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Minería en Chayanta:
Sublevación indígena
y auge minero: 1775-1792
© María Concepción Gavira Márquez, 2013
© Plural editores, 2013
dl: 4-1-2620-13
isbn: 978-99954-1-560-0
Producción:
Plural editores
Av. Ecuador 2337 esq. Calle Rosendo Gutiérrez
Teléfono 2411018 / Casilla 5097 / La Paz, Bolivia
Email: plural@plural.bo / www.plural.bo
Impreso en Bolivia
Índice
Agradecimientos........................................................................................... 9
Prólogo......................................................................................................... 11
Introducción................................................................................................. 13
Capítulo I
Producción de plata y sublevación indígena en Chayanta
1. Las minas de la provincia de Chayanta.................................................. 18
2. Producción de plata registrada procedente de la provincia
de Chayanta............................................................................................ 22
3. El rescate de plata: el Banco de Aullagas............................................... 27
4. La sublevación indígena en Chayanta................................................... 34
5. Los mineros y la sublevación de 1781 en Oruro y Carangas................ 41
Capítulo ii
Los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores
1. Los azogueros de Aullagas..................................................................... 50
2. Propietarios de minas............................................................................. 78
3. Los trabajadores de minas e ingenios.................................................... 85
Capítulo iii
A la sombra de Potosí: la nueva mita y el Socavón
de Colquechaca
1. La visita del intendente Juan del Pino Manrique al partido
de Chayanta............................................................................................ 101
2. El desagüe de Colquechaca.................................................................... 117
3. La visita del mineral de Aullagas de 1792.............................................. 126
Conclusiones................................................................................................. 133
Anexos........................................................................................................... 137
Bibliografía................................................................................................... 191
6 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Índice de gráficos
Índice de cuadros
Archivos
Archivo General de Indias, Sevilla: agi
Archivo Nacional de Bolivia, Sucre: anb
Archivo Histórico Nacional, Madrid: ahn
Archivo General de Simancas, Valladolid: ags
Real Academia de la Historia, Madrid: rah
Archivo Histórico de Potosí, Potosí: ahp
A LUCÍA
Agradecimientos
Este trabajo se planteó hace algunos años, en principio Tristán Platt y yo nos
entusiasmamos pensando en un estudio de larga duración sobre Chayanta, que
pretendía analizar un periodo amplio y significativo, que partiendo de mediados del
siglo xviii llegara hasta fines del siglo xix. En gran manera compartimos algunas
de las ideas y avances de esta investigación y no me queda más que agradecer.
Gracias a Platt por compartir y discutir en eternos cafés este proyecto.
Muchos colegas amigos e instituciones también me facilitaron la realización
de este trabajo: responsables y trabajadores de Archivos en Bolivia y en España.
En Sucre, Potosí y La Paz cuento con grandes amigos que aportaron mucho en
esta aventura y me esperan en la próxima. En España he compartido el interés
con Angel Revuelta, descendiente de un importante azoguero de Aullagas, el cual
me facilitó algunos documentos. En México, mi país de adopción, la Universidad
Michoacana de San Nicolás de Hidalgo apoyó la financiación de parte de la in-
vestigación. Mi deuda es inmensa con esta Máxima Casa de Estudios.
Gracias a mis amigas y colegas María Carmen Alonso y Juani Barrios por
ayudarme, a Juan Marchena por escucharme, animarme y facilitarme esa bella foto
de la portada, a Vicente Guijosa por compartir la ilusión, a todos mis amigos…
Gracias a mi pequeña Lucía a quien va dedicado este libro con todo mi amor.
Prólogo
En este fascinante libro, Concepción Gavira nos ofrece el primer estudio riguro-
so del celebrado centro minero de Aullagas-Colquechaca (Provincia Chayanta,
Potosí) durante su boya renovada en la segunda mitad del siglo xviii. Con una
metodologia precisa y una lectura cercana e intuitiva de los documentos, la autora
enfatiza que el auge del Aullagas se produjo nada menos que durante la suble-
vación en 1780 de Tomás Katari, llevada a cabo por los ayllus vecinos de Macha
(Majasaya). Se trata de una perspectiva fresca y sorprendente sobre esta famosa
sublevación indígena, que recupera una paradójica comunidad de intereses entre
algunos azogueros criollos regionales y los indios rebeldes.
El trabajo viene a complementar dos estudios anteriores de la misma autora
sobre dos centros más al Norte: Oruro y Carangas, que tampoco compartían
condiciones de producción tan favorables como las que gozaba el “ilustre gremio”
de azogueros de la Rivera de Potosí. Durante la rebelión indígena, y a diferencia
de Chayanta, esos dos centros languidecían, e incluso sufrían perjuicios a manos
de los sublevados. En otros momentos, sin embargo, todos atraían inversiones, y
a menudo producían cantidades de plata muy superiores a las que se lograban por
los azogueros del Cerro Rico. Es más, Gavira muestra cómo la minería del Cerro
pudo actuar como un freno sobre la producción de los llamados “minerales de afue-
ra”, que de otro modo quizás se hubieran desarrollado aún más abundantemente.
A diferencia de Oruro y Carangas, en Chayanta los mineros y los campesinos
rebeldes compartían un enemigo: el notorio militar catalán Joaquin de Alós, Co-
rregidor de Chayanta, quien se oponía al nombramiento de Tomas Katari como
curaca, y al mismo tiempo conducía un Banco de Rescates, fundado en 1778 (y
hasta ahora desconocido en la literatura), donde se pagaba mucho menos por los
marcos de plata de los mineros que cuando Alós los revendia en Potosí. Algunos
12 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Tristan Platt
Professor in Anthropology and History
University of St Andrews
Escocia, R.U.
Introducción
1 Véanse por ejemplo los trabajos clásicos de Enrique Tanteter, Coacción y Mercado. La minería de
la plata en el Potosí colonial, 1692-1826. Buenos Aires, 1992, y Rose Marie Buechler, Gobierno,
Minería y Sociedad. Potosí y el “Renacimiento” borbónico, 1776-1810. La Paz, 1989.
2 La bibliografía sobre la sublevación indígena en la región andina es muy numerosa por lo cual
nos limitaremos a señalar a lo largo del texto los trabajos más importantes para las cuestiones
que nos ocupan.
3 María Concepción Gavira, Historia de una crisis: La minería en Oruro a fines del periodo colonial.
La Paz, 2005.
introducción 15
visita del mineral de Aullagas de 1792. Una fuente de gran valor que agradecemos
a Tristan Platt y que anexamos en el apéndice documental porque entendemos
que puede ser de gran utilidad para otros estudiosos.
Un primer paso importante en esta investigación era establecer la estimación
de plata de las minas del corregimiento de Chayanta, la cual estaba pendiente de
calcular hasta la fecha, al igual que la de otros asientos mineros de provincias,
por ejemplo Lípez y Porco. Después quedaba el reto de explicar el auge minero
que se manifestaba durante los años de la sublevación. Para encontrar las causas y
razones de este auge hubo que introducirse en la sublevación indígena y analizar
el papel de los diferentes actores sociales implicados en la región y no reducirse
simplemente a los protagonistas de la actividad minera.
Tenemos por tanto la intención de presentar un estudio que no pretende
quedar reducido a la actividad minera, sino que intenta atrapar en una coyuntura
muy especial una serie de actores sociales y analizar sus relaciones y estrategias
de manera que nos ayuden a entender mejor los sucesos acaecidos en la región.
capítulo i
Este capítulo tiene como objetivo principal presentar una estimación de la pro-
ducción de plata de las minas ubicadas en la provincia de Chayanta y analizar las
diferentes coyunturas dentro del contexto de convulsiones sociales y políticas
de las últimas décadas del siglo xviii. Esta primera evaluación es necesaria para
poder abordar más adelante con una perspectiva más amplia las distintas respues-
tas que se produjeron en los centros mineros altoperuanos durante los años de
la sublevación indígena, y así comprender la particularidad del corregimiento o
partido de Chayanta.
Intentar explicar los indicadores de la producción de la plata registrada pro-
cedente del corregimiento de Chayanta será una labor compleja que implicará
una evaluación cuantitativa y crítica de las fuentes fiscales, el análisis del contexto
político en mayor y en menor escala, y también la difícil tarea de interpretar los
silencios, las ausencias y toda una serie de factores que nos lleven a explicar una
coyuntura tan especial como es el auge de la producción de plata en plena suble-
vación indígena de 1781 y años inmediatos posteriores.
Esta primera parte del trabajo comprende desde la presentación del corregi-
miento y sus minas, hasta la estimación de la producción de plata registrada, para
pasar al estudio de las relaciones de poder dentro de este espacio colonial, donde
se combinan muchos y distintos actores: la elite minera y azoguera y sus conflic-
tos al interior, el corregidor Joaquín Alós, el líder Tomás Catari, la Audiencia de
Charcas, los visitadores. Coyunturas más o menos importantes como la supuesta
rebelión de los azogueros de Aullagas y la sublevación indígena, serán decisivas;
sin embargo, ninguno de estos factores de forma aislada podría explicarnos el por
qué en la década de los ochenta se produjo el auge minero en Chayanta. Por tanto
nos encontramos con el reto de analizar un contexto amplio y complejo donde
18 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
El altiplano andino tuvo dos grandes alicientes para los españoles: población y
plata. Desde el principio de la conquista, la búsqueda de metales preciosos cons-
tituyó un gran motor para adentrarse y llegar hasta los lugares más inhóspitos;
tanto la selva como el altiplano no se libraron de las pesquisas y las expediciones
que algunas veces fructificaron y otras fracasaron. Estos esfuerzos consiguieron
localizar algunas de las minas trabajadas en tiempos del Inca y también se fueron
descubriendo nuevas vetas y filones. No tenemos mucha información sobre la
explotación de minas incaicas en este corregimiento Chayanta, aunque es bastante
probable puesto que se conocían minas de plata cercanas como las trabajadas en
Porco o las de Paria y Oruro. Algunas pistas nos la proporciona el propio nombre
del corregimiento. Según Cañete, el nombre de esta provincia es de Charcas,7
pero se le conocía como Chayanta por ser su capital nominada “Espíritu Santo de
Chayanta”.8 El nombre de Chayanta significa estaño, según Tristan Platt proviene
4 Sergio Serulnikov, Conflictos sociales e insurrección en el mundo colonial andino. El norte de Potosí
en el siglo xviii. Buenos Aires, 2006.
5 Sinclair Thomson, Cuando sólo reinasen los indios. La política aymara en la era de la insurgencia.
La Paz, 2006
6 Boleslao Lewin, La Rebelión de Tupac Amaru y los orígenes de la emancipación Americana. Buenos
Aires, 1957.
7 Respecto a los significados de Charcas, véase T. Platt, T. Buouysse-Cassagne y O. Harris,
Qaraqra-Charcas. La Paz, 2006. Estos autores hacen diferentes propuestas. “Provincia de
Charcas”, como región situada al sur del Collao e integrada por las “siete naciones” de Charcas,
y la “Provincia de los Charcas” como jurisdicción del señorío de los Charcas.
8 Pedro Vicente Cañete, Guía Histórica de la Provincia de Potosí, Potosí, 1952. Capítulo duodéci-
mo: Del partido de Chayanta, pp. 243-246. La Historia o Guía de Potosí fue realizada entre
producción de plata y sublevación indígena en chayanta 19
13 Juan del Pino Manrique, “Descripción de la villa de Potosí y de sus partidos sujetos a su
Intendencia”, en Pedro de Angelis, Colección de obras y documentos relativos a la historia antigua
y moderna de las provincias del Río de la Plata. Buenos Aires, Plus Ultra, 1969-72, tomo ii.
14 Las doctrinas son: Chayanta, Aymaya, Panacachi, Pocoata, Macha, Aullagas, Chairapata,
Moromoro, Sacaca, Chayala, Pintatora, Guaycoma, San Marcos, Surumi, Carasi, Micani,
Moscari, San Pedro de Buenavista y Acacio, según Pedro Vicente Cañete, Guía Histórica…
15 Del Pino Manrique, “Descripción de la villa de Potosí …”.
16 La cuestión es que hay 19 pueblos de doctrina, pero el pueblo Chayanta tiene dos doctrinas
(Laymes y Chayantacas). Los pueblos son: Chayanta, Aymaya, Panacachi, Pocoata, Macha,
Aullagas, Chairapata, Moromoro, Sacaca, Chayala, Pintatora, Guaycoma, San Marcos, Surumi,
Carasi, Micani, Moscari, San Pedro de Buenavista y Acacio. Sobre las doctrinas y su evolu-
ción en el siglo xviii, véase la tesis inédita de Mónica Adrian, “Curas, doctrinas, reformas y
conflictividad local en la provincia de Chayanta, segunda mitad del siglo xviii”, Universidad
de Buenos Aires, diciembre de 2009. Directora de tesis Ana María Lorandi.
17 Cañete, Guía Histórica…, pp. 243-246.
18 Pino Manrique, “Descripción de la villa de Potosí …”.
producción de plata y sublevación indígena en chayanta 21
Hablar de plata en América del Sur durante el periodo colonial era hablar de Po-
tosí, este famoso centro minero o, mejor dicho, este fantástico Cerro Rico opacó
cualquier otro centro minero colonial. Durante la mayor parte de la colonia,
Potosí formó parte del virreinato de Perú y a partir de 1776 pasó a pertenecer
al virreinato del Río de la Plata, que por cuestiones estratégicas necesitaba la fi-
nanciación proveniente de las minas de plata del Alto Perú. Sin embargo, como
hemos argumentado ya en otros trabajos, la actividad minera en Potosí se realizaba
en condiciones diferentes a las de otros centros mineros andinos y, en especial
durante su primer siglo de vida bajo plata potosina se incluyó una gran parte de
plata procedente de otros centros más o menos cercanos y que se trabajaban en
diferentes condiciones.25 Lo bueno de estudiar el siglo xviii es que la contabilidad
de los registros de plata se encuentra ya mejor especificada y por tanto es más
fácil de cuantificar. Procuraremos ofrecer una información básica para explicar
cómo hemos llegado hasta la estimación de la producción de plata procedente de
las minas de Chayanta.
Hasta que el mineral de plata llegaba a los circuitos comerciales en forma de
moneda, el proceso de producción de la plata pasaba por una serie de fases, las
cuales podían ser independientes o estar integradas dentro de una misma empresa.
Por lo general, los azogueros o dueños de ingenios poseían también minas, aunque
esto no excluía que beneficiasen mineral procedente de otros mineros. La Corona
como dueña del subsuelo otorgaba la concesión del usufructo a cambio de una
serie de impuestos. La primera fase, denominada extractiva, consistía en extraer
el mineral de las vetas argentíferas localizadas en el subsuelo para lo cual había
que registrar las estacas26 de minas y cumplir con una serie de requisitos legales.27
La siguiente fase en el proceso era la denominada de beneficio, que consistía
en la transformación del mineral bruto en piñas o lingotes de plata. Estricta-
mente esta producción debería ser llevada directamente por el minero azoguero
hasta la Caja Real más cercana y registrarla pagando el impuesto (10%) llamado
25 Este tema lo hemos abordado en el trabajo “Política minera y conflictos entre Potosí y Oru-
ro a principios del siglo xvii”, en Tiempos de América. Centros de investigación de América
Latina, Universidad Jaume I. N° 14, Año 2007, pp. 3-21.
26 Estaca: “Divisiones hechas en las minas. También el poste afirmado en la tierra, ubicado en
un punto de la mina, desde el cual se medía la pertenencia. Significa además una participación
en una mina y, por último, se daba ese nombre al dueño de una mina que pagaba el impuesto
pero que no trabajaba su minas…” Véase F. Langue y C. Salazar, Diccionario de términos mineros
para la América española (siglos xvi-xix), p. 223.
27 Véase Capítulo 2.
producción de plata y sublevación indígena en chayanta 23
28 Hasta 1735 el impuesto sobre la plata estaba fijado en un 20%, el llamado quinto. También
se pagaban el derecho de ensaye llamado en la región andina el impuesto de “Cobos” que
consistía en 1 ½ %.
29 El ensayador tenía que sellar la barra de plata indicando la ley del mineral, es decir, su valor.
Para la plata estaba determinado en dineros. La máxima ley era de 12 dineros y cada dinero
contenía 24 granos. En la Recopilación de las Leyes de Indias, Libro IV, Título xx, Cap. xii,
se especifica cómo cada ensayador debía marcar con punzones las barras de plata, indicando
“por el dinero D, por el grano una G y por el medio una m pequeña”.
30 Esta información se encuentra en el Archivo Histórico de Potosí, en la Casa de Moneda.
24 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
31 Los oficiales de Oruro informaban al visitador José A. Areche con fecha del 15 de octubre de
1777 que en su Caja de Oruro llegaban a sacar azogues y fundir plata, además de los mineros
azogueros de su jurisdicción, los de los minerales de Uncía, Aullagas y Toracari de Chayanta.
Archivo y Biblioteca Municipal de Oruro, “Ordenes y correspondencia de los visitadores
generales desde el año de 1777 hasta 1786”.
32 Un caso especialmente significativo ocurría en la jurisdicción de la Caja Real de Carangas
donde se registraba plata de Tarapacá, del cerro de San Agustín de Huantajaya y del mineral
de Carangas. Véase María Concepción Gavira, “La Caja Real de Carangas y el mineral de
Huantajaya, 1750-1804”, en Anuario. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, Sucre, 1999.
33 agi. Buenos Aires, 371. Pedro Vicente Cañete a Diego de la Vega, Buenos Aires 16 de enero
de 1804. “En cuarto lugar han corrido y corren en la clase de platas de Potosí muchísimas
piñas de Chayanta y Chichas por causa de presentarlas al rescate los azogueros de la villa, los
cuales toman de sus verdaderos dueños en pago de los azogues y otros efectos con los que os
habían habilitado, sonando únicamente el nombre de los rescatadores y no las personas ni
minerales donde se han beneficiado”
producción de plata y sublevación indígena en chayanta 25
Una vez que advertimos de las limitaciones de las fuentes y de los datos con
los que hemos trabajado, presentamos la estimación de la producción de Cha-
yanta en la gráfica i que mostramos a continuación. Como podemos observar, a
partir de 1775 se manifestaba un aumento en los registros de plata procedente
de la provincia de Chayanta que tiene su máximo durante los años 1781-82-83
y 84, para después ir cayendo hasta quedar por debajo de los 20,000 marcos a
principios del siglo xix.
Gráfica I
Producción en Chayanta (1765-1850)
120000
100000
80000
Marco
60000
40000
20000
0
1765
1767
1769
1771
1773
1775
1777
1779
1781
1783
1785
1787
1789
1791
1793
1795
1797
1799
1801
1803
1805
1807
1809
1811
1813
1815
1817
1819
1821
1823
1825
1827
1831
1833
1835
1837
1839
1841
1843
1845
1847
1849
Años
Gráfica II
Producción en Chayanta, Potosí y Oruro (1765-1818)
250000
200000
150000
Marco
100000
50000
0
1765
1767
1769
1771
1773
1775
1777
1779
1781
1783
1785
1787
1789
1791
1793
1795
1797
1799
1801
1803
1805
1807
1809
1811
1813
1815
1817
Años
Las barras y pastas de plata que producían los mineros y azogueros de cualquier centro
minero debían de ser fundidas y registradas en las Cajas Reales más cercanas al centro
minero. Después de este trámite, tenían que ser enviadas a la Casa de la Moneda de
Potosí para hacerlas convertir en monedas. Este requisito solía tardar desde algunas
semanas hasta varios meses dependiendo de la lejanía del centro productor hasta Potosí.
Generalmente, el pequeño y mediano minero, ante la imposibilidad de esta espera,
vendía sus barras a un menor precio a los mercaderes, habilitadores o a los mineros
más importantes que podían costear el viaje y la espera que suponía este trámite.
La figura del mercader de plata a gran escala fue muy importante en Potosí donde
gozaba de gran poder e influencia. Estos controlaban el último tramo del circuito
de la conversión de pasta o barra de plata a moneda. Estas operaciones requerían de
un gran capital para la compra de la plata que después era llevada hasta la Casa de la
Moneda de Potosí, donde se tramitaba todo el proceso de conversión en moneda.
Este último paso requería de cierta pericia para solventar trámites burocráticos y
supervisar el proceso de acuñación,34 pero los cambios que se produjeron en la se-
gunda mitad del siglo xviii, acabaron con el monopolio de los grandes mercaderes
en estas funciones. A partir de la reorganización de la Casa de la Moneda en 1750, el
proceso de amonedación pasó a ser controlado por la Corona a través de empleados
asalariados. Otras instituciones que minaron el monopolio de los grandes mercaderes
de plata en Potosí fueron la Compañía de Azogueros,35 conocida más tarde como el
Banco de Rescate y posteriormente convertido en el Banco de San Carlos.
La reorganización de la Casa de la Moneda de Potosí en 1750 fue conferida
al gobernador de Potosí, Ventura Santélices. La gestión de este gobernador fue
bastante beneficiosa para los mineros del famoso Gremio de azogueros de Potosí
y para la Compañía de Azogueros. Santélices consiguió el monopolio del rescate
34 Véase P. Bakewell, Plata y empresa en el Potosí del siglo xvii. Pontevedra, 1988, p. 59.
35 La Compañía de Azogueros se instauró en 1747 y se conformó con acciones de 2000 pesos
de todos los azogueros del Gremio de Potosí que estuvieran interesados y con la aportación
de dos reales y 2/3 de descuento en el precio del marco de plata; después, en 1752, Santélices
la reconfiguró y se le llamó Banco de Rescate y en 1779 Escobedo fundó el Banco de San
Carlos. Véase Buechler, Gobierno, Minería y Sociedad, pp. 16-64.
28 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Jorge Escobedo era partidario de crear más bancos como el de Potosí que
beneficiaran a los azogueros y los protegieran de mercaderes y oficiales reales,
pero tan sólo quedó en intenciones porque, según Escobedo, la Real Hacienda
no tenía dinero para realizar estos proyectos. Al menos, esta fue la respuesta del
intendente de Potosí, cuando le propuso uno de los oficiales interinos de la Caja
Real de Oruro, Pedro Vicente Vargas, la creación de un banco de rescate en Oruro
en 1781.46 La respuesta de Jorge Escobedo no fue negativa, pero se excusó con la
escasez de capital en la Real Hacienda. A pesar de las peticiones por parte de algu-
nos intendentes, como el de Puno47 en 1786, requiriendo la creación de un banco
en su jurisdicción, no se instalaron en ningún otro lugar del virreinato del Río de
la Plata más que en Potosí, salvo la particular excepción de Aullagas (Chayanta).
El corregidor de Chayanta, Joaquín Alós,48 abrió en Aullagas en 1778 un banco
de rescate en la casa particular de su teniente Lucas de Villafañe, donde instaló
un letrero que decía “Banco Real donde se rescata plata y oro”. Este compraba
toda la plata del asiento de Aullagas, prohibiendo el comercio a particulares. Se-
gún el informe del presidente intendente Ruedas, el corregidor fue denunciado
por el minero Manuel Álvarez Villarroel a la cabeza de un grupo de mineros de
Aullagas,49 que lo acusaban de extorsionar a los mineros y azogueros, además de
Cajas de Oruro y Carangas, otras opinaban que los responsables eran los azogueros potosinos
que sacaban más azogues del Banco de lo que necesitaban para la reventa en provincias. agi.
Buenos Aires, 434. Expediente sobre azogue, 1784-895.
46 La propuesta consistía en un banco con capital de la Real Hacienda que estaría administrado
por este oficial, el cual abandonaría su labor en la Caja Real de inmediato, además de un oficial
de pluma y un operario de fragua, todos con sus respectivos sueldos. El oficial estimaba que
se podía rescatar de la villa y asientos circunvecinos una cantidad mínima de 4.000 marcos
mensuales. Los precios estipulados dependerían “según las platas, a seis pesos, seis y dos, seis y
medio y siete, cuando no pasan las piñas de diez marcos; y de allí para arriba por muy rica que
sea la plata no sube de siete pesos dos reales”. Archivo Histórico de Potosí. Casa Nacional de
Moneda. Gobierno. Varios años. Cartas de Pedro Vicente Vargas a Jorge Escobedo, Oruro,
1781.
47 agi. Charcas, 704. El intendente de Puno, Reseguín a Francisco Paula Sanz. Puno, 3-11-1786.
La respuesta de Sanz fue que esperase órdenes de la Superintendencia de Buenos Aires.
48 Joaquín Alós nació en Barcelona y era hijo del Marqués de Alós. Militar de carrera, que a pesar
de ser considerado responsable por su mal gobierno de la sublevación de Chayanta, consiguió
que le nombraran gobernador intendente de la provincia de Paraguay y, posteriormente,
gobernador político militar de Valparaíso. Véase Juan Marchena Fernández, “Al otro lado del
mundo: Josef Reseguín y su generación Ilustrada en la Tempestad de los Andes. 1781-1788”,
en Tiempos de América, N°. 12, Año 2005, pp. 43-111; y Ana Gimeno, “Una etapa crítica en la
carrera de Joaquín Alós: el corregimiento de Chayanta”, en Europa e Iberoamérica, cinco siglos
de Intercambio, Sevilla, 1999, pp.223-241.
49 El grupo de los firmantes era: Gabriel Iglesias, Isidoro Pimentel, Melchor de Ribera, Lo-
renzo Peláez, Pedro Requena, José Carrasco, Tomás de la Fuente, Pedro Salcedo, Antonio
de la Orden, Domingo Mínguez, Juan Antonio Barceló, Martín Mendoza, Vicente Rosales,
Vicente Molina, Ignacio Miranda, Domingo Arce, Luis Córdoba, Francisco Hidalgo, Hilaria
producción de plata y sublevación indígena en chayanta 31
Centellas, Cecilio de Olmos, Santiago Villa, Pedro Paricolla, Guillermo Cedilla, José Ibáñez,
Miguel Rueda, Manuel Alvarez. ahn. Consejos, 20366, Exp. 1. Imagen 1512-1521.
50 Véase la información que ofrecen las fuentes en Archivo Histórico Nacional (en adelante
ahn). Consejos 20366. Exp. 1
51 agi. Buenos Aires, 439. Reservada N.° 50. Carta de Escobedo a Gálvez.
52 ahn. Consejos, 2036. Exp. 1.
53 El valor permitido del repartimiento de mercancías en la provincia de Chayanta era de 92.665
pesos y el corregidor admitió haber repartido 109.000 pesos. ahn. Consejos 20366, Exp.
1. Sin embargo, Tomás Catari denunciaba los tiranos repartos del corregidor que se aproxi-
maban a los cuatrocientos mil pesos. Parece que además de Alós repartieron mercancías sus
tenientes Luis Núñez y Lucas Villafañe. Véase Boleslao Lewin, La Rebelión de Tupa Amaru…,
p. 300. Sobre los corregidores y sus abusos véanse: Moreno Cebrian, El corregidor de indios y
la economía peruana en el siglo xviii. Madrid, 1977 y Golte, Reparto y Rebeliones. Lima, 1980.
32 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
54 agi. Buenos Aires, 439. La Real Audiencia de Charcas dio permiso a Joaquín Alós para la
apertura del Banco de forma bastante irregular, tan sólo firmó un oidor: Lópes Lisperguer.
55 Dueños de instalaciones menores donde se procesaba el mineral en menor escala.
56 ahn. Consejos, 20366, Exp. 1. Banco de Rescate de Chayanta.
57 Se trata del rescate o venta del partido, que era el mineral con el que también se pagaba a los
trabajadores y que después compraban los dueños de las minas o azogueros. Los buscones
eran gente que se metían a rebuscar en las minas abandonadas o cuando no eran trabajadas
y sacaban mineral que luego vendían a los azogueros o trapicheros.
58 ahn. Consejos, 20366, Exp. 1. Banco de Rescate de Chayanta.
59 agi. Buenos Aires, 439. Informe del regente Ruedas. La Plata, 15 de diciembre de 1779.
