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EL CUENTO DEL REY CARMESÍ

1
El niño terminó de regar el maíz. Después de casi una semana de estar postrado en
su cama, logró levantarse ese día, extrañamente con la energía suficiente, para que
su madre le dijera que su padre los había abandonado y que se pusiera a trabajar la
cosecha. La verdad al niño no le sorprendía que su padre los abandonara, siempre
que terminaba de trabajar, se ponía a beber, para después decir cosas sin sentido:
-Me voy a ir de aquí, viviré en la capital donde seré rico -Después de eso, lo
mandaba a la cama, algunas noches se queda mirando el techo imaginando una
vida mejor. Él odiaba a su padre, por no ser lo suficiente para que él y su madre
fueran felices.
Al final lo que decía su padre fue verdad, su madre no le quiso dar más
explicaciones, ahora solamente quedaban ellos dos, solo les quedaba su pequeño
terreno, la casa de madera, el maíz el establo y la pobreza. Edgar era el nombre del
niño, quería ser un caballero, entrenarse para poder viajar por el mundo, matando
monstruos que cruzaban de las Baldías y recatar damiselas en peligro para después
acostarse con ellas, un caballo hermoso que corriera más rápido que el viento; ser
extremadamente rico, tener su propio castillo donde viviría su madre con todo lo que
merecía, cocineras, amas de llaves, mayordomo… una esposa, tendría la esposa
más hermosa del continente, y tendría 4 hijos o más, tal vez él tendría bastardos por
todo el continente, pero no importaba, servirán como una forma de esparcir su
leyenda, el caballero andante…
a lo lejos el niño vio una silueta alta que se acercaba
-¡Edgar!-gritó su madre-ven rápido-Edgar se volvió a su casa, pudo observar que su
madre estaba en la cocina.
-Ya voy, madre, es que estaba…-Edgar volvió a ver la figura que se hacía más
grande y más visible, se dio cuenta que se trataba de alguien a caballo. Un
caballero pensó Edgar, fue lo primero que llegó a su mente, en esos tiempo era
imposible ver a un gigante: porque estaban extintos. Pero la idea de ver un caballero
lo emocionó demasiado.
-¡Edgar!-le llamó su madre, pero él estaba perdido en su mente. ¿Qué querrá?, tal
vez viene a reclutarme… no lo creo tengo apenas 12… me faltan 3 años para poder
entrar. Lo más seguro es que está viajando por ahí, buscando algún
bandido…¿Habrá sido mi papá?... tal vez solamente necesita comida y agua.
Edgar vio al caballero, que ya se notaba su armadura gris, no tenía el casco, así que
se cubría del sol con una capa, la sombra que está hacia cubría el rostro del
hombre. Su armadura sonaba cada vez que el caballo se movía, pudo ver la espada
que llevaba a la espalda se trataba de un mandoble <<extraño-pensó-normalmente
se llevaba en la cintura>> También visualizo una pistola, ésta sí estaba en su
cadera y brillaba por el sol. La alforja del caballo se veía un poco vacía<< así que
lleva tiempo viajando>>
Cuando estaba a unos pocos metros, pudo ver mejor la cara del hombre, era muy
delgado de la cara, tenía un bigote de color negro y sus ojos alcanzo a ver que eran
azules.
Edgar no sabía cómo empezar ¿Alguna reverencia? ¿A los caballeros se les hace
eso?
-Buenos días.-dijo Edgar, sin reverencia<<solamente a los reyes>> se dijo para sí
mismo
El caballo se detuvo, Edgar quedó cara a cara con este, entonces levantó su mirada
al caballero, este empezó a mover sus labios:
-Buenos… día...-El caballero dejó la palabra en el aire, después soltó un quejido de
dolor. Se balanceo y cayó de su caballo.

