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De: UPC escola.doctorat@upc.

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Asunto: =?utf-8?Q?Doctoral Thesis qualification: PEDRO SEBASTI=C3=81N JIM=C3=89NEZ PACHECO?=
Fecha: 19 de julio de 2018, 07:27
Para:
Cco:

Un cop la comissió Permanent ha fet l'escrutini de vots i de conformitat amb l'article 14.7 del Reial decret 99/2011, de 28 de gener, pel
qual es regulen els ensenyaments oficials de doctorat se li ha atorgat la qualificació de:

Excel·lent Cum Laude

A la tesi doctoral presentada:

Títol: La rebelión del espacio vivido: Teoría social de la urbanización capitalista.


Doctorand/Doctoranda: PEDRO SEBASTIÁN JIMÉNEZ PACHECO
Data de lectura: 17-07-2018

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La Comisión de Doctorado ha realizado el escrutinio de votos y de conformidad con el artículo 14.7 del Real Decreto 99/2011, de 28 de
enero, por el que se regulan las enseñanzas oficiales de doctorado, se ha otorgado la calificación:

Sobresaliente Cum Laude

A la tesis doctoral presentada! :

Título: La rebelión del espacio vivido: Teoría social de la urbanización capitalista.


Doctorando/Doctoranda: PEDRO SEBASTIÁN JIMÉNEZ PACHECO
Fecha de lectura: 17-07-2018

---------------------------------------------------------------

The Doctoral Studies Committee has counted the votes and in accordance with Article 14.7 of Royal Decree 99/2011 of 28 January,
which regulates official doctoral degree courses, has decided to award a mark of:

Excellent Cum Laude

To the doctoral thesis:

Title: La rebelión del espacio vivido: Teoría social de la urbanización capitalista.


Doctoral candidate: PEDRO SEBASTIÁN JIMÉNEZ PACHECO
Date of defence: 17-07-2018

--
Escola de Doctorat
Universitat Politècnica de Catalunya
Barcelonatech
Plaça Eusebi Güell, 6
08034 ! Barcelona
934016114
info.doctorat@upc.edu

La rebelión del espacio vivido Vol. I Teoría social de la urbanización capitalista Pedro Jiménez Pacheco 2018
la rebelión

Pedro Jiménez Pacheco


del espacio vivido



la rebelión del espacio vivido
Teoría social de la urbanización capitalista







tesis doctoral

Pedro Jiménez Pacheco

director
Dr. Fernando Álvarez Prozorovich

Programa de Doctorado en Teoría e Historia de la Arquitectura
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona
Universidad Politécnica de Cataluña
Barcelona, julio del 2018

Vol. I de II Vols.
tesis doctoral
Pedro Jiménez Pacheco

director
Dr. Fernando Álvarez Prozorovich

Departamento de Teoría e Historia de la Arquitectura
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona
Universidad Politécnica de Cataluña
Barcelona, julio del 2018


Vol. I de II Vols.























2
La presente tesis ha sido posible gracias a una beca para estudios doctorales
otorgada por el Gobierno Ecuatoriano. Esta beca fue concedida a través de la
Secretaría Nacional de Educación Superior Ciencia y Tecnología–
SENESCYT, en el marco del Programa de becas Convocatoria Abierta 2014
Segunda Fase.










3


















































4
















Dedico este esfuerzo a quienes hicieron de la casa de mi niñez y juventud, esa concha
entrañable a la que mi imaginación retorna siempre. En estas hojas se impregnan los ritmos
de esa casa, la grandeza de sus conflictos; cada árbol, libro, objeto, flor y momento
acumulados o removidos por mis padres, y su posición concreta en el espacio y el tiempo.

Gracias Jennifer por repetir conmigo cada amanecer y angustia de modo distinto…

… por apoyarme, a unos tantos amigos y familiares, todos a la vez cercanos y lejanos, sin
que medie otra cosa que querernos; y especialmente a Fernando por su confianza en la
forma, guía en el camino y rigor en los contenidos; sólo yo soy responsable de los errores y
oscuridades que permanezcan.

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Resumen

Esta tesis surge del despertar de la obra de Henri Lefebvre tanto en las ciencias sociales de enfoque
marxista como en los estudios urbanos interesados por lo social. Su recuperación científica e
institucional ha operado de modo distinto en el mundo anglosajón e hispano, en particular en la última
década, especializando sus ideas, purificándolas, y en consecuencia volviéndolas inoperantes. Así, se
afronta las dificultades de una obra dispersa y soslayada en la tradición académica y la praxis política;
lo que plantea un triple reto: el ensamblaje no dogmático del pensamiento de Lefebvre como un todo
en movimiento a lo largo de su vida, siguiendo la estela de una ciencia del uso del espacio; el llenado
de un vacío teórico apenas reclamado por el urbanismo académico durante la urbanización del
proyecto neoliberal; y la aplicabilidad de una matriz lefebvriana en el análisis de la urbanización
capitalista en la ciudad global. Para seguir eficazmente sus ideas, siempre en torno al espacio vivido,
se diseña un sistema abierto a una pluralidad de enfoques y métodos que colaboran en el desarrollo de
la tesis; la cual se organiza por el progreso de las fases genealógica y crítico-pedagógica, sustentadas
por una base epistemológica de dos tramos en su itinerario: 1939-1968 (Cap. 1) y 1968-1978 (Cap. 2).
Esta fase busca definir el objeto teórico “espacio social”, profundizando en los conceptos que le
proporcionan mayor originalidad y radicalidad a su unidad potencial. En la fase genealógica (Cap. 3)
se despliegan dos argumentos para situar las ideas de Lefebvre desde la perspectiva de una teoría del
espacio–crítica: a) La retroalimentación entre él y la práctica arquitectónica y su influencia en el
contexto francés y europeo (posguerra–70s) facilitan un intercambio doctrinal con el arquitecto polaco
Oskar Hansen (Team X), que se traduce como una “forma de lo posible” en el conjunto de vivienda
estatal Juliusz Słowacki construido en Lublin (1963-66). b) La reconstrucción dialéctica de su
genealogía indica las raíces de dos tradiciones disidentes: en un caso, por la efervescencia de la
relación con Constant Nieuwenhuys y Guy Debord; y en otro, por una serie de intereses coincidentes
en los itinerarios de D. Harvey y M. Castells.

La fase crítico-pedagógica (Cap. 4) asume que es posible aplicar el aparato teórico expuesto a
procesos urbanos concretos en la ciudad mundial, lo que implica la confrontación pedagógica de la
matriz lefebvriana con una realidad específica en el centro (Ciutat Vella) y periferia (Prat Vermell) de
Barcelona, comprobando la eficacia de la unidad teórica para guiar al arquitecto por una vía
transdisciplinar ordenada en el análisis espacial urbano; en la cual, la investigación histórica permite
una lectura contextualizada del programa neoliberal en la economía política del espacio. De ese modo,
se desvelan los límites de la planificación municipal en contradicción con la legislación y política
urbanísticas frente a la gran ola de flujos financieros globales y se intenta dotar de un aparato teórico-
crítico de enfoque global a las luchas locales, con dificultades para integrarse debido a sus visiones
parceladas de la problemática urbana. Así pues, se explica el actual dominio del circuito inmobiliario–
financierizado en la urbanización capitalista y su acción destructiva en el ámbito residencial en
Barcelona, sus consecuencias sobre el uso del espacio social y sobre los dispositivos de planeamiento
que buscan domesticarlo, cerrando las brechas de contestación o cooptándola. La evidencia de las
estructuras del circuito y sus contradicciones con el planeamiento reformista alientan una estrategia de
ofensiva urbana, orientadora del contra-proyecto del “espacio social radical” a la producción
neoliberal del espacio, renovando los principios de un derecho a la ciudad (de facto) con vistas a un
programa de acción pública comprometido con un mundo urbano diferencial.

Palabras clave:

Henri Lefebvre; Teoría urbana; Espacio social; Neoliberalismo; Barcelona; Políticas urbanas.

Summary

The dissertation arises from the awakening of Henri Lefebvre’s work, both in social sciences with
Marxist approach and urban studies interested in social issues. This scientific and institutional
recovery of Lefebvre's work has operated differently in the Anglo-Saxon and Hispanic research,
particularly in the last decade, specializing his ideas, purifying them, and consequently rendering them
inoperative. Thus, the thesis confronts the difficulties of a dispersed and overlooked work in the
academic tradition and the political praxis; which poses a triple challenge: the non-dogmatic assembly
of the Lefebvre’s contributions examined as whole in motion throughout his life, following the wake
of a science of the use of space; the filling of a theoretical gap marginally claimed by the academic
urbanism during the neoliberal project urbanization; and the applicability of a Lefebvrian matrix in the
analysis of capitalist urbanization in the global city. In order to follow effectively his ideas (always
regarding the lived space), it is designed an open system to a plurality of approaches and methods that
collaborate in the development of the thesis; which is organized by the progress of the genealogical
and critical-pedagogical phases, supported by an epistemological base of two sections in Lefebvre’s
itinerary: 1939-1968 (Chapter 1) and 1968-1978 (Chapter 2). This phase defines the theoretical object
“social space”, deepening in the concepts that provide greater originality and radicality to its potential
unity. In the genealogical phase (Chapter 3) two arguments are deployed to place Lefebvre’s ideas
from the perspective of a critical space theory: The feedback between Lefebvre and the architectural
practice and its influence in the French and European context (post-war–70s) facilitate a doctrinal
exchange with the Polish architect Oskar Hansen (Team X), which is translated as a “form of the
possible” in the Juliusz Słowacki Housing Estate built in Lublin (1963-66). And, the genealogical
dialectical reconstruction shows the roots of two dissenting traditions: on one side, by the
effervescence relationship with Constant Nieuwenhuys and Guy Debord; and on the other, by a series
of interests that coincide in the itineraries of D. Harvey and M. Castells.

The critical-pedagogical phase assumes that it is possible to apply the theoretical apparatus exposed to
concrete urban processes in the world city, which implies the pedagogical confrontation of the
Lefebvrian matrix with a specific reality in the centre (Ciutat Vella) and periphery (Prat Vermell) of
Barcelona, verifying the effectiveness of the theoretical apparatus in guiding the architect through an
ordered transdisciplinary path in the urban spatial analysis; through which historical research allows a
contextualized reading of the neoliberal program in the political economy of space. Consequently, the
limits of municipal planning are revealed in contradiction with urbanistic planning legislation and
policy in the face of the great wave of global financial flows; and it builds on the theoretical-critical
apparatus with a global approach to local struggles, which have difficulty to integrate due to their
visions parcelled of the urban problematic. Thus, the actual dominance of the real estate–financialized
circuit in capitalist urbanization and its destructive action in the residential sphere in Barcelona is
explained, its consequences on the use of social space and on the urban planning devices that seek to
domesticate it, closing the contestation gaps or co-opting it. The evidence of the circuit structures and
its contradictions with the reformist planning encourages a strategy of urban offensive, that reveals the
radical social space counter-project to the neoliberal production of space, renewing the principles of
the (de facto) right to the city in view of a general program of public action engaged to a differential
urban world.

Key words:

Henri Lefebvre; Urban Theory; Social Space; Barcelona; Neoliberalism; Urban Politics.

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Debemos a la insistente voz de Henri Lefebvre la idea según la cual el
dominio sobre el espacio constituye una fuente fundamental y
omnipresente del poder social sobre la vida cotidiana.

D. Harvey, 1990.

La herencia y la evolución aparecen como dos aspectos de la vida; la


herencia tiende a la estabilidad y la evolución tiende a la movilidad. La
vida de las especies es la resultante de esta contradicción y la resuelve
sin cesar… Para determinar lo concreto, lo más o menos concreto,
descubrid sus contradicciones.

H. Lefebvre, 1946.

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Presentación

La noción de lo “vivido” en Lefebvre solo se entiende en el movimiento dialéctico “vivir-vivido” que


encierra la cotidianidad y la conciencia social. El vivir no tiene fronteras precisas ni del lado de lo
oscuro (la naturaleza, lo espontáneo) ni del lado del horizonte social, que al resultar más amplio que lo
vivido y siempre virtual, lo llama y lo provoca. Así, lo vivido es una morada movediza en el centro de
este paisaje inestable, volcánico y turbulento; es siempre un poco lo consumado, o lo que “es” en
camino de realizarse, por ello de superarse, en tanto que decepcionante y en decadencia en el curso
mismo de tal realización. Siendo lo vivido, entonces, en un sentido lo realizado, por ello lo real y lo
actual; de ahí que para Lefebvre, lo vivido sea el presente y el vivir la presencia; y sea también la obra
viviente o muerta del vivir, es decir, “lo que yo hago, lo que yo sé, en mi luz y mis horizontes: la parte
que logré apropiarme de un vivir que no me pertenece, siendo social por excelencia” (1961/2014b). De
acuerdo al filósofo y sociólogo francés, lo vivido y la cotidianidad no coinciden exactamente a pesar
de sus estrechos lazos, ya que en lo cotidiano los dramas se esfuman y lo vivido es esencialmente
dramático, compuesto por un drama real, sumado a las dramatizaciones ficticias de la vida social que
lo amplifican. Pensamos que este pasaje incesante de lo vivido al vivir y del vivir a lo vivido es el
movimiento que mejor expresa el pensamiento y la obra de Henri Lefebvre.

Este preámbulo se dirige deliberadamente a los estudiantes de arquitectura y jóvenes arquitectos
con un mensaje sintético e inacabado (constatado en tres citas textuales) del pensamiento
arquitectónico de Lefebvre, y que no es tratado enfáticamente en la totalidad parcial de su obra o
a lo largo de esta tesis; por esta razón, especialmente a ellos nos dirigimos aquí. A la espera de
que la indagación y el interés del lector en general no se satisfaga en estas tres páginas, y al
contrario, se constituyan en iniciadoras de una conciencia teórica que agite la rebelión del espacio
vivido en una dirección definitiva.

1. La arquitectura de la negatividad guía un proceso creador de espacios para transformar las


penurias de la vida cotidiana.

En el marco de su conferencia titulada “De la literatura y del arte modernos considerados como
procesos de destrucción y de auto-destrucción del arte” presentada en el coloquio “Literatura y
Sociedad” en Bruselas en 1967 y publicada en Más allá del estructuralismo (1971/1973h),
Lefebvre respondía así a las interpelaciones de Goldmann y Sanguineti:

Yo he sido extremadamente impactado por Stockhausen. Tengo la impresión, una vez más,
que ‘eso’ no significa nada, que ‘eso’ no expresa nada, que ‘eso’ no se relaciona con las
categorías de expresión y de significación, y no obstante ‘eso’ construye algo. Yo escuché
en Knokke-le-Zoute, hace seis meses, una larga composición de Stockhausen; grandes
masas, grandes paquetes musicales, luego una lenta ascensión, en espiral, sonidos
extremadamente graves hasta sonidos muy agudos, y luego un descenso. Tuve la
impresión que se creaba no una decoración, en la cual podría ocurrir cosas, sino un
medio espacial y temporal todavía vacío, en el cual podrían haber pasado, sin
acontecimiento alguno, no se qué encuentros de amistad o de amor. Trataba de basar esto
sobre el análisis de obras recientes. La música concreta no se produce arbitrariamente,
procede de la disolución de la música y de la armonía clásicas, de un cierto agotamiento
de la música serial, de un análisis técnico y estético del ruido. Tiene razones más
profundas, incluso si destruye la música, incluso si es ya otra cosa distinta que la música.
Tengo la impresión de que esta música tiende a ponerse al servicio de algo que yo llamo
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la cotidianidad, para metamorfosearla, para transformarla; y más aún la pintura y sobre
todo, la arquitectura. Le Corbusier está ya lejos. Se quiere una arquitectura que
construya no solamente una decoración exterior, sino literalmente un medio para las
invenciones, para las creaciones de la vida, es decir, una vida que sería de lo vivido y al
mismo tiempo se liberaría de los cuadros de la cotidianidad. Yo mismo he participado en
la construcción del plan de una ciudad lúdica en la cual los elementos lúdicos estarían en
el centro de la vida real y en la cual los elementos trabajo-residencia serían periféricos
unidos por las conexiones y donde, en consecuencia, el elemento lúdico devendría
fundamental. Quiero dejar esto bien sentado: no todo es tan utópico para la civilización
del ocio en la que no estamos aún pero que se anuncia. Lefebvre, H. (1971/1973h: 142-
143).

H. Lefebvre debió aclarar que en la exposición de argumentos de Goldmann y Sanguineti se había


hablado de “desorden”, cuando para él se trataba de algo mas que de un “desorden”; señalando
que si se acepta la noción de “negatividad”, se trata de algo mucho más profundo que el desorden,
de algo profundamente creador bajo las apariencias de la negación. De ese modo, Lefebvre les
recordaba que desde el comienzo de su intervención no se trataba de una apología de la
negatividad, ni del desorden, ni de la destrucción, sino de su capacidad creadora en profundidad.
De hecho, las siete tesis pronunciadas en las que Lefebvre relacionaba esta negatividad creadora
(en el arte) con la cotidianidad (entendida como la vida cotidiana alienada) se apoyaron en vastos
ejemplos en el campo de la literatura, la pintura, el lenguaje, e incluso el teatro. Para el propósito
de esta presentación las ideas expresadas sobre la música y la arquitectura en respuesta a sus
interlocutores resultaron esclarecedoras.

2. El genio arquitectónico y la práctica espacial

Lefebvre nunca dudaba de las posibilidades creadoras del genio arquitectónico, pero siempre en y por
el espacio social, en donde el dolor y el placer se disciernen de tal modo que, si hay espacios que
expresan separaciones insuperables, también hay espacios de reencuentro y gratificación. El teórico
francés a partir de su teoría del campo semántico expuesta en el Vol. II de Crítica de la vida cotidiana
(1961) advierte frecuentemente sobre el mal uso o el abuso de los signos. Por ejemplo, en La
Producción del espacio (1974) compara al poeta –que debe luchar contra la frialdad de las palabras
para evitar caer en las trampas de los signos– con el arquitecto que más aún, debe librar esa batalla al
disponer de materiales “análogos” a los signos (ladrillo, madera, acero, hormigón). Pero la dirección
de sus señales y conceptos nos indican que debemos avanzar más allá, hacia el espacio de la práctica
social.

… de este modo, el genio arquitectónico ha podido realizar espacios dedicados a la


voluptuosidad (la Alhambra de Granada), a la contemplación y a la sabiduría (los claustros
monásticos), espacios de poder (los castillos), de una percepción elevada (los jardines
japoneses). Este genio produce espacios colmados de sentido, que en principio les permiten
escapar de la muerte: duraderos, radiantes, pero también, habitados por una temporalidad
local específica. La arquitectura produce cuerpos vivos, cada uno con sus propios rasgos
distintivos. El principio que anima esos cuerpos, su presencia, no es visible ni legible como
tal, ni objeto de ningún discurso. Esta vida se reproduce en aquel que hace uso del espacio,
en su experiencia vivida, de la cual, el turista solo alcanza a rozar su sombra, y en la cual, el
espectador no es más que un fantasma. El concepto de espacio así ligado a una práctica
social –a la vez, espacial y significante– adquiere todo su alcance… (Lefebvre, 1974/2000:
161).
14
3. El habitar. El despertar plácido y el despertar brusco del pensamiento arquitectural.

A propósito de un renovado Plan de Construcción en Francia impulsado con fuerza desde la llegada de
Miterrand en 1981, el Ministère de l’Urbanisme et du Logement junto al L’Equerre-Plan Construction
produjeron un documento en forma de catálogo denominado “Construire pour habiter”, conformado
íntegramente en su primera sección por voces reflexivas y teóricas sobre la cuestión del habitar, para
desarrollar en las demás secciones las ideas sobre la construcción y el programa específico. A sus 80
años, Lefebvre no fue apartado, sino que sería convocado a plantear sus ideas junto a Paul Virilio,
Alain Pessin, Michelle Perrot, Françoise Lévy, Michel de Certeau, Roland Castro, Henri Ciriani,
Bernard Huet, Jean Renaudie, entre otros, que también discurrirían en torno al habitar y el espacio
social. Ahora sabemos, que la gran mayoría, por no decir todos, habían sido influenciados por el
pensamiento lefebvriano en algún momento. Hemos traducido íntegramente el texto de Lefebvre
publicado en el catálogo institucional de un tiraje limitado, y que pudimos detectar en el ciclo
doctoral1.

Hablando con los arquitectos, recordé muchas veces una anécdota irónicamente aportada
por Maquiavelo en sus comentarios sobre Tito Livio: Al querer Alejandro [Magno] el Grande
edificar una ciudad para servir de monumento a su gloria, el arquitecto Dinócrates le hizo
ver cómo podría situarla sobre el monte Athos. ‘Este lugar, le dijo, presenta una condición
muy fuerte; la montaña podría tallarse de manera que se le dé a la ciudad una forma humana,
lo que la volvería una maravilla digna del poder del fundador’. Alejandro le preguntó: ‘¿De
qué vivirán los habitantes?’ – ‘No lo he pensado’, respondió ingenuamente el arquitecto.
Alejandro empezó a reírse, y dejando esa montaña, construiría Alejandría, donde los
habitantes debían encantarse, por la belleza de la nación y las ventajas que procura la
proximidad del mar y del Nilo…

Durante largo tiempo, hasta una época reciente y quizás ahora también, muchos arquitectos
imaginaron que operaban sobre lo concreto, sobre lo real, sobre lo práctico. Ellos creían
tener en sus cabezas, como en la mano que diseñaba y los ojos que miraban los objetos, una
imagen exacta del espacio, de los lugares y de su ocupación arquitectural. Ahora bien, en
muchas ocasiones ellos operaban y reflexionaban sobre abstracciones. El espacio que se
imaginaban frecuentemente no tenía nada en común con el espacio social, del que se
apropian más o menos con destreza los grupos reales de seres humanos, en dos palabras, el
espacio de los cuerpos y de los usos. Durante largo tiempo, como cada uno sabe, se ha
enseñado la arquitectura sobre el modelo del templo griego, de las columnas y los capiteles.
Sabemos también que en el siglo XX la Bauhaus sacudió fuertemente esta rutina, sin llegar a
abolirla, al menos en Francia. Es menos conocido que la Bauhaus, que pasó por
revolucionaria y bolchevique, inventó en realidad la arquitectura y el urbanismo capitalista;
de manera que estos ‘revolucionarios’ produjeron el espacio del modo de producción en el
que pensaron y construyeron. La rutina clásica fue reemplazada por la rutina de la
modernidad: las formas reinantes correspondían a la tecnología, la del hormigón, pero
también a las exigencias del modo de producción; de ahí entonces, una representación del
espacio social no menos abstracta y tan alejada de lo concreto como las representaciones
anteriores. Durante un cierto período se perdió y sometió al olvido lo que el ‘perspectivismo’


1
Traducido de: Lefebvre, H. (1981). “L’Habiter: L’éveil et le réveil de la pensée architecturale”. En: Catálogo de la Exposición Construire
pour habiter. Tribunes de l’Habitat (Ed.) para el Ministère de l’Urbanisme et du Logement. L’Equerre-Plan Construction, pp. 18-19.

15
y el humanismo conservaban de los vínculos con la práctica del habitar – con la poesía
inherente desde los orígenes hasta esta práctica.

El despertar plácido del pensamiento arquitectural comenzó en Occidente, es decir en Grecia,


con la conciencia y el conocimiento de este vínculo: de una parte una práctica social, aquella
del habitar, y de otra parte, una poesía, ciertamente dependiente de poderes religiosos y
políticos, y sin embargo, concreta, incorporada a los monumentos y lugares públicos,
penetrando hasta la vivienda (a la que, por consiguiente, no se podía limitar estrictamente al
término ‘privado’), lo que creó, durante mucho tiempo, ciudades y pueblos, en lugar de un
conglomerado de personas y cosas.

El despertar brusco del pensamiento arquitectural en la segunda mitad del siglo XX coincide
con el re-descubrimiento y el re-conocimiento de esta situación. Las formas, las estructuras,
las funciones sólo son aspectos parciales –abstractos en sí mismos tan pronto se separan– de
una realidad mucho más grande. Esta realidad toca por un lado al sueño y a lo imaginario, y
por otro a la materialidad de la segunda naturaleza, construida como la primera, de piedra,
de agua, árboles y luz. Los mejores entre los arquitectos contemporáneos han superado –
lentamente y no sin dificultad– el funcionalismo, como el formalismo y el estructuralismo.
Exploran una región vasta, pero indeterminada y problemática, que incluye la utopía así
como la relación dialéctica entre lo posible y lo imposible.

16

Tabla de contenidos

Volumen I

Presentación………...……….…………….................................................... p. 13
Listado de figuras, tablas y fichas……………………...………........... p. 23
Abreviaturas usadas en el documento………………….………...... p. 31

Introducción general………..……...…………….…...…......... p. 33

¿Por qué Henri Lefebvre?


Objetivos
Enfoque de apoyo: Teoría urbana crítica
La producción de teoría del espacio. ¿Hacia un re-ensamblaje metodológico?
Estructura, contenidos y estado de la cuestión por etapas

Capítulo 1
Introducción al espacio radical humano……...……………..... p. 55
1.1. Tres momentos de creación para anticipar la noción del espacio
radical humano…………………………………………...………….... p. 59
1.1.1. Dialéctica avanzada (1939)
− Alienación
− Humanismo revolucionario y comunidad humana
− El hombre total y la praxis
1.1.2. Crítica de la vida cotidiana (1947)
− Primeras consideraciones para una crítica radical de la vida cotidiana
1.1.3. Teoría de los momentos (1957-58)
− Origen y desarrollo de la teoría de los momentos
− Alienación al interior del momento, vida cotidiana y “goce”
1.1.4. Noción del espacio radical humano

1.2. Claves epistemológicas para descifrar el derecho a la ciudad de


Henri Lefebvre ……………………………………………...…..... p. 77
1.2.1. Metafilosofía (1965)
− Poiesis
− El fin de la ciudad como hipótesis
− Poesía y ciudad: el antiguo romanticismo
1.2.2. La miseria y la grandeza de lo cotidiano (1968)
1.2.3. El derecho a la vida urbana (transformada)

1.3. Programa del espacio radical humano……………...………… p. 93


1.3.1. Autogestión y pedagogía social
1.3.2. Diferencia y apropiación
− La diferencia ‘elemental’ entre crecimiento y desarrollo
− El derecho a la diferencia en el espacio

17
Capítulo 2
El espacio social de Henri Lefebvre (1968-1978)….......……. p. 105

2.1. Post-Mayo del 68: La emergencia de ‘lo urbano’ y la cuestión del


espacio social……................................................................................................. p. 109
2.1.1. Del estudio de la ciudad al análisis del espacio como sujeto y objeto
2.1.2. Cuatro tesis sobre la cuestión del espacio

2.2. El espacio y la reproducción de las relaciones (sociales) de


producción……………………………………………...……… p. 119
2.2.1. Origen, crítica y desarrollo del estudio de las relaciones de producción
2.2.2. La reproducción de las relaciones de producción en el espacio
− Espacios de ocio y poder

2.3. La triada Hegel-Marx-Nietzsche en el espacio lefebvriano.... p. 139


2.3.1. El fin de la historia y la historicidad
− En Hegel
− En Marx
− En Nietzsche
2.3.2. El fruto del tiempo y lo posible se extiende en el espacio

2.4. El goce (la jouissance) en el espacio……...…………................. p. 149


2.4.1. Consideraciones en ‘Psicología y el Psicoanálisis’: el goce
− Contra el instinto de muerte, sí a la vida en ‘insurrección permanente’
− Ambigüedad, inmediatez y lugar del goce
− Relación de lo sensorial y la sensualidad en los límites de la inmediatez
− El goce en el espacio: restauración de la inmediatez (en el cuerpo) con
ayuda del placer
2.4.2. Consideraciones en ‘Arquitectura’: el efecto arquitectónico
− El uso de los Baños romanos
− El amor en el Arte Gupta.
− El orden lejano-cercano y la separación de las utopías
− La utopía concreta: Ledoux y Fourier
− El efecto arquitectónico simbólico-analógico: ¿una nueva historia?
2.4.3. Fundamentos para una arquitectura del goce

2.5. Contradicciones en el espacio social y la búsqueda del espacio


diferencial……………………………………………………..... p. 177
2.5.1. Contradicciones fundamentales
− Entre cantidad y calidad
− En el tratamiento de lo homogéneo y lo fragmentado
− Entre los valores de uso y los valores de cambio
− Entre el poder y el conocimiento inherentes al espacio
2.5.2. Experiencias del espacio contradictorio
2.5.3. El espacio diferencial

2.6. El secreto del Estado: el modo de producción del espacio... p. 193

2.7. Otra sociedad en otro espacio: métodos y estrategias…….. p. 197


2.7.1. La estrategia del conocimiento
− ¿Una ciencia del uso del espacio?
− Principios y atributos del espacio social
− Métodos y esquemas de análisis
2.7.2. La estrategia contra-espacial
2.7.3. Un “programa común” hacia un espacio socialista

18
Capítulo 3
Teoría del espacio crítica………………………………......... p. 213

3.1 De la crisis del espacio moderno a la arquitectura como práctica


social……………………………………...…………………….. p. 217
3.1.1 Origen y crisis del espacio moderno
3.1.2 Crítica de la práctica arquitectónica y urbanística
3.1.3 La arquitectura como práctica social: relaciones e influencias
− Francia y más allá
− España

3.2 La forma de lo posible: El revisionismo de O. Hansen en el


‘sistema’ abierto de H. Lefebvre ………………...…………… p. 261
3.2.1 Manifiesto de la Forma Abierta, 1959
3.2.2 El texto social como productor de sistemas abiertos en la vida cotidiana
3.2.3 La calle y el habitar: sistemas parciales abiertos intermediados por el lenguaje
3.2.4 La Forma Abierta en la arquitectura, 1961
3.2.5 El sistema lineal continuo como aspiración de la forma de lo posible. Vivienda
en Lublin, Polonia
− El SLC como un proyecto de Estado
− Gestión de la arquitectura en el socialismo de Estado
− El proyecto en la producción del espacio social
− El tiempo social en el conjunto Juliusz Słowacki: apropiación, uso y
transformaciones

3.3 Constant, Debord y Lefebvre: Pour changer la vie!..................... p. 305


3.3.1 Momento de la crítica radical: descubrimientos
3.3.2 Momento de la amistad: efervescencia, tropiezos y fin

3.4 M. Castells y D. Harvey contra Lefebvre: un arreglo de cuentas


en la revolución urbana…………........................................................................ p. 315
3.4.1 Primer Momento de la relación: ¿Crítica interesada o coincidencias?
− Castells, M. (1972). La ideología urbana
− Harvey, D. (1973). Conclusiones sobre la naturaleza del urbanismo
3.4.2 Segundo momento de la relación: Adiós Lefebvre y el boom neoliberal
− Harvey, D. (2000). La reinvención de la geografía
− Castells, M. (2000). La sociología urbana en el siglo XXI
3.4.3 Tercer momento de la relación: Hacia una sociedad urbana sin Lefebvre
− Castells, M. (2012). Los movimientos sociales en la era de internet
− Harvey, D. (2012). Del derecho a la ciudad a la revolución urbana
− Epílogo Castells

Volumen II

Capítulo 4
La producción del espacio social radical en Barcelona: circuito
inmobiliario–financiero y derecho a la ciudad de facto…...….. p. 11
4.1. El circuito inmobiliario–financiero en la urbanización
capitalista……………………………………………...………… p. 19
4.1.1. El ascenso del circuito secundario del capital: plusvalía, propiedad del suelo y
sociedad
− El peso de la propiedad del suelo en la sociedad. (Marx-Lefebvre)
− Acumulación y capital ficticio en la producción del espacio. (Marx-Lefebvre-
Harvey)
19
4.1.2. El ciclo del capital en el sector inmobiliario (Topalov)
− Presupuestos del cálculo de la tasa de ganancia
− Especificidades del sector inmobiliario como sector de la producción y de la
circulación del marco construido
− Análisis histórico de los sistemas de producción de la vivienda en Francia e
Inglaterra
− La formación de los precios del suelo y la gestión de la propiedad

4.2. El circuito inmobiliario–financiero y la “burbuja” del alquiler en


España…………………...……………..……………......……….... p. 53
4.2.1. La revolución de las Socimi 2013-2017: consenso en el mercado inmobiliario
español
4.2.2. Impulsores de la nueva burbuja y sus consecuencias sociales
4.2.3. Rentismo colaborativo: Airbnb como integrador de nuevos agentes en el
circuito inmobiliario financiero

4.3. La verdadera batalla por Barcelona…………………...………. p. 65


4.3.1. Tres cuartos del gobierno de Barcelona en Comú: ¿al municipalismo del
cambio se lo lleva el capitalismo urbano?
4.3.2. La vía legalista y reformista no puede domar a la bestia

4.4. El espacio social en la centralidad: Neoliberalismo urbano y


crisis del espacio social en Ciutat Vella (1976-2017)…............... p. 85
4.4.1. Primacía de lo urbano y prioridad del habitar
4.4.2. Crítica de la vida cotidiana en el espacio-tiempo social
4.4.3. Neoliberalismo urbano y furia del circuito inmobiliario–financiero en Ciutat
Vella
− La producción capitalista del espacio en el centro histórico de Barcelona en
el tardofranquismo y la transición española
− Ciutat Vella SA. La ejecución del proyecto neoliberal: empresarialismo
urbano para un centro de clase media
− Ciutat Vella Premium. Furia del circuito inmobiliario financierizado:
especulación y violencia inmobiliaria

4.5. Uso del espacio social: La Rambla y el barrio de La Marina del


Prat Vermell……………………………………………………. p. 117
4.5.1. El uso de la Rambla
4.5.2. After the planners
− Plan de Usos de Ciutat Vella
− Plan de Ordenación de la Rambla
− Plan de Km_Zero para el rescate de “las Ramblas”
− Plan Dintres. Adquisición de vivienda pública mediante tanteo o retracto en
áreas de conservación y rehabilitación
4.5.3. El planeamiento de un barrio “Premium” que su prado rojo no deja nacer: La
Marina del Prat Vermell
− Génesis de las casas baratas y la barriada del Prat Vermell: asistencialismo,
especulación y riqueza de la vida social
− Derribo de las casas baratas y marginalidad social: aislamiento urbanístico
de los bloques de vivienda Eduardo Aunós
− Nueva centralidad hacia el sur: neoliberalización urbana y descomposición
de la Marina
− Un barrio “Premium” inacabado: Pla de Barris y la resistencia silenciosa del
Prat Vermell

4.6. La producción del espacio social radical…………………... p. 173


4.6.1. La producción del goce para transformar la cotidianidad
4.6.2. El derecho a la ciudad de facto

20
Conclusiones generales…………………………….... p. 185

− Procesamiento del sistema teórico crítico


− Teoría social del espacio
− Una tradición disidente y la forma de lo posible
− Barcelona, centro-periferia: la producción neoliberal del espacio
− Derecho a la ciudad de Facto
− Producción del espacio diferencial (programa y lineamientos)

Bibliografía…………………………………………….... p. 205

− Archivos físicos
− Fuentes tratadas de Henri Lefebvre
− Revistas
− Bibliografía general
• Itinerario y tradición lefebvriana
• Fuente: Ayuntamiento y Gobierno
• Fuentes secundarias
• Tesis
• Hemeroteca
− Fuentes Web
• Archivos digitales
• Blogs, revistas y webs institucionales

Anexos (traducciones)……………………...……………. p. 235

− Anexo 1. “El espacio: producto social y valor de uso” (H. Lefebvre, 1976)
− Anexo 2. “El espacio y el Estado” (H. Lefebvre, 1978)
− Anexo 3. “Epílogo” (D. Harvey, 1991)

21
22
Listado de figuras, tablas y fichas

Figuras

Volumen I

Fig. 1. Neil Brenner en Barcelona, junto al profesor de Urbanismo de la ETSAM, Álvaro Sevilla B.
Seminario “Crisis global y Teoría urbana crítica”, organizado por Espais Crítics. CCCB,
Barcelona. Jiménez-Pacheco, P. (2017, Octubre 11). p-39.
Fig. 2. Portadas de las primeras ediciones de los textos en referencia que habrían influenciado el uso
del método “regresivo-progresivo” en Lefebvre. p-43.
Fig. 3. Esquema ajustado del “sistema teórico crítico” en Lefebvre y el estudio de caso. Incluye:
métodos, etapas, evolución del objeto y ámbito temporal. Jiménez-Pacheco, P. (2018). p-44.
Fig. 4. Esquema de trayectoria temporal de relevancia del pensamiento de Henri Lefebvre. Hitos en su
producción teórica, contenidos, tradición, influencias y contactos. Jiménez-Pacheco, P. (2018). p-
53.
Fig. 5. Portadas de la primera edición de las obras de Lefebvre en los años: 1939, 1947 y 1958
respectivamente. p-59.
Fig. 6. Norbert Guterman y Henri Lefebvre. Archivo Guterman, Butler Library, Columbia University,
dossier Henri Lefebvre, 1939–49. p-61.
Fig. 7. Jacques (1840s). “Cour des miracles” en, Víctor Hugo (1844). Notre-Dame de Paris. Fuente:
Archivo St. Michael's College Library. ‘Esta escena nocturna muestra una plaza llena de una
muchedumbre harapienta de mendigos y lisiados que beben, cocinan y hablan sobre un fondo de
casas del París medieval, ubicadas en el barrio del mercado de Les Halles’. Recuperado de
https://archive.org/details/notredamedepar00hugo p-84.
Fig. 8. John Bulmer. (1960), Nelson, Lancashire, Inglaterra. p-85.
Fig. 9. “Les coiffeuses au soleil” [Las peluqueras al sol]. París. L’Atelier Robert Doisneau. Robert
Doisneau. (1966). p-86.
Fig. 10. Carnaval en “La Chala”, sector urbano de Guayaquil, Ecuador. [Calle La decima entre Robles
Chambers y el Oro]. Fuente: Ruiz, P. (2016). p-94.
Fig. 11. Escolares en la Rue Damesme. París. Robert Doisneau. (1956). p-102.
Fig. 12. Esquema espacio-temporal de los modos de urbanización hacia “lo urbano”. Fuente: Lefebvre.
(1972b:106). p-111.
Fig. 13. (Izq.). Plan masa de Mourenx. René A. Coulon. (1955). (Der.). Tarjeta postal de promoción
de Mourenx (1956). Fuente: Laboratoire urbanisme insurrectionnel. (2013). p-117.
Fig. 14. (Izq.). Jean Balladur (1973) explica el proyecto de La Grande-Motte en televisión francesa.
Fuente: INA.fr. (Der.). La Grande-Motte. (1977). Vista general de la ciudad vacacional. Foto:
Bob Ter Schiphorst. “La libertad de los contornos [modénature] testimonia aquí la libertad del
hombre apoyado en una nueva técnica que él inventó”. (Jean Balladur, 1999). p-131.
Fig. 15. Proyecto de “villages d’vacances”. Candilis, G. & Dreysse, D. Desarrollo turístico de las
costas de Languedoc-Rosellón. Fuente: L’Architecture d’Aujourd’hui, 131 (1967). p-132.
Fig. 16. Centre Pompidou y plaza Georges Pompidou desde la esquina de calle Rambuteau y Saint
Martin. Jiménez-Pacheco, P. (Junio, 2016). p-136.
Fig. 17. “My balloon”. Niños de la minoría étnica H’Mong juegan con sus globos en un día de niebla
en Moc Chau, provincia de Ha Giang, Vietnam. Foto: Vo Anh Kiet. (Enero, 2012). Fuente:
National Geographic. (2013). p-149.
23
Fig. 18. Dibujo de reconstrucción de los baños de Diocleciano en Roma del arquitecto francés
Edmond Paulin. (Alrededor de 1880). Fuente: Das erbe Roms. Bilder und Gedanken über das
Imperium Romanum. (2018). p-160.
Fig. 19. Templo y arte Gupta en el complejo de Khajuraho. Sevagram, India. Fotos: Ross Burton.
(2017). p-162.
Fig. 20. Grabado (s.f.) de la Villa de Lucullos de Miseno, (autor desconocido), Fuente: National
Galley of Victoria, Melbourne, adquirida en 1868. Recuperado de https://www.ngv.vic.gov.au/ p-
164.
Fig. 21. Plano ciudad ideal de Sforzinda. Filarete. (1457), en: Tratado de Arquitectura (1457-1464).
Plano presentado por Filarete a Galeano Sforza. Fuente: González. (2004). p-165.
Fig. 22. Grabado Claude-Nicolas Ledoux, vista de Oikéma proyectada para la ciudad ideal no
realizada de Chaux, Francia. Fuente: Coquet, B. (s.f.). p-166.
Fig. 23. Henri Lefebvre y Raoul Sangla, durante el rodaje del programa de televisión Oratorio
dedicado a la arquitectura en las salinas reales de Arc-et-Senans. Foto: Georges Galmiche.
Fuente: Getty Images. (s.f.). p-167.
Fig. 24. Calle de barrio durante el día de la Verbena de San Juan. Barcelona, España. Jiménez-
Pacheco, P. (2017, Marzo 23). p-192.
Fig. 25. Ville Ubiquitaire, Songdo, Corea del Sur, [Ciudad Ubicua]. Fuente: Laboratoire Urbanisme
Insurrectionnel. (2015). p-197.
Fig. 26. Diagrama A. Realidad polivalente (formal y material) del espacio social lefebvriano.
Elaboración: Jiménez-Pacheco, P. (2017). p-202.
Fig. 27. Diagrama B. Análisis metodológico tripartito del espacio social como una realidad social.
Elaboración: Jiménez-Pacheco, P. (2017). p-205.
Fig. 28. Malla guía teórico-metodológica para el análisis del espacio social urbano. Elaboración:
Jiménez-Pacheco, P. (2017). p-206.
Fig. 29. (Izq.) Picasso. (1907). “Las señoritas de la calle Avignon”. (Der.) Henri Matisse. (1907).
“Música” (sketch). Fuente: MoMA, New York. p-218.
Fig. 30. Paul Klee (1914). (s.t.). p-224.
Fig. 31. (Izq.). Miembros de la Sección del Asentamiento Socialista del Comité Estatal para la
Planificación–Departamento de Estandarización (1929). De izquierda a derecha, Afanas’yev,
Ginzburg, Savinov, Pasternak, Barshch y Sokolov. Fuente: Movilla Vega. (2015). (Der.). Aleksey
Ginzburg. Edificio Narkomfin (1928-1932). Modelo 2004. Fuente: Ginzburg architects. (2004).
Moscú. p-228.
Fig. 32. Estudio de la ciudad en Furttal, plan general (1961). Ernst Egli y Fachgruppe Bauplanung der
Studiengruppe "Neue Stadt", "Projekt einer Studienstadt im Raume Otelfingen im Furttal.
Maqueta (vista desde el sur). Fuente: Revista Schweiz Bauzeltung, 79, (1961). p-230.
Fig. 33. Construcción de centro comunitario en Villeneuve-la-Garenne (1970) por los estudiantes de la
UP-6 (estudiantes y arquitectos activistas de Vive La Révolution), junto a los habitantes del lugar
y trabajadores portugueses. Fondos de Michel Quétin (Archivo Nacional de Francia). Reportaje
fotográfico “El fosse aux astres”. (16-18 de Mayo de 1970). Fuente: Archivos digitales del
Departamento de Cantal, Francia. Véase también: Laboratoire Urbanisme Insurrectionnel. (2014).
p-236.
Fig. 34. Yamasaki & Roth, World Trade Center (construcción 1966-1972), New York; y la iglesia St.
Paul del siglo XVIII. Foto: Cervin Robinson. Fuente: Tafuri. (1973). Progetto e Utopia
(ilustración 34). p-239.
Fig. 35. (Izq.). Paul Chemetov, Louis Ouhayoun, Léon Coraini y Jacques Simon (paisajista). (1962).
Conjunto de viviendas. Vigneux, Francia. Fuente: AUA. (Der.). Paul Bossard. (1959-1962).

24
Conjunto de viviendas Les Bleuets. Créteil, Francia. Fuente: Archivo gráfico de Fuck Yeah
Brutalism. p-241.
Fig. 36. (Izq.). Levittown. (1950). Foto: Bettmann & Corbis. (Der). Personas esperando para conocer
el modelo de su nueva casa en Levittown. (s.f.). Foto, B. Anthony Stewart. Fuente: The
Guardian. (2015). p-242.
Fig. 37. Georges Candilis, Alexis Josic & Shadrach Woods. (1967–75). Facultad de Humanidades,
Toulouse-le-Mirail. Fuente: L’architecture d’aujourd’hui, 137. p. 58, (1968). p-244.
Fig. 38. Georges Loiseau, Jean Tribel & Jean-François Parent. (1968-1973). Quartier de l’Arlequin.
Grenoble. Fuente: Archivo Jean Tribel. p-244.
Fig. 39. (Izq.). Guía de Villagexpo. (Septiembre de 1966). 187 modelos de casas unifamiliares. (Der.).
Promoción de la construcción de casas individuales (1968). Villagexpo en Saint-Michel-sur-Orge
(22 equipos constructores). p-245.
Fig. 40. (Izq.). Émile Aillaud (1964-71). Conjunto de viviendas La Grande Borne. Grigny. (Der.). Plan
Maestro de Rehabilitación. (2015). Agence RVA (Nicolas Trentesaux, Dominique Renaud,
Philippe Vignaud). Fuente: Agence RVA. p-245.
Fig. 41. Jean Renaudie & Renée Gailhoustet. (1969-1975). Conjunto de viviendas en Ivry-sur-Seine.
Fuente: Archivo Socks. p-247.
Fig. 42. Discusión durante la competencia de Les Halles entre Henri Lefebvre y Philip Johnson (de
perfil con gafas de marco oscuro en primer plano a la derecha). (1980). Fuente: L'architecture
d'aujourd'hui, 208, p. 40. (1980). p-249.
Fig. 43. Proyectos para Les Halles seleccionados por Lefebvre. a) Franco Purini. (1980). Se refería a la
arquitectura ‘revolucionaria’ francesa de fines del siglo XVIII. Fuente: Architectural Design, 9-
10, p. 49. b) Jun Matsui e Hiromichi Matsui. (1980). Lefebvre valoró esta entrada por reintegrar
la vivienda y la producción en el centro de la ciudad. Fuente: L'architecture d'aujourd'hui, 208, p.
10. c) Yves Lion. (1980). Se introduce la vivienda en el centro de París. Fuente: Archivo de Yves
Lion. Études, réalisations, projets 1974-1985. Fuente: Stanek. (2011a). p-250.
Fig. 44. (Arriba). Panorámica del conjunto la Maladrerie en Aubervilliers. (1975-1986). Fuente:
Erenati, & Aquilina, 2016. Conjunto diseñado por Renée Gailhoustet, Magda Thomsen, Yves and
Luc Euvremer, Vincent Fidon, Katherine Fiumani, y Gilles Jacquemot, junto con Jean Renaudie.
(900 viviendas, equipamientos comerciales, culturales, etc.). El proyecto habría sido discutido por
Lefebvre en la revista Archivari, editada por el grupo Sodédat 93: Un laboratoire urbain (Stanek,
2011a). (Izq.). Proceso de construcción del edificio Le Liégat. (1974-1982). (Der.). Propuesta
urbana del conjunto del Marat para la renovación del centro de Aubervilliers. (1971); fachada sur
del edificio Le Liégat (1976). Fuente: Collection Art & Architecture du FRAC Centre. p-252.
Fig. 45. (Izq.). Mario Gaviria, Henri Lefebvre, y la hija de Lefebvre, Armelle, en la casa familiar de
Gaviria en Cortes (s.f.). Navarra, España, principios de los años setenta. Archivo de Mario
Gaviria, Zaragoza, España. Fuente: Lefebvre. (2014c.) (Der.). Lefebvre dando declaraciones de
prensa, entre Cesar Alonso y Eduardo G. Rico. (Sin lugar). Foto: Martínez Parra. Fuente: “15
preguntas a Henri Lefebvre”. Triunfo, 341, p. 33. (Diciembre, 1968). p-254.
Fig. 46. (Izq.). Portada de Revista Arquitectura, 113-114. (1968). (Der.). Ilustración del estudio,
Barrio Gran San Blas. Interior de la revista. (s.p.). p-256.
Fig. 47. Mario Gaviria, Juan M. Alonso y Fernando de Terán. (1966). Sección de la propuesta
ganadora en el Concurso de ideas para la urbanización del barrio de viviendas “Canaletas”,
Cerdanyola. Fuente: Patronato Municipal de Vivienda (Ed.). Boletín de las propuestas para el
concurso de ideas para la urbanización del barrio de viviendas Canaletas en Cerdanyola, p. 8.
Barcelona. p-257.
Fig. 48. Hansen, O. (1963). Plan de desarrollo del conjunto de vivienda estatal Juliusz Słowacki,
Lublin. Fuente: Stanek & Kędziorek. (2012). p-262.
Fig. 49. Oskar Hansen en París, Foto-postal, (s.f.). Cortesía de la organización Forma Otwarta. p-263.
25
Fig. 50. Oskar Hansen con Pierre Jeanneret en su despacho. (finales de los años 40). Paris. Foto:
Władysław Sławny (Archivo de Oskar Hansen). Fuente: Fundación Graham. p-265.
Fig. 51. Oskar Hansen, Jerzy Sołtan, Ralph Erskine y Kenzo Tange durante la conferencia del CIAM.
(1959). Otterlo, Países Bajos (Holanda). Archivo de Oskar Hansen. Fuente: Fundación Graham.
p-266.
Fig. 52. Robert Doisneau. (1945). Les pavillons des délaissés, Cachan. Atelier Robert Doisneau. p-
276.
Fig. 53. Oskar Hansen (1975) explicando la teoría de la Forma Abierta y el problema del gran número
en el Congreso de AICA (Asociación Internacional de Críticos de Arte) en Breslavia, Polonia.
Fuente: Museo de la Academia de Bellas Artes de Varsovia. (s.f.). p-282.
Fig. 54. Conjunto estatal de viviendas Juliusz Słowacki en construcción. (1961). Lublin. Archivo de la
Casa Cultural del LSM. p-283.
Fig. 55. Hansen, O. & equipo. (1972). Diagrama conceptual del desarrollo de 4 bandas de
asentamientos que se extienden de norte a sur a lo largo de todo el territorio Polaco, formando el
Sistema Lineal Continuo. Fuente: Stanek. (2014). p-286.
Fig. 56. Oskar Hansen. Boceto del desarrollo del Sistema Lineal Continuo. Fuente: Stanek &
Kędziorek. (2012). p-287.
Fig. 57. Oskar Hansen (1974). Diagrama del principio de pulsación de los cambios en las relaciones
sociales y los fenómenos sociales. [Traducción de puntos en la curva oscilante: Vézelay-
cortesanía, Toma de la Bastilla-1789, Polonia 1934, actualidad, mañana, pasado mañana]. p-288.
Fig. 58. Oskar Hansen y equipo, (s.f.). Ideograma del SLC a escala nacional. Zona multifuncional de
vivienda. Fuente: Stanek. (2014). Cuadro superior elaboración: Jiménez-Pacheco, P. (2017). p-
289.
Fig. 59. Conjunto estatal de viviendas ‘Juliusz Słowacki’. (Ejecución:1963-66). Lublin, Polonia.
Vistas del conjunto en proceso de construcción. Fuente: Centro cultural Brama Grodzka–Teatr
NN, Lublin. p-292.
Fig. 60. Estudio ‘Nuevo Lublin’. (1977). Cooperativas de vivienda de Lublin-LSM. [1 Juliusza
Słowackiego, 2 Adama Mickiewicza, 3 Piastowskie, 4 Zygmunta Krasińskiego, 5 Henryka
Sienkiewicza, 6 Marii Konopnickiej, 7 Bolesława Prusa]. Fuente: Sulisz, W. (2012). p-293.
Fig. 61. Conjunto Juliusz Słowacki en obras. (s.f.). Colección de Teresy Gralewskiej. Fuente: Paga &
Pastuszko. (2016). p-294.
Fig. 62. Maqueta del conjunto ‘Juliusz Słowacki’. El conjunto comprende 18 edificios, emplazados en
un área de 17 ha. Se obtuvieron 2.000 unidades de vivienda, en las que habitan 5.000 personas
aproximadamente. La superficie de tiendas y servicios es de 4.800 m2. Fuente: Sulisz, W. (2012).
p-295.
Fig. 63. Oskar y Zofia Hansen. (1970). Conjunto Juliusz Słowacki en invierno. Fuente: Archivo de la
Fundación Zofia y Oskar Hansen. p-296.
Fig. 64. Actualidad del conjunto ‘Juliusz Słowacki’. (Izq.). Antiguo Teatro ‘Formy Otwartej’ [Forma
Abierta]. (Der.). Tiendas y guardería. Fotos: Ewa Behrens (2015). Fuente: Powojenny
Modernizm. p-297.
Fig. 65. Empleados de la Cooperativa de vivienda de Lublin realizando trabajo social en el conjunto
Krasińskiego (Ver: Fig. 63), contiguo a Juliusz Słowacki. (Finales de los años 60). Archivo de la
Casa Cultural de la Cooperativa LSM. Fuente: Szlachetka. (2016). p-298.
Fig. 66. Algunos de los mosaicos que resisten en el conjunto Słowacki. (Arriba). Fuente: Filip
Springer, 2011. (Abajo). Fotos: Przem Trubalski, 2017. Fuente: Antytrip. Recuperado de
http://antytrip.pl p-299.
Fig. 67. Transformaciones en el conjunto Juliusz Słowacki. Uso comercial de pasillos exteriores.
Fotos: Alicja Glinianowicz (2014). Fuente: Na Blokowisku. p-300.
26
Fig. 68. Habitantes del conjunto entre los años 60-70. Colección de fotografías personales de varios
vecinos. Cortesía de Paulina Paga e Iza Pastuszko. Fuente: Paga, P. & Pastuszko, I. (eds.). (2016).
mój LSM. Collage: Jiménez-Pacheco, P. (2018). p-302.
Fig. 69. Visitas y activaciones artísticas en el conjunto Słowacki. (2015). Cortesía de la Fundación
Lubelska Agora Modernizm. p-303.
Fig. 70. (Izq.). Cubierta de la primera edición de La question urbaine. M. Castells, 1972. (Der.).
Publicidad del libro Espace et politique. Henri Lefebvre. Publicado en la revista Espaces et
sociétés, (8), p. 137. (Febrero, 1973). p-318.
Fig. 71. (Izq.). Cubierta de la primera edición de La révolution urbaine. H. Lefebvre, 1970. (Der.).
Cubierta de la primera edición en español de Social Justice and the city. D. Harvey. (1973/1977).
p-326.
Fig. 72. (Izq.). Cubierta de la primera edición en inglés de La production de l’espace. H. Lefebvre.
(1974/1991). (Der.). Cubierta de la primera edición de The limits to capital. D. Harvey. (1982). p-
333.
Fig. 73. Cubierta de la primera edición de Justice, nature & the geography of difference. D. Harvey.
(1996). p-336.
Fig. 74. (Izq.). Cubierta de la primera edición de Rebel cities. D. Harvey. (2012). (Der.). Cubierta de la
primera edición de Redes de indignación y esperanza. M. Castells. (2012). p-350.
Fig. 75. Comunidad icariana en Corning, Iowa. Foto: Alexander von Thorn. (2006, diciembre). p-354.
Fig. 76. Programa final del Encuentro Anual de ASA. (1988, Agosto 21-25). San Francisco. Fuente:
Castells (1998/2002). p-358.

Volumen II

Fig. 1. Anuncio de inversor para la compra de un edificio residencial. Estos anuncios se encuentran
comúnmente en los accesos a edificios en el centro de Barcelona. Fuente: desconocido, recogido
de un edificio del barrio de Sant Antoni. (Enero, 2018). p-13.
Fig. 2. “Cálculo hacia atrás” en la operación del promotor inmobiliario. Fuente: Topalov. (1978). p-46.
Fig. 3. Régimen de tenencia vs. tipo de Estado de Bienestar en la Unión Europea. Fuente:
EUROSTAT, en: García-Almirall. (2016). p-54.
Fig. 4. Salarios reales 2008-2014. El promedio español perdió el 25% de su salario real en ese período.
Fuente: Thomson Reuters / Financial Times, en Idealista. (2015). p-56.
Fig. 5. Progreso del precio del alquiler en Barcelona 2013-2017. Fuente: Institut Català del Sòl, en
Ortega. (2017). p-59.
Fig. 6. Desalojo de varias familias en el edificio número 151 de la calle Entença comprado por un
inversor. Fuente: Castán. (2017). p-60.
Fig. 7. Áreas de aglomeración de habitaciones en alquiler dentro de Ciutat Vella ofertadas por Airbnb
que cuentan con licencia de turismo. Fuente: Trescientosmil kms. (2017). p-62.
Fig. 8. “El futur urbanístic de Barcelona” (entrevista a funcionarios urbanistas responsables de la
gestión de los proyectos y la planificación urbanística en la ciudad post-olimpiada). Recorte
periodístico, Revista Carrer, 17, p. 9. Fuente: FAVB. (Julio, 1993). p-64.
Fig. 9. Diagrama de barrios de Barcelona. Panfleto de campaña para la inscripción de la candidatura
para las elecciones municipales. (Guanyem Barcelona, 2014). p-66.
Fig. 10. Ex alcalde Maragall y Ada Colau rompiendo el protocolo en la ceremonia de conmemoración
del XXV aniversario de los JJ.OO. Fuente: A. Colau. (2017c). p-73.

27
Fig. 11. Declaraciones de Ada Colau publicadas en la cuenta oficial de BeC –Facebook y Twitter–
(2018, Marzo 5). p-78.
Fig. 12. Delimitación del área estudiada por Pere López. Barrios Santa Caterina-Portal Nou. Fuente:
López. (1986). p-98.
Fig. 13. Relato periodístico de la reunión del Alcalde Maragall con vecinos de Ciutat Vella. (7 de
marzo de 1987). Fuente: La Vanguardia. (1987). p-100.
Fig. 14. Estructura orgánica de gestión bajo la cual operaba PROCIVESA. Jiménez-Pacheco. 2018.
Fuente: Ruiz de Somocurcio. (2005). p-102.
Fig. 15. Infografía del Distrito Ciutat Vella sobre la turbulencia inmobiliaria y sus consecuencias más
dramáticas. Fuente: Masala. (2017a). p-111.
Fig. 16. Hermanos Leyva, administradores de la empresa MKPREMIUM. Fuente: La Vanguardia.
(2016). p-112.
Fig. 17. Acuarela en una guía de la Rambla con sus tiendas. Fuente: Amics de la Rambla. (2017a). p-
118.
Fig. 18. Convocatorias y campañas: para la ocupación de la Rambla, contra la mercantilización de la
ciudad y la “marca Barcelona”. Fuentes: Bcn Ens Ofega, 2016; SOS Rambla, 2017; No Ens Faran
Fora, 2017. p-119.
Fig. 19. Flujo principal de personas moviéndose en Ciutat Vella marca la Rambla como eje principal
de movilidad. Fuente: Trescientosmil kms. (2017). p-121.
Fig. 20. Fundació Barcelona Comerç y el Ayuntamiento de Barcelona entregan el premio “Compromís
amb el Comerç” a la AAR. Fuente: AAR. (Noviembre, 2017). p-122.
Fig. 21. “Taller Canaletas” para la transformación de la rambla. Fuente: AB. (Enero, 2018). p-125.
Fig. 22. Proporción de áreas de vivienda (azul) en relación con otros usos (rosa) en Ciutat Vella.
Fuente: Trescientosmil kms. (2017). p-126.
Fig. 23. ¿Existirá la Rambla del futuro, tal vez solo una madrugada del domingo? Fuente: Barcelona
Experience. (2017). p-131.
Fig. 24. Plano de fincas incluidas en la actualización del Plan Dintres. Fuente: Servei de Premsa.
(2017b). p-132.
Fig. 25. Estructura de la propiedad de la montaña de Montjuïc en los años veinte. Fuente: Roca.
(1993). p-136.
Fig. 26. Primera propuesta del Patronato de la Habitación de Barcelona (491 casas que acabaron
siendo 616). Fuente: López. (2013). p-139.
Fig. 27. Diseño proyectado de cada casa aislada con huertos. Fuente: López. (2013). p-140.
Fig. 28. Plano de distribución de las casas baratas del Prat Vermell, 1928. Fuente: Morales. (2015). p-
141.
Fig. 29. Planta de las casas baratas construidas al final: 38 m2, un patio en vez de huerto y 3
dormitorios. Fuente: López. (2013). p-141.
Fig. 30. Las casas baratas de Eduardo Aunós. Consell del Districte de Sants-Montjuïc (1981,
Diciembre). La historia de nuestros barrios. AB. (1981). p-143.
Fig. 31. Ortofotomapa del ámbito del MPGM de la Marina Zona Franca. Fuente, Agència
Desenvolupament Urbà. (2014). p-146.
Fig. 32. (Izq.). Jordi Santamaria (s.f.). Propuesta original para el proyecto de remodelación del espacio
público. Fuente: Barcelona: La segona renovació (1996). (Der.). J. Llusà y D. Ferrer, proyecto
(1988), construcción (1991). Plantas y alzados de bloques de vivienda Eduardo Aunós (tipo I y II,
primera fase de sustitución). Fuente: Archivo PMH, en: Morales. (2015). p-147.

28
Fig. 33. PGM del ámbito de la Marina y MPGM del nuevo ámbito del barrio de la Marina del Prat
Vermell. Fuente: Badia Ferrer. (2015). p-149.
Fig. 34. Sectores de desarrollo del proyecto del nuevo barrio. Fuente: Bagursa. (2012). p-150.
Fig. 35. Manuel Ruisánchez. (2010). Plano de re-parcelación aprobada del sector 10 (Promotor: Junta
de Compensació del Sector 10). Fuente: Bagursa (2012). p-150.
Fig. 36. Perspectiva de bloques en anteproyecto de reparcelación del sector 10. Fuente: Bagursa.
(2012). p-151.
Fig. 37. Cáceres Arquitectura. S.C.P. (2012). Urbanización de la zona central de la Marina del Prat
Vermell. Fuente: Bagursa. (2012). p-152.
Fig. 38. Plano de la Fase 1A de urbanización del Sector 10. Fuente: AB. (2012). p-153.
Fig. 39. Avance de los trabajos en el Sector 10 al año 2013. Pendientes los trabajos urbanización en la
calle Ulldecona y derribo de edificaciones. Fuente: AB. (2013). p-153.
Fig. 40. Esquema de funcionamiento del Plan Empenta. Fuente: AB. (2012). p-154.
Fig. 41. Publicidad del Pla Empenta para atraer inversiones inmobiliarias. Fuente: AB. (2013). p-155.
Fig. 42. Ortofotomapa de la Marina. Nuevo ámbito del Pla de Barris. Fuente: Urbaning, en: Pla de
Barris. (2016). p-157.
Fig. 43. Esquema planimétrico de hitos alcanzados en la consolidación del nuevo barrio. Fuente: AB.
(2018). p-161.
Fig. 44. Titularidad y número de viviendas “potenciales” (de protección oficial –HPO, dotacionales y
libres) en los solares resultantes de la urbanización ejecutada en el sector 10. Fuente: AB. (2017).
p-162.
Fig. 45. Avance del PAU 1 sector 8 al 2017. Parcelación y modelo volumétrico. Fuente: AB. (2017).
p-162.
Fig. 46. Plano de ubicación de las primeras acciones a desplegar en el marco del Pla de Barris del
ámbito de la Marina. Fuente: AB. (2016). p-163.
Fig. 47. Ortofotomapa de la situación general de edificabilidad del sector 10 en el nuevo barrio de la
Marina del Prat Vermell. Jiménez-Pacheco, P. 2018. [amarillo: construido; naranja: diferentes
etapas. Ver fichas individuales]. p-164.
Fig. 48. Infografía de red colectivos en Barcelona organizados frente a las condiciones de la vivienda.
Fuente: Espai Comunal La Rimaia. (2017). p-178.
Fig. 49. Cotidianidad de la Rambla. “Mantas en el centro”. Fuente: La Vanguardia. (2015). p-182.
Fig. 50. Henri Lefebvre entre los estudiantes en Nanterre. Fuente: Duteuil, Nanterre 1965-68. Cortesía
de Jean-Pierre Duteuil, en: Stanek. (2011a). p-270.
Fig. 51. Plan maestro de la universidad de Nanterre. (1968). El campus estaba formado por: Facultad
de Humanidades (1), candeleros (2), dormitorios de estudiantes (3), bibliotecas (4), instalaciones
deportivas (5), la Facultad de Derecho (6), el Instituto de Estudios Políticos (7), un centro cultural
(8), una estación de ferrocarril (9), puestos de seguridad (10) y salas de calderas (11). Fuente:
Techniques et Architecture, 1, 130, en: Stanek. (2011a). p-271.

Tablas

Tabla 1. Capital social en el lanzamiento de PROCIVESA. (1988). Jiménez-Pacheco, 2018. Fuente:


Ruiz de Somocurcio, 2005. p-103.
Tabla 2. Capital social en el lanzamiento de FOCIVESA. (1999). Jiménez-Pacheco, 2018. Fuente:
Ruiz de Somocurcio, 2005. p-104.

29
Fichas

Ficha 1. Edificio A. (Jiménez-Pacheco, P. 2018). p-165–168.


Ficha 2. Edificio B. –––––––––––––––––––––
Ficha 3. Edificio C. –––––––––––––––––––––
Ficha 4. Edificio D. –––––––––––––––––––––
Ficha 5. Edificio E. –––––––––––––––––––––
Ficha 6. Edificio F. –––––––––––––––––––––
Ficha 7. Edificio G. –––––––––––––––––––––
Ficha 8. Edificio H. –––––––––––––––––––––

30
Abreviaturas usadas en el documento

Ajuntament de Barcelona AB
American Sociological Association ASA
Asociación Amics de la Rambla AAR
Área de Rehabilitación Integrada ARI
Barcelona en Comú BeC
Barcelona Gestió Urbanística SA. Bagursa
Centre d’études sociologiques CES
Centre de Cultura Contemporània de Barcelona CCCB
Centre national de la recherche scientifique CNRS
Consorcio Zona Franca CZF
Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona FAVB
Foment de Ciutat Vella SA. FOCIVESA
Institut Català del Sòl INCASOL
Institut de sociologie urbaine (Paris) ISU
New Left Review NLR
Observatorio de Antropología del Conflicto Urbano OACU
Oficina de Rehabilitación de Ciutat Vella ORCV
Partido Comunista Francés PCF
Partit dels Socialistes de Catalunya PSC
Plan de Mejoras Urbanas PMU
Plan Especial de Reforma Interior PERI
Plan Especial de Infraestructuras PEI
Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos PEUAT
Plan por el Derecho a la Vivienda de Barcelona PDVB
Polígonos de Actuación Urbanística PAU
Promoció Ciutat Vella SA. PROCIVESA
Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria SIGC
Sociedades de Economía Mixta SEM

31
32
Introducción general
El capitalismo se aproxima seguramente al umbral más allá del cual la reproducción ya no será
capaz de prever la producción, no de cosas sino de nuevas relaciones sociales. Este movimiento
parece abstracto. En efecto, lo es. Aquí en este momento, como en la obra de Marx, o al menos
en una parte de su trabajo, una observación sobre lo virtual guía el conocimiento del mundo real
(actual) y a la vez esclarece los antecedentes y las condiciones de dicha realidad. En este
‘momento’, con sus contradicciones, la modernidad acaba apenas de comenzar. –De un modo
análogo, Marx enfocó (en el capítulo inédito, recientemente publicado de El Capital) la
extensión del mundo de la mercancía y del mercado mundial, con sus implicaciones y
consecuencias, cuestiones que en su tiempo no eran sino una virtualidad anunciada por la
historia (de la acumulación)–. Este método no consiste en una extrapolación, sino en un
pensamiento en el límite, que lleva al extremo una hipótesis. La idea de producir no es hoy
producir esto o aquello, cosas u obras, sino sobre todo producir un espacio. Lo que tiene efectos
sobre el conocimiento de los antecedentes, es este caso de las fuerzas y formas productivas. Este
procedimiento consiste pues en una especie de enfoque interno de forzamiento, bajo el cual, las
hipótesis extremas son permisibles… Empujar una hipótesis a su límite nos ayuda a descubrir
cuáles son los obstáculos existentes para su aplicación y las objeciones a las que debería
sobreponerse (Lefebvre, 1974/2013: 261).

¿Por qué Henri Lefebvre?

En palabras de Mark Gottdiener (2000), en su artículo titulado “Lefebvre and the bias of academic
urbanism”, una fortaleza importante del “viejo análisis urbano” anterior a la década de 1970 fue la visión
integrada que buscó trascender las disciplinas. En un momento en que los sociólogos eran “ecologistas”,
los geógrafos eran analistas de “sistemas de ciudades y de “localizaciones”, y los politólogos eran
“pluralistas”, los urbanistas parecían estar unidos por una perspectiva intelectual común. Mientras, los
viejos urbanistas eran inflexiblemente antimarxistas, suscriptores de la economía neoclásica y
metodológicamente individualistas, hasta el punto de ignorar las diferencias o facciones de clase; lo que
se llamó inapropiadamente la “nueva sociología urbana”, porque estaba compuesta por personas de los
campos de la geografía y la ciencia política, así como de la sociología, desafió con éxito estas ideas hasta
el punto de efectuar un cambio de paradigma (Gottdiener & Feagin, 1988; Castells, 1972; Harvey, 1973;
Pickvance, 1977; Friedmann & Wolff, 1982). Al principio, el nuevo enfoque también giraba en torno a
ideas comunes a pesar de la participación de varias disciplinas académicas separadas; según el propio
Gottdiener, “los nuevos urbanistas eran desvergonzadamente marxistas, estudiantes serios de economía
política y teoría social europea”. No obstante, luego de haber emergido como el paradigma clave para el
estudio del urbanismo en la década de 1980, la comunión de enfoque entre sus practicantes,
independientemente de sus respectivas disciplinas, se evaporó con bastante rapidez. En su lugar, dice
Gottdiener, surgiría un “arribismo evidente” representado por pequeñas camarillas que perseguían sus
propias “agendas insulares”, y un “fracaso general” –debido a la insistente construcción sobre el trabajo
de otros– en el proyecto acumulativo de una ciencia urbana, que terminaría efectivamente por
abandonarse. Así, pues, desde la década de 1980, algunos analistas que impulsaban el nuevo enfoque
atribuyeron su avance intelectual a los primeros divulgadores como David Harvey y Manuel Castells; sin

33
embargo, ahora sabemos que fue Henri Lefebvre su verdadero fundador (ver: Lefebvre, 1960;
1961/1973b; 1966/1973c; 1968/1969a; 1968/1973e; 1970/1972b; 1972/1973i; 1972/1976a). Esto no solo
se debe a que los primeros libros de Harvey y Castells sobre el tema despegaron explícitamente de los
escritos franceses de Lefebvre, sino principalmente por la fecundidad y la profundidad de su pensamiento.
Superando los límites de las disciplinas en las que se formó o con las que convivió (filosofía, sociología,
psicología, geografía, economía política, urbanismo, etc.), Lefebvre devino en una fábrica teórica del
marxismo para los nuevos estudios urbanos. No era geógrafo o urbanista, ni tampoco se decía sociólogo o
filósofo, aunque lo era. Él fue un teórico marxiano de la vieja escuela que se opuso toda su vida a ser un
especialista.

Más que cualquier otra cosa, el objetivo explícito de Lefebvre fue aprender la dialéctica de Marx
lo suficientemente bien como para pensar como Marx y exhortó a sus estudiantes a compartir el
mismo propósito… (Gottdiener, 2000:94).

Durante un periodo de más de sesenta años el filósofo y sociólogo francés escribió algo más de setenta
libros y un número incluso mayor de ensayos, artículos y conferencias sobre una amplia variedad de
temas. Se puede considerar que estuvo profundamente comprometido en todos los debates importantes de
la vida política e intelectual francesa del siglo XX1, y que contribuyó originalmente a varios de ellos,
primero formando parte del Partido Comunista Francés (PCF), durante tres décadas (1928-1958) y
después durante otras tres fuera de él (1958-1990). En este largo período de producción científica e
intelectual, Lefebvre podría presumir de haber refrescado y ensanchado el pensamiento marxista
occidental2, de haber desarrollado una epistemología encomiable que se expresa en múltiples aspectos: los
conceptos de vida cotidiana y sociedad burocrática de consumo dirigido; el espacio, el tiempo y el ritmo;
en la autogestión, el derecho a la ciudad y el derecho a la diferencia, la batalla contra el cibernantropo,
etc. Pensador prolífico, ecléctico y original, no siempre preciso o metódico, Lefebvre inaugurará la
tradición teórico crítica en su preocupación por lo urbano, y serán sus planteamientos a partir de 19393,
nuestro punto de partida concreto.

Cinco décadas después de Mayo del 68, tras la aparición lenta pero constante de sus reflexiones, que
antes parecían prematuras, en las librerías de habla inglesa, Lefebvre ha pasado de un relativo aislamiento
a un relativo estrellato. Pero hay un precio para esta popularidad actual: Lefebvre no solo ha sido
resucitado sino también “restaurado” por la academia anglo-americana, de modo que ahora es
perfectamente presentable ante el Banco Mundial y la Organización de las Naciones Unidas; eso si,

1
David Harvey menciona en el epílogo de la publicación The Production of Space, (1991b), que pocos trabajos tan voluminosos de Lefebvre han
salido a la luz del día en inglés, en comparación con otras lenguas no francesas, así como, la vida y obra de uno de los grandes activistas e
intelectuales franceses del siglo XX, y en consecuencia es poco conocido para las audiencias Anglo-americanas.
2
Ver: P. Anderson (1976), Consideraciones sobre el marxismo occidental; y (1983), Tras las huellas del materialismo histórico. Se amplía en
esta sección, en seguida, en el apartado: “Estructura y desarrollo metodológico”.
3
Para Perry Anderson en Consideraciones sobre el marxismo occidental (1976), la obra de Lefebvre fue clave para comprender la evolución del
marxismo de occidente en general y de Francia en particular, ya que Lefebvre, junto a Guterman serían los primeros en traducir los manuscritos
de Marx al francés en 1933; dando paso a la publicación de Le Matérialisme Dialectique, calificada por Anderson como la primera obra teórica
importante que expuso una reconstrucción del pensamiento de Marx como un todo a la luz de los manuscritos de 1844.

34
eliminados demasiados rastros embarazosos de sus antídotos contra la alienación, o de su socialismo
anarquizante, como si un baño purificador se hubiera impuesto en el interés académico y la repercusión
científica concernientes a la revisión de su pensamiento espacial. En el mundo angloparlante se cuentan al
menos una docena de libros sobre su vida y obra publicados entre 1996 y 20154, así como varios
seminarios internacionales, especializados, por ejemplo: “Rethinking Theory, Space and Production:
Henri Lefebvre Today” (Delft University, 11-13 de noviembre, 2008), “Urban Research and Architecture:
Beyond Henri Lefebvre” (ETH Zúrich, 24-29 noviembre 2009). Lo propio ha ocurrido en Francia e
Hispanoamérica aunque con menos entusiasmo editorial y académico, por ejemplo el Coloquio
internacional “Henri Lefebvre. ¿Une pensé devenue monde?” (Nanterre 27-28 septiembre 2011).
También la importante publicación del Nº 2 de la revista URBAN del Departamento de Urbanística y
Ordenación del Territorio de la UPM (Madrid, 2012), dedicado a los Espectros de Lefebvre, con una
convocatoria internacional destacable5; y la primera traducción al español de la emblemática Production
de l’espace (detonador innegable de apropiación anglosajona) en 2013 por Emilio Martínez y la editorial
Capitán Swing.

A este entusiasmo científico se añaden recientes (primeras) traducciones al inglés de algunas de sus obras
fundamentales: Marxist Thought and the City, 2016, Minneapolis: University of Minnesota Press, (Trad.
por Robert Bononno & Ed. por Stuart Elden), y Metaphilosophy, 2016, Londres: Verso, (Trad. por David
Fernbach & Ed. por Stuart Elden); también, la reedición del Derecho a la ciudad, 2017 por Capitán
Swing, con la introducción de Manuel Delgado. Pero quizás la más importante contribución editorial ha
sido la publicación del manuscrito inédito Vers une Architecture de la Jouissance, hallado en Navarra en
2008 por L. Stanek en manos de Mario Gaviria (1938-2018) y publicado en 2014 con el título Toward an
Architecture of Enjoyment, Minneapolis: University of Minnesota Press, (Trad. Robert Bononno & Ed. L.
Stanek). Cabe considerar también, no más de diez seminarios académicos nacionales y regionales en
Latinoamérica sobre el proyecto espacial de Lefebvre celebrados en Sao Paulo, México y Santiago de
Chile principalmente; y siquiera un medio millar de publicaciones científicas a nivel global influenciadas
por su pensamiento en los últimos veinte años.


4
–E. Kofman & E. Lebas (1996). Writings on cities. Henri Lefebvre. Massachusetts: Blackwell. –R. Shields (1999). Lefebvre, love and struggle.
Spatial dialectics. Londres, Reino Unido: Routledge. –S. Elden (2004). Understanding Henri Lefebvre. Theory and the Possible. Londres, Reino
Unido: Continuum –Merrifield, A. (2006). Henri Lefebvre. A critical introduction. New York: Routledge. –K. Goonewardena, S. Kipfer, R.
Milgrom & C. Schmid (2008). Space, difference, everyday life. Reading Henri Lefebvre. Londres-New York: Routledge. –N. Brenner & S. Elden
(Eds.) (2009b). State, space, world. Selected Essays. Minneapolis, Minnesota: University of Minnesota Press. –L. Stanek (2011a). Henri Lefebvre
on space. Minneapolis, Minnesota: University of Minnesota Press. –B. Fraser (2011). Henri Lefebvre and the Spanish Urban Experience.
Reading the mobile city. Plymouth, Reino unido: Bucknell University Press. –D. Harvey (2012). Ciudades rebeldes, del derecho de la ciudad a la
revolución urbana. Madrid, España: Akal. –J. Borja (2012). Revolución urbana y derechos ciudadanos, claves para interpretar las
contradicciones de la ciudad actual. (Tesis doctoral). Facultad de Geografía e Historia. Universidad de Barcelona, Barcelona, España. –Verso.
(Eds.). 2017. The Right to the city. A Verso Report. Londres-New York: Verso.
5
Número editado por Álvaro Sevilla Buitrago y Emilio Martínez Gutiérrez. Contiene los siguientes artículos, entre otros: –Peter Marcuse: ¿Qué
derecho para qué ciudad en Lefebvre? –Kanishka Goonewardena: Henri Lefebvre y la revolución de la vida cotidiana, la ciudad y el Estado. –
Grégory Busquet & Jean-Pierre Garnier: Un pensamiento urbano todavía contemporáneo. Las vicisitudes de la herencia lefebvriana. –Łukasz
Stanek & Christian Schmid: Teoría, no método: Henri Lefebvre, investigación y diseño urbanos en la actualidad. –Thierry Paquot: Releer El
derecho a la ciudad de Henri Lefebvre. –Laurence Costes: Del ‘derecho a la ciudad’ de Henri Lefebvre a la universalidad de la urbanización
moderna. –Andy Merrifield: El derecho a la ciudad y más allá: notas sobre una reconceptualización lefebvriana.

35
En relación a la operatividad de la recuperación lefebvriana, es llamativo que mientras en el mundo
anglosajón se procedía con la “restauración científica” del legado de Lefebvre, obteniendo como
resultado interesantes registros críticos y empíricos como los que hemos anotado (pero también una atroz
especialización y fraccionamiento de su obra) sin llegar a plasmarse claramente en plan o normativa
alguna; en Latinoamérica, se incorporaba el concepto purificado del “derecho a la ciudad” (sin mayor
reflexión o discusión) en varias agendas progresistas. Asistiendo a un coro en el marco normativo
regional (Carta Mundial por el Derecho a la Ciudad, 2004) nacional (Constitución Nacional del Ecuador,
2008, Art. 31), y local (Carta de la Ciudad de México por el Derecho a la Ciudad, 2011) que no solo
adulteró los contenidos del concepto, sino que condenó su eficacia y potencial transformador (refrendado
por las luchas de base en el espacio contra los regímenes neoliberales), al aislarlo de todo contexto
epistemológico, racionalizarlo y confinarlo en la inaplicabilidad de la norma.

Objetivos

En el capítulo denominado “El capital y la propiedad del suelo” de su obra El Pensamiento Marxista y la
Ciudad (1972), Lefebvre plantea varias consideraciones teóricas y metodológicas en relación a su lectura
y análisis del pensamiento de Marx y de su obra en movimiento. Estos planteamientos han sido útiles en
nuestra propia lectura y examen del pensamiento del filósofo y sociólogo francés. Lefebvre recuerda la
época en la que Lenin estimaba que nadie aún había leído bien y, por tanto comprendido, El Capital, a
falta de haber asimilado la dialéctica hegeliana, en razón de que a los lectores les faltaba el instrumental
conceptual de la gran obra de Marx. Medio siglo después de la apreciación del bolchevique, Lefebvre se
pregunta si acaso ese instrumental conceptual no pecaba de excesivo. Creemos que ha sido posible
extrapolar esta idea a nuestra relectura de Lefebvre. Es decir, medio siglo después del Derecho a la
ciudad (1968) llegamos con la mente abarrotada de interpretaciones lefebvrianas; en muchos casos sus
ideas son puestas en tela de juicio para sustituirlas por lo primero que se le viene a la cabeza a quien las
cuestiona; así, lo que Lefebvre consideraba una lectura “sintomática” de Marx, podría, en este caso,
aplicarse a sí mismo. El teórico francés llegaría incluso a decir que prefiere aquella lectura literal de
Marx, de no ser porque la efectúan ortodoxos que desbrozan el terreno marxista únicamente para extraer
siempre las mismas citas, altamente serviciales.

Lefebvre anuncia tácitamente que no pretende exponer una vez más el método seguido por Marx en El
Capital ni su método de lectura; se propone “seguir su movimiento… recorrer el trayecto hasta el final”
(1972/1983: 107). Así, para seguirlo, basta saber concatenar los conceptos y elevarse a la abstracción. No
obstante, habrá que rehacer el trayecto en “forma un poco diferente… para mostrar correctamente su
orientación” (Ibíd.:108). Estos argumentos abren el camino para que Lefebvre describa brevemente su
lectura de El Capital, pero con una advertencia precisa que nos gustaría se asimile para este trabajo:

36
… Mientras que la mayor parte de los lectores y especialmente de aquellos ‘sabios’ que buscan
lo que les conviene y lo encuentran aquí y allá, tanto al comienzo de la obra… como más lejos,
raramente al final, en la teoría de la totalidad social, de su tendencia inmanente… existe otra
dificultad sobre la cual conviene una vez más llamar la atención. La obra se encuentra
inacabada a pesar de su extensión… (Ibíd.:111).

Nuestro estudio del pensamiento de Lefebvre como un todo encierra una actitud análoga, ya que al
recorrer el trayecto del teórico francés, siguiendo sus movimientos hasta el final, buscamos rehacer un
itinerario complejo, pero de una forma ciertamente diferente, y no únicamente para indicar una
orientación o mostrar una flecha, sino, una vez que lo logremos, actualizarla y aplicarla con una voluntad
pedagógica y no dogmática. Esta idea principal lleva su corolario en la intención de estudiar no solo
aquello que decía Lefebvre, sino la forma en que pensaba.

Objetivos específicos

a. Desarrollar el sistema metodológico previsto en el plan de investigación para la producción
guiada de una teoría del espacio crítica basada en los métodos de investigación lefebvrianos y el
estado de la cuestión trabajados.
b. Reconstituir el aparato teórico espacial lefebvriano como un todo, enfatizando en los elementos
originales, con el fin de dotar una fuente epistemológica totalizada y designar categóricamente la
realización teórica de su proyecto espacial.
c. Determinar si existe una “tradición” lefebvriana, estableciendo las redes y puntos de contacto,
relaciones e influencias, círculos y grupos de investigación, pero sobre todo, ejercitando la
dialéctica a partir del conocimiento atravesado por las relaciones más influyentes del teórico
francés en el tiempo.
d. Profundizar en una relación efectiva de la teoría de Lefebvre con la arquitectura y los arquitectos,
la práctica arquitectónica y la gestión del proyecto.
e. Aplicar la epistemología lefebvriana y sus métodos de análisis en el estudio de unidades
espaciales instrumentales en Barcelona en el marco de la producción neoliberal del espacio en la
ciudad global y en la coyuntura actual del gobierno municipal. Para ello, habrá que fijar las
unidades espaciales en la ciudad que permitan completar pedagógicamente el uso eficaz del
aparato teórico metodológico lefebvriano.
f. Renovar los principios del derecho a la ciudad y diseñar un programa de acción pública general
con lineamientos que sirvan para esclarecer cómo pueden contribuir las instituciones
gubernamentales y académicas en la producción de un espacio diferencial.

37
Enfoque de apoyo: Teoría urbana crítica

En 2009, Neil Brenner6 publicaba el artículo denominado “What is critical urban theory?” en el cual
planteaba la importancia de la crítica urbana para identificar las estrategias de transformación social,
entendiendo la naturaleza de los modelos contemporáneos de reestructuración urbana y analizando, sobre
esa base, las implicaciones para la acción. En su artículo, el autor consideraba que los estudios críticos
sobre lo urbano no proporcionan un campo homogéneo de investigación, al no estar fundados sobre
cimientos muy estrictos, y que por el contrario, su desarrollo ha estado marcado por numerosas
divergencias sobre lo teórico, metodológico y político. Asimismo, Brenner demostraba que ante el
incesante movimiento de la urbanización capitalista en el mundo, estos enfoques críticos habían
evolucionado considerablemente en la forma, el contenido y los temas; y que no habían perdido la fuerza
de la década de 1970. Por tanto, hoy en día es posible distinguir un enfoque urbano crítico coherente,
capaz de contrarrestar los estudios tradicionales en este ámbito.

En el mismo documento se describen los objetivos generales de las aproximaciones críticas a los estudios
urbanos: a) analizar las intersecciones sistémicas, determinadas por la historia, entre los procesos del
capitalismo y la urbanización; b) estudiar el desequilibrio entre fuerzas sociales, relaciones de poder,
iniquidades geográficas y estructuras político-institucionales que dan forma y son moldeadas por la
evolución de la urbanización capitalista; c) descubrir la marginación, la exclusión y la injusticia (ya sea
en relación con la clase, la etnia, la ‘raza’, el género, la sexualidad, nacionalidad u otro) cotizadas y
banalizadas en configuraciones urbanas existentes; d) descifrar las contradicciones, las tendencias de la
crisis y las líneas de conflicto, potencial o real, situadas en las ciudades contemporáneas; y sobre esta
base e) definir y politizar las estrategias esenciales que fomentan las formas de vida urbana basadas en el
progreso, la justicia social, el empoderamiento y el desarrollo sostenible (Brenner, 2009a). En este
sentido, recomiendan a los investigadores que se posicionen dentro del universo intelectual de los
estudios urbanos críticos, apoyarse, al menos en términos generales, en la concepción de la teoría crítica
(que proviene de la escuela de Frankfurt) articulada a través de cuatro claves resumidas a continuación:

- La necesidad de argumentos teóricos abstractos sobre la naturaleza de los procesos urbanos bajo el
capitalismo, al tiempo que el rechazo a la concepción de la teoría como esclava de las
preocupaciones inmediatas, prácticas o instrumentales;
- El conocimiento de las cuestiones urbanas, incluidas las perspectivas críticas, debe ser
históricamente específico y mediado a través de las relaciones de poder;
- El rechazo a las formas de análisis urbano instrumentistas, tecnocráticas y dirigidas por el mercado
que promueven la conservación y la reproducción de las formaciones urbanas existentes; y

6
Neil Brenner (1969), politólogo y geógrafo crítico, profesor de Teoría Urbana en Harvard. Dirige junto al geógrafo y sociólogo Christian
Schmid (1958), profesor de sociología en el departamento de arquitectura de ETH-Zúrich, el “Urban Theory Lab” fundado en 2011, con sede en
Harvard Graduate School of Design. Proyecto de enfoque lefebvriano encargado de repensar las categorías, los métodos y las cartografías de la
teoría urbana, con el fin de entender la influencia de las formas emergentes de la urbanización planetaria.

38
- La preocupación por excavar posibilidades de formas de urbanismo alternativas, radicalmente
emancipatorias, que están latentes, pero sistemáticamente reprimidas dentro de las ciudades
contemporáneas (Brenner, 2009a).


Fig. 1. Neil Brenner en Barcelona, junto al profesor de Urbanismo de la ETSAM, Álvaro Sevilla B. Seminario “Crisis global y
Teoría urbana crítica”, organizado por Espais Crítics. Jiménez-Pacheco, P. (2017, Octubre 11). CCCB.

Fruto del conjunto de las reflexiones en el campo de la teoría urbana crítica planteadas fundamentalmente
por Brenner y Schmid (2014; 2015a) es posible sostener que en medio de las hipótesis sobre los procesos
de transformación y urbanización planetaria (Lefebvre, 1970/1972b) arrastramos modelos urbanísticos de
capitalismo avanzado que reproducen sistemas urbanos estandarizados y homogeneizantes, tendentes a
una sofisticación neoliberal, en un momento, en que las ciudades –sobre todo de países con economías
emergentes– experimentan procesos acelerados de reestructuración con incertidumbre social. Este
fenómeno ocurre al margen de las ideologías de los gobernantes de turno, sin que las instituciones, ni la
sociedad puedan revertir la relaciones de poder en la supremacía de fuerzas de la urbanización capitalista
sobre la vida del ser humano7.

Tales procesos de neoliberalización urbana transforman la ciudad, sometiendo a los ciudadanos al


dominio o control del mercado y de las mismas instituciones que la administran. En este campo, las

7
El Fondo Monetario Internacional en su último informe redactado en Abril del 2018 resume que las estimaciones del crecimiento potencial a
nivel mundial han aumentado ligeramente en los últimos años al haberse disipado los efectos temporales relacionados con la crisis sobre el
crecimiento de la productividad total de los factores. Aun así, no existe todavía ninguna señal de que las contribuciones de los insumos del
trabajo y del capital se encuentren en una fase de rápida expansión. Según el FMI, esta situación indica que para favorecer las perspectivas de
crecimiento a mediano plazo, son necesarias medidas de política que aborden las debilidades estructurales, entre ellas la “inversión en
infraestructura” y medidas en el mercado de trabajo que contrarresten los efectos económicos del envejecimiento de la población (FMI, 2018).

39
operaciones de reestructuración urbanística, a través de dispositivos y protocolos concretos (acreditados
por planes, normativas, políticas, políticos y grupos de poder) están contribuyendo eficazmente al
desarrollo insostenible, promoviendo espacios abstractos e instrumentales para la reproducción de las
relaciones sociales de producción neoliberales, espacios de violencia inmobiliaria y desigualdad social en
todo el planeta. Dentro de este escenario alarmante de realidad y prácticas urbanísticas implacables,
consideramos que existe un espacio de esperanzas renaciendo en medio de una profunda crisis global del
capitalismo (mercados: financiero e inmobiliario, 2008; petrolero y de materias primas, 2015), lo que
implicaría potencialmente el inicio de un período de transición hacia otro sentido en las prácticas urbanas
del futuro. Esto se puede observar recientemente en un número indeterminado de actuaciones urbanas,
que aunque territorialmente dispersas y teóricamente intuitivas, contienen soluciones en común de
resistencia anticapitalista en defensa del ser humano.

La producción de teoría del espacio8. ¿Hacia un re-ensamblaje metodológico?

Si lo posible se revela hoy como un horizonte indeterminado y sin límites, es porque lo real lleva
en sí contradicciones radicales (Lefebvre, 1957/2011b: 65).

El “espacio radical humano” se propone en un principio como un concepto totalizador y renovador de


las dimensiones materiales y subjetivas del espacio social en la obra teórica unitaria de Henri Lefebvre, la
cual no ha contado con la dedicación (salvo algunas excepciones) de los teóricos del espacio urbano en
general, y de los investigadores de la obra de Henri Lefebvre en particular. En este contexto,
probablemente, una de las cosas más difíciles para los arquitectos en el ámbito de la investigación es
familiarizarse con el sentido de una metodología que pueda guiar la escritura sobre un campo teórico
poco explorado. Iain Borden y Katerina Rüedi (2000) señala que el mejor trabajo no es sólo el que dice
algo original sobre arquitectura, sino también aquel que entiende exactamente cómo los criterios y la
originalidad han sido producidos. Este problema se ve agravado, según el británico, por el hecho de que
desde los años 50 muchos pensadores-escritores de la arquitectura han adoptado un amplio rango de
enfoques diferentes. La categoría denominada por Borden y Rüedi como “Metodología histórico crítica”
resultó de gran utilidad en nuestro plan de investigación doctoral. Dada su amplitud de enfoques, al
menos dos plantearon claros desafíos en la naturaleza de nuestro proyecto: los enfoques de “teoría
e historia políticas”, y de “teorización y estudios interdisciplinarios”. A estos, se añadió la “teoría urbana
crítica” (Brenner, 2009a), un campo mejor confeccionado para nuestro caso. Sin embargo, los autores
propician una importante reflexión para los procesos de investigación en los que debemos hacer una
revisión del pensamiento a medida que avanzamos, ya que cualquier hallazgo se convierte en un producto
a validarse en el proceso de investigación. Así pues, nos recomienda tomar notas, revisarlas


8
Para ampliar información sobre planteamientos metodológicos, ver: Jiménez-Pacheco, P. (2017c). El goce en el espacio. Fundamentos
lefebvrianos para una arquitectura del goce. Actas, I Congreso Iberoamericano redfundamentos Métodos y experiencias del investigación (pp.
807-817). Madrid, España: Universidad Politécnica de Madrid. Véase también: Conferencia grabada en directo (2017, diciembre 11, ETSAM-
UPM, Madrid). Recuperado de https://vimeo.com/255699560

40
periódicamente, escribir sobre la marcha, hablar sobre la marcha y discutirlos constantemente. Por ello, a
lo largo de estos tres años conseguimos participar en diversos encuentros académicos internacionales9.

Luego de un primer esfuerzo en acercarnos a los métodos de Lefebvre, decidimos emplearlos en nuestra
propuesta doctoral (Junio 2016). En ella, empezamos por empujar una hipótesis a su límite,
situándonos en un movimiento desde el capitalismo avanzado (con el sistema neoliberal que lo sostiene
en crisis) hacia un escenario catastrófico cada vez más cerca del “fin de la ciudad”, a saber, una vía
precipitada hacia un lugar desconocido entre los intersticios de “lo urbano”, donde el capitalismo se
presenta de rostro humano y se consolida una especie humana, a la cual, Lefebvre llamaría
“cibernantropo” (1967/1972c). Esta hipótesis extrema exigiría la búsqueda del “contra-proyecto” a un
sistema urbano cerrado, para sustituirlo por una teoría parcial abierta que incluya un cúmulo de
estrategias de resistencia con fines transformadores, capaces de arrojar luz sobre una ciudad destinada a la
producción social de “otro” espacio, una ciudad global y, a la vez, posible de apropiaciones concretas.

De esta presunción inicial, perseguimos restituir la totalidad de la teoría espacial de Lefebvre a partir de la
creación de un objeto virtual con sus contenidos materiales y subjetivos a través de la operación
de “transducción”. Lefebvre (1961/1973b) propone la transducción como una operación que puede
proseguirse metódicamente y que difiere de las operaciones clásicas de inducción y deducción, y también
de la construcción de modelos, o de la simulación de enunciados. La traducción consiste en elaborar y
construir un objeto teórico virtual, a partir de informaciones sobre la realidad, así como, a partir de
una problemática planteada por esta realidad, suponiendo una relación dialéctica entre el marco
conceptual utilizado y las observaciones empíricas. Su metodología conforma las operaciones mentales
espontáneas del especialista, introduciendo el rigor en la invención y el conocimiento en la utopía10. Así,
este método nos habilita la confrontación del objeto virtual frente a un objeto real determinado –en este
caso– por el modo de producción neoliberal del espacio urbano y su espesor histórico en la ciudad global,
desvelando los conflictos y actores, los límites y contradicciones, constituyendo en efecto, un “objeto
real-posible”. Para el teórico francés, la dialéctica de lo posible ofrece la llave para abrir las puertas
cerradas del presente. Lo posible se opone a lo real y forma parte integrante de lo real: de su movimiento.
Sin embargo, tal confrontación y evolución del objeto virtual no podría efectuarse sin la adopción de un

9
– VIII Seminario Internacional de Investigación en Urbanismo (ETSAB-Universidad Politécnica de Catalunya), Barcelona, junio 2016. – I
Congreso Internacional CONTESTED-CITIES (Universidad Autónoma de Madrid), Madrid, julio 2016. – RC21 Leeds Conference for
Rethinking Urban Global Justice (University of Leeds). Leeds, septiembre 2017. – I Congreso Iberoamericano redfundamentos Métodos y
experiencias del investigación (ETSAM-Universidad Politécnica de Madrid), Madrid, diciembre 2017.
10
Ver: H. Lefebvre. (1968). Humanismo y Urbanismo, artículo publicado en la revista Architecture, Forme, Fonction, (14), 22-26. Véase
también: H. Lefebvre. (2014b). Critique of Everyday Life, Volume II: Foundations for a Sociology of the Everyday. Londres-New York: Verso.
Lefebvre señala que las operaciones clásicas del razonamiento ya no pueden ser suficientes. La inducción convirtió el hecho en ley, lo particular
en general y lo contingente en lo necesario. Para sacar sus conclusiones, la deducción pasó de lo general a lo singular, de la afirmación a la
implicación, y de lo anhelado a lo necesario. A estas operaciones rigurosas añadiríamos la noción de transducción, que construye un objeto
virtual usando información, y que utiliza datos para llegar a una solución. También podemos decir que la transducción va desde lo (dado) real a lo
posible. El concepto viene de los teóricos de la información que hablaban de “transductores psicológicos” para designar las modalidades
psíquicas de esta operación. De manera similar, Lefebvre introduce la idea de transductores sociológicos para designar la operación llevada a
cabo incesantemente por los grupos sociales (y los individuos dentro de esos grupos). Ellos van desde lo presente hasta lo virtual y de lo dado a lo
posible en una interminable operación prospectiva, en la cual, las ideas psicológicas usuales de logro, predicción e incertidumbre no pueden
agotarse.

41
ámbito temporal autorizado por el “método regresivo-progresivo” (Lefebvre, 1953), inspirado por Marx y
la historia como disciplina auxiliar, especialmente, en los estudios de sociología rural de Lefebvre.

El teórico francés explica en La Producción del espacio (1974) que su aproximación metodológica a los
contenidos de su obra se puede denominar “regresiva-progresiva”. Su punto de partida viene dado por la
realidad actual (una problemática examinada en el presente); luego la producción del espacio es elevada a
una epistemología y un concepto originales que le permiten reaccionar sobre el pasado. Así, descubre los
aspectos y “momentos desconocidos” hasta la fecha; el pasado se alumbra de un modo distinto, y en
consecuencia, el proceso que va desde ese pasado a la actualidad se expone diferencialmente. Lefebvre
capta el método de Marx, haciendo referencia a su metodología explicada en los Grundrisse: “las
categorías (conceptos) que expresan las relaciones sociales en la sociedad más avanzada, la sociedad, a
saber burguesa, permiten al mismo tiempo aprehender la estructura y las relaciones de producción de
todas las formaciones sociales pasadas, no solo porque ciertos vestigios de ellas subsisten, sino porque
ciertas virtualidades o posibilidades adquieren todo su sentido al desarrollarse” (Lefebvre, 1974/2013:
123). Según el desarrollo del método, basado en temas estudiados por Lefebvre como la sociología rural o
su teoría del espacio, se supone tener en cuenta tres dimensiones: la complejidad de la realidad social, la
temporalidad y la polisemia disciplinaria.

Este enfoque teorizado por Lefebvre también fue comentado en La Revolución urbana (1970/1972b):
“con la llegada del tiempo y la historicidad, el conocimiento es capaz de captar dos movimientos
opuestos: el regresivo (de lo virtual a lo actual, de lo actual al pasado) y el progresivo (de lo superado y
completado, al movimiento que determina lo completo, que presagia y hace surgir algo nuevo” (Lefebvre,
1970/1972b: 30). Este método consta de tres momentos. El primero de ellos es el momento descriptivo, el
de una observación informada por la experiencia y la teoría general, incluyendo la observación
participativa en el terreno. El segundo es el momento analítico-regresivo, que tiene por objeto una
datación exacta de la realidad descrita. Por último, la tarea del momento histórico-genético, es el estudio
de las modificaciones introducidas a la estructura anteriormente fechada, por su posterior desarrollo
(interno y externo) y por su subordinación a las estructuras más amplias.

42
Fig. 2. Portadas de las primeras ediciones de los textos en referencia que habrían influenciado el uso del método “regresivo-
progresivo” en Lefebvre.

Además de Marx, reclamado por Lefebvre como el fundador de este método11, su segunda fuente (no
referenciada) según Lukasz Stanek podría haber sido la tradición de los historiadores franceses de finales
del siglo XIX y principios del XX, y, en particular, la investigación de Marc Bloch sobre la historia rural
de Francia (Stanek, 2008). Los paralelismos entre la obra de Lefebvre y el enfoque de los investigadores
agrupados en torno a los Annales d'histoire économique et sociale (Marc Bloch, Lucien Febvre y luego
Fernand Braudel, entre otros) son múltiples. Esto indicaría que Lefebvre se inspiró en los intentos de
estos historiadores por ir más allá de la causalidad económica y estudiar el cambio social condicionado
por la experiencia vivida, o lo que Bloch llamaba, en su Société féodale (1939-1940), “modos de
sentimiento y pensamiento”. También en su libro de 1931 (Les Caractères originaux l'histoire rurale
Française) Bloch empleó el método regresivo, argumentando a favor de la “lectura de la historia hacia
atrás, porque los períodos posteriores son más conocidos que los anteriores, y es prudente proceder de lo
conocido a lo desconocido”. En este sentido, el examen de Lefebvre en Rabelais (1942) sobre el cambio
social, no en términos de determinaciones sino en términos de posibilidades, se parecía, por ejemplo, al
estudio de Lucien Febvre y su cuestionamiento de la posibilidad del ateísmo en el siglo XVI. Más
influyente para la teoría del espacio de Lefebvre, según Stanek, habría sido la atención que prestó a
Braudel y a la importancia del espacio y las determinaciones geográficas en la historia, destacadas en su
estudio sobre el Méditerranée et le monde méditerranéen à l'époque de Philippe II (1949). En este
sentido, Lefebvre habría quedado impresionado por la perspectiva de Braudel sobre la multiplicidad de
las formas del tiempo (que inspiró a Georges Gurvitch, profesor de sociología en la Sorbonne y
supervisor de la tesis de Lefebvre sobre el Estado) y su distinción entre el momento geográfico, social e


11
Remi Hess en su artículo La méthode d’Henri Lefebvre (1991) considera que el método aplicado de forma brillante por Lefebvre era “difícil en
la práctica”, sin embargo, él se mantuvo fiel y casi sólo en la convicción de mantener vivo el pensamiento de Marx y su método con todas las
dificultades. Lefebvre argumentó estar furioso por recibir el crédito de este método, al conocer los elogios de Jean-Paul Sartre en su Crítica de la
razón dialéctica (1960), en los que mencionaba: ‘la combinación de una fase de descripción fenomenológica y un doble movimiento de regresión
y progreso que debe ser adoptado por todos los historiadores, economistas o sociólogos’ (Sartre 1960:42). “Es el método de Marx. La lectura es
importante; es importante saber leer El Capital. Lo que he descubierto es que he alcanzado a Marx” (H. Lefebvre en Hess, 1991).

43
individual, una distinción que ejemplifica tres enfoques diferentes del pasado: la historia de la relación
entre el hombre y el medio ambiente; el cambio gradual de la historia de la economía y las estructuras
políticas; y la historia de los acontecimientos (Stanek, 2008).

De este modo, nuestro ámbito temporal está marcado por varios ciclos que no responden necesariamente
a un sistema lineal del tiempo, sino mas bien a una espiral ordenada por un sistema teórico crítico y
apoyado en el método regresivo-progresivo. Así, el conjunto de la tesis se enmarca en una metodología
que surge de un “sistema teórico crítico” (abierto) previsto para el desarrollo de nuestro estudio, sistema
que actúa como un conjunto estructurante de enfoques dinámicos, y al mismo tiempo, como un ejercicio
en la búsqueda de ampliación de la teoría del espacio de horizonte materialista. Se configura por etapas
progresivas conexas, mediante las cuales, avanzamos hacia la conformación de una herramienta
pedagógica de uso en los estudios de lo urbano y en la profundización de una teoría del espacio social, así
como, en la política urbanística y las prácticas espaciales.

Fig. 3. Esquema ajustado del “sistema teórico crítico” en Lefebvre y el estudio de caso. Incluye: métodos, etapas, evolución
del objeto y ámbito temporal. Jiménez-Pacheco, P. (2018).

Tal sistema debe añadir procedimientos como, por ejemplo, el abordaje del pensamiento de Lefebvre
como un proyecto de vida, procurando el análisis transdisciplinar de sus ideas (así, evitamos reducir su
pensamiento, fragmentándolo desde el especialismo o totalizándolo desde la mirada del especialista, es
decir, de la arquitectura). En definitiva, planteamos que nuestro sistema debería ser capaz de habilitar
la concatenación de nuevos métodos en su desarrollo genealógico, crítico y pedagógico. En efecto, dados
los descubrimientos en el progreso de la investigación, así como el movimiento dinámico de los enfoques
creemos que una idea para evitar el habitual cierre del proceso metodológico es avanzar hacia el concepto

44
de “re-ensamblaje metodológico”, comprometido con el orden de un sistema abierto, y sobre todo, con los
desafíos y procedimientos iniciales que hemos señalado.

Estructura de la tesis, contenidos y estado de la cuestión por etapas

Epistemología

La primera parte de esta investigación pretende establecer la base epistemológica de prospección sobre
los campos más fértiles del pensamiento de Henri Lefebvre, sobre la cual levantaremos nuestro sistema
metodológico (abierto). Este momento de exploración en el conocimiento de Lefebvre se desarrolla en
dos niveles estrechamente conectados por el proyecto teórico espacial del filósofo y sociólogo francés: El
primer nivel busca la raíz de las ideas en el joven Lefebvre y su madurez en el Partido Comunista (PCF)
procurando configurar la noción de un objeto teórico que responda a su ideario entre las décadas de 1930
y 1960. En esta etapa se prefigura plenamente su posición teórica y dialéctica dentro de la corriente
materialista de los estudios del espacio urbano, más conocida a partir de los años 60, cuando su
pensamiento se tornaría fundacional de una “tradición” teórico crítica en los estudios de la ciudad. El
siguiente nivel de la investigación epistemológica se enfoca precisamente en la “realización teórica” de
Lefebvre durante la década comprendida entre 1968 y 1978, dedicada con énfasis al estudio y análisis del
espacio social, así como a la teoría de la producción del espacio.

Estos niveles de investigación se expresan en los dos capítulos que componen la primera parte. El
capítulo 1 se propone definir el espacio radical humano (ERH) como un objeto “virtual” que surge del
balance entre las hipótesis que justifican nuestra investigación y las reflexiones del joven Lefebvre.
Aparece virtual debido a las transformaciones que sufrirá a lo largo de la investigación (por la operación
de transducción), lo que no implica que le impongamos límites o le encerremos en este capítulo sino que
por el contrario, dependerá del vigor de sus contenidos, el que lleguemos al final de la tesis designando un
objeto “real” capaz de poner de manifiesto con rigurosidad al objeto “virtual”. El capítulo 2 intenta seguir
los movimientos en el itinerario de Lefebvre –evitando hacer relecturas o excesivas interpretaciones– para
comprender/explicar la unidad teórica del espacio social desde su horizonte epistemológico y sus
influencias más importantes. La inmersión en estos dos niveles nos permitirá cubrir el pensamiento del
filósofo y sociólogo francés a lo largo de sus 50 años más fructíferos, amasando un corpus teórico y
metodológico de largo alcance.

Sobre el pensamiento recuperado de Henri Lefebvre ha sido posible encontrar varios trabajos de gran
ayuda en nuestras primeras intuiciones; entre ellos podemos destacar los siguientes: Rob Shields,
Lefebvre, Love & Struggle, 1999 (Londres); Stuart Elden, Understanding Henri Lefebvre, 2004
(Londres); Andy Merrifield, Henri Lefebvre. A critical introduction, 2006 (New York) y Lukasz Stanek,

45
Henri Lefebvre on Space, 2011 (Minneapolis), publicados únicamente en lengua inglesa y que responden
principalmente a una tardía traducción de la obra La Production de l'espace (1974) al inglés (1991), año
de fallecimiento del autor. También se recogen, dos trabajos doctorales sobre el pensamiento global de
Lefebvre: el primero de L. Stanek, Henri Lefebvre and the Concrete Research of Space: Urban Theory,
Empirical Studies, Architecture Practice, presentado en la Facultad de Arquitectura de la Universidad
Técnica de Delft en el año 2008 (Dir. A. D. Graafland), que consideramos el trabajo más completo sobre
la teoría espacial de Lefebvre realizado hasta el momento. Luego, la tesis doctoral de Sylvain Sangla,
Politique et espace chez Henri Lefebvre, presentada en la Facultad de Filosofía de la Universidad de París
VIII en el año 2010 (Dir. Jean-Louis Deotte). Es importante señalar la contribución de dos publicaciones
que reeditan ensayos seleccionados de Lefebvre, algunos de ellos considerados como rarezas que
aparecieron en publicaciones prácticamente perdidas: Por un lado, Henri Lefebvre, Key writings, editado
en 2003 por S. Elden, E. Lebas y E. Kofman; y por otro, State, space, world. Selected essays of Henri
Lefebvre, editado en 2009 por N. Brenner y S. Elden.

Más allá de que estos trabajos contengan una mirada global sobre su pensamiento, es evidente que para
nuestra intención de extraer lo sustancial del conjunto de su obra, lo más útil es referirse a los propios
textos de Lefebvre. De este modo, será posible crear un objeto “virtual” original con la capacidad de
extender sus atributos al desarrollo genealógico en un ejercicio de rigurosidad epistemológica. En
consecuencia, ponemos nuestro foco de atención en los trabajos originales del autor como fuente primaria
de análisis. Cabe mencionar que, con excepción de su obra original en Francia, la literatura traducida al
castellano de Lefebvre se presenta incompleta y dispersa en el resto del mundo. Así, a lo largo de la
escritura de la tesis se ha recopilado una buena cantidad de libros del autor para poder disponer de una
base bibliográfica –lo más completa posible– que sostenga la investigación. En la bibliografía se señalan
las obras y artículos en la lengua que han sido encontrados, muchos de las cuales hemos traducido y
divulgado en español.

Genealogía

En principio, consideramos necesario seguir algunas pistas sobre la cuestión genealógica aplicada al
pensamiento espacial de Henri Lefebvre. Jean Pierre Garnier12 (2011b) nos proporciona una entrada
hipotética al plantearse dos movimientos con dos posibilidades en la evolución (o involución) de lo que
denomina el “pensamiento urbano crítico”: de la efervescencia a la evanescencia, y de la evanescencia a
su posible renacimiento; o, el regreso a un pensamiento crítico edulcorado en un momento de peligrosa
transición reformadora en plena crisis del capitalismo. Esta caracterización, que compartimos, permite a
Garnier mirar hacia delante para preguntarse ¿cómo, entonces, revivir el legado del “pensamiento urbano

12
Jean Pierre Garnier (Le Mans, 1940), sociólogo y activista urbano francés autodenominado de pensamiento lefebvriano. Su larga trayectoria de
investigador y militante se ha centrado en la crítica radical de los procesos de urbanización capitalista desde la planificación y las políticas
urbanas. Para incursionar en su pensamiento y obra, ver: Rosa Tello (ed.). (2017). Jean Pierre Garnier, un sociólogo urbano contracorriente.
Barcelona: Icaria-Espacios Críticos.

46
crítico”? ¿Cómo se lo podría completar, adaptar, actualizar y profundizar, para que nos ayude a
oponernos con decisión y eficacia a la urbanización capitalista en este inicio del siglo XXI? Y finalmente,
¿cómo volver a conectar con los movimientos sociales, ya que la batalla para luchar contra la
urbanización capitalista no es sólo teórica?

Con este antecedente, y luego de una revisión exhaustiva de algo más de 400 artículos científicos y
decenas de obras que hacen alusión al pensamiento de H. Lefebvre, se nos ocurre que pueden existir
múltiples formas de clasificar tal producción de conocimiento, no siempre científica en el sentido clásico.
Sin embargo, el teórico francés siempre criticó cualquier intento de sistematización del conocimiento por
reduccionista, porque al hacerlo no sólo que se fragmentaba el conocimiento, sino que su dispersión le
hacía el juego a la división social del trabajo y al sistema universitario convencional, por tanto a la
reproducción de las relaciones sociales de producción. De este modo, y con esta advertencia, al hacer un
ejercicio de agrupación de este conocimiento en campos especializados o sub-especializados, hemos
encontrado que las ideas de Lefebvre han sido utilizadas con más frecuencia desde las siguientes áreas
del conocimiento: Geografía crítica, sociología urbana crítica, política urbana, antropología y etnografía
urbanas, ecología política, geopolítica, economía política del espacio, estudios culturales urbanos,
filosofía del espacio, y análisis urbano en general.

La revisión de toda la información arrojó otras posibilidades de agrupación en torno, principalmente, a los
autores que han dedicado más esfuerzos a la comprensión, desarrollo, ampliación y/o aplicación del
pensamiento espacial de H. Lefebvre. Esta clasificación nos ha permitido plantear un registro
bibliográfico con las fuentes tratadas más importantes del pensamiento radical urbano que, en parte,
contribuye a comprender el árbol genealógico de sus ideas y valorar, algunas conexiones y aportes del/al
pensamiento lefebvriano. Asimismo, ha sido posible valorar –a partir de todo el conocimiento recogido–
la influencia particular del francés en el pensamiento espacial por áreas o regiones localizadas en el
tiempo. En efecto, podríamos hablar de la influencia de H. Lefebvre en la Europa de los años sesenta y
setenta; en la Francia de entreguerras y posguerra; en los países socialistas durante la segunda mitad del
siglo XX; en América Latina (Brasil, México, Argentina, Chile, Perú o Venezuela); o en países con
relaciones y contactos específicos como España, Países Bajos e Italia; y finalmente en el mundo
anglosajón a partir de los años 90, lo que ha llevado a Lefebvre a su difusión universal.

En este sentido, las consideraciones sobre una “ciencia del estudio del espacio” que nos dejó Lefebvre, ya
adelantaban esta problemática realidad genealógica. Complejidad que no consigue resolverse en el
proceso de sistematización y desemboca ineluctablemente en producciones incompletas, cuyo destino
será volver a descomponerse en fragmentos del conocimiento. Quienes decidieron arriesgarse primero
consiguieron en su momento plantear construcciones genealógicas valiosas; vale la pena enumerar, al

47
menos, tres de esas propuestas iniciales (y por eso contundentes para nuestro propósito) con diferentes
enfoques y en diversas áreas del conocimiento.

En primera línea de la contribución genealógica del pensamiento lefebvriano se encuentra el enfoque


marxista moviéndose en la franja del materialismo histórico-dialéctico. Aquí resulta esencial la
investigación desarrollada por George Lichtheim en la primera mitad de los años 60 en el Research
Institute on Communist Affairs de la Universidad de Columbia, al identificar a Lefebvre como un
transformador del marxismo ortodoxo, destacando sus contribuciones teóricas, y sus diferencias con el
existencialismo13. Más tarde, el británico Perry Anderson por ejemplo, a través de dos publicaciones:
Considerations on western Marxism (1era. Ed. 1976; Trad. 1979), e In the tracks of historical
materialism (1era. Ed. 1983; Trad. 1986), plantea que en el universo alterado de la postguerra fue donde
la teoría revolucionaria completó la mutación que dio origen al “marxismo occidental” como Anderson lo
bautiza. Y el cuerpo de la obra de sus autores constituyó una configuración intelectual totalmente nueva
dentro del desarrollo del materialismo histórico, que en ciertos aspectos críticos era muy diferente de todo
lo que le había precedido (Anderson, 1976/1979). El británico proporcionaba una tabulación de fechas de
producción intelectual y distribución geográfica de los teóricos que dieron forma al marxismo occidental,
entre los cuales aparece Lefebvre, inaugurando el siglo XX14. “El primero de ellos en descubrir el
materialismo histórico fue Lefebvre, quien en muchos aspectos es una figura poco común de este grupo y
que se incorporó al PCF en 1928” (Anderson, 1976/1979: 39). Años más tarde, Anderson (1983) dejaba
claro que “ningún cambio intelectual es universal; aunque, Henri Lefebvre fue una excepción de notable
valor que destaca entre el general cambio de posiciones de estos años.

Henri Lefebvre, el superviviente más anciano de la tradición del marxismo occidental ya


comentada, ha continuado produciendo una obra imperturbable y original sobre temas
normalmente ignorados por la izquierda sin doblegarse ni desviarse en su octava década (son de
especial interés sus obras sobre urbanismo). El precio de dicha constancia, sin embargo, fue el
relativo aislamiento. Al contemplar el escenario intelectual en su conjunto, nos encontramos con
una misteriosa paradoja. Al mismo tiempo que la teoría crítica marxista ha experimentado un
ascenso sin precedentes en el mundo anglófono, ha sufrido un rápido descenso en las sociedades
latinas, donde la teoría fue la más poderosa y productiva durante el período de la posguerra. En
Francia e Italia, sobre todo, las dos patrias por excelencia de una materialismo histórico vivo en
los años cincuenta y sesenta, la matanza de antepasados ha sido impresionante. ¿Cuál es su
significado? los movimientos transversales de la teoría marxista durante la última década están
todavía por explorar. Los problemas que plantean serán nuestro tema de mañana (Anderson,
1983/1986: 33).


13
George Lichtheim (1966). Marxism in Modern France. Londres-New York: Columbia University Press.
14
Construcción genealógica del marxismo occidental realizada por Anderson, P. (1976) en la que hemos actualizado ciertos años por decesos. –
Lukács 1885-1971 (Budapest); Korsch 1886-1961 (Todstedt, Sajonia occidental); Gramsci 1891-1937 (Ales, Cerdeña); Benjamin 1892-1940
(Berlín); Horkheimer 1895-1973 (Stuttgart, Swabia); Della Volpe 1897-1968 (Imola, Romaña); Marcuse 1898-1979 (Berlín); Lefebvre 1901-
1991 (Hagetmau); Adorno 1903-1969 (Fráncfort); Sartre 1905-1980 (París); Goldman 1913-1970 (Bucarest); Althusser 1918-1990 (Birmandreis,
Argelia); Colletti 1924-2001 (Roma).

48
En un segundo frente aparece el economista John Friedmann15, vinculado académicamente a la escuela de
Chicago y comprometido con los estudios de planificación regional y de la ciudad, quien –en su artículo
World city formation, an agenda for research and action, publicado en 1982– se preguntaba sobre cómo
ordenar los trabajos que cooperaran para imaginar la formación de una “ciudad mundial” 16 . Se
cuestionaba por ejemplo: ¿en qué contribuye a la perspectiva de la ciudad mundial al estudio de la
urbanización, en particular de las grandes ciudades? ¿este tipo de ciudades se añaden de manera
significativa a nuestra comprensión teórica de la urbanización? ¿Aumentará la capacidad del Estado para
hacer frente a los problemas multifacéticos de las ciudades grandes y en rápido crecimiento? En estos
aspectos, ¿qué es distintivo en la perspectiva de la ciudad mundial? Para responder estas preguntas,
Friedmann recordaba brevemente las “insuficiencias” de los enfoques existentes para el estudio de la
urbanización contemporánea.

La práctica más frecuente es la de las ciencias sociales tradicionales. Cuando uno revisa los
miles de estudios urbanos realizados por científicos sociales, uno se sorprende por la extrema
fragmentación de sus conocimientos (véase, por ejemplo, Friedmann & Wolff, 1976). Hay
estudios individuales de la ciudad, y hay estudios dentro de la perspectiva especializada en las
disciplinas principales. Pero los estudios no se suman: dejan a uno suspendido en un vacío de
significado. La falta de teorías comprensivas de la urbanización no es sorprendente. Menos
excusable es nuestro fracaso en articular un marco común que nos permita relacionar los
estudios individuales de la ciudad con la visión más amplia del proceso y la estructura en la
formación de los asentamientos humanos (Friedmann, 1982:328, Trad. del A.).

Friedmann explica que la principal alternativa a los estudios tradicionales de las ciencias sociales es la
tradición neo-marxista. Razón por lo cual, marca dos líneas separadas de análisis: el enfoque sistémico
mundial de Immanuel Wallerstein, Samir Amin, André Gunder Frank 17 y “los estudios urbanos
influenciados por Henri Lefebvre, Manuel Castells y David Harvey” (1982:328). Este fue quizá el primer
intento de colocar a Lefebvre, Castells y Harvey en una misma banda de intelectuales radicales, dentro de
una construcción genealógica. Por alguna extraña razón, estas dos líneas de estudio no han sido
sintetizadas, explicaba Friedmann. “Recientes colecciones de escritos marxistas sobre la ciudad siguen
tratando a la ciudad como un fenómeno aislado cuya estructura interna está determinada de alguna


15
J. Friedmann (1926-2017) realizó su Máster y PhD en planificación y economía del espacio en la Universidad de Chicago entre 1949 y 1955.
16
Para Friedmann y Wolff (1982), la formación de una “ciudad mundial” tiene su origen en la Segunda Guerra Mundial, a través de procesos
mediante los cuales las instituciones capitalistas se liberaron de las restricciones nacionales y procedieron a organizar la producción y los
mercados mundiales para sus propios intereses. Los actores principales responsables de reorganizar el mapa económico fueron las empresas
transnacionales en conflicto entre ellas mismas por el control del espacio económico. El sistema global emergente de relaciones económicas
asumiría su forma material en localidades urbanas enredadas con el sistema global en una variedad de formas. En el ápice de esta jerarquía se
encontraban un pequeño número de regiones urbanas masivas denominadas por los autores como “ciudades mundiales”. Estrechamente
interconectadas a través de la toma de decisiones y las finanzas, constituían un sistema mundial de control sobre la producción y la expansión del
mercado. Algunos ejemplos de estas ciudades en formación eran: Tokio, Los Ángeles, San Francisco, Miami, Nueva York, Londres, París,
Randstad, Frankfurt, Zúrich, El Cairo, Bangkok, Singapur, Hong Kong, Ciudad de México y Sao Paulo. Su etiqueta como “ciudades mundiales”
era por conveniencia, ya que su rol específico debía determinarse a través de la investigación empírica, explicaban. Sin embargo, su característica
determinante no fue el tamaño de su población.
17
A. Gunder Frank (1929-2005) economista alemán autodenominado neo-marxista. Doctor en economía por la Escuela de Chicago, vivió
algunos años en varios países de Latinoamérica, como Brasil, México y Chile, con los cuales adoptó un compromiso académico-político que fue
definitivo para su obra, colaborando en este último con el Movimiento de Izquierda Revolucionaria. Escribió varios libros sobre el tema en los
que expuso su crítica al enfoque desarrollista, el más celebrado de sus textos se titula Capitalismo y subdesarrollo en América Latina (1967).

49
manera por las fuerzas capitalistas abstractas. No se ha tratado de poner en relación los hechos
observados sobre las grandes ciudades con la economía mundial emergente…” (1982:328, Trad. del A.).

Dentro del mismo artículo, en el apartado “ensayo bibliográfico” como él lo llama, aparecen más de una
veintena de clasificaciones para abordar el estudio de la ciudad mundial, una de ellas es la perspectiva
espacial marxista. La cual ha sido desarrollada, explica, por “Lefebvre (1968), Harvey (1975) y Soja
(1980)” y discutida ampliamente en un número especial de la revista de la Union for Radical Political
Economics sobre el desarrollo regional desigual18. Para nuestra propia investigación resulta llamativo, a
partir de aquí, que en el desarrollo del estudio de Friedmann, hasta llegar a su ensayo bibliográfico, se
haya perdido en el camino a Manuel Castells en la perspectiva de los estudios marxistas de la ciudad.
Igualmente, subrayamos el valor del apunte bibliográfico y metodológico que realizó Friedmann en su
artículo, señalando que hasta ese momento (1982), no existía una literatura específica sobre el concepto
de “ciudad mundial”; y que su bibliografía era un primer intento de reconstruir las fuentes que directa o
indirectamente habían contribuido a la idea de este proyecto. Debido a que no existían estudios de
referencia, pedía que su bibliografía sea vista como una guía para aquellas obras que, de una manera u
otra, sean relevantes para estudiar la formación de la “ciudad mundial”.

… el carácter preliminar de esta investigación sobre la formación de la ciudad mundial nos deja
abiertos a identificar fuentes adicionales que todavía están por descubrir. Una consecuencia
metodológica de la novedad de la perspectiva de la ciudad mundial es que nos vemos obligados a
confiar en las formas actuales de recolección y análisis de datos que se anclan en las
concepciones pasadas de lo que es importante saber sobre las ciudades. Gran parte de lo que
está ocurriendo en las ciudades del mundo no está documentado o fácilmente disponible en una
forma útil para el investigador académico (1982:331, Trad. del A.).

En tercer lugar, consideramos fundamental la construcción genealógica sobre el estudio de la vida


cotidiana de tradición marxista que propuso el sociólogo Michael Gardiner en Critiques of everyday life
(2000). La vida cotidiana para Gardiner se estaba convirtiendo rápidamente en un concepto clave dentro
de las ciencias sociales y las humanidades. En su texto propone que existe una contra-tradición dentro de
la teoría de la vida cotidiana. Esta contra-tradición habría buscado no sólo describir la experiencia vivida,
sino transformarla, elevando nuestra comprensión de lo cotidiano a la condición de un conocimiento
crítico. En su análisis, Gardiner se compromete con el trabajo de un número significativo de teóricos y
enfoques, incluyendo en primer lugar a la tradición francesa de la teoría de la vida cotidiana, desde los
surrealistas hasta Henri Lefebvre, y desde la Internacional Situacionista hasta Michel de Certeau. Luego
se refiere a Ágnes Heller y la relación entre lo cotidiano, la racionalidad y la ética; así como, a la obra del
ruso Mijaíl Bajtín a través del carnaval, lo prosaico y la intersubjetividad; y finalmente a la perspectiva
feminista de Dorothy E. Smith sobre la vida cotidiana.


18
Ver: Review of Radical Political Economics. (Octubre de 1978). Uneven Regional Development, 10(3), 147 p.

50
De esta manera, el componente genealógico de la investigación se desarrolla en un sólo capítulo
denominado “Teoría del espacio crítica” que, más que situarse en una u otra tradición, se pone en
movimiento en un nivel intermedio, comunicante, entre el sustento epistemológico y una posible ciencia
sobre la producción social del espacio. Entonces, proponemos una “teoría del espacio crítica” con la
expectativa de aglutinar eficazmente las tres vertientes genealógicas descritas, al igual que varias de las
áreas especializadas o sub-especializadas de la diversidad de estudios examinados y dispersos. Así pues,
se aspira a que esta materia en el orden abierto de su transdisciplinariedad coopere, especialmente, con la
Teoría urbana crítica (Brenner, 2009a), la Teoría e historia de la Arquitectura y con la Economía política
del espacio19 (Morton, 2013). Antes de continuar, queremos destacar que nuestra propuesta de una “teoría
del espacio crítica” busca diferenciarse, desde el campo semántico, de una “teoría–crítica de espacio” que
podría relacionarse con la tradición (estática) patentada por la Teoría crítica de la Escuela de Frankfurt y
que no concierne a nuestro enfoque principal.

Crítica y pedagogía

Llegamos hasta aquí con la premisa de que es posible aplicar el aparato teórico crítico expuesto en sus
partes epistemológica y genealógica a procesos urbanos concretos. Dicha presunción nos obliga a
cuestionarnos sobre cómo podemos utilizar a H. Lefebvre junto a su tradición teórica y para qué nos sirve
en el estudio de la ciudad actual. Pensamos que nuestra estancia en Barcelona ha sido determinante para
seleccionar varios fragmentos espaciales de escala urbana que permitan una aplicación ordenada de las
formulaciones metodológicas, teóricas y políticas lefebvrianas. Esto viene reforzado por el momento de
irrupción “municipalista” desde varias ciudades españolas en las elecciones seccionales del año 2015; la
promesa de un programa de “lo común” en el gobierno de la ciudad; y por el desarrollo de una especie de
“ciudadanismo” como forma de reproducción de las relaciones de producción neoliberales en el espacio
social.

A sabiendas de la explotación científica de los atributos urbanos del casco antiguo de Barcelona en el
estudio de la ciudad, decidimos partir del espacio social de la centralidad barcelonesa 20 como una
delimitación ambigua, de la cual, el análisis extrae unidades espaciales multiescalares con capacidad
explicativa de los procesos urbanísticos materiales y subjetivos bajo la lógica capitalista en la actualidad.
En sentido estricto, este ejercicio no responde al estudio de un caso para el cierre de nuestro sistema
teórico crítico, confiados en la productividad inercial de la investigación, sino de unos contenidos
aplicados en diversos espacios de la centralidad y la periferia de Barcelona, capaces de probar la
efectividad del teórico francés para guiar al arquitecto por un camino transdisciplinar ordenado y riguroso


19
Ver: Adam David Morton (2013). Spatial Political Economy. Journal of Australian Political Economy, (79), 21-38.
20
La “centralidad” corresponde a la categoría formal usada por Lefebvre para el análisis de un fenómeno urbano específico. Mientras que, su
noción de centro abarca un concepto general –más amplio– en el estudio del espacio-tiempo urbano (Lefebvre, 1970/1972b).

51
en el análisis del espacio social urbano: sus relaciones, conflictos, resistencias y esperanzas. De ese modo,
es posible por un lado, desvelar los límites de la planificación urbana municipal en contradicción con la
legislación urbanística y las políticas urbanas, frente a la gran ola de flujos globales que ahogan la ciudad;
y por otro, dotar de una herramienta teórica y crítica de enfoque global a las luchas locales, en gran
medida, dispersas e incapaces de integrarse por visiones parceladas de la problemática urbana. Tales
objetivos implican que esta voluntad teórico-crítica se apoye en el estudio histórico para posibilitar una
lectura contextualizada de los procesos urbanos en las últimas décadas. En consecuencia, el estudio de
caso no es un fin en sí mismo en nuestra metodología de investigación, ya que se presenta como un
proceso de confrontación del enfoque y la teoría lefebvrianos con una realidad urbana específica,
adquiriendo así, una categoría instrumental y pedagógica en el conjunto de la tesis. Por lo tanto,
preferimos no hablar de “caso de estudio”.

Esta parte está conformada por un solo capítulo que desde su inicio reconstituye y explota los postulados
teóricos lefebvrianos que explican el actual dominio del circuito inmobiliario–financiero en la
urbanización capitalista y su acción destructiva en el ámbito residencial en España en general y Barcelona
en particular. Su avance descontrolado produce formas violentas, de consecuencias directas sobre el uso
del espacio social y sobre los dispositivos de planificación que buscan ordenarlo, dejando estrechas
posibilidades de resistencia popular o cooptándolas. Luego de revelar estas estructuras del circuito
inmobiliario y sus contradicciones en relación al planeamiento institucional reformista que pretende
domesticarlas, proponemos los lineamientos estratégicos de ofensiva urbana contenedores del
contraproyecto de “espacio social radical” en Barcelona para combatir la producción capitalista del
espacio abstracto, espacio productor de “residuos” humanos e instrumental para la reproducción de las
relaciones de violencia inmobiliaria y urbanística.

Es importante aclarar que uno de los propósitos de nuestra apuesta teórico-crítica ensayada en la
centralidad barcelonesa, es su rescate, en primer lugar, de nuestro propio pesimismo frente a la idea de
que el estudio del caso barcelonés sólo hubiera tenido sentido si el programa de Barcelona en Comú en el
Ayuntamiento hubiese funcionado eficazmente sin las terribles interferencias del conflicto entre
constitucionalistas e independentistas, precipitando el deseo de participación ciudadana a la escenografía
por las decisiones tomadas en función de pactos políticos espurios; y frente a la dura percepción de que al
analizar el Casc Antic sentimos que atendemos a un enfermo que necesita medicación permanente pero
que ya no reproduce vida. En esa dirección, creemos también que los resultados del estudio aplicado en la
experiencia del casco antiguo de Barcelona en su encaje global nos permitirá en el futuro examinar la
toma de acciones en la producción capitalista del espacio de centralidades amenazadas en ciudades
ecuatorianas –como es el caso de Quito, Guayaquil o Cuenca.

52
La vida se vive como un proyecto, insistía Henri Lefebvre; y su vida, al igual que la de Marx, debe ser
vista como una totalidad de intereses, que fluyen al mismo tiempo, en lugar de piezas fragmentadas.







ISU: Sociología urbana
Vivienda: pavillons, grand
ensembles.
Crítica de la vida cotidiana II.
Derecho a la ciudad.
Diferencia, autogestión.
Hegel-Marx-Nietzsche. Recuperación a la
PCF Reproducción de las relaciones carta y global de
Recuperación y síntesis de producción. Lefebvre.
del joven Marx: Jouissance: el goce. Emerge neoliberalismo Purificación,
Alienación, Dialéctica, Producción del espacio. Espacio socialista. fragmentación y
etc. Modo de producción dispersión del
Producción
Crítica de la vida del espacio
del espacio estatal. pensamiento.
Derecho a Crítica de la vida
cotidiana I. la ciudad
Consolidación del
Urbanismo Espacio
Momentos. cotidiana III. neoliberalismo. radical
Spinoza revolucionario
Sociología rural. Ritmoanálisis. humano
Schelling 1
Hegel Materialismo
Dialéctico
Marx
Engels Vida cotidiana y
Restauración
ritmoanálisis
Nietzsche Teoría social del espacio ----------- científica
Lenin anglosajona
Crítica de la
Lukács vida cotidiana
Annales (1947)
Marcuse
Bachelard
Filósofos 1939 1960 1968 1974 1991 2016
(místicos-
paganos)
Tzara 1era Tradición
La ciudad nueva y el Divulgación de Lefebvre
Surrealistas disidente. Influencia
Ensanchamiento del pensamiento espacio social. Crítica fuera de Francia,
en 2da y 3ra
marxista francés y occidental, radical de urbanismo consolidación de tradición e
generación: Smith,
inicio del proyecto de crítica de la y espacio moderno, influencia especialmente en
Soja, Merrifield,
vida cotidiana, amor y desamor en Relaciones con la geografía y la sociología
Delgado, Mayer,
el PCF hasta 1958, La Somme et le Constant, Debord, críticas. Harvey, Santos,
Hess, Brenner, Elden,
reste concentra su itinerario y grupos, círculos y Castells, Capel, Garnier,
Stanek, Sevilla,
teoría en este período. revistas y Nanterre– etc. Llega su jubilación y
Busquet,
Mayo del 68. muerte.
Goonewardena, etc.


Fig. 4. Esquema de trayectoria temporal de relevancia del pensamiento de Henri Lefebvre. Hitos en su producción teórica, contenidos,
tradición, influencias y contactos. Jiménez-Pacheco, P. (2018).

53
54
CAPÍTULO 1
Introducción al espacio radical humano
(1939-1968)

55

56




Yo no tomé en serio más que tres realidades: el amor, la filosofía, el Partido. ¿Tres decepciones?
Hasta cierto punto. Deseo a los burlones tan conmovedoras o ardientes decepciones (Lefebvre,
1958/2009b: 335, Trad. del A.).

El presente capítulo da el primer paso en el proceso de construcción del “objeto espacial teórico” que
proviene del pensamiento del primer Henri Lefebvre y es requerido por el método “transductor” para
soportar en adelante la pluralidad metodológica del proceso de producción teórica en su desarrollo
genealógico, crítico y pedagógico. Se compone de tres apartados que abarcan cronológicamente su
trayectoria desde 1939 hasta el año 1968, año de inflexión en la realidad social y política del París donde
vive Lefebvre, y que da paso a otro escenario intelectual. En la primera sección encontramos, desde la
peculiaridad marxista del filósofo y sociólogo francés, en tres momentos de creación vertebradores de
toda su obra, contribuciones novedosas al marxismo francés en particular y a la teoría crítica en general,
permitiendo anticipar la noción del “espacio radical humano” a la etapa urbano-espacial lefebvriana (más
reconocida a partir de 1960). Desentrañamos al joven Lefebvre para empezar a imaginar una sociedad de
camino hacia su urbanización completa, pero en otra dirección, a través de la restitución de la dialéctica
de Lefebvre, su crítica de la vida cotidiana y su teoría de los momentos, contribuciones germinales
situadas en tres obras poco estudiadas desde el urbanismo o la arquitectura: Le Matérialisme dialectique
(1era. ed. 1939), Critique de la vie quotidienne I (1era. ed. 1947), y La Somme et le reste (1era. ed. 1958-
59).

La segunda sección plantea un concepto vivo del espacio radical humano como objeto virtual del estudio,
dentro de una tradición teórica y crítica en los estudios urbanos marxistas. Se desentrañan las funciones
genéricas de un objeto posible al servicio de la transformación de la vida cotidiana y como forma de
resistencia a la urbanización capitalista. Los fundamentos del espacio radical humano son construidos
sobre la base de una noción previa que nace de los tres momentos de creación en Lefebvre, así como de
sus aportes más utilitarios publicados en la década de los años 60 (no todos revisados por los estudios
urbanos de enfoque lefebvriano). Adicionalmente, serán sus planteamientos sobre la “autogestión” y la
importancia teórica de la “diferencia”, los que alimenten dicho concepto y permitan señalar con una
flecha el camino hacia la unidad de su teoría del espacio. En la tercera sección se pretende contribuir a
una fiel comprensión del “derecho a la ciudad”, proclamado en 1968 y hoy sistemáticamente convertido
en eslogan, o peor aún, manipulado por agendas globales que auspician la urbanización capitalista. Se
añade una de las claves de la obra completa de Lefebvre: la “crítica de la vida cotidiana” ampliada en
1961 (Volumen II) y 1968 (La Vie quotidienne dans le monde moderne) y otras importantes categorías
teóricas vinculadas a la ciudad y el fenómeno urbano que surgen en su libro Métaphilosophie (1965).

57
El diseño y contenidos de este capítulo se basan en tres documentos académicos que fueron divulgados
entre finales del 2015 y mediados del 2016 en España y Ecuador en la línea del ciclo doctoral. Dos de
ellos fueron puestos a consideración en encuentros internacionales: VIII Seminario Internacional de
Investigación en Urbanismo organizado por el Departamento de Urbanismo de la ETSAB-UPC de
Barcelona (2016, Junio), y Congreso Internacional CONTESTED_CITIES organizado por la Red
CONTESTED_CITIES y el Departamento de Ciencias Políticas de la Facultad de Derecho de la
Universidad Autónoma de Madrid (2016, julio). El tercer documento se presentó para la revista científica
ESTOA de la Facultad de Arquitectura de la Universidad de Cuenca, Ecuador (2015, diciembre). En este
sentido, aclaramos que el capítulo no es una trascripción exacta de los documentos publicados, de modo
que se han sido realizado varios ajustes en la edición de la tesis, introduciendo o sintetizando
comentarios, y en consecuencia ampliando o recortando algunas secciones.

58
1.1. Tres ‘momentos’ de creación en Henri Lefebvre 21

Fijamos nuestra atención en las raíces del pensamiento de Lefebvre con el objeto de entender su posición
original frente al marxismo oficial (francés) y el germen de su dialéctica, método, y filosofía de la vida
cotidiana. Serán los contenidos dentro de las categorías de su dialéctica avanzada, crítica de la vida
cotidiana y teoría de los momentos en 20 años del pensamiento de Lefebvre (1939-1958), los que arrojen
luz, para proponer la noción del espacio radical humano con vigor epistemológico. Aproximarnos a su
contexto multidimensional –por el momento aislado de quienes han sido influenciados por su obra– nos
permitirá mostrar limpiamente el cuerpo teórico que nos interesa discutir. Para el abordaje de este cuerpo
temático como vertiente original y poco estudiada en el pensamiento espacial de Lefebvre, nos
enfocaremos en tres obras imprescindibles, El materialismo dialéctico impreso por primera vez en 1939,
por el cual se clasificó a Lefebvre como “el padre de la dialéctica” durante –al menos– dos generaciones
de estudiantes en ciencias sociales en todo el mundo; el primer volumen de Crítica de la vida cotidiana
(1947); y La suma y el resto, editada en dos volúmenes (1957/58), obra exhuberante y poco difundida
fuera de Francia que contiene su “teoría de los momentos”. Lefebvre, nos muestra a través de tres
momentos de creación, en poco más de la mitad de su trayectoria, dos escenarios que recorrerán toda su
vida: el “real”, perteneciente a su crítica radical, y el “posible-imposible”, en su pensamiento
emancipador. Dichas obras, a pesar de establecerse en una aparente línea cronológica, se superponen en el
tiempo siendo utiliarias en su desarrollo. Por tanto, podemos decir que no sería posible interpretar
eficazmente las proposiciones de Lefebvre sobre “lo urbano”, sin aprehender su pensamiento en las
consideraciones filosóficas, sociológicas, políticas y lingüísticas en que fueron enunciadas antes de 1960.


Fig. 5. Portadas de la primera edición de las obras en los años: 1939, 1947 y 1958 respectivamente.


21
Jiménez-Pacheco, P. (2016a). Introducción al espacio radical humano: tres momentos de creación en Henri Lefebvre para anticipar su noción.
Actas del VIII Seminario Internacional de Investigación en Urbanismo (pp. 1-14). Barcelona, España: Universitat Politècnica de Catalunya.

59
A la mitad de su séptima década, en Le temps des méprises (1era. Ed. 1975; Trad. 1976b), Lefebvre va
más allá de lo que son unas notas autobiográficas y expone ante un magnetófono la densidad de su vida y
su obra, sin que sea posible separar una de otra. “En buena medida diré que mi obra, mi sola obra, es mi
vida” (1975/1976b: 10). En la misma fuente, afirma no estar de acuerdo con los fragmentos, y eslabones
separados que conciernen al marxismo, la vida cotidiana, el espacio, la arquitectura, y el urbanismo, pues
“…un fluido único recorre el conjunto; he querido restituir la teoría de Marx en toda su integridad y
amplitud, intentando al mismo tiempo su aggiornamento [renovación], después de un siglo de grandes
cambios; el materialismo histórico y el dialéctico tan potentes en el plano teórico no se pueden sostener
dogmáticamente” (1975/1976b: 9).


1.1.1. Dialéctica avanzada (1939)

No podemos entender el mundo actual sin partir del marxismo, de su historia, de sus dificultades
y su problemática… Tomándolo como punto de referencia, el marxismo nos permite situarnos, es
decir, que partamos de una lectura literal de Marx, en una tentativa que llamaremos canónica,
para restituir sus conceptos, su concatenación y la teoría que constituyen. Es en relación con ese
marxismo como… podremos situar lo que viene a continuación, lo que ha habido de nuevo en un
siglo, con los nuevos conceptos que conviene introducir (Lefebvre, 1975/1976b: 184).

Partimos de esta mirada –sobre la relevancia de Marx– enunciada por Lefebvre en 1975, para introducir
nuestro interés análogo por su obra. Las diferencias y similitudes existentes entre Lefebvre y otros
exponentes destacados del marxismo en el mundo contemporáneo ayudan a clasificarlo con precisión en
el contexto político e intelectual francés, a la vez que muestran cómo ensanchó los límites de la corriente
marxista, sobre todo en Francia, introduciendo en ocasiones su conocimiento hegeliano con elementos de
Spinoza, Schelling, Nietzsche y Heidegger. ¿Qué distingue a la lectura que hace Lefebvre de Marx, y qué
constituye un núcleo inalterable en toda su obra? En el prefacio de 1961 a la quinta edición francesa de El
materialismo dialéctico Lefebvre observaba claramente sus motivos al haberlo escrito más de veinte años
atrás, señalando que: “el marxismo oficial ‘institucional’ se inclinaba hacia una filosofía sistemática de la
naturaleza. En nombre de las ciencias ‘positivas’, y especialmente de la física, se tendía a considerar a la
filosofía como un cuadro para reunir los resultados de esas ciencias y para obtener una imagen definitiva
del mundo. En los medios dirigentes, bajo el impulso de Stalin y de Zhdánov, se quería así fusionar la
filosofía con las ciencias naturales, ‘fundando’ el método dialéctico sobre la dialéctica en la naturaleza”
(Lefebvre, 1961/1999b: 3). De esta forma, describía tres causas por las cuales ésto se produjo:

a. Desconfianza por parte de las autoridades marxistas en las obras juveniles de Marx, entre ellas, Los
Manuscritos de 1844, traducido a su primera lengua extranjera por Lefebvre en colaboración con

60
Guterman22. Publicada en 1933, allí aparecían conceptos de Marx hasta entonces desconocidos
como: “alienación”, “praxis”, “hombre total”, “totalidad social”, etc., provocando, por un lado que
sus lectores se abrieran camino al redescubrimiento de Hegel, y por otro que los dogmáticos
acentúen su desprecio por Hegel y el hegelianismo, rechazando las obras de juventud de Marx
consideradas como contaminadas de idealismo, y anteriores a la constitución del materialismo
dialéctico. De acuerdo a Lefebvre, esto causaría el endurecimiento del dogmatismo para conservar la
posición oficialista.

Fig. 6. Norbert Guterman y Henri Lefebvre. Archivo Guterman, Butler Library, Columbia University, dossier Henri Lefebvre,
1939–49.

b. Los estragos del “economismo”, que caracterizaron a la gran crisis económica (1929-1933) 23
llevaron a una simplificación del marxismo y del materialismo, reducidos al reconocimiento del
mundo práctico y material tal como es sin agregados ni interpretación. La metodología también
retrocedía. El marxismo fue reducido a una ciencia: la economía política. Los dogmáticos de esta
tendencia rechazaron alegremente las otras ciencias de la realidad humana: la sociología (por
contaminada de reformismo) la psicología (como definitivamente aburguesada), y en esta
simplificación se manifestaban ya lamentables tendencias que sometían la teoría a las exigencias de
la práctica política momentánea. Así, explica Lefebvre, se transformaba la teoría en instrumento
ideológico y en superestructura de una sociedad determinada.

c. La transformación del marxismo en filosofía de la naturaleza, o la sistematización del materialismo


dialéctico en filosofía científica de la naturaleza, enmascararon los verdaderos problemas teóricos y
prácticos: “La tesis de la dialéctica en la naturaleza puede perfectamente sostenerse y aceptarse. Lo
inadmisible es darle una importancia enorme y hacer de ella el criterio y el fundamento del
pensamiento dialéctico” (Lefebvre, 1961/1999b: 5).


22
Norbert Guterman (1900-1984) fue un psicólogo erudito y traductor de obras académicas y literarias del francés, polaco y latín al inglés. Sus
traducciones fueron notables por su variedad de temas y alta calidad. En la década de 1930, Guterman trabajó estrechamente con Henri Lefebvre
para popularizar las nociones marxistas de alienación y mistificación.
23
Período en el que fueron predominantes los problemas específicamente económicos (crisis en los países capitalistas y comienzos de la
planificación en la URSS).

61

El marxismo oficial rechazaba el concepto de alienación, los dogmáticos veían en él no más que una
etapa del pensamiento de Marx, pronto superada por el descubrimiento del materialismo dialéctico como
filosofía, de un lado, y por la constitución de una economía política científica (El Capital) de otro. En este
sentido, Lefebvre era contundente al indicar las razones de ese rechazo: “… por razones políticas de
cortas miras y reducidos alcances… El uso del concepto de alienación no puede, en efecto, limitarse al
estudio de la sociedad burguesa” (1961/1999b: 6). Si bien permite descubrir y criticar numerosas
alienaciones fundamentales24, permite también desenmascarar y criticar las alienaciones políticas en el
socialismo, en particular durante el período estaliniano. De este modo, para evitar tal riesgo y suavizar
esta aspereza, el oficialismo prefiere rechazar el concepto.

De esta forma, Lefebvre, quien sacó a la luz los Manuscritos económicos y filosóficos de 1844 de Marx
con la ayuda editorial de Georg Lukács, exiliado en esos momentos en Moscú, concordará notablemente
con su posición en contra del dogma marxista propuesto en 1923, cuando el filósofo húngaro se
preguntaba ¿qué es el marxismo ortodoxo? en su libro Historia y conciencia de clase:

… un marxista ortodoxo serio podría reconocer incondicionalmente todos esos nuevos


resultados, y rechazar totalmente algunas de las tesis de Marx, sin verse por ello obligado, ni un
solo instante, a renunciar a su ortodoxia marxista. El marxismo ortodoxo no significa por tanto,
una adhesión sin crítica a los resultados de la investigación de Marx, no significa un acto de ‘fe’
en tal o cual tesis, ni tampoco la exégesis de un libro ‘sagrado’. La ortodoxia en cuestiones de
marxismo se refiere, por el contrario y exclusivamente al método. Implica la convicción
científica de que con el marxismo dialéctico se ha encontrado el método de investigación justo,
de que este método sólo puede desarrollarse, perfeccionarse… (Lukács, 1923/1970: 35).

En relación con la restitución de los conceptos de “alienación”, “praxis”, “hombre total” y “totalidad
social”, Lefebvre asume un compromiso inquebrantable con estas categorías teóricas que incorporan una
fuerte carga política. De ese modo, se colocaría en una doble posición: ortodoxa en cuanto el rechazo del
dogma y la defensa del método propuesto por Lukács; y también heterodoxa en comparación con los
partidos de la Internacional Comunista, y las modas intelectuales dominantes en la izquierda francesa de
postguerra, en particular el estructuralismo. Al final del prefacio (1961) a la quinta edición de su obra,
sentencia que:

… el pensamiento marxista no puede por lo tanto reducirse ni a la actitud positivista que


resuelve la filosofía en un pasado concluido, ni a la actitud de aquellos que perpetúan la
sistematización filosófica… En el momento en que el dogmatismo se diluya y se agote, estos
textos [en referencia a su obra publicada en 1939] pasarán a primer plano. Permitirán restituir la
problemática del pensamiento de Marx y del marxismo, problemática que es, aún la nuestra,
fundamentalmente (Lefebvre, 1961/1999b: 8).


24
Como la de la mujer, la de los países coloniales o ex coloniales, la del trabajo y del trabajador, las de la “sociedad de consumo”, y las de la
burguesía misma, pero en una sociedad que estructura según sus intereses, etc.

62
Alienación

Lefebvre realiza un considerable aporte al rescatar, o restituir esta categoría dialéctica, encontrada en
Hegel y reflexionada en su momento por Marx. La “alienación” se presenta en su época como la
“cosificación” de las actividades humanas, por lo tanto un hecho social, y también un hecho interior,
precisamente de la formación de la vida interior y “privada” del individuo; por tanto, sería posible una
psicología de la alienación, ya que “somos individuos alienados”. En sus planteamientos sobre el
“hombre total”, Lefebvre señala que “los hombres creen que sus representaciones sociales tienen un
origen trascendental, y se organizan de acuerdo con esta creencia, captada y utilizada por los políticos; tal
alienación teórica se vuelve así práctica reaccionando sobre la praxis. Mitos y fetiches parecen dotados de
una potencia real: la potencia que los hombres les han conferido y que no es más que su propio poderío
vuelto contra ellos” (1939/1999a: 113). En este sentido, resulta interesante reflexionar –a partir de este
concepto– sobre cómo se muestra ante nosotros una representación del espacio, sin duda, como un
espacio que representa algo más, y que ha pasado de ser un espacio teóricamente alienado a otro de la
práctica espacial, instrumento de alienación captado por la política, sin que podamos percibir y/o concebir
la raíz de dicha alienación.

Otra restitución hegeliana-marxista que realiza es la de la alienación del dinero en las necesidades del
hombre, aunque para nuestro interés en la investigación, posiblemente su preocupación más original es la
que está presente en la relación del hombre con su comunidad:

… la alienación multiforme del hombre y de la comunidad tiene su fundamento actual en la


situación inhumana de ciertos grupos sociales, de los cuales el más importante es el proletariado
moderno. Este grupo social está excluido de la comunidad; o bien está admitido sólo en
apariencia, verbalmente y para ser utilizado políticamente. No participa ni en su condición
material ni en su condición espiritual. ¡Cuando se compromete una acción para participar en
esta comunidad, sus adversarios dicen que la destruye! (Ibíd.:116).

Para Lefebvre, la vida de la “comunidad humana” está fragmentada y la actividad creadora (antes
entendida como un fin en si misma) se convierte en medio para el individuo, para separarse (liberarse) de
la comunidad; siendo ésta no más que un medio para los individuos que conservan los medios de
producción; así, esta alienación se extiende a toda la vida sin que el individuo pueda librarse de ella.
Cuando trata de liberarse se aísla en sí mismo, lo que constituye precisamente una forma profunda de
alienación. La esencia humana resulta de la totalidad del proceso social y el individuo no puede lograrla
más que en una relación coherente y lúcida con la comunidad; no debe separarse de ella ni perderse en
ella. De este modo, el filósofo y sociólogo francés observaba, ochenta años atrás, que en su sociedad (la
moderna), las relaciones aparecían como invertidas, el individuo creía que se realizaba, aislándose. En la
actualidad, pensamos que esta idea de realización es alentada, en gran medida, tanto por agentes
inmobiliarios privados como por instituciones públicas que ofertan y subsidian unidades habitacionales en

63
conjuntos residenciales cerrados, contribuyendo eficazmente a la alienación del ser humano en relación
con la comunidad de la cual se aísla.

El fin de la alienación humana será ‘la vuelta del hombre a sí mismo’, es decir, la unidad de
todos los elementos de lo humano. Este ‘naturalismo acabado’ coincide con el humanismo.
Creará al hombre humano conservando toda la riqueza del desarrollo (1939/1999a: 120).

Humanismo revolucionario y comunidad humana

De la revisión de los textos de Marx: Los manuscritos económicos y filosóficos de 1844 y La ideología
alemana, Lefebvre encendía en ese momento una nueva luz sobre el pensamiento marxista, su formación
y sus fines: “Los textos en cuestión no nos han revelado el humanismo de Marx, ya conocido por la
Sagrada Familia, por la Cuestión Judía y la Crítica de la Filosofía del Derecho de Hegel. Muestran
cómo el desarrollo de su pensamiento de la teoría económica no ha destruido sino más bien explicitado y
enriquecido el humanismo concreto” (Lefebvre, 1939/1999a: 71).

Lefebvre considera que tanto la filosofía hegeliana como la fenomenología, se asientan sobre un
humanismo positivo que deben superar, y la unión del idealismo con el materialismo daría luz a esa
superación. Así también, la fenomenología y la filosofía de Feuerbach tomarían distancia de su
pensamiento, por persistir en formas alienadas. En La ideología alemana, Lefebvre motivado por el
examen filosófico del problema de la alienación y apremiado por profundizar y concretar un humanismo
renovado, observa como el materialismo histórico se integra y supera la filosofía de Feuerbach. Este
humanismo parte de la más filosófica de las teorías hegelianas: la teoría de la alienación, al integrarse con
esta teoría, la transforma drásticamente. “La creación del hombre por si mismo es un proceso; lo humano
atraviesa, sobrepasa momentos inhumanos, períodos históricos que son ‘lo otro’ de lo humano. Pero es el
hombre práctico quien se crea así” (Ibíd.:49).

Al realizar su crítica de Hegel, Feuerbach, Marx y Engels, Lefebvre restituye y constituye su propia
condición filosófica del humanismo, en tanto que análisis de la “práctica social”, es decir, de las
relaciones concretas de los hombres, entre ellos y con la naturaleza. Dicha condición plantea que los
problemas humanos mas urgentes se determinan como problemas económicos, que requieren soluciones
prácticas, por tanto, políticas: “en razón de ser, la política, la instancia suprema de la práctica social, el
único medio de la acción consciente sobre las relaciones sociales” (Lefebvre, 1939/1999a: 72). Según
Lefebvre, de la profundización del humanismo se desprenden los elementos que contiene la dialéctica:
dialéctica de las contradicciones históricas y de las categorías económicas, y dialéctica de la alienación.
El materialismo histórico, en tanto que ciencia de la economía, se integra con el método dialéctico, que
aparece como la aplicación a un dominio específico del método general: la “dialéctica científica”. En

64
consecuencia, “la dialéctica, luego de haber sido negada por Marx, se añade al materialismo
profundizado” (Ibíd.).

Para comprender sobre la base de este humanismo renovado las condiciones de la comunidad humana,
Lefebvre plantea que la conciencia más elevada es la conciencia del hombre en la naturaleza, en tanto que
diferente de él, pero condicionando su existencia. La conciencia superior del hombre no es por lo tanto, ni
una conciencia de los instrumentos o de las técnicas, ni una pura conciencia de sí en tanto que
subjetividad exterior a la naturaleza; sino se expresa en una vida natural humanizada y organizada que
configura la presencia de una comunidad. En este punto, es preciso resaltar la importancia que supone la
conformación de una comunidad humana en la naturaleza, como expresión del grado superior de nuestra
conciencia. De la misma forma, ante la “cosificación” de las relaciones sociales con referencia a los
individuos, para Lefebvre está claro que los individuos, no son “únicos”, sino seres reales, con relaciones
necesarias y rígidas entre ellos, en una etapa de su desarrollo, y reunidos los unos con los otros mediante
relaciones complejas, concretas, móviles. Estos individuos no podrán entonces vivir y desarrollarse más
que en la vida de la especie humana, en la vida específicamente humana, es decir, en la comunidad. Y
tendrán que superar dicha alienación, de tal forma que las relaciones se reintegren al cuerpo social y a la
vida de los individuos unidos libremente en la comunidad (Lefebvre, 1939/1999a). Como se ha señalado,
el espacio puede representar un instrumento que fomenta tal cosificación de las relaciones sociales, pero
también puede ser el campo para su superación, en cuanto asegure las condiciones propulsoras de una
vida en comunidad (vida natural humanizada y organizada).

La organización de esta comunidad humana no terminará la historia sino más bien la “prehistoria” del
hombre, su “historia natural” –señala Lefebvre. Inaugurará el período verdaderamente humano, en el cual
el hombre dominando al destino intentará por fin resolver los problemas humanos: los problemas de la
felicidad, del conocimiento, del amor y de la muerte. El hombre será liberado de las condiciones que
vuelven insolubles esos problemas. Entre los problemas, Lefebvre pone especial atención en la
desigualdad “biológica” de los individuos proveniente de la herencia, de las fatalidades geográficas,
raciales, etc.; considerando que en una sociedad humana, problemas como ese serán planteados y
examinados con miras a una “solución práctica”, por tanto, “la igualdad social concreta no suprimirá las
desigualdades naturales, sino que al contrario las pondrá de manifiesto, dando a los talentos individuales
la ocasión de desarrollarse. Será necesario en seguida emprender la lucha contra el elemento biológico
para dirigirlo, para descubrir y vencer las necesidades” (Lefebvre, 1939/1999a: 120). Resulta llamativo su
acento sobre las desigualdades relacionadas con factores geográficos (en los años 30) ya que no sólo
plantea el problema de la desigualdad social, sino que incorpora la cuestión de las desigualdades
naturales, junto a la necesidad de superarlas, en el espacio y el tiempo de la definitiva organización de la
comunidad humana.

65
El humanismo revolucionario que Lefebvre pretende definir tiene un aspecto cuantitativo al estar fundado
en el desarrollo de las fuerzas productivas, y tiene también un aspecto cualitativo. Ya que toda comunidad
humana tiene una cualidad, un “estilo”. Existen ya comunidades humanas y estilos: las naciones, las
culturas, las tradiciones. En este sentido, el humanismo total no se propone destruir esas comunidades,
sino por el contrario, liberarlas de sus límites, enriquecerlas de tal suerte que tiendan hacia una
“universalidad concreta” sin perder nada de su realidad. Para este humanismo, la instancia suprema no es
la sociedad, sino el hombre total. “El hombre total es el individuo libre en la comunidad libre. Es la
individualidad expandida en la variedad ilimitada de las individualidades posibles” (Ibídem:121).

El hombre total y la praxis

Luego del materialismo dialéctico los hombres pueden y deben proponerse una solución total. El
Hombre no existe de antemano, metafísicamente. La partida no está ganada: los hombres pueden
perderlo todo (Lefebvre, 1939/1999a: 81).

En esta aspiración por el hombre total, Lefebvre sitúa su énfasis no tanto en la ciencia, sino en el arte,
considerado por él (en ese momento) como un trabajo productor liberado de los caracteres de la
alienación, más que simplemente una expresión de los más altos valores del pasado (Goonewardena,
2011). Aún así, era muy consciente de que aquello que debería ser fin no es aún más que medio: la
actividad creadora, la esencia humana, la individualidad. De ahí su énfasis en la dialéctica de la
alienación que domina y resume el drama histórico de lo humano y la significación última de la praxis
como la creación del hombre total.

En el segundo capítulo de El materialismo dialéctico, titulado “La producción del hombre”, Lefebvre
muestra al hombre como un humilde fragmento de la naturaleza, un ser biológico débil y desnudo entre
todos, que emprende la lucha por volverse una esencia vulnerable y poderosa, separada de la existencia
natural. Esta separación es fundamental: el hombre no es más y no puede ser ya más la naturaleza; y sin
embargo él no es más que en ella y por ella. Esta contradicción está reproducida y profundizada en el
curso mismo del proceso, el cual debe finalizar con la dominación de la naturaleza. “El hombre es
actividad creadora. Se produce por su actividad. Se produce, pero él no es lo que produce” (Lefebvre,
1939/1999a: 109). De esta reflexión sobre la producción del hombre, se desprenderá en el pensamiento
más avanzado de Lefebvre, su preocupación por la categoría marxista de “la producción” en el sentido
más amplio, lo cual será crucial para su teoría de la producción del espacio. Sin embargo, ahora es
importante manifestar la necesidad de una noción del espacio capaz de acoger esa actividad creadora y
que contribuya a su reproducción, que en última instancia será la producción del humano total. En el
espacio-tiempo, dice Lefebvre, “el hombre está todavía en el sufrimiento del nacimiento; no ha nacido
aún; apenas presentido como unidad y solución, no es aún, más que en y por su contrario: lo inhumano en
él. Sólo está disperso en las múltiples actividades y producciones especializadas en que se quiebran la

66
realidad y la conciencia naciente de la naturaleza humana. No es aún consciente de sí más que en algo
ajeno a él: en las ideologías” (Ibídem:112).

Así, indica que el hombre total es el sujeto y el objeto del devenir, es el sujeto viviente que se opone al
objeto y supera esta oposición. Es el sujeto que está quebrado en actividades parciales y en
determinaciones dispersas y que sobrepasa esa dispersión. Es el sujeto de la acción, y al mismo tiempo el
objeto último de la acción. El hombre total para Lefebvre es el sujeto-objeto viviente ante todo
desgarrado, disociado y encadenado a la “necesidad” y a la “abstracción”, y a través de ese
desgarramiento “va hacia la libertad; se vuelve naturaleza, pero libre… se vuelve totalidad, como la
naturaleza, pero dominándola. El hombre total es el hombre desalienado” (Lefebvre, 1939/1999a: 119).

En este camino a la desalienación, Lefebvre considera que la praxis es el punto de partida y el de llegada
del materialismo dialéctico. Para el filósofo y sociólogo francés, esta palabra designa filosóficamente lo
que el sentido común llama: “la vida real”, esta vida que es a la vez más pragmática y más dramática que
la del espíritu abstracto. La finalidad del materialismo dialéctico dice Lefebvre, no es otra que la
expresión lúcida de la praxis, del contenido real de la vida, y correlativamente, “la transformación de la
praxis en una práctica social consciente, coherente y libre”. Así, la finalidad teórica y la finalidad
práctica, el conocimiento y la acción creadora serán inseparables en las formulaciones de Lefebvre. Ante
lo cual, no es difícil imaginar, que la “vida cotidiana” sea la expresión y el terreno permanentes de la
“práctica social” lefebvriana.


1.1.2. Crítica de la vida cotidiana (1947)

La “crítica de la vida cotidiana” es el tema que vertebra la mayor parte de la obra de Henri Lefebvre,
cumpliendo un rol crucial en sus trabajos de postguerra sobre la modernidad, el espacio, la ciudad y el
Estado. Su desarrollo se evidencia nítidamente en 4 libros publicados a lo largo de media vida del teórico
francés: (Vol. I. 1947) Introduction, (Vol. II. 1961) Fondements d’une sociologie de la quotidienneté,
(1968) La vie quotidienne dans le monde moderne, y (Vol. III. 1981) De la modernité au modernisme.
Pour une metaphilosophie du quotidien. Lefebvre reconocía la notoriedad de esta categoría teórica desde
su Vol. I. (1947), al sugerir la importancia del marxismo para el conocimiento crítico de la vida cotidiana.
De ahí la pregunta que se hiciera en el Vol. II. (1961): “¿Qué quería Marx?” respondiendo: “Marx quería
cambiar la vida cotidiana… porque cambiar el mundo es sobre todo cambiar el modo en el que
cotidianamente se vive la vida real”. De hecho, Lefebvre llegó hasta el punto de decir que la “crítica de la
vida cotidiana” además de ser la crítica radical orientada a alcanzar la metamorfosis de la vida cotidiana,
“es la única que ha retomado y continuado el auténtico proyecto marxista: reemplazar a la filosofía y
realizarla” (Goonewardena, 2011:30). Este apartado estudia brevemente el Vol. I. Introducction (1947) y
La vida cotidiana en el mundo moderno (1968/1984a; único de los 4 libros con traducción al castellano)

67
para determinar la aparición de una categoría teórica original en el pensamiento científico de posguerra y
que nos acompañará a lo largo de todo el documento.

Según el análisis marxista, una sociedad es, en primer lugar, una base económica: fuerza de trabajo
productora de objetos y bienes materiales, división y organización del trabajo. En segundo lugar es una
estructura: relaciones sociales estructuradas y estructurantes a la vez, determinadas por la base y
determinando unas relaciones de propiedad. Finalmente tenemos las superestructuras que comprenden
unas elaboraciones jurídicas, unas instituciones y unas ideologías. Lefebvre considera que la
interpretación admitida de este esquema reduce la superestructura a un simple reflejo de la base, restando
al materialismo de dialéctica y volviéndolo dogmático. Ante tal reduccionismo, plantea que la producción
y reproducción de las relaciones sociales se encuentran en el seno de un movimiento complejo que
comprende: la acción sobre las cosas y la acción sobre los seres humanos, la dominación sobre la
naturaleza y la apropiación de la naturaleza (de y por el ser humano), la praxis y la poiesis. Este
movimiento no se realiza en las altas esferas de la sociedad (superestructuras): el Estado, la ciencia, la
cultura. Es en la vida cotidiana donde se sitúa el núcleo racional, el centro real de la praxis (Lefebvre,
1968/1984a).

La vida cotidiana viene definidia por Lefebvre como el “lugar social” de equilibrio –provisional,
momentáneo– al interior de las relaciones de producción determinadas entre producción y consumo,
estructuras y superestructuras, conocimiento e ideología. Ese lugar “despreciado” y “decisivo”, aparece
bajo un doble aspecto: Es el residuo (de todas las actividades determinadas y parcelarias que pueden
considerarse y abstraerse de la práctica social) y el producto del conjunto social. Cuando los individuos
en la sociedad así analizada ya no pueden soportar su cotidianidad –entonces comienza una revolución–
señala Lefebvre, pero mientras puedan vivir lo cotidiano, las antiguas relaciones se reconstituyen
(Lefebvre, 1968/1984a).

… esta concepción ‘revisionista’ o ‘derechista’, en relación con los esquemas dogmáticos,


acarrea en verdad una actitud política extremista (‘izquierdista’). En lugar de reconstruir la
sociedad francesa en crisis y de pretender el poder en calidad de lider de la reconstitución ¿nó
será mejor utilizar esta profunda crisis para cambiar de vida? (Ibíd.:46).

La comprensión de la vida cotidiana indisociable de un lugar, es decir del espacio donde se traduce como
residuo y producto social, sostiene la importancia de esta categoría dual positiva y negativa, porque
ayudará a plantear y resolver el problema de la vida misma. De este modo, la crítica de la vida cotidiana
contribuye eficazmente con la noción de un espacio, que únicamente podrá ser humano si se traduce en la
vida real con el fin de transformarla en su detalle más pequeño y cotidiano; y que sólo podrá ser radical,
si reúne en su proceso de producción todas las contribuciones provenientes de la crítica de la
cotidianeidad.

68
Primeras consideraciones para una crítica radical de la vida cotidiana

Para Lefebvre, lo cotidiano estaba ligado a un humanismo, relacionado con el clima de la liberación, y la
crítica de la vida cotidiana pretendía reemplazar el viejo humanismo liberal por un humanismo
revolucionario. “El objetivo de este humanismo no era una retórica y una ideología a ciertas
modificaciones en las superestructuras (constituciones, estado, gobierno), sino cambiar la vida”
(Lefebvre, 1968/1984a: 48). Así, en 1945 en Toulouse, Lefebvre esbozaría un programa para una crítica
de la vida cotidiana, que se puede resumir de la siguiente manera: Esta crítica implicará una
confrontación metódica de la vida moderna, con su pasado, y sobre todo con lo posible, de manera que se
puedan determinar los puntos o sectores de “decadencia” (de apartamiento de la vida); los puntos de falta
de entusiasmo en términos de lo que es posible; y los puntos donde surgen nuevas formas, ricas en
posibilidades.

Desde esta perspectiva, la realidad humana aparece como una oposición y contraste entre la
vida cotidiana y la fiesta, los momentos de masas y los momentos excepcionales, la trivialidad y
el esplendor, la seriedad y el juego, la realidad y los sueños, etc… [así la crítica de la vida
cotidiana] implicará una investigación de las relaciones exactas entre estos términos. Implica la
crítica de lo trivial por lo excepcional, pero al mismo tiempo la crítica de lo excepcional por lo
trivial, de la ‘élite’ por la masa, del festival, los sueños, el arte y la poesía, por la realidad
(Lefebvre, 1947/1991a: 251).

Siguiendo a Lefebvre, tal crítica comprendería una confrontación de la realidad humana efectiva con sus
expresiones: las doctrinas morales, la psicología, la filosofía, la religión, la literatura. En tanto que la
filosofía ha sido una crítica indirecta de la vida en pos de una “verdad” (metafísica) externa, y la tarea que
ha enfrentado el filósofo, ha sido estudiar la filosofía como una crítica indirecta de la vida, es decir, la
percepción de la vida (cotidiana) como una crítica directa de la filosofía. De este modo, el teórico francés
señala que las ciencias especializadas no han completado la tarea de entender las interacciones de las
relaciones entre los grupos y los individuos en la vida cotidiana. “Parece que una vez que las relaciones
identificadas por la historia, la economía política o la biología han sido extraídas de la realidad humana,
una especie de enorme masa, sin forma, permanece mal definida. Este es el fondo turbio del que se
escogieron las relaciones conocidas y las actividades superiores (científicas, políticas, estéticas)”
(Ibíd.:252).

En el estudio general de la vida cotidiana, la “materia prima humana” representa su objeto de estudio. Se
estudia a sí misma, dice Lefebvre, y en su relación con las formas diferenciadas y superiores que sustenta.
De esta manera, ayuda a comprender el contenido total de la conciencia; esta será su contribución en el
intento de lograr la unidad, la totalidad, la realización del hombre total.

Lefebvre proponía incluso ir más allá de los intentos emocionales de los “filántropos y humanistas
sentimentales” (pequeño burgueses) por magnificar los gestos humildes, su propuesta es ir hacia la crítica
de la vida cotidiana, despejando el camino para un auténtico humanismo, para un “humanismo

69
revolucionario” que cree en el ser humano, porque lo conoce. En este sentido, se establece un campo
programático mas o menos claro para una confrontación metódica de la vida moderna, como una
herramienta marxista que permita entender lo humano en la vida cotidiana.

En el prefacio de la primera edición inglesa Critique of Everyday Life I (1991a), Michel Trebitsch25,
miembro del CNRS (Centre national de la recherche scientifique), considera que para Henri Lefebvre, la
modernidad y lo cotidiano eran categorías históricas, y si no se las puede fechar con precisión, por lo
menos se las puede situar en un momento de trauma histórico fundamental: el fracaso de la revolución, el
cual se completó en el mismo momento de la crisis mundial, por el advenimiento del estalinismo y el
fascismo. Con el fracaso de la revolución mundial –el momento de realización de la filosofía se
extinguió– según Trebitsch, y sería la modernidad que, a su manera, completaría las tareas que la
revolución fue incapaz de llevar a buen término. Es la modernidad que asumió la responsabilidad de
“transformar el mundo” y “cambiar la vida”. Desde esta perspectiva, la obra de Lefebvre, nos conduce
más allá de la sociología rural y la sociología urbana, y más allá del pensamiento posterior al propio
Lefebvre en la producción del espacio: al tema de la producción de lo cotidiano, de la revolución como la
revolución de la vida cotidiana. “La producción de la vida cotidiana, la producción de la propia vida
como una obra, es una categoría que, en la década de 1960 llevó a Lefebvre a asumir una posición
radical” (Trebitsch, 1991:xxvii). De este modo para Trebitsch, es imprescindible fijar la atención en la
crítica de la vida cotidiana en el contexto de 1947, ya que no es sólo un hito esencial en la evolución
filosófica y política de Henri Lefebvre, sino también es una de las encrucijadas en la reorganización del
campo intelectual de la segunda mitad del siglo XX.

Buena parte del Vol. I de Crítica de la vida cotidiana se arrastra de la crítica de Lefebvre al idealismo
filosófico y a la filosofía occidental en general. Y aunque se vea comprometido en ocasiones con
preceptos heideggerianos y con el surrealismo, el teórico francés procura distanciarse ágilmente de ellos.
El fin último de su propuesta, es hacer que el pensamiento (el poder del hombre, la participación y su
conciencia del poder) intervenga en la vida en su detalle más humilde, para cambiarla con lucidez, y
recrear lo cotidiano (Lefebvre, 1947/1991a). Con el fin de validar su idea de la “trivialidad” y lo
“misterioso” de lo cotidiano, Lefebvre subraya que el día a día representa el sitio en el que entramos en
una relación dialéctica con la natulareza exterior y el mundo social en el sentido más inmediato y
profundo, y es aquí donde los deseos humanos esenciales, facultades y potencialidades son inicialmente
formulados, desarrollados y realizados concretamente. Es por medio de nuestras interacciones cotidianas
(en el espacio) con el mundo material, que tanto el sujeto y el objeto están plenamente constituidos y
humanizados por medio de la “praxis humana consciente”. Por otra parte, “es en el mundo cotidiano,


25
M. Trebitsch (1948-2004), historiador francés experto en la trayectoria de Henri Lefebvre en Francia, sus obras que aparecen en el Institut
d'histoire del CNRS están en línea con un reconocimiento más justo de la obra y el pensamiento de Henri Lefebvre. Su amplio conocimiento de la
trayectoria de Lefebvre le permitió entrar en el CNRS, donde fue responsable de investigación contemporánea desde 1988 hasta su muerte.

70
donde nos enfrentamos a lo concreto, ‘lo otro’ en el sentido más inmediato y directo, y donde el individuo
adquiere una identidad colectiva y/o su individualidad…” (Gardiner, 2000:75, Trad. del A.).

En el Vol. I. (1947), Lefebvre acentúa su interés por el estudio de Marx, a través del método dialéctico
que ha venido madurando para afianzarse en la crítica de la vida cotidiana; demostrando que el marxismo
“como un todo” no solo asiste al conocimiento crítico de la vida cotidiana, sino lo engloba a partir de
varias categorías sobre la sociedad y el individuo, con sus alienaciones en el nivel de la vida real: crítica
de la individualidad (la conciencia de lo privado); crítica de la mistificaciones (la conciencia mistificada);
crítica del dinero (el fetichismo y la alienación económica); crítica de las necesidades (la alienación
psicológica y moral); crítica del trabajo (la alienación del trabajador y del hombre); y crítica de la libertad
(el poder del hombre sobre la naturaleza y sobre su propia naturaleza).

Cada una de estas categorías forman parte de la construcción del primer proyecto sobre la vida cotidiana
y pueden implicar importantes discusiones alrededor de la cuestión urbana, sin embargo, en este examen
no abordaremos sus particularidades teóricas. De cualquier modo, Lefebvre en La vida cotidiana en el
mundo moderno (1968), veinte años después del Vol. I, observa cierta ingenuidad en su primer proyecto,
al asociarlo a un populismo o un obrerismo enmarcados por las obsesiones del proletariado y la obsesión
filosófica de la “autenticidad” disimulada bajo la ambigüedad de lo “vivido”, lo “ficticio” y lo
“inauténtico”. Luego de estos años, Lefebvre afirma que su crítica de la vida cotidiana había sido
corregida sin abandonar las exigencias del primer proyecto, pero tratando de reformularlas sin caer en los
mismos errores (Lefebvre, 1968/1984a).

El hombre verdaderamente humano no será un hombre de momentos deslumbrantes. Un


borracho o un hombre que se alimenta a sí mismo, han sido y serán siempre visionarios, genios o
héroes, que tienen sus ‘momentos’, momentos que pueden ser extraordinariamente importantes y
eficaces. Pero el hombre se apropiará de la naturaleza, y creará un mundo para proporcionarse
así mismo la alegría, por los días y los siglos que están por venir (Lefebvre, 1947/1991a: 251).


1.1.3. Teoría de los momentos (1957-58)

Como veis entre la vida y el pensamiento surgen siempre curiosas interferencias. Distingo
siempre entre los instantes –múltiples, rápidos y sin embargo, significativos– y los momentos
compactos, densos, de los que se guarda memoria, que se recuerdan. Una mujer con la que –
detalle sin gran importancia– estuve casado, pronunció un día ante mí, en el tono adecuado,
estas sencillas palabras a propósito de un detergente ‘¡Un producto excelente!’. Estas palabras
en su trivialidad cristalizaron en un instante: el concepto de ‘lo cotidiano’ y el proyecto de ‘la
crítica de lo cotidiano’. Así simplemente se llega a la confrontación entre lo concebido y lo
vivido, tema esencial sobre el que nunca insistiré bastante (Lefebvre, 1975/1976b: 32).

En su Vol. II de Crítica de la vida cotidiana (1961), Lefebvre explica que un “momento” es como el
“intento de alcanzar la realización total de una posibilidad”, una posibilidad que se ofrece, se revela a sí
misma; está determinada, y por tanto es limitada y parcial. Así, el deseo de vivir esa posibilidad como una

71
totalidad es agotarla y también satisfacerla. De este modo, el momento quiere ser total libremente, ya que
se agota en el acto de ser vivido. Toda realización como totalidad implica una acción constitutiva, un acto
inaugural, el cual aísla un significado y lo crea; fundándose una estructura frente al carácter transitorio e
incierto de lo cotidiano (Lefebvre, 1961/2014b). En tanto que esta definición de momento parece
tautológica, retornamos un poco antes, a 1958, año de la publicación de La Some et le Reste (donde
aparecería por primera vez) para clarificarla. Remi Hess & G. Weigand26, a cargo del prefacio de su
cuarta edición (2009b), señalan que esta obra de Lefebvre “es un fundamento teórico, al que George
Lapassade27 denominó “análisis interno”. Es un manifiesto a favor de la persona, que debe ser construida
a pesar de la institución, este libro es una teoría de la persona dentro de la institución…” (Hess &
Weigand, 2009:x, Trad. del A.). Según los autores del prefacio, la teoría de los momentos procura
condensar las ideas que Lefebvre daba por dispersas hasta ese momento. Partiendo de que los esquemas
de equilibrio o modelos de estabilidad que proporcionan las formas o estructuras formales capaces de
identificar la realidad permanecían ajenas a esa realidad, y asumiendo que dichos sistemas no accedían a
la naturaleza material de la realidad, en tanto que la vida humana (la praxis del hombre, ser individual y
social inseparablemente) no logra comprender otros atributos elementales que si surgen en los orígenes de
la vida y de la naturaleza material: la lucha, el juego, el alimento, el amor y la reproducción, el descanso,
etc. (Hess & Weigand, 2009).

Sin el interés de prolongar excesivamente este marco general, creemos necesario anticipar la importancia
de la teoría de los momentos como punto de encuentro inicial con los situacionistas (especialmente con
G. Debord28) y como referencia en la “construcción de situaciones”. De tal modo, que en junio de 1960
(luego de un tiempo de correspondencia entre Lefebvre y Debord, y al interior del grupo situacionista
valorando los contenidos de La Some et le Reste) se publicaría la edición Nro. 4 de la Internationale
Situationniste, titulada “La teoría de los momentos y la construcción de situaciones”. En este fascículo, el
grupo pone en valor el programa lefebvriano bajo el cual los problemas de la creación en la vida cotidiana
se ven directamente afectados por la teoría del momento. Así, plantean la idea de la “situación”, como un
“momento” creado y organizado, dado que Lefebvre dejaría abiertas las posibilidades de un momento
expresado como un acto libre que puede ser creado y que incluye instantes perecederos, efímeros y
únicos.


26
Remi Hess (1947), escritor y sociólogo francés. Después de estudiar en Reims, estudió sociología en Nanterre en 1967-1968 donde conoció a
Henri Lefebvre con quien trabajó hasta su muerte en 1991. Ha editado varias obras de Lefebvre y también ha trabajado con René Lourau y
Georges Lapassade.
27
G. Lapassade (1924-2008) es un filósofo y sociólogo francés interesado en el psicoanálisis, especialmente en la psicoterapia institucional.
Participaría en la revista Arguments dirigida por Kostas Axelos y Edgar Morin. Retoma de Félix Guattari el “análisis institucional" para designar
una sociología de la intervención, en colaboración con René Lourau.
28
La relación de Lefebvre con Debord y el situacionismo la estudiaremos con detalle en el capítulo 3, sección 3.3 “Constant, Debord y Lefebvre:
Pour changer la vie !”

72
Origen y desarrollo de la teoría de los momentos

La teoría de los momentos proviene inicialmente de un esfuerzo por dar significado y valor al
lenguaje, frente a sus críticos (como Bergson29) y a pesar del socavamiento y la desintegración
del lenguaje que estamos presenciando. Es el producto de una violenta protesta contra el
bergsonismo y el continuum psicológico sin forma defendido por la filosofía bergsoniana. Su
deseo es restablecer la discontinuidad, aferrándola en la misma trama de lo ‘vivido’, y en el telar
de continuidad que presupone… (Lefebvre, 1961/2014b).

En principio, vemos necesario matizar la relación de Lefebvre con Henri Bergson, ciértamente áspera,
pero de una tensión productiva. En La Some et le Reste (1958), Lefebvre más allá de describir los ataques
a fuego cruzado, mide su actitud y la de los jóvenes filósofos a la altura de unos “prejuicios vigorosos”
dentro de una posición de rechazo y singularización.

La condena de Bergson hacia nosotros fue irrefutable, definitiva, absoluta. Sin necesidad de
discutir ampliamente. Por decreto, diría Politzer. Su pensamiento parecía simplemente extraño a
nosotros, a nuestros problemas, a nuestras preocupaciones. Y esto, sin siquiera darnos cuenta
lúcidamente de que fueron nuestros conflictos, nuestras contradicciones, lo dramático o lo
trágico a lo que tuvimos que enfrentarnos, queramos o no, lo que despertó y justificó este severo
juicio, estos ‘prejuicios’ vigorosos. Estas enérgicas afirmaciones nos parecieron la marca de la
escuela en ascenso, y de una nueva generación, menos traicionada que las anteriores por las
demandas ilimitadas e insidiosas de la comprensión… (Lefebvre, 1958-59/2009a: 376, Trad. del
A.).

A partir de categorías sociológicas, Lefebvre realizaba un análisis de varios aspectos de la realidad


humana (el amor, el juego, la justicia, la poesía, la reflexión, etc.) en la vida cotidiana. Buscando situar en
el espacio y el tiempo sus esfuerzos teóricos, estimulados no únicamente a través de la “duración” de
Bergson, sino también, por las ideas de la “no linealidad del tiempo”, la “discontinuidad” y la
“repetición” presentes en la escuela de los Annales y en Nietzsche, Lefebvre se cuestionaba ¿cuáles serían
los momentos? ¿Qué es un momento? ¿Qué no lo es? ¿Cuál es la forma de un momento en particular?
Algunas de sus conclusiones transitorias fueron, por ejemplo, que el número de momentos es limitado y
no puede ser indefinido, aunque tampoco es posible decretar un listado de momentos o detener su
enumeración, puesto que siempre es posible descubrir o constituir un nuevo momento (algo que inspiraría
al situacionismo). Para el filósofo y sociólogo francés, la teoría debía enunciar un criterio para adquirir
consistencia, y no tenía por qué asumir la labor de enumeración exhaustiva; solo así podría presentarse
coherente; considerando entonces, que es mejor destacar ciertas características generales de esos
momentos. Así, por ejemplo, indica que un momento implicaría en un sentido más o menos preciso,
“cierta constancia durante el desarrollo del tiempo, un elemento común a un conjunto de instantes, de


29
Henri Bergson (1859-1941), filósofo francés, ganó el Premio Nobel de Literatura en 1927. Lefebvre “odiaba” a Bergson y sus agallas, dice A.
Merrifield (2006) en su libro Henri Lefebvre. A critical introduction. En La Somme et le Reste Lefebvre expone: “…si, durante este período
[1924-26] hubo un pensador para quien nosotros (el joven grupo de filósofos) profesamos sin vacilación el más absoluto desprecio, fue Bergson.
Pensador débil y sin forma, sus pseudoconceptos sin definición, su teoría de la fluidez y la continuidad, su exaltación de la interioridad pura, nos
enfermó físicamente”. El tiempo, para Lefebvre, no se trataba solo de evolución sino de involución: "La durée o duración, lejos de definirse a sí
mismo únicamente como lineal y puntuada por discontinuidades, se reorienta como un rizo de humo o una espiral, una corriente en un remolino o
un centrifugado" (Merrifield, 2006:28). El momento lefebvriano, como el de Mallarmé, dice Merrifield, estaba allí entre las líneas, en un cierto
espacio, en un tiempo determinado.

73
eventos, de coyuntura y de movimientos dialécticos… el ‘momento’ así concebido tiene su memoria y su
tiempo específico” (Ibídem:640, Trad. del A.).

Siguiendo los preceptos del teórico francés, la civilización como tal es la que crea dichos momentos en
los que cabría seguir sus procesos de formación en la historia; y aunque no existiría una barrera para
ellos, si un espacio y un tiempo en el cual se constituyen. De este modo, por ejemplo, el formalismo de
las palabras, el ritual de los gestos, la cortesía y modales, recorren un largo camino, en el cual, la
civilización en general, “permite la estilización de los gestos naturales, su organización en una
combinación de gestos significativos. Así, los grupos sociales parten de palabras y actos mágicos
destinados a proteger un momento, a poner ese momento bajo el signo del acuerdo o de la poesía”
(Ibíd.:641, Trad. del A.). Esta especie de fórmulas, según Lefebvre, se convertirían en rituales de la vida
social en la cotidianidad: el saludo, la bendición, el apretón de manos. En el desarrollo de su teoría,
explica que cada momento actúa como una “totalidad parcial” reflejando la “praxis global”, incluidas las
relaciones dialécticas de la sociedad consigo misma y las relaciones del hombre social con la naturaleza.

De esta manera, pensamos que un grado más profundo en la teoría sobre la producción del espacio
(social) que es, en cierta medida, lo que nos trae hasta aquí, no debería conformarse tan solo con
traducirse eficazmente en la vida cotidiana, ni captar los momentos o empeñarse en realizarlos
(situacionismo) en ese nivel, sino que, debería descubrir en los momentos existentes –formalizados o
estructurados– la posibilidad de transformarlos, intensificarlos y/o estimularlos, para que en cualquiera de
los casos, logre incidir en la praxis global, a saber, la práctica espacial. Disponiendo de información
rigurosa sobre una multiplicidad de momentos, la teoría de la producción del “espacio radical humano”
debería ser capaz de incorporarla en su experimentación.

Alienación al interior del momento, vida cotidiana y ‘goce’

Una vez que intentamos explicar el cuerpo principal de la teoría en un estado emergente podemos sugerir
la relación entre algunos de los conceptos que venimos tratando en el desarrollo de nuestro capítulo.
Lefebvre señala, por ejemplo, que la alienación se sitúa en la dimensión de los momentos, entendiendo
que cada momento, en tanto modalidad de la “presencia”, ofrece un “absoluto” al pensamiento y a la vida.
Dada esta condición, a un momento corresponde otro momento que se erige en lo “absoluto”, definido por
Lefebvre como una “tentación permanente, al interior de cada momento”.

… lo alienado se encierra en el momento; se hace prisionero; empujándolo al paroxismo, se


pierde; confunde su conciencia y su ser. Ninguna demarcación separa el amor de la alienación
amorosa. Y aunque ninguna frontera los separa, existe una diferencia radical entre el momento y
la alienación. La acción se convierte en pasión, más borrosa que ‘pura’, y más cercana a lo
absoluto. Lo absoluto se define así como tentación permanente, al interior de cada momento”
(Lefebvre, 1958-59/2009a: 645, Trad. del A.).

74
Lefebvre indica que esta tentación de lo absoluto se abre camino desde la constitución misma de la
estructura momentánea. Si esta estructura quisiera evitarla, la libertad se establecería al nivel de la vida
cotidiana, que ofrece inicialmente una mezcla de momentos (naturales y sociales); por tanto, tales intentos
de “estructuración” se comprenden y elaboran en el nivel de la cotidianidad. Aunque necesaria, la
cotidianidad no sería suficiente –hace falta el orden– indica Lefebvre, dado que la cotidianidad vuelve a
presentar ciertas características de la vida natural. De este modo, debería añadirse una “intervención” que
se traduzca al nivel de la vida cotidiana (y que podría concretarse en el espacio) para una mejor
asignación de los elementos e “instantes” en los momentos, y en consecuencia “intensificar el
rendimiento vital de la cotidianidad”, su capacidad de comunicación, de información y sobre todo de
“goce” (jouissance); definiendo nuevos modos de “goce” de la vida natural y social. “La teoría de los
momentos no se sitúa fuera de la cotidianidad, sino que se estructura con ella, uniéndose a la crítica para
introducir en ella lo que le hace falta a su riqueza” (Ibídem:647, Trad. del A.).

Por último, para procurar entender adecuadamente la búsqueda de Lefebvre con su teorización de los
momentos, sin entrar en la profundidad de los métodos y los criterios para su clasificación (desarrollados
en el Vol. II de su Crítica de la vida cotidiana, 1961), es necesario señalar que su voluntad de construir
esta teoría venía dada por la necesidad de organizar la vida cotidiana; pero transformándola según sus
propias tendencias y leyes. Esto llevó al teórico francés a percibir (con cierta obsesión) las posibilidades
de la vida cotidiana que puedan dar a los seres humanos una norma mediante la constitución de sus
poderes, aunque estas posiblidades, como el propio Lefebvre indicó, sólo alcancen la forma de una
directriz o sugerencia.

En el lenguaje cotidiano, la palabra ‘momento’ y la palabra ‘instante’ son casi intercambiables.


Sin embargo, existe una distinción entre ellas. Cuando decimos ‘fue un momento agradable...’,
por ejemplo, implica un cierto tiempo, un valor, una nostalgia y la esperanza de revivir ese
momento o preservarlo como un lapso de tiempo privilegiado, embalsamado en la memoria. No
es un simple instante, efímero y transitorio (Lefebvre, 1961/2014b).


1.1.4. Noción del espacio radical humano

Henri Lefebvre, nos muestra a través de tres momentos de creación originales (1939, 1947 y 1958), en la
primera parte de su trayectoria revisada –en medio de sus propias alienaciones y antagonismos dentro del
PCF– dos escenarios: el de la vida real, terreno infinito por descubrir para la crítica, y el de lo posible-
imposible, de donde brotan sus propuestas más liberadoras con el fin de metamoforsear la cotidianidad.
Del intento por desbrozar un camino para la construcción de un objeto complejo de estudio, podemos
decir que cada uno de los libros revisados nos colocan ante una caudalosa (radical) vertiente
epistemológica y crítica, a la cual confluyen suficientes sustentos para introducir la noción de un espacio
que surja de la raíz del pensamiento lefebvriano. Un espacio a través del cual se desenvuelva la vitalidad

75
sustancial del hombre total en la comunidad humana, en tanto, la necesidad de transformarla. De este
modo, a partir de aquí –en este primer ejercicio de comprensión epistemológico– introducimos la noción
que designa un “espacio radical humano”. En el transcurso de este documento, se han ido apuntando una
serie de reflexiones a la luz de las teorías, conceptos e ideas (a veces dispersas, no siempre
sistematizadas) de Lefebvre. Sin embargo, consideramos factible la edificación de una base
suficientemente sólida para la construcción de un sistema teórico crítico de base lefebvriana. En
consecuencia, creemos distinguir algunos atributos germinales del objeto designado como “espacio
radical humano”.

Este espacio imaginado debería poder ser reconocido al nivel de la vida cotidiana; ser capaz de acoger,
permitir y reproducir la actividad creadora del ser humano; de entrañar el potencial cohesionador (no
homogeneizante) de una sociedad fragmentada y jerarquizada por clases sociales, de contribuir a corregir
la desigualdad social, profundizando en la tensión de las desigualdades espaciales; y alimentar de
acontecimientos los momentos humanos, con el objeto de intensificar el rendimiento vital de su
cotidianidad, su facultad de comunicación, de información y sobre todo, de goce. Se trata de un espacio
que, una vez producido, debería permitir nuevos modos de relacionarse entre el ser humano y la
naturaleza y entre los seres humanos entre sí; un espacio cotidiano del cual sería posible apropiarse, y en
el cual, una persona común lograría su individualidad, es decir, diferenciarse en el marco de su
comunidad. En resumen, presentamos este objeto en su virtualidad, como un “espacio radical humano”,
transformador e inalienable, o más bien, prevenido frente las alienaciones y eficaz a la hora de
anunciarlas; en otras palabras, este espacio como terreno de lo cotidiano, del mismo modo que la crítica
de la vida cotidiana, debería estar preparado para detectar sus miserias e influir para transformarlas.




76
1.2. Claves epistemológicas para descifrar el derecho a la ciudad de Henri
Lefebvre30

‘Verso ligero’

Cuando se trata del derecho a la ciudad,


no te atasques sólo en algunos meollos,
quizá toma un descanso para una cancioncilla,
incluso si no es tan ingeniosa,
hacerla aburrida sería una verdadera lástima.
Necesitas entender sobre las clases,
si no quieres darte en tu propio culo;
esto no es tan sencillo,
pero si llegas a marearte,
y lo esquivas, lo perderás, por desgracia.
Si a la teoría crítica has aspirado,
pero en las abstracciones te has atascado,
conecta tu teoría con la acción,
ayuda a la teoría a obtener tracción,
conseguirás más claridad, utilidad, y luego te cansarás (Marcuse, P. 2012, Trad. del A.).

Esta sección profundiza en lo que consideramos la llave maestra en la obra de Henri Lefebvre, y que él
mismo denominó, en una referencia muy corta, como la “teoría crítica de la vida cotidiana”. Para ello, nos
concentramos en el libro La vida cotidiana en el mundo moderno (1968/1984a), libro que sintetiza y
extiende los dos primeros volúmenes de Crítica de la vida cotidiana (1947, 1961). Paralelamente
examinamos algunos de sus planteamientos sobre la ciudad surgidos en Métaphilosophie (1965), ideas
menos revisadas por los investigadores del espacio lefebvriano y que, creemos, revelan ciertos contenidos
epistemológicos nuevos. Más allá de sus intereses y trabajos concretos sobre la ciudad nueva en las
periferias, los grandes conjuntos o la vivienda suburbana, vinculados fundamentalmente a la investigación
desde el Institut de sociologie urbaine de París (ISU) en los años 60 (y que serán revisados con
detenimiento en el capítulo 3), quedará flotando la noción espacial del primer Lefebvre, a la que
intentaremos relacionar con los nuevos contenidos. De este modo, a través de la acumulación de algunos
conceptos en el campo designado como “espacial radical humano”, buscamos contribuir a una
comprensión apropiada del derecho a la ciudad lefebvriano, que en muchas ocasiones ha sido vulgarizado
y triturado en una explosión de interpretaciones muchas veces antagónicas al pensamiento del teórico
francés.






30
Jiménez-Pacheco, P. (2015). Claves epistemológicas para descifrar el derecho a la ciudad de Henri Lefebvre. ESTOA, (8), 5-13. Universidad de
Cuenca-Ecuador, Cuenca.

77
1.2.1. Metafilosofía (1965)

Stuart Elden31, encargado de la introducción titulada “A study of productive tensions” de la primera
edición traducida de Métaphilosophie (1965), publicada en 2016, explica que hay muchos puntos de
conexión y de disputa entre Althusser y Lefebvre, y que con la obra finalmente traducida al inglés, los
lectores anglófonos podrán comenzar a evaluar ambas posiciones. Una de las diferencias más notables,
señala Elden, es la actitud hacia Hegel. Así, la obra de Althusser, sobre todo en Pour Marx (1965)
buscaba demostrar que sólo cuando Marx se movía más allá de Hegel, su trabajo era verdaderamente
científico. De acuerdo a Elden (2016), Althusser quiso establecer una ruptura clara entre el idealismo y el
materialismo, librando al marxismo de sus vestigios humanistas, al soslayar los primeros escritos de Marx
y la influencia de Hegel. En cambio, Lefebvre, que leyó el trabajo de Marx desde el principio hasta el
final como un todo, no sólo reconoció la importancia de Hegel en Marx, sino sugería que Marx necesitaba
ser complementado con las ideas hegelianas. De ese modo, a diferencia de Althusser, Lefebvre acaba
enfatizando el humanismo que encuentra en los escritos de Marx. En esta dirección, el filósofo y
sociólogo francés no sólo proporcionaría la lectura de un Marx hegeliano, y una interpretación y adopción
marxista de Hegel, sino que traería “notablemente”, según Elden, a otros escritores como Nietzsche. En
su introducción de Metaphilosophy, Elden afirma que los tres (Hegel, Marx y Nietzsche) desempeñan un
papel crucial, pero también hay un compromiso con Martin Heidegger, Jean-Paul Sartre y Kostas
Axelos32.

Poiesis

Lefebvre usa el término “poiesis” para referirse a la actividad humana en la medida en que ésta se apropia
de la “naturaleza” (physis) alrededor y dentro del ser humano (su propia naturaleza: sentido, sensibilidad
y lo sensorial, necesidades y deseos, etc.). La poiesis resulta así creadora de obras (oeuvres) –señala
Lefebvre–; e incluye fundamentos y decisiones con consecuencias que son ilimitadas a pesar de que
puedan permanecer imperceptibles por largos períodos.


31
S. Elden (1971). Profesor de Teoría Política y Geografía en la Universidad de Warwick, anteriormente fue Profesor de Geografía Política en la
Universidad de Durham. Trabaja actualmente en el estudio del concepto y la práctica del territorio en las obras de Shakespeare y en la obra
temprana de Foucault de la década de 1950, y en cómo el territorio se relaciona con el terreno y la geofísica en general.
32
K. Axelos (1924-2010) fue un filósofo francés nacido en Grecia, cercano de H. Lefebvre. Al inicio de la Segunda Guerra Mundial se vio
involucrado en la lucha, durante la ocupación alemana e italiana participó en la resistencia griega y más tarde en la guerra civil griega, como
organizador y periodista afiliado al Partido Comunista (1941-1945). Con posterioridad fue expulsado del Partido Comunista y condenado a
muerte por el gobierno de derechas. Fue arrestado, pero logró escapar. A finales de 1945 Axelos se trasladó a París, donde estudió filosofía en la
Sorbona. De 1950 a 1957 trabajó como investigador en la rama de filosofía del CNRS, donde estaba escribiendo su tesis, y posteriormente
procedió a trabajar en la École Pratique des Hautes Études. De 1962 a 1973 fue profesor de filosofía en la Sorbona. Su tesis, “Marx, pensador de
la técnica”, trató de proporcionar una comprensión de la tecnología moderna, basada en el pensamiento de Heidegger y Marx.

78
No toda creación es poiesis, pero toda poiesis es creación. La palabra ‘poesía’ restringe el
significado del término. Una observación adicional: la tecnología y la invención tecnológica
permanecerán para nosotros fuera del campo de la poiesis. Si es cierto que las tecnologías
dominan la ‘naturaleza’ (el mundo exterior), y por tanto son necesarias, pero no son suficientes
para la apropiación por los seres humanos de su propia naturaleza. Una distinción esencial para
determinar los límites de la tecnología en la modernidad y para definir correctamente la
alienación tecnológica (Lefebvre, 1965/2016: 8, Trad. del A.).

En el capítulo 1 “Prolegomena: notice to readers”, Lefebvre se anima a describir cronológicamente varios


episodios de la historia de la actividad humana en los que considera que la poiesis ha hecho su aparición
creadora:

a. Fundación de la aldea (generalmente atribuida a las mujeres, incluyendo: la agricultura


sedentaria, la vivienda fija [el hogar], la cerámica, el tejido, la cestería, los comienzos de la
educación de los jóvenes, etc.).
b. La ciudad en general (como creación espontánea de participaciones sociales, religiosas y
políticas, que incluyen: sitios de reunión, monumentos que reúnen a las masas a su alrededor
(ceremonias, procesiones), entusiasmo o, mejor dicho, catarsis obtenida en el transcurso de una
reunión, etc.)
c. La polis griega (fundación del ágora, sitio de reunión libre).
d. Las urbs [ciudades] romanas (fundación del foro, una asamblea marcada por prohibiciones).
e. La idea (platónica) del amor absoluto (el amor único de un solo ser por otro, en la Europa
occidental del siglo XIII).
f. La ciudad medieval y el proyecto de acumulación (de objetos, bienes, riqueza, tecnologías y
conocimiento, un proceso de acumulación que gradualmente se extiende a la constitución del
capital).
g. La fundación de grupos étnicos, personas y nacionalidades (grandes grupos unidos a un
territorio, a la posesión de este territorio, a las modas de vestimenta, comida, etc.).
h. La proposición del hombre total, superando la división del trabajo (Fourier).
i. La unidad de las negaciones para constituir la nueva totalidad (Marx), la clase obrera como
portadora de una negatividad radical.
j. El psicoanálisis (como proyección de una nueva catarsis fundada en la transparencia de las
conciencias individuales, una comunicación directa entre seres humanos iguales, sin involucrar
operaciones mágicas, medios de prestigio e influencia, símbolos opacos y conceptos con
implicaciones ocultas, incluyendo una elucidación de los conflictos).
k. La decisión de cambiar la vida cotidiana. El programa de retomar “momentos” o “residuos”, así
el arte deja de ser un fin en sí mismo, o una actividad especializada y autonomizada, para
convertirse en un medio para transformar lo cotidiano y un instrumento de la vida “real”. Por
tanto la constitución del hombre “total”, “mundial”, “planetario” (Ibídem:9).

79
En la mitad de la década de 1960, el teórico francés, partiendo de la idea de la contribución de la poiesis
en la creación humana civilizatoria, expresa en buena medida el vínculo de tres elementos que se
volverán indisociables en su obra en adelante: la “ciudad”, la “utopía” y la “vida cotidiana”. Al final,
cierra su repaso de estos eventos en forma de prolegómenos, anunciando el sitio de las siguientes
intervenciones poieticas, lo que se puede interpretar como un acercamiento a mayo de 1968. Ya que,
según Lefebvre, una vez se proceda con la “restitución de los momentos completos en su preeminente
realidad y fuerza”, se daría paso a la “creación de nuevos momentos, si se quiere, nuevas situaciones”; al
igual que, se iniciaría la “declaración de guerra al cibernantropo33, parodia del hombre total”. Estas
actividades constituyen para el teórico francés el siguiente acto poietico, único e indivisible, que luego
debería “integrarse en la praxis, con la revelación de sus consecuencias prácticas” (Lefebvre, 1965/2016).

El fin de la ciudad como hipótesis

En el capítulo 4 del mismo texto, titulado “Opening of the Testament: Inventory of the legacy”, el teórico
francés valida la “crítica radical” de Marx en su propio aparato teórico. Por ese camino llega a plantear la
cuestión del fin de la ciudad, estableciendo la premisa bajo la cual Marx no pudo observar más que los
primeros indicios de una transformación inmensa; señalando “el carácter antinatural, artificial y abstracto
de las grandes ciudades modernas, en las que vio al mismo tiempo cómo en las fábricas, contexto natural
de la acción proletaria, la población obrera se concentraba y tomaba conciencia de sí misma” (Ibíd.:110).
En los países altamente industrializados, señala, la antigua relación conflictiva entre la ciudad y el país
(que Marx definió como una división fundamental del trabajo y como una de las primeras formas de
lucha de los grupos y clases sociales) tiende hoy a resolverse en una “inesperada moda” referida a que la
ciudad absorbe el campo –aunque no sin la resistencia de los afectados, o sin convulsiones– aclara
Lefebvre.

Dentro de poco tiempo, en las regiones y países más desarrollados, la población rural sin duda
habrá desaparecido, dejando paso a los habitantes de las ciudades dedicados a la producción
agrícola con métodos mejorados y tecnologías industriales. La agricultura se alineará con la
industria, y dejará de constituirse constantemente en un sector distinto de la economía, casi
autónomo debido a su atraso técnico. Las ciudades y las agro-ciudades reemplazarán a los
pueblos, reducidos a una existencia antediluviana, folclórica o turística (Lefebvre, 1965/2016:
110, Trad. del A.).

En este sentido, Lefebvre indica que el “fenómeno urbano” se identificaría ante todo con el carácter
mundial de los resultados de la tecnología; siendo esta imagen, sin embargo demasiado simple. Debido a
los procesos de crecimiento, precisa el teórico francés, la ciudad se ha hecho añicos, y “tal vez esté en
proceso de desaparición”. Precisamente ésta resulta para Lefebvre una hipótesis “seductora y fructífera”,


33
Ver la obra de H. Lefebvre, Position: contre les technocrates. Vers le cybernanthrope (1967-1971, Trad. 1972c). Esta noción se amplía en el
Cap. 2, sección 2.7.

80
una hipótesis estratégica extrema (no exenta de riesgos, ni verificada evidentemente), y que no vacila en
adjetivarla de esa manera.

La presión demográfica, la industrialización y la afluencia de personas dedicadas a los


‘servicios’ (el llamado sector ‘terciario’, que incluye los profesiones libres, la burocracia y el
comercio) transforman las ciudades en enormes conglomerados humanos que ya no tienen
forma. Se las llama ‘ciudades’ por hábito. El fenómeno urbano está dislocado por su desarrollo.
La ciudad, por su crecimiento inmoderado, proyecta fragmentos y escombros a lo largo y ancho.
Está rodeada de suburbios, y más allá de estos suburbios, por pequeños grupos de viviendas
aisladas [pavillons] y grandes conjuntos residenciales [grand ensembles] del Estado. Por más
que los pavillons sean modestos o lujosos, que los bloques de vivienda sean grandes, pequeños o
medianos, ya no tienen mucho en común con la ciudad (Ibíd.:111).

“El tiempo y el espacio humano cambian”, expresa Lefebvre. A lo largo del tiempo moderno, por
ejemplo, el corazón de la ciudad se deterioró y burocratizó, lo que obliga a plantearse si la cité no será
una forma social casi tan remota como la ville; o si la ruptura de la ciudad no es simbólica del final de las
obras antiguas y de una nueva relación (por crear) entre el hombre y sus obras. De este modo, dice
Lefebvre, la historia que vivimos sin percibirla (excepto de manera trivial: crisis de la vivienda,
congestión del tráfico, agotamiento nervioso, etc.), relega al pasado las magníficas formas que todavía
creemos que sentimos a nuestro alrededor; a saber, la magnífica imagen de la ciudad que todavía sirve
como una ilusión para poblar el desierto humano, aunque ello, no debería acabar con la historia y la
actualidad, señala el teórico francés.
Cuando la sociedad y el estado coincidieron en la ville [pueblo], esta fue la obra preeminente de
la praxis, la cosa más perfecta. Pero el estado era libre y no el individuo. La democracia urbana,
aún más en la Edad Media que en la antigüedad, fue la democracia de la falta de libertad. La
praxis y la conciencia libres no se reconocen en esta cosa perfecta. La ruptura de tal forma no
puede lograrse sin nostalgia. ¿No debe llevarse a cabo? La obra preeminente, la más perfecta,
muere y abre paso a una ausencia en el corazón del cual los hombres se convierten en cosas
puras y simples –objetos de múltiples manipulaciones– y en donde, a pesar de todo esto, los
medios de una inmensa novedad se acumulan sin un objetivo asignado (Ibíd.:111).

Este desarrollo hipotético en Lefebvre muestra su crítica hacia el capitalismo competitivo (establecido en
el siglo XIX, a través de “autorregulaciones ciegas y espontáneas: bajo la doble presión de los
monopolios y la clase trabajadora”), señalando que ha sido el causante de la destrucción y mutilación de
las ciudades y del “magnífico legado de la época en que la sociedad y la ciudad estaban en estrecha
relación” (Ibíd.:112). En un momento dado de la historia, la ciudad, la sociedad y la civilización
coincidieron en una “unidad” –afirma Lefebvre– en efecto, un “sistema urbano, concreto y práctico”. Más
tarde, la sociedad burguesa todavía se proyectaba en este terreno, con ciudades, monumentos, edificios
estatales o culturales, que experimentaron posteriormente, el capitalismo de Estado y, más en general, la
industrialización bajo los auspicios del Estado (o sin él), llevando al fenómeno urbano a una situación de
colapso, de punto final. La ciudad como “sistema” terminaría en una especie de “explosión” que deja solo
los escombros de lo que fue grande y hermoso. El teórico francés reflexiona en el sentido de que quizás
esta “abstracción suprema” tenía que alcanzarse para inventar un “estilo de vida concreto”, como si fuese

81
necesario pasar por el final de las formas conocidas para comenzar lo “desconocido” y “un día cortar
definitivamente el cordón umbilical que une al individuo con las limitaciones sociales, tanto protectoras
como opresivas de él mismo” (Ibíd.). En tal contexto práctico, dice Lefebvre, es donde lo cotidiano se
establece, y donde la cotidianeidad puede y debe cambiar. Por tanto, el fin de la ciudad, la dislocación de
lo que fue la mejor obra y lugar de residencia del hombre, nos da aviso para crear nuevas obras (oeuvres).
En consecuencia, esta “dura cristalización de lo cotidiano”, según Lefebvre, nos proporciona dos
anuncios o imperativos que se refuerzan mutuamente: el rechazo a las transfiguraciones ilusorias (por arte
o imagen) y la transformación efectiva de lo cotidiano.

Es aquí, en los escombros de la ciudad y la vida, que debe haber creación poiética, o quizás, no
es aquí. Es en otra parte, en otras formas, que quedan por inventar usando los inmensos recursos
que se desperdician hoy en pseudo-creaciones monstruosas: conurbaciones, conglomerados,
conjuntos residenciales estatales de cualquier tamaño. Lo que actualmente se llama ‘urbanismo’
no es más que una ideología (la de los grupos tecnocráticos), diseñada, como cualquier
ideología, para enmascarar problemas reales, proponer soluciones falsas, disimular lo ‘real’,
aunque revelándolo involuntariamente (Ibíd.).

Esta voluntad crítica (situada en la mitad de lo apocalíptico y lo utópico en las reflexiones de Lefebvre) le
otorga a la idea del fin de la ciudad posiblemente mucha más potencia creativa y productiva que la de su
“continuación” o su “modernización”, porque entre otras cosas, no se presta a estudios “prospectivos” que
pueden ser tecnológica y operativamente más útiles para tales fines. De este modo, a semejante
compromiso poietico adquirido por Lefebvre, le corresponde el pensamiento “metafilosófico”, que
consiste, según él, en la tarea de imaginar y proponer formas, o más bien un “estilo, que se pueda
construir prácticamente y que realice el proyecto filosófico, metamorfoseando la vida cotidiana”
(Ibíd.:113). Entiéndase así, el primer sentido de la metafilosofía, dice Lefebvre, como la superación de la
filosofía, la conexión de sus temas con las modificaciones, que antes de venir de una ciencia en particular,
como la sociología, o de la arquitectura si se quiere, son provenientes de la praxis.

Poesía y ciudad: el antiguo romanticismo 34

En el capítulo 5 denominado “The search of heirs” Lefebvre argumenta que antes de 1848 35 , el
romanticismo había establecido una comunicación y una comunión poético-dramática entre los grupos
desdeñados por la sociedad burguesa: mujeres, jóvenes, y también intelectuales. Este movimiento
inauguraría en el corazón de la sociedad burguesa, una “sociedad en la sombra”, antiburguesa, misteriosa
y radiante, dedicada al amor y a la declamación teatral. Esta utopía vivida, esta rebelión ingenua y sutil,

34
Para ampliar el contexto de este sub-apartado es importante la revisión del libro Vers un romantisme révolutionnaire [Hacia un romanticismo
revolucionario], publicado por primera vez en 1957, y que reaparece en un libro recopilatorio denominado Au-delà du structuralisme (1971) y
traducido al español más tarde con el título Más allá del estructuralismo (1973h). En sus páginas, Lefebvre plantea el proyecto de un “nuevo
romanticismo”, introduciendo la dialéctica de lo “posible-imposible” en el marco de una libertad revolucionaria del hombre a la caza del presente
y de lo posible. En este texto se describen con amplitud las diferencias entre el “antiguo romanticismo” francés y el alemán y su impronta en la
versión de un “nuevo romanticismo” que incorpora la crítica del antiguo romanticismo y la superación de lo “posible-posible”.
35
La Revolución francesa de 1848 fue una insurrección popular que tuvo lugar en París del 23 al 25 de febrero de 1848. Obligando al rey Luis
Felipe I de Francia a abdicar y dando paso a la Segunda República Francesa.

82
traía consigo la esperanza de un fin cercano al filisteísmo burgués36. En el caso de Francia, hicieron su
aparición los socialistas utópicos Saint-Simon y Fourier, de quienes, Marx tomaría prestados ciertos
elementos del pensamiento, enmarcados por Lefebvre en un “subversivo y crítico romanticismo de
izquierda”. El pensamiento poético en Francia se embarcaría así en un camino diferente; apareciendo,
confusa pero profundamente, los vínculos entre el registro y el rechazo de la vida cotidiana, entre los
temas de lo cotidiano y la ciudad, entre estos temas y una exploración metafilosófica del mundo moderno;
–esta conexión es explícita en Baudelaire37– señala el teórico francés.

A lo que el poeta dirige su mirada ya no es la belleza natural y la verdad eterna; lo que él


escucha no es la palabra divina. Busca la poesía en lo fugaz y momentáneo, en lo transitorio, lo
cotidiano: la moda, el espectáculo de la calle, un París que cambia más rápidamente que un
corazón mortal, las pinturas parisienses. Y sin embargo, lo cotidiano, la fuente de la vibración
poética, es intolerable. La ciudad tiene estos dos aspectos; poesía y horror. Es donde crecen las
‘flores del mal’. La ciudad es pura facticidad y pureza facticia, arte y artificio (Lefebvre,
1965/2016: 116, Trad. del A.).

Los poemas más vibrantes de Baudelaire –los más simples– dice Lefebvre, aquellos en los que no explota
el “satanismo de un cristiano abandonado y un indefenso terrorista anti-burgués”, son los que hablan de la
ciudad. Así, se pregunta el teórico francés: ¿El gran mito de la ciudad se deriva de lo que el hombre
descubre aquí, o del hecho de que la ciudad comienza a sobrepasar la escala humana? –Lo uno no evita lo
otro pero el segundo evento tiende a cubrir al primero– menciona. De esta manera, Baudelaire revela en
la ciudad una “segunda naturaleza”, que imita a la primera, pero en orden y belleza. Esta segunda
naturaleza está compuesta de piedras, agua, espejos, metales, es hermosa, sobrehumana, inhumana. Para
Lefebvre, Baudelaire mora sobre la ciudad, esa “presencia gigante, paisaje de piedra, monstruo de
humanidad e inhumanidad… está al nivel de las campanas de la iglesia, escuchando sus solemnes himnos
llevados por el viento” (Ibídem:116), porque para él, la ciudad es a la vez el lugar de lo cotidiano y un
refugio contra lo cotidiano.

El poeta, necesariamente caído en lo cotidiano, lo rechaza. Se va a otro lado. Hacia algún lugar
que está aquí. ‘Dejemos este país donde la acción no es hermana para soñar’. La poesía se
convierte en el país y el paisaje del poeta. Él no busca cambiar la vida, sino transfigurarla por
medio de la piedra de este filósofo, la Palabra, el habla poética (Ibíd.).


36
De acuerdo a Lefebvre, el proyecto de un romanticismo de izquierdas habría llegado más lejos en Francia que en Alemania, donde se
contentaron, bajo cierto filisteísmo burgués, con la ensoñación de la vida cotidiana, o bien con un escape a las profundidades de la naturaleza.
Lefebvre haciendo referencia a Georg Lukács en su obra Teoría de la novela (1920), señala que más allá de que lo halla escrito sin tener en
cuenta la historia, tiene el merito de haber mostrado los grandes temas de autores como Goethe (1819-1880) por ejemplo, en cuya novela aparecía
“la reconciliación del individuo problemático, guiado por su experiencia vivida del ideal, con la realidad social concreta”, mientras que Una
educación sentimental (1869) de Gustave Flaubert (1821-1880) contenía únicamente “el romanticismo de la desilusión”. Lefebvre sospecha que
algo ocurrió en este intervalo entre Goethe y Flaubert, estableciéndose allí, la cuestión de lo cotidiano. Véase también: G. Flaubert. (1856).
Madame Bovary.
37
Les fleurs du mal, colección de poemas de Baudelaire, publicada por primera vez en 1857. Ver edición en español: Las Flores del mal, 1970.
Barcelona: Colección Pequeño Tesoro. 252 p.

