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MÉXICO
TESIS
QUE PARA OPTAR POR EL GRADO DE
DOCTORA EN LETRAS
PRESENTA
MARIBEL RUBÍ URBINA REYES
TUTOR:
DR. ALEJANDRO GONZÁLEZ ACOSTA
COMITÉ TUTORAL:
DR. SAMUEL GORDON LISTOKIN
DR. VICENTE QUIRARTE CASTAÑEDA
DERECHOS RESERVADOS ©
PROHIBIDA SU REPRODUCCIÓN TOTAL O PARCIAL
Todo el material contenido en esta tesis esta protegido por la Ley Federal
del Derecho de Autor (LFDA) de los Estados Unidos Mexicanos (México).
Introducción... 1
I. Datos biográficos de Rubén Bonifaz Nuño 1
II. Derecho y poética bonifaciana 8
III. Poética de Rubén Bonifaz Nuño 10
IV. Hacia una metafísica bonifaciana 20
a. Metafísica corpórea 22
b. Metafísica antes y después de la vida 27
V. Planteamientos 28
Primer capítulo
Muerte y risa... 31
1. Evolución de la poética de la muerte 31
Segundo capítulo
Tópicos sobre la muerte... 126
Tercer capítulo
Tópicos sobre lo femenino y la muerte... 197
3. Vida y muerte en femenino 197
3.1. Tristeza de amor en Bonifaz Nuño 198
II
3.1.1. Tópicos clásicos sobre la mujer y lo mortal 202
3.1.2. Furor amoris 203
3.1.2.1. Furor amoris hasta la muerte 207
3.1.3. Militia amoris 208
3.1.3.1. Militia amoris hasta la viudez de su mujer 210
3.1.4. Vulnus amoris 214
3.1.4.1. Vulnus amoris mortal 216
3.1.5. Dulce herida 218
3.1.5.1. Dulce herida mortal 220
3.1.6. Imprecaciones de amor 221
3.1.6.1. Imprecaciones de amor desde la muerte 225
3.1.7. Inconstancia femenina 226
3.1.8. Crueldad femenina 227
3.1.9. Amor-odio eternos 230
Conclusiones... 254
Anexo... 258
III
Bibliografía y hemerografía generales... 267
a. Hemerografía general 267
b. Metodología 267
c. Diccionarios 268
d. Obras sobre lo mexicano 268
e. Obras generales 269
Referencias electrónicas de autor... 272
Referencias electrónicas sin autor... 273
IV
INTRODUCCIÓN
Rubén Bonifaz Nuño nació el 12 de noviembre de 1923 en Córdoba, Veracruz. Fue el sexto
de siete hijos del matrimonio formado por Rubén Bonifaz Rojas y Sara Nuño Scott. Su padre
fue telegrafista; su madre, coronela combatiente de la División del Norte, y más tarde se
dedicó a las labores del hogar. Sara Nuño tuvo una influencia fundamental en los primeros
años de Rubén, tanto por poseer una personalidad templada y afectuosa, como por
encarna el Eterno Femenino, ya que recuerda la fuerza de atracción que su sabiduría natural
A su padre lo recuerda como un ser casi siempre alejado de la familia; sin embargo,
concibe su oficio de telegrafista con profundo respeto: refiere haber heredado, a su manera,
hermano Alberto, por causa de la poliomelitis. Esta enfermedad, no obstante, lo convirtió ante
sus ojos en un personaje heroico, pues a fuerza de ejercicios extenuantes y una férrea
correr persiguiendo el tren de Cuernavaca; jugar en el jardín público de lo que antes fuera el
parque de La Bombilla; asombrarse con los olores y el colorido del mercado de Coyoacán;
cazar chapulines asiéndolos por las patas de atrás, así como atrapar luciérnagas en las
1
Recuerda esa libertad que experimentó en la infancia como una preparación para gozar el
ejercicio poético, pues todas sus actividades laborales y académicas siempre las ha
considerado parte de una obligación; sin embargo, escribir poesía es un espacio de libertad
absoluta y gratuita.
Debido a que la familia se trasladó en 1927 a la Ciudad de México por los estudios de
Ángel, el hermano mayor, los primeros recuerdos que conserva Rubén sobre esta metrópoli
Esta ciudad lo hizo ser testigo de esos rostros previos al fusilamiento, y le dio una
económica. Pero esta urbe también lo acompañó entre lecturas gozosas y amistades sólidas
La infancia de Bonifaz Nuño construyó las bases de una sensibilidad que nutriría su
quehacer literario, pues rememora la honda alegría que significó descubrir las canciones de
Recuerda haber escuchado con suma curiosidad las historias de Rex de la Selva y Tarzán el
terrible, así como las obras de ópera que su madre lo hacía escuchar con atención: Lucia de
1
Josefina ESTRADA, De otro modo el hombre. Retrato hablado de Rubén Bonifaz Nuño, México: El Colegio
Nacional, 2008, p. 13.
2
Lammermoor y Rigoletto, junto con las sonatas y sinfonías de Beethoven.
Con tal iniciación en el gusto musical, aprovechó la llegada de una pianola a su casa
De modo que cuando inició la elaboración sonora de su material poético ya tenía una
Sus primeros acercamientos a la literatura los tuvo gracias a la guía de sus hermanos
Juan y Alberto. A los seis años gozaba penetrando en las aventuras escritas por Emilio
Ya más grande, a los once años, leyó Los tres mosqueteros, de Alejandro Dumas, y
completó sus lecturas con libros de Julio Verne, Benito Pérez Galdós y Pedro Antonio de
Alarcón.
Para sus doce años ya sabía de memoria varios versos de la Ilíada y la Odisea, los
cuales llegaron a sus manos en los libros verdes que publicó José Vasconcelos cuando fue
Secretario de Cultura. Recuerda que fue su madre quien lo guió hacia la lectura del libro de
aventuras más importante para él: Las minas del Rey Salomón, de Henry Rider Haggard.
Desde sus primeras lecturas se mostró inclinado hacia las ficciones heroicas, porque
confiesa admirar —por encima de cualquier otra expresión humana— el valor para
Vega y Fray Luis de León; y por intervención de su amigo Emilio Uranga, dio un salto en el
Cuando contaba tan sólo con 22 años decidió concursar en los Juegos Florales de
3
Aguascalientes de 1945. Ese año no ganó el certamen literario sino que recibió mención
honorífica, pero causó una fuerte impresión al leer sus poemas en público, y pudo entrar en
contacto directo con Agustín Yañez, quien fuera uno de los miembros del jurado.
Recuerda con gran respeto la crítica constructiva que le hizo Yañez, pues esa
orientación lo llevó a mejorar sus sonetos. Ya con una mayor seguridad en su voz poética,
volvió a concursar en 1947 y 1948. El estímulo que encontró fue obtener en ambos casos el
primer lugar.
quedó abierta la convocatoria a poetas premiados anteriormente, Bonifaz Nuño ganó con El
manto y la corona.
considera que de no haber escrito Agustín Yañez una página sobre su trabajo incipiente pero
prometedor, y de no haber ganado después los certámenes, quizá se habría dedicado toda la
Gabriel Méndez Plancarte, Antonio Castro Leal, Xavier Villaurrutia, Carlos Pellicer y José
Gorostiza.
grado de maestro; la traducción de los diez mil versos de la Eneida, de Virgilio, para obtener
4
dos periodos (1966-1977 y 1980-1981); y a partir de 1970, director de la Bibliotheca
En el curriculum vitae oficial de Bonifaz Nuño se especifica que fuera de la UNAM fue
1963, y renunció a este cargo el 19 de julio de 1996. Actualmente es Miembro del Colegio
Nacional desde 1972 y de la Academia Latinitati inter omnes gentes fovendae, de Roma,
desde 1983.
La Universidad ha sido desde hace más de cincuenta años su pasión más grande. Su
labor como catedrático, funcionario y traductor han enriquecido la vida cultural de esta
2
El Centro de Lingüística Hispánica fue fundado en 1966 por el Dr. Juan M. Lope Blanch; el Centro de
Estudios Literarios fue fundado en 1956 por Samuel Ramos; el Centro de Estudios Clásicos, que antes se
llamara Centro de Traductores de Lenguas Clásicas, fue fundado en 1966 por el Dr. Rubén Bonifaz Nuño; el
Centro de Estudios Mayas fue fundado en 1970 por el Dr. Alberto Ruz Lhuillier. Abandonaron la autonomía
con resistencia, sobre todo por parte del Centro de Estudios Mayas, pero finalmente respondieron a la
propuesta de Bonifaz Nuño para que se unificaran en 1973 formando el Instituto de Investigaciones
Filológicas. Más tarde se añadieron el Centro de Poética (a partir de 1977), el Centro de lenguas Indígenas
(1988), el Seminario de Hermenéutica (1984), Seminario de Lenguas Indígenas (1988) y el Seminario de
Edición Crítica de Textos (2007).
5
Ha recibido diversos reconocimientos, como el Premio Nacional de Letras (1974), la
Internacional Alfonso Reyes (1984) y el Premio Jorge Cuesta (1985), entre otros. Así como el
grado de Maestro Honoris Causa por la Universidad Autónoma del Estado de México (1980),
y los doctorados Honoris Causa por la Universidad de Colima (1984), la Universidad Nacional
Ha sido ubicado como perteneciente a la generación llamada “del Medio Siglo”, por la
revista homónima. Otros escritores de esta generación son: Rosario Castellanos, Inés
Arredondo, Jaime Sabines, Jorge Ibargüengoitia, Juan García Ponce, Juan Vicente Melo, Alí
las referencias a la cotidianidad urbana; sin embargo, esto es sólo en algunos textos, pues
no hay otro artista del “Medio Siglo” tan polifacético como él.
del Tigre o El corazón de la espiral al populismo mexicano de Albur de amor; o bien, desde la
violencia verbal citadina de Los demonios y los días hasta el desenfado irreverente de
Calacas.
Se hace explícito que los orígenes familiares y culturales de Rubén Bonifaz Nuño han
nutrido todo su quehacer literario. No pretendo hacer un estudio paralelo entre la biografía
del autor y las acciones de los sujetos líricos que sostienen sus poemarios, sino sólo exponer
juvenil en Derecho.
muchísimas mujeres, pero nunca quiso volver a casarse después de la primera experiencia
matrimonial fallida. Las mujeres de sus poemarios tienen nombre y apellido, pero al mismo
tiempo conforman un todo simbólico que nutre al Eterno Femenino, como punto de creación
universal. Él mismo declara que las mujeres de su vida lo han parido espiritualmente.
ellas, y estas despedidas han generado poemas perfectos como El manto y la corona.
3
ESTRADA, 67.
4
ESTRADA, 69.
7
II. Derecho y poética bonifaciana
Bonifaz Nuño cursó estudios de Derecho como lo hicieron varios escritores mexicanos:
Ignacio Manuel Altamirano, Ramón López Velarde, Vicente Riva Palacio, Alfonso Reyes,
Amado Nervo, Efraín Huerta y Xavier Villaurrutia. Estos tres últimos, sin haber concluido su
Asimismo, se titularon en Derecho y Filosofía y Letras los cubanos José Martí, José
María Heredia. José Lezama Lima y Dulce María Loinaz (Loinaz, incluso, obtuvo el grado de
doctora en Derecho Civil en 1927, por la Universidad de La Habana), y con estudios truncos,
colombiano José Eustasio Rivera, el peruano César Vallejo y el argentino Rafael Obligado.
Bonifaz Nuño estudió esta carrera por una razón pragmática: su hermano era abogado
notable y consideró la posibilidad de trabajar con él, pero también explica los profundos
La formación como abogado le redituó precisión y economía para usar las palabras.
5
ESTRADA, 53.
8
Incluso en los momentos más delirantes, podemos constatar que los vocablos no sobran,
julio del 2010 respondió con una sola oración sobre cómo se reflejaba su formación de
abogado en la creación poética. El escritor sentenció: “Me dio la exactitud de las palabras.”
“No de tal modo la palabra y el pensamiento/ sino en sí mismo forma y vida. Luzca el poema/
de una materia solamente: cristal desnudo/ blando en su centro tembloroso; líquido claro/
Estos principios de su creación literaria son aplicados una y otra vez desde los
primeros libros, tal como lo señala Henrique González Casanova: “No hay en sus poemas
palabras inútiles, las usa todas para nombrar sentimientos, acciones, cosas, estados de
como soy, ajusto y mido y borro.// Pero a la hora en que me leas/ sabrás que cuando hablaba
la palabra escrita, pues aunque la creación literaria es un acto de soledad, el fin último es
En el mismo libro Fuego de pobres vemos ya aplicado este proceso de ajustar, medir y
borrar: “Tartamudo, efusivo intraducible/ entusiasmo del habla. La recámara/ suntuaria y sin
6
“Hay dos huellas importantes en Los demonios y los días: Neruda y Vallejo. De Neruda, el sentido
apasionado de las cosas diarias, y de Vallejo el aparente desorden verbal, donde las palabras funcionan más
allá de la lógica y por las cuales se atribuyen cualidades excepcionales a lo que es completamente común,
dando a esto un doble y triple sentido.” Marco Antonio CAMPOS, “Resumen y balance. Rubén Bonifaz Nuño
entrevistado por M. A. C”, en Vuelta, núm. 104, México, julio, 1985, p. 32.
7
Henrique GONZÁLEZ CASANOVA, “Rubén Bonifaz Nuño”, en el centavo, editora Silvia Molina, Morelia,
núm. 128, sep-oct. de 1985, p. 14.
9
pesar de la memoria./ Abierta y enjoyada./ También. Contento. Compañera.” (FP, 243)
No hay que olvidar que el oficio del padre de Rubén era telegrafista, lo cual implica
otra conciencia de la economía y la exactitud de las palabras. En este último verso parece
requerir tal compactación del lenguaje que lo reduce al estilo telegráfico, pero al mismo
tiempo esta “reducción” cuantitativa es una expansión cualitativa, pues dispara las
potencialidades del adverbio “también”, acotado por un punto y seguido. No requiere otros
acompañamientos para todo lo que necesita expresar. Esto mismo sucede con los otros dos
Al iniciar este trabajo sobre “La poética de la muerte en la obra lírica de Rubén Bonifaz Nuño”
Cómo hago un poema: recuerdo aquella respuesta del poeta francés: “Los
poemas no se hacen con ideas sino con palabras”. Yo diría: los poemas no se
escriben con palabras, sino con ritmos. Me explico. Primero, se crea un ritmo
vacío; pero no hablo de un ritmo sólo como distribución uniforme y seriada de
acentos o de números de sílabas, sino de algo más complicado: la
combinación de silencios con sonidos vocales y consonantes que se van
distribuyendo entre espacios de cierta forma simétricos. De tal manera, frente
a la máquina de escribir, funciona en mí aquel ritmo que va a llamar a una
palabra; ésta, como además de sonido tiene sentido, va a jalar otras por su
ritmo, atrayendo sentidos cuya suma por sí sola dará un sentido general que,
8
en realidad proviene de la combinación sonora.
De modo que si hago referencia a una poética que unifique el corpus lírico total de
Rubén Bonifaz Nuño, necesariamente debo aludir al manejo que hace sobre el sonido.
El poeta evoca el origen mismo de la poesía transmitida por el trabajo musical de los
8
CAMPOS, 32-33.
10
juglares, así como a la simetría de sonidos y silencios que facilitaban la memorización de las
piezas.
En este mismo orden de ideas, enfatiza su imposibilidad para crear poesía a menos
que sea frente a la máquina de escribir, pues el golpeteo de las teclas es parte de la
sonoridad con la que juega. Esto pareciera una reminiscencia del sonido telegráfico que lo
Sólo por mencionar un ejemplo, en Imágenes tenemos cuatro versos que pueden
sintetizar esta experiencia auditiva: “Ante los ojos, en los ojos, dentro;/ en el ritmo salobre de
la sangre,/ arde la llama, con tristeza,/ de la esbelta imagen que no muere.” (I, 57)
El poeta nos lleva a un ritmo de trance muy suave con las respiraciones cortas de los
versos primero y tercero, acompañado con el ritmo de una respiración más larga pero
Ya que expongo los secretos estilísticos de Bonifaz Nuño, es necesario analizar otra
técnica por la cual el sonido se ubica de manera tan primordial como el sentido.
En entrevista con Rafael Luviano, el poeta confiesa cuál es su “receta de cocina” para crear
Al elegir una estrofa bonifaciana y aplicarle este principio, se tiene un resultado nada
9
Rafael LUVIANO, “Rubén Bonifaz Nuño: la gloria del poeta”, “El Búho”, supl. de Excelsior, México, 27 de
octubre, 1985, p. 3.
11
sorprendente, pues hay perfecta coherencia entre la teorización y su praxis lírica. “Tú,
palabra antigua, bajo el lirio/ del vientre de la noche sabes/ lo que no soy; desde lejanos/
nombres como ciudades, vienes;/ como pueblos de alas retenidas/ vienes; como bocas no
El conteo en esta estructura enea y decasílaba da en suma seis palabras en cada uno
de los primeros tres versos; cuatro palabras en la cuarta línea versal, y cinco palabras tanto
pues el orden en los versos es el siguiente: 1 (ú-í-í), 2 (é-ó-á), 3 (ó-é-á), 4 (ó-á-é), 5 (é-á-í) y
Quizá este análisis por sí mismo no declare infalible la técnica, pero si comparamos la
estrofa bonifaciana con un fragmento del poema “Nocturno a Rosario”, de Manuel Acuña
―texto tan famoso como fallido―, habrá mayor contundencia. “¡Qué hermoso hubiera sido/
vivir bajo aquel techo,/ los dos unidos siempre/ y amándonos los dos;/ tú siempre
enamorada/ yo siempre satisfecho,/ los dos una sola alma,/ los dos un solo pecho,/ y en
Para empezar, no hay bloques de silencios en medio de los versos, sino que al final de
cada línea se hace la pausa de la coma para continuar con la siguiente. El número de
palabras en cada verso es reducido, ya que en las primeras cuatro líneas versales hay cuatro
palabras en cada una; tres palabras en los versos quinto y sexto, respectivamente; y cinco
10
Manuel ACUÑA, Obras: poesía, teatro, artículos, cartas, pról. José Luis Martínez, México: Porrúa, 1949, p.
59.
12
de acentos en las mismas vocales se maneja así: 1 (ó-í-é), 2 (í-é-é), 3 (ó-í-é), 4 (á-ó-ó), 5 ( ú-
é-á), 6 (ó-é-é), 7 (ó-ó-á), 8 (ó-ó-é), 9 (é-é-ó) y 10 (á-ó-ó). Se repiten las mismas vocales
acentuadas en el primero y el tercer verso, así como el cuarto en igualdad con el décimo.
Para enriquecer aún más su obra, Rubén Bonifaz Nuño juega con la sensorialidad y la
carga conceptual en las metáforas creadas. Sobre este asunto el hermeneuta Paul Ricoeur
referidas por Ricoeur, pues la metáfora12 es tanto una vía de purificación del terror a los
heraldos negros de la muerte (vejez y enfermedades), como una vía de compasión hacia sus
1. Heraldos negros.
a) De la vejez. “Yo, vestido y viejo, carcomido/ y ciego, me arriesgo a tus veinte años;/ la
imprudencia ejerzo del que, a tientas,/ ensangrienta espinas, pretendiendo/ gozar la flor
11
Paul RICOEUR, La metáfora viva, Madrid: Ediciones Europa, 1980. p. 22.
12
“La metáfora consiste en dar a un objeto un nombre que pertenece a algún otro; la transferencia puede ser
del género a la especie, de la especie al género, o de una especie a otra, o puede ser un problema de
analogía.” ARISTÓTELES, Poética, Caracas: Universidad Central de Venezuela, 1978, Cap. XXI, p. 141.
(Versión directa, introducción y notas de Juan David García Bacca).
13
2. Heraldos blancos.
a) Mujer. “Ciega sin lumbre miras, de tal suerte/ que coronas de espinas tu cintura,/ y tu
amorosa enfermedad madura/ por encima del sueño y de la muerte.” (I, 53)
b) Poesía. “Breve, mortal, mi sangre disminuye/ bajo tu clara imagen; desvaría/ mi mano
sobre ti; hay poesía/ que crece de mi boca y se destruye.” (MA, 13)
c) Ángel. “Muere el ángel. Su cuerpo se hace oscuro/ y se vuelve de tierra florecida/ para
sentido aristotélico.13 Por ejemplo, en el poema “El caracol” hay dos instantes metafóricos
cargados de una visión insólita y, al mismo tiempo, verosímil, dentro del contexto de belleza
marítima y femenina.
móviles, como el grave/ rumor de la sangre en las venas: claro/ sobre el silencio.” (APNC 45-
52, 36) Y del mismo poema crea con base en la desemejanza: “(…) Tus ojos, pródigos,
guardan/ una tierna sal, y una niña/ en sombras, y el gozo de la tristeza.” (APNC 45-52, 37)
muerte de la mítica Eurídice dentro de “Retratos de mujeres”: “Cuando llegó la muerte era [1]
el rocío/ en la túnica blanca; era [2] el diamante;/ [3] el relámpago límpido y errante/ [4] como
el azogue del escalofrío.// Era [5] la escarcha limpia en el baldío/ suelo despierta. [6] palidez
delante./ [7] Y los perros del tacto, [8] y el instante/ para el aliento póstumo. Sombrío.// Era [9]
el veneno hincado en el salobre/ calor del vientre, [10] aguijón callado,/ [11] el fuego herido
[14] el grito helado/ [15] y el anillo de luz de la serpiente.” (I, 51. Las numeraciones son mías)
13
“(…) la máxima destreza consiste en ser un maestro de la metáfora. Esto es lo único que no puede
aprenderse de otros, y es, asimismo un signo de genio, puesto que una excelente metáfora implica una
percepción intuitiva de lo semejante y lo desemejante.” ARISTÓTELES, Cap. XXII, p. 146.
14
Estas 15 metáforas de la muerte ratifican al poeta como quien ejerce una “percepción
sin ser explícitas las “semejanzas” o “desemejanzas”, la metáfora les da vida sensible.
Por otro lado, Ricoeur reflexiona sobre la labor del poeta para realizar estéticamente la
mimesis de la realidad inmediata, así como exponer el mythos que hay detrás de las
acciones. Por medio de este mythos traslada lo humano hacia un plano superior: tal es la
aspiración en la obra lírica bonifaciana. Por ello la figura de la mujer es desplazada hacia lo
Además, el mismo canto poético es una experiencia superior que contagia de trascendencia
(...) la historia cuenta lo que sucedió, la poesía lo que habría podido suceder;
la historia se queda en lo particular, la poesía se eleva a lo universal; y
entendemos por universal lo que el hombre medio diría o haría “verosímil o
necesariamente”; a través de este tipo de hombre, el oyente “da crédito a lo
14
posible”.
Bousoño. Asimismo, este teórico reflexiona: “Lo verosímil y lo posible son, pues, conceptos
en conexión evidente. Pero de antiguo se sabe que no todo lo posible es verosímil, pues el
arte, agreguemos, no es sin más expresión de vida, sino de vida con significación.”15
hecho mismo de configurar a la muerte como una figura femenina llena de acciones, y no
14
RICOEUR, 63.
15
Carlos BOUSOÑO, Teoría de la expresión poética, Madrid: Gredos, (Col. Románica Hispánica), 1970, p.
111.
15
sólo como un proceso de cese vital: “Ella muchas veces —blanca— nos mira/ con ojos
sonrientes de doncella./ Delicadamente llega y nos busca/ —manos tiernas, pasos quietos,
miradas—,/ busca delicada, toma en las cosas/ que a nadie mostramos, que encierran/ un
germen de nuestro gozo más puro.” (APNC 45-52, 47) Podemos creer en la lógica poética de
Para rastrear éste y añadir otros elementos más, es importante recordar algunas de
las premisas que ha señalado a lo largo de su trayectoria como poeta y crítico estético.
dentro de Imágenes, en 1953. “Próximos brillan el sonoro vaso y el agua,/ mas no se funden
uno y otra. Siempre es distinta/ la sola esencia, vida clara, con que relumbran;/ forma es el
vaso que contiene; vida sin forma/ la sosegada transparencia que lo hace grave.” (I, 70) La
poética que propuso desde 1953 sigue estando vigente hasta la publicación de Calacas en el
Esta teorización sobre la función del poeta revela una profunda esperanza, a su vez,
en la labor sensitiva y aguda que el lector puede ejercer para concretar el puente. Este lector
dispuesto a ver los signos de iluminación en el texto es “el destinatario desconocido”. Evodio
16
Manuel MAPLES ARCE, Las semillas del tiempo. Obra poética 1919-1980, Estudio preliminar por Rubén
Bonifaz Nuño, México: Fondo de Cultura Económica, 1981, pp. 23-24.
16
Escalante17 ha abundado sobre ello, tal como se señala en el apartado de la crítica a la obra
bonifaciana.
Y en este mismo sentido, Mauricio Beuchot reflexiona en torno a la riqueza que puede
hallar el lector general en los textos, la cual es una fuente de trabajo minucioso para el
ángel, las cuales están ensambladas de tal manera que consolida una visión sensible sobre
el mundo desde la década de los cuarenta hasta la primera década del siglo XXI.
En una entrevista realizada por el tesista John M. Bennet a Bonifaz Nuño surge un
RBN: De ninguna manera, absolutamente, pero claro que no. Lo único que
hace la poesía es abrir posibilidades en el idioma, y toda ampliación en el
17
Evodio ESCALANTE, “El destinatario desconocido: la poesía de Rubén Bonifaz Nuño”, en Signos, Anuario
de Humanidades, año VI, tomo I, México, UAM-Iztapalapa, 1992, pp. 207-247.
18
Para aclarar estos conceptos me apoyo en las palabras de Charles Sanders Pierce: “Un signo es o bien un
icono, un índice o un símbolo. Un icono es un signo que poseería el carácter que le convierte en significante
incluso aunque su objeto no existiera, así como una raya de lápiz representa una línea geométrica. Un índice
es un signo que perdería al instante el carácter que le convierte en signo si su objeto despareciera, pero no
perdería ese carácter si no hubiese interpretante. (...) Un símbolo es un signo que perdería el carácter que lo
convierte en signo si no hubiera interpretante. Tal es cualquier virtud del habla que significa lo que significa
sólo en virtud de que se comprende que tiene esa significación.” El icono, el índice y el símbolo, traducción:
Sara Barrena, Universidad de Navarra, 2005, selección parágrafos 2.274-308,
[http://www.unav.es/gep/IconoIndiceSimbolo.html, 12/09/2010.]
19
Mauricio BEUCHOT, Tratado de hermenéutica analógica. Hacia un nuevo modelo de interpretación, México:
2ª. ed., Facultad de Filosofía y Letras / Editorial Ítaca, 2000, p. 93
17
idioma es una ampliación del espíritu; y si con eso se consiguiera unir, —eso
yo no lo creo— a las gentes, sería cosa que no se está previendo ni se
20
puede prever.
A esta “ampliación del idioma” se le añade otro aspecto defendido por el poeta: la
extensión de posibilidades rítmicas, pues ya ha dicho que “la poesía no se escribe nunca
Desde 1965, Bonifaz Nuño problematiza sobre la capacidad del artista para reflejar su
época, pero también sobre una creación que vaya más allá de su tiempo, y exprese la
quehacer artístico se traduce a símbolos; y en este orden de ideas, Bonifaz Nuño logra la
experiencia copulativa entre lo vivencial y lo estético a través del symbolon (el que une),
siempre que la musicalidad los eleve. Beuchot simplifica de manera clara la función del
símbolo:
For Bonifaz Nuño, then, good poetry must have ethical or human value as
well as esthetic value, and that in fact, if either is more important, it is
probably the former. He said, for example, “... son mucho más importantes
ciertos valores éticos en la poesía, que los valores estéticos.” (personal
20
John Michael BENNET, “Coatlicue: The poetry of Rubén Bonifaz Nuño”, U.S.A, Tesis, University of California,
1970, p. 14.
21
ESTRADA, 23.
22
BEUCHOT, 94.
18
23
interview).
Y respecto al ritmo:
Esta declaración de Bonifaz Nuño se puede ligar con la de otro lúcido teórico:
Johannes Pfeiffer, quien concibe la poesía como “masa de sonido”, con una fuerza “rítmico-
plasmadora”.
articulación del discurso estético, cuya base es el equilibrado maridaje del fondo y de la
forma. Además, compara el efecto y los alcances de la actividad poética respecto a otras
manifestaciones artísticas.
conceptuales y emocionales, que van desde el tono intimista hasta el épico; crea su mimesis
al retratar realidades internas y externas, así como su mythos al elevar tanto a la mujer como
a la poesía a planos trascendentes, que superan lo mortal. Todo ello a través de metáforas
diversos colectivos, para lo cual ha asumido una actitud heroica ante la muerte, ya sea por
reminiscencias de los grandes héroes griegos y latinos; ya sea por rescatar el origen de los
guerreros mexicas.
La sensibilidad del poeta lo lleva a llorar, reír y pensar la muerte con una inteligencia
que convierte lo meramente emocional en lucidez. De este modo, cada sujeto lírico nos
En esta cita Octavio Paz parte del cuerpo como generador de la realidad. Pero en un juego
viceversa.
Con este sentido lúdico analizo el apartado que titulé “Hacia una metafísica
bonifaciana”, a decir verdad, como resultado de dos caminos, pues Bonifaz Nuño emplea dos
concedió a Rafael Luviano Delgado, en la cual asegura que únicamente concibe al alma
ligada a la materia; y la segunda —no reconocida por él pero manifiesta en sus poemarios—,
es deseo, esperanza y aliciente intelectual de que la existencia no sólo abarque lo que dura
nuestra respiración, sino se extienda a un tiempo anterior y posterior a ella; es decir, a un no-
20
En el mundo prenatal, muerte y vida se confunden; en el nuestro, se
oponen; en el más allá, vuelven a reunirse, pero ya no en la ceguera animal,
anterior al pecado y a la conciencia, sino como inocencia reconquistada. El
hombre puede trascender la oposición temporal que las escinde —y que no
reside en ellas, sino en su conciencia— y percibirlas como una unidad
26
superior.
Podemos concebir como múltiples voces poéticas los libros de Rubén Bonifaz Nuño —
casi a nivel de los heterónimos de Fernando Pessoa—, pero en realidad son la evolución de
una única sensibilidad en distintos momentos. Esta sensibilidad busca la misma salvación a
través de la mujer, la fraternidad y la poesía. De esta manera es posible considerar las dos
metafísicas de su obra como una sola propuesta, por más contradictorio que esto resulte.
Antes de Los demonios y los días escribía ya que la vida era un puente entre la
muerte previa y la muerte posterior, como dos eternidades, y después de este poemario
continuó con el mismo juego especulativo para suavizar el temor a la aniquilación física.
Con una metafísica ligada al cuerpo no hay manera de evadirse del presente sensitivo,
sino que parece afianzar la idea de que la vivencia plena del ahora es eternidad para el alma.
ostentamos, significa otra forma de concebir lo eterno, o la llamada ruptura del tiempo lineal:
dos caminos para aproximarse a la misma experiencia que nos eleva por encima de las
limitaciones humanas.
26
Octavio PAZ, El laberinto de la soledad, México: Fondo de Cultura Económica, 1993, p. 67.