2
Necesita agua… madre es un caballero… es de la guardia real madre… es...
Cuando abrió los ojos, se encontró con unos ojos grises, estos se sobresaltaron al
darse cuenta que había despertado, se trataba de la madre del niño, ella limpiaba
su frente con un trapo mojado. La mujer se alejó de este. El cuarto era iluminado por
apenas una lámpara de aceite, cuando su vista por fin se acostumbró a la poca luz,
vio al niño que estaba detrás de su madre. Su armadura se encontraba en una
esquina de la habitación. Pasaron dos minutos hasta que el caballero habló.
-Disculpe bella dama, pero quisiera saber ¿Cuánto tiempo he dormido?
-Tres horas-dijo ella-El sol ha caído y ya es de noche.
-Mierda… disculpe, mi vocabulario, he estado casi dos días sin comer, desde que mi
alforja quedó vacía.
-Se puede quedar a comer-casi gritó Edgar. Su madre lo calló.
-Lo siento Sir…
-Bate...Sir Bate. -terminó
-Sir Bate-término la señora, si quiere puede quedarse a cenar.
-No sé si pueda, tengo una misión…-El niño lo interrumpió.
-Por favor...Señor, quédese, puede irse por la mañana. Mi mama ya tiene preparada
la cena-Algo brillo en los ojos del niño, Bates lo vio, entonces su mirada pasó a una
de curiosidad.
-Está bien, me quedaré a cenar, solamente, si me permite mis armas, todo caballero
debe de estar cerca de sus armas.
El niño asintió y fue por ellas.
Bates se levantó de la cama, siguió a la señora hasta el comedor.
-Perdone si no tenemos las comodidades que ustedes deben tener, ahí en la capital,
no me creía que existiera algo como la luz eléctrica.
-No soy de la capital, viví ahí 3 años en mi preparación pero en realidad soy de la
Mancha.
-¿La mancha?-Preguntó sorprendida la señora.
-Sí, mi padre me mandó a los 15 para mi preparación-El tono de Bates no era el
más animado.
-No lo escucho muy alegre sobre eso, tenía entendido que todos los jóvenes quieren
ir a la capital para enlistarse.-se sentaron en el comedor
-! Eso es verdad ¡-Grito Edgar, Bates se preguntaba por qué tardaba tanto, lo más
probable era que se encontraba admirando sus armas.
-Yo quería ser hechicero, pero nunca tuve las aptitudes necesarias-La señora sirvió
dos tazas de café, Bates aceptó una-No las necesarias…
En ese momento llegó Edgar con las armas. Bates las tomó mientras le sonreía.
-Gracias, joven, supongo que tu quieres ser un caballero, ¿O me equivoco?
-Claro que no, Sir, quiero ser el caballero más grande del continente, ser
extremadamente reconocido.
-¿Qué dice tu padre sobre eso?-La madre fue quien contestó.
-Nos abandonó, así que ya no tiene nada que ver.
-Disculpe…-dijo Bates, algo le extrañó, sabía que eso había estado fuera de lugar.
Reinó el silencio, entonces la madre empezó a servir la cena. Sirvió crema de elote,
con un pan que se necesitaba una fuerza increíble para morder.
-Delicioso.-Mintió Bates.
-¿Que lo trajo por acá?-preguntó la señora.
-Me encontraba en una misión-dijo Bates-unos bandidos habían robado un artefacto
muy preciado, tuve que luchar con algunos, pero se me escapó uno, entonces lo
seguí, el problema es que lo encontré muerto hace tres días, pero sin rastro del
artefacto, así que decidí seguir mi camino hacia el castillo del Rey.
-Dios mío-dijo la señora, Edgar miraba encantado a Bates-¿Qué clase de artefacto
era?
-En realidad era una prenda, una muy importante, sería difícil explicarle, además
que son… asuntos de la corona.
-Oh… entiendo…-reinó el silencio, hasta que volvió a hablar-Disculpe-dijo la señora-
voy a arreglar unas cosas, Edgar, cuando regrese quiero que te vayas a la cama.
-Pero mama…
-Sin berrinches-dijo duramente.
-Está bien.-dijo resignado el niño. La madre antes de irse, se acercó al oído de
Bates, el asintió, después ella se alejó. El chico pensó en lo rápido que
posiblemente su madre se olvidó de su padre.
Bates no había puesto atención al olor del lugar, le pareció curioso que podía oler a
uvas, como a vino. Entonces vio al niño que lo miraba con ilusión.
-Así que quieres ser caballero.
-Sí, si, si.-se notaba la emoción en la voz de Edgar.
-Fue a tu edad cuando levante por primera vez la espada de mi padre, era tan
pesada, recuerdo haberlo visto riendo con un tarro de cerveza, diciendo que en eso
me convertiría, en un caballero.
-Pero usted no quería serlo.
-Pero no significaba que no me gustara las espadas, mi tío era hechicero y siempre
lo veía con una espada, aunque más pequeña. Siempre con su túnica verde porque
depende de la magia.
-¿Cómo fue su entrenamiento?-Preguntó
-No te puedo contar eso niño, la academia tiene muchos secretos, que solamente
quienes cursan pueden saberlos y al mismo tiempo jurar de nunca revelarlos.
-Oooh… - dijo algo decepcionado, Bates lo notó, entonces sonrió.
-Pero puedo contarte un cuento, una leyenda que mi padre siempre me contaba
antes de dormir.
-¿Sobre qué?
-Sobre el Rey Carmesí.
-¿Es sobre el Rey antes de Jasson?
-No, no hay que confundirlo, éste es Rey es de hace muchos siglos, el que tu hablas
es del Rey Rojo.
El niño no contestó, tenía una mirada de curiosidad, sus ojos pedían que le contará
esa historia. Fue cuando Bates empezó a narrar, comenzó como todos los cuentos
que se narran en el continente…
-Esta historia es de antes de que yo naciera…

