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A lo largo de la Historia, han existido hombres de gran intelecto, grandes pensadores,

maestros y de gran interés investigador, que han aportado sus conocimientos y han con
ello han causado gran estímulo a toda la raza humana e innumerables beneficios que
permiten el desarrollo de la misma. Sin embargo, todo este conocimiento no fue
concebido a través del discernimiento propio o de la propia inteligencia, sino que cada
pensamiento, cada conclusión, cada investigación con resultados obtenidos vino a estos
hombres por medio de Aquel que es el dueño del conocimiento mismo, El Creador,
Conocedor y Dueño de todo lo que existe. Así como la luna refleja los rayos del sol, así
mismo cada destello del intelecto es un destello de la Luz del Sol de Justicia.

Cuando Dios creó a Adán y Eva, los creó a su imagen, sus facultades físicas, mentales y
espirituales, eran mayores a las nuestras, ya que tenían el privilegio de compartir cara a
cara con el Hacedor. El objetivo de Dios para ellos, era que cuanto más vivieran más
reflejaran el carácter de su Padre, y al mismo tiempo glorificarlo. El universo y sus
misterios permitían que Adán y Eva estudiaran mucho más y así crecer en sabiduría. El
Edén era su aula de estudio; la naturaleza era el libro de texto que mostraba las
hermosas lecciones vivas, instrucción y deleite en su belleza; Dios era Su Maestro,
dispuesto a enseñarles todo acerca de su creación y al mismo tiempo lecciones que
edificaran su carácter. Pero todas sus facultades se vieron mancilladas, degradadas y
desfiguradas al momento en que el pecado entró en las vidas de nuestros primeros
padres. La desobediencia causo en ellos que la semejanza divina desapareciera de su
faz. Satanás hizo su maniobra para engañarlos, diciéndoles que el conocimiento del bien
y el mal mezclados sería una bendición, y que podrían ver más allá de lo que habían
conocido e incluso que podrían llegar a ser igual a Dios. La debilidad se apoderó de ellos,
abriendo paso a la desgracia, y dejándolos sujetos a la muerte, pues todos los privilegios
que tenían les fueron quitados a causa de la desobediencia. Todo lo hermoso que
habían visto, ahora era solo una parte, toda la naturaleza se vio afectada a causa del
pecado, nuestros ojos se enceguecieron y ya no pudimos disfrutar más de compartir con
nuestro Padre cara a cara.

Dios ideó un plan para que su creación fuese redimida, porque de tal manera nos ama
que envió a su único hijo a morir por nosotros para que todo aquel que en el crea no se
pierda sino que tenga vida eterna. Jesús el hijo de Dios, vino a la tierra para salvar a su
pueblo, su herramienta fue establecer un aula de clases móvil, ya que a dondequiera
que iba enseñaba maravillosas lecciones para que nuestro corazón fuese moldeado a su
imagen nuevamente, para que dejáramos el pecado a un lado y decidiéramos seguirle. Y
a la vez Cristo abre el cielo al hombre, para que podamos volver en amistad con nuestro
Padre y permanezcamos firmes en comunión con Él. Toda la iluminación del
conocimiento y la gloria de Dios se ven reflejada en la faz de Jesucristo. Sus métodos
educativos se pueden observar en su relación con los doce discípulos, la manera en
Cristo les daba educación tenía el propósito de aumentar su fe e impartirles el
conocimiento de lo alto, para que así ellos también fuesen utilizados como herramientas
útiles en la obra de predicar el evangelio en la tierra. Cristo se valía de las aves del cielo,
los lirios del campo, el sembrador y la semilla, el pastor y las ovejas, para ilustrar
verdades inmortales. También obtenía ilustraciones de los acontecimientos de
la vida, de cosas familiares a sus oyentes.

La Educación en Israel inició por medio de la inspiración divina. Hombres santos y


capaces de reflejar el carácter del Padre, fueron escogidos para llevar los conocimientos
necesarios para alcanzar la salvación, como los mandamientos y principios morales,
espirituales y físicos que aumentarían nuestra comunión con Dios. Dios mismo
escudriñó en los corazones de estos hombres y los hizo capaces de ser pregones de sus
estatutos divinos todo con la finalidad de que la humanidad confiase en su poder y
creyera en Un Dios Verdadero capaz de hacer lo Imposible y que entregasen su vida a Él
por amor. Dios cumple sus propósitos cuando hace el llamado a sus hijos, ya que al
mismo tiempo los capacita, aun al más torpe para hablar, Él provee la sabiduría y las
palabras correctas para llevar su mensaje. Uno de estos hombres fue Moisés, dejó a un
lado su vida en Egipto y todos sus honores para servir a Dios. Entonces Dios se encargó
de su educación en un sentido más elevado. Fue escogido para liberar al pueblo de Israel
de las manos de los egipcios. Por medio de él Dios proveyó a su pueblo sus
mandamientos y estatutos a fin de que todos ellos comenzaran a llevar una vida
agradable a los ojos de Dios. Dios toma a los hombres como son, con todas sus
debilidades y faltas y los prepara para su servicio si están dispuestos a ser disciplinados
e instruidos por él.
En todas las cosas creadas, podemos ver el sello del amor de Dios, aun así los arboles
pierdan sus hojas, las flores se marchiten y pierdan su color, todo es renovado por él y
nuevamente vuelve a reflejar la hermosura de su amor ya que él es dueño de todo lo
que existe. Los cielos declaran la gloria de Dios, y la tierra está llena de sus riquezas.
Nosotros como seres humanos pecadores, somos seres finitos, de mente y corazón
finito, incapaz de ver más allá de lo que se ve a simple vista, permitimos que las
dificultades, los problemas o las tristezas nos amilanen, borrando el color y la alegría de
nuestras vidas. Cuando permitimos que Dios infunda su educación sobre nosotros, es allí
cuando nuestros ojos son abiertos, y entonces entendemos que todo lo que sucede a los
que le aman nos ayuda para bien, el transforma nuestros corazones y da un nuevo
sentido de vivir. Después de la tormenta, vuelve a salir el sol.

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