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La relación entre las

nuevas tecnologías y
el gobierno abierto

Sistemas de
Información y
Nuevas Tecnologías
Aplicadas en la
Gestión Pública
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Los nuevos desafíos
La relación entre las nuevas tecnologías y
el gobierno abierto
Open government es un término que se acuñó gracias al presidente Barack
Obama, por su iniciativa del año 2009. Hace referencia a algo bastante anterior,
alrededor de la década del 70 del siglo XX, cuando se comenzó a hablar del
Estado abierto en Gran Bretaña, producto principalmente del malestar que
producía en la población el secretismo y las intrigas del Estado. Esta discusión,
que lleva más de 40 años, recién ve frutos más o menos mensurables hace muy
poco tiempo y en función de la presión de actores externos al gobierno o por
señales de apertura de este a efectos de mostrar una faceta innovadora.

Se cita el caso de un gobernador de EE. UU. que recomendaba a sus


colaboradores que evitaran poner resultados y fechas juntos: siempre hay
alguien dispuesto a resaltar lo que no se cumple cuando llegara el momento,
¿para qué repartir munición gratis? (Oszlack, 2013). Esto refuerza la máxima de
que la información es poder y este no puede ser dilapidado, razón por la cual
siempre se optó por retacear la información o directamente ocultarla y
convertirla en secretos de Estado.

Esta actitud de los gobiernos, cuando no de los estados, es común a la historia


de la civilización, en tanto que son los hombres y sus virtudes y falencias los que
detentan el poder y definen sus políticas. Es quizás parte de la génesis del
individuo la vocación de poder y el detentarlo y conservarlo a cualquier costo.

Sin ánimo de hacer historia, las intrigas victorianas de palacio o remitiéndonos a


períodos previos: las tramas del senado romano o el tráfico de influencias del
vaticano, saltando a los escándalos modernos que involucran a gobiernos, como
atentados a presidentes, o golpes de estados o entrar en guerra sobre supuestos
de inteligencia erróneos. Todo esto, no hace sino reforzar y demostrar que, no
importa cuánto evolucione la sociedad y la tecnología, el hombre mantiene
ciertos sesgos en sus acciones que lo llevan a ejercer el poder de la misma forma
en los últimos 3000 años, y el eje de ese ejercicio es el secreto de la información,
la obtención por cualquier medio de los datos de ciudadanos y empresas, y el
uso de estos con motivos técnicamente lícitos, pero con fines, cuando menos,
cuestionables. El eje central sigue siendo el mismo desde siempre: el que tiene
la información tiene el poder; preservar la información propia es vital y conseguir
la ajena es necesario para sobrevivir.

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Si la humanidad se comportó así a lo largo de toda su historia (con pocas y
honrosas excepciones), ¿qué cambió? Los cimientos mismos que posibilitaban o
hacían relativamente fácil mantener esta filosofía de ejercicio del poder: la
precariedad en la comunicación, la lentitud en la expansión de las novedades, el
crecimiento poblacional, la reducción en la disponibilidad de recursos para
contener a esa masa, los desplazamientos de cientos de personas huyendo de
guerras o condiciones desfavorables. Todo lo que antaño llevaba décadas o
siglos, en estos tiempos se da en años o meses y se acelera cada vez más, en una
espiral que no tiene fin a la vista.

La población ha mutado en muchas partes de forma notable, cambiando usos y


costumbres arraigados por siglos, y la explicación no es simple, ni única; la
convergencia de factores es enorme, pero el catalizador ha sido y es la
información o la variación en la disponibilidad y posesión de esta, cambiando de
manos o distribuyéndose en una dinámica vertiginosa que pone en jaque a los
gobiernos más sólidos, con resultados muchas veces catastróficos para propios y
extraños.

