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La Sangre

La sangre es un tejido fluido que circula por capilares, venas y arterias de todos
los vertebrados. Su color rojo característico es debido a la presencia del pigmento
hemoglobínico contenido en los eritrocitos. Es un tipo de tejido conjuntivo especializado,
con una matriz coloidal líquida y una constitución compleja. Tiene una fase sólida
(elementos formes, que incluye a los glóbulos blancos, los glóbulos rojos y las plaquetas)
y una fase líquida, representada por el plasma sanguíneo.

Características

La sangre es un fluido con movimiento perpetuo y pulsátil, que circula


unidireccionalmente contenida en el espacio vascular (las propiedades del flujo
son adaptadas a la arquitectura de los vasos sanguíneos).
El impulso hemodinámico es proporcionado por el corazón en colaboración con
los grandes vasos elásticos.
La sangre suele tener un pH entre 7,36 y 7,44 (valores presentes en sangre
arterial). Sus variaciones más allá de esos valores son condiciones que deben
corregirse pronto (alcalosis, cuando el pH es demasiado básico, y acidosis, cuando
el pH es demasiado ácido).
Una persona adulta tiene alrededor de 4-5 litros de sangre (7% de peso corporal),
a razón de unos 65 a 71 mL de sangre por kg de peso corporal.

Funciones de la Sangre

Transporte: Capta las sustancias alimenticias y el oxígeno en los sistemas


digestivo y respiratorio, y los libera en las células de todo el cuerpo. Transporta el
CO2 desde las células hasta los pulmones para ser eliminado. Recoge los desechos
de las células y los deja en los órganos excretorios. Capta hormonas y las lleva a
sus órganos blancos. Transporta enzimas, amortiguadores y otras sustancias
bioquímicas.

Regulación: del pH mediante las sustancias amortiguadoras. Además regula la


temperatura corporal, ya que puede absorber grandes cantidades de calor sin que
aumente mucho su temperatura, y luego transferir eses calor absorbido desde el
interior del cuerpo hacia su superficie, en donde se disipa fácilmente. Mediante la
presión osmótica, regula el contenido de agua de las células, por interacción de
los iones y proteínas disueltos.

Protección: mediante la coagulación se evita la pérdida excesiva de sangre.


Mediante los Glóbulos Blancos la fagocitosis y la producción de anticuerpos
protege contra las enfermedades.

Composición
La sangre presenta dos componentes principales, lo cuales son el plasma
sanguíneo y los elementos Corpusculares.(Glóbulos Rojos, Glóbulos Blancos y
Plaquetas).

El plasma sanguíneo es la porción líquida de la sangre en la que están inmersos


los elementos formes. Es salado y de color amarillento traslúcido y es más denso
que el agua. El volumen plasmático total se considera como de 40-50 mL/kg peso.

El plasma sanguíneo es esencialmente una solución acuosa de composición compleja


conteniendo 91.5% agua, y las proteínas el 8% y algunos rastros de otros materiales
(hormonas, electrolitos, etc.). Estas proteínas son: fibrógeno, globulinas, albúminas y
lipoproteínas. Otras proteínas plasmáticas importantes actúan como transportadores hasta
los tejidos de nutrientes esenciales como el cobre, el hierro, otros metales y diversas
hormonas. Los componentes del plasma se forman en el hígado (albúmina y fibrógeno),
las glándulas endocrinas (hormonas), y otros en el intestino.

Los componentes del plasma se forman en el hígado (albúmina y fibrógeno) y en las


glándulas endocrinas (hormonas).El plasma es una mezcla de proteínas, aminoácidos,
glúcidos, lípidos, sales, hormonas, enzimas, anticuerpos, urea, gases en disolución y
sustancias inorgánicas como sodio, potasio, cloruro de calcio, carbonato y bicarbonato.

Hematopoyesis

La hematopoyesis es la producción de células sanguíneas (hema, “sangre”; poiesis,


“formación”). En el ser humano se lleva a cabo en la médula ósea durante toda la vida;
este tejido es uno de los más activos en cuanto a proliferación, puesto que diariamente se
producen alrededor de 2 3 1011 eritrocitos, 2 3 1011 plaquetas y 7 3 1010 granulocitos,
indispensables para mantener los valores normales de las células circulando en la sangre.