60 Lewin muestra una carta del intendente de Potosí, Juan del Pino Manríquez, donde dice
que Alós le pagó 60.000 pesos al presidente de la Audiencia Sr. Pinedo y su mujer, además
contaba con el apoyo de los oidores Blanco Ciceron y Pedro Cernadas. Véase B. Lewin, La
producción de plata y sublevación indígena en chayanta 33
de Charcas le hubiese concedido el permiso para la apertura del banco.61 Pero sin
embargo, ninguno de los incidentes ocurridos durante su polémico gobierno en
Chayanta le perjudicó y pudo continuar su ascenso dentro de la administración.62
Al oidor García de la Plata se le abrió un expediente por su actuación en la
visita de Chayanta. El realizó algunos comentarios en su defensa que también nos
explican algunos hechos como la permanencia de Alós y el apoyo que recibía de
la Audiencia de Charcas. Manuel García de la Plata decía en una carta fechada el
15 de noviembre de 1782 que en la Audiencia había un grupo sólido de peninsu-
lares que se protegían.63 Con motivo de la represión de la sublevación indígena
habían llegado muchos peninsulares militares que tenían conexión entre ellos y
se protegían.64
La resolución de la Audiencia de Charcas de 14 de diciembre de 1779 abor-
daba distintos puntos del conflicto de los azogueros de Chayanta contra el corre-
gidor Alós. Se pedía respeto y obediencia a los vecinos del asiento de Aullagas, los
cuales se habían negado a custodiar al corregidor cuando llevaba a Tomás Catari
a la cárcel de la Plata, y respecto a la acusación de desacato contra el coronel de
milicias Álvarez Villarroel por su pelea con el corregidor, decía el visitador “que
en aquel pueblo no había habido tal sublevación, sino cierto ruido ente el citado
coronel de milicias y el mencionado corregidor a que dio mérito el desahogo de
sus pasiones…”, y que por tanto se debía inhibir la jurisdicción del corregidor
sobre Álvarez. También se paralizaba el cobro del reparto de mercancías, y a su
teniente Lucas Villafañe se le sentenciaba a destierro. Se decía que el banco ya
había sido suspendido, pero al final se condenaba al pago de costas a los vecinos.65
A pesar de las consideraciones de Escobedo, de los intentos y de las peticiones
a las que hemos aludidos, en el virreinato del Río de la Plata sólo se estableció
por parte de la Corona el Real Banco de San Carlos. Aunque este Banco tenía
estipulado un precio ligeramente inferior para los azogueros de fuera de la villa,
Rebelión de Tupa Amaru…, p. 855. También tenemos noticas de una denuncia que decía que
Alós tenía intereses mineros en compañía con Benavides en el asiento de Aullagas y en las de
Toracari habilitando a Manuel Saldivar. ahn. Consejos, 20366, Exp. 1
61 agi. Buenos Aires, 439. Reservada N° 50, Escobedo a Gálvez, Potosí, 16 de noviembre 1780.
En esta carta Escobedo comenta a Gálvez sobre el banco del corregidor Alós, “esta idea no
sé cómo, ni por quiénes se aprobó en la Real Audiencia...”.
62 Joaquín Alós Bru fue alumno destacado en la Real Escuela Militar de Barcelona, de donde
salieron personajes influyentes en la política española y americana. A su salida de la Escuela
fue ascendido a capitán del Regimiento de Infantería de Aragón, además poseía el hábito de
la Orden de San Juan. Después pasó a América donde se encontró a muchos compañeros
de generación en puestos de poder y suponemos que esto fue decisivo en su carrera. Véase
Marchena, “Al otro lado del mundo…”
63 ahn. Consejos, 20366, Exp. 1. La Plata 15 de noviembre de 1782.
64 Véase Juan Marchena, “Al otro lado del mundo …”
65 ahn. Consejos, 20366, Exp. 1. La Plata 15 de noviembre de 1782.
34 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
seguía sin interesar por la enorme distancia desde los centros hasta la villa impe-
rial. También se tenía estipulado la posibilidad conceder créditos a los mineros
de provincias que vendiesen allí su plata, pero con mucho más requisitos como el
depósito de fianzas y, aún así había menos posibilidades de conseguir el crédito que
monopolizaban los potosinos.66 En general, los azogueros de provincias fueron
perjudicados ante el control del Gremio de Azogueros de Potosí que monopoli-
zaron las ayudas del banco, salvo como veremos en el capítulo 3, la financiación
del socavón de Colquechaca.
Pero volviendo a la cuestión que tenemos pendiente de resolver, nos interesa
destacar que el cierre del Banco de Alós a fines de 1779 o 1780, no explica la subida
en la producción de plata en la década de los ochenta. Manteníamos algunas sos-
pechas de que pudiera ser el descontento de los principales mineros de Chayanta
con el corregidor y los precios que ofrecía en su Banco de rescate, la causa de que
alguna proporción de la producción de Chayanta se estuviera registrando fuera,
por ejemplo en la Caja Real de Oruro, pero tampoco nos parece que explique
este auge, puesto que comenzaba su primera manifestación antes de la llegada de
Alós y que se extiende muy después de que este personaje saliera de Chayanta.
Podríamos señalar 1775 como el comienzo de la bonanza en la producción, la cima
se ubicaría entre 1781 y 1785, y entraría en decadencia a partir de 1790, cuando
ya la producción descendía por debajo de los cuarenta mil marcos.
De todas formas, es sorprendente que 1782 sea el año de mayor registro de
producción, pues suponemos que esta plata se extrajo y benefició el año anterior,
precisamente cuando la inestabilidad y la violencia fue más generalizada, más
extendida y radical en todo el territorio andino, tal como abordaremos a conti-
nuación brevemente.
comunicación y conexión entre los dos líderes Tupac Amaru y Tomás Catari,
pero Lewin nos describe a Tomás Catari ajustándose a la política y planes de
Tupac Amaru.67 En esta ocasión nos vamos a remitir a lo ocurrido en Chayanta
sin profundizar en otras cuestiones como la ideología o las conexiones entre los
sublevados.
Sergio Serulnikov que se ha dedicado a estudiar esta región de Chayanta
propone una visión más compleja y opina que un primer momento la violencia
masiva de los sublevados y las estrategias legales buscaban una transformación
dentro del sistema colonial, pero ya en su última etapa este movimiento indígena
fue por el derrocamiento de la estructura imperial dominante.68 Este autor dife-
rencia el carácter de la sublevación norpotosina y la que se produce en el Cuzco,
donde el reemplazo del orden colonial estaba ya previsto en un nuevo orden,
y la insurrección en Chayanta estaba más bien incluida dentro de una serie de
revueltas locales y protestas judiciales que estaba dirigida a recuperar el control
de la comunidad sobre sus recursos económicos y su sistema de autoridad.69 Esta
misma opinión sobre la sublevación en Chayanta y la posición de Tomás Catari la
comparte también el investigador Sinclair Thomson.70 Dentro de esta perspectiva
es que podemos explicarnos el entendimiento entre líderes Cataris y los mineros
de Aullagas, tal como vamos a tratar a continuación.
Sin intentar desviarnos de nuestro interés, haremos referencia a los principa-
les acontecimientos de la sublevación en la provincia de Chayanta de una forma
sucinta. En el virreinato peruano los conflictos surgidos ante la disconformidad
de las comunidades indígenas con los caciques nombrados por los corregidores
empezaron a ser muy frecuentes desde mitad del siglo xviii.71 Esta disconformidad
fue agravándose durante la década de los setenta cuando en Chayanta los machas
pretendieron destituir al cacique mestizo Bernal, aliado del corregidor, y en su
lugar poner a Tomás Catari. Este último, utilizando los recursos legales, comenzó
por hacer una denuncia ante los oficiales reales de Potosí por los abusos y fraudes
realizados por el cacique Bernal con respecto a la recaudación de tributos. A partir
de entonces y a consecuencia de las pruebas presentadas, los oficiales resolvieron
encargar de la recaudación de los tributos a Tomás Catari y a su acompañante
77 agi. Charcas 594. El presidente regente de la Real Audiencia de Charcas Jerónimo Manuel
Rueda, La Plata 15 de octubre de 1780. Agustín de Pinedo murió en julio de 1780 y Rueda
volvió a ejercer como presidente regente de la Audiencia, (f.367-376).
78 B. Lewin, La rebelión de Tupac Amaru…, Tomás Catari al Rey. Chayanta 13 de octubre de
1780.
79 Sergio Serulnikov, Conflictos sociales…, p. 361
80 Claudio Andrade argumenta que en realidad eran primos de Tomás. Véase Andrade, La rebelión
de Tomás Katari. Sucre, 1994, pp. 56-57.
38 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Entre los episodios violentos que nos interesa destacar se encuentra el ataque
al asiento minero de Aullagas. A mediados de enero, Nicolás Catari y Sebastián
Colque convocaban a los indios a sitiar este pueblo para vengarse del responsable
de la detención y muerte de Tomás Catari, el jefe de las milicias y minero Alvarez
Villarroel. Las milicias y los trabajadores mineros se refugiaron en la iglesia pero
ante la amenaza de prender fuego, los trabajadores decidieron entregar a Alvarez
Villarroel, el cual estaba escondido en una mina. Sergio Serulnikov dice que hubo
un pacto entre los trabajadores mineros y las comunidades rebeldes que se selló a
la manera andina con chicha y coca. Después los trabajadores llevaron a Alvarez
Villarroel hasta el cerro de Anconasa donde lo mataron a golpes y sus propieda-
des fueron distribuidas entre los indígenas que habían participado del ataque y
se abstuvieron de tomar dinero o propiedades de otros azogueros.81 Este hecho
nos hace pensar entonces en un posible pacto entre los azogueros de Aullagas y
los sublevados donde se respetaron las instalaciones y propiedades mineras. En
estos momentos hubiera sido lo esperado que continuaran con el asalto al resto
de los ingenios de Aullagas.
En el interrogatorio realizado en la ciudad de La Plata a Nicolás Catari des-
pués de su detención, se le preguntó por su intervención en el sitio Aullagas y los
tumultos en este asiento, y contestó en su declaración que fue Sebastián Colque el
que se excedió en el pillaje de Aullagas y que él mismo pidió perdón a los españoles:
“el confesante pidió perdón a todos los españoles después de la muerte de Alvarez”
y le dijo a Sebastián Colque: “ya que tu hiciste llorar a tantos españoles, por eso
os hice llorar a ti y a tu mujer en la cárcel”. Estas palabras traslucen un pacto de
no agresión hacia los mineros azogueros de Aullagas. También encontramos en
estos mismos testimonios otra evidencia del buen entendimiento entre mineros
y Cataris, pues parece que los primeros auxiliaron con ayuda económica a Tomás
y que sus hermanos restituyeron el dinero prestado:
Pregunta:
“con quien se aconsejaba su hermano Tomás en la provincia y en particular en Macha
donde más residía, quien le dictaba las cartas y convocatorias que con frecuencia enviaba
fuera de la provincia, y si él, su hermano Dámaso y otros algunos de sus allegados
fueron conductores y si estuvieron en Oruro o pasaron adelante en busca de Tupac
Amaru? Dijo: que ignoraba tuviese persona que le aconsejase en sus asuntos más que
su escribiente Isidro Serrano, a quien socorría con algunos pesos que pedía prestados
a don Esteban Amescaray y don Ramón Urtisberea y que cuando estaba en la cárcel
le servía de escribiente un fulano Lucero e ignora quien le servía de conductor de las
cartas o papeles que despachaba porque se veía con su hermano de tarde en tarde”82
“El Dr. Ormaechea abogado de la Plata era de toda confianza del presidente y tuvo
no se qué disgustos con el corregidor de modo que el indio Catari que pasó a Buenos
Aires se ha dicho que fue influido de él y ha estado algunos días preso de resultas de
los presentes alborotos”85
“el haber el indio hecho un viaje tan largo y tenido tanto valor y medios para ello, ha
dado con otros indicios merito a que se crea movido y sostenido por algunos sujetos
83 Ibídem.
84 Véase el capítulo siguiente.
85 agi. Buenos Aires, 439. Reservada N° 50. El Gobernador de Potosí a José de Gálvez, 16 de
noviembre de 1780.
40 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Este comentario lo hizo Jorge Escobedo cuando todavía vivía Tomás Catari y
no habían sucedido los acontecimientos más violentos de la sublevación indígena.
Ciertamente Escobedo sospechaba que fue el grupo de mineros contrarios al
corregidor, quienes estaban apoyando a Tomás Catari, pero se equivocó en insi-
nuar que el cabecilla pudiera ser Manuel Alvarez Villarroel, del cual no opinaba
muy bien,87 porque precisamente fue una de las víctimas más significativa de la
sublevación de Chayanta. Este azoguero fue quien apresó a Tomás Catari y por
eso mismo fue linchado por los sublevados dirigidos por Nicolás Catari. También
Joaquín Alós en un informe decía:
“…porque como este indio ha sido y es manejado de sujetos de respeto que con
astucia y sagacidad depravada, siguiendo éste sus influjos se maneja en la misma
conformidad que se los sugieren”88
Oruro:
En febrero de 1781, después de que las familias de mineros azogueros criollos
perdieran el control del cabildo frente al bando peninsular, se extendió el rumor
de la entrada inminente en Oruro de los indios sublevados de las provincias ve-
cinas: Chayanta, Paria y Carangas. Todos los acontecimientos que se sucedieron
a partir de estas elecciones han sido recogidos en diferentes diarios escritos por
partidarios de los distintos bandos que se enfrentaron. Uno de estos, conocido
como “El Diario Fabuloso” o “La Relación trágica de los funestos, y ruinosos
acontecimientos de la villa de Oruro”,91 trató de justificar los sucesos ocurridos
durante el levantamiento, siendo su autoría adjudicada generalmente al cura
Gabriel Menéndez,92 uno de los detenidos, aunque a veces ha sido atribuido a
otro implicado, el abogado Juan Gualberto Mejías. El otro documento es “La
Relación verdadera de los lastimosos sucesos ocurridos en la villa de Oruro con
90 Sobre la sublevación de Oruro, véase Fernando Cajías de la Vega, Oruro 1781: Sublevación
de Indios y Rebelión Criolla. 2 tomos, La Paz, 2004. Oscar Cornblit, Power and Violence in the
Colonial City: Oruro from the Mining Renaissance to the Rebellion of Tupac Amaru (1740-1782).
Cambridge, 1995. Nicholas Robins, El Mesianismo y la Rebelión Indígena. La Rebelión de Oruro
de 1781. La Paz, 1997.
91 agi. Charcas, 605. La relación fue escrita en 1781, pero se encuentra incluida en el expediente
de la causa con fecha 1794.
92 En una carta de Jorge Escobedo a Gálvez se hace referencia a este diario que supuestamente
llegó a Potosí al enviarlo Menéndez a su padre. La opinión de Escobedo sobre su contenido
fue la siguiente: “aunque en el modo de pintar los lances pueda haber algún disimulo o afec-
tación en la sustancia de los hechos, me persuado sea cierta...”. agi. Charcas, 706. Escobedo
a Gálvez. Potosí, 16 de abril de 1781.
42 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
93 Recogida por Adolfo Mier, Noticia y proceso de la villa de San Felipe de Austria. Oruro, 1913.
94 Véase Gavira, Historia de una crisis…, pp. 139-161.
95 La documentación sobre la sublevación de Oruro se encuentra en agi. Charcas, legajos 601-605.
96 Fernando Cajías de la Vega, Oruro 1781: Sublevación de Indios y Rebelión Criolla…, pp. 743-808.
97 B. Lewin, La Rebelión de Tupac Amaru, p 580.
98 Fernando Cajías de la Vega, Oruro 1781: Sublevación de Indios y Rebelión Criolla.
producción de plata y sublevación indígena en chayanta 43
En todo caso, la minería en Oruro durante la segunda mitad del siglo xviii
estaba en crisis; advertimos el endeudamiento de los principales mineros criollos y
el auge económico y social que tomaban los peninsulares habilitadores. Las visitas
de minas ya evidenciaban un gran número de minas aguadas y abandonadas y en
general la minería se hallaba en decadencia desde años antes de 1781, por eso los
mineros criollos habían contraído grandes deudas y se sentían amenazados de
perder sus propiedades.
La sublevación indígena en Oruro afectó en lo general y lo particular, es de-
cir como cualquier otro centro se vio desabastecido de insumos y azogue por los
problemas con las comunicaciones durante estos años, especialmente 1781. Pero
en lo particular hay que señalar la importancia de la muerte de los habilitadores
peninsulares que financiaban la minería y que han sido los eternos olvidados del
conflicto. También la detención y encarcelamiento de los principales mineros
criollos y el embargo de sus propiedades representó un duro golpe; y por último
señalar la violencia ejercida sobre las propiedades mineras. Una vez rota la alianza
entre criollos e indígenas, estos últimos tomaron una actitud agresiva contra las
instalaciones mineras. Los ingenios fueron asaltados para hacerse con la plata y
utilizar las herramientas como armas.99
Gráfica III
Producción de plata de Oruro (1770-1813)
140000
120000
100000
80000
Marco
60000
40000
20000
0
1770
1772
1774
1776
1778
1780
1782
1784
1786
1788
1790
1792
1794
1796
1798
1790
1792
1794
1796
1798
1800
1802
1804
1806
1808
1810
1812
Años
99 Todas estas cuestiones han sido desarrolladas en M. C. Gavira, Historia de una crisis… pp. 170-182.
44 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Carangas
A principios de febrero de 1781, el tesorero Pablo Gregorio Castilla escribía
al intendente de Buenos Aires una carta contándole los acontecimientos durante
la sublevación en Carangas.100 Informaba que el día 26 de enero a las cuatro de
la madrugada, los indios de las doctrinas y pueblos de Orinoca, Huayllamarca y
Totora asaltaron y dieron muerte al corregidor Mateo Ibáñez y a tres familiares
suyos que se encontraban en el pueblo de Corquemarca. El corregidor fue dego-
llado y le robaron más de 15.000 pesos, también mataron a algunas autoridades
indígenas, como al gobernador de la doctrina de Huachacalla. Después nombraron
como capitán a Miguel Morales, originario de Andamarca, con la orden de pasar a
Curaguara, donde se reunieron más de cuatrocientos indios armados. Los alzados
llegaron hasta Sabaya donde sorprendieron a los españoles y mestizos que estaban
en la fiesta de la virgen de la Purificación y, una vez apresados, todos rindieron
obediencia a Tupac Amaru. Este acto lo justifica el tesorero diciendo que todos
los presentes lo hicieron por miedo y por conservar la vida. Seguidamente ma-
taron a Teodoro Ugalde, familiar del corregidor, y arrestaron al contador Juan
Manuel Güemes,
El tesorero, que salvó su vida, no sólo consiguió hacerse con las llaves de la
Caja Real tras convencer a los indios de no asaltarla “unas veces con razones y otras
con amenazas”, sino que fue aclamado por los sublevados como justicia mayor. Al
día siguiente los indios se retiraron hasta Sabaya llevándose a todos los españoles.
Castillo pedía en su carta auxilio para poner un pronto remedio a la situación,
porque estaba peligrando la Caja Real, la provincia, y la vida de los vasallos que
100 agi. Charcas, 706, Nº 480. Carta del tesorero Pablo Gregorio Castilla al intendente de Buenos
Aires. Carangas, 7-ii-1781.
101 Ibídem.
producción de plata y sublevación indígena en chayanta 45
102 agi. Charcas, 706, Nº 480. Carta del intendente de Buenos Aires a José de Gálvez. Buenos
Aires, 29 de julio de 1781.
103 anb. T. 96, Nº 14.
104 agi. Charcas, 706. Ignacio Flores a Chavarri. Oruro, 7 de noviembre de 1781.
46 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
muerto el tesorero. En mayo de 1782, Chavarri salía de Oruro con tropas como
comandante de armas de la provincia de Chichas, Lípez y Atacama, para unirse
con el comandante general José Reseguín.105
Podemos observar en el gráfico iv, elaborado con los impuestos procedentes
de la plata registrada en la Caja Real de Carangas desde 1746 hasta 1803, que
no tenemos información de los años clave para nuestra investigación porque en
el tumulto desaparecieron los libros de la Caja Real, al menos es la excusa que
aparece en los documentos. De todas formas, estas cifras no son de gran utilidad,
pues durante este siglo se registra en la Caja Real de Carangas la plata procedente
del mineral de Huantajaya, Tarapacá. Sin embargo, tenemos constancias de la
crisis minera en Carangas donde a partir de 1781 quedaban muy pocos mineros
azogueros y la mayoría de la actividad minera la realizaban los buscones y jucos.106
Gráfica IV
Producción de plata de Carangas (1770-1804)
40000
35000
30000
25000
Pesos
20000
15000
10000
5000
0
1746
1748
1750
1752
1754
1756
1758
1760
1762
1764
1766
1768
1770
1772
1774
1776
1778
1785
1787
1789
1791
1793
1795
1797
1799
1801
1803
Años
105 Fernando Cajías de la Vega, “Rebeliones andinas anticoloniales del siglo xviii. Rebelión e
Iglesia. Oruro, 1781”, Historia, Nº 21. La Paz, 1990, pág. 34.
106 Gavira, Población indígena, sublevación y minería en Carangas. Arica, Chile, 2008.
producción de plata y sublevación indígena en chayanta 47
recursos y el poder local, y los indos sublevados también aclamaron por corregi-
dores de Oruro y Paria a dos de los mineros implicados. Pero mientras en Oruro,
centro minero de mayor importancia, las muertes de los comerciantes peninsula-
res fueron más numerosas y quedaron testigos que denunciaron la acción de los
mineros implicados, en Carangas no hubo expediente contra Castilla, ni sabemos
que se presentaran otros testimonios o versiones de los sucesos.
Podríamos continuar con más casos en los que los mineros se implicaron
de alguna manera en la sublevación más o menos activamente. Sin ir más lejos
conocemos el caso de Toracari, en el mismo corregimiento de Chayanta, donde
la española y azoguera Francisca Estupiñán tomó partido por los sublevados a
los cuales instó para cercar y agredir al representante de la Corona, el coronel
Saldivar. Fue acusada de haber aprovisionado a los sublevados que lucharon contra
las tropas cochabambinas y de haber acogido al líder Guacachaca en su casa.107
Otro caso especialmente significativo es el estudiado por María Eugenia del Valle
sobre la participación del minero Antonio Molina en la toma de Sorata, Larecaja,
junto a los rebeldes capitaneados por Andrés Tupac Amaru. Molina fue acusado
de vincularse a la sublevación aportando sus hombres y armas de fuego, de haber
aceptado el cargo de Justicia mayor de manos del líder rebelde y de vestir como
indio. Justificó su comportamiento como única forma de salvar su vida y la de
sus hombres.108
El auge que manifestaba la curva de producción de Chayanta durante los años
de la sublevación e inmediatos posteriores no mantenía una lógica con respecto
a los otros centros mineros del Alto Perú, inmersos en unas condiciones de gran
inestabilidad que no favorecían la actividad minera. La sublevación indígena que
asolaba durante 1780-81 la región andina tuvo uno de sus centros en Chayanta,
donde se levantaron los tributarios bajo el líder Tomás Catari. Sin embargo, no
parece que esto representara ningún inconveniente para el aumento de la produc-
ción de plata del corregimiento, a diferencia de otros centros mineros donde las
repercusiones fueron más o menos graves. La actividad minera del corregimiento
no sufrió los inconvenientes suficientes como para obstaculizar el auge que se
venía manifestando con los minerales ricos de los cerros de Aullagas y Anconasa,
tal como veremos en el próximo capítulo.
Los mineros y azogueros altoandinos fueron personajes muy importantes en
la sociedad colonial y no se quedaron al margen de los acontecimientos, como
pudimos observar en el caso de Oruro e incluso Carangas, y también por qué no
del mismo Chayanta. La coyuntura de inestabilidad y los conflictos por intereses
fueron aprovechados también en Chayanta donde encontramos evidencias sobre
Los protagonistas:
azogueros, mineros y trabajadores
“Hallose el mineral de Aullagas con cerca de seis mil almas y entre ellas no habrá
cincuenta de una regular conducta, recogiéndose la gente más bandida de estos
contornos, con partidos escandalosos a causa de unos pleitos que siguen los mineros”109
109 agi. Charcas, 594. Carta de Jorge Escobedo a José Antonio Areche. La Plata, 20 de febrero
de 1780.
110 Por ejemplo, véase el caso de Oruro donde los principales mineros criollos fueron corregi-
dores en diversas ocasiones y también era frecuente que los corregidores se aliaran con los
principales mineros. C. Gavira, Historia de una crisis…, cap. iv.
los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores 51
111 Tomás Alvarez Acevedo era originario de Lois, León, pasó a La Plata a ejercer como fiscal de la
Audiencia de Charcas en 1767, en su licencia para pasar a Indias estaba acompañado de dos jóvenes,
uno de ellos era el azoguero Baltasar Alvarez Reyero. En 1773 fue nombrado oidor comisionado
para administrar el Banco de Rescate de Potosí. AGI. Contratación, 5510, N° 2, R. 30.
112 En la Audiencia de Charcas, el presidente José López de Lisperguer era el suegro de cuatro
mineros potosinos, a pesar de la existencia de una ley que prohibía el matrimonio entre los
miembros de las familias de los oidores y los habitantes del distrito donde se ejercía.
113 Gavira, Historia de una crisis…, p. 151.
52 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
y también haciéndose con propiedades o asociándose con los locales. Sin ir más
lejos, mencionaremos el caso del mismo Joaquín Alós que siendo militar de ca-
rrera no desperdició la oportunidad de medrar y hacerse con las ganancias que le
ofrecía el banco de rescate de plata de Aullagas, aunque también tenía intereses
en la compañía de Benavides y habilitaba a Manuel Saldivar.114 En definitiva, no
podemos afirmar quién fue primero, la autoridad que se vinculaba a la actividad
minera o los azogueros que se hacían de un cargo en la administración colonial.
Se dieron casos para todos los gustos.
Los azogueros tenían una situación especial, gozaban de una legislación que
los protegía del embargo o cárcel por deudas. En 1571, una provisión del virrey
Francisco de Toledo concedía ciertos privilegios a los dueños de minas e ingenios
para que no se encarcelasen por motivo de deudas y cumpliesen penas dentro del
asiento de minas o en sus ingenios. Tampoco se les podía ejecutar sus propiedades
ni herramientas, pertrechos o esclavos por este concepto. Otro de los escollos
a la hora de cobrar las deudas de los mineros era la prioridad que tenía la Real
Hacienda para cobrar deudas generadas principalmente por el abastecimiento de
azogues. Esta protección era una de las ventajas de pertenecer al oficio, ventajas que
aumentaron y se consolidaron a fines del siglo xviii con las reformas borbónicas.
La mayoría de los azogueros instalados en Aullagas en la década de los sesenta
o setenta, partícipes del auge minero, eran peninsulares, a veces gente que después
de una estancia en Potosí donde no habían conseguido integrarse, se arriesgaron
en las provincias, sirva de ejemplo Francisco Amaral y Astuena. Posterior a esa
década de esplendor, en las décadas siguientes nos vamos a encontrar con un nú-
mero de criollos de primera generación realizando un esfuerzo por hacer renacer
al mineral de sus cenizas.
Nuestra intención será abordar la situación de los azogueros protagonistas de
este auge hasta llegar a la crisis que situamos concretamente en 1792, cuando no se
superan los treinta mil marcos en la producción registrada. Para ello hemos pensado
analizar tres escenarios: los años antecedentes (la década de los setenta), la década del
auge (los ochenta) y la crisis de 1792. Un testimonio evidente y muy importante de esta
crisis lo representa la visita al asiento de Aullagas de ese mismo año que nos muestra
una considerable cantidad de minas sin labor e ingenios y trapiches parados que tra-
taremos en el siguiente capítulo y que hemos trascrito como apéndice documental.
Cuadro ii
Producción de plata procedente de Chayanta registrada
en el banco de rescate, 1770-1779
Cuadro III
Registradores de plata de Chayanta en el banco de rescate, años 1772-76
115 anb. Minas, T. 152, N° 5, Año 1774. Expediente por deudas al General Juan Francisco
Navarro.
116 Véase en el apéndice la Visita del mineral de Aullagas de 1792.
los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores 55
muy importantes como la del Bronce, Jesús María en Anconasa y las del Rosario,
Gabia, Gallofa grande y el socavón Begoña en el cerro de la Gallofa, éstas dieron
un mineral de alta ley “80, 100, 500 o más marcos”.127
Otro de los mineros azogueros importantes fue Francisco Amaral, portugués,
que llegaba a Potosí en la década de los cuarenta, y en 1751 se instaló en Aullagas.
Casado con Ana Baena, natural de Jujuy, tuvo dos hijos Ana María y José Antonio.
