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Entrevista a Jean Paul Sartre

Publicado el 29/04/2012
Por Michel Ribalka
Entrevista en los últimos años de su vida donde Sartre realiza una recapitulación de sus
primeros pasos en la filosofía y la literatura y la referencia a Kierkegaard, Descartes, la
psicología y Freud. También indica la relación con el existencialismo y con el marxismo
como práctica política y filosófica. Por último, afirma: “La filosofía lo es todo para mí. Se
vive en ella. Yo vivo como filósofo. (…) mis percepciones son filosóficas, hasta cuando
miro esta lámpara”.

Su muerte (15 de abril de 1980) y el centenario de su nacimiento (21 de junio de 1905). En estas
páginas, publicamos una conversación con él, de 1975, tuvieron lugar el 12 y el 19 de mayo de
1975 y duraron unas siete horas.
Michel Ribalka: Su proyecto inicial era escribir, hacer literatura. ¿Cómo llegó a la filosofía?
Jean-Paul Sartre: En las clases de filosofía, la materia no me interesaba en absoluto. Mi profesor, un
tal Chabrier, apodado “Cucu-Phil”, no me infundió el menor deseo de dedicarme a ella. [...] Me
decidí en el preparatorio, con un nuevo profesor, Colonna d´Istria, un hombre diminuto, enfermo e
inválido. Según contaban en la clase, había sufrido un accidente viajando en taxi y la gente, al
acercársele, había exclamado: “¡Qué horror!”. En realidad, él era así desde siempre.
El primer tema de disertación que nos dio fue “¿Qué es durar?”. Nos aconsejó leer a Bergson. Leí,
pues, su Ensayo sobre los datos inmediatos de la conciencia. Sin duda, ese libro me despertó
súbitamente el deseo de estudiar filosofía. Allí encontré la descripción de lo que yo suponía que era
mi vida psicológica. Me atrapó; se convirtió para mí en un tema de reflexión. Me dije: “Estudiaré
filosofía”. Por entonces, la concebía como una mera descripción metódica de los estados interiores
del hombre, de su vida psicológica; el todo debía servir de método e instrumento para mi obra
literaria. Quería seguir escribiendo novelas y, de vez en cuando, ensayos, pero pensaba que el
profesorado en filosofía me ayudaría a tratar mis temas literarios. [...]
M.R.: Por lo tanto, cuando ingresó en la Escuela Normal, en 1924, ya había elegido…
-Sí, la filosofía sería mi materia de profesorado. La concebía como un medio, no como un campo
para una posible obra personal. Sin duda, pensaba yo, extraería de ella nuevas verdades, pero no me
servirían para comunicarme con los otros.
M.R.: ¿Fue entonces una conversión?
-No; fue algo nuevo que me indujo a estudiarla en serio. No me pareció que la filosofía, base y
fundamento de mis futuros escritos, debiera ser escrita por sí misma y para sí misma. Conservaba
apuntes, etcétera. Aun antes de leer a Bergson, mis lecturas me interesaban y escribía
“pensamientos” que me parecían filosóficos. Hasta los anotaba en la libreta de un médico, con índice
alfabético, que había encontrado en el subte.
Contra la psicología Oreste Pucciani: En esa primera lectura de Bergson, ¿qué despertó su
interés por la filosofía?
-Me impresionaron los datos inmediatos de la conciencia. En primer año, ya había tenido un muy
buen profesor que, en cierto modo, me había orientado hacia el estudio del yo. Desde entonces, me
interesaron los datos de la conciencia; estudiar qué ocurría en la mente, cómo se formaban las ideas,
cómo aparecían y desaparecían los sentimientos, y todo eso. En Bergson, encontré reflexiones acerca
de la duración, la conciencia, acerca de qué era un estado de conciencia, etcétera. Por cierto, eso
influyó mucho. Sin embargo, pronto me aparté de Bergson; lo abandoné ese mismo año, en el
preparatorio para la Escuela Normal.
M.R.: Su primer trabajo filosófico importante, presentado en 1927 para obtener el diploma de
estudios superiores, trata de la imagen. ¿Por qué eligió ese tema y no otro?
-Porque para mí, en última instancia, la filosofía era sinónimo de psicología. Más tarde, me
desembaracé de esa idea. Existe la filosofía y, por otro lado, no existe la psicología. No existe
porque es pura palabrería, o bien, es un intento de establecer qué es el hombre a partir de nociones
filosóficas.
M.R.: ¿Qué otros filósofos le interesaron, después de Bergson?
-Los clásicos: Kant; Platón, mucho, y, sobre todo, Descartes. Me considero un filósofo cartesiano, al
menos en El ser y la nada.
M.R.: ¿Hubo alguna influencia de Nietzsche?
-Recuerdo haber disertado sobre su presencia en lo de Brunschvicg, en tercer año de la Escuela
Normal. Me interesaba, como muchos otros, pero nunca representó algo para mí.
M.R.: Eso me parece un tanto contradictorio. Por un lado, uno percibe que usted experimentó
cierta atracción por él, ya que en “Empédocles. Una derrota”, identificó a Nietzsche con el
personaje del “lamentable Frédéric”. No obstante, por la misma época, usted lanzaba bombas
de agua contra sus compañeros partidarios de él, al grito de “¡Así orinaba Zaratustra!”.
-Creo que las dos cosas van de la mano. En Empédocles quise retomar en forma novelada y resaltar
la historia de las relaciones entre Nietzsche, Wagner y Cósima Wagner. No quise representar la
filosofía de Nietzsche sino, simplemente, su vida como hombre. Siendo amigo de Wagner, se
enamoró de Cósima. Frédéric se convierte en alumno de la Escuela Normal y, finalmente, lo
identifico conmigo mismo. Yo tenía otros referentes para los demás personajes de esa pequeña
novela que nunca terminé.
M.R.: ¿Y Marx?
-Lo he leído, pero no desempeñó papel alguno en aquel momento.
O.P.: ¿También leyó a Hegel?
-No. Lo conocía por trabajos y cursos, pero lo estudié mucho más tarde, hacia 1945.
M.R.: Justamente, nos preguntábamos en qué fecha se situaba su descubrimiento de la
dialéctica.
-Tarde. Después de El ser y la nada.
O.P.: ¿Después?
-Sí. Sabía qué era la dialéctica desde el Normal, pero no la utilizaba. Ciertos pasajes de El ser y la
nada tienen algo de ella, pero no seguí un camino nominalmente dialéctico porque, a mi entender, no
lo había. [...] El realismo O.P.: ¿Y Kierkegaard? ¿Cuándo lo descubrió?
-Hacia 1939 o 1940. Antes, conocía su existencia, pero sólo era un nombre para mí y, no sé por qué,
ese nombre me resultaba antipático. Creo que por la doble “a”… Eso me apartaba de su lectura. Para
continuar esta biografía filosófica, quisiera decir que para mí fue muy importante el realismo, es
decir, la idea de que el mundo, tal como yo lo veía, existía y los objetos percibidos por mí eran
reales. Este realismo no encontró entonces una expresión válida porque, para ser realista, había que
tener a la vez una idea del mundo y una idea de la conciencia… y ese era, precisamente, mi
problema. Creí hallar una solución, o algo parecido, en Husserl o, más bien, en un pequeño libro
sobre sus ideas, publicado en francés.
M.R.: ¿El de Lévinas?
-Sí. Lo leí un año antes de ir a Berlín. Por la misma época, Raymond Aron, que había vuelto de
Alemania, me dijo que era una filosofía realista. Su definición distaba de ser exacta, pero ansié
conocerla y, en 1933, me fui a Alemania. Allí leí las Ideas de Husserl en su versión original y
descubrí realmente la fenomenología.
¿Existencialista?
M.R.: Algunos quieren un Sartre fenomenólogo y un Sartre existencialista. ¿Cree justificada
esta distinción?
-No; no veo diferencia alguna. Para Husserl, el “yo”, el “ego”, era un dato intrínseco de la
conciencia, mientras que en mi artículo “La trascendencia del ego”, escrito en 1934, yo lo considero
una especie de cuasi objeto de la conciencia y, por ende, excluido de ella. Mantuve ese punto de
vista hasta El ser y la nada. Aún hoy lo mantendría, pero a esta altura ha dejado de ser para mí un
tema de reflexión.
El estilo
M.R.: En sus primeros textos filosóficos, por ejemplo, en La imaginación o en Lo imaginario,
¿tenía ya ambiciones estilísticas?
-Nunca las tuve para la filosofía. Jamás. Traté de ser claro, eso es todo. Me han dicho que había
pasajes bien escritos. Es posible. Cuando uno trata de escribir con claridad, en el fondo, en cierto
modo, escribe bien. [...]
M.R.: ¿Cómo definiría el estilo?
-Ya he hablado de eso en otra parte, en otras entrevistas. El estilo es, ante todo, economía: hacer
frases donde coexistan varios sentidos; donde las palabras se tomen más como alusiones, como
objetos, que como conceptos. En filosofía, una palabra debe significar un solo concepto. El estilo es
cierta relación entre las palabras que remite a un sentido inexpresable mediante una simple suma de
palabras.
M.R.: A menudo, se plantea el interrogante de si hay continuidad o ruptura en su
pensamiento.
-Ha habido una evolución, pero no creo que haya habido ruptura. El gran cambio en mi pensamiento
es la guerra: los años 1939 y 1940, la Ocupación, la Resistencia, la liberación de París. Todo eso me
hizo pasar de un pensamiento clásicamente filosófico a otros en que la filosofía y la acción, o lo
teórico y lo práctico, estaban ligados: el pensamiento de Marx, de Kierkegaard, de Nietzsche, el de
aquellos filósofos a partir de los cuales se podría comprender el pensamiento del siglo XX.
O.P.: ¿Y en qué momento intervino Freud?
-Lo conocí en mi clase de filosofía. Después, leí varios libros suyos. Recuerdo haber leído
Psicopatología de la vida cotidiana en primer año de la Escuela Normal y finalmente, antes de
egresar, La interpretación de los sueños. Me chocó porque los ejemplos que da en la Psicopatología
de la vida cotidiana son demasiado alejados del pensamiento racional cartesiano. [...] Luego, en mis
años de profesorado, ahondé más en la doctrina de Freud, pero siempre separado de él por su idea
del inconsciente. Hacia 1958, John Huston me propuso hacer un film sobre Freud. Se equivocó: no
se elige a alguien que no cree en el inconsciente para hacer una película en homenaje a Freud.
La guerra y lo social
M.R.: Robert Denoon Cumming dice que usted tiende a exagerar la discontinuidad de su
pensamiento: cada cinco o diez años, anuncia que ha cambiado, que dejará de hacer lo que
hacía hasta entonces. Si tomamos el ejemplo que citó hace un rato -el de aquella libreta que
tenía cuando era estudiante y que, en La náusea, deviene en el cuaderno de apuntes del
Autodidacta- es obvio que se contradice en sus pensamientos.
-Pero no, no es así. Yo pensaba contra mí mismo en ese momento preciso y el pensamiento
resultante se oponía al primero, es decir, a lo que yo hubiera pensado en forma espontánea. Jamás
dije que cambiaba cada cinco años. Por el contrario, creo haber tenido una evolución continuada
desde La náusea hasta la Crítica de la razón dialéctica. Mi gran descubrimiento durante la guerra fue
lo social, porque ser soldado en el frente es, en verdad, ser víctima de una sociedad que nos mantiene
allí donde no queremos estar y nos da leyes que no deseamos. Lo social no está presente en La
náusea, pero se entrevé.
M.R. Y en ese plano, ¿El ser y la nada fue para usted el fin de una época?
-Absolutamente. Lo malo, muy malo, de esa obra son los capítulos verdaderamente sociales, los que
tratan el “nosotros”, a diferencia de los que abordan el “tú” y los otros. [...]
Susan Gruenheck.: Volvamos al problema de la literatura y la filosofía. ¿La literatura sigue
siendo para usted una comunicación?
-Sí. No veo que pueda ser otra cosa. Nunca se escribe o, mejor dicho, nunca se publica algo, lo que
fuere, que no sea para otro.
El ocaso del marxismo
M.R.: En Cuestiones de método, usted diferencia la ideología de la filosofía. Esto molesta a los
críticos.
-¡Porque todos quieren ser filósofos! Yo conservaba la diferencia, pero el problema es muy
complejo. La ideología no es una filosofía constituida, meditada, sopesada. Es un conjunto de ideas
que fundamenta actos alienados y, al mismo tiempo, los refleja; que nunca se expresa y moldea por
completo, pero aparece en las ideas corrientes en una época y sociedad determinadas. Las ideologías
representan poderes y son activas. Las filosofías se constituyen contra las ideologías, las critican y
superan, aunque, hasta cierto punto, las reflejan. Observen que actualmente la ideología existe hasta
en quienes declaran que hay que terminar con las ideologías.
O.P.: La diferencia me molestó. Para mí, el existencialismo de la Crítica… intentaba sintetizar
el marxismo y, a la vez, lo dejaba atrás, mientras que usted decía que sólo era un enclave del
marxismo.
-Sí, pero ahí estaba el error. Mi idea de la libertad le impide ser un enclave; por tanto, en última
instancia, es una filosofía aparte. En definitiva, no creo en absoluto que esta filosofía sea marxista.
No puede ignorar el marxismo; está ligada a él, del mismo modo en que ciertas filosofías están
ligadas a otras y, sin embargo, no están contenidas en ellas. Pero ahora no la considero en absoluto
una filosofía marxista.
M.R.: Entonces ¿qué elementos retiene usted del marxismo?
-La noción de plusvalía, la noción de clase, por otra parte reelaboradas, ya que Marx y los marxistas
nunca definieron a la clase obrera. Si bien habría que revisarlas, siguen siendo válidas, al menos para
mí, como elementos de investigación.
M.R.: ¿Ya no se considera marxista?
-No. Por otro lado, creo que asistimos al fin del marxismo y que, en los próximos cien años, no
tendrá más la forma que le conocemos.
M.R.: ¿El marxismo teórico o el marxismo tal como se aplicó?
-El marxismo tal como se aplicó, pero también se aplicó como marxismo teórico. Desde Marx, vivió
cierta vida y, al mismo tiempo, fue envejeciendo. Ahora estamos en el período en que el
envejecimiento se encamina hacia la muerte. Eso no implica la desaparición de sus nociones
principales: por el contrario, se retomarán… Pero hay demasiadas dificultades para preservar hoy el
marxismo.
M.R.: ¿Cuáles son esas dificultades?
-Así, al vuelo, le diría simplemente que el análisis del capitalismo nacional e internacional de 1848
nada tiene que ver con el capitalismo actual. No se puede explicar una sociedad multinacional en
términos marxistas de 1848. Hay que introducir una noción nueva que Marx no previó y que, por
consiguiente, no es marxista en el sentido literal del término.
M.R.: ¿Con quiénes simpatiza usted en esta impugnación del marxismo?
-Con los que se llamaban “los maos”, los militantes de la izquierda proletaria junto a quienes dirigí
La Cause du peuple. Al principio eran marxistas pero, como yo, no lo son ya o lo son mucho menos.
Por ejemplo, Pierre Victor, con quien trabajé en esas emisiones televisivas, ya no es marxista o, al
menos, ve el fin del marxismo.
M.R.: ¿Y qué sería esta naciente filosofía de la libertad?
-Una filosofía que estaría en el mismo plano que el marxismo, un plano donde se entremezclan lo
