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INTRODUCCIÓN

La adopción se ha considerado una institución social sumamente importante, que ha

buscado restablecer el derecho a una familia del menor que ha sido privado de ella. A partir de

la implementación de la Ley de Adopciones en el año 2007, en Guatemala, la adopción contó

con cambios sustanciales, pues se pretendió reforzar la tutela a dicha institución y a la vez,

afianzar el vínculo que surgía a partir de ella.

La presente investigación tendrá como objeto abarcar la institución de la adopción

desde su surgimiento, generalidades, naturaleza jurídica, deberes y derechos derivados de ella,

clases, finalidades, regulación jurídica de la normativa interna a lo largo de la historia y

regulación de la adopción en el Derecho Guatemalteco. El objetivo principal consistirá en

determinar qué tipo de adopción existe en Guatemala a partir de los cambios que se dieron en

el año 2007.

De este modo, se podrá comprender mejor una institución que es de gran importancia

para la sociedad. Se podrá determinar con mayor exactitud el alcance de la adopción y la

manera en la que cambia la situación de filiación de un menor declarado en estado de

adoptabilidad.

Con el fin de garantizar el desarrollo integral de un menor, el legislador se ha inspirado

en la tendencia internacional de asegurar que en su mayoría, únicamente se den adopciones

plenas en aras de resguardar el interés superior del niño, pese a la reticencia de ciertos sectores
1
que ha existido, pues se suele considerar innatural romper un vínculo consanguíneo, y

simultáneamente, reconocer una familia que no está unida tampoco por afinidad.

A raíz del presente estudio, el lector podrá notar que no existe un criterio universal para

diferenciar la adopción plena y la adopción simple, pese a que se puedan reconocer sus

distintas características; la medida en que pueden estar presentes en una o la otra pueden

variar conforme la tendencia que actualmente esté siguiendo un Estado en particular.

Finalmente, dependerá de cada legislador y la medida del vínculo que quiera crear entre el

adoptado y la familia adoptiva.

2
CAPÍTULO 1: GENERALIDADES

1. Concepto de adopción

La adopción es una figura jurídica que tuvo en la vida de los pueblos primitivos una

significación totalmente distinta de la que tiene en el mundo moderno. La adopción era

especialmente un medio para asegurar la descendencia en una familia, para velar por su legado

como una institución para asegurar su supervivencia.1

Adquirió gran auge histórico en el Derecho Romano, donde cumplía el fin de que un

páter no muriese sin herederos suyos y de que no quedase abandonado el culto a los dioses

lares, resultando muy favorecida su práctica, por el concepto de familia imperante en aquel

Derecho que la fundaba sobre lazos puramente civiles de la asignación. 2

Cabe decir que en Roma, se aceptaban dos formas paralelas. La adrogatio consistía en

que un hombre tomaba como hijo, sometiéndolo a su patria potestad a un sui juris; se exigía su

consentimiento y la aprobación del pueblo en los comicios curiados, además de un decreto del

pontífice, destinado a comprobar si existía algún impedimento civil o religioso. La adopción

propiamente dicha se refería a los alieni juris; el consentimiento en tal caso debía ser prestado

por el pater familiae, quien desde ese momento perdía la patria potestad, que pasaba al

1Federico Puig Peña. (1934). Tratado de Derecho Civil Español, tomo II Derecho de familia Vol. II
Paternidad y Filiación. Madrid: Editorial Revista de Derecho Privado, pág. 164

2Luis Fernández Clérigo. (1947). El Derecho de Familia en la Legislación Comparada. México: Editorial
Unión Tipográfica Hispano-Americana, pág. 254

3
adoptante. Era un acto privado, que no exigía la aprobación del pueblo ni la intervención del

pontífice. Se admitía también la adrogatio y la adoptio hechas por testamento.3

En el derecho feudal, la adopción tuvo aplicación muy escasa, porque no se podía

mezclar en una misma familia a los villanos y plebeyos con los señores, pero después de la

Revolución Francesa y como acto jurídico que establece entre dos o más personas un

parentesco civil, de efectos análogos a los de la filiación legítima, ha sido admitida por casi

todas las legislaciones.

En una etapa posterior, la finalidad de la adopción se volvió un tipo subjetivo y personal,

siendo una fuente de consuelo a los matrimonios estériles y a los niños pobres y abandonados.

Se puede definir la adopción, diciendo que es «aquella institución por virtud de la cual

se establece entre dos personas extrañas relaciones civiles de paternidad y filiación semejantes

a las que tienen lugar en la filiación legítima». 4 Ha sido definida también como un contrato que

crea entre dos personas relaciones puramente civiles de paternidad, o de maternidad, y de

filiación.5

3Guillermo A. Borda. (1846). Tratado de Derecho Civil, Familia II. Buenos Aires, Argentina: Editorial Emilio
Perrot, pág. 139.

4 Luis Fernández Clérigo. (1947). El Derecho de Familia en la Legislación Comparada. México: Editorial
Unión Tipográfica Hispano-Americana, pág. 170
5 Rafael de Pina. (1956). Elementos de Derecho Civil Mexicano . México: Editorial Porrúa, pág. 363

4
Según Planiol, la adopción es «un acto solemne, sometido a la aprobación de la justicia,

que crea entre dos personas relaciones análogas a las que resultarían de la filiación legítima” se

trata, por tanto de un vínculo, creado a imitación del producido por la generación». 6

La adopción, dice un docto catedrático español, es en efecto una ficción, pero excesiva y

violenta, que todo lo supone, lo inventa y lo crea, y la violencia resulta tanto mayor, cuanto que

la ficción se extiende no solo a suponer lo que no ha existido, generación, paternidad, filiación y

sus prolijas consecuencias de relación entre adoptante y adoptado, sino que mediante ella,

unas veces se ha destruido y otras debilitado, por lo menos, la propia realidad de los vínculos

naturales, creando, en cambio, otros íntimos y estrechos entre personas que eran

completamente extrañas, de lo cual puede sacarse un argumento en contra de la institución

que examinamos, puesto que si crea una relación paterno-filial, al mismo tiempo destruye otra,

precisamente la natural, que a todo trance debe mantenerse.7

La adopción es, desde luego, una ficción, pero una ficción generosa que permite que

muchos niños abandonados encuentren protección adecuada dentro de una familia honesta,

siempre que el otorgamiento se realice con las debidas garantías legales. Es ciertamente una

ficción jurídica socialmente útil. Se ha visto desde la antigüedad como una imitación de la

naturaleza. (adoptio imitur naturam)8. Por ello, algunos sectores defienden la adopción ya que

6Diego Espín. (1951). Manual de Derecho Civil Español, Vol. IV familia. Madrid: Editorial Revista de Derecho
Privado, pág. 384

7Dr. Calixto Valverde. (1938). Tratado de Derecho Civil Español Tomo IV. Valladolid, España: Editorial
Talleres Tipográficos Cuesta, pág. 470

8 Rafael de Pina. (1956). Elementos de Derecho Civil Mexicano . México: Editorial Porrúa, pág. 366
5
la consideran desde un enfoque dedicado a la protección de los niños abandonados, mientras

que otros a rechazan, alegando que el legislador no puede cambiar lo que la naturaleza creó.

El Dr. Calixto Valverde considera que la reforma pretendida por los modernos escritores

respecto de esta institución, equivale a su supresión, por más que en principio la consideren

conveniente para el interés social. En efecto, él, como la gran mayoría de los civilistas

modernos, quieren suprimir el exceso de ficción legal que la adopción en su sentido histórico

representa, para considerarla solamente como una institución de patronato, con un sentido

genérico de protección y de asistencia humano. No obstante, la tendencia actual en las

legislaciones es la de acentuar los vínculos de la adopción en favor de los adoptados, creando

una forma más fuerte de adopción que sustituya a la adopción débil configurada en el pasado

siglo, o bien permitiendo a los adoptantes optar una u otra de ambas modalidades.

2. Naturaleza jurídica de la adopción

Los tratadistas reconocen generalmente que no es, ni mucho menos, fácil definir la

naturaleza jurídica del acto mediante el cual se realiza la adopción.

