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1. Introducción
Para comentar un texto literario hay que analizar conjuntamente lo que el texto dice
y cómo lo dice. Estos dos aspectos no pueden separarse, pues, como opina el
profesor Lázaro Carreter: "No puede negarse que en todo escrito se dice algo
(fondo) mediante palabras (forma). Pero eso no implica que forma y fondo puedan
separarse. Separarlos para su estudio sería tan absurdo como deshacer un tapiz
para comprender su trama: obtendríamos como resultado un montón informe de
hilos".
Para llevar a cabo el análisis conviene seguir un método, establecer una serie de
fases o etapas en el comentario que nos permitan una explicación lo más completa
posible del texto.
La etapa previa a cualquier comentario consiste en realizar una lectura rigurosa que
nos permita entender tanto el texto completo como cada una de las partes que lo
forman. Para ello lo leeremos cuantas veces sean necesarias, intentando solucionar
las dificultades que nos plantea. En esta fase será necesario utilizar diccionarios,
gramáticas y otros libros de consulta.
Los textos pueden ser fragmentos u obras íntegras, y, por lo general, pertenecen a
un autor que ha escrito otras obras a lo largo de su vida. Por eso es imprescindible
localizar el texto que se comenta, es decir identificar algunos datos externos como
los siguientes:
• Autor, obra, fecha, periodo.
• Relación del texto con su contexto histórico.
• Características generales de la época, movimiento literario al que pertenece el
texto. Relación con otros movimientos artísticos y culturales del momento.
• Características de la personalidad del autor que se reflejan en el texto.
• Relación de esa obra con el resto de la producción del autor.
• Situación del fragmento analizado respecto a la totalidad de la obra.
En esta fase deben analizarse el argumento, el tema o idea central que el autor nos
quiere transmitir, su punto de vista y la forma en que estructura el mensaje.
•Para hallar el argumento preguntaremos: ¿Qué ocurre?
•Para delimitar el tema: ¿Cuál es la idea básica que ha querido transmitir el autor
del texto?.
•Para analizar la estructura: ¿Cómo organiza el autor lo que quiere decir en
unidades coherentes relacionadas entre sí?
•Para descubrir la postura del autor: ¿De qué forma interviene el autor en el texto?
Argumento y tema
Si del argumento eliminamos todos los detalles y definimos la intención del autor, lo
que quiso decir al escribir el texto, estaremos extrayendo el tema. Este ha de ser
breve y conciso: se reducirá a una o dos frases.
Al analizar el tema de un texto habrá que señalar también los tópicos y motivos
literarios que puedan aparecer en el texto: locus amoenus, beatus ille, etc.
Para hallar la estructura de un texto hay que delimitar en primer lugar sus núcleos
estructurales. Estos pueden estar divididos a su vez en subnúcleos. Además, hay que
determinar las relaciones que se establecen entre ellos.
El contexto
Hay que analizar también desde dónde relata la historia (desde afuera, desde arriba,
etc.), si aparece o no el narrador y qué punto de vista adopta: tercera persona
omnisciente, tercera persona observadora, primera persona protagonista, primera
persona testigo, etc.
Tipos de narrador
Hemos visto como el fondo y la forma de un texto están íntimamente unidos. Por eso
en esta fase del comentario se ha de poner al descubierto cómo cada rasgo formal
responde, en realidad, a una exigencia del tema. En este apartado habremos de
analizar:
Nos detendremos en el uso que el autor hace de las diferentes figuras retóricas y con
qué intención, relacionándolo en todo momento con el tema del texto.
• Funciones del lenguaje que predominan en el texto. Actitud del autor ante el lector:
¿Se dirige directamente a él?
• Reacción que la lectura provoca en nosotros como lectores: emoción,
identificación, rechazo, etc.
• Intención comunicativa dominante en el texto: informativa, persuasiva, lúdica…
• Posición del autor ante el sistema de valores de su época.
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ANALISIS LITERARIO
Como toda ciencia, arte o técnica, la literatura maneja una serie de términos
privados a los cuales les da significado especial.
Para leer a cabalidad una obra literaria se requiere analizarla, lo cual significa
penetrar en su universo y desmenuzarla cuidadosamente a fin de reconocer los
diversos aspectos que la conforman. Este trabajo complejo permite evaluarla
demostrando sus calidades.
