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PSICOTERAPIA COGNITIVO-CONDUCTUAL I

TRABAJO GRUPAL DE INVESTIGACIÓN TEÓRICO

¿Cuáles serían las atenciones que debe tener el psicólogo para superar un
quiebre en la alianza terapéutica?

Alumnos:

July Lucano R.

Michael Donoso S.

Docente: Fernanda Bruhn Bauza


Santiago, 26 de dic. de 2018.
Psicoterapia Cognitivo-Conductual I

CONTENIDOS.

CONTENIDOS 2

INTRODUCCIÓN 3

DESARROLLO 4

I.- Terapia cognitivo conductual 4

II.- Alianza terapéutica 4

2.1.- Definición 5

III.- Alianza terapéutica y la terapia cognitivo conductual 5

3.1.- Interacción entre psicoanalista y paciente en el desarrollo de la


6
alianza

El psicoanalista en la alianza 6

El paciente en la alianza 7

IV.- Entender el quiebre en la alianza terapéutica 7

4.1.- Rupturas 9

Rupturas por Distanciamiento 9

Rupturas por Confrontación 10

V.- Intervenciones 10

CONCLUSIÓN 15

REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS 17

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Psicoterapia Cognitivo-Conductual I

INTRODUCCIÓN.

En la terapia cognitivo-conductual, uno de los factores más importantes, es la relación que


establece el psicólogo con el paciente. Por lo que, las características particulares de la
persona del terapeuta y el tipo de vínculo que establece son responsables de la línea o el
hilo que toma el desarrollo de una psicoterapia, el psicólogo debe tener las experiencias y
habilidades para utilizarlas, tratando de no generar obstáculos en esta relación.

Toda alianza terapéutica implica de manera habitual e inevitable que se formen rupturas,
una de las principales habilidades se forma en el manejo que realiza el psicólogo en la
terapia cuando hay algún proceso, como por ejemplo de negación.

Esta ruptura en la alianza es un desajuste en la relación de colaboración entre psicólogo y


paciente, aparece por la falta de colaboración en tareas, objetivos, o de una tensión en la
alianza.

Diversas investigaciones han determinado a lo largo del tiempo, que el éxito de los
resultados en una psicoterapia esta precedido por la alianza terapéutica, lo que concierne
con la visión que los terapeutas presenten ciertas habilidades como la empatía, la
congruencia, y una mayor aceptación de sus pacientes, son más capaces de negociar las
tareas y objetivos de ésta; y logran desarrollar un mayor vínculo terapéutico (Watson &
Geller, 2005, citado en Gómez, 2010).

Por lo tanto, lo que motiva el desarrollo este trabajo, es que se pretende explorar lo
fundamental que resulta en la psicoterapia cognitivo-conductual formar una alianza
terapéutica, donde la tarea del psicólogo se centra en la calidad de las emociones en
conjunto con el vínculo con el paciente, en cómo se relacionan de manera positiva para los
dos psicólogo y paciente.

Con el desarrollo de este trabajo, se dará respuesta a la siguiente pregunta de investigación:


¿Cuáles serían las atenciones que debe tener el psicólogo para superar un quiebre en la
alianza terapéutica?

Para lograrlo, se realizó una revisión bibliográfica basada en las implicancias que llevan a
las rupturas en la alianza terapéutica en el marco de un proceso de terapia cognitivo-
conductual, y las formas que el psicólogo busca para dar solución a estas.
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Psicoterapia Cognitivo-Conductual I

DESARROLLO.

I.- La Terapia Cognitivo Conductual.

Revisando la “Revista de Terapia Cognitiva Conductual”, nos fijamos que nombra a los
autores Albert Ellis y Aaron Beck, como los representantes de esta terapia, en lo que a
clínica se refiere, sus modelos fueron denominados “Terapia Racional Emotiva
Conductual” y “Terapia Cognitiva”, respectivamente.