3
En el reino de Durkheim, ubicado casi a los límites con las baldías. Gobernaba el
conocido Rey Carmesí, conocido por su habilidad con la espada, se dice que luchó
al lado de una de las encarnaciones de los 4, y que después de eso se interesó por
la magia. Consiguió que su maestro le llevará un hechicero, para que le enseñara la
magia, lo que no sabía era que el hechicero se especializaba en la necromancia.
Pasaron años y el Rey se interesaba más y más con aquella magia. Se cuenta que
una vez revivió su caballo más preciado, pero como se sabe, si no eres un mago
hecho y derecho, las consecuencias de usar esa magia pueden ser terribles. Al final
tuvo que sacrificar aquel caballo, pues se la pasaba recluido de los demás, con los
ojos en blanco, sin responder a los llamados de su amo. Pero lo gota que derramó
el vaso, fue el olor que emanaba aquel animal. Entonces el Rey lo sacrificó, sin
darse cuenta que su familia quedaría manchada por la muerte.

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-¿Quién era aquel hechicero? - preguntó el niño.
-Nadie lo sabe, en verdad, siempre me he preguntado eso, ha sido nombrado en
otros cuentos, siempre actuando entre las sombras.
-Entonces… ¿Fue real?
Bates no respondió, quiso decirle que era un simple cuento, pero no lo hizo, para
dejar la tensión.
Bates escuchó a la madre haciendo algo en la parte de atrás de la casa. Entonces
continuó.

