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2016
En este proceso surgen las dificultades de nominalizar las experiencias presentes como
modelo populista, neo-desarrollista, nacional- popular, progresismo o izquierda nacional.
El siglo XXI, coloca a América Latina en experiencias disímiles. Argentina, Bolivia, Brasil,
Chile, Ecuador, Uruguay y Venezuela han tenido movimientos importantes aunque con
diferente grados de alcance, los casos de México, Perú, Colombia y Paraguay tienen otra
impronta en cuanto a los perfiles de los políticos a cargo sin embargo un importante conjunto
de políticas implementadas no se alejan del posicionamiento del resto de países.
Todos los países de la región tienen algunos rasgos comunes, entre los que sobresale el
agotamiento de las reformas estructurales y las formas de inserción en la globalización –
especialmente en los mercados financieros–, generando como consecuencia un panorama
político más abierto y heterogéneo, inaugurando un nuevo ciclo de transformaciones y
desafíos políticos y económicos.
Si bien es tema de discusión en qué medida y en qué sentido se han producido estos
cambios, es notable la existencia de un juego diferente del Estado del que estuviera
determinado por el ajuste estructural preponderante bajo el paradigma neoliberal. No
podemos dejar de observar que aún existen espacios en donde se mantienen vigentes
algunas líneas directrices de los programas, planes y proyectos de los 90, así como también
que algunos actores han tenido una presencia invariable en el Estado a lo largo de las
últimas décadas.
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XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016
Por eso reflexionamos respecto de los modelos de gestión estatal de los últimos años del
siglo XX y los primeros años del presente siglo donde va apareciendo una nueva
direccionalidad de las políticas públicas. Esta nueva dirección tiene como eje analizar la
cronología de los cambios en el rol del Estado según su grado de visibilidad respecto del
mercado, revisando la preponderancia de ciertas políticas económicas y sociales respecto de
otras.
Esta cronología de los modelos de gestión estatal es lo que Oszlak (2013) ha marcado como
diferentes tipos de estadios (o Estados): El weberiano, claramente asociado a una
concepción estado-céntrica, el New Public Management, vinculado a una visión mercado-
céntrica y la filosofía del Open Government, que podríamos considerar socio-céntrica y
donde se destaca el rol de la ciudadanía y la sociedad civil.
En los últimos tiempos se ha dado una falsa disyuntiva, más bien teórica, respecto al Estado
ausente u omnipresente. Los debates cayeron en falsos reduccionismos. Las miradas van
desde el Estado mínimo, clásico de las reformas neoliberales de los 90, hasta las posturas
del Estado intervencionista y regulador, que supuestamente la ciudadanía reclama para que
resuelva sus problemas. Siendo nuestra intención la de encuadrar el rol del Estado en la
actualidad comparativamente con otras épocas, adoptamos con prudencia la noción de
Estado visible como contrapuesto al invisible.
Aunque en ambos casos el Estado está presente, su visibilidad resulta más difusa en los 90
cuando a pesar de garantizar la reproducción del capital financiero, éste actuaba como
operador de funciones básicas. Como señala Felcman (2011), el mundo creyó que el nuevo
paradigma neoliberal y su correspondiente modelo de gestión habían venido a quedarse para
siempre (como quizá fue el caso del modelo burocrático-weberiano). Sin embargo, en el 2008
se asistió a la implosión económico-financiera mundial con impactos posteriores. Este
fenómeno socio-económico-político fue denominado el big bang paradigmático. En este
marco el Estado va adquiriendo una importante visibilidad a partir de su actuación en
múltiples decisiones. El retorno de empresas privatizadas en manos del Estado, el aumento
del uso de mecanismos de redistribución del ingreso asociados a la salud y la educación
intensifican el giro ideológico y el punto de inflexión de la invisibilidad a la visibilidad.
