Conclusiones del Congreso Mundial de Universidades Católicas
Celebrado en Ávila, España del 12 al 14 de agosto del 2011
IDENTIDAD (QUÉ SOMOS) 1. La Universidad Católica ha de dar respuesta a los interrogantes que la sociedad y el individuo se plantean sobre la naturaleza humana desde una antropología cristiana. Para tal fin será necesario no establecer dictámenes entre fe y razón, contemplación y acción, experiencia y pensamiento y reconciliar ámbitos como el académico y el personal. 2. Las universidades católicas han de adaptarse a las nuevas demandas y necesidades impuestas por la sociedad sin perder por ello su identidad y misión. Como cualquier sistema vivo las universidades católicas deben evolucionar y desarrollarse. La idea de desarrollo se centra en repensar qué somos para profundizar en su sentido no para perder lo que nos define. Se trata de mirar con el retrovisor la conciencia el pasado, pero en perspectiva del presente, con la luz resplandeciente del Evangelio. A fin de profundizar en la esencia de la catolicidad de las instituciones que así se definen será necesario promover el conocimiento y estudio de los documentos emanados del Magisterio de la Iglesia y la legislación canónica por la que deben regirse estos Centros. Resulta imprescindible prestar atención a los principios fundamentales de la Doctrina Social de la Iglesia. 3. La acción educativa de nuestras universidades ha de ayudar al perfeccionamiento integral de la persona y debe fortalecer el desarrollo de los valores familiares como respuesta a su misión de servicio a la Iglesia y a la sociedad. La educación en la Universidad Católica debe perseguir la búsqueda sincera del sentido cristiano de la vida, un sentido que ha de construirse de forma intersubjetiva entr los docentes t los discentes, mediante el encuentro cercano entre ambos. 4. El sello distintivo de la universidad católica deberá ser su apuesta por la persona, tanto en su dimensión individual como social. La universidad católica del siglo XXI ha de convertir en realidad el gran reto de ofrecer una educación integral e integradora en la que se promueva el deseo de ser santos a través de la defensa y promoción de valores tales como el compromiso ético y moral, el servicio a los demás, el amor a la verdad, el interés por el estudio, la dedicación a la profesión, la fe en la familia y la defensa de la vida. 5. Uno de los grandes retos de las universidades católicas, sino el mayor, sigue siendo el de llevar a cabo su misión evangelizadora centrada en la persona de Jesucristo y su mensaje. Se evangeliza cuando a la competencia en la transmisión de los saberes se une la adquisición de la Sabiduría con mayúscula culmen de todo conocimiento. Asimismo es de suma importancia cuidar y promover aquellos espacios que ofrecen las universidades católicas como la Pastoral Universitaria o grupos de voluntariado, pues son una herramienta útil para potenciar junto con la excelencia académica, los ideales altruistas y de anuncio de la Buena Nueva. Son un complemento vital para la dimensión intelectual de los jóvenes que participan en ellas y les ayuda a construir una coherencia de vida y fe acorde con el mensaje cristiano. De este modo podrá generarse una cultura verdaderamente católica. Es necesario realizar, de una manera sistemática y coherente, estudios de investigación cuyos informes recojan las estrategias y medidas necesarias para hacer realidad la misión de la universidad católica. Benedicto XVI nos pide redefinir la identidad de la tarea universitaria hoy ensanchando los horizontes de la racionalidad. Ello comporta una nueva forma de entender la ciencia abierta a las preguntas y respuestas de la filosofía y la teología y por tanto una nueva forma en que la fe ayude a comprender la realidad, la verdad que buscan todas las ciencias. Nuestras universidades serán católicas si además de vida sacramental y algunas asignaturas de filosofía y teología, logran que las asignaturas técnicas, mayoritarias en sus currícula, sean pensadas y enseñadas de otra manera. Por ello es prioritario que las universidades católicas se dediquen a generar una nueva ciencia resultante del diálogo fecundo entre cada ciencia particular y las ciencias del sentido de la vida humana, es decir, la filosofía y la teología. Pero lo que dialoga no son las ciencias sino los científicos. Por lo tanto nuestras universidades deben convertirse en verdaderas comunidades en ebullición buscando de esa forma la verdad. La tarea de repensar las ciencias particulares a la luz de una nueva antropología es un largo camino, una verdadera refundación cultural, que solo podremos recorrer con éxito si cada universidades suma a la gran comunidad de universidades católicas, que juntas quieran abordar este empeño. Las universidades reunidas en este Encuentro Mundial de Universidades Católicas reafirmamos nuestra Comunión con la Sede de Pedro. Agradecemos el Magisterio emanado desde la Santa Sede para orientarnos en nuestro quehacer universitario y nos comprometemos a hacerlo vida en nuestras Instituciones. Compartimos nuestra pasión por la formación de los jóvenes, futuro de la Iglesia y de la Humanidad y nos proponemos colaborar y mantenernos unidas en este empeño.