21
a. Metafísica corpórea
Bonifaz Nuño declara que la carne no está separada del espíritu ―opuesto a la concepción
occidental, y muy en particular, a la cristiana―, sino resultan lo mismo espíritu y carne. Ésta
primitivo anterior a Anaxímenes, pues en tal periodo no se distinguían alma y cuerpo, sino
que estas fuerzas expresivas se diluían hasta confundirse. En La llama doble Octavio Paz
reflexiona:
La idea del alma, según los entendidos, no es griega; en Homero las almas
no son realmente almas, entidades incorpóreas: son sombras. Para un
griego antiguo no era clara la distinción entre el cuerpo y el alma. La idea
de un alma diferente del cuerpo aparece por primera vez en algunos
presocráticos, como Pitágoras y Empédocles; Platón la recoge, la
sistematiza, la convierte en uno de los ejes de su pensamiento y la lega a
27
sus sucesores.
Este sustrato homérico que sigue Bonifaz Nuño se sostiene con las afirmaciones que
No hay nada tan poco homérico como la idea de que el alma humana sea
de origen divino; y no es menos extraña a Homero la división dualista del
hombre en cuerpo y alma que la teoría supone y que Píndaro enuncia muy
28
claramente.
27
Octavio PAZ, La llama doble, Barcelona: Seix Barral, 1995, p. 40.
28
Werner JAEGER, La teología de los primeros filósofos griegos, México: Fondo de Cultura Económica, 1977,
p. 80.
22
En este mismo orden de ideas, Bonifaz Nuño responde a Luviano como lo haría un
griego antiguo, con ese desconcierto de quien no comprende por qué lo obligan a discernir
En Los demonios y los días (1956) es más evidente este procedimiento que en Albur
en lo colectivo a través de los cuerpos, y en muchos momentos expresa la prisa por vivir
intensamente con los sentidos. “Viva la pachanga, rompamos filas,/ saquemos las uñas,
corramos./ También el placer es obligatorio/ y hay que divertirse como se pueda,/ que para
eso están los velorios y entierros./ Porque sólo existe lo que tocamos/ y hay que disponer de
En cambio, en Albur de amor son pocas las referencias explícitas en las que su
metafísica está apegada de una manera crucial a lo físico, a lo sensorial o a lo instintivo: “El
incienso animal del alma/ da en ti su olor, te conglomera,/ en pálidas telas te difunde.” (AA,
216)
La afirmación de que “sólo existe lo que tocamos” nos puede llevar a terrenos
gracias a sus experiencias corporales, de modo que hay una retroalimentación entre lo físico
29
Entrevista de Rafael LUVIANO DELGADO, “Sólo el `pelado´ puede recobrar la dignidad”, en “El Búho”, supl.
de Excelsior, México, 13 de enero de 1988, p. 2.
23
y lo intangible.
entre la vida y la muerte que cohabitan dentro de un cuerpo, sino lo hace explícito a través de
las siguientes líneas versales: “Porque amo mis huesos y mis nervios;/ mis brazos que
cierran, mi boca/ que deja salir; la mansedumbre/ sepultada y tibia de mis entrañas,/ y el
sabor ilustre de las cosas/ que viven, y el aire que lo lleva.// Y sudo al pensar que he de
morirme/ para siempre, y sueño ser yo mismo/ otra vez; juntarme, escogerme/ yo mismo
Asume que su identidad está ligada con la expresión del único cuerpo que conoce, y
excluye la teoría de la reencarnación, porque ésta implica una nueva conformación corpórea.
vuelve a tener nueva vida. Asimismo, expresa una resurrección panteísta, en el sentido de
expresa una postura deísta en la década de los cuarenta; la segunda, es una transición entre
muestra una postura atea, expresada en las décadas de los sesenta y los setenta. Esto
último quizá se debió al recrudecimiento de las tragedias sociales que percibía ya en una
una divinidad. Sin embargo, a partir de Los demonios y los días ―de mediados de la década
la divinidad dentro de la vida cotidiana del hombre. “Tal vez éste fuera el momento/ de
30
La muerte del ángel (1945) y Algunos poemas no coleccionados (1945-1952).
24
nombrar a Dios en este poema./ Pero les confieso sinceramente/ que hasta el nombre solo
Expresa una metafísica que abarca el entendimiento profundo sobre cómo funcionan
la fuerza vital y la fuerza mortal, ya que las concibe como una unidad de constante
contundente para expresar que nuestra vida es alimento diario de muchas muertes.
Él sabe que no hay escapatoria ante el movimiento vinculatorio de ambas fuerzas. “En
medio de todo, es admirable/ la fuerza mecánica, obligatoria,/ que tiene la vida. No hay
sin descanso. (DD, 128) Se contempla a sí mismo como sobrecogido por las fuerzas vitales y
mortales, de forma tal que él no puede sino dejarse llevar hacia la unidad a través de estos
opuestos complementarios.
verdes/ ha nacido encima de la tierra,/ encima del agua que bebemos,/ ha poblado el aire
que respiramos.” (DD, 122) El aire que nos sigue manteniendo vivos está lleno de muerte, y
lo reitera a través de sus mensajeras por excelencia: las moscas, en este caso, “verdes”; es
ellas mismas sino que conservan su esencia enraizada en la propia materia. “Dicen que las
cosas en otro tiempo/ eran diferentes: su belleza/ nacía con ellas, maduraba tranquila;/ al
llegar la muerte, les dejaba/ su existencia pura de hermosas ruinas.” (DD, 130-131)
Lo declarado acerca de las cosas es la concepción que tiene el sujeto lírico sobre los
seres vivos, y en particular, sobre el ser humano. La existencia no termina con el último
aliento porque la materia (en este caso el cuerpo) sigue siendo expresión de la identidad.
25
A pesar de las alusiones corpóreas, no podemos hablar de un planteamiento que se
apegue estrictamente a lo físico, sino que alude al alma, incluso como vocativo reiterado. La
evidencia de no ser una física sino una metafísica la que maneja Bonifaz Nuño es que se
referirse al alma de manera directa como una entidad de “llamado carnívoro”: “El alba cruel
del moribundo esperas,/ mi corazón; y los sentidos ―alma―/ por cinco llagas multiplican/ tu
En este mismo punto, delimita lo corpóreo de los cinco sentidos, refiriéndose a ellos
como las cinco advocaciones del alma. Declara en Fuego de pobres: “Allí donde vivimos,/ en
el lugar en que nos conocemos;/ donde la noche oscura, que amanece/ de las cinco
“denominación complementaria que se aplica al nombre de una persona divina o santa y que
se refiere [a] determinado misterio, virtud o atributo suyos, [a] momentos especiales de su
vida, [a] lugares vinculados a su presencia o [al] hallazgo de una imagen suya”31, el alma
ofrece señales de su presencia a través de esas cinco advocaciones como atributos del
cuerpo.
nace de la carne: “Tú eres tu cuerpo, la gozosa/ tela de nervios y de vísceras;/ tu propia
todo; alma encarnada tuya,/ la lluvia, el viento hermafrodita/ que entra por tu piel en tus
31
Diccionario de la Lengua Española, Real Academia Española, vigésima primera edición, Madrid: Espasa
Calpe, 1992.
26
entrañas;/ el doble sexo a quien te entregas/ y te resiste y te sustenta.” (DTC, 259. Las
mundo,/ y carne y alma son uno solo/ prodigio de ser: tu alma es tu cuerpo.” (DTC, 260)
Explica en la entrevista con Josefina Estrada los descubrimientos que hizo a partir del
Son poemas escritos a una atleta de triatlón. (...) Cuando escribí poemas
para una bailarina, sabía que para ella el cuerpo era un instrumento de arte:
el instrumento de expresión es el cuerpo, para expresar cosas interiores. En
cambio, para la atleta, según me percaté con esta persona, el cuerpo es una
finalidad en sí. La atleta considera su cuerpo como su propia esencia. El
cuerpo de la atleta es la misma atleta; por eso en alguna ocasión digo: “Tu
alma es tu cuerpo”. Porque el cuerpo llega a tomar todas las capacidades de
32
la criatura.
La forma en la que la atleta veía su cuerpo fue toda una revelación en la metafísica
que consolidaría aún más Bonifaz Nuño. Esta concepción es atractiva porque va en sentido
Nuño no pretende ser teólogo ni filósofo ―como tampoco lo pretendía Jorge Luis Borges―,
sino utilizar estos temas metafísicos al servicio de la literatura. Y si dentro del goce estético
32
ESTRADA, 108.
33
En el caso de tópicos románticos se verifica este manejo metafísico en el apartado 2.3.2. Más allá de la
muerte. Tiempo anterior a la vida física, y en el 2.3.3. Más allá de la muerte. Tiempo posterior a la vida física.
27
que requiere el artefacto literario se da el caso de que en un poemario funcione una
V. Planteamientos
El propósito del presente trabajo es exponer los recursos formales y conceptuales que
maneja Rubén Bonifaz Nuño para conformar una poética de la muerte. Para ello desgloso la
manera en la cual las figuras de la mujer, la poesía y el colectivo fraterno se yerguen como
con sus hermanos Alma y Juan, quienes perdieron la vista alrededor de los cuarenta años.
Cuando existe la anulación de los sentidos físicos ―y no hay que olvidar que Bonifaz
Nuño menciona los cinco sentidos como las cinco advocaciones del alma― estamos
hablando de los “heraldos negros que nos manda la Muerte”, como diría César Vallejo. Y en
este caso, Bonifaz Nuño ha vivido la anulación completa del sentido de la vista y la pérdida
casi absoluta del sentido del oído, además de una parcial parálisis de la columna vertebral. Al
recrudecerse esos síntomas en la vejez, ésta resulta ser el peor heraldo negro, como puede
Pero mientras los heraldos de la muerte están en el plano abstracto (mujer, ángeles,
28
poesía y moscas) son blancos y casi inofensivos, incluso cuando se trata de la muerte
b) El corpus lírico bonifaciano recorre un viaje iniciático en el que las figuras de la mujer, la
poesía y la fraternidad representan instantes del inframundo: son puntos de combate con los
demonios propios. Sin embargo, estas mismas figuras también resultan ser las únicas
posibilidades de salvación; es decir, una vez trasmutadas por el fuego purificador del dolor, la
luz de la conciencia poética las convierte en la otredad que conduce a una experiencia de
unificación.
c) Utiliza el polisíndeton como un recurso morfosintáctico para unir el yo poético con las
otredades ya señaladas, así como enlazar muchas otras manifestaciones de distintos niveles
entre ellas. Al reunir elementos disímbolos en sus alucinantes cadenas polisindéticas crea
una especie de aleph borgeano en el que se rompen las jerarquías y se da una coexistencia
de iguales34.
contrarios se complementan.
e) El ciclo solar representa el guiño que nos envía la naturaleza sobre un posible
También con base en esta cosmovisión, la muerte significa el honor ganado por el
nahua, al concebir la vida amorosa y la cotidianidad urbana como los espacios de combate
34
Tal como se abunda en el apartado 1.1. Décadas de los cuarenta y cincuenta, con ejemplos de los libros Los
demonios y los días (1956) y Fuego de pobres (1961).
29
f) Los tópicos sobre la muerte en la poesía de Rubén Bonifaz Nuño abarcan las etapas
humanas. Se aprecian distintos temperamentos y estilos en las voces de los sujetos líricos
libre de ellos, tales como: militia amoris hasta la viudez de la mujer, vulnus amoris mortal,
dulce herida mortal, imprecaciones de amor desde la muerte, o amor y odio eternos.
i) La figura angélica está construida tanto por elementos inmateriales y eternos como por
elementos falibles y frágiles, porque la muerte usa al ángel como intermediario entre los
seres humanos y ella. De la misma manera, la muerte toma a la mosca como mensajera de
j) La risa en este tema es una forma de enfrentar el dolor de ser anulado: tanto los sujetos
líricos en abandono amoroso como los que sufren la pérdida de la plenitud física, recurren a
k) La Catrina y el “pelado mexicano” van de la mano en esta risa compleja, pues la Catrina
como figura altiva, libre, vital, juguetona, coqueta, provocadora, vanidosa y atrevida, parece
una imagen hiperbolizada de valentía, cuando en realidad lo consume el temor a los heraldos
negros de la muerte.
30
PRIMER CAPÍTULO
MUERTE Y RISA
En su primer libro, La muerte del ángel (1945), Bonifaz Nuño concebía la muerte como un
que trasciende la carne al identificarse a la poesía con el ángel, y aunque éste muere, sólo lo
hace para ejercer su derecho a la resurrección: “Muere el ángel. Su cuerpo se hace oscuro/ y
se vuelve de tierra florecida/ para nacer después, sereno y duro.” (MA, 13)
Dejó claro que el poeta sólo puede aspirar a la renovación vital por la intervención del
ángel-poesía: “Canto. Mi sangre viene amanecida./ Toda mi voz se vuelve hacia el futuro/ y
Las primeras tres poseen el poder de estar fuera del tiempo; es decir, ejercen su eternidad; y
desde el no-tiempo ―o también llamado “tiempo sagrado” por Mircea Eliade― unen a los
sujetos líricos con la entidad nombrada “muerte”. Por eso dice en “Ofrecimiento”: “Acaso un
ángel pudiera/ tocarte, muerte. Yo siento/ fracasar mi pensamiento/ sin alcanzar tu ribera.”
La poesía también tiene la capacidad para romper con el tiempo lineal, como nos
Sombra es el instante./ Jardín en sombras que clausura/ con sus puertas claras la belleza―.”
31
(I, 60)
solemne/ peso de las sombras femeninas/ del ángel; el ángel ella misma.” (CE, 116)
Eterno Femenino que consigue dar y recibir el tiempo sagrado desde sus diferentes
representaciones de fertilidad.
Sólo en tres momentos se ha referido al ángel como figura bíblica: la primera vez fue
en el poema 21 de “Canto del afán amoroso”, cuando aludía a la amada como virgen posada
sobre pequeños ángeles; en segundo lugar, apareció en el texto “El ángel”, dividido en
Teresa de Ávila, monja que naciera con los ojos abiertos por estar enamorada de Cristo; y
existencia y como una meta posterior a ella. No hablaba de la vida como un fin en sí misma;
que nuestras vidas no sólo son los ríos que van a dar al mar, sino que el morir también es el
lugar donde nacen estos ríos. Hasta este momento la concepción seguía siendo positiva,
En Imágenes (1953) fue insistente al relacionar lo mortal con el símbolo del agua.
32
Inició ahí un estilo en el que la muerte dejaba de ser sólo la referencia abstracta, y se
convertía en un personaje al que aludía con vocativos. En ese año mencionó por primera vez
la presencia de las moscas, así como el temor a perecer, pero aún lo difuminaba con el goce
por lo fugaz. Para aludir a dicha fugacidad tomó como herramientas básicas de expresión los
Desde los poemas de 1953 y 1954 hasta Los demonios y los días (1956) percibía la
en la conciencia del fallecimiento físico personal, así como el de los seres queridos. La
de la vida.
que la amada era una diosa que podía colocarlo fuera del tiempo, y es así como cimentó su
Para Fuego de pobres (1961) el poeta sólo tenía 38 años pero ya empezaba a
A estas alturas ya había encontrado otro paliativo al temor: las posturas tanto del
guerrero prehispánico como la del caballero medieval, quienes reciben la muerte en forma
combate es con los demonios propios. El heroísmo es personal, pero se comparte para
El afán del contacto se observa en la última estrofa de Los demonios y los días:
33
“Escribí al principio: tiendo la mano./ Espero que alguno lo comprenda.” (DD, 160)
Fuego de pobres: “Yo, el de las cartas sin destino;/ el de palabras no creídas,/ el que siembra
domicilio y le responda, pero ha vuelto el rostro hacia la mujer querida en las últimas tres
palabras. Ya había aprendido a conjugar dos miembros de la otredad como salvación ante su
Poco antes de concluir Fuego de pobres los uniría en vocativos continuos: “Amiga, no
Entre 1962 y 1965 sus textos dibujaban una muerte “parturienta”, que lo daba a luz, y
le recordaba constantemente que volvería a ella. Ésta se burlaba por la trivialidad de su vida
católicos, como “santos óleos”, “cajón de muerto”, “cuatro cirios”, o el mismo número siete de
espadas, como los siete dolores que experimentó María ante el sufrimiento y la muerte de
Jesús.
Para 1969, con la publicación de El ala del tigre, profundizó su sentido colectivo, ya
que la muerte se volvió un gusto que reunía a todos los combatientes en el sepulcro como
fiesta fraterna. Se concebía como “sobremuriente” o “guerrero moribundo” por luchar y morir
cada día.
Cabe recordar que la matanza del 2 de octubre en la Plaza de las Tres Culturas en
Tlatelolco sucedió un año antes de la publicación de este libro, así que Bonifaz Nuño exploró
34
el sentido comunitario desde su fuerza poética.
Con La flama en el espejo (1971) fortaleció la figura de la mujer divinizada más allá de
la muerte. Amplió el símbolo de resurrección a través del ciclo noche-día, teniendo al sol
Una vez más la mujer fue ubicada como un ser sin muerte en El corazón de la espiral
(1983), y el poeta generó un mito cosmogónico para transmitir asombro y certeza sobre un
tiempo anterior a la vida física. En este libro expresó otra forma de fertilidad femenina en la
creación de objetos estéticos al estar dedicado a la artista plástica Ángela Gurría, y girar en
Por su parte, todo el libro de Albur de amor (1987) se convirtió en el canto a la muerte
amorosa, y en este texto la amada posee la doble actividad de ser la ejecutora y también la
divinas sino que la colocó por encima de los poderes de la misma muerte: “Magna matriz, la
madre/ de la muerte dadora;/ diestra parte del rostro,/ la todopoderosa.” (DTC, 244).
que le producía su vejez. Pero fue hasta Calacas (2003) cuando discurrió de manera clara y
encontraba en una muerte cada vez más física a causa de las enfermedades.
35
1.1. Décadas de los cuarenta y cincuenta
El devenir poético de Rubén Bonifaz Nuño desde la aparición de La muerte del ángel (1945)
hasta Calacas (2003) está enmarcado por hermosos hallazgos de originalidad, sobre todo en
la música que produce al reunir las palabras con toda la seguridad que su oficio le confiere.
La muerte del ángel es el primer libro de poemas que publicó, el cual fue producto del
trabajo con el que concursó en los Juegos Florales de Aguascalientes en 1945. Este
certamen reunió a un jurado de primer nivel compuesto por Agustín Yáñez, Gabriel Méndez
El jurado puso su atención en este joven poeta, aunque no ganara el concurso, pues
sus sonetos “aún no maduraban lo suficiente” ―según la opinión del mismo Yáñez―; sin
que buscaría con lealtad a lo largo de las próximas seis décadas: “la poesía”.
En La muerte del ángel pareciera encarnar tanto al maestro como al joven poeta para
dar y recibir consejos sobre la esencia del quehacer literario, a la manera de Rainer María
Rilke en sus “Cartas a un joven poeta”. Rilke significó una influencia muy clara en sus inicios,
la cual ya ha sido analizado por algunos críticos como Alfredo Rosas Martínez en El éter en
En La muerte del ángel hizo alarde de sus ejercicios métricos ―aún no innovadores― en diez
tercera, sexta y décima), enfáticos (en primera, sexta y décima), sáficos (en cuarta, sexta y
Desde 1945 se perfilaba ya como un poeta que iría a contracorriente del versolibrismo
36
fácil de su época, para disciplinarse en la lectura de los griegos y latinos clásicos, así como
verse “oscurecido” como el viento de la noche. No obstante aún era muy conservador su uso
recorrido por los propios círculos del Infierno, del Purgatorio y del Cielo. Estas cuatro figuras
son la esperanza de volver a ligar ―en el sentido más amplio de religión: religare, volver a
Pareciera que intentó crear un yo poético sobre la premisa terenciana: “hombre soy, y
nada humano me es ajeno”36, pues éste ha llevado a cabo viajes iniciáticos con el mayor
arrojo.
Si partimos de la idea de que todo viaje iniciático empieza por el inframundo como
etapa de descenso a las oscuridades del alma, el sujeto lírico ha confesado las propias, y ha
seres humanos.
Entre La muerte del ángel (1945) e Imágenes (1953) existió un puñado de sonetos, silvas y
octosílabos sueltos que retrataron la búsqueda del joven poeta entre temas bíblicos,
35
Del poema “La rosa” (1954): “luz crucificada” y “sal exasperada”; de Los demonios y los días (1956):
”carcomida calle”, “aceite sombrío”, “sangre sonora”, “casa boquimuerta”; de Fuego de pobres (1961): “águila
espesa y subterránea”, “antídoto estrépito”, “árbol enrojecido y respirante”, “hipérbaton sanguíneo”: de Siete
de espadas (1966): “bestia enhechizada”, “trueno helicoidal de la alegría”, “valientes glándulas”, “entrañas
sublabiales”; de El ala del tigre (1969): “vino lírico y funesto”, “paredón solícito”, “luz colérica”, etc.
36
Giusti VIVEROS, Comedias de Terencio, México: Universidad Nacional Autónoma de México, (Bibliotheca
Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana), 1975, p. 10.
37
simbolizaciones de ventanas y espejos, así como la interlocución con la muerte.
humanos y la muerte. Esta belleza era concebida desde dos manifestaciones: arte y mujer. El
segundo mensajero es el ángel, pero esto lo analizaré al reunir las coincidencias de los
posteriores, resalta el uso muy limitado de imágenes poéticas con sinestesia37, pues aún no
se atrevía a mezclar los sentidos de forma tan desautomatizante, como sí lo haría después.
El aprendizaje del poeta continuaba, así que en Imágenes (1953) se expresó a través
de sonetos con encabalgamientos suaves en gran parte de sus versos, pero de manera
expresar el “nosotros” y el “ellos”: “(...) Y las moscas seguirán comiendo de nosotros” (I, 48);
ambos elementos darían la fuerza compasiva a Los demonios y los días (1956) y a Fuego de
pobres (1961), pues en Imágenes el sentido colectivo empieza a bullir, aunque no con la
37
En La muerte del ángel (1945) la mayoría de las referencias a algún sentido se acompaña de elementos
lógicos como en el caso del oído: “Tengo el silencio, y el amargo acento/ de no decirte nada (...)”, o “Pájaro
siempre vivo, mi voz sube/ hasta los bordes claros de tu voz”. Y sólo hay un procedimiento de sinestesia
incipiente: “El suspiro de un ángel palidece”, concediéndole a lo auditivo la mezcla de lo visual. Para su
manejo posterior de sinestesia ver ejemplos auditivos visuales de la nota al pie número 63 de esta tesis.
38
En Imágenes (1953) encabalgamiento suave, cuyo excedente sintáctico abarca toda la línea siguiente:
“Debajo de grandes árboles, quietos/ en el humo verde gris de la tarde”, y abrupto, con un excedente que
termina a mitad del verso posterior: “Y toma un extraño sentido/ todo, y una esperanza llega.” Comparados
con los encabalgamientos abruptos de As de oros (1981): “Y sobre las aguas, negras redes/ se entreabren
espesas; prenden/ remolinos cálidos, sombras/ de aromas libertan, entretejen/ eternas mareas favorables” y
en Albur de amor (1987): “Sólo por hacer que me recuerdes/ aquí, me empobrezco en todas partes”.
38
se le atribuía en el libro Calacas (2003), aquí recibía un trato de “doncella” tierna y amorosa:
“Ella muchas veces ―blanca― nos mira/ con ojos sonrientes de doncella./ Delicadamente
llega y nos busca/ ―manos tiernas, pasos quietos, miradas―,/ busca delicada, toma en las
cosas/ que a nadie mostramos, que encierran/ un germen de nuestro gozo más puro.” (I, 47)
poético.
religiosa directa: “Jesús, señor del alma, padre nuestro,/ haznos del buen amor con que te
Cuando recordamos cuatro versos de Los demonios y los días resulta sorprendente el
antecedente próximo de 1953. En el texto de 1956 dice: “―Tal vez éste fuera el momento/ de
nombrar a Dios en este poema./ Pero les confieso sinceramente/ que hasta el nombre solo
me atemoriza―.” (DD, 152). Sin embargo, entre 1953 y 1954 expresaba en algunos poemas
una religiosidad con muchos matices ―como el ejemplo citado―, ya que vemos el transcurrir
de una voz lírica ferviente a una voz que cuestiona, se duele y niega el concepto de Dios.
El sujeto lírico de Los demonios y los días nos dice cómo emprender un viaje iniciático, por si
pensáramos que es algo muy lejano a nosotros: “Si alguien se olvidara de todo/ lo que le
enseñaron, y decidiera/ despreciar las cosas por las que vive/ y sentarse, mucho tiempo, en
el quicio/ de una puerta ajena, desconocida,/ sólo para ver pasar a las gentes,/ es casi
seguro que encontraría/ un terror anónimo en su sangre,/ una soledad que no imaginaba.”
(DD, 148)
Esto es porque las tres otredades que significan el punto de salvación para el yo
39
poético (mujer, ángel-poesía, fraterno) efectivamente son una posibilidad de integración con
la unidad al final de dicha travesía, pero antes debe vivirlos en la oscuridad del propio
En toda su obra lírica hay una gran cantidad de momentos en los que se convierten en
una experiencia infernal el odio, el abandono, el despecho y la nostalgia por la mujer amada.
También existen otros instantes más de franco recelo hacia el ser humano, en los cuales el
contacto con la colectividad le deja notas amargas como: “Porque no podemos todavía/ dar o
recibir sin hacer daño;/ nos falta humildad y trabajo; fuerza/ para no negar que somos
deshacerse, y toqué, las ruinas/ huecas de los ángeles, desflecadas/ igual que lechugas sin
cogollo.” (DD, 115) Aquí los percibe como figuras sin poder ni dignidad.
Pero, ¿para qué experimentar todo este doloroso proceso de inframundo?, ¿hacia
dónde se dirige el movimiento? En una estrofa epifánica se revela de súbito la verdad ante el
sujeto lírico, y éste declara en Los demonios y los días por qué tiene sentido estar
conscientes de transitarlo todo, pues: “Quizá alguna vez, al dejar el sueño,/ veremos
tranquilos hombres mirándose/ unos en los otros. Seres humanos/ distintos de máquinas y
Darse cuenta de una realidad interior también representa un eslabón en la cadena del
despertar fraterno: “Tengo que escribir a voces que estamos,/ que ya no es posible dormir,
que cada/ uno ha de morirse a gritos, cayendo,/ para despertar a su vecino.” (DD, 123)
Esta muerte personal simbólica es una ofrenda para que otros hombres tengan la
40
d. Realidad social
El sujeto lírico se expresa con palabras de uso común en la casi totalidad del texto, y aquí
también es donde comienza su actitud incluyente, su carácter de ser colectivo en esta etapa
―pues no todos sus poemarios posteriores serían de fácil lectura―, y en entrevista personal
Bonifaz Nuño declara a Bennet39 que los usos complejos del lenguaje y la construcción de
metáforas son búsquedas muy razonadas, pues si hubiera querido que todo mundo lo
Muestra las diferentes realidades sociales que lo acucian, y lo hace por medio de la
otredad colectiva. En Los demonios y los días se manifiesta la influencia de dos grandes
parte oscura de la naturaleza humana, y lo amenazantes que nos volvemos unos hacia otros.
Bonifaz Nuño refiere esta experiencia de estética social en la entrevista hecha por
Josefina Estrada:
39
En las entrevistas que realizó dentro de su tesis doctoral “Coatlicue: The Poetry of Rubén Bonifaz Nuño
(portions of text in spanish)”, U.S.A, Tesis de Doctorado en Filosofía en Español y Portugués, University of
California, 1970. (Dr. Donald F. Folgesquit Chairman, director).
40
ESTRADA, 93-94.
41
El autor hace un guiño autorreferencial a la manera del cuadro Las meninas, de Diego
Velázquez (1599-1660), en el cual el pintor mira al observador, pues al final del libro el mismo
yo poético nos mira de frente, nos recuerda qué es lo que escribió al principio, y nos enlaza a
su espera cuando dice: “Ustedes perdonen. Por un momento/ olvidé con quién estaba
hablando./ Y no sentí el golpe de mi ventana/ al cerrarse. Estaba en otra parte.” (DD, 156)
¿Qué aguarda de nosotros? Tal vez dejar de ser espectadores lejanos; quizá hacer
empatía con el sujeto lírico para alcanzar una verdad propia e intransferible. Esto es una
posibilidad que sugiere Evodio Escalante al discurrir sobre “el destinatario desconocido” en la
obra bonifaciana41.
e. Estética de lo grotesco
Hay un ejercicio muy particular de estética de lo grotesco42 en Los demonios y los días al unir
lo sensorial y lo fantástico. El poeta nos invita a mantener los ojos abiertos ante los
movimientos agonísticos de “los cuerpos azules de las mujeres/ que vemos morir en las
producen un golpe de horror cuando en el mismo cuadro hay flores asimiladas a “intestinos/
que pasan torcidos como serpientes”. Y añade el tercer elemento con un sentimentalismo
41
“La idea de un destinatario desconocido, esto es, de un tú específico, atento, receptivo, sensible, que
destaca entre la muchedumbre amorfa justo por su capacidad comprensiva, y que, de este modo, justifica la
tarea del poeta [...]” Evodio ESCALANTE, “El destinatario desconocido: la poesía de Rubén Bonifaz Nuño”,
en Signos, Anuario de Humanidades, año VI, tomo I, México, UAM-Iztapalapa, 1992, p. 218.
42
“En lo grotesco, pues, lo fantástico, lo extraño, lo irreal, se produce al combinarse lo más heterogéneo,
aunque los elementos que se mezclan o combinan sean reales. (...) En lo grotesco encontramos cierta
destrucción del orden normal, de las relaciones habituales, pero siempre desde lo irreal creado con materiales
reales. Hay, pues, en lo grotesco, cierto distanciamiento de lo real en la medida en que lo real, desde esta
perspectiva fantástica, arbitraria, extraña, pierde su consistencia y se vuelve, por tanto, inconsistente, extraño,
lo que parecía sólido y familiar. Lo grotesco es también lo absurdo y, en este sentido, no sólo se da en el mundo
irreal y fantástico, sino también en la realidad que pasa por racional. Adolfo SÁNCHEZ VÁZQUEZ, Invitación a
la estética, México: Grijalvo, 2000, p. 243.
42
exaltado en completa antítesis de dulzura: “corazones” que no son sino “sapos en agonía/
El poeta mezcla cuadros en los que se cometen compulsivos actos de violencia hacia
sí mismos y hacia los demás hasta acostumbrarse, hasta que “no habrá quien se alarme de
que un niño,/ científicamente desencajado,/ escurra en los muslos de una doncella”. (DD,
130)
de un felino. Todo ello con total desproporción en la naturaleza de cada elemento incluido en
ese aquelarre: el contacto y la mezcolanza con el otro es fundamental para generar este
ambiente.
así como algunos momentos de Los demonios y los días nos dan la atmósfera de ruptura, ya
que pueden combinar frenéticamente seres y elementos que coexisten con ciertas dosis de
Por otro lado, el poeta se asombra ante la acelerada transición de una sociedad
En esos cuadros existen los únicos momentos en los que desarrolla metáforas
43
Metáforas que siguen un orden en el que van aumentando la imagen al añadirse características que la
complejizan dentro de su mismo universo creado. Un ejemplo de metáfora continuada de espacio en Los
43
el poemario está escrito más bien en un lenguaje conversacional, y eso incluye también la
escasez de metáforas.