Curiosamente también practicaba el oficio de cirujano y lo encontramos en los
documentos atendiendo a los indios heridos en un ingenio. Con motivo de la
guerra con Inglaterra y Portugal en1762 hubo una orden para expulsar a todos los
vecinos de esa nacionalidad, sin embargo pudo evitarla por su oficio de minero.128
Como decía Amaral, llevaba por entonces más de veinte años en esas tierras donde
se había desempeñado como minero y azoguero, invirtiendo fuertes sumas en el
trabajo de las minas y la construcción de un ingenio en la rivera de Aullagas, que
pudiera haber sido alguna de sus dos propiedades, La Palca o Ayoma.129 Presentó
una constancia del Banco de Potosí de haber registrado 31.000 marcos hasta ese
año y decía haber invertido mucho dinero en un socavón que ya contaba con 600
varas.130 Suponemos que se trataba del socavón de la Soledad en Aullagas, el cual
trabajó en 1751 en compañía de Joaquín Márquez y de otro portugués, Francisco
Pereira Varela.131 También se decía dueño de otros dos socavones, el de la veta de
la Gallofa (en el cual estaba asociado con Malherbe, Astuena, Isasa y Malaver) y
el llamado Colquechaca; el primero para desagüe de su mina Guainacucho y el
segundo para la mina de Menguengue. Ambas minas fueron muy ricas y dieron
mucho mineral, pero sabemos que tuvo diferentes habilitadores con los cuales
quedaron deudas pendientes, entre ellos Juan Francisco Navarro y Francisco
Antonio Urtizberea y Manuel Prego de Montaos.
La actividad de Amaral era suficientemente importante y útil para la Corona
como para cerrar los ojos ante su nacionalidad portuguesa. De hecho, de los cuatro
portugueses que había en este corregimiento de Chayanta, se expulsaron a dos y
sólo quedaron los dos que practicaban la actividad minera, rubro muy importante
para los intereses de la Corona. En el expediente abierto por motivo de la expulsión
se aprecia en los testimonios y preguntas que plantea el mismo Amaral, que era
un azoguero muy importante y con una larga trayectoria en la minería altoandina:
133 anb. Minas, T. 79, N° 2. Años 1784-85. Francisco Amaral también dejó una deuda a Antonio
de Sosa y Meneses, comerciante de San Miguel de Tucumán, por efectos de Castilla y de la
tierra. Francisco Antonio Urtizberea decía que José Antonio Amaral le era deudor de 28 mil
pesos y que “una parte del dinero que le suplí compró un par de sarcillos de diamantes y un
ahogador de la misma clase, en el precio de 1300 pesos y estas joyas las usó su mujer doña
Teodora Crespo” Decía que al final las dio en préstamo por ser deudor de la real hacienda y
que como fueron compradas con el dinero que le prestó debe ser preferido ante otros acree-
dores. anb. Minas, T. 75, N° 13. 26 de noviembre de 1787.
134 anb. Minas, T. 73, N° 9, Año 1785.
135 Véase apéndice. Visita del mineral de Aullagas.
60 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
“El ingenio se empezó a construir y se concluyó por los tres mencionados compañeros
poniendo cada cual su industria, asistencia y dinero conforme a las facultades de cada uno
y luego trabajaron las minas, sacaron crecidos azogues en el Real Banco y mutuamente
beneficiaron los metales hasta que con motivo del alzamiento se dispersaron los
compañeros Gelly y Moreno quedando Urtizberea corriendo con la finca”.137
Antes de la desaparición de los dos socios, Ramón Urtizbera tuvo que afrontar
los robos de azogue que hacía Gelly138 y el intento de hipoteca de esta propiedad por
deudas del mismo Gelly con la Real Hacienda, aunque afortunadamente pudo con-
servar la propiedad. Ramón los denunció como gente aprovechada que no aparecía
para ajustar las cuentas de la compañía y disolverla porque les interesaba pertenecer
al oficio de mineros azogueros, cuyos miembros se encontraban protegidos por ley.
Juan de Gelly era un personaje bastante polémico, de 1773 a 1775 ejerció
como corregidor de Oruro,139 donde dejó deudas pendientes y sacó azogue para
sus fines particulares; y tal como comentamos anteriormente ejerció de teniente
144 agi. Buenos Aires, 439. Cuaderno 7. “Autos seguidos por el común de vecinos del asiento y
mineral de Aullagas sobre el Banco de Rescate”. Firman Isidro Pimentel, Tomás de la Fuen-
te, Gabriel Iglesias, Pedro Salcedo, Luis Córdoba, Pedro Requena, Vicente de Molina, José
Carrasco, Lorenzo Peláez, Ignacio Miranda, Martín Mendoza, Hilario Centellas, Antonio
de la Orden, Juan Antonio Barceló, Domingo Mínguez.
145 Según el diccionario de García Llanos: “Aunque el nombre de ingenio comprende otras
muchas cosas concernientes a él, propiamente es ingenio el artificio con que se muele el
metal que las partes principales de que consta son: canal, chiflón, rueda, eje, quijo, cureñas,
chumaceras, castillo, triangulo, cabezales, cadenas, mazos, levas, sobardos, almadenetas,
tejos y montero, de las cuales no hay necesidad de decir en particular”. Véase de este autor,
Diccionario y Maneras de Hablar que se usan en las minas… Estudio introductorio de Gunnar
Mendoza y comentario de Thierry Saignes. musef, La Paz, 1983.
146 Véase apéndice, Visita del mineral de Aullagas de 1792.
los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores 63
Cuadro IV
Propietarios de ingenios en el asiento de Aullagas, 1792
Ingenios Propietarios
San Antonio de las Peñas Francisco Llera Majón
1791 en paro.
Lurucachi Tomás Cortés
1789 en paro.
Nuestra Sra. Del Rosario Baltasar Alvarez Reyero (p)
Arrendatario Francisco Basagoytia (p)
Trabaja a tiempo parcial.
La Palca Francisco Amaral (p)
José Antonio Amaral (c)
1792 en paro.
Angostura Manuel Bayro
1792 en paro.
Macha y Esquena Juan Bautista Ormaechea (p)
Esteban Amezcaray (p)
N. Sra. Concepción José Astuena (p)
de Guancarani Herederos de José Astuena
Interventor: Pedro Vargas (c)
Churicala Ramón Urtizberea (p)
Ayoma Francisco Güemes (p)
Fuente: AHP. Gobierno e Intendencia, Caja 30. Visita de Aullagas 1792.
a veces eran los trapicheros o a veces personas a las que no se les conocía como
propietarios de plantas de beneficio de plata, y que rescataban y beneficiaban su
plata en una de las muchas de las instalaciones de Chayanta. Un ejemplo al que ya
hicimos referencia era el azoguero Francisco Llera Majón, vecino de Potosí que
tenía su ingenio a cargo del administrador José González Tames. Sus registros de
plata no eran muy cuantiosos ni regulares por lo que sospechamos la posibilidad
de que estuviera vendiendo la plata en Potosí o que tuviera un habilitador que
recibiera la plata a precio de descuento. Buechler hace referencia a las dudas sobre
el origen de la plata que registraba en el Banco de San Carlos el azoguero Luis
Orueta, pues se sospechaba que compraba los marcos de plata en provincias y
luego los vendía a precios más ventajosos como azoguero del gremio en el Banco
de San Carlos.147 Debemos de contemplar la posibilidad de que mucha plata de
Aullagas se registrara como potosina u orureña.
El ingenio llamado San Antonio de las Peñas o Escalerilla estaba ubicado a
una legua de San Miguel de Aullagas. Tenía una sola cabeza con seis almadenetas,
sus hornos, buitrón y todos los espacios propios para el beneficio del mineral, el
cual sacaban de diferentes minas situadas en diferentes vetas: Zibelo, San Nicolás
y la Purísima.148
Tomás Cortés era el dueño del ingenio de Lurucachi situado a tres leguas del
asiento de Aullagas, el cual se empezó a construir en 1784 y se terminó en 1786. Es
como dijimos anteriormente, una de las instalaciones que nacen al calor del auge
minero y que en 1789 estaba parado, según la declaración que hizo el azoguero
en la visita de Aullagas de esa fecha. Pocos años después lo debió vender a Juan
de Lucuy.149 De su ingenio decía:
“Ytem tiene buitrón, lavadero, piña guasi, almacén para los azogues y aperos,
semanería para recoger azadones y herramientas, cerco cuadrado para acopiar leña,
galpón para la icha y otro separado para entrojar la sal, cal y salitres para los beneficios
y la casería de cuatro viviendas principales”.150
Cuadro V
Principales registradores de Chayanta, 1781-1785
negocios mineros cuando sus registros son los más cuantiosos durante los años
de mayor producción y mayor impacto de la sublevación, 1782 y 1783. Durante
estos dos años fue el máximo registrador con 13 % del total de la plata registrada.
La suma de toda su producción registrada desde 1781 a 1790 supera los 50 mil
marcos. No sabemos la resolución de esta petición pero no tenemos noticas de
que hubiese conseguido ningún cargo de los que aspiraba.152
Baltasar Alvarez Reyero, peninsular nacido en Lois (León),153 paisano y
pariente del fiscal de la Audiencia de Charcas, Tomás Alvarez Acevedo, llegó a
Charcas en su compañía el año 1769.154 Debió de trasladarse muy pronto a Cha-
yanta, pues tres años más tarde de su llegada, en 1772, ya tenemos noticias de que
estaba registrando plata. Es posible que empezara como canchero y apoderado
de José Astuena en sus minas de la veta de la Purísima Concepción en Anconasa.
Sus posesiones mineras fueron muchas y muy importantes y debieron de darle
el suficiente poder económico para conseguir un buen papel dentro de la polí-
tica municipal de La Plata, donde en 1779 y 1780 fue elegido alcalde ordinario
del cabildo y ese último año compró “la vara de alférez real” en 1000 pesos.155
Durante los primeros años de la década de los ochenta, en plena sublevación,
parece que permanece en La Plata, donde se encontraba cuando empezaron los
acontecimientos violentos en Chayanta. Su papel más protagónico lo ejerce como
alférez real especialmente en las fiestas de la proclamación del nuevo rey Carlos
iv. Como lo refiere Eugenia Bridikhina, la importancia de este cargo municipal
como portador del pendón o estandarte real se hace especialmente significativa
como símbolo monárquico institucional en el momento de la sucesión.156 En esta
misma celebración tuvo un papel destacado por sus gestos de generosidad:
“ha dado repetidas pruebas de su lealtad y amor al Rey, pues además de los crecidos
gastos que hizo en las funciones, arrojó al pueblo en distintos días 30 monedas de plata
del peso de una onza, sin la crecida cantidad de otros varios tamaños que había hecho
acuñar y que también derramó al pueblo, cedió a favor de la real Hacienda 500 pesos
que le destinó la ciudad para ayuda de gastos, distribuyó muchas limosnas y dotó a
nombre de s.m. a una doncella para tomar estado de religiosa con 30 pesos diarios”.157
requeridas e incluso capilla, donde había un capellán que daba misa diaria. Entre
las minas más ricas, era propietario de la de Nuestra Señora del Camino en la veta
de la Purísima y otra en la veta Sacramento de Anconasa. Existe un testimonio del
intendente de Potosí en el que dice que el azoguero registró en el Real Banco de
San Carlos 98.357 marcos.158 Estas propiedades se encontraban bajo arriendo a
partir de 1790, en que el azoguero y alférez real se trasladaba a la Península. No
sabemos el dinero acordado para el arriendo de estas propiedades, las únicas minas
que según la visita de 1792 declaraba Francisco Basagoytia como arrendatario de
Alvarez Reyero, pero no aparece referencia de los registros que tenía en la veta
de Colquechaca o en el asiento de Maragua.
Fueron sonados sus pleitos con el paisano, y posiblemente pariente, Manuel
Alvarez Villarroel, también originario de León que llegó a Aullagas cuando
Baltasar ya estaba establecido. Recordemos que este es el azoguero que prendió
a Tomás Catari y que después ajusticiaron los indios en el asedio de Aullagas.
Dicen los testigos que llegó Villarroel “en un traje lo más lamentable que bien
daba a entender su miseria y total pobreza, y así en aquella miseria lo recogió
en su casa Don Baltasar Alvarez Reyero”.159 Según el testimonio de Francisco
Antonio Urtizberea, Villarroel fue recomendado por el fiscal de la Audiencia de
Charcas, Tomás Alvarez de Acevedo, y podríamos sospechar que pudieran ser
también parientes.160
A pesar de no tener experiencia en minas, el azoguero lo empleó como can-
chero en su mina de Anconsa dándole el salario de 15 pesos semanales. En 1778,
Baltasar cedía esta mina de Anconasa a Villarroel, según algunos testimonios y,
según otros, se la vendió. El problema se suscitó con unos quintales de mineral
que estaban almacenados en la cancha mina y que se disputaban como propios
los dos azogueros. La mina, según algunos testimonios, podía estar valorada en
cincuenta mil pesos. Cuando Baltasar fue a sacar el mineral de la cancha mina,
Villarroel lo persiguió y amenazó de muerte tratándolo de ladrón.
El juicio sobre este incidente implicó el testimonio de la mayoría de los
azogueros que discrepaban en que fuera donación gratuita, algo que les resultaba
increíble tratándose de una mina tan rica, la cual estaba en su mejor momento.
Según los testimonios, Villarroel llevaba tan sólo un año en Aullagas al servicio
de Baltasar, cuando este último arreglaba todos los negocios en Chayanta porque
se disponía a partir hacia La Plata. La venta de la mina estuvo a punto de cerrarse
con Antonio Armandos que llegó de Potosí para este negocio, acordándose en
veinte y cinco mil pesos, pero al final no se concretó la operación. El litigio per-
duraba todavía en 1782, ya muerto Villarroel, y aunque no nos consta la decisión
final de la Real Audiencia sabemos que la mina de Nuestra Sra. del Camino en
Anconasa volvió a ser propiedad de Baltasar, el cual cuando abandonó Charcas
en 1790 dejó sus propiedades arrendadas a Francisco de Basagoytia.
Después de la muerte de Tomás Catari, sus hermanos van a liderar a los indios
sublevados de Chayanta y uno de sus primeros actos lo constituirá la venganza. Se
dirigieron hacia el mineral de Aullagas para acabar con Villarroel. Los trabajadores
entregaron a este azoguero, que fue asesinado y sus propiedades fueron asaltadas
y repartidas por los que participaron en el asedio de Aullagas. Es muy posible que
sean estos perjuicios a los que alude Alvarez Reyero en su memorial cuando dice que
“no satisfechos los sediciosos con esto quemaron y talaron sus haciendas, habiendo
llegado el perjuicio, según su cálculo prudencial a cerca de medio millón de pesos
fuertes”.161 No tenemos noticias de asaltos, robos ni otro tipo de perjuicios en las
instalaciones mineras de Chayanta durante la sublevación indígena, por tanto su-
ponemos que fueron sus antiguas propiedades, la mina de Anconasa y su ingenio en
manos de Villarroel, las que fueron perjudicadas. Sabemos que el azoguero Alvarez
Reyero no registró plata en 1781, pero al año siguiente registró la cantidad de 7.129
marcos, siendo el segundo en importancia en cuanto a la producción registrada, tan
solo superado por Lucas Villafañe (véase cuadro de registradores). Precisamente
este año de 1782 fue el año en que se registró la mayor cantidad de plata en el co-
rregimiento de Chayanta, por tanto suponemos no fueron muchos los perjuicios
en la actividad minera. Como puede apreciarse en los cuadros que elaboramos con
los registros de plata durante la década de los ochenta, Alvarez Reyero se destacaba
como uno de los principales registradores, llegando a alcanzar en 1790 más del 20
% del total de la plata registrada procedente de Chayanta.
De Alvarez Villarroel tenemos testimonios que lo describen como cruel y
prepotente, además de desagradecido con su paisano Baltasar Alvarez Reyero,
según el testimonio de muchos de los vecinos mineros y azogueros de Aullagas.
En su conflicto con el corregidor se levantaron denuncias que decían que era
cruel con los trabajadores y “que a puros golpes había muerto a dos o tres indios
trabajadores de la mina que administra”, y que cuando era canchero de Baltasar,
azotó a un negro hasta la muerte porque acusado de robo declaró que lo había
incitado Alvarez Villarroel.162 Escobedo tampoco tenía muy buena opinión de
este azoguero.163
Baltasar Alvarez Reyero volvió a la Península en febrero de 1790 y, como
solía ser comportamiento generalizado entre los indianos exitosos, se construyó
una casona en su pueblo de Lois (León), y continuó los vínculos con su pariente
Tomás Alvarez Acevedo, con el cual se unió en compadrazgo al bautizar a uno de
sus hijos. También para rematar su posición de prestigio solicitaba a la Corona
un ascenso a coronel del ejército en 1792. Esta petición se le denegó, a pesar de
que siendo sargento mayor de las milicias de Chayanta decía haber tenido una
actuación significativa durante la sublevación, detalle del que no tenemos ninguna
evidencia, tal cual se argumenta también en la resolución de su solicitud.164
Esteban Amezcaray y el Dr. Juan Bautista Ormaechea eran socios y propieta-
rios de lo que llamaron dos ingenios menores, que según la descripción no tenían
almadenetas sino ruedas, piedras voladoras y soleras, es decir se trataba de lo que
conocemos por trapiches. Estas instalaciones se encontraban a dos leguas del río
Macha, pero también tenían otro ingenio llamado Aguas de Castilla en Uncía,
el cual costó levantarlo “de cuatro a cinco mil pesos”. Las principales minas que
trabajaban se ubicaban en el cerro de Anconasa, en la veta de la Encarnación y en
la veta de Colquechaca, y en el cerro de la Gavia y la veta con el mismo nombre.
Amezcaray era todo un personaje en Aullagas, referencia entre los mismos
azogueros y bien relacionado con las principales autoridades de La Plata. La Real
Audiencia de Charcas le propuso para sustituir a Joaquín Alós, pero se disculpó.
Amezcaray había estado haciéndole préstamos a Tomás Catari y es muy posible
que supiera que la situación no estaba en Chayanta como para ejercer de corre-
gidor. No tenemos datos precisos sobre la relación de Tomás y el azoguero, pero
sabemos que le hizo préstamos que le fueron devueltos después de su muerte
por sus hermanos. En qué condiciones y para qué fue empleado el dinero, no lo
sabemos pero resulta bastante significativo.
Desafortunadamente no contamos con muchos detalles sobre la vinculación
de este azoguero y su socio el Doctor Ormaechea, del cual sabemos que mantuvo
un fuerte conflicto con el corregidor Alós, que le llevó hasta la cárcel. Escobedo
decía en una de sus cartas a José de Gálvez en noviembre de 1780, donde informaba
la situación de Chayanta, de la existencia de un grupo de oposición al corregidor
Alós, donde se encontraban relacionados el cura Merlos, el coronel Alvarez Vi-
llarroel, el presidente de la Audiencia de Charcas, el oidor Marqués de la Plata y
al doctor Ormaechea, abogado de la Audiencia de Charcas.165
Juan Bautista Ormachea, abogado de la Real Audiencia de Charcas, gui-
puzcoano de nacimiento, decía haberse doctorado en teología en la Universidad
de Córdoba de Tucumán, y pasó a la ciudad de La Plata en calidad de jurista
consultor en el Concilio Provincial a celebrarse en esa ciudad en 1776. En la
Universidad de San Francisco Javier se doctoró en derecho y consiguió en 1779
166 agi. Estado, 76, n. 33. Relación de los méritos y servicios del doctor D. Juan Bautista de
Ormaechea.
167 Visita del mineral de Aullagas. El informe de Dr. Juan Bautista Ormaechea, 30 de abril de
1792.
168 Sobre la gestión de Francisco Güemes en el Banco de Rescate de Potosí, véase Buechler,
Gobierno, Minería y Sociedad…, p. 49.
169 anb. csj. 100. Juicio seguido por Manuel de Santander, 1832-1834.
170 anb. csj. 100. N° 1, 100. Años 1800-1801.
171 anb. Minas, T° 73, N° 11, Años 1785-86
los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores 71
de esta asociación durante los años de 1787 y 1788, registrándose algo menos de
cinco mil marcos.
Güemes se movía entre distintos centros y entre distintas Cajas Reales, sa-
bemos que en 1780 estaba sacando azogues de la Caja Real de Oruro.172 Tenía un
hermano contador en la Caja Real de Carangas, el cual es posible que también
lo abasteciera de azogues.173 En 1767 estaba registrando plata también en esta
Caja de Carangas, aunque en pequeñas cantidades; hay registros de sus frecuentes
traslados a este centro, hasta que su hermano murió a manos de los sublevados
en Carangas.174 El coronel Francisco de Güemes representa un claro ejemplo de
personaje bien establecido en la ciudad de la Plata, con cierto prestigio, y bien
relacionado, que ejercía de rescatador, minero y azoguero y pensamos que era esta
última actividad la que le permitía mantener su posición social. En todo caso los
registros de plata fueron fluctuantes y su mejor año fue en 1785, cuando registró
más de diez mil marcos de plata.
Pedro Vicente Vargas interventor del ingenio que fuera del finado José
Astuena, consiguió hacerse con unas minas pertenecientes a la testamentaria de
este azoguero, la cual le adjudicó Francisco de Paula Sanz con el argumento de
despueble. Vargas era hijastro de Blas Gascón, oficial real de la Caja de Oruro,
el cual se casó y se fue a Buenos Aires y lo dejó como contador sustituto de esa
Caja en 1777. Estando en Oruro, propuso a Escobedo erigir un Banco de rescate
en 1781, y suponemos que ya debía de conocer el caso de Joaquín de Alós en
Chayanta y de las ventajas que obtuvo a través del rescate de plata.175 En 1784
estaba pidiendo continuar en la Caja de Oruro, donde argumentaba haber servido
fielmente desde 1778 y dijo haber contraído una gran responsabilidad por haber-
se casado con Rosa de Ayala, la viuda del corregidor de Paria asesinado por los
sublevados en 1781.176 A partir de 1786 lo encontramos realizando importantes
registros de plata que podían provenir de sus minas propias o de la testamentaria
de Astuena, pues estaba encargado de la administración de las posesiones que
este azoguero dejó a sus herederos, entre ellas el ingenio de Guancarani (véase la
visita de Aullagas en el anexo).
Como apuntábamos anteriormente, la mayoría de los azogueros de Aullagas
estaba vinculada a la administración colonial o a la inversa. Ya observamos que ha-
bían azogueros-corregidores, corregidores-azogueros, oficiales reales-azogueros,
oidores-azogueros, administradores de rentas, y por supuesto aquellos vinculados
con los cargos municipales, como por ejemplo el de alférez real. Es difícil gene-
ralizar si primero era el poder económico y después la posición política, o a la
inversa. Tenemos ejemplos, como hemos señalado, en los dos sentidos.
Lo que advertimos durante el segundo quinquenio de la década de los ochen-
ta es que los grandes registros que efectuaban los azogueros de los que hemos
hecho referencia ya no son tan cuantiosos, salvo Alvarez Reyero que continuaba
registrando cantidades superiores a los treinta mil marcos, el resto como se puede
apreciar en el siguiente cuadro disminuyó sus registros. También hay que señalar
que en este quinquenio baja la producción en un 50% aproximadamente. Des-
tacamos que se observa una mayor cantidad de plata registrada por trapicheros
o azogueros menores.
Cuadro VI
Registradores de plata de Chayanta, 1786-1790
Cuadro VII
Producción de Chayanta 1780-1800
– Los trapicheros:
“Los trabajadores que furtivamente entran a las minas abandonadas por algún tiempo
para explorar el mejor metal que encuentran con grave perjuicio de los dueños y
del mismo laboreo por el desorden con que verifican sus trabajos y por no extraer
jamás caja alguna con lo cual poco a poco obstruyen toda labor. En Potosí guardan
cierto orden que en algunas veces es acordado con el dueño de la mina y a vista de
74 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Cuadro VIII
Trapicheros de Aullagas, 1792
2. Propietarios de minas
Vamos a dedicar este apartado a abordar la historia de los dueños de minas que
podríamos denominar como mineros, aunque en Potosí por lo general se entendía
como minero al encargado de la mina. También vamos a permitirnos presentar los
cerros donde se encontraban las vetas y las minas más importantes de Chayanta,
haciendo algunas distinciones entre asientos de minas y minerales.
Por lo general, todos los azogueros y algunos trapicheros eran dueños de minas
y de socavones, entendiendo por estos últimos los túneles de acceso a las galerías,
utilizados ocasionalmente para el desagüe o ventilación.191 Sin embargo también
estaban presentes algunos propietarios de minas que beneficiaban su mineral en
las instalaciones de los azogueros o trapicheros de Chayanta. Como pudimos
comprobar por los testimonios sobre los principales azogueros (entendiendo
propietarios de minas e ingenios), estas obras de infraestructura conocidas como
socavones requerían de una fuerte inversión y a veces colaboraban diferentes in-
teresados en la empresa de construcción. Era frecuente que con la profundización
de las minas se produjeran inundaciones y se necesitase de alguna manera vaciarlas
para continuar con el trabajo. No siempre se consideraba la mejor solución la
instalación de malacates, o máquinas destinadas para desaguar, las cuales también
requerían una fuerte inversión para la construcción de un pozo perpendicular y la
instalación de la máquina movida por tracción animal o humana; por lo general
en las minas altoperuanas se acudía a darles solución a través de los socavones,
que además ofrecían beneficios a más interesados y dueños de diferentes minas.192
191 Las diferentes definiciones de socavón que daban los expertos eran: García de Llanos, “los
que principalmente tienen ese nombre son los que se dan sin veta, dirigidos a ella, que suele
ser los comedios o faldas de un cerro y superficie de la tierra, rompiendo por derecho hasta
llegar a las minas a que se dirigen a fin de cogerlas en más honduras y labrarlas por ellos más
cómodamente”. Véase García de Llanos, Diccionario y maneras de hablar, p. 117. Velásquez
de León: “Socavón o contramina es un canal de cañón subterráneo seguido y casi horizontal
que comunica con las otras labores de la mina, las más profundas, que fuere posible, para que
por él salgan naturalmente las aguas que las inhabilitan”. Gamboa: “uno o vario callejones
subterráneos por las faldas de los montes para comunicarse con los tiros, desaguar las minas
y sacar metales, tepetates y desmontes, por deberse formar en lugar más bajo que los planes”.
Estas dos últimas definiciones están recogidas en F. Lange y C. Salazar, Diccionario de términos
mineros para la América Española (siglos xvi-xix).
192 Las características de un buen socavón según Rubín de Celis eran las siguientes: “El socavón
debe dirigirse por el camino más corto y por el paraje por donde más pronto corte las vetas o
descubra otras nuevas para aliviar así a la azoguería y costear su continuación…debe dirigirse
por donde aproveche para las lumbreras los huecos de las minas trabajadas…debe ser capaz,
solido y con suficiente ventilación…”. agi. Charcas, 438. N° 2. Dictamen de Miguel Rubín
de Celis, comisionado por el virrey del Río de la Plata para el reconocimiento de la obra del
socavón, Potosí, 27 de noviembre de 1783.
los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores 79
193 Asiento: Todo caserío estable levantado donde hay mineral, con el propósito de explotarlo,
también significaba mineral: “es cualquier mineral poblado y antes de estarlo no lo es por no
haberse hecho asiento en él y solamente se dirá mineral, aunque se usa a veces de entre ambos
vocablos sin diferencia, más lo primero es en rigor de propiedad”, en García de Llanos, Diccionario
y maneras…, p. 10. En el siglo xix, “todo cerro, quebrada, falda y llano en que se explota vetas,
mantos, rebosaderas, veneros o aventaderos y que tiene a lo menos cinco empresarios en trabajo
con 2 ingenios o 4 codos o rastras” (Rück, 32), en F. Langue y C. Salazar-Soler, Diccionario…
194 Véase el capítulo primero.
195 Veta: (s. xvi) “vena de piedras metálicas que atraviesan los cerros; llamase manto cuando se
extiende en el monte, clavada, cuando va recta y perpendicular al cerro, echada o recostada
cuando sale por los lados, ganando longitud, serpenteada cuando culebrea, socia cuando se
juntaron otra, rama cuando sale de la principal” en F. Langue y C. Salazar-Soler, Diccionario…
196 F. Langue y C. Salazar-Soler, Diccionario…, p. 223. Definición de Rück.
197 En Nueva España, las Nuevas Ordenanzas de Minería suprimieron la estaca del Rey, sin
embargo en el virreinato del Perú y del Río de la Plata continuó vigente hasta 1791, cuando
el Consejo de Indias tomó la resolución de suprimirlas también en el resto del territorio
americano. agi. Lima, 1353. Resolución del Consejo de Indias, 2 de diciembre de 1791.