83

Fig. 7. Jacques (1840s). “Cour des miracles” en, Víctor Hugo (1844). Notre-Dame de Paris. Fuente: Archivo St. Michael's College
Library. ‘Esta escena nocturna muestra una plaza llena de una muchedumbre harapienta de mendigos y lisiados que beben,
cocinan y hablan sobre un fondo de casas del París medieval, ubicadas en el barrio del mercado de Les Halles’. Recuperado de
https://archive.org/details/notredamedepar00hugo

Lefebvre prosigue su examen considerando a Rimbaud como un segundo ejemplo de este contacto dentro
del “antiguo romanticismo” francés con la poesía, la ciudad y lo cotidiano. En este caso, el teórico
francés, señala que el poeta proclama con más fuerza, lo que los filósofos no dicen, lo que nunca dirán
desde que se suicidan (como filósofos) por la acción de decirlo.

La belleza está mintiendo y muriendo, la verdad ya está muerta. La vida tiene que ser cambiada.
El amor necesita reinventarse. Lo cotidiano es el infierno y la temporada en el infierno dura
para siempre. La ciudad está atravesada por el inmenso temblor de fuerzas, la ciudad santa
construida en Occidente, hizo un último intento para afirmarse como ley y gobierno de la
sociedad, como medida del mundo (Lefebvre, 1965/2016: 116, Trad. del A).

En palabras de Lefebvre, Arthur Rimbaud hizo un intento supremo de definirse a sí mismo, y de definir al
hombre y al ser humano, en torno a su unidad y su diversidad. Este intento –expresado en su obra
dedicada a la Comuna– habría fracasado, ya que la creación en Europa de una democracia tendiente al
socialismo, fracasó primero en 1848; y Rimbaud, después de Baudelaire, como luego también Marx,
vivieron esa derrota. No solo dedicaría un gran poema a la Comuna, sino tres poemas de sus
Iluminaciones fueron dedicadas a la ciudad presente y posible38. A pesar del fracaso, dice Lefebvre,


38
Iluminaciones es una colección de poemas en prosa del poeta francés Arthur Rimbaud, aparecida parcialmente en la revista literaria parisina La
Vogue en 1886. Ref. en Lefebvre, 2016: Arthur Rimbaud. (2001). “The Parisian Orgy or Paris Filling Up Again” en Collected Poems. Martin

84
Rimbaud siguió buscando su propio camino, o más bien su propio sendero. La poesía en él se encendió y
luego se negó, rehusándose a degenerar en literatura; ya que en el “éxito literario”, lo que va en busca de
convertirse en la “creación de un estilo de vida”, llega a ser tan solo “literatura y trampas por excelencia”.

Rimbaud es la rebelión en estado puro, la rebelión de un niño contra el mundo que lo aplasta. ¿Y
qué es lo que aplasta la infancia y la inocencia del niño? Sobre todo, la vida cotidiana (Les
poètes de sept ans). Rimbaud, incapaz de cambiar la vida, buscó la alquimia de la Palabra: la
transmutación mágica de lo cotidiano en un discurso poético. Lo logró, pero este éxito fue una
derrota. Nada cambió, excepto la literatura. Luego se quedó en silencio. Rimbaud se fue,
habiendo escrito: ‘Uno no se va’. Lo que significa: que nadie se va nunca, puesto que cada
persona se lleva a si misma. El poeta solo se queda para el silencio y la muerte (Lefebvre,
1965/2016: 117, Trad. del A.).


Fig. 8. John Bulmer. (1960), Nelson, Lancashire, Inglaterra.

1.2.2. Miseria y grandeza de lo cotidiano (1968)

Vemos hasta aquí que Lefebvre considera un solo camino: describir y analizar “lo cotidiano” –apoyado
en la metafilosofía– para mostrar su dualidad, su decadencia y su fecundidad: su “miseria” y “riqueza”. A
esto lo designaba como el “proyecto revolucionario de una liberación que desgaje de lo cotidiano la
actividad creadora inherente, la obra inacabada” (Lefebvre, 1968/1984a: 22). Así, propone el estudio de la
vida cotidiana como un terreno de encuentro para las disciplinas de la filosofía, sociología, economía,
urbanismo, etc., en el que se pondría de manifiesto el lugar de los conflictos entre lo racional y lo
irracional en la sociedad. De ese modo, procura determinar el lugar donde se formulan los problemas de
la “producción” en sentido amplio: la forma en que es producida la existencia social de los seres
humanos, con las transiciones de la escasez a la abundancia y de lo precioso a lo depreciado.


Sorrell. (Ed.). Oxford: Oxford University Press, pp. 80–85. Véase también: K. Ross (1988). The emergence of social space. Rimbaud and the
Paris Commune. Minneapolis: University of Minnesota Press.

85
No es imposible aprehender lo cotidiano como tal aceptándolo, viviéndolo pasivamente, sin
tomar distancia. Distancia crítica, contestación, comparación; todo ello va junto… el análisis
crítico de lo cotidiano revelará unas ideologías, y el conocimiento de lo cotidiano incluirá una
crítica ideológica y, por supuesto, una autocrítica perpetua (Ibíd.: 39).

Fig. 9. “Les coiffeuses au soleil” [Las peluqueras al sol]. París. L’Atelier Robert Doisneau. Robert Doisneau. (1966).

En su obra La vida cotidiana en el mundo moderno (1968), Lefebvre insiste en una “trivialidad de lo
cotidiano” compuesta de “repeticiones”: gestos, movimientos mecánicos del cuerpo, de las piezas y
dispositivos, horas, días, semanas, años; repeticiones “lineales” y “cíclicas”; implicando en su crítica de la
vida cotidiana las concepciones y apreciaciones a escala del conjunto social. Para operar esta crítica,
sugiere incorporar variables estratégicas, como la estrategia del “conocimiento” y de la “acción”,
caracterizando a la sociedad en la que vivimos, la cual engendra la “cotidianidad”, la “modernidad,” y el
“ahora”; definiendo sus cambios, sus perspectivas, y conservando lo esencial de los hechos
aparentemente insignificantes, ordenándolos. La “cotidianidad”, explica Lefebvre, no es un concepto
solamente, ya que se la puede tomar como hilo conductor para conocer la sociedad, situando lo
“cotidiano” en lo global: el Estado, la técnica, la ciudad, la cultura (o la descomposición de la cultura),
etc.39 Para el teórico francés, esta es la mejor forma de abordar la cuestión, “el camino más racional para
aprehender nuestra sociedad y definirla, penetrándola” (Ibíd.:41). En esta dirección, Lefebvre sostiene
que a partir de un examen de lo global (sin detenerse en los detalles o las diferencias) realizado en el Vol.
I. de Crítica de la vida cotidiana (1947), surge una especie de “díptico” fuertemente contrastado. Estos
resultados son presentados nítidamente en 1968 y los sintetizamos (textualmente) a continuación para
buscar introducirlos en la epistemología lefebvriana del espacio.


39
Siguiendo a Lefebvre, el planteamiento de esta “teoría crítica de la vida cotidiana” se distingue de los estudios que alcanzan a las relaciones
interpersonales, a partir de los cuales, se erigen las teorías psico-sociológicas que pretender extraer lo “específicamente social”.

86
Primer tablero (miseria de lo cotidiano):
Las tareas fastidiosas, las humillaciones, la vida de la clase obrera, la vida de la mujer sobre la
que pesa la cotidianidad. El niño y la infancia eternamente repetidos. Las relaciones elementales
con las cosas, con las necesidades y el dinero, así como con los comerciantes y las mercancías.
El reino del número; la relación inmediata con el sector no dominado de lo real (la salud, el
deseo, la espontaneidad, la vitalidad). Lo repetitivo; la supervivencia de la penuria y la
prolongación de la escasez: el dominio de la economía, de la abstinencia, de la privación, de la
represión de los deseos, de la mezquina avaricia (Lefebvre, 1968/1984a: 49).

Según Lefebvre, revelar la riqueza oculta bajo la aparente pobreza de lo cotidiano, es decir, el
desvelamiento de la profundidad bajo la trivialidad, alcanzando lo extraordinario de lo ordinario,
procedía con más claridad, solo si se basaba en la “vida de los trabajadores”, poniendo de manifiesto su
capacidad creadora. Menos claro y rebatible, explica, significaba basarse en la vida urbana comparándola
con la del campo y los pueblos; y aún menos claro resultaba basarse en la vida familiar, a pesar de la
feminidad sacrificada. En este sentido, la crítica lefebvriana de la vida cotidiana implica, también, una
cierta visión de la historia, una historicidad de lo cotidiano capaz de mostrar su formación.

Segundo tablero (grandeza de lo cotidiano):

La continuidad; la vida que se perpetúa establecida sobre este suelo; la práctica desconocida, la
apropiación del cuerpo, del espacio y el tiempo, del deseo. La morada y la casa. El drama,
irreductible al número. El latido trágico de lo cotidiano. Las mujeres: su importancia (agobiados
‘objetos’ de la historia y de la vida social, y, sin embargo ‘sujetos’ esenciales, cimientos,
fundamentos). La creación de un mundo práctico-sensible a partir de los gestos repetitivos. El
encuentro de las necesidades con los bienes; la potencia del goce. La obra y las obras (la
capacidad de crear una obra a partir de lo cotidiano, de su plenitud y de su vacío; la posibilidad
de hacer de la vida cotidiana una obra, por los individuos, los grupos, las clases). La
reproducción de las relaciones esenciales, es decir, el feed-back entre la cultura y la actividad
productiva, entre el conocimiento y las ideologías, el lugar de nacimiento de las contradicciones
entre estos términos, el lugar de las luchas entre los sexos, generaciones, grupos, ideologías. El
conflicto entre lo apropiado y lo no apropiado, entre lo informe de la vida subjetiva y el caos del
mundo (de la naturaleza). La mediación entre estos términos y, en consecuencia, el intervalo
hueco en el que surgen los antagonismos que estallan en los niveles ‘superiores’ (instituciones,
superestructuras) (Lefebvre, 1984a: 49-50).

1.2.3. El derecho a la vida urbana (transformada)

Coincidimos con Kanishka Goonewardena 40 (2011) en su artículo titulado “Henri Lefebvre y la


revolución de la vida cotidiana, la ciudad y el Estado” publicado en la revista Urban, que plantea ciertas
contradicciones provenientes de una reivindicación de los postulados lefebvrianos con distintos fines y
desde variados colectivos, incluyendo a marxistas, heideggerianos y nietzscheanos, así como anarquistas,
postmodernos y liberales de variadas denominaciones. Así, el nombre de Lefebvre es invocado de forma


40
Kanishka Goonewardena (1971), profesor de Planificación Regional del Departamento de Geografía en la Universidad de Toronto, Canadá.
Recibió su PhD en City and Regional Planning de la Universidad de Cornell, 1998. Sus intereses de investigación incluyen la teoría crítica y la
filosofía marxista, la arquitectura y el urbanismo, el colonialismo, el imperialismo y el nacionalismo.

87
sistemática en debates disciplinarios de diversa índole, incluidos los de arquitectura y urbanismo. Sin
embargo, es poco probable que esta enorme variedad de apropiaciones de su obra contaran con su
aprobación. Un buen ejemplo es la reciente popularidad del concepto de “derecho a la ciudad”, frecuente
en el campo de los estudios urbanos, el planeamiento y la arquitectura. Lo encontramos citado por David
Harvey, pero también por el Banco Mundial, la Unión Europea, ONU-Hábitat o el Banco Interamericano
de Desarrollo, con intenciones evidentemente divergentes. Y dado que es imposible estar de acuerdo
simultáneamente con el Banco Mundial y David Harvey, nos debemos preguntar: ¿Cómo han podido las
instituciones o los bancos pretender domesticar el derecho a la ciudad en el marco del neoliberalismo
urbano, cuando de hecho el programa político específico de Lefebvre, expresado en este eslogan, hoy tan
popular, era sencillamente cambiar la ciudad para cambiar la vida? Aunque no respondamos en esta
sección, al menos trataremos de restituir los principios que preceden y por tanto se tejen en el derecho a
la ciudad; los cuales proceden del compromiso de su dialéctica, del humanismo revolucionario, de la
crítica radical de la realidad, de su metafilosofía y poiesis creadoras; asumiendo simultáneamente el fin de
la ciudad como hipótesis, la ruptura de lo cotidiano en el marco de un romanticismo revolucionario, y
como resultado, la miseria y la grandeza de la vida de los trabajadores en una ciudad que se imagina
acabada. Por consiguiente, buscaremos seguir eficazmente el movimiento propuesto por el teórico francés
en 1968, en una obra que, de muchas formas, se anunciaba, y que plantea un camino hacia “lo urbano”.

Si tomamos las “doce tesis sobre la ciudad, lo urbano y el urbanismo” que Lefebvre a propósito del
Centenario de El Capital de Marx escribió en 1967, encontraremos una síntesis anticipada del esfuerzo
por teorizar el derecho a la ciudad publicado por editorial Anthropos un año más tarde (pocos meses antes
de los eventos de mayo). En la advertencia de esta primera edición (1968), Lefebvre empieza diciendo a
los lectores que su obra resultará ofensiva e incluso agresora, ya que ellos estarán buscando un conjunto
de ideas sistematizadas o en vías de sistematización, y su escrito justamente pretende romper tales
sistemas, pero no para substituirlos por otros, sino para abrir el pensamiento y la acción hacia unas
determinadas posibilidades, de las que se enseñará su horizonte y su ruta. De este modo, Lefebvre señala
que tanto el urbanismo como los sistemas están de moda, que las cuestiones y reflexiones urbanísticas
trascienden los círculos técnicos, de especialistas y de intelectuales que se pretenden vanguardistas, y que
el urbanismo se ha transformado simultáneamente en ideología y práctica. Mientras tanto, afirma
Lefebvre, las cuestiones relativas a la ciudad y a la realidad urbana no son del todo conocidas y no han
tomado todavía, en el nivel político, la importancia y el sentido que tienen en el nivel del pensamiento y
en el de la práctica. El objetivo del libro no es solamente hacer una crítica desde la raíz de las ideologías y
prácticas urbanísticas, también consiste en introducir esta problemática en la conciencia social y pasarla a
los “programas políticos”, en definitiva, a la acción.

En el cuerpo del trabajo, Lefebvre parte de una aproximación a la ciudad y a los procesos de
industrialización, como fuentes de las transformaciones de la sociedad en los países desarrollados. En

88
adelante concibe una crítica radical de la realidad urbana: crítica a las parcelaciones científicas entonces
en el estudio de la ciudad, a la abstracción filosófica e ideológica de la cuestión de la ciudad (nombra a:
L. Mumford, G. Bardet, Le Corbusier), al economismo urbanístico, al urbanismo como ideología, al
organicismo y evolucionismo simplificador de los historiadores de la ciudad, al continuismo de los
estudios sociológicos, etc. En un segundo bloque más analítico, encontramos un tono reflexivo en la
comprensión de la ciudad como una obra de arte para la creación y creadora a la vez, a partir de la
adopción de un análisis multidimensional del fenómeno urbano que surja de los niveles de la realidad
social y la relación entre la ciudad y el campo, así como de la importancia de la historia crítica de los
procesos de urbanización; proponiendo otras miradas sobre la forma urbana y una visión espectral de la
ciudad que permita desenmascarar tanto la ilusión urbanística como a quien la crea (instituciones,
promotores, etc.).

En la parte final, en un plano más político y teórico, Lefebvre proclama su “derecho a la ciudad”,
llamando a encontrar ese nuevo humanismo revolucionario, insertando elementos novedosos como la
transducción (método que llevamos adelante en esta tesis): una operación intelectual que puede
proseguirse metódicamente y que difiere de la inducción y la deducción clásicas, así como de la
construcción de “modelos”, o de la simulación, y del simple enunciado de hipótesis. La “transducción”,
como hemos mencionado en la introducción de nuestra investigación, parte de informaciones relativas a
la vida cotidiana, así como de una problemática planteada por esta realidad, para elaborar un objeto
teórico, un objeto “posible”. La “transducción” supone una retroalimentación incesante entre el marco
conceptual utilizado y las observaciones empíricas. También introduce el concepto de “utopía
experimental” que será desarrollado en los capítulos subsiguientes, pero que en general apela a una
“utopía concreta” que tiene que ser considerada experimentalmente, estudiando sobre el terreno sus
implicaciones y consecuencias. Bajo estas consideraciones, Lefebvre se pregunta ¿cuáles serán esos
lugares utópicos con “éxito social”; cómo detectarlos, con qué criterios? y ¿qué ritmos de la vida
cotidiana se inscriben, escriben y prescriben en estos espacios de felicidad?

Así, el “derecho a la ciudad”, este pseudo-derecho –indica Lefebvre– se anuncia como llamada y como
exigencia, que a través de sorprendentes rodeos (la nostalgia, el turismo, el retorno hacia el corazón de la
ciudad tradicional, etc.) camina lentamente. Mientras que la reivindicación de la necesidad por la
naturaleza, el deseo de gozar de ella, desvía el derecho a la ciudad de su llamada transformadora.
Lefebvre observa hábilmente que la reivindicación por el “derecho a la naturaleza” aviva indirectamente
una tendencia a huir de la ciudad deteriorada de la vida urbana alienada, como si esa realidad implícita
fuera aceptada. Por tanto, el teórico francés señala que, si bien es preciso reservar vastos espacios
“naturales” ante las proliferaciones de la ciudad desintegrada, esto no debe eludir el derecho a la ciudad,
el derecho a liberarla de sus alienaciones.

89
Por tanto, este derecho a la ciudad no puede concebirse como un simple derecho de visita o retorno hacia
las ciudades tradicionales y menos aún a la naturaleza41. Sólo puede formularse como derecho a la vida
urbana, transformada, renovada. Poco importa que el tejido urbano encierre el campo y lo que subsiste de
vida campesina, con tal que “lo urbano” (lugar de encuentro con prioridad del valor de uso, inscrito en el
espacio de un tiempo, promovido al rango de bien supremo entre los bienes) encuentre su base
morfológica, su realización práctico-sensible. “Ello supone una teoría integral de la ciudad y que la
sociedad urbana utilice los recursos de la ciencia y del arte. Únicamente la clase obrera puede convertirse
en agente, vehículo o apoyo social de esta realización” (Lefebvre, 1968/1969a: 139). Con este llamado, el
teórico francés parecería estar indicando los cambios, no sin contradicciones, que se están produciendo en
la relación entre el capital y la clase obrera.

Casi al cierre de su obra, Lefebvre nos recuerda la importancia de dejar de considerar por separado a la
industrialización y la urbanización y así percibir en la urbanización el sentido final o la finalidad de la
industrialización. Es necesario, además, no enfocar el crecimiento económico en cuanto crecimiento, sino
se trata de orientarlo, replanteando las formulaciones difundidas que pasan por democráticas: como el
“crecimiento para el bienestar común” o el “interés general”, que pierden su sentido en una ideología
neoliberal o de planificación estatal centralizada, con las consecuencias de una reducción prospectivista
que tiende sencillamente al aumento de salarios o el mejor reparto de la renta nacional. Por último,
insistiremos en algunas proposiciones centrales, en las que expresa que el derecho a la ciudad se
manifiesta como forma superior de los derechos y los orquesta, el derecho a la libertad, a la
individualización en la socialización, al hábitat y al habitar. El derecho a la obra (a la actividad
participante) y el derecho a la apropiación (muy diferente del derecho a la propiedad). También son útiles
las palabras de Lefebvre, cual consignas en las doce “tesis sobre la ciudad, lo urbano y el urbanismo”,
encauzadas hacia su futura obra La revolución urbana (1970) y que para nosotros, en cierta medida,
abrieron el compromiso de renovarlas, en lo posible, buscar realizarlas:











41
Este regreso se puede constatar en varias expresiones de utopías (regresivas) desde finales del siglo XIX hasta entrados los años 70, por
ejemplo: William Morris (Noticias de ninguna parte, 1890); Heinrich Tessenow (Trabajo artesanal y pequeña ciudad, 1919); Bruno Taut (La
disolución de las ciudades, 1920); Frank Lloyd Wright (Broadacre City, 1932); John Dewey (La experiencia y la naturaleza, 1948); E. F.
Schumacher (Lo pequeño es hermoso, 1973), etc.

90
Esto reclama una revolución cultural permanente al lado de la revolución económica
(planificación orientada hacia las necesidades sociales) y la revolución política (control
democrático del aparato estatal, autogestión generalizada)… Entre estos niveles de la revolución
total no hay incompatibilidad, como no la hay entre la estrategia urbana (reforma revolucionaria
que apunta a la realización de la sociedad urbana sobre la base de una industrialización
avanzada y planificada) y la estrategia que apunta a la transformación de la vida campesina
tradicional por la industrialización. Es más, en la actualidad, en la mayoría de los países, la
realización de la sociedad urbana pasa por reforma agraria e industrialización. Ninguna duda
cabe de que es posible un frente mundial. También es cierto que en la actualidad este frente es
imposible. Esta utopía, aquí como en muchas otras ocasiones, proyecta sobre el horizonte un
‘posible-imposible’. Por suerte o desgracia, el tiempo, el de la historia y la práctica social,
difiere del tiempo de la filosofía. Aún si no produce lo irreversible, puede producir lo que será
difícilmente reparable. Como escribiera Marx, la humanidad sólo se plantea los problemas que
puede resolver. Algunos creen hoy que los hombres sólo se plantean problemas insolubles.
Desmienten a la razón. Sin embargo, quizás haya problemas de fácil solución con la solución a
mano, muy cerca, y que las gentes no se plantean (Lefebvre, 1968/1969a: 169).

































91
92
1.3. Programa del espacio radical humano42

Se ha mencionado que el objeto teórico designado como “espacio radical humano” (ERH) debe
establecerse en la vida real como una ley de origen ineluctable, lo cual implica su traducción en el nivel
de lo cotidiano con el objetivo final de transformar la vida. Esta esencialidad presente en la noción del
“espacio radical humano” nos llevó a profundizar en la obra del teórico francés, siguiendo los resultados
parciales alcanzados hasta 1968; es decir, su examen programático sobre las actividades cotidianas en el
mundo moderno, para compatibilizarlo con la noción establecida y ampliarla en un ejercicio de
objetivación. Por tanto, se comprende que el “espacio radical humano” al estar en contacto permanente
con cada una de los momentos de lo cotidiano, tiene como una de sus funciones, la de condicionarlos o
liberarlos, dependiendo de si las cualidades de tal o cual momento pertenecen a las categorías asignadas
por Lefebvre en la “grandeza” o lo “miserable” de lo cotidiano.

El ejercicio de objetivación que presentamos a continuación, permite expresar un conjuntos de
aspiraciones inmanentes del “espacio radical humano” en los resultados obtenidos por Lefebvre de la
crítica de la vida cotidiana moderna:

− Prevenir cualquier tipo de discriminación humana.
− Liberar de su vida a la clase obrera, a la mujer sobre la que pesa la cotidianidad, y a los niños y la
infancia que viven en un espacio-tiempo eternamente repetido (aburrido).
− Perturbar las relaciones elementales con las cosas, con las necesidades y el dinero, así como con
los comerciantes y las mercancías.
− Complejizar la relación inmediata con el sector no dominado de lo real (el deseo, la
espontaneidad, la vitalidad, la salud).
− Impedir las repeticiones lineales.
− Desprogramar la supervivencia de la penuria y la prolongación de la escasez: el dominio de la
economía, de la abstinencia, de la privación, de la represión de los deseos, de la mezquina
avaricia.
− Estimular la continuidad de la vida establecida sobre el suelo.
− Promover la apropiación del cuerpo y del deseo en el espacio, y del espacio-tiempo.
− Sostener el vínculo con la casa y la vida de la casa.
− Reconocer el latido trágico de lo cotidiano y su drama (irreductible al número).
− Reproducir los gestos que crean un mundo práctico-sensible.
− Permitir el encuentro de las necesidades con los bienes (por su uso) y potenciar su goce.


42
Jiménez-Pacheco, P. (2016b). Fundamentos del espacio radical humano. Función epistemológica de un objeto posible al servicio de la
transformación de la vida y la resistencia urbana. Working Paper Series CONTESTED_CITIES (pp. 1-12). Madrid, España: Universidad
Autónoma de Madrid.

93
− Estimular la creación de obras a partir de lo cotidiano (de su plenitud y de su vacío),
posibilitando el hacer de la vida cotidiana una obra por los individuos, los grupos, las clases.
− Constituir el lugar de reproducción de las relaciones esenciales basadas en la retroalimentación
constante entre la cultura y la actividad productiva, entre el conocimiento y las ideologías.
− Constituir el lugar de nacimiento de los conflictos y contribuir a su mediación (contradicciones
entre la cultura y la actividad productiva, entre el conocimiento y las ideologías, entre lo
apropiado y lo no apropiado).
− Constituir el lugar de las luchas entre los sexos, las generaciones, los grupos e ideologías.


Fig. 10. Carnaval en “La Chala”, sector urbano de Guayaquil, Ecuador. [Calle La decima entre Robles Chambers y el Oro].
Fuente: Ruiz, P. (2016).

Para identificar las funciones genéricas del “espacio radical humano” en la ciudad, tomamos como punto
de partida su función natural como espacio garante del derecho a entrar en la vida urbana transformada,
sin que ello implique dejar de transfigurarla. Por tanto, le corresponde ser el germen perdurable de la
disputa por la ciudad y símbolo de su conquista, siendo la calle, el barrio o la ciudad una extensión de este
espacio. Sobre esta relación natural entre la razón de ser del “espacio radical humano” y la ciudad, es
posible adelantar un cuadro estratégico preliminar establecido por Lefebvre en La revolución Urbana
(1970), para dar un paso en la idea de la conquista de este derecho en el que el ERH tiene un rol
fundamental, y para abrir –apenas– otras cuestiones problemáticas en la epistemología lefebvriana que
serán discutidas en los capítulos que siguen.

Hacia 1970, Lefebvre observa con antelación que el capitalismo había encontrado una nueva inspiración
en la conquista del espacio, en la “especulación inmobiliaria”, en las grandes obras (dentro y fuera de las
ciudades), en la compra y venta del espacio (a escala mundial). Sostiene que el capitalismo, con el

94
objetivo de asegurar su propia supervivencia, ha tomado la iniciativa en ese terreno. “La estrategia tiene
mucho más alcance que la sola venta del espacio, parcela por parcela. No se limita a introducir el espacio
en la producción de plusvalía; pretende operar una completa reorganización de la producción subordinada
a los centros de información y de decisión” (Lefebvre, 1970/1972b: 161). El urbanismo oculta esta
gigantesca operación, disimulando sus rasgos fundamentales, su sentido y su finalidad. Bajo una
apariencia positiva, humanista y tecnológica se esconde la estrategia capitalista: el dominio del espacio, la
lucha a favor de la disminución progresiva de los beneficios sociales, etc. De esta manera, el urbanismo
para Lefebvre toma la forma de una superestructura de la sociedad neocapitalista (sociedad burocrática de
consumo dirigido43), es decir, del capitalismo de organización, lo que significa “capitalismo organizado”.

En este sentido, el urbanismo organiza un sector que parece libre y disponible, abierto a la acción
racional: el “espacio habitado”. Dirige el consumo del espacio y de la zona de habitación. En tanto que
superestructura, se diferencia y es necesario diferenciarlo claramente de la práctica, de las relaciones
sociales y de la misma sociedad. En consecuencia, Lefebvre propone que la crítica del urbanismo deberá
tener un doble aspecto: crítica de las ideologías urbanísticas y crítica de las prácticas urbanísticas (como
prácticas parciales-reductoras y estrategias de clase, exponiendo lo que ocurre realmente en la práctica
urbana. De este modo, la estrategia propuesta por Lefebvre contra la superestructura urbanística se
despliega en dos frentes:

La estrategia del conocimiento, cuya meta es la práctica, o sea, en primer lugar, una continua
confrontación con la experiencia, y, en segundo lugar, la constitución de una práctica global, coherente, la
práctica de la “sociedad urbana” como la práctica de la apropiación del tiempo y del espacio para el ser
humano. Esta estrategia implica:

a. la crítica radical de lo que llamamos urbanismo, de su ambigüedad, de sus contradicciones, de sus


variantes, lo que revela y esconde;
b. la elaboración de una ciencia del fenómeno urbano que se base en su forma y en su contenido
(cuyo fin sea la convergencia y tendiendo a la unidad de estas dos soluciones (configurándose así
lo que podríamos calificar como la “estrategia teórico-crítica”).

La estrategia política, dada la reducción de lo urbano, dice Lefebvre, a los problemas de vivienda y
acondicionamiento, en esos años en el caso de Francia44, “la estrechez de la vida política se ha hecho

43
Definición propuesta por Lefebvre para caracterizar a la sociedad moderna en países de capitalismo avanzado a partir del conocimiento de su
realidad social. Para ampliar su formación y desarrollo, ver: La vida cotidiana en el mundo moderno (1968/1984a).
44
Para situar la afirmación de Lefebvre en 1970, cabe recordar que se había vivido una década del gobierno de Charles de Gaulle (1959-1969),
bajo el cual, las políticas de planificación y sobre todo de construcción tuvieron un renovado impulso. Los ministros gaullistas que pasaron por el
Ministère de la Reconstruction et de l'Urbanisme se concentrarían especialmente en la cuestión de la vivienda y las soluciones en términos de
política de construcción (prefabricación). Como resultado, por ejemplo, se desarrollaría una nueva etapa de construcción de grand ensembles
(conjuntos residenciales estatales en periferias y zonas suburbanas). El mismo Lefebvre estudiaría de cerca la realidad socio-espacial de los
pavillons (vivienda aislada suburbana) dentro del ISU. Profundizaremos sobre el contexto de producción de las obras de Lefebvre en materia
espacial, en el capítulo 3 “Teoría del espacio crítica”.

95
agobiante, tanto en la derecha como en la izquierda”. Esta estrategia plantea un amplio programa urbano
que sería también un proyecto de transformación de la vida cotidiana, “ya no tendría ninguna relación con
el urbanismo represivo y banal, ni con la utilización opresiva del territorio; esta es la primera verdad
política que hay que hacer comprender a lo que queda de la “izquierda francesa” a fin de que se renueve”
(Lefebvre, 1970/1972b: 153). Esta postura implicará para Lefebvre la búsqueda de la politización de las
cuestiones urbanas que abra paso a una “democracia urbana”, en una realidad superior. Este llamamiento
involucra:

a. la introducción y la primacía de la problemática urbana en la vida política (local-nacional);


b. la elaboración de un programa cuyo primer artículo sea la “autogestión generalizada”;
c. la introducción en el sistema contractual45 (ampliado, transformado, concretado) del derecho a la
ciudad.

En consecuencia, estos principios programáticos se integran preliminarmente como estrategias de gestión


del “espacio radical humano” al condicionar su relación con la ciudad, el urbanismo y lo urbano.
Haciendo un recuento, esto sugiere que el ERH debe además: constituir el lugar de alumbramiento,
disputa, motor y conquista del derecho a la ciudad; desalojar estratégicamente a la superestructura del
urbanismo capitalista de la ciudad por las vías del conocimiento y de la política, en busca de la
instauración de una democracia urbana por medio de la politización de la cuestión urbana y de la
autogestión estratégica del espacio.

1.3.1. Autogestión y pedagogía social

En este punto, cabe abrir un pequeño paréntesis para poner en perspectiva el ambiente del marxismo
occidental de los años 60, destacado por el desencanto con los programas económicos y la democracia en
los Estados socialistas, así como, por la reaparición de las ideas autogestionarias. En este sentido, los
intercambios de Lefebvre con los disidentes marxistas de Europa Central y Oriental se intensificarían
después de su ruptura (1958) con el PCF, sumándose al grupo de “herejes” marxistas yugoslavos, en cuya
revista Praxis se desempeñaría como miembro de la junta asesora, participando en varias de las Escuelas
de Verano de Korčula46 organizadas por el grupo. A sus ojos, Yugoslavia era un “laboratorio político” que
“logró una autoridad política muy superior a su importancia económica y militar” debido a su “resistencia
ante el fascismo, el estalinismo y la tecnocracia estatista, gracias al coraje práctico y la energía teórica

45
Resulta interesante que Lefebvre no aspire a ingresar el concepto del derecho a la ciudad por lo alto, en el nebuloso campo normativo (donde
finalmente lograría ingresar, aunque tarde y mal), sino busque su inclusión a través del sistema de contrataciones, en un esquema mucho más
operacional.
46
La escuela de verano fue organizada por los editores de la revista Praxis entre 1964 y 1974 en la isla croata de Korčula o Curzola, con
excepción de 1966, cuando la reunión fue cancelada debido a los intensos ataques de la Liga de Comunistas de Croacia. La escuela era un lugar
de encuentro para filósofos y críticos sociales de todo el mundo. Algunos de los asistentes destacados incluyeron a Kostas Axelos, Ernst Bloch,
Eugen Fink, Erich Fromm, Herbert Marcuse, Jürgen Habermas, Henri Lefebvre, Richard J. Bernstein, entre otros. Los encuentros no serían
únicamente simposios marxistas: los asistentes tenían intereses que iban desde la fenomenología hasta la teología.

96
demostrada” (Stanek, 2011a). Desde esta nueva izquierda, así como desde el grupo Arguments 47 ,
Lefebvre esperaba descubrir en Yugoslavia la posibilidad de una planificación que profundizara la
democracia en oposición a las instituciones de planificación soviética y francesa; considerando así, la
experiencia de la autogestión como una alternativa a la burocracia en el oeste y el este48.

Pero el socialismo de Estado planteó no solo un problema político e ideológico sino también teórico y
científico: la cuestión sobre la posibilidad de comprender la dinámica social detrás de la “Cortina de
Hierro” mediante conceptos marxistas. En este sentido, desde la década de 1960, Lefebvre describió los
estados socialistas post-estalinistas de la misma manera en que describía los estados capitalistas: como
regímenes burocráticos de consumo dirigido, orientados hacia el crecimiento económico, y que difieren
del modelo individualista occidental en su énfasis puesto en el consumo colectivo. Estos argumentos se
profundizarán más tarde en su obra De l'État (1976-1978), en la que Lefebvre caracteriza a los estados
socialista y capitalista bajo el mismo concepto: el “modo de producción estatal” (le mode de production
étatique), impulsado por la lógica de la productividad económica y la reproducción de las relaciones
sociales de producción (Ver: Cap. 2, Sección 2.6.; véase también: Anexo 2). Sin embargo, al usar el
mismo concepto para los países de ambos lados de la “Cortina de Hierro”, Lefebvre admitiría tácitamente
que el concepto de modo de producción no ayuda a distinguir entre los dos bandos de países, una
conclusión compartida por varios sociólogos que trabajaron en países socialistas en ese momento (Stanek,
2011a).

Dentro de esta perspectiva, retomamos nuestra tarea epistemológica para comprender adecuadamente los
postulados que desarrolla Lefebvre para definir sus conceptos de “autogestión” y de “diferencia”. Debido
a la trascendencia de los sucesos ocurridos en mayo de 1968 y su grado de participación desde Nanterre,
el teórico francés publicaba (antes de finalizar el año) un ensayo de 50 páginas, titulado “L'irruption de
Nanterre au sommet”, en el número 8 de la revista L'Homme et la société. Entre sus preocupaciones más
apremiantes aparecen la necesidad de una conciencia teórica y la crisis revolucionaria. A lo largo del
documento, se pregunta si una sociedad puede vivir o sobrevivir sin otras superestructuras como las
estatales y las políticas; si esa sociedad podría reconstituir las ideologías y las instituciones sin modificar
su base económica y sus estructuras, las relaciones de producción y de propiedad; o si el Estado debe
necesariamente conformar desde arriba lo que debe nacer revolucionariamente. De este modo, partiendo
de que el concepto y la práctica de la autogestión responden al problema planteado por Marx respecto a la
socialización de los medios de producción, es necesario reconocer que ese concepto y esa práctica, dice


47
Revista Arguments (1956-62). Varios sociólogos integrantes del Centre d’études sociologiques (CES), entre ellos: Alain Touraine, François
Bourricaud y Michel Crozier; así como, Pierre Naville, Roland Barthes y Edgar Morin, quienes, junto con Kostas Axelos y Pierre Fougeyrollas,
pertenecían a los fundadores de la revista. En ella, se cuestionaba al marxismo mediante investigación empírica y se introdujo en los debates
franceses a autores como Georg Lukács, Karl Korsch, Theodor W. Adorno, Herbert Marcuse y Max Horkheimer. Según Stanek (2011a),
Lefebvre estaba estrechamente vinculado al grupo aunque no pertenecía a él nominalmente.
48
Para ampliar información, ver: H. Lefebvre. (1966/1969c). Sociología de Marx. Barcelona, España: Península. Véase también: L. Stanek.
(2011a). Henri Lefebvre on Space. Architecture, Urban, Research and the Production of Theory. Londres, Reino Unido: University of Minnesota
Press.

97
Lefebvre, se escapan de la realidad después de la teoría marxista en la experiencia de la planificación
centralizada y autoritaria.

Según Lefebvre, la autogestión no es una “panacea” y a lo largo del tiempo ha planteado tantos problemas
como los que resuelve. Pues una vez propuesta como principio, hace faltar pensarla en el marco de una
situación mundial que abunda “rasgos nuevos y originales”. Para el teórico francés, la autogestión no
suprime la lucha de clases, al contrario puede estimularla, y sólo ella hace efectiva la participación
insertándola en un proceso que tienda hacia lo global. Sin la autogestión, la participación no tiene sentido
–y se cae en manipulaciones, se vuelve ideológica– señala Lefebvre. La autogestión tomada fuera de su
problemática y su proyecto teórico en conjunto “es solo una consigna hueca, se hace hueca si se la aísla”.
Esta consigna no puede aislarse, ya que contiene implícitamente un proyecto global destinado a llenar el
vacío cavado por el aparato institucional. Así, el contenido social y político de la autogestión debe
desplegarse y transformarse en estratégico o el proyecto fracasará, recayendo peligrosamente en otras
consignas como la de “co-gestión”, incompatible con la autogestión por ser simplemente una inspección
de la gestión o una impugnación limitada de antemano a los marcos habituales de gestión (Lefebvre,
1968/1970b).

De ese modo, dice Lefebvre, la autogestión implica una pedagogía social (de lo cotidiano), supone una
nueva práctica social en todos los niveles, en un proceso que se opone la burocracia y a la gestión
centralizada; siendo evidente que se encontrarán obstáculos globales como el mercado y el control del
mercado, sin embargo, habrá que “integrarlos al proyecto para superarlos”. El proceso de autogestión,
práctica social y teoría de esta práctica, demandará entonces establecer en su base una “compleja red de
organismos”. La práctica y la teoría transformarían el concepto de democracia representativa,
produciendo que los múltiples intereses de esta base sean presentados y no representados, es decir, no
encomendados a mandatarios divorciados del espíritu de la base; gracias a la cual, la autogestión y la
participación efectivas no podrán separarse de un sistema de democracia directa, junto a un movimiento
permanentemente renovado, que obtiene de si mismo, su capacidad organizativa.

Lefebvre mira con apego el uso de las tecnologías de la comunicación (de las que comenzaba a
disponerse) en el campo de la autogestión, ya que establecen nuevas posibilidades de suministrar y
distribuir la información a una gestión descentralizada; así como para debilitar la burocracia y la
tecnocracia de las instituciones. Uno de los riesgos importantes de la autogestión es que intereses
parciales o puntuales puedan sacar ventaja en detrimento de los intereses generales de la sociedad. Se cree
superar los intereses particulares y de hecho se busca protegerlos.

98
Si la universidad se considera decisiva para la transformación de la sociedad porque puede
ocupar un papel esencial, esto es neo-corporativismo, y también por lo que atañe a los
arquitectos y urbanistas, los magistrados y el poder judicial, técnicos y especialistas de la
información, etc. Toda actividad especializada, por ser reducida-reductora, debe proceder a una
incesante autocrítica, corolario y complemento de la autogestión (Lefebvre, 1968/1970b: 90).

La autogestión requiere autocrítica, la toma de conciencia continua de las relaciones entre la unidad que
se administra a si misma, entre sus límites funcionales y estructurales, y el conjunto de la sociedad.
Implica establecer en la gestión estratégica del espacio radical humano un lugar de pedagogía de lo
cotidiano con capacidad autocrítica, siendo el instrumento que posibilitará la real participación, en el
camino hacia una democracia urbana, mostrando la vía de una transformación de la vida cotidiana.

… pero la vida no cambia mágicamente por un acto poético, como creían los surrealistas… la
transformación de la vida cotidiana pasa también por los andamios de las instituciones. Y si todo
debe decirse, no basta con decirlo, menos aún con escribirlo. La práctica social que supera las
disociaciones y que puede crear nuevas instituciones… tiene un nombre [autogestión] pero no se
reduce a la palabra (Ibídem:92).

1.3.2. Diferencia y apropiación

En Manifeste différentialiste (1era. Ed. 1970; Trad. 1972a), Lefebvre plantea como hipótesis que ha
llegado el momento de que las fuerzas “diferenciales”, normalmente ubicadas en la resistencia, pasen a la
ofensiva frente a la “homogeneidad” amenazante de la política y sus instrumentos, de la tendencia a la
identidad, de los modelos y aparatos, tendencias centralistas, e ideologías (el crecimiento indefinido, el
productivismo), y del uso de las ciencias y la técnica para destruir las particularidades. Así, Lefebvre
propone el “derecho a la diferencia” (de los hombres, de los pueblos), y aunque no tenga sentido
estipularlo (ya que fundamenta los demás derechos y es fuente de ellos) ni su existencia formal o jurídica
–es necesario proclamarlo– explica, dentro de una costumbre que se reconozca como el fundamento de
las relaciones sociales. Cabe señalar, que el campo “diferencial” en la teoría del espacio social de
Lefebvre será ampliado en el siguiente capítulo; sin embargo, aquí se introducen los conceptos genéricos
de su manifiesto con el objeto de ensanchar al máximo (en este nivel) la base epistemológica del sistema
teórico crítico.

La diferencia ‘elemental’ entre crecimiento y desarrollo

Para el teórico francés, el hecho de que existieran dos versiones del pensamiento marxista: una máxima,
llamada “izquierdista” (subversión total de la totalidad mental y social) y otra mínima o “reformista”
(aseguramiento de la cohesión de una sociedad dividida en sectores, niveles, grupos y clases con
desarrollo desigual y en conflicto), no justificaba la necesidad de desintegrar la obra de Marx, ni
extirparla de sus textos más audaces y revolucionarios; sino mas bien, tal situación implicaba introducir la

99
diferencia en su obra y pensamiento, en lugar de esforzarse y pretender hallar un cuerpo homogéneo. Por
ejemplo, Lefebvre explica que el socialismo que extrajo de Marx su retórica y el lenguaje de sus
decisiones, abandonó las diferencias dentro de su obra, para fijarse en los mismos objetivos que el
capitalismo: “producir, volver a producir, siempre producir”. Desde entonces el socialismo de Estado no
ha podido diferenciarse del capitalismo de Estado, sino a través de la ideología, de ahí la importancia de
la lucha ideológica; siendo en ésta perspectiva, que se conservan la ideología, el esquema, los modelos, en
vez de plantearse los diferentes problemas para cada país, para cada pueblo, para cada cultura o cada
sector; y se mantienen los esquemas de homogeneidad por razones fáciles de entender: prestigio,
autoridad, instituciones existentes, etc. (Lefebvre, 1970/1972a).

Lenin demostró que los niveles de “base”, “estructura” y “superestructura” propuestos por Marx para
analizar a la sociedad no se modifican simultáneamente ni de la misma manera, ya que las
contradicciones no actúan y no se resuelven simultáneamente en todos los niveles. En particular, en un
momento revolucionario, el movimiento se acelera en alguno de esos niveles. El análisis dialéctico,
crítico y científico, dice Lefebvre, introduce aquí una diferencia esencial entre crecimiento y desarrollo49.
El teórico francés opina, en cualquier caso, que ningún marxista debería aceptar la hipótesis de una
relación “mecánica” o “automática” entre estos aspectos de un proceso global. Una prueba decisiva de los
últimos cien años, es el crecimiento gigantesco (cuantificado) en toneladas de acero y cemento, y el
contraste entre este crecimiento y el estancamiento, empobrecimiento y crisis de las relaciones sociales,
es decir, la ausencia de desarrollo. De esta forma, Lefebvre propone como primer objetivo de su
Manifiesto Diferencialista, acabar con la indiferencia que existe entre crecimiento y desarrollo.

El objeto teórico “espacio radical humano” debe plantear radicalmente la cuestión del crecimiento
limitado o incluso del decrecimiento (en períodos de crisis), y en este sentido, cabe preguntarnos si ¿es
posible contribuir por medio del urbanismo a la sustitución del modelo de crecimiento económico
indefinido por un camino que nos lleve hacia el desarrollo social? En principio, tal condición presenta una
contradicción de origen, ya que el urbanismo tradicional aprovecha el excedente de capital y fuerza de
trabajo en las ciudades, regiones o territorios a nivel planetario, precisamente para sostener dicho modelo.
Situación que paradójicamente se sabe insostenible. Además, quien administra o hace administrar dicho
excedente según sus intereses y estrategias de clase, es “normalmente” la clase dominante. Esta
contradicción expone una razón de ser del espacio radical humano: revelar, oponerse, en últimos


49
Durante los años de la guerra imperialista, Lenin elaboró la teoría y la táctica del partido bolchevique para los problemas de la guerra, de la paz
y de la revolución. Durante este periodo, en la primavera de 1916, Lenin escribió su conocida obra El Imperialismo, fase superior del
capitalismo, allí fundamenta la “ley del desarrollo desigual” del capitalismo bajo el imperialismo y demuestra que el imperialismo es el
capitalismo agonizante, el preludio de la revolución socialista. Sus fundamentos, según Lefebvre (1970/1972a) aclaran la cuestión de la
desigualdad en el desarrollo, es decir, supuso la posibilidad de un crecimiento sin desarrollo y de un desarrollo sin crecimiento. Con el término de
la guerra civil, Lenin organiza y dirige el trabajo de restablecimiento de la economía nacional, realiza el paso de la política de guerra a la nueva
política económica (NEP), llevando la lucha contra los seguidores de Trotsky, Bujarin y demás enemigos del bolchevismo que socavaban la
unidad y la capacidad combativa del Partido. En noviembre de 1922, Lenin, ya gravemente enfermo, intervino en el Pleno del Soviet de Moscú,
con un discurso sobre la política exterior e interior, terminando su intervención con las palabras históricas “de la Rusia de la NEP saldrá la Rusia
Socialista”; este fue su último discurso.

100
términos, resistir al urbanismo de la socio-lógica capitalista y de los intereses de las élites, anteponiendo
estrategias de desarrollo social que presupongan un crecimiento económico limitado e incluso
decrecimiento.

El derecho a la diferencia en el espacio

Siguiendo a Lefebvre, el concepto de “diferencia” iniciaría con los filósofos y los lógicos, en relación con
la forma lógica del pensamiento y el análisis de esta forma50. A este nivel, la diferencia sería solo una
forma; de tal modo que, inicialmente estas diferencias existen únicamente como hechos naturales, en el
estado de “particularidades” ligadas a condiciones y circunstancias locales –pero estas diferencias aún se
encuentran aisladas, y no se comprenden– señala. Lentamente, a través de un “devenir prehistórico” en
que las particularidades naturales se enfrentan y se comprenden (no sin conflictos), nace una diferencia
percibida, concebida, hablada y escrita. Así, esta diferencia por primera vez vivida, dice Lefebvre, no
puede reducirse a representaciones banalizadas: la originalidad, la diversidad, la distinción, la variedad o
la autenticidad. Este movimiento desde la “particularidad” hacia la “diferencia”, según Lefebvre, no
podría realizarse únicamente por el pensamiento, dado que se tiende a confundir particularidad con
diferencia, lo que implica mezclar el fin con el comienzo, el sentido con el origen y consecuentemente
negar ese movimiento (Lefebvre, 1970/1972a).

Partiendo de estas consideraciones filosóficas, Lefebvre plantea que la encarnación de las relaciones
sociales aparece en su complejidad y en su riqueza, no solo de abstracciones o formas, o sistemas de
contratos y valores, o como ideologías o instituciones; sino también como un conjunto de “campos
sensibles diferenciales y articulados” (el trabajo social, el deseo, el arte, la tragedia, la música, la
arquitectura o el cine) establecido en lo práctico-sensible; lo cual constituye el mundo social considerado
como valor de uso. De este modo, corresponde sobre el plano teórico revelar estos conflictos que
desgarran el pensamiento y la realidad en el mundo moderno para leer las luchas que se desarrollan en la
práctica social y política, entre los poderes reductores 51 (homogeneizantes) y las capacidades
diferenciales.

Lefebvre explica que lo diferencial no emerge solamente de la filosofía o de las ciencias especializadas,
sino de eras sucesivas recorridas en la práctica social –en lo que considera la “producción del espacio y
del tiempo” (sociales)– que llegan a lo que denomina la “era urbana” de la urbanización completa de la
sociedad, hipótesis desarrollada en su obra La revolución urbana (1970) publicada en el mismo año que


50
Para ampliar, ver: H. Lefebvre. (1946/1970a). Lógica formal, lógica dialéctica. Madrid, España: Siglo Veintiuno.
51
Lefebvre describe con detalle el proyecto de reducción generalizada que se manifiesta a través de la ideología y la práctica (política y técnica)
en el mundo moderno. Lo resumimos: a) reducción del concepto amplio de producción a la producción de las cosas; b) de la acción y reflexión a
esquemas operacionales y tácticos; c) de los actos y situaciones a lo identificable y lo clasificable; d) de lo posible a lo probable; e) del juego a la
previsión; f) de la diferencia a lo indiferente.

101
El manifiesto diferencialista y sobre la cual trataremos en el siguiente capítulo. En todo caso, esta
hipotetización plantea que el urbanismo por su carácter reductor disimula y estorba al desarrollo urbano,
al ser un medio de la racionalidad industrial por el cual se extiende y sobrevive al dominar la práctica
urbana, tal como la industria ha dominado la naturaleza.

Es el momento de agregar al urbanismo a los poderes reductivistas, al corresponder, dentro de


la forma urbana de homogeneidad del espacio y de centralidad de la información, a la
centralidad política y la concentración de poder… Esta centralidad fijada, que bloquea el
desarrollo, se sirve del urbanismo para ocupar las posiciones dominantes en el espacio y en el
tiempo (Lefebvre, 1970/1972a: 89).

Siguiendo a Lefebvre, la “sociedad urbana”, o lo urbano tiene por corolario la formación sobre el terreno
de un “tiempo-espacio diferencial”, en el curso de esta producción, las particularidades naturales se
reencuentran en sitios, situaciones, cualidades locales, etc., relacionadas las unas con las otras. Y en el
seno de múltiples redes, estas particularidades cambian; aquellas que resisten se convierten en
“diferencias del tiempo-espacio urbano”, señala Lefebvre. De sus planteamientos, recogemos lo que
implicaría una lucha titánica de los poderes homogeneizantes (reductivistas) del urbanismo en general
contra las capacidades diferenciales que encarna el “espacio radical humano”.

Fig. 11. Escolares en la Rue Damesme. París. Robert Doisneau. (1956).



Toda sociedad tiene su pedagogía cotidiana, que interviene en la práctica social, que integra o trata de
integrar diversos aspectos de la práctica. Esta pedagogía es esencial en la transmisión de lo adquirido,
incluyendo el saber al que llaman “saber vivir”52. La reducción del espacio cotidiano a la homogeneidad
sostiene el terrorismo que, desde la infancia, destruye la espontaneidad del deseo. En la práctica social se


52
En criterio de Lefebvre, dicha expresión debería cambiar por “pseudo-saber del no vivir”.

102
funden la influencia de los modelos, la importancia de las instituciones. El poder represivo se sirve de
ellos para eliminar lo que sobresale, o lo que se escapa. A los “sujetos” los reduce a la pasividad, después
de lo cual, expropiados, continúan obedeciendo, imitando (de lejos) los modelos, o identificándose (en
una falsa proximidad) con las formas propuestas. De allí el dilema para los individuos, las clases no
dominantes, para los pueblos enteros: o bien vegetar, asfixiarse, morir de una muerte lenta y miserable; o
bien responder, protestar, abrirse paso, afirmarse confirmando sus diferencias, expresa Lefebvre. En su
llamamiento a luchar contra la indiferencia, el teórico francés, lanzaría un nuevo precepto a constatarse en
el objeto “espacio radical humano”:

Apropiación y diferencia no pueden pensarse separadamente, y menos aún, vivirse sin entrar en
la praxis. La apropiación (del cuerpo, del deseo, del tiempo y del espacio) no se define sino por
el conjunto de las diferencias que la práctica puede obtener de los recursos naturales. La
propiedad fija y esteriliza. La dominación sobre la naturaleza produce y destruye. La
apropiación desarrolla y transforma. Fuera de este contexto, el concepto de ‘naturaleza’ se
transforma en una sustancia: la ‘naturalidad’ [que] coagulada significa detener el análisis, el
fracaso de la acción, el fin del descubrimiento y de la creación (Lefebvre, 1970/1972a: 120).

En este sentido, el filósofo y sociólogo francés nos lleva a pensar en el derecho a la diferencia como un
derecho que no tiene necesidad de ser estipulado puesto que fundamenta los demás derechos concretos y
es la fuente de ellos –si existen los derechos del niño y de la mujer es precisamente porque se diferencian
del hombre y entre si– señala; pero no solo los individuos poseen derechos, si no también los pueblos, al
diferir entre ellos. El “derecho a la diferencia” puede proclamarse, sin necesidad de tomar una forma
jurídica, más allá de lo escrito y lo prescrito, dentro de una costumbre (formas de comportamiento,
lenguas, rituales, hábitos, etc.) que se reconozca como el “principio de las relaciones sociales”. Estos
planteamientos de Lefebvre nos permiten completar un fundamento bajo el cual consideraremos de
manera indivisible a la apropiación del cuerpo, del deseo y del espacio-tiempo como una fuente de
potenciales diferenciales en el “espacio radical humano”, y a la diferencia del propio espacio como
terreno de lucha (praxis) ante la homogeneización de los modelos urbanísticos existentes.















103









104
CAPÍTULO 2
El espacio social de Henri Lefebvre
(1968-1978)

105
106
Siguiendo a Henri Lefebvre y su tradición teórica más radical, el necesario derecho a la ciudad no será
suficiente si no bregamos por la irrupción de un programa urbano mundial anticapitalista que encuentre
respuestas concretas a los llamados de otra sociedad que, abocada a “lo urbano”, cuente con un proyecto
“amenazador”, a saber, un contraproyecto espacial que pase de la resistencia a la ofensiva. De este modo,
se vuelve crucial contar con toda la información disponible para imaginar y producir otro espacio social
capaz de transformar la vida. Luego de haber dado el primer paso en la confección epistemológica del
objeto teórico, siguiendo el trayecto del teórico francés, conviene preguntarnos entonces ¿cómo es ese
espacio social en el pensamiento de Henri Lefebvre, cómo llegó a definirlo, otorgarle atributos,
analizarlo? o, finalmente, ¿cómo podríamos integrar sus ideas sobre este espacio, a saber su proyecto de
vida, en un corpus que abra el camino en la investigación hacia una teoría unitaria del espacio social, y en
consecuencia, una herramienta para la acción?

En el marco de estas consideraciones, el capítulo II se vuelve central en esta investigación para


desentrañar la epistemología, método y teoría del espacio social, teoría considerada por Lefebvre como un
proceso prolongado en su búsqueda por fundar una ciencia del uso del espacio social53 aún inexistente; y
considerada para esta pesquisa como la catalizadora en el proceso de maduración de lo que denominamos
“espacio radical humano”. De esta manera, revisamos el pensamiento de H. Lefebvre en los años 70,
concentrado con mucho énfasis en la cuestión espacial. En el capítulo 1 se desprendieron varias preguntas
que obligaron a la formulación del “espacio radical humano” como un objeto hipotético necesario del
proceso transductor en el primer nivel epistemológico; a continuación, se presenta el componente
principal de esta fase epistemológica, enfocado en una década de abundante producción lefebvriana,
excavando en el estudio de varios textos originales. Nos referimos al artículo completo “La re-production
des rapports de production” que apareció la primera vez por separado en la revista L’Homme et la société
en 1971, hasta ahora, únicamente publicado en francés; el capítulo V: “L’espace et l’État”, en: De L’État,
Les contradictions de l’État moderne (1978, ver: Anexo 2), uno de los cuatro tomos sobre el Estado que
no han visto la luz más que en lengua francesa; al igual que, la conferencia por un “programa común” en
las izquierdas francesas, titulada “L’espace: produit social et valeur d’usage” (1976, ver: Anexo 1). A
esto, se suman los capítulos “Psychology and Psychoanalysis”, “Architecture”, y “Conclusions
(injunctions)” del manuscrito inédito Vers une architecture de la jouissance (1973), publicado –por
primera vez en 2014– bajo el título Toward an architecture of enjoyment. Además, se analizan los textos
de Lefebvre más conocidos en castellano, algunos de ellos como: Pensamiento marxista y ciudad (1972),
de reciente traducción anglófona (2016); así como, aquellos que sólo han conocido el idioma español:
Espacio y Política (1972), Marx, Hegel, Nietzsche (1975). Por último, no podemos dejar pasar su obra
más reconocida e interpretada –aunque probablemente menos entendida por muchos de quienes la citan–


53
La ciencia del espacio soñada en el siglo XX pero no alcanzada –según H. Lefebvre– por sus características descriptiva y fragmentaria, situaría
en primer plano el uso del espacio y sus propiedades cualitativas; acompañaría a un proyecto, a la vez descriptivo, analítico y global, que se
recoge en La producción del espacio (1974) como ‘espacio-análisis’ o ‘espaciología’, y que Lefebvre profundizará en los años 80 bajo el nombre
de ‘ritmoanálisis’ (ver: acápite 7.1.1).

107
La producción del espacio (1974). De este conjunto de obras (entre otras) diseminadas y poco visitadas
por los investigadores de lo urbano, se aspira a dirigir esta etapa epistemológica hacia una teoría
lefebvriana (unitaria) del “espacio social radical”.

De este modo, el capítulo 2 busca elucidar la urgencia y la potencia del espacio social de Lefebvre, re-
ensamblado como un cuerpo teórico que se expresa, más allá de la arquitectura y el urbanismo, desde
múltiples categorías operacionales en la producción de un “espacio social radical”. Así, se plantea un
conjunto de principios y estrategias, dispuestos en una concatenación de conceptos útiles para la acción
política y la teoría urbanas, capaces de articular en lo posterior un discurso que se pretenda emancipador
frente a una realidad urbana contemporánea que traspasa los límites de acción del derecho a la ciudad tal
como lo advertiría el propio teórico francés.
































108
2.1. Post-Mayo del 68: La emergencia de “lo urbano” y la cuestión del espacio
social

Creo ser fiel a la vez, a mi mismo y al pensamiento marxista abordando en un cierto momento de
mi vida los problemas del espacio (Lefebvre, 1975/1976b: 222).

Una de las primeras preguntas que nos hacemos en el estudio del espacio social de H. Lefebvre es ¿cuáles
fueron sus razones para interesarse por este campo de investigación distinto a la ciudad? De igual forma,
nos preguntamos por la trascendencia de sus intuiciones en la investigación académica de esos años, y
sobre cómo podríamos hacer emerger los fundamentos originales de su epistemología, teoría y método
para la práctica y las políticas urbanas actuales. Para ello conviene al inicio describir brevemente algunas
consideraciones personales en la vida de Lefebvre que sugieren la evolución de su interés por el espacio y
luego el itinerario conceptual construido para consolidar su estudio a inicios de la década de 1970.

Según declaraciones del propio Lefebvre (1975/1976b), su interés por la búsqueda o investigación sobre
el espacio data de su infancia 54; manifestando que en su pensamiento nunca aceptó la separación
filosófica entre “sujeto” y “objeto”, entre “cuerpo” y “mundo” al considerar que no existe una frontera
nítida entre estos; de modo que lo mental y lo espacial siempre llegaban a entenderse por unos lazos que
la filosofía habría roto en Europa. Lefebvre (1974/2013) explica que en el período de entreguerras el
concepto de espacio había experimentado una larga elaboración filosófica, “la etapa decisiva de la
elaboración del concepto de espacio y su independencia pasa por el pensamiento de Descartes… de
acuerdo con la mayor parte de los historiadores del pensamiento occidental, Descartes puso fin a la
tradición aristotélica según la cual el espacio y el tiempo formaban parte de las categorías 55, que
permitían designar y clasificar los hechos sensibles” (Lefebvre, 1974/2013: 63). Así, con el advenimiento
de la razón cartesiana, el espacio emergió en lo absoluto56 (el dominio del espacio sobre todos los sentidos
y todos los cuerpos, en la medida en que los contenía), y de este modo, según el teórico francés, quedaría
planteada la cuestión del espacio para los filósofos que sucedieron a Descartes: Spinoza, Leibniz, y los
newtonianos; hasta que Kant retomó y modificó la noción aristotélica de categoría. Ante lo cual, dice
Lefebvre, el espacio relativo kantiano, instrumento de conocimiento, medio de clasificación de los
fenómenos, (al igual que el tiempo) ya no estaría completamente separado de lo empírico; vinculado así, a
la conciencia (del sujeto), participaba de su estructura interna e ideal, y por consiguiente transcendental e
inaprensible en sí.

54
Declaraciones autobiográficas dadas ante un magnetófono en 1975 y transcritas en la publicación que tituló Le temps des méprises. Editada en
español al año siguiente año Tiempos Equívocos por editorial Kairós, Barcelona.
55
Las categorías o predicamentos propuestos por el filósofo Aristóteles responden a una clasificación mediante diez modos de predicar o modos
del ser. En su tratado, divide las expresiones lingüísticas en expresiones sin combinación, dichas expresiones no afirman ni niegan nada por sí
solas, sino solamente ligadas a otras expresiones, es decir, al combinarse. Las 10 categorías son: “sustancia o entidad, cantidad, cualidad,
relación, lugar, tiempo, situación, estado, acción, pasión”. Ver: Aristóteles (1982). Tratados de la lógica I (Órganon) Categorías, tópicos sobre
las refutaciones sofísticas. Madrid, España: Gredos.
56
Lo que implica, siguiendo a Lefebvre: “Objeto ante Sujeto”, es decir, el dominio del espacio sobre todos los sentidos y todos los cuerpos, en la
medida en que los contiene. ¿Acaso era un atributo divino? ¿Acaso un orden inmanente a la totalidad de lo existente? Se cuestiona el filósofo y
sociólogo francés.

109
Estas controversias de larga data marcaron el paso de la filosofía a la ciencia del espacio. Siguiendo a
Lefebvre, en el siglo XIX aparecerían los matemáticos (en el sentido moderno del término) como
poseedores de una ciencia y de una cientificidad. “… los matemáticos se adueñaron del espacio y del
tiempo, hicieron de él parte de su dominio pero de una forma paradójica: inventaron espacios… espacios
no euclidianos, espacios curvos, espacios x-dimensionales, espacios de configuración, espacios
abstractos, espacios definidos por deformación o transformación, por topología, etc.” (Ibídem:64). Sin
embargo, la relación entre la matemática y lo real (realidad física y social) no era obvia, y entre ellos –
según el teórico francés– se abría un abismo; en cierto modo, los matemáticos del siglo XIX harían surgir
una problemática que la abandonaron nuevamente a los filósofos. En consecuencia, el espacio volvería a
ser lo que la tradición filosófica del platonismo había propuesto: una cosa “mental” (como afirmaba
Leonardo da Vinci57). Para Lefebvre (1974/2013), estas consideraciones filosóficas no se apartan del
materialismo dialéctico, al contrario, lo enriquecen escapando de fórmulas dogmáticas. En relación al
pensamiento marxista imbricado en su comprensión filosófica, el teórico francés llega a cuestionarse la
problemática concerniente al espacio, para ocuparse del desarrollo y ampliación doctrinal, no siempre
ajustada al discurso oficial del Partido Comunista Francés. Sin embargo, ya fuera del PCF (en los años
sesenta), Lefebvre es fiel a una afirmación constitutiva del pensamiento marxista, a saber, la necesidad
fundamental de estudiar las fuerzas productivas y la relación conflictiva entre éstas y la producción58;
planteando que la situación de las fuerzas productivas lleva implícita no solamente la producción de
objetos sino de lo que los contiene, es decir, la producción del espacio.

De modo general, este sería el contexto bajo el cual Lefebvre se interesa por el espacio; en Les temps des
méprises (1975/1976b), el teórico francés indica que su investigación del espacio no es pluridisciplinar, ni
siquiera transdisciplinar, aunque algo de esto tenga; que mas bien, estudia el espacio conforme el método
que aísla el concepto y examina todas sus implicaciones. “Un día se verá qué es lo más claro…
detectaremos lo que organiza la convergencia del mayor número de problemas, de orientaciones, y quizás
de soluciones” (1975/1976b: 222). Luego del fracaso de Mayo del 68, Lefebvre supo que habría que
obtener las lecciones necesarias para la revolución del futuro; sin embargo, en ese entonces su perspectiva
de los sucesos no parecía lo suficientemente clara. No será, sino, hasta mediados de los años setenta en


57
Lefebvre no explica su referencia en Leonardo Da Vinci. Creemos que podría referirse a los textos de Da Vinci contra los humanistas, en los
que plantea la incomunicabilidad de la pintura y la importancia de las “operaciones mentales” en el proceso de elaboración del espacio de la
pintura. Ver: Leonardo Da Vinci (1943). Breviarios: contra los humanistas. Buenos Aires: Ateneo. Véase también: Vallejo Clavijo, A. C. (2012).
Una consideración sobre el espacio en Leonardo da Vinci, desde la ciencia, el arte y la filosofía. Análisis, (81), 23-29.
58
Las fuerzas productivas o fuerzas de producción dentro del materialismo histórico son explicadas por el marxismo haciendo hincapié en la vida
material de las sociedades (su modo de producción). Este concepto lo establece Marx en Crítica de la economía política (1859), indicando que
para producir los bienes necesarios para su subsistencia, los hombres emplean cierto número de medios materiales. Esos medios de producción
son los recursos naturales, la técnica y la organización, pero también la división del trabajo en las empresas. A esos elementos, el marxismo
asigna el nombre de fuerzas productivas: herramientas y todas las fuerzas motrices utilizadas por el hombre, todos los procedimientos laborales,
el agrupamiento de los obreros en fábricas o talleres y luego en complejos industriales, la división del trabajo y su racionalización, etc. Como
revisaremos, la ciencia y la misma ciudad intervienen en la formación de las fuerzas productivas. Dentro de la concepción marxista, las fuerzas
productivas están necesariamente en conexión con un tipo determinado de relaciones entre los hombres en la producción e incluso con un
conjunto de la formación social. Éstas no sufren una evolución independiente, ya que pueden verse obstaculizadas o favorecidas por el sistema de
las relaciones de producción y por las superestructuras políticas e ideológicas.

110
que pueda señalar las tres formas a través de las cuales se aproximó al problema del espacio: a partir de su
experiencia vivida, del pensamiento, y de sus propios intereses. Su primera aproximación como
investigador se alineó con las tesis del PCF, como lo demuestra su dedicación por más de diez años a los
problemas agrarios, la renta de la tierra y el estudio de las revoluciones agrarias. En segundo lugar, su
sospecha por la penetración de lo urbano en la realidad rural tradicional, reavivó su interés por la ciudad y
lo llevó a preocuparse por el problema de la ciudad nueva, su organización y el espacio social.
Finalmente, desde Hegel y Marx hasta el pensamiento de finales de los años 60, Lefebvre observó el
desarrollo del modo de producción capitalista del espacio, bajo el cual, la producción del espacio
respondía a intereses nada inocentes, y resultaba tener un lado estratégico y político, añadiendo a dicha
producción, la reproducción de las relaciones de producción. La inclusión de este concepto esencial en la
teoría unitaria del espacio social se explicará con detalle en la sección 2.2.


2.1.1. Del estudio de la ciudad al análisis del espacio como sujeto y objeto

En el libro La révolution urbaine (1era. Ed. 1970; Trad. 1972), H. Lefebvre define la sociedad urbana
como la que surge de la urbanización completa de la sociedad. Estos planteamientos hipotéticos fueron el
punto de partida de Lefebvre para pasar del estudio de la ciudad al de la sociedad urbana, lo cual significó
el abandono del concepto de ciudad, en tanto que la palabra “ciudad” designaba un objeto definido y
definitivo, es decir, un objeto para la ciencia y objetivo inmediato de acción. Para Lefebvre la iniciativa
científica exigía, en primer lugar, una crítica de ese objeto y una noción más compleja de un objeto virtual
o posible. En esta perspectiva no cabe una ciencia de la ciudad (sociología urbana, economía urbana,
etc.), sino un conocimiento en curso de elaboración del proceso global (Lefebvre, 1972b).


Fig. 12. Esquema espacio-temporal de los modos de urbanización hacia “lo urbano”. Fuente: Lefebvre, 1972:106.

Al tiempo que Lefebvre se abría paso en el estudio del concepto de la sociedad urbana, iba examinando
una serie de problemas relacionados con la realidad urbana en el espacio y en el tiempo. Así plantea un
esquema sobre un eje del 0 al 100 (Fig. 14), que abarca desde la ausencia de urbanización hasta la
culminación del proceso, es decir, lo urbano. En este esquema se destacan algunos hitos o

111
periodizaciones fruto de una división arbitraria del tiempo, por medio de la cual se describen los modos
de vida urbana en las ciudades que han acompañado al asentamiento de los grupos humanos: la ciudad
política, comercial, industrial y una zona crítica en el eje espacio-temporal que designa la subordinación
de la ciudad industrial al fenómeno urbano. Para explicarlo mejor, retomaremos el análisis de Lefebvre a
partir de la problemática urbana observada en la ciudad industrial.

Dentro de la hipótesis teórica de Lefebvre, el aumento de la producción en la ciudad industrial se


superpone al crecimiento de los intercambios comerciales y los multiplica… “parece que la compra y la
venta, la mercancía y el mercado, el dinero y el capital barren todos los obstáculos” (1972a:21). Durante
dicho proceso, la realidad urbana llega a convertirse en causa y razón, transformando lo inducido en
dominante; en tanto, la problemática urbana se impone a escala mundial. En este sentido, la realidad
urbana modifica las relaciones de producción, aunque sin llegar a transformarlas, convirtiéndose ella
misma en fuerza productiva (como ocurre con la ciencia). De este modo –dice Lefebvre– el espacio y la
política del espacio expresan las relaciones sociales, al tiempo que inciden sobre ellas. Esto marca la
entrada en la sociedad urbana y las diversas formas de acceso a ésta forman parte de la problemática que
concierne al fenómeno urbano o a “lo urbano” de manera abreviada.

Por esta razón, en Lefebvre, lo urbano se presenta como una realidad global o total, que afecta al
conjunto de la práctica social. Su intención de situar conceptual y categóricamente lo urbano y permitir
comprenderlo como un campo diferencial (tiempo-espacio), y un espacio de habitar, lo llevaron a plantear
la noción de diferencia. Para Lefebvre, el aprendizaje de dicha globalidad no está exento de peligros u
obstáculos acompañados de interpretaciones ideológicas que llevan a prácticas parciales y limitadoras.
Este es el caso, dice, en el que de forma extendida se ha subordinado la realidad urbana a la planificación
general y se ha confundido desarrollo industrial con progreso social, haciendo desaparecer el espacio
urbano específico. Esta crítica aparentemente genérica tenía dos destinatarios principales: la planificación
del Estado y el modelo urbanístico propuesto por Le Corbusier59. Así pues, concebir el espacio como un
vacío homogéneo “en el que se colocan objetos, individuos, máquinas, locales industriales, canales y
redes de distribución, etc., puede que sea muy lógico y racional, pero lleva a una política que destruye los
espacios diferenciales de lo urbano, impidiendo su habitabilidad” (Lefebvre, 1972b:56).

En el desarrollo de sus postulados en La revolución urbana, el filósofo y sociólogo francés busca


determinar –partiendo de la filosofía– la finalidad y el sentido objetivos de lo urbano, es decir, reconocer
el objeto de conocimiento. Desde allí, explica que lo urbano no es el fin prefabricado o el sentido de una
historia que avanza hacia ello, ni la historia prefabricada para realizar este fin. Es así, que la sociedad
urbana sólo aporta el fin y el sentido de la industrialización, en la medida en que nace de ella, la engloba
y la encamina hacia otra cosa. Ciertamente tampoco es el espacio (social, urbano, económico,

59
Estas relaciones serán profundizadas en el Capítulo 3. “Teoría del espacio crítica”.

112
epistemológico) el que puede aportar la forma, el sentido y la finalidad. Sin embargo, Lefebvre nos hace
notar que es común ver el espacio presentado como una norma o regla, una forma superior, que ha
encontrado consenso entre los intelectuales e incluso se ha convertido en un “corpus” para las ciencias.
Para él, es solamente un médium, entorno y medio, instrumento e intermediario más o menos apropiado,
es decir favorable” (1972b:80). De esta forma, podemos precisar que la articulación “tiempo-espacio”,
dicho de otra manera, la inscripción “tiempo en el espacio”, se convierte en el objeto de conocimiento del
fenómeno urbano. La relación entre tiempo y espacio, concediendo absoluta prioridad al espacio, aparece
en la teoría de Lefebvre, como relación social inherente a una sociedad en la que predomina una “cierta
forma de racionalidad”. Estos antecedentes explican brevemente el proceso teorético del cual surge el
espacio como sujeto y objeto principales en el estudio de la sociedad urbana, o lo urbano.

2.1.2. Cuatro tesis sobre la cuestión del espacio

Lefebvre publicaba en 1972, Espace et politique (Trad. 1976a), con un subtítulo bastante sugerente, El
derecho a la ciudad II, haciendo notar el vínculo con sus obras anteriores. El libro presenta un conjunto
recopilatorio de una decena de conferencias y artículos presentados en un ciclo de viajes por varios países
del mundo. Llaman la atención sus conferencias sobre la “Burguesía y el espacio” impartidas en el I
Congreso Internacional de la Vivienda, en Santiago de Chile (septiembre, 1972); y en el XXIII Congreso
del Instituto Internacional de Sociología, en Caracas (noviembre, 1972). Apenas inicia la introducción nos
advierte:

… ninguno de los artículos recopilados en Espacio y Política pueden ser debidamente


aquilatados si no se tienen en cuenta otros trabajos publicados: sobre la vida cotidiana, sobre el
espacio, sobre los diversos derechos (derecho a la ciudad, derecho a la diferencia), sobre la
reproducción de las relaciones (sociales) de producción, etc. (Lefebvre, 1972/1976a: 5).

En su conferencia titulada “L’Espace”, brindada en el Séminaire sur l'espace, en Nanterre y en otras
ciudades a lo largo de 1972, Lefebvre empezaba –como casi siempre– por la exposición de postulados
teóricos desde la filosofía y otras ciencias ya conocidas en sus discursos (psicología, sociología,
semántica, etc.). Dicha exposición conllevaba a la definición de una problemática concreta que gira en
torno a la espacialidad, y a su vez, a problemas parciales derivados del espacio vivido y la práctica social.
La problemática del espacio vivido es fundamental para Lefebvre y, quizás, esencial para el conocimiento
de la realidad urbana. Por tanto, se anuncia a través de su mirada, que la problemática del espacio está
vinculada a la teoría de lo urbano y a su ciencia, y, consecuentemente, a una problemática aún más
amplia, la de la sociedad global. Las preguntas que formula son importantes para buscar una explicación
en el desarrollo de las tesis o hipótesis que presentamos luego.

113
¿Cuál es el estatuto teórico de la noción del espacio? ¿Cuál es la relación existente entre el
espacio mental (percibido, concebido, representado) y el espacio social (construido, producido,
proyectado, por tanto el espacio urbano por excelencia), es decir, la relación existente entre el
espacio de la representación y la representación del espacio?...¿Cuál es la inserción del espacio
(representado, elaborado, edificado) dentro de la práctica social, económica o política,
industrial o urbana? ¿Adonde y cuándo actúa la concepción del espacio? ¿Cuándo y dentro de
que límites se muestra eficaz dicha concepción del espacio?...¿Acaso existe una salida, una
abertura, un paso, la posibilidad de una transición, bien sea para la acción, bien sea para el
pensamiento y la imaginación, bien sea para ambos? (Ibíd.:26-27).

A partir de aquí, se plantean cuatro hipótesis lefebvrianas sobre la cuestión del espacio:

Hipótesis a. El espacio es la forma pura, la transparencia, la inteligibilidad. Responde al espacio de las


matemáticas, de la filosofía, la fenomenología, la epistemología60. Lo adoptan la lingüística de Chomsky,
el psicoanálisis de Foucault, los textos “rigurosos” del lexicólogo Georges Matoré, o del filósofo Georges
Gusdorf, etc. Esta hipótesis implica la eliminación del tiempo histórico así como del tiempo vivido y
comporta igualmente una tendencia hacia el cientificismo abstracto, hacia el saber absoluto constituido
por un inventario del pasado introducido en el espacio actual. Esa teoría del espacio no se circunscribe
únicamente al campo epistemológico; se sale de sus límites de una manera que merece ser mencionada.
“Algunos arquitectos se consideran aún como amos y señores del espacio que conciben y realizan. Se
consideran o se hacen considerar como los demiurgos capaces de poner por obra, en el seno de la
sociedad, su concepción y su definición del espacio” (Lefebvre, 1972/1976a: 29). En la medida en que
este espacio demiúrgico habitado tardíamente de usuarios tiene una justificación, linda con el espacio
abstracto de los filósofos y los epistemólogos. En su primera tesis, Lefebvre pone énfasis en que el mayor
peligro y la mayor objeción que se pueden presentar son la liquidación del tiempo a la vez histórico y
vivido.

Hipótesis b. El espacio social es un producto de la sociedad, comprobable y que depende ante todo de la
contrastación, por ende de la descripción empírica, antes de toda teorización. Dicho en otras palabras, el
espacio es consecuencia del trabajo y de la división del trabajo; por tanto, es el punto de reunión de los
objetos producidos, el conjunto de las cosas que lo ocupan y de sus subconjuntos, efectuado, objetivado,
por tanto “funcional”. Sea cual sea la conclusión, en dicha hipótesis, el espacio es el objetivo o más bien
la objetivación de lo social y, consecuentemente, de lo mental. Su conocimiento no puede prescindir de la
acción descriptiva. La mayoría de las descripciones analíticas o críticas, especialmente del espacio
urbano, dependen de esta tesis, mal despejada como tal y mal confrontada con las demás hipótesis
teóricas. Para comprender esta hipótesis en la teoría e historia del espacio arquitectónico podemos mirar
el espacio fecundado en el pensamiento y obra de Sigfried Giedion (1888-1968) y de Bruno Zevi (1918-


60
“Corpus”, “recorte”, “montaje”, “agrupamiento”, “emplazamiento”, estos términos espaciales considerados no como metafísicos o metafóricos,
sino como rigurosos, son de utilización corriente en epistemología. cf. Michel Foucault, Arqueología del saber (1969), en el capítulo inicial Las
unidades del discurso; el libro de Matoré sobre L'espace humain (1962); y Georges Gusdorf, cuya obra Sciences humaines et pensée occidentale
(1966), establece un cotejo entre el espacio social y el espacio mental de las diferentes épocas (Lefebvre, 1972/1976a).

114
2000). Estos autores en particular, junto a otros, también son tratados por Lefebvre en su crítica del
espacio moderno, desde su génesis y producción hasta su historiografía.

Siguiendo al teórico francés, si hay tanto una historia del espacio como una especificidad del espacio
según los períodos históricos, las sociedades y los modos de producción, entonces hay un espacio del
capitalismo, es decir, de la sociedad generada y dominada por la burguesía. Lefebvre se pregunta
retóricamente si este espacio ha sido esbozado, formulado y realizado en los escritos y las obras de la
Bauhaus, de Mies Van der Rohe, entre otros, quienes que se pretendían y decían revolucionarios, dice.
Pero, este aspecto sobre la “ironía de la Historia” será revisado en la etapa de las relaciones genealógicas,
en aporte a una teoría del espacio crítica. Según Lefebvre, la iniciativa de una reflexión sobre la historia
del espacio corresponde a Giedion61. “Distanciándose de la práctica pero elaborando el objeto teórico,
Giedion situó el espacio, y no el genio creador ni el espíritu del tiempo ni el del progreso tecnológico, etc.
en el centro de la historia…” (1974/2013:179). En su historia –propuesta en tres períodos– durante el
primer período (en el antiguo Egipto y Grecia), los volúmenes arquitectónicos fueron concebidos y
realizados de acuerdo con sus relaciones sociales, esto es, desde fuera. A partir de aquí, Giedion invierte
la realidad del espacio social. Para Lefebvre, esta confusión procede de un error inicial que está por todas
partes. “Giedion postula un espacio preexistente, el espacio euclidiano, en el cual se vierten y se hacen
tangibles todas las emociones y esperanzas humanas. El espiritualismo de este filósofo del espacio se
mostró claramente en El presente eterno (1964). Siguiendo a Lefebvre, en dicha obra, Giedion tampoco
renunció a esa “oscilación ingenua entre lo geométrico y lo espiritual”. Además, no separó la historia que
había elaborado de la historia del arte y de la arquitectura, aunque fueran completamente diferentes.

Para el francés, el pensamiento de Zevi también se ve limitado por la imagen de un espacio esencialmente
vacío, poblado de mensajes visuales62. En Zevi, “el espacio geométrico se anima en virtud de los actos y
gestos de quienes lo habitan. Muy oportunamente, Zevi nos recuerda una verdad: todo edificio…tiene un
dentro, no sólo un fuera” (1974/2013:180). Para el italiano se trataba de un espacio arquitectónico
definido por la relación dentro/fuera, instrumento de la arquitectura en su accionar social. Sin embargo, a
Lefebvre le llama la atención que Zevi haya recordado esta dualidad varias décadas después de fundada la
Bauhaus (1919) y en Italia (país de la arquitectura clásica). Zevi en su libro no contempla que el
contenido (geométrico-visual) pueda comprometer la prioridad de la conciencia. Lefebvre considera que
el autor de Saber ver la arquitectura no aprecia la importancia de sus conclusiones más allá del plano
pedagógico y no prosigue la cuestión en el plano teórico.


61
Ver: Sigfried Giedion (1941). Espacio, tiempo y arquitectura: el futuro de una nueva tradición.
62
Ver: Bruno Zevi (1948). Saber ver la arquitectura. Ensayo sobre la interpretación espacial de la arquitectura.

115
Las obras mencionadas de Giedion y Zevi han dejado huella, sin duda, en la historia del espacio.
Pero aunque la anuncian, apenas aportan a su desarrollo. Señalan sus problemas, jalonan el
camino. Así la historia del espacio deberá mostrar la dominación creciente de la abstracción y
de lo visual, así como su conexión interna; y exponer la génesis y el sentido de la ‘lógica de lo
visual’ –es decir, expresar la estrategia implicada en dicha ‘lógica’ en vista del hecho de que
una ‘lógica’ en particular siempre es la denominación engañosa de una estrategia (Lefebvre,
1974/2013:181).

Hipótesis c. En esta hipótesis, el espacio no constituye ni un punto de partida (hipótesis filosófica del
espacio mental-social), ni uno de llegada (hipótesis del producto social, punto de reunión de los
productos), sino un espacio intermediario, es decir, un procedimiento y un instrumento, un medio y una
mediación. Es un instrumento político intencionalmente manipulado, un procedimiento en manos de un
individuo o colectividad, de un poder (Estado), de una clase dominante (burguesía) o de un grupo que
puede en ciertas ocasiones representar la sociedad global y en otras ocasiones tener objetivos propios, por
ejemplo, los tecnócratas. ¿Quién posee semejante representación del espacio?, ¿y, por qué? Para este
caso, la representación del espacio estaría siempre al servicio de una estrategia (abstracta y concreta,
pensada y apetecida: proyectada). Es un espacio de mediación, en tanto que permite bien sea imponer por
la fuerza una cierta regulación, bien sea ocultar bajo una aparente coherencia (regulación) racional y
objetiva las contradicciones de la realidad. Semejante espacio es a la vez ideológico y del saber (comporta
representaciones elaboradas), por tanto racional-funcional y funcional-instrumental. En esta hipótesis, el
espacio funcional e instrumental queda vinculado a la reproducción de la fuerza de trabajo a través del
consumo. Siendo a la vez el medio y el procedimiento de una organización del consumo dentro del marco
de la sociedad neocapitalista. Las ciudades serían unidades de consumo correlativas de las grandes
unidades de producción. Este espacio instrumental definiría la realización-reificación de las relaciones
sociales, al propio tiempo que la falsa conciencia de dichas relaciones.

La trampa que tiende la burguesía a la clase obrera urbana acaba siendo su propia trampa: espacio
enfermo o espacio de enfermedad social. En cualquier caso, en esta hipótesis, el espacio no sería una
mera representación inocente, sino que vehicularía las normas y los valores de la sociedad burguesa, y,
ante todo, el valor de intercambio y la mercadería, es decir, el fetichismo. En el punto límite, ya no es
exactamente la ideología que impera, sino únicamente una suerte de falsa conciencia con los discursos
que ella misma engendra (Lefebvre, 1972/1976a).

Esta vinculación del espacio urbano con la producción, implica únicamente la reproducción de los medios
de producción de la que hace parte la fuerza de trabajo. Ahora bien, esta hipótesis es precisamente la que
era útil al capitalismo del siglo XIX, al capitalismo concurrencial, para el cual el problema principal
residía en reproducir materialmente sus medios de producción (máquinas y fuerza de trabajo) y en
permitir el consumo de los productos, es decir, su compra en el mercado. El sistema contractual y el
sistema jurídico bastaban para asegurar (con la venta de la fuerza de trabajo) la reproducción de los

116
medios de producción. En esas condiciones, el espacio era funcional e instrumental, la ciudad tradicional
desempeñaba entre otras cosas la función de consumo, complementaria a la de la producción.


Fig. 13. (Izq.). Plan masa de Mourenx. René A. Coulon. (1955). (Der.). Tarjeta postal de promoción de Mourenx (1956).
Fuente: Laboratoire urbanisme insurrectionnel, 2013.

El espacio formulado en esta hipótesis proviene generalmente de las preocupaciones del Estado-nación
centralizado, bajo el funcionamiento del sistema fordista-keynesiano, que produce ciudades y conjuntos
urbanos nuevos en condiciones similares a las que plantea Lefebvre. Precisamente el francés escribía en
1960, en la Revue Française de Sociologie un artículo titulado “Les nouveaux ensembles urbains” (Los
nuevos conjuntos urbanos), relacionado al caso concreto de Mourenx (Morencs) y los problemas urbanos
de la “nueva” clase obrera. Los cambios económicos y las transformaciones de las técnicas de producción
(en la posguerra) iban unidos a importantes movimientos de población, éxodo a las ciudades y desde las
ciudades, concentración y descentralización, reagrupaciones, y nuevas aglomeraciones como es el caso de
Morencs. En este nuevo conjunto urbano, Lefebvre comprobó la proyección sobre el terreno de la
estructura técnica (jerárquica, profesional) de las empresas interesadas. Esta proyección fue el resultado
de macro-decisiones, tomadas a escala nacional. A partir de la formulación de un cuadro de tendencias,
Lefebvre consideró que la segregación social condujo a la cohabitación en los mismos bloques y en las
mismas condiciones de las mismas categorías socio-profesionales. Lo cual, en su opinión,
inevitablemente acabaría en la reconstitución sobre nuevas bases de la realidad y conciencia de clase. Esta
reconstitución sería favorecida por la supresión de intermediarios (artesanos y pequeños comerciantes), y
obstaculizada por el aislamiento general, la monotonía y el aburrimiento de la ciudad funcionalista.

Hipótesis d. La situación ha cambiado, el sistema de producción capitalista debe defenderse sobre un


frente mucho más complejo (amplio, diversificado), a saber, la reproducción de las relaciones de
producción. Esta ya no coincide necesariamente con la reproducción de los medios de producción, y se
lleva a cabo a través de lo cotidiano de las cosas, a través del ocio y de la cultura, de la escuela y la
universidad, a través de las extensiones y proliferaciones de la ciudad antigua, es decir, a través de la
totalidad del espacio. En esta hipótesis, no se puede decir que el espacio sea un producto como cualquier
otro, un objeto o suma de objetos, una cosa o una mercadería o un conjunto de mercaderías. No es

117
simplemente un instrumento: es el más importante de todos los instrumentos, el presupuesto de toda
producción y de todo intercambio. El espacio bajo esta última hipótesis está vinculado esencialmente con
la reproducción de las relaciones (sociales) de producción. Esta teoría abarca la tercera hipótesis, llevando
más adelante su análisis y modificándola en cierta medida. Para comprenderla, se debe tomar como
referencia no la producción en el sentido restringido de los economistas –proceso de producción de las
cosas y su consumo– sino la reproducción de las relaciones de producción. En el siguiente apartado
desplegamos esta hipótesis, poniendo énfasis en su relación con el espacio urbano.







118
2.2. El espacio y la reproducción de las relaciones (sociales) de producción

En 1971 Lefebvre publica el artículo “La re-production des rapports de production” en la revista
L’Homme et la société63, texto que, aunque incompleto, explica el origen del concepto de las relaciones de
producción y su desarrollo teórico. A partir de aquí, Lefebvre ahondaría en su estudio y lo reafirmaría en
el proyecto más amplio del “espacio social”. Un año más tarde, en Espacio y política, nos recordaba la
aplicación del concepto en la vida cotidiana y su encaje en la profundización del derecho a la ciudad: “En
el centro, señalado aquí y allá, se halla la reproducción de las relaciones de producción, proceso que se
desarrolla a la vista de todo el mundo, que se realiza en toda actividad social, incluidas las más
indiferentes en apariencia (los ocios, la vida cotidiana, el hecho de vivir y el hábitat, la utilización del
espacio) y que aún no ha sido objeto de un estudio global. Dicho proceso era inherente a la práctica social
y no era considerado como tal” (1972/1976a:8).

2.2.1. Origen, crítica y desarrollo del estudio de las relaciones de producción

La reproducción de las relaciones de producción es un concepto que aflora en las obras de Marx, desde el
momento en que define el modo de producción capitalista a mediados del siglo XIX (Marx, 1859/1989).
Lefebvre plantea que Marx nunca lo dejó del todo claro; para él, Marx era explícito en un capítulo de El
Capital que aún permanecía inédito al inicio de los setentas, lo que lo convertía en el más incomprendido
de los capítulos descubiertos. En su artículo, Lefebvre (1971c), señala que la formación del capitalismo,
su génesis e historia, sólo asume el análisis crítico de la “producción y re-producción de los medios de
producción”, estos medios consistían fundamentalmente en las fuerzas productivas, concretamente, en los
mismos “trabajadores” y sus “herramientas de trabajo”; por tanto, en ese momento sólo se trataba de la
reproducción de los medios de producción. Para ilustrar esta idea, Lefebvre muestra un ejemplo prestado
de lo cotidiano; estableciendo una diferencia entre los momentos de sueño y ocio, dice: “el sueño (tiempo
de reposo) juega un papel importante en el mantenimiento y reproducción de la fuerza de trabajo (medios
de producción). Aún teniendo en cuenta el contexto y su calidad, el del mobiliario, de la habitación y del
alojamiento, no podemos decir que el sueño, como tal, esté implicado en la re-producción de las
relaciones sociales de producción. Pero no puede decirse lo mismo del ocio” (1971c:5. Trad. del A.). H.
Lefebvre nos recuerda más adelante las tesis revolucionarias del pensamiento de Marx, enfatizando en las
posibilidades de avanzar hacia un nuevo concepto: “o la sociedad burguesa continúa, o bien se derrumba.
O bien la revolución introduce unas relaciones (sociales) de producción radicalmente nuevas, libres de
obstáculos y contradicciones que frenen las fuerzas productivas. O bien las viejas relaciones se perpetúan
por una especie de inercia y efecto interno. La revolución precede a la transición” (Ibíd.).


63
En el artículo publicado en el número 21 de la revista L’Homme et la société (1971c), Lefebvre escribió al final la nota “à suivre…”
[continuará…], lo cual implicaba que el artículo estaba incompleto. Esperó hasta el año 1973, en que se publicó la obra La Survie du capitalisme,
la reproduction des rapports de production, para la edición del artículo en toda su extensión, aunque igualmente fechado “París, julio 1971”.

119
“¿Se deja de lado la reproducción de las relaciones sociales durante el proceso acumulativo? No!”, dice
Lefebvre, pero este aspecto del proceso “se entiende en y por el proceso, sin mayores problemas…”. Para
Marx, la dominación de la naturaleza no se separa de la apropiación de ella por el “hombre”, aunque a
veces se trate de la destrucción por la dominación. Él nunca pone en duda la posibilidad y necesidad de
un salto (cualitativo) en el proceso, interrumpiendo las relaciones sociales capitalistas, para asegurar la
continuidad del proceso por si mismo. De igual forma, no ignora que las relaciones de explotación y
alienación se duplican y refuerzan por las relaciones de poder y dependencia. Él muestra, en los
Grundrisse64, que las relaciones sociales, cuando se forman, aún no aparecen en su realidad y verdad;
permitiendo e incluso exigiendo la lucha contra las relaciones preexistentes; las cuales, quedándose sin
tiempo y sin aliento, no son más que relaciones de dominación, mantenidas por la violencia de las
relaciones de explotación ya superadas. Esto fue lo acontecido en la larga crisis final que derrumbó la
sociedad feudal, desde el siglo XVI hasta el siglo XIX (Lefebvre, 1971c). En términos modernos
Lefebvre manifiesta que en Marx hay una “teoría de la obsolescencia” de las sociedades, las relaciones
sociales y los modos de producción.

… Este es un aspecto importante, y con frecuencia pasado por alto, de su teoría crítica del poder,
incluyendo otro aspecto, igualmente importante y no menos descuidado, que se encuentra en su
análisis crítico de la noción hegeliana del Estado. Sin embargo, no podemos decir que Marx
haya agotado la cuestión del poder. Él no pudo analizar los recursos, las capacidades de
manipulación por coacción (debido a la violencia) y por persuasión (debido a las ideologías), así
como la ‘creatividad’ de los hombres de Estado en asuntos y en formas institucionales. Ésta es la
experiencia política de un siglo que reveló el poder, después de Marx (Lefebvre, 1971c:6, Trad.
del A.).

Por otro lado, luego de Marx, para Lefebvre el debate entre revisionistas “derechistas” y sus opuestos
“izquierdistas” era un debate sin fin, en el que ambos tenían la razón65. En cualquier caso, ni los
revisionistas ni el izquierdismo precursor de la lucha final, consideraron la reproducción de las relaciones
de producción. Lefebvre afirma que para los primeros, ellas eran evidentes por sí mismas; pero estas
relaciones de producción no podrían oponerse al poder estatal (parlamentario) que intentase modificarlas.
Para los segundos, estas relaciones se derrumbarían bruscamente en una crisis revolucionaria. Siguiendo
el hilo de los hechos, al final de la primera guerra mundial y luego de la Revolución de Octubre, según
Lefebvre hay una serie de preguntas que alcanzan una hipótesis no resuelta por Lenin ni por Trotski:


64
K. Marx. Elementos fundamentales para la crítica de la economía política (Grundrisse), 1857-1858.
65
En este punto, Lefebvre contextualiza dicha oposición refiriéndose al desenlace mundial que se anunciaba y preparaba desde finales del siglo
XIX en el seno del movimiento obrero revolucionario, cuando las discrepancias escindieron el movimiento; de una parte, los revisionistas de
tendencia ‘derechista’ nutridos por las ideas de Eduard Bernstein (1850-1932), que proclamaban que el poder político puede y debe servir para
modificar las relaciones existentes, para orientarlas a una sociedad mejor; y quienes se oponían, un ‘izquierdismo’ encabezado por Rosa
Luxemburgo (1871-1919) ‘prediciendo la catástrofe’.

120
¿Cómo el capitalismo, herido de muerte, puede sobrevivir?, ¿Qué es lo que permite esta
reconstrucción? ¿Es la base económica? ¿Los campesinos y la producción agrícola? ¿O bien la
industria? ¿O bien la pequeña burguesía como clase ambigua? ¿O bien el marco nacional? ¿O
incluso la burocracia? ¿El poder del Estado? ¿La violencia militar? ¿Las ideologías? O más
bien, ¿será que la reconstitución del mercado mundial capitalista y de las instituciones
esenciales de la sociedad burguesa, apenas modificados, en los principales países
industrializados, van a provocar en la Rusia socialista, a partir de 1920, una re-producción
inesperada de las relaciones capitalistas de producción? (1971c:9, Trad. del A.).

La problemática emergente de la re-producción de las relaciones sociales de producción se descubre


tardíamente, en el trabajo de un pensador marxista inusual doblemente herético: Wilhelm Reich 66,
psicoanalista, discípulo de Freud, usa en contra del psicoanálisis “ortodoxo” sus propios dogmas. Reich
detecta en las relaciones sexuales y familiares, las homologías con las relaciones sociales. Para Reich, la
familia es la empresa, el Padre es también el Jefe, y recíprocamente: la paternidad, por la gestión del
patrimonio, por autoridad y poder, es la propiedad capitalista de los medios de la producción. Por tanto, la
mujer, los niños, el servicio doméstico, son a la vez explotados y dominados. Wilhelm Reich no ve en la
familia burguesa una consecuencia, una imitación de la sociedad global capitalista. Al contrario, invierte
esta perspectiva, percibe el “hogar” familiar como el lugar central donde se producen y re-producen las
relaciones globales. Reich tiene el merito, de acuerdo a Lefebvre, de plantear la cuestión fundamental:
“Las generaciones pasan; los hombres cambian; las relaciones “estructurales” persisten. ¿Cómo y por qué
es esto posible? ¿Dónde se produce la re-producción?” (Ibíd.).

Lefebvre manifiesta en su artículo que durante la III Internacional, descrita como una “organización
revolucionaria transformada en Institución estalinista”, se completó la destrucción del pensamiento
político y la investigación teórica. De esta forma, el papel de la nación y el Estado en la reproducción de
las relaciones, identificado por Trotski, desapareció del campo teórico e ideológico. “A cualquier
pregunta y cuestionamiento, se responderá con el “sentido de la historia”. Los portadores de las verdades
históricas mantienen ¡el sentido de la historia!” (1971c:10, Trad. del A.). Después de la segunda guerra
mundial –señala Lefebvre– la cuestión central sobre la reproducción de las relaciones de producción fue
reapareciendo pero con una lentitud sorprendente; tanto es así, que surgirá entre la niebla tras mayo de
1968. Fueron necesarias no menos de tres reconstrucciones de las relaciones sociales capitalistas en
medio siglo para que estas reconstrucciones, después de choques más o menos profundos, se convirtieran
en objeto de reflexión, de conocimiento crítico.


66
Wilhelm Reich (1897-1957), postulador de la teoría del orgón, médico, psiquiatra y psicoanalista austriaco de origen judío nacionalizado
estadounidense. Trató de lograr la síntesis entre el marxismo y el psicoanálisis, mientras que algunos lo califican como uno de los pensadores más
‘lúcidos y revolucionarios’ del siglo XX; otros aseguran que sus ideas y teorías bien podrían catalogarse como delirios. Fue expulsado de los
círculos comunistas y de la escuela psicoanalítica por lo radical de sus planteamientos. En 1956 se le diagnosticó esquizofrenia progresiva. Un
año después, Reich murió en la cárcel de un ataque al corazón, un día antes de apelar su sentencia. En Pasión de juventud (1988), recopilación de
una serie de escritos autobiográficos sobre su juventud, ofrece una explicación tanto vital como personal de sus teorías. Fue uno de los primeros
colaboradores de Sigmund Freud, hacia 1922, siendo descrito por éste como su “discípulo más brillante”.

121
La transición de las consideraciones sobre la reproducción de los medios de producción regidas por las
relaciones de producción requería un esfuerzo complejo y aún incompleto. En este sentido, en su artículo
Lefebvre nos muestra el largo camino recorrido luego de la segunda guerra para redescubrir el último
descubrimiento de Marx, teniendo en cuenta que la crítica de la sociedad (desde distintas corrientes del
pensamiento marxista) en el período 1950-1970, no fue suficiente para alcanzar el nuevo concepto.

… A menudo, esta crítica, en realidad radical, al denunciar a la sociedad burguesa y el
neocapitalismo, agranda un determinado rasgo odioso y enmascara el conjunto bajo los detalles.
Ella pretende ser un síntoma y un anuncio de la crisis final. Ahora el concepto de la
reproducción de las relaciones de producción abarca la totalidad, en el movimiento de esta
sociedad a nivel mundial (1971c:9, Trad. del A.).

Más allá del análisis del aporte del propio Marx y la lenta incorporación del concepto en el desarrollo del
pensamiento marxista, Lefebvre despliega su crítica exhaustiva de la escasa contribución del saber y las
ciencias, señalando que sostienen de forma deliberada las relaciones de producción existentes, jugando el
rol de una ideología en unos casos, sobrevolando o pasando de largo del problema en otros. Se explican
unos cuantos ejemplos; entre los más relevantes están los concernientes a la sociología del trabajo (que
examina únicamente al interior de la empresa), la sociología del conocimiento y el problema de la
educación67; la epistemología o la sociología en general con su metodología de modelos, aplicada también
a la historia; los sociólogos profesionales mejor equipados con su socio-crítica68, el desaprovechamiento
del análisis institucional 69 , y los científicos sociales con su socio-técnica basada en la estadística
cuantitativa, abasteciendo los bancos de datos.

Es importante revisar el análisis lefebvriano de la metodología de modelos, ya que es habitual oír y hablar
de modelos urbanos en la planificación, o modelos de ciudad, etc. Ya en los años setenta, esta
metodología se planteaba como absolutamente científica. Así pues, Lefebvre considera que el científico
construye un modelo que introduce entre paréntesis “lo vivido”, es decir, lo mínimo posible. Tomando
algunas variables del caos de lo vivido, las conecta de manera que constituyan un sistema coherente que

67
En cuanto a la sociología de la educación, Lefebvre dice que ésta retrocede ante lo que el análisis le revela; como la sociología en general, va a
buscar en otra parte, no importa dónde (en la historia, la antropología, en la mitología) alguna explicación, en lugar de dar el salto hacia adelante,
el paso decisivo que le permitiría situar lo educativo en el política. Se puede ver un ejemplo de estas vacilaciones en: J. Ardoino, Propos actuels
sur l'éducation, Gauthier-Villars, 1969.
68
En cuanto a los trabajos de sociólogos profesionales, los mejor equipados según Lefebvre, quedan a mitad de camino del concepto que se
desarrolla. Así, objeta: ¿qué están considerando P. Bourdieu y J-C. Passeron en Los Herederos (1964), e incluso en La Reproducción. Elementos
para una teoría del sistema de enseñanza (1970)? La contratación de personal de alto nivel en la sociedad burguesa –se responde Lefebvre. Por
tanto, exceden sólo de forma incompleta la reproducción de los medios de producción, medios a los que pertenecen los agentes de producción. En
la medida que estudian a los líderes y no a los trabajadores, van más allá de la sociología banalizada en los Estados Unidos, la del trabajo, de la
empresa industrial y la educación. Sin embargo, su socio-crítica se detiene delante de una barrera impuesta por el culto a la evidencia empírica
(es decir ‘sociológica’) y por la ideología liberal, inherente a esta metodología.
69
Lefebvre considera que los promotores del análisis institucional no carecen ni de audacia ni coraje. No dudan acerca de las consecuencias de
sus hipótesis. Éstos sólo se refieren a las instituciones separadamente y en la medida en que pueden intervenir en su terreno de práctica teórica.
Entonces, mostrar cómo una institución ‘refleja’ o ‘expresa’ una realidad más profunda o más alta, sea el inconsciente o la historia, sea la
sociedad burocrática y el estado burgués, sea lo económico o lo social, es una cosa. Pero mostrar cómo contribuye activamente a producir y
reproducir las relaciones sociales, es otro asunto. Lefebvre explica, por ejemplo, que René Lourau plantea la pregunta y no la resuelve, y Georges
Lapassade cuando la abordó, se sintió empujado hacia consideraciones generales sobre la historia y la humanidad (antropológica). En tanto que
disciplina, entonces, el análisis institucional y su base de intervención práctica, la dinámica de grupo, están luchando por salir de la oscilación
entre la observación (de lo existente) y el anuncio de un final catastrófico mediante la contestación. Ver: René Lourau, L'analyse institutionnelle
(1970); Georges Lapassade, Groupes, organisations, institutions (1967).

122
sustituye la incoherencia, y así, la falta de cohesión de lo vivido. Por ejemplo, para explicar la revolución
general y particularmente las revoluciones en Francia, un sociólogo construye un diagrama (o modelo) de
la autoridad y sus crisis –explica Lefebvre–, en este modelo se consideran variables que provienen de la
familia (el padre), la propiedad del Estado, etc. En efecto, que una revolución acompañe o siga a una
crisis de la autoridad establecida, es cierto; sin tal crisis, no sucede nada revolucionario, y por tanto, el
modelo será verdadero. Apoyado en una verdad trivial y general que no explica ningún evento, ninguna
revolución, no tendrá otro objetivo y sentido que liquidar la comprensión crítica de la sociedad burguesa
y del capitalismo como tales, reemplazándola por un edificio verdadero pero falso, o mejor dicho ni
verdadero ni falso, ya que ¡no explica nada explicando todo! La “metodología de modelos” puede
defenderse únicamente si relativizamos al máximo. ¿Qué es entonces un modelo? Tal vez una estructura
provisional, que se enfrente con lo real, con otros modelos, para revelar las diferencias más que los
ajustes o suficiencias. Por desgracia, dice el teórico francés:

… los constructores de modelos a menudo muestran una arrogancia dogmática extraordinaria.


Su modelo (especialmente si es político, como el modelo soviético de planificación, o el modelo
americano como un prototipo de empresa, etc.) se proclama como verdad absoluta. Sin embargo,
los elementos de cualquier modelo (variables, parámetros) se recogen necesariamente de la
sociedad existente. La metodología de los modelos tiende, por tanto a la eliminación de la crítica
radical y las contradicciones (dialécticas) de lo vivido. No puede elevarse a la incautación del
total como la reproducción de las relaciones sociales, ya que contribuye con esta. Esta
metodología pasa por alto operaciones científicamente recomendables. En efecto, al lado de la
inducción y la deducción clásicas, existe la transducción (construcción de objetos virtuales,
exploración de lo posible) (1971c:13, Trad. del A.).

La ponderación de elementos que hace Lefebvre llega a un caso paradójico como el de la crítica
pedagógica que inauguró en Francia la nueva investigación en la década de 1960. Esta crítica se centra, a
la vez, en los métodos de enseñanza y el contenido impartido. Puso poco a poco en evidencia –y por
primera vez en la escuela de masas, de primaria– los rasgos característicos de esta enseñanza. De aquí se
concluyó que los métodos, lugares, y planificación del espacio, reducen al estudiante a la pasividad,
acostumbrándolo al “trabajo privado de goce” (a pesar de las pretensiones de una “enseñanza viva” y
algunos intentos de renovación). Por tanto, constatan que el espacio educativo es represivo, pero esta
“estructura” tiene un significado más amplio que la represión local. El saber impuesto, ingerido por los
escolares, regurgitado en los exámenes, corresponde a la división del trabajo en la sociedad burguesa; de
este modo, la sostiene70. De ese modo, la crítica pedagógica reveló a la escuela como un lugar de
reproducción de las relaciones sociales de producción: su papel es preparar a los proletarios, mientras que
la universidad hace lo propio con los líderes, tecnócratas y gerentes de la producción capitalista. Allí se
difunde el conocimiento y se da forma a las jóvenes generaciones conforme a patrones que convienen a
los empresarios, como a la paternidad y al patrimonio económico. Las generaciones así moldeadas se
suceden, reemplazándose en la sociedad dividida en clases y jerarquizada. Lamentablemente, en medio de

70
Lefebvre plantea que este sistema se ha desarrollado desde el descubrimiento de la enseñanza activa (Freinet) hasta las investigaciones de la
crítica institucional que continuaban en los años sesenta. La pedagogía Freinet, desarrollada por Célestin Freinet (1896-1966) y su esposa se basa
en la libre expresión de los niños, el dibujo libre, el texto libre, etc. Ver: Les techniques Freinet de l'école moderne, 1964.

123
esta contribución de la crítica pedagógica, la sociología del conocimiento y la sociología de la educación
no identificaron el nuevo concepto, sólo giraron a su alrededor.

Lefebvre, procurando establecer un enlace autocrítico, manifiesta que veinticinco años más tarde también
es fácil detectar una cierta ambigüedad en su Critique de la vie quotidienne, sobre todo en su primera
etapa (1947). Considera que la ambigüedad mostrada en su obra ha permitido las interpretaciones más
opuestas: extremistas (la revolución en y por la vida cotidiana, y todo a la vez) y reformistas (mejorar la
condición de lo cotidiano, la calidad de vida). Sin embargo, en su obra estaría implícito el concepto de la
re-producción de las relaciones sociales, que surge con toda claridad por enfrentamiento entre el análisis
crítico de la vida cotidiana, de los fenómenos urbanos, del crecimiento económico y el economismo.
Aunque menciona que su interés por el concepto de “lo cotidiano” maduró posteriormente (1962-1968);
pasando de ser lo económico en general, al “nivel” sobre el que fue capaz de establecerse el
“neocapitalismo” como su suelo, es decir, sobre lo sólido, “una sustancia social mantenida por los
órganos políticos” (1971c:16, Trad. del A.).

Para ciertos teóricos marxistas71, las relaciones sociales sólo se definen y conciben teóricamente por y en
el modo de producción. Por consiguiente, si hay reproducción de las relaciones de producción, este hecho
no requiere ni una explicitación ni una explicación particular; esto significa que las relaciones de
producción son inherentes al modo de producción y el modo de producción capitalista no ha
desaparecido. A partir del medioevo y durante tres siglos, los sujetos y agentes se confrontan, se
enfrentan; sin embargo, alrededor de ellos y a través de ellos se acumulan los conocimientos, las técnicas,
las riquezas, en pocas palabras, el capital y las condiciones de la sociedad burguesa. Si durante esos siglos
de acontecimientos y transformaciones, hay algo más que el simple montaje de una estructura, ¡qué decir
del fin del Siglo XIX y del siglo XX!, exclama Lefebvre. El énfasis puesto casi incondicionalmente sobre
el “modo de producción” no sólo corresponde a un congelamiento del pensamiento marxista; según el
teórico francés, esto tiene otro sentido y otro alcance: la imposición de la “coherencia” erigida como
criterio único por encima de la “contradicción”.

En este punto es necesario detenernos un momento en el pensamiento de Lefebvre sobre el


estructuralismo. En el mismo año, el francés publicaba su obra Au-delà du structuralisme (1era. Ed. 1971;
Trad. 1973: Más allá del estructuralismo), en la que indica que la noción de “estructura” tiene un campo
de validez, ya que el conocimiento no puede darse sin ella. Sin embargo, será el estructuralismo el que
injerte una ideología sobre dicha noción; de manera similar a lo que ocurre con el formalismo y la forma,


71
Lefebvre en este caso se refiere principalmente a los planteamientos de la escuela estructuralista Althusseriana. Sin embargo, es importante
hacer notar que Lefebvre entre los 60s y 70s patenta una crítica decisiva de la corriente estructuralista, presente no sólo en la figura de Althusser,
sino también de Foucault y Lévi-Strauss. Ver por ejemplo: – Lefebvre, H. (1966). Claude Lévi-Strauss et le nouvel éléatisme, en: L'Homme et la
société, 1, 21-31; (1967). Position: contre les technocrates. Paris: Gonthier. – (1968). Forme, fonction, structure dans Le Capital, en: L'Homme et
la société, 7, 69-81; – (1969). Les paradoxes d'Althusser, en: L'Homme et la société, 13, 3-37; – (1971). Au-delà du structuralisme. Paris:
Anthropos.

124
o el funcionalismo y la función. Para Lefebvre el estructuralismo es la ideología del equilibrio entre las
fuerzas actuantes en el mundo moderno, es la ideología del status quo. Algunos dirán –dice Lefebvre–
que es, en consecuencia, la ideología de la coexistencia pacífica, y de la “estructuración” del mundo bajo
el signo de la paz. A lo que se puede responder que “esta ideología es aprobada o considerada como
aprobada por aquellos que experimentan el miedo a los cambios profundos y que quieren mantener el
estado de cosas existente” (1971/1973f: 166). ¡Sin duda porque les conviene! Por tanto, este pensamiento
se ocupa de estructurar la sociedad moderna para conservar su orden. Y es precisamente esto último lo
que hace que a Lefebvre le sorprenda el hecho de que exista una versión estructuralista del marxismo.
Según el teórico francés, en esta versión (encarnada en Althusser) opera un análisis marxista del
marxismo, lo que lo compromete en la vía del rigor, pero también lo expone al pleonasmo y a la
tautología. El teórico de este tipo se establece en una fortaleza inexpugnable, de la cual no saldrá más –
expone Lefebvre. Bajo el pretexto del rigor epistemológico, se constituye un sistema, se busca instalarse
en un sistema y se instaura un sistema. “Para los mantenedores del Sistema, se es estructuralista o no se
lo es, ¡se es… o no se es!” (Ibíd.:167). Estos “espíritus rigurosos” como los llama Lefebvre, finalmente
no comprenden que alguien pueda utilizar la noción de estructura sin ser estructuralista.

Volviendo a la idea de la coherencia superpuesta a la contradicción, Lefebvre nos recuerda que las
relaciones de producción contienen contradicciones y, especialmente, las contradicciones de clase
(capital-salario) que se amplifican en contradicciones sociales (burguesía-proletariado) y políticas
(gobernantes-gobernados). “Mostrar cómo se reproducen las relaciones de producción, no quiere decir
que se haga hincapié en la cohesión interna del capitalismo; quiere decir y sobre todo que se muestre
cómo se amplifican y profundizan sus contradicciones a escala mundial” (Lefebvre, 1971c:20, Trad. del
A.). Luego, pretender imponer el modo de producción a las relaciones de producción, como la coherencia
a la contradicción, resulta en una práctica teórica, que tomada separadamente, significa liquidar las
contradicciones, evacuar los conflictos (o por lo menos algunos conflictos esenciales), enmascarando lo
que sucede y proviene de estos conflictos. Lo importante aquí es anotar que, siguiendo a Lefebvre, el
marxismo estructuralista evita el problema de la reproducción de las relaciones de producción.

Para entenderlo mejor en lo que nos interesa, Lefebvre plantea tomar el caso concreto de los fenómenos
urbanos. En la perspectiva estructuralista, diremos que estos fenómenos son parte del modo de
producción (capitalista). Por un lado están las unidades de producción, las empresas, y por otro lado las
aglomeraciones urbanas. En ellas, se reproduce la mano de obra que necesitan las empresas. El consumo
no tiene otro significado y alcance que reproducir la fuerza de trabajo. La estructura del modo de
producción se describe así como una relación entre dos grandes grupos de unidades: –las unidades de
producción, las empresas y –las unidades de consumo, las ciudades “complementarias” a las unidades de
producción.

125
Este análisis estructuralista (no dialéctico) no es falso, pero tampoco es falsable. Lo que afirma puede
decirse también de una ciudad inglesa a finales del siglo XVIII o una moderna megalópolis, o del
asentamiento de una ciudad fabulosa. De esta manera, Lefebvre clarifica cómo el análisis estructuralista
reduce a un nivel muy pobre los fenómenos urbanos, y sugiere que se realice la aplicación del modo de
producción capitalista (MPC) en un fenómeno parcial que éste MPC sobredetermine. En ese caso, se
creerá haber “descubierto” el fenómeno urbano, y será una ilusión del discurso científico –dice Lefebvre.
Pero el discurso sólo evitará lo ideológico vertiéndolo en la banalidad. No hace falta decir que el asunto
de la reproducción de las relaciones de producción se elude, ya que también se lo ha reducido a un
componente banal y perpetuo, la reproducción de la fuerza de trabajo (medios de producción). Tampoco
se habrá mencionado que ninguno de los fenómenos urbanos apareció o desapareció durante dos siglos,
detalle menor al lado del “todo estructurado” en el que no pasa nada, ya que está totalmente presente
desde el principio.

Del repaso de las propuestas casi tautológicas del análisis estructuralista, Lefebvre plantea que se ha
sobrevolado lo esencial, evadiéndolo; en particular, el hecho de que la ciudad pre-capitalista (histórica),
rota pero insertada en un espacio urbano más vasto, se convierte precisamente –como tal– en el lugar de
la reproducción de las relaciones de producción. En conclusión, la hipótesis estructuralista identifica a
toda prisa el “modo de producción” y el “sistema”, muestra un sistema capitalista bien constituido desde
su nacimiento, con todos sus órganos. La hipótesis que Lefebvre opone a esta construcción especulativa
es la siguiente: “nunca hay un sistema consumado a partir de las relaciones de producción y sus
contradicciones, sino el esfuerzo por la sistematización, por la coherencia y la cohesión” (1971c:22, Trad.
del A.).

2.2.2. La reproducción de las relaciones de producción en el espacio

No es solamente la sociedad entera que se convierte en el lugar de la reproducción de las


relaciones de producción (y no sólo de los medios de producción), sino el espacio entero.
Ocupado por el neo-capitalismo, sectorializado, reducido a un medio homogéneo y por tanto
fragmentado, desmenuzado (sólo migajas del espacio se venden a los ‘clientes’), el espacio
deviene en la sede del poder (Lefebvre, 1973/2002: 79, Trad. del A.).

El concepto de “producción” fue revelado en su universalidad, desde Hegel y Marx hasta el pensamiento
de finales de los años sesenta. Henri Lefebvre observa el desarrollo del modo de producción capitalista
del espacio y en el espacio, bajo el cual, la producción del espacio respondía a intereses nada inocentes,
desvelando su lado estratégico y político. Será él quien revele –en este contexto– la “reproducción de las
relaciones sociales de producción”. El propio Marx no había llegado más lejos de la producción de la
fuerza de trabajo o la reproducción de los medios de producción: máquinas y técnicas. De tal forma, con
Lefebvre se desvela la existencia de un movimiento más profundo en el cual el capitalismo pasa a la

126
reconducción voluntaria, de sus propias relaciones sociales de producción. La reproducción de las
relaciones sociales no evita la producción de las cosas, no las sustituye; más bien, la envuelve, la
presupone, añadiendo algo: la estrategia basada en lo repetitivo, lo burocrático, lo cotidiano y lo espacial.
Esta reproducción de las relaciones de producción se efectúa a través de diversos procedimientos,
especialmente por y en el espacio.

En El derecho a la ciudad (1968), Lefebvre determina una serie de argumentos por los cuales el hecho de
vivir (habitar) no se puede reducir a una función asignable, aislable y localizable más que a título de una
práctica: el hábitat. Más adelante, en Espacio y Política, el Derecho a la ciudad II (1972) se agrega un
nuevo concepto al sistema de producción capitalista: la reproducción de las relaciones de producción,
sostenidas en la acción de la burocracia estatal y la distribución del espacio, según las exigencias del
propio sistema. Es decir, aparece un aspecto importante, quizás esencial: la fragmentación del espacio
para la venta y la compra (el intercambio), en franca contradicción con la capacidad técnica y científica
de la producción del espacio social a escala planetaria. Lefebvre plantea por tanto, que no se trata de
localizar en el espacio preexistente una necesidad o una función, sino al contrario, de “espacializar una
actividad social, vinculada a una práctica en su conjunto, produciendo un espacio apropiado” (Lefebvre,
1972/1976a).

Vinculado a una de las hipótesis expuestas por Lefebvre sobre la cuestión espacial, se señala que la
totalidad del espacio de la producción (en el sentido más amplio de la palabra: producción de las
relaciones sociales y reproducción de determinadas relaciones), se convierte en el lugar de la
reproducción, incluido el espacio urbano, los espacios de ocio, los espacios educativos, los de la
cotidianidad, etc. Implicaría por tanto, y encerraría en su seno la finalidad general, la orientación común a
todas las actividades diversas, a los trabajos divididos, a la cotidianidad, a las artes, a los espacios creados
por los arquitectos y urbanistas; tal espacio vendría a ser una relación y un sostén de inherencias en la
disociación, de la inclusión en la separación (Lefebvre, 1972/1976a). Esa reproducción se realiza a través
de un esquema relativo a la sociedad existente que tiene como característica esencial la de ser unida-
desunida (en el espacio homogéneo-quebrado / dislocado-unificado, como por ejemplo, los lugares de
esparcimiento, los centros, las periferias, etc.). En esos lugares se reproducen las relaciones de
producción, que incluyen la reproducción pura y simple de la fuerza de trabajo. Espacios de
esparcimiento como la playa, así como nuevas urbes en las que se instala un centro comercial, funcionan
como un espacio dislocado-unificado, disociados de la producción, para aparecer como lugares sin trabajo
y libres, cuando de hecho están asociados a los sectores de trabajo dentro del consumo organizado. A este
espacio, cuyas propiedades se sitúan en la articulación de forma y contenido, corresponde un tiempo que
posee idénticas propiedades72.


72
Para comprender este esquema del tiempo y del espacio, es necesario revisar al final de El Capital, el capítulo de “La fórmula trinitaria”
(Lefebvre, 1972/1976a).

127
Partiendo de la idea de que en tiempos pasados, tanto el aire como el agua, la luz como el calor, eran,
directa o indirectamente, atributos de la naturaleza, Lefebvre insiste en el hecho de que la totalidad del
espacio se convierte en el lugar de la reproducción de las relaciones (sociales) de producción. El teórico
francés demuestra que los valores de utilización han entrado a formar parte de los valores de intercambio;
el uso y los valores de uso, junto con los placeres naturales vinculados a la utilización, se van
difuminando; al propio tiempo que se compran y se venden, se van haciendo cada vez más escasos. “La
naturaleza igual que el espacio, junto con el espacio, se ve a veces destrozada, fragmentada, vendida bajo
forma de fragmentos y ocupada globalmente. Se ve aniquilada como tal y reorganizada siguiendo las
exigencias de la sociedad neocapitalista” (1972/1976a: 39). Las exigencias de la reconducción de las
relaciones sociales envuelven de este modo la posibilidad de venta generalizada de la propia naturaleza.
Así se explica, que la escasez –en ese momento– de espacios libres en las zonas industrializadas y
urbanizadas implicase por consiguiente, el alto precio alcanzado por los espacios ocupados; y la escasez,
cada día mayor, de los espacios aún por ocupar, constituya un fenómeno reciente cuyas consecuencias
han sido cada vez más graves. Dicho espacio, al ser lugar y ámbito de la práctica social en el seno de la
sociedad neocapitalista (es decir, de la reproducción de las relaciones de producción), marca netamente
los límites de dicha sociedad, sean cuales sean, los programas, las políticas, las técnicas. “Hay que
comprender que esa sociedad no puede salirse de su espacio, que no puede rebasarlo… esta sociedad no
puede más que tender hacia la sistematización de ese espacio, es decir, hacia una lógica que no logra
llevar hasta sus últimos extremos” (Ibíd.:40).

Espacios de ocio y poder en la reproducción de las relaciones de producción

¿Los ocios? Ellos fueron inventados, realidad y concepto, después del Frente Popular. Hasta
entonces, ¿Qué había ahí? La viejas buenas distracciones, diversiones y servicios artísticos, las
fiestas tradicionales, los bailes y mascaradas; para la burguesía y una parte de la clase media,
las ‘vacaciones’ (Lefebvre, 1973/2002:78, Trad. del A.).

Lefebvre (1973/2002) explica que las fuerzas productivas permiten a aquellos que lo disponen, tener el
control del espacio, así como producirlo. Esta capacidad productiva se extiende al espacio terrestre y más
allá de él. El espacio natural es destruido y transformado en un producto social mediante la técnica. Pero
tal crecimiento de las fuerzas productivas no cesa de engendrar contradicciones específicas que él mismo
reproduce y agrava. Si por un lado el crecimiento destruye la naturaleza y transforma el espacio material,
por otro lado, la propiedad privada del suelo (por tanto del espacio natural) le devuelve la potencia
productiva de conformidad con las épocas anteriores, aquellas de la producción agrícola, de la naturaleza
rural.

128
Un análisis de los espacios de ocio, sobre la costa mediterránea francesa, proporciona una primera
ilustración y una evidencia. El análisis muestra cómo este espacio “reproduce activamente” las relaciones
de producción, por tanto contribuye a su mantenimiento y a su consolidación. En esta perspectiva, los
ocios eran la interfase, el intermediario, la conexión entre la organización capitalista de la producción y la
conquista del espacio entero. De este modo, los espacios de ocio han venido siendo el objeto de
especulaciones gigantescas, mal controladas y a menudo ayudadas por el Estado (constructor de rutas y
comunicaciones, garante directo o indirecto de las operaciones financieras, etc.). El espacio era vendido a
precios considerables a los “ciudadanos”, a quienes el aburrimiento y las complicaciones alejaban de las
ciudades. En consecuencia, vacaciones, exilio, retiro, el espacio se redujo a propiedades visuales que
perdía rápidamente. Severamente jerarquizado, pasó de destino para la muchedumbre a lugares elitistas73.
Los lugares entran a formar parte de la división social del trabajo, no sólo porque el lugar permite la
recuperación de la fuerza del trabajo, sino porque hay una industria de lugares, una vasta
comercialización de espacios especializados, y una división social del trabajo proyectado sobre el terreno,
que entran en una planificación global. Por lo tanto, un nuevo perfil del país, un nuevo rostro y nuevos
paisajes.

En el marco de lo observado por Lefebvre, abrimos un pequeño paréntesis para evidenciar mejor la
proliferación de los espacios de ocio y su vínculo a la práctica arquitectónica y urbanística en las costas
del Mediterráneo. Así, revisamos la publicación del número 5/6 del monográfico de los Quaderns de
Recerca en Urbanisme (2015) del Departamento de Urbanismo y Ordenación del Territorio (DUOT) de la
ETSAB; del cual, recogemos dos artículos que estudian a su vez dos casos paradigmáticos, uno en España
(Costa Brava74) y otro en Francia (Port Leucate-Barcarès75). En sus conclusiones se confirmaría una parte
del análisis lefebvriano.

En España (Mayo de 1956) se aprobaba la primera Ley del Suelo, para proporcionar un marco legal a
todas las nuevas construcciones que empezaban a descontrolarse debido al turismo de masas en las costas
mediterráneas, situación particularmente relevante en los pueblos litorales de la Costa Brava. El objetivo
central de la Ley tendrá como consigna “evitar la especulación del suelo y la irregularidad” en el proceso
de urbanización, a través del control en el planeamiento urbanístico, el régimen del suelo, y la ejecución
de las urbanizaciones. Sus estrategias fueron un Plan Nacional de Urbanismo, Planes Provinciales y
Planes Generales Municipales, pero finalmente sólo estos últimos se llevarían a cabo, acompañados de
Planes Parciales y proyectos de urbanización puntuales (Ramos, 2015). De ese modo, se redactaron los
primeros Planes Generales Municipales (1956-1962) en el litoral español, correspondiendo los primeros a

73
Lefebvre en su obra La survie de capitalisme no avanza en ejemplos concretos, aunque los haya estudiado al detalle en su investigación en
Nanterre y en el Instituto de Sociología Urbana (ISU). Aquí no hace más que desvelar un fenómeno generalizado que se observa en la
preparación urbanística de las playas públicas para hoteles como el Eden-Roc en las Costas Bravas de la provincia de Girona, por ejemplo.
74
Ramos, C. (2015). Costa Brava: Los retos urbanísticos del turismo de masas. La huella de la ciudad jardín y algunos principios racionalistas en
el tejido turístico de masas, en: QRU, 5/6, 114-135.
75
Marez, I. (2015). Revisitando Port Leucate-Barcarès, en: QRU, 5/6, 158-175.

129
los municipios más afectados por el turismo: La Escala 1956, Lloret 1957, Roses 1958, Blanes 1958,
Torroella de Montgrí 1959, Palamós y Sant Antoni de Calonge 1959, Playa de Aro-S’Agaró 1959, y
Palafrugell 1961. En ellos se planteaba una extensión de los núcleos, capaz de albergar el “futuro uso
turístico”, se amplió la red viaria y se modificó la densidad según la distancia del casco urbano76 (Ramos,
2015).

Ramos destaca en una de sus conclusiones, que en los años 60-70 se llegaron a planificar y definir unas
tramas que denominaban “mallas turísticas”. Estas se situaron en los terrenos llanos frente al mar, en
playas contiguas a núcleos, formando un nuevo núcleo. Se combinaron casas unifamiliares con bloques
plurifamiliares, que se convertirían en torres de apartamentos al llegar a la primera línea de mar. Los
edificios buscaban las mejores vistas y la edificabilidad máxima. Sin embargo, la autora no plantea
claramente, dados los resultados de su investigación, que a finales de los años 70 no sólo que persistieron
los problemas de masificación turística del año 1956, sino que fueron agravados, el malestar fue en
aumento, culminando en el “Debate Costa Brava” (1978), donde diferentes profesionales que seguían
lamentando el “descontrol” exigían nuevamente un replanteo del urbanismo en la costa. Entre las críticas
expuestas en tal debate se anota que:

Se ha producido un crecimiento en forma de mancha de aceite en todas direcciones desde el


núcleo, sin atender a las particularidades del territorio. No se han analizado los tejidos de los
núcleos antiguos, cuyas características por tanto no se respetan. Se autorizan alturas superiores
a las habituales en los núcleos, lo que implica la substitución de las edificaciones históricas.
Estos cambios, no previstos en los planes, se aprueban a través de cambios en las ordenanzas. Se
legalizan actuaciones al margen del planeamiento, situación que provoca cierto descontrol
(Ramos, 2015:126).

En Francia, el desarrollo turístico del litoral de Languedoc-Rosellón fue dirigido por la Comisión
Interministerial de Desarrollo Turístico de dicha región, como parte de la Misión Racine. La Misión
Racine fue una estructura administrativa creada el 18 de junio de 1963 por el Estado (Gaullista) para
dirigir las principales obras de infraestructura para el desarrollo a orillas del Mediterráneo en los
departamentos de Gard, Hérault, Aude y los Pirineos Orientales (es decir, la costa amatista). Esta misión
se adjuntó a la Agencia para la planificación del territorio y la acción regional (siglas en francés:
DATAR). Su líder era Pierre Racine (1909-2011), quien dirigió la Comisión hasta 198377.


76
Además, según la ocupación y el tamaño de parcela se distinguieron diversos tipos de ciudad jardín. “Se permite la vivienda unifamiliar y
colectiva con un máximo de 2 plantas y media y se establecen unas distancias mínimas a los límites de parcela de 3 metros por lo general”
(Ramos, 2015:125).
77
Al revisar otros proyectos en la costa mediterránea francesa durante esos años, encontramos La Grande-Motte –creado bajo el mismo
programa– entre los años 1960 y 1975, y designado por el Ministerio de Cultura de Francia como Patrimonio arquitectónico del siglo XX. El
complejo turístico se asienta sobre un terreno virgen de dunas frente al mar, el cual fue irrigado de manera artificial para generar un paisaje verde.
El proyecto urbano-arquitectónico estuvo a cargo del arquitecto Jean Balladur (1924-2002) que se inspiró en las pirámides precolombinas de
Teotihuacán y en la arquitectura moderna de Brasil, especialmente en las obras de Oscar Niemeyer. Se emplaza en una superficie de 750
hectáreas incluyendo 450 hectáreas de tierra y el estanque de 300 hectáreas, desarrolló el plan maestro para la estación balnearia, y la
planificación de los asentamientos, definió los principios de aplicación y plantillas con indicaciones para cada lote. Sectorizó la urbanización en
zonas de campings, la villa, la marina, el parque de la ciudad. A su vez, el paisajista Pierre Pillet colaboró en el proyecto, eligiendo especies
vegetales resistentes al clima de la costa. (Boularand, 2018). Véase también: Patrimoine La Grande-Motte, en: archivo institucional:
http://www.lagrandemotte.fr/

130
Fig. 14. (Izq.). Jean Balladur (1973) explica el proyecto de La Grande-Motte en televisión francesa. Fuente: INA.fr. (Der.). La
Grande-Motte. (1977). Vista general de la ciudad vacacional. Foto: Bob Ter Schiphorst. “La libertad de los contornos
[modénature] testimonia aquí la libertad del hombre apoyado en una nueva técnica que él inventó” Jean Balladur, 1999.

Dicha Misión pasó a crear la “nueva unidad de turismo” Port Leucate-Barcarès. Este es uno de los
primeros proyectos del turismo de sol y playa en el mundo, que contó con un amplio equipo de
arquitectos y urbanistas que reflexionaron respecto a las características del nuevo fenómeno y
consecuentemente, sobre cuál debía ser la respuesta arquitectónica (Marez, 2015). En las conclusiones del
estudio de Marez, se señala que a partir del análisis del proyecto de Port Leucate-Barcarès se puede
afirmar que la arquitectura turística destinada para satisfacer las necesidades de un turismo masivo de sol
y playa, a partir de 1960, nació en el contexto teórico del Movimiento Moderno en su fase crítica marcada
por el final del Team X (como explicaremos a profundidad en el Capítulo 3 “Teoría del espacio crítica”,
al situar a Lefebvre en el contexto de la práctica arquitectónica francesa a partir de la posguerra). “La
arquitectura moderna encontró un espacio natural de emplazamiento cuando se enfrentó a satisfacer
necesidades del turismo masivo de sol y playa, lo que motivó a los arquitectos a integrar al turismo como
un elemento más en la concepción de las ciudades” (Ibíd.:172). Según Marez, Georges Candilis,
responsable del proyecto de Port Leucate-Barcarès, también desde la crítica del Movimiento Moderno,
llegaría a proponer innovaciones urbanísticas, incorporar nuevas tipologías arquitectónicas y a reformular
sus propias aportaciones teóricas para adaptarlas a las prácticas turísticas.

El equipamiento turístico de la estación aportó nuevas tipologías arquitectónicas como las escuelas de
vela, pasillos comerciales cubiertos, equipamiento de playa (módulos de sanitarios), restaurantes de playa,
pabellones comerciales y las villages de vacances, consideradas como una alternativa para el alojamiento
popular, etc. Los principales principios urbanos modernos que estructuraron la nueva estación turística
fueron: el orden abierto, la zonificación y el stem78. Una versión en menor escala del stem es la calle


78
Georges Candilis, Alexis Josic y Shadrach Woods intentaron resolver la cuestión del espacio colectivo, que tan poco había interesado a los
fundadores del Movimiento Moderno, a través de la definición de elementos urbanos como la calle-lineal (stem), normalmente acompañada de
megaestructuras verticales y horizontales, que debía actuar como centro urbano. Sus formulaciones tuvieron un ‘eco especial’ a partir de dos
grandes proyectos: Toulouse-Le Mirail y la Universidad Libre de Berlín, en los que pusieron en práctica algunos de estos principios. (Marez,
2015).

131
comercial peatonal (la rue commercial) que concentra las actividades sociales y comerciales en puntos
estratégicos de la ciudad, contribuyendo a la equilibrada distribución de los servicios turísticos y el
equipamiento urbano. Los pabellones comerciales o pasillos cubiertos ubicados en medio de esta calle
son la muestra de una adaptación a las condiciones del clima y a las necesidades específicas del visitante,
como son caminar, socializar y consumir. Marez apunta en una de sus conclusiones que Candilis
reivindica la fuerte influencia de la civilización del ocio en la arquitectura y el urbanismo, afirmando que
era inevitable la incorporación del ocio en la vida cotidiana del hombre.


Fig. 15. Proyecto de villages d’vacances. Candilis, G. & Dreysse, D. Desarrollo turístico de las costas de Languedoc-Rosellón.
Fuente: L’Architecture d’Aujourd’hui, 131, 1967.

De esta forma, cerramos el paréntesis y volvemos a Lefebvre, quien plantea que el espacio social
determinado por el Estado como un centro de decisión, por un lado se instala en la centralidad política; y,
por otro, se especializa, parcelándose. Al mismo tiempo, el espacio se distribuye en periferias
jerarquizadas en relación a los centros que se pulverizan. Así, la colonización, situada anteriormente
como la producción y el consumo industriales, se generaliza. Alrededor de los centros, no hay más que
espacios sometidos, explotados y dependientes, “neo-coloniales”. Esta nueva globalidad descrita por
Lefebvre tiene por significado y propósito: la reproducción de las relaciones sociales, incluso más que el
beneficio inmediato; y el crecimiento de la producción acompañado de una modificación cualitativa
profunda de estas relaciones. Las relaciones de dominación que originalmente se asienta en el
fortalecimiento de las relaciones de explotación, devienen esenciales, centrales. La voluntad de poder
(capacidades de coacción y violencia) pasa por encima del ánimo de lucro y del beneficio, de la búsqueda
de beneficios excesivos. Las leyes económicas y sociales pierden el aspecto físico (natural) descrito por

132
Marx, por tanto ciegas y espontáneas, y se muestran cada vez más estrictas bajo la cubierta contractual (o
sin esta cubierta).

La “estrategia global” aquí detectada sobre el plano teórico, constituye una nueva totalidad cuyos
elementos aparecen a la vez unidos (en el espacio, por la autoridad y la cuantificación) y desunidos (en
ese mismo espacio fragmentado, por la misma autoridad que trae la separación y que separa al unir bajo
su poder). En esta estrategia se halla “lo cotidiano” reducido al consumo programado, excluido de las
oportunidades que permite la técnica; como existe “lo urbano” reducido a migajas alrededor de la
centralidad estatal. Y por último existen las “diferencias” reducidas a lo homogéneo por los poderes
vinculantes (Lefebvre, 1973/2002).

Lefebvre sugiere que si el espacio entero se convierte en un lugar de reproducción (de las relaciones de
producción), puede convertirse también en un lugar de amplia lucha no localizable, difusa (con varios
centros). La estrategia global no puede desaparecer, dice el teórico francés, porque es “rumor y sombra
llena de deseo y expectativa que acompaña la ocupación del mundo por el crecimiento económico, por el
mercado y el Estado (capitalista o socialista)”. Y la “paradoja estratégica”, es que la contestación se
propone seguir como su sombra a la expansión y consolidación de las relaciones sociales de producción
para exponerlas, implicarlas, comprometerlas sin tregua. La consolidación del poder necesita de centros;
debe fijarlos, monumentalizarlos (socialmente), especializarlos (mentalmente); mientras que la
contestación surge bruscamente, aquí o allá, de diversas maneras: de la protesta oral contra tal o cual
aspecto de la sociedad a la huelga, de la guerrilla a la operación vasta y bien preparada. “La negación
creativa crea un centro precario y momentáneo, luego se desplaza, va a otra parte” (Ibíd.:82, Trad. del
A.).

En este contexto, ¿puede decirse que el Poder ha de tener un frente a nivel estratégico? No, porque este
frente del Poder ya no puede definirse como una frontera en el mapa, como una línea de trincheras sobre
el terreno. Lefebvre sugiere que el poder está en todas partes, omnipresente: asignado al ser, y a lo largo
del espacio. Tanto en el discurso cotidiano y en las representaciones banales como en los bastones de la
policía y los blindados del ejército. Tanto en un objeto de arte o en un objeto kitsch como en un misil.
Tanto en el predominio difuso de lo visual y en el ojo, como en la disposición significativa de asientos en
la escuela, en el espectáculo, en el Parlamento. Tanto en las cosas como en los signos de los objetos y los
“objetos-signos”. En todas partes, incluyendo la nada. Así, Lefebvre se pregunta: ¿Dónde reside la
certeza? En que el Poder no depende de la mano firme de ninguno de sus instrumentos; “no es cuestión
del ejército, ni de la policía, sino un asunto de matones, de coroneles o espías que no pueden hacer
huelga, rebelarse, desear el Poder por sí mismos, traicionar al maestro. ¡Tragedia shakesperiana!”,
exclama Lefebvre. Cuanto más se consolida el Poder, más le temen. El Poder ocupa el espacio, y el

133
espacio tiembla debajo suyo. “El veneno de la sospecha, dramática contrapartida del Poder, se destila en
el espacio social entero” (Lefebvre, 1973/2002:83, Trad. del A.).

Los lugares donde el Poder se hace accesible y visible exudan aburrimiento: comisarías de policía,
cuarteles, edificios administrativos. “El Poder agoniza de varias formas, algunas veces por el
aburrimiento, siempre en el aburrimiento. Sin embargo ha extendido su dominio hasta el interior de cada
individuo, hasta el fondo de la conciencia, hasta las topías79 escondidas en los pliegues de la subjetividad”
(Ibíd.). En ese campo del psicoanálisis, Lefebvre explica que el “yo” manda al “mí” y el Ego da órdenes
al ello80, pero se necesitan. Entonces se cuestiona: ¿Cómo no controlar los impulsos, no poner un poco de
orden en sí mismo, para constituirse en persona? Si bien se necesitan, dice, esta necesidad lleva consigo
las “relaciones de poder”; las traslada al lenguaje. Por tanto, la “estructura” actual de la Persona
reproduce a su manera las relaciones sociales, las introduce en las relaciones inmediatas, la familia, el
matrimonio, el sexo, las relaciones entre padres e hijos, en las relaciones entre “superior” e “inferior”; y
solo un minucioso control puede detectar estas actitudes, sin descartarlas81.

Sobre la reproducción de las relaciones sociales de producción al respecto de la región y la


“regionalización” en Francia, Lefebvre explica que al igual que el ocio, la estrategia del espacio se ilustra
en la escala del país. De todos modos esta cuestión se plantea a escala planetaria, dice, allí donde el
Estado centralizado ha querido ocuparse de todos los negocios, de todos los problemas. “En Francia, la
cuestión se plantea en función de un dato histórico, la lucha entre jacobinos y girondinos. Se debe
descentralizar, descongestionar las instituciones gubernamentales. Y en lugar de llevar a cabo con rigor
esta importante reforma revolucionaria, en la medida en que se pone en duda al Estado, se presenta la
operación como una consecuencia de acciones amables para las regiones, sus dignatarios y sus
aspiraciones. De hecho, los proyectos gubernamentales sólo tenían un objetivo: descargarse sobre
organismos locales y regionales de una parte de las responsabilidades, conservando intactos los
mecanismos de poder” (Ibíd. Trad. del A.). En cuanto a la “izquierda”, cada uno sabe que, en general, se
ha negado a esta perspectiva política (jacobina). La descentralización inevitable rezagada, fracasada,
eludida, y Francia se hunden una vez más en su estancamiento, bajo el signo de la “nueva sociedad”,
señala el teórico francés. En cuanto al espacio, es cada vez más visiblemente, el medio y el reto de una
estrategia más y más consciente y perversa, que lo jerarquiza alrededor de Paris en zonas más o menos
favorecidas, destinadas a un gran futuro industrial y urbano, o por el contrario en zonas comprometidas a
declinar (controladas, vigiladas de cerca).


79
Con el sufijo “topías” Lefebvre hace alusión también a las “heterotopías” de M. Foucault, quien acuñaría una serie de conceptos bajo este
término en su conferencia dictada en 1967 en el Cercle de études architecturales, publicada en el artículo “Des espaces autres”, 1984.
80
El “ello” en la teoría del psicoanálisis de Freud, es la parte instintiva de la personalidad humana, que se rige por el principio del placer.
81
Aquí Lefebvre (1973/2014c) pone en valor el psicoanálisis, en vista del mérito que ha tenido de mantenerse alerta y ‘entretenido’, detectando
las intrusiones del orden moral en la vida denominada ‘interior’, consciente e inconsciente.

134
Siguiendo a Lefebvre, destaca que el caso de la arquitectura, aún más significativo, comporta una práctica
específica, parcial y especializada, vinculada a lo cotidiano. Así, el mandato social impone al arquitecto la
realización de espacios que convengan a la sociedad, es decir que “reflejen” sus relaciones
disimulándolas si es posible bajo el decorado, “si no es demasiado caro”, consiguiendo que “la
arquitectura oscile entre el esplendor monumental y el cinismo del hábitat” (Lefebvre, 1973/2002:84,
Trad. del A.). En lo monumental, los préstamos de los estilos pasados y las exhibiciones de tecnicismo82
buscan disimular su sentido y no llegan a mostrarlo: esos son los lugares del Poder, los asientos oficiales,
los lugares donde el Poder se concentra, se refleja en sí, donde baja la mirada y se transparenta. Cuando lo
fálico se une a la política: “la verticalidad simboliza el Poder”, indica Lefebvre. “Transparentes, el metal
y el cristal, el espacio construye las denominadas artimañas del deseo de Poder. En cuanto al hábitat,
Lefebvre insiste que éste entra con tal evidencia en la distribución espacial de la dominación que ni
siquiera requeriría un análisis crítico” (Ibíd.).

El francés aseguraba ya en el “Préface”83 de L’habitat pavillonnaire, estudio meticuloso sobre la vivienda


suburbana en París, publicado en 1966, que desde hace decenas de años, fundamentalmente con Le
Corbusier y sus seguidores, se venía definiendo metódicamente como función y objetivo del ser humano:
aquello de alojarse; dicho de otra manera, detentar un cierto espacio para organizar su vida privada,
individual y familiar; y para designar este conjunto de hechos se habría creado el neologismo del hábitat.
En la obra Contra los tecnócratas (1967/1972c) Lefebvre señalaba: “¡Qué decir de aquello que
oficialmente se denomina “urbanismo” sino que se trata teóricamente, de una ideología y, prácticamente,
de las reglas destinadas a paralizar la construcción de las ciudades donde menos racionalidad hay, bajo la
apariencia de una racionalización técnica” (1967/1972c: 19). Para Lefebvre, ciertamente, lo audaz y
aventurero era reclamar un urbanismo a “escala humana”, es decir a la escala de la aldea, de la parroquia
y del pabellón. “¡Qué inquietante resulta esa expresión, ‘lo humano’! ¡Como si ya se tuviera que combatir
o aprobar otro urbanismo! ¡Como si la megalópolis fuera sobrehumana! Como si no hubiera que
reivindicar contra la ausencia inhumana de un pensamiento urbanístico, un urbanismo a nivel de la
técnica, es decir, de lo humano realizado revolucionariamente, superándose, sin desconocerse por ello”
(Ibíd.: 20).


82
Para ampliar esta crítica ver: Lefebvre, H. (1972c) Contra los tecnócratas. Buenos Aires: Granica; o su 1era (ed.). (1967). Position: contre les
technocrates. Paris: Gonthier.
83
Lefebvre escribiría el Prefacio del informe definitivo de la investigación, en la cual participó desde el ISU durante todo el proceso de
elaboración. Ver: Haumont, N., Haumont, A., Raymond, M-G & Raymond, H. (1966). L’habitat pavillonnaire. Para poner en contexto algunas
ideas del francés en torno al ‘hábitat’ y el urbanismo en ese momento, recordemos que en el gobierno de G. Pompidou (1969-74), bajo el manto
de la ‘tecnocracia’ impuesta por la continuidad del programa gaullista se incluyeron varios postulados como: una nueva calidad en la vida urbana;
la redefinición de la ciudad como un espacio de apropiación, de festival, de juego, de intercambio personal; el apoyo al derecho a la ciudad; un
renovado interés por la centralidad de las calles y las plazas; y el intento por reintroducir las dimensiones colectivas en el espacio urbano (Garnier
& Goldschmidt, 1978). Estas ideas fueron expresadas por Oliver Guichard (Ministro de Planificación y Desarrollo Territorial, 1968-1969;
Ministro de Educación, 1969-1972; Ministro de Equipamiento, Vivienda y Turismo, 1972-1974) a inicios de los años 70s, quien finalmente
condenó los grandes conjuntos urbanos (grands ensembles) a la segregación social por medio del ‘hábitat’ en nombre de la escala humana
(mesure humaine) y el mejoramiento de la calidad de vida.

135
Para acercarnos a la posición de H. Lefebvre respecto de un espacio urbano y un edificio en particular
planificado en aquellos años (el Centre Pompidou para ser exactos) nos situamos en el corazón de París.
Lefebvre vivió en París en la calle Rambuteau, frente al Centre Pompidou (1961-1979). Así pues, nos
confiará en su última década y desde su espacio cotidiano algunos de sus planteamientos (que quedaron
inconclusos) sobre nuevos aportes teóricos para el análisis espacial. De este modo, en Éléments de
rythmanalyse (1992/2015) 84 , Lefebvre sugiere (desde su ventana) varias hipótesis que lograrían
confirmarse o invalidarse en el contacto con las calles de su entorno más inmediato, desde donde el
cuerpo humano (viviente) podría imponer un “orden de grandeza”, y donde, las ventanas, puertas, calles y
fachadas se miden en proporción al tamaño humano. El teórico francés advierte que mientras el cuerpo y
las extremidades se muevan, estas no equivaldrían a signos, a pesar de que arrojen múltiples mensajes; sin
embargo, apunta que podría existir una relación entre estos flujos físicos de los movimientos, los gestos y
la cultura que se muestra a sí misma y grita en el enorme murmullo de las confluencias.

En los pequeños bares en la calle R., las tiendas, son a escala humana, como los transeúntes. En
oposición, las construcciones desean trascender esta escala, dejar atrás las dimensiones
conocidas y también todos los modelos posibles y pasados, conduciendo a los transeúntes a la
exhibición de unos intestinos metálicos y congelados en forma de tuberías solidificadas, y a las
más severas reflexiones. Y al meteorito caído de otro planeta, donde la tecnocracia reina sin
impedimentos (Lefebvre, 1992/2015: 43).


Fig. 16. Centre Pompidou y plaza Georges Pompidou desde la esquina de calle Rambuteau y Saint Martin. Jiménez-Pacheco,
P. (2016, junio).


84
Sería luego de su fallecimiento que aparece una publicación de Lefebvre con alusiones o referencias directas al Centre Pompidou. Hablamos de
su obra póstuma Éléments de rythmanalyse (1992/2015), editada gracias a su amigo y colega René Lourau; y que ha sido únicamente traducida al
inglés bajo el título Rhythmanalysis, space, time and everyday life, que contiene el capítulo denominado “Seen from the Window”, donde el
francés analiza el espacio por el filtro de su ‘orden’ más cercano, el cuerpo, a través de la observación.

136
Siguiendo a Lefebvre, el espacio del “Centre P.” como lo llama, implica o bien lo “absurdo” o lo “súper-
racional”, ya que guardando un secreto o varios secretos, también plantea unos extraños contrastes, como
por ejemplo, la proximidad de un cierto arcaísmo adjuntado a la historia, y al mismo tiempo, el susurro
exhibido de la supra‐modernidad. Lefebvre recuerda que fue el orden político-Estatal el que escribió a
través de esta escena con la “firma de un autor”; y manifiesta que el “tiempo y la edad” que se inscriben
en la puesta en escena del espectáculo del Centre P., y que le dan sentido, no deberían ser olvidados
(Lefebvre, 1992/2015).

De este pequeño salto al futuro, comprendemos mejor el hecho de que Lefebvre en 1971 esté
considerando que el espacio arquitectónico y urbano también contribuye activa y abiertamente a la
reproducción de las relaciones sociales a través de un “espacio programado”, pero como él mismo lo
aclara, no por responder al mandato “social”, sino al de los “promotores” y los “poderes”. Lo extraño,
dice Lefebvre, es que el arquitecto no consigue librarse cuando piensa que crea y quiere crear. Pues bien,
precisamente, pasa a tener los medios para crear: “producir libremente el espacio”, pero para una
demanda distinta a la del mandato social. ¿Por qué esta incapacidad de imaginación y este bloqueo? Sin
duda por una simple y profunda razón –explica Lefebvre: “Durante siglos y siglos, el arquitecto ha
sustraído, aislando por paredes, un espacio de la naturaleza, para luego rellenar este espacio vacío con
símbolos religiosos y políticos, con dispositivos correspondientes al orden establecido… Hoy en día, el
arquitecto debería producir un espacio sustraído como tal de los poderes, apropiado para las relaciones
liberadas de restricciones” (Lefebvre, 1973/2002:84. Trad. del A.). Ahora bien, estas presiones y
limitaciones se realizan en el espacio entero; ellas dan forma, rellenan y producen a su manera un espacio
específico: “homogéneo y fragmentado, visual y polvoriento”. Ni en su práctica, aquella del proyecto o
del diseño, ni en su imaginación, el arquitecto puede librarse a sí mismo. En cuanto a las relaciones
sociales, permanecen atrapadas en las limitaciones, excepto, en casos de rebelión, de protesta, de
revolución. Excluyendo estos casos límite, –el espacio social– dice Lefebvre, sigue siendo el del Poder.
En consecuencia, lo cotidiano tiene el privilegio de llevar el peso más grande. Si el Poder ocupa el
espacio que lo engendra, lo cotidiano es el suelo de ese espacio, por encima del cual se escenifican
grandes arquitecturas de la política y de la sociedad. Esta propiedad de lo cotidiano no le quita su
ambigüedad, como hemos analizado: mezcla de miseria y riqueza (Lefebvre, 1973/2002).

En esta dirección, Lefebvre plantea que la reproducción de relaciones de producción se expande,


reproduciéndolas en las contradicciones fundamentales, entre ellas, las contradicciones del espacio. La
más extraordinaria sería aquella que emerge poco a poco: “el cuerpo, miembro por derecho propio de este
espacio, oponiéndose a él”. ¿Por qué? Debido a que “no se deja desmembrar sin protestar, dividirse en
fragmentos, privarse de ritmos, reducir a necesidades catalogadas, a imágenes, a especulaciones”.

137
Irreductible y subversivo en el seno del espacio y del discurso de los Poderes, el cuerpo rechaza
la reproducción de las relaciones que lo abruman y lo privan. ¿Qué más vulnerable, más fácil de
torturar, que la realidad de un cuerpo? ¿Qué más resistente? No sabemos de qué es capaz el
cuerpo [Spinoza85]. Base de las necesidades y del deseo como de las representaciones y los
conceptos, sujeto y objeto filosóficos, más y mejor, base de toda praxis y de toda reproducción, el
cuerpo humano resiste a la reproducción de las relaciones opresivas. Si no es frontalmente, es de
manera indirecta (Ibíd.:85. Trad. del A.).

De este modo, el “cuerpo social” está presente: cotidiano, en sí mismo carnal y terrenal, vulnerable, sin
duda, pero imposible de destruir sin masacrar; “él es el recurso, el rescate, y no el Logos o lo humano”…
Y así, Lefebvre establece el vínculo entre lo cotidiano, el espacio del cuerpo y el cuerpo, mostrando cómo
su vulnerabilidad le confiere un privilegio, no sólo de ser testigo de cargo, sino terreno de defensa y
ataque. Al final de su artículo, Lefebvre en tono lapidario y profundamente escéptico, confirma que la
consecuencia de la reproducción de las relaciones sociales de producción capitalista se encuentra en la
obsolescencia del saber así como de las sociedades. “Pues a partir de ellas se ha erigido la dictadura de un
saber puro, por tanto fetichizado, con aquella dictadura del Ojo y del Phallus, del Poder que se encarna en
una espacialidad específica, una dictadura de la Verdad que colapsa por desmoronamiento. Entonces
quizás, sobre el suelo descubierto pueda construirse una arquitectura mental y social apropiada” (Ibíd.:86.
Trad. del A.).


85
Spinoza, B. (2004). Del origen y naturaleza de los afectos, (Parte tercera), en: Ética demostrada según el orden geométrico. [Proposición II].

138
2.3. La tríada Hegel-Marx-Nietzsche en el proyecto del espacio lefebvriano

… el capullo desaparece al abrirse la flor, y podría decirse que aquél es refutado por ésta; del
mismo modo que el fruto hace aparecer la flor como un falso ser allí de la planta, mostrándose
como la verdad de ésta en vez de aquélla. Estas formas no sólo se distinguen entre sí, sino que se
eliminan las unas a las otras como incompatibles. Pero, en su fluir, constituyen al mismo tiempo
otros tantos momentos de una unidad orgánica en la que lejos de contradecirse son todos
igualmente necesarios, y esta igual necesidad es cabalmente lo que constituye la vida del todo.
(Hegel, 1807: “La verdad como sistema científico”, en: Fenomenología del espíritu).

En La fin de l’histoire86 (1970), Lefebvre busca dominar tres disciplinas como la filosofía, la sociología y
la historia para someterlas a una dialéctica entre las doctrinas de Hegel, Marx y Nietzsche. Su objetivo
fundamental es cotejarlas con el historicismo y la historicidad, concepto que explota Lefebvre como una
“tesis definida por su fin”. De esta forma, partimos de una breve descripción lefebvriana del pensamiento
de los tres autores, para profundizar en sus ideas en torno al fin de la historia y la historicidad. En el
primer capítulo del libro, Lefebvre enuncia brevemente los aspectos más generales del pensamiento sobre
la historia de cada uno de los personajes de la tríada. Creemos oportuno exponerlos, viniendo de la voz
de Lefebvre, y para situar a los autores en contexto, de cara a los dos apartados que prosiguen.

Según Lefebvre, Hegel piensa en términos de Estado y durante el siglo XX permanece como el pensador
del Estado por excelencia. Él ha querido fundarlo teóricamente, consolidarlo prácticamente, llevarlo a su
término histórico-socio-lógico; para Lefebvre, en Hegel, la potencia y la cohesión del Estado devienen de
sus criterios de apreciación política, de sus elementos y estructuras; comprendido en ello, el
conocimiento, la autoconciencia y la cultura. El uso de la autoridad y tal vez el abuso, todo esto se
legitima en nombre de la razón de Estado, como forma superior y definitiva de la razón. Avanzando con
Marx, se piensa en términos de sociedad, dice Lefebvre. Lo social, más concreto y más racional que lo
político, es constitutivo de “lo humano”. Así, las relaciones sociales se transforman siguiendo una línea
ascendente: la historia. El desarrollo supera los obstáculos, los destruye o los atraviesa en un tiempo
histórico, continuo y discontinuo a la vez. Para Marx –señala el teórico francés– el Estado es un
instrumento de crecimiento (implicando un obstáculo para el desarrollo social) que desaparece en el curso
de una transformación decisiva, de una crisis radical. En el pensamiento de Marx, esta mutación provoca
que las relaciones de producción elaboradas (relaciones de propiedad) y codificadas (relaciones jurídicas
y contractuales que tiene por fundamento la propiedad privada) se enriquezcan, se liberen de sus
limitaciones. De esta forma, dice Lefebvre, la sociedad absorbe y reabsorbe por una parte lo económico,
por otra, lo político; marcada así por su carácter esencial. Y esto será esencial también del proceso
histórico, de la historicidad.


86
Traducida únicamente al español con el título La violencia y el fin de la historia (1era. ed. 1970, Editions de Minuit; Trad. 1973f, Ediciones
Siglo XX).

139
Por último, Lefebvre plantea que Nietzsche piensa en términos de civilización; para el filósofo alemán
esta noción engloba y contradice la de cultura. En este sentido, no sólo hay diferencia entre civilizaciones,
sino jerarquías. Algunas son superiores a las otras, porque son creadoras de nuevas diferencias. Además –
explica Lefebvre– que en Nietzsche toda civilización posee una jerarquía interior: evaluaciones, que dan
sentido a los actos, a las cosas, a la gente, y los alinean según cierto orden, el cual no coincide con el
orden oficial. Por tanto, una gran civilización crea un estilo (un arte de vivir, más que una cultura)… que
nace aquí o allá, que tiene una genealogía, pero no depende de una historia en la misma medida que
cuando hay creación (Lefebvre, 1970/1973f).

En un segundo momento, en su obra Hegel, Marx, Nietzsche ou le royaume des ombres 87 (1975),
Lefebvre continúa su análisis de los tres autores, con la idea que cada una de sus doctrinas ha captado
algo del mundo moderno, “algo a punto de formarse”, y en tanto que han logrado una coherencia (el
hegelianismo, el marxismo y el nietzscheanismo), han declarado que lo captaban, y mediante esta
declaración han contribuido a lo que desde el fin del siglo XIX se ha formado para llegar al siglo XX y
atravesarlo. De suerte que la confrontación de la tres obras eminentes de estos autores pasa por un tamiz:
“la modernidad que ellas aclaran y que les aclara” (Lefebvre, 1975/1988:4). De este modo, a partir de la
noción de las “tríadas”, se explican los “dosieres” de cada uno de los personajes, sus proposiciones y
contribuciones, sus conflictos y peligros, las contradicciones de sus críticos interesados, etc. Lefebvre, en
este segundo momento (1975), es consiente de su proyecto más amplio, el de la producción del espacio
social, nutriéndose eficazmente a través de la dialéctica entre los autores.

2.3.1. El fin de la historia y la historicidad

¿El fin de la historia?... ¿cómo puede tener final la historia? Siempre habrá acontecimientos, siempre
ocurrirá algo… El tiempo no puede terminar. Este pretendido “silogismo”, explica Lefebvre, formulación
del sentido común, oscurece la problemática fundamental: 1. El término “historia” sólo designa una
sucesión de acontecimientos sin vínculo racional, los hechos sin concatenación. Así, todo es histórico o
parece que lo fuera. 2. Podemos tratar de definir la historia por el tiempo histórico, y a la vez, es una
definición “implícita y vulgar”; que se reduce a una “tautología”. El francés sugiere que todos podemos
verificar que en la realidad hay tiempos múltiples (físico, biológico, social, cíclicos, lineales). Que
“naturalmente” se privilegie uno u otro de esos tiempos, el fisiológico o el cotidiano, es una evidencia
frecuente. En tal caso, Lefebvre considera que el pensamiento teórico debería liberarse de tal evidencia.


87
Obra hasta el momento traducida únicamente al español en repetidas ocasiones (1era. ed. 1975; Trad. 8va. ed. 1988).

140
Si el historiador construye el tiempo histórico como objeto según un modelo que asume y postula,
y si ese tiempo no fuera fundamental, se reduce a una ficción o a una lógica abstracta. ¿Se
concederá que la historia no se define; que hace falta admitir una realidad o una verdad exacta
de lo histórico? ¿Acaso lo que aún designamos como ‘historia’ siempre está unido al ‘golpe por
golpe’? Esta hipótesis niega simultáneamente la historia como realidad y como verdad, ella
remite a la historicidad como objeto de conocimiento científico aunque permita una interesante
revisión de las representaciones sistematizadas que conciernen al pasado (Lefebvre, 1970/1973f:
13).

La tesis sobre la historia que formula Lefebvre en su obra, es que la historia no se define sino por un
“fin”; de tal modo, que ella tiene únicamente una “orientación, un término”. Por tanto, la expresión “fin
de la historia” no sólo tiene un sentido –señala el francés– sino que fuera de ese sentido, la historia no se
define y carece del mismo. “Sólo el fin permite concebir la historicidad sin la cual no es historia sino
caos” (Ibíd.:14).

Fin de la historia e historicidad en Hegel 88

Lefebvre plantea que en Hegel, la inminencia de la muerte y la conciencia de la muerte se mezclan, por
una parte, con el sujeto, y por otra, con el Sistema; y juntos se dirigen con el mismo paso hacia la
realización, es decir, la consumación de los tiempos. Finalmente el Estado en su plenitud, ya a la vejez, en
su “perfecta y crepuscular sabiduría” tiene algo análogo en lo profundo: el cuarto momento de la historia
universal, comparado con las edades de los hombres, que correspondería a la vejez, en la cual, la vejez
natural es debilidad, pero la vejez del espíritu es la madurez perfecta89. El Espíritu ha “producido su
obra”: las oposiciones y conflictos, sobre todo aquellos entre la Iglesia y el Estado, han desaparecido; el
Espíritu adaptándose a la realidad la ha constituido en existencia orgánica. “El Estado no es ya inferior a
la Iglesia y no está subordinado a ella; ésta no conserva más privilegios y el Espíritu ya no es extraño para
el Estado. La libertad ha encontrado el medio propio para realizar tanto su concepto como su verdad. Es
el fin de la historia universal…” (Hegel, 1830/2004:s.pp.). Lefebvre indica que el pensamiento hegeliano
es una reflexión sobre el agotamiento (aniquilamiento) del ser; en Hegel, el impulso creador, el deseo, la
práctica histórica, la lucha a muerte –todos ellos tienen límites– señala. La revolución crea y pone en el
mundo el Estado moderno con su apoyo social y político, la nación, la clase media, la burocracia racional;
y para Hegel, esa revolución ha terminado. Según Lefebvre, una vez establecidas estas formas, para
Hegel no hay más que conservar ni comentar filosóficamente; de ese modo, en Hegel, contemplar el
producto de la historicidad es el fin, ante lo cual, Lefebvre se anticiparía en decir: “El Estado, producto
del tiempo dispone del espacio” (Lefebvre, 1970/1973f: 28).


88
Para ampliar el contexto en lo tratado por Lefebvre, ver: Kojève, A. (2007). La concepción de la antropología y del ateísmo en Hegel. Buenos
Aires: Leviatán; y Kojève, A. (2010). La dialéctica de lo real y la idea de la muerte en Hegel. Buenos Aires: Leviatán.
89
Hegel, (1830/2004). Lecciones sobre la filosofía de la historia universal. Introducción general. Madrid: Alianza.

141
Sobre Hegel y la historicidad, Lefebvre plantea que la historia se define. Y en toda definición y en esta en
particular, existe un fin, con tres características: – “finitud”, es decir determinación y limitación del
proceso, definición de hitos inherentes a las condiciones de las que nace en el movimiento; – “finalidad”,
esto es, orientación, sentido (doble: objetivo y/o subjetivo), destinación o destino anunciado, devenir
previsible y no obstante sorprendente, en resumen, inteligibilidad bajo las contingencias superficiales; –
“finiquitación”, es decir, realización, perfección, según el modelo, el Arte (conforme con la “naturaleza”
o con la “esencia” de la cosa; en consecuencia, formas adecuadas a su contenido). Estos tres aspectos,
dice Lefebvre, igualmente necesarios y racionales (necesarios para la razón y según la razón) son
inseparables. Nada de realización, ni perfección, sin la finitud que deplora el romanticismo. Nada de
finalidad sin la orientación (sentido) inherente al devenir creador, que fija sus objetivos, conscientes o
inconscientes.


Fin de la historia e historicidad en Marx

Tanto para Marx como para Hegel, la historicidad proviene de la capacidad ‘propedéutica’ del
saber, introducción de la vida práctica y social, en la totalidad. ‘El Hombre’ que carezca de
historia perderá su calidad de hombre. Retrocederá hacia el naturalismo abstracto (animalidad).
Por encima de los dos términos (la historicidad como práctica y creaciones reales, la historia
como conocimiento racional) existe pues el tercero que consiste en la conciencia histórica, tan
importante como los otros, uniéndolos en la acción y la ‘cultura’ (Lefebvre, 1970/1973f: 49).

Partamos de lo más elemental, que la historia, según Marx, la hacen las “clases”; porque las luchas de los
pueblos, sus grandes acciones van y vienen “sin ley interna dando lugar a peripecias, no a una historia”.
Lefebvre nos recuerda que en Marx, la historia hecha por las clases, la hace en primer término la
burguesía y luego o en la “actualidad” la clase obrera. De ese modo, en Marx no existe historia, y por
consiguiente inteligibilidad y transparencia, sino en la medida en que interviene la clase obrera. Según el
teórico francés, en Marx, la historia es el “agente, el sujeto que puede unir en sí el conocimiento, la
voluntad y la utilización de las contingencias como determinismos” (Lefebvre, 1970/1973f: 44).

En Marx, dice el francés, lo que llamamos historia concluye con una revolución total (aún si las fases y
los momentos de esta revolución se suceden el tiempo). La historia aparece entonces, en esta perspectiva,
como “prehistoria”. Lefebvre se cuestiona, sobre si tal vez esta prehistoria debiera llamarse “historia
natural de la humanidad”, designando así el período durante el cual el ser genérico, “el hombre”, lucha en
su seno contra la naturaleza, sin desprenderse de ella, sin someter la materia. En consecuencia, Lefebvre
propone que en Marx la historia propiamente dicha sería lo “humano”, crecimiento y desarrollo social,
cuyo doble aspecto definiría la historicidad. Y esa historia termina, por cuanto que se desenvuelve en el

142
azar, mientras el hombre duda, atormentado por determinismos que desconoce y no domina. Asimismo,
en Marx, la “poshistoria”90 podría considerarse que es la “historicidad realizada”.

¿Qué quiere expresar Marx cuando declara en 1845 (La ideología alemana) que no conoce más que una
ciencia, la historia? Esta afirmación parece muy clara, señala Lefebvre, pero el contexto muestra que el
pensamiento de Marx no sale de una ambigüedad. En esta obra, él caracteriza la historia bien por la
acción humana orientada hacia un objetivo (finalidad), o simplemente por la sucesión de las generaciones
humanas (poniendo el acento en la finitud y no en la finalidad). Marx quiere significar que existe una
realidad, la historia, obra de una práctica política, a saber la revolución; esta realidad producida por la
acción a su vez produce un conocimiento; por tanto, indica Lefebvre, en Marx no hay historia sin
historicidad. La fórmula de 1845, según Lefebvre, sobre la primacía absoluta de la historia y la posición
teórica de los escritos de ese período son claros; pero esta posición no ha sido sostenida por mucho
tiempo, ya que “Marx sabe que mantiene simultáneamente el carácter histórico de las leyes económicas y
su carácter de leyes naturales”; así reúne naturalidad e historicidad en el materialismo histórico. Así,
plantea Lefebvre, que esta reunión anunciada y preparada en el período precedente, que parte de Hegel
(historicidad) y de Feuerbach (naturalismo), toma en El capital una amplitud y una importancia mayores,
articulando la ciencia con la superación (la realización) de la filosofía.

De esta forma, el concepto de “historicidad”, señala Lefebvre, aparece en toda su plenitud. Primero para
Hegel, después para Marx, la historia no sólo consiste en una interpretación o en una explicación del
tiempo, en un conjunto de hechos racionalmente encadenados según relaciones de causa y efecto, ni es un
discurso, ni un simple objeto de conocimiento que plantea algunos problemas epistemológicos; sino que,
la “historia”, su término designa “la mayéutica general del ser humano”, su formación, nacimiento y
crecimiento, su educación por la madre Naturaleza, por sus producciones y productos propios, por sus
luchas; así, el individuo tiene una historia, al igual que cada una de sus aptitudes, facultades y relaciones,
se definen y se piensan históricamente.







90
A partir de la sección “Vida y muerte de la historia según Hegel” que plantea Lefebvre (1970/1973f), en la cual revisa el aparato conceptual
hegeliano de la historia, el francés sugiere que existe una prehistoria, luego historia y poshistoria. Los elementos de la historia nacen y aparecen
en el curso de la prehistoria, (la razón y el lenguaje, el trabajo organizado y los oficios, la familia y la ciudad, etc.). La historia (historicidad) no
agrega nada a esos elementos preexistentes. Y sin embargo, les agrega todo: en realidad un todo real y racional a la vez. Después de lo cual, el
tiempo incierto se termina y llega la poshistoria. Para Hegel, –dice Lefebvre– la totalidad no es filosófica sino porque es histórica (práctica y
real). Aprovechamos la idea de la poshistoria de Lefebvre pensada en Hegel y Marx, para confrontar con las tesis de Francis Fukuyama sobre el
fin de la historia. De la revisión de sus textos: ¿El fin de la historia? (1989) y Entrando en la poshistoria (1990), consideramos que es posible
ubicar al estadounidense-japonés mucho más cerca del aparato conceptual hegeliano. Sin embargo, también es posible decir que el mundo
relativamente estable que plantea Fukuyama a inicios de los 90s para la situación poshistórica es conservador e idealista, mucho más, pensando
en la realidad actual. Finalmente sospechamos que sus planteamientos sugieren la apología de una ideología (neoliberal) en particular.

143
Fin de la historia e historicidad en Nietzsche 91

Lefebvre describe el fin de la historia nietzscheano como el fin de la “historia como apariencia” y el fin
de la “filosofía como legitimación de la apariencia”, esto permitiría la revelación del “ser”, es decir, de lo
posible y de los diferentes posibles. Lo que un día conduciría a una temporalidad ligada al amor y/o a la
muerte, al juego, y/o al deseo, a la poesía y a la gravedad del pensamiento. En ese contexto, está la
“historicidad” de Nietzsche, muy distinta de la de los historiadores puesto que está vinculada con la
percepción afinada de las diferencias. Los historiadores –dice Lefebvre– siguiendo a Nietzsche, reducen
las diferencias persiguiendo “analogías”, mientras que los filósofos las reducen reuniéndolas en
“tautologías”. Nada tan grosero como esas reducciones. “Este ‘ser’ temporal desmentido por la filosofía y
desconocido por la historia no tendría ya nada en común con el ‘naturalismo’, residuo de la filosofía y la
moral, ni con la ‘realidad’ de los sabios” (Lefebvre, 1970/1973f: 83).

Así, en Nietzsche, sucede a la historia una “no-historia”. Es una sucesión, en que la no-historia hereda
luego de la muerte o del suicidio de la historia92. A la verdad de la historia, que pretendía explicitar el
“sentido” y no ha expresado más que el “no sentido”, sucede la verdad de la no-historia y su sentido.
Eventualmente una “no verdad”, pero no desprovista de sentido. El francés, va más allá en Nietzsche para
aclarar la falsedad de la historia; utilizando la expresión dios ha muerto indica que uno de los sentidos de
esas palabras: el Cristianismo, con su dios que muere en la cruz, no tiene otro valor y sentido que esta
proclamación de la muerte (del dios, del dios hombre, de la vida, del mundo) –el Cristianismo ha ocultado
ese sentido– dice.

De allí que se hayan sucedido veinte siglos de nihilismo disimulado… de falsa historia… Pues el
Cristianismo no ha creado nada. Ha devorado las creaciones de Grecia y Roma. La religión
cristiana no nació bajo el signo de la creación, en una región y un período creadores. A
diferencia quizá, de las religiones orientales. De allí veinte siglos de no creación bajo el manto
de la historia, de la historicidad imaginariamente creadora... (Ibíd.:83).

Lefebvre se esfuerza en una cuidadosa revisión de las Consideraciones Intempestivas93 de Nietzsche, en
las que el alemán provocaba a sus contemporáneos; desafiándolos, en ese momento fuera de su
comunidad (de su propia nacionalidad, de su propia cultura), ubicándose fuera del tiempo histórico. En la
primera (1873), explica Lefebvre, que Nietzsche se enfrenta con los “filisteos cultivados” representados


91
Para ampliar los argumentos de Lefebvre sobre Nietzsche, ver su obra titulada: Nietzsche, publicada en Paris por Éditions sociales
internationales, en 1939. Traducido al español en 1972 por el Fondo de Cultura Económica (FCE), México. “El Nietzsche de Lefebvre fue un
esfuerzo que, como el que había emprendido Ernst Bloch años atrás, estaba destinado a rescatar a Nietzsche de la falsificación totalitaria,
librándolo tanto de la adulación farisea del nazismo como de la condena del marxismo oficial. En el Nietzsche de Henri Lefebvre la aventura del
filósofo alemán aparece como apuesta compleja y axial del pensamiento moderno contra sus fuentes y sus obsesiones: la Grecia dionisiaca, el
alma romántica, la ansiedad católica y el advenimiento del siglo XX” (FCE).
92
Lefebvre explica en su idea sobre la autodestrucción de la historia, que Nietzsche comprueba el deceso de la historia por suicidio
(autodestrucción). Esa comprobación libera (de acuerdo a Lefebvre en Nietzsche) un grado de libertad que acaba de nacer con la muerte del
‘homo historicus’. “Ya no nos sentiremos solidarios con un pasado, responsables de un destino, culpables de no se sabe qué más, obligados a
justificarnos ante la historia. Ya no nos consideraremos ‘hombres históricos’ ni tomaremos en serio a los que actúan entre bambalinas en el teatro
del mundo: dominantes y dominados” (Lefebvre, 1970/1973f: 89).
93
La primera publicada en 1873 (Unzeitmüssige Betrachtungen) se traduce unas veces por Intempestivas, otras por Consideraciones inactuales.
El título alemán dice textualmente Consideraciones intemporales (Ref. en Lefebvre, 1973f).

144
por el viejo hegeliano “de izquierda” David Strauss. En la segunda atacaría directamente a la historia y ya
no al historiador. En este punto, Lefebvre (1970) muestra la ironía dialéctica que revelaba Nietzsche, ya
que aparecían dos aspectos de la historia (la historicidad, Geschichte, y el conocimiento del devenir:
Historie). La coincidencia entre estos dos aspectos postulados por Hegel, aceptados por Marx, no es
evidente. Según Nietzsche, hay conflicto –dice el teórico francés.

La historia o más bien la historicidad, lleva en sí misma su ley: hace nacer la historia como
conocimiento, y ese es su fin. ‘Un fenómeno histórico pura y completamente conocido, reducido
(aufgelöst) a un fenómeno de conocimiento, está muerto para el que lo haya conocido’. ¿La
historia concebida como ciencia suprema, saber absoluto? Eso sería el suicidio de la especie
humana (Lefebvre, 1970/1973f: 73).

La dialéctica nietzscheana trastoca a su manera el hegelianismo, vuelve contra Hegel la tesis hegeliana de
la finitud. La historicidad y el conocimiento histórico no escapan a la ironía, mientras que para Hegel
había superación del infinito malo en la realización de lo finito. La finitud históricamente pensada
deviene teoría del agotamiento, y por consiguiente de la decadencia. La noción de superación persiste,
pero se modifica profundamente; ya no se trata de superar por la historia un momento histórico, sino
superar (sobrepasar) el nihilismo que proviene de lo que la historia no ha superado. De tal manera, dice
Lefebvre, en Nietzsche la historia y la historicidad serán abolidas. “La Überwinden nietzscheana difiere
del Aufheben hegeliano-marxista” (Ibídem:74).

Según Lefebvre, el valor de Nietzsche, desde las Intempestivas, no consiste en que proteste de una
manera anarquizante contra los abusos del poder. Su pensamiento va más allá; Nietzsche no impugna sólo
el ser político del Estado, sino la politización de lo real, de la cultura, del pensamiento y de la vida. Y no
sólo porque esta politización, tendenciosa, desafortunada, deforme las informaciones, trastrueque el saber,
niegue la verdad, sino también porque tapona la vía de lo posible, cerrando las aberturas. Toda política,
en tanto que Realpolitik por los medios y los fines, no puede salirse de lo real, de lo cumplido, señala el
teórico francés.

Era nuestra preocupación la extensión de un componente complementario (a la cuestión del espacio) en la


epistemología lefebvriana (quizás innecesariamente), y aunque en realidad no abordamos en profundidad
su obra sobre el fin de la historia, creemos haber esclarecido lo sustancial de su análisis para comprender
mejor a la tríada que forma parte sustancial de su itinerario. Cabe decir, siguiendo a Lefebvre, que la
historicidad (no el historicismo), definida primero por Hegel, luego por Marx, no escapa a ciertas
contradicciones. “En otros términos, la teoría de las contradicciones en el devenir y del devenir
contradictorio no llega a formularse, dominando las contradicciones. Si esta teoría deviniera lógicamente
coherente sin dejar de involucrarlas, en tanto las expone [como] contradicciones concretas, muchas
dificultades desaparecerían” (1970/1973f: 93).

145
2.3.2. El fruto del tiempo y lo posible se extienden en el espacio

En Hegel, Marx, Nietzsche (o el reino de las sombras) Lefebvre (1975) plantea la hipótesis de que el
mundo moderno es hegeliano, marxista y nietzscheano. Y que no es necesario escoger o encomendarse a
uno o a otro, sino mantener en el pensamiento simultáneamente los tres momentos. “Con el Estado
moderno termina el tiempo histórico, y el fruto del tiempo se extiende (se actualiza de presencia total) en
el espacio…” (Lefebvre, 1975/1988:11).

Lefebvre expone (a partir de la introducción de la paradoja de la repetición de Kierkegaard y la puesta en


primer plano de lo repetitivo 94 por Nietzsche en la poesía, la música y el teatro), “la teoría de la
repetición”, en la que se demuestra que “no hay repetición sin diferencia y no hay diferencia sin
repetición”. Una repetición engendra una diferencia, lo repetitivo engendra “lo diferencial”, y al
contrario, lo diferencial se produce por la repetición en el transcurso de un tiempo específico. Lo
repetitivo se desdobla a su vez en “lineal” y “cíclico”. El cuerpo vivo tiene un doble carácter debido a “lo
cíclico” que es el “ritmo”, los ritmos del cuerpo vivo. Quien dice ritmo, dice repetición; y “lo lineal”, que
es lo informacional, relacional, situacional, son los mensajes lineales, códigos y descodificaciones. En
esta relación planteada entre diferencia y repetición se explican las diferencias “mayor” y “menor”. De
este modo, Lefebvre señala que una diferencia menor, con el menor contenido, “tiene el mínimo de
residuo en la repetición”, es transparente (lo finito). “el saber se basa en la menor diferencia”. Mientras
que, en la diferencia mayor, de operación en operación, de repetición en repetición se realiza un infinito.
“Entre los número infinitos hay diferencias máximas”. Entonces, la mayor diferencia es infinito-finito y el
arte se basaría en las diferencias máximas (Lefebvre, 1975/1988).

En el análisis crítico de la vida cotidiana, Lefebvre observa la interferencia de las repeticiones cíclicas
(las horas, los días, las noches, las semanas, los meses, las estaciones, las necesidades) y las repeticiones
lineales (los gestos y actos del trabajo, de la vida familiar, de las relaciones sociales). También el análisis
de los fenómenos económicos y de la reproducción de las relaciones sociales de producción, la cual pone
sus esperanzas en lo repetitivo. Si todo se repite, dice, las relaciones se prorrogan automáticamente.
Lefebvre considera que “todo inclina hacia la reproducción, hacia la repetición cuantificada; y también
todo reclama lo nuevo, la brecha, el salto cualitativo hacia adelante, que no llega” (Lefebvre,
1975/1988:252). En este sentido, en su análisis nos muestra a Hegel como el enemigo al que no se puede
combatir más que con sus propias armas… El Estado. Allí, Marx ofrece la única esperanza, la única
posibilidad de abrir una brecha a través de la dura realidad de lo cumplido; pero “¿quién abre la vía de lo

94
Lefebvre indica que el estudio de la repetición es para Nietzsche su punto de partida, el fundamento. La repetición no se sitúa aquí o en otra
parte, en tal o cual dominio limitado. Ella cubre la extensión de la experiencia, de lo real a lo racional, sin establecer por ello su coincidencia.
Tanto concierne a la lógica y a las matemáticas como a la estética y a la moral, la física y la teoría llamada ‘filosófica’ del conocimiento, el
pensamiento abstracto y el práctico, etc. El estudio de la repetición descubre una Totalidad: que no coincide con la totalidad hegeliana. En lo
sucesivo el devenir, el fluir heraclíteo, tiene su ley y su transparencia, que no es la de la nada, opuesta a la opacidad de la cosa: (abismo de luz).
EI devenir cesa de ser oscuro, atravesado por la luz del Retorno. ‘Lo Mismo y lo Otro’, este viejo enigma de la filosofía ha encontrado su
palabra: la identidad de lo Mismo y de lo Otro en su diferencia; su diferencia en su identidad. (Lefebvre, 1970/1973f: 86).

146
posible? ¿Quién desbroza el camino del futuro? El trabajo y los trabajadores” (Ibíd.:281). Entonces, Marx
designa la “posibilidad objetiva” de una brecha: posibilidad social y política que sólo una clase
revolucionaria puede llevar a la práctica. Y Nietzsche, revela la “posibilidad subjetiva” de una brecha,
desplegando la adhesión al presente, en un cuerpo, “el sí a la vida”.

A partir de este análisis, Lefebvre mantiene despierta la idea de la doble brecha, abierta a través de la
política y la crítica de la política, para superarla como tal; abierta a través de la poesía, el eros, el símbolo
y lo imaginario; a través del rechazo a la alienación y la cooptación del presente. Concluyendo el teórico
francés que la brecha y vía objetiva de lo posible (socio-económica), y la brecha y vía subjetiva (poética)
se encuentran en el espacio. Así, como, en el espacio se inscriben y se realizan las diferencias, de la
menor a la mayor… “a pesar de ser pacificado por las iniciativas”, el espacio se convierte en lugar y
medio de las diferencias; en consecuencia, la adversidad de los conflictos y la del espacio tienden a
coincidir para todo aquel que intenta abrir su brecha objetiva o subjetiva.

El proyecto del espacio lefebvriano, a la luz de Hegel, Marx y Nietzsche, fue pensado como una obra de
escala planetaria, de una doble actividad productora y creadora (estética y material). El cual implica
“…una superación de envergadura mundial que derrama en lo superado los frutos muertos del tiempo
histórico… una experiencia concreta, vinculada a la práctica y a la totalidad de lo posible según el
pensamiento más radical de Marx, vinculada también a la restitución total de lo sensible y del cuerpo
según la poesía nietzscheana… este proyecto arroja a la nada de los frutos muertos el espacio hegeliano,
obra del Estado donde se instala y se expone. Así el espacio, obra-producto de la especie humana sale de
la sombra, como el planeta de un eclipse” (Lefebvre, 1975/1988:219). De este modo, vemos como se
revela un espacio de triple fundamento. Por un lado, planetario, consumado, contradictorio y repetitivo; al
mismo tiempo, capaz de producir y soportar nuevas relaciones sociales (como las autogestionarias95, por
ejemplo) y nuevas diferencias objetivas que abran la posibilidad social y política para que una clase
revolucionaria pueda llevarlas a cabo. Por último, que sea capaz de inspirar una práctica poética creadora
de diferencias subjetivas por la vía del arte y la apropiación del cuerpo.












95
Para profundizar en los conceptos sobre autogestión en la epistemología lefebvriana y su análisis, ver: Lefebvre, H. (1968/1970a) La
revolución de hoy, de Nanterre para arriba. México: Extemporáneos.

147



148
2.4. El goce (la jouissance) en el espacio

Vers une architecture de la jouissance (Manuscrito de 1973), es una pieza fundamental en la


epistemología del espacio social lefebvriano dirigida hacia la producción del espacio radical humano.
Esta pieza poco conocida de Lefebvre tiene para nosotros el valor de alentarnos a una aproximación a la
cuestión arquitectónica como práctica poética capaz de transfigurar lo cotidiano, transformando los
residuos dejados por el conocimiento, sin más supuestos que la capacidad de captar la experiencia vivida
en sí misma, con el fin de superarla. Para captar así el espacio, el planteamiento crucial que se hace el
teórico francés es que si el espacio fuera capaz de hablar y hacer lo que dice, ¿es el ser humano, presente
en un lugar, el que recibe el mensaje de aquel espacio acorde a su significado? Por el contrario, ¿no
sería el espacio que recibe el mensaje perpetuamente confundido del ser humano en busca de la vida y la
verdad, y que se refleja de nuevo sobre él, o lo restaura clarificado e intensificado? ¿Qué significa el
término “belleza” si no es tal interacción, tal efecto? A partir del análisis que realiza Lefebvre desde
diversas áreas disciplinarias sobre la arquitectura y el efecto arquitectónico, pretendemos ordenar las
ideas que mejor expresen los fundamentos lefebvrianos para lo que denominamos una “arquitectura del
goce”.


Fig. 17. My balloon. Niños de la minoría étnica H’Mong juegan con sus globos en un día de niebla en Moc Chau, provincia de Ha
Giang, Vietnam. Foto: Vo Anh Kiet. (2012, enero). Fuente: National Geographic, 2013.

Este sería el único libro pensado en la arquitectura escrito por Henri Lefebvre, en el que la arquitectura
recibe “aparentemente” un trato marginal, pero que evidencia la presencia de un proyecto
transdisciplinario a la búsqueda de un espacio con características nuevas. En 2008, gracias a la
investigación de Lukasz Stanek se produjo el rescate del manuscrito original de Vers une architecture de

149
la jouissance96, del archivo personal de Mario Gaviria97 en el pueblo de Cortes (Navarra). El manuscrito,
transcrito originalmente en castellano, vio la luz en lengua inglesa en el año 2014 bajo el título Towards
an architecture of enjoyment. Nuestro punto de partida es considerar la propuesta de Lefebvre dentro de
un proyecto más amplio que designa el “espacio del goce”, revelándolo al desbordar la idea del espacio
arquitectónico reducido al espacio formal, funcional o estructural, desbordando la disciplina de la
arquitectura. Igualmente, este reciente hallazgo en su obra, nos permite introducir un concepto original –
desarrollado en 1973– en la teoría del espacio social lefebvriano. Concepto capital de la dimensión
subjetiva del espacio social y que ha pasado desapercibido por los investigadores de la obra de Lefebvre
(quienes siguieron y siguen su tradición) en particular, así como de los teóricos del espacio urbano en
general.

En el proceso de revisión del texto, hemos puesto principal atención en tres secciones del libro98:
“Architecture”, “Psychology and Psychoanalysis”, y “Conclusions (injunctions)” por la relevancia teórica
que adopta la noción de la jouissance en estas partes; siendo, a nuestro entender los capítulos que mejor
traducen la categoría del goce en el espacio. La palabra jouissance, como explica R. Bononno (traductor
al inglés del manuscrito original, y que usa la palabra enjoyment), es un término acuñado desde el
psicoanálisis de J. Lacan, en tal razón hemos considerado reemplazarlo por el término “goce” –palabra
designada para la jouissance por los estudios lacanianos en español. De este modo, evitamos la confusión
de otras probables traducciones en lengua española (dicha, disfrute, felicidad, fruición, alegría, etc.), y no
corremos el riesgo de reducir el significado que apropia Lefebvre.

Es conveniente además señalar el marco de investigación definido por Lefebvre, los señalamientos sobre
su aproximación específica a la arquitectura ayudarán a nuestra comprensión de los resultados parciales.
Así, desde las primeras páginas, el teórico explica que por “arquitectura” no entiende ni el “prestigioso
arte de erigir monumentos” ni simplemente la “contribución del profesional a la indispensable actividad
de la construcción”. En el primer sentido, señala, el “arquitecto se eleva al estado de un demiurgo”; en el
segundo, “responde a un comando externo y superior, lo que lo autoriza a reemplazar al ingeniero o al
empresario”. De este modo, Lefebvre explica que su entendimiento de la “arquitectura” es la producción
del espacio a un nivel específico, que abarca desde muebles hasta jardines y parques, y que se extiende
hasta los paisajes, y que sin embargo, excluye la planificación urbana y el urbanismo. Explica que tal
exclusión no se debe a su falta de importancia en los niveles de la realidad social y espacial, ni porque al
hablar de arquitectura se autoexcluyan. Por el contrario, dice, “en estos niveles intervienen ciertos agentes
y poderes que son capaces de aplastar completamente a los arquitectos y su trabajo, aunque solo sea


96
Titulación que alude directamente al artículo de Le Corbusier, Vers une Architecture, publicado en: Collection de L'Esprit Nouveau, París,
1923.
97
El sociólogo urbano Mario Gaviria (Cortes, 1938) fue alumno de H. Lefebvre en la Universidad de Estrasburgo a inicios de la década de 1960,
pasando a ser su colaborador (desde España) en los años setenta.
98
Además de los capítulos que son de nuestro interés por la novedad que aportan al estudio epistemológico, el barrido transdisciplinario de
Lefebvre abarca en otros capítulos las entradas teóricas de la filosofía, antropología, historia, semántica-semiología y economía.

150
poniéndolos en una posición subordinada, confinándolos a la mera ejecución de un programa. Y
precisamente porque así son las cosas, el enfoque adoptado en la presente investigación se diseñará para
aislar esos poderes, al menos conceptualmente, con el fin de definir el lugar –la ubicación olvidada y
borrada– del trabajo arquitectónico” (Lefebvre, 2014c:3, Trad. del A.).

2.4.1. Consideraciones en “Psicología y Psicoanálisis”: el goce

Desde nuestra perspectiva, a través del capítulo “Psicología y Psicoanálisis”, H. Lefebvre proporciona los
sustentos teóricos más importantes para fundamentar su noción original del goce. A partir de una crítica a
psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas y sus intentos de atrapar el placer o la alegría, Lefebvre nos
recuerda su posición contra el instinto de la muerte y sus impulsos vitales propios. Postula la relación de
lo sensitivo y lo sensual en el cuerpo para restaurar la inmediatez mediante la conexión del placer con el
goce por y en el espacio. Así, se explican el origen y la posibilidad de retorno del goce, como aquel sí a
la vida99, en oposición con otras posturas que provienen del conocimiento analítico.

Para Lefebvre, psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas han ayudado a acentuar y explicar la experiencia
vivida del placer y el dolor, el goce y el sufrimiento, señalando su irreductibilidad a las representaciones,
al conocimiento, al discurso sobre el placer, dolor, etc. No obstante, dice Lefebvre, el conocimiento lucha
por reducir incertidumbre a la certeza, la ambigüedad a lo determinado, el silencio al discurso, la
espontaneidad a la deliberación, lo concreto a lo abstracto, el placer al pensamiento y el dolor a la
ausencia de pensamiento. De ese modo, el teórico francés considera que la investigación en estos campos
no ha restaurado el cuerpo, como resultado de la confrontación de los “signos del cuerpo” con los “signos
del no-cuerpo”; habiendo disimulado parte de lo que Nietzsche había descubierto100, especialmente la
conexión entre la emoción y el espacio.

El discurso de la tecnología, como el del conocimiento, intentan captar la flor de la carne viva
con fórceps de acero, con herramientas quirúrgicas. ¿Qué podría ser más doloroso, dijo [Paul]
Eluard, que no obtener placer con lo que amas, por lo que amas? Los discursos psicológico y
psicoanalítico se ponen los guantes en su intento de atrapar el placer y la alegría (Lefebvre,
1973/2014c: 103, Trad. del A.).

De acuerdo a Lefebvre, los intentos de los discursos por atrapar el placer o la alegría, son erróneos y el
error principal de estos intentos es su incapacidad para orientarse correctamente en relación con lo
cotidiano; insertándose entre o dentro de lo cotidiano, con lo cual reflejan inconscientemente las


99
Lefebvre plantea que mientras Freud anulaba la vitalidad en Más allá del principio del placer (1920), Nietzsche en La gaya ciencia (1882)
creía que debíamos decir sí a la vida evitando la apropiación de la muerte. Por supuesto, –indica Lefebvre– el triunfo de la muerte puede ser
comprendido y explicado por el sistema, por el neocapitalismo y el poder político. Y nuestra única salida es a través de la muerte. Este pesimismo
radical traiciona tanto al “optimismo trágico” de Nietzsche como al “optimismo racional” de Marx.
100
Nietzsche en La voluntad del poder, quería utilizar el cuerpo como guía, convencernos de que el sujeto es una ficción. De esta manera, el
espacio, un sustrato de energía, de fuerza y de gasto, y por tanto, de actividad física, ocupa el lugar de las facultades psíquicas más viejas: la
voluntad, el pensamiento, la reflexión, el deseo. (Lefebvre, 2014c).

151
preocupaciones de las personas que desean superar una experiencia peligrosa sujeta a la fortuna o la
desgracia, a una cotidianeidad segura, que pueden aceptar y adaptarse. El hecho de que el placer y el
deseo puedan surgir durante un momento afortunado para el que no hay receta, aterroriza a la mayoría de
la gente, que prefieren la seguridad a la incertidumbre –señala el teórico francés. La seguridad es costosa,
sin embargo, y a cambio nos vemos obligados a soportar cualquier número de satisfacciones fastidiosas
en nuestra vida cotidiana. Para Lefebvre, esa satisfacción se encontraría en otros productos:
… el día a día y la satisfacción van de la mano, de este modo, que la satisfacción de diversas
necesidades, de todas las necesidades, pueda ir de la mano con una especie de malestar general
se pierde para nuestra comprensión práctica… La gran mayoría de la gente del planeta, es decir,
aquellos que viven en países ‘subdesarrollados’ no pueden satisfacer sus necesidades cotidianas,
sólo sueñan con elevarse de ese nivel, sin ser tentados por transgresiones poéticas o infracciones
políticas. [Por tanto]… las disciplinas que abordan ‘temas psicológicos’ tratan a las personas
que han experimentado lo cotidiano y que experimentan insatisfacción bajo el modelo de
aquellos que luchan por lograr una existencia garantizada: no sólo pan, sino carne, no sólo vino
sino gasolina para el coche. Y como resultado, tenemos el fácil éxito de las curas de la
adaptación y la readaptación a lo ‘real’, es decir, a lo cotidiano (Ibíd.:104, Trad del A.).

Contra el instinto de muerte, sí a la vida en ‘insurrección permanente’

… el impulso de la vida y el impulso de la muerte. Esta dialéctica pronto se transformó en un


mecanismo en el que predominaba la pulsión de muerte. La vida transpiraba tras el telón de
fondo de la muerte; el ser viviente (el cuerpo) ya no era el campo sobre el cual las fuerzas rivales
se enfrentaban. La existencia viviente era vista como una perturbación en relación con la muerte,
un error en relación con la nada. Las pulsiones eróticas se percibían como desvíos a lo largo del
camino hacia el deseo y un retorno a lo inorgánico, es decir, a la muerte. Freud lo expresó
claramente en Más allá del principio del placer101 (Lefebvre, 2014c:104, Trad. del A.).

¿Cómo podemos dejar de ver la importancia del instinto de muerte en el pensamiento psicoanalítico? se
pregunta Lefebvre, ya que esta “fuerza de vida negativa” nacería como un principio explicativo del
trauma psicológico, particularmente el experimentado por los soldados como consecuencia de su
participación en la Primera Guerra Mundial. Inicialmente, esta ambigüedad se resolvió, según Freud y sus
seguidores, en la interacción de fuerzas opuestas, Eros y Tánatos, el principio de placer y el principio de
realidad, el impulso de la vida y la pulsión de muerte. Dado el predominio del impulso de muerte
expresado por Freud, se aproximó una creciente sensación de terror, con cada vez menos alivio y mayor
sufrimiento; una perturbación del equilibrio inicial y final de lo inorgánico; y esto, dice Lefebvre, se
puede generalizar a la sociedad y la historia. Así, “la lucha consciente por la existencia posee las
características de una maldición: Ananké102” (2014c:105). De lo cual, vendría la necesidad histórica
definida por la acentuación del carácter represivo de la acción paterna, incorporada en la ley, y el instinto
de muerte expresado en la división del trabajo, tal como en la moralidad y en la organización económica
en general.


101
Ver también: La discusión sobre lo “instintivo dinámico” en: H. Marcuse (1983) [1953], Eros y Civilización… Madrid: SARPE, p. 225.
102
En la mitología griega, Ananké era la madre de las Moiras (personificaciones del destino) y la personificación de la inevitabilidad, la
necesidad, la compulsión y la ineludibilidad. En la mitología romana era llamada “Necessitas” (necesidad).

152
La muerte y el instinto de muerte son triunfantes, a pesar de la lucidez y el brillo del arte.
Triunfan sobre el arte porque se vuelven parte integral de él (Ibíd.).

Lefebvre apoyándose en Marcuse, reclama que la libertad se habría concentrado en lo imaginario, un


modo de actividad “liberado de las exigencias de la realidad” (Ibíd.). Sin embargo, un ego de placer y un
ego de realidad se enfrentan en una lucha desigual, en la que, según el teórico francés, el ego del placer
siempre gana. Este ego, en palabras de Lefebvre, agradable (seductor), pero inútil (Narciso, Orfeo), falso
y, en consecuencia, reprimido, surge de la conciencia, y con ello la “utopía del arte” y el “retorno de lo
reprimido” en los sueños. De este modo, Lefebvre asume que todo arte presentaría una imagen de
libertad, es decir, el “hombre” como sujeto libre; no obstante, con la apariencia de la realidad, esa imagen
se representa como una realidad aparentemente superada. Así, el arte que dio lugar a lo reprimido, lo
reprime una vez más, y esta vez para siempre; en consecuencia: tenemos la muerte del placer, indica
Lefebvre.

Introduciendo la idea de Maurice Blanchot relacionada a que todo hombre busca morir en el mundo por
su propio bien y que morir significa salir al encuentro con la libertad que te libera del ser103, Lefebvre se
cuestiona sobre qué impediría promover esta idea en el espacio, ya que promover la muerte como una
forma de nihilismo es asombroso, así lo hizo Nietzsche en La Gaya Ciencia con su concepto del
Superhumano104. En esta perspectiva, Lefebvre señala que mientras Freud anulaba la vitalidad, Nietzsche
creía que debíamos decir “sí” a la vida evitando la apropiación de la muerte. “Por supuesto, si el triunfo
de la muerte puede ser comprendido y explicado por el sistema neocapitalista y el poder político,
entonces nuestra única salida es a través de la muerte. La llamada de la muerte, desesperada, mágica y
religiosa, puede entenderse como un llamamiento desesperado a la muerte del sistema. Sin embargo, es
como el sistema se finaliza y se totaliza” (2014c:106). Este pesimismo radical, según el teórico francés,
traicionaría tanto al “optimismo trágico” de Nietzsche como al “optimismo racional” de Marx.

Para Lefebvre, el equívoco consistiría en el hecho de que la investigación freudiana ignoraba las
cualidades de subversión nietzscheana, al ignorar la “insurrección” por la cual, en un campo más amplio,
el goce se convierte en el sentido, y el único significado, de la vida, del arte, de la utopía, explica
Lefebvre. La esperanza de que las “inversiones efectivas” proporcionen a sus autores un “excedente de
goce es un deseo piadoso y una transposición ingenua de la economía capitalista, siempre que no
reconozcamos hasta qué punto este proceso es normal para el cuerpo, comenzando con su inmediatez


103
Ver: Ref. en Lefebvre, 2014: Maurice Blanchot (1955). L’espace littéraire. Paris: Gallimard. Edición en español: (2002). El espacio literario.
Madrid: Editorial Nacional. Lefebvre interpreta la idea de Blanchot como la separación decisiva que le permite al hombre escapar del ser,
enfrentando la acción, el trabajo, luchando contra ello, y así le permite ir más allá de sí mismo hacia el mundo de los demás.
104
El superhombre de Nietzsche concentra la concepción del filósofo alemán de un hombre de trascendencia, que se supera a sí mismo y a la
naturaleza humana. En esencia, un superhombre es aquel que ha superado la esclavitud de la condición humana y ha alcanzado un verdadero
estado de libertad: de libre juego y creatividad. En La voluntad de poder (1901), Nietzsche consideraba que para soportar el pensamiento del
retorno resultará necesario: “sentirse libres de la moral; encontrar nuevos remedios contra el hecho del dolor… gozar de toda suerte de
incertidumbre de tentativas, como contrapeso a todo extremo fatalismo; eliminar el concepto de necesidad; eliminar la voluntad; eliminar el
‘conocimiento en sí’. La superlativa elevación de la conciencia de fuerza en el hombre es lo que crea el superhombre” (Nietzsche, 2000:675).

153
inicial (al menos durante el crecimiento y mientras tiende hacia la plena madurez)” (Ibíd.:107). En
consecuencia, plantea Lefebvre, más allá de proporcionar esta tendencia con una estructura teórica, es
vital integrarla en un espacio que le proporcione soporte. Así pues, la única respuesta a los poderes que
decretan la “muerte del placer” junto con “la muerte de Dios”, después de la “muerte del hombre”, es la
“insurrección permanente”, exclama Lefebvre.

En su objetivo de ajustar la discusión al espacio, el teórico francés considera en última instancia que esta
búsqueda decidida y experimentada del mundo occidental para evitar la muerte ha resultado en varias
enseñanzas sobre el espacio. Por ejemplo, comenta que la investigación analítica demostró que el
individuo generalmente se encuentra en la intersección de dos caminos: puede regresar hacia adentro,
hacia un capullo, al espacio original (el útero, el hogar), o cortar el cordón umbilical y salir a espacios
abiertos con todos sus riesgos concomitantes. Esta elección que quizás se haga en todo momento, en cada
paso que se dé en el espacio, tiene consecuencias drásticas para el individuo, señala Lefebvre. Relata que
estudios inspirados en el análisis psíquico han mostrado que “el personaje principal en la constelación
patriarcal ha sido siempre, junto con el padre, el hermano de la madre y el hijo mayor”. Esos análisis,
dice, “nos permiten predecir que en el futuro, tal vez a partir de hoy (1973), ese personaje central será la
hija… El lugar de la mujer está cambiando… La hija quiere vivir” (Lefebvre, 1973/2014c: 107). Así
mismo, estos análisis permiten identificar, entender y por tanto, reconocer diferentes tipos de sexualidad e
identificarse con ellas105. Estas inquietudes latentes anunciadas por el sistema analítico son puestas en
valor por Lefebvre porque sabe que cada vez están más cerca de encontrar su traducción en las
posibilidades del espacio.

Ambigüedad, inmediatez y el lugar del goce

… el cuerpo y la vida del cuerpo son la ambigüedad, de la que se desprende, en cada momento,
una decisión, un gesto intencional, un acto deseado… (Ibíd.:109, Trad. del A.).

Lefebvre considera que la psicología y el psicoanálisis han enfatizado la ambigüedad introduciendo


algunos contenidos descriptivos relevantes. La “ansiedad de ambigüedad”, por ejemplo, la que conduce a
la formación simultánea del goce y a la necesidad de una solución, la que es fuente y recurso de la
afectividad; es decir, aquella ambigüedad tan intolerable, tan insoportable de la que todo el mundo escapa
sólo para volver “generosamente proporciona el trasfondo”, dice Lefebvre, y siempre que podamos
resolverla, “abre todas las puertas” (Ibíd.:108). Sin embargo, el concepto de ambigüedad, tiene algo
específico y difícil, ya que su presentación conceptual tiende a disolver el “objeto” que no es un objeto, es

105
Lefebvre explica que una vez que se entiende la transexualidad, su valor se vuelve claro. “Sí, aunque implique formas de travestismo, de
tendencias ‘invertidas’, todo arte asume la existencia de la transexualidad y la hace parte de la experiencia vivida. En la medida en que la música
de Mozart en Cosi fan Tutte me hace a mí, un hombre, experimentar las emociones de las dos jóvenes (que esta ópera mágica cubre a través de
todo tipo de distorsiones, disfraces, máscaras y mascaradas), alcanzo una transexualidad momentánea; hasta cierto punto, experimento mi deseo
como el del otro sexo. Como tantos otros, se trata de una estratagema: La identificación fijará sobre otro ‘sujeto’ al sujeto incierto encantado por
su incertidumbre. Y su goce se perderá” (Lefebvre, 2014c:107-108).

154
decir, la ambigüedad no puede resistir la investigación del modo de la cosa, de la objetalidad. Dicho de
otro modo, “si pienso en mi ambigüedad, la disipo”; así, el momento en que empiezo a examinarla
coincide con el momento en que deja de ser ambigüedad –señala. Por tanto, la ambigüedad no podría
reconstituirse fácilmente, la reflexión y el uso del concepto suponen un número considerable de
precauciones.

Lefebvre señala, por ejemplo, que el espacio representado y socialmente realizado no puede sostener la
ambigüedad, la cual es “brutalizada y disipada” rápidamente por los ángulos y formas espaciales
definidas, que no logran soportarla. Es decir, el espacio intencional (construido) más fuertemente que el
espacio (físico) espontáneo reordena las sensaciones y los sentimientos dentro del caos. Al igual que la
abstracción en el arte, o como el poder político, el espacio tendría el poder de reducir todas las fantasías,
excepto por lo imaginario, explica el teórico, que aparece no sólo en la reducción del placer, sino en todo
placer “real”. De este modo, Lefebvre piensa que aquí puede encontrarse el nudo del enigma, el secreto
de la incompatibilidad entre el placer y la organización social, entre la arquitectura y el goce. De ser así,
Lefebvre indica que la pintura y la música, a través de la sensorialidad y la sensualidad, ofrecen un
retorno a la ambigüedad para que las llamadas “obras estéticas” (que no se disipan sino que integran su
momento –tiempo y lugar) puedan surgir ante nuestros ojos y oídos106. Pero ¿por qué la arquitectura no
puede lograr resultados similares con el espacio? En verdad, dice:

… el efecto arquitectónico siempre corre el riesgo de obedecer la ley del poder, que no puede
permitir la perturbación o el desorden. Sin embargo, los espacios de la contemplación, el
espacio del sueño, si son capaces de controlar la ambigüedad, de orientarla hacia un goce
seguro e incierto (2014c:110, Trad. del A.).

Para intentar despejar sus interrogantes, Lefebvre formula las ideas de la “reflexión” y la
“contemplación” derivadas del “espejo”, este símbolo humano del deseo y el encuentro del yo con el yo,
un espejo de la verdad107. “El mejor espejo, el más fiel, el más favorable, es un árbol, una planta, una
colina, un espacio. Todo el espacio sirve como un espejo…” (Ibíd.:111). Así, con el fin de que surja el
placer, dice el teórico, podría ser necesario restaurar una “inmediatez absoluta”, y esto debería tener lugar
en la inmediatez del espacio del espejo, “mediante la súbita proximidad del yo con el yo a través del
otro”; dado que, el espacio del espejo no comprende solamente objetos transicionales o funcionales, sino
refleja vitalidad. Siguiendo a Lefebvre, el goce, que incluye el placer, escaparía a la ansiedad de la


106
Lefebvre especula con la capacidad de retorno de la ambigüedad que ofrece, en este caso, el arte del arabesco, “con su excepcional linealidad,
es igualmente ambiguo. Algunas veces la línea es asertiva, enfática; asume una fuerza autónoma, sin preocuparse por las superficies; y el trabajo
tiende hacia el grafismo. Pero a veces, por el contrario, logra conectar linealmente cosas que son objetivamente extrañas entre sí (Pierre
Francastel, 1951, Peinture et Société, p. 217). Decora superficies y las separa al unirlas; la demarcación tiene prioridad sobre la marca, y la línea
mejora las superficies de color. A veces, la influencia del arabesco puede ser un ‘resultado simplista’ y, otras, una ‘línea de fuerza’, el
movimiento del color y la forma (Ver: Marcelle Wahl, 1936, Le mouvement dans la peinture). (Ref. en Lefebvre, 2014c: 110, Trad. del A.).
107
“Narciso ve su imagen en las aguas tranquilas de la primavera, y el narcisismo se divide inmediatamente en dos. O Narciso se deja caer en el
agua y perece del encuentro, perdido en su propio reflejo y su propia imagen; o se encuentra, en la maravillosa inmediatez del yo que se
encuentra con el yo, lleno de deseo. El milagro se logra por las aguas de la primavera, fuente de vitalidad. Narciso supera la oposición entre
sujeto y objeto, natural y artificial, inmediatez y mediación; en lugar del autoerotismo, el mundo se le abre en su abrazo dionisíaco. En el amor, el
espejo del otro (o del otro como espejo) revela más que una imagen. El espacio, finito e infinito, anulado y expuesto, es el ser amado” (Lefebvre,
2014c:110. Trad. del A.).

155
ambigüedad a través de la imaginería y el simbolismo. Así, la vida que presenta la “ofrenda divina” no
puede ser planeada ni arreglada, ya que está unida a encuentros, accidentes, fantasías, al ocurrir durante el
desarrollo de escenarios imaginarios. “Fuera del espacio y del tiempo, el relámpago del placer
profundamente puro suprime la distancia entre dos deseos que se cruzan, un instante eterno” (Ibíd.). Sin
embargo, dice Lefebvre, el sufrimiento también proporciona una oportunidad a estos escenarios, por
ejemplo, en el caso de las construcciones arquitectónicas construidas para provocar angustia y fantasías
de angustia. Lo cual, no significa sensualidad, aclara Lefebvre, sino que significa, plenamente,
inmediatez108.

Los lugares del goce, por tanto, no expresarían placer o sensualidad como su función principal (su
significado). El espacio funcional de la oferta –la discoteca, el burdel, el paseo marítimo, donde los sexos
flirtean– no escapa a la muerte del placer; la ejecuta; de ese modo, el lugar de la sensualidad no tiene
porque ser sensual, ya que no reemplaza a la pasión. Así, Lefebvre se pregunta si existe en realidad un
espacio del goce en los lugares encantados por la pasión. “Borrado rápidamente, ese espacio sólo
reaparece en la memoria, coloreado por el amor que lo encontró. ¿Qué es el paraíso sin amor? Un lugar
bastante ordinario” (2014c:112. Trad. del A.). Entonces, no puede haber amor, pasión, o deseo en el
paraíso porque éste es demasiado perfecto –sugiere Lefebvre. Y sin embargo, los lugares perpetúan un
deseo que no han traído a la existencia: el espacio apropiado no puede dar lugar a lo que se asume que no
hace. Para Lefebvre, los lugares no tienen manera de dar a los seres lo que sólo puede venir de ellos
mismos, la vitalidad conocida como deseo109. “El sitio del goce, si éste existe, perpetúa lo que el espacio
hostil puede matar, erosionar, exterminar. Asume la presencia de cuerpos, los hace disponibles por
desprendimiento de sus gruesos ropajes, obstáculos físicos del pasado, de la memoria de otros lugares”
(Ibíd.: 113).


108
Lefebvre analiza dos narraciones alrededor de Erec y Enide, el primero de los cinco poemas románticos artúricos supervivientes del poeta
francés del siglo XII, Chrétien de Troyes. Al final de Erec y Enide, dice Lefebvre, “Brandigan construye una ciudad en la Isla de la Alegría,
rodeada por murallas que dan a un río y su estuario. Alegría requiere un huerto lleno de frutas y un árbol maravilloso poblado de pájaros
cantantes” (2014c:45, Trad. del A.). Entonces, Lefebvre nos sugiere recordar que “en el ‘jardín de Erec’ hay un camino que se eleva en una
espiral luminosa hacia el santuario en el que se encuentra un gran diván de plata. El agua corriente, abundante y clara, fluye desde la fuente de la
vida” (Ibíd.). El francés señala que este jardín contiene “el árbol que levanta la maldición, no el árbol de la ciencia, sino el árbol de la vida. El
santuario, una ubicación central por lo demás oculta, se encuentra, en el jardín, en la cima; después del ascenso iniciático por las estatuas
marcadas con ritos de la sensualidad, resulta ser una cama. Así, el mensaje del narrador medieval es contrario al ofrecido por el cristianismo: el
‘ascenso al Gólgota’ se invierte en el ritual del placer” (Ibíd.). A través de otra descripción escrita encontrada, según Lefebvre, entre las
‘estaciones de la cruz’ en el camino a Gata, entre Alicante y Valencia; la “inversión afectiva” expone una “inversión política”, describiendo “la
difícil subida, los escalones del Calvario, las estatuas pintadas, las escenas de la Pasión y las líneas de los Evangelios, los lemas, la fatiga
extrema, y en la cumbre, la muerte y la salvación, proclamadas por una Capilla luminosa, símbolo de la iglesia triunfante. La distancia infinita
entre la partida, el sufrimiento y el fin, la muerte y la redención, excluye la inmediatez, la proximidad física del yo con el yo y del otro con el yo”
(Ibíd.:112). ¿La revolución del jardín de la agonía y el camino del sufrimiento dan lugar, entonces, a una escena del goce, realizado a través de
todo un paisaje, donde la arquitectura (en sentido estricto: construcción) no sería más que un elemento? Sería posible, si en lugar de la sangre
evocada, y que a veces, fluye de las manos y los pies de los peregrinos, habría agua fresca fluyendo y abundante vegetación, expresa el francés.
En cualquier caso, sea goce o no, para Lefebvre, nada de esto "significa” la sensualidad, sino que “significa plenamente la inmediatez”.
109
Lefebvre declara que prefiere los espacio sensuales como la “invencible torre de aire en la que Merlín el mago fue mantenido bajo el hechizo
de su amada Viviane, quien le visitaría y le traería felicidad”; más no los “espacios de amor despreciado, lugares afrodisíacos como los jardines
de Armida, la gruta de Calipso o el castillo de Morgan”, en el que las hechiceras permanecían desconsoladas al ser abandonadas (2014c:112.
Trad. del A.).

156
Relación de lo sensorial y la sensualidad en los límites de la inmediatez

En la naturaleza, es decir, en el cuerpo, es difícil diferenciar lo sensorial de lo sensual. La


‘inmediatez’ se refiere, de hecho, a ese estado ambiguo en el que las sensaciones y las
percepciones iniciales todavía nos deleitan: el ardor y el calor de la madre, el espacio del útero y
su vecindad, la casa (si existe una)… El análisis cargado de mediaciones, medios (instrumentos),
e intermediario destruye esta inmediatez, así como el espacio (Lefebvre, 2014c:113. Trad. del
A.).

Lefebvre sugiere que el análisis de la sensorialidad en su estudio que pretende ser “utópico”, sólo podrá
plantearse desarrollando un análisis (práctico) efectivo… 110 . Así, explica que el continuum inicial
(inmediato) se divide en elementos distintos dispuestos en “unidades discretas” como la gama de sonidos
y colores, las cuales, se derivan a su vez de la práctica social, cambiando a través de los idiomas y las
sociedades. El teórico explica que se habla de “cultura”, pero el mundo no agrega nada a nuestra
comprensión del continuum inicial, indiferenciado e insuficiente, ni al estudio del análisis realizado a
través del uso de palabras y técnicas relativas al continuum. En cambio, la teoría, la historia y la música,
las teorías de la pintura, sí han revelado la prodigiosa complejidad de la clasificación de los sentidos y los
colores. No hay nada simple sobre lo sensorial, y nada elemental sobre la estética, en el sentido de
entender los datos perceptibles para jugar con ellos. “Creer que estamos jugando con los colores al pintar
una pared demuestra una ingenuidad estética considerable. Un color es una emoción y un juicio, una
elección, un valor” (2014c:114). El continuum, que puede ser dividido y re-ensamblado de mil maneras
diferentes (y posiblemente un número indefinido de formas) asigna límites a esta lógica y proporciona las
reglas, manifiesta el teórico francés. Lo mismo es cierto para los colores, sonidos y su uso, como lo es
para el ser y la naturaleza, susceptible a un número indefinido de interpretaciones y perspectivas. “La
inmediatez del continuum le confiere calidad y propiedades: se convierte en el soporte espacial de esas
mediaciones, interpretaciones y perspectivas” (Ibíd.).