El “nosotros” es, finalmente, la voz protagonista de esta aventura verbal y sensorial. También
los escenarios y los mobiliarios se mezclan en desorden, porque se pretende una amalgama
ahí parte la propuesta del texto: no hay una individualidad digna de vivirse sin antes asumir
que todos formamos parte de un solo cuerpo, y por ello alude a gente mutilada que busca
sus miembros en otros, y crea una gran cantidad de imágenes vinculadas exclusivamente
corporeidad formada por todos. De hecho, las imágenes que relacionan el sudor en los
camiones y en las calles son muestras de cómo el tacto nos amalgama dentro del tráfago
citadino: “Y lentos camiones donde los indios/ juntan el sudor y la miseria/ de todos los días,
se apretujan/ y llegan a barrios que se deshacen/ de viejos, y tiemblan y trabajan.” (DD, 128)
La humedad de los cuerpos vivos es una comunicación que va más allá de los egos;
es la corporeidad misma la que se expresa en la urbe ante “(...) un sol que calienta y
Por eso sintetiza cómo ve a la muchedumbre: “los disfraces húmedos de las gentes”
(DD, 128) No excluye a nadie; todos llevan esos disfraces, y con esta humedad dan su
demonios y los días: “Llegamos a túneles que se estrechan/ dolorosamente a la piel; entramos/ en alcobas
cálidas, que ocultan/ la presencia oscura de un enemigo,/ o subimos largas, interminables/ escaleras ávidas,
que de pronto/ no son escaleras, y nos dejan/ rodar al espanto, desde muy alto.” (DD, 119)
44
testimonio de vida, al tiempo que, autómatas, se mezclan, dialogan con los olores y diluyen
su individualidad.
Emmanuel Levinas analiza “la huella del otro”44 como una vía de acceso a las
cosmovisiones que ayudan a comprender con mayor profundidad nuestra existencia. El otro
es el que termina de darnos sentido como entes pensantes y sensibles; el otro es el que
coadyuva a una sensación integradora con lo creado, aunque parezca en primera instancia
En este sentido Bonifaz Nuño muestra una mirada curiosa, incluyente, atemorizada ―por una
otredad que suele ser amenazante (como espejo de nuestra sombra jungiana)―, pero al
una metrópoli. No hay que olvidar que el espacio del que habla es la Ciudad de México; la
frecuencia. Desde esta ciudad busca el canto como conjuro; la poesía como belleza y
Bonifaz Nuño, vista como una condición ontológica, y no como simple paisaje.
Horal (1950) de Sabines y Los demonios y los días (1956) de Bonifaz son
libros hermanos, pues, no obstante su diferencia técnica, ambos dan
testimonio de sufrimiento y alegrías cotidianos. En ambos, la ciudad es una
forma particular de existir y no solamente un escenario al cual es preciso
nombrar como una forma de exorcismo. Como ha visto Marco Antonio
44
“En el Deseo el Yo se dirige hacia el Otro [Atrui] de manera que compromete la soberana identificación del Yo
consigo mismo, de la cual la necesidad es solamente la nostalgia y que la conciencia de la necesidad anticipa.
El movimiento hacia el otro [autrui], en vez de complementarme o contentarme, me involucra en una coyuntura
que, por un lado, no me concernía y debía dejarme indiferente: “¿qué he venido a buscar, entonces, en esta
prisión?” “¿De dónde me viene ese golpe cuando paso indiferente bajo la mirada del Otro [Atrui]?” La relación
con el Otro [Atrui] me pone en cuestión, me vacía de mí mismo y no deja de vaciarme, descubriéndome en tal
modo con recursos siempre nuevos.” Emmanuel LEVINAS, La huella del otro, México: Taurus, 2000, p. 58.
45
Campos, en nuestros poetas no aparece tanto la ciudad como lo urbano.
Interiores de autobuses pasajeros, hoteles de paso, cabarets ínfimos, son los
ámbitos condicionantes del discurso y los que llevan la batuta para que el
poeta descubra lo que Bonifaz llamará, en un libro posterior, “el honor del
45
peligro”, la gloria de existir, la miseria de existir.
culturas y épocas.
Jung consignó los sueños de una gran cantidad de pacientes que no podían acceder a
determinadas informaciones, y sin embargo, su material onírico era una prueba de que, por
Bonifaz Nuño encontró que estos arquetipos alimentan al individuo a través de ese
inconsciente colectivo, ciertamente, pero no sólo “hereda” las representaciones sino puede
En Los demonios y los días el sujeto lírico coloca un espejo dulce y violento para
reconocer los demonios propios y los ajenos, aunque no sabe en qué medida hay linderos de
propiedad.
Asimismo, Efraín Huerta menciona el carácter urbano de este libro desde los
escenarios significantes que entregan una multiplicidad de significados al ser que los visita,
cotidianas.
45
Vicente QUIRARTE, Elogio de la calle. Biografía Literaria de la Ciudad de México 1850-1992, México: Cal y
Arena, 2000, pp. 566-567.
46
“(...) el conocimiento de dos capas de lo inconsciente: debemos, en efecto, distinguir un inconsciente
personal y un inconsciente impersonal o sobrepersonal. Designamos también a este último con el nombre de
inconsciente colectivo, precisamente porque está desprendido del personal y es completamente general, puesto
que sus contenidos pueden encontrarse en todas las cabezas, cosa que no sucede, naturalmente, con los
contenidos personales. Carl Gustav Jung, Lo inconsciente en la vida psíquica normal y patológica, Buenos
Aires: Losada, 1970, p. 84. También podemos encontrar explicación a este concepto en otro libro de Jung:
Realidad del alma. Aplicación y progreso de la nueva psicología y Los tipos psicológicos. Misma editorial
Losada, misma ciudad, 1946 y 1948, respectivamente.
46
Los demonios y los días, libro de 1956, es una imagen viva de cierto
estilo de vida: la oficina, el amor como experiencia de los sentidos
incesantemente asediados; y la otra cara de la realidad mexicana y
urbana: la dimensión efectivamente diabólica, la violencia, la trama
de todos los días. Bonifaz reprodujo ―y al hacerlo también creó― un
lenguaje mexicano de la cotidianidad, del idioma español que nos
habita, nos amenaza y es al mismo tiempo arma de rebeldía e
47
instrumento de conocimiento.
La dimensión “diabólica” que menciona Huerta está dada entre el yo poético y los
seres que lo rodean como una auténtica condición de dyabolon (el que separa); es decir, de
todo aquello que se empeña en alejar la cohesión ontológica: esto puede ser a través del
cercano a su esencia; por eso declara: “Sólo es verdadero lo que hacemos/ para
compartirnos con los otros,/ para construir un sitio habitable/ por hombres.” (DD, 139)
Y aunque la tentación de mantenernos en dyabolon con los demás es muy grande, esta
separación, finalmente, nos reduce a la infelicidad de ser islas: “Vivimos confusos; pero en
torno/ un mar apacible y en orden/ cerca nuestras islas desordenadas.” (DD, 116)
A pesar de que Fuego de pobres fue publicado en 1961, lo incluyo como parte de la
producción de la década de los cincuenta porque está íntimamente ligado con la propuesta
Los sujetos líricos de ambos libros conciben el viaje iniciático sólo en colectivo, pues
no pueden evadir ese destino que, al mismo tiempo, es su origen: un viaje que atraviesa la
47
Efraín HUERTA, “Los demonios y los días. Libros y antilibros”, en “El Gallo Iustrado”, supl. de El Día,
México, 6 de agosto, 1978, p. 17.
47
ilusión de los opuestos desde la unidad primigenia hasta la unidad final.
La soledad sería el último sitio al que quisiera acceder, aunque pareciera a veces no
fragmentación.
El dolor sigue ahí, y sin embargo en Fuego de pobres hay una intuición del para qué y
hacia dónde cuando declara: “Pues sé que nos pusieron/ al nacer, otro nombre, y un camino/
como el punto de reunión de multitudes, las cuales celebran un mismo aquelarre sin tener
conciencia de ello.
El otro presta su fuerza vital, e incluso, sus deseos de muerte, para celebrar un pacto
con lo oscuro, pues parece ser la única vía hacia la luz complementaria. Esto lo aprovecha el
yo poético para degustar el sabor anticanónico que subvierte las expectativas sobre la
belleza.
Y es así como el sujeto lírico de Fuego de pobres se siente acompañado por otros
tantos,/ pueda caer; si nadie puede/ ser abatido; si no puede ninguno/ dejar su sitio sin
morirse./ Cada uno en el centro,/ en medio de cada uno, circundados.” (FP, 278)
Estos ejemplos vuelven a complejizar sobre el otro: ¿qué es o quién es esta otredad
que proyecta y complementa al sujeto lírico? Esta otredad se ubica como un solo ser humano
frente al yo poético, pero también como sujetos imaginarios que pueden conformar imágenes
arquetípicas, como “la serpiente del mundo inferior cuya cabeza sostiene la Tierra y que
48
Joseph CAMPBELL, El héroe de las mil caras. Psicoanálisis del mito, México: Fondo de Cultura Económica,
1987, p. 55.
48
Tales simbolizaciones serpentinas nos remiten al renacimiento, a la renovación
necesaria como posibilidad de una vida más profunda, y en armonía con los mismos ciclos
distancia con la otredad; los recursos morfosintácticos se basan en el uso del polisíndeton,
ya que de una cantidad total de 1635 versos, se utiliza 395 veces el síndeton copulativo, con
enumeración sindética en la poesía de Bonifaz Nuño49; sin embargo, considero que este uso
un ritmo de mayor fluidez dentro del texto, sino que también expone la cosmovisión
incluyente del autor. Este polisíndeton busca un sincronismo universalista para realizar la
coexistencia del presente durativo junto con el pretérito, sin interpretar ni simbolizar nada.
Además comenta que aparecen, por lo general, figuras como la aliteración y el polisíndeton.
sirve para que el lector no pueda separar con facilidad ni intelectual ni sensorialmente los
elementos enumerados; los objetos y los seres aluden a su unidad en momentos en los que
En Los demonios y los días hay una muestra clara de este procedimiento: “Y también
49
“(...) la conjunción introduce las ideas y sus imágenes (...), se emplea para ligar las oraciones coordinadas a
través de su esencia y condición: la de unir, la de “copular” hechos que están sucediendo y que concluyen
sólo tiempo después.” Claudia HERNÁDEZ DE VALLE-ARIZPE, El corazón en la mira. Albur de amor de
Rubén Bonifaz Nuño, México: Universidad Autónoma Metropolitana, 1996, p. 58.
49
hay bellos nadadores/ Y ciclistas plácidos,/ Iglesias, rincones para turistas,/ Y torres de vidrio
y sótanos líquidos/ Y estufas y mugre y gasolina y asfalto,/ Y un sol que calienta y acongoja/
los coloca dentro de una esfera en movimiento donde “abajo” es “arriba” en cualquier
instante. Esta conjunción haría las veces de aglutinante en una especie de aleph borgeano
Nigredo; es decir, la oscuridad y la ignorancia del propio proceso evolutivo. Tal como sucede
quicial de mis ojos,/ Y el nombre que ensayaron mis abuelos/ Recuerdo, y recompongo/ Mi
linaje de voces más lejano.” (DD, 128) La fuerza del canto invoca y convoca la otredad
colectiva.
en que anudan/ el rumbo del aroma y del trigo/ y el vino y el carbón enllamarado.// Y hay
cantares aquí, y he merecido/ tomar mi parte en el cantar./ Amigos/ ¿qué podemos perder
como punto de fuerza centrípeta para liberar un elemento relacionado con el sentido del
olfato; otro, con el tacto; un tercero, con el gusto, y la posibilidad de dar vida al carbón, pues
todo lo anterior unido ha logrado otra ruptura, ahora en los paradigmas temporales.
que se encuentre en ese punto, nos coloca de espaldas a la línea del tiempo: se unen
50
pasado, presente y futuro. Esta alusión al carbón se hermana con los Versos sencillos de
José Martí, para quien “Todo es hermoso y constante,/ todo es música y razón,/ y todo, como
El colectivo está dispuesto a ascender hacia otro nivel del viaje iniciático; y dicha
imagen se refuerza con las aves que parten de su condición terrestre hacia la marcialidad de
una música convocante, pues potencialmente todo es elemento para formar la piedra
filosofal: “Mira/ qué fauces de león se descoyuntan;/ que ya la fiesta del alumbramiento/ aúlla
banderas gimen,/ y las hondas volando y empedradas.// Y el milagro del horno y de la harina/
se acerca, y los ejércitos inmóviles/ con la resurrección, y las trompetas/ de los finales
pájaros terrestres.” (FP, 273) Alude de nuevo a los elementos cristianos y, en específico, al
fenómeno de la “eucaristía” como purificación por medio del alimento crístico de la hostia.
que reafirman la vitalidad humana. El otro va haciendo significativo al sujeto lírico, y éste
Expongo otro polisíndeton con una imagen aterradora por estar mezclada con el
50
José MARTÍ, Versos sencillos, México: Porrúa, 1980, p. 56.
51
callejeros.” (FP, 238)
El polisíndeton contagia todo lo que une con la necesidad de desintegrar al “yo”. Esto
Cuando el aislamiento pretende ser destruido, la fraternidad significa el nivel más alto
Asimismo, Canto llano a Simón Bolívar (1958) es un poemario que acompaña a estos otros
creación poética.
Aspiraciones a las que renuncia un tiempo después, e incluso, abjura de ellas, pues
considera que la poesía no tiene como fin un compromiso político sino estético. Este libro
está escrito con tono apologético y sentencioso, con una gran libertad en la métrica, pues los
Dos años después de Los demonios y los días y Canto llano a Simón Bolívar, y dos años
51
La humanidad, a la cual se refiere la proximidad en sentido propio, debe, pues, concebirse de entrada como
coincidencia, es decir, como la identidad de un yo dotado de saberes ―o que viene a ser lo mismo ― de
poderes. La proximidad no se resuelve en la conciencia que un ser adquiere de otro ser al que estimaría
próximo en tanto que éste se encontraría a su vista o a su alcance y en tanto que le sería posible captarlo,
tenerlo o entretenerse con él en la reciprocidad del apretón de manos, de la caricia, de la lucha, de la
colaboración, del comercio o de la conversación. Emmanuel LEVINAS, De otro modo que ser o más allá de la
esencia, Salamanca: Ediciones Sígueme, 1987, p. 143.
52
antes de Fuego de pobres, publica en 1958 un extraordinario libro titulado El manto y la
corona.
planteamiento distinto a los libros que ya se mencionaron. Sobre este poemario se han
en la plenitud del amor carnal, a formar uno de los más hermosos libros de amor que se
La búsqueda del ser mismo a través de la otredad se vuelca ahora en el reflejo que
ofrece la amada, a quien suplica para que extienda la gracia de su divinidad: “y con tu manto
lleno de agujeros/ cobijarnos a todos.” (MC, 189) Los “agujeros” son el guiño por medio del
Desde los poemarios con preponderancia colectiva (Los demonios y los días, Canto
llano a Simón Bolívar y Fuego de pobres), Bonifaz Nuño abandona los temas con tratamiento
más abstracto, y también sucede lo mismo en este trabajo de lírica amorosa, pues la
experiencia estética.
52
GONZÁLEZ CASANOVA, 17.
53
1.2. Década de los sesenta
En esta década nos encontramos con otro binomio formado por las propuestas estéticas de
Siete de espadas, de 1966, y El ala del tigre, de 1969, pero antes existen algunos poemas no
coleccionados entre 1962 y 1965, que continúan con el trabajo en torno a la imagen
Hay en ellos múltiples alusiones a la mujer encinta que se asemeja a la virgen María y
la serpiente bajo el pie, que también recuerda el cuadro de la virgen de Guadalupe. Esta
figura alude a la redención universal que ofrece la mujer del Apocalipsis bíblico53, con toda la
mítica de lucha entre el bien y el mal; y el triunfo de la bondad sobre las potencialidades
oscuras.
tú, de vuelo; puntas/ de luz en aureola, con el manto/ rojo del águila te cubres; llegas, miras,/
vences: enrosca su serpiente/ la humillación bajo tu pie desnudo.” (APNC 62-65, 294)
Aquí también vemos el inicio de uno de los temas que lo acompañarán obsesivamente
53
“Apareció en el cielo una gran señal: una mujer vestida del sol, con la luna debajo de sus pies, y sobre su
cabeza una corona de doce estrellas. [2] Y estando encinta, clamaba con dolores de parto, en la angustia del
alumbramiento. [3] También apareció otra señal en el cielo: he aquí un gran dragón escarlata, que tenía siete
cabezas y diez cuernos, y en sus cabezas siete diademas; [4] y su cola arrastraba la tercera parte de las
estrellas del cielo, y las arrojó sobre la tierra. Y el dragón se paró frente a la mujer que estaba para dar a luz,
a fin de devorar a su hijo tan pronto como naciese. [5] Y ella dio a luz un hijo varón, que regirá con vara de
hierro a todas las naciones; y su hijo fue arrebatado para Dios y para su trono. [6] Y la mujer huyó al desierto,
donde tiene lugar preparado por Dios, para que allí se sustenten por mil doscientos sesenta días.” (Ap. 12:1)
54
viuda a causa de una muerte simbólica, a la cual ha sido llevado por la ingratitud, la crueldad
y el desamor de ella.
Con esto también se presenta el tópico de la mujer inconstante que hace padecer al amante
herido, pero al mismo tiempo significa la posibilidad de elevación espiritual del amante a
influencia prehispánica en 143 poemas compuestos por siete versos; es decir, 1001 versos.
Otra manera de jugar con los números es la referencia a los juegos de azar, como un “siete
de espadas” o el “as de oros”, dentro del mismo campo semántico; o bien un “albur” de amor,
ya que para los sujetos líricos bonifacianos la vida es azarosa y, por tanto, lúdica.
este poemario alude a varios símbolos como los siete colores del espectro cromático, las
siete notas del pentagrama musical, los siete sabios, los siete mares, etc. Aunque también en
Cada uno de los poemas debía ser desarrollado hasta digamos treinta o
cuarenta versos pero no se me ocurrían, sólo se me ocurrían los principios.
Los uniformé para que fueran como siete espadas. Así, la Dolorosa, la virgen
María tiene, con la muerte del hijo, traspasado el corazón por siete espadas.
Dice Gerardo Diego: “Dame la mano, María,/ la de las tocas moradas,/
clávame tus siete espadas/ en esta carne baldía”.54
Asimismo, el universo intradiegético del mismo texto da una simbolización del número
siete muy particular a través de lo que Bonifaz Nuño llama “las siete espadas nuestras de
cada día”, ya que toma lo cotidiano como un sitio de múltiples batallas para el guerrero.
también al negativo, que tiende a destruir: (“armas a ciegas de la bienvenida/ que a ciegas
54
ESTRADA, 99.
55
respondo con mis armas.” (SE, 310).
universal, junto con la fuerza femenina: (“[…] el mástil/ de la sangre festiva, en pie, bailando/
En Siete de espadas el tono es intimista; tanto es así, que el sujeto lírico habla a su
a. Muerte y moscas
La Muerte otorga la lucidez con la que recorre ese viaje, y envía a sus emisarios para que
“moscas que elogian el agua” (SE, 317). Esto ocurre también con la noche, pues Muerte,
Dice Sandro Cohen sobre este tema: “Una de las metáforas recurrentes en la obra de
Rubén Bonifaz Nuño, son las moscas; constituyen un símbolo de la decadencia y la muerte.
(...) Pero las moscas no sólo representan la decadencia de nuestro mundo físico sino
también el moral.”55
55
Sandro COHEN, “A brazo partido en el lugar del canto” en Alforja. Revista de poesía, Universidad Autónoma
Metropolitana, No. 37, verano 2006, p. 19.
56
Más que símbolo y testigo de la decadencia ―que ciertamente lo es―, la mosca se ha
maniqueísta el símbolo, pues las moscas en la poesía de Bonifaz Nuño no nos recuerdan la
podredumbre en la que hemos caído sin salvación, sino más bien sugieren un revoloteo
exploratorio de las moscas en nuestro lado oscuro que, invariablemente, nos llevará a la
primero como animal sagrado, pues varios nombres de Zeus y de Apolo las involucran, quizá
por el carácter omnipresente de estas deidades ―así especulan Jean Chevalier y Alain
caso de Belzebuth, cuyo nombre significa “Señor de las moscas”, y se asocia con las moscas
en los velorios; y por último, a la actividad humana voluble, pertinaz, sin sentido ni dirección.
Desde 1956 en Los demonios y los días se alude a la muerte como una presencia
constante y colectiva: “Hay moscas por todas partes,/ hay hombres en los que morimos sin
sentirlo;/ entre las costillas de todos/ hay un corazón que nos pertenece,/ que sangra en
De nuevo se refiere a las moscas como parte esencial de la vida al sustituir la materia
de la que está hecho el fuego con estos insectos precisamente: “Una llamarada de moscas
verdes/ ha nacido encima de la tierra,/ encima del agua que bebemos,/ ha poblado el aire
Fuego, cuya materia prima son dichos insectos. Estas embajadoras de la muerte invaden al
57
aire, al agua y a la tierra, para que no exista manera de evadir la presencia de lo finito.
Muerte como mosca, pues no sólo muestra el simbolismo mortal asociado a las moscas por
propagación de ellas como una amenaza incesante: “Al tiempo que vivo estás viviendo./
Mosca, mi dueña, ya colmada/ por sus bodas obscenas; ya en el muro/ con su macho a la
que sea intermediaria entre lo divino y lo humano, además de la cercanía con el ángel:
ríe./ La cúpula del hueso, la sacrílega/ que blanca y honorable oficia/ de profeta interino,
Cuando ya el sujeto lírico nos había acostumbrado a verla como Ángel, Fuego, Muerte
y Sacerdotisa, la presenta como Noche: “Mosca ardiente la noche56, y luna/ y alas de humo
pudriéndose y atole/ solar su encierro de burbujas./ Y cunde, extinto el horno, en las paredes/
del pan sepulturero —amor— y aova/ en bocas anónimas, y endulza/ las comisuras del
56
El referente erótico está en Miguel Hernández con el poema “Lagarto, mosca, grillo”: “Lagarto, mosca, grillo,
reptil, sapo, asquerosos/ seres, para mi alma sois hermosos./ Porque Iris, señala/ con su regio pincel,/
vuestra sonora ala/ y vuestra agreste piel./ Porque, por vuestra boca venenosa y satánica,/ fluyen notas
habidas en la siringa pánica./ Y porque todo es armonía y belleza/ en la naturaleza.” Dentro de Poemas de
adolescencia (1925-1932), Miguel HERNÁNDEZ.
58
b. El lenguaje de Siete de espadas
El poeta construye el lenguaje de Siete de espadas de manera distinta, pues en los libros
anteriores posee amplia respiración entre sustantivos y adjetivos, pero aquí por primera vez
siente necesario constreñir todos estos elementos hasta que las imágenes poéticas se
Hay construcciones en las que hallamos un epíteto seguido por un sustantivo, más un
adjetivo; y otras más, de dos binomios compuestos por sustantivos y adjetivos, separados de
otro binomio más por una preposición; o bien, de un trinomio de epíteto más sustantivo y
adjetivo. De modo que a veces un sustantivo puede resultar oprimido por dos o tres rayos
que iluminan y ciegan. Algunos casos podemos tomarlos como muestra de ello:
acento, pero también por su tipo de combinación conceptual, ya que el adjetivo junto a ese
“mosca eclesiástica”.
específico son recursos que repetirá en El ala del tigre, El corazón de la espiral, As de oros y
59
plano que une el inframundo, lo terrenal y lo celeste, sólo los hallaremos en Siete de espadas
En El ala del tigre, publicado en 1969, se da una continuidad a dos grandes temas: la
ángel (1945).
El libro de juventud de Bonifaz Nuño: “El suspiro de un ángel palidece/ contra el último
cielo del poema” (MA, 16) literaturiza al ángel; es decir, el ángel no es sólo intermediario
entre los seres humanos y la divinidad, sino entre las aspiraciones poéticas y la concreción
ligan en El ala del tigre dos seres alados que en apariencia no tienen la mínima relación, pero
que el poeta logra vincularlos: moscas y ángeles. Ambos son intermediarios entre el
Alfredo Rosas Martínez comenta sobre el carácter mortal que se atribuye al ángel
En una primera instancia, resulta paradójico que el ángel muera, por lo que
57
Incluso se puede jugar con la especulación del tamaño de los ángeles, pues cabe recordar que los teólogos
bizantinos disputaban cuántos ángeles podrían caber en la punta de un alfiler, o si se trataba de espíritus
femeninos, masculinos o hermafroditas, y de una manera muy particular, Dionisio Aeropagita pensó en la
clasificación de la jerarquía angelical.
60
se ha dicho de esas criaturas aladas e inefables. No obstante, en algunas
fuentes hebreas primitivas se reconocía a los ángeles como sustanciales y
materiales creados cada mañana, como ocurre con el rocío, con “cada hálito
del Todopoderoso”. Y el Talmud afirma que una vez creados, los ángeles
cantan un himno de alabanza a Dios y expiran abruptamente, sólo para
58
renacer de nuevo al día siguiente.
Nuño; sin embargo, no puede restringirse tal explicación al manejo de la figura angélica, ya
que hay una concepción muy particular de esta presencia en el universo simbólico que tejen
La muerte del ángel, Algunos poemas no coleccionados (1945-1952), Los demonios y los
Un ejemplo de ello es el cuerpo extinto del ángel que vuelve a la tierra para renacer en
el canto que le sobrevive, y esto se empata con el destino del poeta, cuya belleza literaria lo
trasciende físicamente.
Se le atribuyen, asimismo, cualidades emocionales que sólo son propias del ser
soledad de desintegrarse de los coros celestiales; esto es similar a la soledad del ser
humano que no tiene conciencia de la Unidad: “Triste como luz entre tinieblas/ un ángel
“Sólo soy un espejo para el ala/ de un ángel dividido, que así siente/ que le soy necesario, y
contrarias a la levedad y la libertad angélicas: “(...) que enciende en la futura flor el ansia/ de
de Dios, pues si el ángel siguiera incólume, si creyera en el orden perfecto, no diría el sujeto
58
Alfredo ROSAS MARTÍNEZ, El éter en el corazón del hombre. La poesía de Rubén Bonifaz Nuño y el
pensamiento ocultista, México: Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 53.
61
lírico: “Un ángel/ aterrado sientes a tus espaldas” (APNC 54-55, 106).
En 1952 no sólo se habla de un ángel triste sino de “la claridad colmada/ que hasta el
ángel más triste desconoce.” (APNC 45-52, 27) Queda claro el carácter de intermediario
entre el ser humano y la muerte cuando se expresa: “Acaso un ángel pudiera/ tocarte,
muerte. Yo siento/ fracasar mi pensamiento/ sin alcanzar tu ribera.” (APNC 45-52, p. 30)
Del ejemplo anterior se trasluce la derrota de los ángeles en el afán por conservar su
Por otro lado, las moscas se imponen como mensajeras cuando en Los demonios y
los días enmarcan la falibilidad angélica: “(...) escuché pesados vuelos y moscas;/ y olí
deshacerse, toqué, las ruinas/ huecas de los ángeles, desflecadas/ igual que lechugas sin
Es así como he llegado a este paralelismo en El ala del tigre, donde los ángeles y las
moscas son embajadores de la muerte, ya que sólo a través de ellos el sujeto lírico puede
tocarla, y ésta es una función que les proporciona un carácter simbólico especial dentro del
Sobre la presencia de las moscas hay varios momentos en los que el escenario es
nocturno y mortal cuando “(...) colma/ la muerte sus moscas en delirio.” (AT, 355), donde se
vuelven cósmicas las larvas de estos insectos en una “noche de amor de moscas” (AT, 380).
de que el hombre pudiera tener alas: de los omóplatos surgirían alas de insecto o de ser
angélico, según el fragmento de realidad que eligiera: “Edificio de muerto, mosca,/ corrompe
el ala desquiciada/ del hueso del hombro. Y se resiste/ el sepultado, y colma el sitio/ del
62
cuadro representativo de la conmemoración del Día de Muertos en México: “Oleaje manso de
las cosas/ susceptibles a la tristeza./ Trabajo humilde que madura/ la mazorca azul de las
entrañas./ Moscas de camposanto pobre/ sobre flores mustias de noviembre.” (AT, 383).
permeando de ella; este ser se hace cada vez más mundano cuando logra que el yo lírico le
llame a la amada: “Guardiana del ángel de la estufa” (AT, 371), quien también despierta “(...)
¿Y qué mayor referencia al ángel como intermediario de la muerte que con los
elementos de tradición mexicana para los ritos fúnebres: “Y los perros/ del alma, y el ángel de
De nuevo los ritos son parte esencial de toda la plasticidad que envuelve a la muerte,
y por tanto, lo mortal se eleva a una sucesión de actos estéticos, de los cuales se nutre el
provocan la muerte; sin embargo, elige crear con estas presencias imágenes que generan
La flama en el espejo (1971) ha sido un libro muy celebrado. Es un texto misterioso y lleno de
luz, construido sobre 29 poemas de orden alfabético y diez numéricos. Los poemas
alfabéticos dan cuenta de la búsqueda del alma, a la que muchas veces se refiere con
vocativos intensos, cómplices, llenos de fe por el viaje iniciático que recorren ambos, como si
los albores cósmicos, en los que la figura femenina se coloca como la creadora de todo lo
63
existente en un proceso que data desde la oscuridad de la noche hasta la luz del alba, a
manera, por supuesto, de su antecedente más claro en la jornada: Primero sueño, de Sor
principio nos anuncia esta concepción de descubrimiento de los contrarios para unirlos en
imágenes tales como “De los dos contrarios en alianza,/ ¿qué rostro irá naciendo? ¿Dónde/
el hielo y la llama? ¿Por qué labios/ nacerá mi alma entre sus dientes?” (FE, 411) Si este
poemario lleva un nuevo mito cosmogónico de la creación de todo lo existente por obra de la
fuerza femenina, la coincidencia de los opuestos es el movimiento que hace posible dar
marcha a todo. La mujer se presenta como una especie de demiurgo que coadyuva a una
existente.
Como sucede con los dos libros anteriores, el poeta elige su léxico basado en la
adjetivación. Aquí da un seguimiento y refuerza sus adjetivos esdrújulos con especial fuerza
a través de construcciones tales como: “agua metálica”, “ciencia recóndita”, “súbito soplo
Este recurso le da una respiración más detenida, y una lectura más concentrada de la
que pudiera darse con el uso de adjetivos graves o agudos. No hay una constante en el ritmo
para el uso de estas esdrújulas, pues la sílaba acentuada puede ocupar las más diversas
64
posiciones dentro del verso, pero sí le otorga por sí misma la variación musical de la palabra
Asimismo, hay otro recurso conceptual en El ala del tigre y en Siete de espadas: el
ángel como axis mundi o “eje del mundo”, que une lo bajo con lo alto. Recordemos que el
ángel estuvo ligado al inframundo y a la finitud en los dos libros anteriores, pero ya en La
coadyuva con la creación de la fuerza femenina cósmica, y rodea tanto a la amada como al
Es necesario guardar silencio después de una creación tan perfecta como La flama en el
espejo, así que pasan siete años para que el poeta vuelva a publicar otro libro, el cual titula
Tres poemas de antes (1978). Se puede entender la inseguridad en la voz al escribir una
obra excelsa, ¿qué hacer después de haber creado un artefacto estético impresionante como
Bonifaz Nuño regresa a la palabra poética con un libro que parece casi un ejercicio
para combatir el silencio, más que una propuesta estética bien estructurada. Con este
poemario dividido entre silvas y sonetos, vuelve al lenguaje conversacional de las dos
décadas anteriores, y nos recuerda al tono de El manto y la corona. Sin embargo, el texto de
El tema es amoroso, con una influencia clara de romanticismo. Considero que hay
Andueza le da suma importancia a la parte métrica, y dice que “El tipo estrófico elegido es el
65
impecable belleza formal.”59
Hay un uso de figuras gastadas: por primera vez alude al corazón en quizá
poemas, menciona al corazón con excesiva reiteración, como si fuera un recurso que lo
Incluso en sus escritos de juventud, Bonifaz Nuño cuidaba mucho que la intensidad de
veces que utiliza la imagen del corazón como generador y receptáculo de emociones, sino
El texto está dividido en tres secciones, precisamente, y nos lleva de la mano a través
Cada parte está dividida en siete unidades, pues incluso la última —la que divide en
ocho unidades—, a mi juicio sigue consistiendo en siete, ya que la octava se desfasa de todo
el poemario, y más bien pareciera un fragmento impostado cuando dice: “Amarga y sola;
59
María ANDUEZA, “Tres poemas de antes” en El centavo, Vol. XII, Morelia, Michoacán, sep-oct., 1985, p. 37.