80 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
* Cerro abajo:
* Cerro arriba:
* Cerro abajo:
* Cerro arriba:
El Cerro Botixa-laca,199 a media legua del asiento de Aullagas, tiene tan sólo
dos registros que a fines de siglo estaban abandonados, uno fue de Manuel Bayro
y otro de Cayetano Uriondo. También Cerro Hermoso laboreado desde mitad de
siglo xviii y para fines de este siglo ya estaba abandonado.
199 Este nombre quiere decir cuello de botija y lo usan para expresar la estrechez. Véase García
de Llanos, Diccionario y maneras …, p. 65
82 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
* Cerro arriba
Asiento de Ocurí
Cerro de Santa Elena, con la veta de San Antonio, donde labora un indio llamado Dio-
nisio Blas. A esta veta le dio corte un socavón realizado por Juan Antonio Fernández
que al no obtener los beneficios esperados la abandonó y se instaló en la Plata. Otro
socavón que no dio los resultados esperados fue el llamado de Santo Domingo.
Cerro de Acha-cochi una legua al sur de Ocurí, se registró una veta en 1796
por Francisco Basagoytia. Se le ha dado socavón a la veta, pero tienen pocos es-
tacados. Los metales que dio fueron pacos200 de quince a veinte marcos por cajón
y negrillos201 de veinte marcos.
Asiento de Maragua:
Cerro Santa Bárbara de Chipa con diferentes vetas registradas por los antiguos: El
Sacramento, Mercedes y la Saga-Suyo. Baltasar Alvarez Reyero formó compañía
con Feliz María Amarelo para la construcción de un socavón que se quedó en
posesión del primero y al que le sucedió Francisco Basagoytia. Las minas que se
trabajaban a principios del siglo xix eran: Muro-coya, y Guadalupe. La primera
fue trabajada Basagoytia y extrajo metal de ley entre veinte y veinte y cinco marcos
por cajón. Otra de las minas antiguas por las que se interesó este azoguero fue
Quello-coya, invirtió mucho en su limpia y desagüe esperando las riquezas que
dio en otros tiempos, pero no consiguió cumplir con sus expectativas.
200 Según García de Llanos, Diccionario y maneras.., Pacos: “Quiere decir bermejo”. Véase En F.
Lange y C. Salazar, Diccionario de términos mineros para la América Española (siglos xvi-xix),
Pacos: “Minerales de aspecto terroso o compacto, más o menos colorados, amarillentos o
pardos…”.
201 Negrillos: “De los metales de vetas el último es el metal negrillo y el que más profundo está
en ellas, por lo cual viene a ser metal crudio de mucha maleza y así muy dificultoso de bene-
ficiar”, en García de Llanos, Diccionario y maneras...
84 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Otro socavón antiguo llamado Santo Domingo fue registrado por Nicolás
Urzainqui, antiguo corregidor de Chayanta y trapichero en Potosí. Se dedicó a
trabajar los puentes y guaricuncas202 y no sacando mucho beneficio lo abandonó
y después lo poseyó Antonio Orosco que lo terminó desamparando a principios
del siglo xix.
Asiento de Toracari
Cerro de Mallco-cota con la veta Guadalupe descubierta por los antiguos, en 1a dé-
cada de los setenta. Francisco Boza registró una cata nombrada San Lorenzo por
orientación de un indio de la cual salió mucho mineral paco hasta que el agua hizo
que se tuviera que abandonar. Se fabricaron dos ingenios en Toracari. Francisco
Boza arrendó la mina a Juan Luna y aunque no sacó grandes riquezas consiguió
mineral de hasta doce marcos por cajón.
Asiento de Uncía
Cerro de Uncía: A principios del siglo xix se encontraba su veta Espíritu Santo en
manos de Juan Bautista Ormaechea socio y heredero de Amezcaray. Las principales
minas se denominaban San Nicolás, San Agustín, Juan del Valle y la Capalleria.
Este cerro tenía también minas de cobre y estaño que habían sido explotadas por
los antiguos y también por Amezcaray.
Guacu-uta: Cerro de San Miguel donde tiene dos bocaminas Juan Murillo.
Horca-Pata: Mineral de plata con minas antiguas trabajadas a fines de siglo
xviii y principios del xix por jucos o indios rebuscadores.
Choque-cayana: Mineral también antiguo trabajado por los indios.
Las características de las minas y minerales de Chayanta eran a fines del siglo
xviii las propias de un mineral con mucho tiempo en explotación. La mayoría de
las vetas necesitaban de cortes para el desagüe que se hacía mediante los socavones.
Son pocos los testimonios que tenemos sobre la utilización de otros medios, salvo
las “máquinas” construidas por el francés Malherbe, de las cuales no tenemos mu-
chos detalles y las que después instaló el polaco Juan Daniel Weber en el socavón
de Colquechaca y que abordaremos en el siguiente capítulo.
Los metales de plata más ricos se dieron durante la década de los ochenta en
las minas de la Gallofa y de Anconasa, en la veta de la Purísima, los mayores be-
neficiados fueron como se pueden comprobar Astuena, Amaral y Alvarez Reyero.
Otros grandes propietarios fueron Basagoitia, Güemes, Ormaechea, Villafañe,
etc. todos ellos generalmente azogueros que se evidenciaron como grandes re-
gistradores de plata en los libros del Banco de San Carlos.
No pretendemos decir que todos los arriba anotados eran los únicos pro-
pietarios de minas, sabemos que como centro de larga duración muchas minas
habían sido abandonadas y vueltas a poner en labor por diferentes propietarios
o por sus descendientes. Por ejemplo, Vicente Burgoa tenía propiedades en las
vetas de San Agustín de Guaincucho y en la del Gato en el cerro de la Gavia y no
poseía ingenio ni trapiche, por lo cual él mismo se denominaba “dueño de minas
y azoguero menor del asiento de San Miguel de Aullagas”,203 decía que los metales
de sus minas y otros que rescataba los beneficiaba en trapiche ajeno. Es decir,
había propietarios de minas que no eran dueños de instalaciones de beneficiar la
plata y que vendían su mineral a otros mineros azogueros o trapicheros y que por
tanto no dejaron evidencias como registradores de plata en el Banco. También
hay que considerar, como ya aludimos, que los indios podían ser propietarios de
minas o trabajar por su cuenta minas abandonadas, algo frecuente en los centros
mineros antiguos.204
coacción sobre los operarios mineros extendida a todos los centros andinos. Por
otra parte en Nueva España se señalaba la mano de obra como libre y mayori-
tariamente mestiza. Sin embargo, ya para el siglo xviii eran pocos centros que
gozaban con el beneficio de la mita, o mano de obra forzada y barata. Aunque
no por ello dejamos de reconocer el fuerte impacto del trabajo forzado entre una
extensa población altoandina. Los centros mineros ubicados en corregimientos
o partidos obligados a contribuir con mitayos a Potosí tenían un problema aña-
dido a la hora de disponer de trabajadores. Finalmente para algunas regiones de
Nueva España hemos advertido que la mano de obra coaccionada era igualmente
importante y se quiso incrementar a fines del siglo xviii.206
A partir de las últimas décadas del siglo xviii, tenemos evidencias de que se
produjo en ambos virreinatos un aumento de denuncias y conflictos entre traba-
jadores y los dueños de minas e ingenios, provocados por una política de coacción
más radical hacía el mercado de trabajo. Las causas principales en la región minera
de Charcas o Alto Perú fueron la crisis minera de un buen número de centros
como Oruro y Carangas, y la supresión de parte de las obligaciones impositivas
de la población indígena, como fue el reparto de mercancías. El indio, al tener
menor presión impositiva redujo su necesidad de conseguir dinero para pagar las
mercancías que repartía el corregidor, por tanto acudía menos frecuentemente
a emplearse en las minas o ingenios para conseguir numerario. La disminución
en la oferta de mano de obra provocó que se ejercieran otros mecanismos de
coacción. Para Potosí, Enrique Tandeter ha enfatizado la importancia de la renta
mitaya o sobreexplotación de los trabajadores forzosos. Estudios realizados sobre
otros distritos mineros como Oruro y Carangas, también revelan un aumento
de la coacción sobre la mano de obra minera, supuestamente voluntaria.207 En el
virreinato de Nueva España, aunque en una coyuntura de auge, algunos estudios
muestran testimonios del empeoramiento de las condiciones laborales para los
trabajadores mineros.208 También se ha difundido la idea de que la mano de obra
era libre y voluntaria, sin embargo nosotros encontramos testimonios que aluden
a un aumento de la coacción institucional, en gran medida impulsado por este
mismo auge minero. Brígida Von Mentz ya hacía esta sugerencia del aumento de la
206 Gavira, Minería y Población en Michoacán durante el siglo xviii. Morelia, 2009.
207 Sobre Potosí, véase Enrique Tandeter, Coacción y Mercado. Para la región de Oruro y Caran-
gas, véase Gavira, “Reclutamiento y remuneración de la mano de obra minera en Oruro,
1750-1810”. En Anuario de Estudios Americanos, t. lvii-1, 2000, Sevilla. Y Población Indígena,
Sublevación y Minería en Carangas, Arica, 2008.
208 Según Brading todas las pruebas conducen a una baja en las ganancias de los trabajadores.
En Guanajuato, la reducción del partido a los trabajadores provocó una disminución de la
oferta de mano de obra, que fue a menudo solucionada con un aumento de los métodos de
reclutamiento forzoso. Véase David Brading, Mineros y comerciantes en el México borbónico
(1763-1810), México, Fondo de Cultura Económica, 1975, pp. 367-374.
los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores 87
209 Brígida Von Menz, “Coyuntura minera y protesta campesina en el centro de Nueva España,
siglo xviii”, Inés Herrera (coord.), La Minería Mexicana. de la Colonia al siglo xx, México,
Instituto Dr. José María Luis Mora y Colegio de Michoacán, 1998, pp. 23-45.
210 Hemos encontrado testimonios donde se observa cómo el auge minero de Guanajuato propició
una explotación más intensiva de la mano de obra y el aumento de los trabajadores forzados
que provenían de Michoacán. Véase, Gavira, Minería y Población en Michoacán durante el siglo
xviii, Morelia, 2009. Cap. 1.
211 Gavira, “Disciplina laboral y Códigos mineros en los virreinatos del Río de la Pata y Nueva Es-
paña a fines del periodo colonial”, Relaciones. Primavera, 2005 vol. xxvi. Colegio de Michoacán.
212 Fernando Díez, Utilidad, deseo y virtud. La formación de la idea moderna del trabajo, Barcelona,
Ediciones Península, 2001.
213 Por ejemplo, en los centros mineros galeses cuando se estaban gestando protestas o había
amenaza de conflictos, se aplicaba las leyes de los vagabundos para apresar a los dirigentes o
trabajadores conflictivos. Véase C J.L. & B. Hammond, The town labourer (1760-1832). Vol.
1. Londres, 1949 [1917].
214 Gavira, Historia de una crisis...
88 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
“Si ud viera los beneficiadores y mineros del país vestidos de andrajos, borrachos no
pocas veces, e incapaces de dar los buenos días…”.216
215 En la visita del mineral de Aullagas encontramos muchas referencias a: “Los indios que acuden
al trabajo son de los pueblos confines o limítrofes a este mineral…”, “…se empleaba en dicho
ejercicio seis indios…”, “pagaba a los indios jornaleros…” Véase apéndice.
216 agi. Charcas, 437 A. Documento N° 3. Informe de Escobedo, Potosí, 1779. En este caso
minero se refiere a los encargados o responsables de las explotaciones mineras, no de los
propietarios.
los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores 89
“Los indios que concurren al trabajo son los más vecinos del ingenio porque las tierras
propias de el graciosamente se les distribuye para sus sembradíos, el temperamento
y cercanía a la parroquia de Pocoata son unos alicientes que no los dejan ausentarse
aún en tiempo en que no tienen que trabajar”.217
Los del ingenio del Rosario también estaban asentados en el mismo ingenio
y decía el administrador que temporalmente eran escasos “por los meses de mayo
hasta fines de julio por la costumbre anticuada que tienen de bajar a los valles al
recojo de sus cosechas o a apearse de víveres”.218 En definitiva, encontramos un
grupo de trabajadores mineros especializados y otro grupo de trabajadores que
consistía en la población indígena asentada en el corregimiento o partido y que
como era costumbre no tenía la actividad minera como único ni principal recurso.
No es la primera vez que nos vemos en la necesidad de describir las distintas labores
que realizaban los trabajadores en las minas para escribir sobre sus condiciones
laborales y sueldos.219 Con respecto al trabajo extractivo, es decir el de sacar el
217 Informe de Pedro Vicente Vargas. Visita del mineral de Aullagas de 1792. Véase apéndice.
218 Informe de Miguel José Narezo como administrador general del ingenio Nuestra Sra. del
Rosario. Visita del mineral de Aullagas de 1792.
219 Véanse Gavira, “Reclutamiento y remuneración…” y “Disciplina laboral y Códigos mineros…”
90 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
“Estos [el mineral] partimos por mitad, la una parte tomo como dueño de la mina
y la otra corresponde a los capitanes por su trabajo. A veces se venden todo en el
todo y se hace repartición de la plata…Los capitanes se costean el sebo y lo demás
que necesitan para su trabajo pero la herramienta la toman de la hacienda y se les
da de balde”.222
Este método llamado de capitanes no era muy bien visto por las autoridades
que suponían que la ambición y falta de pericia de estos capitanes provocaban
perjuicios en las minas. Según la opinión del intendente de Potosí, Francisco de
220 Apiris: “…en las minas son los indios que se ocupan en sacar el metal que otros barretean
o juntan en la mina a la haz de tierra. Dícense apiris de apai, que quiere decir lleva, y ri que
significa ve, y todo junto perdiéndose una a (como en otra muchas dicciones sucede perderse
letras), viene a quedar apiri en singular, que es como decir tomo y ve o ve y lleva. Ocúpanse
en esto en las minas los indios que son para menos trabajo o principalmente en ellas, los cuales
son como criados de los que barretean el metal y les sirven de cuando les quieren mandar”
García Llanos, Diccionario y Maneras…, p. 9.
221 Visita del mineral de Aullagas. Véase apéndice.
222 Visita del mineral de Aullagas. Véase apéndice.
los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores 91
Paula Sanz,223 este tipo de concierto era una de las causas de la crisis de Aullagas y
una forma poco inteligente de trabajar las minas. El intedente no tomó en cuenta
que la crisis de Aullagas no permitía que se trabajaran las minas con empleados
a sueldo porque los propietarios no tenían suficiente capital para realizar las
inversiones necesarias, y en todo caso el capital se invertía en la infraestructura
e insumos y no en la mano de obra, como ocurrió en el caso del socavón de Col-
quechaca. Como ejemplo sirva el comentario señalado por la propietaria de la
mina San Nicolás:
“Me he reducido a trabajar con capitanes por no tener como sostener el trabajo de modo
que sólo el defecto de dinero suficiente me ha obligado a este género de laboreo”.224
223 El intendente publicó un bando donde se prohibía esta práctica en caso de no contar con la
supervisión de un Guardavista. Véase la visita de Aullagas.
224 Visita del mineral de Aullagas. Véase apéndice.
225 Gavira, “Reclutamiento y remuneración de la mano de obra minera en Oruro”.
226 Informe de Miguel José Narezo como administrador general del ingenio Nuestra Sra. del
Rosario y las minas anexas. Visita del mineral de Aullagas de 1792.
227 Visita del mineral de Aullagas. Véase apéndice.
92 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
228 Harcar: atajar impedir o detener lo que va, corre o sale en animales y personas y aún obras y
negocios.
229 Gavira, “Disciplina laboral y Códigos mineros en los virreinatos del Río de la Plata y Nueva
España a fines del periodo colonial”, pp. 215-217. La legislación de fines del siglo xviii re-
glamentó la práctica de los recogedores o laceros que enganchaban a todos los que no podían
demostrar estar empleados. El principio de utilidad social amparaba esta reglamentación que
como bien se señala en las Ordenanzas de Minería de la Nueva España, no se debía de aplicar
a españoles o mestizos.
230 ahp. Banco de San Carlos, 291, f. 148. Gregorio Núñez a nombre de Francisco Basagoytia.
231 Describen en el documento cómo sospechando las levas violentas obligaron a dormir a sus
trabajadores en la Cancha y a las dos de la mañana entraron escalando los muros y que de
forma violenta se llevaron a la gente.
los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores 93
“el día lunes cuando se conchababan se les socorre con 4 reales de coca y uno de pan,
entre medio de semana se les franquean estos efectos cuando voluntariamente ellos
piden y concluida la semana se les ajusta la cuenta de lo que tienen devengado y la
del gasto ocasionado y se les abona en plata efectiva todo el alcance que hacen”.235
El proceso de beneficio del mineral de plata a través del azogue requería de insta-
laciones especializadas como eran los ingenios y trapiches y también de mano de
obra encargada de ciertas labores específicas. El primer paso era moler el mineral
y para ello estaban los mortiris que debían abastecer de mineral a los mazos o los
molinos del trapiche. Este proceso era pesado y perjudicial para la salud porque
los operarios respiraban el polvo de mineral y terminaban enfermándose de cho-
co o asma (silicosis).236 A fines del siglo xviii, algunas voces sensibilizadas con
estos percances para la salud de los trabajadores proponían que se debía trabajar
con mascarillas, además de humedecer el mineral para que no se esparciera por
el aire.237 Estos llamados mortiris, moledores o molenderos eran por lo general
pagados por tareas “cada uno muelen día y noche tres tareas…y ganan por moler
seis reales por tarea”, en otros casos “seis reales diarios como se acostumbra en
este mineral”.238 D. José González administrador de un ingenio nos aclara que “el
jornal es una mita, la mita es doce horas”.239 Continuaban en el proceso los cedasiris
o cernidores, operarios encargados de cernir el mineral y clasificarlo, que podían
ganar de tres a seis reales por tarea dependiendo del caso,240 o por mita o turno.
El mineral una vez molido y clasificado se metía al horno por lo que encontramos
horneros y atiziris241 o atizeros, los cuales también podían ganar por tarea o por
mita. El hornero era mejor pagado que el atiziri, encargado de mantener el fuego
a cierta intensidad. Después el mineral pasaba a ser mezclado con la amalgama
y por último se le incorporaba el azogue, esta torta debía de repasarse por los
repasiris, los cuales ganaban, según el informe de la visita de Aullagas, 10 reales.
Los mejores pagados eran los trabajadores que tenían mayores responsabilida-
des, como los administradores, mayordomos y los beneficiadores. Estos ganaban
en función de la cantidad de trabajo, del número de trabajadores existentes y de
los resultados de las labores. En concreto, el beneficiador era de los trabajadores
más apreciados porque de su pericia dependían los resultados obtenidos en el
proceso de beneficio. El salario del beneficiador del ingenio de Lurucachi era de
236 anb. T. 129. Informe del doctor Pedro Francisco Arismendi al intendente de Potosí, 1794.
Los polvos metálicos “les ulceran los pulmones y les causa una toz incurable que en su idioma
llaman choco, a cuya causa mueren unos, se estropean y enferman otros”.
237 Muchos caciques se quejaban de la muerte de los mitayos destinados a esa labor en Potosí.
La Audiencia de Charcas emitió un informe al Consejo de Indias en 1796 advirtiendo de la
peligrosidad para la salud de esta labor y los estragos entre la población indígena. C. Gavira,
“Disciplina laboral y Códigos mineros…”, p. 219.
238 Informe del dueño de trapiche Mariano Espejado. Visita del mineral de Aullagas, 1792.
239 Informe de Don José González Tames administrador del ingenio de San Antonio de las Peñas
o Escalerilla. Visita del mineral de Aullagas, 1792.
240 Encontramos informes donde se dicen que pagan 6 reales por tareas y en otros se les paga 3
reales, por ejemplo en el trapiche de Lorenzo Peláez. Visita del mineral de Aullagas, 1792.
241 Procede de la palabra Atizar o Atizador: “Operario encargado de atizar y conservar en su
debido punto el fuego de los hornos de tuesta y de fundición acarreando el combustible y
echándolo a la sabelera a medida que se lo ordene el hornero”, F. Langue, Diccionario de
términos mineros para la América española (siglos xvi-xix), p. 41.
los protagonistas: azogueros, mineros y trabajadores 95
20 pesos semanales, el más alto de toda la empresa, del ingenio de la Palca era de
25 pesos. Referente al sueldo del administrador tenemos diferentes cantidades que
van desde 10 pesos a la semana en el ingenio Lurucachi y 20 pesos a la semana,
en caso de José González Tames, del ingenio San Antonio.242
A manera de conclusión y a partir de las escasas referencias de las fuentes que
contamos, podemos decir que la mayoría de los trabajadores empleados en las
minas y los ingenios eran indios, tal como se puede apreciar en el informe de la
visita de Aullagas de 1792. Sin embargo, no toda esta población indígena asentada
en el corregimiento o partido tenía la actividad minera como recurso exclusivo y
prioritario, así entendemos el comentario de un propietario de ingenio cuando
dice que los trabajadores estaban asentados en las tierras del ingenio y cercanos
a su parroquia, los cuales “son unos alicientes que no los dejan ausentarse aun en
tiempo en que no tiene que trabajar”. Ya hemos aludido a la estacionalidad del
trabajo en los ingenios y también al sistema de doble domicilio de la población
indígena y su empleo en la agricultura y comercio con los valles.243 Sin embargo,
también debemos destacar la existencia de un grupo de operarios especializados
que decían provenir de Oruro, “criados en el exercicio de las minas e ingenios y
por consiguiente son muy diestros”,244 aunque estos trabajadores del ingenio de
San Antonio de las Peñas ya no laboraban pues señalaba el administrador que se
encontraba sin labor desde febrero de 1791.
Por el carácter de la información de que disponemos, no podemos hablar de
condiciones laborales, pues tan sólo contamos con los datos que ofrecen los mis-
mos dueños de ingenios y trapiches a las autoridades. Sería necesario completar
la documentación con otro tipo de informes y expedientes que nos ayudaran a
tener una idea más completa sobre el reclutamiento, remuneración y condiciones
laborales. Contamos con evidencias sobre el caso del guataco de Colquechaca,
este mecanismo violento y coactivo de reclutamiento que se produjo en 1792 en
la empresa que construía el socavón para desaguar las minas de Colquechaca,
nos parece representativo de la época y de la actividad minera, pero no podemos
arriesgarnos a decir que fuese generalizado. Es interesante destacar que en esta
empresa estaban asociados, como abordaremos en el siguiente capítulo, azogueros,
subdelegados, y expertos de la expedición alemana, que contaban con apoyo de
las altas autoridades de Potosí.
Cuadro IX
Registradores de plata de Chayanta, 1781-1785
Cuadro X
Registradores de plata de Chayanta, 1786-1790
La década de los setenta del siglo xviii ha sido considerada decisiva para la apli-
cación de las reformas en la América española. A partir de 1776 la creación del
virreinato del Río de la Plata conllevó cambios y adaptaciones que produjeron
conflictos y tensiones político-económicas, especialmente.245 El Alto Perú y las dos
Cajas Reales que aglutinaban los distritos con mayor producción minera, Potosí
y Oruro,246 habían quedado integradas dentro de virreinato del Río de la Plata.
En este nuevo virreinato no se aplicó una política minera homogénea, y tanto
los asientos integrados en la Caja Real de Potosí y denominados “los minerales
de afuera”, como el resto de los asientos mineros, se vieron desfavorecidos en
muchos aspectos por el trato privilegiado que se le concedió al famoso gremio
de azogueros del Cerro de Potosí, como ya hemos referido en otras ocasiones.
La mayoría de las medidas de fomento que propusieron las reformas borbónicas
quedaron emplazadas en la Villa Imperial, como fue la subvención de azogue,
materiales y créditos que proporcionaba el Real Banco de San Carlos al gremio
de los azogueros potosinos, los cuales contaban también con la asignación de
trabajadores mitayos y la instalación en la misma villa de la Casa de la Moneda.247
245 Un ejemplo sobre los conflictos que originó la creación del nuevo virreinato fue la prohibición
de pasar plata en pasta de un virreinato a otro, con ello se perjudicaba a Lima, centro económico
acreedor hasta entonces. También hubo problemas con Tarapacá, cuyos mineros estaban vinculados
con Carangas y Potosí. Véase M.C. Gavira, “La Caja real de Carangas y el mineral de Huantajaya,
1750-1804”, en Anuario. Archivo y Biblioteca Nacionales de Bolivia, año 1999, pp. 105-139.
246 J. Fisher, Minas y mineros…, p. 33, cuadro 3, “Cálculos de Amat de la plata registrada en el
Perú (1776)”.
247 Enrique Tandeter, Coacción y Mercado… y Rose M. Buechler, Gobierno, Minería y sociedad…
Estos dos autores tratan de manera amplia la política minera y Potosí durante la segunda
década del siglo XVIII.
100 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
248 Laura San Martino, Constitución indiana de Carlos iii. La Real Ordenanza de Intendentes de 1782,
Buenos Aires, 1999.
249 La bibliografía sobre la administración colonial en los territorios comprendidos en la ju-
risdicción territorial de la Audiencia de Charcas, hoy Bolivia, para este periodo no es muy
extensa, se pueden señalar trabajos clásicos como el de Jon Lynch (1962) sobre el virreinato
del Río de la Plata, y de los historiadores del derecho como Emilio Ravignani, José M. Mariluz
Urquijo (1995), Ricardo Rees Jones (1995), Eduardo Martiré (1987 y 1995) y Edberto Oscar
Acevedo (1992) que han publicado diferentes estudios sobre las instituciones y autoridades
de fines de la colonia. Sobre el espacio del Alto Perú o jurisdicción territorial de la Audiencia
de Charcas son más escasos y destacan los trabajos centrados en Potosí, los cuales abordan
la política borbónica y sus implicaciones en la minería, como ejemplo sirvan los trabajos de
Enrique Tandeter y Rose M. Buechler.
250 Sobre este tema, véase E. Tandeter, Coacción… y R.M. Buechler, Gobierno, Minería y sociedad…
251 Guillermo Mira, “El Real Banco de San Carlos y la minería altoperuana colonial, 1779-1825”,
en Julio Sánchez, Guillermo Mira y Rafael Dobado, La savia del Imperio. Salamanca, 1997.
a la sombra de potosí: la nueva mita y el socavón de colquechaca 101
Potosí, y en el que tuvo mucho que ver el empeño de uno de los miembros que
componía la expedición de los metalúrgicos que llegaron de Europa, Daniel Weber,
en asociación con el azoguero de Aullagas, José Antonio Amaral. La concesión de
dinero a la minería de provincias supuso una novedad en la actuación del Banco de
Rescate. La inversión de este préstamo también desató una gran polémica y una
gran cantidad de informes y expedientes que nos permiten analizar y conocer el
otro lado de la minería en Chayanta: la crisis de 1792, de la cual quedó testimo-
nios en la visita al mineral de Aullagas que adjuntamos en el anexo documental.
Estos dos acontecimientos, que no tuvieron un desenlace muy positivo para
los implicados, generaron una gran polémica y cantidad de trámites que nos van
a permitir analizar algunos procesos muy interesantes como la adjudicación de
nuevos mitayos y la resistencia que conllevó esta decisión por la cantidad de in-
tereses que implicaba. También se volvió a cuestionar la legitimidad de la mano
de obra obligatoria y las condiciones laborales de los mitayos. Por si fuera poco,
la Iglesia salió salpicada en esta polémica pues se pusieron en evidencia los abusos
de los curas doctrineros respecto al número de tributarios que tenían a su servicio
y los cobros por los servicios religiosos.252
Finalmente, en el último apartado de este capítulo abordaremos la visita de
Aullagas realizada en 1792, señalando las condiciones en que se realizó y las ca-
racterísticas de esta visita, generada a partir de intereses del Banco de San Carlos
de Potosí. La inversión del Banco y los escándalos que originó el proyecto del
socavón de Colquechaca provocaron que el gobernador intendente de Potosí
abriera una investigación en Aullagas, la cual representa una fuente de información
importante que nos proporciona una cantidad de datos decisivos para conocer la
actividad minera en tiempos de crisis. Abordaremos por tanto el objetivo de esta
visita y las condiciones en que fue realizada, lo cual determina la información y
las limitaciones que ofrece como documento de primera mano.
“La población de todos los partidos es, según las últimas revisitas, en Porco de 31.712
almas, en Chayanta de 54.638, 18.000 poco más o menos en Chichas, 3.864 en Lipez,
3.657 en Atacama y 60.000 que de todas clases se reputan en el valle de Tarija”.260
258 Según John Lynch, este malagueño de origen estudió derecho en la Universidad de Granada
y después de ser gobernador intendente de Potosí fue nombrado en 1788 alcalde del crimen
de la Audiencia de Lima y en 1797 ascendido a oidor. También fue representante legal del
periódico el Mercurio Peruano y murió en Lima en 1814. Véase de este autor, Administración
colonial española, 1782-1810. Es sistema de intendencias en el Virreinato del Río de la Plata. Eubeda
Editorial Universitaria de Buenos Aires, Buenos Aires, 1762.