Para Ruiz, A. (1984) la Terapia de Cognitivo Conductual se unía fuertemente a los


principios y teorías del aprendizaje; una larga evolución se ha dado en esta disciplina,
habiéndose prolongado un basamento teórico más allá de las teorías del condicionamiento,
para luego pasar a considerar en la explicación del comportamiento humano, los factores y
modelos provenientes de otros ámbitos de la psicología.

La terapia Cognitiva-Conductual está basada en la interrelación de los pensamientos, las


acciones y los sentimientos. Para trabajar con los sentimientos de la depresión, este modelo
plantea la importancia de identificar cuáles son los pensamientos y acciones que influyen
en el estado de ánimo para aprender a tener un mayor control sobre los sentimientos
(Rossello, J. y Bernal, G. 2007, p. 4.)

La terapia Cognitiva-Conductual tiene como principio fundamental la resolución de los


problemas, presentes o actuales, y con esto tratar de disminuir los factores síntomas
mediante las intervenciones de cogniciones para poder modificar comportamientos.

Las emociones y conductas provienen en mayor medida, de pensamientos, es por ello por lo
que estas técnicas Cognitivo-Conductuales provocan cambios en la manera de sentir, actuar
y pensar.

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Psicoterapia Cognitivo-Conductual I

II.- Alianza terapéutica.

Safran, J. y Muran, J. (2000) afirman que el éxito de una terapia depende de la calidad del
vínculo entre terapeuta y paciente, donde el psicólogo y el paciente forman parte de una
formación relacional que no pueden observar, donde el paso para llegar a entender y poder
descubrir esta configuración, es un mecanismo central para el cambio". (p. 2). Señalan
también que los casos con poco éxito forman un proceso interpersonal negativo respecto a
los casos con mayor éxito, y que estos procesos negativos, así como las rupturas, son
inevitables en la terapia, pero sin embargo un psicólogo cognitivo-conductual bien
experimentado, logra atender de manera eficiente este tipo de procesos negativos y reparar
las rupturas de la alianza terapéutica.

2.1.- Definición.

Bordin en 1979, nombra a la alianza terapéutica como un elemento relacional de carácter


activo de todas las relaciones que pretenden inducir un cambio.

El vínculo se compone de una compleja red de nexos personales positivos entre paciente y
psicólogo, cuya calidad determina la inflexión emocional que el paciente tiene del terapeuta
y que incluye aspectos como la empatía, la confianza y aceptación.

Un acuerdo entre paciente y psicologo sobre los objetivos de la psicoterapia.

También un acuerdo entre paciente y psicologo respecto a tareas y actividades a realizar,


relacionadas con la psicoterapia que se esté llevando a cabo, lo que ayuda la puesta en
marcha de las técnicas y estrategias psicoterapéuticas.

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Psicoterapia Cognitivo-Conductual I

III.- Alianza terapéutica y la terapia cognitivo conductual.

En 1994, Safran, J. y Seagal, Z. nombran que una relación terapéutica buena es necesaria
para lograr un buen resultado, formando relaciones cooperativas con pacientes.

Indican además que, en esta evaluación del paciente primeramente se deben formar
hipótesis terapéuticas (hipótesis diagnostica), donde el psicólogo debe ser capaz de
controlar sus sentimientos y acciones en terapia. En segundo lugar, se debe encontrar una
forma de evitar dicha interacción, para no entrar en una relación disfuncional y así evitar
convertirse en otra persona más del entorno del paciente, lo que confirmaría su esquema
interpersonal disfuncional.

La metacomunicación es una forma de sustraerse del influjo interpersonal y meta-


comunicarse con el paciente.

La metacomunicación distingue dos etapas: enganche y desenganche.

En la etapa de enganche, la conducta del paciente impulsa al terapeuta hacia una gama
estrecha y restringida de respuestas que lo condicen hacia una posición confirmadora y no
cuestionable. En cambio, en la etapa de desenganche, la tarea del terapeuta consiste en
advertir y tratar de catalogar lo que ocasiona el influjo del paciente, advirtiendo sucesos
recurrentes que manifiesta el paciente. Safran, J. y Seagal, Z. (1994).

