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nuevas tecnologías y
el gobierno abierto
Sistemas de
Información y
Nuevas Tecnologías
Aplicadas en la
Gestión Pública
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Los nuevos desafíos
La relación entre las nuevas tecnologías y
el gobierno abierto
Open government es un término que se acuñó gracias al presidente Barack
Obama, por su iniciativa del año 2009. Hace referencia a algo bastante anterior,
alrededor de la década del 70 del siglo XX, cuando se comenzó a hablar del
Estado abierto en Gran Bretaña, producto principalmente del malestar que
producía en la población el secretismo y las intrigas del Estado. Esta discusión,
que lleva más de 40 años, recién ve frutos más o menos mensurables hace muy
poco tiempo y en función de la presión de actores externos al gobierno o por
señales de apertura de este a efectos de mostrar una faceta innovadora.
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Si la humanidad se comportó así a lo largo de toda su historia (con pocas y
honrosas excepciones), ¿qué cambió? Los cimientos mismos que posibilitaban o
hacían relativamente fácil mantener esta filosofía de ejercicio del poder: la
precariedad en la comunicación, la lentitud en la expansión de las novedades, el
crecimiento poblacional, la reducción en la disponibilidad de recursos para
contener a esa masa, los desplazamientos de cientos de personas huyendo de
guerras o condiciones desfavorables. Todo lo que antaño llevaba décadas o
siglos, en estos tiempos se da en años o meses y se acelera cada vez más, en una
espiral que no tiene fin a la vista.
Quizás uno de los aspectos rescatables de estos eventos y avances tiene que ver
con hechos concretos: el ciudadano de a pie, preocupado por lo que sucede a su
alrededor y cómo lo afecta, sospecha que el gobierno le oculta datos que podrían
ser relevantes para su vida. El gobierno en este escenario ve minada su
credibilidad al difundirse información que tenía controlada o se ha filtrado de
datos que creía estaban ocultos y seguros. Por supuesto, debemos poner
atención al aspecto temporal, esto ya ha pasado otras veces y se fue
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acomodando el escenario hasta un nuevo equilibrio. La variable de cambio es la
comunicación e Internet, el motor de esta última oleada.
El 12 de julio de 2011, EE. UU. y Brasil firmaron un acuerdo marco llamado Open
Government Partnership surgido del trabajo conjunto de especialistas,
organizaciones, periodistas, ciudadanos y los mismos gobiernos, EE. UU.
representado por Barack Obama y Brasil representado por Dilma Rousseff. Este
acuerdo presentó la base fundacional de un acuerdo multinacional que empuja
políticas de transparencia, resaltando los tres principios enunciados en 2009:
confianza pública, sistema de transparencia y participación de la sociedad. La
iniciativa espera que los gobiernos se ocupen de elevar los niveles de
transparencia, propender la participación y combatir la corrupción.
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Asimilando el uso de distintas TIC, los países miembros de la OGP deberán
promover planes de acción que mejoren la calidad y cantidad de información
sobre las actividades del gobierno, además de fomentar el acceso a dicha
información, por ejemplo, publicando la ejecución presupuestaria al día, las
rendiciones de cuentas públicas, el funcionamiento de los servicios públicos, los
indicadores estadísticos correctamente calculados. Esto forma parte de la
política de open data que se abordará en el próximo apartado y está relacionado
a la acción directa del gobierno de publicar datos en estándares públicos y
conocidos, para que cualquiera pueda acceder, procesar, interpretar y reutilizar
estos, y generar información que a su vez colabore con la interoperabilidad de
los sistemas propios del gobierno (Open Government Partnership, 2015,
http://goo.gl/Uq1h3j).
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Sobre la base de la transparencia, participación, colaboración se debe transitar
el camino hacia una apertura del estado que permita integrar al ciudadano,
combatir la corrupción y aporte el marco de seguridad para que esta filosofía sea
plausible.
Participación
Se asume que el gobierno abierto se propaga como iniciativa y es empujado por
la avidez del ciudadano de formar parte del día a día político, y quizás este factor
este sobrevalorado y no siempre el ciudadano es un efusivo seguidor del devenir
de su país.