Repasando algunos cambios en la comunicación y disponibilidad, y apelando a la


natural avidez de noticias que llevamos arraigada genéticamente: hace apenas
dos siglos una guerra llevaba años de despliegues, movimientos de tropas,
creación de poblaciones alrededor de los centros de comando para
abastecimiento, días para el repliegue de información estratégica o simplemente
comunicar triunfos o derrotas. Hace un siglo, la guerra cambió: ya se peleaba en
el aire, debajo del agua y las noticias tenían retardos de apenas horas o minutos.
Hace solo 30 años, presenciamos por primera vez bombardeos por TV, con
planos abiertos de ciudades bajo fuego. En 2001, fuimos testigos de un atentado
emblemático: el World Trade Center era destruido y transmitido en vivo por la
TV mundial. A esto, le han seguido otros eventos críticos a nivel mundial, los
cuales nos han llevado al mundo actual donde vivimos y donde estamos
conectados 24 horas al día, 7 días a la semana y 365 días al año, y no se puede
apagar, limitar, distorsionar, ni evitar.

Dejando de lado la posible interpretación de catástrofe del párrafo anterior, no


es más que una cara visible y poco feliz del tiempo en que vivimos. Hoy cualquier
persona dispone de una plataforma de información de alcance mundial, fuera
del control de los gobiernos (o con un control limitado y poco eficiente), para
usar a su antojo y transmitir información casi de manera ilimitada.

Quizás uno de los aspectos rescatables de estos eventos y avances tiene que ver
con hechos concretos: el ciudadano de a pie, preocupado por lo que sucede a su
alrededor y cómo lo afecta, sospecha que el gobierno le oculta datos que podrían
ser relevantes para su vida. El gobierno en este escenario ve minada su
credibilidad al difundirse información que tenía controlada o se ha filtrado de
datos que creía estaban ocultos y seguros. Por supuesto, debemos poner
atención al aspecto temporal, esto ya ha pasado otras veces y se fue

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acomodando el escenario hasta un nuevo equilibrio. La variable de cambio es la
comunicación e Internet, el motor de esta última oleada.

Retomando el concepto bajo análisis, el gobierno abierto es un nuevo enfoque


de la forma de llevar adelante las políticas públicas y la relación con el medio y
sus gobernados. Debería aclararse que gobierno abierto es más próximo a Estado
abierto, en tanto se refiere a la filosofía del conjunto ciudadanos-estado y no a
la coyuntura de partidos políticos accediendo al poder temporalmente, ni es
propiedad de facciones o grupos. Es un nuevo orden social dentro de la sociedad,
valga la redundancia. (Oszlak, 2013, http://goo.gl/YQLbaV).

Para hablar de gobierno abierto, deben considerase tres ejes de acción


interdependientes:

1. Transparencia. Un gobierno es transparente cuando proporciona


información fidedigna de sus actos y planes, rinde cuentas
adecuadamente y tiende a fortalecer y crear órganos de control estatal y
social.

2. Participación. Un gobierno es participativo cuando brinda las


herramientas necesarias para la participación ciudadana en la creación
de los lineamientos de gestión y promueve a que el ciudadano se
comprometa e integre.

3. Colaboración. Un gobierno colaborativo promueve el trabajo


mancomunado y de cooperación real entre ciudadanos, empresas,
organizaciones y el propio estado, a fin de resolver la agenda nacional,
regional, y la interrelación con el resto del mundo.

Estos pilares fueron enunciados en el Memorando sobre Transparencia y


Gobierno Abierto del 21 de enero de 2009, por el presidente de EE. UU. Barack
Obama, y se tomaron como base y referencia para los posteriores acuerdos y
tratados internacionales sobre el tema.

El 12 de julio de 2011, EE. UU. y Brasil firmaron un acuerdo marco llamado Open
Government Partnership surgido del trabajo conjunto de especialistas,
organizaciones, periodistas, ciudadanos y los mismos gobiernos, EE. UU.
representado por Barack Obama y Brasil representado por Dilma Rousseff. Este
acuerdo presentó la base fundacional de un acuerdo multinacional que empuja
políticas de transparencia, resaltando los tres principios enunciados en 2009:
confianza pública, sistema de transparencia y participación de la sociedad. La
iniciativa espera que los gobiernos se ocupen de elevar los niveles de
transparencia, propender la participación y combatir la corrupción.

Junto a EEUU y Brasil se sumaron Filipinas, Indonesia, México, Noruega, Reino


Unido y Sudáfrica como países miembros de la OGP.