Para unos es un contrato, por cuanto predomina la autonomía de la voluntad creadora

de todo efecto jurídico; implica consentimiento entre adoptante y adoptado, por lo que

consideran que «es un contrato solemne en virtud del cual dos personas adquieren entre si las

relación de padre o madre y de hijo que determina la ley».9 Se critica, sin embargo, que sea un

contrato dado que el adoptante y el adoptado no está en igualdad de situaciones. Además,

9 Fabio Naranjo Ochoa. (1994). Derecho Civil Personas y Familia. Bogotá: Editorial Señal, pág. 455.

6
rechazan esta teoría ya que entre ambos existe un consortium, pues sus intereses son

coincidentes y no opuestos. La teoría contractual es la postura clásica, derivada de la doctrina

francesa de los siglos XIX y XX, pero que entró en decadencia, ante la presencia de un Estado

Interventor en la vida pública, económica y social, para concluir que la adopción es, en todo

caso, un acto jurídico.

Por acto jurídico, entendemos la manifestación de la voluntad encaminada a producir

efectos jurídicos. La adopción encuentra en la ley, requisitos, formalidades y efectos a los que

las partes se adhieren cuando expresan su voluntad. Desde este punto de vista, la adopción

efectivamente tiene ese carácter. Los hermanos Mazeaud hablan de la adopción como un acto

de voluntad bilateral y judicial. Lo primero, porque es menester la manifestación de voluntad

del adoptante y adoptado, o de quien lo represente; lo segundo, porque la presencia del juez es

activa; de sus decisiones depende que se o autorice o no la adopción.

Por otro lado, para otro sector, la adopción es un acto complejo de derecho familia. El

civilista español Rodríguez Arias (Lino), “proyecta” sobre el instituto de la adopción la idea

comunitaria del derecho. La concepción comunitaria del derecho, según este autor, «aspira a

que en todas las instituciones aparezcan conjugados los valores individuales y sociales dentro

de un profundo sentido humano, que impide se sacrifique a la técnica jurídica lo que ha de

servir de norma de vida a los hombres, que además de tener necesidades materiales que

cumplir, cuentan en su haber con aspiraciones espirituales a satisfacer. Y una de ellas, las más

7
hermosa, es poder ofrecer un hogar, un nombre y un patrimonio a quien carece de él, o no se

halla muy desahogadamente en el seno de su familia natural». 10

Conocida la idea «comunitaria de derecho», tal y como queda expuesta, se puede decir

que en realidad, todo derecho es comunitario, en el sentido de que no existe ninguno que no

trata de conjugar los intereses sociales con los individuales. Modernamente, sin embargo, al

menos, nadie le ha negado la finalidad esencial, aunque no única, de la protección del adoptado

mediante los beneficios que él adquiere una vez adoptado.

Para otros, la adopción es una institución, pues es la ley la que estatuye como institución

de carácter solemne, de orden público, con intervención judicial, generando parentesco civil. Se

trata de mecanismos establecidos por el legislador para tratar de solucionar un problema

social, aun cuando sea, un poco híbridos, ya que se exige consentimiento y autorización judicial.

Según esta postura, «la adopción es, pues una institución de derecho privado fundada en un

acto de voluntad del adoptante y nacida de la decisión del juez, en virtud de la cual se establece

entre dos personas una relación análoga a la filiación legítima, análoga, no idéntica, con algunas

diferencias».11 En ese sentido, el jurista Federico Puig Peña lo considera un acto a la vez

consensual y formal, que requiere indispensablemente el concurso de la voluntad, la

autorización judicial y escritura pública.

10Rafael de Pina. (1956). Elementos de Derecho Civil Mexicano . México: Editorial Porrúa, pág. 367
11Guillermo A. Borda. (1846). Tratado de Derecho Civil, Familia II. Buenos Aires, Argentina: Editorial Emilio
Perrot, pág. 139.

8
Ciertamente, la adopción tiene una base contractual, pero el contrato de adopción no es

más que uno de los elementos sobre los que se asienta el instituto que ahora se examina. El

contrato será el presupuesto de voluntad concorde para entrar en aquella, y además, la base

para determinar la intensidad y eficacia de algunos de los efectos que produce; pero otros

están predeterminados en la ley independientemente del contrato, y quedan sustraídos a la

autonomía de la voluntad de las partes.12 Lo anterior resulta la postura más adecuada y la que

recoge, en su mayoría, los matices de lo que realmente comprende la adopción.

Bajo esa misma línea, por ende, las características del contrato, asiento de la institución, son las

siguientes:

1. es un contrato de naturaleza solemne que requiere aprobación por el juez

definitivamente y se otorgará escritura y se inscribirá en el Registro Civil

correspondiente.

2. Es de carácter simple, y por lo tanto, no debe estar sometida a condición o término.

3. Debe estar inspirado en los sanos principios que informan la institución. No valdría

hacer un contrato de adopción con fines torpes o contrarios a las buenas costumbres.

3. Efectos, deberes y derechos derivados de adopción

En términos generales, el adoptante tendrá respecto de la persona y bienes del

adoptado, los mismos derechos y obligaciones que los padres respecto de las personas y bienes

12Federico Puig Peña. (1934). Tratado de Derecho Civil Español, tomo II Derecho de familia Vol. II
Paternidad y Filiación. Madrid: Editorial Revista de Derecho Privado, pág. 171
9
de los hijos, y en ese mismo sentido, el adoptado tendrá para con la persona o personas que lo

adopten, los mismos derechos y obligaciones que tiene un hijo.13

En cuanto a la persona

1. Generalmente, establece un parentesco civil entre el adoptante y adoptado y los

parientes de sangre de aquel, en la adopción plena; y entre el adoptante, adoptivo y sus

hijos en la adopción simple.

2. Se produce un cambio de apellido del adoptado, quien, en lo sucesivo figurará con el

apellido del adoptante. Empero, en la adopción simple, se puede convenir, con los

padres de sangre, que el menor siga llevando sus apellidos. En este caso, puede añadir

al apellido de sus padres el del adoptante.

3. El domicilio del adoptado será el del adoptante.

4. Los alimentos pueden exigirse correlativamente, pues con la adopción surgen derechos

recíprocos.

5. El adoptado, en adopción plena y simple, si es menor queda sometido a la patria

potestad del adoptante.

En cuanto a los bienes:

1. Dependiendo qué tipo de adopción sea, se podrán reclamar derechos hereditarios en

relación con sus parientes de origen. El adoptado podrá gozar de derecho de sucesión

recíproca con el adoptado o podrá sucederle solo personalmente y carecerá del derecho

13 Rafael de Pina. (1956). Elementos de Derecho Civil Mexicano . México: Editorial Porrúa, pág. 370
10
de representación en la sucesión de los padres del adoptante. De ahí que, en ciertos

casos, el adoptado no tiene ascendencia distinta a los padres adoptantes.

2. Generalmente, existirá la obligación de prestarse mutuamente alimentos entre

adoptante y adoptado. Esta obligación, naturalmente, se extiende también a los

descendientes legítimos del adoptado en algunas legislaciones; en otras legislaciones no

mencionan de modo expreso la obligación de alimentos, pero se deduce evidentemente

de la declaración que hacen, de tener adoptante y adoptado la consideración respectiva

de padre e hijos y de los derechos inherentes a la patria potestad.

Existen, entonces, dos tipos de adopciones que se estudiarán a fondo en el capítulo segundo: a)

la adopción plena, que en cuyo caso se equipara al adoptado con los hijos legítimos del

adoptante, y le asignan derechos idénticos a los de estos últimos, como consecuencia; y b) la

adopción simple, en cuyo caso se marcan diferencias entre hijos y otros parientes del

adoptante para fijar cuotas hereditarias, entre otro derechos.