El campo sensorial, según Lefebvre, comprende: a) sensaciones visuales, las cuales por si mismas son
tridimensionales (luminosas, cromáticas, libres, en otras palabras, determinadas por la intensidad de la
iluminación, por el color y la sombra, por saturación); b) las sensaciones auditivas, cuya complejidad no
necesita ser demostrada (intensidad, nivel, timbre), de modo que solo determinan un campo diferencial, el
de la música; c) sensaciones olfativas; d) sensaciones gustativas (poco discernibles a partir de lo olfativo
dada la ambigüedad de lo físico); e) sensaciones mecánicas (tacto y presión, penetración); f) sensaciones


110
Cabe quizás recordar el concepto de ‘utopía experimental’ planteado por Lefebvre en 1961, en la Revue Française de Sociologie, II (3), pp.
191-198, y más tarde en 1968, en su artículo “Humanismo y urbanismo. Algunas proposiciones”, publicado en la revista Architecture, Formes
Fonction, 14. Hoy [en 1968], ¿quién no es utopista? decía, “sólo los practicones estrechamente especializados, que trabajan a la orden sin someter
al mínimo examen crítico las normas y determinaciones estipuladas, sólo estos personajes poco interesantes se libran del utopismo. Todos son
utopistas, comprendidos los prospectivistas, los planificadores que proyectan el París del año 2000, los ingenieros que han fabricado Brasilia, y
así sucesivamente. Hay varios utopismos. El peor, es aquel que no dice su nombre, que se cubre de positivismo. Y se impone con este título los
determinantes más duros y la más irrisoria ausencia de tecnicismo… La utopía debe ser considerada experimentalmente, estudiando sobre el
terreno sus implicaciones y consecuencias. Éstas pueden sorprender. ¿Cuáles son, cuáles serán, los espacios ‘socialmente conseguidos’? ¿Cómo
detectarlos? ¿Con qué criterios?” (Lefebvre, 1973e149). Sin embargo, fue en 1961 que denominó ‘utopía experimental’ a “la exploración de lo
posible humano, con la ayuda de la imagen y lo imaginario, acompañada de una incesante crítica y una incesante referencia a la problemática
dada en lo ‘real’. La utopía experimental desborda la utilización habitual de la hipótesis en las ciencias sociales” (Lefebvre, 1973b: 124).

157
térmicas; g) sensaciones cinestésicas (posición, resistencia y seguridad, fuerzas opuestas o auxiliares); h)
sensaciones estáticas (peso, traslación, rotación); y finalmente, i) los afectos (cosquilleo o acariciamiento,
pellizcos, acompañados de placer sensorial y dolor) (Lefebvre, 2014c. Trad. del A.).

Para mostrar la posibilidad de sensaciones en la extensión del campo sensorial, Lefebvre describe un
conjunto de sensaciones (visuales, auditivas, cinestésicas, etc.), cuyos afectos sensoriales (cosquilleo o
acariciamiento, pellizcos, acompañados de placer sensorial y dolor, etc.) conectan el dominio de los
sentidos perceptibles al dominio de los sentidos “sensuales”. Al tratar de disociar los dos dominios, señala
que ya están separados por un umbral identificado y reescrito en forma de estética por el arte.

La excitación sensorial, o incluso la exaltación, pueden permanecer por debajo del umbral de la
sensualidad. La sensualidad sobreexcitada puede incluso asumir un atractivo intelectual que
escapa a la sensualidad; soporta fuertemente la cerebralidad estética, como muestra de casi todo
el arte moderno, cuyo énfasis está en lo sensorial más que en lo sensual, y esto incluye a la
literatura y la arquitectura. Las palabras, carentes de significaciones aislables –unidades
discretas– apoyan el ascetismo perfecto del intelecto. Al igual que las formas espaciales,
ángulos, líneas rectas, curvas (Lefebvre, 2014c:115. Trad. del A.).

El goce en el espacio: restauración de la inmediatez (cuerpo) con ayuda del placer

El goce–en el sentido amplio reúne al placer y al gozo–en sentido estrecho, en un espacio


mediante la restauración de la inmediatez (el cuerpo) (Ibídem:116, Trad del A.).

Lefebvre observa, por ejemplo, que un arte basado en la definición “estética” de lo sensitivo-sensual
como un Todo, se vuelve a conectar con la unidad de aquello que la práctica analítica de la sociedad ha
separado, es decir, restaura la inmediatez –liberada de cualquier confusión inicial, a través de su
mediación en el espacio y del espacio– indica el teórico. Sin embargo, señala, esta inmediatez no se sitúa
en el nivel de la sensación, en tanto que no hay sensación sin mediación o actividad y, por tanto, ninguna
sensación como tal, sin una apreciación con su juicio implícito; en este sentido:

… la sensación pura nunca ha existido. La inmediatez se encuentra dentro de los límites de lo


sensorial, dentro de la ambigüedad indiscernible entre lo sensorial y lo sensual. También se
encuentra más allá, en la unidad de lo sensual y lo sensorial de un espacio (Ibíd.:115).

De acuerdo a Lefebvre, el psicoanálisis proporciona aquí un argumento importante: la inmediatez no se


puede perder por completo, “despreciada, pasada por alto, marginada, persiste en el cuerpo, en la
ambigüedad física, de la que se desprenden las formas, y donde nace el goce” (Ibíd.). De este modo,
partiendo de que la “inmediatez” se refiere a ese estado ambiguo en el que las sensaciones y las
percepciones iniciales todavía nos deleitan: el ardor y el calor de la madre, la casa, etc., la pregunta que se
formula Lefebvre es cómo podemos distinguir el placer del goce en el nivel de la inmediatez, en tanto que
estos se separan pero sólo más tarde. Así, identifica que el placer implica la mediación, la lleva consigo,
por lo que es capaz de soportar, al poseer sutilezas y gradaciones; y el goce, en todo caso, es simplemente

158
un destello, una forma de energía que se gasta, se desperdicia, se destruye en el proceso. En este sentido,
Lefebvre plantea que si el gusto (orgánico y estético) proporciona placer, y el goce requiere de la
inmediatez, ya sea conservada o restaurada, entonces, no puede haber placer sin goce, ni goce sin placer.
En consecuencia, mantener esta separación resulta en una “paradoja, algo insostenible”. Es, por lo tanto,
el espacio (o un espacio) el que mantiene la conexión entre el placer y el goce: preparando el placer,
calibrándolo, permitiéndole rodear al goce, aún si el goce, en el sentido estrecho y absoluto, no tenga un
espacio (Lefebvre, 2014c).

2.4.2. Consideraciones en ‘Arquitectura’: el efecto arquitectónico

Hasta aquí, no cabe duda que la psicología y el psicoanálisis son la llave en la construcción teórica de
Lefebvre, ya que a partir de la arquitectura por sí sola, no llegaría a designar un espacio del goce con
nitidez. Ahora veremos cómo su análisis en el capítulo denominado “Arquitectura”, guarda una suerte de
coherencia teórica y cronológica con las secciones anteriores; lo que le permite –en su intento por
configurar una clasificación histórica de las obras arquitectónicas relacionadas con el goce– aproximarse
eficazmente al discurso arquitectónico, así como a la arquitectura que evoca o materializa tal discurso. De
este modo, conseguirá hilar unos principios que establecen ciertos “efectos arquitectónicos” conducentes
a lo que podríamos denominar una “arquitectura del goce” en la vía de la dimensión “simbólica” y su
utopía “concreta” expresadas en los espacios de representación, en contraposición a la “dimensión
analógica” de las representaciones del espacio.

El uso de los Baños romanos

Entre los romanos, hasta su larga decadencia, encontramos un sentido poderoso de


participación cívica que conectaba a los individuos con la ciudad. Los placeres más importantes
fueron experimentados dentro de un marco social; en otras palabras, lo privado y lo público aún
no estaban separados, y lo público aún no tenía el carácter desagradable, casi ridículo, que ha
asumido en nuestra sociedad, donde, lo social y la socialización generalmente se alcanzaron con
desaprobación (Lefebvre, 2014c:136, Trad. del A.).

Lefebvre centra su exposición en la transformación del uso de los baños, pero también, recoge
características muy específicas para llenar los espacios arquitectónicos de prácticas, formas y funciones.
Explica que el uso del baño privado fue difundido por una burguesía romana y que el largo declive de los
baños públicos en el Occidente cristiano preparó el camino para su adopción definitiva. Cosa similar
ocurrió con el uso de piscinas públicas y privadas, situación que ha tratado de corregirse parcialmente por
parte de Occidente y que según Lefebvre, el Islam evitó que ocurra desde su origen. El caso concreto
observado por Lefebvre son los Baños de Diocleciano en Roma, a partir de los cuales desarrolla una

159
descripción espacial muy rigurosa, la cual hemos considerado importante reproducirla para inferir su
aproximación exacta al espacio:

Eran una sucesión de habitaciones, uno tras otra a lo largo de un eje, el cual servía como pasillo
y vestíbulo, y que conducía a una gigantesca piscina al aire libre de más de medio acre de
tamaño. Esto estaba seguido por una sala abovedada, también rodeada de piscinas. Alrededor de
la gran piscina, había palestras, gimnasios, y habitaciones de masajes, acompañados de una
variedad de parafernalia deportiva o doméstica para los patrones (cliente, visitante, consumidor
–ninguna de las palabras es adecuada). Una vez que hubieran calentado sus músculos, los
patrones cruzaban una serie de habitaciones, el calor aumentaba a medida que progresaban,
para llegar finalmente al caldarium. Incluso hoy, los propios edificios parecen caracterizarse
por un grado de lujo, junto al cual nuestras propias instituciones culturales y estadios parecen
descender de los bárbaros y puritanos, más ascéticos que insuficientes. ¿Qué podemos decir
acerca de su interior? La piscina era un lago de mármol rodeado de columnatas, cubiertas con
mosaicos en los cuales se reflejaban las estatuas. Las habitaciones contenían fluidas fuentes,
columnatas, nichos decorados con estatuas; pinturas y mosaicos adornaban las superficies de las
paredes, las cuales eran cubiertas con estuco y materiales preciosos (ónice, pórfido, mármol,
marfil). Los baños contenían, además de los gimnasios y palestras, un número de habitaciones
dedicadas al desarrollo físico, paseos, obras de arte que convertían esas habitaciones en museos
y espacios para exhibiciones permanentes. También había un parque donde los visitantes podían
reunirse y conversar, y una librería pública… Este enorme espacio, que cubría cerca de
cincuenta y siete acres, era una pequeña ciudad en la Ciudad de Ciudades, y estaba rodeado por
un gran parque. Destinado a cultivar tanto el cuerpo como la mente, los baños Romanos son una
de las creaciones arquitectónicas más originales que la historia ha conocido… En ese espacio
nadie era excluido de participar del lujo (las mujeres eran admitidas ciertos días)… desde el
esclavo hasta el propio emperador, quien había hecho de los baños su proyecto personal y que
no se oponía a hacer uso del suntuoso palacio que había ofrecido a la gente de Roma
(2014c:137, Trad. del A.).


Fig. 18. Dibujo de reconstrucción de los baños de Diocleciano en Roma del arquitecto francés Edmond Paulin. (Alrededor de
1880). Fuente: Das erbe Roms. Bilder und Gedanken über das Imperium Romanum, 2018.

160
Para Lefebvre, los baños eran un espacio del goce, quizás el espacio arquitectónico más exitoso;
pensando incluso, que aunque no hay nada sensual en ellos, de cierta manera, eran el lugar en el que tanto
el cuerpo como la mente se preparaban para la sensualidad. “Y la preparación para la sensualidad en tal
contexto ya puede constituir una especie de sensualidad… no había nada erótico en esto, por supuesto,
pero las estatuas, las pinturas, la belleza –¿No constituían ellos mismos la mejor preparación, la mejor
manera de abordar el erotismo?” (Ibídem). Los baños permanecen para Lefebvre como un ejemplo
irremplazable de arquitectura multifuncional –polimorfa y polivalente.

El amor en el Arte Gupta

Para los Hindúes, el amor era un medio para alcanzar el amor de Dios, una religión, un rito,
nunca gratuito o profano, por esta razón siento que ellos fueron capaces de convertirlo en una
forma de arte… el erotismo era una forma de oración, los seres representados llevaban una
expresión de éxtasis, un éxtasis que era tanto físico como espiritual, divino111. Era absoluto amor
a través de la carne, pero un amor absoluto por Dios… Es este amor en sentido amplio, no
solamente erótico, un amor de la vida en todas sus formas, incluyendo el amor al arte (Lefebvre,
1973/2014c: 139, Trad. del A.).

Lefebvre considera la posibilidad de que el arte Gupta sea un arte dedicado al erotismo y la sensualidad.
Plantea el análisis de las “catedrales eróticas” de Khajuraho y Ajanta (las cuevas del templo) que fueron
construidas bajo los emperadores Gupta en los siglos cuarto al sexto112. Estas fueron obras colectivas con
contribuciones de poetas, sacerdotes (quienes indicaban qué símbolos usar), actrices y hetairas (por su
familiaridad con el cuerpo humano y todas sus expresiones), y escultores (quienes estaban familiarizados
con la anatomía). Las escenas eróticas juegan un rol esencial en este espacio; “son símbolos de felicidad,
eternidad y expresan una unidad primordial”. Por tanto, la arquitectura no se ha abstenido de mostrar los
detalles de la belleza femenina animada por el acto de amor 113 . En palabras de Lefebvre, “cada
movimiento, cada gesto expresaba pasión…el movimiento escénico de amor físico lo conecta al
simbolismo de fertilidad, a la idea metafísica de un principio del mundo, la unidad fecunda” (Ibíd.:138.
Trad. del A.). La descripción detallada de los códigos y significados reflejan la meticulosidad y el encanto
de Lefebvre por el arte de la india y la arquitectura de estos espacios. A pesar de su encanto, Lefebvre
reconoce que no es posible afirmar la presencia de un arte (arquitectura) de la sensualidad. “Si hubiese
existido, en alguna parte, un espacio de la sensualidad, no es aquí, en las catedrales eróticas donde
deberíamos estar buscando. Aunque los templos Gupta provean un espacio para representar la
sensualidad, no son en absoluto un marco para ello” (Ibíd.). La única manera en que podría convertirse en


111
“Estos personajes no sólo hacen el amor, y en las más variadas posiciones, con las parejas más diversas y todos con la misma alegría, sino
bailan, tocan música y casi nunca trabajan: las esculturas Gupta retratan una cultura del cuerpo total” (2014c:139, Trad. del A.).
112
Para ampliar contexto, ver Ref. en Lefebvre, 2014: Octavio Paz. (1969). Conjunciones y Disyunciones.
113
“El cabello, los ojos, los pechos, la cintura delgada y caderas generosas, junto con todos los refinamientos de la joyería, el maquillaje, los
espejos y los vestidos diáfanos” (2014c:138, Trad. del A.).

161
un escenario de tal sensualidad, en opinión de Lefebvre, sería que los fieles participen de los actos
(representados) dentro del mismo templo.

Fig. 19. Templo y arte Gupta en el complejo de Khajuraho. Sevagram, India. Fotos: Ross Burton, 2017.

Estos templos tallados en roca, no sugieren placer ni sensualidad, incluso es difícil pensar en arquitectura
cuando están cubiertos por una profusión de figuras de piedra, los templos Gupta a menudo desaparecen
debajo de las esculturas que nos permiten ignorar su propia forma. Por esto mismo, los templos “son un
himno al amor de la vida en todas sus formas, a la naturaleza, al placer: animales, monstruos, hombres y
dioses y plantas, todos bailan una zarabanda de alegría y amor. Eróticas, pero nunca obscenas, las
esculturas ayudan a mostrarnos el camino hacia el amor, pero un amor divino que se puede alcanzar a
través del amor carnal” (2014c:139, Trad. del A.).

Para Lefebvre, ciertamente, la clave se encontraba en las formas del amor y del erotismo de los Hindúes;
en este caso, el espacio de sensualidad está formado directamente del cuerpo del otro, el espacio está
limitado por el propio cuerpo. La cultura del cuerpo es tan importante en este contexto porque es el
cuerpo que constituye el espacio, y los templos están allí simplemente para impartir esta verdad.

162
El orden cercano-lejano y la separación de las utopías

El teórico francés considera, a partir del caso de una residencia de Palladio, que la arquitectura que se
encontraba en el espacio rural cumple una función diferente a la arquitectura residencial dentro de la
ciudad. Subraya la diferencia de la residencia rural palladiana frente a la ocupación del espacio por una
mansión urbana, especialmente si esta era emplazada como un objeto visual, que indicaba desde lejos, por
su fachada, el rango y la riqueza de su dueño y las pretensiones de su estilo de vida. De este modo,
Palladio ocupa un lugar de larga tradición (entre los Romanos), pues la arquitectura no estaba sólo
dirigida hacia las estructuras públicas, baños, escenarios o teatros, sino también hacia las residencias
privadas –La villa de Lucullos ejemplifica esta tipología– (Lefebvre, 2014c). A pesar de esta distinción
entre arquitectura urbana y rural, pensada como un principio de clasificación, el propósito de Lefebvre no
llega muy lejos.

Por otra parte, nos dice que la arquitectura de la residencia privada es susceptible a dos modos distintos
de existencia por las influencias de poder. Así, el llamado “nivel urbanístico” (que generalmente cubre la
influencia controladora de la autoridad política y los prestamistas) permite a la arquitectura un escaso
margen de iniciativa. Este es el caso, dice Lefebvre, de las ciudades políticas (capitales establecidas para
dominar un vasto espacio) e incluso, para continentes enteros (la América española); pero es igualmente
cierto para pequeños pueblos elaborados de acuerdo a un plan preexistente (Vitry-le-François, Richelieu,
etc., en Francia). Un segundo modo sería la propia arquitectura exitosa que juega un rol determinante, al
ampliarse, al ser perfeccionada, por lo que ha ejercido una influencia decisiva sobre lo urbano. Lo
relevante de esta condición de influencia, según Lefebvre, es que “sólo puede ocurrir en ciudades que no
han sido sujetas a un orden político y que se han desarrollado sin un plan preexistente, espontáneamente”
(2014c:140, Trad. del A.). Esto es cierto para un gran número de ciudades italianas como Padua. “Y es
esto lo que las hace tan hermosas y tan agradables” –señala. Este conjunto de ciudades “espontáneas”
sirven a Lefebvre para explicar las categorías de orden lejano y cercano en función del goce. De este
modo, “cuando el orden lejano –el del Estado, el de las relaciones económicas determinantes– se impone
al nuevo orden, la belleza y el goce desaparecen. Sin embargo, cuando el nuevo orden es capaz de
originarse y expandir su influencia, la belleza y el goce siguen siendo posibles. Pues, aquí un grado de
apropiación tiene lugar (incluso en la presencia de propiedad privada), mientras que donde prevalece el
orden lejano, la dominación tiende a abolir todas las formas de apropiación” (Ibídem).

163

Fig. 20. Grabado (s.f.) de la Villa de Lucullos de Miseno, (autor desconocido), Fuente: National Galley of Victoria, Melbourne,
adquirida en 1868. Recuperado de https://www.ngv.vic.gov.au/

En el transcurso del siglo XVI, Occidente entero pasó de la primacía del campo a la ciudad. Aún así, en
las ciudades históricas donde el crecimiento espontáneo y orgánico permaneció como una fuerza vital, la
arquitectura influyó en la realidad global de la ciudad. Lefebvre plantea que durante este periodo,
posiblemente la utopía “abstracta” y la utopía “concreta” comenzaron a separarse. Para desarrollar mejor
la idea de una duplicación de las utopías, regresamos a 1967; entonces, Lefebvre en un debate con los
arquitectos y urbanistas Michel Ecochard y Jean Balladur, comparó la perspectiva “macrosociológica” del
urbanismo con la “microsociológica” de la arquitectura. Pero, la clave de esta distinción no es la
diferenciación de escalas, porque así como la arquitectura puede reducirse a un instrumento de urbanismo
también es capaz de abordar un registro que abarca desde muebles hasta jardines, parques y paisajes –
escribía Lefebvre en su prefacio del estudio del “hábitat de pabellón” en 1966114. Más bien, la arquitectura
y el urbanismo se distinguen por diferentes modos de imaginación: una oposición que viene en la
distinción de Lefebvre entre la utopía “concreta” y la “abstracta” –explica Stanek en su introducción de
Toward an Architecture of Enjoyment. Si bien la utopía abstracta abarca los protocolos actuales de


114
Ver: Prefacio del estudio L’habitat pavillonnaire escrito por H. Lefebvre y editado por M. Gaviria con el título “Introducción al estudio del
hábitat de pabellón” en 1971 en la antología titulada “De lo rural a lo urbano”. Véase también: Antoine Haumont, et al. (1966). L’habitat
pavillonnaire. Paris: Centre de recherche d’urbanisme.

164
urbanización y los extiende hacia el futuro, la utopía concreta comienza con el goce y busca concebir un
nuevo espacio, que solo puede basarse en un proyecto arquitectónico. Por tanto, esta “duplicación de la
utopía”, según Lefebvre, consiste en que existían: una utopía estrictamente urbana: “el pensador concibió
una ciudad en un orden lejano, político o cósmico. Impuso un plan a una ciudad, a menudo inspirada por
Platón (El Critias, el mito de Atlantis y la gente de Atlantis en La República)…Y también había una
utopía arquitectónicamente profunda, ya que el “pensador concibió un monumento o edificio y un estilo
“apropiado”, y le concedió ese estilo y esa apropiación a toda la ciudad” (2014c:141. Trad. del A.).


Fig. 21. Plano ciudad ideal de Sforzinda. Filarete. (1457), en: Tratado de Arquitectura (1457-1464). Plano presentado por Filarete
a Galeano Sforza. Fuente: González, 2004.

Por un lado, la utopía “abstracta” fue inspirada por consideraciones cosmológicas y filosóficas;
proyectando una representación del espacio en el núcleo urbano. Incluso cuando la imagen de la ciudad
pretendía ser igualitaria, el espacio seguía siendo de dominación (divina o terrestre, cosmológica o
política), la dominación cósmica prevalece a la dominación por las ideas de los pensadores utópicos. A
esta categoría pertenecen las construcciones utópicas de Tomás Moro y Tommaso Campanella, y
Rabelais de la Abadía de Thelema. El diseño de esta ciudad utópica es circular porque la esfera y el
círculo todavía se consideraban perfectos, cósmicos. En cambio, Lefebvre explica que la utopía
“concreta” tiene su punto de partida en la práctica espacial, en la apropiación efectiva de un espacio
dominante, como una oportunidad para que un espacio de representación tome forma: “la de una
habitabilidad agradable asociada con estructuras definidas pero todavía multifuncionales” (2014c:141,
Trad. del A.). Lefebvre coloca en esta categoría a los proyectos de Filarete (Antonio di Pietro Averlino),
Leon Battista Alberti, Leonardo da Vinci, y otros. Resalta que en Leonardo se encontraba una forma de
investigación puramente estética, en la que se puede hablar de un intento de definir tanto un espacio como
una arquitectura del goce. Pero incluso en este caso, Lefebvre se percata de un vago funcionalismo
generalizado (en el primer momento) en la mayoría de los proyectos arquitectónicos, en tanto que no se
observa la capacidad de alcanzar lo concreto en los mismos.

165

Fig. 22. Grabado Claude-Nicolas Ledoux, vista de Oikéma proyectada para la ciudad ideal no realizada de Chaux, Francia.
Fuente: Coquet, B. (s.f.).

La utopía concreta: Ledoux y Fourier

Lefebvre sigue con su desarrollo cronológico, conectando la doble utopía (urbanística-arquitectónica) del
siglo XVI y el inicio del período de su separación en las categorías abstracta y concreta, con el análisis
independiente de la utopía concreta de Ledoux (1736-1806) y Fourier (1772-1837) en el siglo XVIII e
inicios del XIX. El teórico francés señala que Claude-Nicolas Ledoux diseñó la ciudad como un
arquitecto. Esta ciudad es definida por Ledoux como: “La ciudad emergente, cada una de cuyas
estructuras deseo justificar, podría ser habitada por hombres cuya razón e interés propio tendrán algún
control sobre ellas”115. Ledoux es considerado como un “revolucionario” por Lefebvre, quien recoge su
discurso hacia el pueblo, en el que constan, la descripción del diseño de la estructura destinada a los
espacios de recreación, las peticiones de Ledoux, y finalmente su explicación de la Oikéma (casa de la
Pasión y de los placeres):


115
Claude-Nicolas Ledoux. L’architecture considérée sous le rapport de l’art, des mœurs, de la législation, (París, 1804). Fecha que hace de
Ledoux un contemporáneo de Brillat-Savarin, Saint Simon, Fourier, los ideólogos, y otros. Ref. en Lefebvre, 2014c. Para ampliar la obra de
Ledoux y situarlo, véase también: Emil Kaufmann (1933/1982). Von Ledoux bis Le Courbusier [De Ledoux a Le Corbusier…], Barcelona,
España: GG. En su obra el protagonista es Ledoux en un contexto en que la arquitectura en torno a 1800 necesitaba una reevaluación. Así la obra
de Kaufmann se enmarca en un tiempo de búsqueda de una nueva ciencia del arte y una nueva historia de la arquitectura; representando una
figura de transición entre una generación previa de historiadores del arte que establecieron conceptos y principios fundamentales, y otros de su
misma generación que se embarcaron en la tarea de considerar la arquitectura moderna como objeto de una investigación histórica.

166
Pueblo, unidad que extrae el respeto de cada una de sus partes componentes, ustedes no seréis
olvidados en la construcción del arte: ¡a una distancia apropiada de las ciudades se construirán
para ustedes los monumentos que rivalicen con cualquier palacio!... Allí, en los entretenimientos
que se ofrecerán y en las fiestas de las que formaréis parte, podréis borrar el recuerdo de vuestro
dolor. El piso superior estará cubierto en el centro y mirará a los jardines; allí, los bebedores se
sentarán en cabarets ubicados a ambos lados, que dejan un espacio considerable para bailar.
Sin casas de juego en el centro de la ciudad, Ledoux sólo pide un edificio de pequeñas
proporciones, situado en el centro de un campo vasto donde el arte pueda combinar los
beneficios de una ubicación rural, huertos productivos, praderas;…pedimos un lote vacío que
será usado para el tenis, salas de baile, el ajedrez, tablas reales, naipes; restaurantes, cafeterías,
orquestas,…una casa de juego es más necesaria que un hospicio. Y el dios de la inspiración,
inspirándose en el arquitecto, describe su Oikema, la casa del placer, de esta manera: El valle
que encierra esta estructura está lleno de encantos seductores, una suave brisa acaricia el aire…
La oleada amorosa se estremece por la orilla… ¡Oh, fibra móvil! Te emocionas, la arteria
acelera su movimiento y rompe el hilo que sostiene el principio de la vida. ¿Dónde estoy? El
relámpago de placer irrumpe y el imperio del placer junta íntimamente estos encantadores
motivos al amanecer del deseo (Lefebvre, 2014c:142. Trad. del A.).

De esta manera, se explica como la filosofía y la cosmología de Ledoux alimentaron su discurso


arquitectónico, el cual era considerablemente diferente de sus proyectos y su construcción real, que
comenzó con las Salinas Reales de Arc-et-Senans. En este proyecto, relata Lefebvre, el plan de Ledoux
era construir una ciudad de trabajadores, donde el agua salada podía ser procesada para extraer la sal.
Lefebvre, plantea que el arquitecto Ledoux se situaría cerca de la tradición Masónica, con una cosmología
similar al Platonismo, aunque el diseño de las refinerías sea bastante concreto. “Hay un edificio para el
director, otros para los trabajadores y el procesamiento de la sal, y un palacio del placer en forma de falo,
una especie de burdel para la recreación de los trabajadores” (Ibíd.).


Fig. 23. Henri Lefebvre y Raoul Sangla, durante el rodaje del programa de televisión Oratorio dedicado a la arquitectura en las
salinas reales de Arc-et-Senans. Foto: Georges Galmiche. Fuente: Getty Images.

167
Sobre Fourier, debemos decir que Lefebvre, tuvo un interés intelectual “impuro” 116, no sólo lo defendió
de los consumidores “puros” de sus libros117 , lo estudiaba y también lo criticaba. Se nutrió de su
pensamiento, e intentó vivir siguiendo algunos de sus postulados, valorándolos entre otras cosas, por su
utopía “positiva y concreta”. Lefebvre confirma la idea central de Fourier, oculta bajo otras… “que cada
grupo humano tuvo, y tiene una relación con el espacio –no sólo tiene consistencia en su espacio– y que
inventar un grupo y una relación humana (social) significa inventar un espacio” (Lefebvre,
1972/1980:13). De este modo, así como Lefebvre condenaba la lógica combinatoria de las pasiones, por
haber ingresado rápidamente en el registro de la cientificidad cuestionable, también consideraba, que por
ello no se debería consignar los descubrimientos de Fourier a las profundidades del olvido, especialmente
el de una conexión concreta entre la vida social y afectiva con el espacio (Lefebvre, 2014c).

El efecto arquitectónico simbólico-analógico: ¿una nueva historia?

Luego de hacer este repaso original por varios momentos del arte, la arquitectura y la ciudad vinculados
al placer, lo sensitivo y sensual, el amor, la pasión, la utopía, etc. en los que Lefebvre busca contener una
noción del espacio del goce, el teórico francés se pregunta ¿cómo podemos periodizar la historia
arquitectónica basados en estas clasificaciones? Al mismo tiempo que comprende la obviedad de que una
periodización precisa significaría la exclusión de todas las demás formas de clasificación. Por tanto,
plantea la posibilidad de una multiplicidad de clasificaciones, para relativizar en cierta forma la autoridad
científica.

Lefebvre detecta la relación de opuestos “Dentro/fuera” o “externo/interno”, que le permiten introducir


varios criterios útiles en su tarea. Indica que Hegel catalogó estas relaciones con algunas modificaciones
ligeras. Para él, dice, “la predominancia de lo exterior proporcionaba a la arquitectura su carácter
simbólico” (2014c:143, Trad. del A.). El edificio, marcado por el mundo, sujeto a la imagen del mundo,
lo simboliza; su función práctica es subordinada. Por otro lado, la predominancia de lo interno, crea un
edificio independiente, sujeto solamente a las leyes de armonía, pero no incompatible con una función
práctica y social, ni siquiera con la espiritualidad. Esto es lo que caracteriza a la arquitectura clásica118.
Basado en esta clasificación, Lefebvre considera que las catedrales eróticas de la India serían clasificadas
como una arquitectura “simbólica”, mientras que los Baños de Diocleciano o Caracalla serían
considerados “clásicos”. “Esto explicaría el hecho sorprendente de que las catedrales eróticas de la India,


116
Celebrando el bicentenario del nacimiento de Charles Fourier, en septiembre de 1972 se organizó un Coloquio sobre su actualidad en Arc-et-
Senans (obra de Ledoux), en el llamado Centre du Futur de París, el evento estuvo bajo la dirección de H. Lefebvre. En aquel momento también
participó con un texto propio, Nicole Beaurain (esposa de Lefebvre). Esta experiencia, junto a las ponencias de expertos en la figura del pensador
utópico, quedaría inscrita en la publicación Actualité de Fourier.
117
Lefebvre consideraba que los “puros” aquellos de lectura sofisticada, “condenados del intelecto”, leían a Fourier para aprender a hacer el
amor, a cocinar, o a escribir un libro. Mientras que los “impuros”, para quienes el saber de lo real no se opone a la voluntad que se libera de lo
real, leían a Fourier para aprender a vivir. Ver: H. Lefebvre, (1980) [1972]. Actualidad de Fourier.
118
Ver: Hegel. (1835). Estética III. Ref. en Lefebvre, 2014c.

168
cargadas de símbolos sexuales, no son en modo alguno sensuales, mientras que los baños romanos son
más un espacio del goce, que un espacio lleno de representaciones del goce” (Ibíd.).

Sin embargo, la oposición propuesta por Lefebvre aún es insuficiente para si mismo, no se convence, ya
que “es difícil reconocer que un templo Griego o Romano no tenga relación con el espacio externo, no
tenga carácter simbólico. El espacio interno del Panteón, por ejemplo, es su característica más importante,
aún cuando su domo represente el cosmos, con la cúpula que corresponde al cielo” (2014c:144).
Entonces, propone una siguiente distinción entre lo simbólico y lo analógico119. El objeto simbólico puede
diferir de manera infinita de lo que simboliza, aunque corresponda a su simbología a través de una
conexión mágica y mística codificada. Así, una piedra vertical simboliza la constancia, la fuerza, la
virilidad, la propiedad. Es parte de un todo, que esa parte refleja o designa. Lo analógico, por otro lado,
reproduce, al menos parcialmente o aparentemente, el principio que pretende representar. Está basado en
una similitud claramente representada, por tanto, el símbolo podría ser comparado con una metonimia y
la analogía con una metáfora

… A la luz de esto, el Panteón Romano puede ser mejor entendido como una forma de
arquitectura analógica… que una simbólica… En la profundización de este análisis, descubrimos
que lo simbólico generalmente tiene una relación con la magia. Un objeto tomado como un
símbolo de una realidad inaccesible posee una gama amplia de presuposiciones asociadas con la
realidad. Por el contrario, la analogía asume una representación; funciona por simulación, por
mimetismo, por participación remota, por referencia a un paradigma –el cual asume un espacio,
y una mediación (Ibíd. Trad. del A.).

Esto lleva a Lefebvre a distinguir entre una arquitectura mágico-religiosa, de naturaleza simbólica, que
opera dentro de un espacio sagrado (absoluto) definido por la contigüidad entre objetos sagrados; de una
arquitectura analógica, a menudo narrativa e histórica, que relaciona un evento miméticamente, como una
victoria (un arco de triunfo). “El efecto arquitectónico diferiría totalmente dependiendo si éste fuera
simbólico o analógico. Esta distinción se puede mantener y permitiría al arquitecto usar tanto lo simbólico
como lo analógico basado en distintos códigos” (2014c:144. Trad. del A.). Sin embargo, esta distinción
no implica la disociación completa de estas categorías. Lefebvre anuncia que sólo cuando lo analógico
está sujeto a un nuevo paradigma (el cuerpo y el no-cuerpo) tendría derecho a entrar en el espacio del
goce por sí mismo; y la entrada de lo simbólico sólo podría suceder subordinado a lo analógico (Lefebvre,
2014c).




119
Lefebvre presenta dos rituales para entender la diferencia entre lo simbólico y lo analógico: “en el pasado, una mujer estéril en el sur de
Francia intentaría curar su esterilidad, o bien saliendo por la noche y tocando una piedra erguida, un menhir, un badajo (magia por contacto con
un objeto simbólico y sagrado asociado con el principio cósmico de la fecundidad) o vistiéndose dentro de la piel de una cabra recién sacrificada
que haya parido recientemente (magia por analogía). [En este caso], la mujer se llega a embarazar simulando, participando, a pesar de la muerte
del animal, en la vida, en la fecundidad. Podemos mantener que una iglesia Románica o cripta, tumba, sarcófagos, o las reliquias contenidas
desempeñan un rol central que se basa en lo simbólico. La Catedral Gótica –luminosa, elevándose hacia el cielo– es analógica. La iglesia
Románica resume el mundo y sus dramas: pecado y muerte –ordalías– salvación y redención. La iglesia Gótica narra un drama diferente: El alma
caída sufre, luego se levanta para ascender hacia la luz” (Lefebvre, 2014c:144. Trad. del A.).

169
2.4.3. Fundamentos para una arquitectura del goce

En el capítulo “Conclusions (injunctions)” Lefebvre articula con eficacia sus argumentos dirigidos hacia
la arquitectura, reuniendo los aportes cruciales tejidos a lo largo de Vers une architecture de la jouissance
(1973/2014c) y ensamblando un discurso que va desde lo general hacia lo específico. El autor reconoce
una actitud restrictiva dadas las limitaciones propias de la investigación, con un enfoque en la arquitectura
ampliado al espacio, a las relaciones entre espacio y naturaleza, entre lo cotidiano y no cotidiano, y entre
uso e intercambio. De este modo, reafirma su hipótesis al determinar que “es en el nivel arquitectónico,
que el espacio del goce es proyectado, y los espacios del uso y de la inmediatez recuperados (…) en este
nivel, la práctica social resuelve o no su problemática (…) en este espacio, lo irreductible se manifiesta,
se expande, se impone sucesivamente (…) el resultado es que la transformación arquitectónica se mueve
rápidamente con otras transformaciones –aquellas de lo cotidiano, de la obra (o no obra)” (2014c:146,
Trad. del A.).

Siguiendo los planteamientos de Lefebvre en sus conclusiones, cabe destacar un resultado inicial que no
es discutido en los apartados que revisamos en esta sección, sin embargo contribuyen al sustento
lefebvriano del conocimiento sobre el “goce”. A partir de sus consideraciones filosóficas sobre lo
“irreductible”, el teórico explica que desde la antigüedad, la lógica y la moralidad, el conocimiento y los
valores luchaban contra el placer, buscando reducir y destruir una “experiencia vivida irreductible e
indestructible, que continuamente se reafirmaba en permitir que la vida continuara y los cuerpos
sobrevivieran”. En esa dirección, dice, la psicología del placer y el dolor ha hecho poco para alterar las
afirmaciones de la filosofía. Sin embargo, psicólogos, psiquiatras y psicoanalistas han ayudado a acentuar
la experiencia vivida de placer y dolor, goce y sufrimiento, señalando su irreductibilidad a las
representaciones, al conocimiento, al habla, etc. De este modo, señala Lefebvre, el conocimiento, la
filosofía y las ciencias luchan por recuperar lo irrecuperable y reducir lo irreductible (Lefebvre, 2014c).
Por lo tanto, según Lefebvre, lo irreductible se puede especificar en dos palabras inseparables, goce-
violencia. “El goce, oprimido, rechazado, reducido, se convierte en violencia. La violencia exige goce, se
convierte en goce (cruel, irrisorio, pero poderoso). Como la violencia del poder, la violencia que responde
al goce está a veces latente, a veces manifiesta, y siempre real” (2014c:147, Trad. del A.). De esta
manera, la comunicación entre goce y violencia se desarrolla en el plano teórico. “La violencia teórica,
implementación y acusación, prepara y suplanta virtualmente a la violencia práctica mientras abre un
camino al goce” (Ibíd.).

A partir de aquí, Lefebvre plantea una de las cuestiones centrales en el camino hacia la arquitectura y el
espacio del goce, a saber la de la utopía: “no hay pensamiento sin un proyecto, no hay proyecto sin
exploración –a través de la imaginación– de un posible, un futuro. Por tanto, no hay plan sin utopía.
Incluso la forma más realista del poder tiene su propia utopía: soportar” (Ibíd.). Lefebvre es enfático en

170
enunciar que no existe espacio social sin un stock de posibilidades distribuidas desigualmente, tratando
de decir que la necesidad de la existencia de la utopía, mientras el desarrollo sea desigual, lleva implícita
un espacio social donde esta se desenvuelva. “No sólo que lo real no está separado de lo posible, sino que,
de cierta manera, está definido por ello y, de este modo, por una parte de la utopía” (2014c:148. Trad. del
A.). Este carácter se ha puesto de manifiesto en el acercamiento al espacio en todas sus manifestaciones:
viviendas, pueblos, ciudades, monumentos. Los proyectos utópicos del Renacimiento y del siglo XVIII
han arrancado de lo “real” los aspectos más utópicos; los han reunido, acentuando así su carácter utópico,
pero sin producirlo.

Sin embargo, Lefebvre nos recuerda que entre las utopías abstractas y concretas una oposición está
trabajando continuamente, situación que nos permite distinguir a los “utopistas” de los “utópicos”. La
dificultad analítica surge del hecho que lo abstracto sobresale al asumir y dar la apariencia de lo concreto.
En el Renacimiento, la utopía concreta parecía ser una utopía arquitectónica (formada sobre una base
práctica) y una utopía abstracta manifestada como una utopía urbana (con un fundamento cosmológico).
Pero esta última estaba rodeada de justificaciones ideológicas, sobre todo igualitarias, que le daban la
apariencia de lo concreto, mientras la utopía arquitectónica parecía ser el sueño de los especialistas –
explica el francés. Hay que tener en cuenta que Lefebvre vivía en un tiempo en el que la utopía abstracta
dependía de los tecnócratas que querían construir la ciudad perfecta 120 , arreglar las piezas de un
rompecabezas para crear un ideal. Esto contrasta con su utopía concreta y negativa, que toma como
hipótesis estratégica la negación de lo cotidiano, del trabajo, de la economía de intercambio, que niega el
Estado y la primacía de lo político. Esta utopía que “empieza con el goce y busca concebir un nuevo
espacio, sólo puede basarse en un proyecto arquitectónico” (2014c:148. Trad. del A.). Lefebvre nos lleva
a una profundización de esta utopía concreta, planteando una dualidad posible en la utopía “concreta-
negativa” en el proyecto arquitectónico. Así, su carácter concreto viene de considerar el “cuerpo total”,
cuya noción es restaurada por el pensamiento crítico que rechaza las parodias del “cuerpo total”
encontradas en la llamada “cultura física” o en el “espacio de ocio” que niegan la relación del cuerpo con
el espacio. El pensamiento crítico muestra cómo estas actitudes son incentivadas en el cuerpo desde la
infancia, empezando con la educación primaria, con la intención de inculcar un sentido de disciplina
social, disciplina laboral, etc. El pensamiento crítico revela la desintegración de esta relación (Lefebvre,
2014c).

Esta relación cuerpo-espacio sería impuesta y preservada por la arquitectura, a través de lo que Lefebvre
llama “espacios envolventes”. Para el teórico, la revelación de esta operación requiere un proyecto
totalmente diferente, que consiste en: “girar el mundo al revés y establecer una base diferente a las bases
anteriores, una fundación distinta de las fundaciones anteriores. Lo que se está determinando, lo que está


120
“Los tecnócratas se identifican a sí mismos con lo ‘real’: necesidades, servicios, transporte, varios subsistemas de la realidad urbana, y lo
urbano mismo como un sistema” (Lefebvre, 2014c:148. Trad. del A.).

171
en juego es una cuestión de dirección; pero no una dirección para la investigación, sino una manera de
orientar la vida, que busque cambiarla, prácticamente, socialmente, poéticamente. Para el cuerpo, la
poiesis es la fuente de poesía” (2014c:149. Trad. del A.). En el centro de la teoría y la posible nueva
práctica se encuentra el “cuerpo total”, simultáneamente, “realidad y valor, en su complejidad no
revelada”. En cambio se ha revelado la ambigüedad del cuerpo total, su doble composición como un
cuerpo que ocupa un espacio y un cuerpo que produce un espacio. Dicho de otra forma, “un cuerpo
natural (material, que emplea sus miembros articulados) y un cuerpo social (que usa formas abstractas,
ante todo el lenguaje, para su actividad destructiva y creativa)” (Ibíd.). El análisis de Lefebvre ha
señalado otras ambigüedades y dualidades asociadas con el cuerpo, algunas de las cuales son
particularmente importantes, a saber, un proceso energético (la acumulación y gasto de energía) y un
proceso infraestructural (recepción y almacenamiento de información)121.

De acuerdo a Lefebvre, el concepto de medio ambiente o entorno, plantea muchas contradicciones del
mundo moderno relacionadas con la sociedad y el espacio en sí, las cuales estarían basadas en un error de
comprensión y en una ilusión fundamental. Para Lefebvre, lo que es importante es lo que está rodeado, el
cuerpo, y no el medio ambiente, que corre el riesgo de ser meramente una metáfora. “Un arquitecto que
quiere descifrar medio ambientes o el lector de espacios del medio ambiente, perdería todo contacto con
las condiciones de su práctica (la producción del espacio), transformándose en un funcionario, un
especialista, un experto al servicio de otros” (2014c:150, Trad del A.). El medio ambiente posee una
estructura bipartita que comprende el “orden cercano” y el “orden lejano”, es decir, “espacios envueltos”
y “envolventes”: los objetos en el espacio ocupan un lugar que permanece exactamente localizado,
siempre. Esos objetos relativamente cercanos a la materialidad y la naturaleza son a menudo estables: un
árbol, aislado o en un bosque, una piedra a lo largo de la carretera o en una montaña, el lecho de un río
sobre el cual fluye el agua. Los “espacios envolventes” indican conexiones y relaciones entre sitios; las
subordinan a redes que se asocian con centros de fuerza que tienen “nombres propios”. Estos conjuntos
son prácticos y físicos; poseen una logística (un poblado, una agrupación de tejados, caminos que entran y
salen, cables eléctricos, etc.). De esta manera, el entorno se extiende entre dos polos: “materia y
abstracción, no naturaleza y cultura”122. Innumerables espacios son intercalados entre estos dos polos.
Cada uno tiene su propio código, pero el conjunto en sí no está codificado. A cada lado, en cada extremo,

121
Lefebvre en 1973 ya sugiere su futura teoría: el ritmoanálisis, partiendo de la necesidad de una pedagogía del cuerpo que explique estas
complejidades en lugar de reducirlas de la forma en que las disciplinas académicas lo hacen. “Esto sería una parte importante de la revolución del
cuerpo, que está siendo preparada de varias maneras, más o menos subversivas. Esta formación del cuerpo, que conectaría conscientemente lo
concebido a lo vivido (y a la inversa), asume una forma de conocimiento cualitativo aún en estado de germinación y promesa” (2014c:149. Trad.
del A.).
122
Desde la semántica y la semiótica, el teórico francés aclara que los nombres propios asignados a los lugares están sobre-codificados (número
indefinido de códigos, codificaciones y decodificaciones, información y mensajes). Por ejemplo, con respecto a un pueblo o una montaña que se
encuentra ante nuestros ojos, se puede identificar el sitio, el clima, la vegetación, la composición física, la vida silvestre, los habitantes, etc. La
cantidad de mapas y topologías es ilimitada, dice, ya que cada red de relaciones está conectada a otras redes. En este sentido, sostiene que el
examen del nombre propio no muestra rastros de la conocida oposición entre “naturaleza” y “cultura”, ya que lo que denota y connota es al
mismo tiempo “completamente natural” y “completamente cultural”; así, para Lefebvre esta apropiación necesaria del espacio no es suficiente.
“El nombre de los lugares se puede remontar a la prehistoria más distante. Sus primeras manifestaciones se pueden encontrar en los orígenes de la
sociedad organizada: la caza, la recolección, la pesca, el pastoreo. Si alguien comparara este desciframiento práctico del espacio, que comienza
con los nombres de lugares y el mapeo de caminos, con las formas de escritura, nos veríamos obligados a reconocer que es una forma de escritura
muy especial, una que es considerablemente anterior a las limitaciones específicas de la línea escrita” (2014c:124).

172
cerca de cada polo encontramos el objeto-naturaleza (un barranco, una roca, un río, un relámpago) o un
objeto formal y abstracto, lo surreal y lo irreal. Todos los grados, todos los intermediarios, todos los
alrededores se encuentran en este intervalo. Sólo una cosa puede ser totalmente excluida: el espacio
cerrado, como una caja negra que oculta su funcionamiento (Lefebvre, 2014c).

Para Lefebvre, colocar en el centro la discusión sobre el “cuerpo total” implica la introducción de un
nuevo paradigma, yuxtaponer los signos del cuerpo con los signos del no-cuerpo; y según el teórico,
proponer un paradigma “significa proponer algo que no sea una forma vacía, una variación sintáctica
dentro de codificaciones existentes; es decir, superar la máxima diferencia” (2014c:150, Trad. del A.). En
este sentido, las oposiciones Espíritu/materia, ideal/real, razón/sinrazón, hombre/naturaleza,
naturaleza/cultura, resultan anticuadas porque resultan incapaces de establecer un nuevo paradigma, y
deberían ser reemplazadas por aquella del cuerpo y no-cuerpo, que implica goce y sufrimiento, así como,
por la oposición apropiado/dominado. A su vez, estas categorías opuestas deberían ser consideradas
juntas para que las condiciones del goce puedan ser realizadas concretamente. De este modo, Lefebvre
señala que “la arquitectura involucraría un espacio que es más o menos el análogo del cuerpo total”; lo
cual significa, específicamente, que el arquitecto no debe usar el cuerpo como un modelo123, ni debe
buscar simbolizarlo o significarlo. Por tanto, dice, “el goce no es la meta final de la arquitectura”, el
efecto arquitectónico y la producción del espacio –el cual es realizado principalmente por significarlo a
través de símbolos–, sin embargo, lo permiten, conducen y preparan; e insiste que sería erróneo sostener
que el goce es el resultado de un efecto arquitectónico. De esta forma, llegamos a la parte final del
manuscrito del francés, en el que se cumple, en cierta medida, el tono de la palabra “injunctions”
(mandamientos) que acompaña sus conclusiones:

− El arquitecto valorará lo multifuncional y lo transfuncional en lugar de lo simplemente funcional.


− Dejará de fetichizar (separadamente) la forma, la función, y la estructura como los significados
del espacio.
− En lugar de la idea formal o más bien formalista de la perfección, el arquitecto la sustituirá por la
idea de la “perfección incompleta” (la cual se persigue, se busca en la práctica), o, en todo caso,
la del “estado incompleto perfecto”, el cual descubre un “momento” en la vida (expectativa,
presentimiento, nostalgia), proporcionándole una expresión, mientras hace de ese momento un
principio para la construcción del ambiance124.
− No es a través de la forma sino del contenido que el arquitecto (similar al diseñador en el proceso
de diseño) puede influir en la práctica social” (Lefebvre, 2014c).


123
Lefebvre ha explicado que el cuerpo no puede ser modelado porque es totalmente inexplorado, “parcialmente conocido, parcialmente
desconocido”.
124
Lefebvre, no duda en reconocer en este punto la obra de Constant Nieuwenhuys como el ejemplo de una nueva propuesta espacial y concreta.
El término “ambiance” hace referencia a la Declaración de Ámsterdam, redactada por Constant y Debord en 1958, en la cual se propone que la
construcción de una situación es la construcción de un “micro-ambiente transitorio” y una serie de eventos para un momento único en la vida de
unos pocos. Siendo esto inseparable de la construcción de un ambiance general, relativamente más durable para el urbanismo unitario.

173
Bajo estas primeras consideraciones, los fundamentos lefebvrianos para un espacio del goce, análogo del
cuerpo total (cuerpo apropiado), un espacio del uso, tiene las siguientes implicaciones para la arquitectura
y el arquitecto:

a. El uso posible de una multiplicidad de códigos y codificaciones (siendo lo visual sólo uno de ellos,
o lo sensorial, o la comunicación en el espacio) sin privilegiar ninguno de ellos, basado en el
principio de que no existe arquitectura codificada o un efecto espacial125. Todo lo que se puede
inventariar y vincular a un referente puede ser codificado y decodificado. Materiales y equipos
son sólo una codificación entre muchas otras. Lo mismo ocurre con los dibujos (planos,
secciones, fachadas). No existe codificación de lo posible, pero lo arquitectónico real –espacio
construido y apropiado– no puede ser conocido sin un reservorio de posibles; por tanto habrá que
elegir entre el mayor número posible de códigos –que en número específico no podrán
determinarse. Cuanto mayor es la familiaridad del arquitecto con los códigos, mayor es su
capacidad para elegirlos y manipularlos. Esto implica que el arquitecto no actúa sobre los
significados en general, o en un significado en particular para cada caso, sino sobre “significantes
múltiples”, “abiertos”, siendo el goce un significado entre otros; no obstante, sin “transformar”
tales significantes. Las inquietudes y preocupaciones del arquitecto se encuentran a ambos lados
de tales significantes y significados, pero fuera de la relación entre ellos. En definitiva, su poder,
limitado pero real, es importante en el sentido que puede escoger el referente (naturaleza,
sensorialidad, materiales), incluso puede optar por un código moral.

b. Esto no quiere decir que el arquitecto se considere a sí mismo, en términos de una sensación
basada en la estética, como un artista. La producción del espacio supera antiguas categorías que
separan el arte de la tecnología, el conocimiento de la sensación y la sensualidad. El arquitecto es
un productor del espacio. Esto significa que reconoce múltiples ritmos y elementos (agua, tierra,
fuego, aire). Aún queda por ver si existe o no un código para estos elementos126.

c. Si un arquitecto consigue el détournement127, al transformar algo a partir de su uso previsto, se


acerca a la creación. Pero tal redirección no es invención.


125
Este postulado (principio) es procesado por Lefebvre en el capítulo 9 “Semantics and Semiology (Semántica y Semiología) del manuscrito.
126
Lefebvre explica el caso del agua, “por ejemplo, el uso del agua, necesita ser estudiado cuidadosamente, especialmente dada la diferencia
entre el Este (donde el agua circula dentro del espacio habitado y es una parte esencial de su apropiación) y el Oeste (donde la vivienda domina el
agua, ya sea río, estanque o lago). Lo mismo se aplicaría para el aire, fuego, y tierra” (2014c:152. Trad. del A.).
127
Lefebvre plantea en su libro que entre la dominación y la apropiación hay una actividad, un concepto mediador: le détournement. Una práctica
inicialmente espontánea, casi incierta, que pronto se vuelve deliberada. Le détournement nació con el arte moderno, señala, “en 1910, los
pintores, liberados del academicismo, pegaron en sus lienzos trozos de papel, platos, porcelana o vidrio, una mezcla de objetos y materiales.
Pronto, los músicos comenzaron a mezclar temas tomados de canciones populares u otras obras musicales en sus composiciones, temas separados
de su contenido y desviados de su significado original –Stravinski a menudo empleó este procedimiento” (Lefebvre, 2014c:96). Además,
conocemos que este concepto fue utilizado dentro del movimiento situacionista, y que planteaba la posibilidad artística y política de tomar algún
objeto creado por el capitalismo o el sistema político hegemónico y distorsionar su significado y uso original para producir un efecto crítico.

174
d. El espacio del goce no puede consistir en un edificio, un conjunto de habitaciones, o lugares
determinados por sus funciones. No consiste en un pueblo, ni una pequeña ciudad, que en cierta
medida haya sido reocupada. Más bien, será el campo o un paisaje, un espacio genuino, uno de
momentos, encuentros, amistades, fiestas, descanso, tranquilidad, alegría, exaltación, amor,
sensualidad, así como, de comprensión, enigma, de lo desconocido y lo conocido, lucha, juego.
“Lugares e instantes de momentos. Dioses como aquellos de la antigüedad. ¡No hay señales!”
(2014c:152).

e. Gestionar con éxito la transición de lo sensorial a lo sensual, sería un primer enfoque, preferible
para aquellos salidos de la rama del arte o su historia y que estén pensando en un espacio de arte
o de las artes. Lo sensorial, sus intensificaciones, sus “aprovechamientos” han sido todos
exitosamente intentados por el arte, incluyendo la arquitectura (espontánea o aprendida). Pero con
la aparición del umbral entre lo sensorial y la sensualidad, en lugar de lo irreal, lo imaginario, la
ilusión apropiada, apareció la severa realidad de la dominación; en lugar de la contemplación y el
sueño, la dura ley del beneficio. Consecuentemente, una mejor aproximación al problema central
sería tratar todo el espacio como una obra que ya no se opone al producto y, por tanto, como
actividad productiva y creativa que subyuga la oposición entre obra y producto.

f. La obra es única, el producto repetitivo y, por tanto, acumulativo (repetible y resultante de


actividades separadas y acumulativas). Lamentablemente, las obras se han convertido en
decoración de fondo para la producción y los productos consumibles. Pero no podemos asumir
que podemos convertir cada fragmento de espacio, cada ciudad, cada habitación en una obra
única. No podemos excluir el empleo de materiales y equipos que han sido inventariados,
codificados, sujetos a operaciones técnicas. La meta es que lo repetitivo, el producto, ya no
domine a la obra –señala Lefebvre. De esta manera, lograremos la transición desde una utopía
reactiva a una utopía concreta.

Lefebvre mencionaba en el planteamiento de la cuestión de su libro, algo que hemos dejado para
exponerlo al final relacionado con su comprensión de partida de la práctica arquitectónica en su realidad
inmediata.

Hoy [1973] la arquitectura implica una práctica social en dos sentidos. En primer lugar, implica
la práctica de la vivienda o del habitar (la práctica de un habitante o, para usar un término más
problemático, un hábitat). En segundo lugar, implica la práctica del arquitecto mismo, como
persona que ejerce una profesión que se ha desarrollado (como tantas otras) a lo largo de la
historia, con su propio lugar (o quizás sin lugar: esto aún no se ha verificado) dentro de la
división social del trabajo; una profesión que produce, o al menos contribuye a la producción del
espacio social (si de hecho tiene su propio lugar en el proceso de producción). Comprometida
con la práctica de dos maneras, la arquitectura opera sobre lo que yo llamo ‘orden cercano’, en
contraposición al ‘orden lejano’. Aunque la distinción es inevitable, no siempre ha existido… y

175
actualmente viene impuesta por el modo de producción o la estructura política (Estado). Pero
hay una paradoja aquí. Al dejar de lado el ‘orden lejano’, al aprehender claramente el vínculo a
la práctica, una consideración de la obra arquitectónica libera lo imaginario. Tal pensamiento
puede abordar el espacio utópico evitando la abstracción y suscribiendo de antemano la
naturaleza concreta de esa utopía (una que debe y puede revelarse en todo momento en su
relación con la práctica y con la experiencia vivida) (Lefebvre, 2014c:4. Trad. del A.).

176
2.5. Contradicciones en el espacio social y la búsqueda del espacio diferencial128

Desde Heráclito a Hegel y Marx, el pensamiento dialéctico se liga estrechamente al tiempo; las
contradicciones dicen o expresan las fuerzas y las relaciones de fuerzas que se enfrentan en una historia
(en la historia en general). Partimos de la premisa lefebvriana bajo la cual el espacio social contiene
rasgos distintos y distintivos que se añaden a su concepto como forma “mental pura” sin separarse, no
obstante, como un contenido exterior y sobreañadido. Sin embargo, Lefebvre plantea que en la historia
del conocimiento se ha desarrollado una confusión en la que se ha procedido como si el concepto de
espacio engendrara el de espacio mental. A partir de ahí, explica el teórico francés, el pensamiento se
debate en un dilema, o bien se establece un corte entre lo mental y lo social o bien se mezclan y se
confunden. De esta manera, Lefebvre nos deja ver las contradicciones fundamentales de ese espacio
abstracto, mostrando sus conflictos internos, sus movimientos al interior del espacio social,
desapareciendo los argumentos que normalmente aparecen para describirlos como homogéneos y
coherentes. En esa dirección, se explican las formas como se manifiestan estas contradicciones en la
superficie una vez que han sido reveladas con algunos ejemplos concretos. Esta exposición le permite a
Lefebvre en definitiva ampliar en su obra –La producción del espacio (1974)– una salida (no solución, ni
escape) teórica a los conflictos de un espacio contradictorio a través del desarrollo del concepto de
“espacio diferencial”.

Antes de empezar con el análisis de las contradicciones del espacio presentadas por Lefebvre,
consideramos importante aclarar brevemente los conceptos sobre la tríada espacial129 postulados por el
teórico francés en La Producción del espacio, que permiten seguir con mayor claridad la exposición de
las reflexiones expuestas en adelante, y a lo largo de la investigación:

− La práctica espacial de una sociedad postula su espacio y lo supone en una interacción dialéctica;
lo produce lenta y serenamente, explica Lefebvre, dominándolo y apropiándose de él. Desde el
punto de vista analítico, dice, la práctica espacial de una sociedad se descubre al descifrar su
espacio. Así, siguiendo a Lefebvre, la práctica espacial que se expresa bajo el “neocapitalismo”
expresa una estrecha asociación en el espacio percibido entre la realidad cotidiana (uso del
tiempo) y la realidad urbana (rutas y redes que conectan los espacios de trabajo, vida privada,
ocio, etc.). Desde la esfera de lo percibido y en el sentido psicológico, este espacio se coloca en la
base práctica de la percepción del mundo, al entenderlo como el espacio de la experiencia

128
Este apartado ha sido revisado en su totalidad de la obra La producción del espacio, para ello, hemos tenido el cuidado de revisar sus
ediciones impresas en tres idiomas en el siguiente orden de publicación: –The production of space (1991b), Oxford: Blackwell; La production de
l’espace (2000), París: Anthropos; y La producción del espacio (2013). Madrid: Capital Swing. Se tomó esta decisión al encontrar ciertos
desajustes en las traducciones (tanto anglófona como española) de la versión original, y para ser lo más respetuosos posibles con la epistemología
original volcada al español.
129
“La triada percibido-concebido-vivido pierde su alcance si se le atribuye el estatuto de un ‘modelo’ abstracto. O bien capta lo concreto (como
algo distinto de lo ‘inmediato’) o entonces solo tiene una importancia limitada, la de una mediación ideológica entre muchas otras (Lefebvre,
1974/2013:99).

177
material, que vincula la realidad cotidiana con la realidad urbana, englobando tanto la producción
como la reproducción social. De este modo, la práctica espacial engloba la producción y
reproducción, lugares específicos y conjunto espaciales propios de cada formación social,
asegurando la continuidad en el seno de una relativa cohesión.

− Las representaciones del espacio, corresponden al espacio concebido por los científicos,
planificadores, urbanistas, tecnócratas, ingenieros sociales, etc., todos los cuales identifican lo
vivido y lo percibido con lo concebido (el número áureo, los módulos, los cánones, etc.). Para
Lefebvre este es el espacio dominante en cualquier sociedad o modo de producción ya que está
vinculado directamente a las relaciones de producción, al “orden” que imponen y a su
reproducción. Así, cabe apuntar que estas representaciones que operan en todos los niveles del
espacio social provendrían exclusivamente del espacio mental o abstracto.

− Los espacios de representación, son los espacios vividos a través de las imágenes y los símbolos
que los acompañan, y a partir de allí, son los espacios de los habitantes, de los usuarios, pero
también de ciertos artistas (pintores y arquitectos del medioevo y del renacimiento
especialmente). Para el teórico, este es el espacio dominado, a saber, pasivamente experimentado
y que la imaginación desea apropiar y modificar. Estos espacios recubren el espacio físico
utilizando simbólicamente sus objetos y expresan con o sin codificación, dice Lefebvre,
simbolismos ligados al lado clandestino y subterráneo de la vida social, pero también al arte, que
eventualmente podría clasificarse como un código de los espacios de representación.

En la marcha de la investigación, especialmente en la descripción de las contradicciones y las


experiencias del espacio contradictorio, irán apareciendo varios ejemplos concretos que ayuden a
formalizar estos conceptos constitutivos del espacio social analizado en la sociedad neocapitalista
(ampliamente estudiada por Lefebvre), y considerada por nosotros como base teórica del neoliberalismo
urbano actual y de lo que podría ser el espacio de una sociedad postneoliberal.

178
2.5.1. Contradicciones fundamentales del espacio

La práctica espacial regula la vida, no la crea. El espacio no tiene poder ‘en si’, ni tampoco
determina sus contradicciones. Estas son contradicciones de la sociedad –entre una y otra cosa
dentro de la sociedad, por ejemplo, entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción–
que emergen en el espacio, al nivel del espacio, dando lugar a contradicciones espaciales
(Lefebvre, 1974/2013:391).

Entre cantidad y calidad

El espacio abstracto es mensurable, no solo como espacio geométrico, sino como espacio social
subordinado a las manipulaciones cuantitativas. La tendencia predominante tiende a la desaparición de lo
cualitativo y su reabsorción consecuente. Sin embargo, señala Lefebvre, lo cualitativo no se deja absorber
por lo cuantitativo, así como tampoco el uso por el cambio; y estos reaparecen en el espacio.

Esta contradicción se manifiesta con más nitidez en el abandono del “espacio de consumo”130 hacia el
consumo del espacio: el del ocio y el turismo, espacio de consumo improductivo. Se trataría del momento
de partida: las vacaciones; un momento inicialmente contingente que luego deviene en necesidad.
Entonces la gente exige un espacio de calidad (las cualidades de este espacio exigido tienen nombre: sol,
nieve, mar, y poco importa si son cualidades naturales o simuladas). Su calidad y uso se recuperan de
cierta forma por medio del espectáculo y signos (aparentes o reales). De este modo, en zonas consagradas
al turismo y al ocio, el cuerpo recupera ciertos derechos de uso (semi-ficticios, ilusorios: “cultura del
cuerpo”, simulación de la vida natural) lo que produce una restitución del cuerpo que apela por una
restitución del goce y del placer. Así, el consumo satisface las necesidades, entrando las necesidades y los
deseos en oposición entre sí: a las necesidades específicas corresponden objetos específicos, al deseo no
le corresponde ningún objeto preciso sino un espacio donde pueda desplegarse, por ejemplo, la playa, una
zona de fiesta, un lugar de ensueño.

Lefebvre considera que este despliegue del deseo en el espacio lograría dotar de sentido al espacio de
representación131 donde se encuentran falsamente unidos el deseo y el ocio. El vínculo dialéctico entre la
necesidad y el deseo, genera nuevas contradicciones, en particular entre la liberación y la represión. En el
arte y entre los artistas se libra una batalla entre el cuerpo y el no-cuerpo132. Sin embargo, expresa, el


130
Para Lefebvre, el espacio de consumo coincide con los ‘lugares históricos de acumulación del capital’, con los espacios de la producción, al
ser un espacio producido y espacio del mercado por el que recorren los flujos y al ser controlado por el Estado, en resumen, un espacio
estrictamente cuantificado.
131
El espacio de representación resultante de la fuerza del deseo es un lugar donde la vida cotidiana quedaría en suspenso dejando su sitio a una
vida diferente, más rica, simple y/o natural.
132
Vale recordar aquí, este paradigma (cuerpo, no-cuerpo) que constituye Lefebvre en el camino de la reconexión de las emociones con el
espacio, soslayado en gran medida por el conocimiento analítico.

179
espacio mental133 no lograría neutralizar a su íntimo enemigo (el espacio vivido), lejos de eso, lo suscita y
lo resucita. A continuación intentamos sintetizar los movimientos y oposiciones que definen esta
contradicción descrita por Lefebvre en La producción del espacio (1974):

− Del espacio del consumo al consumo del espacio mediante el ocio y el espacio del ocio.
− De la cotidianeidad a la no-cotidianeidad a través de la fiesta (auténtica o simulada).
− Del trabajo al no-trabajo mediante el cuestionamiento (medio real, medio imaginario) del trabajo.
− Del consumo del espacio al espacio de la producción usado y consumido por los flujos.
− Del espacio de la producción al espacio de la reproducción, controlado por el poder estatal,
garantizado por la reproducibilidad de las cosas en el espacio y del espacio mismo, fragmentado
con ese fin.

Este espacio institucional –bajo el neocapitalismo, o capitalismo de organización– se basa en los


principios de la repetición y la reproducibilidad, principios ocultos bajo apariencias de creatividad que
conducen a este espacio “burocrático” a un conflicto crucial con sus propias condiciones y resultados.
Siendo un espacio ocupado de este modo, controlado y orientado hacia lo reproducible, se ve rodeado por
lo no-reproducible, es decir, la naturaleza, el sitio específico, lo local, lo regional, lo nacional, e incluso lo
mundial.

En el tratamiento de lo homogéneo y lo fragmentado

Lefebvre apunta en este caso a una contradicción entre la capacidad de concebir y tratar el espacio a
escala mundial y su fragmentación por una multiplicidad de procedimientos también fragmentados. Al
reflexionar sobre el espacio fragmentado, encontramos por un lado el espacio que se vende (al detalle y al
por mayor), y aquel que puede ser dominado desde un ordenador adaptado a otros dispositivos y
programas de reproducción de imágenes-documentos, administrando una masa indeterminada de
información relativa a un espacio físico o social determinado, información que puede ser procesada desde
un solo lugar, y contenida virtualmente en un solo punto. Sin embargo, se tiende a reducir dicha
contradicción a una simple contraposición binaria o contraste entre espacio homogéneo y espacio
fracturado. En su aspecto homogéneo, de acuerdo a Lefebvre, este espacio mundial busca abolir las
diferencias, estimular la indiferencia entre lo visible-legible y, simultáneamente, se encuentra
desmenuzado debido a las exigencias de la división del trabajo, las necesidades y las funciones. Los
procedimientos de fractura se asemejan a los de las pinturas cubistas de Picasso y las vanguardias
(espacio abstracto sobre el cual profundizaremos en el siguiente capítulo). En este sentido, no hay un

133
Siguiendo a Lefebvre, el espacio mental es el espacio de las reducciones, de las presiones y represiones, de las manipulaciones y
recuperaciones, espacio destructor de la naturaleza y del cuerpo. A partir del espacio mental, facilitado por las matemáticas, la lógica y la
estrategia se da paso a la representación de un espacio instrumental (de carácter homogéneo o más bien homogeneizante). Este espacio
fetichizado por la ideología de la epistemología implica una ideología: la primacía de la unidad abstracta.

180
espacio global (espacio concebido) de un lado y un espacio fragmentado (espacio vivido) de otro (imagen
del cristal entero/roto). El espacio “es”, dice Lefebvre, a la vez total y quebrado, global y fracturado. Así
como es, a la vez concebido, percibido y vivido.

De la contradicción entre la globalidad y lo fragmentado, se deriva la contradicción “centro-periferia”. Ya


que según Lefebvre, toda globalidad implica el establecimiento de una “centralidad”. La concentración de
“todo” lo que existe en el espacio subordina todos los elementos y todos los momentos del espacio al
poder que detenta el centro134. La compacidad y densidad son “propiedades” del centro; alrededor o fuera
del centro, cada espacio es un vector de restricciones y un portador de las normas y los valores. Esta
contradicción se intensifica en el plano estratégico, en un espacio estratégico135, donde los recursos están
siempre localizados; estimándose en unidades de producción (empresas) y de consumo (hogares). Sin
embargo, en lo relativo a los objetivos, estos son siempre globales, incluso mundiales cuando se trata de
las grandes estrategias desplegadas por los estados y las corporaciones trasnacionales. La dispersión y la
fragmentación –llevadas hasta el punto de la segregación completa– son mantenidas y dominadas por
intenciones estratégicas, por voluntades de poder de máximo nivel en términos de cantidad de medios y
calidad de fines pretendidos.

Resulta fundamental reconocer dichas estrategias en la planificación territorial y el planeamiento


urbanístico, a través de los cuales se planificaba y se planifica espacialmente la producción y los flujos,
etc., dando como resultado unas prácticas sociales expresadas en un espacio de distribución, de
clasificación al servicio de una clase. Esta situación exige dos cuestiones críticas: a) un determinado saber
aprueba esta estrategia tomándola como objeto de ciencia (por ejemplo: el estructuralismo, dice Lefebvre,
que aludiendo a motivos intelectuales de alto rango se interesa por estas distribuciones buscando su
inteligibilidad y una relación superior del investigador con el objeto construido). En este sentido,
portando el manto de un saber, esta ideología criticada frontalmente por Lefebvre, sirve al poder. b) Las
nociones “operativas” de distribución gobiernan el espacio entero, desde el espacio privado al público,
desde el mobiliario a la planificación espacial. Tales nociones sirven a la homogeneización global y por
tanto al poder. En realidad esta capacidad operativa concilia el espacio público con el espacio privado de


134
Lefebvre aborda la dialéctica del centro y la periferia desde mucho antes de escribir La producción del espacio. (Ver: Conferencia en Lurs-
Provenza, 1966 “Necesidades profundas, necesidades nuevas de la civilización urbana” (Lefebvre, 1973d). Habiendo abordado la cuestión del
centro desde múltiples enfoques (filosófico, psicológico, sociológico, urbanístico, etc.), entendemos que cuando hace alusión al poder que detenta
el centro de manera general, casi siempre se está refiriendo al poder de decisión y organización, es decir, al poder político (encarnado en el
Estado moderno que se asienta y se impone como centro), así como, al poder económico de la acumulación capitalista y al poder administrativo
de los agentes tecnocráticos instalados en el centro urbano. De forma tangencial se referirá también al poder del saber en forma de conocimiento
y al poder militar en el campo estratégico. En todos los casos, apelará al modo de violencia ejercido por tal o cual poder.
135
Según Lefebvre, existiría un conjunto de errores y de ilusiones, capaz de hacernos olvidar totalmente que existe un sujeto total que actúa para
mantener y reproducir sus propias condiciones, a saber, el Estado (apoyado sobre clases sociales y fracciones de clase). Y también un objeto total,
el espacio político absoluto, un “espacio estratégico” que buscar imponerse como realidad cuando no es más que una abstracción, pero una
abstracción dotada de enormes potencialidades en la medida en que es lugar y medio del Poder. De ahí la abstracción del “usuario” y del llamado
pensamiento crítico, que pierde sus capacidades de juicio cuando se sitúa ante los grandes “fetiches” –señala el francés. Este espacio estratégico
permitiría simultáneamente repeler a los grupos inquietantes hacia la periferia (entre otros a los trabajadores) –dice, así como, reducir el espacio
central con el fin de encarecer el precio de las infraestructuras disponibles; organizar el centro como lugar de decisión, riqueza, de poder e
información; encontrar aliados para la clase hegemónica entre las capas medias y entre la élite.

181
la clase o fracción hegemónica, la cual mantiene el más alto nivel, la propiedad privada del suelo y los
medios de producción.

Sólo en apariencia lo privado se organiza sobre el entramado público. En realidad lo que se


instaura es la situación inversa. El espacio entero es tratado conforme al modelo de empresa
privada, de propiedad privada y familia: según la reproducción de las relaciones de producción
bien acoplada a la reproducción biológica y a la genitalidad (Lefebvre, 1974/2013:407).


Entre los valores de uso y los valores de cambio

Para comprender mejor el encaje de los conceptos de valor de uso y valor cambio en las contribuciones de
Lefebvre, es necesario empezar por la condición bajo la cual la mercancía es una cosa en el espacio, es
decir, ocupa un lugar. Lefebvre explica que a una escala mundial se constituyen y articulan cadenas de
mercancías (redes de cambio): redes de transporte, redes de compra-venta, circuitos monetarios y de
transferencia de capitales, etc. Al encadenar las mercancías en un número virtualmente infinito, el mundo
de la mercancía implica acciones sobre el espacio, e incluso un cierto concepto de espacio. En efecto, las
cadenas, circuitos y redes de mercancías, ligadas por el dinero en lo más alto, presentan una
homogeneidad: la cambiabilidad que implica intercambiabilidad. De ese modo, el teórico francés define a
la homogeneidad, como el “espacio de la mercancía”. Esta resulta ser la nueva paradoja, porque ya no se
trata de una “representación del espacio” ni de un “espacio de representación”, sino de una práctica.

Por otro lado, el uso (el consumo) tiene siempre un carácter local. Si bien el intercambio ocupa el espacio
mundial (circuitos y redes), el consumo se realiza en un lugar. Entonces, cualquier individuo, con un
determinado uso del tiempo trata de obtener la satisfacción de sus necesidades. Por tanto, plantea
Lefebvre, el valor de uso constituye la “riqueza real”, lo que contribuye a restituir su desatendida
importancia. La oposición paradigmática (significante) entre el valor de cambio y el valor de uso, entre
los circuitos globales y los lugares específicos de producción y consumo, se torna aquí en contradicción
dialéctica y se espacializa. “El espacio así definido posee un carácter abstracto y concreto: abstracto en la
medida en que no tiene existencia sino por la intercambiabilidad de todas las partes que lo componen;
concreto en tanto que es socialmente real y está localizado como tal… el espacio homogéneo y sin
embargo fragmentado” (Ibíd.:375).

La vida cotidiana no puede comprenderse sin la contradicción entre el valor de uso y el valor de cambio.
De esta relación se reconoce una oposición dinámica (no estática) en la que no solamente el cambio
absorbe al uso, sino que el uso reaparece en conflicto agudo con el cambio (en el espacio) porque implica
“apropiación” y no “propiedad”. Lefebvre es enfático al decir que sobre todo el uso político del espacio es
capaz de restituir el máximo valor de uso: recursos, situaciones espaciales y estrategias. En relación a la
apropiación del espacio, esta conlleva tiempos, ritmos, símbolos y una práctica. Cuánto más
funcionalizado está un espacio, más dominado por los agentes que lo manipulan y lo vuelven mono-

182
funcional, menos se presta a la apropiación, porque se sitúa fuera del tiempo vivido, tiempo diversificado
y complejo experimentado por los usuarios.

Atenuada esta contradicción en el plano de la producción de las cosas (en el espacio) se agudiza, ya que
las fuerzas productivas han traspasado un límite, pasando a la producción del espacio. Lefebvre plantea
que la “producción consciente del espacio ha sido casi alcanzada, pero el umbral no se atraviesa del todo:
el nuevo modo de producción es sustituido por la venta del espacio parcelado, mediante simulaciones de
un espacio nuevo” (1974/2013:390). ¿Pero cómo gestionar esta contradicción en la globalidad? Lefebvre
afirma que se puede considerar dentro de las posibilidades, la reorganización del espacio en función de la
búsqueda de recursos cada vez más escasos: energía, agua, luz y algunas materias primas de origen
vegetal o animal. Esto tiende a rehabilitar (potencialmente, al menos) la importancia del valor de uso
frente al valor cambio, en el curso de un vasto conflicto. Así, la producción de espacio acompañaría el
nuevo énfasis dado a la “naturaleza” en tanto que fuente de valores de uso (la materialidad de las cosas).
Durante mucho tiempo consumidora de una parte de los excedentes del intercambio (del excedente
social), la producción del espacio deviene predominante coincidiendo en el tiempo con la restitución del
valor de uso, restitución a gran escala que atraviesa la política sin que, no obstante, se disponga en
estrategias políticas. Para Marx, la naturaleza constituía la auténtica riqueza, distinguiéndola de la
fortuna evaluable en valor de cambio, esto es, cuantificable en dinero o moneda. Esta idea sigue siendo
cierta y penetrante a condición de no separar de forma arbitraria, como centro de significaciones
particulares, el espacio derivado del espacio primario de la naturaleza, materia y matriz de la producción.
“El bien supremo es el tiempo-espacio; lo que asegura la supervivencia del ser es la energía que él
contiene y de la cual dispone” (Ibíd.:383).

Por otro lado, Lefebvre señala que no es sólo apoyándose en el suelo como se consolida el capitalismo, ni
únicamente integrándose en las formaciones sociales pre-capitalistas. Debemos entender que el
capitalismo se sirve de todas las abstracciones, de todas las formas, incluida la ficción jurídica y legal de
la propiedad de todo cuanto parecía irreductible en principio a la apropiación privada o privativa (la
naturaleza, la tierra, las energías vitales, los deseos y las necesidades). Incluso, dice el francés, “la
planificación espacial, que se sirve del espacio como instrumento con fines múltiples, se muestra de una
eficacia extrema. Tal uso instrumental del espacio está seguramente implícito en la ‘modernización
conservadora’ que se ha introducido con mayor o menor éxito en diferentes países” (Ibíd.).

Entre el poder y el conocimiento inherentes al espacio

En ningún lugar hay una confrontación más directa entre el saber y el poder, entre el
conocimiento y la violencia que en la conexión entre el espacio intacto y el espacio fragmentado
(Ibídem:390).

183
La violencia del poder desune y mantiene apartado todo cuanto ha separado; inversamente, reúne y
mantiene en un estado de confusión todo cuanto le conviene. El saber (conocimiento) reposa sobre los
efectos del poder, considerados como “reales”, los ratifica como tales. En cambio, en la esfera dominada,
las restricciones se encuentran por doquier; y el poder es omnipresente. Mediante la acción del poder, la
práctica espacial porta en sí normas y obligaciones. Más que expresión del poder, es la represión en
nombre del poder (y a veces en nombre de nada). Suma de coacciones, estipulaciones y prescripciones, el
espacio social adquiere esta eficacia normativa-represiva, ligada instrumentalmente a su objetalidad, a
cuyo lado, la eficacia de las ideologías y de las representaciones se vuelve despreciable. Lefebvre advertía
desde ese momento, que se trataba de un espacio-trampa que puede ser ocupado por las simulaciones de
la “paz cívica”, del “consenso” y el “reino de la no-violencia” (Lefebvre, 1974/2013).

También se observa que el poder político suscita una contradicción inmanente, al controlar lo efímero, los
flujos y los agregados136, ya que la movilidad de los elementos que componen y forman el espacio social
se incrementa en lo que concierne a la esfera económica principalmente (flujos de energía, materias
primas, mano de obra, etc.). Mientras que la efectividad del control requiere de asentamientos fijos,
centros de decisión y de acción, y algunas instalaciones duraderas. Así pues, entre lo efímero y lo durable
surge una contradicción específica.

Por último, Lefebvre dejar ver el conflicto resultante de todas las contradicciones analizadas, lo que llama
la contradicción entre el espacio verdadero y la verdad del espacio. Así, plantea que el espacio verdadero
es el espacio de la filosofía y de su prolongación epistemológica, perfecto en su abstracción, cobijado en
el manto de la cientificidad, toma forma y es formulado en la cabeza del pensador antes de ser proyectado
en la “realidad” social e incluso física. Los esfuerzos para legitimarlo apelan a consideraciones acerca del
conocimiento y su núcleo formal. En él se erige el “hombre teórico”, el ser humano reducido al saber, lo
concebido pasando por lo vivido. En cambio, al contrario que esta tendencia dominante y oficializada, la
verdad del espacio enlaza el espacio a la práctica social, de un lado y, de otro, a los conceptos elaborados
y teóricamente encadenados por la filosofía, aunque la trasciendan como tal, precisamente por su
conexión con la práctica. De este modo, dice Lefebvre, el espacio social exige una teoría de la
producción, que es en definitiva la que confirma su veracidad. La verdad del espacio pone de manifiesto
así lo que tienen en común el espacio mental y el espacio social y, en consecuencia, también sus
diferencias. No hay separación entre ellos, sino una distancia. No hay confusión entre ellos, sino un
momento o elemento común: La centralidad se descubre como el lugar común del conocimiento, de la
conciencia y de la práctica social (Ibíd.).


136
Lefebvre se refiere a los “agregados económicos” que expresan generalmente el tamaño característico de la actividad económica nacional.

184
2.5.2. Experiencias del espacio contradictorio

Una de las paradojas más flagrantes del ‘espacio abstracto’ es que este puede ser a la vez el
conjunto de lugares donde nacen las contradicciones, el medio en que estas contradicciones se
despliegan o se desgarran, y por último, el instrumento que permite sofocarlas sustituyéndolas
por una coherencia aparente. Esto le confiere al espacio (en la práctica espacial), una función
que antes era asumida por la ideología y que todavía exige una ideología (Lefebvre,
1974/2013:396).

Las contradicciones identificadas han sido formuladas por Lefebvre en un plano teórico-conceptual,
abstracto, sin relación aparente con el conjunto de los hechos. Sin embargo, el teórico francés afirma que
sus formulaciones se corresponden con los hechos y concentran una multitud indefinida de experiencias,
siendo constatables incluso para el más empedernido de los positivistas. Sin embargo, el empirismo137
rehúsa denominarlas “contradicciones” y no admite sino incoherencias, disfunciones; resistiéndose a dar
forma teórica a las observaciones dispuestas comúnmente en grupos de datos lógicamente encadenados.

A modo de ejemplos, Lefebvre presenta en primer lugar, las ventajas de los propietarios de automóviles
privados que disponen de un espacio que apenas supone gasto por su parte, pues la colectividad mantiene
su alto coste. De ahí la proliferación de vehículos privados, un asunto propio, dice, del lobby de los
fabricantes de coches, que reclaman constantemente la extensión de ese espacio. En este caso, el consumo
productivo del espacio (productivo debido a la generación de plusvalía) recibe históricamente
subvenciones y créditos enormes del Estado (sistemas viales y de transporte, programas públicos/privados
de infraestructuras y espacios de aparcamiento, etc.). Se convierte en un círculo vicioso en el que se
considera al ente público como regulador, y en efecto, estos sistemas auto-regulan a la sociedad a
condición de aceptar los efectos secundarios que conllevan.

En lo referente a los “espacios verdes”, a los árboles, a las plazas, a los parques urbanos, es cierto que
aportan algunos placeres al conjunto de la colectividad, ¿pero quién los costea? ¿Cómo y a quién exigir el
pago?, se pregunta Lefebvre. “Tales espacios, que no proporcionan nada a nadie determinado sino placer
a todos, están en vías de extinción” (Ibíd.:392). Entonces, el consumo no productivo no suscitaría
inversiones, pues sólo generaría agrado. En cambio, el consumo de armamento de todo tipo, incluidos
misiles y cohetes, recibe sumas colosales pese a ser el más improductivo de todos los consumos. Según
Lefebvre, hay dos modos en que el espacio urbano es degradado y finalmente destruido en este proceso
contradictorio: la proliferación de vías rápidas, zonas de aparcamiento y garajes; y su corolario, la
reducción de espacios arbolados, parques públicos y jardines. Entonces se instaura una contradicción
entre el consumo que produce un valor excedente (plusvalía) del espacio y el consumo que produce sólo


137
Lefebvre no acostumbraba a dirigir sus ataques directamente a la persona, no obstante, se puede presumir que la dirección de esta flecha es
hacia Manuel Castells y sus seguidores, en ese momento compañeros en la revista Espaces et Sociétés. Hacia 1974 su relación en la revista ya
había rebasado algunas fricciones. Sobre esta relación profundizaremos en el siguiente capítulo, sección 3.4.

185
disfrute, por tanto, improductivo. Este es un choque previsto tempranamente por Lefebvre entre
“utilizadores” capitalistas y los “usuarios” de una comunidad.

Todo cuanto fue aniquilado en el frenesí del crecimiento pasó a ser objeto de adoración. Los
antiguos objetos de uso pasaron entonces por excepcionales y preciosas obras de arte (Lefebvre,
1974/2013:393).

Lefebvre (1974) señala que la descripción empírica de determinados procesos contradictorios se mantenía
por debajo de un umbral de conceptualización a partir del cual el conflicto hubiese emergido antes. En el
caso de la cultura y lo que nosotros consideraríamos el marco del patrimonio histórico, principalmente
edificado, Lefebvre reitera (algo más o menos conocido) que en los países en pleno proceso de
crecimiento, los espacios históricos fueron severamente afectados. Sin embargo, hacia el final del período
de crecimiento acelerado, estos mismos países serían responsables de descubrir cómo estos espacios
pueden ser explotados al servicio del “consumo cultural”, de la “cultura en sí”, y de las industrias del ocio
y el turismo con sus casi ilimitadas perspectivas. Cuando esto sucedió, se reconstruyó a un altísimo costo
todo lo que había sido demolido, “tan alegremente” durante la Belle Époque. Y allí donde las iniciativas
destructoras no se completaron, se promovió dependiendo del caso, la renovación o restauración, la
imitación o la copia, o se inventó lo neo138.

En cuanto al espacio de la arquitectura, dice Lefebvre, este es un fragmento de espacio recortado de


conjuntos más grandes que el profesional toma como un “dato” que tratará según su gusto, sus técnicas,
sus ideas y preferencias. Es decir, el arquitecto recibe su parte y se ocupa de ella con plena libertad.
Ahora bien, dice Lefebvre, no es así como las cosas ocurren en realidad. Parte del espacio entregado al
arquitecto (por los promotores, autoridades) depende de cálculos sobre los cuales él puede tener indicios,
aunque no conoce con certeza. Este espacio no tiene nada de inocente: está al servicio de tácticas y
estrategias particulares, no es sino el espacio del “modo de producción dominante, que se presenta en
forma de lotes y se organiza represivamente en función de las características importantes de la localidad”
(calidad de servicios, infraestructuras de transporte, accesibilidad, etc.). En lo que respecta al “ojo del
arquitecto, éste no es más neutro o inocente que el lote que le es asignado para construir, o que el
esquema en blanco sobre el cual trazará su diseño” (Ibíd.). Entonces, el espacio subjetivo del arquitecto se
llena de significaciones objetivas. Es un espacio visual139 que se reduce al plano, a la imagen, ese mundo
de la imagen –antagónico al de la imaginación– señala Lefebvre. La reducción a la parcela, a la imagen, a
la fachada que es hecha para ver y ser vista, reforzando el espacio visual puro, es una tendencia que
ocasiona la degradación del espacio. Esta fachada, así diseñada, explica Lefebvre, mide el estatus y el

138
Para ampliar los argumentos en relación a la destrucción y restauración de monumentos en el período referido por Lefebvre, ver: Françoise
Choay (2007). Alegoría del patrimonio. Barcelona, España: GG. Véase también: Gustavo Giovannoni (1925). Questioni di architettura nella
storia e nella vita… Roma, Italia: Società Editrice d'Arte Illustrata.
139
Lefebvre sostiene que la perspectiva lineal acentúa y justifica esas reducciones, haciendo referencia a que Georges Gromort (1870-1961) ya se
opuso hace tiempo a esas tendencias esterilizantes mostrando cómo los arquitectos se “inclinaban a fetichizar la fachada, volumen compuesto de
planos falsamente realzados mediante motivos decorativos” (Lefebvre, 1974/2013:393). Ver: Ref. en Lefebvre, 2013. Gromort, G. (1942).
Architecture et sculpture en France.

186
prestigio social, como una especie de “jaula familiar” deviene tipo y forma modular del espacio
aburguesado140.

Dentro de la práctica espacial de la sociedad moderna, el arquitecto se instala en su propio espacio. Se


sabe que tiene una representación de ese espacio, pero pensado como espacio verdadero –pese a ser, o
quizás por ser, geométrico– señala Lefebvre. En cambio, el espacio de los vagamente llamados “usuarios”
o “habitantes”, quienes son marginados por la práctica espacial, es vivido y no representado (o
concebido). Entonces, en comparación con el espacio abstracto de los expertos (arquitectos, urbanistas,
planificadores), el espacio de las actividades cotidianas de los usuarios es un espacio concreto, es decir,
subjetivo. De este modo, explica Lefebvre, que el espacio de los “sujetos” y no de los cálculos, espacio de
representación, tiene un origen en la infancia, con sus trances, sus logros y sus carencias; por tanto, el
espacio vivido recibe su impronta del conflicto entre la “inevitable madurez, larga y difícil, y la
inmadurez que deja intactas las fuentes y reservas iniciales”. En este ámbito se afirma lo privado, que
requiere de los espacios concretos: semi-públicos, semi-privados, lugares de encuentro, sendas y pasajes,
como lugares de transición y mediación con lo público141. Estos lugares apropiados podrían distinguirse,
según Lefebvre, en fijos, semi-fijos, móviles y vacantes. Así aparece entre las contradicciones un lugar
entre lo efímero y lo estable142; por ejemplo, el trabajo en la producción doméstica exigiría un lugar fijo
como la cocina, en cambio, ni el sueño, ni el juego tendrían estas exigencias. A este respecto, Lefebvre
considera que Occidente puede aprender mucho de Oriente, con sus grandes espacios vacíos de muebles
bajos y móviles:


140
Lefebvre indica, a nuestro parecer con una ingenuidad intencional, aunque útil para expresar un espacio poblado de contradicciones, que el
discurso arquitectónico puede decirse que imita muy a menudo el discurso del poder, pero caricaturizándolo y que padece la discusión del saber
“objetivo” de la realidad por mediación de “representaciones gráficas”. En este sentido, es un discurso sin referente ni horizonte –señala. Con
facilidad (“como es el caso de Le Corbusier”) se trataría de un discurso moral sobre la rectitud, el ángulo recto y las líneas rectas en general,
combinando la invocación a la naturaleza con la peor de las abstracciones (planos geométricos, módulos, etc.). Sobre la relación más contributiva
entre Lefebvre y la práctica arquitectónica trataremos en la segunda parte (genealógica) dentro del capítulo 3 “Teoría del espacio crítica”,
principalmente la sección (3.1).
141
A principios de la década de 1960, Lefebvre desde el ISU comenzó a teorizar los niveles de la práctica social en el espacio; temas similares
eran discutidos internacionalmente entre arquitectos, así, por ejemplo el Team 10 estaba investigando la "jerarquía de asociaciones humanas", y
al final de la década, con un interés mundial en investigar megaestructuras como experimentos en una escala adecuada para la metrópolis en
expansión (Stanek, 2011). Ambas posiciones revelan una nueva tendencia en la forma en que se conceptualizaron las escalas, desplazándose
desde el esfuerzo por delinear una jerarquía de espacios delimitados con un interés en el ámbito de los intermedios. Esto fue investigado por Aldo
van Eyck (quien estaría en contacto con Lefebvre a través de Constant Nieuwenhuys) durante las reuniones del Team 10. En los debates entre
arquitectos, urbanistas y sociólogos franceses, la conciencia cada vez mayor de la desaparición de los reinos intermedios en las ciudades
contribuyó a la creciente importancia del concepto de “espacio” en el curso de la década de 1960, entonces proliferaron los debates sobre
"espacios intermedios", "espacios de transición", y espacios "semipúblicos" y "semiprivados", complementados por el discurso sobre el "medio
ambiente", la "extensión de la vivienda", los "umbrales" y los “pasajes”.
142
“Entre la Morada y el Errar en la terminología de Heidegger” (Lefebvre, 1974/2013:395).

187
En Occidente, la fachada no ha terminado de gobernar el espacio. Los muebles —tan pesados
como los inmuebles— tenían y tienen aún una fachada orientada hacia el espacio privado con el
fin de dominarlo: el armario de luna, el aparador, el arcón. La movilización del espacio
‘privado’ acompañaría la restitución del cuerpo143 y alumbraría las contradicciones del espacio.
En tanto que lugar de los sujetos, este espacio podría decirse ‘situacional’ o ‘relacional’, si bien
esas definiciones o determinaciones se refieren más al contenido sociológico que a las
características inherentes del espacio como tal (Lefebvre, 1974/2013:395).

Para introducir la experiencia contradictoria desde el planeamiento como tal, Lefebvre empieza por
reconocer que Jane Jacobs, ya en 1961 analizó el fracaso en los Estados Unidos de las operaciones del
city planning and rebuilding (urbanismo y renovación urbana). Así, Jacobs mostró principalmente cómo
la destrucción de la calle y del vecindario acarreaban la desaparición de los rasgos adquiridos de la vida
urbana, o al menos de los que pasaban por tales: seguridad, contactos, crianza de los niños, diversidad de
relaciones, etc. 144. Sin embargo, señala Lefebvre, la autora norteamericana no llegaba a incriminar
abiertamente al neo-capitalismo ni a aislar las contradicciones inmanentes del espacio producido por el
capitalismo (el espacio abstracto), aunque mostraba con gran vigor la potencia destructiva de este espacio,
y en particular la autodestrucción de la vida urbana por los medios destinados aparentemente a crearla o
recrearla.

A partir de aquí, Lefebvre señala que tal complejidad y opacidad de las situaciones urbanas inspiró en los
EE.UU. una iniciativa práctica y teórica consistente en confiar en “expertos responsables” el
esclarecimiento y explicación de la cadena de problemas, antes incluso de descubrir una eventual
solución. Ésa fue la agenda inicial del advocacy planning que se oponía al city planning de las
autoridades. Entonces, los usuarios o habitantes, como grupo, se asegurarían el auxilio de alguien
competente, capacitado en la palabra y en la comunicación — esto era, un abogado—, con el fin de
negociar con los poderes políticos y financieros145.

El fracaso de esta tentativa, analizado por Robert Goodman, posee varios sentidos. Cuando los
interesados (usuarios), los que están concernidos, no pueden tomar la palabra, ¿quién habla en su nombre
y en su lugar? Ciertamente ningún experto, ningún especialista del espacio o de la palabra, ninguna
jurisdicción puede, nadie tiene ese derecho salvo los afectados, expresa Lefebvre. Por otro lado, ¿a título
de qué? ¿Con qué conceptos? ¿Con qué lenguaje? ¿En qué y cómo podría diferir el discurso experto de
los arquitectos o de los “promotores” o de los políticos? Admitir tales roles y funciones, es aceptar el

143
Pero ¿qué significaría la restitución del cuerpo en Lefebvre? El francés intenta aproximarse a tal cuestión, recordándonos al problema de la
restauración de la inmediatez en el espacio para alcanzar el goce: La restitución del cuerpo, dice, en primer lugar, significa la restitución del
espacio sensorial-sensual, de la palabra, de la voz, del olor y de lo auditivo. Esto es, de lo no-visual. Y de lo sexual, pero no en el sentido del sexo
como tal, aisladamente, sino de la energía sexuada: orientada hacia un cierto dispendio según ciertos ritmos.
144
Ref. en Lefebvre (1974/2013): J. Jacobs (1961). The Death and life of Great American Cities (1era. Ed.). Nueva York: Random House.
145
Ref. en Lefebvre (1974/2013): Cf. Robert Goodman (1972). After the Planners. Harmondsworth, Middx: Penguin Books. Lefebvre sugiere,
además, revisar de paso las críticas pertinentes de Goodman contra Robert Venturi y su libro Complexity and Contradiction in Architecture
(1966). Para observar la crítica en detalle introducimos palabras de Goodman: “Venturi confunde, en efecto, en una pseudo-dialectización del
espacio arquitectónico, el más leve contraste formal con una contradicción espacial” (Goodman, 1972:165). De nuestra revisión se sugiere
además, mirar la crítica de Goodman hacia la arquitectura y los arquitectos del movimiento moderno en el Cap. 5 “Professionalism and
alienation”, especialmente en la sección The architecture of counter-revolution.

188
fetichismo de la comunicación –señala el francés. Esto también sería la sustitución del valor uso por valor
el cambio. Así, para Lefebvre, el “silencio de los usuarios” es el único problema, tomando en cuenta que
o bien el experto trabaja para su propio beneficio, o bien acaba sirviendo a las exigencias de los poderes
burocráticos, financieros o políticos, porque si se enfrentara a estos poderes en nombre de los interesados,
caminaría hacia su perdición.

De esta problemática, explica Lefebvre, se comprende uno de los peligros más profundos inseparable del
espacio social, dado que el espacio vivido “prohíbe expresar los conflictos”. Para que estos puedan
expresarse, primero deben ser percibidos, incluso, sin necesidad de traducirse en las representaciones del
espacio generalmente concebidas. Por tanto, el teórico francés plantea que es necesaria una teoría que
trascienda a la vez el espacio de representación y la representación del espacio, y que sea capaz de
expresar las contradicciones, en primer lugar, entre estos dos aspectos de la representación.

Las contradicciones sociopolíticas se realizan espacialmente. Dicho de otro modo, las


contradicciones del espacio ‘expresan’ los conflictos entre las fuerzas y los intereses
sociopolíticos; pero es sólo ‘en’ el espacio como esos conflictos tienen efecto y lugar,
convirtiéndose así en contradicciones ‘del’ espacio (Lefebvre, 1974/2013:397).


2.5.3. El espacio diferencial146

Ustedes están, nosotros estamos, cada uno de nosotros está en lo diferente. Aquel que no pueda y
que no quiera imitar ni de lejos a algún gran modelo, ni identificarse con él, no tiene otra
disyuntiva que desear ser otro. ¡Lo es ya! (Lefebvre, 1970/1972a: 33).

Para introducir la cuestión de la “diferencia” en Lefebvre recordemos brevemente lo tratado en el primer


capítulo en donde se sustentaba la base filosófica y la propuesta de superación metafilosófica traída por
Lefebvre). Allí revisamos cómo el teórico francés en su Manifiesto diferencialista (1era. Ed. 1970; Trad.
1972) explica que lo diferencial no emerge solamente de la filosofía o de las ciencias especializadas, sino
de “eras” sucesivas recorridas en la práctica social, en lo que él considera la “producción del espacio y del
tiempo (sociales)”. Así llegamos a la “era urbana” de la urbanización completa de la sociedad; y bajo esta
hipótesis, plantea que el “urbanismo” por su carácter reductor disimula y estorba al “desarrollo urbano”,
al ser un medio de la racionalidad industrial por el cual se extiende y sobrevive al dominar la práctica
urbana, tal como la industria ha dominado la naturaleza.


146
Para la mejor comprensión del concepto de la “diferencia” y el tratamiento realizado por Lefebvre, es necesario recordar lo expuesto en la
sección 1.3. “Programa del espacio radical humano”, apartado 1.3.2. “Diferencia del espacio y en el espacio”, capítulo 1. Si se desea profundizar
es necesario revisar la introducción realizada por Lefebvre de esta categoría conceptual en 1970, en su obra El manifiesto diferencialista.

189
Es el momento de agregar al urbanismo a los poderes reductivistas, al corresponder dentro de la
forma urbana de homogeneidad del espacio y de centralidad de la información, a la centralidad
política y la concentración de poder… Esta centralidad fijada, que bloquea el desarrollo, se sirve
del urbanismo para ocupar las posiciones dominantes en el espacio y en el tiempo (Lefebvre,
1970/1972a: 89).

La sociedad urbana, o lo urbano, decía Lefebvre en 1970, tiene por corolario la formación sobre el
terreno de un “tiempo-espacio diferencial”, en el curso de esta producción, las particularidades naturales
se re-encuentran, en sitios, situaciones, cualidades locales, etc., relacionadas las unas con las otras. Y en
el seno de múltiples redes estas particularidades cambian; y aquellas que resisten se convierten en
diferencias del tiempo-espacio urbano. Aquí detectamos una lucha titánica ente los poderes
homogeneizantes de la urbanización del capital y las capacidades diferenciales de otro tipo de espacio.

Especialmente en la Producción del espacio (1974), pero también en su obra Hegel, Marx, Nietzsche
(1975) Lefebvre busca desarrollar las ideas expuestas en el Manifiesto. Para él, se imponen sobre la
diferencia dos distinciones inseparables de acuerdo a la lógica y la dialéctica: entre la diferencia
“mínima”, inducida y la “máxima”, producida. Por “diferencia mínima”, Lefebvre se refiere a la
experiencia vivida del capitalismo, dictada por un tiempo espacial y los procesos de producción
racionalizados, donde las diferencias aparecen en la forma de distinciones cuantitativas entre instancias
serializadas, homogéneas e intercambiables (la jornada de trabajo, el consumo generalizado, la moda de
vestir, la vivienda, el ocio programado, los trámites, etc.). Por el contrario, la “diferencia máxima” se
refiere a aquellos momentos, todavía raros, durante los cuales, el nivel de la vida cotidiana en la totalidad
social escapa a lo que él llama la sociedad burocrática del consumo dirigido147 y se eleva al nivel de la
historia como tal (el amor y la fiesta desalienados, la tragedia, la revolución, la guerra, etc.). Así, la
“diferencia inducida” permanece en el interior de un conjunto o sistema engendrado según una ley
determinada, siendo constitutiva de dicho conjunto o sistema. Mientras que la “diferencia producida”
supone el estallido de un sistema: nace de la explosión y surge del abismo abierto en medio de la ruptura
de un mundo cerrado. En gran medida, la idea de Lefebvre sobre una “teoría de la producción de las
diferencias” se funda sobre el concepto de las “diferencias máximas”; dado que estas diferencias
producen “valores de uso no restringidos”, “autogestión generalizada” y “relaciones humanas no
alienadas” desde formas de actividad humana inducidas por las “diferencias mínimas”. Dos de los
ejemplos de producción de las máximas diferencias, estudiados por Lefebvre son la Comuna de París de
1871 y Mayo de 1968, que él vive directamente148.


147
Concepto elaborado por Lefebvre detallado en el libro La Vie quotidienne dans le monde moderne (1era. Ed. 1968; Trad. 1972).
148
Ver: La Proclamation de la Commune. Paris: Gallimard, 1965. Véase también, L’Irruption de Nanterre au sommet. Paris: Anthropos, (1era.
Ed. 1968; Trad. 1970).

190
Las diferencias perduran o comienzan en los márgenes del reino de la homogeneización, ya sea en forma
de resistencias, o exterioridades (lo lateral, lo heterotópico, lo heterológico149). Lo diferente, dice
Lefebvre, es en primer término “lo excluido”: las periferias, las barriadas de chabolas, los espacios de
juegos prohibidos, de guerras y guerrillas. Tarde o temprano, sin embargo, la centralidad existente y las
potencias homogeneizantes tienden a absorber las diferencias, lográndolo si éstas permanecen a la
defensiva y no pasan al contraataque. En caso de un contraataque de lo excluido, dice Lefebvre, la
centralidad y la normalidad se pondrán a prueba en cuanto a los límites de su poder para integrarse, para
recuperarse, o para destruir a los que han transgredido. En este sentido, sobresale el ejemplo de un
“espacio diferencial” que nace –según Lefebvre– en las enormes aglomeraciones de vivienda precaria-
marginal en Latinoamérica, por contener una vida social mucho más intensa que las zonas aburguesadas
de las ciudades. Esta vida social se traduce en el nivel de la morfología urbana, explica, pero sólo
sobrevive en la medida en que combate en defensa propia y va al ataque en el curso de la lucha de clases
en sus formas modernas; –pese a la miseria– dice el teórico, la disposición del espacio (casas, muros,
plazas) despierta una inquieta admiración.
La apropiación alcanza ahí un nivel muy notable. La arquitectura y el urbanismo espontáneos
(salvajes 150, según una terminología que pasa por elegante) se revelan muy superiores a la
organización del espacio propuesta eficazmente por los especialistas que realizan ‘sobre el
terreno’ el orden social, aún cuando, en realidad ejecutan las órdenes de las autoridades
económicas y políticas. El resultado sobre el terreno es una extraordinaria dualidad de espacios,
que a su vez, crea la impresión de una dualidad de poder político: un equilibrio tan inestable que
una explosión en el corto plazo es inevitable (Lefebvre, 1974/2013:405).

Esta impresión es engañosa –señala el teórico–, no obstante, una medida clara de la capacidad represiva y
de la asimilación del espacio dominante. La dualidad continuará, sin duda; y, a falta de cualquier
reversión de la situación, el espacio dominado será degradado. El desarrollo concreto de esta condición
del espacio diferencial será ampliado en el capítulo final, al abordar el caso del barrio de la Marina del
Prat Vermell en Barcelona. Siguiendo a Lefebvre, “dualidad” quiere decir contradicción y conflicto. Un
conflicto de este tipo se resuelve produciendo diferencias imprevistas; o mediante su propia reabsorción,
en el caso de que surjan diferencias sólo inducidas (es decir, las diferencias internas de la forma
dominante del espacio). Una dualidad conflictiva, en tanto que estado de transición entre la oposición
(diferencia inducida) y la contradicción por trascender (diferencia producida), no puede durar siempre;
aunque puede sostenerse a sí misma, en torno a una “posición de equilibrio” considerada óptima por
alguna ideología en particular. Como muestra de esta dualidad conflictiva, Lefebvre menciona el círculo
vicioso generado en la construcción de carreteras en EE.UU., en el que a través de la producción estatal
del espacio se sirve a los intereses económicos dominantes (Lefebvre, 1974/2013). Lo que R. Goodman
en los años 70 llamó asphalt’s magic circle.


149
Términos que provienen de la filosofía y la sociología: lo lateral, simulado, laberíntico; lo heterotópico (Foucault), el espacio heterogéneo de
redes de relaciones; y lo heterológico, como expresión de una cualidad que no se posee.
150
La adjetivación irónica de Lefebvre podría estar relacionada con la tesis doctoral tutelada a su alumno, el sociólogo y antropólogo Jean-
Charles Depaule, denominada “Les sauvages de l'architecture”, presentada en la Universidad de Nanterre en 1979.

191
Lefebvre planteaba claramente que la apropiación del espacio dominado plantea una enorme cuestión
política, insoluble sin una crítica radical de la política y del Estado, sin un debilitamiento del Estado,
cualesquiera sean las vías y los procesos por los que se realice. De esta forma, se consolida en su obra, la
oposición entre “apropiación” y “dominación”, convirtiéndose en una contradicción dialéctica. “La
apropiación del espacio, el desarrollo de lo urbano, la metamorfosis de la vida cotidiana y la
trascendencia de la separación conflictiva entre el campo y la ciudad entran en conflicto con el Estado y
la Política” (Lefebvre, 1974/2013:418).


Fig. 24. Calle de barrio durante el día de la Verbena de San Juan. Barcelona, España. Jiménez-Pacheco, P. (2017, Marzo 23).

192
2.6. El secreto del Estado: el modo de producción espacial151

En la segunda mitad de la década de 1970, Henri Lefebvre emprende un proyecto intelectual y político de
largo alcance, sobre la teoría, crítica, e historia del estado moderno a escala mundial y dentro de esto,
sobre el modo de producción del espacio de un Estado neoliberal emergente y la exigencia de un proyecto
global. El resultado de esta investigación, que apareció en Francia entre 1976 y 1978, fue un extenso
tratado de cuatro volúmenes titulado De l'État152; que sorprendentemente no ha sido ha traducida al inglés
o al español, y ha sido ignorada en gran medida en el redescubrimiento extraordinariamente enérgico de
la obra de Lefebvre sobre el urbanismo y la espacialidad capitalista dentro de la geografía angloamericana
durante la última década (Brenner, 2001). Sin embargo, creemos que De l'État representa un pilar teórico
y político esencial dentro del corpus de los escritos maduros de Lefebvre sobre la teoría del espacio social
(Brenner, 2001; Sevilla, 2017).

Al igual que su período de casi 30 años en el Partido Comunista Francés (1928-1957), Lefebvre
desarrolló muchos de sus planteamientos teóricos durante los años 70 en estrecha relación con su
participación en luchas políticas y debates dentro de la izquierda francesa153. La integración de los
proyectos teóricos y políticos de Lefebvre es particularmente evidente en sus escritos sobre la teoría del
Estado de finales de estos años, en los que se exploran cuestiones de conceptualización, interpretación,
estrategia y praxis, en una relación inmediata entre sí. Aunque Lefebvre había publicado anteriormente
comentarios académicos sobre la sociología política en Marx y Lenin, De l'État representa
simultáneamente la culminación de sus propias reflexiones teóricas sobre el estado moderno, así como, la
extensión y concreción de sus escritos sobre la producción del espacio y, quizás lo más importante, un
llamamiento apasionado a las “armas” en nombre de una forma política anti-estalinista, anti-
socialdemócrata y de democracia radical (Brenner, 2001). Así pues, los escritos de Lefebvre sobre el
Estado desarrollan importantes fundamentos teóricos para una serie de proyectos políticos que había
empezado a promover en sus escritos anteriores, incluyendo la descentralización política radical, la
autogestión territorial democrática desde las bases y la transformación de la vida cotidiana. Los escritos
de Lefebvre sobre el Estado durante este período pueden ser leídos como una expresión de sus esfuerzos
sostenidos por aclarar teórica y prácticamente la posibilidad de una praxis política transformadora bajo las
condiciones globales, occidentales, nacionales y locales altamente fluidas en esa década tumultuosa. En
nuestro interés por abarcar y comprender la totalidad de la teoría del espacio social lefebvriano hemos


151
Ver primera traducción en español realizada dentro del proceso de investigación en Anexo 2 (Vol. II).
152
1976 (I) L’Etat dans le monde moderne; 1976 (II) Théorie marxiste de l’Etat de Hegel à Mao; 1977 (III) Le mode de production étatique; y
1978 (IV) Les contradictions de l’Etat moderne.
153
Su reencuentro más intenso en los debates políticos se registra a partir de la segunda mitad de la década de los años 70, tras la aguda crisis del
petróleo de 1973, por tanto, una creciente impopularidad del presidente Giscard. En este escenario, se sumaba la figura de F. Miterrand animado
por las elecciones de 1981 (luego de perder en 1974) con el impulso de Union de la Gauche y el Programme commun, para pensar en la
confluencia de las izquierdas. Para ampliar este contexto ver la conferencia impartida en 1976 por el propio Lefebvre titulada “Space: Social
product and use value” traducida en el siguiente sección, bajo el apartado (2.7.3) –Un programa común: hacia un espacio socialista.

193
traducido íntegramente el capítulo V: L’espace et L’État [El espacio y el Estado] del Tomo IV, Les
contradictions de l’État moderne (1978) [Las contradicciones del Estado moderno]154.

En este capítulo, Lefebvre presenta una de sus declaraciones fundacionales en la cuestión político-teórica
en la constitución de su teoría del espacio social. Proporciona un análisis de la relación del Estado con el
espacio, en términos del espacio material del territorio nacional y la relación campo-ciudad, y también del
mismo Estado inherente a la espacialidad como forma territorial institucional. “El secreto del Estado,
oculto en la evidencia, ¿no está allí, en el espacio? La interacción entre el Estado y el territorio es tal que
se puede decir que el uno engendra al otro” (1978:278, Trad. del A.). Una de las contribuciones capitales
en el desarrollo de su propio pensamiento se concentra en la articulación espacial para comprender el
movimiento del modo de producción capitalista hacia el modo de producción estatal. De esta manera,
logra caracterizar la producción estatal del espacio social y definir las categorías para su conocimiento y
análisis. En palabras del teórico francés, su empeño está en “poner a plena luz la unión entre el Estado y
el espacio”, para ello se requiere “el fin de una ignorancia de lo espacial y el reconocimiento de una teoría
del espacio (social). En esta perspectiva se asocian [sus tesis sobre] el movimiento de usuarios a escala
mundial y la ciencia del espacio que ya no puede ser considerada como externa a la práctica” (1978:279,
Trad. del A.).

El repaso diacrónico de la historia del espacio bajo el enfoque de lo que Lefebvre ha denominado
“espacio-análisis” –sin llegar aún al “ritmoanálisis”– le permite comprender y explicar el espacio pre-
capitalista, para configurar una clasificación y determinar los momentos críticos que aparecen en la
transición de un espacio al otro, bajo el concepto de “espacio de catástrofe” o “catastrófico”, siguiendo
los modelos de la morfogénesis de René Thom 155 y su implicación en la categoría de morfología
jerárquica estratificada. A continuación, Lefebvre usa los conceptos de Thom para ordenar
jerárquicamente varias formas definidas y relacionarlas sincrónicamente entre ellas, en lo que considera el
“espacio del capital”. En consecuencia, se muestra la producción de su espacio instrumental, logístico,
con unas características específicas que se extienden al espacio social, formando el denominado “espacio
capital-ístico”. El análisis sincrónico (de jerarquías estratificadas) no prohíbe el análisis diacrónico
(historia del espacio), al contrario, conduce a él, ya que el análisis morfológico parte de la genética del
espacio. Así pues, Lefebvre señala que “la jerarquía social se presenta hoy en día, más claramente que
nunca, como jerarquía espacial” (1978:312, Trad. del A.).


154
Dada la contribución específica de Lefebvre con este capítulo sobre el modo de producción estatal del espacio, éste también ha sido editado –
en inglés– por Neil Brenner y Stuart Elden y publicado en el año 2009. Ver: Lefebvre, H. (1978). Space and the State. Traducido por: A.
Kowalsky, N. Brenner, A. Passell, B. Jessop, S. Elden, y G. Moore. En: Brenner, N. & Elden, S. (Eds.). (2009b). State, Space, World (Selected
essays, Henri Lefebvre). Minneapolis-Londres: University of Minnesota Press.
155
René Thom (matemático francés), Modèles mathématiques de la morphogénèse: Recueil de textes sur la théorie des catastrophes et ses
applications (Paris: Union Générale d’Éditions, 1974). Thom (1923-2002) fue un matemático francés que trabajó en la teoría de catástrofes
durante los 70s. Lefebvre se comprometió con la obra de Thom en De l’État en el contexto de una discusión sobre la aproximación a la teoría de
la crisis de Rosa Luxemburgo (Brenner, 2009b).

194
Lefebvre obtiene resultados remarcables en el desarrollo de su texto, manteniendo con firmeza sus
declaraciones políticas, y señalando las posibilidades, así como dificultades de traspasar o superar el
modo de producción capitalista-estatal del espacio.

El modo de producción nuevo (decimos una vez más ‘socialista’) debe producir su espacio, que
ya no puede ser el espacio capitalista. Toda transformación del mundo que se deja encerrar en
una morfología preexistente sólo reproduce las relaciones de dominación más o menos
travestidas. El espacio capitalista está en vías de estallar; ¿vamos a reconstituirlo en nombre del
socialismo? Debe crearse un espacio nuevo a partir de tendencias que ya aparecen en el modo
de producción capitalista. ¿Cómo se presenta y se formula el espacio destructor, –el espacio de
catástrofe– para el espacio capitalista? Es un espacio de diferencias o un espacio diferencial…
(1978:317, Trad. del A.).

Así mismo, Lefebvre no descarta que el “espacio de la propiedad”, entendido desde la tierra al subsuelo y
al espacio entero, podría por sí solo pasar por el espacio de catástrofe que: caotize, atomize y pulverize
el espacio preexistente. Pero el espacio de la propiedad no puede imponerse sin su corolario: el espacio
estatal, que lo corrige y lo sostiene. Por tanto, la catástrofe consiste en que el espacio estatal (al proteger
celosamente la propiedad) impide la revolución que traería la producción del espacio diferencial.

Finalmente, llama la atención la apelación a su antiguo concepto del derecho a la ciudad que mantenía en
desuso varios años, en esta ocasión modificándolo –en la era del “espacio logístico neocapitalista”– por el
‘derecho sobre el espacio’ (en la empresa y fuera de la empresa), como el derecho a controlar las
inversiones en tanto que gestionan y operan en el espacio. En esta dirección, conviene traer también su
reflexión sobre el espacio social producido por el “Estado neoliberal naciente” como una declaración de
guerrilla anticipada: “El espacio social de hoy, ¿no será la violencia encarnada, sea virtual o declarada?
Lo que exige un proyecto global, el de otra sociedad en otro espacio…” (1978:314, Trad. del A.).

195
196
2.7. Otra sociedad en otro espacio: métodos y estrategias

Partiremos de una breve reflexión acerca de algunas ideas de Lefebvre para seguir adecuadamente sus
movimientos y recorrer el trayecto epistemológico hasta el final. En 1967, el teórico francés publicaba
Position: contre les technocrates. Vers le cybernanthrope (Trad. 1972). En su texto anticipaba una
guerrilla entre el “antropo” y el “cibernantropo”, este último, considerado por Lefebvre como la “nueva
especie humana” y a nuestro modo de ver, ya consolidada en la sociedad actual. En esa batalla, el teórico se
posiciona firmemente del lado de los “antropos”, y después de una aguda crítica a los mitos de la
tecnocracia, los problemas de la cotidianeidad y la corriente estructuralista, aborda teóricamente las
nociones de “antisistema” y “contrasistema”. A partir de aquí, con la pretensión de hacer una contribución a
la problemática del humanismo, describe detalladamente a la especie nueva (el cibernantropo) y propone
una estrategia para combatirla. A continuación resumiremos algunos elementos esenciales en el paso de
Lefebvre de la producción teórica a la estrategia concreta.

Fig. 25. Ville Ubiquitaire, Songdo, Corea del Sur, [Ciudad Ubicua]. Fuente: Laboratoire Urbanisme Insurrectionnel, 2015.

Entramos a una nueva época, ¿quién lo ignora? Una especie nueva surge a nuestro alrededor,
en nosotros tal vez… ¿será el superhombre esperado o el superhombre temido? Esta especie no
nace, surge, traspasa, se revela. Sin duda existe desde hace tiempo, ignorada, desconocida. Se
forma en la penumbra del género humano… ¿Cómo se llama el que viene? Vamos a designarlo
con un nombre; he aquí su acta de bautismo: es el CIBERNANTROPO (Lefebvre, 1967/1972c:
163-164).

Lefebvre plantea que el “antropo” acepta los conflictos, los lleva consigo y “los asume”; soportando el
sufrimiento que nace de esos conflictos, agudizando las contradicciones y desenmascarándolas, “sin

197
disimularlas bajo las flores de la retórica...”. Mientras que el “cibernantropo”156 se detecta por su manera
de reducir lo que toca y, en primer lugar, reducir las contradicciones. En ello pone una gran tenacidad, es
su método de pensamiento y de acción. No cree absolutamente en la fecundidad de los conflictos.
Rechaza obstinadamente los terceros términos (la obra, la alegría, la creación revolucionaria, el drama)
que podrían nacer de las contradicciones. Rechaza toda posibilidad que no sea su propia confirmación y
consolidación: su equilibrio. Es un hombre o una mujer establecida (en la cotidianidad y en el discurso
cotidiano); es una mujer o un hombre instituido, institucionalizado, funcionalizado, estructurado.

De este modo, para la batalla de los “antropos” contra los “cibernantropos”, Lefebvre manifiesta que los
antropo tendrán que elaborar una estrategia fundada sobre las perturbaciones del orden y el equilibrio
cibernantrópico. Sobre todo, dice, que no se dejen intimidar, y que comprendan la situación de
conflictividad en lugar de fraternizar o soñar con la coexistencia pacífica, que es lo que deja el campo
libre a las gestiones cibernantrópicas. Lefebvre indica que los antropos deberán conminar a los indecisos a
decidirse, a la gente de la ambigüedad prolongada, a los antropos que se ignoran, a los cibernantropos que se
consideran antropos y hasta a los antropos que se consideran superhombres (Nietzsche). El antropo no debe
confiar más en las oposiciones de lo “irreflexivo y lo reflexivo”, de lo “inconsciente y lo consciente”, de lo
“espontáneo y lo mecánico”. ¡Se cuidará de jugarse por los primeros términos de esas viejas parejas
filosóficas contra los segundos! –explica el francés. Así que no debería contar tampoco con la oposición
“espíritu-materia”, imaginándose que representa el espíritu, porque se servirá de armas espirituales (la
ironía, el humor, el sentido de lo chistoso, la sátira directa o indirecta, la elaboración de un código de
connivencias entre los anti-cibernantropos y otras armas secretas). Y por el contrario, debe ser materialista,
más y mejor que el cibernantropo. El teórico francés considera que parte de la estrategia del antropo será
combatir a las disciplinas tradicionales (entre ellas el humanismo consagrado157), buscar medios nuevos. El
antropo deberá saber que no representa nada y que prescribe una manera de vivir más que una teoría
filosófico-científica. Perpetuamente deberá inventar, inventarse, reinventarse, crear sin proclamar la
creación, mezclar las pistas y las cartas del cibernantropo, desconcertarlo y sorprenderlo. Sin embargo, para
vencer, y hasta para entablar la batalla, primero debe valorar sus imperfecciones: desequilibrios,
perturbaciones, olvidos, lagunas, excesos, y fallas de conciencia, desenfreno, deseos, pasión, ironía. Ya sabe
que siempre será vencido en el plano de la lógica, de la perfección técnica, del rigor formal, de las funciones
y las estructuras.


156
Para ampliar los argumentos de Lefebvre, él señala que el ‘cibernantropo’ no es un robot, el robot es la obra del ‘cibernantropo’, quien se revela
por su admiración al robot, que es su criatura y su imagen; más bien, admira y teme al robot, admira la superioridad de las máquinas, de los cerebros
electrónicos, de los ordenadores, buscando ser tan infalible como ellos. La nueva especie ignora el deseo, si lo conoce es solo para eludirlo. Solo tiene
necesidades, la necesidad de esto o de aquello y se satisface consumiendo. El ‘cibernantropo’, dice Lefebvre, afirma bien alto que no es burgués, sino
el tipo de hombre moderno y que todos (nosotros, ustedes) nos parecemos ya a él, salvo en nuestras carencias: errores, estupideces, delirios. –Tiene
mucha razón– dice Lefebvre: “nosotros los antropos somos eso. Y nos aferramos a nuestras carencias, ese barro lleno de diamantes” (Lefebvre,
1967/1972c: 173).
157
Parece que Lefebvre, más allá del viejo humanismo ‘liberal’, ‘tradicional’ y ‘filantrópico’ como lo ha denominado desde el período de
entreguerras, en este caso añade el adjetivo “consagrado” para referirse a su acta constitutiva en el documento de Declaración Universal de los
Derechos Humanos (Carta Magna internacional para toda la humanidad) adoptada por las Naciones Unidas el 10 de diciembre de 1948 y que ha
servido desde entonces para la elaboración de diversos instrumentos derivados de la UNESCO.

198
Alrededor de las rocas del equilibrio, el antropo será la ola, el aire, el elemento que socava y
recubre. Llevará el combate del reciario contra el gladiador, de la red contra la armadura.
Vencerá por el Estilo (Lefebvre, 1967/1972c: 182).

Así, llegamos hasta aquí con una argumentación –que podemos considerar– sólida en la epistemología del
pensamiento de Henri Lefebvre, siguiendo su obra durante el curso de una década sumamente creativa y
en la que se materializa una teoría unitaria del espacio social, la cual aglutina en el tiempo una riqueza
conceptual desarrollada a partir de su heterodoxia marxista, y su eclecticismo científico, sintetizados en la
tesis principal de la producción social del espacio. Para llegar hasta aquí, hemos seguido un camino que
inicia con los cambios de perspectiva luego de los eventos de Mayo del 68, ante el afloramiento del
espacio social y la cuestión urbana (de “lo urbano” en Lefebvre). Una vez comprendida la emergencia del
estudio de la ciudad (como un objeto que para Lefebvre “ha estallado”) se evidencia su necesidad por
entender y explicar las hipótesis del espacio social, que incorporan varios elementos al viejo derecho a la
ciudad. Entre ellos, el más rápido en emerger sería el de la reproducción de las relaciones sociales de
producción, entendidas a partir de su origen, crítica y realización en el espacio, además de la noción del
espacio social como lugar conquistado por el poder político y el neo-capitalismo. En esta trayectoria
conviene añadir un itinerario transversal al desarrollo del pensamiento de Lefebvre, madurado en el
componente espacial desde la triada filosófica Hegel-Marx-Nietzsche. Esta triple entrada en la
comprensión del proyecto espacial lefebvriano nos permite abordar con más facilidad el corpus teórico
que apoya los principios del goce en el espacio, entendido desde la articulación de varios campos del
conocimiento, reunidos en una mirada material y subjetiva, incluso mística o interior, hacia la
arquitectura del goce. Luego de examinar estos elementos consideramos que se estableció el andamiaje
adecuado para obtener el mejor rendimiento del examen de La producción del espacio (1974) en una
teoría del espacio social. De la revisión de esta obra, nos enfocamos principalmente en las
contradicciones y conflictos del espacio, así como, en el desarrollo del espacio diferencial, asegurando un
alcance concreto en la proyección de nuestro estudio epistemológico. Sin embargo, aún faltaba por
conectar un eslabón esencial como es el Estado y el modo de producción estatal, con lo cual, se ha
resuelto la articulación en el espacio de los modos de producción capitalista y estatal, marcando así, un
punto de llegada en el proyecto teórico del espacio como producto social.

A continuación, seguimos las señales y las guías que hemos detectado del conglomerado teórico de H.
Lefebvre para profundizar en sus planteamientos más operativos relacionados con los métodos para el
análisis del espacio social. Seguidamente revisamos las posibilidades alternativas –de contestación y
organización– desarrolladas ampliamente en su proyecto político del espacio socialmente producido. Así,
se aspira llegar al final de este capítulo con los argumentos fundamentales de Lefebvre que despejen el
paisaje epistemológico tratado, clarificando el horizonte para encaminarnos hacia una teoría de la
producción del espacio social lefebvriano. Estos resultados parciales deberán ser necesariamente abiertos
con la intención de incorporar los aportes de la segunda etapa –genealógica.

199
2.7.1. La estrategia del conocimiento

¿Una ciencia del uso del espacio?

La ciencia del espacio ha sido un objetivo de distintas áreas del conocimiento: la filosofía, la
epistemología, la ecología, la geopolítica, el análisis sistémico, la antropología, la etnología, etc. Según
Lefebvre, esta ciencia no consiguió ser alcanzada al desarrollarse como una virtualidad, es decir, como
una posibilidad que no logra ser alcanzada pero que, sin embargo, deja indicaciones. El conocimiento del
espacio osciló entre la descripción de objetos en el espacio y la fragmentación del espacio, ocasionando
recortes de espacios especializados en el espacio social. Se presentaba, entonces, un espacio geográfico,
etnológico, un espacio demográfico, un espacio informático, un espacio musical, pictórico y/o plástico,
etc. En La producción del espacio (1974), Lefebvre insiste que éste es el camino por el cual nos
adentramos a una fragmentación deseada no sólo por el lenguaje y por los especialistas, sino por la
sociedad existente que se divide a sí misma en espacios heteróclitos (heterogéneos y desintegrados) en el
seno de una totalidad severamente controlada y al mismo tiempo homogénea: los espacios del hábitat, del
trabajo, del ocio, los espacios deportivos, turísticos, etc. Estas representaciones parciales y segmentadas
contribuyen a extraviar el conocimiento, integrado espontáneamente en la sociedad existente, operando en
sus marcos. A menudo, dice Lefebvre, los especialistas abandonan la esfera global, aceptando la
fragmentación y recogiendo los pedazos sueltos del conocimiento, así como, en ocasiones se totaliza
arbitrariamente el conocimiento sobre estos espacios a partir de una u otra especialidad (Lefebvre,
1974/2013).

En este sentido, Lefebvre realiza una diferenciación entre esta ciencia del espacio soñada por un lado y el
conocimiento de la producción del espacio por otro. Afirma que más allá de las fragmentaciones,
interpretaciones o representaciones derivadas de una supuesta ciencia, lo que se aspira con el
conocimiento de la producción, es a reencontrar el tiempo (en primer lugar el de la producción) en y a
través del espacio. Este conocimiento más específico tendría un alcance retrospectivo y prospectivo.
Permitiría conocer mejor cómo las sociedades generan sus espacios y sus tiempos (sociales), es decir, sus
espacios de representación y sus representaciones del espacio. También debería permitir, no tanto prever
el futuro, sino aportar elementos relevantes que faciliten la perspectiva del proyecto de “otro espacio y de
otro tiempo en otra sociedad posible o imposible” (Ibíd.:147).

Sobre esta base del conocimiento de la producción del espacio, se puede considerar una ciencia del
espacio social, esto es, del espacio urbano y rural (aunque con predominio del primero). La ciencia del
espacio sería una ciencia del uso, mientras que las ciencias especializadas, se quieren ciencias del
intercambio (de la comunicación y de lo comunicable). Así, la ciencia del espacio se interesaría por la
materialidad, la cualidad sensible y la naturalidad, enfatizando en la segunda naturaleza: la ciudad, lo

200
urbano, la energía social, es decir, todo cuanto ha empañado el naturalismo banal con sus conceptos
equívocos (como el de medio ambiente, o el paisaje por ejemplo). Esta tendencia invierte la condición
dominante e igualmente dominada por la que se le concedería a la apropiación un estatus teórico y
práctico. La consigna lefebvriana será: contra el intercambio y la dominación, apropiación y uso158.

Principios y atributos del espacio social

El espacio entero (social) procede del cuerpo, aunque sufra tales metamorfosis que lo hagan
olvidar, aunque se separe de él hasta matarlo. La génesis del orden lejano no puede exponerse
sino a partir del orden más cercano, el orden del cuerpo. En el cuerpo mismo, considerado
espacialmente, las sucesivas capas de sentidos (del olfato a la vista, tratados como diferencias en
un espacio diferencial) prefiguran las capas del espacio social y sus conexiones… (Lefebvre,
1974/2013:434).

El espacio social es el espacio de la sociedad, de la vida social. El hombre no vive únicamente por la
palabra –decía Lefebvre; cada “sujeto” se sitúa en un espacio donde se reconoce o se pierde, por tanto, un
espacio para disfrutar o modificar. El espacio social no es una cosa entre las cosas, un producto
cualquiera entre los productos: más bien envuelve a las cosas producidas y comprende sus relaciones en
su coexistencia y simultaneidad, en su orden y/o desorden (relativos). En tanto que resultado de una
secuencia y de un conjunto de operaciones, no puede reducirse a la condición de simple objeto. Como
efecto de acciones pasadas, el espacio social permite que tengan lugar determinadas acciones, sugiere
unas y prohíbe otras. Unas acciones remiten al universo de la producción, otras al del consumo (es decir,
al disfrute de los productos).

El espacio social implica múltiples conocimientos, entonces, ni la naturaleza –el clima, el lugar–, ni la
historia previa, pueden explicar suficientemente un espacio social. Ni siquiera la cultura, en tanto que
alienada por el mundo de las mercancías y reductora de la teoría de la producción del espacio. Es más, el
crecimiento de las “fuerzas productivas” tampoco conlleva la constitución de un espacio o de un tiempo
en particular de acuerdo con un esquema causal. El espacio social contiene objetos muy diversos, tanto
naturales como sociales, incluyendo redes y ramificaciones que facilitan el intercambio de artículos e
informaciones. No se reduce ni a los objetos que contiene ni a su mera agregación. Esos objetos no son
únicamente cosas sino también relaciones (Ibíd.). Por tanto, el espacio es también una relación social,
marcada por las “relaciones de propiedad” (la propiedad del suelo, de la tierra en particular), y por otro
lado está ligado a las fuerzas productivas (que conforman esa tierra, ese suelo); vemos pues, que el
espacio social manifiesta su polivalencia, su “realidad” a la vez formal y material. Producto que se utiliza
y que se consume, es también medio de producción: redes y flujos que determinan el espacio y que son


158
En este punto, Lefebvre considera que la “cooptación” debería ser estudiada como una práctica intermedia entre la dominación y la
apropiación. Oponerla a la producción o disociarla de ella sería desconocer su sentido. Esta práctica se encamina a la producción de un espacio
que se sabe comprensivo. Esto se ilustra, por ejemplo, en la toma de la basílica romana por el cristianismo.

201
determinados por él. En consecuencia, ese medio de producción, producido como tal, no puede ser
separado de las fuerzas productivas, incluyendo la técnica y el conocimiento, ni separado de la división
social del trabajo, que lo modela; ni de la naturaleza, ni del Estado y las superestructuras de la sociedad.
Así, “el concepto de espacio social se desarrolla mediante su ampliación. Se introduce en el seno del
concepto de producción, llegando a formar parte esencial de su contenido” (Lefebvre, 1974/2013:141).


Fig. 26. Diagrama A. Realidad polivalente (formal y material) del espacio social lefebvriano. Jiménez-Pacheco, P. (2017).

Para Lefebvre no hay un espacio social, sino varios e incluso una multiplicidad ilimitada; el término
espacio social denota un conjunto innumerable. En el curso del crecimiento y desarrollo ningún espacio
llega a desaparecer: lo mundial no abole lo local. No se trata de una consecuencia de la ley de desarrollo
desigual, sino de una ley propia: la ley de entrecruzamiento de los espacios sociales. Tomado
aisladamente cualquier espacio sólo es una abstracción. Así pues, el espacio social y, sobre todo, el
espacio urbano emergen en toda su diversidad, comparable a la de una estructura híper-laminada. Los
espacios sociales se interpenetran y/o yuxtaponen, no son cosas que limitan entre sí, colindantes, o que
colisionan como resultado de la inercia. El espacio social empieza a aparecer en su hipercomplejidad:
unidades individuales y particularidades, puntos fijos relativos, movimientos, flujos y ondas, los unos se
compenetran, los otros se enfrentan, etc. El principio de interpenetración y de superposición de los
espacios sociales comporta una indicación útil: cada fragmento de espacio deducido por el análisis oculta
no una relación social sino una multiplicidad que el análisis puede potencialmente revelar.

Siguiendo las categorías hegelianas en Marx, Lefebvre plantea la forma del espacio social como una
“abstracción concreta” que ha emergido de varias fases de representaciones del espacio y espacios de
representación y que ha venido a manifestarse como la forma del intercambio, muy próxima a las formas
lógicas; apela a un contenido y no puede concebirse sin él. En este sentido la forma del espacio social es
el encuentro, la concentración y la simultaneidad, que reúne todo lo que hay en el espacio, todo lo que

202
está producido, bien por la naturaleza, bien por la sociedad. El espacio-naturaleza yuxtapone, y en
consecuencia dispersa. El espacio social conlleva la agrupación y la acumulación actual o potencial en un
punto, o alrededor de ese punto. El espacio urbano reúne a las masas, los productos en los mercados, los
actos y los símbolos. Los concentra y los acumula. Así, sería posible elaborar esta forma, mostrar su
estructura (centro-periferia), las funciones sociales, las relaciones con el trabajo (diversos mercados), y en
consecuencia, con la producción y reproducción, con las relaciones de producción pre-capitalistas y
capitalistas, el papel de la ciudad histórica y el tejido urbano moderno, etc. Incluso se puede llegar a
establecer los procesos dialécticos ligados a la relación entre la forma y los contenidos. De esta manera
Lefebvre enuncia que “el espacio no posee todos los caracteres de la cosa que se opone a la acción
creadora. En tanto que espacio social, es obra y producto: esto es, la realización del ser social”
(1974/2013:157).

Métodos y esquemas de análisis

Antes de plantear algunos de sus principios metodológicos y esquemas para el análisis del espacio social,
Lefebvre realizaba las advertencias sobre los probables peligros que esto implicaría. Así, señala los
procedimientos de reducción en el campo científico empleados ante la complejidad y el caos de las
observaciones inmediatas: en primer lugar es preciso simplificar y después, lo más pronto posible,
reintegrar progresivamente lo que el análisis ha ido aislando. Este peligro acecha sin tregua al saber
científico, indica; ningún método permite evitarlo pues se oculta en el mismo método. Siendo
indispensables, todos los esquemas reductores pueden volverse una emboscada que nos alienta a la
construcción de modelos reducidos (de la sociedad, de la ciudad, etc.) y nos atenemos a ellos. De este
modo, el espacio social se reduce a espacio mental por una operación “científica” cuya cientificidad
disimula la ideología; y con ella, la reducción y el reduccionismo de las contradicciones y conflictos se
presentan como instrumentos al servicio del Estado y del poder en general, no en tanto que ideologías,
sino como saberes. “El urbanismo y la arquitectura proporcionan buenos ejemplos de reduccionismo, ya
que en particular, la clase obrera sufre los efectos de los ‘modelos reducidos’ del espacio, del consumo y
de la cultura” (Lefebvre, 1974/2013:161). Así también, se explica que los especialistas opongan un
modelo reducido de conocimiento a una teoría global del espacio social; al darse muchas oportunidades
para que se aproximen al espacio social con sus metodologías y esquemas reductores, en otra dirección
del concepto de “producción del espacio” y su teoría propuestos por Lefebvre.

El teórico francés señala que, en comparación con la realidad social, el “espacio social” tiene una
relación metodológica y teórica en la que hay que destacar tres conceptos generales: la “forma”, la
“función” y la “estructura”. Es decir, cualquier espacio social puede devenir objeto de un análisis formal,
estructural, y por último, de un análisis funcional. En ese caso, cada uno aporta un código-método para
descifrar lo que a primera vista parece impenetrable. Bajo esta premisa, se presentan en primer lugar

203
varios preceptos sobre la forma y sus relaciones con los otros conceptos en el plano metodológico y
teórico:

a. La idea de que no puede existir forma sin función ni estructura. Y lo mismo para cada uno de
esos conceptos. Los tres conceptos vienen dados en y por una materialidad que
simultáneamente los une y los distingue.
b. Esta relación entre los conceptos se complica, si sólo consideramos las formas más abstractas,
como las formas lógicas, que no dependen de una descripción y que son inseparables de un
contenido.
c. La forma del espacio social, a saber, la relación “centro-periferia” ha venido a ocupar
recientemente un lugar en nuestra reflexión sobre las formas. En cuanto a la forma urbana,
traducida en aglomeración, encuentro, simultaneidad, se ha podido demostrar que figura entre
las grandes formas con igual peso que la centralidad, la repetición, la diferencia, la
recurrencia, la reciprocidad, la identidad, etc.
d. Entre las formas próximas al estado puro y los contenidos existen mediaciones. Por ejemplo,
la forma curva está mediada por la línea curva. Todo dispositivo espacial emplea curvas y/o
rectas con el posible predominio de unas sobre otras.
e. Los elementos formales introducen a la vez lo repetitivo y lo diferencial. Articulan el
conjunto, permiten la transición de la parte al todo, e inversamente la reunión en el todo de las
partes constitutivas. Así, los capiteles de un claustro románico difieren, pero dentro de un
modelo que autoriza esas diferencias. Dividen el espacio y le proporcionan ritmo. Es la
función del diferencial significante.
f. En sentido inverso, la reunión y la concentración como formas espaciales se realizan siempre
por medio de formas geométricas. Una ciudad puede poseer una forma cuadrangular, circular,
etc., mientras que el contenido de esas formas las metamorfosea. La forma cuadrangular se
encuentra en el campamento militar romano, en las bastidas medievales, en las ciudades
coloniales españolas, en la ciudad americana moderna. Sin embargo, esas realidades urbanas
difieren hasta tal punto que sólo la forma abstracta en cuestión autoriza su afinidad (Lefebvre,
1974/2013).

204

Fig. 27. Diagrama B. Análisis metodológico tripartito del espacio social como una realidad social. Jiménez-Pacheco, P.
(2017).

Con varios de estos preceptos, Lefebvre hace un análisis original del espacio social de la ciudad colonial
en Latinoamérica, y fundamentalmente de la ciudad asiática, sin empeñarse en reconstruir una visión
diferente a la occidental, sino en entender la forma “cuadrícula” (damero) que subyace ese espacio social,
y de esa forma extraer un esquema aceptable (el esquema P-m-G, Privado-mixto-Global). El análisis
formal y el análisis funcional no eliminan la necesidad de estudiar las escalas, las proporciones, las
dimensiones y los niveles159. Esta tarea la ejecuta el análisis de la estructura, relacionada a los vínculos
entre el Todo y las partes, lo macro y lo micro. Tanto en el campo metodológico como el teórico, este
análisis debe completar a los otros, no abolirlos. A él le incumbe la tarea de definir el conjunto (lo
global), descubrir si conlleva una lógica, es decir una estrategia, así como un simbolismo. En este sentido
Lefebvre considera que la problemática del espacio y su producción desborda las cuestiones relativas a la
arquitectura clásica, a la monumentalidad y los edificios públicos, ya que también afecta a la esfera
“privada” del habitar y el hábitat.

De este modo, el nivel de lo privado (P), del habitar, comprende una entrada, un umbral, un lugar de
recibimiento, y un lugar de vida familiar junto con otros lugares apartados, las habitaciones. Así, en cada


159
Lefebvre explicaría la categoría teórica de "nivel" por primera vez en 1961 en el segundo volumen de su Crítica de la vida cotidiana. Un nivel
designa un aspecto de la realidad, pero no es solo el equivalente a una fotografía de esa realidad. Permite verla desde un cierto punto de vista o
perspectiva; le garantiza un contenido objetivo. En una realidad donde se pueden ver las implicaciones sucesivas, el nivel representa un grado o
una etapa, pero con más consistencia y "realidad" que los símbolos o modelos, por ejemplo. Además, los niveles no pueden disociarse por
completo el uno del otro. El análisis puede determinar los niveles, pero no los produce; permanecen como unidades dentro de un todo más
grande. El esquema de una escala o de una jerarquía formal de grados es demasiado estático, señalaba Lefebvre.

205
sitio hay una entrada, un punto central, un lugar de retiro y descanso. El nivel (m) de los itinerarios y
lugares de paso, comprende avenidas y plazas, calles medias, pasajes menores que llevan hasta las
residencias. Y el nivel global (G), lo “público” y más extenso, puede dividirse en salas abiertas y sedes de
instituciones, en itinerarios accesibles, en lugares reservados para el poder. Cada unos de los espacios
analizados en los tres niveles tiene unos rasgos característicos que pueden expresarse en oposiciones
semánticas como: abierto o cerrado, bajo o alto, simétrico o asimétrico.

Por tanto, la relación entre público y privado se vuelve esencial; en efecto, lo global envuelve los dos
términos y su relación, y los análisis parciales (formales, funcionales, estructurales) tomados en un
análisis tripartito, el cual no puede emprenderse sin reservas como el método capaz de descifrar un
espacio social, ya que tal esquema simple en rejilla dejaría pasar lo esencial. Se puede adoptar esta
aproximación y servirse del mejor modo de ella, pero actuando con precaución, señala Lefebvre. De igual
manera, Lefebvre considera que se pueden añadir a tal esquema, las categorías semánticas y semiológicas
que conciernen a los espacios ya producidos, aunque no permitan conocer el proceso de la producción del
espacio. Con este breve manual de uso, la malla de análisis, admite la ampliación de los conceptos y debe
probar su rendimiento concurrente en el análisis del espacio social y la producción del espacio.


Fig. 28. Malla guía teórico-metodológica para el análisis del espacio social urbano. Jiménez-Pacheco, P. (2017).

206
Así pues, Lefebvre a través de las publicaciones que hemos revisado a lo largo del capítulo –
especialmente La revolución urbana (1970) y La producción del espacio (1974)– nos deja ideas,
elementos, relaciones conceptuales, que nos permiten ir poblando la malla de vínculos operativos en el
análisis del espacios social urbano. Por ejemplo, la forma, explica Lefebvre, corresponde
aproximadamente al momento comunicable, a lo percibido; la función se cumple, se efectúa o no,
corresponde a lo vivido en un espacio de representación; y la estructura se concibe, implica una
representación del espacio. El conjunto se sitúa en una práctica espacial. Igualmente, sería inexacto y
abusivamente reduccionista definir el uso sólo por la función, como promulga el funcionalismo. Por
tanto, la forma (la comunicación y lo comunicable) también forman parte del uso, como su estructura, que
es siempre la estructura de un objeto que puede usarse y que se usa. Cada empleo exclusivo –así pues
reductor– de una de estas categorías sirve a alguna estrategia de homogeneización. Ahora bien, el uso
corresponde a la unidad y la asociación de estos términos que los dogmatismos pretender disociar. Por
supuesto, dice el teórico Lefebvre, ningún proyecto podría mostrar el equilibrio exacto de esos diversos
momentos o “formantes” del espacio social. Todo plan tiende a realizar bien la función, bien la forma o
bien la estructura, pero el modo en que uno u otro “formante” se pone en juego o aparece al inicio, no
implica la desaparición de los otros dos160.

Por ahora, es necesario retomar el esquema de la interacción y el cruce de los tres niveles espaciales: el
público o global (G), el nivel privado (P) y el mixto, mediador o intermediario (m). En efecto, este
esquema –descifra y designa el espacio social de modo distinto al pensamiento político– indica Lefebvre,
ya que desde la perspectiva del poder, ningún sector del espacio puede ni debe escapar a la dominación,
salvo en apariencia, ya que el poder aspira a controlar el espacio entero. El esquema planteado conlleva
otra perspectiva desde el momento en que no mantiene separados a los elementos espaciales en el espacio
abstracto. Reintroduce diferencias inmanentes y prevé espacios a la vez “compactos” y rigurosamente
elaborados: lugares de encuentro y lugares de transición (cruces), así como lugares apropiados para la
meditación y la soledad. Este esquema estaría vinculado a otro análisis de los niveles, entre el nivel micro
(arquitectura, habitar versus hábitat, vecindario, etc.), el nivel medio (la ciudad, el urbanismo, la dualidad
campo-ciudad), y por último, el nivel macro (la planificación espacial, la ordenación del territorio
nacional, global o mundial). Sin embargo, debemos recordar que estos esquemas se limitan a clasificar
fragmentos en el espacio, mientras que el conocimiento debe versar sobre su producción.


160
Lefebvre (1974/2013) compara esta operación simultánea –a través de su teoría de los momentos– con la obra musical que se analiza en
primera instancia según tres momentos: el ritmo, la melodía y la armonía. La gran música clásica ha mantenido la unidad de los tres momentos,
no obstante con las acentuaciones propias de cada autor. El papel de la acentuación consiste en poner de relieve las cualidades y subrayar las
diferencias entre cada momento.

207
2.7.2. La estrategia contra-espacial

En los ensayos (con errores, éxitos y fracasos) de una “nueva vida”, generalmente comunitaria, dice
Lefebvre (1974), las comunidades experimentales no han encontrado aún su morfología apropiada. En
este sentido, la arquitectura del goce, expresión de la comunidad del uso de los bienes de la tierra, está
aún por inventarse. Eventualmente, la invención de un espacio del goce requerirá superar una fase elitista.
Lefebvre considera que una élite161 si bien se aleja de si misma y rechaza los modelos cuantitativos de
consumo y los procedimientos de homogeneización, es indistinguible de las otras élites por mucho que
simulen las diferencias. Mientras tanto, las “masas difieren” realmente entre si, y buscan
inconscientemente las diferencias, pero aceptan lo cuantitativo y lo homogéneo, sin duda porque
necesitan sobrevivir. Según H. Lefebvre dicha fracción de las élites (cultivadas) tienen el rol principal de
indicar a las masas la dificultad (la imposibilidad) de vivir de acuerdo a la masificación, de acuerdo a los
estrictos criterios y los imperativos de la “cantidad”. Ahora bien, dice el teórico, “las masas trabajadoras
ya experimentaron esta imposibilidad en la vida laboral, pero esta conciencia debe comprender también
toda su vida fuera del trabajo” (1974/2013:412). En cualquier caso, dice Lefebvre, pase lo que pase en la
relación entre las comunidades elitistas y las masas trabajadoras, “la producción de un nuevo espacio de
acuerdo con las capacidades de las fuerzas productivas (tecnológicas e intelectuales) no puede proceder
de un grupo social, sino de las relaciones intergrupales (clases y fracciones de clases) a escala mundial”
(Ibíd.).

Para explicar en que consisten esos proyectos alternativos y el “contra-espacio”, el teórico francés sugiere
pensar en una hipotética población que se opone a un programa de construcción de carreteras o de
extensión urbana, reclamando equipamientos o plazas libres para el juego y el encuentro social. Aquí se
muestra la introducción de un contra-espacio en la realidad espacial: “contra el Ojo y la Mirada, contra la
cantidad y lo homogéneo, contra el poder y la arrogancia, contra la expansión sin límite de lo “privado” y
de la rentabilidad empresarial, contra los espacios especializados, contra las funciones estrechamente
localizadas” (Ibíd.:413). Naturalmente, esto hace que las diferencias inducidas –anteriores al sistema y
provocadas por el sistema– tiendan a constituirse y a cerrarse (como en el mundo de los conjuntos de
vivienda suburbanos), distinguiéndose con dificultad de las diferencias producidas, que escapan a las
reglas del sistema, y de las diferencias que han sido reintegradas mediante la coacción y la violencia en el
seno del sistema. También sucede –muchas veces– que el “contra-espacio” y el proyecto alternativo
simulan el espacio existente, parodiándolo, demostrando al mismo tiempo sus limitaciones, sin salir no
obstante de él (por ejemplo, los espacio de ocio). Estos espacios parecerían en principio escapar a los


161
Esta fracción de la élite a la cual hace referencia Lefebvre, se constituye de innumerables grupos, efímeros o perdurables, que permanecen al
margen de la política y pertenecen en gran medida a la “pequeña burguesía intelectual” descrita cabalmente por J-P. Garnier (2010a); por tanto,
podrían pertenecer, tanto a las vanguardias arquitectónicas, como a cualquier grupo de los años 60 o 70 que iba en busca de una experiencia
comunitaria; actualmente, también podríamos hacernos una idea clara de ellos.

208
controles del orden establecido y, en consecuencia, constituir en tanto que espacios lúdicos un enorme
contra-espacio, pero es mera ilusión.

En esta línea, Lefebvre considera la importancia vital de las fuerzas de base (sindicatos, reivindicaciones,
huelgas) porque serán las llamadas a reabsorber los ciclos y las contradicciones en la relación entre las
fuerzas del Estado y las potencias locales o regionales, potencialmente “mediante la sustitución de la
maquinaria del Estado por maquinarias de procesamiento de información, alimentadas y controladas por
la base” (Ibíd.:414). En esta dirección, para evitar dilemas “estrafalarios” (si la ciudad no existe o si se
trata de un sistema; si el espacio es un soporte inerte o el medio de una realidad ecológica plena y entera;
si lo urbano ocupa un nicho o es un sujeto) considera que la problemática del espacio debe plantearse en
términos de relación entre fuerzas sociopolíticas. Por ejemplo, solo la presión económica de la base puede
modificar la producción de la plusvalía; entonces, una presión fundamentada sobre la práctica espacial
será capaz de variar la distribución de la parte del excedente social destinado a los intereses colectivos de
la sociedad y a los servicios públicos. Por tanto, para que esa presión pueda ejercerse eficazmente, la
contestación no debe dirigirse únicamente contra el Estado en tanto que gestor de los intereses generales,
sino también en su calidad de organizador del espacio (planificación espacial en general, urbanización,
regulación y control de flujos y redes, construcción, etc.). Volviéndose contra el Estado, dicha presión
mostraría su capacidad de intervención espacial mediante la propuesta de otro espacio, contra-planes, y
contra-proyectos que frustren las estrategias, los planes y programas impuestos desde arriba.

Así, de acuerdo a Lefebvre, este paso a la ofensiva a través la estrategia contra-espacial desbordaría la
típica oposición establecida entre “reforma” y “revolución”. Porque toda propuesta de contra-espacio,
incluso la más insignificante en apariencia, sacude de arriba abajo el espacio existente, sus estrategias y
objetivos. Sin embargo, dice el teórico Lefebvre, es de esperar –con frecuencia– que el “silencio de los
usuarios” se presente, porque temen que el más leve movimiento de su parte tenga “consecuencias
ilimitadas”, que el orden establecido (el modo de producción capitalista) caiga con todo su peso sobre
ellos, en caso de moverse.

2.7.3. Un ‘programa común’ hacia un espacio socialista162

En Francia entre los años 1972 y 1977, los partidos de la izquierda institucional (Partido Comunista
Francés, Partido Socialista y Movimientos Radicales de Izquierda) finalmente llegaron, no sin dificultad,
a unirse en la Union de la gauche con el objetivo de desarrollar un programa común para la conquista
electoral del poder en una perspectiva de “transición al socialismo”. Dentro de este marco, existió un
interés compartido por realizar un análisis de la dimensión espacial bajo la dominación capitalista, y de lo


162
Ver primera traducción en español realizada dentro del proceso de investigación en Anexo 1 (Vol. II).

209
que podría o debería ser un espacio socialista; esta sería una oportunidad para que Lefebvre se
reincorpore a las discusiones teóricas partidistas. En 1976, el teórico participó en muchos debates dentro
y fuera de los partidos de la Unión de la Izquierda, defendiendo su posición teórica ante lo que veía como
una debilidad de la izquierda. Entre sus participaciones se destaca la discusión titulada ¿Hay alguna
teoría socialista del espacio?, que merecería su atención para intentar resumir el progreso de sus
reflexiones teóricas y políticas del espacio163. Dicho congreso sería difundido el mismo año en una
edición especial de La nouvelle revue socialiste, titulada “Le renouveau socialiste et l'unité de la gauche”.
Tres años más tarde, en 1979, el joven profesor J. W. Freiberg del Departamento de Sociología de la
Universidad de Boston, publicará la conferencia de Lefebvre en su libro Critical Sociology: European
Perspectives, una recopilación de las conferencias recogidas durante cinco veranos consecutivos, en
seminarios intensivos con diez académicos europeos164. Además, en los años académicos regulares,
Freiberg dio la bienvenida al inglés Michael Mann, al canadiense John O'Neill, al español Vicente
Navarro, al alemán Urs Jaeggi, al egipcio Anouar Abdel-Malek, y en particular al francés Henri Lefebvre,
que mantuvo a sus oyentes fascinados con una semana de espléndidas conferencias (Freiberg, 1979:xi.
Trad. del A.). “L’espace: produit social et valeur d’usage” fue traducida y publicada por Freiberg (1979),
re-editada por Brenner (2009); y es la conferencia que decidimos traducir por primera vez al español (“El
espacio: producto social y valor de uso”; ver: Anexo 1) en el curso de nuestra investigación.

Jean Pierre Garnier nos recuerda la importancia y la claridad del discurso de Lefebvre en la construcción
de aquel programa común de “transición hacia el socialismo” en Francia durante los años 70. En primer
lugar, se propone volver a la posesión y gestión colectiva del espacio como estrategia fundamental en la
transformación social, añadiendo a esto, su producción social, así como también, el desvelamiento y
crítica radical del espacio capitalista, dejando ver sus funciones y contradicciones en el camino hacia un
colapso generalizado del espacio, en el que los movimientos de base en el mundo empezaban a desafiar a
la dominación de lo económico sobre el espacio social y su valor de uso. Lefebvre plantearía la
reinvención de dichos movimientos, su reorganización fuera del lugar de trabajo, su re-
dimensionamiento, y futuras luchas en el espacio como “movimientos de usuarios”, sin aniquilar la lucha
de clases. También se introduce la categoría del “tiempo vivido” en el espacio, como valor de uso
fundamental, cercenado y reducido por la modernidad al tiempo lineal de supremacía de lo económico.

Esta re-invención de los movimientos de base supone una de las claves de esta izquierda unida para llevar
a las masas a encontrar nuevas expresiones y un idioma común, que normalmente topan con unos límites
estrechos política y estratégicamente. Garnier, en este sentido considera que la posición de Lefebvre fue


163
Jean-Pierre Garnier (2010b). Démocratie locale ou auto-gouvernement territorial? Discurso en el seminario “Hábitat y Sociedad”. Facultad de
Geografía de la Universidad de Barcelona, 26 de noviembre, 2010.
164
Los seminarios contaron con la asistencia de estudiantes graduados y jóvenes profesores de todo Estados Unidos. Entre los invitados
estuvieron Alain Touraine de Francia y el italiano Franco Ferrarotti durante el primer verano; el inglés Anthony Giddens y el alemán Claus Offe
durante el segundo; el español Manuel Castells y el griego Nicos Poulantzas durante el tercero; Ralph Miliband de Inglaterra y Hans Peter
Dreitzel de Alemania durante el cuarto; y Göran Therborn de Suecia con Robin Blackburn de Inglaterra durante el quinto año (Freiberg, 1979).

210
inequívoca al anunciar el rol de esta nueva izquierda como organizadora de la lucha de clases en el
espacio, de manera opuesta a su pacificación y estabilización, tal como lo hizo –luego– la izquierda
institucional una vez llegada al gobierno. Así, el discurso de Lefebvre fluye a raíz de su innovación
teórica sobre la producción del espacio social y su análisis para descifrar el espacio capitalista, hacia el
claro posicionamiento de dos ideas fuertes: que una sociedad que se está transformando dentro del
socialismo no puede aceptar (incluso durante el período de transición) al espacio que ya es producido por
el capitalismo; y que esta sociedad diferente debe ser capaz de inventar, crear, producir nuevas formas
espaciales. Pero en la medida que existen unas relaciones de propiedad y otras relaciones sociales de
producción que están bloqueando sus posibilidades de transformación, la producción de un espacio
diferencial no logra materializarse.

Debido a la coyuntura política, entre espontánea y partidista, Lefebvre hacía un aporte al allanamiento del
camino de transición (pacífica) al socialismo, dedicando la segunda parte de su discurso al “espacio
socialista” y su situación en relación a las oportunidades y los obstáculos para sustituir al espacio
capitalista. Pensamos que el conjunto de sus planteamientos acerca del espacio socialista otorga una
renovación teórica y auto-organizativa, que deriva en lineamientos programáticos a la espera de ser
(eficazmente) concretados. El despliegue y fluidez del contenido del discurso, sin embargo, es de una
concreción inédita en las obras y artículos de Lefebvre. Su análisis, podría obligar a detenerse en algunos
detalles, pero que pueden resolverse o complementarse ágilmente en la unidad teórica del espacio social
que –hasta aquí– se ha consolidado.






















211



212
CAPÍTULO 3
Teoría del espacio crítica

213
214
Partimos entonces de suponer que es posible actualizar y ampliar de forma original una genealogía del
pensamiento radical del “espacio lefebvriano” en el marco de nuestra voluntad teórica y crítica. Una vez
que hemos trabajado con su epistemología (sus conceptos, métodos y teoría del espacio social totalizada),
aunque enredadas, es más fácil observar una multiplicidad de relaciones, su origen, su desarrollo y el
aporte sustancioso de las mismas. Se debe entender que las relaciones que analizamos conectan las
influencias, el itinerario y las ideas del francés en torno a su teoría del espacio social. La posibilidad de
ampliar los trabajos realizados bajo estas premisas, viene dada por la profundidad dialéctica con la que
observemos dichas relaciones. De este modo, atenderemos las relaciones que han sido poco estudiadas
pero que se presentan más dinámicas, es decir, aquellas que han sufrido transformaciones en el tiempo y
que en la actualidad han adquirido una importancia pedagógica en la producción de dicha teoría del
espacio lefebvriano. Por tanto, nuestro objetivo operativo será complementar con piezas originales el
relato genealógico existente hacia una teoría del espacio crítica. Este capítulo está compuesto por cuatro
apartados, que forman a su vez dos grupos de interés e influencia, no solo en el itinerario del propio
Lefebvre, sino, en los debates sobre el espacio posteriores a los años noventa, y en la actualidad.

El primer grupo, correspondiente a los apartados 3.1 y 3.2, se concentra en una relación poco explorada
entre la crítica lefebvriana del espacio moderno y la producción del espacio, especialmente,
arquitectónico, en los años sesenta y setenta. Dicha relación parte de la idea de la arquitectura como una
práctica social al servicio de la práctica espacial y la experiencia vivida. Se inscribe entre el origen y la
crisis del espacio moderno, desplegándose a través de la crítica de la práctica arquitectónica y urbanística,
y las influencias producidas en la arquitectura misma. Esta relación, todavía abstracta, aspira a
concretarse con éxito en el estudio de la obra de los arquitectos polacos Oskar y Zofia Hansen, llegando a
traducirse en nuestro análisis como una forma de lo posible, a partir del examen teórico e histórico
minucioso de un proyecto específico de vivienda estatal construido en Lublin.

El segundo grupo conformado por los apartados 3.3 y 3.4 abarca dos procesos genealógicos dialécticos al
confrontar tres modos de pensar y actuar sobre los postulados de Lefebvre probablemente con mayor
influencia en el tiempo. El primero enfoca las relaciones y preocupaciones más tempranas de Lefebvre en
torno al espacio más caótico, al que Lefebvre se refiere como “momentos” o “situaciones” bajo el ideal de
cambiar la vida. Y el segundo se refiere, a sus vinculaciones más influyentes en torno a “lo urbano”
desde la irrupción de mayo del 68 hasta la actualidad. Vínculos, hasta cierto punto, de conveniencia,
dados los ataques continuos a su hipótesis de la urbanización completa de la sociedad a inicios de los años
70.

Es preciso mencionar que el estudio de Lukasz Stanek (2011a) titulado “Henri Lefebvre on Space”,
representó una guía notable para el desarrollo específico de la primera parte del capítulo (apartados 3.1 y
3.2). En el proceso de investigación también adquirió importancia la revisión de los archivos completos

215
de las revistas francesas: Arguments (1956-1962), Espaces et Sociétés (1970-1979), La somme et le reste
(2002-2014) y L'architecture d'aujourd'hui (1968-1974); la finlandesa Le Carré Bleu (1961-1976); y la
británica New Left Review (1960-2013); así como, la verificación de la totalidad de tres archivos digitales
de la Internacional Situacionista (1948-1969) que incluyen documentos pre-situacionistas y post-
situacionistas.

Además, es importante considerar una literatura reciente que prefigura una tradición en el pensamiento
espacial lefebvriano. Así, empiezan a germinar varios estudios notables en el campo arquitectónico, que
introducen a Lefebvre en una tradición teórico-crítica del espacio, e incluso usan el enfoque lefebvriano
para su desarrollo165. No podemos olvidar, igualmente, el compendio166 fundamental de Michael Hays,
(1998) titulado “Architecture, Theory, since 1968”; todos estos avances han sido de nuestra consideración
para consolidar el terreno de la teoría arquitectónica crítica con nuestro enfoque específico. Por último,
pero no menos importante es la colección de textos dirigidos por el grupo de investigación
transdisciplinario Espais Crítics con base en Barcelona167, sus horizontes y entrenamiento han sido
sustanciales para encaminar nuestra investigación.



















165
Ver: Nathaniel Coleman (2015). Lefebvre for Architects. –Douglas Spencer (2016). The architecture of Neoliberalism. –Tahl Kaminer (2017).
The efficacy of the Architecture. Political contestation and agency.
166
Entre los apartados del texto de Hays con más importancia para nuestro trabajo mencionamos: 1974-Manfredo Tafuri, 1974-Henri Lefebvre,
1975-Bernard Tschumi, 1979-Bernard Huet, 1982-Michael Foucault, y 1982-Fredric Jameson.
167
El grupo de investigación está adscrito a la Facultad de Geografía e Historia de la Universidad de Barcelona, y viene generando desde el 2011
un hilo de publicaciones desde el enfoque disciplinar de la geografía crítica, que se despliega hacia el estudio de la teoría espacial. Esta colección
se funda en el terreno de una crisis global de polarización social y espacial, para desentrañar nuevos marcos de análisis de aquellos procesos de
intensificación y desequilibrio en las relaciones entre los territorios y de una compleja problemática derivada de la urbanización planetaria. Hasta
el momento los números publicados incluyen el estudio y el repaso de la obra de los siguientes autores: Edward Soja (2011), Doreen Massey
(2012), Richard Peet (2012), Francesco Indovina (2012), Franco Farinelli (2013), Neil Smith (2015), Horacio Capel (2016), Jean-Pierre Garnier
(2017), Neil Brenner (2017) y William Bunge (2017).

216
3.1. De la crisis del espacio moderno a la arquitectura como práctica social

3.1.1 Origen y crisis del espacio moderno

En el tomo III de su Crítica a la vida cotidiana (1981) en la primera parte titulada Continuidades, Henri
Lefebvre se cuestionaba acerca del fin de la modernidad. El ya veterano autor sostiene allí que desde el
comienzo de lo que se ha llamado “tiempos modernos”, una pregunta estándar ha involucrado las
relaciones entre tradición y novedad. Del mismo modo que las controversias entre los Antiguos y
Modernos a finales del siglo XVII, la pregunta por el fin de la modernidad adquiriría una mayor fuerza y
seguía haciéndolo mientras se acercaba la década de 1980. Al mismo tiempo que sucedía una irrupción de
lo nuevo, la gente anunciaba una reversión a la tradición, pero una tradición “reconsiderada” –una
tradición liberada de la ideología y autenticada por la prueba del tiempo. Lefebvre afirmaba que fue
incuestionablemente en la arquitectura que este anuncio causó el mayor revuelo. Siendo esta disciplina
común a la tecnología, al arte, a la práctica social y la vida cotidiana, es un dominio que no debe ser
subestimado o considerado como subsidiario168. Los desarrollos en arquitectura, de acuerdo a Lefebvre,
siempre tienen inicialmente una significación sintomática y una causalidad posterior. Por ejemplo: “La
Bienal de Venecia de 1980 se dedicó a la postmodernidad en la arquitectura –un eslogan lanzado en los
EE.UU. dos o tres años antes. ¿En qué consistía, según sus promotores? En un regreso a los monumentos,
un neo-monumental-ismo, pero liberado del empuje y la huella del poder político, mientras que los
monumentos eran, históricamente, expresiones, herramientas y sitios de las potencias reinantes”
(Lefebvre, 1981/2014d: s.pp. Trad. del A.). De esta idea sobre el desarrollo de la arquitectura en un
supuesto fin de la modernidad, Lefebvre recordaba textualmente un argumento del arquitecto catalán
Ricardo Bofill, bajo el cual, “un arquitecto debería ir tan lejos como pueda para invertir los símbolos de
dicha modernidad” (Ibíd.).

Entonces, ¿cuál es esta modernidad que ha sido destruida y a la cual se ha renunciado durante la crisis169
actual?, se preguntaba el francés.

Su reinado data de principios del siglo XX y terminó alrededor de 1980. Los augurios de la
modernidad pueden ser ubicados antes, pero no prosperaron antes del comienzo del siglo XX.
Así, alrededor de los años 1900, el ‘estilo moderno’ apareció en Francia, promoviendo una
especie de barroco: formas vegetales, curvas y entrelazamientos, feminidad indirectamente
sugerida o expresada directamente. El estilo moderno pronto sucumbió al ridículo, y fue
reemplazado por la modernidad, que era más técnica, más ‘rigurosa’, más sobria,
distanciándose de lo natural y sin miedo a sofisticarse. Las distintas líneas de concreto
sustituyeron las volutas (Ibíd.).


168
Para ampliar el contexto sobre este tema, ver: Paúl Chemetov (1982). La Modernité, un projet inachevé: 40 architectes.
169
Entendemos que Lefebvre se refiere como marco general a la crisis económica y social producto de la insostenibilidad del modelo keynesiano
en los países desarrollados, y en consecuencia, a la emergencia del proyecto neoliberal.

217
Para Lefebvre, lo paradójico de esta historia, es que aquel desafío de la modernidad de los años 80 venía
acompañado de una rehabilitación de los espacios modernos, que entretanto habían pasado a ser
considerado completamente anticuados170.

Para comprender mejor el origen del espacio moderno y su puesta en crisis en el pensamiento de
Lefebvre, es necesario volver sobre su obra La production de l'espace (1era. Ed. 1974; Trad. 2013). En la
sección titulada “El espacio contradictorio”, el teórico francés habría dedicado principalmente los
apartados V, VI, y VII al repaso de la génesis del espacio moderno protagonizado –o más bien
preparado– por el mundo de la pintura y resuelto en la arquitectura y el urbanismo. Haciendo uso de
varias categorías del análisis del espacio social, al igual que de sus habituales construcciones
metafilosóficas y la teoría semántica, Lefebvre desarrolla una crítica radical del espacio moderno y su
historia oficial (especialmente la que proviene del arte), sin obviar las contradicciones ni los personajes
que formaron parte de este momento de la historicidad del espacio lefebvriano.


Fig. 29. (Izq.) Picasso. (1907). Las señoritas de la calle Avignon. (Der.) Henri Matisse. (1907). Música (sketch). Fuente: MoMA,
New York.

Con el objeto de establecer nítidamente los planteamientos de Lefebvre sobre la génesis del espacio
moderno, traemos una transcripción de los apartados señalados:


170
Para cargar de cierta ironía a los acontecimientos, Lefebvre menciona que el “estilo moderno” era un “estilo agradable”, simbólicamente
representado por el exterior de las estaciones de metro construidas a principios de siglo, y admirado como “lugar de privilegios” en el Museo
Metropolitano de Nueva York y en otros lugares.

218
V 171

Hacia 1910 los pintores académicos continuaban pintando ‘bellas’ figuras de un modo
‘expresivo’: rostros conmovedores que expresaban las emociones del pintor, desnudos deseables
que expresaban los deseos del espectador y del pintor. Entretanto, la vanguardia pictórica
disociaba el significado de lo expresivo sin ser del todo consciente. (Los conceptos les eran
extraños). Esos pintores percibían con agudeza a través de sus experiencias los inicios de la
‘crisis del sujeto’ en el mundo moderno. En su práctica pictórica capturaban un hecho nuevo,
ligado a la desaparición de todos los referentes: a saber, que sólo el significado podía
comunicarse dado que sólo él se desligaba del ‘sujeto’ –autor, artista e incluso espectador como
individuo–. Esto implicaba que el objeto pictórico, el cuadro, no consistía ni en la imitación de
una realidad objetiva (todas las referencias usuales –espacio y tiempo tradicionales, sentido
común, percepción de lo ‘real’ definido por analogía con la naturaleza– estaban
desapareciendo) ni en una ‘expresividad’ concerniente a las emociones y sentimientos subjetivos.
Esos pintores sometieron al ‘objeto’ de sus cuadros a las peores –y muy pronto a los últimos–
[ultrajes]. Alegremente lo rompían o lo dislocaban. Una vez iniciada la dislocación entre sujeto y
objeto ya no había límites. Esta fisura en realidad deja surgir otra cosa.

De creer a los comentarios más autorizados172, la innovación dataría de 1907. Picasso descubrió
entonces una nueva forma de pintar, ocupando toda la superficie del cuadro, sin horizonte, sin
fondo, pero descomponiendo dicha superficie entre el espacio de las figuras pintadas y el espacio
que las rodeaba 173. Mientras que en la misma época Matisse alcanzaba la perfección en el
tratamiento rítmico de la superficie, Picasso la estructuraba con fuerza. En realidad fue mucho
más lejos de la estructuración, como se diría más tarde, pues dialectizó la superficie siguiendo
oposiciones muy poderosas provenientes más de las líneas y de los planos empleados que de los
colores, ritmos y fondos. No sólo desarticuló las superficies de los lienzos, sino los objetos,
ajustando el proceso paradójico por el cual simultáneamente la tercera dimensión (la
profundidad) se reducía a la superficie pintada y, al mismo tiempo, era restituida en virtud de la
simultaneidad de los múltiples aspectos de la cosa pintada (el cubismo analítico). Así pues, lo
que tenemos es: el fin objetivado de los puntos de referencia (el espacio euclidiano, la
perspectiva, la línea de horizonte, etc.); un espacio simultáneamente homogéneo y roto; un
espacio fascinante por su estructura; un proceso dialéctico iniciado a partir de oposiciones
(paradigmas) sin llegar a romper el cuadro; y una visualización absoluta de las cosas que
sustituyen a la [dialectización] bosquejada.


171
Para ampliar el contexto y algunos conceptos previos a los argumentos de Lefebvre sobre el arte moderno se pueden revisar las siguientes
obras: – Giulio Carlo Argan (1964), Salvezza e caduta nell'arte moderna. – Leonardo Benevolo (1960) Storia dell'architettura moderna, (1962)
Una introduzione all'architettura y (1963) Le origini dell'urbanistica moderna. – John Golding (1961). Cubism: A History and an Analysis, 1907-
1944.
172
Ref. en Lefebvre (1974 [2013]): “A diferencia de mucha de la pintura figurativa de 1906, Las Señoritas de la calle de Avignon no muestran el
espacio profundo en torno a las figuras…” En: Wilhem Boeek & Jaime Sabarthier. (1955). Picasso. Nueva York-Ámsterdam: Harry N. Abrams,
142.
173
(…) el espacio que ocupan y el que dejan libre se complementan entre sí como el positivo y el negativo (Ibíd.).

219
La dislocación entre lo expresivo y lo significativo, la liberación del significante, comportó
enormes consecuencias, y no sólo en el ámbito de la pintura. El análisis tiende a privilegiar la
pintura en virtud de su relación privilegiada con el espacio en ese momento. Y en primer lugar,
la liberación se extiende al significado mismo, pues en él se separan el signo (significante) y lo
que designa (el significado). El signo ya no es el ‘objeto’ sino el objeto sobre el lienzo, es decir,
el tratamiento experimentado por el objetivo: roto, desarticulado, hecho ‘simultáneo’ al mismo
tiempo y en el mismo impulso. En cuanto al ‘significado’, está ahí presente, pero oculto. Es algo
inquietante y sobre todo no aporta ni placer, ni alegría, ni calma, en todo caso sólo un interés
intelectual y quizá angustia. ¿Angustia ante qué? Ante las figuras rotas de ese mundo hecho
trizas174, ante ese espacio desarticulado, ante esa ‘realidad’ despiadada que se confunde con su
propia abstracción, con su propio análisis –puesto que ella es ya una ‘abstracción’, análisis
efectivo–. ¿Y qué es lo que reemplaza a lo subjetivo, qué es lo que toma el lugar de la
expresividad? La violencia que se desencadena en el mundo moderno y asola todo cuanto existe.

Volviendo al asunto Picasso, éste no tiene nada de simple y en principio debería percibirse como
un ‘caso’ en vez de unirse al patético coro de devotos. La tesis de que Picasso es un artista
revolucionario (revolucionario en tanto que ‘comunista’) que con su comunismo –sin perjuicio
de lo antes mencionado– ha conquistado el mundo burgués y así alcanzado la gloria universal,
pone de manifiesto una ingenuidad grosera, dado que el ‘mundo comunista’ jamás lo reconoció.
Picasso en ningún sentido ha conquistado el mundo ni tampoco ha sido cooptado. Inicialmente
Picasso aportó la ‘visión’ que el mundo existente implicaba y esperaba, y eso justo en el
momento en que estallaba la crisis, cuando se derrumbaban los puntos de referencia e irrumpió
la violencia. Era ese momento en que avanzaba el imperialismo y se desataba la guerra mundial
–la primera manifestación del establecimiento de un mercado mundial y primera figura del
‘mundo’–. Y también, y al mismo tiempo, avanzaba en paralelo la Bauhaus o, en otros términos,
el espacio abstracto. Lo que no quiere decir que Picasso fuera la causa de este espacio, sino que
él lo significó.

El espacio de Picasso anunció el espacio de la modernidad. Esto no quiere decir que uno
produjera al otro. Lo que encontramos en Picasso es un espacio visualizado sin reservas, la
dictadura del ojo y del falo: la virilidad agresiva, el toro175, el macho mediterráneo, el machismo
(genio incuestionable al servicio de la genitalidad) que se alza hasta su auto-parodia y a veces
hasta su autocrítica. La crueldad de Picasso hacia el cuerpo, en particular hacia el cuerpo
femenino, torturado de mil maneras y caricaturizado sin piedad, responde al dictado del espacio
dominante, del ojo y del falo, esto es, de la violencia. Este espacio no puede decirse (ni
reconocerse ni admitir su carácter) sin denunciarse a si mismo. Y así, Picasso, debido a que es
un grande y verdadero artista, un artista que hace del arte un fuego que todo lo consume,
inevitablemente, vislumbra y prepara la transformación dialéctica del espacio: desvelando y
revelando las contradicciones del espacio fragmentado –contradicciones manifiestas o no que
residen en él, en su trabajo–, el pintor confirma la emergencia de un espacio diferente, un
espacio diferencial.



174
Inferimos que Lefebvre se refiere a las crisis que precedieron a la primera guerra mundial (durante la década anterior) enmarcadas en un
contexto de creciente enfrentamiento entre las potencias –entre las que por acción u omisión participó Francia. Así, tuvieron lugar cuatro crisis
internacionales que marcaron la evolución hacia el conflicto generalizado: Primera crisis marroquí (1905-1906); la anexión austriaca de Bosnia-
Herzegovina (1908); el incidente de Agadir en Marruecos (1911); y las guerras balcánicas (1912-1913). Recuperado de
http://www.historiasiglo20.org/
175
Picasso decía que, “si se unieran todos los puntos por los que circuló en el Mediterráneo, el resultado dibujaría la forma de un toro”. Se sabe
de la pasión de Picasso por los toros y el ‘arte taurino’. En estudios recientes se pone aún más acento en que tendría una verdadera obsesión por el
toro como símbolo de España, y que nace cuando Picasso era muy joven, puesto que su padre era aficionado y lo llevaba a ver corridas de toros
en Málaga y en La Coruña –poco antes de finalizar el siglo XIX. No se ha descartado que en su juventud haya pintado paisajes de “corridas de
toros”, mucho antes del proceso de bocetos de El Guernica. Recuperado de https://elpais.com; http://sevilla.abc.es/; y http://catalogo.artium.org/

220
VI

En la misma época Frank Lloyd Wright comenzó a suprimir el muro que sellaba un espacio y
separaba el dentro del afuera, el interior del exterior. El muro se redujo a una superficie y ésta,
a su vez, a una membrana transparente. La luz entraba a raudales en la casa; y desde cada
‘pieza’ de la misma podía contemplarse la naturaleza. Desde ese momento, la materialidad del
volumen y del peso del muro dejó de jugar un rol primordial en la arquitectura. La materia ya no
sería sino una envoltura del espacio, cediendo el predominio a la luz que poblaba ese espacio.
Siguiendo la tendencia de la filosofía, del arte y la literatura, de la sociedad entera hacia la
abstracción, la visualización y la espacialidad formal, la ‘arquitectura trató de alcanzar la
inmaterialidad’176.

Al poco tiempo intervino una dislocación que no se había manifestado en los orígenes. El muro
perdió su importancia (ya sea como paredes o como cortinas), y el espacio interior fue liberado.
La fachada desapareció (aunque retornaría en la era fascista, con una pompa y una brutalidad
acrecentada, con una monumentalidad más opresiva que nunca), lo que implicó la dislocación de
la calle. La desarticulación del espacio externo (fachada, exterior del edificio) puede ser
observada con claridad en los escritos y en las construcciones de Le Corbusier. El autor
pretendía “libertad”: libertad de la fachada respecto al plan interior; libertad de la estructura
respecto al exterior, libertad de la disposición de plantas y apartamentos respecto a la armadura
edificada. En realidad lo que sucede es la fractura del espacio, la homogeneidad del conjunto
arquitectónico concebido como una ‘máquina para habitar’ y hábitat apropiado para el hombre-
máquina, la desarticulación de elementos disociados los unos de los otros al tiempo que disocian
el conjunto urbanístico, la calle, la ciudad. Le Corbusier ideologizaba [racionalizando], o quizás
fuera [lo opuesto]. La ideología (el discurso) sobre la naturaleza, el sol, y el verdor ocultaba a
toda la gente de su época, y [especialmente] a Le Corbusier, el sentido y el contenido de los
proyectos. La naturaleza [se estaba alejando]; [ya no servía como referencial], y en consecuencia,
su imagen [se volvió estimulante].

VII

Es una ingenuidad de los historiadores del arte pensar que los artistas plásticos son en cierto
modo la causa o la razón del espacio (arquitectónico, urbanístico o global). De ese modo ponen
entre paréntesis lo social y la práctica social para considerar las obras como entidades aisladas.
Insistamos en este asunto, pues se trata de un punto de inflexión no sólo en la historia del arte
sino en la historia de la sociedad moderna y en la de su espacio. Es un hecho establecido que los
pintores prepararon el espacio arquitectónico de la Bauhaus, ¿pero cómo lo hicieron?
Aproximadamente al mismo tiempo que Picasso, otros grandes artistas como Klee y Kandinsky
inventaron no sólo otra forma de pintar sino una nueva espacialidad. Es posible que incluso en
este sentido fueran más lejos que el propio Picasso, sobre todo Klee. El objeto (pintado sobre
lienzo) fue percibido en una relación sensible –en este sentido, visible y legible– con todo cuanto
le rodeaba, el espacio entero dentro del cuadro. Tanto en Klee como en Picasso el espacio se
desprendió de lo emotivo y de lo expresivo, proponiéndose como significativo. Pero mientras
Picasso proyectaba simultáneamente sobre el lienzo los diferentes aspectos del objeto,
analizados por el ojo y el pincel, el pensamiento de Klee, guiado por el ojo, proyectándose sobre
la superficie pintada, giraba en torno al objeto con el fin de situarlo. Los contornos del objeto se
hacían visibles. Así pues, el objeto en el espacio está ligado a una presentación del espacio
mismo.


176
Ver: Michel Ragon. (1972). Histoire mondiale de l’architecture et de l’urbanisme modernes: Idéologies et pionniers 1800-1910, 3 vols.
Tournai: Casterman, tomo II, 47.

221

Fig. 30. Paul Klee (1914). (s.t.).

Así, los pintores habrían revelado la transformación social y política del espacio. La
arquitectura se [revelará] como un instrumento al servicio del poder y del Estado, [tan]
reformista y conformista a escala mundial. Y eso pese a que su advenimiento se saludó como una
revolución, es más, ¡como la revolución arquitectónica antiburguesa! La Bauhaus, al igual que
Le Corbusier, expresó (es decir, formuló y realizó) las exigencias arquitectónicas del capitalismo
de Estado, que en escasa medida diferían de los requerimientos del socialismo de Estado tal
como fueron identificados en ese momento por los constructivistas rusos. Estos mostraban más
imaginación (de carácter utópico) que sus contrapartes occidentales, y pasaban por
reaccionarios en su país, mientras que, curiosamente, sus contemporáneos de la Bauhaus eran
vistos como subversivos. El malentendido que ha durado medio siglo, está muy lejos de
disiparse: la utopía y la ideología indiscerniblemente ligadas al saber y a la voluntad, se
mantienen aún con vigor. En la esfera de la naturaleza redescubierta, el sol, la luz bajo el signo
de la vida, el cristal y el metal se alzan por encima de la calle, por encima de la realidad urbana.
Junto con la exaltación de la rectitud (ángulos y líneas), el orden del poder, el de lo masculino,
en suma, el orden moral se naturaliza.

No obstante, es cierto que existe un extraño contraste entre la efervescencia creadora de este
periodo, que precede y sigue a la Primera Guerra Mundial, con la esterilidad de la segunda
posguerra.

En este contexto, recordamos el libro de Lefebvre (1956) sobre el pintor Édouard Pignon (1905-1993),
relacionado con el desarrollo de la pintura francesa desde Cézanne hasta Picasso, una línea en la que
Lefebvre sitúa la obra de Pignon. Gran parte de este libro estaba dedicado a las descripciones del espacio
pictórico creado para la percepción activa del espectador. Por ejemplo, el espectador de la serie de Mont
Sainte-Victoire de Cézanne es descrito como productor de un espacio pictórico que reúne los
movimientos contradictorios de las formas en el lienzo; este espacio combina continuidad y
discontinuidad, correspondencias locales y rupturas, las mismas características que, a fines de la década
de 1960, Lefebvre asignará al espacio del capitalismo. En este relato, el espacio pictórico tiene las
características que Lefebvre atribuirá más adelante al espacio social en general: se produce activamente al
relacionar lo que se “ve”, “se conoce” y “se concibe”, como Lefebvre escribió sobre las percepciones de

222
los lienzos del cubismo analítico de Picasso. Así mismo, Lefebvre (1972/1976a) afirmaba que el trabajo
de las vanguardias artísticas y arquitectónicas de principios del siglo XX demostraban que los objetos en
el espacio no pueden ser producidos de manera aislada siguiendo el juicio del gusto; más bien, todos los
objetos en todas las escalas (desde muebles hasta un monumento, incluso la ciudad) deben ser
comprendidos como relacionados entre sí por el mismo espacio –percibido, concebido y producido. Esto
venía anunciándose años antes por M. Tafuri en su obra “Teorie e storia dell’architettura” (1era. Ed.
1968; Trad. 1972) en la comprensión del espacio como un medio de las relaciones entre los objetos que
conduce a la "crisis" del concepto tradicional de un objeto arquitectónico177.

Este repaso en el argumentario de H. Lefebvre sobre la génesis de un espacio moderno íntimamente


relacionado con las manifestaciones pictóricas y vanguardistas de hace un siglo y sus reflexiones sobre la
disponibilidad de los productores de dicho espacio con los intereses del capitalismo de Estado (tanto
socialista como fascista), nos da pistas de sus esfuerzos historiográficos –en adelante– para su propia
producción teórica en la búsqueda de otro espacio capaz de superar los límites de la violencia y el poder
que libera ese espacio abstracto. Tal paisaje –clarificador de un horizonte crítico radical– marca de aquí
en adelante el camino de las relaciones en las prácticas arquitectónica y urbanística que influyeron y
serían influidas por Lefebvre.

Para avanzar con una contextualización más nítida alrededor de Lefebvre en relación a la puesta en crisis
del espacio moderno y el despliegue de la crítica, revisemos al estudio de L. Stanek (2011a), quien en la
introducción de su libro “Henri Lefebvre on Space”, explica que desde inicios de los años sesenta las
instituciones de planificación francesas se embarcaron en un proceso de institucionalización de la crítica,
con la introducción de la participación de los habitantes en la planificación urbana, una creciente
politización de sus operaciones, y una activa estimulación de la investigación urbana crítica (que incluía
la investigación marxista). Stanek asegura que las condiciones en las que se desarrollaron las ideas de
Lefebvre serían similares a las que Michael Foucault examinó a finales de los años setenta con su
genealogía del liberalismo178, ya que en ese momento estaban en juego no solo la cuestión del mal uso y la
legitimación sino también la operacionalización de los conceptos de Lefebvre. Siguiendo a Stanek, resulta
que a finales de los años 60, el discurso político y académico (mediado por lo que J-P. Garnier llamaba la
“pequeña burguesía intelectual”) de preservación, consolidación y restauración de los “vínculos sociales”
nunca se comprometió con el proyecto de transformación de la vida cotidiana de Lefebvre, y las


177
La tesis de Tafuri se apoyaría en bastos ejemplos: desde el diagnóstico de A. Sant'Elia del espacio urbano cambiante y contingente como causa
y consecuencia de la muerte del objeto arquitectónico, a través del relato de P. Mondrian sobre la disolución de la arquitectura en la ciudad
moderna, hasta el concepto neoplasticista de los objetos utilitarios que se fusionan y neutralizan entre sí. El ejemplo privilegiado de Tafuri fue
Ludwig Hilberseimer, quien postuló el relacionamiento de todos los procesos y ubicaciones dentro de la realidad urbana en un solo proyecto
(Stanek, 2011). La arquitectura de la metrópoli depende esencialmente de dos factores: la célula individual del espacio y el organismo de la
ciudad como un todo, escribió Hilberseimer, y este espacio como elemento constitutivo de un bloque urbano se convierte en el principal factor de
diseño para toda la ciudad, que está condicionada al mismo tiempo por el plan general (Hilberseimer, 1927:100). Véase también: M. Tafuri
(1979) [1973]. “Radical” Architecture and the City, en: Architecture and Utopia… (pp. 104-124).
178
Ver: –Foucault, M. (1977-1978), Seguridad, territorio, población. –Foucault, M. (1978-1979), El nacimiento de la biopolítica.

223
cuestiones de exclusión y desigualdad se enmarcaron más como problemas de diseño urbano que como
consecuencias del capitalismo contemporáneo179.

De este modo, la teoría de Lefebvre debe verse formulada en una coyuntura de dos procesos
interrelacionados a fines de la década de 1960 y principios los años 70: la “politización de la sociología
urbana francesa”; y la “introducción de las cuestiones de la ciudad y la urbanización en la política
francesa”. En La comédie urbaine ou la cité sans classes (1978), Garnier y Goldschmidt argumentan que
la cooptación del discurso de Lefebvre por las instituciones de planificación estatal fue un intento de
ocultar la retirada del estado de sus obligaciones sociales frente a los suburbios al reducir los problemas
sociales que enfrenta la ciudad (desempleo, discriminación) a meros problemas de diseño urbano.
Mencionan que el concepto de Lefebvre del derecho a la ciudad se utilizó como sustituto de otros
derechos más fundamentales, en particular del derecho a la vivienda. Mientras que Lefebvre declaraba
que una “idea no es responsable de sus abusos”, algunos de sus amigos y conocidos, como Claude
Schnaidt, argumentaron que Lefebvre debería haberse mantenido alejado del concepto del derecho a la
ciudad, con el cual “se ha dado crédito moral a una política urbana retrógrada… habiéndose quedado
atascado en una visión anacrónica de la centralidad urbana” (Stanek, 2011a:75-76).

De este modo, Stanek muestra que los procesos en el caso de Lefebvre y Foucault no sólo coincidieron en
la operacionalización de la teoría del espacio de Lefebvre, sino que además compartieron condiciones y
objetivos. Sus condiciones, ya que los cursos y seminarios de Lefebvre en sociología urbana durante su
estancia como profesor en Estrasburgo y Nanterre contribuyeron a la academización de la sociología
urbana en Francia, y porque casi todos los estudios empíricos urbanos en los que estuvo involucrado
fueron comisionados por instituciones estatales con el objetivo de desarrollar alternativas al urbanismo
funcionalista de posguerra. Y sus objetivos, debido a que mucho de su trabajo abordaba la incorporación
de conceptos críticos dentro de la creciente autocrítica del discurso planificador del estado Francés,
incluidos los conceptos de “derecho a la ciudad” y “centralidad” por parte de los habitantes para
transformar su vida cotidiana y espacio vivido. En otras palabras, dice Stanek, lo que estaba en juego, “no
era solo la cooptación del discurso crítico sobre la ciudad y sus transformaciones al interior de un
‘estimulo del capitalismo’, como argumentarían en su momento algunos teóricos marxistas de la
arquitectura como Manfredo Tafuri180, sino también un paso decisivo en la constitución de un régimen de
gobernanza basado en la crítica institucionalizada” (Stanek, 2011a:x, Trad. del A.). Así, lo que distinguía
a los escritos de Lefebvre de una cooperación más operativa y más directa con arquitectos, planificadores


179
Así mismo, Foucault en sus conferencias en el Collège de France (1977-1979), examinó los orígenes del liberalismo y analizó el surgimiento
de técnicas biopolíticas de gobernabilidad en la planificación urbana de fines del siglo XVIII, que aprovechaban las lógicas dadas de la situación
con el fin administrar la circulación del aire, las personas, los productos básicos y el "delito", maximizando lo que se consideraba positivo y
minimizando lo que se consideraba negativo. Tales aparatos de seguridad entendidos apuntaban a una gestión de series abiertas (flujos de
elementos específicos, sucesiones de sucesos y secuencias de edificios) que se controlan de acuerdo con un cálculo de probabilidad; esta idea de
una coordinación estatal de los actores individuales continuó en la planificación urbana de la posguerra en Francia. En otras palabras, el trabajo
de Lefebvre sobre el espacio debía tenerse en cuenta dentro de las transformaciones de los modos liberales de gobernabilidad (Stanek, 2011).
180
Manfredo Tafuri. (1976) [1973]. Architecture and Utopia. Design and capitalist development. Cambridge: The MIT Press.

224
y administradores (que caracterizaba, por ejemplo, a la obra de Chombart181 de principios de los años
cincuenta) fueron sus intentos de repensar la producción del espacio en esta etapa de procesos históricos
de entrecruzamientos entre poder y conocimiento, cuestionando la institucionalización de las traducciones
entre la investigación, la crítica y el proyecto, identificando las brechas entre ellas como posibles sitios
para una política del espacio.

Estas fisuras en la institucionalización de la crítica se encontraban en el núcleo de los ataques de Lefebvre


a la arquitectura moderna y el urbanismo funcionalista, a través de sus promesas de desarrollar un relato
general de los modos heredados de urbanización en una crítica de las condiciones sociales, tecnológicas,
políticas y estéticas y, en un segundo escalón, por medio de sus intentos de derivar –de esta crítica– la
teoría de un nuevo espacio para una nueva sociedad. Mucho de esta redefinición de la arquitectura como
una disciplina heterónoma cuyas operaciones no pueden ser basadas en normas estéticas preexistentes fue
desarrollada dentro del CIAM182. Siguiendo a Stanek, se plantea que buena parte de la crítica de Lefebvre
al CIAM fue prefigurada por las discusiones entre sus miembros y simpatizantes desde los años cuarenta,
tales como Lewis Mumford, quien argumentó que las ciudades no pueden ser concebidas sin tener en
cuenta las funciones políticas, culturales y educacionales183. Sin embargo, la crítica de Lefebvre no
registró gran parte de esta evolución del discurso del CIAM, aun cuando compartían algunas de sus
propias preocupaciones, como sucedió, con la generación más joven de miembros (Team 10), que en el
curso de los años cincuenta, se habían alejado de la doctrina de las cuatro funciones y de la perspectiva
global y universalista con el fin de abordar la práctica de la vivienda dentro de los estados de bienestar
Occidentales y las sociedades de consumo. Más bien, el blanco principal de los textos de Lefebvre
durante la mitad de los años sesenta hasta los primeros años de la siguiente década fue la doctrina CIAM
de preguerra y su influencia en la producción del espacio en Europa y más allá. En ese sentido, su obra se


181
Paul-Henry Chombart de Lauwe (1913-1998). Sociólogo, precursor de la sociología urbana en Francia. Dirigió en 1945 el Centro Nacional de
Investigación Científica (CNRS). En 1949, fundó el Groupe d’ethnologie sociale dentro del cual se interesó particularmente por la clase
trabajadora. En 1952, el grupo publicó un libro sobre París y sus suburbios. Muchos de los estudios sociológicos de Chombart condujeron a la
publicación de La vie quotidienne des familles ouvrières (1956). En 1959, el grupo se convirtió en el Centre d’ethnologie sociale, del cual estaría
a cargo hasta 1980.
182
Lefebvre apuntó generalmente sus críticas al funcionalismo desarrollado en el principal documento de la preguerra del CIAM: la Carta de
Atenas (1933). En modo similar, durante la novena reunión del CIAM en Aix-en-Provence (1953) organizada bajo el título ‘Carta del Hábitat’,
Alison y Peter Smithson desafiaron la Carta de Atenas e instaron a su reemplazo por una ‘jerarquía de asociaciones humanas’, y Wogenscky
sugirió que la reunión estudiara, en lugar de las cuatro funciones, ‘la vida y todo lo que el hombre planifica y construye’. Como enfatiza Shadrach
Woods –en Aix-en-Provence– se desarrollaron las principales preocupaciones del Team 10, incluyendo la interrelación entre las cuatro funciones
de la Carta de Atenas y el enfoque en el cambio, el crecimiento, la movilidad y la identidad: todos estos temas fueron ampliamente discutidos
durante la última reunión del CIAM en Dubrovnik (1956), preparado por el Team 10. En el Manifiesto de Doorn de 1954 (originalmente
denominado Statement on Habitat), considerado fundacional para el Team 10, la Carta de Atenas se presentó como una respuesta al caos en la
ciudad del siglo XIX, para ser reemplazada por nuevos criterios de planificación que explicaran lo cotidiano en el sociedad de posguerra. Entre
los miembros franceses del Team 10, el concepto de hábitat llegó a ser particularmente prominente en el discurso de los arquitectos Georges
Candilis y Shadrach Woods, quienes junto con Alexis Josic, fundaron un despacho en 1955 y ejercieron en Francia y sus colonias de África del
Norte. En sus escritos, el hábitat fue redefinido como un concepto ecológico abarcando las prácticas individuales y la cultura colectiva de
vivienda, con el objetivo de mediar entre las contradicciones que vienen en primera instancia de los rápidos procesos de modernización: entre lo
urbano y lo rural, lo espiritual y lo material, las maneras tradicionales y modernas de vivir. Esta discusión, sin embargo, se limitó a la cultura
arquitectónica y no influyó en la producción de viviendas a gran escala en Francia hasta finales de los años sesenta (Stanek, 2011:83-84.).
183
Durante los congresos de posguerra, de finales de 1940 e inicios de 1950, la doctrina del funcionalismo fue complementada por la atención a
la urbanidad, la monumentalidad, los espacios públicos colectivos y los centros históricos, y la relación entre investigación y diseño se complicó
debido a una apertura declarada de la práctica de la arquitectura hacia una crítica, ‘racional’ y ‘afectiva’ por parte de los individuos, el público
general, y las autoridades. Ver: L. Mumford (1938). La cultura de las ciudades. Buenos Aries: Emecé. Para ampliar contexto, véase también: F.
Álvarez Prozorovich (2014). La arquitectura en la crisis del progreso (1930-1989) (Prólogo). En: Historia del arte y de la arquitectura moderna
(1930-1989) (pp. 13-30). Barcelona, España: Iniciativa Digital Politécnica.

225
inscribió en un clima de revisión al por mayor de la arquitectura moderna y del urbanismo funcionalista:
una revisión, debemos decir, no siempre lo suficientemente informada y actualizada y que sería
posteriormente cuestionada por las historiografías tanto del CIAM como de las “otras tradiciones” del
movimiento moderno184.

Esta argumentación en Stanek (2011a), sugiere que los textos sobre arquitectura y urbanismo de Lefebvre
necesitan ser entendidos dentro de unas condiciones históricas específicas, que coinciden en el cambio
general en el urbanismo francés lejos de las operaciones de vivienda estatal masificadas del período de
posguerra (grands ensembles), y en la experimentación formal y teórica en la cultura arquitectónica
francesa y en otras geografías particularmente socialista, desde la muerte de Le Corbusier (1965) hasta
mediados de la década de los 70s, cuando se ensayaron varios caminos dentro, y fuera de Francia en
contra del legado del movimiento moderno.

3.1.2. Crítica de la práctica arquitectónica y urbanística

Partiendo de la hipótesis de Marx bajo la cual el momento de surgimiento del concepto de trabajo es un
síntoma de su instrumentación lograda en la práctica social, Lefebvre se pregunta sobre el momento de
emergencia de una “conciencia del espacio” y de su “producción”. La historia del espacio, dice, “nos
llevaría al tiempo en el que el predominio de los factores antropológicos cesa y da paso al tiempo en que
comienza expresamente la producción del espacio como hecho industrial: un espacio donde lo
reproducible, la repetición y la reproducción de las relaciones sociales asumen deliberadamente más peso
que las obras, la reproducción natural y la naturaleza…” (Lefebvre, 1974/2013:173). Para el teórico
francés, esta historia posee un principio (una prehistoria) en la cual la naturaleza domina el espacio social;
y un final, (post-historia) en la cual la naturaleza localizada retrocede. Así da por delimitada “su” historia
en la que ni el comienzo ni el final pueden ser datados en el sentido que la historiografía tradicional fecha
los acontecimientos. Coincidimos con el criterio de Stanek, en el sentido de que Lefebvre carecía de
relatos historiográficos de los debates coetáneos, como por ejemplo: el concepto de espacio como un
medio continuo de relaciones185 o sobre la multiplicidad de conceptualizaciones del espacio probadas por
las vanguardias arquitectónicas de principios del siglo XX186. La narración más bien especulativa de
Lefebvre se centró en las interrelaciones entre las prácticas arquitectónicas y los procesos sociales


184
Para profundizar en las contribuciones y omisiones historiográficas de Lefebvre, ver: – Manfredo Tafuri (1968) Teorie e storia
dell’architettura (Capítulos 1, II y III). – Manuel de Solà-Morales (1987). La segunda historia del proyecto urbano, en: Revista UR, 5. – Manuel
de Solà-Morales (1989). Modern Urban Project, en: Lotus 64. – Colin St John Wilson (1995). The Other Tradition of Modern Architecture: The
Uncompleted Project. – Tom Avermaete (2005). Another Modern. – Heuvel, Dirk van den, & Max Risselada (eds.) (2005). Team 10, 1953–81:
In Search of a Utopia of the Present.
185
Ver por ejemplo: El plan libre de Le Corbusier, las fließendes Raumkontinuum de Gropius, y el espacio isotrópico de El Lissitzky.
186
En sus discusiones, se desarrollaron al menos otros dos conceptos distintivos del espacio: por un lado, la comprensión del espacio como un
sistema cerrado envolvente, influenciado por Gottfried Semper, repensado por Hendrik Petrus Berlage y Peter Behrens, e incorporado en la
Raumplan de Adolf Loos; y el concepto de espacio como una extensión del cuerpo, introducido en las conferencias sobre la historia de la
arquitectura de August Schmarsow.

226
generales a principios del siglo XX, incluidos nuevos inventos técnicos, nuevos modos de percepción y
nuevas condiciones sociales y económicas:

Todavía es necesario poder datar eso que se ha dado en llamar el momento de emergencia de
una conciencia espacial y de la producción del espacio… es cierto que dicha emergencia puede
datarse con precisión. En eso consistió el papel histórico de la Bauhaus… la cual no solo aportó
una posición del ‘objeto’ en el espacio, una contextualización o una nueva perspectiva del
espacio; también desarrolló una concepción, un concepto global del espacio. En ese momento
(hacia 1920, tras la primera guerra mundial) en los países avanzados se descubrió una conexión
que aunque en el plano práctico ya había sido apuntada, no estaba desarrollada todavía: el
vínculo entre la industrialización y la urbanización, entre los lugares del trabajo y los lugares de
habitación (Lefebvre, 1974/2013:177).

A partir de aquí, desplegamos los conceptos y relaciones del proyecto crítico de Lefebvre en el espacio,
empezando por sus reflexiones en La revolución urbana (1970), acerca de la relación de lo urbano con lo
arquitectónico, y a su vez de los urbanistas con los arquitectos. En esta relación, será crucial su
formulación sobre “la primacía de lo urbano y la prioridad del habitar” en los niveles metodológicos
planteados para abordar la cuestión de la urbanización planetaria (Cap. 2, sección 2.7). Dicha prioridad,
dice el teórico francés, exigiría la libertad de invención y el establecimiento de unas relaciones inéditas
entre el urbanista y el arquitecto. Si bien la invención queda en poder de la arquitectura, Lefebvre es
consciente que aquella responde a una confusa demanda social, que no ha podido hasta ese momento (ni
en la actualidad) convertirse en mandato social. De esta manera, la subversión (teóricamente) consiste en
la proposición: “la demanda implícita deberá convertirse en mandato explícito”. Según él, hasta que
llegue ese día, el mandato social proviene de las instituciones e ideologías situadas en el nivel global, es
decir, en el nivel del Estado187. Dicho de otra forma, el urbanista obedece a las exigencias del nivel global
y la industrialización, “incluso si muestra reticencias o aspira a otras cosas”, dice el teórico, en referencia
a un ala de urbanistas bien intencionada y cercana a él, sin especificar sus nombres o proyectos.

En cuanto a la profesión arquitectónica, Lefebvre planteaba (con reservas) que el arquitecto en el


momento del “diseño” condensa (en el mismo sentido que el término “condensador social” creado por los
arquitectos soviéticos entre 1920-30)188 las relaciones sociales existentes. Igualmente señalaba que cuando
construye, quiera o no, lo hace “según las coacciones de los ingresos, las normas y los valores; es decir,
según los criterios de clase que implican la segregación, incluso cuando parece existir voluntad de
integración. De modo más general, se ve atrapado en el mundo de la mercancía, sin ser consciente


187
A estas instituciones, nosotros podemos añadir una escala supranacional cada vez con mayor influencia, en forma de organismos
‘internacionales’ (ONU, UNESCO, OMS, ONGs, etc,), de bancos (BID, CAF, BCE, FMI, etc.), de bloques económicos (UE, UNASUR,
MERCOSUR, OTAN, OPEP, etc.).
188
Concretamente, el término fue acuñado por el arquitecto soviético Moisei Ginzburg (1892-1946), quien abrió la primera conferencia del
Grupo OSA (Sociedad de Arquitectos Contemporáneos) en 1928, afirmando que ‘el principal objetivo del constructivismo ... es la definición del
Condensador Social de la época’. Se inscribirían en tal concepto varios clubes de trabajadores y viviendas colectivas, el edificio más asociado a
esta idea fue el edificio de viviendas colectivas Narkomfin (1928-1932) en Moscú. El concepto de condensador social se popularizó entre los
arquitectos y planificadores franceses en la década de 1960 por el revelador libro “Ville et révolution, architecture et urbanisme soviétiques des
années vingt” (1967) de Anatole Kopp, quien lo explicó como una arquitectura diseñada para convertirse en un "molde" en la cual la sociedad
socialista "debía ser echada".

227
siquiera de que se trata de todo un mundo. Inconscientemente, con su mejor voluntad, el arquitecto
subordina el uso al cambio, y los valores de uso al valor de cambio” (1970/1972b: 96-97).

La gran ciudad consagra la desigualdad. Entre el orden, difícilmente soportable, y el caos


siempre amenazante, el poder, cualquiera que sea, pero sobre todo el estatal, optará siempre por
el orden…El orden urbano contiene y disimula un desorden fundamental. La gran ciudad es un
conjunto de vicios, poluciones, enfermedad (mental, moral y social). La alienación urbana
recubre y perpetúa todas la alienaciones. En ella, y por ella, la segregación se generaliza: por
clases sociales, por barrios, profesiones y edades, por etnias, por sexos. Muchedumbre y
soledad. El espacio es precioso: costoso, lujo y privilegio mantenido y entretenido por una
práctica (el centro) y por unas estrategias. Cierto es que la ciudad se enriquece. Atrae sobre sí
todas las riquezas, monopoliza la cultura y concentra el poder. Debido a su riqueza, estalla.
Cuánto más concentra los medios para vivir, más se hace difícil para la vida. Para dar cohesión
a las relaciones sociales en el espacio, re-conectar los lugares con los grupos humanos, sería
necesario modificar radicalmente las estructuras del espacio, pero ¿de qué espacio; de la gran
ciudad o del espacio global? (Ibíd.:98-99).


Fig. 31. (Izq.). Miembros de la Sección del Asentamiento Socialista del Comité Estatal para la Planificación–Departamento de
Estandarización (1929). De izquierda a derecha, Afanas’yev, Ginzburg, Savinov, Pasternak, Barshch y Sokolov. Fuente: Movilla
Vega, 2015. (Der.). Aleksey Ginzburg. Edificio Narkomfin (1928-1932). Modelo 2004. Fuente: Ginzburg architects, 2004. Moscú.
Para ampliar información sobre la arquitectura soviética, véase la obra del historiador Selim Khan-Magomedov y del arquitecto
Anatole Kopp.

En su “revolución urbana” Lefebvre sostenía enérgicamente que no es función del arquitecto definir una
nueva concepción de la vida, ni permitir al individuo desarrollarse en un plano superior descargándole del
peso de lo cotidiano, como creía Gropius189. Es, por el contrario, una nueva concepción de la vida la que
debe permitir al arquitecto realizar su obra, que servirá entonces como condensador social, no como hasta
ahora de las relaciones sociales capitalistas, y de los órdenes que las reproducen, sino de las relaciones en
movimiento y de nuevas relaciones en vías de constitución. Incluso puede ocurrir, expresa Lefebvre, que
el arquitecto sirva de acelerador social; “pero la coyuntura que permitiría esta posibilidad debe
examinarse con cautela para no dejarse impresionar por las palabras y las apariencias” (Ibíd.:105).


189
Ver: Walter Gropius. (1935). The New Architecture and The Bauhaus. [La nueva arquitectura y la Bauhaus]. Massachusetts, The MIT Press.

228
¿Qué es, pues, la arquitectura? se preguntaba el teórico francés dos años después, en la introducción de su
obra Espace et politique. Le droit à la ville II (1era. ed. 1972; Trad. 1976a), planteando como premisa que
desde que el arquitecto existe, existe la arquitectura como oficio, en la división social del trabajo. ¿Acaso
la arquitectura es un arte? Esta definición ya no es más que del agrado de aquellos que gustan de dibujar
fachadas, que se obstinan en esmerarse en las molduras, en repartir sabiamente los materiales y en
esculpir armoniosamente determinados volúmenes. ¿Acaso una técnica? En tal caso, el ingeniero
suplanta al arquitecto, ingeniero del hormigón o especialista en vertederos. ¿O una ciencia? En tal
hipótesis, sería menester elaborar una método-lógica, una epistemología, un corpus doctrinal. Ahora
bien, la esterilidad de dicha hipótesis resulta evidente. Suponiendo que se pruebe, ese corpus se bastará
a sí mismo, sin ninguna otra eficacia más que su transmisión. En consecuencia, Lefebvre partía de que la
arquitectura no es un arte, ni una técnica, ni una ciencia, defendiendo su visión de la arquitectura como
una práctica social. De esta revisión de los sustentos de Lefebvre de los primeros años de la década de los
70, se pueden extraer algunas de sus herramientas conceptuales de aproximación a las prácticas
arquitectónica y urbanística. Por ejemplo, los conceptos semiológicos, la teoría de la información y sus
propios desarrollos históricos, sociológicos y metafilosóficos sobre el espacio.

Lefebvre (1972) señala que la semiología introduce la idea de que el espacio es susceptible de lectura y,
por tanto, de una práctica (la lectura-escritura). El espacio de la ciudad, desde esta perspectiva, comporta
un discurso, un lenguaje190. Al plantearse la lectura del espacio, el francés pone en duda dicho concepto,
ya que solo sería posible, “en cuanto que el lector descifra, descodifica, y el locutor se expresa y traduce
sus evoluciones en un discurso” (Lefebvre, 1974/2013:193). Entonces, ¿podemos hablar de un código del
espacio? Lefebvre plantea que existen varios, pero la consigna, según el francés, no es el signo. La
consigna es la acción que se despliega en el espacio y este espacio prescribe tras elegir que actividad
puede tener lugar en él, pero es una decisión limitada. El espacio ordena en la medida en que implica un
orden (y en ese sentido también cierto desorden)191. El espacio ordena los cuerpos, prescribe o proscribe
los gestos, los trayectos y los recorridos. Está producido con ese propósito, su lectura no es sino el
resultado gratuito, la recompensa superflua de una obediencia ciega, espontánea y vivida (Ibíd.).


190
Ver: Roland Barthes. (1970). Sémiologie et urbanisme. En: L'architecture d'aujourd'hui, 132 y 153, 11-13.
191
Así como la decencia implica la indecencia, y la escena, la cosa ocultada por obscena. La interpretación viene después, por defecto.

229

Fig. 32. Estudio de la ciudad en Furttal, plan general (1961). Ernst Egli y Fachgruppe Bauplanung der Studiengruppe "Neue
Stadt", "Projekt einer Studienstadt im Raume Otelfingen im Furttal. Maqueta (vista desde el sur). Fuente: Revista Schweiz
Bauzeltung, 79, 1961.

Siguiendo a Lefebvre, la lectura de un espacio procede primero del conocimiento, y en última instancia de
la génesis del espacio mismo. Es decir, ninguna lectura del espacio de las iglesias románicas y de sus
pueblos o monasterios aledaños permitiría comprender o prever en absoluto el espacio de las iglesias
góticas con sus ciudades o revoluciones. Este espacio fue producido antes de ser leído, y no fue producido
para ser leído y conceptualizado, sino para ser vivido por gentes con cuerpos y vidas en su propio
contexto urbano. Dicho de otro modo, la lectura es siempre posterior a la producción, salvo en aquellos
casos especiales en que el espacio es producido para ser leído192. Para Lefebvre, esto plantea la cuestión
de la legibilidad como un criterio problemático.

Parece que el espacio producido para ser objeto de una lectura es el más engañoso y el más
falso…el efecto gráfico de la legibilidad disimula las intenciones y las acciones estratégicas. No
es más que un trampantojo. La monumentalidad siempre expresa e impone una evidencia legible,
que dice lo que desea decir y oculta mucho más de lo que dice (…) La legibilidad aparente
enmascara más de lo que se declara: disimula precisamente lo que ‘es’ visible-legible, sus
trampas: arrogancia, voluntad de poder, exhibición de virilidad militar y policial, la dimensión
fálica, la analogía espacial de la brutalidad masculina (Lefebvre, 1974/2013:195).


192
Para destacar un ejemplo de un espacio producido para ser leído, es relevante la experiencia de Lefebvre dentro del ISU cuando fue invitado a
criticar el proyecto de una nueva ciudad de 30.000 habitantes, diseñada cerca de Otelfingen, una aldea en el Valle de Furttal, al norte de Zúrich.
El proyecto se basó en una matriz de siete niveles de "organización humana" combinada con una lista de doce necesidades básicas. Ernst Egli (a
cargo del estudio) definió el papel de la sociología en el diseño afirmando que el urbanista "estaría agradecido si el sociólogo pudiera
proporcionarle una red espacial útil de relaciones en la ciudad". Lefebvre resumió este enfoque de la siguiente manera: un esquema sociológico
subyace al mismo tiempo al proyecto técnico, el programa práctico y la ideología implícita. Este esquema es simple y claro. La ciudad,
concebida como una comunidad, incorpora una jerarquía de niveles o grados…. (Lefebvre, 1961/1973b). La lectura cercana de Lefebvre del
proyecto de Egli fue una fuente importante para su crítica del funcionalismo y explica algunas de sus idiosincrasias: el proyecto, aunque
programáticamente se distanció de la Carta de Atenas, no era representativo de su crítica más fundamental dentro del CIAM en el curso de la
década de 1950 y no reflejaba las discusiones urbanísticas dentro de la organización en ese momento. El proyecto Furttal se concibió como una
solución paradigmática legible para los problemas de congestión, tráfico, vivienda y la inscripción de la arquitectura moderna en el paisaje suizo.
El proyecto no estaba dirigido a una utopía política sino a una optimización de las relaciones sociales y económicas basadas en el conocimiento
profesional.

230
El francés consideraba a inicios de los años 70 que la legibilidad en la arquitectura pasaba a ser una gran
cualidad, pero que tenía su contrapartida y sus defectos. Sea cual sea el cifrado utilizado, decía Lefebvre,
la legibilidad se paga a un precio muy alto: la pérdida de una parte del mensaje, de información o del
contenido. Existe por doquier la trampa de la legibilidad, más en el caso del espacio, y del arquitecto que
cree estar totalmente instruido para el hecho de “habitar”, cuando, de hecho, lo ha sustituido por el
“hábitat”193. Lefebvre afirma que la legibilidad visual es aún más traicionera y tramposa que la legibilidad
escrita. Así, toda legibilidad puede surgir de una pobreza de expresión: de la redundancia. En el extremo,
dice el francés, lo legible es lo blanco, “el más paupérrimo de los textos”. Por tanto, la legibilidad
disimula lo que omite, omisión que puede detectar un “lector más atento, analítico y crítico. Además del
problema de legibilidad, Lefebvre explica el de la homología, es decir, la homogeneidad de todos los
espacios representados y plasmados sobre las superficies. Lefebvre cree que esta práctica podría ser la
más eficaz de las ideologías reductoras, al devenir en una ideología sumamente útil para la reproducción
de las relaciones sociales existentes, trasladadas en el espacio y en la reproducibilidad de los espacios.

Para el teórico francés, se establecería así, un código visual mal formulado como tal, y que ha sido la base
de la enseñanza del dibujo, de las bellas artes, de la arquitectura, durante largo tiempo. Aún cuando este
código ha sido discutido, no ha perdido toda influencia y se perpetúa como savoir-faire en Francia. Más
allá de esto, el arquitecto no puede limitarse a dibujar y no puede dejar de consultar oralmente a los
demás agentes de la producción del espacio, ante todo al usuario, al burócrata, al político, al financiero y
a un largo etcétera –relata Lefebvre. Dicha condición toma forma de una tendencia que presenta al
arquitecto como a un “hombre de la palabra” y no ya como a un hombre del dibujo. Para Lefebvre, esta
tesis no es menor, ya que desestima la problemática de la producción del espacio con el afán de legitimar
la profesión del arquitecto (Lefebvre, 1972/1976a).

Esta profesión alterada rechaza de plano la incompatibilidad entre el arquitecto y el urbanista. Dado que
comparten el espacio con los demás “agentes”, lo dividen, lo parcelan, cada uno a su manera; y a partir de
ese momento, la fragmentación parece teóricamente justificada. De esta forma, lo global se difumina,
desaparece. Cada uno de ellos opera en un espacio abstracto, dentro de su zona de influencia, en su
escala, el arquitecto en lo micro y el urbanista en lo macro. En ese momento, el problema para el francés,
consiste en superar esas fragmentaciones, dados los resultados desastrosos alcanzados, por consiguiente,
en determinar el punto de unión (una escala intermedia), la articulación de esos dos niveles, lo micro y lo
macro, la ordenación cercana y la ordenación lejana, la adyacencia y la comunicación.