66
inagotadas olas insaciables.” (TPA, 30)
fragmento como producto de otro ejercicio poético que no respeta la unidad de estilo e
intención conceptual de Tres poemas de antes. Pero ante este difícil regreso a la poesía, tres
producto: As de oros.
Al enfrentar la lectura de As de oros (1981) tenemos, por lo menos, cuatro culturas vibrando
detrás de nuestras miradas de lectores de finales del siglo XX y principios del siglo XXI; la
judeocristianos y grecolatinos; y una tercera, que corresponde a la del sujeto lírico anónimo
través del colectivo. Esto también se observa con frecuencia en Los demonios y los días y
60
Alfredo ROSAS MARTÍNEZ, El éter en el corazón. La poesía de Rubén Bonifaz y el pensamiento ocultista,
México: Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 157.
67
medio de todos los hombres que han compartido ciertas transgresiones, y quienes no han
podido escaparse de su destino, sobre todo, en el caso del incesto, como una experiencia
determinante.
de cada época, pero con una huella presente en el hombre actual, según la teoría de Jung
desde las imágenes arquetípicas y el inconsciente colectivo61, con lo cual se generan los
Así tenemos que Ciniras asume el incesto promovido por su hija Mirra; Tiestes, al
haber tenido contacto carnal con su hija Pelopia, con la esperanza de que este delito pudiera
traerle la posibilidad de vengarse de su hermano Atreo, por haber matado a sus hijos —frutos
de la unión carnal entre él y su cuñada Aérope—. Atreo, además, viola a su hermana Tamar y
la repudia posteriormente, pero recibe la muerte como castigo planeado por su otro hermano,
Absalon; Isaac yace con su prima hermana Rebeca; Hipólito, deseado por su madrastra
Fedra. Aunque aquí se trata sólo de deseo incestuoso no concretado por parte de Fedra, y de
inevitable trasgresión cometida con Yocasta, lo cual le valió la ceguera y el destierro, ambos
Estos poemas se alternan con la voz del yo lírico que encarna al ser humano mítico-
histórico como receptor de toda la herencia hasta el siglo XX. Crea un universo poético en el
que los personajes de diferentes culturas exponen sus pasiones. La escala de matices y
61
(...) Esto es mitología, es decir, psique colectiva y no psique individual. Por cuanto participamos, por nuestro
inconsciente, en la psique colectiva histórica, vivimos, naturalmente, de un modo inconsciente en un mundo de
ogros, demonios, magos, etc.; pues éstas son cosas en las que han depositado poderosos afectos todas las
épocas anteriores a nosotros. También tenemos participación con dioses y diablos, con salvadores y criminales.
Pero sería insensato quererse atribuir estas posibilidades, que existen en lo inconsciente. Carl Gustav JUNG, Lo
inconsciente en la vida psíquica normal y patológica, Buenos Aires: Losada, 1970, p. 117.
68
complejidades que vemos en ellos enriquecen la comprensión sobre la naturaleza humana.
Al principio del poemario existe un orgullo por las pasiones que nacen de la
trasgresión, pues éstas son vistas como pruebas iniciáticas para conquistar otro nivel de
Todo ello remite a grandes dificultades para someter la propia sombra jungiana
representada por dragones u otro tipo de monstruos, así como a la conquista de mayor
libertad por medio de la sujeción egóica: “Yo amé, se hace insigne en mi memoria,/ el honor
del peligro; el alma/ de gozosas herramientas: nervios/ de espadas, sangre destellando/ por
el codo abajo, resquebradas/ corazas. Yo amé los oleajes/ sórdidos de la noche; el viento/
donde enraiza el árbol de los hombres/ y el vuelo sabe a trizas de oro.” (AO, 35)
En este momento poético hay placer por la inmersión en las aguas oscuras del propio
subterráneo, porque da cuenta de las mismas raíces del axis mundi, del árbol que conecta
simbólicamente al inframundo con el aire en alto vuelo. Esta zona cavernosa amenaza con
las sanciones morales a dichos delitos, aunque para el yo poético sigue siendo prioritario el
Como ejemplo de estos personajes, Ciniras expone con el mismo orgullo el placer en
la relación con Mirra, y se sabe más honesto con sus pasiones que con la moral a la que
pertenece por cultura y religión: “El nocturno aroma en la mañana/ de la cama incestuosa,
Enternecida/ tras este leño, arde la fiesta/ del cuerpo que guardo incompartible.” (AO, 54)”
De esta manera se ve sublimado el contacto entre padre e hija a través de los ojos de
Ciniras, quien la contempla como el reflejo más luminoso e inalcanzable de sí mismo, del
En este mismo nivel de deleite por la trasgresión tenemos la voz de Tiestes, quien se
69
place en el acto carnal incestuoso: “Y otra vez la almendra de las rosas/ quema en su vientre,
y la alegría/ del mundo me cerca, me sepulta/ con su hojarasca transparente. “ (AO, 88-89)
mantiene víctima de Fedra, pero en los poemas de As de oros, al ejercer con convicción el
delito, se muestra como una figura que tiene el control sobre su destino.
alegre/ del vencedor, vencido estuve;/ conocí su vientre, como el alba/ suspendida en el
espacio eterno/ de los sucesivos horizontes/ de las caderas simultáneas;/ su espalda vi,
del cometido por Judá con su nuera Tamar, esposa de su hijo muerto Er, y esto nos lleva al
cuestionamiento sobre por qué Bonifaz Nuño elige esta temática recurrente para dar voz a
personajes que eligieron una zona de resistencia respecto al concepto del bien y del mal.
Según los tonos y las imágenes poéticas expresadas por estos hombres, no hay
arrepentimiento, pues tienen un denominador común: la conciencia de otro sentido ético que
los lleva a apreciar su camino pasional como una decisión inalterable. “Tamar filial,
reconocida/ bajo el velo de su rostro; viuda/ de lo que tuvo; desvestida/ de las nostalgias de
Tanto estas voces míticas como el anonimato del sujeto lírico en As de Oros, son
muestra de las pasiones sobre las que el ser humano va construyendo su sitio completo en el
mundo.
70
condición falible en la búsqueda de algo superior; de ahí las siguientes reflexiones: “Nosotros
preguntamos; somos/ cuerpo de dudas solamente;/ presos del instante en donde estamos,/
enriquecemos la comida/ del sol, dentro del pecho; criamos/ en nosotros el sol, la hoguera/
comunitaria y merecida.// (...) Tacto ciego entre las aguas/ de la luz, conciencia oscura,
poético pequeño y cotidiano aspira pertenecer a un orden mayor, tal y como lo descubrió el
propio Bonifaz Nuño al interpretar la obra de Propercio en el libro ensayístico Los reinos de
arrebato, de humillación y orgullo; unidos por la certeza de dar un sentido al caos al convertir
a. Estética de As de oros
As de Oros se escribe desde la belleza de diferentes ritmos, ya que está constituido por 1573
al final, d) estrategia de encabalgamiento con aliento breve al inicio y cesura para dar paso a
62
Rubén BONIFAZ NUÑO, Los reinos de Cintia. Sobre Propercio, Colegio Nacional, México, 1978, p. 26.
71
aliento largo, e) versos con tres cesuras heterométricas, y f) versos sin cesura ni
encabalgamiento.
poemario, en la que deja el aliento más breve al final del verso para que se una en
musicalidad con el siguiente verso: “La estación de lluvia que remoja/ desde lejos mis
las sábanas, el ciclo/ del espejo a ciegas, habitado.” (AO, 50. Las negritas son mías)
verso anterior para concluirlo brevemente al inicio de ese verso, luego se da la cesura y se
acompaña de un aliento largo: “Todo es aquí prestado; causa/ de burla, todo lo que
hacemos;/ sólo, aquí, fantasmas nuestra siembra;/ sobre un oleaje de tizones/ acuáticos,
vértices de fauces/ chupadoras, se nos mueve el alma.” (AO, 74. Las negritas son mías)
Y una tercera estrategia en la que destacan tres pausas en un sólo verso a manera de
música más frenética, aunque parezca contradictorio: “De mis impulsos engendrada,/ mi
parte gozosa, la nacida/ de mí, junto a mí, frutal renuevo;/ ella, yo mismo soy; y es ella/
manejo de imágenes poéticas como en los diversos ritmos con los que se confronta la
sensibilidad del lector, pues invita a escuchar una reunión de pausas poco familiares; sobre
todo, por la frecuencia y la abundancia de estas cesuras, lo cual se observa con reiteración
en otros libros como El corazón de la espiral, Albur de amor, Del templo de su cuerpo, El ala
Todos los juegos de pausas crean una musicalidad diversa, que oscila entre lo grave y
72
enérgica rapidez de las comas continuas.
sentido del oído, hasta dar poemas de musicalidad extraordinaria. Su estética juega con lo
visual y con lo auditivo. Esto último es relevante por las características físicas del poeta.63
b. Iconografía prehispánica
Resultan sorprendentes las aportaciones que ha hecho Rubén Bonifaz Nuño como estudioso
de las iconografías náhuatl y olmeca, pues ha mostrado una manera novedosa, fresca,
imágenes. Es irónico y asombroso el hecho de que un poeta que está perdiendo la vista nos
enseñara a mirar verdaderamente lo que muestran los objetos por ellos mismos, exentos de
63
Por ejemplo en Tres poemas de antes, esto se verifica a través de todas las metáforas con sinestesia en el
dualismo auditivo-visual con el emblema de Luz y Palabra como dos recursos indisolubles del primer acto de
creación, o bien a través de los diferentes estados expresivos de lo auditivo y lo visual, haciendo énfasis en el
canto azteca, por cuanto alude a la poesía cotidiana que se va formando en co-creación también con el
elemento femenino. 1.-Penumbra de la voz, y te has perdido/ con el rumor de rosa que se apaga llagas, flores
caducas. (poema 6). 2.- Y algo tuyo fue mío, y algo pudo/ cantar a ciegas por aquel encuentro. (poema 1). 3.-
“cuando caigan los años”, relumbras en tu risa. (poema 1). 4.- Su luz era mi canto sin saberlo. (poema 4). 5.-
O como llanto a solas, y en tus ojos/ mudos me envuelves, y en tu boca triste. (poema1). 6.- tus ojos/
callaron para siempre, y se deshace/ tu despeñado corazón latiendo. (poema 5). 7.- y volverás los ojos con
gemidos. (poema 5). 8.- solo con el destino de sonar a oscuras. (poema 3).
64
La ceguera es una experiencia que vivieron otros escritores famosos como Homero (806 A.C. o 906 A. C.),
Demócrito de Abdera (460 A.C.-370), William Hickling Prescott (Historiador, 1786-1859), John Milton (1608-
1674), James Joyce (1882-1941), Paul Groussac (1848-1929) y Jorge Luis Borges (1899-1986).
73
femenina creadora. En este caso está ejemplificada por la escultora Ángela Gurría, quien
Este libro está dividido en poemas numéricos y poemas alfabéticos, como sucedía con
La flama en el espejo. También en los cinco poemas alfabéticos se expone una creación
cósmica femenina; y en los catorce numéricos, la creación más terrenal; en este caso, de la
mujer escultora.
Venus de confección griega, muy a la manera de Bonifaz Nuño: “Ahora ha de amar aquel que
cósmica y terrenal, en el cual la misma escultora “descubre el sello del ángel en su pecho”
(CE, 115), para convertirse ella misma después en una figura angélica: “Aristas de lumbre,
sed, reflejos;/ rito de iniciación, su canto/ en los ojos táctiles, haciéndose;/ cristalina bajo el
solemne/ peso de las sombras femeninas/ del ángel; el ángel ella misma.” (CE, 116)
la divinización posible del hombre. Primero tiene contacto con los ángeles, y posteriormente,
decir, las estrofas enea y decasílabicas. De modo que en El corazón de la espiral también
retoma, en parte, este ejercicio métrico, pues todos los poemas numéricos están escritos en
El endecasílabo se debe a que necesitaba un ritmo más solemne para describir los
procesos cosmogónicos, así que el aumento de una sílaba proporciona el tono ritualístico,
74
mientras que las presencias del decasílabo y el eneasílabo, lo aproximan a un habla más
Un libro fundamental en la obra de Rubén Bonifaz Nuño es Albur de amor (1987). Sobre este
texto se han escritos muchas críticas, sobre todo las que dan cuenta del nivel léxico. No deja
de impactar a los estudiosos de la obra bonifaciana el uso de frases populares junto a las
El poeta utiliza de forma magistral los recursos del lenguaje para elaborar un material
hasta aquí no ha vuelto a retomar el acento en quinta sílaba como quiso experimentar en Los
demonios y los días. Son 37 unidades en un tono exasperado, suplicante, dolido, defensivo,
Pellicer —y justo lo hace Bonifaz Nuño en su faceta como crítico literario en el ensayo
Tristeza de amor en Carlos Pellicer—, también podemos ver un desequilibrio entre las
Bonifaz Nuño, contra la poca tinta que se ha vertido sobre su “tristeza de amor”. Esta tristeza
De modo que Albur de amor es un ejemplo muy claro de esta voz triste que acompaña
a los sujetos líricos bonifacianos, y es un libro que va de la mano con el tono exasperado y
derrotado, con el cual se vive el desamor en Del templo de su cuerpo, texto publicado en
75
1992, es decir, 15 años después.
Para Rubén Bonifaz Nuño existen tres axis mundi repartidos en la otredad: el primero
Los críticos han escrito numerosas reflexiones sobre la amada como intermediaria
entre lo celestial y el yo poético del corpus lírico bonifaciano, pero no se ha hablado de ella
como intermediaria también de los planos inframundanos pasionales; es decir, de lo más bajo
Ése es el caso de Albur de amor, texto en el que la amada se yergue justo como
“espejos rotos”; origen de sufrimiento en muchos sentidos, ya que el alma busca la unidad
que perdió.
La soledad le duele como imagen viva de la fragmentación del ser; los celos agudizan
lo Uno, no punzaría la posesión hacia lo otro. Sólo se posee o se es poseído por lo que es
distinto a nosotros, nos dice el murmullo colérico y desesperanzado que se filtra como
65
“En la cosmovision azteca, Cipactli era una voraz, primitiva y monstruosa criatura marina, mitad cocodrilo y
mitad pez, también bisexual. Con el cuerpo de Cipactli los dioses crearon la Tierra. Así cuando se vieron en la
necesidad de dar forma al mundo, un espacio, un suelo, se decidió que Cipactli se partiría por la mitad: una
mitad sobre la otra, obteniendo cielo y tierra. El problema es que no había lugar para el hombre, entonces con
dos árboles se erigieron entre medias un espacio que separaba las dos mitades. Así entre nueve cuerpos por
arriba, chicnauhtopa, «los nueve que están sobre nosotros», y otros nueve abajo, chicnauhmictlan, «los nueve
mundos de los muertos» la mitología situaba la vida del hombre.” Ferdinand ANDERS y Aurora PIMENTEL, El
Códice Fejérvary-Mayer, El libro de Tezcatlipoca, señor del tiempo, México: Fondo de Cultura Económica, 1994,
p. 13.
76
e. Pulsera para Lucía Méndez
Dos años después publica un libro amoroso en el que la mujer deja de ser cercana, odiada,
repudiada y deseada hasta la cólera para dar paso a Pulsera para Lucía Méndez (1989).
Este texto ha sido considerado por los críticos como un divertimento del autor. Hay un dejo
de desprecio en tal expresión por el hecho de que el poemario está dedicado a una actriz de
popular en Albur de amor, pero mira con subvaloración el que tome una figura de la cultura
Bonifaz Nuño retoma el tópico de la dama agraciada por su caballero andante, ya que
si antes se regalaban joyas a la amada para complacerla, ahora el poeta deja claro que
obsequiar poemas es el mejor halago. Él mismo ha comentado a Josefina Estrada que este
Tuve un asunto de amores con ella y le regalé esa pulsera. Pero esa
relación ella la niega; así que yo me atengo a su memoria. Virgilio
aconsejaba: “Lo que ella niegue, niega”. Así que lo que ella diga, está bien.
El poemario es un poco de relajo imitando su manera de hablar.66
Los nueve sonetos forman la joya obsequiada a esta mujer lejana, la cual sirve de
pretexto para exponer el involucramiento emocional del espectador hacia las figuras
emblemáticas del mundo del arte y del entretenimiento: situación contemporánea que
interesa al poeta. El sujeto lírico se diluye en las voces de muchos otros: “Milagro multilátero,
la escena:/ nadie te tiene, y todos te miramos,/ y cada uno siente que eres suya.” (PLM, 222)
Si bien es cierto que Pulsera para Lucía Méndez no tiene la riqueza simbólica, ni la
testifica su tiempo.
que aporta múltiples perspectivas sensibles y divertidas sobre los hechos más inmediatos de
la vida.
Es así como vemos a un sujeto lírico que no está directamente relacionado con la
figura de Bonifaz Nuño como poeta, sino con una multiplicidad de rostros masculinos
pantalla breve canonizas/ con tu estilo que prende y acelera.// Qué júbilo visual si cerca y
lejos/ —televisible— múltiple floreces/ y te difundes, cuando al aire sales.” (PLM, 225)
un juego que tomaría de manera literal —como “salir al aire libre”—, pero gracias a las
Finalmente, los últimos tres versos del soneto también contienen un léxico que sería
contexto apasionado hacia la amada: “Si azúcar, brasa, raso de reflejos/ única tú, descuellas
Del templo de su cuerpo (1992) está dividido en poemas que titula con cada una de las diez
78
sefiroth o numeraciones del primer árbol cabalístico de la vida, y poemas a los que identifica
En este libro pretende enlazar la sacralidad de la amada con el árbol sefirótico o árbol
del Bien y del Mal, como un icono de la creación, y esto lo consigue por medio de un primer
Gueburah (fuerza), Thipharet (belleza); y un tercero y último ternario que simboliza la acción
realizadora por medio de Netzach (victoria), Hod (gloria), Yesod (fundamento), Malkuth
(reino). La amada es perfecta, así que cada parte de su cuerpo es emblemática de un valor
titulados con vocal o consonante a una mujer que lo colma de crueldad, indiferencia,
Los poemas titulados con una palabra hebrea son heptasílabos mixtos (acentuados en
titulados con letra, los cuales son eneasílabos trocaicos (acentuados en sexta y octava) y
diferencia de los otros, pues Bonifaz Nuño encontró desde Albur de amor una musicalidad
Con el libro Trovas del mar unido (1994) sigue con la elaboración de versos eneadecasílabos
79
corazón de la espiral y de heptasílados en Del templo de su cuerpo. Sin embargo, este texto
publicado en 1994, recupera inocencia y frescura por el imperativo nostálgico hacia la trova
La lírica de los sones se asocia con las pautas del Siglo de Oro67, y así como se
transmitieron formas poéticas, también hay motivos del amor cortés, con la persistencia de
Los octosílabos predominan en los sones y se estructuran por una entrada de versos
fijos, así como los estribillos con versos repetitivos que caracterizan a cada pieza musical.
Aunque también hay otras formas bastante populares, como las seguidillas simples con una
como La bamba, precisamente: “Ay arriba y arriba,/ y arriba irán,/ yo no soy marinero/ soy
capitán”68, mientras el sujeto lírico de Trovas del mar unido canta así: “Soy capitán, aunque
me digan/ marinero. Cierto: estoy borracho/ de ti. Me he ganado que me acusen.” (TMU,
308).
hincapié en las referencias populares a las flores, tanto como “echarte flores” y comparar a la
amada con un ramillete. Para ello se incluyen explícitamente dalias, guirnaldas, magnolias,
67
“Las influencias líricas se pueden rastrear en los cancioneros antiguos, como en los villancicos del
Cancionero de palacio, en los cancioneros propiamente mexicanos del siglo XVI —como los de Pedro de
Trejo, Fernán González de Eslava y otros—-, y en los entremeses del Siglo de Oro americano y peninsular,
los del teatro popular hispanoamericano y en las tonadillas escénicas y el romancero. Todos estos
fragmentos aparecen a menudo, junto con segmentos de factura local, en estribillos y coplas fijas, que
recuerdan lo que se interpretaba por comediantes y cómicos de la legua en los Coliseos de Veracruz,
Puebla, México y otras localidades del interior de la Nueva España. La composición literaria se desarrolla así
en cuartetas, sextas, quintillas, seguidillas y décimas. Tanto las quintillas o quintas, como las décimas,
pueden ser de pie forzado, encadenadas o libres, dependiendo de los aires musicales, los contextos y las
preferencias.” en Antonio GARCÍA DE LEÓN, Fandango. El ritual del mundo jarocho a través de los siglos,
México: Programa de Desarrollo Cultural del Sotavento, (reimp.) 2009, p. 47.
68
GARCÍA DE LEÓN, 64.
80
madreselvas, girasoles, jacarandas, heliotropos, todas enlazadas por la imagen de las
corolas de la mujer que ostenta su belleza. Con este texto nos remontamos décadas atrás a
un Veracruz tradicional.
mujer, tanto como al amor cortés hasta la muerte: “Como la mariposa/ tengo mi suerte,/ que
desplante, el relajo, la relativización de valores y la alegría por ser parte de un colectivo que
En Trovas del mar unido hallamos: “Yo, que jamás he trabajado,/ a trabajar me
comprometo/ si te quieres casar conmigo;/ así, a tu mamá podré ofrecerme/ con la pretensión
de verla suegra.” (TMU, 319); mientras que en el folclor costeño se festejan las bromas en
las que la figura de la suegra resulta denostada al sugerir que su corpulencia es comparable
con el ganado vacuno: “Ay Cristobalina,/ préndete la vela,/ mira a ver quién anda/ por la
carretera/ ¿No será mi vaca,/ no será mi suegra?/ ¿No serán los toros de La Estanzuela?”70,
En Trovas del mar unido, el autor permite que sea el hombre común quien se
manifieste sin mayores pretensiones estilísticas, por lo cual puede decir: “(...) y pienso/ en tus
ojos cuando me nombras/ y en qué bonitas piernas tienes” (TMU, 307); o bien, “ay mamá, y
trinomios con adjetivación continuada, se coloca desde otra perspectiva creativa para
69
GARCÍA DE LÉON, 63.
70
GARCÍA DE LEÓN, 76.
81
volverse mimético con el pueblo mismo, y después de décadas de leer sus elaboradas
referencias simbólicas a la figura angélica, hallamos aquí a un sujeto lírico que simplemente
dice: “las jacarandas, llovediza,/ te han de formar una custodia/ de voladores angelitos.”
(TMU, 316). Además, pone a la altura de la mítica sirena al ángel bíblico para describir: “El
ángel un son, y la sirena/ improvisan para festejarte;/ parodian, así, la melodía/ multicolor de
tus honduras;/ de las hondonadas de esas voces/ con que, estando plácida, me llamas.”
(TMU, 340).
Todo ello en el contexto de la gran fiesta, de la celebración del fandango de tarima: “La
envidia de todas te solaza/ cuando te paras a bailar./ Al compás del arpa y los punteos/ de la
guitarra jabalina/ —tocan los Tigres de Jamapa—/ ajustan tus pies su segundero.” (TMU,
337)
pocas cuencas donde aún se hace el fandango tradicional (el Jamapa, el Papaloapan, el San
jabalina, o especie de guitarrón de bajo percusivo; hace referencia al arpa tradicional y los
punteos que, cuando se trata de “cuatro punteado” o cuatro cuerdas, distingue al son jarocho
La amada es protagonista del fandango, y con sólo mencionar los elementos básicos
de esta fiesta, contagia la página de una vitalidad que enmarca su amor cortés “a lo
veracruzano”.
La risa en la obra lírica de Bonifaz Nuño está llena de ironías, catarsis —como consecuencia
82
estoicismo ante un destino trágico. Sin embargo, en Trovas del mar unido hallamos, por
única ocasión en toda su obra, una risa sencilla de la vida fácil, fluida, natural, espontánea y
hedonista.
Para Calacas (2003) el poeta ya es septuagenario, y opta por la risa como un medio
de expresión de la sabiduría vital que ha ido adquiriendo a lo largo de varios caminos entre
Esta risa da paso a un libro por completo desenfadado: Calacas, el cual es un texto
sumamente importante para Bonifaz Nuño, como él mismo lo ha declarado, incluso es el libro
que más quiere. Aquí ya no abandona de ninguna manera su medida eneadecasílaba, sino
que con este ritmo habla a la Muerte: la increpa, la reta, la humilla, le suplica, le exige, la
ignora, le reprocha y la acepta, siempre y cuando el sujeto lírico sienta que es dueño de su
dignidad y de su voluntad para recibirla. Sobre este libro analizaremos en un amplio apartado
Ante este panorama quedan muchas reflexiones sobre la evolución literaria de la obra
de un artista que ha sido testigo de más de ocho décadas de historia propia, nacional y
universal. Sobre dicha evolución declara en la entrevista que le hizo Rafael Luviano Delgado
en 1988:
Esto también se trasluce en la fuerza de Los demonios y los días, poemario que
71
Rafael LUVIANO DELGADO, “Sólo el `pelado´ puede recobrar la dignidad”, en “El Búho”, supl. de Excelsior,
México, 13 de enero de 1988, p. 2.
83
pertenece a una década prodigiosa en su producción, pues es en la década de los cincuenta
cuando publica Imágenes (1953), Los demonios y los días (1956), El manto y la corona
En la década de los sesenta escribe Fuego de pobres (1961), Siete de espadas (1966)
y El ala del tigre (1969). En la década de los setenta ofrece La flama en el espejo (1971) y
Tres poemas de antes (1978). En la década de los ochenta enriquece la literatura mexicana
con As de oros (1981), El corazón de la espiral (1983), Albur de amor (1987) y Pulsera para
los noventa (1992); así como Trovas del mar unido, de 1994, y a inicios del siglo XXI ya sólo
publica Calacas, pues su salud física torna cada vez más difícil el trabajo literario.
La crítica literaria coincide en exaltar los altos valores literarios de la obra bonifaciana, pero
no son abundantes los trabajos sobre este rubro, pues —aunque es más profusa la
hemerografía en las últimas dos décadas, además de algunos análisis breves en fuentes
En 1959 Raúl Leiva publica un apartado sobre el corpus lírico bonifaciano de las
Debido a que Leiva publica su trabajo de crítica literaria en 1959, sus comentarios sólo se
refieren a La muerte del ángel (1945), Poética (1951), Ofrecimiento romántico (1951),
Imágenes (1953) y Los demonios y los días (1956). Su mayor asombro gira en torno a la
forma de acentuación que usa Bonifaz Nuño (quinta y décima sílabas en endecasílabos).
Cataloga de revolucionaria la voz del poeta en Los demonios y los días, por el puente
84
que tiende entre el sujeto lírico y sus semejantes. Considera esto como una mayor
conciencia social en él. Respecto a la muerte comenta que en Imágenes “goza el placer de
saberse materia perecedera”,72 y a través de Leiva la crítica enlaza por primera vez amor y
Varias décadas después (en 1981) aparece un libro especializado de María Andueza:
La flama en el espejo: Rubén Bonifaz Nuño. Andueza dice que Bonifaz Nuño desarrolla un
manera más insistente en los elementos místicos del poeta, específicamente en el libro La
flama en el espejo.
Sobre este libro señala las construcciones semánticas que ofrecen una relectura sobre
la letanía mariana, o bien, sobre los simbolismos que usaron San Juan de la Cruz (1542-
1591) y Santa Teresa de Ávila (1515-1582) para referirse a la experiencia de unión con la
divinidad. Los elementos más coincidentes son: “llama de amor viva” y “centro del corazón”
(San Juan de la Cruz), o bien, ascenso al interior de un “diamante” (Santa Teresa de Jesús).
Divide esta lectura en las tres fases o vías místicas: purgativa, iluminativa y unitiva.
Sobre la muerte comenta que La flama en el espejo es un texto que propone una
vida, pues la resurrección es el resultado de concretar una vida que lo lleve “despierto” a la
muerte; es decir, con conciencia. Para lograr este objetivo juega con muertes y
resurrecciones parciales de los dos opuestos (Él y Ella) a lo largo del poema.
Por otro lado, Evodio Escalante ofrece en 1992 un estudio de cuarenta cuartillas
publicado en la revista Signos73. Esta propuesta ha sido referencia para varios críticos
72
Raúl LEIVA, Imagen de la poesía mexicana contemporánea, México: Imprenta Universitaria, 1959, p. 305.
73
Anuario de Humanidades de la UAM-Iztapalapa, titulado “El destinatario desconocido: la poesía de Rubén
85
posteriores, ya que la figura del “destinatario desconocido” se convierte en el “tú” ideal
buscado por el “yo” poético. Mientras mayor es la intensidad con la que escucha Los
demonios y los días y Fuego de pobres, mayor es su calidad como destinatario de esa misiva
Vicente Quirarte publica en 1993 un apartado titulado “Lecciones sobre Rubén Bonifaz
Nuño” en el texto Peces del aire altísimo. Poesía y poetas en México, y en 2004 vuelve a
ofrecer algunas páginas sobre la obra bonifaciana y su relación con lo urbano en Elogio de la
En “Lecciones sobre Rubén Bonifaz Nuño”, Vicente Quirarte señala la labor inmensa
de Bonifaz Nuño dentro de la Universidad, así como sus aportaciones al rescate de una
escultora Ángela Gurrola), o una actriz contemporánea, como es el caso de Pulsera para
Lucía Méndez. Y en el apartado “El honor del peligro”, del libro Elogio de la calle, abunda
En 1994 Gilberto Prado Galán publica el ensayo Esplendor del canto. La propuesta de
Prado Galán consiste en analizar el libro La flama en el espejo a la luz de una simbolización
diferente respecto a las visiones anteriores (mujer o divinidad), y él sugiere que se trata de la
la poesía, tanto como a la ardua labor del poeta hacedor que puede unir los contrarios, y con
Bonifaz Nuño”.
86
ello, vencer a la muerte desde el plano creativo.