teórico y lo práctico. Una filosofía en que la teoría está al servicio de la práctica, pero cuyo punto de
partida sería esa libertad que, en mi opinión, falta en el pensamiento marxista.
Socialismo libertario
M.R.: En conversaciones recientes, usted ha hablado del socialismo “libertario”.
-Es un término anarquista. Lo conservo porque me gusta recordar los orígenes, un poco anarquistas,
de mi pensamiento. Siempre coincidí con los anarquistas. Son los únicos que concibieron un hombre
completo, formado mediante la acción social, cuyo rasgo principal es la libertad. Aunque
evidentemente, en política, los anarquistas son un poco ingenuos.
M.R.: ¿También, quizás, en el plano teórico?
-Sí, siempre y cuando sólo se considere la teoría y no se desechen adrede intuiciones muy buenas,
como lo son precisamente la de la libertad y la del hombre completo. A veces, esas intuiciones se
hicieron realidad: los anarquistas convivieron en sociedades comunitarias que ellos mismos crearon,
por ejemplo, en Córcega, allá por 1910.
M.R.: Si hoy tuviera que elegir entre dos etiquetas, la de marxista y la de existencialista, ¿cuál
preferiría?
-La de existencialista. Acabo de decírselo.
O.P.: Pasemos a otro problema. El profesor Frondizi considera que su trabajo moral ha sido
sobre todo negativo, que ha acabado por caer en una moral de la indiferencia.
-Jamás he tenido una moral de la indiferencia. Lo que vuelve difíciles las morales no es eso sino los
problemas concretos y políticos, por ejemplo, que es preciso resolver. Como ya he señalado en Saint
Genet, pienso que el estado actual de nuestra sociedad y nuestros conocimientos no nos permite
reconstruir una moral con el mismo tipo de valor que la que dejamos atrás. Por ejemplo, no podemos
hacer una moral en el plano kantiano que tenga el mismo valor que la moral de Kant. Las categorías
morales dependen esencialmente de las estructuras de la sociedad en que vivimos, y esas estructuras
carecen, a la vez, de la simplicidad y la complejidad suficientes para que podamos crear conceptos
morales. Nos hallamos en un período sin moral o, si lo prefieren, en que hay varias morales,
pero están perimidas o son particulares.
M.R.: ¿La moral es imposible?
-Sí. No lo ha sido ni lo será siempre, pero lo es hoy. Dicho esto, creo que el hombre necesita una
moral. La filosofía lo es todo para mí. Se vive en ella. Yo vivo como filósofo: esto no significa que
lleve la vida de un buen filósofo sino que mis percepciones son filosóficas, hasta cuando miro esta
lámpara o lo miro a usted. Por consiguiente, es un modo de vida.
Jean Paul Sartre: “Nunca estuve desesperado, nunca sentí la angustia”
La última entrevista concedida por el gran escritor francés
El pasado mes de marzo, en su número 800, el semanario francés Le Nouvel Observateur inició
la publicación de una larga entrevista con Jean Paul Sartre, que se publicó en tres números
sucesivos. En esta larga conversación, mantenida con su colaborador Paul Victor -que aquí
revela su verdadero nombre, Benny Levy-, el gran pensador vuelve sobre sus posiciones
iniciales, matizándolas muchas veces, mostrando en la mayoría su implacable coherencia. EL
PAIS ha adquirido los derechos exclusivos para España de esta entrevista, que ahora aparece
como una especie de testamento final y que publicaremos en sucesivas entregas. Hoy, como
introducción, publicamos el principio de la primera entrega, en la que Sartre habla sobre todo de
la esperanza.
Benny Levy. Desde hace algún tiempo te preguntas acerca de la esperanza y la desesperación.
Son temas que apenas has abordado en tus escritos.
Jean Paul Sartre. En todo caso, no de la misma manera. Siempre he pensado que todo el
mundo vive con esperanza; es decir, cree que algo que ha emprendido, o que le afecta, o que
afecta al grupo social al que pertenece, está realizándose, se realizará y le será favorable, tanto a
él como a las personas que constituyen su comunidad. Pienso que la esperanza forma parte del
hombre; la acción humana es trascendente, es decir, apunta siempre a un objeto futuro a partir
del presente en que la concebimos y en que intentamos realizarla; pone su meta, su realización,
en el futuro, y en el modo de obrar está la esperanza; es decir, el hecho mismo de proponerse
una meta como algo que debe alcanzarse.
ampliar fotoJean-Paul Sartre AFP
B. L. Has dicho que la acción humana tiende a un fin en el futuro, pero inmediatamente añade
que esta acción era vana. La esperanza se frustra necesariamente. Entre el camarero, un caudillo
-Hitler o Stalin-, un borracho parisiense, el militante revolucionario marxista y Jean Paul Sartre,
todas estas personas tenían, al parecer, algo en común: que todas ellas fracasaban, en cuanto
tales, en la medida en que se proponían ciertos fines.
J. P. S. No he dicho exactamente eso, estás exagerando. He dicho que, en efecto, no alcanzaban
nunca exactamente lo que perseguían, que siempre había un fracaso...
B. L. Has afirmado que la acción humana proyecta un fin en el futuro, pero has dicho también
que este afán de trascendencia desemboca en el fracaso. Nos has descrito, en El ser y la
nada, una existencia que proyectaba fines inútilmente, aunque con perfecta seriedad. El hombre
se marcaba metas, sí, pero, en el fondo, el único fin al que aspiraba era a ser Dios, lo que tú
llamabas ser causa de sí. De ahí, sin duda, el fracaso.
J. P. S. Bien, no he perdido del todo esa idea de fracaso, aunque esté en contradicción con la
idea misma de esperanza. No hay que olvidar que yo no hablaba de esperanza en la época de El
ser y la nada. Fue más tarde cuando se me ocurrió, poco a poco, la idea del valor de la
esperanza. Nunca he contemplado la esperanza como una ilusión lírica. Siempre he pensado,
aun sin decirlo, que se trataba de un modo de atrapar el fin que me proponía como algo
susceptible de realización.
La desesperada condición humana
B. L. Tal vez no hablabas de la esperanza, sino de la desesperación.
J. P. S. Sí, hablaba de la desesperación, pero, como he dicho tantas veces, no es lo contrario de
la esperanza. La desesperación era la creencia de que no podían alcanzarse mis fines
fundamentales y que, por consiguiente, había en la realidad humana un fallo esencial. Y, por
último, en la época de El ser y la nada yo no veía en la desesperación más que una visión lúcida
de lo que era la condición humana.
B. L. Me dijiste un día: «He hablado de desesperación, pero en broma, porque era el tema de
moda: entonces se leía a Kierkegaard. »
J. P. S. Exacto; por mi parte, nunca estuve desesperado, nunca consideré, ni de cerca ni de lejos,
que la desesperación fuera una cualidad que me perteneciese. Por consiguiente, era, en efecto,
Kierkegaard quien influía mucho sobre mí en ese aspecto.
B. L. Es curioso, porque, en realidad, no te gusta Kierkegaard.
J. P. S. Sí, pero he estado sometido a su influencia. Se trataba de palabras que para otros podían
ser una realidad. Por tanto, quería darles cabida en mi filosofía. Era la moda; pensé que faltaba
algo en mis conocimientos personales sobre mí si de ellos no podía extraer la desesperación.
Mas era preciso considerar que si otros hablaban de ella es que para ellos debía existir. Pero
fíjate en que apenas se en cuenta la desesperación en mi obra a partir de entonces. Fue sólo un
momento. Es lo mismo que veo en muchos filósofos, a propósito de la desesperación o de
cualquier otra idea filosófica: hablan de oídas del tema en sus primeros tiempos, le dan un gran
valor, y luego, poco a poco, no vuelven a hablar de ella, porque se dan cuenta de que su
contenido no existe para ellos, de que es algo que han recibido de los demás.
"Conocí la miseria de los otros"
B. L. ¿Y ocurre esto también con la angustia?
J. P. S. Nunca he sentido angustia. Esta es una de las nociones claves de la filosofía de 1930 a
1940. Procedía también de Heidegger. Se trata de nociones que manejaba uno continuamente,
pero que para mí no correspondían a nada. Es cierto, yo conocía la desolación o el hastío, la
miseria, pero...
B. L. ¿La miseria?
J. P. S. Bueno, la conocía a través de otros, la veía, si prefieres. Pero la angustia y la
desesperación no. En fin, no insistamos en ello, puesto que no afecta a nuestra indagación.
B. L. Al contrario, siempre es importante saber que no has hablado de la esperanza, y que
cuando hablabas de la desesperación en el rondo no era tal tu pensamiento.
J. P. S. Mi pensamiento era ciertamente mi pensamiento, pero lo colocaba bajo un epígrafe, la
«desesperación», que me era ajeno. Lo más importante para mí era la idea de fracaso. La idea de
fracaso relativa a lo que podríamos llamar un fin absoluto. En efecto, lo que no se dice en El ser
y la nada, de esta manera es que cada hombre, por encima de los fines teóricos o prácticos que
tiene en cada instante y que se refieren, por ejemplo, a cuestiones políticas o de educación,
etcétera, por encima de todo esto, cada hombre tiene un fin, un fin que yo llamaría, si me lo
permites, trascendente o absoluto, y todos aquellos fines prácticos no tienen sentido más que en
relación con tal fin. El sentido de la acción de un hombre es, pues, este fin, que varía, por otra
parte, según cada hombre, pero que se caracteriza por ser absoluto. Y la esperanza -lo mismo
que el fracaso- va unida a este fin absoluto, en el sentido de que el verdadero fracaso se refiere a
él.
B. L. ¿Y es inevitable ese fracaso?
J. P. S. Aquí llegamos a una contradicción de la que no he salido todavía, pero de la que espero
salir gracias a estas conversaciones. Por un lado, conservo la idea de que la vida de un hombre
se manifiesta como un fracaso; no consigue lo que intenta. Ni siquiera consigue pensar lo que
quiere pensar o sentir lo que quiere sentir. Esto conduce en resumidas cuentas a un pesimismo
absoluto. No es lo que yo pretendía en El ser y la nada, pero ahora estoy obligado a hacerlo
constar. Además, a partir de 1945, he ido pensando cada vez más -y actualmente estoy
convencido- que la característica esencial de la acción emprendida es, como te decía hace un
momento, la esperanza. La esperanza significa que no puedo emprender una acción sin esperar
realizarla. Y no creo, como te digo, que esta esperanza sea una ilusión lírica, sino que está en la
naturaleza misma de la acción. Es decir, que la acción, al ser al mismo tiempo esperanza, no
puede estar abocada desde el principio al fracaso, absoluto y seguro. Esto no quiere decir que
deba alcanzar necesariamente su fin, sino que debe mostrarse en una realización del fin,
propuesto como futuro. Y hay en la misma esperanza una especie de necesidad. La idea de
fracaso no tiene un fundamento profundo en mí, en este momento; por el contrario, la esperanza,
en cuanto relación del hombre con su fin, relación que existe incluso si éste no se alcanza, es lo
que está más presente en mis pensamientos.
El fracaso de la inmortalidad
B. L. Pongamos un ejemplo: el de Jean Paul Sartre. Siendo niño, decide escribir, y esta decisión
le consagra a la inmortalidad. ¿Qué dice Sartre, en el ocaso de su obra, de esta decisión? Esta
opción entre opciones que fue la tuya, ¿ha sido un fracaso?
J. P. S. He dicho a menudo que era un fracaso en el plano metafísico. Quería decir con eso que
no he hecho una obra sensacional, del tipo de la de Shakespeare o de Hegel y, por tanto, en
relación a lo que yo hubiera querido, es un fracaso. Pero mi respuesta me parece muy falsa.
Ciertamente, yo no soy Shakespeare ni Hegel, pero he creado unas obras tan cuidadas como he
podido; algunas de ellas han sido fracasos, seguramente; otras, menos; y otras han sido éxitos. Y
con eso basta.
B. L. Pero, ¿y el conjunto con respecto a tu decisión?
J. P. S. El conjunto ha sido un logro. Sé que no he dicho siempre lo mismo, y en este punto
estamos en desacuerdo, pues pienso que mis contradicciones importaba poco y que, a pesar de
todo, he seguido siempre una misma línea.
B. L. ¡Ya estamos ante la «recta intención»! En tal caso, ¿no cree que el fracaso vaya
indisolublemente unido a la posición del fin en el elemento de lo absoluto?
J. P. S. No lo creo. Por otra parte si se quiere descender hasta lo innoble, se puede estimar que
no he pensado nunca de mí, sin deja de pensarlo de los demás. Veía cómo se equivocaban,
cómo, aun cuando creyeran haber acertado era el fracaso total. Por mi parte me decía que al
pensar así y al escribirlo, lo realizaba, y realizaba de un modo más general mi obra. Desde
luego, no lo pensaba con claridad; si no, me hubiera dado cuenta necesariamente de esa enorme
contradicción; pero de todos modos lo pensaba.
La innoble diferencia
B. L. Pero, ¿qué diferencia hay entre el anhelo de ser del camarero, ese camarero henchido de
seriedad del que hemos hablado al principio, y el ansia de inmortalidad de Sartre, prescindiendo
de todo lo innoble? ¿O es que sólo lo innoble constituye la diferencia?
J. P. S. Creo, a pesar de todo, que la idea de inmortalidad hacia la que me dejaba ir muy a
menudo cuando escribía y hasta que he dejado de escribir era un sueño. Creo que la
inmortalidad existe, pero de esa manera. Intentaré explicarme un poco más adelante. Creo que
en la manera como yo aspiraba a la inmortalidad tal como la concebía, yo no era tan diferente
del camarero o de Hitler, pero que la manera como yo trabajaba en mi obra era diferente. Era
limpia, era moral, ya veremos qué quiere decir esto. Así, pues, considero que un cierto número
de ideas que acompañan necesariamente a una acción -por ejemplo, la idea de inmortalidad- son
sospechosas son turbias. Mi trabajo no ha estado presidido por la voluntad de ser inmortal.
B. L. Pero, ¿no se puede partir de esa diferencia? Tú nos hablas de la obra como de un pacto de
generosidad, de un pacto de confianza entre el lector y el autor. La labor de escritor ha sido
siempre lo esencial para ti.
J. P. S. La labor social...
B. L. ¿No es esa labor social la expresión de un deseo al menos tan fundamental como ese
deseo de ser de que nos hablas en El ser y la nada?
J. P. S. Sí, pero pienso que hay que definirlo. Pienso, si quieres, que hay una modalidad distinta
a la primera modalidad de espíritu de seriedad. Es la modalidad moral. Y la modalidad moral
implica que dejamos, al menos a aquel nivel, de tener como fin el ser; ya no queremos ser Dios,
ya no queremos ser causa sui; es otra cosa la que buscamos.
B. L. Después de todo, esta idea de causa sui sólo surge a partir de una tradición teológica muy
determinada.
J. P. S. Así es, si quieres.
B. L. Del cristianismo a Hegel.
J. P. S. De acuerdo, si te empeñas. Es mi tradición, no tengo otra. Ni la tradición oriental, ni la
tradición judía. Carezco de ellas a causa de mi historicidad.