¿No sería precisamente a esa escala (del espacio urbano) que hoy en día, puede intervenir el pensamiento
y situarse en la invención? Del espacio urbano, harto complejo, apenas si se ha iniciado la exploración;
aún es demasiado pronto para que los conceptos experimentados sean operativos. “No pocas

193
Ver diferencia epistemológica entre habitar y hábitat desde el pensamiento de Lefebvre en Capitulo 2, sección 2.2.

231
investigaciones acaban naufragando en el gigantismo al engrosar en demasía la escala inferior del
inmueble”. La mayoría de los arquitectos “hoy en día célebres” –dice Lefebvre– no han roto con la
concepción de la monumentalidad. Tratan de hallar un compromiso entre el monumento y el edificio194.
Otros, en cambio, dispersan el espacio social en unidades efímeras, en átomos y flujos de viviendas. El
francés está convencido de que es en un nivel intermedio donde se sitúa lo que se puede idear y proyectar.
Para dotar de eficacia a su crítica, convocará como “fieles testigos de este hecho” a los proyectos y las
investigaciones de Constant, Bofill y los trabajos de Gaviria en España, luego expresa un “etcétera” que
nos deja entender la existencia de otros casos concretos. Luego de una década en el ISU, su experiencia
acumulada le permite decir que este nivel inferior podría situarse en el “pueblo o el barrio” y que el nivel
macro sería el de “lo urbano”.

Entre ambos conceptos, como punto de partida, la población para la cual se podría intentar,
actualmente, la producción de un espacio ‘apropiado’ se hallaría entre los diez y los veinte mil
habitantes. Y esto, por el momento, ¡en tanto que etapa! A esa escala, el ‘derecho a la ciudad’
puede intervenir de forma operativa y estimular la investigación (Lefebvre, 1972/1976a: 18).

Desde 1960, en la investigación al frente del ISU, el enfoque en la vivienda como un conjunto de
prácticas llevó a una crítica de los conceptos de “necesidad” y “función” asociados por los investigadores
y el propio Lefebvre con la arquitectura moderna, el urbanismo funcionalista y la Carta de Atenas. Si esta
crítica se lee hoy como reductiva, es porque identifica el movimiento moderno y el urbanismo
funcionalista con el urbanismo estatal francés de finales de los años cincuenta y sesenta, sin dar cuenta de
la discusión en la cultura arquitectónica de posguerra, que en ese momento compartió muchas
preocupaciones de los escritos de Lefebvre sobre el espacio. A pesar de esto, la inspiración del ISU,
según Stanek, proviene más bien de la antropología francesa (Marcel Mauss, Claude Lévi-Strauss y Jean-
Paul Lebeuf), y en este sentido el instituto se centró en las prácticas heterogéneas de la vivienda,
entendidas como procedimientos que modifican los espacios cotidianos y sus objetos, dándoles un
significado.

Para Lefebvre, la práctica de la arquitectura data de mucho antes del capitalismo y ésta sólo puede
concebirse como una práctica social que figura con otras muchas en el conjunto práctico que lleva y que
soporta la sociedad actual (el sistema de producción). Pero dicha práctica, en la era industrial cae en la
ideología de las funciones empobrecidas; la de las estructuras homogéneas, la de las formas frías e
impersonales. Hoy en día, después de las revoluciones consecuencia de la era industrial, la arquitectura
aborda con dificultad la era urbana. El arquitecto también se ve obligado a recurrir a todas las ciencias, al
igual que el médico, tiene que poner en juego toda una sapiencia enciclopédica; y, sin embargo, su
práctica queda netamente limitada por todas partes. Si bien tiene una actividad específica dentro de la
división del trabajo (social), el producto de dicho trabajo no queda bien especificado. El arquitecto y la


194
Lefebvre menciona en Espacio y Política (1972/1976a) como ejemplo de investigaciones que pretenden explorar la escala intermedia, pero sin
conseguirlo, a las de Paolo Soleri y Aldo Rossi. No hace referencias específicas, sin embargo, inferimos que se trata de: Soleri, P. (1971). The
Sketchbooks of Paolo Soleri. Massachusetts: MIT Press; y Rossi, A. (1966). L’architettura della città. Padua: Marsilio.

232
arquitectura a diferencia de las artes, explica Lefebvre, conservan una relación inmediata con el hecho de
habitar en tanto que acto social, teniendo la construcción como realización práctica. Productor del espacio
(pero, nunca solo) opera sobre un espacio específico; y como primera providencia, tiene ante él, bajo o
frente a sus ojos, la mesa de dibujo, una hoja en blanco, [ahora también su ordenador]. En el proceso de
“creación”, el productor del espacio no tiene dificultad para localizar su pensamiento y sus percepciones
sobre los dispositivos de dibujo, y visualizar las cosas, proyectándolas. Así, Lefebvre aduce que en la
práctica arquitectónica se confunde proyección y proyecto sumido en una idealidad confusa, que el
arquitecto cree “real”, e incluso, rigurosamente concebida.

Este es el motivo por el cual el dibujo o el diseño no son tan sólo una prueba de habilidad, una
técnica. Son así mismo una forma de representación, un saber hacer estipulado, codificado. Por
tanto, un filtro, selectivo con respecto a contenidos, que elimina tal o cual parte de lo ‘real’,
colmando a su manera las lagunas del texto. Circunstancia agravante: esa filtración va más allá
de una especialización ideológica o de la ideología de una especialidad. Dicha filtración puede
significar la ocultación de las aspiraciones sociales (Lefebvre, 1972/1976a: 13).

Tales aspiraciones pueden ser cifradas y descifradas como un texto práctico-sensible y social, por tanto no
siempre escrito. El dibujante cree estar pisando únicamente el terreno de la práctica, así, la voz, la mano y
el instrumento, creen “expresar” (reproducir), cuando de hecho, actúan cuando “producen”, pero el
producto de ese trabajo no posee las cualidades y las propiedades que le atribuye el autor, quien realmente
está haciendo algo diferente de lo que dice y cree hacer. Para Lefebvre, entonces, el dibujo comporta
evidentemente un riesgo, el de una sustitución de los objetos por grafismos y sobre todo, de las personas,
de sus cuerpos, gestos y actos. El dibujo es reductor, incluso si no lo es para el dibujante en el transcurso
de su acción. Con el diseño, la forma significa la función, y a la estructura ya no le queda mas que
incorporarse en una materia tratada de forma provechosa. La distancia que media entre los tres términos:
función, forma, estructura, que permitió antaño anularlos en una unidad orgánica y no visible como tal, ha
quedado reducida.

Los signos de los objetos dan lugar a signos de signos, a una visualización cada vez más intensa
en la que el límite es alcanzado cuando las inevitables figurillas entran en escena, encargadas de
‘animar’ el espacio. Esos inmóviles significantes de la movilidad, de la actividad, atestiguan su
asesinato simbólico (Lefebvre, 1972/1976a: 15).

De este modo, Lefebvre reivindicaba su crítica a las prácticas arquitectónica y urbanística, en tanto que
productoras del espacio, proponiéndose denunciar radicalmente el ocultamiento de la práctica social, y
poniendo fin a dos mitos encerrados en ellas: “la expresión que reproduce” y “la creación maravillosa”.




233
3.1.3. La arquitectura como práctica social: relaciones e influencia

“Al igual que el cuerpo carnal del ser vivo, el cuerpo espacial de la sociedad, el cuerpo social de las
necesidades, difieren de un ‘corpus abstracto’ o ‘cuerpo’ de los signos en lo siguiente: no pueden vivir sin
engendrar, sin producir, sin crear diferencias. Prohibírselos es matarlos. Cerca de este límite inferior del
‘ser’, están luchando algunos productores del espacio, como los arquitectos, los urbanistas y los
planificadores. Otros, en cambio, se sienten muy a gusto ahí, en el espacio dominado, manipulando lo
cambiable e intercambiable, lo cuantitativo y los signos: capitales, bienes inmobiliarios, residencias
construidas como simples cajas, técnicas y estructuras” (Lefebvre, 1974/1991b: 396, Trad. del A.). Más
adelante, el autor plantea que en la producción del espacio, el arquitecto en particular ocupa una posición
incomoda.

… En tanto que hombre de ciencia y técnico, productor de un marco determinado, depende de lo


repetitivo. En tanto que artista, hombre que busca la inspiración sin dejar de ser sensible a los
usos y a los usuarios, ha de volcarse hacia lo diferencial. Su lugar es la contradicción dolorosa y
la remisión sin fin de uno a otro polo. Al arquitecto le incumbe una tarea difícil: superar la
separación entre producto y obra; su destino es vivir los conflictos y buscar desesperadamente
salvar la siempre profunda separación entre el saber y la creación que tiene ante él (Ibíd.).

Hasta aquí queda constancia de algunos de los libros de Henri Lefebvre que le costaron la reputación de
crítico amargo de los arquitectos. En una revisión parcial o específica de sus obras, se podría pensar que
ha censurado a la profesión por todos los crímenes imaginables, desde la muerte de las ciudades hasta la
victoria del capitalismo de posguerra. Sin embargo, según L. Stanek (2011a), una lectura más cuidadosa
de sus textos, que preste atención a sus escritos ocasionales, tales como revisiones de diseños
arquitectónicos, introducciones a exposiciones, actas de reuniones y seminarios o contribuciones en
conferencias, transmite una sensación de urgencia por inspirar el anhelo de una arquitectura de un modo
diferente, que se define por medio de una variedad de conceptos y categorías de análisis recogidas en el
capítulo previo, tales como: centralidad, habitar, diferencia, vida cotidiana, goce, etc. Stanek explica que
sería a partir de la inspiración de los estudios que se llevaron a cabo sobre la vivienda pública desde
finales de la década de 1950 en Francia, y de sus intercambios con los arquitectos y urbanistas, que
Lefebvre investigó la arquitectura desde dos puntos de vista: como un estudio de su posición dentro de la
división general del trabajo en la producción del espacio; y como un estudio de la práctica del habitar y la
morada. Es a partir de una investigación sobre las interdependencias entre estos dos puntos de vista y sus
generalizaciones, que se desarrolla el pensamiento de Lefebvre sobre la arquitectura. Esta búsqueda se
acerca a lo que Lefebvre entiende como un proyecto, es decir, ni una predicción, ni una profecía, ni una
fantasía, sino una investigación acerca de las tendencias que emergen en la sociedad actual y, que cuando
se generalizan, permiten concebir un espacio diferente y una sociedad diferente. En 1974 escribía:

234
… De este modo, el genio arquitectural ha podido realizar espacios dedicados a la
voluptuosidad, a la contemplación y a la sabiduría, espacios de poder, de percepción elevada. El
genio arquitectural produce espacios colmados de sentido, que en principio les permite escapar
de la muerte: duraderos, radiantes, pero también habitados por una temporalidad local
específica. La arquitectura produce cuerpos vivos, cada uno con sus propios rasgos distintivos.
El principio que anima esos cuerpos, su presencia, no es ni visible ni legible como tal, ni objeto
de ningún discurso. Esta vida se reproduce en aquel que hace uso del espacio, en su experiencia
vivida, de la cual el turista sólo alcanza a rozar su sombra, y en la cual, el espectador no es más
que un fantasma. El concepto de espacio así ligado a una práctica social –a la vez espacial y
significante– adquiere todo su alcance (Lefebvre, 1974/2013:189).


Francia, y más allá 195

En el año 1968 con ocasión de un homenaje a Georges Gurvitch196 (1894-1965), se publicaba el libro
Perspectives de la sociologie contemporaine, allí escriben juntos H. Lefebvre y Monique Coornaert197 un
capítulo denominado Ville, urbanisme et urbanisation. En el texto se anticipan algunas ideas que vendrán
luego en La revolución urbana acerca de la ciudad como un sujeto sin autonomía y parte de un todo más
amplio que abarca desde el vecindario hasta la jerarquía global de lo urbano. Los autores concluyen que,
más que programar el futuro de la ciudad sobre la base de datos restringidos y reductivos, un análisis
urbano debería partir de la situación actual y revelar las diversas tendencias en juego, un procedimiento
de “constante movimiento entre la teoría y la aplicación”. Tal intercambio entre teoría y aplicación es lo
que caracteriza los contactos de Lefebvre con arquitectos y urbanistas en la década de los 60. De acuerdo
a Stanek (2011a), estos contactos fueron más intensos alrededor de 1968, un momento en el que
convergieron los intereses de los estudiantes de arquitectura de la École des Beaux-Arts y los sociólogos
de Nanterre, con la teoría del espacio social como una forma de cerrar las brechas entre la práctica
arquitectónica y las ciencias sociales, las humanidades y el compromiso político.












195
Este subtítulo se desarrolla fundamentalmente sobre la base del estudio de Lukasz Stanek, en “Henri Lefebvre on space”, publicado en 2011,
pp. 28-49.
196
G. Gurvitch(1894-1965), sociólogo francés de origen ruso. Consideraba la estructura social como un proceso de transformación permanente. A
pesar de su dedicación académica fue objeto de un atentado en 1965 por la OAS (Organisation de l'Armée Secrète), en virtud de sus
declaraciones a favor de la solución negociada de los conflictos en Argelia. A raíz de este episodio, su salud afectada por una enfermedad
cardiaca, empeoró y falleció al poco tiempo.
197
M. Coornaert, filósofa y socióloga colaboró a principios de la década de 1960 con el arquitecto y urbanista Jean Coignet en el Institut
d'urbanisme de la Université de Paris (IUUP), desempeñó un papel central en la creación del Institut de Sociologie Urbaine con Lefebvre en
1961-62, junto a Antoine Haumont, Nicole Haumont y Henri Raymond.

235
Fig. 33. Construcción de centro comunitario en Villeneuve-la-Garenne (1970) por los estudiantes de la UP-6 (estudiantes y
arquitectos activistas de Vive La Révolution), junto a los habitantes del lugar y trabajadores portugueses. Fondos de Michel Quétin
(Archivo Nacional de Francia). Reportaje fotográfico “El fosse aux astres”. (16-18 de Mayo de 1970). Fuente: Archivos digitales del
Departamento de Cantal, Francia. En: http://archives.cantal.fr. Véase también: Laboratoire Urbanisme Insurrectionnel, 2014.

En esos años Lefebvre participó en las comisiones de Max Querrien198, como miembro del comité
responsable de la reforma de la educación arquitectónica en Francia, al mismo tiempo impartía
conferencias en la École des Beaux-Arts de París y más tarde, después del cierre de la sección de
arquitectura en la École des Beaux-Arts (diciembre de 1968), en la Unité Pédagogique 7 (UP-7). Lefebvre
presidió el subcomité nro. 1 de la comisiones, que abordó la cuestión de las humanidades impartidas a los
estudiantes de arquitectura; también participó en el subcomité nro. 2, “Arquitectura y Urbanismo”.
Muchos arquitectos y urbanistas participaron en estos dos grupos, entre ellos se incluían Robert


198
Max Querrien (1921). Fue director de arquitectura en el Ministerio de Asuntos Culturales desde 1963 hasta 1968. Ver: Réforme de
l'enseignement de l'architecture, en: Archivo Nacional de Francia, https://francearchives.fr

236
Auzelle199, Georges Candilis, Antoine Grumbach200, Bernard Huet201, Jacques Kalisz202 y Ionel Schein203.
Lefebvre también fue un invitado frecuente en la UP-8, donde Henri Raymond204 desarrolló un programa
avanzado de investigación sobre la estructura del espacio en diferentes sociedades. Los contactos con
estudiantes y docentes de las UP permitieron a Lefebvre echar un vistazo de la enérgica disputa no solo
en la educación arquitectónica sino también entre las disciplinas de la arquitectura y el urbanismo. En el
marco de las UP se desarrollaban conferencias en la calle, se organizaban oficinas de asesoría ciudadana
sobre asuntos de la vivienda, frecuentes visitas críticas a sitios en construcción, y se construyó un centro
comunitario en Villeneuve-la-Garenne (1970) por los estudiantes de la UP-6 (Fig. 7). Esta contestación
casi siempre incluía la crítica Lefebvriana. Junto con la UP-8 y el “Groupe de sociologie urbaine Paris
10” (GSU, formado en Nanterre alrededor de Manuel Castells), los colaboradores de Lefebvre
organizaron una serie de seminarios centrados en el espacio arquitectónico y la antropología del espacio
(Oliva, 1968), la teoría arquitectónica y las ciencias sociales (Port-Grimaud, 1968), y las relaciones entre
la política del espacio, el diseño urbano y el espacio arquitectónico (Cogolin, 1970).

Dan Ferrand-Bechmann, en ese momento estudiante y hoy profesora de sociología en Nanterre, recordaba
que la arquitectura era un tema importante durante los seminarios, sobre todo en Port-Grimaud –en
presencia de Manfredo Tafuri debatiendo con Lefebvre. Tafuri también fue un visitante frecuente en la
UP-8, invitado por Bernard Huet205. Durante esas estancias, se supo que Lefebvre viajó, a su vez, varias
veces a la Escuela de Arquitectura de Venecia a finales de los años sesenta (Stanek, 2011a). Dentro de
esta dinámica, en junio de 1972, el GSU y el Institut de recherches de la UP-8 organizaron un coloquio en
la nueva ciudad turística mediterránea de Port Grimaud bajo el tema “La arquitectura y las ciencias
sociales”, con el ambicioso objetivo de constituir “el espacio arquitectónico como objeto de estudio”.
Aunque la sociología estaba incluida en el título del coloquio, fue la lingüística lo que fascinó a los dos
contribuyentes más destacados, H. Lefebvre y M. Tafuri. El arquitecto italiano clamaba por un análisis
que surja del estructuralismo como una de las ideologías de la ciudad capitalista que representa la
creencia de que una gestión de las contradicciones puede asegurar la innovación tecnológica permanente


199
R. Auzelle (1913-1983), arquitecto y urbanista francés, conocido por su trabajo en los “grands ensembles”, pero también por haber promovido
los cementerios ajardinados en Francia. Estudió en la Beaux-Arts, donde fue alumno de Paul Bigot, en el IUUP.
200
A. Grumbach (1942), arquitecto y urbanista francés de origen argelino. Activista por el retorno a la ciudad. Un pensamiento de la ciudad que
no se resume en la adición de elementos arquitectónicos, sino en una construcción en perpetuo estado inacabado, hecho de suturas, emergencias
de la historia, relaciones sociales. Este “pensamiento de la sedimentación” forma parte del movimiento de sociología urbana presente a finales de
los 60.
201
B. Huet (1932-2001), arquitecto y urbanista francés de origen vietnamita. Continuó sus estudios en el Politécnico de Milán, luego en Filadelfia
(Universidad de Pennsylvania) con Louis Kahn, donde obtuvo una Maestría en Arquitectura en 1964. A su regreso a Francia (1968), fundó la
Unidad Docente 8 (UP8), donde enseñó hasta su jubilación en 1998. Fue editor en jefe de la revista L'Architecture d'aujourd'hui de 1974 a 1978.
202
J. Kalisz (1926-2002), arquitecto francés de origen polaco. Participó, incluso antes de graduarse, en el movimiento multidisciplinario de la
AUA (Atelier d'urbanisme et d'architecture), vivero de los talentos del cinturón rojo, del cual fue miembro desde 1963 hasta 1972. I. Schein
(1927-2004), arquitecto, urbanista francés de origen rumano. Historiador de la arquitectura francesa.
203
Ver: Éric Lengereau. (2001). L’état et l’architecture: 1958-1981: une politique publique? Paris: Picard.
204
Henri Raymond (1921-2016) se convertirá más tarde en unos de los doctorandos de Lefebvre en Nanterre. Defenderá su tesis L'architecture:
approche d'un concept en 1980.
205
Ver: Dan Ferrand-Bechmann. (2008). À propos de Henri Lefebvre et Henri Raymond: Témoignage pour l’histoire de la sociologie. En: La
somme et le reste: Études lefebvriennes—Réseau mundial, 13, 15–17.

237
y el desarrollo del capitalismo. Lefebvre estaría de acuerdo con gran parte de esto, pero durante la
discusión, cuando Tafuri se refirió al argumento del movimiento obrero sobre la lucha de los trabajadores
como motor del capitalismo, la respuesta de Lefebvre fue irónica: “–Pones todo en tu sistema”, “no el
mío, el de capitalismo”, Tafuri respondió206. A propósito de este encuentro revisado por Stanek, abrimos
un pequeño paréntesis para matizar los argumentos de Lefebvre y Tafuri, para evidenciar la sutileza de
sus diferencias.

Siguiendo a Stanek, la controversia entre Tafuri y Lefebvre no se refería a si la arquitectura debía o no


someterse a juicio, sino más bien, qué tipo de crítica se debería ejercer, qué tan lejos debería llegar y a
qué debería aspirar. En Port Grimaud, Lefebvre preguntó: –¿Qué es la arquitectura? ¿Hay algo
específicamente arquitectónico? ¿Es un arte, una técnica, una ciencia? Concluyó, –Yo sostengo que la
arquitectura es una práctica social. El análisis de la arquitectura en esta perspectiva comienza con el
reconocimiento de la práctica de un arquitecto como un productor de espacio, pero nunca el único, que
“opera dentro de un espacio específico: una hoja de papel blanco”. Esta práctica se define por sus
limitaciones externas impuestas por otros agentes de la producción del espacio (promotores, banqueros,
planificadores y usuarios) y sus competencias y limitaciones internas establecidas por sus conceptos
específicos, ideologías y modos de representación, dibujos, modelos y abstracciones. La arquitectura se
convierte así, en una suma de los objetivos, instrumentos y regulaciones que se le asignan; su campo de
posibilidades está delineado por sus dependencias y sinergias con otras prácticas, disciplinas e
instituciones207.

En esta perspectiva, Lefebvre estaría de acuerdo con el programa de Tafuri, publicado tres años antes en
la revista Contropiano (1969, nro. 1)208, para divulgar el origen, desarrollo y final de la arquitectura
moderna como un proyecto por resolver, en el nivel de una ideología, tanto más insidiosa porque yace por
completo dentro de actividades concretas y ciclos de producción reales, los desequilibrios,
contradicciones y retrasos típicos de la reorganización capitalista del mercado mundial. Desarrollando
este argumento en “Progetto e Utopia” (1973), Tafuri identificó el papel del movimiento moderno en la
arquitectura como el paso final en la aventura de la Ilustración en la destrucción creativa de la ciudad
feudal, destinada a despejar el terreno para la planificación capitalista completamente racional, acomodar
el impacto de la vida cotidiana en la metrópoli moderna, y lanzar un esfuerzo pedagógico para disciplinar
la subjetividad de los habitantes urbanos de acuerdo con el ciclo diario de producción, consumo y
distribución (Stanek, 2011a).


206
Véase ambas conferencias: M. Tafuri (1972). “Architecture et sémiologie” (pp. 7–13) y H. Lefebvre (1972) “L’espace spécifique de
l’architecture” (pp. 60–69), en: Architecture et sciences sociales: Séminaire annuel (22–26 juin, 1972). Port Grimaud: Compte rendu des
communications et des interventions. Léonie Sturge-Moore (ed.). Paris: Centre de recherche sur l’habitat.
207
Henri Lefebvre (1982). Habiter: L’éveil et le réveil de la pensée architecturale, en : Construire pour habiter: Catalogue d’exposition,
Elisabeth Allain-Dupré Fabry & Armelle Lavalou (eds.). Paris: Éditions l’Equerre-Plan construction.
208
Ver: M. Tafuri. (1969). Toward a Critique of Architectural Ideology, en: Hays, M. (ed.) (1998). Architecture theory since 1968. Cambridge:
MIT Press, 2-35; y M. Tafuri (1973). Progetto e Utopia.

238

Fig. 34. Yamasaki & Roth, World Trade Center (construcción 1966-1972), New York; y la iglesia St. Paul del siglo XVIII. Foto:
Cervin Robinson. Fuente: Tafuri, 1973, Progetto e Utopia (ilustración 34).

Para el arquitecto italiano, la posición de los arquitectos dentro de la división social del trabajo subordina
todas sus operaciones, imposibilitando la reflexión –con los medios arquitectónicos– sobre las
condiciones de la producción arquitectónica. En otras palabras, el proyecto y la crítica deben mantenerse
separados: en “Teoría e Historia de la Arquitectura” (1968) Tafuri argumentó que cualquier intento de
relacionarlos entre sí, ya sea mediante la introducción de los instrumentos de proyección en la crítica o
por injerto de herramientas críticas en la práctica de la arquitectura, está destinado a fallar. Esto se debe a
que el proyecto está siempre orientado hacia la novedad, mientras que la crítica es siempre histórica y
dotada de una tarea desmitificadora, la de recuperar las funciones originales e ideologías que, en el
transcurso del tiempo, definen y delimitan el papel y el significado de la arquitectura (Tafuri, 1972).

La posición de Tafuri fue contrastada con la de Lefebvre por Fredric Jameson (1985) en “Architecture
and the Critique of Ideology”209, quien los relacionó como dos linajes diferentes dentro del marxismo. En
su ensayo, Jameson relacionó los escritos de Tafuri de finales de los 60 y principios de los 70 con el
marxismo althusseriano y la visión de la dominación global del capital, colonizando los últimos focos de
resistencia (en el tercer mundo), en paralelo con una sensación de bloqueo total de soluciones
alternativas. Jameson contrastó esta lectura del pensamiento de Marx, bajo la cual ningún cambio


209
Fredric Jameson (1985). Architecture and the critique of ideology, en: Architecture, Criticism, Ideology, 64, 51-87.

239
cualitativo puede llegar hasta que todas las posibilidades del capitalismo se hayan agotado, con las
posiciones de A. Gramsci y Lefebvre, que fueron guiadas por una demanda diferente de Marx, en la cual
las condiciones de las nuevas relaciones sociales maduran necesariamente dentro del modo de producción
que van a superar. Y la brecha de posibilidad para estos proyectos alternativos es una crítica del
desarrollo desigual de la historia mundial; y en el caso de Lefebvre, Jameson incluye objetivamente el
examen de las continuidades y discontinuidades de las sociedades capitalistas a partir de la crítica de la
vida cotidiana.

Cerrando este paréntesis que busca aclarar la dialéctica entre las ideas de Tafuri y Lefebvre. Volvemos a
las relaciones e influencia de Lefebvre en Francia. La publicación de sus libros sobre el espacio a finales
de los sesenta y principios de los setenta coincidió no solo con la reorientación del urbanismo francés y
las políticas de planificación espacial210, sino también con un período de transición y experimentación en
la arquitectura francesa, entre la muerte de Le Corbusier en 1965 y el establecimiento de la arquitectura
“urbana”, “postmoderna” francesa 211 . Así lo explicaba Nal Ellin (1996) en su obra “Postmodern
Urbanism”:

Céntricamente situados dentro de este fermento de diseño urbano de Europa occidental, los
arquitectos y urbanistas franceses sintetizaron varias influencias y agregaron su propia impronta
especial. A principios de la década de 1970, el cuestionamiento de los ideales arquitectónicos
modernistas condujo a préstamos del neo-nacionalismo, el neoclasicismo y las diversas
arquitecturas abiertas, así como del movimiento del paisaje urbano británico y la obra
estadounidense de Christopher Alexander y Robert Venturi. Tejiendo todos estos hilos junto con
sus propias preocupaciones por preservar los tejidos urbanos preindustriales, conservando los
méritos de la modernidad, los arquitectos y planificadores franceses se volcaron en la creación
de una arquitectura urbana (arquitectura urbaine) en la década de 1970. Junto con sus
homólogos estadounidenses y europeos, desviaron su atención de las megaestructuras y (re)
descubrieron la escala y tipología reales de la ciudad vieja. Los arquitectos y planificadores
comenzaron a mirar hacia los pueblos rurales preindustriales y las casas con patio urbano que
los modernistas habían abandonado para construir losas y torres. La actitud de los arquitectos
hacia la vivienda pasó de la vivienda monumental colectiva de la ciudad modernista a las casas
individuales dentro de un tejido urbano ‘tradicional’. Como explicó Bernard Huet [en 1986],
‘cuando todo se convierte en un monumento, hay una crisis de monumentalidad y una pérdida de
significado’ (Ellin, 1996:41, Trad. del A.).


210
Esto ocurría entre la caída progresiva del gobierno del capitán De Gaulle de corte tradicionalista-conservador y el gobierno “neo-
hausmanniano” de Pompidou de la misma tienda política.
211
Ver: Nal Ellin (1996). Postmodern Urbanism. New York: Princeton Architectural Press. (pp. 41-45). Ella es actualmente profesora en la
Escuela de Arquitectura de la Universidad de Utah, siendo de las principales expositoras de la teoría urbanística del “urbanismo restaurativo” que
se centra en la identificación y potenciación de los llamados dones (gifts), los elementos tangibles o intangibles que dotan de valor positivo a un
sector urbano.

240
Entre los años 1973 y 1974, el ambiente estuvo marcado por varios eventos y competencias como Les
Coteaux du Val Maubuée212; Bernard Huet en 1974 se convertiría en el editor en jefe de la revista
L'architecture d'aujourd'hui (AA); la creación del ‘groupe des sept’, que contaba con Christian de
Portzamparc, Roland Castro y Antoine Grumbach; y la creciente influencia de la teoría arquitectónica
italiana en la práctica arquitectónica, la enseñanza y la investigación francesas213 (Stanek, 2011a).


Fig. 35. (Izq.). Paul Chemetov, Louis Ouhayoun, Léon Coraini y Jacques Simon (paisajista). (1962). Conjunto de viviendas.
Vigneux, Francia. Fuente: AUA. (Der.). Paul Bossard. (1959-1962). Conjunto de viviendas Les Bleuets. Créteil, Francia. Fuente:
archivo gráfico de Fuck Yeah Brutalism.

La variedad de discusiones y tendencias arquitectónicas de finales de los 60 y principios de los 70 en
Francia pueden estudiarse de manera ejemplar en el ISU al enfocarse en las múltiples lecturas realizadas
del pabellón por los arquitectos y urbanistas en ese momento. En opinión de Henri Raymond (doctorando
de Lefebvre en Nanterre), este estudio fue mucho mejor recibido por los arquitectos que por los
sociólogos, e influyó significativamente en la discusión arquitectónica. Recibió la atención de varios
arquitectos como Paul Chemetov, Jean Deroche y Paul Bossard, quienes desde la década de 1950 se
volcaron a las formas tradicionales y técnicas de construcción de los banlieue pavillonnaire (conjuntos de
vivienda suburbanos), considerados como el recurso de una arquitectura crítica para la reorganización
económica e intelectual de Francia en la tardía era gaullista. Los techos de tejas y muros cubiertos de

212
Podemos citar al menos dos competencias: a) El 7mo. Program d'Architecture Nouvelle (PAN) en 1974, coincidiendo con la crisis fiscal y la
disminución de la construcción, esta competencia fomentó ‘la creación de una nueva arquitectura y un nuevo entorno’ a través de la mejora y
modificación de nuevas construcciones o de edificios existentes’. Las directrices explicaron que las unidades de vivienda debían considerarse en
relación con el sitio y debía devolverse su derecho a la ciudad a los habitantes (después de Lefebvre). Christian de Portzamparc ingresó al
proyecto que había propuesto previamente para la competencia La Roquette y ganó. b) Luego con el objetivo de regenerar las cualidades urbanas
tradicionales. El gobierno francés celebró el primer concurso de casas adosadas en 1974 para Les Coteaux du Val Maubuée (en la nueva ciudad
de Marne-la-Vallée), otorgando el primer lugar a AREA (Atelier de Recherche et Études d'Aménagement, conformado por Alain Sarfati,
Stanislas Fiszer, y Bernard Hamburger), quienes propusieron una solución pintoresca según Ellin; y se otorgó el segundo lugar a Paul Chemetov,
Yves Lion y Fernando Montes, quienes propusieron un diseño racional más riguroso. (Ellin, 1996).
213
El ‘grupo de los siete’ fue un grupo de arquitectos e historiadores de la arquitectura que se formaron en 1973, hacían referencia en su trabajo a
las ciudades francesas de entreguerras, a la vienesa Karl-Marx-Hof y la ciudad amanzanada (o îlot). Este grupo incluía a además a Jean-Paul
Dollé, Jean-Pierre Buffi, Guy Naizot y Gilles Olive. Otros arquitectos que aportaron a este pensamiento y práctica del diseño urbano fueron
Bernard Huet, Philippe Panerai, Jean Castex y François Laisney. El lugar prominente de la escuela de tipografía y morfología en Francia fue
señalado por el nombramiento de Huet como editor en jefe de la revista AA. En este papel, Huet ayudó a dirigir el curso de los debates
arquitectónicos en Francia. A mediados de la década de 1970 se emprendieron una serie de importantes estudios teóricos e históricos que
examinaron las morfologías urbanas y las tipologías arquitectónicas. Probablemente el más influyente fue Formes urbaines: De l'îlot à la barre
(1977) de Jean Castex, Jean-Charles Depaule (doctorando a cargo de H. Lefebvre) y Philippe Panerai, que intentaron explicar el lento declive de
la manzana al describir cinco de sus siete encarnaciones: El París de Haussmann, las ciudades jardín inglesas, la expansión de Ámsterdam bajo H.
Berlage, la Siedlungen de Ernst May en Fráncfort y la Ville Radieuse de Le Corbusier. Según David Mangin, este libro jugó un papel importante
en la difusión de estas ideas, pero fue en gran parte mal entendido. ‘El verdadero tema del libro, aún oportuno’, decía Mangin, ‘es de hecho, la
relación de los edificios con el suelo, el espacio público y los patios privados’ (Mangin, 1985) y no la creación en sí de ciudades amanzanadas
desprovistas del contexto.

241
piedra se convirtieron en un depósito de las formas mencionadas, por ejemplo, en el complejo de
viviendas en Vigneux construido por Paul Chemetov (1960-64) y el hogar para ancianos en La
Courneuve de Chemetov y Jean Deroche (1961-65). Uno de los ejemplos más influyentes de esta
tendencia fue el conjunto de vivienda Les Bleuets en Créteil, de Paul Bossard (1959-62), caracterizada
por la imprecisión intencionada de las superficies de hormigón resultantes de los trabajadores que
incrustaron piedras esquistosas (Fig. 9) dentro de los elementos vertidos en la obra: “la intensificación de
las características visuales y táctiles de los materiales de construcción y el énfasis en sus articulaciones
resaltan la dimensión concreta del trabajo, lo que evita la abstracción de las formas de construcción
industrializadas” (Stanek, 2011a:29, Trad. del A.). Esta lectura fue paralela a la recepción de la adopción
populista de los suburbios estadounidenses llevada a cabo por Robert Venturi y Denise Scott-Brown, en
particular en su proyecto de investigación y estudio de diseño en Yale “Learning from Levittown” (1970),
del cual, varios extractos fueron publicados en francés214.


Fig. 36. (Izq.). Levittown. (1950). Foto: Bettmann & Corbis. (Der). Personas esperando para conocer el modelo de su nueva
casa en Levittown. (s.f.). Foto, B. Anthony Stewart. Fuente: The Guardian. (2015).

En el contexto de la revisión de la arquitectura y el urbanismo del movimiento moderno en Francia en el
transcurso de la década de 1960, el “estudio del “habitat pavillonnaire” (hábitat del pabellón)215, publicado
en 1966, según Depaule (1977)216, fue leído como una profunda crítica de los conceptos funcionalistas
más fundamentales, incluidos los de “función” y “necesidad”. Bernard Huet retrospectivamente
argumentó que dicho estudio fue una revelación, ya que relacionaba por primera vez la reflexión
antropológica sobre el espacio –que Claude Lévi-Strauss y Pierre Bourdieu desarrollaron sobre el pueblo
Bororo (Brasil) y el Cabilio (Argelia)217–, con la crítica de Lefebvre de la vida cotidiana en la Francia de


214
Después del aprendizaje de “Learning From Las Vegas” de 1968, Denise Scott Brown y Robert Venturi llevaron a cabo un estudio menos
conocido en la primavera de 1970 llamado "Remedial Housing for Architects" o "Learning from Levittown". Para ampliar la información sobre
estos estudios, ver: Denise Scott-Brown & Robert Venturi. (1972). Levittown et après, en: L’architecture d’aujourd’hui, 163, 38–42. Véase
también: Beatriz Colomina, –(2008). Learning from Levittown: A Conversation with Robert Venturi and Denise Scott Brown, en: Worlds Away,
New Suburban Landscape. Minneapolis: Walker Art Center. –(2011). Mourning the Suburbs: Learning from Levittown, en: Public: Art, Culture,
Ideas, 43; y –Learning from Levittown at the Yale School of Architecture, 1970, recuperado de: http://radical-pedagogies.com
215
Antoine Haumont, Nicole Haumont, Henri Raymond & Marie-Geneviève Raymond. (1966). L’habitat pavillonnaire. Paris: Centre de
recherche d’urbanisme.
216
Ver conferencia: Depaule (1977). “Quelques remarques sur l’usage de L’habitat pavillonnaire dans le projet”. Modèles culturels habitat:
Séminaire de l’Institut de l’environnement de Nanterre (4 février, 1976). Institut de l’environnement (Ed.), (pp. 127–36). Paris: Centre d’études et
de recherches architecturales.
217
Véase también – Lévi-Strauss, C. (1955). Tristes Tropiques, Paris: Libraire Plon. – Bourdieu, P. (2007). Antropología de Argelia. Madrid:
Editorial Universitaria Ramón Areces.

242
posguerra. Al mismo tiempo, el propio trabajo de Huet de principios de los años 70 relacionó el estudio
del pabellón con el interés emergente en la tipología y la morfología urbana, bajo la creciente influencia
de las escuelas de arquitectura italianas en Francia después de 1968 y del discurso arquitectónico italiano
en general. (Stanek, 2011a).

Los estudiantes de doctorado de Lefebvre y el ISU contribuyeron a este replanteamiento y reevaluación


de la arquitectura del movimiento moderno al investigar la apropiación de los habitantes de las insignias
de Le Corbusier: el barrio Pessac (1926) y la Unité d’habitation en Marsella (1952). De acuerdo a Stanek,
estos estudios probaron y desarrollaron la crítica de Lefebvre en el urbanismo funcionalista, yendo más
allá de los debates franceses desde finales de los años 50 que se centraban en la acusación de una
supuesta instrumentalidad totalitaria del urbanismo (con la descripción de Pierre Francastel de los planes
maestros de Le Corbusier como el universo de los campos de concentración218) o sobre la insatisfacción
funcional y estética de los habitantes, discutida por los investigadores del Centre d'étude des groupes
sociaux y por Françoise Choay en su larga introducción de la antología “Urbanismo: utopías y realidades”
(1965). En contraste con estos enfoques, Lefebvre analizó el urbanismo funcionalista de la posguerra
como parte de la reorganización fordista de la sociedad, que, en la segunda mitad del siglo XX, estaba
obsoleta tanto tecnológica como socialmente. Esta crítica al funcionalismo fue seguida por los urbanistas
en un llamado a las “estructuras abiertas” que permitirían la espontaneidad, la libertad, la apertura y el
cambio. Las respuestas a esta apelación, siguiendo a Stanek, variaron desde la utopía tecnológica del
“urbanismo espacial” o la “arquitectura prospectiva” (Yona Friedman, Walter Jonas, Paul Maymont,
Ionel Schein y Nicolas Schöffer), a través del urbanismo anti-monumental promovido en la Facultad de
Humanidades en Toulouse-le-Mirail por Candilis-Josic-Woods (1963) y de los diseños urbanos del
Atelier Montrouge para Saint-Denis (1964-65) 219 ; hasta una nueva monumentalidad basada en la
oposición entre la estructura pesada de la vivienda y la estructura ligera y modificable de las
instalaciones, como en el esquema para la zone à urbaniser en priorité (ZUP) o zona de desarrollo urbano
en Toulouse-le-Mirail de Candilis-Josic-Woods (1961) o en el quartier de L'Arlequin en Grenoble del
Atelier d'urbanisme et d'architecture (AUA) en 1966.


218
Pierre Francastel (1900-1970) fue un historiador y crítico de arte francés. Está considerado como uno de los fundadores de la sociología del
arte. Ver: P. Francastel (1956) [2003]. Art and Technology in the Nineteenth and Twentieth Centuries. New York: Zone Books.
219
El Atelier de Montrouge (ATM) es un taller de arquitectura y urbanismo fundado en noviembre de 1958 por cuatro jóvenes arquitectos: Jean
Renaudie (1925-1981), Pierre Riboulet (1928-2003), Gérard Thurnauer (1926-2014) y Jean-Louis Véret (1927-2011).

243

Fig. 37. Georges Candilis, Alexis Josic & Shadrach Woods. (1967–75). Facultad de Humanidades, Toulouse-le-Mirail. Fuente:
L’architecture d’aujourd’hui, 1968, 137, p. 58.


Fig. 38. Georges Loiseau, Jean Tribel & Jean-François Parent. (1968-1973). Quartier de l’Arlequin. Grenoble. Fuente: Archivo
Jean Tribel.

El ISU participó en estas discusiones investigando nuevos enfoques para el urbanismo. Una de ellas fue
por ocasión de la Villagexpo en Saint-Michel-sur-Orge (1966), en la periferia sur de París, un celebrado
habitat intermédiaire, un intento de tipología de vivienda densa que conservara las cualidades de una casa
individual, planteando una escala intermedia entre la vivienda colectiva y el pabellón220. Otro caso fue el
barrio La Grande Borne en Grigny, de Émile Aillaud (1964-71), destinado a crear una secuencia de
espacios urbanos reconocibles y diferenciados en dimensiones, formas y ambiances, en las condiciones
de las técnicas de construcción industrializadas y la unificación extrema de los medios (Stanek, 2011a).


220
Villagexpo es una copropiedad horizontal de 330 residentes y 30 apartamentos agrupados en 3 o 4 en pequeños edificios llamados ‘Technove’.
El complejo fue construido entre 1966 y 1969. Se construyó a partir de un concurso arquitectónico convocado para la realización de viviendas
individuales de carácter social. Este ‘hábitat intermediario’ tiene como objetivo combinar las cualidades de la casa individual (es decir, la
privacidad o el acceso directo al jardín) con las ventajas económicas de los complejos colectivos, incluida la alta densidad y la prefabricación.

244

Fig. 39. (Izq.). Guía de Villagexpo. (Septiembre de 1966). 187 modelos de casas unifamiliares. (Der.). Promoción de la
221
construcción de casas individuales (1968). Villagexpo en Saint-Michel-sur-Orge (22 equipos constructores) .

Estas interacciones entre sociólogos, arquitectos y urbanistas a fines de la década de 1960 se unieron en la
cuestión de la investigación multidisciplinaria, facilitada por el estímulo estatal de la innovación en la
industria de la construcción y las tipologías de vivienda, respaldada por varios arquitectos que buscaban
romper con su aislamiento profesional, y prefigurada por algunas oficinas como el AUA. Opuesto al
concepto de un espacio arquitectónico entendido como dominio de una profesión particular dentro de la
división social del trabajo establecida, Lefebvre estaba convencido de que el espacio social solo podría
captarse mediante el esfuerzo de todas las disciplinas; en consecuencia, no solo teorizó la metodología de
la investigación multidisciplinaria, sino que también participó en equipos de diseño multidisciplinarios,
realizando trabajos con Mario Gaviria, Ricardo Bofill y más tarde con Jean Renaudie222 y su hijo Serge
Renaudie223 como explicamos en adelante.


Fig. 40. (Izq.). Émile Aillaud (1964-71). Conjunto de viviendas La Grande Borne. Grigny. (Der.). Plan Maestro de
Rehabilitación. (2015). Agence RVA (Nicolas Trentesaux, Dominique Renaud, Philippe Vignaud). Fuente: Agence RVA.


221
Para ampliar información sobre el concurso, ver: Plan maestro: ANPAR (agencia de arquitectura dirigida por Michel Andrault y Pierre Parat,
activa entre 1957-1995, en: Philippe Henault, 2016. Véase también: http://laboratoireurbanismeinsurrectionnel.blogspot.com.es
222
Léopold Lambert (2008) se expresaba con estas palabras sobre la obra y el proyecto de Renaudie & Gailhoustet: “En mi opinión, Jean
Renaudie es uno de los mejores arquitectos franceses de los últimos cincuenta años. Sus dos complejos de viviendas en Ivry-sur-Seine (Fig. 44)
cerca de París (...) y en Givors cerca de Lyon son dos ejemplos muy exitosos de arquitectura que se convirtió en urbana en una época (años 50-
60) que planteó lo que ahora es reconocido como la catástrofe de los suburbios franceses. De hecho, esos dos complejos de viviendas son
extremadamente interesantes por el hecho de que encarnan una verdadera densidad urbana, mezclan varios niveles sociales, organizan la vida
urbana en una multitud de plantas, desdibujan los límites entre las áreas privadas y públicas y proporcionan una pequeña pieza de jardín a cada
departamento Esta arquitectura está llena de eventos, momentos sorprendentes de belleza en un artefacto urbano/paisaje lleno de escondites”. En:
http://socks-studio.com
223
Ver: Irenee Scalbert & Gabriele Basilico. (2004). A right to difference: The architecture of Jean Renaudie. Londres: Architectural association.
Véase también: S. Renaudie (2011, Diciembre 24). Présentation. Ville Paysage. Serge Renaudie.

245
La contribución más relevante de Lefebvre a la investigación multidisciplinaria fue su coorganización de
una serie de estudios, seminarios y coloquios, que reunía a sociólogos, arquitectos, urbanistas, filósofos y
psicólogos. El más grande de ellos abordó las necesidades humanas en el contexto de la práctica de los
arquitectos224 y fue organizado entre 1968-70 por el Centre de recherche d'architecture, d'urbanisme et de
construction (CRAUC)225. El proyecto dirigido por Michel Dameron, director de CRAUC, Paul Sivadon,
profesor de la Free University of Brussels, y el propio Lefebvre, se llevó a cabo mediante cuatro
seminarios (entre marzo de 1968 y octubre de 1969) y siete proyectos de investigación. Lefebvre y sus
colaboradores (Jean Baudrillard, Maïté Clavel, Antoine Haumont, Nicole Haumont, Martine Hargous y
Henri Raymond) se unieron a otros sociólogos, entre ellos Henri Coing, e intelectuales como Roland
Barthes, así como a muchos arquitectos y urbanistas (Bernard Huet, Ricardo Porro, Georges-Henri
Pingusson, Jean Boris, Bernard Duprey, Claude Genzling, Anatole Kopp). Según Stanek, Lefebvre
participaría activamente en los seminarios, charlas y debates.

Según el informe final del proyecto “Les besoins fonctionnels”, su objetivo principal era investigar la
“relación entre el ser humano y el mundo externo determinando las necesidades humanas en todos los
niveles” (físico-químico, fisiológico, psicológico, social), lo que proporcionaría una serie de conclusiones
útiles para los arquitectos. Stanek explica que al haberse rechazado los conceptos funcionalistas de
necesidad y función, los participantes desafiaron los procedimientos de traducción entre las necesidades y
el diseño, y argumentaron que se veían obligados a desmitificar –de acuerdo con el estado actual del
conocimiento– el concepto de una organización ideal para una programa dado. Esta sensibilidad a la
diferenciación del espacio dio lugar para que se asuma el papel de la decisión y el juicio en el proceso de
diseño, sin que resulten del conocimiento científico. No hay lugar para temer un juicio de valor, había
dicho Lefebvre en una de las discusiones.


224
Ver: Françoise Bedos, Michel Dameron, Claude Leroy, Henri Raymond, y Léonie Sturge-Moore. (1970). Les besoins fonctionnels de l’homme
en vue de leur projection ultérieure sur le plan de la conception architecturale. Paris: Centre de recherche d’architecture, d’urbanisme et de
construction.
225
Enumeramos los 22 informes y documentos –ordenado por años– producidos y editados por el CRAUC entre 1976-1983. (1976): Les Blocs-
eau préfabriqués désolidarisés; L'Éclairage dans l'habitat; Les Nouveaux villages; Qualité des logements. (1977): L'Analyse de la valeur;
Composants de bâtiment facilitant l'obtention du confort acoustique analyse des difficultés dues aux composants actuels; Formes nouvelles
d'habitat; Industrialisation des éléments de distribution intérieure; Salissures de façade; La Politique des modèles et son retentissement sur
l'innovation dans le logement social. (1981): Éléments d'une méthode de diagnostic en vue de l'appréciation de la qualité des structures;
Protection acoustique des façades contre les bruits de circulation; Guide d'acoustique pour la conception des bâtiments d'habitation. (1982):
Économie des matières premières; L'Espace urbain des premiers quartiers de villes nouvelles. (1983): Fiches technologiques d'aide à la
conception; Guide-mémento sécurité incendie pour les établissements recevant du public; Relation habitant-habitat; Sciences et techniques du
bâtiment 5000 mots clés expliqués. (1986): Nouvelle encyclopédie de la construction sciences et techniques du bâtiment; La Sécurité incendie
dans les établissements recevant du public; y Synthèse d'étude, 1976-1983. Para revisar el detalle del catálogo, ver: http://data.bnf.fr/

246

Fig. 41. Jean Renaudie & Renée Gailhoustet. (1969-1975). Conjunto de viviendas en Ivry-sur-Seine. Fuente: Archivo Socks.

El reconocimiento de las diferencias sociales, culturales y étnicas en la ciudad resalta la relación entre la
arquitectura, el urbanismo y la política. A raíz de mayo de 1968, el seminario de la CRAUC reveló una
serie de posiciones sobre la posibilidad de un potencial subversivo de la arquitectura. Mientras que
Bernard Huet concebía al arquitecto como un comentarista crítico que “no puede cambiar las cosas en
gran medida, pero que podría hacer que las personas sean más conscientes de los fenómenos que están
cubiertos por su arquitectura”, Georges-Henri Pingusson (1894-1978), miembro de la Union des artistes
modernes en la década de 1930 y antiguo colaborador de Le Corbusier, se oponía a Huet, argumentando
que los arquitectos deberían tratar de servir a la gente en el pequeño margen de libertad disponible. Y

247
Anatole Kopp, autor del influyente libro “Ville et revolution” (1967), que popularizó la vanguardia
arquitectónica soviética en Francia, afirmó que los arquitectos no pueden transgredir las estructuras
sociales en las que trabajan. Mientras que los arquitectos oscilan entre dos opiniones extremas: “no poder
hacer nada, y ser capaces de hacer todo”, es necesario delinear el campo específico de su intervención226.
Como vimos en el apartado Crítica de la práctica arquitectónica y urbanística, Lefebvre también
intentaría contribuir a esta tarea con sus escritos en los años setenta.

El enfoque multidisciplinario, tal como se ejerció durante el seminario del CRAUC, también fue el tema
central de la revista Espaces et Sociétés, que Lefebvre fundó en 1970 con Anatole Kopp. Es más o menos
evidente la influencia de estos artículos sobre su teoría de la producción del espacio, a pesar de que los
libros de Lefebvre sobre el espacio rara vez incluyen notas a pie de página de los artículos de la revista.
Las relaciones entre el espacio, la economía y la política se abordaron explícitamente en varios artículos
sobre las renovaciones urbanas de la década de 1970, los más importantes en París (Les Halles, Place
d'Italie, Nanterre, etc.), así como en los temas dedicados a la marginación social en las ciudades (número
3), los trabajadores inmigrantes (número 4), los movimientos sociales urbanos y la producción del
entorno construido (números 6 y 7), y las contradicciones socioeconómicas y estructuras urbanas (número
8). La revista incluyó una serie de ensayos sobre la renta de la tierra y el análisis de economías urbanas,
escritos desde una perspectiva marxista. El noveno número de la revista se centró en las dos disciplinas
que están en el centro de la discusión de Lefebvre sobre la producción del espacio: la antropología y la
semiología del espacio. En el apartado (3.4) M. Castells y D. Harvey contra Henri Lefebvre…
revisaremos algunos detalles sobre los aportes y los vínculos temporales desde Espaces et Sociétés y que
formaban parte de lo que hemos llamado “tradición disidente”. De cualquier modo, sabemos que por
intermedio de la revista, Lefebvre mantenía una agenda frecuente de participación en los debates
profesionales, pero también serían importantes sus intervenciones y hasta tertulias en los medios de
comunicación populares227.

Se puede constatar que Lefebvre durante la década de 1960 fue reconocido como una autoridad en
cuestiones del espacio urbano en París y Francia. En este rol, concedió numerosas entrevistas en
periódicos semanales populares, en la radio y en la televisión, hablando del falansterio de Fourier; la
planificación espacial de la Ilustración francesa; la Casa del Director en Arc-et-Senans de Claude-Nicolas
Ledoux; reflexionando sobre la vida cotidiana en los grands ensembles junto a Pierre George y Jean
Balladur; y debatiendo sobre arquitectura con Fernand Pouillon y Ricardo Bofill. Las exposiciones acerca
de arquitectura y diseño fueron un campo específico de interés de los medios de comunicación públicos, y

226
Bedos, F. et al (1970). Les besoins fonctionnels de l’homme (…). Paris: CRAUC.
227
“…en un momento de rápido aumento en el número de televisores y el apogeo de los semanarios culturales y libros de bolsillo desde el
comienzo de la Quinta República, Lefebvre dio muchas entrevistas y participó en múltiples debates sobre una variedad de temas. Junto con Louis
Althusser, Kostas Axelos, Alexandre Koyré, Edgar Morin, Jean-Pierre Vernant y Jean Wahl, habló sobre filosofía; debatió sobre sociología con
Jean Duvignaud y Georges Gurvitch; dio sus puntos de vista sobre la moda que se yuxtapusieron a los de Roland Barthes y Michel Foucault; y,
junto con Albert Soboul, habló sobre la historia. Además del arte, la pornografía, el teatro y la literatura, Lefebvre opinaba sobre los eventos
políticos actuales y sus libros recientemente publicados” (Stanek, 2011a:40, Trad. del A.).

248
Lefebvre contribuyó a los catálogos de varios programas, por ejemplo: Matériau/technologie/forme
(Materia, tecnología, forma, 1974), y más tarde París–París 1937-1957 (1981), Construire pour habiter
(Construir para habitar, 1981), y Architectures en France: Modernité, postmodernité (Arquitecturas en
Francia: Modernidad, postmodernidad, 1981) (Stanek, 2011a).


Fig. 42. Discusión durante la competencia de Les Halles entre Henri Lefebvre y Philip Johnson (de perfil con gafas de marco
oscuro en primer plano a la derecha). (1980). Fuente: L'architecture d'aujourd'hui, 1980, 208, p. 40.

El rol de Lefebvre como intelectual público hablando acerca del espacio urbano (en lugar de un sociólogo
urbano, como lo hacía Chombart por televisión en sus entrevistas a fines de la década de 1950) fue
reconocido y se reflejaba en numerosas invitaciones a conferencias sobre arquitectura y urbanismo,
también en concursos de arquitectura como miembro del jurado y en debates sobre el desarrollo urbano
de París. Por ejemplo, Stanek relata que Lefebvre participó en el jurado del concurso de 1980 sobre Les
Halles, organizado por el Syndicat de l'architecture en signo de protesta contra la decisión del alcalde de
París, Jacques Chirac, de rechazar el amplio debate democrático sobre el futuro de la centro de la ciudad.
El voto de Lefebvre representó la súplica por una centralidad urbana compleja, incluyendo el espacio para
habitar en el centro de París, y la dimensión simbólica de la arquitectura. Así pues, seleccionó los
proyectos de Franco Purini y su equipo, que era un diseño centrado en la memoria histórica de la
Revolución Francesa y su simbolismo arquitectónico; de Yves Lion y sus colaboradores, que abogaba por
una introducción de la vivienda en el corazón de París; y el proyecto de Jun Matsui y Hiromichi Matsui
con Gregotti Associates, en el cual, Lefebvre vio que se conectaba el sitio de Les Halles con la Rue
Beaubourg y se incorporaban la habitación y las actividades productivas en el centro de la ciudad.

249

Fig. 43. Proyectos para Les Halles seleccionados por Lefebvre. a) Franco Purini. (1980). Se refería a la arquitectura
‘revolucionaria’ francesa de fines del siglo XVIII. Fuente: Architectural Design, 9-10, p. 49. b) Jun Matsui e Hiromichi Matsui. (1980).
Lefebvre valoró esta entrada por reintegrar la vivienda y la producción en el centro de la ciudad. Fuente: L'architecture
d'aujourd'hui, 208, p. 10. c) Yves Lion. (1980). Se introduce la vivienda en el centro de París. Fuente: Archivo de Yves Lion. Études,
réalisations, projets 1974-1985. En: Stanek, 2011a.

Las discusiones sobre el espacio urbano continuaron en un nivel privado, y en el círculo social amplio y
extraordinario de Lefebvre, que incluía a muchos arquitectos y urbanistas. Desde algunos miembros del

250
grupo CoBrA228 y de la Internacional Situacionista (IS) a finales de la década de 1950 y principios de los
años 60 –que detallaremos en el apartado (3.3) Constant, Debord y Lefebvre: Pour changer la vie!; hasta
el grupo Utopie alrededor de 1968 (formado por Jean Baudrillard, Hubert Tonka, y los arquitectos Jean
Aubert, Jean-Paul Jungmann y Antoine Stinco)229. Nicole Beaurain (esposa de Lefebvre) en entrevista con
Stanek, relata que Lefebvre se reunía con los arquitectos Jean Prouvé y el peruano Enrique Ciriani, así
como con Paul Maymont (director de la UP-7) y Nicolas Schöffer en el marco del trabajo en la Unité
pédagogique 7. De igual manera, en entrevistas realizadas a Maïté Clavel y Mario Gaviria, Stanek
describe que Lefebvre se hizo amigo de arquitectos simpatizantes de la izquierda, entre ellos Pierre
Riboulet y Paul Chemetov, pero también de Fernand Pouillon, a quien visitó varias veces en Argelia.
Relata que su círculo de amigos también contó con arquitectos de la generación más joven, como Claude
Parent, Paul Virilio y Bernard Huet. En la década de 1970, cultivó contactos intensos con varios
arquitectos en el extranjero, principalmente en España (los catalanes Óscar Tusquets, Ricardo Bofill) e
Italia (Giancarlo de Carlo). Con Lefebvre, De Carlo publicó la traducción italiana de Espaces et Sociétés
(Spazio e Società). Según Mario Gaviria, los contactos con las personas fueron la fuente de información
esencial de Lefebvre: “Esta era su forma de aprender sobre el mundo: a través de las personas con las que
trabajaba, y trabajaba con personas que le gustaban”. En esa dirección Beaurain confiesa que el carácter
productivo de estos contactos se reflejaba en el horario de su jornada laboral: dice que al levantarse antes
de las 7:00 a.m., Lefebvre solía leer y escribir hasta el almuerzo y luego salía a conocer gente, a dar
conferencias y entablar discusiones (Stanek, 2011a).

Los proyectos finales que enmarcan la relación de Lefebvre con los arquitectos, tienen su inicio en una
cena en la casa del arquitecto Ciriani a finales de la década de 1970 cuando Henri Lefebvre conoció a
Jean-Pierre Lefebvre, que pronto se convertiría en el director de Sodédat (Société anonyme d'économie
mixte d'équipement et d'aménagement du territoire), creado en 1975 por el Département de la Seine-
Saint-Denis, convirtiéndose en un actor importante en los procesos de construcción de infraestructura
pública en la región de París. En treinta años, J-P. Lefebvre fue responsable de la gestión de casi cuarenta
ZAC (zones d'aménagement concerté –zonas de desarrollo integradas), incluyendo operaciones tan
importantes como la reestructuración urbana de los centros de la ciudad de Saint-Denis y Villetaneuse, así
como del barrio de la Maladrerie en Aubervilliers. Así mismo, se encomendó a Sodédat la construcción
de cincuenta colegios en el departamento, realizados en cooperación con muchos arquitectos franceses e
internacionales (Stanek, 2011a).


228
Michel Trebitsch (1991), en el Prefacio del volumen I de Critique of everyday life, considera que los planteamientos de Lefebvre en 1947 iban
más allá de la sociología rural, y de la sociología urbana, y más allá del pensamiento posterior del mismo Lefebvre sobre la producción del
espacio: el tema de la producción de lo cotidiano, la revolución de la vida cotidiana. A saber, producir lo cotidiano, es decir, producir la vida
como una obra, es una temática que en los años sesenta llevó a Lefebvre a la participación junto con la protesta radical. Incluso, esto debe
obligarnos, según Trebitsch, a regresar a 1948, cuando se fundó el grupo CoBrA, año en el cual, el “manifiesto del grupo experimental” de
Constant fue inspirado en la Crítica de la vida cotidiana, al igual que el comunicado nro. 4 “Nuestros propios deseos construyen la revolución”
publicado un año más tarde. Sobre esta relación específica profundizaremos en el apartado 3.3.
229
Ver: Jean-Louis Violeau. (2005). Les architectes et mai 68, Paris: Recherches.

251

Fig. 44. (Arriba). Panorámica del conjunto la Maladrerie en Aubervilliers. (1975-1986). Fuente: Erenati, & Aquilina, 2016.
Conjunto diseñado por Renée Gailhoustet, Magda Thomsen, Yves and Luc Euvremer, Vincent Fidon, Katherine Fiumani, y Gilles
Jacquemot, junto con Jean Renaudie. (900 viviendas, equipamientos comerciales, culturales, etc.). El proyecto habría sido discutido
por Lefebvre en la revista Archivari, editada por el grupo Sodédat 93: Un laboratoire urbain (Stanek, 2011a). (Izq.). Proceso de
construcción del edificio Le Liégat. (1974-1982). (Der.). Propuesta urbana del conjunto del Marat para la renovación del
centro de Aubervilliers. (1971); fachada sur del edificio Le Liégat (1976). Fuente: Collection Art & Architecture du FRAC Centre.

252
A finales de los años 70 y 80, Sodédat se convirtió en una plataforma para que H. Lefebvre se involucrara
con las prácticas de arquitectura y urbanismo en la región metropolitana de París. Jean-Pierre Lefebvre,
que había trabajado para Sodédat desde su creación y fue su director entre 1984 y 1994, escribió que las
ideas de Henri Lefebvre fueron muy influyentes para la sociedad y que “entre 1981 y 1987 tuvo lugar una
colaboración muy fructífera entre Lefebvre y el Sodédat”. Henri Lefebvre (junto con Robert Lion, Jean-
Pierre Duport, Yves Dauge y Roland Castro) participaron en los coloquios organizados por Sodédat. A
mediados de la década de 1980 Lefebvre y Sodédat presentaron una propuesta de investigación en
colaboración para un estudio comparativo entre Francia y California230 (a donde viajaba regularmente en
ese momento, acompañado por Serge Renaudie, invitado por varias universidades). Jean-Pierre Lefebvre
explicó que la principal hipótesis de la propuesta de investigación de Henri, –a la que nunca se dio luz
verde– tenía como objetivo examinar los residuos de la pobreza en la ciudad capitalista, comparando
Watts231 y Saint-Denis.

Jean-Pierre Lefebvre, en entrevista con Stanek, recuerda que H. Lefebvre fue invitado varias veces para
formar parte de los jurados de concursos de arquitectura organizados por Sodédat, donde su voz era a
menudo decisiva en las discusiones con representantes de las comunas socialistas y comunistas, como
Bagnolet y Saint-Ouen, y los jurados a menudo seguían la opinión de ‘el tipo interesante’. El
involucramiento de H. Lefebvre en las actividades del Sodédat incluía sus contribuciones con la revista
Archivari, en la cuales se discutían los proyectos construidos por Sodédat, por ejemplo, la colaboración
de Jean Renaudie al desarrollo del proyecto en el barrio Maladrerie en Aubervilliers, pero también el
trabajo del Atelier Renaudie en Givors y Saint Martin d'Hères232.

Los compromisos de Lefebvre en los debates arquitectónicos continuaron hasta finales de los años
ochenta. En 1986 apoyó la fundación de la revista M, Mensuel, Marxisme, Mouvement, que postulaba la
unificación de ‘los productores de objetos, espacios, ideas, teorías e información’ y que a menudo
abordaba cuestiones de la ciudad y la arquitectura. En agosto de 1985 co-fundó el Groupe de Navarrenx,
que reunía a filósofos, historiadores, sociólogos, psiquiatras, ingenieros, economistas y psicoanalistas, así


230
Es relevante para corroborar la actividad y el interés de H. Lefebvre en ese momento, traer una referencia muy nutrida en Stanek (2011a): – J-
P. Lefebvre. (2004). Quel altermonde? Paris: L’Harmattan. Véase también: Kofman & Lebas. (1996). Lost in Transposition, Time, Space and the
City. Massachusetts: Blackwell. Andy Merrifield especificaba que entre 1983 y 1984, por invitación de Fredric Jameson, Lefebvre pasó un
semestre en el Programa History of Consciousness Program de la Universidad de California, y realizó numerosos viajes a Los Ángeles, junto con
Jameson y Edward Soja. [En: Merrifield, A. (2006). Henri Lefebvre. A critical introduction. New York: Routledge, 73-74]. El francés además
participó en la conferencia A City: a Conference on Urban Ideologies and Culture, organizada en su honor en la Universidad de California en
marzo de 1983. Estas experiencias fortalecieron los intereses de Lefebvre en las relaciones entre arquitectura, urbanismo y cibernética. Véase
también: – H. Lefebvre. (1985). Informatique et urbanisation en Californie; – Yann Couvidat. (1985). L'exemple de la baie de San Francisco.
Ambos artículos en: Crise de l’urbain. Futur de la ville. Paris: Economica. Véase igualmente: – H. Lefebvre. (1984a). Il modello californiano, gli
Stati Uniti e il nuovo ordine mondiale. En: Il Ponte, 40, 71–76; – (1990). La technologie, le communication: Éléments déterminant du troisième
millénaire, en: Metropolis, 90/91, 9–10.
231
Watts fue una ciudad periférica en el Condado de Los Ángeles California (Estados Unidos), entre 1907 y 1926, cuando fue fusionada con la
Ciudad de Los Ángeles y se convirtió en uno de los barrios de la parte sur de la ciudad. En el barrio de Watts se ocasionaron una serie de
disturbios, a veces conocidos como la ‘Rebelión de Watts’, que tuvieron lugar en el barrio de Los Ángeles del 11 al 16 de agosto de 1965. Debido
principalmente a los efectos de segregación residencial y discriminación policial.
232
Ver: Atlas de l’architecture et du patrimoine de la Seine-Saint-Denis. Recuperado de http://www.atlas-patrimoine93.fr

253
como arquitectos (Serge Renaudie 233 y Lucia Martini-Scalzone). Catherine Régulier, compañera de
Lefebvre en ese momento, le confesaría a Stanek en verano del 2009 que recuerda muchos viajes que
hicieron juntos [con Lefebvre] para visitar una nueva arquitectura, por lo general acompañados de los
arquitectos creadores de los proyectos: a Marsella con Paul Chemetov; a Barcelona con Ricardo Bofill; a
Ivry y Saint Martin d'Hères, con Serge Renaudie; y a Marne-la-Vallée con Henri Ciriani. “Estaba
fascinado con el acto de construir”, mencionaba Régulier, “y su decepción con gran parte de la
arquitectura de posguerra no socavó esta fascinación”.

España

Fig. 45. (Izq.). Mario Gaviria, Henri Lefebvre, y la hija de Lefebvre, Armelle, en la casa familiar de Gaviria en Cortes (s.f.).
Navarra, España, principios de los años setenta. Archivo de Mario Gaviria, Zaragoza, España. Fuente: Lefebvre, 2014c. (Der.).
Lefebvre dando declaraciones de prensa, entre Cesar Alonso y Eduardo G. Rico. (1968, Diciembre). (Sin lugar). Foto:
Martínez Parra. Fuente: “15 preguntas a Henri Lefebvre”. Triunfo, (341), p. 33.

Es posible extender específicamente las relaciones de H. Lefebvre hacia España, tomando en cuenta su
interés por las formas de vida del Mediterráneo 234 , así como, por la historia y la acción de los
movimientos sociales y vecinales madurados durante el franquismo, y el contacto con españoles
residentes emigrados en Francia durante los años 50-60. En su libro “Toward an Architecture of


233
S. Renaudie da un testimonio muy claro de su propio itinerario en ese momento: “En 1984, acompañé al filósofo y sociólogo Henri Lefebvre a
la Universidad de California. Realizó dos seminarios, el primero sobre la ‘Dialéctica’, el segundo sobre ‘Diderot y la muerte de las vanguardias’.
¡Tuvimos el objetivo de escribir un libro a dos manos sobre el concepto de complejidad, pero nunca llegamos allí! Henri Lefebvre tenía una
extraordinaria habilidad para analizar la situación urbana en el mundo frente a las sirenas del posmodernismo, mantuvo un método muy básico de
cuestionamiento. Durante una visita a Los Ángeles con el director de planificación urbana de la UCLA, Ed Soja, nunca dejó de pedir visitar ‘los
lugares de producción’, negándose a confundirlos con ‘parques tecnológicos’. Henri Lefebvre se negó a considerar que el capitalismo había
llegado a una fase final y que era solo un hecho cultural, como algunos afirmaban. Henri Lefebvre se adhirió al hormigón y no se dejó cegar por
las imágenes… Nuestras visitas a las áreas urbanas nuevas y antiguas de San Francisco y Los Ángeles nos permitió comprender que la ‘ciudad de
la información’ no era un modo tecnológico sino una nueva distribución urbana de los modos de producción y consumo a escala planetaria y al
mismo tiempo un trastorno espacial y cultural redistribuido en los territorios… La experiencia de Santa Cruz terminó con un seminario donde
hice mi primera intervención cuyo título era “La” “Ville n’existe pas” parafraseando a Jacques Lacan. De vuelta en Francia formamos el Club
Navarrenx que reunió a investigadores de muy diferentes procedencias. El objetivo era mantener una reflexión permanente sobre la evolución de
la sociedad y la ciudad. Henri Lefebvre tuvo una muy buena intuición de la situación en la que nos encontramos hoy… Me dejó, después de Jean
Renaudie, su voluntad de pensar, siempre tratando de superar los conceptos falsos, sin disociar nunca la sensibilidad y la teoría…” (Renaudie,
2011, Trad. por el A.).
234
Ver: Henri Lefebvre – (1978). L’espace et l’État (Capítulo V). En: Tomo IV, De l’État, Les contradictions de l’État modern. Paris: Union
générale d'éditions. – (2017). El Espacio y el Estado (Traductor: Jiménez Pacheco, P.). En https://marxismocritico.com, p. 6. Véase también: Paul
Chemetov. (1991). Henri Lefebvre nous parle… des villes méditerranéennes. En: M, Mensuel, Marxisme, Mouvement, 50, 40–41. Así como,
Céline Vaz. (2012). Les Pyrénées séparent et relient la France et l'Espagne: Henri Lefebvre y la question urbaine espagnole à la fin du
franquisme. En: L'homme et la société, 185/86, 83-103.

254
Enjoyment”, Stanek (Ed.). (2014) hace referencia al texto de Lefebvre, titulado “Intervention au
séminaire de sociologie de Madrid” (1968), ensayo incluido en la antología “Du rural à l'urbain” (1970).
El arquitecto y filósofo polaco, quien visitaría a Mario Gaviria en el año 2008, nos recuerda que el
sociólogo navarro fue fundamental para la traducción al español de “Le Droit à la ville” (1968) y la
antología señalada. Después de 1968, Lefebvre reunió a una gran audiencia en España. Así, se produjo el
simposio en Burgos (4-7 de septiembre de 1970) organizado por José Vidal Beneyto y Mario Gaviria, que
se centró en las ideas de Lefebvre sobre la ciudad, el idioma y la vida cotidiana, y reunió a más de 120
intelectuales, entre ellos varios arquitectos como Ricardo Bofill, Joan Antoni Solans, Manuel de Solà-
Morales y Óscar Tusquets235. De acuerdo a Stanek, los intercambios de Lefebvre con los arquitectos
españoles se dieron a través de la colaboración con Bofill en el proyecto titulado “la Ciudad en el
espacio” 236 y sus intercambios con el Laboratorio de Urbanismo en la escuela de arquitectura de
Barcelona (ETSAB)237. Siguiendo a Stanek, otros arquitectos cercanos a Lefebvre en Madrid en ese
momento serían Fernando Roch y Ramón López de Lucio238.

Las discusiones con los sociólogos fueron otro conducto importante para la presencia de Lefebvre en
España. De aquí se desprende el Simposio Internacional de Sociología Urbana (SISU) de 1974 en
Barcelona, al que acudirá Lefebvre con su asistente y estudiante de doctorado Jean Baudrillard y Manuel
Castells, su compañero en Nanterre. Con esta ocasión presenta “La producción del espacio”, conferencia
publicada en la revista de sociología Papers. Estos intercambios resultaron en documentos que circulaban
en redes académicas, pero también entrevistas y polémicas en la prensa de amplio acceso (15 preguntas a
Lefebvre, en: Triunfo, 341, de 1968). También hemos encontrado una entrevista realizada por Josep
Dalmau al teórico francés, titulada “Henri Lefebvre: La urbanización y el Estado”, publicada en 1976, en
la revista de arquitectura y diseño JANO, 39, 59-61239.


235
Véase: Eduardo G. Rico. (1970). Henri Lefebvre: Simposio en Burgos. En: Triunfo, 433. [19 de septiembre de 1970].
236
Ver: Ricardo Bofill & Juan Goytisolo. (1968). Hacia una formalización de la ciudad en el espacio. Barcelona: Blume. Véase también: Lukasz
Stanek. (2011a). Henri Lefebvre on Space. (Capítulo 4: Project, The City in Space and the Research of a New Spatial Unity), pp. 204-219.
237
Ver: Charlotte Vorms. (2012). Les sciences sociales espagnoles et la ville contemporaine. En: Sortir du labyrinthe: Études d’histoire
contemporaine de l’Espagne. Xavier Huetz de Lemps and Jean-Philippe Luis. (eds.). Madrid: Casa de Velázquez, 455-475. Además, Stanek
señala como fuente el intercambio de correos electrónicos (en noviembre, 2011) con De Solà Morales.
238
F. Roch (1946) y R. López de Lucio (s.f.), ambos arquitectos urbanistas y profesores emérito del Departamento de Urbanística y Ordenación
del Territorio en la Universidad Politécnica de Madrid.
239
Para profundizar sobre el contexto y las circunstancias de algunas de las visitas de Lefebvre, véase también: – Eduardo Rico (1968). 15
preguntas a Henri Lefebvre (Entrevista), en: Triunfo, 341, 32-36. – Alonso de los Ríos (1969). La ciudad utópica, en: Triunfo, 393, 53-54. –
Víctor Sánchez de Zavala (1970). ¿Show neopositivista? en: Triunfo, 435, 32. – H. Lefebvre (1974). La producción del espacio. (Intervención en
el Simposio Internacional de Sociología Urbana de Barcelona), en: Papers, 3, 219-29. – Magdalena Miret (1976). El filósofo de la praxis, en:
Triunfo, 722, 68. Y – Santi Soler (1977). Henri Lefebvre, discurso sobre el discurso, en: Ajoblanco, 22, 14-16.

255

Fig. 46. (Izq.). Portada de Revista Arquitectura, 113-114. (1968). (Der.). Ilustración del estudio, Barrio Gran San Blas. Interior
de la revista, s.p.

Es posible dimensionar la influencia del francés en varios proyectos llevados cabo por Gaviria, así como,
en la producción teórica en el campo de la geografía crítica, en el joven Horacio Capel. En primer orden
encontramos el proyecto del barrio nuevo de Canaletas (1966) con la participación del sociólogo Gaviria
en el equipo ganador del Primer Premio –junto a los arquitectos Juan Manuel Alonso Velasco y Fernando
de Terán– del Concurso Nacional de ideas para la urbanización de un barrio de viviendas en Sardanyola
(cerca de Barcelona). La propuesta sociológica y espacial introduce las categorías teóricas de Lefebvre
tanto en los planteamientos centrales como en las soluciones concretas del diseño240. Un poco más tarde,
la investigación quizás mas representativa de Gaviria –dado el momento de su publicación e influencia
lefebvriana– es “Gran San Blas241, el Análisis socio-urbanístico de un barrio nuevo español”, publicado en
la revista Arquitectura, 1968, nro. 113/114. De igual forma, apareció su artículo titulado “Les nouveaux
quartiers périphériques des grandes villes espagnoles”, en: L'architecture d'aujourd'hui, 1970, nro. 149.
Aquí Gaviria anunció la publicación del estudio Fuencarral, pero esta publicación no se llevó a cabo y
ambas copias del estudio se perdieron242. Luego, advertimos de la intervención de Gaviria en el SISU
(Barcelona, 1974) con una conferencia que llevaba de título “La producción neocolonialista del espacio”,
en la cual ya se plantea el tratamiento del turismo como una fuerza de explotación y control por parte del
“extranjero” en la producción y uso del espacio español de mejor calidad.


240
M. Gaviria, J. Alonso, J. & F. Terán (1966). Concurso Canaletas (Primer Premio-Propuesta para el Concurso de ideas para la urbanización del
barrio de viviendas ‘Canaletas’ en Cerdanyola), en: Boletín del Patronato Municipal de Vivienda del Ayuntamiento de Barcelona.
241
Barrio obrero nacido en los años 50 en la periferia al este de la ciudad.
242
Esta pérdida la registra Stanek (2014c), a raíz de una conversación mantenida con Gaviria en agosto de 2012.

256

Fig. 47. Mario Gaviria, Juan M. Alonso y Fernando de Terán. (1966). Sección de la propuesta ganadora en el Concurso de ideas
para la urbanización del barrio de viviendas “Canaletas”, Cerdanyola. Fuente: Patronato Municipal de Vivienda (Ed.). Boletín de
las propuestas para el concurso de ideas para la urbanización del barrio de viviendas Canaletas en Cerdanyola, p. 8. Barcelona.

La crítica urbana española también encontró fuentes en la sociología urbana marxista francesa. Un caso
será el de Manuel Castells (figura relevante en España hasta la actualidad), aunque con ciertos matices
que serán profundizados en el apartado 3.4. Aquí queremos destacar relevancia de este pensamiento
urbano crítico, que según Charlotte Vorms (2013), impulsó el surgimiento de una escuela de geografía
urbana española, que se encargaría de estudiar la génesis de las ciudades volviendo al hilo de la
producción inmobiliaria243. En este sentido, la referencia mas contundente ha sido el trabajo en Barcelona
del geógrafo Horacio Capel244, con trabajos publicados como “Agentes y estrategias en la producción del
espacio urbano español” (1974), y el libro “Capitalismo y morfología Urbana en España” (1975 –año de
la muerte del dictador), texto que introduce la geografía crítica en España. Así, Capel tendría una
influencia significativa en toda una generación de geógrafos, lo que permitió el desarrollo de una historia
urbana diferente en España, sobre todo desde las facultades de geografía: soporte de la realización de
monografías sobre la mayor parte de ciudades del país en la década de 1980. Es también en este contexto,
que fue lanzada en 1976 la revista Geo crítica, convirtiéndose en un foro y plataforma para los
investigadores de habla hispana en ambos lados del Atlántico (dirigida desde entonces por Horacio Capel,
hoy en formato completamente electrónico).

Dada esta influencia, que consideraremos tangencial (temprana o inicial), es necesario saltar en el tiempo
hasta la lectura de la Conferencia inaugural del XI Coloquio International de Geocrítica presentada en
Buenos Aires en la primavera del 2010 por el profesor Horacio Capel, titulada “Urbanización
Generalizada, derecho a la ciudad y derecho para la ciudad”, que se puede leer en Geo crítica, vol. XIV,
331 (7); y de esta forma, comprender la respuesta titulada “Treinta objeciones a Horacio Capel”, que


243
Vorms, C., Coudroy de Lille, L., & Vaz, C. (2013). Retour sur quarante années d'urbanisation espagnole (Introducción), en: L'urbanisme
espagnol depuis les années 1970. Rennes: Presses universitaires de Rennes.
244
Citamos algunos trabajos del geógrafo Horacio Capel: –(1974). Agentes y estrategias en la producción del espacio urbano español. En: Revista
de Geografía, 8(1), 19-56. –(1975). Capitalismo y morfología Urbana en España. Barcelona: Amelia Romero Editor.

257
escribió Jean Pierre Garnier245 en diciembre del mismo año. Sería demasiado extenso repasar cada una de
las objeciones realizadas por Garnier, pero deseamos poner atención en sus argumentos más
contundentes.

Para Garnier, los argumentos de Capel, adquieren una perspectiva de cierta indulgencia hacia el
capitalismo, cuando menciona que “no se puede valorar solo de una forma negativa los cambios y
avances que han sido trascendentes y han mejorado sensiblemente la calidad de vida de la población,
como resultado de la estrategia del capital”. A esto, el objetor explica que no estamos tampoco en la
obligación de valorar solo de una forma positiva los aspectos negativos de la urbanización capitalista,
presentándolos como “disfunciones” o “efectos perversos” en el lenguaje tecnocrático, es decir
secundarios y casi normales. Cuando Capel afirma que –existe un consenso bastante amplio entre los
autores de izquierdas sobre la responsabilidad del capitalismo en las dificultades que tenemos, y
especialmente en las que tienen que ver con la ciudad, Garnier considera que esto no estaría tomando en
cuenta lo que subrayó en su libro publicado recientemente246 o en ciertos números de la revista Espaces et
Sociétés, al hacer el balance de la investigación urbana de las últimas décadas. En sus objeciones, Garnier
llama marxistes lénifiants o “marxistas calmantes” a autores como François Ascher, Edmond Préteceille,
Christian Topalov, Jean Lojkine, Manuel Castells, etc. en señal de que han abandonado con el tiempo
cualquier perspectiva anticapitalista a medida que progresa su ascenso social en las instituciones
universitarias y de investigación. Además, la mayoría de los autores de izquierdas, expresa Garnier, –no
son y nunca han sido marxistas ni revolucionarios.

En relación con una suerte de “compromiso de los científicos en las ciencias sociales”, que plantea Capel,
en el sentido de pensar como científicos para actuar como ciudadanos; Garnier, pasa a la ofensiva,
refiriéndose a la noción del ciudadano como un “ectoplasma salido derechito del idealismo jurídico”. El
también activista francés plantea que podrán ser científicos y/o ciudadanos, sin duda, pero son ante todo,
en el plano social, neo-pequeños burgueses dados por la división capitalista del trabajo a las tareas de
mediación entre las tareas de dirección (reservadas a los burgueses, privados o estatales), y las de
ejecución (atribuidas a los proletarios: obreros o empleados), lo que los coloca a los dos como agentes
subalternos de la reproducción de las relaciones de producción [recordando a Lefebvre]. Por tanto, si debe
existir un “compromiso” de parte de ellos, dice Garnier, éste puede ir hacia dos direcciones opuestas:
trabajar, conscientemente o no, para reproducir esas relaciones, como lo requiere su puesto (en la
investigación y el mundo académico) y su función en el seno de aquellas relaciones, es decir como


245
Para estos años el especialista en sociología y política urbana ya había dejado el Institut de Parisien de Recherche sur l’Architecture,
l’Urbanisme et la Société en el CNRS, donde se mantuvo un largo período de activismo y publicaciones prolíficas (1983-2007). Para ampliar el
contexto de sus argumentaciones, véase también: – J-P. Garnier (1994). La vision urbaine de Henri Lefebvre, en: Espaces et Sociétés, (76), 123–
45. – J-P Garnier. (2010). Une violence éminemment contemporaine. Essai sur la ville, la petite bourgeoisie intellectuelle et l’effacement des
couches populaires. Marsella: Agone.
246
Para ampliar contexto, ver: Jean Pierre Garnier, 2010b.

258
agentes que actúan por sus determinaciones de clase; o, al contrario, trabajar para superarlas, erigiéndose
como actores políticos conscientes y resueltos a no desempeñar el papel socialmente asignado.

Ahora bien, sin retomar en detalle las teorizaciones de H. Lefebvre acerca de la reproducción de las
relaciones de producción capitalistas, hay que saber que éstas son movidas por la dialéctica de la
invariancia y del cambio, explica Garnier, ya que –el capitalismo puede mantenerse solamente si se
transforma (la “destrucción creativa” participa precisamente de este proceso contradictorio). Por tanto,
reformistas y reformadores entran, tanto si lo admiten como si no, en esta dialéctica, mientras que los
revolucionarios se esfuerzan, al contrario, en sobrepasarla haciendo que el cambio adopte un modo
radical para romper la continuidad.

Al hilo de estos argumentos, lo que propone Capel es “hacer una ciencia comprometida con los
problemas sociales” para “poner en marcha proyectos científicos solidarios y, a ser posible, en
colaboración”; lo cual para Garnier supone de antemano una equivocación en cuanto a la significación de
tal solidaridad y colaboración. Mientras Capel propone de ellas una visión humanista y consensual, como
lo deja entender su ideal de “ciudad construida en colaboración y en solidaridad, desde el diálogo y la
participación”, se considera que el diálogo, la participación, la negociación y el acuerdo son las consignas
que vienen a la mente para debatir ampliamente las ideas sobre el orden social que imaginamos, siendo
puesto todo sobre la mesa, “salvo el conflicto y el enfrentamiento” –expresa Garnier. En estas
condiciones, es muy probable que este orden social no sea más que una versión “mejorada” del orden
burgués que conocemos. En efecto, si se da rienda suelta a los neo-pequeños burgueses, estos no podrán
imaginar un orden social muy diferente de aquel que los hace existir como tales y del que se benefician.
De este modo, harán y aceptarán todo, incluso un régimen autoritario, tal como ya es el caso aquí y allá,
para que este orden sea preservado. Por lo tanto, dice Garnier, si no queremos que las cosas se vuelvan
así, podemos enfocar otra concepción de la solidaridad:

… aquella con las clases populares, la única que merece el sello de progresista… Ésta implica,
en primer lugar, des-solidarizarse de nuestra propia clase, es decir de rechazar o, al menos,
desviar la función que nos toca socialmente, aludida desde arriba, para ser relevo de los
dominadores. A esto es lo a que me dedico desde hace decenios... (Garnier, 2011a:7).

Finalmente, el anticapitalista francés considera que sus treinta alegatos expresados en el documento,
confirman lo que Capel no quiere admitir: que el derecho a la ciudad no es algo otorgado en palabras (o
escritos) por las autoridades, sino algo arrancado debido a la acción directa y supuestamente “ilegal” de
los ciudadanos. Según él, Capel ha podido ironizar, en su intervención en el seminario “Vivienda y
sociedad” [en Buenos Aires, 2010], sobre que el modelo del “asalto al Palacio de Invierno” en Petrogrado
en el año 1917, ya no sería más de nuestros tiempos. Pero, para los militantes anticapitalistas de hoy, dice
Garnier:

259
… no es cuestión de atacar La Moncloa en Madrid, el Ayuntamiento de Barcelona, el Elíseo en
Paris o cualquier otra plaza fuerte gubernamental. A lo que tiende el movimiento revolucionario
incipiente, es a marginalizar los espacios del poder en lugar de esforzarse por ocuparlos, de
modo que, en lugares innumerables y diversos, autogestionados por colectivos y articulados
entre ellos, el poder sea finalmente, para producir, intercambiar, educarse, reflexionar y
alegrarse, juntos, aquello ‘del pueblo, por el pueblo y para el pueblo’, como lo había soñado, no
Marx, sino Abraham Lincoln durante la guerra de Secesión norteamericana. Lo que, al fin y al
cabo, sigue siendo la única definición correcta de la democracia (Garnier, 2011a:8).

260
3.2. La forma de lo posible: El revisionismo de Oskar Hansen en el ‘sistema’
abierto de H. Lefebvre

Dentro de la genealogía del espacio lefebvriano, la investigación nos sugirió identificar las coincidencias
de varios de los miembros del grupo del Team X con el pensamiento de H. Lefebvre que hayan sido
traducidas en la ejecución de un proyecto arquitectónico. De esta suerte, dos documentos nos alertaron de
una relación entre las propuestas del arquitecto polaco Oskar Hansen con algunas ideas puntuales del
teórico francés. Por ejemplo, Marta López Marcos (2015)247 observa una relación entre las ideas del
“Sistema Lineal Continuo” de Hansen y la hipótesis del fin de la ciudad como objeto en Lefebvre.
Asimismo, Max Risselada (2005)248 en Team 10: 1953-81, in search of a Utopia of the present intuía un
vínculo –a nuestro criterio extemporáneo– entre la teoría de la producción del espacio social de Lefebvre
y la producción socialista del espacio de la pareja Hansen en Polonia. En otra dirección, Lukasz Stanek &
Heuvel (2014)249 –en su introducción Team 10 east and several other useful fictions– clarifica posibles
conexiones planteando un marco de asociación más adecuado desde nuestra perspectiva, aunque no llegan
a señalar una relación clara entre la teoría y práctica de Hansen con el pensamiento de Lefebvre.

De acuerdo a Stanek es destacable la asociación del Team X con el proyecto socialista, a través de la cual,
existen varias posiciones en discrepancia (fundamentalmente políticas en el contexto de la Guerra Fría)
que, sin embargo, otras lecturas tienden a oscurecer. Por ejemplo, dice Stanek, podríamos señalar el
postulado de “lo abierto” compartido por todos los miembros del Team X, desde la idea de Hansen hasta
los diseños de una “ciudad abierta” de los Smithson. Aquellos “versados” en la historia del arte europeo,
explica, podrían haber vinculado la noción de lo abierto a la “forma abierta” de Heinrich Wölfflin;
aquellos interesados en la filosofía política británica podrían ver una conexión con la “sociedad abierta”
de Karl Popper; aquellos familiarizados con la filosofía francesa se percatarían de la “moral abierta-
cerrada” de Henri Bergson; los lectores del post-estructuralismo considerarían las “estructuras abiertas”;
incluso podríamos conectarla con la obra abierta de Eco (1958) inscrita en la tradición literaria crítica, o
con el Kunstwollen de Riegl, etc. Mientras que otros podrían relacionar este concepto con la “apertura”
del marxismo y contra el “cierre” estalinista, que a su vez puede tomarse en diferentes direcciones, desde
Henri Lefebvre hasta Leszek Kołakowski, Adam Schaff, Georg Lukács, Ágnes Heller y el grupo yugoslavo
Praxis. Para Stanek, estas referencias que van desde el antimarxismo de Popper hasta los disidentes
marxistas dentro del bloque socialista, dejan en claro que el discurso sobre lo abierto en lugar de ser un
concepto compartido, era en realidad un campo de disenso político cubierto por el tono conciliador de las
publicaciones del Team X. Al encontrarnos en este campo de aproximaciones –poblado de ambigüedad–

247
Marta López Marcos (2015). Anti-ciudad como infraestructura. El Sistema Lineal Continuo de Oskar Hansen. En: Proyecto, Progreso,
Arquitectura, 14 (VI), 45-57.
248
Max Risselada (2005). Zacheta Art Gallery extension, Warsaw 1958 (Oskar and Zofia Hansen). En: Team 10: 1953-81, in search of a Utopia
of the present. Rotterdam: NAi, 90-91.
249
L.. Stanek & Dirk van den Heuvel (2014). Team 10 east and several other useful fictions (Introducción). En: Team 10 East, Revisionist
Architecture in Real Existing Modernism. 11-33.

261
y resumidas unas cuantas referencias provocativas, nos animamos a localizar las conexiones entre Hansen
y Lefebvre, pero además, intentando ir más allá de la búsqueda de su traducción arquitectónica, a la
búsqueda de sus coincidencias teóricas.


Fig. 48. Hansen, O. (1963). Plan de desarrollo del conjunto de vivienda estatal Juliusz Słowacki, Lublin. Fuente: Stanek &
Kędziorek, 2012.

Oskar Hansen (1922-2005) arquitecto polaco, de nacimiento finlandés, profesor y teórico. Estudió en la
Escuela de Arquitectura de la Universidad de Varsovia (1945-50) en la Polonia socialista de posguerra250.
Entre la década de 1940 y la primera mitad de la década de 1950 también se dedicó a la pintura y la
escultura, que luego desestimó como ejemplos de la “Forma cerrada” fruto de su propia teoría. Entre los
años 1948-1950 obtuvo una estancia para completar sus estudios en París, allí inició una relación con
Pierre Jeanneret251 y Le Corbusier. Desde 1950 hasta 1983, sería profesor asociado en la Academia de
Bellas Artes de Varsovia252. También fue miembro del Groupe d'Etude d'Architecture Moderne (GEAM).
A pesar de su buena relación, Hansen será quien inaugure, en el marco de los CIAM, en Bérgamo (1949),
la crítica a la ortodoxia de la Carta de Atenas y de sus seguidores. Es parte del Team X desde su creación
en el CIAM de Aix-en-Provence (1953), su principal contribución en el discurso del grupo es su teoría de
la Forma Abierta presentada en el CIAM de Otterlo, en 1959, precisamente el año de la disolución del
Team X253. De acuerdo a una exposición montada este año (2017) en el Museo de Arte Moderno de


250
Hansen en primera instancia realizó estudios de mecánica (1942) en la Escuela de Tecnología en Vilna (Lituania). En Polonia, estaría bajo la
tutela del profesor Romuald Gutt (arquitecto y urbanista 1888-1974) en la facultad de Arquitectura de Lublin, y luego sería asistente de Jerzy
Sołtan en la Academia de Bellas Artes de Varsovia.
251
Pierre Jeanneret (Ginebra, 1896-1967), arquitecto y diseñador suizo. Primo y estrecho colaborador de Le Corbusier.
252
Las teorías de Hansen tuvieron una influencia fundamental en la escuela polaca sobre los conceptos del ‘entorno’, obras en proceso (dzielą-
procesu), y la performance, en la década de 1960. Varias de estas ideas fueron expresadas en concurso, en su plan para el monumento
internacional para las víctimas del fascismo en Auschwitz-Birkenau (1957, con Jerzy Jarnuszkiewicz y Julian Palka). En:
http://www.team10online.org
253
Para ampliar el contexto de la reunión del CIAM en Otterlo, las conferencias y los proyectos discutidos, ver: Oscar Newman (ed.) (1961).
CIAM’ 59 in Otterlo, Stuttgart, Alemania: Karl Krämer Verlag; con contribuciones de: J. Bakema, G. Candilis, G. de Carlo, J. Coderch, R.
Erskine, A. van Eyck, B. and D. van Ginkel, G. Grung, H. Haan, Oskar y Zofia Hansen, A. Josic, C. Polonyi, E. Rogers, A. Roth, A. P. Smithson,
J. Soltan, K. Tange, J. Voelcker y S. Woods.

262
Varsovia sobre los proyectos de la pareja Hansen254, su esposa Zofia (1924-2013), también arquitecta, fue
co-autora de muchos de ellos, en particular de los sistemas de vivienda públicos, y una activista dentro de
la Asociación de Vivienda de Varsovia.


Fig. 49. Oskar Hansen en París, Foto-postal, (s.f.). Cortesía de la organización Forma Otwarta.

Partimos de considerar que los estudios, observaciones y experiencias que Oskar Hansen obtuvo en París
a finales de los años 50 y en diversas visitas realizadas en los años 60, fueron cruciales para su período
formativo y sentaron las bases de sus futuras teorías. No se han encontrado registros o fuentes que definan
una relación personal (directa) con Henri Lefebvre. Pero aquí procuraremos situar una relación entre la
teoría de Lefebvre de posguerra (cada vez más “liberada” del PCF) y lo concreto en las ideas de Hansen a
través de su producción arquitectónica. Bajo esta premisa, se busca concretar en un proyecto de vivienda
estatal realizado por la pareja Hansen255 y su equipo en la década de los años 60 en Lublin (Polonia), las
relaciones teóricas entre las formulaciones filosóficas y sociológicas de un sistema parcial-abierto
lefebvriano y el revisionismo socialista y racionalista de Oskar Hansen. Esta relación dialéctica converge
en algunos momentos, desde el convencimiento crítico del movimiento moderno hasta lo que hemos
denominado “la forma de lo posible” como un concepto capaz de fundir los dos pensamientos. Se ha
procurado mantener en el relato cierto orden cronológico en relación a la aparición de los diferentes
escritos, tanto de Lefebvre, como de Hansen. La exposición de las ideas de Lefebvre abarcan documentos
que no han sido estudiados en la teoría de la arquitectura y el urbanismo, y tampoco han formado parte
del corpus revisado hasta aquí. Por ejemplo: Lógica Formal, lógica dialéctica, 1946; Contribución a la
estética, 1953; los artículos La noción de totalidad en ciencias sociales, 1955 e Introducción a la


254
La exposición dedicada a los trabajos de los Hansen presenta diversos aspectos de la teoría de la Forma Abierta, que fue el centro de su
actividad arquitectónica, artística y pedagógica. En: https://artmuseum.pl/pl/wystawy/oskar-i-zofia-hansenowie-forma-otwarta
255
Los nombres de pila en el idioma de origen de la pareja Hansen son: Oskara Hansenów y Zofii Garlińska (arquitecta polaca, 1924-2013).

263
psicosociología de la vida cotidiana, 1960; así como, su más conocido Prefacio al Estudio del hábitat del
pabellón, 1966. Mientras que, respecto a los planteamientos de Oskar Hansen, traducimos al español, su
Manifiesto de la Forma Abierta, un breve documento de 1959, y su artículo La forma abierta en la
arquitectura, el arte del gran número, 1961, publicado en la revista Le Carré Bleu256.

En su Manifiesto de la Forma Abierta (1959), Hansen proporciona los primeros aportes teóricos
identificables en el pensamiento de Lefebvre acerca de su argumentación de un texto social como
productor de sistemas abiertos en el estudio de la vida cotidiana. Luego, se despliegan un conjunto de
ideas recogidas de varios textos del francés, sobre su interpretación de la calle y el habitar y su forma
abierta a lo posible como sistemas parciales intermediados por el lenguaje. De este modo, sujetos a un
sistema parcial abierto, buscamos entender los planteamientos definitivos sobre la forma de Hansen, para
que estos lleguen a materializarse a través de su teoría del Sistema Lineal Continuo. Dicha concreción se
pone de manifiesto en el conjunto de vivienda estatal de Lublin, proyectado y realizado entre 1961-1966.
En nuestra lectura, esta proyecto expresa una aspiración concreta de la forma de lo posible.

En el contexto del grupo oriental del Team X, sugerido por varios autores como un grupo que produce
una arquitectura revisionista dentro del movimiento moderno “realmente existente”, el polaco L. Stanek
escribe un artículo relevante por la idea en la que Oskar y Zofia Hansen se diferencian del discurso
pragmáticamente ambiguo del grupo, en relación a un “socialismo” que para Smithson, por ejemplo, tenía
más que ver con el socialismo de Suecia de los años treinta, o con el de Suiza y los Países Bajos de
posguerra, que con el socialismo de Estado en la Polonia dominada por los soviéticos, donde trabajó
Oskar Hansen. De esta manera, Stanek sugiere que para Hansen fue precisamente la realidad del
socialismo y, sobre todo, del estado socialista como agente de la producción del espacio lo que le
permitió dar una solución al desafío del gran número257 en todos los aspectos de las sociedades de
posguerra identificados dentro del Team X: avance tecnológico, movilidad personal, la creciente
importancia del ocio, escalas de asociaciones humanas y múltiples modos de apropiación (Stanek, 2014).


256
Hansen sería un colaborador regular de la revista de origen finlandés, que difundía en buena medida las tesis y proyectos del grupo Team X.
Cabe decir, que ninguno de sus textos referidos han sido publicados en español.
257
Paschawer, I. Prawo wielkich liczb i prawidłowości procesu masowego. Varsovia, 1967. [La ley de los grandes números y la regularidad del
proceso de masas]. Estudio realizado por el erudito soviético Iosif Pashaver (1907-1980) basado en la Ley de los grandes números, a su vez,
proveniente de la estadística y la teoría de probabilidades. Bajo el término genérico de Ley de los grandes números se engloban varios teoremas
que describen el comportamiento del promedio de una sucesión de variables aleatorias conforme aumenta su número de ensayos. Lo que plantea
la teoría de Paschawer –de acuerdo a Stanek– es que las leyes de desarrollo social se aplican tanto a las sociedades capitalistas como a las
socialistas, pero sólo estas últimas pueden aplicar dichos principios a la coordinación económica que realizan las instituciones de planificación
estatal.

264

Fig. 50. Oskar Hansen con Pierre Jeanneret en su despacho. (finales de los años 40). Paris. Foto: Władysław Sławny (Archivo
de Oskar Hansen). Fuente: Fundación Graham.

El aire en la habitación se ensanchó cuando un joven Hansen subió al escenario en la séptima


reunión del CIAM en Bérgamo [1949]. Con sólo veintisiete años, desconocido para la multitud,
el estudiante polaco se levantó para criticar audazmente a Le Corbusier por favorecer el negocio
de la tapicería industrializada concebida para un ambiente específico, por encima del arte. Su
apasionada y carismática intervención recibió un gran aplauso de los reunidos en la sala,
incluyendo, como recordó Hansen, el mismo ‘padre del movimiento moderno’. Poco después del
congreso, regresó a París, donde, gracias a una beca concedida por la embajada francesa y
algunas conexiones, trabajó en el estudio de Pierre Jeanneret durante el último año. El
arquitecto se convirtió rápidamente en su mentor y aunque Hansen también admiró la obra del
famoso primo de Pierre, su aprecio se mantuvo templado. Siempre fue alérgico al inmenso ego
de Le Corbusier, que luego consideraría antagónico a la teoría de la Forma Abierta en la
arquitectura258 (Batkiewicz, 2015).

De acuerdo a Filip Springer (2017)259, Hansen no pudo “soportar” las expresiones de Le Corbusier, y sin
planificar su participación en el congreso, pidió la palabra y dijo: Es difícil creer para mí, que el creador
de la nueva arquitectura, cocreador del purismo, busque armonizarla con las telas –artículos en venta.
Todo el llamado renacimiento de la industria textil francesa lo considero un movimiento desencadenado
con fines comerciales para evitar romper el capital, enredando y explotando a grandes creadores (...).
Los arquitectos del CIAM deberían contrarrestar esto y buscar la humanización de la arquitectura
moderna por sus propios medios… (Springer, 2017. Trad. del A.).


258
La atmósfera de París a principios de los años cincuenta era magnética. Habiendo salido de Polonia, un país fuertemente marcado por la
guerra, en el momento en que el comunismo llegó a su fase más ‘opresiva’, Hansen empapó todos estos nuevos incentivos como una esponja.
Cuando no trabajaba con Pierre en el estudio, pasaba horas paseando por los museos de arte o desarrollando sus ideas estéticas en los talleres de
Fernand Léger y Pablo Picasso. En: http://www.3nta.com/meet-hansens/
259
Reportero y fotoperiodista polaco especialista en la obra de la pareja Hansen.

265
De esta manera, será en la Polonia de posguerra donde la obra de los Hansen desarrollará algunas de las
propuestas más radicales con el fin de restablecer ese espacio intermedio entre Este y Oeste, mediante una
comprensión de la arquitectura como soporte territorial para las relaciones físicas y simbólicas entre
regiones. Su difusa relación con las autoridades de la República Popular de Polonia no les impidió
trabajar en propuestas que requerían un compromiso estatal para la producción de un nuevo espacio
social, como el propuesto en el Sistema Lineal Continuo. Por otra parte, su conocimiento de la
arquitectura moderna occidental, su actividad dentro del Team X, o su afinidad con las ideas del
situacionismo260, les impulsaron a imaginar un sistema espacial que, a modo de infraestructura territorial,
podría trascender las fronteras cerradas de la Europa de aquellos años (López-Marcos, 2015).


3.2.1. Manifiesto de la Forma Abierta261 (1959)

Como un intento de analizar su punto de vista sobre el arte actual (basado en su experiencia de
la práctica creativa).
¿Cree usted, en relación con el espacio, que la diferencia entre la escultura de hoy y las obras de
Miguel Ángel no es tan solo un cambio epidérmico? –así, ¿en qué relación se da este tratamiento
del espacio desde nuestra noción actual del mismo?– ¡vamos! ¿sobre la poética del espacio?


Fig. 51. Oskar Hansen, Jerzy Sołtan, Ralph Erskine y Kenzo Tange durante la conferencia del CIAM. (1959). Otterlo, Países
Bajos (Holanda). Archivo de Oskar Hansen. Fuente: Fundación Graham.


260
Según Stanek (2014), el propio Oskar Hansen afirmó que su trabajo desarrolló las ideas del ‘movimiento situacionista’. Ver: Oskar Hansen
(2005). Towards Open Form / Ku Formie Otwartej. Jola Gola (ed.). Varsovia: Fundacja Galerii Foksal, Muzeum ASP w Warszawie, Frankfurt:
Revolver, 203. Véase también: Oskar Hansen (1972). Forma Otwarta. En: Polska, 1, 48.
261
Este texto ha sido traducido a partir de dos documentos: “Open Form manifesto” (Inglés), recuperado de http://open-form.blogspot.com.es y
“Manifest Oskara Hansena” (Polaco), recuperado de http://www.formaotwarta.org

266
¿El problema principal detrás del diseño compositivo de los edificios residenciales de la
INTERBAU262 (Berlín, 1957) es que se centró en la representación de las diferencias entre las
individualidades de sus habitantes?
¿Han estado preparados estos edificios para absorber los cambios y los acontecimientos que
toman lugar durante la vida de la forma?
Caracterizo aquí diversas formas de actividad artística para llamar la atención sobre su
impotencia para satisfacer nuestras necesidades actuales. Estas obras son ante todo monumentos
personales para sus autores. Por tanto, parece que serían más o menos ajenas a cada uno de
nosotros. Como composiciones herméticas, sus límites se vuelven dominantes y por tanto
incapacitados de varias maneras: a) en sistemas unitarios, que a menudo se imponen como
acentos, y resultan en la escasa aprobación debido al poco margen formal o por la insuficiente
consideración del desarrollo de las características de la psique humana (a esto lo llamo
intolerancia intuitiva –falta de contacto emocional); b) en sistemas compuestos, percibidos como
espacio-tiempo, su característica de composición de forma cerrada impide la integración de
formas adicionales por su rigidez (lo llamo incapacidad del espacio) provoca una ‘modalidad’
del sistema –una rápida pérdida de contacto con la vida.
Los ‘monumentos’ son la expresión del principio de composición de una forma cerrada, en la
que comúnmente la carga formal y el contenido se fijan de una sola vez. Son pasivos para
cambiar con el tiempo. En el momento de su creación, se convierten en antigüedades. Mientras
que una forma cerrada usada como una convención para dar forma a un sistema separado del
ambiente puede ser justificada, su uso para controlar fenómenos en el sentido material más
complejo (cambios con el tiempo) parece ser una equivocación. El ‘exceso’ del espacio
resultante de esta colisión provoca una alteración de la composición del conjunto. Este equívoco
también causa la falta de comunicación espacial. Entonces, al dar forma al espacio, llegamos a
la mitad del camino o perdemos el objetivo.
¿‘Ser o no ser’ dependerá hoy de Hamlet? Tenemos miedo de las decisiones que tomamos por
nosotros mismos. No confiamos el uno en el otro. Forma cerrada –la decisión tomada en mi
nombre. Estoy al lado de la acción. No hay manera de encontrarme aquí a mi mismo –mi propio
yo. Todo esto son los recuerdos de alguien, las emociones de alguien, los lugares y el hogar de
alguien.
¿Cómo encontrar la manera de salir de esta situación? Parece que hoy podemos, utilizando la
gran producción de la forma cerrada, con el apoyo de nuevas formas de educación visual y la
organización de nuevas fuentes de suministro –ahora podemos iniciar la creación del nuevo arte
orgánico de nuestro tiempo, un arte sustentado en la base composicional de la forma abierta.
Que despertará una necesidad, un sentido de existencia en cada uno de nosotros, nos ayudará a
identificarnos y a encontrarnos en el espacio y el tiempo en que vivimos. [Esta nueva forma]
estará en armonía con nuestra psique compleja e inexplorada, y así será, porque existiremos
como los elementos orgánicos de este arte. Vamos a caminar a través de la forma, y no alrededor
de ella. La individualidad en la diferencia, en toda su aleatoriedad y bullicio, se convertirá en la
riqueza de este espacio, su co-participante.
Siendo [esta forma] una composición del sub-texto espacial –se convertirá en un fenómeno de
múltiples capas, aún viva. En comparación con las convenciones de la composición cerrada, que
implican principalmente la artesanía del objeto manufacturado, las convenciones de la
composición abierta consistirán en la acción caracterizada por el paso de los cambios que
ocurren en el espacio. Este será el arte de los acontecimientos. El tiempo actúa con más fuerza
de lo que solía ser, para que debamos seguir confiando únicamente en lo inmutable, una vez
establecida la relación fija única entre los elementos.
La forma abierta no es exclusivamente un descubrimiento especulativo de nuestro tiempo. Es
sobre todo una propuesta de post-observación de los sistemas existentes.

La teoría de la forma abierta, publicada por primera vez en Varsovia (1959)263, pretende abrir –en ese
momento– la arquitectura para la creación en colaboración con sus usuarios. Contrariamente a las


262
La exposición internacional de arquitectura INTERBAU, inaugurada el 6 de julio de 1957 en el barrio berlinés de Hansa.

267
estructuras modernas, que Hansen las definió como “Formas cerradas” desde su concepción hasta el final
de su diseño, sin dejar margen para la creatividad de dichos usuarios. En este sentido, propuso un cambio
radical de pensamiento sobre el rol del arquitecto. Se trataba principalmente de crear un “telón de fondo
para los acontecimientos”, un catalizador para la vida cotidiana. Se suponía que la arquitectura exponía a
la gente y a la riqueza de sus actividades cotidianas en el espacio. Enfocado sobre todo en el proceso, su
forma abierta se desarrolló en proyectos a diferentes escalas: desde los proyectos expositivos, pabellones
temporales, conjuntos residenciales, y el proyecto de la ciudad lineal continua, un sistema lineal que se
extendía a través de todo el territorio de Polonia, desde el mar Báltico hasta los montes Tatra (junto a la
antigua Checoslovaquia), y que también se experimentó en otras escalas, como veremos en Lublin.

3.2.2. El texto social como soporte de sistemas abiertos en la vida cotidiana



En su libro Lógica Formal, lógica dialéctica, escrito en 1946, casi en paralelo a su primer tomo de
Crítica de la vida cotidiana, Lefebvre expone la riqueza del materialismo dialéctico, en su aportación al
materialismo tradicional, y la complejidad de los problemas sobre los que se abre, lejos de ser un
dogmatismo rígido y cerrado. Desde los primeros capítulos de la obra –acerca de los movimientos del
pensamiento y sus conflictos– el francés plantea que el formalismo lógico ha querido encerrar al
pensamiento en formas rigurosas, fijas y estériles, de tal forma que parece inevitable que tenga que salir
de ahí por una aventura. En este sentido, la lógica formal tomada en sí ha llevado al pensamiento racional
a una serie de problemas.

A través del ejercicio en el que se parte del principio de identidad, riguroso, cerrado e indiscutible en el
que ‘A es A’, Lefebvre nos lleva a una solución en la que A es B (es decir, A es no-A). Así introduce una
diferencia –incluso desde el punto de vista puramente formal–, una contradicción en la identidad. ‘B’, que
no tenía relación con ‘A’, se convierte en algo diferente a ‘A’ pero que al mismo tiempo está ligado con
‘A’. La diferencia (o la contradicción) se manifiesta, pues, como una relación entre dos términos que en
principio no la tenían. De este modo, la forma estéril ‘A es A’, cerrada en sí misma, tautológica y
repetida, resulta abierta sobre un contenido. “Hecha, desde el punto de vista formalista, para cerrarla
como un círculo, se abre. Se percibe que A no está solo en el mundo. Yo afirmo que ‘A es B’ y luego que
‘A es C’, ‘A es D’, etc. Esas clases, o atributos, B, C, D, que en principio eran simplemente distintos de
A, se convierten en diferentes de A en el mismo momento en que yo planteo su enlace mediante el verbo
‘ser’ que, afirma la identidad: ‘A es B’, etc.” (Lefebvre, 1946/1970a: 165).


263
Oskar Hansen (1959). Forma Otwarta. En: Przegląd Kulturalny [Panorama Cultural], 5 (5), Varsovia. La revista Panorama Cultural fue un
semanario socio-cultural apoyado por el Consejo de Cultura y Arte de la ciudad de Varsovia.

268
En 1953, el francés publica su obra Contribución a la estética, donde su preocupación por los problemas
de la estética viene de un doble impulso, como espectador de la obra de arte y como metafilósofo264. En su
desarrollo Lefebvre plantea decididamente las líneas generales, no para un “arte marxista” sino para una
“teoría marxista del arte”. Propone que la estética viene a desempeñar, con referencia al arte, el papel de
la teoría del conocimiento. Reivindica también cierto humanismo del arte inspirado en el arte griego, y las
posibilidades ilimitadas del hombre como el sentido inagotable de dicho arte. Lefebvre parte de la
problematización de un “nuevo realismo socialista”, reconociendo sus posibilidades como una realidad
conquistada en la vida y luchas de los pueblos, y sitúa el núcleo de su reflexión y análisis en las
relaciones entre la forma y el contenido.

Como principio fundamental, Lefebvre se posiciona en la unidad esencial de la forma y del contenido, así
como de la primacía del contenido. Este contenido no solo se diferencia de la forma, sino toma un nuevo
sentido en relación al “fondo” proveniente de la escolástica burguesa. El francés plantea que el arte tiene
cuatro tipos de contenido: un contenido biológico, emotivo o afectivo, un contenido práctico, y un
contenido ideológico. En nuestro camino hacia la forma posible, consideramos que los tres primeros
contenidos (biológico, emotivo y práctico) resultan de mayor interés. En cuanto al contenido biológico, el
francés señala que, sobre todo, el impulso sexual aporta un elemento vivo indispensable a muchas obras
de arte. Un arte encierra complejas determinaciones naturales, biológicas, fisiológicas, pues surge de la
vitalidad humana y se dirige hacia la vitalidad natural del hombre que la contempla. Dicha
contemplación, dice Lefebvre, es ya un “descubrimiento activo”.

El sexo no constituye la única determinación espontánea (biológica) del contenido [del arte]. El
sentimiento de la fuerza y del poder, o de la piedad para el sufrimiento, o el horror de la muerte,
forman parte también de este contenido. De la misma manera que el ‘instinto sexual’, figuran
entre los datos elementales de la vida espontánea. Como el impulso sexual, tienen en cada
individuo el carácter finito, limitado, estrecho de las limitaciones biológicas, pero al mismo
tiempo, representan en el ser humano, las determinaciones genéricas. Pertenecen a la especie
humana, a la vida de todo ser vivo, que teme a la muerte, que quiere ejercer sus poderes y
satisfacer sus tendencias. También pueden recibir una significación general: una forma estética.
(Lefebvre, 1953/1971a: 81).

En los contenidos afectivos o emotivos se determinan relaciones complejas entre la obra, el creador y el
receptor. Lefebvre hace hincapié en la relación de comunicación entre los tres términos. Así, la
“comunicación directa del contenido emotivo” sostiene las diferencias que luego puede tomar ese
contenido. La ausencia de un vínculo social concreto, es decir de comunidad, suprimiendo el contenido y
su comunicación, suprime la existencia del arte. El contenido emotivo o afectivo es también un contenido
social, por consiguiente en una sociedad de clase, es en sí un contenido de clase; al mismo tiempo que un


264
Desde finales de los 40s, y durante la década de los 50s Lefebvre escribió varios estudios sobre las obras y el pensamiento de personajes
franceses que han contribuido en la historia de las ideas y del conocimiento en general desde diversos campos, también desde el arte y la teoría
del arte: (1947) Descartes, Paris: Editions Les Editeurs Français Réunis; (1949) Diderot, Paris: Les Editeurs Français Réunis; (1949) Pascal I,
Paris: Nagel; (1953) Contribution à l’esthétique, Paris: Editions Sociales, [Su única obra en este listado con traducción al español: Contribución
a la estética, Buenos Aires: La Pléyade, 1971]; (1954) Pascal II, Paris: Nagel; (1955) Musset, Paris: L’Arche; (1955) Rabelais, Paris: Les
Editeurs Français Réunis; (1956) Pignon, Paris: Editions Falaise.

269
contenido vinculado a una comunidad histórica (ciudad, pueblo, nación, etc.) mas o menos estable. La
riqueza de ese contenido, ligada a la riqueza y el carácter directo de las relaciones sociales, se integra con
las obras y la “riqueza de los medios de comunicación”. Allí donde el contenido afectivo (social) se
debilita, donde las conciencias se encierran en ellas mismas [individualismo], donde las relaciones no
operan sino a través de fetiches (dinero) y abstracciones, el contenido del arte se empobrece y con él
también los medios de expresión (Ibídem: 86).

En relación al contenido práctico, las obras de arte se relacionan con la praxis social por vínculos directos
o indirectos, inmediatos o mediatos. Lefebvre indica que la obra de arte es útil directamente en la vida
cotidiana, así como un jarrón, en forma menos directa, o un edificio que sirve de lugar de reunión en un
sentido más amplio, más social. Así, la relación del arte con la praxis y el trabajo social cambian con los
modos de producción. Realizando una crítica del arte en el modo de producción industrial, dirigida a los
“estetas modernos” y a los “teóricos burgueses” que se empeñan en el formalismo y la esterilidad del arte;
Lefebvre plantea que la cuestión central no es la de saber qué formas nacen del hierro, del mármol, del
cemento o del acero, sino la de saber, quién se sirve del acero o del cemento, y con qué objeto, y con qué
necesidades (Ibíd.:91). Siguiendo al francés, dado el retraso de la forma, este contenido práctico puede
encontrar “formas transicionales” a partir de un contenido nuevo que toma forma lentamente. Lefebvre
observa en este proceso de mutación de la forma que se transporta la disociación entre la utilidad y el
valor estético, entre la técnica y el arte, problematizando así la situación de las formas y contenidos
nuevos en la arquitectura:

¿De dónde viene la fealdad de una multitud de objetos llamados ‘modernos’ que la moda lanza y
abandona rápidamente? ¿De su utilidad, discutible, o de su inutilidad, rápidamente
comprobada? ¿De las técnicas industriales, o de la aplicación mecánica de procedimientos
antiguos a un contenido nuevo? Basta con retomar el ejemplo bien conocido: las dificultades que
encuentran los arquitectos para despejar las formas nuevas encerradas en las técnicas recientes
(hormigón, acero) y por otra parte exigidas por las necesidades nuevas (habitaciones, edificios
públicos). En principio encerraron ese nuevo contenido práctico, en formas antiguas,
modificadas poco a poco. De allí, más de medio siglo de fealdad, de vulgaridad, de
construcciones inútiles o inadecuadas a la necesidad. Fue necesario tiempo, investigaciones,
tanteos, transiciones, errores rectificados, aciertos aprovechados, para que se descubran en una
sociedad que se transforma, las necesidades y las posibilidades nuevas. Pues es necesario que
aparezcan un nueva ‘percepción’ de la vida natural y social, una nueva sensibilidad, puede ser
también una nueva concepción del espacio, del tiempo, de la vida cotidiana, de las relaciones
sociales y del arte. La nueva ‘praxis’ debe experimentarse para expresarse (Ibíd.:93-94).

En relación a la idea de la forma, Lefebvre plantea que esta surge de la “elaboración” del contenido.
Desde esta posición, resulta que el contenido determina la forma, la condiciona, sin que ese
condicionamiento sea mecánico o “fatal”. Este contenido vive, al ser parte de la vida social en un
momento determinado. De aquí, Lefebvre sugiere que dicho contenido presenta una “tendencia hacia la
conciencia histórica y socialmente determinada”, a saber, hacia la libertad en el terreno del arte, en el cual
se busca la unidad de la forma y el contenido pero que no impida ver sus diferencias.

270
Dos años después, en 1955, el francés prepara un artículo denominado La noción de totalidad en las
ciencias sociales265 en el que introduce la noción de una “totalidad abierta” y “cerrada”. Aquellos años de
ruptura definitiva con el PCF, Lefebvre sigue su itinerario filosófico y transita con el motor de un
materialismo renovado por él mismo, hacia el hombre total por la vía de lo que denomina un “humanismo
radical”. De esta manera, conduce su noción de totalidad a través de las ciencias sociales, reflexionando a
su paso acerca de las contradicciones de una totalidad que forma un sistema cerrado y la riqueza de una
totalidad dialéctica, es decir abierta. Lefebvre realiza una distinción fundamental: la noción de Totalidad
se puede comprender como totalidad “cerrada y estática”, y como totalidad “abierta y cambiante”.
Cuando se quiere aplicar esta noción a realidades concretas, particularmente a las realidades humanas y
sociales, las modalidades de su aplicación difieren profundamente según la interpretación de tal concepto.
Una totalidad cerrada excluye otras totalidades, o bien se considera solo una en perjuicio de las otras, o
bien las totalidades consideradas permanecen exteriores con respecto a las otras. Por el contrario, una
totalidad abierta puede envolver otras totalidades igualmente abiertas, puede implicarse a profundidad.
La noción de totalidad abierta es además más sutil, más difícil de atrapar que aquella, más simple,
denominada totalidad cerrada, que se presenta como un sistema. En consecuencia, dice el francés, la
noción de totalidad abierta corresponde a otro tipo de investigación y de pensamiento filosóficos –que
como veremos, continúa desarrollando (Lefebvre, 2011a).

Cinco años más tarde, Lefebvre en el artículo Introducción a la psicosociología de la vida cotidiana
(1960)266, publicado originalmente en Encyclopédie de la psychologie, consigue desarrollar esta oposición
paradigmática entre lo abierto y lo cerrado en el espacio. Su investigación despliega la posibilidad de un
sistema abierto en la cotidianidad desde la traducción del campo semántico por medio de sus signos,
señales y símbolos en la vida cotidiana. Siguiendo la idea del francés, intentaremos entender lo que define
su “sistema abierto” en ese momento. Para empezar, plantea que los signos y señales pueblan el espacio y
el tiempo. Las señales son simples, precisas, reducidas al mínimo (verde, rojo, trazo continuo, trazo
discontinuo, etc.), con frecuencia a sistemas binarios. Así, las señales dirigen y condicionan los
comportamientos; y los signos que son más vagos y complejos, constituyen sistemas abiertos. Una
palabra es un signo, pero también lo es una puerta, una ventana, una corbata, un vestido, un sombrero, un
gesto como estrechar la mano de alguien diciéndole buenos días. La puerta significa una entrada, un
pasillo prohibido a algunos y abierto para otros, los habitantes de la casa y sus relaciones.


265
Originalmente lleva el nombre “La notion de totalité dans les sciences sociales”, publicado en Cahiers Internationaux de Sociologie, 1955, 18,
55-77; y traducido por Roy Alfaro (2011). Lefebvre hace al inicio de su texto la advertencia de no confundir “total” con “totalitario” como
partida de su reflexión sobre la totalidad.
266
Escrito editado en español para la antología preparada por Mario Gaviria en De lo rural a lo urbano (1973g).

271
Mi apartamento está poblado de objetos funcionales que al mismo tiempo son signos, colocados
en cierto orden que estudia la ‘logística’ de la cotidianidad. Las fuentes y cacerolas en la cocina
significan mis gustos alimenticios. La calle está también repleta de signos; el vestido de esta
mujer significa que va de paseo y el de esta otra que va a su trabajo. En la vida cotidiana
sabemos (mejor o peor) traducir al lenguaje corriente estos sistemas complejos de signos. Si no
sabemos traducirlos, si ignoramos algo, nos considerarán raros, o forasteros, o fuera de la
Historia (Lefebvre, 1960/1973a: 89).

Lefebvre va más allá, al considerar también los monumentos (Notre-Dame, Arco del Triunfo, Louvre…),
como objetos con una cara conocida o desconocida. Afirma que no podemos compararlos ni a un sistema
de señales como el que regula la circulación, ni tampoco a los sistemas de signos, enigmáticos pero
rigurosos, de los que se sirven los matemáticos. “No dicen todo lo que tienen que decirnos; lo dicen con
lentitud y no terminan nunca”. De este modo, los compara con símbolos, “ricos de un sentido inagotable”.
Por tanto, estos monumentos son considerados expresivos, además de significativos267.

Para el desarrollo de las ideas lefebvrianas, partiendo de un sistema abierto que nos lleve a pensar en una
formalización de lo posible, es necesario indagar la relación propuesta entre el campo semántico y la vida
cotidiana dentro de lo que Lefebvre define como un texto social, y que se muestra en la siguiente
concatenación de conceptos:

a. En la cotidianidad se entremezclan sistemas de signos y señales, a los que se añaden


símbolos que no forman sistemas. Se traducen todos en un sistema parcial y privilegiado
a un tiempo: el lenguaje. El conocimiento crítico de la vida cotidiana se define como una
parte importante de una ciencia que llamaremos semántica general.
b. Llamaremos ‘campo semántico total’ al conjunto más amplio de significaciones que el
lenguaje (que sólo es una parte del campo semántico total) se esfuerza en explorar y
busca igualar. El conocimiento de la cotidianidad se sitúa, pues, en este campo. Sobre él
se abren los sectores parciales que se distinguen (por ejemplo, el señor X... juzga su
profesión aburrida o decepcionante, o apasionante; por esta apreciación, motivada o no,
coherente o no, entra en el campo global. El matrimonio del señor y la señora Y... es
bueno o malo, un logro o un fracaso, lo que le da un sentido, etc.).


267
Lefebvre desarrolla su idea sobre París: Notre Dame simboliza la continuidad de París y la grandeza de una época pasada y la fe de sus
constructores; resume a un tiempo una concepción del mundo y algunos siglos de Historia. Rostros, monumentos, símbolos que introducen
profundidad en la vida cotidiana: presencia del pasado, actos y dramas individuales o colectivos, posibilidades mal determinadas y por tanto
más comprensivas de belleza y grandeza. En el espectáculo de lo cotidiano y en la participación de los individuos en la vida son nudos, centros,
puntos de penetración a algo más profundo que la trivialidad reiterativa, de la que sin embargo, esos símbolos, no se separan ni un ápice. París
es: calles, personas, signos, señales innumerables y también símbolos sin los que la presencia de la ciudad, de su pueblo y de su historia se
echaría de menos. La trivialidad de las señales, de los signos conocidos y repetidos, reinaría sin los símbolos sobre el espacio y el tiempo, al
privarlos de lo desconocido y de sentido... (1973a:90).

272
c. Contrariamente a lo que piensan algunos ‘semánticos’, la significación no agota el
campo semántico; no es suficiente y no se satisface. No tenemos el derecho de olvidar lo
expresivo en beneficio de lo significativo. No hay expresión, es cierto, sin signos y
significados que se esfuercen en decirla, o sea, en agotarla; pero tampoco hay
significado sin lo expresivo, que ésta, la expresión, traduce fijándolo, trivializándolo.
Entre los dos términos existe una unidad y un conflicto (una dialéctica). El sentido
resulta de esta relación móvil entre la expresión y la significación. Contrariamente a las
señales, los símbolos son oscuros e inagotables; los signos se desplazan entre la claridad
fija de las señales y la obscuridad fascinante de los símbolos, de pronto cercanos a la
vacía claridad, de pronto más cerca de la profundidad incierta.
El campo semántico total une (en proporciones variables según los lugares y momentos)
la profundidad simbólica y la claridad de las señales. Los signos (y especialmente el
lenguaje) permiten decir el sentido.
d. En términos más precisos todavía, las señales que dirigen imperativamente y no enseñan
nada, que se repiten idénticas a sí mismas, constituyen socialmente una redundancia.
Los símbolos siempre aportan sorpresas, novedades, imprevistos, incluso en su
reaparición; sorprenden, tienen carácter estético. Cuando son demasiado numerosos,
demasiado ricos, abruman y se convierten en ininteligibles. Los signos (o señales y
símbolos conjuntamente) tienen un papel informativo.
e. De esta forma se define ante nosotros el texto social. Éste resulta de la combinación, en
proporciones infinitamente variadas, de los aspectos y elementos mencionados
anteriormente. Sobrecargado de símbolos, cesa de ser legible por ser demasiado rico.
Reducido a señales, cae en la trivialidad. Demasiado claro, resulta tedioso (redundante),
reiterativo. Un buen texto social es legible e informativo; sorprende, pero no demasiado;
enseña sin agobiar. Se comprende fácilmente, sin exceso de trivialidad (Lefebvre,
1960/1973a: 90-91).

De esta manera, la riqueza del “texto social”, dice Lefebvre, se mide por su “variación accesible”: por la
riqueza de posibilidades que ofrece a los individuos (que lo descifran y forman parte de él). Estas
posibilidades exigen opciones, tan numerosas como aperturas tiene lo posible, pues lo posible y lo
imposible van parejos; hay que escoger, y lo posible no escogido deviene imposible. Así por ejemplo, la
gran ciudad ofrece opciones más numerosas que la pequeña ciudad o el pueblo, a lo que el francés llama
sus seducciones, sus tentaciones, sus llamadas, se trate de bienes que ambicionar, de oficios que
aprender, de amigos que frecuentar, de amores que conquistar. Finalmente, aquella opción y duda de
escoger acompañan la multiplicidad de los posibles que se leen en el texto social. De ahí, la inquietud
inherente a la cotidianidad más rica, inquietud proporcionada a las solicitaciones multiplicadas y a las
exigencias de la decisión que compromete, que realiza un posible, e impide volverse atrás (Lefebvre,
1960/1973a).

3.2.3. La calle y el habitar: sistemas parciales abiertos intermediados por el lenguaje

Lefebvre a partir de su propuesta teórica de los “campos semánticos”, titulada así en el tomo II de su
Crítica de la Vida Cotidiana (1961), plantea que tanto el habitar como la calle en el espacio-tiempo, así
como los signos, son un “sistema abierto”, los cuales se encuentran mediados por el lenguaje al interior
de la vida cotidiana.

273
(…) el sistema de signos es un sistema abierto controlado por una coherencia que es casi lógica.
Formalmente, el elemento no significante en el lenguaje (por ejemplo, el sonido, la sílaba o el
fonema) es evidente, pero no se reconoce como tal. En realidad, sin embargo, en la expresión
práctica, social, es un elemento importante y consciente, actuando como interjección y
exclamación: ‘¡Oh! Ah!’, etc. En este uso del no-significante (que el estructuralismo dogmático
encuentra difícil de tratar) la expresión es más importante que la significación. Ahora, cuando se
habla en realidad, y se toma en su contexto completo – los gestos, la mímica, las muecas– el
discurso es expresivo. Las inflexiones de la voz dan un apoyo constante a las relaciones formales
entre los términos del discurso. De esta manera y sólo de esta manera, entran en lo cotidiano, no
como su telar, sino como hilos tejidos en su fábrica (Lefebvre, 1961/2014b, Trad. del A.).

Para desarrollar el concepto de “calle” de Lefebvre como un ejemplo de la riqueza del texto social en el
espacio y reforzar nuestro marco interpretativo, decidimos transcribir un extracto –extenso– del artículo
Introducción a la psicosociología de la vida cotidiana (1960) en el que Lefebvre evoca, imagina, ensaya
y crea un espacio de múltiples posibilidades (cotidianas: repetitivas, y gozosas: estéticas, trágicas, etc.) de
apropiación y uso. De esta manera, nos apoyamos en el relato para entender el espacio de la calle como
una forma que retiene y renueva contenidos ilimitadamente, que funciona como un “sistema parcial”
dentro de otros sistemas; por tanto, como una forma de lo posible expresada en un sistema parcial
abierto.

(…) Hablaremos de la calle de una gran ciudad, y por tanto trataremos de una calle concurrida,
activa, completamente urbanizada, sin relación alguna con el campo y la Naturaleza, a no ser el
recuerdo sorprendente que en ella nos traen los árboles, o algunas flores, o el cielo y las nubes
deslizándose sobre la ciudad. Intermediario muy privilegiado entre los sectores de lo cotidiano –
los lugares de trabajo, la residencia, los lugares de distracción–, la calle representa, en nuestra
sociedad, a la vida cotidiana. Constituye su escenario casi completo, su síntesis, y esto siendo
exterior a las existencias individuales y sociales, o quizá precisamente por ser exterior. No es
nada más que el lugar de paso, de interferencias, de circulación y de comunicación. Es, pues,
todo, o casi todo: el microcosmos de la modernidad. Con su apariencia móvil ofrece
públicamente lo que en otros lugares está escondido, poniéndolo en práctica sobre la escena de
un teatro casi espontáneo.

La calle se repite y cambia como la cotidianidad: se reitera en el cambio incesante de las gentes,
los aspectos, los objetos y las horas. La calle ofrece un espectáculo y es sólo espectáculo; el que
se afana, con prisa para llegar a su trabajo o a una cita, no ve este espectáculo, es un simple
extra. Y la ‘modernidad’, ¿no es esencialmente espectáculo y espectacular, tanto en la calle
como en la televisión, en el cine, en la radio, en ceremonias y manifestaciones varias? El
espectáculo de la calle, variable e idéntico, ofrece sólo sorpresas limitadas, salvo accidentes (es
decir, salvo caso de un accidente, que provoca inmediatamente una emoción considerable y
multiplica el interés). Lo sensacional rompe rara vez la monotonía diversa de la calle. La calle
abre ante nuestros ojos un buen ‘texto social'. Toda clase de gentes se mezclan en ella. Las
diferencias sensibles y ostentosas entre las clases y estratos sociales han desaparecido. Estas
diferencias acentuarían el pintoresquismo pero convertirían pronto en insoportable la
abigarrada muchedumbre que circula por los Campos Elíseos o los grandes bulevares. Estratos
y clases sociales continúan distinguiéndose por medio de múltiples signos imperceptibles a las
miradas poco observadoras. ¿Cuántas mujeres saben clasificar a otra mujer con una ojeada,
apreciando sus zapatos, sus medias, su peinado, sus manos y forma de andar, su vestido o
abrigo? Muchas, y, ciertamente, más que los hombres y mejor que los hombres. Saben también
clasificar a los hombres en categorías convenientes: guapo o feo, simpático o antipático, rico o
no, inteligente o no, distinguido o vulgar... En resumen, en la calle, numerosos instantes de
interés traspasan la indiferencia del espectáculo permanente, en el cual cada uno deviene

274
espectador.

En la calle yo participo. Soy también espectáculo, para los demás. De buen o mal grado, figuro
en el texto social, pequeño signo familiar, pero quizá ligeramente irritante porque es enigmático,
expresivo. Figuro en él con buena o mala consciencia, pasiva o agresivamente, según mi humor,
mi destino, mi situación, satisfecho si paseo, si tengo tiempo por delante, si voy bien vestido (y
los transeúntes parecen notarlo), si hace buen temporal. Marcho contento o descontento,
preocupado o divertido, disgustado o distraído, y mi situación se revela más claramente, para mí
mismo, desde el momento en que salgo de la oficina, de la fábrica o de mi casa. Estoy de nuevo
disponible, o bien voy al trabajo, o me apresuro porque me están esperando. Mil pequeños
psicodramas y sociodramas se desarrollan en la calle, y los míos en primer lugar.

Desierto superpoblado, la calle fascina y no obstante no tarda nunca demasiado en decepcionar.


Resume las posibilidades: espectáculo de lo posible, posibilidades reducidas a un espectáculo,
mujeres bellas, o encantadoras, que el paseante no conocerá jamás, mujeres feas o visiblemente
estúpidas, hombres agraciados o no, grupos extraños por extranjeros, ocupaciones o
preocupaciones de las que llevan las huellas. El humano más distante se acerca aquí hasta rozar
a cada uno de nosotros, en una diversidad casi inagotable y que no comprende a nada (salvo en
el caso límite: desfile, pelea, manifestación política). Demasiado poblada, la calle se convierte
en el lugar de la muchedumbre, y cada uno se pierde en ella o la evita. Abandonada, vacía, la
calle resulta atrayente por su vacío.

La calle ofrece también el espectáculo de todos los bienes de la tierra, ofrecidos a las miradas y
a las ambiciones, objetos de los deseos, excitándolos hasta el frenesí, excitantes por inaccesibles,
inaccesibles para atizar los deseos. Tras de los escaparates, los objetos viven su vida soberana.
Allí esperan la plenitud de su existencia, como mercancías y valores de cambio, en su trayecto
entre la producción y el consumo, y reman en la calle, intermediaria entre los hombres. En ellas,
los objetos se fetichizan completamente, y este fetichismo se metamorfosea en una especie de
esplendor, que hace que algunas calles (por ejemplo, la calle Saint-Honoré) se asemejen a los
museos, y los grandes almacenes a catedrales. Allí se realiza el circuito que convierte la
mercancía, de objeto deseable y deseado en bien. Por los objetos y su belleza, su ofrenda y su
rechazo, la calle se convierte en el lugar del sueño más cercano a lo imaginario, y al mismo
tiempo en el lugar de la realidad más dura, la del dinero y la frustración.

Los hombres, y sobre todo las mujeres, cortejan las cosas en la calle: las cosas-reinas, las cosas-
hadas que sus adoradores transforman en cosas-fantasmas, tras los escaparates. A través de los
objetos y los goces, posibles e imposibles, el dinero se proclama emperador, por encima de estas
realezas.

Desquite de los seres humanos: en sueños o en el pensamiento, persiguen los objetos, los juzgan.
Escogen, en imaginación o en acto. El número de opciones posibles mide el interés del
espectáculo (no olvidemos señalar, sin insistir, que esta medida –o ironía– puede presentarse en
forma matemática y que tiene leyes, las de la información en general).

Espacio y tiempo marcados por el sello de la riqueza, la avaricia, y por tanto de la pobreza y la
privación. La calle, el ir de compras, el mirar escaparates, dramatiza las vidas individuales sin
transformarlas demasiado. La calle esconde lo desconocido en las tiendas como en el fondo de
los pasillos, o en las encrucijadas. Este desconocido sólo conlleva un mínimo de riesgo. Se
reduce casi (no completamente) a lo conocido. Desfamiliariza, sin desconcertar demasiado. La
aventura espera en la esquina más próxima, inofensiva salvo excepciones que, confirmando la
regla, cambien el sentido: la aventura se abre al posible más inquietante. No siempre ocurrió así.
La calle medieval contenía peligros y tentaciones brutales. Arrancaba a burgueses, artesanos y
cofrades de la tranquilidad de sus casas y de la vida patriarcal. Dios y el diablo se la disputaban,
y se disputaban en ella. Pestilente, presa de bandoleros y truhanes, desplegaba su truculencia en
la sordidez. Restif de la Bretonne nos ha dejado el cuadro de las calles de París en el apogeo y
fin de este pintoresquismo, hoy lejano, cuyo eco reencontramos en Nápoles o en las ciudades del

275
Oriente que se ha conservado asiático.

La calle de pueblo, por su parte, se mantiene inmersa en la Naturaleza. Lugar de tránsito para la
gente y bestias que van de la casa y el establo a los campos, se somete a los ritmos del mundo,
que dominan la vida social y se someten todavía a los hombres: horas y días, semanas y meses,
estaciones, hacen allá ley. Y también las estaciones de la vida, juventud, esponsales, vejez,
entierros, dominados por el amo del tiempo más aún que del espacio: el templo o la iglesia, su
campana, su campanario (Lefebvre, 1960/1973a: 94-97).


Fig. 52. Robert Doisneau. (1945). Les pavillons des délaissés, Cachan. Atelier Robert Doisneau.

En la Introducción al estudio del hábitat del pabellón (1966)268 Lefebvre expone una conclusión sobre la
apropiación del espacio en el pabellón 269 como la socialización del espacio individual y la
individualización simultánea del espacio social. Los especialistas a través de estudios sociológicos
designaban al pabellón definitiva y severamente como un espacio que indica un individualismo esencial;
donde sus habitantes quieren ante todo conservar el “yo”, la personalidad privada. Lefebvre interpela

268
L'habitat Pavillonnaire, publicado junto a Nicole Haumont, M-G. Raymond y Henri Raymond. Éditions du CRU, París, 1966. Cuyo prefacio
fue traducido al español en 1971 por M. Gaviria en De lo rural a lo urbano. La ISU trabajó como un equipo; por lo tanto, la atribución de
créditos para el estudio del pabellón, publicada en tres volúmenes en 1966, no fue una tarea fácil. L'habitat pavillonnaire contiene el resumen del
estudio cuyo prefacio corresponde a Lefebvre; La politique pavillonnaire, un estudio histórico de las condiciones políticas y legales de la
suburbanización en Francia y el discurso a su alrededor, fue acreditado a Marie-Geneviève Raymond; y Les pavillonnaires, que presenta los
resultados de las entrevistas y su interpretación, fue firmado por Nicole Haumont. Según Henri Raymond, Lefebvre no estuvo directamente
involucrado en la investigación. Esto no ha sido del todo corroborado por sus antiguos colegas.
269
El ‘pabellón’ (pavillon) en el sentido estricto se define como un edificio para vivienda unifamiliar (generalmente subvencionada) localizado en
zonas suburbanas de la ciudad formando barriadas de casas. En Francia, su proliferación se dio durante la década de los años 50 principalmente.

276
dichos estudios, señalando que la oposición entre el mundo interior y el mundo exterior da sentido al
alojamiento. Así, la imagen del pabellón –describe– corresponde a un ideal que implica un deseo de
protección y de aislamiento, una necesidad de identificación y afirmación de sí mismo, una necesidad de
contacto con la naturaleza, en resumen, una exigencia de aislamiento. Una especie de actitud mágica
valora e idealiza el pabellón; la resistencia al cambio y el triunfo del aislamiento individualista revisten en
él la amplitud del mito. El primer mérito del equipo ISU (y en particular de Henri Raymond) fue no caer
en el desprecio a las “gentes de pabellón”, considerar su habitar como digno de un estudio sociológico
que exigía una afinación de los métodos y técnicas de acercamiento. De ese modo, lo que parecía
insignificante o irrisorio ha demostrado tener un sentido –explica Lefebvre. En su Introducción, señala el
contraste evidente entre el hábitat de pabellón y los grandes barrios de bloques:

… en el pabellón, de un modo sin duda mezquino, el hombre moderno habita como poeta. Por
esto entendemos que su habitar es un poco su obra. El espacio de que dispone para organizarlo
según sus tendencias y según sus ritmos guarda cierta plasticidad. Se presta a adecuaciones. No
es como el espacio provisto a los arrendatarios o copropietarios de un barrio; este espacio es
rígido, carece de flexibilidad. Las adecuaciones del espacio son difíciles, a menudo imposibles,
casi siempre prohibidas. El espacio del pabellón permite cierta apropiación por el grupo
familiar y por los individuos de sus condiciones de existencia. Pueden modificar, añadir o
suprimir, superponer a lo que les ha sido provisto lo que proviene de ellos mismos: símbolos,
organización. Su entorno reviste así sentido para ellos; hay un sistema de significación, e incluso
doble sistema: semántico y semiológico, en las palabras y en los objetos (Lefebvre, 1966/1973c:
164).

Según Stanek (2011a), las tesis fundamentales de la obra de Lefebvre, incluyendo el concepto del espacio
socialmente producido y productivo, están directamente relacionadas con la investigación sobre las
prácticas de vivienda en los estudios del Instituto de Sociología Urbana (ISU). Estos estudios se centraron
en la casa de los suburbios, en los grandes conjuntos o en las viviendas colectivas, dos formas espaciales
consideradas sintomáticas de la urbanización francesa de posguerra, con las primeras vinculadas a la
privatización de la vida cotidiana en la sociedad de consumo emergente; la última, vista como resultado
de la intervención estatal en la crisis de la vivienda de posguerra, y como marco de las próximas formas
de segregación espacial entre los grupos sociales. Siguiendo a Stanek, estos estudios se ponen a la luz en
el relato de Lefebvre también por sus compromisos en los debates arquitectónicos de los años sesenta y
setenta inscritos en la revisión del movimiento moderno.

En su prefacio Lefebvre desarrolla tres hipótesis para la aprehensión y estudio del habitar. La primera
considera que el habitar es un hecho antropológico. La “habitación”, la morada, el hecho de fijarse al
suelo (o de desprenderse de él), el hecho de arraigarse (o de desarraigarse), el hecho de vivir aquí o allá (y
por consiguiente, el hecho de partir, de ir a otra parte), estos hechos y este conjunto de hechos son
inherentes al ser humano. Por tanto, dice, “constituyen un conjunto a la vez coherente y penetrado de
contradicciones, de conflictos virtuales o actuales” (1966/1973c: 154). En este sentido, Lefebvre
considera que al Homo (hombre en tanto que especie) se le determina por un cierto número de atributos,
cuyas denominaciones y connotaciones (es decir, significaciones y resonancias) son lo bastante

277
numerosas como para cubrir las manifestaciones múltiples de dicha especie. La lista de estos atributos del
hombre en tanto que especie posiblemente no esté agotada. El habitar forma parte de estos atributos, o, si
se prefiere hablar así, de estas dimensiones.

El filósofo francés abre un campo de posibilidades al considerar que las transformaciones son tales que no
solo es posible hoy imaginar, sino experimentar, el estilo de vida de un ser humano, “que fuera mera
erranza [errancia], peregrinación mundial y supraterrestre, desarraigo voluntario después de cada fijación
(…) o bien, que encontrara su hogar únicamente en la poesía” (Ibídem:155). Sin embargo, es consciente
que con estas cláusulas se excluye tanto al sociologismo como a la ontología que prefieren verdades
eternas sobre el arraigo. En el curso de su introducción advierte que si se declara preliminarmente al
habitar como una dimensión del hombre (en cuanto ser humano), no lo hace para privilegiarla, y así,
nadie puede fijar las normas o modalidades del habitar, en tanto que el hogar o la morada forman parte de
una dimensión abierta de la sociedad.

Toda tentativa de definir lo humano por una de sus dimensiones o por uno de sus atributos, se
desmorona con los golpes del pensamiento crítico. Por consiguiente, que nadie se arrogue el
derecho de definir el destino de la sociedad fijando a sus miembros las normas de habitación y
modalidades del habitar. La invención y el descubrimiento deben continuar siendo posibles. El
pabellón es un lugar abierto. En el habitar preferible a los otros [atributos], el ser humano debe
poder afirmarse y decirse alternativamente faber, sapiens, ludens, ridens, amans, creator, etc.
(Ibíd.:155).

Una segunda hipótesis o problema detectado por Lefebvre es que la manera de habitar, el modo o las
modalidades del habitar, puede expresarse en el lenguaje, pero sólo si éste sistema de sistemas no llega a
cerrarse. Lefebvre sostiene que el lenguaje viene a expresar la manera de vivir, comprendido el habitar en
una sociedad determinada. Desafortunadamente, las maneras de vivir se expresan en el lenguaje hablado,
que no deja huella y los testimonios escritos son, pues, incompletos, expurgados en parte de lo que nos
interesa. Así pues, el lenguaje no está limitado a la expresión del habitar, en ella encontramos también el
alimento, el vestido, los juegos, así como los recuerdos de acontecimientos y las indicaciones relativas a
las múltiples actividades económicas y políticas. Por lo tanto, el lenguaje comprende, sistemas que se
entremezclan, sistemas parciales que no puedan cerrarse.

En este sentido, la vida cotidiana exige una perpetua traducción al lenguaje corriente de estos sistemas de
signos que son los objetos que sirven al habitar, al vestido, a la nutrición270. Lefebvre en acuerdo con
Maxime Rodinson271, cuando escribe –en la conclusión de su estudio sobre el Islam– que no hay
coexistencia de un hombre alimentándose, un hombre vistiéndose, un hombre produciendo, un hombre
pensando. Se trata, evidentemente, del mismo hombre, cuyas actividades repercuten unas sobre otras.


270
En opinión de Lefebvre, quien no sabe traducir estos sistemas de signos al lenguaje corriente del habitar es un ignorante o un aberrante, o un
extranjero.
271
Maxime Rodinson (1915-2004) fue un historiador marxista, sociólogo y orientalista francés. En 1966 publicó una de sus obras más
importantes Islam et capitalisme, Paris, Seuil. [traducida al español en 1973, Islam y Capitalismo. Madrid: Siglo XXI].

278
Quienes comen, beben, juegan y habitan –dice el teórico francés– (evocándonos al Team X) son los
individuos miembros de una sociedad, insertados en su praxis, prendidos en una globalidad, explica
Lefebvre. En esta globalidad, el lenguaje puede servir como medio, intermediario y entorno a la vez, del
conjunto social conectado a los sistemas parciales (de objetos, signos, de actos, etc.) mediante un vínculo
activo constituido por los individuos y los grupos. (Lefebvre, 1966/1973c).

Lefebvre aprecia un problema de aplicación del método, por el cual se desprende una abstracción
científica, es decir, se obtiene un código relativo a determinado mensaje sensible o verbal, que tiene como
referencia el juego, el habitar, el vestir, el amar, de una sociedad determinada. Estos códigos pueden ser
extraídos del lenguaje (de la lengua) por una serie de difíciles operaciones, en las cuales, el lenguaje es
considerado como sistema de sistemas, en el que ninguno de estos sistemas parciales puede cerrarse. La
dificultad deriva de lo siguiente: para que la operación fuera precisa se necesitaría que el sistema parcial
(del habitar) forme un sistema cerrado (un corpus). Pero ninguno de los sistemas parciales puede cerrarse,
ni su conjunto, es decir, el lenguaje. En el lenguaje –hecho social por excelencia que refleja la vida
social– las relaciones sociales esenciales permanecen inconscientes o supra-conscientes como la totalidad
misma de la sociedad, la cultura y la civilización.

La tercera cuestión, es que el habitar se expresa objetivamente en un conjunto de obras, de productos, de


cosas que constituyen un sistema parcial: la casa, ciudad o aglomeración. Cada objeto forma parte del
conjunto, que lleva la marca; testimonia el estilo (o la ausencia de estilo) del conjunto. Tiene significación
y sentido en el conjunto sensible que nos ofrece un texto social. De esta manera, el habitar se expresa en
un conjunto de palabras, de locuciones. Sería demasiado fácil dar con el sistema semántico del modo de
hablar, señalando los objetos relativos al habitar y sus significaciones. Pero ninguno de estos mensajes
aporta el código que permite descifrar el habitar, automáticamente. No hay entre ellos relaciones
reciprocas de código a mensaje, o de lenguaje a metalenguaje. Son dos textos sociales distintos, que como
tales deben ser estudiados por el análisis, sin por ello ser separados, utilizando las correspondencias
perceptibles y percibidas.

Por último, Lefebvre plantea una complejidad a tomar en cuenta en su estudio: El habitar no puede
considerarse globalmente, incluso si hay que estudiarlo como un sistema parcial. Según Lefebvre, al igual
que el lenguaje, el habitar comprende niveles. Trae como referencia a Jacques Berques272, que para ese
entonces había demostrado en la ciudad musulmana un urbanismo de signos. “Las funciones de la ciudad
según la ética islámica, a saber el intercambio y el testimonio se realizan, junto con las funciones
económicas y políticas, en un conjunto arquitectónico de significaciones y en una jerarquía de vecindades
alrededor de los monumentos, entre los cuales, el principal es la mezquita” (Lefebvre, 1966/1973c: 159).
De este modo, explica, que en semejante conjunto “objetal” y “subjetivo” a la vez, el habitar individual y

272
Jacques Berque, (1910-1995), sociólogo y antropólogo orientalista francés.

279
familiar es sólo un elemento: la casa. Y este conjunto que se inserta, se articula, en niveles más amplios,
es esencial, y sin embargo subordinado. Para aprehenderlo, hay también aquí que extraer y abstraer un
sistema parcial. Así, la casa actúa como elemento y nivel de sistemas más amplios, pero a su vez parciales
abiertos, nunca completos, nunca cerrados. Lo que obliga, según Lefebvre a afinar más y más las
nociones de “sistema, de significación, de conjunto, de totalidad”. (Lefebvre, 1966/1973c).

3.2.4. La Forma Abierta en la arquitectura – El arte del gran número273 (1961)

En el artículo “La forme ouverte dans l’architecture – L’art du grand nombre”, publicado en el primer
número de la revista Le Carré Bleu (1961), Oskar Hansen desarrolla sus argumentos teóricos sobre la
“Forma Abierta” para discutirlos frente a los problemas de la vivienda en el marco de una crisis de
práctica arquitectónica, marcada por operaciones de estandarización economicista y modelos de
planificación, gestión y producción que acaban configurando “formas cerradas”. La pedagogía de Hansen
y su visión pragmática de la teoría, así como, su posición crítica ante el rol del arquitecto en la gestión de
los proyectos lo llevan a preocuparse tanto por los problemas del individuo en la vida social con énfasis
en las prácticas del habitante, como en los medios de producción y la programación de la construcción.
Persiste de manera especial, su interés por las energías participativas de los habitantes en la producción de
otro espacio posible como una forma abierta.

Llegamos a Bagnols-sur-Ceze para responder a la pregunta de cuál es nuestro punto de
encuentro y unión y cómo luchar por esta unión. En mi opinión, el punto de encuentro es lo que
me parece inaceptable en la arquitectura actual, el ‘cómo’, los medios que me parecen
apropiados y que deben ser utilizados para realizar la nueva idea.
¿Cuáles son las quejas contra la arquitectura tal como la conocemos?

1) No ha resuelto el problema del número: la insuficiencia de vivienda y de las instalaciones


sociales está disminuyendo muy lentamente y con frecuencia aumenta más que disminuye.
2) En tanto que Forma cerrada no se adapta a los cambios traídos por la vida, que a menudo se
actualiza antes de realizarse.
3) No ha tenido suficientemente en cuenta la mentalidad del habitante y muchas veces no es
humana.
4) Disipa los medios financieros.
5) Las ‘reglas del juego’ en la llamada arquitectura contemporánea favorecen la decadencia de
los rasgos característicos del medio ambiente (el problema del cosmopolitismo).

Los arquitectos progresistas, creyendo en los efectos milagrosos de la forma cerrada, han
buscado, en vano durante medio siglo, establecer el proyecto de una vivienda mínima para
romper el estancamiento causado por el problema de los números. Las necesidades están
aumentando constantemente, el estándar de un plano cuantitativo está cayendo. Incluso las
excelentes soluciones basadas en la forma cerrada, como Vällingby274 no han resistido la prueba


273
Oskar Hansen, 1961. La forme ouverte dans l’architecture – L’art du grand nombre. En: Le Carré Bleu, 1-1961, 5-7.
274
Vällingby es un barrio situado en la parte occidental de Estocolmo. Fue planeado a comienzos de 1950 como una nueva ciudad, siendo
inaugurada en 1954 y rápidamente asimilada como un nuevo distrito de la capital sueca. El plan urbano original fue diseñado por el arquitecto
Sven Markelius (1889–1972) fundador del grupo sueco del CIAM (1928) y redactor de Acceptera en 1931.

280
por varias razones. La nueva capital de Brasil, Brasilia, se convertirá, me parece, en un
monumento antiguo antes de su construcción, porque la Forma Cerrada constituye la base de su
creación.

El arquitecto austriaco Hoffmann275 resolvió formalmente, hace cincuenta años, en Bruselas, el


problema de la Forma Cerrada con todas sus consecuencias, incluido el papel del arquitecto
superespecialista, debiendo disolver el problema de la pequeña cantidad que debía determinar el
orden de todas las cosas; desde la escala urbanística hasta la de un botón.

No estoy a favor de un cambio impuesto, pero estoy convencido de que se pueden acelerar los
progresos. El hecho de que los elementos de libre polémica en la arquitectura no hayan sido
tomados en cuenta de una manera orgánica hasta ahora, o que estos elementos hayan sido
simplificados; es un anacronismo de la Convención de la Forma Cerrada así como las
repercusiones del sistema tradicional de construcción.

Y si la vida colectiva es a menudo –hasta ahora menos– una triste necesidad, y no un lujo debido
al progreso, esto es también el mérito de la Forma Cerrada.

¿Cómo?
Estoy convencido de que la sociedad contemporánea, ‘inflada’, que dispone de un arsenal de
medios (la Forma cerrada obsoleta) se encuentra en una situación material dada capaz de
construir viviendas y servicios sociales en una cantidad suficiente y con un estándar cada vez
más alto.

La desgracia del problema irresoluto de la cantidad radica en la aplicación de la herencia de la


Forma Cerrada a la solución de otros contenidos, los del gran número. Cuanto antes nos
liberemos de las limitaciones de la Forma Cerrada que nos ha formado y en consecuencia no
percibimos a menudo sus efectos nocivos, más pronto resolveremos la tarea fundamental del
arquitecto.

Creo que es posible encontrar una solución al problema de la cantidad dinámica sin bajar el
estándar, basado en la convención de la forma abierta que es la consecuencia de los contenidos
antes mencionados y de una nueva calidad.

¿Qué queremos entonces decir por cantidad o por número? Esto consistirá en llenar las lagunas
en el número de viviendas y servicios sociales que nos ha heredado la Forma cerrada y ponernos
al día en el empuje demográfico de la construcción.

La calidad en esta convención es considerar al individuo dentro de la colectividad. Estos


elementos esenciales de la Forma abierta representan las fuerzas que permitan impulsar y que
darán forma a la nueva arquitectura. El número nuevo generará una nueva calidad y, a la
inversa, la noción del nuevo número nos permitirá resolver el problema del número.

La simplificación en la arquitectura, que reinó más de medio siglo, la hizo estéril y, en


consecuencia, privó a los habitantes de la energía potencial para decidir sobre sí mismos. Para
empezar a actuar, primero debemos ‘sanarnos’ de la forma cerrada; tanto arquitectos como
futuros habitantes.

En contraste con la forma cerrada, la forma abierta no excluye la energía de la iniciativa del

275
Josef Hoffmann (1870-1956) fue un arquitecto y diseñador industrial austríaco. O. Hansen hace referencia al palacio Stoclet, al haber sido un
proyecto encargado por el millonario belga Adolph Stoclet, quien le dio a Hoffmann total libertad artística sin límites de presupuesto para
ejecutar la obra y resolver hasta el mínimo detalle de la decoración. Así, Hoffman (alejado de la Secesión) junto con Koloman Moser fundaron la
Wiener Werkstätte (taller de producción artesanal con el que pretendía la estetización de la vida), realizando una oda al trabajo artesanal y a los
materiales preciosos, lujos que se irían desvaneciendo con el advenimiento de la sociedad industrial. Otra ‘consecuencia’ sugerida por Hansen es
quizás que la fortuna con que se construyó el Palacio derivó de negocios en la banca, la producción de armas y la explotación de minas en el
Congo Belga.

281
habitante, sino que, por el contrario, la considera un elemento constructivo, orgánicamente
indispensable. Este hecho juega un papel decisivo en la mente del habitante y, por lo tanto, en la
realización del trabajo. El ritmo de nuestra época, con sus logros científicos, transformaciones
políticas, cataclismos de todo tipo, y la acción de la Forma cerrada, que se manifiesta
especialmente en la mala interpretación del material industrial (dando lugar a la pesallidesca
forma de la aburrida estereotipia), son las causas de la ‘nucleación’276 del individuo. Éste está
fuera de la acción. El objetivo de la Forma Abierta es ayudar al individuo a encontrarse en la
colectividad, a ser indispensable en la formación de su propio entorno.

Parece que la sociedad debe facilitar (y no imponer, como en la Forma Cerrada) el desarrollo
del individuo. Debe haber una síntesis entre los elementos objetivos, colectivos, sociales y los
elementos subjetivos, individuales. Esta necesidad orgánica de nuestra comunidad –la
interpenetración de estos elementos aparentemente contradictorios– permitirá una distribución
más juiciosa de los medios a nuestra disposición, ayudará a resolver el problema de los medios
perdidos y, en última instancia, resolverá de manera orgánica el problema de los números para
el desarrollo del individuo, la base de la sociedad.

¿Qué tenemos que considerar como elementos sociales objetivos? Los que somos capaces de
encontrar sólo en la existencia de la sociedad. Por lo tanto, los elementos subjetivos serán
aquellos que podemos y queremos resolver de nosotros mismos.

Fig. 53. Oskar Hansen (1975) explicando la teoría de la Forma Abierta y el problema del gran número en el
Congreso de AICA (Asociación Internacional de Críticos de Arte) en Breslavia, Polonia. Fuente: Museo de la Academia
de Bellas Artes de Varsovia. (s.f.).

En las primeras etapas, se tomarán medidas en la planificación espacial a escala de un país o en


la planificación urbana a escala de una región o una ciudad. En particular, esto implicará la
creación de ‘zonas de viviendas unifamiliares’ en planta baja, primer piso, segundo piso, tercer
piso y así sucesivamente. Hasta el nivel más alto de un edificio. La puesta en marcha de tales
proyectos supondrá la solución de problemas como: la influencia de las condiciones locales
sobre la formación de los conjuntos urbanos, los fondos de la vida social, las comunicaciones,
las instalaciones, etc.


276
La ‘nucleación’ es el primer paso en la formación de una nueva fase termodinámica o una nueva estructura a través del auto-ensamblaje o la
auto-organización. La nucleación se define típicamente como el proceso que determina cuánto tiempo un observador debe esperar antes de que
aparezca la nueva fase o estructura auto-organizada.

282
Es el habitante quien elegirá su lugar en una ciudad. Por la respuesta que haya dado a una
encuesta. Este es el primer punto de interpenetración de elementos objetivos y subjetivos.

Después de elegir el lugar, el habitante decide el sistema de ejecución de la vivienda. ¿Cómo lo


hará? Aquí puede intervenir el segundo punto de interpenetración si la sociedad realiza la
vivienda de acuerdo al mandato del habitante (por ejemplo, un plan-type). Este es el momento en
que puede intervenir el arquitecto u otro especialista designado por el habitante. Esta etapa de
construcción también puede ser realizada, total o parcialmente, por el propio habitante o por
otra energía personificada, pero siempre según la decisión del habitante. Este paso no puede
llevarse a cabo con éxito a gran escala a menos que sea organizado de antemano y si una base
material (materiales industriales y semi-industriales, así como materiales locales)
suficientemente amplia y diferenciada no está preparada. Este paso, tanto en lo que respecta a la
organización de la construcción como a la instalación y ampliación de bases, debe llevarse a
cabo de forma gradual. Los problemas deben surgir y ser superpuestos progresivamente; las
soluciones encontradas serán orgánicas277. El tercer punto de la interpenetración o, en otras
palabras, la tercera etapa de la construcción, o la tarea completamente nueva del arquitecto que
reclama una preparación suplementaria consistirá en una participación en nuestra vida psíquica
de la riqueza de las formas de los acontecimientos, no por la eliminación de las diferentes
formas, sino tomando en cuenta todos los elementos constitutivos, mediante una acción plástica
suplementaria.


Fig. 54. Conjunto estatal de viviendas Juliusz Słowacki en construcción. (1961). Lublin. Archivo de la Casa Cultural
del LSM. Recuperado de https://plus.kurierlubelski.pl

La Forma Abierta se manifestará entonces por la clara presencia del individuo en la multitud,
así como por la inteligibilidad del número. En el dominio de la vivienda tendremos una polémica
sobre la formación del entorno, en el ámbito social serán diferentes eventos (hombres,
circunstancias, etc.), caracterizados por unos ‘fondos’ apropiados.


277
Este proceso recuerda a los conceptos de prefabricación ‘cerrada’ y ‘abierta’; esta última es la que utiliza elementos fabricados en serie de
distinta procedencia, que se prestan al montaje según combinaciones variables y, por consiguiente, intercambiables en cierto grado. En cambio, la
cerrada es la que utiliza elementos fabricados en serie, no previstos para la posibilidad de intercambiarlos con otros de procedencia ajena al
propio sistema. (Aguirre de Yraola, 1966).

283
La Forma Abierta difiere de la Forma Cerrada porque toma en cuenta a los individuos concretos
(y no abstractos, dicho de otra manera, medios), por el hecho de que deja un margen, la
posibilidad de dar lugar a una interpretación propia de cada uno. Así estamos en presencia de
un fenómeno mixto, individual y colectivo a la vez, y consecuentemente vivo y compuesto de
múltiples capas.

El problema del alcance (proporciones) de la interpenetración de elementos subjetivos y


objetivos depende de los rasgos y necesidades del entorno. El sistema de distribución de los
medios materiales, el nivel de vida de la población, la base material y los elementos psíquicos
juegan un rol considerable.

Parece que gracias a la delimitación de competencias, que distingue la etapa de grandes


trabajos de la etapa de acabado, podemos llegar a la primera fase industrial pesada a una
mayor perfección (especialización de la empresa) y, en consecuencia, de mayor calidad a
mayores rendimientos. En la fase industrial y artesanal, podríamos desarrollar estas dos ramas y
hacer pleno uso de las posibilidades de los materiales locales, elevando así el nivel general de la
vivienda. La tercera fase es un nuevo desarrollo de la cultura y el arte.

Parece que gracias a la delimitación de competencias, que distingue la etapa de grandes


trabajos de la etapa de trabajos de acabado, estamos en condiciones de arribar a la primera
etapa (industrial pesada), a una mayor perfección (especialización de la empresa) y, en
consecuencia, a una mejor calidad con un mayor rendimiento. En la fase industrial ligera y
artesanal, podríamos desarrollar estas dos ramas y hacer pleno uso de las posibilidades de los
materiales locales, elevando así el nivel general de la vivienda. La tercera fase es un nuevo
desarrollo de la cultura y el arte.

Así, entramos en el campo de una nueva estética de la arquitectura: la de la forma abierta. Así
como el dadaísmo en la pintura ha roto las barreras de la estética tradicional, del mismo modo,
la forma abierta en la arquitectura se acercará a la simplicidad, a la vida cotidiana, a las cosas
encontradas, rotas y fortuitas. El rol del artista-arquitecto se transforma, de personal y alguien
que concibe exclusivamente (imponiendo la Forma Cerrada en la que el contenido juega un
papel secundario y la forma se define de antemano y esto para un hombre inexistente llamado
‘medio’), se convierte en alguien que concibe y coordina. El arquitecto, dado el nivel de la
ciencia, debe darse cuenta de que no sabe todo sobre sí mismo, y en consecuencia aún menos
sobre cientos o miles de personas. El arquitecto superespecialista se convierte ahora en un
anacronismo.

La riqueza de la Forma Abierta en la arquitectura y su evolución consistirá en una controversia


de las diversas formas componentes, derivada de los elementos individuales en los que el
contenido juega un papel primordial, saca a cada habitante individualmente y no está definido
de antemano.

La Forma Cerrada crea una estética propia, la Forma Abierta –el arte de los acontecimientos–
también buscará sus propios métodos de estudio, sus modos de expresión, su estética, la Forma
Abierta que es la forma de una suma de eventos, la suma de individuos de un medio dado, debe,
por consiguiente, conducirnos hacia la expresión de la forma del medio.

Teniendo en cuenta el análisis constantemente ampliado de los elementos componentes, su


interpenetración y la estructura de la sociedad sin divisiones, nos acercamos a la noción de
espacio total y continuo; el espacio correspondiente a una nueva vida psíquica, a una nueva
moralidad.

284
3.2.5. El Sistema Lineal Continuo como aspiración de la forma de lo posible. Conjunto
estatal de viviendas en Lublin, Polonia (1961-1966)

En el año 2014, en un compendio de trabajos sobre el Team 10 del Este, titulado Revisionist Architecture
in Real Existing Modernism, Stanek dedica un capítulo al entrelazamiento entre la arquitectura y el
Estado en la obra de Hansen y el replanteamiento de la gestión arquitectónica en el socialismo de Estado
a partir de la teoría del Sistema Lineal Continuo (SLC) propuesto por Hansen desde mediados de los años
60. Dados los esfuerzos de Oskar y Zofia Hansen durante los años sesenta y setenta, dicha teoría escaló al
proyecto arquitectónico en línea con la teoría de la Forma Abierta: un cambio de paradigma previsto en el
diseño del entorno construido en cada escala que permite definirnos y encontrarnos en el espacio y tiempo
en que vivimos. El SLC fue concebido como un modelo para la urbanización de la Polonia socialista a
través de cuatro grandes bandas de asentamientos a extender por todo el país: una alternativa a las
ciudades tradicionales y concéntricas278. La decisión de escalar el proyecto en relación con el territorio
nacional revela inmediatamente el conflicto esencial entre el Sistema Lineal Continuo y el estado de
posguerra polaco. El estado era indispensable para la ejecución del proyecto de Hansen; sin embargo,
lejos de ser una utopía al servicio del régimen, el proyecto tampoco era simplemente instrumental para el
Estado, que necesitaba ser radicalmente transformado para ejecutarlo. El proyecto de Hansen era a la vez
un proyecto "hecho por" el Estado (a ser implementado por el Estado) y “del” Estado (de su
modernización); en otras palabras, Hansen apuntaba a repensar el Estado y la gestión estatal del espacio,
estableciendo como sujeto al proyecto arquitectónico (Stanek, 2014).


278
Siguiendo el esquema conceptual de la Fig. 57 se sugiere que el desarrollo de las bandas –en respuesta a condiciones geográficas y
topográficas– es guiado por el eje del río Vístula que atraviesa al país de norte a sur partiéndolo por la mitad. Dichas bandas establecen
segmentos (en gris) que consideran la expansión ordenada de los conglomerados urbanos más importantes de Polonia. El esquema de
configuración del módulo de una banda se podrá observar en la Fig. 60.

285
Lublin

Fig. 55. Hansen, O. & equipo. (1972). Diagrama conceptual del desarrollo de 4 bandas de asentamientos que se extienden de
norte a sur a lo largo de todo el territorio Polaco, formando el Sistema Lineal Continuo. Fuente: Stanek, 2014.


El SLC como un proyecto de Estado

Dependiendo del clima político en la Polonia socialista279, la obra de Hansen fue a veces marginada,
mientras que en otras épocas, particularmente desde fines de los años sesenta hasta mediados de los
setenta, recibió fondos y atención de los tecnócratas partidarios en busca de nuevos modelos de gobierno
y economía socialistas. Los informes de Hansen a los comités ministeriales de planificación, sus
memorandos a la Academia de Ciencias de Polonia y las declaraciones publicadas en revistas de
planificación y económicas daban a entender que el Sistema Lineal Continuo era un modelo de
urbanización adecuado al Estado socialista. Hansen escribió que la realización del SLC era posible, sobre
todo, en un Estado socialista, que por sí solo decide sobre el uso de la tierra, que es responsable de la
planificación de la construcción y de los fondos para el control y la industria de la construcción.

279
En el marco de la creación de la República Popular de Polonia, hasta mediados de la década de los años 50, se suscitaron una serie de eventos
en busca de la consolidación del poder socialista. Entre otros, el trabajo por la gobernabilidad desde un Bloque Democrático progubernamental
(1947) que incluía al predecesor Partido Obrero Unido de los comunistas y sus aliados. Esos años intensos también se disputaban en el órgano
legislativo dirigido por el Frente de Unidad Nacional (agrupación de partidos que englobaba al Partido Obrero Unificado de Polonia, Partido
Campesino Unificado y Partido Demócrata). Tras la muerte de Stalin en 1953 se produjo en Europa Oriental una época de deshielo permitiendo
el gobierno de una facción más liberal de los comunistas polacos dirigidos por Władysław Gomułka. Polonia disfrutó de un período de relativa
estabilidad en la siguiente década, pero a mediados de los años 60 inició un período de dificultades económicas y políticas, así como, el
afloramiento de corrupción en el Partido Obrero. En 1970 iniciaría una tímida apertura alentada por las nuevas relaciones entre la Alemania
Democrática y la Alemania Federal, abriéndose paso para una segunda etapa de la república popular.

286
Siguiendo a Stanek, Hansen argumentó que el SLC es una “anti-ciudad”, una alternativa al modelo feudal
de urbanización construido frente una embestida externa, y a la ciudad capitalista construida contra el
enemigo interno: la clase obrera. En este relato, el Estado socialista es un agente de vanguardia que
sustituye al lucro especulativo del suelo por una distribución equitativa del bienestar social como objetivo
de la producción del espacio.


Fig. 56. Oskar Hansen. Boceto del desarrollo del Sistema Lineal Continuo. Fuente: Stanek & Kędziorek, 2012.

Hansen mantuvo con firmeza esta opinión en las décadas que siguieron. Por ejemplo cuando respondió
(en una entrevista en 1977) al arquitecto y activista anticomunista Czesław Bielecki, quien preguntó si el
“espacio arquitectónico socialista” no era algo así como el calco hecho en un cuaderno a cuadros
socialista. Hansen confirmó que existe una estricta conformidad entre el espacio y el sistema social.
Incluso más allá del fin del socialismo argumentó –contra el clima general de opinión– que la Polonia
socialista ofrecía oportunidades para soluciones originales basadas en el “pensamiento holístico”, lo que
sería imposible si se diera el retorno a la Polonia del capitalismo periférico.

Stanek (2014) señala que el diagrama de la Fig. 59 es una muestra explícita del pensamiento de Hansen
sobre la relación entre el socialismo y la Forma Abierta –y por extensión, el SLC. Este esquema se
incluyó en un informe de 1974 titulado La ciudad del futuro280. Allí se observan dos curvas de desarrollo
histórico. La curva oscilante traza el progreso de las formaciones socioeconómicas tal como las teoriza
Marx, desde el feudalismo hasta el capitalismo y luego al socialismo. Esta curva ilustra los ápices de la
narrativa histórica de Marx con ejemplos arquitectónicos como la Abadía de Vézelay y el Palacio de


280
Hansen, O. (1974). Miasto przyszłości. En: Miasto przyszłości, 1. [Series Polska 2000]. Wrocław: Zakład Narodowy im. Ossolińskich.
Wydawnictwo PAN, p. 24.

287
Versalles, que Hansen consideró herederos del feudalismo y la religión respectivamente. Señala la toma y
destrucción de la Bastilla como el giro hacia el nuevo orden capitalista. El año 1944281, corresponde a la
liberación de Polonia de la ocupación alemana, y en consecuencia, su inclusión en el bloque soviético
marcó el cambio hacia el socialismo. Para Hansen, 1974 (el momento presente), marcaba una curva
ascendente, acompañada por un texto en el que sugería que el ascenso del socialismo era avanzar hacia el
reino de la libertad: una referencia claramente marxista.


Fig. 57. Oskar Hansen (1974). Diagrama del principio de pulsación de los cambios en las relaciones sociales y los
fenómenos sociales. [Traducción de puntos en la curva oscilante: Vézelay-Versalles, Toma de la Bastilla-1789, Polonia 1934,
actualidad, mañana, pasado mañana].

La segunda curva muestra el movimiento de un período cíclico que transcurre de la Forma Abierta a la
Cerrada y nuevamente a la Forma Abierta. Según Hansen, estos períodos de tiempo son mucho mayores
que aquellos de los modos de producción, y claramente se observa que el tramo de la Forma Cerrada
abarca la mayor parte del tiempo histórico, desde el feudalismo hasta el capitalismo y el presente
socialista de Polonia. Por tanto, es posible decir que la Forma Abierta y, por extensión, el Sistema Lineal
Continuo, son independientes de la distinción entre capitalismo y socialismo. Stanek considera que esta
independencia le permitiría a Hansen ver su obra dentro de una amplia genealogía de modelos lineales de
urbanización desde finales del siglo XIX. Entre los modelos de referencia para Hansen, se incluían las
propuestas de Arturo Soria y Mata (Ciudad Lineal, 1885-1895), Nikolái Miliutin (Sotsgorod, 1930) y Le
Corbusier (Plan Obús, Argel, 1931-1939). En Polonia, “hacía referencia en particular a la obra de Jan
Olaf Chmielewski (1895-1974), que había desarrollado modelos lineales de urbanización desde la década
de 1930, incluido el Plan Funcional de Varsovia, presentado junto con Szymon Syrkus durante la reunión
del CIRPAC en Londres, 1934” (Stanek, 2014:216, Trad. del A.). De acuerdo al estudio de Stanek,
Hansen habría reproducido los argumentos de Chmielewski en su defensa del SLC en los años 60.
Chmielewski argumentaba en defensa del Plan Nacional de Polonia a finales de los años 40, que el


281
Es posible que el diagrama reproduzca un error tipográfico al mostrar el año [1934], cuando el Levantamiento de Varsovia y la consecuente
liberación de Polonia se produjo en el año [1944].

288
socialismo permite una planificación socioeconómica integrada y combinada con la planificación espacial
en las escalas regional, nacional e internacional, y que en la condición polaca, las mejores soluciones
serían ofrecidas por los sistemas de urbanización lineal282.

Zona multifuncional de
Vivienda, servicios, trabajo,

Vivienda, servicios, trabajo,


vivienda

zona forestal y agrícola


zona forestal y agrícola

detención del tráfico

detención del tráfico



Vegetación Tránsito Vegetación
de rápido de
aislamiento continuo aislamiento


Fig. 58. Oskar Hansen y equipo, (s.f.). Ideograma del SLC a escala nacional. Zona multifuncional de vivienda. Fuente: Stanek,
2014. Cuadro de apoyo superior elaborado por Jiménez-Pacheco, P., 2017.


282
Nota del artículo de L. Stanek (2014): Kotarbiński, A. (1979). Jan Chmielewski – sylwetka twórcy i zarys działalności. En: Początki
planowania przestrzennego w Polsce, Studia i Materiały do Teorii i Historii Architektury i Urbanistyki, XV, Varsovia: Wydawnictwo PWN, 13–
68.

289
Mientras que el diagrama de Hansen muestra que las tendencias hacia la Forma Abierta y hacia el
socialismo son independientes, también propone la compatibilidad entre ellas. Hansen argumentó que las
doctrinas de planificación heredadas deberían ser reemplazadas por la teoría de la Forma Abierta,
compatible con el modelo socioeconómico de la formación socialista en desarrollo. De lo contrario, la
estructura espacial de Polonia continuaría de acuerdo con los patrones heredados del siglo XIX283. El
cuestionamiento de Hansen sobre la relación entre los modelos de urbanización y la justicia social se
reflejó en los debates sobre la intersección entre la arquitectura, la planificación urbana y la sociología en
la Polonia de posguerra284. Recogiendo muchos de estos argumentos, Hansen afirmó que el modelo de
urbanización polaco heredado del siglo XIX tenía tres contradicciones, ante las que el SLC podía dar una
respuesta efectiva.

En primer lugar, la disparidad entre la vida en la ciudad y el campo, que proviene de modelos heredados
de urbanización, contradice el carácter igualitario del socialismo. Dado que la urbanización de Polonia no
desarrolló un “modelo de consumo del tiempo y el espacio” que pudiera liberar la imaginación de una
sociedad igualitaria en el modelo capitalista de consumo. En respuesta, decía Hansen (1971), el SLC
ofrecía una redistribución alternativa de tiempos y lugares para la vida cotidiana: a través de la unión de
zonas funcionales paralelas, el sistema planteaba un equilibrio entre el trabajo y el ocio, entre la
producción y el consumo, la ciudad y el campo. En segundo lugar, el modelo histórico de urbanización en
Polonia no facilitó la integración del país; frenó el surgimiento de nuevas relaciones sociales y evitó un
enfoque holístico del proceso de inversión en la producción espacial. En este sentido, Hansen argumentó
que el SLC facilitaría la “integración” del país mediante el incremento de la movilidad de sus ciudadanos,
aludiendo efectivamente al discurso de Estado sobre la integración del territorio nacional. Por último,
según Hansen, el modelo heredado de urbanización desde el Estado no representaba adecuadamente la
formación socialista, en consecuencia, la redistribución de tiempos y lugares de acuerdo con los
principios igualitarios del socialismo no sería sólo responsabilidad del Estado, porque simultáneamente
cumplía objetivos propagandísticos. De ahí que el SLC mostraría a las sociedades de los países
capitalistas una forma diferente de relacionarse para conducirnos a una vida mejor que en otras
formaciones sociales; en una división espacio-temporal diferente, correctamente compuesta (Stanek,
2014).


283
En un momento caracterizado por la aparición del capitalismo en los territorios polacos, anexado a las potencias vecinas de Rusia, Prusia y
Austria.
284
Algunos de estos debates fueron iniciados por Helena Syrkusowa y Stanisław Ossowski durante la guerra y visibilizados en el trabajo del
sociólogo urbano Aleksander Wallis. En sus textos de principios de la década de 1960, Wallis argumentó que los mecanismos de segregación
socioespacial, típicos de la urbanización capitalista, no desaparecieron en las ciudades polacas, a pesar de que la reestructuración socialista en las
dos décadas anteriores a la guerra se caracterizó por la redistribución de ingresos y privilegios sociales.

290
Gestión de la arquitectura en el socialismo de Estado

Stanek explica que Oskar Hansen provenía de una tradición en la Academia de Bellas Artes de Varsovia
desde los años 50285, en la cual ya circulaba un revisionismo en las ideas que buscaban “transformar el
socialismo estatal existente mediante un proyecto de diseño inteligente, complejo y humano”. En este
sentido, los diversos compromisos de Hansen con el régimen socialista no pueden ser capturados por una
sola metáfora, ni sólo por sus constantes reajustes que respondían a una línea del Partido, sino además por
la respuesta generalmente ambigua de las autoridades a sus propuestas. Estas respuestas del Estado
abarcaban todo un espectro de consideraciones o sospechas: desde los elogios de la “crítica constructiva”
de Hansen que podría ser productiva para el desarrollo de la Polonia socialista hasta la sospecha hacia su
“reformismo” que diluía el proyecto socialista. A esto se sumaban las sospechas de un “utopismo”
irresponsable que podría llevar a despilfarrar los recursos del Estado; de su obstinado “dogmatismo” que
malinterpretaba la lógica del momento histórico; incluso, de su peligroso “revisionismo” que debilitaba
los fundamentos del Partido; y de su “disidencia” política.

El estudio de Stanek sugiere la lectura de los compromisos de Hansen con el Estado como un componente
integral del Sistema Lineal Continuo, que se basó también en su replanteamiento de la gestión como
arquitecto en el socialismo realmente existente. En consecuencia, dice Stanek, “son sus dibujos más que
sus escritos los que transmiten una crítica interna de los procesos de urbanización en la Polonia socialista,
mientras que en sus escritos Hansen tendía a omitir los antagonismos estructurales dentro del sistema
socialista, los cuales aparecieron en sus proyectos específicos desarrollados en el marco del SLC”
(2014:232, Trad. del A.).

En esta dirección, Stanek sugiere que mientras los criterios de Hansen sobre los procesos de urbanización
en la Polonia de posguerra (restringida a los factores de la socialización de la tierra, el capital y la
industria y la planificación centralizada) eran fundamentalmente incompletos, consiguió desarrollar un
replanteamiento crítico de estos procesos a partir de sus interacciones específicas con actores de la
producción espacial en Polonia 286 . Esto implicó un modo colectivo de trabajar con una serie de
colaboradores, en particular con Zofia Hansen, su esposa, pero también con otros arquitectos, escultores,
pintores, planificadores, ingenieros y especialistas en hidrografía, meteorología y climatología, ingenieros
de tráfico, sociólogos, economistas y comunicadores 287 . Los equipos encabezados por Hansen

285
Oskar Hansen empezó en 1950 como asistente del decano de la academia, el arquitecto polaco Jerzy Sołtan (1913-2005), lo que permitió que
en 1968 inicie su carrera como profesor.
286
Entre estos actores destacados por Stanek, se incluyen: centros de investigación tales como el Instituto de Arquitectura y Urbanismo,
corporaciones de vivienda, ayuntamientos como el de Lublin, Przemyśl y Chocianów, y empresas industriales estatales. Así mismo, entre sus
empleos fuera de la academia se destaca su tiempo en la Corporación de Vivienda de Varsovia (1958-1966), el Centro de Investigación y Diseño
de Edificios de Varsovia (1966-1968) y el Instituto de Investigación BIPROMASZ en Varsovia (1973-1975).
287
Los profesionales que se enumeran en nota al final de la entrevista a Oskar Hansen (1969) “LSC czyli jak budować antymiasta” [El SLC como
la construcción de la anticiudad], en: Zycie Gospodarcze, 9 (911), 1-2, son: Dr. W. Chrościcki, Ing. J. Dowgiallo, Mg. H. Dubaniewics, Dr. Med.
A. Hansen, Ing. Arq. Zofia Hansen, Arq. Svein Hatløy, Ing. H. Jurkowski, Ing. M. Konieczny, Arq. Grzegorz Kowalski, Ing. T. Kujawa, Ing. G.
Marczak, Mg. T. Michalak, Mg. T. Pietkiewiczowa, Ing. J. Sibiga, Ing. T. Soroczynski, Prof. Art. Bohdan Urbanowicz, Prof. Dr. S. Zych.

291
generalmente incluían a más de diez personas. Este enfoque interdisciplinario fue importante en el
proceso de diseño del SLC. De este modo, Hansen repensó la gestión del arquitecto trabajando con los
burócratas locales del partido, las corporaciones de vivienda, las empresas de construcción, las industrias
de la construcción, los institutos de investigación y los órganos administrativos.


Fig. 59. Conjunto estatal de viviendas ‘Juliusz Słowacki’. (Ejecución:1963-66). Lublin, Polonia. Vistas del conjunto en proceso
de construcción. Fuente: Centro cultural Brama Grodzka–Teatr NN, Lublin.

En la etapa de realización de los proyectos, tanto Oskar como Zofia Hansen asumían una actitud crítica
cuando se comprometía las premisas de la filosofía del diseño. Un ejemplo es el proyecto de vivienda
Przyczółek Grochowski en Varsovia, diseñado por la pareja Hansen y construido entre 1969 y 1973.
Entre otras cosas del diseño en particular relacionadas a las condiciones tecnológicas, los Hansen,

292
criticaron duramente que no se les haya dejado a los habitantes elegir sus departamentos. Oskar Hansen
en una entrevista en 1977288 dijo al respecto, que cuando se descubrió en ese conjunto de viviendas que
las presiones tecnológicas no permitirían construir las casas de acuerdo con las propias necesidades de los
habitantes, no se retrocedió con la ejecución del proyecto, “porque en la urbanización de Słowacki [en
Lublin] ya lo hemos resuelto”.


Fig. 60. Estudio ‘Nuevo Lublin’. (1977). Cooperativas de vivienda de Lublin-LSM. [1 Juliusza Słowackiego, 2 Adama Mickiewicza,
3 Piastowskie, 4 Zygmunta Krasińskiego, 5 Henryka Sienkiewicza, 6 Marii Konopnickiej, 7 Bolesława Prusa]. Fuente: Sulisz, W.
(2012).

El proyecto en la producción del espacio social

Entre los años 1954 y 1968, Lublin se industrializó aceleradamente 289 lo que provocó la afluencia
migratoria del campo hacia la ciudad. En este periodo su población prácticamente se duplicó (de 125 a
236.000 habitantes). El 25 de abril de 1957, no más de cuarenta personas participaron en la reunión de
fundación de la Cooperativa de Vivienda de Lublin (LSM290) dejando una gran impresión en todo el país,
ya que en ese momento la actividad de las cooperativas de vivienda era algo nuevo en Polonia, y las
pocas que habían, funcionaban principalmente en Varsovia. La reunión de fundación se realizó en la
Oficina Provincial de la ciudad. Allí se eligieron a sus autoridades, siendo Stanisław Kukuryka el primer
presidente de la LSM. La nueva cooperativa debía organizar la construcción de bloques habitacionales en

288
Czesław Bielecki. (1977). Pragmatyzm utopii. [Utopía Pragmática]. Entrevista a Oskar Hansen. Architektura, (3–4), p. 22.
289
En 1951, en congreso del Partido Socialista Unificado de Polonia (PPS) se decidió la creación de la Fabryka Samochodów Ciężarowych
[fábrica de camiones] en Lublin. Esta será la vocación del principal sector industrial en las siguientes décadas. La fabricación de camiones y
automóviles se emplazó en el distrito de Tatary al noreste de la ciudad.
290
Las iniciales (LSM) provienen de las palabras Lubelskiej Spółdzielni Mieszkaniowej. Cooperativa de viviendas de Lublin. Preferimos
mantenerlas en su forma original.

293
las 42 hectáreas designadas por los administradores de la ciudad. En aquel momento las parcelas parecían
poco atractivas, al encontrarse en el distrito Rury a 5 kilómetros del centro de Lublin. Hoy la LSM291
cubre un área de 242 hectáreas, conformadas por siete conjuntos de vivienda diseñadas por cinco
arquitectos (Fig. 63). El proyecto de Oskar Hansen corresponde al conjunto 1 Juliusz Słowacki (16,2
Ha.), en el cual se buscó implementar parcialmente los supuestos del Sistema Lineal Continuo. En todo
caso, la integralidad del proyecto resultante es un claro ejemplo de su Forma Abierta, pero en una escala
intermedia.


Fig. 61. Conjunto Juliusz Słowacki en obras. (s.f.). Colección de Teresy Gralewskiej. Fuente: Paga & Pastuszko, 2016.

Stanek plantea que la propuesta de los Hansen para Lublin tenía por objeto aliviar el desarrollo
desequilibrado de la ciudad causado por el dominio de la minería de cobre y sus industrias de apoyo, dado
que las escuelas y jardines de infantes, el comercio, los servicios públicos, el transporte y el empleo para
las mujeres estaban descuidados. Este desarrollo desigual era el resultado de contradicciones específicas
en la economía política del espacio en el socialismo de estado. Así lo demostró en 1988 el sociólogo
urbano y geógrafo Bohdan Jałowiecki292, cuando señalaba que los principales actores en la producción
espacial en Polonia fueron las autoridades políticas, incluidos el comité de planificación central, las
agencias de planificación territorial y las oficinas de planificación de las ramas industriales respectivas293.


291
La cooperativa opera a partir de las disposiciones de la Ley de las Cooperativas de Vivienda, Ley de Construcción, Ley de Energía, el Estatuto
LSM, así como los planes económicos de la Cooperativa. Cada conjunto cuenta con un Consejo Administrador conformado por 3 personas, en el
caso de los bloques “Juliusz Słowacki” su presidente actual es Jerzy Wójcicki. Las casas unifamiliares (18) y los departamentos (1964) son de
propiedad privada sólo desde los años 90 en que fueron transferidas a los residentes. Los locales comerciales en su mayoría pertenecen a la
Cooperativa, y pueden ser asignados sobre la bases de sus estatutos. Cuentan con un estatuto de licitación para la asignación de ocupación de
espacios comunales y arriendo de locales comerciales (Lubelskiej Spółdzielni Mieszkaniowej-LSM, 2014).
292
De acuerdo a la correspondencia de emails entre Stanek y Jałowiecki (en: Stanek, 2011a), el geógrafo polaco visitó Francia en la década de
1970 y estuvo en contacto con el Instituto de Sociología Urbana (ISU) en el momento en que Lefebvre ya lo había abandonado.
293
Jałowiecki, B. (1988). Społeczne wytwarzanie przestrzeni [La producción social del espacio], Varsovia: Książka i Wiedza. El libro de
Jałowiecki se basó en las discusiones teóricas en la sociología urbana marxista francesa y desarrolló los argumentos de Lefebvre en una crítica de
la producción de espacio en el socialismo de estado, con referencia a la Polonia socialista.

294
Si bien podría suponerse que las decisiones se coordinaban desde el centralismo estatal, las decisiones de
planificación se derivaban de una lucha y competencia entre las ramas de la industria y las grandes
empresas estatales, sobre todo la industria pesada. Al no competir en términos de costos y calidad de sus
productos, las empresas luchaban por la maximización de los activos que les permitirían mantener su
posición monopolista y asegurar su importancia política en relación con las autoridades locales y
centrales. Entre estos activos, el espacio era uno de los más importantes. De este modo, Stanek señala –a
partir de la obra de Jałowiecki– que el socialismo se presentó como una competencia por el espacio entre
las empresas que se emancipaban del control del poder central y tenían como objetivo primordial asegurar
un crecimiento constante no solo de la planta de producción, sino también de sus filiales. Estos procesos
condujeron al fenómeno de “sobre-industrialización” en ciudades donde una empresa dominante y varias
fábricas complementarias, que constituyen una entidad productiva, subordinaron todas las inversiones en
el espacio: transporte, vivienda e infraestructura social. Esta situación, explica Stanek 294 , tuvo
consecuencias desastrosas para el medio ambiente y el bienestar de las personas, como en Lublin, donde
los ingresos relativamente altos de los habitantes se combinaron con la soledad, la ausencia de contactos
sociales y la falta de identificación con la ciudad. El hecho de que el proyecto de Hansen transmitiera una
crítica de la urbanización de la Polonia socialista no pasó desapercibido para los revisores, y uno de ellos
había argumentado que el plan de Hansen captó sin problemas los principales inconvenientes de la
estructura urbana en Lublin, “lo que la convertía en una ciudad inhabitable” (Stanek, 2014).


Fig. 62. Maqueta del conjunto ‘Juliusz Słowacki’. El conjunto comprende 18 edificios, emplazados en un área de 17 ha. Se
obtuvieron 2.000 unidades de vivienda, en las que habitan 5.000 personas aproximadamente. La superficie de tiendas y servicios
es de 4.800 m2. Fuente: Sulisz, W. (2012).


294
L. Stanek en referencia a: Kozakiewicz, M. (1976). Uwagi do projektu perspektywicznego zagospodarowania Lubina w aspekcie
‘humanizacja miasta’ [Notas sobre el proyecto del futuro desarrollo de Lublin en el aspecto de 'humanización de la ciudad'. [mecanografiado].
En: Archivo Oskar Hansen, Museo de la Academia de Bellas Artes de Varsovia.

295
Sobre la base de la relación de Hansen con el Estado socialista, es importante mencionar que antes de
iniciar el diseño del conjunto “Juliusz Słowacki”, Hansen y su equipo utilizaron un cuestionario
desarrollado por sociólogos del Instituto de Vivienda de Varsovia. La composición espacial del proyecto
parte de tres edificios residenciales de cinco plantas que forman una línea semicircular que, a pesar de su
segmentación o quiebres, expresa la continuidad en la disposición de los bloques. Perpendicular a cada
edificio, hay tres bloques cortos de igual altura. El conjunto se completó con seis edificios adicionales de
vivienda de once plantas. Todo el complejo se abre hacia el sur, donde se encuentran las áreas de
recreación del conjunto. A pesar de no existir una estricta delimitación de una zona de vivienda, la
organización del proyecto si plantea dos zonas remarcables, que siguen la idea de bandas del Sistema
Lineal Continuo: La zona norte, considerada el área de servicio, presenta la red vial doméstica, los
estacionamientos, tiendas de proximidad, vías de acceso a los bloques, la mayoría de las funciones
laboriosas como lugares de basura, estaciones de transformación y áreas de servicios públicos. La zona
sur, el área servida, contiene los lugares de placer y ocio, el club social, los jardines y parques del
conjunto, la caminería peatonal, etc. Esta división permitió la eliminación del tráfico vehicular al interior
del conjunto, mientras que garajes y aparcamientos se localizaron al borde. Así, se previó que la zona sur
no cumpla únicamente con la función de habitar, sino también para satisfacer el ocio y las necesidades
culturales, cuidando que esté disponible únicamente para peatones. Tanto el grupo de edificios cortos de
cinco pisos, como los seis edificios altos de once plantas responden a la necesidad de Hansen de romper
la monotonía del desarrollo lineal continuo. Los edificios más altos están emplazados en el sentido este-
oeste marcando el paisaje de los usuarios del conjunto en esta orientación. Los balcones y la entrada
principal de los pabellones se orientan hacia la plaza central semicircular.


Fig. 63. Oskar y Zofia Hansen. (1970). Conjunto Juliusz Słowacki en invierno. Fuente: Archivo de la Fundación Zofia y Oskar
Hansen.

296
Varios edificios de la zona de servicio tienen techos paraboloides-hiperbólicos (la guardería de niños y el
equipamiento de tiendas, por ejemplo). De acuerdo con Marcin Semeniuk (2012), se suponía que estas
estructuras se utilizarían como telón de fondo para fomentar varios tipos de exposiciones para grupos de
niños, así como, la creación de situaciones diferentes en la vida de los individuos. Otro espacio con estas
características fue el “Teatro Forma Abierta” ubicado en el borde del conjunto. La organización y la
forma del teatro estructurado en plataformas crean un ambiente para cualquier iniciativa cultural.
Conforme los planteamientos de Hansen, se esperaba que este objeto sea compatible con el desarrollo de
los usuarios. Sin embargo, el pequeño teatro no cumplió con su rol y los usuarios no lo hicieron parte de
sus actividades. Actualmente funcionan (sin mayor problema) pequeños comercios. Así mismo, fue
construida una iglesia en los pabellones de la casa cultural y también la estructura de uno de los
pabellones del mercado. Estas adaptaciones constituyen parte del concepto de la Forma Abierta porque se
producen siguiendo los deseos del usuario. Esto también prueba que la forma de Hansen no estaba
completada ni finalizada en el tiempo del uso de la arquitectura, como veremos adelante.

Otro elemento clave en la propuesta de los bloques de Lublin es la flexibilidad obtenida para la
transformación de las viviendas mediante el diseño de muros de carga a lo largo de los edificios. Esto
dejó abierta la posibilidad de reforma, desarrollo y unión de apartamentos. En aquel momento, para
Hansen “la familia está creciendo, la moda está pasando. El edificio debe ser una estructura capaz de
transformarse (...) ya que según las condiciones económicas locales existe la posibilidad de crecimiento”.
En este sentido, los residentes también tuvieron la oportunidad de presentar sus ideas a través de
encuestas especiales. Luego, para dar a cada apartamento una apariencia única, Hansen introdujo un ritmo
alternado de balcones con dimensiones distintas. La circulación entre los bloques (los pasillos exteriores)
fueron decorados con mosaicos policromados para fomentar la relación del usuario con la forma estética,
lo que contribuyó a la creación individual del espacio por parte de los residentes.


Fig. 64. Actualidad del conjunto ‘Juliusz Słowacki’. (Izq.). Antiguo Teatro ‘Formy Otwartej’ [Forma Abierta]. (Der.). Tiendas y
guardería. Fotos: Ewa Behrens (2015). Fuente: Powojenny Modernizm.

297
El tiempo social en el conjunto Juliusz Słowacki: apropiación, uso y transformaciones

En una reciente entrevista realizada al arquitecto Romuald Dylewski295, cuando le preguntan como se vive
hoy en los conjuntos de la Cooperativa (LSM), menciona que en ese momento [1957] nadie podía
suponer la cantidad de automóviles que se tienen hoy en día, reflejando una preocupación general de los
usuarios de los conjuntos por la falta de espacio para aparcamientos. Más adelante añade, personalmente
pensé que cada uno de los conjuntos construidos sucesivamente, luego del conjunto Słowacki, sería mejor
que el anterior. De acuerdo con el principio en que la práctica hace al maestro, desafortunadamente
comenzó la era de los materiales y edificios prefabricados, diseñados de tal manera que era muy fácil
asistir al sitio de construcción y operar con grúas… Dylewski recuerda estar sentado discutiendo con
Hansen –en esta mesa como estoy ahora contigo– Según él, discutían porque Hansen tenía la tendencia a
decir que los requisitos de construcción propuestos no se aplicarían… Tenía la ambición de lograr
buenos resultados a pesar de las restricciones impuestas por las autoridades… Hansen también fue un
artista, miró el proyecto que diseñó como una obra de arte. Recuerdo que sus bloques tenían detalles en
colores decisivos, visibles contra la fachada gris. Hoy, poco ha quedado (Dylewski, 2016, Trad. del A.).


Fig. 65. Empleados de la Cooperativa de vivienda de Lublin realizando trabajo social en el conjunto Krasińskiego (Ver: Fig. 63),
contiguo a Juliusz Słowacki. (Finales de los años 60). Archivo de la Casa Cultural de la Cooperativa LSM. Fuente: Szlachetka,
2016.

Entre los años 1976 y 1978 en el marco de las actividades de la Cooperativa de Vivienda de Lublin
(LSM), se promovieron varios encuentros de artistas de la ciudad. En estas reuniones participaron artistas
gráficos, así como arquitectos de toda Polonia y estudiantes de las academias de bellas artes. El objetivo


295
Investigador principal del Laboratorio de estudios urbanos de Lublin entre los años 1956-1974. Dicho laboratorio colaboró con la Cooperativa
(LSM) para la planificación del espacio destinado a los 7 primeros conjuntos de vivienda estatal en Lublin (entre ellos el conjunto de Hansen).

298
de estas reuniones era la integración de las artes gráficas en el entorno urbano. Como resultado, se
realizaron una serie de obras escultóricas, así como pinturas y mosaicos en los frontones y en las áreas de
entrada de los edificios de la mayor parte de conjuntos residenciales. Antes de ser completados, estos
trabajos fueron discutidos con sus residentes y luego presentados en numerosas exposiciones y reuniones
en los círculos artísticos. Estos trabajos agregaron un especial valor a varios lugares dentro de los
conjuntos por casi cincuenta años296.

Fig. 66. Algunos de los mosaicos que resisten en el conjunto Słowacki. (Arriba). Fuente: Filip Springer, 2011. (Abajo). Fotos:
Przem Trubalski, 2017. Fuente: Antytrip. Recuperado de http://antytrip.pl

El componente artístico en el proyecto de Lublin desarrolla en buena medida la reflexión lefebvriana


sobre la forma y el contenido en la estética. Por un lado, recordando que para Lefebvre, un arte surge de

296
De a cuerdo a Elżbieta Przesmycka y Małgorzata Sosnowska (2010) en su artículo Housing estates and culture of architecture, la mayoría de
estas pinturas y mosaicos de los conjuntos de vivienda LSM fueron destruidos debido a los trabajos de aislamiento térmico realizados en los
edificios residenciales y a la restauración de los edificios de servicios públicos. No obstante, “los únicos que se conservan hasta hoy son los
mosaicos en los pasajes entre bloques de la urbanización Juliusz Słowacki” (2010:176).

299
la vitalidad humana y se dirige hacia la vitalidad natural del hombre que la contempla, siendo esta
contemplación en sí misma un descubrimiento activo; así, Hansen lleva el arte al espacio para resolver un
componente de su Forma Abierta, abriendo los acontecimientos cotidianos a un escenario de múltiples
posibilidades estéticas. Por otro, hacemos notar que tanto para Lefebvre como para Hansen, el vínculo
social de la comunidad constituye en sí el contenido del arte, por tanto, suprimiendo su participación y
comunicación, se suprime su existencia. Dada la participación y recepción de la comunidad dentro del
proceso artístico en los mosaicos del conjunto Słowacki, y su permanencia, Hansen logra reafirmar la
idea de Lefebvre en que la obra de arte es útil directamente en la vida cotidiana.

Las transformaciones en el ámbito político en los últimos 30 años han provocado cambios significativos
en la expresión urbana y arquitectónica de la mayoría de conjuntos de vivienda (LSM). Paradójicamente,
en los conjuntos físicamente más deteriorados aún es posible identificar el “arte en y de la arquitectura de
los años pasados”. Las operaciones de aislamiento térmico especialmente en los edificios para la escuela
de niños y la guardería han modificado sus características originales. Al mismo tiempo, los cambios de
propiedad o alteración en la función de los edificios particulares ha llevado a múltiples conversiones. Los
clubes sociales y los espacios de comercio cambiaron de dueño, lo que en muchos de los casos resultó en
cambios de su uso original. Un caso con cierta resonancia fue cuando un empresario privado agregó
ilegalmente un piso a uno de los edificios destinados para uso comercial en el conjunto diseñado por
Hansen. Esta acción no tuvo en cuenta la propiedad intelectual ni consideró la escala del espacio
comercial; lo que abrió una discusión entre los artistas de Lublin sobre la necesidad de proteger la
arquitectura del siglo XX con valor artístico arquitectónico y que no figura en el registro oficial de
monumentos. Similar debate surgió, luego, sobre la protección de los sistemas urbanos contemporáneos,
cuando se planificaba la construcción de una iglesia del Beato Frassati, que finalmente se emplazó en el
centro del conjunto Juliusz Słowacki (Przesmycka & Sosnowska, 2010).


Fig. 67. Transformaciones en el conjunto Juliusz Słowacki. Uso comercial de pasillos exteriores. Fotos: Alicja Glinianowicz
(2014). Fuente: Na Blokowisku. Recuperado de https://nablokowisku.wordpress.com

300
En relación al aislamiento térmico de los edificios y a la renovación del color de las fachadas. El
aislamiento se cumple con gran aprobación de los residentes del conjunto, ya que contribuye a la
reducción de los costos de utilización de los departamentos. La calidad de las soluciones propuestas en
términos de colores que se introducen al aislar los edificios parece ser menos importante para los
residentes297. Después del aislamiento con espuma de poliestireno o lana mineral, evidentemente los
edificios por si solos van perdiendo su etiqueta modernista. En el conjunto diseñado por Hansen, este
proceso de aislamiento térmico todavía no se ha llevado a cabo en su totalidad, aún se observan muchas
de las fachadas originales.

Se observa finalmente, que la reacción de los usuarios en el tiempo no es generalizada en todos los
conjuntos estatales que gestionó la Cooperativa de Vivienda de Lublin. El trabajo de los Hansen y su
equipo, mediante la Forma Abierta experimentada, muestra otros signos, suscita en los residentes del
conjunto (incluidas las nuevas generaciones), la subjetividad de expresarse, de transformar sus espacios
apropiados, quedando parcialmente en evidencia que el concepto de la Forma Abierta deviene, acompaña
y aspira a la “forma de lo posible” lefebvriana. Permitiendo así al individuo –dentro de la comunidad–
marcar su presencia en el espacio urbano, desde la creación del conjunto (hace ya más de medio siglo)
hasta la actualidad en los usos del espacio social. Las actividades de los residentes pueden ser
espontáneas o pueden ser iniciadas por los centros culturales locales, promotores culturales, o
simplemente por personas con la pulsión de cambiar la vida cotidiana. Filip Springer en el año 2011,
revela –de sus conversaciones con la familia Hansen– que Zofia y Oskar después de muchos años,
descubrirían que el conjunto Słowacki es su aplicación más exitosa de la Forma Abierta en la
construcción de viviendas298.

Es conveniente concluir que la influencia de Lefebvre en Hansen empieza desde finales de los años 40 no
sólo por su fundacional Crítica de la vida cotidiana (1947), sino por otros textos menos estudiados como:
Lógica Formal, lógica dialéctica (1946) y algunos años después, Contribución a la estética (1953). A
partir de allí, su tipo de relación es más difusa debido al notable aparato teórico compartido y un
presumible cruce de ideas –fructífero para ambos. En un plano general, el proyecto de Hansen y su
equipo nos permite reconocer y ampliar una “nueva praxis” en la arquitectura, que de acuerdo a Lefebvre
debía experimentarse para expresarse; así, este proyecto expresa una aspiración concreta de la forma de lo
posible: una Forma abierta donde la cuestión central no es la de saber qué formas nacen de la
prefabricación, del hierro, del cemento o del acero, sino la de saber como señalaba Lefebvre, quién se


297
Por lo general, la elección de los colores es hecha por los trabajadores de la administración y los residentes no tienen nada que decir. No existe
interés social sobre la estética de los diseños propuestos. Los proyectos de renovación del color no se refieren en modo alguno a los colores
originales o a los materiales de acabado empleados en la generalidad de los edificios. En muchos de ellos, las fachadas originales estaban
cubiertas de yeso mineral con texturas variadas.
298
Filip Springer. (2011). Nowe miasto i nowy świat. Oskar Hansen chce ratować ludzkość [Nueva ciudad y nuevo mundo. Oskar Hansen quiere
salvar a la humanidad]. Diciembre. En: http://wyborcza.pl

301
sirve de dicha materialidad, y con qué objeto, y con qué deseos. Esto significó –en ese momento– abrir la
arquitectura para la creación en colaboración con sus usuarios.


Fig. 68. Habitantes del conjunto entre los años 60-70. Colección de fotografías personales de varios vecinos. Cortesía de
Paulina Paga e Iza Pastuszko. Fuente: Paga, P. & Pastuszko, I. (eds.). (2016). mój LSM. Collage: Jiménez-Pacheco, P. (2018).

302
Sobre lo que Lefebvre denominó el “campo semántico”, Hansen propuso la Forma Abierta como un sub-
texto espacial de múltiples capas, a nuestro entender, correspondiente al sistema parcial abierto de
Lefebvre, es decir, que funciona junto a otros sistemas parciales dentro de un texto social en la vida
cotidiana. Es necesario recordar que en la cotidianidad se entremezclan sistemas de signos y señales, a
los que se añaden símbolos que no forman sistemas. Se traducen todos en un sistema parcial y
privilegiado a un tiempo: el lenguaje. El campo semántico total une (en proporciones variables según los
lugares y momentos) la profundidad simbólica y la claridad de las señales. Los signos (y especialmente el
lenguaje) permiten decir el sentido. De esta forma se define ante nosotros el texto social. La riqueza del
texto social, dice Lefebvre, se mide por su “variación accesible”: por la riqueza de posibilidades que
ofrece a los individuos (que lo descifran y forman parte de él). Estas posibilidades exigen opciones, tan
numerosas como aperturas tiene lo posible. Y aquí es justamente donde se inscribe la Forma Abierta de
Hansen, aspirando a expresar la forma de lo posible en el espacio, en el conjunto de viviendas Słowacki.
De esta manera, nos hemos apoyado en el relato teórico de Lefebvre –fruto de su investigación de los
años 60– para entender el espacio de la calle y del habitar como formas que retienen, liberan y renuevan
contenidos ilimitadamente, funcionando como sistemas parciales abiertos dentro de otros sistemas que
tampoco deben cerrarse.


Fig. 69. Visitas y activaciones artísticas en el conjunto Słowacki. (2015). Cortesía de la Fundación Lubelska Agora Modernizm.

No podemos dejar pasar su retroalimentación conceptual, sobre todo, en la década de 1960. Mientras que
para Hansen, la calidad en la convención de la Forma Abierta es considerar al individuo dentro de la

303
colectividad, de tal modo que no excluya la energía de la iniciativa del habitante, sino que la considere un
elemento constructivo, orgánicamente indispensable; para Lefebvre discurre la idea de que la casa forma
parte de una dimensión abierta de la sociedad, así nadie debe arrogarse el derecho de definir su destino
fijando a sus miembros las normas de habitación y modalidades del habitar, y por tanto, la invención y el
descubrimiento deben continuar siendo posibles. En consecuencia, la Forma Abierta en el conjunto
Słowacki toma en cuenta a los individuos concretos en su casa, por el hecho de dejar un margen, la
posibilidad de dar lugar a una interpretación propia de cada uno. Así, la forma de lo posible para Hansen
es la forma de una suma de eventos, la suma de individuos de un medio dado, que debe, por consiguiente,
conducirnos hacia la expresión de la forma de ese medio. Esta conclusión parcial, añadida a la
apropiación, el uso y las transformaciones en el tiempo del conjunto de viviendas en Lublin, nos regresa a
1959, año que marcaría no solo la muerte definitiva del CIAM, sino también un cambio significativo, no
uniforme, en la percepción y conceptualización de la arquitectura299. Aquel año en Otterlo, Oskar Hansen
se hacía una pregunta –aparentemente simple– con respecto a la arquitectura moderna: ¿Han estado estos
edificios preparados para absorber los cambios y los acontecimientos que toman lugar durante la vida
de la forma?



























299
Tatjana Schneider. (2012). The obsolescence of the ‘architect superspecialist’.

304
3.3. Constant, Debord y Lefebvre: Pour changer la vie!

Los entornos sociales no están separados en compartimentos herméticos. Yuxtapuestos, sin


límites rigurosos, las influencias recíprocas entre ellos –una ósmosis ‘espiritual’– no tienen fin.
Esta yuxtaposición de formas socioeconómicas y tipos humanos de diferentes edades y diferentes
etapas de la embriología del hombre total produce una situación curiosa. Visto desde esta
perspectiva nuestra era se parece a un monstruo con un cerebro humano hipertrófico, el cuerpo
de un invertebrado y las células de un protozoario. O de nuevo, se podría comparar con una
locura construida según las especificaciones de algún arquitecto insólitamente ecléctico en el
que las columnas dóricas soportan bóvedas góticas o losas de concreto reforzado –efectos como
este no son inusuales en los edificios que han surgido de la imaginación empobrecida de la
burguesía; y ¡tal imbecilidad ecléctica es aún menos inusual en las construcciones ideológicas
de nuestra era! (Lefebvre, 1947/1991a: 192, Trad del A.).

Michael Trebitsch, en el prefacio del Vol. III de Critique of everyday life (1981/2014d), titulado “Twenty
Years After by”, sugiere que la cuestión de mayo de 1968 no se limita al papel de Lefebvre durante los
acontecimientos, sino que implica mucho más significativamente, la recepción de sus ideas por el público
estudiantil –o, más precisamente, por un público de diversas audiencias. En su prefacio a la nueva edición
de Métaphilosophie, Georges Labica observa que el libro, publicado en 1965, pasó completamente
desapercibido en un momento en que Althusser publicaba sus dos obras de gran repercusión: Por Marx
(1965) y Para leer El Capital (1965). Sin embargo, con respecto a la ortodoxia althusseriana o la de
Bourdieu algunas décadas más tarde tan fuertemente impuestas, no podemos tender a reducir a Lefebvre a
una cultura disidente y herética, explica Trebitsch. De hecho, Lefebvre se opuso enérgicamente no sólo a
Althusser, sino a todo lo relacionado con el estructuralismo, que condenó irrevocablemente como una
ideología tecnocrática300.

Es necesario traer a Trebitsch301, cuando explica que en respuesta al torrente althusseriano de los años 60
había una multitud de riachuelos lefebvrianos (diversas audiencias, según el autor). En primer lugar, hubo
una audiencia muy amplia para el pequeño volumen de la colección Que sais-je? sobre El marxismo
(1948), que persistió a su favor con La sociología de Marx (1966), y que se sumergió cuando Lefebvre
publicó de forma seguida Lenguaje y sociedad (1967) y La vida cotidiana en el mundo moderno (1968).
A esto habría que sumar la influencia más difusa de varias revistas –en particular, Autogestion y
L'Homme et la société, en cuya fundación Lefebvre participó en 1966. Pero había otras audiencias, sin
duda más pequeñas, como los lectores que, tras el segundo Vol. de Crítica de la vida cotidiana (1961), se
propusieron redescubrir el camino revolucionario en La Proclamación de la Comuna (1965), reviviendo
la utopía de una revolución total que fue simultáneamente una revolución política y una revuelta


300
Ver: Henri Lefebvre. (1967). Posición: contra los tecnócratas. París: Gonthier. Cabe señalar que el libro fue defendido por Jean-François Revel
en: L'Express, 1968.
301
Historiador francés (1948-2004), experto en la trayectoria de Henri Lefebvre en Francia, las numerosas obras de Michel Trebitsch que
aparecen en el Institut d'histoire están en línea con un reconocimiento más justo de la obra y el pensamiento de Henri Lefebvre. Su amplio
conocimiento de la obra de Lefebvre le permitió entrar en el CNRS, donde fue responsable de investigación contemporánea en el Institut
d'histoire 1988-2004, hasta su muerte.

305
espiritual. Así mismo, había la audiencia –de hecho, prácticamente la misma– reunida por las “cuestiones
de urbanismo”, que en 1968 participaron con Lefebvre en experimentos de autogestión en el Institut
d'urbanisme302, y en las actividades del grupo y la revista Utopie (1967-69), dirigida por Hubert Tonka,
Jean Baudrillard y los arquitectos del grupo Aérolande303. En otras palabras, Trebitsch considera que,
aunque ciertamente difusa y menos doctrinal, la influencia del sociólogo de Nanterre, “inspirador de
revistas y autor prolífico”, era equivalente a la del “filósofo enclaustrado en su torre de marfil en la calle
de Ulm”.

3.3.1. El momento de la crítica radical: Descubrimiento

No es casualidad que Trebitsch titule como El momento de la crítica radical a su prefacio del tomo II de
la Crítica de la vida cotidiana de H. Lefebvre, publicado en 1962. Trebitsch sugiere que al inicio de los
años 60s se encontrarían en el punto central de una evolución que conduciría a la sociología urbana y,
más ampliamente, a una sociología de la vida cotidiana. En 1960, Lefebvre creó un “Grupo de
investigación sobre la vida cotidiana” en Le Centre d'études sociologiques (CES). Sería en este momento
–durante la producción de sus Fondements d'une sociologie de la quotidienneté– que dejaría la
investigación para dedicarse a la enseñanza universitaria. Así, fue elegido como profesor en octubre de
1961, nombrado por el filósofo “liberal” Georges Gusdorf para impartir la cátedra de sociología en la
Universidad de Estrasburgo, antes ocupada por G. Gurvitch. En Estrasburgo permaneció hasta su elección
en Nanterre en 1965, desarrollando una práctica académica auto-dirigida, sobre todo, gracias a la
creación de un departamento autónomo de sociología aplicada. Según Trebitsch, la reputación de
Lefebvre con la burguesía de Estrasburgo se volvió rápidamente inflamable y sus cursos atraían
principalmente a los estudiantes más dispuestos a la protesta.

En los años 80s, el propio Lefebvre reconoce que su Vol. II de Crítica de la vida cotidiana (1961) no
quedaría, en ese momento, fuera del movimiento revolucionario. En primer lugar, con el marxismo oficial
e institucional cayendo en descrédito, el pensamiento marxista no oficial encontró un público cada vez
más numeroso. Luego, en un desvío imprevisto, explica Lefebvre, un grupo como CoBrA (artistas,
escritores, arquitectos), que fue muy activo en el norte de Europa, se inspiró en la “crítica de la vida
cotidiana” al llevarla más lejos. “El deseo de transformar la vida cotidiana se abrió paso a través de
ideologías, filosofías y avivamientos metafísicos” (1981/2014d: s.pp., Trad. del A). De acuerdo a
Lefebvre, ya en 1953, el arquitecto holandés Constant Nieuwenhuys (1920-2005), que inspiró a los


302
Y también, en el verano de 1968, en la Universidad Crítica de Pau con los trabajadores de Péchiney de Noguères. Véase: Brillant, B. (2015).
Les clercs de 68. París: Presses universitaires de France, p. 445.
303
Ver publicación del número 300 de la revista Urbanisme (1998), dedicada a la cuestión de París en 1968. Especialmente los artículos: –Hubert
Tonka, Thierry Paquot y Annie Zimmermann. Utopie, la parole donnée, pp. 49-52. –Jean-Louis Violeau. L'Internationale situationniste et la
ville, pp. 41-44. –Laurent Devisme. Henri Lefebvre penseur de l'urbain, pp. 45-49.