No sólo la médula ósea es un órgano hematopoyético, pues durante la vida


embrionaria y fetal otros órganos tienen esta función. La hematopoyesis inicia en el saco
vitelino, alrededor de la segunda semana de gestación (fase mesoblástica). Continúa
alrededor de la quinta semana en el hígado y posteriormente en el bazo, son estos dos los
que toman esta función y son los responsables de la hematopoyesis en el segundo
trimestre del embarazo (fases hepática y esplénica). La médula ósea inicia la producción
sanguínea a partir del cuarto mes y continúa con esta función durante toda la vida de la
persona (fase mieloide). Sólo en condiciones patológicas el hígado y el bazo pueden
recuperar su función hematopoyética después del nacimiento.

Las células que dan origen a las células sanguíneas se dividen en varios
compartimientos:

Células troncales hematopoyéticas (CTH). Llamadas también células madre, las


cuales son capaces de autorrenovarse y son multipotenciales (tienen la capacidad de
diferenciarse en cualquier linaje sanguíneo). Sus marcadores de superficie son CD34,
CD133, CD90 y carecen de marcadores específicos de linaje.

Células progenitoras hematopoyéticas (CPH). Las cuales no pueden autorrenovarse


pero conservan la capacidad de proliferar. Pueden diferenciarse en varios linajes
(multipotenciales), en dos linajes (bipotenciales) o a un solo linaje (monopotenciales).
Conservan el marcador CD 34, pero ya adquieren marcadores específicos del linaje al que
darán origen. Tanto las CTH como CPH tienen una morfología parecida a los linfocitos
y no es posible distinguirlas en el frotis de médula ósea.

Células precursoras. Son aquellas que al madurar dan origen a las células que circulan
en la sangre, forman más de 90% de las células de la médula ósea y son reconocibles por
su morfología, de las cuales se hablará durante este capítulo.

La CTH da origen a un progenitor multipotente (PMP), que se diferencia en


progenitor linfoide común (PLC) o en un progenitor mieloide común (PMC). Este último
da origen a un progenitor eritroide/megacariocítico (PEM) o a un progenitor
granulocito/monocítico (PGM) (llamado también unidad formadora de colonias de
granulocitos y macrófagos [CFU-GM]). Como se observa en la figura 10-1, existen
algunas células intermedias que finalmente dan origen a las células precursoras y células
maduras de la sangre.

Glóbulos rojos

Los glóbulos rojos o eritrocitos o hematíes son el tipo de célula más numerosa de la
sangre ya que constituyen el 99% de los elementos formes de la sangre. En realidad no
son verdaderas células porque no tienen núcleo ni otras organelas y su tiempo de vida es
limitado (unos 120 días). Tienen forma de discos bicóncavos, con un diámetro medio de
8 micras, son muy finos y flexibles y pueden deformarse para circular a través de los
capilares más estrechos. En el hombre normal su número es de unos 5,200.000/m3
(5x1012/litro ó 5 billones de hematíes por litro de sangre) y en la mujer 4,700.000/mm3
(4,7x1012/litro) de sangre. Su principal función es la de transportar la hemoglobina y, en
consecuencia, llevar oxígeno (O2) desde los pulmones a los tejidos y dióxido de carbono
(CO2) desde los tejidos a los pulmones. La hemoglobina (Hb) es la responsable del color
rojo de la sangre y es la principal proteina de los eritrocitos (hay unos 15 g/dl de sangre).
Cada molécula de Hb está formada por 4 subunidades y cada subunidad consiste en un
grupo hemo (que contiene 1 átomo de hierro) unido a una globina. La fracción con hierro
de la Hb se une de forma reversible al O2 para formar oxihemoglobina.

El hematocrito representa la proporción del volúmen sanguíneo total que ocupan los
hematíes. En condiciones normales es del 38% (5) en la mujer y del 42% (7) en el
hombre.

El volúmen corpuscular medio (VCM) es el volúmen medio de cada eritrocito. Es el


resultado de dividir el hematocrito por el número de hematíes. Su valor normal esta entre
82-92 fl (fentolitros). Si es mayor se dice que hay una macrocitosis y si es menor, una
microcitosis.

