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La suma que es el todo y que no cesa : el poema largo en la

modernidad
hispanoamericana - 1a ed. - Rosario : Beatriz Viterbo Edi-
tora, 2006.
208 p. ; 20x14 cm.

ISBN 950-845-174-2

1. Análisis Literario.
CDD 807
Agradezco a Francesco Fava su inestimable ayuda en la
preparación de este volumen.
Biblioteca: Tesis / Ensayo
Ilustración de tapa: Daniel García

Primera edición: febrero de 2006


© María Cecilia Graña
© Beatriz Viterbo Editora
www.beatrizviterbo.com.ar
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IMPRESO EN ARGENTINA / PRINTED IN ARGENTINA


Queda hecho el depósito que previene la ley 11.723
Introducción

María Cecilia Graña


(Universidad de Verona)

De la definición del poema extenso moderno, la crítica


hispanoamericana se ha ocupado poco y, con frecuencia, en
los análisis de poemas individuales, ha recurrido a un léxico
que pertenece a la crítica anglosajona, la cual, además de
“new epic” o “modernist long poem”, ha introducido el tér-
mino “modern sequence”.1 El único que –después de muchas
lecturas y una praxis prolongada– ha dedicado algunas pá-
ginas a definir esta forma literaria, ha sido Octavio Paz .2 El
interés del escritor mexicano no resulta extraño en cuanto
el poema largo, ya cultivado por Sor Juana Inés de la Cruz
en el barroco, renace a partir de la publicación de Altazor de
Vicente Huidobro en 1931 y es objeto de un renovado inte-
rés en México por parte de la generación de los Contempo-
ráneos, para continuar hasta nuestros días como un modo
de expresión privilegiado y con un corpus consistente en toda
América Latina.
En Hispanoamérica el poema extenso ha tenido y sigue
teniendo numerosos cultores. Lo cultivaron no sólo Huidobro
(Altazor, Temblor de cielo, 1931), sino también José Gorostiza
(Muerte sin fin, 1939), Jorge Cuesta (Canto a un dios mine-

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Introducción

María Cecilia Graña


(Universidad de Verona)

De la definición del poema extenso moderno, la crítica


hispanoamericana se ha ocupado poco y, con frecuencia, en
los análisis de poemas individuales, ha recurrido a un léxico
que pertenece a la crítica anglosajona, la cual, además de
“new epic” o “modernist long poem”, ha introducido el tér-
mino “modern sequence”.1 El único que –después de muchas
lecturas y una praxis prolongada– ha dedicado algunas pá-
ginas a definir esta forma literaria, ha sido Octavio Paz .2 El
interés del escritor mexicano no resulta extraño en cuanto
el poema largo, ya cultivado por Sor Juana Inés de la Cruz
en el barroco, renace a partir de la publicación de Altazor de
Vicente Huidobro en 1931 y es objeto de un renovado inte-
rés en México por parte de la generación de los Contempo-
ráneos, para continuar hasta nuestros días como un modo
de expresión privilegiado y con un corpus consistente en toda
América Latina.
En Hispanoamérica el poema extenso ha tenido y sigue
teniendo numerosos cultores. Lo cultivaron no sólo Huidobro
(Altazor, Temblor de cielo, 1931), sino también José Gorostiza
(Muerte sin fin, 1939), Jorge Cuesta (Canto a un dios mine-

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ral, 1942), Pablo Neruda (Alturas de Macchu Picchu, 1950) una verdad casi autobiográfica, y esa incapacidad de mentir lo
y Martín Adán (La piedra absoluta, 1966). Lo frecuentan volvía un sujeto “ético”; en cambio, el hablante “subjetivo-obje-
con insistencia Octavio Paz en Piedra de sol (1957), Blanco tivo” de la épica, al transformarse en personaje, era valorado
(1966), Nocturno de San Ildefonso (1974), Pasado en claro más por el contenido grandioso de lo que contaba que por su
(1974), Carta de creencia (1987) y Respuesta y reconcilia- introspección meditativa. De todas formas, desde la relectura
ción (1996) y hoy lo vemos en textos de María Auxiliadora de la tripartición retórica de los géneros hecha por Schlegel,6
Alvarez (Cuerpo, 1985), de Héctor Viel Temperley (Hospital vemos que el hablante “subjetivo-objetivo” de la épica ha deja-
Británico, 1986) o de Carlos Germán Belli (Salve, spes!, 2000), do de cantar/contar las viejas cosmogonías para introducir un
entre otros. “reflexionar poéticamente”. Esto ya no permite volver del mis-
El querer definir el poema extenso induce a apoyarse, mo modo “objetivo” a una mitología originaria e, incluso, puede
impulsivamente, en la acepción literal del adjetivo y en su transformar en mito el mismo canto, haciendo del texto una copa
resonancia sugeridora de un texto de amplio respiro o vin- de agua7 en la que se descubre y refleja el yo. Además, hacia
culado con un discurso cultural hegemónico o “importante”. finales del siglo XIX, con Nietzsche se introdujo una nueva exi-
Por mi parte he tratado de evitar este acercamiento, porque gencia estética de objetividad: es la impersonalidad a la que lle-
ya en su ensayo Octavio Paz había demostrado la relatividad ga el sujeto poético al desarraigarse y desaparecer en un estado
del adjetivo;3 además, porque en la crítica anglosajona –des- dionisíaco de fusión con el cosmos. Cabe entonces a la épica de la
de Poe hasta nuestros días4 – “poema” y “largo” han sido vis- “forma” apolínea rescatarlo de la completa disolución.
tos como la unión de términos contradictorios. En su The Así pues, el “reflexionar poéticamente” en un poema ex-
Poetic Principle, Edgar A. Poe afirma que el genio no puede tenso consiste en dejar fluir el pensamiento mientras que,
ser comparado con la perseverancia y agrega que el poema en una dialéctica dionisíaca y apolínea,8 el sujeto mantiene
largo “is simply a flat contradiction in terms” porque una y pondera el trayecto que separa el “aquí” de la enunciación
poesía nace de una excitación emocional que el escritor quiere del “allí” de lo que se quiere enunciar; algo similar a lo ex-
trasmitir al lector; pero esa exaltación, por una necesidad presado por Vicente Huidobro –pionero en lengua española
física, no puede ser mantenida durante mucho tiempo ni en del poema largo redactado en diversos períodos–, para quien
la composición ni en la lectura. Por eso Poe, en una forma un el valor de la poesía “está marcado por la distancia que va
poco reductiva, concluye que un poema largo es, de hecho, de lo que vemos a lo que imaginamos”.9 Ese trecho lo “cuen-
sólo una mera sucesión de poemas cortos.5 ta” Octavio Paz, al tratar de fijar el pensamiento de un suje-
He decidido, pues, aproximarme al concepto y a la proble- to que peregrina por la página en blanco mientras escribe,
mática del poema largo considerando la particular presencia por ejemplo, Pasado en claro: un recorrido que hace naufra-
ilocutoria del sujeto en el mismo; una presencia que, ya desde gar el yo en el infinito, pero que lo acerca a un saber ina-
Walt Whitman, se tensa entre el cantar y el contar, entre la lienable, anterior al lenguaje.
lírica y la épica. Para los románticos el hablante lírico decía

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Ni allá ni aquí: por esa linde gracias a ella, el poema también puede proponerse como el
De duda, transitada
espacio de una nueva explosión de sentido en donde, al anu-
Sólo por espejeos y vislumbres,
Donde el lenguaje se desdice, larse “estas lindes enemigas” 15 se abre, paradójica e
Voy al encuentro de mí mismo.10 imprevisiblemente, la posibilidad de una nueva “ilusión
humana”, como diría W. Blake,16 una nueva forma –idea que
Así pues, en el poema extenso se “despliega” el pensa- entra en juego en los poemas largos de José Gorostiza y
miento de un hablante que, ya desde el siglo XIX, había ad- Héctor Viel Temperley.
quirido mayor libertad, aunque viese su estatuto menos de- En el prólogo a su Espacio, Juan Ramón Jiménez hace
finido. Por eso, al llegar a la bisagra del siglo XX con un algunos comentarios sobre la forma literaria que estamos
sujeto que oscila entre la indiferenciación, la impersonali- tratando: evalúa negativamente los poemas largos moder-
dad o la extinción, cabe preguntarse ¿qué es cantar si yo soy nos por excesivamente “cerebrales” y rechaza la “nueva épi-
otro? De esta forma, el poema largo diviene el lugar de la ca” porque no quiere que la poesía se apoye en una realidad
desaparición del yo que, al enunciar, paradójicamente, si- social determinada. Propone, en cambio, un texto poético en
gue existiendo en el discurso. El hablante poético intentará el que los elementos, en continua expansión, fluyan por to-
por eso individuarse filosóficamente, buscando definir ese dos sus planos.17 Un movimiento que recuerda la figura de
“inaccesible lugar original de la palabra en el que se asienta una espiral y que, metafóricamente, hace del poema “un seno
(...), su propio fundamento y su propia salvación”;11 y en esta habitado por la dicha”.18 Esa suerte de “movimiento” en el
tarea que lo hace indagar y expresar un espacio ilimitado, interior del poema largo, algo que ya Apollinaire había su-
se convierte en sujeto de la modernidad .12 gerido al comparar la poesía con un vaso alquímico y que
La tensión entre el “aquí” de la enunciación y el “allí” del Gorostiza resumía como “un encendido vaso de figuras”,19
enunciado es la que impulsa el argumento;13 éste a su vez Juan Ramón Jiménez lo subraya más aún cuando rechaza
esclarece y despliega el espacio de esta forma poética que cualquier asunto concreto para Espacio y rescata, en cam-
adquiere envergadura mientras se va creando en un lugar bio, el ritmo de sus elementos intrínsecos.
intermedio entre la canción, la diégesis o la explicación, con Un movimiento que se concreta, asimismo, en el recorri-
una voz que acentúa su tono o sobreactúa.14 do del hablante lírico por todo el arco temporal hasta consti-
La tensión que crea y sostiene el poema extenso en algu- tuir un círculo; en el fondo, una idea que Eliot había redon-
nos autores resulta convergente y hace del texto el lugar deado en el primero de sus Four Quartets: “Time present
donde confluyen los contrarios (Paz), el punto de condensa- and time past/ Are both perhaps present in time future,/
ción y unión universal (Cardenal), donde coinciden fin y prin- And time future contained in time past”.20 El poema largo
cipio (Viel Temperley), la arista donde los extremos se tocan resulta pues, una vertiginosa sucesión de nudos espacio-tem-
(Huidobro) o el lugar de la agnición en la que el yo desperdi- porales visitados, abandonados o revisionados por el yo líri-
gado se reúne y acepta ser lo que es (Tomás Segovia). Pero, co; en el caso de Espacio, por ejemplo, el hablante nos guía

