychology, vol. 3, Addison Wesley, Reading
perception, in «J. Abnorm. Soc. Psychol.», 42 (1947), pp. 33-44. Mass, 1%9, pp. 315-394.

190 191
huuJ«> Ondni y Alessanáro Manenti
f.A lt:RCEPCIÓN

ca reconocimiento con una breve exposición; un umbral Intensidad:


alto significa reconocimiento en condiciones de exposición P. A. Kolers pidió a los sujetos que estaba examinando,
más larga. mi­
rar una pantalla aparentemente blanca, sobre la cual, sin
em­
bargo, se hacía destellar una figura geométrica tan difum
El umbral perceptivo varía de una persona a otra y al in� ina­
da que los sujetos creían que no había nada. Después
terno de sí misma, porque está correlacionado con el signifi­ de
este experimento «en vacío», se les pedía resolver un
cado emotivo del estímulo, el cual tiene el poder de subir o pro­
blema cuya solución suponía precisamente el uso de la
bajar el umbral. En las defensas perceptivas el 1:mbr.ª: �stá tan figu­
ra no percibida conscientemente. El problema fue resue
elevado que un estímulo desagradable es mas d1f!c1lmente lto
por todos, si bien ninguno se dio cuenta de haber usado
reconocido. En la sensibilización perceptiva el umbral está la
impresión inconsciente recibida precedentemente9.
bajo, de modo que una vigilancia perceptiva mayor permite
al sujeto evitar las consecuencias desagr �dables asoc1�das al La presentación sobre una pantalla luminosa de palabras
.
estímulo. Ambas operaciones son mconsc1entes: el sujeto no desagradables (por ejemplo el término «cáncer») hecha de
es consciente de las variaciones de reconocimiento que se modo que no puedan ser leídas como palabras, provoca con
han dado. Estos dos procesos, aunque opuestos, pueden re­ frecuencia una disminución de la sensibilidad visual10_ Las
alizarse juntos. Se ha hipotetizado una relación curvilínea palabras desagradables son percibidas menos luminosas que
entre la intensidad emotiva del estímulo y el umbral del re­ las emotivamente neutras, si bien todas eran presentadas
conocimiento8 : estímulos amenazantes hacen que se eleve con la misma intensidad luminosa11 _
el umbral (defensa), pero estímulos fuertemente amenazan­
tes tienden más bien a hacerla bajar (sensibilización). La exposición subliminal de algunas frases proyectadas
durante 4 milésimas de segundo (tiempo demasiado breve
De estos datos podemos hacer dos generalizaciones. Las para ser leídas) tiene el efecto de intensificar manifestacio­
personas aprenden a defenderse de algunos estímulos del nes psicopatológicas sobre algunos individuos particularmen­
ambiente, especialmente si son amenazantes: «No hay me­ te indispuestos, como los sentimientos de depresión o bal­
jor ciego que aquel que no quiere ver». En segundo lugar, buceos, cuando el contenido de la frase «leída» está puesto
será necesario conocer el significado emotivo que cada per­ para provocar ansiedad. Si el contenido es, por el contrario,
sona asocia a la experiencia que está viviendo. Cada uno de de tono tranquilizador, se atenúan las mismas manifestacio­
nosotros tiene un modo original de reaccionar ante el am­ nes patológicas 1 2.
biente: desde el extremo de una forzada tranquilidad - los
así llamados «represores» (repressors) - hasta el extremo de
una vigilancia injustificada - lo� «sensibl�s» (sensitize,:s)-. �n
un viaje de automóvil el «sensible» continuamente 1magma 9 Kolers, P.A. Sublimin al stimulation in problem solving, in «Amer. J.
extraños ruidos en el motor, mientras el «represor» advierte Psychol. » , 70 (1957), pp. 437-441 .
un desperfecto sólo cuando ve salir hum� del motor. �o 10 Zubin, J.-Eron, F., Schumer, An experimental approaclt to projective te­
basta indicar la meta y las etapas de cammo, es necesano cltnir¡ues, Wiley, New York 1965, pp. 137-138.
también conocer también la índole del pasajero.
11 Dixon, N.F. Sublimin al perception: the nature o/ a controversy, McGraw­
Hill, New York, 197 1 , pp. 219-220.
8 Brown, J. S, The motivation o/ be/uroior, Me Graw-Hill, New York, 1961. 12 Silverman, L. Psycltoanolytic Tlteory: «tite reports o/ my deatlz are greatly
exaggeroted», in «American Psychologist», 9, (1976), pp. 621-637.
192
193
AmatÚJJ Cencini y Ah&andro Mmmti
lA ftRCEPCIÓN

Como se ve, aunque la palabra-estímulo no sea reconoci­ Tratando de generalizar: de estos estudios se puede con­
da conscientemente como tal, es en alguna forma «leída» cluir que las defensas perceptivas no son tan impenetrables.
por el sujeto sin que lo advierta. Surge así una inclinación Creándose así una situación paradójica:
espontánea hacia el estímulo sin el reconocimiento cons­
ciente del sujeto. Se trata de la «percepción subliminal»: un 1. Un estímulo -especialmente si es ansiógeno- hace subir
estímulo breve o débil que llega al sujeto por debajo del el umbral de percepción de tal modo que el sujeto se
umbral de reconocimiento, puede llegar a ser «registrado» y inmuniza contra tal estímulo.
producir una respuesta, no obstante que el sujeto no te�ga
__
conocimiento de tal estímulo. Puede haber una reaccton in­ Dicho estímulo no viene percibido conscientemente.
2.
mediata a estímulos que no son percibidos conscientemente
y que actúan sobre nosotros a través del incon_s�iente y l_a Pero de todos modos suscita una reacción emotiva.
3.
memoria afectiva. Hoy incluso se habla de pubhctdad subli­
minal. Se piensa que haciendo destellar subliminalmente a
Podemos estar influenciados por estímulos que no con­
intervalos repetidos la frase «bebe Coca-Cola» o «usa Pal­ seguimos identificar, no obstante nuestras defensas. Pode­
molíve», se tenga efectos inconscientes sobre el comprador _
mos igualmente ser lo bastante fuertes y maduros para resis­
potencial aunque éste no sepa haber sido suge�tionado. Que tir experiencias fuertes, pero la justificación «a mí no me
sea posible inducir la necesidad de un determmado produc­ hace daño» no es sostenible para nadie, ya que la influencia
to en esta forma es una cuestión muy dudosa. Es cierto que puede venir por vía inconsciente, sin que s� advierta. Así,
una sugestión de este tipo puede hacer surgir intereses la- . aquella experiencia que aparentemente era «mocua» puede
tentes. Por tanto, ·los estímulos subliminales no determinan dar entrada a una serie de pensamientos o a una cadena de
la respuesta en forma directa; además, para que sea facilita­ perplejidades o bien despertar intereses latentes; formándo­
da una determinada respuesta, es necesario que el estímulo se así actitudes emotivas distorsionadas, que inducen a reac­
subliminal esté asociado a un estado afectivo previo de la cionar a un estímulo aun ant.es de percibir de qué se trata.
persona 13.
Familiaridad:
La percepción subliminal no debe confundirse_ c�:m la Estímulos familiares son percibidos más rápidamente que
«discriminación sin conocimiento». Los estímulos subhmmales estímulos menos familiares. La familiaridad produce la «dis­
no pueden ser reconocidos ni con el máximo esfuerzo; en posición preparatoria»: que consiste en la tendencia habitual
cambio en la discriminación sin conocimiento el estímulo a responder en modo particular a los estímulos. Aun antes
ha sido' percibido, ya que está sobre el umbral, pero ha sido que el estímulo se presente, la persona ya está preparada a
olvidado o no se le ha dado la suficiente atención. Es lo que responder: como el corredor de 100 mts. que se dispone a
sucede en las actividades motrices: cuando tocamos el piano saltar al disparo de la pistola. En la disposición preparatoria
o guiamos el automóvil, respondemos a estímulo� que _ son el estímulo afectivo que da inicio a la respuesta es como el
reconocibles sólo potencialmente, no porque esten baJO el disparo de pistola, simplemente una ocasión para una res­
umbral, sino porque no se les da atención. puesta ampliamente preparada con anticipación.

Percibir más rápidamente no significa percibir más cui­


dadosamente: incluso puede ser lo contrario. El marido que
13 Dixon, N.F. Subliminal perception, o.e. p. 178.

194 195
Amad«, Oncini y Alessandro Mmenti fA ftRCEPCIÓN

ha vivido 10 años con la esposa percibe más rápidamente los perceptiva hacia estímulos correlacionados con un conflicto.
mensajes que ella le manda, a tal punto que «no hay nece­ En el caso de la formación reactiva, la persona está particu­
sidad de que ella hable, ya sé lo que va a decir». Queda por larmente sensible a captar el impulso que niega en sí mis­
verificar si los entiende mejor que 10 años antes. mo, pero lo hace para esconderlo inmediatamente. Quien
proyecta es supersensible a captar en los demás las señales
La respuesta dada por la disposición preparatoria no es e indicios de aquello que es suyo y que podría ser usado
necesariamente una respuesta al estímulo externo actual. contra él. La racionalización, en cambio, lleva a la persona a
Puede ser una respuesta a un estado emotivo interno ocasio­ una preocupación excesiva por el impulso inaceptable.
nado por ese estímulo externo: así, el nerviosismo que hace
explotar al marido puede ser explicable por tensiones inter­ Los rasgos de la personalidad:
nas del marido mismo y no directamente por el comporta­ H.A. Witkin y colaboradores popularizaron el concepto de
miento actual de la esposa. «dependencia - independencia perceptiva» en relación con el am­
biente, para indicar que cada uno de nosotros es diferente
En general: en el modo de afrontar la realidad 1 5. A un sujeto sentado en
si queremos ayudar a una persona a percibir correctamente un cuarto completamente oscuro le presentan un asta lumi­
un mensaje, hay que educarla primero a disponerse correcta­ nosa puesta al centro de un cuadro; ambos, el as'ta y el cua­
mente hacia él, de otro modo lo distorsionará o lo rechazará: dro, están inclinados, o sea que no están en posición verti­
no se debe arrojar las perlas a los puercos ... Antes de enviar cal. La tarea consiste en colocar en posición vertical el asta
un mensaje, es necesario preocuparse de crear en los destina­ dejando inclinado el cuadro. Las personas que logran hacer­
tarios una disposición preparatoria positiva hacia el mensaje. lo son clasificadas como «independientes del campo», pues­
to que saben orientarse sin dejarse llevar por las falsas indi­
b. Factores personales y percepción. caciones del campo visual (cuadro inclinado), sino siguiendo
las indicaciones que vienen del propio cuerpo (o sea de la
Además de las propiedades de los estímulos, también las gravedad). En cambio, los «dependientes del campo» son
características de la personalidad pueden distorsionar la per­ aquellos que fallaban en la tarea; es decir que no podían co­
cepción14. La relación entre la estructura psíquica y la reali­ locar correctamente el asta porque basaban su juicio en los
dad externa es el tema central de este libro, pero la presen­ indicios del campo visual externo, sin conseguir liberarse de
te sección remite además a otras partes: deseo emotivo y las constricciones de tal situación. También fue individuada
deseo racional, el inconsciente, las inconsistencias. Nos limi­ la relación entre estos dos tipos de personas, con sus carac­
taremos a sistematizar mejor aspectos tratados difusamente terísticas personales y sus diferencias en la educación recibi­
en los otros capítulos. da: los «dependientes perceptivos» eran más ansiosos, extro­
vertidos, sensibles a la aprobación-desaprobación social y
Mecanismos de defensa: con poca estima de sí; los «independientes perceptivos»
como se presentó en el capítulo sobre los mecanismos de eran más seguros de sí, creativos y autónomos. Lo que la
defensa, éstos influyen en el modo de percibir la realidad persona percibe del mundo externo está en relación con lo
interna y externa. Por ejemplo: la racionalización, la forma­ que siente a propósito del propio mundo interior.
ción reactiva y la proyección, favorecen la sensibilización 15 Witkin, H.A. - Dyk, R.B. - Faterson, H.F. - Goodenough, D.R. -
14 Eriksen, C. W. Perception anti Personality, in Wepman, J.M. - Heine, Karp, S.A. Psychological differentiation: studies o/ droelopment, Wiley, New
R.W. Concepts o/ Personality, Aldine Press, Chicago, 1 963, pp. 3 1 -58. York, 1962.

196 197
Amm:la, Cencini y Alessandro Mmmli Ú. ftRCEPCIÓN

Otro estudio interesante es el de Hess, a propósito de Esta tendencia puede llegar hasta transformar la misma
la reacción ante rostros inf antiles 16. Encontró que los ros­ realidad: percibo aquello que me circunda como desearía
tros de los niños o de cachorros de animales perdidos ha- que fuese o como temo que sea. La distorsión es tanto ma­
cen surgir emociones positivas y son preferidos a los ros­ yor cuanto más ambiguo es el objeto de la percepción y
tros de personas adultas especialmente de mujeres y cuanto más conflictiva e inconsistente es la realidad intrapsí­
hombres casados. Además, provocan, sobre todo en las 'quica de quien percibe.
mujeres, una dilatación de las pupilas de los ojos. Se trata
de un fenómeno opuesto a aquel descrito por Zubin a Según el experimento clásico de McClelland y Atkin­
propósito de palabras desagradables. son 18, sujetos hambrientos interpretan estímulos ambiguos
como objetos relacionados al alimento, con una frecuencia
Entre los rasgos de la personalidad podemos poner tam­ mayor que sujetos no hambrientos; por otra parte, los ob­
bién el propio sistema de convicciones. Según Sherif y Hov­ jetos comestibles eran estimados más grandes por los suje­
land 1 7 la comunicación interpersonal está influenciada por el tos hambrientos que por los que no estaban hambrientos.
sistema de convicciones de quienes se comunican, entre los Esto quiere decir que, en condiciones de ambigüedad am­
cuales se establecen pre-conceptos que operan de tal forma biental o de descompensaciones internas, las necesidades
que sistemáticamente se desvían a través de dos procesos: tienden a aumentar la frecuencia de la percepción de ob­
asimilación y contraste. Cuando el sujeto juzga sobre mate­ jetos que se relacionan con ellas y a exagerar la importan­
rial que es ligeramente discrepante de la propia convicción cia atribuida a éstos. Conclusiones análogas fueron hechas
preferida, tiende a distorsionarlo como si fuese todavía más en las investigaciones de Levine y colaboradores 1 9.
cercano a la propia posición, más de cuanto realmente es
(error de asimilación). Cuando, por el contrario, aquel material También los valores influyen en la percepción, desarro­
está en contraste con la propia posición, tiende a percibirlo to­ llando una función de sensibilizadores. En el experimento
davía más discrepante y más lejano de cuanto es realmente de Allport-Vemon20 se presentaron palabras asociadas a seis
(error de contraste). Cuando el mensaje cae en la «zona de in­ áreas de intereses de los participantes: teóricos, económicos,
diferencia», o sea el sujeto ni está de acuerdo ni disiente, en­ estéticos, sociales, políticos y religiosos. Entre mayor era el
tonces es percibido sin distorsión sistemática. El modo con valor de la palabra, porque estaba ligada al interés de una
que el destinatario percibe el mensaje debe, por tanto, ser to­ persona, menor era el tiempo de reconocimiento utilizado
mado en consideración para determinar la eficacia potencial por aquella persona para percibirla. Como el botón del radio
que una comunicación puede tener sobre el destinatario. sintoniza ciertos canales, así los valores hacen sintonizar a la
persona con ciertos estímulos y la hacen más sensible a captar
Necesidades y valores:
s� tiende a atribuir a la realidad un significado subjetivo,
dictado por la propia dinámica intrapsíquica. Sería como de­ 18 McClelland, D.C. - Atkinson, J.W. Tire projective expression o/ needs: l.
cir: dime cómo eres y te diré cómo percibes. Tlze e/fects o/ dijfennl intensities o/ the hunger drive on perception, in «J.
Psychol.», 2 5 ( 1 948), pp. 2 05-222 .
16 Hess, E. Ethology anti Developmental Psyc/zology, in P.H. Mussen, Carmi­ 19 Levine, R.- Chein G.- Murphy, Tire relation o/ the interperceptual distor­
cnael's Manual o/ Child Psydzology, vol. I, Wiley, New York, 1970, pp. 2 5-26. hDn: a preliminar report, in «J. Psychol», 13 ( 1 942 ), pp. 283-2 93.
1 7 Sherif, M., Hovland, C.l. Social Judgment, Yale Univ. Press, New Ha­ ZO Allport, G.W. - Vernon, P.E. A study o/ values, Houghton Mifflin,
ven, 196 1 . Boston, 1 931.

198 199
Psicología... 14
Amada, Cmcini y Akssandro Mmenti LA ftRCEPCIÓN

signos que se correlacionan con ellos21 . Bajan el umbral de correcto será percibida de la misma forma y evaluada negati­
reconocimiento, como en el caso de la madre que -sólo ella­ vamente. Otro caso, bastante frecuente en los ambientes
consigue percibir el llanto de su niño no obstante �l �ullicio formativos, es la ceguera de los superiores: para ·huir de sus
de la gente que está en torno suyo. Es la «persptcacta per­ necesidades conflictivas no ven aquella parte de la realidad
ceptiva» (response salience). Los valores deberían volver que avivaría sus conflictos obligándolos a poner remedio. No
despabilad as a las personas. Entre más llegan a ser para el es que finjan no verla; de hecho no la ven. Tomemos el
individuo una realidad motivante, más sensibles será a cap­ caso de un superior que tiene una necesidad conflictiva de
tar estímulos sutiles para usarlos en concretizar ulteriormen­ " dependencia afectiva: puesto que tiene miedo de ser recha­
te los propios valores. Por otro lado, la prontitud con la que zado del grupo, su respuesta al mismo será siempre positiva,
viene dada una respuesta está relacionada tanto con la expe­ tenderá siempre a justificar y a no ver la realidad. Todos
riencia precedente tenida con dicha respuesta y a la vez con ven y saben, pero él no ve y no sabe. Si en cambio tomase
factores intrapsíquicos actuales; por esto, la respuesta depe�­ posición, se sentiría rechazado del grupo y debería en este
de tanto de la disposición para responder como de la perspi­ caso enfrentarse con la propia dependencia afectiva. Sucede
cacia perceptiva. como a aquellos padres que para evitar meterse en proble­
mas no advierten que el hijo se droga: todos lo saben pero
Brevemente: la persona no responde sólo a las dimensio­ ellos lo ignoran.
nes objetivas de una situación, es decir a la realidad física,
sino también al significado que le ha atribuido. Entre mayor Resumiendo:
es la necesidad o el valor, mayor es la perspicacia perceptiva se puede afirmar que, también sobre bases experimentales,
para captar aquello que -aunque sea ligeramente- está c�rre­ viene confirmado el principio filosófico clásico: quidquid per­
lacionado con ellos. También es interesante la eventuahdad dpitur ad modum recipientis percipitur. Todo viene percibido
de que cuando la necesidad o el valor sobrepasan un cierto en base a la capacidad de percepción del sujeto implicado.
nivel de intensidad, la persona puede «ver» cosas que en re­ Factores intrapsíquicos pueden influir en la percepción, por
alidad no hay. Es conocido para todos el caso de las alucina­ lo que algunos datos reciben una atención privilegiada, algu­
ciones de quien, hambriento y deshidratado, vaga perdido nos son dejados a un lado y otros son distorsionados. Una
en el desierto o en el océano. persona insegura del propio yo tiende a tener un estilo cog­
noscitivo coherente con su personalidad: rígido, vinculado al
Inconsistencias y distorsión perceptiva: ambiente, complaciente. El individuo más consistente está
a causa de necesidades subconscientes inaceptables para la más inclinado a pensar con flexibilidad y en modo adecuado
estima de sí, la persona puede distorsionar, al menos en par­ a las exigencias del ambiente. Pero es más fácil distorsionar
te, la percepción de la situación, a fin de proteg�rse de la percepción que cambiar actitud. Si la persona es estimula­
aquellas necesidades conflictivas o con el fin �e gratificarlas. da por una realidad diferente a sus expectativas o imprevis­
Un ejemplo: quien tiene un confli<;:to d� autondad te�derá a ta, responde en mínima parte cambiando de actitud, y en
percibir la autoridad de modo �1stors1onado,. �o.r eJempl� buena parte percibiendo en forma distorsionada la realidad
como peligrosa, y por consecuencia formulará JU1c10s negati­ misma y hasta criticándola. El resultado final no será un ver­
vos acerca de ella; aun si la autoridad se comporta de modo · dadero cambio del individuo, sino que incluso puede desarro­
2 1 Resulta curioso el experimento de Frankl: de frente a la palabra Dios ; llar una adaptación defensiva a la situación en lugar de una re­
(en inglés GOD), algunos (9) leyeron God, otros (9) 600, 4 permanecieron lación constructiva que lleve a un crecimiento saludable.
indecisos. Frankl, V. Logoterapia, o.e. p. 81 .

200 201
Amada, Cenani y Alessandro Manenti Ú.. J\:RCEPCIÓN

c. Factores sociales y percepción Los primeros estudios llegaron a la conclusión -que será
precisada más delante- que para el desarrollo de un buen
También las presiones de grupo pueden modificar los pro­ vínculo social, el niño debe tener una buena relación con la
cesos perceptivos. Asch, en un experimento que se ha hecho madre. Spitz fue el primero en estudiar a gran escala, niños
famoso, quiso estudiar los efectos sobre el individuo de las menores de un año educados en dos instituciones diferen­
opiniones de una mayoría que sostiene lo contrario de la reali­ tes24: la «Nursery», para niños de madres solteras delin­
dad22, Pequeños grupos de personas debían observar un seg­ cuentes detenidas en la cárcel, y el «hospicio», para niños
mento y establecer cuál, de entre otros tres, tuviese una longi­ abandonados. Los de la Nursery tenían muchos juegos, po­
tud igual. Uno era más largo, otro más cono, uno igual al dían ver lo que sucedía fuera y eran alimentados por sus
modelo. Las diferencias eran bastante grandes y no se trataba, madres. A los .niños del hospicio se les mantenía en un am ­
por tanto, de juicios al límite del umbral. Todos los miembros biente carente de estímulos y eran educados por asistentes
de cada grupo habían sido instruidos para dar en coro una res­ que hacían todo a la carrera y que estaban presentes sólo en
puesta equivocada. El sujeto del experimento -en contraposi­ la hora de los alimentos. Spitz encontró que los niños del
ción a una mayoría unánime- se encontraba frente a un dile­ hospicio tenían retardos evolutivos y eran extremadamente
ma: o decir lo que diría si estuviera solo o dudar del propio sensibles a las infecciones y enfermedades de todo género,
juicio y convenir con la mayoría. Un número considerable ce­ no obstante que la higiene del ambiente fuera indiscutible.
dió a la presión de los falsos juicios de la mayoría. En contro­ Repitiendo la observación con los mismos niños después de
les sucesivos resultó que la mayoría de estos conformistas tuvo dos �ños, n?tó que l ?s efectos del ambiente del hospicio
una «distorsión de juicio»: aceptaba el parecer de la mayoría, eran mevers1bles y atnbuyó la causa a la carencia de contac­
aunque no correspondiese a cuanto en realidad ellos habían to humano con la madre o con un sustituto materno 25. En
percibido; pero una minoría de conformistas tuvo también una esta forma, Spitz hizo suya la conclusión que ya había saca­
«distorsión de percepción»: habían percibido según el juicio fal­ do Ribble26: los recién nacidos tienen necesidad de un pe­
so de la mayoría. La presión de grupo lleva a la persona a ce­ ríodo largo y constante de relación con la madre para reducir
der frente a la mayoría aun si la evaluación que hace el grupo la ansiedad biológica y mantener una identidad corporal; los
es incorrecta; este ceder puede ser sólo en el juicio o -más ra­ niños privados de la madre desarrollan una condición de de­
dicalmente- en la percepción misma. bilidad física. Resumiendo todos los estudios hasta entonces
h�ch?s, Bowlb� afirmó como una tesis segura ante la Orga­
Otro campo de investigación se refiere al influjo de las nización Mundial de la Salud, en 1952, que cuando un niño
privaciones sensoríales sobre la percepción; es decir, cuando es privado de los cuidados maternos su desarrollo intelec­
la estimulaci6n ambiental es nula o casi nula. Los estudios tual, físico y social se retarda en forma permanente27 .
sobre los primeros meses de vida del niño han evidenciado 2� �pitz, R.A: Hospitt:lism: an inquiry into tlie genesis o/ psycl,iatric condi­
una relación entre estimulación sensorial, vínculo con la ma­ trons tn early clitldliood, m «Psychoanal. Study Child», 1 (1945), pp. 53-74.
dre y desarrollo de la sociabilidad 23. �5 Spitz,_ R.A. Hospitalism: an inquiry into tlie gene.sis o/ psychiatric condilions
tn early chtldliood: a follow-up report, in «Psychoanal. Study Child», 2 (1946),
22 Asch, S.E. Studies o/ independence o/ conformity: l. A minoriy o/ one pp. 113-117.
against a unanimous majority, in «Psychol. Monog. » , 9 (1956) (todo el nú-
mero). 26 Ribble, M.A. In/anti/e experience in relation to personality, in J.
McV. Hunt, Personality and tlie beliavior disorders, Ronald Press,
23 Para una reseña completa de este tema complejo cf. Thompson, New York, 1944, pp. 621-651.
W.R., Gmsec, J.E. Studies o/ early experience, in Mussen, P.H. Carmichoel's
Manual o/ Cliild Psycliology, vol. 1, o.e. pp. 603-610. 27 Bowlby, J. Maternal care and mental liealtli, WHO Monogr., (1952), n. 2.

202 203
Amada, Oituini y Aiessandro Manmti L\ ftRCEPCIÓN

Estudios sucesivos redimensionaron esta afirmación pesi­ no de la misma forma29. Spitz descubrió que hacia los 6 me­
mista. Muchas investigaciones sobre niños criados en institu­ ses el niño es capaz de distinguir la propia madre de las
ciones no descubrieron siempre efectos negativos e irre­ otras personas30. Schaffer y Callender encontraron que los
versibles en su desarrollo, no obstante que hubiesen sufrido niños hospitalizados después de los 7 meses protestan por la
la carencia materna28. Se debía, por tanto, buscar en otras separación de la madre31 : se aferran a ella cuando viene a vi­
direcciones para explicar los eventuales retardos evolutivos. sitarlos, tienen comportamientos de negativismo con el perso­
Se llegó así a introducir una distinción de tiempo y de cuali­ nal del hospital y se asustan con ellos. Los niños hospitaliza­
dad: la edad crítica indiciada en los 6-7 meses y el concepto dos antes de los 7 meses no protestan por la separación y
de privación perceptiva. están más disponibles para aceptar a los extraños como sustitu­
tos maternos. Es el síndrome de «institucionalización» descrito
Hasta antes de los 6 meses el retraso evolutivo es debi­ también por los estudios de Spitz: con el transcurrir del tiem­
do en gran parte a la carencia de estímulos sensoriales (audi­ po la protesta se transforma en desesperación, el peso dismi­
tivos, sensitivos, táctiles ... ) más que a la carencia del vínculo nuye en forma notable y los tests indican un freno en el desa­
materno en cuanto tal. En este primer período son impor­ rrollo; a la desesperación sucede, después de 3 meses, la
tantes los estímulos por medio de la madre, por un sustituto regresión: el cociente de desarrollo se baja rápidamente, el
materno o -en el límite- por medios mecánicos. Después de niño se recuesta boca abajo, rechaza todo contacto con el am­
los 6 meses, al contrario, prevalece la importancia de la rela­ biente, rechaza el alimento, no duerme bien; después del
ción madre-niño. cuarto mes de separación entra en la fase del desapego: ni lá­
grimas ni gemidos, teniendo la mirada fija. Para Spitz éste es
Los efectos negativos que Spitz y Ribble habían atribui­ el punto crítico; si la separación supera los 5 meses, tales dis­
do a la privación materna antes de los 6 meses, se relacio­ turbios tienden a ser irreversibles. Para muchos de estos niños
nan más bien con la privación perceptiva y a la carencia de será la muerte o la confusión mental: a la edad de 4 años la
oportunidades de aprendizaje; en cambio, los efectos negati­ mayor parte de los niños que habían sobrevivido no sabían ca­
vos que se realizan después de los 6 meses son debidos, minar. Pero si antes de este período crítico de los 5 meses, la
además de la privación perceptiva, a los daños afectivos que madre es restituida al niño, la curación es inmediata: sale al
acompañan el romperse del vínculo madre-niño que en instante de su postración, el cociente de desarrollo sube con la
aquel tiempo se había formado. misma rapidez con la que había bajado y después supera el ni­
vel que tenía antes de la separaci6n32. Schaffer ha individua­
La edad de los 6-7 meses no es arbitraria: se trata del do dos síndromes de post-hospitalización: «global» (antes
período crítico en que emerge el vínculo social (el estadio 29 Bowlby, J. Tlze nature of tlze clzild's tie lo lzis mother, in «lnt. J. Psychoa­
sensorio-motriz según Piaget). Bowlby notó que los niños nalysis», 3 9 (1 958), pp. 350-373. Para un desarrollo del tema se puede ver
separados de la madre después de este período permanecen también J. Bowlby, Attaccamento e perdita; lo separazione dalla madre, vol.
afectados, mientras que si son separados antes no lo son o 11, Boringhieri, Torino, 1973.
30 Spicz, R.A JI primo anno di vita del lxlmbino, Giunti-Barbera, Firenze, 1 980.
28 Las investigaciones más importantes son: Freud, A. -Dann, A. An ex­ 31 Schaffer, H.R., Callender, W.M. Psyclzological e/fects of lzospitalizalion in
perimml in group upbringing, in «Psychoanal. Srudy Child", 6 (1 951 ), pp. infancy, in «Pediatrics», 24 (1 959), pp. 528-539.
1 27-168. H.L. Rheingold-N. Vayley, The loter ejfects of an experimental mo­
diftcalion of mothering, in «Child Dev,,., ( 1 959) 30, pp. 363-372. W. Den­ 32 Para una profundización de estos aspectos cf. B. Reymond Rivier, lo
nis-P. Najarian, Infanl developmenl under evironmmtal handicap, in «Psychol. wiluppo socia/e del bambino e dell'adolescmte, La nuova Italia, Firenze, 1 975,
Monograp,,., (1957), n. 7. pp. 1 4-55.

204 205
AmadaJ Cenani y Alessandro Manmti Ú... PERCEPCIÓN

de los 7 meses de vida) y el «hiper-dependiente» (después de lenguaje de las culturas templadas. No es sólo una sensibili­
los 7 meses)33. Cuando regresan a casa, los primeros están dad de lenguaje, sino más todavía, de percepción: denota
extremadamente preocupados por redescubrir el ambiente y una perspicacia perceptiva que no se encuentra en personas
muy poco atentos a las personas que los circundan: buscan de otra cultura. Las palabras que componen un determinado
recuperar la estimulación sensorial que les había llegado a _lenguaje ayudan a formular aquello que el individuo de di­
faltar. Los niños «hiper-dependientes», en cambio, muestran cha cultura percibe. El lenguaje no sólo indica cómo se co­
un excesivo apego a la madre y lloran si permanecen solos: munica la persona, sino también cómo analiza la naturaleza,
deben recuperar el vínculo interrumpido. advierte o no advierte los fenómenos y cómo construye el
propio conocimiento.
Resumiendo, el ambiente social influye en el modo de
percibir, juzgar y ponerse en relación. Hemos indicado dos Conclusión general:
factores: la presión de grupo y la privación sensorial. La pre­ la percepción en su conjunto es verídica, pero puede estar
sión de grupo influye prácticamente siempre. La privación sujeta a distorsiones especialmente si la situación externa o
sensorial influye sobre todo en aquellas situaciones en que interna al sujeto es confusa, conflictiva y emotivamente sig­
el sujeto está privado de vínculos significativos. Se trata de nificativa. El modo de percibir la realidad es una función de
dos factores que no son intelectuales pero que sin embargo factores contemporáneos y de experiencias previas del orga­
influyen en las operaciones intelectuales a través de la per­ nismo con dicha realidad. Las personas varían en el modo
cepción. Si nuestra acción de decidir se apoya en bases de de reaccionar: se va -en un continuum- desde el extremo de
complacencia social o de privación, puede estar comprometi­ los sensibles al de los represores. Aunque un estímulo no
da. El niño que desea una relación social porque ha estado sea percibido conscientemente, de todos modos la persona
privado de ella, puede modificar la propia aportación inte­ puede responder a él. Las características del objeto, los fac­
lectual. Si estar en lo justo significa comprometer la relación, tores intrapsíquicos y los elementos culturales, influyen me­
entonces continuará permaneciendo en el error. Y el adulto diante la percepción en el modo de pensar y decidirse.
es siempre un poco niño.
3. Percepción social
d. Diferencias culturales.
Con este término se entienden los procesos sociales a tra­
Este último factor pertenece más a la antropología cultu­ vés de los cuales conocemos a los demás con sus característi­
ral que a la psicología; aquí apenas lo mencionamos. La per­ cas, cualidades y estados internos. Si bien el término es co­
cepción de un objeto varía según la función que tenga en múnmente usado, sin embargo resulta impropio porque con
una determinada cultura. Un objeto que en una cultura es frecuencia no se trata sólo de percepción: nuestra opinión so­
necesario para la sobrevivencia, puede ser irrelevante en otra bre una determinada persona no se basa sólo en su observa­
cultura. Como resultado de lo anterior, para indicar y descri­ ción directa, sino también en la evaluación inmediata ligada
bir un objeto importante, el lenguaje desarrolla muchos tér­ inevitablemente a la aprehensión de los datos sensoriales.
minos que afinan las discriminaciones perceptivas. Por ejem­
plo los esquimales distinguen con diferentes vocablos los Los temas de este campo son muchos: ¿Es posible cono­
diversos tipos de nieve y hielo, cosa que no sucede en el cer las emociones de los demás? ¿Cómo hacer para conocer­
33 Schaffer, H.R. Objective obseroations of personalily developmenl in ear/y las? ¿A través de qué procesos llegamos a percibir al otro?
infancy, in «Br. J. Med. Psychol.", 31 (1958), pp. 174-183.

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Amada, Cencini y AJessandro Manenti LA fi:RCEPCIÓN

¿ En qué se basa la habilidad para entender a los demás? nuestro juicio. A esta actividad de quien percibe son aplica­
¿Hay «observadores» mejores que otros? La relación con bles las 4 funciones de las actitudes ya descritas.
otro, ¿qué efecto tiene en mi modo de percibirlo?34
Estereotipos sociales:
Aquí nos limitaremos a tres aspectos que corresponden cuando encontramos a otro tendemos inmediatamente a cla­
más al tema del libro: sificarlo en la categoría del «otro generalizado». Al alemán le
atribuimos los atributos de nuestro estereotipo de alemán; al
a. Algunos procesos a través de los cuales llegamos a sacerdote, el estereotipo clerical; al costeño, el estereotipo
comprender a los demás. correspondiente y así por el estilo. El conocimiento de la ca­
tegoría de pertenencia ejercita un fuerte influjo en la impre­
b. Fuentes de error en la percepción social. sión que nos hacemos del otro, sobre todo si las informa­
ciones más bien son escasas. Estamos a merced de un
c. Percepción de los demás y su cambio. estereotipo en la medida en que percibimos a los demás sólo
en base a su grupo de pertenencia más que a sus caracterís­
Muchos de los principios que regulan la percepción de ticas originales.
los objetos, valen también para la percepción de las perso­
nas. Por ejemplo, no es para maravillarse que los valores y Los estereotipos presentan tres características:
las necesidades puedan influir también en la percepción de
los demás igual que en la de los objetos. Pero aquí se aña­ - Se seleccionan ciertos atributos que son, o se piensa
den nuevos elementos, porque el otro me «excita» más que que son, comunes a una cierta categoría haciéndose
los objetos: es más imprevisible, se me asemeja; estoy por de ellos un esquema general.
tanto más implicado en su percepción. Tratar con las perso­
nas es más difícil que tratar con la cosas. Es suficiente que una persona pertenezca a esa cate­
goría para provocar la impresión de que posee todos
a. Algunos procesos en la percepción de las personas los atributos propios de la categoría.

Finalidad de quien percibe: cuando observamos o juzga­ No obstante la generalización, el estereotipo admite
mos tenemos una razón para hacerlo. A veces nos interesa la discrepancia entre los rasgos atribuidos y los ras­
individualizar las aptitudes de una persona para el trabajo gos reales de la persona: puesto que los individuos
(¿será capaz de desarrollar la tarea que le confío? ¿será un difieren entre sí, un estereotipo no encuentra siem­
buen trabajador?); otras veces nos interesa su afinidad con pre correspondencia en cada uno de los miembros.
nosotros (¿estará de mi parte? ¿podré darle confianza?); otras
veces nos preocupa su bien (¿será feliz en la vida?). El moti­ Esta última característica hace que el estereotipo no sea
vo y el fin por el que juzgamos influye en la naturaleza de necesariamente un prejuicio o una fuente de error. Conocer
la «categoría» y las características básicas de un determinado
34 Para un desarrollo más extenso del tema véase: Tagiuri, R. Personal
Pen::eption, in G. Lindzey-E. Aronson, The Handbook o/ Social Psychology,
grupo puede ser un buen punto de partida para el conoci­
vol. III, Addison-Wesley publ., London, 1969, pp. 395-449. P.F. Secord­ miento del individuo: quien tiene familiaridad con ciertas
C.W. Backman, Psicología socia/e, II mulino, Bologna, 1971, pp. 89-160. culturas aldeanas logra comprender mejor a cada uno de sus
G.W. Allport, Psicología, o.e. pp. 425-447.

208 209
Amadm Cencini y AJessandro M.menti LA PERCEPCIÓN

habitantes. Es útil conocer el status social, el rol y la perte­ belleza o la masculinidad), se convierte en la clave que ser­
nencia a determinado grupo, pero no basta: detenerse aquí virá de base para percibir a los demás36. Este deseo de tal
significa no percibir la individualidad de la estructura perso­ rasgo puede ser el efecto de una inconsistencia subyacente:
nal. El estereotipo ofrece solamente hipótesis de investigación, por ejemplo la necesidad conflictiva de dependencia afecti­
rasgos atribuibles al individuo; pero es necesario alejarse de él va me hace ser muy sensible a captar las señales de afecto;
para captar los rasgos reales de este individuo original. por lo que los demás serán percibidos atrayentes o indife­
rentes en base a su capacidad o incapacidad (real o preten­
Modelo antropológico: dida) de satisfacer mi necesidad.
todo sujeto que percibe, aunque no sea consciente, tiene
una «teoría» sobre las demás personas que influye en su En general: las personas pueden verse semejantes no so­
modo de percibir y juzgar. El concepto que tenemos de bre una base real sino supuesta: se presupone que la perso­
hombre, en general, influye en el modo de ver el hombre na amada es semejante a sí mismo. Tal suposición puede
concreto. Por tanto, vale la pena explicitarlo. Sólo entrando nacer de la falta de libertad interior que lleva a buscar en el
en esta área de la teoría se podrá organizar un plano concre­ otro aquello que se desea o se necesita encontrar.
to de acción. Para ver y distinguir qué es lo que se encuen­
tra al fondo y qué es lo que está en primer plano, no basta b. Fuentes de error
abrir los ojos y mirar. Lo que se ve, está determinado por el
modelo que se usa. Si no se parte de buenos presupuestos Prejuicios:
teóricos, existe el riesgo de las improvisaciones o de caer en La relación con los demás está siempre en movimiento, en
diletantismos, con la consecuencia de una acción fragmenta­ evolución y frecuentemente es contradictoria. Por ello, se
ria: cada uno actuaría a su modo, con criterios arbitrarios y debe permanecer siempre abierto a recibir las nuevas infor­
sin verificar, a tal punto que serían las contingencias las que maciones que el otro nos manda. Sin embargo, al ser la per­
impongan las opciones operativas. cepción continua, el sujeto que percibe puede ignorar las
variaciones y las novedades manteniendo prácticamente la
Percepción de sf: misma percepción en todo momento. Esto tiene el efecto
las características del sujeto que percibe influyen en el de simplificar y estabilizar el proceso perceptivo dando a la
modo de percibir a los demás. Quien pretende poseer rasgos persona una impresión de estabilidad, pero que puede tam­
que son deseables, tiende a atribuirlos también a las perso­ bién degenerar en percepciones equivocadas y en prejuicios.
nas que le son simpáticas, más que a las que le son indife­
rentes o antipáticas35 . Así, cuando la persona es invitada a De aquí que un primer prejuicio en la percepción social
describirse a sí misma, agiganta la «pretendida semejanza» consiste en ver al otro como una entidad constante e inva­
basada no en la presencia de tal rasgo sino en el deseo de riable. El individuo nos parece «siempre el mismo» aunque
su presencia. Cuando el rasgo deseable goza de una cierta cambie y se comporte hoy en modo diferente de ayer. En la
prioridad, produce una selectividad de la percepción: si juz­ percepción está presente una especie de sistema selectivo
go positivamente una rasgo (por ejemplo la honestidad, la
36 Hastorf, A.H. - Richarson, S.A. - Dornbush, S.M. Tlze problem of rele­
35 Lundy, R.M. Self perception regarding masculinityjemininity and descrip­ vance in tlze study of person perception, in R. Tagiuri-L. Petrullo, Person per­
tion of same and opposite sex sociometric clzoices, en «Sociometry » , 21 (195 8), ception and interpersonal belzavior, Stanford Univ. Press. Stanford, Calif.
pp. 238-243. J.A. Broxton, A test of interpersonal attraction predictions derived 1958, pp. 5 4-62. M. Cook, La percezione interpersonale, 11 Mulino, Bologna,
from balance tlzeory, en «J. Abnorm. Soc. Psychol. » , 66 (1963), pp. 3 94-397. 1973, pp. 61-65 .

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AmadaJ Onani :v Alessandro Mmenti Ú J\;:RCEPCIÓN

que no permite ver en los demás aquellos comportamientos Clima emotivo:


que se desvían de la imagen que se tiene de ellos. Feshbach y Singer notaron que los sujetos atemorizados por
la aplicación de pequeñas descargas eléctricas esporádicas
Una segunda forma de prejuicio consistiría en la tenden- .,, tienden a juzgar la expresión de otros individuos vistos en
cia a poner siempre a la persona en el origen de sus accio­ fotografía, como temerosa (proyección suplementaria) o agre­
nes. Se da por descontado fácilmente que las acciones se re­ siva (proyección complementaria); tal evaluación no era dic­
fieren siempre a las disposiciones internas conscientes de tada por la fotografía sino por el estado emotivo de los ob­
quien las realiza: resulta más sencillo interpretar un acto servadores38. Aquí vale el dicho: «no pidas al enamorado
hostil como expresión evidente de maldad, en lugar de in­ que te describa cómo es su novia». Es también el fenómeno
tentar comprender cuál es la situación y los motivos sub­ que se ve frecuentemente en los conflictos familiares: a la
conscientes que han impulsado a la persona a dicho acto. luz de la tensión emotiva presente, se vuelve al pasado para
Sin advertirlo, se pasa indebidamente de la condena de la . coger sólo lo negativo y despreciando o reinterpretando lo
acción al rechazo de la persona en cuanto tal; lo cual trae positivo. La belleza de ella, antes contemplada, llega a ser
consecuencias funestas. hoy vanidad; el entusiasmo de él se convierte en frenesí; la
dulzura, en estupidez; la expansividad, en habladuría; la re­
Clasificaciones simplificadas: serva, en desdén...
Si alguien nos clasifica, nos sentimos ofendidos porque nos
damos cuenta que somos más complejos de lo que los d�­ La gestión adecuada de los propios sentimientos es un
más piensan y que ni siquiera una biografía de tres volúme­ requisito indispensable para una relación realista con los de­
nes nos haría plena justicia. El juicio «simplificado» preten­ más; si al menos lográramos entrever nuestras complejas mo­
de extender a toda la persona una evaluación originada por tivaciones, nuestras incoherencias y la unicidad de nuestra es­
un detalle de su comportamiento (una palabra, un gesto ...); tructura, estaríamos en grado de explicar la complejidad y
por lo cual se tiende a interpretar todas sus manifestaciones unicidad del otro, o al menos estaríamos atentos a no proyectar
a la luz de dicho juicio simplificado: esa persona terminará nuestros estados de ánimo en la percepción del otro. En deter­
por agradarnos o no agradarnos
" en todo. Tal tendencia se minadas circunstancias será más prudente suspender el juicio
llama «efecto aureola»3 7• Una vez formulada una impresión para que no esté demasiado contaminado emotivamente.
sumaria, ésta se mantiene constante y lleva a valorar todo a su
luz; si después algunos aspectos contradicen tal simplificación, c. Percepción de los demás y su cambio
son tomados como «excepciones que confirman la regla». Así,
si un estudiante es evaluado con puro 1 O en lo académico, se En este punto es apropiada la pregunta: ¿Qué percep­
tenderá a verlo excelente también en lo referente a otras cuali­ ción tengo yo de mi interlocutor?
dades como la madurez, el empeño, el sentido de servicio ...
aunque de hecho esté carente en tales áreas. Es lo que se dice Los esquemas cognoscitivos:
«ser el preferido de alguien» o «caer en desgracia». Se tiene una percepción realista del otro, cuando «aquello
que yo pienso de él» corresponde a «aquello que el otro es
verdaderamente». En cambio, la percepción está distorsiona-
38 Feshbach, S. - Singer, R. Tlze ejfects offear arousal and suppression of
37 Osgood, C.E. - Sucí, G.J. - Tannenbaum, T.H. Tlze measurement of fear upon social perception, in «J. Abnorm. Soc. Psychol»., SS (1957), pp.
meaning, Urbana, Illinois, U.P. 1957. 283-288.

