Sei sulla pagina 1di 9

2019

La Inquisición y la
Herejía.
Análisis breve del Santo Oficio y la Herejía.
Alumno: Santiago Planchón.
Docente: María Inés Altuna.
Profesorado de Historia.
Instituto Sedes Sapiens.
Introducción.
En el año 1100 después de Cristo, la iglesia católica apostólica romana se erigía como la única fue
legal de Europa. Sin embargo, aun ante la sagrada doctrina y la promesa de la vida eterna, siempre
se levantaron disidentes en contra de las reglas establecidas por la Iglesia.

Pero no fue hasta el siglo XV que efectivamente comenzó a funcionar con más presencia y
movilizada no sólo por un espíritu religioso sino también por intereses políticos. En España fue
instalada en 1478 y tuvo por objeto además de los ya expuestos, contribuir a la unidad española
de los recientemente casados Fernando e Isabel (los Reyes Católicos).

Estos disidentes serán conocidos como Herejes, y su existencia prolongada y propagación de sus
dogmas contrarios a la voluntad de la Iglesia papal, llevaran a la creación de un organismo
multifacético con un solo objetivo: Destruir la Herejía, salvar a los que se pueda y eliminar a los
que rechacen la verdadera religión.

Este análisis busca explicar el término de “herejía”, que fue la Inquisición, sus normas y duración
de funcionamiento, así como esclarecer las muchas acusaciones que se lanzaban contra la Iglesia y
su Inquisición en pos de generar un juicio mas critico.
Inquisición y Herejía.
Hacia el siglo 13 los Cataros del Sur de Francia se levantaban como una verdadera afrenta contra la
Iglesia. En 1208, una conspiración catara asesino a un dignatario pontificio, lo cual enfurecían al
Papa Inocencio III y llevo a la proclamación de la Cruzada Albigense, por la Catedral Francesa de la
ciudad de Albín donde se congregarían la mayoría de cruzados, en busca de que los nobles francés
del Norte forzaran a sus pares del Sur a cazar a este movimiento hereje y eliminar a sus miembros.

Los diferentes grupos, no solo Cataros, que se separaban del dogma aceptado por la iglesia
declaraban que esta realizaba una interpretación equivoca de la naturaleza de Jesús y en mayores
casos hasta de Dios, así mismo reclamaban por los abusos y opulencia de las cabezas de la Iglesia,
una situación que en el futuro llevara a la reforma protestante de Lutero.

Se ha mencionado a estos disidentes como “Herejes”, pero que es exactamente esto?

Herejía viene del latín “elección”, y en este proceso histórico, se tornara a aquellos que “eligieron”
el camino equivocado. Seguir un dogma diferente al establecido puntualmente por la Iglesia como
el principal no convierte a uno en hereje, sino que seguir un dogma que las autoridades
eclesiásticas han determinado como equivocado y aun así proseguir con este sin respetar la
autoridad máxima convierte a un en hereje, lo cual llevaba a la excomulgación. Aun así, esto no
fue suficiente, y la cruzada Albigense solo será el preludio a la nueva organización que verá la luz
en 1229 al final de la Cruzada Albigense.

Retomando esta cruzada, iniciada en 1209, los Perfecti, líderes del movimiento Cátaro, empezaron
a dejar de lado sus ropas negras que los hacían fácil de identificar para asesinarlos, y mezclarse
con la población. Esto volvió más difícil su persecución, y llevo al Papa Inocencio III a tomar
medidas diferentes en pos de contra restar la herejía que se esparcía por el territorio, no solo con
los Cataros, sino con otros grupos menores y cofradías de creencias paganas.

En el cuarto concilio de Letran, celebrado en Roma, el Papa saco a la luz la situación que no
parecía dar un resultado definitivo. La Iglesia debía salvar las almas de los fieles y convertir a los
infieles a su dogma, por lo que un hereje muerto solo servía para el diablo y, tomando este
pensamiento en cuenta, decidió utilizar el sistema judicial de la época de acusaciones e
interrogatorios para iniciar un programa que permitiese atrapar a los disidentes, ordenando la
búsqueda e investigación de todos los habitantes de diferentes zonas.

