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HOMO
HISPÁNICO
ESPA SA
ESPASA E FÓRUM
Espasa, en su deseo de mejorar sus publicaciones, agradecerá cualquier sugerencia que los
lectores hagan al departamento editaría] por correo electrónico: sugerencias@espasa.es
Salud o a l l e c t o r ................................................................................... 11
PARTE T
1. T areas d e c a m p o , l a b o r a t o r io y m e s a : t é c n ic a s y
DISCIPLINAS....................................................................................... 17
Prospección, catas y excavación metódica, 17.— ¿Cómo
se mide el tiem po? Cronóm etros de edad geológica y
aproxim aciones por correlación, 23.— ¿Cuánto sabían
nuestros antepasados?, 28,— Estudios de antropología
biológica en fósiles, 35,— Otras disciplinas al lado de la
Paleantropología, 38.
PARTE II
7
ÍNDICE
H umanos d el P l e is t o c e n o I n f e r io r en E s p a ñ a ......
El fósil infantil de Orce, 81.— Los ambientes de Orce y
los sistemas bélicos en el Pleistoceno Inferior, 85.— Fósil
de Cueva Victoria, 90.— Una mandíbula en el nivel E 9
de la Sima del Elefante de Atapuerca, 93.— Registros indi
rectos de pobladores en el Pleistoceno Inferior ibérico.
De dónde y por dónde llegaron, 101.
PARTE III
T ie m p o s c r ít ic o s y e x p a n s ió n h u m a n a e n e l P l e is -
toceno M e d i o ..............................................................................
Cambios profundos en la Tierra y en el clima entre hace
780.000 y 134.000 años, 133.— Escasos fósiles humanos a
comienzos del Pleistoceno Medio, 139.— Registro crecien
te en Europa y África entre hace 610.000 y 420.000 años,
141,— Fósiles humanos del Pleistoceno Medio en China,
ÍNDICE
7. El grupo humano de A t a p u e r c a -S im a de lo s
H u e s o s ......................................................................................... 205
Yacimiento recóndito de magnitudes excepcionales, 205.—
Edades, sexos y rasgos en la población de SH , 210.— D e
mografía y muerte de los humanos de SH , 214.— El dato
cronológico, 220.— Parentescos con humanos contempo
ráneos y de otros tiempos, 222.— Algo sobre el modo de
vida y penurias de la población de SH , 224.
PARTE IV
DE NEANDERTALES Y MODERNOS
EN EL PLEISTOCENO SUPERIOR
8. Los N e a n d e r t a l e s : s u tie m p o , s u c u l t u r a y c o e t á
n e o s ..................................................................................................... 233
La estirpe Neandertal florece en Europa en el Pleistoceno
Superior, entre 135.000 y 27.000 años a. p .,2 3 3 .— Clima
cambiante y ambientes entre hace 200.000 y 27.000 años,
237.— Rasgos distintivos de los neandertales. Origen y dis
tinción progresiva, 242.—Cómo evolucionó la humanidad
en otros continentes en el Pleistoceno Superior, 248.—P o
cas salidas de neandertales fuera de Europa. Sitios al sur
y este del Mediterráneo, 254.— Progresos tecnológicos y
ÍNDICE
9. N e a n d e r t a l e s i b é r i c o s : s u s a m b ie n t e s , s u v i d a .
Los ú l t i m o s .................................................................................... 273
Fósiles de NeandertaJ en la Península Ibérica, 273.—Más
sobre los neandertales de E l Sidrón, 281.— Registros de
Paleolítico Medio en Iberia, 285.— E l cambio tecnológico
al Paleolítico Superior. Diacronía, escenario, protagonis
tas, 289.— Cambios ambientales en Iberia en tiempos de
los neandertales, 293.— Preferencia de lugar, modo de vida
y usos del territorio, 297.— Poco sobre el desarrollo men
tal de los neandertales, 303.— Los últimos neandertales en
Iberia. La extinción de esta raza, 305.
10. H u m a n o s m o d e rn o s y c u l t u r a p a l e o l í t i c a su p e
r i o r e n I b e r i a ................................................................................. 309
Cam bio global con la última glaciación, O IS 2, 309.—
Tiem pos de la última glaciación en Iberia, 311.— Sitios
con humanos e industrias del Paleolítico Superior y un
Nuevo Mundo, 312.— Humanos y sitios arqueológicos de
Iberia durante la última glaciación, 319.— M odos de vida y
arte de los últimos hispánicos fósiles, 323.
N otas 333
Ín d ic e de Y a c im ie n t o s 385
S aludo al lecto r
P r o sp e c c ió n , c a t a s y e x c a v a c ió n m e t ó d ic a
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TAREAS DE CAMPO. LABORATORIO Y MESA: TECNICAS Y DISCIPLINAS
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ciendo ángulo recto con estos, a otra fila de cuerdas se les asig
nan las letras del alfabeto. De este modo, cada cuadrado tiene un
nombre con letra y cifra. Se prepara un poste vertical con una re
gla numerada en metros y en centímetros, y un tubo adherido
transparente y prolongado que mediante un líquido permitirá
leer la profundidad del nivel que alcanza la excavación, aquella a
la que se encuentre cada objeto que haya de reseñarse, o sus
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v 4° " o
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TAREAS DE CAMPO, LABORATORIO Y MESA TÉCNICAS Y DISCIPLINAS
¿ C uánto s a b ía n n u e s t r o s a n t e p a s a d o s ?
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TAREAS DE CAMPO. LABORATORIO Y MESA: TÉCNICAS Y DISCIPLINAS
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HOMO HISPÁNÍCO
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E s t u d io s de A n t r o p o l o g ía b io l ó g i c a e n f ó s i l e s
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O tras d isc ip l in a s a l l a d o d e l a P a l e a n t r o p o l o g ía
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G e o d in á m ic a y c a m b io s c l im á t ic o s g l o b a l e s d e l
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E L PLEISTOCENO INFERIOR. HACE ENTRE 1,8 MILLONES DE AÑOS Y 780.000 AÑOS
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tran quedan extendidos, después las gravas, las gravillas, las are
nas y los limos. Cuando siguen épocas de refuerzo de las corrien
tes, con descenso del nivel de base, épocas en las que los ríos van
bajando las cotas de su fondo, excavan los depósitos preceden
tes, que quedan colgando, escalonados, como terrazas.
Hace alrededor de 2 millones de años, en la mayor parte
de las regiones de Europa predominan la erosión, los depósitos de
materiales gruesos o la ausencia de depósitos sedimentarios. Es
lo que en estratigrafía se llaman «hiatos» o discordancias, que
traen consigo la ausencia de fósiles. Pudo influir en ello un acre
cimiento o elevación de la corteza continental. En varias regiones
de Europa y de otros continentes se registran movimientos tectó
nicos compresivos hace 1,8 millones de años. Solo en algunos
puntos, como en las depresiones entre montañas y en las fosas
tectónicas o «rifts», una deposición tranquila de limos finos o ar
cillas favorece la conservación de registros fósiles.
En la Escala Isotópica del Océano (OIS) se aprecia una ten
dencia progresiva general al enfriamiento hasta hace cerca de
1,5 millones de años. La aridez se recrudeció en el este de Africa,
sobre todo tras la corta mejoría de hace 2 millones de años, y la
vegetación se tomó más pobre y abierta. En plataformas marinas
próximas a las costas se depositaron arenas desérticas. Estas ten
dencias deterioraron el ambiente y la vegetación en muchas otras
regiones del globo, y ello produjo crisis en las faunas terrestres
de África, el centro-oeste de Asia, India, China y, dentro del con
tinente americano, más en Norteamérica que en Sudamérica1’.
Pero una de las transformaciones geodinámicas menciona
das constituyó un factor decisivo en el cambio faunístico: el des
censo del nivel del mar convirtió los estrechos oceánicos entre
continentes en pasarelas. Así se registran desplazamientos e in
tercambios faunísticos notables, hace cerca de 1,9 millones de
años, a través de Behring y Suez y, poco después, por Panamá y
La Sonda5.
Hace aproximadamente 1,8 millones de años se registran en
diversas regiones del mundo importantes procesos de cambio
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Gran Dolina (Atapuerca)
Le Vallonet
Cueva Victoria
Fuente Nueva 3, Barranco León 5
Dmanisi
Una de las curvas de oscilaciones térmicas globales obtenidas por isótopos me
diante sondeos en fondos oceánicos. (J. Agustí y D. Lordkipanidze, «Del Turka
na al Cáucaso», NationalGeographic, Adventure Press, RBA Libros, S. A., 2005).
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EL PLEISTOCENO INFERIOR. HACE ENTRE 1.8 MILLONES DE AÑOS Y 7«0.000 AÑOS
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C a l ib r a c ió n c r o n o m é t r ic a e n s e r i e s e s t r a t ig r á f ic a s d e
AQUEL MILLÓN DE AÑOS
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EL PLEISTOCENO INFERIOR HACE ENTRE 1,8 MILLONES DE AÑOS Y 780000 AÑOS
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EL PLEISTOCENO INFERIOR, HACE ENTRE J,8 MILLONES DE AÑOS Y 780.000 AÑOS
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EL PLEISTOCENO INFERIOR. HACE ENTRE 1.8 MILLONES DE AÑOS V 7SO.OOO AÑOS
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EL PLEISTOCENO INFERIOR. HACE ENTRE 1.8 MILLONES DE AÑOS Y 780.000 AÑOS
D iv e r s a s c r is is e n l a s f a u n a s d e m a m íf e r o s
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EL PLEISTOCENO INFERIOR. HACE ENTRE 1,8 MILLONES DE AÑOS Y 780.000 AÑOS
L a e x p l o s i ó n d e l a e s p e c ie h u m a n a h a c e p o c o m e n o s
DE 2 MILLONES DE AÑOS
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EL PLEISTOCENO INFERIOR, HACE ENTRE 1.8 MILLONES DE AÑOS Y 7Kü 000 AÑOS
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EL PLEISTOCENO INFERIOR HACE ENTRE 1.8 MILLONES DE AÑOS V 7SU.(.'00 ,AÑOS
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EL PLEISTOCENO INFERIOR, HACE ENTRE 1.8 MILLONES DE AÑOS Y 780.000 AÑOS
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E L PLEISTOCENO INFERIOR. HACE ENTRE 1,8 MILLONES DE AÑOS Y 780.000 AÑOS
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EL PLEISTOCENO INFERIOR. HACE ENTRE 1.8 MILLONES DE AÑOS 'i’ 780.000 AÑOS
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B,PLEISTOCENO INFERIOR. HACE EN TRE 1.8 MILLONES DE AÑOS V 7X0.U00 AÑOS
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R e g ist r o s a r q u e o l ó g i c o s d e e v o l u c ió n m e n t a l
en Á f r ic a y E u r a s ia
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EL PLEISTOCENO INFERIOR. HACE ENTRE 1.8 MILLONES DE AÑOS Y 780.000 AÑOS
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EL PLEISTOCENO INFERIOR, MACE ENTRE 1.8 MILLONES DE AÑOS Y 780.000 AÑOS
El f ó s il in f a n t il d e O rce
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B
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Vistas internas con detalle de las crestas óseas del fósil de Orce (A, O y del
niño tarraconense en necrópolis de época romana (B y D). (Obsequio del
doctor Doménec Campillo).
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HUMANOS DEL PLEISTOCENO INFERIOR EN ESPAÑA
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F ó s il de C u ev a V ic t o r ia
Dibujo de la falange fósil de Cueva Victoria, con indicación de las medidas es
tudiadas por P. Palmqvist, J. A. Pérez-Claros, J. Gibert y J. L. Santamaría.
Qournal o f Archaeological Science, 23, 1996, págs. 95-107).
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HUMANOS DEL PLEISTOCENO INFERIOR EN ESPAÑA
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U na m a n d íb u l a e n e l n iv e l E 9 d e la S im a del E lefa n te
de A tapuerca
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HUMANOS DEL PLEISTOCENO INFERIOR EN ESPAÑA
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K1 corte de rellenos Gran Dolina
en Atapucrca, con la excavación
en progreso. (Archivo Museo
Nacional de Ciencias Naturales-
MNCN. Foto E. Aguirre).
^VY,V).T^>T''■
Reconstrucción escénica del ambiente próximo a Orce, pasada la mitad del Pleistoceno Inferior,
según la fauna fósil recuperada en el sitio de Fuentenueva-3. (Por Mauricio Antón).
Premolar humano del nivel 9, Sima del Hie Mandíbula humana incompleta de la Sima dc]
lante, Trinchera de Atapuerca, con fauna del Elefante, nivel 9, recuperada en la excavación
Pleistoceno Inferior. (Fotografía cedida por del verano de 2007. (Foto de J. M. Bermúdez
J. M. Bermúdez de Castro, codirector del EIA). de Castro).
Vista de la Sierra de Atapuerca y su entorno desde la orilla actual del río Arlanzón, en el término
de Ibeas dc Juarros. (Archivo fotográfico MNCN).