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Arnod«J Cencini y �ndro Mlnenti Ú ftRCEPCIÓN

da cuando el concepto que yo tengo del otro no correspon­ mente. Cada nuevo comportamiento suyo es interpreta­
de a la realidad; es decir que «el otro según yo» es muy di­ do a la luz de lo que ya sabía de ella.
ferente (o hasta opuesto) de como es realmente. Esta per­
cepción distorsionada no sólo influye en la comprensión (mi 2. Estos esquemas cognoscitivos deben ser abiertos y fle­
relación ya no es libre), sino también en el crecimiento del xibles y no cerrados o rígidos. Se tiene una percepción
otro: estará condicionado a actuar conmigo según mis expec­ realista del otro cuando se está dispuesto a volver a ver
tativas. Esta dinámica es muy importante en la relación de los esquemas que se tienen de él en base a las nuevas
ayuda, por ejemplo en la dirección espiritual: para una rela­ informaciones que me da (=creía que él fuese estúpido,
ción de crecimiento es indispensable que quien dirige tenga pero conociéndolo mejor, debo cambiar de opinión).
no sólo una percepción realista del otro, sino también flexi­ De otra manera el otro podrá hacer hasta milagros ante
ble y abierta, con la confianza que el otro puede cambiar. mí, pero yo continuaré percibiéndolo como siempre, en
modo no realista y distorsionado. Y de esta forma no
Supongamos que yo, por cualquier razón, piense que tú eres logro captar el mensaje que está presente más allá de
un tipo simpático. Cuando te encuentre, me comportaré contigo sus palabras.
consecuentemente: seré cortés y disponible. Esto te facilitara res­
ponderme con la misma cortesía. Terminado el encuentro me diré: 3. Las distorsiones que tengo de la verdadera personalidad
«¡Verdaderamente tenía razón al decir que es simpático!» (•mis del otro, lo provocan o lo invitan a actuar de modo que
expectativas han influido en tu modo de relacionarte conmigo). Si,
por el contrario, mi expectativa es la de encontrar un tipo antipáti­ confirme mis distorsiones; por lo que su comportamiento
co; apenas te encuentre me sentiré fastidiado. Entonces es muy podría ser no tanto la expresión de su verdadera persona­
fácil que tú reacciones consecuentemente, de modo que al final lidad, sino el resultado de mi propia distorsión. Es como
yo obtengo la confirmación de mi diagnóstico inicial. En ambos si dijera «es inútil que yo intente cambiar; cualquier cosa
casos ha sucedido que yo he encontrado el tipo que me esperaba que haga, para él seré siempre un estúpido; por tanto da
encontrar. O sea que mí concepto de ti provoca en ti un compor­ lo mismo que siga haciendo el estúpido».
tamiento correspondiente; la imagen que yo tengo de tí influye en
tu comportamiento. Si yo pienso que eres un estúpido es más fácil Con bastante frecuencia, este condicionamiento estará
que tú te comportes conmigo como estúpido; no porque lo seas, escondido para ambos, pero no será menos eficaz. Mi per­
sino porque yo te percibo como tal. Sí en cambio pienso que pue� cepción negativa será entonces transmitida con diferentes
des ser mejor es más fácil que tú mejores.
mensajes verbales y no verbales, sensoriales y metasensoria­
Veamos más analíticamente esta relación entre esquema les, lo cual provocará un cierto efecto correspondiente. Evi­
cognoscitivo y crecimiento del otro. dentemente, el efecto dependerá también del grado de ma­
durez del individuo receptor. De cualquier manera, si envío
tales mensajes, provoco un influjo negativo y no ayudo al
1. Cada vez que encuentro a una persona, no puedo estar
siempre redescubriéndola de pies a cabeza como si crecimiento del otro en aquel aspecto que tal crecimiento
fuese la primera vez que la veo. Es inevitable que yo depende de mí.
tenga algunos «esquemas de convicción» o «esquemas
4. El cambio de mi esquema cognoscmvo sobre el otro
cognoscitivos» de ella. Tales esquemas saltan cada vez
puede estimularlo a cambiar. Cada uno de nosotros se
que la encuentro y, a su luz la «reconozco» inmediata-
hace un esquema cognoscitivo de quien le está cercano

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Psicología .. 15
215
Amada, Cenani y Alessandro Mmenti L\ ftRCEPCIÓN

y, por tanto, puede distorsionarlo. Por esto, es inútil es­ rente indignidad del sujeto. Naturalmente, la puede percibir
perar que el otro cambie como condición para el propio en el otro sólo quien la ha sabido acoger en sí mismo.
cambio. Cada uno debe hacer su propio juego, cada
uno debe trabajar en su propia conversión sin condicio­ Es posible fundamentar todavía más profundamente la
narla a la conversión de los demás. Convertirse, en este percepción positiva del otro. Ya la filosofía clásica afirmaba
caso, quiere decir preguntarse: Pero él (o ella), ¿es en que debemos interpretar los entes finitos como realidades
realidad como yo pienso que es? Con todo esto, no es participantes y fundadas en una realidad fundante y absolu­
que se quiera introducir un elemento de sospecha en ta como la de Dios, Ser subsistente. Para la filosofía escolás­
la relación que llegue hacer de ella un encuentro entre tica, por ejemplo, la dignidad de las criaturas es proporcional
eternos desconocidos, sino que se trata de un elemento a su cercanía al Ser; por esta razón es necesario amar a los
de realismo: seamos lentos en hacer el retrato de los hombres más que a los animales o a las cosas. El hombre,
demás. Tal retrato no será una fotografía. Si estoy dis­ en efecto, por su naturaleza, está más cercano a Dios, ama
puesto a revisar mi concepto del otro, entonces estaré naturalmente a Dios sobre todas las cosas. A la luz de esta
abierto a todo aquello que el otro pueda revelar de orientación, el otro nos aparece en toda su amabilidad obje­
nuevo. Más aún: el otro será estimulado -gracias a mi tiva: un ser que participa del Ser. Hay en él un bien absolu­
flexibilidad- a revelarme elementos nuevos. Y así, mi to y objetivo; es una persona amable en virtud de su ser
disponibilidad a mejorar el concepto que tengo de mi creado por Dios, más allá de lo que hace. Pero puede suce­
vecino, lo estimulará a llegar a ser mejor. Cuando admi­ der que el hombre -ente finito- se busque sólo a sí mismo y
to una mejorla en mi percepción del otro, estimulo en él la use de la propia racionalidad para amar sólo el propio yo, si­
posibilidad de una mejorla real. guiendo un proyecto de subsistencia autónoma. Aun en este
caso el hombre no pierde la propia amabilidad objetiva: lle­
La amabilidad objetiva: admitir la posibilidad de la dis­ ga a ser malo por aquello que hace, pero no por aquello que
torsión no significa, sin embargo, el sufrirla necesariamente. es. En efecto, puede suceder que la cercanía-tendencia ha­
Para la percepción, como para toda actividad psíquica, son cia Dios permanezca como algo potencial más que actual.
necesarias algunas directivas que indiquen el modo recto de Esto quiere decir que percibimos a los demás no sólo en
gobernarla. Esta función directiva del aparato psíquico -lo virtud de la cercanía con Dios que ya poseen, sino también
hemos visto- pertenece a los valores, y más específicamente en base a esa cercanía que deseamos que ellos consigan y
a los valores en cuanto realidades trascendentes. En el caso que actualmente todavía no han conseguido. Yo puedo no
de la percepción, la orientación directiva se ve realizada por compartir la acción del otro porque aquello que hace puede
la amabilidad objetiva. Esto significa que todo ser humano ofuscar su bondad objetiva; por tanto, puedo rechazar su
es digno de ser amado, independientemente de su conduc­ comportamiento, pero no por esto tengo el derecho de re­
ta, de sus méritos particulares o cualidades atrayentes; se chazarlo como persona. El hombre es amable por aquello que es,
trata de un componente de aquella identidad positiva que no por aquello que hace; y viceversa, es refutable aquello que hace,
más arriba hemos definido como un dato de naturaleza, ac­ pero jamds aquello que es.
cesible a todos. La amabilidad objetiva está ligada también
a los valores fundamentales de la existencia y persiste (sien­ Nótese bien que esto no significa absolver con manga
do un valor trascendente) aun en la presencia de una apa- ancha todo y a todos (puesto que es objetivamente amable,
entonces puede hacer lo que quiera; que al cabo yo logro

216 217
Amadm Cendni y AJessandro Manenti /A ftRCEPCIÓN

ver en forma transparente su espíritu bueno a través de la amor encuentro al otro y lo inserto: también él participa de
carne débil). Al contrario, desear que el otro llegue a ser . mi cercanía con Dios. No lo amo sólo porque yo ame a
aquello que «debe» ser, significa rechazar sus actos malos, Dios, sino que lo amo porque es parte integrante de mi re­
egoístas, defensivos, para exigir que ponga en acto concreta­ lación personal con Dios. Así, el amor hacia el otro se con­
mente ese destino que no hemos dejado de ver en él, al vierte en prueba de mi amor hacia Dios. Desde un punto
menos como potencialidad. La diferencia estará en la forma de vista psicológico es, por tanto, ambigua la fórmula: amo
como exigimos, es decir en el presupuesto de la amabilidad al otro por amor a Dios. Sería más correcto decir: amo al
objetiva del otro. Se le exige no para que reconquiste ante otro en Dios39.
mis ojos aquella confianza que se le tenía y que ahora se ha
perdido, sino porque se le continúa teniendo confianza, sa- '. 4. Conclusión
hiendo que puede llegar a ser aquello que «debe» ser.
En la percepción se expresa el único y entero yo que
También le exijo para que satisfaga la exigencia de sef interactúa con el objeto. Si pudiésemos descomponerla, en­
mejor que se sabe existe en la otra persona. No se pretende contraríamos en ella dos componentes: uno que pertenece al
que el otro se rehabilite a mis ojos (semejanza pretendida), yo con sus componentes (emociones, necesidades, valores,
sino que sea fiel al proyecto que tiene en sí y que yo sigo estado emotivo... ); y el otro que pertenece al objeto con sus
viendo más allá de su comportamiento. Sólo quien se siente componentes (intensidad, valor, familiaridad... ). El acto de
perdonado podrá reconocerse pecador. Rechazo del compor­ percepción funde juntos el yo que percibe y el estímulo
tamiento, pero jamás rechazo de la persona con su amabili­ percibido, por lo que el objeto percibido no es fotografiado,
dad objetiva. sino investido de una carga del yo que le da su coloración
hasta poderlo incluso distorsionar. Estas distorsiones de la
¿De dónde nace este deseo de abrirnos al otro? Nace percepción tienen una utilidad inmediata para el yo: son es­
del hecho que lo vemos en la atmósfera de la caridad divi­ trategias de la psiqué para simplificar la complejidad de las
na: he aquí el poder de un valor trascendente que arrastra, informaciones a las que estamos diariamente sometidos, y
que permite descubrir más allá del comportamiento el espí­ facilitan así nuestra sobrevivencia; nos aseguran que somos
ritu del otro, su ser bueno aun cuando actualmente lo con­ · nosotros quienes mantenemos el control de los acontecimien­
tradiga por su comportamiento malo. tos, dándonos la seguridad ahí donde prevelacería, en otra for­
ma, la confusión. Pero siendo una distorsión de la realidad,
Notemos finalmente, que este mirar en forma transpa­ nos impiden un contacto adecuado con ella.
rente no significa simplemente: amo al otro como conse­
cuencia de mi amor por Dios (es decir, que si no amase a La formación de la representación perceptiva sería la re­
Dios quién sabe qué haría...). En este caso, estaría Dios por sultante del encuentro entre los estímulos -los cuales llegan
su parte y yo por la mía y además el hermano, que afortuna".' del ambiente al aparato psíquico- y el substrato psíquico
damente saca algún provecho de mi relación con Dios; pero que ellos encuentran. Para que se dé la veracidad en la per­
de la que está excluido, puesto que de tal relación recibe cepción será necesario que el estímulo externo sea claro y
beneficios sólo por reflejo y «bondad mía». Sin embargo, que el yo sea consistente lo más posible, de modo que pue­
quiere decir mucho más: hacer participar al otro de mi rela­ da organizar los datos sensoriales con un mínimo de distor-
ción con Dios. En otras palabras: yo amo a Dios y en este 39 Sobre este tema se puede confrontar la segunda parte del artículo de
J. De Finance, Devoir et Amour, en «Gregoranium», 2 (1983 ), pp. 243 -272.

218 219
Amada, Cencini y Akssandro Manen.ti lA ftRCEPCIÓN

sión. Entre más consistencias del yo estén presentes, los es­ una parte, una percepción rígida, preconcebida; por otra, una
quemas representativos internos serán más realistas, y serán percepción frágil y mutable.
capaces de coordinar las informaciones sensoriales respetán­
dolas en sus informaciones. Allport distingue la percepción Si los dos procesos actúan simultáneamente, hay conser­
de la procepción; mientras la percepción es el proceso que vación y creatividad, lo que en términos perceptivos signifi­
refiere fielmente la apariencia sensorial, la procepción indica ca constancia de la percepción y afinación progresiva de la
todas las influencias de las disposiciones que intervienen misma.
entre la información sensorial y el acto4º . Existir como persona significa también elaborar una rec­
La coordinación debe realizarse dentro del respeto a la ta percepción de sí y de la realidad.
realidad. Para sintetizar, se puede retomar la relación entre
esquemas representativos internos y estímulos sensoriales,
recurriendo a los dos términos de asimilación y acomodación
que Piaget usa para estudiar la formación de la estructura
psíquica general41 . La asimilación implica una inercia es­
tructural, o sea una tendencia a responder a eventos nuevos
con modalidades antiguas. Los nuevos estímulos vienen in­
corporados en un esquema de orientación pre-existente. La
acomodación en cambio, es el perfeccionamiento de la es­
tructura previa bajo el influjo de nuevas informaciones. La
integración de los dos procesos dan lugar al verdadero creci­
miento que se coloca en el punto intermedio entre estatici­
Jad y revolución. El crecimiento es a la vez conservación y
desarrollo: un proceso de avance que consiste en retener
aquello que es indispensable y duradero, eliminar aquello
que está superado y añadir o sustituir la nueva información.
Si la estructura del yo es débil, es más fácil que haya rigidez
en lugar de integración de los dos procesos. La asimilación
se transforma en respuestas estereotipadas y rígidas; todo
debe confirmar el esquema mental previo de quien percibe,
de otra manera no viene visto o viene distorsionado. La aco­
modación se convierte en sugestionabilidad excesiva, por lo
que será la presión de grupo o el tono de la situación los
que determinen el modo de relacionarse con la realidad. Por

40 Allport, G.W. Psicologia della persona/ita, o.e. pp. 224-225.


41 Piaget, J. La nascita della intelligenza ne/ bambino, La Nuova Italia, Fi­
renze, 1973.

220 221
Capítulo Segundo
ACTO CONSCIENTE, ACTO DELIBERADO

Y ESTADO INCONSCIENTE

En toda acción es posible aducir motivos ilimitados que


la originan, y que se vuelven tanto más complejos cuanto
más se penetra en la vida y vicisitudes de quien la ha reali­
zado. Esta pluralidad de motivos no siempre sigue las leyes
de la lógica, por ejemplo el principio de no contradicción.
Motivaciones diversas y contradictorias entre sí pueden estar
a la base del mismo comportamiento. Si se indaga a profun­
didad se verá que las acciones humanas están alimentadas
por una cantidad enorme de posibles determinantes, más o
menos conscientes.

En las acciones humanas hay siempre motivaciones cons­


cientes; por esto no se puede afirmar -excepto en los casos de
patología- el reinado absoluto del inconsciente en nosotros 1.
Tampoco se puede caer en el extremo opuesto de pensar que
todos los motivos son sólo conscientes: no es posible compren­
der el proceso psíquico en base a la sola acción voluntaria, por­
que siempre están presentes movimientos inconscientes en la
persona. No se trata, por tanto, de elegir entre la visión ilumi­
nista de un hombre guiado sólo por la razón o la visión psicoa­
nalítica de un hombre guiado sólo por el inconsciente. Se trata
más bien de indagar la relación consciente-inconsciente, elabo­
rando una antropología holística que reconduzca todas las ma­
nifestaciones de la psiqué al concepto de un yo unificado.

La existencia de la motivación inconsciente no crea pro­


blemas para una visión holística, puesto que el hombre per-

Arnold, M. Emotion and Personality, o.e. pp. 236-237.

223
Amadro Cencini y AJesso:náro Mmeliti ACTO G:lNSCIENTE, AcTo lELIBERADO Y ESTADO INCONSCIENTE

traste con las conscientes. Motivaciones conscientes e in­ libertad del hombre como un área circular, entonces se po­
conscientes se mezclan inevitablemente: el problema es es­ dría distinguir una región central luminosa en la que él es
tudiar cómo sucede esto. efectivamente libre, en seguida una penumbra circunstante
en la que su conciencia inquieta continúa sugiriéndole que
Dos mundos tan diferentes, con leyes a veces antitéticas, podría hacer las cosas mejor, si se decidiera y, por último,
con orígenes diferenciados y con modos de proceder desvincu­ una sombra externa de la que apenas se da cuenta» 4.
lados uno de otro ¿en qué forma son expresión del único yo?
Dos modos de organizar la realidad y, sin embargo, productos Se puede considerar la región central luminosa como la
de la misma matriz. El yo que programa, decide y quiere, es voluntad consciente y deliberada, la sombra externa como el
el mismo yo que se crea falsas expectativas y mecanismos inconsciente, y la penumbra intermedia como el lugar del
autoengañadores, que se pierde en círculos viciosos; que matiz o intercambio consciente-inconsciente.
construye y destruye, pero es siempre el mismo y único yo.
De aquí que el hombre no puede ser explicado sólo en tér­ Entre la luz central y la sombra externa hay una suerte
minos de razón, intención y voluntad; sino también en térmi­ de cortina de hierro que puede ser superada solamente por
nos de irracionalidad, emotividad y necesidad. instrumentos exploratorios especiales, pero entrambas influ­
yen en la misma acción. Así, un acto consciente puede na­
El problema está lejos de ser resuelto por la psicología cer de motivos en parte inconscientes. La teología moral,
del profundo actual. Aquí damos sólo algunas pistas de ex­ por ejemplo, lo reconoce cuando distingue entre pecado y
plicación que no son exhaustivas y que, quizá más que solu­ pecador, entre responsabilidad del acto y responsabilidad en
ciones, estimulan nuevos interrogantes. causa: elementos inconscientes pueden hacer que el sujeto
no sea subjetivamente responsable o culpable. También la
l. La zona de penumbra filosofía ha acogido esta distinción consciente-inconsciente:
por ejemplo en la distinción entre libertad esencial y liber­
Ante todo una cosa es cierta: «Se hace cada día más pro­ tad efectiva5 . El hombre, siendo espíritu y persona, es por
blemática la distinción simple que hizo Freud entre cons­ naturaleza libre y su libertad es esencialmente un dato onto­
ciente e inconsciente» 2. Entre los dos mundos hay una rela­ lógico que lo constituye desde antes de ser elección, deci­
ción de «matiz» o «penumbra», término que contrasta con la sión o libre arbitrio. Sin embargo, elementos inconscientes
idea de absolutismo, dogmatismo, y que indica más bien pueden limitar el ejercicio efectivo de la libertad ontológica,
una idea de co-presencia o de prevalencia relativa: «la pe­ impidiendo a la persona utilizar a fondo aquello de que dis­
numbra tiene un efecto destructivo ante los ideales absolu­ pone; el sentido de la educación es hacer este punto de par­
tos, achata las puntas, cancela los confines, relativiza los tida lo más favorable posible. En la misma línea se coloca la
opuestos, destruye los ordenamientos esquemáticos» 3 . Para teología espiritual cuando, estudiando la respuesta del hom­
visualizar la penumbra consciente-inconsciente podemos bre a Dios, distingue entre santidad subjetiva y santidad ob­
usar la metáfora que Lonergan aplica al problema de la li­ jetiva. La primera consiste en la respuesta que de hecho la
bertad y responsabilidad: «Si se presentase el campo de la persona está dando a Dios. La segunda indica la respuesta
2 Wyss, D., Storia della psicologia del profondo, o.e. vol. 11, p. 119. 4 Lonergan, B.J.F. lnsiglzt: a study of human understanding, Longmans
3 Von Weizsaeker, V. citado en D. Wyss, Storia della psicologia del pro­ Green, London, 1958, p. 627.
fondo, o.e. vol. 11, pp. 120-121. 5 Lonergan, B.J.F. lnsiglzt, o.e. pp. 619-620.

224 225
AcTO lbNSCTENTE, A::rro 0.:LIBERADO y ESTADO INCONSCIENTE
Amada> Cendni y Alessandro Manenti

que la misma persona podría dar a Dios si fuese libre de Si el hombre no huye de sí mismo, tiene un vago indicio
usar todas sus capacidades. Factores inconscientes pueden de todo esto (conocimiento no deliberado). Pero para especifi­
obstaculizar a la persona para reconocer y usar todos sus ta­ car el sentido de esta responsabilidad, en este punto es nece­
lentos propios6. sario clarificar los términos y después proceder por tesis.

Hasta aquí la distinción consciente-inconsciente. Pero 2. Definiciones


también está la penumbra intermedia: la cortina de hierro
que no es completamente insuperable. Entre consciente e Con el término conciencia se entiende el conocimiento
inconsciente hay comunicación. Es verdad que el incons­ inmanente en los actos cognoscitivos7 , por lo que la acción
ciente puede disminuir la responsabilidad moral, el uso de consciente es aquella en que el sujeto agente es consciente
la libertad y la generosidad con la que la persona responde a del contenido y también del acto de su proceder. Ejemplos
Dios. De todos modos, la zona de penumbra impide ampa­ de acción consciente: manejar el automóvil (sé que voy en
rarse en esta distinción a favor de una exclusión de la res­ auto por una calle y que estoy conduciendo y no soñando);
ponsabilidad. Porque también el inconsciente es una reali­ escuchar la música (soy conocedor del sonido y de mi acto
dad que forma parte del yo y -si bien en diferente forma de escuchar). Otros actos conscientes son: pensar, hablar, in­
que la realidad consciente- está bajo su dirección. teractuar con los demás... Al interno de la acción consciente
puede haber varios grados de conocimiento de mi proceder: el
Muchas veces amparándose en el inconsciente que existe salvaje, el filósofo, el místico, el jugador de fútbol, cumplen
más allá de la cortina de hierro, la persona declara la propia acciones conscientes, aunque el grado de presencia sea dife­
neutralidad e impotencia: «No puedo hacer nada, está fuera de rente, puesto que es diferente la conciencia del propio yo.
mi control». El inconsciente usado como coartada para la res­ Quien tiene un grado mínimo de autoconsciencia y no sabe
ponsabilidad. Por el contrario, admitir la existencia del incons­ distinguir entre la existencia del propio yo y la del propio
ciente no determina una resignación pasiva y la negación de la automóvil, se limita a un conocimiento empírico: sabe que
responsabilidad, sino una redefinición de la responsabilidad. está viviendo sólo porque percibe, siente, trabaja, está en ac­
tividad. Quien tiene una conciencia más vigilante del propio
En este capítulo queremos sostener que la persona es yo es también mejor conocedor de las propias acciones: es
responsable -en los términos que diremos- en lo que se re­ más profundo en el comprender el sentido de su vivir, es capaz
fiere al inconsciente, y que se puede hablar de intención in­ de captar el diseño inteligible que está bajo sus operaciones
consciente guiada también por un cierto conocimiento, aun­ productivas. A un grado todavía más alto de conciencia del
que no deliberado. El yo ejercita una dirección también yo, corresponde un conocimiento más profundo del propio
sobre el estado inconsciente, que se vislumbra en la zona de actuar: además de experimentar y comprender, consigue
penumbra. Puede aceptar, secundar, reforzar ciertas dinámi­ también juzgar la validez o no de su vivir y obrar 8. Aunque
cas inconscientes. Todo esto sin deliberación consciente, 7_ Lonerg�n, B.J.F. lnsight, o.e. pp. 320-325. J. Piaget, The grasp of Cons­
pero con el vago indicio de estar haciéndolo. Una p�rsona aousness: Actton and Concept in the Young Child, Harvard, Univ. Press • Cam-
puede no ser responsable de todas sus modalidades de ac­ bridge Mass. 1976.
ción, pero mantiene la responsabilidad de la posición que 8 A propósito de esto, Lonergan distingue tres grados de conciencia:
toma frente a ellas o del rechazo a tomar posición. empírica, inteligente y racional. Para la relación entre los grados de la
6 Rulla, L.M. Discernment of Spirits and Christian anthropology, in «Gre- conciencia del yo y la acción consciente, cf. el estudio de HG. McCurdy,
The Personal World, Brace and World. Harcourth, 1961, pp. 184-190.
goríanum», 59 (1978), pp. 537-569.

226 227
Amadm Cencini y Akisandro Manenti AcTo lbNSCIENTE, AcTo fi.:LIBERADO y ESTADO INCONSCIENTE

en grados diversos, en la acción consciente hay un grado de conciencia del contenido: por ejemplo el acto de digerir, el
conocimiento que va más allá del contenido y concierne metabolismo de las células, el palpitar del corazón o el cre­
también al acto: sé qué estoy haciendo y sé también que lo cer de la barba, son acciones orgánicas fuera de la concien­
estoy haciendo. cia. Puede faltar la conciencia del actuar como cuando guío
el automóvil en una carretera desierta al sonido de la músi­
La acción deliberada contiene una calificación ulterior: el ca. Pero sobre todo -y este es el aspecto que nos interesa­
conocimiento del motivo de mi actuar: sé qué cosa estoy ha­ puede faltar la conciencia del motivo de mi actuar: no co­
ciendo, sé que lo estoy haciendo y sé porqué lo estoy ha­ nozco su por qué profundo. Sé que soy agresivo, sé que es­
ciendo. Este conocimiento del motivo puede también no es­ toy comportándome como tal, pero no sé que lo que me im­
tar actualmente presente, sino permanecer en el subfondo y pulsa a serlo es mi exhibicionismo frustrado. Hay motivos
de aquí ser más fácilmente reclamable: en este caso habla­ inconscientes que están bajo mi actuar; constituyen el estado
mos de estado consciente. En la acción deliberada hay un cam­ inconsciente: el conjunto de aquellos factores que influyen en
po que guía cada una de las acciones exactas, las orienta la acción, los cuales desconozco. En este estado inconsciente
proporcionándoles un hilo conductor; cada una de las accio­ encontramos un plano que también guía las acciones dándo­
nes son contribuciones parciales a la actuación de un plano les una finalidad. Esta vez se trata de un plano elaborado
conscientemente formulado por el agente. Este estado cons­ sin conocimiento, pero las acciones estarán en parte también
ciente proporciona el sentido a las acciones, les da una fina­ a su servicio y servirán para concretizarlo. Guío el automóvil,
lidad. Es la sede de la planificación y, por tanto, de la vo­ escucho música, trabajo, me comunico con los demás, para
luntad, libertad, decisión: guío el automóvil, escucho música, realizar un proyecto mío de valores (campo consciente); pero
trabajo, me comunico con los demás, y todo esto con el fin también para descargar la tensión debida a necesidades con­
de realizar un proyecto de vida. Por consiguiente la acción flictivas que no conozco, como compensar el sentido de in­
deliberada es una acción voluntaria consciente que contiene ferioridad, gratificar el exhibicionismo o descargar la agresivi­
un proyecto del hacia dónde como fin anticipado; el elemen­ dad (campo inconsciente). Esta forma de descarga-compensación
to que hace sensata y comprensible la acción deliberada es no es deliberada, quizá si tuviese conocimiento de ella renegaría
el estar-dirigida-hacia-algo. de la misma, pero de hecho entra también en la orientación de
las acciones de vida.
Como se ve, toda acción deliberada es por su naturaleza
una acción consciente; y al contrario, no toda acción cons­ Veámoslo esquemáticamente en la tabla VI.
ciente es necesariamente deliberada: puedo ser consciente
de aquello que estoy haciendo sin antes haber pensado den­
tro de mí si hacerlo o no; en este caso, se trata de una ac­
ción consciente pero ni deliberada ni querida con una pro­
gramación previa. Ver (acción consciente) es diferente del
mirar (acción deliberada), sentir coraje (acción consciente) es
diverso del consentir (acción deliberada).

En la acción inconsciente (sería mejor decir acción con ele­


mentos inconscientes) falta la conciencia. Puede faltar la

228 229
Amadm Oncini y Alessandro Manenti AcTO Ü)NSCIENTE, AcTo Jl;:LIBERADO Y ESTADO INCONSCIENTE

Tabla VI Un interrogante a plantearnos sería éste: ¿Cómo ver la


Consciente e Inconsciente relación entre estado consciente y estado inconsciente? Más
específicamente: ¿la motivación inconsciente quita .la delibe­
ración a la acción consciente? En este caso la acción estaría
motivada sólo por fuerzas irracionales, mientras que los mo­
tivos conscientes serían solamente fachadas elegantes. ¿ La
motivación inconsciente está más allá del control del yo? En
este caso el yo consciente no tendría ningún otro poder en
Acción la construcción y mantenimiento del plano inconsciente,
sino el de soportar pasivamente su dictadura indisputable
(sin saberlo, naturalmente).
Consciente
La motivación inconsciente ¿es en algún modo elabora­
da, favorecida, querida por el yo consciente? En este caso la
proyectualidad de descarga-compensación del ejemplo pre­
Intención cedente, aun no siendo conscientemente deliberada, sería
Acción de todos modos un producto «causado» por el agente que
como en alguna forma sería responsable de ella.
Deliberada
Estado Deliberación Un ejemplo.
Consciente Pensemos en un hombre implicado en un amor desafortunado. Se
(actual dice a sí mismo y dice a sus amigos que piensa dejar a la mucha­
o cha. Pero al mismo tiempo continúa viéndola y enviándole regalos.
habitual) Dada su sinceridad y buena fe, la intención consciente es cierta­
mente la de romper la relación. Pero el comportamiento se contra­
pone a este proyecto y muestra otra lógica: mantener la relación.
Con la entrada de la motivación inconsciente, viene impresa a la
Intención acción una dirección que proviene de factores psíquicos de los que
Estado Acción con como la persona no se da cuenta y que verbalmente rechaza. ¿Pero esta
motivos dirección dirección implica verdaderamente una ausencia de deliberación?
inconsciente inconscientes inherente al Planear las citas y enviar regalos, ¿de verdad no es querido? O por
acto el contrario, ¿también sigue un plan en algún modo regulado por
el yo, por el que ese hombre quiere continuar una relación des­
tructiva? Es como decir que el alcohólico no puede separarse del
vino aunque lo quisiera; ¿o más bien no quiere separarse del vino
i)' i)' i)' aunque piense que debería hacerlo? La visión holística de la per­
Nivel de Acción Intención sonalidad sugiere que al continuar esa relación destructiva lo hace
guiado no sólo por fuerzas inconscientes, sino por el yo de la per­
Consciencia sona misma que ve ilógico ese comportamiento y no obstante lo
pone en acto.

230 Psicología... 16
231
Amad«> Onani y AJessandro Mmfflti A:JTO (bNSCIENTE, A:JT0 ftLIBERAOO Y ESTADO INCONSCIENTE

3. Toda acción está dirigida por el yo de la acción humana. Por ejemplo, no respeta el proyecto
creativo y las anticipaciones que se refieren al (uturo: dos
No hay duda que sea el yo quien guíe el comportamien­ elementos siempre presentes en el proceso motivacional 10.
to del hombre. El yo, en efecto, es el principio unificador Es necesario, pues, profundizar la relación entre intención
de la personalidad: de él provienen los procesos y las fun­ consciente e inconsciente.
ciones. El desarrollo' del hombre puede ser pensado como
un progresivo ,afirmarse de esta direccionalidad por parte del 4. Intención consciente e inconsciente
yo: de un comportamiento reactivo, el niño pasa a comporta­
mientos cada vez más originales y autónomos. Al crecer, su En el hombre adulto, impulsos fuertes pueden explicar
comportamiento estará cada vez menos estimulado por nece­ sólo fuertes tentaciones o tendencias, pero por sí solos no
sidades internas y guiado en su direccionalidad por impulsos pueden explicar la acción. Un sentimiento o una necesidad
instintivos, sino que estará cada vez más motivado por pro­ no hacen necesariamente brotar la acción, sino sólo hacen
cesos más complejos que superan las necesidades inmedia­ nacer la posibilidad de la acción o la posibilidad de acciones
tas: se forma así un comportamiento dirigido por el yo. En diversas. Volver a dar al yo la paternidad de las acciones,
el adulto ninguna acción significativa es una simple reacción significa que las acciones tienen contemporáneamente diver­
a un impulso, sino que siempre contiene la impronta del yo. sas fuentes motivacionales, tantas cuantos son los compo­
Aunque quisiéramos, no podríamos actuar sólo de modo ins­ nentes del yo: yo ideal y yo actual con sus elementos.
tintivo o inmediato, sin un mínimo de dirección del yo. Hay
siempre un cierto grado de anticipación, imaginación, plani­ Cada componente sugiere modelos de acción. Si el com­
ficación y un cierto conocir:niento de sí mismo que actúa9. ponente es consciente, se tiene conocimiento de la sugeren­
cia y deliberadamente se acepta o se rechaza. Si, por el con­
Se tratará, sin embargo, de ver hasta qué punto la acción trario, el componente es inconsciente, la sugerencia es
está dirigida por el yo; y hasta qué punto, en cambio, de­ sentida y sufrida: no puedo, en efecto, ejercitar una refle­
pende del ambiente, de la presión de grupo, de las expecta­ xión crítica sobre aquello que no conozco. Esa sugerencia
tivas de los demás o de las propias necesidades... Pero, aun actuará sin mi consentimiento, insertando en la acción un
en el caso negativo más extremo, permanece una pequeña proyecto o intención no buscado ni querido por mí, pero
dirección del yo. Por tanto, ya no es sostenible la teoría que de todos modos me pertenece.
freudiana clásica, según la cual el papel dado a la motiva­
ción consciente es irrelevante o inocuo, puesto que la fuen­ Un ejemplo:
te y la dirección esencial de la acción están dictadas por los El acto de obediencia a la autoridad. No se puede explicar sin
impulsos y por fuerzas inconscientes: afectos reprimidos, más como búsqueda de la figura paterna, ni tampoco como expre­
pulsiones, conflictos no resueltos. Se trata de una intuición sión purísima de fe. Es el resultado de una pluralidad de sugeren­
genial, pero que puede subestimar el peso de la razón y de cias. El ideal personal me dice: si quieres servir a Dios y hacer su
voluntad, sé obediente. El ideal institucional dice: se espera que
la voluntad. Esta explicación freudiana tiene el mérito de
tú seas obediente. El yo social dice: no estés demasiado ligado a
haber vuelto a dar justo relieve a las fuerzas inconscientes, tus superiores si no quieres ser ridiculizado por tus colegas. El yo
pero añade el defecto de no ser una explicación completa manifiesto: la colaboración con los superiores satisface tu necesi­
9 La excepción serían los casos de psicopatología manifiesta, en la cual dad de afiliación. El yo latente preconsciente: no condesciendas
existe un yo desintegrado. Pero éstos no constiruyen el objeto de este Ji. 10 Este problema es tratado por Roy Schafer, Language and lnsiglzt, Yale
bro. Univ. Press, New Haven, 1978.

232 233
Amtu/a) Oincini y Alessandm Mmenti
AcTo <hNSCJENTE, AcTo .lELIBERADO y ESTADO INCONSCIENTE

demasiado, o perderás tu autonomía. El yo latente inconsciente�


pon atención a no confiarte demasiado porque abusarán de ti. 5. Significado de la intención

Cof'?o se ve, el ideal personal, el ideal institucional, el En la frase «tengo intención de... » se reagrupan situacio­
yo manifiesto, el yo latente, el yo social sugieren -cada uno­ nes motivacionales diversas: planificación mental deliberada,
una posibilidad diverSl:l de acción. Todo en un proceso rápi­ esquemas de comportamiento que brotan de la acción mis­
d?, de ordinaril:) no advertido. Frente a todas estas sugeren­ ma, finalidades que derivan de objetivos, tendencias o dis­
cias, al final el yo emite un acto conclusivo: elijo, decido, :, posiciones no reconocidas. El término intención tiene dos
quiero, deseo. Aunque elija obedecer, esas sugerencias in­ sentidos (para comprenderlos mejor tengamos presente el
conscientes, que derivan de mis necesidades de evitar el pe­ ejemplo arriba mencionado y la tabla VI):
ligro y defenderme, influirán en el modo de obedecer dán­
dole también una tonalidad defensiva: no obstante li a) Intención como deliberación.
disponibilidad y más allá de ella, se transparentará entonces b) Intención como dirección inherente al acto.
una ciert�. reserva, una vigilancia sospechosa e injustificada,
una hostilidad latente que puede surgir más claramente en La intención como deliberación es aquello que explícita­
situaciones de tensión. mente el sujeto admite querer: la finalidad impuesta por él
a su actuar. Se motiva conscientemente, planifica: delibera­
Si pudiésemos descomponer ese acto en sus partes, ve­ damente e impone a la acción una dirección sugerida por los
ríamos entonces que está dirigido por dos lógicas: m�tivos que lo impulsan a actuar y por los objetivos que
quiere obtener. Es la acción deliberada. Si interrogamos al
1. Las sugerencias conscientes de los valores son acepta­ agente, está en grado de justificar su acción porque es cons­
das y se organizan en una lógica del «deseo vivir los ciente y nace del estado consciente.
valores a través de la obediencia».
La intención como dirección inherente al acto es la fina­
2. Las sugerencias de las necesidades inconscientes son lidad impuesta por los factores psíquicos inconscientes del
sufridas y se organizan dando lugar a la lógica del «es agente: aquello que el sujeto intenta sin saberlo. La acción
mejor no confiarse demasiado». Lógica que no es deli­ muestra una lógica que nace del inconsciente del agente,
beradamente organizada por el sujeto, pero de cual­ pero que él desconoce y a la cual más bien se ve sujeto. En
quier manera -bajo forma de vaga sensación- incons­ el ejemplo de antes: la persona sabe que es obediente y
que lo es por valores, pero no sabe que su obediencia le sir­
�iente �ente nutrida, elaborada por él. Es una lógica ve también para evitar el peligro y defenderse; piensa haber
mtenc10nal, pero de una intención particular: la persona
de nuestro ejemplo construye por vía consciente su elegido libremente un modo de ser, pero no sabe que está
obediencia y por vía inconsciente la sospecha. también bajo la lógica del miedo. Detrás de su obedecer
hay un campo consciente de servicio, pero también un cam­
po inconsciente de defensa. Es posible encontrar un esque­
ma finalista en la acción, y esto independientemente del he­
cho que el agente lo diga explícitamente o no. Tal esquema
deriva del inconsciente del agente y actúa en la acción, sin
pasar a través de la mediación del pensamiento reflejo. La

234 235
Amaám Cenáni y Ales.'ttmdro Mo:nenti .Lkrro ÜJNSCIENTE, Jk:ro �LIBERADO Y ESTADO INCONSCIENTE

acción muestra una dirección hacia un objetivo no planeado directamente, por inferencia. El comportamiento, o mejor,
por el agente, pero sin embargo planeado y pretendido por una serie de comportamientos, dejan transparentar una di­
su inconsciente. El hombre puede pretender hacer cualquier rección hacia un punto culminante, pero no deliberado ni
cosa sin formular un plan mental que constituya su inten­ inmediatamente evidente. En el caso concreto, la existencia
ción consciente; será su estado inconsciente el que tratará de influencias inconscientes es supuesta sólo cuando las ra­
de lograr un objetivo. zones o los motivos visibles y conscientes no explican ade­
cuadamente el modo de sentir, pensar y comportarse del in­
Volviendo al ejemplo del hombre implicado en un amor desa­ dividuo. Cuando atribuimos a una persona una motivación
fortunado: hay un contraste entre la intención constituida por lo inconsciente, le aplicamos mucho más que una atribución
que piensa y dice (romper la relación) y la intención que de hecho del comportamiento: le atribuimos una disposición al com­
emerge del comportamiento (mantener la relación). ¿Cuáles son portamiento o sea una tendencia general detectable luego
pues las verdaderas intenciones de ese hombre? Romper y mante­ en muchas y diversas áreas de su actuar.
ner la relación. La intención de romper deriva de su plan mental;
la intención de continuar, de dinamismos internos de los cuales no
se da cuenta (cualesquiera que ellos sean: experiencias pasadas, 6. Conciencia no deliberada
miedos sin resolver, necesidades conflictivas de dependencia ...);
La motivación consciente es la planeación deliberada que nace de La palabra intención, aplicada al inconsciente, indica no
una evaluación racional. La inconsciente es la dirección impresa a una voluntad deliberada, sino una dirección extra-volitiva:
la acción que deriva de conflictos que la persona ignora. Continuar una mentalidad espontánea; un modo de vivir y predispo­
encontrando esa muchacha y hacerle regalos no es tan absurdo nerse a la realidad que deriva de necesidades inconscientes
como parece. Es un estilo con una coherencia interna, no explica­ del agente y brota en forma automática frente a ciertos estí­
ble, sin embargo, sólo con aquello que la persona dice. Según la mulos. Un campo emotivo inconsciente.
lógica de la motivación consciente, este comportamiento es absur­
do, sin sentido; pero se hace coherente y tiene un objetivo si es La misma palabra aplicada al consciente, indica una pla­
explicado en base a las exigencias inconscientes.
nificación deliberada que deriva de los valores del agente.
Un campo racional consciente.
Para la motivación consciente funciona un «modelo de
planificación», según el cual pretender algo significa planifi­
carlo deliberadamente. En cambio para la motivación in­ Ambos campos concurren en la motivación de la misma
consciente flinciona un «modelo de coherencia de acción», acción, con la consecuencia perjudicial que, cuando son con­
tradictorios, el agente trabaja al mismo tiempo en dos fren­
según el cual pretender algo significa comfiortarse según un
tes opuestos. Por una parte gasta energías conscientes para
esquema impreso en y por el inconsciente 1.
la consecución de valores trascendentes y, por otra, energías
subconscientes para objetivos egocéntricos. La persona pue­
¿Cómo hacer para reconocer la motivación consciente y
de querer un estado que no representa la realización de su
la inconsciente? La motivación consciente, siendo una plani­
voluntad. El hombre es capaz de expresarse a sí mismo con
ficación mental, es constatable por aquello que el mismo su­
una finalidadad y en modo racional, pero también puede ha­
jeto dice. La motivación inconsciente, en cambio, no puede cerlo de un modo irracional. Aun el inconsciente recibe un
ser deducida por las afirmaciones verbales, sino que se llega
sentido que, sin embargo, a veces no es idéntico a la moti­
a ella por la observación del comportamiento y por tanto in-
vación deliberada. Es un sentido absurdo desde el punto de
11 Mac Intyre, A.C. T/Je Unconscious, o.e. pp. 52-55.

236 237
Amads:i Cenm,i y Akssandro Manmti AcTO lbNSCIENTE, AcTO �LIBERADO Y ESTADO INCONSCIENTE

vista del carácter finalista de la acción humana. Lo irracional Aquí hay una necesidad de gratificación erótica y de exhibi­
es sensato, pero no con una finalidad consciente. Cuando se cionismo que originan una intención inconsciente de seducción.
dice que el inconsciente es irracional, no se quiere decir ¿Esta muchacha es de verdad completamente ignorante de lo que
que esté fuera del control del yo, sino que es imprevisible, sucede?
repetitivo, automático.
La señora Carlota, no obstante los bellos discursos sobre el
amor recíproco (intención consciente), de hecho tiene sometido el
La intención inconsciente supone una cierta conciencia marido con un estilo de sutil extorsión (intención inconsciente): a
por parte del yo. Se deja acariciar, manda mensajes emoti­ la primera señal de independencia, de inmediato lo culpabilíza
vos , crea estados de ánimo. El inconsciente no es extraño.
. ( «ya no me quieres») y le hace una escena histérica: si un día an­
Somos responsables también de él y no sólo de nuestra m- tes el marido ha osado un acto de independencia, ella al día si­
teligencia y voluntad. «Sucesos conscientes e in�onscient�s guiente se siente mal delante de él. Sin embargo -quién sabe por
están indisolublemente concatenados. Es necesana una psi­ qué- reserva estas escenas sólo para ciertas ocasiones: no todas las
cología que indague acerca del inconsciente en la conciencia veces que el marido es independiente, sino sólo cuando según e11a
y del consciente en el inconsciente» 12. Puede ayudar a acla­ lo es demasiado; y si por casualidad un extraño se presenta, ella,
aunque furiosa, se contiene y pospone la escena. Ciertamente no
rarlo un poco más la referencia a observaciones tomadas de
hay deliberación (no se programa extorsionar al marido), pero sí un
la experiencia. cierto grado de conciencia; tanto es así, que «sabe» cuándo armar
la escena y cuándo no. Si, por el contrarío, hiciera su espectáculo
Una muchacha se expresa así de su vida afectiva: «mi sueño siempre, con extraños o sin e11os, a la mínima falta del marido, di­
seria casarme y realizar una comunión de amor (intención cons­ ríamos que su comportamiento es totalmente desconocido para
ciente). ¡Pero quién sabe! los hombres sólo piensan en usarte y ella; no sabe contenerse y no tiene la mínima decencia; pero en­
luego tirarte. Yo, por ejemplo, he sido desafortunada». Y llorando, tonces estaríamos en la patología manifiesta.
continúa. «He buscado siempre establecer una relación en un pla­
no de conocimiento, comunión, respeto recíproco y luego, contra Un sacerdote exitoso que se descubre buscando una relación
mi voluntad, se llegaba siempre a terminar en lo ambig�o: los romántica con una feligresa, explica así su situación: «hay fuerzas
hombres quieren llegar a esto, y entonces tengo que terminar la inconscientes en mí de las que no me doy cuenta. No lo he queri­
relación». do, pero en mí hay una tendencia inconsciente a castigarme que
se remonta a la infancia». Es una explicación que quizá no es
Hasta aquí la intención consciente y el cuadro racional. �ero equivocada, pero es sólo parcial: es verdad que puede haber una
yendo adelante en la explicación resulta claro q�e es �Ha . misma relación entre la necesidad inconsciente infantil y el hecho; pero
quien da una cierta dirección a los encuentros (mtenc1ón m �ons­ la necesidad no es la explicación suficiente, sin ninguna referencia
_
ciente): cuando debe encontrarse con un muchacho, se viste siem­ al estilo actual general de la persona. No codos los sacerdotes con
pre en forma «elegante» (que por su descripción quiere decir pro­ tendencia inconsciente a castigarse buscan relaciones románticas.
vocativa), lo escucha siempre con «gran atención» (-lanzando Ese hecho refleja también el estilo actual, el modo de actuar que
miradas lánguidas), se esfuerza por ser «agradable» (-manda mensa­ quizá no es consciente (no sabe representárselo), pero que igual­
jes claros a través de gestos ambiguos) y luego -riendo- recuerda que mente advierte y percibe intuitivamente. Si en efecto, observamos
cada vez que encuentra un hombre le viene la «extraña» (de� de bien dicha persona, nos damos cuenta que ese incidente no es to­
pensar si él será una presa fácil o (más raramente) un «caso difícil». talmente «irracional» o «imprevisible». También en otras áreas de
su personalidad aparecen tendencias manipuladoras, tal vez bajo
otras clasificaciones: una disposición manipuladora más o menos
advertida, pero con mucha frecuencia gratificada, que en ese acto
12 Wyss, D. Storia della psicologia del profondo, o.e.., vol. II, p. 119.