306
Provos304 de Ámsterdam, inventó una nueva arquitectura de ambiances y de situaciones, incorporando,
por así decirlo, la “crítica de la vida cotidiana” al espacio. Para Lefebvre, fue a través de este desvío que
se hizo la transición de la crítica a la contestación, un desarrollo que involucró a estudiantes y nuevos
grupos, entre ellos los Situacionistas.

Siguiendo a Lefebvre, el objetivo de aquellas fuerzas de protesta dependía de los grupos y los individuos.
Algunos, especialmente entre estudiantes e intelectuales, resentían de la moral tradicional, la religión, el
judeo-cristianismo. Otros tomaron como objetivo la “cosa”, el objeto, es decir, la mercancía y su
ideología asociada. Sin embargo, otros atacaron el nacionalismo, el apego neurótico a la patria y al estado
paternalista. Muchos de ellos propusieron sencillamente destruir el capitalismo, el cual creían
ingenuamente, que se encontraba en una condición crítica al detectarse el menor síntoma de dificultades
económicas, cuando en realidad, económicamente, se hallaban en la era de “prosperidad” y el comienzo
de la “Revolución tecnológica”. En resumen, desde finales de los años 50s, muchas de las fuerzas de
protesta no estaban de acuerdo en los motivos ni los objetivos de la contestación, ni en la línea a
perseguir. A pesar de ello, para Lefebvre todo el mundo estaba de acuerdo en un imperativo: changer la
vie (Lefebvre, 1981/2014d).

Este es el contexto múltiple en el que debe situarse el encuentro, pasajero pero sorprendente, entre Henri
Lefebvre y el grupo Situacionista305. Para Trebitsch (2014/2002), la influencia debía ser fértil y mutua,
tanto para Lefebvre, que revivió la estrategia de ruptura de las vanguardias de los años veinte; como para
los situacionistas que, antes de atacarlo, extrajeron gran parte de su inspiración teórica de su obra. En este
sentido, sería el artículo Vers un romantisme révolutionnaire (Octubre, 1957) el que provocó el encuentro
de Lefebvre con Debord, ya que en el primer número (1958) de la Internacional Situacionista (I.S.),
Debord construye las Thèses sur la révolution culturelle haciendo referencia explícita al artículo de
Lefebvre. En el documento se infiere que el teórico francés le ofrecía al movimiento un camino para la
crítica del mundo contemporáneo, pero no un proyecto político para hacer la revolución306. Desde el

304
El movimiento Provo (1965-1972) fue dirigido por un grupo ‘anarquista juguetón’ que combinaba la no violencia y el humor absurdo para
crear un cambio social. El nombre Provo fue acuñado por el sociólogo holandés Buikhuizen para describir, de manera condescendiente, a los
adolescentes holandeses descontentos de la posguerra que pasaron su tiempo provocando a las autoridades. Roel van Duyn, un estudiante de
filosofía de la Universidad de Ámsterdam, vio el potencial en el término, que exploró a fondo en el número 1 de la revista Provo, el 12 de julio de
1965.
305
El grupo se funda en 1957 alrededor de Guy Debord, Raoul Vaneigem, Asger Jorn y Constant. Como veremos, la Internacional Situacionista
fue heredera de varios movimientos como la Letrista Internacional de Isidore Isou (1925-2007) y sobre todo del grupo CoBrA, creado en 1948 y
disuelto en 1951, con quienes Lefebvre mantuvo relaciones, como lo indica su correspondencia con el poeta belga C. Dotremont, o su influencia
sobre Nieuwenhuys, quien habría mantenido una amistad con Lefebvre y basaría su utopía experimental (Nueva Babilonia) en la Crítica de la
vida cotidiana (Vols. I y II, 1947; 1962).
306
(5) Estamos separados en la práctica del verdadero control sobre los poderes materiales acumulados por nuestro tiempo. La revolución
comunista no ha ocurrido, y todavía vivimos en el marco de la descomposición de viejas superestructuras culturales. Henri Lefebvre observa
correctamente que esta contradicción está en el centro de una discordancia específicamente moderna entre el individuo progresista y el mundo y
denomina a la tendencia cultural basada en esta discordancia romántica-revolucionaria. El defecto en la concepción de Lefebvre consiste en hacer
de la simple expresión de la discordancia un criterio suficiente para la acción revolucionaria dentro de la cultura. Lefebvre renuncia de antemano
a todos los experimentos hacia un cambio cultural profundo, mientras permanece satisfecho con un contenido: la conciencia de lo (aún demasiado
remoto) posible-imposible, que puede expresarse sin importar la forma que tome en el marco de la descomposición. – (7) En el mundo de la
descomposición cultural podemos probar nuestra fuerza pero no emplearla. La tarea práctica de superar nuestra discordancia con el mundo, es
decir, de superar la descomposición de algunas construcciones superiores, no es romántica. Seremos "románticos revolucionarios", en el sentido
de Lefebvre, precisamente en el grado de nuestro fracaso (G. Debord, 1958. En: Thèses sur la révolution culturelle).

307
principio se observa una relación complicada y dialéctica entre Lefebvre y los Situacionistas, se puede
notar que no eran del orden de la filiación o afiliación y, como lo dejó claro la I.S. durante su ruptura a
finales de los años 60, Lefebvre nunca fue miembro del movimiento. Sin embargo, sería con su
pensamiento que los situacionistas estuvieron fundamentalmente en diálogo. Incluso cumplirían una fase
de existencia compartida de cálida amistad (en palabras de Lefebvre), viajes, estancias en su casa de los
Pirineos, una colaboración intelectual genuina, y de trabajo en el caso particular de Debord dentro del
grupo de investigación sobre la vida cotidiana en el CES bajo la dirección de Lefebvre. Según Trebitsch,
en principio ambas partes tenían en común la idea de que en el mundo moderno la vida cotidiana se rige
por el reino de la escasez, no por la riqueza de la sociedad de consumo; que la vida cotidiana se había
desconectado de la historicidad en medio de la industrialización y la acumulación; que la repetitividad
cotidiana había sido degradada en la uniformidad debido a su separación de los grandes ciclos cósmicos,
naturales y vitales; que el individuo está dividido307, es decir, separado de sí mismo y del mundo en el
mundo moderno. Esta alienación se expresaba para Lefebvre en términos de la miseria de la vida
cotidiana.

En 1961, Guy Debord dio una conferencia titulada Perspectivas de modificación consciente de la vida
cotidiana308 con el grupo de investigación sobre la vida cotidiana, organizada por el CES. En ella hace
una crítica eficaz a los especialistas (profesionales producto de la división del trabajo), con énfasis en los
sociólogos, por apartar el conocimiento de la vida cotidiana a esferas superiores, e incluso, en algunos
casos, desconocer su existencia. Debord parte de Lefebvre, en que la vida cotidiana es lo que subsiste
cuando a lo vivido se le han sustraído todas las actividades especializadas. Así mismo, plantea que un
sector de la vida cotidiana está literalmente “colonizado”. Este era un mensaje con un futuro próspero por
delante, según Trebitsch, y fue citado expresamente por Lefebvre en su segundo Vol. de Crítica de la
vida cotidiana. Fue en respuesta a esta pobreza y alienación que los situacionistas desarrollaron una teoría
de la revolución, incluida la revolución cultural, en términos de una transformación revolucionaria de la
vida cotidiana individual, que está en la raíz de su teoría de las situaciones (Trebitsch, 2014/2002). Para
ampliar nuestro contexto, es necesario revisar la versión de Lefebvre sobre su relación con estos dos
grupos fundacionales, tanto CoBrA como el movimiento situacionista: los descubrimientos, la comunión,
los ataques, la defensa y algunas publicaciones.





307
Según Trebitsch, este es el capitalismo y la esquizofrenia que propugnaba G. Deleuze.
308
Exposición grabada en cinta magnetofónica el 17 de marzo de 1961, y publicada en la I.S. Nro. 6, en agosto del mismo año.

308
3.3.2. El momento de la amistad: Efervescencia, tropiezos y fin

Lefebvre (1975) sugiere que desde la Revolución francesa, las ideas y las nuevas posibilidades proceden
de la izquierda… sin embargo, dice, los medios capitalistas más inteligentes han descubierto, y no
solamente en Francia, la posibilidad de aprovecharse de sus propuestas. Los medios capitalistas
“quisieran comprar barato e incluso gratis las ideas de la izquierda; digo gratuitamente, y digo bien,
porque es así como la izquierda las ofrece. Se contenta con ver el éxito de sus ideas. Nada tan traicionero
como el éxito. El éxito implica un cierto compromiso con la ideología dominante” (Lefebvre,
1975/1976b: 157).

Lefebvre considera a CoBrA309 (Copenhague, Bruselas, Ámsterdam) como el grupo que dio origen al
movimiento situacionista, y es consciente de su inspiración a través del primer Vol. de Crítica de la vida
cotidiana (1947), “…el libro ha tenido un enorme eco, dando lugar al nacimiento del movimiento CoBrA,
iniciado por pintores, por críticos, cuyos principales representantes son Asger Jorn, muerto el año pasado,
y mi amigo Nieuwenhuys, de Ámsterdam, arquitecto, utopista creador de Nueva Babilonia…” (Ibíd.)310.
El teórico francés menciona a Constant, en ese momento (1975) “reconocido y admirado en Holanda”, ya
que los planos de Nueva Babilonia figuraban en el Museo Municipal de La Haya… “habiendo merecido
un gran premio de no se cuantos florines recibidos de manos del príncipe Bernardo”. De acuerdo a
Lefebvre, –con el ánimo de explicar la usurpación de las ideas por los medios capitalistas– el príncipe
dijo a Constant en el acto de entrega del premio: “Señor Nieuwenhuys, la sociedad que usted desprecia y
combate sabe distinguirle, honrarle”. Según Lefebvre, esto prueba la inteligencia de la burguesía, hábil en
la recuperación de proyectos exitosos.

Según Lefebvre, el movimiento CoBrA llegó a los Provos de Holanda a través de Constant, para quien, el
ambiance afectivo no es exterior al espacio, y el espacio no es indiferente a la afectividad. El espacio de
Constant recoge una gran tradición arquitectónica (mejorándola), según la cual, el espacio no “expresa”,
sino “suscita o crea algo, sea recogimiento, alegría, tristeza o sumisión, en fin, el espacio es activo”
(1975/1976b: 158); ese algo que Constant denominaría: arquitectura de ambiances. Lefebvre sugiere que
la idea de la creación de situaciones proviene en gran parte de Constant, de su aplicación en Nueva


309
Formaron parte del grupo: Christian Dotremont (1922-1979, pintor y poeta belga), Jacques Calonne (1930, músico y compositor belga),
Joseph Noiret (1927-2012, poeta y escritor belga), Asger Jorn (1914-1973, pintor y artista plástico danés), Else Alfelt (1910-1974, pintora
danesa), Karel Appel (1921-2006, pintor holandés), Mogens Balle (1921-1988, pintor danés), Ejler Bille (1910-2004, pintor y artista plástico
danés), Eugène Brands (1913-2002, pintor holandés), Hugo Claus (1929-2008, artista multifacético belga), Constant (1920-2005, artista
plástico, músico, arquitecto), Corneille (1922-2010, pintor y grabador belga), Pierre Alechinsky (1927, pintor y grabador belga), Jan
Nieuwenhuys (1922-1986, pintor holandés), Lucebert (1924-1994, pintor y poeta holandés), Pol Bury (1922-2005, pintor y escultor belga),
Georges Collignon (1923-2002, pintor belga), William Gear (1915-1997, pintor escocés), Stephen Gilbert (1910-2007, arquitecto y pintor
británico), Svavar Gudnason (1909-1988, pintor islandés), Reinhoud d'Haese (1928-2007, escultor holandés), Henry Heerup (1907-1993, pintor
y escultor danés), Egill Jacobsen (1910-1998, pintor danés), Carl-Henning Pedersen (1913-2013, pintor danés), Erik Thommesen (1916-2008,
escultor danés), Jacques Doucet (1924-1994, pintor francés) y Jean-Michel Atlan (1913-1960, pintor francés). El arquitecto neerlandés Aldo van
Eyck (1918-1999) fue el escenógrafo de las exposiciones más importantes del grupo. El movimiento asimismo incorporó miembros de países
como Islandia, Alemania y Francia. Dotremont, secretario general del movimiento serviría desde la disolución del grupo como enlace entre sus
miembros.
310
Ver: Editorial. (Diciembre, 1958). Ce que sont les amis de “Cobra” et ce qu’ils représentent. En: I.S., 2.

309
Babilonia, esa utopía experimental llena de espacios creadores de ambientes favorables, de afectividad, de
situaciones. Las situaciones se nutrieron también de la teoría de los momentos (1957). Esto se puede
verificar claramente en la correspondencia y varios escritos situacionistas311. Su teoría de los momentos
convergía naturalmente con la investigación en la creación de ambiances y situaciones. “La idea de
escapar de los módulos venidos del pasado, de la repetición, era a la vez poética, subversiva y audaz.
Implicaba un proyecto de vida diferente. No es fácil inventar nuevos placeres ni nuevas formas de hacer
el amor” (Ibídem:158). En resumen, Lefebvre considera que tuvieron un gran empeño en la idea de crear
o inventar, de producir algo que no fuera cosa, sino situación.

A través de grabación magnetofónica, publicada en 1975 bajo el título Tiempos equívocos, Lefebvre
relata con detalle, los aspectos personales y algunas ideas que dejan ver con claridad, no sólo la
superficie, sino el contenido de su relación con Nieuwenhuys y los situacionistas, el amor y su deterioro.
Hemos hecho una cita larga de un pedazo de sus revelaciones, dada la historia de un viaje digno de
escenificarse, y para conservar (en general) el estilo narrativo:

(…) Yo puse en contacto a Raoul Vaneigem con Guy Debord. Voy a recordar algunos de los
episodios de aquella historia de amor. Nos conocimos a través de nuestras mujeres y aún
recuerdo momentos maravillosos, de cálida amistad, olvidados toda desconfianza, toda
ambición, toda maniobra. No sé si para todos ellos era lo mismo, especialmente para Debord.
Por mi parte, había derribado toda barrera, toda sospecha. En una atmósfera de comunidad
pasional discutíamos durante noches enteras. Guy Debord vivía entonces con Michèle Bernstein
en una habitación miserable, calle Saint Martin, en el pasadizo Clairvaux. Bebíamos alcohol, a
veces tomábamos ‘excitantes’, siendo aquella noche de tal fervor, de una tal amistad –más que
una comunicación, una comunión– que han dejado en mí un vivísimo recuerdo; así mismo
guardé un vivo recuerdo de un viaje que hice con Guy y Michèle a mi casa de los Pirineos.
Hicimos el trayecto en coche. Paramos en Saint-Savin para ver las pinturas y a continuación en
Lascaux, donde aún se podían visitar las grutas. Las discusiones y conversaciones eran
interminables. Constatamos que tanto las pinturas de la cripta de Saint-Savin, como las de
Lascaux no fueron hechas para ser vistas; fueron hechas para estar allá, pero ¿cómo y por qué?
Barajamos todas las ideas posibles e imaginables, previsibles e imprevisibles sobre el arte, su
decadencia y superación, sobre lo visible y lo invisible. Después de una parada y una borrachera
memorable en Sarlat, Guy y Michèle pasaron unos días en mi casa. Discutimos sobre infinidad
de temas, por ejemplo, sobre la fiesta y su relación con la vida cotidiana. Más tarde decidimos
resumirlas en un texto. Les pedí su redacción. Lo hicieron, lo escribieron a máquina y me lo
dieron. Me serví de este texto, resultado de nuestra reflexión, mejor dicho de nuestra
efervescencia en común. Después me acusaron de plagio y nos enredamos; la acusación


311
a) Tesis sobre la revolución cultural, (junio, 1958): I.S. Nro. 1; b) Carta de G. Debord para Asger Jorn, (2 de Julio, 1959): Muestra su interés
por las reflexiones de Lefebvre en su teoría de los momentos, publicada en La Somme et le reste (1958); c) Carta de G. Debord para André
Frankin, (14 de Febrero, 1960): Invita a Frankin a escribir sobre la teoría de los momentos de Lefebvre y anticipa su primer encuentro; d) Carta
de G. Debord para André Frankin, (22 de Febrero, 1960): Establece varias preguntas para desarrollar la construcción de situaciones basados en la
teoría de los momentos; e) Carta de G. Debord para H. Lefebvre, (5 de Mayo, 1960): Aclara a Lefebvre algunas contradicciones en las
consideraciones de la definición de ‘romanticismo revolucionario’ en la teoría de las situaciones y propone un encuentro en París; f) La teoría de
los momentos y la construcción de situaciones, (Junio, 1960): I.S. Nro. 4; g) Carta de G. Debord para Maurice Wyckaert, (4 de Febrero, 1961):
Explica que ha sido invitado por Lefebvre a participar con una conferencia en el grupo de investigación de la vida cotidiana, y de la factibilidad,
al ser un evento organizado al margen de la CNRS, y que en ese marco se está preparando para dar un duro golpe a los sociólogos; h) Carta de G.
Debord para Béchir Tlili, (14 de Mayo, 1963): Muestra la ruptura con la revista Arguments, y su conflicto con Lefebvre: “…e incluso la
polémica que hemos hecho contra Lefebvre no es una polémica en el viejo sentido intelectual del término. Sabe que muy pocas personas nos
entienden y no responde. ¡Este es un hombre moderno! Obviamente somos más modernos que él, pero debemos hacer que llegue ‘nuestro
tiempo’ (…) El prólogo es: aunque Lefebvre no parece haber encontrado en nosotros el ‘vacío teórico’ –trafica en el vacío teórico de la
importación; ¡Es capaz de producirse a sí mismo!– no tenemos nada que ver con los hermosos espíritus de la buena voluntad. No tenemos nada
que ver con el dogma en ningún grado de pensamiento” (1963, Trad. del A.).

310
doblemente falsa no me gustó en absoluto. Es exacto que muchas de las ideas contenidas en el
libro sobre la Comuna vienen de aquellas conversaciones, sobre todo el considerar la Comuna
de París como una fiesta revolucionaria. Lo que no procede de aquellas conversaciones, es la
idea de la Comuna como retorno de los obreros expulsados por Haussmann a la periferia de
París, y la reconquista por la fuerza del centro de la ciudad, el 18 de marzo de 1871.

Más tarde, naturalmente y sin previsión, cambiaron los tiempos, cambió el amor. Otra causa se
superpuso a la primera: una mujer. Una separación, papeles desaparecidos, una dirección
perdida. Y un artículo que yo escribí titulado ‘Seréis todos situacionistas’ que no apareció. ¿No
es ridículo? Desde ese momento me han atacado violentamente. Nunca me he dignado
responder. ¿Por qué? Un afecto que muere, nada más. Que la otra parte se sienta o no
decepcionada, no me interesa. Su acusación de plagio me parece ridícula. Siempre hay orejas
complacientes para escuchar acusaciones. Echo de menos la amistad, el afecto, la comunión:
una vez acabados, ¿para qué cubrirse de lodo? Todo ello ya no me interesa. Apenas he leído
algunos de sus ataques. ¿Por qué darles importancia? Lo importante fue aquel período de
efervescencia, de descubrimiento, de amistad, algo irremplazable; y una vez perdido es
irreparable.

Creo que formamos una auténtica vanguardia: a continuación, el movimiento situacionista sufrió
un devenir activo y efímero. La riqueza del principio, toda la invención de situaciones se perdió y
se congeló; se convirtieron en especialistas de la injuria y de la consigna directamente eficaz,
por ejemplo, los grafitis del estilo de: ‘No trabajéis más, divertíos’. Todo ello estaba dentro de la
línea original pero, en mi opinión, empobrecido en cuanto a la idea de invención, de creación de
situaciones nuevas, idea utópica pero no demasiado, ya que efectivamente nosotros mismos
habíamos vivido o creado una situación nueva, la de la efervescencia en la amistad, la de una
micro-sociedad subversiva y revolucionaria en pleno corazón de una sociedad, que además, lo
ignoraba.

Desearía insistir únicamente sobre este tema, los libros publicados por mis ex-amigos no carecen
de interés, pero el de Vaneigem, Traité de savoir-vivre [1967], funda un nuevo elitismo de
izquierdas. ¿Elitismo? ¿Por qué no? ¿Subversivo? ¿Revolucionario? ¡Qué ironía! ¿Cómo? ¿Por
qué mediación? ¡Elitismo unido a autogestión! [Max] Stirner ‘proudhonizado’. Marx dijo con
bastante ironía, los movimientos de izquierdas y los marxistas franceses desembocaban siempre
en el ‘stirnerismo proudhonizado’. Sé que ese peligro me acecha. Trato de evitarlo. Lo de
Vaneigem consiste en una mezcla de individualismo y de autogestión concebidos a la manera de
Proudhon como una autosuficiencia de base, descuidando los problemas globales, sobre todo los
problemas del Estado. Los libros de Vaneigem no carecen, a pesar de ello, de interés. En cuanto
al libro de Debord sobre la Sociedad del espectáculo [1967], no me parece ni más ni menos
interesante que los de [Marshall] McLuhan. Debord caracteriza la sociedad contemporánea por
uno de sus rasgos sociológicos, la facilitación en imágenes del espectáculo. El libro de Debord
se presenta como una serie de tesis. Sus ‘amiguetes’ y él mismo han lanzado consignas anti-
sociológicas con las que no estoy de acuerdo. No me gusta nada la sociología en tanto que
ciencia especializada, que enfoca desde el ángulo de la especialización los problemas globales,
por tanto ocultándolos; encuentro que los sociólogos hacen demasiado sociologismo. La
sociedad del espectáculo es un libro impregnado de sociologismo. La política, la ciencia del
Estado, ni se asoman a él. Es una forma más de poner a la sombra los problemas del Estado.
Creo que el movimiento situacionista se ha empobrecido progresivamente a partir de la confusa
riqueza de sus inicios. Se ha muerto. No impide que la cotidianidad continúe siendo un concepto
teórico y crítico. Había olvidado decir que mis ex-amigos situacionistas se agitaron muchísimo
en relación a la revista Arguments, a cuya muerte además, yo contribuí. En una reunión con la
asistencia de [Kostas] Axelos, Duvignaud y Morir, expliqué que la revista había tenido su
momento y que ya había dado todo lo que tenía que dar. Mis amigos situacionistas –aún eran mis
amigos– se agitaron muchísimo e intentaron una maniobra consciente para reemplazar
Arguments por la Internationale Situationniste, su propia revista.

Ese era el ambiente, ese es el lado odioso del parisianismo, de esas ‘capillitas’ que libran
combates, que luchan entre ellas a muerte (Lefebvre, 1975/1976b: 158-162).

311
En 1983, Lefebvre concede una entrevista a Kristin Ross, quien desarrollaba en los años 80s su
investigación sobre la literatura y vida cotidiana francesas. La entrevista se denomina Henri Lefebvre y
los situacionistas, y fue publicada en la revista October, Nro. 79 (invierno, 1997). En dicha entrevista, el
francés confirma lo relatado en el año 1975, añadiendo algunos matices y datos que redondean su relación
de amor y tormenta durante esos años. El francés insiste en que todo empezó con el grupo CoBrA. Ellos
serían los intermediarios: el grupo compuesto por arquitectos y artistas en general, con el arquitecto
holandés Constant en particular, el pintor Asger Jorn y la gente de Bruselas.

… Este fue un grupo nórdico, un grupo con ambiciones considerables. Ellos querían renovar el
arte, renovar la acción del arte en la vida. Fue un grupo extremadamente interesante y activo
que se configuró en los 50s y uno de los libros que inspiró su formación fue mi libro Critique de
la vie quotidienne (1947). Es por eso que me involucré con ellos tan tempranamente. La figura
central era Constant Nieuwenhuys, el arquitecto utópico que diseñó una ciudad utópica, una
New Babylon [Nueva Babilonia], un nombre provocativo, puesto que en la tradición protestante
Babilonia es una figura del mal. New Babylon iba a ser la figura del bien que tomó el nombre de
una ciudad maldita y se transformó a si misma en la ciudad del futuro. El diseño para New
Babylon es de 1950. Y en 1953, Constant publicó un texto llamado For an Architecture of
Situation [Por una arquitectura de la situación]. Este fue un texto fundamental basado en la idea
de que la arquitectura permitiría una transformación de la realidad cotidiana. Esto era el
planteamiento de la ‘Crítica de la vida cotidiana’: crear una arquitectura que por sí misma
provocaría la creación de nuevas situaciones. Este texto fue el comienzo de toda una nueva área
de investigación que se desarrolló en los años siguientes, particularmente porque Constant era
muy cercano a los movimientos populares; él fue uno de los instigadores de los provos
[movimiento Provo] (…) él era reconocido por ellos como su pensador, su líder, el que quería
transformar la vida y la ciudad. La relación era directa; él los incentivó. (…) al mismo tiempo
que conocí a Guy Debord [1957], conocí a Constant. Sabía que los provos en Ámsterdam
estaban interesados en la ciudad y fui allí a ver lo que estaba pasando, quizás unas diez veces…
para ver la forma que el movimiento estaba tomando, si tomaba una forma política. Hubo provos
que fueron elegidos para el consejo municipal de Ámsterdam… (Lefebvre, 1997/1983:70-71).

En relación al viaje a los Pirineos con Debord y Bernstein, Lefebvre proporciona en la entrevista (1983)
otros detalles sobre sus discusiones y secretos del viaje:

… Estábamos muy ocupados con el problema de las cuevas de Lascaux. Las cuevas están
enterradas muy profundamente en un pozo, que era incluso inaccesible, y todo esto estaba lleno
de pinturas. ¿Cómo fueron hechas estas pinturas y para quién fueron hechas, si fueron pintadas
para no ser vistas? La idea era que la pintura partió como una crítica. Más aún cuando todas las
iglesias de la región tienen criptas. Paramos en Saint-Savin donde hay frescos en la cúpula
abovedada de la iglesia y una cripta llena de pinturas, una cripta cuyas profundidades son
difíciles de alcanzar puesto que es muy oscuro. ¿Qué son las pinturas que no fueron hechas para
ser vistas?, ¿y cómo fueron hechas? Así, nos encaminamos al sur, tuvimos un fabuloso festín en
Sarlat y apenas podía manejar —yo era el que manejaba. Me pasaron un multa, casi fuimos
arrestados por atravesar una villa a 120 kilómetros por hora. Ellos se quedaron varios días en
mi casa y, trabajando juntos, escribimos un texto programático. Al final de la semana que
pasaron en Navarrenx, se quedaron con el texto. Yo les dije: ‘ustedes escríbanlo a máquina’ (…)
trabajamos juntos día y noche en Navarrenx, nos íbamos a dormir a las 9 de la mañana (así era
como vivían, yendo a dormir en la mañana y durmiendo todo el día). No comíamos mucho. Era
espantoso. Sufrí durante toda la semana, sin comer, solo bebiendo. Debemos habernos tomado
cien botellas. En unos pocos días, cinco… y trabajábamos mientras bebíamos. El texto fue casi
un resumen doctrinal de todo lo que estábamos pensando acerca de las situaciones, acerca de las
transformaciones de la vida; no era muy largo, solo unas cuentas páginas escritas a mano. Ellos

312
se lo llevaron y lo mecanografiaron y luego pensaron que tenían derecho sobre las ideas. Estas
fueron ideas a las que les dimos vueltas durante un pequeño paseo por el campo al que los invité.
Con un buen toque de perversidad, los llevé por un camino que llevaba a ninguna parte, que se
perdía en el bosque, en el campo, etc. Michèle Bernstein tuvo un colapso nervioso, no le gustó
para nada el paseo. Es verdad, el lugar no era urbano, era en las profundidades del campo...
(Ibídem:79-80).

Durante el tiempo que duró su amistad (1957-1961 o 62), Lefebvre afirma que su relación con los
situacionistas fue siempre difícil, en la medida que “todo les molestaba”. El epílogo de su relación, tiene
su inicio, al parecer, en Estrasburgo312. Su esposa (Nicole), era buena amiga de los situacionistas. Según
Lefebvre, ella siempre estaba con ellos, los invitaba a su casa. Venían a comer en nuestra casa y
escuchábamos música… Así es como empecé a tener relaciones cercanas, relaciones orgánicas con ellos
—no solo porque enseñaba marxismo en la universidad, sino también a través de Nicole que era la
intermediaria, Guy venía a cenar con Nicole en casa... Pero las relaciones fueron difíciles, ellos se
enojaban por cualquier cosa. En este escenario, Lefebvre confiesa que la Internacional Situacionista
nunca tuvo más de 10 miembros a la vez. Habían dos o tres belgas, dos o tres holandeses, como
Constant. Pero todos fueron expulsados inmediatamente. Considera que Debord siguió la política de
André Breton en cuanto a la expulsión habitual de los miembros. A la par que reconoce no haber formado
parte del grupo. Podría haberlo sido, pero fui cuidadoso, pues conocía el carácter y las maneras de Guy
Debord, y la forma que tenía de imitar a André Breton expulsando a todos para conseguir un núcleo
pequeño, puro y duro.

Según el francés, al final, los miembros de la I.S. eran Guy Debord, Raoul Vaneigem, y Michèle
Bernstein. Habían otros “grupúsculos”, grupos “satélites”, explica, que es donde se encontraba él, así
como Asger Jorn, quien también sería expulsado. En palabras de Lefebvre, el pobre Constant también fue
expulsado, porque un tipo que trabajó con él construyó una iglesia en Alemania. Lefebvre es consciente
que Constant no construyó nada, él fue un arquitecto que no construyó, un arquitecto utópico –dice. Pero
fue expulsado por causa de una desastrosa influencia. Es una estupidez. Se trataba realmente de
mantenerse en un estado puro como un cristal. El dogmatismo de Debord era exactamente como el de
Breton. Y, además, era un dogmatismo sin dogma, pues la teoría de las situaciones, de la creación de
situaciones, desapareció rápidamente dejando atrás solo la crítica del mundo existente, que es donde
todo comenzó… con la Critique de la vie quotidienne.

En plano seguido, la entrevista también establece la relación directa entre la teoría de los momentos de
Lefebvre y la teoría situacionista de la construcción de situaciones. De cierta forma, para Lefebvre esta
era la base de su entendimiento. Según el francés, los situacionistas se lo dijeron durante sus discusiones


312
(…) Ese tiempo vivía con una joven de Estrasburgo [1959]; yo era el escándalo de la universidad. Ella [Nicole Beaurain] estaba embarazada,
tuvo una niña (mi hija Armelle), y fue el escándalo del pueblo —un horror, una abominación. Estrasburgo era una ciudad muy burguesa. Y la
universidad no estaba a las afueras de la ciudad sino que en el medio. Al mismo tiempo, sin embargo, daba clases que eran muy exitosas, por
ejemplo, sobre música… Un año enseñé todo un curso sobre ‘música y sociedad’; mucha gente asistió, así que solo podía ser atacado con
dificultad. (Ross, 1997 [1983]. Entrevista a Lefebvre).

313
–discusiones que duraban noches enteras– Lo que tu llamas ‘momentos’ nosotros lo llamamos
‘situaciones’, pero nosotros lo llevamos más lejos que tú. Tú aceptas como ‘momentos’ todo lo que ha
ocurrido en el curso de la historia (el amor313, la poesía, el pensamiento). Nosotros queremos crear
nuevos momentos. Cuando K. Ross pregunta sobre ¿cómo proponían hacer la transición de un “momento”
a una construcción consciente? Lefebvre sugiere que Constant sería quien estableció esta relación
simbiótica desde 1953. La idea de un momento nuevo, de una nueva situación, ya estaba en el texto de
Constant de 1953. Puesto que la arquitectura de la situación es una arquitectura utópica que supone una
nueva sociedad, la idea de Constant era que la sociedad debía ser transformada no para continuar una
vida aburrida, sin grandes sucesos, sino para crear algo absolutamente nuevo: situaciones.

Lefebvre cree que la construcción de nuevas situaciones en la ciudad nunca estuvo del todo claro. Había
un consenso en que la teoría involucraba al urbanismo, dice el francés, pero esto no pasó en un día, sino
que fue un desarrollo. Su idea (y esto también estaba relacionado a los experimentos de Constant) era que
“en la ciudad uno podría crear nuevas situaciones a través de vincular, por ejemplo, partes de una ciudad,
vecindarios que estuvieran espacialmente separados”. El francés sugiere que este fue el primer significado
de la deriva314, siendo así que la deriva fue hecha por primera vez en Ámsterdam usando walkie-talkies:
había un grupo que iba a una parte de la ciudad y se podía comunicar con gente en otra área. Es posible
que los situacionistas también hayan llevado a cabo este tipo de experimentación. En cualquier caso,
Constant lo hizo. Los experimentos situacionistas en la ciudad, más bien se basaban en el Urbanismo
Unitario 315 , que consistía, siguiendo a Lefebvre, en hacer que diferentes partes de la ciudad se
comunicaran entre sí. Ellos tenían sus experimentos, pero yo no participé. Usaban toda clase de medios
de comunicación. No recuerdo exactamente cuándo estaban usando walkie-talkies. Pero sé que los
usaron en Ámsterdam y Estrasburgo. Además, en Constant, según Lefebvre se plantea hasta cierto punto
el “fin del trabajo”, es decir, el comienzo de la mecanización, la completa automatización del trabajo
productivo que dejaría a las personas libres para hacer otras cosas. Constant fue uno de los que consideró
el problema, según el francés, al igual que los situacionistas. Y entonces, hubo un cambio completo en los
movimientos revolucionarios empezando en 1956-57, movimientos que dejaron atrás las organizaciones
clásicas. Lo que era hermoso para Lefebvre, era que la voz de los grupos pequeños empezaba a tener
influencia.


313
Por ejemplo, en el caso del momento del amor. Lefebvre planteaba que en la antigüedad, el amor pasional era conocido, pero no el amor
individual, es decir, el amor por un individuo. Los poetas de la antigüedad escriben acerca de una especie de pasión cósmica, física y fisiológica.
El amor por un individuo, explica, solo aparece en la edad media de la combinación de la tradición cristiana e islámica, especialmente, en el sur
de Francia [...] La idea lefebvriana fundamental era que ese amor individual provocaba situaciones diferentes, dando paso a la creación de
situaciones.
314
Guy Debord. (Noviembre, 1956). Théorie de la dérive; Deux comptes rendus de dérive. En: Les Lèvres Nues, Nro. 9. Reimpreso en: I.S. Nro.
2. (Diciembre, 1958).
315
Attila Kotányi & Raoul Vaneigem. (Agosto, 1961). Programme élémentaire du bureau d'urbanisme unitaire. En: I.S. Nro. 6.

314
3.4. M. Castells y D. Harvey contra Henri Lefebvre. Un arreglo de cuentas en la
revolución urbana

La relación entre H. Lefebvre (1901-1991), David Harvey (1933) y Manuel Castells (1942) ha sido
generalmente revisada en pareja, a saber las relaciones naturales entre la teoría de Lefebvre y los avances
geográficos de Harvey o los planteamientos urbanos de Castells. En su mayoría, estos estudios se han
enfocado en la articulación de una u otra idea alrededor de un concepto lefebvriano en particular, para
aplicarlo en la solución de un problema de actualidad en el campo de las ciencias sociales especializadas.
Existen muy pocos estudios que se aproximen de forma simultánea a los tres pensamientos; y cuando lo
intentan, se concentran únicamente en las décadas de los sesentas y setentas. Dichos estudios logran
mostrar algunos acuerdos y desacuerdos teóricos en un momento específico, normalmente bajo el enfoque
del marxismo316.

La posibilidad de un estudio genealógico que proporcione un examen dialéctico de las conexiones del
pensamiento y del pensador en forma de una relación social dinámica en el tiempo; por tanto, de
múltiples aristas, nos permite avanzar paralelamente en varios aspectos. De esta manera, más que una
genealogía estática (que en Lefebvre no existe), proponemos emprender un proceso dialéctico en el curso
del pensamiento espacial lefebvriano. Para ello, consideramos confrontar máximo a tres autores a la vez
bajo un mismo guión discursivo, evitando los riesgos de ilegibilidad en el relato. De este modo, se busca
en la relación trialéctica con Lefebvre, la evolución de los tres pensamientos y sus acuerdos, pero
también, y sobre todo sus contradicciones. Así mismo, se pretende revelar en tres asaltos los gestos
humanos en el entorno específico de cada individuo en la fuerza de sus ideas.

Un aspecto clave en la genealogía del pensamiento de H. Lefebvre es que tras su fallecimiento (1991),
tanto las relaciones que tuvo con ciertos autores, como sus ideas, se han mantenido con una influencia no
manifiesta, ni calculada por esos autores que es preciso explicitar. Este es el caso de Harvey y Castells, de
cuya relación dialéctica con el francés hemos detectado tres momentos que determinan tres tipos de
relación distinta. Cada momento de esta relación está enmarcado de forma general en la revisión de un
texto de Castells y uno de Harvey publicados siguiendo este orden: 1er. Momento (1972-73), 2do.
Momento (2000) y 3er. Momento (2012). Notamos previamente que en estos años se publicaron obras de
ambos autores, y en ambos casos con referencias directas a H. Lefebvre. Con el ánimo de ampliar nuestra
perspectiva, también acudimos a otras obras (sobre todo en el 2do. Momento de la relación con D.
Harvey) para ahondar en la posibilidad de contribución genealógica, sin que esto afecte el relato original
en tres tiempos.


316
Ver por ejemplo: el capítulo de Ira Katznelson (1993) Towards a Respatialized Marxism: Lefebvre, Harvey, and Castells, en: Marxism and the
City; o el Foreword de Neil Smith en la primera edición en lengua inglesa de La revolución urbana (2003).

315
El primer momento podría explicarse por el acercamiento aparentemente natural, atribuido al interés por
la producción científica en París en esos años, siendo más explícito todavía dados los vínculos en la
revista Espaces et Sociétés. Sin embargo, este episodio no transcurrirá en la mera coexistencia; de
acuerdo a nuestros análisis, las primeras coincidencias encontradas en la crítica de Harvey y Castells (a la
hipótesis lefebvriana de la sociedad urbana y a varias de sus consideraciones metodológicas e
interpretativas), no se sostendrán al diluirse en el tiempo. Así, se revelan contradicciones conceptuales de
origen y otros rasgos comunes en la intención inicial de Castells y Harvey de situarse en el debate de
moda al ritmo de la música lefebvriana. Se evidencia un segundo momento emergente ante el
fallecimiento de Lefebvre y el éxito del neoliberalismo de fin siglo. Este punto de inflexión en la
genealogía trialéctica muestra reacciones similares en el sentido de la transformación de las disciplinas,
aunque por vías diferentes con respecto al pensamiento del francés; y siguiendo diferentes estrategias
entre ellos. En efecto, sobreviene un enfriamiento de la relación durante el cambio de siglo, expuesto de
forma notable en el poco o casi nulo entusiasmo en torno al legado lefebvriano que pesa sobre la espalda
de Harvey y Castells. Finalmente, en el tercer momento de la relación, encontramos algunos cambios
repentinos y otras previsiones tanto en la sociología como en la geografía que proponen Castells y
Harvey. La trascendencia de la crisis y su desenlace en los últimos años ha provocado en ambos casos la
apuesta por la idea de una revolución urbana sin Lefebvre, llena de incertidumbres teóricas, que aunque
pueda ser democrática o anticapitalista, será “urbana” al fin.

3.4.1. Primer Momento de la relación: ¿Crítica interesada o coincidencias?

La revista Espaces et Sociétés estrena su primera edición bajo la dirección de Henri Lefebvre y Anatole
Kopp317 en noviembre de 1970 con la idea fundacional de ser una revista internacional de crítica, una
crítica radical del diseño, la arquitectura y principalmente la urbanización. En el primer número, Lefebvre
abre la edición con su texto Réflexions sur la politique de l'espace (1970c), que aparecerá más tarde en
Espacio y Política (1972). Coincide aquí con Manuel Castells no únicamente por el artículo La
rénovation urbaine aux Etats-Unis, sino por el rol de Castells como revisor en el colectivo de redacción318
y su responsabilidad compartida con otros compañeros como secretario de redacción (desde el segundo
número) durante los 27 números de la revista en los que Lefebvre estuvo a cargo. Sin embargo, este sería
el primero y el único fascículo en el que sus publicaciones se editaron juntas. Tanto Lefebvre como
director y Castells como secretario de redacción y revisor permanecieron hasta finales de 1978, año en
que se editó un solo fascículo de la revista que incluía un cuádruple número –24, 25, 26 y 27

317
Anatole Kopp (1915-1990). Arquitecto francés, experto en la arquitectura y el urbanismo soviéticos de la revolución bolchevique.
318
Forman parte del equipo de redacción inicial: Bernard Archer, Manuel Castells, Michel Coquery, Jean-Louis Dës-Tandau, Colette Durand,
Serge Jonas, Bernard Kayser, Anatole Kopp, Raymond Ledrut, Henri Lefebvre, Alain Medam, Jean Pronteau, Henri Provisor y Pierre Roboulet.
Figura como jefe de redacción Raymond Ledrut (1919-1987), quien será –desde la edición Nro. 28 en 1979– el sucesor de Lefebvre en la
dirección de la revista. Y como secretario de redacción Alain Medam, quien fungirá de secretario único solamente en la edición Nro. 1, ya que
luego se conformará un equipo de secretaría donde figura Castells.

316
acumulados– por inconvenientes financieros319. Resulta inquietante que ni Lefebvre ni Castells hayan
colaborado con ningún artículo luego de la quinta publicación (abril, 1972) y la edición número 6-7
(octubre, 1972) respectivamente320. Esto nos sugiere como hipótesis un distanciamiento mutuo que quizás
llevó a una suerte de contención o autocensura dentro de la revista a raíz de las diferencias abiertas entre
ambos. En cualquier caso, estas diferencias se fueron esclareciendo en esos años y se profundizaron
cuando M. Castells publicó La question urbaine (1972). Sus críticas directas a Lefebvre y las réplicas,
mas bien, indirectas del francés y una parte de la “tradición lefebvriana” se irán acentuando, ya fuera de
Espaces et Sociétés.

Con Lefebvre aún a cargo de la revista, David Harvey hace su único debut en el período lefebvriano de
Espaces et Sociétés en los números 17-18 a mediados de 1976321. En esta ocasión, la revista ponía énfasis
en la situación de la problemática urbana en Estados Unidos, y Harvey consigue introducir con rigor una
visión de la urbanización desde la economía política en ese país. Para esto ya habían pasado al menos tres
años de que Harvey con su obra Social justice and the city (1973) hubiera ponderado los planteamientos
teóricos de Lefebvre. Unos meses antes de que David Harvey publique esta obra, que contiene su crítica a
la hipótesis lefebvriana de la urbanización completa de la sociedad y la importancia concedida por
Lefebvre al circuito del capital inmobiliario, Manuel Castells hizo lo propio en La question urbaine
(1972)322.














319
La impresión del último fascículo con Lefebvre y Castells como parte del colectivo de la revista, lleva la siguiente nota de aviso a los lectores:
“Pedimos disculpas a nuestros lectores por los disturbios que se produjeron en la periodicidad de la revista. De hecho, debido a las dificultades
financieras, un número no ha podido recuperarse en 1978, por tanto, la edición actual cubre todo el año 1978. Se entiende que para nuestros
suscriptores, este número se contará como un solo número, y no cuatro. A partir de 1979, habrá que revisar nuevamente la periodicidad normal”
(Editores de Espaces et Sociétés, 1978:2).
320
Lefebvre abre la edición número 5 con el artículo Les institutions de la société post-technologique; Castells hace lo propio en la número 6-7,
con el artículo Introduction: Lutte de classes et contradictions urbaines: l'émergence des mouvements sociaux urbains dans le capitalisme
avancé.
321
Harvey, D. (1976). L’économie politique de l’urbanisation aux États-Unis. En Espaces et Sociétés, 17/18, 5-41. (Notar la considerable
extensión del artículo de casi 40 páginas).
322
Los autores no sólo coincidieron en el momento, y en parte, en el contenido de la crítica, sino también, en que las críticas aparecieron en sus
segundas obras publicadas, la primera desde París y la segunda desde Londres en orden de aparición.

317
Castells, M. (1972). La ideología urbana


Fig. 70. (Izq.). Cubierta de la primera edición de La question urbaine. M. Castells, 1972. (Der.). Publicidad del libro Espace et
politique. Henri Lefebvre. Publicado en la revista Espaces et sociétés, (8), p. 137. Febrero, 1973.

… resulta que el espacio es político323. El espacio no es un objeto científico desviado por la


ideología o por la política; siempre fue político y estratégico. Si este espacio tiene un aire neutro,
indiferente en relación al contenido, por tanto ‘puramente’ formal, sumido en una abstracción
racional, es precisamente debido a que ya fue ocupado, organizado, objeto de viejas estrategias,
de las cuales no siempre se encuentran rastros. El espacio fue moldeado a partir de elementos
históricos o naturales, pero políticamente. El espacio es político e ideológico. Es una
representación literalmente poblada de ideología. Existe una ideología del espacio. ¿Por qué?
porque este espacio que parece homogéneo, que viene dado de un bloque, en su objetividad, en
su forma pura, tal como nosotros lo constatamos, es un producto social… (Lefebvre, 1973. Trad
del A.).

La crítica de Castells se desarrolla en la parte segunda de La question urbaine denominada l'idéologie


urbaine, bajo el subtítulo específico: de la société urbaine à la révolution urbaine. Castells (1972)
sostiene que existe una ideología urbana, tanto de izquierdas como de derechas, según unas preferencias,
que penetra en el pensamiento más allá de la “tradición académica” o el “urbanismo oficial”, causando
estragos en la reflexión crítica de las formas sociales de urbanización, y provocando que dicha crítica
abandone su “tono integrador, comunitario, bonachón”, para transformarse en un discurso sobre las
contradicciones urbanas. Para él, este desplazamiento de la reflexión crítica deja intactos los problemas

323
En este párrafo se traduce el texto de H. Lefebvre (febrero, 1973) que aparece en la Fig. 1, promocionando su obra Espace et politique de
reciente impresión (1972) con ediciones Anthropos. En ella se reúnen varias conferencias del francés y su propuesta de superación del derecho a
la ciudad hacia las hipótesis que vertebran su producción del espacio. La nota ‘publicitaria’ contiene un claro mensaje a las críticas de los
estructuralistas, creemos que en especial a su compañero de revista M. Castells.

318
teóricos y añade otros más graves: los problemas políticos, aportando en el pensamiento del urbanismo
académico-oficial no más que un clima de tonos de derecha o izquierda y de sentimientos positivos o
negativos. Bajo estas premisas Castells decide ir a por Henri Lefebvre, a quien se refiere como “la
expresión más brillante de esta versión de izquierdas de las tesis ideológicas sobre la sociedad urbana…”
(1972/2001a: 67). Reconociendo que una potencia intelectual como la de Lefebvre, aplicada a la
problemática urbana, “debía necesariamente producir efectos decisivos en este campo, no solamente en
términos de influencia, sino también de apertura de nuevas pistas, de localización de problemas, de
proposición de hipótesis. Sin embargo, –dice Castells– la problemática acaba por devorar al pensador,
que partiendo de un análisis marxista del fenómeno urbano desemboca cada vez más, a través de una
evolución intelectual bastante curiosa en una teorización urbanística de la problemática marxista”
(Ibíd.:67).

Esta lectura previa que hace Castells de Lefebvre es importante para comprender la desviación posterior
de su crítica. Ya que Castells considera que la exposición urbanística de Lefebvre se construye sobre una
hipótesis según la cual la crisis de la realidad urbana es más central que ninguna otra. Esto, planteado de
esta forma, nos conduce a una reducción de la problemática urbana descrita por Lefebvre, que vale la
pena aclarar. Dicha crisis de la realidad urbana es explicada así por el francés en La revolución Urbana
(1970):

La ciudad industrial, frecuentemente sin forma, aglomeración apenas urbana, conglomerado o


conurbación, como la región de Ruhr, precede y anuncia la inmediata zona crítica. La
implosión-explosión produce en ese momento todos sus efectos. El aumento de la producción
industrial se superpone al crecimiento de los intercambios comerciales, y los multiplica.
La problemática urbana se impone a escala mundial. ¿Cabe definir la realidad urbana como
superestructura que emerge de la estructura económica capitalista o socialista?, ¿o bien como
simple resultado del crecimiento de las fuerzas productivas? ¿o como modesta realidad marginal
con respecto a la producción? !No! La realidad urbana modifica las relaciones de producción,
sin, por otra parte, llegar a transformarlas. Se convierte en fuerza productiva, como ocurre con
la ciencia. El espacio y la política del espacio ‘expresan’ las relaciones sociales, al tiempo que
inciden sobre ellas.
¿Qué ocurre en la fase crítica? Este trabajo intenta responder a dicha interrogante, que sitúa la
problemática urbana en el proceso general.
La industrialización, potencia dominante y coactiva, se convierte en realidad dominada a través
de una crisis profunda, al precio de una enorme confusión, en el curso de la cual, se confunden
lo pasado y lo presente, lo mejor y lo peor.
Esta hipótesis teórica que se refiere a lo posible y a su relación con lo actual (lo real) no puede
ignorar que la entrada en la sociedad urbana y las modalidades de la urbanización dependen de
las características de la sociedad considerada durante la industrialización. Las diversas formas
de acceso a la sociedad urbana, las implicaciones y consecuencias de dichas diferencias iniciales
forman parte de la problemática que concierne al fenómeno urbano o a ‘lo urbano’ (1970/1972b:
21).

Esto nos da una pista de que Castells no estaría dispuesto a compartir la fundación de una teoría marxista
que vaya más allá de su propia ideología estructuralista, y que anuncie un momento evidentemente crítico
en la realidad urbana. Cuando se refiere a los “campos o etapas en la historia humana” descritos por

319
Lefebvre, llama la atención que se refiera a esto como “lo que los marxistas llaman modos de
producción” (1972/2001a: 69), situándose conscientemente fuera del circulo de Marx324. Sin embargo, lo
que realmente preocupa a Castells es que estos períodos no hayan sido considerados como categorías
formales o técnicas, a saber estructurales; y que Lefebvre los haya planteado como modos de vida
establecidos en capas sucesivas o superpuestas de hechos y fenómenos, de acción y pensamiento,
operación lefebvriana que no debería sorprender a ningún conocedor de su formación e itinerario. En
cualquier caso, es necesario regresar a las advertencias que hacía el mismo Lefebvre al inicio de su libro
para desvirtuar los ataques a su esquema espacio-temporal:

[…] si trazamos un eje: 0______________10 por 100, que abarca desde la ausencia de
urbanización hasta la culminación del proceso, es decir, lo urbano (la realidad urbana), este eje
es, a la vez, espacial y temporal: espacial en la medida que el proceso se efectúa en el espacio, al
cual modifica por otra parte; temporal, puesto que se desarrolla en el tiempo (este ultimo
aspecto carece de importancia en un principio, para luego ser predominante en la práctica y en
la historia). Este esquema no presenta más que un aspecto de dicha historia, una división del
tiempo hasta cierto punto abstracta y arbitraria y que da lugar a unas operaciones
(periodizaciones) en lugar de otras. Ello no implica ningún privilegio absoluto, sino, mas bien,
una necesidad común (relativa) respecto de otras divisiones (1970/1972b: 13).

Esta partida en el espacio-tiempo le permite a Lefebvre definir las fases correspondientes a la ciudad
política, comercial, industrial y una fase crítica. A su vez, identifica un momento de inflexión de lo
agrario a lo urbano en el paso de ciudad comercial a industrial, y otro momento de implosión-
explosión325 en el transcurso de la ciudad industrial a una zona crítica, que en la realidad del año 1970, se
comporta como una caja negra326. Lo decisivo en su solución espacio-temporal es que la fase crítica
señala la entrada en la sociedad urbana. Dicho esquema será de orden secundario para Lefebvre, en tanto
que, le sea útil para reforzar su hipótesis principal.

Adentrándonos en la crítica realizada por Castells a Lefebvre, el problema fundamental para él radica en
lo que el francés designa con el término “lo urbano”: por sus formas y contenidos, y el error teórico e
histórico de la supuesta determinación del contenido por la forma. De acuerdo a la interpretación hecha
por el español, Lefebvre sugiere “la hipótesis de una producción del contenido social (lo urbano) por una
forma transhistórica (la ciudad)” (1972/2001a: 70). En Lefebvre, la forma de lo urbano vendría dada por
la “centralidad, la simultaneidad y la agrupación”, y sus contenidos por el “reino de la libertad y el nuevo
humanismo”. Así pues, Castells considera que a partir del desarrollo de la hipótesis lefebvriana sobre lo
urbano, no tiene sentido alguno la formulación del problema de la libertad en ese marco. Ya que lo


324
Marx desarrolló una interpretación de la historia de las sociedades humanas basada en la distinción de grandes períodos a los que llamó
‘modos de producción’. El modo de producción burgués, entre otros (asiático, antiguo, feudal) no es otro que el modo de producción capitalista.
A cada uno de estos modos se asocia una estructura de clase. Ver: Gérard Duménil, Michaël Löwy y Emmanuel Renault. (2014). Las 100
palabras del marxismo. Madrid: Akal.
325
Según Lefebvre, este momento se caracteriza por la concentración urbana, el éxodo rural, la extensión del tejido urbano y la subordinación
completa de lo agrario a lo urbano.
326
Esta metáfora es explicada por Lefebvre como un fenómeno en el que se sabe lo que entra, se vislumbra, a veces, lo que sale, pero no se sabe
claramente lo que ocurre en el interior.

320
“urbano” no sería otra cosa que la “espontaneidad creadora liberada” producida por una forma que se
define ante todo por la dialéctica de la centralidad o de su negación, la periferia. De acuerdo a Castells,
Lefebvre termina proponiendo una tesis muy próxima a las de Wirth, conforme a los mecanismos de
producción de las relaciones sociales o los “mecanismos de producción de sociabilidad” como los
denomina327.

La crítica de Castells que va buscando programáticamente errores en La revolución urbana para mostrar
el fracaso de la hipótesis teórica, termina por descontextualizar un arsenal conceptual que, a primera vista,
carecería de un sistema de exposición, y que sin embargo, es absolutamente intencional viniendo de
Lefebvre. Miremos que sucede con las relaciones sociales en la sociedad urbana: En la ciudad industrial
(en aquel momento en proceso de transición) las relaciones sociales se deterioran en virtud de una
distancia que, en el tiempo y el espacio, separa las instituciones y los grupos. En el mundo urbano “las
relaciones sociales se revelan en la negación virtual de dicha distancia” (1970/1972b: 124). De ahí –dice
Lefebvre– el carácter de latente violencia inherente a lo urbano. Pero también el carácter, igualmente
inquietante, de las fiestas… “Así pues, lo urbano es una forma pura: el punto de encuentro, el lugar de
una congregación, la simultaneidad. Esta forma no tiene ningún contenido específico, sin embargo todo
se acomoda y vive en ella. Es una abstracción, pero contrariamente a una entidad metafísica, es una
abstracción concreta328, ligada a la práctica” (Ibíd.:124). Estas consideraciones lefebvrianas sobre la
forma, la centralidad y las relaciones sociales, –las cuales, Castells asume que resultan excesivamente
burdas para el mismo Lefebvre– son concatenadas con una serie de conceptos, que definen unas
condiciones de la forma, la función y la estructura de lo urbano, así como los niveles y las dimensiones

327
Louis Wirth (1897-1952) es considerado uno de los principales exponentes de la Escuela de Chicago. Ver: El urbanismo como modo de vida,
en: American Journal of Sociology, 44, 1938. Según Neil Smith (2003), para apreciar la novedad de lo que Lefebvre estaba tratando de hacer, es
importante recordar que la investigación urbana en la década de 1960 fue dramáticamente infra-teorizada. A lo largo de las ciencias sociales y
especialmente en sociología, el análisis urbano fue en gran parte descriptivo. Donde se aspiró a la teoría, más notablemente, fue en el trabajo de la
escuela de Chicago, que siguió siendo influyente en la década de 1960, o en el caso de la ecología social, aunque la investigación urbana se basó
más en generalizaciones empíricas que en la teoría per se. Las innovaciones en teoría social que ayudaron a codificar las ciencias sociales
después de la Primera Guerra Mundial (el trabajo de Max Weber, Freud, Malinowski, la escuela de Frankfurt) evitaron en gran medida una
preocupación explícita por lo urbano; aún el esfuerzo anterior de Durkheim y ciertamente Simmel ayudaron a crear el marco general de una
sociología urbana no teórica. Así, por ejemplo, el trabajo de Louis Wirth, en su Urbanismo como una forma de vida, aplicó el positivismo social
de Durkheim para promover los temas de la escuela de Chicago. Las cuestiones de la vivienda, la organización industrial, la segregación o el
desarrollo de la comunidad ciertamente surgieron en las ciencias sociales, pero en general se enmarcaron de manera tecnocrática en la huella de
los requisitos liberales de la política. La teoría marxista, limitada por tal mandato, proporcionó poca alternativa –explica Smith. Muchos
marxistas rechazaron la noción de que lo urbano representaba un ámbito social específico, y el estalinismo de posguerra de los partidos
comunistas era abiertamente hostil a la propuesta de un régimen urbano identificable, argumentando que lo urbano representaba una dependencia
superestructural enraizada en las fuerzas sociales y económicas de base y las relaciones de producción. El objetivo principal de Lefebvre, apunta
Smith, sería elevar lo urbano al campo teórico y político (Smith, 2003).
328
En el texto que está mirando Castells –La revolución urbana (1970)– Lefebvre toma en cuenta como parte de las dimensiones del fenómeno
urbano, la proyección de las relaciones sociales en el terreno, –incluso las más abstractas– explica, las que provienen de las mercancías, del
mercado y de los contratos entre los agentes a escala global. Así, el fenómeno y el espacio urbanos pueden ser considerados como una
‘abstracción concreta’. La comprensión de Lefebvre del espacio como una abstracción concreta se aplicó en su análisis regresivo-progresivo de la
ciudad y el espacio urbano en el capitalismo. Esta investigación, fundamental para La producción del espacio, fue delineada en El derecho a la
ciudad y expuesta en el libro El pensamiento marxista y la ciudad (1972), que reconstruye los comentarios de Marx y Engels sobre la ciudad, los
complementa, y cuestiona la capacidad del marxismo para explicar los procesos de urbanización. De acuerdo al estudio de Stanek (2011a), sería
una lectura de Hegel y Marx, en particular las últimas discusiones sobre el trabajo, las mercancías y el dinero, lo que permitió a Lefebvre
examinar el espacio como una forma general de la práctica social en la modernidad capitalista. La interpretación de Lefebvre de la abstracción
concreta replanteó el programa de investigación del francés sobre el espacio y abrió sus dos perspectivas: una descripción deductiva del principio
más general del espacio social que se desarrolla en la historia, y un estudio histórico y empírico sobre coyunturas específicas de prácticas
productoras de espacio. Es en las tensiones entre estas dos perspectivas de investigación y en los intentos de mediar entre ellas que se
desarrollaron los conceptos centrales de la teoría de la producción del espacio. En Marx, la dialéctica entre lo concreto y lo abstracto ha dado
lugar a numerosas derivaciones en el seno del marxismo. Ver también: Łukasz Stanek, (2008). Space as Concrete Abstraction: Hegel, Marx, and
Modern Urbanism in Henri Lefebvre (pp. 62–79). Londres: Routledge.

321
específicos para su comprensión, discusión y desarrollo. Colocando en su real dimensión a la exposición
hecha sobre lo urbano, a pesar del aparente desorden, sus atributos teóricos marcan dos señales: una vía
libre para quienes deseen explorar el camino hacia una teoría de la producción del espacio social; y, un
paso prohibido para la tradición académica institucionalizada y especializada.

En esta dirección, M. Castells asume una posición frente a lo que denomina “lucubraciones que se elevan
hacia regiones metafilosóficas”, ya que para él son argumentos ajenos al espacio o lo que él llama
“institucionalmente, lo urbano”. Esto lo lleva a preguntarse como “investigador” y como una persona
“enfrentada a los problemas urbanos” si dichas lucubraciones aportan algo nuevo u original a la cuestión
urbana. De aquí deduce, o se da cuenta “plenamente del carácter profundamente ideológico de las tesis de
Lefebvre, es decir, de su alcance social más que teórico” (1972/2001a: 73). Incluso llega a decir en La
question urbaine que “Lefebvre siempre quedará tributario de su fundamento metafísico” (Ibíd.:73). En
una nota pequeña de La cuestión urbana, Castells señala fulminante: “posteriormente, Lefebvre, prolífico
autor, ha publicado en 1972 dos nuevos “libritos” sobre el tema: La pensée marxiste et la ville y Espace et
politique. Pese a su interés, no cambian para nada el contenido de las tesis examinadas” (Ibíd.:94).

Casi al final de este apartado poco comentado de la obra de Castells, sobre su relación con Lefebvre, el
español le hace unas sugerencias para superar el “tratamiento ideológico” del problema socio-urbano-
metafísico en el que se ha metido:

1. Tratar separadamente el espacio y lo urbano, es decir, tratar el proceso de consumo colectivo


a diferentes niveles.
2. Proceder al análisis de la determinación social de estos procesos, explicando las nuevas
formas de intervención de los aparatos del Estado en este terreno.
3. Estudiar la organización del espacio como un capítulo de la morfología social, como se
propone, estableciendo la especificidad de la forma, pero sin hacer de ella un nuevo motor de
la historia.
4. Finalmente, y sobre todo, explicar los fundamentos sociales de la ligazón ideológica entre la
problemática del espacio y la de la reproducción de la fuerza del trabajo (‘cotidianidad’ para
Lefebvre).

Expuestas las necesidades que requeriría una tradición “académica”, en este caso, representada por
Castells, para validar la concepción teórica de “lo urbano” en Lefebvre, se puede también notar la
incomodidad de los estructuralistas con el nuevo tratamiento de la categoría de la “vida cotidiana”, sobre
todo por su original relacionamiento con el espacio. Será precisamente Lefebvre quien dedique más de
una obra, artículos y conferencias en todo el mundo para revelar el pensamiento más allá del
estructuralismo incluyendo a su selecto grupo de marxistas329. El comunista español Santi Soler Amigó
(1977) recogerá en el número 22 de la revista Ajoblanco unas cuantas palabras de Lefebvre de una


329
Roland Barthes en la literatura, Jacques Lacan en el psicoanálisis, Michel Foucault y Louis Althusser en la filosofía, Claude Lévi-Strauss en la
antropología, etc.

322
conferencia del francés presentada en Madrid en ese año, y otras tantas de G. Debord (1961)330 que
encajan perfectamente en la réplica de Lefebvre a sus amigos idealistas reaccionarios:
Los que hablan de revolución y lucha de clases sin referirse a la vida cotidiana no tienen más
que un cadáver en la boca.

Los que hablan de la vida cotidiana sin tener en cuenta la lucha de clases, la guerra social cuyo
campo de batalla es la vida cotidiana, deliran por los pasillos de su idealismo reaccionario.

Estudiar la vida cotidiana sería una empresa perfectamente ridícula y condenada a no entender
nada de su objeto, si no nos proponemos explícitamente estudiar la vida cotidiana con el objeto
de transformarla (Soler, 1977:14).

Antes de terminar es crucial señalar un pequeño extracto de los planteamientos fundacionales de Lefebvre
con respecto a la sociedad y la revolución urbanas, para cuando se repase la crítica de Castells en La
question urbaine (1972), se pueda acudir rápidamente a las palabras de Lefebvre, pero no en un acto de
espontaneidad liberadora (como diría Castells), sino con la idea de contrastar rigurosamente los
argumentos y notar las advertencias que escribió Henri Lefebvre desde el inicio de La revolución urbana,
sobre lo que enfrentaba, sobre su colocación en un sitio donde podamos verlo, y sobre por qué razón,
aquel era su lugar.

El concepto de sociedad urbana331, tal y como lo presentamos aquí, es, pues, al mismo tiempo
una hipótesis y una definición.

Así mismo llamaremos más adelante revolución urbana al conjunto de transformaciones que se
producen en la sociedad contemporánea para marcar el paso desde el período en el que
predominan los problemas de crecimiento y de industrialización (modelo, planificación,
programación) a aquel otro en el que predominará ante todo la problemática urbana332 y donde
la búsqueda de soluciones y modelos propios a la sociedad urbana pasará a un primer plano. El
concepto de revolución urbana no implica necesariamente acciones violentas. Pero tampoco las
excluye.

En lo que respecta al urbanismo, he aquí dos etapas en el camino que hemos de recorrer:

a) desde hace algunos años, mucha gente ha concebido el urbanismo como una práctica social
de carácter científico y técnico. En tal caso, la reflexión teórica podría y debería ejercerse sobre
esta práctica, elevándola al nivel de los conceptos, y, más precisamente al nivel epistemológico.
Sin embargo, la ausencia de dicha epistemología urbanística es sorprendente: ¿Intentaremos
aquí llenar el vacío? No. En efecto, dicha carencia puede explicarse ¿Se debe quizá a que el
carácter institucional e ideológico de lo que se llama urbanismo predomina actualmente sobre el
carácter científico? Suponiendo que este mecanismo pueda generalizarse y que el conocimiento
dependa siempre de la epistemología, el urbanismo contemporáneo parece ignorar la tendencia.
Habría que saber el porqué y decirlo.


330
Guy Debord (17 de Mayo de 1961) presentó su conferencia: Perspectivas de modificación consciente de la vida cotidiana, en el seminario
organizado por H. Lefebvre en el Centre d'études sociologiques, ante el Grupo de investigación sobre la vida cotidiana reunido por Lefebvre en el
C.N.R.S.
331
El término ‘sociedad urbana’ es aplicado por Lefebvre a la sociedad que surge de la industrialización y así de la urbanización completa de la
sociedad (hoy todavía virtual). Es decir, a la sociedad caracterizada por un proceso de dominación y asimilación de la producción agraria. Dicha
sociedad urbana no puede concebirse sino como culminación de un proceso en el que, a través de transformaciones discontinuas, las antiguas
formas urbanas estallan. La expresión ‘sociedad urbana’ responde a una necesidad teórica. No se trata solamente de una presentación literaria o
pedagógica, ni de una adaptación del saber adquirido, sino de una elaboración, de una investigación y también de una creación de conceptos. Se
perfila y se precisa una corriente del pensamiento en busca de un cierto concreto y quizá de lo concreto. Esta corriente, en caso de confirmarse,
tenderá a una práctica, la práctica urbana, captada o reencontrada.
332
La problemática urbana en la hipótesis lefebvriana se impone a escala mundial.

323
b) Tal y como se presenta, es decir, como político (con su doble aspecto institucional e
ideológico), el urbanismo se halla sometido a una doble crítica, de derechas y de izquierdas.

La crítica de derechas (como nadie ignora) se apoya en el pasado, en un cierto humanismo.


Alberga y justifica, directa o indirectamente, una ideología neoliberal, es decir la ‘libre
empresa’. Abre el camino a todas las iniciativas privadas de los capitalistas y de sus capitales.

La crítica de izquierdas (como muchos todavía ignoran) Se trata de una crítica que intenta abrir
el camino de lo posible, explorar y jalonar un ámbito que no sea solamente el de ‘lo real’, lo
realizado, ocupado por las fuerzas económicas, sociales y políticas existentes. Es pues una
crítica utópica, puesto que se mantiene alejada de lo real sin por ello perderlo de vista
(Lefebvre, 1970/1972b: 12-13).

Si tuviéramos que reflexionar nuevamente sobre el origen de la crítica de Castells hacia Lefebvre en esta
advertencia última que hace el francés, estaremos de acuerdo en que aún no llega con vigor a ser una
crítica de derechas, pero cuidado, tampoco creemos que pueda ser una crítica capaz de abrir el camino de
lo posible en la teoría de Lefebvre. No obstante, el balance en este primer momento analizado a partir del
trabajo de Castells se confirma como una crítica claramente interesada.

Harvey, D. (1973). Conclusiones sobre la naturaleza del urbanismo

A partir de una entrevista otorgada a los editores la New Left Review (NRL) en el año 2000, Harvey
explica con cierto detalle sus primeros pasos hacia el campo de la geografía urbana crítica de orientación
marxista. Empieza por reconocer que su primer libro Explanation in Geography publicado en 1969,
proviene de un entorno positivista.
… en aquel momento me parecía evidente que había que recurrir a la tradición filosófica del
positivismo que, en la década de 1960, continuaba incorporando como parte de sí un poderoso
sentimiento acerca de la unidad de la ciencia, proveniente de Rudolf Carnap333. Este es el motivo
por el que me tomé a Hempel y a Popper tan en serio (…) se podría decir que mi proyecto
consistía en desarrollar la vertiente filosófica de esta revolución cuantitativa (Harvey,
2000:108).

Al responder sobre la situación de la geografía británica de posguerra, Harvey menciona que la disciplina
en los años 60 estaba mucho más conectada con la planificación regional y urbana que con cualquier otra
disciplina. En aquel momento existía una cierta vergüenza sobre toda la historia del imperio, y un
desacuerdo con respecto a la idea de que la geografía no podía o debía jugar un papel global. El resultado
se tradujo en un enfoque fuertemente pragmático, en un intento de reconstruir el conocimiento geográfico
como instrumento de la planificación administrativa en Gran Bretaña. “En este sentido la disciplina se
hizo bastante funcionalista (…) en mi opinión apenas existen campos en la investigación en los que la
palabra “urbano” pueda ser considerada como el centro de la disciplina” (Harvey, 2000:109). Harvey


333
Rudolf Carnap (1891-1970) fue un influyente filósofo nacido en Alemania que desarrolló su actividad académica en Centroeuropa hasta 1935
y, a partir de esta fecha, en Estados Unidos. Destacado defensor del positivismo lógico, fue uno de los miembros más destacados del Círculo de
Viena. Filósofo y lógico, se convertiría en uno de los líderes del neopositivismo. Algunas de sus obras destacadas: (1921) Contribución a la
filosofía de la ciencia, (1924) Compendio de lógica matemática, (1928) La estructura lógica del mundo, (1934) Sintaxis lógica del lenguaje,
(1935) Filosofía y sintaxis lógica, (1942) Introducción a la semántica, (1943) Formalización de la lógica, (1946) Significado y necesidad.

324
menciona a la historia urbana o la economía urbana, al igual que la política urbana como ejemplos de
formas disciplinares marginales, mientras que la geografía urbana era realmente el centro de mucho de lo
que estaba sucediendo en esa disciplina. De este modo, Harvey aclara que para muchos de los geógrafos
en Gran Bretaña, la planificación regional no era un concepto negativo en la década de 1960. “Era el
período de la retórica de Harold Wilson sobre el “toque mágico de la tecnología”, un momento en el que
la eficacia de la planificación regional y urbana iba a suponer una palanca para la mejora social del
conjunto de la población” (Ibídem:109). En la entrevista, Harvey define su orientación política en aquel
momento cerca del progresismo Fabiano334, lo que explica su seducción por las ideas de la planificación,
la eficacia y la racionalidad. Confiesa que al estar altamente absorbido en la redacción de Explanation in
Geography no advirtió todo lo que estaba colapsando a su alrededor. Así, entrega su primera obra a los
editores en pleno mayo de 1968, reconociendo de forma inmediata su vergüenza por el cambio general de
la temperatura política. “A esas alturas, me sentía profundamente desilusionado con el socialismo de
Harold Wilson335 (…) me di cuenta de que tenía que repensar un montón de cosas que había dado por
supuestas” (Harvey, 2000:109).

En esos años ofrecen a Harvey una plaza para enseñar en la Universidad John Hopkins (Estados Unidos),
según describe en la entrevista, el campus era pequeño y extremadamente conservador, sin embargo, por
esta razón… incluso un reducido número de radicales decididos podía resultar bastante eficaz; a
principios de la década de 1970 existía un movimiento en contra de la guerra, así como un activismo en
favor de los derechos civiles muy importante en torno a la universidad (…) rápidamente me impliqué en
estudios sobre discriminación en proyectos de vivienda, y desde entonces la ciudad ha formado un telón
de fondo sobre el que se ha desarrollado gran parte de mi pensamiento (Ibíd.:110).

Harvey expresa que desde el principio le intrigó la propia ciudad de Baltimore. Sugiere que era un lugar
increíble para desarrollar un trabajo empírico. En su segundo libro, Social justice and the city (1973), los
apartados Formulaciones liberales, Formulaciones marxistas y Síntesis están estructurados según él como
una secuencia más fortuita que planeada. Cuando comenzó su libro aún se denominaba así mismo como
socialista Fabiano, aunque era una etiqueta que carecía de sentido en Estados Unidos, donde sería más
fácil ser reconocido posiblemente como un liberal con carnet. De este modo, organizó su investigación,
evidenciando en el camino que los parámetros fijados ya no eran operativos. Así Harvey se acercó a la
teoría marxista, con el fin de comprobar si podía extraer mejores resultados. El cambio de un enfoque a
otro no fue premeditado, me tropecé con él, explica en la entrevista con los editores de la NRL.


334
Dicho progresismo se registra desde la fundación de La Sociedad Fabiana en 1884 en Londres. Es un movimiento socialista británico cuyo
propósito es avanzar en la aplicación de los principios del socialismo mediante reformas graduales. Es también conocido por formar los cimientos
de lo que más tarde sería el Partido Laborista británico. Los fabianos, a diferencia de Marx, creen en la evolución gradual de la sociedad hacia el
socialismo, y apuestan por el trabajo discreto y reformas graduales que, en su opinión, llevarán poco a poco al socialismo.
335
Harold Wilson (1916-1995) fue un político e intelectual del Partido Laborista Británico y primer ministro del Reino Unido en dos ocasiones
(1964-1970 y 1974-1976). En marzo de 1976, Wilson sorprendió a la nación anunciando su dimisión como Primer Ministro. Afirmó que siempre
había planeado su dimisión a la edad de sesenta años, y que estaba física y mentalmente agotado.

325
Sobre la recepción de Social justice and the city en Estados Unidos, Harvey nos recuerda que ya existía
dentro de la geografía en ese país, un movimiento radical reunido en torno a la revista Antipode336. Así
mismo, a inicio de 1970, en Estados Unidos se conformó un grupo denominado Geógrafos Socialistas,
muy parecido a otro de jóvenes geógrafos, como Doreen Massey337, en Gran Bretaña. “Así que, como ya
he dicho, existía a principios de la década de 1970 un tipo de movimiento generalizado (…) que
exploraba esta dimensión específica. Social Justice and the City fue uno de los textos que recogió este
momento, convirtiéndose en un punto de referencia a medida que fue pasando el tiempo. También se lo
leyó fuera de la disciplina, especialmente por parte de sociólogos urbanos y algunos estudiosos en
ciencias políticas” (2000:113).

Fig. 71. (Izq.). Cubierta de la primera edición de La révolution urbaine. H. Lefebvre, 1970. (Der.). Cubierta de la primera
edición en español de Social Justice and the city. D. Harvey, 1973/1977.


336
De acuerdo al artículo de Kirk Mattson (1978), Una introducción a la geografía radical, en: Geocrítica, 13 (III), Barcelona. La fundación de la
revista Antipode está relacionada con la organización de las primeras expediciones en 1969. La revista fue concebida como el portavoz de una
geografía alternativa, preocupada por problemas regionales y locales. Así, los primeros ejemplares incluyen información sobre la expedición de
Detroit, sobre el deterioro del medio ambiente producido por las compañías mineras en los Apalaches y sus efectos sociales, sobre la pobreza
rural y urbana, etc... A medida que la revista evolucionaba y se desarrollaba, atrayendo cada vez un mayor número de lectores y colaboradores, se
estableció el diálogo sobre la necesidad de nuevos métodos de cuestionar y criticar, formulando preguntas sobre el papel de la ideología en
geografía. En 1974, en plena evolución y búsqueda teórica la revista se planteó la necesidad de explorar en el campo del marxismo y estimular las
investigaciones y contribuciones de los países del tercer mundo. Durante este proceso se fueron clarificando los objetivos y ampliando las
perspectivas, ganando lectores fuera de Norteamérica, pero perdiéndose también en el camino, muchos de los primeros lectores liberales, todavía
asustados por la palabra ‘Marxismo’. De este modo, según Mattson, ‘Antipode’ ofrece un medio de información y comunicación para los
geógrafos al margen de la geografía institucionalizada, controlada por las revistas de la poderosa Asociación Norteamericana de Geógrafos
(Association of American Geographers).
337
Doreen Massey (1944-2016) fue una científica social y geógrafa británica que trabajó en temas relacionados con la geografía marxista,
feminista y cultural. Sus estudios sobre el espacio, el lugar y el poder han sido muy influyentes dentro de una gama de disciplinas y campos de
investigación. Dado su reciente deceso, Álvaro Sevilla profesor en la UPM, comentaba en su blog multipliciudades que ella nunca abandonó el
aprendizaje de su experiencia en las instituciones en los 80 y se comprometió críticamente con experimentos políticos que a muchos académicos
les parecerían demasiado arriesgados. Sevilla recuerda cuando les comentó a los asistentes a una de sus conferencias la anécdota de aquel día en
que recibió en su despacho de la Open University un fax del recién estrenado gobierno de Hugo Chávez en Venezuela, invitándola a que les
ayudara a hacer la revolución, y para allá que se fue. ¿Cuántos académicos de primera línea hacen esto en la madurez de sus carreras,
especialmente en el entorno anglosajón? –Se pregunta Sevilla.

326
Harvey señala en sus Conclusiones sobre la naturaleza del urbanismo, escritas en la tercera parte del
libro denominada Síntesis, que está en búsqueda de una literatura que le permita poner en práctica el
método de Marx en la investigación de los “fenómenos urbanos”, es así como acude por primera vez a la
obra de Henri Lefebvre, advirtiendo que las obras referenciadas (Espacio y política, 1972 y La revolución
urbana, 1970) apenas fueron revisadas para la producción de Social justice and the city. De esta forma,
hecho el hallazgo, Harvey considera que “existen paralelismos entre los dos criterios” y “hay semejanzas
en los contenidos” –lo que es alentador– escribe. Pero también “algunas diferencias en cuanto a énfasis e
interpretación” –lo que es sugestivo (Harvey, 1973/2014a: 318). Harvey continúa:

La obra de Lefebvre es más general que la mía, pero es también incompleta en algunos aspectos
importantes. No obstante, me siento mucho más seguro, acudiendo tanto a la obra de Lefebvre,
como a los materiales reunidos en este volumen, al tratar de llegar a algunas conclusiones
generales sobre la naturaleza del urbanismo. Este urbanismo, según Harvey, ha de ser
considerado como un conjunto de relaciones sociales que refleja las relaciones establecidas en
la sociedad como totalidad. Además, estas relaciones han de expresar las leyes según las cuales
son estructurados, regulados y construidos los fenómenos urbanos. Por tanto, se ha de
considerar si el urbanismo es 1) una estructura diferente con sus propias leyes de transformación
y construcción internas, o 2) la expresión de un grupo de relaciones integradas en una estructura
más amplia (tal como las relaciones sociales de producción) (Ibíd.:319).

Parte del material reunido en este volumen puede ser utilizado para apoyar la tesis de Lefebvre,
mientras que otras partes la contradicen. Por supuesto, existen ciertos puntos de partida
comunes. Tanto él como yo aceptamos la misma concepción de la totalidad como relacionalidad
interna. También aceptamos ambos que el urbanismo ha de ser entendido como una entidad
autosuficiente que expresa y modela relaciones con otras estructuras de la totalidad. Ninguno de
los dos considera el urbanismo como algo que procede simplemente de otras estructuras.
Lefebvre trata también de incorporar a su análisis conceptos de espacios apropiados. Observa el
conflicto entre la dialéctica del proceso social y la geometría estática de la forma espacial y
llega a una conceptualización del tema proceso social-forma espacial que no se diferencia
demasiado de la que se encuentra en los análisis de este volumen. El urbanismo, en la medida en
que posee sus propias leyes de transformación, es, al menos parcialmente, un resultado de los
principios básicos de la organización espacial. El característico papel que desempeña el espacio.
tanto en la organización de la producción como en la modelación de las relaciones sociales se
encuentra, por consiguiente, expresado en la estructura urbana. Pero el urbanismo no es
meramente una estructura que proviene de una lógica espacial. El urbanismo se encuentra
influido por ideologías determinadas (criterios urbanos contra criterios rurales, por ejemplo) y
por tanto posee una cierta función autónoma para modelar el modo de vida de la gente. Y la
estructura urbana, una vez que ha sido creada, afecta al futuro desarrollo de las relaciones
sociales y a la organización de la producción. Por consiguiente, a mí me gusta la analogía de
Lefebvre entre urbanismo y conocimiento científico. Ambos poseen estructuras características
con su propia dinámica interna. Ambos pueden alterar en ocasiones la estructura de la base
económica en aspectos fundamentales. Sin embargo, ambos se encuentra canalizados y
constreñidos por fuerzas e influencias que emanan de la base económica y, en último término,
han de ser puestos en relación con la producción y reproducción de la existencia material para
ser comprendidos (Harvey, 1973/2014a: 322).

Establecidos algunos puntos de acuerdo generales, los cuales son desarrollados en el libro con mediana
extensión, nos preguntamos ¿en qué considera Harvey que sus planteamientos se diferencian con los de
H. Lefebvre? Harvey lo describe con claridad de la siguiente manera: “Lefebvre opina que actualmente el
urbanismo domina la sociedad industrial, y ha llegado a esta conclusión por medio de la construcción por

327
negación. La utilización de este instrumento dialéctico proporciona una hipótesis, pero no constituye una
prueba. Y yo no creo que esta hipótesis pueda ser mantenida en este punto de la historia” (Ibídem:326).

Hemos de considerar que el método de orden simplemente dialéctico que asigna Harvey a Lefebvre es
inexacto, y su escepticismo cortoplacista carece de fundamentos sólidos para menospreciar la propuesta
teórica del francés. El método empleado por Lefebvre, denominado de transducción no es usado por
primera vez en La revolución urbana (1970), sino desde años anteriores en sus primeros estudios sobre la
nueva ciudad. Sin embargo, Lefebvre, lo vuelve a explicar en la obra en la cual se basa Harvey. Se trata
pues de una hipótesis teórica que el pensamiento científico puede plantearse, tomándola como punto de
partida. Procedimiento no ya habitual, sino incluso necesario en las ciencias. Lefebvre plantea que el
objeto, en este caso “lo urbano” se inserta en la hipótesis de la urbanización completa de la sociedad (o la
sociedad urbana), al mismo tiempo que la hipótesis incide sobre dicho objeto. Si lo urbano se sitúa más
allá de lo constatable, no por ello es ficticio. La sociedad urbana es para Lefebvre un objeto virtual, es
decir, un objeto posible.

Contra el empirismo que constata, contra las extrapolaciones aventuristas, contra el saber
despedazado en migajas que intenta hacernos digerir, nos hallamos ante una teoría que se
presenta a partir de una hipótesis teórica. A esta investigación y elaboración se asocian
iniciativas de carácter metódico. Por ejemplo, la investigación sobre un objeto virtual, con vistas
a definirlo y a realizarlo a partir de un proyecto tiene ya una entidad. Junto a las operaciones
clásicas, la deducción y la inducción, existe la transducción (reflexión sobre el objeto posible)
(Lefebvre, 1970/1972b: 11).

D. Harvey (1973) despliega sus objeciones planteando que el urbanismo posee una estructura separada
con una dinámica propia. Pero esta dinámica es moderada por la interacción y contradicción con otras
estructuras. Así, decir que el urbanismo domina actualmente la sociedad industrial, significa decir que las
contradicciones internas del urbanismo –como estructura en el proceso de transformación y la dinámica
interna de la anterior sociedad industrial– se resuelven normalmente a favor del urbanismo. “Yo no creo
que esta afirmación sea realista” –indica Harvey. Según sus observaciones, en ciertos aspectos
importantes y esenciales, la sociedad industrial y sus estructuras continúan dominando al urbanismo. A
continuación, exponemos los tres aspectos señalados por Harvey para comprender su afirmación:

(i) El cambio en la composición orgánica del capital y el creciente volumen de la inversión en capital fijo
que conlleva es un resultado de la dinámica interna del capitalismo industrial y no puede ser interpretado
como respuesta al proceso de urbanización. El espacio creado es modelado por medio del despliegue de
inversiones de capital fijo. Es el capitalismo industrial el que está creando el espacio para nosotros, y de
ahí la sensación frecuentemente expresada de alienación con respecto al espacio creado. El proceso de
urbanización, es cierto, ejerce ciertas presiones sobre el capitalismo industrial, pues un grupo de
inversiones requiere otro grupo que lo complemente. Pero la dinámica del proceso está controlada y
limitada por los que dirigen el capitalismo industrial y no por aquellos que dirigen la evolución del

328
urbanismo como estructura separada. (Harvey, 1973/2014a). Es preciso notar desde el inicio, que Harvey
parece no percatarse de ciertos atributos del concepto de lo urbano, es decir, la sociedad urbana
formulada como un objeto virtual. En este contexto, da la impresión de una confusión reiterada en la
lectura que se hace de la construcción de tal virtualidad en un proceso estudiado por Lefebvre como una
“abstracción concreta” junto a los procesos materiales de la urbanización y del propio urbanismo.

(ii) La creación de necesidades y el mantenimiento de una demanda efectiva son producidos a través de
los procesos que dirigen la evolución del capitalismo industrial. La urbanización da al capital industrial la
oportunidad de disponer de los productos que crea. En este sentido, dice Harvey, el proceso de
urbanización sigue todavía siendo impulsado por las nuevas necesidades del capitalismo industrial.
(Ibíd.).

(iii) La producción, apropiación y circulación de plusvalor no han llegado a subordinarse a la dinámica


interna del urbanismo, sino que continúan siendo reguladas por las condiciones provenientes de la
sociedad industrial. En el capítulo (6) de Social justice and the city, Harvey examina la relación entre el
urbanismo y la circulación del plusvalor. Allí el urbanismo es considerado como un producto de la
circulación del plusvalor. Esta es una cuestión crítica e importante y probablemente constituye la
principal fuente de desacuerdo que existe entre Lefebvre y yo. Harvey considera a los canales por donde
circula la plusvalía como las arterias por las que pasan todas las relaciones e interacciones que definen la
totalidad de la sociedad. Comprender la circulación del plusvalor significa, de hecho, comprender la
manera en que funciona la sociedad338 (Ibíd.).

Lefebvre en La revolución urbana, parte de una “lógica” de advertencias en un camino que sabe será
movedizo; entre ellas, sugiere que la especulación de bienes raíces puede llegar a convertirse en la fuente
principal, lugar casi exclusivo, de “formación del capital”, otorgando entonces –a lo que Harvey explica
casi como una axioma– la categoría de una posibilidad. La idea de Lefebvre es que mientras baja la
plusvalía global formada y realizada en la industria, crece el grado plusvalor formado y realizado en la
especulación y mediante la construcción inmobiliaria. De esta forma, “puede ocurrir” que el segundo
circuito suplante al principal. Además, Lefebvre señala que todavía es poco conocido el papel de lo
inmobiliario en los distintos países incluso desarrollados, coincidiendo en esta excusa con Harvey.

Harvey en Social Justice and the City (1973) considera necesario extender su aseveración respecto de la
interrelación entre ambos circuitos, ya que el circuito “secundario” posee ciertas características


338
Para ampliar la argumentación de Harvey, añadimos su excusa en la discrepancia con Lefebvre: Por desgracia, no poseemos la clase de
información sobre la estructura de dicha circulación que nos sería necesaria para hacer planteamientos definitivos acerca de ella. Esta es la
razón de que el capítulo 6 sea el más defectuoso y el más provisional en cuanto a sus conclusiones. Sería necesaria una obra con, por lo menos,
la extensión y la intuición de El capital de Marx para desenmarañar todas las complejidades del problema. Lefebvre [en: La revolución urbana,
1970] hace una distinción simplista pero muy útil entre dos circuitos de circulación de plusvalor (Harvey, 1973/2014a: 328). Esta distinción será
profundizada por Lefebvre en su obra El pensamiento marxista y la ciudad (1972).

329
complicadas. Nos explica entonces que las crecientes cantidades de inversión de capital fijo
(consecuencia del cambio de la composición orgánica del capital) son, como Marx dijo, trabajo muerto.
En consecuencia para dar vida a este capital fijo es necesario que un trabajo vivo lo ponga en movimiento
y que se encuentre un valor de uso (actual o futuro) para los productos o servicios que produzca. Harvey
expresa la dificultad de asegurar que esto último vaya a cumplirse. “Por consiguiente, existe un creciente
y difícil problema de valorización del capital que obsesiona a la sociedad industrial. La actividad
especulativa proviene de este problema de valorización del capital y se alimenta de él” (1973/2014a:
328). La actividad especulativa ha crecido en la proporción en la que ha crecido la inversión de capital
fijo, y dado que el urbanismo es parcialmente el resultado de esta última, no es nada sorprendente que el
urbanismo y el circuito del capital especulativo se encuentren íntimamente relacionados. La importancia
de esta idea queda demostrada en los capítulos 2 y 5 de Social justice and the city.

Pero es prematuro pensar que el segundo circuito ha reemplazado al primero. Los dos circuitos
son fundamentales el uno para el otro, pero todavía predomina el del capitalismo industrial. Las
presiones que se originan en el segundo circuito amenazan la estabilidad del primero porque
parece, hoy en día, que el segundo circuito es mucho más propenso a la crisis que el primero, y
la contradicción entre los dos circuitos es una continua fuente de tensiones (Ibíd.:329).

Aquí podemos aprovechar para fijar con mayor claridad el espacio de la discrepancia, introduciendo los
comentarios de Mark Gottdiener339, de su artículo Lefebvre and the bias of academic urbanism, en: CITY,
4 (1), 2000, pp. 93-100. Para el profesor, la contribución más importante de Lefebvre en el análisis del
entorno construido es su concepción del mercado inmobiliario como un segundo circuito del capital. Con
esto, explica Gottdiener, Lefebvre establece que los componentes y la dinámica de la inversión en la tierra
constituyen un sector de la economía que está algo separado del circuito primario de producción
industrial y comercialización. Esta iniciativa original se concreta en la obra El pensamiento marxista y la
ciudad (1972). Allí, Lefebvre considera que el segundo circuito combina elementos de estructura y
agencia. Está compuesto, por un lado, de elementos financieros, como bancos, compañías hipotecarias, y
programas o regulaciones estatales, y, por otro lado, por inversionistas individuales y grupales,
especuladores, propietarios de viviendas, cualquiera que actúe para ganar dinero de la tierra. De este
modo, el francés creía que la inversión en el segundo circuito era saludable solo hasta cierto punto porque
el circuito primario y su explotación de valor creaban trabajadores. Sin embargo, con la baja composición
orgánica de capital del mercado inmobiliario, los bienes raíces son casi siempre una inversión atractiva,
por lo tanto, a menudo pueden sacar dinero del circuito primario (este tema en particular lo
profundizaremos en el capítulo 4).

Siguiendo a Lefebvre (1972/1973i), los flujos de inversión del segundo circuito son cíclicos tal como
están en el circuito primario, pero los dos no están sincronizados. Por esta razón, el estudio de la


339
Mark Gottdiener (1943), sociólogo urbano. Profesor de la Universidad de Buffalo y de los primeros académicos anglosajones especialistas en
la obra de Lefebvre. Algunas de sus obras más destacadas son: (1985) The social production of urban space, (1994) The New Urban Sociology,
(1995) Postmodern Semiotics: Material Culture and the Forms of Postmodern Life.

330
inversión inmobiliaria también depende tanto del nivel de inversión como del rendimiento en el circuito
primario. El capital responde a las oportunidades de inversión diferencial entre los dos circuitos
cambiando de uno a otro en busca de la rentabilidad más alta. Por tanto, con el ciclo comercial
funcionando fuera de sincronía en ambos circuitos, la inversión en bienes raíces puede aumentar, en lugar
de ayudar a mejorar las tendencias recesivas y de crisis del capital industrial. Para Lefebvre esto implica
una contradicción importante en el capitalismo tardío. Siempre es sorprendente, dice Gottdiener, ver a
algunos escritores atribuir a Harvey la idea de los circuitos separados. Harvey (1973) hizo una
contribución notable en la década de 1970 al aplicar las ideas de Lefebvre a la inversión inmobiliaria en
las ciudades estadounidenses y amplió este enfoque de manera útil. “Pero las ideas de Lefebvre, como se
delinean en La producción del espacio (1974) y El pensamiento marxista y la ciudad (1972), siguen
siendo contribuciones basadas en la economía política que aportan tantas ideas que aún no se han
explotado completamente por la generación actual” (Gottdiener, 2000:95, Trad. del A.).

Decir que la tesis no es cierta en este momento de la historia [1973] no quiere decir que no se
encuentre en camino de serlo ni que no pueda ser cierta en un futuro. La evidencia sugiere que
las fuerzas de la urbanización están surgiendo con gran vigor y que tienden a ocupar el sitio
central en la historia mundial. La urbanización ha alcanzado una envergadura global. La
urbanización del campo prosigue rápidamente. El espacio creado está reemplazando al espacio
efectivo. La diferenciación interna dentro del proceso de urbanización es muy evidente, como lo
es la cambiante organización política del espacio que corre paralela a dicha diferenciación. En
todos estos aspectos, Lefebvre describe algunas tendencias dominantes. Lefebvre puede ser
interpretado también en el sentido de que lo que hace es ofrecer una hipótesis concerniente a las
posibilidades que se encuentran dentro del presente. Se han escrito muchas cosas
esperanzadoras y utópicas sobre la ciudad a lo largo de su historia. Ahora tenemos la
oportunidad de vivir muchas de esas cosas siempre y cuando consigamos aprovechar las
posibilidades actuales (Harvey, 1973/2014a: 329).

Después de estas consideraciones, ¿en qué posición se encuentra Harvey con respecto a las tesis de
Lefebvre? Desde una primera impresión, pensamos que Harvey asume una realidad material (la del
capitalismo industrial) con excesivo entusiasmo, esto le lleva a forzar una crítica abierta a un campo lleno
de posibilidades, lo que reduce su posición al mero cuestionamiento, a una crítica dudosa. Su última cita
nos clarifica su posición. Más adelante –en un segundo momento de su relación con Lefebvre– veremos
cómo Harvey, en retrospectiva, reconoce sus limitaciones iniciando los años setenta.

3.4.2. Segundo momento de la relación: Adiós Lefebvre y el boom neoliberal

Para indagar en el segundo momento de la relación entre D. Harvey y Lefebvre, luego de la muerte del
filósofo y en medio de la excitación del boom neoliberal de los años 90, estableceremos como marco de
referencia una de las entrevistas más significativas en la trayectoria de Harvey, La reinvención de la
geografía, con los editores de la New Left Review en el año 2000. Son de especial interés las expresiones
y el tono de las palabras del entrevistado cuando se le pregunta por Lefebvre. Además, en el desarrollo

331
del diálogo se irán localizando cronológicamente algunas obras de Harvey publicadas antes del deceso de
Lefebvre (1991) y que creemos importante comentar. En esta entrevista Harvey recuerda también los
años 1976–1977 en París, cuando se encontraba preparando The limits to Capital: “pasé un año en París
con el propósito de aprender de los debates marxistas franceses, pero no resultó como yo quería. Para ser
sincero, los intelectuales franceses me parecieron un tanto arrogantes, bastante incapaces de manejar a
alguien proveniente de Norteamérica; me alegré bastante cuando, un par de años después, Edward
Thompson lanzó su famoso ataque contra Althusser340. Por otro lado, Castells –que no formaba parte del
circo de grandes nombres– fue muy cálido y de gran ayuda, al igual que otros sociólogos urbanos, de
modo que no perdí el tiempo…” (Harvey, 2000:115).

En el caso de M. Castells, su vínculo lefebvriano se enfriará de tal forma que no existirán referencias
claras a Lefebvre entre las décadas de 1980 y 1990 por parte del académico. Sin embargo, en el año 2000,
coincidiendo nuevamente con Harvey, Castells escribirá un ensayo titulado Urban Sociology in the
Twenty-First Century, el cual se publicará dentro de una compilación completa de sus trabajos editados
por Ida Susser denominada La sociología urbana de Manuel Castells (2001); así mismo, The Castells
Reader on Cities and Social Theory (2002). Estos ensayos escritos por Castells en retrospectiva y hacia
adelante nos servirán para situar este segundo momento de su relación con Lefebvre.

Harvey, D. (2000). La reinvención de la geografía 341

Cuando los editores de la NLR preguntan a D. Harvey sobre su relación y de la disciplina geográfica en
general con Lefebvre, así como, con la teoría urbana contemporánea en los años en que escribió Social
justice and the city, es nítido al indicar que a Lefebvre no se lo consideraba geógrafo, y que más bien, el
punto de referencia central en la disciplina era Pierre George en Francia342. A continuación de semejante
clausura argumental del tema con Lefebvre, los entrevistadores insisten con cautela sobre su modelo de
trabajo con otras corrientes del pensamiento, para esclarecer cierta contradicción latente en la negación
tácita de la tradición lefebvriana en parte de la obra de Harvey frente a otros momentos productivos más
bien de entusiasmo y clara inspiración lefebvriana.


340
Ver: Edward P. Thompson. (1981) [1978]. Miseria de la teoría. Barcelona: Crítica. Véase también: César Rendueles. (2013). Teoría social y
experiencia histórica. La polémica entre E. P. Thompson y Louis Althusser. En: Sociología Histórica, 3, 177-197.
341
Hemos detectado diferencias importantes en las reseñas de la entrevista publicada en la NRL, edición original, en inglés (2000) y de su edición
en español. –NLR, 4, (inglés): Entrevista con el principal practicante de un materialismo marxista olvidado. ¿Qué sucede cuando el espacio, y
no el tiempo, se convierte en el eje del análisis radical? Desde la planificación de la posguerra hasta las ciudades de la literatura europea,
desde los límites de la sobreacumulación hasta los flujos de la posmodernidad, David Harvey habla sobre su trabajo y lo que ha rastreado. –
NLR, 5, (español): ¿Qué sucede cuando el espacio, y no el tiempo, se convierte en el eje del análisis radical? En esta entrevista David Harvey
repasa su trayectoria intelectual y política y reflexiona sobre la importancia de los procesos de producción social de espacio en las sociedades
capitalistas avanzadas. Harvey reivindica la construcción de una geografía histórico-materialista como una herramienta fundamental para
comprender las dinámicas sociales de explotación y dominación.
342
Pierre George (1909-2006), fue un geógrafo francés, miembro del Partido Comunista desde 1936. Destacamos su obra Geografía urbana
(1961), en la que desarrolla la observación de los fenómenos urbanos, en la década de los 50, y evalúa cómo el cuerpo conceptual de la geografía
lidiaba, en ese período, con fenómenos muy dinámicos en el contexto urbano. George a través de contactos de la Délégation Général de
l'Equipement Nationale formaría parte de un grupo de geógrafos junto al urbanista Gastón Bardet en el año 1944, para explorar las consecuencias
sociales de la descentralización industrial en París.

332
A nuestro entender, la respuesta de Harvey no exige una interpretación científica, así que será citada
textualmente. Sin embargo, es posible mencionar que no existen registros catalogados como este, en el
que se busque colocar a Harvey en una posición delicada y se obtenga una respuesta concreta y
transparente.

Una de las lecciones que aprendí escribiendo ‘Social justice and the city’ ha continuado siendo
importante para mí. La mejor manera de expresarla es mediante una frase que Marx empleó al
hablar del modo en que podemos friccionar distintos bloques conceptuales entre sí para
provocar un fuego intelectual. La innovación teórica con demasiada frecuencia emerge de la
colisión entre líneas de fuerza diferentes. En una fricción de este tipo, uno no debe nunca
abandonar el propio punto de partida; las ideas únicamente prenderán fuego si los elementos
originales no son complemente absorbidos por los nuevos. Las formulaciones liberales de ‘Social
justice and the city’ no desaparecen totalmente, en modo alguno; permanecen como parte del
programa futuro. Cuando leo a Marx, soy consciente de que estoy ante una crítica de la
economía política. Marx nunca sugiere que Smith o Ricardo hablaran sin sentido, él se muestra
profundamente respetuoso con lo que estos autores tenían que decir. Sin embargo, también
confronta sus conceptos con otros, provenientes de Hegel o Fourier, de acuerdo con un proceso
transformador. Éste ha sido un principio de mi propio trabajo: puede que Lefebvre haya tenido
algunas ideas brillantes, y los regulacionistas han desarrollado algunas nociones muy
interesantes también, que merecen respeto por derecho propio; no obstante, uno no debe
renunciar a todo lo que constituye su acervo; se trata de friccionar los bloques entre sí y
preguntarse: ¿emergerá de esto algo que constituya una nueva forma de conocimiento? (Harvey,
2000:112).

Dicho esto, se produce un cambio en la intensidad de la entrevista, y Harvey empezará a responder y


comentar sobre su texto favorito: The limits to capital. Pero antes confesará su percepción tras escribir
Social justice and the city: “que no había entendido a Marx, y que necesitaba ser franco al respecto”
(2000:113).


Fig. 72. (Izq.). Cubierta de la primera edición en inglés de La production de l’espace. H. Lefebvre, 1974/1991. (Der.).
Cubierta de la primera edición de The limits to capital. D. Harvey, 1982.

333
Cabe mencionar, al hilo de la entrevista, la situación de la obra The limits to capital (1982), un texto con
peso específico, según la NRL, en el campo de la teoría económica, y de acuerdo a Harvey, construido
esencialmente a partir de las propias obras de Marx, sin mucha ayuda o influencias exteriores. Harvey no
sólo lo considera su texto favorito, sino la base de todo lo que ha producido desde entonces. Absorto
señala que casi enloquece escribiéndolo: “lo pasé muy mal tratando de acabarlo, además de intentando
que resultara legible; en esta tarea empleé la mejor parte de una década” (2000:113). Intuimos que se
refiere a la segunda mitad de la década de 1970. Según el autor, los resultados menos habituales de los
contenidos (en esos años) se encuentran en la última parte de la obra, en la que analiza la temporalidad de
la formación del capital fijo y el modo en el que se relaciona con los flujos monetarios y el capital
financiero, y las dimensiones espaciales de estos aspectos. Sin embargo, “irónicamente” –dice– ha sido su
libro menos leído y básicamente no logra acordarse de nadie, en esos años, que se autodenominara
economista marxista y que se lo haya tomado en serio. A propósito de la avanzada teoría de la crisis
revelada por Harvey en el libro, explica –mirando hacia atrás– que podría proclamarse profético. “Sin
embargo, lo que yo esperaba producir era un texto que pudiera ser fundacional, y me sorprendió que no
fuera interpretado con ese espíritu, y que, en cambio, se quedara ahí, más bien sin fuerza” (2000:114).

En esta obra (1982), en el capítulo sobre la teoría de la renta, específicamente en la sección del valor de
uso de la tierra, Harvey explica que Marx no abordó el valor de uso del espacio de forma sistemática, y
que existen varias referencias diseminadas a lo largo de su obra. Harvey comprende que el tratamiento
sobre el valor de uso del espacio que se hace en El Capital, se basa en el puro sentido común, sin que
Marx se sienta atraído por el atractivo de ninguna teoría particular del espacio. Pero lo cierto –dice
Harvey– es que sí estarían comprometidos ciertos principios teóricos, lo que implica una pregunta que ha
confundido y dividido a los que se ocupan del problema desde entonces. Esto obliga a Harvey a realizar
una breve referencia sobre la tradición marxista del estudio del espacio, en la cual señala que “de todos
los grandes escritores marxistas, Henri Lefebvre ha sido, con mucho, el más persistente en su intento de
incorporar una dimensión espacial al pensamiento marxista” (1982:337, Trad. del A.). En el capítulo
siguiente, The production of spatial configurations: the geographical mobilities of capital and labour,
Harvey sitúa al desarrollo geográfico desigual como un problema consolidado dentro de un marco
“notable” de la geografía histórica del capitalismo. Según el autor, esta apariencia superficial del cambio
histórico-geográfico exige un examen teórico. “Hay mucho que hacer aquí y desafortunadamente no hay
mucha orientación teórica sobre cómo hacerlo” (1982:374, Trad. del A.). Harvey plantea que la dificultad
consiste en encontrar una manera de abordar la cuestión espacial que sea, al mismo tiempo, “teóricamente
basada en conceptos marxistas básicos y lo suficientemente robusta para manejar las confusiones,
antagonismos y conflictos evidentes que caracterizan la articulación espacial de las actividades humanas
bajo el capitalismo” (1982:374). Esta será la oportunidad para el establecimiento de un breve estado del
arte sobre el tratamiento marxista del espacio en la perspectiva de Harvey.

334
El trabajo marxista sobre el problema de la organización espacial ha sido notablemente
esporádico y no sistemático. Hay una vasta y abigarrada literatura sobre el imperialismo y el
neo-colonialismo, que está impregnada de conceptos espaciales. Pero los términos son
descriptivos en lugar de bien fundamentados teóricamente. Frases como 'centro y periferia' y
'primer y tercer mundo' se deslizan fácilmente dentro y fuera de la literatura sin mucha
premeditación. Las fuerzas que producen y sostienen las configuraciones espaciales a menudo se
pierden en las complejidades de las descripciones histórico-geográficas particulares. La
literatura que ayuda a la construcción de la teoría es mucho más limitada. Por tanto, –señala
Harvey– he encontrado muy sugerentes las fórmulas de Palloix (1975a, 1975b) y Aydalot (1976).
Henri Lefebvre (1972, 1974) ha señalado repetidamente la importancia de la producción del
espacio, la política del espacio y el papel del espacio en la reproducción social (principalmente
en el contexto urbano). La rica literatura sobre urbanización que ha surgido desde Castells,
1977, por ejemplo, es útil, pero no definitiva. Los estudios sobre el desarrollo regional también
han dejado en pie todo el problema de una manera rigurosa (véase Lipietz, 1977, Review of
Radical Political Economics, 10(3), 1978; Dulong, 1978; Santos343, 1979); Carney, Hudson y
Lewis, 1979, y el interesante trabajo de Massey, 1978, 1979). El estudio de De-Gaudemar (1976)
es un intento pionero de escribir teóricamente sobre el tema, mientras que el estudio de Shaikh
(1979-80) sobre el comercio exterior y la ley del valor es decisivo. Los próximos dos capítulos se
han beneficiado inconmensurablemente de las discusiones con Beatriz Nofal y Neil Smith,
quienes aportaron muchas ideas originales a estos últimos capítulos (1982:374, Trad. del A.).

De esta manera llegamos a 1991, un año crucial en nuestro estudio debido al deceso de H. Lefebvre a sus
90 años, que coincide con la crucial (por inspirar a una nueva generación de investigadores) traducción
anglófona de La producción del espacio. En esta edición traducida al inglés por Donald Nicholson-Smith
se presenta un generoso epílogo a cargo de D. Harvey, en el cual –por cierto– Castells será mencionado
como un discípulo de Lefebvre. Se decidió realizar la traducción del texto completo de Harvey, por ser la
única publicación formal del británico en la que se establece un vínculo trascendental –que da muestras
de unos signos de homenaje y honor a un Lefebvre (aún con vida)– antes que el tono oficial, académico o
incluso crítico de las décadas anteriores (revisar en: Anexo 3 bajo el título “Epílogo en: The production of
space”).

En este segundo momento de la relación Harvey-Lefebvre, es de nuestro interés mostrar como se


despliegan algunos conceptos de Harvey en Justice, nature and the geography of difference (1996)
constituidos y concatenados con un grado de experimentación teórica inusual en sus obras. Desde su
título se revelan ciertas alusiones a la propuesta diferencialista del espacio lefebvriano sustentada en La
producción del espacio, obra revisada y epilogada por Harvey, y que sin duda, luego de 1991, confiamos
que ha moldeado la relación entre ambos en beneficio de su consolidación definitiva.


343
La referencia en Harvey a Milton Santos viene de la revisión de The shared space. The two circuits of the urban economy in underdeveloped
countries, 1979, Londres: Methuen. Sin embargo, la primera vez que Santos publicó estos conceptos fue en 1972: Los dos circuitos de la
economía urbana en los países sub-desarrollados, en: Funes, J. C. (ed.). La ciudad y la región para el desarrollo. Caracas: Comisión de
Administración Pública de Venezuela, pp. 67-99.

335

Fig. 73. Cubierta de la primera edición de Justice, nature & the geography of difference. D. Harvey, 1996.

En la introducción del libro, Harvey (1996) realiza varios planteamientos –en una clara incitación a la
acción y con una carga ideológica considerable– que motivaron el estudio y la reflexión sobre temas
como la justicia social que no había revisado antes y que se tornan principales en la coyuntura global
neoliberal que atravesamos.

… Necesitaba reflexionar sobre cómo la conferencia sobre la globalización (incluido yo),


ostensiblemente radical e izquierdista (aunque no notablemente anticapitalista) en su
orientación, podría ayudar a alimentar a los hambrientos, vestir a los desnudos, administrar a
los enfermos y, en general, perseguir los objetivos fundacionales de la política
socialista/anticapitalista. No es suficiente, concluí, el explorar los fundamentos metafísicos, las
creencias fundacionales, que podrían aplicarse a la comprensión de los términos abstractos, así
como a las políticas concretas del espacio, el tiempo, el lugar y el medio ambiente (la
naturaleza) aisladamente. Tales exploraciones deben perseguir simultáneamente el compromiso
político de alimentar, nutrir, vestir y sostener a los hambrientos, a los pobres y a los débiles. Las
preocupaciones sobre la justicia social (y cómo entender y poner en práctica las creencias
fundacionales sobre ese término impugnado) se entrelazan así con la cuestión de cómo entender
los conceptos geográficos fundacionales… En la intersección de todos estos argumentos está la
cuestión de la producción justa de las diferencias geográficas justas (1996:5-6, Trad. del A.).

El autor considera que necesitamos formas críticas de pensar cómo se producen las diferencias en las
condiciones ecológicas, culturales, económicas, políticas y sociales (especialmente a través de las
actividades humanas que estamos en posición de modificar o controlar) y que también necesitamos
formas de evaluar la justicia/injusticia de las diferencias así producidas. En este sentido, Harvey observa
que al igual que la mayoría de los socialistas, tiene un cierto apego al principio de la igualdad, –por
ejemplo, dice– “esto no puede significar la eliminación de todas las formas de diferencia geográfica,
incluso suponiendo que tal borrado sería factible. De hecho, el principio de igualdad podría implicar tan
fácilmente la proliferación de diferencias geográficas de cierto tipo benigno, lo que nos conduce

336
inmediatamente a la cuestión del flujo para interpretar lo que es o no es benigno” (1996:6, Trad del A.).
Consecuentemente, el desarrollo geográfico desigual es un concepto que merece una elaboración y
atención más cercanas.

El autor advierte que cualquier materialista histórico-geográfico que tenga una trayectoria, debe
reconocer que las circunstancias socio-ecológicas radicalmente diferentes implican enfoques muy
diferentes de la cuestión de lo que es o no justo. Por tanto, el argumento de fondo que adoptará Harvey, es
que las diferencias espaciales y ecológicas no solo están constituidas por sino son constitutivas de lo que
llama procesos socio-ecológicos y político-económicos. Esta presunción incluye la dificultad de que tales
procesos sean constitutivos de los mismos estándares de justicia social que pueden utilizarse para evaluar
y modificar su propio funcionamiento. “Es mi objetivo fundacional proporcionar un aparato conceptual
sólido para investigar la justicia de tales relaciones y cómo el sentido de la justicia a su vez se constituye
históricamente y geográficamente. Coincidentemente, considero que este trabajo es una investigación
sobre los principios fundamentales para un materialismo histórico-geográfico344 adecuado en la tradición
marxista” (1996:6, Trad. del A.).

Desde el inicio es interesante que Harvey introduzca el problema de la dialéctica en su marco teórico y
método de trabajo, conocemos la importancia de esta categoría materialista en la trayectoria de H.
Lefebvre. Para sintetizarlo, es suficiente recordar dos obras en el largo tramo de su vida, una fundacional
El materialismo dialéctico (1939) y otra reivindicativa: Le Retour de la dialectique. 12 mots clefs pour le
monde moderne (1986). Así pues, Harvey también retorna al método dialéctico:

… Me gustaría persuadir a mis colegas en estos campos que una comprensión de la dialéctica
puede profundizar nuestra comprensión de los procesos socio-ecológicos de todas las formas, sin
rechazar o abandonar enteramente los hallazgos obtenidos por otros medios. En particular,
quiero ofrecer una manera dialéctica de enfatizar las relaciones y las totalidades, en oposición a
las cadenas causales aisladas y las innumerables hipótesis fragmentadas y a veces
contradictorias que resultan estadísticamente correctas en un nivel de significación del 0,5 %.
Parte del trabajo del dialéctico es, entonces, traducir y transformar otros cuerpos de
conocimiento acumulados por diferentes estructuras de investigación y mostrar cómo tales
transformaciones y traducciones son reveladoras de nuevas e interesantes ideas. Hay, sin
embargo, límites en ese proceso que dejan un residuo de problemas y asuntos, para los cuales, la
traducción es difícil si no imposible. Estos son claramente evidentes en la forma en que se
derivan conceptos fundamentales sobre conceptos fundacionales como el espacio, el tiempo y la
naturaleza. Puesto que me concentro mayormente en estos temas fundacionales, la diferencia que
el argumento dialéctico y la praxis hacen estará muy en evidencia en todas partes (Harvey,
1996:7, Trad. del A.).


344
Actualmente el materialismo histórico geográfico es comprendido como un término para las versiones de la economía política marxista que
prestan mucha atención a los patrones de organización y procesos espaciales. Es factible entenderlo como un campo de investigación o el lugar
que se le da al marxismo en la geografía para contribuir a la producción de una geografía radicalmente humanizadora. Este campo de estudio ha
avanzado y tomado forma para abordar particularmente varios temas como: la geografía del desarrollo desigual, la geopolítica del capitalismo,
incluida la política de la diferencia, la economía política de la urbanización y la política de la naturaleza. Varias revistas como Antipode han
asumido esta categoría para ordenar las investigaciones que surjan en esta área. Ver: Noel Castree, Rob Kitchin & Alisdair Rogers (2013). A
Dictionary of Human Geography. Oxford University Press. Véase también: Erik A. Swyngedouw. (2008). Marxism and historical-geographical
materialism: A spectre is haunting Geography. En: Scottish Geographical Journal, 115(2), 91-102.

337
Harvey observa desde la problemática de la dialéctica el nacimiento de ciertos principios, a modo de
orientaciones, relacionados directamente con el espacio y el tiempo. Uno de estos principios determina
que el espacio y el tiempo no son ni absolutos ni externos a los procesos, sino contingentes y contenidos
por ellos. Por tanto, se entenderá que hay múltiples espacios y tiempos (y espacio-tiempos) implicados en
diferentes procesos físicos, biológicos y sociales. Con este razonamiento, Harvey asumirá una máxima
lefebvriana: “Todos los procesos sociales producen –para usar la terminología de Lefebvre– sus propias
formas de espacio y tiempo. Los procesos no operan en sino que construyen activamente espacio y
tiempo y, al hacerlo, definen escalas distintivas para su desarrollo. Este es un problema complicado…”
(1996:53, Trad. del A.). Para desarrollar esta idea, revisamos con cierta reserva la Parte III del libro,
concretamente Space, time and place, y sus tres capítulos: The social construction of space and time, The
currency of space-time, y From space to place and back again. Decimos con reserva, en razón de que no
queremos confundir nuestro interés de establecer la relación genealógica en el pensamiento de Lefebvre-
Harvey –incluyendo las aportaciones del segundo, con la construcción de una nueva epistemología de los
aportes de Harvey. Si traemos ideas algo dispersas de Harvey se explicará, en cada caso, su razón
específica.

La construcción social del tiempo y el espacio es una tesis central –en este momento de la trayectoria de
Harvey– inspirada y enfocada fundamentalmente en la teoría de la producción del espacio de Lefebvre, y
en la que asegura llevar trabajando desde 1974345. El geógrafo introduce factores de interpretación y
conceptos que le resultan más útiles, siempre problematizando y cuestionando los relatos de Lefebvre y
de otros autores influyentes para buscar superarlos. Así, por ejemplo –desde la perspectiva del
materialismo histórico en la constitución social del espacio-tiempo– se pregunta si es apropiada la
característica marxista de “dualidad” para el espacio-tiempo como lo proponen Lefebvre, Heidegger y
Habermas. La respuesta, –dice Harvey– puede encontrarse a través de la consideración de la cosa
“dinero”. Sobre la espacio-temporalidad del dinero, Harvey propone una tesis en que la heterogeneidad de
las actividades espacio-temporales bajo el capitalismo se refleja estrechamente a través de la
heterogeneidad del dinero y sus usos346. En su conferencia en Nagoya (1994) La construcción social del
espacio y del tiempo: una teoría relacional, Harvey desarrolla cuatro proposiciones para mostrar su tesis:




345
D. Harvey relata ciertos antecedentes de esta tesis y su desarrollo en la Conferencia La construcción social del espacio y del tiempo: Una
teoría relacional, en el Simposio de Geografía Socioeconómica celebrada en la reunión plenaria de la Asociación de Geógrafos Japoneses, el 15
de octubre de 1994 en la Universidad de Nagoya.
346
Para fundamentar esta heterogeneidad en el uso del dinero, Marx plantea en los Grundrisse tres funciones entre las cuales sólo la última
implica la disolución completa de la sociedad tradicional: el dinero como encarnación de la riqueza; el dinero usado como un medio de
intercambio; y finalmente como una forma de poder social. Los tres roles del dinero que identifica Marx no se reemplazan entre si. Están todos
co-presentes. (Harvey, 1996).

338
a. Aún cuando estemos trabajando con una construcción social (en este caso, la del espacio) no
estamos tratando con algo puramente subjetivo o ideal, que está fuera del mundo material en que
llevamos adelante nuestra existencia. En realidad, lo que hacemos es tomar un rasgo particular de
este mundo material y tratarlo como si éste fuera la forma de entender el espacio y el tiempo (…).

b. El segundo punto se deriva del primero. La naturaleza no se presenta a nosotros de forma


automática, con una medida natural del espacio y del tiempo, sino que ofrece un rango de
posibilidades entre las cuales podemos elegir. El hecho de que la sociedad opte por una de estas
posibilidades es lo que importa y esta elección es ampliamente un producto del mito y de la
cultura (en la cual incluyo la cultura de la ciencia), al mismo tiempo que está fuertemente
vinculada con la manera en que una sociedad particular desarrolla su modo de vida en su
ambiente material.

c. Decir que algo es socialmente construido no significa que sea subjetivo y arbitrario. La elección
que una sociedad hace –sobre lo qué considera que es el espacio y el tiempo– es fundamental para
comprender cómo actúa toda la sociedad y, por lo tanto, cómo ella opera en relación con los
individuos; esta actúa con toda la fuerza del hecho objetivo, del que nadie, en forma individual,
puede escapar sin sufrir severas penalidades.

d. La forma particular en que el espacio y el tiempo se determinan entre sí está íntimamente


vinculada a las estructuras de poder y a las relaciones sociales, a los particulares modos de
producción y consumo que existen en una sociedad dada. Por lo tanto, la determinación de
aquello que es el espacio y el tiempo no es políticamente neutral sino que está políticamente
incrustada en ciertas estructuras de relaciones de poder. Considerar una versión del espacio y
tiempo como “natural” significaría aceptar el orden social que los corporifica como “naturales”,
por lo tanto, incapaces de cambiar.

De regreso a Justice, nature and the geography of difference, el autor avanza en su reflexión sobre la
geografía histórica del espacio y el tiempo bajo el capitalismo, asegurando que el dinero llegó a medir el
tiempo de trabajo socialmente necesario mediante la coordinación del comercio de valores sobre el
espacio. Así Harvey (1996), afirma más adelante que las bases materiales del espacio y el tiempo
objetivos se han movido rápidamente más allá desde los puntos de referencia fijos hacia los asuntos
humanos. ¿Por qué este movimiento? Lo resume en forma de un argumento nodal, apoyado nuevamente
en Lefebvre:

El tiempo es una magnitud vital bajo el capitalismo, ya que el trabajo social es la medida del
valor y el excedente del tiempo de trabajo social está en el origen del beneficio. Además, el
tiempo de rotación del capital es significativo porque la aceleración es una poderosa amenaza
competitiva para que los capitales individuales aumenten los beneficios. En tiempos de crisis
económica y de competencia intensa, particularmente, los capitalistas con un tiempo de rotación
más rápido sobreviven mejor que sus rivales, con el resultado de que los horizontes de tiempo
social se acortan típicamente, la intensidad del trabajo y la vida tiende a acelerarse. La
eliminación de las barreras espaciales y la lucha por ‘aniquilar el espacio por el tiempo’ es

339
esencial para toda dinámica de acumulación de capital y se torna particularmente grave en las
crisis de sobreacumulación del capital. La absorción de los excedentes de capital (y a veces de
trabajo) a través de la expansión geográfica en un nuevo conjunto de relaciones espaciales que
ha sido nada menos que notable. La construcción y reconstrucción de las relaciones sociales y
del espacio global de la economía, como Lefebvre observa agudamente, ha sido uno de los
principales medios para permitir la supervivencia del capitalismo en el siglo XX (Harvey,
1996:241, Trad. del A.).

En el capítulo nro. 10 de Justice, nature and the geography of difference (1996) titulado la actualidad del
espacio-tiempo, Harvey señala de forma general que se ha prestado muy poca atención crítica a la forma
en que deben construirse las relaciones socio-espaciales. Considerando que dentro de la tradición
marxista, la tendencia a dar prioridad al tiempo sobre el espacio ha sido muy fuerte; tradición todavía en
gran parte desprovista de las intervenciones críticas de Lefebvre, así como de los geógrafos del mundo
anglosajón. Añadiendo otro argumento en esta dirección, Harvey hace una interpretación en torno al
espacio relacional en la teoría social y literaria, en la cual se inscriben tres relatos, los de M. Bakhtin, B.
Ollman y Henri Lefebvre. En el turno del francés, Harvey confirma que Lefebvre supo reconocer en La
producción del espacio por un lado la fuerza reguladora y el poder del tiempo y espacio públicos que
Leibniz veía necesariamente surgir de cualquier condición de “relación y conexión mutuas”, y, por otro,
observar que las luchas dentro del espacio se transforman en luchas para cambiar el espacio mismo.
Dicho de otro modo, a medida que las relaciones sociales, los comportamientos y los actos cambian en el
espacio, pueden introducir cambios radicales en el significado y la métrica de ese espacio. “Los procesos
sociales conflictivos se registran como formas conflictivas de espacio-temporalidad” (1996:274).

Vamos descubriendo a lo largo de la tercera parte de Justice, nature and the geography of difference, y
siguiendo su décimo capítulo, la aproximación a varias de las categorías teóricas impulsadas y
profundizadas por Lefebvre. Nuestro interés será dar una mirada del uso de esas categorías en los
planteamientos de Harvey y su eventual ampliación. Así en un nuevo contacto con Lefebvre, dentro del
mismo análisis espacio-temporal, Harvey trae a discusión la relación del espacio-tiempo con el cuerpo.
En efecto plantea que la producción del espacio-tiempo está inextricablemente conectada con la
producción del cuerpo. Al descifrar este concepto fundamental, le otorga el crédito a Lefebvre quien
demostró sobradamente que con el advenimiento de la lógica cartesiana, el espacio había entrado en el
reino de lo absoluto, por tanto, el espacio llegó a dominar, conteniendo, todos los sentidos y todos los
cuerpos. Aquí, Lefebvre y Foucault (sobre todo en Disciplina y castigo) hacen causa común, comenta
Harvey, ya que la liberación de los sentidos y del cuerpo humano del absolutismo (de ese mundo
producido del espacio y el tiempo), se vuelve central en sus estrategias emancipatorias. Y eso significa –
en palabras de Harvey– desafiar la visión mecanicista y absoluta a través de la cual la congruencia del
cuerpo humano está contenida y encadenada bajo las condiciones contemporáneas. Este no era un
proyecto complemente nuevo, explica el británico, con referencia en Eagleton (1990), era un aspecto de
toda la ideología de la estética desde sus inicios. Y aunque Harvey no lo mencione, es importante

340
recordar que la fuente principal de Lefebvre –para el desarrollo teórico de la reconexión del cuerpo en el
espacio-tiempo– se localiza en Nietzsche.

En el curso avanzado del capítulo nro. 10 del libro, se empieza a notar a un Harvey bastante holgado,
podríamos decir cómodo, rellenando ciertos huecos dejados por los estudiosos del tiempo y el espacio
bajo el sistema capitalista. Visto de otro modo, también lo comprendemos como un intento de ordenar
varias ideas dispersas sobre la cuestión espacial en el materialismo histórico. Ahora, es necesario
introducir otra discusión coyuntural que trae Harvey en torno a las cartografías para mostrar los
fundamentos de una teoría relacional del espacio-tiempo. El británico parte de ilustrar la idea de
Mohanty (1991) de una “cartografía relacional”, puntualmente una cartographie of struggle347 capaz de
describir los contornos del mundo en la década de 1990. Esta técnica de conjunción de información
llevada a cabo desde diferentes posiciones parte de un principio básico de toda construcción cartográfica:
para hacer un mapa preciso (una representación del espacio) del mundo, se requiere, como mínimo, un
procedimiento de triangulación que se desplace a través de múltiples puntos; así como, el
involucramiento de otros principios de “transformación y proyección de mapas”.

Harvey muestra cómo, partiendo de la conexión íntima entre el retorno al cuerpo como la medida de todas
las cosas, Leibniz era particularmente útil para señalar otro camino para identificar nuevos mundos; es
decir, la posibilidad de construir diferentes perspectivas acerca del mismo mundo desde diferentes
posiciones, de igual manera que una misma ciudad vista desde diferentes lados se ve fundamentalmente
diferente. “Aprender a ver el mundo desde múltiples posiciones, si tal ejercicio es posible, se convierte en
un medio para comprender mejor cómo funciona ese mundo como totalidad. Las proyecciones múltiples
(matemáticas y psicológicas) son, en principio, transformables entre sí” (Harvey, 1996:284, Trad. del A.).
De ello se desprende una teoría relacional de la espacio-temporalidad, que enseña la forma en que
diferentes procesos pueden definir espacio-temporalidades completamente diferentes, y así establecer la
identificación de entidades, lugares y relaciones. Para Leibniz esto era simplemente una exploración
teórica de mundos posibles y, por lo tanto, sólo se limitaba al imaginario –señala Harvey. “Para
Whitehead 348 …así como para Lefebvre, estas espacio-temporalidades radicalmente diferentes y sus
cartografías asociadas se interpretan como reales, dependiendo de la naturaleza del proceso que se está
examinando. Bajo esta interpretación nos parece estar confrontando con innumerables cartografías
radicalmente diferentes y totalmente inconmensurables del mundo” (Ibíd.:284, Trad. del A.).


347
Chandra Talpade Mohanty (1991) en su introduction: Cartographies of struggle: Third world women and the politics of feminism, describe un
mundo a través de su representación de las luchas. Un mundo atravesado por líneas de poder y resistencia que se entrecruzan, un mundo que sólo
puede entenderse en términos de divisiones destructivas de género, color, clase, sexualidad y nación, un mundo que debe transformarse mediante
un necesario proceso de articulación del centro… ya que el centro asumido (Europa y Estados Unidos) no se mantendrá, o en términos
lefebvrianos, se autodestruirá.
348
Alfred N. Whitehead (1861-1947) fue un matemático y filósofo inglés. Es reconocido como la figura que define a la escuela filosófica
conocida como la Filosofía del Proceso con múltiples aplicaciones en la actualidad.

341
Dada esta densidad epistemológica (inusitada) en Harvey, es necesario ir remarcando algunas notas muy
concretas –al finalizar la revisión del cap. 10– en las cuales el autor sintetiza varios bloques conceptuales,
y además donde hallamos entrelazada la epistemología lefebvriana. A continuación, traducimos un
extracto del subtítulo Latitudes of money/Power and longitudes of resistance:

La acumulación capitalista puede definir un sistema hegemónico de prácticas espacio-


temporales y valoraciones y hacer un incalculable trabajo sobre el cuerpo, la imaginación y el
yo. Pero no agota todas las posibilidades alternativas. Descubrir afinidades cartográficas y
unidades en un mundo de gran diferencia expresiva aparece cada vez más como la problemática
clave de estos tiempos. Esta es la misión política que toda teoría dialéctica del materialismo
histórico-geográfico debe abordar. Pero es una misión que depende, al igual que el capital, de la
construcción de un ensamble de espacio-temporalidades cogredientes/composibles349 en relación
activa con el mundo de las prácticas sociales, materiales, de las instituciones y de las relaciones
de poder (...)

(…) Una teoría materialista relacional del espacio y del tiempo tiene un papel tanto político
como científico. No sólo nos permite desafiar completamente las presunciones y pretensiones
absolutistas –la visión totalizadora (la visión desde la nada) si se quiere– del tratamiento a-
histórico del espacio y del tiempo incorporados en los análisis y las narrativas convencionales,
sino que también nos permite resistir ‘la visión desde todas partes’ y preguntar cómo se
establecen las relaciones (cogredencias y composibilidades), por ejemplo, entre los cuerpos
monetarios, los cuerpos celestiales y otros. La visión relacional permite la diversidad en la
construcción social del espacio-tiempo, insistiendo en que pueden relacionarse diferentes
procesos sociales y que, por lo tanto, los ordenamientos espacio-temporales y las cartografías de
resistencia que producen están de alguna manera también inter-relacionados. Descubrir la
naturaleza de tales conexiones y aprender a traducir políticamente entre ellas es un problema
para la investigación detallada. Teóricamente, la potencia y el poder potencial de la versión
materialista de la visión relacional parece tan notable y tan exhaustiva como dialécticamente
coherente (Harvey, 1996:290, Trad. del A.).

Al final de esta etapa, podemos aproximar que el enfoque relacional construido por Harvey desde
múltiples bloques conceptuales se desarrolla en su aplicación a la construcción social del espacio-tiempo
(re)leyendo a H. Lefebvre en el marco del materialismo histórico-geográfico.

Así, llegamos al capítulo nro. 11 From space to place and back again (Del espacio al lugar y viceversa)
de la tercera Parte, en Justice, nature and the geography of difference. Aquí Harvey regresa a uno de los
conceptos plasmados en sus obras anteriores, puntualmente: La economía política de la construcción del
lugar bajo el capitalismo. Lo que nos interesa principalmente es identificar el lazo de su contribución
teórica a los conceptos de H. Lefebvre. De esta forma, siguiendo tanto a Harvey como a Lefebvre,
sabemos que una de las maneras en que el capitalismo puede superar temporalmente y en parte las crisis
de sobreacumulación de capital es a través de la expansión geográfica. Harvey avanza en esta idea,
considerándola como un “ajuste espacial” (spatial fix) en respuesta a las contradicciones del capitalismo.

349
El término cogrediente, (no comparable). De las matemáticas, describe dos o más variables que experimentan las mismas transformaciones
lineales. Y la palabra composibilidad es un concepto filosófico en Leibniz. En la concepción tradicional es posible lo que no es contradictorio;
por ejemplo, un círculo cuadrado es imposible porque justamente hay contradicción entre la circularidad y el cuadrado. Pero si ustedes preguntan
si es posible el centauro –mitad hombre, mitad caballo–, bueno, sí; o la sirena, que es mujer y pez. Son posibles, diría Leibniz, con una
posibilidad abstracta, pero no real, por tanto, no son composibles: es decir no puede haber un organismo que sea mujer y pez, u hombre y
caballo... no hay una posibilidad real, una posibilidad concreta.

342
De esta solución temporal, dice Harvey, el paisaje geográfico resultante no muestra un desarrollo
uniforme sino que se diferencia fuertemente. La “diferencia” y la “alteridad” se producen en el espacio a
través de la simple lógica de la inversión desigual de capital, en consecuencia, la historia del capitalismo
es puntuada por intensas fases de reorganización espacial. (Harvey, 1996).

Al desarrollar su teoría del ajuste espacial frente a las contradicciones del capitalismo, Harvey considera
que H. Lefebvre tenía razón en insistir que la lucha de clases está inscrita en todas partes en el espacio a
través del desarrollo desigual de las cualidades de los lugares. Aunque se da también el caso de que tales
resistencias –dice Harvey– no han verificado el proceso general de construcción del lugar mediante la
acumulación de capital (cuando se le niega al capital especulativo la opción de construir o despojar a una
ciudad o vecindario, éste tiene el hábito de encontrar rápidamente otro lugar donde ir). Harvey asegura,
en esa dirección, que los casos de complicidad popular con las actividades especulativas son también
abundantes. Estos suelen surgir de una “mezcla de coerción y cooptación” (1996:299). Para el británico,
la cooptación se organiza en gran parte en torno a tres factores: a) la dispersión de los propietarios de los
inmuebles proporciona una base de masas para la actividad especulativa (nadie quiere ver el valor de su
casa cayendo); b) los beneficios supuestamente provenientes de la expansión urbana (trayendo nuevos
empleos y actividades económicas a un lugar); y c) el gran poder de las técnicas de persuasión pro-
capitalistas (el crecimiento es inevitable y también es bueno para usted). Por estas razones, las
organizaciones laborales a menudo se unen en lugar de oponerse a las coaliciones locales por el
crecimiento. Así también, la coacción, explica Harvey, surge a través de la competencia entre lugares
para apalancar inversiones de capital y empleo (acceda a las demandas del capitalista o cierre el
negocio, cree un clima de negocios bueno o pierda el trabajo); o más sencillamente, a través de la
represión política directa y la opresión de las voces disidentes (desde el corte al acceso de los medios
hasta las tácticas más violentas de las mafias de la construcción). (Harvey, 1996).

Más adelante, casi al final del cap. 11 titulado Place and power, Harvey condensa una interpretación
original de la triada espacial lefebvriana350 en busca de un equilibrio a través de su relación, en primer
lugar, con la materialidad de las prácticas espaciales en la vida cotidiana, y luego, con las dimensiones
representacionales o simbólicas. El geógrafo británico también hace notar el momento en que se producen
las contradicciones y su traducción o resolución política. De esta forma, explica que la materialidad
(espacio percibido), la representación (espacio concebido) y la imaginación (espacio vivido) no son
mundos separados. Por tanto, no puede haber ningún privilegio particular de un reino sobre el otro; así
mismo, confirma –en acuerdo con Lefebvre– que sólo en las prácticas sociales de la vida cotidiana queda
registrada la significación última de todas las formas de actividad.


350
Para Lefebvre, la triada teórica percibido-concebido-vivido, se expresa en términos espaciales como las prácticas del espacio, las
representaciones del espacio y los espacios de representación respectivamente.

343
La movilización política a través de los procesos de construcción del lugar se debe tanto a los
reinos representacionales y simbólicos como a las actividades materiales. Pero las disyunciones
y contradicciones frecuentemente se dan en medio de los diferentes momentos de la construcción
del lugar. La lealtad al lugar puede tener un poderoso significado político incluso cuando las
prácticas cotidianas de las personas en ese lugar muestren poca coincidencia o incluso pura
contradicción política (Harvey, 1996:322, Trad. del A.).

En la Parte IV titulada Prologue, a nuestro parecer, se hace un esfuerzo teórico adicional por completar
algunos conceptos a partir de viejas discusiones epistemológicas. En esta línea, Harvey considera
necesario mostrar los intentos fallidos de restitución del concepto de justicia social y requiere dotar al
concepto de algún interés, actualizándolo. “Sólo a través de un reencuentro crítico con la economía
política, con nuestra situacionalidad en relación con la acumulación de capital, podemos esperar
restablecer una concepción de la justicia social como algo para ser peleado como un valor clave dentro de
una ética de la solidaridad política construida a través de diferentes lugares. Aunque, de este modo, la
concepción de la justicia varía no sólo con el tiempo y el lugar, sino también con las personas interesadas,
además debemos reconocer la fuerza política del hecho de que una concepción particular de la justicia
pueda ser aceptada sin malentendidos en la vida cotidiana. (Harvey, 1996:360, Trad. del A.). De esta
operación se introducen nuevos elementos con mayor claridad, como la relación de clases, y la cuestión
más novedosa alrededor de las políticas del espacio. Directamente, nos concentramos dentro del capítulo
nro. 13 Class relation, social justice, and the political Geography of difference, y especialmente en un
pequeño apartado titulado The politics of scale, para denotar, en caso de existir, alguna influencia de los
niveles y dimensiones expuestos por Lefebvre en la Revolución urbana (1970), y sobre todo, para
observar el análisis socio-político que se plantea en torno a las diferencias de escala.

Harvey (1996) sugiere que existe otra dimensión del espacio que se remonta a la producción de múltiples
espacio-temporalidades y estructuras de valor donde debemos forzosamente reconocer una organización
jerárquica de los lugares, dentro de la cual está también nuestro ser351. De este modo, el vecindario, la
ciudad, la región, la nación, el globo se refieren a procesos bastante diferentes de interacción “socio-
ecológica” que ocurren en escalas espacio-temporales también diferentes. El autor expone ampliamente el
caso de los comunitaristas que se ven obligados a definir una escala en la que limitar sus preocupaciones
haciendo la diferencia entre todos. Esto conduce a la idea de que aunque todos podamos tener algún lugar
en el orden de las cosas, nunca podremos ser seres puramente locales, no importa lo mucho que lo
intentemos –explica Harvey. Y aunque la pertenencia a una clase de permanencia352 a una escala dada
puede ser más importante para cada uno de nosotros que para otros, las identificaciones que adquirimos
rara vez son tan singulares como para crear lealtades no conflictivas con el lugar.


351
Si bien en el orden metafilosófico el ser es cuestión de indagación para Lefebvre. Para su consideración de los niveles en múltiples escalas
espacio-temporales, el ser es reemplazado por el cuerpo, como el orden más cercano. Así, para Lefebvre el cuerpo es lo más importante en su
jerarquía propuesta, aquella de la primacía de lo urbano y la prioridad del habitar.
352
Harvey introduce el término permanencia haciéndose eco de Raymond Williams (1921-1988), por si acaso, existe una ambivalencia
perceptiva sobre a qué tipo de permanencia pertenecemos, o si adoptamos una visión mucho más ecológica en la comunidad biótica propuesta por
Leopold (1887–1948).

344
Harvey más adelante sintetiza esta propiedad multiescalar de las políticas del espacio-tiempo en la
situación de las clases sociales bajo el capitalismo. Partiendo de definir la frase “política de la clase
obrera”, que según él enuncia una idea que no es de ninguna manera universalmente aceptable. “Para
volver a lo básico, insisto en que la clase no es una cosa, una entidad o una permanencia, sino
fundamentalmente un proceso. Prefiero definir la clase como una situacionalidad o posicionalidad en
relación a los procesos de acumulación de capital” (1996:359, Trad. del A.). Harvey plantea que todos los
que vivimos bajo el capitalismo vivimos nuestras vidas bajo condiciones de enraizamiento en tales
procesos. Pero esos procesos de acumulación son a menudo dispares y caóticos, al operar también a
escalas espacio-temporales radicalmente diferentes, por ello, el autor cree que nuestra posición individual
en relación con esos procesos también sería tan complicada como confusa.

En este punto, el autor realiza un ejercicio epistemológico (que se concreta en sus Conclusions)
incorporando varias nociones relacionadas al concepto de diferencia, que a nuestro modo de ver, terminan
relativizándolo. Explica por ejemplo, que la idea de similaridad desplegada para medir la diferencia y la
alteridad requeriría un examen tan cercano (teórica y políticamente) como se lo hizo para entender la
producción de la alteridad y la diferencia misma. Es posible pensar que Harvey (aunque no lo mencione)
se apoya nuevamente en las tesis de Lefebvre –alrededor de una teoría de la diferencia– planteadas desde
los años 60 y consolidadas en Manifeste différentialiste (1970)353, recordemos que desde allí brota, en
Lefebvre, la aspiración revolucionaria de la producción de las máximas diferencias en el espacio. En
cualquier caso, Harvey añade varios argumentos que debemos tomar en cuenta para aclarar su
conceptualización y proyectar algunas líneas de acción:

La epistemología que puede explicar la diferencia entre diferencias significativas e


insignificantes o ‘alteridad’ es aquella que pueda comprender los procesos sociales de
construcción de la situacionalidad, los lugares, la alteridad, la diferencia, la identidad política, y
similares. Y aquí llegamos a lo que me parece ser el punto epistemológico más importante: la
relación entre los procesos sociales de construcción de identidades por un lado y las condiciones
de la política de identidad por el otro. Si el respeto por la condición de los desamparados (o los
oprimidos racial o sexualmente) no implica respeto por los procesos sociales que crean la falta
de vivienda (o la opresión racial o sexual), entonces la política de identidad debe operar a un
nivel dual. Una política que trata de eliminar los procesos que dan lugar a un problema se ve
muy diferente de una política que sólo busca dar pleno juego a las identidades diferenciadas una
vez que han surgido (1996:363, Trad. del A.).

Al cierre de Justice, nature and the geography of difference, Harvey inspirado en Leibniz nos muestra por
primera vez sus mundos urbanos posibles354; este episodio final se concibe a modo de balance y tiene


353
Para conectar con las ideas del francés, regresar al Capítulo 2, especialmente a los apartados 3.2 El fruto del tiempo se extiende en el espacio;
y 5.3 El espacio diferencial.
354
Recordemos el término composible en Leibniz. Ese concepto de composibilidad es sumamente importante, porque para Leibniz el mundo está
regido por el principio de la composibilidad: las cosas tienen estructuras que las hacen a algunas composibles y a otras no: hay problemas
importantes de coherencia en la realidad. En Leibniz, Dios ha creado el mundo con el mayor bien posible (de lo que es composible); y así, no es
que el mundo sea óptimo, sino que es el mejor de los posibles, el que tiene mayor grado de perfección posible, tomando la realidad en conjunto.

345
fines prospectivos con la intención de concretar los planteamientos más importantes. A pesar de no existir
una conexión directa con el enfoque de Lefebvre, es importante para nuestro ejercicio genealógico
mostrar la estructura temática que sigue Harvey en 1996; sus horizontes en el marco de una tradición
lefebvriana en movimiento, aunque debilitada en los subterfugios de la especialización y el
neoliberalismo. De este modo, Harvey aborda cuatro grandes temas como son: la geografía histórica de
la urbanización; un corpus de reflexiones teóricas (lo urbano en los campos de la acción social, el lugar
de la ciudad en un mundo globalizado, la respuesta comunitaria, de la ecología urbana a la ecología de la
urbanización, la urbanización como desarrollo geográfico desigual); en tercer lugar, sus perspectivas
políticas; y finalmente, las fronteras de posibles mundos urbanos.

… Tal discusión no puede confiar en sueños muertos resucitados del pasado. Tiene que construir
su propio lenguaje –su poesía– para discutir posibles futuros en un mundo rápidamente
urbanizante de desarrollos geográficos desiguales. Sólo así se pueden pensar e imaginar las
posibilidades de un modo de urbanización civilizatorio. Cómo traducir este momento puramente
discursivo en el proceso social a los reinos del poder, las prácticas materiales, instituciones,
creencias y relaciones sociales, es, sin embargo, donde las políticas prácticas comienzan y
terminan la reflexión discursiva (1996:438, Trad. del A.).

A nuestro modo de ver, el mensaje del geógrafo (a sus 66 años) en el último párrafo del libro constituye
(en plena operación del proyecto neoliberal), más que el fin de algo, el inicio de un nuevo curso en su
trayectoria y sus preocupaciones. Da la impresión también, que esta obra sirvió a Harvey para dejar atrás
cualquier rastro que pueda opacar sus legítimos avances en la producción e innovación teórica.

Castells, M. (2000). La sociología urbana en el siglo XXI

En 1984 Castells publica en México un artículo titulado La crisis, la planificación y la calidad de vida: el
manejo de las nuevas relaciones históricas entre espacio y sociedad. En él propone algunas “alternativas
potenciales para manejar la crisis” con base en sus ideas desarrolladas hasta ese momento, entre ellas: la
defensa del consumo colectivo, la afirmación de la identidad cultural, incluso el auto-gobierno como
llama a la participación ciudadana acompañada por los gobiernos locales. Es necesario considerar este
antecedente para no dejar vacío un período de dos décadas en la producción y evolución del pensamiento
de Castells. Por tanto, tomamos nota del objetivo de su estudio y sus esfuerzos por encaminarlo. Así pues,
indica que se “trata de explorar el campo de los nuevos caminos ofrecidos al cambio social urbano, que
en nuestro tiempo y en nuestras sociedades se encuentran entre las luchas defensivas y el reformismo
miope” (1984:35).

El autor en su artículo no hace ninguna referencia a Lefebvre, a pesar de tocar varios problemas del
espacio, comunes a los que Lefebvre ya había tratado con amplitud. Por ejemplo, la relación del espacio

En la misma línea, según Leibniz, una cosa individual completa (por ejemplo, una persona) se caracteriza por todas sus propiedades, y éstas
determinan sus relaciones con otros individuos.

346
con el Estado que el francés había tratado en sus cuatro tomos De l’Etat entre 1976 y 1978 (ver: Cap. 2,
sección 2.6. El secreto del Estado). Castells decide buscar otras fuentes para su propia interpretación,
fuentes que finalmente lo llevan a sumarse a los proyectos propuestos por Lefebvre, pero que encuentran
su realización teórica por otras vías. En efecto, si recordamos en los años setenta la proclama de Lefebvre
“Cambiar la vida, cambiar la sociedad” acompañada del proyecto de “otro espacio y de otro tiempo en
otra sociedad posible o imposible”, una década más tarde, Castells lo presenta de esta forma: Nueva vida,
nuevos espacios: hacia políticas alternativas urbano-regionales. Sin embargo, el proyecto de Castells,
parece seguir otro camino:
Las políticas espaciales más innovadoras no son aquellas que siguen a la revolución tecnológica
actual sin tener cuidado con el quiebre actual de la sociedad. Las políticas urbanas más
progresistas no son aquellas que favorecen exclusivamente a los intereses de la clase
trabajadora, sino más bien aquellas que promueven la productividad, la redistribución y la
libertad, en tanto que preservan fundamentalmente la civilización... Las políticas urbano-
regionales más revolucionarias son las que restablecen la comunicación humana y expanden la
toma democrática de decisiones, en tanto que preservan la productividad y se promueve la
igualdad en nuestras condiciones históricas. Es fácil convenir la receta, y casi imposible
cocinarla. Sin embargo, por lo menos sabemos que nosotros (los analistas y planificadores de lo
urbano) debemos estar tratando de hacerlo (Castells, 1984:53). Necesitamos políticas regionales
que, en tanto mantengan las nuevas ganancias de la productividad a partir de una nueva división
espacial del trabajo, sean capaces de establecer nuevas formas de control social sobre el
proceso de producción… (Ibíd.:59).

Una vez, entrados en el año 2000, Castells muestra su visión retrospectiva de la sociología urbana, y
parece sugerir en ese trayecto un nuevo tipo de relación con Lefebvre. En el artículo La sociología
urbana en el siglo XXI (2001b) que aparece en las conclusiones del compilatorio de sus textos, La
sociología urbana de Manuel Castells, editado por Ida Susser355, el autor asegura que la “nueva sociología
urbana”; que había nacido en los años sesenta ha muerto, y quizás con suerte resurgirá en el siglo XXI
con nuevos conceptos, nuevos métodos y nuevos temas… “porque será más necesaria que nunca para
entender nuestras vidas –unas vidas que la gran mayoría pasaremos en algún tipo de área urbana”
(2001b:490). Castells continúa, al referirse al origen de esta disciplina, fijando las causas en la rápida
urbanización que seguía a la industrialización, mientras se acababa con las pautas de la vida rural, y por
tanto, la sociología urbana se erigía en torno al tema central de la integración social en una nueva
sociedad urbana.

Es de notar los argumentos con los que Castells se remite tanto a la vida urbana, como a la sociedad
urbana para dar por admitida finalmente, tal vez de forma inconsciente, la hipótesis lefebvriana de la
urbanización planetaria de la sociedad, la cual fue sistemáticamente criticada en su obra La question


355
Ida Susser (PhD Columbia University, 1981. Antropóloga y profesora de la CUNY). En la introducción titulada Manuel Castells y la
conceptualización de la ciudad en la era de la información, dentro del compilatorio editado en 2001; Susser considera que la re-definición del
concepto de lo urbano de Castells, en La cuestión urbana (1972), criticaba las ideas de Lefebvre acerca de los movimientos sociales urbanos y la
experiencia urbana de la vida cotidiana. A nuestro parecer, el análisis de Susser es muy general, presumiblemente con el visto bueno de Castells.
Adicionalmente, comenta: “…para Castells, Lefebvre representa una manifestación izquierdista de la reificación de lo urbano. Castells insiste en
que las ciudades deben entenderse como las manifestaciones históricas del poder y la producción en el capitalismo. Este ataque concertado a las
connotaciones ideológicas de lo urbano es particularmente importante para la reformulación de conceptos sociológicos” (Susser, 2001:18).

347
urbaine (1972). Tales afirmaciones contribuyen, a su vez, para probar nuestra hipótesis en la que
Lefebvre salda cuentas con el crítico en este segundo momento de su relación dialéctica.

Ahora nos detenemos en esa mirada hacia atrás en la que Castells considera que la Escuela de Chicago356
pese a su sesgo ideológico, respondió a los problemas históricos planteados por la industrialización y la
urbanización en la primera mitad del siglo XX. “A pesar de mis diferencias teóricas y políticas con la
Escuela de Chicago, la sociología urbana floreció bajo su influencia, porque los sociólogos de Chicago se
enfrentaron, con todo el rigor y la imaginación que pudieron, a las cuestiones fundamentales de su
tiempo: el proceso de formación de una nueva sociedad organizada especialmente en grandes centros
urbanos” (2001b:490). Así mismo, Castells plantea que durante los años sesenta y setenta en EE.UU, más
allá de no estar de acuerdo con sus consideraciones generales al margen de las limitaciones de los
intereses de clase y sus marcos culturales, una ciencia política pluralista situó el conflicto y la
negociación política en el centro del análisis social urbano. Un enfoque de “la ciencia política urbana,
filosóficamente enraizado en la tradición del liberalismo, supuso una importante ruptura con la cuestión
de la integración social, situando el conflicto y su negociación en el punto de mira de la ciencia social
urbana” (2001b:491).

No pretendemos ahondar en el hecho de la justificación académica y disciplinaria por parte de Castells en


relación a la escuela de sociología estadounidense; quizás es necesario persistir en las pistas de su
justificación ideológica. En este momento, cabe recordar la contundencia de su crítica a la ideología
urbana de izquierdas en los años sesenta del nacimiento de lo que ha denominado la nueva sociología
urbana. Según Castells, esta refundada disciplina se erige en Francia en torno a la obra de dos
intelectuales (él y H. Lefebvre). A continuación se explicarán mejor las razones de esta aparente
contradicción ideológica que alberga Castells entre la justificación académica de la escuela liberal-
neoliberal y la crítica despiadada de la ideología urbana de izquierdas.

La sociología urbana experimentó una fuerte revitalización durante los años sesenta de la mano
de la escuela de “nueva sociología urbana”, que se originó en Francia en torno a la obra de dos
estudiosos con planteamientos intelectuales muy diferentes: el gran filósofo marxista Henri
Lefebvre y yo mismo. La nueva sociología urbana, que nunca fue una escuela de pensamiento
unificada, giró en torno a cuatro grandes temas, dos de ellos introducidos por el primer teórico y
otros dos por el segundo. Los dos primeros temas, desarrollados posteriormente por David
Harvey y Edward Soja, fueron la producción del espacio y el derecho a la ciudad (…) Los otros
dos temas fundamentales de la nueva sociología urbana se basaban en las nociones de consumo
colectivo y movimientos sociales urbanos (Castells, 2001b:491-492).

De las palabras de Castells –en este segundo momento de su relación con Lefebvre– se pueden extraer al
menos cinco ideas que desarrollamos a continuación: Primero, en los años 70, su crítica a la hipótesis de


356
La importancia que Castells otorga a la Escuela de Chicago recae en dos generaciones de sociólogos, la primera de los más innovadores que
crearon la sociología urbana como disciplina académica, entre ellos está: R. Park (The City: suggestions for the study of human nature in the
urban environment, 1925); H. Zorbaugh (The gold coast and the slum, 1929); y L. Wirth (Urbanism as a way of life, 1938). Luego, aparecerá una
segunda corriente vinculada al darwinismo social: A. Hawley (Human ecology, 1956); y L. Schonore (The urban scene, 1965).

348
la sociedad urbana, así como a la nítida (pero incómoda) ideología urbana de izquierdas que la soporta,
respondía en gran medida a la idea de construir una escuela sociológica plenamente diferenciada del
pensamiento lefebvriano. Segundo, queda claro, nueve años después de la muerte de Lefebvre, que
Castells admite definitivamente los argumentos que lo diferenciaron del francés (30 años antes), ahora
bajo la idea de un nuevo mundo urbano, pero urbano, al fin y al cabo. Tercero, declara muerta a la nueva
sociología urbana, pero autoproclamándose como el único fundador vivo; además, de forma poco casual,
justifica históricamente el rol de la sociología urbana estadounidense como una ciencia política, entrados
en el ciclo más exitoso del boom neoliberal. Cuarto, para evitar que cualquiera lo confunda con teóricos
importantes (como Harvey) herederos de la ya vieja sociología urbana de los años 60-70, los clasifica
como fieles discípulos de Lefebvre. Quinto, se adjudica la institución de dos temas, que probablemente
desarrolló como analista urbano, pero que fueron concebidos mucho antes por una corriente de estudios
críticos de la vida cotidiana cofundada por Lefebvre.

Entonces, súbitamente, en los últimos años del siglo XX, se hizo el silencio. La sociología urbana
se sumió en la oscuridad (…) dejó de conectar en términos generales con los nuevos problemas
que estaban surgiendo en las ciudades, el espacio y el conjunto de la sociedad. La ‘nueva
sociología urbana’ se quedó obsoleta ante su nuevo contexto urbano (…) Para comprender la
crisis de la sociología urbana en el cambio de milenio y las vías para su reconstrucción
intelectual, debemos replantear la transformación de las ciudades y los problemas urbanos en el
nuevo período histórico que he denominado ‘era de la información’ (Castells, 2001b:492-493).

Siguiendo a Castells (2001b), en el nuevo mundo urbano la transformación espacial debe entenderse en el
contexto más amplio de la transformación social, bajo la puntualización de que el espacio no refleja a la
sociedad, sino que la expresa, es una dimensión fundamental de la sociedad, “inseparable del proceso
global de organización y cambio social”. En efecto –explica que– este nuevo mundo urbano responde a la
emergencia de una nueva sociedad, y así se crea el marco para establecer el concepto de la sociedad red
que aparece en medio de la era de la información, como resultado de la interacción entre la revolución de
las tecnologías de la información, la restructuración socioeconómica y los movimientos socioculturales.
Este nuevo mundo urbano (habitado por la sociedad red) produce una larga lista de patrones espaciales,
asociados a “cambios macroestructurales”, que Castells identifica y describe. Esta prometedora sociedad
red en la investigación de Castells, reemplazaría a la sociedad tecnocrática de consumo dirigido teorizada
en los años 60 y vivida por H. Lefebvre luego de la posguerra; así como, a la sociedad urbana imaginada
por el francés. En consecuencia, este nuevo mundo urbano “parece estar dominado por el movimiento
dual de inclusión en redes transterritoriales y exclusión mediante la segregación espacial de los lugares.
Cuánto mayor es valor de la gente y los lugares, más conectados están en redes interactivas. Cuánto
menor es su valor, menor es su conexión… (2001b:495). De aquí se desprende el nivel global lefebvriano
en la idea de Castells: surge una nueva forma de Estado, el Estado red, que integra instituciones
supranacionales formadas por gobiernos nacionales, estados-nación, gobiernos regionales, locales, y
ONGs. Cerrando con sus propios planteamientos, finalmente, en coincidencia ideo-temporal con D.

349
Harvey, M. Castells también apunta a que la visión de la disciplina, en su caso, la sociología urbana,
replantee sus problemas, temas y perspectivas en el futuro.

Al final de este apartado incluimos a modo de epílogo algunos extractos de la conferencia de Castells a
propósito del premio recibido en San Francisco (1998), otorgado por la American Sociological
Association (ASA). No se incluye en este subtítulo por dos razones; en primer lugar, la contundencia de
sus palabras en cuanto a la ponderación que hace de la escuela de sociología urbana francesa, así como,
de la sociología de la Escuela de Chicago, e incluso de su propia trayectoria. Y en segundo lugar, creemos
que separando este evento, se podrá diferenciar mejor al Castells académico que escribe de la figura
individual.

3.4.3 Tercer momento de la relación: Hacia una sociedad urbana sin Lefebvre


Fig. 74. (Izq.). Cubierta de la primera edición de Rebel cities. D. Harvey, 2012. (Der.). Cubierta de la primera edición de
Redes de indignación y esperanza. M. Castells, 2012.

Se confirmaría llegado al nuevo milenio, que Castells habría aceptado definitivamente la hipótesis
lefebvriana de la sociedad urbana, o “lo urbano” si se quiere. Sin embargo, se confirma también su
ruptura definitiva con lo poco que quedaba de su primera relación con el francés. Y casi, como en todo
quiebre de relación que se intente superar, tomará la máxima distancia teórica, pero sobre todo ideológica,
de sus planteamientos de los años sesenta-setenta. Para explicar mejor las coordenadas de acción e
investigación actuales de M. Castells, revisaremos su obra Redes de indignación y esperanza. Los

350
movimientos sociales en la era de internet (2012), escrita originalmente en inglés y traducida al español
en el mismo año. La primera década del siglo XXI sería de una productividad teórica relativa, ciertamente
apegado a los temas que había anunciado en el cambio de siglo. Previo al 2012 –durante más de una
década– Castells ha estado estudiando la transformación de las relaciones de poder en interacción con el
cambio en las comunicaciones y ha sabido dar continuidad al caso de los de movimientos sociales en red
como una hipótesis de nuevas formas de cambio social. No ha perdido contacto con el espacio urbano, sin
embargo confiesa que su activismo es a menudo confuso (2012:15).

Tenemos interés en cerrar este capítulo con la revisión del trabajo de D. Harvey por su repentino y
sustantivo retorno a Lefebvre357, luego de aquellas declaraciones poco favorables hacia el francés en la
entrevista que concedió a la NLR en el año 2000. Sabemos, por Castells, que es un buen seguidor de los
temas de Lefebvre (derecho a la ciudad, producción del espacio). Y nos consta, luego de revisar la obra
Justice, nature and the geography of difference (1996) que quedaban abiertas buenas posibilidades
epistemológicas para que restaure su relación con Lefebvre. De este modo, nuestra principal referencia
para comprender este tercer momento será el texto Ciudades Rebeldes. Del derecho a la ciudad a la
revolución urbana, publicada originalmente en 2012 y traducida al español en el año 2013a.

Castells, M. (2012). Los movimientos sociales en la era de internet 358

Castells (2006) al considerar en su teoría de la sociedad red que los medios de comunicación de masas
están controlados en gran medida por los gobiernos y las corporaciones, plantea que la autonomía
comunicativa se construye fundamentalmente en las redes de internet y en las plataformas de
comunicación inalámbricas. De esta forma, las redes sociales digitales ofrecen la posibilidad de deliberar
y coordinar acciones sin trabas. A su vez, se muestra consciente de la necesidad de una conexión concreta
del movimiento en red con un nuevo espacio urbano en donde se desarrolla la vida social. Así lo explica:

… éste es sólo un elemento de los procesos comunicativos a través de los cuales los movimientos
sociales se relacionan con la sociedad en general. También necesitan establecer un espacio
público creando comunidades libres en el espacio urbano. Como el espacio público institucional
–el espacio designado constitucionalmente para la deliberación– está ocupado por los intereses
de las élites dominantes y sus redes, los movimientos sociales tienen que labrarse un nuevo
espacio público que no se limite a Internet sino que se haga visible en los lugares donde se
desarrolla la vida social. Por eso ocupan el espacio urbano y edificios simbólicos. Los espacios
ocupados han tenido un papel destacado en la historia del cambio social, así como en las
prácticas actuales (Castells, 2012:27).


357
Decimos que el texto de Harvey es una contribución sustantiva, no sólo para el desarrollo de nuestra genealogía, sino para la producción
general de esta tesis, porque además de estar dedicado a los estudiantes de doctorado en todas partes, fue uno de los libros que hace algunos años
me abrió las puertas al mundo de Henri Lefebvre (a mí, y seguramente a unos cuantos de mi generación).
358
Castells, M. (2012), Redes de indignación y esperanza. Los movimientos sociales en la era de Internet. Madrid: Alianza Editorial.

351
Fruto del estudio de los movimientos y de sus percepciones con respecto a las instituciones, Castells
(2012) plantea un dilema (analítico y práctico) que no encuentra fácil conciliación, entre las expectativas
de los movimientos sociales y las instituciones políticas. Afirma, según una “opinión unánime”, que al
final los sueños de cambio social se canalizarán y se diluirán a través de las instituciones políticas, ya sea
mediante la reforma o la revolución. Aún así, creemos importante aclarar que este relato (tan ficcional o
más de lo que fue el de Lefebvre en 1970), se formula bajo la premisa de una sociedad 100% urbanizada
e informatizada. El español continúa explicando que, en el caso de una revolución, habrá una
interpretación errónea o una traición de parte de los nuevos poderes establecidos y su nuevo orden
constitucional. Esta preocupación se traduce en un problema “a la hora de valorar la productividad
política de movimientos que, en la mayoría de los casos, no confían en las instituciones políticas
existentes y se niegan a creer en la viabilidad de su participación en canales predeterminados de
representación política” (Castells, 2012:223). En lo concreto, parece que Castells se coloca en primera
fila para anunciar una crisis de la representación institucional, más no, de la democracia representativa
necesariamente.

El español plantea que existe el hecho de que los movimientos en general han visto su influencia limitada
en la política, y esto, a su vez no permite que la clase política vea con claridad las luchas para trasladarlas
a cambios; hecho que responde a una situación generalizada en el activismo de corto plazo, o en ausencia
de una crisis que implique el replanteamiento de todo el sistema. En cualquier caso, Castells ve más
difícil la situación de los movimientos con un gobierno de tendencia “revolucionaria”, sus posibilidades
serán mejores con un gobierno reformista, siempre que, la conexión entre movimientos sociales y reforma
política pueda activar el cambio social. Dicho cambio –dice Castells– “se produciría en las mentes de la
gente”, ya que el objetivo real de estos movimientos es “concienciar a la población, darles poder a través
de la participación en el movimiento y en un debate amplio sobre sus vidas y su país, y confiar en su
capacidad para tomar decisiones en relación con la clase política (…) de modo que el amor entre el
activismo social y el reformismo político no parece imposible: simplemente se oculta a la vista del
público mientras los ciudadanos dudan entre deseo y resignación” (2012:225-227).

Procurando proyectar al Castells del 2012, nos fijamos que en el final de su libro escribe un texto en
forma de epílogo denominado Más allá de la indignación y la esperanza: vida y muerte de los
movimientos sociales en red. Consideramos asumido por él, un contexto de transición inesperada de la
crisis, ya que hasta ese momento habían pasado cinco años de una crisis financiera puntual que afectaba a
ciertos mercados inmobiliarios y que en 2012, quizás se empieza a notar como una crisis global del
neoliberalismo. Con ese preámbulo colocamos un extracto del epílogo, para entender su sueño de una
revolución democrática gestionada colectivamente. Allí se podrán notar tanto las ideas como el tono
programado, y más que un sueño, al parecer, una racionalidad revolucionaria.

352
Sin embargo, si hay un tema general, un grito insistente, un sueño revolucionario, es la petición
de nuevas formas de deliberación, representación y toma de decisiones políticas. El motivo es
que un gobierno democrático eficaz es un requisito para conseguir todas las reivindicaciones y
proyectos. Porque si los ciudadanos no tienen la forma ni los medios de autogobierno, las
políticas bien diseñadas, las estrategias más sofisticadas, los programas mejor intencionados
pueden ser ineficaces o pervertirse en su aplicación. El instrumento determina la función. Sólo
una política democrática puede garantizar una economía que funcione como si la gente
importara, y una sociedad al servicio de los valores humanos y la búsqueda de la felicidad
personal. Una y otra vez, los movimientos sociales en red de todo el mundo han pedido una
nueva forma de democracia, no necesariamente identificando sus procedimientos, sino
explorando sus principios en la práctica (…)

(…) Desde el abismo de la desesperación han surgido, en todas partes, un sueño y un proyecto:
reinventar la democracia, encontrar formas de que la gente gestione colectivamente su vida de
acuerdo con los principios democráticos compartidos y que a menudo se olvidan en la
experiencia cotidiana. Estos movimientos sociales en red son nuevas formas de movimientos
democráticos, movimientos que están reconstruyendo la esfera pública en el espacio de
autonomía creado en torno a la interacción entre sitios locales y redes de internet, movimientos
que están experimentando con la toma de decisiones asamblearia y reconstruyendo la confianza
como base de la interacción humana. Reconocen los principios que dieron paso a las
revoluciones de la libertad en la ilustración, señalando al mismo tiempo la continua traición de
estos principios, empezando con la negación original del derecho de ciudadanía para las
mujeres, las minorías y los pueblos colonizados 359 . Subrayan la contradicción entre una
democracia ciudadana y una ciudad en venta al mejor postor. Afirman su derecho a empezar de
nuevo. Empezar por el principio, después de llegar al umbral de la autodestrucción por nuestras
instituciones actuales. O eso es lo que creen los actores de estos movimientos, cuyas palabras he
tomado prestadas. El legado de los movimientos sociales en red habrá sido vislumbrar la
posibilidad de reaprender a vivir juntos. En una democracia real (Castells, 2012:232-233).

Harvey, D. (2012). Del derecho a la ciudad a la revolución urbana

Ciudades rebeldes de Harvey es un compilatorio de varios artículos escritos en la última década, aunque
la mayoría de estos han sido publicados después de iniciada la crisis financiera del año 2007. Para
comprender nítidamente los vínculos con Lefebvre en este último momento, revisaremos tanto el prefacio
del libro La icaria de Henri Lefebvre como el primer capítulo de El derecho a la ciudad, versión
ligeramente modificada de su artículo publicado en la edición nro. 53 de la NLR (2008) titulado con el
mismo nombre. Al cerrar este ejercicio genealógico, intentaremos proyectar igualmente la investigación
de Harvey, al incluir una reflexión sobre la producción del espacio recogida en su obra A companion to
Marx’s capital Volume 2, (2013b), en la cual, el geógrafo británico se sumerge en las profundidades del
tomo II de El Capital, e incorpora algunas sugerencias sobre la crisis en la producción del espacio en la
sección The question of fixed capital (la cuestión del capital fijo).


359
Castells analiza varios procesos en red a nivel global, entre otros: La revolución egipcia (2010-2011); los levantamientos árabes (2010-2011);
las indignadas en España (2011-2012); el Movimiento Occupy en EE.UU. (2011-2012).

353

Fig. 75. Comunidad icariana en Corning, Iowa. Foto: Alexander von Thorn. (2006, diciembre).

Harvey titula La icaria de Henri Lefebvre al prefacio de su libro. Aunque no creemos que había una
ciudad ideal ni mucho menos para H. Lefebvre, estamos seguros que dentro del socialismo utópico, las
utopías concretas como las de Cabet360, pero sobre todo las de Fourier, lo entusiasmaban, lo inspiraban
como lo hicieron con Marx. Sobre el texto, Harvey empieza por hacer varias concesiones, la primera es
un acuerdo doble, principalmente con Castells, pero también con la tesis lefebvriana en la que se sugiere
que la clase obrera revolucionaria estaba constituida por trabajadores urbanos de muy diversos tipos y no
solo de fábrica, que constituyen una formación de clase muy diferente: fragmentados y divididos,
múltiples en sus deseos y necesidades, a menudo itinerantes, desorganizados y fluidos mas que
implantados sólidamente.

… invocar a la ‘clase obrera’ como agente del cambio revolucionario a lo largo de su texto…
esa es una tesis con la que siempre he estado de acuerdo (incluso antes de leer a Lefebvre), y
obras posteriores de sociología urbana (muy en particular las de un antiguo discípulo de
Lefebvre, Manuel Castells361) me afirmaron en ella (Harvey, 2012/2013a: 11).

Harvey considera que a gran parte de la izquierda tradicional le resulta todavía difícil captar el potencial
revolucionario de los movimientos sociales urbanos. A menudo estos son despreciados como simples
intentos reformistas de resolver cuestiones específicas (mas que sistémicas), y por tanto no son
movimientos verdaderamente revolucionarios ni de clase. Esto implica –dice Harvey– cierta continuidad
entre la polémica situacional de Lefebvre y la obra de quienes “ahora pretendemos enfocar el derecho a la
ciudad desde una perspectiva revolucionaria y no solo reformista” (Harvey, 2012:11). Hemos de notar


360
Étienne Cabet (1788-1856), fue un filósofo, teórico político francés y socialista utópico. Fue el fundador del movimiento icariano, llevó a un
grupo de emigrantes a fundar una nueva sociedad en los Estados Unidos. Publica Viaje a Icaria, donde describe una utopía comunista para el
futuro, en contraste al presente capitalista (1842). Será un libro que llegará a toda Europa, muy influyente, pues formula una primera imagen del
comunismo.
361
Da la impresión que ahora Harvey pasa con delicadeza a la ofensiva y coloca en su lugar a Castells, llamándolo antiguo discípulo de Lefebvre.
No olvidar que Castells había señalado a Harvey como un seguidor de dos temas específicos del francés (la producción del espacio y el derecho a
la ciudad). Al parecer, este tercer momento confirmaría en ambos casos, la etiqueta que se otorgan el uno al otro en relación con Lefebvre –
primero lo hizo Castells y Harvey ha respondido.

354
que en este momento Harvey toma una distancia máxima respecto de Castells sobre el modo de llevar a
cabo la posibilidad revolucionaria, pues la lógica (la hipótesis de la revolución urbana) que subyace bajo
la posición de Lefebvre se ha intensificado, –como poco, en nuestra propia época– explica el geógrafo.

En este texto Harvey también se posiciona enfáticamente en acuerdo con Lefebvre sobre una disimulada
nostalgia en el paso de El derecho a la ciudad a La revolución urbana, en una conclusión central de
Lefebvre mediante la cual –según Harvey– se propone que la ciudad que habían conocido e imaginado en
otro tiempo estaba desapareciendo rápidamente y que no podía ser reconstruida362. El británico explica
que Lefebvre vio previsoramente cómo el proceso de urbanización se estaba globalizando363 y que en
tales condiciones “la cuestión del derecho a la ciudad (interpretado como una cosa distintiva o un objeto
definible) tenía que dar paso a la cuestión algo mas vaga del derecho a la vida urbana, que mas tarde se
transformó en su pensamiento en el tema mas general del derecho a la producción del espacio”
(2013a:12). La difuminación de la diferencia entre el mundo urbano y el rural lleva un ritmo diferente en
distintas partes del mundo, pero no se puede dudar de que va en la dirección que predecía Lefebvre.

La idea central de Harvey en la actualización del derecho a la ciudad, consiste en recordarnos la esencia
fundamental del proyecto anticapitalista lefebvriano contenido en el concepto erigido hace 50 años, pero
lamentablemente arrastrado en la década de 1970 por la reproducción de las relaciones de producción
neocapitalistas y actualmente secuestrado por instancias neoliberales supranacionales y múltiples
apropiaciones edulcorantes.

Nuestra tarea política, sugería Lefebvre, consiste en imaginar y reconstituir un tipo totalmente
diferente de ciudad, alejado del repugnante caos engendrado por el frenético capital
urbanizador planetario. Pero eso no puede suceder sin la creación de un vigoroso movimiento
anticapitalista que tenga como objetivo central la transformación de la vida urbana cotidiana
(Harvey, 2013a:13).

El geógrafo observa atentamente el conocimiento de Lefebvre sobre las revoluciones e irrupciones desde
la Comuna de Paris de 1871, hasta Mayo del 68. Ambos son conscientes de la imposibilidad de realizar
un proyecto revolucionario en una sola ciudad. En efecto, Harvey sostiene que sólo cuando la política se
concentre en la producción y reproducción de la vida urbana como proceso de trabajo fundamental del
que surgen impulsos revolucionarios, será posible emprender las luchas anticapitalistas capaces de
transformar radicalmente la vida cotidiana. Del mismo modo, sólo cuando se entienda que quienes


362
En este punto, Harvey se toma unas línea para señalar que Lefebvre no fue lo suficientemente enfático en ciertos temas, por ejemplo: dedicó
muy poca atención a describir las terribles condiciones de vida de las masas en algunas de sus ciudades favoritas del pasado (el renacimiento
italiano en Toscana). Tampoco se ocupó del hecho de que en 1945 la mayoría de los parisienses vivían sin agua corriente, en condiciones de
alojamiento execrables (congelándose en invierno y cociéndose en verano) en barrios atestados, y de que había que hacer algo –y algo se hizo,
al menos durante la década de los sesenta– para remediarlo. El problema era su organización burocrática y su puesta en práctica por un estado
francés dirigista absolutamente carente de impulso democrático y sin un gramo de imaginación gozosa, y que se limitaba a consolidar las
relaciones de privilegio y dominación de clase en el propio paisaje físico de la ciudad (2012:12).
363
Harvey en Espacios de esperanza (2000) explicaba que entiende la “globalización” como un proceso, una condición o un tipo específico de
proyecto político. Estos enfoques, según él, no son mutuamente excluyentes. Sin embargo, Harvey también ponía en crisis el uso del término en
esas condiciones espacio-temporales actuales, para sustituirlo por el antiguo concepto de desarrollo geográfico desigual.

355
construyen y mantienen la vida urbana tienen un derecho primordial a lo que allí se produzca, llegaremos
a una política de lo urbano que tenga sentido. Del artículo de Harvey El derecho a la ciudad (2008), el
concepto del derecho a la ciudad como el derecho inalienable a adecuar la ciudad a los deseos humanos
más íntimos es quizás el que más se ha citado (en español). Esta es una idea del sociólogo urbano R. Park
citada por Harvey, y que tiende a confundir un poco a los más radicales. Otra lectura concordante de
Harvey con el Lefebvre de Espacio y política (1972), que decía que el derecho a la ciudad era necesario
pero insuficiente, es la reivindicación de este derecho como una estación intermedia en la ruta hacia el
objetivo de derrocar y reemplazar la totalidad del sistema capitalista de acumulación perpetua, junto con
sus estructuras asociadas de clase explotadora y poder estatal.

Al final de su artículo, Harvey afirma que durante el siglo XXI llegaremos a ver un movimiento coherente
de oposición a la crisis global del neoliberalismo. Es consciente de que existen multitud de luchas y
movimientos sociales urbanos (en el sentido más amplio del término, incluyendo los movimientos en la
periferia rural), y sabe que abundan en todo el mundo innovaciones urbanas con respecto a la
“sostenibilidad medioambiental”, “la incorporación cultural de los inmigrantes” y “el diseño habitacional
de los espacios públicos”. El gran desafío según Harvey es la convergencia de todos ellos en el propósito
concreto de obtener un mayor control sobre los usos del excedente (por no hablar de las condiciones de su
producción).

Un paso hacia la unificación de esas luchas (anticapitalistas), aunque no fuera en absoluto el


último, sería el de concentrarse en los momentos de destrucción creativa en los cuales la
economía de acumulación de riqueza se transfigura violentamente en economía de desposesión,
reivindicando abiertamente el derecho de los desposeídos a su ciudad. Ese derecho colectivo,
entendido a un tiempo como consigna de trabajo y como ideal político, nos retrotrae a la
antiquísima cuestión de quién está al mando de la conexión interna entre urbanización y
producción y uso del excedente. Quizá, después de todo, Lefebvre tenía razón, hace más de
medio siglo, al insistir en que la revolución de nuestra época tiene que ser urbana, o no será
(Harvey, 2012/2013a: 49).

Por último, veamos en qué dirección ha avanzado Harvey. En The question of fixed capital, Harvey
(2013b) incorpora un corto análisis de la producción del espacio, en el contexto del análisis que hace del
tomo II de El Capital de Marx. Aquí Harvey contempla un pliegue particular en el relato de Marx al cual
atribuye gran importancia debido a sus intereses personales de investigación en la urbanización. Así,
Harvey explica que cuando Marx está considerando el modo en que la sustitución del capital fijo
incrustado en la tierra podría transformarse en expansión, hace la siguiente observación:

356
Todo depende del espacio disponible. En algunos edificios pueden agregarse pisos adicionales,
mientras que otros requieren extensión horizontal y por lo tanto más terreno. Si bien la
producción capitalista está marcada por el desperdicio de gran cantidad de material, también
existe una ampliación horizontal inapropiada de este tipo (que implica en parte una pérdida de
fuerza de trabajo) en el curso de la extensión gradual de un negocio, ya que nada se hace de
acuerdo con un plan social, sino más bien depende de las infinitamente variadas circunstancias,
medios, etc. con los que actúa el capitalista individual. Esto da lugar a un gran despilfarro de las
fuerzas productivas... La reinversión progresiva del fondo de reserva monetaria (es decir, de la
parte del capital fijo que se transforma de nuevo en dinero) se realiza más fácilmente en la
agricultura. Aquí un campo de producción espacialmente dado es capaz de la mayor absorción
gradual del capital. Lo mismo ocurre cuando se produce la reproducción natural, como en el
caso de la ganadería (Marx, 1893:135).

En su trabajo, Harvey apela frecuentemente a la necesidad de la absorción de capital a través de la


producción de espacio (con énfasis en la forma a la vez especulativa y derrochadora que puede adoptar
dicha producción como, por ejemplo, en el caso de la suburbanización capitalista). Y aquí está Marx
también hablando de los aspectos espaciales de la absorción de capital, que a menudo son malgastados
debido a la competencia capitalista y al fracaso de la planificación social.

No apunto el pasaje anterior para sugerir que Marx fue un precursor brillante de todo lo que se
ha escrito desde entonces sobre las cuestiones espaciales, ni para sugerir que la tradición
marxista de teorizar la producción del espacio desde las obras de Henri Lefebvre hasta los
geógrafos radicales en épocas más recientes está legitimada por tal pasaje (Harvey, 2013b:s.pp).

Más bien, la implicación de incorporar la producción del espacio en su revisión de Marx es porque a él, al
igual que Lefebvre y otros investigadores marxistas rigurosos, les interesa integrar la teoría de la
producción del espacio en la teoría general de la acumulación de capital de Marx; y eso debe darse según
Harvey principalmente a través de la extensión sistemática de los materiales reunidos en el Tomo II de El
Capital y en los Grundrisse sobre la formación y circulación del capital fijo, en particular la parte del
capital fijo invertido en la tierra. Los procesos aquí descritos por Marx no se limitan a la agricultura, son
tan relevantes en la teorización del crecimiento de los condominios para absorber los excedentes de
capital como lo son para el cultivo de coles. “Las crisis en la producción del espacio, cuyas consecuencias
vemos a nuestro alrededor, derivan en última instancia de las contradicciones entre la fijación y el
movimiento que Marx tan claramente identificó” (2013b:s.pp.).

Muchas de las reflexiones de Harvey relacionadas con la economía política del espacio que aparecen en
esta lectura del tomo II de El Capital surgieron en su obra The limits to capital (1982). Durante los
últimos años, su intensificación en el esclarecimiento de las ideas de Marx se explica, entre otras razones,
porque desafortunadamente “hasta hace poco, la cuestión de la producción del espacio, de las relaciones
espaciales y de las formas territoriales (lugares) han sido ignoradas en gran medida en las exposiciones
del pensamiento de Marx. Es eso, o este asunto es obvio y, por lo tanto, no vale la pena examinarlo
transparentemente. Recientemente, la acumulación de capital y las dinámicas cambiantes de la vida

357
cotidiana han llegado a ser aceptadas como aspectos fundamentales, más que periféricos. Y cuando Marx
lo menciona, lo hace con notable vigor” (Harvey, 2013b:s.pp.).

Epílogo Castells 364

Extractos de la conferencia de Manuel Castells en la Community and Urban Sociology Section de la


American Sociological Association, San Francisco, agosto 22, 1998. Acto de entrega del premio “Robert
and Helen Lynd” a los méritos alcanzados por su trayectoria en el campo de la sociología urbana.


Fig. 76. Programa final del Encuentro Anual de ASA. (1988, Agosto 21-25). San Francisco. Fuente: Castells (1998/2002).

Sobre la escuela de sociología urbana francesa:

Provengo de un mito que nunca existió como escuela unificada. Quizá así son todas las escuelas
de pensamiento. De hecho, durante años los autores más conocidos de la escuela francesa no
eran franceses: David Harvey que popularizaba a Lefebvre y Chris Pickvance dándome a
conocer a mí. Lefebvre y yo empezamos a fines de 1960, con líneas muy diferentes. La diferencia
básica era el método. Mientras Lefebvre fue un filósofo, yo siempre he sido un sociólogo
empírico (…) Lefebvre y yo proporcionamos visibilidad y organización. Nuestra red académica
creó la revista Espaces et Sociétés, las Mouton book series, y los contactos internacionales.
Todos trabajamos para crear el International Sociological Association Research Committee on
Urban and Regional Development (RC21) y la International Journal for Urban and Regional
Research (IJURR). En una década hubo un número considerable de equipos de estudio e
investigación. Tres procesos convergieron: La renovación intelectual en Francia en los años 60;
los movimientos sociales de 1968; y la penetración de las ideas de mayo de 1968 en la elite
tecnocrática francesa y en la ideología urbana del gobierno. La interpretación de la elite de la


364
Barry Wellman (ed.) & Jesús Treviño (Trad.). (1998). Conferencia de Manuel Castells. Community and urban sociology section. San
Francisco (agosto, 22). En: Urbana: Urban Affairs and Public Policy.

358
crisis social a fines de 1960 como una crisis urbana tuvo como consecuencia un mega-programa
de investigación en el Ministerio de Vivienda y Asuntos Urbanos, dirigido por un tecnócrata
francés muy capaz y bien intencionado, Michel Conan, el verdadero padre de la Escuela de
Sociología Francesa. En este programa, generosamente patrocinado, todos nos convertimos en
sociólogos urbanos, repartidos en cuatro diferentes corrientes fluyendo dentro de la escuela
francesa:

Henri Lefebvre representado por él mismo: El concepto de civilización urbana como una forma
distintiva de organización social; la importancia del espacio como constitutivo de las relaciones
sociales y como una expresión de la sociedad; el derecho a la ciudad contra la exclusión social.

Marxismo ortodoxo –Jean Lojkine, Christian Topalov, Edmond Preteceille: El dominio del
capital y de los intereses capitalistas sobre el estado, y a través del estado la dominación de los
intereses capitalistas sobre los procesos urbanos. Ellos seguían en línea recta la teoría del
capitalismo monopolista de estado. Social Justice and the City, de David Harvey representó una
síntesis entre la lógica capitalista de dominación y la inspiración lefebvriana. Después
evolucionó hacia el análisis de la lógica del capital; esto es, derivar cada manifestación del
‘espacio y sociedad’ desde la lógica interna del capital, yuxtaponiéndole las luchas sociales.

La escuela de Foucault, organizada alrededor de un centro de investigación, el CERFI, y de


varios otros investigadores jóvenes, tales como Fourquet y Anne Querrien. Enfatizaron el
análisis de la microfísica del poder en las instituciones sociales, y extendieron la noción de
dominación al ámbito de la vida cotidiana delimitado por las instituciones urbanas. Fue
probablemente la tendencia de investigación más innovadora durante los 1970s, la única que
realmente surgió de los viejos moldes, para abordar con un punto de vista crítico los nuevos
temas sociales, en una nueva sociedad.

Marxismo estructuralista, con sello althusseriano (por referencia a Louis Althusser), vía Nicos
Poulantzas, representado principalmente por Manuel Castells. Aunque, si puedo decirlo, un poco
más complicado como lo desglosaré más abajo. Quiero subrayar estas diferencias pero no sobre-
enfatizarlas.

Entre los logros de la escuela francesa:

Afirmar la importancia del espacio como síntoma y fuerza que estructura la organización social.
Esta empresa tenía una conexión implícita con el análisis materialista del enfoque de la
‘ecología humana’, despojado de los supuestos funcionalistas; e intentar esfuerzos por conectar
(no siempre con éxito) la teoría con la investigación empírica, con la excepción del esfuerzo
puramente teórico de Lefebvre.

Acerca de su trayectoria intelectual:

Origen dual: Alain Touraine y el estructuralismo. Los movimientos sociales siempre han sido el
centro de mi análisis. Aún los movimientos sociales como categoría analítica amplia es
contradictoria a la teoría marxista clásica que sólo comprende la lucha de clases y los
movimientos sin conciencia. Mi rama de estructuralismo es más basada en Poulantzas que en
Althusser. Enfatiza la matriz social que contrasta con el economicismo. De hecho, hay una fuerte
contradicción entre el althusserianismo y el marxismo ortodoxo: gran parte de los seguidores de
Althusser en los 60s y 70s eran maoístas del ala libertaria, esto es, que eran partidarios de la
revolución cultural más que del marxismo-leninismo. Y se oponían fuertemente al PCF. El mismo
Althusser estuvo en el PCF, pero lo criticó por abandonar sus ideales revolucionarios.

Sobre la Escuela de Chicago, un mensaje para la America Sociological Association:

359
Los temas de la Escuela de Chicago aparecen otra vez en el centro del interés urbano:
individualismo versus comunidad; identidades étnicas locales y su relación con la sociedad en
general; urbanización descontrolada, simultánea al crecimiento y deterioro de las ciudades en
sus distintos elementos constitutivos. De aquí que el legado del la Escuela de Chicago queda
como un tema teórico central en las ciencias sociales, pero cuidándonos de no caer en dos
trampas: (a) No olvidar otra vez la problemática del poder, el conflicto y la contradicción en
juego. (b) Estar atentos al nuevo dominio de la acción social constituida en y alrededor del
espacio de flujos, como resultado del cambio social extraordinario que estamos experimentando.
Así el matrimonio cultural –de hecho, el ménage a trois– entre la Escuela de Chicago, la teoría
de los movimientos sociales, y las teorías de la sociedad de la información en la era del internet,
puede sentar las bases para revivir la sociología urbana y para usarla de nuevo como puerta de
entrada para comprender nuestra civilización.

360


Pedro Jiménez Pacheco 2018
















Vol. II Análisis: Barcelona






la rebelión
del espacio vivido











La rebelión del espacio vivido








Pedro Jiménez Pacheco



























la rebelión del espacio vivido
Análisis: Barcelona







tesis doctoral

Pedro Jiménez Pacheco

director
Dr. Fernando Álvarez Prozorovich

Programa de Doctorado en Teoría e Historia de la Arquitectura


Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona
Universidad Politécnica de Cataluña
Barcelona, julio del 2018

Vol. II de II Vols.
tesis doctoral
Pedro Jiménez Pacheco

director
Dr. Fernando Álvarez Prozorovich


Departamento de Teoría e Historia de la Arquitectura
Escuela Técnica Superior de Arquitectura de Barcelona
Universidad Politécnica de Cataluña

Barcelona, julio del 2018

Imagen en tapa posterior: Collage de pósteres de campañas reivindicativas y convocatorias a eventos
relacionados con el derecho a la ciudad en el sur de Europa y Latinoamérica en mayo del 2018. Jiménez-
Pacheco, P. (2018).


Vol. II de II Vols.









2
Tabla de contenidos

Volumen II

Capítulo 4
La producción del espacio social radical en Barcelona: circuito
inmobiliario–financiero y derecho a la ciudad de facto…...….. p. 11
4.1. El circuito inmobiliario–financiero en la urbanización
capitalista……………………………………………...………… p. 19
4.1.1. El ascenso del circuito secundario del capital: plusvalía, propiedad del suelo y
sociedad
− El peso de la propiedad del suelo en la sociedad. (Marx-Lefebvre)
− Acumulación y capital ficticio en la producción del espacio. (Marx-Lefebvre-
Harvey)
4.1.2. El ciclo del capital en el sector inmobiliario (Topalov)
− Presupuestos del cálculo de la tasa de ganancia
− Especificidades del sector inmobiliario como sector de la producción y de la
circulación del marco construido
− Análisis histórico de los sistemas de producción de la vivienda en Francia e
Inglaterra
− La formación de los precios del suelo y la gestión de la propiedad

4.2. El circuito inmobiliario–financiero y la “burbuja” del alquiler en


España…………………...……………..……………......……….... p. 53
4.2.1. La revolución de las Socimi 2013-2017: consenso en el mercado inmobiliario
español
4.2.2. Impulsores de la nueva burbuja y sus consecuencias sociales
4.2.3. Rentismo colaborativo: Airbnb como integrador de nuevos agentes en el
circuito inmobiliario financiero

4.3. La verdadera batalla por Barcelona…………………...………. p. 65


4.3.1. Tres cuartos del gobierno de Barcelona en Comú: ¿al municipalismo del
cambio se lo lleva el capitalismo urbano?
4.3.2. La vía legalista y reformista no puede domar a la bestia

4.4. El espacio social en la centralidad: Neoliberalismo urbano y


crisis del espacio social en Ciutat Vella (1976-2017)…............... p. 85
4.4.1. Primacía de lo urbano y prioridad del habitar
4.4.2. Crítica de la vida cotidiana en el espacio-tiempo social
4.4.3. Neoliberalismo urbano y furia del circuito inmobiliario–financiero en Ciutat
Vella
− La producción capitalista del espacio en el centro histórico de Barcelona en
el tardofranquismo y la transición española
− Ciutat Vella SA. La ejecución del proyecto neoliberal: empresarialismo
urbano para un centro de clase media
− Ciutat Vella Premium. Furia del circuito inmobiliario financierizado:
especulación y violencia inmobiliaria

4.5. Uso del espacio social: La Rambla y el barrio de La Marina del


Prat Vermell……………………………………………………. p. 117
4.5.1. El uso de la Rambla
4.5.2. After the planners
− Plan de Usos de Ciutat Vella
− Plan de Ordenación de la Rambla
− Plan de Km_Zero para el rescate de “las Ramblas”

3
− Plan Dintres. Adquisición de vivienda pública mediante tanteo o retracto en
áreas de conservación y rehabilitación
4.5.3. El planeamiento de un barrio “Premium” que su prado rojo no deja nacer: La
Marina del Prat Vermell
− Génesis de las casas baratas y la barriada del Prat Vermell: asistencialismo,
especulación y riqueza de la vida social
− Derribo de las casas baratas y marginalidad social: aislamiento urbanístico
de los bloques de vivienda Eduardo Aunós
− Nueva centralidad hacia el sur: neoliberalización urbana y descomposición
de la Marina
− Un barrio “Premium” inacabado: Pla de Barris y la resistencia silenciosa del
Prat Vermell

4.6. La producción del espacio social radical…………………... p. 173


4.6.1. La producción del goce para transformar la cotidianidad
4.6.2. El derecho a la ciudad de facto

Conclusiones generales…………………………….... p. 185


− Procesamiento del sistema teórico crítico
− Teoría social del espacio
− Una tradición disidente y la forma de lo posible
− Barcelona, centro-periferia: la producción neoliberal del espacio
− Derecho a la ciudad de Facto
− Producción del espacio diferencial (programa y lineamientos)

Bibliografía…………………………………………….... p. 205

− Archivos físicos
− Fuentes tratadas de Henri Lefebvre
− Revistas
− Bibliografía general
• Itinerario y tradición lefebvriana
• Fuente: Ayuntamiento y Gobierno
• Fuentes secundarias
• Tesis
• Hemeroteca
− Fuentes Web
• Archivos digitales
• Blogs, revistas y webs institucionales

Anexos (traducciones)……………………...……………. p. 235

− Anexo 1. “El espacio: producto social y valor de uso” (H. Lefebvre, 1976)
− Anexo 2. “El espacio y el Estado” (H. Lefebvre, 1978)
− Anexo 3. “Epílogo” (D. Harvey, 1991)

4
Listado de figuras, tablas y fichas

Figuras

Volumen II

Fig. 1. Anuncio de inversor para la compra de un edificio residencial. Estos anuncios se encuentran
comúnmente en los accesos a edificios en el centro de Barcelona. Fuente: desconocido, recogido
de un edificio del barrio de Sant Antoni. (Enero, 2018). p-13.
Fig. 2. “Cálculo hacia atrás” en la operación del promotor inmobiliario. Fuente: Topalov. (1978). p-46.
Fig. 3. Régimen de tenencia vs. tipo de Estado de Bienestar en la Unión Europea. Fuente:
EUROSTAT, en: García-Almirall. (2016). p-54.
Fig. 4. Salarios reales 2008-2014. El promedio español perdió el 25% de su salario real en ese período.
Fuente: Thomson Reuters / Financial Times, en Idealista. (2015). p-56.
Fig. 5. Progreso del precio del alquiler en Barcelona 2013-2017. Fuente: Institut Català del Sòl, en
Ortega. (2017). p-59.
Fig. 6. Desalojo de varias familias en el edificio número 151 de la calle Entença comprado por un
inversor. Fuente: Castán. (2017). p-60.
Fig. 7. Áreas de aglomeración de habitaciones en alquiler dentro de Ciutat Vella ofertadas por Airbnb
que cuentan con licencia de turismo. Fuente: Trescientosmil kms. (2017). p-62.
Fig. 8. “El futur urbanístic de Barcelona” (entrevista a funcionarios urbanistas responsables de la
gestión de los proyectos y la planificación urbanística en la ciudad post-olimpiada). Recorte
periodístico, Revista Carrer, 17, p. 9. Fuente: FAVB. (Julio, 1993). p-64.
Fig. 9. Diagrama de barrios de Barcelona. Panfleto de campaña para la inscripción de la candidatura
para las elecciones municipales. (Guanyem Barcelona, 2014). p-66.
Fig. 10. Ex alcalde Maragall y Ada Colau rompiendo el protocolo en la ceremonia de conmemoración
del XXV aniversario de los JJ.OO. Fuente: A. Colau. (2017c). p-73.
Fig. 11. Declaraciones de Ada Colau publicadas en la cuenta oficial de BeC –Facebook y Twitter–
(2018, Marzo 5). p-78.
Fig. 12. Delimitación del área estudiada por Pere López. Barrios Santa Caterina-Portal Nou. Fuente:
López. (1986). p-98.
Fig. 13. Relato periodístico de la reunión del Alcalde Maragall con vecinos de Ciutat Vella. (7 de
marzo de 1987). Fuente: La Vanguardia. (1987). p-100.
Fig. 14. Estructura orgánica de gestión bajo la cual operaba PROCIVESA. Jiménez-Pacheco. 2018.
Fuente: Ruiz de Somocurcio. (2005). p-102.
Fig. 15. Infografía del Distrito Ciutat Vella sobre la turbulencia inmobiliaria y sus consecuencias más
dramáticas. Fuente: Masala. (2017a). p-111.
Fig. 16. Hermanos Leyva, administradores de la empresa MKPREMIUM. Fuente: La Vanguardia.
(2016). p-112.
Fig. 17. Acuarela en una guía de la Rambla con sus tiendas. Fuente: Amics de la Rambla. (2017a). p-
118.
Fig. 18. Convocatorias y campañas: para la ocupación de la Rambla, contra la mercantilización de la
ciudad y la “marca Barcelona”. Fuentes: Bcn Ens Ofega, 2016; SOS Rambla, 2017; No Ens Faran
Fora, 2017. p-119.

5
Fig. 19. Flujo principal de personas moviéndose en Ciutat Vella marca la Rambla como eje principal
de movilidad. Fuente: Trescientosmil kms. (2017). p-121.
Fig. 20. Fundació Barcelona Comerç y el Ayuntamiento de Barcelona entregan el premio “Compromís
amb el Comerç” a la AAR. Fuente: AAR. (Noviembre, 2017). p-122.
Fig. 21. “Taller Canaletas” para la transformación de la rambla. Fuente: AB. (Enero, 2018). p-125.
Fig. 22. Proporción de áreas de vivienda (azul) en relación con otros usos (rosa) en Ciutat Vella.
Fuente: Trescientosmil kms. (2017). p-126.
Fig. 23. ¿Existirá la Rambla del futuro, tal vez solo una madrugada del domingo? Fuente: Barcelona
Experience. (2017). p-131.
Fig. 24. Plano de fincas incluidas en la actualización del Plan Dintres. Fuente: Servei de Premsa.
(2017b). p-132.
Fig. 25. Estructura de la propiedad de la montaña de Montjuïc en los años veinte. Fuente: Roca.
(1993). p-136.
Fig. 26. Primera propuesta del Patronato de la Habitación de Barcelona (491 casas que acabaron
siendo 616). Fuente: López. (2013). p-139.
Fig. 27. Diseño proyectado de cada casa aislada con huertos. Fuente: López. (2013). p-140.
Fig. 28. Plano de distribución de las casas baratas del Prat Vermell, 1928. Fuente: Morales. (2015). p-
141.
Fig. 29. Planta de las casas baratas construidas al final: 38 m2, un patio en vez de huerto y 3
dormitorios. Fuente: López. (2013). p-141.
Fig. 30. Las casas baratas de Eduardo Aunós. Consell del Districte de Sants-Montjuïc (1981,
Diciembre). La historia de nuestros barrios. AB. (1981). p-143.
Fig. 31. Ortofotomapa del ámbito del MPGM de la Marina Zona Franca. Fuente, Agència
Desenvolupament Urbà. (2014). p-146.
Fig. 32. (Izq.). Jordi Santamaria (s.f.). Propuesta original para el proyecto de remodelación del espacio
público. Fuente: Barcelona: La segona renovació (1996). (Der.). J. Llusà y D. Ferrer, proyecto
(1988), construcción (1991). Plantas y alzados de bloques de vivienda Eduardo Aunós (tipo I y II,
primera fase de sustitución). Fuente: Archivo PMH, en: Morales. (2015). p-147.
Fig. 33. PGM del ámbito de la Marina y MPGM del nuevo ámbito del barrio de la Marina del Prat
Vermell. Fuente: Badia Ferrer. (2015). p-149.
Fig. 34. Sectores de desarrollo del proyecto del nuevo barrio. Fuente: Bagursa. (2012). p-150.
Fig. 35. Manuel Ruisánchez. (2010). Plano de re-parcelación aprobada del sector 10 (Promotor: Junta
de Compensació del Sector 10). Fuente: Bagursa (2012). p-150.
Fig. 36. Perspectiva de bloques en anteproyecto de reparcelación del sector 10. Fuente: Bagursa.
(2012). p-151.
Fig. 37. Cáceres Arquitectura. S.C.P. (2012). Urbanización de la zona central de la Marina del Prat
Vermell. Fuente: Bagursa. (2012). p-152.
Fig. 38. Plano de la Fase 1A de urbanización del Sector 10. Fuente: AB. (2012). p-153.
Fig. 39. Avance de los trabajos en el Sector 10 al año 2013. Pendientes los trabajos urbanización en la
calle Ulldecona y derribo de edificaciones. Fuente: AB. (2013). p-153.
Fig. 40. Esquema de funcionamiento del Plan Empenta. Fuente: AB. (2012). p-154.
Fig. 41. Publicidad del Pla Empenta para atraer inversiones inmobiliarias. Fuente: AB. (2013). p-155.
Fig. 42. Ortofotomapa de la Marina. Nuevo ámbito del Pla de Barris. Fuente: Urbaning, en: Pla de
Barris. (2016). p-157.

6
Fig. 43. Esquema planimétrico de hitos alcanzados en la consolidación del nuevo barrio. Fuente: AB.
(2018). p-161.
Fig. 44. Titularidad y número de viviendas “potenciales” (de protección oficial –HPO, dotacionales y
libres) en los solares resultantes de la urbanización ejecutada en el sector 10. Fuente: AB. (2017).
p-162.
Fig. 45. Avance del PAU 1 sector 8 al 2017. Parcelación y modelo volumétrico. Fuente: AB. (2017).
p-162.
Fig. 46. Plano de ubicación de las primeras acciones a desplegar en el marco del Pla de Barris del
ámbito de la Marina. Fuente: AB. (2016). p-163.
Fig. 47. Ortofotomapa de la situación general de edificabilidad del sector 10 en el nuevo barrio de la
Marina del Prat Vermell. Jiménez-Pacheco, P. 2018. [amarillo: construido; naranja: diferentes
etapas. Ver fichas individuales]. p-164.
Fig. 48. Infografía de red colectivos en Barcelona organizados frente a las condiciones de la vivienda.
Fuente: Espai Comunal La Rimaia. (2017). p-178.
Fig. 49. Cotidianidad de la Rambla. “Mantas en el centro”. Fuente: La Vanguardia. (2015). p-182.
Fig. 50. Henri Lefebvre entre los estudiantes en Nanterre. Fuente: Duteuil, Nanterre 1965-68. Cortesía
de Jean-Pierre Duteuil, en: Stanek. (2011a). p-270.
Fig. 51. Plan maestro de la universidad de Nanterre. (1968). El campus estaba formado por: Facultad
de Humanidades (1), candeleros (2), dormitorios de estudiantes (3), bibliotecas (4), instalaciones
deportivas (5), la Facultad de Derecho (6), el Instituto de Estudios Políticos (7), un centro cultural
(8), una estación de ferrocarril (9), puestos de seguridad (10) y salas de calderas (11). Fuente:
Techniques et Architecture, 1, 130, en: Stanek. (2011a). p-271.

Tablas

Tabla 1. Capital social en el lanzamiento de PROCIVESA. (1988). Jiménez-Pacheco, 2018. Fuente:


Ruiz de Somocurcio, 2005. p-103.
Tabla 2. Capital social en el lanzamiento de FOCIVESA. (1999). Jiménez-Pacheco, 2018. Fuente:
Ruiz de Somocurcio, 2005. p-104.

Fichas

Ficha 1. Edificio A. (Jiménez-Pacheco, P. 2018). p-165–168.


Ficha 2. Edificio B. –––––––––––––––––––––
Ficha 3. Edificio C. –––––––––––––––––––––
Ficha 4. Edificio D. –––––––––––––––––––––
Ficha 5. Edificio E. –––––––––––––––––––––
Ficha 6. Edificio F. –––––––––––––––––––––
Ficha 7. Edificio G. –––––––––––––––––––––
Ficha 8. Edificio H. –––––––––––––––––––––

7
8
Abreviaturas usadas en el documento

Ajuntament de Barcelona AB
American Sociological Association ASA
Asociación Amics de la Rambla AAR
Área de Rehabilitación Integrada ARI
Barcelona en Comú BeC
Barcelona Gestió Urbanística SA. Bagursa
Centre d’études sociologiques CES
Centre de Cultura Contemporània de Barcelona CCCB
Centre national de la recherche scientifique CNRS
Consorcio Zona Franca CZF
Federación de Asociaciones de Vecinos de Barcelona FAVB
Foment de Ciutat Vella SA. FOCIVESA
Institut Català del Sòl INCASOL
Institut de sociologie urbaine (Paris) ISU
New Left Review NLR
Observatorio de Antropología del Conflicto Urbano OACU
Oficina de Rehabilitación de Ciutat Vella ORCV
Partido Comunista Francés PCF
Partit dels Socialistes de Catalunya PSC
Plan de Mejoras Urbanas PMU
Plan Especial de Reforma Interior PERI
Plan Especial de Infraestructuras PEI
Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos PEUAT
Plan por el Derecho a la Vivienda de Barcelona PDVB
Polígonos de Actuación Urbanística PAU
Promoció Ciutat Vella SA. PROCIVESA
Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria SIGC
Sociedades de Economía Mixta SEM

9
10
CAPÍTULO 4
La producción del espacio social radical en Barcelona
circuito inmobiliario–financiero y derecho a la ciudad (de facto)
12
Este capítulo busca responder principalmente a la pregunta de cómo está siendo afectado el espacio social
urbano de Barcelona (centro y periferia) por el sistema de promoción inmobiliaria, enlazando en su
desarrollo las reflexiones que provienen de la economía política de la ciudad con aquellas que avanzan
hacia una ciencia del uso del espacio social. Sobre la base del estudio epistemológico, expuesto en los
capítulos 1 y 2, habíamos propuesto la noción del “espacio radical humano” como un objeto posible
(virtual) al servicio de la transformación de la vida y la resistencia urbanas; este objeto virtual fue puesto
en movimiento y ha evolucionado en la investigación dentro de un sistema teórico crítico abierto, soporte
al servicio de una hipótesis de investigación. Dicha hipótesis plantea en el ámbito temporal 1980s–2018
un proceso de revolución en la urbanización capitalista en Barcelona en dos tramos: el estudio del
primero abarca desde la “renovación” definitiva de Ciutat Vella, producto de una fase de
neoliberalización espacial desplegada desde la segunda mitad de la década de los ochenta, y se extiende
hasta la Barcelona global de la crisis financiera-inmobiliaria del 2008. Este momento crítico inaugura el
segundo tramo que implica un período de preparación del terreno urbano y legal para la recomposición
del capital inmobiliario, confinando en el espacio social actual las bases de lo que podríamos denominar
“postneoliberalismo urbano”, y que viene atado a la emergencia –no únicamente de las clases populares,
sino también de las capas medias– por habitar en la ciudad.


Fig. 1. Anuncio de inversor para la compra de un edificio residencial. Estos anuncios se encuentran comúnmente en los
accesos a edificios en el centro de Barcelona. Fuente: desconocido, recogido de un edificio del barrio de Sant Antoni, 2018, Enero.

El estudio epistemológico nos ha permitido, además, la comprensión del método de Lefebvre como
instrumento útil para el análisis del espacio social actual con su realidad “formal” y “material” (ver: Cap.
2, Fig. 26) y sus “atributos” (interpenetración y superposición) como realidad “social”. De este modo,
adoptamos su método tripartito (formal, funcional y estructural) de análisis (ver: Cap. 2, Fig. 27),
apoyado en otras clasificaciones lefebvrianas para la comprensión simultánea de una realidad urbana
compleja. Las clasificaciones o esquemas de apoyo son: los niveles del espacio social, las dimensiones

13
semánticas del espacio urbano y las propiedades del fenómeno urbano (proyección de las relaciones
sociales, enfrentamiento de estrategias y prácticas urbanas). Fruto del desarrollo del componente
genealógico y las reflexiones propias, el ejercicio teórico crítico que desarrollamos en este capítulo nos
deberá permitir actualizar el objeto virtual original y postular el “espacio social radical” como objeto
teórico estratégico. A partir de aquí, se plantea la premisa metodológica bajo la cual sólo el
funcionamiento simultáneo de estas clasificaciones proporciona una “malla” (Cap. 2, Fig. 28) capaz de
ordenar la complejidad lefebvriana del análisis espacial tripartito, en la búsqueda de una “ciencia del uso
del espacio social” (Jiménez-Pacheco, 2017b). El ensamblaje de esta malla recogerá los niveles
fundamentales propuestos por Lefebvre en La Revolución urbana (1970/1972b) para aplicarlos en el
análisis del espacio social expresado en una centralidad urbana de Barcelona y su periferia.

Los niveles del espacio social anunciados por Lefebvre y que tomamos para el estudio de Barcelona son:
“Privado” o el habitar: vivienda de residencia habitual y alojamiento turístico; “Mixto” o lo urbano:
calle, rambla, barrio, distrito, ciudad; y “Global”: España, Europa, Mundo. La jerarquía de estos niveles
está dada por la consideración radical de Lefebvre de otorgar prioridad al habitar y primacía a lo urbano.
La malla se despliega con los conceptos lefebvrianos y los factores existentes involucrados, a veces, de
manera confusa en el modo de producción espacial en la Barcelona global (desposesión de la vivienda,
turismo masificado, migración, corrupción, la cuestión independentista1, mafias de vivienda vinculadas al
narcotráfico, terrorismo, etc.)2. De ese modo, la malla guía el proceso de concatenación de los conceptos
aplicados a la centralidad y la periferia, permitiéndonos articular un discurso de la compleja realidad
urbana, para el esbozo del contra-proyecto de un derecho a la ciudad de facto traducido en un programa
general por la producción del espacio social radical.

Para resolver este capítulo, en primer lugar analizamos las características más relevantes del fenómeno
urbano en Barcelona (proyección de las relaciones sociales, enfrentamiento de estrategias y prácticas
urbanas, etc.). Corresponde entender, entonces, la proyección de las relaciones sociales en la ciudad
capitalista, siendo sin duda, la propiedad del suelo la más importante. La proyección de las relaciones de


1
La región catalana lleva inmersa varios años en un proceso político cargado de relatos y acciones concretas que han escalado a la intensificación
de emociones y sensibilidades por la ‘independencia territorial’. Así, luego de las votaciones del 1 de octubre de 2017 (marcadas por la violencia
policial), reinició con fuerza inusitada el proceso catalanista para la desconexión del Estado español, un proceso (lleno de tropiezos políticos y
movilización social) sin viabilidad constitucional ni democrática, debido en gran parte al bloqueo estratégico por parte del gobierno nacional y a
la falta de apoyos en la esfera internacional.
2
Para observar claramente el modo de producción espacial dominante en Barcelona, primero tuvimos que eliminar varias interferencias, tomadas
en cuenta al principio de una manera intuitiva en la matriz. Por ejemplo: el terrible obstáculo del conflicto entre constitucionalistas y separatistas
(2017) provocando, en gran medida, que el deseo de participación ciudadana haya sido escenificado debido a las decisiones basadas en pactos
políticos espurios. Por otro lado, en agosto de 2017, volvería a debatirse el problema de la seguridad urbana, luego de que el corazón de la ciudad
(La Rambla) fuera escenario de un ataque terrorista que dejó decenas de muertos y un poco más de un centenar de heridos de 34 nacionalidades
diferentes. Esto ocurrió en el contexto de una nueva ola de ataques contra peatones en espacios públicos llevados a cabo, especialmente, en
grandes ciudades europeas entre 2016-2017. Además, se dictaron sentencias por casos de corrupción en las primeras semanas de 2018 (redes de
negociados para desviar fondos hacia contratos urbanísticos y de infraestructura) relacionados con la administración del Palacio de la Música.
Finalmente, una nueva corriente de agitación periodística y de estigmatización con escándalos sobre "narcopisos" en la ciudad y mafias asociadas
a la vivienda en manos de okupas. Situación, vehiculizada y explotada a menudo, por políticos para sembrar una estrategia populista.

14
propiedad nos sugiere el análisis de una multiplicidad de agentes y mercados3 operando en Barcelona; sin
embargo, se acotan –para la investigación– al mercado inmobiliario financierizado4, y su especialización
en la vivienda de alquiler, proyectado especialmente en la centralidad urbana, producida como espacio de
ocio y de consumo turístico. Buscamos que esta lectura crítica del circuito inmobiliario–financiero en la
ciudad, situada en el ámbito de lo que podríamos llamar “economía política del espacio” arroje luces para
revelar –más allá de los dispositivos de un urbanismo concertado heredado de los años 80-90– quiénes
están detrás de la violencia actual expresada en el turismo masificado y la desposesión de la vivienda, y
cómo operan las relaciones de fuerza en ese ámbito. Igualmente, tenemos la expectativa de que el análisis
teórico e histórico coadyuve a una adecuada explicación, como pensaba Lefebvre, de la más esencial de
las conexiones dentro del capitalismo: suelo-trabajo-capital, es decir, rentas-salarios-beneficios en la
unidad global de la plusvalía.

En segundo orden, profundizamos en el análisis del espacio social en la centralidad de Barcelona y su


periferia, evidenciando las limitaciones y contradicciones a lo largo del período estudiado de las
estrategias del planeamiento municipal y de los proyectos que articula en la actualidad. La diversidad de
espacios multiescalares analizados se concentra principalmente en Ciutat Vella, los barrios de El Raval y
Santa Caterina, el paseo de La Rambla y la calle Robador; y en la periferia urbana, el “nuevo barrio” de la
Marina del Prat Vermell. A partir de estos dos componentes, pretendemos explicar una realidad urbana
hipercompleja y construir el relato del contraproyecto en una fase de lineamientos universales de política
que apuntalen directamente al derecho de facto de habitar y de producir otro espacio social en la ciudad
global.

Aunque nuestro trabajo en el terreno se limite a la observación simple, esto no impide que sobre la base
documental de apoyo se cumplan las funciones instrumental y pedagógica de la aplicación del sistema
teórico crítico (abierto) en el estudio del espacio social en Barcelona. De este modo, los recursos
bibliográficos se pueden dividir en dos grandes bloques: El primero corresponde a la literatura de primera
mano de H. Lefebvre y su procesamiento en momentos de discusión y divulgación dentro del proceso
doctoral, más las fuentes primarias recogidas de entrevistas y publicaciones de actores institucionales y
especialistas externos; a este bloque se adhieren los documentos de planeamiento, estadísticas
municipales, reportes y actas de reuniones de participación, así como, los reportes de diversos agentes del
análisis del mercado inmobiliario financiero y económico. El segundo bloque son las fuentes académicas
secundarias de carácter histórico y literatura relevante, junto a la revisión de la hemeroteca y diversas
fuentes periodísticas. Así, los contenidos de este capítulo dependen de la información disponible


3
Mercado laboral, mercado del sector terciario, cultural, turístico; mercado colaborativo, de innovación y conocimiento, mercado tecnológico
(smartcity, start-ups), etc.
4
Nótese que no hacemos uso del anglicismo “financiarización” que proviene de la palabra “financialization o financialisation” sino del término
“financierizado” tomado de la acepción que establece Verónica Gago (2014) en el libro La razón neoliberal, para referirse a la “financierización
de la vida popular” absorbida por las lógicas del capitalismo y los mercados financieros, o a la “penetración financiera” en el espacio vital de las
ciudades y sus periferias bajo el proceso de neoliberalización urbana.

15
(especialmente en fuentes de apoyo) que ha sido clasificada en cuatro áreas superpuestas en su desarrollo:
a) Planes, estudios y estadísticas oficiales, generados especialmente en el período 2015-2017 relacionados
a los distritos de Ciutat Vella y de Sants-Montjuic5; b) relatos y propuestas de actores implicados con el
urbanismo de la ciudad, del Distrito Ciutat Vella, Paseo de la Rambla y barrio de la Marina del Prat
Vermell –dentro y fuera de las instituciones6; c) opinión y crítica del gobierno municipal de Barcelona en
Comú (BeC) desde el inicio de su mandato; d) producción científica específica sobre los procesos
urbanísticos bajo la lógica capitalista en Barcelona desde los años 707.

Actualidad del espacio abstracto y su función instrumental

En La Producción del espacio (1974), Lefebvre prevenía desde una perspectiva regional-planetaria el
avance del proceso de producción de un espacio específico, sobre la base de una diferenciación en los
modos de producción. Así pues, los bordes del Mediterráneo se fueron convirtiendo en el espacio de ocio
de la Europa industrial; instalándose sobre esos nuevos espacios de placer y no-trabajo, un
neocolonialismo que se manifiesta en lo social y en lo económico, pero igualmente en el plano
arquitectónico y urbanístico. Sus planteamientos venían señalando el surgimiento de un “espacio de gasto
improductivo”, de un gran derroche, de un sacrificio gigantesco de cosas, símbolos y energías.

Este cuasi culto a la centralidad de las ciudades de ocio se opone enérgicamente a la centralidad
productiva de las ciudades del norte de Europa… el despilfarro y el gasto aparecerían como el
extremo de una cadena temporal que se inicia en los lugares de trabajo, en los espacios
productivos, y concluye en el consumo del espacio, del sol, y del mar, en el erotismo espontáneo
o inducido, en la fiesta, en las vacaciones. El gasto y el derroche, no se situarían pues al
principio de esta secuencia como suceso original, sino al final de todo este proceso, dándole
sentido. Los gastos improductivos se organizan con esmero, centralizados, ordenados,
jerarquizados, simbolizados, programados, dispuestos por los tour-operadores, los banqueros y
los promotores de Londres, Hamburgo, etc., que son sus primeros beneficiarios (Lefebvre,
1974/2013: 116).


5
Estudi dels usos urbans a Ciutat Vella, tipus i conflictes; Plan de usos del Distrito Ciutat Vella; Plan de Ordenación de La Rambla; Términos
contractuales para la recuperación de La Rambla; encuestas y estadísticas del Ayuntamiento; Pla de Barris; Pla Empenta; Pla Dintres; etc.
6
Por ejemplo, entrevistas recuperadas a Ada Colau, Janeth Sanz, J. M. Montaner, Gala Pin, Itziar González de Km_zero, Sindicat de Llogaters,
etc. Asistencia a foros, discusiones y conferencias; comunicaciones de la FAVB, archivos de la Revista Carrer y Revista crítica Masala; diversos
manifiestos y posiciones de otros actores, plataformas y vecinos implicados, por ejemplo: Amics de la Rambla, Top Manta, Asociación Resistim
al Gòtic, etc.
7
No es posible enumerar toda la producción disponible, pero intentamos anotar la más relevante para nuestra investigación: – Christian Topalov
(1978). La urbanización capitalista, algunos elementos para su análisis. – José Naredo (2010). El modelo inmobiliario español y sus
consecuencias (1970-2010). – Greig Charnock (2014). City of Rents. The limits to the Barcelona model of urban competitiveness. – Isidro López
y Emmanuel Rodríguez (2013). Competitividad territorial y circuito secundario de acumulación: el ciclo español de 1995-2007. – Pere López
(1986). El centro histórico un lugar para el conflicto. Estrategias del capital para la expulsión del proletario del centro de Barcelona: El caso de
Santa Caterina y El Portal Nou. – Jaime Palomera (2014). How Did Finance Capital Infiltrate the World of the Urban Poor? Homeownership
and Social Fragmentation in a Spanish Neighbourhood. – Adrián Hernández (2015). Gentrificación en el casco antiguo de Barcelona. – Agustín
Cocola (2016). La producción de Barcelona como espacio de consumo. – Fernando Álvarez, Josep M. Montaner & Zaida Muxí (Eds.) (2012).
Archivo crítico: modelo Barcelona, 1973-2004. – Stefano Portelli (2015). La ciutat horitzontal. Urbanisme i resistència en un barri de cases
barates de Barcelona. – José L. Oyón (2003). Historia urbana e historia obrera: reflexiones sobre la vida obrera y su inscripción en el espacio
urbano. – Pere López Sánchez (2013). Rastros de rostros en un prado rojo (y negro). Las Casas Baratas de Can Tunis en la revolución social de
los años treinta. – David Madden & Peter Marcuse (2016). In Defense of Housing. The Politics of Crisis. – Andy Merrifield (2017). Fifty Years
On: The Right to the City.