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de un lado a otro del Atlántico expresando paradójicamente no, proponía buscar nuevas formas que pudiesen expresar
la dispersión como una conjunción y el vacío como totalidad. la fragmentación y la velocidad del nuevo siglo. De hecho, el
En realidad, por medio de una serie de correspondencias tratamiento particular de las categorías espacio-tempora-
espaciales y temporales, quiere expresar que ha incorpora- les, que hace nacer técnicas peculiares de composición como
do en sí la inmensidad –con lo cual hace perder su función a el collage y el montaje, se relaciona con la tendencia
los deícticos del texto. Algo similar sucede en Hospital Bri- simultaneísta de la poesía de las primeras décadas del siglo
tánico de Viel Temperley, en donde el sujeto poético, que pre- pasado. Una tendencia que, en su esfuerzo por reducir la
senta analogías con el yo empírico, en el éxtasis de un pre- palabra a los aspectos fónicos o visuales de un poema, da
sente perpetuo, recapitula su vida poética, hace y rehace lo lugar a notables transformaciones en la expresión; ésta puede
que ya ha escrito, mientras transita por la plenitud del pa- acabar, así, reducida al ruido, como sucede en Altazor de
sado y por un futuro utópico de resurrección. Huidobro, y quien la emite se vuelve, como citando a
Por cierto que si en la new epic se había verificado la Rimbaud, un ángel sin dios y sin mensajes.
tendencia opuesta, porque el texto seguía la lógica temporal El poema extenso, con su pluralidad temática y unidad
del lenguaje que permite una serie de asociaciones con el de intenciones, expresa, asimismo, una voluntad compren-
tiempo de lectura, en Un coup de dés... se produjo una dislo- siva que a principios del siglo XX se traduce también en el
cación de la temporalidad: con ésta Mallarmé estaba sugi- abarcar con la mirada nuevos espacios y culturas lejanas o
riendo la imposibilidad de expresar la fluidez del pensamien- arcaicas. Una voluntad evidente en el texto emblemático de
to y el medir y comparar sus dimensiones por todo el arco los poetas vanguardistas, Prosa del transiberiano de
temporal. Así pues, habiéndose malogrado el intento de Cendrars, y que más tarde ejemplifican admirablemente
(re)componer la Obra, el poema puede dar sólo muestra de poemas como Piedra de sol o Blanco de Octavio Paz. Sin
algunas partes de la misma en un discurso plásticamente embargo, el verdadero alcance metafísico de esa intención
fragmentado en la página en blanco. A partir de esta idea, fue anticipado por Vicente Huidobro: “El poeta os tiende la
Paz intenta definir el poema extenso y acaba volviendo a la mano para conduciros más allá del último horizonte, más
definición antici-patoria de Poe: “el poema extenso se vuel- arriba de la punta de la pirámide, en ese campo que se
ve una sucesión de momentos intensos”;21 una sucesión o extiende más allá de lo verdadero y lo falso, más allá de la
contigüidad que puede aparecer desintegrada para expre- vida y la muerte, más allá del espacio y del tiempo, más
sar, en cambio, la alternancia, la contraposición o la conden- allá de la razón y la fantasía, más allá del espíritu y la
sación de los mismos. materia”.23
También T. S. Eliot veía en un poema de una cierta ex- Por cierto que un poema que se extiende en el tiempo de
tensión diversos estados de ánimo,22 pero como rechazaba la lectura y a lo largo de las páginas, tiene la posibilidad de
el contar algo por medio de un dilatado argumento morali- multiplicar las voces, las perspectivas, los contextos emotivos
zante al no considerarlo representativo del espíritu moder- y estimula al lector a establecer nexos que pueden llegar a

14 15
ser reveladores de estructuras latentes de la psique o de la ¿Morir? ¿Dormir? ¡Morir! ¿Soñar acaso? (El corazón en la mano)
Contar, cantar, llorar, ¿vivir acaso? (Espacio)
cultura.24 Por eso el poema largo se vuelve susceptible de
ser una experiencia para la conciencia crítica, ya que la ex-
En las dos frases de Jiménez “morir” equivale (espacial-
cedencia de sentido que propone nunca se agota; y, al mismo
mente) a “llorar” y “contar” (una asociación posible porque
tiempo, al presentar temas y motivos que pertenecen a cul-
en el contar hay siempre un principio y un final). En cam-
turas lejanas resulta un palimpsesto que hay que descifrar.
bio, “cantar” es otra versión de “dormir”; pero como esta úl-
Octavio Paz había meditado públicamente sobre esta for-
tima palabra se relaciona semánticamente, en la misma fra-
ma poética en un curso que dicta en la Universidad de
se, con “soñar”, y este verbo, en la oración con variantes,
Harvard en 1976 y en México en el Colegio Nacional. En
corresponde sintácticamente a “vivir”, podemos establecer
1990, escribe el breve ensayo ya mencionado; su título, con
las siguientes cadenas:
dos infinitivos (“Contar y cantar”) que retoman los versos
de Machado del epígrafe (“Se canta una viva historia/ con-
Canto-sueño-vida
tando su melodía”), sugiere las dos columnas del canon del
Cuento-llanto-muerte
poema extenso en la modernidad: recuperar la diégesis de
la épica (el cuento) por medio de la exaltación emocional de
Así pues, a través del canto-sueño, la vida puede ser re-
la lírica (el canto). Hay que recordar, sin embargo, que am-
presentada con un presente perpetuo, ese “siempre” del mito
bos verbos habían aparecido en Espacio de Jiménez. Allí la
que, como ha señalado Agamben, “significa una vez por to-
frase “Contar, cantar, llorar, vivir acaso”,25 que busca resu-
das”, es decir, “contiene la idea de una unidad que atraviesa
mir la experiencia poética, es el resultado de una lectura del
y recoge conjuntamente una pluralidad y una repetición”.27
escritor andaluz de una frase del Acto III, escena I de Hamlet,
El “cuento”, en cambio, nos habla de una multiplicidad que
que lo había impresionado mucho: “To die, —to sleep; —To
se desenvuelve hacia un fin, una cronología dolorosa para la
sleep! Perchance to dream”.
conciencia que reconoce en ese desarrollo su propia condi-
En 1911-12, en “El corazón en la mano”, Jiménez había
ción mortal.
escrito, traduciéndola: “¿Morir? ¿Dormir? ¡Morir! ¿Soñar aca-
En este sentido, el final de Piedra de sol de Paz, después
so?” y en 1954, según Aurora de Albornoz,26 la retoma para
de repetir al final los cinco versos iniciales –un retorno que
Espacio, pero con variantes. Como entre la frase traducida y
recuerda el título de uno de los poemas largos de Saint John
su variante se pueden establecer paralelismos, no sólo por-
Perse–, acaba con dos puntos; una puerta que se abre al blan-
que ambas se retrotraen a la misma fuente sino porque cons-
co de la página y a la nada. En cambio, la muerte del yo a la
tan de la misma serie de términos y la misma estructura
que apunta el final de Hospital Británico de Viel Temperley,
sintáctica, quizás valga la pena tener en cuenta este antece-
es “para comenzar todo de nuevo”, como lo indica,
dente que Paz no menciona en su ensayo.
esperanzadamente, la última “esquirla” del poema.

