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(Stephen William Hawking; Oxford, 1942 - Cambridge, 2018) Físico teórico británico. A pesar de sus discapacidades
físicas y de las progresivas limitaciones impuestas por la enfermedad degenerativa que padecía, Stephen Hawking es
probablemente el físico más conocido entre el gran público desde los tiempos de Albert Einstein. Luchador y triunfador,
a lo largo de toda su vida logró sortear la inmensidad de impedimentos que le planteaba el mal de Lou Gehrig, una
esclerosis lateral amiotrófica que le aquejó desde que tenía veinte años. Hawking fue, sin duda, un caso particular de
vitalidad y resistencia frente al infortunio del destino.
Hawking ha trabajado en las leyes básicas que gobiernan el universo. Junto con Roger Penrose mostró que la teoría
general de la relatividad de Einstein implica que el espacio y el tiempo han de tener un principio en el big bang y un final
dentro de agujeros negros.
OBRAS
Del big bang a los agujeros negros (1988).
Agujeros Negros y Pequeños Universos. 1993
La Naturaleza del Espacio y el Tiempo. 1996
El Universo en una Cáscara de Nuez. 2001
El Futuro del Espacio-Tiempo. 2002
La Teoría del Todo: El Orígen y Destino del Universo. 2004
Breve Historia del Tiempo. 2005
Dios creó los Números. 2005
La Clave Secreta del Universo. 2007
El Tesoro Cósmico. 2009
El Gran Diseño. 2010
El Big Bang. 2011
El Orígen del Universo. 2012.
Breve Historia de mi Vida- 2013
Breves Respuestas a las Grandes Preguntas. 2018.
BIOGRAFÍA
El 8 de enero de 1942, día en que se cumplieron trescientos años de la muerte de Galileo, nació Stephen Hawking en la
ciudad de Oxford. Como tantas otras de clase media, su familia soportaba con entereza los rigores de la Segunda Guerra
Mundial; hacia el final de la contienda, un cohete V2 alemán cayó a pocas decenas de metros de su casa en Highgate, al
norte de Londres. Tras cursar estudios secundarios, Hawking ingresó en el University College de Oxford, donde se
licenció en 1962 con los títulos de matemático y físico. Por esa época era un chico de vida normal, cuyas singularidades
eran únicamente su brillante inteligencia y un gran interés por las ciencias.
Pero en 1963, en el transcurso de una sesión de patinaje sobre hielo, el joven Stephen resbaló y tuvo dificultades para
incorporarse. De inmediato se le diagnosticó un trastorno degenerativo neuromuscular, la ELA o esclerosis lateral
amiotrófica. Los médicos supusieron que la enfermedad iba a acabar con su vida en pocos años; sin embargo, se
equivocaron. Naturalmente, la vida de Stephen no fue la misma a partir de entonces, pero sus limitaciones físicas no
interrumpieron en ningún momento su actividad intelectual; de hecho, más bien la incrementaron.
En octubre de 1962 había iniciado sus estudios de doctorado en el Trinity Hall de Cambridge. Solicitó trabajar con Fred
Hoyle, pero el célebre astrónomo tenía demasiados pretendientes y la petición fue denegada; muchos años después, el
propio Hawking vería el lado positivo: de haber sido aceptado, probablemente se hubiera visto obligado a defender la
teoría del estado estacionario de Hoyle, desacreditada tras el descubrimiento de la radiación de fondo de microondas en
1965.
Mientras cursaba su doctorado se casó con Jane Wayline (1965), con quien tendría tres hijos. Tras casi veinticinco años
de vida en común, en 1990 la pareja se separó y el científico se fue a vivir con Elaine Mason, una de las enfermeras que
lo cuidaba y con la que cinco años más tarde contrajo matrimonio; esta segunda relación se prolongaría hasta 2007.
Después de obtener el título de doctor en física teórica (1966), su pasión por el estudio del origen del universo fue en
aumento, y sus investigaciones se centraron en el campo de la relatividad general, particularmente en la física de los
agujeros negros, descrita por primera vez por Robert Oppenheimer en 1939.