En 1229 un documento emitido entonces desde Touluse expresaba: “En cada parroquia de la
ciudad y fuera de ella los obispos designaron a un sacerdote y a dos o tres laicos, o más si es
necesario, de reputación Intacta, que se comprometan por Juramento a buscar asidua y fielmente
a los herejes que vivan en la parroquia. Visitarán minuciosamente las casas sospechosas, las
habitaciones y cuevas y lugares más disimulados, que deberán ser destruidos si descubren herejes
o personas que prestan apoyo o favor, asilo o protección a los herejes, tomarán medidas para
impedir que huyan y los denunciarán lo antes posible al obispo y al señor del lugar o a su
lugarteniente. Los señores temporales harán buscar con cuidado a los herejes en las aldeas, las
casas y los bosques donde se reúnen y harán destruir sus cobijos”.
Era difícil, sin embargo, proseguir de forma exitosa con este método en la cacería de herejes.
Muchos de los más entusiastas terminaban cometiendo múltiples abusos así como exageraciones
de diferentes crímenes. Inocencio III sin embargo aposto a este modelo, en el cual los acusadores
solo requerían de ciertos indicios o hasta acusaciones para abrir una causa legal.

Aun así, Inocencio III fracaso en eliminar por si mismo a la secta Catara, y fue su sucesor, Gregorio
IX quien retomo la iniciativa e inicio un concurso para la elección de nuevos agentes que serian
enviados a predicar y capturar herejes a las zonas de interés de la Iglesia, estos agentes pasaran a
ser conocidos como “Inquisidores de la Depravación Hereje”.

Muchos sacerdotes y frailes inquisidores fueron enviados a tierras francesas y germanas, y los
herejes que se rehusaron a la conversión, ardieron en la hoguera.
Conrad, un famoso inquisidor, llego a inventar la “secta de los Luciferinos” para proseguir con su
afán cazador e impresionistas, con tal de seguir atrapada y juzgando, asesinando a quienes no se
convirtieron.

183 Cataros fueron enjuiciados y ejecutados en una situación por el Inquisidor Rober. Estas
acciones religiosas extralimitadas llevaron a que el Papado destituyera y encarcelara al Inquisidor,
descubriendo de a poco como sus agentes que buscan eliminar la perversión, terminaban optando
mas por eliminar a los pervertidos que salvarlos. Aun así, el sistema siguió en vigencia como
grupos independientes, con el permiso del Papado, que esperaba poder controlarlos y llevar a
cabo su tarea de “salvación”.

Libros de investigaciones y hasta manuales contra la herejía y la depravación fueron escritos a lo


largo del tiempo. Bernardo Gui fue uno de los autores más prolíficos, escribiendo un libro de 17
años de su cruzada contra la herejía desde 1307 a 1323.

En su funcionamiento los inquisidores seguían un sistema de pasos específicos:

-Recolectaban acusaciones y avisos por parte de los habitantes de ciertos lugares.

-Citar a los sospechosos a ser interrogados.

-Los acusados eran obligados a confesar la verdad, con un notario anotando todo lo que sucedía.
Existan múltiples maneras, entre ellas la vitela:
Se iniciaba la interrogación con la vitela (papel viejo) en la falda, a medida que el acusado
contestaba las preguntas el Inquisidor miraba la vitela una y otra vez y luego declaraba que el
acusado estaba mintiendo para ponerle nervioso, el acusado pensaría que la vitela tendría
información que otros habrían dado en su contra y estaría mas dispuesto a decir la verdad. En
realidad, la vitela estaba completamente en blanco.