Sartre a los setenta: una entrevista


Jean-Paul Sartre y Michel Contat , traducido por Paul
Auster y Lydia Davis
7 DE AGOSTO DE, 1975 EDICIÓN
yo
Michel Contat: En el último año ha habido mucha
preocupación por los rumores que han estado circulando
sobre el estado de su salud. Va a ser setenta años de edad
este mes. Avísanos, Sartre, ¿cómo se siente?
Jean-Paul Sartre: Es difícil decir que me siento bien, pero
no puedo decir que me siento mal. Durante los dos últimos
años, he tenido varios contratiempos. Mis piernas
empiezan a doler tan pronto como entro más de un
kilómetro, y he tenido serios problemas con la presión
arterial, pero recientemente, y de repente, éstos han
desaparecido.
Lo peor de todo, tenía hemorragias detrás de mi ojo
izquierdo el único de mis dos ojos que pueden ver, ya he
perdido casi toda la visión en el ojo derecho cuando tenía
tres años, y ahora todavía puedo ver formas vagamente,
me puede ver la luz, los colores, pero no veo objetos o
caras claramente, y, como consecuencia, no puedo ni leer
ni escribir. Más exactamente, puedo escribir, es decir,
formar las palabras con mi mano, y yo puedo hacer esto
más o menos cómodamente, pero no puedo ver lo que
escribo. Y la lectura es absolutamente fuera de
cuestión. Puedo ver las líneas, los espacios entre las
palabras, pero ya no puedo distinguir las palabras
mismas. Sin la capacidad de leer y escribir, ya no tengo la
más mínima posibilidad de ser activamente comprometida
como escritor: mi trabajo como escritor está completamente
destruida.
Sin embargo, todavía puedo hablar. Por eso, si la televisión
se las arregla para encontrar el dinero, mi próximo trabajo
será una serie de emisiones en el que voy a tratar de
hablar de los setenta y cinco años de este siglo. Estoy
trabajando en esto con Simone de Beauvoir, Pierre Victor, y
Philippe Gavi, que tienen sus propias ideas y hará la
edición, la cual soy incapaz de hacer yo mismo.
Esta es mi situación en este momento. Aparte de eso,
estoy en buena forma. Duermo muy bien. Mi mente es,
probablemente, tan agudo como lo era hace diez años-no
más agudo, pero no menos, y mi sensibilidad se ha
mantenido igual. La mayoría de las veces mi memoria es
buena, a excepción de nombres, que yo recuerdo sólo con
gran esfuerzo y que a veces se me escapan. Puedo usar
objetos cuando sé donde están de antemano. En la calle,
puedo conseguir a lo largo de por mí mismo sin demasiada
dificultad.
Aun así, no ser capaz de escribir más debe ser un golpe
considerable. Usted habla de ello con serenidad ....
En cierto sentido, me priva de toda razón de ser; Yo, y ya
no soy, si lo desea. Me siento muy derrotado, pero por
alguna razón desconocida me siento bastante bien: nunca
estoy triste, ni tengo ningún momentos de melancolía en el
pensamiento de lo que he perdido.
No hay sentimientos de rebelión?
¿Quién, o qué, debería rebelarse contra? No tome esto
para estoicismo, aunque, como ya saben, siempre he
tenido simpatía por los estoicos. No, es sólo que las cosas
son como son y no hay nada que pueda hacer al respecto,
así que no hay razón para que sea molesto. He tenido
algunos momentos difíciles porque las cosas eran más
graves hace dos años. Me gustaría tener ataques de delirio
leve. Recuerdo caminar en Aviñón, donde había ido con
Simone de Beauvoir, y en busca de una chica que había
hecho una cita para reunirse conmigo en alguna parte en
un banco. Naturalmente, no había ninguna cita ....
Ahora, todo lo que puedo hacer es hacer lo mejor de lo que
soy, se acostumbre a ella, evaluar las posibilidades y tomar
ventaja de ellos. Es la pérdida de la visión, por supuesto,
que es más molesto, y de acuerdo con los médicos que he
consultado es irremediable. Esto es molesto, porque me
siento movido por las cosas lo suficiente como para querer
escribir, no todo el tiempo, pero de vez en cuando.