Reconstrucción de una escena en la en trad a de una cueva en Zhoukoudien, China. Dos indivi
duos adultos del «hombre de Pekín», o paleodemo ZKD, se calientan junto al fuego, mientras
uno de ellos se dedica a la talla de utensilios Uticos. (Por Mauricio Antón).
Defensa de elefante antiguo joven, empi
nada por el movimiento y peso de lodos
aún no consolidados, al tropezar su pUn.
ta con otras dos de individuos adultas di
ferentes. (Foto de E. Aguirre, M NCN)
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HUMANOS DEL PLEISTOCENO INFERIOR EN ESPAÑA
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HUMANOS DEL PLEISTOCENO INFERIOR EN ESPAÑA
R e g ist r o s in d ir e c t o s d e p o b l a d o r e s e n e l P l e is t o c e n o
I n f e r io r ib é r ic o . De d ó nde y por d ó nd e llega ro n
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HUMANOS DEL PLEISTOCENO INFERIOR EN ESPAÑA
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H u m a n o s d e l E st r a t o A u r o r a
e n A t a p u e r c a -G r a n D o l in a
D etalla do s r e g is t r o s d e f i n a l e s
del P l e is t o c e n o I n f e r io r
Cobfktot
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Esquema del corte expuesto de los rellenos de Gran Dolina (Atapuerca) y sus
principales divisiones estratigráficas.
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HUMANOS DEL ESTRATO AURORA EN ATAPUERCA GRAN DOLTNA
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HUMANOS DEL ESTRATO AURORA EN ATAPUERCA-GRAN DOLINA
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HUMANOS DEL ESTRATO AURORA EN ATAPUERCA-GRAN DOLINA
más lejos— , así como los bosques interiores y castañares con in
flujo atlántico subtropical, y los páramos ibéricos, que hoy se
extienden a una altitud solo 100 metros superior.
Todos estos ambientes se han sucedido y alternado en el en
torno de la Sierra de Atapuerca, como documentan los análisis
de las muestras de polen estudiadas por M. García Antón7. O b
viamente, más favorecidos en los episodios interglaciales y más
castigados en los de glaciación. El intervalo representado en el
Estrato Aurora fue de los más benignos en temperatura, y carac
terizado por lo que podríamos denominar «ambiente riojano»,
como indican los pólenes de acebuche, Pistacia, Celtis y Cerato-
nia. Algo más tarde, en el tramo TD 7, se parecerá aún más al del
entorno riojano próximo al Ebro, con más olivo y vid.
Ciertamente, no carecían de recursos aquellos grupos huma
nos muy primitivos que supieron aprovechar aquella zona de
paso y a caballo entre las «dos Españas» de vertientes atlántica y
mediterránea, caracterizada por la diversidad de espacios ecoló
gicos en poco terreno.
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Por otra parte, los fósiles de Aurora son afines a los de China
y netamente distintos de los verdaderos pitecántropos (Homo
erectus) de Java en un buen número de rasgos apomórficos, aunque
conservan algunos primitivos de éstos. La comparación reciente
de mandíbulas por J. M. Bermúdez de Castro y otros colabora
dores ha venido a corroborar el parentesco del llamado Homo
antecessor de Gran Dolina-Aurora con pobladores del Pleistoce
no antiguo de China, que ya habíamos defendido tras contrastar
cráneos facialesI5.
Los humanos de Aurora tienen pocos contemporáneos en
que se puedan ver relaciones próximas. Aunque faltan muchos
metros por excavar de su nivel, se conoce bastante de ellos, hasta
el punto de que F. Clark Howell llega a definir con la muestra
actual uno de sus 24 paleodemos: «Atapuerca-Gran Dolina» 16.
Los humanos de Aurora se clasifican bien en una raza des
cendiente de los primeros que dejaron África al comienzo de las
crisis de hace aproximadamente 1,9 millones de años, que tuvo
1 millón de años para extenderse por Asia. Conservan rasgos que
evidencian parentesco con sus contemporáneos pitecántropos
de Java, pero presentan otros que los acercan más a la raza de
Zhoukoudian, el «hombre de Pekín» o Sinanthropus pekinensis,
con tendencias netamente modernas. Esta raza debió de exten
derse por Eurasia ya tempranamente en el Pleistoceno Inferior,
para prosperar después, sobre todo en el Lejano Oriente, en
China, durante el Pleistoceno Medio.
Los indicios fósiles actuales a favor de este escenario son es
casos: los de la raza del Estrato Aurora de Atapuerca son casi los
únicos. Faltan fósiles humanos en el este de Europa y el oeste de
Asia que permitan o no aceptarlos de manera cierta. Cabe espe
rar que se encuentren otros fósiles en nuevos sitios de Eurasia,
en los años que quedan hasta que el Estrato Aurora pueda ser
excavado en extensión. Entonces el número de fósiles del demo
de Atapuerca-TD 6 se elevará a varios cientos y será más estudia
do y mejor conocido, con sus circunstancias y evitando los mitos.
Pero es muy deseable que se encuentren otros yacimientos de es
HUMANOS DEL ESTRATO AURORA EN ATAPUERCA GRAN DOLINA
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R e g is t r o s d e a c t i v id a d e s y u s o d e l l u g a r
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HUMANOS DE1. ESTRATO AURORA EN ATAPUERCA-GRAN DOLINA
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La c u l t u r a c a n íb a l e n t ie m p o s d e Ata pu erc a TD 6
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HUMANOS DEL ESTRATO AURORA EN ATA PUERCA-GRAN DOLINA
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PARTE m
C a m b io s pr o fu n d o s en la T ie r r a y e n e l c l im a
ENTRE HACE 7 8 0 .0 0 0 Y 1 3 4 .0 0 0 AÑOS
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TIEMPOS CRÍTICOS Y EXPANSIÓN HUMANA EN EL PLEISTOCENO MEDIO
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E sc a so s f ó s i l e s h u m a n o s a c o m ie n z o s
del P l e i s t o c e n o M e d io
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Reconstrucción escénica del ambiente próximo a Orce, pasada la mitad del Pleistoceno Inferior,
según la fauna fósil recuperada en el sitio de Fuentenueva-3. (Por Mauricio Antón).
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R e g is t r o c r e c ie n t e e n E uropa y Á f r ic a
ENTRE HACE 6 1 0 .0 0 0 Y 4 2 0 .0 0 0 AÑOS
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TIEMPOS CRÍTICOS Y EXPANSIÓN HUMANA EN EL PLEISTOCENO MEDIO
F ó s il e s humanos del P l e is t o c e n o M e d io en C h in a
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TIEMPf >S CRÍTICOS Y EXPANSIÓN HUMANA EN EL PLEISTOCENO MEDIO
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Uno de los cráneos fósiles de Zhukudián, China, extraviados. Fotografía de
perfil de una réplica. (Chínese Academy of Sciences, Beijing).
H u m a n o s d e l ú l t im o t e r c i o d e l P l e is t o c e n o M e d io
p u e b l a n d i v e r s a s r e g io n e s
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dato viene a coincidir con el máximo térmico del episodio OIS 11,
que ocurrió tras una subida rápida y muy fuerte del calor. Tam
bién coincide en el dato un ascenso rápido del nivel medio del
mar, por encima del actual.
En Sudáfrica se suceden el cráneo parcial de Elandsfontein,
o de Saldanha, que ahora se data en más de 400.000 años; el crá
neo completo de Kabwe (antes llamado «hombre de Rodesia» u
Homo rhodesiensis), al que se añaden otros dos fragmentos cra
neales y varios del esqueleto poscraneal, de hace más de 300.000
años para unos, y de 210.000 según otros, un cráneo más en Flo-
risbad, de hace 259.000 años, y una mandíbula de la Cueva de
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TIEMPOS CRÍTICOS V EXPANSION HUMANA EN EL PLEISTOCENO MEDIO
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TIEMPOS CRÍTICOS V EXPANSIÓN HUMANA EN EL PLE1STOCLNO MLDK '
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TIEMPOS CRÍTICOS Y EXPANSIÓN HUMANA EN EL PLEISTOCENO MEDIO
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TIEMPOS CRÍTICOS Y EXPANSIÓN HUMANA EN EL PLEISTOCENO MEDIO
D esa r r o llo t e c n o l ó g i c o , s o c i a l y m o d o d e v id a
en el P l e is t o c e n o M e d io
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TIEMPOS CRÍTICOS V EXPANSIÓN HUMANA EN EL PLEISTOCENO MEDÍO
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TIEMPOS CRÍTICOS Y EXPANSIÓN HUMANA EN EL PLEISTOCENO MEDIO
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TIEMPOS CRITICOS Y EXPANSIÓN HUMANA EN El. PLEISTOCENO MEDIO
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P o b l a d o r e s d e I b e r ia
e n e l P l e is t o c e n o M e d io
A m b ie n t e s m e so p l e ist o c e n o s e n la P e n í n s u l a I b é r ic a
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POBLADORES DE IBERIA EN EL PLEISTOCENO MEDIO
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POBLADORES DE IBERIA EN EL PLEISTOCENO MEDIO
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5)
^ 3 C c c lo ^ o u s Q u ^ r c u s í : : :l ím c t**a
nada de pino; este aumenta hasta más del 60% y vuelve a re
ducirse, para ser sustituido por el enebro, que alcanza el 80% y
termina con valores altos, al tiempo que aumentan los taxones
higrófilos y no quedan casi gramíneas: el paisaje pasa, pues, de
abierto a boscoso, y termina con aridez tras esta mejoría.
La unidad media (nivel AS 6, de unos 3 metros) empieza con
más del 50% de pino, que fluctúa, llega al 80% y termina casi
desapareciendo. El enebro, limitado al principio, crece con algo
de avellano y castaño; escasean las gramíneas, las plantas de
agua, y las de estepa, al principio moderadas, abundan al final,
en particular los Aster: ha crecido el bosque, con un clima tem
plado, más húmedo al comienzo y menos al final.
Hablaremos enseguida de la ubicación peculiar de este ya
cimiento en lo alto del altiplano central en la Península, y del
de Torralba, ya en la bajada de un arroyo. Interés especial está
despertando la conservación de granos de polen en coprolitos de
herbívoros, muy reveladora, y de sus consumidores, las hienas8.
En las faunas no se registran cambios notables, después de
los señalados al final del Pleistoceno Inferior. Sí se advierten en
tradas y expansiones de algunos grandes herbívoros, como el
mamut de estepa, Mammuthus trogontberii, bóvidos más habi
tuales en el norte de Europa, y aparece un gran bovino propio
de estas tierras, como veremos. Es sobre todo en roedores donde
se constatan cambios muy ligados, y por tanto indicadores de los
que ocurren en la vegetación, la geografía y el clima (Sesé, 1994;
Ruiz Bustos, 2004).
Los registros de faunas fósiles con alto número de especies
representadas y buena conservación de los restos sustentan valio
sos estudios sobre los ambientes en que vivieron generaciones de
antepasados, sobre todo si se hallan asociados con fósiles huma
nos o, lo que es más frecuente, en sitios con restos arqueológicos.
Eso sí, tales yacimientos son escasos para la primera mitad del
Pleistoceno Medio, en que es notable el de Cúllar de Baza (Gra
nada), con la primera cita del mamut de estepa en España (Sesé
y otros, 2001), y más frecuentes en la segunda mitad.
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HOMO HISPÁNICO
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A mbrona y T orralba
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Industria en hueso poco elaborada de Torralba. (Archivo M NCN; véase
F. Aguírre, Munibe, 57,2006).
POBLADORES DE IBERIA EN EL PLEISTOCENO MEDIO
Utensilios del Paleolítico Medio del sitio de Cabo Busto (Asturias), ordenados
según el proceso de obtención, sobre todo de los gran formato: bien modela
dos en el canto base con toques menores, o bien retocando como base una
gran lasca primariamente extraída. (J. A. Rodríguez Asensio, Yacimiento de
Cabo Busto, GEA Distribuciones Gráficas, S. L., 2000, Luarca, 2001).
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HOMO HISPÁNICO
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R econstrucción de u n a escena en las terrazas fluviales de Áridos, Madrid. Un grupo de humanos
preneandertales se dedica a despiezar un ejemplar adulto de proboscídeo Pnlaeoloxodon antiquus.
(Por Mauricio Antón).
Mandíbula de SH, AT-605, del individuo 22.
(MNCN). Cráneo 5 de Sima de los Huesos (SH)
Ibcas, Sierra de Atapuerca, con su mandíbula.
Individuo 21. (Archivo MNCN).
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Reconstrucción de una escena a la entrada de una cueva en Atapuerca, que muestra a un grupo de
preneandertales entregados a sus actividades cotidianas en un campamento base. Dos individuos
colaboran en la limpieza de la piel de un gran mamífero, mientras otros se dedican a la vigilancia,
la elaboración y reparación de utensilios, y el cuidado de los niños. (Por Mauricio Antón i.