La adopción constituye un acto revestido de solemnidad, el cual debe llenar requisitos

de forma y de fondos según lo que señale el legislador. Es una fuente de parentesco civil que

determina un estado civil entre adoptante, en algunos casos y sus parientes, y el adoptado. 14

Debe destacarse, por lo tanto, cómo la institución de la adopción nace para brindarle

una protección especial al menor que ha sido privado de una familia. Se vela porque los

adoptados tengan derecho a ser tratados dignamente y que se puedan integrar a la familia

adoptiva. Por medio de la adopción, se logra que una persona tome como hijo propio a aquel

14 Fabio Naranjo Ochoa. (1994). Derecho Civil Personas y Familia. Bogotá: Editorial Señal, pág. 456

11
que no lo es. Crea vínculos legales de derechos y obligaciones como las que tuviere un hijo

natural. La adopción es uno de los modos de obtener la patria potestad. Lo anterior debe

entenderse, en todo caso, en su sentido legal, pues esa consecuencia se alcanza con las

variantes específicas que las leyes consignan. Además, la adopción imita a la naturaleza, de aquí

se desprenden los requisitos como la diferencia de edad mínima entre adoptantes.15

15Federico Puig Peña. (1934). Tratado de Derecho Civil Español, tomo II Derecho de familia Vol. II
Paternidad y Filiación. Madrid: Editorial Revista de Derecho Privado, pág. 173
12
CAPÍTULO 2: CLASES DE ADOPCIÓN

Luego de haber estudiado ampliamente el concepto de adopción, es necesario distinguir

entre las distintas modalidades que se pueden dar. Así pues, la adopción puede ser plena o

simple (semi plena). La doctrina las distingue según su revocabilidad o irrevocabilidad, y la

medida del vínculo que crea entre el adoptado y el adoptante y su familia como consecuencia.

De acuerdo con el primer criterio, se considera el hecho de si eventualmente puede finalizarse

la adopción por una razón determinada. Sin embargo, se critica el hecho que se utilice la

revocabilidad para diferenciar una de la otra, ya que igualmente la patria potestad podría

terminarse por los mismos motivos que sucedería en caso de los padres biológicos. El segundo

criterio, en cambio, estudia la adopción según la ruptura del vínculo con la familia biológica, ya

sea si conservan o no derechos hereditarios u otros derechos que nacen del parentesco, y a su

vez, mide la integración del adoptado en la familia del adoptante, sea que dicha inserción es

total o no. En algunas legislaciones, se decreta un tipo de adopción según el deseo que

manifiesten las partes, pudiendo, en última instancia, hacer plena la adopción si así lo desean.

No obstante, los efectos de la adopción plena y la adopción simple pueden variar

enormemente según la legislación que la regule. Sus consecuencias dependerán de la cultura, el

contexto social y político, y especialmente el concepto de la familia en dicho ordenamiento

jurídico. Lo anterior complica el reconocimiento de una adopción u otra, pues sus efectos no

serán uniformes en todos los países. De esa cuenta, para determinar de qué adopción se trata

debe analizarse e interpretarse según el caso concreto.

13
Los legisladores se han inclinado por eliminar la adopción simple, y conservar la

adopción plena únicamente. Ello debido a que se prioriza la integración familiar antes que

nada, pues la adopción plena provee mayor certeza y se da la oportunidad que el menor tenga

una vida más normal. La adopción simple, finalmente, permite la coexistencia de dos líneas de

filiación, lo cual resulta atractivo para quienes no conciben una ruptura total con la familia

biológica, pero que últimamente se quiere reservar eso para casos excepcionales.

1. Adopción Simple

A partir de la diferenciación que hiciere Justiniano en el año 530 D.C., en el derecho

romano, la adopción simple (adopción minus plena), se daba cuando un tercero extraño a la

familia adoptaba a una persona, en cuyo caso el padre biológico no perdía la patria potestad.

Tenía como efecto principal adquirir un derecho de sucesión sobre los bienes del adoptante.

Incluso, se podía llevar a cabo a través del testamento ya que se hacía para efectos de la

herencia especialmente. De esa cuenta, la adopción simple, antiguamente, fue considera como

un pacto hereditario.16

Actualmente, la adopción simple se concibe como una forma imperfecta de adopción.

Este tipo de adopción no rompe por completo el vínculo jurídico del adoptado con su familia

biológica, de manera que no sería errado afirmar que en estos casos, el adoptado pertenece a

16 Hernan Corral Talciani (2001). El Nuevo Régimen Jurídico de la Adopción en Chile. Revista Chilena de Derecho. pág. 9
14
dos familias, diferente de la adopción plena.17 Ello implica que existe tan solo un

reconocimiento limitado del hijo adoptivo por parte de la familia del adoptante.

A través de la adopción simple, únicamente nace un parentesco entre el adoptante y el

adoptado, quien sigue, igualmente, ligado a su familia biológica, por lo que se conserva el

derecho de sucesión entre ellos. Si el padre adoptivo muere intestado, el adoptado

efectivamente podría heredar, pero si el hijo adoptivo muere, el padre adoptivo no podía

heredar. Por ende, no existe un derecho de sucesión recíproca. Ello obedecía a que

anteriormente se buscaba evitar que el padre adoptivo se aprovechara indebidamente del

patrimonio del menor. Asimismo, se conserva el derecho de sucesión respecto de su familia

biológica, de manera que podría heredar si los padres biológicos murieran sin testamento. El

trasfondo de ello era que el menor probablemente no consintió expresamente a la adopción,

por lo que no renunció a esos derechos. De igual forma, podría ocurrir con los parientes

biológicos, que no fueron los padres que renunciaron a sus derechos, que tendrían derecho a

heredar, si el adoptado muriera intestado. Denota que la familia biológica podría tener derecho

de sucesión respecto del adoptado, pero la familia adoptiva podría no tener derecho de

sucesión respecto del adoptado.

17 Guillermo A. Borda. (1846). Tratado de Derecho Civil, Familia II. Buenos Aires, Argentina: Editorial Emilio Perrot, pág. 168.

15
Se destaca entonces, en este tipo de adopción, que la familia biológica del hijo adoptivo

conserva ciertos derechos sobre el niño. Ello se da no solo en materia de sucesiones, sino que

en materia de alimentos. En ciertas legislaciones, al admitir la adopción simple, se podría

aceptar que una u otra parte reclame que se reconozca la obligación de la otra de prestar

alimentos.

La adopción simple es revocable. Puede terminarse, incluso, por mutuo acuerdo, o hasta

por el consentimiento de uno o de otro solamente, en ciertos casos. La ingratitud del adoptado

podría también ser causal para la revocación. La ingratitud, sin embargo, puede tener distintos

significados, según la legislación que corresponda. Asimismo, una decisión de las autoridades

gubernamentales encargadas de la materia podría finalizarla, cuando existiere una causa que

justificare tal revocación.

2. Adopción Plena

En Roma, la adopción plena solo podría darse cuando el adoptante efectivamente era

ascendiente del adoptado. Por medio de dicha modalidad, el adoptante ascendiente sí adquiría

la patria potestad18. Efectivamente, cortaba los lazos del hijo adoptivo con la familia de origen,

pero se creaba una relación únicamente entre el adoptado y adoptante, la cual era equiparable

18 Hernan Corral Talciani (2001). Ob. Cit. Pág. 9


16
a la que hubiere surgido de existir una filiación biológica. Debe recalcarse el hecho, sin

embargo, que la adopción plena estaba reservada para los ascendientes. Este último aspecto es

interesante dado que la adopción, propiamente dicha, se refiere exclusivamente a personas

que son extrañas y no tienen lazos de consanguinidad. Asimismo, debe destacarse que, en todo

caso, y modernamente, la adopción no equivale a la legitimación, en sentido estricto, toda vez

que se refiere a reconocer un hijo o pariente biológico como tal.

La adopción plena es conocida, asimismo, como legitimación adoptiva, arrogación de

hijos, familia civil, legal o especial, y adopción legítima, legitimaria, legitimante, privilegiada,

especial, o total. A diferencia de la adopción simple, el adoptado deja de pertenecer a su familia

biológica, de manera que se extingue el parentesco con su familia consanguínea por completo.