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Amada> Alessandro Manmti ----- -------
AcTO Ü)NSCIENTE, AcTO .0:LIBERAOO Y Efrr'AOO INCONSCIENTE

e. Se trata de un� dispo�ició� no guiente , evaluarl a en términos de responsabilida d moral.


se ha condensado drásticament
de cuya presencia el suJeto tiene Decir que la intención inconsciente puede ser conocid a, no
deliberadamente construida, pero quiere decir que sea delibera da . Significa solamente que
una vaga sensac ión.
aun la lógica inconsci ente es «harina de mi costal». Cierto
e esquema de la inten- que el hom bre responde al inconsciente sin saberlo, pero
Los tres ejemplos nos o frecen est tien e de alguna mane ra s ensa ción de ésto. Adem ás, e sta ló­
.
ción inconsciente: . .
inc nsc en e --- e ul o emotivo --- a cción. gica inconsciente no es un mero residuo del pasado, sino
nece sida d o i t s
algo el a borado act ua lmen te; ya que la a cción p ue de nacer
de necesidades que llevamos dentro por nues tro pasado,
En el primero:
n esulo seductor. pero ta mbién del es tilo contemporáneo de la persona; incluí­
la necesidad exhibicionista crea u da aquella acción que al mismo a gente p udiera parecer ab­
. surda e inexplicable. Si profundizamos el es tilo g eneral de
En el segundo: . .
de d in c ón c un estilo de extorsión esa persona, su mo do de ser en las áreas m ás significativas
la necesida d om a i rea
de su vida, comprendemos la n ecesidad subjetiva de es e
. comportamiento «ex traño».
En el tercero: . . ct1vo-
d m nip c un es tilo de J uego a fe
la necesida d e a ula r rea
7. La intención consciente no representa toda la
sex ual.
experiencia
ión inconsciente es par­
Cuando decimos que la intenc r que la pers na no
os deci � Los tres ej emplos menciona dos en el número a nt erior se
cialmente conocida, pretendem s d s c d o m�o�s­ refier en a tres personas en estado de inconsis tencia . Si les
a b
conoce la necesida d que está a l ci�ertos momentos nvil�­
e e u ua r

p pedimos que nos expliquen su experiencia, nos responderán


cien te pero conoce, al menos en o sab e qu� es_ta persi­ más o menos así: la muchacha tris te y ab andonada se ve una
de n c sid d. N
gi ados', el efe c to esa e e a
e z no s b e s1qu1 er.a
que mujer d e gran sensibilidad y espiritualidad, no comprendida
guiendo inconscientemente , tal v pero u�ene sensación de
inconsciente , · por los hombres vulgares; la se ñora Carlota se percibe una
e stá p er sigui endo algo _
que algo deb e ser clarificado, que uz e la mt
hay una lóg1c _ a q�e no se m ujer tan apasionada de los valores conyugales, que por
p uede explicar ade cuadamente a
la l � . e_ nc1ón cons­ ellos sabe a un soportar las injurias y sufrir honrosamente; el
a fe c iv st bien no cons­ sacerdote vive su si tuación con desilusión, c omo golpeado
ciente . Mantien e una disposición on acc1! nes y sobre todo
t a
.C por un hecho psico lógico inj usto.
cientemente articulada o querida �
o lo
d j esp ci pl n o emott".o, lo a�ala
con omisiones e a a o al a
d d s m on c1 s se .
sado por necesi Si continuamos leyendo los tres ejemplos a la luz de la
e
refuerza. El yo impul
a e � � ent

que n s J sufi ca � o por motivación inconsciente las cosas cambian. La much acha
estructura en tomo a este plano acerlo y hacer�o st�mpre
o e u
h sensible es también s eductora; l a se ñora, adem ás de genero­
v alores; se mantiene firme en. tes si_,empre mas sutiles.
s t gi s nc nsc i sa, es un poco extorsionadora; el sacerdote des afortunado , es
«mejor», con e tra e a i o en
también un po co j uguetón con la vida d e los dem ás. Por la
la
a , queremos revalorar dinámica d e s us acciones y sobre todo por el es tilo general
Con respecto a la teoría freudian un esquema puramen
r sep arándola de � de s u acti tud frente a l a realidad, su mundo psíquico pro­
motivación de l actua p
dem s l x o o uest�
fundo es otra cos a: seducción - ex torsión - juego s ex ua l.
t e p ulsional . Sin embargo no po cada a cció
o ir a e trem
_
n d b c ón e n n y, por cons1-
de encontrar u a eli era i

241
240
Amadm Omdni y Akssandro M.menti Acro lbNSCIENTE, Acro .lA!.:LJBERADO y ESTADO INCONSCIENTE

Pero ellos no lo advierten: piensan ser paladines de los idea­ indagació? del incons �iente es accesible sólo a quien es bas­
les, mientras que se encuentran todavía con problemas de ta�te paciente y humilde, y comprende la disponibilidad de
adolescentes, y con su modo de actuar están respondiendo a deJarse ayudar para conocerse mejor.
estos problemas y quizás aun alimentándolos. No se trata de
una deliberación, pero sí de un cierto conocimiento no del 2. De cuanto lo tenemos en cuenta.
problema adolescencia! específico, sino del hecho que algo Quie� ha tomado fuertemente en cuenta la presencia del in­
en ellos no va de acuerdo con la lógica de los valores profe­ consciente en la propia vida, no estará tan seguro de decir
sados. La explicación dada por ellos no es falsa (obrarían de que se conoce bien, mucho menos que conoce a los demás
mala fe), pero explica sólo una parte de su realidad. ¿Por ni tampoco dará por asegurada la autenticidad de sus actos'.
qué esta ilusión? Por otra parte esa «vaga sensación» -en la medida en que se
refiere a una zona particular - vuelve a la persona atenta en
Es el problema de todo comportamiento con raíces incons­ aquella área comportamental: será entonces responsable de
cientes. Por una parte, el comportamiento es experimentado las precauciones que toma o no toma, de cuanto hace O no
como algo ajeno a sí mismo: algo que la persona no quiere hace para limitar el influjo del inconsciente.
completamente, algo no sentido como suyo sino como el resul­
tado de un artificio, de una compulsión; un comportamiento 3. De cómo se ha formado el inconsciente en nosotros.
extraño, inexplicable por la intención consciente. Por otra par­ Sabemos que el inconsciente emotivo tiene raíces en la infancia
te, el mismo comportamiento refleja el estilo de la persona Y, por tanto, se ha formado independientemente de nuestra vo­
que lo realiza: es una muestra de su modo de ver, de las acti­ luntad. Pero no todo el inconsciente ha tenido tal origen ya que
tudes habituales. Es, por tanto, un comportamiento sintomáti­ una �arte de él era un tiempo preconsciente y quizá de plano
co. Algo que la persona ha aprendido a poner en obra progresi­ consciente. La. muchacha seductora, la mujer extorsionadora, el
vamente, con cada vez menor conocimiento y con mayor sacerdote mampulador, probablemente antes eran conscientes
automatismo. Podemos, con todo esto, intentar ver en síntesis de las tendencias que están en el origen de sus actuales actitu­
este complejo problema de nuestra responsabilidad frente a la des Y de su carácter disonante; al menos queda la posiblidad
acción inconsciente, no deliberada. que lo fueran. La gratificación sistemática de esas tendencias con
«concesiones» :iuizás del todo veniales y aparentemente insignifi­
En relación con el inconsciente somos responsables: cantes, progresivamente las ha empujado a la zona inconsciente a
través del n:iecanismo de la sedimentación progresiva (cf. Parte I
1. De cuanto hacemos para hacerlo consciente. c.2). Mecarusmo que, de ordinario, prevé 4 fases sucesivas:
El inconsciente se esconde y sin embargo aflora en muchos
momentos y actitudes del vivir cotidiano: motivaciones, in­ Al inicio, gratificaciones ligeras y conscientes.
tenciones, sentimi•entos, emociones, proyectos, modos de po­
nerlos en obra, simpatías, antipatías, momentos de alegría o Hábitos cada vez menos controlados y ponderados.
de dolor, imaginaciones, recuerdos, sueños con los ojos
abiertos, distracciones constantes, deseos íntimos no confesa­ Dinamismo
_ automático cada vez más escondido y
dos, modo de juzgar, moralidad subjetiva... , todo esto es ma­ exigente.
terial utilísimo para conocerse aun en los aspectos escondi­
dos. Naturalmente nada de automático y rápido: la Motivación inconsciente.

242 243
Amada> Cmdni y Alessandro Mmenti fk::TO ÜJNSCIENTE, fk::To .i.ELIBERADO Y ESTADO INCONSCIENTE

En otras palabras, la persona se sentirá cada vez más La discrepancia es causada por el yo que quiere defender­
atraída por aquello que se concede regularmente; pero tal se del sentimiento real porque es desagradable y amenaza a la
atracción, además de que será cada vez más poderosa, surgi­ estima de sí. Por tanto el yo distorsiona ese sentimiento, lo
rá en una forma cada vez más emotivo-automática (sin pasar contrae e inhibe su afloración completa a la conciencia. La
a través del querer racional); y, como consecuencia de lo an­ verdadera realidad intrapsíquica suscita miedo y el yo se pone
terior, perderá progresivamente el aspecto problemático de a la defensiva negando la necesidad original desagradable. Y
una realidad disonante y negativa, de «tentación», para con­ así, la intención consciente no representa, sino distorsiona, la
vertirse en algo perfectamente normal, espontáneo -por tan­ verdadera experiencia subjetiva, a través de una exasperación
to- lícito. Ante todo esto, si no se puede hablar de responsa­ reactiva contraria, como resulta de estos ejemplos:
bilidad próxima, sí podemos considerar la posibilidad de una
responsabilidad remota en la formación de esas actitudes se­ Un joven expresa su atención por la salud de un anciano, pero
ductoras, extorsionadoras, manipuladoras. Cuando hablába­ su comportamiento parece forzado, demasiado preocupado y hasta
mos de la «vaga sensación» del propio inconsciente, precisa­ abrumador. Se percibe altruista cuando está aún en la óptica del
mente intentábamos aludir a aquellas sensaciones que recibir.
normalmente un individuo tiene de las tendencias que van
sedimentándose en el inconsciente, pero que aún no están Una mujer se comporta con una humildad tan forzada que
del todo transferidas a aquella zona. Está presente un vago pone incómodos a los demás; tanto que no comprenden si ella ac­
indicio, como posibilidad de un control racional, también túa seriamente o está fingiendo. Se cree humilde, mientras que
está orgullosa de su humildad.
como señal de una incomodidad que podría ser providencial,
pero que en cierto momento podría también desaparecer, y Un joven comenta su impasibilidad: «yo jamás me enfurezco»,
que remite -en la medida en que se le puede advertir- a la pero al comentarlo se ven sus músculos tensos en torno a la boca.
propia responsabilidad. Si la incomodidad desaparece total­ Se cree paciente, mientras que es más bien controlado.
mente, disminuye todavía más la responsabilidad próxima;
pero entonces llega a ser verdaderamente difícil, si no impo­ El verdadero sentimiento subjetivo, aunque sea contrario, no
sible, volver a retomar aquel episodio inconsciente. puede ser anulado o eliminado. El comportamiento adoptado para
contrastar ese sentimiento aparecerá forzado, rígido, artificial, exa­
8. Reacción comportamental al problema del inconsciente gerado, afectado: la persona no se expresa completamente en ese
comportamiento. El valor profesado no entra en lo profundo de la
La presencia de motivación inconsciente provoca una frac­ persona y, por tanto, no será sentido en toda su integridad: la per­
sona vive el valor, pero no puede agotar ni gustar su significado.
tura entre la realidad intrapsíquica y la percepción que el suje­
La visión consciente de sí no representa los verdaderos sentimien­
to tiene de tal realidad; entre aquello que está sucediendo re­ tos, deseos, intenciones, pero los puede alterar. El inconsistente
almente y aquello que el sujeto piensa que está sucediendo cree desear aquello que en cambio solamente se esfuerza por que­
en él. Una discrepancia entre el verdadero sentimiento y rer; cree estar convencido, mientras que es algo que se impone a
aquello que el sujeto piensa que sea su sentimiento. Volvien­ sí mismo; piensa actuar en modo sereno, mientras su verdadera
do a los tres ejemplos anteriores: la verdadera realidad psíquica experiencia subjetiva, el tono de su voz, la expresión de sus ojos,
es el sentimiento de seducción, extorsión, juego; mientras que traslucen embarazo y tensión. Está más preocupado de hacer a un
el sentimiento percibido es de ser una incomprendida, una lado los sentimientos contrarios, que de comprometerse. Está tam­
mártir, un desafortunado, respectivamente. bién más preocupado de actuar en la forma debida, que de exami­
nar el contenido.

244 245
Amadm Cencini y A/essandro Mmenti AcTo lhNSCIENTE, AcTO LA,;LIBERADO Y ESTADO INCONS
CIENTE

Este estilo no es sólo el producto de necesidades in­ Tabla VII


conscientes, sino también el producto del yo contemporáneo Diversos grados de responsabilidad
que se estructura en torno a un proyecto de contracción de
su experiencia subjetiva real. Es un proceso de cobertura Campo Consciente
que forma parte de un estilo de vida, de una lógica no reco­
nocida y asimilada expresamente, pero que la persona elabo­
ra en el momento presente y a la cual se siente ligada. Hay
una intención de autodefenderse, aunque no sea deliberada.
De este estilo la persona tiene un conocimiento: se aferra a Deliberación
él y ¡ay de quien lo ponga en discusión! Con frecuencia la
actuación inconsciente de este estilo da también una cierta
gratificación: el hombre que nunca se enfurece, se complace
de la propia virtud; el joven servicial está orgulloso de la Penumbra
propia generosidad; la mujer falsamente humilde se jacta d�
no ser como las demás. La sonrisa involuntaria en los labios
o el placer vagamente sentido cada vez que se ha alcanzado
el objetivo de auto-confirmación, expresan la satisfacción
que se prueba cuando se ha logrado, en alguna forma, ejer­
cer el propio poder. Pero es algo muy frágil y contradictorio.
lntecionalidad
Correlacionando en un esquema gráfico las variables in­ connatural al
consciente-consciente, no deliberación-deliberación, tendre­ acto
mos esta secuencia acerca de los diversos grados de respon­
sabilidad:

No
deliberación

246 247
Psicología... 17
AmaM.I Qmdni y Alf5Slmdro Mmenti fkTO 0:>NSCIENTE, fkTO fi.:LIBERADO Y ESTADO INCONSCIENTE

Esta tabla, que excluye la categoría de dicotomía y quie­ S. Mi superior es bueno, pero -ahora que me hace pensar- al­
re señalar el concepto de matiz de gradación (penumbra), guna vez tengo la idea de que es mejor no confiarse ni siquiera de
tiene consecuencias para todo lo que se refiere al modo de él (comienza a aflorar algo diferente: no es cuestión del otro que
valorar y tratar los problemas del hombre. Como ejemplo, se atrae juicios negativos, sino del propio estilo sospechoso).
examinemos estas dos situaciones pastorales:
C. Es posible que, sin advertirlo, tú des espacio a estas ideas.
Mentalidad. de dicotomia:
S. En efecto -ahora que lo pienso- a veces soy yo mismo
Sujeto: quien provoca a los demás a decir ironías sobre él (cuadro de la
He hecho juicios negativos de los superiores para afirmarme a mí intencionalidad inherente al acto).
mismo en relación a ellos y porque la traía en contra de ellos.
C. No te preocupes solamente de los juicios negativos; debes
Consejero: poner atención también a estas pequeñas cosas. Tú mismo pones
¿Pero lo haces a propósito? (le está preguntando sobre el cuadro las premisas para la acción que después rechazas.
consciente y deliberado).
Conclusión:
No. ¡Más aún, me propongo ser siempre disponible con ellos! el sujeto comprende que debe asumir la responsabilidad de
(cuadro consciente y deliberado). sus juicios.

Entonces, si no lo haces a propósito, no pienses más en ello; Como se ve, no parece precisamente que la psicología
son cosas que a veces suceden; encomiéndalo al Señor y no te desresponsabilice al hombre. Es más bien la mentalidad de
preocupes. dicotomía la que parece desembocar en una eliminación de
la responsabilidad o en su extremo contrario.
Conclusión:
el sujeto no se preocupará; pero, entretanto, además de orar conti­
nuará con el boicoteo· hacia ellos.

Mentalidad de matiz de gradación:

S. He hecho juicios negativos de los superiores para afirmar-


me a mí mismo en relación a ellos y porque la traía contra ellos.

C.¿Pero tú lo haces a propósito?

S. No, ¡Más aún, me propongo ser disponible con ellos!

C. No lo haces a propósito, pero ¿cómo es posible, según tú,


que esto te suceda? Si hay una acción, tal vez habrá algo atrás que
la prepara (provocación para ir más allá del cuadro consciente).

248 249
Capítulo tercero
LAS ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

Como hemos visto, algo inconsciente no significa algo


inactivo, ni tampoco malo.

Las tendencias inconscientes pueden ser positivas o fa­


vorables. Como veremos, hay necesidades que pueden ser
consistentes con los valores y, por tanto, servir de sostén
para la realización de éstos: una reserva de energía que, aun­
que inconsciente, es en beneficio de la persona.

En este capítulo tratamos las influencias negativas del


inconsciente en el proceso de la decisión, teniendo presente
cuanto se ha visto sobre el yo latente y las necesidades y so­
bre la relación consciente-inconsciente. Nos preguntamos:
¿En qué forma el inconsciente puede influir negativamente
en la elección de vida? ¿Cuál es su relación con el proceso
de la decisión, con la capacidad del hombre de perseverar
en los valores elegidos y de concretarlos en testimonio de
vida? La investigación científica ha evidenciado algunas for­
mas de influjo.

l. Inconsciente e ideales vulnerables


Toda decisión responsable, al implicar el deseo racional,
contiene criterios de universalidad que superan las conside­
raciones de las ventajas inmediatas ligadas al aquí y ahora.
Los valores dan la fuerza al empeño. La inclinación de la
psiqué humana para orientarse a los valores es la disposición
psicológica que favorece la ascesis: suscita una sana tensión
de crecimiento y puede favorecer la apertura del hombre al
influjo de la gracia. Precisamente porque estamos motivados

251
Amada, Cenani y Alessandro Mmenti l.As ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

contradice la elección hecha) y de reestructuración (apren­ legitimidad de quien hace una decisión, no podemos tomar
demos nuevos estilos que refuercen los valores elegidos. Se por oro molido las motivaciones y la descripción de la propia
puede entonces decir que en la decisión responsable existe personalidad tal como los sujetos las expresan verbalmente.
un ideal «germinativo»: un núcleo de valores por desarrollar Es necesario considerar también los elementos inconscien­
y respecto a los cuales poner al día nuestra personalidad. tes. Al lado de un ideal «germinativo» existe también un
ideal «vulnerable» poco objetivo y poco libre. Esto vale
Confrontemos dos muchachos que deciden ser médicos. también para quien ha elegido un ideal de suyo trascenden­
Ambos han logrado terminar los estudios. Uno de los dos te. En efecto, L. Rulla ha encontrado que entre los candida­
considera la profesión como fuente de prestigio y beneficio, tos a la vida religiosa y sacerdotal hay una carencia de realis­
cuidando poco de los pacientes como personas y de la pro� mo y una situación de vulnerabilidad ligada en parte a la
pía actualización teórica. El otro, en cambio, más allá de las presencia, en el yo, de algunas necesidades subconscientes
necesidades estrictamente narcisistas, logra apreciar los valo­ significativamente inconsistentes con los ideales2.
res intrínsecos del ser médico. En el primer caso, hablamos
de una actividad eficientista que refleja solamente las capa­ Este tipo de idealismo, puesto que es de naturaleza
cidades y los talentos actuales de la persona (yo actual). En compensatoria, impide la ascesis personal. El individuo bus­
el segundo caso, hablamos de compromiso de vida, puesto ca en los valores lo que jamás podrán darle; desilusionado
que hay una dedicación auténtica a valores que transcien­ de tal búsqueda, adoptará cada vez más estilos defensivos;
den el interés inmediato (yo ideal): la elección está sosteni­ por lo que, por una parte, proclamará grandes valores y, por
da no sólo por el uso de las capacidades actuales, sino tam­ otra, se defenderá de modelar sobre esos valores la propia
bién por ideales a alcanzar. Esta fuerza trascendente que personalidad, con la consecuencia final de que dichos valo­
fundamenta cualquier tipo de empeño verdadero, es particu­ res no resisten a la prueba del tiempo.
larmente evidente en la elección religiosa y sacerdotal. L.
Rulla ha demostrado que el ingreso en vocación está en re­ La misma idealización se ha encontrado también en los
lación no tanto con lo que una persona es o como se ve a sí estudiantes universitarios laicos3• Un estudio análogo ha sido
misma, sino con lo que desearía ser, con lo que idealmente hecho por S.T. Hausser4: estudió cada 6 meses, durante 18
desearía hacer con la ayuda de Dios 1 . meses, un grupo de adolescentes normales parangonados
con otros internados en hospital psiquiátrico. El objetivo era
Precisamente porque se decide en base a los ideales, és­ medir el grado de realismo y de continuidad en el tiempo
tos pueden ser también, al menos en parte, irrealistas. Ade­ de su identidad, sirviéndose como orientación teórica de los
más de resultar del deseo de trascenderse, pueden derivar estudios de E. Erikson; entre las variables estaba compren­
de un estado de déficit de la persona, de necesidades con­ dido el yo ideal. Los resultado fueron: el concepto de sí (yo
flictivas inconscientes por gratificar o de las cuales huir. Sin actual) de los pacientes se deterioraba con el tiempo, mien­
saberlo, las personas pueden orientarse hacia una elección tras en los normales permanecía constante. Los valores (yo
en el intento utilitarista de gratificar las necesidades o en el
esfuerzo defensivo de dar fin a conflictos subyacentes. Los 2 L.M. Rulla y cols., S1ruttura psicologica e vocazione, o.e., pp. 62-72.
ideales formulados conscientemente pueden ser el fruto de 3 L.M. Rulla y cols., S1ruttura psicologica e vocazione, o.e., pp. 54-55: In­
fuerzas inconscientes. A pesar de la irrefutable sinceridad y vestigaciones de Feldman y Newcomb.
1 L.M. Rulla y col., Slruttura psicologica e vocazione, o.e., pp. 53-61 y ta­ 4 S.T. Hausser, The content structure o/ ado/escent Self-lmages-Longitudina/
bla X, p. 119. studies, en «Arch. Gener. Psychiatry», 33 (1976), pp. 27-32.

252 253
Amada, Cencini y Akmndro .Manmti Ú..S ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

ideal) de los pacientes, al inicio eran más altos que los valores «siento que me atrae» con el «soy capaz de vivirlo». Se olvi­
de los normales; pero, con el tiempo, los valores de los norma­ daría que ese valor puede ser irrealista.
les permanecían constantes, mientras que los de los pacientes
se deterioraban progresivamente, hasta reducirse a «un resto Aquí está el punto: los grandes ideales de una persona
irrelevante del pasado», con la consecuencia de que el empe­ no siempre corresponden a las áreas fuertes de su personali­
ño hacia el futuro en los normales aumentaba y en los pacien­ dad y, viceversa, los ideales menos importantes no corres­
tes disminuía. Los dos resultados tienen una correlación signi­ ponden siempre a las áreas más débiles de las personalidad.
ficativa: hay correspondencia entre identidad y realismo de los Quien, como fundamento de la propia vocación, proclama el
valores ( «integración estructural del yo»). A mayor consistencia servicio a los demás, el trabajo entre los drogadictos, el aposto­
y estabilidad de la identidad, los valores son más realistas, du­ lado entre las familias ... podría, en realidad, no ser tan idóneo
ran en el tiempo y se intensifican. A menor identidad, más los para hacerlo. E igualmente, quien se siente dotado para la
valores, excesivamente altos al inicio, pierden significado con educación de los propios hijos. Al contrario, quien se burla
el pasar del tiempo: la incertidumbre acerca de la propia iden­ de ciertos ideales podría, en cambio, ser capaz; o también,
tidad es compensada a través de la elaboración de un sistema quien se dispersa en pequeñas actividades pastorales de ru­
grandioso de ideales que, dada su función defensiva, no pue­ tina porque «siente» que es su trabajo, podría, en cambio,
den ser integrados en la vida y se vuelven insignificantes, de­ dar una contribución más relevante si conociese sus capaci­
jando al sujeto en una mayor frustración. dades inconscientes y fuese libre de usarlas.

2. Inconsciente e ideales irrealistas Como se ve, el inconsciente puede crear una discrepan­
cia entre ideales profesados y predisposiciones psíquicas,
Si interrogamos a alguien sobre el por qué de su elec­ creando entre los dos una relación inversamente proporcio­
ción existencial, de todos los valores que su elección com­ nal. Las personas pueden tener ideales altos que correspon­
porta evidenciará algunos más que otros. Entre los casados den a las áreas de su personalidad en que son efectivamente
hay quien subraya más la relación de pareja, quién la educa­ fuertes (en este caso hablamos de ideales realistas y germi­
ción de los hijos, quién el testimonio en la vida social ... Así, nativos); pero también pueden proyectar ideales irrealista­
un seminarista será más sensible hacia el servicio a los de­ mente altos en las áreas en que son débiles (y hablamos de
más, otro dará más importancia al papel litúrgico, otro más al ideales irrealistas y vulnerables). Y esta segunda posibilidad
estudio. Si· preguntamos luego el por qué de esa preferencia, sucede en 80% de los casos, según las investigaciones repor­
la respuesta es clásica: «Es el aspecto que siento más, que tadas. Las mismas investigaciones han encontrado que en
más me atrae». De aquí nuestra conclusión: «Ese valor, pues­ grupos vocacionales se evalúan enfáticamente valores como
to que es el preferido, será por tanto, el más vivido por la per­ la obediencia, el servicio, la colaboración y, sin embargo, en
sona» y esperamos que sobre ese valor modele su futuro. las mismas personas hay, a nivel de personalidad, graves di­
ficultades que contrastan con esos valores conscientes y ha­
En realidad no está dicho que así suceda. Más aún, pre­ cen difícil su actuación: en los religiosos estudiados, el 70-
cisamente ese valor subrayado podría ser el más ajeno a la 75% tiene graves dificultades que se refieren, por ejemplo, a
personalidad de quien lo proclama con ardor. No se puede la dominación, la desconfianza en sí, la necesidad de justifi­
identificar la importancia atribuida verbalmente al valor, con carse y la agresividads .
la capacidad de vivir ese valor; sería como confundir el
S L.M. Rulla y cols., Struttura psicologica e vocazione, o.e., p. 88.

254 255
Amada, Cencini y Alessandro Manenli LAs ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

¿Por qué se enfatiza precisamente aquello que no se «Fuga defensiva»:


consigue vivir auténticamente? el valor sirve para eliminar necesidades inconscientes ina­
ceptables. A través de la elección se busca sofocar aquello
3. Inconsciente y pseudo-valores que, de otro modo parece sin solución.

El fundamento del idealismo irrealista reside en el in­ También aquí abundan los ejemplos: pretender eliminar
consciente. El valor se convierte en un pseudo-valor: es usa­ los conflictos en el área de la agresividad y sexualidad a tra­
do no para trascenderse sino para hacer frente, en alguna vés de una búsqueda narcisista de perfección; aceptar la su­
forma, a los problemas del inconsciente. El valor asume el misión para evitar reconocer, invocando la virtud de la obe­
significado subjetivo de auto-protección de los conflictos, un diencia, la propia agresividad o para evitar el riesgo de tener
intento de solución a los problemas personales. La persona que sostener las ideas personales; el matrimonio como me­
no conoce todo esto, aunque siente, sin podérselo explicar, dio a la inseguridad; la comunidad para evitar la soledad.
la dificultad de progresar. También aquí importa la dinámica: el valor transformado en
pseudovalor.
La auto-protección inconsciente puede asumir 2 formas:
«gratificación vicaria» y «fuga defensiva». Es un proceso inconsciente. Lo que lo mantiene así es
el uso de los mecanismos de defensa que salvaguardan la
«Gratificación vicaria»: estima de sí mismo que, de otro modo, se vería amenazada
el valor sirve para satisfacer, indirectamente, una necesidad si estos procesos de gratificación-fuga se hiciesen conscien­
inconsciente inaceptable. tes. El «servicio» prestado por las defensas es poder usar el
valor como autoprotección, manteniendo la ilusión contraria:
Servir a los demás con el fin de ser reconocido por las lo que es gratificación vicaria o fuga defensiva, es vivido
propias capacidades oblativas (exhibición); estar en buena como virtud, carisma personal, llamada vocacional, voluntad
relación con todos para satisfacer la propia necesidad de de­ de Dios ...
pendencia; profundizar los conocimientos con el fin sub­
consciente de demostrar que se tiene razón (agresividad); ¿Es eficaz la autoprotección? A la ventaja de salvar la es­
empeñarse en una causa justa para apropiarse el derecho, a tima de sí, se asocia la desventaja de la «coacción a repetir»:
través del celo, de descargar malhumores hasta ahora repri­ mientras más es afrontada una necesidad no con la confron­
midos; el uso de la sexualidad para afirmar la identidad de tación-clarificación sino con la gratificación vicaria-fuga de­
macho, de otra forma dudosa; la elección de la castidad para fensiva, más se agudiza esa necesidad y se vuelve exigente,
satisfacer el subyacente narcicismo del «no me besen» o del obligando a la persona a repetir su estilo auto-destructivo en
«yo no tengo necesidad de nadie». Los ejemplos, tomados forma cada vez más sólida y extensa. Contrariamente a
de nuestra práctica, pueden multiplicarse hasta el infinito. cuanto se podría pensar (estamos en la lógica del incons­
Lo que importa es la psicodinámica que subyace: no obstan­ ciente), mientras más es inconscientemente satisfecha o eva­
te los valores profesados, el individuo sigue una lógica de dida una necesidad, más se vuelve prepotente. Si alguien se
vida contraria a esos valores; no reniega de ellos, sino que ilusiona de que algún aspecto de la vida religiosa puede re­
los distorsiona poniéndolos al servicio de fines que contras­ solver el déficit o miedos personales, podrá sentirse tranqui­
tan con el valor mismo. lizado, y aun quizás entusiasta, en los primero años; pero

256 257
Amad«, Cencim y Ale;sandro Mmenti l.As Eb'TRATEGJAS DEL INCONSCIENTE

rán con
con el tiempo esos problema s pers�nales :eaparece _
m s
El círculo vicioso amenaza la capa cidad de «Internaiiza­
os ad vez
mayor intensidad, obligando a recum: a estil _ � a la des�i­ ción» (cf. parte II. c .5, n. 4): a mayor fru stración, mayor será
a
tlus1��
rígidos y defensivos: la persona pasar� �e la el desgaste de tiempo y de energías que el sujeto tendrá
n l fal meJo n , las cnsis (apa ren­ que dedicar para el mantenimiento del propio estilo ines ta­
lusión. Así se expli ca as sas as

temente) repentinas, los entus


iasmos pasajeros , el perp etuar­ ble, en perjuicio de preocupaciones de naturaleza más auto­
de los errores
se de estilos auto-engañadores sin aprender trascendente. No hay ne ces idad de recurrir al cas o de quien

cometidos. se ha cerrado en el propio mundo autista; basta fijarnos en


personas eficientes pero no efic aces. Por ejemplo, quien
4. El círculo vicioso de las falsas expectativas sabe organizarse la vida en torno a gratifi cacione s y lo hac e
guardándose bien de tener comportamientos sos pechosos
Cuando una pers ona desea s ubconcient emen te la �a�is­ que suscit arían pregun tas embarazos as : esa «justa» distancia
fa cción de las propias necesida des o espera que la dec�s 1ón de los demás que no nos pone jamás a prueba; esa »discr e­
vocacional pueda evitarle el encontrar y t ra7ar lo_s conflictos ción y res erva » que no da a nadie el pe rmiso de tocarnos o
presentes, significa que tiene expectat ivas m�al!stas. A�t�s vernos demasiado cerca como para descubrir la madurez s ólo
0 desp ué s descu brirá que la elec ción no ha �hmmado maw­ aparente de nuestro c omportamiento.
camente los p roblemas: ilusiona do, se sen� uá fr u str ado s m
. _ 5. Inconsciente y mecanismos auto-engañadores
s aber el por q ué. Cuando las expectativas 1� consc1ent es :1º
se realizan, no son por eso aba ndona das : temendo raíces 1�­
conscientes, la tarea de a bandonarlas es extrema damen te di­ Ahora debería ser claro al lector que un elemento in­
fícil. Más aún, mientras más s e siente frustrada la perso!1ª• conscien te c ontinúa actuando en la vida psíquica consciente:
más aumenta lo irreal de las expectativas; esa frustración el element o no es conocido, pero su efecto es experimenta­
que había producido expectativas irrealistas, hará aun:ientar do y r econocido. Debería ser igualment e claro que, cuando
toda vía más lo irrea l de ellas, ca da v ez que la fr ustración_ se un elemento inconsci ente es conflict ivo, su efecto es negat i­
agudice. Más está uno frustra�o, m�s s� ilusiona; más se il� ­ vo para el c recimient o: el área vulnerable amenaza progresi­
, vamente la germinativa.
siona más e stá frustrado y mas se ilusiona todavia . No olv1-
dem�s que estamos en la lógica del inconsciente. Se es�­
blece así un círculo vicioso que tiene dos consecue�cias ¿Por qué esto? Ya se han dado algunas r espuestas: ex­
mortíferas en el campo de la perseverancia y de la capacidad pectativas irrealistas , círculo vicioso, coacción a repetir, sim­
de internalización, como las citadas invest igaciones de Rulla bolismo. Demos la última: los mecanismos auto-engaña do­
y colaboradores han demostrado experimentalmente. res. Gracias al influjo d el inc ons ciente , el hombre oca siona
aquello que t em e . Es el caso de la persona «que se d a de
El círculo vidoso amenaza la «perseverancia»: a causa de la golpes », que «se la pasa bu scando problemas», qu e coleccio­
frustración, las áreas vulnerables de la personalidad se �elven na injusticias «a pesar suyo».
más relevantes y centrales; la parte vulm�rab�e del empeno au­
menta cada vez más respecto a la germmattva. La persona _ se Para comprender esta tragedia debemos referir nos a la
sentirá alienada y poco a poco tenderá a abandonar la ele�c1ón dinámica del deseo emot ivo (parte I, c. 3): la c onstanc ia de
de vida o -en modo más simple y menos costoso de_ en�rgias- a la valoración intui tiva crea -a tra vé s de l a generaliza ción- ex­
permanecer en la institución construyéndose su propio mdo. pectativa s referen tes al futuro.

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Amad6J O!ncini y .Aiasandro Mmenti ÚS ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

Cuando hemos evaluado intuitivamente una realidad la defensiva a pnon hacia toda persona de autoridad; y
como buena-mala, esperamos que mantenga esa cualidad en cuando finalmente vuelva la reprensión, me confirmaré en la
el tiempo y aplicamos la misma evaluación a realidades si­ exactitud de mis previsiones y continuaré provocando de los
milares. Mordido por un perro, continúo teniendo miedo de demás las reacciones que espero. Pero conscientemente me
él y de todos los perros. Esta expectativa permanece indefi­ percibo como víctima inocente de la crueldad de los demás.
nidamente (memoria afectiva) y lleva consigo la expectativa Que el percibir a los demás como hostiles los induzca a ser­
de que ese objeto y otros semejantes a él permanezcan bue­ lo, se ha demostrado experimentalmente6. Lo mismo vale
nos-malos por todo el resto de la vida. La expectativa de también para sentimientos positivos: se pidió a algunos estu­
que los demás se comportarán con nosotros como lo han he­ diantes varones tener una conversación telefónica con una
chos personas significativas de nuestro pasado es una carac­ muchacha que por la fotografía algunos opinaban que era
terística esencial del proceso con que evaluamos a los demás bonita, otros fea; los análisis de los comentarios de las mu­
y sus efectos sobre nosotros. Lo que debería explicarse no chachas inmediatamente después de la conversación mostra­
es por qué permanece la misma evaluación, sino por qué ron que las muchachas catalogadas como bonitas en realidad
cambia: cuando un hombre «quemado» una vez ha experi­ lo fueron mucho más de las catalogadas como feas; las opi­
mentado las consecuencias dolorosas de una situación, no niones de los muchachos (no expresadas verbalmente) em­
puede ni siquiera imaginar que la situación será diversa en pujaron a las muchachas a conformarse a la falsa creencia de
el futuro. La sola reflexión de que la próxima vez será di­ que la gente bonita es también simpática. 7
versa o que él será más fuerte, no es suficiente: una vez que
una expectativa se ha realizado, es difícil que sea corregida Por esto, quien quiera que se lamente de una particular
por las experiencias sucesivas. El impulso a intentar otra situación debe darse cuenta que él mismo ha contribuido a
vez, será más por desesperación que por confianza de poder crearla. No es la mala suerte, ni la casualidad, ni los malos
lograrlo. El miedo (.«ansia anticipatoria») provocará, una vez cromosomas, los que ocasionan soledad, incomprensión, ner­
más, aquello que se temía. De ordinario los cambios sirven viosismo. Quien sufre emotivamente es responsable de la
para corregir nuestras valoraciones, pero si estamos demasia­ propia situación; aunque pueda tratarse sólo de una mínima
do envueltos emotivamente esto no tiene lugar. Podemos parte de responsabilidad. Mientras la persona no acepte esta
entonces comprender cómo las expectativas que tenemos responsabilidad, no tendrá ningún motivo para cambiar: si el
respecto a los demás, influyan en nuestro modo actual de malestar es ocasionado desde fuera, ¿para qué gastar ener­
acercarnos a ellos; mientras que nuestro comportamiento in­ gías en el cambio personal? La única solución será la de
fluirá, a su vez, en la respuesta que los demás nos darán; de cambiar el ambiente. Cada uno se debe apropiar de lo que
modo que, con frecuencia, nosotros provocamos aquello que le sucede (no: «me ha arruinado», sino: «he dejado que me
nos esperamos. Es la maniobra de la «profecía de cumpli­ arruinase»). La cantilena «no puedo» a menudo es una es­
miento seguro» ( «¿ves que tenía razón?»): primero se espera tratagema para evitar el «no quiero». Mientras uno perma­
cierto evento, luego se actúa de modo que esa profecía se nezca en el «no puedo», jamás se dará cuenta de su contri-
realice y, finalmente, se relega al inconsciente el conoci­ 6 H. Harold, A. Scahelski, Tite social interaction basis of cooperators' and
miento de este modo de actuar. competitors' beliej aboul ot!ters, en «J. of Personality and Social Psychology»,
16 (1970), pp. 66-91.
Si soy reprendido por un superior, me espero reprensión 7 M. Synder - E.D. Tanke - E. Berscheid, Social pen::eption and interper­
luego de él y de aquellos semejantes a él. Por esto, estaré a sonal be!tavior: on selffulftlling natun of social stereolype, en « J. of Persona­
lity and Social Psychology», 35 (1977), pp. 656-666.

260 261
Amadm Cenani y �ro Manenti lAs ESTRATEGIAS DEL /NcoNSCIENTE

bución activa a la situación. El principio es, por tanto, obvio: dad de humillación, presentándose como alguien que sufre,
cada vez que te lamentes de una situación, indaga qué y obtiene afecto y comprensión, se protege al exponerse; a
cómo has hecho para crearla. través de su timidez puede descargar indirectamente el eno­
jo y dominar tácitamente a los demás. Cambiar significaría
Los mecanismos auto-engañadores están a la base de la renunciar a estas ventajas además de someterse a la fatiga
técnica terapéutica llamada «intención paradójica», descrita de reorganizar el concepto de sí.
por Frankl por primera vez en 1938, y que anticipa técnicas
semejantes a las desarrolladas luego por la escuela de Milton Aun cuando el hombre reconoce el propio problema, no
Erickson, Jay Haley, Don Jackson y Paul Watzlawick. Quie­ significa que por esto esté dispuesto a resolverlo. Quien soli­
re facilitar la conciencia de la responsabilidad; se pide al pa­ cita ayuda para cambiar el propio estilo de vida, paradójica­
ciente producir y exagerar los propios síntomas: al prepoten­ mente se opone a este cambio y malgasta gran cantidad de
te se le pide ser intencionalmente prepotente; al miedoso, energías en resistirse, no obstante sea fastidioso para él mis­
exagerar las propias fobias; al jugador compulsivo, perder in­ mo continuar así. La experiencia misma lo enseña: aun de
tencionalmente dinero en el juego. Esta técnica pretende. frente a una ayuda eficaz y adecuada a sus necesidades,
ayudar a los sujetos a tomar distancia de los propios sínto­ puede suceder que, a un cierto punto, la persona desaparez-
mas, mirarlos de modo desapasionado y, sobre todo, a llegar . ca rechazando esa ayuda o lamentándose de no haber sido
a ser conscientes que ellos mismos pueden influir -hasta comprendida. Con todo y que la ayuda es correcta esa per­
crearlos- en los propios síntomas8. sona no tiene el deseo duradero de cambiar, sino la esperan­
za de obtener un alivio temporal o francamente la búsqueda
6. Afrontar las inconsistencias de un consentimiento tácito para continuar como siempre.
En nuestra experiencia, como en la de muchos educadores,
La presencia de las inconsistencias requeriría su solu­ resulta que en la solicitud de ayuda la persona, con mucha
ción. El verbo, en condicional, manifiesta que no siempre es frecuencia, hace tres demandas tácitas que, de ser satisfe­
así. A diferencia del simple cambiar de opinión, el cambio chas, bloquearían el crecimiento:
de lo que está ligado al concepto de sí requiere un gran cos­
to psicológico. Hemos visto muchas razones: raíz emotiva de Exigencia de seguridad: se pretende que el educa­
las actitudes, la función utilitaria y defensiva del yo, necesi­ dor asuma la responsabilidad en lugar de sí mismos.
dad de salvaguardar la estima de sí, la intencionalidad no Una pretensión inconsciente de delegar en el otro
deliberada. Agreguemos una razón: las inconsistencias tienen las propias elecciones. El educador debería, en cam­
influjos negativos en el proceso de maduración, pero tam­ bio, favorecer el sentido de autonomía: yo te ayudo
bién «ventajas secundarias». Satisfacen, en efecto, diversas para que tú tomes tus decisiones según valores libre­
finalidades inconscientes. Por ejemplo, una inconsistencia mente elegidos.
que se refiere a la necesidad de exhibicionismo permite a la
persona presentarse bien, cautivar a los demás suscitando en Exigencia de dependencia: obtener respuestas inme­
ellos sentimientos de envidia; se siente moralmente superior diatas y soluciones automáticas sin pasar por la fase
y puede verse más competente de cuanto la realidad se lo laboriosa del examinar los aspectos del problema; la
permita. Al contrario, la persona inconsistente en su necesi- pretensión de recetas, el tentativo de deshacerse en
8 V. Frankl, La sofferenza di una vita senza senso. Psicoterapia per l'uomo seguida de la tensión sin haberla asimilado y tolera-
d'oggi, Elle di ci, Torino, 1977, pp. 57-65.

262 Psicología... 18
263
Amatko Cencini y A/,essandro JJfmenJi lAs ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

do antes. La verdadera ayuda favorece, en cambio, la Tabla VIII


necesidad de conocimiento: hace captar el estilo de Modos de afrontar las inconsistencias
fondo que ha llevado a esa dificultad; hace ver en el
problema individual el estilo habitual del sujeto para
relacionarse con la realidad. La ayuda no consiste
sólo en salir .del problema, sino -a través de él- en Medio
hacer aprender un modo diverso de organizar las
propias necesidades, actitudes y valores.

Exigencia de eficientismo: la aspiración de fondo es, Evitar Confrontarse
a menudo, la garantía del mañana: obtener la tran­ la con la
quilidad de que todo irá a terminar bien, cualquier inconsistencia inconsistencia
cosa suceda. Es la pretensión de que se pueda vivir
sin tensión, con la felicidad garantizada. Una preten­
sión que el educador no pueda satisfacer, dado que cambiar el
el futuro permanece siempre abierto a diversas posi­ contexto de
alternancia referencia
bilidades y riesgos, cuya realización dependerá preci­
samente de la capacidad del sujeto para autodeter­ A � 8 Mantener
a ritualismo introducir
minarse. e) Tensión . � . elementos a
mcons1stenc1a exigencias favor
Por tanto, la lógica no es el único medio para afrontar las institucionales
inconsistencias. Existen otros factores emotivos que blo­ contrabalan-
quean su uso. Admitida la disponibilidad para afrontar las cear
inconsistencias, no quiere decir que automáticamente siga la Finalidad
fase del confrontarse con ellas para reducirlas. Esta confron­ acciones
tación es sólo una posibilidad sobre cuatro. Según los teóri­ correctivas
cos de la incosistencia, odemos distinguir cuatro modos de negación
� cambio en la
tratar las inconsistencias
Reducir selección actitud
c:)A � 8 la perceptiva
Tensión inconsistencia undamentar
racionaliza­ los valores
ción
· nflujo sobre
el ambiente

9 H.C. Kelman - R.M. Baron, Determinants o/ modes o/ resolving inconsis­ e) nivel de


tency dilemmas: a functional analysis, en R.P. Abelson y cols., Theories o/ cog­ acción
nite consistency: a sourcebook, o.e., pp. 670-683. G.W. Allport, La natura del
pregjudizio, La Nuova Italia, Firenze, 1973, pp. 460-467.

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AtnatúD O!ncini y Alessandro Mlnmti Ú+.S ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

Las cuatro se refieren a las inconsistencias intrapsíquico­ joncitos, en compartimentos estancos. Cuando se requiere
estructurales: por tanto, está implicado un problema que un cierto esquema referencial, entra en juego una serie de
toca al yo de la persona. El punto de partida es el mismo: la actitudes y valores; pero si se requiere el esquema opuesto,
persona advierte en términos de tensión la contradicción en­ se activan disposiciones totalmente contrarias. Y así se pue­
tre (al menos) dos elementos funcionalmente significativos. den mantener creencias, actitudes hábitos, incompatibles
Por tanto: contraste-'tensión consiguiente. Pensemos, por entre sí, sin ponerlos nunca en confrontación.
ejemplo, en e�tos problemas: el marido que tiene una rela­
ción extra-conyugal, pero que por varios motivos no está dis­ Otro modo de evitar es el comportamiento ritual, que
puesto a dejar a la esposa; la muchacha indecisa respecto a esconde la inconsistencia sin resolverla. Una forma particu­
su novio, pero que no se anima a romper con él porque se­ larmente adaptada cuando el contraste es entre lo que se
ría la tercera relación que ha terminado mal; el jefe de una debería hacer y lo que se hace. En efecto, el rito permite
institución que no sabe si discutir los problemas o pensar en eximir del deber hacia el ideal, mas sin alterar la realidad de
la propia reputación delante de sus superiores. las cosas: una formalidad sin un sostén emotivo. Es el caso
del marido que en su matrimonio en crisis no afronta nunca
Según el modelo del «mantener la inconsistencia» la perso­ el problema; pero no olvida ningún aniversario para hacer
na está preocupada por aliviar la tensión, pero sin eliminar un regalo a la esposa, ilusionándose así de haber cumplido
la inconsistencia misma, que permanece inalterada en su el propio deber. Un rito que, cuanto más suntuoso sea, tanto
contrariedad. Actúa sobre las consecuencias, pero no sobre más fácilmente podrá excusar las escapadillas que realizará
las causas. en otras ocasiones. Una tercera forma de huida de la con­
frontación, para dejar las cosas como están, es recurrir a las
En el modelo de «reducir la inconsistencia» se trabaja sobre exigencias institucionales. Lo que en clave intrapsíquica es
la inconsistencia misma, buscando eliminar la contradicción. contradictorio, ya no lo es en términos sociales. Más aún, en
estos términos puede llegar a ser una solución de obligación,
a. Modos para mantener la inconsistencia: algo prescrito por la sociedad y a lo que hay que adecuarse
los elementos contrastantes permanecen tales y la persona aun contra la voluntad, porque está requerido por las circuns­
continúa conociéndolo. No quiere renunciar a la satisfacción li­ tancias, bajo pena de alienación social. «Yo no estaría de acuer­
gada a los dos elementos. Lo que busca es hacer que el con­ do, pero hoy se usa así», «cada ambiente tiene sus reglas». Un
traste disturbe lo menos posible, aunque el permanecer en él comportamiento institucionalizado se aísla más fácilmente del
comporte la renuncia de ventajas asociadas a la resolución (co­ resto de la personalidad y se exonera más fácilmente de la
herencia, estima de sí realista ...). Son dos modos a través de confrontación. Todo esto es, posteriormente, reforzado con
los cuales puede reducirse la tensión, aun permaneciendo el «impresiones de universalidad»: «parece que todos actúan así»,
contraste: evitar el problema o confrontarse con él. «hoy es opinión común«, «nadie tiene más que decir acerca
de estas cosas». Y el problema permanece.
l. «Evitar para mantener»:
para disminuir la tensión sin cambiar el contraste que lo ori­ Z. «Confrontar para mantener»»:
gina, se puede buscar tener separados entre sí los elementos la confrontación es otro medio para continuar la contradic­
en contraste, de modo que se excluya la posibilidad de con­ ción, mas sin tener que sufrir daños. En este caso los dos
tacto entre ellos. Es el fenómeno de la «compartimentaliza- elementos contradictorios son puestos cara a cara a fin de

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Amada, Cencini y Alesscmáro Manenti U..S ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

elementos contradictorios son puestos cara a cara a fin de 2. «Confrontarse para reducir»:
extenuar el contraste entre sí. Se puede hacer buscando es, finalmente, la salida positiva. La persona trabaja en los
reestructurar su contexto más general, de modo que esa términos del problema, incompatibles entre sí, buscando lle­
contradicción se haga más matizada. Se añaden nuevas con­ varlos a una línea armónica. Si no puede resolver la contra­
sideraciones, otros contextos y elementos que enriquecen el dicción, al menos buscará controlarla y no sufrir indistinta­
cuadro de conjunto, de modo que al final los elementos ne­ mente su influencia.
gativos inherentes a la contradicción son obscurecidos por
los positivos. La inconsistencia permanece y es todavía reco­ El tentativo de resolver una inconsistencia tiene efectos
nocible, pero el nuevo contexto la hace tolerable: se acentúan en toda la personalidad. Su conclusión no es solamente la
sus aspectos de utilidad, y se contrapesa con otros argumentos, superación del problema; sino que conlleva la reorganización
se inserta en una visión más amplia. «Las cosas no son tan de la personalidad a un nivel superior. Mejorando una parte
simples», también es necesario considerar que... », «es verdad, significativa del yo, todo el yo mejora.
pero por otra parte... »,: finalmente, todo permanece como an­
tes; con la diferencia que la inconsistencia asume un significa­ El proceso de cambio se refiere, en primer lugar, a la ac­
do diverso. La persona continúa siendo contradictoria y cono­ ción: si la persona ha quebrantado sus valores, buscará pre­
ciendo los efectos negªtivos, pero el sentido de todo ello ha caverse contra la repetición de transgresiones similares; mo­
cambiado. dificando su actuación concreta, no sólo interviene sobre el
presente, sino que se construye un futuro diferente. Esto es
b. «Modos para reducir la inconsistencia»: posible cuando el cambio afecta también las actitudes: cam­
no se actúa sólo a nivel de tensión, sino en la raíz, buscando bia el afecto hacia el objeto mismo de la inconsistencia, un
rechazar o cambiar uno de los elementos incompatibles, al modo diverso de sentirlo, de atribuirle importancia, de sen­
punto que la contradicción misma desaparece. También aquí tirse dependiente de él, de evaluarlo; el marido que supera
tenemos dos medios para conseguir el fin. la infidelidad asume una predisposición diversa para respon­
der a la realidad mujer. En tercer lugar, el cambio afecta a
l. «Evitar para reducir»: los valores, en el sentido que se fundan nuevamente sobre
la persona busca percibir o interpretar el elemento discre­ la base de una aceptación más convencida. En fin, la perso­
pante de modo que no parezca más como tal. Un primer na puede buscar quitar la inconsistencia actuando también
modo, más bien primitivo, es negar uno de los dos elemen­ en relación al ambiente: por ejemplo, reformulando el senti­
tos o la cualidad inconsistente de su relación. «Aquí no hay do de su presencia entre los demás, puede influir en quien
problemas», «no veo la contradicción». De ordinario la nega­ tiene opiniones diversas de las suyas o buscar cambiar los
ción es reforzada por la selección perceptiva: se toman, en aspectos de la realidad que son discrepantes con sus deseos.
modo selectivo, sólo aquellos elementos que demuestran Como se ve, es una confrontación integral a nivel de acción,
que no hay problema. Otro modo, es persuadirse que la pro­ afecto, mente, relación social. En esta confrontación, el indi­
pia acción es diversa de como aparece: tenía otras intencio­ viduo acepta el reto que representa la inconsistencia y toma
nes, debía producir un resultado diverso, no se ha querido... acciones correctivas que refuercen su capacidad de tender al
y así, se habla del problema buscando demostrar implícita­ objetivo. Estas correcciones llevan a una reducción de esa in­
mente que no perdura. consistencia que originariamente había señalado la existencia
de defectos del yo.