Ciertamente, Hawking no sólo es comparable con Albert Einstein por su popularidad: al igual que el formulador de
la teoría de la relatividad, Stephen Hawking se planteó la ambiciosa meta de armonizar la relatividad general y la
mecánica cuántica, en busca de una unificación de la física que permitiese dar cuenta tanto del universo como de los
fenómenos subatómicos. En 1971 sugirió la formación, a continuación del big bang, de numerosos objetos denominados
«miniagujeros negros», que contendrían alrededor de mil millones de toneladas métricas de masa, pero ocuparían sólo
el espacio de un protón, circunstancia que originaría enormes campos gravitatorios, regidos por las leyes de la
relatividad.
Sus estudios sobre los miniagujeros negros lo llevarían a combinar por primera vez la teoría de la relatividad y la
mecánica cuántica para resolver el problema de estudiar estas estructuras de dimensiones muy reducidas y de densidad
extraordinariamente elevada, sobre las que no se creía que se pudiese obtener algún conocimiento. En 1974 propuso,
de acuerdo con las predicciones de la física cuántica, que los agujeros negros emiten radiación térmica hasta agotar su
energía y extinguirse. Hawking ha explorado asimismo algunas singularidades del binomio espacio-tiempo.
En 1974 Hawking fue designado miembro de la Royal Society y, tres años más tarde, profesor de física gravitacional en
Cambridge, donde se le otorgó la cátedra Lucasiana de matemáticas (1980), que había sido dictada por tan egregias
figuras como Isaac Newton y, más recientemente, Paul Dirac. Hawking continuaría ocupando dicha cátedra hasta su
jubilación en 2009. Pero a medida que los logros intelectuales y los reconocimientos se iban sucediendo en su vida
(recibió innumerables premios y doctorados honoris causa), también avanzaba el proceso degenerativo de su
enfermedad. Primero la inmovilidad de sus extremidades lo llevó a depender de una silla de ruedas; después la parálisis
se extendió a casi todo su cuerpo; en 1985 contrajo una neumonía que obligó a los médicos a practicarle una
traqueotomía, tras lo cual perdió completamente el habla. A partir de entonces sólo pudo comunicarse mediante un
sintetizador conectado a su silla, pero ni siquiera eso lo desmoralizó: escribió otros siete libros y siguió publicando
artículos e impartiendo conferencias.
Un gran divulgador
Resulta una gran paradoja, sin duda, que un hombre que se involucró plenamente en la tarea de clarificar los conceptos
científicos para el público medio (a diferencia de la mayoría de sus colegas, Hawking optó decididamente por la
divulgación) hubiera de enfrentarse duramente con la dificultad de poder comunicarlos. No obstante, gracias a su
empeño y tenacidad, no dejó de salvar los escollos que se derivaban de sus discapacidades físicas. En 1989, en ocasión
de su visita a España para recibir el premio Príncipe de Asturias, Stephen Hawking subrayó la importancia de que los
ciudadanos de a pie posean las nociones científicas suficientes para participar en los debates que abren los nuevos
avances científicos y tecnológicos, evitando que todo quede en manos de los expertos.
Ése es el mensaje que se descubre en algunos de sus libros más famosos, como Historia del tiempo: del big bang a los
agujeros negros (1988), que ha sido traducido a treinta y siete idiomas y del que en pocos años se vendieron más de
veinte millones de ejemplares. En su propósito de hacer llegar el libro a un público amplio, Stephen Hawking renuncia a
las fórmulas y a las exposiciones para especialistas, pero no abandona el tratamiento riguroso de la cuestión. Procede
primero a una amplia exposición de las ideas cosmológicas actuales (el big bang y la expansión del universo), así como
de los principales hallazgos de la física de las partículas, que explican a nivel subatómico cómo es la materia y las fuerzas
que la gobiernan. Hawking pone de manifiesto la sorprendente convergencia de estas dos vías de investigación, que han
dado nacimiento a una nueva disciplina: la astrofísica de las partículas.