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Pasaron años y el episodio se fue olvidando, El Rey se volvía más viejo igual que el
mundo y los demás que giran alrededor.
Tuvo una hija, una niña hermosa que era la viva imagen de su madre. El rey era
feliz junto a su familia.
Hasta que llegó la desgracia, un día la niña y la madre enfermaron de una extraña
enfermedad, los doctores no encontraban de qué era lo que las afectaba. El Rey
desesperado buscó ayuda en aquel hechicero necromante.
-Por favor-dijo el Rey desesperado-cura a mi hija y mi esposa.
El Hechicero sonrió, tenía al rey donde lo quería,
-la enfermedad de su esposa e hija es incurable, pero hay una forma de evitar que
se vayan, tiene que hacer un hechizo.
El rey aceptó ciegamente, sin saber en la trampa que acababa de caer. No se sabe
muy bien lo que pasó enseguida, pero si se conoce el desenlace, que trágico
quedaría muy corto, la mujer y esposa del Rey murieron… pero regresaron como
muertas vivientes, al igual que aquel caballo. El Rey se quedó solo en su castillo
acompañado de esas bestias, sus criados lo abandonaron, huyendo de la locura
que lo apoderaba y argumentando que emanaba un olor horrible, un olor a muerte.
La salud del mismo se fue deteriorando, sus uñas fueron creciendo sin parar, su piel
se volvió blanca, sus dientes filosos como los de una piraña, Sus ojos se volvieron
de color rojo carmesí. Se dice que al hacer aquel rito negro, su alma fue corrompida,
y ascendió a un demonio del nivel de los que habitan en las baldías. Fue cuando un
dia antes de su muerte y metamorfosis, asesinó a las únicas mujeres que había
amado. Ese mismo día la encarnación del Jinete negro, luchó contra él, se cuenta
que la batalla fue épica, el ya conocido como el demonio Rey Carmesí, hacía uso de
magia, y de su espada hecha de los huesos de su esposa. Pero el jinete negro logró
vencerlo; con su magnífico manejo del arco y flecha, y la magia que él usaba.
Fue sellado en su propia capa, para después ser escondida en alguna parte de las
Baldías. Se cuenta que espera su regreso, a que alguna persona se ponga su capa
y pueda poseerlo para volver a la vida y sembrar el caos. No se sabe si ésta fue la
verdadera historia, pero si que alimenta la leyenda del Rey Carmesí, y qué sucedió
antes de que yo naciera.

6
-No puede ser.-dijo el niño.
-¿No puede ser que?-Pregunto Bates, mientras se levantaba, caminó hacia la
ventana de la cocina, mirando hacia el cielo estrellado, la luna estaba llena.
-¿Cómo pudo haber acabado así?-El chico miraba como Bates pronunciaba algo
entre sus labios, no alcanzaba a percibir que.
-Esa historia me la contaba mi padre, para asustarme, siempre con lo mismo, de
que algun dia me encontraría aquella capa y entraría en mi cuerpo.-El niño vió como
el caballero pasaba su mano por el marco de la ventana, después este se pasó a la
puerta donde hacía lo mismo-Además… lo que más me daba miedo era que fue una
historia real.
Bates respiro, el olor a vino incrementó.
-¿De qué habla?-Preguntó el niño.
-El artefacto que estaba buscando...era la capa del Rey Carmesí, los bandidos la
habían encontrado y planeaban usarla en contra del Rey Jasson. El hombre que
encontré, había sido poseído por esta, al parecer no le gustó el cuerpo y se
desprendió de este, matándolo en el proceso.
-¿Qué sucedió con la capa?-preguntó el niño. Un viento cruzó la habitación y apagó
la vela que la iluminaba, dejándolos casi a oscuras, si no fuera por la luna que
brillaba majestuosamente.
-No lo sé-mintió Bates, este miro algo detrás de Edgar, fue cuando hizo un
movimiento muy pequeño de cabeza.
-Yo sí-dijo la voz de su madre. El chico no fue capaz de responder, un cuchillo cortó
su garganta, la sangre salía a chorros por una segunda boca de color carmesí. Su
cuerpo se fue hacia adelante golpeando la mesa con fuerza. Bates se apresuró,
apuntó su mano derecha hacia el cuerpo del niño y recitó un conjuro, la piel de este
se llenó de marcas parecidas a tatuajes, en realidad eran runas para evitar algún
cambio. La mujer dejó caer el cuchillo y se puso a llorar, llevando sus manos a su
rostro.