16 17
Los trabajos aquí reunidos se proponen como una reflexión en el que la circulación de motivos, por medio de canales
crítica sobre el poema extenso a través del análisis de algu- intratextuales que relacionan los varios planos temáticos,
nos de los poemas “mayores” del siglo XX en Hispanoaméri- insinúan correspondencias escondidas, en las que “el uni-
ca. Algunos artículos plantean el poema largo como el reco- verso se resuelve”.
rrido que un autor hace de toda su obra poética (Salvador, Ese movimiento, por lo tanto, puede modularse dentro de
Graña), un viaje iniciático o un peregrinaje ascendente del un texto de modos diversos y tiene que ver, en muchos casos,
hablante lírico que se dirige hacia la meta de su viaje, la con la arquitectura del poema: cuando se presenta como un
poesía, la madre piedra, que lo sobrevive (Álvarez, Salva- continuum (el cauce por donde fluyen las imágenes a lo lar-
dor) luego de que su impulso icárico acaba en la destrucción go de 590 endecasílabos de Piedra de sol y se encadenan sus
(Ostrov). Otros, desde un punto de vista formal, lo analizan temas y motivos) puede desembocar en una gradual inten-
como un recorrido esclarecedor que, mientras se canta, im- sificación (gracias a la recurrencia de temas y motivos, imá-
pulsa a contar (Fava). genes y figuras mientras transitan por el texto hacia el cen-
Ese transitar se enlaza estrechamente con el principio tro de una experiencia y su posterior disolución, como suce-
de composición del poema extenso, como lo ejemplifica de en Hospital Británico). O bien puede presentarse por
Nicanor Vélez en su análisis de Blanco o Piedra de sol –tan medio de una alternancia que quiere subrayar la indispen-
distintos desde un punto de vista compositivo–, mientras sable correlación que se tiene que establecer entre los dis-
reflexiona sobre los presupuestos del poema largo y trata de tintos elementos del todo –como ocurre con los motivos del
explicarlos por medio de símiles de carácter visual (como el agua y del vaso en Muerte sin fin; con los pronombres perso-
tríptico) o a través de un elemento que dé unidad a la multi- nales (yo y tú) en Alturas de Macchu Picchu; o con los regis-
plicidad, como el tono de un poema. tros discursivos (en Muerte sin fin o Cántico Cósmico). Pero
El conjunto de los trabajos pone el acento en ese movi- la tensión del poema puede nacer no sólo del alternarse, sino
miento que tensa cada poema a través de la dialéctica entre también del entrelazarse o condensarse de distintos tipos
la unidad y la variedad, entre la repetición y la sorpresa, de discursos –el poético y el religioso; el poético y el científi-
que lo vuelven análogo a una fuga.28 Francesco Fava encuen- co; el mítico y el histórico; el poético y el político– como ve-
tra que, en diversos poemas largos, el acuerdo entre la uni- mos en los trabajos de Fabry, Salvador, Vélez, Graña.
dad y la variedad puede dar lugar, por lo menos, a tres mo- Esto nos lleva de vuelta al hablante lírico-épico del poe-
dos compositivos: uno, en el que la repetición y la variación ma largo que, mientras nos comunica su propia destrucción,
se alían para seguir un desarrollo argumentativo que lleve dispone de diferentes registros de lenguaje (como el ceremo-
de A a B; otro, en el que la repetición puede servir para cris- nioso y ritual o el irónico y humorístico en Muerte sin fin),
talizar un sintagma volviéndolo el nudo simbólico hacia el utiliza diversas personas gramaticales (como en Hospital
cual convergen todas las diversas líneas del texto; y aquél Británico, en el que el yo y el otro son uno solo pero nunca se

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encuentran) y puede llegar a jugar con parodiar o recontex- liar los opuestos, pues, mientras recupera una sacralidad
tualizar códigos literarios diversos (como lo hace Cardenal ritual que repone la plenitud en el presente, afirma su pro-
en su Cántico Cósmico). pia condición perecedera.
En La piedra absoluta, Melis advierte, en cambio, un na-
cer de la tensión desde la palabra misma, de su “no decir
nada” y de la nula emoción de un yo petrificado. Pero aun-
que la piedra “callada” haga explotar la forma del poema
largo desde sus mismos cimientos, en ese silencio, Adán, como
señala Melis, “logra interiorizarse con la esencia telúrica
del paisaje real, tal vez más hondamente que Neruda” aun-
que su hablante poético, a diferencia del yo del escritor chi-
leno, acabe en una soledad irreductible. En Neruda, en cam-
bio, después de haber ascendido a la comprensión entonan-
do una elegía heroica o política, el hablante lírico desciende
afirmando la realidad a través del Otro (Salvador).
La irresolución de la dialéctica constituye el fundamento
de la composición misma de Hospital Británico: el poema se
juega en la ambivalencia entre lo deforme y la forma, entre
la desestructuración y lo estructurado, pues, si por una par-
te quiere ser un testamento, una summa de la obra de Viel
Temperley, por otra, en su continuo flujo de imágenes (reci-
birlas de la tradición literaria y enviarlas renovadas al lec-
tor) con el que va cantando esa “muerte sin fin” del sujeto
lírico, parece interrogar a dios con las palabras de J. R.
Jiménez: “¿dónde está, matemático celeste, la suma que es
el todo y que no acaba?”29 (Graña).
Pero en el caso de Temblor de cielo, esa tensión se resuelve
en el tú apelado: la poesía misma es lo único que sobrevive a
la destrucción de la palabra y del yo en su viaje funerario
(Alvarez, Ostrov); o bien, como en la mayoría de los poemas
extensos de la modernidad, se resuelve en la voz mediadora
del hablante poético que, a manera de puente, trata de conci-

20 21
Notas 10
Octavio Paz, “Pasado en claro” en Delta de cinco brazos, Barcelona,
Círculo de lectores, 1994, p. 84. Esta edición reúne cinco poemas largos
del autor mexicano con un prólogo en el que Paz retoma las ideas del
artículo citado de 1990.
1
Véase, para el concepto de “modern sequence”, de M.L. Rosenthal y
11
Giorgio Agamben, El lenguaje y la muerte. Séptima jornada en
S.M. Gall, The Modern Poetic Sequence. The Genius of Modern Poetry, Cabo Aseguinolaza, op. cit., p.122. El libro Il linguaggio e la morte. Un
New York-Oxford, Oxford University Press, 1983. Y la crítica al mismo seminario sul luogo della negatività (Torino, Einaudi, 1982) de donde
en K. Martens, “Rage for definition. The Long Poem as Sequence” en R. sale este trabajo del filósofo italiano, quiere llegar a la raíz de la filosofía
Hagenbüchle, L. Skandea (eds.), Poetry and Epistemology. Turning point a través de la experiencia fundante de la misma: el “tener lugar” del
in the History of Poetic Knowledge, Regensburg, Pustet, 1986. Final- lenguaje.
mente, el volumen de Margaret Dickie, On the Modernist Long Poem,
12
Paz nos recuerda que “La modernidad comienza con el descubri-
Iowa City, University of Iowa Press, 1986. miento del doble infinito: el cósmico y el psíquico”, “Contar y cantar...”,
2
Octavio Paz, “Contar y cantar (Sobre el poema extenso)” en La otra op. cit., p. 21.
voz. Poesía y fin de siglo, Barcelona, Seix Barral, 1990.
13
Agamben dice que la tópica “concebía su oficio como la construcción
3
“Extenso o corto son términos relativos, variables. El número de de un lugar para la palabra, lugar que constituía el argumento. A su vez el
versos no es un criterio: un poema largo para un japonés es un poema término argumento deriva de la misma raíz, argu que se encuentra en
corto para un hindú; un poema largo para un hombre del siglo XX es un argentum y que significa ‘esplendor, claridad’. Arguo significa originalmen-
poema corto para un hombre de la Edad Barroca”. Ibid., pp. 11-12. te: ‘hago brillar, esclarecer, abro un paso a la luz’. El argumento es, en este
4
Véanse, por ejemplo, las conclusiones del libro de Margaret Dickie, sentido, el acontecimiento de la palabra, su tener lugar”, op. cit., p. 106.
que coinciden en buena parte con las de Poe (op. cit., pp. 152-153).
14
Debo esta idea de la voz que “sobreactúa” en el poema largo a José
5
Edgar A. Poe, The Poetic Principle en Poems and Essays, London/ María Espinasa.
New York, Everyman’s Library n. 791, 1955, p. 91.
15
J. Gorostiza, op. cit., p. 148.
6
Como recuerda Dominique Combe, para Schlegel, “como luego para
16
W. Blake, Libri profetici, Milano, Guanda, 1980.
Hegel, la poesía lírica es esencialmente subjetiva por el papel preminente
17
Espacio, el poema en prosa que Jiménez inspirado por el espacio
concedido al yo, mientras que la poesía dramática es objetiva (tú) y la americano (“la estensión lisa de la Florida”) escribe con una tensión
épica objetivo-subjetiva (él)” porque “la tripartición retórica pseudo religante que une Europa y América, pasado, presente y futuro, me per-
aristotélica en los géneros épico, dramático y lírico (...) fue releída por mite citarlo como parte del corpus que estamos tratando. Véase de J. R.
A.W. Schlegel y, de manera más general, por los románticos alemanes a Jiménez, “Prólogo” a Espacio (edición de Aurora de Albornoz), Madrid,
la luz de la distinción tradicional entre las personas” (“La referencia Editora Nacional, 1982.
desdoblada: el sujeto lírico entre la ficción y la autobiografía” en F. Cabo
18
J. Gorostiza, op. cit., p. 112.
Aseguinolaza, Teorías sobre la lírica, Madrid, Arco Libros, 1999, p. 127).
19
Ibid., p. 128.
7
Como aparece representado metafóricamente el poema en Muerte
20
T. S. Eliot, “Four Quartets” en Opere 1939-1962, Milano, Bompiani,
sin fin de José Gorostiza (México, Fondo de Cultura Económica, 1996). 1993, p. 336.
8
Hay que recordar que Niesztche, al hablar del sujeto “aporta una rein-
21
Paz, “Contar y cantar...” cit., p. 27.
terpretación personal de la distribución retórica de los géneros según una opo-
22
T. S. Eliot, “Da Poe a Valéry” en op. cit., p. 651.
sición estética fundamental entre el lirismo de la ebriedad dionisíaca y la épica
23
Huidobro, “La poesía”, cit., p. 177.
de la ‘forma’ apolínea, de la representación plástica” (Combe, op. cit., p. 131).
24
Charles Altieri, “Motives in Metaphor: John Ashbery and the
9
Vicente Huidobro, “La poesía” en Altazor/ Temblor de cielo, Madrid, Modernist Long Poem”, Genre, 11, 1978, p. 653.
Cátedra, 1983, p. 177. Este texto originalmente fue el prefacio a la pri-
25
Juan R. Jiménez, Espacio. “Fragmento Primero”, op. cit., p. 12.
mera edición española de Temblor de cielo.
26
Aurora de Albornoz, Estudio de la obra en Ibid, p. 93.

22 23
27
Agamben, op. cit., p. 124.
28
Fuga en sentido musical, en la que distintas voces van repitiendo el mis-
mo tema.
29
Jiménez, Espacio, cit., p. 13.