“extrañamiento”, propuesto por V. Sklovski. Estos procesos son desglosados a través del uso
abruptos.
manera en la que Bonifaz Nuño relaciona muerte y pobreza; o bien, muerte y sueño en Los
demonios y los días, y declara que Amor, Tiempo y Muerte es una trilogía muy usada por el
brevedad de la existencia.
tesis de maestría, El corazón en la mira. Albur de amor de Rubén Bonifaz Nuño. Esta crítica
antítesis y el oxímoron, así como los símbolos prehispánicos, cristianos y alquímicos. Refiere
Para 1999 Alfredo Rosas Martínez publica en el Fondo de Cultura Económica su tesis
Bonifaz Nuño. Enfatiza sobre los símbolos alquímicos que nutren la poesía y expone las
87
etapas de trasmutación de la naturaleza oscura del hombre hacia una realidad luminosa,
sobre lo que él llama “el pensamiento ocultista de la poesía bonifaciana”. Hace una analogía
entre los procesos alquímicos (Nigredo u obra en negro, Albedo u obra en blanco, y Rubedo
u obra en rojo).
del ángel, Imágenes, Cuaderno de agosto, Los demonios y los días, Fuego de pobres, Siete
de espadas y El ala del tigre. La Albedo es la resurrección por un proceso de revelación que
se halla en La flama en el espejo; y por último, la misma fuente afirma que As de Oros y El
En cuanto al tratamiento del tema de la muerte, Rosas Martínez señala analogías entre
el pensamiento del poeta Rainer Maria Rilke (1875-1926) y el de Bonifaz Nuño: tomar a la
muerte como meta de la vida, por tratarse del punto originario, al que se regresa;
considerarla como un viaje interior y un encuentro consigo mismo; pensarla como una
Del poeta humanista Rubén Bonifaz Nuño es el libro que publica en el 2005 Bulmaro
Reyes Coria, y nos ofrece un panorama comparativo de la literatura clásica con el quehacer
los textos de Bonifaz Nuño, así como la pasión y la sabiduría con la que el poeta ha
asimilado, sobre todo las voces de Catulo y Propercio en su obra. Reitera la postura de
Bonifaz Nuño respecto a que entre los dos males de la existencia: la muerte y la vejez, la
horas de entrevista al poeta titulado De otro modo el hombre. Retrato hablado de Rubén
Bonifaz Nuño. Entrevista. No hay un análisis de su poesía como tal, sino que Estrada nos
88
permite escuchar en voz del propio autor algunas acotaciones sobre su biografía y sobre sus
textos poéticos.
Esta entrevista está despojada del formato de preguntas y respuestas, y sólo leemos
todo lo que quiere compartir Bonifaz Nuño en primera persona. Declara que escribir Calacas
fue el último alejamiento que tuvo con la muerte; después de eso, todo ha sido vecindad con
ella a causa de las enfermedades y la vejez. De nuevo recuerda la voz griega que señalaba
los dos grandes males del hombre: la vejez y la muerte, y de ellas, la vejez es el más temible,
En cuanto a las tesis dedicadas al estudio del corpus lírico de Bonifaz Nuño, tenemos
la realizada por John Michael Bennett en 1970, titulada “Coatlicue: The poetry of Rubén
Bonifaz Nuño (portions of text in spanish)”, para obtener el grado de Doctor en Filosofía en
análisis más reflexivo sobre los elementos prehispánicos en la obra bonifaciana desde La
muerte del ángel (1945) hasta el poemario El ala del tigre (1964).
Imágenes. Sobre el poema “Motivos del 2 de noviembre” comenta que la muerte es la íntima
liga que une todo; además de resaltar el elemento agua en varios poemas como un recurso
simbólico fundamental, pues el yo poético usa al agua como medio para reflexionar sobre su
muerte, y juega con las imágenes del agua como espejo de la propia mortalidad.
Cuatro años después Margarita Pease Cruz presenta una tesis sobre el poemario La
por la Universidad Nacional Autónoma de México. Pease Cruz expone en “La flama en el
espejo, análisis de tres procesos simbólicos” que no sólo existe la mujer simbólica sino el
amor hacia una mujer real. Es la primera crítica literaria que abunda sobre los símbolos
89
alquímicos y herméticos en la obra bonifaciana, y divide el poemario en procesos de nigredo,
albedo y rubedo.
Por esto me llama la atención que, siendo el antecedente claro e inmediato del trabajo
que expone Alfredo Rosas Martínez, y tratándose de una tesis defendida en la UNAM en
1974, sólo sea mencionada de paso en la tesis de Rosas Martínez (defendida en 1996), sin
atribuir ningún crédito por las teorías sobre nigredo, albedo y rubedo, sino más bien queda
Por otro lado, Pease Cruz compara El cantar de los cantares con La flama en el espejo
por la combinación mística y erótica, y en esta misma línea señala a la mujer de La flama en
divinas puestas en acción por la voluntad y el trabajo humanos que señala Bonifaz Nuño
alquímicos recurre a La flama en el espejo: se refiere al sujeto lírico como “azufre”; y a “Ella”,
como “fuego creador”. Para el tema de la muerte usa como ejemplo el poemario El ala del
tigre, y lo hace desde la simbolización prehispánica, en la cual “águila” y “tigre” muestran las
imágenes de guerreros que están dispuestos al sacrificio mortal por su pueblo o por su
amada.
90
En 2000, Adriana Rodríguez Torres presenta la tesis “Juego de opuestos en Albur de
amor de Rubén Bonifaz Nuño”, también para obtener el grado de licenciada en Lengua y
Literaturas Hispánicas por la UNAM. Analiza en Albur de amor las fuerzas contrarias como
amor/desamor, humor/horror, culto/popular, entre otros binomios. Hace un recuento sobre los
vocablos cultos coexistentes con un léxico popular, así como el paralelismo entre Albur de
Señala la muerte como una presencia en tres sentidos: primero, una experiencia
sobre la mesa. Análisis de tres poemas de Rubén Bonifaz Nuño”, para licenciarse en 2004 en
la carrera de Letras Hispánicas. Evodio Escalante fue su director de tesis. Juárez Estrada
elige un poema de Los demonios y los días (1956); uno, de El manto y la corona (1958), y
otro más, de Fuego de pobres (1961). Complementa el estudio sobre “el destinatario
desconocido”, propuesto por su director de tesis, con la idea de un desconocido elegido por
sí mismo para tender el puente con el texto, y da continuación también a los señalamientos
de Escalante sobre la analogía entre la Virgen María y la mujer de El manto y la corona. Las
únicas referencias a lo mortal giran en torno a la celebración del amor que hacen los
En 2007 César Arenas Moreno presenta “La poética del número de oro. Feminidad y
91
mitocrítico que existe el “número de oro” en el poema El corazón de la espiral. Esto se logra
por medio del pentágono como símbolo por excelencia de la proporción áurea (agua, tierra,
fuego, aire, y la feminidad en el centro, como éter creador de las espirales que componen a
las galaxias y a los seres). Abunda sobre la fecundidad universal, física y estética de lo
femenino, como es el caso de la escultora Ángela Gurrola, ya que Bonifaz Nuño le dedica
este libro a la artista. La muerte y la vida son abordadas a la luz de la feminidad, porque ella
Jocelyn Martínez Elizalde, titulada “Los muros y las puertas: un acercamiento a tres
poemarios de Bonifaz Nuño desde los elementos espaciales de su poesía”. Esta tesis está
enfocada hacia la espacialidad como elemento vivo: retoma la presencia de la ciudad, la cual
con lo que está detrás de los muros y las puertas; además de las ventanas, como
días y El manto y la corona de Rubén Bonifaz Nuño”, presentada por Mariana Ortíz Maciel.
Problematiza sobre dos poemarios: Los demonios y los días (1956) y El manto y la corona
(1958), encuentra fuertes analogías entre ellos por la necesidad de acercarse al otro, y
salvarse de la propia soledad. En Los demonios y los días expone la denuncia ante una
sociedad de mediados de siglo XX que distorsiona los vínculos entre los seres; y en El manto
92
son abundantes y describen rasgos de la obra que se podrían agrupar en cuatro grandes
rubros: la imagen idealizada de la amada como recurso de ascensión para el poeta (Juan
Cervera, Hernán Lavín, Marco Antonio Montes de Oca, Juan García Ponce, Oscar Wong,
lo colectivo (Efraín Huerta, María Andueza, Vicente Quirarte, Luis Eduardo Rivera, Raúl
Cáceres Carenzo, Emmanuel Carballo, José Emilio Pacheco, Federico Álvarez, Evodio
Turón, Mario del Valle), y el sincretismo en su poesía producto de las influencias grecolatinas,
barrocas y prehispánicas (Hernán Lavín Cerda, Víctor Manuel Mendiola, Ernesto Herrera,
Ermilo Abreu Gómez, Gastón García Cantú, Marco Antonio Acosta, René Avilés Fabila,
Tarsicio Herrera Sapién, Agustín Yañez y Enrique González Casanova). Ver bibliografía.
En la lírica de Bonifaz Nuño constantemente se hace referencia a los heraldos blancos que
nos manda la muerte: mujer, poesía, ángel y moscas, por su carácter abstracto, y en
ocasiones sólo literaturizado; asimismo, se alude a los heraldos negros de la muerte: pérdida
Dado que el poeta ha experimentado estas condiciones ya, ve la senectud como un heraldo
negro de la muerte, que lo convierte en tiempo o “materia deleznable”, como diría Borges.
Destaco uno de los tonos con los que aborda la temática de lo mortal: el sentido del
humor. En múltiples juegos que incluyen figuras típicamente mexicanas como la Catrina y el
“pelado”, aborda la muerte de una manera cómica e irónica, y no porque la subvalore, sino
porque se sabe derrotado ante una lucha inútil, así que ríe con la risa de quien dimensiona
93
que el asunto es demasiado grave para ser tomado en serio todo el tiempo, y no niega,
La voz poética, a pesar de tener giros tan diferentes en cuanto a léxico, ritmo, sintaxis
o uso de metáforas en todos los tópicos, muestra al ser humano solo frente a la muerte.
escritor sobreviviendo a lo largo de todos los siglos en los textos diversos. Por ello, me fue
prehispánicos, ya que el poeta ha recogido todos estos tópicos de manera universal, para
decir a través de sus sujetos líricos que un mismo ser humano enfrenta el reto de la muerte
Se encuentran con frecuencia tópicos clásicos tales como carpe diem (agarra el día),
non omnis moriar (no moriré yo todo) por medio de la poesía y el amor a la mujer, ubi sunt
También vemos cómo se nutre de los topoi del barroco en el memento mori (recuerda
que morirás), el bíblico vanitas vanitatum (vanidad de vanidades), el cotidie morimur (muerte
Ante la crudeza del vanitas vanitatum, el autor opone resistencia con un planteamiento
de lucidez que pueda dar sentido a la existencia como individuos y como parte de un
colectivo de fraternidad.
Asimismo, en los tópicos prehispánicos hay una búsqueda luminosa a través del goce
del instante y de una actitud guerrera que arrostra los embates del tiempo.
94
Por otra parte, recrea tópicos de diferentes épocas cuando canta a la mujer amada.
Reconoce a la figura femenina como un ser divinizado, y plantea un Eterno Femenino a partir
de analogías con diosas y vírgenes a salvo de la corrosión del tiempo y de la muerte. Aunque
su dolor ante el abandono o la indiferencia lo conducen a una muerte simbólica que expresa
a través de tópicos hasta el límite de esta mortalidad como el furor amoris (o locura de amor),
el militia amoris (o lucha de amor), el vulnus amoris (o herida de amor) y la dulce herida.
muerte-renacimiento, por influencias del pensamiento azteca que lo analoga con los ciclos
regenerativos de la naturaleza, así como las etapas del viaje iniciático alquímico de nigredo,
albedo y rubedo; o las etapas del ciclo místico: purgativa, iluminativa y unitiva.
Retomo las etapas de viaje iniciático para exponer las distintas muertes que tiene el
sujeto lírico, pues todas ellas lo llevan irremediablemente al renacimiento. El desamor es una
vivencia plena de una escisión. El aislamiento social y la desensibilizacion urbana son otro
llamado momento de nigredo o purgativo), pues todo viaje iniciático comienza con el plano
inframundano, y es aquí donde la muerte se ofrece como la tortura primigenia, pero también
otredad. Y ese otro se divide en dos grandes entidades: el Eterno Femenino y la fraternidad.
bonifaciana. La muerte da un trato desigual al sujeto lírico y a la amada, ya que éste recibe
95
todos los embates sin mesura ni piedad, mientras ella se conserva intocada.
oppositorum; ambas vías de acceso a un mundo que podría ver en las fuerzas
En tanto que el recurso morfosintáctico hace uso de las cadenas polisindéticas para
reunir, aglutinar, hermanar y colocar en un mismo nivel elementos desemejantes. Esto es una
manera diferente de plantear por medio de copulativos una especie de aleph borgeano, en el
que la reunión de todo en un mismo tiempo y espacio sugiere una realidad unificada posible
detrás de la fragmentación.
Rubén Bonifaz Nuño canta a la muerte con una respiración sumamente cuidada para
pares y decasílabos trocaicos simples con acento en impares, se da esta “masa de sonido”
con la música que concibe lo finito como algo cotidiano, incluso desde los ritmos con los que
La muerte en la obra de Bonifaz Nuño es una obsesión en cuanto tema intenso y recurrente
que muestra, por momentos, haber dejado de acompañar al poeta y más bien parece
desolación de las enfermedades y la pérdida de la belleza. Pero también parece ella ser
perseguida por el mismo poeta ante expresiones de humor y desacralización, las cuales
96
Es, sin embargo, una oportunidad de sabiduría, ya que posibilita a través de su
inmóvil de lo que no cesa en su viaje: discernimientos que parecen a simple vista obvios,
pero que en una inmersión constante de apegos a los sentidos, no son tales.
Escribir con tal recurrencia sobre lo mortal nos muestra un artista que arrostra sus
preocupaciones vitales, ya que al leer la poesía bonifaciana sería difícil considerar una forma
más directa para pensar la vida que problematizar sobre la muerte: pareciera que los demás
temas pudieran ser contundentes pero siempre con un matiz de rodeo; en cambio, al escribir
sobre la muerte, el poeta nos lleva a la reflexión inmediata de qué es lo esencial, y qué, no.
Francisco de Quevedo:
intelectuales y vivenciales en los tópicos literarios de las épocas que más lo han marcado en
romántica. Todo ello sin ampulosas pretensiones de escritor que dicta cómo se debe concebir
lo vital o lo mortal, sino más bien amplía las posibilidades del espíritu a partir de una
74
Emilia NAVARRO DE KELLEY, La poesía metafísica de Quevedo, Madrid: Ediciones Guadarrama, 1973, p.
38.
97
través de los tópicos literarios relacionados con la muerte.
Es por ello que he dividido este trabajo en topoi literarios, a fin de dar cabida a las
diversas voces en las que es probable que nos reconozcamos aun siendo seres del siglo XXI.
En el tercer capítulo reúno dos aspectos esenciales en la obra del autor de Fuego de pobres:
la mujer y la poesía. Ambas realidades son vistas a la luz de la unión de los discursos
modo que cuando lleva hasta el ámbito mortal los tópicos literarios en torno a la mujer y la
En Imponer la gracia, libro que da cuenta sobre algunos de los más interesantes
procesos de desautomatización en la obra lírica de nuestro autor, Helena Beristáin toca este
aspecto grosso modo.75 Y de forma sintetizada menciona dos tópicos: “la fugacidad de la
vida” y el “carpe diem”, aunque éste último lo atribuye a las alusiones prehispánicas; pero
como se verá en ese apartado específico, no considero que pueda aplicarse tal cual a las
referencias con influencia azteca, sino más bien con matices particulares.
como artefacto estético y, al mismo tiempo, flexible, elástica, sorprendente. Aunque críticos
75
“Aparte de los ejemplos de este lenguaje poético profunda y profusamente permeado por una pintoresca
jerga socializada, mediante la presencia de abundantes expresiones coloquiales absorbidas por el texto y
reacuñadas en él, se insinúan también bastantes topoi literarios.” Helena BERISTÁIN, Imponer la gracia.
Procesos de desautomatización en la poesía de Rubén Bonifaz Nuño, México: Universidad Nacional
Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, 1997, p. 33.
98
como Christopher Domínguez Michael muestren una lamentable limitación para apreciar las
un lector profesional se diga aburrido, ya que es probable que no cuente con la sensibilidad
necesaria para percibir los procedimientos que apelan a la imaginación auditiva y visual, en
la mayoría de los casos; táctiles, olfativas y gustativas, en otras ocasiones, como lo señaló
bonifaciana en uno de sus más difíciles libros —El corazón de la espiral—, y en cambio, sí
son capaces de apreciar lectores jóvenes como César Arenas Moreno —en su tesis de
76
Christopher DOMÍNGUEZ MICHAEL, Diccionario crítico de la literatura mexicana (1955-2005), México:
Fondo de Cultura Económica, 2006, p. 68.
77
“El libro es una auténtica maravilla formal: sólo aparecen las imágenes de los sentidos no platónicos: del
tacto, del olfato y del gusto. No hay imágenes visuales ni olfativas. Hasta donde yo sé es algo que nadie
había intentado antes en nuestra lírica.” Marco Antonio CAMPOS, “El amor y Rubén Bonifaz Nuño” en
“sábado”, suplemento de unomáuno, México, 19 de abril, 1999, p. 2.
78
“Si La flama en el espejo significa una travesía espiritual —un ascenso luminoso en la “Noche oscura del
alma”, como diría el monje carmelita—, As de oros es un viaje por el mundo sensitivo del placer y el
displacer donde el poeta asume distintas personalidades, figuras trágicas, míticas —Hipólito, Ulises, Eneas,
Edipo— para destacar las coordenadas de su recorrido.” Oscar WONG, “As de oros”, en Excelsior, 9
septiembre, 1982, p. 1C.
79
“Con el pentágono como representación, se manifiesta su cualidad generadora de espirales (...) Se hace
evidente el vacío que las moviliza, las hace girar sobre su centro (...) se manifiesta la función que el
pentágono va a ejercer en El corazón de la espiral. Es el centro-origen de las espirales cósmicas; es la
99
Resulta abrumadora la ligereza de la crítica de Domínguez Michael cuando señala que
hallamos en la poesía de Bonifaz Nuño “las características menos atractivas del barroco”,
pues considero que resulta todo lo contrario: resaltan los más bellos recursos retóricos del
barroco, ya que ha asimilado el oxímoron y la antítesis como una vía para dar mayor
Aunado con este rigor, hace uso del hipérbaton con una ruptura de sintaxis elaborada
y musical. De modo que opiniones vertidas tan festinadamente como las que escribe
El trabajo de Bonifaz Nuño ―que no puede ser asimilado por críticos efectistas―
alcanza una plena profundidad: su legado es una continuidad de la figura chamánica antigua;
del hombre mágico que descendía a los infiernos para realizar el viaje iniciático, el cual podía
ser traducido en cantos sagrados. Tal y como describe Walter Muschg la leyenda de Orfeo en
análisis entre la univocidad y la equivocidad, pues si bien no es necesaria la voz del autor
matriz donde se engendra y brota la creación (...) Revela con su análisis conocimientos portentosos: por una
parte, los atributos creativos de la feminidad, y por la otra las proporciones por las cuales se organiza el
universo.” César ARENAS MORENO, “La poética del número de oro. Feminidad y creación en El corazón de
la espiral de Rubén Bonifaz Nuño”, Tesis de licenciatura, México: Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2007, pp. 156 y 204.
80
Walter MUSCHG, Historia trágica de la literatura, México: Fondo de Cultura Económica, 1965, pp. 31-32.
100
algunos extremos como el tocado por Federico Álvarez, cuando comenta sobre Fuego de
pobres una acotación imprecisa sobre la lluvia: “Llueve en la tarde, estado crepuscular,
Álvarez intenta llevarnos de la mano hacia el inicio del tono del poemario, según su
percepción, y convencernos de que ése será el leit motiv del texto; sin embargo, Bonifaz
Nuño aclaró en la multicitada entrevista “Resumen y balance”82 que al iniciar el libro con la
lluvia sobre la Ciudad de México deseaba retratar una imagen común a todos los seres de la
urbe bajo el agua. La línea del poemario se dirige hacia la otredad colectiva y hacia la
denuncia social; es decir, la voz busca hacia afuera. Nada más opuesto al ensimismamiento,
Por otro lado, al abordar el tema de la muerte, el poeta despliega una gama de
recursos tan ricos que nos permite identificar seis elementos básicos que conforman su
81
Federico ÁLVAREZ, “Fuego de pobres. El libro de la semana”, en “México en la Cultura” supl. de Novedades,
México, 27 de agosto, 1961, p. 4.
82
“Hablé de la miseria y de la injusticia pero de una manera más próxima y más simple: un aguacero cayendo
sobre gente sin ropa o sin paraguas, por ejemplo, podía ilustrar mejor esa situación que el denuesto contra
un tiranuelo centroamericano.” Marco Antonio CAMPOS, “Resumen y balance. Rubén Bonifaz Nuño
entrevistado por M. A. C”, en Vuelta, núm. 104, México, julio, 1985, p. 32.
101
Es revelador este aspecto, por todo lo que nos obsequia de una sola pincelada: es así
como el “sueño”, la “tristeza”, la “nostalgia”, el “olvido”, la “belleza” y la “voz” del poeta llenan
El sueño es visto por él desde la perspectiva barroca del somnium imago mortis, con
todo lo que implica el adormecimiento de los sentidos de la vigilia, menos intensos que los
La tristeza aparece como duelo por la ausencia física total, pero también por todas las
se puede añorar lo que sigue manifestando su vida en sí mismo o en nosotros, y así tenemos
también al olvido en su papel de sepulturero que actúa contra los rituales de la memoria.
pues ambos son mensajeros de eternas imágenes platónicas; es decir, reflejos arquetípicos
del amor y del arte. Estos elementos, unidos al de la vejez, serán una constante en todos sus
Desde su primer libro La muerte del ángel publicado en 1945, hasta el reciente
Calacas, del 2003, no ha cesado en su interés por hablar sobre la muerte y dirigirse de forma
directa a ella. Los vocativos son parte de su apasionada relación con esta imagen, con la que
dialoga en tono parsimonioso durante sus primeros libros. Pero ya en la senectud las
carcajadas casi no lo dejan charlar con ella, tal como sucede en el último.
El poeta puede desafiar esta presencia con aspecto de Catrina en su obra Calacas por
medio de la risa, que desacraliza al miedo y al dolor. La muerte como figura de Catrina, es
mirada cada vez más cercana conforme el cuerpo va revelando la corrosión del tiempo con
102
Por si las referencias a la muerte no fueran suficiente testimonio de la obsesión
literaria que lo ha marcado, Rubén Bonifaz Nuño deja una constancia en la propia afirmación
de vida: bajo su firma dibuja una calavera, a manera de recordatorio simbólico, cargado de
del concepto ni desde la universalización de la realidad humana, sino lo hace también a partir
del ejercicio reflexivo que concibe la finitud propia, no la de otros ni la de todos. Así que este
detalle gráfico en su firma revela mucho sobre su postura nada evasiva respecto a la muerte.
Nuño en 264 ocasiones desde La muerte del ángel hasta Calacas para las distintas formas
masculino y femenino; conjugaciones en presente y futuro, así como enclíticos para primera
persona del singular y primera del plural. En la mayoría de las veces se utiliza como
sustantivo83.
En un esquema más amplio se hace referencia 174 veces a sus acepciones a través
de lugares típicos como: velorio, entierro, panteón, camposanto, tumba, sepulcro, sepultura,
fosa; objetos simbólicos: huesos, calavera, esqueleto, guadaña, ataúdes, cadáver, despojos,
difunto, mortaja, cirios, cenizas; adjetivos: funerario y fúnebre; procesos: vejez, fusilamiento,
matar, asesinato, agonía, desahuciados, moribundo, último sonido, ruinas, calcinación, duelo,
83
104 de 264: 2 en La muerte del ángel; 22 en “Algunos poemas no coleccionados(1945-1952); 26 en
Imágenes; 4 en “Algunos poemas no coleccionados (1954-1955); 10 en Los demonios y los días; 7 en El
manto y la corona; 3 en Canto llano a Simón Bolívar; 9 en Fuego de pobres; 6 en “Algunos poemas no
coleccionados (1962-1965); 11 en Siete de espadas; 10 en El ala del tigre; 2 en La flama en el espejo; 5 en
Tres poemas de antes; 6 en As de oros; 1 en El corazón de la espiral; 5 en Albur de amor; 4 en Del templo
de su cuerpo; en Pulsera para Lucía Méndez (1989), Madrigal del adolorido (195...) y Trovas del mar unido
(1994) no hay alusiones al sustantivo “muerte” ni a su campo semántico. La diferencia con Calacas (2003)
es que no se menciona el sustantivo “muerte” tampoco, pero todo el libro es un diálogo incesante con ella.
No hay explicación por un periodo especial de omisión porque estos libros pertenecen a años muy
disímbolos; simplemente el tema excluyó las expresiones sobre lo mortal.
103
sobreviviente y ahorcado, así como algunas adjetivaciones yuxtapuestas con las que juega:
Y, por otro lado, usa vocativos constantes hacia una parte de sí que nombra “alma” (3),
“corazón” (1), “mi corazón” (1); hacia la amada llamándola “amiga a la que amo” (1), “amiga”
(3), “mujer que me has querido” (1), “novia” (1), “amante” (1), “viuda mía” (1), “mi viuda” (1),
“profesora” (1) “Lucía” (2) “ingrata” (1), “desgraciada” (1), “consentida” (1); hacia el colectivo
al que nombra “amigos míos” (2), “amigo” (4) o “hermanos” (2), “compañero” (1), “mis
La mayoría de las ocasiones el vocativo está dirigido a la muerte llamándola tal cual,
sobre todo en los primeros poemarios, pero en el de Calacas la llama Pelona, Flaca,
malévola, Dientona, Dientoncilla, Calavera, Calaverilla, pobre chimuela, paralítica (en suma,
15).
apelativos. Esto supera cualquier otro uso de vocativo que ha hecho el poeta con la intención
colectivo, en 13 ocasiones.
Estos números dicen mucho sobre la jerarquía de los temas que ocupan al autor:
muerte, mujer, colectividad, aunque no en ese orden especificado sólo por vocativos, pues la
mujer tiene un lugar privilegiado en su creación literaria por encima de otros, como él mismo
comenta:
Nada de lo que yo escribí hubiera sido posible si no fuera porque las mujeres
me fecundaron. Así, en papeles invertidos, lo que preparó el parto de mis
libros fue la fecundación que, con su presencia, efectuaron en mí las
84
mujeres.
84
Rubén BONIFAZ NUÑO, “Notas autobiográficas”, p. 53.
104
Bonifaz Nuño no es ajeno a la tradición literaria de personificar a la muerte, tal como
constatamos en sus antecedentes: Luis G. Urbina, la concibe como un ser sigiloso pero
describe en el texto “La cita” como una entidad hermosa y enigmática; Alfonso Reyes, en su
frenética muerte en “Tema para un nocturno”, pues lo busca sin saber que él está
comprometido con la vida; Octavio Paz se muestra desafiante con la muerte acechante en
“Décima muerte”; así como Jaime Torres Bodet, quien la concibe como una experiencia
cotidiana en “Muerte”; Jorge Cuesta, le habla en “Fundido me soñé al placer que aflora”; Alí
Chumacero se dirige a ella en “Muerte del hombre”; y, por supuesto, José Gorostiza la invoca
con el libro Calacas, publicado en el 2003, cuando ya el poeta había cumplido los ochenta
años de edad, pues éste culmina un largo recorrido a través del tema de la finitud humana,
apoyado en el humorismo, por un lado; en los tópicos clásicos, por otro. ¿De qué ríe cuando
La risa del poeta tiene influencias clásicas; es decir, viene de la risa de Demócrito de
Abdera (460 a.C.-370 a.C.), en oposición al llanto lastimero de Heráclito de Éfeso (535 a.C.-
105
484 a.C.). No obstante, la democritana es una risa que cuestiona la naturaleza humana sin
Si bien, hay momentos de ira en la poesía de Bonifaz Nuño, en la gran mayoría de los
textos lisosomales tal corrosión está dirigida hacia él mismo: no se enfoca, altivo, hacia los
Hipócrates (460 a.C.-370 a.C.) describe lo que respondió Demócrito al ser cuestionado
por él sobre su estado de salud mental: “Atribuyes dos causas a mi risa: los bienes y los
males. Pero mi risa tiene un objeto único: el hombre, lleno de sinrazón, vacío de obras
reconocer por el común de los mortales: “Sus fracasos me dan risa, sus infortunios son
ridículos porque trasgreden las leyes de la verdad; compiten en odio (...) y todo eso por
Siglos de Oro87, tanto en España como en México, y esto, a su vez, hará eco en la visión de
Bonifaz Nuño.
Quevedo (1580-1645), también ríen en el sentido democritano: la risa que juzga los
En este sentido, las influencias clásica y áurea en la risa bonifaciana son parciales
85
Aristóteles e Hipócrates, De la melancolía, prólogo Julio Hubard, trad. Conrado Tostado, México: Vuelta, 1994,
p. 80.
86
Aristóteles e Hipócrates, 81.
87
Véase Demócrito Aúreo. Los códigos de la risa en el Siglo de Oro, edición de Ignacio ARELLANO, Sevilla:
Iluminaciones, 2006.
106
criticado, pues sus sujetos líricos se incluyen en los cuestionamientos sobre conductas
tristemente risibles.
critican con actitud acomodaticia y soberbia, sino que el yo poético tiene la lucidez y la
tácito de misericordia y de fraternidad en sus versos. Bonifaz Nuño comentó a Estrada sobre
Tiene algo muy petulante en todas sus partes; hay puntos tomados del Siglo
de Oro, de la Ilíada, de la Odisea, de la Historia de México, de Quevedo, del
Cantar de los Cantares... Alguna de mis alumnas, dijo: “Son poemas
filológicos”, porque en cada uno se está explotando un tema de la muerte
tratado por otro poeta.
Ése fue el último alejamiento que tuve de la muerte; después de eso, todo
ha sido vecindad con la muerte. En Calacas traté de decir lo que era la
88
muerte para mí.
En cuanto a otras influencias clásicas sobre la risa tenemos el sentido del humor
picaresco con el que Encolpio narra El Satiricón, de Petronio; lo absurdo que le resulta a
Quinto Horacio Flaco el comportamiento humano, y así lo describe en sus Sátiras, tanto
como Esopo hace lo propio a través de sus Fábulas; o bien, la burla de la que se vale Catulo
En este orden de ideas es vital ir identificando cómo se ríen de la muerte los sujetos
líricos que construye Bonifaz Nuño, y al igual que el resto de la idiosincracia mexicana,
88
ESTRADA, 110. Algunas de las referencias que menciona son: “Llama la muerte pálida con igual pie a
chozas de los pobres y a regias torres.” Horacio, Libro I, Oda IV. En espejo con: “(…) sé quién es, tin tin, y
me resisto/ a abrirle, y estoy, tin tin, abriéndole.” I estrofa de Calacas. ¡Oh, condición mortal! ¡Oh, dura
suerte!/ ¡Que no puedo querer vivir mañana,/ sin la pensión de procurara mi muerte!” Quevedo. Al igual que:
“(…) que por querer vivir mañana/ o que el corazón papalotee,/ ya te estoy, Pelona, procurando.” IV estrofa.