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Asimilando el uso de distintas TIC, los países miembros de la OGP deberán
promover planes de acción que mejoren la calidad y cantidad de información
sobre las actividades del gobierno, además de fomentar el acceso a dicha
información, por ejemplo, publicando la ejecución presupuestaria al día, las
rendiciones de cuentas públicas, el funcionamiento de los servicios públicos, los
indicadores estadísticos correctamente calculados. Esto forma parte de la
política de open data que se abordará en el próximo apartado y está relacionado
a la acción directa del gobierno de publicar datos en estándares públicos y
conocidos, para que cualquiera pueda acceder, procesar, interpretar y reutilizar
estos, y generar información que a su vez colabore con la interoperabilidad de
los sistemas propios del gobierno (Open Government Partnership, 2015,
http://goo.gl/Uq1h3j).

También es parte de estos acuerdos la promoción de la participación ciudadana


como herramienta de seguimiento y control del Estado, generando políticas
públicas para combatir la evasión, corrupción y el delito contra el estado y el
ciudadano.

En la actualidad, la nómina de países miembros incluye a sesenta y cinco países:


Albania, Argentina, Armenia, Australia, Azerbaiyán, Brasil, Bulgaria, Canadá,
Chile, Colombia, Corea del Sur, Costa Rica, Croacia, Dinamarca, República
Dominicana, El Salvador, España, Estados Unidos, Estonia, Filipinas, Finlandia,
Francia, Georgia, Ghana, Grecia, Guatemala, Honduras, Hungría, Indonesia,
Irlanda, Israel, Italia, Jordania, Kenia, Letonia, Liberia, Lituania, Macedonia,
Malaui, Malta, México, Moldava, Mongolia, Montenegro, Noruega, Nueva
Zelanda, Países Bajos, Panamá, Paraguay, Perú, Reino Unido, República Checa,
República Eslovaca, Romania, Serbia, Sierra Leona, Sudáfrica, Suecia, Tanzania,
Trinidad y Tobago, Tunes, Turquía, Ucrania, y Uruguay.

Argentina ingreso al Open Government Partnership en noviembre de 2012.


Aunque sin resultados a la vista a nivel nacional que demuestren un compromiso
real con estas políticas (falencia común en los gobiernos de la región), salvo la
honrosa excepción de algunos municipios y gobiernos provinciales que ha
suscripto a estas políticas, pero sin la confluencia del conjunto de actores que se
necesitan para el éxito de estas iniciativas.

El desarrollo del primer Plan de Acción de Argentina se basó́ en la


Agenda Digital del Gobierno, y por lo tanto, la participación civil
con el plan se limitó́ a las organizaciones ya involucradas en
gobierno electrónico. Para que el próximo plan tenga un impacto
potencial más transformador, será́ necesario abordar temas
prioritarios para el país, como la transparencia, compras
estatales, corrupción y, principalmente, actividades para
promover la sanción de una Ley de Acceso a la Información
Pública. (MRI, 2015, http://goo.gl/Dtk0Yb).

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Sobre la base de la transparencia, participación, colaboración se debe transitar
el camino hacia una apertura del estado que permita integrar al ciudadano,
combatir la corrupción y aporte el marco de seguridad para que esta filosofía sea
plausible.

Figura 1: Pilares del gobierno abierto

Fuente: [Imagen intitulada sobre gobierno abierto], (s. f.), https://goo.gl/5zMvca

Participación
Se asume que el gobierno abierto se propaga como iniciativa y es empujado por
la avidez del ciudadano de formar parte del día a día político, y quizás este factor
este sobrevalorado y no siempre el ciudadano es un efusivo seguidor del devenir
de su país.