En algunas legislaciones, expresamente se señala que se haría sin perjuicio de los impedimentos

matrimoniales. Ello, pues, constituye la característica fundamental, que es la ruptura absoluta

de esos vínculos, y como consecuencia, la total inserción en la familia adoptiva.

Consecuentemente, el hijo adoptivo tendría los mismos derechos y obligaciones que el hijo

biológico. Por las razones expuestas, se considera que la adopción plena tiene una naturaleza

emplazatoria y desplazatoria, toda vez que la familia adoptiva toma el lugar de la familia

biológica.19 La evolución de esta figura se ha inspirado en la necesidad de ofrecer la mayor

protección posible al adoptado, y que con la adopción plena se logre proporcionarle una familia

real a la persona que no la tiene.

Walter Howard Alanís (s.a.) La Legitimación Adoptiva en el Derecho Uruguayo. Revista de Derecho de la Universidad
19

de Montevideo. Pág. 23-24


17
Adicionalmente, la adopción plena es irrevocable e irrenunciable. Ello se justifica en

virtud que los vínculos con su familia biológica se rompen como se ha apuntado. En todo caso,

este tipo de adopción se orienta al reconocimiento total y permanente del hijo, pues, incluso,

crea lazos de parentesco con los parientes, afines o consanguíneos, de los adoptantes, tal como

si existiese filiación biológica.

No en todas las legislaciones se ha regulado de la misma manera, como se había

indicado en el inicio del presente capítulo. En algunos países, pese a que efectivamente rompa

los vínculos con su familia consanguínea, no implica que completamente entrará a la familia

adoptiva, a pesar que en lo que al padre adoptivo se refiera sí tenga los mismos derechos que le

pudiera reclamar a él, un hijo biológico. Sin embargo, lo anterior puede considerarse también

como un rasgo que se percibe en la adopción simple, que es el hecho que el parentesco se cree

meramente con el padre adoptivo. Ello pues, en todo caso, debiera ser una característica de

aquella dado que si es plena, efectivamente debe entrar a la familia adoptiva en su conjunto.

Para el Common Law, la adopción implica siempre otorgarle los mismos derechos y

obligaciones que se le reconocerían a un hijo propio. En Estados Unidos, los padres biológicos

deben renunciar a toda reclamación sobre su hijo para que los padres adoptivos se convierten

en tales, y representantes legales del menor, de manera que adquieran todos los derechos

18
hacia él. No obstante, pueden llegar a acuerdos en que la madre o padre biológico se reserve el

derecho de visitar al menor, como una condición para darlo en adopción. El solo hecho de

adoptar, en Estados Unidos, consiste en asumir voluntariamente los derechos y obligaciones de

un niño que no es su hijo biológico. Como consecuencia, todo vínculo legal entre el niño y los

padres biológicos se rompe permanentemente. En algunos Estados, incluso, se emite una

partida de nacimiento en donde solamente se consignen quiénes son los padres adoptivos. Si

bien es cierto, la adopción en Estados Unidos se asemeja más a una adopción plena, debe

distinguirse de la institución conocida como guardianship que se asimila más o menos a una

adopción simple, y especialmente, a la tutela. En estos casos, se crea meramente una relación

jurídica entre el niño y el adulto, que no es su padre biológico y quien no adquiere la patria

potestad, pero la cual no extingue el derecho de los padres biológicos de relacionarse con el

niño, ni aquellos deberes y facultades, que incluyen una obligación de prestar alimentos y

derechos de sucesión. La adopción en sí, en cambio, es más sustancial, y asimismo, es

permanente. Los padres adoptivos sustituyen completamente a los padres biológicos. De esa

cuenta, generalmente, el hecho que el padre adoptivo muera no implica que el padre biológico

recupere sus derechos. Por último, reforzando el vínculo que crea la adopción, incluso las leyes

de Arizona, Iowa y California, establecen que el término hermano incluye una persona que

comparte un padre biológico o adoptivo, o incluso, un padre por afinidad (hermanastros)20. Lo

anterior quiere decir que el hijo adoptivo pasa a formar parte integrante total de la familia

adoptiva.

20ARIZ. REV. STAT. § 8-543(F) (LexisNexis 2010), .”CAL. WELF. & INST. CODE § 362.1(3)(c) (West 2010), IOWA CODE §
232.2(52) (2010).
19
No obstante, la Corte Suprema de Nueva Jersey, por ejemplo, determinó que los padres

adoptivos no pueden ignorar el vínculo de consanguinidad y deben, en caso que proceda,

permitir que hermanos tengan derechos de visitas a sus hermanos que hayan adoptado. En

Pensilvania, ocurre una situación particular. Pese a que se rompe cualquier vínculo con el padre

biológico, el adoptado puede heredar del patrimonio de cualquier pariente biológico, que no

sean los padres, pero con la que haya mantenido una relación familiar.21 Adicionalmente, el

Uniform Adoption Act, como ley modelo propuesta por la Conferencia Nacional de

Comisionados sobre Leyes Uniformes Estatales, en 1994, dice en su sección 1-104 que una vez

que se decrete la adopción, nace una relación entre el adoptante y el adoptado de padre e hijo,

de manera que así se adquieren todos los derechos y obligaciones que de ella se deriven.

En Francia, se distinguió, por ejemplo, entre la adopción simple y la legitimación

adoptiva, como la adopción plena. En 1941, se decretó que el adoptado dejaría de pertenecer a

su familia de origen y se rompía cualquier vínculo que tuviere con ella, salvo lo que se refería a

impedimentos matrimoniales. Lo anterior es sin perjuicio que el padre adoptivo podría perder

la patria potestad eventualmente por las mismas causales que un padre biológico. Con el

transcurso del tiempo, se desarrollaron normas para otorgarle mayor certeza al vínculo creado

a raíz de la adopción, de manera que se simplificaron las condiciones que se exigían para

adoptar. Posteriormente, en 1966 se modificó la denominación de modo que ahora se

21Interstate Inheritance Rights for Adopted Persons, disponible en:


https://www.childwelfare.gov/pubPDFs/inheritance.pdf, consultado el 28 de enero de 2015.
20
conocería como “adopción plena”, y ya no como “legitimación adoptiva”. Lo anterior se realizó

con el objeto de poner en una igualdad de condiciones al hijo adoptivo con el hijo biológico.

Pese a que sí existía la adopción simple, se le empezó a restar importancia, para darle prioridad

a la adopción plena.22 Como consecuencia, se le otorgaba al adoptado los mismos derechos y

obligaciones que gozaba el hijo biológico. No obstante lo anterior, si los ascendientes del

adoptante no habían manifestado su deseo de adherirse a la adopción en forma auténtica, la

obligación de alimentos no existiría entre éstos y el adoptado. Aun así, fue clara la tendencia en

Francia de asimilar la familia biológica a la familia adoptiva, en cuanto a sus efectos jurídicos.