La hemoglobina corpuscular media (HCM) es el contenido medio de Hb en cada


eritrocito. Es el resultado de dividir la cantidad de hemoglobina total por el número de
hematíes. Su valor normal es de unos 28 pg (picogramos).
La concentración corpuscular media de hemoglobina (CCMH) proporciona un índice
del contenido medio de Hb en la masa de eritrocitos circulantes. Es el resultado de dividir
la cantidad de hemoglobina total por el hematocrito. Su valor es de unos 33 g/dl.

La velocidad de sedimentación globular (VSG) es la velocidad con que los hematíes


sedimentan en un tubo de sangre descoagulada. En condiciones normales es de 2-10 mm
en la primera hora. Aumenta en casos de infecciones o inflamaciones. En el embarazo
puede estar alta de forma fisiológica.

La eritropoyesis

es el proceso de formación y maduración de los eritrocitos y dura, aproximadamente,


una semana. A partir de las las unidades de células progenitoras formadoras de colonias
eritrocíticas (UFC-E) se forma la primera célula precursora de la serie roja: el
proeritroblasto. Los proeritroblastos se dividen y forman distintos tipos de eritroblastos
que van madurando y sintetizando hemoglobina (Hb). Una vez se ha llenado el citoplasma
de estas células con hemoglobina, el núcleo se condensa y es expulsado de la célula,
dando lugar al reticulocito (forma joven de hematie), que pasa al interior de los capilares
sanguíneos para circular por la sangre. En el plazo de 1 a 2 días, cada reticulocito se
transforma en un hematíe. A causa de su vida breve, la concentración de los reticulocitos,
en condiciones normales, es un poco menor del 1% de todos los hematíes circulantes.
Durante la transición de reticulocito a hematíe se pierden las mitocondrias y los ribosomas
con lo que desaparece la capacidad de realizar el metabolismo oxidativo y de sintetizar
Hb, de modo que los hematíes maduros cubren sus necesidades metabólicas a partir de la
glucosa y la vía glucolítica, produciendo grandes cantidades de 2,3 difosfoglicerato. Hay
dos factores reguladores de la producción de hematíes, que son la eritropoyetina y la
oxigenación tisular para mantener regulada, dentro de límites muy estrechos, la masa total
de eritrocitos en el sistema circulatorio. Siempre hay un número adecuado de eritrocitos
disponibles para proporcionar el suficiente oxígeno (O2) a los tejidos, sin que sea
excesivo para dificultar la circulación de la sangre. La eritropoyetina es el principal factor
estimulador de la producción de hematíes. Es una hormona circulante que se produce en
los riñones en su mayor parte (80-90%) y, el resto, en el hígado, lo que explica que,
cuando enferman los 2 riñones se produzca una anemia muy importante ya que la
eritropoyetina formada en el hígado solo es suficiente para producir la 1/3 parte de los
hematíes necesarios. El efecto de esta hormona consiste en estimular la diferenciación de
las células de las UFC-E a proeritroblastos y el resto de células hasta llegar al eritrocito y
acelerar la maduración de las mismas. Cuando la médula ósea produce glóbulos rojos con
gran rapidez, muchas de las células pasan a la sangre en su fase inmadura así que el
porcentaje de reticulocitos puede ser un 30-50% de los hematíes circulantes.

ERITROCITOS. DESTRUCCIÓN O HEMOCATERESIS Una vez que pasan a la


circulación, los eritrocitos tienen una vida media de unos 120 días antes de ser destruídos.
Las células envejecen, su membrana se vuelve frágil y algunos se rompen al pasar por los
lugares estrechos y tortuosos de la circulación como sucede en el bazo, con lo que la
hemoglobina (Hb) liberada de los eritrocitos lisados pasa a la circulación en donde se une
a una proteína transportadora que se llama haptoglobina. La Hb unida a la haptoglobina
y muchos eritrocitos viejos son fagocitados por los macrófagos en el bazo, el hígado o los
ganglios linfáticos. En los macrófagos, la Hb se separa en la parte proteica (globina) y el
grupo hem. La globina es catabolizada a aminoácidos y el grupo hem es escindido en
hierro libre (Fe+++) y un pigmento llamado biliverdina. La biliverdina posteriormente es
transformada en bilirrubina, que pasa a la sangre y es transportada por la albúmina
(bilirrubina no conjugada) hacia el hígado en donde es conjugada por los hepatocitos y
después transportada por la bilis al intestino delgado (bilirrubina conjugada). En las
siguientes horas o días los macrófagos liberan el hierro del grupo hem a la sangre para
que pueda ser utilizado de nuevo. El hierro se combina con la apotransferrina y sigue el
ciclo ya explicado en el apartado del metabolismo del hierro.