Reconstrucción de una escen a q u e m uestra a una anciana m ujer de N ean dertal h ab lan d o con un
varón joven. (Por Mauricio Antón).
Molares de neandertalense de Pinilla del Valle, valle del Lozoya, Madrid. (Atención del Museo
Arqueológico Regional, Alcalá de Henares).
Diente de la Cueva de los Moros de Gabasa Falange de la Cueva de los Moros de Gabasa.
(Huesca). (Atención de J. 1. Lorenzo Lizalde). (Atención de J. I. Lorenzo Lizalde).
Cráneo neandertalense de Forbes’ Quarry, Vista frontal del cráneo neandertalense de
Gibraltar. (Gibraltar Museum). Dcvil’s Tower, Gibraltar. (Gibraltar Museum).
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HOMO HISPÁNICO
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Plano en proyección de cavidades y galerías de Cueva Mayor, elaborado por
el Grupo Espeleológico Edelweiss (GEE), de la Diputación Provincial
de Burgos.
Alzado de la Sima de los Huesos, en Cueva Mayor. (Obsequio del Grupo
Espeleológico Edelweiss).
EL GRUPO HUMANO DE ATAPUERCA SIMA DE LOS HUESOS
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EL. GRUPO HUMA.NO DE ATAPUERCA SIMA DE LOS HUESOS
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Reconstrucción de un individuo adulto (izquierda) y un adolescente (derecha)
del «Paleo-demo Petralona/Atapuerca-Sima», basada en k morfología de varios
cráneos y mandíbulas de la Sima de los Huesos de Atapuerca, correspondientes
a individuos de los dos grupos de edad. (Mauricio Antón).
HOMO HISPÁNICO
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EL GRUPO HUMANO DE ATAPUERCA-SIMA DE LOS HUESOS
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dejando una rendija por la que saliera el olor y este los atrajera.
En este caso, también cabe una posible explicación a la falta o
escasez de esqueletos infantiles: los huesos de estos son blandos
y la carne tierna. En una tesis reciente y aplicando una técnica
innovadora de ultramicroscopía confocal con rayos láser —que
permite observar sin destrucción ni corte y en tres dimensiones
el interior de tejidos óseos en actuales y en fósiles—, se ha visto
que la red interna del hueso de varias muestras de la Sima de los
Huesos está destruida. Ello choca con la exquisita conservación
de la superficie externa de estos huesos, con sus rugosidades y
poros, y es atribuido por su autor, A. Pérez-Ochoa, a una acción
bacterianalb. El hecho de que esta última afecte igualmente a di
versos cadáveres del conjunto se explica mejor en el escenario de
la muerte y descomposición estrictamente contemporáneas.
El dato cronológico
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HOMO HISPÁNICO
d) Casos singulares:
7. Uno de neoformación, doble pero no grave, que
causó dos pequeños osteomas o nodulos en el fron
tal AT-630/AT-777, acompañados de hipervasculari-
zación.
8. Un caso de hipercementosis dental, leve pero exten
dida en la dentadura del individuo VII, masculino
adulto. La etiología es dudosa, entre una periodon-
tosis, de la que no hay otra señal segura en los hue
sos maxilares, y una reacción orgánica frente a un
excesivo desgaste dental.
230
PARTE IV
DE NEANDERTALES Y MODERNOS
EN EL PLEISTOCENO SUPERIOR
8
LOS NEANDERTALES: SU TIEMPO,
SU CULTURA Y COETÁNEOS
233
HOMO HISPANICO
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LOS NEANDERTALES: SU TIEMPO. SU CULTURA Y COETÁNEOS
235
HOMO HISPÁNICO
La fase final del tramo que aquí consideramos, OIS 3a, entre
35.800 y 27.000 años, con tres fuertes oscilaciones del clima en
236
LOS NEANDERTALES: SU TIEMPO, SU CULTURA Y COETÁNEOS
tre templado y muy frío, cuenta en Francia con varios restos fósi
les e industria en Arcy-sur-Cure de hace 33.800 años, y en Saint-
Césaire, partes de cráneo, mandíbula y del esqueleto locomotor
con datos de 36.500 o cerca de 30.000 años. De Bélgica son los
cráneos, mandíbulas y poscraneales de dos adultos y un niño, en
la gruta de Spy, de hace entre 38.000 y 34.000 años. De Italia
otra gruta, Cavallo, con edad de unos 33.000 años.
En Europa central empiezan a ser sustituidos los neanderta
les por humanos modernos. Así en Willendorf, Austria, con un
fragmento mandibular y otro de fémur. En la República Checa,
la calavera y poscraneales de Brno; los fragmentos craneales y
poscraneales de Svati Prokop y Koneprusy; cráneos, poscranea
les y mandíbulas de Mladec, con 32.000 años; en Predmosti, res
tos de esqueletos de unos 27 (NMI) individuos. En Hungría, un
germen de molar de adulto moderno en Istallosko, de 30.900
años. De Ucrania es Zaskalnaya, con cerca de 30.000 años. Y son
testigos de ocupación en la Península Balcánica un frontal de
adulto en Velika Pecina, Croacia, de hace 33.850 años, moderno,
y el de Pegtera cu Oase, Rumanial.
237
HOMO HISPÁNICO
238
LOS NEANDERTALES: SU TIEMPO, SU CULTURA Y COETÁNEOS
te, los mínimos térmicos parecen dominar, mientras que las subi
das fueron cortas y débiles. La resolución cronométrica a que se
ha llegado con las nuevas investigaciones en los casquetes pola
res y en los fondos oceánicos permite contar, por ejemplo, nueve
picos descendentes, escalonados con otras tantas leves mejorías,
sin gran diferencia, entre 50.000 y 47.000 años, o sea, 18 cambios
en 3.000 años, 6 cambios por milenio. Entre hace 38.500 y
34.500 años, esto es, cuatro milenios, son 10 los picos cálidos,
y otros 10 los fríos, lo que supone un total de 20 cambios, a 5
por milenio, uno cada dos siglos. Estos son cambios menores y
escalonados. En total, entre hace 50.000 y 29.000 años, un inter
valo de 21 milenios, se registran 11 picos destacados más o me
nos cálidos y otros 11 destacados de máximos fríos: poco más de
un cambio notable por milenio, con las fluctuaciones distintas
mencionadas.
Por otra parte, destacan en este episodio de más de 20 mile
nios los eventos de Heinrich (H): fuertes subidas térmicas, rápi
das, en apenas más de un siglo, a vivos calores, poniendo fin a un
milenio o más de mantenerse, aun con pequeñas fluctuaciones,
en niveles muy fríos. El frío duró hasta hace alrededor de 46.000
años y se saltó a máximo calor hace 45.300 años, en el H 5. De
nuevo frío mantenido entre hace 40.000 y 38.500 años, otra subi
da brusca a pico cálido en este último dato, el H 4, y otra vez mí
nimos térmicos desde hace 31.500 años, el H 3, hasta la subida
de hace 29.100 años4.
Algo también curioso se añade en estos registros de cambio
climático, en esta parte del Pleistoceno superior, los últimos 20
milenios que sobrevivió la estirpe de Neandertal, y es que los tra
zados de los cambios a que antes aludí, entre los periodos de
Heinrich H 5 - H 4 y H 4-H 3, se parecen notablemente en la
complejidad de su trazado. En uno entre hace 45.300 y 38.500
años, y en el otro entre hace 38.500 y 29.100 años, se observan
las siguientes etapas: (1) un descenso largo en el tiempo y escalo
nado del máximo inicial a un primer pico muy frío, con el último
par de oscilaciones más pronunciadas, sobre todo en los descensos;
239
Homo s. sapiens
Homo s. neanderthalensis
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Oscilaciones del clima en los últimos 130.000 años, según distintos registros.
De arriba abajo: Temperatura atmosférica en Groenlandia por isótopo de oxí
geno, sondeo en hielo. — Porcentajes del foraminífero N. pachyderma. -—
Temperaturas en superficie del océano, según excreción de alquenonas por
cocolitos. — Temperaturas superficiales según isótopo del oxígeno en forami-
níferos planctónicos. — Volúmenes de hielo polar inferido de oxígeno isotó
pico en foraminíferos bentónicos. (De M. F. Sánchez Goñi y F, D’ Errico, en
E. Montes y J. A. Lasheras [eds.], Neandertales cantábricos: estado de la cues
tión. Museo Nacional y C. I. de Altamira, Santillana del Mar, Monografías, 20,
2005, pág. 117).
LOS NEANDERTALES: SU TIEMPO, SU CULTURA Y COETÁNEOS
(2) tres nuevas oscilaciones acusadas, casi de una vez o con po
cos escalones, a otros tantos picos cálidos, moderados, y de nue
vo a fríos, que se repiten cada mil años poco más o menos en el
mismo extremo tras la fuerte oscilación; (3) el último frío es el
que se prolonga, con algunas oscilaciones menores, hasta la brus
ca subida en el Heinrich correspondiente. Una mayor densidad
en los picos fríos y sobre todo debilidad en los cálidos puede dis
tinguir al periodo entre el H 5 y el H 4, que viene a coincidir con
la fase OIS 3b, más fría que fresca.
Se estudian también los cambios en el paisaje, por ejemplo
en Europa, por los agentes de relieve, erosión y transporte, y en
Sudáfrica, añadido el influjo de los factores climáticos, que difie
re según la geografía y los altibajos en el tiempo. Recordemos
que en los episodios cálidos sube el nivel de la superficie de los
océanos y mares, y desciende en los fríos, lo que en las líneas de
costa se acusa con recortes o extensiones, respectivamente, de las
franjas de tierra litorales5.
Para el interglacial del episodio OIS 5 se ha inferido en la re
gión siberiana del lago Baikal un clima de cálido a templado y se-
mihúmedo con pinares, bosque y matorral abierto, y estepas ar
boladas. En el siguiente episodio OIS 4 el clima es calificado de
frío, subártico y seco, con estepas áridas en que predomina la
Artemisia, y manchas semidesérticas. A continuación, en corres
pondencia con el episodio oceánico OIS 3, es templado y semiá-
rido, con matorrales y estepas secas y bosques aislados de abedu
les (Alexeieva y Erbaieva, 2004).
En el Próximo Oriente, la serie larga de Tabun deja inferir
para el tramo del episodio OIS 5d a OIS 5a una tendencia gene
ral a la aridez, con fluctuaciones; en los tiempos más húmedos
había lagos o lagunas en Siria y en Israel. En el OIS 4 se extiende
la costa al oeste del Monte Carmelo hasta el delta del Nilo con la
regresión del nivel del mar; los lagos bajan, los arroyos excavan,
y se depositan dunas. En la primera parte del episodio OIS 3 el
clima mejora, fluctuando entre moderadamente húmedo y árido,
depositándose loess al norte del Neguev, y en el tramo final de
241
HOMO HISPÁNICO
242
LOS NEANDERTALES: SU TIEMPO. SU CULTURA Y COETANEOS
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245
Ma A frica Euraaia Java
246
ascendentes africanos, por tanto, en fósiles como los de Bodo, y
son parientes relativamente próximos los del demo de Kabwe,
de Rodesia. Por otra parte, los rasgos más distintivos de los
neandertales aparecen escalonadamente en el tiempo (como ob
servó S. Condemi), lo que hace difícil señalar el límite entre pre
neandertales y neandertales, entre hace más de 200.000 y unos
150.000 años, y clasificar con unos o con otros algunos fósiles
como los de Ehringsdorf y Biache-St.Vaast.
En cambio, los mencionados rasgos distintivos en las propor
ciones del cuerpo, bajo, ancho, pesado, recuerdan más a los mo
dernos esquimales y a nativos sudamericanos de tierras altas en
los Andes. Se ha propuesto y es muy verosímil una interpreta
ción adaptativa de este cuadro morfológico, relacionándolo con
condiciones frías y carenciales de fuentes energéticas, por lo que
el metabolismo basal es alto en estos ocupantes, proporcional a
la necesidad de un alto consumo energético.
En el trabajo citado sobre la región temporal y basicráneo de
la población de la Sima de los Huesos (Martínez y Arsuaga,
1997), y en el cuadro 9, en el que distinguen las apomorfías y
plesiomorfías para nueve rasgos, se encuentra que los mesopleis-
tocenos de Europa comparten una apomorfía de los neanderta
les contra los modernos (rasgo II), una de los modernos contra
los neandertales (IX), una común a modernos, neandertales y
mesopleistocenos de Africa (I); dos plesiomorfías con neanderta
les contra modernos (IV y V), otras dos plesiomorfías de moder
nos contra neandertales (VII y VIII), una con neandertales y mo
dernos contra Homo erectus (VI), y tienen una apomorfía no
compartida ni por modernos ni por neandertales.