En tanto, en América Latina, Uruguay fue el primer país que reconoció la adopción plena

en 1945, y de esta manera, influenció a otros países americanos para implementar el mismo

sistema. Uruguay optó por la denominación “legitimación adoptiva”, pese a que la terminología

legal (legitimación adoptiva) ha sido criticada, dado que se argumenta que las palabras

adopción y legitimación son contradictorias, como lo que se apuntaba en la diferenciación de

dichos términos en el inicio de la presente sección. No obstante, lo que se ha querido expresar,

al utilizar dicha denominación, es que de esta forma, el hijo adoptivo será tratado como un hijo

legítimo, pues sus efectos se aparejan a los de éstos, y son más extensos que de aquella

denominada adopción clásica23. La legislación uruguaya, incluso, ha exigido, que con el

propósito de perfeccionar la legitimación, se anote el hijo en el Registro Civil sin hacer mención

22 Carmen Garcia Mendieta. (2003). La Legitimación Adoptiva. s.l. s.e. Pág.836


23 Rafael de Pina. (1956). Elementos de Derecho Civil Mexicano . México: Editorial Porrúa, pág. 373
21
de la adopción, pero como una inscripción extemporánea. De esa cuenta, el texto de la partida

es idéntico al de los hijos biológicos.24

Ahora bien, en Colombia, al derogarse el Código del Menor que estaba vigente, se

eliminó la diferenciación entre adopción plena y adopción simple. De esta manera, se conservó

solamente la adopción plena. Consecuentemente, en la sentencia C-831/06 del once de octubre

de dos mil seis, emitida por la Sala Plena de la Corte Constitucional se analizaron los efectos de

la adopción plena versus las consecuencias de la adopción simple, en lo que se refería a los

derechos hereditarios. El proceso analizaba la constitucionalidad de una disposición que le

negaba a los padres de los padres adoptivos derecho de sucesión sobre los bienes del hijo

adoptivo, cuando la Constitución, efectivamente, ordena que los hijos adoptivos reciban el

mismo tratamiento que los hijos biológicos, por lo que vulneraba el principio de igualdad al

discriminar en razón del origen familiar, lo cual constituía una diferenciación basada en un

“criterio sospechoso”. La Academia Colombiana de Jurisprudencia, sin embargo, defendió una

disposición de esa naturaleza ya que es el ordenamiento jurídico colombiano el que establece

diferencias sustanciales entre el parentesco civil, aquel nacido de la adopción, y el

consanguíneo. De esta manera, únicamente reconoce el parentesco entre los padres y el hijo

adoptivo, pero que a la vez ignora los demás grados, por lo que estos no existen. Para ellos no

pueden existir abuelas adoptantes o nietos adoptivos, pues consideraron que, “de alguna

manera debe existir voluntad por parte de quien hace el prohijamiento. En principio la decisión

24 Guillermo A. Borda. (1976). Tratado de Derecho Civil, Familia II. Buenos Aires, Argentina: Editorial Emilio Perrot, pág. 141

22
de quien adopta no puede vincular, con efectos patrimoniales, a sus ascendientes.” Ello es un

argumento válido, en un principio, pues resulta injusto comprometer el patrimonio de alguien

que no ha manifestado su anuencia de que así sea. No obstante lo anterior, sería absurdo

también admitir dicha tesis, toda vez que los parientes no prestan necesariamente su

consentimiento para que una familia crezca, ni siquiera que el hecho se dé al concebir hijos

biológicos.

En tanto, las demás partes aseguraron que sí se debe tratar al hijo adoptivo como hijo

biológico, las consecuencias derivadas de ese hecho alcanzan tanto el patrimonio como

cualquier circunstancia personal relacionada, y los lazos que se formarían. Como consecuencia,

al ingresar al grupo familiar, a través de una adopción plena, el hijo adoptivo adquiere lazos de

parentesco tanto con los padres como con sus parientes, adquiriendo, asimismo, derechos de

sucesión recíproca, pero siempre rompiendo cualquier vínculo con la familia biológica. De esta

forma, el hijo adoptivo podría heredar a sus abuelos adoptivos, y viceversa.

En la sentencia citada, se defendió la adopción plena, pues se percibe como aquella en

la que “(…) se trata (…) un necesario desarrollo conceptual de la civilización moderna, que lleva

a que la adopción sea tomada simplemente como una forma más de constituir esa familia

humana, esencial para el desarrollo adecuado de los individuos, promotor de la solidaridad, la

23
estabilidad y el respeto.” En todo caso, se puntualizó que “por la adopción”, el adoptante

adquiere “los derechos y obligaciones de padre o madre”.

Por lo tanto, en Colombia, las consecuencias que surgen, tanto personales como

patrimoniales, por ser hijo son idénticas, ya sea si se trata de un hijo biológico o adoptivo.

Constituye, pues, el intento para lograr esa integración total con la familia del adoptante, que

se manifiesta únicamente al igual los derechos y obligaciones entre los hijos, cualquiera que sea

su origen, incluyendo en derecho de sucesiones.

Por otra parte, de manera similar, en España, la adopción plena confiere al adoptado los

mismos derechos y obligaciones del hijo legítimo, no sólo respecto del adoptante, sino respecto

de toda su familia. La regla es la adopción plena. No obstante, según la ley 54/2007 relativa a la

Adopción Internacional, dice en el artículo 30, que la adopción simple constituida por una

autoridad extrajera, pese a que surtirá efectos en Espala, no serán objeto de inscripción en el

Registro Civil, y que podrían ser transformadas a una adopción plena de cumplirse los requisitos

previstos para ello. La adopción simple, en todo caso, se consideraría un «acogimiento

familiar». De forma que se puede destacar que para España la adopción simple no crea un

vínculo con la familia del adoptante.

24
La opinión de la mayoría aboga porque la adopción plena sea la regla, pues argumentan

que sólo de esta forma puede existir una integración familiar total. La oposición considera, sin

embargo, que es peligroso romper definitivamente los vínculos consanguíneos. Así pues, los

opositores han tildado las disposiciones que conllevan a la adopción plena como una especie de

“soberbia legislativa” 25, pues según Mazzinghi, citado por Guillermo Borda, el legislador se

arroga una potestad tan amplia que, incluso, alcanza a derogar lo que es considerado el orden

de la naturaleza, según dicho crítico. A su criterio, el legislador arbitrariamente dispone que

quien es hijo puede dejar de serlo. Lo asemeja a los cambios de sexo, pues considera que sería

el mismo caso como decir que quien es hombre se transforme en mujer, pues la ley permite

hacer un cambio que, en principio, solo lo puede determinar la naturaleza. Mazzinghi asegura

que, de esa manera, se pretende borrar un hecho irreversible, que no debería ser competencia

de un legislador o de un juez. Afirma que prueba de sus aseveraciones es que finalmente no

todo lo que crea la naturaleza puede ser borrado por el legislador, pues aun en casos que se dé

una adopción plena, siempre deberían quedar a salvo los impedimentos matrimoniales. Para

los detractores, el hecho de haber sido concebido por ciertas personas es naturalmente

irrevocable. La oposición considera inaudito, por ende, que lo que es irrevocable por

naturaleza, sí pueda ser revocable por una ley o decisión judicial. Así pues, aseguran que la

irrevocabilidad de la adopción puede tener consecuencias desfavorables. Para fortalecer sus

argumentos, han señalado las consecuencias graves que pudieran surgir en caso que los padres

adoptivos abandonen al hijo adoptivo, pues él se queda en una situación difícil, pues dado el

25 Guillermo A. Borda. (1976). Tratado de Derecho Civil, Familia II. Buenos Aires, Argentina: Editorial Emilio Perrot, pág. 159.

25
carácter irrevocable de la adopción, no podría ser nuevamente adoptado por un tercero, a

diferencia del hijo consanguíneo, cuyo vínculo no es irrevocable y por ende, posteriormente

puede ser adoptado. Este último factor es debatible, toda vez que la mayoría de legislaciones

permitirían que igualmente se pierda la patria potestad por las causas que la ley enumere

específicamente, aun siendo irrevocable la adopción. No obstante lo anterior, también se alega

que en el caso que la adopción no resulte conveniente, qué podría justificar mantener esa

filiación que no ha dictado la naturaleza, si ni el hijo adoptivo ni el adoptante así lo desea. Por

ésta y las razones expuestas anteriormente, se suele calificar de una “absurda ficción”.

Al hacer el presente estudio, debe recalcarse que finalmente la adopción persigue

brindarle una familia al niño que no pudo tenerla o le fue negada por sus padres biológicos.

Asimismo, mediante ella se ha permitido que personas que no han podido concebir por medios

naturales, y que lo desean, puedan tener la familia que han ańorado, a la misma vez que le

proveen a ese niño la familia de la cual fue privado sin su consentimiento. Si se analiza desde

ese punto de vista estrictamente, en aras de buscar la mayor integración familiar, se debe

procurar que la adopción siempre sea plena, en aras de proteger el interés superior del niño y

efectivamente reconocerle su derecho a una familia. Asimismo, debe destacarse que los rasgos

y efectos de la modalidad de adopción que sea variarán según la legislación que trate. Lo cierto

es que se estudia desde los puntos de vista enumerados en el inicio del presente capítulo, de

manera que en la adopción plena se trata de integrar más al hijo adoptivo a la familia, y en un

26
principio, es irrevocable. Ahora bien, la medida de uno u otro criterio dependerá del legislador

en particular que trate la materia.