24 25
Hospital Británico de Héctor Viel Temperley:
la reunión de los bloques erráticos1

María Cecilia Graña


(Universidad de Verona)

El hombre busca ir más allá en algo que se concibe como


veneno. Ese impulso fáustico se representa como una capa de
veneno.
J. R. Jiménez, Espacio. Fragmento I

Quien tiene ante sí un bloque errático se halla frente a un


objeto en cuya naturaleza o manera de existir está el causar
extrañeza. Es extraño aquello que no se entiende fuera de su
entorno.
Peter Sloterdijk, Extrañamiento del mundo.

Al leer la Obra completa de Héctor Viel Temperley, publi-


cada en el 2003 en la editorial Dock de Buenos Aires, se
advierte que formas estróficas y metros varían pero su poé-
tica presenta una sistemática coherencia, en cuanto temas
y motivos aparecen unidos por los campos semánticos de los
cuatro elementos: la tierra (indicada por vocablos como bo-
tas, pies, pierna, tobillos, pampa, arena, caballos, soldados
de plomo), el aire (el cielo, el ángel, el viento, lo azul, lo ce-
leste), el agua (la lluvia, los ríos, el mar, el nadador, el mari-
nero) y el fuego (la luz, el incendio, la claridad, lo blanco).
Los primeros tres son los más frecuentes y se ligan unos con
otros ya desde la serie inaugural Poemas con caballos (1956).
Si la condición terrestre es algo que aprisiona al hombre
(“se resuelven en cepo mis tobillos/ y siento que me ahogo

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sin dos alas”. “El cepo”, Poemas con caballos (1956), p. 35; vivas”, Febrero 72-Febrero 73, p. 231). Y si por momentos se
“Yo arrastro una cadena/ por la arena” “Cementerio alemán”, ve indefenso y quiere volar “tomado de la pobre/ camisa azul
Febrero 72-Febrero 73 (1973), p. 221), agua y aire son ele- de Dios/ con los ojos cerrados” (“Casas” Febrero 72-Febrero
mentos que elevan al ser humano en cuanto lo ponen en 73 (1973), p. 240), en otros se transforma en un salvador que
contacto con Dios, una presencia fundamental y fundante rescata a Dios y, por ende, a la humanidad: “mi dormir boca
de la poesía de Viel Temperley. La materia divina aparece abajo de nadador/ que no deja señales, entre raíces/
ligada, pues, al impulso ascensional del yo, al silencio, y so- aferrándolo a Dios por los cabellos./ Para que no se ahogue
bre todo al cuarto elemento, el fuego. nadie!” (“4” Carta de marear (1976), p. 257).
Dios (al comienzo una entidad panteísta y, más tarde, Je- En Viel Temperley, es evidente la búsqueda de una mate-
sucristo, representado en figuras diversas: un rufián, un ria originaria; objeto de la poesía es encontrar en el mundo
bañero, un vago o concretamente, en Hospital Británico, en aquellos elementos creados para el hombre ideal, el hecho a
la imagen del Cristo Pantokrator de una tarjeta postal) es imagen y semejanza de Dios (“yo busco el caracol/ primero,/
alguien a quien habla el sujeto lírico de todo el poemario; azul,/ elástico,/ que hiciste para el hombre/ y que no tengo”,
pero también Dios se dirige al yo para dialogar con él o bau- “El caracol primero” Febrero 72-Febrero 73 (1973), p. 229).
tizarle el mundo, como en “Elegía argentina” (Poemas con A partir de Carta de marear (1976), la materia parece
caballos (1956), p. 47). La permanencia de esta relación se quedarle estrecha a Viel; la sintaxis y el léxico castellano
concreta en versos cuyo registro parece tomado de de quieren estallar, se deforman, rozan el sinsentido5 como si
Rimbaud: si éste decía “la prière galope et (...) la lumière quisieran expresar ya no una experiencia secreta, casi mís-
gronde”,2 la obra de Viel Temperley puede ser definida como tica –interpretación a la que induce su poesía– sino la des-
una “oración que galopa” pues “caballos” y “dios” son ele- composición del yo impedido de avanzar porque el mundo se
mentos que recorren todo su poemario. le va transformando ante los ojos.6
La herencia de Rimbaud3 que disuelve el yo en otro, se
traduce, además, en la alternancia de pronombres persona- Porque últimos años...
cazado por el medio!,
les o en su confusión o simbiosis. Pero en Viel Temperley
mucosa de Ecuador, tal vez vencido,
“yo”, “tú”, “él”, son todos Dios, en los que el hombre se reco- quiero avanzar –especie, eslora, estómago–
noce y se encuentra: “Señor, mira mi cuerpo” –nos dice en “A pero una cosa se transforma en otra
mi cuerpo” (El nadador (1967), p. 55)– “Mira mi cuerpo an- o finge o desvaría o se echa de espaldas!
[...]
tes que yo lo llame/ y él me llame gritándonos/ de lejos”.4 El estoy como una cueva taponada
hablante lírico crea un ángel caído que es él mismo; un án- con algodones húmedos, mis fosas
gel que al tratar de acercarse a Dios, no se quema (“¿Quién repletas de anestesia y de torpeza,
protege mis alas/ David, que no se queman?”, “Las aguas, ahíto de almidones de esperanza,
descompuesto de estar donde no debo!

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(“5” Carta de marear (1976), p. 259) motivos ya tratados en la obra poética. La ampliación, co-
rrección y variación de materiales precedentes anticipa la
En la serie de poemas La pileta de los choferes (1976, pp. experiencia de Hospital Británico, aunque en éste desapa-
267-271) se retoman algunos motivos anteriores. Por ejem- rece el verso y se pasa al poema en prosa.
plo, el color azul que se dispersa en objetos (“caja azul de Y asimismo el volumen siguiente Crawl (1982) puede ser
cigarrillos”, “joya azul sobre el dedo”), animales (“liebre azul”) leído como una preparación para Hospital Británico (1986)
y que adquiere en este período cierta ambivalencia pues sir- e, incluso, con el verso “Y alguien dice ‘cristo en rusia’” (“Las
ve para connotar experiencias menos “celestiales y ascen- areneras, Jesucristo y el desagüe”, p. 347) se anticipa el
sionales” (“Bloque azul de castigo”, “parálisis azul tal vez motivo de la tarjeta postal con el Cristo Pantokrator del
buscada”), es también “suma y losa”. poema largo de Viel Temperley.
Y si el sujeto lírico se representa en un “entre” que se re- La obra de este autor ha atraído sobre todo por la inten-
suelve en una duplicación (“(entre El y los ladrones, yo en dos sidad y la constancia con la que propone la relación entre el
cuerpos)”), la memoria ahora se derrite al calor del sol, pierde yo lírico y Dios; relación que, sin embargo, se plantea en los
su forma, se dispersa; y en una anticipación por cierto aluci- mismos términos de la mística aunque no lo sea, pues, como
nante de la experiencia biográfica de Viel, aparece aquí el precisa Gabriela Milone, el encuentro con Dios en Viel
verbo “trepanar”: “cirugía sin nubes que trepana” (p. 268). Temperley “es apetencia y no sobriedad, es atletismo y no
Legión extranjera (1978) es un volumen constituido por ascetismo”.7 No quiero discutir aquí la religiosidad de Viel
cuatro partes. La primera, la tercera y la cuarta aparecen Temperley que, por los datos de testigos8 o los documentos
encabezadas por dos prefacios y un contraprefacio. En los (una carta de Viel a su hija9) que tenemos, parece incuestio-
poemas de la primera y tercera parte, se advierte una suer- nable. Lo que me interesa es observar cómo ese dato biográ-
te de sucesión. Si en el “Prefacio” de la primera aparecen fico aparece en la obra.
estos versos: “Trabaja lentamente en mi cabeza el Himen/ Pedro Mairal nos dice que el poeta “era un desertor de su
para que me permitan ir a Verte y a verme/ Pasando por su clase” –la de una familia tradicional argentina de origen
Luz para llegar al Vientre.” (p. 310), en “El Escorial” de la inglés.10 Fogwill considera que el escritor se movía dentro
tercera leemos: “Mi cabeza para nacer cruza el fuego del de sistemas convencionales, entre los cuales coloca,
mundo/ Pero con una serpentina de agua helada en la me- discutiblemente, el deporte, la poesía y la religión;11 sin
moria/ y le pido socorro.” (p. 315). embargo, Daniel Freidemberg hace notar que la expresión
La materia y los versos que constituyen el prefacio de la de la religiosidad cristiana de Viel se mezcla con prácticas
primera parte aparecen retomados con variaciones en los aberrantes (como hacerse lamer el pene por una perra) y
tres poemas de la tercera (“El Prefacio”, “El escorial”, “Las sacrílegas (como comparar el blanco de la hostia con el del
paralelas”), en un diálogo entre un yo y un tú que dicen, semen, o –agrego yo– imaginar que Jesucristo desprende
retoman, repasan, corrigen o amplían una serie de versos o