Mientras que en los 90 la obra pública pasabaa un segundo plano, o a cargo de la inversión
privada a través de concesiones específicas, la necesidad de dar futuro a la región impulsó
en el presente siglo los requerimientos de planificación con una presencia fuerte del Estado
en la toma de decisiones y con consulta a sectores sociales. Así se inicia una mayor
visibilidad del Estado en el desempeño de las diferentes políticas públicas.
Como hemos señalado en otro artículo (Blutman y Lavena 2015), la noción de invisibilidad se
vincula directamente con el no intervencionismo estatal planteado por Adam Smith, con su
clásica referencia a la mano invisible del mercado. Si bien el concepto se asocia con el
liberalismo clásico, la expresión fue desarrollada de manera muy general por el autor en dos
de sus libros:
La fuerza de la expresión llevó a que gran cantidad de autores la hayan referenciado para
sostener o criticar determinadas teorías.
intervenciones públicas sólo agravarían las cosas. El corolario es que hay que dejar que
surja el mercado y luego su carácter autorregulado y autopropulsado expandirá la sociedad
de mercado –y la modernización y bienestar consecuente- a todo el país (Blutman y Cao,
2012).
Como complemento de este análisis, la teoría de la elección pública utilizó este instrumental
para analizar el funcionamiento del Estado. Las obras liminares en este sentido (Buchanan y
Tullock, 1999, edición original 1962; Downs, 1957) sostienen que el funcionario público,
como ser racional, busca maximizar la utilidad de su cargo, es decir, obtener el máximo
provecho para sí mismo. De esta forma, el comportamiento de los burócratas y políticos es
maximizador del presupuesto público, principalmente en lo que concierne a sus propios
intereses, y en un segundo plano buscar el bienestar social.
De este supuesto se desprende que hay una diferencia central entre el mercado económico y
el de la política, y cómo en cada uno de ellos se sigue el interés egoísta. En el primero, se
impulsa la optimización de la producción y el consumo. El segundo, en virtud de la asimetría
en la información -pues el ciudadano común normalmente permanece desinformado sobre el
total de aquellas áreas de la política gubernamental que afectan sus gastos e ingresos-
termina generando que los políticos reasignan recursos en su propio provecho lo que hace
que, indirectamente, el gobierno se apropie de recursos de los contribuyentes.
Avanzada la década de los 90 comenzaron a tener cada vez mayor influencia las posiciones
neo-institucionalistas que criticaban varios de los axiomas relativos al Estado mínimo. Según
esta perspectiva, las instituciones entendidas como “reglas de juego en una sociedad” son
las que terminan estableciendo la configuración de los mercados político y económico. Hay
configuraciones que incentivan el crecimiento y la organización productiva de los agentes
económicos, mientras que otras llevan a la desorganización y a costos que reducen la
competitividad del todo social.
ámbito mercantil.
Desde hace más de una década el escenario conceptual sobre la modernización estatal está
atravesado por el paradigma del New Public Management (NPM) y los aportes de las teorías
neo-institucionalistas. Más recientemente, se incorpora a este debate la crítica neo-
weberiana.
En diferentes lugares del mundo se está promoviendo una revisión de las recomendaciones
del NPM con la intención de refundar el estado weberiano burocrático (algunas corrientes
denominan a este modelo New Weberian State). Esta perspectiva se propone una
modernización de sus procesos y enfoques de gestión, llamado también el big bang
paradigmático de los modelos de gestión (Felcman, en Felcman y Blutman, 2011).
Se considera que en América Latina, por lo general, no llegó a institucionalizarse sino parcial
y excepcionalmente el sistema que Weber llamó de dominación racional-legal encarnado en
la burocracia. De ésta se tomaron las apariencias formales pero en ausencia de los
condicionamientos socio-económico-políticos necesarios, lo que se desarrollaron
mayormente fueron “buropatologías”, que en el mejor de los casos se aproximaban al
sistema mixto que Weber llamó “burocracias patrimoniales”.