16
Para sostener nuestra hipótesis fundamental partimos de que durante los años setenta, el neoliberalismo
en países de capitalismo avanzado se puso en marcha sobre un espacio instrumental producido en el
transcurso de la década anterior como estructura de la reproducción de las relaciones de producción
(Lefebvre, 1976b). Así mismo, a partir del 2008, se inició la producción de un espacio renovado que se
organiza para permitir funcionar al capitalismo en la era postneoliberal. Por un lado, el espacio región-
estado y la renta fija de la deuda pierden su atractivo para el capital financiero, por otro, las ciudades
ganan protagonismo en la recuperación de la economía; no será suficiente una ciudad competitiva y
global, sino una ciudad organizada en nombre de las ciencias de la innovación, lo colaborativo, el
ciudadanismo, la sostenibilidad, etc. Luego de tres décadas de conciliación urbanística entre agentes
reguladores y depredadores (hasta el año 2008), el antiguo espacio de control ha sido pacificado al
servicio de la tecnología y el consumo colectivos. Lo consumimos humanos colmados de inseguridades,
cibernantropos infalibles (Lefebvre, 1980) ciudadanizados por instancias locales (Alain, 2001; Delgado,
2017) y declarados resilientes por marcos y arreglos supranacionales (Chandler & Reid, 2016).
Podríamos afirmar que, a lo largo de casi medio siglo, las relaciones sociales de producción capitalista
(Lefebvre, 1971) alimentadas por el beneficio económico no sólo se han reproducido, sino intensificado;
y el espacio no ha perdido su función instrumental, menos aún, con la revolución de los agentes
financieros que lo controlan.

La idea lefebvriana del “espacio instrumental” viene dada por aquel espacio abstracto preparado por el
capitalismo en los años 60, como estructura de la reproducción de las relaciones de producción
neocapitalista. Lefebvre explica que mientras los ideólogos discutían sobre el concepto de “estructura”,
los capitalistas y los gobiernos proseguían su tarea y organizaban el espacio –no sin dificultades,
conflictos y contradicciones nuevas– de forma que pudieran controlar dicha reproducción. En su opinión,
en esta reproducción de las relaciones de producción vienen juntos “la cotidianidad” y “lo urbano”, es
decir, simultáneamente, la reconducción del “centro” a la “ciudad” mediante el control de las periferias, y
la producción de un espacio jerarquizado –funcionalizado– por una localización de las funciones y grupos
severamente controlados desde arriba.

Hemos visto formarse este espacio, lo vemos actuar ante nuestros ojos. Esto permite el actual
neoliberalismo, que deja funcionar el dispositivo puesto en pie en el período anterior. El
capitalismo se permite el lujo de un neo-capitalismo que vive gracias a lo adquirido, al impulso e
inercia del período anterior (Lefebvre, 1975/1976b: 233).

La producción del espacio abstracto-instrumental no es solo la del espacio de control policial, sino la de
un espacio organizado económicamente, en el cual son regulados, mediante control estatal, los flujos8 de
toda clase (energía, materias primas, mano de obra, productos, gente, coches, etc.). Los tecnócratas
consiguen, en cierta medida, coordinar estos flujos heterogéneos, tanto por sus puntos de origen como por


8
El término flujo aquí y en todo el capítulo tiene un sentido espacial: un lugar de origen, un recorrido y una meta; pudiendo tener –siguiendo a
Lefebvre– un uso renovador para la economía política hacia una “economía política del espacio”.

17
sus terminales en el espacio. De cualquier forma, el objetivo de este espacio instrumental es el de
regularizar los flujos y controlar a la población, provocando nuevas contradicciones, como la que opone
el espacio regulador de las instituciones al espacio caótico de los intereses capitalistas que buscan
implantarse allá donde la plusvalía es más fácilmente realizable. Los tecnócratas conciben un espacio
regulado homogéneo, mientras que el espacio del capitalismo es fragmentado. El resultado es un espacio
que tiene ambos aspectos: al mismo tiempo homogéneo y fragmentado. De estas consideraciones, se
aclara que el urbanismo neoliberal de finales de siglo XX e inicios del nuevo milenio ha jugado un rol
conciliador determinante entre agentes reguladores y depredadores del espacio. Por tanto, podemos
precisar que el urbanismo neocapitalista en Barcelona –más adelante, si se quiere, neoliberal– es
justamente eso, un urbanismo de conciliación, un proceso concertado en el espacio (FAVB, 1993).

Cuando se plantean estas consideraciones, tanto en el tiempo de Lefebvre como en la actualidad, los
políticos miran hacia otro lado, porque viven anclados a sus problemas de producción, crecimiento y
trabajo, en perjuicio de un verdadero desarrollo. A un desarrollo subordinado a las necesidades sociales
en el espacio o necesidades de espacio, las cuales, ya no pueden únicamente reflejarse en la falta de
vivienda, sino en todo tipo de servicios, para alcanzar el predominio del uso sobre el intercambio, para
llegar al predominio de los ritmos de la vida cotidiana sobre la comercialización, la venta y la
especulación del espacio. Por tanto, se concluye que el capitalismo produce su espacio instrumental,
estructurador de la reproducción de las relaciones de producción, y tal reproducción no se comprende sin
tener en cuenta tres elementos: la cotidianidad, lo urbano (organización de la ciudad), y la producción del
espacio en general, que engloba los otros dos (Lefebvre, 1975/1976b).

Si se conserva la morfología espacial del capitalismo nos condenamos a mantener o a


restablecer las relaciones de producción. Cambiar su nombre, llamarlas ‘socialistas’ no
cambiará nada… si se quiere pensar concretamente en la transformación de la sociedad hay que
tener en cuenta, no las realidades y operaciones concretas, sino la globalidad entera de los
espacios; debemos saber que hacer de esos espacios rotos9 (Ibíd.: 237).


9
Debemos recordar el tratamiento lefebvriano de las contradicciones del espacio (Cap. 2, sección 2.5), bajo las cuales se plantea que el
capitalismo y el neocapitalismo han engendrado espacios en vías de explosión y desaparición. Espacios que se rompen en todas las escalas, por
ejemplo: la vivienda aislada de todo servicio, el barrio en vías de atrofia, cortadas sus relaciones con la realidad urbana que lo desborda; el
espacio de la escuela o del instituto que no satisface a sus estudiantes; o el espacio nacional, que para el teórico francés, también estaría en vías de
romperse por la desaparición de las fronteras económicas y políticas, etc.

18
4.1. El circuito inmobiliario en la urbanización capitalista


Henri Lefebvre, ya en 1972, en el inicio del apogeo del capitalismo financiero, señalaba cuál iba a ser el
renovado objetivo del capital ante la crisis de rentabilidad provocada por el agotamiento del modelo
industrial-fordista de los treinta gloriosos: el sector inmobiliario y la construcción dejarían de ser un
circuito secundario, una rama anexa y retrasada del capitalismo industrial y financiero para situarse en
primer plano de la nueva matriz de acumulación. Pocos ejemplos mejores que el de España, y en concreto
Barcelona, pueden ilustrar esa drástica transformación de la estructura económica volcada actualmente
hacia la valorización y revalorización del suelo y el espacio urbanos como activos predilectos del capital
financiero.

Según Mark Gottdiener (2000) la contribución más importante de Lefebvre al análisis del entorno
construido es su concepción del mercado inmobiliario como un segundo circuito de capital. Con esto
quiere decir que los componentes y la dinámica de la inversión en la tierra constituyen un sector de la
economía que está algo separado del circuito primario de producción industrial y comercialización.
Lefebvre consideraba que el segundo circuito combina elementos de estructura y gestión. Está
compuesto, por un lado, de elementos financieros, como bancos, compañías hipotecarias, y programas o
regulaciones estatales, y, por otro lado, por inversionistas individuales y grupales, promotores,
propietarios de viviendas, cualquiera que actúe para ganar dinero del suelo. Lefebvre creía que la
inversión en el segundo circuito era saludable solo hasta cierto punto porque el circuito primario y su
explotación de valor creaban trabajadores. Sin embargo, con la baja composición orgánica de capital10 del
mercado inmobiliario, los bienes raíces resultan frecuentemente una inversión atractiva, y por lo tanto, a
menudo pueden sacar dinero del circuito primario.

Los flujos de inversión del segundo circuito son cíclicos, tal como en el circuito primario, pero los dos no
están necesariamente sincronizados. Por esta razón, el estudio de la inversión inmobiliaria también
depende tanto del nivel de inversión como del rendimiento en el circuito primario. El capital responde a
las oportunidades de inversión diferencial entre los dos circuitos cambiando de uno a otro en busca de la
rentabilidad más alta. Con el ciclo comercial funcionando fuera de sincronía en ambos circuitos, la
inversión en bienes raíces puede aumentar, en lugar de ayudar a mejorar las tendencias recesivas y de
crisis del capital industrial, lo cual para Lefebvre representaba una contradicción importante en el
capitalismo tardío (Gottdiener, 2000). Por encima de todo, la importancia del segundo circuito es que sus
actividades combinadas han constituido la vanguardia del crecimiento en ciudades y regiones.

10
Marx en El Capital denomina composición orgánica del capital a la relación entre el capital constante y el capital variable. A la relación entre
la masa de capital invertida en medios de producción y la invertida en fuerza de trabajo. La razón por la que Marx caracteriza a los medios de
producción como capital constante es que siempre transfieren la misma cantidad de valor al producto. En cambio, considera la parte variante del
capital a la porción invertida en fuerza de trabajo independientemente de cada uno de sus accionistas. A diferencia de los medios de producción,
la fuerza de trabajo tiene la capacidad de crear valor, es decir, de reproducir su propio valor y un excedente (la plusvalía). Este excedente puede
aumentar o disminuir, según aumente o disminuya la fuerza productiva del trabajo; y su ‘rentabilidad’ está condicionada generalmente por el
transcurso del tiempo.

19
4.1.1. El ascenso del circuito secundario del capital: plusvalía, propiedad del suelo y
sociedad

H. Lefebvre (1972) en su obra El pensamiento marxista y la ciudad –particularmente en el capítulo El
capital y la propiedad del suelo explica las funciones y estructuras de la forma urbana ligada por la
historia a la sociedad burguesa en relación con la plusvalía, en sus momentos de formación, realización y
repartición 11 . En la formación de la plusvalía, el modo de producción capitalista con las fuerzas
productivas de la industria reemplazaba la explotación tradicional del suelo por medio de la aplicación
tecnológica de la ciencia (agricultura industrializada); con la preponderancia siempre más fuerte de la
población de las ciudades, que se aglomera alrededor de los grandes centros urbanos, la producción
capitalista acumuló las fuerzas capaces de actuar para la transformación de la sociedad. Al mismo tiempo,
destruyó la salud física de los obreros urbanos y el equilibrio de los trabajadores rurales y, lo que es peor,
perturbó los intercambios orgánicos entre el hombre y la naturaleza (Lefebvre, 1972/1983). Siguiendo al
teórico francés, la ciudad, en esta transformación, continuó y continúa jugando un papel esencial,
contribuyendo al crecimiento de las fuerzas productivas, de la productividad del trabajo, de la utilización
de las técnicas; y en vía opuesta, la combinación de estas técnicas y de la organización del trabajo en la
producción contribuyen al crecimiento de la población urbana y a la importancia de las ciudades.

Así, el campo ha ido desapareciendo como espacio en un doble sentido, señala Lefebvre: por la
industrialización de la producción agrícola y consecuente desaparición de los campesinos (por tanto del
pueblo o la aldea), de una parte; y por la ruina de la tierra y la destrucción de la naturaleza, de otra. De
este modo, la ciudad es (ligada a las formas productivas y en consecuencia a la formación de la plusvalía)
la sede de este vasto proceso contradictorio; absorbe el campo y contribuye a la destrucción de la
naturaleza, y también destruye sus propias condiciones de existencia, las cuales deben restablecerse de
manera sistemática. La ciudad pasa, así, a primer plano (hablando económicamente) en la realización de
la plusvalía. La extensión del mercado se liga a la del fenómeno urbano y la ciudad resguarda los
dispersos centros comerciales, bancos y el sistema bancario establecido desde la edad media para
garantizar las funciones de la moneda, que se ha desarrollado en sistema de crédito. Durante las crisis
económicas, surge la crisis monetaria, la moneda ya no funciona en su forma ideal; se necesita liquidez,
sin la cual se estanca y se pudre la mercancía. “La ciudad es el teatro de estos dramas de la burguesía que
resuenan sobre las diversas fracciones del pueblo, destinado al desempleo porque los ricos ya no tienen
dinero” (Lefebvre, 1972/1983: 118-119). El dinero se convierte entonces en la materia social de la
riqueza al liberarse del valor de uso y de materias reales. Lefebvre también se refiere al agrupamiento de
industrias y empresas tanto en la ciudad como fuera de la aglomeración urbana, contribuyendo con este


11
Para la mejor comprensión del plano económico es necesario familiarizarse con algunos conceptos como: capital constante (inversiones y
trabajo muerto), capital variable (salarios, capital puesto en movimiento por el trabajo), composición orgánica del capital, plus-productor,
plusvalía, tasa de ganancia media, etc.

20
hecho a la absorción del campo por la ciudad. Finalmente, y sobre todo, la ciudad y la aglomeración
urbana concentran servicios12.

Marx en Crítica del Programa de Gotha (1875) explicaba a los dirigentes del movimiento obrero (que
empezaban a dar señales de una mezcla de economismo y estatismo político) que para que haya
“sociedad” es necesario que haya toda suerte de personas y actividades; por tanto, se requieren artistas,
profesionales de la diversión, etc. Pero en tal sociedad también existen parásitos, explica Lefebvre, estos
serían los especuladores que quieren que su dinero “trabaje” y produzca más dinero. En este sentido, no
resultaría fácil trazar una línea recta entre los miembros improductivos socialmente necesarios y los
parásitos de la sociedad. De este modo, la ciudad contiene todo aquello que nos remite a la sociedad,
ciudad y sociedad van juntas, se confunden, pues la ciudad recibe en su seno el poder capitalista. La
repartición de la plusvalía pasa por el nivel más alto de la sociedad capitalista global, es decir nacional y
mundial. En el plano político, el Estado deduce una parte de la plusvalía para pagar los gastos generales
de la sociedad burguesa, cosa que ningún capitalista individual podría asumir, pero el Estado también
debe administrar y ocuparse de las necesidades sociales, los de la sociedad entera. La ciudad de todos los
tiempos puede figurar entre los beneficiarios (del Estado) de la distribución política de la plusvalía global.
“En sí misma, ella [la ciudad] no es más que objeto de uso legado del pasado, convertida en objeto de
intercambio y de consumo, al igual que las ‘cosas’ negociables. Ella no posee ningún privilegio, no atrae
ninguna atención especializada. Hasta el día en que sobreviene de nuevo, día que transforma por
completo los cálculos triviales de la rentabilidad” (Lefebvre, 1972/1983: 127).

Lefebvre (1972/1983) consideraba que los centros económicos y políticos de la sociedad capitalista al
asegurar la salida de los productos, es decir, al realizar la plusvalía, no sólo manejan el mercado (por la
publicidad), lo protegen (por el sistema de tarifas aduaneras y precios establecidos), sino que además, lo
controlan. En ese momento, la reproducción de la plusvalía y de las relaciones sociales de producción no
se separan más, permanecen ligados, aunque con nuevas contradicciones. El espacio social es producido
al mismo tiempo que vigilado y controlado en la extensión de las grandes ciudades para el fomento de los
recursos estatales. Si la burguesía de un determinado país ha perdido los mercados exteriores, consigue
transportar al interior de ese país el colonialismo; entonces, las periferias, en relación a los centros (de
producción económica y decisión política), dan lugar a fenómenos de neocolonialismo y
neoimperialismo. Y si bien las grupos sociales yuxtapuestos en el espacio urbano cuentan con pocos
campesinos, muchas poblaciones aparecen dispersas y dominadas por los centros. Para Lefebvre, en
consecuencia, la ciudad moderna (metrópolis, megalópolis) es a la vez, la sede, el instrumento, el centro
de acción del neocolonialismo y del neoimperialismo.


12
Los servicios, explica Lefebvre, no son sino una expresión para designar un valor de uso, dado en cambio de una suma de dinero por un
“activo”, que puede disponer de sus medios de producción. Se provee un servicio como actividad, comprándose y vendiéndose ese servicio como
una cosa, aunque no lo sea.

21
Siguiendo a Lefebvre, sobre las tareas del Estado en relación a las necesidades sociales, la lista y las
conexiones de estas necesidades jamás han sido establecidas y no podrán serlo. Así, en lo político, todo es
cuestión de relaciones de fuerza; pero sobre este principio, el Estado democrático (burgués o socialista)
queda expuesto a la presión de las reivindicaciones. Entonces, las necesidades de los trabajadores, las
mujeres, los niños, los enfermos y los ancianos pronto se inscribirán entre las necesidades sociales, las de
la vida urbana de la ciudad, considerada como unidad social, como lugar de las relaciones sociales entre
los hombres (la “cultura”) y la naturaleza. Por tanto, la ciudad a partir de la Historia podía siempre figurar
entre los beneficiarios de la distribución política, por parte del Estado, de la plusvalía (excedente) global.
Sin embargo –esto no ocurría así– señala el teórico francés, ya que habría que esperar al siglo XX e
incluso hasta su segunda mitad, para que emergieran nociones “vagas” y “tendenciosas” sobre su aspecto
objetivo, a saber “imágenes” y “metáforas” más que conceptos: el urbanismo, los equipamientos
colectivos, la planificación del territorio, etc. (Lefebvre, 1972/1983).

Siguiendo al propio Marx en su Crítica del Programa de Gotha cuando enumera las necesidades sociales
que debería tener en cuenta una sociedad socialista, se menciona a la “higiene pública” como una
necesidad social en la cual –para Lefebvre– quedarían comprendidas las necesidades urbanas. Luego está
el concepto de la organización racional de la producción (planificación) con miras a satisfacer las
necesidades sociales en el desarrollo. Lefebvre evidencia como en el planteamiento del concepto de
“necesidad social” surge la contradicción bajo la cual domina el sistema económico, y en la cual, el
Estado aprovecha tal primacía, quedando las relaciones históricas y sociales subordinadas a los
imperativos de lo económico. De esta manera, las influencias que ejerce la ciudad sobre la producción y
la productividad y sobre los intercambios de bienes, son tomadas en cuenta, a saber, aseguradas,
controladas, en nombre de un control general sobre el espacio de la sociedad, confirmándose la
conversión de la ciudad en objeto de intercambio y de consumo al igual que las “cosas” negociables. Tal
negligencia por las “necesidades sociales” evoca, a la larga, la posibilidad de una acumulación que se
tomaría así misma como objetivo y fin. Las necesidades sociales serían aseguradas al mínimo exigido; y
el máximo posible del producto social excedente iría a las inversiones y en consecuencia al usufructo de
esas inversiones productivas que facilitan la acumulación y las previsiones de inversión (Lefebvre,
1972/1983).

El peso de la propiedad del suelo en la sociedad (Marx-Lefebvre)

El teórico francés explica que siguiendo a Marx y Nietzsche se demostraría fácilmente que la sociedad
burguesa, en sus mejores períodos, de ascenso, crecimiento y prosperidad, presenta y representa una
“crisis de civilización” a causa y en razón, sobre todo, de la propiedad de bienes inmobiliarios, de la tierra
con las rentas que de ella dependen. Tanto en el momento en que lo explica Lefebvre (1972) como en la
actualidad, pese a algunos intentos abolicionistas de la propiedad de la tierra, el cuadro de la propiedad

22
privada se mantiene en general; así, intacta en el fondo, la propiedad de la tierra ha quedado reconstituida
por el capitalismo y pesando sobre el conjunto de la sociedad. La metáfora que utiliza el teórico francés
para aclararlo es que el cordón umbilical que ligaba la sociedad a la naturaleza fue mal cortado; y que
habría sido la ciudad la que exigió el corte que implicó la ruptura. Así, el intercambio vivo entre la
comunidad y la tierra no fue reemplazado por una regulación racional, y no obstante, la sociedad siguió
apegada y hasta ahora atada a la tierra, aunque por la propiedad y las servidumbres múltiples que
mantiene; principalmente, mediante la subordinación del suelo al mercado, al hacer de la tierra un “bien”
comercializable, que depende del valor de cambio y de la especulación, no del uso y el valor de uso. De
este modo, el cordón que llevaba la savia y la sangre de la matriz original de la comunidad humana,
cambió por un lazo seco y duro, que traba los movimientos y el desarrollo de esta comunidad; es su
obstáculo por excelencia. Lefebvre señala que desde Marx, ninguna solución satisfactoria ha suprimido el
problema, al sobrepasar sus condiciones y circunstancias, incluso cuando la propiedad estatal o municipal
de la tierra transfiere a las instituciones una parte importante de las rentas de la tierra (renta absoluta y
diferencial); ya que esta transferencia atribuiría unos poderes y recursos colosales, dejando a los
campesinos un “disfrute” limitado jurídica y contractualmente, un usufructo del suelo (Lefebvre,
1972/1983).

Según Lefebvre, la teoría de la renta del suelo (planteada por Marx y luego utilizada por él propio
Lefebvre en el estudio del espacio rural) que se daba por superada, conservaría sin embargo su
importancia e incluso se ampliaría, pues la especulación se apodera de los precios de los terrenos
edificables de la ciudad industrial, precios que aún se explican en aquella teoría, aparentemente marginal
con respecto a la del salario o la ganancia. El teórico francés, siguiendo a Marx en El Capital señala que
“en todos aquellos lugares en los que las fuerzas naturales pueden ser monopolizadas y asegurar una
ganancia extraordinaria al industrial que las explota, trátese… de un terreno para la construcción bien
situado, esa ganancia extraordinaria es sustraída al capital invertido bajo la forma de renta por aquel que,
mediante un título de propiedad sobre una parcela del globo, se ha convertido en propietario de esas
riquezas naturales” (Lefebvre, 1972/1983: 131). Se explicaría entonces que cuando el capitalista
industrial logra apoderarse del suelo y la propiedad inmobiliaria, concentrándose ésta en las mismas
manos que tienen el capital, los capitalistas ostenten un poder tan grande que puedan hasta impedir a los
obreros que luchan “elegir domicilio en la tierra” (Ibíd.).

De este modo, Lefebvre plantea que los estragos que produce la propiedad del suelo en la sociedad se
manifiestan de forma cuantitativa y cualitativa:

a) Cuantitativamente: Durante el siglo XX, la propiedad del suelo se reconstituyó bajo la protección del
capitalismo, apoderándose la industrialización de la producción agrícola. El antiguo monopolio feudal
cedió lugar al nuevo monopolio capitalista y en algunas regiones coexistieron o cooperaron por alianzas.

23
El suelo y aún más el espacio entero se vende por parcelas. Lo intercambiable del espacio tiene una
importancia creciente en la transformación de las ciudades, de la cual depende aún la arquitectura: la
forma de los edificios depende de la parcelación y de la compra del suelo fragmentado en rectángulos de
pequeñas dimensiones. El sector inmobiliario se vuelve tardíamente, pero de manera cada vez más clara,
un sector subordinado al gran capitalismo, ocupado por sus empresas, con una rentabilidad
cuidadosamente acondicionada con la apariencia de desarrollo territorial.

Siguiendo la teoría de la ocupación y del poblamiento del suelo según Marx en El Capital (tomo III,
sección VI) y Lenin en su artículo La cuestión agraria y los ‘críticos de Marx’ (1901/1976) que
desarrolla algunas ideas de Marx, se distinguen y oponen dos métodos de colonización: –el método
prusiano, colonización brutal en tierras ya apropiadas (poseídas), los que dirigen esta operación son ya
propietarios de tierra; y la vía estadounidense, los colonos libres se instalan en tierras libres. En este caso,
si la propiedad del suelo no existía en los EE.UU. como algo pre-existente al capitalismo, éste la
estableció con fuerza. De modo que cuantitativamente, en todo el mundo, la presión de la propiedad del
suelo sigue siendo considerable, a la vez en la producción agrícola y en el proceso de urbanización. Marx
se preguntaba, cómo el propietario de bienes inmuebles, sin disponer de capitales, sin invertir, puede
captar una parte de la plusvalía; a lo que respondía: el carácter formal de la propiedad (del derecho de
propiedad) se lo permite. Saca del suelo, sin explotarlo, sin tocarlo con los dedos, aún ausente, la llamada
“renta absoluta” y una gran parte de las “rentas diferenciales” que vienen de la diversidad de tierras, de su
fertilidad variable, de su ubicación más o menos favorable, de los trabajos efectuados y de los capitales
invertidos.

La “teoría de lo inmobiliario” –dice Lefebvre– (con sus rasgos característicos: renta del suelo y
comercialización del espacio, inversiones de capitales y ocasión de ganancias, etc.), durante mucho
tiempo sector secundario, progresivamente integrado al capitalismo, aún está en elaboración. Esta teoría
(crítica) precisamente trata del proceso de integración, de subordinación al capitalismo de un sector
mucho tiempo exterior, solidariamente con la integración de la agricultura a la industria y al capitalismo.
Los textos de Marx en El Capital (t. III, s. VI-VII) sobre el capitalismo territorial y sus consecuencias
llegan a esta teoría, sin desarrollarla pero indicándola y bosquejándola. Sin embargo, el papel simbólico
de la propiedad del suelo rebasa ampliamente sus efectos “reales” económicos cuantitativos.

b) Cualitativamente: La propiedad de bienes raíces arrastra para atrás a la sociedad entera; no sólo frena
su crecimiento o paraliza su desarrollo, sino la orienta por una presión constante. Lefebvre considera que
podemos atribuir a esta acción imperceptible y perpetua el carácter bastardo de las extensiones urbanas,
los suburbios. Es decir, aquella semiciudad o semicampo (o más bien: ni ciudad ni campo), ¿no provienen
de esta presión? El propietario de una parcela se imagina propietario rural, detentador de un fragmento de
la naturaleza. No es ni campesino ni citadino. La urbanización se extiende en los campos, pero degrada y

24
es degradada. En vez de una absorción y reabsorción del campo por la ciudad, en vez de que desborde su
oposición, se tiene un deterioro recíproco: la ciudad estalla en periferias y el pueblo se descompone; un
tejido urbano incierto prolifera sobre el conjunto del país. El resultado es un magma enorme, barriadas,
megalópolis. En términos tomados de Marx, la ruralización de la ciudad amenazada se sustituye por la
urbanización del campo13.

Lefebvre considera que el mantenimiento del modo de producción capitalista y las relaciones de
producción en lo esencial a través de varias generaciones desde Marx, se debe a otro tipo de fenómeno
social. A partir de la reproducción de las relaciones de producción, tenemos una reproducción aumentada
de contradicciones (antiguas y nuevas); dado que existe una contradicción súper-determinante en el
conflicto permanente entre el esfuerzo por asegurar la coherencia del conjunto social y el renacimiento
perpetuo de contradicciones en todos los dominios. Si tal es el caso, dice Lefebvre:

… el análisis de los problemas llamados ‘urbanos’ en el modo de producción capitalista,


(continuando la obra de Marx) no puede consistir en el descubrimiento o la construcción de un
‘sistema urbano’ moderno o de un ‘poder urbano’ sino en sacar a la luz las contradicciones
propias de los fenómenos urbanos entrabados en el proceso global. La simple descripción del
caos o del malestar urbano, a la manera de una fenomenología, no convendría a este método y a
esta orientación. Sólo puede tratarse de un análisis, empleando conceptos, desarrollándose en
una teoría, encaminada a la exposición global del proceso (Lefebvre, 1972/1983: 138).

Acumulación y capital ficticio en la producción del espacio (Marx-Lefebvre-Harvey)

Gottdiener (2000) planteaba que aún era sorprendente ver a algunos escritores atribuir a Harvey la idea de
los “circuitos separados”, aunque ciertamente, desde la misma década de los setentas, el geógrafo
británico ha venido realizando una contribución notable al aplicar las ideas de Lefebvre a la inversión
inmobiliaria en las ciudades estadounidenses y ampliando este enfoque de manera útil. De este modo,
David Harvey (2013b) en su análisis del volumen II de El Capital amplía elementos específicos
relacionados al tiempo y el espacio del capital a tomarse en cuenta en la producción especulativa del
espacio, y que serán de utilidad en nuestra comprensión de la cuestión inmobiliaria.

De acuerdo a Marx –dice Harvey– el tiempo de circulación se ve muy afectado por el tiempo y costo del
transporte y por decisiones de ubicación14. Harvey considera que será en relación al tiempo de circulación
que Marx abre la cuestión del papel de las relaciones espaciales, de las economías de aglomeración y de
la producción del espacio en la circulación y acumulación de capital. Bajo esta tesis, Marx también
desarrollaría el concepto de “working period” (período de trabajo) definido como la sucesión de días


13
Entre Marx y Lefebvre esta noción habría sido utilizado por Ildefonso Cerdá (1815-1876) y Ebenezer Howard (1850-1928).
14
Harvey explica cómo se establece la tendencia de los proveedores de insumos a concentrar sus centrales de producción en sitios que permitan
minimizar el tiempo y el costo del transporte.

25
laborales interrelacionados más o menos numerosos requeridos para crear un producto terminado 15.
Cuanto más largo es el período de trabajo, más capital circulante debe ser adelantado antes de que el
capital pueda ser recuperado y la plusvalía realizada mediante la venta del producto final. Esto puede
colocar una carga considerable sobre el capitalista individual. Es así, que en las etapas menos
desarrolladas de la producción capitalista, las empresas que requieren un largo período de trabajo y, por lo
tanto, un gran desembolso de capital por un período más prolongado, en particular si pueden realizarse
solo a gran escala (obras públicas), a menudo no se conciben de manera capitalista en absoluto. Por
ejemplo, las carreteras, los canales, el alcantarillado, etc. se construyeron a costa del municipio o del
Estado. Por tanto, los productos que requieren un largo período de trabajo para su producción se fabrican
en muy pequeña cantidad con los medios financieros del propio capitalista. En otras palabras, están
construidos con la ayuda de crédito (Harvey, 2013b).

En el tomo II de El Capital se describe el caso de la vivienda, en el que el individuo particular –para


quien se construye la casa– paga anticipos al constructor en porciones sucesivas. Por tanto, paga su casa
poco a poco. Sin embargo, explica Harvey, en la era del capitalismo desarrollado en que por un lado, los
capitales masivos se concentran en manos de individuos y, por otro, los capitalistas asociados (sociedades
anónimas) entran en escena junto con el capitalista individual –donde también se desarrolla el crédito–
solo en casos excepcionales un constructor capitalista construye casas a pedido para clientes individuales.
El constructor capitalista hace un negocio de la construcción de filas de casas y distritos enteros en
ciudades para el mercado, al igual que los capitalistas individuales hacen un negocio de la construcción
de ferrocarriles como contratistas (Harvey, 2013b).

Harvey muestra como Marx citaba un reporte de 1857 titulado “Bank Act Committee Report” sobre las
estrategias de construcción de viviendas especulativas, en el que todas las características incluían la
financiación hipotecaria, adquisición de tierras y apalancamiento de fondos prestados: “Hoy en día es
imposible que un contratista viva bien sin construcciones especulativas y a gran escala16. El beneficio en
la construcción real es extremadamente escaso; la principal fuente de ganancia proviene de elevar el
alquiler del terreno, y de la inteligente selección de la explotación de la tierra de construcción” (Marx,
1861-63:181). Harvey plantea que este proceso es mucho más importante de lo que generalmente se
reconoce, así mismo, considera interesante observar cuántos de los ejemplos que Marx cita implicaban la
inversión en el entorno construido, aunque Marx no aislaba estos procesos para una consideración
específica. El geógrafo británico se propone actualizar los procesos de este tipo, al señalar la propensión a
las crisis que se desprenden de ellos17, como se ha visto de forma tan destacada en los últimos tiempos.


15
Por ejemplo: 100 días hábiles de 10 horas cada uno equivale a un período de trabajo de 1.000 horas. Incluye a las interrupciones y
perturbaciones del proceso de producción social como resultado de las crisis.
16
Marx cita como ejemplo el caso del barrio exclusivo de Belgravia en Londres.
17
Según Harvey, la especulación inmobiliaria parece haber jugado un papel considerable en la crisis de 1857, lo que probablemente explicaría
por qué fue el centro de una investigación parlamentaria.

26
Hoy el contratista ya no trabaja directamente para un cliente, sino para el mercado, explicaba Marx,
mientras que antes un contratista construía tres o cuatro casas a la vez con especulaciones, ahora tiene que
comprar un terreno extenso y erigir en él 100 o 200 casas, y así involucrarse en una empresa que excede
sus propios medios. Los fondos se obtienen a través de una hipoteca, y este dinero se pone a disposición
del contratista, poco a poco, a medida que avanza la construcción de las casas. Si se desata una crisis y se
detiene el pago de estos desembolsos, la empresa en general colapsa; en el mejor de los casos, las casas
permanecen inacabadas hasta tiempos mejores, mientras que en el peor de los casos se subastan a mitad
de precio (Harvey, 2013b).

Siguiendo a Harvey, en gran parte de los Estados Unidos, España e Irlanda, el peor escenario se
desarrolló con furia después del 2008. La especulación de la vivienda creó una burbuja de activos que en
realidad provocó la crisis cuando estalló, mientras que Marx veía el colapso de la vivienda como
resultado de una crisis comercial y financiera que tenía sus raíces en otra parte. Harvey muestra –en la
explicación de Marx– ciertas condiciones de subsistencia del constructor capitalista en la segunda mitad
del siglo XIX: “los trabajos a gran escala que requieren periodos de trabajo particularmente largos son
totalmente adecuados para la producción capitalista solo cuando la concentración de capital ya está
avanzada, y cuando el desarrollo del sistema crediticio ofrece al capitalista la conveniente opción de
avanzar y arriesgar así el capital de otras personas en lugar del suyo...” (Marx, 1861-63:181). El cambio
de la actividad empresarial individual a una en la cual las empresas se convierten en “dinero de otras
personas” tiene importantes consecuencias sobre cómo funciona el capital, no es casualidad que el
principal ejemplo de Marx sea sobre las inversiones urbanas y en infraestructura a gran escala. Para
Harvey es claro que Marx no estaba muy lejos en El Capital de establecer la participación del capital
ficticio18 en la producción del espacio.

Sin embargo, la principal preocupación de Marx es con las "circunstancias que aumentan el producto de
la jornada laboral individual y acortan el período de trabajo, como la cooperación, la división del trabajo,
el uso de maquinaria… De este modo, la maquinaria acorta el tiempo de construcción de casas, puentes,
etc." (Ibídem). Muchas de estas mejoras dependen, sin embargo, del despliegue de más capital fijo, lo que
genera una tensión significativa, ya que la rotación de una parte del capital tiene que reducirse para


18
Cédric Durand (2014) en su obra Fictitious Capital: How finance is appropriating our future, explica que el concepto de capital ficticio
desplegado por Hayek y Marx es valioso porque plantea directamente la relación problemática entre la acumulación real y la acumulación
financiera. Mientras que para Hayek el capital ficticio altera la asignación de recursos y conduce al desperdicio, Marx adopta una visión más
sutil. Según Durand, para Marx, la validación anticipada del proceso de valorización puede, hasta cierto punto, estimular el proceso de
acumulación real. No obstante, claramente enfatiza los efectos disruptivos que pueden resultar de la fantasmagoría financiera. Además, la
concepción del capital ficticio de Marx se extiende más allá de la cuestión particular del crédito bancario, que monopoliza la atención de la
escuela austriaca. El marco analítico de Marx es tanto más rico como matizado. Durand señala que gracias a la tipología dada por Marx se han
logrado describir los auges en las diferentes formas de capital ficticio en las últimas décadas. La explosión de capital ficticio revela un
crecimiento vertiginoso en la cantidad de valor validado en anticipación del proceso de acumulación vinculado a la producción de mercancías.
Apareciendo en el contexto de la desregulación de las actividades financieras y los tipos de cambio flexibles, esta dinámica resulta de una
ampliación de los canales tradicionales de endeudamiento y valorización bursátil; que ahora se ha duplicado, con una financiación de segunda
generación que funciona como una derivación del primer tipo ‘de capital ficticio’ (Durand, 2017).

27
facilitar la rotación acelerada del resto. La tensión latente entre la estasis y el movimiento es
omnipresente en gran parte del Tomo II, apunta Harvey. Por último, señala la importancia de reconstruir
los puntos de vista de Marx sobre la dinámica espacial y geográfica de acumulación del capital y sus
contradicciones internas19.

4.1.2. El ciclo del capital en el sector inmobiliario


Christian Topalov 20 en sus clases sobre la cuestión urbana, editadas en la obra La urbanización
capitalista21 (1978) desarrolla la preocupación de Lefebvre al realizar un estudio sistemático del ciclo del
capital en el sector inmobiliario en el sistema de producción capitalista a finales de la década de los 70
especialmente en Francia; lo que implica, un análisis didáctico del sector que produce y hace circular las
mercancías inmobiliarias. Dicho sector incluye la industria de la construcción y todas las otras actividades
que intervienen en el circuito del capital inmobiliario: la promoción, el rentismo inmobiliario, el crédito
inmobiliario, etc. En un comienzo, centra su análisis en el sistema de producción y en las relaciones de
producción que organizan al sector, así como, en el problema de la renta inmobiliaria. Nuestro interés es
sintetizar el trabajo de Topalov, principalmente, sobre las especificidades del sector inmobiliario junto al
análisis que hace a lo largo del texto sobre el caso del alquiler. De igual forma, revisamos los sistemas de
producción de la vivienda, la formación de los precios del suelo, así como, la gestión de la propiedad, en
el marco de la urbanización capitalista en general y dos casos puntuales en relación a la vivienda en
Francia e Inglaterra.

En el modo de producción capitalista, la relación social fundamental es el capital, es decir, la relación de


explotación que mantiene el peso de la propiedad, la plusvalía y la acumulación sobre la sociedad. A
partir del momento en que una esfera particular de producción es organizada dentro de estas relaciones de
producción, el motor objetivo de su desarrollo pasa a ser la acumulación. Al mismo tiempo, el móvil
subjetivo de los agentes organizadores de la producción pasa a ser la ganancia. “La producción de valores

19
Señala al respecto, que habría que recordar su artículo The geography of capitalist accumulation: a reconstruction of the Marxian theory
publicado en 1975 en Antipode, que era el diario de geografía radical más importante de la época –explica. “Nadie me prestó mucha atención, por
supuesto, incluso cuando incorporé muchos de estos hallazgos en la última parte de The Limits to Capital [1982] para enfatizar cuán importante
había sido la producción del espacio y de las relaciones espaciales (y territoriales) en la geografía histórica de capitalismo… Desafortunadamente,
hasta hace poco, la cuestión de la producción del espacio, de las relaciones espaciales y de las formas territoriales ha sido ignorada en gran
medida en las exposiciones del pensamiento de Marx, explica Harvey. Se pregunta si esta problemática se ve como muy transparente y, por lo
tanto, no vale la pena examinarla. A pesar de esto, reconoce que recientemente, este aspecto de la acumulación de capital y las dinámicas
cambiantes de la vida cotidiana han llegado a ser aceptados más como aspectos fundamentales, que periféricos; y que cuando Marx lo menciona,
lo hace con notable vigor (Harvey, 2013b).
20
Christian Topalov (1944) sociólogo e historiador francés, nace en Troyan, Bulgaria, y realiza sus estudios secundarios y superiores en París.
Director de investigación en el CNRS, investigador en el Centre de sociologie urbaine entre 1968 y 2008 y en el Centro Maurice-Halbwachs
desde 2008; también es director de estudios de la acumulación en la Ecole des Hautes Etudes en Sciences Sociales (EHESS) y copresidente del
máster de "Enquêtes, terrains, théories" (EHESS-ENS).
21
Obra que recoge los manuscritos de Topalov a partir de su cátedra impartida en El Colegio de México durante los años setenta sobre la cuestión
urbana con enfoque marxista. Es necesario mencionar la crítica que haría J. P. Garnier (1977), en su obra Le marxisme lénifiant. La politique
bourgeoise au poste de commande. En ella afirma que al hacer el balance de la investigación urbana de las últimas décadas, se encontró con lo
que llama “marxistes lénifiants” o “marxistas calmantes”; entre ellos cita a: François Ascher, Edmond Préteceille, Christian Topalov, Jean
Lojkine, Manuel Castells, etc., en tanto que abandonarían más tarde cualquier perspectiva anticapitalista a medida que progresaba su ascenso
social en las instituciones universitarias y de investigación.

28
de uso se convierte en producción de plusvalía, quedando, como consecuencia, subordinada al ciclo de
reproducción del capital” (Topalov, 1978:81). En esta perspectiva, la ciudad es también un conjunto de
mercancías producidas con vistas a la ganancia. La ciudad es el marco de la ganancia, pero sus elementos
son también objeto de ganancia. El marco edificado urbano proporciona al capital, en su conjunto, un
valor de uso complejo. Siendo también el marco edificado urbano un conjunto de mercancías
inmobiliarias: habitaciones, edificios destinados al comercio, oficinas, etc. Todas estas mercancías son
producidas por el capital: ellas sirven de apoyo a la valorización de los capitales particulares,
especializados en su producción y en su circulación.

Presupuestos del cálculo de la tasa de ganancia

El profesor francés demuestra en su análisis que el elemento determinante de la formación del precio del
suelo es el precio de la demanda capitalista. Tal precio es fijado a partir de la “sobreganancia localizada”
que el capital crea gracias a la valorización de la propiedad del suelo; en otros términos, ese precio
máximo de demanda es la renta del suelo. Entonces, Topalov examina dónde y cómo se produce el valor
del cual proviene la contrapartida monetaria. En su abordaje del problema de la “renta absoluta”, señala
que el precio de oferta de los suelos puede establecerse entre dos límites: un límite superior, que es el
precio máximo de demanda, y un límite inferior que se determina de manera muy diferente según la
naturaleza social del propietario. Las rentas del suelo son ganancias extraordinarias localizadas,
producidas por un proceso de valorización del capital, donde una parte de las condiciones para esta
valorización es que el suelo no se puede reproducir y es monopolizable.

En el sistema desarrollado de producción capitalista de las mercancías inmobiliarias (el sistema de la


promoción), las mercancías adoptan dos formas concretas: la ganancia extraordinaria de promoción y el
precio del suelo. Este último puede ser analizado entonces como una forma transformada de la ganancia
capitalista, transformación exigida por la existencia de una propiedad del suelo que rechaza al capital, que
tiene la posibilidad efectiva de prohibirle el acceso a sus condiciones externas de valorización. Las
ganancias extraordinarias pueden tener bases distintas, varios procesos de formación, y por ende, una
evolución histórica diferente. Las tres grandes categorías de ganancias extraordinarias localizadas pueden
ser transformadas en las tres categorías de renta del suelo que distingue Marx: la “renta absoluta”, la
“renta diferencial” y la “renta de monopolio”. Del mismo modo, ciertas condiciones de la producción de
mercancías inmobiliarias, así como del uso de los inmuebles para la producción de ganancia, son
estrictamente no reproducibles por un capital particular. En consecuencia, cuando la actividad capitalista
inmobiliaria “comprende una tasa de ganancia interna de ramo superior a la tasa de ganancia media, esta
ganancia extraordinaria de ramo puede transformarse en renta absoluta” (Topalov, 1978:135).

29
Topalov plantea como premisa que en la formación de la “tasa de ganancia del capital de promoción” se
encuentra el fondo del negocio: el motor de la operación es la valorización del capital de promoción, es
decir, el cálculo económico del promotor inmobiliario no será el mismo de la empresa constructora. El
criterio que preside todas las decisiones, es la tasa de ganancia de este capital. El capital de promoción es
una fracción especializada del capital, que no toma la forma de capital productivo, sino solamente la
forma de terreno, por una parte, y de edificio por otra.

La formación de esta tasa de ganancia, viene de la relación entre la ganancia neta y el monto de
los capitales comprometidos por unidad de tiempo. En otras palabras la tasa de ganancia π es
igual a la ganancia neta G, sobre el capital comprometido C, multiplicado por el número de
periodos durante los cuales se encuentra inmovilizado (t). Esta simple fórmula nos indica las
variables estratégicas de la maximización de la tasa de ganancia: el monto de la ganancia, pero
también el monto de los capitales comprometidos y su velocidad de rotación, siendo v (velocidad
de rotación) igual a la razón inversa de (t) (Topalov, 1978:76).

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Π = !"#$%"& ! ! !"#$%& (!)

Topalov (1978) plantea que la necesidad de financiamiento será cubierta, precisamente, con el capital de
promoción. El promotor, generalmente, acudirá también a los créditos bancarios de corto plazo, que le
permitirán así disminuir la inmovilización de sus propios capitales. En contrapartida, el promotor deberá
pagar al banco intereses: estos gastos financieros vendrán a deducirse de la ganancia bruta, dejando la
ganancia neta de promoción. El promotor calcula, entonces, la rentabilidad de sus propios capitales de la
siguiente manera: en el numerador, la ganancia bruta menos los gastos financieros que implique la
utilización de créditos; en el denominador, la inmovilización anual promedio de sus capitales propios.
Esta rentabilidad, tanto por ciento anual, constituirá el criterio para realizar o no la operación. Vemos,
entonces, que no es suficiente tener en cuenta sólo el valor absoluto de la ganancia de promoción para
comprender la lógica económica de los promotores inmobiliarios. La velocidad de comercialización y la
combinación de capitales efectuada son también elementos esenciales en la formación de la tasa de
ganancia.

El profesor francés plantea dos argumentos claves a tomar en cuenta para el cálculo de la tasa de
ganancia. Primero, que el capital de promoción aparece cumpliendo dos funciones económicas: liberar el
terreno y pagar a las empresas constructoras. Es un capital que en ningún momento adopta la forma de
capital productivo —materias primas, máquinas, fuerza de trabajo. Adopta solamente la forma terreno,
luego la forma mercancía-edificio: primero, edificio en construcción, luego edificio terminado, vendible.
Es entonces cuando puede recuperar su forma inicial de capital-dinero. El capital de promoción puede,
por lo tanto, caracterizarse desde dos puntos de vista. Por una parte, asegura la transformación del uso del
suelo; libera al terreno para destinarlo a un nuevo uso, y hace así posible la producción sobre ese terreno.
Proporciona a las empresas constructoras el apoyo indispensable para su producción. Por otra parte,
asegura el pago de los trabajos en la medida en que avanza la construcción, antes que la mercancía esté
disponible para la venta y para ser utilizada: permite, por lo tanto, un retorno más rápido del capital de las

30
empresas constructoras a la forma dinero, permite una rotación más rápida del capital industrial (Topalov,
1978).

De este modo, al prefinanciar la obra, el capital de promoción interviene simplemente como un capital
comercial que acelera la rotación del capital industrial. Por eso la ganancia de promoción está constituida
parcialmente por la ganancia media sobre el capital que paga la construcción, es decir, que toma el relevo
del capital de las empresas. De todos modos, este papel puede ser provisto parcialmente por el crédito
bancario, en el caso que las empresas de construcción también ejerzan la función de promotor. En otro
sentido, el capital de promoción cumple una función de organización de la producción al liberar el terreno
y transformar su uso: conducir el proceso de formación de las sobreganancias localizadas, es decir, de la
renta del suelo. La renta será entonces, un segundo componente, el decisivo, de la ganancia de promoción
(Topalov, 1978).

En segundo lugar, la rentabilidad de la operación inmobiliaria depende de una combinación de capitales;


en efecto, la operación es financiada al mismo tiempo por el capital de promoción y por el capital
obtenido en préstamo. Pero es también financiada por dinero que no es capital, es decir, por los recursos
de los usuarios: a excepción de aquellos que compran la vivienda como inversión, para arrendarla, los
compradores en general se están simplemente procurando un valor de uso. Su dinero no es capital, sino
ingresos. En cualquier caso, la mayor parte de ellos han acudido al crédito: la condición de la liberación
del capital de promoción, de su regreso a la forma dinero, es la existencia de créditos para los
compradores de viviendas. Existe, por lo tanto, aquí también una combinación con un capital de
préstamos, que tomará el relevo del capital de promoción, el que a su vez constituía un relevo del capital
industrial de las empresas constructoras. La promoción inmobiliaria aparece, entonces, como el soporte
de una de las fracciones especializadas de capital que intervienen a lo largo de todo el ciclo de producción
y circulación de la mercancía inmobiliaria (Topalov, 1978).

Especificidades del sector inmobiliario como sector de la producción y de la circulación


del marco construido

El sector inmobiliario presenta en relación con otros sectores de la producción capitalista especificidades
estructurales. Por una parte, una de las condiciones de la producción es la naturaleza no reproducible y
monopolizable del suelo urbano. El resultado es la fijación de las sobreganancias localizadas en forma de
rentas del suelo. Otro resultado –en el sistema desarrollado de producción capitalista– es la
especialización de una fracción del capital en la función de liberación del suelo y de transformación de su
uso; se trata del capital de promoción. Por otra parte, hemos visto que el propio desarrollo del salario en
la población tiende a alargar considerablemente el periodo de circulación de la mercancía-vivienda. De
allí se desprende la necesidad de la especialización de una fracción del capital en la función de financiar

31
ese periodo de circulación: se trata del capital inmobiliario rentista y del capital de préstamo. Así, el
proceso de producción está doblemente subordinado al capital de circulación. Sin el financiamiento del
periodo de circulación por un capital de circulación, la producción no es posible. Tampoco es posible sin
la liberación del suelo y sin el financiamiento del periodo de producción asegurado por el capital de
promoción. Esta subordinación pone un freno en la acumulación de la producción misma, en la industria
de la construcción: como regla general, explica Topalov, el capital productivo va a quedar poco
concentrado y las fuerzas productivas muy arcaicas en relación con el resto de la economía capitalista
(Topalov, 1978).

a) Primera especificidad del sector: la no-reproductibilidad como una condición de la producción y la


incorporación de la renta del suelo

Toda actividad productiva tiene necesidad de una base espacial; por lo tanto, todo productor debe
disponer de un poder de propiedad del suelo. La producción inmobiliaria es el único sector para el cual
cada proceso productivo implica el uso de un nuevo suelo: al terminar cada obra, la empresa constructora
debe disponer de un nuevo terreno. ¿Por qué es ello un obstáculo? Porque el suelo urbano no es
reproducible, y porque es un objeto de propiedad privada, en otros términos, es monopolizable. Por ahora,
digamos simplemente que este carácter no reproductible de una de las condiciones de la producción
constituye el contenido económico de la propiedad del suelo en el modo de producción capitalista. La
propiedad privada del suelo es la relación social que plantea obstáculos a su libre acceso por parte de los
constructores: la renovación del ciclo de su capital va a depender de la eliminación del obstáculo de la
propiedad del suelo. El precio a pagar para eliminar este obstáculo será la renta. El capital productivo
necesita que el propietario del suelo le ceda su poder de propiedad, el derecho a usar el terreno. En
contrapartida, él deberá cederle toda o una parte de la sobreganancia localizada que le producirá la
operación de construcción, es decir, la renta del suelo.

En este ciclo global, las relaciones de cambio son modificadas por la introducción de un elemento
específico, la renta del suelo. Efectivamente, el edificio es pagado por el promotor a la empresa a un
precio de mercado regulado por el precio de producción del mismo: es decir, el capital consumido,
constante y variable, más la ganancia media sobre este capital, teniendo en cuenta la velocidad de
rotación del capital comprometido. En la medida en que el capital productivo en el sector de la
construcción está compuesto fundamentalmente de capital circulante, esta velocidad de rotación del
capital productivo es elevada. Hasta aquí intervienen solamente relaciones de intercambio normales
dentro del modo de producción capitalista: es decir, relaciones de cambio que se regulan por el valor,
valor trasformado en precio de producción por el movimiento de [perecuación] de la ganancia. En
cambio, el edificio, inseparable del suelo en el que se asienta, será vendido a un precio superior al precio
(aislado) de producción del mismo. El precio de venta del inmueble va a comprender además dos
elementos: el precio del terreno y la ganancia de promoción.

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El capital de promoción cumple una función de circulación. Es un capital que paga a la empresa la
mercancía en tren de producirse, antes de que pueda ser puesta en el mercado. Es, por tanto, un capital de
circulación que interviene durante el transcurso del periodo de producción de la vivienda. De allí surge un
primer componente de la ganancia de promoción: la ganancia media sobre la inmovilización. En la
medida en que el promotor recurra al crédito bancario, tendrá que ceder al banco una parte de esta
ganancia bajo la forma de interés bancario. Pero, por otra parte, el inmueble será vendido a un precio que
incorpora la renta del suelo, la sobreganancia localizada que procura la operación, teniendo en cuenta las
características no reproducibles del terreno sobre el cual se asienta el edificio. Esta sobreganancia se
repartirá, de manera por lo demás muy variable, entre el promotor y el propietario del suelo. La parte del
promotor será la sobreganancia de promoción: se agregará a su ganancia media de capital de circulación
para constituir la ganancia bruta de promoción, parte de la cual deberá ser transferida al banco. La
porción del propietario del suelo será el precio del terreno: según los casos, absorberá todo o parte de la
sobreganancia localizada. Si la absorbe toda, la sobreganancia de promoción se reducirá a cero, y la
ganancia de promoción a la simple ganancia media.

Por tanto, en lo que se refiere a la primera especificidad del sector inmobiliario, se exponen como
condiciones de la producción: que el suelo urbanizable no es reproducible y es objeto de apropiación
privada. De allí resulta, en el sistema de producción capitalista desarrollado, una división del trabajo entre
el capital industrial de la empresa constructora y el capital de promoción. De aquí se desprende que el
edificio sea intercambiado por el capital industrial a su precio de producción. Sin embargo, el inmueble es
intercambiado a un precio que incorpora la ganancia media del capital de promoción en tanto su función
de circulación, y además se incorpora la sobreganancia localizada, la renta del suelo.

b) Segunda especificidad del sector: la duración del periodo de circulación

Una segunda especificidad del sector inmobiliario es la duración excepcional del periodo de circulación
de la mercancía. Entendido por periodo de circulación, el tiempo durante el cual se realiza la
transformación del capital mercancía en capital dinero, el periodo M’—D’. Este tiempo termina cuando
los fondos del consumidor, en este caso el ocupante de la vivienda, ha reembolsado íntegramente el
capital que ha tomado la forma mercancía. Esta transformación, que Topalov llama “realización del
valor”, es un problema para todas las ramas que producen bienes de consumo masivo, con efectos
distintos para el caso de la vivienda22. El salario tiende, entonces, a reemplazar los valores de uso
estrictamente necesarios para el mantenimiento inmediato de la fuerza de trabajo: la vivienda para esta
noche, no para la del año próximo. Como, en ese mismo proceso, los patrimonios monetarios tienden a

22
La anarquía de la producción y los límites del salario producen, regularmente, crisis de realización del valor, crisis de sobreproducción. Pero,
en lo que respecta a la mercancía vivienda, este fenómeno de “inadecuación de los precios con respecto a los ingresos tiene una amplitud
estructuralmente mayor que para los demás productos” (Topalov, 1978:87). El valor unitario de la vivienda, como señala Topalov, no tiene
relación alguna con los ingresos del consumidor.

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desaparecer, la masa de la población asalariada no está en condiciones de pagar su vivienda sino en la
medida de su consumo. De esta forma, el retorno total del capital comprometido en la esfera inmobiliaria
a la forma dinero tenderá a prolongarse, a lo largo de toda la vida física del edificio, sobre el conjunto de
la duración del consumo.

Esta contradicción específica de la realización del valor en el sector inmobiliario, hace necesaria la
aparición de una nueva fracción especializada del capital: el capital de circulación. Efectivamente, la
circulación no puede terminarse con el fin de la producción. Hace falta que intervenga un capital que se
inmovilizará durante todo el periodo necesario para que los pagos de los usuarios hayan cancelado el
precio del inmueble. Este capital de circulación es necesario para el movimiento de la producción, y por
lo tanto, para la reproducción del ciclo del capital en su conjunto. Su existencia será una condición de la
producción misma. Este capital de circulación toma dos formas, cuyo peso relativo cambiará junto con el
desarrollo del capitalismo: el capital inmobiliario rentista y el capital de préstamo. Además, siguiendo a
Topalov, existirán dos modos de circulación de las mercancías inmobiliarias: el alquiler y el acceso a la
propiedad. Cada uno de estos modos corresponde a una u otra forma del capital de circulación.

El capital inmobiliario rentista: compra el inmueble al salir de la producción, luego lo alquila a los
usuarios. Su ciclo tiene, por lo tanto, como característica el que no comienza sino después de la
producción: el capital-dinero del rentista compra la mercancía localizada, el inmueble. Se transforma así
en capital inmobiliario. Vuelve a recobrar la forma dinero progresivamente, en la medida en que recibe
los alquileres. Este ciclo se articula con el del capital de promoción a través de la compra del inmueble.
Puede, por lo demás, articularse también con un ciclo de capital de préstamo, cuando el rentista consigue
un crédito.

Las relaciones de cambio que están funcionando en este ciclo de capital inmobiliario rentista plantean el
problema de la naturaleza económica del alquiler. Topalov explica algunas hipótesis. En primer lugar, el
capital inmobiliario rentista funciona como capital de circulación para el capital de promoción: el rentista
invierte en un inmueble, y con ello permite al promotor recobrar su aporte y su ganancia. El rentista
interviene, entonces, después del momento decisivo del ciclo global del capital: el de la producción de
edificio y la extracción de la plusvalía, y simultáneamente, el cambio de uso del suelo y la formación de
la sobreganancia de localización. Por lo tanto, dice Topalov: “el capital inmobiliario rentista no puede
pretender obtener la ganancia media por su inversión, sino solamente el interés: de manera comparable al
accionista que contribuye a financiar la producción, y en contrapartida recibe solamente la tasa de interés,
el rentista contribuye a financiar la circulación, y por lo tanto, la producción del edificio” (1978:89). Uno
y otro proporcionan a los empresarios capitalistas, a los que controlan realmente la producción, un capital
remunerado a la tasa de interés; es decir, remunerado por debajo de la tasa de ganancia media y, en esta
medida, desvalorizado. Por regla general, la cantidad mínima de capital necesario para este tipo de

34
inversión es relativamente baja. Por eso van apareados la sub-remuneración y el carácter de pequeño
capital del inversionista. Al salir de la producción, el alquiler neto será, entonces, el interés sobre el
precio del inmueble a la tasa corriente de interés (Topalov, 1978).

El segundo aspecto a tener en cuenta, es que el ciclo del capital inmobiliario rentista se extiende durante
toda la vida física del inmueble. En efecto, durante la vida del inmueble, la producción del edificio
continúa, al menos si el rentista así lo decide: al mantener el edificio, al repararlo, su propietario puede a
veces prolongar su vida física indefinidamente. Es evidente que el monto del alquiler medio siglo después
no tiene ya nada que ver con el interés sobre el costo de inversión inicial. Siguiendo a Topalov, dicho
monto está determinado por las condiciones corrientes de la producción inmobiliaria: el precio de los
inmuebles nuevos regula el precio de los antiguos. Está claro que el precio relativo de los inmuebles
antiguos incluye dos elementos más. Por una parte, el costo de mantenimiento, que aumenta con el
tiempo. Por otra parte, la comodidad de las viviendas nuevas es eventualmente mayor. En algunos casos,
bastarán pequeñas inversiones adicionales para elevar el nivel del valor de uso del edificio antiguo al del
nuevo: instalación de sanitarios, de calefacción central, etc. Por medio de una inversión mínima, el
rentista inmobiliario coloca su vivienda en el mismo submercado que las viviendas nuevas. Inversión
altamente rentable, pues la experiencia demuestra que, con la reserva de las dos observaciones recién
hechas, los precios de los antiguos tienden a alinearse con los de los nuevos. En otras palabras, las
condiciones actuales de la producción determinan un precio de mercado que se impondrá al conjunto del
parque antiguo de valor de uso comparable. Sin embargo, los precios de los inmuebles recién producidos
depende, a la vez, de la evolución de los precios de producción de edificios y de la evolución de las
sobreganancias localizadas, de las rentas del suelo. Si estos precios aumentan, Topalov plantea que los
precios de los inmuebles antiguos aumentarán también. El precio de los inmuebles antiguos llegará a ser,
de manera progresiva, completamente independiente de sus condiciones originales de producción. El
capital inmobiliario rentista no será más un capital-mercancía en proceso de circulación, sino un capital
ficticio: el precio ya no estará determinado por el valor o por el precio de producción de la mercancía del
cual asegura la circulación; va a resultar del derecho de apropiación sobre la plusvalía socialmente
producida, que da a su propietario la propiedad locativa del inmueble. Es por esto que la propiedad
rentista de un inmueble antiguo es comparable a la propiedad de una acción o de cualquier otra forma de
capital ficticio (Topalov, 1978).

Puede denominarse “renta inmobiliaria” al aumento de precio del inmueble, producto de los cambios en
las condiciones de producción y en el sistema espacial de sobreganancias localizadas. La forma concreta
de esta renta inmobiliaria es el alquiler neto, es decir, el interés, no sobre la inversión inicial, sino sobre el
precio vigente del inmueble. Se puede decir, que el precio vigente del inmueble es la capitalización del
arriendo neto a la tasa de interés vigente. El alquiler bruto incluye, además, los gastos de capital
suplementarios necesarios para mantener el valor de uso del edificio: los gastos de mantenimiento y

35
reparación. Sin embargo, Topalov hace notar que esta forma de explotación de la renta inmobiliaria no es
la única posible.

Los rentistas no siempre eligen una política de rehabilitación del inmueble que lo coloque en el mismo
submercado que las viviendas nuevas. Pueden también elegir una política de degradación, de tugurización
del inmueble: en ese caso, no gastan en su mantenimiento. Pero, como contrapartida, el alquiler no va a
evolucionar con los alquileres de las viviendas nuevas. Este comportamiento ha sido normalizado en las
áreas históricas de la ciudad principalmente. En particular, en el caso en que la vivienda está ocupada por
grupos familiares de bajos ingresos, que no pueden ser desalojados para ser reemplazados por ocupantes
con mayores ingresos. Pero también, cuando los alquileres han sido congelados; o dentro de la hipótesis
de una libertad total de contrato de alquiler; o si el nivel de alquileres en la zona no aumenta, por falta de
una intervención de la promoción inmobiliaria, por falta de un mercado de viviendas nuevas que regule el
precio de las antiguas. A la inversa, si la producción inmobiliaria ha emprendido un cambio completo de
la afectación de una zona, el alza de la sobreganancia localizada potencial es tal, que puede ser preferible
destruir los edificios antiguos para construir nuevos. En este caso, vale más dejar que el inmueble se
deteriore. Sea cual sea la razón, la política de tugurización modifica el modo de regulación del alquiler. El
cual ya no está determinado directamente por el precio de la producción nueva, sino más bien por la
penuria existente en el submercado de viviendas deterioradas y relativamente baratas: esta penuria es
estructural porque esta fracción del parque no es reproducible. Y, sin embargo, una parte importante de la
población no tiene otra posibilidad que vivir allí, a falta de suficientes recursos para acudir al mercado de
las viviendas nuevas. Para Topalov, esta renta inmobiliaria aparece, por tanto, aquí también, con un
componente principal de la renta de monopolio. Así, en todos los casos, el ciclo del capital inmobiliario
rentista deja de ser un ciclo: esta fracción especializada del capital llega a ser del capital ficticio, que, por
definición, no conoce rotación sino solo cambios de propietario (Topalov, 1978).

El capital de préstamo y el crédito inmobiliario: Se trata del dinero que las familias van a obtener
prestado para poder adquirir una vivienda. Este dinero es un capital, ya que implica intereses, y su ciclo
es D—D’ dinero-dinero. El capital de préstamo es, en efecto, indispensable para que la masa de
compradores de viviendas puedan pagarle al promotor. El nacimiento del crédito inmobiliario es
contemporáneo a la aparición de las primeras formas de producción capitalista de viviendas, y constituye,
desde su origen, un circuito financiero específico, especializado, el crédito hipotecario. Luego, se
desarrolla en los medios urbanos, donde contribuye a financiar el capital inmobiliario rentista. Pero un
cambio cualitativo se produce cuando el capital de préstamo pasa a financiar la adquisición de viviendas
por los ocupantes mismos. Este cambio no es posible sino cuando el capital de préstamo presenta las
características de un capital desvalorizado: en efecto, altas tasas de interés no son compatibles con una
difusión masiva de ascenso a la propiedad. La intervención del Estado, la intervención del capital público

36
desvalorizado, en el financiamiento directo o indirecto de este capital de préstamo, es extremadamente
frecuente.

¿Qué consecuencias tiene este modo de circulación de la mercancía sobre las relaciones de intercambio al
interior del ciclo? El propietario ocupante, como el propietario rentista, compra el inmueble a su precio de
producción modificado por la renta. Para uno, como para otro, y bajo las mismas reservas, el precio
vigente del inmueble evolucionará con los precios vigentes en la producción nueva. Pero el propietario-
ocupante no se beneficia de la renta inmobiliaria, porque es él justamente quien ocupa el inmueble: éste
ha dejado de ser capital, es poseído como valor de uso. Tal como el inquilino, quien accede a la propiedad
paga el interés sobre el capital de circulación: el primero en el alquiler, el segundo en las cuotas de
reembolso del préstamo. En ambos casos, el interés del capital de circulación no es extraído de la
plusvalía creada en la producción misma del inmueble, sino que es extraído del conjunto de la plusvalía
social a través de los ingresos de sus ocupantes (Topalov, 1978).

De este modo, en lo que se refiere a la segunda especificidad del sector inmobiliario, reconocida por
Topalov en la duración excepcional del periodo de circulación del capital. El profesor francés establece
que los capitales comprometidos exclusivamente en el financiamiento de la producción inmobiliaria no
participan de ese momento: para la empresa constructora, así como para el promotor, la operación termina
con el fin de la obra. Lo que pasa posteriormente, no les interesa. Sin embargo, a escala social, ocurre de
otro modo: durante años, tendrá que haber comprometido capital en la circulación del inmueble, capital
no productivo de valor, y que pesará fuertemente en la tasa general de ganancia. Bajo diversas formas
históricas, este capital de circulación tenderá a desvalorizarse. Pero, “contradictoriamente, la existencia de
un flujo permanente de un capital de circulación de este tipo, es una condición indispensable para que
continúe la producción en el sector… estas características del sector inmobiliario tienen consecuencias
considerables en el momento de la producción, es decir, en las industrias de construcción de edificios”
(1978:92).

c) Tercera especificidad en el sector en el nivel de la producción misma

Se puede coincidir aún con Topalov, en que las relaciones de producción en la rama de la construcción
siguen siendo fundamentalmente las de la manufactura, a saber, la revolución industrial no se ha
consumado en ella. Mientras los sectores avanzados de la economía avanzan en los procesos de
automatización, la construcción en su conjunto no ha llegado a la etapa de la gran industria. Las señales
de este bloqueo –a finales de los años 70– en la etapa manufacturera son numerosas. Por ejemplo, dice
Topalov, la división del trabajo entre los oficios de la construcción, o entre las categorías de empresas,
siguen, en lo esencial, sin modificación desde hace siglos: la albañilería, la carpintería, la electricidad, la
pintura, son especialidades cuyas fronteras no cambian. También, los oficios de la construcción, las
calificaciones obreras, siguen siendo de tipo tradicional. Esto es porque efectivamente, las máquinas en la

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construcción son todavía herramientas manejadas por los trabajadores: más perfeccionadas y eficaces que
antes, pero que no revolucionan la relación del trabajador con la producción. Topalov aclara que se han
producido transformaciones tecnológicas importantes desde los años 50. Pero las tecnologías
industrializadas, como la prefabricación pesada o la coordinación modular, no modifican
fundamentalmente las relaciones de producción que acaban de describirse. A este tipo de división del
trabajo corresponde un tipo de acumulación de capital.

La productividad del trabajo es baja y aumenta más lentamente que en la mayoría de las otras ramas: en
otros términos, el valor relativo de los productos de la construcción aumenta en relación al de otros
productos industriales. Dentro de la rama, la composición orgánica del capital sigue siendo baja: de allí
resulta una tasa de ganancia interna a esta rama que es superior a la tasa media. Este fenómeno es
reforzado por una velocidad de rotación del capital relativamente elevada, porque la parte del capital fijo
es relativamente baja. Piénsese en comparación con otras ramas, como la siderurgia, la mecánica o la
petroquímica. Y, sin embargo, la tasa de acumulación en el sector de la construcción, es muy lenta, lo que
–para Topalov– bloquea las transformaciones tecnológicas. Esto conduce al profesor Topalov a explicar
cuáles son las filtraciones de plusvalía que sufre la rama y que frenan la acumulación. Pero antes,
Topalov observa que la consecuencia principal de esta débil acumulación sobre el proceso de
concentración del capital en todos los países capitalistas, incluso los avanzados, es la coexistencia de un
gran número de empresas medianas y pequeñas con un pequeño número de grandes empresas. La parte de
la producción realizada por las grandes empresas es considerable, pero esta concentración de la
producción y del capital no tiene comparación alguna con la que puede observarse en la mayoría de las
otras ramas industriales (Topalov, 1978).

Resumiendo, la rama de la construcción presenta un escaso desarrollo de las fuerzas productivas y de las
relaciones de producción capitalistas. Y, sin embargo, este mismo arcaísmo, que implica una débil
composición orgánica del capital, trae consigo una tasa de ganancia interna de la rama superior a la tasa
media de ganancia. ¿Cuáles son las vías de transferencia de la plusvalía en detrimento de las empresas
constructoras?, son múltiples: el precio de los materiales, los costos financieros, la renta del suelo.
Topalov adelanta entonces una hipótesis general, al indicar que la base del bloqueo a la acumulación
dentro del sector de la construcción la forman esencialmente la propiedad y la renta del suelo. Así, el
“retardo histórico de la industria de la construcción viene de muy lejos: tiene sus raíces en las relaciones
de producción que surgen de la existencia de un monopolio sobre una condición esencial de la
producción, el suelo urbano” (Topalov, 1978:95).

Este monopolio va a traer consigo la fijación de toda o parte de la sobreganancia de la rama bajo la forma
de renta del suelo: el excedente del valor sobre el precio de producción, es decir, la sobreganancia de
rama, escapará de las manos de los capitalistas de la construcción por una vía diferente a la de cualquier
otra rama. En la construcción, la sobreganancia de la rama desaparece sin haber estimulado la

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acumulación: se fija bajo forma de renta. Este proceso puede producirse bajo formas diversas: la
propiedad del suelo y/o la promoción inmobiliaria son quienes se benefician con la transferencia. Esta
última es la que libera al suelo para proporcionárselo a la empresa y, además, le facilita el capital de
circulación requerido para financiar el periodo de producción. El capital de promoción controlará,
entonces, la transformación del uso del suelo, y se beneficiará de las sobreganancias localizadas. Por otra
parte, el capital de promoción va a dirigir parcialmente el proceso de producción mismo: definiendo el
producto, dirigiendo al capital productivo como tal. La empresa constructora no puede por tanto organizar
la producción en función de la sola lógica de la acumulación de su propio capital. De aquí surge la
diversidad de los productos, las discontinuidades en el tiempo, la dispersión de las obras en el espacio,
que contribuyen a dificultar sus posibilidades de acumulación. En otros casos, la empresa misma puede
cumplir las funciones de promoción, y se beneficia, por lo tanto, de la renta del suelo. Por regla general,
explica Topalov, esto no modifica el problema sino muy ligeramente. Ya que la lógica de la valorización
de la renta va a llevarla sobre la de la valorización del capital productivo. La empresa debe inmovilizar
una parte importante de su capital en la compra del terreno y en la mercancía en tren de fabricación: en
otras palabras, una parte de su capital va a funcionar como capital de promoción. Esto dificulta la
acumulación de capital productivo y orienta el conjunto de la actividad industrial en función de una lógica
de valorización de tipo especulativa. Así, Topalov muestra como las especificidades del ciclo de capital
comprometido en la producción y circulación de objetos inmobiliarios son decisivas, también, en la
explicación de los modos de división del trabajo en el sector.

Análisis histórico de los sistemas de producción de la vivienda en Francia e Inglaterra

Para abordar el análisis del sistema de producción de la vivienda, Topalov parte del sistema capitalista
más desarrollado a finales de los años 70: la promoción inmobiliaria. Este sistema tiene dos condiciones
estructurales esenciales. Por un lado, la separación entre producción y consumo, o sea la transformación
de la vivienda en mercancía. Por otro, la separación entre el capital y la propiedad del suelo, o sea la
transformación del suelo en mercancía. Por supuesto, la moderna producción capitalista de viviendas es
un sistema que no tiene nada de natural. Es el resultado de la transformación histórica de sistemas
anteriores de producción, explica Topalov. Esto presupone la destrucción, o la marginalización, de ciertas
relaciones sociales, así como la creación de nuevas relaciones sociales23.

El sistema de suministro no mercantilizado: descansa sobre la relación directa de uso del producto por el
consumidor. Se caracteriza por la producción de la vivienda como valor de uso, y no como mercancía.
Las formas concretas de ese sistema se desarrollan a través del autoabastecimiento, individual o colectivo,
de la vivienda por sus ocupantes: los futuros ocupantes construyen ellos mismos su vivienda sobre un

23
A pesar de esto, Topalov es consciente que la producción de viviendas por la promoción inmobiliaria está lejos de ser el único sistema de
producción que existe, en ese momento, en los países capitalistas, incluso en los más desarrollados.

39
terreno que poseen o del cual disponen. Otra forma consiste en que el propietario de un terreno recurra a
una empresa para construir su vivienda. En las sociedades capitalistas es bien claro que esas relaciones de
producción no pueden permanecer extrañas al modo de producción dominante: el terreno deberá
comprarse o arrendarse; la empresa de construcción producirá plusvalía y ganancia. Pero lo esencial es
que no existe producción con miras al mercado, existe producción con miras a satisfacer directamente la
necesidad. El capital está excluido del momento que es decisivo para él, la transformación del uso del
suelo —es decir, la producción de la sobreganancia localizada. Esto lleva a Topalov a establecer que la
primera condición de la producción inmobiliaria capitalista (transformación de la vivienda en mercancía)
es la ruptura de la relación directa entre producción y consumo.

El sistema de valorización de la propiedad del suelo: al igual que el sistema de promoción, presupone la
transformación de la vivienda en mercancía y en capital. Aparece una demanda de vivienda con la
destrucción de la relación de uso no mercantilizado. Estas diversas formas deben ser analizadas
atentamente, ya que desembocan más o menos directamente en la promoción inmobiliaria moderna. Lo
que las caracteriza a todas, es la unidad del capital y de la propiedad del suelo: el propietario del suelo se
transforma en capitalista inmobiliario. Es él quien controla el momento del cambio de uso del suelo; por
lo tanto, es él quien se beneficia de lo esencial de las sobreganancias localizadas de la renta. El sistema de
la producción y del suministro no mercantilizados no comporta sino un actor: el propietario del suelo —
usuario que construye él mismo su vivienda. Comporta, eventualmente, un segundo: el de la empresa de
construcción que trabajó por cuenta del usuario. Por el contrario el sistema de la valorización de la
propiedad del suelo comporta por lo menos tres actores: El propietario del suelo (capitalista inmobiliario),
la empresa de construcción, y el usuario que se procura en adelante su vivienda como mercancía.

El sistema de promoción inmobiliaria: comporta también por lo menos tres actores; pero ahora, el
propietario del suelo y el de capitalista inmobiliario son distintos. La propia producción de viviendas
puede ser realizada por el promotor inmobiliario, que es también la empresa de construcción, o bien por
una empresa distintiva del promotor. En este caso, la empresa constituye un lugar suplementario. Por
último, el usuario –comprador o arrendatario de la vivienda– no cambia con respecto al sistema anterior.
Este análisis esbozado por Topalov muestra cuál es el cambio esencial que caracteriza a las
transformaciones históricas de los sistemas de producción. Ese cambio concierne a la formación de la
renta del suelo y, por consiguiente, a su distribución entre los agentes. En la primera configuración, no
hay renta del suelo capitalista; en la segunda, se forma bajo el control de la propiedad del suelo, la cual
pasa a ser la beneficiaria. En cambio, en la tercera configuración, la renta se forma bajo el control de un
capital autónomo de la propiedad del suelo, el capital de promoción; lo que conlleva a una lucha por su
repartición (Topalov, 1978).

De acuerdo a Topalov, el mercado del suelo nace con la promoción inmobiliaria, dado que la relación
entre capital y propiedad del suelo se invierte. Así, el capital ya no es un auxiliar de la propiedad del

40
suelo, sino, la propiedad o la disposición del suelo, es un medio para la valorización de un capital
autónomo; volviéndose –la propiedad– un obstáculo para el capital. En el sistema de valorización de la
propiedad del suelo, la propiedad determinaba el volumen de la producción, limitaba la producción. Por el
contrario, en el sistema de producción inmobiliaria, el capital determina las cantidades producidas. Y por
eso aparecen las crisis de sobreproducción en los submercados inmobiliarios superiores. En consecuencia,
la naturaleza y las formas de la renta del suelo también cambian (Topalov, 1978). La renta se transforma
en una renta del suelo capitalista, al estar constituida por la sobreganancia localizada del capital de
promoción. Esta sobreganancia puede comprender un componente de monopolio, determinado por las
condiciones del mercado (capital de circulación). Pero, comprende también otros componentes,
determinados por las condiciones mismas de la producción: las sobreganancias diferenciales y la
sobreganancia de ramo. Para el profesor Topalov, esta renta toma la forma de la sobreganancia de
promoción por un lado, y del precio del suelo por otro.

Topalov explica que el paso al sistema de la promoción inmobiliaria tomó muchas vías. Para resumirlas,
en Gran Bretaña, el dominio de la propiedad del suelo sobre la urbanización duró mucho tiempo. Se
expresaba en el sistema del "building lease" (sistema de arrendamiento de edificios), el arriendo a la
construcción que quedó ampliamente dominante hasta 1914. El dueño fraccionaba el terreno y alquilaba
los lotes a los constructores por 99 años. En Francia, el proceso fue muy diferente. El sistema de
fraccionamiento domina totalmente la urbanización periférica de 1920 a 1950. Combinándose,
esencialmente, con la producción no mercantilizada y con la autoconstrucción en la década de los 20. Sin
embargo, tanto en Francia como en Inglaterra, el elemento decisivo del nacimiento de la promoción
inmobiliaria está dado por el trasfondo del modo de circulación de las viviendas, el paso del alquiler al
acceso a la propiedad. Esto implicaba la puesta en marcha de un sistema de créditos a los ocupantes de las
viviendas. La construcción de las viviendas en el sistema de producción y de circulación anterior estaba
en crisis tanto en Francia como en Gran Bretaña en los años 1880. La creación de un nuevo sistema de
circulación permitirá, entonces, la reactivación de la producción capitalista de viviendas, de superar los
límites del sistema del fraccionamiento, y de pasar al sistema de promoción inmobiliaria.

Cabe destacar, para el caso que nos afecta en Barcelona, el análisis que hace Topalov del sistema del
alquiler y su crisis en el periodo de paso a la etapa monopolista. El profesor Topalov explica que serán las
luchas sociales las que finalmente consigan que el Estado capitalista controle los alquileres,
contribuyendo a la disminución del flujo de capital de circulación hacia el sector inmobiliario. ¿Cómo
ocurrió? A lo largo de todo el siglo XIX, en los países capitalistas avanzados de Europa, se impuso el
nuevo modo de circulación de la vivienda: el arriendo al capital inmobiliario rentista. El rentista
inmobiliario se convierte en una figura clásica de la imaginativa popular y un agente característico del
modo de urbanización. Financia las grandes olas de crecimiento del parque inmobiliario entre la mitad del
siglo XIX y la Primera Guerra Mundial. Es frecuente que se explique su decadencia posterior por un largo

41
periodo de bloqueo, o más bien, de control de los arriendos, que comenzó durante la Primera Guerra
Mundial y que duró al menos treinta años en la mayoría de los países europeos24. Topalov explica que las
primeras crisis del capital inmobiliario rentista se manifiestan ante todo por una crisis de la producción de
las viviendas. En una época donde la casi totalidad de la producción inmobiliaria de las grandes ciudades
circulaba como vivienda arrendada por el sector privado, esta producción entra en crisis casi
simultáneamente en los dos países mencionados25.

Ahora bien, es importante detenernos un momento en el análisis que hace Topalov sobre la política de
control de los alquileres, que será una constante de la política de vivienda en los países capitalistas
avanzados europeos durante casi cuarenta años. Dicha política comprende dos aspectos. Primero, el
bloqueo del precio del alquiler al nivel alcanzado en 1914. Más que de bloqueo habría que hablar de
control, ya que hay periodos de alza legal de los alquileres, como también periodos de bloqueo o incluso
de baja. Estos periodos se alternan según las relaciones de fuerza políticas en los diferentes países; los
conservadores en Inglaterra, la derecha en Francia, incitan al alza; los laboristas, los radicales, incitan al
bloqueo. En todos los casos, los alquileres evolucionan en función del nivel alcanzado en 1914, y no en
función del mercado, lo cual significa el fin de la renta inmobiliaria, ya que los precios ya no evolucionan
con las condiciones normales de la producción y de la circulación. Además, durante un largo periodo, los
alquileres nominales aumentan menos rápidamente que el nivel general de los precios, lo que provoca una
desvalorización masiva del capital inmobiliario rentista (Topalov, 1978).

El segundo aspecto de esta política es la protección de los arrendatarios, su derecho a permanecer en el


lugar. La mano de obra alojada en la existencia de viviendas queda estabilizada en el sitio. El propietario
ya no tiene derecho a expulsar, y el arrendatario es incitado a quedarse, ya que cambiar de vivienda sería
renunciar al beneficio de un alquiler controlado. Cabe señalar que esta política de control no afecta a las
viviendas nuevas ni a determinadas categorías de viviendas viejas. Las nuevas viviendas tienen un
alquiler libre al empezar, que evoluciona libremente. Entonces el control de los alquileres no puede
explicar directamente la casi desaparición de la producción de viviendas de alquiler después de la Primera


24
Topalov (1978) critica a quienes llama “buenos apóstoles de la verdad de los precios” porque intentan explicar que la causa de todos los males
es que los gobiernos impidieron el libre juego del mercado, y de allí provenía la escasez. Para el profesor francés, esto no explica la situación.
Primero porque la congelación del precio de los arriendos de las viviendas existentes, al permanecer siempre libres los precios de las viviendas
recientemente construidas no impidieron que se produzcan luego impresionantes booms inmobiliarios: por ejemplo, en Inglaterra (años 30), en
Italia y Francia (años 50). Segundo, porque es siempre metodológicamente sospechoso explicar las transformaciones profundas de la
infraestructura por una intervención del Estado caída del cielo. Tercero, porque el análisis histórico muestra que la crisis del sistema rentista es
muy anterior a la congelación de los precios de arriendos. Esta interviene en los efectos de dicha crisis y, al hacerlo, acelera la propia crisis. Pero
no la crea.
25
En Londres, la construcción conoce un primer reflejo importante a mediados de la década 1880, y luego entra en una fase de largo
estancamiento a partir de 1900. Su reanudación en la década de los años 30 se lleva a cabo sobre una base enteramente nueva: el acceso a la
propiedad. En París, el estancamiento de la producción comienza a partir de la crisis inmobiliaria de 1882. La inversión de la tendencia sólo
intervendrá setenta años después, también sobre una base totalmente nueva, en otro sistema de producción. La entrada en crisis del sistema de
rentista no impide, evidentemente que siga la producción: pero, en estos dos países, las fluctuaciones intervienen alrededor de una tendencia
general a la baja, a partir de la década de los años 1880. La baja de la producción es manifiesta después de la Primera Guerra Mundial y la
inversión de tendencias interviene sobre la base de nuevas modalidades de circulación de la vivienda.

42
Guerra Mundial. Por otra parte, el control afecta únicamente a las grandes aglomeraciones, y al interior de
éstas, las viviendas destinadas a las capas superiores no están sometidas a él.

Topalov interpreta la implementación de esta política en función de las nuevas relaciones de fuerza entre
las clases medias y populares y entre las capas de la burguesía, que acompañan el paso a la etapa
monopolista. El bloqueo de los alquileres es una reivindicación popular de masas, señala Topalov, por la
que se hicieron manifestaciones en Glasgow-la-roja y en París durante la guerra. El movimiento de los
arrendatarios tuvo gran fuerza durante los años 1920 y 1930. Una legislación de excepción, de tiempo de
guerra, se transformó al final de la guerra en una política permanente. Entre los años 1918-1922, cuando
se fijaba la política de vivienda, el movimiento obrero es poderoso en toda Europa y parece amenazar al
propio Estado en Francia y en Inglaterra, más aún en Alemania y en Italia. Sobre la base de esta
fundamental relación de fuerzas se traba la lucha entre capas de la burguesía por determinar dónde hay
como hacer concesiones al movimiento popular. “Globalmente, el resultado de este enfrentamiento es el
sacrificio de los rentistas inmobiliarios en beneficio del capital industrial y financiero” (Topalov,
1978:113).

Esta desvalorización del capital inmobiliario rentista significó una disminución importante del costo de la
mano de obra para el capital industrial. Lamentablemente, la parte destinada a la vivienda en los
presupuestos obreros disminuyó, por ejemplo, en París –del 16% en 1914 al 5% en 1948. Al mismo
tiempo, la supresión de la renta inmobiliaria en el conjunto de las viviendas antiguas condujo a que sus
propietarios cesen de mantenerlas, y en consecuencia, se produjera una degradación acelerada de la
vivienda popular. Por otra parte, la falta de construcción para el alquiler provocó una crisis aguda de
viviendas, y las nuevas familias, los inmigrantes, se encontraban literalmente sin techo. Esta situación
exigiría, entre las dos guerras, la aparición de nuevos sistemas de producción o de circulación de la
vivienda. En París, se produjo el regreso masivo a la producción de la vivienda como valor de uso, en
particular a la autoconstrucción. En Londres, en cambio, se desarrollaría –desde la década de 1930– el
acceso a la propiedad. En los dos casos, el sector público de la vivienda conoció un progreso importante
(Topalov, 1978).

La formación de los precios del suelo y la gestión de la propiedad

a) Paradoja del suelo y las mercancías

Como es sabido, el precio de una cosa es el punto de equilibrio instantáneo entre la oferta y la demanda;
se establece gracias a la mediación del dinero, una relación de intercambio entre un producto cualquiera y
el resto de los productos. El suelo tiene, como los otros bienes, un precio y se cambia por dinero. Sin
embargo, el precio del suelo sigue siendo un fenómeno específico, diferente del precio de otras

43
mercancías, especialmente de las mercancías reproducibles. Topalov explica que el terreno tiene un
precio establecido en un mercado que no es de competencia perfecta, y de allí nacen todos los problemas.
El mercado del suelo no cumple con los diferentes criterios que definen el mercado de competencia pura
y perfecta, ya que no es transparente, es decir que los agentes no tienen conocimiento del conjunto de las
ofertas y demandas alternativas. El suelo no es fungible y no se transporta. Por consiguiente, no hay
sustituibilidad total entre un terreno y otro. La ley de la oferta y la demanda topan allí con un obstáculo,
lo que conduce a una situación de oligopolio, aun si se cumplen las otras condiciones de competencia
perfecta, como la atomicidad de los que ofrecen y de los que demandan (Topalov, 1978).

El precio de una mercancía viene determinado por el equilibrio instantáneo de un mercado que oscila
alrededor de un valor determinado fuera del mismo, fuera de la circulación de las mercancías, o sea en la
producción. Ese valor es el precio de producción de la mercancía. El precio de mercado, aunque pueda
alejarse del precio de la mercancía, tiende siempre, por el propio juego de la competencia entre los que
ofrecen y los que demandan, a ajustarse según el precio de producción. Este precio es la medida
económica inmediatamente perceptible por los agentes económicos y, especialmente, por los productores
capitalistas: está constituido por el costo de producción, es decir por el capital consumido más la ganancia
media sobre ese capital. Sin embargo, el precio de producción está regulado por algo aún más
fundamental: el tiempo de trabajo socialmente necesario para su producción, es decir, el valor. Entonces,
en el caso de las mercancías reproducibles es precisamente la ley de la oferta, es decir el precio de
producción, tal cual se presenta en el mercado, el que regula a la larga el precio de mercado, el precio de
equilibrio instantáneo. Pero cuando la mercancía es un terreno, es evidente que no existe esa regulación
por el precio de producción, por el valor: el terreno tiene un precio, puesto que se recibe dinero a cambio
de él. Sin embargo, no tiene valor porque no es un producto del trabajo humano o, por lo menos, no es un
producto del trabajo privado controlado por el capital. No tiene costo de producción privado. Esta
realidad es lo suficientemente evidente para que los marginalistas26 hayan podido constatar que no existe
una ley de la oferta del suelo. Por tanto, lo fundamental para Topalov es que el precio que se otorga a un
terreno es el precio de una mercancía sin valor.

Se entendería entonces que todo está necesariamente en el lado de la demanda. Y, ¿qué es la demanda en
materia de suelo urbano? Desde el punto de vista marginalista, es la demanda del consumidor final. Será,
pues, la utilidad de la localización la que explicaría el precio, puesto que el valor es la utilidad. Así, un


26
El marginalismo es una escuela de pensamiento económica surgida a mediados del siglo XIX, en parte, como reacción a la escuela clásica. Su
principal aporte fue la ley de la utilidad marginal decreciente. El concepto se desarrolló dentro de los esfuerzos de explicar el mecanismo de
formación de precios por un procedimiento alternativo a la Teoría del valor-trabajo que había sido usada por los economistas clásicos (incluyendo
los economistas marxistas). La teoría fue acuñada for W.S. Jevons, L. Walras y C. Menger, y en la forma más reciente, por el economista
Friedrich von Wieser, al que se le atribuye la acuñación del término de “utilidad marginal” (Grenznutzen). La Ley de la utilidad marginal
decreciente implica que cuanto mayor es la cantidad que consumimos de un bien, menor es la utilidad marginal que nos aporta cada nueva unidad
del mismo. Un ejemplo de esta ley es el enigma del agua y los diamantes: El precio de un bien se define a través de su utilidad marginal, no a
través de la utilidad objetiva. Allí donde el agua está disponible en abundancia, su utilidad marginal es baja; la utilidad marginal de los diamantes
es alta a causa de su rareza. Este enunciado busca aclarar la observación de que el aumento repentino de la oferta de un bien, en general, conduce
a una caída de su precio.

44
terreno cuesta caro porque procura muchas ventajas y porque tiene mucha demanda. Sin embargo, para
Topalov, no puede hablarse de la ley de la oferta y la demanda cuando no existe para un determinado bien
una ley de la oferta. Esta paradoja se acentúa aún más en la práctica de la política urbana del suelo.
Teóricamente, de acuerdo a la Ley de utilidad marginal, cuando la oferta aumenta manteniéndose igual
todo lo demás, el precio disminuye. Bastaría, pues, ampliar los perímetros urbanizables previstos en los
planes de urbanismo para que la cantidad de terreno virtualmente construible aumente de modo
considerable. De este modo, en teoría, los precios del suelo deberían disminuir. Y bien, en cuanto
aparecen los derechos de construir en una zona no edificable (por supuesto, siempre que haya en dicha
zona un mínimo de infraestructuras para que la construcción sea realmente posible) el precio de los
terrenos aumenta.

b) Formación de los precios del suelo

Para entender la formación de los precios del suelo, Topalov examina el cálculo económico del promotor
inmobiliario, al cual, considera como el agente determinante (en las metrópolis capitalistas) del mercado
del suelo urbano. Así, los precios de los terrenos son determinados por el precio de la demanda capitalista
del suelo y, de manera más precisa, por la jerarquía de los precios de demanda de los agentes que
valorizan el capital al transformar el uso del suelo. Aunque el promotor inmobiliario no es el único agente
demandante de suelo urbano, es el agente determinante en el conjunto del precio27. Del análisis de su
cálculo económico, Topalov plantea varias premisas que resultan del primer paso que da el promotor en
la concepción de un programa: a) Mientras más aumente la “densidad construible” (volumen de
construcción), más alta podrá ser la facturación; b) mientras más altos sean los precios, más alta podrá ser
la producción. Estas dos variables se encontrarán en la explicación teórica de la sobreganancia y de la
renta (Topalov, 1978).

Entonces, el promotor empieza por concebir un programa, es decir, por determinar cuáles son las
superficies de los diversos productos inmobiliarios que va a poder construir sobre el terreno: áreas de
vivienda, superficie comercial, superficie de oficinas, etc. Luego va a evaluar, a partir de la observación
del mercado, los precios que va a poder cobrar para cada uno de sus productos. El primer elemento que el
promotor deduce de la facturación es evidentemente el costo de construcción de los edificios sobre un
terreno que se supone ya acondicionado. Este costo de construcción de los edificios depende de la
amplitud del programa y un conjunto de variedades que concierne a las condiciones mismas de la
producción: la productividad de las empresas de construcción, las economías de escala, las ganancias de
las empresas, etc. En cambio, el precio de la construcción depende fundamentalmente del nivel de los
precios de mercado. En otras palabras, se pueden vender viviendas a precios que varían en proporciones
muy superiores a las variaciones de su costo de construcción. El profesor francés propone que ese costo


27
De acuerdo a Topalov, es un hecho bien conocido que en una zona urbana determinada, donde hay promotores, son ellos los que establecen los
precios. Las colectividades públicas, o los otros particulares que deseen comprar un terreno no podrán sustraerse a esta dependencia.

45
de construcción por metro cuadrado sea constante sean cuales fueren la operación y la localización. Así,
deducido de la facturación el costo de la construcción, queda una cierta cantidad que va a repartirse en:
por una parte, la carga del terreno, por otra, la ganancia bruta de promoción. Siguiendo a Topalov, es en
esta ganancia que se va a jugar la formación del precio del suelo.


Fig. 2. “Cálculo hacia atrás” en la operación del promotor inmobiliario. *Los términos entre comillas son los usados por los
agentes. Los otros son conceptos analíticos. **Puede anularse. Jiménez-Pacheco, P. (2017).

Avanzando hacia atrás, se confirma que contrariamente al costo de construcción que podemos considerar
como constante sea cual fuere la localización, el costo de acondicionamiento del suelo28 es diferencial, es
decir, que varía según las localizaciones. Mientras más elevado sea el costo de acondicionamiento del
suelo, menos queda, manteniéndose igual todo lo demás, para los otros dos componentes (la ganancia y el
precio del terreno). Y mientras más bajo sea el costo de acondicionamiento del suelo, más queda para la
ganancia y el precio del terreno. En otras palabras, existe la posibilidad de una sobreganancia de
localización. Esto nos demuestra que, entre los factores de diferenciación de los precios del suelo, del
centro a la periferia, no sólo existen las “preferencias de los consumidores”. Hay también algo bien
material, que forma parte del balance de los promotores, es el costo de acondicionamiento del suelo y su
diferenciación espacial (Topalov, 1978).


28
Es el costo de conexión con las redes. Si el terreno ya está construido, podrá agregarse el costo de demolición de los edificios. En ciertas
condiciones históricas, se agregará además el costo de evacuación de los habitantes del edificio que se va a demoler. En cambio, si el promotor
construye en campo raso, el costo de acondicionamiento del suelo va a ser el de la construcción del conjunto de los equipamientos de
infraestructura y de las superestructuras necesarias para que se pueda construir sobre ese terreno. No es el costo global, a escala de la sociedad, de
la urbanización del suelo; es únicamente el costo privado, el que deberá pagar el promotor. Es decir, por una parte, los equipamientos que debe
realizar y pagar el mismo, y que luego venderá con las viviendas en su calidad de promotor privado; por otra parte, los impuestos localizados que
eventualmente tendrá que pagar para contribuir al financiamiento público de los equipamientos que no paga directamente.

46
Topalov prosigue con su análisis estimando una última sustracción en el cálculo hacia atrás: el de la
ganancia media desde el punto de vista del promotor29. Así, lo que queda es lo que realmente puede
repartirse entre el promotor y el propietario del suelo: la sobreganancia localizada y la renta del suelo. En
la práctica del promotor, este valor es el precio máximo de demanda respecto al terreno: puede comprar a
ese precio, máximo, y nunca comprará a un precio más elevado. Lo que está en juego en el conflicto entre
el promotor y el propietario es la repartición de esa sobreganancia, no es la repartición del conjunto de la
ganancia interna de la operación. El capital nunca pone en juego la ganancia media, de lo contrario no se
realiza la inversión. La repartición de la sobreganancia entre el promotor y el propietario va a ser el
resultado de esa relación social entre el capital y la propiedad del suelo llamada: mercado del suelo. Es así
como la sobreganancia puede repartirse en dos partes: una es la sobreganancia de promoción que, para el
promotor, va pura y simplemente a integrarse a su ganancia total; la otra es el precio del suelo, es decir la
parte de la sobreganancia localizada que va a ser transferida al propietario (Topalov, 1978).

A pesar de que estas observaciones de Topalov se sitúan a nivel empírico, señalan algo estructural: no es
la renta la que determina el precio, es el precio el que determina la renta. En otras palabras, no es la renta
la que limita la ganancia, es la ganancia la que limita la renta. El capitalismo logró revertir la relación
entre la producción y la propiedad del suelo. De ahora en adelante, el motor de la producción y del
conjunto de los procesos de formación de los precios, es el capital. Ya no es la propiedad del suelo.
Concretamente, es el capital el que decide construir o no hacerlo. Es la ganancia del capital la que
determina la formación y el volumen máximo de la renta. Por otro lado, el cálculo hacia atrás no permite
a Topalov decir si el propietario del terreno va a exigir o no la totalidad de la sobreganancia localizada, si
va o no a reducir a cero la sobreganancia del promotor. La lógica de la competencia entre los promotores
y los propietarios conduce a un aumento de los precios de oferta de los terrenos hasta el nivel del precio
de demanda máxima. Esta situación anula las sobreganancias de promoción, pero sigue siendo aceptable
para los promotores: ellos pueden seguir construyendo, ya que tienen asegurada la ganancia media.

En esta perspectiva, se puede concluir que es efectivamente el precio de demanda el que determina el
precio de oferta. Sin embargo, este razonamiento supone que no existe la competencia entre propietarios
y promotores. En su estudio, Topalov muestra que en realidad, tal competencia no existe, ya que al no ser
–el suelo– un producto del capital, no hay ninguna necesidad de que se transforme en mercancía. Y este
es precisamente el problema para los capitalistas del sector inmobiliario, que no logran liberar su materia
prima. Entonces, de acuerdo a Topalov, la resistencia por parte de los propietarios es la razón por la cual
los precios del mercado tienden a subir hasta absorber toda la sobreganancia localizada. En cuanto al
promotor, dentro de ciertos límites, va a esforzarse en comprar el terreno a un precio inferior al precio de
demanda máximo.

29
También asociada a la “ganancia mínima” del promotor, dada la diferenciación de las tasas de ganancia, o sea la valorización desigual de los
capitales en la etapa monopolista del capitalismo. Esta diferenciación de las esferas de perecuación tiene consecuencias sobre la tasa de ganancia
mínima requerida por los diferentes sectores de la promoción inmobiliaria. Sin embargo, Topalov matiza este análisis al considerar que la tasa de
ganancia mínima en operación está determinada por la tasa de ganancia media de la economía.

47
c) El problema de los precios de la oferta y las lógicas de gestión de la propiedad del suelo

Topalov reafirma que no existe el precio de oferta autónomo. Son los precios de transacción constatados
los que determinan los precios de oferta. También los precios de demanda previsibles pueden determinar
la oferta. Esto acarrea consecuencias importantes, pero no cambia el fondo del problema. Así pues, no
existe ley de la oferta independiente de los precios de las transacciones, ellos mismos están determinados
por los precios de la demanda (Topalov, 1978). Los precios de la oferta serían, hasta cierto punto,
producto de la “irracionalidad de los propietarios”; desde el punto de vista de los promotores el problema
es totalmente material, objetivo: los propietarios no venden o venden demasiado caro. Los promotores
gastan una cantidad considerable de energía para encontrar terrenos que puedan comprar, o sea, para
decidir a qué propietarios hacerles ofertas para que vendan. Entonces se da la posibilidad de que, o bien
los propietarios especulen, o bien sean “irracionales”. Especulan puesto que esperan que el precio suba
cada vez más. Esto explicaría un comportamiento de retención permanente que causaría la rareza de la
oferta y, por lo tanto, el alza de los precios del suelo30. La otra explicación es que los propietarios son
“irracionales”: están atados sentimentalmente a su bien, es parte de ellos mismos, es un patrimonio. Al ser
“irracionales” no responden a la incitación que el mercado confiere a todos los agentes racionales, es
decir, a través del precio. Topalov asegura que esta idea de la irracionalidad de los propietarios es una
confesión de incapacidad teórica por parte de la economía política académica de explicar el
comportamiento de los agentes no capitalistas. Para ella, el capital es una cosa y no una relación social.
Por tanto, los individuos no pueden estar motivados subjetivamente sino solo a través de una lógica de
maximización del capital.

Esto permite a Topalov hacer estallar la noción jurídica de propiedad, partiendo de que la propiedad del
suelo es una pluralidad de relaciones sociales y no una sola condición. Ser propietario de un terreno o de
un inmueble no significa lo mismo según la posición de clase que se tenga. Dicha posición confiere un
contenido social específico a la relación jurídica de la propiedad, la cual abarca una pluralidad de
relaciones socioeconómicas concretas; –y éstas, de ninguna manera se agotan en la relación jurídica–
explica el profesor francés. Por tanto, bajo esa relación jurídica se esconde una pluralidad de relaciones;
cada una con una lógica propia. Así, Topalov considera que estudiando estas lógicas se podrá evidenciar
las leyes de comportamiento de los propietarios, en concreto, las leyes de la formación de los precios de
oferta de los terrenos.

Frente a la literatura marxista que utiliza aún frecuentemente el concepto de clase para analizar la
propiedad del suelo, Topalov plantea que las relaciones de producción que estructuran la producción
capitalista de la ciudad no implican de ninguna manera que en el mercado del suelo se enfrenten


30
La lógica de esta explicación obliga a concebir formas de oligopolio, de acuerdos más o menos tácticos entre el conjunto de los propietarios:
salvo en los casos de gran concentración de la propiedad, lo cual puede darse, aunque es raro. Se trata de una tesis difícil de defender
empíricamente, advierte Topalov.

48
únicamente dos clases sociales, los capitalistas y los propietarios del suelo. Estas relaciones sólo implican
la autonomía del capital en relación con la propiedad del suelo articulada con múltiples relaciones de
clase. Así, los constructores capitalistas se encontrarán frente a la propiedad del suelo del campesino,
artesano, comerciante, pequeño industrial, cuyas situaciones de clase no son idénticas obviamente.
Además, el propio desarrollo de la producción inmobiliaria capitalista crea nuevas formas de propiedad
del suelo ligadas a las transformaciones del modo de circulación de las mercancías inmobiliarias: por
ejemplo, el paso del rentista inmobiliario al propietario ocupante aumenta aún más la difusión de la
propiedad del suelo en nuevas clases y capas sociales. Por último, dice Topalov, la propia transformación
de los terrenos y de los edificios en capital ficticio, en derecho de “apropiación” por medio de la renta de
una parte del producto social, transforma la propiedad del suelo en una inversión: la inversión en el suelo
puede substituirse a cualquier otra forma de capital. Simultáneamente, la propiedad del suelo deja de ser
la base de una fracción autónoma de la burguesía. Bajo estas premisas y la falta de conocimiento
empírico, Topalov formula como hipótesis fundamental, que existen dos grandes categorías de
propietarios del suelo: Los propietarios capitalistas y los propietarios no-capitalistas (Topalov, 1978).

La propiedad capitalista del suelo: Topalov define como propietario capitalista a un agente para el cual
poseer la propiedad es el soporte de la valorización de un capital. La propiedad de un terreno o de un
inmueble es la forma concreta de un valor abstracto: el capital, el valor que se valoriza. Este propietario
venderá o no venderá, según si la rentabilidad alternativa de su capital obtenida en otra forma es más o
menos grande que la rentabilidad que le produzca dicha propiedad. El propietario capitalista es el que
administra su bien como capital. Así, la renta obtenida de la propiedad inmobiliaria en alquiler, por
ejemplo, no es sino uno de los componentes de la rentabilidad global, siendo el otro, la evolución del
valor venal del activo. Sin embargo, dice Topalov, esos propietarios capitalistas no pueden siempre
administrar libremente su bien de modo capitalista. Puede existir una limitación jurídica del libre uso de
la propiedad inmobiliaria capitalista, limitación que nace de las luchas sociales. En este caso, la
propiedad, relación jurídica abstracta, está sobredeterminada por relaciones sociales concretas que, en
cierto modo, la han desmembrado. El derecho de los arrendatarios de permanecer en el lugar31 es una
desmembración de la propiedad inmobiliaria que limita considerablemente la posibilidad de una gestión
capitalista por parte del propietario del edificio. Para simplificar, supongamos que el propietario
capitalista del suelo pudiera libremente administrar su propiedad de un modo capitalista. En esas
condiciones, existiría efectivamente un precio de oferta del terreno independiente del precio de demanda:
estaría determinado por la rentabilidad del capital en el uso actual del suelo.

Por consiguiente, la propiedad capitalista del suelo no es la fuente de las contradicciones en el proceso de
urbanización. Refleja de manera más o menos fiel, la lógica misma del capital. Pero esta lógica, ella sí, es
la fuente de profundas contradicciones sociales: especialmente la segregación de las actividades y de las

31
De donde se desprenden en general las reglamentaciones en cuanto al plazo de los alquileres.

49
clases sociales. Cuando estas contradicciones engendran luchas sociales, la ideología dominante, en sus
versiones “esclarecidas” va a escoger una víctima propiciatoria: los propietarios del suelo. A la vez, va a
culpar a los propietarios no capitalistas. Según Topalov, esta actitud es un componente importante de
todos los reformismos.

La propiedad no capitalista del suelo: Si hay algo que causa problemas, algo que opone al capital una
real contradicción, son los propietarios del suelo no capitalistas. Topalov menciona que la noción de
propiedad no capitalista no es un concepto; es una noción muy vaga que se define por diferencia y, por lo
tanto, no constituye una categoría teórica homogénea32. Hay una pluralidad de lógicas no capitalistas,
heterogéneas diferentes entre sí. Tienen un solo punto común: constituir tantas formas de propiedad
inadecuadas para el capitalismo que le ofrezcan una resistencia específica, porque se posee el suelo en
una relación de producción no capitalista. Topalov describe que en la ciudad capitalista existen también
otras formas de propiedad del suelo que ofrecen al capital una resistencia de naturaleza enteramente
diferente. En efecto, para estas propiedades la oferta no responderá a los cambios del nivel de
sobreganancia localizada. El profesor francés se refiere a la propiedad feudal, la propiedad de los
pequeños productores, la propiedad de uso y la propiedad pública.

En el caso de la propiedad de los pequeños productores, a saber, dueños de tiendas y locales de pequeño
comercio urbano. Se tienen en cuenta dos elementos iniciales: el bien inmobiliario del cual depende la
actividad económica no es un terreno sino un edificio, y éste, al igual que el conjunto de sus medios de
trabajo, no es capital: es un bien gratuito, que en principio no debería rentabilizarse. Su reconstitución con
identidad de valor de uso implica, globalmente, la compra de locales nuevos que deberán pagarse. Va a
ser necesario recurrir a instrumentos de crédito y será la entrada obligatoria en el circuito capitalista lo
que no será siempre posible para el pequeño productor. A esto, se agrega otro elemento. La localización
del taller o de la tienda en el espacio urbano es a menudo un elemento determinante de la actividad por la
proximidad de los proveedores, proximidad de la clientela, estabilidad de esas relaciones sociales gracias
a la propia estructura urbana. Abandonar su barrio es romper todas esas relaciones. Siguiendo a Topalov,
numerosas investigaciones han mostrado la fragilidad del tejido espacial de las relaciones sociales: si sólo
una parte del barrio es objeto de una renovación, se eliminan las actividades tradicionales en el espacio
renovado. Pero los efectos de ese cambio no se hacen sentir solamente en esa zona: es todo el sistema
espacial de la artesanía y de la pequeña empresa que naufraga porque uno de sus elementos ha sido

32
El ejemplo planteado por Topalov es la propiedad campesina. El campesino no necesita tener un patrón, puesto que es propietario de la tierra.
Para el campesino el terreno es un medio de trabajo. Sus medios de producción no son un capital. En esas condiciones, guardar el terreno, negarse
a venderlo, es parte de una lógica social de gestión de su patrimonio productivo. El campesino no se aferra a su parcela de tierra por
irracionalidad. Aferrarse a su parcela significa: no transformarse en proletariado, asalariado del capital. Topalov añade la hipótesis bajo la cual si
el campesino va a vender el terreno no es un una lógica de la valorización del capital, sino de la reconstitución del valor de uso. El campesino va
a vender una tierra para comprar otra, mientras que el propietario del suelo capitalista va a vender para transformar un capital, inmueble o terreno,
en capital-dinero que, a su vez, va a ser transformado en cualquier otra forma de capital. En términos abstractos, la venta del propietario no
capitalista es un momento del ciclo: mercancía-dinero-mercancía, M-D-M. La venta del propietario capitalista en cambio, es un momento del
ciclo D-M-D, dinero-mercancía-dinero, la cantidad final de capital dinero debiendo ser superior a la cantidad inicial. Así, para el campesino, el
valor de uso, que es su explotación, va a transformarse en dinero gracias a la venta. Pero ese dinero deberá transformarse inmediatamente de
nuevo en valor de uso. La lógica en la cual se instaura el intercambio es fundamentalmente diferente de la lógica capitalista.

50
destruido. La renovación pública juega a menudo un papel de desestructuración; una vez que las pequeñas
empresas han sido desestabilizadas en la zona que rodea la operación de renovación se puede dejar
trabajar a la promoción privada, puesto que ya no es necesario expropiar. Estos procesos de expulsión de
los productores independientes del centro de la ciudad se acompañan de formas de expansión urbana
periférica que hacen muy difícil su reinstalación en otra parte: de manera general, no hay sitio para el
pequeño comercio en los grandes conjuntos de la periferia, ni en las nuevas zonas industriales. Por esta
razón, se comprende mejor la resistencia de los propietarios pequeños productores a vender o a
transformar su bien en mercancía: la reconstitución del valor de uso es problemática para un gran número
de ellos. Su precio de oferta será pues, sobre todo, determinado por los costos suplementarios de
reinstalación en condiciones a menudo totalmente diferentes.

Los propietarios que usan su vivienda constituyen otro tipo de propiedad del suelo no capitalista. Topalov
sostiene que no es la propiedad de un medio de producción, sino la propiedad de un bien de consumo.
Siendo así que el desarrollo del capitalismo multiplica los propietarios ocupantes en lugar de destruirlos.
En la época del capitalismo monopolista de Estado33, por ejemplo, la propiedad de ocupación de la
vivienda se transformó en la condición de una rotación normal de los capitales invertidos en la
producción inmobiliaria. Sin embargo, esa propiedad del suelo vuelta a crear por el capitalismo no le es
funcional. Según Topalov, también allí la venta se situará en un ciclo del valor de uso (M-D-M) y no de
valor de cambio (D-M-D). Este tipo de obstáculo del suelo aparece, como en el caso de los productores
directos, bajo la forma de la fragmentación de la propiedad del suelo, pero no es la parcelación de la
propiedad, propiamente, lo que constituye un problema para el capital, sino la lógica no capitalista de
gestión de esa propiedad.

A pesar de esto, Topalov subraya la completa inserción de la propiedad de uso en el modo de producción
dominante. Pues, la renta transferida de los nuevos propietarios ocupantes va a ser utilizada para volver a
comprar una vivienda, alimentando al mercado inmobiliario urbano. Esta renta va a financiar la
construcción nueva privada, es decir la promoción inmobiliaria. En ese mercado va a encontrar viviendas,
cuyo precio ha sido fijado por las condiciones capitalistas de la producción. Los propietarios ocupantes
han vendido su vivienda vieja, cuyo precio ha aumentado, han hecho una plusvalía. Ahora bien, los
precios de los edificios antiguos aumentan, porque aumentan los precios de los edificios nuevos, los que
salen de la producción capitalista. Por tanto, la reconstitución del valor de uso se hace a un precio que
también ha aumentado. Lo que la promoción inmobiliaria ha tenido que conceder en el mercado del suelo,


33
Concepto desarrollado por Lenin en el tercer quinquenio del siglo XX dentro de la teoría de la evolución de la sociedad burguesa, en la cual,
ésta evolucionaba desde el capitalismo de libre competencia hacia el imperialismo y desde los monopolios hacia el capitalismo monopolista de
Estado. El Capitalismo monopolista de Estado es una de las formas de la economía capitalista que se caracterizan por la transformación de las
empresas capitalistas privadas en empresas estatales y por el control del Estado sobre la vida económica del país. El capitalismo monopolista de
Estado no es sino una sumisión absoluta del Estado burgués a la economía capitalista, y, por tanto, a los monopolios, y no al contrario. Ver:
Lenin, V. I. (1917). El imperialismo, fase superior del capitalismo. Madrid, España.

51
lo recupera en el mercado de la vivienda. Así, la plusvalía no ha permanecido mucho tiempo en los
bolsillos de los propietarios no capitalistas.

La propiedad pública del suelo no es manejada de entrada en función del movimiento de las
sobreganancias localizadas: su asignación dependerá de las relaciones de fuerza políticas y de las
relaciones de dominio de clase que las determinan. El Estado monopolista generalmente interviene para
limitar la transferencia a la propiedad de la tierra de las rentas creadas por la explotación capitalista del
suelo: por consiguiente, la principal tendencia será la utilización de la propiedad pública del suelo en
provecho de intereses dominantes. El caso más característico es evidentemente, la “liquidación” de
terrenos públicos a favor del gran capital inmobiliario o industrial. El Estado asegura la liberación del
suelo, financia su acondicionamiento, y lo ofrece todo al sector privado al "precio de costo", es decir muy
por debajo de la renta potencial. No obstante, las contradicciones que vive el Estado y los aparatos
estatales podrán producir formas específicas de obstáculos respecto al suelo. Topalov menciona dos
importantes:

Primero, la gestión social del patrimonio público del suelo. Se ha visto que la realización de
equipamientos colectivos en terrenos públicos entran en contradicción con la transferencia de esos
terrenos al sector privado. La experiencia muestra que esta contradicción puede ser evitada asignando los
equipamientos sociales a los terrenos que son inutilizables por el sector privado. Las relaciones de fuerza
dentro del aparato estatal pueden también convertir la propiedad pública del suelo en un obstáculo para el
capital: así ocurre cuando las clases dominadas gozan de posiciones de poder en ciertos segmentos del
gobierno, por ejemplo, las comunas o las regiones, o los sindicatos en los países donde están integrados al
Estado e intervienen en el sector de la vivienda. En segundo lugar, explica la gestión capitalista de la
propiedad pública del suelo. Es decir, la venta de los terrenos públicos al sector privado, pero a un precio
máximo —a un precio que se acerca al nivel de la renta del suelo potencial. Esta situación no es normal
en el capitalismo monopolista de Estado; ya que éste no está allí para acumular, sino, por el contrario,
para desvalorizar los capitales públicos a fin de permitir la valorización de los capitales monopolistas
(Topalov, 1978).

Llegamos hasta aquí con la síntesis del análisis que realizó el profesor Topalov, a finales de los años 70,
sobre la cuestión inmobiliaria especialmente en Francia. Sus conceptos y previsiones contribuyen
directamente en la concreción de aquella “teoría de lo inmobiliario” reclamada por Lefebvre en 1972. Su
desarrollo evidencia la complejidad tanto del circuito inmobiliario, como de la participación de los
agentes en el sistema de promoción inmobiliaria. Sin embargo, Topalov consigue aclarar de forma
didáctica la comprensión del funcionamiento general del sector en el marco de la urbanización capitalista
con sus contradicciones. En adelante, el procesamiento de las ideas del profesor francés permitirá que
hagamos uso de sus categorías en el análisis del fenómeno urbano en Barcelona.

52
4.2. El circuito inmobiliario–financiero y la “burbuja” del alquiler en España

Isidro López y Emmanuel Rodríguez (2013) en el capítulo “Competitividad territorial y circuito


secundario de acumulación” del libro Paisajes devastados después del ciclo inmobiliario, editado por el
Observatorio Metropolitano de Madrid (OMM) abordan los aspectos de la economía política del espacio
español. Los autores describen al ciclo español entre los años 1995-2007 como un caso de paroxismo
dentro de un régimen de acumulación “exitoso” en el marco de la financierización, la globalización y el
mando neoliberal, basado en el aprovechamiento intensivo de los activos territoriales.

Bajo este esquema, López y Rodríguez plantean que la economía política posterior a la crisis de 1973 ha
creado una geografía a la medida de las necesidades de la creciente financierización del capital, la cual,
asociada a la imposición del nuevo mando neoliberal, se debe considerar como la gran solución a la crisis
de rentabilidad que –al menos en el bloque occidental– determina la desregulación y la liberalización
financiera. La consecuencia de la financierización, en términos espaciales, es una completa reordenación
de las relaciones entre las nuevas formaciones capitalistas y sus geografías concretas. Las escalas
geográficas se diversifican: a la llamada globalización sigue la descarga de ciertas funciones estratégicas,
ligadas a la competencia transnacional, en las regiones y ciudades. Al mismo tiempo, la financierización
capilariza y moviliza un uso cada vez más intensivo de los activos territoriales que son puestos al servicio
de la máxima expansión de unos mercados inmobiliarios progresivamente financierizados. En este
sentido, el crecimiento español de los años 1995-2007, que cabalgó de la mano del ciclo inmobiliario más
sostenido y profundo de todo el planeta, debe ser considerado no como una extraña y aberrante anomalía
económica, sino como un ejemplo canónico de estos modelos de acumulación.

La consolidación de España como nodo principal del circuito secundario de acumulación a escala global
ha significado, según López y Rodríguez, algo más que la puesta a disposición de la masa de capitales
desterritorializados como puntos de entrada para la inversión de alta rentabilidad en un periodo de
debilidad de las tasas de beneficio. Los autores consideran que a través de la extensión de la propiedad
inmobiliaria y un fuerte escalamiento en el uso del crédito, estas entradas de capitales se han filtrado por
la vía del mercado inmobiliario hasta capas poblacionales mucho más amplias que sólo las capas bajas.
En los quince años que duró el ciclo se reforzó un modelo de inclusión social, dependiente de los efectos
de riqueza que generaba el ciclo inmobiliario, al que, en otro lugar, hemos denominado “sociedad de
propietarios”. La base social de este peculiar modelo de economía política es la amplia capa de
propietarios de vivienda heredada de la política social franquista. Esta masa de propietarios ha terminado
convirtiendo su patrimonio en activos financieros en un mercado alcista y, desde ahí, en consumo
privado. Los autores recuerdan que en 1981, un 73 % de los hogares en España era propietario de
vivienda, muy por encima de los datos de otros países europeos que suelen estar en torno al 50 %, pero

53
este porcentaje había subido hasta un insólito 87% en 200734. En términos estrictamente económicos, ya
existía un precedente de efecto riqueza derivado del patrimonio inmobiliario durante el ciclo 1985-199235
que, con la ayuda de una coyuntura internacional volcada hacia las políticas de expansión del valor de los
activos financieros e inmobiliarios, estalló durante los años posteriores a 1995.

Sin necesidad de entrar en un análisis pormenorizado de cada una de las líneas de intervención que
configuran y propulsan el ciclo de crecimiento 1995-2007 (bastante estudiado), López & Rodríguez
resumen las grandes orientaciones en términos de las políticas estatales.


Fig. 3. Régimen de tenencia vs. tipo de Estado de Bienestar en la Unión Europea. Fuente: EUROSTAT, en: García-Almirall,
2016.

− Políticas de suelo fundamentalmente productivistas que se han encargado de poner en el
mercado las cantidades de suelo que ha requerido el ciclo económico y, en algunas ocasiones,
también medidas para incentivar el consumo del mismo. Esto se ha hecho desde al menos dos
modelos básicos, uno de potenciación del papel del propietario de suelo y otro de potenciación
de la figura del promotor inmobiliario que opera con o sin la propiedad del suelo.

− Políticas hipotecarias que han ido vinculando los mercados hipotecarios con los mercados
financieros, hasta convertir las hipotecas en uno de los principales activos negociables en los


34
También da señal de la fuerte «propensión» a la propiedad inmobiliaria de la sociedad española. Contribuyendo, por tanto, al más fértil de los
sustratos químicos para las dos burbujas inmobiliario-financieras de 1986-1992 y 1995-2007. Según el último dato disponible del Censo en el año
2001, más de 14 millones de hogares, el 82,2 % del total eran propietarios de vivienda. En el año 2012, sólo el 11,4 % de los hogares vivía en una
vivienda en régimen alquiler. Ambas cifras representaban el mayor y el menor porcentaje respectivamente de toda la Unión Europea.
35
La mejor explicación –según los autores– de los resortes de este ciclo financiero se sigue encontrando en José Manuel Naredo, 1996. La
burbuja inmobiliario-financiera en la coyuntura económica reciente (1985-1995), Madrid: Siglo XXI.

54
mercados financieros a través de su titulización. También se han ido desarrollando distintas
formas de ingeniería financiera para vincular el consumo doméstico a la subida de los precios de
la vivienda.

− Una política de vivienda que ha funcionado como incubadora de propietarios antes que como
satisfactor de necesidades sociales. En efecto, desde el Decreto Boyer de 1985, pasando por una
larga serie de deducciones fiscales a la propiedad de vivienda y, a partir de los años noventa,
por una reducción significativa de la provisión de Viviendas de Protección Oficial (VPO), se ha
conseguido apuntalar una de las tasas de hogares en propiedad más altas de todo el planeta.

− Unas políticas ambientales que han tendido a poner a disposición de los ciclos inmobiliarios, los
flujos de energía y materiales que requerían, sin que importasen los límites ecológicos a largo
plazo. En realidad, éste ha sido uno de los ámbitos, junto con la política de infraestructuras, en
los que el nuevo papel del Estado como coordinador de las máquinas de crecimiento ha sido más
conflictivo y ha dado lugar a fuertes conflictos distributivos entre Comunidades Autónomas.

− La política de infraestructuras de transporte conforma el eje central de la intervención del


Estado sobre el ciclo inmobiliario. Hay que recordar que en la construcción masiva de
infraestructuras se han jugado dos de los factores fundamentales para el desarrollo del modelo
territorial español: la colosal transferencia de recursos públicos hacia una oligarquía de
empresas constructoras que operan a escala global y la capacidad de generar rentas de posición
orientadas por los trazados de estas infraestructuras (López & Rodríguez, 2013:65-67).

En consonancia con el análisis lefebvriano sobre el neocolonialismo de los espacios de ocio en las
geografías del Mediterráneo, los autores plantean que la ventaja competitiva de la economía española en
la captación de flujos de capital sobre el circuito secundario reside en la larga “especialización
inmobiliario-turística” que comenzó a desplegarse en el desarrollismo franquista como respuesta al
fordismo español fallido, y que se añade al fuerte proceso de concentración e internacionalización de la
banca española y a una relativa especialización en actividades técnicas y de ingeniería. Efectivamente, los
autores explican que a partir de los primeros planes de desarrollo, la economía española encontró en el
desarrollo turístico, una forma de compensar el fuerte déficit exterior que generaba la importación de
bienes de capital y tecnológicos para el desarrollo industrial. Este modelo generó una configuración
territorial y un entorno construido ya adaptado a lo que serían los requerimientos del circuito secundario,
tanto en los modelos de movilización de la fuerza de trabajo y de intangibles, como en el propio
desarrollo físico de infraestructuras, al igual que en el ascenso de una nueva alianza de clase entre
propietarios de suelo, promotores inmobiliarios y banqueros, fuertemente respaldados por las políticas
públicas de la dictadura.

Desde que Lefebvre (1970/1972b) anunciara la “sociedad urbana”, la urbanización siempre ha sido un
proceso “revolucionario”; en efecto, varios agentes inmobiliarios dominantes en la actualidad
desempeñan ese rol revolucionario en la ciudad global. A medida que en España se consolidaba esta
ventaja competitiva convirtiéndose en una especialización territorial, también variaba el modelo de
captación de rentas desde lo que se podrían llamar “rentas turísticas directas” (demanda de consumo de
origen salarial procedente de los países industrializados), hacia un modelo en el que la máquina turístico-

55
inmobiliaria española comenzó a captar grandes flujos de capitales transnacionales. Quizá esta
superposición progresiva de modelos de extracción de rentas sea una de las representaciones más claras
del continuo escalamiento al alza del circuito secundario español. Es también interesante señalar que
mientras el modelo turístico-inmobiliario litoral español captaba estas rentas, internamente desarrollaba
un modelo de explotación intensiva del trabajo en el sector servicios (Figura 4), bastante alejado de las
dinámicas de aumento de cualificación y cobertura sindical que definían los modelos laborales de los
países emisores de turistas (López & Rodríguez, 2013). Este modelo de explotación ejecutado desde los
años 80 anticiparía la configuración de las siguientes tres décadas de arreglo espacial financierizado.


Fig. 4. Salarios reales 2008-2014. El promedio español perdió el 25% de su salario real en ese período. Fuente: Thomson Reuters
/ Financial Times, en Idealista, 2015.

4.2.1. La revolución de las Socimi 2013-2017: consenso en el mercado inmobiliario


español

El capital inmobiliario rentista que domina hoy la ciudad capitalista es el de los especuladores globales.
¿Quién es en la actualidad el agente determinante en el conjunto del precio de la demanda en España? La
especialización de la promoción inmobiliaria en el mercado financierizado español adoptó la forma de
“Sociedad Anónima Cotizada de Inversión en el Mercado Inmobiliario” (Socimi). Se trata de entidades
financieras especializadas en este mercado, que agrupan diferentes inversores, que generalmente cotizan
en bolsa y que se basan en operaciones de adquisición masiva de activos inmobiliarios. Fueron
autorizadas por la Ley 11/2009 de 26 de octubre en el gobierno de Rodríguez Zapatero, con el objetivo de
fortalecer y lubricar el mercado de alquiler. Pero fue una reforma de Mariano Rajoy que entró en vigor en
2013, la que provocó la expansión de las Socimi, como el último grito de las sociedades de inversión
“colectiva”: se reducía así de 15 a 5 millones de euros el capital mínimo para su constitución, pero, sobre
todo, se rebajaba del 19% al 0% el tipo del Impuesto de Sociedades que debían tributar. El impacto de

56
esta última reforma la resume un titular del diario El País de agosto de 2014: “Las Socimi animan el
Mercado con más de 1.600 millones en compras”.

¿Cómo operan y evolucionan los flujos de inversión inmobiliaria a través de estos vehículos
transnacionales? En esta parte revisamos los análisis del mercado financiero español para clarificar la
magnitud del poder al que se enfrenta la “sociedad urbana”. Consenso del Mercado (CdM) es el conjunto
de analistas financieros de España en reemplazo del Instituto Español de Analistas Financieros, cuyo
objetivo es aportar al análisis del mercado español, dejando atrás el tiempo en que solo entidades
extranjeras como Bloomberg, Thomson Reuters o Facset fijaban los precios objetivos36 (CdM, 2017).

El mercado inmobiliario recobra fuerza a partir del año 2014 debido a la recuperación de la
macroeconomía española, pero atado a la falta de alternativas de inversión para los ahorradores y la
existencia de buenos precios y rentabilidades. Según Díaz (2016) estas son dos razones suficientes para
que los ciudadanos estén derivando su dinero, desde los depósitos bancarios y la renta fija, hacia la
compra de vivienda. Afirma que el propio Banco de España, ponía de manifiesto que la rentabilidad de la
vivienda supera el 10% anualizado con datos del segundo trimestre de 2016, combinando el incremento
del precio de los pisos (+6,3%) con el rendimiento del alquiler (+4,6%). Esto viene acompañado de que
varias Socimi, creadas en el año 2009 centradas en la vivienda residencial empezaban a cotizar en el
MAB-Mercado Alternativo Bursátil37 (Ahorro Corporación Financiera, 2016). Para el otoño del 2016, se
dejaba claro que la construcción se beneficiaba de la baja rentabilidad de la renta fija y de los depósitos
bancarios (Díaz, 2016). Sin embargo, según el analista, la situación para el sector aún era crítica ya que la
aportación del sector de la construcción al PIB había llegado a caer hasta un 47%, y apenas había
recuperado un 8% desde el mínimo alcanzado en 2013. Fernando Barciela (2016) hacía un balance al
final del año afirmando que las cuatro Socimi que cotizan en el Mercado Continuo –Merlin, Axiare, Lar
España e Hispania– han tenido un 2015 bastante esperanzador. Sobre todo teniendo en cuenta que el
término “inmobiliario” seguía padeciendo de cierto estigma público, incluso entre los inversores. Al
cerrar el 2016, el CdM predecía que las Socimi volverían a repuntar en 2017.

Para Barciela, sin embargo, el mercado tuvo dudas, especialmente, por la inestabilidad política en el
gobierno español, que duró el tiempo suficiente como para llevar a muchos inversores a cerrar posiciones


36
El precio objetivo es el precio que estima un analista profesional, es decir, lo que en su opinión debería valer la acción de una empresa, la
forma de interpretar este dato es la siguiente: si está muy por encima del precio real significará que tendremos una recomendación de compra y
que la acción es barata y en el caso contrario, de que el precio objetivo se encuentre muy por debajo del precio real, sería una recomendación de
venta, por lo tanto la acción sería cara. Normalmente el precio objetivo de una acción suele ser mayor que el de la cotización de la empresa en ese
momento. El precio objetivo se podría interpretar como el ‘precio justiciero’ de esa acción. Imaginemos que una empresa, cualquiera, cotiza a 20
euros y los analistas prevén que su precio objetivo es 25 euros. La forma de interpretación es que esta acción debería cotizar a 25 euros y si cotiza
por debajo de este precio, es un precio barato.
37
Este mercado se diferencia del Mercado Continuo de Valores, al contar con una regulación creada especialmente para las SICAV, Empresas de
Capital Riesgo y pymes en expansión. Se constituyó oficialmente en España en el año 2006. Uno de sus objetivos era facilitar a empresas
pequeñas y medianas un acceso sencillo y eficiente al mercado de valores, y que estas empresas en expansión puedan beneficiarse de las ventajas
del mercado.

57
en estos valores, y retirarse en espera de señales claras: unos efectos agravados ya que la mayor parte de
los inversores presentes en estas sociedades son extranjeros. En cuanto empezaron a escuchar campanas,
dieron orden de vender. ¿A que le tenían miedo? Básicamente a que un nuevo gobierno de izquierda
revise la legislación sobre las Socimi –sobre todo sus ventajas fiscales– explica Barciela. Ya antes de la
investidura de Mariano Rajoy, estos títulos reanudaron la senda ascendiente del 2015. Las cuatro grandes
Socimi tenían al 2016 una capitalización conjunta de 7.687 millones de euros, a lo que habría que añadir
casi otras 30 pequeñas Socimi en el MAB.

Con lo alentador de los pronósticos al cierre del 2016, hay que decir que el 2017 fue un auténtico “éxito”
para el mercado inmobiliario. Testa Residencial arrancaba el año recibiendo 3.300 pisos de los bancos
Popular, BBVA y Santander. Para febrero de 2017 se anunciaba que la vivienda usada subía un 7,37%
gracias a los inversores, que ya eran el 28% de los compradores (Tramullas, 2017). Así, el precio de la
vivienda de segunda mano se recuperaba vertiginosamente en España. De acuerdo al Informe del
Mercado de la Vivienda (IMV) del segundo semestre del 2016 el precio alcanzó los 1.690 euros/m2, lo
que supone un incremento del 7,37% con respecto al mismo periodo del 2015. “Parece que invertir en
ladrillos ya no produce el miedo de años anteriores y están entrando inversores que ven en la compra para
alquilar, sobre todo en grandes ciudades, una opción válida ante la falta de alternativas” (Tramullas,
2017:1). Sin embargo, muy a pesar de los inversores, este precio todavía está muy lejos del máximo
alcanzado en 2006, cuando era 3.489 euros/m2. El estallido de la burbuja inmobiliaria infligió un “severo”
correctivo al sector devaluando la vivienda un 58,76% en el primer semestre de 2013. Desde entonces, el
precio se ha recuperado un 17,4%, pero no habría posibilidad de una nueva burbuja inmobiliaria,
explicaba García Montalvo, coordinador del IMV. “La vivienda nueva dominó el mercado durante los
años del boom inmobiliario pero esa situación no va a volver…seguirá siendo el mercado de segunda
mano el que domine. De este modo, los pisos en alquiler están experimentando un auge importante. El
precio sube y los pisos se alquilan cada vez más rápido” (Tramullas, 2017:1).

F. Rodríguez (2017) señalaba que las cuatro grandes Socimi cotizan el favorable ciclo económico, la
recuperación del mercado inmobiliario y las buenas condiciones fiscales de este tipo de sociedades. El
mercado está muy positivo con el sector y espera lo mejor en los siguientes 3 o 4 años. José Benito de
Vega (2017) explicaba que el modelo de negocio que tiene Axiare38 consiste en la compra de activos
inmobiliarios para su explotación a través del alquiler. El objetivo que persigue la compañía es añadir
valor al inmueble y maximizar su eficiencia operativa y rentabilidad, con el fin de atraer mayores flujos
de efectivo y una revalorización que se traduzca en un atractivo retorno para el accionista. A finales de
2015, la cartera de la compañía estaba valorada en 859 millones, de los cuales un 72% eran oficinas
ubicadas en “espacios premium” en Madrid y Barcelona.


38
Socimi salida a Bolsa en julio de 2014, con una revalorización del 45%, ha sido la mejor evolución de las Socimi cotizadas (Benito de Vega,
2017).

58


Fig. 5. Progreso del precio del alquiler en Barcelona 2013-2017. Fuente: Institut Català del Sòl, en Ortega, 2017.

El analista F. Barciela regresaba para el verano del 2017, dando muestras del aliento del sector y las
razones de su éxito: “Casi 10 años después del estallido de la gran burbuja inmobiliaria, España vuelve a
mostrarse emocionada con su particular habilidad para reactivar el ladrillo en todos sus formatos.
Emocionante es la palabra, porque el espectacular revival del sector –por el que nadie apostaba hace tres
o cuatro años– es tan fuerte que no hay día que no genere artículos e informaciones que podríamos
calificar de eufóricos…” (Barciela, 2017:1). Casi al mismo tiempo, luego del primer semestre del 2017, el
IMV, sin embargo, ponía alertas por primera vez acerca de la posibilidad de formación de una nueva
burbuja: “…En este sentido, si fuese verdad (como apuntan algunas voces), que se está iniciando una
nueva burbuja, esta burbuja sería muy distinta de la anterior (y mucho menos dañina) pues no está basada
en el crédito sino en el ahorro” (García-Montalvo, 2017:6). En el documento se advierte que los riesgos
potenciales es que el incremento de los alquileres en ciudades como Madrid o Barcelona está generando
una cierta premura por la compra en algunos potenciales compradores. La sensación del “ahora o nunca”
puede poner presión adicional sobre los precios. A esto ayuda que el mercado de viviendas en alquiler
mantiene en los tres últimos años una rentabilidad bruta muy estable, registrando en el último trimestre un
4,3% (rentabilidad muy superior a la de la mayoría de activos alternativos). Y en algunas zonas de las
grandes ciudades (como el distrito Ciutat Vella en Barcelona) con mayor incremento de precios, los
alquileres turísticos están ofreciendo rentabilidades por encima de los dos dígitos. El informe es
consistente en señalar que alrededor del 30% de las viviendas de segunda mano las están comprando
inversores (García-Montalvo, 2017).

59
4.2.2. Impulsores de la ‘nueva burbuja’ y sus consecuencias sociales

A diferencia de la estimación de los riesgos realizado por el IMV, los analistas del mercado financiero
coinciden que estamos alejados de una nueva burbuja (Díaz, 2016; Tramullas, 2017), pero debemos
matizar su análisis. Pues, que no se alcancen las cifras “medias” del pinchazo en relación al precio de la
vivienda y del alquiler, es una cosa; pero tal lógica, no significa que varias ciudades como Barcelona o
Madrid no hayan entrado en un proceso acelerado de formación de una “nueva burbuja” con efectos
distintos a los de la “gran recesión” desde el 2008. En los dos últimos años, los alquileres han escalado en
Barcelona más de un 25% en los barrios “mejor preparados del centro turístico” y siguen acelerándose
mientras los desahucios por impago del alquiler ya superan con creces a los de vivienda habitual
(Apilánez, 2017).

Jaime Palomera (2017), investigador-activista urbano, fundador y vocero del recientemente creado
Sindicato de Inquilinos de Barcelona, afirma que “el Sindicat les permitió darse cuenta de hasta qué punto
desconocían la ley que les hace la vida imposible”. Por ejemplo, familias que no se pueden creer que el
propietario les mande un burofax anunciándoles que ahora les cobrará 1400 euros en lugar de 700. Y que
si no les gusta, tienen un mes para largarse. Vecinas que alucinan cuando, a los 3 años, les escribe un
administrador para decirles que la propiedad ha decidido no renovar el contrato, sin justificación alguna,
y que tienen 30 días para dejar su hogar. Palomera explica que este atentado se debe, en gran medida, a la
Ley de Arrendamientos Urbanos que está orientada a favorecer la especulación, al haber sido reformada
en 2013 (BOE: Ley 4/2013), con la reducción de la duración de los contratos (de 5 a 3 años), permitiendo
que cualquier familia, independientemente de su historia y relación con la vivienda, pudiera ser
desahuciada si se retrasa en un solo pago del alquiler. Hoy en día, una familia retrasada en un pago de su
alquiler y que haya sido denunciada por ello, tiene solo 10 días para realizar el pago y evitar la orden de
desahucio (Palomera, 2017).


Fig. 6. Desalojo de varias familias en el edificio número 151 de la calle Entença comprado por un inversor. Fuente: Castán, 2017.

De forma paralela, luego de que los grandes bancos se hayan convertido en las mayores inmobiliarias del
país, había que sacar aquel enorme stock de vivienda, proveniente de desahucios hipotecarios, al mercado

60
(Palomera, 2015; Apilánez, 2017). El gobierno consciente de que las generaciones más jóvenes (que son
generalmente la base del mercado inmobiliario) no podrían acceder al crédito hipotecario, junto a los
poderes públicos, facilitó que la inversión (especulación) pudiera trasladarse al campo del alquiler. En un
contexto en el que aumentaba la demanda de vivienda en alquiler, se recortó la duración de contratos y
facilitó el desahucio para asegurar que haya mayor circulación en el mercado y que los precios se
recuperen mucho más deprisa. Además en 2012, como hemos analizado, el Estado decidió dar todos los
privilegios fiscales a las Socimi (BOE: Ley 16/2012). “Nos guste más o menos, el alquiler ha venido para
quedarse. La mala noticia es que nos están triturando a base de bien. La buena, que no nos queda otra que
empezar a darle la vuelta a la situación” (Palomera, 2017).

Así, nos aproximamos a la naturaleza de una nueva burbuja en Barcelona, descartando que sean unas
clases medias o unos europeos acaudalados los que expulsan a los que menos tienen. La búsqueda de su
origen nos ha llevado a examinar el asenso del circuito inmobiliario en la urbanización capitalista, su
evolución y trasvase al circuito financiero de renta inmobiliaria, circuito especializado en un capital
ficticio de segunda generación, que no conoce rotación, sino fundamentalmente cambios de propietario, y
que se consolida con cada metro cuadrado alquilado. Se reafirma que hoy el suelo barcelonés, como el de
muchas otras ciudades, es un valor refugio para el capital internacional y grandes fondos inversores.
Siguiendo a Topalov, es más claro aún, que lo que estamos viviendo tampoco responde al cuento de “la
oferta y la demanda”. Los poderes públicos de Barcelona, Cataluña y España hace tiempo que han dado
luz verde a la formación de esta “nueva burbuja” con leyes como las 11/2009, 16/2012 y 4/201339. La
apuesta por el alquiler es entonces la clave de bóveda de la recomposición de la burbuja inmobiliaria y
sus élites asociadas. Esto afianza la constitución de una “Barcelona Premium” para los especuladores
globales, además por la existencia de un parque de alquiler muy superior al del resto del estado (30% del
total de viviendas), y como nos recuerda Apilánez (2017), para la hegemonía local de una alta burguesía
rentista (alrededor de la todopoderosa Caixa y de gigantes inmobiliarios como Núñez y Navarro) con
potentes socios internacionales.

Palomera (2017) también sugiere descartar el mito de una demanda cada vez más solvente que expulsa a
los vecinos menos pudientes (gentrification), en la medida de que lo que está sucediendo, sobre todo, es
un estrangulamiento cada vez mayor de quienes ya vivían de alquiler. Los datos no engañan: los catalanes
destinan más del 46% del sueldo bruto mensual a pagar sus rentas inmobiliarias (Sindicat de Llogaters,
2017). Y distritos como el de Ciutat Vella encabeza la lista de los más caros para alquilar una vivienda de
toda España. Su precio medio se situó (octubre, 2017) en 19,8€/m2 al mes (Idealista, 2017). Palomera, en


39
Leyes consolidadas en el BOE: Ley 11/2009, de 26 de octubre, por la que se regulan las Sociedades Anónimas Cotizadas de Inversión en el
Mercado Inmobiliario; Ley 16/2012, de 27 de diciembre, por la que se adoptan diversas medidas tributarias dirigidas a la consolidación de las
finanzas públicas y al impulso de la actividad económica; y, Ley 4/2013, de 4 de junio, de medidas de flexibilización y fomento del mercado del
alquiler de viviendas.

61
medio de esto, considera que el movimiento por el derecho a la vivienda también se está renovando40.
Desde el Sindicat, la acción se resume –en palabras de Palomera– en “lucha y solidaridad”; sobre las
estrategias de estos movimientos trataremos más adelante.


4.2.3. Rentismo colaborativo: Airbnb como integrador de nuevos agentes en el circuito
inmobiliario–financiero

El multiculturalismo en el centro de la ciudad…La Rambla del Raval es un punto de encuentro


para comer y disfrutar de la vida callejera. Residentes de otros barrios vienen a La Rambla del
Raval. En esta avenida llena de vida se juntan modernos, turistas, okupas, artistas callejeros,
barceloneses y paradas de souvenirs…Una atracción turística con sabor local… (Airbnb, 2017).


Fig. 7. Áreas de aglomeración de habitaciones en alquiler dentro de Ciutat Vella ofertadas por Airbnb que cuentan con
licencia de turismo. Fuente: Trescientosmil kms, 2017.

Este es sólo un pequeño extracto publicitario (sobre las 100 “delicias” para conocer un barrio en
Barcelona) que evidencia cómo la empresa Airbnb explota un barrio del casco antiguo de la ciudad (en
este caso) para captar la máxima demanda posible de visitantes que, través de su plataforma, rentan
temporalmente espacios privados, en su gran mayoría previstos originalmente para el uso de residencia
habitual. Dejando, además, en evidencia su estrategia de mercantilización y globalización de la cultura,
sujeta a los procesos que Harvey (2001/2007b) definió como “el arte de la renta”. Se puede constatar, que
este rentismo basado en una cadena de esfuerzos colaborativos entre diversos agentes 41 , procura
rentabilizar incluso la presencia de “okupas” en el espacio como un capital simbólico colectivo. David
Harvey en su búsqueda de ampliar la teoría de la renta incluyó la producción colectiva de la cultura como
un activo que el mercado explota para encontrar nuevas “marcas de distinción” para los territorios
urbanos. Así, este nuevo conjunto de agentes (integrados por Airbnb dentro del circuito inmobiliario) se

40
“Bloques por la dignidad vecinal”: Bloque Las Delicias, Entença 151, Leiva 37, Roger de Flor 209 o Lancaster 7,9-11,13; entre otros. Uno de
los retos proclamados por el Sindicat de Llogaters dice: “por un lado, resistir y ganar batallas: frenar las subidas abusivas y las no-renovaciones.
Por otro, transformar las leyes que hacen de la especulación el principio rector de nuestra vida urbana”.
41
Propietarios no capitalistas (anfitriones), publicistas y emprendedores de toda índole de la industria turística, y usuarios (huéspedes) seducidos
a pasar a ser algún día anfitriones, etc.

62
reproducen, explotando capital cultural antiguo y nuevo, que gradualmente se sedimenta en una ciudad
dada (como formas de sociabilidad, calidad de vida, producción de arte, tradición gastronómica, y un
largo etcétera). El ensayo de Harvey es uno de los pocos análisis que revela las asimetrías políticas que se
pueden encontrar dentro de los comunes culturales más celebrados. Vincula la producción intangible y la
acumulación de dinero, no a través del régimen de propiedad intelectual, sino a través de una explotación
parasitaria del dominio inmaterial por parte del material (Pasquineli, 2014). De este modo, el rentismo
colaborativo no es sino otra forma de depredación inmobiliaria que está contribuyendo, con el favor de un
capital simbólico colectivo, a inflar la demanda de alquiler turístico, y por ende, la nueva burbuja del
alquiler, con efectos sociales destructivos.

Airbnb parte de la premisa de que a partir de una plataforma digital se va a generar redistribución de la
riqueza en la ciudad. Sin embargo, en opinión de Jaime Palomera, ninguna plataforma técnico-digital va a
generar más colaboración e igualdad en una ciudad. Eso dependerá en cierta medida de las regulaciones
políticas. Por tanto, siguiendo a Palomera, es falso que haya un cambio de paradigma de la competición a
la cooperación, dado que el sistema (circuito inmobiliario financiero) absorbe la capacidad cooperativa de
los sujetos. Marx ya hablaba de cómo la cooperación en la fábrica del S.XIX se hacía con arreglo a un
plan de extracción de la mayor plusvalía. En el fondo, lo que venía a decir Marx es que no hay capital sin
cooperación. Cuanto más excedente, mayor el circuito de valorización. La pregunta es si existe lo mismo
en una ciudad, si la cooperación se ordena con ajuste a un plan para extraer el mayor plusvalor urbano. Lo
cual, el rentismo colaborativo alrededor de Airbnb confirmaría al disponer de la ciudad como un conjunto
de recursos (propiedades de uso no capitalista, capital simbólico colectivo, etc.) coordinados para extraer
el mayor valor posible.

Aquí también, el concepto de “empresarialismo urbano”, de Harvey, nos ayuda a entender mejor la
contraparte de los poderes públicos y en los que profundizaremos más adelante. Harvey señala que los
poderes locales de la ciudad post-industrial se centran en maximizar el atractivo urbano para atraer capital
financiero. Así, la inversión pública se convertía en el motor de la reestructuración del territorio, desde la
misma liberación (recalificación) del suelo. Entonces, la ciudad “marca” pone a funcionar dinero público
(desvalorizado) para hacer atractivo el territorio y atraer inversiones privadas. Todo empresarialismo
urbano implica políticas de coalición y la formación de alianzas de clase. Según Palomera, en Barcelona,
esos pactos los encarnó el Partit dels Socialistes de Catalunya. Este síntoma también se expresaba en
aquello que la FAVB y los urbanistas de los 90 denominaron como “urbanismo concertado” 42 ,
refiriéndose al conjunto de operaciones que se llevaban a cabo entre el Ayuntamiento y los propietarios
de suelo, constructores o grandes promotores, y que necesitaban la aprobación de la Comisión de
Urbanismo de la Generalitat de Cataluña. Su realización obligaba a modificar o a vulnerar las


42
Editorial de la revista Carrer que llevaba el título “Futur urbanístic de Barcelona”, escrita por la Federación de Asociaciones de Vecinos de
Barcelona en el año 1993 (Fig. 8).

63
calificaciones urbanísticas del suelo, aumentando el volumen de construcción en las zonas de alto
rendimiento a cambio de alguna parcela o porción de zona verde... (FAVB, 1993).

Este urbanismo concertado, al parecer, encubriría las lógicas de un gobierno “neoliberal” fundamentadas
en las alianzas entre el sector público y privado, como vehículos clave para atraer financiación externa,
inversiones directas y nuevas fuentes de empleo. Harvey llama al espacio donde se ejecutan tales
operaciones: “ciudad emprendedora”, porque es de ejecución y diseño especulativo. El sector público
asume gran parte del riesgo, mientras que el sector privado obtiene gran parte de los beneficios. Así, la
estrategia de este tipo de ciudades en un mercado global, como hemos visto, es construir un relato que las
haga únicas. La tercera cuestión, además de la cooperación y del emprendizaje urbano, sería el arte de la
renta para poder controlar un bien que es irreproducible, que es único e irrepetible. En resumen, esta sería
la base de la fórmula del rentismo colaborativo para generar rentas de monopolio: la conversión de la
ciudad, o de un sector de la ciudad, en un circuito de valor atractivo para la inversión, entendiendo que lo
que está en juego es la producción de marcas especiales de distinción vinculadas a un lugar determinado.


Fig. 8. El futur urbanístic de Barcelona (entrevista a funcionarios urbanistas responsables de la gestión de los proyectos y la
planificación urbanística en la ciudad post-olimpiada). Recorte periodístico, Revista Carrer, 17, p. 9. Fuente: FAVB. (1993, Julio).







64
4.3. La verdadera batalla por Barcelona


En gran medida, Lefebvre (1972/1983) anticipa una nueva forma de dominación en las condiciones de
vida de la población, sometida al auge del subsistema del capitalismo rentista, en el que todos los
escenarios se reúnen para un dominio perfecto, para una refinada explotación de la gente, explotada a un
tiempo, en tanto que, productores, consumidores de productos y consumidores del espacio. En un lúcido
texto, marcado por el enfoque lefebvriano más anarquizante, titulado “La verdadera batalla por
Barcelona”, el economista Alfredo Apilánez (2017) sintetiza la situación de la Barcelona actual. De
acuerdo a Apilánez, la tormenta perfecta está servida: precarización de las condiciones de vida de unas
clases populares víctimas de la devaluación salarial y la pobreza rampante; las masivas inyecciones de
liquidez del Banco Central Español, canalizadas hacia la banca privada y los fondos oportunistas; el
volcado hacia el alquiler de miles de viviendas procedentes de los despojos del colapso de 2008; la
eclosión de las Socimi; y la invasión vertiginosa del alquiler turístico propulsado por la plataforma
Airbnb, conforman un ciclón especulativo que torna prohibitivo el acceso a un bien básico para enormes
bolsas de población. “Su absoluto desvalimiento se agudiza con la complicidad flagrante de los dueños
del BOE –con las sucesivas reformas de la neoliberal LAU y las exenciones fiscales del que disfruta el
arrendador en detrimento del arrendatario– con los intereses del sindicato de caseros” (Apilánez, 2017:4).

Se suman a la tormenta “los fondos de capital-riesgo como Blackstone, la infausta SAREB –el llamado
banco malo, financiado con dinero público procedente del rescate europeo; y los 4 grandes bancos
‘supervivientes’ de la hecatombe, convertidos en grandes propietarios capitalistas del país tras la plaga de
embargos hipotecarios, operando como nuevos caseros del alquiler profesional” (Ibid:5). Además, en el
caso de Barcelona no se puede despreciar el enorme potencial como meca turístico-congresual que la
convierte en el foco estacional para los especuladores globales y en la diana predilecta del ataque de los
financistas. En 2016, según Apilánez, la inversión inmobiliaria en la ciudad fue de casi 2000 millones de
euros, que significa el 85% del presupuesto global del Ayuntamiento y el 20% del total de todo el país.
Mientras tanto, el “ayuntamiento del cambio y la regeneración democrática” (Guanyem Barcelona, 2014)
liderado por Barcelona en Comú, asiste desbordado ante la avalancha inmobiliaria, llegando a reconocer
su propia impotencia ante la escala de un problema estructural.

65
4.3.1. Tres cuartos del gobierno de Barcelona en Comú: ¿al municipalismo del cambio
se lo lleva el capitalismo urbano?

… Estamos perdiendo Barcelona y queremos recuperarla… No nos podemos permitir un bloqueo
institucional desde arriba que nos deje sin futuro. Tenemos que fortalecer, más que nunca, el
tejido social y los espacios de autoorganización ciudadana. Pero ha llegado la hora, también, de
reapropiarnos de las instituciones para ponerlas al servicio de las mayorías y del bienestar
común… Para demostrar que lo sabemos hacer de otra manera tenemos que ir paso a paso. Y el
primer paso es empezar por aquello que conocemos de cerca: el ámbito municipal, nuestra
ciudad, nuestros barrios… (Guanyem Barcelona, 2014).


Fig. 9. Diagrama de barrios de Barcelona. Panfleto de campaña para la inscripción de la candidatura para las elecciones
municipales. (Guanyem Barcelona, 2014).

Consideramos necesario realizar un breve balance orientado desde el análisis puntual, tanto del conjunto
de promesas del discurso urbano del Ayuntamiento, como de su materialidad, resuelta a lo largo de casi
tres años, en las estrategias, políticas y acciones. Entendemos que el balance de la política del espacio
social urbano (a sólo un año del término del mandato) nos ha permitido comprender, en principio, sus
límites, y más adelante, sus contradicciones. Por ello, además de destacar la voz oficial –recogida tanto de
los servicios de prensa del Ayuntamiento como de la propia Alcaldesa y de las autoridades de urbanismo
y de vivienda– es fundamental realizar el examen de las voces fuera de las instituciones (sujetos, en gran

66
medida, que dieron impulso teórico a la candidatura y acompañan el proceso de Barcelona en Comú a una
distancia crítica).

Con el renacer de la fuerza de los barrios43, en retirada desde los años 90 y agitada desde mayo del 2011,
se hace posible la candidatura de Ada Colau para impulsar desde un “espacio decisivo” como Barcelona,

… la rebelión democrática que hace falta. En primer lugar, porque ya cuenta con un tejido
asociativo y reivindicativo capaz de hacer realidad proyectos de cambio ambiciosos. En segundo
lugar, porque una rebelión democrática en Barcelona no sería un fenómeno meramente local.
Conectaría con muchas iniciativas hermanas que buscan romper desde abajo con el actual
régimen político y económico. En nuestro país, en el conjunto del Estado y en Europa…
(Guanyem Barcelona, junio 2014).

Desde la primera apuesta realizada en el “Manifiesto” de la candidatura Guanyem Barcelona, en junio
2014, se plantea un riesgo complejo a la hora de asumirlo. Por una lado se reconoce la importancia de una
Barcelona “acogedora”, y simultáneamente, se dispone a “plantar cara a los grandes lobbies financieros,
inmobiliarios y turísticos”. El peso específico de la arremetida contra las fuerzas globales en el discurso,
sin el acompañamiento de medidas que puedan comprobarse efectivas en ese momento, fagocitó
rápidamente la pulsión y la energía social de la gente, que generosamente apoyó el proyecto en las urnas.

… No queremos una ciudad que venda el patrimonio urbano al mejor postor. Queremos
instituciones que impulsen medidas fiscales y urbanísticas que acaben con la especulación de
suelo y fomenten políticas energéticas y de transporte ecológicamente sostenibles… Vivimos
tiempos excepcionales que exigen iniciativas valientes y creativas. Si somos capaces de imaginar
otra ciudad, tendremos el poder de transformarla (Ibíd.).

En este punto, se pueden discernir al menos dos limitaciones inmediatas. En primer lugar, la realización
de un proceso transformador de las estructuras globales (sin el Estado) con el convencimiento de la fuerza
de las alianzas o redes de ciudades hermanas, supone serias dificultades de legislación, gobierno y
ejecución para llevar a cabo dicho proceso. Lo que planteaba su fragilidad sin aún haber conquistado el
Ayuntamiento. En segundo lugar, se evidencia una contradicción, al pretender dentro del mismo
programa, que la ciudad siga siendo acogedora con los flujos globales. Al no plantearse atacarlos en su
origen o recorrido, sino más bien, regularlos (domesticarlos) en sus terminales espaciales, se confirma
que el Ayuntamiento no pensaba actuar con el Estado. A pesar de ello, en apariencia, este punto muerto
podía superarse con la acción (revolución) de los “de abajo”; pero a los vecinos se les ha prometido
luchar por ellos, enfrentar a los depredadores globales por ellos, a cambio de que sigan siendo receptivos
con quienes devastan progresivamente su derecho a permanecer en la ciudad. Esto implicaría una
contradicción de origen en el programa de Barcelona en Comú.

En cuanto a las promesas de vivienda y suelo, Guanyem Barcelona (junio, 2014) en su documento ¿Por
qué queremos ganar Barcelona? Principios y compromisos para iniciar un camino, anunciaba una

43
Los barrios de Barcelona, de acuerdo a numerosos autores (Ver: Oyón, 2003; López, 2013; Magro Huertas, 2014; Aricó et al., 2016b) han sido
protagonistas históricos de una tradición libertaria y asociativa.

67
política municipal: que luche contra los desahucios (causa histórica de A. Colau y la Plataforma de
Afectados por la Hipoteca PAH); que priorice la vivienda social, en alquiler, cooperativa o en cesión de
uso; la construcción de un registro exhaustivo de pisos vacíos y “sanciones efectivas a las entidades
financieras y a los grandes propietarios que hagan un uso antisocial de la vivienda”. Daría la impresión
que, en el orden del paquete legislativo aplicado para la flexibilización del “mercado del alquiler” y la
atracción de inversiones inmobiliarias, se sumó una eficaz presión institucional, impulsada por los
Ayuntamientos y la Generalitat (a través de la Ley 14/2015 y su ampliación: Ley 4/2016)44 para poner en
circulación el inmenso estoc de viviendas vacías en propiedad de la banca y grandes tenedores. Siguiendo
el análisis de Topalov, sabemos que –más allá de las recaudaciones del impuesto a los pisos vacíos de
forma injustificada y la obligación de realojamiento por desahucio– en el sistema de promoción
inmobiliaria rentista (circulación de inmuebles de segunda mano) no existe rotación de capitales
productivos, sino únicamente rotación de propietarios y capitales especulativos. Por tanto, al aumentar la
velocidad de circulación en la comercialización del estoc de vivienda (reducción del tiempo de
inmovilización) se incrementa la tasa de ganancia neta en la operación del promotor-inversor (Socimi), lo
que repercutiría directamente en la tendencia alcista del precio del alquiler. De este modo, será necesario
evaluar en el futuro, si estas medidas de orden paliativo para proteger a grupos altamente vulnerables
(desahuciados, personas sin techo, etc.) por medio de la imposición de la circulación de la oferta de
vivienda privada, y que pretenden regular los precios del mercado, han resultado a la larga, en un
potencial impulso a los desahucios por impago de alquiler de otros grupos sociales que antes no eran
vulnerables.

Janet Sanz, Teniente Alcalde de Urbanismo del gobierno de BeC, en octubre del 2015 publicaba un
artículo de opinión titulado “Guanya l’urbanisme del bé comú” en el cual se expresan las primeras
acciones para combatir las operaciones urbanísticas especulativas a propósito de la renuncia del promotor
a desarrollar el proyecto de un hotel de lujo en el edificio del Deutsche Bank:

La operación que diseñó el anterior gobierno municipal de CiU, con el apoyo del PP, orientada
a permitir la construcción de un hotel de lujo en el edificio que ocupa el Deutsche Bank,
implicaba, por delante de cualquier otra consideración, un claro desequilibrio volumétrico, una
agresión urbanística en un espacio sensible y débil, pero a la vez bien relevante, como es el
cruce entre la Diagonal y el paseo de Gracia. Hace unas semanas recibíamos la buena noticia:
el promotor, grupo de inversión KKH, renunciaba al proyecto de hacer un hotel de casi 100
metros de altura en ese delicado y débil cruce… (Sanz, 2015).

Sanz señala que la operación planteaba una forma de hacer ciudad “predemocrática y obsoleta,
rompiendo el consenso político y profesional forjado en los años ochenta y noventa”. Que un único motor
real de la operación es la obtención de una alta rentabilidad privada, un “negocio inmobiliario redondo,
sin vinculación al interés ciudadano”. Según la teniente de alcaldía, ante esta lógica “porciolista y


44
Leyes consolidadas en el BOE: Ley 14/2015, de 21 de julio, del impuesto sobre las viviendas vacías. Ley 4/2016, de 23 de diciembre, de
medidas de protección del derecho a la vivienda de las personas en riesgo de exclusión residencial.

68
especulativa”, hay que defender el acuerdo democrático en torno a la preservación de los tejidos urbanos
del centro de la ciudad, y hay que defender un urbanismo transparente y democrático, sin subordinación a
ningún interés privado. Precisamente en esos días, el Ayuntamiento sacó adelante una suspensión de
licencias de todos los alojamientos turísticos. En su nota, Sanz aclara que el objetivo de la moratoria no es
detener o prohibir hoteles. Su objetivo es “permitir un debate real sobre la carga turística de nuestros
barrios y decidir entre todos con un plan de regulación dónde y cómo se debe repartir esta carga turística
para preservar la cotidianidad y la vida en las calles”. Vemos nuevamente en las declaraciones de la
responsable de Urbanismo, por un lado, la retórica del debate democrático y la transparencia,
acompañada de la acogida generosa a las inversiones globales:

El actual gobierno no tiene nada en contra de los hoteles, ni de las inversiones; bienvenida
aquella inversión que pueda aportar una propuesta arquitectónica de calidad en la ciudad,
faltaría más. Ahora bien, hoteles y propuestas arquitectónicas deben cumplir unas reglas del
juego iguales para todos, y sin opacidad. No hay lugar para el trato de favor. Toda decisión pasa
por la defensa del interés público, el de todas y todos, el común (Sanz, 2015).

Por otro lado, en las palabras de Sanz se muestra muy bien la defensa por parte de los “comunes” de la
gestión urbanística maragallista (1982-1997), planteados desde el primer momento, en la esfera
comunicacional, a establecer la discontinuidad entre el modelo Porciolista y la “agenda urbana” del siglo
XXI en el gobierno de la ciudad. En sentido contrario a lo que hemos propuesto junto a otros autores
(Aricó et al., 2016a; Delgado, 2017; Jiménez-Pacheco, 2017a) sobre la continuidad urbanística en la
ejecución del proyecto neoliberal, desde los años ochenta hasta el año 2015, en el cual, empezaría un
ciclo subsidiario del mismo proyecto con los matices que procuramos definir.

Por otra parte, la crítica (desde los aliados) a la capacidad de gestión de los “municipalismos del cambio”
encarnados en la particularidad de Barcelona y BeC no se haría esperar, llegando incluso meses antes del
“cumplimiento” del primer año de mandato. Rubén Martínez de la Fundación de los Comunes ya en
noviembre del 2015, sostenía que el Ayuntamiento de Barcelona está diseñado para que todo siga igual si
no hay voluntad política para cambiarlo. Citando a M. Monereo45, Martínez recordaba que el punto de
inflexión clave para los ayuntamientos del cambio es que no deberían ser mediadores que gestionen el
conflicto, sino máquinas que organicen el conflicto, apelando a trascender de las capacidades
comunicativas hacia las organizativas. En el mismo llamado, reconocía con cierto optimismo que la
candidatura y ahora administración de BeC se ha comportado como un laboratorio de ingeniería social
que ha sabido cooptar e institucionalizar la producción social; y que la dinámica de relación entre
Administración Pública y movimientos está más cerca que nunca de poder ser cambiada. “Lo que
garantiza los derechos no es el Estado, sino la correlación de fuerzas sociales. Lo que garantiza el derecho
a la ciudad no es el Ayuntamiento, sino la revolución municipalista” (Martínez & Forné, 2015). Tres
meses después, en febrero del 2016, estas expectativas se iban transformando en críticas, el propio

45
Manolo Monereo (1950), intelectual, ex miembro del Partido Comunista de España, formación de la que habría sido expulsado en 1978, y
actual diputado por la provincia de Córdoba, parte del Grupo Parlamentario Confederal de Unidos Podemos-En Comú Podem-En Marea.

69
Martínez escribía sobre los retos de los municipalismos, dejando ver que los límites del Ayuntamiento de
Barcelona para resolver problemas estructurales son profundos.

Con suficiente voluntad política –y consenso en el consistorio– un Ayuntamiento permite


compensar los efectos de las crecientes desigualdades sociales, pero no hacerlas desaparecer. El
bajo techo con el que topan las acciones de gobierno deja claro que no existe nada parecido a
unas palancas institucionales que eliminan automáticamente los problemas estructurales. Lo que
sí existen son varias capas funcionariales dispuestas a reproducir una y otra vez el rumbo
institucional acumulado. Esa inercia institucional lleva adjunta una invitación al ‘gestionalismo’
que amenaza con absorber el trabajo cotidiano del gobierno local (Fundación de los Comunes,
2016).

Prácticamente cumpliéndose un año de gestión de BeC, el Observatorio de Antropología del Conflicto
Urbano (OACU), a propósito de una reunión preparatoria celebrada en Barcelona para la conferencia de
Naciones Unidas sobre vivienda y desarrollo urbano sostenible, más conocida como HÁBITAT III46,
escribía un artículo sobre lo que tienen en común Joan Clos47 y Ada Colau. Sin embargo, más allá de las
comparaciones, el OACU mostraba un análisis crítico de la relación de BeC con el “modelo Barcelona”
lanzando como hipótesis que la administración de Ada Colau se trataría, en definitiva, de una suerte de
“pantalla discursiva que se nutre de un supuesto “consenso político y profesional forjado en los años
ochenta y noventa”, pero que, en realidad, podría no dejar ver el bosque de las intervenciones municipales
más controvertidas (OACU, 2016). Para el Observatorio, los ejemplos eran abundantes:

Es suficiente pensar en la actuación con respecto al fenómeno del ‘top manta’, con operaciones
imprevistas y cuestionables en la zona del Puerto o las Ramblas, algo que ha dado lugar a la
auto-organización de los vendedores en torno a un Sindicato Popular; la aplazada derogación o
modificación de la Ordenanza Cívica; la participación municipal ciertamente acrítica en un
evento como el Mobile World Congress 2016 y la respectiva desactivación de las luchas sociales
relacionadas al mismo; el enfrentamiento a los sindicatos en torno a la negociación colectiva en
los transportes metropolitanos; la embarazosa cuestión de las licencias turísticas, representando
el caso de la torre Agbar uno de los más paradigmáticos; la reactivación de proyectos
urbanísticos ampliamente controvertidos, como el referente a Vallcarca, o las expectativas de
plusvalías creadas alrededor de las 28 hectáreas del entorno de la desembocadura del Besòs,
actualmente bajo calificación industrial, y parte de las cuales son de responsabilidad municipal
(Ibíd., 2016).

Este listado de preocupaciones (que se concretaban en silencios políticos u omisiones por parte del
gobierno de BeC) era lanzado para que los comunes empiecen a demostrar que su inmersión en las
instituciones se trataba de algo más que un proyecto político que cuenta con “una bonita retórica
discursiva”. El Observatorio era suficientemente claro en prevenir que una frustración de las ilusiones
podría abocar finalmente, en “la vuelta al poder de grupos políticos que no ocultan en ningún momento


46
Evento que tuvo lugar en la ciudad de Quito, en octubre del 2016 y en el cual se aprobó una Nueva Agenda Urbana para el establecimiento, a
nivel internacional, de un abanico de criterios y compromisos comunes entre los países con los que hacer frente al futuro crecimiento urbano de
nuestras ciudades.
47
Joan Clos (1949) actual Director Ejecutivo del Programa de Naciones Unidas para los Asentamientos Humanos (ONU-HABITAT) y ex
Alcalde de Barcelona (1997-2006) por el PSC. Protagonista indiscutible en la organización del evento Hábitat III, así como en la elaboración de
la Nueva Agenda Urbana y el lobby post-evento para su implementación; así como, de la llegada a Barcelona en 2004 del “Fórum universal de
las culturas”, caso paradigmático del gran negocio del “multiculturalismo” asociado a la especulación urbanística y el turismo (Rendueles et al.,
2004).

70
sus intereses afines a las élites de la ciudad y alejaría, durante mucho tiempo, a una izquierda
transformadora de las instituciones municipales con verdadera capacidad y voluntad de actuación”
(Ibídem, 2016).

Hacia mayo del 2017, al cumplir su segundo año, el Ayuntamiento publicaba algunos logros (todavía con
sabor a promesa) en materia de política urbana, vivienda y turismo, que forman parte de las prioridades
del gobierno, pero que también se tornaban –en ese momento– entre las preocupaciones más importantes
en los barrios de la ciudad según encuestas del propio municipio.

Batalla contra la especulación: derecho a la vivienda, vecinización y regulación del turismo.


Acciones: 1) Inversión en vivienda: Se ha cuadruplicado la inversión en políticas de vivienda
para un parque público de alquiler. A final de mandato, lo habremos aumentado con 4.000 pisos
más. 2) Unidad Contra la Exclusión Residencial: Todos aquellos que sufren un desahucio son
atendidos y tienen una solución para no quedarse en la calle. Durante estos dos años se han
parado cerca de 1.500 desahucios. 3) Gobernanza del turismo: Plan para poner freno a la
construcción incontrolada de hoteles y constitución de un Consejo de Turismo para decidir
colectivamente qué modelo turístico queremos (BeC, 2017).

El mismo mes, Josep M. Montaner, Concejal de Vivienda del gobierno de BeC, respondía a través de un
artículo titulado: “Barcelona, un nuevo proyecto en marcha”, a otro artículo del arquitecto Juli Capella
titulado “Urbarcelonismo huérfano”. Los argumentos de Capella resultan sumamente escuetos, por lo
que, es posible que Montaner simplemente haya aprovechado la coyuntura de los tiempos políticos para
hilar, hasta el momento, el discurso más completo en lo que al proyecto urbano de BeC se refiere. Sin
embargo, otro efecto causaría el relato de Capella, en el que escribe sobre la importancia de aquel
“urbanismo democrático” de los Juegos Olímpicos48, de una gestión de “gran agilidad”, con el que
“alguien desde el poder pensó la ciudad en su conjunto con ánimo transformador”…Y cuestiona que
desde ese momento hasta la actualidad es como si “nadie se ocupase de repensar la ciudad con previsión y
pasión”… es decir, “ningún gobierno de la ciudad” ha ofrecido un “discurso potente y bien hilvanado”…
a lo que reclama: “¿Hay alguna institución o partido político barcelonés realmente preocupado en buscar
un nuevo relato urbano para seguir asociando Barcelona al buen urbanismo? ¿Hola?” (Capella, 2017).
Descartando los argumentos que sostienen el mensaje de Capella, parece que esta idea logró provocar al
Regidor del Ayuntamiento y académico Montaner para salirse un poco del libreto de la defensa a ultranza
del urbanismo concertado del gobierno maragallista.


48
Es necesario hacer mención a un texto de Manuel Vázquez Montalbán que serviría de prólogo al libro Barcelonas, aparecido en 1987 y luego
en una versión inglesa en el año 1992. El caso es que se encontraba perdido y ha sido re-traducido de la versión inglesa por La Vanguardia, y
publicado el 30 abril del 2018. Así, detectamos del “Prólogo” (1987-1992), que la agudeza de Vázquez Montalbán va más allá de una crítica a la
mercantilización de la ciudad y la especulación inmobiliaria creciente a propósito de los preparativos de los JJ.OO. A nuestro modo de ver, el
intelectual viene a introducir la denuncia de un consenso urbanístico en plena maduración que llevó a bajar la guardia a los movimientos
vecinales; llevando su acusación también a las asociaciones en un momento que se puede considerar premonitorio. Para evitar confusiones
diremos que, si bien no es la voz de Vázquez Montalbán la que lideraba una crítica pre-olímpica ni mucho menos; sin embargo, nos parece que
luego de sumarse a otras manifestaciones mas bien dispersas en las periferias de la ciudad, el intelectual consigue condensar con eficacia el rol de
la Barcelona en el paso de los 80s a los 90s, y que obligaba a sucumbir las luchas en pro de una ciudad de clase mundial.

71
Con dos años de mandato se puede argumentar que Barcelona está articulando un nuevo
proyecto urbano. A diferencia de épocas anteriores, este nuevo proyecto ni es jerárquico, ni
parte de planteamientos acabados, ni se explicita en grandes obras, ya que no se piensa o
representa por una sola persona (Maragall, Bohigas, Vives). Se trata, en realidad, de un
proyecto trabajado y compartido por todo un movimiento político, social y técnico, elaborado de
manera colaborativa, dinámica y en red, a partir de debates en cada barrio y encabezado por
primera vez por una mujer (Montaner, 2017a).

Con este antecedente –de una relevancia de fondo– queremos destacar las ideas centrales del nuevo
proyecto espacial, al parecer más claro para Montaner que para nadie más en el Ayuntamiento. De
acuerdo a él, este nuevo modelo urbano es redistributivo, basado en retejer y rehabilitar. Y para
desconsuelo de Capella, con un enfoque que, “por primera vez, no busca lo monumental y excepcional,
sino que prioriza el derecho a una vivienda digna como eje estructurador de toda política”. De forma
general es un modelo que recupera y consolida el ámbito de lo público, explica Montaner, empezando con
el proceso de remunicipalización del agua, creando la Agencia Metropolitana de la Energía o
estableciendo que el suelo público nunca deje de serlo, y que al mismo tiempo entiende la vivienda como
un servicio público, la ciudad hecha esencialmente de espacios para vivir49. Esta visión general, es
articulada por el académico (ahora Regidor) en tres ámbitos de acción:

Potenciamiento de la vida urbana: Según Montaner, este “post-modelo redistributivo se extiende a todo
el territorio, potenciando la intensidad de la vida urbana, tal como defendió Jane Jacobs”. Para cumplir
este propósito se ha creado el Plan de Barrios, que pasa de priorizar la Diagonal, el paseo de Gràcia y la
Marina de lujo a actuar en las áreas del Besós y del Norte, además del Raval y la Marina del Prat
Vermell, “remodelando el espacio público entre los bloques modernos, y llegando a cada persona y
familia, a través de las ayudas al alquiler o del refuerzo de las oficinas de información sobre derechos;
con un importante esfuerzo de coordinación para mejorar la salud y la enseñanza pública”. Este nuevo
proyecto de ciudad ha afrontado, mediante el Plan Especial Urbanístico de Alojamientos Turísticos
(PEUAT), la responsabilidad de controlar la masificación del turismo y proteger la vivienda habitual y la
permanencia de los vecinos y vecinas. Un PEUAT complementado con las medidas del Plan por el
Derecho a la Vivienda de Barcelona (PDVB) 2016­2025, que prevé triplicar el parque público de
vivienda asequible en 10 años y que utiliza todos los instrumentos disponibles además de crear nuevas
herramientas como: la Unidad contra la Exclusión Residencial, que tiene como objetivo afrontar la
emergencia habitacional e impulsar la función social de la propiedad a través de la disciplina de vivienda;
el Observatorio Metropolitano de la Vivienda a través del cual se dispondrá de información básica sobre
el parque de vivienda; y el fomento de nuevas formas de tenencia como las cooperativas en cesión de uso,


49
La inversión en rehabilitación, que había descendido a mínimos en el pasado mandato, dispone de una cifra récord en el presupuesto del año
2017: “46 millones de euros para una rehabilitación proactiva, que actúa en los interiores y en la habitabilidad, y que se dirige a los barrios que
más lo necesitan” (Montaner, 2017a).

72
el co­habitatge 50 que consta en el PDVB y tiene como uno de sus objetivos promover unas 535
coviviendas al final de la vigencia del Plan, implicando un cambio en las políticas de vivienda,
potenciando una fórmula alternativa, para evitar la especulación, garantizando la estabilidad en el tiempo
de los usuarios al fomentar la vida comunitaria (Montaner, 2017a).

Ciudad verde y convivencial: Este ámbito de trabajo permitirá que el sistema urbano funcione de manera
más eficiente y sana. El Regidor explica que las medidas abarcan los esfuerzos por una movilidad
sostenible, multiplicando los kilómetros de carril bici, reestructurando la red de autobuses (a la espera del
pacto por el tranvía), e incrementando las vías verdes, como la Meridiana. Por primera vez, dice,
Barcelona ha aprobado una medida de igualdad de género en el proyecto urbano para mejorar la calidad
de la vida cotidiana. Para Montaner se está experimentando el “urbanismo de lo común”, que pone los
valores de los derechos por encima del peso del hormigón; pero también se está aprendiendo de otros
modelos urbanos contemporáneos: del “ecologismo posibilista de Curitiba” o la “sostenibilidad pionera
de Seattle”, y a la vez se intercambian experiencias con capitales como Nueva York, París, Berlín y
Viena. Finalmente, parece que el secreto del proyecto, según Montaner, aflora del ADN de la ciudad y su
ciudadanía, creativa, crítica e innovadora, “intensamente capaz de desarrollar las mejores cualidades del
urbanismo”.


Fig. 10. Ex alcalde Maragall y Ada Colau rompiendo el protocolo en la ceremonia de conmemoración del XXV aniversario de
los JJ.OO. Fuente: A. Colau (2017c). Gracias Pasqual.


50
El ayuntamiento busca un modelo propio de “covivienda”. A raíz de la crisis, el Patronat Municipal de la Vivienda promovió una fórmula
próxima a la compra, pero manteniendo la propiedad municipal del suelo, que es el derecho de superficie, con un coste algo inferior al del
mercado. En el gobierno de Trias se inició tímidamente una nueva solución, la de la cesión del derecho de uso a dos cooperativas, Sostre Cívic,
en calle Princesa, y la Borda, en Can Batlló. La propuesta del Regidor de Vivienda es consolidar y sistematizar lo que, en principio, han
significado experimentos demostrativos. La política busca promover una nueva generación de cooperativas de vivienda en cesión de uso, creando
una fórmula barcelonesa de covivienda. Con este objetivo se lanzó el concurso de licitación pública de siete solares en la ciudad, en los distritos
de Sants-Montjuïc, Ciutat Vella, Horta-Guinardó, Nou Barris, Sant Martí y Sarrià-Sant Gervasi. Estos procesos, que finalizaron en el primer
semestre de 2017, permitirán construir 133 pisos. Su denominación de “covivienda” según el consejero, es para diferenciarla de las cooperativas
de vivienda en propiedad y sin servicios comunitarios, ya que el acceso a la propiedad de la vivienda por sistema cooperativo no se incluye en
esta nueva generación de promociones. La novedad de la propuesta es que la propiedad del suelo sigue siendo pública y la cooperativa construye
el edificio y gestiona su uso. Los dos aspectos que se priorizarán más a la hora de elegir la cooperativa que obtenga la licitación son el proyecto
de corresponsabilidad en la gestión de la vida comunitaria, aportando la definición de espacios colectivos, y el compromiso con un modo de vida
sostenible, basado en el ahorro energético, la disminución del consumo, el uso de materiales saludables y la reducción de emisiones; además de la
cohesión del grupo cooperativo, la calidad del proyecto arquitectónico y técnico; y la fiabilidad de la propuesta de financiación. Poder disponer
de suelo prácticamente gratuito, pagando una cuota simbólica, es la aportación que hace el Ayuntamiento para promover la nueva covivienda,
además de apoyo técnico y orientación para conseguir financiación de la “banca ética” (Montaner, 2016).

73
Urbanismo táctico: Este modo de operar no queda muy claro en la explicación de Montaner, apenas habla
de una experimentación a pequeña escala, muy puntual en cada barrio. Llama la atención, eso sí, el uso de
este concepto, menos avanzado51 en el sentido de resolver los problemas que ha dejado el urbanismo
neoliberal (ver: Brenner, 2015b) y en comparación con los anteriores bloques de trabajo. Sin embargo,
esta última parte del artículo contiene el mensaje más político del proyecto, bajo el cual, en palabras del
Concejal, “se empieza a construir un modelo social alternativo al neoliberalismo, el nombre con el que
identificamos la nueva cara del patriarcado capitalista”. Este “post-modelo” se presenta como una
“alternativa en continuo debate, revisión y transformación, que surgirá de las instituciones y los
movimientos municipalistas avanzados o no surgirá”.

El relato del Regidor de Vivienda de BeC deja ver algunos matices diferentes a la voz oficial de las
autoridades y del propio Ayuntamiento. El término “post-modelo” responde claramente a su trabajo en la
coordinación de la investigación académica que dio como resultado la publicación “Archivo Crítico del
Modelo Barcelona (1973-2004)”; pero el prefijo “post” no es ingenuo, implica que se puede ser crítico
del Modelo, pero no hay necesidad de combatirlo o reestructurarlo, mas bien, se pretendería sostener sus
bases, sin que se expresen diferencias objetivas entre un “nuevo proyecto” del urbanismo de lo común y
el urbanismo concertado maragallista. De cualquier manera, hasta aquí se constata cierta coherencia entre
la teoría y la praxis en BeC. Lo contradictorio, a nuestro modo de ver, está en aquella voluntad de
plantearse ser una alternativa al neoliberalismo urbano, mientras se acepta tímidamente (dependiendo de
la coyuntura) el Modelo ejecutor del proyecto neoliberal desde su origen. Si usamos las palabras y la
lógica del propio Montaner (2002), este paso (movimiento) de la “acupuntura urbana” de los 80-90’s a la
“prótesis” del siglo XXI, es en gran medida lo que sostiene la idea de un “urbanismo táctico” en la
actualidad. De igual forma, podemos decir que tal como se ha pasado del modelo al post-modelo, se está
pasando del proyecto neoliberal al post-neoliberalismo urbano. Por último, vale la pena notar la apelación
repetida de mandatos recientes a aquella ciudadanía “creativa” e “innovadora”, en la misma dirección de
la invitación que lanza el académico a los movimientos municipalistas “avanzados” para el debate de un
¿proyecto transformador?

Sólo tres meses después, llegaba a la prensa la petición de un “pacto necesario” por parte del
Ayuntamiento (otra cara de la política municipal). Al haber acumulado mucha presión encima (desde la
PAH, el nuevo Sindicat de Llogaters y las asociaciones de vecinos, que exigían y siguen exigiendo el
derecho a vivir dignamente de alquiler), Montaner publica el artículo titulado “Alianzas frente a la
especulación inmobiliaria”, en el que se produce una señal inesperada en la política institucional ante la

51
Confrontar con el artículo de Neil Brenner (2015b) titulado “Is ‘Tactical Urbanism’ an Alternative to Neoliberal Urbanism?” publicado en
MOMA, Post. Y con la entrevista a Brenner realizada en 2013 por Álvaro Sevilla Buitrago, publicada en el libro Neil Brenner. Teoría urbana
crítica y políticas de escala, 2017. A juicio de Brenner, la izquierda debe volver a la visión territorial a gran escala, en lugar de retirarse a las
intervenciones ‘tácticas’ que se han hecho populares entre muchos “urbanistas bienintencionados y progresistas”. Para el teórico, enfrentarse a
esta gran escala de planificación territorial tiene graves peligros y riesgos; pero si se deja la gran escala territorial y, en última instancia, el
planeta, a las empresas transnacionales y los sistemas de gobernanza orientados al mercado, la izquierda solo podrá hacer intervenciones
intersticiales con impactos limitados.

74
avalancha de la subida de los precios del alquiler. Todo indicaría en ese momento, que el Consistorio,
especialmente BeC, está en plena conciencia de la gravedad de la escalada de la violencia inmobiliaria. El
responsable de vivienda pide una gran alianza entre los diversos agentes urbanos y la presión de la
ciudadanía organizada, reconociendo en cierta medida la acción tardía o la ineficacia de la acción
municipal en este asunto. “Además de la presión, es necesaria la responsabilidad y cooperación de los
propietarios e inmobiliarias locales para impedir el aterrizaje de estos fondos especulativos, rechazando la
ola especulativa y rentista” (Montaner, 2017b). Esta línea es especialmente importante, porque además de
la impotencia institucional, explicaría que (una vez que los flujos globales han operado libremente en el
espacio urbano) han entendido la insuficiencia del planeamiento regulador y de otras medidas adoptadas
hasta ese momento52. “Está en juego el futuro de Barcelona y de nuestras ciudades –dice Montaner– tal
como sucede con el planeta, desentenderse bajo el espejismo del negocio fácil acabará siendo fatal para
todos” (Ibíd.).

Para intentar completar el cuadro general de la gestión de BeC, ya que nuestra intención, más adelante, es
mirar en detalle algunos de sus elementos específicos en el análisis del planeamiento urbano y el espacio
social barcelonés; examinamos brevemente dos entrevistas concedidas por Ada Colau durante el primer
semestre del 2017. La primera se produjo en enero (a un año y medio del inicio del mandato). En ella, la
Alcaldesa nos recuerda la base movilizadora y los objetivos de BeC, redimensiona algunos conceptos,
reconoce los límites institucionales y destensa su relación con los movimientos sociales por fuera del
Ayuntamiento; aunque es firme al señalar que “la política se hace con lo que hay, no con lo que querrías
que hubiera”. Cuando le recuerdan que antes de que fuera Alcaldesa hablaba de “ruptura”, se regresa a
ver al 15-M y asume un matiz interesante en el tiempo, ya que quizás, antes, esa ruptura si era un
objetivo, pero arrancando el 2017 no es más que un medio.

Lo que creo es que estamos peleando mucha gente desde frentes diversos en lo que ya fijó el 15-
M, la democracia real. Más allá de la democracia formal… hay hoy una pulsión ciudadana muy
saludable para que haya una profundización democrática. Y esa pulsión democrática, de
profundización, es evidente que, colateralmente si quieres, acaba llevando a una ruptura
respecto de cierto statu quo, con un régimen que es un freno para que haya esa profundización
democrática. Pero entonces la ruptura no es el objetivo. Eso quizás sería el matiz que haría. El
objetivo es la profundización democrática o la consecución de una democracia real y no solo
formal. Y la ruptura puede ser una de las consecuencias, pero no el objetivo en sí mismo…Lo que
tengo clarísimo después de esta experiencia, después de este chute de realidad de política
institucional de año y medio, es que tu capacidad de liderazgo depende de tu capacidad de hacer.
Entonces, no culpes a los demás de lo que no hagas tú. Si tú tienes ideas, las pones en juego.
¿Los otros tienen ideas? Parece que no muchas. Pues entonces si tú tienes ideas, tienes
posibilidades de tener más capacidad de liderazgo… (Colau, 2017a).


52
En Barcelona, explica Montaner (2017b), se están utilizando al máximo los limitados recursos económicos, humanos y legales disponibles
para defender los derechos de los vecinos y vecinas: asesorando e interviniendo desde las oficinas de vivienda de cada distrito; sancionando usos
antisociales de la propiedad como las viviendas vacías de los bancos, y desbaratando algunas de las compras de edificios enteros a través del
tanteo y retracto, como en el caso de la calle Leiva 37 en Sants-Montjuïc, o de la compra directa, como en los números 7, 9 y 11 de la calle
Lancaster, en Ciutat Vella.

75
¿Y sobre los problemas que afectan a la ciudad pero que no se pueden resolver en la ciudad? Colau acepta
que existe una cuerda global que no hace las cosas fáciles en el nivel local, pero está convencida del rol
protagónico de la ciudad en el futuro. Aprovecha para restar importancia el debate sobre España y
Cataluña, y refuerza insistentemente la tesis metropolitana (como sabemos, heredada del proyecto
maragallista53). Al final, no queda duda que ella se mira fuera de las luchas sociales, es decir, es
consciente que ahora debe lidiar, relacionarse con ellas.

… cada vez más las ciudades se están consolidando como sujetos sin los cuales no se puede
pensar la macropolítica. Lo que estamos viendo es que los Estados y las regiones están
entendiendo lo que el sector privado hace tiempo que tiene muy claro, y es que las grandes
ciudades son los grandes actores de la política mundial. Los grandes retos globales y las grandes
contradicciones globales se concretan en las ciudades: el cambio climático, la movilidad, la
vivienda, la desigualdad, los desplazamientos migratorios. La gente ¿dónde va? A las ciudades.
El 80% de la gente en Europa vive en las ciudades, en las grandes áreas metropolitanas…Creo
que el debate tal y como está planteado ahora, entre España y Catalunya, es decimonónico. Es
antiguo, no responde a la realidad actual, que es un mundo globalizado donde los principales
actores son las grandes áreas metropolitanas… Más allá de esto, como debate político principal,
en el que hay que resolver muchas cosas, yo a lo que me quiero dedicar es, sin duda, a esa idea
de red de ciudades… Una vez que entras en una institución, tienes que lidiar con límites de todo
tipo, con la imperfección, y no tienes que condenar a ningún movimiento social a tus límites y a
tu imperfección. Escuchar [sus] demandas, ejecutarlas en la medida de lo posible, rendir cuentas
delante de esas demandas. O sea, que tiene que haber mucha relación, pero cada uno desde su
lugar, no pretendiendo subsumir, cooptar, llámalo como quieras (Ibíd.).

La segunda entrevista que hemos seleccionado se produjo en el mes de julio del 2017, en similares fechas
que la publicación del artículo del Concejal Montaner. Durante este mes, aún se fraguaban los debates
sobre las condiciones de vida en la ciudad y la problemática urbana. Recordemos que el evento trágico de
La Rambla golpeó en el mes de agosto y enseguida sobrevino con mucha fuerza la situación unilateral del
independentismo versus españolismo. Desde la misma primavera, en los medios y redes de comunicación
locales empezó a circular el término “turismofobia” con diversos contenidos y discusiones. Por tanto, la
Alcaldesa debía aclarar la postura del Ayuntamiento. Resalta además, la comprensión del problema
central en la presión especulativa y no en el turismo, así como una preocupación especial por atender al
sector del comercio.


53
Maragall explicaba en 1999, en el Congreso de la Unión Internacional de Autoridades Locales (IULA) celebrado en Barcelona, la necesidad de
que la región metropolitana de Barcelona (36 municipios) vuelva a contar con una administración propia, dado que el camino hacia ese tipo de
gobierno se habría perdido en la gestión de J. Pujol en la Generalitat. Allí, Maragall y Clos se fijaban en el modelo del gobierno metropolitano de
Londres que consiste en establecer la figura de un alcalde de este territorio –que sería elegido directamente– y un concejo compuesto,
manteniéndose los municipios actuales. Joan Clos dijo: "nos gusta" este modelo, pues "el alcalde metropolitano no quita ninguna competencia a
los actuales municipios", sino que concentra sus competencias en "cuatro o cinco ámbitos estratégicos", como transporte público, medio ambiente
o seguridad. Igualmente, en esta dirección, Maragall afirmaba que: "un mundo entendido como sistema de ciudades y de pueblos va a ser un
mundo mejor que un mundo entendido como un conjunto de naciones Estado" (Casero, 1999).

76
Hay que evitar hablar de ‘turismofobia’, porque es convertir en fenómeno lo que en realidad es
un efecto: las molestias, las incomodidades o la expulsión de vecinos y comercios por la presión
especulativa sobre vecinos y comercios. Al llegar al gobierno se nos acusaba de locos y
comunistas por querer regular el turismo; ahora hay un gran consenso al respecto…Hemos
demostrado que podemos hablar con todos. El comercio y las pequeñas y medianas empresas son
prioritarios para nosotros, y de hecho [el Ayuntamiento] acometido numerosas medidas de
estímulo y de acompañamiento, más que otros gobiernos que se proclamaban ‘business friendly’
(Colau, 2017b).

En relación a los precios del alquiler y la contribución del turismo en la formación de una nueva “burbuja
inmobiliaria”, la Alcaldesa repite el precedente negativo (pero consentido) de la Barcelona como una
ciudad de éxito y describe la disputa institucional contra Airbnb. Marca además un concepto nuevo (anti-
gentrificación) en el marco de las políticas urbanas del Ayuntamiento, que Montaner no había
mencionado en la bibliografía revisada.

[aquella ciudad de indicadores económicos exitosos] … no puede implicar que los barceloneses
lo tengan más difícil para vivir en su ciudad. La gente y los barrios son el alma de una ciudad.
Por eso hemos cuatriplicado la inversión en políticas de vivienda y estamos recuperando más
pisos de entidades bancarias que la Generalitat en toda Catalunya, pero esas medidas no dan
resultados de un día a otro… Esta batalla [contra Airbnb] no la pensamos perder. Tenemos un
centenar de inspectores que están dando resultados concretos: más de 2.000 órdenes de cese de
pisos turísticos ilegales. Con la mayoría de las plataformas digitales hemos acordado que no
anuncien apartamentos sin licencia, pero Airbnb, una de las más potentes, de momento no lo ha
hecho. Por eso ha recibido una multa de 600.000 euros, que ya es firme, y seguiremos así hasta
que cambie de actitud. El realquiler turístico de apartamentos sin licencia, como hemos visto en
el caso de al Barceloneta y el de un exdirectivo de Airbnb, es una estafa en toda regla para los
turistas, para el propietario y para la ciudad de Barcelona.

[En Sant Antoni y en el entorno de la Model, la palabra de moda es gentrificación] … estamos


preparando una estrategia anti-gentrificación con medidas concretas, y seguiremos haciendo
micro-intervenciones. Por ejemplo, le puedo adelantar que en los antiguos juzgado de Vía
Laietana 8-10, un inmueble municipal, proyectamos como mínimo un centenar de viviendas a
precios asequibles para la gente del Gòtic, atendiendo a las demandas vecinales (Ibíd.).

Hacia finales del 2017 e inicios del 2018, el Sindicat de Llogaters, logrando aglutinar a otros colectivos y
grupos de vecinos en resistencia a la violencia inmobiliaria, cobró la fuerza necesaria para posicionar sus
propuestas de reforma regulatoria a la subida del alquiler en la agenda del Ayuntamiento. Ante la
arremetida de las demandas cada vez más visibles, especialmente en medios digitales (Twitter, Telegram
y Facebook), la alcaldesa con el equipo de BeC han asumido la vía legalista en defensa de los inquilinos.
En febrero del 2018, Ada Colau ha difundido un mensaje diáfano precisamente a través de sus cuentas de
Twitter y Facebook:

77
Barcelona es una ciudad global con un enorme talento y potencial. Nos gusta que nos quieran y
nos visiten. Nos gusta recibir inversiones productivas. Pero también tenemos que hacer frente a
los retos y riesgos de una ciudad global: la presión inmobiliaria es un claro ejemplo. Hace falta
que las administraciones nos enfrentemos con las inversiones especulativas de los fondos buitre
que aterrizan en la ciudad, compran edificios enteros y expulsan a vecinas y vecinos. Debemos
hacer todo lo posible por defender el derecho a la vivienda. Por eso desde el Ayuntamiento
hemos multiplicado por 4 la inversión en vivienda, hemos creado una unidad contra la exclusión
residencial que ha parado más de 2.000 desahucios y estamos construyendo el parque de
vivienda pública que Barcelona necesita. Ayer mismo anunciábamos que pararíamos la
rehabilitación de dos edificios por incumplir diversas normativas, no disponer de los permisos
adecuados y vulnerar los derechos de los inquilinos/as. No nos dejaremos intimidar por ningún
fondo buitre, ¡utilizaremos todas nuestras competencias para defender inquilinos e inquilinas y
el derechos a la vivienda ante las operaciones especulativas! Todos los grandes propietarios y
fondos de inversión que quieran rehabilitar edificios deberán hacerlo garantizando los derechos
de los inquilinos que allí residan, proporcionando una vivienda mientras duran las obras y
respetando los contratos de alquiler. Aun así no será suficiente. Por eso he propuesto un gran
pacto de ciudad a todos los grupos de la oposición para exigir al congreso de los diputados una
reforma de la ley de arrendamientos urbanos (LAU) que nos permita regular el precios de los
alquileres evitando subidas abusivas y alargando los contratos como mínimo a 5 años (Colau,
2018, febrero 6).

El mensaje muestra suficiente empatía con el problema de los inquilinos e incluso anuncia una nueva
medida. Sin embargo, pensamos que llega tarde (faltando apenas un año para finalizar su gobierno) en la
búsqueda de escalar la política hacia el nivel del Estado (nivel global-estratégico) para resolver uno de los
problemas más severos que ha estallado en su gestión. Encontrar ese “gran pacto de ciudad” en un año
electoral, con la polarización y fragmentación de los grupos políticos municipales, será una tarea
dificilísima. A pesar de eso, el Sindicato de Inquilinos ha reaccionado de inmediato, haciendo una
valoración de la propuesta del Ayuntamiento, sobre el anuncio de limitar la concesión de licencias de
obras de rehabilitación, si los propietarios no respetan los derechos de los inquilinos.


Fig. 11. Declaraciones de Ada Colau publicadas en la cuenta oficial de BeC –Facebook y Twitter– (2018, Marzo 5).

78
El Ayuntamiento de Barcelona ha anunciado que supeditará la concesión de licencias de
obras de rehabilitaciones de edificios destinados a vivienda al mantenimiento de las condiciones
de alquiler de sus residentes. La Ley del Derecho a la Vivienda y la Ley de Urbanismo establecen
los deberes de conservación y mantenimiento de la propiedad, así como los derechos de los
inquilinos y de los afectados urbanísticos, y tipifican como falta muy grave el acoso inmobiliario.
Hasta ahora el Ayuntamiento siempre había actuado de forma reactiva, abriendo un expediente
sancionador, cuando se denunciaba una de estas situaciones: en adelante, para que se conceda
una licencia de obra será necesario que el área técnica de la Regidoria d’Habitatge emita un
informe favorable, con carácter vinculante, que valore que se están respetando los derechos de
los presentes inquilinos. Para que esta medida se implante habrá que reformar la ordenanza que
regula las licencias, y para ello será necesario el apoyo de otros grupos políticos del
Ayuntamiento, aparte de BeC… Esperamos que medidas como esta hagan de Barcelona una
ciudad cada vez menos hospitalaria con el capitalismo inmobiliario… (Sindicat de Llogaters,
2018).

Nos parece especialmente que las últimas líneas del comunicado del Sindicat, logran resumir la mayor
contradicción del gobierno de BeC: su hospitalidad –a veces cálida, y otras no tanto– con el capitalismo
urbano en cualquiera de sus formas. Hemos mostrado hasta aquí el marco principal de la política y la
visión urbanística en el mandato de BeC, así como la apelación de distintos grupos, intentando
profundizar en sus potencialidades iniciales, sus límites y contradicciones. Más adelante revisaremos los
esfuerzos y los contenidos planteados en planes urbanísticos aprobados para ámbitos específicos en el
espacio social de la ciudad y sus alcances.

4.3.2. La vía legalista y reformista no puede domar a la bestia

No se pueden dejar de escuchar, por debajo de las bellas proclamas ciudadanistas del derecho a la ciudad,
los ecos de la sarcástica descripción de Lefebvre acerca de los vanos anhelos de regreso a un capitalismo
redistributivo característicos de la atribulada clase media: “Colgar el abrigo en el vestíbulo de la entrada.
Y, ya más ligero, salir a tus asuntos después de haber confiado los niños a los Jardines de Infancia de la
galería, reunirte con los amigos y tomar algo juntos en el drugstore. He aquí realizada la imagen perfecta
de la alegría de vivir” (Apilánez, 2017). Como contraparte a la acción institucional sin efectos concretos
en la progresiva expulsión de vecinos de los barrios debido a la fuerza del monstruo del capitalismo
inmobiliario; al igual que Apilánez, nos preguntamos y respondemos: ¿Cuáles son sino las posibilidades
de construir una resistencia popular eficaz contra la ola desatada de violencia inmobiliaria? Esto implica
sopesar, por lo menos someramente, la fuerza de las luchas más representativas y recientes, sus
planteamientos de partida y procedimientos llevados a cabo; así como, sus límites y los resultados
parciales obtenidos.

Las organizaciones que se han erigido en protagonistas de la respuesta social ante los efectos más
dramáticos del colapso inmobiliario de la última década se caracterizan por la adopción de una estrategia
basada en la reducción de daños y en la propuesta de reformas legislativas –de las que la ‘dación en pago’
ha sido la reivindicación estrella. El ejemplo paradigmático ha sido la lucha contra los desahucios llevada

79
a cabo por la PAH, cuya “casa matriz” se sitúa en la ciudad de Barcelona. El mérito indudable de llevar a
la esfera pública una violencia extrema del sistema (la aberrante arquitectura legal del sistema hipotecario
español con su regulación del impago crediticio). En opinión de Apilánez, este alcance reivindicativo de
la PAH queda atenuado por el “grave error” que implica centrar casi exclusivamente la lucha contra la
violencia inmobiliaria en su medida estelar: la dación en pago. Además de soslayar con ello la crítica de
fondo de todo el sistema de generación de crédito bancario54, causante real de la catástrofe inmobiliaria.

La cúpula de la organización ha rechazado recurrir a los mecanismos que hubieran sido


realmente eficaces para impedir que muchos hipotecados en “quiebra” perdieran su vivienda.
Limitándose a la denuncia del abuso que suponía la reclamación de la deuda restante, tras la
entrega de la vivienda al banco, se renunciaba a la denuncia global de todo el entramado
fraudulento basado en el crédito hipotecario… La PAH-Madrid, organización enfrentada por
este motivo a la casa matriz barcelonesa, define la dación como ‘una alternativa tóxica y letal en
su aplicación generalista y populista’... (Ibíd., 2017).

El economista Apilánez explica que, habiendo quienes han tenido el coraje y los recursos para ir más allá
en la investigación y denunciado los atropellos perpetrados por la “banca patria”, no han faltado motivos
para cuestionar la legalidad de todo el sistema hipotecario55. Sin embargo, cumpliendo a la perfección con
el “sostenella y no enmendalla”, en su última iniciativa Legislativa Popular, la PAH ha seguido
insistiendo en su propuesta de dación en pago “retroactiva”, junto con otras medidas paliativas como el
etéreo alquiler justo o “asequible”. Desde la PAH-Madrid, no han dudado en decir que la
instrumentalización del problema hipotecario rindió diferentes beneficios personales y políticos. Mientras
otros siguen de manera organizada en la defensa de sus familias frente a bancos, jueces y políticos56.

El 12 de mayo de 2017 se celebró la presentación pública del Sindicat de Llogaters (Sindicato de


Inquilinos de Barcelona). Su propósito fundamental es, según su Manifiesto, “la defensa del derecho a la
vivienda y a un alquiler asequible, estable, seguro y digno”. La formación de un parque público de
vivienda social, la lucha por la regulación de los precios, la reforma de la LAU y el asesoramiento a
afectados por los efectos de la “draconiana” legislación vigente, representan sus ejes prioritarios de
actuación.
En defensa de un alquiler justo. Contra el abuso inmobiliario, por el derecho a la vivienda y a
vivir en la ciudad
A continuación te presentamos 10 propuestas de mínimos que pensamos que son imprescindibles
para regular los alquileres y garantizar el derecho a la vivienda. Las demandas del Sindicato se
irán completando y concretando a medida que avancemos en la lucha.


54
Creación de dinero-deuda de la nada, inflado de colosales burbujas de activos (Apilánez, 2017).
55
“Trapacerías fraudulentas” reconocidas en sentencias de tribunales españoles y europeos como: la masiva titulización de hipotecas que
conducía al absurdo de que el banco que exigía la deuda no era el legítimo acreedor al haberla empaquetado y vendido, desapareciendo su rastro
en la nebulosa financiera; el vencimiento anticipado, que faculta al acreedor para la ejecución de la hipoteca y la reclamación completa de la
deuda pendiente transcurridos únicamente dos impagos; la colusión de la gran banca europea en la fijación del Euribor y del IRPH para cargar
intereses abusivos –el 90% de las hipotecas eran de tipo variable– al incauto deudor, son sólo algunos botones de muestra de las cargas de
profundidad que podían desvelar la flagrante ilegalidad de todo el procedimiento hipotecario (Torres & Apilánez, 2017).
56
Más allá de catalogaciones, desde el “tacticismo derrotista” hasta su “moderantismo adaptativo” por la rápida colocación, como asesores o
cargos municipales en el consistorio barcelonés. Es importante conectar el calor del triunfo electoral de BeC con el hecho de que sus máximos
dirigentes provienen de la PAH.

80
1. Hace falta estabilidad y una mayor duración de los contratos para poder desarrollar
proyectos vitales. Proponemos contratos de 12 años de duración para las viviendas propiedad de
grandes propietarios y de 6 años para los pequeños propietarios.
2. Los incrementos en las rentas de alquiler estarán sujetos a índices objetivos como el IPC o
índices de tipo municipal que tengan en cuenta el coste de la vida y no los intereses especulativos
del mercado.
3. La fianza para arrendar una vivienda no podrá ser superior a un mes de renta, y un segundo
mes en concepto de muebles y enseres en el caso de viviendas amuebladas. No se debe poder
retirar la fianza depositada en el registro público sin documento que acredite la extinción del
contrato de arrendamiento y el acuerdo firmado por arrendador y arrendatario.
4. Es necesario un índice de precios del alquiler construido de manera participativa (entre todos
los agentes sociales implicados), referido a variables socioeconómicas como la renta familiar
disponible, y que sea vinculante, con penalizaciones por los propietarios que lo excedan.
Necesitamos un índice que nos permita regular los precios y garantizar el derecho a la vivienda
de manera efectiva.
5. Las administraciones públicas únicamente promoverán la vivienda de alquiler de titularidad
pública. Un mecanismo fundamental para la ampliación del parque de vivienda pública de
alquiler será la movilización de los pisos vacíos que se encuentran en manos de las entidades
bancarias.
6. Obligación de las administraciones públicas de realojar a las personas desahuciadas por la
imposibilidad de pagar el alquiler, como se contempla en la Ley 24/2015 (art. 5.6). Hay que
derogar el procedimiento de ‘desahucio exprés’ establecido por la última reforma de la Ley de
Enjuiciamiento Civil.
7. Eliminación del régimen especial tributario de las Socimi (Sociedades Anónimas cotizadas de
Inversión en el Mercado Inmobiliario), que actualmente tributan al 0% en el impuesto de
sociedades.
8. Registro obligatorio de todas las viviendas, solares y propiedades verticales desocupadas por
un periodo superior a un año. Expropiación de aquellos solares y propiedades verticales que
hayan estado vacíos durante dos años (como ya se contempla en la Ley de Urbanismo).
9. El arrendador debe asumir los honorarios de los APIs o administradores de fincas de forma
total. Entendemos que es quien hace el encargo de comercialización de un inmueble quien debe
asumir los gastos derivados.
10. Ante las actuales situaciones de vulneración del derecho a la vivienda, y a la espera de los
cambios legislativos y las políticas públicas que enderecen la situación, apoyamos y
consideramos como legítimas aquellas resistencias inmediatas practicadas por los y las
arrendatarias, incluyendo la permanencia en la vivienda “en precario” cuando el propietario
haya rechazado la renovación del contrato y el empleo de propiedades verticales que se
encuentren vacías (Sindicat de Llogaters, 2017).

El ambiente del Sindicat, según Apilánez, remite a las asambleas de la PAH, con sus referencias a la
inteligencia colectiva y a vehicular las emociones a través del lenguaje dulcificado (“empoderamiento”,
“revolución democrática”, “ciudadanismo”, “femenino genérico”, etc.) de clara tradición “quincemayista”
(Movimiento 15M 57 ). Al igual que la PAH, su decálogo de propuestas, rezuma legalismo y
requerimientos de reformas a las administraciones públicas para que contengan la apisonadora de la


57
El 15M fue un movimiento “apartidista y a-sindicalista” que se organizó en torno a asambleas descentralizadas por los barrios de las ciudades
de toda España. Originado el 20 de mayo de 2011, en la asamblea de la Puerta del Sol, Madrid, en un ejercicio de consenso entre todos los
“indignados” allí reunidos.

81
violencia inmobiliaria58. En su manifiesto fundacional, el Sindicato se ubica en la tradición abierta por la
huelga de alquileres de 1931 recordándonos que la lucha por los derechos de los inquilinos no es aquí una
experiencia nueva. Igualmente, la recién constituida –marzo de 2017– Coordinadora de Asambleas de
Vivienda de Barcelona reclama en su declaración de principios medidas similares: limitación de
alquileres, reducción de alojamientos turísticos, paralización de desahucios sin alternativa habitacional,
etc. Añadiendo en su exhortación final una dupla de exigencias dirigida a las inmobiliarias,
conminándolas a que dejen de especular con el precio del alquiler y exigiendo a la administración que
intervenga tomando medidas contra el vaciamiento de los barrios (Apilánez, 2017).

El primer punto de las diez propuestas del Sindicat resume esta aspiración de fuerte aroma
pequeñoburgués: “hace falta estabilidad y una mayor duración de los contratos para poder desarrollar
proyectos vitales”. Como parte indisoluble de este realismo, carente de veleidades utópico-
revolucionarias, se apela a la contención de los poderes económicos exigiendo reformas legales (en lugar
destacado, la LAU) y la intervención pública en el control del ataque encarnizado del capital financiero
contra las “frustradas” seguridades de la clase media. En opinión de Apilánez, detrás de fórmulas como la
búsqueda del reequilibrio del contrato social en favor de la ciudadanía, se esconde el mismo
“benestarismo naíf” que ha llevado a la bancarrota a la socialdemocracia, incapaz de comprender que el
capitalismo neoliberal no entiende de límites ni de contrapesos redistributivo-keynesianos (Apilánez,
2017). La genealogía de las referidas organizaciones (compañeros de viaje de los Comunes y del nuevo
municipalismo regeneracionista) podría remontarse a los colectivos de lucha por el derecho a la vivienda
surgidos en los años previos al colapso de 200859.

La justificación de la moderación de tales medidas adquiere siempre signos tacticistas, basados en la


prudencia y la adaptación a los malos tiempos: hay que ser realistas y no pedir imposibles, sintonizando
con el sentir mayoritario de la población, para sumar adhesiones y elaborar programas de mínimos que
aglutinen sensibilidades diferentes evitando sectarismos. Se puede interpretar que tanto el Sindicato de
Inquilinos barcelonés como la actual alcaldesa de Barcelona y antigua líder del movimiento
antidesahucios resumen aquella aspiración de aroma pequeñoburgués: apelando a la contención de los
poderes económicos, exigiendo reformas legales y la esperanza en la intervención pública en el control
del ataque encarnizado del capital financiero contra las frustradas seguridades de la clase media. Así

58
Su organización se desarrolla a través de cinco comisiones de trabajo. Relato: produce discurso y argumentario que dotan de contenido a las
campañas, comunicados y acciones que realiza el Sindicato. Organización y acción: se ocupa del buen funcionamiento interno del sindicato, así
como de pensar y lanzar campañas y acciones. Servicios: articula los servicios jurídicos y técnicos que ofrece el sindicato, y organiza los talleres
de asesoramiento colectivo. Comunicación: se ocupa de dar visibilidad al sindicato a través de campañas gráficas, redes sociales y herramientas
audiovisuales. Extensión territorial: se ocupa de llevar la lucha a todos los territorios posibles, porque sabemos que solo haciendo frente común
podremos defender nuestros derechos. Coordinación: es el espacio de coordinación del trabajo de las diferentes comisiones. Abierta a todo el
mundo que participa en las comisiones y también a el afiliado o afiliada que quiera participar. Las comisiones se suelen reunir una vez por
semana o cada quince días. Se desarrollan debates políticos sobre cuales son las prioridades de cada momento y se reparten tareas (Sindicat de
Llogaters, 2017).
59
Apilánez hace notar la coincidencia de postulados con el contenido de la “Carta de medidas contra la violencia inmobiliaria y urbanística”, del
año 2006. El documento fue redactado por la Plataforma vecinal contra la especulación, en el marco del Taller contra la violencia inmobiliaria y
urbanística, caldo de cultivo del que surgió la V de Vivienda, organización que protagonizó las primeras movilizaciones masivas en Barcelona por
el derecho a la vivienda y que fue uno de los embriones de la PAH fundada en el año 2009.

82
mismo, BeC expresaría una esencia armonista fundada en que “el anhelo de tener una vivienda propia es
muy respetable, y entonces en un modelo ideal de vivienda debería existir un fuerte parque de vivienda
social, un parque importante de alquiler regulado como hay en otros países, un parque de cooperativas y
en cesión de uso, y podría haber también pequeña propiedad. No hay que confundir la pequeña propiedad
con la gran propiedad de la especulación de la vivienda” (Apilánez, 2017).

Manuel Delgado (2017) en una entrevista reciente para la revista Carrer, que lleva el título “Los
movimientos sociales ahora no están, volvemos a la catástrofe de la Transición”, concuerda en síntesis
con los planteamientos de Apilánez; en que los ideales de BeC adscritos a un “ciudadanismo”60 se basan
en cosas muy vaporosas: valores humanos universales, solidaridad, multiculturalismo. “BeC defiende una
ideología que cree que se pueden moderar los excesos del capitalismo, lo que implica aspirar a este tipo
de utopía de desconflictivización, de pacificación, de lo urbano. Y esto requeriría superar la lucha de
clases, que es el gran sueño de la derecha: que se base todo en espacios de consenso y acuerdo entre
ciudadanos que se supone que son iguales, pero que no lo son” (Delgado, 2017:13). ¿Dónde están los
movimientos sociales? se pregunta Delgado, la mayoría de los que fueron líderes están trabajando en el
Ayuntamiento. “Los movimientos sociales ahora no existen, se ha repetido la catástrofe de la Transición,
cuando una buena parte de la gente del movimiento barrial terminó dependiendo del gobierno municipal”
(Ibíd.). Sobre la crítica actual al capitalismo financiero, explica que:

… no podemos movernos bajo parámetros según los cuales hay un capitalismo bueno y uno
malo, cuando eso no es verdad. Acabaremos pensando que el capitalismo industrial es el bueno!
El problema es: ¿qué alternativa vemos? Sólo se cree que podemos atemperar al capitalismo. El
actual ayuntamiento no es anticapitalista sino que recupera una cierta socialdemocracia. Yo
creo que Ada Colau, Gala Pin, Jaume Asens, son buena gente, gente honesta, que hace lo que
puede. Cuando hablas con ellos, te dicen precisamente eso. Hacen lo que pueden con la vivienda
social, por ejemplo, pero el suelo no es público. Y cuando han podido tomar alguna medida
contra la proliferación de hoteles, se ha desatado una especulación brutal con los apartamentos.
No puedes combatir al mercado, que es quien tiene la última palabra en esta y todas las ciudades
(Ibíd.).

La crítica definitiva de Delgado se esclarece del todo cuando enlaza tanto a Porcioles como Maragall y
ahora Colau en su tarea de administradores de las consecuencias catastróficas de un concepto de ciudad
basado en el enriquecimiento de las empresas que obtienen beneficios de la urbe convertida en mercancía:
los sectores de la construcción, la hostelería, etc., lo que significa a estas alturas, que Ada Colau, a nivel
mundial, acabe “simbolizando la posibilidad de un capitalismo de rostro humano”. Y esto, en palabras del
antropólogo catalán, es solo una expresión fraudulenta, porque finalmente no se puede domar la bestia
(Delgado, 2017:13).

Luego de haber analizado las características esenciales del fenómeno urbano en Barcelona, reveladoras de
una realidad urbana aplastante, dado el ascenso del circuito inmobiliario (sofisticación del sistema de

60
Ver: Manuel Delgado. (2016). Ciudadanismo.

83
promoción y poder de sus agentes) estructurante de un mercado inmobiliario financierizado que penetró –
históricamente– con todas las facilidades en la economía política española, y de la misma forma
consiguió hacer su trasvase al submercado del alquiler; vemos como este sistema especializado en la
depredación del habitar en la ciudad, ha logrado desbordarse en muy poco tiempo desde la centralidad
urbana a la ciudad–global. Igualmente, constatamos los modos de alimentación y fluidez del circuito a
través de subsistemas como el aparato legal centralizado movilizador de todo tipo de operaciones
inmobiliarias de acumulación, un subsistema de rentismo colaborativo que sirve de engranaje de la
industria turística al circuito inmobiliario financierizado, y el subsistema político-institucional atrapado en
los buenos propósitos y acciones paliativas, con profundas interrupciones, sin la fuerza ni la claridad
suficientes para el re-escalamiento de la política y lamentablemente sin tiempo.

Siguiendo el orden de nuestro sistema teórico crítico, resulta imperativo de la investigación, responder
qué se puede hacer desde el planeamiento y la política del espacio urbano para apuntalar la lucha (o las
luchas) en la verdadera batalla que se libra en Barcelona. ¿Es posible diseñar unos lineamientos teóricos
para sabotear el sistema o los flujos globales en el circuito inmobiliario financierizado? Intentaremos
responder estas cuestiones mediante la observación y análisis del espacio social de la centralidad
barcelonesa (Ciutat Vella-Barrios-Rambla) y el espacio de la periferia (Barrio La Marina del Prat
Vermell), con especial énfasis en la reproducción de las relaciones de producción capitalista a través de
los planes, las políticas urbanas y la gestión urbanística formulada: sus límites y contradicciones.

Los siguientes apartados se conformaron mediante la adaptación del método tripartito de análisis espacio
social, al desplegar los conceptos de Lefebvre que guían los análisis formal, funcional y estructural.
Metodológicamente buscamos determinar si se cumple o no una transfuncionalidad y los roles que se le
asignan a las unidades intermedias de la realidad social seleccionadas (Ciutat Vella-Barrios-Rambla y
Barrio La Marina del Prat Vermell). Examinaremos las múltiples estrategias expresadas en el espacio, en
torno al tema del habitar y los usos del espacio. De este modo, se establecerán los medios e instrumentos
de acción en todos los niveles, enlazando dichas estrategias a las instituciones, organismos y agentes
urbanos que las operan. El análisis formal localiza lo que se percibe en el espacio a partir de las prácticas
espaciales. El análisis funcional estudia lo vivido en el las unidades intermedias como espacio de
representación, a través de las imágenes y los símbolos que la acompañan, dentro de los marcos
espaciales de la centralidad y la periferia. Por último, el análisis estructural, identifica cómo están
concebidas las múltiples representaciones en la textura espacial del espacio impregnadas de
conocimientos e ideologías; nos permite realizar el vínculo entre el todo y las partes. El análisis
estructural considera escalas, proporciones, dimensiones y niveles, y completa el análisis formal-
funcional, sin eliminarlos. Del análisis tripartito expondremos conclusiones parciales.