“Todo se torna graveza/ cuando llega el arrabal/ de senectud.// La cava honda chapada,/ o cualquier otro
reparo,/ ¿qué aprovecha?” Jorge Manrique en Coplas a la muerte de mi padre, se lee en Calacas así: “Para
esta graveza no hay reparo/ ni profunda cava que aproveche.” VII estrofa. O bien, “Miré los muros de la
patria mía/ si un tiempo fuertes, ya desmoronados,/ de la carrera de la edad cansados,/ por quien caduca ya
su valentía.// salíme al campo, vi que el sol bebía/ los arroyos del hielo desatados (…)” Quevedo, al igual
que: “Miro, Pelona, sí, mis muros/ vencidos de la edad, cayendo,/ como la patria, agujerados./ salíme al
campo me prohíben mis muletas sin acrobacia (…)” XII estrofa de Calacas.
107
también se ríen de la muerte en abstracto, como figura caricaturizada con forma de Catrina;
se ríen de la muerte propia, sin lugar a dudas, pero —como sucede con el mexicano en
general— no se ríen de la muerte de los seres queridos: ese rubro sigue siendo tocado
expresión romántica.
Asimismo, está presente la risa del escéptico concebida como un espacio que
subvierte los valores establecidos desde la seriedad de los paradigmas. Frente a las
así como la inversión de lo etéreo en lo corpóreo, y sobre todo, lo humano en mecánico, tal y
como lo plantea Henri Bergson en su libro La risa. Ensayo sobre la significación de lo cómico.
provocadora, envuelta en una imagen de seducción que invita a seguirla con ligereza.
108
89
una actitud propia del hombre o una expresión humana.
Pero el sujeto lírico la aborda directamente: “Me pelas los dientes, calavera;/ te
vuelves, otra vez, de azúcar.” (C, 35) La degrada a un plano tan material, que la tradición
Al utilizar una frase tan propia de la cultura popular mexicana como “me pelas los
artificiosa, como señala Samuel Ramos en El perfil del hombre y la cultura en México:
Esto se aplica también en la actitud del mexicano frente a la Muerte, pues ésta se
presenta como una imagen amenazante, a la cual hay que reducir con escarnios y tonos
89
Henri BERGSON, La risa. Ensayo sobre la significación de lo cómico, Madrid: Espasa-Calpe, 1973, p. 14.
90
Octavio Paz sostiene al respecto: “La muerte nos venga de la vida, la desnuda de todas sus vanidades y
pretensiones y la convierte en lo que es: unos huesos mondos y una mueca espantable. En un mundo
cerrado y sin salida, en donde todo es muerte, lo único valioso es la muerte. Pero afirmamos algo negativo.
Calaveras de azúcar o de papel de China, esqueletos coloridos de fuegos de artificio, nuestras
representaciones populares son siempre burla de la vida, afirmación de la nadería e insignificancia de la
humana existencia.” Octavio PAZ, El laberinto de la soledad, México: Fondo de Cultura Económica, 1993, p.
64.
91
Samuel RAMOS, El perfil del hombre y la cultura en México, Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1951, p. 13.
109
Llegaremos a la identificación de más elementos sobre la risa al revisar las teorías de
algunos pensadores como Jorge Portilla en su Fenomenología del relajo, ya que partimos de
la base de tres momentos para reconocer el relajo, según las reflexiones de Portilla: el
primero se halla al desplazar la atención alejándose del valor propuesto; el segundo, cuando
no se quiere mostrar solidario con dicho valor; y el tercero, al invitar a otros con acciones
Portilla ubica que la acción del relajo sólo es concebible en comunidad, pues requiere
la participación de los demás para hacer su espacio existencial en movimiento. Sin embargo,
si bien el escritor crea en un espacio solitario, apela al puente virtual entre la génesis del
ya que él no participa de ello, sino que se va “al más allá”, y a través del simulacro de su
muerte, se burla de los presentes. Con ello se espera una subversión de la solemnidad en su
velorio.
Hay pocos momentos de risa en Albur de amor que sean de relajo, pues existen
pasajes de profunda ironía y de humor catártico. Portilla aclara que “La ironía quiere la
las ocasiones el sujeto lírico demanda la verdad amorosa a quien decide abandonarlo, y ríe y
92
Jorge PORTILLA, Fenomenología del relajo y otros ensayos, México: Fondo de Cultura Económica, (1era.
edición en Biblioteca Joven), 1984, p. 84.
110
Por su parte, Calacas posee un yo poético que no anhela solidarizarse con valores
ante lo que representa su experiencia de muerte. En oposición, más bien invita en silencio a
como “echar relajo”; es decir, un mismo acto de gratuidad, entonces tal frescura baña
constantemente Calacas.
que piensa, deja clara su contraposición de un valor más alto que el ostentado por el
interlocutor; o bien, por el sujeto referido. Esto lo hace ser un moralista que sobrepone su
Con base en esa reflexión sabemos que los sujetos líricos que crea Bonifaz Nuño
algunas veces ironizan en el sentido moralista, sobre todo provocado por el resentimiento
hacia la amada: con su ironía intenta hacer distancia respecto al dolor de una muerte
por encima de uno deconstruido. No hay tal. Sencillamente su negativa está dirigida a no
hacer nada, a no comprometerse, pues con una aparente irreflexión está desechando la
Hay varios momentos de risa irónica y relajienta en su poesía, pero sobre todo en el
tema de la muerte destaca la risa del humorista, pues éste es un gran estoico que asume la
dureza de la vida como algo irremediable; y ante ello, reír es lo mejor que puede hacer para
hacia sí mismo, pues rechaza la pasividad de ser víctima o receptáculo de las vicisitudes.
111
Este concepto de humorista, que tan bien le queda a los sujetos líricos de la poesía
del relajo:
ante la muerte, vista como una realidad parcial cada vez más totalizadora.
Adelante la pantomima:
igual que a las torres de los reyes
y a los jacales de los pobres,
con equitativo pie a mi puerta,
tin-tin, están llamando ahora;
sé quién es, tin-tin, y me resisto
a abrirle, y estoy, tin-tin, abriéndole.
(C, 9)
muerte. En vez de tener los músculos endurecidos de quien abre el umbral con ira, terror o
que llama a la puerta en Coplas a la muerte de su padre el Maestre de Santiago Don Rodrigo
Manrique: “(...) en la su villa de Ocaña/ vino la Muerte a llamar/ a su puerta,// diciendo: “Buen
93
PORTILLA, 78.
112
esfuerzo famoso/ en este trago (...)”94
Asimismo, tenemos otro referente de este diálogo de la Muerte con el poeta en el texto
“Iba yo por un camino” dentro del libro El son entero, de Nicolás Guillén: “Iba yo por un
camino/ cuando con la Muerte di./ —¡Amigo! —gritó la Muerte—/ pero no le respondí—,/ miré
no más a la Muerte,/ pero no le respondí.// Llevaba yo un lirio blanco/ cuando con la Muerte
di./ Me pidió el lirio la Muerte,/ pero no le respondí,/ miré no más a la Muerte,/ pero no le
respondí.// Ay, Muerte,/ si otra vez volviera a verte/ iba a platicar contigo/ como un amigo:/ mi
lirio, sobre tu pecho,/ como un amigo:/ mi beso, sobre tu mano/ como un amigo;/ yo, detenido
hecho elegir la palabra “calacas” dice mucho sobre la imagen caricaturesca, más a la manera
de Catrina que como parte de la tradición prehispánica, por lo menos en este libro.
José Guadalupe Posada (1852-1913), quien caricaturizaba sin distinción de rango lo mismo a
Porfirio Díaz, que a Francisco I. Madero, a Emiliano Zapata o a los hermanos Flores Magón;
por la Calaca desnuda, festiva e implacable que convivía en los grabados de principios del
Posada creó su obra en medio de una realidad social que apilaba innumerables
cadáveres cada día: el horror inmediato de la Revolución Mexicana le dio la claridad para
94
Jorge MANRIQUE, Coplas a la muerte de su padre y otras poesías, México: Editores Mexicanos Unidos,
2000, p. 32.
95
Nicolás GUILLÉN, “Iba yo por un camino”, en El son entero. Biblioteca Virtual Universal.
[Http://www.biblioteca.org.ar/libros.88723.pdf. p. 22. /12/05/2010.]
113
Bonifaz Nuño con la muerte fue con hombres revolucionarios que llevaban a fusilar cerca de
su casa.
Una calavera es sólo el cráneo descarnado, sin vida; sin embargo, una calaca es el
esqueleto completo que se traslada, persigue, danza y, con todas esas posibilidades de
movimiento, se yergue ante el yo poético como un verdadero alter ego de otras dimensiones.
Como antecedente plástico, éste es el esqueleto de las danzas macabras europeas —sobre
escenas cotidianas a modo de advertencia sobre el carácter finito del ser humano para que el
Bonifaz Nuño; sin embargo, desde poemarios anteriores como Albur de amor, vemos la
presencia de esta voz popular con características muy esquemáticas, sobre las cuales han
escrito varios teóricos de lo mexicano desde la primera mitad del siglo XX.
Comenta sobre esta afición humorística que tiene a construir como yo poético la figura
El libro que más quiero es Calacas, ahí hice algo que me dio mucho placer:
está escrito en un tono de pelado mexicano. Ahí están citados Horacio,
Virgilio, Homero, Quevedo, el Anónimo Sevillano, Jorge Manrique, Manuel
Gutiérrez Nájera, El Cantar de los Cantares; es mi poema más desnudo y
96
más eruditamente de pelado mexicano.
Bonifaz Nuño especificó las razones por las cuales se identifica orgullosamente con la
figura del “pelado mexicano” en una entrevista que le realizó Rafael Luviano Delgado en
96
BONIFAZ NUÑO, “Notas autobiográficas”, [http://www.letralia.com-notas-auobio-punto-de-lectura-
textualidades.htm escan p. 56. 03/10/2008 ]
114
— Hábleme del “pelado” al cual usted trató de acercarse al elaborar estos
poemas...
Dentro de los múltiples análisis que se han hecho sobre el “pelado”, el realizado por
Lizardi, nos ayuda a ver de manera más clara esta influencia en Bonifaz Nuño.
expresividad popular mexicana, la cual ha quedado registrada a través, sobre todo, de tres
Albur de amor declara: “Perdí el albur, pero me sobra/ el valor. Lo escribo y te lo firmo:/ lloro
por las sotas, pues bien sabes/ que los caballos me dan risa.” (AA, 179).
injusticia (...)/ y el muerto a solas, y el sin nada.” (FP, 278), y la aborda de manera más
97
Rafael LUVIANO DELGADO, “Sólo el `pelado´ puede recuperar la dignidad”, en “El Búho”, supl. de
Excelsior, México, 13 de enero de 1988, p. 2.
98
Agustín YÁÑEZ, “Estudio preliminar” a El pensador mexicano de Joaquín López de Lizardi, México:
Universidad Nacional Autónoma de México, 1940, p. XXV.
115
tangencial en el tono desafiante de El ala del tigre: “Y sólo por el gusto de morir, vivimos.”
(AA, 372)
Sobre el “pelado mexicano” tiene mucho que decir el precursor de este concepto:
Samuel Ramos en El perfil del hombre y la cultura en México, y posteriormente, Octavio Paz
mientras mayor es el intento por demostrar estas dos características, más marcada es la
debilidad oculta.99
Pero es Roger Bartra100 el ensayista que ha aportado una visión más completa sobre
“el pelado”, cuyo antecedente se ubica en el “lépero” novohispano, quien agrede porque no
terminado de desarraigarse del campo, pero tampoco ha podido apropiarse del espacio de
las ciudades como parte de su identidad, por lo tanto sufre indefinición y doble autoexclusión.
indio melancólico.
ante las tragedias personales de estos desheredados y la aparente actitud distante que
siente sitiado: a veces elude con frases sin sentido, tipo cantinflesco; y en ocasiones, agrede
99
Samuel RAMOS, El perfil del hombre y la cultura en México, Buenos Aires: Espasa-Calpe, 1951 y Octavio
PAZ, El laberinto de la soledad, México: Fondo de Cultura Económica, 1998.
100
Roger BARTRA, La jaula de la melancolía. Identidad y metamorfosis del mexicano, México: Grijalbo, 1987.
116
conforme al cinismo que no acepta responsabilidad sobre sus actos. Las formas en las que
se escabulle son comparadas por César Garizurieta101 con Cantinflas, personaje cómico
mexicano del siglo XX, con tendencia a huir y a encarnar el resentimiento de una clase social
Podemos decir que el lenguaje del “pelado mexicano” tiene dos ramificaciones:
evasión cantinflesca y exabrupto violento, ambas provienen del temor a mostrarse débil.
declara desfachatado: “Que en habiendo viejas y dinero,/ pinche Pelona, me das risa.” (Cal.
Calaverilla, te lo digo;
te lo estoy firmando, Dientoncilla:
antes de eso, lo que el aire a Juárez;
no podrás, la víspera, abolirme.
(C, 36)
gigantesca y paralizadora que en realidad representa la Muerte, contra la cual nada puede
Las formas en las que llama a la muerte son una expresión de la riqueza de la cultura
101
César GARIZURIETA, Catarsis del mexicano, México: Letras de México, 1959.
117
popular mexicana, pues en el folclor nacional se le denomina, ya sea por las características
físicas que le atribuye el imaginario colectivo; ya sea por la función implacable que lleva a
cabo. Juan M. Lope Blanch consigna en su libro Vocabulario mexicano relativo a la muerte
muchas de las expresiones con las cuales se le nombra: la catrina, calavera, la calva, la
la patas de hilo, la patas de hilacha, la patas de alambre, la patas de hule, la patas de popote,
la tía de las muchachas, la bien amada, la amada inmóvil, la novia fiel, la cierta, la güera, la
También como parte de las tradiciones populares trascribo un fragmento de otro son
102
Lope Blanch especifica sobre este término que “Cuatacha es forma familia, amistosa, por cuate (Chabat);
ésta deriva del náhuatl coatl `culebra; mellizo´, que se aplica como fórmula de tratamiento familiar, a
personas de mucha confianza. Se dice también cuatezón-na.” Juan M. LOPE BLANCH, Vocabulario
mexicano relativo a la muerte, México: Universidad Nacional Autónoma de México, Centro de Estudios
Literarios, 1963, p. 24.
118
103
tú traes el cencerro.
popular del reto, y se siente aparentemente seguro de que triunfará por encima de las
artimañas de ella.
humorista, y da dos vertientes muy similares: el “pelado mexicano” y el clown. Pero no sólo
algunos de los sujetos líricos lo son, sino que en Calacas también la Muerte se convierte en
¿Qué llevaría a una voz poética a adoptar ella misma y hacer adoptar a otro personaje
esta condición? El sujeto lírico se coloca como clown, al igual que lo hace con la Muerte, ya
que ésta también asume una vida errabunda, es objeto de burlas y, a su vez, se mofa de
todos. La Muerte usa máscaras y se presenta como una figura pendenciera y escurridiza.
103
Antonio GARCÍA DE LEÓN, Fandango. El ritual del mundo jarocho a través de los siglos, México: Programa
de Desarrollo Cultural del Sotavento, (reimp.) 2009, p. 75.
104
Alfredo ROSAS MARTÍNEZ, El éter en el corazón. La poesía de Rubén Bonifaz Nuño y el pensamiento
ocultista, México: Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 182.
119
del clown para fantasear con algo de poder sobre ella, como sucede con los dioses creados
Por otro lado, también han hecho aportaciones sobresalientes sobre la idiosioncracia
mexicana Alfonso Reyes, con La X en la frente (1940); Emilio Uranga, en su libro Análisis del
ser del mexicano (1952); Jorge Carrión, en Mito y magia del mexicano (1952) y Santiago
A Bonifaz Nuño le interesa expresar esta alma mexicana, y así lo expone en la citada
Esta tendencia de ver al mundo “como enemigo” es explicada también por Uranga en
siente ofendido, amenazado, disputado o denigrado por cualquier ser o circunstancia, asume
una animadversión obsesiva, y ésta se convierte en símbolo de una batalla que parte de la
El poeta retrata al “pelado”, sin duda, pero lo que resulta de una gran profundidad es
infatigable rumiación tan propia de nuestros monólogos a solas. Emilio Uranga describe este
105
Rafael LUVIANO DELGADO, “Sólo el `pelado´ puede recuperar la dignidad”, en “El Búho”, supl. de
Excelsior, México, 13 de enero de 1988, p. 1.
120
La rumiación interior compone el tercer elemento caracterológico del
sentimental. Preservar el ser no tiene más sentido que permitir o dar lugar a
un sustituto interior a la actividad, a una especie de ensoñación, de repasar
y repasar todo lo vivido, de marchar y contramarchar con la experiencia
106
interior.
Y la memoria me devuelve
míseros, amargos niños; rabias
envejecidas como calles
anónimas, como estar enfermo.
(AA, 152)
Cuando el yo poético dice “sin causa recordados” alude a uno de los principales
específico ni una circunstancia que la genere. El mexicano rumia su pasado porque es una
actividad intensa que contrarresta la impotencia por haber omitido en su momento la acción o
externa con la rumiación interior siente que esto le devuelve un poco de control, aunque sólo
violencia, pero lo hace como un recurso contra la impotencia de saber que la muerte lo va
haya dejado la lucidez para sentir con toda magnitud tal tortura.
106
Emilio URANGA, Análisis del ser del mexicano, México: Gobierno del Estado de Guanajuato, (Serie: Obras
de Emilio Uranga), 1990, p. 33.
121
del espinazo, a tu conquista,
miseria a miseria me acostumbras.
Y lo peor: no idiota yo del todo,
con el no dormir me desconsuelas
para obligarme a resistirte.
(C, 29-30)
pues dentro del desconsuelo sólo le queda el recurso de reírse de sí mismo, y para ello
carácter animal de mamífero decrépito a su cuerpo. Y en vez de usar eufemismos para decir
que las enfermedades no lo han disminuido por completo en sus capacidades intelectivas y
perceptivas, sin más se autonombra “idiota”, pero eso sí, no del todo.
descubre una proclividad a las concepciones extremas sobre el mundo: el mexicano concibe
a los agentes externos como amigos o enemigos. Por ello el mundo le representa un estado
permanente de zozobra, que intenta ocultar con una indiferencia artificial, cínica y exagerada,
Sin embargo, no es así en todas las circunstancias, ya que si bien es cierta esta
para ocultar un exceso de preocupación sobre ciertos asuntos en los que siente no tener
107
Jorge CARRIÓN, Mito y magia del mexicano, México: Espasa-Calpe, 1970, p. 55.
122
control o esperanza. En Fuego de pobres se expresa el verdadero sentir oculto detrás de la
También hallamos una alusión a ello en Siete de espadas, además de que añade más
frases propias del típico “pelado mexicano”, según las características de autoliberación que
resultado en la poesía de Bonifaz Nuño si hubiera elaborado versos que expresaran tal cual
la actitud a la que se refiere Carrión. En cambio, lo que hizo el poeta fue declarar la auténtica
intimidad, comprometida las más de las veces con la simulación o con el silencio.
que se dice y de lo que no se dice: en ambos planos de comunicación nos hace saber el
dolor por todas sus pérdidas; las que le representan mayor seguridad (el amor, su actividad
envalentonado; desde la risa escéptica, irónica o humorista hasta el tono intimista de quienes
123
El yo poético de Calacas combate y se hermana con su finitud, la cual se le va
anunciando en el deterioro físico. Maneja la risa burlona ante una imagen opuesta, pues el
azúcar en exceso es un elemento que se asocia de inmediato con una dieta inadecuada, y
sucede que no sólo contiene azúcar la calavera, sino está hecha por completo de este
ingrediente. Sin embargo, le reclama con desdén para hacer la analogía de ella con la
imagen contraria: “No de azúcar, pesas, fatigosa/ como una dieta balanceada.” (C, 12)
El poeta hace una parodia que involucra una rica gama de emociones respecto a las
El poeta une dos instantes en la cultura de nuestro país: la poesía reflexiva sobre la
ríe de la Muerte con mayúscula sólo para estar seguro de que una parte de él es capaz de
reírse de la impresa con minúscula. Aspira a mofarse de la muerte que ya no ostenta una
personalidad caricaturizada; reírse, como si nada, sin tener la necesidad de disuadirla para
Sobre esta misma estrofa comenta Joaquín Sánchez Macgrégor: “La mofa, el
124
poesía náhuatl.”108
bravuconería del “pelado mexicano” para adoptar la reflexión intimista de nuestras raíces en
tragedia del término de la vida, y le da un carácter desacralizante para tomar cierta distancia
y, hasta cierto punto, una aparente superioridad sobre el gran relato de la muerte.
108
Joaquín SÁNCHEZ MACGRÉGOR, “Las calacas de Rubén Bonifaz Nuño”, en Revista de la Universidad de
México, núm. 30, México, agosto, 2006, p. 3.
125
SEGUNDO CAPÍTULO
Este trabajo pretende identificar los tópicos clásicos presentes en su obra como una
constante que toca en múltiples ocasiones la temática de lo mortal. Es por ello que inicio el
desglose con algunas evidencias de cómo el poeta ha retomado el carpe diem (agarra el
día), el tempus fugit (el tiempo huye), el non omnis moriar (no moriré yo todo), la muerte
igualadora y el ubi sunt (¿dónde están?) como tópicos que dan un carácter universal a su
clásica, sino tomar rasgos de los motivos literarios para profundizar sobre el tratamiento que
cultura clásica. Han abundado sobre ello críticos como Sandro Cohen, Helena Beristáin,
Evodio Escalante, Bulmaro Reyes Coria, Alfredo Rosas Martínez y Hernán Lavín Cerda,
entre otros, pues su actitud universal se nutre de manera muy vívida a través de ella, así
109
A/ “ALBUR DE AMOR, 3:
En el agua escrito y en el viento/ quedó el amor perpetuo. Sombras.
Compárense con:
B/ CARMEN LXX, traducido por el mismo Bonifaz:
Dice; mas lo que dice la mujer al amante anheloso/ conviene que se escriba en viento y en agua rápida.”
Citados por Bulmaro REYES CORIA, Del poeta humanista Rubén Bonifaz Nuño, México: Editorial
Cromocolor, 2005, p. 17.
126
2.1. Carpe diem
El carpe diem en Bonifaz Nuño es un paso más allá de la exhortación; implica haber
asimilado esta actitud vital: gozar el presente como un estilo de ser. El “agarrar el día” es
resultado de tener claros tanto la condición finita del ser humano —ya que puede cesar su
vida en cualquier instante— como el proceso de deterioro del cuerpo físico hasta llegar a su
decrepitud.
En la Oda 11 del Libro Primero de Horacio, Bonifaz Nuño realiza una traducción sobre
el carpe diem como “agarra el día”, y esta elección de palabras dice mucho acerca de su
lúdica actitud de “pelado mexicano”, pues exhorta a un compromiso vital más agresivo, más
diferencia de Méndez Plancarte, quien tradujo en 1946 “carpe diem, quam minimum credula
postrero” como “Ves tu flor? Cógela!/ Del mañana/ Seamos crédulos! (sic)”111; o bien
Francisco Montes de Oca tradujo en 1973: “Coge este día y fíate lo menos posible en el
siguiente.”112 Por su parte Aurelio Espinosa Polit traduce en 1960: “goza el día de hoy: ¡quién
110
Epodos, Odas y Carmen Secular de Horacio, Introducción, versión rítmica y notas de Rubén BONIFAZ
NUÑO, México: Universidad Nacional Autónoma de México, 2007, p. 46.
111
Alfonso Méndez Plancarte, (estudio, versión rítmica y notas de), XL Odas de Horacio, México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 1946, p. 14.
112
Francisco MONTES DE OCA, Odas y Épodos. Sátiras. Epístolas y Arte Poética de Horacio, México,
Editorial Porrúa, 2006, p. 12.
127
sabe si mañana otro tendrás!”113
Mientras que José Luis Ortiz-Cañavate traduce en 1965: “Es preciso, pues, coger el
El tópico del carpe diem se ubica también en algunos poetas griegos como Arquíloco
de Paros (680-645 a. C.), quien subraya la gracia de los vivientes, en oposición a un mundo
sin vida, y Anacreonte de Teos (572-485 a. C.) en su Oda IV116, Asclepiades de Bitinia (124 a.
C.-40 a. C.)117 y Rufino (ss. VII-VI a. C.)118. Asimismo, Semónides de Amorgos (ss. VII-VI a.
C.) exhorta:
una actitud contraria a los necios, ya que reflexiona el poeta griego, no son sino seres
parecidos a las bestias sin conciencia de su finitud, y viven como si esto no importara.
Por el lado de la poesía latina tenemos dos ejemplos en Sexto Propercio (47 a. C-15
a. C.) y en Quinto Horacio Flaco (65 a. C.-8 a. C.). El caso de Propercio es comentado por el
113
Aurelio ESPINOSA POLIT, Lírica horaciana en verso castellano (Odas, Épodos, Canto Secular), México:
Editorial Jus, 1960, p. 71.
114
José Luis ORTÍZ-CAÑAVATE, Odas y Épodos de Horacio, (Versión y estudio preliminar de) México:
Ediciones Ateneo, 1965, p. 46.
115
Alejandro BEKES, Odas de Horacio. Edición Bilingüe, (Introducción, traducción y notas de), Argentina:
Editorial Losada, 2005, p. 111.
116
“Porque antes que yo baje/a los reinos del Orco,/ quiero aliviar cuidados/ y males temerosos,/ y hartarme de
contentos,/ pues la vida es un soplo”. Traducción de Quevedo “Anacreón español”, 1648, publ. B.A.E., vol.
69, p. 441 y 445. Citado por Blanca GONZÁLEZ de Escandón en Los temas del “carpe diem” y la brevedad
de la rosa en la poesía española, Barcelona: Universidad de Barcelona, 1938, p. 43.
117
“Entre los vivos se gozan los placeres de Cypris./ En el imperio de Aqueronte, pobrecilla/ no seremos ya sino
hueso y ceniza.” Apud GONZÁLEZ, 65.
118
“¿Qué es vivir sino gozar? ¡huid, pesares! ¡Ven a mí, oh, Baco!/ A mí la danza, las coronas de flores, las
bellas muchachas. Quiero hoy todas las embriagueces. ¿Qué será de mí mañana?” Apud por GONZÁLEZ,
67.
119
Rubén BONIFAZ NUÑO, Antología de la lírica griega, México: Universidad Nacional Autónoma de México,
1988, p. 103.
128
mismo Bonifaz Nuño en su libro Los reinos de Cintia, y en su calidad de crítico nos dice:
(...) teniendo que admitir que en cualquier momento la sombra de una noche
perpetua ha de llegar a posársele en los ojos, a llevarse sin revocación la luz
del gozoso destino, decide que lo sólo que queda por hacer es gozar de la
felicidad presente, saciar las miradas con la desnudez del amor, agotar hasta
el fondo los secretos de la efímera alegría. Y se propone como norma:
“Mientras nos lo admiten los hados, de amor los ojos saciemos (II, XV, 24). Él
sabe que como las horas del amor, los amantes no son, en su mortal
mudanza, muy diferentes a las flores dispersas en las copas tristemente
alegres de las fiestas.
(...)
Por esto, la misma muerte se transforma en el origen de una vida más aguda
y completa, más ardiente en sus lumbres, más ávida de jubiloso placer.
Contaminado por la tiniebla mortal, intensifica el amor las vitales potestades
120
luminosas.
Mientras Horacio reflexiona sobre el tiempo que huye con la velocidad simultánea a la
que pasa una conversación, e incita a descreer del mañana —pues en él no hay realidad
sino mera especulación—121, Albio Tibulo (54 a. C.-19 a. C.) arenga al goce antes de que
En la poesía de Bonifaz Nuño se ven dos aspectos de este carpe diem; en el primero
deja de ser una mera exhortación, y se convierte en un ejemplo sensible de cómo verbaliza
Aquí hay una constante en los símbolos diurnos por la luminosidad a partir de las
120
Rubén BONIFAZ NUÑO, Los reinos de Cintia. Sobre Propercio. México: Colegio Nacional, 1978, p. 96.
121
“¿Ves tu flor? Cógela/ Del mañana/ seamos incrédulos”, en Rubén BONIFAZ NUÑO, Antología de textos
clásicos grecolatinos, México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1994, p. 482.
122
“”En tanto mientras los hados déjannos, unamos amores:/ vendrá la Muerte, oculta en sombras la cabeza;/
ya infiltraráse la inerte edad, ni amar será justo/ ni pronunciar halagos con la cabeza cana”, Rubén BONIFAZ
NUÑO, Antología de textos clásicos grecolatinos, 496.
129
pruebas superadas durante el régimen nocturno. Parece decir, junto con León Felipe: “Luz,
cuando mis lágrimas te alcancen/ la función de mis ojos ya no será llorar sino ver”123. Y por
esta razón la luz está en la mirada implícita, se muestra como lámpara incluyente de sus
El poeta armoniza esta expresión con una estructura eneasílaba trocaica (acentos en
sexta y octava) y decasílaba trocaica simple (acentos en impares, énfasis en quinta), lo cual
Por su parte, la amada hace un tipo de carpe diem ya aplicado a su vida cotidiana,
La amada ofrece un espejo al sujeto lírico para apreciar y, quizá, imitar la belleza de un
ser viviendo en la conciencia de lo que es y de lo que no es: como resultado de ello, se goza
con los recursos de aliteración como redoble (en la reiteración de las sílabas “que” y “los”),
así como un isocolon de gradación ascendente, cuando repite las expresiones de inicio,
precisamente en las sílabas de redoble (“que pueden ligar entre sí a las gentes/ que todos
Este fragmento es tomado de Los demonios y los días, poemario amétrico de gran
sílaba—, lo cual forma parte de una etapa exploratoria en la mirada del poeta, pues se dirige
hacia el colectivo y crea una ruptura con la belleza canónica a través de lo grotesco como
categoría estética.125
Tanto en poetas griegos como en latinos el tempus fugit está muy ligado a las evidencias de
Publio Virgilio Marón (71 a. C-19 a. C) escribe en sus Géorgicas III: 284-285: “Sed
fugit interea, fugit irreparabile tempus/ Singula dum capti cincumvectamur amore.” En la
traducción que hace Bonifaz Nuño leemos: “Pero huye, entre tanto; irreparable huye el
Mimnermo de Colofón (finales s. VII a. C.), poeta griego, dice que es cruel el tiempo de
la senectud, pues confiere fealdad y maldad; arrebata el placer de los amores clandestinos, y
125
Cha cha cha. Bailemos. Hiervan los ruidos./ Siga el vacilón. Bailemos diente con diente.// Y el Desharrapado
enrosca la cola/ y su cacerola mueve, y atiza/ su lumbre. Bailemos./ Pobres marranos.// Nos dan el compás.
Demos el brinco./ Ya se está cociendo el arroz. La ronda/ de sordos borrachos, de paralíticos/ y de
homosexuales frenéticos.// Una lagartija incubada nace:/rompe el cascarón de un ojo de gato/ y empieza a
nutrirse con viejas máquinas. (p. 121) Los cuerpos azules de las mujeres/que vemos morir en las ventanas./ Y
flores monstruosas, intestinos/ que pasan torcidos como serpientes;/ corazones, sapos en agonía/ moviéndose
en medio de las calles. (p. 130).
126
VIRGILIO, Geórgicas, Introducción, versión rítmica y notas de Rubén BONIFAZ NUÑO, México: Universidad
Nacional de México, Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana, 1963, p. 57.