259 agi. Charcas, 438, N° 155.
260 Juan del Pino Manrique, “Descripción de la Villa de Potosí …”.
261 Mónica Adrián presenta un cuadro elaborado desde fuentes ubicadas en el Archivo General
de la Nación, Buenos Aires, de la misma visita de 1786 donde se mencionan 9 doctrinas o
curatos y el total de la población es de 54,638. Véase, “Acerca de las unidades de análisis en
el sur andino colonial a partir de un estudio de caso: Chayanta siglo xvi-siglo xviii”, Buenos
Aires, 2012, p. 21, cuadro 8b.
104 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Cuadro XI
Matrícula de Chayanta en 1787
Curatos Originarios Forasteros con tierra Forasteros sin tierra Totales importes
Chayanta 363 a 4p.7r. 864 12.294,2
Aymaya 133 197 2.675,6
Panacachi 113 146 2.123,6
Sacaca 113 1432 232 a 20r. 12.285,6
San Pedro 126 159 2.341,4
Moscari 136 572 5.330
Pitantora 179 275 2.628
Moromoro 96 308 169 3.937
Macha 121 537 692 8.129,2
Pocoata 425 758 9.449,4
TOTALES 2078 5248 1093 61.149,6
Fuentes: AGI. Charcas, 439.
262 E. Tandeter, “Población y Economía. Andes, siglo xviii”, en Revista Andina, año 13, núm. 1,
Cuzco.
263 Gavira, Población indígena, sublevación y minería en Carangas, Arica, 2008.
a la sombra de potosí: la nueva mita y el socavón de colquechaca 105
El primero en solicitar a la Corona indios de mita para sus trapiches fue Ni-
colás Urzainqui, y la consulta con Pino Manrique fue favorable, pues decía que ya
había contemplado el aumento de la mita en las Ordenanzas que había formado y
enviado a Buenos Aires, y que este aumento sería posible debido a las cifras que se
produjeron en las nuevas revisitas de indios de Porco y Chayanta.264 Sin embargo,
fue su sucesor Francisco de Paula Sanz el que recibió la real orden concediéndole
los mitayos a Urzainqui265 y el que más énfasis le puso a que se cumpliera una
nueva mita que había sido también contemplada en el Código Carolino.
Respecto a las Ordenanzas aludidas por Pino Manrique, hay que señalar que
fueron una de las asignaturas pendientes en el virreinato del Río de la Plata, donde
los intereses propiamente potosinos hicieron difícil la aplicación de las Nuevas
Ordenanzas de Minería de Nueva España o una adaptación de las mismas. Fue-
ron dos los intentos frustrados de estas ordenanzas. Primero se le encomendó a
Pino Manrique como intendente de Potosí, el cual decidió que la adaptación de
las ordenanzas mexicanas no era lo más conveniente en el virreinato de la Plata.
Fruto de sus deliberaciones y las de su asesor Pedro Vicente Cañete, se redactó
un primer proyecto que no se aprobó y quedó paralizado en Buenos Aires por el
superintendente Francisco de Paula Sanz. En este primer proyecto se trataban
extensamente los temas potosinos más preocupantes: los arrendamientos y la mita.
El segundo proyecto, “El Código Carolino”, fue responsabilidad de Francisco de
Paula Sanz que sustituyó a Pino Manrique en la intendencia de Potosí a fines de
1788. Cañete se mantuvo en el cargo de asesor y continuó con una participación
decisiva en la elaboración del Código, del cual se dice fue responsable. En 1794,
una vez terminado, fue enviado al virrey Nicolás Arredondo. Su paralización tuvo
mucho que ver con los conflictos suscitados entre las diferentes autoridades y los
mismos azogueros sobre los temas propiamente potosinos como eran nuevamente
los arrendamientos266 y la mita.267 Según Tandeter, la discusión sobre la “nueva
264 agi. Charcas, 439. N° 22. El intendente de Potosí, Juan del Pino Manrique. Potosí 30 de
septiembre de 1788.
265 agi. Charcas, 439. N° 18. El intendente de Potosí, Francisco de Paula Sanz manifiesta haber
mandado cumplir la Real Orden. Potosí, 30 de enero de 1790.
266 En Potosí había un importante número de dueños de ingenios o haciendas de beneficio
que arrendaban sus propiedades, incluido la mano de obra forzosa o mitayos que tenían
concedidos. Durante la segunda mitad del siglo xviii, el precio de las rentas subió en gran
proporción, considerándose un obstáculo para el crecimiento de la actividad minera. Véase
Enrique Tandeter, Coacción y mercado, p. 201-203.
267 El mismo año de 1794, una representación de los azogueros del virreinato levantó una pro-
testa por el Código y argumentó: “el tercero y principal, porque ni el gremio de azogueros de
Potosí ni el de fuera, ha concurrido ni tratado su contexto, sino los doce diputados a quienes
les leyeron (ya concluidas) con rapidez y sin arbitrio, ni personería de los cuerpos de minería
interno y externo, como inmediatos interesados que costean el trabajo”. agi. Charcas, 695.
Potosí, 25-ix-94. Representación de azogueros al virrey Nicolás Arredondo.
106 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
mita” decidió el fracaso del Código.268 Eduardo Martiré opina que el Código no
prosperó por su excesivo reglamentarismo e intervencionismo estatal en la ac-
tividad minera. Según este autor, este pretendido control se enfrentó al criterio
predominante en la época que se caracterizaba por una mayor liberalidad en el
proceso de desarrollo económico.269
En definitiva, el trato de prioridad concedido a Potosí perjudicó en parte a
los otros centros mineros incluidos dentro del virreinato del Río de la Plata.270 La
paralización de las nuevas ordenanzas de minería suponía una nueva frustración
para el resto de los asientos mineros, los cuales continuaron dependiendo de las
decisiones generadas por los intereses potosinos, de la distribución del azogue por
el Banco de San Carlos, de la marginación a la hora de conceder créditos, de los
perjuicios que provocaba la concesión de mitayos en la población de las provincias
y, por tanto, de la disponibilidad de mano de obra, y también de los gastos que
suponían tener que enviar las barras de plata hasta la Casa de Moneda de Potosí.271
Las Ordenanzas de Minería de Nueva España se aprobaron en 1783 y se
adaptaron para el virreinato del Perú y Chile en 1785 por Jorge Escobedo. En
el virreinato del Río de la Plata se mantuvieron las ordenanzas de Toledo y las
disposiciones recogidas en la Recopilación de las leyes de Indias.272 Básicamente,
el proyecto de reforma sobre la minería colonial se puso en ejecución después de
la independencia de Bolivia, aunque con algunos contratiempos, y se estableció
como vigentes las Ordenanzas de Nueva España mientras se elaboraba un Código
minero propio ¿Por qué se impusieron durante la República las Ordenanzas de
Nueva España, y no el Código Carolino? Suponemos que el motivo principal fue
porque las primeras estaban asociadas al auge de la minería mexicana de fines del
siglo xviii, y también porque el Código Carolino contemplaba una reglamentación
muy extensa sobre la mita potosina, que al estar suprimida ya no tenía sentido.
En todo caso, éste ya había sido rechazado por su excesivo intervencionismo y
reglamentación que era fruto de la mentalidad ilustrada de sus creadores, el in-
tendente de Potosí y su asesor Cañete.273
273 Eduardo Martiré, El Código Carolino de Pedro Vicente Cañete. Buenos Aires, 1973. Vol I, pp.
254-55.
274 Véase por ejemplo Margarita Menegus, “La destrucción del señorío indígena y la formación
de la República de Indios en la Nueva España”, en H. Bonilla, El sistema colonial en la América
Española.
275 Según Platt, la mita ya gozaba de cierta legitimidad entre la población andina, por la existencia
previa de mitas incaicas y señoriales aymaras con diversas funciones político-económicas y mi-
litares. Véase de este autor, “Señorío aymara y trabajo minero. De la mita al K’ajcheo en Potosí
(1545-1837”, en Marchena Fernández, Potosí. Plata para Europa, Sevilla, 2000, pp. 191-211.
276 Francisco de Paula Sanz, 9 de marzo de 1793. Citado por Tandeter, Coacción y mercado…p.,
37. Procede de María del Carmen Cortés, “Una polémica en torno a la mita de Potosí a fines
del siglo xviii”, en Revista de Indias, N° 30. Año 1970.
108 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
La mita de Urzainqui
Cuadro XII
Mitayos correspondientes a Chayanta y Porco
283 rah. Mata Linares. Oficiales de la Caja real de Potosí, Potosí 22 de febrero de 1790.
284 rah. Mata Linares. Informe del subdelegado del partido de Porco, 29 de abril de 1790.
a la sombra de potosí: la nueva mita y el socavón de colquechaca 111
“Sea obligado a retener a cada uno de los originarios dos reales por semana de los
propios salarios que pagare y a los forasteros un real para que al año que sirvan su
mita y en el que salen debiendo a sus caciques dos y tres tercios de sus tributos, lo
puedan satisfacer en atención a la corruptela o abuso de que están poseídos de no
querer pagar sus tributos el año de su servicio”.285
285 rah. Mata Linares. Informe del subdelegado del partido de Chayanta, 20 de mayo de 1790.
286 agi. Charcas, 700. En el Estado que demuestra los marcos de plata registrados por los azo-
gueros de Potosí durante 1785-89, Urzainqui registró las siguientes cantidades: 1786-1,070
marcos, 1787-4,022 marcos, 1788-4,289 marcos, 1789-1,513 marcos.
112 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
La minería fue una actividad prioritaria para los intereses de la Corona, y durante
las últimas décadas del siglo xviii este interés se concentró en una atención es-
pecial por la tecnología. La ilustración había impulsado las ciencias en gran parte
de Europa, y España no quedó al margen de este interés. Se organizaron muchas
expediciones científicas que involucraron los territorios americanos, sin embargo
la minería concentraba un interés especial por motivos bien definidos, generaba
una gran cantidad de dinero a las Arcas Reales. Por ejemplo, las expediciones en
busca de azogue en Nueva España no obedecían a un mero interés científico,
estaban organizadas para fomentar la producción de plata y no depender del
abastecimiento de azogue desde la península, el cual se tornaba caro e inestable
por depender de condiciones externas.
La metalurgia y mineralogía centro-europeas habían levantado muchas ex-
pectativas y la Corona se propuso enviar súbditos españoles capaces de informarse
y prepararse para volver a renovar la minería colonial, la cual se consideraba
atrasada. Se becaron a jóvenes como Fausto Elhuyar, comisionados para estudiar
in situ el nuevo método de amalgamación inventado por Ignaz von Born y buscar
peritos mineros destinados a implantar este método en América. La comisión de
287 rah. Mata Linares. Informe del Subdelegado del partido de Chayanta, 20 de mayo de 1790.
288 rah. Mata Linares. Informe del gobernador de Potosí sobre la mita de Urzainqui, 16 de
noviembre de 1790.
289 agi. Charcas, 700. Mapa económico firmado por Nicolás Urzainqui en el ingenio Vilapaloma,
16 de abril de 1791.
a la sombra de potosí: la nueva mita y el socavón de colquechaca 113
“los abusos, las supersticiones, la irreligiosidad y las tiranías que se practican en los
curatos de aquel partido, singularmente en los de Chayantacas y Laymes de la misma
capital de Chayanta y en el de San Pedro de Buenavista”.298
Denunciaba Francisco de Paula Sanz que los curas tenían ocupados mil ciento
veinte y tres indios de aquel partido en los servicios y fiestas, además de treinta y
295 agi. Charcas, 440. Francisco de Paula Sanz a Diego Gardoqui. Potosí, 26 de junio de 1796.
296 Hay que señalar que el padre de Marcelino Lupa fue el cacique que ajusticiaron los indígenas
durante la sublevación de Catari.
297 agi. Estado, 80, n° 19. El virrey del Río de la Plata a Diego Gardoqui. Buenos Aires, 3 de
julio de 1795.
298 agi. Charcas, 440. Francisco de Paula Sanz a Diego Gardoqui, Potosí, 26 de junio de 1796.
a la sombra de potosí: la nueva mita y el socavón de colquechaca 115
seis más en que se equivocaron las relaciones. Según el intendente, este servicio
duplicaba en número a la mita establecida al partido de Chayanta. Recordemos
que la matrícula de la Monclova señalaba que debían enviar 627 mitayos, aunque
sólo enviaban 533 tributarios, es decir realmente más del doble de tributarios
estaban al servicio de la Iglesia.
El intendente Francisco de Paula Sanz destacaba 4 curas como los más pro-
blemáticos: los de Chayantacas, y Laymes de la misma capital de Chayanta, el de
San Pedro de Buena Vista y el de Micani. El subdelegado de Chayanta removió a
estos curas, los cuales aliados con el fiscal Villava consiguieron hacerse más fuertes
en su oposición. El virrey, en vista del conflicto entre el Arzobispo de Charcas y
el intendente de Potosí sobre los abusos de los curas, determinó que se enviaran
comisionados de ambas partes al partido para investigar la situación y averiguar
si eran ciertos los abusos de los curas.299 Decía el intendente que la sublevación
en Chayanta era “una inventiva de los curas”.300
Como consecuencia de este conflicto se suspendió la mita asignada a los mi-
neros Orueta y Jauregui, por miedo a que los tributarios del partido de Chayanta
se sublevaran nuevamente. En sus ambiciones, el intendente se había enfrentado a
dos instituciones clave, la Audiencia de Charcas y la Iglesia, y como era de esperar
no pudo salir airoso de este conflicto. El final le fue adverso en todos los sentidos
porque tuvo que doblegarse cuando se le separó como intendente del patronato
en su provincia301 y también resignarse ya que el Código Carolino donde estaba
contemplada y regulada “la nueva mita” no fue aprobado. El virrey Pedro Melo
de Portugal, que se decía amigo y compadre de Paula Sanz, murió en 1797 y
así se quedó el intendente sin su gran protector. El siguiente virrey repitió las
órdenes para que no se repartieran nuevos mitayos y Francisco de Paula Sanz
contestaba en 1799 que no había innovado con respecto a la mita y que no se
habían repartido indios de cédula a Jauregui y Orueta ni tampoco a Urzainqui
porque cuando se dio la orden para paralizar el procedimiento en Chayanta, se
comunicó al subdelegado de Porco para que no procediera a conceder la mita
de Urzainqui. Según las fuentes, los tributarios de Porco también se quejaron
ante la Audiencia de Charcas.302
Otra de las consecuencias de este proceso fue el conflicto sobre los caciques.
La Audiencia de Charcas determinó que los caciques no deberían ser nombrados
299 Según el informe del Intendente de Potosí en Chayanta, se producían 133 renovaciones, 416
fiestas, 491 alférez, 446 mayordomos y 305 sirvientes; teniendo en cuenta que para todo ello
gastan “los pobres indios” la cantidad de 18,412 pesos, según declararon los caciques. agi.
Charcas, 696. Carta del virrey Pedro Melo de Portugal a Diego Gardoqui, Buenos Aires, 30
diciembre de 1796.
300 agi. Charcas, 440, Nº 31. Francisco de Paula Sanz a Diego Gardoqui, Potosí 26 de junio de
1796.
301 Buechler, Gobierno, Minería y Sociedad…, p. 265.
302 agi. Charcas, 700. Francisco de Paula Sanz al virrey. Potosí, 26 de marzo de 1799.
116 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
2. El desagüe de Colquechaca
Después del auge minero de los ochenta, la producción en Chayanta parece que
tuvo un importante receso, que en su mayoría se debía a los problemas en la extrac-
ción del mineral. Una gran cantidad de minas aguadas demandaban importantes
inversiones que fuesen capaces de dejar el acceso libre a la extracción de metales.
Este problema era frecuente con el paso del tiempo y la profundización de las
minas. La solución, como abordamos en el capítulo anterior, consistía en desaguar
las minas a través de socavones, de malacates, o bombas que extrajeran el agua.
Esto requería de una fuerte inversión que solía ser escasa en la minería andina.
En el siglo xviii los métodos para sacar el agua de las minas consistían prin-
cipalmente en socavones o túneles que a través del desnivel traspasaban el agua a
distintos planes. Otra de las maneras, como ya comentamos, eran los malacates
que tirados por fuerza animal o humana sacaban el agua en botas o cubos hasta
la superficie. En el caso de las bombas hidráulicas propuestas por Weber, sospe-
chamos que se trataba del modelo alemán descrito ya por Agrícola en su tratado
del siglo xvi. Nada que ver con las bombas a vapor que se instalaron en Cerro de
Pasco308 a principios del siglo xix, ni las tan complicadas bombas de Newcomen
que se intentó transferir hasta las minas novohispanas a principios del siglo xviii.309
Entre el grupo de especialistas europeos que se estableció en Potosí durante
dos años, con la intención de renovar y “modernizar” el proceso de beneficio de
la plata a través del “no tan original” método de barriles,310 se encontraba Juan
Daniel Weber. Este experto considerado el segundo director de la expedición fue
descrito por Elhuyar como minero de segunda clase “que sin embargo de tener
los principios necesarios hasta cierto punto y conocimientos de todos los Ramos
308 John Fisher, Minas y mineros en el Perú colonial, 1776-1824, Lima, 1977, p. 229-233. La primera
bomba fue instalada en Santa Rosa en julio de 1816, un año más tarde ya dio problemas que
no supieron resolver los dos operarios ingleses que llegaron con las máquinas. En 1817 llegó
el ingeniero inventor Trevithick y se solucionó. Las bombas se paralizaron en 1820 debido
a los conflictos armados por la independencia y en 1825 cuando se restableció la actividad
minera sólo quedaba una bomba en funcionamiento que explotó en 1828.
309 Carlos Sempat Assadourian, “La bomba de fuego de Newcomen y otros artificios de desagüe:
un intento de transferencia de tecnología inglesa a la minería novohispana, 1726-1731”,
Historia Mexicana, Vol. L: 3, Colegio de México, pp. 385-453.
310 Tristan Platt, “La alquimia de la modernidad. Los fondos de cobre de Alonso Barba y la
Independencia de la Metalurgia Boliviana (1780-1880), en Anuario. Archivo y Bibliotecas de
Bolivia. Sucre, 1999.
118 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
través de bombas hidráulicas, pero parece que no tuvo mucho éxito su propuesta.
El único azoguero interesado fue José Antonio Amaral, propietario de minas en
Colquechaca, que era una veta descubierta y registrada por Francisco Amaral,
padre de José Antonio, bajo el nombre de Jesús María de Menguengue, situada en
Anconasa, viceparroquia de Aullagas, en una quebrada conocida con este mismo
nombre de Colquechaca. Este azoguero consiguió muchas riquezas de sus minas,
pues según los testimonios dieron minerales de alta ley hasta que se aguaron y
tuvo que realizar un socavón para su desagüe. Otros azogueros que también se
beneficiaron de estas riquezas de la veta fueron Ormaechea, Francisco Gumucio
y Alvarez Reyero.317
Es probable que José Antonio Amaral quisiera recuperar esa riqueza que ya
conocía en otros tiempos y que podría sacarle de los apuros económicos en que
le había dejado su padre, pues heredó grandes deudas por habilitación (véase
capítulo anterior). En estas condiciones, no se podía esperar que José Antonio
Amaral aportase ningún dinero a esta asociación con Weber para el desagüe de
las minas. Le tocó a este último desembolsar capital poniendo 8 mil pesos que
apenas le alcanzó para la construcción de las bombas. Ante la falta de liquidez
recurrió al Banco de San Carlos, al cual le pidió un préstamo de 10 mil pesos
bajo la fianza de su sueldo y con la garantía del ingenio que poseía José Anto-
nio Amaral en Aullagas.318 Los trámites los resolvió en el mes de enero de 1792
Nicolás Urzainqui como representante de José Antonio Amaral, según aparece
en las actas del Banco. No podemos especificar el papel de Urzainqui en estos
momentos, pero sin duda este azoguero que ya conocemos por haber sido corre-
gidor de Chayanta y propietario de minas en Aullagas, se había convertido en un
personaje influyente en la minería de provincia y en la minería potosina, donde
consiguió representar al Gremio de azogueros y construir 4 trapiches, además de
la concesión fallida de mitayos.
Este préstamo concedido por el Real Banco de San Carlos fue el único del
que tenemos noticias que se otorgara para auxiliar a los minerales de provincia,
aunque es de notar la posibilidad de que se le adjudicara a Weber en su posición
de experto metalúrgico y por su amistad con el intendente Francisco de Paula
Sanz, pues nos parece poco probable que se le hubiera otorgado a cualquier otro
azoguero provinciano, sin que estos personajes estuviesen apoyando el proyecto.
Otra de las cuestiones que debemos señalar es que Weber estaba haciendo una
inversión a título personal, actividad que no le era permitida según la legislación
y que al final le dejó fuera del negocio.
317 anb. Minas, T-81, N° 5, 1808. “Plan individual que se remite al gobierno e intendencia de
Potosí con arreglo a los puntos instructivos que de allí se me comunica da las noticias de los
minerales y sus minas de la provincia de Chayanta así de plata como de oro y de sus veneros
de este metal”.
318 ahp. Banco de San Carlos, 291, p. 148.
120 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
“Visto por el subdelegado que mis disposiciones con las bombas hacían el debido
efecto y la mina rica de cuya habilitación se seguía beneficio al Real Haber y al público
y que no había con que sostener el trabajo, pasó a vender todas sus cosas servibles,
se hizo de algún dinero y sostuvo el desagüe, por cuya diligencia se consiguió alguna
parte de metal muy rico en cuya virtud hizo el correspondiente informe acompañando
con parte de este metal”.319
Pedro Francisco Arismendi era criollo nacido en Potosí, hijo de Luis Arismendi
y María Ondarza,320 había sido subdelegado de Porco en 1785 y de Chayanta a partir
de 1791. Entre sus gestiones se especifica en su hoja de servicio haber apoyado la
empresa del desagüe de las minas de Colquechaca, a través del método de bombas
alemanas, “exponiendo su vida en el proyecto y su propio dinero” y también haber
apoyado la construcción de barriles en el mineral de Toracari a costa de Juan Ruiz
de Luna.321 Desafortunadamente no tenemos más información sobre la construcción
y resultados de la implantación de esta máquina de barriles en Chayanta.
No podemos precisar cuándo se abandonó el proyecto de las bombas y co-
menzó el socavón ni tampoco sabemos qué aportó a esta compañía el subdelegado
Arismendi, aunque tenemos algunas referencias sobre cuestiones de habilitación
y de estrategia.
“solo su celo supo sostenerlo por tanto tiempo facilitando desde luego maderas
para la construcción de ellas entrando personalmente en la mina para alentar a
los trabajadores, buscando a estos por todas partes y sosteniendo al fin el trabajo a
esfuerzos de haber hasta empeñado sus propias alhajas para el pago de aquellos, hasta
mi ida a aquel mineral porque los interesados se vieron sin fondos para mantenerlo”.322
319 rah. Colección Mata Linares, T. 69, Informe de Juan Daniel Weber, Potosí, 25 de septiembre
de 1792.
320 Es posible que fuera pariente de José Roque Arismendi, el cual tenía intereses mineros en
Aullagas. Véase ANB. Minas, T- 72, n° 2. Año 1764.
321 agi. Charcas 694. Hoja de servicios de Pedro Francisco de Arismendi, Potosí, 31 de mayo
de 1797. En este documento firmado por el intendente Francisco de Paula Sanz se especifica
las siguientes características: aptitud para cualquier empleo y principalmente magistraturas,
Talento: escogido; Conducta: muy arreglada; Aplicación: constantísima.
322 agi. Charcas, 440, N° 28. El intendente de Potosí Francisco de Paula Sanz manifiesta los
méritos del subdelegado de Chayanta.
a la sombra de potosí: la nueva mita y el socavón de colquechaca 121
1° “La compañía anteriormente establecida entre don Daniel Weber, don José
Antonio Amaral y don Nicolás Urzainqui quedaba enteramente sin efecto”.
2° Que los tres primeros: Conde Casa Real, Francisco Barrón e Ignacio Gómez
pondrán cada uno dos mil pesos en dinero o especies y que los últimos no
ponen nada porque Amaral es el propietario de la minas de Colquechaca,
vez conformada esta compañía, decía Weber que empezó su ruina cuando saca-
ron a su carpintero y hombre de confianza, y se quejaba también de que Nicolás
Urzainqui “destruyó sus bombas”, y consiguió que lo apartaran de la dirección
de la empresa. Los socios introdujeron una nueva bomba “que tenía a lo largo no
menos que 20 varas”. Como él esperaba, no tuvieron ningún éxito con esta bomba
y tuvieron que volver a reducirla. Comentaba irónicamente la arrogancia de los
americanos en corregir su proyecto y manifestaba abiertamente en su informe su
pensamiento eurocéntrico, evidenciando su opinión de una forma prepotente:
“Inmediatamente le contesté que era una de las mayores maravillas que se había visto
en todo el Mundo desde el primer siglo a esta parte y que si desde luego verificaba la
evacuación del agua con esta clase de bombas tendría yo la mayor gloria de haberme
instruido en América de una obra tan extraña asegurando que en su continente se
hallaban sujetos que pueden fundar escuelas para los europeos más sabios teóricos
y prácticos en este arte”.329
después de un capital de 18 mil pesos que llevo puestos en ella y cada acción de los demás
compañeros es sola de 4 mil pesos, bien se como ministro de sm. no puedo obtener acción
alguna en minas sobre que ve. dispondrá y determinará en ella, pero en vista de la emulación
de estas gentes contra los acertados proyectos de la expedición mineralógica y mis sacrificios
de que me he visto en la precisión usarlos, resolverá la justificación de ve. lo que fuere de su
agrado hacia mi alivio al bien de la Corona y del público”.
329 Ibídem.
330 Véanse T. Platt, “La alquimia de la modernidad…”, R. M. Buechler, Gobierno, Minería y So-
ciedad..., J. Fisher, Minas y mineros…, B. Hausberger, “El universalismo científico del Barón
Ignaz von Born y las Transferencia de tecnología minera entre Hispanoamérica y Alemania
a fines del siglo xviii”, en Historia Mexicana, V. 59, año 2009.
124 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Como se observa en las escrituras, José Antonio Amaral salió bastante perju-
dicado y quedó con sus propiedades disponibles muy reducidas. Sin embargo, no
por eso dejó de confiar y hacer negocios poco tiempo después con Weber. Éste
no acababa de dar por terminada la empresa del socavón de Colquechaca y ya
había proyectado el socavón de San Bartolomé en Aullagas, el cual tuvo éxito en
el desagüe de las minas, según Buechler. Weber declaró que este socavón costó
106.053 pesos y pretendió que tal y como reglamentaba las Ordenanzas Generales
del Perú, los propietarios de minas beneficiados debían de contribuir en los gastos.
En 1804, José Antonio Amaral, en recompensa por los beneficios del desagüe de
sus minas de San Miguel y San Antonio a través del socavón de San Bartolomé, le
concedió quedarse con las tres cuartas partes de todo el mineral extraído a través
de éste en calidad de socio durante cinco años.335 Según las evidencias encontradas,
Weber continuó en Aullagas invirtiendo en empresas particulares; los registros
de plata en el Banco procedentes de sus intereses en este asiento minero durante
1811 y 1812 fueron de 3,784 y 5,302 marcos de plata, cantidad nada despreciable.
Ciertamente la cercanía al famoso centro de Potosí, capital de la intendencia
para fines del siglo xviii, fue un factor decisivo para el partido de Chayanta y
336 Por ejemplo, de Carangas, nunca he encontrado una visita, de Oruro hemos encontrado
algunas, sin embargo no son tan ricas como las de Potosí.
337 Buechler, Gobierno, Minería y Sociedad...,p. 361.
a la sombra de potosí: la nueva mita y el socavón de colquechaca 127
suponemos que en esta fecha ya estaban bien establecidas las competencias de los
subdelegados en los centros mineros, y es posible que hubiera una intencionalidad
en el manejo de la información de los azogueros que se quejaban.