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una mano de la cruz para posarla sobre los órganos genitales inserta, pues, en ese filón de la modernidad. Pero el ser un
del sujeto lírico).12 Y a esto se puede agregar la confusión “enfermo grave” –una condición que Vallejo atribuía a Dios18–,
pronominal narcisista que identifica el yo con dios y vice- aquí tiene un fundamento biográfico, pues a Viel Temperley
versa. Viel Temperley busca afirmar una mitología cristia- le descubrieron un tumor cerebral del que falleció poco tiem-
na en su poesía; pero es una religión privada en la que Cris- po después de ser operado.19 El yo lírico como el empírico, en
to es al mismo tiempo Dios y el yo pecador; y el sujeto lírico, un hospital y con la cabeza vendada (“Tengo la cabeza ven-
como el Cristo de Blake, “es un titán desnudo que se baña dada. Permanezco en el pecho de la Luz/ horas y horas.” p.
en el mar radiante de la energía erótica”.13 371), dibuja su autorretrato por medio de una serie de alu-
Por lo tanto, más que de misticismo querría pensar que siones literarias que se vinculan con la composición de su
se trata de la búsqueda de algo extremo por parte del autor; obra. La más directa recuerda la fotografía y el dibujo que le
y a veces lo encuentra en episodios aislados de éxtasis que hicieron a Apollinaire durante la guerra, en 1916: lo habían
quiere dejar por escrito, sabiendo que es indecible. Esta ex- operado para sacarle la esquirla de un obús en explosión
periencia está más allá de toda convención social y de toda que se le había incrustado en el cráneo.20 La alusión nace a
forma de expresión; pero seguramente tiene que ver con la partir de la imagen de la cabeza vendada, pero aflora tam-
esencia poética, aquella que Juan R. Jiménez había definido bién por el hecho de que la composición de HB tiene su fun-
como “lo que queda”.14 damento en la intención de recoger las “esquirlas” de la pro-
pia identidad, fragmentos de escritura y de memoria que
han quedado dispersos en el tiempo.
Hospital Británico (1986) Por otra parte, el vocablo “esquirlas”, al implicar que en
Lo autobiográfico y lo literario precedencia debió existir una explosión, establece un canal
con el resto de los textos de Viel Temperley, porque si a un
Si Goethe había dicho que los poetas escriben como per- nivel la misma puede ser leída metafóricamente como la
sonas enfermas para las que el mundo constituye un hospi- operación sufrida por el yo referencial, en otro nivel apunta
tal,15 en el loco, el criminal y el enfermo grave, que en la a un significado más amplio. De hecho, el yo de un poema
época moderna “are physically sequestred from the normal del 1969 (“Soy un Adán del fin”, p. 102), al decir:
population...”,16 Rimbaud había visto una puerta de acceso
a lo inefable. Por eso, el poeta, a fin de percibir la esencia de Soy un Adán del fin,
no del principio.
la poesía, debía recurrir a toda su fe y a una fuerza sobrehu-
Mi paraíso tiene un árbol,
mana para transformarse en “le gran malade, le gran pero color del estallido.
criminel, le gran maudit, –et le supreme Savant!–”.17
El que el sujeto lírico de HB sea un “gran malade” se sugería la trasmisión de una experiencia incognosible e in-

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efable, pues el “color del estallido” del árbol del paraíso –aquél escribe (Véanse los títulos de algunos fragmentos: Me han
que era conjuntamente “del bien y del mal”– en el poema se sacado del mundo) logra luchar paradójicamente contra
vuelve, retomando palabras del Apocalipsis, en el del comien- la mortalidad y, en otro espacio y otro tiempo, el de la escri-
zo (del paraíso) y del final. Lo propio del yo es, pues, querer tura, propone “...comenzar todo de nuevo”.
expresar una experiencia situada más allá de cualquier pa-
radigma binario, y hacerlo con la misma y angustiada inde-
terminación con la que fue vivido. La forma
Algo que HB vuelve a proponer más tarde, pues las
“esquirlas” o fragmentos textuales –frases y versos de poe- Esta tendencia que lucha contra la desestructuración
mas anteriores– de diversos períodos escriturarios21 al no permite hablar de una “forma” que Alcántara Pohls, por ejem-
presentar ninguna secuencia cronológica o alternada, insi- plo, ve articulada en cuatro momentos o gradaciones de in-
núan que han sido reunidos sólo porque el autor los siente tensidad. Según el crítico, el poema muestra primero sus
anticipatorios de la vivencia presente (que por eso subtitu- materiales básicos, luego progresa con lentitud, a continua-
la “Textos proféticos”).22 Desde este punto de vista, al desa- ción sube vertiginosamente, brilla en un punto extremo de
fiar cualquier tipo de codificación, el poema intenta recupe- claridad, para finalmente sostenerse en una relativa iner-
rar el soplo vital de la experiencia del sujeto; pero en esa cia antes de, sin aviso, concluir”.25
búsqueda que carece del rumbo de una narración o de una Por otro lado, en el poema es también evidente una divi-
cronología, el sentido de identidad del yo se acaba perdien- sión en dos partes: la primera, titulada “Hospital Británico/
do para apuntar tan sólo al naufragio final. En HB la expe- Mes de marzo de 1986”, consta de cinco fragmentos que ocu-
riencia poética trata de coincidir con la biográfica y en esa pan una página. La segunda, titulada “Hospital Británico/
busca ambas acaban representando la identidad “frail, Mes de marzo de 1986/ (Versión con esquirlas y ‘Christus
brittle, fractured, fragmented” 23 del sujeto moderno que, Pantokrator’)”, repite en su interior el texto exactamente
como ha señalado Giddens, sólo “…finds its identity in the igual de la primera, aunque con la variante del subtítulo y
fragments of language or discourse”.24 el añadido de treinta y siete fragmentos. El procedimiento
Como vemos, un fuerte impulso del poema (y de la obra de “hacer crecer” la primera parte en la segunda, Viel
de Viel en general) quiere tan sólo indicar la naturaleza viva Temperley ya lo había aplicado en Legión extranjera-1978
y libre del significado en el que principio y fin, vida y muer- haciendo aumentar un comienzo (Véanse “Prefacio”, p. 283
te, aparecen unidos en su propia destrucción –aquélla que y “El Prefacio”, p. 309). Además, en HB, por un lado, presen-
se origina al querer explicarlos con palabras. Pero no obs- ta con variaciones o traducidos textos provenientes de vo-
tante que el yo empírico esté siendo expulsado de la verda- lúmenes ya publicados (como el verso “Pequeño legionario,
dera vida no sólo por su enfermedad sino también porque ¡cuánto viento!”, p. 38726); por otro agrega “fragmentos” de

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1984, 1985 y 1986. dor30 que al final de su vida observa una postal con la ima-
En el medio gen y el nombre del Cristo glorioso y tremendo que llega al
final de los tiempos para juzgar a los vivos y a los muertos.
El poema, redactado antes y después de la muerte de la Un ícono que por un verso de Crawl retomado en HB, iden-
madre de Viel Temperley y cuatro días después de la opera- tificamos como ruso (recuérdese la frase “cristo en rusia”, p.
ción que le hicieron a él mismo, es –como ha declarado el 347). Pero como, a diferencia de las bizantinas, en las imá-
autor– un ‘intermedio’ entre dos momentos biográficos im- genes rusas el rostro tierno e infinitamente misericordioso
portantes de su vida (“Mi vida es un desierto entre dos gue- del Cristo Pantokrator es el del perdón y alude a la resu-
rras”, p. 378). En el poema el “aquí” corresponde a un espa- rrección y a la gloria de la visión divina,31 aquella identifica-
cio previo a la disolución; es un momento “entre” la agonía ción a la que alude el poema sugiere que el momento apoca-
de la madre y el deceso de la misma: líptico puede ser considerado, al mismo tiempo, como un
futuro utópico de cura.
[...] El que escribió ese poema no existe más. Yo, en aquel entonces En efecto, a ese Cristo el hablante lírico le solicita una
[...] salí volando con la cabeza abierta: iba a escribir. Se me ocurrió la
ayuda (“le pido socorro”, p. 381) que concibe como un renaci-
solución de las esquirlas, lo ordené, escribí lo que habla de la muerte de
mamá... y el resto en el estado de un tipo que se había salido de la reali- miento (“Para comenzar todo de nuevo”); idea que se reitera
dad porque tenía un huevo en la cabeza.27 y se traslada del yo a una paradójica figura materna que,
como el hijo visionario, también se dispone a renacer y con-
La voz del sujeto lírico recordando, en marzo de 1986, la cebir nuevamente. Quizás por eso, en la segunda parte, se-
imagen de la madre viva en un momento de plenitud (“Mi gundo fragmento (Hospital Británico, p. 373) aparece emba-
madre es la risa, la libertad, el verano”, p. 371 y 373) y la de la razada una muchacha vieja (“desfigurada por no/querer sa-
madre muerta con la que, por la identificación del yo con Cristo, ber lo que es ser joven”) mientras le pide al yo “humilde-
ya se ha encontrado en el más allá (“... Mi madre vino al cielo mente fechas para una lápida” (p. 373).
a visitarme”, p. 371 y 373), nos quiere trasmitir una expe- A través de la figura del Cristo Pantokrator en una pos-
riencia extática caracterizada por un sentimiento de luz y de tal que ha recibido el hablante lírico, Viel Temperley nos
paz que lo extrañan del mundo. Una epifanía que Viel recuerda que la escritura, por un lado, es algo dinámico pues
Temperley declaró haber vivido más de una vez28 y que com- se dirige a alguien pero, al mismo tiempo, algo estático y de
parte con otros escritores, como Virginia Woolf o Philip Dick.29 carácter testamentario, pues permanece después de la de-
saparición de su autor.
El empuje del motivo se advierte porque hace circular
El motivo de la tarjeta postal por diversos niveles del poema una serie de alusiones
intertextuales. Por una parte recuerda “Léttre Océan” de
En la reducida diégesis del poema aparece un yo peca-