Usted se sienta como en los cabos sueltos?


Sí. Ando un poco, los periódicos se leen a mí, escucho la
radio, a veces echar un vistazo a lo que está sucediendo en
la televisión, y de hecho estas son las cosas que haces
cuando estás en cabos sueltos. Solía escribir lo que había
estado pensando de antemano, pero el momento esencial
era la de la propia escritura. Todavía pienso, sino porque la
escritura se ha vuelto imposible para mí, la actividad real
del pensamiento tiene en ha suprimido alguna manera.
Lo que ya no será accesible para mí es algo que muchos
jóvenes hoy en día son desdeñosa de: estilo, digamos la
forma literaria de presentar una idea o una realidad.Esto
exige necesariamente por las revisiones-revisiones que a
veces se tienen que hacer cinco o seis veces. Ya no puedo
corregir mi trabajo ni una sola vez, porque no puedo leer lo
que he escrito. Por lo tanto, lo que escribo o lo que digo
necesariamente permanece en la primera versión. Alguien
puede leer de nuevo a mí lo que he dicho o escrito y si
ocurre lo peor que puedo cambiar algunos detalles, pero
que no tendría nada que ver con el trabajo de reescritura,
que lo haría yo mismo.
¿No podría usar una grabadora, dictar, escucha a sí
mismo, y escuchar sus revisiones?
Creo que hay una enorme diferencia entre hablar y
escribir. Uno relee lo que se reescribe. Pero uno puede leer
lenta o rápidamente: en otras palabras, usted no sabe
cuánto tiempo tendrá que tomar deliberar sobre una
frase. Es posible que lo que no está bien en la sentencia no
será evidente para usted en la primera lectura: tal vez hay
algo intrínsecamente malo en ello, tal vez hay una mala
conexión entre ella y la frase anterior o la siguiente frase o
párrafo en su en su conjunto o el capítulo, etc.
Todo esto supone que se acerque a su texto un poco como
si fuera un rompecabezas mágico, que cambie las palabras
aquí y allá, uno por uno, y volver sobre estos cambios y
modifique algo más largo, y así sucesivamente y así
sucesivamente. Si escucho a una grabadora de cinta, el
tiempo de escucha está determinada por la velocidad a la
que gira la cinta y no por mis propias necesidades. Por lo
tanto, siempre voy a ser retrasado o corriendo por delante
de la máquina.
¿Lo has probado?
Voy a tratar, voy a darle una oportunidad sincera, pero
estoy seguro de que no me va a satisfacer. Todo en mi
pasado, en mi formación, todo lo que ha sido más esencial
en mi actividad hasta ahora me ha hecho, sobre todo, un
hombre que escribe, y es demasiado tarde para que eso
cambie. Si hubiera perdido la vista a la edad de cuarenta
años, quizás hubiera sido diferente.
Dentro de mí mismo, la actividad intelectual sigue siendo lo
que era, es decir, una guía de reflexión. Por lo tanto en el
nivel reflexivo Puedo revisar lo que estoy pensando, pero
esto sigue siendo estrictamente subjetiva. Aquí de nuevo el
trabajo estilístico como yo lo entiendo supone
necesariamente el acto de escribir.
Muchos jóvenes de hoy no se preocupan por el estilo y
piensan que lo que se dice hay que decir simplemente y
eso es todo. Para mí, el estilo, lo cual no excluye la
simplicidad, sino todo lo contrario: es ante todo una forma
de decir tres o cuatro cosas en una. Existe la oración
simple, con su significado inmediato y, a continuación, al
mismo tiempo, por debajo de este significado inmediato,
otros significados se organizan. Si uno no es capaz de dar
este idioma pluralidad de significado, entonces no vale la
pena la molestia de escribir.
Lo que distingue a la literatura de la comunicación
científica, por ejemplo, es que no es ambigua; el artista del
lenguaje organiza las palabras de tal manera que,
dependiendo de cómo se enfatiza o da peso a ellos, van a
tener un significado, y otro, y otro más, cada vez en
diferentes niveles.

Ynuestros manuscritos filosóficos están escritos en mano


larga, casi sin tachaduras ni borrones, mientras que sus
manuscritos literarios están muy trabajadas de más,
perfeccionado. ¿Por qué existe esta diferencia?
Los objetivos son diferentes: en la filosofía, cada frase debe
tener un solo significado.El trabajo que hice en Les
Mots, por ejemplo, en un intento de dar múltiples y
superpuestas significados de cada frase, sería un mal
trabajo en la filosofía. Si tengo que explicar, por ejemplo,
los conceptos de "para-sí" y "en sí", que pueden ser
difíciles;Puedo utilizar diferentes comparaciones, diferentes
manifestaciones, para que quede claro, pero es necesario
quedarse con ideas que son independientes: no es en este
nivel que el significado completo se encuentra-que puede y
debe ser múltiplo la medida en que la obra completa se
refiere. No me refiero a decir que, en efecto, que la
filosofía, al igual que la comunicación científica, no es
ambigua.
En la literatura, que de alguna manera siempre tiene que
ver con lo que se ha vivido,nada de lo que digo se expresa
totalmente por qué. Yo digo. La misma realidad se puede
expresar en un número de maneras que es prácticamente
infinita. Y es el libro entero que indica el tipo de lectura que
cada frase exige, incluso el tono de voz que esta lectura
requiere a su vez, si se lee en voz alta o no. Una especie
puramente objetiva de la pena, como las que se encuentran
con frecuencia en Stendhal, necesariamente deja fuera a
muchas cosas, pero esta frase contiene en sí todos los
demás y por lo tanto tiene una totalidad de significados que
el autor debe tener siempre en cuenta para que todos ellos
surgen. Como consecuencia de ello, el trabajo estilístico no
consiste en esculpir una frase, sino de mantener
permanentemente en cuenta la totalidad de la escena, el
capítulo, y más allá de que todo el libro. Si esta totalidad
está presente, se escribe una buena frase. Si no está
presente, la sentencia será frasco y parece gratuita.
Para algunos autores este trabajo lleva más tiempo y es
más laborioso que para otros.Pero, en general, siempre es
más difícil escribir cuatro frases en uno, por ejemplo, de
uno en uno, como en la filosofía. Una frase como "Pienso,
luego existo" puede tener repercusiones infinito en todas
las direcciones, sino como una oración que tiene el
significado que Descartes lo dio. Mientras que cuando
Stendhal escribe: "Mientras él podía ver la torre del reloj de
Verrières, Julien continuamente volvía alrededor", en decir
simplemente lo que hace su carácter, que nos da lo que se
siente Julien, y al mismo tiempo lo que se siente la señora
de Renal, etcétera
Obviamente, por lo tanto, es mucho más difícil encontrar
una frase que cuenta para varias frases que encontrar una
frase como "Pienso, luego existo", supongo Descartes
encontró que condena a la vez, en el momento en que
pensaba él.
Es el hecho de que ya no es capaz de leer una desventaja
gravosa para usted?
Por el momento, yo diría que no. Ya no puedo averiguar
por mi cuenta sobre los libros recientes que me puedan
interesar. Pero la gente me habla de ellos o los leen a mí, y
yo más o menos mantenerse al tanto de lo que está
saliendo. Simone de Beauvoir ha leído muchos libros a mí
todo el camino a través de, obras de todo tipo.
Sin embargo, yo solía estar en el hábito de ir a través de
los libros y revistas que he recibido, y es una pérdida ya no
sea capaz de hacerlo. Pero para el trabajo que estoy
haciendo ahora en estas emisiones históricas, aunque
tenga que aprender acerca de un libro sobre la sociología,
por ejemplo, o de la historia, no importa si escucho me la
leyeron por Simone de Beauvoir o si lo leo con mis propios
ojos. Por otro lado, si es más que una cuestión de
asimilación de la información, si tengo que criticar,
examinarlo para ver si es o no es coherente, si es o no es
coherente con sus propios principios, etc., entonces este ya
no sería adecuada. Entonces tendría que pedir Simone de
Beauvoir que leerlo para mí varias veces, y para detener, si
no después de cada frase, al menos después de cada
párrafo.
Simone de Beauvoir lee y habla muy rápido. La dejé ir en a
su velocidad habitual, y trato de adaptarme al ritmo de su
lectura. Naturalmente, esto requiere un cierto esfuerzo. Y
luego que el intercambio de las ideas, al final del
capítulo. El problema es que el elemento de crítica
reflexiva, que está constantemente presente cuando uno
lee un libro con los propios ojos nunca es clara cuando algo
se lee en voz alta. El esfuerzo principal es de entender,
sencillamente. El elemento crítico permanece en segundo
plano y es sólo en el momento en que Simone de Beauvoir
y yo comenzamos a discutir nuestras opiniones que siento
que extraigo de mi mente lo que había sido ocultado por la
lectura.
¿No es doloroso para usted ser dependientes de los
demás?
Sí, aunque dolorosa sería una palabra demasiado fuerte,
ya que como he dicho antes que nada es doloroso para mí
ahora. A pesar de todo, esta dependencia no es
desagradable. Yo estaba en el hábito de escribir solo,
leyendo solo, y sigo pensando hoy que el trabajo intelectual
de bienes exige la soledad. No estoy diciendo que algunos
libros-puede trabajar, incluso intelectual no llevarse a cabo
por varias personas. Pero no veo cómo dos o tres personas
pueden llevar a cabo un verdadero compromiso intelectual,
que conduce tanto a un trabajo escrito y de reflexiones
filosóficas. En la actualidad, con nuestros métodos actuales
de pensamiento, la revelación de un pensamiento antes de
un objeto implica la soledad.
¿No te parece que esto puede ser peculiares para usted?
He tenido ocasión de estar implicado en el trabajo
colectivo, en la Normal Superior por ejemplo, o más tarde
en Le Havre con otros profesores, un proyecto de reforma
de la enseñanza universitaria. Me olvido de lo que hemos
dicho, y no podría haber sido mucho valor. Pero todos mis
libros, a excepción de una razón En révolter de
se y Entretiens sur la politique, lo que hice con David
Rousset y Gérard Rosenthal, fueron escritos en su totalidad
por mí mismo.