“Por lo que mira a los libros que se menciona no ha sido costumbre en los trapicheros
arreglarlos porque solamente se ha practicado, se les da cuenta o se chancela con
los habilitadores de plata o azogues…nosotros los trapicheros nos acomodamos con
nuestra poca práctica y corta experiencia a nuestro modo y leal saber y entender”345
El expediente terminaba con un bando que debía ser puesto en lugar público
y acatado por todos los interesados en las labores mineras, donde se exigía poblar
y habilitar todos sus intereses en el tiempo de tres meses y posteriormente se
darían por despobladas todas las labores que no estuvieran en actividad. También
se exigían a los azogueros y trapicheros los libros formales “de molienda, quemas,
beneficios y lava de sus metales”, donde debía de estar incluida toda la informa-
ción de la cual se hacía relación (véase el final del expediente). Igualmente los
propietarios de minas y socavones debían de realizar una memoria con todos los
costos y salarios e insumos y avances realizados cada tres meses. Estos informes
deberían ser entregados al subdelegado bajo pena de 50 pesos por retrasos de
más de 15 días cumplidos. Posteriormente el subdelegado debería entregar un
estado general de la minería a la Superintendencia de minas de esa provincia,
que suponemos recaía en el intendente gobernador de Potosí. Sin embargo hay
que advertir que nunca hemos encontrado esta información sobre Aullagas con
posterioridad a esta fecha.
Otro de los focos rojos que más escandalizó al intendente Francisco de Paula
Sanz fue la práctica generalizada del trabajo de las minas a base de capitanes o
capitanías, donde no intervenía ningún especialista en “economía metálica” y se
dividían los metales entre trabajadores y dueños. En el bando se prohibía esta
práctica en caso de no contar con la supervisión de un “Guardavista”, y así lo de-
bían procurar los dos veedores nombrados bajo multa de 50 pesos, Luis Antonio
Toro y Nar° (suponemos Narciso) Becerra.
Termina entonces el expediente dándose fe de que fueron informados en
junta a los azogueros y trapicheros del mineral con fecha de 9 de abril de 1792,
en presencia del intendente Sanz, del asesor Dr. Cañete y de dos testigos Fran-
cisco López e Ignacio Gómez. Estos dos últimos eran dos azogueros de Potosí
que habían sido comisionados por el intendente Francisco de Paula Sanz y que
después quisieron participar en la compañía de Colquechaca. Ese mismo día se
expuso el bando en la plaza y demás lugares públicos.
No podemos precisar los resultados de esta inspección, y si efectivamente se
pusieron en práctica las normas que exigía el intendente por el bando de abril de
1792. Dudamos que los trapicheros y azogueros tomasen conciencia de la necesi-
dad de cambiar sus prácticas y llevar libros con las anotaciones de todos los trabajos
realizados, los sueldos, los resultados de la producción y demás información que
dejaran evidencias además de las prácticas y actividades, de la rentabilidad y las
ganancias del beneficio, proceso a partir del cual se podían “perder o extraviar”
minerales de plata sin pagar impuestos.
Debemos destacar que consideramos esta visita al mineral de Aullagas de gran
valor, aunque muestra un tipo de información muy oficial presentada por los mismos
mineros, azogueros y trapicheros, bien propietarios o arrendatarios. Destacamos
la falta de información de primera mano de los veedores, los cuales realizaban la
inspección a las propiedades mineras, como se solía decir la “vista de ojos”. Al
reducirse la visita a los meros informes emitidos por los mismos propietarios o
administradores se pierde mucha información que pudiera haber sido ocultada.
Por ejemplo, en las visitas a las minas se determinaba si éstas contaban con puentes
seguros y si las normas de seguridad habían sido respetadas, también se hablaba con
los trabajadores para saber si eran bien pagados, si recibían buen trato y todo se
realizaba conforme a las leyes. En los documentos que hemos trabajado respecto a
Oruro tampoco hemos encontrado denuncias ni quejas de los trabajadores, mostrán-
dose una plena normalidad, pero en ciertas ocasiones los visitadores hacían alguna
advertencia para que se reparase algún tramo inseguro que, bajo promesa del dueño
o encargado, se comprometían a solucionar.346 A pesar de los límites de esta fuente,
Cuadro XIII
Relación de propietarios de Ingenios y Trapiches que presentan informes
en la Visita de Aullagas de 1792
Cuadro XIV
Relación de propietarios de minas
Nombres Posesiones
José Antonio Amaral Minas de Santo Cristo socavón Colquechaca con mina de
Guaynacucho y Menguengue
Cayetano Pérez Oriondo Mina de Gabia en la veta del Gato y socavón la Rocha
Diego Barrón Compañía socavón Botija Laja
Vicente Burgoa Una mina en la veta el Gato
José Conde Mina en Guaynacucho
Hermenegildo Lisondo Mina de Condomarca
Manuel Bayro Mina en San Roque y Botija-Laja
Roque Hoguera Mina de las Mercedes y San Farncisco
Francisco Basagoitia Mina de Sacramento, Abra, El Gato
Esteban Amezcaray y Dr. Ormaechea Mina del Embudo, Sierra y Gabriel
José Hilario en nombre de Francisco Llera La Mina Fajardo
Pedro Vicente Vargas, administrador de la Mina de Bronce y la Purisima, Jesús María, Rosario, la Gavia,
Testamentaria de Astuena la Gallofa Grande, socavón Begoña
Pedro Vicente Vargas Mina en san Miguel y en la veta el Gato.
María Josefa Artajona Mina en San Nicolás
Sebastián Pedregal y José Tamez Mina en el Cerro Santa Bárbara
Francisco Barrón Mina en San Agustín
Luis Sánchez Robledo Mina en Guainacucho y el Gato
Ramón Urtizberea Mina Surimi y Cocha
Luis Lobo Mina en cerro San Mateo
Fuente: AHP. Gobierno e intendencia, Caja 30, N° 16.
Cuadro XV
Dueños de Ingenios en la Visita de Aullagas de 1792
Nombres Ingenios
Francisco Llera Majon
Tomás Cortés Lurucachi
José Antonio Amaral La Palca
Francisco Basagoitia El Rosario
Manuel Bairo Angostura
Juan Bautista Ormaechea y Esteban Amezcarai Macha y Esquena
Pedro Vicente Vargas administrador de los bienes de la viuda de Astuena Guancarani
Ramón Urtizberea Churicala
Francisco Güemez Ayoma
Fuente: AHP. Gobierno e intendencia, Caja 30, N° 16.
Conclusiones
En 30 de marzo de 1792
Sin embargo de haber sido el primer objeto de mi venida a este mineral el re-
conocimiento de las empresas promovidas en la mina de Colquechaca por el
celo del actual Juez Real Subdelegado del Partido de Chayanta, pero habiendo
reconocido en el corto tiempo de mi permanencia en este asiento que los más
de los ingenios de su ribera se hallan parados y muy pocas minas en corriente
labor y que aún éstas se trabajan en la mayor parte por personas extrañas con el
título de capitanes por ser los que hacen cabeza a la cuadrillas de operarios que
conciertan y habilitan ellos mismos por el interés de partir con los amos todos
los metales extraídos de sus pertenecías, ocasionándose de este método abusivo
el que por aumentar las sacas y disminuir los costos se desamparan los chiles y se
emplean las barretas hacia los altos, con el irreparable perjuicio de ir cegando los
planes con la broza y desmontes que arrojan en ellos por ahorrar su extracción
a las canchas o bocaminas, de modo que en el discurso de pocos años es forzoso
que queden inhabilitadas las labores y que si sucediesen inundarse se haga im-
practicable su desagüe / en perjuicio de los mismos interesados de los derechos
del Rey y del bien general del Estado. En lo que a más ha de notarse que no
empleen su industria y sus caudales en el trabajo de las minas sus propios dueños
o en su nombre otras personas suficientes y prácticas supliendo con aprobación
del Gobierno la falta de residencia de aquellos, cumplan las condiciones con que
138 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
de la mina, el rumbo de la boca, la veta en que está situada, y los frontones que
tuviere abiertos, con expresión de los que se trabajare y de los otros donde no
se tuviere labor por inundación o por otra causa, los pozos perpendiculares que
hubiere a los planes, los puentes guaricuncas o potos, con el número de varas que
hubieren corridas desde cada frontón hasta la bocamina, así en el camino principal
como en los barrenos, distinguiendo las distancias de los quintos por donde se
arreglan las mitas, los rumbos, el ancho y altura de los citados caminos, barrenos
y vetas y la profundidad perpendicular en que estuvieren los planes de cada labor
desde la superficie de la boca, la anchura y grados de decaída de cada veta, con
distinción de las que fueren perpendiculares o profundas, la clase y naturaleza de
sus metales, cajas y criaderos, el número de barreteros y apiris de cada labor, las
mitas que enteran en cada veinte y cuatro horas, los viajes establecidos en cada
quinto y el número de arrobas que conduce el operario en cada viaje, el jornal
que ganan éstos según sus ministerios, los empleados subalternos que tienen a su
cargo, la dirección y el manejo económico de las labores con sus salarios adecuados
a cada clase, la saca diaria o semanal, el costo de su conducción a cada ingenio o
trapiche, con los gastos de pólvora, herramientas, velas, pongos, de suerte que
por estas razones se pueda venir en conocimiento del estado de cada mina y de
las ventajas o decadencia de sus frutos. Entiéndase la misma obligación con los /
trapicheros los cuales deberán expresar las licencias con que hubieren armado sus
quimbaletes, los quintales que muelen al día, los peones que se emplean en cada
trapiche y las lavas que hacen semanalmente ya sea por mayor o en puchos con
las leyes de cada una, las personas y formalidades con que compran los metales,
para todos los cuales efectos tendrán entendido los dueños de minas e ingenios,
capitanes y trapicheros que han de arreglar las expresadas razones por los libros
de sus respectivos giros o expresarán en su defecto que no los tienen. Y porque
el referido alcalde veedor Toro debe hallarse instruido de todas las minas que hay
abiertas en este mineral sean o no abandonadas por cualquiera causa presentará
también una memoria certificada de todas las bocaminas, tajos, catas, barrenos y
socavones que se hallaren en este mineral expresando el tiempo de su abandono y
los dueños a quien pertenecen inclusive los interese y estacas ya sean del rey o de
particulares aunque convenga a la felicidad pública y al aprovechamiento de los
mineros de este asiento. Así lo proveo mando y firmo con dicho señor teniente
mi asesor general en este asiento de San Miguel de Aullagas por ante el capitán
don Ignacio Gómez de Olivos y don Francisco Lopes como testigo nombrados
para toda la actuación de visita a falta de escribano en treinta de marzo de mil
setecientos noventa y dos años.
es veta manto, hace metales ricos siempre que con ella hacen juntar otras vetas
o ramos, lo que no es difícil por tener rumbo contrariado a todas las demás vetas
vetillas y ramos de este mineral y es costoso el laboreo por la blandura del man-
to y se laborea con Poteo o cellapeo, pero tiene la ventaja a las demás de dar en
una mita más que ellas en un mes, según lo tiene manifestado en el mineral pues
en una noche se han extraído de ellos, con solo un barretero más de mil pesos /
según relación del mismo que compra el metal que aún permanece en este asien-
to. Los ramos o vetillas de que llevo y tengo hecha relación y otros que tengo
reconocidos como accesorios a la veta principal, no tienen decaídas y sus cria-
dores son chumbes mantos que los atraviesan y cachizo blanco y las cajas azule-
jas. La saca diaria o semanal de esta mina no es averiguable por consiguiente ni
el costo de ella, porque hay semana que no se extrae ninguno, otras poco y otras
algo más, pero siempre en corta cantidad aunque sea de mucho valor, y los cos-
tos siempre son unos mismos. En estas tres últimas semanas, no se ha encontra-
do gente de trabajo en este asiento y solo tengo en la actual semana 2 barreteros
y 8 apiris y en las anteriores siempre mantuve ocho de los primeros y veinte de
los segundos. Los salarios que se pagan son seis pesos a un pongo seis pesos al
arreador, diez al canchero y veinte de mi salario como administrador general e
ingenio 4 al herrero o más o menos según los ternos o barreteros trabajan. Los
gastos que ocasiona son 4 onzas de sebo o una vela en la mita o jornal cada api-
ri, los barreteros una libra, o cuatro velas para tres jornales, los pongos, minero,
arreadores, media libra de sebo, o dos velas por mita, el canchero sin regla, ni
media, los ponguillos ganan 5 reales cada mita, tendrá de consumo en herra-
mientas anualmente / según el presente laboreo hasta cien pesos en botas, cos-
talillos, algodón, para pavilos y otras menudencias hasta otros ciento, y parecién-
dome ser suficiente la relación hecha de esta mina y labor de Fajardo, pasaré
hacerla del ingenio de San Antonio de las Peñas o Escalerillas como anexo de
ella y a mi administración, diré que está distante una legua del Mineral, y que la
conducción o baja de los metales a él tiene de costo veinte reales por cajón; que
tiene seis almadenetas en una sola cabeza que el eje es de una sola pieza; que no
puedo asentar su costo por ser el más antiguo que yo en el ingenio y no haber
visto cuentas del costo de su conducción, que no hay maderas ningunas de re-
puesto en el, solo mazos, y sobarbos, por ser indispensable el conservar estas dos
especies de repuestos que la solo cabeza con las seis almadenetas, en los seis
meses del año podrá moler hasta ocho cajones y en los otros seis meses ni cinco
podrá moler por la escasez del agua, solo caminando con 4 almadenetas, estos
ocho cajones de metal que semanalmente podrá moler en tiempo de aguas será
con la ocupación de 6 hombres continuos de día y de noche que ha seis por
punta serán 12 dichos/ y cada uno de ellos ganara a la semana tres pesos y los
dos serviris de los doce ganan 4 reales mas cada uno a la semana por el cargo de
gobernar y distribuir a los demás. Llevaba pues la harina que resulta del metal
anexos 143
este metal de los desperdicios que los demás tienen dentro de la mina, Lo raya-
dillos es el metal que se escoge a los demás superiores con mucha caja que por
ser inseparable de ella se benefician juntos, y por lo común su ley es de diez a
doce marcos por cajón y no es abundante las brozas son soroches gruesos y me-
nudos y teniendo mucho del menudo pasa ley de 40 marcos por cajón y siendo
la mayor parte del soroche grueso apenas darán 30 marcos cajón, y siendo la
mayor parte del soroche grueso apenas dará 30 marcos por cajón. Las pintas son
aquellos metales que / tienen dentro de los soroches alguna porción de metal
que llaman macizo y según esta se produce marcos por cajón desde ciento hasta
400, y en las mismas circunstancias, que por tener mayor cantidad de macizo se
les da ese nombre y su ley es de 400 marcos para arriba y hasta mil y pasa muchas
veces y lo que se llama macizo es de ley por fundición de más de seis marcos y
hasta ocho mil suele llegar. Herramientas necesarias y existentes en este ingenio
son azadones para el repaso y hay hasta cuarenta, útiles, rodadillos de fierro para
los hornos que cada uno necesita tres y tengo seis, consumo de estos dos aperos
será de 40 de los primeros que cuesta 4 pesos y los traen de España, de los se-
gundos que son hechos que gasta cada horno anualmente diez y ocho, y cada
uno tienen de costo 6 pesos. La remisión de marcos siempre la hice al Real
Banco con guía o los remito a Don Francisco Llera Majón para que haga mani-
festación de ellos y también por no tener plata para los operarios ha vendido aquí
algunas piñas a los rescatiris con la precisa circunstancia de que han de entregar
Guía del Real Banco. La paga a los operarios se les hace en los términos siguien-
tes: el día lunes cuando/ se conchaban se les socorre con 4 reales de coca y uno
de pan, entre medio de la semana se les franquean estos efectos cuanto volunta-
riamente ellos piden y concluida la semana se les ajusta la cuenta de lo que tienen
devengado, y la del gasto que han ocasionado y se les abona en la plata efectiva
todo el alcance que hacen, guardando este mismo método con todo el mineral
y ribera de Oruro, criado en el exercicio de las minas e ingenios y por consi-
guiente son muy diestros. El salario que ganan son 4 reales por mita, solo los
muchachos que a estos se les paga según sus fuerzas a los lavadores el día que
lavan las masas se les paga a seis reales por mita los que están dentro del lavade-
ro y un peso al lavador. Salario del mayordomo son ocho pesos, el herrero seis,
el carpintero seis. Este ingenio se halla parado desde el día 28 de febrero del año
pasado de 1791, el motivo es por no haber tenido metales que beneficiar, no
como sacarlos de la mina por los pocos o ningunos auxilios que he tenido de un
año y medio a esta parte y así mismo los metales que / salían eran de inferior
calidad y en poca cantidad. Es cuanto tengo que exponer con entero arreglo a
lo mandado por VS en el expresado auto. En este mineral de Anconasa, asiento
de Aullagas, a los tres días del mes de abril de mil setecientos noventa y dos años.
Ytem otra mina más abajo nombrada Animas con el mismo rumbo distinta
veta, con apartamiento de veinte varas, tiene de profundidad ciento y diez varas
hasta el último plan con un quinto y algo más, tiene el crucero Real de norte a
sur, este va a cortar el norte cuatro vetas, la de santa Bárbara; la de la Lisa, la veta
de la Purísima en la que tengo dos estacas, sin cortar; y la última es la de Zibelo,
tiene tres frontones y dos piques, tiene dos bocaminas a distancia de seis varas
una con otra con la misma veta para comunicarse para el viento.
Ytem su ley de estos metales son de diez marcos unas veces y otras de quince
por la variación de no afijar la veta, por faltarle profundidad y está en virgen estas
vetas que aquí relaciono.
Ytem este ingenio y minas están parados, por haberme faltado facultades,
ya cosa de tres años. El desembolso de la fábrica de este ingenio me quitó todo
el huelgo.
Es cuanto puedo exponer a vs en fuerza de mi obediencia y rendimiento al
auto proveído por su superior integridad
cuartos para la custodia de metales y una capilla pública para la que mantengo
capellán por hacer beneficio de que diariamente tenga misa y a mi costa el gran
número de almas que en su territorio viven.
Ultra de esto está abastecido de toda lava de herramienta, maderas, y de más
de esencia necesaria para llevar una gruesa de trabajo si sus minas se hallaran en
estado de concedérselo pero como estas están en una total decadencia a más gastos
y diligencias que se practican sin rehusar el consumo de un fuerte desembolso
semanal sucede que si por dos o tres meses se consigue un trabajo de entreteni-
miento y no formal por otros tantos me precisa esté parado y a causa de no verme
necesitado de los operarios mantengo en todo tiempo beneficiador con quince
pesos / semanales, mayordomo y topeador cada uno con cuatro, semanero con
tres y medio, carpintero con seis, herrero con cinco y dos alcaldes de la hacienda
con dos pesos, siendo estos en pagamentos en plata efectiva.
Por el tiempo de su trabajo ocupo tres horneros en cada horno y estos regu-
larmente dos, a quienes se les paga por cada hornada a tres reales. En el morte-
rado dos puntas de a seis peones con su serviri. En el buitrón de veinte a treinta
repasiris, en el pampeo de ocho a doce cabritos haciendo estos números fixos por
la mayor o menor necesidad a la que nos arreglamos.
El estipendio de mortiris y repasiris es de cuatro reales por mita y estas seis si
la semana es completa por no haber fiestas que impidan trabajar. El de los cabritos
es según sus fuerzas y así los hay de a dos, dos y medio y tres reales haciéndoles
su paga cada domingo en plata física y con solo el rebajo del valor de la coca y
pan que voluntariamente consumen y es preciso proveerlos por de no exponerlos
a necesidad.
Todos los trabajadores son habitadores del ingenio y por ello no ocurren de
otras partes y se hallara escasísimo de ellos por los meses de mayo hasta fines de
julio por la costumbre anticuada que tienen de bajar a los valles al recojo de sus
cosechas o a apearse de víveres.
La molienda que rindiera si lograra / abundancia de metal fuera desde no-
viembre o diciembre a mayo junio de doce cajones de negrillo por semana y en
los demás meses de seis por la escasez de agua que en ellos se experimenta no
habiendo de donde agregarla.
Las quemas de los metales es según su clase y beneficiador y así el que en el
día tengo la da a las puntas de rosicler y barra al decimo, a la brosa al séptimo,
al rayadillo al sexto y la llampo al quinto y de la ley de estas clases de metal no
puedo dar razón fixa por la variación.
Cada hornada consume de icha treinta y tantas cargas de valor de dos pesos
de sal en horno y buitrón cuatro quintales, su importe un peso, y de cieno, cal,
estaño, o plomo y azogue según la calidad del metal y tardan en el beneficio de
quince a veinte días.
anexos 149
Mediante no tener más que advertir acerca del ingenio seguiré por lo tocante
a minas como vs ordena.
Esta es la ya cortada que arrendó con el ingenio mi patrón en cuyo patio está
la boca mina entrada a la estaca de Nuestra Señora del Camino en la veta de
la Purísima, su rumbo noroestes sureste y su decaída al sudoeste sucesiva a la
descubridora del finado Don José Astuena y a más de esta poseo varias estacas a
distintos rumbos y bajo de la misma boca de las que no doy razón por no tener
verisimilitud de ellas y sus documentos hallarse en poder de / mi patrón para
sus defensas.
Dicha minas tiene de camino hasta sus últimos planes unas tres mil varas y
no perpendículo más de trescientas. De la boca la primer quinto donde se halla
una sola de quince varas de largo y siete de ancho con un torno corriente en un
pozo de setenta varas hay ciento, y para enterar la mita el apiri hace treinta y cinco
viajes hasta la cancha con metal o caxones.
De este quinto el segundo nombrado la sala del Bazo del Torno hay otras
ciento y para completar la mita entre ocho peones completan con el torno noventa
y cinco arranques de diez a doce arrobas.
Al tercer quinto de San Agustín hay las mismas y la completan hasta el segundo
con los treinta y cinco viajes y en él se encuentra un barreno, su rumbo noroeste
con la latitud de setenta varas plano con que se cortó la veta de la Purísima y aquí
se halla el cuarto quinto con nombre de la Chapaleta y de el al tercero hacen
cincuenta viajes por mita.
Al quinto llamado de Sandoval cincuenta varas y sus viajes setenta y de él al
sexto quinto no hay regulación de viajes por hacer solo los que pueden.
De este al 7° quinto se regulan ciento veinte varas y por ellas hacen veinte ocho
viajes en mita, y de el al plan hay cincuenta varas y viajes los que pudieran por mita.
El numero de varas citado en los quintos / se entiende la latitud y por las
vueltas y revueltas que esta mina tiene se hace la regulación de las tres mil varas
hasta los planes.
Sus caminos se hallan en él todo hábiles así en la anchura como en la altura
siendo los mejores de todo el mineral.
Los criaderos de sus metales son según su clase y veta por lo que unos son
en panizo y otros en caliche.
Los frontones que en la actualidad laborean son seis en el sexto quinto pues
aunque se pudiera poner cuarenta no se executa por hallarse su veta en menos
de medio dedo y aun los que se trabajan rara vez se pone en tres motivo de que
se saca no pase de medio caxón de brosa, de ley la presente de veinte marcos un
150 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
caxón de Rayadallido, su ley de diez y algún tiempo que no se arregla por muchas
semanas no sacarse y otras un caxón o medio de ocho marcos de ley y solo si de
sus planes a no estar aguados se sacara mucha cantidad de metales poderosísimos.
Ocupo doce barreteros con treinta o más apiris que sacan ocho mitas a cuatro
reales y de estos el que caga tres arrobas se le paga a tres reales y de éstos el que
carga tres arrobas se le paga a tres reales por la falta de la arroba al completo de
las cuatro que es costumbre.
Los empleados en esta labor son canchero con diez pesos, minero con seis,
arreador chaquire y herrero con cuatro, dos pongos a cinco y de palliris comun-
mente doce pesos./
Por el septiembre del año próximo pasado se le adjudicó a mi patrón esta mina
por despoblada habiendo sido su último poseedor don Rodrigo Moreno ya fina-
do y compañía, la cual tiene desde su entrada un chiflón de ochenta varas y es el
primer quinto del que hacen sus peones veinte y un viajes por mitas y de aquí al
paraje donde están cuatro barretas en trabajo habrá la distancia de ciento y veinte
varas, y son veinte y cuatro viajes los que enteran.
Esta mina sigue los mismos rumbos y vetas que la anterior y el no tener más
frontonería es por hasta el día haberme ocupado en su limpia para reconocerla y
es el ancho de ella de dos a cuatro dedos y en banco sus caxas y de su ley y saca
no doy razón por hacer solo dos a tres semanas que ha principiado a dar metal
soroche en cantidad de quince a veinte cargas de broza y otras tanda de Rayadillo
del que no se ha hecho beneficio mayor ni menor y el que anteriormente daba
era un chumbe seco sin ley de costeo.
Asiste en ella el canchero con seis pesos arreador con cuatro dos pongos a
cinco, ocho barreteros y veinte apiris con dos palliris que sacan las mesmas mitas
que en el Sacramento.
Por costumbre de este mineral se les fraquean / graciosamente ambas minas
y ultra de su salario o jornal a minero, herrero, pongos, barreteros y apiris los
sábados con su noche y el metal que sacan los parten con la hacienda bajo del
nombre de busca, siendo aquel a más mala que se halle la mina de ley de ochenta
a cien marcos caxón.
En el registro de la veta del Gato hecho el junio del año pasado de noventa y uno por
don Francisco Güemes se le adjudicó a mi patrón una estaca cerro arriba sucesiva a
la ley del Rey con rumbo sudeste noroeste en la que se abrió boca del haz de la tierra
y tiene seguidas de cincuenta a sesenta varas de camino con perpendículo de treinta
anexos 151
Gasto de Materiales
Mina de Guaynacuchu
Razón en donde se hace constar los ingenios y minas que don José Antonio de
Amaral disfruta y posee en este mineral de Aullagas y su rivera, estado y situación
en que se hallan con todo lo demás ordenando por la superioridad del Señor Go-
bernador Intendente de la provincia de Potosí en auto del 30 de marzo próximo
pasado y es a saber:
Primeramente posee un ingenio nombrado la Palca de una cabeza con seis
almadenetas el que por estar parado no ocupa al presente operario alguno pero
estando en giro al administrador gana veinte pesos de semana un mayordomo seis
pesos el beneficiador veinte y cinco pesos, carpintero seis pesos, herrero cuatro
pesos, los horneros según el número de hornadas que sacan siendo de metal
cuatro reales cada una y siendo de relaves dos y medio reales, y regularmente
sacan entre día y noche tres hornadas del primero y seis del segundo siendo el
modo, lugar, tiempo y materia en que se les hace la paga, en el mismo ingenio
los días domingos en plata, especialmente los mandones, pues a los horneros
indispensablemente se les da ocho reales de coca a la semana y a los peones
de morterado y repaso cuatro reales y estos a excepción de uno que otro que
hay avecindados en la hacienda, los demás son vagos sin que se sepa el pueblo
o pueblos de donde ocurren. Muele a la semana ocho a diez caxones de brozas
pero siendo llampos llega hasta doce o catorce y es todo el corriente que se
puede llevar permitiéndolo al acopio de metales siendo el método que se lleva
en el beneficio por amalgamación y no por fundición. Duran las mazas hasta
beneficiarse siendo de brozas, doce y quince días y siendo de llampos seis y siete
días su ley es varia y según la calidad y condición de la mina pues en una logran
de quince marcos y veinte y en otras alcanza hasta treinta y cuarenta según los
trechos mejores que se hallan en las vetas. Las brozas se queman al 5° que es /
lo mismo que decir diez quintales en cada hornada y los llampos a lo dicho por
la abundante porción que estos hace. Diez arrobas de sal llevan las brozas en el
horno y cinco arrobas en el buitrón, aunque algunas veces según la condición del
metal hay variación en esta regla que suele ser lo común y general, los llampos
llevan en el horno ocho arrobas y en el buitrón cuatro arrobas. Se incorporan
regularmente las brozas con setenta libras de azogue y hasta su conducción en el
beneficio con ciento setenta y cinco libras esto es el respecto el incorporo y yapas
que lleva. Los llampos se incorporan con diez y ocho libras cuya ley es muy varia
pues unas veces alcanza a diez marcos pero también baja hasta seis marcos que no
costea y se termina su beneficio regularmente unos con otros con treinta y seis
libras de azogue. El magistral que se aplica así a las brozas como a los llampos
es el de la cal a aquellas cuatro birquea que compondrán ocho arrobas, la que
se consigue en estas inmediaciones al precio de tres reales siendo cal viva y dos
reales siendo apagada. Y respecto a hallarse sin trabajo dicho ingenio carece de
anexos 153
Estado que declara los intereses de la Rivera y Cerro de este asiento de Aullagas
pertenecientes al capitán don Manuel Bayro y gasto semanal (variable) causado
en el trabajo y labor de la diligencia que está siguiendo, a saber:
Rivera
Cerro
Una mina estaca en la veta de la Gallofa rumbo norueste sueste, nominada San
Roque, su boca está noroeste, inundada por lo que no se puede relacionar sus
corridos, piques y frontones.