Es cierto que depende de muchos factores y no hay regla empírica que pueda
predecir el comportamiento de la masa ciudadana ante determinados eventos o
combinación de sucesos, tampoco es obvia la actitud del Estado frente a estas
acciones

Analizando casos testigos, en 2014, con un Estado que había logrado mejorar la
mayoría de los indicadores: economía, salud, educación, trabajo, seguridad.
Brasil sufrió una repentina y profunda protesta con millones de ciudadanos
autoconvocados a través de las redes sociales y sin un líder visible. El Estado
subestimo la profundidad y magnitud del movimiento que bullía debajo de las
primeras protestas y se confrontó con la realidad: el pueblo decidió participar
activamente y manifestarse en contra de una agenda bastante repartida de
temas: el injustificado gasto para la organización de la Copa Mundial de Fútbol
que se llevó cientos de millones de dólares de las arcas cuando (los que
protestaban) consideraban que había otras prioridades para atender. El
escandaloso rumor de que la corrupción del partido gobernante hacía ricos a sus
funcionarios en detrimento del Estado, aun sin pruebas concretas ni acciones
judiciales, pero claramente instalado entre los ciudadanos, y otros focos diversos
y más regionales que hacían a la seguridad, economía, educación, etcétera. Lo
cierto es que el gobierno no vio la magnitud del reclamo que se le avecinaba y

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que quizás podría haber contenido con una política participativa mejor diseñada.
Con el tiempo, esta cuestión le costó la presidencia a Dilma Rousseff.

Otro caso testigo fue Chile, con masivas protestas estudiantiles que bregaban
por algunos beneficios que consideraban necesarios: acceso a la educación,
costo del trasporte público para estudiantes, etcétera. Puso al país en un
desequilibrio social que no fue atendido oportunamente por el gobierno y que
tal vez podría haberse evitado con diálogo adecuado para no llegar a situaciones
extremas.

Finalmente, tenemos lo ocurrido en Venezuela, donde se reprimió con violencia


y cárcel a políticos opositores, que marcharon contra su presidente, al reclamar
por una economía devastada y una población empobrecida, a límites sin
precedentes.

En la región, Argentina se destaca por la magnitud, profundidad y la frecuencia


de sus protestas masivas, que lejos de mejorar o conseguir evolucionar parecen
dejar al país cada vez más lejos de sus vecinos. En el año 2001, ciudadanos
salieron a la calle a protestar con cacerolas y otros elementos en contra del
descalabro económico y el derrumbe financiero, le costó la presidencia a
Fernando de la Rúa y nació una forma de protesta propia de la clase media
argentina, el cacerolazo.

¿Qué tienen en común Brasil, Chile, Venezuela y Argentina, en sus protestas? La


movilización ciudadana, aparentemente espontánea, sin rectores, ideologías ni
agenda previa y estudiada. Y la absoluta impericia de sus gobernantes para
contenerlas.

¿Qué se hizo visible? El ciudadano de a pie participa, usualmente, cuando sus


intereses personales directos se ven afectados, sus derechos civiles se ven
amenazados o su libertad en todo sentido es puesta en jaque. Claro que en estos
tiempos, una convocatoria es casi instantánea a través de las redes y escapa por
completo al pobre control estatal que no logra reaccionar y se choca contra la
protesta. Estos movimientos han demostrado ser capaces de destituir gobiernos
si la motivación es suficientemente fuerte para mantener la unión de las partes.

Pero, cuando no hay elementos que motiven al individuo a defenderse a


cualquier costo, ¿qué pasa? Nada. El ciudadano tiende a no participar si puede
evitarlo y cuanto más evolucionada, más cómoda y con mayores recursos cuenta
la sociedad, más baja la intensidad de esta en la participación. El término que
define esta situación es el free riding, algo así como polizón.

La presunción de que puedo recibir el beneficio indirecto, sin participar, por el


solo hecho que la medida que resulte se aplica a todos, hace que mi grado de
motivación sea bastante bajo y comienzo a transitar como polizón, sin pasaje,
pero transportado igual que el resto a destino.

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La participación ciudadana está íntimamente ligada a la sensación de bienestar
que rodea al individuo, o al convencimiento de que no importa lo que haga, el
resultado se va a dar igual. Y si no beneficia en forma directa, por lo menos no
afecta ningún valor o derecho propio por el cual preocuparse. Bajo este manto
de zona de confort, es difícil lograr la participación de aquellos naturalmente
ajenos a la política y la militancia; son los estudiantes, los jóvenes profesionales
recién ingresantes al mercado, militantes de organizaciones políticas, militantes
de organizaciones no gubernamentales ambientalistas, activistas sociales,
religiosos, etcétera, los que mayor potencial de participación detentan,
disminuyendo progresivamente conforme se aleja de estos grupos.