27
CAPÍTULO 3: LA REGULACIÓN LEGAL EN GUATEMALA

A continuación, se analizará la normativa que ha regulado la adopción en Guatemala a fin

de poder determinar si sus efectos se asemejan a aquellos que surgen a partir de una adopción

plena o una adopción simple.

1. Antecedentes históricos

El Código Civil de Guatemala de 1877 regulaba la adopción específicamente en el título VII

en sus artículos 267 al 284. Se le denominaba también como prohijamiento. La adopción estaba

reservada para aquellas personas que no tuvieren hijos propios, pero ello no obstaba que

pudiera tener hijos posteriormente o legitimarlos. La Corte de Constitucionalidad consideró,

dentro del expediente 1671-2013, que "de acuerdo a esa normativa, se deduce la intención del

legislador de que la figura jurídica de la adopción llene el vacío de la falta de hijos de los

adultos; es decir, que de acuerdo a esa época se explica la adopción desde el enfoque del

derecho de paternidad del adulto y no el derecho del niño a tener una familia."

El vínculo con la familia biológica no se rompía por completo, de modo que si el adoptante

moría mientras el adoptado fuere menor de edad, él regresaba al poder de sus padres

biológicos, de conformidad con el artículo 281. La adopción era revocable, pero solamente por

28
justa causa debidamente probada. Existía un derecho reciproco de alimentos, pero solo entre el

adoptante y el adoptado.

Respecto del derecho sucesorio, según la legislación de esa época, el artículo 275 señalaba

que solamente en el caso que el adoptante no tuviere hijos legítimos ni padres legítimos, el

adoptado sería heredero forzoso del adoptante. Es importante destacar que entre el adoptado

y su familia biológica se conservaban sus derechos de sucesión recíproca, según el artículo 276.

En cuanto al derecho de sucesión con la familia adoptiva, si el adoptado moría antes del

adoptante, este último únicamente heredaría los bienes que le hubiere entregado al adoptado.

Asimismo, el adoptado no tenía derecho a los bienes de los parientes del adoptante, pese a que

la ley si los consideraba parientes, pues el artículo 961, definía el parentesco civil como aquel

que nacía entre el adoptante y sus hijos con el adoptado, mientras la adopción subsistiera.

La adopción, según la normativa de esa época, era una adopción simple. Se pueden apreciar

los rasgos característicos de ese tipo de adopción, tanto en su vínculo con la familia biológica

como su revocabilidad de la misma. Se permitía que fuere revocada con causa justa, y el vínculo

con la familia biológica se podía restablecer, si el adoptante moría antes de la mayoría de edad

del adoptado. Existía una clara discriminación entre el hijo adoptivo y el hijo biológico en

cuanto a los derechos de suceder al adoptante, y finalmente, el hijo adoptivo no era tratado

jurídicamente como un hijo biológico.

El Código Civil de 1933 suprime la adopción, y se limita a reconocer el parentesco biológico

y el parentesco por afinidad, pero no el civil. No obstante, la Constitución de 1945, en su

artículo 75 decretó que se instituía "la adopción en beneficio de los menores de edad y que una
29
ley reglamentaría esta materia". Asimismo, estableció en el artículo 76 que "no se reconocerían

desigualdades legales entre los hijos; incluyendo los adoptivos, tienen los mismos derechos".

Agregó que las calificaciones sobre la naturaleza de la filiación quedarían abolidas. De esa

cuenta, posteriormente, el Congreso de la República emitió la primera ley de adopción en 1947,

a través del Decreto número 375, denominada Ley de Adopción de Menores. La Constitución de

1956 y la de 1965 no modificaron la regulación constitucional de la adopción. Finalmente, el

Código de 1963, actualmente vigente, vuelve a incorporar la adopción y la reguló

específicamente dentro de ese cuerpo legal hasta el año 2007, en el cual fue emitida la actual

Ley de Adopciones.

2. Constitución Política de La Republica de Guatemala

Actualmente, la Constitución Política de la República de Guatemala, promulgada en el año

1985, reconoce la protección que el Estado debe otorgarle a la adopción en el artículo 54.

Establece que el adoptado adquiere la condición de hijo del adoptante. De esa cuenta, la Corte

de Constitucionalidad, al dictar sentencia con fecha 9 de julio de 2009, dentro de los

expedientes acumulados 467 y 612-2008, resolvió que «(…) desde el momento en que se

produce la declaratoria de adopción, el niño o adolescente a cuyo favor se haya realizado tal

declaratoria deberá ser tratado cual hijo, y por ende, serán de observancia todas las normas

referentes a la relación filial entre él y sus nuevos padres». En ese orden de ideas, dentro del

expediente 4387-2012, la misma Corte consideró que se regula la adopción de esa forma para
30
que se promueva “la adopción para su plena realización en el ámbito legal, no solamente por la

protección que se le brinda a los niños, sino por el reconocimiento del título de hijo propio con

todas las facultades, derechos y deberes que esta figura conlleva. Se reconoce la adopción como

el medio idóneo para la solución de los problemas de orfandad y niñez abandonada,

otorgándoseles a los niños la oportunidad de convivir dentro del seno familiar y de desarrollarse

plenamente como personas dentro de la sociedad”.

Desde ese momento, se tornó necesario acoplar la regulación vigente a lo que especificaba

la Constitución. Dado que el Código Civil vigente fue promulgado en 1963, la adopción ahí

contemplada todavía se asemejaba más a una adopción simple, de manera que permanecían,

aún mínimas, diferenciaciones entre el hijo adoptivo y el hijo biológico.

3. Código Civil

Previo a la promulgación de la Ley de Adopciones en el año 2007, la adopción se regulaba

en el Código Civil, Decreto Ley 106. El artículo 228 definía a la adopción como un acto jurídico

de asistencia social por el que el adoptante tomaba como hijo propio a un menor que era hijo de

otra persona. Denota el cambio que se hiciere de un enfoque desde el punto de vista de una

pareja que no ha podido procrear, para ahora considerar la adopción desde el punto de vista

del menor que necesita dicho apoyo. Como consecuencia, nacía el parentesco civil. El artículo

190 del Código Civil señala que el parentesco civil es el que nace de la adopción, pero lo limita

al adoptado con el adoptante. Dicho artículo, en su parte conducente, no se encuentra

31
derogado actualmente. En ese orden de ideas, el artículo 89 inciso 7º establece aun, ya que no

ha sido derogado, que es ilícito el matrimonio entre el adoptante con el adoptado mientras

dure la adopción, por lo que el matrimonio será válido ya que no constituye un impedimento

absoluto.

Sin embargo, el Código hacía la salvedad que el parentesco no trascendía ni se extendía a

los parientes consanguíneos y afines del adoptante, ni a los parientes del adoptado. Lo anterior

pese a que igualmente deben ser considerados, tratados y presentados en las relaciones

sociales como hermanos, aunque no existiera entre ellos un derecho de sucesión recíproco,

según el artículo 229. Si bien el artículo 231 recalca que el adoptado tendrá respecto del

adoptante los mismos derechos y obligaciones que los hijos respecto de sus padres, el artículo

236 determinaba que el adoptante no era heredero legal del adoptado, pero si de aquel.

El artículo 237 reglaba que el adoptado y su familia biológica conservaban derechos de

sucesión recíproca. Como consecuencia, si moría uno u otro podía heredar al otro. Asimismo,

decía que si el adoptado moría antes que el adoptante, los hijos de aquel no tendrían derecho

de representación para suceder sus bienes. Si no había testamento, el adoptado efectivamente

heredaba del adoptante. Si había testamento, se respetaba la voluntad de adoptante. No

obstante, pese a que no se le nombrara heredero, igualmente el adoptado tendría derecho a

recibir alimentos hasta la mayoría de edad.