Hemoglobina

La hemoglobina contenida exclusivamente en los glóbulos rojos, es un pigmento, una


proteína conjugada que contiene el grupo “hemo”. También transporta el dióxido de
carbono, la mayor parte del cual se encuentra disuelto en el plasma sanguíneo.

Los niveles normales de hemoglobina están entre los 12 y 18 g/dl de sangre, y esta
cantidad es proporcional a la cantidad y calidad de hematíes (masa eritrocitaria).
Constituye el 90% de los eritrocitos y, como pigmento, otorga su color característico,
rojo, aunque esto sólo ocurre cuando el glóbulo rojo está cargado de oxígeno.

Plaquetas
Las plaquetas (trombocitos) son fragmentos celulares pequeños (2-3 μm de diámetro),
ovales y sin núcleo. Se producen en la médula ósea a partir de la fragmentación del
citoplasma de los megacariocitos quedando libres en la circulación sanguínea. Su función
es coagular la sangre, las plaquetas son las células más pequeñas de la sangre, cuando se
rompe un vaso circulatorio ellas vienen y rodean la herida para disminuir el tamaño para
evitar el sangrado.

La hemostasia es un sistema que mediante un proceso complejo cumple dos funciones


principales: 1) mantener la sangre en un estado líquido, fl uido que permita la circulación
en los vasos sanguíneos; 2) suprimir la salida de sangre desde el espacio intravascular a
través de un vaso lesionado (con pérdida de la continuidad); esta última función es
mediante la formación de una red de fi brina que además proporcionará los elementos
para reparar la pared del vaso y cuando la red de fi brina ya no es necesaria este mismo
sistema la eliminará mediante la fi brinólisis. Por lo tanto, este proceso debe ser rápido,
localizado y cuidadosamente regulado. Las consecuencias de una «falla» en este sistema
son evidentes trombosis(1,2) o hemorragia(3,4)

Hemostasia

La hemostasia es un sistema que mediante un proceso complejo cumple dos funciones


principales: 1) mantener la sangre en un estado líquido, fluido que permita la circulación
en los vasos sanguíneos; 2) suprimir la salida de sangre desde el espacio intravascular a
través de un vaso lesionado (con pérdida de la continuidad); esta última función es
mediante la formación de una red de fibrina que además proporcionará los elementos para
reparar la pared del vaso y cuando la red de fibrina ya no es necesaria este mismo sistema
la eliminará mediante la fibrinólisis. Por lo tanto, este proceso debe ser rápido, localizado
y cuidadosamente regulado. Las consecuencias de una «falla» en este sistema son
evidentes trombosis o hemorragi. Para su estudio la dividimos en hemostasia primaria,
hemostasia secundaria o fase plasmática de la coagulación y fibrinólisis.

: Hemostasia primaria: se inicia a los pocos segundos de producirse la lesión al


interaccionar las plaquetas y la pared vascular para detener la salida de sangre en los
capilares, arteriolas pequeñas y vénulas. Se produce una vasoconstricción derivando la
sangre fuera del área lesionada. Las plaquetas, que normalmente circulan en forma
inactiva, se adhieren a la pared del vaso dañado, segregando el contenido de sus gránulos
e interaccionando con otras plaquetas, formando la base del tapón plaquetario inicial. Por
otro lado, las plaquetas participan en la activación del sistema de la coagulación
proporcionando la superfi cie sobre la cual se van a ensamblar los complejos enzimáticos
que intervienen en esta fase. La formación del tapón plaquetario se produce por una serie
de mecanismos: • Adhesión de la plaqueta al subendotelio vascular dañado (interviene el
factor von Willebrand).