El argumento y el tema
La originalidad de presentación
La claridad de exposición
La habilidad del autor para sorprender nuestras expectativas
La importancia que la obra tiene dentro de la historia literaria de la
humanidad
Argumento
Desde la época clásica se considera que una narración literaria debe contar con
ciertos componentes indispensables. Estos componentes son personajes, universo
interno, estructura, forma, estilo. Para ubicar cada uno de estos componentes, el
camino más fácil consiste en redactar de manera sintética el argumento, es decir, el
contenido de la obra.
Cuando un lector cuenta lo ocurrido en una obra (es decir, lo que pasó en la obra),
ya sea relato, teatro y aun, poesía, inconscientemente incorpora cada uno de los
componentes antes mencionados. Por ejemplo, el argumento de Pedro Páramo, la
novela del mexicano Juan Rulfo, podría escribirse así:
El joven Juan, hijo de Dolores Preciado y Pedro Páramo, regresó a Comala porque
prometió a su madre agonizante que iría a cobrarle a su padre el abandono en que
los tuvo por más de veinte años.
Pedro Páramo fue cacique de Comala; cuando Juan llegó, ya había muerto y con él, el
pueblo. Sucedió que Pedro, desde niño, amaba a Susana San Juan y sólo pudo
desposarla cuando ella había enloquecido por la pérdida de Florencio, su marido. El
poderoso cacique se entregó al cuidado de la enferma. Cuando ella murió, los
comaleños olvidaron el dolor de su amo y festejaron al santo patrón. Pedro juró
vengarse y dejó que el pueblo se hundiera en las epidemias y el hambre. Por eso
Juan sólo encontró un lugar en ruinas habitado por fantasmas quienes, desde sus
tumbas, reviven sus amores, sus rencores y sus crímenes. Espantado por los
murmullos del pueblo, Juan sucumbió al terror y se convirtió en otro fantasma.
De inmediato es posible reconocer algunos de los componentes enunciados:
Personajes
El autor, según sus necesidades, trazará la figura de cada personaje. Habrá ocasiones
en las que consiga perfilar un personaje secundario con tanta habilidad que éste se
vuelva imprescindible y quede en la memoria del lector con mayor fuerza que
elprotagonista. Por ejemplo en la novela El astillero, del uruguayo Juan Carlos
Onetti, el protagonista, Larsen, el "juntacadáveres", es un aventurero cínico y
fanfarrón, con poses de galán cinematográfico que logra enamorar a Angélica Inés,
hija de Jeremías Petrus, dueño del astillero. Cuando el viejo Petrus, personaje
secundario, es denunciado por estafa y la fábrica va a la quiebra, Larsen descubre
cómo su suegro aceptó la boda para responsabilizarlo del robo; así, queda
recordado por su perfidia.
Los escritores otorgan al protagonista y al antagonista toda la fuerza; de ellos
dependen tanto la historia como el carácter de los demás personajes. Inclusive, del
talento del protagonista arranca el clima emocional de la historia.
Hay otros casos en los que el personaje colectivo desaparece y ocupa su sitio un ser
impersonal quien absorbe el interés del relato. Este ser, que reacciona como
humano, en realidad no lo es. Puede ser una selva, una mina, un jardín, un río o,
como en la novela del argentino Manuel Mujica Lainez, Una casa:
El lector será capaz de acoger el mensaje estético enviado por un autor si en aquel se
dan las condiciones culturales, sociales y psíquicas requeridas en cada caso. Este
lector ideal --o "lector virtual", según la lingüística-- será capaz de valorar los
recursos técnicos empleados, la estructura manejada y el sentido del mensaje
contenido en la propia obra.
Estructura
Estructura en general
Definiciones:
Nudo: En esta etapa se entrecruzan los hilos de las historias de los personajes,
complicando una situación problemática. Puede ser una acción, una decisión o la
revelación de algo que cambia la dirección de la obra.