3.1.- Interacción entre psicólogo y paciente en el desarrollo de la


Alianza.

La relación terapéutica es resultado del encuentro entre el psicólogo y paciente, y está


influida por las características e historia personal de ambos. De esta forma identifican
actitudes o características de los psicologos y de los pacientes que ayudan a establecer una
alianza terapéutica. Corbella, S. y Botella, l. (2003).

La empatía del terapeuta es una de las cualidades más importantes para establecer una
buena alianza terapéutica, mientras que una mala o baja valoración perjudica dicha alianza.
Sin embargo, el nivel de experiencia del psicoterapeuta logra incidir en esta baja, pero no
de manera significativa. MallincKrodt y Nelson (1991) citados por Corbella, S. y Botella, l.

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(2003), comentan que la formación de los terapeutas influye de manera positiva en el


establecimiento de esta alianza terapéutica.

Por un lado, encontraron que las representaciones internas de las relaciones pasadas del
terapeuta repercuten en la calidad de la alianza terapéutica con algunos pacientes, pero, por
otro lado, las habilidades sociales del terapeuta inciden positivamente en la alianza
terapéutica. Henry y Strupp (1994).

Los psicólogos que quiebran la alianza se caracterizan por ser personas ansiosas, tendiendo
a responder con menor empatía. Los pacientes a los que les cuesta establecer una buena
relación con el psicólogo se pueden beneficiar más de técnicas específicas, sin embargo, los
que han logrado establecer una buena alianza con el psicologo, se pueden enriquecer de
intervenciones más exploratorias.

Corbella, S. y Botella, l. (2003) comentan que los eventos estresantes, las relaciones
sociales y familiares del cliente, expectativas relaciones, la motivación y las actitudes
tienen cambios muy significativos en la alianza. Las personas con una riqueza importante
en sus relaciones interpersonales tienen más probabilidad de crear una mejor alianza
terapéutica.

Otra situación o aspecto que influye en esto es la actitud defensiva, la hostilidad, la pereza o
la desgana y la dominancia del paciente, dificultan formar una buena relación de trabajo
terapéutico, por lo cual, estos pacientes necesitaran más sesiones para conseguir un clima
de confianza, y formar una buena relación y alianza terapéutica con el psicoanalista. Esta
confianza se logra con un estilo terapéutico que facilite el ritmo del establecimiento de la
alianza.

Se ha hallado también, una incidencia entre las expectativas y la perspectiva del psicólogo
con respecto al paciente, en la creación de la alianza terapéutica. También, logran influir de
forma significativa en la alianza, paciente y los valores del terapeuta.

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IV.- Entender el quiebre en la alianza terapéutica

Safran & Muran señalan, que una ruptura en la alianza se define como una tensión o un
desajuste en la relación colaborativa entre el paciente y el terapeuta, esta ruptura implica
que se forme un deterioro en la colaboración, desde quiebres menores, en el que uno o
ambos están remotamente conscientes de esto, hasta deterioros mayores en el
entendimiento y la comunicación.

La ruptura se puede dar de tres maneras: Primero por desacuerdos acerca de los objetivos
de la terapia, segundo por desacuerdo acerca de las tareas de la terapia, tercero por
tensiones en el lazo entre el paciente y el terapeuta como, por ejemplo, cuando el paciente
se siente que está siendo mal interpretado por el terapeuta. Safran y Muran, (2000).

Distinguen diferentes factores que influyen en las rupturas de alianza terapéutica.

La esperanza y desesperanza, el equilibrio entre esperanza y desesperanza el paciente pone


toda su confianza en la relación y la habilidad del psicólogo.

Si el equilibrio falla, se debe al proceso de cultivar la esperanza, para esto se necesita que el
paciente comunique su desesperación al psicólogo, luego el psicólogo debe animar a la
expresión de la desesperanza y la rabia en el momento oportuno de la terapia.