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Apollinaire donde, además, el texto se construía con y sobre
una postal que había llegado de México. Por otra, cuando en Si el sujeto poético de Viel Temperley, en 1962, se
HB se dice que: autodefine como “un Adán del fin”, en HB se ve como el Cristo
del apocalipsis,32 y en este poema se dispone a incidir con
La postal viene de marineros, de pugilistas viejos en ese bar estrecho una imagen –que representa el final de los tiempos y el re-
que parece un submarino –de maderas y latas– hundiéndose en
nacer en la gloria divina– sobre su propia imagen para lle-
el sol de la ribera. (p. 375)
gar a una agnición. Por eso, escribir es como cavar con una
se sugiere que su punto de partida ha sido un espacio liminal pala “en el sol, en el Rostro y en los ojos de Christus
caracterizado por la decrepitud o la carencia (“viejo”, “estre- Pantokrator” (p. 376) para volver a encontrar “ese faro cu-
cho”) en el que prevalece un sentido de naufragio o de navega- bierto por alas de naranjos que quiero para el niño casi mudo
ción a la deriva que recuerda, en parte, ese fondo de sensacio- que llevé sobre el alma muchos meses” (p. 376).
nes que emerge de Le Bateau ivre de Rimbaud, la nave-poesía Así pues, transitar el poema es como recorrer un puente
guiada por la negación del yo, por el azar y por la muerte. (un metaxú33) epifánico que lleva de lo innombrable (la ago-
El ícono de la postal expresa, en cambio, el carácter tes- nía y el dolor) a lo incognoscible (la muerte, Dios, el Silen-
tamentario que encierra el motivo y a través del mismo Viel cio), en el que el yo reconoce su verdadera condición en un
Temperley nos deja su particular concepción de la poesía. El sentido inefable de pertenencia.
autor argentino concibe a la misma como una escritura he-
cha con imágenes; escribir es representar imágenes del Si-
lencio con mayúsculas. De hecho, el Cristo Pantokrator de El hablante lírico entre el morir y el renacer
la postal solicita al yo otras imágenes pues “pide que filme
Su Silencio dentro de una botella varada en un banco infini- El sol, metáfora de la esencia inefable de la poesía es “como
to. (1985)”. las puertas, con dos hombres blanquísimos, de un colegio
Ese residuo anterior a la Palabra, lo más recóndito y pro- militar en un desierto” (p. 377)34 y el yo, que lo ha visto,
pio de una entidad compartida por Cristo y el sujeto lírico, en ahora necesita estar a oscuras. El hablante lírico, si bien
“El verde claro” de Legión extranjera (1978) aparecía vincu- rememora a Rimbaud en la búsqueda insaciable de absolu-
lado con el fuego: to, sabe que se halla en “esta playa de la que huye el futuro”
(p. 377); quizás por esto, en la concatenación de los signos y
Yo pensaba en el monje a partir del segundo fragmento titulado “Yace muriéndo-
que cree que es poeta se”, se desperdiga en diversas personas gramaticales y en
y cree que está en la punta de todas las penínsulas una sintaxis que abandona toda normativa (“Es lo poco que
cuidando el fuego del silencio
mientras canta (p. 288)
hace que el centro del sol, cada mañana, su corazón era un

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puñado de soldados de plomo entre gallos”, p. 387). mas con caballos) “estallar” significaba, no sólo ascender y
Sin embargo, y al mismo tiempo, esa identidad dispersa multiplicarse en “cada gota, cada hoja, cada arena” en una
mantiene su cohesión gracias a la Esperanza (“Espero la suerte de comunión panteísta con la naturaleza, sino tam-
resurrección –espero su estallido contra mis enemigos– en bién la contemporánea fundición/explosión de los cuatro ele-
este cuerpo, en este día, en esta playa”, p. 377). De allí que el mentos (“Y unidos aire y tierra y agua, estallo”, p. 37); una
texto acabe con una imagen en un futuro hipotético encar- suerte de estado alquímico que, en su enigmática indeter-
nado en una primera plural (“El verano en que resucitemos minación implica la posibilidad de una nueva obra. La ten-
tendrá un molino con un chorro blanquísimo sepultado en sión que nace en el momento preciso de la disolución que
la vena”, p. 387); un ‘nosotros’ (Yo y el Otro; Cristo y el yo; el puede dar lugar a un nuevo comienzo se advierte, asimismo,
salvador y el pecador) que habrá de renacer en un instante en el breve fragmento de Hospital Británico que proviene
de epifanía o en la plenitud del pasado (el verano). El tiem- de “El escorial” (Legión extranjera, p. 315):
po circular, rescatado a través de un símbolo del ritmo y la
rotación universal (el molino: el poema mismo) se alimenta Tengo la cabeza vendada (texto profético lejano)
con una materia líquida que, desde los primeros libros de
Mi cabeza para nacer cruza el fuego del mundo pero con una serpen-
Viel Temperley, representa la vida. El superlativo (“blan- tina de agua helada en la memoria. Y le pido socorro. (1978) (p. 381)
quísimo”) que la califica, al condensar y resumir un léxico
vinculado con la luz (el sol, el fuego, lo blanco) y una serie de Como en la obra de Viel Temperley la luz y el fuego están
imágenes relacionadas que han ido “adensándose y volvién- para connotar a Dios, el que la cabeza del “yo” cruce “el fue-
dose obsesivas”,35 busca contrarrestar la presencia viva de go del mundo” indica que se ha sumergido en la divinidad
la muerte. (que desde el poema “Segovia” es también el mundo); a su
vez, la imagen ígnea para representar a un dios cristiano
Las partes y el todo lleva de vuelta al apocalipsis y al Cristo del fin de los tiem-
pos, el Pantokrator. Pero, si por un lado el carácter ígneo
El subtítulo de la segunda parte (“Versión con esquirlas asociado con la divinidad sugiere la mezcla y fundición de
y ‘Christus Pantokrator’”) desde los vocablos que lo compo- las partes en un todo, el agua fría de la serpentina de la
nen, deja entrever la tensión que se ha instaurado entre las heladera37 insinúa una idea opuesta. No sólo porque se aso-
partes (las esquirlas, los fragmentos con los que se constru- cia con el hielo –que quiebra y separa–, sino también porque
ye el texto) y el todo (el Cristo apocalíptico cuya ubicuidad la palabra “serpentina”, que se vincula con lo rastrero por
omnicomprensiva es evidente en el texto pues su nombre se medio de su raíz, bíblicamente alude a lo diabólico y discor-
repite por doquier en frases diversas,36 o bien se alude a él dante.38
por medio de la postal) Aunque el binomio, “fuego/hielo” se repita en la litera-
En uno de los poemas iniciales de Viel, “El polvorín” (Poe- tura mística canónica para manifestar una vivencia extática

162 163
–experiencia de la que Viel Temperley según vimos no fue imagen en una postal (“Christus Pantokrator”). Pueden
ajeno–, lo cierto es que en la obra del autor argentino se dirigirse a un “tú” que es Dios o Cristo (Tu Cuerpo y tu
extiende para trasmitir el juego de dos paradigmas que cons- Padre) o referirse a un “él” que puede ser Cristo, la madre o
tituyen el arcano que fundamenta toda obra de arte y, en el yo en agonía (Yace muriéndose), o bien hacerlo a las
particular, la composición de la misma. El paradigma de la tres personas gramaticales conjuntamente (Dormido so-
Unidad (en el que el conjunto es superior a la suma de las bre sus labios) para expresar una intención por medio de
partes) fue identificado por momentos con la corriente filo- una frase elíptica (Para comenzar todo de nuevo).
sófica del vitalismo; el de la Variedad, contrapuesto al pri- Esas repeticiones funcionan a lo largo de HB como po-
mero con vigor a partir del siglo XVIII presenta como em- tentes figuras de cohesión y organización del texto: ponen
blema de la nueva línea de belleza a la serpentina (lo de- en contraposición el espacio del hospital con el espacio “ma-
muestra el dibujo que, con el epígrafe de “Variety” aparece terno” de la infancia; relacionan la figura del hablante lírico
en la cubierta del libro de W. Hogarth, Analysis of Beauty de con la de Cristo y vinculan el simbolismo de la salvación en
175339) o a sus variantes: el caracol, la llama o la espiral. la resurrección con el deseo de un nuevo comienzo.
Al final de la lectura de este poema largo se advierte que El lector advierte que con la progresión de la prosa no se
a través de él se ha intentado crear algo nuevo mientras se quiere interrumpir el flujo de las palabras con la cadencia
trataba de conservar “la habitación central” de la memoria. del verso (la misma intención que tenía J. R. Jiménez al
Remedio ambivalente contra la disolución,40 pues si bien los querer escribir un “poema seguido”), pues se busca un Verbo
recuerdos se mantienen y enriquecen al mezclarse con los cuyo continuo fluir sirva para religar todas las cosas. Pero
de quien lee,41 nunca podrán ser completamente decoficados los resabios de la forma poética continúan aquí también
por éste. aunque cambien dirección: el hecho de que las primeras lí-
El lector, al descubrir en el último poema de Viel neas de cada fragmento del poema en prosa sobresalgan
Temperley las variaciones o la ampliación de fragmentos o hacia la izquierda, hace que las palabras se dirijan hacia
versos de poemas ya leídos años antes (que a su vez vuelven atrás en un movimiento opuesto al del encabalgamiento, algo
a repetirse en el interior de HB), regresa al texto y a la obra que apunta al comienzo el poema y a su génesis pero tam-
del escritor y advierte, como suele hacer al leer una sola bién a su intención formal y semántica: recuperar trozos de
poesía, otros juegos de repeticiones y de equivalencias ya a memoria, buscar en el pasado lo que en el naufragio del pre-
partir de los títulos de los fragmentos o “esquirlas”. Algunos sente y en el futuro que es la nada, se sabe imposible.
de ellos se refieren a espacios (Pabellón Rosetto), a las Así pues, a la tensión que existe entre la proyección y
estaciones o a estados (el verano, la libertad), al yo desde secuen-cialidad de la prosa y la regresión iterativa que im-
un punto de vista físico (Tengo la cabeza vendada) o aní- plica la poesía se agrega la que se instaura entre una tenta-
mico (Me han sacado del mundo), o bien se refieren a la tiva religante y su frustración. Pienso que Viel Temperley