En Historia del tiempo el autor aborda también, manteniendo siempre el tono de alta divulgación, temas como los
agujeros negros y, además del origen, el posible destino del universo. Tampoco elude la pregunta que se formula el
hombre común cuando se enfrenta a estas cuestiones: el papel de Dios en todos esos fenómenos, así como la creación
del universo, punto en el que Stephen Hawking abandona el tratamiento rigurosamente científico para aventurarse en
los inciertos caminos de la especulación metafísica.
Otro libros posteriores, como Agujeros negros y pequeños universos (1994), El universo en una cáscara de nuez (2002) o
El gran diseño (2010), manifiestan una intención divulgativa todavía mayor que sus libros precedentes. Respecto a su
bibliografía más especializada, sus esfuerzos para describir desde un punto de vista teórico las propiedades de los
agujeros negros, así como la relación que estas propiedades guardan con las leyes de la termodinámica clásica y de la
mecánica cuántica, han quedado recogidos en sus obras en inglés como The Large Scale Structure of Space-Time (1973,
en colaboración con G.F.R. Ellis), Superspace and Supergravity (1981) y The Very Early Universe (1983).
CUESTIONARIO:
¿Quién fue y que hizo Stephen Hawking?
¿Cuáles son las principales obras de Stephen Hawking?
LAS TRES ADVERTENCIAS QUE HIZO STEPHEN HAWKING ANTES DE MORIR
El científico no tuvo reparos en alertar a la población cuando sentía que algunos avances de la tecnología podían poner
en problemas a la humanidad
Como una de las voces más respetadas del universo científico, cada vez que Stephen Hawking hacía una advertencia
sobre el futuro de la Tierra, su voz resonaba en el mundo. En ocasiones, las repercusiones han sido más mediáticas que
en el plano de los hechos, pero sí logró despertar la conciencia de la gente en algunos aspectos.
CALENTAMIENTO GLOBAL
"Estamos cerca del punto en el que el calentamiento global se vuelva irreversible", advirtió el físico británico en julio
pasado.
En una entrevista para la BBC, fustigó la decisión de Donald Trump de retirar a los Estados Unidos del Acuerdo de París,
indicando que la decisión "podría empujar a la Tierra al abismo, para convertirse en algo como Venus, con temperaturas
de más de 250 grados y lluvias de ácido sulfúrico".
Estamos cerca del punto en el que el calentamiento global se vuelva irreversible
El investigador de 76 años definió el cambio climático como "la amenaza más grande" que enfrenta la humanidad, por lo
que urgió a tomar medidas inmediatas. "Al negar las evidencias y salir del Acuerdo de París, Trump causará
inevitablemente daños ambientales a nuestro bello planeta, poniendo en riesgo el mundo natural, para nosotros y
nuestros hijos", lamentó.
EL RIESGO DE LA INTELIGENCIA ARTIFICIAL
"Pueden ser lo mejor o lo peor que le suceda a la raza humana". Así se manifestó Hawking sobre el reciente desarrollo
de los sistemas de inteligencia artificial, uno de los temas que más causa polémica en la investigación tecnológica.
El científico apareció de manera sorpresiva a través de un video en la Web Summit, celebrada en noviembre pasado en
Lisboa.
Puede ser lo mejor o lo peor que le suceda a la raza humana
"Las computadoras pueden, en teoría, emular la inteligencia humana e incluso excederla", advirtió el cosmólogo,
subrayando que nuestra capacidad intelectual es limitada. "La creación exitosa de una IA efectiva podría ser el evento
más grande en la historia de nuestra civilización. O el peor. Simplemente no lo sabemos. Por lo tanto, no podemos saber
si seremos infinitamente asistidos por la IA o si seremos ignorados y marginados, o posiblemente destruidos por ella".
Hawking pidió una fuerte preparación para enfrentar los riesgos potenciales y evitarlos. La IA "podría ser el peor evento
en la historia de nuestra civilización. Trae peligros, como armas autónomas poderosas, o nuevas formas para que unos
pocos opriman a muchos. Podría traer graves distorsiones a nuestra economía", agregó.