Oes D Te molesta cuando te pregunto por ti mismo?


¿No porque? Creo que todo el mundo debería ser capaz de
hablar de su interior a un entrevistador. Creo que lo que
estropea las relaciones entre las personas es que cada uno
mantiene algo oculto a la otra, algo secreto, no
necesariamente de todos, pero de quien le está hablando a
por el momento.
Creo que la transparencia siempre debe ser sustituido por
lo que es secreta, y puedo muy bien imaginar el día en que
dos hombres ya no tendrán secretos de los dos, porque
nadie va a tener más secretos de nadie, porque la vida
subjetiva, así como la vida objetiva, se ofrecerá por
completo, dado. Es imposible aceptar el hecho de que
cedería a nuestros cuerpos a medida que hacemos y
mantenemos nuestros pensamientos ocultos, ya que para
mí no hay diferencia básica entre el cuerpo y la conciencia.
¿No es un hecho de que sólo sometemos nuestros
pensamientos totalmente a las personas a las que
realmente rendimiento de nuestros cuerpos?
Nos sometemos nuestros cuerpos a todo el mundo, incluso
más allá del ámbito de las relaciones sexuales: mirando,
tocando. Entregas tu cuerpo para mí, cedo la mía para que:
cada uno de nosotros existimos para el otro, como el
cuerpo. Sin embargo, no existe en este mismo modo que la
conciencia, como ideas, a pesar de que las ideas son
modificaciones del cuerpo.
Si verdaderamente deseamos existir para el otro, de existir
como cuerpo, como el cuerpo que continuamente se puede
quedar al descubierto, incluso si esto nunca sucede, las
ideas aparecerían al otro como procedentes del
cuerpo. Las palabras se forman por una lengua en la
boca. Todas las ideas aparecerían de esta manera, incluso
el más vago, el más fugaz, el menos tangible. No habría
dejado de ser de esta escondido, este secreto que en
algunos siglos fue identificado con el honor de los hombres
y las mujeres, y que parece muy tonto para mí.
¿Qué cree usted que es el principal obstáculo para esta
transparencia?
En primer lugar, el Mal. Con esto me refiero a los actos que
se inspiran en principios diferentes y que pueden tener
resultados que estoy de acuerdo. Esto hace que el mal
comunicar todos los pensamientos difícil, porque no sé en
qué medida los principios que los otros usos que forman
sus pensamientos son los mismos que los míos. Hasta
cierto punto, por supuesto, estos principios pueden ser
aclaradas, discutido, establecida;pero no es cierto que
puedo hablar con nadie de nada. Puedo con usted, pero no
puedo con mi vecino o con un transeúnte que cruza la
calle: en un caso extremo, que prefiere luchar que tiene
una discusión totalmente franco conmigo.
Por lo tanto, hay una como-para-mí (cuant-à-soi), que nace
de la desconfianza, la ignorancia y el miedo, lo que me
impide ser lo suficientemente confidencial con otra, o no
confidencial. En lo personal, por otra parte, no me expreso
en todos los puntos con la gente que conozco, pero trato de
ser lo más transparente posible, porque siento que esta
región oscura que tenemos dentro de nosotros mismos,
que es a la vez oscuro para nosotros y oscura para otros,
sólo puede ser iluminada por nosotros mismos para tratar
de iluminar a otros.
¿No te ves para esta transparencia en primer lugar por
escrito?
No primero, al mismo tiempo. Si te gusta, es por escrito que
fui el más lejano. Pero también están las conversaciones
del día a día, con Simone de Beauvoir, con otros, con
usted, ya que estamos juntos hoy, en el que trato de ser lo
más clara y veraz de lo posible, de tal manera como para
producir por completo, o para tratar de producir por
completo, mi subjetividad. En realidad no estoy dando a
usted, no me importa a nadie, porque todavía hay cosas,
incluso para mí, que no quiere decir, que lo que puedo
decir a mí mismo, pero que se resisten a mi les dice a
otro. Al igual que con otras personas, hay una profundidad
de oscuridad dentro de mí que no se deja de decirse.
¿El inconsciente?
De ningún modo. Estoy hablando de las cosas
que sé. Siempre hay una especie de pequeña franja que no
se dice, que no quiere decir, pero que quiere ser conocida,
conocido por mí. No se puede decir todo, usted sabe tan
bien. Pero creo que más tarde, es decir, después de mi
muerte, y tal vez después de la suya, la gente va a hablar
de sí mismos más y más y que esto producirá un gran
cambio. Por otra parte, creo que este cambio está
vinculado a una verdadera revolución.
La existencia de un hombre debe ser visible por completo a
su vecino, cuya existencia propia a su vez debe ser
totalmente visible para él, con el fin de que se establezca
una verdadera armonía social. Esto no se puede realizar
hoy en día, pero creo que va a ser una vez que se ha
producido un cambio en las relaciones económicas,
culturales y afectivos entre los hombres, comenzando con
la erradicación de la escasez material, que, como he
mostrado en la Crítica de la razón dialéctica , es para mí la
raíz de los antagonismos entre los hombres, pasados y
presentes.
Sin duda habrá otros antagonismos, a continuación, que no
puedo imaginar ahora, que nadie puede imaginar, pero no
será un obstáculo para una forma de sociabilidad en la que
cada persona va a entregarse por completo a otra persona,
que también dará a sí mismo por completo . una sociedad
así, por supuesto, tendría que ser una sociedad en todo el
mundo, ya que si no quedaba desigualdades y privilegios
de cualquier parte del mundo, los conflictos producidos por
estas desigualdades haría poco a poco de asumir el control
de todo el cuerpo social.
No está escribiendo nacido del secreto y el
antagonismo? En una sociedad armoniosa, tal vez no
habría ya ninguna razón para que exista ....
Escribir sin duda nace de secreto, pero no hay que olvidar
que, o bien se trata de ocultar este secreto y que se
encuentran en cuyo caso se trata carece de interés, o para
dar una idea de este secreto, incluso para tratar de
exponerlo al mostrar lo uno está en relación con los demás,
y en este caso se acerca a la translucidez que yo quiero.

You me dijo una vez, alrededor de 1971: "Es hora de que


finalmente le dije la verdad." Añadiste: "Pero yo sólo podría
decir que en una obra de ficción." ¿Cuál fue la razón de
esto?
En ese momento yo estaba pensando en escribir una
historia en la que quería presentar de una manera todo lo
indirecta que había estado pensando antes de decir en una
especie de testamento político, lo que habría sido la
continuación de mi autobiografía, y que había decidido no
hacer. El elemento de ficción habría sido mínimo; Me
habría creado un personaje sobre el cual el lector se habría
visto obligado a decir: "El hombre que se presenta aquí es
Sartre."
Lo cual no quiere decir que para el lector no habría habido
un solapamiento del personaje y el autor, pero que la mejor
manera de entender el carácter habrían sido buscar lo que
vino a él de mí. Eso es lo que yo hubiera querido escribir:
una ficción que no era una ficción. Esto simplemente
representa lo que significa escribir hoy. Nos conocemos
muy poco, y todavía no somos capaces de entregarnos por
completo el uno al otro. La verdad de la escritura sería para
mí decir: "Tomo la pluma, mi nombre es Sartre, esto es lo
que pienso."
No puede ser expresado una verdad independiente de la
persona que lo expresa?
Ya no es interesante a continuación. Se elimina el individuo
y la persona del mundo y no va más allá de las verdades
objetivas. Uno puede alcanzar verdades objetivas sin
pensar en la verdad propia de uno. Pero si se trata de
hablar de la objetividad de uno y la subjetividad que está
detrás de esta objetividad, y que es sólo una parte tan
importante del hombre como su objetividad, en este punto,
es necesario escribir: "Yo, Sartre. "Y, como esto no es
posible en la actualidad, debido a que no se conocen entre
sí lo suficientemente bien, el desvío de la ficción permite un
enfoque más eficaz para esta totalidad objetiva-subjetiva.
¿Usted diría entonces que ha llegado más cerca de su
propia verdad a través de Roquentin o Mathieu que en la
escritura Les Mots?
Probablemente, o más bien, creo que Les Mots hay más
cierto que La náusea o caminos de la Liberté. No es que
los hechos que informe no son verdaderas, pero Les
Mots es una especie de novela también, una novela que yo
creo, pero que sin embargo sigue siendo una novela.
Cuando dijo que había llegado el momento de que dice la
verdad, por fin, esta declaración podría haber sido
entendido en el sentido de que hasta ahora sólo había
mentido.
No, no mentido, pero lo dicho es una verdad a medias, un
cuarto verdad .... Por ejemplo, no he hablado de las
relaciones sexuales y eróticas en mi vida. Por otra parte, no
veo ninguna razón para hacerlo, salvo en otra sociedad en
la que todo el mundo puso sus cartas sobre la mesa.
Pero está seguro de que usted sabe todo lo que hay que
saber acerca de ti? Alguna vez ha sido tentado por el
psicoanálisis?
Sí, pero no en todo el fin de entender las cosas sobre mí
que yo no he entendido lo contrario. Cuando empecé a
escribir Les Mots vez más, de los cuales yo había hecho
una primera versión en 1954 y que había regresado a en
1963, le pregunté a un amigo psicoanalista, Pontalis, si él
quería analizar, más por curiosidad intelectual relativa a la
psicoanalítica método en sí, que para entender mejor a mí
mismo. Pensó, con razón, que da nuestras relaciones en
los últimos veinte años, sería imposible para él. Era sólo
una idea que había tenido, una bastante vaga, y no pensé
más en ello.
Sin embargo, se puede inferir de la lectura de sus novelas
muchas cosas acerca de la manera en que ha
experimentado la sexualidad.
Sí, e incluso de mis obras filosóficas. Pero eso sólo
representa una etapa en mi vida sexual. No hay suficiente
detalle o complejidad para alguien realmente me encuentre
en estos libros. Entonces, se podría decir, ¿por qué hablar
de ello? Y diría: porque un escritor, tal como lo veo, debe
hablar de todo el mundo para hablar de todo su ser.
¿Dónde está el carácter específico de la escritura,
entonces? ¿No le parece que sería posible hablar de esta
totalidad por vía oral?
En principio, es posible, pero en realidad nunca se dice
tanto en el habla como en la escritura. La gente no está
acostumbrada a usar el lenguaje oral. Las conversaciones
más profundas no pueden ser hoy en día son las que
existen entre los intelectuales. No es que sean
necesariamente más cerca de la verdad que
nonintellectuals, pero, en la actualidad, tienen el
conocimiento, un modo de pensamiento-psicoanalítica o
sociológico, por ejemplo, que les permite llegar a un cierto
nivel de comprensión de sí mismos y otros que personas
que no son intelectuales por lo general no llegan. procede
diálogo, de forma tal que cada persona piensa que él ha
dicho todo y que la otra persona ha dicho todo, cuando en
realidad los verdaderos problemas comienzan en un punto
más allá de lo que se ha dicho.
Al final, entonces, cuando habló de la verdad que
finalmente tuvo que ser dicho, no era una cuestión de
expresar ciertas cosas que había suprimido, pero las cosas
que no había entendido antes?
Fue sobre todo una cuestión de poner a mí mismo en una
cierta posición en la que, necesariamente, un tipo de
verdad que no había conocido antes me parecería. Por
medio de una verdadera ficción o una ficticia verdad
tomaría las acciones y pensamientos de mi vida con el fin
de formar un todo, a la vez que el examen de sus
contradicciones aparentes y sus límites, para ver si
realmente era cierto que se había límites, que no me había
visto obligado a considerar las ideas contradictorias que no
estaban, que mis acciones de un determinado momento se
habían interpretado correctamente ....
Y tal vez también era una forma de que le permite escapar
de su propio sistema?
Sí, en la medida en que mi sistema no puede incluir todo,
tuve que mirarlo junto a él.