De conformidad con el artículo 238, si el adoptante falleciere cuando el adoptado aún era

menor de edad, el adoptado regresaría al poder de su familia biológica o a la institución de


32
asistencia social que correspondiera. Por último, el artículo 246 disponía que la adopción podía

terminar por mutuo consentimiento o por revocación, según las causas que enumeraba el

artículo 247, que incluían desde una denuncia del adoptante por el adoptado hasta un

abandono de aquel por parte de éste. Las disposiciones relativas a la patria potestad, su

suspensión, pérdida así como su rehabilitación eran igualmente aplicables, en lo que se

pudiere, según el artículo 245.

Del mismo artículo 229 citado anteriormente, se deduce, que previo a la reforma del año

2007, la adopción en Guatemala era semiplena, principalmente, por el vínculo que conservaba

con su familia biológica, la inexistencia de un derecho a sucesión recíproca y la posibilidad de

revocar la adopción, incluso por mutuo consentimiento. La adopción en Guatemala solía ser

criticada, pues no se equiparaba a la filiación en realidad. De hecho, el parentesco civil o por

adopción no tiene la misma fuerza que el parentesco, actualmente. El parentesco que nace de

la adopción no constituye, ni siquiera, un impedimento absoluto para contraer matrimonio,

pues solo hace que el matrimonio sea ilícito, pero la ley sí reconoce su validez, según el artículo

89 inciso 7º citado anteriormente. Los legisladores efectivamente han tenido temor de regular

una adopción plena, pues no conciben una institución que permita que se formen lazos de

familia sin un vínculo consanguíneo que lo cree.

4. Ley de Adopciones

Con fecha 31 de diciembre de 2007, entró en vigencia el Decreto 77-2007 del Congreso de

la República «Ley de Adopciones». Esta ley se promulgó con el objeto de cumplir con los

33
tratados internacionales que Guatemala había suscrito en materia de adopción, y hacer de la

adopción en Guatemala una adopción plena, tratando de integrar al adoptado de la mayor

manera posible a la familia adoptiva.

Los intentos para lograr lo anterior se remontan a años anteriores. La iniciativa 2784

presentada en el año 2002 decía en su artículo 2 que "la adopción es plena, equiparándose la

filiación adoptiva a la biológica, e irrenunciable. Con la adopción cesan los vínculos del

adoptado con su familia de origen y se generan vínculos equiparables al parentesco de

consanguinidad con los parientes de los adoptantes. La extinción del vínculo parental entre el

adoptado y su familia de origen no lo eximen de las prohibiciones contenidas en los numerales

1 y 2 del artículo 88 del Código Civil, en lo que concierne a sus parientes consanguíneos y

afines". Dicha regulación era adecuada ya que no dejaba lugar para dudas de que

efectivamente se tratara de una adopción plena, quedando a salvo siempre los impedimentos

matrimoniales. No obstante, dicha iniciativa era un tanto contradictoria ya que en el artículo 1º

estipulaba que el parentesco era solamente entre el adoptado y el adoptante, y a partir del

artículo 50, conserva características fundamentales de una adopción simple, y no de una

adopción plena. Lo anterior dado que no elimina el derecho de sucesión recíproca entre el

adoptado y la familia biológica, ni lo crea para el adoptante y el adoptado. Asimismo, pese a

que dice que es irrenunciable, la misma podría ser declarada nula, por lo que cabía su

revocación, y contemplaba que pudiera ser terminada por mutuo consentimiento; lo que

realmente preveía era una adopción simple.

34
Ahora bien, la Ley de Adopciones actualmente vigente, Decreto 77-2007, tiene como

objetivo restituirle permanentemente al menor que haya de ser adoptado el derecho de una

familia, por lo que se concluye que se trata de una adopción irrevocable. Lo anterior se colige

de la lectura del artículo 14 de la citada ley, toda vez que exige que los padres adoptantes serán

considerados idóneos cuando se denote que son capaces de asegurar de un modo permanente

y satisfactorio el cuidado, respeto y desarrollo integral del niño. Del mismo modo, el artículo 4

considera que se vela por el interés superior del niño, principio que ha inspirado la

promulgación de dicha ley, por falta de la familia biológica, a través de otro medio familiar

permanente. La Ley de Adopciones indica que al declarar la adoptabilidad de una persona, se

reconoce la imposibilidad de reunificación de la persona con su familia biológica, por lo que la

adopción llega a constituir ese otro medio familiar permanente.

Se toma pues, como hijo propio, al hijo biológico de otra persona, de manera que el

adoptado deja de pertenecer a su familia consanguínea. Se concibe como una medida de

protección al menor, y aunado a ello, el artículo 22 de la Ley de Protección Integral de la Niñez y

Adolescencia, Decreto 27-2003, dice que se regulará la institución de la adopción "debiendo

garantizar que en el ejercicio de ésta se atiende primordialmente a su interés superior".

El adoptante será la persona que va a otorgarle al adoptado todos los derechos y beneficios

que la Constitución Política le garantiza a los hijos biológicos. Si expresa esto, implica que

también gozaría, entre otras facultades, de todos los derechos de sucesión que tendrían los

hijos biológicos. La ley insiste en que exista siempre una igualdad de derechos de modo que no

35
se haga distinción alguna entre hijos biológicos y adoptados, pues modernamente, la doctrina y

las reformas legislativas están encaminadas a garantizar la completa igualdad de los hijos, ya

sean biológicos o adoptados, y eliminar cualquier diferenciación dentro del ordenamiento

jurídico. Esto se logra rompiendo por completo los vínculos biológicos de los padres del

adoptado para que ingrese totalmente el adoptado a la familia adoptiva.

Inspirado en lo anterior, la Ley de Adopciones reformó el artículo 1076, el cual solía

establecer que el hijo adoptivo heredaría de su padre adoptivo igual que los hijos biológicos,

pero que no existía derecho de sucesión entre el adoptado y los parientes del adoptante. La

Ley de Adopciones modifica el artículo citado, para estipular que los hijos biológicos o

adoptivos, heredan a sus padres por partes iguales, mas no conservan los derechos sucesorios

con su antigua familia. Ello se hizo para reforzar el vínculo entre la familia adoptiva y el

adoptado. No obstante, no menciona si existe derecho de sucesión entre el adoptado y los

parientes del adoptante. Sin embargo, se debe interpretar por razón que se considere lo más

plena posible la adopción, de manera que efectivamente tenga todos los derechos, incluso, en

materia sucesoria, que un hijo biológico.

Ello, sin embargo, es cuestionable toda vez que la Ley de Adopciones no derogó

específicamente ciertas disposiciones del Código Civil, y se limitó a indicar que derogaría todo

aquello que se opusiere a ella26. Si se considera que el espíritu de la ley es hacer de la adopción

26Ley de Adopciones, Decreto 77-2007: ARTICULO 67. Derogatorias. Se derogan todas las disposiciones que se opongan
a la presente ley y específicamente el Capítulo VI del Título II del Libro I, que comprende los artículos del 229 al 251 y el
artículo 309 del Decreto Ley Número 106 del Jefe de Estado, Código Civil; asimismo, los artículos 28, 29, 30, 31, 32 y 33 de
la Ley Reguladora de la Tramitación Notarial de Asuntos de Jurisdicción Voluntaria, Decreto Número 54-77 del Congreso
de la República.
36
una adopción plena en Guatemala, se podría considerar que el artículo 190 que define el

parentesco civil se opone a dicha naturaleza, pues no de una adopción plena debiera surgir un

parentesco entre el adoptado y la familia adoptiva, no solo entre el adoptado y el adoptante. En

ese orden de ideas, al ser considerado hijo el adoptado con los mismos derechos y obligaciones

que los hijos biológicos, debiera de considerarse el matrimonio entre el adoptado y cualquier

miembro de la familia adoptiva un impedimento absoluto para el matrimonio, y no una causal

de ilicitud. No obstante, los artículos relativos a esa materia no fueron derogados

expresamente, como ha quedado señalado.