La resistencia intrapsíquica, es la respuesta del yo para no ser sobrepasado por la presencia


de un peligro. Se debe a actitudes del terapeuta, ya sean por juicios negativos, tanto
conscientes como inconscientes. La técnica para contrarrestar esto es la exploración y el
entendimiento de esa percepción del peligro.

Los deseos y responsabilidades, es posible que el paciente se oponga a los deseos del
terapeuta de la misma forma que se lo hacía con sus padres o cuidadores, lo que se expresa
a través de la resistencia que debe ser cultivada, debido a que aporta la semilla de un deseo
saludable. Safran y Muran, (2000).

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Psicoterapia Cognitivo-Conductual I

El psicólogo tiene el deber de ayudar al paciente a experimentar la responsabilidad por sus


propias acciones, ayudando a observar sus propios actos y sentimientos en la relación
terapéutica.

Necesidad y demandas agresivas, la necesidad es definida como la expresión de un deseo,


la demanda agresiva, consiste en la respuesta del self a las expectativas de abandono y
haciendo que los demás la experimenten como demandante, restrictiva e imposible de
satisfacer. Safran y Muran, (2000).

La ruptura se da cuando el psicólogo pretende responder a estas demandas agresivas, no


posibles de satisfacer, las que provocan frustración y resentimiento, debido al fallo del
paciente para apreciar sus esfuerzos. La solución a esto es tratar de entender de forma
empática los sentimientos de los pacientes y dar cuenta de las situaciones en las que se da
cabida a estas demandas con rabia y frustración.

Sobreviviendo y conteniendo, en este caso el psicólogo debe sobrellevar la rabia destructiva


del paciente, y mostrar una voluntad firme frente a este. Ya que hay situaciones donde al
demostrar una respuesta dura, el psicólogo puede ayudar al paciente a verlo como una
persona que está luchando con sus sentimientos conflictivos, esto puede terminar siendo un
modelo útil para el paciente.

El psicólogo y el paciente están actuando consecutivamente a niveles afectivos


inconscientes, es la experiencia del terapeuta quien logra contener los sentimientos
intolerables del paciente, de forma de que estos sean tolerables y no catastróficos. La
contención implica clarificaciones verbales de lo que le pasa al paciente.

4.1. Rupturas.

Podemos encontrar dos tipos de rupturas: por distanciamiento y por confrontación.

Rupturas por distanciamiento, son cuando el paciente se distancia o desconecta


parcialmente del psicólogo, y de sus propias emociones, o de algunos aspectos del proceso
terapéutico. Se puede observar una situación en las que el paciente presenta dificultades
para expresar sus preocupaciones o necesidades sobre la relación; Un ejemplo es el

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paciente que muestra sus preocupaciones atenuándolas o indirectamente, y/o se adapta a los
deseos del terapeuta, que el terapeuta tiene problemas para reconocer dicha adaptación.

En la ruptura por confrontación, el paciente expresa resentimiento u enojo, como


insatisfacción en relación con el terapeuta, o bien en relación con aspectos de la terapia,
como, por ejemplo, cuando un paciente que ha tenido mucho tiempo un deseo de apoyo no
cubierto, o de ser cuidado, y que demuestra una tendencia de ver al psicólogo como una
persona que lo decepcionará.

“Las rupturas por distanciamiento y las rupturas por confrontación, nos muestran
diferentes formas de enfrentar la tensión entre las necesidades dialécticamente opuestas de
individualizarse y relacionarse (Baillargeon et al. 2012)”.

Cuando una ruptura por confrontación ocurre, puede ser difícil -sino imposible- para el
terapeuta evitar la respuesta defensiva a las demandas o criticismo del paciente; por lo
tanto, el paciente recibe la respuesta esperada del otro. A su vez, suele ocurrir que las
interpretaciones del terapeuta conlleven sutilmente mensajes de culpa y desprecio hacia sus
pacientes; o bien, esas interpretaciones se vuelven comunicaciones complejas que
transmiten simultáneamente mensajes de ayuda y de criticismo. (Salgan, M. 2015, p.159).

V.- Intervenciones.