Ante esta situación y para el aseguramiento de los intereses generales, la solución razonable
consiste en someter las actividades exclusivas del Estado no al régimen gerencial y
contractual propio del sector privado, sino a los arreglos institucionales característicos del
sistema burocrático. En otras palabras, no es el control de resultados sino el sometimiento a
reglas precisas lo que ayudará a resolver -imperfectamente- los problemas del Estado.
La tesis principal es que, dada la posición monopolista que generalmente ocupan los
organismos y agencias de regulación e intervención, la mejor oportunidad disponible para
influir positivamente en el comportamiento de sus funcionarios es la ordenación de su
promoción estructurada en régimen de carrera administrativa.
Cabe preguntarse qué elementos deberían estar presentes para articular la dimensión del
Estado como relación social con la instancia estatal operativa. Siguiendo los análisis de la
crítica neo-weberiana al NPM, la burocracia es un piso que debe construirse, una estructura
básica imprescindible para plantear abordajes post-burocráticos.
crisis del comercio exterior en el 30 ó del petróleo a inicios de los 70 y que demarcan,
simbólicamente, la separación de fases cardinalmente diferentes.
La nueva época tiene como sustrato material tanto elementos de orden mundial -el fin del
ciclo de hegemonía de la valorización financiera hacia otro en donde la irrupción de China
posibilita una reinserción con un perfil más industrial en el mercado mundial- como otros
vinculados a proceso propios de América Latina. Se suspende la etapa de reflujo social,
abriéndose un nuevo ciclo de movilización y presencia ciudadana que se traduce en el triunfo
electoral de varios gobiernos catalogados de izquierda, centro izquierda, progresistas o
populistas.
En lo que hace al Estado, estas propuestas presentan una diferencia importante con las que
se desarrollaron décadas atrás: ni aún en sus proposiciones más radicalizadas sostienen
modelos de trabajo a la cubana, basados casi exclusivamente en la administración estatal.
En todos los casos, y sin dejar de considerar al sector como elemento clave, se postulan
diferentes formas de intervención estatal más allá de la gestión directa: asociación
público/privado, gestión mixta, apoyo a la gestión social, promoción, regulación, planificación,
concertación, e inclusive instancias de mercado.
Un enfoque central para el análisis de estas posturas es la del Estado enraizado (Evans,
2007), diferente al predatorio y al desarrollista en donde el Estado está presente para la
transformación estructural (como en los casos de Japón, Corea, Taiwán). Es activo y tiene un
papel central en la acumulación industrial, encauzando el capital a inversiones de riesgo,
mejorando a las empresas, insertándose en los mercados. Hay una relación simbiótica entre
autonomía estatal y competencia de mercado.
Sader (2015) destaca que el neoliberalismo ha buscado destruir la imagen del Estado,
colocando en su lugar la centralidad del mercado. Hay una idea de expandir la esfera
mercantil a través del poder de compra de los consumidores. Este planteo sostiene que
democratizar las sociedades es desmercantilizarlas, transfiriendo de la esfera mercantil hacia
la pública los servicios que el modelo neoliberal ha cercenado.
Por otra parte Santos (2010) afirma, que el Estado es un animal extraño, mitad ángel y mitad
monstruo, pero sin él muchos otros monstruos andarían sueltos, insaciables, a la caza de
ángeles indefensos. El modelo de más mercado y menos Estado se iría transformando en
más Estado, más mercado y más ciudadanía incluida, aunque nunca se ausentarán los
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XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016
Estados. En el auge del neoliberalismo, los Estados no se achicaron sino que redefinieron
sus objetivos y su presencia activa se direccionó abiertamente hacia la defensa de los
intereses de los sectores de mayor concentración y poder económico.
El Estado comparte entonces la esfera pública con los actores volviéndose un Estado
relacional, pasando de la lógica de provisión de servicios, focalizada en el sector privado, a
una nueva atención a la coproducción de servicios, ampliando las funciones de
planeamiento, diseño, administración, distribución, monitoreo y evaluación de las actividades
asociadas a la misma (Smith y Huntsman, 1997; Bovaird, 2007).