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posee una imaginación trascendente que lo lleva a querer
superar el proceso de secularización que involucró la poesía Notas
moderna, y a tratar de evidenciarlo desde un punto de vista
formal en sus últimos libros. Sin embargo, este intento de
recuperar el Canon de la palabra se manifiesta contempo- 1
La parte de este trabajo que no incluye Hospital Británico fue pre-
sentada con variaciones en el congreso de Jalla 2004 y saldrá en las
ráneamente y sólo a través de la escritura de las partes del
actas del mismo con el título: “Héctor Viel Temperley y ‘lo que queda’”.
Verbo, como si a la poesía sólo le quedaran los “retazos” de 2
Artur Rimbaud, Poesie e prose (con una introducción de Yves
la religión; algo que se exaspera al introducir el vocablo Bonnefoy), Milano, Mondadori, 1975, p. 258.
“esquirlas” que sugiere una unidad perdida para siempre e
3
Y obviamente de la poesía moderna: véase el capítulo “Identità
perdute” en Michel Hamburger, La verità della poesia. Da Baudelaire a
imposible de reconstituir. Montale, Bologna, Il Mulino, 1987. La famosa frase de Rimbaud: “JE est
Los vocablos “Cristo” y “esquirlas” dan lugar a isotopías un autre” aparece en la carta a Izambard, 13 mayo de 1871. Véase
contrapuestas (“salvación” y “destrucción”) que se vinculan Rimbaud, op. cit. p. 450.
con otros vocablos a su vez en conflicto, como “trascender” y
4
Es interesante esta inversión del dualismo tradicional “alma/cuer-
po”. En Viel es el alma que habla solicitando la atención de Dios por lo
“morir”. Al entrar en relación entre ellos alientan una ten- material, el cuerpo. Y esta inversión la mantiene hasta el final de su
sión que no es únicamente la del imaginario de Viel Temperley, obra. En un fragmento de Hospital Británico, el yo expresa: “Voy hacia lo
sino la de la mayor parte de los poemas largos de la moderni- que menos conocí en mi vida: voy hacia mi cuerpo. (1984)”, p. 374. Las
citas de los poemas de Viey Temperley indican el número de página de la
dad, urgidos al mismo tiempo por una tendencia metafísica y
Obra completa citada.
por la necesidad de recuperar el genio, la variedad y la cir- 5
En la entrevista que le hizo Sergio Bizzio (“Viel Temperley: estado
cunstancia histórica y mortal del ser humano. de comunión”, Vuelta Sudamericana, n. 12, julio 1987) el poeta señala
que hasta antes de Carta de marear su poesía era “demasiado rígida,
como atada a un molde, un principio, un medio, un fin: sabía qué iba a
decir. Después pasé de decir a ver, empezó a interesarme la poesía que
me permitía no solamente esconderme sino evadirme y hacer un mundo,
tener un mundo”. Viel busca escapar “De lo excesivamente claro. Yo me
destrozo en cada imagen para esconderme, pero dejo ... citas y persona-
jes que hacen de distintos poemas un solo poema.” (p. 8).
6
Algo que nos trae de vuelta a Rimbaud en su querer fijar vértigos:
“Je m’habituai à l’hallucination simple: je voyais trés franchement une
mosquée à la place d’une usine, une école de tambours faites par des
anges, des calèches sur les routes du ciel, un salon au fon d’un lac; les
monstres, les mystères; un titre de vaudeville dressait des épouvantes
devant moi!”. Rimbaud, “Délires. II Alchimie du verbe” en op. cit., p. 244.
7
Gabriela Milone, Héctor Viel Temperley: El cuerpo en la experien-
cia de Dios, Córdoba, Ferreyra editor, 2003, p. 29.
8
Su hija cuenta que “Cada mañana al despertarse, luego de darse

166 167
una ducha, preparaba unos mates amargos, abría la Biblia que apoyaba mente, en dos poemas (“Tristesse d’une étoile” y “La jolie rousse”) del vo-
contra sus muslos y cantaba salmos por largo rato, como sus grandes lumen La tête étoileé (incluido en Calligrammes). Si aparentemente sólo
amigos monjes benedictinos de Los Toldos a quienes visitaba con fre- el motivo del cráneo trepanado pareciera establecer un vínculo entre el
cuencia. Solo desde esa rutina amada de mate, plegaria, gimnasia (co- poema de Viel Temperley y algunos poemas de Apollinaire, el poeta argen-
rría, hachaba y nadaba) podía zambullirse hasta la poesía”. María Sole- tino subtitula, además, su poema largo: “Versión con esquirlas y Christus
dad Viel Temperley, “Mi padre me enseñó a nadar, ir siempre hacia lo Pantokrator”. Y el lugar donde este último nombre y su imagen aparecen
más profundo”, La Guacha. Revista de poesía, año 6, n. 17, junio 2003. reclaman otra vez a Apollinaire, pues el vocablo “postal” que se reitera en
9
“La poesía flota libre”, Ibid. el poema de Viel Temperley, nos recuerda el mismo motivo en la obra del
10
Pedro Mairal, “¿Por qué hay que leer a Viel Temperley?” en Ibid. autor francés. “Léttre-Océan”, por ejemplo, es un calligrama que Apollinaire,
11
Ricardo Fogwill, “La consagración del Poeta Menor”, Diario de poe- construye sobre una postal que llega de México; y es sabido, además, que
sía, n. 19, agosto 1991. La opinión es discutible pues, como decía O. Paz en solía escribir y enviar poemas en tarjetas postales (“Le dicts d’amour a
Los hijos del limo, “El sentimiento de la discordia entre la sociedad y la Linda”). La relación entre ambos poetas se puede establecer, en última
poesía se ha convertido desde el romanticismo, en el tema central, mu- instancia desde la idea misma de “caligrama” que no fue ajena a Viel
chas veces secreto de nuestra poesía”. (Barcelona, Seix Barral, 1974, p. 9) Temperley, pues refiriéndose a su poema Crawl, dice: “Si mirás Crawl des-
12
Daniel Freidemberg, “Notas de lectura”, Diario de poesía, cit. de arriba es como un cuerpo que va nadando. Yo desplegaba el poema en el
13
Paz, op.cit., p. 81. suelo y me paraba en una silla para ver dónde había algo que se saliera
14
Juan R. Jiménez al escribirle a Cernuda (epístola de julio 1943 recogida del dibujo. Me pasaba horas arriba de la silla fumando y mirando, y corri-
en La corriente infinita, Madrid, Aguilar, 1961, pp. 171-179) le habla de ese giendo para que tuviera esa forma”. Bizzio, loc. cit., p. 8.
“resto”: “Mi ilusión ha sido siempre ser el poeta de ‘lo que queda’ hasta llegar 21
Las fechas son: 1984, 1978, 1984, 1985, 1986, 1984, 1984, 1985,
un día a no escribir”, un deseo que Rimbaud había puesto en práctica hasta 1978, 1982, 1984, 1985, 1984, 1976, 1982, 1978, 1984, 1978, 1969, 1982,
sus últimas consecuencias. 1985, 1984, 1978, 1969.
15
No he logrado saber dónde Goethe afirma tal cosa pero Carlos 22
Según Tamara Kamenszain, Viel “va repasando su obra anterior
Germán Belli en su reseña al libro de Enrique Lihn, Diario de muerte para encontrar lo que él llama “textos proféticos lejanos”. Son ni más ni
(“Enrique Lihn. El morir escribiendo” en La época. Suplemento literario menos que indicios, en la escritura, de una enfermedad que se declara-
y libros, 25 mayo de 1990) dice: “Los poetas escriben como personas en- ría muchos años después. Así es como alguien que va a morir se
fermas y para quienes el mundo constituye un hospital, afirmó Goethe, autoencarga una antología de su propia obra cosida con el hilo conductor
según leí hace tiempo con entusiasmo”. de la muerte. El resultado es una experiencia extrema, fechada saltando
16
Anthony Giddens, Modernity and Self-Identity. Self and Society in hacia atrás y hacia adelante, una experiencia que no tiene paragón en la
Late Modern Age, Cambridge, Polity Press, 1991, p. 8. poesía del siglo XX”. “Poeta de brazadas frenéticas”, 22 junio 2002, en
17
En esa suerte de comentario a Le Coeur supplicié. Véase al respec- www.planfletonegro.com/melancopolis/hectorvieltemperley.shtml.
to de Mario Richter, Viaggio nell’ignoto. Rimbaud e la ricerca del nuovo, 23
Giddens, op. cit., p. 169.
Roma, La Nuova Italia Scientifica, 1993. 24
Ibid, p. 170.
18
“Yo nací un día/ que Dios estuvo enfermo/ grave.” César Vallejo, 25
José Alcántara Pohls, “El yo extrañado y el poema disponible: Hospi-
“Espergesia” en Los Heraldos negros. tal Británico de Héctor Viel Temperley”, Alter Texto, n. 1, vol. 1, 2003, p.
19
Sin embargo, el motivo de la muerte ya había aparecido en la obra 78.
del autor argentino; en El nadador (1967), por ejemplo, se concretaba en 26
En la cuarta parte de Legión extranjera (1978), el primer verso de
una imagen con resabios tangueros: “no me puedo morir porque ya ten- “La Traviata y el filo equilibrado” está escrito en francés (“mon petit
go/ la muerte atrás, vestida de novia” (p. 87). legionnaire que de vent!”, p. 323) y, más adelante se agregan, en español,
20
El poeta francés hace referencia a este hecho, metafórica o literal- los versos “este poema está escrito en francés para honrar/ de algún modo