En las sociedades políticas actuales, se pueden observar tendencias marcadas en


cuanto al estilo de participación de sus individuos, pueden ser caudillistas,
personalistas con tintes paternalistas, donde la participación está en manos de
movimientos cercanos al poder, con gran penetración ideológica y no permeable
al control externo, el caso más común en Latinoamérica. Otro modelo es donde
el Estado ejerce una actividad política partidista débil, con mayor grado de
apertura, pero sin la inercia que requiere la vocación de comunicar, caso común
en los gobiernos no populistas como el de Chile, actualmente Argentina,
Colombia. En el extremo opuesto están las sociedades despolitizadas o de baja
intensidad política, donde la participación no está entre las prioridades
ciudadanas a menos que, efectivamente se movilicen por una causa común que
los saca de su estado de confort, en el mientras tanto, son perfectos free riding.
Quizás los países de América del Norte sean el mejor ejemplo en esta tendencia.
(Naser y Ramírez Alujas, 2014, http://goo.gl/xoHYKa).

Transparencia
Sin la absoluta voluntad y el convencimiento del Estado, nada de esto puede
prosperar. Esta iniciativa atenta contra la génesis misma del Estado en su
concepción tradicional, y es que, para el Estado, la información tiene un valor
agregado importante. A veces, la sensación de que la gobernabilidad depende
del control de esta, hace que cualquier intento de blanquear datos termine en
una distorsión falaz de la realidad.

El Estado dispone de la información en muchos niveles de profundidad y con


múltiples fuentes (a veces ni el propio Estado conoce toda su extensión). Esto lo
lleva a conocer detalles de ciudadanos, contribuyentes, empresas, miembros de
distintos poderes, que superan ampliamente el marco del open government.
¿Cuánto poder está dispuesto a sacrificar el Estado, (en tanto que es gobernado
por un partido político X), publicando información y transparentando los actos?
Nada más valioso que lo que se guarda propio y se conoce del otro. Y usualmente
esta información es usada para cohesionar, manipular, controlar y dominar a
propios y extraños.

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En 2001, luego del 11-S, el convencimiento de la población respecto a un complot
que la inteligencia conocía y desestimó (o dejó pasar), hizo que los ciudadanos
cuestionaran fuertemente al gobierno republicano y las sucesivas guerras que
continuaron con esta motivación subyacente. Independientemente del hecho de
que el atentado debía ser condenado y los responsables juzgados, flotó en el aire
la sensación de que el gobierno mintió y eso les costó la vida a ciudadanos
inocentes. Por supuesto que el mismo gobierno se embarcó en una seguidilla de
acciones bélicas a fin de reforzar, corregir u ocultar el origen subyacente: el
Estado falló de la peor manera y no podía demostrar su inocencia.

Tristemente, Latinoamérica ha tenido gobiernos que tradicionalmente han


renegado con la transparencia o se han escudado en ella a fin de conseguir otros
objetivos y no los de informar: en Argentina se falsearon datos del instituto de
estadísticas desde el año 2007, pues si los indicadores no son los que el gobierno
esperaba, entonces se los modifica para que sean los adecuados. Pero no es solo
esta la única acción, sino la sistemática distorsión de la información, la
recolección de datos de inteligencia y la actitud revisionista con el objeto de
controlar a los otros poderes del Estado (persiguiendo o amenazando con el
conocimiento de información privada) o dejando expuesto en público datos
sensibles y privados de empresas o particulares que cuestionaron algún acto o
medida del gobierno.

Otros países latinoamericanos, como Venezuela, Brasil, Bolivia, Ecuador, por


citar algunos, no están demasiado lejos de estas realidades, donde los gobiernos
actúan en contrario a lo que se indica como gobierno abierto y transparente.

Colaboración
Es la etapa donde, si los dos pilares anteriores no existen o son débiles, este
prácticamente va a ser un fantasma. La colaboración, como consecuencia natural
de la participación, es la hermana indisoluble de la transparencia.
En este eje, se debe plasmar el plan de acción consensuado por todos los actores,
discutido y con un proyecto sustentable y con la medición de impacto efectuada
(esto ocurre en el mundo desarrollado). En Latinoamérica, suele existir una
urgencia por resolver sin analizar, se actúa espasmódicamente sin conocimiento
del objeto a resolver y sin medir impacto de las políticas, mucho menos de los
costos.