Una mina estaca en la veta tenida por el Gato, al norueste sueste llamada de
San Antonio, su boca al este norueste con 20 varas de corrida cerro abajo, pique
frontón.
Una mina sucesiva a ésta en la misma veta cerro abajo en virgen amparada
con la boca de la antecedente cedida por don José Antonio Amaral.
Una diligencia en dicho cerro por el lado del sol, camino de Botijalaca, veta
virgen, al oeste norueste boca al este, con dos piques el de cero arriba con 30 varas
y el de cerro abajo con 40, que se labran con los operarios y gastos siguientes:
gasto de coca y pan que ha hecho en toda la semana, el sobrante se les da sobre el
mostrador en plata constante. Estos jornaleros o trabajadores no se sabe de los más
su residencia fija, porque como son voluntarios una semana o dos trabajan en un
ingenio y después se mudan a otros, y así andan vagando de hacienda en hacienda,
pero lo que se observa es que concurren con / más empeño a la hacienda que se
les hace los pagamentos con puntualidad y sin gravarles en cosa ninguna; y por lo
mismo nos sobran gente. Ambos ingenios de molienda por sutil con los operarios
ya dichos regularmente muelen de 16 a 18 cajones a todo corriente cada semana
y según actual estado en que se hallan hoy nuestras labores, solo se compone esta
molienda de metales llampos, rayadillos, y algunas brozas, quemados los primeros al
4° y su beneficio en buitrón por repaso, duran regularmente en dicho buitrón hasta
verificarse las lavas de doce a quince días. Su ley en las circunstancias presentes es
de ocho a diez marcos cada cajón. La porción de metales molido que ocupa cada
hornada es según la calidad de ellos, porque componiéndose un cajón de metal de
50 quintales si son de pintas quemados al 6° ocupa cada hornada a 33 arrobas más
o menos, y su ley de 120 a 130 marcos por cajón por lo común, y siendo superiores
suelen llegar a 200 y el poco macizo que se suele conseguir marco por libra, poco
más o menos, así de rosicler como de barra, si son de brozas quemados al 4° a 40
arrobas cada hornada, su ley regular de 40 marcos algunas veces y algunas menos, si
son de llampos y rayadillos quemados 4° a 50 arrobas. Bien entendidos que siendo
los metales que se benefician de los intereses de la Encarnación son de esta ley que se
dice y sin son los de Jesús María, situados ambos en la loma de Anconasa las brozas
suelen rendir de 20 marcos para arriba, los llampos y rayadillos de 40 para arriba
que pintas y macizos no ha producido hasta hoy esta labor, cuyas bajas de unos y
otros hasta los ingenios son de 6 pesos por cajón a excepción de los de la labro de
la Gavia en el cerro de la Gallofa, que son de 7 pesos cajón, cuyas brozas rinden de
16 marcos para arriba, los metales que necesitan estos metales para sus beneficios
no se puede con fijeza asegurar, porque son tan variables que muchas veces un
mismo metal padece diferentes enfermedades que necesita también de diferentes
materiales para continuar con su beneficio. La cantidad de sal que necesitan así
para la quema como para dicho beneficio, tampoco se puede hacer un cómputo de
su cantidad fixa, porque a unos se les echa más y a otros menos. El azogue es según
la ley de ellos. El precio de la carga de sal que surten de la salinas distante 10 a 11
leguas es de 2 reales cada una que se compone de 5 arrobas 5 libras. La icha que
sirve para la quema de los metales que la traen de las inmediaciones y contornos
al ingenio, su precio es cada 32 cargas de un saco regular un peso de plata / fuerte
y a esta proporción los demás materiales, como son cieno, cobre, cal, estaño, que
este cuesta en la fundición de Guanini de 10 a 12 pesos quintal que todo se halla
almacenado con abundancia. Los mandones que ocupan estos ingenios son 3: un
mayordomo con el salario de 6 pesos semanales y mesa, un arreador con el mismo
sueldo, un carpintero que está al cuidado y repaso de los ingenios y saca de sus ha-
anexos 157
rinas con salario de 4 pesos semanales, sin incluir el capellán que entre una y otra
semana con las misas que se les paga en el intermedio de ellas, pasa a ser de diez
pesos semanales. Los gastos de azadones que se hacen es según la corriente que se
lleva, entendiéndose lo mismo con las demás herramientas y maderas para oficinas,
y demás gastos que se ocasionan en haciendas de esta naturaleza, sin incluir los ejes
de que se componen los dos ingenios y los que se hallan en ser para su refacción.
Estos son de una pieza, cada uno de ellos, su precio de 20 pesos más o menos cor-
tados en el monte y su conducción de mucho más precio por el trabajo de traerlos
de indios, por los caminos fragosos de que abunda este partido de Chayanta, siendo
su tamaño de 5 a 6 varas y una tercera de ancho cada costado. La aspas y cucharas
para las ruedas todo corriente en el monte, su precio es de 24 pesos casa una, fuera
de su conducción. El costo de hechuras de ambas ruedas hasta ponerlas en estado
de dar vueltas y que muelen con una misma agua, siendo sus baluartes, bóvedas,
y desagües todo de cal y piedra, hecho en todo costo, son a saber el primero que
se halla en mayor superficie que sirve para moler agua y en seco costo se hechura
cien pesos que se satisfacieron al carpintero que los gobierna. Sus piedras con las
que actualmente camina y las que tiene de refacción, así voladoras como soleras
unas tienen de costo 120 pesos, 140 y algunas 160, según el tamaño y calidad de
ellas, el otro que muele solamente en seco tuvo de costo de hechura 110 pesos sus
piedras en la misma conformidad que las otras, de tal suerte que el total de estas
dos maquinas y sus obras materiales con sus respectivas oficinas y la cantidad de
fierro que ocupa cada uno de os codos cinchos, gorrones, dados, nabos, pernos, y
demás que se gasta, como igualmente maderas, cueros de nos tienen de costo más
de diez mil pesos.
El ingenio de Agua Caliente en la doctrina de Chayanta distante de estos edi-
ficados en esta de Macha 18 leguas, es de la misma conformidad que los anteriores
ya relacionados. Su erección tuvo de costo / de cuatro a cinco mil pesos y hoy en
sus refacciones, diligencias de barrenos, contrabarrenos, recortes, limpias para
su reconocimiento en el mineral antiguo de plata despoblado desde inmemorial
tiempo a esta parte nombrado Unsia, se lleva insumidos más de 8 mil pesos con la
esperanza que ofrecen los ensayes hechos que podrán ser de utilidad sus vetas, de
manera que pasa su costo total de catorce mil pesos con los aperos, herramientas,
materiales, así para las minas, como para el ingenio, de que se va abasteciendo sin
reportar hasta hoy utilidad ninguna, ni sacar un marco de plata, sino desembolso
con el fin solo de que así nosotros como el bien público, logramos algunos alivios:
El temperamento en que se halla situado dicho ingenio es muy benigno sin que
incida en el extremo del calor o frio, dista a las minas en que están siguiendo las
diligencias y laboreo, cerca de dos leguas todo pampa. Sus bastimentos son abun-
dantes con abundancia y con más equidad que los que se surten a este mineral.
Las bajas de metales a 20 reales cada cajón, con advertencia que solo la sal tiene
de costo un real más la carga a la que se paga en los anteriores nuestros ingenios.
158 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Todo este giro se halla a cargo de dos mandones, un arreador en el cerro con 6
pesos semanales y otro en el ingenio, el que se halla parado con el mismo sueldo
con los operarios del giro, su costo semanal es de [¿] pesos en plata por ahora.
En el mineral de oro nombrado Capasirca, distante 6 leguas de Chayanta a
esta parte poseemos un socavón y sus intereses respectivos, los cuales se hallan sin
trabajo a causa de que habiéndose seguido dicho socavón y hecho el corte se siguió
el laboreo aplicándose y a cosa de 19 o 21 varas nos venció el agua, quedando los
frontones y planes con su orito. Y por motivo de las aguas, habíamos suspendido
la continuación y hoy nos hallamos ya proporcionando los medios más oportunos
para su habilitación cuya corrida de dicho socavón hasta lograr los cortes fue a
costa de nuestro propio peculio.
En lo contractivo a las minas y su laboreo. En este asiento. Y la loma de An-
conasa poseemos y laboreamos con / legítimos títulos y documentos en el registro
de la Encarnación perteneciente a la testamentaria del finado José Astuena, dos
estacas sucesivas a la descubridora, su rumbo este oeste con el nombre de San
Antonio a la parte del este y juntamente otra por compra hecha a SM a la parte
del Oeste, bajo el mismo nombre de la estaca del Rey, la que se halla en el día
con algunas barretas en diligencias y sus planes en agua, toda rasgada de mojón
a mojón y las dos expresadas con el nombre de San Antonio a la parte de cerro
abajo. Sus planes se hallan en agua, es sus comedios cuatro ternos en metales, y
seis siguiéndolos banquerías y chingascanes, en que se hallan los frontones con
la porfía de vencer estas dificultades hasta encontrar los metales que acostumbra
dar, la cancha de sus servidumbre nombrada San Antonio, edificada desde los
cimientos a todo costo con las oficinas necesarias con su poto y bocamina su
rumbo norueste sueste y sus caminos que sirven para el tránsito de respecto a
haberlos habilitados de ciegos e inundados de caja y cuota más de trescientas va-
ras de profundidad con otras ciento que se habrán corrido hasta el estado en que
se hallan hoy los frontones que completan las cuatrocientas varas que se regula
podrán haber dichos planes, con advertencia que en dichos planes se hallan ocho
frontones y piques en metal en los mismos intereses, laboreados por don francisco
Basagoytia, arrendatario de Don Baltasar Alvarez Reyero por la clandestina in-
troducción que ha hecho desde los suyos por medio de dos barreteros en travesía
de él, cuyo pleito se halla pendiente en la Real Audiencia del distrito. Sus puentes
y guaricuncas dejadas y laboreadas al rigor de las ordenanzas. La capacidad que
tiene la servidumbre de estos caminos pasa de tres varas de altos, y dos de ancho
con su correspondiente patillaje fabricado a todo costo para el alivio de la gente
con 7 quintos o salitas para el acopie de caja y metales, y descanso de los traba-
jadores. Tiene de profundidad perpendicular desde la superficie de la boca hasta
los expresados planes en agua poco más o menos 250 varas en cuyo tránsito y sus
conmedios hemos emprendido y vamos siguiendo dos barrenos en solicitud de
nuestros mismos intereses de la Encarnación y al descubrimiento y / cortes de
anexos 159
otras vetas a cuerpo de cerro y un barreno tiene corrida ciento cincuenta varas
con su respectiva lumbrera hasta el haz de la tierra y sin embargo de que se han
cortado varios ramillos, no se han rasgado porque se contemplan de ninguna
utilidad y tiene de costo sobre la cantidad de ocho mil y mas pesos de que no se
ha reportado un marco de plata, como ni tampoco del otro barreno que está en
mayor profundidad que también se está siguiendo con la corrida de 43 varas al
mismo destino que el primero cuyos costos pasan de 900 pesos la anchura de la
veta en que traemos nuestro laboreo. No hay regla segura por la variación que
padecen en general casi todas. Su decaída al sur en cada vara es de una cuarta un
poco más o menos, la calidad de sus metales, ha sido barra, rosicler, fierroviejo,
lisa, pasacana, pintas, broza y rayadillos, según proporciona la busca de su saca
en las aspas, cruceros, caños y otros ojos de metal libres de banqueria y manto,
sus cajas y criaderos es de panizo blanco, que mudándose este en otros colores es
seguridad de la enfermedad que padece ya la veta. Por lo que respecta al número
de barreteros y apiris es según el estado de las labores, porque hallándose estas en
bonanza abunda la gente y hallándose en decadencia como hoy sucede, escasea.
Por lo regular es de 60 hombres trabajadores semanalmente poco más o menos y
estos jornaleros asalariados, siendo su paga a la costumbre del mineral de cuatro
reales plata constante por cada mita a los barreteros y lo mismo a los apiris tos-
toneros que cargan cuatro arrobas y la los cabritos o jóvenes de menor edad a 3 y
3½ y todos entran a tres mitas con el correspondiente sebo de 66 onzas no siendo
derretido que costea la hacienda, como también las botas de que se sirven. Los
viajes que hacen de quinto a quinto son con variación según la proporción de sus
distancias, planes y piques, por donde se conducen en la servidumbre del camino
hasta la cancha, según de halla asentado en la práctica del giro los empleados para
el régimen de igual destino se componen de un canchero con el sueldo de ocho
pesos semanales y mesa, un minero y dos arreadores con su pongo y ponguillo,
todos estos con seis pesos semanales y la mesa. Cuando la mina está en bonanza
tiene de saca hasta tres cajones y hoy en el estado de decadencia en que se hallan
apenas alcanza a medio cajón. La pólvora y guías costea la hacienda a proporción
/ de la necesidad que demanda el estado de su laboreo, entendiéndose lo mismo
con la herramienta, cuyo herrero lleva por la compostura o calzas de cada terno
cuatro reales semanalmente.
Igualmente poseemos con justos títulos otro interés de setenta varas con
el nombre de San Ignacio de Loyola en el registro de Jesús María en la veta de
Colquechaca que practicó el finado don José Astuena, su rumbo este oeste con
alguna variación. La cancha de su servidumbre nombrada Jesús María, edificada
desde sus cimientos, contigua la iglesia de este asiento de Anconasa con las oficinas
necesarias, su rumbo este oeste el mismo de la veta con el cual sigue sus cami-
nos hasta sus planes, nos tiene de costo, con la aventura de caminos y ponerlos
hábiles y corrientes para el tránsito de la gente más de seis mil pesos. Tiene tres
160 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
metales y de su beta Real, ancha y subiesiba dio morito a la costa y penosa obra
del Socavón de Begoña, cuya finalización será sin duda el electro que / visitará
todo el Reino. La profundidad perpendicular de estas minas es en la que más de
trescientas varas desde la boca hasta los últimos planes, y la corrida horizontal del
socavón de cerca de seiscientas para cuyo motivo se desliza por el tanta porción
de agua de la detenida en la mina y beta a la que se dirige como la que ha visto
v.s. por sus mismos ojos. Los indios que acuden al trabajo son de los pueblos
confines o limítrofes a este mineral. Las arrobas de metal que extrae cada apiri son
de según práctica de tres a cuatro, haciendo con ellas de quinto a quinto y a seis, y
a nueve viajes, según la menor o mayor distancia de unos a otros, y últimamente
el costo de la conducción de dichos metales desde estas minas hasta el ingenio es
de siete pesos por cajón.
Tengo particular y separadamente además de éstas, otras dos minas, una en la
beta Pocotra registrada por don Francisco Güemes con el nombre del Gato, sin
trabajo en ella de pocas semanas a esta parte a causa de la incertidumbre y des-
confianza que nos asiste a todos los interesados de haberse herrado las mensuras
y rumbo de dicha beta por ignorancia o malicia de los veedores nombrados, y la
otra en la loma de Anconasa que por habérseme adjudicado por despoblada poco
tiempo ha, aun no hay trabajo formal de /extracción de metales, pues únicamente
en la limpia de caminos, piques y frontones tengo empleados actualmente treinta
hombres sin intermisión desde el mismo día en que se me dio la posesión, guiado
de las esperanzas de encontrar en ellas muchos metales y barra de disfrutaron sus
primeros poseedores d. Teodoro y d. Luís Guerra, quienes sofocados por la falta
de aire y respiración, se vieron precisados de dejar con arto dolor suyo y de todo
el mineral esta empresa, la que ya en el día he corregido a expensas de muchos
dineros y arbitrios, facilitando la comunicación del aire no solamente para esta
estaca de mina sino también para el socavón Menguenguen propio de D. José
Antonio Amaral, mina de San Nicolás, de doña María Artajona y otras inmediatas
que carecían antes de este beneficio. Y es cuanto en el particular puedo exponer
a v.s. en virtud de su Superior mandato. Aullagas y Abril 4 de 1792.
la una parte tomo como dueño de la mina y la otra corresponde a los capitanes
por su trabajo. A veces se venden en el todo y se hace repartición de la plata que
según la calidad del metal nos toca a veinte o treinta pesos.
Los capitanes se costean el sebo y lo demás que necesitan para su trabajo pero
la herramienta toman de la hacienda y se les da de balde.
Cada capitán pone un hormero para que éste saque la caja hasta dos quintos
y cuando el dueño pone cuatro o cinco de su parte caminan todos juntos hasta
el desmonte.
Me he reducido a trabajar con capitanes por no tener como sostener el trabajo
de modo que solo el defecto de dinero suficiente me ha obligado a este género
de laboreo.
Últimamente dos de estos capitanes están corriendo un barreno para cortar
la veta de San Nicolás que para aquella parte se halla virgen.
Es cuanto ocurre decir sobre el actual estado/ de la mina de San Nicolás.
Anconasa y abril de de 92.
Don Vicente Burgoa, dueño de minas y azoguero menor, en este asiento de San
Miguel de Aullagas, en cumplimiento del auto librado por v.s. en treinta del
pasado mes de marzo, expongo lo siguiente.
Primeramente que poseo un interés en la veta de San Agustín de Guanina-
cucho, en el registro que practicó Don Manuel de la Serna, pedida por yerma y
despoblada, a la parte del cerro arriba, la que fue de don Pascual del Pozo a los
últimos planes sesenta varas del camino, con sus vueltas y revueltas. Tiene de
perpendículo hasta el último plan treinta varas, cuyos caminos los he limpiado
y desaguado de ciegos e inundados, en el espacio de cuatro meses a costa de mi
propio peculio, cuyas cartas cuentas semanales se instruirán a fondeo siempre
que sea necesario manifestarlas, el desembolso de más de cuatro mil pesos en las
consabidas diligencias en cuyo trabajo mantenía semanalmente cincuenta peones
jornaleros más o menos con su pongo y ponguillo con un arreador asalariado con
cinco pesos semanales.
Y concluida que fue dicha limpia y desagüe seguí laboreo, cosa de treinta
varas a ambos costados del cerro y cosa de diez varas al pique / con veinte y más
peones de trabajo que componían dos puntas, cuya saca semanal correspondía a
un cajón más o menos, el cual trabajo duro el espacio de dos meses, que por el
motivo del agua y decadencia de ley de los metales se suspendió el trabajo hasta
el día, desde el mes de diciembre.
166 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Don Juan Morales vecino de este mineral dueño de minas y trapiche en ella. En
cumplimiento del superior auto de V.S. de treinta de marzo próximo pasado el que
se me hizo saber por el alcalde veedor Don Luis Antonio de Toro, digo: que poseo
una mina en el norte de la Purísima, en el cerro vulgarmente nombrado de Lloco
Lloco por licencia de registro y amojonamiento de dicha veta por el general y Justicia
mayor que fue don Nicolás Urzainqui de esta provincia en el año setenta y cuatro
por el mes de marzo y adjudicación hecha a su tenor de la mina estaca de sesenta
vara y la salteada según ordenanzas por el juez real subdelegado D. Francisco Arias.
El rumbo de la bocamina es nor-noroeste y sur-sureste, la misma veta que sigue. El
anexos 167
pozo perpendicular tiene cuarenta y cinco varas. El trapiche que poseo se halla al pie
de dicha mina con su respectiva piedra de moler metales de una voladora su solera
corriente con su torno sus azadones de madera, cueros de repaso para beneficio de
dicho trabajo y peones ninguno por no tener trabajo de las muchas pérdidas que
he padecido de la poca ley de los metales de dicha mina porque a VS, no podré dar
razón de los marcos ni de otros metales que trabajan los demás trapicheros en este
mineral pero si continuar amparando dicha mina y pagar / las visitas de dicho trapiche
para resguardarlo de mi derecho y por lo que hace a los libres de caxas de que hace
mención nunca ha sido costumbre en los referidos trapicheros arreglarlos, pero si
solamente se ha llevado cuenta de chancelar con los aviadores de plata y azogues
por ser estos los que conducen los marcos con su guía por mano de los remeseros
al Real Banco de Potosí, siendo cierto todo lo que en este memorial se menciona
por ser notorio a todos los vecinos de este mineral. Que es cuanto debo exponer a
la sabia rectitud de V.S. del que rige. Y es dicho en este asiento de San Miguel de
Aullagas en seis de abril de mil setecientos noventa y dos años.
José Conde, azoguero menor y dueño de minas en este asiento de San Miguel de
Aullagas, en cumplimiento del mandato de V.S. en su auto de treinta del pasado
mes de marzo, debo exponer a su Inteligencia con mi mayor rendimiento: que
poseo una mina con el nombre de Sr. San José y se me concedió licencia para la
limpia, por estar inundada de agua, por el subdelegado de este partido, la cual
para en poder de dicho Señor por haber puestome pleito D. Vicente Burgoa. Este
habiendo largado toda el agua a dicha mi mina, después de haber estado limpia, se
ha llenado hasta la boca y no se ha podido trabajar por este principal motivo. En
dicho trabajo que estuve el largo tiempo de siete meses más o menos tuve catorce
peones, como pusieron el dicho Burgoa y el teniente coronel D. Francisco de
Basagoitia, como colindante a mi mina, y ser la descubridora. El rumbo de la boca
es nor-nordeste y sur-sueste la misma beta que sigue. Frontones ninguno se tiene
abiertos, el pozo es perpendicular hasta el próximo plan, se tienen corridas treinta
y cinco varas. En los peones se gastaban cuatro reales diarios / en el mandón que
estaba al cuidado se gastaban o se le daban seis pesos semanales.
Por lo que hace al trapiche que mantengo debo exponer se me concedió
licencia por el general D. Joaquín de Alós, para armar los quimbaletes el año de
mil setecientos setenta y nueve. La visita la he pagado según es la costumbre.
Diariamente se muelen, habiendo gruesa de metales, tres quintales o menos cada
día, los que tienen de peso por tarea seis arrobas, pero las más de las semanas no
168 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
tienen que moler. En el trabajo se emplean lo menos cuatro indios, que ganan
seis reales diarios, y se les paga en plata efectiva. Que también se emplea en dicho
trapiche un hornero y un atisiri, el primero gana ocho reales y el segundo cuatro.
En el repaso cuando hay gruesa trabajan así mismo cuatro peones y de cada tarea
se les da diez reales a cada uno. Las lavas son de quince a quince días. La ley de los
metales: unos admiten quema baja de primera suerte, otros de segunda / tercera,
cuarta o quinta los de este asiento y la Gallofa, a excepción de los de Anconasa,
que solo admiten de primera, segunda y tercera y sublevando los dejan de dar
aquella ley correspondiente. Estos metales y otros de igual calidad se compran
regularmente de los legítimos dueños o los cancheros que hacen personería o de
los jornaleros a quienes se les da buscas. Por lo que mira a los libros que se men-
ciona no ha sido costumbre en los trapicheros arreglarlos porque solamente se ha
practicado, se le da cuenta o se chancela con los habilitadores de plata y azogues,
que estos le dan la libra por siete reales. En cuanto a la saca de marcos, de quince
en quince días, unas veces cuarenta y cincuenta marcos y otras de veinte a veinte y
cinco, según la calidad de los metales. Estos marcos caminan con guía para el Real
Banco de Potosí. Por lo que respecta al beneficio de los ya dichos metales nosotros
los trapicheros nos acomodamos con nuestra poca práctica y corta experiencia a
nuestro modo y leal saber y entender. En orden a la fundición de los nominados
metales por tiempos y cuando estos salen y se consiguen electos, puestos a los
fuelles, regularmente rinden, siendo de / barra de trece a catorce onzas la libra,
el rocicler cuando es de Anconasa suele dar de ocho a diez onzas, inclusive a liza,
encadenado, plomo ronco, plata blanca, a excepción del fierro viejo y palmería,
que ascendería la propia ley de la dicha barra. Que es cuanto puedo exponer a la
justificación de V. M. en cumplimiento de lo mandado en su auto del que rige.
Aullagas y abril tres de mil cumpliendo con el mandato de V.S. sobre se le informe
las minas que poseemos y demás circunstancias que le acompañan, debo decir,
que habiendo hecho compañía con D. Diego Barrón, a trabajar un socavón real
en este asiento por el mes de abril de mil setecientos noventa, según aparece en
la escritura que se otorgó en la ciudad de la Plata por el señor Juan José Aramayo,
este no ha sido posible concluirlo por motivo de que el dicho D. Diego Barrón y
su hijo Gregorio, no han verificado el seguimiento de una obra, que verídicamente
manifestaba algún alivio a todos los de este vecindario. Dicho Socavón se halla en
el cerro de Botija Laca, al pie o su remate inmediato al de Charaque en la empresa
se han gastado más de cinco mil pesos desde su principio como consta de las cartas
cuentas que he llevado incluidos dos mil y ochocientos pesos que se han gastado
por los compañeros en la forma siguiente. Primeramente cinco barreteros que
ganaban al día cinco reales y cuatro y medio reales a veces, cinco apiris los cuales
también ganaban en la misma conformidad. Un mirador con mesa puesta y dos
pesos semanales en la pólvora se gastaban veinte libras, en guías dos maitos, en
sebo cuarenta reales en algodón cuatro libras. La herramienta eran dos ternos
anexos 169
que componían cuarenta piezas. El rumbo del socavón corre la noreste, cuarto al
este, a cortar varios ramos, dirigido todo a coger una veta principal, cuyo rumbo
corre de norte a sur, tres grados menos, la corrida del socavón tiene doscientas
ochenta y dos varas en llano. El levante o pique tiene ciento y cuarenta varas en la
cual se han cortado seis ramos, los cuales están sin picar por falta de dinero como
llevo referido. Dicho socavón tiene el nombre de nuestra Sra. de la Candelaria.
En cuanto al trapiche debo decir se me concedió licencia por el justicia
mayor D. Domingo Anglés para armar los quimbaletes que tengo en el día, por
diciembre del año de setecientos ochenta y uno. La visita siempre se ha pagado
como es costumbre. Diariamente se muelen cuando hay gruesa de metales tres
quintales cada día, lo que tienen de peso por tarea seis arrobas, pero que las más
de las semanas no tienen que moler y en el trabajo se emplean en dicho trapiche
un hornero y un atizador, los cuales ganan el primero ocho reales y el segundo
cuatro reales en el repaso cuando hay gruesa trabajan cuatro peones y por cada
tarea se les paga diez reales a cada uno. Las lavas son de quince a quince días. La
ley de los metales según la calidad que tienen, los ricos ascienden / a diez o doce
marcos por una tarea. Los ínfimos a dos y tres marcos con pérdida de azogues de a
marco por libra. Sus quemas según la calidad de los metales, unos admiten quema
baja de primera suerte, otros de segunda, tercera, cuarta y quinta los de este asta
y la Gallofa a excepción de los de Anconasa que solo admiten primera y segunda
y tercera, elevándolos dejan de dar aquella ley correspondiente; estos metales y
otros de igual especie se compran regularmente de los legítimos dueños o los
cancheros que hacen personería, o de los jornaleros que les dan sus buscas. Por
lo que mira a los libros que se menciona no ha sido costumbre en los trapicheros
arreglarlos por que solamente se ha practicado, se les da cuenta o se chancela
con los habilitadores de plata y azogues (que estos se les da libra por siete reales)
en cuanto a la saca de marcos, de quince en quince días, unas veces cuarenta y
cincuenta marcos y otras de veinte a veinticinco según la calidad de los metales.
Dichos marcos caminan con guía firmada para el Banco de San Carlos de Potosí.
Por lo que mira al beneficio de los ya citados metales nosotros los trapicheros,
por no exponernos a los desperdicios de los profesores de esta facultad nos aco-
modamos con nuestra práctica y corta experiencia a nuestro modo y leal entender.
Y en orden a lo que se previene de la fundición de los nominados metales / por
tiempos y cuando estos salen y siguen electos o se consiguen puestos a los fuelles,
regularmente rinden siendo de barra la trece a catorce onza la libra y el rosicler,
cuando son de Anconasa, suelen dar de ocho a diez onzas, inclusive la Lua, enca-
denado, plomo Ronco, plata blanca; a excepción del fierro viejo y palmería que
ascienden a la misma ley de la dicha barra. Que es cuanto de lo mandado en su
Auto del que firma. Aullagas y abril tres de mil setecientos noventa y dos
Don Julián Lobo, vecino de este mineral, dueño de trapiche en ella en la me-
jor forma que haya lugar en derecho ante la justificación de vs. parece y digo.