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Amada> Cencini y Al.tumdro Mmenti f.As ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

7. Inconsciente y simbolismo 3. Un tercer ejemplo todavía más sencillo: hay gente que
da a las cosas una importancia que no se merecen. Hay
Para simplificar esta importante y compleja sección, par­ quien se dedica a la caridad en nombre de los valores
tamos de tres ejemplos: evangélicos, mas cumple ese servicio con una intensi­
dad no justificada por esos valores: es impositivo, pre­
l. Un ejemplo típicamente patológico reportado por Freud 10. siona sutilmente a los demás a darle respuestas, no ad­
Un muchacho de 14 años, con la vista de la montaña mite críticas o interferencias, hace de ello una iniciativa
Jungfrau experimentaba tal excitación érotica que no po­ «suya». Actuando así, da a ese servicio un significado
día resistir a la masturbación. ¿Qué sentido tiene? Racio­ que no viene de los valores, sino de otras exigencias de
nalmente ninguno (estamos frente a un caso de fetichis­ su personalidad; significado atribuido inconscientemen­
mo). Objetivamente no hay ninguna relación entre te; tanto que si alguien se lo explicita, aunque sea sólo
pulsión erótica y una montaña suiza. En una persona nor­ en forma hipótetica, reacciona con ira. A toda acción
mal una montaña no suscita tales efectos. Sin embargo, damos un significado: por esto se vuelve significativa.
subjetivamente, o sea por la estructura psíquica de ese
muchacho, existía una relación (aunque inapropiada), en­ Si analizamos estos casos, en todos vemos tres elementos:
tre afecto sentido e imagen de la montaña. Para él esa
montaña significaba inconscientemente otra cosa: según La acción concreta;
Freud le hacía nacer la idea de violación, idea que ya Je
rondaba en la cabeza años atrás y luego reprimida por El afecto, o sea la energfa psíquica otorgada a la acción;
vergüenza.
La idea o representación, o sea la imagen interna
2. Un ejemplo más de la vida diaria: una persona se dedi­ que el agente se hace de esa acción: como él la ve,
ca con todas sus fuerzas a una actividad considerada qué significa para él11.
por todos como una causa perdida. Aun el interesado,
fríamente, la ve así. No obstante, gasta tiempo, energía, Toda acción puede ser leída según estos tres elementos:
dinero: «debo sacarla adelante», «tengo que seguir a lo que una persona hace, cuánto está implicada en la acción,
toda costa», «no me importa, yo lo consigo». No es la el significado de la acción para ella.
activida_d en sí lo que importa (en efecto es fallar), sino
lo que representa para quien lo cumple: prestigio, am­ De los tres, el tercero es el más importante: captar el
bición, reto (la convierte en una cuestión personal), o significado de la acción. Hay un significado objetivo (intrín­
también testimonio, ejemplo para los demás (hace de seco a la acción misma) y uno subjetivo (dado por quien la
ella una cuestión de valor). Esa actividad surge como cumple). El significado subjetivo deriva no sólo del nivel
símbolo: es investida de un significado que no tiene, consciente (qué significa para mí masturbarme, trabajar, ser­
pero que le es atribuido por el agente. vir a los demás), sino también del nivel inconsciente. La ac-
11 Las ideas para Freud no han de identificarse con las proposiciones.
Son entidades mentales que aun cuando puedan ser verbalizadas, se dis­
tinguen de las ideas exactamente verbalizadas porque son más complejas,
10 S. Freud, Le origine della psicanalisi. Lettere a Willte/m Fliess, Boringhie­ en cuanto contienen también elementos no verbalizables, inconscientes.
ri, Torino, 1968, pp. 207 ss. De ello hemos hablado también a propósito de la estima de sí.

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Amadm Cencini y Alessandro Manenti lAs ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

ción puede asumir un significado inconsciente que puede «Simbo/os individuales»:


no corresponder al significado consciente subjetivo y al sig­ en el símbolo hay una relación entre lo que está simboliza­
nificado objetivo. Por ejemplo, el servicio mira subjetiva­ do (contenido o significado inconsciente) y la representación
mente a favorecer el bienestar de los demás (significado ob­ misma (símbolo o significante). Según el tipo de asociación,
jetivo), aun quien lo cumple quiere esto (significado se distinguen:
subjetivo consciente), pero lo usa como medio de auto-afir­
mación (significado subjetivo inconsciente). Símbolos convencionales:
la relación símbolo-significante está fijada en modo
«La noción de símbolo»: permanente y durable por una decisión convencional
es muy difícil de explicar, dado que no es posible recabar de parte de un grupo de individuos. Es el caso del
de las varias teorías psicológicas una unidad de concepción lenguaje, que difiere para cada grupo lingüístico, o el
sobre este punto; baste pensar en la discordia a este propó­ caso de los señalamientos de tráfico.
sito entre Freud y Jung. En el sentido más corriente, el sím­
bolo es una «representación de una cosa a través de otra», de Símbolos universales:
una imagen por medio de otra, de una idea por medio de otra. el vínculo procede de la experiencia universal del
El símbolo del sol puede representar la divinidad, o también la género humano. Por ejemplo el símbolo del fuego es
vida, o también la sed ... La serpiente puede representar el mal, percibido más o menos en el mismo modo por todos
el órgano genital masculino, la medicina que da la salud ... los hombres como energía, potencia, purificación,
movilidad.
Puesto que «está por otra cosa», el símbolo puede ser
también la «representación consciente de contenidos inconscientes»: - Símbolos individuales:
expresa en imágenes la actividad del inconsciente. Un ejem­ el vínculo es accidental y de orden personal. Una
plo es el llamado pánico pseudo-homosexual de quien teme práctica religiosa para mí no grata se convierte en
ser homosexual, aun no teniendo confirmación ni de expe­ símbolo de ulteriores estados afectivos desagrada­
riencias ni de deseos eróticos en tal dirección; sin embargo, bles; mientras que, para otro, esa misma práctica
acusa representaciones con contenidos homosexuales y está puede ser símbolo de lo que ha sido agradable; y,
aterrorizado por ello. No se trata de desviación sexual, sino para otro todavía, no tiene ningún valor simbólico.
de problemas de otro género, pero inconscientes (de ordina­
rio ligados a la estima de sí); el verdadero problema es la Nos interesan estos últimos símbolos, a través de los
duda de no valer, representado en fantasías homosexuales cuales el individuo atribuye un significado original a una
simbólicas. En el símbolo sexual se han traducido elementos realidad. Aquí hay que notar bien que la conexión no se
inconscientes. Pero· la traducción no es ni dirigida ni percep­ debe a una semejanza objetiva, sino a una «semejanza afecti­
tible por parte del individuo. Él no puede llegar a determi­ va, de imagen». Es la diferencia que hay entre concepto y
nar espontáneamente la relación que existe entre la repre­ símbolo. El concepto se refiere a identidad de esencia, se
sentación consciente, que puede verbalizar y el contenido aplica a diversas realidades que tienen, sin embargo, una se­
inconsciente del símbolo, que no conoce. mejanza objetiva: el concepto «árbol» se aplica a todas las
especies de árboles distintos entre sí, pero unidos por la
misma esencia; mas no se puede aplicar a las realidades ani-

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Amadm Gmcini y Alessandro Mmenti lAs E&'TRATEGIAS DEL .INCONSCIENTE

se reúnen, en cambio, en otro concepto. También el símbo­ quiere. El uso continuo de la sexualidad como símbolo in­
lo del pez se aplica a muchas realidades diversas que, sin consciente de agresión puede, por ejemplo, llegar a destruir
embargo, no necesariamente deben tener una semejanza ob­ el vínculo afectivo que la persona creía salvar, precisamente,
jetiva entre sí. En el símbolo, el vínculo está basado en una a través de la sexualidad. La búsqueda de gratificaciones
semejanza afectiva. Por tanto, es polivalente, flexible; puede impropias a la actividad lleva, tarde o temprano, a amarguras
asumir diversos significados. No obedece a las leyes de la ló­ y desilusiones que terminan por alejar de esa misma activi­
gica, sino a las del sentimiento y de la imaginación; por lo que dad, alguna vez tan estimada.
admite en su interior una coincidencia de significados opues­
tos, de odio-amor, donación-egoísmo, coraje-vileza 12. A dife­ En conclusión se pueden deducir algunos principios
rencia del concepto, que es idéntico consigo mismo, el símbo­ operativos:
lo es flexible y carece de identidad consigo mismo; o sea, es
objeto de interpretaciones abiertas a muchas direcciones. Todo acto humano puede ser simbólico.
La conexión símbolo-significado puede ser inapropiada Todo acto humano puede ser motivado por significa­
y, la impropiedad, debida· a factores inconscientes; por lo dos que el sujeto no conoce, pero que entran en ac­
que el significado dado a la acción no corresponde al signifi­ ción sin que se dé cuenta.
cado objetivo de la misma. A mayor influencia del incons­
ciente, mayor la posibilidad de esta atribución impropia de Los significados subjetivos derivan a veces de la in­
significado. Cuanto más permanecen problemas sin resolver, fluencia de elementos inconsciente no resueltos y
tanto mayor es el peligro que la persona dé a sus acciones pueden añadir un excedente de significado al acto,
un significado simbólico inapropiado, hasta perseguir objeti­ hasta contradecir sea el significado objetivo (propio
vos ajenos y contradictorios a la acción misma. Es importan­ al acto mismo), sea el que conscientemente el agen­
te que la persona haya resuelto o, al menos, reconocido sus te le da.
problemas críticos; de otra manera arriesga actuar no en base
a la realidad, sino dando significados impropios a lo que No basta detenerse en los significados objetivos del
hace. Volviendo a nuestros ejemplos, quien no ha resuelto acto o que comúnmente se le atribuyen. Hay que ir
problemas de estima de sí, es fácil que tome las acciones también al significado que, consciente e inconscien­
como una «cuestión personal», las viva con demandas narcisis­ temente, se le atribuye. Y esto a fin de llegar a la
tas, sentimientos de envidia y rivalidad. Y así, las acciones que posible no contradicción de los tres aspectos: objeti­
de suyo deberían ser expresivas de valores, lo son de otra cosa. vo, subjetivo consciente e inconsciente, de modo
que entre sí haya integración y no conflictividad.
Con el pasar del tiempo, estas atribuciones inapropiadas Salvado el significado objetivo que se remite a la to­
inconscientes pueden provocar lo que el agente mismo no talidad concreta del acto, es posible añadir un exce­
quiere. El uso continuo de la sexualidad como símbolo in- dente de significados, a condición de que no des­
12 Por consiguiente, han de evitarse las interpretaciones pseudo-psicoló­
mientan el significado fundamental, sino que lo
gicas de los símbolos personales. Es verdad que el símbolo puede inter­ enriquezcan y lo pongan en evidencia.
pretarse, pero su interpretación no es nunca una sola, dado que es perso­
nal y no convencional ni universal. En otra forma se caería en el
psicologismo de un solo sentido.

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A11UJliaJ Cenci:ni y Alessandro Mmenti lAs El'>'TRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

to: captar el significado inconsciente sabiendo que el 8. Simbolismo y sexualidad


inconsciente es fuente de energía. También a través
del simbolismo inconsciente se puede ayudar a la Una de las áreas más directamente implicadas en un
persona a discernir mejor la futura dirección de la lenguaje simbólico es la de la sexualidad, gracias a sus carac­
propia personalidad13. terísticas de ubicuidad y plasticidad. El sexo puede servir a
muchas necesidades (ubicuidad), y puede ser estimulado
La facultad simbólica tiene el poder de dotar de un por motivaciones totalmente diversas que tienen poco o
sentido muy personal el propio comportamiento, más nada que ver directamente con el sexo como tal (plastici­
allá de un significado sólo emotivo (basado en una dad). En efecto, el sexo no debe ser considerado sólo como
interpretación instintiva e inmediata) y racional (ba­ un instinto fisiológico. Es una necesidad psicológica con orien­
sado en una lectura objetiva de la realidad, pero sin tación social: es la fuente de las relaciones emotivas con los
una particular implicación personal original): La fide­ demás. Por tanto, está en relación con todas las demás necesi­
lidad al dato objetivo, unida a una interpretación dades psicosociales: ayudar a los demás, dependencia afectiva,
subjetiva en sintonía con él, constituyen las caracte­ dominación, etc... Como está relacionado, el sexo puede aso­
rísticas de una actividad simbólica madura. ciarse a ellos. Se pueden tener así dos posibilidades:

Gracias al uso maduro del simbolismo se está en condi­ Conflictos en el área sexual pueden manifestarse
ción de dar un sentido a las diversas situaciones de la vida, en comportamientos no sexuales. Por ejemplo, es­
especialmente a aquellas particularmente difíciles (sufri­ tilos de relaciones interpersonales de carácter ma­
miento, rechazo, desgracia ... ), más allá de una lógica sólo nipulador, seductor, exhibicionista, que pueden es­
emotiva o racional, y a aquellas situaciones aparentemente conder problemática sexuales inconscientes; o
neutras o insignificantes. Además, el simbolismo permite un también ese interés insistente por ciertas activida­
enriquecimiento de la capacidad creativa. No de esa creati­ des o determinados temas culturales que hacen
vidad que es consecuencia de un determinado cociente in­ dudar si nazcan del deseo del bien o de la verdad
telectual; sino de esa fantasía creadora que es expresión de o también de problemáticas sexuales de las que el
la propia singularidad e irrepetibilidad, y de libertad interior sujeto no se da cuenta.
de determinismos instintivos o de esquemas interpretativos
demasiados rígidos y monótonos. En fin, la capacidad sim­ Comportamientos sexuales pueden tener raíces moti­
bólica favorece una profundización de las propias conviccio­ vacionales no sexuales. El uso de la sexualidad pue­
nes e ideales, los hace más inteligibles y, por tanto, más de, por ejemplo, satisfacer necesidades conflictivas
apetecibles, y permite una más extensa aplicación de ellos. de dependencia o de agresividad; compensar una es­
casa identidad personal o actuar una exigencia de
dominación, etc ... El sexo, en estos casos, está por
algo diverso; es una especie de caja de resonancia
13 Esta es la contribución original de Jung a la teoría del simbolismo. del problema originado en otra parte. Lo que apare­
EL símbolo puede ser analizado bajos dos aspectos: el análisis retrospecti­ ce es el comportamiento sexual, pero su raíz debe
vo indaga sus bases instintivas; el prospectivo muestra la aspiración de la
psique hacia la mayor integridad y el cumplimiento del proceso de indivi­ buscarse en otras áreas de la personalidad.
duación. C. G. Jung, Le origini della coscienza, en Opere, VIII, Boringhieri,
Torino, 1965.

276 277
Amadm O!ncini y Alessandro Manenti /As ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

La sexualidad es polivalente: puede promover o también un significado disonante con su naturaleza, no sólo no
bloquear el desarrollo de la personalidad. Depende del sig­ puede ya conseguir su fin; sino, de plano, puede convert­
nificado subjetivo que la persona dé al acto sexual 14. Un irse en expresión simbólica, y anómala, del problema que
ejemplo clásico es la relación entre identidad personal y re­ la ha originado.
laciones sexuales. Una persona (especialmente si está toda­
vía en edad evolutiva), puede tener problemas acerca de su a. «Significados simbólicos»
identidad psicológica (inseguridad, soledad, rebelión ... ) y
buscar en la relación sexual una tranquilidad acerca de la Para comprender el simbolismo de la sexualidad es in­
positividad del propio yo. Actuando así, el problema de dispensable preguntarse qué significado reviste en un psi­
identidad permanece sin resolver: la duda sobre la propia quismo particular. Sería simplista, por ejemplo, concluir sin
identidad es inconsciente, y se da al acto sexual una función más que todo gesto masturbatorio en cualquier persona es
que no le pertenece. El problema permanece y -aún más- se siempre y sólo signo de debilidad de la voluntad y búsque­
instaura un proceso repetitivo que, a la larga, actúa destruc­ da de gratificación erótica. En la mayoría de los casos, la
tivamente sobre la relación: el sexo, conscientemente justifi­ masturbación es símbolo de significados que poco tienen
cado como amor por el otro, es inconscientemente usado qué ver con el área sexual: para uno, podrá ser una actitud
como desahogo o como defensa; las dos personas usan el compensadora, sucesiva a experiencias de rechazo, y que ex­
mismo lenguaje sexual, pero cada una puede darle un signi­ presa una necesidad de autonomía ( «no tengo necesidad de
ficado diverso. Así, ese lenguaje sexual en lugar de acercar a nadie, me basto a mí mismo»); para otro, será desahogo nar­
las personas y crear comunión, introduce amargura y resenti­ cisista ( «yo no me concedo a nadie»); para otro más, podrá
miento recíproco. ser signo de búsqueda de una identidad positiva, vuelta
inestable por alguna equivocación ( «yo soy capaz ... »); para
Otro caso típico es la relación entre identidad personal y otro, todavía, canal de expresión del propio rencor. He aquí
vida sexual. Recordamos, a este propósito, un joven con pro­ por qué es importante poner atención al verdadero problema
blemas de estima de sí: en este caso el resultado compensa­ que está detrás de la actitud, de ordinario reconocible sea
torio lo constituía la masturbación, repetida más o menos en las circunstancias que llevan a la masturbación, sea en las
mecánicamente, sin consciencia de sí ni, mucho menos, so­ fantasías que la acompañan.
lución del problema originario. Más aún, a un cierto punto,
surge una ulterior «complicación»: la impotencia (como no Por cuanto se refiere a la relación sexual, M.A. Friede­
erección) que agrava la sensación de negatividad y, al mis­ rich hace una lista de nueve significados diversos, que ex­
mo tiempo, hace todavía más frenético el recurso al acto presan necesidades y sentimientos no sexuales 15• Según la
masturbatorio. Además del uso distorsionado de la sexuali­ autora se puede buscar una relación sexual:
dad (de signo de relación social a instrumento de compensa­
ción individualista), aquí tenemos una distorsión, al límite Como alivio de la ansiedad y tensión: el orgasmo y
de la patología, de la funcionalidad misma del acto sexual. la sucesiva relajación física permiten un momentá­
En otras palabras, cuando el acto sexual está «cargado» de neo alivio.
14 Para el aspecto psicológico de la sexualidad: B.J. Sadock - H. I. Ka­
plan - A. M. Freedman, The sexual esperience, The Williams and Wilkins
·company, Baltimore, 1 975. Para la integración con el aspecto moral: C. 15 M. A. Friederich, Motivation for coitus, en «Clinical Obstetrics and
Brescianí, Personalismo e mora/e sessuale. Aspetti teo/ogici e psicologici, o.e. Gynecology», 1 3 ( 1970), pp. 69 1 -700.

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Psicologia... 19
Amada, Cencini y Alessandrv Mznenti Ú.S EsrRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

Para quedar encinta y tener un hijo: un significado trarle que en el fondo ella no tiene mucho poder so­
positivo si la pareja quiere expresar y profundizar así bre él; el cónyuge traicionado, a su vez traiciona para
la propia unión; pero se puede usar el embarazo para pagar con la misma moneda (puede entrar aquí tam­
gratificar necesidades inconsistentes (tener a alguien bién el lenguaje impulsivo y audaz).
todo para mí) o para manipular a los demás (forzar a
la pareja a tomar decisiones). Como medio para obtener un amor infantil: el sexo
como ocasión para ser mimados, protegidos, llevados a
Como prueba de identidad: el ejerc1c10 sexual confir­ un mundo de éxtasis donde se reviven las emociones
ma a él que es varón y a ella que es mujer; y así nace de quietud típicas de la indeferenciación infantil.
en la mujer el mito de los orgasmos repetitivos y en el
hombre el mito de las prestaciones múltiples. Debe advertirse que la autora habla de dinámicas «nor­
males» y no de personas perversas. Y así comenta: «Aun
Como huida del sentido de la propia futilidad: pre­ considerando que en general la motivación no es pura, sino
tender a una persona interesante, apostar que se lo­ se presenta en forma mixta, la relación sexual puede usarse
gra hacerla caer, querer fascinarla ... da la sensación para expresar cualquier clase de conflicto individual, de ne­
de sentirse competentes y deseados. cesidad o de interés, antes que una relación afectiva y agra­
dable entre dos individuos».
Como defensa contra sentimientos homosexuales: el
miedo de ser considerado diverso porque no se tiene Otro estudioso afirma: «Tal vez una razón de la popula­
experiencias sexuales, pone un embarazoso interro­ ridad de las técnicas para un adecuado funcionamiento se­
gativo acerca de la propia normalidad y estimula a la xual es que, aprendiendo como adaptarse sexualmente en
persona a desmentirlo. forma recíproca, una pareja puede evadir la tarea fundamen­
tal de una genuina relación amorosa (dar y recibir) usando la
Como huida de la soledad y el sufrimiento: el sexo gratificación sexual como forma de mutua indulgencia. Esta
como remedio en los momentos de tristeza; un me­ concesión recíproca puede reemplazar la necesidad de una
dio para obtener ternura sin el compromiso largo y relación adulta y genuina, en la que ambos deberían empe­
difícil de construir un vínculo emotivo. ñarse en favorecer su felicidad de modo sincero y dándose
recíprocamente»16.
Como demostración de poder sobre otra persona: la
intrepidez de la conquista da la sensación de ser En la misma línea van los estudios de Robert Stoller
fuerte y poderoso; el «sex appeal» puede usarse quien, después de 15 años de investigaciones sobre la vida
como defensa de la triste realidad que la persona sexual del hombre, llega a sostener que a menudo se realiza
está envejeciendo. un vínculo inconsciente entre sexo y agresividad. Lo que
puede generar la excitación sexual es la hostilidad, abierta o
Como expresión de rabia y destrucción: la esposa escondida. Hostilidad -explica Stoller- como tentativo sim­
castiga inconscientemente al marido que la ha humi­ bólico de cancelar los traumas y las frustraciones infantiles
llado haciéndolo volverse impotente; el marido trai­ que -de permanecer tales- amenazarían el desarrollo de la
ciona a la esposa que lo ha dominado, para demos- 16 M. Gelfman, Post-Freudian comment on sexua/ity, en «American Journal
of Psychiatry», 126(1969), pp. 651.

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AmoJm Cenáni y AJessandro Manenti l.As ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

propia masculinidad o femineidad (identidad de género). Lo como experiencia peligrosa de dispersión de sí huida del
que excita la hostilidad es misterio, riesgo, ilusión, vengan­ sufrimiento, amor como alienación. Pero la vida �iene como
za, transformación del trauma de frustración en triunfo, des­ quiera que sea, necesidad de excitación; así para no v�lverse
humanización. La pareja, en este caso, es sólo un símbolo i�sípidos, además :fe _ desilusionados, se recurre a experien­
de todos aquellos que, en el pasado, en diversas formas, nos c;as �exual�s trans,tonas, donde se buscan sensaciones para
han deshumanizado. Para Stoller la dinámica es entonces la s1 mismo sm dar nada a la pareja. El resentimiento consi­
siguiente: en m,testro camino evolutivo, de la infancia hasta guiente -a menudo hábilmente enmascarado- lleva a la re­
hoy, cada uno de nosotros ha sufrido de los demás frustra­ pulsión re_cíproca. Así los dos sexos se atraen en la búsqueda
ciones, desilusiones, «ataques», que nos han obligado a aflo­ de sensaciones y se repelen por el cinismo general con que
jar en nuestro camino, o a veces a detenerlo de plano; a viven la relación18_
causa de estos daños sufridos, nace la venganza inconscien­
te: ¿qué hay mejor sino inflingir el mismo ataque a los de­ Un último dato de la investigación sobre la vida sexual
más? En este modo, la frustración y el trauma se convierten es la aparición de un fenómeno reciente, bastante evidente
en triunfo. La sexualidad se usa como medio de revancha en los países anglosajones y ahora también en Italia: el de­
triunfal, donde el otro no es percibido en sí, sino como una clive del deseo sexual. En el pasado se decía: «querría, pero
abstracción; o sea un representante de quien en el pasado no logro», y hoy: «podría, pero no tengo ganas» 1 9. En los úl­
me ha deshumanizado. La relación sexual se usa como un es­ tim�s años e�tá res�rgiendo el elogio de la castidad no por
cenario de lucha donde el protagonista rescata en victoria las motivos ascéttcos, smo como una búsqueda narcisista, conse­
humillaciones del pasado. «No me ha comprendido quien cuencia del abuso de los significados de una sexualidad in­
piense que yo esté afirmando que el amor, el afecto, la soli­ flada20.
citud y otras cualidades no hostiles no entren en la excita­
ción sexual. Entran ciertamente; pero mi sospecha es que Nos hemos detenido en estos datos de investigación
valen sólo para algunos, raros, individuos. Para mucha gente, porque es importante notar cómo psicólogos y sexólogos que
estas características de afectuosidad constituyen una amena­ trabajan sin presupuestos religioso-morales, sino sólo en base
za a la propia capacidad de gratificación y son asociadas al a observaciones, lleguen a las mismas conclusiones acerca de
miedo de que puedan disminuir y no aumentar la excitación la ambigüedad del sexo: puede expresar amor y donación,
y el placer ... Mi teoría es sólo un ejemplo de lo que se ha pero no necesariamente.
dicho desde hace miles de años: la humanidad no es una es­
pecie muy amante, especialmente cuando hace el amor» 17.

Otra contribución que vale la pena mencionar es la de


1 8 H. Hendin, Tite age of sensation: a psycltoanalytic exploration of youtlt in
H. Gendin, confirmada también por los estudios de C. Soca­ tite 1970s, McGraw-Hill, Nueva York, 1975; C. W. Socarides, Beyond sexual
rides. En base a sus estudios sobre jóvenes universitarios de freedom, Quadrangle-The new york times book company' New York'
la Columbia University de Nueva York, sostiene la tesis de 1975.
la actual guerra sexual entre los sexos. El clima de fondo es 1 9 Es el tema afrontado, sobre todo, por H. S. Kaplan, los disturbios del
el miedo: incapacidad de darse, huida de la intimidad vista deseo sexual, Mondadori, Milano, 198 1 .
17 R. J. Stoller, Sexual Excitement, en «Archives of General Psychiatry», 20 Un �j;mplo de. esta _n�eva tendencia �arcisista es G. Brown, Elogio
33 ( 1976), pp. 899-909. Cf. también del mismo autor, Sexual excitement della castzta; come mat uomtnt e donne stanno nscoprendo il piacere dell'astinen­
dynamics of erotic lije, Pantheon Books, New York, 1979. za sessuale, Mondadori, Milano, 198 1 .

282 283
Amadm Cencini y Alessandrv M:menti /.As E&'TRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

b. «Sexo y existencia» del acuerdo sexual. La psico-dinámica intrapsíquica e


interpersonal, los tipos de defensa y el grado de madu­
Cualquier rasgo de la personalidad puede utilizar un com­ rez son los que determinan las características de la vida
ponamiento sexual como salida natural o como defensa. No se sexual y no al contrario. En la relación sexual se refleja
puede interpretar la sexualidad sin conocer también a la persona la dinámica que se realiza fuera y antes de ella.
que la ejercita, dado que es ella quien da a esa función un sig­
nificado totalmente personal y original. Cada persona tiene un No es la relación sexual la que crea identidad, sino
modo propio de simbolizar la realidad -incluida la sexual- que es la identidad la que lleva a la relación. Por tanto es
resulta de su pasado, ahora presente en la memoria afectiva. Al­ ilusorio pensar que sea la sexualidad la que dé con­
gunos simbolismos tienen poco o nada qué ver con el significa­ sistencia al yo: en este caso se invierten los términos
do objetivo de la sexualidad. Una comprensión adecuada de la y la sexualidad asume más fácilmente un simbolismo
sexualidad debe tomar en consideración toda la personalidad. Si, desviado. En el mismo modo va la relación sexo-co­
por el contrario, pretendemos estudiarla aislada sin encuadrarla municación: no es la sexualidad la que crea la comu­
en el contexto más general de la existencia de quien la usa (o nicación, sino al contrario. Muchos problemas sexua­
no la usa) permanece un hecho incomprensible; al máximo se les son en realidad problemas de comunicación. Dos
podrá conocer la sexualidad como «debería ser», sin conocer cónyuges que no se hablan no podrán pretender res­
cómo es vivida de hecho. En el vínculo sexo-existencia es don­ tablecer contacto sólo con la relación sexual.
de se puede comprender el significado subjetivo consciente e
inconsciente que la persona da a la sexualidad. Para una recta La relación antes de ser puesta en acto debe ser vis­
ubicación del problema, en nuestra actividad de asesoría se ha ta a la luz del deseo racional, además del emotivo.
demostrado útil tener presentes estas orientaciones:
La capacidad de relaciones sexuales y de alcanzar el or­
El simbolismo positivo de la sexualidad presupone, gasmo no garantizan la capacidad de amar y tampoco
en quien la usa, la capacidad de «relación de objeto son necesariamente signo de alto desarrollo psicosexual:
total». Con este término se indica el haber adquiri­ la armonía funcional sexual no habla mucho de la ma­
do: a) una imagen realista de sí, b) una imagen re­ durez en general de la persona y de la relación. «Si una
alista del otro, c) la capacidad de iniciar y mantener pareja o un individuo tiene una intensa gratificación se­
relaciones maduras; o sea, relaciones que, por un xual, esto no significa que tales personas sean individuos
lado, no sean repeticiones automáticas, sino concilia­ maduros, capaces de afrontar los problemas de la vida
das por o en armonía con las actuales circunstancias; en modo adulto, no neurótico. Freud jamás igualó la ge­
y, por otro, que sean capaces de soportar e integrar nitalidad con la madurez. También un individuo neuró­
las reacciones ambivalentes (de odio-amor) para el tico puede probar placer y gratificación sexual si esto
mismo objeto o del mismo objeto 21 . entra en la lógica de la propia neurosis. »22.
22 M. A. Friederich, Motivation for coitus, o.e., p. 700. Genitalidad es
La adaptación sexual no es el resultado de la activa­ aquí entendida como ejercicio puramente físico de la sexualidad. Sabe­
ción de las zonas erógenas; sino que el tipo de rela­ mos, en efecto, que Freud dio progresivamente al término genitalidad un
significado más amplio, especialmente cuando llegó a decir, según el tes­
ción de objeto es el que determina las características timonio de Zilboorg, que en el cristianismo encontraba una figura plenamen­
te «genital», Francisco de Asís (cf. L. Ancona, La psicanalisi, o.e., p. 184);
21 O. Kernbcrg, Teoria della relazione oggettuale, o.e .. p. 21 1-221 . Freud habla de ello en// disagio della civíltá, en Open, o.e., X, p. 591.

284 285
.llmtukKJ Cmcini y Alessandro Mmenti L\s ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE

c. «Problemas sexuales» Es posible que cambie el efecto pero no la causa. Según


un concepto base de la psicología del profundo, toda incon­
A diferencia de cuanto instintivamente se ha llegado a sistencia tiene dos elementos: dinámico y directivo.
creer, es necesario ver la sexualidad como una variable con­
secuente y no antecedente. En otras palabras, la sexualidad a) «Elemento dinámico»:
como efecto y como medio de expresión más que como cau­ la inconsistencia, que por definición quiere decir desarmo­
sa de conflictos psicológicos. Así, los problemas sexuales nía, produce tensión. La persona, por tanto, buscará disminuir
pueden ser los efectos y nos las causas reales. la tensión buscando un mejor equilibrio. Puede conseguirlo de
manera estable e inestable. Tiene equilibrio estable cuando ha
Es por esto útil evidenciar las debilidades sexuales, puesto reducido el contraste, actuando sobre las causas (tendencia
que ellas nos hablan de algo de la personalidad general del in­ de crecimiento). El equilibrio es inestable cuando las causas
dividuo. Sin embargo no basta: esas debilidades no dan to­ permanecen inalteradas, pero se alivian sus canales de ex­
davía indicaciones acerca de las causas; nos dicen que hay presión; la persona busca reducir momentáneamente los sín­
problemas, pero no nos dicen cuáles sean. Las causas deben tomas con satisfacciones compensatorias que, por el momen­
buscarse en la dinámica personal (necesidades, actitudes, va­ to, le dan la impresión de haber resuelto también las causas
lores, defensas, emociones) y, por tanto, la atención debe (tendencia homeostática). El problema no se ha resuelto,
cambiarse de la sexualidad (efecto) a la personalidad más sino diferido.
general (causa).
b) «Elemento directivo»:
Del mismo modo, la solución del problema sexual no sig­ se refiere al objeto o instrumento con que se busca obtener
nifica necesariamente mejoría de la personalidad en general. la reducción de tensión. Para un alivio temporal, la persona
Como tampoco se puede decir: no hay debilidades sexuales, en lugar de usar el instrumento sexual porque es demasiado
por tanto la persona ha resuelto los problemas sexuales. En problemático (sentimientos de culpa, crisis de autoestima,
efecto, si la sexualidad es un medio de expresión, puede suce­ miedo de castigos... ), se desplaza a otros instrumentos (re­
der que el conflicto psicológico permanezca inalterado: sola­ presión incondicionada de los sentimiento, rigidez, volunta­
mente ha encontrado otro medio de expresión diverso del se­ rismo...). Son instrumentos menos problemáticos y que dan
xual (sustitución del síntoma). Puede suceder que, mientras la ilusión de haber resuelto el problema de raíz. Se confun­
que los prQblemas sexuales disminuyen, aumenten en la vida de el cambio del objeto con la solución de las causas. Aquí
cotidiana las manifestaciones de intolerancia, agresividad o de­ es donde entra el simbolismo: también esos nuevos compor­
pendencia infantil, y que frente a determinados estímulos aflo­ tamientos -como los sexuales anteriormente- están por otra
ren esas debilidades sexuales, de ordinario en modo más gra­ cosa. El problema sexual ha desaparecido, pero se ha trans­
ve. No basta, por tanto, detenerse en el cambio cuantitativo ferido a otras áreas de la vida cotidiana.
(disminución del síntoma), ni cualitativo (sustitución del sínto­
ma), y preguntarse simplemente si esa persona ha cambiado. Por consiguiente, para tranquilizarse sobre la madurez
Es necesario ver qué significado tiene ese cambio en el simbo­ general de la persona, no basta la superación del problema
lismo y, por consiguiente, en la dinámica de la persona: ¿es un sexual o la ausencia del mismo. Esto vale también para el
cambio de modos de expresión o se han resuelto realmente las celibato eclesiástico. La ya mencionada investigación de Ru­
causas profundas? lla y colaboradores ha puesto en evidencia que el 60-75% de

286 287
AnuuJm Cencini y Aiessandro Manenti

las vocaciones sacerdotales y religiosas están afectadas, en Capítulo cuarto


modo más o menos relevante, por necesidades subconscien­
tes en conflicto con los valores proclamados conscientemen­ Los MECANISMOS DE DEFENSA
te. Esto puede significar también que un gran número de
llamados corre el riesgo de encontrar agravado su empeño
específico en el celibato por causas que ignoran y que no
necesariamente son de orden sexual.

También se puede observar el precepto sin que por ello Observemos estas cuatro situaciones:
se viva su riqueza de significado. También el crecimiento
en el celibato supone una armonía de fuerzas y es directa­ l. Un aprendiz de 20 años busca en vano desmontar el motor
mente proporcional a su unidireccionalidad. A mayor síntesis de un automóvil. Su patrón le quisiera ayudar, pero él se obstina
y acuerdo -intencional o espontáneo- de estas fuerzas, mayor en querer hacerlo solo. El otro espera un poco, y luego, impacien­
será el nivel de crecimiento. Éste es siempre una cuestión tado, le «ayuda » . Y el muchacho, por toda respuesta, tira las herra­
mientas y se va. El patrón lo ha arruinado todo.
que se refiere a toda la estructura de la persona, aunque se
trate de un solo aspecto de ella23 _
2. Los padres reprenden al hijo delante de sus amigos y él se
pone rojo de vergüenza.
Al concluir este capítulo podemos comprender, en forma
bastante completa, el sentido del inconsciente como realidad 3. «El día de mi matrimonio todos han estado presentes, in­
activa. El inconsciente está presente en la decisión cons­ cluso gente que no me imaginaba. Me siento tan feliz. »
ciente en sus variadas fases de elaboración, planeación, ac­
tuación. En su papel positivo, da a la decisión una gravidez 4. «Me he cansado, pero todo ha ido bien: estoy feliz » . Falta
emotiva y personal, que la convierte en una realidad sentida de tacto, avergonzado, resentido: la estima de sí ha sido ofendida.
hasta el fondo. En su influjo negativo, la puede distorsionar Reconocimiento, contento, satisfacción: mi yo ha sido reconocido.
con consecuencias para el interesado y para los demás. Acer­
ca de estas consecuencias queremos indagar más en el pró­ l. La estima de sí
ximo capítulo sobre los mecanismos de defensa.
Remitiéndonos a cuanto ya se ha dicho al respecto, la esti­
ma de sí, es la imagen «sentida» de sí mismo como resultado
de la relación entre yo ideal, yo actual y sus componentes.
Cada hombre se mide a sí mismo con una evaluación inmedia­
23 Cf. A. Cencini, Maturitá e maturazione ne/ celibato consacrato, en «Pres­
ta de su positivo y su negativo; de esta medida brota una ima­
byteri», 7 (1980), pp. 516-541. En este estudio se quiere demostrar que gen de sí que el yo siente bajo forma de estima o no estima.
para hacer coincidir el significado subjetivo del celibato con el objetivo, el
individuo debe estar en posesión de estas características intrapsíquicas: 1) Cada elemento constitutivo del yo proporciona una repre­
ser capaz de tolerar libremente el déficit, no sólo el sexual, sino también sentación parcial de lo que es la personalidad. Son repre­
el que deriva de la carente satisfacción de otras necesidades; 2) haber su­
perado la preocupación infantil de recibir amor y haber entrado en una sentaciones afectivo-cognoscitivas: cada una está asociada a
dimensión adulta oblativa; 3) estar en grado de apasionarse por una reali­ cargas afectivas que colorean las representaciones con tonali­
dad ideal. dades de placer-desplacer. estas representaciones no son, sin

288 289
Amm,/g) Cencini y Aiessandro Mlnenti fus ]1.j¡;cANISMOS DE .l);;FENSA

embargo, sólo el resultado de choques pulsionales: reflejan Los disturbios en la estima de sí pueden, por esto, venir
siempre una combinación de componentes cognoscitivos y de cada uno de los componentes del yo y/o de su inconsis­
emotivos, con predominio de estos últimos en los grados tencia recíproca.
más primitivos de regulación de la autoestima y un predo­
minio de componentes cognoscitivos, con implicaciones Es imposible vivir en una situación de falta de estima
afectivas redimensionadas, en los grados más avanzados de de sí; sería como vivir sin oxígeno o dejar abierta una herida
regulación de la autoestima 1 . sin curarla. El cuidado más adecuado es volver a ver, con
base crítica y realista, las representaciones del yo. Pero tam­
El conjunto de estas representaciones es experimentado bién se puede tomar el camino más corto de los mecanis­
como estima de sf. Su integración armónica produce una mos de defensa para compensar (y no resolver) el déficit ori­
«estima de sí realista» que deriva, por tanto, de una evalua­ ginario que, por tanto, permanece pero es cubierto por una
ción suficientemente objetiva de sí; incluye el sentimiento estima de si compensatoria o defensiva: un sistema de seguridad
de la dignidad personal, el reconocimiento de los propios lí­ que debería reparar la duda sobre sí. Este sistema de encu­
mites y el aprecio del potencial humano en posesión nuestra brimiento resulta precario, puesto que no resuelve el proble­
sobre el que nos construimos2. Tal estima de sí tiene una con­ ma sino que funciona como tapón. La poca estima de sí está
tinuidad longitudinal (a través del tiempo) y transversal (perma­ siempre lista a resurgir, especialmente en situaciones difíci­
nece relativamente constante en todos los aspectos del yo). les o ambiguas. Y entonces el sistema de seguridad es refor­
zado con la adición de ulteriores defensas, que dan una ima­
Cuando, por el contrario, las representaciones del yo no gen de sí detrás de la cual esconderse: falsa humildad,
están integradas o son contrastantes, producen «no estima orgullo, vanidad, presunción, falsa prudencia, actitudes de
de sí» que se reconoce en varios síntomas: santo, lógica del «como si» y del «hacer ver» ...
a) Representaciones del yo contrastantes, con cambios Poca estima de sí -defensa- estima compensatoria: pero
de humor y dificultad de conciliar el ideal y el real. el camino no se puede detener aquí; debe haber el paso su­
cesivo de la estima compensatoria creída como realista. Vivir sin
b) Sentimientos de vacío por la dificultad de percibir­ oxígeno no se puede, pero tampoco vivir con un oxígeno vi­
se en modo realista como un ser humano total. ciado, y entonces se puede esforzar en creer y hacer creer
que ese oxígeno es bueno. La estima defensiva es percibida
c) Incapacidad de empatía con los demás y de juicio como verdadera estima de sí. El hombre cree ser de verdad
sobre ellos, dado que el yo está guiado más por como pretende representarse. Toma como real lo que es
las percepciones inmediatas que por evaluaciones sólo compensatorio4. En estos casos la estima de sí ya no es
ponderadas y reflejas3 . controlada por la realidad, sino por creencias mágicas e imá­
1 G. Chrzanowki, Tire genesis and nature o/ Self-Esteem, en «Am. J. of genes regresivas. Se crea una diferencia entre estado real de
Psychotherapy», 1 (198 1 ), pp. 38-46. la persona y percepción del mismo, con una consiguiente
2 T. Horner y cols., Tire m11t11al infl11ences o/ tire positive colresive sel/, men­ falta de atención o distorsión de todo lo que no confirma la
tal representational struct11res and ínteractive belr0'1.!io11r en tire clríld's ínvolve­
ment wítlr peers, en «lnt. J. of Psycho-analysis», 4 (1976), pp. 461-475. 4 El caso extremo.está en el delirio donde la persona se cree, sin som­
bra de duda, Napoleón. El caso menos extremo es el falso místico que
3 O. Kenberg, Sindromí marginalí e narcisismo patologico, Boringhieri, está convencido de ser verdaderamente una persona triunfadora sólo por­
Torino, 1 978, pp. 320-347. que es importante a los ojos de la gente.