Parece cierto que el linaje de los neandertales emprendiera
una evolución rápida, en ciertos rasgos —forma de la bóveda, en
tre otros— ; más rápida que el resto de poblaciones humanas en el
Pleistoceno Medio y comienzo del Pleistoceno Superior. Ello no
tiene nada de extraño; es un patrón común el que las poblaciones
o variedades aisladas geográficamente o por otro factor, evolucio
nen más rápidamente en la fijación de algunos caracteres, merced
a la endogamia, que las poblaciones de las grandes áreas «centra
les» o comunicables, donde el mestizaje sigue siendo posible o
menos difícil: en estas últimas, la evolución es más lenta en algu
nas tendencias compartidas, compatible con el politipismo, y a
menudo resulta más aventajada en cuanto a la supervivencia9.
Los estudios de paleogenética en fósiles de Neandertal se es
tán extendiendo. El número de yacimientos de neandertales en
que se han dado resultados positivos ya es considerable, lo que
ha permitido distinguir con base cromosómica dos, por ahora, li
najes distintos de neandertales en Europa10.
248
jiujan. También próximo al dato de 200.000 años, por la serie del
Uranio y la resonancia de salto electrónico (ESR), es un esquele
to incompleto de jinniushan, con más novedades en el morfoti-
po, en particular del cráneo, por lo que Howell define con él un
nuevo paleodemo; incluye además en este la copiosa muestra de
Xujiayao, con varias bóvedas craneanas, fragmentos mandibula
res y dientes que representan a unos diez individuos como míni
mo, datados entre 125.000 y 104.000 años, o sea, alrededor del
enfriamiento de OIS 5d. Fuera de estos dos paleodemos se dis
tingue el cráneo parcial de Maba, datado hace alrededor de
130.000 años, y con curiosa mezcla de rasgos primitivos, deriva
dos y nuevos. El perfil de la bóveda craneana es redondo, como
en los neandertales, y también circulares las órbitas: se tiene por
una caso de convergencia, más que parentesco próximo con es
tos, y se le asocia por semejanzas el cráneo de Hathnora, en Nar-
bada (India), datado hace más de 150.000 años. En la cueva de
Tontíanyan, de Líujiang, región Guangxi-Zhuang, en el sur de
China, se recogió el esqueleto incompleto de un joven adulto,
de cerca de 1,57 metros de estatura, con rasgos craneales muy
modernos, fémures parecidos a los de Neandertal o primitivos,
por lo grueso de la pared ósea, y angosto canal para la médula, y
sin industria asociada: el dato de 67.000 años o poco más lo sitúa
en el episodio OIS 4. De la mejoría siguiente, OIS 3, se citan en
China, con menos de 60.000 años de antigüedad, fósiles huma
nos en Longtanshan, Salamushu, Shiyu, Zhiyang, Wushang,
Shuicheng, datados hace 30.000 años en Quiziang (o Yiyuan). Se
puede, pues, observar, sobre todo en la primera mitad del Pleis
toceno Superior, un mosaico de tipos humanos, varios de los
cuales muestran ya rasgos característicos de chinos modernos. X.
Wu (1992) ha podido deducir que los aportes genéticos de posi
bles venidos de otras partes no llegaron a destruir la continuidad
evolutiva de los humanos en China
En Indonesia, datos revisados de la muestra de cráneos de
Ngandong, junto al río Solo de Java, la sitúan en el episodio OIS 3,
con ESR, y con la familia del uranio en 46.000 años LU y 27.000
249
años EU. Los doce cráneos del «hombre de Solo» conservan ras
gos morfológicos obviamente heredados de los antiguos pitecán
tropos u Homo erectus del Pleistoceno Inferior final, convergen
con fósiles contemporáneos de otras regiones en que aumenta su
volumen encefálico y en rasgos que pueden relacionarse con este,
y muestran parecido que sugiere parentesco con Australianos mo
dernos. Se les añaden descubrimientos recientes en Sambungma-
can, también de Java, con características morfológicas similares y
con datos de serie del uranio de 53,000 años LU y 27.000 años EU,
o sea, casi contemporáneos de los de Solo. Otras dataciones asigna
ban a estas dos poblaciones fósiles antigüedad superior a 150.000
años, o próxima a 100.000 años. También se ha debatido su posi
ción taxonómica: acierta Caria Mendes en clasificarlos como un
grupo racial de Homo sapiens. Y se discute asimismo la clasifica
ción de los enanos de la isla de Flores12.
250
Una estirpe africana que se relaciona fundamentalmente con
la de Neandertal es la que F. C. Howell reúne en su demo de
Kabwe (Zambia), nombre local con que se designa hoy el crá
neo, completo, que se conocía antes como «Broken Hill» o «de
Rodesia», que más arriba hemos referido, por su edad probable
de Pleistoceno Medio final, como el de Elandsfontein, o de Sal-
danha. Es de notar que incluye en este demo el cráneo de Bodo,
en el Medio Awash de Etiopía, mucho más antiguo, entre 640.000
y 600.000 años. Y con duda otros fragmentos craneales de Eyasi,
en el Pleistoceno Superior; huesos de miembros y dientes de las
capas superiores de Olduvai, Tanzania (Ndutu Beds), el esqueleto
parcial de Omo-Kibish 1, Etiopía, de hace cerca de 130.000
años; un fémur de Laynyamok, en el sur de Kenya 1!. Este demo
habría, pues, sobrevivido más de 500 milenios: extendido en Afri
ca al sur del Sahara, y por el este hasta el mar Rojo. En el mismo
intervalo de tiempo, en Europa se sucedieron los de Mauer, Ata-
puerca-Sima de los Huesos y Neanderthal, que se nombran
como «especies», aunque mejor sería como subespecies: Homo
sapiens beidelbergensis y Homo sapiens neanderthalensis. Pues
bien, son tantos y tan convincentes los rasgos morfológicos en
que coinciden ambas estirpes, africana y europea, que obligan a
tenerlas como emparentadas filogenéticamente.
Entre los caracteres parecidos de estos africanos y europeos
presumiblemente emparentados, se pueden mencionar las cajas
craneanas de contorno redondo y frente huida, bajas y largas, con
occipital saliente hacia atrás y una depresión suprainíaca; las
órbitas grandes y redondas o casi; el rostro, plano por los lados,
debajo y delante de los pómulos, y todo el aparato bucal macizo
y prominente.
En cambio, en los tiempos de los neandertales, concretamente
ya en la edad del episodio OIS 5, y aun antes, vivían también en
Africa y se multiplicaban humanos de otra estirpe con rasgos neta
mente de las razas actuales, que los científicos hoy llaman «anató
micamente modernos», o simplemente «modernos», si bien a los
más antiguos de entre ellos se les añade el calificativo de «arcaicos».
Tal es la situación de los fósiles de varias cavidades en un sis
tema kárstico junto a la desembocadura del río Kksies (Klasies
River Mouth: KRM), en la República de Sudáfrica: fragmentos
de cráneos, mandíbulas, dientes y algunos del aparato locomo
tor, que representan como mínimo (NMI) cinco individuos, con
un mosaico morfológico que contiene evidentes aproximaciones
a rasgos diferencialmente modernos, en edades comprendidas
entre los márgenes del episodio OIS 5. Se añaden a estos un crá
neo y varios poscraneales de adulto masculino, una mandíbula,
otros fragmentos de cráneo, mandíbula y poscraneales de un in
fante, y otro resto mandibular hallados en la región, en otra cue
va, Border Cave, con dato de ESR entre hace 90.000 y 50.000
años, y con 69.000 restos líticos asociados, además de otros fósi
les de las cuevas Kelders y Equus, todos de la República de Su
dáfrica, y varios molares en el abrigo de Mumba en Tanzania de
hace entre 130.000 y 110.000 años. Más al norte, en África orien
tal, hay que contar con el cráneo 2 de Omo-Kibish {sur de Etio
pía), entre los de morfología ya moderna, datado en más de
130.000 años, anterior al interglacial del episodio OIS 5; también
del Pleistoceno Medio el cráneo de Koobi Fora ER-3884
(270.000 años). Se añade el incompleto y patológico de Singa,
Sudán, datado entre 127.000 y 94.000 años por ESR y U-Th LU.
Más joven, pero asimilable a estos, es el esqueleto juvenil, en se
pultura, de Taramsa, en el sur de Egipto, de hace entre 80.000 y
50.000 años, y en Marruecos un cráneo parcial y mandíbula de
adulto más fragmentos de juvenil en Dar-es-Soltan, entre 90.000
y 60.000 años, y dos mandíbulas de Temara. Como se ve, no son
raros, sino verdaderamente numerosos, antiguos y extendidos en
África los fósiles de humanos de tipo moderno, coetáneos y aun
paisanos de los neandertales y afines. Más reciente aún, también
en Egipto, es el esqueleto de tipo moderno, en sepultura, de
Nazlet Khater (Sohag), datado en tomo a 37.000 años. Convivie
ron, pues, en África las estirpes moderna y afín a neandertales.
En el este y centro de Europa ya se conocen humanos mo
dernos de hace entre 36.000 y 34.000 años en Pegtera cu Oase
(Rumania) por una mandíbula, y por varios fósiles en cuevas de
Mladec (Moravia, República Checa), datados entre hace 32.000
y 26.000 años, y otros que hemos mencionado más arriba M.
Al sur y oeste de Asia, en el llamado Próximo Oriente, se han
excavado y estudiado varios yacimientos de las épocas a que nos
estamos refiriendo. El más completo registro estratigráfico se en
cuentra en los rellenos de la cueva de Tabun, que se halla en el
Monte Carmelo, próxima a otras varias. El recorrido comprende:
el nivel inferior, Tabun-E, cerca del paso entre el episodio OIS 6
y el OIS 5; el nivel Tabun-D en la inflexión fresca de OIS 5d; Ta-
bun-C, datado entre hace 105,000 y 97.000 años, corresponde a
la inflexión benigna de OIS 5 c; separado de este por una discor
dancia notable, el nivel Tabun-B contiene registros que se corres
ponden con la nueva mejoría climática del episodio OIS 3c. En
todos los niveles se encuentra industria lítica del Modo 3, o Mus-
teriense. En el abrigo de Ksar’Akil (Líbano), datado hace cerca
de 35.000 años, y en Deideriyeh (Siria), dos esqueletos infantiles
atribuidos a neandertales, con industrias musterienses de Levante.
En el nivel C de Tabun había un esqueleto femenino incompleto
en sepultura, una mandíbula masculina y una diáfasis de fémur:
la mandíbula es moderna, y también el esqueleto. En la cueva
próxima de Yebel Qafzeh, también de Israel, con dato TL entre
100.000 y 90.000 años, y en sepulturas, se extrajeron trece esque
letos humanos: Todos los rasgos morfológicos corresponden a
modernos. En Skhul, con dato de serie del uranio LU de 103.000
años y EU de 86.000 años, eran diez los esqueletos enterrados,
siete de adultos y tres infantiles, también con rasgos modernos en
el cráneo, mandíbula, clientes y proporciones de los huesos pos-
craneales; todos estos, como se ve, del episodio interglacial OIS 5,
contemporáneos de los neandertales que vivían en Europa y de
los primeros modernos del sur de Áfricai5.
La evolución diferencial y divergente de modernos y nean
dertales estaba ya bien definida, y los primeros extendidos, en el
paso de la última glaciación del Pleistoceno Medio al gran inter
glacial con el que comienza para los estratígrafos el Pleistoceno
253
Superior, hace menos de 135.000 años. No se sabe cuándo ocu
rrieron las mutaciones que distinguen sus genomas, pero las es
tirpes venían diferenciándose ya en tiempos muy anteriores del
Pleistoceno Medio. No hay saltos bruscos entre una y otra raza,
ni ritmos constantes y monótonos de cambio. Sí resultados más o
menos favorables a descendientes de unos y otros mutantes en
sus esfuerzos adaptativos al reto de los cambios ambientales, con
los que, de tiempo en tiempo, se acusan más las diferencias orgá
nicas entre ellos, y se llega a definir la selección o confinamiento
entre estirpes.
También de este período se conocen fósiles humanos en Aus
tralia: un esqueleto femenino, cremado, de entre 50.000 y 46.000
años, en el Lago Mungo LM l, y uno masculino, sepultado, cerca
en la localidad LM3, de Willandra Lakes16.
P o c a s sa l id a s d e n e a n d e r t a l e s f u e r a d e E u r o p a .
S it io s a l s u r y e s t e d e l M e d it e r r á n e o
256
se les clasifica como «moderno arcaico»; Howell los reúne en un
demo con los humanos de Qebibat (Rabat, Marruecos), Zuttiyeh
y Tabun E (Israel), Cueva Karain (sur de Turquía), y Sel-Ungur
(Kirgizia, Asia central). Las edades de varios de estos sitios apun
tan a finales del episodio OIS 6, o comienzos del OIS 5. Ahora
bien, ni los datos cronométricos ni los conjuntos de industria, ni
ningún otro prejuicio deben interferir en el reconocimiento an
tropológico de estos y otros fósiles. La observación de rasgos en
la parte facial del cráneo 1 de Y. Irhoud, como las fosas poscani
na y maxilo-yugal que delimitan el pómulo por delante y por de
bajo, y la retracción del macizo maxilar que aproxima a la verti
cal el perfil del rostro, son inequívocamente modernos y ajenos a
la herencia de los neandertales. Pero la forma alargada, baja y,
sobre todo, el perfil alargado del occipital con «moño» marcado
de ambas cajas craneanas, 1 y 2, bastarían para salvar su clasifica
ción como neandertalesl9.