Como contracara, aparecen discrepancias con las acciones neopopulistas, que sostienen la
necesidad de la vuelta a un mundo liberal. Así, las transformaciones en el rol del Estado van
visibilizando los matices de una presencia/ausenciavinculada con su participación en los
procesos sociales, políticos y económicos.
Cuestiones de Estado
Levitsky (2015) plantea que la ola de izquierda en América Latina comienza a retroceder a
partir de dos causas que considera centrales: el desgaste natural después de años de
gobierno de dicho signo político, y el debilitamiento de la economía fundamentada en la
explotación de las materias primas. Pero estos gobiernos, salvo Venezuela, demostraron la
aplicación de políticas redistributivas que mejoraron los ingresos de millones de familias a
través de programas de transferencias de recursos entre los distintos ciudadanos en
situación histórica de vulnerabilidad socioeconómica.
A los efectos de señalar el pasaje de una fase de invisibilidad a otra de visibilidad del Estado
es posible describirlos: Por un lado, buscando identificar la presencia o ausencia de políticas
públicas redistributivas en la cronología del accionar del Estado en cada país.
La Tabla 1 resume los conceptos que buscamos detectar en la revisión de las políticas
públicas como marcar los cambios en los grados de invisibilidad/visibilidad medida respecto
de la identificación de las políticas con los paradigmas neoliberal de fines del siglo XX, y
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XXI Congreso Internacional del CLAD sobre la Reforma del Estado y de la Administración Pública, Santiago, Chile, 8 - 11 nov. 2016
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Esta nueva fase del Estado visible de la actualidad, se caracteriza por la competencia y la
apertura plenas en los planos nacional e internacional, en un mercado mundial unificado. Por
ello es la etapa más violenta del capitalismo pero, al mismo tiempo, aquella en la que la
violencia se hace más invisible (Moncayo, 2012).
Considerar estas facetas que ha ido adquiriendo el Estado nos introduce en momentos en los
que fluyen los pensamientos hacia nuevos horizontes. En algunos países de la región los
horizontes electorales y políticos parecen renovar la confianza en el mercado frente al Estado
que en los últimos años nos mostraba un protagonismo fuerte como articulador de las
demandas de la ciudadanía. Este resurgimiento enfático de enfoques post-neoliberales
difícilmente represente una ruptura total respecto de la visibilidad del Estado en relación a su
papel más activo y presente en la articulación de las demandas de la sociedad.
Bibliografía
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Argentina” Ubacyt 2014-2017 – Pict 2015-2017 ANCyT. Buenos Aires mimeo.
Blutman, G. y Cao, H. (2012). Hoja de Ruta sobre Reforma y Modernización del Estado:
repasando algunos términos del debate. Revista Aportes, 30, p. 15-42.
Blutman, G. (2013). Ensayos truncos de reforma y modernización del Estado en Argentina.
En Madurerira, C. Y Asencio, M. (eds.) Handbook de Administración Pública. Lisboa:
INA Editora.
Bozzo, C.; Lopez, B., y Zapata, A. (1999). Serie de Investigaciones en Administración
Pública. Centro de Investigaciones en Administración Pública. La segunda Reforma del
Estado, crónica de un fracaso anunciado. En Blutman, G. (comp.) Universidad de
Buenos Aires, Facultad de Ciencias Económicas, Buenos Aires, Argentina.
Bovaird, T. (2007). Beyond Engagement and Participation: User and community coproduction
of public services. Public Administration Review, 67(5), p. 846-860.
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Reseña biográfica
Doctor en Administración. Magister en Administración Pública. Lic. en Ciencia Política y en
Sociología. Secretario Académico del Centro de Investigaciones en Administración Pública y
Profesor de Administración Pública y Gestión de Políticas Públicas en la Facultad de
Ciencias Económicas de la Universidad de Buenos Aires. Director de proyectos de
investigación y autor de libros, artículos y documentos en temas de Estado, Administración y
Políticas Públicas.
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