Es común observar la actitud cortoplacista, de una sola gestión que caracteriza a


Latinoamérica, donde por distintas razones se implementan políticas
inconsultas, unilaterales y la mayoría de las veces, condenadas al fracaso.

Es común también la desarticulación horizontal y vertical, donde los funcionarios


no interactúan coordinadamente, en clara muestra de la peor cara de la
burocracia, donde los compartimentos estancos actúan independientemente,
sin colaborar ni consultar con nadie. Esto duplica tareas, costos, esfuerzos y

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distorsiona resultados, dado que no hay un responsable claro al final del
recorrido, y precisamente este es el punto más llamativo, la falta de
responsabilidad de los actores, ante las acciones, que queda perdida en los
vericuetos de gestiones inmensas e intrincadas y donde siempre es tarea de
alguien más.

Claro que también tiene que ver con la falta o inexistencia de pasado y futuro, la
gestión vive en una suerte de presente continuo, donde no se sabe de dónde se
viene y por lo tanto tampoco está claro adonde se debe llegar, esto permite
evadir por completo el control: ¿cuál es la variable de medida contra la cual
sopesar un resultado si no existe un punto de origen que permita la
comparación? Es una forma de evitar ser controlado.

Entonces, ¿es esto viable? ¿Tiene alguna probabilidad de éxito?

Figura 2: Principios del gobierno abierto

Fuente: [Imagen sin título sobre principios del gobierno abierto], (s. f.), http://goo.gl/Cs3kjc

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Si se corre la percepción de los pilares un pequeño grado, se puede llegar a la
idea planteada en la página de la OGP. La principal vocación del gobierno debe
ser rendir cuentas de sus actos, lo cual no debe ser visto como una suerte de
persecución al propio Estado, ni a los funcionarios públicos. Cuando se accede a
la función pública, el sujeto debe ser absolutamente consciente de que su primer
deber es rendir cuentas sin objeciones, pues los bienes que administra no le son
propios, tampoco de un ente abstracto llamado Estado, los bienes pertenecen a
los ciudadanos.

Si se adquiere el convencimiento de que la rendición de cuentas es el orden


natural del proceder, entonces es muy fácil controlar, combatir y disminuir la
corrupción en el seno del Estado, pues se activarán los mecanismos necesarios
ante las alertas tempranas surgidas de los propios órganos de contralor, tanto
externos como internos: debe recordarse que existen en la legislaciones
múltiples instancias de control, como ser: el ombudsman o defensor del pueblo,
tribunal de cuentas, oficina anticorrupción, auditoría general, auditoría interna,
auditoría contable externa, etcétera. Si a esto le agregamos la publicación de
información de gestión bajo ciertas condiciones, se sumarían los ciudadanos de
a pie con vocación por analizar o simple curiosidad, como también otras
organizaciones no gubernamentales que tienen como objeto transparentar la
información pública, procesándola y presentándola de manera legible al común
de la gente.

Para continuar el eje de integración del gobierno abierto, es necesario la


participación y la colaboración. Para esto es fundamental la captación del recurso
externo, sea el ciudadano, las ONG, empresas u organismos internacionales. La
forma como interactúa con el Estado, dependiendo de su nivel de penetración,
es la que define el comportamiento. Por ejemplo, tenemos una ONG
comprometida con valores ambientales que chequeando información de rutina
se anoticia de planes de ampliar la cota de un lago artificial. Esto debería disparar
los resortes de comunicación y articulación, donde comienza el intercambio de
información de consulta, en un ciclo continuo hasta que madure para saltar al
siguiente escalón, donde seguramente el Estado contratará a expertos para los
estudios de impacto, y el organismo ambientalista será el depositario del control
a fin de garantizar el resultado. Como se observa, se produce la participación y
también la colaboración, al delegar el Estado parte del trabajo. Esto demuestra
lo que es obvio para todos, pero en la práctica difícil de implementar: se puede
trabajar colaborativamente, estado, privados, ONG y ciudadanos; pero se
necesita como condición inicial que la madurez institucional de las partes sea
razonable, que sea un trato de Estado a organizaciones o ciudadanos exento de
vistas partidarias, pues eso produce sesgos cognitivos que desvirtúan y
destruyen la vía de acción correcta (Naser y Ramírez Alujas, 2014,
http://goo.gl/xoHYKa).