En conclusión, estamos de nuevo ante un caso de posible (al
menos) mestizaje entre un neandertal venido de Europa proba
blemente a través del estrecho de Tarifa, o uno de Kabwe, y un
moderno primitivo de los que se extendían por África en víspe
ras del episodio OIS 5. No es legítimo asumir una u otra clasifi
cación simple y exclusiva sin antes haber demostrado que es in
fundada la interpretación del mestizaje y cierto el aislamiento
genético entre ambos linajes en esa edad.
En el primero de estos escenarios, la emigración de neander
tales ibéricos al sur habría ocurrido en el frío intenso y prolonga
do del episodio glacial OIS 5b o en el OIS 6, que llevaron consi
go retirada del mar, descenso de su nivel y extensiones de fondos
emergidos. Según la hipótesis de salida de Europa e hibridación,
esta circunstancia paleoclimática estaría a favor de la explicación
de esta mezcla de rasgos de neandertales con modernos nortea-
fricanos.
La presencia de neandertales en Asia al sur del Cáucaso y al
este del Caspio se puede explicar por evasión de la Europa casi
totalmente cubierta por el crecido casquete glacial. Los datos de
Teshik-Tash, de hace cerca de 70.000 años, de Shanidar, con este
dato inicial, y de Kebara, con 60.000 años, corresponden a la gla
ciación del episodio OIS 4 y son, por tanto, acordes con esta ex
plicación.
El neandertal era una raza humana, limitada geográficamente
como europea, aunque con parientes en Africa subsahariana. Se
les conoce poquísimo fuera de Europa, aparte de un par de sali
das al norte de África y al sudoeste de Asia, con resultados pro
bables de mestizaje. Mientras, en toda África y en Asia, otras ra
zas evolucionaban con éxito con rasgos modernos. Estas pruebas
recomiendan no clasificar o considerar a los neandertales una es
pecie distinta, sino raza, «demo» o, si se quiere, subespecie de
nuestra humanidad, al menos hasta antes de esos datos. Y queda
cotejar estos hechos, y futuros hallazgos, con estudios genéticos
también extendidos.
258
leolítico Medio en este mismo sentido funcional estricto liberan
do este término de responsabilidades en la cronometría, que no
le corresponden. Los autores del SLA (ver Carbonell, 1987) defi
nen el Modo 2, del Paleolítico Inferior, por la producción estan
darizada y diversa de formas instrumentales complejas, o sea,
por el elemento morfotécnico, y se le suele distinguir por la pre
sencia relevante de utensilios de gran formato (GF), bifaces, hen-
dedores y picos triédricos o «triedros».
259
finamente tallado o aun en varios pisos, otros enmangados en
instrumentos compuestos, de donde los autores infieren lenguaje
desarrollado21. Con esa riqueza morfofuncional y técnica, unos y
otros conjuntos del Modo 3 difieren en su composición no ya en
los distintos continentes, sino en yacimientos de una misma re
gión. Pero curiosamente se encuentran iguales en las técnicas, y
en combinaciones de tipos, tanto asociados a fósiles de neander-
tal como a los modernos coetáneos de estos en África y en el
Próximo Oriente: un hecho relevante e innegable en favor de la
proximidad biológica y mental de neandertales y «modernos», al
menos hasta hace cerca de 50.000 años.
Los datos de aparición de las características morfotécnicas
del Modo 3, el Paleolítico Medio o la MSA vienen a ser más anti
guos que los cuadros morfológicos que se consideran definitivos
en humanos modernos y neandertales, como hemos visto ante
riormente al tratar de sitios del Pleistoceno Medio, y, por otra
parte, los conjuntos Uticos son bastante parecidos en regiones
del mundo distintas y distantes.
Al comienzo del Pleistoceno Superior, el cambio se manifies
ta en la pluralidad y diversidad de estos conjuntos. Ya se habla
de Middle Stone Age (MSA) en sitios de Sudáfrica como la cue
va de Hearths y las cuevas de Klasies River Mouth, y en Singa
(Sudán), también con fósiles humanos. Se cita «Musteriense» en
Zuttiyeh (Levante), cueva de Denisova (Siberia), Didwana (In
dia), sitios todos estos con edad imprecisa en la primera mitad
del episodio OIS 5, si no anterior. En este mismo tramo se inclu
ye la industria de Saccopastore (Italia), con neandertales, de hace
120.000 años, que es premusteriense; la de Combe-Grenal (Fran
cia) y la de Krapina (Croacia), con numerosos neandertales, que
se clasifican como «Charentienses», conjuntos también conside
rados transicionales o protomusterienses, mientras que, en el
Oriente Lejano, el yacimiento, casi contemporáneo de estos, de
Bundala (Sri Lanka), de hace cerca de 125.000 años, es conside
rado del Paleolítico Medio. Más difícil de clasificar es el de Yan-
huidong (China), de edad muy imprecisa. Entre 130.000 y
260
115.000 años se encuentran conjuntos del Modo 3 en las estepas
de Asia central, concretamente en los sitios de Lakhuti I y Selun-
gur, de Tayikistán, a los que sigue Obimazar. Y en el abrigo y
cueva de Benzú (Ceuta), frente al estrecho de Gibraltar, en un
nivel frío del episodio OIS 3, si no es el OIS 4.
Llegando a hace 100.000 años (entre 100 y 90.000 años), en
los sitios franceses con neandertales Moula-Guercy, nivel 15, y
Artenac, niveles 6 a 9, se cita un Musteriense tipo La Ferrasie, y en
los de Levante con humanos modernos Qafzeh, nivel 19, Skhul
B, Tabun-C y Tabun-B, otra variante de Musteriense, el levanti
no, que se halla también, en el mismo tramo, en Yebel Irhoud de
Marruecos. En la primera etapa glacial del Pleistoceno Superior,
el episodio OIS 4, entre hace 74.000 y 60.000 años, dos yacimien
tos de Sudáfrica presentan fases avanzadas de la MSA: Biombos
Cave y Still Bay, y los niveles II a IV de La Quina, de los más ri
cos en fósiles de Neandertal, una industria musteriense con pe
culiar composición. También se habla de MSA temprano en los
niveles junto al lago Eyasi, Tanzania, y en Laynyamok (Kenya),
con fósil humano.
Del primer intervalo templado que sigue al OIS 4, esto es, el
OIS 3a, son los sitios europeos de L’Hortus (Francia), con restos
de numerosos neandertales, de hace entre 55.000 y 35.000 años,
e industria musteriense, así como el de Molodova, en Ucrania, de
hace alrededor de 50.000 años. Prácticamente contemporáneo es
el nivel 2 de la cueva de Haua-Fteah (Libia), con industria tam
bién musteriense, y el intervalo entre dos niveles de Taramsa, sur
de Egipto: el inferior, de hace 55.500 años, con una variante nubia
de la MSA, y el superior, de hace 37.000-38.000 años, con fósil hu
mano y transición al Paleolítico Superior (ver más abajo). En Le
vante, junto al lago Tiberíades, con los fósiles humanos muy pro
bablemente mestizos de neandertales inmigrantes y modernos
locales de Amud, se encontró, con dato próximo a 55.000 años,
industria musteriense calificada de tardía.
En Bobongara, localidad de Nueva Guinea, con dato entre
50.000 y 40.000 años, se han citado cantos tallados, y en Malaku-
261
nanja, de Australia, entre 60.000 y 50.000 años, una industria no
avanzada en lascas.
El término «Musteriense» tipifica los conjuntos de industria
lítica del yacimiento con fósiles neandertalenses de Le Moustier
(Francia), en los niveles H, I, J, datados entre 43.000 y 40.000
años. También entre 45.000 y 40.000 años se datan los sitios típi
camente musterienses y con neandertales de La Ferrasie y La
Chapelie-aux-Saints (Francia), además de Ripicení-Izvor, niveles
3 y 4 (Rumania), nivel 3 de Vindija (Croacia), Kara-Bom, en el
oeste de Siberia, y Gipan (sur de África), con MSA.
Vemos, pues, extensiones pobladas por gentes que se soste
nían con tecnología «musteriense», que tallaban las piedras y
aun huesos, practicando los mismos modos y las mismas cadenas
operativas, obteniendo así y usando los mismos equipos de uten
silios, aun cuando ellos fueran morfológicamente distintos, desde
los modernos de Skhul y Qafzeh y los neandertales de Moula-
Guercy y Artenac, hace entre 100.000 y 90.000 años, hasta los de
Le Moustier y Kara-Bom, hace 40.000 años22.
En este tramo de tiempo vivió, pues, una humanidad diversa,
con razas ya distintas dentro de África, bien diferentes los mo
dernos en el Próximo Oriente y los neandertales de Europa, los
del lago Mungo en Australia, los de Solo en Indonesia, y diferen
tes estirpes también en el oeste de Asia. La diversidad biológica
venía de atrás, y desde el comienzo de este Pleistoceno Superior
ya la vemos reafirmada y diríamos que aumentada. En este co
mienzo y desde antes progresó también la tecnología, el compor
tamiento laboral, que pronto se estabilizó y perduró con varian
tes menores durante varias decenas de milenios.
Es curioso que el progreso técnico no fue muy diferente en
las distintas razas. El paso de un Modo 2, o de un Modo 1 evolu
cionado, al Modo 3 no fue instantáneo, sino que hemos visto ge
nerarse y crecer en aquellos las bases de este, en el Pleistoceno
Medio, desde hace 300.000 años, o más, por lo que distintos au
tores dan diversas fechas para el primer registro de Paleolítico
Medio en una misma región.
262
Lo que sí merece tenerse en cuenta es la proximidad crono
lógica de la aparición de tecnologías de grado medio, aunque
diferentes, en Sudáfrica, en Asia y alrededor del Mediterráneo,
y la participación de distintas razas (que el común de los autores
siguen considerando «especies» distintas, nombrándolas como
tales) del mundo en tecnologías del mismo grado, del Modo 3,
incluso en el mismo tipo industrial entre las variantes de este
Modo 3, como es el «Musteriense», común entre neandertales y
modernos de toda Europa, norte de Africa, Próximo Oriente e
interior de Asia hasta Siberia, desde hace 100.000 años hasta
hace menos de 40.000. Con cambios progresivos, cierto, pero
lentos, y que no mudaron esencialmente el modo y la mentalidad
sociocultural que se define como Paleolítico Medio. En China
escasean los sitios entre hace 130.000 y 45.000 años. Difieren
las técnicas en conjunto, que pueden calificarse de análogas a
un Paleolítico Medio en el sitio de Xujiayao en el norte, entre
hace 125.000 y 100.000 años, y de Yanhuidong, en el sur. Ha
sido bien estudiado el de Wushan, en el interior, con menos de
40.000 años.
El reconocimiento de canteras para provisión de materias pri
mas diversas poco añade a lo que ya conocemos del Paleolítico
antiguo. Estas son diversas, incluso en yacimientos de la India,
Didwana (entre 150.000 y 100.000 años), que incluye cuarzo,
cuarcita, basalto con dominio de sílex y jaspe; de China, Xujiayao
(entre 125.000 y 100.000 años), con caliza metamórfica, pedernal y
ágata, además del común cuarzo y la cuarcita; parecida composi
ción en el Upper Swan River (39.000 años, C14), en Australia, con
tecnología más primitiva. La ocupación del continente australiano
data de hace no más de 60.000 años. En Mumba (Tanzania), hace
52.000 años, entre la diversidad de materias primas aparece una
obsidiana cuya cantera se encuentra a 300 kilómetros del sitio.
Son innegables las pruebas de caza en yacimientos bien con
servados y bien excavados de neandertales, como los de Hortus,
Combe Grenal, Cotte de Saint Brelade, con claros indicios de
previsión adaptativa y preparación consciente.
263
No está de más recordar que el factor de deposición de hue
sos incluso humanos puede no ser antrópico. Las marcas en un
fragmento de húmero en la cueva Le Rochelot (Francia) denun
cian, con otros fósiles, que se trata de un comedero de hienas,
aunque próximo a yacimiento arqueológico. No es el único caso
en fósiles de Neandertal. Son, en cambio, numerosos los sitios
que evidencian el consumo cárnico de grandes mamíferos, co
rriente en neandertales, y la caza, incluso estacional, y probable*
mente selectiva en ocasiones.
El consumo de carne de grandes herbívoros y su aprovisio
namiento mediante estrategias de caza se tienen por extendidos y
repetidos, con frecuencia estacionales, en yacimientos con huma
nos de Neandertal y con industrias del Modo 3. En Katanda (Re
pública Democrática del Congo) se practicaba la pesca con arpo
nes tallados en hueso. En Sudáfrica hay pruebas de pesca y
consumo de peces de hasta más de 35 kilos en niveles inferio
res de la cueva Biombos, hace cerca de 130.000 años, y en KRM
(Klastes River Moutb) se encontraron restos de foca con indus
tria de la MSA II; en estos dos lugares, de Biombos en niveles su
periores, quedan también señales de marisqueo y de hogares23.