290 291
Amada-> Cencini y Alessandro .Mmenti liJS MCANJSMOS DE 1);;FENSA

sensación compensatoria subjetiva. b) Proteger o restaurar la estima de sí amenazada por


Todo esto es posible gracias a los mecanismos de defensa. las fuerzas pulsionales: he hecho una elección de
vida y sin embargo continúo sintiendo emociones
2. Naturaleza y características de los mecanismos de contrarias; soy disponible para los demás, pero
defensa está también el rencor que me molesta; me agrada
verme fuerte pero, de cuando en cuando, me en­
Dejinici6n. cuentro con el miedo que no confirma la imagen
Cada día nos topamos con amenazas a la estima de nosotros elegante que me he hecho de mí.
mismos: una iniciativa que terminó mal, hacer el rídiculo, una
humillación recibida ... Todo esto nos hace sentir débiles, in­ c) Neutralizar conflictos con personas o partes de la
ciertos, no amados. Nuestro yo sufre por e:llo y se apresura a realidad, de otro modo sentidos como irresolubles:
curar la herida narcisista. Como la psiqué, también el cuerpo ¿qué hacer si la realidad no confirma mis opinio­
se previene de la excesiva estimulación. Cerrar los ·ojos, mirar nes? Cuando me descubre mis culpas, ¿cómo salir
a otra parte, observar sin atención, extrañarse de los ruidos: ac­ del embarazo? Si mi colega es un rival, ¿cómo
ciones todas que nos protegen de estímulos molestos. La auto­ vencerlo sin arriesgar en la lucha abierta? ...
defensa es la ley más antigua de la naturaleza.
Inconscientes pero reconocibles.
La conceptualización de los mecanismos de defensa (el Todos los mecanismos de defensa tienen tres características
término es de Freud) sigue siendo una de las más válidas comunes:
contribuciones que el psicoanálisis ha dado para la compren­
sión del hombre. Indican un proceso mental habitual, in­ a) Niegan, falsifican o deforman la realidad interna y
consciente y a veces patológico, que el yo usa para hacer externa.
frente a conflictos con la realidad externa y/o la realidad in­
terna afectiva. Defensa indica, por tanto, autoprotección b) Son automáticos y no actos deliberados.
contra todo lo que amenaza la propia autoconsideración. Es
un defender o recuperar la estima de sí pero sobre bases in­ c) Obran en el inconsciente, de tal modo que la per­
correctas o sea eludiendo el problema. Al contrario, la perso­ sona no se da cuenta de lo que ocurre.
na no defensiva mira cara a cara la realidad, aun la que des­
concierta, y se construye un sistema de vida en el que tiene Es claro, por tanto, que constatar la existencia de tales
en cuenta también los propios defectos y temores. mecanismos no comporta ninguna evaluación moral sobre el
sujeto que los usa. Hay que distinguir siempre entre expli­
Los mecanismos de defensa cumplen algunas finalidades: cación psicológica y juicio de valor, entre clarificación y eva­
luación.
a) Mantener el equilibrio del yo frente a situaciones di­
ficiles: ¿cómo cicatrizar el dolor por la pérdida de un Precisamente porque son inconscientes, no son siempre
objeto amado? ¿cómo estimarse después de un observables directamente, sino a partir de sus efectos. Pro­
error? ¿cómo gratificarse a sí mismo no obstante las ducen, en efecto, distorsiones sistemáticas, dan lugar a esti­
prohibiciones y restricciones de la sociedad? ... los defensivos y pueden simbolizarse en rasgos corporales

292 293
Amada} Omcini y Alessandro Manenti l.Ds Jli;;cANISMOS DE ÍEFENSA

como la obstinación y la rigidez, la sonrisa estereotipada, mático sin necesidad de un acto de voluntad: las defensas
comportamientos despectivos e irónicos, arrogancia. Las de­ , dejan libre la atención y la concentración para otras tareas
fensas, más que entidades exactas, son procesos: dan origen más importantes.
a estilos defensivos. Estilo significa un modo de funcionar
constante del individuo, identificable a través de una serie Tres criterios distinguen el uso adaptativo (adecuado,
de actos específicos: un modo de pensar, percibir, sentir, es­ «adaptive») o desadaptativo (inadecuado, «disadaptive»), de
tar con los demás, reaccionar a las situaciones ... Las defen­ las defensas (cf. tabla IX):
sas se manifiestan en un estilo «endurecido», hecho de mo­
dos de reacción automáticos, repetitivos y crónicos. ¿Por a) Finalidad: si las defensas van en dirección de la so­
quién es observable este yo endurecido? Ante todo por un lución del conflicto en términos realistas, son
observador externo que sepa captar no sólo el contenido del adaptativas (favorecen la adaptación a la realidad).
acto (qué se hace), sino el estilo del acto (cómo se hace): Desadaptativas, en cambio, si van en la dirección
esto es posible sólo si el observador es bastante libre de las de evitar el conflicto. Nótese la diferencia entre la
propias defensas. Captar el estilo más allá del acto es un· intelectualización usada por el investigador que
modo nuevo y a veces sorprendente de comprender al hom­ quiere llegar a una teoría para comprender la reali­
bre. Pero también el interesado puede reconocer el propio dad, y la intelectualización usada por un marido in­
estilo defensivo, aunque no sabrá captar cada una de las de­ capaz que se empecina en su idea para ignorar la
fensas de base, porque son inconscientes. Las defensas alte­ miseria del propio matrimonio.
ran la percepción de la realidad interna y externa, esconden
impulsos inaceptables con deseos o convicciones de cobertu­ b) Modalidades de uso: Una defensa es adaptativa
ra, alternativos y a veces antitéticos a los originales; el con­ cuando es flexible, o sea apropiada a la situación,
junto es sentido por el interesado como incomodidad, como y cuando su uso se limita a esa situación. Es desa­
no libertad interior: no conoce los términos del problema daptativa cuando es rígida, automática y generali­
pero adviene el problema. Mas, a este punto -como veremo; zada: en este caso, el comportamiento inducido
más adelante- en lugar de ir al origen del problema se pue­ por la defensa salta automáticamente y no está li­
den añadir otras defensas: defenderse de tener que admitir mitado a una situación particular, sino que aparece
que se defiende. de modo estereotipado y en situaciones diversas.
La primera es, por tanto, una respuesta a la reali­
¿Normales o patológicos? dad; la segunda es una reacción a los propios im­
Si el yo quiere funcionar bien aun en el peligro, debe per­ pulsos. Adviértase la diferencia entre elegir estar
manecer organizado a un nivel eficiente. Para esto lo ayudan alegre para aliviar la atmósfera pesada y tener que
los mecanismos de defensa que, gracias, a su función de ser siempre el bufón de la reunión.
protección, no son de suyo patológicos. Si esta noche me
siento muy cansado, es prudente dejar pasar el problema e c) Efectos: La defensa es adaptativa si permite contro­
ir a dormir, para afrontarlo mejor al día siguiente. Si debo lar el conflicto, en cuanto protege y habilita la
aprobar un examen, es bueno que concentre la atención en persona a funcionar mejor. Es desadaptativa si
los aspectos intelectuales poniendo fuera los sentimientos perpetúa el conflicto o crea ulteriores desventajas
de ansiedad. Todo esto se puede hacer de un modo auto- a la personalidad entera (por ejemplo, la obliga a

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Psicología. .. 20
AmOIÚo Cendni y Akssandro .Mmmti
Ú)S Jlt.:CANISMOS DE D?.FENSA

recurrir a ulteriores y más limitantes defensas). portantes y complejos de la �ersona no pued: confiarse a
Nótese la diferencia entre el aumento de vigilan­ automatismos de protección, smo que debe ames_gar la res­
cia que impulsa a buscar nuevas informaciones y ponsabilidad de la propia vida con una decisión voluntaria.
el aumento de vigilancia que lleva a exagerar la Aun los mecanismos de control, si se usan de modo frecuente y
situación de peligro y, con el tiempo, a sospechar amplio, pueden dañar: la persona corre el riesgo de estar pr�ocu­
de todos y de tddo. pada en sobrevivir más que en vivir y, a la larga, no se re�rá ya
por la intención, sino por las necesidades de autoconservac1ón.
Tabla IX:
Defensas y mecanismos protectores de control Ventajas de las defensas.
Los mecanismos de defensa no ayudan a crecer, pero ayudan
Mecanismos Mecanismos a sobrevivir a lo seguro. Ofrecen, en efecto, dos ventajas:
de defensas protectores de control
a) Evitan a la persona la confrontación (del resul�do in­
-Evitan el conflicto cieno) con un estímulo interno o externo pehgroso.
-Afrontan el conflicto
-Son automáticos- -Son flexibles-circunscritos
generalizados --Consienten un mejor b) Permiten gratificaciones sustitutivas (tranquilizarse
--Crean ulteriores funcionamiento sin exponerse) y reducen a un nivel soportable los
desventajas efectos de las frustraciones.

Analicemos un hecho: el marido sorprendido por la es­


Con el término «mecanismos de defensa» se subraya el posa en adulterio. La realidad le dice: «Eres un traidor»
aspecto desadaptativo; con el término «mecanismo protecto­ (=herida a la estima de sí). El se defiende: «Es verdad, pero
res de control» ( «coping mechanisms») se subraya el aspecto lo he hecho porque es ella quien en estos cinco años de ma­
adaptativo. En estos últimos prevalece el deseo racional trimonio me ha exasperado con sus agotamientos (proyec­
(que actúa según una evaluación reflexiva) sobre el deseo ción). La primera en alejarse ha sido ella, por tanto ella es la
emotivo (que actúa según una evaluación emotiva); gracias a traidora moral (racionalización): en efecto, la traición del co­
su intervención, el impulso permanece bajo el control de la razón es más grave que la de la carne (intelectualización)».
racionalidad y es usado en los límites y según las circunstan­ Ventajas: este hombre evita la fatiga de cambiar, se absuelve
cias que conciernen a los ideales de la persona. de culpa, espera que quien deba cambiar sea la esposa. La
realidad le dice que es un marido que engaña, pero su ver­
Esta definición no puede ser categórica. Una defensa adapta­ dad psicológica le dice que es 1� esposa quien e?gaña. La
tiva en una cierta edad (o situación), puede ser desadaptativa en
estima de sí está a salvo. En detnmento de la reahdad, pero
otra edad (o situación). Hay diferencia entre la negación en el
está a salvo.
niño y en el adulto; o también entre la represión inm�di�ta �n
el niño, dictada por la orden de los padres, y la represión md1s­
Abstrayendo del ejemplo, toda defensa hace una afirma­
criminada del adulto que dice no a los propios . impulsos sin sa­
ción negativa y una positiva5. La afirmación negativa es la
ber justificar el por qué. Por otra pane, la defensa, au°: la
más obvia: digo no a una realidad penosa. Un no expresado
adaptativa, ha de usarse con cautela: frente a problemas 1m-
5 R. Schafer, Aspects of interno/ization, lntemat. Universities, New York,
1963, p. 58.
296 297
los JH;;cANISMOS DE �FENSA
Amada> Omdni y Almanárn Mmenti

en formas diver�as, según la defensa usada: «aquí no hay persona libre, abierta al Espíritu; mientras que si escuchase
nada», «no he sido yo», «no hay ninguna relación», «no ha la realidad vería que, en nombre del carisma, estoy buscan­
sucedido nunca», «yo no siento miedo». Descartando una do mi afirmación exhibicionista. Me dedico al servicio de los
realidad penosa, automáticamente afirmo también una reali­ pobres y, en cambio, doy a los demás con el fin subconsciente
dad positiva tranquilizante: negando una realidad afirmo lo de recibir. ¿Estas ilusiones pueden bastarme?
contrario de ella. Es' un sí que no emerge de la evidencia
real, sino de mi sistema defensivo. Un sí expresado en for­ En efecto no bastan. Nadie puede tolerar una estima de sí
mas div�rsas según la defensa usada: «yo estoy al seguro», construida en detrimento de la realidad. Una seguridad artifi­
«yo soy inocente», «puedo estar tranquilo», «soy poderoso», cial no da seguridad. A este punto, la personalidad humana
«soy bueno y valeroso». Es una conclusión que nace de las (¡no patológica!) tíene que cicatrizar esta herida narcisista ela­
defensas; por tanto no apoyada por los hechos, sino conse­ borando mejor el propio sistema defensivo, de modo que ex­
guid� distorsionando los hechos. Pero es una conclusión que perimente esa estima de sí defensiva, en cambio, como estima
_ realista. Lo que es miedo es sentido como valor, lo que es hui­
el_ sujeto vive como verdadera y objetiva. Las defensas per­
miten, por tanto, una cierta gratificación no alcanzable en da es experimentado como confrontación, lo artificioso como
otra !orma. Temiendo n? poder preservar la estima de sí por genuino, el pretexto como razón verdadera, la ocasión marginal
medio de la confrontación con la realidad, se la mantiene como la causa responsable. En otras palabras: la persona se de­
por medio de las defensas. Si no logro definirme como hom­ fiende y luego se deftende de reconocer que se está defendiendo. La
bre «total» sobre bases realistas, lo haré sobre bases defensi­ alienación de quien no se cree alienado.
vas. Mientras no entrevea la posibilidad de salvar la estima
de mí, también sobre bases realistas, continuaré defendién­ La personalidad se puede organizar en torno a un siste­
dome: al menos preservo la autoestima, en otra forma no ma de defensas, algunas más centrales y otras más periféri­
asegurada_ p�r la confrontación con la realidad. He aquí por cas. Las más centrales sirven para defenderse de un conflic­
qué es d1fic1l superar las defensas, aun en el mejor de los to. Las más periféricas sirven para negarnos a nosotros
casos de que se hagan conscientes. Conocer no significa mismos el uso de las primeras. Una red de defensas en la
cambiar. Puedo también darme cuenta que estoy proyectan­ que una sirve para defenderse de otra puesta precedente­
do o negando y, no obstante esto, continúo haciéndolo: al mente. Hay, por tanto, una organización de las defensas a
menos está a salvo la autoestima; en cambio, ¿quién me ase­ varios niveles: la racionalización contra la negación, la forma­
gura que renunciando a estas tácticas, después del baño de ción reactiva para no reconocer haber reprimido; a un nivel
realidad, me encuentre todavía digno y amable a los ojos más central proyecto (eres tú quien me hace enojar) y a otro
propios y de los demás? nivel racionalizo (me creo una teoría a posteriori que de­
muestre que tengo razón justamente en decir que el proble­
Los niveles de defensa. ma eres tú): en esta forma puedo continuar proyectando sin
La estima de sí dada por las defensas es ficticia, puesto que encontrarme jamás con la real naturaleza defensiva de mi
se ha conseguido distorsionando los hechos: ¿cómo puede modo de actuar. No siempre es posible poner una señal cla­
bastar una estima que no soporta la prueba de la realidad? ra entre los varios niveles de defensa; de todos modos, cuan­
I?etenerse aquí sería terrible: me creo alegre y, en cambio, do se organizan en tal modo, los niveles más centrales son
no p�ra no llorar. Me considero respetuoso de la autoridad y, en inconscientes y automáticos y los niveles periféricos (defen-
cambio, no tengo el ooraje de sostener mis idea.5. Me tengo por una

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Amada, Cenani y Alessandro Mmenti
los M,:cANISMOS DE lEFENSA

sa de la defensa) son más preconscientes o francamente que puede suceder, que el hombre se cuente historias y
conscientes y voluntarios6. después las tome como verdad.
Podemos, entonces, hablar de dos clases de defensas7: De aquí se concluye la relación directa entre conocimiento obje­
tivo de la realidad y madurez intrapsíquica del sujeto que conoce.
1. Defensas estratégicas: son operaciones psíquicas centrales Para conocer objetivamente debemos examinar el objeto del conocer,
gracias a las cuales la persona hace frente a las propias pero también el yo que examina. Los psicoterapeutas saben bien que
necesidades infantiles. Por ejemplo: niego la evidencia es imposible comprender realistamente los conflictos de los demás
de ciertos hechos para no cambiar conducta; desplazo sin comprender los propios conflictos y las propias transferencias. Por
la atención de un problema más urgente pero más peno­ esto deben someterse a análisis personal. Desgraciadamente muchos
so a uno menos urgente pero menos difícil de aceptar; psicoterapeutas no lo hacen. Así como muchos pastores de almas pre­
tenden examinar a los demás sin examinarse a sí mismos, o hay hom­
me presento siempre disponible para ser estimado, com­ bres que juzgan la realidad sin registrar el propio modo de ver. En
placiente con los demás, para obtener luego favores. todos los casos con efectos desastrosos.
2. Defensas tácticas: son operaciones psíquicas secundarias Todos los hombres más o menos se defienden. Lo extraño es
que sirven para no reconocer conscientemente el uso de encontrar por casualidad gente que no se defiende. No defenderse
las defensas estratégicas. De ordinario son menos incons­ significa exponerse a la realidad, por tanto a la crítica, a esquemas
cientes que las precedentes. Niego, pero me digo a mí cognoscitivos diversos de los nuestros. Todo esto es fuente de ansie­
mismo que no estoy negando sino viviendo la virtud de dad para todos. Quien no tiene una estima realista vive en un siste­
la paciencia. Descargo enojo sobre los demás, pero me ma cerrado y se defiende rígidamente de la realidad. Pero, aun quien
convenzo que estoy luchando por los ideales. Tengo una tiene una estima realista a veces se retira, se esconde o accede a
relación infantil de dependencia afectiva, pero la presento compromisos, aunque con menor rigidez. Que la defensa sea la nor­
ma y no la excepción, basta mirar en torno nuestro. A nuestros hijos
a mí mismo como relación para el bien del otro, actual­ les decimos «tú callare, yo soy tu padre»; a nuestras esposas les man­
mente con necesidad de ayuda. damos un mensaje silencioso «no saques los problemas; si me criticas
quiere decir que has sido una tonta en casarte conmigo». Los ancia­
Se requieren meses, y a veces años, para llevar a una nos transmiten a sus familiares «soy viejo y frágil. Si me lastimas me
persona a aceptar que se está defendiendo. Cada vez que se muero y lo cargarás sobre tu conciencia•. Hacemos comprender a
encara a esia posibilidad, tenderá a descartarla como algo nuestros empleado «si no estás de acuerdo conmigo, debes ser pru­
que se refiere a los neuróticos y no a los normales como él. dente en decirlo o te encontrarás en la necesidad de buscar otro em­
Sólo si acepta, también en sí, la posibilidad de engañarse pleo». No sólo los individuos, sino también las instituciones son nota­
sin quererlo, podrá luego pasar a identificar los puntos nu­ bles por su habilidad para protegerse del ret0 de la realidad: por
ejemplo el tabú de la muertes.
cleares de la propia personalidad que más piden conver­
sión. Antes de convertirse, hay que sentir la necesidad de
3. Jerarquía de las defensas
la conversión y -antes todavía- admitir que es normal, o sea
De cuanto se ha dicho, aparece clara la relación entre
6 M. Gill, Topography and Systems in psychoanalysis theory. Psychological ls­
sues, Monograph 10, lmernat. Universities, New York, 1963, p. 123. mecanismos de defensa -apertura a la realidad- gestión de
los propios sentimientos. Mientras más fuerte sea el sistema
7 P. A. Dewald, The handling o/ resistences in adult Psychoanalysis, en
«lnt. J. of Psycho-Analysis», 1(1980), pp. 61-69. 8 V. Messori, Scomessa s111/0 morte, Sei, Torino, 1983.

300 301
Amada, Cenan; y Alessandro ManenJi WS Ü:CANISMOS DE iEFENSA

defensivo, menores serán la objetividad del conocimiento y como los dos precedentes, son los de A. Ronco15 y A. Co­
el uso creativo del potencial afectivo interno, con el resulta­ llette1 6. Dada la importancia de los estudios de Vaillant, en
do final de una estima de sí sobre bases compensatorias. Al la bibliografía referimos ampliamente sus fuentes. Partiendo
contrario, mientras menores sean las defensas, la estima de de estos estudios podemos construir una jerarquía de las de­
sí será más realista, como resultado de la confrontación con fensas en base a dos variables:
el mundo externo y el mundo emotivo interno.
Grado de distorsión: una defensa particular ¿cuánto
Pero no todas las defensas nos cierran en el mismo distorsiona o hace ciegos? Veremos -sobre todo refi­
modo. Ya Freud postuló la posibilidad de la jerarquía de las riéndonos a los estudios de Vaillant - que algunas
defensas9. En 1955 C. Brenner observó que el esfuerzo por defensas son más destructivas o primitivas que otras.
establecer tal jerarquía no fue muy compartido lO. Después
de él G. L. Engel ll y K. Menninger1 2 publicaron una jerar­ Objeto de la distorsión: una defensa particular ¿qué dis­
quía de defensas. Pero los estudios más importantes y re­ torsión produce o a qui hace ciegos? Veremos que al­
cientes a este próposito son los de G. Vaillant13 y, sucesiva­ gunas defensas se asocian más a ciertos problemas que
mente, de H. Bond14. Otros, pero no sobre base empírica a otros. Para esta segunda variable seguimos los estu­
9 S. Freud, La tlf!tJrosí da difesa, en Opere, o.e., 11, pp. 49-57; Progetto dí dios de Bond y en parte los de Ronco y Collette.
una picología, en Opere, o.e., 11, pp. 251 ss.
1 0 C. Brenner, An ekmentary textbook o/ Psychoanalysis, Imernat. Univ.
Veremos después ambas variables (cuanta y qué distor­
Press Inc., New York, 1955, p. 101. sión) en relación a la materia contra la cual actúa la defensa,
11 G. L. Engel, Psychologúol droelopmenl in health an desease, W. B. Saun­ que es siempre doble: realidad externa y realidad afectiva in­
ders Co., Philadelphia, 1962. trapsíquica. Así, toda defensa nos ofrece tres informaciones:
1 2 K. Menninger, The flital balance, Viking Press Inc., New York, 1 963.
1. Cuánto es adaptativa.
13 G. E. Vaillant, Adaplive Ego Mechanisms. A 30-years follow-up o/ 30 men
selected for Psydtological Health, en «Archives of General Psychiatry», 2. A qué problemas sobre todo está correlacionada.
24(1071), pp. 1 07-118; G. E. Vaillant - C. C. McArthur, Natural history o/
mole psyd,o/ogical health: I the lije cydes from 18-50, en «Semin Psychiatry»,
4(1972), pp. 41 7-429; G. E. Vaillant, Natural History o/ mole psychologicol 3. Cómo se pone en relación la persona con la realidad
healtli: 11; some anteadents o/ healthy adult adjustement, en «Arch. Gen. externa e interna.
Psychiatry», 31 (1974), pp. 15-22; ídem, Natural history o/ mole psychological
health: 111; Empírico/ dimensions o/ mental health, en «Arch. Gen. Esta jerarquía es siempre aproximativa: los mismos estu­
Psychiatry,., 32(1975), pp. 420-426; G. E. Vaillant, Natural history o/ mole
psychologúol health: V; the relation o/ choice o/ ego mechanisms o/ defence to adult dios de Vaillant no son definitivos y todavía hoy son someti­
adjustement, en «Archives of General Psychiatry", 33(1976), pp. 535-545; dos a verificación17. De todos modos tiene su valor puesto
fdem, Adaptation to life, Little Brown, Boston, 1977; G. E. Vaillant, E. Mi­ que, en base a la defensa usada, podemos tener indicios so-
lofsky, Natural history o/ mole psydtological health: IX; Empírica/ roidena for
Erikson's model o/ the life cyde, en «American Journal of Psychiatry»
127(1980), pp. 1 248-1359; G. E. Vaillant • E. Milofsky, Natural history o/ 15 A. Ronco, Introduzione a/lo psicología, !, o.e., pp. 72-94.
mole alcoholism: IV; Paths to recotlerJ, en «Archives of General Psychiatry,.,
39(1982), pp. 127-133. 1 6 A. Collette, La psicología dinamica, La Scuola, Brescia, 197�, pp. 161-196.

1 4 H. Bond y cols., Empírico/ study o/ selfrated defense slyles, en «Archives 1 7 J. R. Battista, Empírica/ test o/ Vaillont's hierarclty o/ ego Junctions, en
of General Psychiatry,., 4 0(1983), pp. 333-338. «American Journal Psychiatry», 139(1982), pp. 356-357.

302 303
Amadm Cendní y Alessandro Minentí WS Ü:CANISMOS DE lli:FENSA

bre la madurez de una persona y su modo de regirse a sí l. Defensas narcisistas 18:


misma y al mundo. los apecto de realidad externa son negados o rechazados. Las
pruebas de la vida que demuestran lo contrario de cuanto el
Por ejemplo (sígase la síntesis en la tabla X): sujeto piensa o quiere, no tocan su atención, que permanece
ciega a la evidencia. ¿Un hecho crea ansia?: lo ignoro, así para
Supresión: su uso dice que: 1) el grado de apertura a mí ya no existe (negación), me encierro en mi castillo de mar­
la realidad es bueno, en efecto estamos en el grado fil (retraimiento social), protesto por su existencia (acting-out),
IV; 2) el estilo es de confrontación abierta, 3) ya sea lo atribuyo a otro (proyección), hago regresar el tiempo hasta
con la realidad o con los propios sentimientos, usa­ antes de que surgiera ese hecho (regresión), busco cancelarlo
dos creativamente con el apoyo de los valores. (anulación retroactiva).

Desplazamiento: 1) el grado de apertura a la realidad 2. Defensas inmaduras:


es menor, estamos en efecto en el grado III; 2) la realidad no es negada sino transformada. Y esto la persona
como quiera que sea, la realidad es bastante respeta­ lo hace no manipulando directamente la realidad (estaríamos
da, aunque reinterpretada en términos más favora­ en los delirios y en las alucinaciones psicóticas), sino actuan­
bles al yo, 3) a causa de problemas relacionados con do sobre la relación con la realidad. Busca alterar los senti­
la gestión de los propios sentimientos. mientos que nacen del impacto con la realidad penosa, de
modo que la respuesta emotiva, así alterada, sea capaz de
Idealización primitiva: 1) el grado de madurez es preo­ dar a la realidad una tonalidad diversa de la original. Por
cupante (grado 11); 2) el estilo es de distorsión de la tanto: choque con realidad alteración del sentimiento que se
realidad, 3) transformada a causa de problemas de ima­ deriva realidad que aparece bajo luz diversa.
gen del yo.
Son muchos los caminos para hacer esto:
Negación: 1) estamos a nivel todavía más preocupan­
te (grado I); 2) la realidad es negada; 3) hay proble­ Omnipotencia: en lugar de débil me siento imbatible;
mas no sólo de autoestima e imagen del yo, sino así el elefante encontrado antes, se convierte a mis
también de comportamiento externo. ojos en un ratoncillo.
Grado de distorsión: se encuentra un salvador omni­
Idealización primitiva:
¿qué tanto vuelve ciegos la defensa? Se pueden dividir las potente a cuya sombra estar seguros: el grupo en­
defensas en 4 grados, partiendo del grado 1 como el que grandecido, el amigo divinizado que es la respuesta
ciega más. a todos nuestros problemas, la carrera idolatrada
Se rechazan la soledad, el fastidio, la duda.

18 Este y los otros términos que señalan los 4 grados no son tomados
en su sentido clínico, sino que indican menor o mayor adaptación social y
psicolúgica. La terminología es la propuesta por Vaíllant, adoptada tam­
bién por Freedman, Kaplan y Sadock en la obra citada en la nota 89 del
cap. 4, parte I.

304 305
Amada, Cencini y Alessandro MJnenti liJS M<:CANISMOS DE l).:FENSA

Vuelta contra sí mismo: si la realidad provoca miedo, Existe, por tanto, un continuum de cerrazón-apertura a la
me presento todavía más débil e inerme y así ten­ realidad. Desde un extremo de clausura total al extremo
drán piedad de mí. Como el ciervo que en el último opuesto de disponibilidad, con los pasos intermedios de mala
momento de la lucha presenta el cuello al adversa­ gestión de la realidad y de los propios sentimientos. Un conti­
rio, sabiendo que el enemigo, apiadado, no se ensa­ nuum -es bueno recordar- del hombre normal y no patológico.
ñará sobre él.
Objeto de la distorsión:
Fantasías esquizoides y pensamiento mágico: me ilusiono ¿cuál es el problema que reclama una defensa particular?
en los sueños en espera que algo caiga del cielo. defenderse quiere decir no afrontar algo: ¿qué?

Tantos modos para transformar mi respuesta emotiva a l. Problemas de comportamiento:


la realidad que, vista con un estado de ánimo nuevo, me pa­ algunas defensas sugieren una desadaptación no sólo psico­
recerá menos dura. lógica (incorrecta gestión de los propios sentimientos), sino
también social (incapacidad de tratar eficazmente con el am­
3. Defensas neuróticas: biente). Minan la toma de responsabilidad personal, puesto
ya no se pretende que la realidad sea diversa; se la acepta, que su uso impide a la persona dirigir los propios impulsos
pero haciéndole alguna modificación. Es reinterpretada para con acciones constructivas que se encaminen al beneficio
asegurarse una mayor adaptación social. La persona está en propio. El sujeto apartado debe ser incitado a actuar, la per­
condición de responder a las exigencias sociales, pero su sona «acting-out» debe ser controlada. La proyección impide
problema es interior, de adaptación psicólogica: la relación la autocrítica; la negación oscurece los términos exactos de
con los propios sentimientos. la situación, por lo que la solución está ya comprometida
desde el inicio; la regresión es un modo de evadir; el desa­
A este nivel el riesgo es de moverme bien en el mundo, cuerdo hace razonar en términos exagerados de «todo her­
pero llevando en mí, un sentimiento fastidioso: lo s�foco moso»-«todo feo» con cambios continuos de humor.
apenas surge (represión), lo neutralizo co� el pens_am1e_nto
(aislamiento), lo justifico con razones plausibles (rac10nahza­ z. Problemas de imagen (propia y de los demás):
ción), lo cubro con su opuesto (formación reactiva), lo desvío como las precedentes, estas defensas minan las relaciones
hacia blancos más inofensivos (desplazamiento). El contacto sociales, pero no la capacidad de trabajar. La persona es ca­
con la realidad no queda comprometido, sino subordinado y paz de trabajar, pero incapaz de amar: puede aun ser una
modelado por esta mala gestión de los propios sentimientos. persona exitosa, pero no consigue formar relaciones maduras
porque tiene una imagen irrealista de sí y de los demás. La
4. Defensas madu.ras: razón varía según la defensa usada: la persona tiene un con­
permiten la aceptación de la realidad, la buena gestión de cepto inflado de sí que debe defender contra los demás
ella y de los sentimientos interiores. En este momento no (omnipotencia); absolutiza irrealistamente a los demás (idea­
se habla ya de mecanismos de defensa, sino de mecanismos lización); se ve culpable de todo lo que sucede mal (intro­
protectores de control: supresión, anticipación, sentido del yección); o bien se encierra en su espléndido aislamiento
humor. (fantas'ías esquizoides).

306 307
Amadm Cendni y AJ,tliSllndro Mmenti lDs Jl.j;;cANISMOS DE l);:FENSA

3. Problemas de autoestima: mente, pero con la confusión en el corazón. La madurez


estas defensas crean problemas acerca del uso propio del po­ psicol�gica co�prende más que la social: donde hay desa­
tencial psíquico. Se trabaja, se tienen relaciones, pero se es in­ daptac1ón social h _�Y, ta�bién, desadaptación psicológica;
capaz de gozar de la vida. La lógica de estas defensas conduce d_�nde ?ªY a�aptac1on social no necesariamente hay adapta­
a la persona a no aceptarse en los propios sentimientos, res­ c10� ps1cológ1ca; y donde hay adaptación psicológica es más
pecto de los cuales hace obra de selección y de censura. Son facd qu� haya ª?ªJ?tación social. La dimensión intrapsíquica
defensas que llevan a la automutilación psíquica: «me siento es la vanable mas importante para la felicidad del hombre.
insatisfecho», «estoy en crisis», «nada tiene sentido»...
4. Definición de los mecanismos de defensa
4. Capacidad creativa:
ya no mecanismos de defensas, sino mecanismos protectores Veamos ahora las defensas más importantes. Dejarnos a
de control que permiten el dominio de los conflictos (antici­ un l �do l �s. defensas que interesan a la psiquiatría y a la
,
pación), los ponen momentáneamente entre paréntesis (su­ practica clm1ca. Tratamos sólo de las que son más frecuentes
presión), y los evalúan con desapego (humorismo). Es la y que, en particular quien quiera dar una ayuda de crecimien­
persona madura: capaz de trabajar, amar, gozar de la vida. to, debería saber reconocer, porque están más directamente en
relación con el mundo de los valores. Nos detenemos en ellas
Como se ve, hay una jerarquía que va hacia el siempre porque nuestra actividad de formadores nos confirma su im­
mayor impacto constructivo en confrontación con las vicisi­ portancia. Reconocerlas significa saber dónde se encuentra
tudes de la vida. Se parte de los problemas de comporta­ el ve�dadero problema de una persona o de un grupo, y ubi­
miento. Luego están los problemas sobre la visión realista car bien el problema es esperanza para su solución. En el
de sí y de los demás como base para la relación afectiva. Su­ elenco seguimos el orden de la tabla X.
biendo todavía, encontrarnos problemas de personas que tie­
nen relaciones más estables, pero que no consiguen expresar Quien quiera profundizar en este tema, puede acudir a
todo su potencial. En la cima encontramos personas que las obr�s de A. Fr;ud19, N. Carneron y A. Magaret20, H. P.
consiguen dar una expresión creativa del propio yo. Es el Laughlm21 , ademas de las ya citadas de A. Ronc015 y A.
paso de la vida misma: problemas de control de los impul­ Collette l6.
sos, problemas de relación, de identidad, de vocación: pie­
dras miliares con las que el hombre debe medirse. Si las a.- Rechazo de la realidad -Problemas de comportamiento
afronta en modo defensivo, entonces deberá pagar un precio
a la vida renunciando a algo: la capacidad de trabajar, amar, Retraimiento social: tendencia a replegarse sobre sí mis­
gozar o crear según valores trascendentes. mo como consecuencia de la incomodidad en la confronta­
ción con la realidad y con los propios sentimientos.
Una última observación: hemos hecho la distinción entre
madurez psicólogica y madurez social. La segunda se limita
19 A. l'.reud, L'io e i meccanismi di difesa, G. Martinelli, Fírenze, 19 77.
a la dimensión de la relación social; la primera, en cambio,
incluye también la identidad interior y la capacidad de reali­ 20 N. 'Cameron - A. Magaret, Patologia del comportamento, o.e., 196 2.

zar en lo social los valores en los que se cree. Los dos tipos 21 H. P. Laughli�, Le nevrosi ne/la pratica clínica, Giunti-Barbera, Firen­
de madurez no se identifican: se puede ser adaptados social- ze, 1967; ídem., Tite ego and its defenses' Jason Aronson Books' London'
1979.

308 309
Amad.,, Cencini y Alessandro Manmti
los �CANlSMOS OE lEFENSA
Tabla X
Elenco de los mecanismos de defensa Se expresa como carencia de iniciativa, incerteza del
propio papel, incomodidad en las relaciones sociales, caren­
cia de planeación por la que el futuro es dejado al acaso,
empeño en cosas de rutina en detrimento de la innovación.
Un ejemplo puede ser la jubilación precoz: sacerdotes toda­
I 11 111 IV vía jóvenes que se retiran a la vida privada no por haber lle­
Narcisistas Inmaduras Neuróticas Maduras: gado al límite de edad, sino porque se sienten inadecuados
mecanismos a las exigencias de hoy. No hay necesidad de presentar la di­
protectores de misión, basta hacerse inamovibles y hacer las cosas de rutina.
control Otro ejemplo es la búsqueda del nido: se busca el propio aco­
modo, la parroquia se convierte en el propio reino donde na­
realidad realidad realidad re- realidad die puede interferir. Las iniciativas a nivel diocesano no alcan­
rechazada transformada interpretada aceptada zan a superar el muro de protección del propio nido.

Es de notar que, según importantes investigaciones, esta


problemas
de compor-
problemas
de imagen /eeroblemas
auto-
capacidad
creativa
defensa juega un papel central en la crisis de los sacerdotes.
tamiento propia y de estima En particular son impresionantes 4 investigaciones reporta­
los demás das -entre otros- por A. Godin22 : la encuesta sobre la insatis­
facción profesional en el sacerdocio en España, ordenada en
Retraimiento Formación 1969 por la Conferencia Episcopal Española; una encuesta
social reactiva análoga en Canadá en 1971; el estudio psicosociológico so­
Acting-out Omnipotencia Compensa- bre el abandono del sacerdocio en USA del Este, en 1969;
Escisión Idealización ción la encuesta, en todo el territorio de los Estados Unidos, so­
Negación t mitiva Racionaliza- bre sacerdotes norteamericanos, dirigida por el Centro Na­
Fijación r eacción ción cional de Investigaciones sobre la Opinión y ordenada por la
Regresión contra sí lntelectuali- Conferencia Episcopal de los Estados Unidos, en 1971. En
Anulación mismo zación todas aparece claro que las motivaciones de insatisfacción
Retroactiva Fantasía Aislamiento Supresión sacerdotal son: el miedo frente a un sacerdocio incierto y os­
esquizoide Desplaza- Anticipación curo, el sentimiento de impotencia frente a la situación, la
Pensamiento miento Buen humor
(Incapacidad mágico Represión- conciencia de no ejercitar ya ningún control sobre el propio
de encauzar remoción destino, sentimientos de soledad e inutilidad. El deseo del
los matrimonio -observa Godin- es más una consecuencia del
sentimientos (Incapacidad abandono que un factor determinante del abandono. Cuan­
y de tratar de relaciones (Incapacidad do un sacerdote abandona y se casa, se puede decir que en
eficazmente sociales) de gozar de 4 casos sobre 5 ha sido problema de soledad y aislamiento.
con el sí y de la La dificultad del celibato es la manifestación de una crisis
ambiente) vida)
22 A. Godin, P.sychologie de la vocalion: un bilan, Du Cerf, París, 1975;
también en «Le supplémem», 113(1975), pp. 151-236.
310
Psicología... 21 311
Amat/6' Cmcini y AJessandro Mmenti ÚJS A&CANISMOS DE l.EFENSA

más general. El deseo de casarse es más una consecu encia Con palabras declara autonomía, pero el afecto reclama
qu e un factor causal derminante . apoyo. A simple vista se diría que es un cachorrito necesita­
do de cariño. En la misma línea van algu nos est udios sobre
El retraimiento social, puede también ser una defensa, la delinc uencia juvenil: es fácil que · el comportamiento de­
ictiva lincuente, especialmente en los adolescentes, esté asociado
de grupo: el grupo como evasión de la realidad conflelación a u na depresión subyacente, au nque no visible inmediata­
para encontrar en él r�spuestas y solu cion es e n u �a r
con la mente 24•
inmediata y acogedora, sin pasar por la confrontaciónobserva­
realidad externa'. A este propósito son rel e vant es las
po en la Pueden ser vistos como acting-out, también, ciertos com­
ciones de Godin sobre algunas experiencias de gru portamientos ju veniles: el vestir con una apariencia e xterna
lglesia23.
de agresividad y ausencia de preju icios; el hablar en térmi­
Acting-out. nos provocantes que esconden la inhibición; las discotecas
literalmente significa actuación externa. Es la descarga di­ llenas que ofrecen rápidas e ilusorias soluciones de libera­
recta de un deseo o impulso inconsciente para evitar llegar a ción, con la finalidad de no medirse con los propios afectos,
conocer el afecto que acompaña tal dese o o impulso. por temor de vérselos dentro.

Se trata de un corto circuito e ntre estímulo y acción, una Ya que en la práctica pastoral se encuentra fácilmente
descarga explosiva de esa tensión que resultaría del admitir con casos de este género, busquemos descifrar el significado
deseos inaceptables. La descarga tiene lugar a través de un psicodinámico del acting-out. Podemos ve rlo estructurado en
acto (o u na serie de actos con una intención común) que es tres niveles sobrepuestos: a) descarga de la tensión, b) para
impu lsivo, inmediato, sin pasar a través de 1� evaluación ra­ salvaguardar il usoriamente la integridad del yo, c) contra un
cional. Son las acciones impulsivas, los capnchos, los actos afecto inaceptable que es echado fuera de manera furtiva 25.
de au todestrucción como la delincuencia y la droga, las re­
beliones provocativas, las testarudeces obstinadas. Esto quiere decir que un acto de acting-out debe ser desci­
frado, puesto que contiene diversos significados sobrepuestos.
­
Un ejemplo clásico: el muchacho que !rente a la� incom gol­
prensiones de los padres asume u na actit u d d e «urar _ Primer significado:
esidad
pes». Con esta provocación demu�stra no tene�· necsu?ya­ el más obvio y visible a simple vista (la prepotencia de l mu­
de nadie, y así se esconde a sí mismo la necesidadrealidad chacho). Se descarga la tensión, en l ugar de regularla. Es un
cente, desesperada, de recibir escucha y ternura. La acto al servicio de los impulsos (lo debo hacer) y no conse­
de
le diría que está indefenso y hambriento, pero él rePspon cuencia de la planeación (lo quiero hacer). El impulso se
que es autónomo. Con el c?mportamie nto r echaza , �! su
º presenta perentorio; anticipa y fulmina toda consideración
chaza ndo. S r b hon es de la realidad. Con este acto, el sujeto acting-out intenta re ­
necesidad demanda y él pide re u e e
ay da,
una te ntativa (ineficaz) de comunicar
la solici t u d d e u mover de sí, poniéndolo violentamente fuera de sí, lo que
e «no te ngo n:ecesidad no puede s�r soportado y elaborado.
expresada sin embargo, con el mensaj
de nadie». 24 J.. Chiles y cols., Depn!SSi on in an adolescent delinquen/ populalion, en
«Archives of General Psychiatry», 37(1980), pp. 1179-1184.
23 A. Godin, Psicologia del/e esperienze rrligiose: il desidmo e la rraltá, Que­ 25 E. Gaddini, Acling out in tite psyclzo analylic session, en «lntern. Joumal
riniana, Brescía, 1983, oo. 97-121. of Psycho-Analysis», 1(1982), pp. 57-64.

312 313
ú:Js .IIÉCANISMOS DE lEFENSA
Amadto Cencini y .Ak&andro Mznenti
recibida y continuar robando afecto sin hacerlo ver; o también el
Segundo significado: muchacho rebelde que en algunos raros momentos contra, pero
(el miedo del muchacho de admitir la propia dependencia) a apenas se da cuenta de haberlo hecho se avergüenza de ello y
un nivel más profundo está el miedo de la pérdida del yo. se vuelve a atrincherar en su postura de choque.
Descargando la tensión, el yo se ilusiona de haberse libera­
do y de haber conseguido un sentido de plenitud que susti­ Si se quiere ��dar a per�onas semejantes, hay que prote­
tuye la incomodidad: A través del acting-out se busca tran­ ger
quilizar la propia integridad liberándola de la tensión. . esta clan�es�m1dad; dar sm hacerlo ver, intuir el mensaje
sm hacerlo publico y mucho menos a quien lo ha mandado.
Con la prepotencia, el muchacho se ilusiona de ser auto­ ��ptar una comunicación que es y que permanece en sentido
umco: se sabe aceptar una alianza clandestina no reconocida
suficiente. Después del desahogo, el adulto se cree ser más Pº: quien obtiene beneficio de ella y no �ratificante para
fuerte que antes. Con la aventura, el marido incapaz se ilu­
siona de ser un gran amante. Con la provocación, el miedo­ �uten la of�ece (lo que el educador no será capaz de hacer si
tiene necesidad de ver apreciado su don). La única comunica­
so se atribuye una omnipotencia mágica. ción de _retorno que se puede esperar, es que el sujeto acting­
out �omienc� a ten�r confianza en el otro, sabiendo que habrá
Tercer significado: algmen a qmen abnrse cuando pueda salir de la clandestinidad
la solicitud enmascarada. Es el nivel más profundo que con­ ya sin _mied?26. � n este momento será posible un viaje de re­
tiene el núcleo esencial del acting-out. La tensión por descar­ ,
torno: !?�nt1ficac10n del afecto, antes rechazado, y toma de res­
gar se debe a la presencia de un afecto que no quiere reco­ pon�ab1hdad en confrontación con el mismo, a través de su
nocer. El muchacho de nuestro ejemplo no quiere reconocer gestión '! no por f!ledio de su descarga evasiva. Ejemplos de
la propia sed de afecto, que echa fuera de sí con acabado esta acción educativa se encuentran bien expresados en el li­
agresivo. El verdadero mensaje de su prepotencia es un gri­ bro de B. Bettelheim El amor no basta21.
to de ayuda que él mismo se resiste a admitir.
Escisión (Splitting): activación alternativa de estados del
El mensaje del acting-out es semejante al del náufrago yo contradictorios y mantenidos separados el uno del otro
que lanza la botella al mar; pero con una hoja escrita en có­ pero ambos activos en modo alternado.
dice para evitar -frente a sí y los demás- la responsabilidad
de remitente. Un mensaje enmascarado que evade la censu­ Toda decisión reponsable comporta el sopesar las diver­
ra hasta de quien lo manda. Se busca así robar una respues­ sas alternativas para elegir después sobre la base de una cer­
ta, pero sin hacer ver la solicitud, de la cual -si fuese descu­ teza sólo moral y no matemática: demasiado riesgo· y enton­
bierto- el interesado rechazaría la paternidad. En efecto, ces dividimos, de una vez y por todas, lo que es bueno y lo
apenas el mensaje clandestino es descodificado y satisfecho que es malo, l� hermoso y lo feo y así se piensa andar sobre
(en nuestro caso, los padres tienen más en cuenta al mucha­ seguro. Un estilo frecuente en ciertos ambientes: el sacerdo-
cho), el sujeto acting-out aumenta la negación provocativa (hace
todavía más maldades). Paradójicamente, mientras mejor es in­ 26 R. R. Monroe, The psychotherapy o/ the impuisive ami acting out patient
en «The joumal of the American Academy of Psychoanalysis», 1(1982)'.
terpretado el mensaje, más aparece la reacción negativa: se ha _
PP·. 1 -26; E. R_: Shap1�0 y �ols., The borderline ego and working alliance: indi­
revelado lo que debía pasar escondido. Es el. caso del droga­ catJons Jor famtly and mdwidual treatment in adolescence, in «Imemat Journal
dicto descubierto en sus demandas más profundas y que vuel­ .
of Psychoanalys1s», 1(1977), pp. 77-87.
ve a drogarse o desaparece, porque debe minimizar la ayuda 27 B. Bettelheim, L'amore non basta, Ferro, Milano, 1967.

315
314
Amada, Cencini y Ak.sandro Manenli WS �CANISMOS DE ik:FENSA

te que ha pasado sus años de teología evadiéndose en tantas Proyección:


actividades que lo sostuviesen, cuando se encuentra respon­ contra peligros que vienen del exterior, la persona puede
sable en primera persona, descubre toda su propia inadecua­ sentir intactas sus capacidades de lucha; pero si el peligro
ción y fragmentariedad interior. Para recrearse puntos de viene de adentro, su misma energía es puesta en crisis: por
referencia tranquilizantes, debe abolir las ambivalencias que tanto, el peligro es eliminado. Y esto lo hace la proyección,
toda realidad comporta. Y así divide la realidad: aísla la posi­ que desplaza al exterior el peligro interno. «¿He engañado?
tividad sobre algunas situaciones o personas, que llegan a No, él es el tramposo». «Puedo incluso admitirlo: he sido un
ser «totalmente positivas»; y descarga la negatividad sobre ingenuo; pero mira qué clase de embustero». «Si he tenido­
situaciones o personas, que se convierten, en cambio, en que actuar así es porque la institución me ha obligado». «Yo
«totalmente negativas». En tal modo, con la intolerancia y el no estoy acusando, sólo estoy defendiéndome de vuestros
dogmatismo esa realidad confusa llega a ser a sus ojos clara ataques». Es el mecanismo paja-viga: veo la viga en los demás
y distinta y él se tranquiliza. (real o imaginaria), descuido mi paja; y no me doy cuenta que,
a veces, la viga en los demás es sólo mi paja agigantada. Los
La escisión se refiere al yo mismo: es como si hubiese dos procesos en las intenciones tienen aquí su origen.
yo, separados entre sí en las emociones, pero no en la memo­
ria. La persona se ve alternativamente como «todo buena« y Hay dos formas de proyección:
«todo mala». Cuando está en un extremo puede también re­
cordar el otro, que sin embargo no consigue integrar emotiva­ Suplementaria: evitar reconocer los propios impulsos ina­
mente con el actual: está, pero en ese momento no tiene nin­ ceptables atribuyéndolos a otros ( «no soy yo quien está ner­
gu na carga emotiva y por tanto no influye en el modo actual
vioso, eres tú»).
de sentirse. Falta una visión unitaria de sí mismo.
Complementaria: atribuir a los demás los motivos que
Esta defensa puede también referirse a los objetos ex­ explicarían las propias turbaciones ( «estoy nervioso, pero me
ternos, por lo que hay vuelcos imprevistos de todos los sen­ lo has provocado tú»).
timientos referentes a una persona o una actividad. El otro,
de dios se convierte en diablo o viceversa. Cuando odia re­ La proyección es una defensa cómoda, pero igualmente
cuerda el otro sentimiento positivo que, sin embargo, no lo­ peligrosa:
gra integrai: con el actual: «hoy me ha desilusionado; lo ama­
ba, es verdad, pero esto no significa nada: nunca ha habido bloquea la comunicación: ver a otro a través de sí
nada entre nosotros. Me había casado con él por amor, pero mismo impide percibirlo como él es verdaderamente.
hoy no puedo sino odiarlo». La relación ya no es yo-tú, sino yo y mi prejuicio so­
bre ti;
En la base, hay una defectuosa función sintética del yo:
no se consigue integrar aspectos contradictorios en un cua­ distorsitma la realidad: es deformada por una percep­
dro unitario y completo. Un buen concepto de sí y del otro ción subjetiva, guiada por los propios prejuicios, que
debería saber aceptar las ambivalencias, con la confianza empujan a buscar en la realidad el indicio de cuanto
que puedan ser contenidas en una visión prevalentemente se quiere que ella contenga;
positiva.