7
Esa era la luna más grande en lo que llevaba el año, su luz era lo único que
iluminaba aquella cocina, donde Sir Bates observaba el cuerpo de un niño que muy
apenas había empezado su pubertad y su madre que lloraba desconsolada, de
rodillas en el piso, ella había empezado a rezar, pidiendo perdón a algún dios.
-Lo hice.-dijo la mujer entre llantos, Bates se empezó a acercar a la mujer.
Bates había estado comunicándose con la mujer por medio de señas mientras
estaban todos comiendo. Se dio cuenta que el niño estaba poseído por el demonio,
cuando vio aquel brillo rojo en sus ojos y el constante olor a vino. Sus sospechas
fueron ciertas cuando la madre se acercó a él y le dijo en su oído: “Lo sabe, él ya no
es mi hijo”. Así que empezó a provocar al demonio, contándole su historia, quería
ver como reaccionaba, logró ver como los ojos del chico se volvían cada vez más
rojos. Bates entendió que ella debía ser quien lo matara, cuando ella se acercó
lentamente por detrás del niño con un cuchillo en la mano.
-Así tenía que ser.-dijo Bates, su voz era fría, fue algo que aprendió en la academia-
El demonio dentro de él estaba a punto de salir, lo más probable es que no
estaríamos respirando en este momento.
-Mató a su padre, hace una semana.-La mujer no podía dejar de sollozar, ahora
mientras hablaba, lo hacía entrecortadamente-después de eso quedó en coma, no
tuve la fuerza para hacerlo antes, no pude, no pude…
Bates recreó la escena en su cabeza, al niño viendo una capa que se movía por el
viento, acercándose a esta, para poder tomarla y ponérsela, escuchando en su
cabeza la voz del Rey, ordenándole que hacer. Como sus ojos se ponían rojos, ver
a su padre para después asesinarlo con el azadón. La madre del niño viendo la
escena aterrada. Edgar veía a su madre en trance, pero algo sucedió, porque quedó
una semana en cama. <<El niño luchó>> pensó. El demonio no consiguió una
convergencia absoluta.
-No pude hacer nada… -continuó la mujer-tuve a un monstruo en mi casa por una
semana… El olor… El olor a muerte.
-mi caballo… ¿Dónde está? - pregunto Bates, se dio cuenta de que el olor a vino
había cambiado a un otro, como a animal muerto… Bates se preguntó si todo ese
tiempo no fue el mismo.
-Afuera… amarrado en el establo…
El olor a muerte se estaba haciendo más fuerte, tanto que era imposible estar sin
quiere vomitar.
-voy por mi armadura…
La mujer soltó un gemido, Bates escuchó huesos romperse. <<Mierda>> pensó. Se
dio la vuelta y se encontró con una escena horrible. Edgar tenía su puño dentro de
la boca de su madre, esta se ahogaba, intentaba luchar golpeando el pecho del
niño, pero él ni se inmutaba, el metía cada vez más su brazo, hasta que los dientes
de la mujer tocaban el hombro de este. Bates veía una tipo de aura roja, que
recorría todo su cuerpo. Bates actuó rápido, fue en busca de su espada y pistola,
cuando por fin las sostuvo. Vio por el rabillo del ojo, como Edgar usaba a su madre
como mazo, Bates alcanzó a agacharse y evitar el golpe. Se colocó su cinturón y
agarró la espada, pudo ver los pies del niño, pequeños, Bates gateo hasta ellos,
usando su espada intentó cortarlos, pero estos se elevaron cayendo arriba de la
mesa. <<Debo salir de aquí>>. Giró hacia su derecha, quedando boca arriba. Vio
unos ojos rojos mirando, estos vibraban en sus cuencas. Bajo la mirada y vio una
sonrisa de piraña. Edgar lo tomó de la camisa y lo levantó.
-Mierda. - Bates levantó su espada para intentar atacar, pero Edgar lo lanzó hacia la
ventana. Bates salió volando rompiéndola, pedazos de vidrios y madera se
incrustaron en su brazo izquierdo, giro por la tierra árida, se llenó la boca de tierra.
Bates se apoyó en una rodilla para levantarse rápidamente. Se quitó la camisa rota,
quedando desnudo de la cadera hacia arriba, si no fuera por una cadena que
colgaba en su pecho. Vio a Edgar que lanzaba a su madre hacia un lado. Entonces
su cuerpo empezó a mutar, sus huesos empezaron a romperse, alargando sus
extremidades, Bates podía ver como se asemejaba más a un anciano su pelo era
canoso y largo, su piel ahora era gris. De la nada apareció aquella capa, abrochada
por el cuello del niño, su rostro era ocultado por la sombra que hacía la capucha,
solamente se asomaban aquellos ojos rojos. El demonio se lanzó hacia afuera, pero
fue rechazado, como si hubiera chocado algún vidrio. Se trataba de la protección
que Bates puso en ésta. El caballero fue hacia el establo, tenía poco tiempo para
prepararse.