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Por último, y como se deduce, nada de esto es posible si la transparencia en
todos los actores no es el ingrediente principal. No solo el Estado debe rendir
cuentas a fin de demostrar transparencia, lo mismo deben hacer las
organizaciones a las cuales se les otorga o delega responsabilidades que le son
propias al Estado.

Es costumbre confundir transparencia con rendición de cuentas, un Estado


puede ser transparente, aunque su rendición de cuentas no sea eficiente en
tiempo y forma, puede rendir cuentas a rajatablas y aun así no ser trasparente.
Son conceptos de relación intrínseca pero no idénticos o reemplazables.

La transparencia toma distintos matices según el momento y el actor que la


ponga a prueba, así es reactiva cuando el interesado recurre a la búsqueda de
información. La transparencia existe, es buena o mala, pero el foco es quién inició
la consulta, en este caso un individuo, con lo cual es reactiva, solo reacciona a la
demanda cierta.
Es proactiva en el marco de la publicación de los actos de gobierno en tiempo y
forma, completos y exhaustivos, donde no queda lugar a dudas de lo que se
presenta y no es necesario recurrir a consultas complementarias a fin de
entender o analizar lo expuesto, es el ideal de transparencia, donde no es
necesario saber a ciencia cierta qué se busca para encontrarlo, pues todo está
ahí, disponible y listo para ser procesado. Tiene influencia el tipo de presentación
de los datos, que sean completos, accesibles y en formatos estandarizados, sin
preproceso (en bruto o crudos) y con presentaciones alternativas que
igualmente coincidan de pleno con el original.

El mojón final de la transparencia colaborativa tiene que ver con el intercambio


fluido entre las partes, donde se mantienen volúmenes de información
actualizados y disponibles para todos y el aporte de datos no es solo estatal,
también se retroalimenta con la información surgida de privados.

Estos ejes de acción, claramente transversales e interdependientes, por sí solo


no aportan demasiada exactitud a los procesos inherentes. Es que falta analizar
cómo se articulan estos actores con la realidad cotidiana. ¿Qué se hace? ¿Cómo
se hace? ¿Cuáles son las herramientas necesarias para llevarlo a cabo?

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Figura 3: El ciclo de las políticas y algunas herramientas de gobierno abierto

Fuente: [Imagen sin título sobre herramientas del gobierno abierto], (s. f.), http://goo.gl/GIs0Eh

Según el OGP, el ciclo de las políticas debe seguir una serie de pasos lógicos y
necesarios para tener éxito, tanto es mayor la probabilidad cuanto más se
acerque al ideal. (Open Government Partnership, 2015, http://goo.gl/Uq1h3j).

No debe tratar de superponerse el gráfico anterior a este y buscar las


concordancias, pues son ópticas distintas. Acá tratamos de visualizar cómo se
desarrolla la vida de un proyecto o una política determinada.

El circulo interior enuncia las acciones complementarias a fin de cumplir el ciclo


diseño – implementación – monitoreo – conformación – diseño. Así, para
conseguir una implementación adecuada y exitosa debería garantizarse la
participación del ciudadano y los entes externos afectados, y crear el ámbito
propicio de colaboración. Esto deja sentadas las bases para inducir cambios en
el ambiente que sean necesarios.
Pero para dejar una implantación exitosa, se debe adquirirse el hábito de
monitorear los resultados en forma permanente por las partes involucradas, no
solo el Estado es responsable de la continuidad de las medidas o políticas.

El monitoreo implica la recolección de datos de control, feedback directo y el


proceso de estos datos para lograr información interpretable.

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Con la batería de datos disponible, se tienen los elementos para analizar e
identificar problemas o desvíos, y estudiar los causales.
Con esta información, se está en condiciones de elaborar las correcciones o las
nuevas propuestas de solución. También da lugar a políticas distintas y
complementarias que seguirán su propio curso en un nuevo ciclo.