Hemostasia secundaria: es en esta fase donde se produce la interacción entre sí


de las proteínas plasmáticas o factores que se activan en una serie compleja de reacciones
(antes llamada en cascada) que culminarán con la formación del coágulo de fi brina. Ésta
formará una malla defi nitiva que reforzará al tapón plaquetario inicial, formándose un
coágulo defi nitivo. Intervienen en el proceso varias proteínas procoagulantes (factores
de coagulación) y proteínas anticoagulantes (las más importantes son antitrombina,
proteína C y proteína S) que regulan y controlan el proceso de coagulación evitando una
coagulación generalizada(5). Los factores plasmáticos de la coagulación se denominan
utilizando números romanos, asignados en el orden en el que fueron descubiertos (no
existe factor VI). A algunos factores no se les ha asignado un número, como son la
precalicreína, calicreína, y el quininógeno de alto peso molecular (CAPM). Los
fosfolípidos plaquetarios no están incluidos en esta clasifi cación. Todas las proteínas y
componentes celulares involucrados en el proceso de coagulación circulan en plasma de
forma inactiva en condiciones fi siológicas. Durante el proceso de la coagulación serán
activados y entonces se representan con el sufi jo «a» después del número romano

Glóbulos blancos

Los glóbulos blancos o leucocitos forman parte de los efectores celulares del sistema
inmunitario, y son células con capacidad migratoria que utilizan la sangre como vehículo
para tener acceso a diferentes partes de la anatomía. Los leucocitos son los encargados de
destruir los agentes infecciosos y las células infectadas, y también segregan sustancias
protectoras como los anticuerpos, que combaten a las infecciones.
El conteo normal de leucocitos está dentro de un rango de 4.500 y 11.500 células por
mm³ (o microlitro) de sangre, variable según las condiciones fisiológicas (embarazo,
estrés, deporte, edad, etc.) y patológicas (infección, cáncer, inmunosupresión, aplasia,
etc.). El recuento porcentual de los diferentes tipos de leucocitos se conoce como
"fórmula leucocitaria" (ver Hemograma, más adelante).

Según las características microscópicas de su citoplasma (tintoriales) y su núcleo


(morfología), se dividen en:

Los granulocitos o células polimorfonucleares: son los neutrófilos, basófilos y


eosinófilos; poseen un núcleo polimorfo y numerosos gránulos en su citoplasma, con
tinción diferencial según los tipos celulares, y

Los agranulocitos o células monomorfonucleares: son los linfocitos y los monocitos;


carecen de gránulos en el citoplasma y tienen un núcleo redondeado.

Granulocito

Neutrófilos, presentes en sangre entre 2.500 y 7.500 células por mm³. Son los más
numerosos, ocupando entre un 55% y un 70% de los leucocitos. Se tiñen pálidamente, de
ahí su nombre. Se encargan de fagocitar sustancias extrañas (bacterias, agentes externos,
etc.) que entran en el organismo. En situaciones de infección o inflamación su número
aumenta en la sangre. Su núcleo característico posee de 3 a 5 lóbulos separados por finas
hebras de cromatina, por lo cual antes se los denominaba "polimorfonucleares" o
simplemente "polinucleares", denominación errónea.

Basófilos: se cuentan de 0,1 a 1,5 células por mm³ en sangre, comprendiendo un 0,2-
1,2% de los glóbulos blancos. Presentan una tinción basófila, lo que los define. Segregan
sustancias como la heparina, de propiedades anticoagulantes, y la histamina que
contribuyen con el proceso de la inflamación. Poseen un núcleo a menudo cubierto por
los gránulos de secreción.

Eosinófilos: presentes en la sangre de 50 a 500 células por mm³ (1-4% de los


leucocitos) Aumentan en enfermedades producidas por parásitos, en las alergias y en el
asma. Su núcleo, característico, posee dos lóbulos unidos por una fina hebra de cromatina,
y por ello también se las llama "células en forma de antifaz".
Agranulocitos

Monocitos: Conteo normal entre 150 y 900 células por mm³ (2% a 8% del total de
glóbulos blancos). Esta cifra se eleva casi siempre por infecciones originadas por virus o
parásitos. También en algunos tumores o leucemias. Son células con núcleo definido y
con forma de riñón. En los tejidos se diferencian hacia macrófagos o histiocitos.