5. Tratados internacionales

La regulación, ahora vigente, obedece, como se había apuntado en el inicio del presente

capítulo, a la suscripción por parte de Guatemala de distintos convenios internacionales. Pese a

que no exigen que se le califique expresamente como una adopción plena, dichos tratados

están encaminados a equiparar la adopción, en lo posible, a la filiación biológica.

Principalmente, los tratados internacionales se han orientado a garantizar plenamente el

derecho del menor de crecer dentro del seno de una familia, por ello es que se han inclinado

porque el menor adoptado sea reconocido completamente como hijo de los padres adoptivos

con todo lo que ello implica.

En general, los tratados como la Convención sobre los Derechos del Niño, suscrita en el año

1998, ordena que el sistema de adopción vele siempre por el interés superior del niño, y que

sea ello la consideración primordial, según el artículo 21. Específicamente, el Convenio Relativo

37
a la Protección del Niño y a la Cooperación en Materia de Adopción Internacional, adoptada por

la Conferencia de La Haya el 10 de mayo de 1993, ha sido determinante para la regulación de la

adopción en Guatemala. Pese a que se aplica en adopciones internacionales especialmente,

solamente regula la adopción plena de manera que pretende que a través de la adopción

siempre se establezca un vínculo de filiación. El artículo 26 prevé que la adopción implique un

vínculo de adopción entre el niño y sus padres adoptivos, y que simultáneamente, se dé una

ruptura del vínculo de filiación preexistente entre el niño y su madre y su padre, si la adopción

produce este efecto en el Estado contratante en que ha tenido lugar. La convención está

orientada al reconocimiento de una adopción plena, en la medida que se permita. Si bien los

tratados internacionales no ordenan que se adopte una modalidad u otra, sí persiguen que le

sea garantizado plenamente el derecho a un menor a una familia, ya sea biológica o adoptiva.

Es hacia esto donde finalmente se debe orientar la normativa interna.

38
CONCLUSIONES

Por medio de la adopción, se ha logrado proporcionarle una familia a quien ha sido

privado de ella, pues se logra que una persona tome como hijo propio a quien no lo es y le

propicia un desarrollo familiar dentro de ella. Crea vínculos legales de derechos y obligaciones

como si fuera un hijo biológico y como si los uniera un vínculo consanguíneo. Sirve una doble

función pues, a su vez, se busca que quien no pueda tener hijos propios, pueda gozar de ese

derecho a través de la adopción. Actualmente, las legislaciones de diversos Estados se han

inclinado en acentuar los vínculos de la adopción en favor de los adoptados, afianzando la

adopción de modo que se logre sustituir la adopción que creaba tan solo un vínculo débil, o

bien permitiendo a los adoptantes optar por una u otra de ambas modalidades, según el caso

concreto y dependiendo de sus necesidades específicas. Las leyes relativas a la materia deben

procurar contener normas eficaces que permitan cumplir los principios sobre los que se funda

la adopción, teniendo en cuenta que se desarrollará inspirándose siempre en el interés superior

del sujeto a adoptar.

A través de la presente tesis, se analizaron las clases de adopciones que distingue la

doctrina, según el vínculo que se crea y la posibilidad de revocar la adopción. Así pues, se

determinó, finalmente, que no existe un criterio uniforme para distinguir una de la otra. En la

adopción simple, el adoptado conserva más o menos el vínculo con su familia biológica, y

puede ser revocada con expresión de causa legal, mientras que en la adopción plena el

39
adoptado rompe completamente el vínculo con su familia natural, sin perjuicio de los

impedimentos matrimoniales, y se considera permanente, salvo que el padre adoptivo pierda la

patria potestad por las mismas causas que pudiere un padre biológico. No obstante, la

calificación de ese tipo legal variará según el ordenamiento jurídico que lo trate, y

especialmente, según cuestiones sociales y políticas del Estado que se refiera. Si bien es cierto,

la revocabilidad no es un criterio determinante para diferenciar la adopción simple de la plena,

es indudable que constituye un rasgo característico de ella. El trasfondo de la adopción plena,

finalmente, constituye en restablecerle permanentemente el derecho a un menor de crecer

dentro del seno de una familia, cuando ha sido privado de ello, con todas sus implicaciones. De

esa cuenta, solamente se debería calificar una adopción como plena, si efectivamente el menor

rompe de modo permanente los lazos con la familia biológica. Obviamente, se deben mantener

los impedimentos matrimoniales, ya que ellos obedecen a factores de otro tipo, que

trascienden el campo jurídico.

No obstante, algunos sectores han tenido temor de aceptar el carácter pleno de la

adopción. Consideran contraproducente que la ley sea capaz de borrar lo que ha sido creado

por la naturaleza, y lo ven como privarle un derecho al menor al cual él no ha renunciado

expresamente. Sin embargo, la adopción plena resulta el medio más eficaz para garantizar el

derecho a una familia de un menor. Solo de esta manera, efectivamente el menor tiene

restablecido ese derecho. De lo contrario, siempre sentirá esa discriminación y se sentirá al

margen de la familia adoptiva. No tendría derecho en realidad de considerarla su familia, si la

ley le reconoce ciertas diferenciaciones con los hijos biológicos. Una adopción plena debería

40
implicar la completa integración del adoptado con la familia adoptiva, no solo con la persona

que lo adoptó, sino que también con sus parientes consanguíneos y afines.

Guatemala solía regular una adopción semi plena. Pese a que la actual Constitución de la

República, promulgada en 1985, eliminaba la diferenciación entre los hijos, incluyendo los

adoptivos, se mantuvo la regulación del Código Civil hasta el año 2007. El Código Civil preveía

una adopción simple. Eran evidentes las diferencias que nacían del parentesco civil y del

parentesco consanguíneo. Se mantenía un derecho de sucesión recíproca con la familia

biológica, y el adoptado, de fallecer el adoptante, regresaba al poder de sus parientes

consanguíneos, además, que contemplaba causas para darla por terminada, distintas a las

causales previstas que pudieren originar la pérdida de la patria potestad.

La Ley de Adopciones, velando por el interés superior del niño, procuró garantizarle una

familia al menor, si se comprueba que efectivamente no podía permanecer con su familia

natural. Si bien se desprende la intención del legislador de regular una adopción plena, el

legislador guatemalteco no logró una reforma plena y sistemática. El artículo 190 está vigente

en la parte que trata la adopción. Ahí se establece que el parentesco civil será únicamente

entre el adoptado y el adoptante. Asimismo, no se modificó expresamente lo relativo al

matrimonio entre el adoptado y el adoptante, de modo que, si bien es causa de ilicitud, no

obsta que el adoptado pueda contraer matrimonio con los parientes consanguíneos y afines del

adoptante, ni con el adoptante mismo, toda vez que con este último su matrimonio igualmente

sería válido y con el resto de la familia ni siquiera lo considera una causal de ilicitud.

Idealmente, en el momento de considerar que una adopción efectivamente es plena, debiera

41
bastar con determinar que adquiriendo la condición de hijo del adoptante, obtiene cualquier

derecho y obligación que le correspondiera de haber filiación biológica. De esa cuenta, debiera

establecerse que una vez finalizado el proceso de adopción, serían aplicables las mismas

normas legales que concernieran al hijo consanguíneo. De no ser así, debería ser considerada

aún una adopción simple. Ciertamente, no pueden eliminarse absolutamente todos los vínculos

con la familia biológica, pero como se mencionó anteriormente, ello obedece a factores que

trascienden el campo jurídico, y por ello deben mantenerse. De conformidad con lo estudiado,

se denota la inclinación que a lo largo de los años ha tenido Guatemala en reconocer una

adopción semi-plena. Empero, por las influencias internacionales y por la tendencia mundial

hacia una adopcion más plena, podemos observar cómo se ha ejercido una gran influencia

sobre nuestra regulación en materia de adopción.

42
BIBLIOGRAFÍA

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13. Sentencia emitida por la Corte de Constitucionalidad el 9 de julio de 2009, expedientes

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14. Sentencia C-831/06 del once de octubre de dos mil seis emitida por la Sala Plena de la

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