Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
CONSEJERO
DIPLOMADO EN ADMINISTRACION PASTORAL
INTRODUCCION
Este módulo NO trata del orientador profesional, sino del pastor, quien por
naturaleza de su vocación tiene que ser un consejero, aunque no haya recibido
para ello el entrenamiento especializado de un sicólogo o de un siquiatra.
Entendemos aquí por consejo pastoral una relación personal en la que el consejero
ayuda al aconsejado a detectar y definir el problema verdadero –o a verlo desde
otro punto de vista-, para que, con apego a la ética cristiana, escoja la mejor
solución.
Hace muchos años un pastor confesó que él prefería aconsejar desde el púlpito,
pero no privado. Lo que en realidad estaba diciendo era que no se sentía
competente para dar orientación en el nivel personal. Esta no es una dificultad
invencible, especialmente en el caso del que ha sido llamado por Él Señor al
ministerio pastoral. Dios da la capacidad necesaria para el cumplimiento de la
tarea que Él mismo ha asignado. El pastor que lo es por vocación divina, ha
recibido talentos y dones que debe ejercitar para la gloria del Señor y el bien de
su pueblo. El siervo de Dios que ha sido llamado por el Príncipe de los pastores a
cuidar de un rebaño, muestra ciertas cualidades que pertenecen a una
personalidad pastoral.
1
LAS OPORTUNIDADES DEL PASTOR COMO CONSEJERO
2
OPORTUNIDADES EN EL HOGAR
OPORTUNIDADES EN LA COMUNIDAD
3
Pero aun cuando no sea invitado a instituciones
públicas, o no tenga acceso a los medios de
comunicación masiva, el pastor tiene que dar
alguna orientación en su iglesia y en sus visitas
pastorales, sobre los problemas que aquejan a la
sociedad en general y, en cierta medida, a la
comunidad evangélica en particular. No es un
secreto que especialmente en nuestras grandes
ciudades latinoamericanas hay jóvenes que no
obstante su relación con la comunidad evangélica han caído en el alcoholismo, en
el uso de las drogas alucinantes, y en otras prácticas viciosas. Para hacer frente
a este problema no basta con afirmar que el hecho de que una persona haya nacido
en un hogar evangélico, o se haya asociado por un tiempo con los evangélicos, no
significa que él o ella sea miembro de la familia de Dios por medio del nuevo
nacimiento.
El pastor tiene ciertas ventajas que los orientadores profesionales no poseen. Está
disponible la mayor parte del tiempo, no cobra por las consultas, y merece el
respeto de su gente por la posición que ocupa en la iglesia y más que todo por su
vocación pastoral. Esta vocación lo reviste de especial dignidad ante sus feligreses
y en no pocos casos ante la comunidad civil.
4
Por otra parte, es innegable que precisamente por
la posición que ocupa, algunas personas, en
ciertas iglesias evangélicas, se sienten cohibidas,
sin libertad para confiar al pastor sus problemas
personales. Se resisten a que él sepa lo que les
está sucediendo; se sienten avergonzados
delante de él; temen que las juzgue con
demasiada severidad, o que use el caso como
ilustración en sus sermones, o que lo lleve al
cuerpo directivo de la iglesia y se tomen medidas
disciplinarias. Generalmente estos son casos de extremada cautela debido a lo
vergonzoso del problema.
El pastor cree en Dios, a quien conoce como el Ser personal que existe por sí
mismo eternamente, que ha creado los cielos y la tierra, y también a nosotros los
humanos. En el ejercicio de su soberanía y providencia, él sostiene y gobierna
toda la creación. Dios es el Señor de la historia y tiene profundo interés por la
vida de todas y cada una de sus criaturas. Por tanto, Él no ha guardado silencio;
se ha revelado al hombre de distintas maneras, y en forma muy especial por medio
de su Hijo Jesucristo.