Aun así, señaló que hay optimismo en poder usar los avances para mejorar el bienestar. "Creo que puede funcionar en
armonía con nosotros. Simplemente necesitamos ser conscientes de los peligros, identificarlos, tener la mejor actuación
posible y prepararnos para sus consecuencias con bastante antelación", apuntó.
LA VIDA EXTRATERRESTRE
El científico estaba en contra de intentar contactar a civilizaciones alienígenas y había explicado este punto con un
ejemplo muy claro. "Si los extraterrestres nos visitan, el resultado podría ser como cuando Colón llegó a América, lo cual
no resultó bien para los nativos americanos", señaló.
El resultado podría ser como cuando Colón llegó a América, lo cual no resultó bien para los nativos americanos
Pese a ser uno de los temas que más lo apasionaban, la existencia de vida inteligente fuera de la Tierra podría poner en
riesgo a la humanidad, según su perspectiva.
Si se llega a contactar con una civilización mucho más avanzada, podría ver a los habitantes de la Tierra como una raza
inferior, lista para ser conquistada. "De ser así, serán mucho más poderosos y no nos verán como algo más valioso que
una bacteria", advirtió.
Dos semanas antes de morir, Stephen Hawking dejó escrito su último legado: cómo predecir el fin del mundo
El artículo titulado "Una salida serena a la inflación cósmica" y escrito junto a un profesor belga establece la posibilidad
de medir la existencia de universos paralelos mediante una sonda en una nave especial y adelanta cómo podría acabar
el mundo. Para muchos científicos, el trabajo le hubiera podido valer el Premio Nobel en Física
Para algunos científicos el trabajo hubiera sido digno del Premio Nóbel
Para muchos la teoría sugiere también el surgimiento de infinitos universos paralelos que conforman un multiverso,
pero esto nunca había podido probarse y podría ahora estar al alcance.
El trabajo de Hawking y Hertog apunta precisamente a eso en el futuro cercano, y si se hubiera logrado hacer antes de la
muerte del primero probablemente le hubiera valido el premio Nóbel de física.
"Él estuvo muchas veces nominado y debería haberlo ganado. Ahora nunca podrá hacerlo", dijo Hertog al periódico
británico The Sunday Times.
El artículo se basa en la teoría del multiverso basada en el modelo del Big Bang (Getty)
Este físico belga de la Universidad de Leuven explicó que la intención que compartía con Hawking era convertir a la
teoría del multiverso en un "marco científico comprobable".
De lograrse, este trabajo podría convertirse en un punto de quiebre para la cosmología.
"La idea intrigante en el artículo de Hawking es que el multiverso habría dejado marcas en la radiación natural presente
en el ambiente, y que podríamos medirlo con un detector montado en una nave espacial", explicó Carlos Frenk, profesor
de cosmología y miembro de la Royal Society.
El complejo artículo también predice que el fin del mundo llegará en la oscuridad, cuando las estrellas consuman su
energía dentro de billones de años.
Aunque en el pasado Hawking también habló sobre otras formas en las que la humanidad podría acabarse muchos antes
de ese momento por causa de una guerra nuclear, una plaga o desastres naturales.
"La mayor esperanza que tiene la raza humana de sobrevivir es mediante colonias independientes en el espacio",
había dicho Hawking en una entrevista realizada el año pasado para la BBC. "No hay indicios de que el conflicto se
reduzca, y el desarrollo de tecnología militar y armas de destrucción masiva podría hacer que esto sea desastrozo",
agregó.
A la gente le gustaba escuchar a Stephen Hawking. Durante décadas, intelectuales, empresarios, políticos y ciudadanos
le hicieron preguntas sobre los temas más variopintos que podamos imaginar. Y Hawking las contestaba como podía,
con esa mezcla tan característica de provocación, simpatía y sentido del humor.