Durante la psicoterapia se presentan estadios, que pueden ayudar al terapeuta a desarrollar


su reconocimiento de la manera de relacionarse el paciente y facilitar las intervenciones, en
las rupturas de la alianza terapéutica. (Safran, J. y Muran, J. 2000).

Generalmente, las rupturas en la alianza ocurren cuando las acciones del terapeuta
confirman la estructura cognitiva disfuncional del paciente. Una ruptura crea una situación
única que permite la exploración de expectativas, creencias, emociones y procesos de
evaluación que juegan un rol central en las relaciones interpersonales disfuncionales del
paciente. (Salgan, M. 2015, p. 159-160).

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Harper (1989), clasifica las rupturas en dos subtipos: por retirada y por confrontación, las
que representan la manera que tienen los pacientes de controlar la tensión entre sus
necesidades contrapuestas de alejamiento y cercanía. En las rupturas por retirada el
paciente se aleja del terapeuta, de sus emociones o de algún aspecto del proceso
terapéutico. Por otro lado, en las rupturas por confrontación el paciente expresa
directamente su insatisfacción hacia el psicólogo. A lo largo del proceso y tratamiento
pueden surgir ambos tipos de rupturas en un mismo paciente y en distintos momentos de la
terapia.

Safran, J. y Muran, J. (2000), nos muestran los siguientes modelos de resolución de


rupturas:

Modelo de resolución de rupturas por retirada

El cual nos muestra cinco pasos:

Marcadores de rupturas por retirada, consiste en una respuesta del paciente cuando piensa
que el terapeuta no atiende a su deseo, se genera cuando el psicólogo se ve enfrascado en el
seno relacional del paciente y no reacciona ante el comportamiento pasivo o sumiso de éste.

Desembarazándose, se genera cuando el terapeuta se da cuenta del momento crítico en que


está la terapia, su trabajo es no atender a su participación y dedicarse a explorar los
sentimientos que el paciente está evitando, dirigiendo su atención al aquí y ahora de la
relación terapéutica.

La aserción cualificada, en este momento el paciente empieza a expresar pensamientos y


sentimientos asociados con la ruptura, y a manifestar deseos que son auto-asertivos, el
terapeuta debe ser empático, curioso y no crítico con los sentimientos negativos.

La evitación, se refiere a la exploración de los procesos internos del paciente y de las


operaciones defensivas que interfieren o interrumpen la expresión de sentimientos y
pensamientos asociados con la ruptura.

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Auto-aserción, se refiere a la expresión de deseos y necesidades subyacentes, donde es el


paciente responsable de ellos, es importante que el terapeuta responda de forma empática,
dando repuestas asertivas al paciente.

Modelo de resolución de rupturas por confrontación

Las rupturas provocan sentimientos de enfado e impotencia en los psicólogos, a la vez


despiertan su agresividad, por lo tanto, su tarea es la de reconocer sus propios sentimientos
cuando se sienten objetos de la agresión de sus pacientes, y al mismo tiempo, demuestran
un fuerte deseo de estar con el paciente y trabajar para entender qué está pasando entre
ellos.

Los marcadores de la confrontación, en donde las rupturas por confrontación empiezan con
una variación de las respuestas habituales del paciente, como ejemplo, se siente
abandonado y responde agresivamente, esto causa que el terapeuta responda de manera
defensiva o crítica, provocando la "profecía autocumplida" por parte del paciente. (Safran,
J. y Muran, J. 2000)

El desembarazarse, es cuando ante esta ruptura la prioridad del psicologo es explorar la


base interactiva, para ello es necesario desembarazarse de la hostilidad del paciente, meta-
comunicando la lucha que hay entre ellos; Dada la hostilidad del paciente, el proceso de
desembarazarse y sobrevivir a sus agresiones será el tema central en la terapia durante un
largo período. La metacomunicación ayuda al paciente a reconocer sus sentimientos
negativos hacia el terapeuta, además le ayuda a distanciarse para verificar sus acciones. Es
importante también hay que enfocarse en la interacción más que en interpretar los procesos
intrapsíquicos.