8
Llegó al establo, su caballo ahí estaba como la mujer le había dicho, buscó en la
alforja. Se puso una camisa negra, arriba de esta un chaleco café, su armadura
estaba adentro así que tendría que luchar sin ella, había luchado contra demonios
antes, pero siempre acompañado de un hechicero. De su mochila sacó una botella,
se trataba un aceite, este se lo había dado un hechicero conocido como El Viajero.
Se lo echó al filo de la espada, la recargó en un montón de paja, sacó su pistola de
la funda, llenó el tambor, empapó la pistola de aquel aceite, evitando la culata y el
gatillo. Volvió a poner la pistola en su funda y tomó su espada. De su maletín sacó
una jeringa, esta tenía un líquido azul brillante, un regalo de su amigo hechicero.
Antes de salir vio un bulto lleno de moscas, se trataba del cuerpo del padre, Bates
se preguntaba si había luchado para defenderse, lo más probable es que no tuvo
oportunidad.
Bates se encontraba mirando la puerta de la casa, escuchaba al Rey Carmesí
dentro de ella, moviéndose por el lugar, lanzando cosas por doquier, se preguntaba
si había hecho lo correcto de proteger la casa, algunos demonios por su forma de
atacar es preferible lugares abiertos y otras veces encerrados. Con El Rey…
Prefería los lugares cerrados, Bates se había equivocado, pero tenía que lidiar con
su error. La luz de la luna que era lo único que iluminaba el lugar ahora era de color
rojo, al parecer se trataba de un eclipse lunar, era como si se tuviera un pedazo de
papel rojo en la visión. Bates se inyectó el líquido en su cuello, puntos negros se
sobrepusieron en su visión, las venas de su cuerpo se dilataron, mientras él
apretaba los dientes que rechinaban entre sí. Cuando su visión se aclaró, apretó la
empuñadura de su mandoble, tenía la sangre caliente, tenía ganas de luchar y vaya
que tendría acción.