Las memorias de D esde Simone de Beauvoir, sabemos


que desde 1957 ha trabajado con una sensación de
extrema urgencia. Simone de Beauvoir dice que se
ejecutó "una carrera agotadora contra el tiempo, contra la
muerte." Me parece que si usted tiene una fuerte sensación
de urgencia tal que debe sentir que sólo usted es capaz de
decir algo que es absolutamente necesario ser dicho. ¿Es
esto cierto?
En cierto sentido, sí. Fue entonces cuando empecé a
escribir la Crítica de la razón dialéctica, y esto fue lo que le
roía a mí, que se llevó todo mi tiempo. Trabajé en él diez
horas al día, teniendo corydrane-al final me estaba
tomando veinte pastillas al día, y realmente sentí que este
libro tenía que ser terminado. Las anfetaminas me dieron
una rapidez de pensamiento y escritura que era al menos
tres veces mi ritmo normal, y yo quería ir rápido.
Fue el período cuando se rompió con los comunistas
después de Budapest. La ruptura no fue total, pero los
lazos se rompieron. Antes de 1968, el movimiento
comunista parecía representar toda la izquierda, y para
romper con el partido habría sido para empujar a sí mismo
en una especie de exilio. Cuando uno se cortó por la
izquierda, uno a cada desplazado hacia la derecha, al igual
que muchos de los que se unieron con los socialistas, o
uno se quedó en una especie de limbo, y lo único que
queda por hacer era tratar de pensar hasta el límite lo que
los comunistas no quieren que usted piense.
Escribiendo la Crítica de la razón dialéctica representó para
mí una manera de resolver mis cuentas con mi propio
pensamiento fuera de la esfera de influencia sobre el
pensamiento del Partido Comunista. La crítica marxista es
una obra escrita contra los comunistas. Sentí que el
verdadero marxismo había sido completamente torcido y
falsificada por los comunistas. En este momento, ya no
pienso exactamente lo mismo.
No la sensación de urgencia también provienen de los
primeros efectos de envejecer?
Estaba escribiendo Les Séquestrés d'Altona y un día,
durante el invierno de 1958, empecé a sentir muy seguro
de mí mismo. Recuerdo ese día, en Simone de Berriau: yo
estaba bebiendo un vaso de whisky; Intenté lo colocó en un
estante y que se cayó; que no era una cuestión de torpeza,
pero un problema con mi equilibrio. Simone Berriau vio
enseguida y me dijo: "Ve a ver a un médico, es muy malo."
Y, de hecho, varios días después, sigue trabajando en Les
Séquestrés, yo estaba escribiendo ilegible en lugar de la
escritura: escribí frases absolutamente desprovistas de
significado, sin ninguna relación con la obra, que asustó a
Simone de Beauvoir.
Eras mismo asustado?
No, pero vi que estaba en mal estado. Nunca tuve
miedo. Pero dejé de trabajar: durante dos meses no creo
que hiciera nada. Y luego volvió al trabajo. Pero esto
levantó Les Séquestrés durante un año.

Es me parece que en este período que tenía un fuerte


sentido de la responsabilidad hacia sus lectores, usted
mismo, y esos "mandamientos que se cosen en la piel" de
la que hablaste en Les Mots: por lo general, era una
pregunta de escribir o morir.¿Cuándo comenzó a aflojar, si
alguna vez ha cesado?
En los últimos años, ya que renuncié al Flaubert. Para este
libro también hice una enorme cantidad de trabajo,
utilizando corydrane. Pasé quince años en él, trabajando
dentro y fuera. Me gustaría escribir algo más. Entonces me
gustaría volver a Flaubert.A pesar de ello, nunca
terminarlo. Pero esto no me hace tan infeliz, porque creo
que he dicho lo esencial de lo que tenía que decir en los
tres primeros volúmenes. Otra persona podría escribir el
cuarto sobre la base de los tres que he escrito.
Sin embargo, esta sin terminar Flaubert me pesa con una
especie de remordimiento.Bueno, tal vez "remordimiento"
es una palabra demasiado fuerte; Después de todo, he
tenido que renunciar a ella debido a las
circunstancias. Quería terminarlo. Y, al mismo tiempo, este
cuarto volumen era a la vez el más difícil para mí y el que
me interesaba lo más mínimo: el estudio del estilo
de Madame Bovary. Pero puedo decir a usted que los
elementos esenciales están ahí, incluso si el trabajo sigue
siendo incompleta.
Puede decirse lo mismo acerca de su trabajo en su
conjunto? Casi podríamos decir que una de las principales
características de esta obra es su estado inacabado .... ¿Le
parece que esto ....
Que esto me molesta? De ningún modo. Debido a que
todas las obras permanecen sin terminar, no hay hombre
que emprende una obra de la literatura o la filosofía nunca
termina. ¿Qué puedo decir, el tiempo nunca se detiene!
Hoy en día ya no se siente perseguido por el tiempo?
No, porque he decidido, lo digo alto y claro: he decidido, lo
que he dicho todo lo que tenía que decir. Esta decisión
implica que he de cortar todo lo que todavía podría haber
dicho, y que no voy a decirlo, porque considero que lo que
ya he escrito para ser lo esencial. El resto, me digo, no vale
la pena; no son más que las tentaciones que uno tiene,
como escribir una novela sobre tal o cual tema, y luego
abandonar todo el asunto.
En realidad, esto no es del todo así: si me pongo en el
verdadero estado de necesidad de un hombre que tiene
algunos años antes que él y que está en buen estado de
salud, yo diría que no he terminado, que no he dicho todo
lo que decir, ni mucho menos. Pero no quiero decir esto a
mí mismo. Si durar otros diez años, eso sería muy bueno,
eso no sería del todo mal.
¿Y cómo se planea usar estos diez años?
Al hacer proyectos como las emisiones estoy preparando,
que creo que debería ser considerada como parte de mi
trabajo. Al hacer un libro de conversaciones que he
empezado con Simone de Beauvoir, que es la continuación
de Les Mots, pero que se arreglará esta vez por temas, y
que no se hará con el estilo de Les Mots, ya que puede no
ya no tienen ningún estilo.
Pero está el involucrarse menos en estos proyectos.
Estoy entremeterme menos porque
tengo que hacerlo. Debido a los setenta ya no puedo
esperar que en los diez años de vida útil restante me voy a
producir la novela o la obra filosófica de mi vida. Todo el
mundo sabe lo que los diez años entre setenta y ochenta
son como ....

Sombrero de W que estamos hablando, entonces, no es


tanto el medio como la ceguera vejez.
Sólo me siento a través de mi vejez media-ceguera que es
un accidente, podría haber otros, ya través de la cercanía
de la muerte, lo cual es absolutamente innegable. No es
que lo pienso, nunca pienso en ello; pero sé que está por
venir.
Usted sabía que antes!
Sí, pero yo no pienso en ello, realmente no lo hice. Usted
sabe, hubo un momento en que yo creía que era inmortal,
hasta que tenía unos treinta años. Pero ahora sé que soy
muy mortal, sin tener que pensar en la
muerte. Simplemente, sé que estoy en el último período de
mi vida, y por lo tanto ciertas obras no son posibles para
mí. Debido a su tamaño, no debido a su dificultad, porque
siento que estoy a punto al mismo nivel de inteligencia que
yo era hace diez años. Lo importante para mí es que lo que
había que hacer que se hizo. Para mejor o peor, no
importa. En cualquier caso, me he dado una oportunidad. Y
luego, hay diez años a la izquierda.
Me recuerda a Gide en Thésée: "He hecho mi trabajo, he
vivido ...." Tenía setenta y cinco años de edad y tenía la
misma serenidad, esta satisfacción de una tarea
terminada. Usted dice lo mismo?
Exactamente.
En el mismo espíritu?
Algunas cosas tendrían que ser añadido. No creo que mis
lectores de la misma manera que lo hizo Gide. No creo que
de la acción de un libro como lo hizo. No pienso en el futuro
de la sociedad como lo pensaba. Pero, para tomar sólo el
individuo, sí, en cierto sentido; muy bueno, he hecho lo que
tenía que hacer ....
Usted está satisfecho con su vida?
Muy. Creo que si hubiera tenido más suerte, habría tratado
más cosas mejor.
Y también si había tomado un poco mejor cuidado de sí
mismo. Porque, al final, has arruinado su salud estuviera
escribiendo Crítica de la razón dialéctica.
¿Qué es la salud para? Es mejor escribir la Crítica de la
razón dialéctica -I decirlo sin orgullo, es mejor escribir algo
que es largo, preciso e importante en sí mismo que estar
en excelente estado de salud.

