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Listos?

Josue 5:13-15

Sunday January 19, 2020

Y sucedió que cuando Josué estaba cerca de Jericó, levantó los ojos y miró,
Jos 5:13
y he aquí, un hombre estaba frente a él con una espada desenvainada en la mano, y
Josué fue hacia él y le dijo: ¿Eres de los nuestros o de nuestros enemigos?
Jos 5:14Y él respondió: No; más bien yo vengo ahora como capitán del ejército del
SEÑOR. Y Josué se postró en tierra, le hizo reverencia, y dijo: ¿Qué dice mi señor a
su siervo?
Entonces el capitán del ejército del SEÑOR dijo a Josué: Quítate las
Jos 5:15
sandalias de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y así lo hizo Josué.

The Commander of the Lord's Army

Once when Joshua was by Jericho, he looked up and saw a man standing
Jos 5:13
before him with a drawn sword in his hand. Joshua went to him and said to him,
"Are you one of us, or one of our adversaries?"
He replied, "Neither; but as commander of the army of the LORD I have
Jos 5:14
now come." And Joshua fell on his face to the earth and worshiped, and he said to
him, "What do you command your servant, my lord?"
The commander of the army of the LORD said to Joshua, "Remove the
Jos 5:15
sandals from your feet, for the place where you stand is holy." And Joshua did so.

“Como ya se ha visto en la primera parte de este capítulo, Gilgal tiene un


significado muy profundo (v. 9). Cuando Dios hace rodar una cosa siempre hace
lugar para otra. El lugar de bendición va frecuentemente seguido por el lugar de
prueba. Esto es lo que le sucedió a Josué cuando acudió cerca de Jericó. Nos
parece que estos tres versículos están cargados de instrucción espiritual para
aquellos que tienen oídos para oír.
Podríamos considerar su:
I. Determinación. «Estando Josué cerca de Jericó» (v. 13). Después de las
pruebas y refrigerio de Gilgal, se encuentra ahora cara a cara con la gran obra de
su vida cuando se encuentra «cerca de Jericó». ¿Cuáles son sus pensamientos al
ver delante de sí aquellas formidables murallas? Como Nehemías, va con calma a
examinar las dificultades. «¿Qué quieres que haga?».
II. Interrupción. «Vio a un varón que estaba delante de él, el cual tenía una
espada desenvainada en su mano» (v. 13). Ésta fue otra crisis en la vida de Josué,
como la que vivió Jacob (Gn. 32:24) y también Balaam, aunque éste (Balaam) no
la aprovechó (Nm. 22:41). Tiempos como estos, en una u otra forma, vienen a la
vida de cada cristiano. Interrupciones repentinas, privilegios, cambios que pueden
dirigir las fuerzas de nuestras vidas a líneas más brillantes de bendición, o
desviarnos a la inactividad o inutilidad. Nadie es igual una vez que se ha visto cara
a cara con Aquel que es Dios (Ap. 3:20).
III. Interrogación. «¿Eres de los nuestros, o de nuestros enemigos?» (v. 13).
Josué, como hombre totalmente dedicado a la causa de Dios, ve solo dos grandes
clases y causas. «Nosotros y nuestros enemigos». Hay un príncipe que trabaja
para y en los adversarios (Ef. 2:2), pero «mayor es el que está en vosotros que el
que está en el mundo» (1 Jn. 4:4). Esta pregunta podría ser hecha con provecho
acerca de cada nueva dificultad que pueda surgir en nuestro camino, y de cada
pensamiento y sentimiento y acción dudosos, porque todo será o bien para
ayudarnos a nosotros o bien a nuestros adversarios.
IV. Revelación. «No; mas como Príncipe del ejército de Jehová he venido ahora»
(v. 14). El Príncipe del cielo no acude a tomar el puesto de soldado raso en las
huestes de Jehová. Si Él no es el capitán, no está ahí. El Señor Jesucristo no es
siervo de la Iglesia, sino su Cabeza. Quizá mientras Josué estaba junto a Jericó
estaba temblando de responsabilidad al pensar en sí mismo como caudillo de esta
gran hueste, pero allí llega a saber que otro debe asumir toda la responsabilidad,
y que él es solamente un seguidor. ¿Hemos aprendido esta importantísima
lección? ¿Hemos dado a nuestro Señor su verdadero lugar en toda nuestra obra
para Él? No yo, sino Cristo.
V. Adoración. «Josué, postrándose sobre su rostro en tierra, le adoró» (v. 14).
Cuando a alguien le han sido abiertos los ojos para ver la gracia y el poder de
Jesucristo, como le sucedió a Josué, no intentará ser humildes, sino que caerán
sobre sus rostros; no orarán pidiendo el espíritu de adoración, sino que adorarán.
Esta actitud de humildad conlleva una total sumisión, una total buena disposición
para tomar el puesto designado por el Capitán de la Salvación, que en todas las
cosas y circunstancias demanda la preeminencia.
VI. Petición. «¿Qué dice mi Señor a su siervo? (v. 14). Los que tienen un
corazón humilde tendrán también un oído abierto. Fue cuando Abram cayó sobre
su rostro que Dios le habló (Gn. 17:3). Daniel tenía su rostro hacia el suelo cuando
oyó la voz de sus palabras (cap. 10:9). Cuando hemos sido humillados delante del
Señor, podremos entonces oír lo que Dios el Señor hablará. «Aprended de Mí, que
soy manso de corazón».
VII. Sumisión. «Y el Príncipe del ejército de Jehová respondió a Josué: Quita el
calzado de tus pies, porque el lugar donde estás es santo. Y Josué así lo hizo». (v.
15). Cada lugar en el que el Santo está es santo. Quitarse los zapatos tenía
entonces un sentido muy semejante al de quitarse el sombrero en la actualidad.
Era un acto que indicaba reverencia (Éx. 3:5). “El sumo sacerdote servía delante
del Señor con los pies descalzos. Si en los tiempos antiguos se quitaban los
zapatos cuando se encontraban ante el mensajero de Dios, ¿qué harán ahora
aquellos en quienes mora Dios por su Espíritu Santo? De cierto esto: que todo el
hombre interior quede desnudo y a descubierto delante de su Santa presencia.
Esta actitud del alma siempre dará honra a Dios y logrará victorias para Él (véase
6:27). Él se postró, y venció. «El que se humilla, será ensalzado.”

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