9
El caballero pateó la puerta, abriéndola de par en par. Tenía poco tiempo antes que
el demonio se convirtiera completamente. Su objetivo era dañar el cuerpo del niño.
Se movió lentamente en posición de defensa, por el reflejo de la espada podía ver a
sus espaldas. El lugar olía a muerte. Escuchó un ruido que venía del cuarto, se
acercó a este, abrió un la puerta lentamente, se encontró el cuerpo de la madre,
esta tenía la quijada destrozada, su barbilla tocaba sus pechos y la parte de arriba
de su cabeza miraba hacia el techo. Bates apartó la mirada, entonces escucho
como algo se movía detrás de él, alcanzó a detener con su espada las garras de la
criatura, saltaron chispas. Bates aprovechó a contraatacar, pero Edgar era
demasiado rápido, esquivaba y volvía a atacar, Bates siguió rechazando y
contraatacando. Si no hubiera sido por la poción que se inyectó, no pudiera
soportar la fuerza de los ataques.
El caballero fue alcanzado por un zarpazo que le dio en su brazo, se lanzó
esquivando el enorme brazo del demonio. Sacó su pistola y disparó rápidamente, 3
tiros y solo uno le dio en una pierna a la bestia, de la rodilla para abajo desapareció,
quedando solamente un muñón. El Rey Carmesí chilló, aunque realmente había
sido Edgar, Bates se dió cuenta de eso, corrió para refugiarse detrás de un pared.
-Sé que sigues ahí, niño.-miró la herida en su brazo, está sangraba y empezaba a
dolerle-tienes que luchar contra eso.
Pero le respondieron dos voces, la de Edgar una voz chillona y la del Rey Carmesí
una voz gutural.
-No existe ningún niño, solamente yo.-Bates pudo escuchar la voz de Edgar que
parecía más un sollozo. << Está sufriendo>>, pensó-No tienes oportunidad contra
mí.
-Claro que no la tengo.-dijo hacia sí Bates, ¿Que podía hacer contra él? <<Mucho>>
le dijo la voz de su padre <<Eres mi hijo, tienes mi sangre, un Bates nunca se rinde,
véncelo Alistair y honra a tu familia, supera lo que una vez fui>>
Alistar, el caballero de la mancha, se levantó, sus ojos azules dejaban ver toda su
fuerza interior, se levantó con el pecho en alto, tomó su espada con las dos manos
<<El problema papá.-la imagen de su padre mirándolo con un tarro de cerveza en la
mano, llegó a su mente-es que siempre he sido mejor que tu>>
Se lanzó a la batalla, el Rey Carmesí lo esperaba para atacar, Alistar hizo una finta
hacia la izquierda y lanzó un tajo que rebanó la otra pierna de Edgar, escuchó el
grito de furia del demonio, creyó poder ver a un anciano pero como si pasaran una
fotografía apareció Edgar con dos muñones debajo de él que chorreaban sangre.
-Lucha contra el, niño, te llevaré conmigo a la academia y te convertirás en un
caballero.-El Rey Carmesí cayó con sus dos manos, después se arrastró hacia
Alistar, dejando un camino de sangre, el caballero rechazaba los ataques y
contraatacando, cortando la piel de la bestia, hasta que cortó el brazo derecho, El
Rey chilló y junto al Edgar, éste se arrastró alejándose de Alistar, pero el caballero
fue rápido y en un movimiento clavó su espada en la espalda del niño. El lugar
quedó en silencio, el cuerpo de Edgar no volvió a la normalidad, él había muerto
junto al Rey Carmesí. Alistar sacó su espada y la dejó a un lado, le quitó la capa roja
y también la dejó a un lado, giró el cuerpo del niño que estaba marcado por cortes,
aun así podía distinguir el rostro del niño, pero el cuerpo… era grotesco. Cerró los
ojos que carecían de color. Alistar se dejó caer, cansado, le dolían sus brazos,
quería descansar, pero no podía, tenía algo que hacer.

10
La luna volvió a ser la misma, el color rojo había desaparecido. Alistar enterró a la
familia, improviso unos tótems, para el dios de la muerte. No sabía si eran de la
misma religión, así que decidió hacerlo de la manera más común en esa región.
Se hincó en la tumba del niño, en ella dejó su collar de plata que tenía el escudo de
su familia Los Bates: un cuervo.
-hubieras sido un gran caballero, niño. Me ayudaste en mi batalla, siempre serás
recordado.
Alistar llamó a su caballo, en su alforja tenía un cofre con runas, donde se
encontraba la capa del Rey Carmesí. Llevaría está al castillo del Rey Jasson.
Se subió a su caballo, dio una última mirada hacia aquel lugar. Lo acontecido en
aquel lugar sería contado por trovadores en las cantinas de todo el reino. Alistar
Bates conocido como el caballero de la mancha, el gris, el que venció al Rey
Carmesí, ahora ya no era el cuento de aquel Rey que se convirtió en un demonio
poderoso, ahora era la historia de Alistar, una historia que sucedió antes de que yo
naciera.

Elián de Jesús Campos González


Seudónimo: Bob Gray PLANTEL 01

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