También existía la tortura, maquinas que hicieron famosa a la inquisición por su crueldad.
Curiosamente el inquisidor no realizaba la tortura, esta era realizada por empleados del poder
temporal expertos en la materia, y si el acusado derramaba sangre durante la tortura esta debía
posponerse incluyendo el juicio. Por esto medidas como el potro o el paño mojado en la boca para
luego rociar con agua la cabeza del acusado induciendo el ahogamiento fueron los favoritos de los
inquisidores.
Sobre la tortura, el historiador José Antonio Escudero explica:

“La tortura, empleada al término de la fase probatoria del proceso, tenía lugar cuando el reo
entraba en contradicciones o era incongruente con su declaración anterior, cuando reconocía una
acción torpe pero negaba su intención herética, y cuando realizaba sólo una confesión parcial. (…)
la Inquisición hizo uso de tres procedimientos: la garrucha, la toca y el potro. El primero consistía
en sujetar a la víctima los brazos detrás de la espalda, alzándole desde el suelo con una soga atada
a las muñecas, mientras de los pies pendían las pesas. En tal posición era mantenido durante un
tiempo, agravándose a veces el tormento soltando bruscamente la soga – que colgaba de una
polea- y dejándole caer, con el consiguiente peligro de descoyuntar las extremidades. Más
sofisticada era la tortura del agua, en la que el reo era subido a una especie de escalera, para
luego doblarle sobre sí mismo con la cabeza más baja que los pies. Situado así, se le inmovilizaba la
cabeza para producirle por la boca una toca o venda de lino, a la que fluía agua de una jarra con
capacidad para algo más de un litro. La víctima sufría la consiguiente sensación de ahogo,
mientras de vez en cuando le era retirada la toca para conminarle a confesar. La severidad del
castigo se medía por el número de jarras consumidas, a veces seis u ocho.

”Estas dos formas de tortura, las más primitivas, cayeron luego en desuso y fueron reemplazadas
por el potro, instrumento al que era atada la víctima. Con la cuerda alrededor de su cuerpo y en las
extremidades, el verdugo daba vueltas a un dispositivo que progresivamente la ceñía, mientras el
reo era advertido de que, de no decir la verdad, proseguiría el tormento dando otra o varias
vueltas más.

”En segundo lugar, hay que observar que el tormento se aplicó sin excesivas concesiones a edad ni
sexo. Según Llorente, las personas ancianas debían ser puestas a la vista del tormento (in
conspectu tormentorum) sin ser sometidas a él, aunque se han encontrado algunos testimonios de
septuagenarios que hubieron de afrontar ese trance.

”En el otro extremo, nos consta que los niños no se libraron del todo, y así sabemos del caso de
Isabel Madalena, adolescente de trece años, que en Valencia resistió la tortura y luego fue
penitenciada con cien azotes.
”Las confesiones obtenidas durante el tormento no eran válidas por sí mismas y debían ser
ratificadas, fuera de él, en las veinticuatro horas siguientes. El desarrollo de la tortura era
registrado escrupulosamente por los secretarios, incluyendo los quejidos y exclamaciones
proferidas por las víctimas. En verdad cabe afirmar, como algunos autores han señalado, que lo
más impresionante de la literatura inquisitorial no son los relatos aparatosos de las víctimas ni los
comentarios tremendistas de los autores, sino la sobria e implacable descripción del escribano que
recoge estas escenas dolorosas sin el menor comentario, con absoluta frialdad y asepsia.”

-El juicio. Una vez confesado el crimen, debía darse el proceso legal. El Inquisidor exponía la
evidencia, los resultados del proceso inquisitorial y luego pedía la clemencia de la corte. Acto
seguido el juez llevaba a cabo el proceso legal y el castigo justo. El Inquisidor no era el que decidía
la sentencia ni tampoco llevaba a cabo el juicio, mas la influencia se sentía, y las leyes solían
terminar entre 2 opciones: La muerte, la encarcelación (ya sea en prisión o hasta domiciliaria) o la
humillación, incluso la esclavitud en galeras por parte de la Inquisición española.
En el caso de la humillación se les ponía una túnica con una gran X amarilla que marcara su pasado
hereje y que siempre deberían llevar fuera de casa. En el caso de España también se afeitaba a los
hombres la barba, lo cual resultaba una gran humillación.