131
torna al anciano en objeto de rechazo de quienes aún gozan niñez o juventud. En este
(...)
mas poco tiempo dura, como al igual de un sueño,
la juventud preciada; y, pesarosa y deforme,
de pronto la vejez en la cabeza cae,
odiosa e indigna, que pone no conocible al hombre,
y los ojos le daña y su alma esparce en torno.
(...)
Ojalá, pues, sin enfermedades ni penosos cuidados
sexagenario me halle la Moira de la muerte.127
Para algunos autores clásicos la senectud era una humillación por ser lo opuesto a la
belleza y a la armonía, tan caras a sus ideales. Mal mayor que la muerte, sí había: la vejez.
haberse ido con prisa el tiempo de la salud, la belleza, la gracia y los bienes deseables; en su
lugar, quedan terribles enfermedades como antesala de la muerte. También llega ésta, según
el poeta griego, para unos por tormentas que los abaten en el mar, a pesar de luchar por
mantenerse vivos; y para otros, por su propio designio suicida al colgarse de una cuerda: tal
es la fragilidad de la vida.
En cuanto a la voz latina en este tema, Horacio128 ha sido un autor muy importante
para la visión de Bonifaz Nuño; y, por otro lado, Publio Ovidio Nasón (43 a. C.-17 d. C.)
resulta ser un exponente muy directo de las torturas que trae la vejez, y por ello lamenta en
su Ars amatoria los cabellos canos y arrugas que aran los cuerpos.
Bonifaz Nuño ha analizado este aspecto en su libro Ovidio. Arte de hacerse amar, y al
trascribir un fragmento de la obra ovidiana nos deja ver, además, la influencia de este poeta
en él a través de la calavera como mensajera del destino común a todos los hombres.
127
BONIFAZ NUÑO, Antología de la lírica griega, 33.
128
“¡Ay, cómo fugitivos se deslizan,/ Póstumo, caro Póstumo, los años!/ Ni la santa virtud el paso estorba/ de la
vejez rugosa que se acerca,/ ni de la dura, inevitable muerte (...)”, Rubén BONIFAZ NUÑO, Antología de
textos clásicos grecolatinos, 478.
132
(...) el cabello, pues, pierde ya su antiguo color para cobrar el de la ceniza,
el polvo o el humo, o bien desaparecer por completo, y descubre, bajo el
pellejo lamentable y grasoso, la forma amenazante y rígida de la calavera,
síntoma de la inevitable muerte. Y todo eso acontece ya, está aconteciendo
129
a todas horas con acelerada precipitación.
El tempus fugit por medio de la vejez aparece en la obra de Bonifaz Nuño desde sus
corona para que lo rechace cuando empiece a mostrar todos los signos físicos de decrepitud.
corrompido jamás por tal decadencia, pues la supra humanidad conferida a la mujer-diosa,
no le permitirá envejecer. Así como Amado Nervo (1870-1919) canta a la muerte de Ana
Cecilia Luisa Dailliez con un tono desgarrador, el sujeto lírico de El Manto y la corona emite
quien queda inmovilizada por la muerte, aquí el yo poético desea dar ese mismo carácter de
129
Rubén BONIFAZ NUÑO, Ovidio. Arte de hacerse amar, México: Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Filológicas, 2000, p. 136.
133
El tono confidencial enumera los rastros que va dejando el deterioro en el cuerpo
físico, seguido por tres imperativos cargados de horror, y la súplica hacia la amada para que
se vincule de manera diferente a él con el tiempo: una relación menos adusta, menos
licencia que otorga al receptor de su mensaje poético para que le inflija algún daño, como lo
Entrega desesperadas razones por las que no debería apiadarse de él la amada: “de
mis ojos hinchados, de mis dientes/ postizos, de las canas que me salgan/ por la nariz. (...)”.
Y esto lo logra por medio de un isocolon en acumulación; es decir, una cadena enumerativa
heptasílabos son trocaicos (acentuados en cuarta), seguidos en frecuencia por los dactílicos
(acentuados en tercera).
Pero no es sino hasta Del templo de tu cuerpo que un hombre de setenta y dos años
escribe desde una pasión que ya no puede expresar con el vigor físico de la juventud. En
contraste con el cuerpo de la joven atleta de veinte años, el suyo apenas soporta la
130
Helena Beristáin menciona este mismo ejemplo como permisión en su Diccionario de retórica y poética,
México: Porrúa, 2004.
134
humillación de ser senecto.
mismo que el espíritu, y para ello hace uso de la representación simbólica del árbol de las
narrativa de Jorge Luis Borges) se observa en los paréntesis gráficos o tácitos, los cuales por
determinante de todo lo que nos van a decir las líneas versales posteriores a estos.
(“Yo, vestido y viejo, carcomido/ y ciego, me arriesgo a tus veinte años”), ya que las
gozar la flor de la biznaga” tiene un carácter indómito, y por lo tanto, admirable, ante la
131
Como la definición que da Beristáin de prosapódosis es la siguiente: “figura retórica que se produce al repetir
una expresión con calidad de paréntesis sintáctico/semántico o métrico, debido a que agrega un
pensamiento secundario y explicativo (“subnexio”) que fundamenta o aclara al pensamiento principal.” En
Diccionario de retórica y poética, p. 410, la idea de prosapódosis se aproxima y al mismo tiempo se
contradice en el uso que da Bonifaz Nuño a estos paréntesis. Es por esto que lo llamo “anti-prosapódosis”.
135
intrepidez de llegar hasta la cactácea. Sin embargo, quien lo hace “a tientas”, con la ceguera
la cólera, Cayo Valerio Catulo, que la senectud es un estado denostativo para el cuerpo; y
que, en contraste, la juventud implica una etapa de apego a los sufrimientos y esplendor
físico. En el capítulo “La belleza: el otro mundo del depresivo”, Kristeva problematiza:
Entre la idealización más del cuerpo que del alma, el sujeto lírico se muestra con toda
la vulnerabilidad que le aflige. Le place, por masoquismo, describir a la mujer de este libro
como un ser sin piedad; genera un autorretrato para denigrarse ante el objeto de deseo;
sublima lo que considera la crueldad de la vida expresada a través de los rasgos de la vejez
personal.
Aquí el tema del tiempo es fundamental, pues éste se manifiesta en el libro como una
entidad voluble, clandestina, voluntariosa, con el poder de trasgredir a su antojo los ideales
del artista, y arrojarlo a la ruina de los achaques y los males. El tiempo decide
arbitrariamente dejar incólume la piel de la joven, quien sólo tiene desdén y olvido para el yo
132
Julia KRISTEVA, Sol negro. Depresión y melancolía, Venezuela: Monte Ávila Editores, 1991, p. 86.
136
que me precipita y me hace viejo.
(DTC, 272)
El tiempo es el agente que, a través de cinco acciones hacia el sujeto lírico (arrastrar,
carcomer, arruinar, precipitar, hacer viejo) y tres hacia la amada (custodiar, preservar,
perdonar), define los sitios que ocupan el dolor y el placer, pues la amada es una diosa, y las
diosas no envejecen.
El tiempo juega con la figura del esqueleto para dejar un mensaje. Como se vio en
Ovidio al mencionar este elemento, así en la poesía bonifaciana se alude con frecuencia a la
estructura ósea a manera de recordatorio: bajo nuestra piel nos acompaña la muerte.
Amenazados, confundidos.
Umbrales en peligro. Yo diría
que es por la edad; que con la edad aumenta
de largo y de redondo el esqueleto;
que los forros van quedando chicos
133
a los huesos salientes, y se muestra
desvergonzadamente la cebrada
torre de las costillas, y los goznes
arácnidos de los pies y manos
bailan al viento más, y se descubre
la florecida risa amarillenta
de un cirquero sin bienes.
Yo diría
Que no es cosa de miedo;
que uno es capaz de acostumbrase a todo.
(FP, 251)
La imagen de nuestro esqueleto es una muerte dinámica, que nos acompaña solícita y
la Edad Media134. Con el esqueleto cubierto por la piel aún no ha alcanzado la sabiduría, sólo
133
Cfr. Con el poema de su contemporáneo Eduardo Lizalde, con el mismo motivo de la muerte más íntima que
el cuerpo mismo. En El tigre en la casa: “Hay un lejano olor a muerto en todo el aire./ Alguien se muere
aquí,/ muy cerca, en el jardín de al lado./ tal vez aquí, junto al umbral,/ más bien adentro de la casa, en el
pasillo,/ y no, más cerca, en este cuarto donde moríamos/ juntos./ No, tampoco./ Más cerca aún, junto a mi
cuerpo./ Y no, más cerca.” O Rosario Castellanos en Lívida Luz: “Algún día lo sabré. Este cuerpo que ha
sido/ mi albergue, mi prisión, mi hospital, es mi tumba.”
134
Expresión artística medieval que lleva al tópico de Memento mori tanto en literatura como en pintura y
escultura, cuyo principal objetivo es hacer pensar a los que viven despreocupados que su vida tendrá fin en
cualquier momento. Imagen típica de la danza macabra entre vivos y muertos popularizada en Alemania y
137
presiente y empieza a degustarla cuando nos dice que no hay motivo para temer estas
muerte: no al lado, no detrás, ni delante: no hay posibilidad de que se dé una distancia entre
ella y nosotros, por mínima que ésta sea: adentro de la piel, porque los nervios y los
músculos son sus lugares favoritos para contemplar nuestros actos de cada día, y sentirnos
dormir, mientras ella se va mostrando cada vez más dueña de la imagen con la que nos
presentamos.
Al final de la metáfora continuada lo que vemos es que “se descubre/ la florecida risa
amarillenta/ de un cirquero sin bienes.” Los dos adjetivos que escoltan a la risa tienen un
prehispánica en la poesía de Rubén Bonifaz Nuño está marcada tanto por simbolismo como
por figuras retóricas, sobre todo en Fuego de pobres, Albur de amor, El ala del tigre y Siete
de espadas.
enfocan más a la belleza de lo mortal, y al paso del tiempo desde una perspectiva filosófica
parecida a las aguas heracliteanas, nunca más las mismas a partir del instante que acaba de
pasar.
norte de Francia, sobre todo a partir de 1348, año de la gran peste negra, en la que sucumbiera la quinta
parte de la humanidad.
135
“En la cosmología mejicana el amarillo oro es el color de la nueva piel de la tierra o el comienzo de la
estación de las lluvias antes de que ésta reverdezca.” Jean CHEVALIER y Alain GHEERBRANT, El
diccionario de los símbolos, Barcelona: Herder, 2000, p. 87.
138
A la manera en la que reflexionaría Borges sobre lo precioso de los actos de los
mortales porque cada acto podría ser el último. Este “placer profundo” al pensar que
moriremos tiene ese matiz de trascendencia, por su mismo carácter de cosa ida, sin retorno.
Hay un epifonema (reflexión final profunda) con antítesis después de los dos puntos,
El sujeto lírico se asombra ante este fenómeno inaudito. El paso del presente al
pretérito en tan sólo un instante. Es así como la extraordinaria experiencia del presente
limitada a sólo cinco sentidos, aunado a la tenaz costumbre por atraer cualquier fenómeno
etiquetar lo que ni siquiera nos deja terminar de pensarlo porque al concluir cada oración,
gran oficio del escritor en el uso de figuras retóricas, ya que hay epanalepsis (/x...x/) con la
de expresiones al principio de varios versos) que inician con “ya tan”, así como la cita textual
recurrente en Bonifaz Nuño, con la cual traslada al lector a esa otra realidad temporal, o bien
139
2.1.3. Non omnis moriar
La concepción de la inmortalidad a través del arte, el honor del guerrero en las batallas y el
amor trascendente quedan consignados en poetas griegos como Calino de Éfeso (mitad s.
VII a. C.), quien considera actos dignos de semidioses las muertes en batalla.
Por el lado latino tenemos a Propercio, de quien el mismo Bonifaz Nuño comenta esta
característica: “El dolor rebaja y la muerte arrebata. Pero el poeta lírico, no en su vida sino en
su obra, puede lograr, a través de aquel rebajamiento y aquella pérdida, el principio del
libro 10137, así como a Horacio en sus Odas, específicamente en la Oda XXX del Libro
Bonifaz Nuño elige traducir el non omnis moriar por “No moriré yo todo”, en similitud a
la traducción que hiciera en 1965 José Luis Ortiz-Cañavete, pero se diferencia de las
elecciones que hacen Alfonso Méndez Plancarte, en 1946 (“No íntegro moriré”); Aurelio
Espinosa Polit, en 1960 (“¡No muero todo yo!”); Francisco Montes de Oca, en 1973 (“¡Yo no
moriré enteramente, no!”) y Alejandro Bekes, en 2005 (“No moriré del todo”).
El orden de palabras elegido por Bonifaz Nuño suena más natural que la traducción de
136
PROPERCIO, Elegías. México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1974, p. XL.
137
“Pues, si los presagios de los vates, de verdad tienen algo,/ no seré cuando muera, tuyo al instante, tierra.”
BONIFAZ NUÑO, Antología de textos clásicos grecolatinos, 514.
138
BONIFAZ NUÑO, Epodos, Odas y Carmen Secular de Horacio, México: Universidad Nacional Autónoma de
México, Bibliotheca Graecorum et Romanorum Mexicana, 2007, p. 181.
140
Bekes.139
En la lírica bonifaciana hay dos formas básicas de registrar este tópico de non omnis
moriar (no moriré yo todo) a través de la creación artística, y son: de su canto poético y del
amor a la mujer, y sólo hay un caso transparente sobre el non omnis moriar bélico. No
escribe sobre la trascendencia a través de los hijos, sino del amor erótico, de la poesía y de
Con esta enumeración el poeta nos da un panorama sobre las vidas multiplicadas de
Bolívar a lo largo del continente americano y sobre las obras que le dieron un estatus
inmortal. No muere él todo pues su espíritu guerrero edificó lo que está más allá de la
En el poema amétrico Canto llano a Simón Bolívar nos dice que el guerrero no se
resguardó tras un hijo físico; no quiso ser sólo un soporte para los triunfos de su
procreador, y no murió del todo precisamente por sus actos en ofrenda a un bien colectivo.
Nos recuerda este fragmento a las elegías de Propercio cuando, contra cánones
sociales, invita a Cintia a vivir su amor sin descendencia, al decirle: “Tú sola me places; te
139
Ver Bibliografía general.
141
plazca a ti, Cintia, yo solo,/ y este amor será más que la paterna sangre”,140 y asimismo se
hazañas bélicas, sino también a quienes las cantaron en la línea épica; o bien sostuvieron
luchas cotidianas, amatorias y reflexivas. El “no moriré yo todo” por el ejercicio poético es un
matiz que hallamos en la obra de Bonifaz Nuño, y resultan muy claras sus reflexiones sobre
trascender la muerte física en un poema que justo se llama “Poética”. Al principio del
fragmento a analizar nos advierte cómo la muerte lleva a cabo su tarea, pero el canto es su
antagonista.
Las últimas líneas versales con epífora (repetición de una misma palabra “tiempo sin
las cosas sujetas a mudanza.”141 Y más bien el escritor ubica al canto poético como la vía
alcanzar un tiempo eterno o sagrado, más allá de las limitaciones del tiempo profano
140
PROPERCIO, Elegías, elegía VIIA, p. 33.
141
Diccionario de la Real Academia de la Lengua Española, Madrid: vigésima primera edición, 1992.
142
Largo es el tiempo de la muerte. Corto
el que vivimos. Nada nos resguarda,
del todo somos indigentes.
Sólo nos ampara la belleza.
(I, 73)
como un ser protector nos disuade de su fuerza gracias a un ritmo con oraciones cortas y
encabalgamiento abrupto (“Largo es el tiempo de la muerte. Corto/ el que vivimos. Nada nos
resguarda”); además, también hay elisión de verbo copulativo para ganar agilidad.
Sobre la posibilidad de vencer a la muerte a través del canto poético José Emilio
Conviene recordar aquí la primera cita textual de este capítulo, en la que encontramos
seis elementos recurrentes sobre el tema de la muerte en Bonifaz Nuño: dos de estos
Hemos regresado a este texto para resaltar cómo habla en vocativo a una imagen casi
omnipresente, la cual le ha mostrado los signos del tiempo sagrado o el no-tiempo. Todo ello
142
José Emilio PACHECO, “Fuego de pobres”, en “México en la Cultura”, supl. de Novedades, México, 27 de
agosto, 1961, p. 8.
143
a raíz de la finitud del tiempo profano, y por ello tiene la claridad de ver a la muerte en los
reflejos de la belleza, ¿por qué la belleza es un espejo florecido?, ¿por qué la certeza de la
mortalidad es la voz del yo poético?; si hay una imagen desnuda de la muerte, ¿cuáles son
los ropajes con los que la cubrimos?; ¿cómo era la voz del sujeto lírico antes que la muerte la
humana. Ésta es una de esas ocasiones. La muerte otorga al alma un obsequio invaluable, el
que le podría proporcionar las más gozosas experiencias, si sabe asimilarlo: el contraste. Le
da el sueño, la tristeza, la nostalgia y el olvido para que se vuelva una buscadora de los
escapar de ella o no poder hacerlo de ninguna manera. Ambos casos representan una
fascinación sensible e intelectiva en el artista: dos misterios para jugar con muchas de las
cartas que halla en el lenguaje, y escribe para ganar, incluso al describir cómo es que pierde.
En las raíces latinas también hay una aportación de Propercio al tema del non omnis
moriar (no moriré yo todo), pero en este caso es vía la experiencia amorosa. Bonifaz Nuño
vuelve a comentar sobre las concepciones que el poeta romano vierte acerca de ello.
(...) Pero como la vida no es otra cosa que la oportunidad de amar, el amor
extenderá tal oportunidad a la muerte, identificada consigo mismo, y de tal
144
manera la muerte será ocupada por los júbilos y los pesares de que él
mismo se acompaña siempre. (...) En la necesidad que Propercio tiene de
poseer, el amor se manifiesta como un puente que une y concilia y funde
entre sí a los dos contrarios, vida y muerte, y alcanza en algo a tomarlos y
hacerlos en cierta forma suyos, al adecuarlos a los opuestos impulsos de
143
su propios ser.
precisamente, vemos en este tema el coincidentia oppositorum como vínculo con propuestas
de universalización, tanto en autores clásicos como en los barrocos que beben de la tradición
Bonifaz Nuño une la poesía y el amor como experiencias que posibilitan esta
apariencia es irrebatible: “No todo ha de morir porque ha nacido”. Este tono triunfal de quien
ha hecho un hallazgo que vale la pena mostrar, corrobora la fuerza espiritual del hombre
frente a su frágil naturaleza. A esta naturaleza alude con dulzura en la imagen de la calavera
columnas: el canto y el amor, ya que es consciente del por qué le fue dada la voz, y la pone a
disposición de su amada. Eterniza con palabras, incluso la “carne enferma”. Esto es signo de
la decadencia que abreva en las aguas de la mortalidad, pero él relativiza por la epifanía que
las vibrantes simples /r/ y las vibrantes múltiples /rr/, y esto es válido también para el
Une amor y canto con suma transparencia: “Ya te sigue por siempre con sonido mi
amor”, pues justo ése es el brillo de lo eterno que contrarresta la corrupción corpórea propia
eso, el no morir. (...)—, pues en esta expresión parentética guarda el núcleo del hallazgo.
poéticamente. Asimismo, más de diez años después de este texto conjuga los elementos
masculino, femenino, canto y eternidad, pero en un sentido más abstracto, como sucede en
Siete de espadas.
146
alumbre y suba para siempre,
y grano a grano la mazorca junte
la hora de su muerte, y que reviva.
(SE, 329)
llegar a la vida otra vez. El fuego hace presencia por medio de una aliteración con
destructor que, sin embargo, genera calor y luz vitales. En ese orden.
en Siete de espadas aplica esta perspectiva a través de la “piedra de pan”. El sujeto lírico
abandona la agresión como defensa, y en su lugar coloca la voluntad de compartir con arrojo
un alimento estético, como pudiera ser la nutrición espiritual que ofrece la poesía.
símbolo del principio femenino co-creador. El proceso del cual es parte finaliza con el oro;
145
En Los demonios y los días quise expresar el sentido de la vida cotidiana y de encontrar, en cierta forma, el
sentido heroico de la vida común. La expresión es en apariencia más directa pero en realidad procuro dibujar
en dos planos: uno, el de lo que es directamente un individuo, y el otro donde lo directo se convierte en
general; en suma se trata de una realidad general compartida. Esto es precisamente lo que tal vez pueda
hacer la poesía social. CAMPOS, “Resumen y balance. Entrevista a Rubén Bonifaz Nuño”, 32.
146
“(...) hay en muchas partes de lo que escribí una cierta identificación de la mujer con la Virgen María, es
decir, una lejanía metafísica de la mujer que no se va a destruir nunca y que, entonces, se trata de borrar de
algún modo con el instrumento de la palabra. Es decir, yo estoy lejos de ti, pero mi palabra tal vez esté cerca
de ti.” En entrevista con José Ángel LEYVA, “Rubén Bonifaz Nuño, el azar y la libertad” en Revista de la
Universidad de México, No. 13, marzo, 2005, p. 56.
147
Como lo han señalado en sus tesis, de licenciatura: Sara Pease Cruz, “La flama en el espejo, análisis de tres
procesos simbólicos” (UNAM, 1974); Carlos Arana García, “En torno de la amada. Elementos prehispánicos
y alquimistas en la poesía de Rubén Bonifaz Nuño” (UNAM, 1993); Adriana Rodríguez Torres, “Juegos de
opuestos en Albur de amor” (UNAM, 2000) y César Arenas Moreno, “La poética del número de oro en El
corazón de la espiral de Rubén Bonifaz Nuño” (UNAM, 2007); de maestría: Claudia Hernández de Valle-
Arizpe, “El corazón en la mira. Albur de amor de Rubén Bonifaz Nuño” (UAM, 1996) y Alfredo Rosas
Martínez, “El éter en el corazón: la poesía de Rubén Bonifaz Nuño y el pensamiento ocultista (UNAM, 1999);
de doctorado: John Michael Bennet, “Coatlicue: the poetry of Rubén Bonifaz Nuño” (Universidad de
California, 1970).
147
que la conduce a una nueva posibilidad de vida.
constatar esta visión clásica, así como de la Oda cuarta del mismo Libro I.
elegir usar “los dones de la tierra” entre la fugacidad; privilegio de mortales es concebir sus
actos como únicos, porque pueden ser la última expresión antes del colapso del cuerpo
físico.
Asimismo, Tito Lucrecio Caro (99 a. C-¿55 a. C.?) toca este tema desde una
perspectiva diferente en De rerum natura (Sobre la naturaleza de las cosas), pues a través
de un discurso argumentativo sobre las reacciones del cuerpo humano describe el cese de
antigua. El sujeto lírico de Los demonios y los días encarna el proceso de la conciencia de la
finitud, y lo hace aludiendo a la primera persona del plural, como una forma de integración.
148
“Todos, sin duda, amigo, los que usamos/ los dones de la tierra, en tales ondas/ navegaremos; ora reyes,/
ora pobres fuéremos labriegos.” BONIFAZ NUÑO, De otro modo lo mismo, Imágenes, p. 64.
149
BONIFAZ NUÑO, Épodos, Odas y Carmen Secular de Horacio, (Introducción, versión rítmica y notas de),
México: Universidad Nacional Autónoma de México, Bibliotheca Scriptorum Graecorum et Romanorum
Mexicana, 2007, p. 37.
148
Pero hay alguien: saca la cara negra
sobre la corriente de su río
de renglones cortos,
respira y nos dice: “¿Qué es nuestra vida
más que un breve día?”, y entonces,
tocados de golpe, comprendemos:
sabemos que somos heno, verduras
de las eras, agua para la muerte.
(DD, 144)
El yo poético mira una revelación y la comparte, pues una de las prerrogativas del
Bonifaz Nuño señala lo mismo que Horacio —quien se asoma de entre la muerte física
por su palabra—: nuestra esencia se ilumina al saber lo que somos, mientras la existencia
Somos alimentos, mas no devoradores, tal como nos lo muestra Bonifaz Nuño cuando
en unas cuantas líneas. El hecho de ser “agua para las eras” nos coloca en la plenitud del
ejercicio simbólico donde los contrarios se tocan en un juego cíclico, ya que como señalan
Chevalier y Gheerbant:
De todos modos, como por otra parte todos los símbolos, puede
considerarse en dos planos rigurosamente opuestos, pero de ningún modo
irreductibles, y semejante ambivalencia se sitúa a todos los niveles. El
151
agua es fuente de vida y fuente de muerte, creadora y destructora.
150
“El hombre no está hecho para explotar sino para servir al mundo. Para cumplir tal función ha de ser
conocedor de sí mismo y de las cosas; eso hará que sea humilde y respetuoso de todo, hasta la veneración;
ha de trabajar sin pereza, ha de ser veraz y abnegado hasta el sacrificio de sí mismo.” Rubén BONIFAZ
NUÑO, “El humanismo prehispánico”, en El humanismo en México en las vísperas del siglo XXI. Actas del
congreso celebrado del 22 al 25 de abril de 1986. México: Universidad Nacional Autónoma de México, p. 52.
151
CHEVALIER y GHEERBANT, 54.
149
está exento de su término físico. Esto lo hace a través de otras voces que introduce con citas
Con este tono relativiza, al par de la sabiduría popular, las penas magnificadas del
confiamos y podemos seguir jugando con el albur del amor y con el de la vida, con el as de
oros y con el siete de espadas, porque seguir jugando es “de otro modo lo mismo”.
Por otro lado, la muerte completa su totalidad al emerger poco a poco de ella misma:
si la vida “mansa y lenta” es un puente, hay una experiencia antes de ella digna de ser
comprendida; y otra experiencia posterior que le da sentido a todo el ciclo. Se intuye que
concepciones.
El poeta ha expresado varias décadas después de haber escrito este poema, una
150
perspectiva muy distinta de aquellas especulaciones de la juventud:
Alguna vez escribí: “La vida es puente débil tendido entre la muerte y la
muerte”. En ese tiempo escribí largos poemas acerca de la muerte. Ésas
son vaciladas. La muerte era un suceso del cual no comprendía nada
absolutamente. En Calacas se encuentra lo que ahora pienso de la muerte.
Para mis años —voy a entrar a los ochenta y dos—, la muerte es una
compañía de lo más desagradable que está sentada aquí, en el brazo de
mi silla, pensando qué parte mía va a destruir en ese momento porque la
vejez es una especie de disolución del ser humano, uno va dejando de ser.
La muerte es la compañía y se lo va a llevar a uno como se lo va llevando
el diablo. Qué puente ni qué puente. La muerte es un fenómeno horrible
152
que lo va destruyendo a uno con dolor.
No obstante esta valiosa apreciación vivencial del hombre Rubén Bonifaz Nuño, hay
una belleza innegable en las especulaciones poéticas que ha realizado el poeta a lo largo de
sus libros. Y considero que la actual visión de desdén hacia aquellos textos no los
longevo que nos compartiera otra perspectiva desde la mitad de su octava década de vida,
los textos mismos darían cuenta del ejercicio intelectual de un poeta que se pregunta sobre la
muerte.
Como ocurrió con Xavier Villaurrutia, fallecido a los 47 años, y Jorge Cuesta, quien se
suicidó a los 39 años, pues en ninguno de estos poetas se podría invalidar lo escrito sobre la
muerte, aunque los críticos hubieran sido testigos de una retrospectiva hecha por los mismos
mortal.
camino hermosas imágenes poéticas, ritmos con una musicalidad muy particular, e ideas
Regreso al texto para aclarar que podría prestarse a contradicción el hecho de que se
152
BONIFAZ NUÑO, “Notas autobiográficas”, pp. 53-54.
151
refiera en varios momentos a la vida por su brevedad, y justo en estas líneas versales que
cito, la nombra “mansa y lenta”153. No resulta contradictorio si nos ubicamos desde donde lo
hace él, al pensar la vida como puente, pues ahí, en la imagen misma está la brevedad de su
Las oclusivas sordas /t/ y las oclusivas sonoras /d/ realmente nos ayudan a
sujeto lírico, sobre todo cuando las oclusivas van precedidas de nasales como los pares /nt/ y
/nd/: se alarga el tiempo como una invitación para hallar en las pequeñas pausas del
El tópico clásico Ubi sunt o “¿dónde están?”, se caracteriza por una serie de preguntas que
indagan sobre el paradero simbólico de los objetos y las experiencias ya idos. Una de las
Manrique (1440?-1479), al hacer recuento de las pérdidas irreparables que deja el tiempo. El
153
Que nos recuerdan a su antecedente en Jorge Manrique con Coplas a la muerte de mi padre: Nuestras vidas
son los ríos/ que van a dar al mar,/ que es el morir;/ allí van los señoríos/ derechos a se acabar/ y consumir;/
allí los ríos caudales,/ allí los otros medianos/ y más chicos;/ y llegados, son iguales/ los que viven por sus
manos/ y los ricos. Jorge MANRIQUE, Coplas a la muerte de su padre y otras poesías, México: Editores
Mexicanos Unidos, 2000, p. 18. Pero con una perspectiva más amplia, pues en Bonifaz Nuño nuestras vidas
son los ríos que vienen del mar y van a dar al mar.
152
Tus naciones, ¿qué se hicieron, Bolívar?
¿en dónde las victorias, los laureles,
las bellas espadas?
Hoy por todas partes, hirviendo,
suben el llanto arrancado, las llagas,
el robo, las injurias, la bestia.
Ante la enumeración acostumbrada del ubi sunt (¿dónde están), Bonifaz Nuño
sintetiza las sensaciones de pérdida, nostalgia e imposibilidad de volver a gozar todo lo que
Por otra parte, hay una falsa catacresis (inicia la expresión con la reflexión conclusiva),
153
Aquí el ubi sunt nombra lo ya desaparecido como una manera de recuperar esos
bienes. Es enfático en los términos inicial (“nada”) y final (“para siempre”), sin embargo el
La muerte es llevada a concepciones cósmicas, pues no sólo nos iguala sino que nos
porque gracias a su apremio hacemos juntos el juego de la civilización, con sus excelsitudes
y sus decadencias.
A través de la enumeración compleja, nos hace ver que no sólo hallamos el sentido de
sino en algo mucho más abstracto: concebir que es posible compartir una experiencia de
muerte de otro ser humano en cualquier sitio, y esto nos convierte en un solo ser
Imagen muy similar a la que manejan gnósticos y alquímicos: emanamos de una sola
tratarse de un ser que es hijo de Nocte y hermana de Morfeo, está ligada con los procesos
Por otro lado, manifiesta un interés muy claro hacia lo colectivo, con tal conciencia de
completa fraternidad, que vemos aquí una variación de la propuesta del poema “Masa” de
César Vallejo (1892-1938), pues el sujeto lírico de Los demonios y los días subraya que el
corazón común no sangra en algunos seres humanos, sino en “las costillas de todos”; si sólo
Bonifaz Nuño. Esto es llevado a cabo en el sentido que nos recuerda Paul Ricoeur:
Con este juego semántico somos llevados hacia los terrenos de una simbolización
154
Al final del texto: “Lo rodearon millones de individuos,/ con un ruego común: «¡Quédate, hermano» pero el
cadáver ¡ay! Siguió muriendo.// Entonces todos los hombres de la tierra le rodearon; les vio el cadáver triste,
emocionado, incorporóse lentamente,/ abrazó al primer hombre; échose a andar.” César VALLEJO, Obras
completas, Buenos Aires: Alianza Editorial, 198, p. 68.