Linfocitos: valor normal entre 1.300 y 4000 por mm³ (24% a 32% del total de glóbulos
blancos). Su número aumenta sobre todo en infecciones virales, aunque también en
enfermedades neoplásicas (cáncer) y pueden disminuir en inmunodeficiencias

GRUPOS SANGUÍNEOS GRUPOS SANGUÍNEOS. CONCEPTO En los hematíes del


hombre, en la superficie de la membrana celular, se han encontrado, al menos, 30
antígenos que pueden causar reacciones antígeno-anticuerpo, aunque se sabe que existen
más de 300 antígenos con menor potencia. Entre los 30 antígenos más comunes, algunos
tienen una gran potencia antigénica y suelen causar reacciones por transfusión si no se
toman las precauciones adecuadas. Según los antígenos existentes en las membranas de
sus eritrocitos, las sangres se dividen en diversos grupos y tipos. Hay, sobre todo, 2 grupos
de antígenos en la membrana de los glóbulos rojos que tienen mayor tendencia a causar
reacciones por transfusión: Sistema ABO Sistema Rh

GRUPOS SANGUÍNEOS ABO En los eritrocitos de diferentes personas hay 2 tipos de


antígenos relacionados entre sí, el antígeno A y el antígeno B. Los antígenos A y B se
llaman aglutinógenos porque cuando hay incompatibilidad de la sangre transfundida con
la sangre de la persona receptora de la transfusión, al reaccionar los antígenos o
aglutinógenos de los eritrocitos transfundidos con los anticuerpos o aglutininas, que se
encuentran en el plasma de la persona que recibe la transfusión de sangre, se produce la
aglutinación (agrupación) y la destrucción de los hematíes transfundidos.

Las sangres se clasifican en 4 grupos principales dependiendo de la presencia o ausencia


de estos 2 antígenos o aglutinógenos en la superficie de los hematíes.  Sangre de tipo O:
Cuando los eritrocitos no tienen ni el antígeno A ni el B.

 Sangre de tipo A: Cuando los eritrocitos solo tienen el antígeno A.

 Sangre de tipo B: Cuando los eritrocitos solo tienen el antígeno B.


 Sangre de tipo AB: Cuando los eritrocitos tienen los 2 antígenos, A y B. Todas las
personas heredan dos genes, uno del padre y otro de la madre, que son los responsables
de la existencia de estos dos aglutinógenos.

Los tipos A y B se heredan como rasgos dominantes. El grupo sanguíneo queda


determinado del siguiente modo: la combinación de genes OO da lugar a la sangre de tipo
O; las combinaciones de genes AA y AO, dan lugar a la sangre de tipo A; las
combinaciones de genes BB y BO dan lugar a la sangre de tipo B y la combinación de
genes AB, da lugar a la sangre de tipo AB. Pero, además, en los distintos tipos de sangre,
se desarrollan unos anticuerpos o aglutininas, capaces de unirse a los aglutinógenos de la
membrana de los hematies y producir la aglutinación de los mismos. Estos anticuerpos o
aglutininas en la sangre de la persona receptora de la transfusión, constituyen el peligro
de una transfusión no compatible.

En la sangre de tipo A, los eritrocitos solo tienen el antígeno A. Cuando en los glóbulos
rojos de una persona no hay antígeno B, su plasma contiene anticuerpos contra ese
antígeno, son los anticuerpos o aglutininas anti-B.

En la sangre de tipo B, los eritrocitos solo tienen el antígeno B. Cuando en los glóbulos
rojos de una persona no hay antígeno A, su plasma contiene anticuerpos producidos de
forma natural contra ese antígeno, son los anticuerpos o aglutininas anti-A.

En la sangre de tipo AB, los eritrocitos tienen los 2 antígenos, A y B. Cuando en los
glóbulos rojos de una persona hay los antígenos A y B, su plasma NO contiene ninguna
de las 2 aglutininas.