Es cierto que depende de muchos factores y no hay regla empírica que pueda
predecir el comportamiento de la masa ciudadana ante determinados eventos o
combinación de sucesos, tampoco es obvia la actitud del Estado frente a estas
acciones
Analizando casos testigos, en 2014, con un Estado que había logrado mejorar la
mayoría de los indicadores: economía, salud, educación, trabajo, seguridad.
Brasil sufrió una repentina y profunda protesta con millones de ciudadanos
autoconvocados a través de las redes sociales y sin un líder visible. El Estado
subestimo la profundidad y magnitud del movimiento que bullía debajo de las
primeras protestas y se confrontó con la realidad: el pueblo decidió participar
activamente y manifestarse en contra de una agenda bastante repartida de
temas: el injustificado gasto para la organización de la Copa Mundial de Fútbol
que se llevó cientos de millones de dólares de las arcas cuando (los que
protestaban) consideraban que había otras prioridades para atender. El
escandaloso rumor de que la corrupción del partido gobernante hacía ricos a sus
funcionarios en detrimento del Estado, aun sin pruebas concretas ni acciones
judiciales, pero claramente instalado entre los ciudadanos, y otros focos diversos
y más regionales que hacían a la seguridad, economía, educación, etcétera. Lo
cierto es que el gobierno no vio la magnitud del reclamo que se le avecinaba y
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que quizás podría haber contenido con una política participativa mejor diseñada.
Con el tiempo, esta cuestión le costó la presidencia a Dilma Rousseff.
Otro caso testigo fue Chile, con masivas protestas estudiantiles que bregaban
por algunos beneficios que consideraban necesarios: acceso a la educación,
costo del trasporte público para estudiantes, etcétera. Puso al país en un
desequilibrio social que no fue atendido oportunamente por el gobierno y que
tal vez podría haberse evitado con diálogo adecuado para no llegar a situaciones
extremas.
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La participación ciudadana está íntimamente ligada a la sensación de bienestar
que rodea al individuo, o al convencimiento de que no importa lo que haga, el
resultado se va a dar igual. Y si no beneficia en forma directa, por lo menos no
afecta ningún valor o derecho propio por el cual preocuparse. Bajo este manto
de zona de confort, es difícil lograr la participación de aquellos naturalmente
ajenos a la política y la militancia; son los estudiantes, los jóvenes profesionales
recién ingresantes al mercado, militantes de organizaciones políticas, militantes
de organizaciones no gubernamentales ambientalistas, activistas sociales,
religiosos, etcétera, los que mayor potencial de participación detentan,
disminuyendo progresivamente conforme se aleja de estos grupos.
Transparencia
Sin la absoluta voluntad y el convencimiento del Estado, nada de esto puede
prosperar. Esta iniciativa atenta contra la génesis misma del Estado en su
concepción tradicional, y es que, para el Estado, la información tiene un valor
agregado importante. A veces, la sensación de que la gobernabilidad depende
del control de esta, hace que cualquier intento de blanquear datos termine en
una distorsión falaz de la realidad.
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En 2001, luego del 11-S, el convencimiento de la población respecto a un complot
que la inteligencia conocía y desestimó (o dejó pasar), hizo que los ciudadanos
cuestionaran fuertemente al gobierno republicano y las sucesivas guerras que
continuaron con esta motivación subyacente. Independientemente del hecho de
que el atentado debía ser condenado y los responsables juzgados, flotó en el aire
la sensación de que el gobierno mintió y eso les costó la vida a ciudadanos
inocentes. Por supuesto que el mismo gobierno se embarcó en una seguidilla de
acciones bélicas a fin de reforzar, corregir u ocultar el origen subyacente: el
Estado falló de la peor manera y no podía demostrar su inocencia.
Colaboración
Es la etapa donde, si los dos pilares anteriores no existen o son débiles, este
prácticamente va a ser un fantasma. La colaboración, como consecuencia natural
de la participación, es la hermana indisoluble de la transparencia.