84
4.4. El espacio social en la centralidad: Neoliberalismo urbano y crisis del
espacio social en Ciutat Vella (1976-2017)

Iniciamos este apartado concentrados en el análisis general del espacio social en la centralidad de
Barcelona, procurando conectar los resultados parciales de nuestro análisis precedente (actualidad del
espacio abstracto e instrumental en la ciudad–global) con las posibilidades de interpretación de otro
centro para otra vida en el casco antiguo como obra del habitar a través del pensamiento de Henri
Lefebvre. Así, nos apoyamos en los procesos más específicos (de neoliberalización de la centralidad y su
gestión reciente) organizadores del terreno para el postneoliberalismo urbano, detallando los aspectos más
relevantes del fenómeno urbano en el nivel de la realidad social de la centralidad de Barcelona.

Después de un siglo de operaciones restauradoras en el casco antiguo de Barcelona, acompañadas de un


presupuesto y unas políticas específicas para el Distrito de Ciutat Vella, somos testigos del
desmantelamiento progresivo de las relaciones sociales, cuidadosamente filtradas por la depredación del
capitalismo a través de los años. Este continente social de la vida pública y privada traducido en la vida
cotidiana del “centro” ha estallado, permitiendo la dominación definitiva del mundo de las mercancías,
por imposición en el espacio de los valores de intercambio sobre los valores de uso. A partir de esta
consideración, nos preguntamos si conviene seguir rehabilitando el casco antiguo a pesar de las secuelas
de la reproducción de las relaciones sociales de producción capitalista, o deberíamos buscar un camino
que nos permita inventar otro espacio histórico para crear nuevas relaciones, una nueva vida de centro. En
este caso, la totalidad de la teoría del espacio social de Henri Lefebvre, puede ser un faro a la hora de dar
con ese camino, aún lleno de sombras. Nuestro primer acercamiento parte de un repaso cuantitativo que
congela algunas dimensiones del distrito hasta la actualidad, para introducir al neoliberalismo urbano
como marco crítico de la teoría y las interpretaciones en adelante. De esta manera, señalamos dos
aspectos del pensamiento lefebvriano que al concatenarse iluminan la hipótesis, y exigen respuestas de
nuestra parte. Para arrancar, examinamos desde su epistemología, las ideas que buscan ordenar el análisis
del fenómeno urbano específico de la centralidad, e incorporan el nivel del habitar, a través de su
reposicionamiento y su conflicto con el “lugar de habitación”; luego situamos en el centro la evolución
lefebvriana de la crítica de la vida cotidiana que será traducida en el espacio-tiempo social de Ciutat
Vella.

En esta sección integramos el artículo publicado en el monográfico de la revista QRU (8) sobre el habitar
en Ciutat Vella, editado por el Departamento de Urbanismo de la ETSAB-UPC. Cabe destacar dentro de
la literatura revisada, la contribución de la revista Masala de periodismo de investigación crítico de Ciutat
Vella y los trabajos de Pere López Sánchez (1986), titulado “El centro histórico: un lugar para el
conflicto”, y el de Iván Ruiz de Somocurcio (2005) sobre las Sociedades de economía mixta en la gestión
urbanística en Barcelona.

85
4.4.1. Primacía de lo urbano y prioridad del habitar

En La revolución Urbana (1970/1972b) Lefebvre plantea analizar el fenómeno urbano a partir de las
nociones de “niveles” y “dimensiones”, con la intención de dar cierto orden a los discursos confusos en lo
concerniente a la ciudad; dicha ordenación de los hechos no excluye otros discursos o clasificaciones.
Para establecer este orden propone una matriz de análisis de lo urbano, en la que se distingue el nivel
global (G), mixto (m) y el nivel privado (P) correspondiente al habitar. En el nivel global se ejerce el
poder del Estado, como voluntad y representación, entrando en juego el poder político y sus instrumentos
ideológicos y científicos. Este nivel es el de las relaciones más generales, por tanto, las más abstractas; y,
sin embargo esenciales: el mercado del capital, la política del espacio, etc. Siguiendo al teórico francés,
en este nivel podemos distinguir lo que denomina “espacio institucional”, que es a la vez “social”
(político) y “mental” (lógico y estratégico) se proyecta tanto en el terreno de lo construido (proyectos
urbanísticos de gran envergadura, monumentos, edificios, nuevas ciudades, etc.) y de lo no construido
(carreteras, autopistas, organización del tejido urbano, del transporte, de los espacios neutros, etc.). El
nivel mixto, mediador o intermediario, es el nivel específicamente urbano, el de la ciudad en el sentido
corriente del término. Si se extrae el nivel global (edificios ministeriales, monumentos, instancias
superiores) y el nivel privado (los edificios privados) del plano, quedará trazado un terreno construido y
no construido: calles, plazas, avenidas, escuelas, iglesias, centros parroquiales, etc. Este conjunto
específicamente urbano presenta la unidad característica de la realidad social, la agrupación: “formas-
funciones-estructuras”. El nivel privado habiendo sido descuidado, según Lefebvre, ha pasado a ser
secundario o despreciable; en él solo se puede considerar el terreno de lo construido: edificios de
alojamiento. Para definir mejor este nivel, Lefebvre refresca la tensión entre los conceptos de ”habitar” y
del “lugar de habitación”:

Hacia finales del siglo XIX un pensamiento (si se puede llamar así) urbanístico,
inconscientemente reductor, ha marginado, y literalmente ha puesto entre paréntesis el habitar;
ha concebido el lugar de habitación como una función simplificadora, limitando al ‘ser humano’
a algunos actos elementales: comer, dormir, reproducirse. Ni siquiera podemos decir que los
actos elementales funcionales sean animales. El animal tiene una espontaneidad más compleja…
Este nivel no es solamente el lugar de agentes menores, económicos y sociológicos, como son, la
familia, el grupo de vecinos, y las relaciones ‘primarias’ (términos empleados por la ecología y
la escuela de Chicago)… El lugar de habitación, ideología y práctica, ha inhibido y rechazado
en el inconsciente el habitar (Lefebvre, 1970/1972b: 88).

Para Lefebvre, lo que antes fue el habitar ha desaparecido del pensamiento, se ha deteriorado en la
práctica en el reino del lugar de habitación. Por tanto, ha sido necesaria la mediación de Nietzsche y
Heidegger para intentar recuperar el sentido del habitar. Así, el lugar de habitación se ha erigido desde
arriba, con la aplicación de un espacio global, homogéneo y cuantitativo, como “…obligación de lo
‘vivido’ ha pasado a dejarse encerrar en cajas, celdas o máquinas de habitar” (Ibíd.).

86
En este sentido, para encontrar el habitar y su sentido, Lefebvre plantea utilizar conceptos y categorías
que se encuentren al margen de lo vivido por el habitante, en lo desconocido o mal conocido de la
cotidianidad, y que tienen el alcance de teoría general. Para plasmar su idea, Lefebvre cita a Heidegger
cuando comenta la frase de Hölderlin: “el hombre vive en poeta”; así, las relaciones del “ser humano” con
la naturaleza y su propia naturaleza, y con el “ser” y su propio ser, se sitúan en el habitar, en él se realizan
y en él se entienden. En consecuencia, el ser humano tiene que construir y vivir, es decir, tener una
vivienda en la que viva, pero con algo más (o algo menos): su relación con lo posible y con lo imaginario.
Esta relación también se halla en la vivienda y en el habitar.

… desde los templos y los palacios, hasta la cabaña del leñador, hasta la choza del pastor… el
ser humano (no vamos a decir el ‘hombre’) no puede habitar sino en poeta. Si no se le concede,
en calidad de ofrenda o de don, una posibilidad de vivir poéticamente o de intentar una poesía,
la fabricará a su manera. Incluso la más vulgar cotidianeidad conserva rasgos de grandeza y de
poesía espontánea, excepto quizá cuando es solamente la aplicación de la publicidad y la
encarnación del mundo de la mercancía, cuando el cambio ha abolido el uso o lo ha hecho
secundario (Lefebvre, 1970/1972b: 89).

El teórico francés considera que el Oriente, China y Japón tienen mucho que enseñarnos acerca de esta
poesía de la vida. Por ejemplo, el conjunto de objetos (como los que se exhiben sobre el tokonoma), de
buen o mal gusto, que saturan o no el espacio de una habitación, y que pueden llegar a ser los “más
horrorosos bibelots”, pero que son esa poesía vulgar que se permite el ser humano para no dejar se der
poeta.

El habitar, por tanto, no debe ser ya estudiado como un residuo, como restos o resultado de niveles
llamados superiores. Tendrá que ser y puede ser ya considerado como fuente, como fundamento, como
funcionalidad y transfuncionalidad esenciales, explica el teórico francés. El predominio de lo global, de lo
lógico y de lo estratégico, forma todavía parte del mundo al revés, que hay que tratar de destruir.
Lefebvre plantea aquí una interpretación de la realidad urbana contraria a la habitual: partir del habitar, y
no de lo monumental, aunque este último no es condenado, sino reconsiderado. Así mismo, el
movimiento dialéctico y conflictivo del lugar de habitación y del habitar pasa también al primer plano.
Para Lefebvre, lo esencial en la distinción entre los tres niveles está en entender que el fundamento, el
sentido, vienen del habitar, y no de los otros niveles. Si lo global quiere dirigir lo local, si la generalidad
pretende absorber las particularidades, el nivel medio (mixto) puede servir de terreno de defensa y de
ataque, de lucha. Sólo provisionalmente puede convertirse en finalidad y en función, pero de una
estrategia que debería poner sus cartas sobre la mesa y mostrar su juego. Así pues, “lo urbano” se define
por la unidad de estos tres niveles con predominio del habitar. En el análisis propuesto por Lefebvre, hay
una primacía de lo urbano y prioridad del habitar, esta prioridad exige la libertad de invención y el
establecimiento de unas relaciones inéditas entre el urbanista y el arquitecto, si bien la última palabra
queda en poder de la arquitectura, aquella responde a una confusa “demanda social”, que no ha podido
hasta ahora, –convertirse en “mandato social”– dice Lefebvre (1970/1972b: 96).

87


4.4.2. Crítica de la vida cotidiana en el espacio-tiempo social

Podemos señalar que desde su introducción a la Crítica de la vida cotidiana (1947), los hallazgos críticos
de la realidad (de lo cotidiano) expuestos por Lefebvre están ligados a un humanismo relacionado con el
clima de la liberación de postguerra, tal crítica pretendía renovar el viejo humanismo liberal y
reemplazarlo por un humanismo revolucionario. El objetivo de este humanismo no era la retórica ni la
ideología de modificar las superestructuras, sino cambiar la vida. En el año 1968, como se detalla en el
capítulo 1 (apartado 1.2) Lefebvre describía dos paisajes plenamente contrastados entre la “miseria” y la
“grandeza” de lo cotidiano para comprender la totalidad parcial de su crítica de la vida cotidiana en el
espacio-tiempo social del “mundo moderno”.

Años antes de 1968, en el volumen II de su Crítica de la vida cotidiana, subtitulado “Fondements d’une
sociologie de la quotidienneté” (1961), pero también años después, en el volumen III publicado en 1981
con el subtítulo “De la modernité au modernisme. Pour une métaphilosophie du quotidien”, Lefebvre
insertaba dentro de las categorías específicas de análisis, el “espacio social” y el “tiempo social”. El
teórico francés explica que existe el tiempo social o las escalas de tiempo social que son distintas de las
escalas de tiempo biológicas, fisiológicas y físicas. Y que hay un espacio social que es distinto del
espacio geométrico, biológico, geográfico y económico. El espacio cotidiano por tanto, difiere del espacio
geométrico en que tiene cuatro dimensiones; del mismo modo, el tiempo cotidiano tiene cuatro
dimensiones que difieren de las dimensiones que habrían definido los matemáticos y los físicos: lo
realizado, lo previsto, lo incierto y lo imprevisible (o el pasado, el presente, el futuro a corto plazo, el
futuro a largo plazo). Con respecto al espacio social, distinguiremos entre aspectos subjetivos y aspectos
objetivos. Subjetivamente, el espacio social es el entorno del grupo y del individuo dentro del grupo; es el
horizonte, en el centro del cual se colocan y en el que viven. La extensión de este horizonte difiere de un
grupo a otro, según su situación y sus actividades particulares. Objetivamente, la idea de espacio social no
es sinónimo de la idea actualmente aceptada de “movilidad social”. El espacio social se compone de un
tejido relativamente denso de redes y canales; tejido que es parte integral de lo cotidiano. En cuanto al
tiempo social, se destacan la diferencia entre escalas de tiempo cíclicas y escalas de tiempo lineales, y su
relatividad. Sabemos que las primeras tienen sus orígenes o sus fundamentos en la naturaleza; están
conectadas a ritmos profundos, cósmicos y vitales. Las lineales están conectadas con el conocimiento, la
razón y las técnicas; no se correlacionan con ritmos y procesos vitales, sino con procesos de crecimiento
económico y tecnológico (Lefebvre, 1961/2014b).

Aunque son repetitivos, los ritmos y ciclos siempre tienen una apariencia de novedad: “el amanecer
siempre parece ser el primero…el ritmo no impide el deseo y el placer del descubrimiento: el hambre y la
sed parecen siempre novelas” (Ibíd., Trad del A.). Lefebvre se pregunta si este asombro cotidiano no es

88
una especie de regalo del olvido que protege a lo rítmico de la obsolescencia sin borrar toda memoria.
Mientras que en la repetición lineal, por contraste, se reconoce la identidad formal y material de cada
“golpe”, generando lasitud, aburrimiento y fatiga. Así Lefebvre propone el ritmoanálisis, una “nueva
ciencia que está en proceso de constitución” para el estudio de estos procesos altamente complejos. De
acuerdo al teórico, el ritmo cíclico se sitúa en la yuxtaposición de lo físico, lo fisiológico y lo social, en el
corazón de la vida cotidiana…por tanto, es posible estudiar todos los ritmos cíclicos a partir de su origen
o fundamento –la naturaleza–, pero teniendo en cuenta sus alteraciones a través de la interferencia con los
procesos lineales. Lo importante aquí es el “aplastamiento progresivo” de los ritmos y ciclos por la
repetición lineal. Debe enfatizarse que sólo lo lineal es susceptible de ser completamente cuantificado y
homogeneizado; así como, el tiempo social totalmente cuantificado es indiferente al día y la noche, a los
ritmos de los impulsos (Lefebvre, 1981/2014d).

En el volumen III y final de su Crítica de la vida cotidiana, Lefebvre empieza por hacer un recuento de
más de tres décadas de sus análisis sobre lo cotidiano y los actualiza. En este punto, es necesario traer un
pequeño extracto que da cuenta del balance hasta los años 80 de lo observado por Lefebvre:

Durante el período considerado (1946-1961), la vida cotidiana cambió –no en el sentido de


mostrar su riqueza latente, sino en la dirección opuesta: empobrecimiento, manipulación,
pasividad. El capitalismo estaba en el proceso de conquistar nuevos sectores en estos años: la
agricultura, previamente pre-capitalista en gran parte; la ciudad histórica, que se rompió a
través de la explosión y la implosión; el espacio en su conjunto, conquistado por el turismo y el
ocio; la cultura– es decir, la civilización reducida y subordinada al crecimiento por la industria
cultural; finalmente, y especialmente, la vida cotidiana…En los sesenta, el resultado es
contradictorio: una innegable satisfacción y un profundo malestar. Más que una apropiación
cualitativa del cuerpo y una vida de espontaneidad, lo que se transpira es una expropiación
amenazadora y creciente por lo exterior, lo cuantitativo y lo repetitivo, por imágenes
desencarnadas y voces alienígenas, por el moldeo discursivo y espectacular de todo lo que
sucede. Este fue el caso de la ‘gente’ en general, de la sociedad en su conjunto, siendo las clases
medias el eje y el soporte de estas operaciones… (Lefebvre, 1981/2014d: s. p.).

Lefebvre explica, ante lo que considera un análisis inadecuado en el pasado, que la producción de
necesidades –consumo administrado burocráticamente– permaneció todos esos años enredada con el
naturalismo, dando como resultado la eficacia de los medios a través de modelos e imágenes, algo que fue
apenas comprendido. “El papel y la función de las clases medias en sutiles cambios en la vida cotidiana,
la sociedad civil, el Estado y sus relaciones se vislumbraron, pero no se aclararon. Los volúmenes
anteriores no muestran claramente cómo y por qué la cotidianeidad programada –la de las clases medias–
es su realidad y luego se transforma en modelos ‘culturales’ para estratos y clases inferiores” (Ibíd., Trad.
del A.). Cabe mencionar, al respecto del habitar, lo que Lefebvre describe con tono nostálgico en la
primera sección del volumen III, titulada “Un primer vistazo de lo que ha cambiado”:

89
El habitar, un acto social y poético, generador de poesía y obras de arte, se desvanece frente a la
vivienda, una función económica. La ‘morada’, tan claramente evocada y celebrada por Gastón
Bachelard, también desaparece: el lugar mágico de la infancia, la morada como vientre y
concha, con su desván y su bodega llena de sueños. Frente a una vivienda funcional, construida
según los dictados tecnológicos, habitada por los usuarios en un espacio homogéneo y
destrozado, la morada se hunde y se desvanece en el pasado… (Lefebvre, 1981/2014d: s. p.,
Trad. del A.).

En esta mirada de lo que ha cambiado, Lefebvre lanza varias advertencias sobre los peligros hallados en
la industria cultural, lo lúdico, lo trágico, y que ya se han cumplido en los intentos por restaurar la vida
cotidiana:

Las continuidades y las discontinuidades se entrelazan así en una confusión que se expresa en el
desorden espacial… Tomar el camino alternativo a una ‘realidad’ áspera y absurda es aún más
difícil de esbozar en el sentido de que la industria cultural sabe capturar los anhelos de las
almas, los atractivos estados de ánimo de la conciencia, indignada y en protesta, para
transformarlos en espectáculos rentables. La experiencia indica que incluso lo lúdico y lo
trágico, considerados irreductibles e inmunes a la recuperación, pueden comercializarse hasta
cierto punto… De modo que son insuficientes para abrir otra vía –a menos que lleven las cosas
a los extremos: juegos peligrosos, grandes riesgos, holocausto y sacrificio (Ibíd.).

A menudo hay un elemento de juego en la vida cotidiana: todo el mundo juega su papel, su carácter
cómico o trágico, más o menos bien. “A veces lo lúdico crece en intensidad. Sin embargo, cuando un
elemento de juego se mezcla en la práctica con el intercambio (el debate y la negociación, la
especulación), el funcionamiento de los equivalentes61 apenas se ve afectado por ello. Por el contrario, así
es como opera y se enmascara: estableciéndose en la vida cotidiana… del mismo modo ocurre con lo
lúdico en el discurso: juegos de palabras y efectos de lenguaje, incluso gritos y llantos inarticulados”
(Ibíd.). Así, no se impide que tarde o temprano, la lógica imponga coherencia; en consecuencia, contar
con lo lúdico para romper la vida cotidiana es probablemente como un juego de azar más que de
probabilidades, pues es enmascarar la obstinación del sistema de equivalentes. “Y sin embargo, en los
momentos de intenso riesgo, en la pasión y la poesía, la vida cotidiana se rompe, y algo diferente viene a
través de la obra, ya sea acto, discurso u objeto” (Lefebvre, 1981/2014d: s. p., Trad. del A.).


61
Siguiendo a Marx, el oro es llamado el equivalente universal. A cambio de que la materialidad de la cosa sea momentáneamente borrada por su
forma, el oro restaura la materialidad a lo formal. Como resultado, las mercancías se constituyen como un sistema de equivalentes no finito,
permanentemente abierto y, sin embargo, bien definido (Lefebvre, 2008).

90
4.4.3. Neoliberalismo urbano y furia del circuito inmobiliario–financiero en Ciutat Vella

Con la intención de hacer un repaso general del esfuerzo institucional, especialmente del Ayuntamiento
de Barcelona, a través de sus técnicos y autoridades, por establecer un relato oficial para explicar la
transformación de la ciudad desde su visión urbanística, en buena parte del período estudiado (entre
mediados de los años 70 y el primer lustro del siglo XXI), hemos revisado cuatro documentos que
enmarcan dicha voluntad. Tres de ellos tienen el formato de catálogo y cuentan con un coordinador o
comisario general: a) Oriol Bohigas (1983). Plans i projectes per a Barcelona; b) Miquel Roig (1996).
Barcelona: La segona renovació; c) Josep M. Montaner (1999). Barcelona 1979-2004: del desarrollo a
la ciudad de calidad. El cuarto documento de publicación más reciente (2011), plantea una serie de
artículos de enfoque crítico y ha contado con la participación de investigadores de la Escuela Técnica de
Superior de Arquitectura de Barcelona (ETSAB), nos referimos al Archivo crítico: modelo Barcelona,
1973-2004, bajo la coordinación de los profesores Fernando Álvarez, Zaida Muxí, y Josep M. Montaner.
Cabe indicar, que en éste último trabajo se trenzan a través de varios análisis sugerentes62 los tres
documentos anteriores.

El catálogo a cargo del arquitecto Bohigas lleva la presentación del alcalde Pasqual Maragall y se centra
en el período 1981-1982, detallando 50 proyectos de diversa índole. Sin embargo, en una segunda edición
publicada un año y medio después (1984), se describen en anexos la situación de: 19 proyectos en curso,
27 obras en realización, 72 obras realizadas por los Serveis de Projectes Urbans, así como, por el Servei
de Parcs i Jardins; y 26 planes en marcha (incluidos 8 PERI) en distintas fases de aprobación. El siguiente
documento revisado se publica luego de las olimpiadas bajo la administración del propio Maragall; en él
se enmarcan las actuaciones en el período 1991-1995 dentro del “modelo Barcelona” como definición
general de una ciudad “renovada y ordenada” sobre la base de la integración espacial y el consenso entre
diversos agentes con el objeto de la mejora de la “calidad de vida” y el “bienestar” de los ciudadanos.
Según el arquitecto Ricard Fayos i Molet, Director en ese momento de los Serveis de Planejament
Urbanistic, el urbanismo en este período se configura en siete ejes de acción: continuidad de los proyectos
anteriores; complementariedad de las operaciones del año 1992; nuevas propuestas sobre vialidad;
grandes proyectos de la segunda renovación; las actuaciones sobre los barrios; actuaciones estratégicas; y
la orientación del planeamiento a la vivienda.

El texto publicado en 1999 está encabezado por la figura del alcalde Joan Clos, y representa dos actos
ante todo: el conmemoratorio de la “ciudad renovada” y el preparatorio, es decir, el acto de proyección
hacia el “Forum 2004”. Desde el punto de vista teórico, para Montaner se intenta demostrar que en el
modelo general de Barcelona conviven diferentes modelos, siempre dirigidos hacia la “sostenibilidad”.


62
Ver por ejemplo, el artículo “Reforma de la ciudad y patrimonio” de Fernando Álvarez; véase también: “Los intereses económicos y los actores
de la ciudad” de J. M. Montaner.

91
Así, se despieza en cuatro etapas el modelo general: 1era. Etapa (1976-1986) de la gestión municipal
democrática y la “reconstrucción de Barcelona” (Bohigas, 1985); 2da. Etapa (1986-1992) de la carrera
olímpica, caracterizada según Montaner por operaciones de infraestructura, intervenciones en cuatro áreas
olímpicas y en “áreas de nueva centralidad” (Busquets, 1999). 3era. Etapa (1992-1997) marcada por el
relevo de Maragall por Clos en la alcaldía, la “recesión lógica” posolímpica, y la hipótesis de una
“segunda renovación”, así como, la importancia de la “escala metropolitana” en el ideario del desarrollo
urbanístico. No obstante, esta última etapa que sobreviene casi al cierre del siglo, deja ver un equilibrio
sospechoso en la lógica de la gestión urbanística que lejos de encender alguna alarma, ostenta
abiertamente su fermentación neoliberal:

… en estos dos años, de todos modos, un rasgo ha sido característico de la gestión y de la


logística de la ciudad. El mecanismo de gestión de la ciudad, dentro de su complejidad, se ha
basado en un modelo de conciliación entre la gestión pública y la iniciativa privada, peculiar del
modelo Barcelona. Lejos de dos posibles límites como serían las sociedades planificadas con
dominio de la promoción pública, en un extremo, o las sociedades tardocapitalistas en las cuales
la ciudad es decidida de manera neoliberal según los intereses de la iniciativa privada… Esta
alianza ha consistido, realmente, en una reformulación y actualización de la alianza típica que se
daba en la ciudad liberal de la segunda mitad del siglo XIX, cuando en Barcelona se aplica el
emblemático Pla Cerdà… (Montaner, 1999:25-26).

Por último, dentro de este relevamiento del relato oficial de la visión urbanística de la ciudad, nos
acercamos al Archivo crítico (2011) para retomar las palabras del arquitecto Fernando Álvarez, que
adelantándose, en cierto modo a nuestra mirada actual, explicaba –en el marco del estudio crítico de la
situación del patrimonio arquitectónico en el proceso de transformación de la ciudad y su divulgación–,
cómo tal proceso se puede entender a partir de una “reforma de la ciudad” que habría permitido a los
intelectuales de finales de siglo descubrir a un lado “lugares y formas entrañables del pasado” y, al otro,
“bulevares iluminados”, y que este marco podría haber devenido en límite, umbral, espacio o haber sido
engullido por una realidad mayor. Según Álvarez, esta sería la discusión que empezaba a tomar
relevancia a partir de ese momento. A nuestro parecer, trascurridas dos décadas, aquel umbral de
discusión ha resultado efectivamente absorbido o subyugado por una consideración mayor, la del
proyecto urbanístico neoliberal desatado en el circuito inmobiliario–financiero.

Para nuestro análisis puntual de Ciutat Vella, hemos de partir de una mirada selectiva en las estadísticas
del Distrito 1 recogidas hasta el 2016, con el debido cuidado en pretender que lo cuantitativo exprese una
“realidad” urbana o social63. Ciutat Vella está conformada por cuatro barrios (Raval, Gótico, Barceloneta
y Sant Pere-Santa Caterina-La Ribera), posee una población de aproximadamente 100.000 habitantes, que
representan un 6,2% del total de habitantes empadronados en la ciudad. Dicha población en 1991 era de
90.612 hab., representando el 5.5% de la población de la ciudad, dividida en un 96,2% de habitantes

63
Se destacan varias fuentes consultadas: LABturisme. (2016). Activitat turística de la Destinació Barcelona. Informe anual de la província
2016. Barcelona: Diputació de Barcelona; Ajuntament de Barcelona. (2000, 2007, 2011, 2013, 2015). Distribució territorial de la Renda
Familiar per càpita a Barcelona. Gabinet Tècnic de Programació Departament d’Estudis i Programació barcelonaeconomia.bcn.cat; Ajuntament
de Barcelona. (1900-2016). Població i Demografia. Anuari Estadístic de la Ciutat de Barcelona.

92
nacidos en Cataluña incluyendo el resto de España, y un 3.8% de habitantes nacidos en el extranjero. Esta
relación se ha transformado hasta el año 2016, de tal forma que la población local (Española) descendió al
56,8% y los habitantes de origen extranjero alcanzaron el 43,2% (AB, 1900-2016: Població i
Demografia). Por otro lado, si bien el índice de ingresos de la población del Distrito ha ido
incrementándose considerablemente a partir del año 2000 hasta alcanzar una cifra del 85,5 en el año
2015; al observar el índice por barrios, podemos señalar una desigualdad marcada –y sostenida en el
tiempo– entre los barrios del Raval (75,8) y Gótico (108,5) medidos al mismo año; a sabiendas de que el
Raval permanece en el umbral del grupo de los barrios más pobres, y en el extremo opuesto, el Gótico se
mantiene dentro del grupo de barrios con ingresos más altos (AB, 2000-2016: Distribució territorial de la
Renda).

En este sobrevuelo cuantitativo identificamos también el predominio de las actividades del sector
terciario de la economía, principalmente de los servicios de hostelería y restauración en los cuatro barrios,
en consecuencia con las cifras del turismo que marcan un ascenso excepcional. Durante el segundo
cuatrimestre de 2016, por ejemplo, los hoteles de Barcelona han acogido a 3,35 millones de personas que
han generado 7,2 millones de pernoctaciones. Un 6,1% y un 4,2% más, respectivamente, que en el mismo
periodo de 2015. Tal ritmo de crecimiento (que mantiene la trayectoria ascendente de los últimos años)
remarca la excepcionalidad de los resultados del primer cuatrimestre del 2016. En esta dirección, durante
los últimos doce meses (junio 2015–junio 2016), las pernoctaciones han aumentado un 6,7% y el número
de turistas un 8,2%; tasas de crecimiento que se deben considerar una buena aproximación a los
resultados que se prevén para el conjunto del año 2016 (LABturisme, 2016).

Algunas de las expresiones más nítidas del neoliberalismo urbano avanzado se evidencian en la Barcelona
de inicios del siglo XXI y se pueden explicar en un movimiento planificado del modelo urbanístico a la
marca registrada64, que en último caso, no significaría una “suplantación” del modelo del “urbanismo
ciudadano” por un “urbanismo de promotores y de negocios” como sugiere Jordi Borja en Luces y
sombras del urbanismo de Barcelona (2009). Sino, más bien, resultaría de la libre explotación por un
sector inmobiliario financierizado de un terreno previamente preparado por aquel urbanismo institucional
“concertado” en todos los niveles (P-m-G), con la ayuda de dispositivos de gestión privatizadores y
controladores de un espacio “público” funcionalizado como espacio instrumental para la reproducción de
las relaciones de producción capitalista. Paralelamente, las consecuencias –bien conocidas– de
gentrificación y segregación que se advertían fueron minimizadas por tecnócratas e intelectuales como el
mismo Borja65, por no tener el suficiente interés de las masas para alcanzar a ser problemas “más reales”.

64
Para profundizar sobre evidencias para la crítica del análisis del urbanismo de Barcelona por etapas, ver: Aricó, G., Mansilla, J. & Luca, M.
(2016). El legado Porciolista: Extracción de rentas, dinastías de poder y desplazamiento de clases populares en las políticas urbanísticas de la
Barcelona contemporánea. En: Congreso Internacional CONTESTED-CITIES. Madrid, 1-23.
65
Se puede evidenciar el desamparo y evolución de una problemática concreta en las siguientes referencias: 1. “En Ciutat Vella ha prevalecido
una crítica muy ideológica y minoritaria, denunciadora de una “gentrificación” relativamente modesta y de algunos proyectos considerados
“especulativos”, mientras que la población se preocupa de problemáticas más inmediatas (y, si me lo permiten, más reales) sobre la vivienda, la
pobreza, la limpieza y la seguridad en el espacio público y la convivencia entre poblaciones distintas” (Borja, 2009:192). 2. “El avance relativo

93
Así, han pasado varios años, y lo único más o menos concreto ha sido, sin duda, una larga lista de
acciones y omisiones llevadas a cabo en Ciutat Vella durante una larga etapa neoliberal con sus efectos a
la vista.

Luego de transcurrido un significativo tramo del siglo XX, caracterizado por las operaciones de
restauración monumentales y urbanísticas, con especial interés por el embellecimiento de la ciudad
romana, su medievalización (gótico y románico) bajo el auspicio de una burguesía catalana y los
ayuntamientos de la dictadura que depositaron su confianza en la figura trascendental del funcionario
Adolfo Florensa66; el centro histórico se degradará entre otras cosas, por el efecto más genérico de
implosión-explosión de la ciudad industrial como explicaba Lefebvre a finales de los años 60. “La
implosión-explosión (metáfora tomada de la física nuclear), es decir, la enorme concentración (de
agentes, de actividades, de cosas y de objetos, de instrumentos, de medios, de posibilidades y de
pensamiento) en la realidad urbana, y el inmenso estallido, la proyección de múltiples y disociados
fragmentos (periferias, extrarradios, residencias secundarias, satélites, etc.)… produce en ese momento
todos sus efectos. El aumento de la producción industrial se superpone al crecimiento de los intercambios
comerciales, y los multiplica” (Lefebvre, 1970/1972b: 20). En efecto, Ciutat Vella perderá más de la
mitad de su población entre los años cincuenta y ochenta: de 245.000 habitantes a inicios de los años
cincuenta, a poco más de 100.000 en los años ochenta. Así, el centro de la ciudad, toma forma (en gran
medida) hacia el Eixample, que con sus más de 300.000 habitantes se densificará y se congestionará a
causa de la circulación y pasará por una fuerte dinámica de terciarización (Borja, 2009).

La producción capitalista del espacio en el centro histórico de Barcelona en el


tardofranquismo y la transición española

El trabajo de Pere López titulado “El centro histórico: un lugar para el conflicto”, realizado en la primera
mitad de los años 80, se enmarca en el estudio de las transformaciones del Casc Antic de Barcelona bajo
la urbanización capitalista en el período entre los años 50-70s, etapa fundamental para comprender la
posterior ejecución de los procesos de neoliberalismo urbano sobre la centralidad (Lefebvre,
1975/1976b). Haremos un breve repaso de sus conclusiones más importantes para la comprensión de las
bases orgánicas del fenómeno urbano actual.


que ha experimentado este distrito [Ciutat Vella] entre los años 2000 y 2005 deriva del salto que se ha producido en una de las variables
analizadas, la que sintetiza el precio de las viviendas, que ha aumentado en este distrito muy por encima de la media de la ciudad. Con
independencia de que los precios en el mercado inmobiliario han despegado de forma generalizada en todo, Ciutat Vella ha renovado
urbanísticamente y ha ganado atractivo en estos últimos años para residentes y recién llegados; esto ha derivado en un mayor interés de la
demanda de viviendas de compra y de alquiler que a su vez ha propiciado un aumento tanto de la oferta de vivienda nueva y de segunda mano
como de los precios…” (AB, 2007:45).
66
Para ampliar información revisar: Jiménez-Pacheco, P. (2012). Aproximación a la labor y el pensamiento del arquitecto restaurador-
funcionario Adolfo Florensa Ferrer y su presencia en la ciudad de Barcelona (1914-1959). (Tesina de Máster: Dir. Fernando Álvarez P.). Dep.
de Teoría e Historia de la Arquitectura, ETSAB-UPC, Barcelona.

94
López apoyándose en el trabajo de Carles Martí67, constata que las relaciones topológicas entre el centro
urbano y el centro histórico se establecen según una casuística muy amplia, mediatizada por el proceso de
urbanización de cada ciudad, cuyos modos fundamentales son la superposición, la inclusión, la
intersección y la exclusión. Una situación de intersección, por ejemplo, se produce cuando zonas
exteriores al casco antiguo adquieren valores de “centro”, y algunas de estas quedan excéntricas, explica
López, situando el caso de Barcelona según la topología descrita como un ejemplo de intersección.

El centro urbano se define en torno a la plaza Catalunya, erigida en punto simbólico, y abarca el
sector del centro histórico comprendido entre las Ramblas y la Vía Laietana, y se extiende a las
zonas próximas del Eixample. Ello implica que las áreas del centro histórico situadas al oeste de
las Ramblas y al este de la Vía Laietana han devenido excéntricas, periféricas. Es decir, en el
centro histórico de Barcelona coexisten, por un lado, las áreas especializadas en el consumo de
masas (comercial, cultural y de ocio) y en la localización de los órganos de gestión del capital
(administrativos, financieros y políticos); y por otro, las zonas abandonadas como espacio
residual degradado (López, 1986:21).

Para comprender brevemente el modelo heredado del proceso de urbanización bajo la lógica capitalista,
López muestra que a partir de principios de siglo se desenvuelven las estrategias del capital tendentes a la
recuperación de un espacio revalorizable en el centro histórico de Barcelona que transcurren hasta 1930.

La ideología higienista disfraza esos intereses ocultos al potenciar la renovación, la destrucción


del espacio infectado de obreros, quienes se quedan en el camino, en el proyecto por las luchas
del capital, entre propietarios del suelo y las otras fracciones mas dinámicas. Mientras tanto se
intenta rentabilizar, es decir, utilizar transitoriamente el centro como lugar destinado a la
reproducción de la fuerza de trabajo al mínimo coste, y la no inversión de capital provoca su
degradación (Ibíd.).

Según el geógrafo, la construcción de la periferia (etapa de implosión-explosión de los centros) se inicia
en España alrededor de la mitad de los años 50, y el nuevo proyecto de ciudad metropolitana precisa de
espacio central, lo cual reaviva los ímpetus renovadores y demoledores. Pero ante la disyuntiva de la
especulación fácil y la constatación de una resistencia a la expulsión, se decantan exclusivamente por la
expansión, por la toma de la periferia. No obstante, la administración local al amparo del planeamiento
realiza expropiaciones, y éstas tienen un doble efecto, expulsar usos y residentes, y concentrar la
propiedad como preparativo para su reutilización. Paralelamente se consolida, definitivamente, un espacio
residual, como gueto de la marginación, se acelera su deterioro físico y se propicia su desintegración
social.

Con la crisis del modelo de crecimiento, constatado en el segundo quinquenio de los 70, se replantearon
las técnicas de la producción del espacio urbano: de la construcción de nuevas viviendas sin demanda se
pasaba a la rehabilitación, de la ciudad expansiva a la ciudad existente. En esta coyuntura, el centro
histórico aparecía nuevamente como territorio para la especulación; sin embargo, se relegaría la
“destrucción” por las nuevas formas de “revitalización culturalista”, diseñándose las bases de la “ciudad-


67
Ver: C. Martí (1974). Sobre la destrucción de los centras históricos. Jano, (14), 29-30.

95
espectáculo”. Esta vez, la expulsión de los residentes conjugaba la rehabilitación con las tácticas de la
desintegración previa de la comunidad para limar resistencias, y sus efectos económicos consistieron en
alquileres altos o pisos en propiedad y el encarecimiento de los productos de primera necesidad por la
reactivación o sustitución de la red de pequeños comercios que no lograban soportar el componente social
actual por sus bajos ingresos. Contra esto, se alzaron algunas voces de los residentes que reclamaban el
derecho a la permanencia, a disfrutar de la centralidad, entendida como complejidad de usos, como lugar
de encuentros no programados, presupuestos muy alejados de la ciudad-espectáculo (López, 1986).

En 1976 dentro del Plan General Metropolitano, que profundiza en clave desarrollista el anterior Plan
Comarcal (1953), se prevé la necesidad de realizar un Plan Especial de Reforma Interior (PERI) para el
centro histórico de la ciudad, entendido en su totalidad como una “unidad funcional de planeamiento”
(1983). Más allá de algunas promesas razonables del PERI, la política urbana real ha estribado, acorde
con el tratamiento del casco antiguo como espacio residual y expectante, en la medida que su localización
central demanda su reproducción para otros usos mas rentables, en la acentuación de la deterioración
física y social, concretada en el des-equipamiento de servicios sociales o en el traslado de actividades que
vigorizaban socialmente el área68. Estas medidas, combinadas con las expropiaciones y desahucios del
planeamiento vigente, pretendían (sin decirlo) la expulsión del colectivo social residente, el cual se
caracterizaba por sus bajos ingresos. A continuación, reproducimos como corroboración de lo enunciado
el análisis que realizaba el Presidente de la Asociación de Vecinos del Casc Antic sobre las intenciones de
esta política urbana:

… su intención es la creación de las condiciones necesarias para su posterior recuperación,


provocando la degradación y suburbialización mas profunda de los edificios, de la trama, de los
servicios, de la estructura social, todo ello por medio de una política de ausencia total de
inversiones públicas en vivienda, en equipamientos sociales, en la conservación ambiental,
disuadiendo a los propietarios de la conservación o renovación de los edificios, haciendo flotar
la losa de plomo que representa la incidencia de un planeamiento de buldócer. Esta política de
degradación provocada que justificará el posterior ‘saneamiento’ ha conseguido casi
plenamente sus propósitos en cuanto a la degradación física (López, 1986:39).

La reacción del “Colectivo residente en defensa del derecho a la permanencia”, expresa López, lograría
en 1977 el compromiso municipal de detener las expropiaciones y desahucios. Sin embargo, en su
investigación se constata la existencia de la prolongación de la política anterior, aunque, amortiguada. “Se
sigue dando algún caso de expropiación, a parte de los pendientes de consignación, se fuerza a los
inquilinos a aceptar la indemnización, cuando estos prefieren una vivienda o local. Además, algunos
afectados son instalados en los pisos ya rehabilitados pero con carácter provisional y precario” (Ibíd.).
Simultáneamente, explica el geógrafo, este año marca el inicio de una serie de encargos de trabajos
técnicos que plantean la rehabilitación –tras sucesivas propuestas de intervención– del sector oriental del
centro histórico de Barcelona, alcanzándose a la elaboración del PERI del sector. El planteamiento de

68
El caso mas flagrante del des-equipamiento social, según López, fue el sucedido en 1970 con el Mercado de Frutas y Verduras “El Born” y el
uso por parte de la Administración.

96
partida del Plan era operar desde la compleja estructura urbana, considerándola como dada y como objeto
de intervención. Es decir, como objeto que se precisa proteger y transformar (López, 1986). Lo cual
implicaría, en palabras del Presidente de la A.V. del Casc Antic: “… mantener la población actual y las
actividades ligadas a su base económica. Una opción urbanística que pretenda su integración activa al
resto de la ciudad, pero rehuyendo a las soluciones de destrucción o especialización en el sector terciario
o turístico. Una opción de tipo cultural que intente… ofrecer desde posturas actuales alternativas a la
sustitución edificatoria y a la renovación urbana” (Sánchez, 1979:34).

Sin embargo, el estudio de López aclara que los presupuestos generales del PERI del sector oriental se
contradicen con las actuaciones de la Administración. Pues al mismo tiempo que dicen asegurar la
permanencia de usos y el componente social, en la práctica propician la expulsión total o ralentizada de
vecinos y comercios. Además, basándose en el estudio de Cervellati & Scannavini (1976) sobre la
restauración del centro histórico de Bolonia, considera que la rehabilitación de esa parte del Casc Antic
responde a la necesidad de reactivar el sector de la construcción, de extender la centralidad en sus usos de
ciudad-espectáculo, de auspiciar, en definitiva, un nuevo desarrollo urbano. Es decir, la rehabilitación
como “la nueva fórmula del capital para reapropiarse de las rentas diferenciales del centro histórico”
(López, 1986:40).

La salida a la luz del Plan Popular del Casc Antic va a arrancar un debate público en el que las
diversas concepciones de la estructuración de clase de la ciudad van a verse obligadas a
manifestarse, como ya sucede ante las ‘disparatadas’, ‘chauvinistas’, ‘cantonalistas’ propuestas
aisladas de la A.V. (léase Born, Ateneo Popular, Cuartel de Sant Agustí, escuela de barrio, etc.).
La salvación, la recuperación social del Casc Antic es un reto a todas las fuerzas sociales y
políticas que se arroguen opciones progresistas auténticas y que ahora tendrán que probarlo
ante el problema de un barrio que por su especial situación actúa como medio de puesta en crisis
del modelo de ciudad que conocemos. Nuestra contribución a esta crisis es ésta, la lucha diaria
por un barrio digno y nuestro, por la conquista del protagonismo del futuro del barrio por los
propios vecinos (Sánchez, 1979:37).

Por otro lado, la situación de la vivienda responde a políticas y presupuestos específicos que desatan,
siguiendo a López (1986), la primera ola de expulsión social en el centro histórico en el marco de la
urbanización capitalista. En el Estado español a mediados de los anos 50 se entra en una nueva fase del
planeamiento territorial específicamente urbano. Ante la gravedad del problema de la vivienda acumulado
en las grandes ciudades se intenta abordar la cuestión en tanto que sector clave en la producción del
espacio. En su desarrollo, el geógrafo Pere López (en los años 80) constata tres fases diferenciadas; una
primera entre 1954-1960 en que la intervención es fundamentalmente estatal; una segunda durante la
primera mitad de los 60 en que entrará en auge la promoción privada, aunque protegida por el Estado y la
tercera a partir de 1965 en que la producción de la vivienda es preferentemente libre, sin intervención del
Estado.

Trasladando el análisis al desarrollo concreto en Barcelona, se pueden distinguir en el proceso de


formación de los grandes conjuntos de viviendas dos estadios diferentes hasta 1970. En una primera etapa

97
(1950-1962) el Patronato Municipal de la Vivienda, la Obra Sindical del Hogar y, en menor medida, el
Instituto Nacional de la Vivienda fueron los organismos estatales promotores, el Plan de Urgencia Social
para Barcelona de 1958 sería, a su vez, el marco legislativo de apoyo de tales operaciones. A finales de
este periodo se iniciaría, según López, una importante intervención privada en el sector con su aporte de
capital desvalorizado gracias a la promoción recibida desde la Administración. El segundo periodo
(1960-1970) consiste en una delegación progresiva de los poderes públicos en favor de la promoción
privada. La intervención estatal se encargó, exclusivamente, de construir grandes polígonos localizados
en la periferia del área barcelonesa. Esta nueva política atendía el desplazamiento de la población obrera
de los barrios centrales deteriorados a la periferia recién creada, consiguiendo de esta forma la
consolidación de un modelo urbano fundamentado en la segregación social. Como se ha dicho, la
descongestión de los centros históricos augura la posterior renovación de las zonas centrales con
intenciones de recuperar el suelo revalorizado por su centralidad, lo que a nivel social significaba sustituir
la anterior población de carácter proletario por otras capas sociales de mayor estatus.


Fig. 12. Delimitación del área estudiada por Pere López. Barrios Santa Caterina-Portal Nou. Fuete: López, 1986.

Los factores que inciden en este espectacular descenso de población en barrios como Santa Caterina–
Portal Nou (Fig. 10) en consonancia con la política urbana desarrollada en el Estado español y mas
concretamente en la ciudad de Barcelona, serán por un lado: la construcción de nuevas viviendas sociales
al alcance de las economías de ingresos bajos mediante la intervención de los organismos estatales y la
concesión de unos contratos que posibilitaban el acceso diferido a la propiedad, oferta que se combina
con la degradación sistemática del parque de viviendas de estos barrios. A otro nivel, influye la política
de “des-dotación de equipamientos colectivos”. Por último, cabría mencionar las amenazas de expulsión
sobre el componente social que se desprenden del planeamiento urbano (López, 1986).

98
El autor de la investigación concluía –en ese momento– que la administración estaba contribuyendo
directamente a la expulsión del componente social, además de hacerlo en unas condiciones nada
asistenciales respecto a los inquilinos. También imputaba al Ayuntamiento la utilización de la
rehabilitación como otra táctica de expulsión, pues iniciado el proceso se seguía “priorizando la
indemnización en contraste con la petición de viviendas por parte de los afectados”. En el mismo sentido,
se verificaba que al instalar a unos residentes en unos pisos rehabilitados, lo hacían de forma temporal o
precaria, sin garantizar su permanencia ni prever la posibilidad de un nuevo desahucio. Y por último,
anticipaba la posible extensión del régimen de propiedad en las viviendas rehabilitadas, como un
instrumento de desplazamiento más, en tanto que los barrios obreros se caracterizaban especialmente por
la ocupación bajo régimen de alquiler barato. En consecuencia, López planteaba que se estaba pasando de
aquella táctica de expulsión agresiva de la renovación urbanística a una “expulsión solapada de carácter
económico” (López:1986:80).

Para López, es importante tomar en cuenta los efectos indirectos del planeamiento como otra forma de
expulsión 69 . Una vez analizadas las causas de la “despoblación”, y constatada la tolerancia de la
Administración con los síntomas de deterioro físico, quedaría evidenciada su política de des-dotación de
equipamientos colectivos de uso social y demostrada la agresividad del planeamiento. Esto le permitió al
investigador evidenciar que no se trataba de un “proceso de despoblación” natural, que deja entrever una
movilidad voluntaria; sino de procesos provocados de expulsión del componente social de los barrios
centrales degradados con intenciones de “reproducir este espacio central para otros usos o para otros
estratos sociales” (Ibíd.).

Ciutat Vella SA. La ejecución del proyecto neoliberal: empresarialismo urbano para un
centro de clase media

Una nota publicada en marzo de 1987 en el diario La Vanguardia sobre una extensa reunión mantenida el
6 de marzo entre el Alcalde Pasqual Maragall con representantes de los vecinos del Distrito 1,
acompañado de técnicos del Ayuntamiento, permite entender el ambiente reivindicativo de la reunión.
Esta nota recoge palabras del Alcalde (en vísperas de su reelección) que resumen perfectamente la
filosofía de la gestión urbanística municipal, habiendo transcurrido 5 años del consenso maragallista70.
Vemos como Maragall cumple un rol político definitivo en la ejecución del proyecto neoliberal en
Barcelona en general, y en la centralidad en particular; proyecto que requiere de nuevos dispositivos de


69
López detectó en su trabajo de campo, en los barrios de Santa Caterina-Portal Nou, situaciones que mostraban la presión de expulsión que
ejercía el planeamiento: salen a relucir, el caso del inquilino que en una primera comparecencia no acepta la indemnización y exige una vivienda,
y al cabo de siete años, en 1976, se pacta su precio en 150.000 pesetas ofrecidas por el Ayuntamiento. Igualmente se constataron estos efectos en
la casa de un matrimonio emigrado en los años 70, y que eran amenazados de ser trasladados a Torré Baro, pero ellos no querían irse a un quinto
piso, y por eso con sus ahorros tuvieron que comprar un piso antes del desahucio.
70
Es necesario recordar que P. Maragall habría sido elegido Alcalde de Barcelona por primera vez en 1982, y que en el mes de junio de 1987 (3
meses después de dicha reunión) será reelegido en el cargo.

99
planificación, así como de un nuevo modelo de gestión acompañado de ciertos “valores” claves para
gobernar dichos cambios. De este modo, el Alcalde pedía literalmente a los vecinos de Ciutat Vella
“romper” con ciertos “dogmas ideológicos”, para una vez reelegido –esto sin mencionarlo– poner en
marcha de inmediato (1988) a la empresa mixta Promoció Ciutat Vella SA (PROCIVESA) y salvar el
centro degradado con el favor privado, forjándose en el imaginario popular, en definitiva, la idea de que
el Casc Antic no tendrá futuro sin las clases acomodadas. Durante esos años serán más conocidos los
fundamentos de Bohigas sobre la monumentalización de la periferia y el neo-higienismo71 a través de
operaciones como el “esponjamiento urbano”.


Fig. 13. Relato periodístico de la reunión del Alcalde Maragall con vecinos de Ciutat Vella. (7 de marzo de 1987). Fuente: La
Vanguardia.

El discurso del Alcalde en aquella reunión estaba perfectamente hilvanado. En primer lugar, aceptaba que
la degradación del distrito ha superado a las mejoras que se llevaban haciendo desde la transición. Por
tanto, se reconocía sus propios errores y abonaba a la estigmatización del “barrio degradado”, dos
palabras que lograban resumir todas las necesidades posibles para justificar cualquier tipo de
intervención. En segundo lugar, pedía a los vecinos que reflexionen sobre la superación puntualmente de


71
Estas operaciones han sido revisadas y criticadas ampliamente en la literatura sobre Ciutat Vella y el modelo Barcelona. Solo queremos apuntar
las palabras de M. Delgado que hacía una crítica –desde el concepto lefebvriano de “lo urbano”– sobre la ejecución de las reformas en el centro:
El objetivo de las reformas no ha sido embellecer la ciudad, ni dotarla de un look ‘de prestigio’, pensado únicamente de cara a la galería. El
objetivo ha sido generar una ciudad urbanística, es decir, desurbanizada, dotada de poderosos mecanismos antipasionales,
tranquilizada...Sueño dorado de una ciudad sin rabia, sin lugar donde esconderse, sin vértigos, sin ciudad. El urbanismo menudo se comporta
como una proyección que pretende orientar las percepciones y las conductas tanto de los grupos como de los sujetos psicofísicos, y que
presupone sus destinatarios como una especie de masa pasiva que se pliega sumisamente a sus designios (Delgado, 2008:155-156).

100
tres dogmas ideológicos: dogma a) los intereses del sector del comercio son contrarios a los de los
vecinos; dogma b) la rehabilitación de una zona desplaza a la gente pobre; dogma c) la actuación del
sector privado no sirve para mejorar un barrio. Romper en abstracto con estos dogmas en aquel momento,
quizás no significaba demasiado, más bien parecería un mensaje de sentido común, diciendo dejaros
ayudar. Sin embargo, no sería tan sencillo, Maragall tenía un plan, al parecer, muy bien concertado por
arriba. Pero debía preparar las conciencias por abajo; y por eso, en tercer lugar, en el fondo de todo su
discurso se movía la idea de que había que cuidar a las clases medias (acomodadas) de Ciutat Vella, ya
que por sus ingresos y nivel de consumo podrían mantener de mejor forma la calidad de vida del distrito.

Podemos interpretar este momento previo al segundo período de Maragall como el punto de partida del
“empresarialismo urbano” en Barcelona, un nuevo modelo de planificación, ejecución de los proyectos e
implementación de la política urbanística en la ciudad, específicamente a través de las intervenciones en
la centralidad barcelonesa. Ruiz de Somocurcio, en el año 2005 presentaba su tesis titulada “Sociedades
de economía mixta: una herramienta de gestión urbanística de participación público-privada”, en la que se
estudian las estructuras de la dimensión gestora en el ámbito urbanístico en Barcelona desde mediados de
los años 80. De su trabajo mostramos en qué consistían las sociedades de economía mixta, así como, la
creación y desarrollo de la maquinaria público-privada para cumplir los objetivos declarados por
Maragall a través de PROCIVESA –creada en 1988– y su sucesora Foment de Ciutat Vella SA
(FOCIVESA) a partir de 1999. En consecuencia, se comprenderá el andamiaje empresarial montado para
la revalorización del suelo y el surgimiento de una nueva etapa en la extracción de plusvalías de Ciutat
Vella con arreglo para el sector privado.

Las Sociedades de Economía Mixta (SEM) son sociedades anónimas con capital público, capital de los
ciudadanos que se encuentra representado en los municipios, gobiernos regionales, autonómicos,
sectoriales, o estatales, así como empresas con capital íntegramente público que también pueden estar
participando en la conformación de una SEM. Este componente público se asocia con un capital de la
sociedad civil, el cual puede constituirse por varios agentes privados, personas naturales y jurídicas. Las
SEM son también sociedades mercantiles o sociedades anónimas, ello significa que están dentro de las
reglas del sector privado, lo que conlleva su desenvolvimiento como una empresa. Considerando siempre
los resultados económicos o beneficios de la empresa, ésta le asegura o permite mantener el nivel del
servicio, brindando y desarrollando otros proyectos donde se valore el nivel de riesgo de la actuación, así
como su repercusión del costo/beneficio. Al estar localizado en un territorio donde la administración
pública es accionista de la sociedad, el capital publico de la SEM como futuras actuaciones que se
desarrollen en el suelo es valorizado, ya que al haber también un interés privado al otro lado del
accionariado, se posibilita la garantía de una utilidad y generación de un plusvalor al territorio donde se
esté realizando dicha actuación. Así se tiene un valor añadido en el capital depositado, como en el
“capital patrimonial” que es el suelo (Ruiz de Somocurcio, 2005).

101
Habiendo sido Ciutat Vella designada en 1986 como Área de Rehabilitación Integrada (ARI) –en
coordinación entre el Ayuntamiento y la Generalitat de Catalunya– en el contexto de una voluntad
heredada transformadora del distrito72, llega PROCIVESA como un dispositivo de ejecución avanzado en
materia de gestión urbanística (Fig. 14). El 22 de Julio de 1988, el pleno del Consejo del Ayuntamiento
aprobó esta empresa de capital mixto y dos meses después se constituyo la primera SEM. El objetivo
principal de PROCIVESA era concentrar la inversión en Ciutat Vella durante un periodo de vida de 14
años. Para comprender mejor el alcance de las actividades previstas en sus estatutos, enumeramos las
grandes líneas de acción de la empresa: el desarrollo de estudios urbanísticos; la elaboración de proyectos
de reparcelación, expropiación o compensación; la adquisición de terrenos y edificaciones; la ejecución
de obras de infraestructura, edificación, remodelación, rehabilitación; la enajenación de solares y
edificios; derribos; todo tipo de operaciones inmobiliarias: compras en el mercado secundario y alquiler,
la adquisición, transmisión, construcción, modificación, y extinción de todo tipo de derechos sobre bienes
muebles e inmuebles; la subscripción de convenios con todo tipo de personas y organismos; y la gestión
de ayudas y subvenciones.

Instrumentos de la
Gestión

En Concertación En Fomento En Ejecución

Comisión Gestora ARI Oficina de Rehabilitación Generalitat Ayuntamiento


de Ciutat Vella
ORCV

-Ayuntamiento
-Generalitat -Ayuntamiento -Distrito
-Asociaciones de vecinos -Generalitat -Institut Català del Sòl -PROCIVESA
-Cámara de comercio -Ministerio (Incasòl) -P.M.H.
-Promotores -SMASA
-Otros

Fig. 14. Estructura orgánica de gestión bajo la cual operaba PROCIVESA. Jiménez-Pacheco. 2018. Fuente: Ruiz de
Somocurcio, 2005.

Si traemos hasta aquí las contradicciones expuestas por Topalov (1978) en el flujo del circuito
inmobiliario, específicamente en la repartición de las sobreganancias localizadas entre la promoción y la
propiedad del suelo fundidas en el sistema de promoción inmobiliaria, podemos observar la eficacia
operativa-legal de sociedades como PROCIVESA para gestionar dichas contradicciones.


72
El ambicioso plan de regeneración para todo el distrito municipal se designa con las siglas PAI (Plan de Acción Integral), y se creó cuando el
Ayuntamiento de Barcelona decidió armonizar los diferentes PERI, para la transformación del Centro Histórico de la ciudad, que se habían
aprobado desde la entrada en vigor del Plan General Metropolitano en 1976. La Corporación Municipal era consciente de que si se aplicaba una
política parcial y segmentada, estaría condenada al fracaso. Por esta razón, en 1986 decidió designar Ciutat Vella como Área de Rehabilitación
Integrada (ARI), en coordinación con la Generalitat de Catalunya.

102
Para recoger la terminología utilizada en derecho mercantil y contabilidad, el capital social73 de una SEM
es el importe monetario o el valor de los bienes que los socios de la sociedad le ceden a ésta sin derecho
de devolución y que queda contabilizado en una partida contable del mismo nombre. En otras palabras, el
capital social se constituye con los aportes iniciales de los socios para que la sociedad desarrolle los
negocios que constituyen su objeto social. Para la conformación del capital social de PROCIVESA se
inició el proceso con una convocatoria pública de participación en la nueva sociedad, teniéndose la
siguiente estructura como resultado de dicha convocatoria. El sistema se inicia cuando el Ayuntamiento
de Barcelona cede el beneficio de las expropiaciones a esta sociedad que gestionará el suelo para el uso
público (Ruiz de Somocurcio, 2005).

Clase A Capital Público (55%) Capital en euros

Ayuntamiento de Barcelona 9.015.272


Diputación de Barcelona 1.202

Sub. Total 9.016.474

Clase B Capital Privado (45%) Capital en euros

Caixa de Pensiones i Estalvis 2.403.988


Caixa de Catalunya 1.201.994
Banco Exterior de España 600.952
Banco Bilbao y Vizcaya 600.952
Compañía Telefónica Nacional 600.952
EURSA 600.952
Sociedad de Aparcamientos de Barcelona 600.952
Promoció Ciutat Nova (Comerciantes del 600.952
distrito)

Sub. Total 7.211.694

Total de capital 16.228.168

Tabla 1. Capital social en el lanzamiento de PROCIVESA. (1988). Jiménez-Pacheco, 2018. Fuente: Ruiz de Somocurcio, 2005.

Para comprender ciertos alcances en la trama operacional de PROCIVESA, exponemos el caso de una
demanda legal de fraude iniciada en 1990, en la que PROCIVESA fue implicada (aunque ocho años
después sobreseída) por una operación realizada con Pere Bou Sardañes, considerado el “cerebro del
fraude”, quien utilizaría una decena de sociedades inactivas para instrumentalizarlo. La empresa
municipal compró una finca –situada en el número 21 de la calle de Junta de Comerç– por 60 millones de
pesetas a la empresa Junco 86, controlada por Bou, a través de la sociedad Finser 81, que en realidad era
una de las sociedades pantalla que utilizaba el cerebro del fraude para la emisión de facturas falsas. En el
caso de PROCIVESA no mediaron facturas irregulares, pero la empresa que vendió el edificio a la
sociedad municipal lo había comprado, en el mismo acto notarial, a otra de las sociedades de Bou (Junco
89) por 32 millones. El juez Emili Soler consideró injustificada esta diferencia de precio e investigó si

73
El capital social es un recurso, pasivo que representa una deuda de la sociedad frente a los socios originada por los aportes que éstos realizaron
para el desarrollo de las actividades económicas contempladas en el objeto social. Esta cifra permanece invariable, salvo que se cumplan los
procedimientos jurídicos establecidos para aumentar esta cifra o disminuirla. En términos jurídicos, capital social es una cifra del pasivo de la
sociedad que indica una deuda de la sociedad frente a los socios. Desde el punto de vista societario el capital debe ser devuelto, algún día por la
sociedad a los socios.

103
ocultaba un delito fiscal. El magistrado llamó a declarar como inculpado al gerente de PROCIVESA,
Francesc Compte, y como testigo a Joan Clos, que entonces era segundo teniente de alcalde y
vicepresidente de la empresa mixta. En la declaración que prestó entonces, Clos argumentó que los 60
millones pagados fueron considerados un precio adecuado a la realidad del mercado de aquel momento.
Clos declaró que el gerente de PROCIVESA tenía capacidad para decidir la compra de inmuebles hasta
un límite de 60 millones sin informar previamente al Concejo de Administración de la sociedad (Cia,
1998).

La substituta Foment de Ciutat Vella SA (FOCIVESA) quedó constituida por el Consejo Plenario del
Ajuntament de Barcelona en la sesión del 19 de febrero de 1999. La sociedad mixta se formó a partir de
un capital social inicial de seis millones de euros (mil millones de pesetas en 2001). El capital de
procedencia pública, llamado de serie A, era de un 60% del total, mientras que el 40% restante provenía
del capital privado –llamado de serie B. Dentro de la serie A, el Ayuntamiento de Barcelona aportó el
51% del capital que otorgaba a la sociedad el carácter de municipal dentro de la definición global de
empresa municipal de economía mixta. El resto del capital público lo aportó la Diputación de Barcelona,
segunda institución pública implicada en la creación de la sociedad. La serie B, correspondiente a la
aportación del capital privado, tiene como agentes diversas entidades financieras y empresas de servicios
implicadas e interesadas en la rehabilitación y la modernización del distrito (Ver Tabla 2). Destaca la
presencia de la Societat Iniciativa per la Recuperació de Ciutat Vella74 creada con el objetivo de promover
la revitalización comercial del distrito.

Serie A Capital Público (60%) Capital en euros

Ayuntamiento de Barcelona (51%) 3.065.100


Diputación de Barcelona (9%) 540.900

Sub. Total 3.606.000

Serie B Capital Privado (40%) Capital en euros

Caixa de Pensiones i Estalvis (12.5%) 751.250


Caixa de Catalunya (7%) 420.700
Banco Bilbao – Vizcaya Argentería S.A. (10%) 601.000
Telefónica Soluciones Sectoriales S.A. (5%) 300.500
SABA Aparcamientos S.A. (3%) 180.300
Iniciativa per la Recuperació de Ciutat Vella, S.L 150.250
(2.5%)

Sub. Total 2.404.000

Total Capital 6010.000

Tabla 2. Capital social en el lanzamiento de FOCIVESA. (1999). Jiménez-Pacheco, 2018. Fuente: Ruiz de Somocurcio, 2005.


74
Su representante de ese momento –Emili Sarrión Avinent– actualmente preside la empresa de múltiples servicios Double Time Groupe, que
casualmente presenta en su cartera de clientes a FOCIVESA, ver: http://www.doubletime.es

104
La estructura orgánica de FOCIVESA enmarcada en el carácter municipal-público-privado ha propiciado
que la estructura organizativa esté adaptada a un modelo público para el desarrollo de su actividad. Por
tanto, según Ruiz de Somocurcio, se define a partir de sus líneas de actuación en lugar de hacerlo por la
tipología de su actividad, tal y como exige la ley cuando las actividades públicas y las privadas coinciden
en una misma entidad. Esta fórmula de organización implica que las líneas de actuación municipal se
estructuren mayoritariamente en torno a direcciones, departamentos y profesionales de la propia empresa;
diferenciándose de la vertiente público-privada, gestionada esencialmente a través de la externalización
de su actividad y que tiene como actividad motriz la obtención de suelo y la dinamización de su gestión,
fomentando la iniciativa privada.

FOCIVESA fue diseñada para desarrollar actuaciones de transformación urbanística conjuntamente con
la iniciativa privada. Esta vertiente sólo se podía producir cuando se daban tres condiciones necesarias: la
primera era la existencia de un interés público en los objetivos finales de la operación; la segunda era la
existencia de una previsión razonable de un cierto retorno económico que garantice el equilibrio
financiero en la aportación, ya sea técnica, humana o inversora, y finalmente, que la participación de la
empresa no suponga entrar en competencia con grupos privados que por sí solos serían capaces de llevar
a cabo la misma operación. Los objetivos de la sociedad en la línea de actuación público-privada se
desarrollarían siempre de conformidad con los planes estratégicos municipales de cada momento y de
manera coordinada con los órganos municipales competentes. Estos objetivos se agrupaban en siete
capítulos:

− Intervenir, de manera directa o indirecta, como promotora de actuaciones para la regeneración
urbanística de Ciutat Vella.
− Desarrollar el planeamiento urbanístico y la gestión del suelo para crear nuevo espacio público
(calles, plazas y parques), equipamientos de barrio (centros cívicos, guarderías, escuelas,
polideportivos, etc) y nuevas viviendas.
− Activar el proceso de creación de nuevos equipamientos.
− Adecuar las características de las viviendas (dimensiones, distribución, servicios, etc) a las
necesidades actuales.
− Promover la rehabilitación integral o parcial de los edificios y / o viviendas y locales como parte
esencial de una política integral de revitalización y regeneración.
− Promover Ciutat Vella como centro comercial y de especial interés lúdico, cultural y turístico.
− Fomentar la actividad económica en el distrito y reactivar las áreas comerciales. (Foment de
Ciutat Vella SA., 2002).

En la línea de actuación municipal –la primera de las dos grandes líneas competenciales– FOCIVESA
debía hacerse cargo de la gestión y ejecución de las actuaciones que el Ayuntamiento encargaba a esta
sociedad en el marco del Programa de Actuación Municipal. Estos encargos de las inversiones

105
municipales podían comprender la totalidad de un proyecto o bien sólo una fase parcial, como la
elaboración y dirección de los nuevos planeamientos, o la redacción o supervisión de los proyectos de
obra pública y de equipamientos municipales. Se incluían también, dentro de las competencias otorgadas
a la empresa mixta, la gestión de la ORCV y la colaboración en la promoción del centro histórico de la
ciudad a partir de programas, campañas e iniciativas de comunicación y difusión mediática. Por
segmentos, los objetivos y las líneas de actuación que FOCIVESA afrontaba desde la vertiente municipal
eran:

− Planeamiento y proyectos (desarrollo del planeamiento, elaboración del nuevo planeamiento,
redacción y en ciertos casos dirección y tramitación de los proyectos y otras figuras del
planeamiento, supervisión de la calidad arquitectónica y dirección ejecutiva del área de
rehabilitación integrada de Ciutat Vella).
− Rehabilitación de viviendas (gestión de la ORCV, gestión de recursos económicos y de ayudas
especiales que impulsen y promuevan la rehabilitación de edificios de propiedad privada).
− Gestión urbanística (tramitación de los procesos administrativos y jurídicos necesarios para la
obtención de suelo publico en las áreas afectadas por el planeamiento urbanístico que deben ser
objeto de expropiación. En este proceso se incluye el realojamiento de las personas).
− Gestión de obras (contratación de las empresas, dirección y seguimiento de las obras).
− Servicios generales y gestión de fincas. Ello suponía en ese momento que la sociedad se hacía
cargo del mantenimiento y la administración de un total de 595 viviendas y 64 locales,
distribuidos por todo el distrito.
− Finalmente, una de las actividades mejor compartidas en las dos líneas de actuación, tanto la
público-privada como la municipal, era la de promoción y comunicación75.

Ruiz de Somocurcio realizó un balance (hasta el año 2004) de la actuación de las sociedades mixtas,
habiendo transcurridos más de 14 años desde la creación de PROCIVESA y 5 años de operación de
FOCIVESA, ambas con intervención exclusiva en Ciutat Vella en su “largo y complejo camino de
transformación”. El investigador confirma las dificultades que significaron la ausencia de liquidez
municipal como consecuencia de las inversiones para las Olimpiadas; las frecuentes movilizaciones de
vecinos del distrito por la ausencia de una posición clara y del interés en iniciar las acciones en el casco
antiguo; la posterior búsqueda de socios privados; y las dificultades derivadas del ámbito competencial
municipal unificado en materia urbanística y de aprobación de proyectos. A pesar de esto, en grandes
líneas, la irrupción de las sociedades de economía mixta (encarnación del empresarialismo urbano) habían


75
Consistente en: La dinamización de las iniciativas susceptibles de derivar en la promoción de Ciutat Vella como centro neurálgico de
Barcelona en el que se desarrollen actividades de interés de carácter comercial, cultural, lúdico o turístico. Este planteamiento genérico
fundamenta su desarrollo en estas directrices básicas: Consideración de la diversidad cultural como un potencial al servicio de desarrollo
global de la ciudad de Barcelona; protección, mejora y difusión del patrimonio cultural; desarrollo de la accesibilidad y la permeabilidad
urbana y social; impulso del aprovechamiento de los recursos culturales y patrimoniales para la creación de nuevas actividades; promoción de
la participación del tejido socioeconómico en el desarrollo de los proyectos; detección de nuevas oportunidades de actividad económica; y el
establecimiento de relaciones con otras ciudades con procesos urbanísticos similares (Foment de Ciutat Vella SA., 2002).

106
movilizado hasta ese momento €2.800 millones de euros, de los cuales el 64 % correspondía a la
iniciativa privada, considerada, según Ruiz de Somocurcio, una cifra mas que contundente de lo actuado.
Una parte de la iniciativa privada de €300 millones estuvo dirigida marcadamente a la rehabilitación de
edificios y nueva edificación para vivienda, mientras los otros €1.500 millones restantes de inversión se
colocaron en los ámbitos del comercio, las actividades profesionales, hoteles–restauración (alimentos y
bebidas) y las promociones de renovación realizadas por las compañías de servicios.

Como sabemos, luego de la crisis del 2008 las condiciones para el funcionamiento de estas sociedades
mixtas cambiaron. El Ayuntamiento presidido por Trias decidió re-ensamblar la trama empresarial
concentrando sus tareas en una única firma municipal; así, se crea en 2012 Barcelona d'Infraestructures
Municipals (BIMSA). Con esta maniobra, el Ayuntamiento consideraba ahorrar unos dos millones de
euros y colocar bajo el mando único del tercer teniente de alcalde, Antoni Vives, los programas de
inversión en los distritos que hasta ahora se repartían estas empresas. De este modo, la operación de
fusión afectó a Pronoubarris, Proeixample, 22@Bcn, la Agencia del Carmel y FOCIVESA –liquidada un
año después, en 2013–, todas ellas participadas mayoritariamente por BIMSA que las incorporaba en su
estructura. Las cinco empresas liquidadas sumaban un presupuesto de algo menos de siete millones de
euros. El PSC, bajo cuyo mandato se crearon las cinco sociedades liquidadas, trató de negociar en vano su
mantenimiento proponiendo otras fórmulas de gestión (Aroca, 2012). También se creó en ese momento la
empresa Barcelona Gestió Urbanística SA (Bagursa), otorgándole la función de gestión del suelo en toda
la ciudad. Cabe señalar, de acuerdo a Miquel Fernández, quien entrevista en su trabajo doctoral a Martí
Abella (responsable de comunicación de Procivesa-Focivesa desde 1998 hasta 2007), que la información
sobre las miles expropiaciones e indemnizaciones que dejaron PROCIVESA-FOCIVESA son un
misterio. Prácticamente desde el cierre de FOCIVESA se ha intentado rastrear esta información sin
éxito76.









76
Ver: tesis doctoral de Miquel Fernández González (2012), dirigida por Manuel Delgado, en el campo de la etnográfica urbana y la antropología
social, titulada: Matar al Chino: Entre la revolución urbanística y el asedio urbano en el barrio del Raval de Barcelona. M. Abella explica en
una entrevista realizada por Fernández en el año 2012: “jo no sabria pas dir ­ te de quina manera es pot saber més [sobre expropiaciones e
indemnizaciones] i a més, ara estem en una època, més que mai, en la que el passat i la comparació entre el passat i el present no interessen
gens… avui dia, no interessa explicar el procés més enllà de les grans dades que és el que et permet que el regidor digui quatre números. L’anàlisi
més social, sociològica, ara no interessa... Según Abella, PROCIVESA comenzó a inventariar los procesos de expropiación y realizar resúmenes
de inversiones, de familias, de donde iban, desde que empezaban los procesos hasta que se acababan..., pero luego se dejaron de hacer, “la meva
visió de tot això, del que estem parlant ara, a la meva empresa no els interessa un comino [...] no sé ni jo on trobar dades d’aquestes [...] si tu em
dius ‘Ho he intentat i no me’n surto’, em sembla totalment lògic, perquè és que jo quan haig de buscar alguna dada, alguna cosa, no sé on
agafar­me” (Fernández González, 2012:297).

107
Ciutat Vella Premium. Furia del circuito inmobiliario financierizado: especulación y
violencia inmobiliaria

En primer lugar, es necesario que se exprese un relato que haga el balance en perspectiva urbanística del
modelo Barcelona hasta el golpe de la crisis y las primeras reflexiones para encararla. Son útiles las
palabras de J. Borja quien posee una voz autorizada e interesada77 (por tanto bastante apartada de la crítica
o la autocrítica), para entender aquella posición intermedia (ambigua) entre los defensores y los críticos
del “modelo”. No obstante, esta ambigüedad nos permite hacer mejor dicho balance, en la medida que
nuestro análisis no realiza una crítica al “modelo” per se o a alguna de sus etapas, sino a la urbanización
capitalista que, luego de varios momentos consecutivos (que pueden considerarse) planificados, ha
terminado colocando a Ciutat Vella en la zona más caliente –dígase premium en el argot más sofisticado
de los agentes inmobiliarios– para su absorción definitiva en el circuito inmobiliario–financierizado. Con
esta indicación, ¿cómo se pensó entonces según Borja, y se intervino el centro hasta antes de la crisis de
2008, y qué planes se tuvo para enfrentarla?

… el viejo centro histórico fue objeto de una transformación de sus funciones urbanas y usos
sociales sin cambiar su morfología estructural. La operación iniciada a finales de los años
ochenta es el tipo de intervención de hacer ciudad sobre la ciudad, hacer centro en el centro y
centralidad sobre la marginalidad de una zona degradada, manteniendo también el contenido
popular y patrimonial de un centro histórico. Se buscó una vía intermedia entre el radicalismo
lecorbuseriano del proyecto de los años treinta (demolición casi total, sólo se dejaba sobrevivir
algunos elementos monumentales aislados) y el conservadurismo absoluto que no puede evitar la
decadencia, la degradación y una especialización turística kitsch (Borja, 2009:108).

Al tiempo de iniciada la crisis, Borja pensaba que la acción pública en el casco antiguo se tenía que
producir en tres dimensiones: la del barrio, o los barrios para las 100.000 personas que viven en él. Esta
sería la intervención a pequeña escala, la rehabilitación de la vivienda y la recuperación del espacio
público en forma de pequeñas plazas y calles de peatones. Luego, para el conjunto de la ciudad, o una
buena parte de sus habitantes, que trabajan, consumen o utilizan esta ciudad antigua de forma cotidiana
que los tiene que acoger. Y después está la tercera escala, la de las poblaciones metropolitanas y de todas
partes, turistas o visitantes de Europa y del mundo, que cada día están más presentes.

Los turistas, que están muy presentes (¿demasiado?) en el espacio público durante un periodo
cada vez más amplio del año, casi siempre. La población inmigrante forma parte del paisaje y ha
colonizado determinados barrios (los paquistaníes, los magrebíes y los sudamericanos en el
Raval y en la zona entre Santa Caterina y el Born). Todo eso ha podido provocar un cierto
sentido de ‘desposesión’ por parte de los ciudadanos tradicionales, pero la dinámica negativa
anterior era mucho más desposeedora. El turismo genera un fuerte impacto en la imagen física
de la ciudad (Borja, 2009:110).

Por último, Borja intenta explicar ciertas actuaciones y operaciones urbanísticas para justificar, en cierto
modo, una problemática que sabía estaba por venir:

77
Dada su posición de Teniente alcalde (segundo a bordo) en el Ayuntamiento de Barcelona por el PSUC de 1983 a 1995, y Vicepresidente
ejecutivo del Área Metropolitana de Barcelona entre1987-1991.

108
El urbanismo de acupuntura ha sido la forma de intervención dominante y, si se han demolido
4.000 viviendas degradadas, 3.000 familias han sido realojadas en nuevas viviendas en el barrio.
El resto ha preferido recibir una indemnización. Otras operaciones a una escala superior, como
la rambla del Raval (zona de concentración de población inmigrante) y la zona de alrededor del
mercado de Santa Caterina, han permitido renovar las partes degradadas de la zona. El papel
tradicional de la zona de ocio vinculada al puerto se ha mantenido a la vez que cambiaba. El
Port Vell y la Rambla se han transformado en una zona urbana de ocio para los habitantes del
conjunto de la ciudad, pero también para los visitantes y los turistas. No hay que olvidar que el
turismo se ha convertido en una de las ‘industrias’ principales de la ciudad y que se concentra,
principalmente, en Ciutat Vella (Ibíd.).

Una de las referencias en nuestra investigación para la clarificación del diagnóstico y los efectos de la
avalancha de los flujos de inversión inmobiliaria en Ciutat Vella, ha sido la revista Masala (diario digital
de información, denuncia y crítica social de Ciutat Vella). De la revisión de su archivo digital, decidimos
recoger los datos y ciertos análisis conectados a nuestro argumento principal sobre la subsunción
progresiva de Ciutat Vella –como ejemplo paradigmático de una centralidad urbana en la ciudad global–
en el circuito inmobiliario financierizado. Son especialmente los contenidos de dos artículos, publicados a
mediados del 2017, los que aportan información relevante en nuestro estudio de caso: “Especulación,
turismo y naufragio habitacional”; e “Inversionisme i violència immobiliària organitzada”.

Masala en su Dossier titulado “Especulación, turismo y naufragio habitacional” (Mayo, 2017) empieza
por recordarnos, algo que enlaza perfectamente con las últimas palabras de Jordi Borja. “Tanto en el
ámbito institucional como en el mediático, el turismo figura como la tabla de salvación del modelo
Barcelona y, en el caso de Ciutat Vella, es el dogma incuestionable”. Los investigadores consideran que
luego de los efectos de la crisis, la “turistización” ha sustituido a la gentrificación como el “banderín de
enganche en las cabezas y en el bla, bla, bla de la Barcelona desarrollista, legitimando la vertiginosa
sustitución de viviendas por alojamientos turísticos”. Siguiendo su editorial, explican que solo se podía
alcanzar tal nivel de masificación turística, bajo una considerable coincidencia en la consigna entre
instituciones y el lobby turístico: “la construcción ha muerto, viva el turismo”. Es posible sobrevolar una
estrategia muy clara para Ciutat Vella desde el 2008, desregular todo lo relacionado con el mercado
turístico para la atracción de visitantes y activar el espacio de ocio preparado previamente para cubrir sus
necesidades.

Por ejemplo, en noviembre de 2012, en un encuentro con el sector hotelero, el Alcalde Xavier Trias
afirmaba que “Barcelona tiene en el sector turístico un gran aglutinador de muchos de los esfuerzos que
estamos haciendo para salir de la crisis” (Masala, 2017a). Una de las medidas estrellas del Plan de Usos,
aprobado en julio de 2013, fue la instalación de hoteles en edificios catalogados de “nivel B”, sin
importar si su uso previo había sido o no de vivienda78. Esta normativa —actualmente derogada y
sustituida por un nuevo Plan de Usos que lo revisaremos más adelante– permitió la construcción libre de


78
Tal medida ha sido una de las ideas “más inteligentes que se ha tenido en los últimos años”, señalaba Jordi Clos, presidente de los hoteleros
(Masala, 2017a).

109
hoteles sin ninguna restricción en todas las zonas perimetrales del Distrito 1 y, en el interior,
condicionaba nuevas licencias hoteleras a la permuta de permisos; así, el cierre de un hotel permitía
traspasar su licencia para la apertura de uno nuevo. En cuanto a las viviendas de uso turístico, se aprobó
un plazo de cinco años para concentrar las licencias legales en edificios únicamente dedicados a
apartamentos; que en la práctica produjo, según la investigación de Masala, una moratoria en la
aplicación de la normativa para sacar los apartamentos de fincas vecinales. En ningún caso, señalan, “la
protección del tejido residencial ha sido un límite o un condicionante a la apertura de nuevos
establecimientos turísticos en esta etapa” (Masala, 2017a).

Sabemos a partir de nuestro análisis sobre la revolución de las Socimi que se ha producido una nueva
oleada inversionista, que podría estar agravando las condiciones, ya profundamente problemáticas, para la
vida en el distrito79. Según datos de Masala confirmados con la información del ayuntamiento, entre 2013
y 2015, se produjeron 3133 compraventas, de las que 2705 eran de vivienda usada y el resto de vivienda
nueva de mercado libre. Esto indica una profunda intervención del sistema de promoción inmobiliaria en
el tejido residencial ya existente, pero además, se acompaña por la evolución de los precios de venta: el
precio por (m2) construido en Ciutat Vella, que en 2013 estaba en 2598,9 € en 2015 ya alcanzaba los
3075,7 €; y, en el segundo trimestre de 2016, alcanzó los 3536,2 €. Mientras que en 2013, Ciutat Vella
se mantenía por debajo de la media de Barcelona (2719 €/m2 construido), en la actualidad el Distrito está
por encima de la media de la ciudad (3208 €/m2 construido). Esto, por otra parte, lo sitúa entre las zonas
de la ciudad que desde 2013 han experimentado un fortísimo incremento de los precios, como Sarrià-Sant
Gervasi, Les Corts o el Eixample, distinto que el resto de zonas en las que los precios crecen a otro ritmo.

El caso del mercado de alquiler, de especial trascendencia en Ciutat Vella, no es idéntico, pero sí
semejante. Entre 2008 y 2014, se mantuvo una modesta tendencia a la baja, desde los 12,6 €/m2 en el
primer año de la crisis, hasta los 11,3 €/m2, produciéndose, no obstante, un incremento hasta los 12,1
€/m2 en 2015. En todo caso, este no es el aspecto más significativo. Al primer trimestre del 2017, el
precio del alquiler en el distrito alcanzó su máximo histórico en 20,6 €/m2 (el alquiler más caro en la
ciudad con el promedio de alquiler más caro de España) superando con creces la media de la ciudad (18,3
€/m2) así como, al precio en Sarrià-Sant Gervasi (17,3 €/m2) (Idealista, 2017). En una centralidad con
barrios “todavía mayoritariamente de clase trabajadora, y con situaciones de pobreza estructural
profundamente arraigadas”, esto abre las puertas a un nuevo proceso de expulsión masiva de la población.
No en vano, la Oficina d’Habitatge de Ciutat Vella intervino, solo entre enero y septiembre de 2016, en


79
En un mes corto, entre el 4 y el 28 de junio de 2016, BMB Investment Management se hizo con cuatro edificios enteros en Ciutat Vella: San
Clemente 5, Talleres 55, Princesa 19 y Avinyó 37 –el Palau Gualbes, que data del siglo XIII. La misma sociedad compró, en diferentes oleadas
entre junio de 2015 y octubre de 2016, una decena de fincas en Ciutat Vella, la mayoría en el Raval y el Barrio Gótico. Aunque fue constituida en
el año 2007, BMB funciona actualmente como gestora de otra sociedad fundada en agosto de 2014 bajo el nombre de Optimum Re Spain Socimi
SA, que en septiembre del 2016 tenía detrás un capital social de 50 millones de euros. Los principales accionistas de esta sociedad son Anangu
Grupo SL, con el 14% del accionariado –representada por Marc Sabé Richer, director de Fujitsu en el Reino Unido, y de la que también forma
parte el ex directivo del Barça Alfonso Castro Sousa–, y Body of Knowledge, SL, con el 7% –representada en la Socimi por Joan Plensa (familiar
del escultor y miembro del consejo de administración de Body of Knowledge Jaume Plensa) (Masala, 2017b).

110
260 casos de desahucio, en los que estaban afectadas 720 personas, entre ellas 258 menores (Masala,
2017a).


Fig. 15. Infografía del Distrito Ciutat Vella sobre la turbulencia inmobiliaria y sus consecuencias más dramáticas. Fuente:
Masala, 2017a.

La investigación de Masala muestra como se organiza la presión inmobiliaria donde nombres como MK
Premium, Desokupa o Airbnb simbolizan diferentes capas de un acoso estructural que ha convertido en
cotidiana la expulsión del vecindario con diferentes métodos traducidos en dispositivos avanzados de
violencia inmobiliaria en Ciutat Vella. En líneas generales, el periodo 2012-2015 está marcado por el
pacto entre la administración y los agentes turísticos para crear las condiciones de una nueva ola de
crecimiento en el circuito inmobiliario que acumula sobre la base del alquiler y la revalorización (más
lenta) del capital generación a partir de la adquisición selectiva y gestión activa de las propiedades
residenciales. Ciutat Vella ofrece el terreno abonado de un territorio que en las últimas tres décadas ha
sido sometido a un organizado proceso especulativo de extracción de plusvalías (del suelo y del plusvalor
social). En este proceso de preparación de la “zona premium” concurren varios ciclos superpuestos:
destrucción de la vivienda acompañada de la revalorización del suelo y la expansión de vivienda nueva en
zonas suburbanas; especulación y violencia inmobiliaria con la vivienda existente; inundación turística a
través de hoteles y apartamentos turísticos. Aunque unos más vigentes que otros, la experiencia de
Masala en el terreno muestra que en Ciutat Vella todos los ciclos siguen operando de algún modo.

111
Si algo caracteriza una parte importante del tipo de operaciones inmobiliarias que se están llevando a
cabo es, de un lado, la adquisición masiva de propiedades –a menudo a un precio inferior a la media, ya
sea por el estado de las fincas, ya sea por el valor de las rentas de los contratos vigentes, o por ambas
razones–; y de otro, la disminución al mínimo posible los tiempos de actuación. Así, la Socimi Optimum
Re Spain afirma que buena parte de su negocio consiste en generar operaciones de compra a valores por
debajo del mercado, obteniendo descuentos de aproximadamente un 20%. Adquiriendo así edificios
completos y tras una inversión para optimizar las viviendas transcurridos 3­4 años de arrendamiento,
venden piso por piso de manera que el precio de venta se incrementa. En menos de dos años de haberse
constituido, esta sociedad había adquirido diez propiedades sólo en Ciutat Vella (Masala, 2017b).


Fig. 16. Hermanos Leyva, administradores de la empresa MKPREMIUM. Fuente: La Vanguardia, 2016.

Según los datos recopilados por el colectivo “Resistim al Gòtic” a partir de información vecinal (que
incluye el resto de barrios de Ciutat Vella), los tiempos de actuación son mucho más ajustados con
respecto a las etapas entre la compra, expulsión y venta de los edificios. Así lo muestran las actuaciones
de MK Premium en el caso de la propiedad de la calle Lancaster 13, donde, al tiempo que comenzaban
las presiones sobre los ocupantes de esta finca, la empresa hacía movimientos para adquirir las tres fincas
adyacentes. En el transcurso de pocos meses, se pusieron en marcha los mecanismos –ofertas de dinero
mediante “matones” y otros agentes– para expulsar a los vecinos del bloque y lanzar un claro mensaje a
los inquilinos del conjunto de edificios de la misma calle, con el objetivo evidente de una operación de
expulsión y rentabilización masiva y rápida. La empresa MK Premium, administrada por los hermanos
Leyva, se constituyó en junio de 2012 y, después de unas modestas compras de pisos en Hospitalet,
aterrizó en Ciutat Vella y, en diciembre de 2013, constituiría la sociedad Calle Tigre 12 SL., creada para
la operación correspondiente a la compra del edificio que le da el nombre. Desde entonces, MK Premium
ha sido propietaria de una veintena de fincas del distrito, todas ellas vendidas en un corto período de
tiempo80.

80
Desde Masala señalan que entre las fincas de interés de MK Premium estaría la conocida Can Seixanta de la calle de la Riereta, comprada
recientemente por el Ayuntamiento de Barcelona al grupo alemán Jäger & Pachowiak, pero que figura en la lista de propiedades citadas en la web
de los Leyva.

112

Pero estas intervenciones no son exclusivas de grandes grupos inversores, sino también de operadores
más pequeños pero que generan situaciones igual de graves81. A diferentes escalas, nos encontramos con
un modus operandi de estructuras de inversión creadas especialmente para operaciones relámpago
procurando, en unos casos, reducir al máximo el tiempo de una operación concreta y, en otros, conseguir
el máximo acaparamiento de propiedades en el menor tiempo posible, a menudo las dos cosas82. Bajando
los peldaños desde los despachos que deciden cada operación con un correo electrónico, una llamada o
una reunión, hasta la realidad material de los edificios, hay una cadena donde la pulcritud del primer
eslabón se convierte en guerra sucia en el último.

Masala describe desde la penuria de las familias, cómo se envía “matones de gimnasio” con ofertas de
dinero, que son amenazas veladas a los habitantes para que abandonen el piso, o acciones de hostilidad y
sabotaje en la misma finca, son algunas de las tácticas atribuidas a MK Premium 83 . Así lo ha
documentado también el colectivo “Resistim al Gòtic” en varios casos84. Acciones similares se han
producido en otros casos, tanto en fincas enteras como en pisos aislados, por parte de varias empresas. Es
el caso de la calle de la Cera 15, la calle Carmen 61 o la Rambla del Raval 28, sólo por citar tres casos en
los que ha intervenido la asociación “Stop Desahucios Raval”. Cabe destacar que, en estos últimos
ejemplos, el requerimiento de los “matones” era el abandono inmediato de la finca sin más dilación que el
tiempo de sacar los muebles en la calle.

En la furia del circuito inmobiliario financierizado ha crecido una estructura de tipo y métodos mafiosos,
en la que empresas como “Desokupa” ha adquirido cierto renombre, pero donde no son los únicos
actores85. Presentándose como especializada en la “intermediación” en inmuebles ocupados ilegalmente,

81
Por ejemplo: Soverino Bcn Investments SL., de Alejandro González Conde –instalada muy cerca de la sede del Distrito de Ciutat Vella– se
constituyó el 16 de noviembre de 2016 y el 12 de diciembre del mismo año ya era propietaria del edificio “Correo Viejo 12”. Algo parecido
ocurre con Spirit Bcn Bolos SL., del promotor inmobiliario francés Jean Philippe Bertojo Mathias: el 13 de octubre de 2016 se constituyó en
Madrid Spirit Ibérica Reim SL., el 18 de noviembre del mismo año se fundó Spirit Bcn Bolos SL., y en diciembre de 2016 ya era propietario del
edificio Bolos 12.
82
Lo expresa gráficamente un monográfico dedicado a MK Premium publicado en La Vanguardia en julio de 2016: “cerradas las últimas 5
operaciones del primer semestre de 2016, MK Premium ya ha alcanzado este año el mismo volumen de adquisición de edificios enteros que en
todo el año pasado. Una cifra que acerca la patrimonial de inversión catalana a su objetivo: comprar 60 edificios a lo largo de este año”. (La
Vanguardia, 2016).
83
Ver: Antonio Corbillón. (2016-11-12). Al límite de la ley: así funcionan los desokupas. En: Ideal. Recuperado desde
http://www.ideal.es/sociedad/201611/12/limite-funcionan-desokupas-20161111104821.html
84
Por ejemplo, el caso de “la Jovita y Carlos, que tuvieron que abandonar su piso de Lancaster 13 tras recibir una indemnización de 1.000 euros.
En la misma finca, como explica la crónica de una de las acciones de intimidación sobre los últimos habitantes, el 20 de marzo, ‘la familia (Rita,
mujer embarazada, el niño de 10 y Ahmed) ha sido despertada por golpes destrozando paredes interiores del edificio’. Mientras los operarios
actúan a golpe de mazo, los ‘matones de SMT ponen puertas de seguridad en los pisos’. Actuaciones que podrían ser susceptibles de encajar en la
definición del delito de coacciones asociado al acoso inmobiliario, tal como lo describe la sentencia que condenó a un propietario a tres años de
cárcel y 18.000 euros de indemnización: la conducta del propietario está presidida por el propósito de hacer incómoda la situación de los
inquilinos, bien para que acepten una serie de condiciones, como puede ser, la subida del alquiler, bien para provocar que desalojen el inmueble.
Sentencia 360/2012 del Juzgado de lo Penal 9 de Barcelona (Masala, 2017b).
85
La operación de Desokupa está basada en “la rápida intermediación amistosa con los ocupantes del piso apropiado, estableciendo unos
acuerdos previamente estudiados y amoldados a cada caso en particular. Todos nuestros pasos están siempre respaldados legalmente por un
equipo jurídico”. Ver https://www.desokupa.com. En la misma línea, Gestokupa “nace para cubrir las necesidades del verdadero afectado, el
propietario real; necesidad de consulta y necesidad de soluciones. Para ello ponemos a disposición de nuestros clientes un servicio integral de
asesoramiento y gestión de la okupación, que nos permite recuperar el inmueble en plazos muy cortos de tiempo”. Ver
http://www.gestokupa.com Véase también: Reportaje del programa El Cascabel. (2017, Marzo 16). Daniel Esteve de "Desokupa".
Magnanimidad de Ada Colau con Okupas. Recuperado de https://www.youtube.com/watch?v=-M4JRjRrKHg

113
en realidad –aparte de la ilegalidad de su actuación en las ocupaciones u okupaciones– buena parte de sus
intervenciones han sido sobre inquilinos con contrato en vigor. Pero, más allá de Desokupa y empresas
similares, existe además una red “opaca”, según Masala, en la que se identifica a la empresa de puertas
blindadas STM86 y a la multinacional de alarmas y cámaras de seguridad Securitas Direct, que configuran
un nicho de negocio difuso alrededor de la guerra sucia contra los habitantes de las fincas.

Desde Masala se denuncia “la pasividad policial y judicial” ante los casos constatados de violencia
inmobiliaria87, así como, “la insuficiencia política” para frenar o detener los acosos. En el caso del
Distrito Ciutat Vella, es representativo el que la concejala Gala Pin se haya posicionado públicamente
junto a los vecinos de Lancaster 13 ante las actuaciones de MK Premium, anunciándose la aprobación de
cláusulas anti gentrificación en las ayudas a la rehabilitación incluidas en el Plan de Barrios del Gótico y
el Raval Sur. Para demostrar músculo y dejar claro que se sienten legitimados en sus acciones, los
hermanos Leyva denunciaron a Pin por injurias y calumnias, por el hecho de haber explicado en
televisión la situación a la que habían sometido al vecindario. En ningún caso, sin embargo, se han
elaborado medidas preventivas y de intervención inmediata para frenar la escalada de violencia cotidiana
que se vive actualmente.

Hoy por hoy, la actuación municipal se limita a barrer las consecuencias con medidas paliativas
o defensivas, pero que llegan cuando la situación ya ha alcanzado extremos insoportables y sin
que se hayan establecido mecanismos de detección más allá de las alarmas vecinales (Masala,
2017b).

Siguiendo a los investigadores de Masala, coincidimos en que las políticas municipales han jugado un
papel determinante como acelerador de este proceso, y que su impacto y onda expansiva no se han
detenido con las medidas de los últimos dos años y medio del gobierno de BeC88. Si en general, la política
de monocultivo alrededor del turismo tiene unos efectos de revalorización especulativa, los efectos de
medidas derivadas del anterior Plan de Usos de Ciutat Vella aprobado por CiU, así como, las Áreas de
Tratamiento Específico destinadas a la apertura de restaurantes sin ningún tipo de limitación, no sólo
favorecieron unas determinadas actividades comerciales, sino que también tuvieron una repercusión
directa sobre el uso y, por tanto, sobre el valor de las propiedades. Del mismo modo, la apertura de
compuertas en la riada de hoteles y apartamentos turísticos, supuso la revalorización directa tanto de los
solares todavía existentes como de las fincas llenas de inquilinos, víctimas potenciales de la única
industria en crecimiento durante la crisis. La oferta de un distrito entero para el negocio turístico, “más


86
Ver enlace de la empresa STM Seguridad Integrada: http://www.puerta-antiokupa.com/
87
En casos como el de la calle de la Cera 15 (2016-08-28), o de la calle del Carmen 61 (2016-11-17), según la investigación de Masala, varios
testigos vieron el trato sumamente cordial de los cuerpos de seguridad con el grupo de ‘matones’ en contraste con la actitud hostil hacia el
vecindario movilizado contra el desalojo ilegal. Por otra parte, desde ningún juzgado se han iniciado actuaciones de oficio por estos hechos.
Hasta marzo del 2017 el único proceso judicial en marcha contra este tipo de acciones mafiosas es el iniciado, y admitido a trámite al
Observatorio DESC que denunció por el desalojo ilegal de la okupación de Can demonio en el barrio de Gracia (Masala, 2017b).
88
Desde Masala (2017b) recuerdan que la medida de la moratoria hotelera es a penas un grano de arena en el “ritmo agobiante del mamut
inmobiliario-turístico”.

114
que la vieja mancha de aceite de los arquitectos del urbanicidio, fue la sangre que olieron por enésima
vez los tiburones del ladrillo en el centro histórico” (Masala, 2017b).

En resumen, guiada por la producción capitalista del espacio, hemos visto luego de un dilatado momento
de implosión-explosión, cómo la centralidad barcelonesa se introdujo en el circuito inmobiliario
financierizado, realizado en el proceso de neoliberalización urbana bajo el manto de un urbanismo
concertado, en el que agentes reguladores y depredadores pusieron en marcha la maquinaria del
empresarialismo urbano PROCIVESA-FOCIVESA (1988-1999-en adelante), para la ejecución del
rescate de un “centro degradado” con el favor de la inversión privada y de diseño para las clases medias.
No es coincidencia su articulación con la visión urbanística neo-higienista del momento, traducida en las
operaciones “progresistas” de esponjamiento urbano, pues había que forjar en el sentimiento popular, la
idea de que Ciutat Vella sí podía transformarse, pero que no tendría futuro sin las clases acomodadas.
Luego de la crisis, se dejaba claro que tampoco habría futuro sin el turismo; y en la actualidad, con la
conjunción de estos precedentes en la furia del circuito, se ha desatado una ola de violencia inmobiliaria
que arrastra tanto a estratos bajos como medios, dando a entender que no hay futuro...simplemente.

































115

116
4.5. Uso del espacio social: La Rambla y el barrio de la Marina del Prat Vermell


Siguiendo nuestra matriz lefebvriana ajustada al método tripartito propuesto por el teórico francés para
avanzar hacia una ciencia del uso del espacio social, el siguiente análisis busca completar el análisis
estructural del fenómeno urbano realizado hasta el momento y que se ha respaldado, especialmente, en la
proyección de las relaciones de propiedad inmobiliaria en la Barcelona global con énfasis en el Distrito de
Ciutat Vella abordando los niveles Privado (P), Mixto (m) y Global (G). Para completar el ejercicio
propuesto de análisis de la realidad urbana en su complejidad, será necesario combinar el análisis formal
(lo concebido en los planes) y funcional (lo vivido en los espacios de representación) en el nivel (m)
como unidad de la realidad social, seleccionando en este nivel varias unidades espaciales multiescalares
de la centralidad estudiada (Ciutat Vella–Rambla) y añadiendo un área urbana específica fuera de esta
centralidad, que se encuentre, bajo amenaza, en el horizonte del circuito inmobiliario-financiero (Barrio
Marina del Prat Vermell). A su vez, este análisis tripartito (parcial) estará apoyado fundamentalmente en
dos dimensiones del fenómeno urbano: la confrontación de estrategias y las prácticas urbanas en las
unidades seleccionadas.

Hemos seleccionado la Rambla (espacio de representación Barcelonés en el distrito de Ciutat Vella y eje
transfuncional, que parte en dos, pero también articula, el espacio social del casco antiguo de la ciudad)
por hechos recientes de relevancia social, urbanística y económico-política que configuran un escenario
urbano de características complejas, y sin embargo, óptimas, para tomar examen a la teoría y método
lefebvrianos. Los procesos concretos revisados son: a) La aprobación municipal definitiva del Plan
especial urbanístico de ordenación de Ciutat Vella (febrero del 2018) y del Plan de Ordenación de La
Rambla (mayo del 2016). b) En marzo del 2017, el Ayuntamiento lanzó el concurso internacional para su
transformación socio-urbanística con el objetivo de recuperarla para los vecinos (residentes habituales)89.
La actualidad de estas actividades en la centralidad causan efectos directos en la realidad formal y social
del espacio, complejizándolo, de tal modo, que la matriz lefebvriana pueda contribuir a explicarla.
Además de estos procesos pertenecientes al espacio social de la centralidad, hemos decidido incluir en
nuestro análisis al barrio de la Marina del Prat Vermell, ubicado al sur de la ciudad, en el sector de la
Marina entre el polígono industrial de Zona Franca y el Parque de Montjuïc, en el Distrito de Sants-
Montjuïc. Esta unidad seleccionada de 75 hectáreas, sometida históricamente a una marginación socio-
espacial tiene las particularidades de ser un barrio “nuevo”, configurado más en el planeamiento que en
su área edificada o su propia realidad social; y que presenta unos indicadores socioeconómicos de los que
se desprende su vulnerabilidad socio-espacial para incorporarse al circuito inmobiliario–financiero. Sin
embargo, intentaremos reflexionar sobre el por qué esto todavía no ha ocurrido, a pesar del interés de las


89
Tomando en cuenta que “es una de las vías más emblemáticas de la ciudad de Barcelona, cargada de historia y escenario de grandes eventos”,
el proyecto ganador debía incluir actuaciones para su dinamización, mejora y transformación física-social, y de su entorno de influencia. Todo
ello con la previsión de que los trabajos comiencen a principios del año 2019. De este modo, se trata de iniciar una transformación de la
fisonomía de la Rambla pensada en y para las personas que viven la Rambla, y que se ha de posibilitar a través de una transformación social
consensuada y flexible del espacio (AB, 2017).

117
administraciones (en el período estudiado) en preparar el terreno para el aprovechamiento del sistema de
promoción inmobiliaria.


4.5.1. El uso de la Rambla


Fig. 17. Acuarela en una guía de la Rambla con la ubicación de comercios. Fuente: Amics de la Rambla, 2017a.

Cuando pensamos en la Rambla, hay que imaginar que más de 100 millones de personas la recorren al
año (según datos del Ayuntamiento, 2014). Y que a lo largo del paseo, de 1,2 km de extensión, quedan
aproximadamente 1000 personas empadronadas90 y más de 200 comercios registrados91. Está situada en el
distrito de Ciutat Vella que posee 104.000 habitantes en 4,5 km2 de superficie, resultando ser, como
hemos verificado, de los sectores más caros para alquilar una vivienda de toda España (Jiménez Botías,
2017). Habiendo realizado un examen de observación, seguimiento en medios y participación en diversas
actividades a lo largo del 2017 para identificar los discursos, intereses, demandas, emociones y estrategias
de los actores directamente relacionados con el paseo; y dada la extensión y diversidad de la información
recopilada desde fuentes primarias y secundarias, se presentan en nota de referencia los eventos, fuentes


90
El dato de personas empadronadas no refleja la realidad de residentes habituales porque la gran mayoría de departamentos son de alquiler
turístico. Según Eduard Elias (propietario de un departamento en la Rambla), los residentes habituales del paseo son 200 aproximadamente
(Ortega, 2017).
91
Hasta diciembre del 2017 se registraron 205 comercios: restaurantes y cafeterías (30%), hoteles, empresas, bazares, venta de ropa, y sitios de
espectáculo (40%) y actividades dispersas del sector terciario (30%).

118
de información y datos más relevantes como un diario cronológico descriptivo. Las fuentes y los actores
que allí se describen irán apareciendo en el desarrollo del apartado y en nuestras conclusiones parciales92.


Fig. 18. Convocatorias y campañas: para la ocupación de la Rambla, contra la mercantilización de la ciudad y la "marca
Barcelona". Fuentes: Bcn Ens Ofega, 2016; SOS Rambla, 2017; No Ens Faran Fora, 2017.

En enero del 2017, un conjunto de unas 50 organizaciones de toda la ciudad realizó una ocupación
simbólica de la Rambla para denunciar el impacto del turismo en Barcelona, dando como primer
resultado la publicación del Manifiesto SOS RAMBLA, titulado “Barcelona no està en venda” (Fig. 18).
En el documento se solicitaba a la administración entre otras cosas: la reducción del turismo a un
volumen aceptable y respetuoso con la convivencia vecinal, la derogación de las reformas laborales y de
jubilación, así como la implementación de medidas de apoyo a la lucha contra el paro; sobre la base de
que no hay acceso a la vivienda digna para todos en la ciudad, ya que “el vecindario es expulsado por la
subida de precios del alquiler”. De este modo, se señalaba que se deben “parar los desahucios y los
desalojos de espacios sociales por la fuerza y proteger el espacio público para disfrutar de la ciudad y
convivir, no para hacer negocio”. Otras peticiones del manifiesto fueron: poner freno a la destrucción del
comercio de proximidad y a la contaminación que generan los vehículos privados y los cruceros del
puerto; generar acciones de solidaridad con los barrios mas empobrecidos para reducir drásticamente las
desigualdades sociales, e implementar políticas decididas de igualdad de género. La ocupación de la
Rambla se enmarcó en un acto de resistencia pacífico en el que los vecinos organizados reclamaron para
“cerrar el paso a los enemigos de la ciudad… por el derecho a vivir en la ciudad” (Plataforma Barcelona
no està en venda, 2017; Carnicer & Grimal, 2017).


92
– (2017, 24 de febrero): Debate organizado por el Col·legi d'Arquitectes de Catalunya. "De la Rambla para ver, a la Rambla para vivir".
Entrevistas a Eduard Elias, portavoz de la Asociación SOS Rambla; Gala Pin, Consejera de Distrito de Ciutat Vella; y recopilación de las
opiniones de 50 residentes habituales de propiedad desconocida. – (2017, 17 de marzo): Recorrido por la Rambla con técnicos del Ayuntamiento,
participantes del concurso para la transformación de la Rambla y residentes habituales. Entrevistas a Alejandro Jiménez, portavoz de la
Asociación La Ravala; Libia Colomina, residente-propietaria. – (2017, 18 de abril): Reportaje “Vecinos de la Rambla, una especie en extinción”.
(Entrevistas realizadas por Francisc Manzano a Anna Montané y Maria Luisa Paytubi (residentes-propietarias), en: Betevé–Redacció btvnotícies.
Recuperado de http://beteve.cat/veins-de-la-rambla-especie-en-extincio/ – (2017, 5 de septiembre): Debate “Los vecinos piden que la futura
Rambla tenga más espacio para los peatones”. (Debaten: Mònica Trias, presidenta de la Asociación Antics Ocellaires de la Rambla; Vicente
Guallart, residente-propietario; Fermí Villar, presidente de la Asociación de Amics de la Rambla), en: Betevé–Roger Torres i Liñán. Recuperado
de http://beteve.cat/els-veins-demanen-que-la-futura-rambla-tingui-mes-espai-per-als-vianants/

119
En febrero del 2017, funcionarios del Ayuntamiento tomaban nota en medio de un acalorado debate en el
Colegio de Arquitectos de Cataluña (COAC), al que acudieron también como asistentes, y en el que se
discutía sobre el modelo turístico de la ciudad. Un vecino (1-sin identificación) explicaba que le gustaría
decir que vive en la Rambla, pero más bien “intenta vivirla, porque ya no se puede dormir”. Otros
colectivos como SOS Rambla, a través de su vocero (Eduard Elias) mostraban pesimismo a la hora de
encontrar una solución definitiva. El “uso del espacio público”, el “acceso a la vivienda digna” y el
descanso o “la convivencia” son los temas recurrentes que se discutieron durante el debate. Todas las
entidades coincidieron en que se tratan de derechos cada vez más amenazados, especialmente en los
barrios con más atractivo para el “turista” y la “especulación”.

En marzo del 2017, se producía un recorrido simbólico de observación por el paseo, en el que varios
vecinos conversaron de primera mano con la regidora de Ciutat Vella, Gala Pin y técnicos del
Ayuntamiento. Alejandro Jiménez, portavoz de la asociación La Ravala, pedía que se haga vivienda
pública de alquiler que sea asequible. Libia Colomina (residente-propietaria) ponía en consideración que
se deben esponjar los quioscos y los comercios porque en algunos puntos no tienen espacio para caminar.
Eduard Elias (SOS Rambla) pedía que el proceso vaya en serio: “Ha habido muchos intentos de
aproximarse a los vecinos, pero se ha hecho poco … como turista en tu casa, es la sensación que tienen
algunos de los 1000 vecinos empadronados en la Rambla”, sentenciaba. Otro vecino (2-sin identificación)
comentaba lo que ya se ha dicho del problema de convivir con el ruido, pero también reclamaba por la
falta de establecimientos que no estén dirigidos a turistas. Finalmente, algunos inquilinos hacían notar la
escasez de propietarios en las fincas, lo que dificulta realizar cualquier cambio en instalaciones o
infraestructura. Este último sería el motivo principal para que Anna Montané (residente-propietaria)
explique (en reportaje de Betevé publicado en abril del 2017) que ha decidido hacer las maletas después
de toda una vida en el paseo: "esto antes era un barrio, ahora ya no… ahora es un parque temático". Ella
vive en la Rambla toda la vida, pero ha decidido que es la hora de poner a la venta el ático y marchar a
otro barrio o fuera de Barcelona. En la finca sólo hay cuatro particulares más, que no quieren poner
ascensor. Además, indica que se encuentra completamente rodeada de apartamentos turísticos en los
edificios adyacentes. En el mismo reportaje, María Luisa Paytubi (residente-propietaria), sin embargo, se
resiste a marcharse aunque le preocupa la desaparición de la mayoría de comercios tradicionales, que han
sido sustituidos masivamente por restaurantes o tiendas de recuerdos. Reconoce que hay gente que la
"envidia", hasta que salen al balcón, y entonces dicen: “esto es demasiado"; no obstante, asegura: "la
Rambla me enamora y haré todo lo posible para que vuelva a ser lo que era" (Torres i Liñán, 2017a).

120

Fig. 19. Flujo principal de personas moviéndose en Ciutat Vella marca la Rambla como eje principal de movilidad. Fuente:
Trescientosmil kms, 2017.

En septiembre de 2017, un reportaje de investigación señalaba que los vecinos del Gótico y el Raval
utilizan el paseo sólo para enlazar entre las calles transversales. Debido al flujo ocasionado por mas de
100 millones de personas que caminan por la Rambla, muchos vecinos y trabajadores de la zona dibujan
cada día rutas alternativas por los barrios adyacentes para evitar caminar por el paseo. En cambio, “los
turistas ramblean de arriba a abajo o de abajo hacia arriba, por toda la calle… quienes viven o trabajan en
esta zona encuentran incómoda la Rambla cuando van con prisa, de casa al trabajo o para hacer recados, y
por eso tratan de evitarla”, explica un vecino (3-sin identificación). En pleno debate sobre el futuro de
esta calle y las reformas que se podrían aplicar, también tiene un papel clave el tráfico rodado. La
mayoría de los taxistas, según el reportaje, consideran que es difícil circular porque es una vía lenta a
menudo invadida por los peatones, aunque algunos siguen pasando porque "de subida o bajada siempre
hay pasaje" (taxista 1-sin identificación). Por otro lado, para los transportistas de productos que sirven en
la zona, transitar es clave por que a partir de la Rambla abastecen los comercios de las calles que nacen de
ella (Redacció btvnotícies, 2017b). En este ámbito, en un debate televisado en el mismo mes, Mònica
Trias (Presidenta de la Asociación Antics Ocellaires de la Rambla) aseguraba que "un gran cambio sería
hacerla peatonal", ya que sería "la manera más obvia de poder caminar", apuntando que una solución que
"tendría mucho sentido a la Rambla de hoy" es hacerla una “plataforma única”. Por su parte, Vicente
Guallart (ex funcionario del Ayuntamiento y residente-propietario) advirtió que restringir
permanentemente el paso de vehículos supondría "hacer un parque temático" y defendió que pasen los
autobuses. Igualmente, rebatió Fermí Villar (Presidente de la Asociación Amics de la Rambla–AAR),
"parecería un insulto a la inteligencia no poder ir en autobús hacia la zona alta", diciendo que el paso de
buses articulados "es una hipoteca innecesaria" que demuestra que "la conexión con el Eixample es una
tarea pendiente" (Torres i Liñán, 2017b).

121
Es importante detenernos un momento en la Asociación Amics de la Rambla (AAR)93, que con más de 50
años de historia, en su carta de presentación actual, considera cínicamente haber defendido “con
campañas” los intereses de los vecinos, a sabiendas de que quedan muy pocos. Desde inicios del 2017, en
otra de sus campañas, difundieron el menú de peticiones para garantizar la Rambla del futuro que a ellos
les conviene. Estas peticiones, que son muchas y de apariencia razonable, se pueden resumir en: la
ampliación de la oferta y dinamización comercial; la promoción de la gestión público-privada; el permiso
para asumir el liderazgo de la reconquista ciudadana de la Rambla y su centralidad; el ascenso
administrativo a barrio; más ayudas de la caja pública; más apoyo a la cultura (eventos extraordinarios
internacionales), al ocio y a la energía creativa del distrito; apoyo al cuidado patrimonial; la mejora de la
conectividad con hitos urbanos; y el incremento de la seguridad por la convivencia y el civismo.


Fig. 20. Fundació Barcelona Comerç y el Ayuntamiento de Barcelona entregan el premio “Compromís amb el Comerç” a la
AAR. Fuente: AAR, 2017, Noviembre

Meses después, apenas ocurrido el atentado, Fermín Villar expresaba con claridad la consigna de la
asociación de comercios: “La Rambla hay que cuidarla”. Villar y la AAR ven con buenos ojos las ideas
del Ayuntamiento tras la aprobación del “Plan de Ordenación”, y destacan el término “ordenación”,
pidiendo no confundirlo con “reforma”, de cara a la elaboración del proyecto para intervenir el paseo. En
el grado de su influencia, no es coincidencia, que esta asociación haya entregado en el 2016 el galardón
de “Ramblista de Honor” a John Hoffman 94 , consejero delegado del Mobile World Congress en
reconocimiento a la muestras de su compromiso con la Rambla y con Barcelona.


93
La Asociación de Amigos de la Rambla nació en 1960 con el objetivo de defender y promover los intereses sociales, comerciales y culturales
del paseo…En más de 50 años de historia, la Asociación ha liderado la promoción y la regeneración del paseo con campañas en defensa de los
intereses de vecinos y comerciantes…Actualmente, la Junta Directiva de Amigos de La Rambla tiene como objetivo la mejora de la calidad de
vida de las vecinas y los vecinos de La Rambla y la mejora de la calidad y la diversidad comercial. Ver enlace: https://www.amicsdelarambla.cat
94
La cita más celebrada de Hoffman por Amics de la Rambla es: “Llevo diez años viajando por el mundo hablando sobre Barcelona. Cuando yo
hablo de Barcelona, la gente me habla de La Rambla”.

122
La intensidad física y horaria del paseo, unida a su carácter vivo y mutable, nos obliga a estar
siempre atentos a las inercias y cambios que se producen. Ninguna normativa logrará cambiar
su espíritu heterogéneo, su maravillosa mixtura y sus extremos sociales. Y así debe continuar…
el irrefrenable fenómeno del turismo urbano implica que los destinos populares lo seguirán
siendo igual, si no más. Por ello, se necesita ordenar en lo posible tanto los flujos de caminantes
como la oferta comercial presente, para que el éxito turístico sea compatible con los vecinos y
residentes que viven, y duermen, en la zona. No podemos, sin embargo, apostarlo todo al
urbanismo (Villar, 2017a).

Si por un lado, los comerciantes avalan el Plan aprobado por la Administración, con un llamado a “estar
siempre atentos”, en otro sentido, les preocupa enormemente lo que representa el uso del espacio por
parte del top manta95. “La ciudad dice basta al Top Manta”, titulaba la nota difundida por Villar (julio,
2017) en el sitio web de AAR; resulta que Villar también es presidente de la “Plataforma de Afectados
por el Top Manta”. En la nota se exige al Ayuntamiento e instituciones implicadas una actuación
inmediata que permita dar salida al problema96. La Plataforma denuncia que se permita una actividad que
supone la comercialización de bienes o productos de carácter ilegal, lo que implica una violación en los
derechos de la propiedad intelectual e industrial, con un impacto económico negativo en cuanto a la
desviación de actividad del comercio legal al ilegal –afectación a todas las industrias afines al comercio,
proveedores de todo tipo– así como, por su consecuente contribución a la economía sumergida; y
también, por lo que supone en evasión de tasas a las que otros colectivos, “como comerciantes y vecinos,
sí estamos obligados a contribuir”. Los integrantes de la Plataforma no están dispuestos a seguir
esperando, ni dejar pasar un año más, ante la amenaza de la "normalización" de la venta ambulante ilegal
en los espacios públicos de la ciudad; afirmando no estar en ninguno de los casos en contra de las
personas. Desde la Plataforma se ha denunciado, también, “el grave peligro que supone para la salud del
consumidor muchos de los productos propios del top Manta” (Villar, 2017b).

A finales del 2017, en un reportaje de investigación de TV3 titulado “Plegar la manta, en 30 minutos”,
son entrevistados Aziz Faye, Lamine Sarr y Fatou Mbaye, tres de los cientos de vendedores ambulantes
que hay actualmente en Barcelona. Llegados hace más de 7 años a Cataluña desde Senegal, tienen además
en común el ser ex–manteros que buscan la manera de dejar la venta ambulante y encontrar un trabajo
regularizado. Los tres protagonistas del documental, señalan durante mucho tiempo no haber tenido
permiso para trabajar legalmente y por eso haberse dedicado a la venta ambulante. Ahora, los tres
exploran varias alternativas para dejar la manta, pero tienen claro que crear una cooperativa o su propia
marca de ropa no es la solución definitiva para los vendedores ambulantes. Según la investigación, casi
todas las instituciones y entidades de derechos humanos coinciden en señalar las trabas legales con que se
encuentran las personas que llegan a España en busca de oportunidades laborales, y estas mismas
instituciones denuncian que los manteros sufren incluso situaciones de racismo institucional. Este hecho


95
Migrantes (generalmente indocumentados) que realizan ventas ambulantes de productos distribuidos sobre una manta en las calles y espacios
más populares de la ciudad.
96
La AAR declara que son 800 manteros permanentes, vendiendo sus productos en el Paseo Juan de Borbón, que se encuentra a 10 minutos a pie
desde el monumento a Colón al final de la Rambla.

123
se plasma en las actuaciones policiales (que actúan presionados ante la estigmatización que proviene de
otros grupos sociales). Sin embargo, para Aziz Faye, portavoz del Sindicato Popular de Vendedores
Ambulantes, la policía "tiene derecho a hacer su trabajo, pero su uniforme no le da derecho a pegar".
Fatou Mbaye, presidenta de la cooperativa Diomcoop97, añade que, si bien puede encontrar normal que la
policía les requise la mercancía, "no es normal que te humillen, que dañen tu autoestima" (Calvó Carrió
& França, 2017). Ante las acusaciones de que hay una mafia detrás del top manta, Lamine Sarr, también
del Sindicato Popular, asegura: "Es imposible que haya mafias entre los manteros, porque cada uno
trabaja por su cuenta y no es un trabajo que genere suficiente dinero para que haya mafias". Ante las
salidas que se les plantea en el marco de la “solidaridad institucional”, son conscientes que ninguna de
estas respuestas solucionará su problema principal: el acceso a la “plena ciudadanía” de las personas que
se dedican a esta actividad.

A partir de aquí, podemos enunciar los primeros resultados parciales. El procesamiento de la información
nos permitió alinear las demandas y clasificarlas; así como, ponderar las relaciones de fuerza que se
ejercen en la toma de posición sobre los planes y proyectos aprobados o en marcha por parte de la
administración (que serán revisados más adelante). También creemos que la cuestión sobre quién manda
en la Rambla se despeja. Lefebvre diría que el capital domina sobre cualquier otra cosa o agente, a través
de distintos sistemas y flujos superpuestos e interconectados, pero con pesos e impactos diferenciales en
la producción del espacio. Para concretarlo en nuestro terreno, esta dominación se constata con mayor
brutalidad en el despliegue del capital inmobiliario rentista que explota la centralidad (especialmente la
Rambla) y todo aquello que no está al nivel de las sobreganancias localizadas de los inversores y del
sistema de promoción (con jerarquía de las Socimi) que los vehicula. Especialmente los últimos años,
esclava de la magnitud de las ganancias del capital inmobiliario rentista, se expresa la fuerza del capital
comercial concentrada en la Asociación Amics de la Rambla y su alto grado de influencia; los flujos del
sector comercial se expanden por un circuito propio pero son dependientes del circuito inmobiliario
rentista. Del análisis de posiciones estratégicas y alineación de intereses en la confrontación entre
diversos grupos, el arreglo más beneficioso –para que el capital inmobiliario rentista pueda brotar en la
superficie sin mayores contradicciones y obstáculos– se posibilita entre comerciantes, residentes-
propietarios y Ayuntamiento. Por último, con un enorme peso aglutinado en la centralidad, está la carga
de turistas basada en la mercantilización de la dimensión simbólica de la Rambla, con la participación
estelar de la industria turística y las plataformas especializadas en el rentismo colaborativo como Airbnb.
Este fenómeno aglutinador puede englobarse en la fuerza de atracción de inversiones inmobiliarias que
encuentran rentabilidades asignadas por el capital simbólico colectivo, como motor de un sistema parcial
de producción y consumo del espacio de ocio, sistema con una importancia semejante al de promoción
inmobiliaria y perfectamente acoplado a la producción capitalista de la Rambla.


97
Es una cooperativa de venta, comercio y servicios que se ha puesto en marcha (con el asesoramiento del AB) para cubrir las necesidades de
inclusión social, laboral y relacional, de personas que realizan actividades de venta ambulante no autorizada en la ciudad.

124
4.5.2. ‘After the planners’

Consideremos en principio los aspectos fundamentales de la crítica de Lefebvre al planeamiento


urbanístico. En su obra Hacia el cibernantropo, contra los tecnócratas (1967) planteaba que sí es posible
un urbanismo revolucionario, pero que no se trataba de preparar proyectos socio-tecnocráticos, ya que la
eficacia experta de los especialistas que se basan en las necesidades de la población para evaluarlos no era
suficiente para lograrlo. Por lo tanto, los interesados debían tomar la palabra, y la tarea de los
planificadores era escuchar “lo humano”, pero sin el viejo “humanismo filantrópico”. Así, la concepción
de “lo Posible”, explica Lefebvre, no se basa en el análisis de lo real sino en la crítica de lo real,
desintegrado por el análisis: la ideología y la estrategia. El teórico francés en La Revolución urbana
(1970/1972b) demostraba que las actividades de planificación y urbanismo forman una ilusión, una
ideología para justificar la utopía tecnocrática, dejando un vacío fundamental al intentar suplantar la
práctica urbana con representaciones del espacio y de la vida social de los grupos urbanos. Así, concluía
que los planificadores urbanos eran casi totalmente inconscientes de la actividad productiva en el
“capitalismo organizacional”. Y que la extensión del circuito inmobiliario (hasta ese momento
secundario) del capitalismo ya no estaba satisfecha con el suelo o la tierra si no dominaba el espacio
social como tal. Recordemos que este espacio implícito no sólo es la suma de los lugares donde se realiza
y distribuye la plusvalía, sino también de un producto del trabajo social en la formación de esa plusvalía.


Fig. 21. “Taller Canaletas” para la transformación de la rambla. Fuente: AB, 2018, Enero.

El profesor Robert Goodman98 en su obra After the Planners (1972) citando a Melvin M. Webber (1963)
decía que los planificadores contemporáneos heredan una orgullosa tradición de servicio, una ética
igualitaria, y una orientación pragmática de mejoramiento que son tan antiguas como los primeros
movimientos de reforma social que dieron origen a la profesión. Goodman se refiere al “planificador”
como ese cuidador de la idea de progreso durante largos años; y que en ese momento está siendo

98
Robert H. Goodman (1928-1999). Arquitecto, profesor emérito de arquitectura en el Instituto de Tecnología de Massachusetts, la Universidad
de Massachusetts y la Escuela de Arquitectura y Planificación de la Universidad de Columbia.

125
cortejado como la cenicienta de un cuento urbano, en la medida en que la planificación asesorada
(advocacy planning) por especialistas y otros programas de participación ciudadana, ayudaba a mantener
tal máscara o tal ilusión, “permitiendo a los pobres que administren su propio estado de dependencia”;
así, “los pobres pueden dirigir sus propios programas de bienestar, tener sus propios abogados, sus
propios planificadores y arquitectos, siempre y cuando la estructura económica se mantenga intacta,
siempre y cuando la distribución básica de la riqueza, por tanto el poder real, se mantenga constante”
(Goodman, 1972:212).


Fig. 22. Proporción de áreas de vivienda (azul) en relación con otros usos (rosa) en Ciutat Vella. Fuente: Trescientosmil kms,
2017.

Plan de Usos de Ciutat Vella

En términos generales, el Plan de Usos de Ciutat Vella 99 cuya fase de redacción por parte del
Ayuntamiento de Barcelona 100 finalizó en septiembre del 2017 (sin contar aún con las alegaciones
ciudadanas) afirmaba que si bien la distribución de la población no es igual en todo el distrito, Ciutat
Vella es un distrito habitado y denso. Y esta densidad de población alta le otorga un carácter
fundamentalmente residencial, lo cual apoya que su uso del suelo mayoritario sea el de vivienda. En este
sentido, el Plan de usos deberá garantizar la convivencia entre los diversos usos urbanos, salvaguardando
la correcta proporción de actividades de proximidad y asegurando que la concentración de
establecimientos de concurrencia pública no provoque desplazamiento de otras actividades que dan
servicio a la masa residencial. Del Plan se constata que el tejido urbano del distrito tiene unas
características morfológicas “frágiles”. Esto hace que se priorice por un lado, la conservación de las
características propias de la estructura urbana (por ejemplo, manteniendo la estructura del parcelario por


99
Denominado dentro de la normativa municipal como “Pla especial urbanístic d’ordenació de les activitats de pública concurrència, comerços
alimentaris, serveis turístics i altres activitats al districte de Ciutat Vella”.
100
Redacción: Trescientos mil kilómetros por segundo S.L., Mar Santamaria i Varas, Pablo Martínez Díez; Asesoría jurídica: Graciela Chaia;
Asesoría técnica: Carlota Casanova Calvo y Daniel Lorenzo Almeida.

126
medio de la no agrupación de parcelas) y adaptando las actividades a las dimensiones de la calle y parcela
disponibles (garantizando la no saturación de el espacio público de las calles). Por otro, la vulnerabilidad
residencial extrema de algunos puntos del distrito hace desaconsejable que estas zonas tengan una carga
mayor de establecimientos, ya que las molestias derivadas de las actividades, pueden tener un impacto
más acusado en los residentes (Consell Municipal Turisme i Ciutat, 2017). En el caso de las
infraestructuras, las medidas más destacadas son: la regulación de las infraestructuras privadas y públicas
para racionalizarlas eliminando aquellas que estén obsoletas y agrupando los sistemas compartidos. El
Ayuntamiento también incentivará actuaciones de conservación y mejora del paisaje urbano, con la
voluntad de impulsar acciones para que los propietarios de los edificios realicen las obras de conservación
y rehabilitación orientadas a mantener en buen estado el parque de edificios existente (Districte de Ciutat
Vella, 2017c).

En el procesamiento de las alegaciones (entre finales del 2017 e inicios del 2018), se escucharon las
propuestas de Ada Colau y la concejal del distrito, Gala Pin, en relación a la prohibición de abrir nuevas
discotecas, bingos y centros de juego. También está la de restringir la apertura de establecimientos
destinados a actividades turísticas y de restauración y condicionar la de los dedicados a vehículos de
movilidad, como los famosos “seg-ways” que han proliferado por el centro de Barcelona en los últimos
años y que causan más de un susto al paseante despistado. Desde la plataforma “Ciutat Vella no està en
venda”, Daniel Pardo explica que en esta ocasión el consistorio sí ha cumplido con la normativa y ha
articulado espacios de participación vecinal para el nuevo Plan de usos101. Pardo se muestra satisfecho por
los aspectos restrictivos del plan, pero constata que la normativa, por definición, será "una cura paliativa"
para un distrito ya muy saturado de actividades turísticas. Además, muestra su temor a que, debido a la
negociación con otros grupos, algunos aspectos del plan se rebajen respecto a las necesidades vecinales
(Solé Altimira, 2018).

El 23 de febrero de 2018 se aprobó definitivamente el nuevo Plan. El Gobierno de BeC y el concejal no


adscrito, Gerard Ardanuy votaron a favor, mientras que el Partido Popular votó en contra y el resto de
grupos se abstuvieron ante la normativa, que pretende “evitar el monocultivo de un determinado tipo de
actividades en el distrito”, destacó su concejal, Gala Pin. El documento incluye como principales
novedades tras el periodo de alegaciones: Eliminar la zonificación existente y regular en función de la
vulnerabilidad de los edificios. Así, la regulación de las actividades en Ciutat Vella se llevará a cabo a


101
40 Asociaciones o grupos organizados fueron entrevistados para la redacción del Plan de Usos de Ciutat Vella de los 71 detectados en el
proceso. Según el tipo de asociación se dividen en 20 de tipo comercial, 13 vecinal y 7 cultural: Fundación Privada Taller de Músics, Asociación
de establiments emblemàtics, Asociación de Dones Marroquines, Agrupación de Comerciantes e Industriales de la Barceloneta, AVV de l’òstia,
AVV Barceloneta, Federación de Asociaciones Barna Centre, AC Plaça Reial, AC Portal del Ángel, AC Avinyò, Plaça Josep Oriol (Plaza del
Pi), Asociación Gòtic Sud, Barnaport, AVV del Gòtic, Asamblea de Joves del Gòtic, AFA Sant Felip Neri, Asociación de comerciants de la
Rambla del Raval, ACC Raval 7, Comerciantes de Joaquim Costa 32, Tot Raval, La Virgen Despacho Cultural, Freedonia, Miscel·lània, Sala
Fènix, Robadors 23, Asociación Amics de la Rambla, AVV Raval, Asociación de Amics de l’Arc del Teatre y Rodalies, El Raval no està en
Venda, Asociación cultural y humanitaria de Bangladesh a Catalunya, Asociación de Treballadors Pakistanesos, Born Comerç, Asociación Sant
Pere M’encanta, Sant Pere Apòstol, RAI Espacio cultural, Born gourmet, Set Portes, Veïns de Ciutat Vella ABTS, Asociación Santa Caterina,
AVV Casc Antic (Districte de Ciutat Vella, 2017a).

127
partir de la creación de una zona única y cinco normas con sus respectivos criterios, que lo diferencian de
los planes de usos que le precedían: condiciones de densidad, anchura de viario, superficie máxima,
superficie mínima y edificio vulnerable. Destacamos la condición de “edificio vulnerable”:

La diagnosis hecha para la redacción del Plan de Usos constata la existencia de ámbitos de
vulnerabilidad residencial extrema y acusada en los que la implantación de las actividades
puede tener un impacto mayor. En estos ámbitos se introduce la condición de edificio vulnerable.
Así, la implantación de las actividades quedará condicionada a la existencia del certificado de
idoneidad técnica del edificio. De esta manera, se puede controlar el impacto de las actividades
sobre el tejido vulnerable y también se espera que fomente la actualización y rehabilitación del
parque edificado. Esta condición se aplicará a todos los establecimientos del grupo de
actividades con impacto nocturno que se sitúen en el ámbito indicado en las zonas con
vulnerabilidad residencial extrema o acusada (AB, 2018:6).

Es importante mencionar que el nuevo planeamiento divide entre actividades diurnas y usos con impacto
nocturno e impone restricciones a las que generan molestias y pueden afectar a la salud. Se mantiene la
propuesta de diversificación de la oferta económica mediante el fomento de establecimientos culturales,
espectáculos y comercio de proximidad y se prohíbe la apertura de nuevos establecimientos vinculados al
ocio nocturno –relacionados con el juego y atracciones y actividades audiovisuales. BeC ha anunciado
que es la primera vez que se restringe la apertura de establecimientos destinados a actividades turísticas
en Ciutat Vella. Finalmente, es remarcable que en la misma sesión del pleno se haya resuelto (fuera del
Plan de Usos) modificar el plan de protección de patrimonio de Ciutat Vella, incorporando bienes
pertenecientes al patrimonio industrial del Raval –incluidas las conocidas como “casas-fábrica”–, algo
que ha prosperado con el voto a favor de todos los grupos municipales excepto del PP, que se ha
abstenido. Con esta aprobación, el Ayuntamiento blinda el valor patrimonial de 26 bienes considerados
como fábricas y casas-fábrica, construidas en el barrio desde finales del siglo XVIII hasta el siglo XIX102.

Plan de Ordenación de la Rambla

La Rambla es motor de la identidad de Barcelona pero es un motor que está enfermo debido a la
sobrepresión del turismo y al uso decreciente por parte de los barceloneses y barcelonesas y los
vecinos de los barrios del entorno. Esta debe dejar de ser un escaparate y debe convertirse en el
ejemplo del tipo de ciudad que quieren los vecinos y vecinas de Barcelona: bajos con identidad,
pisos para trabajar y para vivir y negocios que estén desvinculados del oportunismo turístico. Su
importancia internacional fundamenta la necesidad de protección del conjunto patrimonial de la
Rambla (Servei de Premsa, 2017a).

Esta declaración de intenciones, resulta ser, hasta el momento, sólo eso. El Plan Especial de Ordenación
de la Rambla aprobado definitivamente –luego de las alegaciones– en mayo del 2016 (Servei de Premsa,
2016), responde fundamentalmente a las voluntades políticas y las fuerzas en el terreno consolidadas


102
Las “casas-fábrica” combinaban el uso industrial con el residencial en un mismo edificio, donde operaban fábricas compactas, dando respuesta
a la industrialización urbana de la Barcelona amurallada. Para profundizar, ver: Fernando Álvarez (2017). Nuevas políticas municipales. El
regreso de las casas fábrica y el caso de Can 60.

128
antes del gobierno de Colau; los cambios introducidos parecerían cosméticos. No es coincidencia que
hayan tenido el voto negativo del movimiento anticapitalista –Candidatura d'Unitat Popular (CUP).
Modificaciones sobre las dimensiones y ubicación de quioscos de flores y periódicos, o la ubicación de
las estaciones de bicicletas; al igual que la tibia medida de dejar a la voluntad de las comunidades de
propietarios el acceso público a las cubiertas de los edificios, no representan obstáculo alguno a los
verdaderos problemas que sufren el distrito y el paseo. La idea fuerza que recorre el Plan es que hay un
amplio consenso en la necesidad de intervenir en la Rambla y recuperarla para los vecinos y vecinas,
llegando a reconocer la masificación de los peatones y la alta densidad de la ocupación del espacio
público que ha hecho que la ciudadanía lo haya abandonado, pero esto tampoco lo resuelve el Plan de
Ordenación (Districte de Ciutat Vella, 2017b).

La Concejal Gala Pin ha dicho que se necesitan “medidas valientes”, y la colaboración entre todos los
actores implicados, no sólo a nivel institucional, también social y, obviamente comercial. El
Ayuntamiento comprende que el distrito presenta diferentes niveles de saturación, asumiendo, bajo
diversos estudios (Trescientosmil kms., 2017), que el recuento de la superficie útil total de los
establecimientos, ya sean de la misma tipología o que funcionan en la misma franja horaria, permite dar
una perspectiva más ajustada de la dimensión real de estas actividades y sus impactos a lo largo del
tiempo (día y noche), más allá de su cuantificación. Se constata, por tanto, que la saturación de
establecimientos es acusada en muchos ámbitos del distrito, agravándose los impactos por la presencia de
actividades de una sola tipología; y la situación contraria, es decir, espacios del distrito donde
actualmente no existe ningún establecimiento. Esta falta de actividad, dicen los estudios, puede ser
considerada, en algunos casos, como “negativa” ya que la presencia de establecimientos en algunos
ámbitos degradados ejerce un control social del espacio que es beneficioso para la percepción de
seguridad y confort urbano de los residentes (Districte de Ciutat Vella, 2017c).

Más frontal es el paso que da el Ayuntamiento en marzo del 2017 al lanzar a concurso internacional la
elaboración del proyecto socio urbanístico para el rescate de la Rambla. Destaquemos algunos elementos
de sus principales estrategias descritas en los pliegos de contratación:

− Revaloración material e inmaterial de la Rambla asociada a sus vecinos.
− Estudio de las tendencias de la actividad económica existente, de las alternativas de
remodelaciones y reformas físicas del paseo; así como de las relaciones y necesidades con sus
barrios adyacentes, en especial el Raval.
− Investigación de los usos para el espacio público libre, de las conexiones con hitos urbanos, de
los cruces y determinados edificios del paseo para dar unidad a todo el conjunto, y del transporte
público.

129
− Investigación de instrumentos de dinamización social, de la capacidad de atracción y las
necesidades funcionales de los grandes equipamientos.
− Estudio de las dinámicas diurnas y nocturnas, de las funcionalidades compatibles con un espacio
público activo pero respetuoso.
− Identificación de las dinámicas móviles entorno la vivienda existente, estado físico, régimen de
propiedad, empleo, que aporten reflexión entorno a la vecinificación del paseo.
− Incorporación de mirada de género y de infancia, así como del conjunto de todos los monumentos
y elementos patrimoniales (AB, 2017).

Asimismo, se plantean contractualmente 8 principios básicos como mínimos a cumplirse en el desarrollo


del proyecto para que un espacio público “cumpla las funciones sociales para las que se ha preparado”.
Éstos deben ser tomados como recomendaciones cualitativas, que acompañadas de un proceso de
participación ciudadana ayuden en la toma de decisiones del equipo consultor. Las futuras consultas
ciudadanas, el proceso de diseño y desarrollo de un proyecto ejecutivo “deberán garantizar la aplicación
de estos principios” (AB, 2017). Queremos hacer notar las contradicciones y el distanciamiento de los
objetivos del propio Ayuntamiento en la redacción de dichos principios. Por ejemplo, si el principio de
inclusión (1) apunta a tener espacios de estancia que favorezcan encuentros, el principio (7) de seguridad,
llama a que las actividades y la afluencia dificulten la aglomeración y se facilite una movilidad fluida.
Igualmente, el principio (2) de accesibilidad invoca a priorizar el movimiento fluido de peatones.
Entonces, si la Rambla no es en esencia un espacio de encuentro, aglomeración y simultaneidad, sino, el
mismo espacio de flujos indiferenciables, el camino hacia su vecinificación se complejiza. Llama la
atención que los principios de contextualización (3) y mixtura (4) estén dedicados a dar más peso al orden
comercial del Paseo; así, menos novedoso es observar que el principio de mixtura está claramente
inspirado en las peticiones realizadas por la Asociación Amics de la Rambla: diversificación de negocios
de las plantas bajas como marco de influencia directa del espacio público; heterogeneidad de actividades,
promoción para atraer a un público variado que responda a una oferta amplia de servicios, etc. Por último,
creemos que el requerimiento de que la Rambla tenga un carácter propio para diferenciarse de otros
espacios, adecuándose al mismo tiempo a los usos predominantes de los espacios que la rodean, no sólo
es contradictorio, sino que abonaría en su función comercial.

Plan de Km_Zero para el rescate de ‘la(s) Ramblas’

Como era de esperarse, el Plan propuesto por el equipo ganador103 está adherido a las estrategias
municipales. Por esta razón, se pondrá sobre el papel lo que consideramos más relevante de sus

103
Km_Zero se organiza en dos grandes equipos: equipo de estrategias (Itziar González y Arnau Boix) y equipo de urbanización (Olga Tarrasó y
Lola Domènech). Dos cabezas de interlocución con las administraciones (Xavier Valls) y con la ciudadanía (Itziar González). El equipo de
trabajo ampliado: Jordi Quiñonero: Sociólogo urbano; Iolanda Fresnillo: Socióloga; Pablo Cotarelo: Ingeniero de minas; Itziar Gimenez:
Licenciada en Administración; Pablo Haga: Abogado; Pere Mogas: Arquitecto; Mireia Peris: Arquitecta urbanista; Fernando Casal: Historiador;
Xavier Valls: Arquitecto; Esteban Boix: Licenciado en comunicación audiovisual; Francisco Sánchez: Geógrafo; Lola Domènech: Arquitecta;

130
propuestas. Sin duda, la idea de la “transdisciplinariedad” es interesante para abordar la complejidad del
proyecto y sus ramificaciones, al igual que la decisión de priorizar el enfoque social, aunque
evidentemente, esto no implique mayores alcances que la estrategia ciudadanista del Ayuntamiento. En
este sentido, lo más novedoso resulta su propuesta de manifiesto (como formato) para una nueva cultura
de cooperación administrativa-ciudadana; lo que implica según Km_Zero, una nueva metodología y
principios para fraternizar a la ciudadanía, administración y técnicos expertos. Otro aspecto destacable es
la participación de activistas de SOS Rambla, vecinos-propietarios y ex funcionarios cercanos al distrito
en el equipo consultor. El plan estratégico está basado en el manifiesto bajo los valores de participación
ciudadana, transparencia, rendición de cuentas, comunicación multidireccional y control ciudadano. Lo
que llevado a la acción se expresa en los conceptos de coproducción y cooperación entre administración y
ciudadanía mediante el uso de herramientas metodológicas de investigación-acción participativa para
generar espacios de debate y producción conjunta (Km_Zero, 2017).


Fig. 23. ¿Existirá la Rambla del futuro, tal vez solo una madrugada del domingo? Fuente: Barcelona Experience, 2017.

Dado que el proyecto ejecutivo está en proceso de elaboración, no podemos ponderarlo eficazmente; sin
embargo, la cabeza del equipo, Itziar González, en varias entrevistas ha podido adelantar ciertos
lineamientos de trabajo y propuestas. Por ejemplo, la arquitecta plantea que el objetivo último no es solo
la reforma del paseo (cambios en mobiliario urbano, disposición de quioscos y otros servicios, etc.) “sino
su rescate”. Asegura estar trabajando con unas 80 personas en grupos cooperativos en los que se
encuentran “ciudadanos y vecinos”; que cuentan con una propuesta muy seria para conseguir vivienda
pública en la Rambla, así como, la idea de crear espacios donde los vecinos les apetezca estar (González,
2017). En una de las entrevistas más recientes, González indica:


Olga Tarrasó: Arquitecta paisajista; Julià Espinàs: Diseñadora; Ole Thorson: Ingeniero de Caminos; Albert Conesa: Ingeniero Industrial;
Sebastián Ribot: Ingeniero de Caminos; Cristina Pedraza: Arquitecta técnica; Josep Selga: Biólogo; Nacho Guilera: Geógrafo; y Eulalia Miralles:
Ambientóloga.

131
Hacer una calle es una tarea colaborativa, que debe construirse con la comunidad que vela por
ella. Hay que hacer un relato de la Rambla que no excluya a nadie, porque si entramos en el
juego de confrontación, entre vecinos y turistas o comerciantes, esto fomenta la aparición de los
lobbies y la inacción de los partidos políticos. Los grupos cooperativos que tenemos son: de
cultura, economía, turismo y movimiento. En ellos está la ciudadanía experta, las asociaciones y
entidades que han dedicado años a ordenar conocimiento, que generan las propuestas
(González, 2018).

Plan Dintres. Adquisición de vivienda pública mediante tanteo o retracto en áreas de


conservación y rehabilitación

Fig. 24. Plano de fincas incluidas en la actualización del Plan Dintres. Fuente: Servei de Premsa, 2017b.

Haremos un pequeño movimiento en nuestro análisis hacia el barrio el Raval de Ciutat Vella para mostrar
la incidencia del “Plan Dintres” en los objetivos de adquisición de vivienda pública para combatir las
lógicas especulativas y de expulsión en el distrito. La Comisión de Gobierno del Ayuntamiento de
Barcelona aprobó en diciembre del 2017 la ampliación del derecho a tanteo y retracto del “Área de
Conservación y Rehabilitación de San Ramón y Robador” para todas las fincas de este ámbito. En
concreto, estamos hablando de las calles de Robador, San Ramón y Espalter. Así, el Ayuntamiento de
Barcelona se reserva el derecho prioritario a adquirir cualquier inmueble que se ponga a la venta en esta
entorno. Esta iniciativa tiene como principal objetivo evitar movimientos especulativos. De este modo,
también se evita que estos movimientos puedan buscar otros usos diferentes a la vivienda permanente y
habitual en detrimento de la convivencia. Finalmente, también se busca garantizar el destino de las fincas
a políticas sociales de vivienda incrementando el parque de vivienda pública de la ciudad.

En el año 2012, el Ayuntamiento de Barcelona ponía en marcha el Plan Dintres que se trata de un
procedimiento para exigir a los propietarios que mantengan las fincas en buen estado de conservación, tal

132
y como prevé la Ley por el Derecho a la Vivienda104. Gracias al Plan han sido 16 las propiedades en las
que se ha podido intervenir y garantizar el buen estado de las viviendas. De estas 16 fincas, el
ayuntamiento hasta el momento es propietario de 12. En diciembre del 2017, la administración se
reservaba el derecho prioritario a adquirir 47 nuevas fincas en caso de que sus propietarios decidan
ponerlas en venta. Así, a partir de la publicación de este acuerdo, las propiedades que sean sujetos de este
derecho estarán obligadas a comunicar al Ayuntamiento cualquier oferta de compra-venta que se
produzca para que el Ayuntamiento pueda igualar dicha oferta y adquirir la finca (tanteo). En caso de que
la compra-venta se haya producido sin el conocimiento del Ayuntamiento, éste podrá retrotraerla y
adquirir la finca por el precio escriturado (retracto). Si se da la situación de que el Ayuntamiento no está
en disposición de adquirir la finca, este instrumento también permite que la administración pública tenga
conocimiento de las compra-ventas que se realizan en este ámbito, lo que facilita hacer un seguimiento
del inmueble. Así, la Administración explica que con esta acción se quiere dar respuesta a la situación de
degradación en la que se encuentra actualmente el parque de vivienda de esta zona; a pesar de que en este
ámbito se han impulsado diversas medidas para fomentar la rehabilitación, en algunos casos se han
detectado conflictos de carácter más social asociados al estado deficiente de las fincas.

En este punto, es posible lanzar otro grupo de reflexiones parciales en relación a un nuevo intento de
planeamiento aplicado en la centralidad analizada. Si hay que reconocer algo de los planes urbanísticos en
general es que tienen la capacidad de armonizar la “realidad urbana” ocultando todo rastro de conflicto
social. Pensamos que los esfuerzos del Ayuntamiento en general y del planeamiento en particular han
sido, por lo menos, audaces al pretender administrar tales conflictos desde una estrategia comunicacional
sofisticada; no obstante, a nuestro modo de ver, si no consiguen diagnosticar rigurosamente la
conflictividad urbana (disgregándola para relacionar cada uno de los conflictos y volver a imbricarlos,
haciendo un ejercicio de re-escalamiento de la problemática y las posibilidades de administrarla en todos
los niveles), difícilmente se conseguirá gestionar la problemática urbana “real”. Con esta prevención,
consideramos ventajosos, en esta etapa, los esfuerzos por levantar nueva información, pero sobre todo,
aquella relacionada con la propiedad (desde su tenencia y traspasos históricos, hasta el monitoreo de sus
potenciales transferencias). Asimismo, valoramos positivamente el uso ético de los datos, instrumentos y
métodos tecnológicos en el análisis socio espacial; además de los instrumentos normativos legales y de
planificación enfocados en moderar las lógicas especulativas y gentrificadoras que puedan ser útiles, sin
embargo, su débil aplicación o inaplicación en la coyuntura política nos habla más de sus limitaciones
que de sus virtudes paliativas frente al monstruo del capitalismo urbano.

Creemos que el ejercicio de revalorización material e inmaterial de un espacio de representación como la


Rambla bajo sus dimensiones patrimoniales responde fundamentalmente a un signo contemporáneo de


104
Hay que tener en cuenta que muchos edificios del “Área de Conservación y Rehabilitación de San Ramón y Robador” son anteriores a 1901 y
que, aproximadamente, un 20% de estas fincas presentan situaciones deficientes o muy deficientes que precisan de actuaciones de rehabilitación.

133
mercantilización, al ser categorías plenamente compartidas por los agentes comerciales e inmobiliarios
que han explotado históricamente la dimensión simbólica colectiva para la producción capitalista del
espacio. Estos esfuerzos re-valorativos no sólo que no rescatarían a la Rambla de la explotación turística e
inmobiliaria, sino que la agobiarían. En esta dirección, plantear su desvalorización o des-funcionalización
de los intereses de los sistemas parciales de producción y consumo del espacio de ocio, y de promoción
inmobiliaria, puede ser el camino más adecuado para lo que llaman vecinificación –aunque vaciado de
contenidos. Precisamente, para dotar de contenidos a esta expresión, creemos que las estrategias deben
conducirse desde las ideas de “apropiación” y “uso” de “otra Rambla”, promoviendo su transformación
radical, la cual no dependerá únicamente de los residentes-propietarios del paseo y la centralidad
interesados, sino de la educación, agitación y organización de otros grupos más débiles en la correlación
de fuerzas, y otros quizá ocultados bajo las sombras de la utopía tecnocrática. En consecuencia, el diseño
de las estrategias debería exigir la construcción de un sujeto colectivo (ahora en estado incipiente)
enfocado en la autogestión (organizativa, económica, productiva, constructiva, educativa, etc.).
Lamentablemente, el peso asistencialista del plan de gestión administrativo-ciudadano recubre con el
manto participativo cualquier posibilidad autogestionaria. Dando por descontado, que el impulso (en
forma de seguimiento) de la administración con su ciudadanismo igualitario, dejará por fuera la energía y
los deseos de las clases trabajadoras y populares, y, en el mejor de los casos terminará cooptándolos.

134
4.5.3. El planeamiento de un barrio Premium que su prado rojo no deja nacer: La Marina
del Prat Vermell

La formación del “nuevo barrio”, situado al final del eje del Passeig de la Zona Franca hacia la Ronda
Litoral, al sur de Barcelona, se corresponde claramente con la preparación sistemática de un terreno
(espacio abstracto-instrumental) por parte de los agentes reguladores (Ayuntamiento y su entramado de
gestión empresarial) en la lógica del circuito inmobiliario–financiero, es decir, con el “compromiso” de
los agentes capitalistas (inversionistas y promotores) de edificar sobre lo urbanizado, sin importar el
sometimiento de los grupos humanos (históricamente apropiados del espacio que les ha sido asignado en
el Prat Vermell) a una cadena de sacrificios, en un proceso de por lo menos un siglo de producción
capitalista del espacio. Dicho proceso constituye dos momentos principales: el primero, de la alteración
de las condiciones de informalidad y desatención pública de los años 20 pero con una rica vida social en
la ruralidad, por unas condiciones de marginalidad socio-espacial en la periferia urbana, incluido un
sentido colectivo de dependencia de las instituciones y el epílogo generalizado del estigma de
degradación. El segundo momento implica un reinicio del proceso de producción del espacio en el
período de urbanización capitalista que estudiamos en Barcelona (neoliberalismo–postneoliberalismo
urbano), dirigido ininterrumpidamente desde el planeamiento para establecer una nueva centralidad
urbana de vocación residencial y de negocios.

Sin embargo, a pesar de los esfuerzos, más públicos que privados, el último plan de expansión de la
urbanización capitalista en Barcelona, que viene efectuándose desde el año 2004, no ha conseguido
aterrizar. ¿Cuánto tiempo más podrán esperar los inversores sobrevolando el Prat Vermell? ¿Podrá la
administración actual seguir resistiendo a la presión política y financiera para continuar con el plan de
consolidar el centro de negocios más importante de la ciudad disfrazado del problema de falta de
vivienda? A nuestro modo de ver, el Prat Vermell ha resistido silenciosamente a la ola neoliberal,
principalmente porque en su corazón se ha instalado una vida social de múltiples posibilidades que
producen un espacio diferencial. Y podrá sobrevivir a la ola postneoliberal, desearíamos, si encuentra su
destino –más allá del favor de una administración de turno– en la negatividad creadora de un “espacio
social radical” que guarda desde sus orígenes.

Génesis de las casas baratas y la barriada del Prat Vermell: asistencialismo,


especulación y riqueza de la vida social

La Marina del Port y la Marina del Prat Vermell han sido, históricamente, zonas agrícolas e industriales
situadas en el noreste de la desembocadura del río Llobregat. La Marina, que es como denominan los
vecinos y vecinas el conjunto de los dos barrios, es una de las zonas más desconocidas y a la vez, más
antiguas de la ciudad. Se tiene constancia de su existencia desde el siglo X, cuando pertenecía al antiguo

135
dominio de Nuestra Señora del Port, que era territorio municipal de Sants hasta que fue absorbido por
Barcelona en 1897. Durante el siglo XIX, la Marina era una zona eminentemente agrícola y pesquera.
Según un censo de 1851, en la Marina había seis prados de indianos, entre los que estaba el Prat Vermell.
Este era el nombre que recibían los campos que estaban alrededor de las fábricas de indianos, ya que, una
vez teñidas las ropas, se ponían a secar sobre los prados que adquirían un tono rojo. A partir del 1860 sus
prados entraron en crisis y acabaron transformándose en industrias.


Fig. 25. Estructura de la propiedad de la montaña de Montjuïc en los años veinte. Fuente: Roca, 1993.

Stefano Portelli (2015), en la publicación Ciutat horizontal105 contribuye a la recuperación de la memoria


social de las casas baratas de Barcelona, y especialmente las casas del Buen Pastor. Son cuatro grupos de
casas baratas levantadas a finales de los años 20 e inicios de los 30 bajo iguales condiciones, planes y
objetivos, en el marco de una ciudad marcada por un proceso de industrialización y proletarización de sus
periferias. Estas operaciones llevadas a cabo por el alcalde Rumeu y Freixa y la dictadura de Primo de
Rivera pueden sintetizarse como una “gran estafa asistencialista” en acecho de la especulación en nuevos
suelos urbanos. Bajo estas circunstancias, la Exposición Universal de 1929 vendría a desbloquear
cualquier obstáculo; no obstante, de los seis grupos planificados con la excusa de la Exposición y la
política higienista, solo llegaron a construirse cuatro. El nuevo gobierno del general Primo de Rivera, en
1924, promulgó un decreto que obligaba a los ayuntamientos a constituir corporaciones público-privadas
para la construcción de los barrios, y en Barcelona el 3 de febrero de 1927 se constituyó el Patronato


105
Trabajo desarrollado por un equipo de investigadores coordinado por Manuel Delgado desde el año 2007.

136
Municipal de la Vivienda: su finalidad era recolocar en algún lugar a todos quienes sean desalojados de la
montaña. El decreto garantizaba a los propietarios inmobiliarios que todos los riesgos de la operación
recaerían sobre el erario público, que otorgaba una dotación de “treinta millones de pesetas”, y la
consigna de construir las casas baratas a una pequeña cámara dentro del mismo Patronato –la empresa
Fomento de la Vivienda SA– que finalmente compró cuatro extensiones de terrenos situados en los
extremos del área metropolitana, sobre los cuales entre 1928 y 1929 construyó 2.200 casas baratas
(Portelli, 2015).

Portelli explica que la mayor parte de los terrenos de Montjuïc a inicios del siglo XX eran aún rurales106 y
los barceloneses utilizaban este suelo para llevar a pastar ovejas o para hacer excursiones en medio de la
naturaleza. “Grandes extensiones de casas y barracas ocupaban sus faldas, escondidas pero a la vez
cercanas al centro de la ciudad” (Portelli, 2015:36). Aunque la historiografía ha hecho referencia a
menudo a estas poblaciones como “los chabolistas de Montjuïc”, el investigador muestra que allí no sólo
se vivía entre cartones y láminas de zinc. En este contexto, el nuevo alcalde pretendía convocar a la
comunidad internacional para que contemplara el desarrollo reciente de Barcelona: pero sobre todo se
proponía añadir al centro de la ciudad la zona que hoy es plaza España y la falda de Montjuïc,
construyendo palacios de lujo y hoteles que acogerían a los visitantes de la Exposición Universal.

Previo a la construcción de las casas, las asociaciones de propietarios inmobiliarios presionaron para que
no se construyan demasiadas viviendas, sosteniendo que “un excesivo número de casas baratas lesiona
gravemente los intereses de la propiedad urbana”: la ley del 1924 los cobijó garantizando que las casas
que se construirían no resolverían ni de lejos el problema de la vivienda en Barcelona, ni siquiera el del
alojamiento de los "chabolistas" de Montjuïc. "Los cuatro grupos de casas baratas, según la investigación
del proyecto “Ciutat horizontal”, sirvieron más de justificación que de otra cosa107. “La operación no
alcanzaría ni el 1,5% de la población obrera de la ciudad: poco más que una gota en el mar, presentada
con celebraciones grandilocuentes por las autoridades de la época” (Portelli, 2015:36-38).


106
Según el trabajo doctoral de Estanislao Roca (1993), titulado La construcció de la muntanya de Montjuïc (Dir. por Joaquim Sabaté), la
tenencia de la propiedad del suelo de la montaña se dividía en dos tipos: propiedad del Ayuntamiento (140 Ha.) y arrendada por el Ayuntamiento
(37,6 Ha.).
107
Según Portelli (2015), muchas barracas de Montjuïc no cayeron pese la Exposición. En una ciudad que contaba entonces con 100.000
subarriendos y más de 6.000 barracas, la mayoría de las cuales se asentaban en Montjuïc, sólo se hicieron cuatro grupos de casas en vez de los
seis previstos, con casi 1.000 viviendas menos de las presupuestadas.

137
Con gran solemnidad e inusitada brillantez, se celebró ayer a las doce, bajo la presidencia del
ministro de Trabajo, Comercio e Industria, don Eduardo Aunós, el acto inaugural de las obras
de construcción de las viviendas higiénicas que el Patronato de la Habitación tiene por misión
edificar, y con las que se han de substituir las actuales barracas. La colocación de la primera
piedra tuvo efecto en el grupo A, situado en la barriada de la carretera del Port [Prat Vermell]…
El secretario del Patronato, don Ramón Albó, leyó una notable y bien escrita Memoria…
expresando su agradecimiento a todos por la gran obra social y de higiene que con su auxilio se
iba a llevar a cabo. El señor Albó fue aplaudidísimo. Seguidamente hizo uso de la palabra el
delegado regio y presidente del Patronato, general Milans del Bosch, quien comenzó diciendo
que el problema de la vivienda era antiguo en Barcelona, pero que, por fin, gracias a todos, iba
a quedar resuelto… El general Milans del Bosch fue muy aplaudido… Al levantarse para hablar
el señor Aunós, fue objeto de una entusiasta ovación… Dedicó asimismo elogios al general
Milans del Bosch, al general Barrera [Capitán General de Barcelona] y al alcalde Barón de
Viver, y terminó con un elocuente párrafo diciendo que nuestra Patria, hoy redimida por el Rey y
por el general Primo de Rivera, conquistará de nuevo su glorioso pasado. El ministro señor
Aunós fue objeto de una estruendosa y prolongada ovación. Las autoridades e invitados fueron
después obsequiados con un exquisito lunch (Portelli, 2015:38).

En la recalificación de estas pequeñas franjas periféricas, que de rurales pasaron a ser urbanas, su valor
aumentó enormemente, sin coste para sus propietarios, los cuales formaban parte del Patronato. El mismo
Ramón Albó, vocal del Patronato, era propietario de grandes extensiones de terreno cercanas al grupo de
casas que llevaba su nombre. Cuando el Ayuntamiento llevó la energía eléctrica y enlazó la red hídrica
(con dinero público), todos los terrenos alrededor subieron inmediatamente de precio. Como en otras
partes de Europa, muchas promociones de barrios populares fueron coartadas para la especulación
inmobiliaria. Aparte de los realojados de Montjuïc, los nuevos barrios también alojarían un grupo de
familias que había que expulsar del centro de la ciudad: jornaleros inmigrantes, muchos de ellos
murcianos, que vivían amontonados o subarrendando en el Raval, el Clot, en San Andrés, en el Casco
Antiguo de la ciudad. La versión oficial menciona siempre a los chabolistas de Montjuïc como habitantes
de estas nuevas casas, con el objetivo de subrayar el aspecto más asistencial y filantrópico de la
operación. Pero como denunciaron pocos años más tarde sus habitantes, la construcción de estos barrios
era poco más que la coartada para un proceso especulativo, que a partir de entonces celebraron los
propietarios inmobiliarios sobre los hombros de las franjas más débiles de la población. Así, queda claro
que la estrategia no formó parte de una política global del problema de la vivienda, sino que era
simplemente una solución obligada a un “problema creado” por la propia administración municipal al
decidir ubicar la Exposición Universal en Montjuïc. Además, las actuaciones del todo improvisadas por
las circunstancias de desalojo forzado se suscitaron con una premura extrema; los barraquistas de
Montjuïc fueron desalojados por la Guardia Civil una semana antes de la inauguración del evento (Oyón,
2008; Portelli, 2015).

138

Fig. 26. Primera propuesta del Patronato de la Habitación de Barcelona (491 casas que acabaron siendo 616). Fuente: López,
2013.

Pere López Sánchez (2013) en su libro Rastros de rostros en un prado rojo (y negro), las casas baratas
de Can Tunis en la revolución social de los años treinta, ofrece un análisis detallado de la vida social y
las luchas de los habitantes de las casas baratas, quizás mal llamadas, de Eduardo Aunós108 frente al
momento anarcosindicalista en la Barcelona del siglo XX. Sus primeros habitantes las llamaban más bien
“Casas Baratas del Prat Vermell”. López narra cómo los desalojados ya asentados en las “apelotonadas
casitas de aquel prado rojo” pronto se aunaron, para que aquel “recóndito e inhóspito rincón” fuera suyo;
describe su aprendizaje y pelea por reapropiarse, en lo posible, de la ciudad entera; logrando, en julio de
1936, junto a otros muchos como ellos, que su sueño igualitario de la Revolución Social empezara a ser
realidad. No entraremos en la apasionada historia de dignidad del grupo humano que habitó las casas
baratas, pero traemos un extracto de la investigación de López para comprender la arquitectura de
habitación, las promesas urbanísticas, y el espacio social producido en los años 30. Así, la construcción
de las casas del Prat Vermell, sufrirían, según López, remiendos sobre la marcha. El primer croquis,
adjunto al folleto propagandístico del Patronato, se refería a 491 viviendas en total.


108
Eduardo Aunós Pérez (Lérida, 1894-Lausana, 1967) fue un político y pensador español, doctor en Derecho, regionalista catalán, secretario de
Francisco Cambó, diputado en Cortes en 1916 y 1921, ministro con Miguel Primo de Rivera y presidente de la XIII Conferencia Internacional de
Trabajo celebrada en Ginebra. Exiliado en Francia durante la Segunda República Española, se unió a los sublevados, ocupando diversos cargos
políticos y diplomáticos durante la dictadura franquista en la que fue ministro de Justicia en 1943-1945.

139


Fig. 27. Diseño proyectado de cada casa aislada con huertos. Fuente: López, 2013.

En el [plano], con una perspectiva de las futuras viviendas trazada a tiralíneas, pero con toques
de dibujo artístico, se incorporaban unos esplendorosos y amplios huertos-jardines, separados
entre sí por unos arbustos para contener las miradas del chismoso vecindario y propiciar el
encierro en ‘su casa, su terreno’. O sea que, aunque la lámina fuera en blanco y negro,
predominaba el verde. Después, en el momento definitivo, se alzaron las 616 casas. Lo que no
varió, desde luego, fue la superficie total de terreno; adiós entonces a los decorativos huertos-
jardines y bienvenido –tocaba– el empequeñecimiento de las viviendas (López, 2013:64).

El diseño original contemplaba que 152 de las casas serían de las grandes, el llamado modelo A (54,32
m2, 3 dormitorios), y las otras 339, más reducidas, del modelo B (38 m2, 2 dormitorios). En la ejecución
definitiva tan sólo se mantendrían 20 casas de las grandes, doce de ellas intermedias y las ocho restantes
haciendo esquina. Los que se alojaran, irían entonces, en su inmensa mayoría, a unas plantas bajas
cuadradas con una superficie total edificada de 41 metros cuadrados.

140

Fig. 28. Plano de distribución de las casas baratas del Prat Vermell, 1928. Fuente: Morales, 2015.

Al enigma de las ochenta y tres casas desaparecidas, López señala que éstas fueron demolidas a los dos
años de finalizadas las obras, ya que al nuevo asentamiento le había llegado el momento de hacerle un
hueco para la inminente escuela, y había que abrir “por lo menos tres plazas y descongestionar un par de
calles”, debido a la gran dificultad de adquirir terrenos colindantes, dada la proximidad de la zona
reservada al puerto franco. Ésas, al menos, fueron las razones esgrimidas por el Patronato en instancia de
agosto de 1931 al ministerio, aunque parece que para hacerle un hueco a la capilla, cuatro ya habían sido
derribadas poco antes de la entrega de las casas a los inquilinos escogidos. De este modo, la elección
afectó a doce de las veinte de mayor categoría que se habían construido.

2
Fig. 29. Planta de las casas baratas construidas al final: 38 m , un patio en vez de huerto y 3 dormitorios. Fuente: López, 2013.

141
En la investigación desarrollada por López –a partir de una serie de entrevistas realizadas a quienes en
aquellos años aún eran niños– se desprenden algunos recuerdos sobre el entorno vivido en ese lugar.

… Se acuerdan de los árboles que les plantaron, porque pocas acacias se salvaron de la
rudimentaria y constante poda a la que las sometían para hacer candela, en el brasero o para la
cocina, por más verdes que estuvieran las ramas y de mal quemar fueran. Recuerdan, asimismo,
las cuatro fuentes, epicentro de sus correrías acuáticas con frío y con calor. Del resto, poco.
Algo del economato, pues allá los enviaban de recado sabiendo que el fiado toparía con menos
pegas y de paso hacían algo de bien (López, 2013:65).

Sobre el papel, según López, a los proyectos no les faltaba ningún detalle para conseguir que los grupos
de Casas Baratas se asemejaran a la tipología de colonia industrial, recordando a la burguesía industrial
catalana. “No habría el castillo o la mansión feudo del señor industrial, pero el modelo levantado bien se
podría equiparar. Sus moradores quedarían encerrados en el recinto a cambio de prestarles lo
imprescindible, aunque eso fuera a costa del precio de su supervivencia” (Ibíd.). Portelli (2015) explica
que durante los primeros años, las calles se fueron poblando gracias al efecto llamada, como muchos
otros barrios de esta época; muchas familias pudieron trasladarse de una casa a la otra, hasta escoger la
que mejor les sentaba. Para pagar el alquiler, los obreros tuvieron que convivir desde un primer momento
con varias familias: según el padrón de habitantes de 1930, un 40% de las casas del grupo Eduardo Aunós
estaban ya habitadas por más de una familia.

Así, el bello ideal de la casa unifamiliar e higiénica para combatir el hacinamiento y la


promiscuidad se había ido a pique: ya en 1932, Jaume Aiguader y Miró, el primer alcalde
republicano de Barcelona, observó que los treinta millones gastados por el Patronato de la
Habitación obrera habían servido para reproducir en cemento armado la barraca primitiva. En
el ‘problema de la vivienda obrera’ añadió, ‘a partir de entonces, el nuevo problema de estos
cuatro barrios, es que pronto constituirán una nueva emergencia (Portelli, 2015:43-44).

Derribo de las casas baratas y marginalidad social: aislamiento urbanístico de los


nuevos bloques de vivienda Eduardo Aunós

Desde finales de los años 80, el Patronat Municipal de l’Habitatge (PMH) desarrollaría nuevos tipos de
intervención en función de los problemas que se iban presentando de cara a la imagen de la ciudad para
los juegos olímpicos y el aprovechamiento de nuevos desarrollos urbanísticos. Así el PMH creó la
operación de remodelación de barrios, es decir, la transformación total de un barrio por el derribo de los
edificios obsoletos, para sustituirlos por nuevas viviendas equipadas para acoger a los vecinos afectados.
Estas actuaciones se realizaban por fases y conllevaban una reubicación, ya que se liberaba suelo a
medida que se derribaba para poder construir encima (PMH, 2006).

142
Fig. 30. Las casas baratas de Eduardo Aunós. Consell del Districte de Sants-Montjuïc (1981, Diciembre). La historia de nuestros
barrios. Ajuntament de Barcelona: Barcelona.

Hacia finales de 1981, el periódico del Concejo del Distrito de Sants-Montjuïc extraía del libro Tots els
barris de Barcelona (1976) algunos episodios de la sociabilidad en lo que sería la barriada de Eduardo
Aunós. Consta por ejemplo, la llegada en 1953 de un nuevo grupo de 80 infra-pisos de alquiler para dar
acogida a nuevos vecinos provenientes del desalojo del “Puente Marina”. Igualmente, se narran las
relaciones en torno al centro social y su importancia en las “victorias del barrio”, la situación de los
establecimientos educativos y el contacto de las familias con pueblos cercanos como Bellvitge; el rol de
los vecinos, su participación de los problemas cotidianos, así como de la resolución de los mismos. Daría
la impresión, tal como lo expresan Fabre y Huertas (1976), así como lo hace el Concejo de Distrito, que a
pesar de los problemas existía una verdadera conciencia de barrio.

143
Gabriela Morales (2015) en su tesis doctoral109 realiza el estudio del proyecto arquitectónico y urbanístico
de las casas baratas en Barcelona. Revisaremos, principalmente lo que concierne al derribo del grupo de
casas “Eduardo Aunós” y el proyecto de remodelación que las sustituye. La arquitecta explica que a lo
largo de la historia del barrio (1929-1988) no hubo mejoras en las viviendas, tampoco en el aspecto
urbano ni en los equipamientos. Las 533 casas serían sustituidas por seis bloques con capacidad para 340
viviendas). El PMH justificaba este tipo de intervención principalmente por la degradación que
padecieron las barriadas a partir de 1988110, sumado a la suspensión de la partida económica (procedente
del Estado) que la Generalitat destinaba al mantenimiento de las viviendas municipales, entre ellas las
Casas Baratas. Una vez que el Patronato dejó de percibir dicha subvención, resolvió definitivamente que
no llevaría a cabo la política de rehabilitación (que hasta entonces había aplicado en Bon Pastor y Can
Peguera) para las casas de Eduardo Aunós y Barón de Viver. Por lo tanto sus residentes no tendrían
opción a la reforma y ampliación de sus viviendas. A partir de este momento se pusieron en marcha los
proyectos de sustitución de las casas baratas, que se desarrollan como Planes de Remodelación.

Tras el derribo de las casas baratas del conjunto “Barón de Viver” le llegó el turno a las casas Eduard
Aunós, demolidas en plena época de euforia olímpica. La raíz de la decisión de derribar este segundo
grupo era la proximidad de sus terrenos con Montjuïc y la posibilidad de desarrollar una “nueva
centralidad del sur” resaltada por Jordi Borja (2009), dada la importancia que tendrá, a partir de los años
ochenta, toda la zona entre plaza España, L'Hospitalet y el Prat de Llobregat111. Portelli (2015) recuerda
que en 1993 el proyecto de demolición y recolocación de los habitantes de las casas baratas Eduardo
Aunós generó un conflicto vecinal, prácticamente olvidado, similar a lo que sería la lucha contra la
remodelación de las casas baratas de Bon Pastor, más de diez años después. Un reportaje televisivo de la
época se hacía eco de cómo algunos vecinos contrarios a la reforma fundaron una entidad disidente de la
Asociación de Vecinos del barrio112. En ese momento, Pedro Asensio Cuadrado113 nombrado “presidente”
del grupo en protesta explicaba:


109
G. Morales (2015). El inicio de la vivienda obrera en Barcelona. Las Casas Baratas (1928-1931), origen, evolución y final de una tipología.
(Tesis doctoral. Dir. J. Bosch Espelta). ETSAB-UPC, Barcelona.
110
Su avanzado estado de degradación se traduce en “problemas estructurales, escasa superficie y mínimas condiciones de habitabilidad”
(Morales, 2015).
111
Ver: Jaume Badia Ferrer. (2015). La Marina del Prat Vermell, ¿Nueva centralidad urbana? (Tesis de Máster, Dir. Josep Roca Cladera).
ETSAB-UPC, Barcelona.
112
Betevé. (1993). Un día fuimos noticia (reportaje grabado en 1993 por canal Betevé, programa no identificado). Recuperado de Grupo de
Facebook LAS CASAS BARATAS (Eduard Aunós) http://www.facebook.com/video/video.php?v=1699631339610 y de
http://vimeo.com/18924597 (2018-01-09).
113
Actualmente con 71 años, vive en el barrio de El Raval. Cuadrado no ha dejado de reivindicar y reclamar por la justicia social. La nota
publicada en 2014 por el diario El Periódico titulada “El abuelo de todas las manifestaciones” empieza así el reportaje: “Su rostro y su bastón son
inconfundibles. Nunca o casi nunca falla. Y eso se nota. Todos o casi todos los que también están siempre o casi siempre (la mayoría hijos del
15-M) le saludan cariñosamente. «¡Hola, Pere!» «Pere, ¿qué tal?» «Pere, ¡ya me he enterado de lo de la multa! Cuadrado expresa en el reportaje
que había llegado a Barcelona desde Almería con su familia cuando tenía 2 años… y fuimos directamente a Las Misiones, en Montjuïc, como
todos. Yo formo parte de ‘els altres catalans’ de Candel… viví después en las casas baratas de Eduardo Aunós, de ahí mi vinculación con la
familia de Irene, a la que intentaron desahuciar por cuarta vez el día de las multas… [en Eduardo Aunós] fui presidente de la asociación de
vecinos”.

144
Los vecinos consideran que la antigua asociación no ha sabido defender sus derechos, y por eso
apoyan a sus nuevos representantes… Un gran número de casas han sido derribadas, pero los
solares no han sido limpiados, y todavía quedan algunos vecinos que no tienen intención de dejar
sus hogares, porque no han llegado a ningún acuerdo con la administración… Además, el barrio
se enfrenta a un problema aún más grave: el proyecto de remodelación [en su segunda fase] no
contempla suficientemente viviendas para todos los vecinos; y de las 234 familias que quedan en
el barrio, 50 se podrían quedar sin vivienda. Este aspecto es el que más preocupa a los
habitantes de Eduardo Aunós, y supone la reivindicación principal de la nueva Asociación de
Vecinos, creada tan sólo hace dos meses… Sin embargo, la existencia previa de otra asociación
de vecinos en el barrio, ha hecho que hasta ahora el distrito no haya reconocido las funciones de
la nueva asociación (Betevé, 1993).

Cuadrado señala enfáticamente que “los vecinos quieren una Asociación de Vecinos que esté con los
vecinos, que defienda a los vecinos, que luche por los vecinos; y no que luche por la administración, que
esté a favor de la administración” (Ibíd.). El Plan del Patronato, con el apoyo de la Asociación de
Vecinos, preveía la construcción de unos bloques de cuatro plantas en el mismo barrio, donde realojar a la
mayor parte de habitantes. Sin embargo, 48 familias quedaban excluidas, según Cuadrado. La nueva
asociación había elaborado un plan alternativo, con la colaboración de arquitectos, para garantizar
viviendas en el barrio para todos; pero en las reuniones mantenidas con el Patronato y con la Comisión de
Urbanismo del Ayuntamiento, esta propuesta no prosperó. Según Portelli, los vecinos cederían por
agotamiento o por las prisas de mudarse, y perdieron la batalla para quedarse todos en el barrio. Hoy los
antiguos residentes de las casas baratas de Eduardo Aunós están repartidos entre los bloques construidos
en el mismo barrio y dos polígonos al otro lado del paseo de la Zona Franca. En una entrevista de Portelli
a un antiguo inquilino (sin identificación) en el 2011, éste declaraba que “la vida es mejor, pero el
ambiente no” (Portelli, 2015:256). El proceso de demolición de las casas y el realojo de los vecinos se
llevó a cabo entre los años 1991 y 1998. El Patronato de Vivienda operó en dos fases, realojando no
únicamente a los vecinos de Eduardo Aunós, sino también a los chabolistas de Can Tunis y la Magòria.

Durante la ejecución de los proyectos o bien ocurren importantes transformaciones en el tejido urbano de
los barrios (Ronda Litoral), o bien quedan sujetos a las Modificaciones del PGM (MPGM Eduard Aunós).
Morales, demostraría que ambos factores acabaron por desvirtuar el diseño original de las propuestas en
los bloques Eduard Aunós, “dando como resultado unos modelos arquitectónicos mutilados y
heterogéneos, que no ofrecen una lectura clara de la trama urbana que han generado. La falta de
coherencia en el diseño de conjunto también se debe a los cambios de arquitecto (uno por fase de
proyecto) y a los cambios de política sobre el modelo de ciudad que propone el gobierno en turno”
(Morales, 2015:215).

145

Fig. 31. Ortofotomapa del ámbito del MPGM de la Marina Zona Franca. Fuente, Agència Desenvolupament Urbà, 2014.

Los arquitectos Joan Llusà y David Ferrer son los autores del proyecto de sustitución (Fig. 32, Der.)
ejecutado en dos fases. En la primera etapa (proyecto, 1988; construcción, 1991) se edificaron 112
viviendas, 22 locales comerciales y 142 plazas de aparcamiento, distribuidas en dos bloques paralelos a la
calle Sovelles. Como no existía ningún espacio disponible para iniciar las obras, los vecinos afectados
fueron reubicados provisionalmente en las viviendas de Can Farrero114 , en el paseo de la Zona Franca. Los
bloques I y II de la primera fase del proyecto se organizaron en PB+4 niveles, y disponen de comercio en
planta baja y 14 viviendas por rellano, que se distribuyen alrededor del núcleo de escaleras y
ascensores115. A la segunda fase corresponden los 4 bloques restantes (proyecto, 1995; construcción,
1996) que incorporaban 228 viviendas y 18 locales comerciales. La segunda fase se ejecutaría con los
cambios aprobados en un nuevo estudio116, lo que significó el aumento de altura en los bloques que
quedaban por edificar (PB+5). Estos bloques junto con los de la primera etapa dan forma a una plaza
central (Plaça del Falset), a la cual se accede por espacios de circulación abiertos entre las edificaciones.
El conjunto ocupa doce manzanas de la antigua trama urbana, casi un tercio del terreno; debido a los
cambios que modificaron la propuesta original, el resto del solar permanecería durante varios años sin
edificar (Morales, 2015).


114
En 1984, siguiendo a Morales (2015), el PMH encargaría a los arquitectos Bohigas, Martorell y Mackey la construcción del grupo de
viviendas Can Farrero, ubicado en el paseo de la Zona Franca y que 46 de sus fincas fueron adjudicadas a los vecinos afectados por los derribos
de las casas de Eduard Aunós.
115
PMH. (1990). Plan de remodelación: Estudi de Detall al barri de les cases d’Eduard Aunós. Barcelona: AB.
116
PMH. (1995). Plan de remodelación: Estudi de Detall al barri d’Eduard Aunós 1a y 2a fase. Barcelona: AB.

146
Fig. 32. (Izq.). Jordi Santamaria (s.f.). Propuesta original para el proyecto de remodelación del espacio público. Fuente:
Barcelona: La segona renovació (1996). (Der.). J. Llusà y D. Ferrer, proyecto (1988), 
construcción (1991). Plantas y alzados de
bloques de vivienda Eduardo Aunós (tipo I y II, primera fase de sustitución). Fuente: Archivo PMH, en: Morales, 2015.

En referencia a la configuración del espacio público (Fig. 32, Izq.), se recupera una de las plazas de la
calle Tortosa (actual plaza Falset) que ocupa la parte central del área habitacional. La nueva plaza tiene
mayor superficie y está equipada con mobiliario urbano y dispone de arbolado. Las calles Cisquer,
Riudoms y Tortosa se transforman en zonas peatonales añadiéndose a este ámbito. Para Morales, de un
lado, la distribución de los edificios en planta se muestra acertada al estar emplazada sobre la trama
existente respetando la relación entre el espacio libre y el construido; de otro lado, la volumetría de los
bloques de vivienda y la disposición aleatoria de los equipamientos procedentes de la Modificación del
PGM117 hacen irreconocible la morfología y el trazado de la barriada histórica. Concordamos con Morales
en que a pesar de la permeabilidad existente entre los actuales edificios de vivienda, el conjunto se cierra
en sí mismo formando una pequeña isla dentro de una enorme extensión de suelo actualmente liberado,
contribuyendo a las condiciones de marginalidad del espacio social. En su investigación, concluye que la
contribución del proyecto de Llusà y Ferrer a nivel urbano es inexistente, ya que la modificación del
proyecto original obstaculizó la regeneración del tejido urbano. Lo cual pudo ser posible, si se hubiese
mantenido el plan original de Jordi Santamaría como enclave inicial de un futuro tejido residencial118;
considerando que, pese a su precariedad, la antigua trama de la barriada estaba bien definida y otorgaba al
conjunto de casas baratas una imagen ordenada y una clara implantación sobre el territorio; “pero ahora,

117
Tal modificación (Modificación del Plan General Metropolitano en el ámbito de Eduard Aunós, 2001) implicó la implementación de otros
equipamientos: Comisaría de los mozos de escuadra, Casa de la Agricultura y una Residencia de atención especializada en pluridiscapacidades –
Esclat Marina.
118
Casos similares sucedieron al otro lado del Passeig de Zona Franca, donde el área industrial se transformó en un sector residencial que se ha
ido consolidando. Por ejemplo: Can Farrero, la Capa, la Vinya, Can Clos, el Polvorín, Nuestra Sra. del Port, etc.

147
estas señas de identidad originadas por su trazado y la estructura urbana, han desaparecido” (Morales,
2015:222).

Antes de pasar a la concreción del modelo de “desarrollo” urbanístico Maragallista hacia el sur de la
ciudad, recordamos que sería Joan Clos en diciembre de 1998, como Alcalde de Barcelona, quien
inauguraría el nuevo aspecto de los bloques de vivienda Eduard Aunós. No parece una coincidencia que
inmediatamente a finales de los años 90 se proyectara el centro de negocios “Distrito 38”, situado en el
paseo de la Zona Franca, entre las viviendas de Eduard Aunós y la fábrica Santiveri. Este complejo de
oficinas y de actividades complementarias formaría parte (en el año 2006) de la ampliación hacia la Zona
Franca del recinto de la “Gran Via de Fira de Barcelona”. Casualmente, ese mismo año se dividirá en dos
al sector de la Marina, confinando a la marginalidad socio espacial a la Marina del sur.

Nueva centralidad hacia el sur: neoliberalización urbana y descomposición de la


Marina

A principios de 2004 el Ayuntamiento de Barcelona anunció la creación de un nuevo barrio en el extremo


sur de la ciudad. El proyecto abarcó un área de 75 hectáreas calificadas como suelo industrial en el sector
de la Marina–Zona Franca. Se proyectaba así la transformación de una zona con almacenes, industrias y
talleres, habitado por unas mil personas aproximadamente, la mayor parte concentrada en los bloques de
vivienda Eduard Aunós. A finales de ese año puso a disposición de las entidades vecinales afectadas un
documento de redacción provisional con los criterios generales del proyecto, a fin de que sea discutido y
mejorado a partir de un proceso participativo que debía tener lugar en los siguientes meses. La comisión
de gobierno del Ayuntamiento aprobó inicialmente el proyecto de creación del nuevo barrio el día 1 de
junio de 2005. Al día siguiente, los cinco concejales del equipo de gobierno y el Alcalde Joan Clos (PSC)
presentaron el proyecto a los vecinos. Según Clos, la Marina debía ser uno de los dos barrios emergentes
de la ciudad de Barcelona, junto con el proyecto de Sant Andreu-Sagrera, debían permitir que la ciudad
creciera y ganara suelo, teniendo en cuenta la ausencia generalizada de este recurso. Finalmente, un
acuerdo de gobierno en el Ayuntamiento –el día 30 de noviembre de 2006– hizo posible la aprobación
definitiva del proyecto. Estaba previsto que la modificación del PGM de recalificación del terreno tarde
dos años y para evitar posibles acciones especulativas se suspendió en ese momento la concesión de
licencias.

El Alcalde Clos y Joaquim Nadal (consejero de Política Territorial y Obras Públicas de la Generalitat)
firmaron el 24 de agosto un convenio de colaboración para impulsar conjuntamente las actuaciones
urbanísticas del futuro barrio, lo que permitió la compra de suelo y la construcción de viviendas
protegidas a través del Institut Català del Sòl (Incasòl). El convenio, sin embargo, no concretaba cuál
sería la aportación de cada una de las partes. Paralelo al derribo de algunas antiguas fábricas, el

148
ayuntamiento y la inmobiliaria Urbis empezaron a trabajar en la zona, y también lo hicieron las empresas
Habitat e Iberdrola Inmobiliaria119 (Xalabarder, 2006). La división oficial de las dos Marinas se produciría
oficialmente en 2007, a partir de la aprobación de la modificación del Plan General Metropolitano
(PGM), que permitiría la construcción del proyecto de un nuevo barrio: la Marina del Prat Vermell.

Badia Ferrer (2015), en su trabajo “Marina del Prat Vermell: ¿Una nueva centralidad urbana?” revisa
algunas características entre lo establecido por el PGM y su modificación aprobada. El investigador
observa algunas diferencias sustanciales que reafirman la importancia y profundidad de la renovación
planteada.


Fig. 33. PGM del ámbito de la Marina y MPGM del nuevo ámbito del barrio de la Marina del Prat Vermell. Fuente: Badia
Ferrer, 2015.


La primera característica es la delimitación del ámbito ya que éste no corresponde a un sector
geográficamente definido o delimitado por una vialidad superior y/o elementos territoriales
concretos, sino que queda delimitado gráficamente y circunscrito al término municipal de
Barcelona, aún con la contigüidad de suelos industriales con Hospitalet de Llobregat. Además,
se decide incluir un subámbito, Eduard Aunós, por razones de coherencia en la ordenación pero
respetando las normativas de su ámbito principal (Badia Ferrer, 2015:60).

En esa dirección, debido a la gran dimensión y complejidad del proyecto de transformación, “se requiere
un sistema flexible que facilite el desarrollo urbanístico en sectores independientes con tiempos de
ejecución diferentes, que siempre dependerán de la disponibilidad de suelo público, de la necesidad de
disponer un proyecto de infraestructuras urbanas adecuadas que permita dar coherencia al ámbito y, por
último y no menos importante, la voluntad y disponibilidad de actores privados de facilitar las
actuaciones” (Ibíd:61).


119
Ver: Blanca Cia. (2006, Septiembre 18). Un tercio del nuevo barrio de la Zona Franca será realidad dentro de cuatro años. EL PAÍS.

149
Fig. 34. Sectores de desarrollo del proyecto del nuevo barrio. Fuente: Bagursa, 2012.

La transformación urbanística se concreta entonces en 14 sectores a desarrollar a través de Planes de


Mejora Urbana (PMU), considerando este instrumento como adecuado para la gestión urbanística y para
la ubicación de la edificación resultante. Por otra parte, en cuanto a la reurbanización del ámbito se
plantea un Plan Especial de Infraestructuras (PEI) de iniciativa municipal, quedando la ejecución de los
viales y otros elementos estructurantes independizados del desarrollo de los sectores y asumida por el
Ayuntamiento de Barcelona. Así, el objetivo principal de esta renovación urbanística “consiste en la
reutilización de suelos obsoletos, principalmente de áreas industriales con edificaciones funcionalmente
degradadas y de baja intensidad, por estructuras urbanas actuales, donde el espacio público y las
infraestructuras son pautas de apoyo y de integración en los nuevos proyectos” (Ibíd.).


Fig. 35. Manuel Ruisánchez. (2010). Plano de re-parcelación aprobada del sector 10 (Promotor: Junta de Compensació del
Sector 10). Fuente: Bagursa, 2012.

150
La empresa municipal Barcelona Gestió Urbanística SA (Bagursa), creada en ese momento, recibió en
diciembre de 2008 el encargo de estimular y desarrollar la transformación urbanística de la Marina del
Prat Vermell. El fundamento central era transformar una zona industrial en un barrio de usos mixtos,
capaz de combinar la actividad económica con servicios y con una concepción energética sostenible, es
decir, con nuevas viviendas de protección oficial, vivienda libre, nuevos equipamientos, zonas verdes,
espacios de negocios y administrativos. Más de la mitad de la vivienda debía ser protegida y, de ésta, se
previó que alrededor del 50% se destine al alquiler. Los equipamientos planeados fueron una biblioteca,
un centro cívico, un mercado, instalaciones deportivas, guarderías, escuelas de primaria, un centro de
salud, un centro integrado para la tercera edad, residencias sociales y una escuela de música, entre otros.
Aparte de las viviendas, se proyectó la construcción de un gran parque central de dos hectáreas, creado en
la franja de terreno (sobre la que se asentaron la casas baratas) que permitirá conectar el eje norte-sur
(Fig. 37), desde el centro de negocios más importante de Barcelona con el polígono industrial-Zona
Franca.


Fig. 36. Perspectiva de bloques en anteproyecto de reparcelación del sector 10. Fuente: Bagursa, 2012.

151

Fig. 37. Cáceres Arquitectura. S.C.P. (2012). Urbanización de la zona central de la Marina del Prat Vermell. Fuente: Bagursa,
2012.

De este modo, Bagursa presenta un barrio cuyo diseño se basa en criterios de eco-eficiencia.
Especialmente por las infraestructuras con que se está dotando al nuevo barrio, fruto del desarrollo del
PEI, para proporcionarle un “nivel alto” de servicios120. El proyecto ya disponía hacia el año 2012 del
planeamiento urbanístico general aprobado y del planeamiento derivado de cuatro de los catorce sectores
en que se dividió el ámbito para poder desarrollar la transformación urbanística. La distribución general
de la propiedad (Fig. 44) de los solares en el ámbito del nuevo barrio es la siguiente: un 11% pertenece al
Ayuntamiento, un 20% pertenece al Consorcio de la Zona Franca (CZF), un 51% pertenece a grandes
propietarios privados y el resto (18%) pertenece a pequeños propietarios (Bagursa, 2012). El sector 3 es
de propiedad privada y ya contaba con su PMU. El sector 8 se ha dividido en dos Polígonos de Actuación
Urbanística (PAU). El Ayuntamiento es propietario mayoritario del sector 1, y el sector 14 es propiedad
mayoritaria del CZF. El sector 10 es de propiedad privada, y hasta el momento es el único sector con las
obras de urbanización completas121.

El Sector 10 ha sido urbanizado sin mayores dilaciones a pesar de la crisis. Las obras iniciaron a finales
del año 2012 y no dejaron de causar afecciones por el derribo de una veintena de edificaciones que daban


120
Los diseños se sujetaban a la implementación de un sistema centralizado de agua fría y caliente, que reducirá las emisiones en
aproximadamente 13.400 toneladas de CO2 anuales, que equivaldría a la cantidad de CO2 absorbido por un bosque mediterráneo que cubriera el
15% del territorio de Barcelona. Las tecnologías inteligentes aplican a otras infraestructuras: para el aprovechamiento de las aguas subterráneas
del subsuelo (agua freática), para limpiar elementos e infraestructuras urbanas; para el aprovechamiento del agua de la lluvia que se recoge en las
cubiertas de los edificios construidos y se transporta a los jardines, donde se almacena en depósitos llamados SUDS (sistemas urbanos de drenaje
sostenible); para el alumbrado con tecnología LED, para los elementos de gestión y optimización funcional, tales como la gestión centralizada de
los semáforos, o para las zonas de recarga de coches eléctricos, entre otros (Bagursa, 2012).
121
Ver: Nota de Premsa. (2012, Diciembre). En marxa la urbanització del nou barri de La Marina del Prat Vermell. Barcelona: AB.

152
a la calle Ulldecona, eje importante (este-oeste) que separa al sector 10 de los bloques de vivienda
Eduardo Aunós (Fig. 39). Los vecinos protestaban por las condiciones de su compensación ante los
desalojos. Estas condiciones eran determinadas por la inmobiliaria Solvia Development122, propietaria
mayoritaria de la zona123. En el marco de la mediación de la primera autoridad municipal en este conflicto,
es posible enlazar fácilmente la posición del ex Alcalde Maragall frente a los vecinos de Ciutat Vella,
cuando pedía romper ciertos dogmas; con las palabras del Alcalde Trias, quien al visitar la zona del
desalojo junto a varios miembros de su ejecutivo, reivindicaba las potencialidades de la zona, a pesar de
lamentar que no haya llegado aún el metro, y valoraba públicamente que el “éxito del nuevo barrio
dependerá de la respuesta privada” (Europa Press, 2013).


Fig. 38. Plano de la Fase 1A de urbanización del Sector 10. Fuente: AB, 2012.


Fig. 39. Avance de los trabajos en el Sector 10 al año 2013. Pendientes los trabajos urbanización en la calle Ulldecona y derribo
de edificaciones. Fuente: AB, 2013.


122
La empresa Solvia ofrece una amplia gama de servicios de gestión inmobiliaria para terceros con la experiencia de gestión de la cartera del
Banco Sabadell.
123
Ver: Europa Press. (2013, Mayo 1). Una vintena de famílies de la Marina del Prat Vermell clama contra les condicions del seu reallotjament.
Al inicio de las negociaciones Solvia fijó indemnizar a los vecinos afectados con dinero, pero tras desvincularse de otro proyecto sumamente
rentable, estableció que serían compensados mediante terrenos, con el beneplácito del consistorio. Según la nota, uno de los vecinos declara que
"cuando la burbuja inmobiliaria estaba al alza, Solvia nos ofrecía dinero; cuando ha estallado, nos quiere endosar los terrenos sin que cobremos".
La inmobiliaria les ofreció cambiar los terrenos de la indemnización por uno de los 30 pisos de protección que construiría antes del verano en uno
de los nuevos bloque en ese sector.

153
Paralelamente al proceso urbanizador, desde el año 2011, bajo la administración de Trias se decidió
ejecutar un plan que fuera de la mano con las obras de urbanización en la coyuntura de unas inversiones
que no terminaban por materializar el interés privado en la creación de un nuevo barrio. Así, el
Ayuntamiento lanzó el Pla Empenta (Plan Empuje) “para anticiparse y buscar soluciones a las
necesidades de vivienda de la ciudadanía”, creando un marco dentro del cual, el reto más importante de
los próximos años sea la falta de oferta de vivienda que “podría” sufrir Barcelona si no se hace una
intervención urbana. Para dar respuesta a este reto, el Ayuntamiento llevó a cabo varias labores con el
objeto de: identificar los suelos más adecuados donde hay que intervenir; promover un planeamiento
urbanístico que responda a las necesidades de futuro; iniciar los contactos para activar las inversiones que
harían realidad estos proyectos y comprometer recursos municipales (Dossier de Premsa, 2011).

Fig. 40. Esquema de funcionamiento del Plan Empenta. Fuente: AB, 2012.

De este modo, el Plan buscaba la regeneración de la ciudad, avanzando a una “velocidad humana y
promoviendo que los barrios sean productivos y autosuficientes”. De acuerdo al Ayuntamiento, las
medidas propuestas debían servir para lanzar un mensaje de impulso y confianza a las empresas
promotoras con capacidad para desarrollar y construir, a sus trabajadores y, en general, a los sectores
empresariales y profesionales comprometidos con la transformación de la ciudad. Pero también era un
mensaje para los operadores públicos y privados de vivienda protegida que dispusieran del suelo
necesario para desarrollar estas promociones. “En este sentido, proponemos la constitución de una mesa
de concertación en la que operadores públicos y privados puedan hacer un seguimiento de este programa”
(Ibíd.).

Pocos meses después de la presentación del Plan Empuje, al Ayuntamiento volcaría también sus
esfuerzos comunicacionales para atraer las inversiones tan esperadas. Se emitió así un boletín
denominado “3 grans raons que fan de Barcelona una inversió segura i amb garanties”, aquí se explica
claramente el nuevo momento que vivía la ciudad global, intentando dejar atrás todo rastro de una crisis y
posicionando fuertemente la “Marca Barcelona”. Esas tres “grandes razones” no son tan difíciles de
imaginar, pero las resumiremos: a) Barcelona es una ciudad cada vez más atractiva, es decir, una ciudad
con encanto creciente para vivir; un importante centro de negocios que continúa en alza; la puerta de
entrada de inversión e innovación y la ciudad más admirada. b) Barcelona representa un valor seguro en
materia de suelo y vivienda debido a la limitación de suelo disponible, un sector inmobiliario estable y un

154
modelo de desarrollo cada vez más europeo. c) Barcelona es administrada por un Partner (Ayuntamiento
de Trias) con solvencia y prestigio reconocidos, lo que implica una visión realista y una actitud activa. El
ayuntamiento aseguraba en el 2012 que las cinco zonas identificadas en plena transformación y que son
más adecuadas para hacer una intervención urbanística son: La Marina del Prat Vermell, los bordes de la
Vía Augusta, Can Batlló, La Clota y los cuarteles de Sant Andreu. La hoja de ruta quedaba marcada de
esta manera:

Qué hacer en cada zona? 1. Adquirir el suelo pendiente de transformar por los actuales
propietarios. 2. Aportar recursos para realizar la transformación del suelo. 3. Aportar recursos
para urbanizar y edificar las nuevas viviendas. ¿Cuál es la inversión prevista? Cada caso tiene
unas especificidades concretas a tener en cuenta en el cálculo de la inversión. ¿Cuál es el tiempo
de retorno de la inversión? En el caso de viviendas de venta, el retorno se calcula para un
periodo de cinco o seis años, mientras que en el caso de viviendas de alquiler, el retorno es a
largo plazo (AB, 2012).


Fig. 41. Publicidad del Pla Empenta para atraer inversiones inmobiliarias. Fuente: AB, 2013

Por otro lado, el CZF (propietario del suelo dentro del nuevo barrio) decía en 2014 que la reordenación
del área de la Marina del Prat Vermell sería “la última gran transformación urbanística de Barcelona”. El
CZF dispone de 160.000 m2 de techo en todo el ámbito, básicamente en los sectores 10 y 14, porque en el
6, 8, 12 y 13 su participación es minoritaria. Contamos con un reporte del Consocio del año 2014, en el
que se sumaba a la exposición de los avances prácticamente intangibles en la concreción del nuevo barrio.
Es claro que se veía abocado a repetir las cifras de publicidad del proyecto que se venían emitiendo desde
el 2006: “se prevén más de 11.000 departamentos nuevos –38% libres y 35% de protección oficial– para
un vecindario aproximado de 30.000 personas, en un entorno en el que el 17% del suelo serán zonas
verdes y ajardinadas” (CZF, 2014). Además, hasta inicios del 2015, la inmobiliaria Solvia solo lograría

155
construir (en el Sector 10) la primera promoción de viviendas protegidas en todo el ámbito del nuevo
barrio, que sirvió para el realojo de los vecinos de la calle Ulldecona; y empezar el segundo edificio que
está actualmente terminado aunque sin uso por motivos que comentaremos en adelante.

Así se cumplió el período de Trias entre 2011-2015, con notables esfuerzos publicitarios para la atracción
de inversiones y promesas como las de la línea 9 del metro que avanzaron más lentamente de lo
programado. Queda de estos 11 años (2004-2015) un largo proceso de planificación, diseño y
financiación que reflejan un proyecto todavía irrealizado. Situación que, como se ha visto, no ha
dependido del empeño de las administraciones, ni del consenso institucional, ni de una repartición ágil del
suelo, ni siquiera de la crisis en los últimos años. Esto nos lleva pensar en dos causas provisionales: por
un lado, la importancia que desempeñó el circuito inmobiliario de especialización rentista en la ciudad
edificada para los inversores privados como lo hemos explicado antes; y por otro lado, la fragilidad de los
proyectos (que nadie los ha pedido, aunque sean necesarios para cubrir el déficit de vivienda pública)
bajo ciertas condiciones públicas que dependen en alto grado del sector privado para su realización. La
llegada del gobierno de BeC en mayo del 2015 pondrá aún más freno a los promotores del “nuevo barrio”
que esperaban que ciertas condiciones de inversión mejoraran o simplemente se mantuvieran. A pesar de
ello, se registran avances en el sector 10; como veremos, existen actualmente varios solares con proyectos
en inicio de construcción y fase de redacción.


Fig. 42. Ortofotomapa de la Marina. Nuevo ámbito del Pla de Barris. Fuente: Urbaning, en: Pla de Barris, 2016.

156
Un barrio Premium inacabado: Pla de Barris y la resistencia silenciosa del Prat Vermell

El gobierno de BeC que irrumpió en Mayo del 2015, reinició con las tareas “pendientes” o en gran
medida inexistentes de discusión con los barrios que, de acuerdo a unos criterios124 preestablecidos,
mostraban claras señales de desigualdad social en la ciudad. Estas discusiones debían trasladarse a los
problemas reales de los vecinos en el territorio y a las medidas que debían aplicarse para reducir esas
brechas. Las tareas de diagnóstico y reflexión (llevadas a cabo entre 2015-2016) progresaron y junto con
los expertos125 se consiguió a finales del 2016 elaborar un plan que permita abrir las perspectivas de
acción en esos barrios, el Pla de Barris.

De acuerdo al Ayuntamiento, el Pla de Barris no tiene un único fin, sino objetivos múltiples que aspiran a
transformar cuestiones clave en los ámbitos de la educación, los derechos sociales, la actividad
económica y la ecología urbana. Así, se pretende desde la creación de proyectos educativos hasta la
reducción de las principales desigualdades sociales que causan problemas de salud, reforzando la
perspectiva integral, preventiva y comunitaria. También se busca impulsar la cultura como herramienta de
transformación social, vinculándola a los equipamientos de proximidad, los centros educativos y el
acceso y la participación igualitaria de todos los colectivos; promover el desarrollo local y de la economía
de proximidad, ligada a las necesidades de las personas y el fomento de las oportunidades laborales. Y
por supuesto, se busca hacer frente a los déficits urbanísticos, a la baja calidad de la vivienda y la falta de
equipamientos.

La información levantada en la fase de diagnóstico del Pla de Barris es considerable y esclarecedora. Así
pues, nos parece que ha permitido por primera vez al Ayuntamiento expresar social y económicamente el
estado actual de la Marina del Prat Vermell, algo que a los propósitos urbanizadores de los planes
precedentes no interesaba. Además la realidad codificada ya no está observando al Prat Vermell como un
barrio marginal, sino dentro de la Marina como un sector unificado. Entonces, se parte de su extensión de
1.428,4 hectáreas, que incluyen la Zona Franca y el Puerto de Barcelona, pero el ámbito del Plan de
Barrios incluye sólo 75,3 ha. Allí habitan 1.145 personas, aproximadamente el 1% de los residentes del
distrito de Sants-Montjuïc. Es uno de los barrios más extensos de la ciudad, pero sólo vive el 0,07% de la
población total de Barcelona. Durante los últimos siete años (2010-2017) la población se ha mantenido

124
Los criterios de priorización fueron: la distribución territorial de la renta familiar disponible, el nivel formativo de la población en estudios
superiores, la tasa de desempleo, la tasa de embarazo entre adolescentes y el estado del parque de viviendas. “El objetivo es abordar de manera
integral y transversal las carencias y las problemáticas de cada territorio, incidiendo en algunos ámbitos estratégicos como: La igualdad de
oportunidades para personas con rentas bajas; la actividad económica, haciendo especial énfasis en la economía social, el comercio de
proximidad, la recuperación de la capacidad industrial local y la mejora de la empleabilidad; los déficits urbanísticos, el espacio público o los
equipamientos; la calidad y la salud del parque de viviendas; las oportunidades educativas; las condiciones de salud física y mental; y la atención
a colectivos con necesidades especiales” (AB, 2016).
125
Participaron en la elaboración del Pla de Barris varios especialistas que constituyen el Consejo Asesor del Plan de Barrios (personas miembros
del consejo y su presidencia fueron nombradas por la alcaldesa de la ciudad. Los cargos del consejo asesor no serán remunerados). Se encuentra
presidido por Oriol Nel·lo, y lo integran: Oriol Estela (Plan Estratégico Metropolitano de Barcelona), Andreu Domingo (Centro de Estudios
Demográficos), Marina Subirats (UAB), Carme Borrell (Agencia de Salud Pública de Barcelona), Carme Trilla (Fundación Hábitat 3), Pere Serra
(Incasòl), Mercè Tatjer (UB), Carles Llop (UPC), Ana Romero (AMB), Jaume Blasco (analista de políticas públicas), Carlos Losada (ESADE),
Francesc Muñoz (UAB) e Ismael Blanco (UAB) (AB, 2016).

157
igual. De este modo, la Marina del Prat Vermell tiene una densidad neta de 31 habitantes por hectárea
residencial, cifra que se encuentra muy por debajo de la media del distrito (724 h./ha) y de la de
Barcelona (619 h./ha ). En cambio, el barrio vecino, la Marina del Port, cuenta con una densidad neta de
773 habitantes por hectárea residencial, situada por encima de la media tanto del distrito como de la
ciudad. El índice de Vulnerabilidad Social (IVS) es especialmente alto en la Marina del Prat Vermell
(8,97), ocupando el segundo lugar, sólo por detrás del barrio Trinitat Nova. Parte de la conclusiones socio
demográficas del Ayuntamiento indican que tanto la Marina del Port como la Marina del Prat Vermell
son dos barrios jóvenes, ya que tanto la franja de infancia como la de juventud son más elevadas que en la
mayoría de barrios de Barcelona (AB, 2016).

En la Marina del Prat Vermell la población extranjera es del 7,6%, menos de la mitad de la media de la
ciudad y muy por debajo de la del distrito. La población extranjera está constituida por un 43,7% de
hombres y un 56,3% de mujeres, que provienen de 24 países diferentes, entre los que destacan China,
Paraguay, Colombia, Ecuador y Marruecos. Al contrario de lo que ocurre en la Marina del Port, en la
Marina del Prat Vermell hay un porcentaje más bajo de personas nacidas en el resto del Estado que el
porcentaje del distrito. Asimismo, los barrios de la Marina han estado durante años relacionados con la
venta y consumo de drogas. Aunque la situación ha mejorado considerablemente, sigue habiendo varios
puntos de venta de droga, sobre todo en la Marina del Prat Vermell, lo que contribuye a los altos índices
de problemas por drogas en el sector. El índice global de problemas de drogas (de 0 a 5), que contempla
la mortalidad por reacción adversa al consumo, las urgencias hospitalarias de los consumidores y las
jeringuillas recogidas en la calle, otorga a la Marina del Prat Vermell el nivel 5 (muy problemático),
mientras que para la Marina del Port el nivel es de 4 (problemático). Asimismo, se observa que el alcohol
es responsable de la mayoría de los inicios de tratamiento, seguido de la cocaína (AB, 2016).

Según la Agencia de Salud Pública de Barcelona, en la Marina del Port, la esperanza de vida al nacer de
los hombres es muy similar a la del distrito y la de Barcelona, alrededor de los 80 años, mientras que en
mujeres es de 87 años. En el barrio de la Marina del Prat Vermell la esperanza de vida es de sólo 64 años
en hombres y 67,9 años en mujeres, lo que muestra un exceso de mortalidad en ambos sexos, tanto global
como prematura, respecto del conjunto de Barcelona. Así mismo, los barrios de la Marina presentan una
tasa de paro de las más altas de Barcelona, especialmente el barrio de la Marina del Prat Vermell, con un
19,5% (147 personas, de las cuales el 63,3% son hombres y el 36,7% mujeres). Este es el único barrio
donde ha crecido el paro registrado sobre la población de 16 a 64 años a lo largo del año 2015. Este
porcentaje duplica la media de la ciudad.

El 20,5% de las viviendas de la Marina del Port y el 33% de la Marina del Prat Vermell tienen una
superficie de hasta 60 m2 (la media del distrito es del 33%). La mayoría de viviendas de la Marina del
Prat Vermell son de personas que viven solas: un 37,56%, lo cual se sitúa más de 10 puntos por encima

158
del porcentaje de la Marina del Port (26,10%) y 7 puntos por encima de la media de Barcelona (30,79%).
Este porcentaje tan alto podría darse debido a que se trata de personas que trabajan en la Zona Franca o
que son mujeres mayores. La Marina del Prat Vermell también supera la media del distrito y de la Marina
del Port en porcentaje de viviendas con cinco personas. Los hogares con más de cinco personas pueden
corresponder a familias numerosas en las que los hijos, debido a la inestabilidad económica, no pueden
independizarse. En cuanto al tipo de propietario de las viviendas y su nacionalidad, la Marina del Prat
Vermell tiene más propietarios de personalidad jurídica que la Marina del Port y que el resto de
Barcelona. Este fenómeno, similar a la titularidad de los vehículos, se explica por la cantidad de empresas
ubicadas en la zona. Por otra parte, el número de propietarios con nacionalidad extranjera es
prácticamente insignificante en la Marina del Prat Vermell y muy residual en la Marina del Port.

El valor catastral y el valor de mercado del suelo en la Marina del Prat Vermell están por debajo de la
media de Barcelona. Mientras el valor catastral de la Marina del Prat Vermell es inferior al de la Marina
del Port, el valor de mercado del suelo es superior. En cuanto al precio de las viviendas, desde el año
2009 ha bajado, al igual que la media de Barcelona, aunque desde el año 2013 están empezando a
repuntar los precios, siguiendo la tónica dominante en el resto de la ciudad. El valor del alquiler es más
asequible en los dos barrios que en el conjunto de Barcelona, y es más barato en la Marina del Prat
Vermell que en la Marina del Port. La media del precio del alquiler en la Marina del Port es de 534,41
€/mes y en la Marina del Prat Vermell es de 399,73 €/mes, los dos precios más bajos del distrito. El
coste del alquiler en relación con la renta media de los hogares en la Marina del Port es muy similar a la
media del distrito (18,1%), pero la Marina del Prat Vermell tiene el porcentaje más alto del distrito
(24,6%). La presencia de viviendas de uso turístico en el territorio es bastante irrelevante (hay seis en la
Marina del Prat Vermell y trece en la Marina del Port).

El tejido asociativo en el distrito de Sants-Montjuïc es uno de los más activos de la ciudad de Barcelona,
tanto por su riqueza y diversidad como por su capacidad organizativa. El caso de la Marina no es una
excepción y cuenta con un tejido asociativo especialmente activo y diverso, que proviene de los años 70 y
80, cuando el vecindario se tuvo que organizar para conseguir mejoras y pedir todo lo que los intereses
privados, centrados en la construcción de viviendas en el lugar de las antiguas fábricas, no aportaban:
equipamientos, parques y plazas en los interiores de las islas, urbanización de calles y limpieza, entre
otros. Este impulso se ha mantenido hasta hoy con algunas entidades históricas, como las asociaciones de
vecinos. A diferencia de la mayoría de los barrios de Barcelona, en la Marina actualmente hay ocho
asociaciones de vecinos constituidas. Es importante indicar que este tejido no llega necesariamente hasta
el Prat Vermell, aunque allí se encuentre la histórica asociación de vecinos Eduardo Aunós.

El nivel de estudios es una de las variables más clarificadoras sobre las diferencias sociales. En este caso,
se observa que el nivel de estudios en los barrios de la Marina es mucho más bajo que el del conjunto de

159
la ciudad. Así, los datos de 2015 sobre el nivel de estudios en la Marina muestran que sólo un 4,2% de la
población de la Marina del Prat Vermell y un 13% de la Marina del Port tiene estudios superiores,
mientras que la media de Barcelona es del 29,4% y la del distrito, del 23,20%. Hay que apuntar que en la
Marina del Prat Vermell no hay ninguna guardería, ni pública ni privada, ninguna escuela de primaria ni
ningún instituto que haga bachillerato. La mayoría de los centros educativos están situados en la Marina
del Port. Otros indicadores que muestran una situación socioeconómica vulnerable y asistida en la Marina
del Prat Vermell es la proporción de personas de 60 años y más con ingresos por debajo de 1 en el
indicador público de renta de efectos múltiples (36,1%) y la proporción de personas usuarias de servicios
sociales que reciben ayudas económicas (15,2%), en ambos casos, el doble que la media del distrito y de
la ciudad. En cuanto a las personas con plaza fija en el servicio de comedor social, en la Marina del Prat
Vermell asisten regularmente un 13,4% de los residentes, frente al 2,7% de los habitantes de la Marina
del Port, el 2,8 % del distrito y el 2% del conjunto de Barcelona.

En relación a ciertos problemas que forman parte de la convivencia cotidiana del barrio y sus zonas
adyacentes, el Ayuntamiento ha tomado acciones inmediatas que marcan una vía de preponderancia de
los derechos sociales de los vecinos sobre el desarrollo urbanístico, que si bien, sigue su curso, lo hace a
otra velocidad. En este sentido, el Pla de Barris ha ponderado que al límite de la Marina con la montaña
de Montjuïc, las problemáticas se centran en la presencia de personas sin techo que utilizan los puntos
más recogidos como cobijo y en un pequeño núcleo de prostitución, aunque este último es un hecho de
escasa incidencia, pero de permanencia continuada en esta zona, y que genera cierto malestar a los
vecinos y vecinas de la Colonia Santiveri (al otro lado del Paseo de la Zona Franca). Para poder atender a
las personas que ejercen la prostitución hay prospecciones periódicas de la entidad Àmbit Prevenció, así
como de las educadoras de la Agencia ABITS (Agencia para el Abordaje Integral del Trabajo Sexual).

La atención a personas drogodependientes se realiza mediante una unidad móvil de venopunción,


presente cada tarde detrás del Centre d'atenció primària (CAP) Doctor Carles Ribas.
Complementariamente, en una ubicación cercana, se instala una unidad móvil de dispensación de
metadona. Hay que tener en cuenta que en la Marina hay una presencia intensiva de puntos de venta de
droga, especialmente en determinadas áreas como los bloques Eduardo Aunós. Finalmente, el Plan
expresa que a pesar de la falta de datos debido al bajo índice de denuncia, hay una alta coincidencia en
apuntar la violencia machista como uno de los problemas más graves de la Marina (AB, 2016). En cuanto
a las acciones comunitarias, el Centre de Serveis Socials de la Marina apoya a la Asociación de
Familiares Cuidadores de Personas Dependientes de la Marina y, a través del programa "A pie de calle",
que atiende a jóvenes de 12 a 25 años, que trabaja con espacios de culto como la Escuela Dominical, con

160
los jóvenes de la Báscula, con el AMPA (Asociación de madres y padres de alumnos) de la Escuela el
Polvorín o con el proyecto "Imagínate126 de las viviendas de Eduard Aunós.

La actual administración mantiene las expectativas sobre la movilidad y la conexión del metro con el
barrio, y con menor intensidad en lo relacionado al componente de desarrollo urbanístico, aspirando a
completar en su mandato la urbanización del PAU 1 del sector 8 e iniciar por cuenta propia alguno de los
edificios previstos en este ámbito. De acuerdo con el planeamiento vigente, según el gobierno actual, el
horizonte previsto para la finalización del nuevo barrio es el año 2022 “o más adelante”. El estado del
desarrollo urbanístico revisado hasta el primer semestre del año 2017 muestra los siguientes hitos de
avance marcados en los planos (especialmente en los sectores 8 y 10).


Fig. 43. Esquema planimétrico de hitos alcanzados en la consolidación del nuevo barrio. Fuente: AB, 2018.


126
El proyecto educativo comunitario Imagínate funcionará a partir de ahora en un local cerca la Asociación de Vecinos de Eduard Aunós, donde
trabajaban hasta ahora los dinamizadores de este proyecto socioeducativo dirigido a niños, adolescentes y familias del barrio de la Marina del
Prat Vermell, muchas de ellas en riesgo de exclusión social.

161

Fig. 44. Titularidad y número de viviendas “potenciales” (de protección oficial –HPO, dotacionales y libres) en los solares
resultantes de la urbanización ejecutada en el sector 10. Fuente: AB, 2017.


Fig. 45. Avance del PAU 1 sector 8 al 2017. Parcelación y modelo volumétrico. Fuente: AB, 2017.

162

Fig. 46. Plano de ubicación de las primeras acciones a desplegar en el marco del Pla de Barris del ámbito de la Marina.
Fuente: AB, 2016.

El Pla de Barris concluye de su análisis del desarrollo urbanístico de la Marina que los diversos
ordenamientos del territorio y la consiguiente construcción de pisos (muchos de vivienda social) han
configurado núcleos residenciales cerrados en sí mismos que dificultan la conexión y la convivencia entre
sí. En efecto, se trataría de un territorio “atomizado en diferentes núcleos” donde existen ciertas “barreras
invisibles” que hacen que a menudo haya problemas de conexión, movilidad y sociabilidad entre los
diferentes vecindarios. En consecuencia, aparte de los problemas de aislamiento de la zona con la ciudad
de Barcelona, también hay problemas de conexión interna entre los diferentes núcleos residenciales que
configuran los barrios de la Marina; promoviéndose más, un sentimiento de pertenencia a una de las
barriadas que un sentimiento de identidad de vivir en la Marina. “A esto hay que añadir el estigma
histórico que ha tenido durante años este territorio, popularmente conocido por el resto de Barcelona
como la Zona Franca” (AB, 2016-2017:133).