168 169
la memoria de un joven que me visita/ enrolado en la legión extranjera sus amigos va a ver una película en donde se ha filmado una experiencia
hace cien años” (p. 325). trascendental de Fat– que es la misma del “rayo rosa” de Dick. Algunas
27
En entrevista de Bizzio, loc. cit., p. 9. afirmaciones de Horselover Fat son extrañamente coincidentes con las
28
En la misma entrevista, Viel menciona tres momentos biográficos del yo lírico de Viel: “L’uomo è santo, e il vero dio, il dio vivente, è l’uomo
precisos de este tipo: cuando con un ataque de angustia entró en la igle- stesso.” (Philip K. Dick, Valis, Milano, Mondadori, 1981, p. 16).
sia del Santísimo Sacramento en Buenos Aires y, al salir, en la plaza San 30
Aunque el sujeto lírico se represente como Cristo, al mismo tiempo
Martín tuvo una sensación extraordinaria en la que se repetían estas no lo es. Recordemos estos versos de Crawl:
palabras “Vengo de comulgar y estoy en éxtasis”, un verso que se con- sin querer olvidar que en esta balsa,
vierte en leit motiv en Crawl. Otro momento de plenitud adviene cuando de tiempo que detengo y de escafandra
el autor camina por el puerto “y entre una fila de plátanos sentí un ata- con pasos de mujer,
que de Dios, el golpe de Dios, y me puse a llorar”. Por último, cuenta que nunca fui absuelto (p. 341)
luego de la operación sale a pasear con su mujer al jardín en el que 31
Cinzia De Lotto ha notado que el Cristo bizantino al llegar a Rusia
había mariposas y eucaliptus y de golpe se siente “traspasado por una cambia buena parte de sus rasgos severos originales. Según De Lotto, el
sensación de amor tan intensa que me arruinó la vida en el mundo... Yo arte antiguo ruso llega a sus niveles más altos en la representación del
era amado con una intensidad que estaba al límite de lo soportable”. Salvador Pantokrator, una imagen muy antigua que se origina en Egipto y
Ibid., pp. 8-9. en Siria. El ícono más antiguo es el de la cúpula de la iglesia de S. Sofía en
29
Virginia Woolf ha dejado testimonio de estos momentos de pleni- Constantinopla; la representación del Pantokrator –sigue De Lotto– refleja
tud en su Diario (“Una sensación intensa y asombrosa de que algo que la esencia de la religiosidad bizantina: adoración del Dios grande y potente,
está ahí es eso. No se trata exactamente de belleza. Se trata de que la hacia el cual el hombre se acerca con miedo y temor. Su presencia es titánica
cosa en sí basta: es satisfactoria, completa”. Victoria Ocampo le dedica e irrumpe imperiosamente en el mundo y en las acciones de los hombres,
un capítulo en Virginia Woolf en su diario de donde he sacado la cita pero si bien suscita temor, llega para proteger al hombre; y es en Rusia
(Buenos Aires, Sur, 1974, pp. 65-66). Y también lo hizo Philip Dick –el donde este último aspecto prevalece (en “Le immagini del salvatore nelle
famoso autor de Blade runner– pero de una forma diversa, sumamente icone russe”, Quaderni di Lingue e Letterature, n. 16/1991, pp. 121-162).
particular. Si bien la experiencia “mística” de Viel Temperley se prolon- 32
Viel Temperley asiduo lector (y cantor) de los salmos parece reto-
ga durante muchos años, la forma de elaborar su último poema que esta- mar, con imágenes, estas palabras de El Apocalipsis de San Juan: “Yo
blece un nexo entre la operación quirúrgica y lo trascendente me hacen soy el Alpha y la Omega, principio y fin, dice el Señor que es y que era y
recordar a Dick, cuya vida desordenada, trágica y signada por proble- que ha de venir, el Todopoderoso” (La Santa Biblia. Antiguo y Nuevo
mas mentales, da un vuelco en 1974, cuando el escritor vive lo que él testamento. Antigua versión de Casiodoro de Reina, revisada por Cipriano
llamó la experiencia “del rayo rosa” –sintió encenderse un flash en su Valera (1602) y cotejada posteriormente con diversas traducciones, y con
cabeza al que le atribuyó valores místicos. Y esto Dick lo expresa los textos hebreo y griego, Madrid, Sociedad Bíblica, 1938, p. 192).
esotéricamente en Exégesis, que fue publicada en PDKS Newsletter n. 33
Véase de Simone Weil, Metaxú en L’ombra e la grazia, Milano,
12 (1986): “... i molteplici frammenti della mia psiche si sono unificati in Bompiani-testi a fronte, 2002, pp. 259-263.
una mente per la prima e unica volta; strutturati dal simbolismo Xtian 34
Por cierto que las dos figuras vestidas de blanco que aparecen más
e dall’esperienza della conversione. La mia meta-astrazione era (...) la adelante en la frase “el sol como dos jóvenes vigías en una tempestad de
consa-pevolezza della verità e della realtà di Cristo, una vera conversione luz que se ha tragado al mar, a las velas, al cielo” (p. 378) también puede
che ha portato l’integrità psicologica a una mente divisa e frantumata”. ser leído referen-cialmente como dos figuras en la sala operatoria.
Después de la visión del “rayo rosa”, Dick sufre una suerte de “conver- 35
Alcantára Pohls, loc. cit., p. 78.
sión”, se siente curado y quiere dejar por escrito esa experiencia: en Valis 36
“La postal tiene una leyenda: ‘Christus Pantokrator, siglo XIII’”; “A
(1981), la primera novela de la trilogía que lleva ese nombre, el narra- los pies de la pared desnuda, la postal es un Christus Pantokrator en la
dor, Phil Dick, se desdobla en otro personaje Horselover Fat, quien con mitad de un espigón larguísimo. (1985)”; “Con la postal en el zócalo, con

170 171
Christus Pantokrator en el espigón larguísimo, mi oscuridad no tiene ham- Encuentra, en cambio, un orden horizontal que se constituye en secuen-
bre de gaviotas. (1985)”; “La postal viene de marineros, de pugilistas vie- cia narrativa, opinión que no comparto completamente. Jorge Solís
jos en ese bar estrecho que parece un submarino –de maderas y de latas– Arenazas señala, a su vez, lo que Viel no hace, lo que lo distingue de
hundiéndose en el sol de la ribera” (HB, p. 375); “La postal viene de un poetas anteriores: “En contraste al deseo de Mallarmé de abolir la reali-
Christus Pantokrator que cuando bajo las persianas, apago la luz y cierro dad, o el de Huidobro... en torno al poeta-dios, Héctor Viel Temperley se
los ojos, me pide que filme Su Silencio dentro de una botella varada en un queda en el fragmento, no reconstituye una posible salida total dentro
banco infinito. (1985)”; “Delante de la postal estoy como una pala que cava de lo que es su status periférico. No cae en lo que María Zambrano ha
en el sol, en el Rostro y en los ojos de Christus Pantokrator. (1985)” (p. llamado la atención: sacralizar la nada”. (“Los gestos de un ‘Afuera’. Notas
376). sobre la poesía de Héctor Viel Temperley” en http://mexicovolitivo.com/
37
El motivo de la espiral aparece ya en “El caracol primero” de Febre- 2002/Julio/los gestos.html, p. 7 de 9)
ro 72-Febrero 73 (1973) y el de la serpentina en Legión Extranjera (1978), 41
Algo que el mismo Viel Temperley había dramatizado en su poesía
donde se refiere concretamente a la de la heladera y a un momento pri- en los diálogos de los poemas de la Tercera parte de Legión extranjera
migenio (“Y esa vieja heladera como un cajón de muerto/ junto a la pri- (1978).
mera pared en el comedor de los sirvientes/ Sin sillas a su alrededor más
respetada que un ataúd/ con las barras de hielo sobre la serpentina/
sobre el silencio del mamut sobre los viajes/ de la única agua helada de
la casona!”, p. 285).
38
Recuerdo a propósito que en Libros proféticos de William Blake,
dentro de la serie de textos de fuerte carácter visionario, no sólo tienen
una importancia particular las ilustraciones sino que el motivo de la
serpiente se repite en diversas variantes (por ejemplo “the flaming line”).
En uno de los libros, “The Marriage”, la serpiente representa a Satán
como símbolo perverso, pero también, al transformarse en una espiral,
representa a Cristo, símbolo de la temporalidad y la resurrección. Véase
en W. Blake, Libri profetici, Milano, Guanda, 1980, el “Repertorio” de R.
Sanesi, p. XXV.
39
Véase para los paradigmas de la unidad y la variedad, de Yvonne
Bezrucka, Genio e immaginazione nel Settecento inglese, Verona,
Università di Verona, 2002.
40
La poca crítica existente ha tratado de encontrar un nexo explica-
tivo en ese momento de disolución: Alcántara Pohls lo halla, justamente,
en las gradaciones de intensidad del poema pero lo explica a través del
dolor –aunque Viel no hable nunca de dolor, más bien habla de amor en
un sentido extremo. Para el crítico, darle una forma al poema “hubiera
significado comprender el dolor” (loc. cit., p. 83). Tamara Kamenszain
acierta al hablar del poema como “una antología de su propia vida” (“Poeta
de brazadas frenéticas”, cit.) y de una poética del montaje; en efecto, nos
dice “Detrás de la cámara, corregir la realidad es desmentir lo que se ve
a primera vista”. (Viel Temperley o la natación de Dios, en Historias de
amor (Y otros ensayos de poesía), Buenos Aires, Paidós, 2000, p. 159).

172 173
Índice

Introducción ... 9
María Cecilia Graña

Isolda como emblema metapoético en Temblor de cielo


de Vicente Huidobro ... 25
Ignacio Álvarez

Altazor de Vicente Huidobro:


la realidad en el lenguaje ... 39
Andrea Ostrov

El poema extenso: arquitectura de palabras


y silencios en Piedra de sol y Blanco de Octavio Paz ... 59
Nicanor Vélez

“Si un mismo río riega todo lo viviente...”


Piedra de sol, poema de confluencias ... 85
Francesco Fava

Una lectura de Alturas de Macchu Picchu ... 115


Álvaro Salvador

La piedra obsesiva de Martín Adán ... 135


Antonio Melis

204 205
Hospital Británico de Héctor Viel Temperley:
la reunión de los bloques erráticos ... 149
María Cecilia Graña

“La materia era tan sólo un tenue velo de tu rostro”:


aproximación al Cántico Cósmico
de Ernesto Cardenal ... 175
Geneviève Fabry

206 207

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