La exploración de los procesos internos, en este estadio, el psicólogo debe ayudar al


paciente a expresar sus críticas respecto a la interacción, que están asociadas con
sentimientos de rabia, enfado o decepción. El terapeuta debe ser consciente de su influencia
en la interacción, y animar al paciente a criticar esta influencia, lo que ayudara a los
pacientes a comprender mejor sus sentimientos y además constituye el final del proceso de
resolución, en algunos casos, hay que pasar al siguiente estadio.

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La evitación de la agresión, se refiere a que Incluso los pacientes que expresan su hostilidad
más abiertamente tienen momentos ansiosos o culpa respecto a su expresión de la
agresividad y lo intentan reparar. Esto brinda la oportunidad al terapeuta de explorar el
funcionamiento normal del paciente.

La vulnerabilidad, los sentimientos de este tipo (vulnerabilidad), pueden tardar mucho


tiempo en aparecer, es necesario que el paciente llegue a confiar en el terapeuta para
compartir su tristeza, su desesperación, y no sentirse tan aislado y es importante que el
terapeuta responda a estos sentimientos de vulnerabilidad de una forma empática y
valorativa, sin considerarlos infantiles, sino demandas humanas de contención y cercanía.
En algunos casos es importante que el terapeuta gratifique directamente los deseos del
paciente.

Aspland et al. (2008) citados por Salgan, M. (2015), proponen un modelo de intervención
que indica que, ante un marcador de ruptura: el terapeuta revisa de inmediato un patrón o
problema que está surgiendo y que obstaculiza el progreso, dependiendo a esto el terapeuta
cambia el abordaje a fin de ubicar la falla empática prestando atención a la experiencia del
paciente a través de resumir, explorar y validar. Posteriormente reestablece la relación
colaborativa incentivando la participación del paciente. Luego, por un lado, negocia tareas
y por el otro, comienza a crear conexiones, y a identificar mayores patrones de interacción
que pueden ser oportunos para la formulación de los problemas del paciente. Como
resultado de este proceso el paciente y el terapeuta persiguen de manera colaborativa las
mismas tareas terapéuticas.

Swank, L. (2010) citado por Salgal, M. (2015), desarrolló un modelo empírico-racional de


resolución de rupturas, que se conforma de la siguiente manera:

El terapeuta señala la posible ruptura, y trae su inquietud en relación con esto. Seguido de
este paso, el terapeuta le permite al paciente explorar su respuesta emocional relacionada la
ruptura. Si es necesario, el terapeuta hace un sondeo para facilitar la exploración de
emociones durante esta tarea. Una vez que el terapeuta llega a comprender mejor la ruptura,
muestra preocupación personal por las emociones difíciles que el paciente experimenta a
raíz del evento entonces el terapeuta también expresa remordimiento por la parte o el papel

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que él jugó en la ruptura. También pueden existir momentos en que sea apropiado trabajar
sobre las preocupaciones del paciente relacionadas con la ruptura. Finalmente, el terapeuta
agradecerá al paciente por la apertura, normalizará la ruptura, y juntos planearán como
manejar futuros eventos.

Mitchell et al. (2011) citados por Segal, proponen un conjunto de intervenciones posibles
dependiendo cada caso, donde se trata de aclarar el malentendido, cambiar tareas u
objetivos, ilustrar las tareas o describir los fundamentos del tratamiento, invitar al paciente
a discutir pensamientos o sentimientos con respecto al terapeuta o a algunos aspectos de la
terapia.

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CONCLUSIÓN.

Como hemos podido apreciar en el presente análisis, las habilidades y características


personales del terapeuta son de gran relevancia en el establecimiento de una buena alianza
terapéutica. Debido a ello, el enfoque cognitivo muestra gran preocupación por el
establecimiento de una relación, en donde la aceptación, la empatía y la autenticidad sean
aspectos fundamentales dentro de las características del terapeuta; y en una interacción
terapéutica, basada en la confianza, el rapport y la colaboración.