316 317
Amada, Cendni y .Nessandro Mmenti los ia:cANISMOS DE fi;:FENSA

crea excesiva vigilancia en quien la usa: sus produc­ Un hombre afectado por un tumor, puede soñar que
tos son la sospecha injustificada, los prejuicios, la está sano (negación en la fantasía); luego de la imprevista
tendencia a coleccionar agravios sufridos, el rencor; noticia de un luto, al menos por un tiempo diremos «no es
verdad, no es posible». Se quiere evitar la percepción de
ego-sintónica: no es considerada como patológica por algo doloroso que proviene del exterior.
quien hace uso de ella; quien, por esto, no sólo no
hará nada para corregirla, sino que ni siquiera se dará Esta defensa anula una importante función del yo: reco­
cuenta de tratar al otro como una pantalla. Más aún, nocer y someter a examen crítico la realidad de los objetos.
si alguien se lo hace notar, se convertirá en el mejor Por esto, si alineamos las defensas en un continuum de pa­
adversario de sus proyecciones. Es una defensa que tología, la negación es puesta en el extremo opuesto de la
actúa también a nivel social. Está a la base del chivo salud. Es común en las psicosis, pero no en los adultos, en
expiatorio sobre el cual cargar las responsabilidades, quienes debería aparecer sólo en modo momentáneo frente
agravios, culpas e inmadureces personaJes28• De es­ a un stress muy severo. Conforme el adolescente aprende a
tas actitudes derivan: rigidez y repetitividad del jui­ enfrentar los conflictos, a la negación sustituye progresiva­
cio; condena fácil y rápida del otro; intolerancia mente la represión que, a su vez, en el adulto es sustituida
acentuada. La proyección contribuye a la formación por la supresión.
de sectas: nos coligamos entre nosotros mismos y
arrojamos sobre los demás los aspectos inaceptables Fijación:
de nosotros mismos para ver, después, esos enemi­ en el desarrollo psíquico el individuo pasa a través de esta­
gos con difidente superioridad y conmiseración. Rei­ dios evolutivos, cada uno de los cuales está caracterizado por
na en las «pseudocomunidades paranoides», de per­ específicas cualidades. Se habla de fijación cuando el desa­
seguidos o perseguidores: los demás (especialmente rrollo se detiene -en modo parcial o total- en un estadio, sin
figuras de autoridad), son vistos contra nosotros, su­ pasar a los superiores que el crecimiento integral comporta.
jetos de los cuales defenderse.
Hay fijación cuando el adulto se ha quedado niño, al
Algunas condiciones favorecen el desarrollo de la proyec­ menos en algunos sectores de la personalidad, Debería vivir
ción: la creciente complejidad ambiental, el sentido de inade­ de convicciones autónomas y, en cambio, se deja guiar por
cuación personal, la necesidad de seguridad contra las contra­ las expectativas de los demás, por el miedo a los castigos o
dicciones y las dudas, la incompetencia en el propio papel o por la búsqueda de recompensas. De un adulto se espera
las desilusiones de la vida. Quizás está aquí una de las explica­ que sepa asumir las propias responsabilidades y, en cambio,
ciones de la difusión, hoy tan amplia, de esta defensa. en la fijación continúa apoyándose en los demás, delega, es­
pera que las cosas se resuelvan por sí solas. El adulto verda­
Negadón: dero es flexióle, el adulto «fijado» es testarudo y obstinado
aspectos dolorosos de la realidad son inconscientemente tra­ como el niño de 2-3 años que, en la fase de negatividad, no
tados negando su existencia. se deja conmover ni por raciocinios ni por hechos.

El infantilismo no está en la forma, sino en las motiva­


28 A. Manenri, Viven insieme; aspelli psicologici, Dehoniane, Bologna, ciones subyacentes: el comportamiento se mantiene en el
1981, pp. 33-43.

318 319
Atnati4J Oincini y Akwndro Manenti los �CANISMOS DE �FENSA

contexto adulto y, por tanto, es diverso del infantil. Carrera, el 20% puede ser considerado prácticamente libre del tipo de
asuntos, discusiones serias, servicio a los demás... ningún adul­ debilidades psicológicas en cuestión. Datos como éstos dan una
to se comporta como un niño. Pero las motivaciones que es­ idea de la condición real del «hombre moderno» y esta idea
tán por debajo son las infantiles: exhibicionismo, oposición, lleva a redimensionar ciertas expectativas. Sugiere que muchas
dependencia ... personas, en un modo u otro, están limitadas en su «libertad
efectiva», no teniendo tanto equilibrio emotivo o tanta capa­
Con demasiada frecuencia el individuo no está prepara­ cidad de afrontar, en modo constructivo, los problemas prácti­
do para afrontar un nuevo estadio de desarrollo, o porque cos de la vida, como se quisiera suponer»32.
teme sus dificultades o porque se siente demasiado tranqui­
lo en el estadio que debería· abandonar o porque no tiene Regresión:
estímulos suficientes para progresar. La vida lo obliga a ir fijación quiere decir permanecer, regresión quiere decir vol­
adelante como quiera que sea, y él lo hará con la condición ver atrás. Se tratan los conflictos y las frustraciones regresan­
de mantener ciertos estilos infantiles que estaban bien una do a modos de gestión que son más primitivos, propios de
vez, pero que hoy son inadecuados. uno o más estadios precedentes. El ejemplo clásico es el
niño que, al nacimiento del hermanito o el primer día de es­
Sólo el 30-40% de los varones adultos pueden definirse cuela, vuelve a mojar la cama o a chuparse el dedo. De or­
como generativos y 1 sobre 6 anda todavía luchando con dinario, la regresión se funda en una fijación ya instaurada:
problemas de adolescencia29. El 60-80% de quienes entran si en el curso de la vida ha habido un conflicto no resuelto
en la vida religiosa y sacerdotal presentan inconsistencias adecuadamente, sino dejado de lado, se puede pasar a la
vocacionales, no obstante la salud mental, la buena volun­ fase sucesiva; pero una nueva dificultad puede reactivar ese
tad, y la recta intención; después de 4 años de formación, viejo conflicto adormecido y que ha permanecido latente:
sólo el 2% muestra una creciente madurez vocacional30. Los dificultad que será afrontada recuperando estilos infantiles
2/3 de la población adulta razonan todavía, desde el punto del estadio en el que se originó el conflicto, o estilos de es­
de vista moral, con mentalidad convencional y preconven­ tadios todavía más primitivos (fenómeno «sleeper» o de dor­
cional: 2 sobre 3 tienen dificultad para vivir según los valo­ mición). Así, puede suceder que durante los años de formación
res profesados con palabras31 . Y entonces viene espontáneo sacerdotal «desaparezcan» los problemas sexuales aparecidos an­
preguntarse: ¿el hombre del que habla la teología existe de teriormente incluso sólo en forma transitoria. Puesto que han
verdad? «Resulta que una serie más bien amplia de estudios «desaparecido», no son tratados. Terminada la formación, fren­
proporciona datos que recurren con una cierta regularidad y, te a frustraciones o desilusiones de diversa índole, esos pro­
se podría incluso decir, con una cierta monotonía. En núme­ blemas sexuales pueden reaparecer y esta vez en forma mu­
ros redondos cerca del 20% de un grupo amplio revela dificul­ cho más aguda. (De aquí la necesidad de afrontar en el
tades en el vivir, que son normalmente consideradas síntomas período de formación también el tema de la sexualidad, es­
psiquiátricos; el 60% muestra algún grado de inmadurez o de­ pecialmente si el sujeto no lo ha tratado nunca).
sarrollo incompleto que influye en la amplitud de su libertad;
29 G. E. Vaillant. E. Milofsky, Natural history ... , 1980, o.e., p. 1353.
30 L. Rulla y Cols., Strultura psicologica, o.e., pp. 73- 101.
31 L. Kohlberg, Tite c/aim' to moral adequacy of a lzigltest stage of moral
judgment, en «Journal of Philosophy», 70(1 973), pp. 630-646. 32 B. Kiely, Psicologia e teologia mora/e, o.e., pp. 56-57.

320 321
A1ttlldm Cmdni y Alessandro Mmenli
los AÉCANISMOS DE lEFENSA

Otro ejemplo: coda fase evolutiva de la familia comporta


tareas a realizar33. Hay tareas específicas para cada fase que este caso, queda el riesgo de que la regresión parcial se ex­
tienda poco a poco a todos los sectores de la personalidad,
requieren ser afrontadas bien: n_o se puede . hacer cualquier
transformándose en huida de la realidad, antes que perma­
cosa en cualquier momento, smo que existen momentos
necer al servicio del compromiso.
adaptados y momentos no adaptados. Así, no es psicológica­
_
mente sano tener relaciones sexuales (símbolo de relación Anulación retroactiva:
estable) antes de haber construido una relación estable y
cumplír actividades inconscientes con la intención de anular
duradera· como no lo es procrear un hijo (símbolo de comu­
una acción hecha anteriormente.
nión) pa;a compensar la carencia de comunión. Es necesario,
por esto que cada fase sea afrontada adecuadamente para
no com�rometer el desarrollo de la fase sucesiva. En el caso Se busca cancelar a posteriori una conducta reconocida
contrario se continúa adelante también, pero aumentarán las como indeseable: es el caso de la persona que dedica al re­
dificultades para las tareas sucesivas34. Puesto que no hay cuerdo apasionado del cónyuge difunto, aquellas atenciones
nada secreto que no llegue a ser descubierto, como respon­ que le había rehusado en vida. En la base está el remordi­
sables pastorales debemos poner en seria discu�ión una cier­ miento y el miedo al castigo de sí o de los demás. Este me­
_ canismo impide la toma de responsabilidad de lo que se ha
ta práctica de cerrar un ojo, no dar importancia, hacer �es­
cuentos, esperando el milagro. Otro ejemplo de regresión: hecho en el pasado. El sacramento de la penitencia, enten­
quien es incapaz de afrontar la realidad de hoy, se sumerge dido como anulación retroactiva, perdería su eficacia: obteni­
da la garantía de que el pecado ha sido «lavado», se puede
en la nostalgia del pasado, a menudo embellecido y transfor­
mado. El adulto habituado a vivir una religiosidad consen­ volver a empezar desde el principio y no sentir el deber de
sual, hoy ya no encuentra en su _ambiente soci_a� tal consen­ remediar esa debilidad.
timiento; y para no caer, también él, en cns1s, evade la
b. Transformación de la realidad - Problemas de imagen
confrontación volviendo al seno materno y protector de un
grupo de espiritualidad.
Omnipotencia: fantasías y comportamientos que esconden
una pretensión de poder absoluto.
La regresión lleva hacia atrás, pero no cons�ituye peligro si
es parcial, o sea si no afecta a toda la personalidad. Puede te­
Se manifiesta así: tendencia a la grandiosidad, deseo fu­
ner un papel de adaptación, en la medida en que es temporal rioso de la posesión de objetos al servicio del propio yo,
y al servicio del yo que quiere crecer. En �ste caso, puede ser­ convicción inconsciente de tener el derecho de ser honrados
vir para enriquecer la orientación a la realidad_ y recon�r�ar la y reverenciados, pretensión de ser perfectos y de ser trata­
propia identidad sobre bases más maduras. C1ert�s acttvtdades
dos como personas privilegiadas, especiales; tendencia a des­
infantiles y lúdicas del adulto pueden ayudar, st permanecen
valorizar todo lo que ofusca la propia seguridad. En la base
confinadas a sectores secundarios de su vida, si no deterioran
hay un sentimiento de inseguridad e inferioridad de la cual
la relación con los ideales y si son momentáneas. Pero aun en
huir y -sobre todo- una actitud de desvalorización: si un ob­
3 3 R. Mion, Le Jamiglie giovani: il con';'ibut� tfi:ii'aPP';J�cio evolutiv� al/o jeto ya no da satisfacción, es abandonado y despedido; en
studio della famiglia ne/ primo stadw_ del ere/o dt vita famtltare, en «Onenta­ realidad no había tampoco antes una verdadera capacidad de
menti Pedagogici», 1-2, (1977), pp. 95-107; pp. 285-307.
amor en relación a él.
34 A. Dini Martino • A. Manenti, Vivere in due e piú: aspetti sociologici e
psicologici, Paoline, Roma, 1981, pp. 91-109.

322
323
Amada, Cencini y Alessandro Mmenti ÚJS �CANISMOS DE JEFENSA

Idealización primitiva: mi novio tiene aspectos antipáticos, ¿continuaré aceptándolo


tendencia a ver situaciones, personas o ideales como total­ o me enojaré contra él?
mente buenos, de modo que se neutralizan los aspectos ne­
gativos de ellos o proyectados sobre ellos. La idealización normal mantiene estas ambivalencias y,
por tanto, no exonera de la duda de poder resistir: deja
Se trata de imágenes mentales irrealistas, todo bellas y abiertos al riesgo. Aun creyendo en el ideal, el encuentro
potentes: la muchacha que ve a quien ama sólo y siempre con la realidad (especialmente en sus aspectos mezquinos)
perfecto; el sacerdote ingenuo que debe ver todo color de deja abiertas dos posibilidades: renovar la esperanza o caer
rosa; el religioso que tiene una imagen de la vida en común en el escepticismo. El límite puede ser piedra de tropiezo u
como comunidad perfecta; el joven que se obliga a verse ocasión de renovado empeño. La idealización primitiva da la
con todo en orden. El modelo de identificación es tan irrea­ ilusión de que este riesgo no se presentará nunca más. Pero,
lista que está exento de contradicciones. evidentemente, no estará en grado de superar la prueba del
tiempo y de la ilusión pasará a la desilusión.
Esta idealización influye negativamente en la formación.
de un ideal objetivo: no interesa el ideal en sí, sino su fuer­ A nivel social esta defensa es responsable de la dependencia
za protectora para mí. ¿Protección de qué? excesiva de los discípulos respecto del propio líder35 . Este
es visto como omnipotente y superior y se sientan a sus
Protege el propio yo de las contaminaciones que de­ pies cuidándose bien de tener ideas propias. Se calientan
rivan de la realidad, con sus límites y defectos. a su sol con la ventaja que la flojera se convierte en vir­
¿Viendo tantos enfermos, podré creer todavía en la tud. Se sienten satisfechos sin poner de su parte, porque
salud? Mejor ver a todos sanos. toda obligación es adosada al jefe. Se elevan sin hacer
ningún esfuerzo y, sin haber sufrido, se recibe ya lista de
Protege el ideal contra los ataques destructivos de las manos del «Padre» la voluntad de Dios. Sin fatigarse se re­
los afectos contrarios: si mi novio es una persona ma­ fuerzan en la propia convicción por el consentimiento colectivo
ravillosa, me puedo abandonar en él en un estado de de la comunidad, que juzga supremo deber y servicio de ver­
éxtasis en que no habrá más soledad, duda, incerti­ dad difamar a quien quiera que piense en forma diversa del
dumbre; su grandeza ahoga toda mi perplejidad. jefe. Interesantes al respecto son las páginas de C. G. Jung so­
bre la disolución del yo en la psiqué colectiva36•
Protege el sentido de omnipotencia personal: guiado
por el ideal omnipotente, nada podrá deternerme. Otros ejemplos más obvios son la infatuación fantástica
del amor ardiente o la idealización primitiva de los valores
En otras palabras, se debe ver todo hermoso porque, de cristianos como instrumentos terapéuticos para la propia
otra manera, la ambivalencia de la vida puede entristecer y identidad vulnerable.
la pluralidad de los sentimientos contrastantes, hacer nacer
una duda: ¿seré capaz de mantenerme firme? Si reconozco
los defectos de quien está en tomo a mí, ¿sabré apreciarlo
todavía? Y si reconozco los míos, ¿me veré todavía digno? Si 35 R. G. Newman, _Thoughts on superstors o/ chorismo: pipers in our midst,
en «American Journal of Ortopsychiatry», 2(1983), pp. 201-208.
36 C. G. Jung, L'io e /'inconscio, Boringhier� Torino, 1967.

324 325
Amada, Cendni y Alessandro Manenti Ins 11,j.;cANISMOS DE fi.:FENSA

Vuelta contra si mismo: ner a lo más una función de juego, que puede servir mo­
Dirigir contra sí mismo impulsos (a menudo agresivos) que mentáneamente para dar alivio relajante.
no pueden expresarse al exterior.
Pensamiento mágico:
Es lo opuesto de la proyección: autorreproches humillan­ se afirma o se supone «una relación de causalidad entre un
tes, someterse a privaciones para castigarse, sentirse culpable objeto o un comportamiento, tomados materialmente, y di­
de cosas que no ameritan, escrúpulos injustificados, exáme­ versos objetos obtenidos en un plano superior (moral, espiri­
nes de conciencia interminables: expresiones todas que de­ tual) sin que a ese plano haya un esfuerzo adecuado»37 _
muestran que la persona la trae contra sí misma. Es la lógica
del «no pudiendo hacer otra cosa, me roeré por dentro». Ejemplo que se acomoda es la publicidad. Se dice al
Entra en esta categoría el pseudo-altruismo: amargura por­ niño: si compras el juguete «Y» (plano material) te convier­
que lo que se es, obliga a tener excesivamente en cuenta a tes, también tú, en un campeón de motocross (plano ideal).
los demás, a ceder siempre y como sea, a no reivindicar ja­ El niño lo compra y se siente en tal forma un campeón, que
más nada para sí, a gastar la vida en servicios superficiales este hecho lo dispensa de la fatiga de tener que llegar a serlo.
en detrimento de los más esenciales. No es verdadero al­ Se ofrece al adulto prestigio gratis si compra un auto de lujo;
truismo puesto que a la base está el enojo consigo mismo, o alegría, si bebe cierto café; éxito en el amor, si usa cierto deso­
el miedo de no saber controlar la agresividad en el momento dorante y armonía familiar con una botella de sidra.
de la relación social. Mecanismo que no ha de confundirse
con la sinceridad de la humildad. Incluso la práctica religiosa puede estar falseada por esta
defensa: se pone una relación de causalidad, no siempre cons­
F antas/as esquizoides: ciente, entre el sacramento recibido (eucaristía) y un efecto
(compensación en fantasía): tendencia a usar la fantasía y a prodigioso de orden material (aprobar el examen); entre signo
condescender en un repliegue autista con la finalidad de re­ materialmente puesto (confesión sin arrepentimiento) y efecto
solver o gratificar con ella un conflicto (por ejemplo agresivo espiritual (bienestar psicológico más o menos confundido con
o sexual). el perdón de Dios o la pretensión de no pecar más).

Mediante la fantasía se pueden conseguir a nivel irreal El pensamiento mágico es el perpetuarse de la causali­
esas satisfacciones que son negadas en la vida real. Se trans­ dad infantil en el adulto: el pensamiento del niño no inter­
forma la realidad adaptándola a nuestros deseos. Se puede preta la realidad con la misma lógica del adulto. Entre los
encontrar este tentativo ya prefabricado para nosotros en las procesos de pensamiento infantil y adulto no hay sólo dife­
películas y en la televisión: nos atraen porque permiten re­ rencia de grado: son sistemas diversos de raciocinio. Para la
fugiarnos por un poco de tiempo en un mundo de irrealidad causalidad infantil hay una interacción directa entre pensa­
donde encontrar satisfacciones imaginarias. miento y evento. Está convencido de poder influir en los
eventos, modificar la realidad o las relaciones entre las cosas
En la vida adulta (a diferencia de la vida infantil) la gra­ con el solo poder de su pensamiento38. Así, para el adulto
tificación a través de la fantasía no es inofensiva: fantasía y
realidad son incompatibles, hay lugar para una sola. En los 37 A. Godin, Psicologia del/e esperienu religiose, o.e., pp. 37-38.
adultos la fantasía, además de .una función creativa, debe te- 38 J. Piaget, La costruziones del rea/e ne/ bambino, La Nuova Italia, Firen­
ze, 1979, pp. 243-3 58.

326 Psicología.. 22
327
Amada, Cencini y Alessandro Manazti
WS .M!:CANISMOS DE lEFENSA

que razona todavía con la causalidad infantil, pensar es igual periores, yo estoy cansado de encontrar motivos y aunque
a hacer: se puede modificar la realidad sólo pensando en encontrase alguno, puesto que lo he buscado con solicitud,
ella' sin una acción física intermedia y adecuada. Nos . . en- sería ficticio y forzado»; tres días después, otra solución má­
contramos, discutimos el problema, organizamos com1s10nes, gica: «cuando salga del seminario, todo quedará resuelto»;
redactamos el documento; finalmente todo es archivado y el viene luego el momento de las ilusiones: «Tengo problemas
problema queda intacto; pero, entretanto, nosotr�s estamos por el ambiente, pero apenas sea sacerdote todo será dife­
convencidos de haber hecho cuanto debíamos. Mientras más rente»; y, finalmente, la ilusión clásica de la experiencia que
dificultades tiene la persona para afrontar una situación en resuelve todo: «Hago un año de servicio y después estaré
la que todas las soluciones posibles son. frustran�e�, más bus­ sereno». Incapaz de afrontar la realidad, huye de la situación
cará una solución milagrosa. Las soluciones mag1cas brotan con elecciones milagrosas.
cada vez que no se sabe explicar, comprender o examinar
una determinada realidad. El hombre moderno, orgulloso de Como en el ejemplo, mientras más importante es la de­
su lógica férrea en los asuntos, se confía a lo mágico �uando cisión, más implica a toda la personalidad y más hay la posi­
afronta las cosas espirituales: prueba de ello es la persistente bilidad de recurrir al pensamiento mágico. Nuestra expe­
fascinación, en la época de las computadoras, por la super� ti­ riencia nos lo confirma: mayor es la seriedad de la decisión,
ción y el interés por la astrología, el horóscopo y las c1enc1as mayor es la posibilidad de afrontarla en modo irrealista e in­
ocultas. fantil. Para organizar su día, el hombre usa la lógica; para
decidir sobre su vida, puede servirse de la fantasía: es irra­
El pensamiento mágico está ligado -adem�s de a la si­ cional, sobre todo cuando hace las grandes decisiones.
tuación ambigua- a la estructura de la personahdad: a mayor
desequilibrio entre necesidades y realidad, ?1ayor es �l uso c. Reinterpretación de la realidad Problemas de autoestima
de esta defensa. Si la persona en algunas areas funciona a
niveles más bajos a causa de la inconsistencia, cuando la d�­ Formación reactiva: expresar un pensamiento, afecto o
cisión toca también esas áreas es probable que afronte la si­ comportamiento que, en la forma o en la dirección manifies­
tuación a un nivel emotivo primitivo. Incapaz de encontrar ta, son diametralmente opuestos al impulso inaceptable sub­
una solución lógica para esas áreas conflictivas, buscará una yacente.
solución mágica. Con mayor razón si el conflicto es incon�­
ciente: mientras más fuertes e inconscientes son las necesi­ Por ejemplo: hacer demasiado buena cara a la mala suer­
dades, más se afronta la realidad con el poder de la fantasía. te; supercomplacencia con quien nos fastidia; sofocar con
cuidados al prójimo cuando, en cambio, se desea ser cuida­
Recordamos un joven novicio en la vigilia de la profe­ do; esconder el miedo con actitudes temerarias; insistir en
sión. La decisión le creaba fuertes tensiones emotivas de ca­ forma exagerada sobre algunos vicios, más por el ansia y la
rácter afectivo y agresivo. La decisión por la castidad le re­ necesidad de librarse de ellos que por amor a la verdad y al
activaba el problema de la soledad, la obediencia le �acfa bien. La defensa se reconoce en el «demasiado».
sentir como nunca antes, las dificultades con los supenores.
Dos áreas -afectividad y autoridad- no suficientemente re­ El sujeto piensa, siente, hace exactamente lo contrario
sueltas en él. Así las cosas, en lugar de afrontar los dos pro­ de lo que instintivamente pensaría, sentiría y haría. La for­
blemas, brota la solución mágica: «dejo que decidan los su- mación reactiva es también llamada transformación en lo

328 329
Amo.dm Cencini y Alessandro Manenti WS �CANISMOS DE lEFENSA

contrario: cuando un impulso inaceptable se hace sentir, el la indiferencia desdeñosa, la simulada ausencia de sensi­
sujeto se pone inflexible en una conducta diametralmente bílidad, la frialdad exterior. El hambriento de afecto le­
opuesta de la que tendría el impulso. Es, por tanto, una vanta un muro contra todo ofrecimiento afectuoso, asu­
conducta exagerada, forzada. La función de esta defensa es miendo actitudes amargas, para luego intentar robar
tranquilizar al sujeto que no cede a las insinuaciones del im­ aquel afecto sin que nadie se dé cuenta.
pulso, por el contrario es extremadamente opuesto a él.
Sexualidad: el miedo a caer impulsa a tener compor­
El comportamiento que resulta es correcto, pero no sos­ tamientos rígidamente puritanos que rechazan toda
tenido en lo profundo por convicciones. La persona hace forma de intimidad como indigna del hombre. Es el
ver, a sí misma, cosas que en realidad no siente: se adapta a escandalizarse fácilmente. Demasiado puritanos por­
criterios sociales, busca la aprobación de los demás, pero si que demasiados libidinosos: sin embargo, al verlos
pudiese ser libre ... También este mecanismo es inconscien­ no parecería; tanto menos están dispuestos a oírselo
te; el individuo no es consciente de los afectos indeseados, decir. En realidad tienen un excesivo miedo de su
de los cuales se defiende; sin embargo, el comportamiento sexualidad, que no consiguen integrar en un concep­
reactivo es de suyo consciente: se puede tener conciencia to positivo de sí.
de asumir actitudes no sentidas hasta el fondo. La forma­
ción reactiva produce una buena adaptación social; pero el Inseguridad: por miedo de transgredir se apega al de­
peligro es que cuando ciertas seguridades son puestas en ber legalista; por miedo de dudar se convierte en dog­
crisis o ciertos controles sociales pierden fuerza, entonces la mático. Por miedo de ser homosexual exagera en los
defensa se rompe. Se puede explicar así el fenómeno de los rasgos masculinos; por miedo de la propia frigidez se
cambios «imprevistos» que dejan aterrorizados: el sistema inclina a actitudes seductoras. Se exagera de un lado
defensivo se ha roto echando abajo la apariencia; y la verda­ porque se tiene miedo que emerja el otro. Pero, más
dera naturaleza, antes rechazada, sale en modo incontrolado. que otra cosa, emerge la propia inseguridad.

¿De qué huimos? De cualquier necesidad, pero de algu- Compensación:


nas en particular: esfuerzo psíquico para contrarrestar carencias (reales o imagi­
narias) físicas o psíquicas.
Agresividad: la incapacidad de dirigir este impulso
socialmente inaceptable, puede hacer que llegue a Es semejante a la formación reactiva pero, a diferencia
convertirse en excesivamente indulgentes o compla­ de aquélla, está en relación directa con la poca estima de sí,
cientes; o también superprotectores hasta llegar a en­ Es una medida protectora contra el sentido de inferioridad.
trometidos; o tan exageradamente gentiles que pro­ El jorobado no puede corregir la propia deformación, pero
vocan la incomodidad del otro. Sin perjuicio de que puede convertirse en el poder tras el trono. La barba, los ta­
luego se trasformen, improvisamente, en prepotentes cones altos, los vestidos a la última moda pueden enmasca­
cuando una pequeña contrariedad cala en lo vivo. rar, en modo banal e ingenuo, sentimientos de inferioridad
física o social. En un grado un poco más elevado, también
Dependencia afectiva: la necesidad de afecto es cu­ el éxito de la carrera o el título de estudio pueden ser ámbi­
bierta por comportamientos diametralmente opuestos; tos para finalidades compensatorias.

330 331
Amada> Ctnani, Akaandro Mmmti WS ]lj.:cANISMOS DE fi.:FENSA

Pero también está el caso de Demóstenes que, según la Rac_ionalizar significa poner razones plausibles paras las
leyenda, luchó contra los tartamudeos hasta llegar a ser un propias opiniones o acciones: se cree así poder explicarlas,
gran orador, o el caso de muchacha feílla que sabe desarro­ pero ignorando las verdaderas motivaciones, menos acepta­
llar un atractivo espiritual. No toda compensación, entonces, bles, que son su verdadera fuente. Se tratará de justificar a
es autodenfensa, sino que puede también servir para una posteriori un acto, a través de un proceso lógico y racional.
mejor adaptación a la realidad. En este caso no se intenta
sólo combatir la debilidad originaria, sino ver si es posible Las racionalizaciones, que recuerdan la lógica de la uva
transformarla en una fuente de fuerza; y si no es posible, la agria, van de lo banal a lo portentoso. Se atribuye la irritabi­
persona no se desespera porque ha aprendido a desarrollar lidad al calor: el deseo de evadir se convierte en necesidad
otras satisfacciones. Y es, tal vez, la diferencia fundamental: de estar fuera por razones de trabajo; nuestro hijo es violen­
actividades iniciadas con finalidad compensatoria pueden, a to con los amigos y nosotros minimizamos: «son sólo cosas
un cierto punto, buscarse y cumplirse por su valor intrínseco de muchachos»; no se tenía ganas de ir a aquella cita, pero
o por un fin completamente diverso del que las había origi­ se dice «disculpa el retardo, pero el tráfico... ». A un nivel
nado (es la teoría de Allport, ya considerada, sobre la auto­ más complejo construimos ideologías más refinadas: nos ha­
nomía funcional de los motivos). cemos paladines de la causa de los pobres, cuando el verda­
dero motivo es descargar la rabia hacia la categoría de los ri­
La compensación, hoy en modo particular, juega un pa­ cos; predicamos la teoría de la disponibilidad para justificar
pel importante a nivel social, donde el factor esencial de va­ nuestro miedo de tomar posición; sostenemos la teoría del
loración del hombre está en su estatus social, y que, por equilibrio dialéctico, pero en realidad tenemos miedo de
consiguiente, puede llegar a ser compensatorio. Se esconde enemistarnos con personas importantes.
el vacío de significado con el aparentar, con la popularidad,
los honores. La misma defensa se puede encontrar aun en El inconveniente es que se defienden principio� no asi­
campo religioso: trabajos que se consideran ordinarios en la milados personalmente, pero a los cuales se apela para cu­
vida cotidiana (o mejor la incapacidad de dar sentido a brir las razones de base menos aceptables. No búsqueda de
ellos), son compensados por la manía de superempeños en la verdad, sino autodefensa, por lo que la idea es llevada
actividades eclesiales o sociales. adelante con rigidez e intolerancia, mientras su promotor es
incapaz de ver las razones contrarias que podrían destruir la
Racionaliwción: conclusión, para él intocable. Quien usa la racionalización
la razón debería permitirnos una mejor adaptación a la reali­ termina él mismo por creer en las excusas que pone. Es, por
dad: nos hace comprender qué está sucediendo, estimula a tanto, una defensa muy eficaz: tranquiliza a la persona en
corregirnos si tenemos opiniones equivocadas, hace que sus intenciones y motivaciones. Esconde la verdad, pero
nuestra respuesta sea siempre más apropiada a la realidad. ofrece tranquilidad de conciencia suprimiendo el sentido crí­
Con el uso defensivo de la razón sucede, en cambio, lo con­ tico. La realidad así falsificada puede jugar crueles vengan­
trario: la persona busca adaptar la realidad a los propios im­ zas: crea personas no creíbles y un poco charlatanas.
pulsos u opiniones. «El raciocinio descubre las verdaderas ra­
zones de nuestro comportamiento, en cambio la racionalización Intelectualización:
descubre las buenas razones para lo que hacemos» 39. también aquí se trata de un uso defensivo de la razón, pero
menos elaborado. Consiste en evitar el problema práctico
39 G. W. Allport, Psicologia della personalitá, o.e., p. 137.

332 333
Amada, Cencini y Akssandro Mmenti Ú)S ./Jf.;CANISMOS DE LEFENSA

afrontándolo a un nivel teórico. Se controlan los afectos y comportan, para rechazar sistemáticamente los verdaderos
los impulsos con la reflexión abstracta en lugar de inspirarse problemas que queman.
en la experiencia. Es un exceso de pensamiento, privado de
la componente afectiva. Se tiende a animar el aislamiento por los desahogos in­
telectuales (y a menudo constructivos) que ofrece: no dis­
¿Hay algo entre nosotros que no funciona? Decirlo que­ traído por los inconvenientes de las emociones, se puede
ma, entonces no lo sacamos, sino que hablamos de la teolo­ dedicar a objetos áridos de estudio, se hace sordo a la tenta­
gía de la comunidad. ¿Tengo dificultades afectivas? Lo olvi­ ción, se mantiene la paz interior. Pero no se da cuenta que
do y construyo la teoría general de la afectividad. Se trata esta objetividad está construida sobre la huida y no sobre la
de una fuga a los conceptos intelectuales, que son emotiva­ integración de los sentimientos. Nace así una verdadera in­
mente neutros, para evitar sentimientos o problemáticas em­ comprensión de las debilidades de los demás y el indicio de
barazosas. Naturalmente, la elaboración teórica sufrirá, de al­ un derrumbe general si una emoción, hasta ahora encapsula­
gún modo, del problema personal no resuelto. da, logra un día superar el muro de protección.

Aislamiento: Desplazamiento:
evita que surja una reacción afectiva amenazadora, confinan­ dirigir el afecto hacia un objeto diverso del apropiado.
do selectivamente la propia atención en los aspectos cognos­
citivos, no emotivos, o despersonalizados, del deseo o impul­ Aunque el objeto se haya cambiado, la naturaleza instin­
so subyacente. tiva del afecto y su finalidad permanecen inalterados. El
desplazamiento permite descargar el mismo afecto sobre un
Es el hombre todo cabeza y nada corazón que se consi­ objeto sustitutivo, más neutral que el originario. Dicho obje­
dera tanto más capaz de captar la realidad cuanto más inmu­ to sustitutivo es visto como símbolo del original.
ne es a la contaminación del sentimiento; reduce todo a un
objeto frío de conocimiento y a cuestiones especulativas. El Es la historia del empleado que no pudiendo enfrentar­
afecto es encapsulado. Todo lo que quema es enfriado en se con el jefe, se descarga con la esposa, la cual no pudien­
un contexto impersonal y frío; permanece sólo el aspecto in­ do rebatir se descarga sobre el hijo, quien a su vez rompe
telectual. El comportamiento -separado de sus fuentes emo­ con el amigo. Padre y madre, irritados por el trabajo, se des­
tivas- será intelectualizado. Es la ilusión de ·ciertos ambien­ quitan con el hijo, desviando sobre él sus conflictos de pare­
tes: se confunde la frialdad con la seguridad; el rechazo a ja: para los cónyuges se reducen momentáneamente los peli­
sentir afectivamente, con la objetividad; el miedo a las du­ gros, pero el hijo sale perjudicado. En esta trasmisión de
das e incertezas, con la firmeza de la fe; el conocimiento conflictos, quien padece más es el elemento psicológicamen­
teórico de lo divino, con la experiencia de Dios. te más débil.

Como los otros artificios defensivos, actúa también a ni­ Dada la existencia de este mecanismo, en la practica
vel social: se mantiene la conversación sobre temas banales pastoral hay que hacer siempre la distinción entre problema
o inofensivos (qué tiempo hace, la política, el diario apenas real y problema aparente. Aparente no en el sentido de que
leído) con todos los lugares comunes que estos discursos no hay, sino en el sentido que esconde el problema verda­
dero, existencial. Ejemplo clásico es la pregunta sobre las

334 335
Amada> Cencini y Alessandro Mánenti
WS Jl:l.:CANiSMOS DE .fA.:FENSA

relaciones sexuales prematrimoniales: el verdadero pro?lema canal que le permite manifestarse bajo forma de síntoma
puede ser la dificultad de construir el di�logo de pareJa; tan neurótico. La represión y el retorno d e lo reprimido son
es verdad, que la relación prematrimonial m uy a menu do
fuerzas conflictivas: la fuerza del contenido reprimido l ucha
inicia en un momento de crisis. por expresarse con la contra-fuerza del yo que busca mante­
ner ese contenido fuera de la conciencia41 .
Represión40 : . .
.
excluir de la conciencia contenidos psíquicos (ideas o impulsos) La represión ocupa u n puesto sin igual entre las defen­
con el fin de evitar el ansia. Se puede excluir lo que una vez era sa s. Es capaz de controlar aquellos potentes impulsos frente
consciente (represión secundaria), o también sofoca� ide�s Y sen­ a los que las otras medidas defensivas re sultan ineficaces.
timientos antes todavía que puedan llegar a la conciencia (repre­ Todas las otras defensas dependen de ella, en cuanto sirven
sión primaria). Es, por tanto, un mecanismo �u:°mático, sin pa­ para reforzar y mantener l a represión. Lo que es reprimido
sar por la evaluación previa de lo que es repnmtdo. no es abolido, sino sosegado; una caja que arde no puede
ser impu nemente guardada en un armario. Para evitar el re­
Todo lo que es contrario a las tendencias dominantes de torno de lo reprimido son necesarias defensas ulteriore s. En
la personalidad consciente , a sus deseos, ideales, gu stos, Y tal sentido la represión es la madre de todas la s defensas.
todo lo que destruiría la buena opini�n .que cada u�o gu sta
tener de sí, es material para ser repnmido. El «olvidar» de d. Realidad aceptada - Capacidad creativa
la represión es de tipo esp�cial, P?rque. a menu ?o .es des­ (mecanismos protectores de control)
mentido por un comportamiento �imbóhco que i�d1ca que
lo reprimido no está realmente olvidado. La r� presión es se­ Supresión: decisión consciente o semiinconsciente de
mejante -como proceso pero no como con�emdo- a la neg�­ posponer la atención a impulsos o conflictos conscientes y
ción; en la negación, en efecto, es la realidad externa, mas de controlar o hacer ineficaces ideas, impulsos, emociones,
bien que la interna, la que es transformada. disonantes con el estilo de vida libremente elegido.
Así explicó Freud la represión: una �xp�ri�ncia �raumáti­ Con la represión se excluye, sin la conciencia de hacer­
ca o u na serie de experiencias (de ordmano mfanttles y de lo; en cambio, la exclusión de la supresión e s conocida y
naturaleza sexual) son olvidadas y reprimidas por dolorosas o querida. Pospone pero no evita: «ya pensaré mañana», y ma­
desaprobadas. Sin embargo la excitación conectada al estí­ ñana me acuerdo de pensarlo. Controla sin pretender anu lar.
mulo sexual no puede ser extinguida y persis�en hue_ lla� de Es, por tanto, útil al desarrollo porque está al servicio de la
ella en el inconsciente bajo forma de memonas repnm1das. programación: se aleja lo que no cuadra con el estilo de la
P ueden permanec�r sin efecto hasta que un evento �o_ntem­ persona y esto sin res entir consecuencias dañinas, porque se
poráneo (por ejemplo una desilu sión) las hace revi:ir. En hace animados de motivaciones y no por miedo.
este momento disminuye la fuerza de las contramedidas re­
presiva s y el s ujeto experimenta -pero sin rec_on?cerlo como Anticipación:
tal- lo que Freud llamó «el retomo de lo repnmido». La ex­ planeación o previsión realista de las dificultades futur
citación sexual originaria es revivida y encuentra un nuevo as.
Entra aq uí la discu sión hecha a propósito del deseo
racional
40 Existe cierta confusión entre los términos represión -remoción-supre­ y a ella remitimos.
sión. Nosotros usamos como sinónimos represión y remoción; dando, en
cambio, un significado específico a la supresión.
41 S. Freud, Metapsicologia. La rimozione, en Opere, o.e. VIII, pp. 36-48.
336
337
Anuul8J Cencini y A/t$Sl1Mro Mmenti l.J.Js JU..:CANISMOS DE flo:FENSA

Humorismo: El humorismo, por consiguiente, es muy diverso de la


Allport, citando al novelista Meredith, lo define com� «la ironía y de todas aquellas formas descaradas del cómico que
capacidad de reír de las cosas que se aman (comprendidos, denigran a los demás dando al yo una ilusión mágica de om­
naturalmente, nosotros mismos y las cosas que se refieren a nipotencia. Como también es diverso de ese reír sobre lo
nosotros) y amarlas todavía» 42. mordaz, que parecería expresar una liberación de la repre­
sión, pero que más a menudo es sólo mezcla de regresión e
El humorista es una persona capaz de auto-objetivarse, intelectualización, de compensación en la fantasía y de coac­
está en posesión del sentido de las proporciones, está en ción a repetir.
grado de percibir las propias incongruencias y absurdidades
en determinadas circunstancias, poniendo en el blanco -aun e. A propósito de la sublimación
a través de una actitud desapegada y desenvuelta- el senti­
do de las propias inmadureces. El humorismo es, por tanto, Deliberadamente no hemos puesto esta noción típica­
signo de madurez: los niños y los adolescentes no ríen de sí mente freudiana en la lista de las defensas, por las muchas
mismos. En un estudio inédito, citado también por Allport, perplejidades que ella suscita. La sublimación es el proceso
resultó que la correlación entre el conocimient_o de sí � �en­ mediante el cual impulsos inaceptables (especialmente sexo
tido del humor era del 00.88, o sea un coeficiente alnsimo; y agresividad) son canalizados hacia metas superiores, social
lo que indica que quien se conoce bien, sabe también reír y personalmente aceptables, encontrando así su satisfacción.
de sí y de sus errores.
En la sublimación el impulso mantiene la propia finali­
En segundo lugar -pero es una consecuencia de cuanto dad (la gratificación), pero cambia el objeto (de uno social­
se ha dicho hasta aquí- el humorismo es propio de quien, mente cuestionado a uno socialmente apreciado). El sexo y
superado el amor narcisista de sí, sabe apreciar realistamente la agresividad, no pudiéndose expresar directamente, buscan
lo que es. Y puede tolerar también la rercepción de lo. pro­ la propia finalidad a través de canales sustitutivos. Sublimar
pio negativo, más aún es capaz de mtegrarlo. Al mismo significa precisamente dar un nuevo curso al impulso blo­
tiempo, la defensa del humorismo protege la estima, puesto queado, en su finalidad. Así, el cirujano encuentra un cami­
que consiente al sujeto no tomarse a sí mismo tan a pec�o, no de desahogo a su sadismo, seccionando gente en modo
no prentender demasiado de sí, redimensionar las propias socialmente retribuido; el artista chupa, en el arte, el seno
posibilidades sin hacer tragedia de ello; y, probablemente, materno; el boxeador sublima la agresividad dando espectá­
también de no descargarlas sobre los demás. culo; el sacerdote sublima en el celibato, las propias tenden­
cias eróticas. Los intereses adultos son un disfraz de lo que
El humorista constituye una presencia positiva en el realmente el hombre desea. A diferencia de otras defensas,
grupo: facilita el intercambio y redimen� iona los proble°'.�s; aquí el impulso, en lugar de ser distorsionado o reprimido,
en caso de conflictos, funciona como caja de descompresion es canalizado hacia finalidades significativas, en modo de
(y no de resonancia) de los mismos y, en caso necesario acopiarse un mínimo de satisfacción instintiva.
sabe intervenir para hacer comprender al otro sus defectos.
Para Freud la sublimación es parte del proceso de «for­
mación del carácter»43 ; es el buen resultado de una repre-

42 G. W. Allport, Psicologia, o.e., p. 250. 43 S. Freud, Carattere, en Opere, o.e., V, pp. 401-406.

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AmmJeo Cendni Alessandro Manenti WS 1':A,CANISMOS DE lEFENSA

sión exicosa44; la mayor parte de las personas llegaría a po­ Freud no comprendió la fuerza creativa del amor, o sea
nerla en acto, desviando cantidades considerables de sus cómo el amor pueda tener un origen y un destino libres de
fuerzas instintivas sexuales para provecho de sus ocupacio­ la libido: «Ahí hay algo que queda a la sombra en la visión
nes profesionales; tanto, que el mismo progreso cultural sus­ de Freud, algo que ciertamente es mantenido a la sombra,
traería a la sexualidad gran f.arte de la energía mental de la si no es que francamente ausente. Se trata, lo repito, del
que ésta tiene necesidad4 ; «lo que (el hombre) emplea amor como fuerza positiva en las relaciones familiares, como
para fines civiles, lo sustrae en gran medida a las mujeres y una experiencia que enriquece recíprocamente, que propor­
a la vida sexual: su asociación continua con los hombres y ciona el estímulo para el aprendizaje social (. .. ). El conteni­
su dependencia de las relaciones con éstos lo alejan de sus do ideológico del psicoanálisis freudiano pone a la luz, parti­
deberes de marido y de padre»46• Por consiguiente es un cularmente, las tendencias hacia la fijación y la regresión;
mecanismo que sería usado más o menos por todos y que se exaspera la inercia del desarrollo emotivo. Pero no abre los
extiende a todas las actividades. secretos del movimiento evolutivo de la personalidad, la ca­
pacidad de aprender, el elemento de creatividad en el desa­
A nuestro parecer, el concepto de sublimación aplicadq rrollo del hombre. Freud aun siendo un gigantesco creador,
fuera de los casos patológicos es de dudoso valor. ha confesado su sentido de fracaso y de incapacidad para lo
que se refiere al intento de encontrar una explicación a la
Ante todo, nuestras operaciones maduras no serían sino creatividad. El mismo ha admitido que no comprendía el
encubrimiento de otra cosa: un camino de desahogo para los impulso creativo del artista» 47. El problema que está al ori­
impulsos, una creación de la libido o libido ellas mismas. gen de esta imposibilidad de explicación, es la teoría del
Por tanto, la motivación suprema sigue siendo siempre el monismo impulsivo: existe una única energía que apremia
instinto y la persona que sublima sigue siendo el lobo que hasta que es descargada directamente o mediante sublima­
se oculta bajo la piel de oveja. Todo permanece como ins­ ción. Siempre es una energía sexual y a lo más agresiva, que
tinto, la sublimación cambia la etiqueta o la confección ex­ empujaría a la acción, a toda acción. Ahora bien, tal afirma­
terna, pero el contenido no varía. Se niega la posibilidad de ción es una hipótesis no demostrada y no necesaria48•
verdaderas motivaciones originales inspiradas en los valores.
¿Pero cómo le hace -nos preguntamos- un instinto para crear Una segunda crítica se refiere a la teoría de Freud a la
una actividad superior? Si es creada por el instinto, ella par­ base de la sublimación, según la cual los afectos y sus repre­
ticipará siempre de la naturaleza instintiva. sentaciones se asocian y disocian al caso. Los afectos, una
vez separados del objeto que los ha originado, permanecen
Se replica a esta dificultad diciendo que el concepto con una «cantidad de excitación», que se puede unir a cual­
freudiano de instinto sexual comprende todas las energías quier otro objeto que pueda ser investido de tal carga afecti­
afectivas de las que la persona es capaz, aun las positivas. va (cathexis). Si se le asocia a un objeto aparentemente más
Que el concepto de Freud sobre la sexualidad pueda am­ notable, tal carga afectiva es sublimada. Esta teoría es discu­
pliarse tanto, es muy problemático, dado que, según el mis­ tible y no aprobada sino en casos patológicos49. En efecto,
mo Ackerman -psicoanalista de indudable fe ortodoxa-,
47 N. W. Aekerman, Psicodinamica della vita familiare, Boringhieri, Tori­
44 S. Freud, Metapsicologia, en Opere, o.e., VIII, pp. 36- 48. no, 1971, p. 42.
45 S. Freud, Un ricordo, en Opere, o.e., VI, p. 22 4. 48 A. Ronco, Introduzione, o.e., pp. 82-83.

46 S. Freud, JI disagio della civiltá, en Opere, o.e., X, p. 593. 49 D. Wyss, Storia della psicologia del profondo ... , vol. II, o.e., pp. 53-63.

340 341
Amada, Cencini y Alessandro Mlnenti ffiS �CANISMOS DE .l.EFENSA

fuera de la patología, afecto y su representación se asocian al impulso instintivo central o en términos de actividad su­
según analogías de contenido. ¿Cómo le hace entonces un pe:ior \Y ad �lta) que _de hecho no sólo satisface menos que
instinto para asociarse a una motivación superior cuando en­ la mfenor e u�f�nttl, smo que deriva estrechamente de ella y
tre los dos términos hay diferencia cualitativa? está a su serv1c1O: es un progreso hacia atrás o un crecimien­
to ilusorio, que no deja espacio a la libertad y creatividad
Una tercera crítica se refiere a la finalidad de la sublima­ del individuo, y se resuelve -en el mejor de los casos- en un
ción, que debería ser la de apagar el instinto inferior a tra­ fatigoso y frustrante compromiso.
vés de la actividad superior. Ahora bien, las actividades su­
blimatorias no pueden jamás satisfacer la pulsión agresiva o En el hombre existen diversas energías además de la se­
sexual de base; por tanto, permanecen actividades frustran­ xual; y, por consiguiente, diversas fuentes energéticas que
_
tes y por esto inútiles para la satisfacción de la pulsión. El denvan de otras necesidades, de motivaciones complejas, de
mismo Freud ha tenido que admitir que la sublimación no valores. Un proyecto de celibato puede derivar de una de
da toda aquella satisfacción que el hombre esperaría, porque estas energías y convertirse en motivación que, naturalmen­
representa siempre un límite al impulsoSO. La cirugía ':-º te, deberá dar una regulación al instituto sexual, directamen­
puede satisfacer las necesidades sádicas del cirujano: éstas t� imP_licado e.n un proyecto celibatario. Tal regulación sig­
permanecerán y aquella actividad se mostrará inútil. ntficara, también, un hacer morir ( =mortificar) o limitar
al?uno� dinamismos típicos de la sexualidad, para dejar ca­
El concepto freudiano de la sublimación aparece, por mmo hbre a otros dinamismos cualitativamente diversos y
tanto, inútil para explicar la renuncia del hombre a la satis­ originales, en vista de objetivos diversos y creativos, ya no
facción de deseos instintivos y para justificar la elección de sexuales. La energía sexual podrá entonces contribuir a
actividades superiores. Un ejemplo de esta insuficiencia lo orientar al individuo hacia una determinada dirección y dar­
tenemos en la interpretación del celibato voluntario en tér­ le fuerza para ciertas tareas superiores, pero sin esconderse o
minos de sublimación. El célibe que sublima sería sólo un transformarseS l.
individuo que busca la satisfacción sexual en modo indirecto
o velado, obligado a contentarse con las migajas o con los
símbolos y, sobre todo no transgrediendo alguna prohibición
social o dictamen ético; más aún, sería casi un héroe moral.
En términos psicodinámicos, su sexualidad se habría transfor­
mado desplazándose de formas expresivas más naturales y
gratificantes a otras menos gratificantes, pero más prestigiosas
socialmente; formas, sin embargo, en realidad siempre sexua­
les en el origen y en el fin último.