Con esta información, el grupo de control terminará brindando la alternativa más


viable por haber pasado las simulaciones, las pruebas de impacto y estará
suficientemente maduro para entrar en implantación (Naser y Ramírez Alujas,
2014, http://goo.gl/xoHYKa).

Como vehículo de desarrollo de políticas, está claro cuál es el camino adecuado


a seguir, falta identificar las herramientas a emplear. Aquí, a continuación,
aparecen algunos participantes de uso extendido y sus versiones online, y otras
TIC completamente nuevas:

 Focus groups: puestos a trabajar con alternativas para identificar


potenciales problemas y variantes, hoy son online, con lo que se elimina
la limitación geográfica, los costos son menores y la cantidad de
participantes puede aumentar considerablemente.

 Foros de discusión: tanto presenciales como virtuales, los foros siguen


siendo una herramienta indispensable en las discusiones, permiten (a
diferencia del focus) reflexionar y participar en tiempos largos, no es
necesaria la respuesta inmediata. Los foros en línea son especialmente
útiles dado el registro automático de la información y la posibilidad de
usar herramientas incorporadas, como las encuestas

 Crowdsourcing: representaría la tercerización de determinadas tareas o


eventos a una masa grande de individuos externos, este concepto no está
necesariamente relacionado con una TIC en particular, ni siquiera con la
tecnología, pero aplica a lo que venimos tratando, dado que
fundamentalmente las tareas de análisis, recolección y carga, se espera
que la cumplan individuos, ya sea por colaborar o por ser parte
interesada, aportando encuestas, etcétera.

 e-petitions: referido a plataformas como Change.org, cumplen un rol


distintivo en estos tiempos, donde cualquier persona puede peticionar a
una empresa, al Estado o algún poder específico de este. No se trata de
plataformas vinculantes, pero cuando el número de requerimientos es
importante, llega a sorprender a propios y extraños; y entonces los
destinatarios suelen prestarles atención a las peticiones electrónicas
recibidas

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 Encuestas, sondeos de opinión: tanto pueden ser por plataformas
tradicionales, como llamados telefónicos, callejeras, puerta a puerta,
hasta las versiones digitales en sitios de opinión, diarios, emails directos,
SMS masivos, etcétera. La idea es llegar a un grupo previamente
diseñado, lo más representativo posible (si es el universo completo, tanto
mejor) y obtener un resultado de lo que se pretende averiguar.

 Otras: tantas como imaginación acompañe a los creadores o


investigadores, incluye el diseño de TIC específicas para la ocasión, que
pueden sumarse a las existentes y reutilizarse en el futuro, como otras
morirán luego de su único uso en la coyuntura bajo análisis (Naser y
Ramírez Alujas, 2014, http://goo.gl/xoHYKa).

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Bibliografías de referencia
[Imagen sin título sobre gobierno abierto]. (s. f.). Recuperada de
https://upload.wikimedia.org/wikipedia/commons/thumb/9/95/Gob_Abierto_5.jpg/3
25px-Gob_Abierto_5.jpg

[Imagen sin título sobre herramientas del gobierno abierto]. (s. f.). Recuperada de
http://www.opengovpartnership.org/blog/c%C3%A9sar-nicandro-cruz-
rubio/2014/07/29/clasificando-instrumentos-de-pol%C3%ADticas-p%C3%BAblicas-en

[Imagen sin título sobre principios del gobierno abierto]. (s. f.). Recuperada de
http://www.opengovpartnership.org/blog/c%C3%A9sar-nicandro-cruz-
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[Imagen sin título sobre relación del open data con el open government]. (s. f.).
Recuperada de
http://manzanamecanica.org/2014/03/es_sustentable_el_open_government_data.ht
ml

Josh Tauberer (2014). Open Government Data: The Book.Second Edition: 2014.
Recuperado de https://opengovdata.io/2014/online-free-primary-timely-accessible/

Naser, A. y Ramírez Alujas, Á. (2014). Plan de gobierno abierto Una hoja de ruta para
los gobiernos de la región. Recuperado de
http://www.cepal.org/ilpes/noticias/paginas/3/54303/Plan_de_Gobierno_Abierto.pdf

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