La recolección de nutrientes vegetales, con utensilios del Modo
1, se cita a partir de registros fósiles, de tiempos próximos a hace
40.000 años, de los sitios Bobongara, de Nueva Guinea, y Car-
penter’s Gap, de Australia24.
264
nios, se conoce un alto número de yacimientos, cuyos conjuntos
industriales han sido clasificados por los autores entre Muste-
riense tardío, Epi-Musteriense y Protoauriñaciense. Cada uno de
estos dos últimos agrupa a su vez conjuntos bien diferenciados
tipológicamente que se conocen por topónimos. El Auriñaciense
fue comúnmente considerado el conjunto típico más antiguo del
Paleolítico Superior. Hoy no falta quien lo cuenta como un ex-
ponente claro de la transición. Una «industria transicional»
(Ginter y otros, 1996) con más de 38.700 años se distingue antes
del Auriñaciense inicial, con datos entre 39.100 y 36.900 años, o
alrededor de 45.000 años con amplio margen de error, en la cue
va Temnata de Bulgaria25.
Con menos de 40.000 años perduraron conjuntos musterien-
ses típicos, que se califican de tardíos, en La Quina, en Arcy-sur-
Cure (Francia), Spy (Bélgica), Khulna (República Checa) y Bor-
dul Mare (Rumania), con fósiles de neandertal. También en la
cueva de Denisova y Okladinikov (Siberia), en La Baume, La
Rochette y Combe-Grenal (Francia), en Darra-i-Kur (Afganis
tán), con cerca de 30.000 años, y un conjunto MSA en Wonder-
wer (Sudáfrica), entre 38.000 y 37.000 años.
En la denominación de Epi-Musteriense se reúnen grupos de
conjuntos regionales, en el mismo tramo cronológico de los mus-
terienses tardíos, que se distinguen de estos por diferentes rasgos
tecnológicos progresivos que conducían al Paleolítico Superior.
Uno de ellos es el Castelperroníense (o «Chatelperroniense»), ti
pificado en sitios con fósiles de neandertal: Arcy-sur-Cure, con
cerca de 34.000 años (Chatelperron, Francia); Saint-Césaire, con
36.000 años; Le Moustier y Roe de Combe (también de Francia),
Ust’-Karakol (Siberia) y varios de España, como veremos. Otros
son: el Szeletiense, de Szeleta (Hungría), con cerca de 43.000
años, reconocido también en Vedrovice y Kostienki y en la Baja
Austria; el Uluzziense, de la Bahía de Uluzzo (Italia), citado en
varios niveles de Castel Civita, con alrededor de 33.000 años, y
en el sitio de Cavallo, y distinguido por una pequeña punta de
dorso curvo; el Bohuniciense, de Bohunice, con cerca de 40.000
265
años, y otro en Buhen, Wadi Halfa (Sudán), con 36.000 años. A
ellos se añade Ksar Ahkil (Líbano), con fósiles de Neandertal de
hace cerca de 44.000 años.
En Siberia, y según Laukhin (2004), el Paleolítico Superior
surge gradualmente a partir de hace 43.000-42.000 años sobre el
Musteriense local en Kara-Bom (suroeste) y en Khotik (Transbai-
kalia). Con sus primeros estadios coexiste en varias localidades el
Musteriense final. Este último se cita en la cueva Okladinikova,
con 33.000 a 30.000 años. Formas tempranas de paso al Paleolí
tico Superior son registradas por dicho autor en una decena de
sitios, varios de ellos en un valle alto del Yeniseí, con edades en
tre hace 32.000 y 29.000 años.
En el mismo tramo de tiempo que los epimusterienses se
produjeron otros cambios en conjuntos técnicos y en el entorno
círcunmediterráneo que se tienen por más próximos al Paleolíti
co Superior, concretamente a) tipo Auriñaciense. Se les agrupa
en la denominación Proto-Auriñaciense, como representativos
de un intermedio tecnológico en la transición del Modo 3 al
Modo 4. El grupo más conocido en esta transición es el llamado
Ateriense, bien caracterizado en el Magreb, pero también exten
dido al este del Mediterráneo. De Marruecos son los sitios de Ja
cueva de los Contrabandistas, con más de 35.000 años; Taforalt,
con dos niveles de hace 35.000 y 33.000 años, y Dar-es-Soltan,
entre 45.000 y 31.000 años. De la cueva de Zhourah (El Harou-
ra) se citan dos edades, 41.000 y 32.000 años; otro sitio es el Oa
sis de Kharga. De Dabban se toma el nombre de Dabbiense
para conjuntos como los de Nazlet-Khater, con fósiles de hu
mano moderno de hace en torno a 32.000 años, y Haua-Fteah
(Libia), nivel 3, con menos de 40.000 años. Uno de los más an
tiguos es Bacho Kiro (Bulgaria), con cerca de 43.000 años y
humano fósil no identificado. Se ha mencionado como protoau-
riñaciense la industria de un nivel en La Ferrasie B próximo a
35.000 años.
A partir de este último dato, coetáneos por tanto a los últi
mos conjuntos musterienses, y con buena parte de los epimuste-
266
LOS NEANDERTALES: SU TIEMPO. SU CULTURA Y COETÁNEOS
267
S alud, territorio , saber y símbolos en Neandertales
Y SUS COETÁNEOS
268
OIS 3c, y cerca de la costa mediterránea; así se dice de otras ra
zas en Katanda (República del Congo). O más esporádicas,
como en la cueva Devil’s Lair, en Australia, hace 40.000 años.
Se han estudiado y distinguido lugares y tiempos de estancia
ocasional o de permanencia más estable, usos del fuego como
hogar en sentido más pleno, y la distribución de espacios para
comida, taller, vertedero, etc., en un área concreta, como en el
Abric Romaní (Capellades, Barcelona) y su entorno, sitio del que
hablaremos enseguida.
Más residuales y escasos son los testigos de posibles paredes
o puertas que se citan de los sitios con fósiles de Neandertal en
La Ferrasie y Pech de l’Azé, de hogares y suelo en Mumbwa
(Zambia). Usos diferentes localizados en distintos espacios en el
interior de cuevas, e incluso separación artificial de estos, se han
registrado en Combe-Grenal, Francia, y en Kebara, Monte Car
melo, de hace menos de 60.000 años27.
Los ejemplos referidos sobre el modo de vida y subsistencia de
neandertales y sus contemporáneos permiten inferir aspectos
de sus capacidades y actividades mentales. Se ha llegado a hablar de
una subsistencia planificada «en profundidad», y desde luego son
varias las dimensiones y nuevas las áreas en que vemos extendi
das las capacidades de percepción, previsión y organización de
estos artífices del Paleolítico Medio. Varias acciones sobre fósiles
y sobre piedras o rocas han dejado en ellos modificaciones que
cabe interpretar como expresión de conceptos elaborados: tales
son los fragmentos de sílex con grabados de Quneitra (Israel), de
hace 60.000 años; el molar de mamut de Tata (Hungría), así como
los trozos y usos problemáticos del mineral de hierro ocre en La
Ferrasie, de hace 45.000 años; en sitios de Centroeuropa; en Ma-
lakunanja (Australia), de hace entre 60.000 y 50.000 años, en
Twin Rivers (Zambia), datado hace cerca 200.000 años. En Sudá-
frica, dos fragmentos de hueso con muescas en Klasies River
Mouth, de hace alrededor de 100.000 años; Border Cave, de
edad próxima o poco menor; Biombos, donde se han encontra
do plaquetas de ocre grabadas con trazos, de hace 75.000 años.
269
No deja de ser curiosa y digna de notarse la coincidencia de este
hábito dentro de un margen no muy amplio de tiempo en regio
nes muy distantes y en diversas razas humanas.
Modificaciones semejantes, con más indudable significado
simbólico o de cualidades personales o sociales, son los objetos
perforados, como conchas de moluscos en Bacho Kiro (Bulga
ria), con 43.000 años; Üsagízh (Turquía), de 41.000 años; Biom
bos (Sudáfrica), recién mencionado; y trozos de cáscara de hue
vos de avestruz como cuentas o colgantes en Loiyangalani
(Tanzania), con 70.000 años, y Mumba, con 52.000 años, además
de Enkapuna ya Muto (Kenya), con 43.000 años; o con graba
dos, como Diepkloof (Sudáfrica), con 60.000 años. Parecidos
objetos modificados con significado de distintivo se conocen en
sitios franceses con restos de neandertales: La Quina, La Ferra-
sie, Pech de l’Azé, y Arcy sur Cure. Son extensos geográficamen
te estos casos, y raros en el común de los neandertales. No es
prudente generalizar o asignar a estos abiertamente un alto nivel
intelectual, pero tampoco hay base científica para negar sin más
la inferencia de valor conceptual y un grado de capacidad mental
en estos casos.
Significativas en este sentido son las prácticas funerarias. Va
rios esqueletos de neandertales tienen modificaciones atribuidas
a prácticas caníbales, como las que ya conocemos en humanos
mucho más antiguos, del Pleistoceno Medio e Inferior: así en
Krapina, Moula-Guercy, L’Hortus.
Otras modificaciones más especiales son las constatadas en
Combe-Grenal, así como una limpieza ritual de huesos inferida
en Krapina. Se conocen sepulturas en La-Chapelle-aux-Saints
y en Monte Circeo, así como en Kebara, con neandertales; en
Skhul y Qafzeh, con modernos, y con flores en Shanidar. De un
niño en Taramsa (sur de Egipto), con recuerdos en Nazlet Kha-
ter, y restos craneales de rumiantes en Teshik Tash, también de
un infantil neandertalense.
También se ha negado, sin fundamento, el sentido funerario
o trascendente de prácticas posmortales y verdaderas sepulturas
270
en que se hallaron no pocos restos de neandertales. Es necesario
un estudio crítico de estos casos, pues en alguno tal interpreta
ción se ha demostrado errónea. Entendemos, no obstante, que se
puede afirmar sin error la exitencia de una motivación trascen
dente en la sepultura del niño de Teshik-Tash, las de Shanidar en
Irak, así como la colectiva de Krapina28. Las pinturas o dibujos
rupestres más antiguos corresponden a la cueva Chauvet en
Ardéche (Francia), de hace 35.000 años, y Apolo 11 (Namibia),
datados en 28.000 años.
271
9
N ea n d erta les ib é r ic o s : su s a m b ie n t e s ,
su v id a . L os ú ltim o s
273
HOMO HISPÁNICO
26
,9
23,
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Parietal ncandertalense de Cova Negra, Játiva.
(Museo de Prehistoria de Valencia).
Hemimandíbula de El Sidrón, vista exterior. A la derecha, detalle de trazas de cortes con sílice
f$
l§
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C a m b io s I b e r ia e n
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H u m a n o s m o d e r n o s y c u ltu r a
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De las sepulturas gravetienses de Sungir (Rusia), con esqueletos de un adulto,
una niña y un niño cubiertos de collares con miles de perlas, casi todas traba
jadas en marfil. {Del artículo de R. White, en Préhistoire d ’os, en homenaje a
Henriette Camps-Fabrer. Pubücations de l’Univers¡té de Provence, Aix-en-
Provence, 1999, págs. 319-331).
a) Cráneo y tórax del esqueleto de adulto de Sungir, con collares sobre el
cuerpo y la cabeza.
b) Detalle de un collar del niño de Sungir. Se ven colmillos de zorro y el
modo de ensamblar las cuentas de marfil.
c) Algunas de las cuentas de marfil talladas de los collares de los niños de
Sungir.
HOMO HISPÁNICO
mejoría casi continuada del clima, desde los 15.000 años a. p.,
permitió también la expansión de sus portadores a latitudes más
altas de Europa.
En Sudáfrica son también varios los sitios con LSA (Late Sto-
ne Age), equivalente del Paleolítico Superior eurasiático. La cue
va Boomplaas, cerca de Ciudad de El Cabo, tiene una larga serie
con niveles fértiles. Hacia la mitad, el nivel OLP1 tiene la última
asociación de Paleolítico Medio (MSA), con dos datos, de
34.000 años en la base y de 27.000 años (C14) en la parte alta. Se
le superpone un nivel estéril y, por encima de este, otro, el LPC,
con LSA y un dato de 21.000 años (C14).
El Lupembiense de África meridional a central y noreste —
Angola, Nyassalandia, Zambia, Congo, Egipto— se divide en
dos estadios: el superior, cerca del final, se sitúa hace 12.500
años. En el noreste cabe citar el sitio de Wadi-Kubaniya, datado
entre hace 17.000 y 15.000 años, y el de Kom-Ombo, ambos en
Egipto. De este último se cita el Paleolítico Superior, llamado
Silsiliense, por la localidad próxima de Djebel Silsilah, con dato
cercano a los 13.000 años, y una variante más nueva de hace
unos 12.000 años.