En cuanto al “medio urbano”, sobresalen la diferencias entre la Marina del Port y la Marina del Prat
Vermell, que, según el Plan, también responderían a la situación de provisionalidad de esta zona, que
desde el año 2006 está pendiente de la ejecución de un “nuevo barrio”. Un dato nuevo es que se prevé
llenar el espacio de gente; así que a partir del 2019, se estima pasarán unos 3.000 funcionarios de la
Generalitat a la nueva Consejería de Economía, sumándose a los que ya están ubicados en el barrio en el
actual edificio de la Agencia Tributaria. Por último, en cuanto al “plan de acciones inmediatas” para el
barrio de la Marina del Prat Vermell no se mencionan hitos físicos concretos más allá de las intenciones

163
de fortalecer programas existentes para generar vínculos y desarrollar el tejido comunitario, una economía
plural, o fomentar la empleabilidad en todo el sector de la Marina, etc. En este camino, se estaría
buscando que los programas se desarrollen en sectores económicos de especial interés para el barrio, para
complementar lo que ya existe y para aprovechar el potencial económico del territorio y las demandas del
tejido empresarial. El Pla de Barris de la Marina proyecta un presupuesto de inversión para el periodo
2016-2020 de 12’504.900 de euros127.

Para definir la situación actual de expectativa edificatoria en el nuevo barrio desde el sector privado
(además de las edificaciones existentes y de las previstas por la administración) hemos realizado una
pesquisa entre los agentes del sistema de promoción inmobiliaria en busca de los proyectos residenciales
o de oficinas en fase de redacción o licitación de obras y que no constan en ninguna fuente oficial o del
registro de la propiedad, pues, al no ser iniciativas de la administración pública y tampoco depender de
ninguna transacción de registro público, no son fáciles de identificar. Hemos diseñado un tipo de ficha
para resumir la situación de cada edificación existente, así como, de los edificios con posibilidades de
concreción en el futuro barrio. De este modo, es posible adelantar una relativa lentitud con la que avanzan
los flujos del circuito inmobiliario hasta llegar a sus terminales preparadas con gran antelación. Esta
consideración responde a varias hipótesis teóricas que intentaremos explicar en nuestras conclusiones
parciales.


Fig. 47. Ortofotomapa de la situación general de edificabilidad del sector 10 en el nuevo barrio de la Marina del Prat
Vermell. Jiménez-Pacheco, P. 2018. [amarillo: construido; naranja: diferentes etapas. Ver fichas individuales].


127
Este presupuesto está dividido de la siguiente manera: en el ámbito de derechos sociales se destinan 6.404.250 € (41,8%); al ámbito de
educación, 3.100.000 € (20,3%); al ámbito de actividad económica, 1.950.000 € (12,7%), y en el ámbito de ecología urbana, 3.850.650 €
(25,2%). Al total de inversión se suman 2.800.000 € de gasto corriente.

164

Ficha 1. Edificio A. Jiménez-Pacheco, 2018.


Ficha 2. Edificio B. Jiménez-Pacheco, 2018.

165

Ficha 3. Edificio C. Jiménez-Pacheco, 2018.


Ficha 4. Edificio D. Jiménez-Pacheco, 2018.

166

Ficha 5. Edificio E. Jiménez-Pacheco, 2018.


Ficha 6. Edificio F. Jiménez-Pacheco, 2018.

167

Ficha 7. Edificio G. Jiménez-Pacheco, 2018.


Ficha 8. Edificio H. Jiménez-Pacheco, 2018.

168
Desde el inicio, esta “centralidad urbana” hacia el sur de Barcelona fue proyectada por la administración
como un centro residencial de usos “mixtos” (para negocios) y de diseño para una clase media
(homogénea); no obstante, ha medida que avanzaba la planificación, las capas medias de la población
continuaban precarizándose a razón de la crisis del 2008, sin mostrar signos claros de recuperación hasta
el cierre del año 2017. En esta línea, la planificación municipal confinó unos límites administrativos a la
Marina del Prat Vermell otorgándole la significación de un “nuevo barrio”, y así, configurando la
descomposición definitiva del sector de la Marina y la consolidación en el horizonte privado de un gran
centro de negocios. Dicha centralidad imaginada y planificada al estreno del nuevo siglo buscaba
conectar eficazmente los nuevos símbolos del neoliberalismo urbano para el posicionamiento de
Barcelona como ciudad global en el mundo. Al inicio se consideró, seguramente, al Prat Vermell como
un suelo fértil para los intereses del capital inmobiliario–financiero, sin embargo, esto no ocurrió
exactamente, o no ha ocurrido todavía. Las razones que coadyuvan para que esta centralidad debidamente
planificada resulte –hoy, luego de 13 años– inacabada se formulan a continuación como hipótesis teóricas
en el seno de las contradicciones de la producción neoliberal del espacio entre el sistema de promoción
inmobiliaria, la planificación municipal y las políticas urbanísticas en general.

− La crisis (pinchazo de la burbuja inmobiliaria) con sus consecuencias sociales, es la principal
contradicción que enfrenta el sistema de promoción inmobiliaria para la reorganización
capitalista del espacio (para este estudio, comprobado en un espacio de la periferia urbana).
− El aislamiento urbanístico de los bloques de vivienda Eduardo Aunós y los sucesivos momentos
de marginalización socio-espacial, sumados a la reciente llegada de un centro (residencia) para
personas con pluridiscapacidad128, producen una realidad social que puede traducirse como un
sistema abierto de múltiples posibilidades; que reproducen a su vez un espacio social diferencial
incompatible con la vida que allí se pretende, organizada por un sistema cerrado expresado en el
planeamiento del nuevo barrio: un espacio instrumental, homogéneo y desconflictivizado.
− Las características en la tenencia de la propiedad más la voluntad política de ampliar la oferta
mínima de dotación de vivienda protegida ha desalentado la inversión especulativa en particular y
la inversión en general, debido a la imposibilidad del sistema de promoción inmobiliaria de ver
reducida la rentabilidad de sus inversiones, así como de las sobreganancias localizadas de
promotores y propietarios fundidos en el sistema.
− Este desánimo en los flujos del circuito inmobiliario responden también al atraso en la conexión
del sistema de metro, ponderado, no como un servicio de transporte público como tal, sino como
una infraestructura decisiva en la revalorización del suelo que se pretende conectar con la
centralidad existente de la ciudad global.


128
La residencia y centro de día Esclat Marina “ofrece un espacio de vida flexible, substitutorio del hogar, que da respuesta a las diferentes
necesidades de las personas con pluridiscapacidad que requieren apoyo extenso y generalizado. Ofrece 50 plazas residenciales, 4 de respiro y 30
en el centro de atención diurna”. La ESCLAT es la asociación para personas con parálisis cerebral, y empezó a funcionar en el barrio la Marina
del Prat Vermell en el año 2013 con apoyo de la Generalitat, Ayuntamiento y empresas privadas. Ver: http://associacioesclat.com/

169
− La estigmatización colectiva aupada por los medios alrededor de los conflictos que envuelven el
espacio denominado “Zona Franca” incluida una nueva matriz comunicacional incontrolable
(redes digitales), si bien resulta útil al inicio para los intereses de los agentes reguladores (cambio
de reglas) y depredadores (cambio de reglas en su beneficio) en el proceso de producción
neoliberal del espacio, al desarrollarse dicho proceso de forma ineficaz –como en este caso–
deviene contraproducente en la búsqueda del “potencial interés” de la sociedad por habitar el
nuevo barrio.
− Por último, la política de la administración de turno que ha fijado sus prioridades presupuestarias
en el sector a través del Pla de Barris, poniendo énfasis en coser el sector de la Marina mediante
el fomento de los derechos sociales de sus habitantes, es decisiva a la hora de desalentar los flujos
más salvajes del circuito que están a la espera de que lo que se priorice sean las inversiones
públicas en infraestructura. Sin embargo, estas decisiones disponen de una fuerza transitoria con
capacidad de dar pequeños pasos que, a falta de tiempo y eficacia, son reversibles ante la
supervivencia del capitalismo inmobiliario, una bestia impaciente a la espera de mayo del 2019.

Efectivamente, las elecciones del año 2019 serán cruciales para que se concrete la llegada del flujo del
circuito a sus terminales en la Marina del Prat Vermell. Ya no solo presionan la vieja derecha (PP-CiU) o
la nueva (Cs) derecha del consistorio, también se han sumado a la presión los partidos reformistas PSC y
ERC, exigiendo a la Alcaldesa que supere sus posiciones ideológicas frente a la empresa que suministra y
comercializa la energía eléctrica129. Es necesario mencionar que el actual gobierno municipal ha apostado
en materia de energía por poner en marcha una comercializadora de energía eléctrica municipal. La nueva
empresa gestionaría la generación de energía eléctrica de fuentes renovables y la comercialización de los
excedentes y los consumos del Ayuntamiento y de las viviendas protegidas. En cualquier caso, la presión
para que se libere el proyecto de la “nueva centralidad urbana” iniciado por Maragall y Clos, para
convertirlo –por fin– en el señuelo de una “realidad barrial” para los futuros vecinos, es cada vez más
fuerte. Nos hacemos eco de la conclusión de un reportaje publicado en 2015130 que decía: “… de esta
manera el SnowWorld quedaría descartado esta legislatura hasta que haya un cambio de gobierno, si lo
hay, en 2019” (Ivan, 2015). En esta dirección, parece evidente que un conglomerado de fuerzas que
mercantilizan el espacio (desde los vendedores del mundo artificial de la nieve, hasta los promotores con
capacidad de congelar sus inversiones a la espera de una revalorización definitiva del suelo), han estado


129
El Ayuntamiento y la compañía Endesa están negociando un convenio marco para hacer llegar la electricidad al nuevo barrio. Las
negociaciones, sin embargo, no están siendo nada fáciles, hasta el punto que hay un edificio terminado desde hace medio año que no se ha podido
inaugurar porque no se puede llevar el suministro de luz. "El acuerdo ha tardado un poco, porque al ser un barrio nuevo se debe decidir qué
infraestructura eléctrica hará falta para toda la zona, no sólo para el edificio", explican fuentes del AB. El acuerdo con la empresa distribuidora es
inminente, según las mismas fuentes, pero luego habrá que negociar con la empresa comercializadora. Aunque no es seguro que el servicio lo
explote Endesa, una compañía que mantiene un litigio en los tribunales con el Ayuntamiento. Alfred Bosch, pidió celeridad para cerrar el pacto:
"Como no espabilen con todo el papeleo, no tendremos pisos sociales nuevos antes de fin de mandato. Si es necesario un convenio marco, hay
que dejar de lado los apriorismos ideológicos y buscar la manera de hacer que el barrio siga adelante" (Ver: Mumbrú, 2017).
130
Reportaje publicado en 2015 en una plataforma de deportes de nieve (Nevasport) relacionado con la decisión de BeC de descartar el proyecto
de una empresa holandesa de construir una pista de esquí cubierta en Zona Franca avalado por el ayuntamiento de Trias. Ver: M. Iván (2015). La
victoria de Ada Colau descarta Barcelona SnowWorld; véase también: A. Puente (2015). Barcelona en Comú presenta sus primeras medidas en
un plan de choque contra la Barcelona de Trias.

170
esperando, observando los pasos que da el gobierno de BeC, y buscarán incidir en la batalla electoral del
próximo año en Barcelona. Esta será quizás la última oportunidad, o bien para los intereses del capital
inmobiliario (que no ha podido controlarlo todo), o para la supervivencia del espacio social diferencial en
el entorno de las viviendas Eduardo Aunós.



















































171






















































172
4.6. La producción del espacio social radical

Todo intento de realizar un plan urbanístico verdaderamente social es verdaderamente imposible


dentro del marco de la sociedad capitalista (Mercè Tatjer, en: Delgado, 2017).

Una vez que la aplicación de la teoría lefebvriana nos ha guiado a través del estudio de caso, nos
preguntamos cómo se lo completa, actualiza y profundiza, para que nos ayude a oponernos con eficacia al
capital inmobiliario–financiero; y también, cómo volver a conectar con los pulsos sociales, ya que la
batalla para luchar contra la urbanización capitalista no es sólo teórica. En este punto, es necesario poner
a funcionar una de las conclusiones del estudio de Stanek (2011), en la que sostiene que el proyecto de
Lefebvre no se limita a los intersticios entre las prácticas sociales dominantes de producir el espacio, sino
que se manifiesta en su universalidad. Esta aspiración a una dimensión universal le permitía a Lefebvre
reconocer lo que comparten las luchas particulares y los acontecimientos singulares que, a la inversa,
otorgaban un significado específico a las reivindicaciones universales. De este modo, cabe cuestionarnos
frente a la aplastante realidad urbana global que pesa sobre Barcelona, ¿cuáles son las posibilidades de
construir una resistencia popular eficaz contra la ola desatada de violencia inmobiliaria? ¿Qué podemos
hacer desde los planes urbanos y la política del espacio para actualizar el derecho a la ciudad en la
verdadera batalla que se libra en Barcelona? Y ¿cómo incluir en ese concepto el sabotaje del circuito
inmobiliario–financiero, para intentar traspasar los límites de la reproducción de las relaciones sociales de
producción neoliberal en el espacio?

Para el desarrollo de esta sección, a más de la obra de H. Lefebvre que guía nuestras reflexiones,
destacamos la revisión del libro de Peter Marcuse y David Madden (2016), In Defense of Housing. The
Politics of Crisis, publicada en New York-Londres; así como, “Culture and cities: The challenge of
tourism”, conferencia dictada por David Harvey en noviembre del 2016 en el Centre de Cultura
Contemporània de Barcelona (CCCB), a la cual asistimos; y el trabajo de Andy Merrifield (2017) en un
reciente tomo compilatorio de artículos sobre el derecho a la ciudad, titulado “Fifty Years On: The Right
to the City”, publicado por editorial Verso.

Demandas urbanas transformadoras

En su conferencia “Culture and cities: The challenge of tourism” en noviembre del 2016 en Barcelona,
Harvey expresaba tres elementos principales. Primero, que la turistificación o turistización no es el
problema que debemos eliminar precisamente en la ciudad. Ante lo cual, activistas y algunas asociaciones
(especialmente de comerciantes) se decepcionaron escuchando que el problema real, el que debemos
combatir, es el capitalismo. Sabemos que éste opera en “lo urbano” principalmente a través de los flujos
de inversión dentro de un circuito inmobiliario–financiero, ingresando en la ciudad movilizados por

173
sociedades anónimas y promotoras. Segundo, que la pregunta no es qué ciudad queremos, sino qué tipo
de sociedad queremos ser. Pero para responder esto hay que tomar en cuenta que la reproducción de las
relaciones sociales es traducida en la práctica de la vida cotidiana soportada por la ciudad; y que ésta, a su
vez ha sido planificada para promotores (como una Socimi en la actualidad) e inversores (como cualquier
empresa en busca de rentabilidad máxima). Esto refuerza la propuesta de Lefebvre, en la que seguimos
requiriendo un proyecto anticapitalista global para abogar por otra sociedad, en otro espacio. En tercer
lugar está el hecho de que sí hay alternativas a la propiedad privada, a la desindustrialización, a la
economía depredadora, al capitalismo cognitivo, al neoliberalismo urbano; y éstas dependen en gran
medida de las diferencias máximas de cada lugar131. Diferencias que –especialmente durante las últimas
décadas– han tratado de borrarse bajo un proyecto homogeneizante. Allí creemos que las políticas y los
presupuestos pueden contribuir como facilitadores de los medios pero sin que las instituciones sean los
medios y mucho menos el fin. De esta forma, Harvey planteaba que todos los caminos alternativos que
podamos tomar bajo un programa anticapitalista, pasarán obligados por la lucha entre quienes quieren
retornarnos al keynesianismo, y quienes pensamos que el fin del neoliberalismo es la ventana para
resolver las necesidades y los deseos de la sociedad. Necesidades a las que debemos devolverles su valor
de uso, sistemáticamente suplantado por su valor de intercambio, restaurando al mismo tiempo las
diferencias objetivas y subjetivas del espacio social.

Por otro lado, Marcuse y Madden (2016) en su trabajo abren la discusión sobre la vivienda, señalando que
lo residencial es político, es decir que la forma del sistema de vivienda es siempre el resultado de las
luchas entre diferentes grupos y clases. Las maneras en que los antagonismos sociales dan forma a la
vivienda se ocultan con demasiada frecuencia y los autores las sacan a la luz. Sus planteamientos asumen
que la vivienda está atrapada en una serie de conflictos sociales simultáneos: existe un conflicto entre la
vivienda como un espacio social vivido, y la vivienda como un instrumento para la obtención de
beneficios, es decir, el conflicto entre la vivienda como hogar y como bien inmobiliario; así como, un
problema de origen que proviene de las desigualdades y los antagonismos sociales. En este sentido, un
derecho real a la vivienda necesita tomar la forma de un esfuerzo continuo para democratizar y
descomodificar la vivienda y poner fin a la alienación que el sistema de vivienda existente engendra. Los
autores, sensibles ante la condición deteriorada de las relaciones en los tejidos sociales de barrios y
comunidades, señalan su interés por lo que llaman “demandas transformadoras”.

Estas demandas son aquellas que tratan de abordar las causas sistémicas de las desigualdades y las
injusticias, examinando exhaustivamente las fuentes de un problema particular y los factores sistémicos e
institucionales que lo nutren. Al mismo tiempo desafían al sistema, porque no se trata de hacer que el
sistema actual sea más resistente, sino de las acciones que mejoren las condiciones presentes y que
también permitan progresivamente la construcción de un mundo diferente (Marcuse & Madden, 2016).

131
Como las producidas en el Prat Vermell en La Marina, o en la Rambla y el Raval en Ciutat Vella, por ejemplo.

174
Según los autores, estas demandas transformadoras maduran potencialidades realmente existentes a un
nivel dado de desarrollo, pero que están bloqueadas por las condiciones de dominación; y son radicales,
porque buscan abordar problemas que no están en la superficie, sino en la raíz. Siguiendo a Lefebvre,
estas demandas se expresarían en la lucha de los movimientos de base con posibilidades de chocar y
traspasar los límites de la reproducción de las relaciones de producción.

4.6.1. La producción del goce para transformar la cotidianidad


En este punto, reintroducimos la noción original del goce132 (jouissance) desarrollada por Lefebvre en
1973 como contribución a su teoría social del espacio. Se trata de un concepto capital de la dimensión
subjetiva del espacio lefebvriano y que ha pasado desapercibido para los investigadores de la obra de
Lefebvre en general, así como para los teóricos del espacio urbano en particular, y que consideramos
fundamentales para la producción de ese “otro espacio”.

Un espacio del goce no puede consistir en un edificio, un conjunto de habitaciones, lugares


determinados por sus funciones. No consiste en un pueblo, ni una pequeña ciudad. Más bien,
“será el campo o un paisaje, un espacio genuino, uno de momentos, encuentros, amistades,
fiestas, descanso, tranquilidad, alegría, exaltación, amor, sensualidad, así como, de
comprensión, enigma, de lo desconocido y lo conocido, lucha, juego. Lugares e instantes de
momentos… (Lefebvre, 1973/2014c: 152, Trad. del A.).

La producción del “espacio de goce” (Jiménez-Pacheco, 2017c) busca superar la transición de lo sensual
a lo sensorial, conteniendo a ambos elementos, haciendo uso de una multiplicidad de códigos y
codificaciones, sin privilegiar ninguno, basada en el principio de que no existe una arquitectura
simplemente codificada, sino un proceso que nace del reconocimiento de codificaciones y ritmos que
enriquecen la vida cotidiana. Cuanto mayor es la familiaridad del productor del espacio con estos códigos
y ritmos, mayor es su capacidad para elegirlos y manipularlos. De esta forma se podrá conseguir el efecto
de détournement (transformación crítica del uso)133. En su conjunto, tales fundamentos permitirán tratar
todo el espacio como una “obra” que ya no se opone al “producto”, sino como actividad productiva y
creativa que subyuga la oposición entre obra y producto134. De este modo, entendemos que la Rambla, por
ejemplo, se ha convertido en una decoración de fondo para la producción del consumo y los productos
consumibles; pero no podemos asumir la transformación de cada fragmento del Paseo en una obra única.


132
En 2008, gracias a la investigación de L. Stanek y a su intuición fruto de algunas coincidencias, se produjo el ‘rescate’ del manuscrito original
de Vers une architecture de la jouissance, del archivo personal de Mario Gaviria en el pueblo de Cortes (Navarra). El manuscrito, fue transcrito
originalmente en castellano, y finalmente vio la luz en lengua inglesa en el año 2014 bajo el título Towards an architecture of enjoyment. La
palabra “jouissance”, como explica R. Bononno (traductor del manuscrito original, quien justifica el uso del término anglosajón “enjoyment”) es
una palabra acuñada desde el psicoanálisis de J. Lacan, y para mantener su sentido exacto, ha sido traducida al español como “goce”. Para
profundizar en el desarrollo de la noción, ver: Jiménez-Pacheco, P. (2017c). El goce en el espacio. Fundamentos lefebvrianos para una
arquitectura del goce. Actas, I Congreso Iberoamericano redfundamentos (pp. 807-817). Madrid, España: Universidad Politécnica de Madrid.
133
Si un arquitecto consigue el “détournement”, al transformar algo a partir de su uso previsto, se acerca a la creación. Pero tal redirección no es
invención (Lefebvre, 1973/2014c). El término “détournement” es un concepto surgido dentro del movimiento situacionista que habla sobre la
posibilidad artística y política de tomar algún objeto creado por el capitalismo o el sistema político hegemónico y distorsionar su significado y
uso original para producir un efecto crítico.
134
La obra es única, el producto repetitivo y, por tanto, acumulativo (repetible y resultante de actividades separadas y acumulativas).

175
En consecuencia, no podremos excluir el empleo de materiales y equipos que han sido inventariados,
codificados, sujetos a operaciones técnicas. Siguiendo al teórico francés, la meta sería que lo repetitivo, el
producto, ya no domine a la obra; de esta manera, lograríamos la transición de una utopía reactiva a una
utopía concreta (Lefebvre, 1973/2014c).

Frente a esquemas conservadores en el nivel de lo urbano que plantean una continuidad que se arrastra a
través de la vida cotidiana, representada por factores de homogeneización, fragmentación y jerarquización
de la vida social, Lefebvre nos asiste con varios principios que cooperan con las demandas
transformadoras: “Igualdad contra la jerarquía”, pero con derecho a la diferencia (en el espacio y del
espacio) frente a la homogeneización generalizada. “No pretender nivelar la sociedad”, sino
monumentalizar lo social como el nivel que media entre lo económico y lo político, siendo éstos los
factores de desigualdad. “Unidad contra la fragmentación y la división”, la búsqueda y realización de esta
unidad no procede sin problemas y contradicciones dialécticas. Estos principios implican una concepción
dialéctica (no lógico-estadística) de: (a) centralidad en el espacio y el tiempo (multiplicidad de centros en
el propio centro, movilidad, dinamismo); (b) subjetividad en los sujetos colectivos que pueden
reconstruirse de acuerdo con los nuevos conceptos sustituyendo los intereses de grupo y egos individuales
(estos nuevos sujetos no son sólo las organizaciones y entidades, los habitantes de la ciudad, sino la clase
trabajadora y los usuarios del espacio como clase autónoma; y (c) sociabilidad en oposición no sólo al
individuo sino al Estado, por un lado, por tanto al tecnócrata considerado como reduccionista; y por otro,
a lo económico considerado como abstracción –intercambio y mercancía, dinero, división del trabajo
(Lefebvre, 1981/2014d).

De este modo, podemos plantear e imaginar otro espacio en la centralidad estudiada para metamorfosear
la cotidianidad de la Barcelona global, ¿es posible crear una Ciutat Vella que sea obra del habitar
productivo? Una nueva centralidad capaz de producir goce a sus usuarios, de soportar un ritmo cíclico, de
impulsos, de momentos de riesgo y pasión en la vida cotidiana. Una nueva “cultura” en la que predomine
el uso del espacio-tiempo social sobre el intercambio y las repeticiones lineales, capaz de renovar y crear
nuevas relaciones propiciadoras de la apropiación del espacio. En este sentido, la incorporación del
ritmoanálisis para cartografiar y poner en valor lo vivido, la espontaneidad creadora, la resistencia y los
conflictos resulta de gran utilidad. Hay que recordar de no debemos distraernos ante las trampas, ni omitir
las contradicciones desveladas, por ejemplo, aquella en la cual, el espacio de juego (lúdico), donde el
cuerpo se redescubre en el redescubrimiento del uso, se convierte en una oportunidad de lucro, que
somete al potencial de goce a si mismo y lo degrada. Asimismo, la ocupación del espacio por los flujos
del circuito inmobiliario–financiero operando a través del sistema de promoción y la propiedad privada
significa control, es decir, el fin de la libertad que es indispensable para el goce pleno. Se ha demostrado
que tal ocupación siniestra de lugares y espacios de ocio como el casco antiguo de Barcelona tiene
consecuencias para la vida cotidiana. De hecho, en las profundidades del desaliento, la monotonía y el

176
aburrimiento, la gente de la vida cotidiana tiene fe en los lugares desocupados y en el tiempo libre, en las
actividades libres, es decir, en las actividades lúdicas. Lo lúdico puede ser recuperado, y ha sido en gran
medida. Sin embargo, también sigue siendo la arena y la apuesta de otros conflictos como la
gentrificación y la turistificación que nos devuelven al espacio fragmentado, homogeneizado y desigual.

Este estado de cosas crea la necesidad de unos ritmos potenciales diferenciales tanto en el centro (Ciutat
Vella) como en la periferia (Prat Vermell) estudiados, pero hablamos del ritmo del habitar como un acto
poietico, sin excluir la fiesta recuperada de la comercialización y restaurada en sus signos de ruptura,
transgresión, éxtasis, –sin temer que la ruptura tome formas anormales, incluso mórbidas– expresaba
Lefebvre.

Entre los griegos, el dionisíaco no se sometió a la pura idea de la belleza. Las bacantes, vagando
por el campo, gritando, diabólicas, desgarrando en pedazos a los seres vivientes con los que se
encontraban, no estaban obligadas a ser ‘hermosas’. Incluso entonces, no se trataba de una
ruptura con la vida cotidiana, sino de un retorno a las fuerzas cósmicas… (Lefebvre,
1981/2014d).

4.6.2. El derecho a la ciudad de facto

Los ‘derechos’ necesarios, desde el habeas corpus hasta el derecho a la ciudad, ya no son
suficientes. También hace falta que lo urbano se haga amenazador… Esa revolución total y
planetaria, económica, demográfica, psíquica, cultural, etc., es, hoy por hoy, por excelencia, lo
imposible-posible (¡la posibilidad, la necesidad y la imposibilidad!). Nada más cercano, nada
más urgente (Lefebvre, 1972/1976a: 8).

En el mes de junio del 2017, la Diputación y el Ayuntamiento de Barcelona organizaban un amplio
coloquio denominado “Del Civisme al Dret a la Ciutat” con el involucramiento de varias organizaciones
sociales 135 , académicos y dependencias administrativas, que proponía como marco general no
precisamente la reivindicación de las luchas contra la violencia urbanística o la violencia inmobiliaria,
sino más bien, la ineficacia institucional a través de los códigos del civismo para administrar los
conflictos en la ciudad en materia de “convivencia en el espacio urbano”. Además, su objetivo no sería la
búsqueda de mecanismos para empoderar a los colectivos o profundizar en el análisis de la comprensión
de los conflictos relativos a la vida social en el espacio urbano. Por tanto, ¿de qué “derecho a la ciudad”
hablamos? Creemos necesario entender los esfuerzos que están haciendo las instituciones por despojar del
sentido revolucionario al derecho a la ciudad en sentido opuesto al movimiento propuesto por Lefebvre
en 1970, relacionado con el ejercicio (más subversivo) individual y colectivo de apropiación de los
conflictos, en un proceso que va desde la imaginación hasta la producción social y autogestión del
espacio con el fin último de transformar sus propias vidas. Esta fenómeno institucional se aclara mejor a


135
Mustapha Aoulad, Presidente de SAFI (Stop als Fenòmens Islamòfobs) en Catalunya; Lamine Bathily, Portavoz del Sindicat Popular de
Venedors Ambulants; Janet Mérida, Trabajadora sexual y miembro de la Assemblea d'activistes Pro-Drets de las treballadores sexuals de
Catalunya; etc.

177
propósito de otro coloquio internacional, esta vez en París, titulado “Derecho a la ciudad en el sur,
experiencias urbanas y racionalidades de gobierno”, que tuvo lugar en el mes de noviembre del mismo
año, organizado por la Universidad de Paris Diderot junto con la municipalidad y otras instituciones.


Fig. 48. Infografía de red colectivos en Barcelona organizados frente a las condiciones de la vivienda. Fuente: Espai Comunal
La Rimaia, 2017.

Este encuentro buscaba entender las relaciones entre las prácticas cotidianas de los habitantes de las
ciudades y las racionalidades gubernamentales. A primera vista, la relación propuesta era interesante, en
favor de cómo se explique ésta. Así, este encuentro llegó a plantear el “derecho a la ciudad de facto”, que
según los organizadores, designaría un proceso de ordenamiento social y espacial que emerge de las
interacciones entre la acción pública (diseño de las políticas públicas, prácticas de los agentes del Estado)

178
y las prácticas cotidianas de los ciudadanos, al establecerse como rutinas reconocibles. Por consiguiente,
esto implicaría identificar: “la participación ciudadana en la construcción de un orden social y espacial en
la ciudad mediante, entre otras cosas, la repetición cotidiana de gestos, la consolidación de redes y
conexiones sociales, el cumplimiento de las reglas de convivencia, y los medios de ocupar y apropiarse
del espacio”; es decir, lo que, en la experiencia de la vida urbana, conduce a la formación de una
concepción normativa y predecible de nuestra existencia en la ciudad. En última instancia –pero en
última– esta noción del “derecho a la ciudad de facto” cuestionaría también las temporalidades de estos
procesos y sus modos de institucionalización en el tiempo. Los debates, de acuerdo a la perspectiva del
coloquio, recordaron que son los habitantes, a través de sus prácticas espaciales en la ciudad, quienes
experimentan el proceso de exclusión social, relegación, marginalización, pero también de inclusión
política y social, de afirmación de formas de ciudadanía, en parte local, cuyos contenidos siguen
sumamente difíciles de interpretar (y en lo cual el ritmoanálisis podría ayudar).

Conforme a esto, el “derecho a la ciudad de facto” implicaría considerar fundamentalmente las prácticas
urbanas en sus dimensiones predecibles, aunque también subversivas para poder interpretarlas, es decir,
capturarlas en el nivel institucional. Así, las prácticas urbanas parecen constituirse en objetos de estudio
privilegiados para profundizar la reflexión en torno al derecho a la ciudad, entendido no como el
resultado de conflictos políticos abiertos (movilizaciones, luchas urbanas...) sino como un proceso de
ajuste entre las experiencias urbanas y la producción normativa de las racionalidades gubernamentales.
Estos planteamientos que buscan comprender, a través de posibles arreglos normativos, el mal
denominado derecho a la ciudad de facto, son armónicas con las teorías post-neoliberales y ciudadanistas
de pacificación urbana y adaptación cívica en Barcelona con el epílogo de más control; en menoscabo de
la posibilidad de explorar un verdadero derecho a la acción de facto en el que las instituciones serían, en
primer término, las obligadas a comprender y adaptarse a determinadas situaciones insurgentes halladas
fuera de la legalidad.

¿Existen otras formas de resistencia y ofensiva contra la violencia “legal” de los sistemas de promoción
inmobiliaria y de consumo del espacio alejadas del reformismo paliativo? Apilánez (2017) menciona que
el “Sindicato de Inquilinas de Gran Canaria” (SIGC), creado el 21 de enero de 2017, se asocia con mucha
más “justicia histórica” que el sindicato barcelonés al movimiento anarcosindicalista de los años 30. En la
sección “Finalidades y medios” de su declaración de principios aparece el siguiente postulado:

El objetivo del sindicato es garantizar para todas las personas sin recursos una vivienda digna.
Intentará lograrlo organizando a l@s afectad@s, promoviendo en ell@s la necesidad de
entender sus problemas como un conflicto colectivo, tejiendo redes de solidaridad y apoyo mutuo
y reforzando la idea autonomista de que les corresponde a ell@s resolver, sin delegar, sus
propios problemas (SIGC, 2017).

179
En apariencia, el diagnóstico y las estrategias tienen una familiaridad con las organizaciones de tradición
quincemayista de Barcelona, Madrid o Málaga136. Sin embargo, el ideario del Sindicato canario excluye la
confianza en la vía legalista-institucional con sus vanas esperanzas de alterar el statu quo a través de la
presión sobre los poderes del Estado. A años luz de quienes –como BeC– ven en el “respetable anhelo a
tener una vivienda propia” un legítimo ideal de vida, las actuaciones de este Sindicato reflejan la
necesidad de luchar sin rebajarse ni desnaturalizarse con la tentación reformista137. Ni una sola mención a
reformas legislativas ni a recurrir a las palancas de la política oficial. Aspiran a crear una organización
que no les reduzca a simples reguladores de las desigualdades del sistema, con “una estrategia que ponga
sobre la mesa la necesidad de probar otras alternativas de gestión de la vivienda, que aspire a que ésta se
dé de forma directa por parte de los vecinos sin injerencias de intereses privados y que plantee la
necesidad de que las decisiones sobre las viviendas las tomen quienes las habitan” (SIGC, 2017).

Para el SIGC se trata de aprovechar las perspectivas transformadoras y de movilización social que abre el
frente de lucha por la vivienda, una problemática que implica a todos los mecanismos coercitivos del
sistema, enlazados por los flujos que recorren el circuito inmobiliario–financiero, incluyendo a las fuerzas
de seguridad. Esto implicará la organización de los afectados, promoviendo en ellos la necesidad de
entender sus problemas como un conflicto colectivo, tejiendo redes de solidaridad y apoyo mutuo y
reforzando la idea autonomista de que les corresponde a ellos resolver, sin delegar, sus propios
problemas. El Sindicato canario propugna así, la defensa del i-legalismo como principio de actuación;
acompañado, cuando sea necesario, del recurso siempre táctico a la legalidad y a los resortes
institucionales como mecanismos para aprovechar el lado garantista que –a pesar de su carácter de clase–
tiene la legislación de una “democracia profesional”. Se trata pues de evitar la doble tentación del
infantilismo revolucionario y de la institucionalización domesticada: las dos cámaras a través de las que
se encierra y desactiva la posibilidad práctica de incidir en la transformación sustancial de la vida
cotidiana (Apilánez, 2017). La práctica, breve pero fructífera del Sindicato canario, demuestra la
necesidad de poner en jaque a la constelación jurídico-policial de blindaje de la sacrosanta propiedad
privada, lo cual exigiría:

… poner el acento en el papel neurálgico de la okupación como herramienta política y no meramente


asistencial. En lugar de una concepción defensiva de la okupación, como medio de realojo de las
víctimas de la violencia inmobiliaria ante la falta de alternativas habitacionales –enfoque
característico de la PAH–, se trata de recurrir a la okupación política como herramienta de
socialización y arma de lucha contra el establishment: la ‘Comunidad la Esperanza’, la mayor
comunidad okupa de España y la sede del sindicato canario, es el símbolo del intento de trascender el
cariz paliativo del realojo mediante el carácter combativo de la okupación política como revulsivo
para aglutinar colectivos y unificar las luchas (Apilánez, 2017:17).


136
Ver Sindicatos de inquilinos: Málaga, https://inquilinatomalaga.org/; Canarias, https://sindicatodeinquilinasgc.noblogs.org/principios/; Madrid
http://www.inquilinato.org/; y Barcelona, https://sindicatdellogateres.org/
137
Ruymán Rodríguez, uno de los portavoces del Sindicato relatando sus experiencias de activismo social, describe las herramientas que sirven
para la aplicación práctica de tales principios: “Socializamos suministros, paramos desahucios, realojamos familias sin techo, recurrimos a
huelgas de alquileres… Queremos ser el tipo de herramienta que era el sindicalismo anarquista en los años treinta pero adaptada a los tiempos
que corren” (Apilánez, 2017).

180
Las prácticas comunitarias que se producen en “La Esperanza” ofrecen atisbos de las potencialidades de
desarrollo de la vida social, sin las bridas y camisas de fuerza que las reglas del juego imponen en la
sociedad alienada con sus miserias cotidianas. A pesar de su condición minoritaria, el solo hecho de crear
entornos autónomos donde se abran las brechas para desarrollar actividades que impliquen cooperación,
apoyo mutuo y estímulo de tejidos asociativos y vecinales supone la puesta en cuestión de los cimientos
de la producción capitalista del espacio y de los pragmáticos consejos de los reformistas. Esta apertura de
lo posible, ha logrado también que en pleno centro de Madrid, el colectivo humano de “La Ingobernable”
–gracias a sus pulsiones y deseos, a la rabia y las necesidades– se atreviera a ocupar un inmueble vacío138.
Allí se materializan la producción del cuerpo, de los espacios de representación para una realidad actual y
no de representaciones del espacio, ni de símbolos mercantilizados; la producción de lo práctico sensible,
de lo posible-imposible, de las máximas diferencias, y sobre todo, de las nuevas relaciones sociales (de
apropiación y no de propiedad). En fin, se concreta en esa escala, la producción del “espacio social
radical” por la vía del verdadero “derecho a la ciudad de facto”.

Finalmente, para procurar llevar este derecho más allá de su raíz interpretativa, Merrifield (2017) nos
recuerda que Lefebvre fue un hombre de los márgenes, a saber, periférico139; su derecho a la ciudad era un
ideal concebido desde la periferia, por tanto, su objetivo fue facultar a los de las “afueras” para entrar en
la vida urbana. El derecho a la ciudad puede parecer un tipo de derecho humano borroso, pero es muy
concreto, explica Merrifield:

Significa el derecho a vivir la ciudad como propia, a vivir para la ciudad, a ser feliz allí. El
derecho a una vivienda asequible, una escuela decente para los niños, servicios accesibles,
transporte público confiable. El derecho a tener su horizonte urbano lo más ancho o estrecho
que se desee. Esto podría significar lealtad al vecindario, a su calle y edificio, pero también a lo
que hay más allá. El conjunto urbano debe ser de uno, para mudarte, para explorar, poseer,
sentir que tienes algo en juego, si lo deseas. Por lo tanto, participar no significa necesariamente
involucrarse en política todas las noches, tocando puertas y yendo a reuniones; también puede
significar un sentido de pertenencia al ámbito urbano, ser activo en su bienestar. Significa que
sientes cierto sentido de propósito compartido y colectivo, que no estás alejado de los asuntos de
la ciudad (Merrifield, 2017).

Su intuición le permitió a Lefebvre observar que la “democracia profesional” reproduce sus propias
costumbres de gestión y dominación. No es exagerado decir que los derechos formales de los ciudadanos
continúan siendo reducidos, junto con el alcance para ejercer esos derechos. Lefebvre pensaba que se
requería una nueva visión, un nuevo tipo de ciudadanía y apropiación. En 1989, en su último ensayo,
titulado “Quand la ville se perd dans une métamorphose planétaire”, afirmó que el derecho a la ciudad
implica nada menos que una “concepción revolucionaria de la ciudadanía”.


138
Para profundizar en el proceso de ocupación y actividades que se desarrollan en La Ingobernable, ver: https://ingobernable.net
139
En su entrevista autobiográfica publicada en el libro Tiempos equívocos (1975/1976b), cuando le preguntan ¿qué sucedió a los veinte años
cuando llegó a París? Responde: “en primer lugar, un paréntesis: yo jamás he creído en el parisianismo; que París se crea el ombligo del mundo
me ha irritado siempre. Aunque haya hecho mis estudios, primero en el liceo Louis-le-Grand y después en la Sorbona, sigo siendo provinciano.
Soy periférico (Lefebvre, 1975/1976b: 34).

181
El movimiento dinámico de la máquina urbana con su fuerza totalizadora que se desprende de los
procesos de urbanización capitalista producen lo que Lefebvre llamó un “residuo”. A medida que el
espacio urbano se expande, se empuja implacablemente así mismo hacia el interior rural, al tiempo que
expulsa a las personas que ya no son convenientes ni útiles. Los “residuos” son personas que sienten la
periferia dentro de ellos, incluso si a veces se encuentran en el núcleo. Por ejemplo, la Rambla de
Barcelona y otros espacios de Ciutat Vella congregan esos “residuos”: trabajadores precarios y reducidos
a una economía informal y un concierto de trabajadores en el sector de pequeños servicios. Los
“residuos” son trabajadores sin regularidad, sin salarios y seguridad, sin beneficios y pensiones; son
refugiados rechazados y reprendidos, retratados y patrullados sin importar dónde vaguen. Son personas
obligadas a abandonar la tierra, expulsadas de sus viviendas por los mercados de propiedad y desalojos
violentos, cuyas casas han sido reformadas, cuyo espacio habitable se tambalea entre el borde económico
y su supervivencia cotidiana que depende de una decisión política.


Fig. 49. Cotidianidad de la Rambla. "Mantas en el centro". Fuente: La Vanguardia, 2015.

En el artículo de Merrifield, este derecho a la ciudad se amplía para aquellos que han sido expulsados, los
“residuos” que reclaman, o claman por primera vez, su derecho a una vida urbana colectiva, a una
sociedad urbana que están creando activamente y en la que hasta ahora les han sido privados de sus
derechos. Bajo esta apariencia, la figura de una ciudadanía revolucionaria se encuentra dentro y más allá
de un pasaporte, dentro y más allá de cualquier documentación oficial; no expresa un derecho legal
otorgado por ninguna institución del estado nación burgués. Incluso podríamos decir que una “ciudadanía
revolucionaria” no es un derecho en absoluto: tiene que ser luchada, tomada, recreada de nuevo, y no por
un sello de goma. De lo que estamos hablando es de una ciudadanía sin bandera, sin un país, sin fronteras.
Los “ciudadanos de las sombras” son la nueva norma, la nueva posición predeterminada global. Por lo
tanto, los “residuos” no son ahora meramente la secreción de la ciudad, sino su propia sustancia. En
consecuencia, ese verdadero “derecho a la ciudad de facto” también puede ayudarnos a crear nuevas
formas de organización y el “nuevo sujeto colectivo”. Como plantea Merrifield, tal vez lo que se necesite

182
ahora, “cuando nuestra democracia es licitada, es algún tipo de ágora de los nuevos ciudadanos, un ágora
de los ‘ciudadanos sombra’, un lugar donde un público fantasma podría constituir una ciudadanía sólida,
una ciudadanía revolucionaria…” (Merrifield, 2017).

La utopía filosófica, como la utopía tecnocrática, deben superarse en nombre de la vida


cotidiana, ente otras cosas, esto también implica una forma de vida diferente, que se extiende a
la creación de un nuevo espacio social, un tiempo social diferente; la creación de un modo
diferente de existencia de las relaciones sociales y de situaciones diferentes, liberado de modelos
que reproducen el orden existente (Lefebvre, 1981/2014d).








































183

















































184





















CONCLUSIONES
GENERALES

185
186
¿Pero cómo podemos limitar y suprimir la propiedad del espacio? Tal vez, recordando los
escritos de Marx y Engels: un día en efecto, vendrá la propiedad privada de la tierra, de la
naturaleza y sus recursos, lo que parecerá tan absurdo, tan odioso, tan ridículo como la posesión
de un ser humano por otro.

Lefebvre, 1975.

¡Qué buen negocio, el espacio! El que se vende y se compra. El que amplía el mundo de la
mercancía. Y al mismo tiempo, permite controlar las fuerzas sociales que podrían oponerse al
poder político establecido. Así se inaugura el modo de producción estatal.

Lefebvre, 1978.

Procesamiento del sistema teórico crítico

Apoyados en el estudio epistemológico se propuso la noción del “espacio radical humano” como un
objeto posible (virtual) al servicio de la transformación de la vida y la resistencia de la comunidad
humana, tal noción teórica se desarrolló en la investigación dentro del sistema teórico crítico abierto,
actuando como base de las fases genealógica y crítico-pedagógica. El estudio epistemológico buscó
entender y exponer el método de Lefebvre para analizar el espacio urbano con su realidad formal y
material y sus atributos (interpenetración y superposición) en la realidad social. De ese modo, adoptamos
el método tripartito (formal, funcional y estructural) de análisis, apoyado eficazmente en otros esquemas
metodológicos lefebvrianos para la comprensión simultánea de una realidad urbana compleja. Fruto de la
comprensión del contexto y las relaciones lefebvrianas estudiadas en el componente genealógico y de las
reflexiones propias, pudimos actualizar el objeto virtual original y postular el “espacio social radical”
como objeto teórico estratégico. A partir de aquí, verificamos que el funcionamiento simultáneo de estas
clasificaciones proporciona una malla que ordena la complejidad lefebvriana del análisis espacial
tripartito, de una manera aceptable, en la búsqueda de una “ciencia del uso del espacio social”.

La etapa crítico-pedagógica siguió un proceso histórico de dos tramos de la urbanización capitalista en


Barcelona: el primer tramo, desde la explosión definitiva de Ciutat Vella en los años 90, resultado de la
ejecución del proyecto urbano neoliberal, hasta la Barcelona global de la crisis financiera-inmobiliaria del
2008. Desde este momento crítico se confirma la preparación del terreno urbano para la recomposición
del capital en el espacio social actual, confinando el segundo tramo del proceso que hemos denominado
“postneoliberalismo urbano” y que viene atado a la emergencia –no únicamente de las clases populares,
sino también de las capas medias– por habitar en la ciudad. Una vez alcanzado el final del capítulo cuarto,
tenemos razones para considerar que el aparato teórico crítico lefebvriano –especialmente, la
profundización en su teoría y métodos de análisis del espacio social– resulta sumamente útil para el
análisis crítico de la ciudad contemporánea global en el ámbito de lo que consideramos la verdadera
batalla frente la urbanización capitalista.

187
Primero, el método de Lefebvre, al mismo tiempo que guía el proceso y el diseño de investigación, al no
ser un sistema cerrado, crea la brecha para una pluralidad metodológica de orientación transdisciplinaria,
sin que esto socave la rigurosidad empírica de la investigación. Segundo, los contenidos epistemológicos
(del espacio radical humano tratado como un todo en su teoría social del espacio) y los genealógicos
(pertenecientes a una “tradición lefebvriana”), son eficazmente confrontados con la complejidad de la
“realidad” actual de Barcelona; demostrándose la instrumentalidad pedagógica del estudio de caso. En
tercer lugar, allí donde la problemática urbana no es observada, mucho menos resuelta por el
planeamiento municipal, mientras la voluntad política (a pesar de su esquema reformista) se muestra
contradictoria o sencillamente frágil, la exposición del análisis ha sido capaz de desembocar, bajo la
tutela del propio Lefebvre, en un discurso “globalizador” de las luchas locales por el ejercicio del derecho
a la producción del espacio social radical. Finalmente, hay que reconocer la problemática que representa
el tratamiento del pensamiento de Lefebvre como un proyecto no fragmentado para el dimensionamiento
de investigaciones cortas (como un artículo científico, por ejemplo) en las que sabemos que nunca cabrá
todo. Sin embargo, al haber tomado las precauciones necesarias, refrendamos (como lo han hecho en el
número especial Urban Planning and the Spatial Ideas of Henri Lefebvre de la revista Urban Planning,
3(2), 2018, sobre las ideas lefebvrianas en el nuevo planeamiento) la efectividad de la matriz trabajada en
la experiencia de nuestro estudio de Barcelona, para confiarla al análisis de otras realidades urbanas
sometidas a la violencia capitalista.

Teoría social del espacio

Del balance epistemológico se confirmó que con la irrupción de mayo de 68 se postula el proyecto teórico
del “espacio social” lefebvriano. De manera general, un año antes, Lefebvre proclama el “derecho a la
ciudad” y termina participando lateralmente en los acontecimientos de mayo. En 1970 crea el marco de la
urbanización planetaria y de la sociedad urbana; inserta la emergencia de lo urbano, la cuestión del
espacio social, y el “derecho a la diferencia” con su Manifeste différentialiste. En 1971, dando un paso
certero en la teoría de Marx, revela los límites de la supervivencia del capitalismo en la reproducción de
las relaciones sociales de producción. Desde su Espace et politique, subtitulado como El derecho a la
ciudad II, Lefebvre entiende en 1972 por varias razones (principalmente, debido a la apropiación
institucional del concepto), que este derecho no es suficiente, y plantea la urgencia de que lo urbano se
torne amenazante; dando como resultado, la publicación de su teoría unitaria de la producción del espacio
en 1974. En este momento, participa en la discusión de un programa común insertando la idea de un
espacio socialista en los debates de los partidos de la izquierda francesa. Su proyecto desemboca, desde la
segunda mitad de la década de 1970, en la revelación del modo de producción estatal de un espacio
neoliberal emergente, y plantea la exigencia de un proyecto global, el de “otra sociedad en otro espacio”.

188
Es necesario examinar cuatro desarrollos conceptuales que le proporcionan mayor originalidad y
radicalidad al espacio social lefebvriano:

1) Lefebvre entiende que un factor clave en la supervivencia del capitalismo, son los límites que no
logramos traspasar en la reproducción de las relaciones de producción, no de los medios de producción o
de las fuerzas productivas, sino de las relaciones sociales. El teórico francés sostiene que la totalidad del
espacio se convierte en el lugar de reproducción de las relaciones sociales de producción. Es decir, se
logra a través de diversos procedimientos, especialmente por y en el espacio. Luego, sugiere que tenemos
un espacio instrumental que fue generado por el capitalismo en los años 60, como una estructura de la
reproducción de las relaciones de producción neocapitalistas. A juicio de Lefebvre, en la reproducción de
las relaciones de producción, lo cotidiano y lo urbano se combinan, es decir, una renovación del centro
hacia una ciudad que controla las periferias, la producción de un espacio jerárquico, funcionalizado por
una localización de la funciones y los grupos severamente controlados desde arriba. Por tanto, un espacio
social como lugar del Poder. Desafortunadamente, mientras los ideólogos discutían el concepto de
estructura en los años sesenta, los capitalistas y el Estado hicieron su tarea y organizaron el espacio (no
sin dificultades, conflictos y nuevas contradicciones) para seguir controlando dicha reproducción. Dada la
confirmación de sus argumentos, podemos sostener que a partir de 2008, comenzó la producción de un
nuevo espacio global que se está organizando para que el capitalismo funcione cómodamente en la era
post-neoliberal.

2) Vers une architecture de la jouissance es una parte fundamental en la construcción epistemológica del
espacio social lefebvriano hacia la producción de un “espacio diferencial”. Este manuscrito poco
conocido de Lefebvre que difumina la arquitectura llenando el espacio de goce (jouissance), nos
aproxima a la cuestión arquitectónica como una práctica poética capaz de transfigurar lo cotidiano y
transformar los residuos dejados por el conocimiento, sin otros supuestos que la capacidad de captar la
experiencia vivida en sí misma para superarla. Entre otras disciplinas como la filosofía, la semántica, la
historia, etc., serán las consideraciones de la psicología y del psicoanálisis, especialmente, las que
permitan a Lefebvre revelar el contenido y la función del “goce” en el espacio. En su desarrollo, Lefebvre
consigue llevarnos al espacio arquitectónico (del orden cercano) y al paisaje o la ciudad (del orden
lejano), y hacer su traducción en el efecto arquitectónico a través de diversas “categorías paradigmáticas”,
como el cuerpo y no cuerpo, lo sensual-sensorial, las utopías abstractas y concretas, o lo simbólico-
analógico. El esfuerzo de Lefebvre por no caer en clasificaciones que puedan reducir tales categorías, lo
conducen a esbozar algunos principios y advertencias para empezar a entender una “arquitectura del
goce”, con un mensaje nítido para los arquitectos que como productores del espacio y agentes de la utopía
concreta estarían destinados a preparar o guiar la realización de ese goce (que solo puede surgir o
restaurarse en el cuerpo).

189
3) La importancia de la comprensión dialéctica de la Tríada Hegel-Marx-Nietzsche, juntos en el estudio
lefebvriano del fin de la historia (explicada coma la historicidad dominada por su fin), así como, en la
teoría unitaria del espacio social lefebvriano. Del análisis destacamos cuatro ideas de Nietzsche que lo
distinguen de Hegel y de Marx, y que Lefebvre diferencia para su itinerario subjetivo del espacio: la
abolición de la historia y la historicidad para abrir el camino de lo posible, (Consideraciones
intempestivas I, 1873); el “sí” a la vida, y el trágico optimismo, (La gaya ciencia, 1882); la repetición
creativa de las diferencias en el concepto del eterno retorno, (Así habló Zaratustra, 1883-1885); y la
conexión de la emoción con el espacio a través del cuerpo, (La voluntad del poder, 1893-1910). Por otro
lado, Lefebvre muestra a Hegel como el enemigo que sólo puede combatirse con sus propias armas: el
Estado; por tanto el teórico francés estará en constante mediación con Hegel, desde su “dialéctica” y
“abstracción concreta”, pasando por la “totalidad”, el tiempo (pre-histórico y post-histórico) e incluso su
estética. Por último, Marx parece la única posibilidad de abrir una brecha a través de la dura realidad de
lo cumplido. ¿Quién abre el camino de lo posible? ¿Quién limpia el camino del futuro sino el trabajo y los
trabajadores? Marx designa la posibilidad objetiva de una brecha, posibilidad social y política que sólo
una clase revolucionaria puede poner en práctica; y Nietzsche, revela la posibilidad subjetiva de una
brecha, desplegando la adhesión al presente en un cuerpo, el “si” a la vida. De este modo, vemos como se
revela un espacio de triple fundamento: por un lado, planetario, consumado, contradictorio y repetitivo.
Al mismo tiempo, capaz de producir y soportar nuevas relaciones sociales (como las autogestionarias) y
nuevas diferencias objetivas que abran la posibilidad social y política para que una clase revolucionaria
pueda llevarlas a cabo. Y finalmente, capaz de inspirar una práctica poética creadora de diferencias
subjetivas por la vía del arte y la apropiación del cuerpo.

4) Lefebvre desarrolla teóricamente la estrategia contra-espacial para superar la oposición típica entre
“reforma” y “revolución”, al introducir la idea de la producción de un “contra-espacio” en la realidad
social. La estrategia se activa contra el espacio abstracto, contra la cantidad y la homogeneidad, contra el
poder y la arrogancia del poder, contra la expansión sin fin de la rentabilidad privada e industrial, contra
los espacios especializados y una restringida localización de la función. Resultando, sin embargo, que no
todo proyecto alternativo es un “contra-espacio”. Naturalmente, un “contra-espacio” y un
“contraproyecto” pueden también simular el espacio existente, incluso parodiándolo, lo que demuestra
sus limitaciones, sin que logre escapar de sus garras (por ejemplo: los espacios lúdicos, espacios de ocio:
culturales, históricos, etc.). Por último, no se puede soslayar la autogestión en la teoría social de Lefebvre,
en un contexto en el que se decanta por un socialismo más anarquizante, habiendo sido expulsado en
1958 del PCF, y luego ponderado de cerca los procesos autogestionarios del socialismo federativo
yugoslavo; considerando, frente a una exigua descentralización del Estado (tanto burgués, como
socialista), que los poderes locales podrían ser unos buenos aliados de los movimientos de base en la
lógica de sus demandas por una verdadera descentralización en el horizonte de una praxis autogestionaria
generalizada.

190
Para habilitar un punto de partida en la emergencia de una teoría social del espacio en los años 70, es
necesario destacar la máxima de Lefebvre escrita en la introducción de su obra Espacio y Política (1972):
“…Los derechos necesarios, desde el habeas corpus hasta el derecho a la ciudad, ya no son suficientes.
También hace falta que lo urbano se torne amenazador” (1972/1976a: 8). Para llenar esa escasez o ciertas
insuficiencias luego de la irrupción de Mayo de 1968, Lefebvre plantea un retorno a la dialéctica desde la
crítica radical al introducir la condición bajo la cual el análisis de un espacio conduce hacia la relación
dialéctica “mandar-demandar”, con sus consiguientes preguntas: ¿quién?, ¿para quién?, ¿por qué? y
¿cómo? Cuando cesa esta relación dialéctica, es decir conflictiva, cuando no hay sino demanda sin orden,
u orden sin demanda, entonces la historia del espacio también cesa. Esta situación daría pie a lo que
Lefebvre considera una “actividad revolucionaria”, que entre otras cosas, debe intentar traspasar los
límites de lo cualitativo (calidad) y de la reproducción de las relaciones sociales de producción, poniendo
en tela de juicio el proceso de crecimiento cuantitativo, no solo con el objeto de quebrarlo, sino para
identificar sus virtualidades (indicaciones para el futuro).

De forma paralela, sobre un abanico de conceptos que designan el espacio mental, físico y social,
Lefebvre plantea la necesidad de una ciencia del uso del espacio, lo que implica primero el
aprovechamiento del conocimiento sobre la producción del espacio, sus contradicciones y la declaración
de un espacio contradictorio confrontado con obstáculos no resueltos en la supervivencia del capitalismo
a través de la reproducción de las relaciones de producción neocapitalistas en el espacio urbano. Lefebvre
observó con agudeza en el campo del conocimiento del espacio que la esfera global era abandonada,
aceptando la fragmentación y recogiendo las piezas sueltas, o también la totalización arbitraria de esas
piezas por una u otra especialidad. Por tanto, esta ciencia del espacio sería una ciencia del “uso”. Mientras
que las ciencias especializadas, se prefieren como ciencias de intercambio, la tendencia lefebvriana
estaría interesada en la materialidad, la cualidad sensible y la naturalidad, enfatizando en la segunda
naturaleza: la ciudad, la energía urbana y social, otorgando a la “apropiación” un estatus teórico y
práctico.

El círculo se completa (pero no se cierra) con la definición de la “producción del espacio”, como una
expresión que marca un paso hacia delante en la reflexión arquitectónica y urbanística, rebasando esos
ámbitos y haciendo recaer su peso sobre el conjunto de la sociedad. Significa que no se considera al
espacio como un “dato a priori”, sino más bien se ve “en” el espacio el despliegue de una actividad social.
Lefebvre establece, pues, la teoría por la cual comprendemos que toda sociedad produce “su” espacio o,
si se prefiere, toda sociedad produce “un” espacio. De este modo, su teoría social del espacio abarca por
una parte el análisis crítico de la realidad urbana y, por otra el de la vida cotidiana; en efecto, lo cotidiano
y lo urbano vinculados de forma indisoluble, a la par productos y producción, ocupan un espacio social
generado a través de ellos y de manera inversa. El análisis comprende el conjunto de las actividades de la

191
práctica social, habida cuenta de que se intrincan en un espacio complejo, urbano, cotidiano,
garantizando, hasta cierto punto, la reproducción de las relaciones sociales de producción. Por medio de
ese espacio, de su crítica y de su conocimiento se alcanzan lo global y la síntesis teórica.

Así, esta teoría social del espacio, descubre que el espacio social no se reduce ni a los objetos que
contiene ni a su mera agregación. Estos objetos no son sólo cosas sino también relaciones. Por lo tanto, en
su realidad material, el espacio es también una relación social, pero inherente a las relaciones de
propiedad. Además, el espacio social está ligado a las fuerzas productivas (que conforman la tierra y el
suelo). Vemos, pues, que el espacio social manifiesta su versatilidad, su “realidad” tanto formal como
material. Producto utilizado y consumido, el espacio social es también medio de producción: redes y
flujos que determinan el espacio y son determinados por él. En consecuencia, este medio de producción,
producido como tal, no puede separarse de las fuerzas productivas, incluidos las técnicas y los
conocimientos, ni separarse de la división social del trabajo que lo modela; ni de la naturaleza, ni del
Estado y de las superestructuras de la sociedad. Así, el concepto de espacio social se desarrolla a través de
su expansión y en consecuencia se introduce en el concepto de producción, convirtiéndose en parte
esencial de su contenido.

Sus estudios lo llevan a fijar ciertos atributos al espacio social. Hasta ahora sabemos que el espacio social
proviene del cuerpo (humano); que es el lugar de la vida social, de la sociedad; y también es una relación
social en una realidad formal y material. La génesis del orden lejano sólo puede ser explicada por el orden
cercano, el orden del cuerpo. En el propio cuerpo, considerado espacialmente, por tanto, las sucesivas
capas de sentidos prefiguran las capas del espacio social y sus conexiones. Se revela así, que no hay un
solo espacio social, sino una multiplicidad ilimitada, un conjunto innumerable. Durante el crecimiento y
desarrollo no desaparece ningún espacio: lo global no suprime a lo local. Así, el espacio social, y
especialmente el espacio urbano, emerge en toda su diversidad –y con una estructura mucho más parecida
a los pasteles de mil hojas (mille-feuille) que al espacio homogéneo e isotrópico de la matemática clásica
(euclidiana/cartesiana). Los espacios sociales se interpenetran entre sí y/o se superponen unos a otros. No
son cosas que se delimitan mutuamente y que colisionan debido a sus contornos o como resultado de la
inercia. El principio de interpenetración y superposición de espacios sociales contiene una indicación útil:
cada fragmento de espacio deducido por el análisis oculta no una relación social, sino una multiplicidad
que el análisis puede revelar potencialmente.

En comparación con la realidad, el espacio social tiene una relación metodológica y teórica con tres
conceptos generales: forma, función y estructura. Es decir, cualquier espacio social puede convertirse en
el objeto de un análisis formal, estructural y, finalmente, un análisis funcional. En ese caso, cada uno
proporciona un código y un método para descifrar lo que a primera vista parece impenetrable. El análisis
formal, estructural y funcional no puede realizarse sin reservas como método capaz de descifrar un

192
espacio social. Este "esquema de rejilla" permite que pase lo esencial. Uno puede adoptar este enfoque y
emplear el mejor modo de hacerlo, pero actuando con precaución. Este análisis tripartito no elimina la
necesidad de estudiar las escalas, proporciones, dimensiones y niveles. Esta tarea se realiza mediante el
análisis estructural, relacionado con los vínculos entre el todo y las partes, lo macro y lo micro. Tanto en
el campo metodológico como en el teórico, este análisis debe complementar los otros, no abolirlos.
Corresponde a este análisis definir el todo (lo global), descubrir si implica alguna lógica, es decir, una
estrategia, así como un simbolismo. Además Lefebvre se apoya en clasificaciones complementarias: las
propiedades del fenómeno urbano y las dimensiones (semánticas) del espacio urbano. En la etapa
pedagógica confirmamos que la operación simultánea de los tres esquemas proporcionan una “rejilla” que
ordena eficazmente la complejidad del análisis espacial. Para su correcta aplicación Lefebvre propone los
niveles (P-m-G). La jerarquía de los niveles está dada por la consideración de priorizar el habitar y
reconocer la primacía de lo urbano.

De este modo, en su operatividad, la teoría social lefebvriana del espacio agrega medidas estratégicas
tendientes a la producción de otro espacio, a través de la necesidad de una conciencia teórica, la
introducción de la cuestión urbana en el programa político, la gestión espacial de las luchas y los
conflictos, y la experimentación de una arquitectura y un urbanismo diferenciales a la búsqueda de la
realización de lo posible-imposible.

Una tradición disidente y la forma de lo posible

La discusión sobre una “tradición” lefebvriana se despeja siguiendo las consideraciones del propio
Lefebvre sobre una ciencia del estudio del espacio, que adelantaban esta realidad genealógica
problemática. Complejidad que demostramos que no puede resolverse en el proceso de sistematización de
los estudios de enfoque, método, o teoría lefebvriana, resultando en producciones incompletas y la
descomposición o parcelamiento, a menudo repudiado por el propio teórico francés. Decidimos resolver
este problema con el apoyo de la historia para tejer las ramificaciones universales del proyecto teórico
crítico espacial de Lefebvre (especialmente en Francia y España) analizando sus contactos y relaciones
con la ciencias sociales, el arte, el urbanismo, la arquitectura y los arquitectos. Esto nos permitió relatar la
agenda de Lefebvre y su divulgación, sus visiones parciales en el área de la teoría e historia de la
arquitectura, pero también su influencia (directa o indirecta) en una primera generación de arquitectos y
urbanistas como en el caso de: Anatole Kopp, Bernard Huet, Jean Renaudie, Jean Pierre Garnier, Mario
Gaviria, Philippe Panerai, o incluso el joven Bofill, entre otros; así como, la creación de diversos círculos
críticos, grupos de investigación y la retroalimentación que recibió de todos ellos. De forma
complementaria planteamos un ejercicio trialéctico para la formación de una tradición denominada
“disidente” de la cual se derivan otras vertientes con diferentes necesidades de profundización teórica.

193
Las triadas genealógicas planteadas fueron dos: Lefebvre con David Harvey (1933) y Manuel Castells
(1942); y Lefebvre con Guy Debord (1931-1994) y Constant Nieuwenhuys (1920-2005). Desarrollamos
un relato de sus relaciones conectadas por el sistema de pensamiento espacial y diversos contextos,
mirando sus acuerdos, pero también, y sobre todo sus tensiones y conflictos. En el caso de Debord y
Constant, se definieron dos momentos: el de los descubrimientos en conjunto y la crítica radical; y el
momento de la amistad, de la efervescencia de las experiencias y las ideas, que, sin embargo,
desembocaron en tropiezos y el alejamiento en discrepancias personales. La triada que más interés
(epistemológico y genealógico) acumuló fue la de H. Lefebvre, Harvey y Castells. Su relación ha sido
generalmente revisada en pareja, a saber las relaciones naturales entre la teoría de Lefebvre y los avances
geográficos de Harvey o los planteamientos urbanos de Castells.

La revisión genealógica a partir de un examen dialéctico de sus ideas en forma de una relación social
dinámica en el tiempo, nos dejó avanzar paralelamente en varios aspectos. Un aspecto clave en esta
tradición de Lefebvre es que tras su fallecimiento (1991), tanto las relaciones que tuvo con ciertos
autores, como sus ideas, se han mantenido con una influencia no manifiesta, ni calculada por esos autores.
Este es el caso de Harvey y Castells, de cuya relación dialéctica con el francés hemos detectado tres
momentos que determinan actitudes distintas. El primer momento (1972-73) de acercamiento
aparentemente natural, se explica por varias contradicciones conceptuales de origen y otros rasgos
comunes (coincidencias) en la intención inicial de Castells y Harvey de situarse en el debate de moda al
ritmo del viejo Lefebvre. El segundo momento (2000) emergente ante el fallecimiento de Lefebvre y el
éxito del neoliberalismo de fin siglo. Este punto de inflexión en la genealogía trialéctica muestra
reacciones similares en el sentido de la transformación de las disciplinas, sobreviniendo un enfriamiento
de la relación durante el cambio de siglo, expuesto de forma notable en el poco o casi nulo entusiasmo en
torno al legado lefebvriano que pesa sobre la espalda de Harvey y Castells. Y un tercer momento (2012)
en el que detectamos algunos cambios repentinos y otras previsiones tanto en la sociología como en la
geografía que proponen Castells y Harvey. La trascendencia de la crisis y su desenlace en los últimos
años ha provocado en ambos casos la apuesta por la idea de una revolución urbana sin Lefebvre, llena de
incertidumbres teóricas, que aunque pueda ser democrática o anticapitalista, será “urbana” al fin.
Consideramos que quedan varios conceptos expuestos para ahondar en la contribución genealógica de
Harvey en los años 80 y 90.

Este componente se completa con el estudio del proyecto arquitectónico en el marco de la relación entre
la creación arquitectónica y la teoría de Lefebvre. Así, hemos aclarado el vínculo inexacto de Lefebvre
con la pareja de arquitectos del Team 10, Oskar y Zofia Hansen. Ya que su influencia empezaría desde
finales de los años 40 no sólo por la fundacional Crítica de la vida cotidiana (1947), sino por otros textos
menos estudiados como: Lógica Formal, lógica dialéctica (1946) y algunos años después Contribución a
la estética (1953). En nuestra lectura, el proyecto de viviendas en Lublin se expresa como una aspiración

194
concreta de la forma de lo posible. Este concepto surge del feed-back entre la “Forma Abierta” (1959) de
los Hansen y los estudios estéticos y semiológicos en el teórico francés. En un plano general, el proyecto
de Hansen y su equipo nos permite reconocer y ampliar una nueva praxis en la arquitectura, que de
acuerdo a Lefebvre debía experimentarse para expresarse; así, este proyecto expresa una forma abierta
donde la cuestión central no es la de saber qué formas nacen de la prefabricación, del hierro, del cemento
o del acero, sino la de saber, quién se sirve de dicha materialidad, y con qué objeto, y con qué deseos.
Esto significó, a finales de los años 50, abrir la arquitectura para la creación en colaboración con sus
usuarios.

Los estudios semiológicos en Lefebvre de lo que denominó el “campo semántico” llevados a los
problemas formales y artísticos, sentarían una base fértil para el desarrollo de la Forma Abierta propuesta
por Hansen como un sub-texto espacial de múltiples capas, equivalente al sistema parcial abierto de
Lefebvre, es decir, que funciona junto a otros sistemas parciales dentro de un texto social en la vida
cotidiana. Y aquí es justamente donde el conjunto de viviendas Słowacki aspira a expresar la forma de lo
posible en el espacio. No podemos dejar pasar su retroalimentación conceptual, sobre todo, en la década
de 1960. Mientras que para Hansen, la calidad en la convención de la Forma Abierta es considerar al
individuo dentro de la colectividad, de tal modo que no excluya la energía de la iniciativa del habitante,
sino que la considere un elemento constructivo, orgánicamente indispensable; para Lefebvre discurre la
idea de que la casa forma parte de una dimensión abierta de la sociedad, así nadie debe arrogarse el
derecho de definir su destino fijando a sus miembros las normas de habitación y modalidades del
habitar, y por tanto, la invención y el descubrimiento deben continuar siendo posibles. En consecuencia,
la Forma Abierta en el conjunto Słowacki toma en cuenta a los individuos concretos en su casa, por el
hecho de dejar un margen, la posibilidad de dar lugar a una interpretación propia de cada uno. Así, la
forma de lo posible para Hansen es la forma de una suma de eventos, la suma de individuos de un medio
dado, que debe, por consiguiente, conducirnos hacia la expresión de la forma de ese medio. Esta
conclusión parcial, añadida a la apropiación, el uso y las transformaciones en el tiempo del conjunto de
viviendas en Lublin, nos regresa a 1959, año que marcaría no solo la muerte definitiva del CIAM, sino
también un cambio significativo, no uniforme, en la percepción y conceptualización de la arquitectura.
Aquel año en Otterlo, Oskar Hansen se hacía una pregunta –aparentemente simple– con respecto a la
arquitectura moderna: ¿Han estado estos edificios preparados para absorber los cambios y los
acontecimientos que toman lugar durante la vida de la forma?

La producción neoliberal del espacio en Barcelona

Apoyados en la historia y la economía política actualizamos el modo de producción capitalista del


espacio en España y Barcelona. Nos aproximamos a la naturaleza del fenómeno del alquiler en Barcelona,
matizando que sean unas clases medias o unos europeos acaudalados quienes expulsan a los que menos

195
tienen. La búsqueda de su origen nos ha llevado a examinar el ascenso del circuito inmobiliario en la
urbanización capitalista, su evolución y trasvase al circuito financiero de renta inmobiliaria, circuito
especializado en un capital ficticio de segunda generación, que no conoce rotación, sino
fundamentalmente cambios de propietario, y que se consolida con cada metro cuadrado alquilado.

Luego de un dilatado momento de implosión-explosión, analizamos cómo la centralidad barcelonesa se


introdujo en el circuito inmobiliario financierizado, realizado en el proceso de neoliberalización urbana
bajo el manto de un urbanismo concertado, en el que reguladores y depredadores pusieron en marcha la
maquinaria del empresarialismo urbano PROCIVESA-FOCIVESA (1988-1999–en adelante), para la
ejecución del rescate de un “centro degradado” con el favor de la inversión privada y de diseño para las
clases medias. Señalamos su articulación con la visión urbanística neo-higienista del momento, traducida
en las operaciones “progresistas” de esponjamiento urbano, pues había que forjar en el sentimiento
popular, la idea de que Ciutat Vella sí podía transformarse, pero que no tendría futuro sin las clases
acomodadas. Evidenciamos que luego de la crisis, se dejaba claro que tampoco habría futuro sin el
turismo; y en la actualidad, con la conjunción de estos precedentes en la furia del circuito, se confirma
una ola de violencia inmobiliaria que arrastra tanto a estratos bajos como medios, dando a entender que
no hay futuro... simplemente. Vázquez Montalbán, en su Prólogo (1987) re-aparecido hace muy poco,
denunciaba dicho consenso democrático en plena maduración que llevó a bajar la guardia a los
movimientos vecinales; llevando su acusación también a las asociaciones en un momento que se puede
considerar premonitorio. Para evitar confusiones diremos que, si bien no es la voz de Vázquez Montalbán
la que lideraba una crítica pre-olímpica ni mucho menos; sin embargo, nos parece que luego de sumarse a
otras manifestaciones mas bien dispersas en las periferias de la ciudad, el intelectual consigue condensar
con eficacia el rol de la Barcelona en el paso de los 80s a los 90s, y que obligaba a sucumbir las luchas en
pro de una ciudad de clase mundial.

El procesamiento de la información nos permitió alinear las demandas y clasificarlas así como, ponderar
las relaciones de fuerza que se ejercen en la toma de posición sobre los planes y proyectos en marcha por
parte de la administración. También creemos que la cuestión sobre quién manda en la Rambla se despeja.
Para concretarlo en nuestro terreno, esta dominación se constata con mayor gravedad en el despliegue del
capital inmobiliario rentista que ha explotado la centralidad (especialmente la Rambla) y todo lo que no
estaba al nivel de las sobreganancias localizadas de los inversores y del sistema de promoción (Socimi)
que los vehicula. Especialmente los últimos años, esclava de la magnitud de las ganancias del capital
inmobiliario rentista, se expresa la fuerza del capital comercial concentrada, sobre todo por su grado de
influencia, en la Asociación Amics de la Rambla; los flujos del sector comercial se expanden por un
circuito propio pero son dependientes del circuito inmobiliario rentista. Del análisis de posiciones
estratégicas y alineación de intereses en la confrontación entre diversos grupos, el arreglo más
beneficioso –para que el capital inmobiliario rentista pueda brotar en la superficie sin mayores

196
obstáculos– se posibilita entre comerciantes, residentes-propietarios y ayuntamiento. Por último, con un
enorme peso aglutinado en la centralidad, está la carga de turistas basada en la mercantilización de la
dimensión simbólica de la Rambla, con la participación estelar de las plataformas especializadas en el
rentismo colaborativo como Airbnb. Este fenómeno aglutinador puede englobarse en la fuerza de
atracción de inversiones inmobiliarias que encuentran rentabilidades proporcionadas por el capital
simbólico colectivo –como motor de un sistema parcial de producción y consumo del espacio de ocio.
Sistema parcial con una importancia semejante al de promoción inmobiliaria y perfectamente acoplado a
la producción capitalista de la Rambla.

También ponemos en relieve la finalidad de los planes urbanísticos en general de armonizar la “realidad
urbana” ocultando todo rastro de conflicto social. Pensamos que los esfuerzos del Ayuntamiento y de los
planificadores han sido, por lo menos, audaces al pretender administrar tales conflictos desde una
estrategia comunicacional sofisticada; pero a nuestro modo de ver, si no consiguen diagnosticar
rigurosamente la conflictividad urbana (disgregándola para relacionar cada uno de los conflictos y volver
a imbricarlos, haciendo un ejercicio de re-escalamiento de la problemática y las posibilidades de
administrarla en todos los niveles), difícilmente se conseguirá gestionar la problemática urbana “real”.
Con esta prevención, consideramos ventajosos, en esta etapa, los esfuerzos de BeC por levantar nueva
información en general, pero sobre todo, aquella relacionada con la propiedad (desde su tenencia y
traspasos históricos, hasta el monitoreo de sus potenciales transferencias). Asimismo, valoramos
positivamente el uso ético de la data, instrumentos y métodos actualizados en el análisis socio espacial. Si
bien los instrumentos normativos legales y de planificación enfocados en moderar las lógicas
especulativas y gentrificadoras pueden ser útiles, su débil aplicación o inaplicación en la coyuntura
política nos habla más de sus limitaciones que de sus virtudes paliativas frente al monstruo del
capitalismo urbano.

Señalamos que la revalorización material e inmaterial de un espacio de representación como la Rambla


bajo la categoría patrimonial –sea monumental, paisajística o identitaria– responde fundamentalmente a
un signo contemporáneo de mercantilización, al ser categorías plenamente compartidas por los agentes
comerciales e inmobiliarios que han explotado históricamente la dimensión simbólica colectiva para la
producción capitalista del espacio. Estos esfuerzos re-valorativos interesados no sólo que no rescatarían a
la Rambla de la explotación turística e inmobiliaria, sino que la agobiarían. Por lo cual, su
desvalorización o des-funcionalización de los intereses de los sistemas parciales de producción y
consumo del espacio de ocio y de promoción inmobiliaria, puede ser el camino más adecuado para lo que
llaman banalmente vecinificación. Para dotar de contenidos a esta expresión, creemos que las estrategias
deben conducirse desde las ideas de “apropiación” y “uso” de “otra Rambla”, promoviendo su
transformación radical, la cual no dependerá únicamente de los residentes-propietarios del paseo y la

197
centralidad interesados, sino de la educación, agitación y organización de otros grupos más débiles en la
correlación de fuerzas, y otros quizá ocultados bajo las sombras de la utopía tecnocrática.

En consecuencia, consideramos que el diseño de las estrategias debería exigir la construcción de un sujeto
colectivo (ahora en estado incipiente) enfocado en la autogestión (organizativa, económica, productiva,
constructiva, educativa, etc.). Lamentablemente, el peso asistencialista del plan de gestión administrativo-
ciudadano recubre con el manto participativo cualquier posibilidad autogestionaria, dando por
descontado, que el impulso (en forma de seguimiento) de la administración con su ciudadanismo
igualitario, dejará por fuera la energía y los deseos de las clases trabajadoras y populares, y, en el mejor
de los casos terminará cooptándolos.

Además de estos procesos pertenecientes al espacio social de la centralidad, analizamos al barrio de la


Marina del Prat Vermell, ubicado en el extremo sur de la ciudad en el Distrito de Sants-Montjuïc.
Observamos como esta unidad seleccionada sometida históricamente a su marginación socio-espacial
tiene las particularidades de ser un “barrio nuevo”, configurado, más en el planeamiento, que en su propia
realidad social; presentando unos indicadores socioeconómicos de los que se desprende su vulnerabilidad
para incorporarse al circuito inmobiliario financierizado. Reflexionamos sobre las razones por las que
esto todavía no ha ocurrido, a pesar del interés de las administraciones (en el período estudiado) en
preparar el terreno para el “aprovechamiento” del sistema de promoción inmobiliaria.

Este nuevo centro urbanístico hacia el sur planteaba en su origen la visión de un centro residencial de
usos “mixtos” y “de diseño” para una clase media, grupo social que a medida que avanzaba la
planificación, se continuaba precarizando. Esta misma idea de centralidad utilizó la significación de un
“nuevo barrio” consiguiendo la descomposición definitiva del sector de la Marina con la intención final
de consolidar en el horizonte privado un gran centro de negocios. Dicha centralidad imaginada y
planificada al estreno del nuevo siglo buscaba conectar eficazmente los nuevos símbolos del
neoliberalismo urbano para el posicionamiento de Barcelona como ciudad global en el mundo. Al inicio
se consideró, seguramente, al Prat Vermell como un suelo fértil para los intereses del capital financiero
inmobiliario, sin embargo, esto no ocurrió, o no ha ocurrido todavía. Se plantean 6 razones que
coadyuvan para que esta centralidad hábilmente planificada resulte inacabada. Éstas se exponen como
hipótesis teóricas que actúan como fuerzas de rechazo, tanto del sistema de promoción inmobiliaria, como
de la planificación y las políticas urbanas neoliberales.

− La crisis (pinchazo de la burbuja inmobiliaria) con sus consecuencias sociales, es la principal


contradicción que enfrenta el sistema de promoción inmobiliaria para la reorganización
capitalista del espacio en la periferia.

198
− El aislamiento urbanístico de los bloques de vivienda Eduardo Aunós y la sucesiva
marginalización socioespacial en el tiempo, sumados a la llegada de una residencia-centro para
personas con pluridiscapacidad, producen un sistema abierto de múltiples posibilidades;
traducido como un espacio social diferencial incompatible con la vida social que se pretende,
organizada por el sistema cerrado de planificación del nuevo barrio, un espacio homogéneo y
desconflictivizado.
− La política específica de dotación prioritaria de vivienda protegida desalienta la especulación,
debido a la imposibilidad del sistema de promoción inmobiliaria de ver reducida la rentabilidad
de sus inversiones, así como de las sobreganancias localizadas de promotores y propietarios
fundidos en el sistema.
− Este desanimo en los flujos del circuito inmobiliario responde también al atraso en la conexión
del sistema de metro, ponderado, no como un servicio de transporte público como tal, sino como
una infraestructura decisiva en la revalorización del suelo que se pretende conectar con la
centralidad existente de la ciudad global.
− La estigmatización colectiva aupada por los medios alrededor de los conflictos que envuelven el
espacio denominado “Zona Franca”, si bien resulta útil para los intereses de reguladores y
depredadores en el proceso de producción capitalista del espacio, al desarrollarse ineficazmente
dicho proceso, deviene contraproducente queriendo persuadir el “potencial interés” de habitar el
nuevo barrio.
− La política de la administración de turno (que ha fijado sus prioridades en el sector a través del
Pla de Barris, poniendo énfasis en coser el sector de la Marina mediante el fomento de los
derechos sociales de sus habitantes) es decisiva para desalentar los flujos salvajes del circuito. Sin
embargo, dispone de una fuerza transitoria con capacidad de dar pequeños pasos que –a falta de
tiempo y eficacia– son reversibles ante la supervivencia del capitalismo inmobiliario, una bestia
impaciente a la espera de mayo del 2019.

Efectivamente, las elecciones del año 2019 serán cruciales para que se concrete la llegada del flujo del
circuito a sus terminales en la Marina del Prat Vermell. Los partidos de todos los frentes con excepción
de la CUP (no sin contradicciones) exigen a BeC que supere sus posiciones ideológicas para acelerar la
llegada de los suministros energéticos al barrio. La presión partidista y privada para que se libere el
proyecto de la “nueva centralidad urbana” iniciado por Maragall y Clos, para convertirlo –por fin– en el
señuelo de una “realidad barrial” para los futuros vecinos, es cada vez más fuerte, lo cual nos hace pensar
que la elecciones del 2019 será quizás la última oportunidad para la supervivencia del espacio social
diferencial en el entorno de las viviendas Eduardo Aunós, o bien para los intereses del capital
inmobiliario (que no ha podido controlarlo todo).

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Derecho a la ciudad de Facto

Bajo una realidad urbana que reproduce las relaciones de producción neoliberales en la lógica de la
supervivencia del capital, el derecho a la ciudad (de facto) es una respuesta. ¿El derecho de quién? De
usuarios y dominados, y especialmente de los residuos humanos que deja la urbanización capitalista.
Entiéndase que tal derecho no puede ser tutelado, ni garantizado por racionalidades institucionales que
buscan su maduración normativa, quedándose siempre en la mitad del camino entre la dominación y la
apropiación, en la parada de la cooptación, que nos conforma y vuelve predecible nuestra existencia en la
ciudad sin que cambie nada. De este modo, si la institución se anima a probar con el lenguaje
postneoliberal de la cogestión y la convivencia en el espacio público para armonizar o pacificar los
conflictos, sépase que no se trata del derecho a la ciudad “real”. Su objetivo no es la búsqueda de
mecanismos para empoderar a los colectivos o profundizar en el análisis de la comprensión de los
conflictos relativos a la vida social en el espacio urbano. Así, se revelan los esfuerzos generalizados que
están haciendo las instituciones en todos los niveles por despojar del sentido revolucionario al derecho a
la ciudad. Relacionado, sobre todas las cosas, con el ejercicio individual y colectivo de apropiación de los
conflictos en el espacio social, en un proceso que va desde la imaginación hasta la producción social y
autogestión del espacio con el fin último de transfigurar la vida.

Producción del espacio diferencial (programa y lineamientos)

La autogestión, lejos de ser establecida de una vez por todas, es en sí mismo el sitio y la hoguera
de la lucha (Lefebvre, 1979/2009d: 134, Trad. del A.).

La producción del espacio diferencial debe intentar percibir (antes de concebir) un espacio legible al nivel
de la vida cotidiana con sus ritmos cíclicos (más que lineales), capaz de acoger, posibilitar y reproducir la
actividad creadora del ser humano; de entrañar el potencial cohesionador (no homogeneizante) de la
comunidad fragmentada y jerarquizada por clases sociales; de contribuir a corregir la desigualdad social,
profundizando en la tensión de las desigualdades espaciales; y de alimentar de acontecimientos
(situaciones) los momentos humanos, con el objeto de intensificar el ritmo vital de su cotidianidad, su
facultad de comunicación, de información y sobre todo, de goce. Se trata de un espacio que, desde su
producción social, potencie nuevos modos de relacionarse entre el ser humano y la vida natural y entre los
humanos mismos; un espacio diferencial del cual sea posible apropiarse, y en el cual, una persona común
pueda lograr su individualidad (no individualismo), es decir, diferenciarse en su comunidad. La práctica
urbanística debe esforzarse por entender su espacio abstracto como una realidad concreta con propiedades
transformadoras y alienantes, pero también desalienantes, en otras palabras, del mismo modo que la
crítica de la vida cotidiana, este urbanismo, debe prepararse para detectar los problemas de la
cotidianeidad y guiar a los interesados en la creación y uso del espacio urbano, para que sean ellos,
quienes, apropiados de sus problemas, decidan cómo resolverlos con el fin de cambiar sus vidas. Este

200
urbanismo deberá estar en contacto permanente con los momentos de lo cotidiano, ya que una de sus
funciones es contribuir a liberarlos en caso de que las cualidades de tal o cual momento correspondan a
una cotidianidad miserable. Estos principios programáticos se integran en su relación con la ciudad y lo
urbano, haciendo que este urbanismo participe detrás (no por delante) de los que luchan por la conquista
del derecho a la ciudad, para desalojar a la superestructura de la urbanización capitalista de la ciudad por
las vías del conocimiento y de la política, en busca de la instauración de una democracia urbana real (no
profesional) mediante la politización de la cuestión urbana y de la autogestión estratégica del espacio.

El proyecto de Lefebvre proyecta un espacio, no sin conflictos, donde predomina el uso y domina el valor
de uso, cuya radicalidad se reafirma en la acepción más amplia de la producción: como obra y producto
para la realización del ser social. Esto plantea una profundización del programa del espacio diferencial en
varios lineamientos para la práctica arquitectónica y la acción pública, simultáneamente en el plano
político (gubernamental: economía, legislación y planificación), y académico (arquitectura y urbanismo):

a. El replanteo de la importancia de la planificación territorial a gran escala (estatal) y el


desvelamiento del campo ciego del urbanismo táctico. A pesar de sus limitaciones, la
planificación territorial de posguerra se orientó hacia la producción del espacio a gran escala, con
enormes contradicciones como indicó el propio Lefebvre. Era ambiciosa en su visión de cómo el
espacio puede ser formado a través de la acción pública colectiva, no solo a través de la
canalización de las fuerzas del mercado o las decisiones de localización individuales, sino a
través de la gestión del territorio. Neil Brenner sugiere que la izquierda debe hoy volver a ese tipo
de visión territorial a gran escala, en lugar de retirarse a las intervenciones tácticas que se han
hecho populares entre muchos urbanistas bienintencionados y progresistas (Sevilla Buitrago,
2017). Obviamente, enfrentarse a esta gran escala de planificación territorial tiene graves peligros
y riesgos; pero si dejamos la gran escala territorial y, en última instancia, el planeta, a las
empresas transnacionales y los sistemas de gobierno orientados al mercado, la izquierda solo
podrá hacer intervenciones intersticiales con impactos limitados.

b. La ponderación rigurosa de la conflictividad urbana, disgregándola a su unidad mínima para


relacionar cada uno de los conflictos y volver a imbricarlos, haciendo un ejercicio constante de
re-escalamiento de la problemática y los múltiples canales políticos para administrarla, deseando
la interacción en todos los niveles. La política, a través de las instituciones a o b facilitará
canales, abrirá vías y espacios, no puede, ni debe empeñarse en racionalizar exclusivamente por
norma o plan todos los conflictos.

c. Parte de la tarea ejecutiva y legislativa, al abrir la llave de la inversión, es que los presupuestos
públicos nacionales y municipales reconfiguren su flujo de prioridad de inversión pública en la
estructura formante centro-periferias, por una nueva vía de atención prioritaria en la estructura

201
periferias–multiplicidad de centros, con el corolario de monumentalizar socialmente las
centralidades existentes y el centro tradicional (por las vías de la desvalorización y des-
funcionalización creativas), y principalmente, dignificar la vida de los que habitan en las
“afueras”. La creación de nuevas centralidades es factible bajo los principios del urbanismo
diferencial pero mirando en condiciones de igualdad a sus nuevas periferias, a pesar de las
diferencias.

d. La des-programación de los espacios de consumo especialmente en los centros urbanos y


espacios de ocio en general: regulando con todos los instrumentos posibles (legislación y
planeamiento) la inversión inmobiliaria y comercial, promoviendo el consumo de proximidad en
los intersticios entre lo público y lo privado que atienda las necesidades de socialización y los
ritmos cíclicos de lo cotidiano. La desprogramación debe propender a re-habitar el espacio
comercial, sin que una actividad desaloje a la otra, permitiendo la realización del goce individual
y colectivo, tanto en las calles como en el nivel privado.

e. La suplantación de la ambigüedad del principio reformador recogido en la función social del


suelo, por el avance revolucionario hacia la restauración del predominio del uso de la tierra
mediante el progresivo desincentivo a la propiedad privada, promoviendo regímenes de tenencia
alternativos (cooperativas, cohabitatge, alquiler, cesión de uso, protección oficial, etc.). El
acompañamiento institucional es esencial en una primera etapa (de aprendizaje con la sociedad)
de cogestión del suelo y de los recursos naturales, realizando la pedagogía social necesaria para
enfrentar, en un segundo momento, el quiebre del régimen de propiedad privada y superar la
transición de una propiedad pública a otra comunal y autogestionada. Además, las instituciones
tienen la responsabilidad de facilitar y promover la asociación y la organización de nuevos
sujetos colectivos, preparando las condiciones para la autogestión por parte de la comunidad. En
términos amplios la autogestión no será únicamente de la propiedad, la economía, la
construcción, la energía u otros recursos, sino de la reproducción social y la vida colectiva en si
misma.

f. El re-ensamblaje de la propiedad parcelada de la tierra (urbana y rural) para obstaculizar su


mercantilización, comenzando por establecer las normas que impidan la fragmentación
desenfrenada del espacio en manos de promotores y propietarios capitalistas del suelo, también es
necesario proceder a la unificación de todo lo que se considera el espacio público igualmente
fragmentado, y avanzar en la promoción de la producción comunitaria del habitar productivo en
los espacios ensamblados.

202
g. La creación de impuestos progresivos que retornen las sobreganancias o ganancias
extraordinarias fundidas en el sistema de promoción inmobiliaria al conjunto de la sociedad.
Asimismo, desde el ámbito estatal es necesario crear mecanismos eficaces para detectar los
dispositivos (desapercibidos por los regímenes legales-contractuales) cada vez más sofisticados
de corrupción en el sector de la construcción a través de lobbies y entramados locales-nacionales-
transnacionales financiados y diseñados por actores privados (inversionistas) y operados por
lobistas con conexiones en paraísos fiscales y gobiernos o agencias de gobiernos
descentralizados.

h. La definición de un nuevo marco de re-escalamiento de la política para avanzar hacia una


descentralización real. Empezar por poner atención en la redistribución de poder, no únicamente
de la responsabilidad competencial con recursos financieros, siendo esta la fórmula perfecta del
clientelismo estructurado sobre la base electoral de una endeble democracia representativa. Para
esto hay que revisar con detalle los mecanismos de contención del poder y los dispositivos
centralizadores tanto en lo orgánico y legislativo, como en lo presupuestario. Además, dicho re-
escalamiento se comprende a partir de un nuevo espacio social hipercomplejo, multi-escalar, con
una multiplicidad de capas, y que no se delimita en la escala administrativa y política fijada,
menos en la planificación tradicional; sino que se entrecruza o yuxtapone en todos los casos. De
ahí la importancia de propuestas como la mancomunidad (en Ecuador) o del municipalismo
confederal (España) pero también de la idea de ciudad como un terreno de mediación inter-
escalar y no otro centro urbano para la acumulación de capital, poder y violencia.

i. La des-homogeneización del espacio urbano-arquitectónico, primero del espacio institucional


estandarizado y atravesado por modelos de planificación de predominio economicista y luego de
la vivienda pública, en ambos casos sometidos al orden funcionalista, estructuralista o formalista,
que buscan dominar en cualquier caso al espacio y tiempo vividos (sin conseguirlo). Así, la
infraestructura institucional debe dar el salto de lo socialmente necesario a lo socialmente
producido sin que lo primero sea descuidado. En el mismo sentido, si bien la creación
arquitectónica debe volver a reflexionar los códigos, releer los estilos en las escuelas, también
debe aprender a imaginar-crear con el que habita, a partir de su cuerpo y sus deseos, en un
ejercicio de transdisciplinariedad continua con las ciencias sociales y la realidad humana fuera de
las escuelas.

j. Esta estrategia debe tener siempre presente algunas de las palabras aleccionadoras en la teoría de
Lefebvre (1973) para el arquitecto, tanto en el momento del espacio-análisis, como en el
momento de la imaginación y la creación de nuevos espacios: el arquitecto valorará lo
multifuncional y lo transfuncional en lugar de lo simplemente funcional. Dejará de fetichizar

203
(separadamente) la forma, la función, y la estructura como los significados del espacio. En lugar
de la idea formal o más bien formalista de la perfección, el arquitecto la sustituirá por la idea de
la perfección incompleta (la cual se persigue, se busca en la práctica), o, en todo caso la del
estado incompleto perfecto, la cual descubre un momento en la vida (expectativa, presentimiento,
nostalgia), proporcionándole una expresión mientras hace de ese momento un principio para la
construcción de ambientes favorables para la producción de las máximas diferencias. No es a
través de la forma sino del contenido que el arquitecto puede influir en la práctica social. En
consecuencia, la arquitectura es una práctica social y nada más; y el arquitecto, un productor del
espacio que procura actuar como un condensador social y lucha por producir un espacio sustraído
de los poderes, es decir, un espacio apropiado de las relaciones, pero liberadas de sus
restricciones.

k. La academia, guiada por el programa expuesto, debe ir en la búsqueda del desarrollo y aplicación
de los conceptos que permitan expresar una arquitectura y un urbanismo diferenciales; sólo así
será posible liberar las relaciones humanas de sus restricciones, conduciendo a momentos en los
que la vida cotidiana en la totalidad social escape a la sociedad alienada y se eleve al nivel de la
historia como tal (el amor y la fiesta, e incluso el ocio, pero desalienados, la tragedia, la
revolución, etc.). No olvidemos que los lugares no tienen manera de dar a los seres lo que sólo
puede venir de ellos mismos: la vitalidad conocida como deseo.























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Bibliografía

Archivos físicos

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− New Left Review: https://newleftreview.org
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Blogs, revistas y webs institucionales


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− https://architecture.blognook.com
− http://archives.cantal.fr
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234















ANEXOS
Traducciones

235
236
Anexo 1

El Espacio: Producto social y valor de uso140

“Cambiar la vida”, “cambiar la sociedad”, estas frases no significan nada si no existe la producción de un
espacio apropiado.

“Producir espacio”, estas palabras son sorprendentes: la producción del espacio, en concepto y en
realidad, ha aparecido sólo recientemente, sobre todo, en la explosión de la ciudad histórica, la
urbanización general de la sociedad, los problemas de la organización espacial, etc. Hoy en día, el
análisis de la producción muestra que hemos pasado de la producción de cosas en el espacio a la
producción del espacio mismo.

Este paso de la producción en el espacio a la producción del espacio ocurrió debido al crecimiento de las
propias fuerzas productivas y por la intervención directa del conocimiento en la producción material. Este
conocimiento se convierte eventualmente en conocimiento sobre el espacio, información sobre la
totalidad del espacio. La producción en el espacio no está desapareciendo, pero está orientada de una
forma diferente. Uno puede hablar de una economía de flujos: el flujo de la energía, el flujo de las
materias primas, el flujo del trabajo, el flujo de la información, etc. Las unidades de producción industrial
y agrícola ya no son independientes y aisladas.

De esto se desprende una importante consecuencia: La planificación de la economía moderna tiende a


convertirse en la planificación del espacio. El urbanismo y el manejo territorial son solo elementos de
esta planificación espacial, los efectos de la misma se sienten por todas partes, aunque este ha sido
particularmente el caso de Francia.

El espacio es social: se trata de la asignación de lugares más o menos apropiados para las relaciones
sociales de reproducción, es decir, las relaciones bio-fisiológicas entre los sexos, las edades, la
organización específica de la familia, y para las relaciones de producción, es decir, la división del trabajo
y su organización.

El pasado ha dejado sus marcas, sus inscripciones, pero el espacio es siempre un espacio presente, una
totalidad actual, con sus enlaces y conexiones para la acción. De hecho, la producción y el producto son
lados inseparables de un proceso.

El espacio social no se explica por la naturaleza (el clima y la topología), la historia, o la cultura. Además,
las fuerzas productivas no constituyen un espacio o un tiempo. Mediaciones y mediadores se interponen
entre ellos: con sus razones derivadas del conocimiento, de la ideología, del sistema de significados.

Es el espacio una relación social? Sí, sin duda, pero es inherente a la relación de propiedad (el
propietario de la tierra, en particular), también está vinculado a las fuerzas productivas que dan forma a
esta tierra. El espacio está impregnado de relaciones sociales; no sólo es sostenido por las relaciones
sociales, sino que también está produciendo y es producido por las relaciones sociales.

El espacio tiene su propia realidad en los actuales modo de producción y sociedad con las mismas
demandas y en el mismo proceso global de materias primas, dinero y capital.


140
Este texto ha sido traducido de la primera (1979) y segunda edición (2009) en inglés: “Space: Social product and use value”. Ver: J. W.
Freiberg (Ed.), 1979; y Brenner & Elden (Eds.) (2009).

237
El espacio natural se ha ido irreversiblemente. Y aunque permanece, por supuesto, como el origen del
proceso social, la naturaleza se reduce ahora a los materiales en los que operan las fuerzas productivas
de la sociedad.

Cada sociedad nace en el marco de un modo de producción dado, con las peculiaridades inherentes a
este marco, moldeando su espacio. La práctica espacial define su espacio, lo plantea y lo presupone en
una interacción dialéctica.

El espacio social, pues, siempre ha sido un producto social, pero esto no fue reconocido. Las sociedades
pensaban que recibieron y transmitieron el espacio natural. Todo el espacio social tiene una historia que
comienza a partir de esta base natural: en efecto, la naturaleza está siempre y en todo lugar
caracterizada por particularidades (climas, topologías, etc.).

Pero si hay una historia del espacio, si hay una especificidad del espacio de acuerdo a los períodos, las
sociedades, los modos y relaciones de producción, entonces hay un espacio del capitalismo, es decir, de
la sociedad administrada y dominada por la burguesía.

1. EL ESPACIO CAPITALISTA

El capitalismo y neocapitalismo han producido un espacio abstracto, que es el reflejo del mundo de los
negocios en los niveles nacional e internacional, así como, del poder del dinero y la política del Estado.
Este espacio abstracto depende de vastas redes de bancos, empresas, y grandes centros de
producción. También existe la intervención espacial de autopistas, aeropuertos y redes de información.
En este espacio, la cuna de la acumulación, el lugar de la riqueza, el sujeto de la historia, el centro del
espacio histórico, –en otras palabras, la ciudad– ha estallado.

El espacio como un todo entra en el modo modernizado de producción capitalista: se lo utiliza para
producir plusvalía. El suelo, el subsuelo, el aire, e incluso la luz son parte de ambos, las fuerzas
productivas y los productos. La fábrica urbana, con sus múltiples redes de comunicación e intercambio,
es parte de los medios de producción. La ciudad y sus diversas instalaciones (puertos, estaciones de
tren, etc.) son parte del capital.

El espacio abstracto revela sus capacidades opresivas y represivas en relación con el tiempo. Rechaza
el tiempo como una abstracción (excepto cuando se trata del trabajo, del productor de las cosas y de la
plusvalía). El tiempo se reduce a las limitaciones del espacio: horarios, carreras, travesías, cargas.

1.1. Las diferentes funciones del espacio capitalista

Medios de producción

El espacio es un medio de producción: la red de intercambios y los flujos de materias primas y energía
que conforman el espacio también son determinados por el espacio. Los medios de producción, un
producto en si mismos, no se pueden separar de las fuerzas de producción, técnicas y conocimiento, de
la división internacional del trabajo, de la naturaleza, o del Estado y otras superestructuras.

La ciudad, el espacio urbano y la realidad urbana no pueden ser concebidos simplemente como la suma
de lugares de consumo de bienes (mercancías) y los lugares de producción (empresas).

La disposición espacial de una ciudad, una región, una nación o un continente incrementa las fuerzas
productivas, al igual que lo hacen los equipos y máquinas en una fábrica o en una empresa, pero en otro
nivel. Uno utiliza el espacio tal y como se utiliza una máquina.

238
Un objeto de consumo

El espacio como un todo es consumido para la producción del mismo modo que lo son edificios
industriales y sitios, máquinas, materias primas y la fuerza de trabajo.

Cuando nosotros vamos a las montañas o a la playa, consumimos un espacio. Cuando los habitantes de
la Europa industrializada descienden al Mediterráneo, el cual se ha convertido en su espacio de ocio,
ellos pasan del espacio de producción al consumo del espacio.

Un instrumento político

El estado utiliza el espacio de tal manera que garantice su control de los lugares, su jerarquía estricta, la
homogeneidad total, y la segregación de las partes. Es por tanto un espacio administrativamente
controlado e incluso un espacio vigilado. La jerarquía de los espacios corresponde a la de las clases
sociales, y si existen guetos para todas las clases, los de la clase obrera son simplemente más aislados
que los de las otras clases.

La intervención de la lucha de clases

La lucha de clases interviene en la producción del espacio, hoy más que nunca. Sólo el conflicto de
clases puede evitar que el espacio abstracto se auto-propague por todo el planeta y, por tanto, pueda
borrar todas las diferencias espaciales. Sólo la acción de clase puede producir diferencias que se
opongan a lo interior del crecimiento económico, a saber, la estrategia, la lógica, y el sistema.

Debido a esto, en el actual modo de producción, el espacio social está considerado entre las fuerzas
productivas y los medios de producción, entre las relaciones sociales de producción y su reproducción
especialmente.

La historia emerge a nivel mundial, y por tanto produce un espacio en este nivel: La formación de un
mercado mundial, una generalización internacional del estado y sus problemas, nuevas relaciones entre
sociedad y espacio. El espacio mundial es el campo en el que nuestra época es creada.

Con este espacio mundial, y con las nuevas contradicciones se borran viejas contradicciones, nuevos
agravantes aparecerán; por ejemplo, las relaciones internacionales entre los estados y sus estrategias
de confrontación.

1.2. Las contradicciones del espacio capitalista

Este espacio producido por el capitalismo y por el Estado tiene sus propias contradicciones.

La contradicción mayor

La mayor contradicción del espacio surge de la pulverización del espacio por la propiedad privada, la
demanda de fragmentos intercambiables, y por la capacidad científica y técnica (informacional) de tratar
al espacio en aún más vastos niveles. La contradicción “centro/periferia” resulta de la contradicción
“global/parcial”, puesto que todas las construcciones globales llevaron a la creación de una centralidad
concentrada.

Un espacio orientado hacia lo reproducible

239
Orientada hacia la reproducción de las relaciones sociales de producción, la producción del espacio
promulga una lógica de homogeneidad y una estrategia de lo repetitivo. Pero este espacio burocrático
está en conflicto con sus propias condiciones y con sus propio resultados. Cuando el espacio es de esta
naturaleza, ocupado, controlado, orientado hacia lo reproducible, pronto se ve a si mismo rodeado de lo
no-reproducible: la naturaleza, el sitio, lo local, lo regional, lo nacional, incluso el nivel mundial.

La actividad de la base, discontinua, múltiple, pronto se propone el retorno al espacio pre-capitalista. A


veces propone un contra-espacio, que empuja hacia la explosión de todos los espacios organizados por
la racionalidad estado-burocrático.

…Y la negación de las diferencias

Este espacio abstracto formal y cuantificado niega todas las diferencias, las que provienen de la
naturaleza y la historia, así como las que vienen desde el cuerpo, edades, sexos y etnias. La importancia
de estos factores disimula y estalla el propio funcionamiento del capitalismo. El espacio dominante, de
los centros de riqueza y poder, se ve obligado a moldear los espacios dominados, los de la periferia.

En el espacio del neo-capitalismo, la economía y la política tienden a converger, sin que, sin embargo, lo
político domine lo económico. Por tanto, los conflictos se manifiestan entre el estado hegemónico –que
aún no es dueño de las cosas– y los dueños de estas cosas.

1.3. La explosión generalizada del espacio

Debido a estas contradicciones, nos encontramos ante un extraordinario, pero poco conocido fenómeno:
la explosión de espacios. Ni el capitalismo, ni el Estado pueden mantener el espacio caótico y
contradictorio que han producido. Podemos ser testigos, en todos los niveles, de esta explosión del
espacio:

• En el nivel de lo inmediato y lo vivido, el espacio está explotando por todos lados, ya sea el
espacio habitable, el espacio personal, el espacio escolar, el espacio de la prisión, el espacio del
ejército, o el espacio hospitalario. En todas partes, las personas se están dando cuenta de que
las relaciones espaciales son también las relaciones sociales.
• Al nivel de las ciudades, no sólo vemos la explosión de la ciudad histórica sino también la de
todos los marcos administrativos en los que hubieran querido encerrar el fenómeno urbano.
• Al nivel de las regiones, las periferias están luchando por su autonomía o cierto grado de
independencia. Comprometen acciones que desafían su subordinación a la centralización
estatal, económica y política.
• Finalmente, en el nivel internacional, no sólo las acciones de las denominadas empresas
supranacionales, sino también las de las grandes estrategias mundiales, se preparan y hacen
inevitable la nueva explosión del espacio. El Mediterráneo es un excelente ejemplo, porque si se
ha convertido en un espacio estratégico, es sólo después de la acumulación de muchos factores.
Esta red, que contenía las relaciones comerciales más antiguas del mundo, lo cual nos dio
nuestras grandes ciudades y puertos, recientemente ha sido transformada por completo en un
espacio de ocio para la Europa industrial. Y más recientemente, este espacio ha sido atravesado
por el flujo de energía y materias primas. Por último, ha sido un espacio casi sobre-
industrializado con enormes complejos instalados en su periferia, no sólo en Fos, sino también
en Sagunto y en Taranto (Francia, Italia y España). Estos fenómenos representan alteraciones
extraordinarias del espacio y nos permiten estudiar los problemas ya planteados por las
transformaciones del espacio contemporáneo.

240
1.4. Movimientos sociales que cuestionan el uso del espacio

En todos los países industrializados, existe un movimiento muy antiguo que proviene de las demandas
relativas al trabajo, las empresas y los lugares de trabajo; no obstante, parece que los movimientos
actuales están surgiendo a nivel mundial, y aunque todavía estén divididos, incompletos, y en gran parte
inconscientes de sí mismos, se requiere una reorganización del espacio fuera de los lugares de trabajo.

Estos son los movimientos de consumidores. En los Estados Unidos son muy frecuentes, numerosos, y
más o menos cuestionan el uso del espacio. Ellos revelan que:

• El espacio no es únicamente un asunto económico, en el cual todas las partes son


intercambiables y tienen valor de cambio.
• El espacio no es más que un instrumento político para la homogeneización de todos los sectores
de la sociedad.
• El espacio sigue siendo un modelo, un prototipo perpetuo del valor de uso resistiendo a las
generalizaciones del intercambio y valor de cambio en una economía capitalista bajo la autoridad
de un estado de homogeneización.
• El espacio es un valor de uso, pero más aún es tiempo, con el cual está íntimamente vinculado,
porque el tiempo es nuestra vida, nuestro valor de uso fundamental. El tiempo ha desaparecido
en el espacio social de la modernidad. El tiempo vivido pierde la forma y el interés social a
excepción del tiempo de trabajo. El espacio económico subordina al tiempo, mientras que el
espacio político lo erradica, ya que está amenazando a las relaciones de poder existentes. La
primacía de lo económico, y aún más, de lo político, conduce a la supremacía del espacio a
través del tiempo.

Uno de los puntos más importantes para el poder de la izquierda es el apoyo a los movimientos de
consumidores que aún no han encontrado su voz y están muy a menudo encerrados en esos marcos
estrechos a los cuales el significado político de sus acciones se les escapa.

Por tanto, una de las funciones políticas de la izquierda es usar la lucha de clases en el espacio.

2. HACIA UN ESPACIO SOCIALISTA

Al igual que las sociedades que la precedieron, la sociedad socialista debe producir su espacio, pero con
plena conciencia de sus conceptos y potenciales problemas.

En la actualidad es popular decir que el marxismo es anticuado, que es menos relevante para la historia.
Sin embargo, es precisamente hoy, más que nunca, que no podemos analizar los fenómenos del mundo
excepto a la luz de las categorías fundamentales del marxismo, estando dispuestos a modificarlas para
situaciones específicas.

A pesar de que el espacio no se analiza en ‘El capital’, ciertos conceptos, como el valor de cambio y
valor de uso, en la actualidad se aplican al espacio. En la actualidad, debemos utilizar la distinción, que
Marx no introdujo, entre la dominación y la apropiación de la naturaleza. Este conflicto se despliega en el
espacio: en espacios dominados y espacios apropiados. Aún más que en la época de Marx, la
naturaleza es la fuente de todo valor de uso.

¿Deberíamos socializar el espacio? Por supuesto que no: porque ya está socializado en el marco de la
sociedad y el modo de producción existente. Una sociedad que se está transformando dentro del
socialismo no puede aceptar (incluso durante el período de transición) al espacio que ya es producido
por el capitalismo. Hacerlo significa aceptar las estructuras políticas y sociales existentes; que sólo

241
conducen a un callejón sin salida. Aceptando la reproducción de las relaciones de producción: que al
final, son las mismas, y sin embargo, estarían jerarquizadas y controladas, sería reflejar todavía la
antigua jerarquía social.

Una sociedad “diferente” inventa, crea, produce nuevas formas de espacio, pero las relaciones de
propiedad y producción ahora bloquean estas posibilidades. Algunos quieren el socialismo en los países
industrializados para continuar con el crecimiento y la acumulación, es decir, con la producción de las
cosas en el espacio. Otros quieren romper este modo de producción. Pero las fuerzas productivas han
cambiado enormemente, pasando de la producción de las cosas en el espacio a la producción del
espacio; es necesario proceder entonces a las consecuencias finales de este salto cualitativo. Esto
implica el proceso de crecimiento cuantitativo, no para romperlo, sino para dar rienda suelta a todo su
potencial.

La producción del espacio socialista significa el fin de la propiedad privada y de la dominación política del
espacio por parte del Estado, lo cual implica el paso de la dominación a la apropiación y la primacía del
uso por encima del intercambio.

Por otra parte, el espacio capitalista y neo-capitalista es un espacio de cuantificación y homogeneidad en


crecimiento, un espacio mercantilizado donde todos los elementos son cambiables y por tanto
intercambiables; un espacio en el que la policía del estado no tolera ninguna resistencia ni obstáculos. El
espacio económico y el espacio político, por tanto, convergen hacia la eliminación de todas las
diferencias.

En la medida en que podamos concebirlo, dadas ciertas tendencias actuales, el espacio socialista será
un espacio de diferencias.

2.1. El rol determinante de los movimientos sociales

Hay razones para creer que solamente la convergencia y la conjunción de los movimientos obreros y
campesinos, vinculados a la producción de las cosas y el trabajo material y quienes utilizan el espacio,
permitirán que el mundo cambie. Con respecto a la posesión y gestión del espacio, los movimientos
sociales urbanos no tienen el carácter continuo y la promesa institucional de aquellos que provienen de
las fábricas, unidades y sectores de la producción. Sin embargo, si la presión de la base (los
consumidores) se produce con bastante fuerza, influirá en la producción en general hacia el espacio y
hacia las necesidades sociales de esta base. La acción de esas partes interesadas determinaría las
necesidades sociales, que entonces ya no serían determinadas por los “expertos”. Las nociones de
equipo y entorno se liberarían por tanto de su contexto tecnocrático y capitalista. Sin embargo, la
explosión espontánea de la "base" social, aunque revolucionaria y profunda, no sería suficiente para
producir una definición adecuada, operacional, del espacio en la sociedad socialista. Sería, sin embargo,
una parte integral de estas determinaciones. No obstante, la gestión del espacio social, al igual que la
naturaleza, sólo puede ser colectiva y práctica, controlada por la base, es decir, democrática. Las partes
"interesadas", los “afectados”, intervendrían en el, lo administrarían y lo controlarían. Pero en primer
lugar, llevarían hasta el fin la explosión de todo el espacio impuesto.

2.2. Una autogestión generalizada

La reconstrucción del “menos a más” del espacio social, producido previamente desde el “más a menos”,
implica la autogestión general, es decir, a varios niveles, complementando a la autogestión de las
unidades e instancias de producción. Sólo de esta manera, la socialización de los medios de producción
puede incluir la cuestión del espacio. Hacerlo de otra manera, para definir un “espacio socialista” como el

242
espacio natural o comunas que viven en un espacio privilegiado o en “conviviality”, es confundir el fin con
los medios, el objetivo con las etapas; esto es, en otras palabras, el utopismo abstracto.

La producción en una sociedad socialista es definida por Marx como la producción para las necesidades
sociales. Estas necesidades sociales, en gran medida, conciernen al espacio: vivienda, transporte,
equipamientos, reorganización del espacio urbano, etc. Estas necesidades amplían la tendencia
capitalista al producir el espacio mientras se modifican radicalmente los productos. Esto es lo que
contribuye a la transformación de la vida cotidiana, a la definición de desarrollo más en lo social que en
términos individuales, sin la exclusión de este último. El individuo en una sociedad socialista tiene
derecho a un espacio, así como el derecho a la vida urbana como el centro de la vida social y las
denominadas actividades culturales, etc.

El comienzo de esta transformación tiene que esperar a que el pensamiento, la imaginación, la


creatividad, que a su vez dependen de la superación de la separación entre lo “público" y lo “privado",
por clarificación de la ilusión sobre lo social y lo colectivo cofundada con la “beneficencia pública”, etc.

Las políticas socialistas del espacio pueden resolver las contradicciones del espacio, tan sólo añadiendo
a ellas las otras contradicciones económicas y sociales. Por supuesto, la presión de la base y la
autogestión del espacio no pueden auto-limitarse a un reformismo.

El giro del mundo “nuevamente de pie”, según Marx, implica el vuelco de los espacios dominantes,
colocando la apropiación sobre la dominación, la demanda sobre el mando, y el uso por encima del
intercambio. La Autogestión se revela como los medios y el fin, una fase de la lucha y también su
objetivo. En el espacio transformado, se puede y debe establecer una redefinición de las relaciones entre
las actividades productivas y el retorno al mercado interior, orientada deliberadamente hacia las
cuestiones del espacio. Es el espacio como un todo el que sería redefinido, y que provocaría una
conversión y una subversión.

2.3. Una redefinición del espacio como una función del valor de uso. - ¿Cómo están previstos estos
procesos revolucionarios?

Si la situación actual no se reduce a una crisis económica, y en su lugar, llama a una modificación
profunda de la sociedad y la civilización, todavía ofrece un punto de referencia desde el cual se puede
iniciar la transformación. La modificación puede ser así definida: el espacio producido desde la
perspectiva de la prioridad de los medios de intercambio y el transporte será producida a partir de la
perspectiva de la prioridad del valor de uso. La revolución de los espacios implica y amplifica el concepto
de revolución, definida como un cambio en la propiedad de los medios de producción. Se da una nueva
dimensión a dicho concepto, a partir de la supresión de una particularmente peligrosa forma de la
propiedad privada, la del espacio: subterráneo, espacio de suelo, espacio aéreo, espacio planetario, e
incluso del espacio interplanetario.

Las denominadas fórmulas de transición -el control estatal de la tierra, nacionalizaciones,


municipalizaciones- no han tenido éxito. Pero ¿cómo podemos limitar y suprimir la propiedad del
espacio? Tal vez recordando los escritos de Marx y Engels: un día, en efecto vendrá, la propiedad
privada de la tierra, de la naturaleza y sus recursos, lo que parecerá tan absurdo, tan odioso, tan ridículo
como la posesión de un ser humano por otro.

Los problemas relacionados con la "contaminación del medio ambiente", vistos por los ecologistas como
primarios, son realmente importantes, pero son secundarios. En esta perspectiva, el problema real de la
sociedad y su transformación se desvía hacia el naturalismo: tomemos, por ejemplo, el biologismo
involucrado en el tratamiento del espacio humano como un espacio animal.

243
En conclusión, una transformación de la sociedad presupone la posesión y la gestión colectiva del
espacio mediante una intervención permanente de las "partes interesadas", a pesar de sus múltiples y a
veces contradictorios intereses. Esta orientación tiende a superar las separaciones y disociaciones en el
espacio entre una obra (única) y una mercancía (repetida).

Esta es una orientación. Nada más y nada menos. Pero señala un significado. A saber, algo que se
percibe, una dirección es concebida, un movimiento vivo hace su camino hacia el horizonte. Pero todavía
no es nada que se asemeje a un sistema.






































244
Anexo 2

El espacio y el Estado141

El espacio se une al espacio durante su génesis por una relación complicada que cambió y atravesó
puntos críticos. Nacido en y con un espacio, tal vez perecerá con él. Los momentos de esta relación son:

a) La producción de un espacio, el territorio nacional, espacio físico, demarcado, modificado,


transformado por las redes, circuitos y flujos que se asientan: rutas, canales, caminos de hierro,
circuitos comerciales y bancarios, autopistas y rutas aéreas, etc. Es, sin embargo, un espacio material
–natural– en el cual se inscriben las actas de generaciones, de clases, de poderes políticos como
productores de objetos y de realidades duraderas (no solamente cosas, productos aislados,
herramientas y mercaderías para consumo). Durante este proceso, la ciudad y el campo asumen una
nueva relación dentro de un tercer término: el Estado que tiene a la ciudad como centro. Estos ya no
se separan más; pero no son parte del proceso armonioso de superación. Subsisten como lugares
asignados de la división del trabajo sobre el territorio. Morfológicamente, esta relación (en el Estado
Moderno) llega a una combinación, al caos, a pesar del orden administrativo y la logística espacial del
Estado.

b) La producción de un espacio social propiamente dicho, edificio (artificial) de instituciones jerárquicas,


de leyes y convenciones respaldadas por ‘valores’ que transmiten la lengua nacional. Esta
arquitectura social, esta monumentalidad política, es el propio Estado, una pirámide descansando
sobre su base y llevando en la cima al líder político: la abstracción concreta, llena de símbolos, sede
de una circulación intensa de informaciones y mensajes, de intercambios ‘espirituales’, de
representaciones, de ideología, del saber unido al poder.

“Ninguna institución sin un espacio…” (R. Lourau: l’Analyseur Lip, p.131). La familia, la escuela, la
empresa, la iglesia, etc. Poseen cada una un espacio ‘apropiado’. ¿A qué? A los fines especificados
en la división social del trabajo y por la dominación política.

Dentro de su espacio, un conjunto de demandas y respuestas ‘adaptadas’, rara vez formuladas como
tales, porque se dan por sentadas, asumen una evidencia casi natural, al nivel de lo cotidiano y del
sentido común.

Por tanto, cada Estado cuenta con su espacio, que es principalmente una cuestión de la naturaleza, a
la cual el Estado se opone histórica y políticamente con toda su poderosa estatura.

Después, cada Estado es un espacio social, figurado por la pirámide y el círculo de círculos (Hegel).
En este espacio social, existe un mínimo de consensos; de la misma manera que un perro es
nombrado perro, así mismo cada Francés sabe de qué habla cuando se trata del municipio, de la
oficina de correos, de la gendarmería, del prefecto, del departamento, del diputado, de la tienda de
comestibles, del autobús y del tren, de la estación y los bares.

c) En este último sentido, comprendiendo el consenso social (no inmediatamente político) el Estado
ocupa un espacio mental, con las representaciones que cada uno se ha hecho: confusas o claras,
experimentadas o elaboradas. Este espacio mental no debe confundirse con el espacio físico o social,
pero no pueden separarse. Aquí y de este modo se disciernen el espacio de las representaciones y la
representación del espacio.

141
Este texto ha sido traducido de la primera y única edición en francés del Tomo IV, De l’État, Les contradictions de l’État moderne (1978). Y
hemos decidido incluir varias de las referencias de la edición (anglófona) en Brenner & Elden (2009).

245
Producto –hijo– de un espacio, el territorio nacional, el Estado recurre a sus propias condiciones
históricas y antecedentes; él los transforma. A su vez, él engendra relaciones sociales en el espacio;
va más allá cuando se despliega, produce un apoyo, un espacio, el suyo, ya de por sí complejo,
regulador y ordenador del espacio nacional que tiende a estallar, en el seno del espacio mundial que
tiende a establecerse. El espacio producido por el Estado debe denominarse político, con sus propios
caracteres y objetivos específicos. Él reorganiza las relaciones (sociales de producción) en función
del soporte espacial; encuentra y se enfrenta al espacio económico preexistente; polos de crecimiento
espontáneos, ciudades históricas, comercialización del espacio fraccionado y vendido por lotes, etc.
Tiende a reconstruir no solamente las relaciones sociales inherentes a la producción industrial, sino
las relaciones de dominación inherentes a la jerarquía de los grupos y lugares. El caos de las
relaciones entre los individuos, los grupos, las fracciones de clase y las clases, tiende a imponer una
racionalidad, la suya, que tiene al espacio por instrumento privilegiado. Lo económico se considera en
términos espaciales: flujos (energía, materias primas, mano de obra, productos terminados, circuitos
comerciales, etc.) y stocks (de capital, inversiones, maquinarias, técnicas, establecimientos fijos de
diversos puestos de trabajo, etc.). El Estado tiende a controlar flujos y stocks, asegurando su
coordinación. En tres aspectos de este proceso (crecimiento, es decir aumento de fuerzas
productivas; urbanización, formación de unidades gigantes de producción; y consumo,
espacialización) se lleva a cabo un salto cualitativo: la aparición del MPE (modo de producción del
Estado).

La articulación entre el MPE y el espacio tiene por tanto una importancia fundamental. Esta difiere de
la relación entre los modos de producción anteriores (incluido el capitalista) y las modalidades de
ocupación del espacio natural (incluidas sus modificaciones por la práctica social). Algo nuevo
aparece en la sociedad civil y en la sociedad política, en la producción y en las instituciones del
Estado, que es preciso llevar al lenguaje y al concepto. La racionalización y la socialización de la
sociedad tomaron esta forma: politización, estatismo.

Para exponer y probar esta impresionante tesis, no faltarán dificultades. En primer lugar, los argumentos
142
han sido proporcionados en otros libros ; no obstante el autor no puede simplemente remitirse a sus
libros, ni contentarse con alusiones; deberá ‘exponer’ entonces la tesis, resumiendo las fórmulas y
argumentos y complementarlas aún más; pues existe casi a diario algo nuevo que se descubre o se
inventa en este ámbito, frontera entre lo político, lo social y lo económico. Lo que concierne al Estado
está lejos de agotarse en los libros citados.

Esto no es todo; todavía existe el peso de un pasado próximo. La reflexión llamada ‘marxista’, vinculada
a Marx, precisamente ha descuidado durante mucho tiempo lo que ocurre hoy en primer plano: la ciudad
y lo urbano, el espacio, el propio Estado. Por lo que ciertas dificultades suplementarias para llegar a los
conceptos y denominarlos con un vocabulario aún fallan. En cuanto al conocimiento del espacio (social),
se constituye en ciencia, hoy el Estado naciente, no se ve menos complejo que las ciencias del espacio
abstracto (geometría, topología, etc.) y del espacio físico (de la física a la cosmogonía). Por ejemplo, la
ciencia del espacio comprende una historia del espacio. El simple estudio analítico de la monumentalidad
y de la relación entre el monumento y el edificio exigiría volúmenes. Dicho ‘monumento’ llamado opresión
y dominación, por tanto poder, aunque también esplendor y significado. Incluso una trilogía sin duda
inagotable…


142
Cf. Especialmente: La production de l’espace, Éd. Anthropos, ya citado, pero también: Le Droit à la ville (id.) y el filme que lleva este título;
filme que ya tiene toda una historia. Prácticamente prohibido en Francia, ha causado escándalo hasta el día de hoy donde las “verdades” que
proclama se han vuelto evidentes y triviales, es decir oportunidades para los políticos (sin la menor fórmula de cortesía, por supuesto). Cf.
También La révolution urbaine (Gallimard) donde la palabra “revolución” desgina una transformación global en múltiples aspectos y no
sólamente una operación política violenta.

246
Abordemos cada uno de estos puntos. ¿Por qué el pensamiento llamado marxista se ha descuidado por
mucho tiempo en las cuestiones relativas a lo urbano y al espacio? Porque la acción y la reflexión
marxista se orientan desde el principio hacia el análisis crítico de la producción en el sentido
estrictamente económico, de la empresa, del trabajo productivo, así como la estrategia de una toma
eventual del poder estatal, y por consiguiente, del uso de aparatos del Estado en la gestión de fuerzas
productivas. Resulta que el conjunto de los movimientos y los partidos que se denominan marxistas se
han dado cuenta recientemente de esta problemática: la ciudad, el espacio, el Estado. Las cuestiones
más urgentes se remiten ‘luego’, después de la toma de poder. ‘Cuando estemos en el poder…’ Se
silencian los hechos más evidentes: la industrialización masiva a escala mundial durante la segunda
mitad del siglo XX, con su consecuencia: la urbanización no menos masiva. Otros hechos evidentes: no
solamente una proliferación urbana monstruosa, sino la situación de la ciudad histórica durante este
período, preexistente al capitalismo. La ciudad histórica (Paris) obedece a las operaciones de
promotores, bancos, así como al control político que garantiza sus empresas. Al mismo tiempo, la
montaña, el mar, la playa, el suelo agrícola y el subsuelo minero se integran a la dominación-explotación
de los centros dominantes. ¡Lo que concierne al espacio entero! Los viejos espacios, del barrio y del
pueblo en el territorio nacional, tienden a reventar. Estas operaciones consolidan los centros (capitales y
metrópolis) como centros de poder, elitizando la población, expulsando la producción y los trabajadores a
las periferias.

En Francia y en otros lugares se expande, durante este período, una ideología en el sentido estricto del
término (elaborada y difundida como tal), que los marxistas no han combatido; incluso se puede asegurar
que se han favorecido. Según esta ideología, la producción industrial toma en sí lo esencial de la vida
social y política, especialmente una racionalidad nueva. Los efectos tales como la urbanización no tienen
más que un carácter secundario; nunca alcanzan la importancia y el interés de su causa esencial: lo
económico, las fuerzas productivas, la industrialización. No plantean más que problemas administrativos.
Si hay errores e incumplimientos, estos provienen de la gestión capitalista de la industria y de una
ausencia de planificación racional de las fuerzas productivas. Una organización y una gestión ‘obrera’ de
la producción a cambio de un Estado que controlará hasta identificarse con el partido dirigente, resolverá
de forma automática los problemas derivados y secundarios. Esta ideología mantiene la convicción de
que los problemas urbanos y espaciales son los problemas de los países subdesarrollados o son los
resultados de la predominancia de ‘intereses privados’ sobre el interés general y público, más o menos,
bien representados por el Estado. La industrialización aparece como un proceso necesario y suficiente
llevando consigo mismo sus leyes (económicas) y sus complicaciones (reproducción de la fuerza de
trabajo, etc.). ¿Al límite, qué necesita? ¿Qué bastaría hacer? Devolver la coherencia al proceso del
crecimiento.

¿No es sorprendente constatar que la ideología marxista (el marxismo ideologizado) no se preocupa de
su propia coherencia? Al mismo tiempo, la misma gente niega la acumulación y la posibilidad del
crecimiento en las relaciones de producción capitalista; y sobrestiman el proceso de crecimiento,
erigiéndolo al nivel de una sustancia social que se desarrolla según sus propias leyes. Esta tesis,
además, se aproxima más al sansimonismo que al pensamiento crítico de Marx.

Cuando algunas ideologías se denominan marxistas, e incluso reivindican el monopolio, disponiéndose a


mirar hacia cuestiones de interés –lo urbano, el espacio, el Estado– traen consigo un marxismo mutilado,
reducido y reductor. Su actitud cientificista, cercana al positivismo, no difiere del funcionalismo banal, no
sin añadirle grandes pretensiones. Cribados por la epistemología, sus categorías y conceptos, parecían
claros. Lo eran, simplificaban lo ‘real’, es decir la realización de las formas, procesos de los que se ven
privados debido a su enfoque. Como su reflexión reduccionista ‘estructuraba’ lo real mientras creían
describirlo, sus ideologías llegaban a conclusiones exactas pero triviales, a las cuales les otorgaban un
aspecto de grandes verdades científicas, definitivas y duramente adquiridas. La claridad del resultado

247
hace olvidar la pobreza y la sequía del aparato conceptual, y sobre todo la evacuación de todo
movimiento dialéctico.

Algunos, con un dogmatismo obstinado (del cual la revista Espace et Société posee la marca) reducen la
‘realidad’ urbana y espacial a los negocios de rentas del suelo, la especulación inmobiliaria, promotores y
bancos. Esto no está mal pero es restringido.

Podemos sostener que la producción tiene sus lugares, las empresas; y el consumo los suyos: la ciudad.
Estos se definen claramente cuando los reducimos a una suma de lugares (los comercios, las
habitaciones, los hogares) con una función, la de reproducir la fuerza de trabajo. El modo de producción
(capitalista) se estructura así de manera luminosa. Por un lado, la producción, las relaciones de
producción, los lugares de la producción; y por otra parte, el consumo y los lugares de consumo, más o
menos controlados por las ‘instancias’ económicas (el gran capital) y políticas (los aparatos del Estado,
incluido los aparatos ideológicos).

Este conjunto ideológico no es falso, sustancialmente. Se convierte descartándole cualquier otra ‘verdad’,
evacuándose o sumándose el resto. Se puede respaldar sobre un número ilimitado de hechos. Lo que no
143
ampliaría en nada su horizonte y no suprimiría su capacidad reductora .

Antes del capitalismo, la ciudad ya era un lugar de encuentros, de acogida, de reunión, dotada de una
naturaleza sagrada que se expresaba en los lugares religiosos: templos, cumbres, recursos, catedrales,
etc. En el momento de la formación del capitalismo, que se constituye por medio de las cités más
antiguas, la reunión de unidades de producción, aún artesanales en la ciudad, es analógico a la reunión
de herramientas y máquinas (telares, etc.) en el taller y la manufactura. Entonces, la ciudad se convierte
en fuerza productiva. No se mantiene fuera de las relaciones de producción, como tampoco de las
relaciones de propiedad. El espacio producido es también productor: instrumento y no contenido pasivo,
inerte, indiferente al contenido.

Es imprescindible insistir sobre la alta complejidad de relaciones entre ‘la sociedad’, ciudadanos y
habitantes, y la ciudad, lo urbano, el espacio. Para el individuo, la ciudad que le rodea es a su vez el
lugar del deseo (deseos: los cuales despierta, multiplica, intensifica) y el conjunto de restricciones que
pesan sobre los deseos, que inhiben el deseo. Es en lo urbano que se instala, se instaura, se instituye lo
cotidiano. No obstante la ciudad suscita el sueño y lo imaginario (que exploran lo posible y lo imposible,
los efectos de la riqueza y el poder). Las relaciones consideradas son pues a la vez formales y reales,
prácticas y simbólicas. La ciudad y el espacio tienen múltiples funciones, pero estas funciones no agotan
lo real: de modo que el espacio y la ciudad son a la vez un ser poético y una presión firmemente positiva.
Los comportamientos se describen, los deseos se dicen, se expresan; la ciudad y lo urbano suscitan al
mismo tiempo un saber y un lirismo. Lo urbano, la ciudad y sus entornos, el espacio referido y referente,
hacen una totalidad parcial y abierta, al propio nivel de totalidades más vastas (la nación, el territorio
nacional, el Estado). ¿Con qué derecho mutilar esta totalidad? ¿Y por qué el marxismo debería evacuar
lo simbólico, el sueño y lo imaginario? ¿Eliminar metódica y teóricamente ‘el ser poético’, la obra?

El análisis muestra en nuestros países que existe, en primer lugar las exigencias del capitalismo y del
neocapitalismo, los promotores, los bancos especializados. En segundo lugar, el Estado no interviene
más que episódica y puntualmente, aunque nunca en organismos e instituciones consagrados a la
gestión como a la producción del espacio. Este espacio estatal, que debemos analizar de cerca, no tiene
la característica caótica del espacio producido por lo intereses ‘privados’. Se pretende homogéneo, el
mismo en todas partes, según una racionalidad de lo idéntico y lo repetitivo que permita introducir en las


143
Ejemplo célebre de verdades triviales respaldadas por un número colosal de hechos, de constataciones, de estadísticas: un sociólogo estableció
antes, con un gran aparato científico, que el número de personas saliendo del metro era igual –salvo accidente– al de las personas que entraban.

248
esquinas más remotas (que cesan de ser ‘esquinas’) la presencia del estado, el control y la supervisión.
Entre los intereses ‘privados’ y la acción de los poderes ‘públicos’, a veces hay colusión, así como
colisión. Lo que engendra la paradoja del espacio homogéneo-roto; basta abrir los ojos y mirar
atentamente alrededor de sí, para cambiar esta paradoja en una evidencia, difícil de decir.

En tercer lugar, los movimientos de usuarios (protestas y contestaciones) se han convertido en un


fenómeno mundial, nada menos que en reivindicaciones relativas al trabajo y a los lugares de trabajo,
aunque diferentes.

Los movimientos de usuarios en Francia, no podrían compararse a aquellos que tienen lugar en Japón,
España, Italia, incluso en Estados Unidos. En estos países, los usuarios e incluso los consumidores
parecen más conscientes de sus intereses y de sus objetivos, a saber la nueva apropiación de un
espacio en el que los productores ven poco uso. ¿Por qué esta debilidad en Francia? Sin duda por causa
del Estado, a la vez restricción y recurso, presión y arbitraje (aparentemente). No sólo la presión estatal
en Francia es más fuerte que en otros lados, sino la izquierda jacobina la acentúa en razón de su opción
centralizadora. Esta contribuye a debilitar los movimientos que sólo una fracción ‘izquierdista’ sostiene
sin interés político. Talvez en Japón, estos movimientos alcancen la fuerza máxima, con los objetivos
más grandes. En la España actual (inicios de 1977) más de cuatro mil comités de ‘vecinos’ realizan una
actividad que cuestiona la organización de la sociedad junto con las ciudades y el espacio.

Estos movimientos renuevan el concepto de uso sin reducirlo a un simple consumo del espacio; hacen
hincapié en las relaciones de la gente (individuo, grupos, clases) en el espacio con sus niveles: la
proximidad y lo inmediato, lo urbano y las mediaciones, la región y la nación, lo mundial por último.
Experimentan las modalidades de la acción en sus diversos esquemas, según la experiencia y el saber
de los ‘participantes’. Plantean la hipótesis de una eventual convergencia entre las reivindicaciones con
respecto al trabajo (empresa) y aquellas que conciernen al espacio entero, es decir, a la vida cotidiana.

¿Hay momentos privilegiados, en los cuales, la gente (individuos, grupos, fracciones de clase)
verdaderamente ha sentido el espacio? ¿Ha encontrado la ciudad? Es verdad: históricamente, durante el
renacimiento italiano. Más cerca de nosotros, en mayo de 1968. Como por arte de magia, lo cotidiano
emergió, transformándose. Vimos entonces, primero la ocupación por los estudiantes de su espacio, a
continuación, por la clase obrera, en una tentativa de apropiación. Durante este intento, llegó en pleno
día la relación compleja de los grupos sociales con su espacio, aquella de los individuos con su cuerpo,
su palabra, su voz.

La distinción entre valor de cambio y valor de uso es esencial en la teoría marxista. Marx presenta, en El
Capital, la relación entre estos dos valores como una oposición lógica, como los dos polos de una
oposición pertinente. Hoy, en el mundo moderno, un conflicto agudo y violento se articula en el espacio
entre estos dos valores; entre el espacio que se convierte en valor de cambio y el espacio que
permanece como valor de uso. Tales como, por ejemplo, los espacios históricos, los pueblos y los
paisajes pre-capitalistas. El turismo se precipita sobre ellos, los somete al intercambio, los desgasta y los
destruye. El valor de cambio evoluciona por sí mismo hacia una abstracción cada vez más grande y se
convierte en el intercambio de abstracciones.

En estas circunstancias, el problema urbano se plantea con una agudeza extrema, porque se trata de
espacios estrechamente sometidos a la dominación del intercambio por la especulación, por la inversión
de capitales, mientras que un espacio urbano representa un uso, es decir un empleo del tiempo.

De acuerdo con lo anterior, se percibe el desplazamiento de la relación ‘valor de uso-valor de cambio’,


desde el momento en que Marx escribió sus obras (Los Grundrisse y El Capital). La oposición lógica
sirvió a Marx de punto de partida en la deducción-construcción de las categorías y en la concatenación

249
de los conceptos que constituyen la teoría. Desde entonces, la oposición lógica entra en un conflicto
dialéctico. Es el conflicto entre valor de cambio y valor de uso que ya no puede pasar por mental, sino
por social (práctico). Lo nuevo sucede en este dominio. ¿Debido a qué? Al capitalismo, ciertamente (y al
socialismo), pero también, debido al control sobre la naturaleza mediante técnicas, control que va hasta
la destrucción de lo natural, tanto mental, social, como físicamente.

Adentrémonos más profundamente en el uso. El uso permite el intercambio: la cosa de la que alguien
hará uso, se vende; ésta toma un valor de cambio porque tiene un valor de uso. Sin embargo, el uso no
coincide con el valor de uso. El agua, el aire, la luz, no tuvieron valor de cambio durante milenios y hasta
la modernidad, todo el mundo los usaba. Concretamente, el aire, el agua, la luz, la tierra –los elementos–
toman valor de uso desde el momento en el que se producen y se venden, por tanto toman valor de
cambio: el aire con el aire acondicionado – el agua con la provisión por tubería – la luz con la provisión
de iluminación artificial – finalmente la tierra, sobre todo desde que se convirtió en objeto de propiedad.

El uso persiste, porque corresponde a una necesidad, fundamental o ficticia, física o desarrollada:
respirar, beber, ver, caminar. Desde que un elemento deja de ser un don de la naturaleza, alrededor de
él comienzan a librarse luchas sin cuartel. Del don, la práctica pasa al régimen de la ‘deuda’ y de la
‘regalías’; el elemento se cuenta y contabiliza. Cada individuo es responsable ante la sociedad de lo que
reciba en virtud del elemento, que no tiene nada de elemental: su parte de agua, de aire, de luz, de tierra.
Los ‘elementos’ entran en una región conflictiva donde se reglan los asuntos sociales, por contratos y
debates (relativos a la deuda y al endeudamiento). El uso, gratuito (de manera gratuita) al momento de la
donación espontánea y de la abundancia natural, se gana, se conquista, se defiende duramente. Esto
tanto para los individuos como para los grupos (pueblos, ciudades). El problema del ‘territorio’ comienza
a surgir para cada uno y para todos, para los aislados como para los colectivos, del pueblo a la nación.
Por último, es decir, cuando todo se cuenta (se contabiliza), cada uno reclama lo que se le debe, en
espacio, aire o agua. Muchos no lo obtienen. ¿No se contempla lo mismo para el cuerpo, don de la
naturaleza, que vive en y por medio de otros dones, tomados posteriormente por las redes de deudas,
endeudamientos, contratos?

Consideremos una (la) playa. Lugar privilegiado para nosotros, gente de la modernidad; lugar inventado
o descubierto recientemente; lugar del goce [la jouissance]. ¿Es verdaderamente un lugar? Sí y no. Es
un espacio situado entre los elementos, a su encuentro y confluencia: el sol, el aire y el viento, el mar, la
tierra. El lugar no pertenece a ningún elemento y los contiene a todos. No hay playa sin arena que
prolongue la tierra, que el mar bañe, que el viento acaricie, que el sol caliente. La reunión de los
elementos se da en directo. ¿En qué consiste su uso? En la aceptación de este don. ¿Cuál uso? El del
cuerpo, la presencia, el significado del cuerpo (a veces grotesco, a veces hermoso). Como el cuerpo,
como la carne viva, como la experiencia, la playa tiene su uso y su significado en sí. Uso y significado: el
placer, el goce, incluso la alegría de vivir. Los niños no la usan como los amantes o los deportistas, ni
como las personas de edad avanzada. Y así una multiplicidad de usos, según el cuerpo y el uso del
cuerpo. La apropiación de este espacio por el cuerpo se logra con una facilidad que forma parte del
goce.

Podemos vender las playas. La presión se ejerce en este sentido de intereses, y no solamente aquellos
del gran capital. Podemos bloquear, prohibir, parcelar. La propiedad lucha contra la apropiación sobre
este espacio, de manera legible, visible, evidente. El cambio y el valor de cambio luchan contra el valor
de uso y contra el uso que se muestra a través de los valores. Es decir, contra el cuerpo vivo y la
experiencia.

Si la ‘base’ de la sociedad, en particular los niños y todos los ‘usuarios’, han mantenido la palabra y la
posibilidad de intervenir, ¿habría problema? Quizás no. Es por tanto, que las ‘autoridades’, en el poder
político, intervienen sin cesar para garantizar el acceso a los elementos contra los que quieren

250
reservarlos o venderlos al mejor postor. El Estado que administra el espacio se ve obligado a obrar
contra los que le han encargado esta difícil gestión.

La playa adquiere un valor simbólico. Ella simboliza la lucha por el espacio, por el uso, por el goce del
cuerpo –y también por la acción conservadora del Estado, que en sí, es el resultado de que los usuarios
tomen o no tomen la palabra. Despojados de muchas maneras, los usuarios recurren al Estado, que no
sólo ha contribuido poco con ellos, sino que no puede dejar de responder a su llamado.

El secreto del Estado, oculto en la evidencia, ¿no está allí, en el espacio? La interacción entre el Estado
y el territorio es tal que se puede decir que el uno engendra al otro. Esto explica la ilusión y la apariencia
de los hombres de Estado. Parecen administrar, gestionar, organizar un espacio natural. De hecho, es
decir en la práctica, lo sustituyen por otro espacio, primero económico y social, luego político. Creen
obedecer a lo que tienen en la cabeza: una representación (del país, etc.) De hecho, establecen un
orden: el suyo.

Poner a plena luz la unión entre el Estado y el espacio requiere el fin de una ignorancia de lo espacial y
el reconocimiento de una teoría del espacio (social). En esta perspectiva se asocian el movimiento de
usuarios a escala mundial y la ciencia del espacio que ya no puede ser considerada como externa a la
práctica.

El conocimiento del espacio social presenta el lado teórico de un proceso social en el que los
movimientos de usuarios son el lado práctico. Estos son los aspectos indisolubles de una misma realidad
y sus potencialidades. Esto corresponde en buena medida a la situación en la que Marx se encontraba
en relación con el movimiento obrero y las reivindicaciones referentes al trabajo (los lugares de trabajo).
En esa época, los economistas que Marx denominó ‘vulgares’ se ocupaban de los productos,
identificaban y comparaban los objetos, evaluando los costos. Ellos se ocupaban de las cosas. Marx
revirtió el proceso. En lugar de considerar los productos, contempló la producción, es decir el proceso
productivo y las relaciones de producción (así como el modo de producción). Él fundó así una teoría. De
la misma manera, hoy, muchas personas describen los espacios, escriben discursos sobre el espacio.
Queda por invertir el proceso, fundando una teoría, la producción del espacio. En esta producción,
evidentemente, el Estado es cada vez más un agente de la producción, e incluso promotor.

¿El conocimiento del espacio constituye una ciencia? Sí y no. Sí, porque incluye conceptos y una
concatenación teórica de estos conceptos. No, en el sentido que generalmente la ciencia se plantea y se
sitúa en una ‘objetividad’ que hace abstracción de la ‘experiencia’, es decir del cuerpo y del ‘sujeto’ que lo
habita, que permanece en él.

El conocimiento del espacio no puede reducir la experiencia a lo concebido, ni el cuerpo a la abstracción


geométrica u óptica. Al contrario: este conocimiento debe partir de la experiencia y del cuerpo, por tanto
del espacio ocupado por un ser orgánico, viviente y pensante. Este ser tiene (es) su espacio, circunscrito
por los alrededores próximos, amenazado o favorecido por lo lejano. Un alcance del cuerpo, a saber las
manos, llegan hasta lo que les sirve o les hiere; más allá de esta proximidad comienza el espacio social
que se prolonga (sin fronteras bien definidas) en el espacio físico y cósmico. Tres esferas, tres zonas, no
separadas: lo mental, lo social, lo cósmico; –el cuerpo vivido, lo cercano, lo lejano.

Con este supuesto, existe una historia del espacio. Lo vivido da lugar a los espacios de representación,
imaginados a partir del cuerpo y simbolizados por él. Lo concebido, lo lejano, da lugar a las
representaciones del espacio, establecidos a partir de elementos objetivos, prácticos y científicos. Si se
tiene en cuenta el espacio medieval: por un lado, el espacio de representación mágico-religioso, abajo el
infierno, en lo alto el cielo habitado por Dios; entre los dos, el mundo terrestre. Que no impide las

251
representaciones del espacio: la construcción de los primeros mapas, el saber de los navegantes, los
comerciantes, los piratas; el Mediterráneo en el centro del mundo, etc.

La historia del espacio demostraría como divergen o se encuentran los espacios de representación y las
representaciones del espacio, la práctica modificando ‘realmente’ el espacio-natural.

Para descifrar el espacio, podemos proponer muchas rejillas y decodificaciones, y ensayarlas sobre el
espacio actual. Este espacio se caracteriza por la coexistencia, a menudo poco pacífica, de obras y
productos de épocas diversas. Diacronías, desajustes, distorsiones, entre las ruinas antiguas y los
productos de la técnica moderna, generarían tensiones que animan el espacio, pero lo hacen difícil de
descifrar.

Se puede analizar lo urbano (la ciudad) como sujeto (las conciencias, los niveles de conciencia, las
actividades de los grupos); como objeto (la situación y el sitio, los flujos); como obra (monumentos e
instituciones). Se puede seguir históricamente la monumentalidad y su relación con la construcción
(funcional: almacenes, apartamentos, etc.), mostrando actualmente la eventualidad de un exceso de la
oposición clásica. También se puede comparar el espacio a un lenguaje y estudiar sus dimensiones: lo
paradigmático (oposiciones pertinentes: dentro-fuera, arriba-abajo, verticalidad-horizontalidad, etc.); – lo
sintagmático (encadenamientos y conexiones: calles, avenidas y bulevares, carreteras, etc.); – lo
simbólico (el significado de los monumentos, los lugares privilegiados, etc.).

En lo que concierne al espacio global, dos series de propuestas teóricas permiten acceder a una relación
con el Estado. La primera tiene una característica histórica y genética; esta pone en relación el espacio,
aproximadamente, con los modos de producción. La segunda, más actualizada, se define mejor en lo
sincrónico, se refiere al concepto de morfología jerárquica estratificada. Ni es cierto, ni está lejos de
serlo, que estas dos proposiciones se excluyan. La genética (historia) del espacio puede y debe abrirse
sobre un espacio-análisis, por sí misma, dando lugar al ‘ritmoanálisis’ (conexión del espacio y del tiempo
con los ciclos y los ritmos, en la nación, la sociedad, la consciencia reflexiva). Este último desarrollo pasa
junto al del Estado y va mucho más allá. Su lugar no es aquí.

El espacio analógico: la comunidad primitiva fue tan compleja que Marx no la vio, con las combinaciones
de formas sociales entrelazadas, sacerdotes y hechiceros, señores de la guerra, linajes de
consanguinidad y territorialidades. Se puede caracterizar, en su conjunto, la ocupación del espacio –el
espacio ocupado por esta sociedad– como espacio analógico. Existen ejemplo precisos y fehacientes de
espacios analógicos: las aldeas dogons en África, de acuerdo con los trabajos de M. Griaule y G.
144
Dieterlen sobre el cuerpo humano . La ciudad y su organización se supone que representan o más bien
reproducen un cuerpo divino, su propia proyección del cuerpo humano. La cabeza, los miembros, los
órganos genitales masculinos y femeninos, y los pies, son representados por grupos de chozas. Chozas
de mando, chozas de reunión de hombres y mujeres, chozas en las que se colocan los instrumentos de
trabajo, y así sucesivamente. El espacio apropiado por analogía con el cuerpo es una proyección de
éste, sobre o en el espacio.

El espacio cosmológico: el modo de producción antiguo (ciudad antigua, esclavos) se vincula a un


espacio cosmológico. Los objetos monumentales se agrupan de manera que proponen una imagen del
cosmos. La ciudad es una ‘imago mundi’. A menudo, un monumento en particular tiene a su cargo
representar el espacio más característico: así, el Panteón, destinado a albergar a todos los dioses –
incluso el dios desconocido– representa el firmamento, el espacio cósmico. La ciudad comprende, en el
modo de producción antiguo o en el modo de producción asiático, un lugar marcado por un monumento,


144
Resumidos en D. Forcle: African Worlds, Londres, 1954; y A. Tzonis: Toward a non repressive environment, Nueva York, 1974, Cap. II, pp.
22 & sq.

252
145
obelisco o piedras, considerado como el ombligo, el ónfalo , el centro del mundo alrededor del cual se
construye una representación del espacio dominado.

El espacio simbólico: La ciudad medieval sostiene otra forma de espacio, el espacio simbólico. El
espacio de estas ciudades, aquel de las catedrales, se rellena de símbolos religiosos. Así, se puede
comprender el paso del espacio cosmológico de las todavía iglesias romanas al espacio simbólico de las
catedrales góticas. Éstas simbolizan la emergencia de la ciudad por encima del suelo y el impulso de la
sociedad entera hacia la claridad conocida, en aquel momento, como la del Logos, es decir del Verbo, es
decir de Cristo. En el espacio críptico, la verdad permanece sumergida en las tumbas. El espacio se
transforma durante el período gótico en un espacio de descodificación, un ascenso hacia la luz. Es
también el momento histórico de una gran lucha de clases: la clase urbana burguesa contra la
terrateniente feudal. El simbolismo tiene dos aspectos: religioso y político.

El espacio perspectivo: aunque no entra en la clasificación de los modos de producción, el espacio


perspectivo merece atención porque entró en nuestros hábitos, en nuestro lenguaje; hasta al inicio de los
tiempos modernos en que tuvo lugar la crisis de todas las referencias. Es un error pensar aún en
términos del espacio perspectivo, ya que desde 1910, la pintura de Kandisky, aquella de Klee y aquella
del cubismo analítico, nos advirtieron que existe una ruptura del espacio perspectivo. El horizonte
desaparece entre los pintores como el encuentro de las paralelas en el infinito.

El espacio perspectivo nació con el Renacimiento, en Toscana, donde las ciudades toman más
importancia: Florencia, Siena, Lucca y Pisa. Sobre la base del capital comercial (pañeros tratando la lana
del rebaño) se estableció en estas ciudades un capital bancario. Los banqueros de Florencia, Siena o de
Pisa compraron a los señores feudales sus dominios y los transformaron. A la explotación de los siervos,
la sustituye la explotación de aparceros que comparten la cosecha con los propietarios. La aparcería es
entonces una mejora con respecto a la servidumbre; libre, el aparcero reparte su cosecha con el
propietario de la tierra; tiene entonces interés de producir lo máximo posible. Los banqueros, dueños de
las ciudades toscanas, tienen necesidad de aumentar la cosecha para alimentar el mercado de las
ciudades y a las mismas ciudades. Por su posición, son más ampliamente beneficiarios de este progreso
que los campesinos. Estos banqueros, incluyendo los Médici, construyeron en el campo los palacios;
alrededor de los palacios, las maserías. Los caminos que van de un lado a otro son plantados de ciprés;
el paisaje toma entonces una profundidad y una amplitud que no tenía. Las líneas hacia el horizonte
están marcadas por estos callejones de cipreses, símbolos a la vez de propiedad y perennidad; en ese
momento, aparece la perspectiva que, de cierto modo, resulta de la influencia recíproca de las ciudades
sobre el campo. Sin embargo, ésta influencia no es suficiente; un espacio no se explica solamente por
las condiciones económicas y sociales. La elaboración de Alberti permite tomar forma a la perspectiva. El
espacio sigue siendo simbólico del cuerpo y del universo, aunque ya ha sido medido, y es visual. Esta
transferencia del espacio hacia la visualización y lo visual es un fenómeno de una importancia primordial.
Según Alberti, de la disposición visual de los elementos del espacio –las líneas y las curvas, la luz y las
sombras, los elementos masculinos y los elementos femeninos (es decir los ángulos y las formas
redondas)– se garantizará la belleza para los ojos, la sensación espiritualizada, originando a la vez la
admiración y el placer. El espacio sostiene ciertas cualidades de la naturaleza, la luminosidad y la
claridad; el arte y la invención procuran otras cualidades, tales como la conveniencia, la nobleza y la
adaptación a las leyes de la sociedad.

Este espacio es el de la perspectiva que retoma la naturaleza medida y subordinada a las exigencias de
la sociedad, bajo la dominación del ojo y ya no del cuerpo entero. Desde el Quattrocento, se encontró el
espacio perspectivo en la pintura, que brinda un lenguaje común a los habitantes, a los usuarios, a las
autoridades, a los artistas, el espacio de los arquitectos. Desde entonces, la ciudad se organiza en clave


145
Según la mitología griega, sería la piedra dejada por Zeus en el centro (ombligo) del mundo. [N. del Trad.].

253
de perspectiva. Ella está sujeta a un dominante, la fachada, que determina la perspectiva y la fuga de
paralelas, es decir las calles. La cristalización de este conjunto conlleva múltiples consecuencias: las
diferencias no aparecen más que en la sucesión de fachadas. Las rupturas, hendiduras y cornizas son
reducidas al mínimo; éstas no deben romper la perspectiva. Porque la fachada está hecha para ver y ser
vista, es esencial y dominante. Lo que no existía previamente y sobre todo no existía en la antigüedad.
Sobre las mismas fachadas, se cuelgan los balcones, sirviendo a la vez para ver y ser vistos. Por tanto,
es un espacio que se organiza, guiando el conjunto de las artes (la pintura, la escultura, la arquitectura y
el urbanismo), un espacio común a todos; los habitantes se sitúan en este espacio; los arquitectos o
autoridades políticas conocen la ordenanza; que se trata de un código. Es probablemente la única vez en
la historia del espacio donde hay un código único para los diferentes niveles estratificados, es decir, el
nivel de la habitación, el inmueble, la sucesión de inmuebles, del barrio, de la ciudad, de su inserción en
el espacio circundante. De ahí la belleza armoniosa y el modelo congelado que adoptaron las ciudades.

El espacio capitalístico: El espacio catastrófico para el espacio perspectivo será el espacio capitalístico.
El uno comienza con la ruina del otro. El fenómeno es visible desde el cubismo analítico de Picasso o la
pintura de Kandisky. Esta ruina del espacio perspectivo es caracterizado por el hecho de que un
monumento, una arquitectura, un objeto cualquiera, se sitúa en un espacio homogéneo (espacio visual
que permite al ojo y sugiere al gesto girar a su alrededor) y ya no en un espacio cualificado (cualitativo).
Picasso, Klee y los miembros de la Bauhaus descubrieron simultáneamente que se puede representar
los objetos en el espacio, de modo que ya no tengan rostro o una fachada privilegiada, que no se
orienten más que hacia lo que miran o quien los mira. Están en un espacio indiferente y ellos mismos
son indiferentes a este espacio en vías de una cuantificación completa. El inmueble-tour, del cual Mies
Van Der Rohe diseñó los prototipos, se sitúa en un espacio en el que se puede girar a su alrededor. Se
trata de un objeto que ya no tiene rostro, ni fachada. Sin la fachada, se sepulta la calle. Por tanto, el
espacio perspectivo es reemplazado por un espacio enteramente nuevo. La ambigüedad es que los
miembros de la Baushaus y Le Corbusier creyeron alcanzar una revolución. Se los tomó por
bolcheviques a medida que introducían el espacio capitalístico. Su concepción del espacio se extendió
hacia el neocapitalismo y sobre todo al ascenso triunfal del Estado.

Este espacio capitalístico es difícil de describir y definir. No debería, pues, bastar con decir que es
solamente cuantitativo o que ha reemplazado al espacio perspectivo, es decir a un espacio cualificado.
Este espacio cuantitativo es un espacio homogéneo pero roto. El arte pictórico y el arte escultural han
producido modelos verdaderos de este espacio. El arte puso en evidencia la violencia interna en la
ruptura del espacio.

¿Cómo puede un espacio ser a la vez homogéneo y roto? ¿No constituiría eso un absurdo, una
imposibilidad? No. Este espacio es homogéneo porque todo es equivalente, cambiable, intercambiable,
porque es un espacio comprado y vendido y no hay más que intercambio entre equivalencias e
intercambiabilidad. Este espacio se rompe porque lo manejamos por lotes o parcelas; por tanto, el
espacio se fragmenta vendido por lotes y parcelas. Para el mundo de las mercancías, donde todo es
equivalente, y también dentro del Estado donde todo es controlado, éste se rompe, porque al ser tratado
por lotes en ocasiones minúsculos, el límite inferior del lote no es más que aquel en el que su empleo
para la construcción es imposible. Los lotes se venden tan caros como sea posible de acuerdo a la leyes
o reglas de la especulación. Es un espacio lógico aunque la lógica del conjunto homogéneo sea
desmentida por la fragmentación de la venta al por menor.

La clasificación propuesta de los espacios corresponde aproximadamente a la consecuencia de los


modos de producción según Marx. Esta consecuencia no puede pasar por sentada, ni las características
de cada modo de producción pueden pasar por ciertas. Se trata aquí de mostrar, brevemente, que hay
una producción del espacio inherente al modo de producción, ésta no se define solamente por algunas

254
relaciones sociales (marxismo banalizado) o por ideologías, formas del conocimiento y la cultura
(Gramsci), sino también por su producción específica.

Analógica, cosmológica, simbólica y lógica o logística ofrecen una diacronía (una sucesión). Cada modo
de producción tuvo su espacio; pero las características del espacio no se reducen a las características
generales del modo de producción; el simbolismo medieval no se define ni por las rentas entregadas por
los campesinos a los terratenientes, ni por las relaciones entre las ciudades y los campos. La reducción
de la estética de lo social y de lo mental en lo económico fue un error desastroso que un cierto número
de marxistas perpetúan.

El modo de producción actual se caracteriza por el espacio de control estatal, a la vez, espacio de
intercambios. El Estado tiende a acentuar el carácter homogéneo, roto por los intercambios, debido a su
control. Ello puede también definirse como óptico y visual. El cuerpo ha desaparecido en un espacio
equivalente a una secuencia de imágenes. El espacio perspectivo ha inaugurado esta estocomización
del cuerpo, que el simbolismo preservaba, no sin transponerlo. En el espacio moderno, el cuerpo ya no
tiene presencia; solamente está representado en el medio espacial reducido a componentes ópticos.
Este espacio también es fálico; las torres con su arrogancia lo testifican suficientemente. Fálico, óptico,
visual, lógico-logístico, homogéneo y roto, global y fragmentado, así se denominan y se conciben los
caracteres del espacio del MPE [modo de producción estatal].

Este espacio ha sido idealizado por la Bauhaus y Le Corbusier, al mismo tiempo que ellos lo realizaban.
La idealización se desarrolla a partir de su carácter visual y óptico. Se tiene en cuenta su aspecto
especular y espectacular. El análisis de las obras de Le Corbusier muestra que este espacio ha sido
representado con el fin de producir y reproducir la imagen exaltante de un hombre fuerte, que en la
alegría de la luz contemplaba la naturaleza, los espacios verdes y las siluetas de otros hombres
extendidos sobre la gloriosa claridad del sol. Este espacio no solamente implica la vida cotidiana
programada e idealizada por el consumo manipulado, sino también la espacialidad jerarquizada entre los
espacios nobles y los vulgares, los espacios residenciales y los otros. Implica también una centralidad
burocrática, denominada ‘cívica’, ocupada por los poderes de decisión. Es un espacio organizado, de tal
suerte, para que los usuarios sean reducidos a la pasividad y al silencio, salvo que se rebelen; su
rebelión puede y debe superar la presentación de contraproyectos, de contra-espacios, de
reivindicaciones muchas veces violentas, a una rebelión máxima que cuestione el conjunto del espacio
intercambiable, espectacular, que implique la cotidianeidad, la centralidad y la jerarquización espacial.

Estas contradicciones del espacio se suman y se superponen a las antiguas contradicciones del modo
de producción capitalista. El conocimiento directamente invertido en la producción del espacio puede
abordarse sobre grandes extensiones (la construcción de una autopista), sin embargo, este espacio está
fragmentado, pulverizado por la propiedad privada. Aquí aparece una forma moderna de la contradicción
señalada por Marx entre las fuerzas productivas y las relaciones de producción y de propiedad. La
propiedad privada (como relación social) prohíbe al conocimiento su intervención. Ella paraliza las
intenciones y las invenciones de los arquitectos así como de los urbanistas y anula sus capacidades
críticas y creativas. La presión de las relaciones de producción y de las relaciones sociales (relaciones
de propiedad) se acentúa. Esta presión está personalizada por los promotores.

El concepto ya subrayado de morfología jerárquica estratificada (con su implicación: el espacio


catastrófico) es resultado de las investigaciones ya mencionadas de R. Thom. Este espacio se
generaliza y se extiende al espacio social. El análisis en la sincronía (actual) no prohíbe el análisis
diacrónico (historia del espacio). Al contrario: nos conduce a él. El análisis morfológico parte de la
genética.

255
Se puede hablar de morfología estratificada cada vez que las formas definidas que contengan unidades
discretas se impliquen las unas con las otras en un orden definido. Así en lingüística: –el fenómeno
(sonido, una sílaba sin significado); –la palabra (articulación que constituye una unidad con significado a
partir de los fenómenos que ella vincula); –la proposición o frase; –la secuencia de frases y la cadena de
sentidos. Una morfología análoga existe en el espacio social, de la ‘habitación’ o de la cabaña, a la casa
y al edificio, del edificio a las casas, al pueblo y al barrio, de este último a la ciudad, a la región, a la
nación, al Estado.

A continuación se muestra un cuadro de morfologías constatadas y luego formalizadas de modo que


aparezca la implicación jerarquizada de los niveles. La articulación, contrariamente a la ideología
tecnocrática que abusa de este término, no es solamente un hecho ‘positivo’ y una resistencia. Ella
conlleva efectos negativos: rupturas, catástrofes.

Lingüística Física Biología Espacio (social)


Fenómenos Partículas Moléculas Habitación
(choza, cabaña)
Silabas Moléculas Asociaciones de Inmueble
moléculas (casa)
Palabras Cuerpo Orgánulos Barrio
Proposiciones Células Ciudad
Frases Planetas Distrito (país)
Secuencia de frases Sistema (solar) Órganos Nación (Estado)

Galaxias Individuos (especies) Continente


Sistema ecológico Planeta

Cada vez que se estudia una morfología jerarquizada es necesario determinar su espacio de catástrofe,
es decir las condiciones en las proximidades, en las cuales el espacio estalla.

La teoría muestra que genéticamente se producen al mismo tiempo las condiciones de estabilidad y las
condiciones de ruptura. El espacio perspectivo históricamente generado (sin condiciones económicas,
sociales y políticas, pero de forma irreductible a estas condiciones) tiene su espacio de catástrofe: el
espacio logístico, el cual posee los caracteres de un espacio de catástrofe: homogéneo-roto y total-
fragmentario, resultado del estallido de espacios anteriores, opuesto al espacio posible (diferencial), y
que sin embargo conduce a él.

Estos conceptos permiten circunscribir y definir desde fuera el vínculo (la articulación) del espacio y el
Estado moderno. Esta articulación puede también aprovecharse desde ‘dentro’.

1) La cooperación estrecha del Estado con la industria del automóvil para rediseñar el espacio
prexistente, que incluye la ciudad histórica, es un fenómeno conocido. Lo desigual según los países,
se constata por todas partes: autopistas, parqueaderos, pero también fábricas, talleres de reparación,
hoteles y moteles, estaciones de servicio, etc. En los grandes países modernos, alrededor del veinte
por ciento de la producción y de la población activa se consagra al automóvil y a su empleo. Todo se
sacrifica a esta forma de crecimiento: el pasado histórico, el uso, el reconocimiento, la ‘cultura’. La
ciudad histórica se reconstruyó según las exigencias del crecimiento dirigido por el auto. Los lobbies
del auto y de la construcción se alían con la tecnoestructura estatal. Sus efectos combinados llegan a
romper los cuellos de botella: circulación, contaminación, el abandono del transporte público, etc. No
obstante, por todos lados se llega al ‘punto crítico’ (estado crítico) donde la predominancia del auto es
dudosa, donde el problema así planteado se transforma en político. Las resistencias se acentúan, se
multiplican, van desde los ‘propietarios’ desposeídos, descalificados, a los ‘usuarios’ de todas las

256
clases. A partir de este punto crítico se busca una nueva concepción del espacio, con nuevas
funciones y nuevas formas irreductibles a la simple circulación. Calidad del espacio, espacio
cualitativo, estos conceptos se imponen a través de un período de utopismo, de sueño, de nostalgias,
de intentos por volver atrás o para vivir ‘como si no fuera así’ (el nuevo anarquismo elitista).

2) Cuando el Estado, en determinados países, toma a su cargo la producción de energía (electricidad,


petróleo), unos suponían que se lo proporcionaría a bajo precio a las empresas ‘privadas’, y otros,
que el Estado asumiría las inversiones que el ‘privado’ no pueda. Poca gente se dio cuenta de que el
Estado continuaba la instalación de un espacio dominante, que prolongaba aquel de las calles y
canales y caminos de hierro. Lo que debía confirmarse y alcanzarse claramente a continuación: redes
de autopistas y vías aéreas, producción de energía nuclear (sobre todo controlada por el Estado).
Poco a poco, el Estado, cuya tecnoestructura domina las cuestiones energéticas, redirige el dominio,
no sólo controlando las unidades de producción, sino sondeando el espacio, sobre una doble
supervisión técnica y policial. La producción de la energía se vincula estrechamente a la producción
del espacio político, es decir estatal.

3) Las técnicas permiten tratar el espacio a gran escala. Las relaciones de propiedad y las necesidades
definidas por la habitación incluyen el tratamiento a pequeña escala. Ahora bien, el Estado solo puede
tomar a cargo el tratamiento del espacio ‘en grande’ –autopistas, y vías aéreas– porque dispone de
los recursos, de las técnicas, de la capacidad ‘conceptual’.

La venta y el tratamiento del espacio por parcelas, a menudo muy pequeñas (apartamentos vendidos
en co-propiedad) han provocado de manera catastrófica un caos urbano. El Estado en numerosos
países intenta imponer un orden a ese caos por medio de instituciones diversas (en Francia, oficinas
de estudios, OREAM, etc.) ¿Qué orden? El del espacio homogéneo, logístico, óptico-geométrico,
cuantitativo.

Se habla a menudo, en Francia y en otras partes, del fracaso acerca de las iniciativas estatales
porque el resultado carece de armonía. Tal evaluación, estética o ética, oculta la situación real. Las
medidas tomadas por las instituciones y administraciones especializadas carecen de efectividad; en
lugar de resolver las contradicciones del espacio, la acción estatal las agrava; éstas no originan un
nuevo espacio, sino un producto específico de la confrontación ‘privado-público’. La capacidad
racional y organizadora del Estado se lleva a cabo en el hecho de que los flujos continúan ocurriendo
en lugar de perderse en el caos de los espacios entregados a los intereses ‘privados’ y locales; el
único resultado visible sigue siendo caótico. Allí donde el Estado eliminó el caos, se erige sobre
espacios fascinantes a traves del vacío social: un gran intercambiador o las pistas de un aeropuerto,
lugares de paso y solamente de paso. La absurdidad aparente, esto es la doble naturaleza de este
espacio homogéneo y roto (no por la diferencia sino por las ruptura en la homogeneidad), se clarifica
de este modo. Este resultado proviene de la confrontación entre dos prácticas y dos concepciones del
espacio, la una logística (global, racional, homogénea), la otra local (intereses privados, objetivos
particulares). En los países denominados capitalistas, la contradicción puede acentuarse entre los
objetivos particulares de los promotores, especuladores, inversionistas (agentes de la producción de
este espacio) y los objetivos generales (estratégicos) del Estado, representados por la
tecnoestructura estatal. En este caso, lo estatal prevalece. Sin alcanzar nunca esta nitidez, el conflicto
produce sus efectos en todas partes. De ahí el malestar, de ahí la vergüenza ante estos espacios
donde se observa la obra, al mismo tiempo, de un pensamiento racionalista y global pero sin interés
para los usuarios (‘cuerpos vivientes’ al margen de las ‘funciones’) y de las operaciones concretas,
portadoras de intereses definidos.

El espacio racional –científico– producido y gestionado por el Estado no sólo conoce el mercado de
bienes, cotizado y vendido por parcelas. También conoce los polos de crecimiento espontáneo, cuasi-

257
ciegos, que datan generalmente de la época anterior (arqueo-capitalismo, paleo-técnico, etc.). Estos
polos de crecimiento comprenden también las grandes empresas, nacidas alrededor de los recursos
naturales de energía (carbón), de materias primas (minerales), de mano de obra (poblaciones
trabajadoras formadas para trabajar por una tradición artesanal y campesina) y de las grandes ciudades
que se prestaron como aceleradores de crecimiento.

La confusa unión entre estas modalidades espontáneas de crecimiento, anteriores a los flujos de la
economía moderna, y el espacio estatal, no pasará sin ocasionar daños y perjucios. La racionalidad
estatal prevalece. Sólo el Estado domina los flujos y los compatibiliza con los elementos estables de la
economía (stocks) porque los integra en el espacio dominante, que el mismo Estado genera. Las
enormes inversiones que acompañan la desintegración de los polos espontáneos y los diversos
movimientos de maquinaria (energía, mano de obra, materias primas), no pueden funcionar sin el
acuerdo y el concurso del poder político. De lo que nadie conoce. Lo que se ve menos a menudo, es la
consolidación de este nuevo espacio, a escala nacional e incluso a escala supranacional, superpuesto a
los espacios anteriores y que los replantea completamente. Así, es necesario que se reflexione acerca
de las transferencias de la industria pesada francesa, desde Lorraine a Dunquerque, a Fos-sur-Mer; que
se consideren las instalaciones colosales de Italsider y Tarente, la construcción de automóviles en
Sagunto de España, etc.

4) El Estado moderno se encuentra ante espacios abiertos o más bien fragmentados por todos lados: la
vivienda y la construcción del territorio nacional a través de las instituciones (la escuela, el barrio, la
ciudad, la región). Estos espacios, productos históricos de épocas anteriores, que arrastran consigo
múltiples supervivencias de esas épocas (analogías, simbolismos, etc.), son a la vez asolados,
fragmentados, despedazados y desbordados en sus fronteras. Lo que forma parte de la catástrofe y
encaja. El departamento y el edificio se abren hacia los equipamientos, el barrio conduce a la ciudad y
lo urbano. La nación por sí misma no tiene fronteras, ni para los capitales ni las técnicas, ni para los
trabajadores, ni la mano de obra, ni para la materia gris, ni para las mercancías. Los flujos atraviesan
las fronteras con el ímpetu de los ríos.

Si el espacio político-estatal tiene como primera función regularizar los flujos, coordinar las fuerzas
ciegas del crecimiento, imponer su ley al caos de los intereses ‘privados’ y ‘locales’, también tiene otra
función no menos importante, aunque opuesta: retener dentro de sus límites a los espacios
fragmentados, mantener sus funciones múltiples. El espacio dominante tiene estos dos aspectos: –
imponerse a los que pulverizan el entorno de la vida social, –prohibir las transgresiones que van hacia
la producción de otro espacio (cualquiera que sea). Estas dos funciones son coralarias y aun así
conflictivas. ¿Cómo evitar al mismo tiempo, la atomización (pulverización) y la transgresión
(desbordamiento)?

El Estado retoma la tendencia de constituir las cadenas de equivalencias, en este caso, las áreas y
volúmenes intercambiables. Impulsa esta tendencia hasta la identificación del espacio dominado en la
homogeneidad del espacio dominante. Al mismo tiempo, controla ciertos efectos que tenderían a
disolver el espacio existente y a constituir un espacio nuevo, definido de otro modo: por las
diferencias entre los lugares y las actividades vinculadas a esos lugares. La acción estatal no se limita
a generar mediante vías institucionales y administrativas la existencia social y ‘privada’ de millones de
personas, ‘ciudadanos’, ‘sujetos’ políticos. Esta procede mediante una vía menos directa, pero no
menos eficaz, sirviéndose de este instrumento privilegiado: el espacio.

El modo de producción capitalista [MPC] se define por las relaciones de producción, pero no sólo por
ellas. El concepto de ‘relaciones de producción’, necesario, no es suficiente. El MPC no se determina ni
por una interacción de ‘sujetos’ (individuales o colectivos, incluyendo las clases), ni como un ‘sistema’,

258
dotado de una coherencia interna. Esta última interpretación, que es audaz, contiene implícitamente la
apología de lo que el MPC pretende criticar.

El MPC se define primero por una concatenación de conceptos, desde el valor de cambio hasta la
composición orgánica del capital, prestando especial atención sobre la producción de la plusvalía y sobre
la acumulación del capital con sus problemas teóricos. El análisis, no de la producción en general, sino
de la producción de plusvalía, implica aquel de su realización (circuitos comerciales) y de su distribución
(circuitos bancarios). La producción de la plusvalía se realiza dentro de las empresas –lugares de
trabajo; su realización y su distribución se realiza dentro de las ciudades, lo que no agota en nada el
concepto de lo urbano.

Esto no es todo. El MPC se define también por la producción de las relaciones sociales y políticas,
incluyendo el Estado y lo estatal. Finalmente se define por la producción de un soporte espacial (soporte
de las relaciones de producción, de su reconducción y reproducción). Este espacio-soporte no tiene nada
de misterioso. Se produce a partir del espacio preexistente: espacio-nación (geo-físico), espacios
históricos. Por los agentes definidos: promotores, banqueros, urbanistas, arquitectos, terratenientes,
autoridades políticas (locales o nacionales) y a veces los usuarios.

A lo largo de este vasto proceso, lo nuevo aparece. El MPC se transforma. La socialización de las
fuerzas productivas, de la producción, de la sociedad, del producto, previsto por Marx, se cumple. El
espacio generado es ‘social’ en el sentido de que no es una cosa entre las cosas, sino el conjunto de
enlaces, conexiones, comunicaciones, redes y circuitos. Sin embargo la ‘socialización’ y la
‘nacionalización’ han tomado la forma –no prevista por Marx– de estatalización, de espacio político (o
mejor dicho: lógico-político).

Insistamos, condensemos y resumamos. El MPC en su desarrollo produce su espacio, por tanto


producto social. Utiliza a partir de determinado nivel (de crecimiento de las fuerzas productivas) el
espacio preexistente, pero no se conforma. Primero, integra la destrucción de los viejos espacios (la
naturaleza, el campo, las ciudades históricas); invierte el conocimiento en la cada vez mayor gestión del
espacio (el suelo, el subsuelo y sus recursos, el espacio aéreo). Produce su propio espacio; al hacerlo,
se transforma y es el advenimiento del MPE (modo de producción estatal).

En el curso de este proceso, el espacio comprendido entre los dos modos de producción, se encuentra a
la vez:

a) En las fuerzas productivas (por ejemplo en lo que los economistas denominan: ‘economías de
aglomeración’, desde un punto de vista empírico y descriptivo);
b) En las relaciones de producción y de propiedad (porque se vende y se compra, porque comprende el
conjunto de los flujos, circuitos, redes, etc.);
c) En la ideología y los instrumentos del poder político (porque se convierte en el soporte de la
racionalidad, de la tecnoestructura y del control estatal);
d) En la producción de plusvalía (inversiones en la urbanización, en el espacio aéreo, en la industria
turística que explota las montañas y el mar, es decir las plazas vacantes fuera de la producción
industrial, etc.); –en la realización de plusvalía (organización del consumo urbano y de la vida
cotidiana, de la ‘sociedad burocrática de consumo dirigido’) –en la repartición de plusvalía (rentas del
suelo y del subsuelo, bancos especializados en lo inmobiliario, especulación, etc.).

El momento en que el espacio se convierta en predominante, es decir en que se constituya un espacio


de dominio político, es también el momento en que la producción deje de garantizar espontánea e
indiscriminadamente la reproducción de las relaciones sociales. La reproducción necesaria al interior
(inversiones y amortizaciones) y fuera (reproducción de la fuerza de trabajo en y por la familia obrera) de

259
la empresa, ya no es suficiente. El primer rol del Estado moderno es evitar el colapso del edificio que va
desde la mano de obra hasta la casta política, manteniendo un conjunto jerarquizado de lugares, de
funciones y de instituciones. El proceso de reproducción no se autonomiza funcionalmente; se realiza en
un espacio, el espacio político, condición de la reproducción generalizada; que incluye:

a) La reproducción biológica (demográfica);


b) La reproducción de la fuerza de trabajo (familias agrupadas en ‘ciudades obreras’ o barrios populares,
suburbios, etc.);
c) La reproducción de medios de producción (máquinas, técnicas, recursos);
d) La reproducción de las relaciones de producción (que la empresa por sí sola ya no consigue asegurar
y garantizar) y de las relaciones de dominación.

A partir de cierto momento, el capital invertido permite al Estado asegurar las condiciones de la
reproducción de las relaciones de dominación. Estratégicamente, el Estado moderno trata al espacio de
manera que:

a) Rompa las oposiciones distribuyendo a las personas, incluyendo opositores, dentro de los guetos;
b) Jerarquice los lugares sobre el modelo de las relaciones de poder;
c) Controle el conjunto;

El espacio que garantiza la reproducción generalizada tiene los caracteres que conocemos:

a) Homogéneo: el mismo en todas partes, que implica la intercambiabilidad de lugares e incluso de


instantes (tiempo), que compone el conjunto de lugares de la cotidianeidad (trabajo –vida familiar y
privada –recreación programada). Lo que exige una centralización potente, por tanto una relación:
centro-periferia. La comerciabilidad y la intercambiabilidad toman la forma de lo idéntico y de lo
repetitivo;
b) Roto: el espacio homogéneo, óptico-geométrico, cuantificable y cuantificado, por tanto abstracto, que
sólo se convierte en concreto incorporándose en el empleo práctico, en la construcción que se realiza
por y en los ‘lotes’. La contradicción aumenta entre la funcionalidad presuntamente garantizada por el
control estatal, y la absurdidad de resultados, en todas partes perceptible, si no es obvia;
c) Jerarquizado: el intercambio de espacios sólo puede alcanzar las desigualdades, porque el uso no
desaparece, sino reaparece en el empleo del tiempo. Los lugares se disponen desigualmente en
relación a los centros, por sí mismos desiguales: desde los centros comerciales a los centros de
decisión. La acción estatal acentúa esta disposición; los espacios se jerarquizan severamente desde
los centros de dominación hasta las periferias desfavorecidas, pero aún más estrechamente
controladas. De ahí, el aspecto paradójico del espacio así constituido. Ya no se sabe bien dónde
encontrar las clases (sociales); sin embargo, la segregación continúa. Los hábitats se entrelazan y sin
embargo, los espacios ‘residenciales’ de la élite, de la burguesía, de las clases medias, se distinguen
perfectamente de los lugares reservados (pabellones, edificios de apartamentos, en las ciudades
fragmentadas y las afueras) para los de cuello blanco o azul.

El espacio social adopta entonces el aspecto de una colección de guetos, de la élite, de la burguesía, de
los intelectuales, de los trabajadores extranjeros, etc. Estos guetos no se yuxtaponen; se jerarquizan,
representando espacialmente la jerarquía económica y social, los sectores predominantes y los sectores
subordinados.

El Estado coordina. Evita que el espacio capitalístico en ‘stricto sensu’, es decir fragmentado, rompa la
sociedad; pero sólo puede sustituir la pulverización por la homogeneidad de lo idéntico-repetitivo. Está
usando la lógica pero no puede imponer ni la coherencia abstracta, ni la cohesión espacial a los diversos
momentos del proceso, desde la producción hasta la realización de plusvalía. A pesar de su conexión en

260
y con el espacio dominante, este proceso permanece fraccionado; el capital comercial, el capital
bancario, el capital industrial, el capital inmobiliario caen en manos de grupos cuyos intereses siguen
divergentes y a menudo se enfrentan. El Estado evita la especulación que implica paralizar el
funcionamiento global de la sociedad civil y la economía. Organiza, planifica directa o indirectamente,
pudiendo cerrar tal espacio o tratar tal flujo por computador. Pero el espacio así producido, que pretende
ser a la vez político y regulador, se revela burocratizando-burocratizado, es decir tratado en los
despachos. Repetitivo en segundo grado, el Estado completa su fase repetitiva en primer grado,
proveniente de la comerciabilidad y la intercambiabilidad. Finalmente y sobre todo, este espacio
represivo, por el mero hecho de su jerarquía, impone la reproducción de las relaciones de dominación (a
fin de asegurar la reproducción de las relaciones de producción).

El carácter regulador del espacio político (estatal) se analiza entonces según tres aspectos: lo ideológico
(representación tecnocrática de lo social); lo práctico (instrumental, medio de acción); lo táctico-
estratégico (aspecto principal: subordinación de los recursos de un territorio a objetivos políticos).

La ideología, es aquella de la coherencia-cohesión, de la lógica neutra y mucho más eficaz, de la


homogeneidad óptico-geométrica, por tanto cuantificable-cuantificada. A esto hay que añadir la
representación de una transparencia: la de un espacio donde los elementos de la sociedad se revelan en
su evidencia y coexisten pacíficamente. ¿No son sospechosas las evidencias? Mientras esta proposición
no sea admitida como una evidencia (contra-evidencia) rugirá el espíritu cartesiano. Entre todas las
evidencias del espacio ¿no es la más sospechosa?

La racionalidad de este espacio se destroza como una superficie engañosa, desde que se sabe que en
realidad regula y reconduce las relaciones de dominación, vinculando la reproducción simple (de la
fuerza de trabajo), a la reproducción más compleja de las relaciones de producción y esta última con las
relaciones de dominación, incorporadas en el espacio. Las modalidades de reproducción se incluyen y
se implican las unas con las otras, constituyendo a su vez una morfología jerárquica, lo que garantiza su
inteligibilidad, pero amenazándola; porque no hay tal morfología sin ruptura (catástrofe). La relación
‘dominante-dominado’ se explicita así. No hay que reducirlo ni a lo empírico ni a la representación. Un
espacio dominado puede dominar a otro. La jerarquía espacial se presenta, lo sabemos, como
implicación o imbricación de espacios dominantes-dominados. Esta relación de inclusión-exclusión tiene
un carácter lógico (logístico).

Se puede decir igualmente que se incluyen y se implican morfológicamente: la cotidianeidad (tiempo


programado en y por el espacio), –la espacialidad (relaciones centro-periferias), –lo repetitivo (lo idéntico
se reproduce en las condiciones asignadas por la abolición de las diferencias y particularidades
naturales). La jerarquía social se presenta hoy en día, más claramente que nunca, como jerarquía
espacial.

Es posible obtener una concepción desarrollada del modo de producción. El capitalismo no se define a
partir de la producción en general, sino por la producción de plusvalía, por la acumulación del capital (R.
Luxemburg), pero también por la reproducción de las relaciones sociales específicas. A partir de cierto
punto crítico, este resultado tiende a obtenerse por y en el espacio, así como, por la identificación-
repetición de gestos, de actos, de la cotidianeidad, de lo inscrito-prescrito. Los fragmentos de espacios y
actividades sociales se coordinan, no sin conflictos. ¡Qué buen negocio, el espacio! El que se vende y se
compra. El que amplía el mundo de la mercancía. Y al mismo tiempo, permite controlar las fuerzas
sociales que podrían oponerse al poder político establecido. Así se inaugura el MPE.

En este proceso global se oponen todo tipo de obstáculos y de situaciones conflictivas. Hay que dar la
apariencia de nuevo a lo repetitivo, y de dinamismo a lo idéntico. De ahí la asombrosa mezcla de lo neo,
de lo retro, de lo arqueo, en la vida moderna. Lo repetitivo se lleva mal, desde lo ‘vivido’, ya que incluye

261
la abolición de lo vivido por su subordinación a la lógica y a la identidad. De ahí el malestar, el problema,
el rechazo: la gran indignación, a partir del momento en el que el MPE se instala. A partir de este punto
crítico, la violencia hizo su entrada. De aquí este extraño ambiente (alienante-alienado) del mundo
moderno: por una parte racional, repetitivo e identitario, –por otra parte, violento, ya sea para confirmar lo
vivido y el uso, ya sea para continuarlos. La violencia se incuba por todas partes de este mundo racional,
reducido a lo intercambiable. La paz del espacio ‘regulador’ y la violencia se confunden curiosamente. El
espacio social, de hoy, ¿no será la violencia encarnada, sea virtual o declarada? Lo que requiere un
proyecto global, el de otra sociedad en otro espacio.

No ardamos sin [considerar] las etapas. ¿En qué espacio actual encontramos un espacio de catástrofe?

La fuerza de los argumentos de R. Thom (op. cit) muestran cómo y porqué el carácter lógico de las
implicaciones morfológicas no implica estabilidad (tesis tecnocrática), sino más bien rupturas. Otra
manera de decir que la lógica y la violencia van de la mano.

La gente del Estado concibe y se da cuenta de los espacios dominantes, reinantes sobre los espacios
dominados (por ejemplo a partir de la aéro-política, líneas aéreas, aeródromos, balizaje, etc). Ellos
someten el espacio a una logística y creen que existe una regla o una comprensión para combatir los
conflictos y contradicciones. Ahora bien, la inherencia de la lógica a la violencia permite comprender
cómo, al contrario, se aceleran los conflictos y se agravan las contradicciones.

Actualmente existe la mundialización de la producción y de los ciclos conducidos por los productos. La
palabra ‘internacionalización’ ¿no debilitaría el alcance de estos fenómenos que mantienen el aumento
de las fuerzas productivas? Las inversiones y el capital productivo se acumulan a escala mundial. Las
firmas conocidas como supranacionales reflejan este aumento, mientras que las relaciones de
producción (y de propiedad) permanecen fijas a escala nacional. Existe igualmente la mundialización de
los flujos de mano de obra, de tecnicidad, de ‘materia’ gris. Los países denominados desarrollados, los
‘centros’, compran enormes fuerzas de trabajo (en general poco calificadas) en las periferias. Asi mismo,
los capitales e inversiones van a buscar in situ la fuerza de trabajo que ponen en movimiento. La
relación: ‘capital-fuerza de trabajo’ cambió de escala. Lo que implica una mundialización del mercado de
capitales (por tanto transferencias de plusvalías) que no deja por fuera a los países llamados
‘socialistas’, lugares de inversiones, pero también de acumulación (los medios de producción), mercados
para la técnica, reservas enormes de fuerzas de trabajo, etc.

Le sigue la mundialización de la lucha de clases y una diversificación de esta lucha, que penetra el
espacio físico, social, mental, trazándole nuevas divisiones. Igualmente le sigue la producción de un
espacio planetario, en las fronteras unas veces visibles, otras veces invisibles, donde los Estados
nacionales conservan sus funciones hasta nueva orden: control, jerarquización (espacios dominantes-
dominados), y regulación. Incluso actualmente, el espacio de la empresa no puede y no debe
reconsiderarse a partir de concepciones globales. “La fuerza de la apuesta salarial, debido al carácter
general de ésta, se pone verdaderamente en evidencia; pero existen otros factores con un alcance
general y por lo cuales debería hacerse un análisis comparable. El espacio es…” (declaración en un
artículo de la revista Place, nº 6, 1977). El empresario, afirma el autor, no ha olvidado el alcance del
factor espacio, fuera de la empresa y dentro de la empresa. Queda visible el organigrama, “como
expresión de la distribución de puestos y lugares dentro de un aparato espacial”, incluidas las funciones
de supervisión, eje principal del buen funcionamiento. Ahora bien, el espacio habitual o tradicional,
inspirado del taylorismo –valla, doble perspectiva: cerca de la máquina y el hombre, ámbito para la
supervisión– ya no es suficiente. Estalla. Según los textos oficiales, la relación ‘hombre-máquina’ debe
superarse en un conjunto complejo, que tiene en cuenta estas tres relaciones: a) hombre-proceso
productivo, b) proceso-creación, c) creación-ambiente (lo que deja de lado las relaciones de los
trabajadores entre ellos).

262
La descripción del estallido y la imposición eventual de un espacio que articula y jerarquiza, en lugar de
yuxtaponer los lugares es bastante clara. Lo que deja entrever un campo nuevo de reivindicaciones al
interior de la empresa, pero que ya supera la división: ‘trabajo, fuera del trabajo’ (es decir vida cotidiana-
ambiente, por tanto casa-equipamiento-paisajes). Un nuevo derecho se esboza: el derecho sobre el
espacio (en la empresa y fuera de la empresa), el derecho a controlar la inversión en tanto que gestiona
y opera el espacio (op. Cit., pp. 27-29).

El modo de producción nuevo (decimos una vez más ‘socialista’) debe producir su espacio, que ya no
puede ser el espacio capitalista. Toda transformación del mundo que se deja encerrar en una morfología
preexistente sólo reproduce las relaciones de dominación más o menos travestidas. El espacio
capitalista está en vías de estallar; ¿vamos a reconstituirlo en nombre del socialismo? Debe crearse un
espacio nuevo a partir de tendencias que ya aparecen en el modo de producción capitalista. ¿Cómo se
presenta y se formula el espacio destructor, –el espacio de catástrofe– para el espacio capitalista? Es un
espacio de diferencias o un espacio diferencial, que aparece como una tendencia combatida y ruinosa.

Que un espacio nuevo, nacido en un determinado nivel de la morfología estratificada, lleve a la


devastación de tal o cual espacio anterior, este acontecimiento-advenimiento no nos sorprende. El
espacio perspectivo ¿no ha devastado catastróficamente el espacio simbólico? El espacio logístico ¿no
ha devastado catastróficamente el espacio perspectivo? Estos fenómenos se leen siempre que sepamos
descifrarlos en nuestras ciudades (en cuanto no se acepten como evidencias inmediatamente
inteligibles, las que se tienen ¡frente a los ojos!).

La historia del espacio hará hincapié sobre las destrucciones, sea a escala de la arquitectura y de la
casa (el inmueble), sea a escala de lo urbano, o de los países, buscando el sentido de estas
destrucciones: no la voluntad de tal o cual individuo pensante, sino la sustitución de un espacio por otro,
con la destrucción del antecedente por lo consecuente (la catástrofe).

La misma historia del espacio hará hincapié sobre las détournements (edificios en los cuales su finalidad
y sentido se modifican), estas détournements evitan la destrucción de lo existente.

Las destrucciones y détournements se hacen realidad en las proximidades de los puntos críticos, a lo
largo del estado crítico de una sociedad y del Estado, cuando este ‘estado’ tiene una duración
(transición).

Para definir el vínculo entre el MPE y el espacio, para demostrar que el espacio lógico-político es un
espacio de catástrofe, también se debe recordar que la formación de este espacio se acompaña de
convulsiones, crisis, guerras; y, que un análisis falso se atribuye a causas netamente económicas o a
razones solamente políticas, que eliminan lo espacial. Ahora bien, la transformación del espacio no
puede concebirse como un resultado accidental de estas convulsiones. Tal transformación no puede
representarse mejor que una razón consciente, como una finalidad deliberada de las crisis y las guerras.
Las convulsiones del mundo moderno han sido provocadas por los desplazamientos en las ocupaciones
del espacio (colonización) y por los recursos de este espacio (materias primas, etc.). Estas convulsiones
tuvieron como resultado después de cada gran guerra una redistribución del espacio, recursos incluidos,
y una modificación en el modo de ocupación (transición del colonialismo antiguo al neo-colonialismo
actual). Estos cambios se anunciaban desde el inicio de las crisis y los eventos trágicos; sin embargo
éstos no eran ni previstos ni deseados como tales.

Las consideraciones relativas al espacio como campo de posibilidades (no abstractas) permiten concebir
la causalidad virtual sin caer ni en las consideraciones teleológicas sobre las ‘causas finales’, ni en las
visiones místico-metafísicas, representando una ‘causalidad de la ausencia’ (es decir del futuro), o una

263
‘causalidad metonímica’ o ‘estructural’ (cf. L. Althusser: Lire le Capital, II, pp. 165-167). La concepción
política del espacio permite comprender cómo la historia y sus prolongaciones se abren a lo mundial en
marcha y lo transforman.

A esta misma transformación de la historicidad en ‘otra cosa’ –la mundialización– se le puede atribuir el
hecho de que el estado de guerra y el estado de paz se ‘declaran’ poco o nada claros. La historia y la
historicidad admitidas suponen una distinción entre esos dos estados que tienden a identificarse en el
Estado moderno. La nueva modalidad de la ocupación espacial ahora parece llegar a sus más extremas
consecuencias estratégicas: ocupación de mares, amenazas ‘por todos los frentes’ que abarcan el
conjunto del espacio planetario y más allá. El espacio de la propiedad, entendido desde la tierra al
subsuelo y al espacio entero, podría por sí solo pasar por ‘espacio de catástrofe’ que: caotiza, atomiza,
pulveriza el espacio preexistente, lo rompe hasta los huesos.

Pero el espacio de la propiedad no puede imponerse sin su corolario: el espacio estatal, que lo corrige y
sostiene. ¿Qué es lo que ha estallado? Todo espacio especializado sometido a una institución, por tanto
cerrado, funcionalizado. Los usos persisten no obstante: espacios para los deportes, el cuerpo, los niños,
los transportes, la educación, el sueño, etc. El espacio pulverizado tiende a reconstituirse en espacios
diferenciados según el uso (tiempo, empleo del tiempo, ciclos del tiempo). La presión del Estado,
provista de su instrumento –espacio logístico– se inserta entre el espacio pulverizado y el espacio
reconstruido diferencialmente. Dicha presión impide a la vez, la pulverización caótica y el espacio nuevo
producido según un nuevo modo de producción. Esta intromisión prohíbe a los espacios estallados tomar
la forma que convendría a una razón más flexible, ampliada (dialéctica) por la relación del tiempo –ciclos
y ritmos– con el espacio. La catástrofe consiste en que el espacio estatal impide la mutación que traería
la producción del espacio diferencial. Subordinándo a su logística implacable, el caos y la diferencia. No
destruye el caos, pero lo remodela. Por el contrario, capta las diferencias ‘in statu nascendi’ y las
suprime. Reina (orden desértico animado solamente por lo que niega) el caos y la fragmentación por un
lado, lo diferencial y lo concreto por otro. La lógica de este espacio coincide con su estrategia, por tanto
con los objetivos y retos del poder. Esta lógica, como todos sabemos demasiado bien, no está
aparentemente vacía; sirve de pivote y eje de las fuerzas políticas que pretenden el equilibrio entre los
niveles de morfología (lo infra y supranacional) y se opone a la ruptura de este equilibrio. No obstante, la
lógica ya es esta ruptura, porque ella interrumpe el movimiento.

A este nivel, el de la lógica estatal, tiene lugar el riesgo representado por la trilogía: representación -
participación - institución. Los movimientos reales y concretos, aquellos de la reivindicación y de la
impugnación, caen en la trampa que les tiende el Estado (sobre todo cuando este Estado dispone de
todo el poder de la centralización). El estudio de los movimientos urbanos lo muestra. A la triada o trilogía
mencionada corresponde la triple trampa: sustitución (de la autoridad por la acción de la base), –
transferencia (de la responsabilidad, pasando los activos a los ‘dirigentes’), –desplazamientos (desde los
objetivos y retos de la reivindicación a los objetivos fijados por los ‘jefes’ en el seno del orden
establecido. El estudio y la apreciación citados anteriormente de Katharine Coit son confirmados en el
reciente libro de Michel Ragon: L’Architecte, le prince, la démocratie, cf. pp. 133 & sq.). Sólo desde el
control por la base y la autogestión territorial, ejerciendo presión contra la cima estatal y conduciendo una
lucha real por los objetivos reales, los movimientos podrán oponerse a la democracia concretada en la
racionalidad administrativa, es decir, al someter la lógica estatal a una dialéctica espacial (concretada en
el espacio sin perder de vista el tiempo, al contrario: integrando el espacio al tiempo y el tiempo al
espacio).

Si retomamos aquí, y en este sentido el esquema de La Critique du Programme de Gotha y de L’État et


la révolution, el Estado declinante, en vías de la despolitización, debería ocuparse primero del espacio
para reparar los daños del período actual: las ruinas, el caos, el despilfarro, la suciedad (que va hasta la
muerte de los mares, el Mediterráneo por ejemplo, ¡así como el Océano!). Esta obra no puede

264
alcanzarse sin concebir una nueva textura del espacio. El Estado declinante se reabsorberá no tanto en
‘la sociedad’ abstracta como en el espacio social reorganizado. El Estado, en este punto, podría
mantener ciertas funciones, así como la representación. El dominio de los flujos, el acuerdo entre los
flujos internos y lo flujos externos (en el territorio) exigirá su orientación contra las firmas mundiales y por
consecuencia una gestión global de tipo estatal durante cierto período. Lo que no puede estirarse hasta
el fin (finalidad y término) más que por la actividad de la base: autogestión espacial (territorial),
democracia directa y control democrático, afirmación de las diferencias producidas en el curso de esta
lucha y por esta lucha.

265
266
Anexo 3

Epílogo en: The production of space (Harvey, 1991)

La magistral publicación de Henri Lefebvre La production de l’espace, en una excelente traducción al


inglés realizada por Donald Nicholson-Smith, y es causa de celebración considerable. Pocos trabajos tan
voluminosos de Lefebvre han salido a la luz del día en ingles, en comparación con otras lenguas no
francesas, por lo que, la obra y vida de uno de los grandes activistas e intelectuales franceses del siglo
XX, en consecuencia es poco conocida para las audiencias anglo-americanas.

Lefebvre nació en 1901 en Hagetmau en los Pirineos (una región a la que siempre se mantuvo unido y
que más tarde será el sitio de sus investigaciones sociológicas en las sociedades rurales y campesinas).
Su madre fue, de acuerdo a su autobiografía, apasionadamente católica, incluso con fanatismo, mientras
que su padre era cortésmente anticlerical -el tipo de contradicción que iba a disfrutar por el resto de su
vida. Su conciencia política así como intelectual fue moldeada por la experiencia de la Primera Guerra
Mundial, la Revolución Rusa y el torbellino del cambio intelectual que se invoca en La producción del
espacio:

…alrededor de 1910 se hizo añicos un determinado espacio. Era el espacio del sentido común, del
conocimiento, de la práctica social, del poder político, un espacio hasta ahora consagrado en el discurso
cotidiano, al igual que en el pensamiento abstracto, como en el medio ambiente y los canales de
comunicación (...) El espacio Euclidiano y de la perspectiva han desaparecido como sistema de
referencia, junto con otros “lugares comunes” formados, como la ciudad, la historia, la paternidad, el
sistema tonal de la música, la moral tradicional, y así sucesivamente. Este fue un momento realmente
crucial. (Lefebvre, 1991b:25).

Lefebvre asistió a la Sorbona durante los años 20 en un período de considerable efervescencia


intelectual y agitación política. Allí se convirtió en filósofo dentro de un pequeño grupo de jeune
philosophes que se rebelaron contra lo que veían como el establecimiento de una filosofía anacrónica y
políticamente irrelevante en ese momento (personificada por Bergson), se encontraron, principalmente a
través de las páginas de un periódico radical, Philosophies, para redefinir esfuerzos filosóficos por medio
de encuentros intelectuales, no sólo con el pensamiento de Spinoza, Hegel y Nietzsche, sino también
con la obra filosófica de Heidegger y Marx (cuyas obras completas estaban entonces en curso de
traducción al francés por primera vez). Lefebvre y sus compañeros se negaron a ver la filosofía como
una actividad aislada o totalmente especializada. Pensaron que era importante lidiar no sólo con el
progreso de la ciencia (por ejemplo, con la teoría de la relatividad), sino también con las cualidades de la
vida cotidiana –lo quotidien, como Lefebvre la llamó entonces y en muchos trabajos posteriores.
Dieciocho meses de servicio militar a raíz de su oposición a la guerra colonial de Francia en Marruecos,
seguido de dos años ganándose la vida como taxista en París (una experiencia que afectó
profundamente su pensamiento sobre la naturaleza del espacio y la vida urbana), alejándose de
cualquier tentación de una concepción aislada de la obra filosófica.

El jeune philosophe fue inmediatamente atraído por los movimientos de vanguardia artística y cultural de
la década de 1920. Uno de sus primeros artículos en Philosophies (1924) era un retrato del Dada, el cual
a pesar de no ser muy cordial, fue lo suficientemente agradecido por mantener una amistad de por vida
con una de las principales figuras de ese movimiento, Tristan Tzara. Sus contactos con los surrealistas
como Bretón y Aragón lo marcaron para toda la vida y jugaron un papel particularmente importante
después de su ruptura con el Partido Comunista en 1956. Su creencia en el poder animador del
espectáculo, de la poesía y de las prácticas artísticas se volvieron cruciales para fundamentar su actitud
y participación activa en los movimientos revolucionarios de la década de 1960.

267
Junto con los otros jeune philosophes, así como con muchos de los surrealistas, Lefebvre se movió
gradualmente hacia las posiciones defendidas por el Partido Comunista, finalmente hasta unirse en
1928, un año antes de que tome una posición regular como professeur de lycée por primera vez en
Privas (lejos de París, en el Ardeche) y más tarde, en 1932, en Montargis, que tiene la virtud de estar
mucho más cerca de la capital. Su propia adhesión fue en buena medida anunciada como el resultado de
un cuidadoso estudio de los primeros escritos de Marx, un creciente reconocimiento de la importancia del
método materialista dialéctico e histórico (como se manifiesta en El Capital de Marx), y un sentimiento
fuerte, mucho más reforzado debido al ascenso del fascismo en Alemania y en otros países (como
Francia), ya que la resistencia colectiva y la organización internacional eran esenciales para cualquier
movimiento progresista de la izquierda.

Sus primeros años en el partido fueron marcados tanto por la actividad militante como por la
organización y la investigación de la vida cotidiana en diferentes sectores industriales (como la industria
de la seda en la región de Privas). Lefebvre también estaba preocupado por la búsqueda de algún tipo
de fundamento o posición filosófica que pudiese estar relacionado con la práctica política. Esta tarea no
resultó fácil, teniendo en cuenta los requisitos y exigencias de la lucha contra el fascismo, el surgimiento
de la política del Frente Popular en Francia y el creciente estalinismo del Partido Comunista Francés. En
La conscience mystifiee, que publicó con Herbert Guterman en 1936, examinó la concepción de la
alienación y la conciencia y de la política que fluía de ellas, pero fue tan mal recibido por el Partido que
Lefebvre fue disuadido de continuar con más volúmenes. Su evaluación del hitlerismo fue mejor recibida,
al igual que su trabajo, ampliamente difundido, y de gran influencia sobre el materialismo dialéctico, que
apareció por primera vez en 1939 y que fue capturado y quemado durante la ocupación nazi.

Para el estallido de la Segunda Guerra Mundial, Lefebvre ya se había establecido como una importante
figura intelectual en el movimiento comunista francés. Huyendo de París en plena ocupación nazi para
luego ser removido por el gobierno de Vichy de la posición de profesor que había adquirido en el St
Etienne, se unió a la Resistencia por primera vez en Marsella y, posteriormente, en el valle de Campan
en los Pirineos, donde se mezclaron las actividades de resistencia con estudios detallados de la vida y la
historia de la sociedad campesina. Esto le proporcionó muy buena reputación como sociólogo en el
período posterior a la guerra y, finalmente como resultado, que se produjera la publicación en 1963 de La
Vallée de Campan.

De 1945 a 1958, Lefebvre se mantuvo dentro del PCF, pero después de un breve periodo de euforia en
el que fue ampliamente considerado como el principal filósofo del Partido (utilizó el peso de esta posición
para atacar, tal vez imprudentemente, lo que vio como el innecesario idealismo del existencialismo de
Sartre), se encontró en una tensa confrontación con el resurgimiento del estalinismo del Partido. Por
ejemplo, el Partido francés aceptó el apoyo de las teorías patentemente erróneas de Lysenko de cultivo
de plantas de Stalin y criticó el uso de las nuevas semillas híbridas de alto rendimiento, que luego
estarían disponibles en Estados Unidos tanto para burgueses como para contrarrevolucionarios, una
posición que Lefebvre pensó que no tenía sentido, en parte por razones científicas, y también porque vio
que al tratar de negar una fuente de productividad adicional a los campesinos, el partido al final destruiría
su credibilidad con su base campesina (lo que puntualmente sucedió en Francia, a diferencia de Italia,
donde los comunistas tomaron una línea más independiente).

Este no fue, sin embargo, un período poco creativo para Lefebvre. En el papel de divulgador de las ideas
de Marx –un papel que evidentemente disfrutaba– utilizó su posición como un investigador establecido
con el financiamiento del gobierno en el Centre National de Recherche Scientifique [C.N.R.S.] para
publicar toda una corriente de evaluaciones críticas pero accesibles de pensadores como Descartes
(1947), Diderot (1949), Pascal (dos volúmenes en 1949 y 1954), el poeta y dramaturgo romántico Alfred
de Musset (1955), Rabelais (1955) y Pignon (1956). El objetivo de estos estudios no fue sólo para
localizar el pensamiento y la obra de estos escritores creativos en el contexto material del día, sino

268
también para investigar la potencialidad creativa de las ideas y el pensamiento en la historia –un tema
que iba a ser mucho más contundente después de abandonar el partido. Estos estudios serán
complementarios a las principales obras sobre el Materialismo dialéctico (un proyecto de varios
volúmenes, el primer volumen de los cuales apareció en 1947, pero que luego fue abandonado
probablemente a causa de las presiones políticas), el Marxismo, y la Crítica de la Vida Cotidiana, (en la
cual volvió a tocar de cerca y peligrosamente los temas de la alienación que habían sido tan mal
recibidos en los círculos comunistas con la publicación de La conscience mystifiee en la década de
1930).

La ruptura con el Partido se produjo a raíz de la publicación del Informe de Khruschev de 1956, que puso
de manifiesto muchos de los horrores del Estalinismo, pero que el PCF se negó en un principio a
reconocer. Lefebvre, tenía acceso al informe a través de colegas alemanes, y entrado en un movimiento
de oposición interna dentro del partido, finalmente fue excluido en 1958. Es difícil para la mayoría de
nosotros entender lo que podría significar el ser excluido de una organización a la que uno pertenece
desde hace treinta años. El PCF no fue sólo un partido político, sino el eje de la vida social y cotidiana de
sus miembros (que a veces se ha comparado con una estructura de familia extensa y muy unida).
Lefebvre efectivamente escribió su camino fuera de las intensas dificultades sociales y psicológicas
generadas por la ruptura publicando La somme et le reste (1959), un resumen autobiográfico de
evaluación y auto-crítica de gran parte de la obra de su propia vida en el contexto de la época.

Lefebvre no dejó el partido por la puerta de la derecha, sino por la izquierda. Liberado de las limitaciones
estalinistas, pudo explorar muchas de las ideas que previamente habían estado latentes mediante su
profundización del alcance y de la práctica del método dialéctico de Marx (una idea, que Jean-Paul
Sartre describe en su Crítica de la razón dialéctica como ‘irreprochable’); mediante la exploración de la
historia y la sociología de la vida cotidiana (los orígenes de la modernidad, la estructura de la vida
campesina, la importancia de la ‘revolución urbana’, y los orígenes de la Comuna de París como un
ejemplo de la manera en que los movimientos populares podrían cristalizarse en una abrumadora fuerza
revolucionaria), y continuando su investigación sobre el papel de romanticismo, de la experiencia
estética, de los esfuerzos poéticos y culturales y del pensamiento creativo individual en la política
revolucionaria.

Como profesor de sociología primero en la Universidad de Estrasburgo (1961-65) y luego en Nanterre


(1965-1973), se manifestó en contra del estructuralismo de Althusser, del desapego de la vida cotidiana
manifestado en Foucault, del trasfondo pesimista que penetra en la filosofía francesa a través de su
compromiso con Heidegger, y del historicismo y el cientificismo (positivismo) que estaba llegando a ser
hegemónico en la vida académica. Lo que más lo alejó tanto de los humanistas marxistas (Sartre y
Merleau-Ponty) como del estructuralismo Althusserianismo, fue su negativa a observar división alguna
entre el trabajo del llamado ‘joven Marx’ (alabado por los humanistas y denigrado por los Althusserianos)
y el del ‘Marx maduro’ (denigrado por los humanistas y alabado por los Althusserianos). La vida se vive
como un proyecto, insistía Lefebvre, y la vida de Marx tenía que ser vista como una totalidad de
intereses, que fluyen al mismo tiempo en lugar de piezas fragmentadas. Desde esa posición, luchó para
rescatar el materialismo dialéctico de los marxistas, la historia de los historiadores, la capacidad para la
acción revolucionaria de los estructuralistas y lo social de los sociólogos.

Uno de los conceptos clave que propuso en La somme et le reste, por ejemplo, fue el del ‘momento‘,
interpretado como unas sensaciones fugaces pero decisivas (de goce, entrega, disgusto, sorpresa,
horror o indignación) que eran de alguna manera reveladoras de la totalidad de posibilidades y estaban
contenidas en la existencia diaria. Tales movimientos eran efímeros y pasaban de forma instantánea al
olvido, pero durante su paso por todo tipo de posibilidades –a menudo decisivas y otras veces
revolucionarias– estaban para ser descubiertos y alcanzados. Los ‘momentos’ se conciben como puntos
de ruptura, de reconocimiento radical de las posibilidades y de euforia intensa. Lefebvre puso a trabajar

269
esta idea para entender los ‘momentos sublimes’ de fervor revolucionario, tal como el día en que se
declaró la Comuna de París. Lo que le permitió dar forma a la conciencia de muchos estudiantes en el
levantamiento de 1968. La doctrina prefiguró y en cierta medida en paralelo las ideas del movimiento
situacionista que se desarrollaron en París a finales de 1950. Lefebvre más tarde se enemistó con los
situacionistas. Provocadoramente, aunque no del todo desfavorable, Lefebvre los representó como
románticos, mientras que ellos lo acusaron de plagio de sus ideas en la interpretación de la Comuna, y
de no apreciar el potencial revolucionario de su propia táctica de creación de ‘situaciones’, en
contraposición a lo que observaban como una actitud más pasiva, aquella de experimentar ‘momentos’
cuando estos surgían. El compromiso continuo con las ideas situacionistas (tal como se muestra, por
ejemplo, en La sociedad del espectáculo de Guy Debord) parece haber tenido un papel importante. En
este sentido, la observación crítica de Debord, sobre que el ‘momento’, tal como Lefebvre lo concibió
inicialmente, era puramente temporal a diferencia de la espacio-temporalidad de la ‘situación’, es
contrarrestada tácitamente en los trabajos posteriores de Lefebvre sobre la urbanización y la producción
del espacio.


Fig. 50. Henri Lefebvre entre los estudiantes en Nanterre. Publicado en Duteuil, Nanterre 1965-68. Cortesía de Jean-Pierre
Duteuil. Fuente: Stanek, 2011a.

Gran parte de este argumento aparentemente teórico y abstracto se vivió bajo los auspicios del
movimiento estudiantil que culminó en el ‘momento’ extraordinario de mayo de 1968 –un momento al
cual Lefebvre lo describió en detalle íntimo y reflexivo en su L'irruption de Nanterre au sommet (1968).
Lefebvre se autodenomina a veces como ‘padre’ de ese movimiento, y sin duda la chispa que encendió
en miles de estudiantes, que se agolpaban en sus conferencias en Nanterre era importante. El paralelo
entre la influencia de Marcuse dentro del movimiento estudiantil en los Estados Unidos y el papel de
Lefebvre en el contexto francés es, probablemente, razonable. Ambos eran pensadores y activistas, que
desde hace mucho tiempo tenían algo importante que decir a una generación inquieta e insatisfecha,
pero esto está muy lejos de sus créditos en la paternidad de todo el evento.

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Fig. 51. Plan maestro de la universidad de Nanterre. (1968). El campus estaba formado por: Facultad de Humanidades (1),
candeleros (2), dormitorios de estudiantes (3), bibliotecas (4), instalaciones deportivas (5), la Facultad de Derecho (6), el Instituto
de Estudios Políticos (7), un centro cultural (8), una estación de ferrocarril (9), puestos de seguridad (10) y salas de calderas (11).
Publicado en Techniques et Architecture, 1, 130. Fuente: Stanek, 2011a.

Los años posteriores a 1968 fueron asumidos por una investigación intensa sobre la naturaleza de la
urbanización y la producción del espacio. Siete libros fueron escritos sobre estos temas entre 1968 y
1974, con La producción de l'espace como la obra culminante de esta secuencia. Lefebvre también co-
fundó la revista Espace et Société, que reunió a muchos jóvenes pensadores distinguidos (el más
conocido es Manuel Castells en la actualidad) quienes fueron inspirados por sus intereses. Los dos
temas de la urbanización y la producción del espacio están vinculados entre sí en el pensamiento de
Lefebvre. Cada vez más durante la década de 1960, y en particular a través de los acontecimientos de
1968, Lefebvre llegó a reconocer la importancia de las condiciones urbanas de la vida cotidiana (en
contraposición a la estrecha concentración en la política laboral) como un elemento central en la
evolución de los sentimientos revolucionarios y la política. La importancia del brote en Nanterre –una
universidad suburbana cerca de las empobrecidas barriadas de la periferia– y la subsecuente geografía
de la acción en las calles del mismo París, lo alertaron por la forma en la cual este tipo de lucha política
se desarrollaría en unos espacios urbanos distintivos. Pero el examen sobre la cuestión urbana lo llevó
rápidamente a negar que la ciudad fuese algún tipo de entidad significativa en la vida moderna, ésta
había sido reemplazada por un proceso de urbanización o, más generalmente, por la producción del
espacio, que vinculaba juntos lo global y lo local, la ciudad y el campo, el centro y la periferia, en formas
nuevas y bastante desconocidas. La vida cotidiana, el tema al que había dedicado su atención antes de
1968, así como la teoría marxista y la política revolucionaria, tuvieron que ser reinterpretadas en el
contexto de una producción cambiante del espacio.

271
Pero era característico de Lefebvre no considerar esto únicamente desde un punto de vista técnico,
económico o incluso político, sino desde la búsqueda de las formas para interpretar la acción
revolucionaria, para generar nuevas formas de representación de lo posible, en un contexto en el que los
procesos sociales estaban redefiniendo la naturaleza misma de la identidad humana.

La producción del espacio es un libro que aborda muchas cuestiones y lo hace desde múltiples ángulos.
Lefebvre aquí se basa en su conocimiento íntimo de la filosofía, sus reflexiones sobre Hegel, Marx,
Nietzsche y Freud, sus encuentros experienciales con la poesía, el arte, el canto y el carnaval, sus
conexiones con los surrealistas y situacionistas, su intensa participación en el marxismo, tanto como una
corriente de pensamiento y como movimiento político, sus investigaciones sociológicas sobre las
condiciones de vida urbanas y rurales, su concepción particular de la totalidad y el método dialéctico. El
lector encontrará aquí no sólo innumerables líneas de pensamiento que se deben seguir, sino también
las críticas tácitas o implícitas del estructuralismo, de la teoría crítica y la deconstrucción, de la semiótica,
de los puntos de vista de Foucault sobre el cuerpo y el poder, y de la versión de Sartre del
existencialismo. Sin embargo, Lefebvre no rechaza de plano tales formulaciones. Él siempre se relaciona
con ellas con el fin de apropiarse y transformar en formas nuevas y creativas las ideas que se pueden
obtener a partir de ellas. El libro es, por lo tanto, también una apertura hacia nuevas posibilidades de
pensamiento y acción. A pesar de la culminación de toda una vida de compromiso, La producción del
espacio toma la forma de una investigación preliminar que contiene mucho de explosivo, tanto, que tiene
la capacidad para detonar (una palabra que él mismo escoge con frecuencia) una situación que amenaza
con convertirse en estática, congelada y osificada. Es, sobre todo, un documento intensamente político.

Lefebvre insiste en que la vida debe ser vivida como un proyecto y que el único proyecto intelectual y
político que tiene sentido es la vida. La producción del espacio no es de ninguna manera el final de ese
proyecto, porque él sigue escribiendo y trabajando por ello hasta el día de hoy. Es un marcador de vital
importancia y que merece ser leído ampliamente y ser estudiado por las innumerables posibilidades que
contiene.






















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