Con diferentes penas que van desde la muerte en la hoguera, pasando por la cárcel o la censura de
sus libros, fueron víctimas de este Tribunal personajes de la talla de: Giordano Bruno (1548-1600),
Galileo Galilei (1564-1642), Nicolás Copérnico (1473-1543) entre muchos otros.
Ordenes religiosas pasaron por el escrutinio de la iglesia, incluso ordenes de caballeros como los
Templarios, al ser usados los Inquisidores para las movidas de poder de los poderosos. También se
llego a perseguir a moriscos y hasta a los judíos conversos, ya que se determinaba que proseguían
con sus prácticas a escondidas y debían ser ajusticiados por los poderes temporales del territorio.

En la España de Fernando e Isabel, 1478, la Inquisición fue utilizada como herramienta para
mantener el control de la población, en especial, atacando a las comunidades judías. El propio
Fernando remarcaba la depravación cometida por los judíos, y el Papa Sixto IV emitió una bula
papal para la erradicación de la herejía. Esta vez las normas eran diferentes, siendo el rey
Fernando quien controlaría todo el sistema inquisitorial y sus miembros con la aprobación del
papa, y pudiendo así controlar a su gusto como, cuando y donde se buscaría a los herejes.

Así mismo la Inquisición tuvo su presencia en la Nueva España ya desde temprana edad, aunque
su naturaleza fue más evangelizadora y permisiva conforma se iba instaurado la religión líder.
Después de la conquista militar de 1521, en la Nueva España se instauró una inquisición de
carácter monástico, en la que los frailes que fungieron como inquisidores habían asumido los
poderes episcopales, en virtud de la disposición papal que les había otorgado dichas facultades
por medio de las bulas de 1521 y 1522 conocidas como la Omnímoda. En ellas se autorizaba a los
prelados para realizar casi todas las funciones episcopales, excepto la ordenación en ausencia de
los obispos. Posteriormente, y para el periodo 1535 a 1571, aquella inquisición monástica fue
sustituida por una inquisición propiamente episcopal, lo que puede tomarse como los orígenes
americanos de la inquisición, relacionados con el rigor de la tradición española en las tareas
inquisitoriales que se remontan, por lo menos, a los primeros años del siglo XIII, que representan,
de hecho, el origen español de la implantación de los tribunales inquisitoriales en la Nueva España
en las primeras décadas del siglo XVI. Estas primeras instituciones inquisitoriales: la monástica y la
episcopal respectivamente, corresponden a un primer periodo que comienza en 1516 y termina en
1568 llamado por algunos investigadores pre inquisitorial, en el que, efectivamente, los obispos
realizaban las funciones inquisitoriales pero actuando más como pastores que como persecutores
de los delitos contra la fe cristiana, porque el incipiente desarrollo de la cristiandad americana así
lo demandaba. Desde luego, antes de la existencia de los tribunales formalmente constituidos,
estos obispos eran los encargados de realizar los llamados juicios ordinarios eclesiásticos, y de
imponer las normas de una fe y una moral que determinarían la imposición de una ortodoxia
dicotómica, dividida entre la rigidez del ejercicio del control social, y la tolerancia hacia una
relativamente relajada vida cotidiana.

Durante el año 1487 fue publicado el Maellus Maleficarum, por un Inquisidor destituido por su
fanatismo llamado Heinrich Kramer y su compañero Jacob Sprenger, ambos inquisidores
dominicos, un libro que condenaba las practicas herejes y poseía un nivel enorme de misoginia,
atacando a las mujeres y marcándolas como las generadoras de la depravación. Tan prolífico fue
este texto, que por eso un elevadísimo por ciento de las víctimas de la inquisición a partir de su
publicación fueron mujeres acusadas de brujas.