Que en cumplimiento del auto proveído con fecha treinta de marzo próximo
pasado, sobre que a los dueños de trapiches presenten una memoria prolija y
circunstanciada del modo de trabajos y aperos de ella lo que se me hizo saber por
el alcalde veedor D. Luis Antonio de Toro, la cual hago en la forma y manera
siguiente. Primeramente se compone el trapiche que poseo con licencias dadas
por el Gral y Justicia mayor que fue de esta provincia D. Nicolás de Urzainqui,
con dos moliendas de moler metales, sus piedras voladeras y soleras corrientes
las cuales muelen de día y noche las tareas acostumbradas de cinco y cinco libras,
su torno, cueros, azadones, y demás herramientas necesaria para dicho exercicio,
en el mantengo seis peones en dicha molienda que ganan por tarea referida cada
peón un peso y los quemadores diez reales como así mismo su atizador. Los me-
tales se compran de los cancheros y de los buscadores de este mineral según la
calidad de ellos, siendo metal rico el quintal por cien pesos y en el día por trece
pesos el referido quintal y por / lo que respecta al libro de Caja nunca se ha /
observado, solo si tener cuenta o chancelar con el aviador de azogues y plata de
este exercicio por lo que estos remiten los marcos al Real Banco de Potosí por
mano de los remeseros como es público y notorio a los vecinos de este asiento,
según las guías que para este efecto recoge el señor administrador de dicho
banco el expresado remesero para satisfacción del aviador. Que es cuanto en el
particular debo exponer a vs. en observación de su Superior Auto. Y es dicho
en este asiento de San Miguel de Aullagas en seis días del mes de abril de mil
setecientos noventa y dos años.
Don Tomas Núñez, vecino de este asiento y Mineral de San Miguel de Aullagas,
parezco ante la justificación de vs. y digo que poseo un trapiche nombrado de
Sr. San José, en este asiento, que lo hube de dependencia de D. Gregorio Velez y
Gallardo por mil y mas pesos que le habilite en azogues y plata, para dicho trapi-
che lo que por adjudicación y licencias de SS. Subdelegados trabajo con algunas
personas a quienes avío. Los metales de la Gavia tienen dos marcos el quintal y
de la Gallofa lo mesmo, las quemas se ve por el hornero y se graduan por la chua
si quiere quema alta o baja para cuyo beneficio mantengo seis peones para mole-
dores, cernidores, fornero, atisiri, repasiri, a los moledores se les paga del quintal
anexos 171
Don Mariano Espejado, vecino de este mineral dueño de un trapiche en ella como
de derecho mejor proceda ante la justificación de vs. según el auto expedido
anexos 173
parezco y digo que poseo en este asiento un trapiche de moler metales con su
piedra que compone de una voladora y su solera corriente, su horno de quemar
metal con sus aperos necesarios, el cual tiene licencias pedidas por mi del Juez Real
Subdelegado que fue D. Francisco Arias como consta de los recibos de las visitas
que cada año se paga a los jueces de minas en cuanto al trabajo de molienda mide
la tarea que llaman cinco @ diez libras y en el se emplean seis indios y ganan seis
reales diarios como se acostumbra en este mineral. El hornero y atisiri ambos a
dos pesos por cada tarea y el repaso lo mismo.
La ley de los metales conforme la calidad se beneficia de diez a doce marcos,
siendo rico con pintas de rocicler y si es inferior de dos a tres marcos de cuatro
azadones de madera ocho cueros y rodadillo de ferro para dicho horno.
Las quemas se hacen según la / calidad de los metales porque admiten unos
quema baja y otros alta como es el de la Gallofa y la Gavia, estos se compran de
los dueños de la minas, cancheros, horneros y como es público y notorio.
Y respecto al libro de caxa jamás se ha observado llevar cuenta ni razón de
los marcos rescatados, solo si apuntes de los aviadores quienes nos dan plata y
azogue en habilitación de este trabajo y chancelar como es debido dándonos el
azogue la libra a 7 reales y algunas veces a seis y medio reales.
Por lo que hace a marcos se remite por mano de los remeseros al Real Banco
de la Villa de Potosí con la formalidad necesaria según la tornaguía que saca dicho
remesero del administrador de dicho Banco. Que es cuanto puedo exponer a V.S.
en el particular de la observancia de su superior auto y es dicho en este acento de
San Miguel de Aullagas en cinco días del mes de abril de mil setecientos noventa
y dos años.
cuatro indios que ganan seis reales diarios los que pago en plata más un hornero
y atisire que ganan ambos un peso y el repaso según la tarea acostumbrada, la ley
de los metales conforme a la calidad, se benefician si son ricos de diez marcos
a doce marcos y si es inferior de tres a cuatro marcos con pérdidas de azogues.
Las quemas según la especie de los metales porque admiten unos quema baja
o alta y en esto no hay regla fija. Estos metales se compra de los cancheros y
jornaleros como es público y notorio. Y por lo que respecta al libro de Caxa,
jamás se ha llevado cuenta ni razón, solo unicamente apuntes para chancelar
con los aviadores de azogue y plata por la habilitación que nos hace el favor de
daros la libra de azogue por 7 reales.
En cuanto a los marcos se remiten al Real Banco de la villa de Potosí por
mano los remeseros con la formalidad de su tornaguía que para el efecto le da el
administrador de dicho banco. Que es cuanto debo exponer a v.s. en el particular
en observancia de su superior auto. Es fecho en este Asiento de San Miguel de
Aullagas en cinco de Abril de mil setecientos noventa y dos años.
Molienda
Por dos molenderos que cada uno día y noche muelen tres tareas que se componen
de 6 arrobas cada tarea y ganan por moler a 6 reales por tarea.
Cernidor
Por dos cernidores que cada uno ganan a tres reales por tarea.
anexos 175
Horneros
Por dos horneros que ganan a cuatro reales por quemar cada tarea.
Atizadores
Repasiris
Por cinco peones para el buitrón que es suficiente para llevar la corriente de medio
cajón y más de la semana y mas a la semana que a cuatro tareas que cada uno re-
pasan, en dos cueros, son las 20 tareas y ganan a diez reales por repasar cada tarea.
De la compra de metales
Sobre compra de metales hay variedad siendo pintas buenas conforme la tiranía de
los cancheros y peones, unas veces se compran por cuarenta, cincuenta, y sesenta
pesos en las que las mas veces se pierde, en cuanto al rocicler se compra en peso
de balanza a 5 pesos libra y el fierro viejo a 6 y 7 pesos y lo mismo la barra, con-
sumo del azogue desde el buitrón hasta refogar la piña una libra en cada marco.
De la calidad
tiempo ha pagado las respectiva visitas, según consta de los recibos que mantiene
en su poder. Que en el día lo tiene arrendado por no costearle la compra de metales
y su correspondiente beneficio. Que durante se hallaba en dicho ejercicio le consta
ciertamente que cuando había gruesa de metales se molían a lo menos tres quintales
al día con pesos de seis @ por tarea. En este trabajo se empleaban cuatro indios lo
menos que ganaban seis reales diarios y se les pagaba en plata física, también se em-
pleaban en el citado trapiche un hornero y un atisiri que ganaban dos pesos diarios
entre ambos. En el repaso trabajaban tres o cuatro peones a quienes se les pagaba
diez reales por tarea. Las lavas eran de quince a quince días. La ley de los metales
según su calidad, los ricos daban de diez a doce marcos por tarea, los ínfimos de
cuatro a cinco marcos y a veces de dos / con pérdida de azogues de a marco por libra.
Las quemas según la especie de los metales, unos admiten quema baja y otros alta,
estos se compran, como es público a los legítimos dueños, cancheros y jornaleros.
Por lo que respecta a los libros no ha sido costumbre el llevarlos, pues unicamente
se llevan apuntes para chancelar con los aviadores de plata y azogues, estos se nos
da al precio de siete reales. En lo respectivo a la saca de marcos debo exponer que
en quince o más días, se sacan cuarenta, cincuenta o cien marcos y otras veces de
veinte y cinco a treinta según la calidad o especie de los metales. Dichos marcos
siempre se despachan a la villa de Potosí con su correspondiente guía por mano de
los remeseros. En lo que mira al beneficio de los metales nosotros los trapicheros
nos acomodamos con nuestra corta práctica y experiencia. En orden a la fundición
de los nominados metales por tiempo y cuando estos salen y se consiguen electos
puestos en los fuelles, suelen salir, esto es siendo de barra, de trece a catorce onzas
la libra y el Rocicler cuando es de Anconasa / de ocho a diez onzas, inclusive la lisa,
encadenado, plomo ronco, plata blanca a excepción del fierro viejo y palmería que
asciende a la misma ley de la precitada barra. Que es cuanto puedo exponer a la
justificación de VS. en cumplimiento de lo mandado en su Auto. Aullagas y Abril
tres de mil setecientos noventa y dos años.
D. Francisco Arias para armar sus quimbaletes y fabricar sus hornos por el año
de ochenta y uno o ochenta y dos, según tengo presente, el cual se halla en el
Archivo de este partido, desde cuyo tiempo se ha contribuido anualmente la co-
rrespondiente visita a los SS. Subdelegados que son de doce pesos como aparece
de los recibos que mantengo en mi poder, lo que se manifestarán siendo necesario.
Que diariamente se muele tres quintales cada día, lo que tienen de peso seis @
por tarea, pero las más de las semanas no tienen que moler y en este trabajo se
emplean cuatro indios, dos moledores, y dos cernidores, lo que ganan seis reales
por tarea / en plata física. Que también se emplean en dicho trapiche un hornero
y otro que atize, los cuales ganan el primero nueve reales por tres hornadas que
salen al día, el segundo seis reales por las mismas, en las cuales se gastan dos reales
de sal en cada tarea y de taquia en cada hornada tres reales. Que también en el
repaso trabajan cuatro o seis peones con sus correspondientes azadones de fierro
y cueros de baca y por cada tarea se les paga a diez reales a cada uno. Las lavas
que se hacen son de quince a quince días. La ley de los metales es conforme a la
calidad de ellos. Los ricos ascienden a diez y doce marcos por tarea, los ínfimos
y pobres de dos a tres, cuatro a cinco marcos por tarea, los ínfimos y pobres de
dos, tres, cuatro a cinco marcos con pérdida de azogues de a marco por libra
indispensable, los que se nos carga por el patrón o habilitador a siete reales por
libra. Sus quemas, según la calidad de los metales, unos admiten quema baja de
primera suerte otros de segunda, tercera, cuarta y quinta los de este asiento y los
de la Gallofa a excepción de los de Anconasa que solo admiten primera, segunda
y tercera y sublevándolos dejan de dar la ley correspondiente. Estos metales y
otros de igual calidad se compran regularmente a sus legítimos dueños o a los
cancheros que hacen personería por ellos y sus capitanes que con su propio peculio
sacan los referidos metales al partir por mitad con ellos y de los jornaleros que les
franquean sus / buscas, lo que así mismo dejan la mitad para los citados dueños y
por lo que mira a la fundición de los nominados metales por topos y cuando estos
salen y se consiguen electos, puestos a los fuelles regularmente rinden siendo de
barra de trece a catorce onzas por libra el rocicler, cuando es de Anconasa suele
dar de ocho a diez onzas, inclusive la lisa encadenada, a excepción de fierro viejo y
palmería, que ascienden a la misma ley de la supradicha barra. En orden a lo que
se previene sobre los libros de cuentas que se menciona, no ha sido costumbre
arreglarlos porque solamente se ha practicado que cada quince días se le da cuenta
o se chancela con el habilitador, la plata y los azogues que se nos da entregándole
en piña unas veces cuarenta, cincuenta, ochenta, y más marcos y otras de veinte,
veinte y cinco a treinta, según la calidad de los metales superiores o inferiores. Que
estos marcos caminan con guía firmada y precisa condición que se les imponen
a los remeseros por el citado habilitador bajo las penas que el Sor. Juez Real de
este partido arbitrara, para entregarlos al Real Banco de San Carlos de la Villa y
Capital de la provincia de Potosí y en el término de diez o doce días dan cuenta
178 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
Doña Bernarda de Iporri, vecina y trapichera en este asiento del mineral de Au-
llagas con mi mayor rendimiento y veneración ante V.S. parezco y digo que en
observancia y cumplimiento del auto expedido el día veinte y nueve del pasado
mes debo exponer a la inteligencia de V.Sª en breves razones el modo y método
de manejarnos en los trapiches que actualmente trabajo en la manera siguiente.
Primeramente que el trapiche que poseo bajo el patrocinio de Sr San José se me
concedió la correspondiente licencia y adjudicación por el justicia mayor que fue
en aquel tiempo D. Domingo Anglés para armar los quimbaletes y fábricas de
sus hornos el cual se halla en el archivo de este partido, desde cuyo tiempo se ha
contribuido anualmente la correspondiente visita a los S.S. subdelegados que son
de doce pesos como aparece de los recibos que mantengo en mi poder, lo que
se manifestarán siendo necesario. Que diariamente se muele en dicho trapiche
cuando hay gruesa de metales tres quintales cada día los que tienen de peso seis
arrobas por tarea, pero las más de las semanas no tienen que moler y en este
trabajo se emplean cuatro indios, dos moledores y dos cernidores, los que ganan
a seis reales por tarea en plata física. Que también se emplean en dicho trapiche
un hornero y otro que atize, los cuales ganan el primero nueve reales por tres
hornadas que salen al día, el segundo seis reales por las mismas en las cuales se
gastan dos reales de sal / en cada tarea y de taquia en cada hornada tres reales,
que también en el repaso trabajan cuatro o seis peones con sus correspondientes
azadones de fierro y cueros de baca y por cada tarea se le paga seis reales a cada
uno. Las lavas que se hacen son de quince a quince días. La ley de los metales es
conforme a la calidad de ellos los ricos ascienden a diez y doce marcos par tarea
los ínfimos y pobres de dos, tres, cuatro a cinco marcos con pérdida de azogues
de a marco por libra indispensable, los que nos carga por el patrón habilitador a
anexos 179
siete reales por libra. Sus quemas según la calidad de los metales unos admiten
quema baja de primera suerte, otros de segunda, tercera, cuarta y quinta los de
este asiento y los de la Gallofa a excepción de los de Anconasa que solo admiten
primera, segunda y tercera y sublevándolos dejan de dar la ley correspondiente.
Estos metales y otros de igual calidad se compran regularmente a sus legítimos
dueños o a los cancheros que hacen personería por ellos y sus capitanes, que con
su propio peculio sacan los referidos metales al partir por mitad con ellos y de los
jornaleros que les franquean las buscas, lo que así mismo dejan la mitad para citados
dueños. Y por lo que mira a la fundición de los nominados metales por tiempos
y cuando estos salen y se consiguen electos, puestos en los fuelles regularmente
/ rinden siendo de barra de trece a catorce onzas por libra el rocicler, cuando es
de Anconasa, suele dar de ocho a diez onzas, inclusive la lisa encadenada etc a
excepción del fierro viejo y palmeria que ascienden a la misma ley de la supra dicha
barra. En orden a lo que se previene sobre los libros de cuentas se menciona no
ha sido costumbre arreglarlos porque solamente se ha practicado que cada quince
días se le da cuanta o se chancela con el habilitador la plata y azogues que se nos
da, entregándole en pina unas veces cuarenta, cincuenta, ochenta y mas marcos y
otras de veinte, veinte y cinco a treinta, según la calidad de los metales superiores
o inferiores. Que estos marcos caminan con guía firmada y precisa condición que
se les impone a los remeseros por el citado por el citado habilitador, bajo las penas
que el SR. Juez Real de este partido arbitra para entregarlos al Real Banco de San
Carlos de la Villa y Capital de la Provincia de Potosí, y en el término de diez o
doce días dan cuenta de su entrega con la correspondiente tornaguía, que acusa
su Administrador. En cuanto al beneficio de los ya citados metales nosotros los
referidos trapicheros por no exponernos a los desperdicios y otras resultas que nos
ocasionan los profesores de esta facultad, nos acomodamos con nuestra práctica
y experiencia a beneficiar y darles su ley a nuestro modo, leal saber y entender,
el que de años a esta parte, a costa de nuestro peculio, personal trabajo y desvelo
hemos aprendido y adelantado largamente nuestra habilidad sin ser preciso va-
lernos de otro, que sea de esta facultad como llevo dicho. Que es cuanto puedo
asegurar a la acreditada justificación de V.S. en cumplimiento de sus preceptos en
el referido su auto. Aullagas de abril tres de mil setecientos noventa y dos años.
presenten una memoria exacta y prolija, la cual hago en la forma que trabaja mi
arrendero en el trapiche que poseo.
Primeramente se compone el citado trapiche de una piedra voladora con su
solera de moler metal, el cual muele de día una tarea de cinco @ cinco libras y
de noche otras tantas y se lleva trabajo corriente y no tiene quimbalete alguno.
Así mismo tiene un horno de quemar metal y para cuyo beneficio se mantiene
ocho cueros, seis azadones de madera, dos rodillos de fierro, con todo el material
necesario para dicho trabajo. Los peones que trabajan en la molienda ganan en la
tarea que llevo dicho un peso cada peón y en el horno cuando queman seis reales
con los atizadores.
En cuanto a los metales se compra según la calidad de su ley, siendo metal
rico el quintal por cien pesos y en el día por la decadencia de las minas en tres
pesos el expresado quintal y porque respecto a minas no mantengo trabajo alguno.
En cuanto a los marcos se despacha por mano de los remeseros al Real Banco de
esta villa de Potosí, como se acostumbra en este mineral según las tornaguías que
dicho remesero nos entrega para nuestro gobierno. Bien entendido que jamás
sobre el particular se ha observado llevar libro de caxa, en cuanto a las licencias
se tienen dadas por los ss. Jueces territoriales de este partido a quienes pagamos
las visitas de sus respectivos años según el trabajo y unas veces diez pesos y otras
doce pesos con apercibimiento.
Que es cuanto puedo exponer a v.s. en cumplimiento de dicho auto para
inteligencia de sus superior gobierno, y es fecho en este asiento de San Miguel
de Aullagas en cuatro de abril de mil setecientos noventa y dos años.
en cada uno a dos quintales, con más doce azadones y todo material y herramientas
necesaria para este ministerio.
Y para todo el trabajo de este exercicio se mantiene catorce peones. En cuanto
sobre los metales de los planes se compraba conforme la calidad de su correspon-
diente ley, unas veces por quinientos o seiscientos pesos cinco quintales y de estos
producía ciento treinta marcos. Y otras [¿] quintal por cien pesos y de éste setenta
marcos por haberse estado trabajándose en los tiempos anteriores en los planes.
Y cuando están las minas decaídas como actualmente se hallan, se compra
cuatro quintales por trece pesos y de estos apenas a rendido cinco marcos y en el
discurso del año se compra continuamente a quince pesos el quintal conforme la
calidad de los metales.
En cuanto a los marcos no hemos llevado cuanta y razón porque los marcos
que salen entregamos a los aviadores quienes podrán dar la razón según las guías
del Real Banco de Potosí y por tanto y haciendo esta debida memoria la que va
verdaderamente en todo su contenido, la que vsª se sirva de recibirme como a
un rendido vasallo.
Don Hilario Centellas, azoguero menor de este Asiento de San Miguel de Aulla-
gas, cumpliendo con lo mandado en el auto expedido por su Señoría debo decir
que tengo un trapiche en la panadería más abajo de Colquechaca, confinante
con uno que posee Mariano Medrano, yerno de Yugra, el cual poseo con licencia
del corregidor Don Nicolás Urzainqui, según me acuerdo estos instrumentos
los mantiene en su poder D. Ramón de Urtizberea por cantidad de pesos que
le salí a deber, a quien le contribuí como haré constar con más de dos mil pesos
en un año que me hallé en mi dicho trapiche. En él diariamente mantenía sobre
más de diez peones, lo cuales ganaban en esta forma; diez reales los repasiris, el
molendero, hornero, cotejador y cernidor ganaban cuatro pesos por cada tarea.
Los marcos que se sacaban eran de treinta u ochenta semanales en aquel tiempo,
que estuvo en boya la mina de San Nicolás, de donde compraba los metales. En
el día no ha sido posible mejorar, motivo de que los metales no dan la ley co-
rrespondiente pues a penas salen en el día tres a cuatro marcos semanalmente,
comprando dichos metales el quintal por seis u ocho pesos que es cuanto puedo
exponer a V.S en virtud de dicho auto. Aullagas y Abril cinco de mil setecientos
noventa y dos años.
En cumplimiento del Superior auto de vs. que se reduce a cada individuo de los
de este mineral de razón de los intereses que tiene debo exponer: Que soy dueño
legitimo de un trapiche que desde sus cimientos tengo fabricado. Se compone de
una piedra y su correspondiente oficina. El trabajo de el se halla parado el espacio
de seis meses a causa de estar el mineral sin metales para comprar que es el modo
de su habilitación. Es cuanto puedo informar al Superior ánimo de vs. Aullagas
y Abril siete de mil setecientos noventa y dos.
Pascual Titu tributario del ayllo Sullcata, y vecino de este mineral como mejor
preceda ante V.S. perezco y digo que por la notificación del Alcalde veedor D.
Luis Antonio Toro, se me hizo saber el superior auto de treinta de marzo próximo
pasado en que se ordena que los dueños de los trapiches presenten en esta inten-
dencia una memoria prolija y circunstanciada de su licencia y el modo del giro en
su trabajo es lo siguiente, primeramente poseo un trapiche en la panadería con
el nombre de San Bartolomé Ticapampa con licencia dada en nombre de S.M.
por el General y Corregidor que fue de esta provincia don Joaquín de Alós por el
año de ochentaydos y dada posesión por el juez comisionado y capitán D. Pedro
Requena en el que tengo una piedra voladora con su solera, su horno de quemar
metales y demás herramientas necesarias para dicho trabajo, peones no tengo,
sino los trabajo personalmente por ser mis facultades cortas y no llevar trabajo
grueso en dicho trapiche, y solo unicamente comprar metales de los cancheros,
jornaleros que en este asiento tienen el nombre de buscantes. Mina ninguna poseo,
el azogue lo compro de la libra a siete reales como se acos / tumbra en el país. Las
visitas he pagado cada año dos pesos a los jueces territoriales. Que es cuanto en
particular puedo dar razón según se ordena a cumplimiento de su superior auto de
v.s. en observancia de mi obligación y obedecimiento del celo de su justificación
y es fecho en este mineral de Aullagas y abril 5 de 1792.
Estas son las boca-minas y dueños que más comunmente son conocidas en
este mineral y he podido traer a la memoria. Fuera de ellas hay diversas catas y
socavones lumbreras, porque como la riqueza de estos cerros es tan grande y tan
conocida en todo el reino, infinitas las vetas, aspas, cruceros, y ramos esparcidos
por todos ellos sucede muy a menudo que los descubrimientos son muy frecuentes
de aquí que los registros son casi diarios y por consiguiente muchos los dueños
de estacas o minas en virtud de las peticiones de todos por los recibos o registros
de esta subdelegación.
A esto se agrega que por las boca-minas que llevo relacionadas y otras varias
se trabajan diversas estacas de uno mismo o diversos sujetos, porque como en la
corrida y continuación de una veta que una vez se empezó se encuentran otras
varias se estacan distintos dueños y de aquí que son muchas las labores.
El motivo de no estar todas en actual laboreo es a mi ver porque como las
profundidades a que se hallan dichas vetas es por lo regular a distancia de veinte
/ a veinte y cinco varas de perpendículo. Los minerales y aperos necesarios para
el trabajo caros, la consistencia o dureza de los cerros grande y las habilitaciones
cortas, se ven los dueños de las minas como otros tan ralos con la riqueza a la
vista y casi en las manos sin poderla desentrañar con alivio suyo del Estado y Real
186 minería en chayanta: la sublevación indígena y el auge minero, 1775-1792
NOTA
Trapicheros
D. José Conde
D. Vicente León
D. Julián Lobo
D. Tomas Núñez
D. Melchor Ribera
D. Guillermo Zedillo
D. Mariano Espejado
D. Andrés Villa
D. Vicente Jurado
D. Pedro Ampuero
D. Manuel Campero
Dª Bernarda de Iporri
D. Pedro Requena
D. Pedro Salcedo
D. Hilario Centellas
D. Mariano Medrano
D. Lorenzo Peláez
Dª María Ordoñez a nombre de D. Hermenegildo Lisondo
D. Vicente Benítez
Pascual Titu
Todas las cuales contenidas en las tres clases antecedentes son las que han
exhibido las razones que constan agregadas a este expediente y en virtud de lo
mandado por el Sr. Gobernador Intendente lo firmamos en este asiento de San
Miguel de Aullagas a seis de abril de mil setecientos noventa y dos años
Resultando de las razones presentadas por los azogueros dueños de minas e in-
genios en este asiento y por los trapicheros del mismo mineral, junto con lo que
certifica el alcalde veedor D. Luis Antonio Toro que las más de sus ricas y pode-
rosas labores se hallan abandonadas sin traer en ellas los interesados el trabajo y
pueble que disponen las Reales ordenanzas sino en ciertos días del año antes de
cumplirse el plazo señalado a los despuebles para defraudar con este ingenioso
arbitrio el cumplimiento de las leyes y estorbar las denuncias que podrían hacer
otros vasallos más útiles e industriosos, originándose de este abuso la impondera-
ble decadencia en que se hallan al presente las minas del Asiento según se me ha
informado por personas de toda verdad además de lo que he reconocido por mi
mismo y notarse por otra parte que los trapicheros no llevan libros de su giro, ni
los dueños de ingenios, los de sus beneficios y lavas con la claridad y método que
exige la importancia de este ramo. En remedio de todo ordeno y mando que todo
los dueños de minas, socavones y barrenos comprendidos en la jurisdicción de este
asiento y con especialidad los que cita el referido alcalde veedor en su certificación
de 3 de este mes, habiliten y pueblen / conforme a ordenanza todos los intereses de
sus respectivas pertenencias dentro del término de tres meses que se les asigna por
último y perentorio y deberán correr desde la publicación de este auto en adelante
con apercibimiento que fenecido este tiempo se tendrán por despobladas dichas
labores sin necesidad de otra diligencia que la simple vista del juez por donde se
acredite que en el día primero y otros cualesquiera siguientes al último en que
cerrare dicho trimestre no se hallen en actual trabajo, y desde ahora para entonces
las declaro por despoblada al efecto de que cualquiera persona las pueda denunciar
como tales, pero atendiendo al mérito de los dueños actuales los amparo en el
entre tanto para que puedan diligenciar comodamente los avíos que necesitasen
para la continuación de sus empresas. Bien entendido que así los azogueros como
los trapicheros indistintamente han de estar obligados a llevar libros formales de
molienda, quemas, beneficios y lavas de sus metales fuera de las cartas-cuentas
de los gastos del cerro, expresando menudamente los cajones que semanalmente
muelen y ciernen con sus respectivas leyes pérdida y consumo de azogue con los
costos respectivos / A estas haciendas con separación de las minas de suerte que
sumadas sus importancias según la clase a que pertenecen inclusive materiales
salarios y jornales con el importe líquido de la piña se reconozca a golpe de vista
el estado del giro con sus ventajas o atrasos y los referidos trapicheros llevarán
igualmente sus libros de compras de metales con declaración de los vendedores
ya sean dueños o capitanes de labor donde se sacaran los metales y de su calidad a
saber rosicler, macizo, barra, fierro viejo, polvorilla, chamisca, ralladillos, plomo
ronco u otros semejantes asentando sus respectivas leyes, consumo de azogue y
costos de su quema y beneficio en jornales salarios y materiales, de modo que
anexos 189
En nueve días del mes de abril de mil setecientos / noventa y dos años. Estando en
Junta los azogueros y trapicheros de este mineral en la Casa donde tiene morada
el Sor. Gobernador Intendente de esta provincia se les leyó en voz alta inteligible
a presencia de su Señoría y el Señor Teniente Asesor por nosotros los testigos de
esta actuación el tenor del auto antecedente y lo firmaron dichos SS. Gobernador
y su teniente asesor por ante nos a falta de escribano.
En dicho día mes y año yo D. Jacobo Mosquera, alcalde pedáneo de este asiento y
mineral de San Miguel de Aullagas mandé publicar por bando a usanza de Guerra
en la forma acostumbrada el auto antecedente en la plaza y demás lugares públicos
de esta población de orden del señor Gobernador Intendente y para que conste
lo pongo por diligencia y lo firmo en la fecha de arriba
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