En este eje, se debe plasmar el plan de acción consensuado por todos los actores,
discutido y con un proyecto sustentable y con la medición de impacto efectuada
(esto ocurre en el mundo desarrollado). En Latinoamérica, suele existir una
urgencia por resolver sin analizar, se actúa espasmódicamente sin conocimiento
del objeto a resolver y sin medir impacto de las políticas, mucho menos de los
costos.
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distorsiona resultados, dado que no hay un responsable claro al final del
recorrido, y precisamente este es el punto más llamativo, la falta de
responsabilidad de los actores, ante las acciones, que queda perdida en los
vericuetos de gestiones inmensas e intrincadas y donde siempre es tarea de
alguien más.
Claro que también tiene que ver con la falta o inexistencia de pasado y futuro, la
gestión vive en una suerte de presente continuo, donde no se sabe de dónde se
viene y por lo tanto tampoco está claro adonde se debe llegar, esto permite
evadir por completo el control: ¿cuál es la variable de medida contra la cual
sopesar un resultado si no existe un punto de origen que permita la
comparación? Es una forma de evitar ser controlado.
Fuente: [Imagen sin título sobre principios del gobierno abierto], (s. f.), http://goo.gl/Cs3kjc
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Si se corre la percepción de los pilares un pequeño grado, se puede llegar a la
idea planteada en la página de la OGP. La principal vocación del gobierno debe
ser rendir cuentas de sus actos, lo cual no debe ser visto como una suerte de
persecución al propio Estado, ni a los funcionarios públicos. Cuando se accede a
la función pública, el sujeto debe ser absolutamente consciente de que su primer
deber es rendir cuentas sin objeciones, pues los bienes que administra no le son
propios, tampoco de un ente abstracto llamado Estado, los bienes pertenecen a
los ciudadanos.
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Por último, y como se deduce, nada de esto es posible si la transparencia en
todos los actores no es el ingrediente principal. No solo el Estado debe rendir
cuentas a fin de demostrar transparencia, lo mismo deben hacer las
organizaciones a las cuales se les otorga o delega responsabilidades que le son
propias al Estado.
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Figura 3: El ciclo de las políticas y algunas herramientas de gobierno abierto
Fuente: [Imagen sin título sobre herramientas del gobierno abierto], (s. f.), http://goo.gl/GIs0Eh
Según el OGP, el ciclo de las políticas debe seguir una serie de pasos lógicos y
necesarios para tener éxito, tanto es mayor la probabilidad cuanto más se
acerque al ideal. (Open Government Partnership, 2015, http://goo.gl/Uq1h3j).
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Con la batería de datos disponible, se tienen los elementos para analizar e
identificar problemas o desvíos, y estudiar los causales.
Con esta información, se está en condiciones de elaborar las correcciones o las
nuevas propuestas de solución. También da lugar a políticas distintas y
complementarias que seguirán su propio curso en un nuevo ciclo.
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Encuestas, sondeos de opinión: tanto pueden ser por plataformas
tradicionales, como llamados telefónicos, callejeras, puerta a puerta,
hasta las versiones digitales en sitios de opinión, diarios, emails directos,
SMS masivos, etcétera. La idea es llegar a un grupo previamente
diseñado, lo más representativo posible (si es el universo completo, tanto
mejor) y obtener un resultado de lo que se pretende averiguar.
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Bibliografías de referencia
[Imagen sin título sobre gobierno abierto]. (s. f.). Recuperada de
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/9/95/Gob_Abierto_5.jpg/3
25px-Gob_Abierto_5.jpg
[Imagen sin título sobre herramientas del gobierno abierto]. (s. f.). Recuperada de
http://www.opengovpartnership.org/blog/c%C3%A9sar-nicandro-cruz-
rubio/2014/07/29/clasificando-instrumentos-de-pol%C3%ADticas-p%C3%BAblicas-en
[Imagen sin título sobre principios del gobierno abierto]. (s. f.). Recuperada de
http://www.opengovpartnership.org/blog/c%C3%A9sar-nicandro-cruz-
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[Imagen sin título sobre relación del open data con el open government]. (s. f.).
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