Una herramienta bastante utilizadas fueron los autos de fe, donde los acusados debían mostrar
absoluto arrepentimiento por sus creencias, ideas o acciones, frente al público y jurando pagar por
sus crimines. Dichos autos de fe servían para alivianar la pena, aunque no la hacía desaparecer.

Por último, la siguiente medida empleada por la iglesia fue el “Índice”, un recaudo de diferentes
textos marcados por la iglesia como heréticos y prohibidos, que no debían venderse ni copiarse ni
utilizarse como referencia para fabricación de otros textos. Esta medida fue absolutamente inútil,
ignorada por los comerciantes e incluso autores, por más que luego sus libros fueran censurados
por la utilización de dichos textos. Esta conducta respondía al paso de la Edad Media al
Renacimiento, un proceso constante que empezó dentro de la primera y duro hasta la era de la
modernidad, en donde el hombre buscaba la iluminación y el conocimiento, rebelándose ante los
preceptos especialmente teológicos. Ya hacia el siglo 19 Donoso Cortés atino a decir, heredero de
la tradición cristiana en España su tierra madre, en un afamado discurso:
“La geografía, la historia eclesiástica y profana, la jurisprudencia, la astronomía y otras muchas
ciencias o empezaban o progresaban enormemente. Pero en medio de este gran movimiento
intelectual, que, bien dirigido, pudo producir admirables frutos, el demonio, que todo lo pervierte,
lanzo la herejía mas funesta que se había visto sobre la tierra.” “Yo he visto y conocido a muchos
individuos que salieron de la fe y han vuelto a ella: por desgracia, señores, no he visto jamás a
ningún pueblo que haya vuelto a la fe después de haberla perdido”.
Conclusión.
El Tribunal de Santo oficio o Santa Inquisición, vio su final en los Tribunales de Cádiz de 1812 y
1813, siendo desbandada y prohibida dicha empresa hacia el futuro.

Este organismo había nacido con el propósito de eliminar la herejía de aquellos opuestos al dogma
de la santa Iglesia, y rectificarlos para que volviesen a la fe, o eliminarlos si ya no había otra
opción. En la práctica, el fanatismo religioso de fervientes inquisidores y el afán por llevar la
palabra de Dios en su interpretación correcta causaron terribles abusos de autoridad y muertes de
miles.

En los peores casos, los vecinos se delataban los unos a los otros con tal de no ser puestos en tela
de juicio o sufrir las terribles torturas que les obligaran confesar. La Inquisición fue el enemigo de
muchos libre pensadores e innovadores, y fue en casos específicos indomable incluso para la
propia santa iglesia que la había creado.

El poder corrompe, como dicen muchos, e incluso una institución dedicada a la salvación de las
almas puede llegar a equivocarse y crear un sistema que termino generando más mal que bien. No
solo eso, la Iglesia se esforzó en reformarla, adaptarla y regularla, pero al final del día los juicios y
acusaciones siguieron y hogueras ardieron con todos los herejes, incluso si sus ideas no eran de
mal sino para la mejora de la sociedad. Bueno es, sin embargo, el reconocimiento de este error
por parte de la Iglesia y que se eliminara la Inquisición, luego de 6 siglos de existencia. El Papa Juan
Pablo II tuvo la cortesía de pedir perdón por las atrocidades cometidas, reconociendo con madurez
que por más que los Inquisidores actuaran llevados por su propio fanatismo de maneras que
violaban las leyes y causaban sufrimiento, fue la Iglesia la cual los autorizo a llevar tanto poder en
primer lugar.
Webgrafia.

https://www.elhistoriador.com.ar/la-inquisicion/

Documental de la Santa Inquisición hecha por History Channel.


https://www.youtube.com/watch?v=p_wuk8MeQ6E

Bibliografía.

Inquisición y vida cotidiana en Durango, 1563-1821


De Luís Carlos Quiñones Hernández. Casa Editorial de DURANGO.

“El Sentido Misional de la Conquista de América”. Vicente D. Sierra. Ediciones “Dictio”.

Potrebbero piacerti anche