5
A la luz de las Escrituras, el hombre y la mujer son creación de Dios. Como en el
caso de todo lo que él hizo, ellos fueron creados “buenos en gran manera”, pero
por instigación satánica se convirtieron voluntariamente en pecadores. El pecado
les afectó profundamente en lo físico, en lo mental, y en lo espiritual, y dejaron a
todos sus descendientes una herencia de pecado. De modo que todos hemos
nacido estigmatizados por el mal y pecamos porque somos por naturaleza
pecadores, lo cual no significa que seamos responsables ante Dios por nuestros
pecados personales.
La antropología bíblica se halla en contraste con el esfuerzo que algunos hacen por
explicar los problemas espirituales y morales del ser humano diciendo que se
deben sólo a una infancia desdichada, o a una educación deficiente, o a una falta
de adaptación social, o a la inmadurez sicológica, o a un mal funcionamiento
orgánico, o a un sistema social injusto, en fin a cualquier cosa que no sea en
ninguna manera lo que la Biblia llama pecado.
El consejero cristiano cristiano no pasa por alto los factores sicológicos, educativos,
sicosomátivos. Y sociales del problema humano; pero nunca pierde de vista la
realidad del pecado en el universo. Al mismo tiempo reconoce que bíblicamente
el pecador es redimible y puede vivir para la gloria de Dios y el bien del prójimo
en el hogar y en la sociedad, mediante el poder del evangelio.
6
CONOCIMIENTOS SICOLOGICOS DEL PASTOR CONSEJERO
7
contrario, debe siempre recordar que él dispone de grandes recursos espirituales
que muchos de los profesionales de la sicología y la siquiatría no poseen. A la vez,
debe ser humilde y reconocer sus limitaciones.
Se espera que el pastor sea sociable, que pueda relacionarse con todo tipo de
persona, y esté lleno de genuino interés por ayudar a los necesitados, sea en lo
espiritual, en lo moral, o en lo material.
El pastor consejero debe tener una personalidad bastante equilibrada, puesto que
no podrá ayudar a otros en sus problemas personales si él mismo no se ha
mantenido mentalmente alerta, si no ha dominado sus emociones y afrontando
con entereza las contrariedades de la vida. Que no haya necesidad de decirle:
“Médico, cúrate a ti mismo”.
La conducta del pastor debe armonizar con los principios éticos que él enseña. En
obediencia al precepto bíblico, debe ejercitarse para la piedad (1 Ti. 4:7), sin caer
en la santurronería. Si en el pastor prevalece el espíritu de “yo soy mejor que tú
espiritualmente”, las personas que encaran serios problemas morales no se
acercarán fácilmente a él. Temerán ser rechazadas, o condenadas, o cuando
menos incomprendidas.
Los que necesitan consejo sobre alguna decisión importante que tienen que hacer
para su propia vida, o los que se ven atrapados en un problema de tipo moral, se
sienten cómodos en presencia de un pastor que es sencillamente humano, que
sabe identificarse con la alegría y el dolor ajenos, y no está marginado de las
realidades de este mundo.
8
El pastor consejero debe distinguirse por su humildad y sinceridad. Será franco
pero no hiriente en sus palabras. No dará la impresión de ser un sabelotodo.
El pastor consejero necesita creer en el poder de la oración. Vivirá, por así decirlo,
en la atmosfera de la oración. Se preparará por medio de la oración para el día
de actividades, y llegado el momento de una entrevista, orará al Señor, con una
9
plegaria interior, secreta, a favor de sí mismo y de la persona que ha acudido a él
en busca de consejo.
El pastor consejero tiene que ser sociable y a la vez saber lo que significa estar a
solas con Dios. Debe ser piadoso y humano; serio y amable; respetable, pero
también accesible y confiable; franco, pero también respetuoso de la dignidad
humana; celoso por la ética cristiana, pero no farisaico; severo contra el pecado y
compasivo con el pecador; humilde y lleno de autoridad. Debe guiar, pero no
empujar; influir, pero no obligar; sugerir, pero no demandar.
10