II
¿Lamenta que los intelectuales jóvenes que no leen más,
que saben que sólo a través de falsas ideas de usted y su
trabajo?
Yo diría que es demasiado malo para mí.
Para usted, o para ellos?
A decir verdad, para ellos también. Pero creo que es sólo
una fase pasajera.
Básicamente que estaría de acuerdo con la predicción de
Roland Barthes hizo recientemente cuando dijo que va a
ser redescubierta y que esto se llevará a cabo en breve de
una manera completamente natural?
Eso espero.
Y cuál de sus obras es lo que espera para ver la nueva
generación tome de nuevo?
Las situaciones, Saint-Genet, la Crítica de la razón
dialéctica, y Le Diable et le Bon Dieu. Las situaciones, si se
quiere, es el trabajo no-filosófico que más se aproxime a la
filosofía: crítica y política. Me gustaría mucho que
permanecer y para la gente lo lea. Y luego La
náusea también. Creo que desde un punto de vista
puramente literario que es la mejor cosa que he hecho.

D espués de mayo de 1968 que me dijo: "Si uno relee


todos mis libros, uno se dará cuenta de que no he
cambiado profundamente, y que siempre he mantenido un
anarquista."
Eso es muy cierto. Y será evidente en las emisiones de
televisión estoy preparando.Aún así, he cambiado en el
sentido de que yo era un anarquista sin saberlo cuando
escribí La náusea: No me di cuenta de que lo que estaba
escribiendo no podría tener una interpretación
anarquista; Sólo vi la relación con la idea metafísica de
"náuseas", la idea metafísica de la existencia. Luego, por
medio de la filosofía, descubrí el anarquista estar en
mí. Pero cuando descubrí que yo no llamarlo así, porque la
anarquía de hoy ya no tiene nada que ver con la anarquía
de 1890.
En realidad, nunca se identificó a sí mismo con el llamado
movimiento anarquista!
Nunca. Por el contrario, estaba muy lejos de ello. Pero
nunca he aceptado ningún poder sobre mí, y siempre he
pensado que la anarquía, es decir, una sociedad sin
poderes, debe ser provocada.
Debe reconocer el hecho, a pesar de todo, a pesar de que
se rechaza todo el poder, que ha ejercido el poder mismo?
He tenido un falso poder: el poder de un profesor. Pero el
poder real de un profesor consiste, por ejemplo, en la
prohibición de fumar en clase no lo hice, o al no-
estudiantes que siempre dio buenas calificaciones. Estaba
transmisión del saber; como yo lo veo, que no es un poder,
o más bien depende de cómo se enseña. Pregunta Bost 1si
yo pensaba que tenía poder sobre mis alumnos, y si lo
hiciera.
¿No cree que la fama le dio un cierto poder?
No lo creo. Tal vez un policía me va a pedir mis papeles
más cortésmente. Pero no veo cómo, en las afueras de
cosas por el estilo, no tengo poder. Creo que no tengo
ningún otro poder que el poder de las verdades que le digo.
Una de las sorprendentes cosas de ti: nunca toman la
iniciativa en un encuentro?
Nunca. No estoy curiosidad por la gente.
Sin embargo, una vez escribió: "Tengo una pasión para la
comprensión de los hombres."
Sí. Una vez que sea cara a cara con un hombre, tengo una
pasión para entenderlo, pero no voy a salir de mi manera
de verlo.
Esa es la actitud de un solitario.
Una reclusa, sí. Debo señalar que estoy rodeada de gente,
pero son las mujeres. Hay varias mujeres en mi vida,
Simone de Beauvoir ser el único que, en un sentido, pero
hay varios.
Eso debe ocupar una cantidad considerable de tiempo. Y
tomó una gran cantidad de tiempo cuando todo lo que
realmente quería hacer era escribir. Usted dijo una vez: "La
única cosa que realmente me gusta hacer es estar en mi
mesa y escribir, preferentemente filosofía."
Sí, eso es lo que realmente me encantó. Y siempre estaba
retenido en una pequeña distancia de mi mesa: tenía que
romper las cosas con el fin de volver a ella.
Pero que no le gusta estar solo cuando no está trabajando?
En algunos casos me gusta estar solo mucho. Antes de la
guerra, en ciertas noches cuando Castor [es decir, de
Beauvoir] no era libre, me gustaba mucho ir a comer por sí
solo en el "Balzar", por ejemplo: me sentí mi soledad.
Eso no ha sucedido a usted muy a menudo desde el final
de la guerra ....
Recuerdo que hace tres o cuatro años que tenía una noche
para pasar solo, y yo estaba muy feliz por eso. Esto fue en
la casa de un amigo que no estaba allí. Bebí. Yo estaba
completamente borracho. Volví a casa y Puig, mi
secretaria, que había venido a ver si todo estaba bien, me
seguía a cierta distancia. Y luego me vino abajo, él me
recogió, me apoyó y me llevó a casa. Eso es lo que hice
con mi soledad. Además, cuando yo diga Simone de
Beauvoir que me gusta estar solo, sino que la gente que yo
no fuera sola, ella siempre dice: "Me haces reír."
¿Cómo se vive en estos días?
Mi vida se ha vuelto muy simple, ya que no puedo
conseguir alrededor de mucho. Me levanto a las ocho y
media de la mañana. A menudo voy a dormir en casa de
Simone de Beauvoir y tomar el desayuno en un café de
camino a casa, a menudo en el que más me gusta, "La
Liberté", que en realidad es un nombre adecuado para mí,
en la esquina de la calle de la Gaité y el bulevar Edgar
Quinet, doscientas yardas de donde yo vivo. Me siento en
casa en Montparnasse. Tengo algún conocimiento de la
gente del barrio, los camareros de los cafés, la mujer que
vende periódicos, unos tenderos.
Siempre me organicé mi vida alrededor de mis horas de
trabajo: a partir de las nueve y media más o menos a la una
y media y de cinco o seis PM a las nueve de la noche. Por
el momento estas horas son un poco vacío, pero todavía
mantienen a ellos. Me voy a tomar el almuerzo en una
cervecería local y después volver a casa a eso de las
cuatro y media.
Por lo general, Simone de Beauvoir está allí y charlamos un
poco y luego se lee a mí, ya sea algún libro o Le
Monde o Liberación, u otros periódicos. Eso nos lleva a
alrededor de las ocho y media o nueve de la tarde, y
entonces la mayoría de las veces nos vamos de nuevo
juntos a su piso y pasar la noche con ella, casi siempre
escuchando música, o, a veces, continúa leyendo para mí,
y yo siempre ir a la cama o menos al mismo tiempo,
alrededor de las doce y media.

Música ocupa un lugar importante en su vida. No mucha


gente sabe que ....
La música ha significado mucho para mí, tanto como una
distracción y como elemento importante de la cultura. Todo
el mundo en mi familia era un músico: mi abuelo tocaba el
piano y el órgano, mi abuela tocaba el piano bastante bien,
mi madre tocaba bien y cantó. Mis dos tíos-particularmente
mi tío Georges, cuya esposa también era muy musical-eran
excelentes pianistas, y usted sabe que el primo Albert
[Schweitzer] no estaba mal en el órgano, ya sea .... En
pocas palabras, todos en la casa Schweitzer jugó, ya lo
largo de mi infancia vivió en un ambiente musical.
A la edad de ocho o nueve años se me dio clases de
piano. Entonces yo no tenía nada más que hacer con él
hasta que tenía doce años, en La Rochelle. Allí, en la casa
donde vivía con mi madre y su padrastro, había una gran
sala de dibujo que nadie entró a excepción de recepciones
y donde un piano de cola se sentó en el estado. No volví a
aprender por mi cuenta, en primer lugar jugar decenas de
operetas, y luego obras para cuatro manos, que he jugado
con mi madre, Mendelssohn por ejemplo. Y poco a poco,
las cosas más difíciles, Beethoven, Schumann, Bach más
tarde, con la digitación que era casi correcto, pero por fin
logró jugar más o menos hasta el tempo, no muy precisa,
pero en general, respetando la medida.
Tuve éxito en el último en tocar cosas muy difíciles, como
Chopin o las sonatas de Beethoven, a excepción de los
fines de muy queridos, que son extremadamente
difíciles; Me gustaría jugar sólo una parte de ellos. Y jugué
Schumann, Mozart, y también melodías de óperas o
zarzuelas que yo canto .... Incluso me dio clases de piano
cuando tenía veintidós años de edad, en la Normal
Superior.
Al final se había convertido en importante para mí
jugar. Por ejemplo, en la tarde a las 42 rue Bonaparte,
Simone de Beauvoir vendría a trabajar en mi casa y ella
comenzaría la lectura o la escritura antes que yo, y me
gustaría ir a sentarse al piano, a menudo durante dos
horas.
¿Alguna vez ha jugado para los amigos?
No, nadie ha pedido a mí. Más tarde jugué con mi hija
adoptada Arlette: ella iba a cantar o tocar la flauta y me
gustaría acompañarla. Hicimos que desde hace varios años
y luego, oh cielos, ahora, obviamente, no podemos jugar
más. Así que ahora escucho más música que antes. Puedo
decir que tengo un buen conocimiento de la música, desde
el barroco hasta la atonalidad.
Nunca se ha hecho ninguna componer?
Sí, me incluso compuso una sonata, que se escribe a
cabo. Creo Castor todavía lo tiene.Tiene que ser un poco
como Debussy, no me acuerdo muy bien nunca más. Me
gusta mucho Debussy, Ravel también.
Habiendo dicho esto, es extraño que no he hablado de la
música en mis libros. Creo que es porque no tengo nada
más que decir al respecto que la gente no sabe ya. Por
supuesto, hay que prefacio que escribí hace mucho tiempo
para el libro de René Leibowitz y uno de los pocos músicos
que conocía personalmente, pero no he hablado menos la
música que en el problema del significado en la música, y
ciertamente no es uno de mis mejores textos.