En la terapia cognitiva, la relación es conducida tanto por el terapeuta como por el paciente,
y el vínculo, es el vehículo para llegar a las metas propuestas. Dentro de las
responsabilidades que conllevan ser un agente de salud mental, se encuentran el cuidado del
terapeuta, tanto para su quehacer profesional como para la prevención de su salud. El
terapeuta no es un observador ni un conductor neutral del proceso, por lo que su persona
está involucrada en el vínculo y en la dirección del cambio, debido a ésto todo
entrenamiento del rol profesional debe incluir un trabajo sobre la persona del terapeuta en
relación con el paciente que busca ayudar.

El paciente y el terapeuta conforman un equipo de trabajo, por lo que una buena relación
supone lograr un equilibrio óptimo entre la contención del paciente y el estímulo para
promover cambios, enfrentar las situaciones difíciles, y reorganizar la experiencia hacia un
mayor equilibrio psíquico y emocional. Los procesos en los que se construye la alianza
terapéutica juegan un papel importante en el desarrollo del proceso psicoterapéutico y en
los resultados de la psicoterapia, ya que a partir de este enfoque lo primordial es la calidad
de vínculo que se construye para generar salud y estabilidad mental. Otro de los hallazgos
que se pudo observar, fue el lugar que ocupa la empatía dentro de la relación terapéutica,
siendo una de las principales características que debe presentar el terapeuta, un elemento
central en el establecimiento de una alianza terapéutica positiva. Lo anterior, es avalado por
diversos estudios que revelan que tanto terapeutas como pacientes, consideran la empatía
como una característica valiosa en la relación terapéutica para que no ocurra un quiebre, la
que incluiría aspectos como la credibilidad, persuasión, comprensión, calidez, cuidado y
apoyo.

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Nos damos cuenta de que un buen manejo de estas herramientas, según lo que proponen
distintos autores sobre la resolución de quiebres en la alianza terapéutica, además de las
capacidades de adaptarlas a cada situación clínica, puede incrementar los resultados
positivos de los tratamientos a corto y largo plazo.

Finalmente, es tarea del profesional desarrollar una actitud terapéutica y una disposición a
ser respetuoso, amable y cuidadoso, para lograr sintonizar con los logros y avances del
paciente, y no solamente considerando sus problemas y debilidades, sino que el terapeuta
debe considerar las prácticas de autoconocimiento y de metacomunicación para que los
procesos de quiebre sean resignificados, aportando a la comprensión de una vida en la que
el sujeto es el protagonista de su transformación a partir del acompañamiento del terapeuta
quien promueve la identificación de un lenguaje propositivo y resiliente.

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REFERENCIAS BIBLIOGRÁFICAS.

Corbella, S. y Botella, L. (2003). La alianza terapéutica: historia, investigación y


evaluación. Revista anales de psicología, vol. 19, 205-221

Gómez, B. (2010). La relación terapéutica en Terapia Cognitiva. Visitado en:


http://www.psiquiatria.com/enlaces/652

Reyes, C. (2010). Guía Razonada para el uso del formato APA. Santiago: Universidad
UNIACC.

Rossello, J. y Bernal, G. (2007). Manual de tratamiento para la terapia cognitiva-conductual


de la depresión. Universitario de Servicios y Estudios Psicológicos Universidad de Puerto
Rico,

Ruiz, A.; Díaz, M. y Villalobos, A. (1984) Manual de Técnicas de Intervención Cognitivo


Conductuales. uned

Safran, J. y Muran, j. (2000) La alianza terapéutica una guía para el tratamiento


relacional. Estados Unidos. Biblioteca de psicología-DESCLÉE DE BRUWER

Salgado, M. (2015). Resolución de rupturas en la alianza terapéutica. Una revisión


bibliográfica. Facultad de Psicología - Universidad de Buenos Aires, Buenos Aires.

Safran, J. y Seagal, Z. (1194). El proceso interpersonal en la terapia cognitiva. Barcelona –


España: Editorial Paidos.

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