En la sangre de tipo O, los eritrocitos no tienen ni el antígeno A ni el B. La sangre del


grupo O no tiene ninguno de los 2 antígenos y, por tanto, su plasma contiene anticuerpos
contra los 2 antígenos, las aglutininas anti-A y anti-B. Inmediatamente después del
nacimiento, la cantidad de aglutininas que hay en el plasma es casi nula. A los pocos
meses después del nacimiento, el lactante empieza a producir aglutininas. Se alcanza el
número máximo de aglutininas entre los 8-10 meses de edad. Luego va disminuyendo
gradualmente el resto de la vida. Las aglutininas son inmunoglobulinas igual que los otros
anticuerpos y producidas por las mismas células (las células plasmáticas) que elaboran
anticuerpos frente a cualquier otro antígeno. Pertenecen a la clase IgM (inmunoglobulinas
de tipo M).

GRUPOS SANGUINEOS Rh Además del sistema de grupos sanguíneos ABO hay otros
sistemas que tienen importancia en las transfusiones de sangre. El más importante de ellos
es el sistema Rh. La principal diferencia entre el sistema ABO y el sistema Rh está en que
en el sistema ABO, las aglutininas que causan reacciones de transfusión se desarrollan
espontáneamente, mientras que no sucede así en el sistema Rh.

En este caso, la persona debe exponerse primero al antígeno Rh, lo que suele 23
producirse por transfusión casi siempre, antes de que se formen suficientes aglutininas
para causar una reacción por transfusión importante. Los eritrocitos pueden tener
diferentes antígenos del grupo Rh, pero el más frecuente es el antígeno D. El antígeno de
tipo D es el preponderante en la población y es también mucho más antigénico que los
otros antígenos del grupo Rh. Se considera que toda persona cuyos hematíes posean el
antígeno de tipo D es del grupo Rh+, mientras que las personas cuyos hematíes no lo
tienen son del grupo Rh-. De todos modos no se debe olvidar que incluso en las personas
del grupo Rh- pueden producirse reacciones de transfusión por los otros antígenos del
grupo Rh. Puesto que el antígeno D se hereda, al igual que los aglutinógenos A y B, en el
plasma de madres Rh negativas que dan a luz un feto Rh positivo, pueden aparecer
anticuerpos anti-Rh. Durante un primer embarazo de un feto Rh+, una madre Rh negativa
formará anticuerpos antiRh como respuesta a la entrada de hematíes fetales en su sistema
circulatorio. Esta inmunización de la madre por los hematíes del feto puede producirse en
cualquier momento durante el embarazo, pero es más probable cuando la placenta se
separa de la pared del útero, en el momento del parto. Por esta razón, los anticuerpos anti-
Rh se desarrollan en la madre después del primer embarazo. En un segundo o tercer
embarazo, si es de un feto Rh negativo no habrá problemas, pero si es de un feto Rh+,
estos anticuerpos o aglutininas anti-Rh o anti-D que se encuentran en el plasma de la
madre, como son IgG (inmunoglobulinas de tipo G o gammaglobulinas) de un tamaño
suficientemente pequeño, pueden atravesar la placenta y alcanzar el sistema circulatorio
fetal. Cuando ésto ocurre, puede producirse una grave reacción de aglutinación
(agrupación) de los hematíes Rh+ del feto con hemólisis (destrucción) de los mismos. Es
lo que se llama la enfermedad hemolítica del recién nacido y si no se toman medidas
profilácticas adecuadas, se produce en 1 de cada 160 nacimientos. Aproximadamente, la
mitad de los bebés afectados requerirán la sustitución parcial de su sangre por medio de
una transfusión. Si el embarazo es de un feto Rh negativo, no se produce este problema.
La hemólisis fetal puede evitarse inyectando gammaglobulinas anti-D a las madres Rh
negativas ya durante el primer embarazo e inmediatamente después del primer parto. Ésto
neutraliza cualquier hematíe fetal que pueda estar presente en el sistema circulatorio
materno y, por tanto, evita su reconocimiento por los linfocitos B y que se formen
anticuerpos anti-Rh en el plasma de la madre. En el caso del sistema ABO no se producen
estos problemas porque estas aglutininas son IgM, de elevado peso molecular, que, por
tanto, no cruzan fácilmente la placenta.

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