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Humanos confluyeron para traer como resultado una reforma en materia de derechos humanos,
publicada en el Diario Oficial de la Federación el 10 de junio de 2011 modificando la denominación
del capítulo I del Título Primero, y 11 artículos: 1°, 3°, 11, 15, 18, 29, 33, 89, 97; 102, apartado B; y
105 fracción II, inciso g.
Esto corresponde a la modificación del capítulo I del Título Primero de la Carta Magna, con el
propósito de enmarcar una nueva etapa en el reconocimiento de los derechos en el ámbito nacional
con especial referencia al internacional.
Los conceptos garantías individuales, derechos fundamentales y derechos humanos constitucionales se refieren
a los derechos consagrados en la Constitución. Sin embargo, los términos, eventualmente, hacen referencia a
formas distintas de concebir e interpretar estos derechos.
La idea del concepto de garantías individuales es que se trata, en principio, de un derecho del hombre aceptado
en general, pero por circunstancias de lugar y tiempo, y por su devenir histórico, un país lo otorga como garantía
en cierta medida a quienes habiten o se encuentren en su territorio.1
Se trató de una modificación de términos y como tal de un cambio conceptual de sistema jurídico,
entendiendo entonces, que al llamarlos derechos humanos, habrá un fortalecimiento y amplitud de
los derechos de la persona y la protección de su dignidad y que la incorporación de este concepto
en las disposiciones legales cumplimenta las obligaciones y compromisos internacionales asumidos
por el país.
Bloque de Constitucionalidad
Control de Convencionalidad
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comprometido con el respeto a las normas de derechos humanos y con las acciones que estas
enmarquen.
El control de convencionalidad es una herramienta en esa dirección porque sirve para garantizar la
compatibilidad de las normas nacionales y de las actuaciones de las autoridades estatales con el marco
internacional.3
En el mismo sentido de ideas, por las obligaciones contraídas en materia internacional, México no
sólo incorporó a su sistema de normas y a rango constitucional los tratados internacionales en
materia de derechos humanos sino que también, aceptó y reconoció la competencia contenciosa
de las jurisdicciones internacionales.
El principio pro persona tiende a maximizar la protección de los derechos por encima de otros
principios con el fin de dirimir conflictos normativos; su aplicación no es al arbitrio de las autoridades
sino que este un mandato constitucional que se encuentra expreso para ser ejercido. Este principio
encuentra dos vertientes: una primera que busca la interpretación que optimice más un derecho
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constitucional y, una segunda donde debe aplicarse la norma que más favorezca a la persona sin
importar su jerarquía.
Este principio se relaciona con la manera en cómo deben de cumplirse las obligaciones estatales en
materia de derechos humanos; la progresión de estos se encuentra sujeta en manos del Estado, el
cual se logra con la implementación de medidas adoptadas en un plazo razonable, deliberadas,
concretas y orientadas al cumplimiento de sus obligaciones.
La progresividad, por lo tanto, lejos de entenderse como un permiso para retardar el cumplimiento de las
obligaciones del Estado en materia de derechos humanos, impone obligaciones para proceder de la manera más
expedita y eficaz posible y avanzar en el cumplimiento de los compromisos internacionales del Estado en el
contexto del aprovechamiento pleno de los recursos de los que se disponga.8