Ahora bien, ni el concepto de transformación energética,


ni el paso de actividades inferiores a superiores aparecen
claros y demostrables: tampoco parece convincente explicar
el progreso normal de crecimiento en términos de renuncia
51 G. Nuttin, Psicanalisi e personalitd, o.e., pp. 73-87; ídem, Comp orto­
SO S. Freud, JI disagio... , en Opere, o.e., X, pp. 594-595. mento e personolitá, o.e.

342 Psicología... 23
343
Capítulo quinto
EL APRENDIZAJE DE LAS MOTIVACIONES

Decir vida es decir crecimiento. El crecimiento implica


capacidad de moverse, salir de sí para ir al encuentro de lo
no conocido; es lo contrario de la repetitividad, del fastidio,
del quedarse con lu que se es.
Este proceso evolutivo es de los tres niveles de la vida
psíquica, según ritmos y modalidades correspondientes. En
el primer nivel hay un tipo de crecimiento en línea parabóli­
ca de ascenso (infancia, juventud) y descenso (vejez, muer­
te) inscrito en la naturaleza: no obstante su automatismo,
permite al hombre cierta posibilidad de iniciativa, quien so­
bre codo en la fase ascendente puede adquirir nuevas habili­
dades y perfeccionar particulares capacidades físico-sensoria­
les o mejorar el tono general de su vida física. En los dos
niveles superiores el proceso se pone en términos diversos:
el hombre aparece, cada vez más, en grado de dirigir un
proceso evolutivo de crecimiento, ya sea estableciendo cier­
to número de relaciones interpersonales y manifestando sus
dotes (nivel psicosocial), o bien ampliando el radio de los
conocimientos y descubriendo o profundizando el sentido
de la realidad entera (nivel racional-espiritual). Y si en el
primer nivel se aglomeran siempre más las posibilidades
operativas, emergen paralelamente las potencialidades de los
otros dos, en particular como capacidad de atribuir significa­
do y valor a los acontecimientos. En todo caso, en cada uno
de los tres niveles tiene lugar un crecimiento específico he­
cho posible por un aprendizaje continuo, un «aprender a vi­
vir» según las exigencias de la vida misma. Se está vivo
mientras se está disponible a aprender.

345
º
Atruu/aJ Cencim y Alessandro Manenti EL APRENDIZAJE DE LAS iJbTJVACJONES

En general podemos definir el aprendizaje como aquel Ideología política: la adhesión a un partido puede estar motivada
proceso que, prevalentemente como consecuencia de la ex­ por la convicción de que ese partido, más que otros, sabe garan­
periencia, produce un cambio relativamente estable en las tizar aquellos ideales en los que yo me reconozco. O también
diversas capacidades de obrar del sujeto 1 . Existen varios ti­ puedo adherirme a él porque es el partido de la mayoría y el te­
pos de aprendizaje (motriz, mecánico, perceptivo, mental, ner su credencial me permite obtener ventajas personales de ca­
instrumenta!...)2. No es nuestra intención tomarlos todos en rrera, intereses, ocupación.
consideración: particularmente no entran en nuestro análisis
los cambios que derivan espontáneamente del crecimiento Asociaciones: pueden favorecer el crecimiento personal en cuan­
endógeno hereditario, ni tampoco los ligados sólo a las intui­ to ofrecen un ambiente en el que ciertos aprendizajes pueden
ciones intelectuales. Tratamos el aprendizaje en el sentido ser más fáciles. La cultura del grupo, el refuerzo social, la atrac­
estricto del término: los procesos en que se asumen nuevas ción recíproca, las exigencias de los cargos, son todos ellos facto­
actitudes y comportamientos que tienen lugar después de la res que crean un clima de crecimiento. A veces, sin embargo,
edad evolutiva. Nos interesa, por tanto, el adulto joven: este crecimiento puede permanecer subordinado al permanecer
cómo se organiza un estilo de vida, cómo fundamenta los en el grupo mismo: si éste se disuelve o si el líder cambia, pue­
motivos que lo impulsan, sobre qué justifica las propias de suceder que junto con la relación se disuelva también la ad­
elecciones. Es decir, queremos estudiar las diversas modali­ hesión a los valores antes profesados en el grupo.
dades del aprendizaje de los motivos.
Matrimonio: Lucía tiene una necesidad inconsistente de de­
Para visualizar el tema pensemos en 4 situaciones: pendencia afectiva que racionaliza como exigencia de darse.
Marcos tiene una necesidad inconsistente de humillación que com­
Religiosidad: hay un modo creativo de vivirla, que consiste en pensa con un estilo dominador y seguro de sí. Cuando Lucía y
estar más allá, pero no fuera, de la moral; es un captar la fuerza Marcos se encuentran hay amor a primera vista: la dependencia de
creativa del ideal más que basarse en la fuerza protectora de la ella es gratificada por la dominación de él y viceversa, y así los
norma . Es la religiosidad como relación con el Dios trascenden­ años de noviazgo no señalan ningu na fisura. Después de algu nos
te, justificada no por lo que ella puede otorgar, sino por lo que meses de matrimonio, inician las incomprensiones: ella se siente
la relación significa en sí misma. Al contrario, una religiosidad tratada como niña y él, cerrado en su «madurez» de jefe, no
extrínseca o protectora está motivada por lo que ella garantiza: puede confiarle los propios problemas. Ha brotado una forma vi­
protección, refugio de las dificultades, sentido de pureza perso­ sible de la dificultad, ya presente en un noviazgo demasiado
nal ... En el primer caso se «vive» la religión, en el segundo se perfecto.
la «usa» 3.
Hay un diseño escondido en las cosas que hacemos, en
las_ palabras que. pronunciamos, en las fantasías que perse­
guimos. Hasta cierto punto podemos también predecir el
1 A. Ronco, lntroduzione al/a psicologia. /J, Conoscenza e apprendimento,
Pas-Verlag, Zurich-Roma, 1971, p.99. comportamiento de quienes nos rodean. Sabemos con antici­
pación cómo se comportarán determinadas personas de
2 A. Ronco, lntroduzione II, o.e., pp. 100-128; F. Merz, Apprendimento
en Dizionario di psicologia, Paoline, Roma, 1975, pp. 87-101; G. W. nuestro ambiente en circunstancias precisas. En otros térmi­
Allport, L 'individuo e la sua religione, La Scuola, Brescia, 1972. nos, cada uno -al menos implícitamente- está guiado por un
3 A. Godin, Psicologia del/e esperienze religiose; il desiderio e la realtá, o.e.;
proyecto, por un estilo de vida organizado en torno a una
G. Milanesi - M. Aletti, Psicologia della religione, Elle Di Ci, Turín, 1973; multiplicidad de motivaciones.
A. Van Kaam, Religione e Personalitó, La Scuola, Brescia, 1972.

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Amat/a) G,uini y AúJsstmdro Mmenti
EL APRENDIZAJE DE LAS .lltYrIVACIONES

1. El concepto de motivación conscientes e inconscientes: es más exacto decir qu e las mo­


tivaciones tienen el doble componente, consciente e incons­
Para actuar se requiere un motivo, una razón qu e justifi­ ciente. Un joven se pu ede enamorar de una mu chacha por­
q ue la acción por u na finalidad. Tod� compor�a�iento signi­ q u e algo en ella, de lo qu e el joven no se da cu enta, le
ficativo tiene una ca usa, algo q u e duecta o mduectamente recu erda la figura de su madre (aspecto inconsciente).
lo ha s uscitado. El término motivación abarca u na serie de
palabras del lengu aje común: intención, deseo, fin, interés, Los motivos p u eden ser actuales o habitu ales. Los moti­
lo qu e mu eve, elección, p�eferen�ia ... Tér�inos. todos q ue vos actuales derivan de una evaluación hecha aquí y ahora
indican q u e el comportamiento sig ue_ u na duecc1ón _qu e_ le (intención actual), mientras q u e los motivos habituales (o
ha sido impresa antes de q ue se mamfestara. La motivación disposiciones motivacionales) derivan de una evalu ación he­
es lo que es capaz de «mover» al su jeto. Indica el conjunto cha en el pasado, pero q u e permanece hasta ahora eficaz:
de los motivos y de las expectativas qu e impu lsan a act_ uar4. nu nca ha sido hecha a un lado y continúa influ yendo, a un­
Es la respu esta a la pregu nta del «¿Por q u é esta acción?», qu e olvidada (intención habitual). El deseo emotivo y el ra­
en el doble sentido de «¿q ué la origina?» y «¿a q u é tien­ cional mueven a la acción, actualmente o como tendencias
de?». La motivación tiene, en efecto, dos aspectos: uno acti­ habitu ales a la acción.
vante (prontitud a la acción) y u no directivo (dirige hacia
u na partic ular dirección).
Toda acción contiene, por consiguiente, u na jerarquía de
motivos: algunos más importantes y otros más periféricos. El
Motivación es u n término acu mulativo: todo comporta­ motivo central dominante es el que prevalece, o sea coordina y
miento significativo está originado por u na pluralidad de finaliza todas las energías implicadas en la acción y les da un
motivos más o menos conscientes y centrales. Dado q ue el significado y una direccionalidad. El motivo dominante es el
proceso de la decisión inicia siempre con una evalu ación in­ resultado de la relación dinámica entre todos los componentes
tuitiva, hay motivos emotivos. Sin embargo, para q u e la ac­ de la personalidad. ¿Cu ál es y cómo se aprende?
ción sea mad ura, es necesario un motivo racional q u e nazca
de la evaluación reflexiva. El acto de elección es pu esto en Según Kelman existen tres diversos modos de estar mo­
movimiento por u n juicio intuitivo, pero exige una decisión tivados: complacencia, identificación, internalización. Los
deliberada. El criterio del «me agrada» no es su ficiente para describimos separadamente, pero en las situaciones de la
fundamentar una acción libre y no da garantías sobre la per­ vida real se presentan en forma mixta: lo importante será
severancia de tal acción. Todos los motivos -dado qu e pro­ ver cuál prevalece5 •
vienen de una evalu ación- deben ser, al menos en parte,
conscientes; sin embargo, puesto q ue la evaluación p uede
ser también el prod ucto de factores qu e la persona no cono­
ce en ese momento, puede haber también motivos incons­
cientes. Son las memorias afectivas q u e reafloran. Si q uiero 5 H. C. Kelman, Tre processi di influenza socia/e, en N. Warren • M. Ja­
hacer un viaje, debo conocer las razones para hacerlo, .Y qui­ noda, Gli a tuggiamenti, o.e., pp. 271-229. Los tres conceptos tomados de
zás al momento no sé qu e u no de los motivos recónditos es Kelman son aquí integrados con los de la teoría de Rulla acerca de la na­
huir del ambiente. No existe distinción neta entre motivos turaleza de las necesidades, actitudes y valores. Para la relación entre es­
tos eres procesos y la naturaleza y los fines de las instituciones de perte­
4 Actuar en sentido amplío: la acción también puede ser sólo interior nencia, cf. A. Manenci (en colaboración con P. Di Domenico), Difficoltá e
como la fantasía o la elaboración incelecrual. crisi ne/la vita religiosa, Dehoniane, Bologna, 1980, pp. 89-115.

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Amada, Cendni y Alasandro Manenti EL APRENDIZAJE DE LAS M>TIVACIONES

2. Complacencia secuencias desagradables. Pero es una adaptación sólo exter­


na y temporal: activada sólo cuando la autoridad está pre­
Según este proceso, la persona adopta una actitud con el sente, mantenida sólo si continúa disponiendo de medios de
fin de obtener una recompensa o evitar un castigo del grupo con trol y mientras pueda garantizar una recompensa.
de pertenencia o de otra persona; mas sin convicción acerca
del contenido del comportamiento mismo. La complacencia corresponde a la función utilitaria de las
actitudes, estando en juego recompensas o castigos; pero pue­
Los premios-castigos no son necesariamente de carácter de estar en relación también con la función defensiva del yo si
físico sino, más a menudo, psicológico: retirar el afecto, no el premio es de naturaleza psicológica-moral (por ejemplo
consideración, inducir sentimientos de culpa. «Si actúas así, adaptarse para no sentir los complejos de culpa ligados a un
me matarás de dolor» es uno de los condicionamientos más reproche). Desde el punto de vista estructural, la persona com­
poderosos. placiente es inconsistente. Quien es atraído en una dirección
por los valores e impulsado en la dirección opuesta por las pro­
No hay, por consiguiente, un consentimiento real. El suje­ pias necesidades, vive un estado de contradicción; por lo cual
to no necesariamente cree en los contenidos y en el valor de necesita de un apoyo externo a fin de mantener su actitud; si
esa actitud, simplemente espera obtener una ventaja y se el apoyo desaparece, probablemente se derrumbará también la
adapta más o menos pasivamente y sin comprometerse: dice y actitud.
hace la cosa esperada en una particular situación, inde­
pendientemente de cuál pueda ser su opinión personal. 3. Identificación

No se cree en la actitud así aprendida, pero sirve para Según este proceso, la persona adopta un comportamiento
producir un efecto social: queda, por tanto, extraña a la per­ porque le sirve para establecer o mantener una relación gratifi­
sona misma y dura mientras tiene necesidad de ese efecto o cante con otra persona o grupo; tal relación es gratificante en el
hasta haber obtenido la ventaja o hasta que aprende a prote­ sentido que ayuda a la persona a conservar una imagen positiva
gerse en forma diversa del peligro del castigo. de sí. La relación puede establecerse en la realidad o en la fan­
tasía. Por ejemplo, el muchacho que llega a ser médico porque
Por ejemplo, es complaciente quien elige determinada pro­ el padre lo es (o lo era); el niño que, repitiendo los gestos del
fesión para -obtener un status social privilegiado; quien hace es­ héroe preferido, se siente partícipe de su poder y, como él, fuer­
fuerzos especiales para expresar sólo opiniones «justas» para no te y heroico; el joven que asume los valores del grupo a que
ser atacado, quien trabaja para ganarse los favores de los demás pertenece, a veces hasta imitar la voz y el léxico del jefe.
y obtener privilegios; quien se acomoda exteriormente a la auto­
ridad haciendo todo lo que ella quiere (o lo que la persona Existen tres formas de identificación:
piensa que la autoridad quiere).
Clásica: el individuo asume total o parcialmente la
En términos sociales también el ambiente puede favorecer identidad del modelo: quiere ser como él; hace, cree,
un clima de complacencia: pensemos, por ejemplo, en un jefe dice lo que el otro hace, cree y dice. Quiere ser se­
que se hace valer prometiendo recompensas o castigos: es una mejante a él o, francamente, ser él.
forma sutil de extorsión que empuja a adaptarse para evitar con-

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l
EL APRENDIZAJE DE LAS AbTIVACIONES
Amada> Cencini y Alessandro Manarli

De rol recíproco: las dos partes se identifican mutua­ interior, además de pública-exterior, de la actitud adoptada:
mente, por lo que uno tiende a actuar según las ex­ se cree verdaderamente en lo que se ha emprendido. En se­
pectativas del otro y viceversa. Cada uno de los dos gundo lugar, la manifestación de esa actitud no está condi­
juega el papel que gratifica al otro: yo soy como tú cionada por la vigilancia de parte del agente que influye: en
quieres y viceversa. Esta reciprocidad puede ser de efecto, esa actitud es el resultado de una relación identifica­
complementariedad o de semejanza. Ejemplos del pri­ toria con un grupo o una persona vista como atractiva y no
mer caso: la relación médico-paciente; activo-pasivo; como detentora de premios y castigos.
dominador-dependiente. Ejemplo del segundo caso:
dos personas que se atraen porque en algunos aspectos Pero la diferencia más grande es que el proceso de la
son iguales: ambas fuertes, ambiciosas, débiles, depen­ identificación es un estadio necesario en la adquisición de
dientes. De hecho, en la realidad las dos personas se los valores. Para aprender opiniones bastan los medios di­
pueden atraer por complementariedad de algunos as­ dácticos
_ (libros y conferencias); para aprender valores, se ne­
pectos y por semejanza de otros. Como quiera que sea, cesttan modelos de referencia. El valor es como el mensaje
lo importante no es la relación sino el concepto de sí que, para ser transmisible, necesita de una relación; es de
que a ella está ligado, o sea la imagen de sí que cada ésta de donde nace el aprendizaje6. El modelo sirve para
uno puede obtener gracias a ese tipo de relación. que la persona se construya según contenidos precisos y
concretos y no sobre la base de ideas peregrinas o de idea­
Con un grupo: puede ser una identificación clásica (yo les arbitrariamente interpretados. El modelo es un ser hu­
hacia el grupo) o también de rol recíproco. Para conser­ mano que da cuerpo en su humanidad a una realidad difícil­
var o mejorar la imagen de sí, la persona modela el mente comunicable en abstracto, con puras nociones
comportamiento según las expectativas y directivas del intelectuales.
grupo; las cuales, a su vez, pueden haber sido formula­
das en vistas de una respuesta a obtener. También aquí Pensemos, por ejemplo, en la catequesis: quiere favore­
el motivo de la asociación es la autodefinición: como cer el encuentro del hombre con la divinidad para habilitarlo
miembro de cierto grupo me siento uno que vale, el a encontrar en esta relación su identidad, en el doble senti­
protagonista, el depositario de la verdad, una persona do de aquello que es y aquello que está llamado a llegar a
que cuenta ... Las cualidades del grupo (reales o ima­ ser. El modelo (en tal caso, el «testigo») se propone como
ginarias) pasan a mi yo, reforzando mi identidad. mediador de este encuentro y propone para ello, en modo
concreto, modalidades y ejemplos de realización. No como
Estas tres formas nos dicen, por tanto, que gracias a lección para aprender de memoria ni como guión para reci­
la identificación, la persona se comporta como el tar, sino como estímulo para construir en sí mismo una nue­
otro, según las expectativas del otro o como el grupo va síntesis, personalísima e irrepetible, de este encuentro
quiere. con la divinidad, al interno de dimensiones y términos pre-
6 o mismo vale para el aprendizaje de los roles: en base a la expe­
a. Identificación y complacencia _ �
riencia que tengo del rol de los demás, aprendo a asumir las actitudes co­
r�espondiences a mi rol. S. S. Dashef, Aspects o/ identificotion ond growth du­
La identificación es de calidad superior, con respecto a nng lote odolescence ond young odultlzood, en «American Journal of
la complacencia. Aquí hay también una aceptación privada- Psychocherapy,., 2 (1984), pp. 239-247; L. Grinberg, Teorio dello identijico­
zione, Loescher, Torino, 1982.

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Amadtl> Cencini :v Al6SSiffldro Manmli EL APRENDIZAJE DE LAS MITIVACIONES

cisos. Por otra parte, sólo de un semejante puede venir al lo social son anónimos. Las motivaciones no se han convertido
hombre un llamado a realizar este tipo de valores, porque sólo todavía en convicciones, no están integradas en el sistema
de él le puede llegar un mensaje plenamente inteligible. de valores del individuo, sino que tienden a permanecer ais­
ladas y encapsuladas dentro de ciertas condiciones.
Es verdad para cualquier tipo de proyecto ideal: sin reci­
procidad no hay identificación positiva; pero s�n identifica­ En segundo lugar, la actitud -aunque sea creída- queda
ción positiva no hay identidad lograda m elección_ adec:1ª?ª condicionada en su perseverancia por la existencia de la re­
de vocación?. Y es tanto más verdad para la vocación cnstta­ lación misma y depende del soporte social: dura mientras
na que exige -por el tipo de ideal propuesto- la presencia de dura la relación; si ésta termina o ya no es auto-definitoria,
un modelo viviente, del cual proviene no el programa deta­ la persona corre el riesgo de abandonar lo que la relación le
llado de lo que el otro debe hacer, sino la propuesta a ser había hecho aprender. Es el caso de los jóvenes cuyo empe­
en un cierto modo. Si falta el modelo -persona humana- fal­ ño político, eclesial, social ... dura mientras se casan o han
ta el ejemplo según el cual construirse a sí mismo, e� ��nto conseguido una profesión: llegado este momento, la relación
de referencia concreto. En una palabra, falta la pos1b1hdad con el grupo puede continuar, pero la imagen positiva de sí
de identificarse a sí mismo. Y se abre el camino hacia una está ahora ligada a otras fuentes. La asunción del comporta­
situación interior en la que el sujeto, abandonado a sí mis­ miento es instrumental a la relación, y la subsistencia del
mo se hace modelo de sí mismo, dando lugar a síntesis ja­ mismo dependerá de la subsistencia de la relación.
má� confrontadas; o también confía la suerte incierta de la
propia identidad al rol profesional en que intenta sobresalir La identificación puede ser también de naturaleza de­
o al grupo en que se esconde, domina o se defiende. fensiva del yo: permite mantener la estima de sí, de otro
modo no sostenible; un apoyo pasivo en el propio semejante
b. Ambivalencia de la identificación para evitar angustias y responsabilidades. La dificultad de
encontrar motivaciones propias es mitigada por la asunción
Este proceso resulta, sin embargo, insuficiente, y puede de uno o más motivos de otras personas. En este caso, la
también asumir un carácter defensivo: es sólo una fase en el identificación sirve para reducir un estado de incerteza: apo­
camino de maduración. yarse no para construirse a sí mismo, sino para que no suce­
da lo peor8..
La identificación es insuficiente puesto que la actitud
que ella origina se activa sólo en el. contexto de la relació� Esta eventualidad se realiza, sobre todo, en personas
autodefinitoria; las actitudes aprendidas, aunque sean crei­ con una percepción negativa de sí, inseguras e indecisas,
das, son expresadas cuando el individuo a�túa �n el_ �ontex­ necesitadas de ser valoradas positivamente por los demás
, e igualmente de salir bien en todo lo que hacen. El hecho
to de la relación sobre la cual se basa la 1dennficac1on. As1,
las ideas expresadas sin miedo al interno del grupo o en a�­ de establecer -en la realidad o en la fantasía- una relación
bientes que tienen que ver con él, pu�den ser n�gadas o ig­ 8 M. F. Weiner, Identification in Psycl:otl:eraapy, en «American Journal of
noradas cuando la persona se mueve sm referencia al grupo: Psychotherapy», 1(1982), pp. 109-116; W. Toman, Identificazione, en Dizio­
norio di Psicologio, o.e., pp. 515-516.
es el caso de los supercomprometidos en los grupos, que en Cf. también R. E. Hardey, Personal needs and tk occeptance of o new group
7 Cf. J. Lorimier, Le projet de vie de l'adokscent. Identité psycl:� sociak et os o reference group, en «Joum. of Social Psychol.», 51(1960); Idem, Relo­
vocation, Collection de l'Institut Supériur de Pastoral Catechét1que, Fa­ tionsl:ip between perceived volues and occeptonce. o/ a new reference group, en
yard-Mame, Paris, 1967. «Joum. of Social Psychol. » , 51 (1960).

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Amada, Omcini y Alessandro Manmti EL APRENDIZAJE DE LAS A:f:>TJVACIONES

privilegiada con un individuo, una comunidad, un cargo... de ser sino de breve duración: se basa en la gratificación de
puede consentir a estas personas aumentar la estima de sí, la dependencia de ella y de la dominación de él, dos necesi­
pero el comportamiento en acto es sólo instrumental. dades que mantienen la relación en un cuadro de sumisión
de ella y de dominio de él; por tanto, en un contexto de de­
La función de este tipo de identificación es de defensa s�g�aldad que impide el necesario equilibrio entre dar y re­
del yo; pero está también la función utilitaria para aquellas c�bu, mandar y obedecer. En el campo educativo, la imita­
gratificaciones que la identificación comporta. También en ción de un modelo puede llevar a la autonomía de la
este caso hay, desde el punto de vista estructural, una in­ elección, pero también la puede bloquear dentro de una
consistencia de fondo, determinada por la desarmonía in­ agradable y, a veces, recíproca dependencia9.
consciente entre motivación y comportamiento, entre bús­
queda de sí y necesidad del otro. Se introduce entonces esta distinción: la identificación
es fuente de crecimiento en la medida en que hace apren­
la identificación es, por tanto, un proceso de aprendizaje der actitudes que acrecientan los valores. Bloquea cuando
ambivalente y constituye un estadio intermedio en la madu;­ gratifica esa parte del yo contraria a los valores. En el primer
ración de los motivos, pero jamás la meta. El punto final de­ cas�, ha?�a�os de (dentific_ación internalizonte; en el segundo,
bería ser la toma de actitudes adoptadas porque creídas in­ de identiftcactón no mternaltzonte. La variable discriminante es
trínsecamente y, por tanto, independientes del refuerzo la parte del yo que es gratificada.
social: nacidas por una relación, perseveran más allá de la re­
lación. La identificación como fin en sí misma impide el La diferencia aparece inmediatamente cuando parango­
crecimiento. nai:nos una identificación
_ que satisface valores con una que
satisface anttvalores; por eJemplo, la amistad de dos perso­
c. Dos tipos de identificación nas_ que se qui�re� bien y buscan el bien recíproco, y la
amistad de dos mtngantes que se asocian para tráficos ilíci­
Lo que hace surgir la identificación es la percepción en el tos: la primera se reforzará y la segunda, con el tiempo, deri­
otro de algo que sirve para el sentido del propio yo, que es vará en odio.
como decir que el sujeto descubre en el otro el llamado a ser
él mismo. El objetivo de la identificación es la autodefinición. Más sutil es cuando la identificación satisface valores
Gracias a la relación, el yo encuentra mayor identidad. pero al mismo tiempo necesidades contrarias a ellos. Po;
ejemplo, el amor de una madre que quiere el bien de su
A este punto nace la pregunta crucial discriminante: si la hijo, pero también busca, a través de él, tener lo que ella no
identificación es para la definición del yo, ¿qué parte del yo ha . podido obten�r de joven; o un jefe de comunidad que
es gratificada por la identificación? ¿Cómo actúa la identifi­ quiere la promoción del grupo, pero también el reconoci­
cación para aumentar la estima de sí? ¿Sobre qué contenidos miento �e los propios «derechos de propiedad» sobre el gru­
del yo actúa? po. En igualdad de valores, lo que hace la diferencia es la
necesidad particular que la relación gratifica. Según la nece-
No toda identificación hace crecer. Lucía y Marcos tie­
nen una relación identificatoria gratificante; tanto es así que 9 Sobre la relación entre identificación con un modelo y formación al
ha nacido el amor a primera vista. Pero su armonía no pue- sacerdocio, cf. A. Cencini, / molti modi di /are comunitá en A. Manenti Vi­
vere insieme, aspetti psicologici, o.e., pp. 95-112.

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AmmJm Cendni y Alessandro M:znenn
EL APRENDIZAJE DE LAS Jl.:trriVACIONES

sidad gratificada se podrá distinguir entre identificación in­ servicio de la agresividad (=demostrar los errores de otros) o
ternalizante o no. del exhibicionismo (=hacer ostentación de la propia cultura
y salir vencedor). Así para todas las demás necesidades neu­
A la luz de la naturaleza autotrascendente del valor po­ trales.
demos leer la lista de necesidades (Parte primera, c. 4); ad­
vertimos que algunas de ellas son ten_dencias autocéntricas A la base del estilo de vida podemos, por consiguiente,
y, por tanto, -por su nat�raleza- contrana� a los valores hete­ tener dos grandes clases de motivaciones: una autocéntrica y
rocéntricos. Otras necesidades, en cambio, puesto que son una hetero-céntrica. Ha de notarse que, gracias a los meca­
tendencias heterocéntricas, pueden armonizarse con la ten­ nismos de defensa, una puede cubrir a la otra: lo que apare­
dencia autotrascendente del valor y, por tanto, son necesida­ ce neutral o hetero-céntrico puede, en realidad, ser disonan­
des neutrales. A título de ejemplo, reportamos algunas: te y autocéntrico.
No es internalizante la identificación que gratifica las
Tabla XI: necesidades disonantes. Es internalizante la que gratifica las
Necesidades neutrales y disonantes necesidades neutrales. En el primer caso, la persona se apo­
ya en otra no para construirse a sí misma, sino para depen­
Necesidades neutrales Necesidades disonantes der, dada su incapacidad de autodefinirse. En el segundo
(heterocéntricas) (autocéntricas) caso, se define también gracias a la relación que incrementa
sus valores: hace la elección de un modelo que le dé la po­
-afiliación -agresividad sibilidad de vivir mejor, un estímulo para ser más. En la
-ayudar a los demás --dependencia afectiva identificación no internalizante se busca mantener el status
--conocimiento -exhibicionismo quo, no hay impulso hacia adelante sino, al máximo, una
--dominación -evitar el peligro
--orden -evitar la inferioridad confirmación de lo que ya se es.
--reacción y defenderse
-éxito -gratificación erótica Lo que en concreto complica las cosas es el hecho de
-humillación que la identificación no internalizante es experimentada
emotivamente como más gratificante que la otra; de aquí la
conclusión errónea de que, precisamente por esto, sea factor
Esta diferencia de necesidades neutrales y disonantes ha de crecimiento: «desde el momento en que estamos juncos,
sido empíricamente probada por las ya citadas investigaciones no comprendo por qué todo esto no sea también bueno»,
de Rulla y colaboradores, publicada por primera vez en 1977. «puesto que me agrada, por tanto también es útil». A menu­
do se confunde entre experiencia emotivamente estimulante
Es de notar que las necesidades hetero-c�ntri�a� son ll�­ y experiencia internalizante, igualando erróneamente el «me
madas neutrales: pueden constituir una predispos1c1ón a vi­ agrada» con el «me ayuda»l0_
vir los valores, pero no lo determinan necesariamente. De­
pende de cómo son usadas, a servicio de q�é. son puestas.
La necesidad de conocimiento hace crecer s1 sirve para pro­ 10 Esto es lo que parece suceder en ciertas experiencias de dinámica de
fundizar los conocimientos; y es un obstáculo si se pone al grupo, como aparece también en las investigaciones experimentales de
M. A. Lieberman - l. D. Yalom - M. B. Miles, Encounter groups: first facts,
Basic Books, New York, 1973.

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Psicología... 24 359
Amadm Cendni y Alessandro Mmmti EL APRENDIZAJE DE LAS 11:fJTIVACIONES

La identificación no internalizante establece, de ordinario, 4. lnternalización


una relación de excesiva dependencia e impide -especialmente
si está motivada por una necesidad afectiva- experim�ntar la Según este proceso la persona acepta un influjo social,
soledad y conseguir la autonomía, dos factores necesarios para haciendo suyos los valores y actitudes sugeridos, porque ve
el crecimiento. Una amistad, una relación conyugal o una ex­ en ellos la validez intrínseca y los descubre coherentes con
periencia de grupo de este tipo, frena el desarrollo psíquico y el propio sistema de valores. Internalizar significa introducir
hace más o menos crónica la necesidad del otro. En todo caso, algo al interior del propio ser, hacerlo propio, reconocer en
este tipo de identificación favorece la parte menos madura y ello la identidad personal.
más débil del yo. Así, si una persona está inclinada � dominar
_
(o tiene una inconsistencia central resp�cto a la d?mmac1ón) Y El motivo de la adhesión es el contenido mismo de la actitud
se identifica con quien tiene una necesidad semeJante o com­ y no las presiones sociales de complacencia o las relaciones gra­
plementaria o entra en un grupo donde la lu�h� �or el pod�r tificantes con alguna fuente de influencia. La propuesta del otro
es abierta, hará daños a sí y a los demás, se fiJara siempre mas es aceptada no porque es el otro quien la hace, sino porque es
en su problema central, exasperándolo en el m�me,:ito en que válida en sí y el otro es creíble. Lo que ha sido intemalizado -
lo satisface. En efecto, a menudo estamos «m1stenosamente» precisamente porque sostenido por una evaluación interior- llega
atraídos por personas o ambientes que, en alfo"Ún mo?o, e�timu­ a ser socialmente independiente y parte del sistema de valores
lan nuestros problemas no resueltos, o estan e� �1ntoma con del individuo: una convicción verdadera y propia. «Es el conte­
_
nuestras necesidades frustradas, o nos dan la pos1b1hdad de no nido del comportamiento inducido, lo que es intrínsecamente
afrontar nuestras inmadureces, ilusionándonos de haber resuelto satisfactorio. El individuo lo adopta porque lo encuentra útil
todo. para la solución del problema, o porque va de acuerdo con su
orientación, o porque sus mismos valores lo exigen; en breve,
La identificación internalizante, al contrario, nacerá al in­ porque lo percibe como esencialmente apto para llevar al má­
terno de relaciones no sofocantes, que dejan un margen de li­ ximo posible los propios valores. Las características del agente
bertad o incluso la promueven y no funcionan de relleno a la que influye desarrollan una función importante en la inte­
soledad; por esto, puede constituir un precioso estímulo pa�a rioriza ción, pero aquí el aspecto crucial es la credibilidad del
el crecimiento. Es el verdadero secreto de un proceso educati­ agente, o sea su relación con el contenido»11. Para la perseve­
vo exitoso, en el que el educador se hace progresivament� a rancia de la actitud no hay necesidad del refuerzo social: la
un lado para favorecer la libre iniciativa del otro y su adhesión gratificación está ya en el vivir la convicción misma, a la cual
responsable. se es fiel aun cuando nadie lo aplaude o cuando se deberá pa­
gar con esta fidelidad.
Diremos entonces que cuando la relación no está en fun­
ción de las necesidades por satisfacer, sino qu� se abre prog�e­ No es necesario, sin embargo, igualar internalización con
sivamente a una realidad diversa del simple bienestar matenal racionalidad. Para ella no basta la cabeza, como no basta el
o psicológico, en línea con el bienestar tota! del homb�e, será solo corazón o la sola voluntad; se requiere todo el hombre con
_
una identificación de crecimiento; en térmmos más tecmcos, sus fuerzas psíquicas armónicamente integradas. La internali­
cuando la imagen de sí satisfecha por la relación con un indivi­ za ción tiene lugar sobre base super-racional de integración
duo o un grupo puede ser integrada con los valores de la per­ mental-afectiva-volitiva: es una decisión que puede iniciar con
sona, podemos hablar de identificación internalizante. 11 H. Kelman, Tre processi di influenza socia/e, en N. Warren - M. Jahoda,
G/i atteggiamenti, o.e., p.22.

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EL APRENDIZAJE DE LAS M>TJVACJONES
Atnml«J Cencini y Alessandro Minenti
E�id�nteme!1te, la internalización quedará siempre como
una reflexión o emoción, pero que termina con el descubrimiento un �bJetlvo hacia el cual tender; la finalidad de la educación
de la atracción. Es una sensación primero vaga, y luego cada vez consiste en favorecer la «capacidad de internalización», o sea
más clara, de que ese contenido es algo que hace ser más, respeta en poner en mar�ha un proceso de aprendizaje que tenga cada
las exigencias y el principio de totalidad del ser, es apetecible y vez menos necesidad de refuerzos externos y se focalice cada
vale la pena hacerlo propio, aun a costa de algún sacrificio. En fin, vez más en convicciones internas.
el núcleo y la fuerza del proceso internalizante residen en la ca­
pacidad del contenido de ser satisfactorio por sí mismo y por su 5. Estilo intemalizante
relación con el sistema de valores del individuo. Mienuas las acti­
tudes de complacencia e identificación no internalizante no se La capacidad de internalizar da un tono específico a la
integran con el resto de la personalidad, sino que tienden más vida del ind�viduo, que corresponde a los 3 componentes
bien a permanecer artificiales o aisladas, el comportamiento inter­ _
del proceso mternahzante: estilo realista, capacidad de so­
nalizado se convierte en parte integrante de la persona; manifesta­ portar la tensión y ejercicio eficaz de las actividades.
ción, a un tiempo, de lo que es (yo actual} y de lo que quiere lle­
gar a ser (yo ideal). Son motivaciones convertidas también en a. Realismo de expectativas
convicciones. Es evidente, entonces, la correspondencia con
la función expresiva y de conocimiento de las actitudes. La Quie� vi_ve por convicciones socialmente independientes,
internalización es un factor unificante de la personalidad. se ve a s1 mismo en una dimensión justa, sin tirarse a la ca­
En efecto, la sede de la propia identidad llega a ser la con­ lle y sin exaltarse; así como en los demás no descubre ene­
vicción y, por consecuencia, el compromiso llega a ser ver­ migos u objetos a su servicio; va al encuentro de la vida con
daderamente personal. las misma actitud re alista, sin esperar de ella la gratificación
_
de. todas sus necesidades; no se pondrá en la actitud de
En síntesis, podemos entonces decir que el aprendizaje qmen p_retende recibir, sino de quien se dispone a dar lZ. La
internalizante implica estos componentes: percepción de la verdad del valor le permite ser veraz o sea
honesto y objetivo en el imaginarse y programarse la vida. Si
La capacidad de captar un valor en su validez intrín- _
po� eJemplo, un individuo está interiorizando el valor del al�
seca y verdad objetiva. tru1smo, se verá a sí mismo a la luz de este valor y a los demás
c?mo punt_o -�atura! de referencia de su donación; pedirá a la
Una experiencia de fuerte atracción, puesto que se v1�a la po�1b1hdad de manifestar el ideal, previendo, por .consi­
le descubre bueno en sí, y también apetecible y gmente, dificultades e incomprensiones, dando por descontado
conveniente para la propia persona. que, � menudo, deberá pagar con su persona y jugar en des­
ventaJa.
El saber advertir en él el contenido del propio yo
ideal: algo que trasciende y realiza.

Estas tres condiciones inuapsíquicas hablan, por consiguiente, 12 Es, entre otros, 1� visión existencial de Frankl, para quien no tanto
de una situación general de consistencia. La intemalización es un som?s nosotros a ped1� cuentas y adelantar pretensiones en relación con
_
efecto de ella; pero, al mismo tiempo, la capacidad de· intemalizar la vida, sino a� contrano: es la vida la que nos hace demandas y solicita
n�estro empeno resp��sabl�. V. F�ankl, Logoterapia, o.e. pp. 61-108; del
es elemento fundamental en un proyecto de consistencia. mismo autor, cf. tamb1en Ps1coterap1a per tutti, Paoline, Roma, 1985.

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Amada, Oncini y Alessandro Manenli EL APRENDIZAJE DE LAS MJTJVACIONES

hacer juicios objetivos, empuja gradualmente a reinterpretar ar­ seable un cierto grado de tensión. Es la experiencia de to­
bitrariamente el significado auténtico de los valores y de las dos: la tensión es energía psíquica al origen de todo acto
actitudes, aun aquellos valores que parecían fijos y definitiva­ psíquico y el aliento de toda pasión. Sin ella no se sufre ni
mente codificados. La distorsión perceptiva no ahorra ninguna tampoco se goza; se reposa pero no se construye nada; se
área: de la percepción de sí a la interpretación de los mensajes, tiene la impresión de estar bien, pero en cierto momento
de la relación con los demás al discernimiento cotidiano. puede venir el aburrimiento de no hacer nada. El problema
será, si acaso, ver qué tipo y grado de tensión.
Y, mientras tanto, paralelamente se agigantan las expectati­
vas irrealistas: un mundo de esperanzas e ideales cada vez más La capacidad de internalizar comporta inevitablemente
utópicos y vulnerables. Y precisamente porque irrealistas, no una tensión de renuncia: «un estado emotivo caracterizado por
pueden encontrar una verificación en la realidad y, por tanto, una aprehensión e incertidumbre no obstinadas y no influ­
aumentan el sentido de alienación de la realidad personal (ya yentes en el comportamiento, derivado de una fallida satis­
no se reconoce) y social (ya no se reencuentra en el grupo). facción de una necesidad presente, pero que no es funcio­
Distorsión perceptiva e ilusiones, pronto convertidas en desilu­ nalmente significativa» 15. En otras palabras, significa una
siones, hacen que la persona se cierre en sí, con todas las con­ sensación soportable de sufrimiento, determinada por la re­
secuencias que marchitan el ánimo: las jubilaciones precoces y nuncia a la gratificación de una necesidad que, sin embargo,
la búsqueda del «nido a la medida»; o también la rabia y el no es tan importante en el equilibrio psíquico del individuo,
aislamiento donde, al menos en la fantasía, las expectativas no está al centro de su atención emotiva 1 6. La internaliza­
pueden continuar siendo soñadas. Naturalmente está seria­ ción de un valor tiene, en efecto, el precio de la renuncia a
mente comprometida la eficacia del testimonio. las necesidades contrarias a él, que hemos llamado disonan­
tes. El problema no es la renuncia, sino la razón por la cual se
b. Tensión de renuncia acepta la renuncia; la renuncia no crea frustración cuando está
motivada por el yo ideal: el hombre se reconoce en el valor
Saber internalizar no significa haber encontrado el modo elegido; sobre todo advierte la atracción que le da la doble
de simplificar la vida y volverla fácil, anulando toda fatiga y fuerza de tender al valor y de controlar las necesidades opues­
toda incomodidad. Probablemente Freud no estaba en lo tas a él. El proceso de internalización es una experiencia de
justo cuando afirmaba que el hombre aspira a vivir sin ten­ fuerte atracción: es precisamente ésta la que consiente soportar
sión o al menos a un nivel mínimo de tensión. La suya es la tensión de la renuncia. Aquí, por consiguiente, el sacrificio
una constatación que fotografía exactamente la situación de es consciente, libremente aceptado; hace sufrir, pero no invade
quien se contenta con vivir al nivel homeostático del princi­ totalmente las áreas psíquicas; es, a veces, insistente, pero
pio del placer, pero no se puede decir que represente el siempre controlable. Para que esto sea posible, son decisivas
ideal de la vida en cuanto tal: sería como decir que la situa­ dos condiciones psicodinámicas:
ción óptima de vida es la muerte, como ausencia absoluta
de tensión: y esto es una contradicción 14. Para vivir es de- a) Al centro de la atención y atracción emotiva está
un valor y no una necesidad: si es el valor el que
14 Ya hemos visto cómo Freud no escapó a tal contradicción que, por
otra parte, es una consecuencia lineal de algunos de sus principios teóri­ 15 L. Rulla, Psico/ogia del pro/ondo e vocazione: le persone, o.e., p. 94.
cos; y habla de la contradicción interna de quien vive en función del
principio del placer, según el estilo operativo del instinto de muerte 16 Para el concepto de necesidad central, funcionalmente significativa,
(coacción a repetir). cf. arriba Parte I, c. 5.

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Amada, Cendni y Alessandro Mmenli EL APRENDIZAJE DE LAS JJbTIVACJONES

me da identidad, siento que para hacerlo mío mantenerme firme para hacer rendirse al otro. Así, se que­
debo experimentarlo no sólo como bueno y grati­ rría y no se querría: si sigo el impulso, después está el es­
ficante «en sí», sino también apetecible y conve­ crúpulo; si sigo el valor, me parece perder algo necesario. El
niente «para mí». comportamiento derivante será inestable y contradictorio.
Aquí no se verifican las dos condiciones vistas arriba. Al centro
b) La tensión por no haber gratificado una necesidad de la atención y atracción emotiva hay una necesidad que,
disonante no invade todo el aparato psíquico: per­ aunque disonante con el valor teóricamente elegido, permane­
manece, por consiguiente, controlable y no condi­ ce, sin embargo, importante para la imagen y la realización de
ciona las facultades mentales-afectivas-volitivas que, sí. Por otra parte, no satisfacerla produce una ansia difusa
aun cuando están bajo tensión, permanecen orienta­ que invade las áreas psíquicas de la persona: renunciar a ella
das al valor. La alternativa excluida no desaparece, significa sentir un vacío, en otra forma incolmable, que pesa
sino que permanece atractiva; sin embargo, será en el funcionamiento general de la personalidad, disturba la
tenida bajo control por el otro contenido internali­ atención y, a veces, la actividad y es difícilmente controla­
zado que atrae más poderosamente, aunque no ble. Aun admitiendo que un excesivo (y no durable) volun­
siempre como deseo emotivo. tarismo o un ascetismo forzado haga resistir, la tensión que
derivará de ello será notable, con desgaste de energía y sen­
Todo proyecto educativo debe rechazar el mito del tido de tristeza difusa. Al renunciar, esa persona tendrá la
hombre sin represión, como si el hombre maduro fuese libre impresión de haber sido defraudada de un derecho suyo;
de expresar todas las potencialidades propias. El yo humano, idealizará el fruto prohibido o buscará despreciarlo o mini­
para desarrollarse, debe autolimitarse. Es la tesis de la psico­ mizarlo. En todo caso, no podrá estar contenta y convencida
logía de la consistencia: «El compromiso existe cuando la de la elección hecha (a pesar de las afirmaciones contrarias):
persona se vuelve incapaz de desdecir la decisión tomada, o observará exteriormente el ideal, pero sin real pasión por él.
sea cuando hay un alto costo psicológico, y cuando el com­ Se pone en marcha un proceso de desgaste interno que per­
portamiento elegido tiene implicaciones de costo-remunera­ judica la perseverancia en el compromiso emprendido, cuan­
ción futuros». Tal renuncia da un elemento de alegría a la do ya no sepa encontrar motivaciones suficientes para conti­
alternativa elegida l7. El punto está en fundamentar la renun­ nuar diciendo no a una necesidad cada vez más obsesionante
cia, que debe ser justificada (motivada por el valor) y sincera y exigente 18.
(dictada por el atractivo de este valor).
c. Ejercicio de los roles
El otro tipo de tensión es la tensión de frustración: un es­
tado emotivo caracterizado por una aprensión e incerteza Una ulterior consecuencia del proceso internalizante es la
más o menos persistentes, que influye en el comportamien­ capacidad de dar una dirección armónica y unificante a las va­
to y que tiene su origen en la falta de satisfacción de una rias actividades y roles que constituyen nuestro actuar. Todos
necesidad presente, que es funcionalmente significativa. Es nosotros ejercitamos una pluralidad de roles: algunos no son
la frustración por las contradicciones internas: debo perdo­ elegidos (ser varón o mujer, italiano o africano ... ), otros son
nar, pero querría vengarme; querría colaborar, pero me a�ra­ elegidos (los roles profesionales); algunos, sentidos como más
da actuar por mi cuenta; me gustaría ceder, pero también 18 El lector puede aplicar esta dinámica a diversos tipos de compromi­
17 H. B. Gerard, Basic feaftlres of commitment en R. P. Abelson Y cols., so, como por ejemplo la fidelidad matrimonial, el celibato sacerdotal, el
Theories of cognitive consistency: a sourcebook, o.e., p. 457. perdón de las ofensas recibidas ...

