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INTRODUCCIÓN:
¿Salir de la rutina?, No repetir los errores del año pasado?, Estar mejor
económicamente?, que las cosas cambien (trabajo u hogar)?, que tu esposo cambie, que
los hijos cambien? Que Dios haga el milagro que tanto le hemos pedido?, Salir de deudas?,
Encontrar un trabajo o un mejor trabajo?, Un despertar espiritual?, Ser sanado?
…ETC…ETC…?
DESARROLLO:
La Historia de Israel nos sirve de ejemplo de cómo salir de la dura monotonía a la tierra
prometida. Éxodo 3: 1-17, donde llama a un varón llamado Moisés y le encarga tal misión,
producto de escuchar el ruego de un pueblo y ver su esclavitud, ver su aflicción.
Ahora tu Puedes estar viviendo un Egipto espiritual, sin libertad a merced de una situación
o atadura tirana, sin finanzas sanas, con dolores arraigadas y una fe apática; lo más triste,
sin esperanza de que las cosas cambien.
Si algo devolvió Cristo a la humanidad fue la esperanza, el hombre que está lejos de Él se
siente como una rama que se va secando, como en (Juan 15:5) que nos lo dice: << Yo soy
la vid, vosotros los pámpanos; el que permanece en mí, y yo en él, éste lleva mucho fruto;
porque separados de mí nada podéis hacer >>.
Y es así como el estar lejos de Cristo y olvidar su Palabra, nos ha hecho pensar en que
volvemos a empezar un…. año….más….., y decimos “Que sea lo que Dios quiera”!
Dios prometió una tierra de la cual fluiría lecha y miel, fructífera, prometió dar la victoria
sobre pueblos paganos, y posteriormente Poseerla!, igualmente Dios para nuestra vida
promete una vida abundante (con sentido y con propósito). Luego Isarel tuvo que
corresponder a Dios con lo que El demandaba para que esto fuera una realidad.
CONCLUSIÓN:
Dios puso en el corazón de Israel una nueva tierra, una nueva visión, ahora irían hacia la
tierra prometida y tendrían ahora un nuevo propósito, «ser su pueblo y Él su Dios». Este
año pídele a Dios que tome tus dificultades o flaquezas espirituales y materiales y te
muestre las promesas y bendiciones que has de recoger todo el año.
Entonces, como punto de acción presenta a Dios en oración o escribe en tus memorias,
los propósitos en los cuales deseas que Dios te lleve de su mano a alcanzarlos, con la firme
convicción que será su maravilloso poder y no tu propia fuerza la que te permitirá
conquistarlos, y conocerle más a Él.