Junto antes de que la muerte le sorprendiera el 14 de marzo de 2018 en su casa de Cambridge, el físico inglés trabajaba
en un pequeño libro que recogía (y actualizaba) muchas de esas respuestas. La existencia de Dios, los agujeros negros, la
búsqueda de vida inteligente en las estrellas o nuestra capacidad de transformar el futuro son algunos de los temas de
los que habla el libro que se acaba de publicar.
'Breves respuestas a las grandes preguntas' es, pues, el último libro de Stephen Hawking. Y bajo la apariencia de una
reivindicación de las grandes preguntas de la humanidad, se trata, sobre todo, es un autorretrato (seguramente
involuntario) de una de las mentes más prodigiosas del siglo XX.
Pensaba Mario Perniola que para entender la especificidad de un fenómeno no había que estudiar los lugares donde
ese fenómeno parece más fuerte, sino donde no lo es. También si esos fenómenos son las personas. Porque, como
señala la ciencia de la conducta, a los seres humanos no hay que buscarlos en sus zonas de confort, sino precisamente
en esas situaciones donde no se saben mover con soltura.
En ese sentido, este no es el mejor libro de Hawking, pero me atrevería a decir que es el mejor libro (uno de los mejores,
sin duda) para comprender a Hawking. Nadie duda que el Hawking más brillante se encuentre en la fórmula de la
entropía de los agujeros negros o en sus trabajos sobre la radiación a la que da nombre; pero el Stephen más auténtico
está en estos ensayos breves sobre temas solo ligeramente relacionados (si es que lo están) con la física teórica.
Quizá por eso, Hawking arranca el libro llevándonos de la mano por los lugares donde jugaba de pequeño, por los
pasillos y los canales de Oxford, por las señales que adelantaban la caprichosa progresión de la enfermedad. Se trata de
una brevísima autobiografía que nos lleva desde su nacimiento (300 años exactos tras la muerte de Galileo) hasta la
publicación de "Historia del tiempo", el ensayo que lo convirtió en el "científico más conocido del Mundo".
Ahí, está el sentido último de 'Breves respuestas a grandes preguntas'. Y es que, en el fondo, este es un libro sobre la
responsabilidad de un genio al que la sociedad mira una y otra vez no sólo para obtener respuestas, sino para calmar sus
miedos y, sobre todo, para encontrar alguna certeza con la que encaminarse al futuro.
DIOS, LA VIDA, EL FUTURO Y EL UNIVERSO
Entre los diez pequeños ensayos que componen el libro, hay piezas que son una delicia de sencillez, elegancia y sentido
del humor. El mejor Hawking aparece en los capítulos dedicados al origen del universo, al interior de los agujeros negros
o a los viajes en el tiempo. Son textos que a los que hemos seguido su trayectoria nos resultan familiares y que, en sí
mismos, sirven de introducción a lo más básico de la cosmología actual.
Sin embargo, hay otros capítulos que muestran que hay 'grandes preguntas' que le quedan grandes incluso a genios
como él. Basta con leer la primera respuesta, la dedicada a Dios, para darse cuenta que Hawking no llega a plantear bien
los problemas que trata de resolver. Y no me refiero a sus conclusiones, sino a la forma con la que presenta los
problemas, expone los argumentos o esboza las posiciones contrarias.
El esquema de todo su argumento sobre Dios ya había sido discutido y superado en el siglo XIII, sus ideas sobre las
implicaciones sociales de la modificación genética no contemplan las últimas dos décadas de trabajos sobre el tema y su
visión de la colonización del espacio, aunque sugestiva, obvia casi todas las cuestiones sociales, económicas y
culturales del problema.
No son preguntas sencillas las que aborda Hawking en el libro. Son preguntas que involucran cuestiones filosóficas,
sociológicas, económicas o biológicas tremendamente complejas y, sin embargo, las respuestas de nuestro autor
vuelven, una y otra vez, al terreno donde está cómodo. Desde su perspectiva física, Hawking enfoca solo parte de los
problemas y acaba proponiendo soluciones que parecen brillantemente sencillas, pero en realidad son poco más que
simples.
“Hermanos terrícolas búsquense otro hogar, que nuestra casa se incendia el año 2 250”…