El sitio de Hawa-Fteah, en la Cirenaica (Libia), tiene también
varios niveles con industria lítica progresiva; en el nivel 4, común
con Argelia, la Oraniense, con dato entre 17.000 y 10,000 años.
Contemporáneos también al Magdaleniense superior y los paleo
líticos finales son los conjuntos capsienses, muy extendidos en el
norte y noroeste de África. Anterior al Capsiense es, en todo el
Magreb, la industria Ibero-mauritana, así llamada porque se la
creyó importada a través de Iberia, aunque está claro que África
septentrional estuvo bien poblada en estos tiempos glaciales al
término del Pleistoceno, con una evolución propia de los estilos
tecnológicos últimos del Paleolítico, aun cuando incluían técnicas
y tipos de Paleolítico Superior circunmediterráneo8. También en
la India parece haberse vivido un Paleolítico Superior en tiempos
de este Pleistoceno final, si bien puede decirse que se ha visto
continuado en algunas tribus de actuales cazadores-colectores9.
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* * *
331
N o ta s
P a r t e i: C ó m o se sa b e n estas c o sa s
333
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plicaciones paleoeconómicas y subsistenciales», en E. Aguírre (ed.), Atapuerca y
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Véase también X. P. Rodríguez, Technical Systems of Litbic Production in
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Véase también B. Márquez, A. Ollé y R. Sala, «Análisis microscópico de
los instrumentos de Galería (Sierra de Atapuerca)», en E. Carbonell, A. Rosas
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334
NOTAS
335
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Véase también H. O ’Regan, L. Bishop, S. Elton, A. Lamb y A. Tumer,
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40 Véase I. de la Torre y R. Mora, ob. cit. en nota 37.
Véase Asfaw y otros, ob. cit. en nota 29.
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Véase también H. Thieme, «Altpaláolitische Wurfspeere aus Schóningen,
Niedersachsen: ein Vorbericht», Archáologisches Korrespondenzhlatt, 26,
1996, págs. 377-393.
29 D. Moreno, Étude stratigraphique et sédimentologique du site acheuléen
en contexte alluvial de Brinay-Les-Fougeres "La Noira" (Vallée du Ger, Región
Centre, France), Tesis de Master Erasmus Mundus en Cuaternario y Prehisto
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Véase también P. Villa, Terra Amata and the Middle Pleistocene Archaeolo-
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Véase también H. de Lumley y D. Barsky, «Évolution des caracteres tech-
nologiques et typologiques des industries lithiques dans la stratígraphíe de la
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Véase también S. Simone, «Assessment of the researches about the Middle
Pleistocene of Aldéne Cave (Cesseras, Hérauit; France)», Bulletin du Muséum
d’Anthropologie préhistorique de Monaco, 42,2002, págs. 15-21.
351
Véase también Biache-St.-Vaast y otros sitios en A. Tuffrau y J. Sommé,
1986, ob. cit. en nota 28.
10 C. Peretto (ed.), The First Italians. Le industrie litiche del giacimento pa
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Véase también A. M. Radmilli, «Ottava campagna di scavo nelJa stazione
del paleolítico inferiore a Castel di Guido presso Roma», Atti della Soáetá
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Véase también A. P. Anzidei, A. A, Huyzenveld, L. Caloi, C. Lemorini y
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accumulation o f European Lower and Middle Palaeolithic bone assemblages.
Monographien des Rómiscb-Germaniscben Zentralmuseums, 42, 1999, págs.
173-195.
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en las variaciones del nivel del mar». Zona Arqueológica, 4(1), págs. 156-167.
” F. J. Gracia, F. Giles, ). Cano, A. Santiago, E. Mata y J. M. Gutiérrez,
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del Miño, y poblamiento paleolítico (Gándaras de Budiño-Tuy. Pontevedra)»,
Zona Arqueológica, 4 (4), 2004, págs. 218-229,
' A. I. Ortega, A. Pérez-González, M. A, Martín Merino, J. M. Carretero y j.
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Pérez-González y M. J. Machado (eds.), Geoarqueología y Patrimonio en la Pe
nínsula Ibérica y el entorno mediterráneo, ADEMA, Soria, 2005, págs. 161-179.
8 M. Santonja, A, Pérez-González, P. Villa, C. Sesé, E. Soto, R. Mora, V.
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Véase también M. B. Ruiz Zapata, M. J. Gil García, M. Dorado Vaiiño y A.
Valdeolmillos, «E l paisaje vegetal durante el Pleistoceno Medio en el interior
peninsular», Zona Arqueológica, 5, 2005, págs. 214-220.
Véase también J. Menéndez Amor y F. Florschütz, «Algunas noticias sobre
el ambiente que vivió el hombre durante el gran interglacial en dos zonas de
ambas Castillas», Estudios Geológicos, 15, 1959, págs. 23-34.
Véase también M. García Antón, «Análisis polínico de las unidades G ilí y
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Carbonell, A. Rosas y J. C. Diez, (eds.), Atapuerca: Ocupaciones humanas y pa-
leoecología del yacimiento de Galería, Memorias Arqueología en Castilla y
León, 7, Junta de Castilla y León, Zamora, 1999, págs 135-141.
Véase también J, S. Camón, R. Yll, J. A. Riquelme y P. González, «Perspec
tivas del análisis polínico de coprolitos y otros depósitos biogénicos útiles en la
inferencia paleoambiental», Zona Arqueológica, 4 (2), 2004, págs. 129-139.
9 C. Sesé, «Paleoclimatical interpretaron of the Quatemary small mam-
mals of Spain», Geobios, 27,1994, págs. 753-767.
Véase también A. Ruiz Bustos, «Características paleoecológicas y bioestra-
tigráficas del Cuaternario aportadas por el estudio de los mamíferos fósiles en
la Cordillera Bética. El Valle del Guadalquivir como ámbito de las primitivas
poblaciones humanas», Zona Arqueológica, 4 (2), 2004, págs. 488-504.
Véase también C. Sesé, M. T. Alberdi, A. Mazo y J. Morales, «Mamíferos
del Mioceno, Plioceno y Pleistoceno de la Cuenca de Guadix-Baza (Granada,
España): revisión de las asociaciones faunísticas más características», Paleon
tología i Evolució, 32-33,2001, págs. 31-36.
Véase también M. Santonja, A. Pérez-González, P. Villa, C. Sesé, E. Soto,
R. Mora, V. Eisenmann y M. Dupré, ob. cit. en nota 8.
Véase también A. Arribas y J. F. Jordá, ob. cit. en nota 4.
Véase también J. Rodríguez, «Análisis de la estructura de comunidades de
mamíferos de Galería (Sierra de Atapuerca)», en E. Carbonell, A. Rosas y C.
Diez (eds ), Atapuerca: Ocupaciones humanas y paleoecología del yacimiento de
Galería, Junta de Castilla y León, Zamora, 1999, págs. 225-231.
Véase también G. Cuenca, N. García y J. van der Made, «Fossil mammals
of the Lower to Middle Pleistocene site of Trinchera Dolina, Atapuerca (Bur
gos, Spain)», Zona Arqueológica, 4 (2), 2004, págs. 140-149.
Véase también J. Fernández Peris, P. M. Guillem y R. Martínez Valle,
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Prehistoria, Valencia, 1997.
Véase también M. J. Walker, J. Gíbert Clols, T. Rodríguez-Estrella, M. Ló
pez Martínez, A. Legaz y A. López Jiménez, «Two Neanderthal Man sites in
Murcia (SE Spain): Sima de las Palomas del Cabezo Gordo and Cueva Negra
del Estrecho del Río Quípar», Actes du XIV Congrés UISPP, Sectíon 4, Uni-
versité de Liége, BAR International Series, 1272,2004, págs. 167-180.
Véase también C. Sesé y E. Soto, «Vertebrados del Pleistoceno del Jarama
y Manzanares», Zona Arqueológica, 1,2002, págs. 318-337.
10 E. Aguilera y Gamboa, «Torralba, la plus ancíenne station humaine de
l’Europe», Congrés International d'Anthropologie et d'Archéologie préhistori-
que, C.R. XVISession, Généve, 1912, 1913, págs. 277-290.
11 El lector encontrará información histórica de las investigaciones que
aquí y a continuación citamos y resumimos, más un debate entre interpreta
ciones y bibliografía en un volumen monográfico del Museo Arqueológico
Provincial de Alcalá de Henares, Zona Arqueológica, 5. Los yacimientos paleo
líticos de Ambrona y Torralba (Soria), 2005, 444 págs.
12 C. Fuentes Vidarte, «El bóvido (Artiodactyla, Mammalia) de los yaci
mientos del Pleistoceno Medio de Torralba-Ambrona (Soria, España): nov.
sp. Bos antiquus», en M. Santonja, A. Pérez-González y M. J. Machado (eds.),
Geoarqueología y Patrimonio en la Península Ibérica y el entorno mediterráneo,
ADEMA, Soria, 2005, págs. 527-546.
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gical advances in bonour o f F. Clark Howell, Prentice Hall, Englewood Cliffs,
Nueva Jersey, 1994, págs. 597-637.
Véase también M. Santonja, J. Panera, S. Rubio y A. Pérez-González, «La
industria lítica de Ambrona. Características generales y contexto estratigráfi-
co», Zona Arqueológica, 5,2005, págs. 306-332.
14 J. González Echegaray y L. G, Freeman. Le Paléolithique ¡njéneur et
moyert en Espagne. Jérome Millón, Grenoble. 1998, pags 118-148.
Ibídem, pág. 163.
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Bosinski, (ed.) Die altest Besiedlung Europas. Jabrbucb des Romtsch■Gerrnanis-
eben Zentralmuseums Mainz, 38,1992, págs. 33-84.
17 L. G. Freeman, «Were there scavengers at Torralba?», en D. West (ed.),
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sity of Kansas, Lawrence, Publicatiom in Antbropology, 22, 2001, págs. 45-55.
18 P. Biberson y E. Aguirre, «Expérience de taille d ’outils préhistoriques
dans des os d’éléphant», Qmternaria, 7,1965, págs. 165-183.
15 E. Aguirre y M. Hoyos, «Observations méthodiques sur outillage osseux
du Paléolithique inférieuD>, Métbodologie appliquée á l'industrie de io s préhis-
torique. Colloques intemationaux du CNRS (París), 586, 1977, págs. 55-60.
Véase también E. Aguirre, «La industria ósea primitiva de Torralba», Mu-
nibe, 57 (II),2006, págs. 19-52.
10 A.-P. Anzidei, A. A. Huyzendveld, L. Caloi, C. Lemorini y M. Palom-
bo, «Two Middle Pleistocene sites near Rome (Italy): La Polledrara di Ce-
canibbio and Rebibbia-Casal de Pazzi», The role of early humans in tbe ac-
cumulation o f European lower and middle Paleolithic bone assemblages,
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1999, págs. 173-195.
Véase también A.-P. Anzidei, I. Bidittu, P. Gioia, M. Mussi y M. Piperno,
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Cavarretta, P. Gioia, M. Mussí y M. R. Palombo (eds.), La Terra degli Elefan-
ti/ The World ofElephants, CNR, Roma, 2001, págs. 3-9.
21 En M. Santonja y P. Villa, «The Acheulean in southwestern Europe», en
N. Goren-Inbar y G. Sharon (eds.), Axe Age. Acheulian Tool-Making from
Quarry to dtscard, Equinox Publishing, Londres, 2006, págs. 429-478.
El lector encontrará referencias de muchos de los sitios que se mencionan
a continuación y en el capítulo precedente.
22 V. Cabrera, E l yacimiento de la Cueva de “El Castillo’’ (Puente Viesgo,
Santander), Bibliotheca Praehistorica Hispana, 22, Madrid, 1984.
23 J. A. Rodríguez Asensio, Yacimiento de Cabo Busto, G.E.A., Luarca (As
turias),2001.
24 E. Méndez, R. Villar, M. Santonja, A. Pérez-González y M. Ledo, «Va
loración preliminar del yacimiento paleolítico de Portomaior, As Neves, Gali
cia», Zona Arqueológica, 7,2006, págs. 184-192.
355
Véase también L. Raposo, «Le Paiéolithique inférieur archai’que au Portu
gal», Bulletin de la Société de Préhistoire de France, 82 (6), 1985, págs. 137-
180.
Véase también L. Raposo, J. Carreira y M. Salvador, «A estagáo acheulense
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ternario Ibérico, vol. 2, G.E.T.C. y G .T.P.E.Q ., Lisboa, 1985, págs. 41-60.
(edición bilingüe).
25 Comunicación personal de E. Carbonell y J. Vailverdú.
-6 M. Santonja, A. Pérez-González, P. Villa, C. Sesé, E. Soto, R. Mora, V.