III

Admiración: es que la sensación de que está familiarizado


con?
No. Yo no admiro a nadie, y no me gustaría que nadie me
admiran. No hay ninguna razón para que los hombres
pueden admirar: que todos son iguales, todos iguales. Lo
que es importante es lo que hacen.
Sin embargo, un día me dijo que admiraba Victor Hugo ....
Oh, no mucho. No puedo dar ninguna sensación exacta de
Victor Hugo. Hay muchas cosas que criticar en él, y otras
cosas que son realmente muy bonito. Está confundido y
mezclado, y por lo que salió de ella diciendo que lo
admiraba. Pero la verdad es que no lo admiro más que
cualquier otra persona. No, la admiración es un sentimiento
que supone que uno es inferior a la persona que
admira. Sin embargo, como ya saben, como yo lo veo,
todos los hombres son iguales y la admiración no tiene
lugar entre los hombres. -Estima que se podría esperar la
verdadera sensación de un hombre que mostrar por otra.
Más de amar?
No, el amor y la estima son dos aspectos de una misma y
única realidad, es una y la misma relación con el otro. Lo
cual no quiere decir que estima es absolutamente
necesario para el amor, ni amor a estimar. Pero cuando
ambos están presentes juntos, uno tiene la verdadera
actitud de un hombre hacia otro. No hemos llegado a ese
punto.Vamos a estar allí cuando lo subjetivo ha sido
completamente al descubierto.
Pero ¿cómo se explica a sí mismo el hecho de que son
inconstantes en la amistad y constante en sus relaciones
de amor?
No soy voluble en la amistad. Digamos, si se quiere, que
mis amistades no han contado tanto como mis relaciones
de amor. ¿Por qué dice que soy voluble?
Me refiero a Camus, por ejemplo.
Pero nunca estaba en contra de Camus. Yo estaba en
contra del papel que le envió a Les Temps Modernes me
llama "Monsieur le directeur" y el desarrollo de ideas locas
sobre el artículo de Francis Jeanson. 2 Él podría haber
respondido a Jeanson, pero no de la manera que lo hizo:
fue su artículo que me hizo enojar .
Y la pausa que siguió no le afectó?
No en realidad no. Ya habíamos estado viendo mucho
menos el uno del otro y durante los últimos años, cada vez
que nos encontramos con hacer volar a mí: yo había hecho
esto, yo hubiera dicho eso, había escrito algo que no le
gustaba y él explotaba a mi.Todavía no se había llegado a
un altercado, pero se había vuelto menos agradable.Había
cambiado mucho, Camus tenía. Al principio, él aún no
sabía que era un gran escritor, que era un tipo divertido y
tuvimos buenos momentos juntos: su lenguaje era muy
picante, por lo que era mío para el caso, nos contamos
historias sucias, uno tras otro y su esposa y Simone de
Beauvoir simulaban estar en shock. Durante dos o tres
años que tenía muy buenas relaciones con él. No pudimos
ir muy lejos en el nivel intelectual porque se había alarmado
con rapidez; de hecho, había un lado de él que oliera a la
pequeña tipo duro de Argelia, en gran medida un hooligan,
muy divertido.Fue probablemente el último buen amigo que
tenía.
Volvamos a las mujeres ....
Mis relaciones con las mujeres siempre han sido los
mejores, porque las relaciones sexuales, hablando con
propiedad, permitir el objetivo y lo subjetivo que debe darse
junto con más facilidad. Las relaciones con una mujer,
incluso si uno no se acuesta con ella, pero si uno tiene o si
uno podía tener-son más ricos. En primer lugar, hay un
idioma que no es el habla, que es el lenguaje de las manos,
la lengua de caras. No estoy hablando acerca del lenguaje
del sexo propiamente dicho. En cuanto a la lengua misma,
se trata del lugar más profundo, se trata de tener relaciones
sexuales, cuando se trata de una relación de amor. Con
una mujer, la totalidad de lo que uno es está presente.
Lo que también me ha llamado la atención ya que he
sabido que es que cuando se habla de sus amigos que son
a menudo cáustica ....
Porque sé lo que son! Y lo que soy como! Yo sólo así podía
ser cáusticos sobre mí también.
Y si tuviera que ser cáusticos sobre sí mismo, ¿qué le
diría?
En general, siempre regresa al no haber ido lo más lejos
posible en mi radicalismo.Naturalmente, en el curso de mi
vida he hecho un montón de errores, grandes y pequeñas,
por una razón u otra, pero en el corazón de todo esto, cada
vez que ha cometido un error que era porque no era lo
suficientemente radical.

Sombrero W es sorprendentemente ausente en ti es la


culpa.
No tengo ninguna, es cierto. De cualquier tipo. Nunca me
siento culpable, y yo no soy culpable. En mi familia, de
inmediato, se me llenaron con la sensación de que yo era
un niño valiosa. Sin embargo, al mismo tiempo hubo la
sensación de mi contingencia, que tanto se opuso a la idea
de valor, ya que el valor es todo un torbellino que
presupone ideologías, alienaciones, mientras que la
contingencia es una realidad simple. Pero he descubierto
un truco: para atribuir valor a mí mismo porque me sentí
contingencia cuando los otros no lo sienten. Por lo tanto,
me convertí en el hombre que habló de imprevistos y, como
consecuencia, el hombre que había colocado su valor en la
búsqueda del sentido y de la significación de la
misma. Todo eso está muy claro.
Y usted no cree que, en la forma de actuar con el dinero,
por ejemplo, se podía leer los signos de culpabilidad?
No lo creo. El primero que hay que decir es que no vine de
una familia donde la relación entre el dinero y el trabajo se
entendía claramente como algo duro, doloroso.
Mi abuelo trabajó mucho, pero trabajaba con la escritura, y
para mí fue muy divertido de hacer nada más que leer y
escribir. Él escribió, se había divertido, me había visto las
pruebas que estaba corrigiendo, me hacía mucha gracia; y,
a continuación, había libros en su sala de trabajo, y luego
hablaron con la gente, les dio clases de alemán. Y todo lo
que le estaba ganando dinero. Como se puede ver, la
relación no era distinta.
Más tarde, cuando yo mismo escribí, no había
absolutamente ninguna relación entre el dinero que recibí y
los libros que escribió: Yo no lo entiendo, ya que creía que
el valor de un libro se estableció a lo largo de los
siglos. Como consecuencia de ello, el dinero que ganaban
mis libros para mí era en sí misma una especie de señal de
contingente. Si lo desea, la primera relación entre el dinero
y la vida continuó. Es una relación estúpida.
No era mi trabajo, mi forma de vivir, mi esfuerzo en el que
tomé el placer-siempre he estado escribiendo y feliz, por
cierto, mi posición como profesor, que fue un poco ligada a
todo eso, no me molesta. Me gustaba hacerlo. En estas
circunstancias, ¿qué necesidad había de que nadie me da
dinero? Y sin embargo, la gente me lo dieron.
Como estábamos hablando de culpa, yo estaba pensando
más en su manera de regalar dinero.
Con el fin de dar a la basura, tengo que tener primero. No
podía dar cualquier distancia hasta que tenía dieciocho o
diecinueve años, cuando estaba en la Normal Superior y di
clases a alumnos privados, y por lo tanto dieron dinero. Allí,
tuve un poco y yo era capaz de dar de parte de ella. Pero,
¿qué estaba yo dando? El papel moneda que he recibido
después de hacer un trabajo que me ha satisfecho. No me
sentí de primera mano el valor de la moneda: me sentí las
facturas de papel que di a medida que los recibí, para
nada.
Es posible que haya querido comprar cosas, poseer cosas.
Eso ocurrió también. No le di todo lo que he recibido de
distancia, por lo tanto he comprado cosas por mí
mismo. Pero nunca he querido tener mi propia casa o
apartamento. Dicho esto, no creo que hay la más mínima
culpa en el camino doy dinero. Lo di por lo que pude y
porque los que yo estaba interesado en que sea
necesario. Nunca me dio el dinero con el fin de borrar un
error, o porque el dinero como tal era una carga para mí.
Una cosa que me llamó la atención la primera vez que
sabía que era que a menudo tenía bultos de grasa de
proyectos de ley sobre ti. ¿Por qué?
Es cierto, a menudo tenía más de un millón de 3 en el
bolsillo. La gente me ha regañado muchas veces para
llevar demasiado dinero en mí. Simone de Beauvoir, por
ejemplo, encontró ridículo y lo que realmente es
idiota. Pero, a decir verdad, si yo no lo hago más ahora, no
es porque podría perderlo o alguien podría robarme pero
debido a mi vista: Me confundir las cuentas y que pueden
causar situaciones molestas. Aun así, me gusta tener mi
dinero en mí, y me resulta desagradable que no puedo
hacerlo más. Debo decir que esta es la primera vez que
alguien me ha preguntado por qué ....
Sé que me hace ver como un pez gordo para sacar un
paquete de grasa: Recuerdo un hotel en la Costa Azul
donde nos fuimos a menudo, Simone de Beauvoir y yo; un
día, el sustituto de la directora se quejó a Simone de
Beauvoir que había llevado a cabo demasiado dinero para
pagar su .... Y, sin embargo, yo no soy un gran disparo. No,
creo que si me gusta tener un montón de dinero en mí, esto
corresponde en cierto modo a la manera en que vivo con
mis muebles, la forma en que tengo mi ropa de todos los
días en adelante, que son casi siempre los mismos, mis
gafas, mis más ligeros, mis cigarrillos.
Es la idea de tener en mí tantas cosas como sea posible
que me define para mi, la vida entera, todo lo que
representa mi vida diaria en un momento dado. La idea, por
lo tanto, de ser totalmente lo que soy en el momento
presente y de no depender de nadie, de no tener que
preguntar a nadie por nada, de tener todos mis bienes a mi
disposición inmediata. Eso representa una especie de
forma de sentir superiores a las personas, lo cual es
obviamente falsa y estoy perfectamente consciente de ello.
También con frecuencia da consejos que son claramente
excesivos.
Siempre.
Eso puede ser preocupante para las personas a las que les
demos para.
No exageras.
No va a ser de ti que me entero de cómo la reciprocidad
debe ser posible por la generosidad para evitar estar de
alguna manera humillante.
La reciprocidad no es posible, pero es la bondad. Los
camareros de la cafetería aprecian el hecho de que yo les
daré grandes consejos, y me lo pagas en la bondad. Mi
idea es que si un hombre vive de consejos, quiero darle
todo lo que pueda, porque creo que si puedo contribuir a la
subsistencia de un hombre, él debe vivir bien.

Sombrero de W todavía tiene interés real para usted?


La música, como ya te he dicho. La filosofía y la política.
Pero qué te excita?
No, no hay mucho que me excita más. Me pongo un poco
por encima ....
¿Hay algo que le gustaría añadir?
Todo, en un sentido, si se quiere, y en otro sentido, no hay
nada. Todo, porque en relación con lo que hemos
formulado, no es todo lo demás, todo lo que se debe
explorar con cuidado. Pero eso no se puede dar en una
entrevista. Eso es lo que siento cada vez que doy una
entrevista. En cierto modo, las entrevistas son
frustrantes; que son frustrantes porque no sería en realidad
muchas cosas que decir. La entrevista les lleva a la vida, al
igual que sus opuestos, en el mismo momento en que se
responde. Pero una vez dicho esto, creo que como un
retrato de lo que soy a la edad de setenta años, esto es lo
que se necesitaba.
Usted no va a concluir, como Simone de Beauvoir llegó a la
conclusión, que han sido"tenía".
Oh no, yo no diría eso. Además, ella misma, ya sabes, con
razón dice que ella no quería decir que había sido tenido en
la vida, sino que se sentía engañado en las circunstancias
en que se escribió ese libro, 4 , es decir, después de la
guerra de Argelia, etc, pero me no diría que; Ella no ha sido
tenido por nada, no se me ha decepcionado por nada. He
visto a personas, buenas y malas, por otra parte, el mal no
son malos, excepto en relación con ciertos objetivos-que he
escrito, he vivido, no hay nada que lamentar.
En resumen, por lo que la vida ahora ha sido bueno para
usted?
En general, sí. No veo lo que he podido reprocharle con. Se
me ha dado lo que quería y, al mismo tiempo que se me ha
hecho reconocer que no es mucho. Pero ¿qué se puede
hacer?
(La entrevista termina en un ataque de risa provocada por
el tono desengañado de esta última afirmación.)
La risa debe ser mantenido. Usted debe poner:
"acompañado por la risa."

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