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Amadm Cencini y AltfSSOndro Minen.ti
EL APRENDIZAJE DE LAS lli:>TJVACIONES

importantes (los roles vocacionales), otros menos (los pasa­ ta: el rol se convierte en lo absoluto y el valor es poco más
tiempos o los roles ligados a aptitudes parti�ulares). A v�ces, que un accesorio. La inversión de tendencia se inicia en el
estos roles pueden ser entre sí bastante diversos: la misma inconsciente, sin hacer mella en la proclamación exterior del
persona puede ser médico, padre, apasionado del arte, valor. Por consiguiente, podrá ser una persona con un plano
_
miembro de una asociación deportiva... Con frecuencia son correcto de valores. Pero cambia su modo de identificarse,
también fragmentarios: difícilmente cada uno de ellos -por sí ya no centrado en el ideal, sino en algún rol que le da modo
solo- está en grado de expresar la personalidad total. Más a de expresarse, manifestar las propias cualidades, conservar la
menudo todavía, son también conflictivos entre sí: no es fá­ estima frente de sí y a los demás. En vez del proceso de in­
cil concordar el papel de madre con el de profesionista; el ternalización, salta aquí la identificación no intemalizante.
del gerente industrial que manda, con �l. del. padre que
comprende. Por todas estas razones es facil dispersarse: se Deriva de ello un apego incondicionado al rol, una especie
focaliza en un solo rol, se hace una inversión de roles dando de inamovilidad de ciertas actividades o puestos, dado que son
más importancia a los menos importantes, se viven en modo precisamente ellos los que le dan la impresión de ser «al­
esquizofrénico... guien». Renunciar a ellos sería ponerse en crisis de identidad.
Se ha convertido en un «enrolado». Aparentemente tal indivi­
Quien tiene la capacidad de internalización se iden�ifica, duo se involucra totalmente en aquello que hace, hace todo
por definición, en base . a las conviccio:1es. P�r esto, si�ndo por salir bien; pero el estilo es de sutil narcisismo y autocom­
,
ellas las que midan su vida, sabea orgamzar meJor entre s1 los placencia por la posición que posee. Y a la larga un estilo de
varios roles, darles la importancia que merecen, ordenarlos Y este género produce fastidio. En efecto, cuando un rol es vivi­
vivirlos como medios más o menos orientados a realizar su op­ do no como medio sino como fin en sí mismo, corre el riesgo
ción ideal. La capacidad de intemalización da un estilo a la en cierto momento de ser desarrollado por hábito, sin entusias­
persona y favorece la eficacia de su trabajo: toda actividad es mo, como con resignación, porque «toca hacerlo». Lo que se
.
utilizada como un medio para expresar y realizar valores que la hace sólo por sí mismo, aunque fuese la más gratificante de las
trascienden y en función de los cuales es elegida la actividad. actividades, al fin cansa. Es una ley psíquica. Si no hay motivo
Hay, por consiguiente, una precis� relació°: entre la opción va­ superior que exalte el yo ideal y respete la íntima conforma­
_
lorial de fondo y los varios roles mtermed1os; la pnmera es el ción del hombre, aun el rol termina por desilusionar y crear
fin, los segundos son los medios. El valor indica las convicci�­ frustración. Y todo ello, aún más, en daño de la eficacia y per­
nes y ofrece las motivaciones, los roles son modos para mam­ severancia en la transmisión del valor.
festarlas y volverlas operativas. Las convicciones son, por natu­
raleza, estables y revelan la identidad del yo; los modos
concretos de actuarlas pueden cambiar. El valor, en fin, tras­
ciende la persona, el rol no siempre y no necesariamente.

Lo opuesto de la orientación al valor es la orientación �I


.
rol: ta actividad es vivida como fin en sí misma, por su capaci­
dad de dar gratificaciones y como sede de la propia identi­
dad 19. Cambia radicalmente la relación jerárquica arriba descri-
19 A. Manenti, Vocazione, Psicología e Grazia, Dehoniane, Bologna, 1979,
pp. 46-50.

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Amad«1 Oincini y Alessandro Manmti ENTRE PRESENTE Y PASADO

El proceso intemalizante y no intemalizante


Tabla XIII Conclusión
ENTRE PRESENTE Y PASADO

Proceso Intemalizante
determina
/ "'
percepción
. rea1·1sta . ! reconoc1m1ento de l
.. Alberto es un joven drogadicto. Ha robado en casa, no
atraccmn de1 va1or
del valor yo ideal en el valor va más a la escuela, se ha despedido del trabajo. Ahora an da
perdido. ¿Por qué? Vivía en una fa milia conflictiva: los pa­
reali,L de orieltación dres, tras años de pleitos, terminaron por separarse. Conti­
tensión d! renuncia n uaron luego disputándose con extorsiones y venganzas el
expectativas al valor
afecto de Alberto quien, enojado con los dos, llegó al punto
"' 1 / de tomar el tren para Amsterdam, donde encontró la droga.
Eficacia y Perseverancia ¿El pasado de Alberto nos puede explicar su estado pre­
sen te? En cierto sentido puede hacerlo: proporciona datos
! esenciales para com prender el contexto global de la vida
Aumento ulter ior de la capac idad de i nternalizac ión de Alberto. Pero existen tantos otros muchachos con his­
torias análogas o peores y que, sin e mbargo, n o se drogan.
¿Cuál es la diferencia? ¿Podemos afir mar que el pasado no
tiene que ver y que «los motivos pasados no explican
Proceso no intemalizante nada, a menos que sean ta mbién motivos presen tes»? 1
det mina
r Sobre este tema existe mucha confusión: verdades par­
/ "' ciales, asumidas como slogans, son creídas como verdades
distorción no integración de totales por el hombre común, que se obstina tanto por en­
perceptiva del valor las necesidades dependencia del rol
contrar en la propia in fancia los orígenes del sufrimiento de
� hoy: complejo de Edipo, complejo de castración , frustracio­
Oltivas tenstn_ de
orientatón al rol n es en la fase pre-edípica, trauma del naci miento... Y todo
urealtstas frus tón ha llevado a algunos psicólogos celosos a poner en guardia a
r / los padres y educadores: no frustréis ja más a vuestro hi jos,
el estrés de hoy puede causar traumas irreversibles mañana.
n� mínimos de Eficacia y Perseverancia

disminución ulteri or de la capacidad de internali zación


G. W. Allport, Psicología, o.e., p. 188.

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Amadm Cendni y Altssandro Mlnenti -------------- ENTRE ftESENTE Y PASADO

1. El raciocinio causal c) Los acontecimientos infantiles están correlaciona­


dos a la vida actual porque las memorias han sido
Se podría concebir la psicogenética -que busca explicar reprimidas, pero han continuado operando en el
el presente recurriendo al pasado- en términos de causalidad inconsciente, determinando un efecto correspon­
entendida como en las ciencias naturales, de causa y efecto. diente en el comportamiento actual.
Como un bacilo causa una infección, así un trauma infantil
causa la neurosis2. El raciocinio causal sigue sintéticamente Este esquema causal se inserta después en el cuadro ge­
este esquema: el niño en la primera infancia vive y actúa neral de referencia de la naturaleza esencialmente inmuta­
bajo el influjo de impulsos instintivos que siguen la lógica ble de la personalidad adulta: los cambios después de la pu­
del «principio del placer»: obtener la máxima gratificación bertad no serían radicales, a menos que después de ella se
evitando, lo más posible, la culpa y el castigo social. Este realicen acontecimientos extraordinarios de particular efica­
estilo egocéntrico suscita, antes o después, la desaprobación cia (por ejemplo un tratamiento psicoanalítico).
de parte de los padres; por lo que el niño debe renunciar a
la lógica del todo e inmediatamente. Al principio del placer Que exista una relación presente-pasado, está fuera de
debe sustituir el «principio de ia realidad»: en este modo, el duda. La justifican, en orden lógico, la visión holística del
impulso es reprimido y -con el tiempo- también el recuerdo yo; y, en orden experimental, el gran número de investiga­
de la situación a él conectada. Pero lo que es reprimido so­ ciones multiplicables al infinito. Recordemos, por ejemplo,
brevive activo en el inconsciente. En la vida sucesiva, una la memoria afectiva; los factores del pasado que influyen en
situación similar a la originaria (por semejanza real o presun­ la percepción; los estudios citados sobre la privación senso­
ta) reactiva ese conflicto inconsciente que, con su carga de rial; el origen de las actitudes. Más problemático es definir
emociones, causa hoy un síntoma neurótico. Ayudar al pa­ la naturaleza de la relación. El raciocinio causal arriba ex­
ciente a reportar a la conciencia (reevocar) ese material re­ puesto deja, en efecto, algunas dudas.
primido significa remover la causa de su trastorno actual: el
presente es explicado en base al pasado. Es ambigua la afirmación acerca de la memoria (punto
b). Reevocar o recordar, en la lógica psicoanalítica, tiene un
Prescindiendo de los cambios y transformaciones que sentido amplio: es más un revivir una sensación recordada
han tenido lugar en el inconsciente, el raciocinio causal hace que revivir un hecho realmente sucedido. En efecto, uno de
estas tres afirmaciones fundamentales: los descubrimientos centrales de Freud es la importancia de
la fantasía. En sus primero trabajos terapéuticos quedó sor­
a) Hay relación directa entre ciertos tipos de expe­ prendido por el hecho de que muchas de sus pacientes mu­
riencias infantiles y ciertos tipos de comporta­ jeres reportaban «recuerdos» de agresiones sexuales infanti­
miento adulto. les sufridas por obra de hombres adultos. Indagando mejor,
Freud advirtió que eran historias falsas. No porque las pa­
b) Reevocar esas experiencias y las emociones a ellas cientes fueran mentirosas, sino porque el trauma no fue un
correlacionadas corrige el comportamiento actual. asalto sexual realmente sufrido sino, más bien, una situación
en la que tuvieron una fantasía infantil de asalto sexual. Es
el poder de la fantasía que da importancia no al hecho, sino
2 Sobre el problema de la causalidad, cf. D. Wyss, Storia della psicología
del profondo, vol. 11, o.e., pp. 63-70. R. Schafer, Psychoanalysis without al modo de vivir ese hecho, real o supuesto. En la relación
psychodynamics, en «Imern. J. Psycho-Analysis», 56 (1975). pp. 50-53.

374 375
Psicología. .. 25
Amadeo Cmcini y Alessandro Manmti ENTRE PRESENTE Y PASADO

presente-pasado no es, por tanto, el hecho pasado lo que sente-pasado sería necesario hacer estudios longitudinales:
cuenta: puede incluso no haber sucedido. Lo que cuenta es observar el mismo grupo de personas desde el inicio al fin
la realidad psíquica actual del sujeto que interpreta el pasa­ del período de tiempo que se quiere estudiar. Son pocos los
do. Por consiguiente lo que hace cambiar no es el hacer vol­ estudios longitudinales referentes a la adolescencia y a la
ver a la conciencia hechos pasados sino, en todo caso, tomar edad adulta por las dificultades obvias asociadas al método:
conciencia de cómo �l sujeto vive hoy su pasado3• Por otra el tener que esperar mucho tiempo para obtener datos con­
parte, no se puede ya intervenir en el pasado para cambiar­ clusivos, la posibilidad de que después de la evaluación ini­
lo, pero sí en el modo de revivirlo. cial muchos sujetos puedan desaparecer, rechacen el conti­
nuar siendo estudiados, mueran... Tales dificultades han
También la afirmación sobre la operatividad de la repre­ movido a los investigadores a favorecer el método transver­
sión es problemática (punto c). Se puede hacer la pregunta sal (cross-sectional study): se estudian diversos grupos de suje­
ya hecha a este propósito por Maclntyre4: ¿es posible obser­ tos y cada grupo es caracterizado por una cierta edad. Los
var la represión cuando ésta tiene lugar? Si decimos: «Aquí grupos son estudiados una sola vez y las diferencias entre
tengo una idea emotivamente importante que ha estado re­ ellos son atribuidas a los efectos debidos a la diferencia de
primida en mí», en ese momento ya no hay represión. La edad entre grupos. Es claro que los grupos, para poder ser
represión es inobservable: podemos deducir que una expe­ parangonables, deben tener características comunes: mismas
riencia ha estado reprimida sólo por el comportamiento y situaciones ambientales, características personales similares...
por la emoción siguiente. Así, la afirmación de que la repre­ Cosa, desde luego, difícilmente controlable. Pero, no obstan­
sión ha tenido lugar depende, lógicamente, de la afirmación te �stos problemas de método, existen investigaciones longi­
de que hubo una experiencia pasada. Pero decir que ha ha­ tudmales confiables. Son enlistadas y descritas en el volu­
bido una experiencia, no significa decir que ella ha causado men de Maddi, al cual remitimos al lector interesados. A
el presente. Un hombre puede experimentar gran ansiedad, ellas se añade el enorme volumen de investigaciones hechas
y cuando ha recordado un hecho del pasado la ansiedad por Vaillant sobre la salud mental: también éste longitudi­
puede incluso desaparecer: había reprimido esa memoria. nal, en cuanto estudia los mismo sujetos varones por un arco
En tal caso, puede haber relación entre memoria y ansiedad, de tiempo de 30 años6• Por el conjunto de estas investiga­
pero no necesariamente causa y efecto. El inconsciente ex­ ciones es justificada la conclusión de Maddi (pp. 258-259):
plica sólo la continuidad entre la infancia y la vida adulta, «Es claro que los estudios longitudinales que se refieren a
no la necesidad causal. los años de la edad adulta y de la adolescencia muestran tal
evidencia de cambio, que es razonable concluir que se reali­
Finalmente, el mismo cuadro de referencia es, igual­ zan cambios radicales en la personalidad. A veces la perso­
mente, problemático. Existe, en efecto, un cambio desde la nalidad siguiente es virtualmente imprevisible de la perso­
infancia a la edad adulta, aun en ausencia de acontecimiento nalidad precedente; a veces un cambio evolutivo trastorna la
extraordinarias. No todo el destino del hombre se juega en dirección. Esta conclusión mía está de acuerdo con la tesis
los primeros años de vida. Para demostrar la causalidad pre- de muchos expertos del desarrollo humano». La misma con-
3 Significativo es cuanto nos dijo un señor que se sometió a tratamien­ 5 S. R. Maddi, Personality theories, o.e., pp. 253-265.
to psicoanalítico Z veces por semana durante 4 años: «Antes estaba mal y 6 De G. E. V�illant hemos reportado las investigaciones en el capítulo
no sabía por qué; ahora sé todo de mi pasado, pero continúo estando sobre los mecanismo de defensa, nota 13. Ellas han constituido la base
mal,.. empírica para su volumen Adapta/ion to lift, Litde Brown and Co. Boscon
4 A. C. Maclntyre, Tlze Um:onscious, o.e. pp. 66-67. 1n�

376 377
ENTRE PRESENTE Y PASADO
Amodro Oncini y Alessandro Mmenti

clusión es de Neugarten: entre presente y pasado hay, cier­ de un pasado. En el pasado podemos, al máximo, encontrar
tamente, continuidad; corno hay, igualmente, rnutabilidad •
7 tendencias generales que influyen en el desarrollo siguiente
del individuo. Quien, por ejemplo, hace remontar el miedo
2. El sentido de la comprensión psicológica a la autoridad a un conflicto en la infancia con el propio pa­
dre, simplemente quiere decir: se ha encontrado un nexo
Bochénski enlista así las condiciones que, según la lógi­ plausible para ese caso específico. Pero no puede -de aquí­
ca de la causalidad física, deben llevar a la aparición de un enunciar una norma general: los padres severos producen
determinado fenórneno8 : siempre el miedo a la autoridad.

Condición suficiente: A es condición suficiente de B Por otra parte, para cada síntoma existen varias explica­
cuando decirnos «si existe A, existe también B»; es ciones y, a veces, de contenido contradictorio (baste pensar
suficiente que se haya dado A para que se tenga en las diversas explicaciones dadas a la homosexualidad, a la
también B. depresión o al narcisismo). Cada una de esta explicaciones
es favorecida por elementos objetivos, deducidos del estudio
Condición necesaria: «si B, también A», si no se hu­ de los casos; pero la misma casuística ofrece datos que ha­
biese dado A, tampoco B podría darse. A es la causa cen aparecer igualmente fundamentadas otras tesis.
específica.
Por esto cuando el psicólogo habla de causas, tal término
Condición suficiente y necesaria: «A exactamente no se entiende en sentido riguroso, como condiciones regu­
cuando B». larmente antecedentes a la acción en examen, sino en el
sentido más amplio de «razones»: un conjunto de considera­
Según este esquema causal, un hecho es explic_ado ciones que vuelven comprensible la acción en examen. Una
cuando deriva directamente de otro o cuando es deterrnma­ cosa es la explicación causal, otra la comprensión psicológi­
do por el precedente. ca: el psicólogo puede individuar conexiones plausibles,
pero la importancia de éstas no va más allá de la constata­
En el campo del proceso psíquico no se está en grado ción de factores posibles (pero no necesarios); sus conclusio­
de proporcionar explicaciones causales en el sentido de las nes no tienen, por consiguiente, carácter de ley ni de vali-
ciencias exactas o de la medicina, más que en el limitadísi­ . dez general, y no son utilizables en sentido causal para
mo espacio de acción-reacción. No es posible hacer remon­ explicar la especificidad del hoy. Son determinantes posi­
tar el llamado síntoma neurótico a una sola frustración espe­ bles, determinantes o... o... , con gran variabilidad de indivi­
cífica: numerosas frustraciones (corno el complejo de Edipo) duo a individuo. Todo psicólogo del profundo necesaria­
pueden encontrarse incluso en las pers?nas maduras Y. no mente deberá referirse a las intuiciones de Freud, pero sin
causan ' necesariamente, síntomas neuróticos. Un deterrnma-.
sentirse obligado a sacar las conclusiones de Freud9•
do resultado no podrá jamás probarse como final necesano
En este cuadro de la comprensión psicológica en térmi­
7 B. L. A. Neugarten, A developmentol vn of odult personolity en Birren
J. E., Re/otions of development ond aging, Charles C. Thomas, Springfield nos de posibles determinantes, la relación presente-pasado
JII,, 1964. se resuelve, por tanto, en este modo:
8 l. M. Bochénski, citado en D. Wyss, Storia dello psicologio, vol. II, D. Wyss, Storio dello psicología, vol. II, o.e., p. 121.
o.e. p. 48. 9

378 379
Amad«> Cencini y Akssandro Mmenti ENTRE hESENTE y PASADO

- Del raciocinio causal se puede deducir la intuición de a) Los acontecimientos que se realizan primero en el
base: actitudes presentes y modos de reaccionar pueden estar tiempo tienen un influjo mayor que los que se re­
ampliamente influidas por las reacciones .ª. exp�r�encias p�­ alizan tarde; no por una razón puramente temporal,
sadas. Así estilos actuales que parecen mmtehg1bles, reci­ sino porque los acontecimientos precoces están li­
ben comp�ensibilidad si son leídos a la luz de experiencias gados a variables de desarrollo todavía no estructura­
precedentes; las cuales pueden influir, ª. través de i:necam�­
. das y jerarquizadas y, por tanto, más fácilmente in­
mos inconscientes, en el curso de la vida. Hay diferencia fluenciables. Los acontecimientos infantiles no tienen
entre influir y determinar en modo inevitable. importancia en sí, sino en cuanto ligados a un pani­
cular tipo de estructura todavía plástica y por tanto
- El pasado actúa como factor predísponente: gracias a más impresionable.
una intensidad o pluralidad de experiencias pasadas, la per­
sona adquiere una particular reactividad. Tal es�e�i?ci�ad b) No está probado que para un desarrollo social nor­
de relación adquirida, crea ciertos modelos de sensibilización mal (especialmente en el sector moral y psicose­
que terminan por conducir a un cierto resultado. xual) sean necesarias buenas relaciones con los pa­
dres. Es la conclusión a la que ha llegado
- Junto a una historia de factores del pasado que pre­ Kohlberg después de haber hecho una reseña de
disponen, encontramos con frecuencia, en estrec_ha. colabora­ la literatura sobre el argumemolO. A la misma
ción, factores predpítantes en el presente: acontecimientos es­ conclusión llega la investigación de Rulla a propó­
pecíficos (llamados traumáticos) que parecen desenca�enar sito de la madurez religiosa: quien ha tenido bue­
ciertas reacciones comportamentales. Pueden ser de diversa nas relaciones con los padres, no presenta necesa­
naturaleza: un error, obstáculos, desilusiones, un luto... No riamente un grado más · elevado de madurez de
se puede afirmar jamás con demasiada seguridad que los lla­ desarrollo y madurez vocacional11.
mados acontecimientos traumáticos sean los responsables
exclusivos del comportamiento actual. Todos nosotros sufri­ c) Sin embargo, las malas relaciones con los padres re­
mos por una grave desilusión, pero no todos desarrollamos tardan la madurez, aunque de suyo no llevan ne­
reacciones inmaduras. cesariamente a la inmadurez.

- Además del hecho, es importante la ínterpretadón perso­ Los datos b) y c) tomados juntamente, dicen, por consi­
nal que el sujeto le da, o sea el signifi�ado emotivo-simbólico guiente, que la relación negativa con los padres hace mal, pero
_ no siempre una relación positiva con los padres hace bien.
en base a las propias necesidades, miedos, expectativas. Es
ésta la que confiere al hecho un tono traumático. Y sobre ésta
es que se puede intervenir. d) la relación con los padres 'retarda la madurez no sólo
cuando ha sido mala sino, sobre todo, si también ha sido re­
El influjo del pasado es tanto mayor cuanto más haya primida y mantenida fuera de la conciencia con la consi­
sido reprimido. Los datos de investigación hasta ahora reco­ guiente idealización irrealista. El hecho de haber negado
gidos en esta área, se pueden sintetizar así: 10 . L. Kohlbcrg, A cognitive development o/ chiltlren 's sex-ro/e concepts and
affttudes, en E. Maccoby, The development o/ sex-differences, Stanford Univcr­
sity Prcss., Stanford, California, 1966, pp. 82-173.
11 L. Rulla y cols., Struttura psicologica, o.e., pp. 91-101.

380 381
Amada, Cemini y Alessandro Mmenti ENTRE fRESENTE Y Pl\sAoo

una mala relación con los padres y de revivirla, en cambio, es demostrable. A lo máximo, se puede llegar a previsiones
en términos optimistas idealizados, influye en el desarrollo plausibles: no se puede excluir jamás la posibilidad de lo
mucho más fuertemente que la admisión franca de una re­ opuesto, mas si acaso la probabillidad de él. Por tanto, para
alidad negativa12. la psicología el problema determinismo-libertad queda abier­
to y -más aún- de escaso interés. Furlong, después de haber
e) Esta represión y sucesiva distorsión del pasado se re­ tomado en reseña las principales teorías e investigaciones
aliza sobre todo en sujetos poco maduros, creándose así una meritorias de este siglo, concluye que «ninguna teoría ha lo­
relación circular entre presente y pasado. grado con éxito eliminar la exigencia de un elemento de re­
lativa autonomía, que en algún modo emerge de un subfon­
En síntesis, el hombre es hijo de su pasado, no esclavo do biológico de determinismo. Pero al mismo tiempo no
del mismo. La relación es vista en términos no de causali­ podemos dar una explicación exhaustiva de cómo la libertad
dad sino de posibles determinantes. El elemento dominante emerja de un universo determinista» 13 La elección entre los
no es el social, sino el emotivo-cognoscitivo: los influjos so­ dos polos sería un acto de fe nunca justificado suficiente­
ciales son mediados y filtrados por la estructura del yo, que mente. El problema, entonces, no es de elección entre de­
tiene prioridad sobre ellos. El crecimiento está determinado terminismo y libertad, sino de presencia de ambos en grados
por la madurez emotivo-cognoscitiva que es el resultado de diversos. Es ilusorio creer en el completo determinismo,
la progresiva reorganización de la realidad y de la construc­ como lo es creer en la completa libertad.
ción de una imagen estable y realista de sí.
La no causalidad vale también para la relación herencia­
3. Libertad y determinismo comportamiento. El carácter hereditario de un rasgo psicoló­
gico no garantiza automáticamente su presencia a nivel de
Nuestra explicación de la relación presente-pasado lib�ra comportamiento. Por ejemplo, un sentido artístico hereditario
al hombre del estrecho determinismo según el cual la vida no se traduce necesariamente en actividad artística. Entre po­
psíquica está determinada por causas previas más bien que tencial innato y comportamiento está la variable psicológica
por el deseo racional. Cuando Pablo de�i�e llegar a ��r abo­ que juega un papel preponderante en el comportamiento hu­
gado y Juan ingeniero, según el determm1sta su dec1s1ón ha mano. Se trata de la elaboración personal del conjunto de
estado determinada en realidad mucho tiempo antes de que las informaciones que el sujeto dispone. La tendencia here­
se plantease abiertamente: por la educación recibí?ª• por 1� ditaria constituye sólo una de las informaciones. El compor­
identificación con figuras significativas ... así que fil Pablo fil tamiento de hacer el nido del pájaro está directamente liga­
Juan habrían podido comportarse diversamente. Sus eleccio­ do a la estructura hereditaria de la especie, más de cuanto el
nes reflejan, en realidad, el juego de fuerzas previas. Creer comportamiento personalizado del hombre es expresión de
en la libertad significa, en cambio, sostener que el deseo ra­ su herencia. En el hombre -construído sobre tres niveles de
cional tiene una importancia real y que las cosas podían ser vida psíquica- el comportamiento consta, siempre menos, de
en forma diversa si Pablo y Juan hubiesen ejercitado en for­ mecanismos bien provistos de todo, que imponen al indivi­
ma diversa su libre elección. Pero libertad y determinismo duo en modo rígido lo que debe hacer: «la herencia se con­
no pueden ser puestos a la prueba en el terreno empírico. tenta en indicarle algunos de los puntos a través de los cua­
El futurible (¿se habría podido actuar en forma diversa?), no les su actividad debe pasar, y le deja una posibilidad más
13 F. W. Furlong, Determinism and free will: review of the literature, en
12 L. Rulla y cols., Struttura psicologica, o.e., pp. 101. «American J. Psychiatry», 138(1981), p. 439.

382 Pskología ... 26


383
Amada, Cencini y Altssandro Manenti

bien amplia de construirla por sí solo, articulándola en torno


a algunos puntos centrales» 14.

En forma similar, por el lado de la libertad, nosotros no


somos nunca completamente libres y el pensarlo es una uto­ ÍNDICES
pía. La persona humana puede ser un agente, sin que con
esto sea ella misma libre. Hay determinismo relativo y relativa
libertad; el grado depende de la madurez afectiva, de factores
sociales, condiciones ambientales, y, sobre todo, del estado
consciente e inconsciente de nuestras actitudes. A mayor do­
minio del consciente, mayor es el radio de elección y el grado
de libertad; a mayor área del inconsciente, menor es el área en
la que el hombre puede ejercitar su deseo racional. Refirién­
donos a la tabla V (Parte primera, c. 5): mientras más se es­
tructura el hombre sobre el nivel psicofisiológico, sobre el
deseo emotivo, sobre las necesidades y sobre el yo actual,
mayor es el determinismo. La persona que siente en sí mu­
chas tendencias es más libre que quien acoge una sola. La
persona que conoce una sola capacidad tiene un solo grado
de libertad; mientras que quien está dotado de un rico co­
nocimiento y conoce muchas posibles direcciones para su
conducta, tiene un grado superior de libertad.

La libertad total no es nunca accesible al hombre. Como


también su libertad parcial no es nunca un dato de hecho,
sino una conquista. El hombre no nace libre, sino que lo
llega a ser. Nacer libres es un concepto anagráfico, no psico­
lógico. Al inicio el hombre está en condición de determinis­
mo; en la medida en que logre salir de él llegará a ser crea­
dor de sí. Este margen de libertad conquistado es siempre
relativo y, aunque pequeño, se convierte para él en símbolo
de su existencia; o al menos de esa parte de existencia que
cuenta más, porque ha sido creada por él. Esta área de ma­
yor o menor libertad es lo que hemos llamado «segunda di­
mensión», lugar por excelencia de la acción educativa.

14 J. F. Le Ny, Apprentissage et actroités psydtologiques, Press Universitaire


de France, Paris, 1967.

384
ÍNDICE DE AlJTORES 0TADOS

ÍNDICE DE AUTORES CITADOS

Abelson R.P.,46, 148, 264, 368 Bond H., 302, 303


Ackerman, 341 Borel M.J., 20
Adler A., 11, 70 Borgatta E.F.138, 139, 146
Agostino, 143 Bowlby J., 203, 205
Alberich, E.,108 Breger L., 105
Aletti M., 346 Brehm G.W., 46
Allport G.W., 11, 13, 69, 77, 80, Brenner C., 302
115, 133, 134, 208, 220, 332, Bresciani C., 46, 278
338, 339, 346, 373 Bribing E., 66
Ancona L., 11, 23, 66, 68, 75, 88, Bronowski J., 105, 129
285 Brown G., 285
Arieti S., 32 Brown J.S., 192
Aristotele, 114 Broxton J.A., 210
Arnold M.B., 45, 46, 64, 90, 99, Bruner L.S., 82
116, 223
Aronson E., 77, 191, 208, Callender W.M., 205
Asch S.E., 70, 202 Cameron N., 28, 163, 309
Atkinson J.W., 199 Campbell D.T., 80
Cantrul H., 80
Backman C.W., 190, 208 Carter L.F., 191
Baltes P.B., 128 Caruso l., 12, 70, 161, 162
Balthasar H.U., Von 24 Cencini A., 19, 123, 288, 357
Baron R.M., 264 Chein l., 199
Battista G.R., 303 Chiles J., 313
Bauer J.B., 127 Chrzanoxski G., 290
Bayley N., 205 Collette A., 303, 309
Beams H.L., 191 Combs A.W., 169
Becker E., 21, 105, 107, 120, 127, 178 Conger J.J., 108
Berman E., 31 Conn E., 107, 109
Berscheid E., 261 Cook M., 211
Bertucco T., 123 Coreth E., 61
Bettelheim B., 315 Cushing H., 179
Binet A., 30
Birren J.E., 378 Daim W.I., 161
Bliss E.L., 31 Dann S., 206
Blum H.P. 34 Dashef S.S. 353
Bochénskí I.M., 378 De Finance, 219

387
AmadBJ Cencini y Alesstmdro Mm.enti .6-imcE DE Al.rroRES DTAIX>S

De Guidi S., 123 Gaddini E., 313 Kagan J., 108 Me Clelland D.C., 67,199
Dement e.W., 32 Gelfman M., 281 Kaplan H.I., 126, 278, 305 Me Guire W.J., 46, 77, 81, 83, 89
Dennis W., 204 Gerard H.B., 368 Kaplan H.S., 21, 283 Me Kinnon D.W., 70
Dewald P.A., 300 Giardini F., 21 Karp S.A., 197, MeCurdy H.G., 227
De Waelhens A., 121 Gill M., 300 Katz D., 78, 81, 83 McShane P., 114
Di Domenico P., 349 Godin A., 12, 311, 327, 346 Kelman H.e., 264, 349, 361, 363 Meininger J., 125
Dini A., 322 Goldstein K., 11 Kernberg O., 9, 145, 284, 290 Menninger K., 120, 302
Dixon N.F., 193, 194 Goodenough D.R. 197 Kiely B., 9, 46, 51, 87, 90, 94, 105, Merz F., 346
Dollard J., 67, 80 Goodman e.e. 190 107, 113, 120, 121, 129, 321 Messori V., 301
Dombush S.M., 211 Grinberg L., 353 Kinget M., 70 Milanesi G., 346
Dourley J.P., 129 Groppo G., 121 Koeh S., 83 Miles M.B., 359
Dukes W.F., 70 Grusec J.E., 202 Kohlberg L. 108, 109, 111, 112, 128 Miller N.E., 67, 80
Duska R., 108, 114 Gustafson J.P., 16 129, 320, 381 Milofsky E. 302,
Dyk R.B.,Hall e.s., 197 Kolers P.A. 193 Mion R., 322
Haardt R., 24 Misehel T., 46
Engel G.L., 302 Haley J., 262 Lambert W.W., 140, 146, 361 Mohana J., 9, 91
Eriekson M., 262 Hall e.s., 11, 115 Laughlin H.P. 304 Monroe R.R., 315
Eriksen e.W., 253 Harlow F.H., 69 Laurie P., 21 Morandi F., 110
Erikson E.H., 108, 109, 110, 111, 141 Harold H., 261 Le Ny J.F., 384 Mueciarelli G., 11
Eron L.D., 195 Hartley RE., 355 Legrenzi P., 11 Murehison C., 70, 77
Eysenek H.J., 83 Hanman H., 68 Levine R., 199 Murphy G., 201
Hastorf A.H., 187, 211 Lieberman M-A. 359 Murray H.A., 71
Farné M., 70 Hauser S.T., 253 Lindzey G., 11, 77, 115, 191, 208 Mussen P.H., 108, 198, 202
Faterson H.F., 197 Heine R.W., 196 Lipmann W., 80 Myers D.G., 115
Feldman K.A., 253 Hendin H., 120, 283 Loevinger J., 67, 135
Feshbaeh S., 213 Hess E., 198 London P. 121 Najarian P. 204,
Festinguer L., 70, 77 Hilgard E.R., 51 Lonergan B.J.F., 17, 46, 51, 92, 93, Neugarten B.L., 378
Fishbein M., 78 Hoehberg E.J., 187 94, 98, 11 4, 126, 225, 126, 227 Neweomb T.M., 253
Fizzotti E., 100 Hofstatter P.R., 53 Lorimier J., 353 Newman R.G., 325 94, 98, 114,
Flavell J.H., 108 Hollen C.C., 97 Lowen J., 11 126, 225, 126, 227,
Frankl V.E., 7, 9, 10, 12, 70, 100, 103 Homant R., 97 Luft J., 41 Nouwen H., 22
112, .120, 161, 162 171, 200, Horner T., 290 Lundy R.M., 210 Nuttin G., 3, 6, 12, 13, 65, 70, 343
262, 363 Hovland e.I., 46, 77, 198 Lyneh M.O., 170
Freedman A.M., 126, 278, 305 Hull C.L., 11 Osgood e.E., 212
Freedman J.L., 83 Hunt MeV., 203 Maeeoby E., 381
Freud A., 204 Maelntyre A.C. 28, 236, 376 Pavlov I.P., 11
Freud S., 23, 25, 29, 38, 39, 66,75, Imoda F., 71 Maddi S.R., 11, 161, 377, Petrullo L., 211
76, 88, 102, 105, 120, 123, lngham H., 41 Magaret A., 28, 309 Petters R.S., 46
125, 129, 146, 161, 270, 271, Magnani G., 66, 123 Piaget J., 94, 108, 109, 110, 111, 207,
272, 285,294,302,309, 337, Jaekson D., 262 Maier H.W., 108 220, 227, 327
339, 340-342, 366,375, 379 Jahoda M., 77, 349, 361, 364 Manenti A., 110,318,3?2,� 357, 370 Pié A., 125
Friederieh M.A., 279, 285 Jones M.R., 69 Martino A., 322 Polefka J., 187
Fromm E., 11, 70, 115, Jung K.G., 11, 34,105, 237, 276 325 Maslow A.H., 11, 68, 115 Postman L., 69
Furlong F.W., 383 Me Arthur e.e., 302 Prinee M., 31

388 389
Amada, Cencini y Alessandro Mmenti

Rangel L., 12 Stotland E., 81, 83 ÍNDICE ANALÍTICO


Rapaport D., 68 Suci G.J., 212
Reymond Rivier B., 205 Sullivan H.S., 90
Rheingold H.L., 204 Synder M., 261
Ribble M.A., 203, 205
Richardson S.A., 211 Tagiuri R., 208, 211
Ridick J., 22, 71 Tajfel H., 191
Robustelli F., 53 Tanke E.D., 261 Actitudes: Defensas 289-343
Rogers C., 11, 70, 169, Tannenbaum P.H., 212 - definición Determinismo 382-314
Rokeach M., 46, 78, 82, 83, 97,100 Thomae H., 12 341, 346 - emotivas e intelectuales 56-65 Distancia óptima 176-177
Ronco A., 12, 120, 178, 303, 309, Thomas E.J., 139 - funciones 82-88 Educación:
341, 346 Thompson W.R., 202 - su persistencia 79; 86-88 - finalidad 13-14; 58-59; 138-160;
Rosenberg M.J., 46, 148 Toman W., 355 - nacimiento de 89-95 361-371
Rulla L.M., 9, 10, 41, 64, 71, lW, Tommaso 9, 98, 107, 114, 143 Amabilidad objetiva 213-219 - Integrada 135-137; 160; 180
138, 158, 160, 163, 164, Tyrrel B.J., 98 Ansia anticípatoria 54; 56; 259-261 - preventiva 157-158
171, 180, 226, 252, 253, Antropología integrada 161-166; - exigente 217-218
256, 260, 288, 320, 349, Vaillant G., 302, 303, 305, 320, 377 175; 319-320 - a los valores 122-124
358, 367, 381, 382 Van Kaam A., 346 Aprendizaje 345-363 - falsas preguntas 284-285
Ryan W.J.F., 98 Vasse D., 21 Autonomía funcional de los motivos - a la estima de sí 169-183
Vergote A., 12 69-71 - formas de ayuda 154-158
Sadock B.J., 126, 278, 305 Vemon P.E., 199 Autotrascendencia: Educador como modelo 353-359
Schafer R., 233, 297, 374 Vitz P., 115, 120 - como tendencia y predisposición Efecto aureolar 211-212
Schaffer H.R., 205, 206 6-7; 105-112 Emoción 49; 51-52; 59-61
Schaie K.W., 128 Waelhens, 121 - como criterio de madurez 19; Estilo 35; 294-295
Schneider D.J., 187 Warren N., 77, 349, 361, 364 50-52; 108-109 Estima de sí 76-77; 84-88; 147;
Schooler K.,191 Watson J.B., 11 - niveles de 18; 109-111 169-183; 297-298
Schumer F., 193 Watzlawick P., 262 - y psicología 119-129 - compensatoria y realista 289-291
Secord P.F., 148, 147, 190, 208 Weíner M.F., 355 - religión 127-129 Hábitos 58; 81
Séve L., 122 Weizsli.cker V. Von, 244 - y estima de sí 174-183 Herencia 383
Shapiro E.R., 315 Wertheimer M., 11 - desarrollo histórico 10-13; 68-71 Homeóstasis 23; 67-68; 366
Sherif M., 77, 81, 198 Whelan M., 108, 114 Bien real y aparente 174-176 Identidad:
Silverman L:, 193 White R.W., 70, 83 - necesidades 64-75; 198; 357-358 - definición 141-142
Singer R., 213 Wilson G.D., 78 - gratificación vicaria y fuga - crisis y difusión de 143-144
Skinner B.F., 11 Witkin H.A., 197 defensiva 256-258 - y niveles de vida psíquica 13;
Smith M.B., 83, 147, 148 Wylie R.C., 138, 145, 146 Cambio 214-216; 269; 374-376 18-25; 179
Snygg D., 169 Wyss D., 161, 162, 341, 224, 238 Cathexis 39; 341 - y comportamiento 144-145
Socarides C., 283 Causalidad 373-382 - y valores 102; 252; 256
Spitz R.A., 203, 204, 205 Yalom l.D., 359 Coacción a repetir 88; 256-257 - y teorías psicológicas 161-166
Stahelski A., 261 Compartimentalización 267 Inconsciente:
Stoller R., 281, 282 Zubin j., 193, 198 Consciente 28; 227-234 - definición, contenidos, leyes,
Consistencias defensivas 158 formación 28-41
Contenido y estructura 63; 110; - emotivo 89-91
131-132; 137-138 - cognoscitivo 91-95
Culpa 180-183 - y responsabilidad 223-249

390 391
Ama.deo Cencini y Alessandro Manenti

Inconsistencia Problemas:
- definición 149-1559 - aparentes y reales 335-336 ÍNDICE GENERAL
- ventajas de la 237 - 4 tipos de 155-158
- y percepción 200-201 - 3 dimensiones 161-168
- centralidad 75-76; 152; 158-160 - modos de afrontarlos 262-269
- niveles 152; 158-160 Psicodinámica 36; 42-43
- jerarquía 156 Psicogenética 374
- signos 149; 244-246 Racionalidad 22-24; 113-114 Presentación V
- elemento dinámico y directivo Rasgos 82
Introducción VII
de la 286-288 Realismo crítico 91-93; 361-366
- modos de afrontarlos 262-269 Reduccionismo:
Integración: - dinámica del 19-25 PARTE PRIMERA- NUESTRO SER INTRAPSIQLJICO
- de los niveles de la vida psíquica - en psicología 121-126
13-22 - y en respuesta religiosa 126-129 Capítulo primero
- de los niveles de conciencia 41-43
- del límite 177-183
- y teorías psicológicas 161-166
- y problemas del mal 177-183
Los TRES NIVELES DE LA VIDA PSIQUICA 3
- de las teorías 161-166 Represión 39-41; 161; 336-337; 1. Descripción de los niveles 4
Intención 235-237 366-369 a. Nivel psíco-fisiológico 4
Intención paradójica 262 Resistencia a crecer 37; 263; 299-301; b. Nivel psíco-social 5
Libertad: 17; 19; 21; 28; 38 319-321
- grados de 163-166; 382 Ritualismo compensatorio 267 c. Nivel racional-espiritual 6
Límite 177-183 Roles 369-371 ,. 2. Integración jerárquica de los niveles 13
Madurez psicológica y social 308-309 Semenza opuesta 210-211 a. Equilibrio externo e interno: el principio de totalidad 14
Mecanismos auroengañadores 259-262 Sexualidad 277-278
b. Niveles de definición de sí 18
Mecanismos procecrores y de control Simbolismo 270-276
294-295 Súnbo!O'I de inmon:alidad 105; 127;178 c. ¿Primado de la razón? 23
Memoria 52-55; 89-95; 248-249 Síntoma:
Método longitudinal y uansversal 377 - nacimiento del 374 Capítulo segundo
Motivación 223-231; 348-363 - factores para 379-382 Los TRES NIVELES DE CONCIENCIA 27
Neutralidad psicológica 119-122 - y eventos traumáticos 380-381
Niveles de la vida psíquica 3-25 - síntoma sustituto 286-288 l. Definiciones 28
- e inconsistencia 146-147 - ventajas secundarias 262; 297-298 2. Contenidos del inconsciente 35
- y estima de sí 177-183 Sistema de convicciones 198 3. Leyes del inconsciente 36
Opinión 81 Subconsciente (cfr. inconsciente)
Subjetivismo 113-119
4. Cómo se forma el inconsciente 39
Percepción 47; 80-81; 114-115;
146-148; 187-221; 268 Tensión 68; 146; 174-177; 366-371 5. Integración de los tres niveles 41
- definición 48; 187.189 Totalídad, principio de 14-22; 146;
- acentuación perceptiva 190-191 Valoración 48; 50 Capítulo tercero
- discriminación sin conocimiento Valores: %-129; 160 Los PROCESOS DE LA DECISION: DESEO EMOTIVO
- disposición preparatoria 195-1% - libres y objetivos 142-143 Y DESEO RACIONAL
- dependencia perceptiva 197 - y normas 99
45
- umbral de reconocimiento 192 - y percepción social 214-219 ., l. El deseo emotivo 48
Preconsciente (cfr. inconsciente) - tipos de 99-101 2. El deseo racional 50
Prejuicios 211-212; 267 174-176 3. Variables intermedias 52

392 393
Amada! Cencini y Alessandro Mmmti ÍNDICE GENERAL

4. Conflicto entre tendencias apetitivas 59 Conclusión 169


LA ESTIMA DESI MISMO 169
Capítulo cuarto l. Concocimiento objetivo de sí 170
Los CONTENIDOS DEL Yo 63 2. Capacidad de apreciar los que se es (yo actual) 172
l. Las necesidades 64 3. Sana tensión hacia el bien (yo ideal) 174
a. Definición 64 4. La integración de lo negativo presente
b. Tipos de necesidades 68 en la propia vida 177
c. Experiencia de las necesidades 75
2. Las actitudes 77
82 PARTE SEGUND\ - MODALIDADE S DE FUNCIONAMIENTO
3. Funciones de las actitudes
4. Formación de las actitudes 89
Capítulo primero
5. Los valores 96
LA PERCEPCION 187
6. Búsqueda de los valores 104
l. Naturaleza de la percepción 187
a. Tendencia y necesidad 105
2. Factores personales y sociales que influyen en la
b. El riesgo del subjetivismo 113 percepción 189
c. La objetividad de los valores 116 a. Características del objeto percibido 190
d. Libertad en relación con los valores 118 b. Factores personales y percepción 196
e. El rol de la psicología 119 c. Factores sociales y percepción 202
f. La fuente religiosa 127 d. Diferencias culturales 206
3. Percepción social 207
Capítulo quinto a. Algunos procesos en la percepción de las personas 208
LAS ESTRUCTURAS DEL YO 131
b. Fuentes de error 211
l. Descripción del yo 133
c. Percepción de los demás y su cambio 213
2. Yo actual y yo ideal 138
4. Conclusión 219
3. Identidad del yo 141
a. Crisis y dispersión de identidad 143 Capítulo segundo
b. Identidad y comportamiento 145 ACTO CONSCIENTF, ACTO DELIBERADO
4. Consistencias e inconsistencias 146 Y ESTADO INCONSCIENTE 223
a. Definición 149 l. La zona de penumbra - 224
b. Natura;eza de las inconsistencias 151 2. Definiciones 227
c. Tipos de inconsistencias 154 3. Toda acción está dirigida por el yo 232
d. Niveles de inconsistencias 156 4. Intención consciente e inconsciente 233
e. Grado de centralidad de las inconsistencias 158 5. Significado de la intención 235
5. Las aportaciones de las teorías 161 6. Conciencia no deliberada 237

394 395
Amadm Oncmi y Alessandro Manmti ÍNDICE GENERAL

7. La intención consciente no representa toda


la experiencia 241 Capítulo quinto
EL APRENDIZAJE DE LAS MOTIVACIONES 395
8. Reacción comportamental al problema inconsciente 244
1. El concepto de motivación 348
Capítulo tercero 2. Complacencia 350
LAS ESTRATEGIAS DEL INCONSCIENTE 251 3. Identificación 351
l. Inconsciente e ideales vulnerables 251 a. Identificación y complacencia 352
2. Inconsciente e ideales irrealistas 254 b. Ambivalencia de la identificación 354
3. Inconsciente y pseudo-valores 256 c. Dos tipos de identificación 356
4. El círculo vicioso de las falsas expectativas 258 4. lnternalización 361
5. Inconsciente y mecanismos auto-engañadores 259 5. Estilo internalizante 363
6. Afrontar las inconsistencias 262 a. Realismo de expectativas 363
a. Modos para mantener la inconsistencia 267 ., b. Tensión de renuncia 366
b. Modos para reducir la inconsistencia 268 c. Ejercicio de los roles 369
7. Inconsciente y simbolismo 270
8. Simbolismo y sexualidad 277 Conclusión
ENTRE PRESENTE Y PASADO 373
a. Significados simbólicos 279
1. El raciocinio causal 374
b. Sexo y existencia 284
2. El sentido de la comprensión psicológica 378
c. Problemas sexuales 286
3. Libertad y determinismo 382
Capítulo cuarto
ÍNDICE DE TABLAS
Los MECANISMOS DE DEFENSA 289
Tabla I: Ventana de Johari 41
l. La estima de sí 289
Tabla II: Deseo emotivo y racional 47
2. Naturaleza y características de los mecanismos de
defensa 292 Tabla 111: Definiciones de necesidades 47
3. Jerarquía de las defensas 301 Tabla IV: Componentes de la identidad 141
4. Definición de los mecanismos de defensa 309 Tabla V: Compendio de la primera parte 167
a. Rechazo de la realidad - Problemas de comportamiento 309 Tabla VI: Consciente e inconsciente 230
b. Transformación de la realidad - Problemas de imagen 323 Tabla VII: Diversos grados de responsabilidad 247
c. Reinterpretación de la realidad - Problemas de autoestima 329 Tabla VIII: Modos de afrontar las inconsistencias 265
d. Realidad aceptada - Capacidad creativa Tabla IX: Defensas y mecanismos protectores de control 296
(mecanismos protectores de control) 337 Tabla X: Elenco de los mecanismos de defensa 310
e. A propósito de la sublimación 339 Tabla XI: Necesidades neutrales y disonantes 358
Tabla XII: Complacencia, identificación, internalización 364
Tabla XIII: El proceso internalizante y no internalizante 372

396 397
Amada, Cencini y Alessandro Manenti

Se terminó de imprimir en los talleres de


Publicaciones Paulinas, S.A. de CV
Boulevard Capri 98, Col. Lomas Estrella, 09890
México, D.f febrero 200 1 - Tiro 3,000 ejems.

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