Eisenmann y M. Dupré, «E l yacimiento paleolítico de Cuesta de la Bajada
(Teruel)», en Actas do 3 ° Congresso de Arqueología Peninsular, vol. II, Paleo
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minas.
21 E. Carbonell y R. Mora (eds.), E l complex del Pleistocé Mitjá del Pmg
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Véase también J. Canal y E. Carbonell, Catalunya paleolítica, Patronat Ei-
ximenis, Barcelona, 1989.
Véase también J. Fernández Peris, P. Calatayud, M. P. Fumanal y R. Mar
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Pleistoceno Medio», Saguntum, 21, 1994, págs. 9-37.
28 M. Walker et ai, «Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar (Murcia,
Southeast Spain): an Acheulean and Levalloiso-Mousteroid assemblage of Pa-
leolithic artifacts excavated in a Middle Pleistocene faunal context with homi-
nin skeletal remains», Eurasian Prehistory, 4 (1-2), 2006, págs. 3-42.
29 E. Carbonell, A. Rosas y J. C. Diez (eds.), Atapuerca: Ocupaciones huma
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Véase también C. Mallol y E. Carbonell, «The Collapse of Gran Dolina
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30 E. Carbonell y J. Rosell, «Ocupaciones de homínidos en el Pleistoceno
de la Sierra de Atapuerca», Zona Arqueológica, 4 (4), 2004, págs. 102-115.
31 Véase M. Santonja y P. Villa, ob. cit. en nota 21.
Véase también M. Santonja y A. Pérez-González, «Geoarqueología del yaci
miento achelense de El Basalito (Castraz de Yeltes, Salamanca). Discusión acerca
de su naturaleza y significado», Zona Arqueológica, 4 (4), 2004, págs. 472-482.
12 E. Vallespí, A. Ciudad, y García Serrano, Achelense y Musteriense de
Porzuna (Ciudad Real). Materiales de superficie. Universidad de Cas tilla-La
Mancha, Ciudad Real. 1985.
3> J. M. Rodríguez de Tembleque, «Yacimiento de Puente Pino: nuevas
perspectivas en el estudio del Paleolítico inferior de la Península Ibérica»,
Zona Arqueológica, 4 (4), 2004, págs. 440-450.
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realizados en el yacimiento paleolítico de Tafesa, antiguo Transfesa (Villaver-
de-Madrid): principales rasgos tecnológicos del conjunto lítico». Zona Arque
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55 A. V. Mazo, «Una mandíbula de Elephas anüquus (Proboscidea, Mam
malia) en Ciempozuelos (Madrid)», Coloquios de Paleontología, 47, 1995.
págs. 47-53.
,6 M. Santonja, «La adaptación al medio en el Pleistoceno inferior de la Penín
sula Ibérica. Elementos para una reflexión», en A. Moure Romanillo (ed.) Elefan
tes, Ciervos y Ovicaprinos, Universidad de Cantabria, Santander, 1992, págs. 37-76.
Una revisión muy completa de sitios, hallazgos e inferencias en la región se
halla en J. González-Echegaray y L. G, Freeman, Le Paléolitbique inférieur et
mojen en Espagne, Jéróme Millón, Grenoble, 1998, págs. 56-60 y sigs.
Véase también I. Rus, J. Panera, S, Rubio, A. Pérez-González y S. Bárez,
«La Cuenca alta del río Jarama: una aproximación geoarqueológica al depósi
to Pleistoceno de Redueña», Zona Arqueológica, 7, 2006, págs. 194-211.
37 A. V. Mazo, «Elephas antiquus {Proboscidea, Mammalia) en el Pleisto
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Véase también J, van der Made y A. V. Mazo, «Spanish Pleistocene Pro-
boscidian diversity as a function of climate», en G. Cavarretta, P. Gioia, M.
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Véase también M. Santonja y A. Pérez-González, «Arqueología y elefantes
en el Pleistoceno Medio de la Península Ibérica», Zona Arqueológica, 5, 2005,
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M. T. Antunes y J. L. Cardoso, «Quaternary elephants in Portugal: new
data», Ciéncias da Terra, 11, 1992, págs. 17-37.
Véase también M. F. Sousa y S. M. Fígueiredo, «The Pleistocene elephants
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degli Elefanti/The World of Elephants, C.N.R., Roma, 2001,págs. 611-616.
39 A. Ruiz Bustos, «Características paleoecológicas y biostratigráficas del
Cuaternario aportadas por el estudio de los mamíferos fósiles en la Cordillera
Bética. El Valle del Guadalquivir como ámbito de las primitivas poblaciones
humanas», Zona Arqueológica, 4 (2), 2004, págs. 488-504.
Véase también M. Botella, J. A. Vera y J. Porta, «El yacimiento achelense
de Solana del Zamborino, Fonelas (Granada)», Cuadernos de Prehistoria de la
Universidad de Granada, 1, 1975, págs. 1-43.
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Véase también C. Barroso, D. Botella y J. A. Riquelme, «La Cueva del Ángel
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Man and his Enviroment / El hombre prehistórico y su entorno, Musée de
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1,1 J. A. Caro Gómez, «Yacimientos e industrias achelenses en las terrazas
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42 A. Arribas y J, F. Jordá, «Mamíferos del Cuaternario kárstico de Guada-
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lla-La Mancha, Junta de Comunidades de Castilla-La Mancha, Toledo, 1999,
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M. Walker y otros, «Cueva Negra del Estrecho del Río Quípar..,», ob.
cit. en nota 28.
44 J. M. Basabe, «El húmero premusteriense de Lezetxiki (Guipuzcoa)»,
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A. Arrizabalaga, J. Altuna, P. Areso, C. Falguéres, M. J. Iriarte, K. Mariez-
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Véase también C. Falguéres, Y. Yokoyama y A. Arrizabalaga, «La Geocro-
nología del yacimiento pleistocénico de Lezetxiki (Arrasate, País Vasco). Crí
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45 J. L. Arsuaga, A. Gracia, C. Lorenzo, I. Martínez y P. J. Pérez, «Resto
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Véase también A. Rosas y J. M. Bermúdez de Castro, «Descripción y posi
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paciones humanas y paleoecologta del yacimiento de Galería, Junta de Castilla y
León, Consejería de Educación y Cultura, Zamora, 1999, págs. 237-243.
358
Capítulo 7: El grupo humano de Atapuerc a-Sima de los Huesos
359
Véase también C. Lorenzo,. Evolución de la mano en los Homínidos Análi
sis morfológico de los fósiles de la Sierra de Atapuerca, Tesis doctoral. Universi
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11 J. L. Arsuaga, C. Lorenzo, J. M. Carretero, A. Gracia, I. Martínez, N.
García, J. M. Bermúdez de Castro y E. Carbonell, «A complete human pelvis
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12 A. Gómez, J. M. Carretero, J. L. Arsuaga, I. Martínez, R. Quam, C. Lo
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Véase también A. Gómez-Olivencia, J. M. Carretero, J. L. Arsuaga, L. Ro-
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nal o f Human Evolution, 33, 1997, págs. 109-127.
14 Y. Fernández-Jalvo, «Interpretación paleoambiental y etológica en Ata-
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Véase también Y. Fernández-Jalvo y P. Andrews, «Atapuerca, le conte de
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15 E. Aguirre, «Sima de los Huesos. Escenarios de la formación del yaci
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17 C. Falguéres, Datation de sites acheuléens et mousteriens par la méthode
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Véase también C. Falguéres, J. Bahain, Y. Yokoyama, J. L. Bischoff, J. L.
Arsuaga, J. M. Bermúdez de Castro, E. Carbonell y J. M. Dolo, «Datation par
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chera Dolina et Trinchera Galería. Bilan géochronologique», L ’Anthropolo
gie, 105 (1), 2001, págs. 71-81.
18 E. Aguirre, ob. cit. en nota 15.
J. L. Arsuaga, I. Martínez y A. Gracia, «Analyse phylogénétique des Ho-
minidés de la Sierra de Atapuerca (Sima de los Huesos et Gran Dolina TD-6):
l’évidence cranienne», L Anthropologie. 105, 2001, págs. 161-178.
20 I. Martínez, La base del cráneo y el hueso temporal en la evolución de
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21 P. J. Pérez y A. Gracia, «Los homínidos de Atapuerca: Información so
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361
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Véase también J. Rosell, ob. cit. en nota 23.
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NOTAS
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15 C. Borras, F. Giles, A. Santiago, C. Finlayson, G. Finlayson, C. Calvo, J.
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18 J. Estévez, «La fauna de l’Arbreda (sector Alfa) en el conjunt de faunas
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Véase también J. González Echegaray y L. G. Freeman, Le Paléolithique
inférieur et moyen en Espagne, Jéróme Millón, Grenoble, 1998. En especial, a
este propósito, sobre Cueva Morín, págs. 227-236.
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Véase también M. Navazo, J. C. Diez, T. Torres, A. Colina y J. E. Or-
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ADEMA, Soria, 2005, págs. 235-250.
Un interesante análisis de los subniveles transicionales de El Castillo 18 y
cotejo con las cuevas de Morín y El Esquilleu, marcando semejanzas y dife
rencias en uso del sitio, caza y gestión del territorio, se encuentra en V. Cabre
ra, F. Bemaldo de Quirós, J. M. Maíllo, A. Pike-Tay y M. D. Garralda, «Ex
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19 J. González Echegaray y L. G. Freeman, 1998, ob. cit. en nota 18.
Véase también J. Martínez-Moreno, «Comportamientos y tecnologías polé
micas: las industrias en hueso ‘poco elaboradas’ y objetos simbólicos del Pale
olítico Medio Cantábrico», en R. Montes y J. A. Lasheras (eds.), Neandertales
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llana del Mar, 2005, págs. 349-367.
Sobre Covalejos, ver Sanguino y Montes, 2005, ob. cit. en nota 1.
20 J. C. Diez y M. Navazo, 2005, ob. cit. en nota 4.
21 C. Barroso (ed.),2003, ob. cit. en nota6.
Véase también A. Rosas, C. Martínez-Maza, M. Bastir y otros, art. cit. en nota 2.
22 M. Walker, J. Gibert y otros, 2004, ob. cit. en nota 1
Véase también E. M. Doménech, 200, ob. cit. en nota 9.
23 C. Finlayson, F. Giles, J. Rodríguez-Vidal y otros, «Late survival of Ne
anderthals at the southemmost extreme of Europe», Nature, 443, 2006, págs.
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Véase también L. Raposo y J. L. Cardoso (1998 y 2000), citados en nota 5.
24 C. Finlayson, D. Fa, G. Finlayson, F. Giles y J. Rodríguez-Vidal, «Did
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Véase también C. Finlayson y J. S. Carrión, Trends in Ecology and Evolu
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NOTAS
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381
I n d ic e o n o m á s t ic o
383
HOMO HISPANICO
Howell, F. C.: 37, 68, 74, 118, 127, Rodríguez, Jesús.: 112, 170.
143, 144, 154, 171, 172, 179, 248, Rodríguez, Xosé Pedro: 258.
249,251,257. Rodríguez Vidal, Joaquín: 164.
Rosas, A.: 211.
Laplace, Georges: 29. Rosell, J.: 34.
Leakey, Loáis: 21, 64. Ruiz Bustos, Antonio: 164, 169.
Leakey, M. D.: 77.
Leakey, Mary: 64. Sánchez Marco, A.: 112, 175,325.
Lumley, Henry de: 142. Sanchiz, Borja: 175.
Lumley, Marie Antoinette de: 142. Santonja, Manuel: 172.
Sémah, F.:55,56.
Martín Nájera, Aurora: 110. Sesé, C.: 169,170,176.
Martínez Mendizábal, Ignacio: 119, Soto, E.: 170.
212,226, 247. Spahni, C.: 280.
Martínez Solano, I.: 175.
Mazo, Ana: 196. Theilhard de Chardin, Pierre: 64,
Mead, Margaret: 126. 145.
Moigne, Anne Marie: 33. Tobías, P. V.: 83.
Torres, Trinidad: 105,202,205.
Narr, Karl: 147. Turbón, D.: 323.
Turner, A.: 59.
Ortega, Ana I.: 98,166,206.
Utrilla, Pilar: 321,324.
Pei, W. C.: 145.
Perea, Silvia: 175. Vidal Box, Carlos: 163.
Pérez, P. J.: 226. Vilanova y Piera, Juan: 94, 170.
Pérez-González, Alfredo: 172. Viñes, Gonzalo: 279.
Pérez-Ochoa, A.: 220.
Pericot, Luis: 19,171. Walker, M.: 170.
Poirier, F. E.: 137. Wemert, Paul: 198.
Pons Moya, J.: 90,92. Wood, B.: 59.
Wu, X,: 137, 146,249.
Quadra Salcedo, A. de la: 322.
Yokoyama, Yuji: 25,221,251.
Raposo, L.: 188.
Raymond, Dart: 64. Zazo, C.: 165.
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I n d ic e de Y a c im ie n t o s
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HOMO HISPÁNICO
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In d i c e d e y a c i m i e n t o s
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