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El texto que inició esta clase indica el sacramento culmen y centro de la Iglesia:
la Eucaristía. Este sacramento lo estudiaremos en otra clase de manera más detenida.
Sin embargo, queremos manifestar la importancia de los gestos, palabras y símbolos
que están presentes en los sacramentos. Pues es uno de los modos privilegiados en los
que Jesucristo nos da su gracia.
¿Cómo se manifiesta el Señor? Tal como lo estudiamos en Antropología
somos una unidad material y espiritual, por lo mismo, Dios se nos manifiesta a
través de las cosas visibles, pues así conocemos, pero considerando también el
aspecto espiritual del hombre. La gracia de Dios, por su misma naturaleza es
invisible, sin embargo, viene a cada uno de nosotros por medio de las cosas
visibles, de uso tan corriente, como por ejemplo: el agua, el pan, el vino, etc.
Una vez bautizado Jesús, salió luego del agua1. Así pues, Dios tomó las cosas
ordinarias y cotidianas de nuestro mundo, cosas que podemos tocar, gustar,
sentir, palabras que podemos oír; gestos que podemos entender, para hacerlos
vehículos de su gracia2. Entonces, tenemos la certeza que Dios sale a nuestro
encuentro de manera real y que ya no es producto de la imaginación del
hombre.
¿Qué y cuántos son los sacramentos? La palabra sacramento proviene del
latín “sacramentum” que significa cosa sagrada. La definición exacta de
sacramento que da el Catecismo de la Iglesia Católica es: signo sensible y eficaz
de la gracia instituido por Jesucristo y confiados a la Iglesia por los cuales nos es
dada la vida divina3. Éstos son siete: Bautismo, Confirmación, Eucaristía,
Confesión, Unción de los enfermos, Orden Sagrado y Matrimonio.
¿Son los sacramentos una invención humana? No, por ningún motivo. Son
instituidos por Cristo y es la manera más perfecta y plena en que Él se hace
presente en la vida del hombre. Son un don de Dios para el hombre.
¿Qué sentido tienen para el hombre los sacramentos? En los sacramentos
nos hacemos uno con Jesús; nos identificamos con Él desde su nacimiento,
1
Mt 3,16.
2
Cfr. Leo Trese, La fe explicada, Patmos, 1975, p. 334.
3
Catecismo de la Iglesia Católica, n. 1131.
2
muerte y resurrección. Así dejamos entrar a Dios en nuestra vida para que la
sostenga y le dé un profundo sentido. Las gracias dadas en los sacramentos
nos permiten tener la certeza que Dios habita en nosotros.
Y sucedió en aquellos días que Jesús vino de Nazaret de Galilea, y fue bautizado por
Juan en el Jordán. E inmediatamente, al salir del agua, vio que los cielos se abrían, y que el
Espíritu como paloma descendía sobre Él; y vino una voz de los cielos, que decía: Tú eres mi
Hijo amado, en ti me he complacido.
El texto nos relata el bautismo de Jesús. Cabe señalar que Jesús no necesitaba
bautizarse, pues no tenía pecado: Ha sido probado en todo como nosotros, excepto en el
pecado4. Sin embargo, lo hizo para que lo imitemos. En primer lugar en la humildad y
segundo para que seamos hijos de Dios. Lo que quiere Dios por medio del bautismo es
que tengamos una relación personal con él.
¿Qué es el bautismo? La palabra Bautismo proviene del griego “Baptizein”
que significa “sumergir”, “introducir dentro del agua”. Es un sacramento, es
decir, es Dios que se manifiesta en la vida del hombre, por el cual renacemos en
Cristo, por lo mismo, no es un simple rito.
¿Qué produce en la persona el sacramento del Bautismo? A) Ya no somos
simples criaturas, ni algo perdido en el espacio, sino que somos hijos del mismo
Creador. B) Por ésta razón Dios nos borra el pecado original cometido por
nuestros primeros padres: Adán y Eva y también todos los pecados que
podríamos haber realizado antes del Bautismo. Es un verdadero “borrón y
cuenta nueva” para nosotros. C) Si Dios nos ha adoptado como hijos, quiere,
por tanto, habitar en cada uno de nosotros y acompañarnos en nuestra vida
donándose en el Espíritu Santo. Es decir, Jesús hace morada en el alma,
4
Hch 4, 4-15.
3
habitando en nuestro ser para caminar junto a nosotros, es decir, Dios nos hace
partícipes de su vida sobrenatural, haciéndonos templos del Espíritu Santo. D)
Siendo hijos de Dios pasamos a formar parte activa de la Iglesia, miembros de
una comunidad de creyentes porque en un solo Espíritu hemos sido todos
bautizados, para no formar más que un cuerpo5.
¿Qué signos, palabras y gestos hay en el bautismo? A) El agua, significa que
Dios nos regala la purificación de los pecados; b) para significar esta pureza a
los niños los visten de blanco o a un adulto le imponen un paño blanco; c) El
aceite con que se nos signa una cruz en la cabeza tiene varios significados: en
tiempos antiguos era signo de abundancia y de alegría, también se les ungía a
los atletas y luchadores ante las contusiones y las heridas, en el caso del
bautismo es signo de purificación y fortaleza; d) Además del agua y del aceite
hay palabras en el rito del Bautismo, se señala el nombre de la persona a la
que se está bautizando, luego se termina diciendo “en el nombre del Padre y
del Hijo y del Espíritu Santo, amén”.
¿Cuántas veces puedo recibir este sacramento? Todo lo anterior deja una
huella imborrable en nuestro ser, pues Dios nunca hecha pie atrás. Por lo
mismo es que este sacramento se recibe una sola vez en la vida, es decir, el
Bautismo imprime carácter en el alma.
3. El sacramento de la Confirmación.
5
1 Cor 12, 13
4
Cuando llegó el día de Pentecostés, estaban todos juntos en un mismo lugar. De
repente vino del cielo un ruido como el de una ráfaga de viento impetuoso que llenó
toda la casa donde estaban sentados, y se les aparecieron lenguas como de fuego
que, repartiéndose, se posaron sobre cada uno de ellos. Todos fueron llenos del
Espíritu Santo y comenzaron a hablar en otras lenguas, según el Espíritu les daba
habilidad para expresarse.
6
Gál 2, 20
5
¿Cuántas veces puedo recibir este sacramento? Del mismo modo que en el
Bautismo, la Confirmación también se da una sola vez, pues produce una
“marca” o “sello” espiritual que no se puede borrar, es decir, imprime carácter.
Resumamos lo visto en esta clase. Vemos que los sacramentos son el modo
excelentísimo en que Jesús nos va acompañando en nuestra vida y que nos va
regalando su vida divina. El Bautismo nos hace hijos de Dios, hermanos de Cristo,
miembros de la Iglesia y por tanto, cristianos. El sacramento de la Confirmación nos
confiere los dones del Espíritu Santo, tal como los recibieron los Apóstoles el día de
Pentecostés.