Ángulos de presentación
El narrador omnisciente se coloca en un mirador alto y desde allí conoce todos los
acontecimientos que ocurren en la historia. Sabe lo pasado y lo porvenir. Es una
especie de entidad divina que puede ver y oír a los personajes y por eso se entera de
lo que sienten y piensan. El brasileño Joaquín María Machado de Asís escribió una
historia titulada Entre Santos. En esta historia el párroco de una iglesia observa
cómo, por las noches, los santos de su iglesia bajan de sus peanas y se sientan a
conversar acerca de los fieles que los visitaron durante el día. Una de tales veces,
San Francisco de Sales cuenta lo ocurrido a un usurero llamado como él. Esta
manera de explicar los hechos es la técnica que se ha denominado como narrador
omnisciente.
La súplica de sus ojos era ahora más intensa, y puramente voluntaria; los vi
alargarse hacia mí; lleno de contrición, humillación y desamparo. Y su boca decía
palabras sueltas --Dios, ángeles del Señor, llagas benditas--, palabras lacrimosas y
trémulas, como para pintar con ellas la sinceridad de su fe y la inmensidad de su
dolor. Lo único que no salía era la promesa de la pierna. A veces, ante el horror que
le causaba la idea de la muerte de su mujer, temblaba y estaba a punto de
formularla, pero la moneda de oro se interceptaba, hundiéndola en su corazón.
En la actualidad se usa mucho la técnica del narrador que trabaja desde un punto de
vista. Aquí, el narrador, que vive en el universo interno de la obra, ignora lo que
sienten y piensan los personajes; puede deducir, por sus actuaciones, que asumirán
cierta conducta, pero sabe tanto como el lector de lo que sucederá en la historia.
El escritor que usa esta técnica "involucra" al lector porque lo obliga a penetrar en el
universo interno y, al mismo tiempo, como le presenta las cosas desde diferentes
ángulos, todos parciales, le da libertad para que construya su propio enfoque. Esta
técnica, que no es nueva, sino reutilizada, fue manejada por Edgar Allan Poe en el
siglo pasado. La adoptó de la antigua "novela gótica" al cuento corto. A partir de
entonces se usa preferentemente en las historias de suspenso, de espantos, de
terror y policiacas.
Tantea bajo la mesa hasta encontrar cigarrillos, pone uno en los labios de Sonia,
acerca el suyo, los enciende al mismo tiempo. Se miran apenas, soñolientos, y
Roland agita el fósforo y lo posa en la mesa donde en alguna parte hay un cenicero.
Sonia es la primera en adormecerse y él le quita muy despacio el cigarrillo de la
boca, lo junta con el suyo y los abandona en la mesa, resbalando contra Sonia en un
sueño pesado y sin imágenes. El pañuelo de gasa arde sin llamas al borde del
cenicero, chamuscándose lentamente, cae sobre la alfombra junto al montón de
ropas y una copa de coñac. Parte del público vocifera y se amontona en las gradas
interiores; elprocónsul ha saludado una vez más y hace una señal a su guadia para
que le abran paso. Licas, el primero en comprender, le muestra el lienzo más
distante del viejo velario que empieza a desgarrarse mientras una lluvia de chispas
cae sobre el público que busca confusamente la salida. Gritando una orden, el
procónsul empuja a Irene siempre de espaldas e inmóvil. "Pronto, antes de que se
amontonen en la galería baja", grita Licas precipitándose delante de su mujer. Irene
es la primera que huele el aceite hirviendo, el incendio de los depósitos
subterráneos; atrás, el velario cabe sobre las espaldas de los que pugnan por abrirse
paso en una mesa de cuerpos confundidos que obstruyen las galerías demasiado
estrechas. Los hay que saltan a la arena por centenares, buscando otras salidas, pero
el humo del aceite borra las imágenes, un jirón de tela flota en el extremo de las
llamasy cae sobre el procónsul antes de que pueda guarecerse en el pasaje que lleva
a la galería imperial. Irene se vuelve al oír su grito. Le arranca la tela chamuscada
tomándola con dos dedos, delicadamente. "No podremos salir", dice, "están
amontonados ahí abajo como animales". Entonces Sonia grita, queriendo desatarse
del abrazo ardiente que la envuelve desde el sueño, y su primer alarido se confunde
con el de Roland que inútilmente quiere enderezarse, ahogado por el humo negro.
Todavía gritan, cada vez más débilmente, cuando el carro de bomberos entra a toda
máquina por la calle atestada de curiosos. "Es en el décimo piso", dice el teniente.
"Va a ser duro, hay viento del norte. Vamos."