155
Paul RICOEUR, La metáfora viva, Madrid: Ediciones Europa, 1980, p. 45.
155
cada vez más rica: la condición de nuestro mundo como corazón y espejo, como materia que
La muerte en el barroco es, en particular, el gran tema visto desde diferentes perspectivas,
con variados recursos literarios y abundantes tratamientos. Muchos de los tópicos barrocos
La literatura barroca empuña el carpe diem, o “agarra el día”, tomado de los textos
Asimismo, el sueño como imagen de la muerte, o somnium imago mortis, produce textos en
los que analoga la muerte con los procesos oníricos, y, en este mismo sentido, la jornada del
ciclo solar expone el símbolo de un sol que nace, resplandece en su totalidad, caduca su luz
y renace al día siguiente. Tal y como nos lo han mostrado muchas culturas y mitos en torno a
Bonifaz Nuño retoma tópicos barrocos y expresa en su obra lírica algunos de los
recursos más elaborados de éste, como oxímoron, antítesis e hiperbaton. En este rubro
poseer una obra lírica con abundantes referencias a los temas relacionados con la muerte.
Tanto para Quevedo como para Bonifaz Nuño la muerte es una presencia constante; no es
un momento final al que se llega, sino una vivencia cotidiana, casi corpórea. En el libro La
Hay una angustia quevediana al sentir a la muerte como una amenaza sin descanso, y
por lo tanto toda actividad humana es estimulada por este leit motiv: desde la manera de
concebirse como amante que sólo trasciende a través de su amor, hasta pensarse como
efectivas.
La muerte es la igualadora por excelencia, ya que vulnera a todo ser humano para
darle un destino común157, excepto cuando tiene la capacidad de no morir él todo por la
poesía y por su pasión amorosa, como sucede con su famoso soneto “Amor constante más
allá de la muerte”.158
La idea primordial del quevedismo —y que retoma Bonifaz Nuño— sobre la muerte
hacia la cual empezamos a avanzar desde que nacemos, tiene como antecedente Coplas a
la muerte de mi padre:
156
Francisco de QUEVEDO, Quevedo esencial, edit. Celsa Carmen García Valdés, Madrid: Taurus, 1990, p.
389. El mismo motivo en El Parnaso español (1648) en el soneto “Enseña a morir antes y que la mayor parte
de la muerte es la vida, y ésta no se siente, y la menor, que es el último suspiro, es la que da pena”: “La
mayor parte de la muerte siento/ que se pasa en contentos y locura, y a la menor se guarda el
sentimiento.”(p. 465); o también en el soneto “Descuido de el divertido vivir a quien la muerte llega
impensada”: “Vivir es caminar breve jornada,/ y muerte viva es, Lico, nuestra vida,/ ayer al frágil cuerpo
amanecida,/ cada instante en el cuerpo sepultada.” (p. 469) Mientras que Bonifaz Nuño dice: “Recostado en
su placer, el día/ de estatuas y rejas enfloradas/ nos dice, amiga, que morimos (...)” (AT, 356)
157
“¡Cómo de entre mis manos te resbalas!/ ¡Oh, cómo te deslizas, edad mía!/ ¡Qué mudos pasos traes, oh
muerte fría,/ pues con callado pie todo lo igualas!” (Del soneto “Conoce las fuerzas de el tiempo y el ser
ejecutivo cobrador de la muerte”, Heráclito cristiano (1613), en Poesía Selecta, p. 96. Mientras en Bonifaz
Nuño el destino mortal nos iguala: “Pues sé que nos pusieron,/ al nacer, otro nombre, y un camino/ que
recorrer, y un tren para el camino./ Un tren sonámbulo que huye,/ en dirección opuesta, irreversible,/ de los
que cruzan ya perdidos;/ por un saludo heridos ya de muerte (...)” (FP, 286)
158
“Su cuerpo dejará, no su cuidado,/ serán ceniza, mas tendrá sentido,/ polvo serán, mas polvo enamorado”,
en Francisco de QUEVEDO, Poesía Selecta, edit. Lía Schwartz Lerner e Ignacio Arellano, Barcelona:
Universitas, 1989, p. 172. Mientras que Bonifaz Nuño trata el amor eterno: “Como surgidas del sepulcro
abierto,/ mis palabras; en ellas, abrasando,/ irá este amor, hoy pasajero y blando; entonces, ya, definitivo y
cierto.” (APNC, 54-55, 103)
157
Partimos cuando nacemos,
andamos mientras vivimos,
y llegamos
al tiempo que fenecemos;
así que cuando morimos
159
descansamos.
forma permanente, así que el poeta se concibe como un testigo lúcido de lo caduco. Esta
lucidez lo atormenta, pero también lo llena de orgullo, como único reducto de fuerza contra el
alude: es un recurso retórico que imita a la muerte omnipresente161 en todos los opuestos.
cuestiones que son importantes, separadas de las que no lo son en realidad, a la luz de la
finitud. Del mismo modo en que el cotidie morimur o el tópico de vanitas vanitatum, nos
recuerdan que todo aquello por lo cual nos afanamos resulta una vanidad del ego: puesto
159
Jorge MANRIQUE, Coplas a la muerte de su padre y otras poesías, México: Editores Mexicanos Unidos,
2000, p. 19.
160
“Ayer se fue; mañana no ha llegado;/ hoy se está yendo sin parar un punto:/ soy un fue, y un será, y un
cansado.// En el hoy y mañana y ayer, junto/ pañales y mortaja, y he quedado/ presentes sucesiones de
difunto.”, en Quevedo esencial, p. 466. Mientras en Bonifaz Nuño la unión de nacimiento y muerte: “Nacidos
en capilla, desahuciados,/ de voluntades últimas transidos;/ empujados, salidos turbiamente/ de la matriz en
convulsiones.” (FP, 275)
161
“Vencida de la edad sentí mi espada,/ y no hallé cosa en qué poner los ojos/ que no fuese recuerdo de la
muerte.” Del soneto “Enseña como todas las cosas avisan de la muerte”, en Poesía Selecta, p. 95. Mientras
que Bonifaz Nuño declara en el carácter íntimo y omnipresente de la muerte: “(...) busca delicada, toma en
las cosas/ que a nadie mostramos, que encierran/ un germen de nuestro gozo más puro.” (I, 47)
158
soneto “Repite la fragilidad de la vida y señala sus engaños y sus enemigos” está la
las formas en las que la realidad inmediata le recuerda que morirá, aunque esta proximidad a
la muerte, lejos de causarle temor o rechazo, le provoca un afecto sereno, y hasta cierto
punto, anhelante.
figura de la muerte como una entidad que ha tocado a su puerta. Lo toma como una bondad,
más que como un mal augurio. Comprende que está ligada con el devenir mismo de su
cuerpo y, por su carácter universal, también con el canto poético. En su estilística reafirma
162
Ignacio ARELLANO, Poesía satírico burlesca de Quevedo: estudio y anotación filológica de los sonetos,
Madrid: Iberoamericana-Vervurt, 1994, p. 126.
159
este rasgo por medio de la repetición del condicional como figura anafórica.
En otra expresión del tópico ve al mar como imagen de muerte: eterno movimiento de
oleaje; mareas con ritmos que dan dinamismo a las emociones. De este modo tenemos al
caracol como emisario del mar, y por lo tanto, de la muerte, pues el agua marina recuerda las
haber marcado al niño veracruzano que fue Rubén, y aquí vemos cómo lo usa para
sangre” y, finalmente, “silencio”. Este ritmo lo toma de Gustavo Adolfo Bécquer (1836-1870),
Villaurrutia (1903-1950)163, y el poeta autoexcluido del “grupo sin grupo”, Elías Nandino
163
“Nocturno mar amargo/ que circula en estrechos corredores/ de corales arterias y raíces/ y venas y medusas
capilares”, Xavier VILLAURRUTIA, “Nocturno mar”, en Nostalgia de la muerte, México: Ediciones Coyoacán,
2005, p. 61.
160
(1900-1993)164. Bonifaz Nuño nace dos décadas después, y aunque es muy particular su
producción poética, este rasgo simbólico en la sangre sí es uno de sus puntos de encuentro
con este grupo mexicano165. Dos poetas del grupo de Los Contemporáneos influyeron en
La muerte nos recuerda su presencia hasta en los ritos cotidianos más simples como
el acicalamiento; por ello el poeta hace la analogía con la preparación estética de los
cadáveres en su última exposición ante el escrutinio social. Con una enumeración compleja,
Jaime Labastida comenta sobre este poema en su libro El amor, el sueño y la muerte
en la poesía mexicana:
164
“Buscar a Dios, pero buscarlo dentro/ del colectivo mar de nuestra sangre/ de donde nace, crece y se
desborda (...)”, En “Nocturno ciego”, Elías NANDINO, Nocturna palabra, México: Universidad Nacional
Autónoma de México, 1976, p. 108.
165
El grupo más inmediatamente asociado con los Contemporáneos suele conformarse mediante las siguientes
fusiones: la integrada por los nacidos entre 1897 y 1902 donde suele incluirse a Carlos Pellicer Cámara
(1897-1977), Enrique González Rojo (1899-1939), Bernardo Ortiz de Montellano (1899-1949), José
Gorostiza Alcalá (1901-1973) y Jaime Torres Bodet (1902-1974). El grupo siguiente se constituyó a partir de
1917 reuniendo a los nacidos entre 1903 y 1904. En él se incluye a Xavier Villaurrutia (1903-1950), Jorge
Cuesta (1903-1942), Gilberto Owen (1904-1952) y Salvador Novo (1904-1974).” Samuel GORDON,
“Modernidad y vanguardia en la literatura mexicana estridentista y Contemporáneos”, en Revista
Iberoamericana, No. 150, jul-dic-1989, pp. 1092-1093.
166
“Mis guías, mis ejemplos... Desde el principio me marcaron Bécquer, la poesía de Rilke traducida —
generalmente mal— al español. Y entre los mexicanos me marcaron Carlos Pellicer, Jorge Cuesta y después
López Velarde.” BONIFAZ NUÑO, “Notas autobiográficas”, p. 49.
161
Plantea el problema de la muerte en el sentido del abandono del cuerpo,
pero desde los ojos de aquellos que contemplan la lenta descomposición del
cadáver. Mejor dicho: Bonifaz asume por un momento la actitud del muerto
futuro que todos seremos y, con sus ojos, contempla a los que van a
contemplarlos. La muerte en el sentido más personal e inmediato; esa
sensación que nos lleva a inquirir por nuestro cuerpo, éste, que vestimos
todos los días, ¿qué será de él?, ¿nos encontrarán decentes las visitas?
Parece que no debiera importarnos: pero no es así, el cuerpo sin vida ha de
cumplir todavía una importante función social, un último compromiso “de
167
sociedad”.
de salir de casa, y sobre la contundencia de mirar en el espejo un cuerpo que algún día será
Nuestra piel como antelación de la sequedad mortuoria es una imagen directa; ¿qué
recordatorio más claro y próximo podemos tener sobre la muerte sino un cuerpo fragilizado,
El sentido del humor se asoma en la última línea versal, al aludir por medio de la ironía
Asimismo, el poeta le revela a la muerte los signos por los cuales él ha llegado a
descifrar su inminente llegada, sobre todo a través de las enfermedades y sus síntomas.
No hace otra cosa sino exponer la indefensión del cuerpo ante su propia decadencia
Aunque el texto podría parecer muy coloquial y, por lo tanto, sin un minucioso cuidado
en su expresión, esto sería una conclusión precipitada. Por el contrario, el poeta elabora
varias figuras retóricas que acompañan a estos eneasílabos trocaicos (acentos en cuarta,
Por ejemplo, usa aliteración por políptoton o derivación verdadera (“la virulencia de tus
virus”) y derivación falsa (“El vacilón de tus bacilos”); enumeración distributiva (“Ya ciego, ya
ante mí, malévola Dientona”) y epífora (“miseria a miseria me acostumbras”). Esto nos coloca
ante un escritor que ríe a carcajadas, pero con todo el cuidado del mejor oficio en cada
verso.
El tópico de cotidie morimur, o “morimos cada día”, es muy didáctico, pues nos enseña a vivir
muerte como una realidad cercana; pero el primero está más ligado con un futuro que no
puede ser evadido; y el segundo, a una experiencia de morir un poco en el trascurrir del
tiempo, y llegar al momento final como entidades erosionadas por el sutil aire mortal.
Todas las cosas y los seres acompañan al hombre en este destino; reciben y regalan
con su presencia un memento mori continuo, como vemos en la primera parte del soneto
163
quevediano “Enseña cómo todas las cosas avisan de la muerte”:
Por su parte, Lope de Vega desglosa rompe con la idea preconcebida de que la
muerte es una experiencia única, nunca vivida sino hasta el instante último del aliento
humano.
Si la muerte nos invade parcialmente cada día y cada noche, no hay razón para
temerle, ya que el momento postrero sólo significa concluir con una última parte de ella, la
cual significa ir muriendo poco a poco. Primero a través de su cuerpo, del cual diría Borges
168
En Poesía Selecta, p. 94.
169
Félix LOPE DE VEGA, Antología poética, México: Porrúa, 1998, p. 29.
164
“es materia deleznable”.
El cotidie morimur usado en este fragmento es más corpóreo que ideal y, de hecho,
esa muerte parcial que acompaña a todo ser vivo, en el sujeto lírico se vuelve más ofensiva
por la senectud.
Una vez más, la amada está por encima de la corrupción que el tiempo deja en el
La amada crea y recrea lo ya existente cuando mimetiza la dulzura del fruto, para
dientes y de labios.”).
165
En el siguiente ejemplo reflexiona sobre el simbolismo de su cuerpo al despertar en la
cama, al igual que lo hizo con la preparación estética del cadáver en otro texto.
La imagen pretende dar la similitud de la posición en la que son colocados los restos
para sus funerales en nuestra tradición occidental. Sin embargo, esto no sólo le recuerda el
hecho de ser un pre cadáver, sino también experimenta un desgaste cotidiano, lo cual es
movimiento incesante de la muerte sobre la materia, así como la vivacidad de cuatro cirios
“festivos”, que parecen ejercer el sarcasmo de una pesadilla interminable. El mal sueño
miedo.
Aunque el texto expresa desaliento e impotencia, finaliza con la risa triunfal y burlona
de la calavera ante el destino irremediable. Son pocos los momentos en los que vemos la
palabra poética dolerse ante la posibilidad de la muerte propia en la lírica bonifaciana, y éste
es uno de ellos.
166
2.2.3. Vanitas vanitatum
El término de vanitas vanitatum es uno de los más representativos del barroco, ya que
muestra las reflexiones y las sensaciones sobre lo vacuo al enfrentar el tema de la muerte.
Su referencia bíblica en Eclesiastés (1:2) alude a una actitud de sabiduría para discernir lo
vanidades, todo es vanidad”. Discurre sobre el ir y venir de todos los ciclos de la naturaleza,
así como el trabajo de los hombres y las generaciones mismas, sin que cese el movimiento,
Lope de Vega escribe el soneto “A una calavera” al cráneo de quien en vida fuera una
mujer bella. Con una cruda imagen resalta el carácter superfluo de la belleza física a través
Rubén Bonifaz Nuño aborda el motivo de vanitas vanitatum cuando deja al descubierto
que ante la muerte somos objetos y no sujetos; cuerpos, al fin, que se pudrirán en la tierra.
Bonifaz Nuño decide mostrar el tópico de vanitas vanitatum por medio de una imagen
muy directa de lo que sucederá con nuestra materia, como sucede con el soneto de Lope de
Vega.
al sujeto lírico; sin embargo, aquí no hay alusiones a la extrema velocidad de los
acontecimientos, sino más bien al lento y, por tanto, más doloroso paso que desgasta lo vital.
El verso “No es bueno saber que morimos” contiene de una manera aparentemente
mesurada, ecuánime y elegante el desborde del horror ante lo agónico que resulta la vida; la
agotamiento sus más patéticos temores, sólo nos declara esa frase lacónica con la que
Y la referencia a “el mar que veremos algún día”; es decir un paraíso perdido, no es
168
excluyente de la muerte, sino que modifica la forma de concebir la naturaleza imperfecta del
Se duele por lo vacuo de los actos humanos inmersos en la vanidad, pues desde el
nacimiento ya somos seres en agonía, dirigidos hacia la muerte, como lo señala Quevedo al
decir: “Antes de que sepa andar el pie, se mueve/ camino de la muerte (...)”171. Estas
expresiones se muestran desde la interpretación de quien se sabe dentro del mismo juicio
que señala. La vanitas vanitatum se recrudece al pensar que nada se cumple en nosotros, y
la inutilidad de la vida nos agobia como un destino común a todos los seres vivos.
El término de vanitas vanitatum resulta muy útil a las reflexiones de los artistas que, a su vez,
invitan a ubicar los aspectos prioritarios de nuestra existencia. Critican cuáles son las
han presentido, por lo menos. Por ello intuyen dónde radica lo profundo, lo esencial y
permanente.
Bonifaz Nuño crea parte de su poesía en respuesta a esto, y nos regala líneas que
171
Del soneto “Que la vida es breve y fugitiva” en El Parnaso español. Poesía Selecta, p. 95.
169
combaten contra el nihilismo de considerar vanidad absolutamente todo, sin siquiera intentar
sólo por un instante le podría ser permitido al ojo que se mira a sí mismo, ver algo verdadero,
algo que le diera sentido a su existencia. El yo poético primero recibe luz para observar
objetos y sujetos, y más tarde, asimila esa luz para mirarse a sí mismo.
Así es como se van enlazando las profundas verdades, pues vistas desde la ineludible
finitud, la muerte otorga sinsentido a las experiencias que nos importan demasiado. Sin
embargo, también muestra otros momentos que sí nos ayudan a mirar lo real.
desde el nacimiento hasta el final del cuerpo. El sujeto lírico se afana en entender el estado
Descubre verdades que nos atañen por la marca de mortalidad que poseemos como
buscadores.
soñadores en pleno ejercicio onírico. El estado oscilante entre un plano y otro puede ser
trascendido por medio de la lucidez, a la cual nos invita al mostrar su propio ejercicio como
buscador.
Es deseable alcanzar tal lucidez para no recibir a la muerte con los ojos cerrados de
quien teme o ignora, sino desde una posición diferente: la muerte se verá, entonces, como la
culminación de un proceso de vigilia, tal y como la concebían los gnósticos al ser elektos: los
171
elegidos por sí mismos para recibir la muerte con los ojos abiertos.
El tópico de la jornada nos lleva por procesos simbólicos que inician generalmente en la
noche y concluyen con el alba, tal como lo vemos en el Primero sueño de Sor Juana Inés de
En Bonifaz Nuño hay tres grandes momentos poéticos de su obra donde revela este
proceso de jornada: El corazón de la espiral y La flama en el espejo; los primeros dos son
libros que exaltan la imagen creadora del principio femenino. El tercero es As de Oros, en él
nos lleva a través de una jornada con diferentes figuras transgresoras, tanto masculinas
como femeninas.
En los procesos nocturnos también está el somnium imago mortis, o el sueño como
imagen de la muerte. Este recurso barroco vuelve similares las experiencias onírica y mortal
porque parten de un cuerpo físico inmóvil que, sin embargo, viaja por planos inmateriales. Lo
vemos con claridad justo en el poema Primero sueño, de Sor Juana Inés de la Cruz (1651-
172
Sor Juana Inés DE LA CRUZ, Obras Completas. Lírica personal, México: Fondo de Cultura Económica,
2004, p. 358.
172
(...)
y con siempre igual vara
(como, en efecto, imagen poderosa
de la Muerte) Morfeo
173
el sayal mide igual con el brocado.
A su vez, Rubén Bonifaz Nuño va recorriendo las imágenes análogas del sueño y la
La fragilidad con la que se concibe durante el sueño, cuando su carne “no es más que
una costra débil de niebla”, es un simulacro de la muerte. Sobre todo, si ésta es vista en
paralelismos con el acto onírico. Estos juegos entre el sueño y la muerte sólo pueden ser
nombrados por el canto de la amada, pues ella está por encima de las limitaciones
dilatado anuncio/ de la mañana; suena ansiosa/ la noche de aguas primitivas.” (FE, 424)
Esta referencia a la noche deja claro el sentido simbólico de la jornada, la cual parte
173
DE LA CRUZ, 340.
173
la losa del sepulcro; leve,
despega con las alas mansas
de la respiración; los párpados,
incendiados por alegres lumbres,
la ceguera aprietan, sepultada;
la rompen. El resucitado
remonta la memoria; mira
en la tercera luz del alba.
(FE, 427)
La jornada se muestra también como parte de una noche y su respectivo amanecer,
para recordarnos que con cada alba se repite la cosmogonía, el nacimiento de toda la
creación. Esto es un juego de tiempos para observar una muerte dinámica, activa, consciente
El corazón de la espiral inicia con una recreación del poema latino anónimo Pervigilo
de Venus en su estribillo, “ame mañana quien nunca amó, y el que haya amado ame
mañana”174, con su espejo bonifaciano en “ahora ha de amar aquel que amó;/ ha de amar
ahora el que no ha amado”, y al final de todo el texto concluye con la imagen cíclica de
En los tres poemarios existe la jornada desde un ciclo solar cosmogónico, lo cual da
174
BONIFAZ NUÑO y GAOS, Antología de la poesía latina, 235.
174
para los crisoles interiores.
(...)
Y goza el sol sus miembros; nace,
y con las manos apoyadas
en los pretiles del oriente,
se impulsa hacia arriba. Y acontece,
restituida del sepulcro,
su cabeza de jaguar en llamas.
(AO, 108-109)
Esta imagen nos brinda diferentes perspectivas de una jornada que culmina con el
Bonifaz Nuño, pues el sol, a pesar de que “muere” al término de su ciclo, siempre vuelve a
retomar su misma materia para volver a cumplir con procesos de nacimiento, ascenso vital,
decadencia y término.
Son muchos los poetas románticos que abordaron la temática de la muerte como columna
vertebral de su arte, y la influencia que toma de ellos Bonifaz Nuño se hace evidente. En
Por supuesto que ahora me doy cuenta de una serie de cosas que antes ni
siquiera estuve cerca de percibir, por ejemplo las variedades métricas; él
ensaya medidas y combinaciones muy originales y que, desgraciadamente,
no fueron muy seguidas. Bécquer fue la fuente de mi enamoramiento por la
175
poesía.
Y así sigue a Gustavo Adolfo Bécquer en algunas formas métricas como la compuesta
por la combinación de endecasílabo y pentasílabo. Pero más allá del ritmo, está el tono
175
BONIFAZ NUÑO, “Notas autobiográficas”, 49.
175
2.3.1. Muerte de los seres queridos
literatura griega clásica, y hemos escuchado así los lamentos de Clitemnestra por su hija, a
quien Agamemnón sacrificó como ofrenda a los dioses; a Electra llorando la memoria de su
padre Agamemnón, asesinado por su madre y su tío Egisto; a Jasón entre los cuerpos de sus
hijos asesinados por Medea; a Príamo, deshecho ante el cadáver de su hijo primogénito
Héctor, quien halló fin en la espada de Aquiles; a Aquiles mismo ante la dolorosa pérdida de
su amado Patroclo; Teseo se duele avergonzado ante el cuerpo de su hijo Hipólito; Antígona
desespera ante la muerte de su hermano Polinice insepulto; Eurídice y Creón lloran a su hijo
Hemón, quien se da muerte ante la condena de su amada Antígona. Éstas son sólo algunas
de la pira de Dido; Evandro padece hasta el agotamiento ante las exequias de su joven hijo
Palante; Opis llora a su compañera Camila, perecida por una saeta, así como en la literatura
latina no mítica el deceso de Cintia nutrió parte de la poesía escrita por Propercio, quien se
deleitaba con la tortura autoinfligida de pensar cómo reaccionaría Cintia ante el cadáver de
este poeta, sin imaginar que más bien él tendría una reacción ante los despojos de ella.
Propercio sí pensaba en la vejez de Cintia —como parte de las venganzas que la misma
naturaleza cumpliría por los desdenes de ella—, pero no contemplaba como posibilidad la
Suzzane, —quien murió en 1824, sólo tres años después de su casamiento—, el texto
“Meditación sobre los muertos”176; Victor Hugo llora a su hija Léopoldine, quien muriera a la
edad de 19 años en 1843 en el poema “Vini, vidi, vixi”177; Gérard de Nerval escribe sobre su
luto ante la muerte de la amada Jenny Colon en 1842, en el bello soneto “El desdichado”178;
en España, Gustavo Adolfo Bécquer aborda la temática de la muerte de los seres queridos
sobre el dolor de quien sobrevive a la muerte del ser amado en su poema “A Silvia”180, escrito
Con todo este contexto vemos el fallecimiento de los seres queridos como un tópico
particular en la poesía de Bonifaz Nuño, por su carácter intimista. El sujeto lírico se confiesa,
176
“En ese tiempo fue cuando mis ojos/ palidecer os vieron y morir,/ ¡Oh, tiernos frutos que no quiso Dios/
dejar que madurasen a la luz!/ A pesar de ser joven, en la tierra/ me he convertido ya en un solitario/ entre
aquellos que son de mi edad misma.(...) O es acaso una joven desposada/ con corona nupcial sobre la frente/
que se llevó tan sólo un pensamiento/ de lo que era ser joven a la tumba.” Alphonse DE LAMARTINE, Poetas
románticos franceses, Barcelona: RBA Editores, 1995, pp. 19-20
177
“Ya que ha sido vencida la esperanza en mí mismo;/ ya que en esta estación de perfumes y rosas,/ ¡oh, hija
mía!, suspiro por tu oscuro reposo./ Muerto está el corazón, demasiado he vivido.” VICTOR HUGO, Poetas
románticos franceses, Barcelona: RBA Editores, 1995, p. 115.
178
“Je suis le Ténébreaux —le Veuf — l'Inconsolé,/ le Prince d´Áquitaine á la Tour obolie:/ ma seule Étoile est
morte —et mon luth constellé/ porte le Soleil noir de la Mélancolie.” Gérard DE NERVAL, Obra poética, Málaga:
Ibn Gabirol, 1999, p. 292.
(Soy el tenebroso, el viudo, el desolado/ Señor de la aquitana torre que el rayo hendía/ muerta mi estrella está,
mi laúd constelado/ el negro sol ostenta de la Melancolía.) Traducción de Pedro José VIZOSO en Poetas
románticos franceses, Barcelona: RBA Editores, 1994.
179
“Entró la noche, y del olvido en brazos/ caí, cual piedra, en su profundo seno:/ dormí, y al despertar
exclamé:/ «¡alguno/ que yo quería ha muerto!»”. Gustavo Adolfo BÉCQUER, “Rima LXXI” en Rimas, leyendas y
narraciones, México: Porrúa, 2003, p. 28.
180
“Silvia, rimembri ancora/ quel tempo della tua vita mortale,/ quando beltá splendea/ negli occhi toui ridenti e
fuggitivi,/ e tu, lieta e penosa, il limitare/ di gioventú salivi?”. Giacomo LEOPARDI, Poesía y prosa, Barcelona:
Alfaguara, 1990, p. 35.
(Silvia, recuerdas todavía/aquel tiempo de tu vida mortal,/ cuando brillaba la belleza/ en tus ojos rientes,
fugitivos,/ y tú cruzabas pensativa, alegre/ el umbral de la juventud?) Traducción de Antonio COLINAS en
Cantos, Barcelona: RBA Editores, 1994.
177
el terror que asalta de repente
los huesos, congela nuestras entrañas,
cuando nos ocupa el pensamiento
de que han de morir, antes que nosotros,
aquellos que más hemos querido.
(…)
Cómo nos invade la sangre el ansia,
el anticipado remordimiento,
la estéril dureza de no haber dado
lo que era preciso que diéramos,
y que era tan poco: acaso
un silencio tímido que comprende,
un trozo de pan compartido.
(DD, 124)
Otra vez hay un caso de antiprosapódosis para el paréntesis “antes que nosotros”: ésa
queridos tiene un tratamiento distinto, ya que como se señala en muchos poemas de Bonifaz
Nuño, el fin propio puede incluso ser tomado con espíritu guerrero, y sentido del humor que
va desde la sutil ironía hasta el tono festivo. Sin embargo, ese mismo destino para quienes
amamos nos provoca desolación. Ante esto el yo poético se declara inhábil para poder
de dolor en los duelos, entre ellas está el remordimiento por lo no ofrecido, lo cual se
incrementa con la certeza de haber sido simple y poco eso que nos negamos a compartir.
Pero como es una experiencia tan personal, elige un “acaso” como señal modalizante. Esta
marca la usa también para iniciar el siguiente fragmento, donde se describe otro de los
matices del mismo horror: el del contacto físico con el cadáver del ser querido en los ritos del
acicalamiento funerario.
Nos muestra la paradoja de los rituales que higienizan la desesperación ante una
materia inanimada. El mismo tono del texto imita esta actitud de discurso sereno, casi sin
pausas, excepto en el quinto verso, donde intensifica el comparativo superlativo, pero sin
grandes cambios en el ritmo, ni las variadísimas pausas a las que nos ha acostumbrado el
poeta en libros como As de oros, Albur de amor o El corazón de la espiral. Aquí nos ofrece
esta revelación, casi en voz baja, como si nos lo dijera junto a su muerto querido.
Se pasa del temor en general al temor particular sobre la muerte de la amada, y así
expone su fragilidad ante la herida que podría provocarle esa ausencia definitiva.
He detenido la respiración
para sentir si tú respiras.
Retoma la muerte como una experiencia que nos marca lo que perdimos, lo que
somos en un breve instante y lo que aún no poseemos. Esta imagen se une al dolor descrito
sobre el acicalamiento del ser querido para sus funerales, pues describe lo que tiene de
mexicana, como los sonetos de Sor Juana Inés de la Cruz a la muerte de la virreina La
179
Marquesa de Mancera; el poema “Ofertorio”, en La amada inmóvil, de Amado Nervo; “A Julio
Ruelas”, del modernista Enrique González Martínez; “El hijo muerto”, de Enrique González
Rojo; “Balada de los amigos muertos”, de Alfonso Reyes, y “Algo sobre la muerte del Mayor
al igual lo hace el mexicano Manuel Acuña (1849-1873) en su texto “Ante un cadáver”182, con
de Bonifaz Nuño. En El corazón de la espiral, libro donde hace un paralelismo entre la obra
En la poesía bonifaciana no sólo se nombra la muerte como el acto que corona la agonía,
181
“Por eso en estación de tiempo claro,/ aunque estemos muy tierra adentro, nuestras/ almas tienen visiones
de ese mar inmortal/ que nos trajo hasta aquí;/ y hasta allí pueden ir en un momento/ para ver a los niños que
juegan en la orilla/ y oír las poderosas aguas siempre dar vueltas”, WORDSWORTH, Poetas románticos
ingleses, Barcelona: RBA Editores, 1995, p. 25.
182
“Pero ¡no!... tu misión no está acabada,/ que ni es la nada el punto en que nacemos,/ ni el punto en que
morimos es la nada.// Círculo es la existencia, y mal hacemos/ cuando al querer medirla le asignamos/la cuna y
el sepulcro por extremos.” Manuel ACUÑA, “Ante un cadáver”, Merlin H. FOSTER, La muerte en la poesía
mexicana, México: Diógenes, 1970, pp. 170-172.
180
concebimos como manifestación vital, por lo tanto se alude al mundo de la muerte a través
expone lo que aún no implica combate ni posibilidad de armonía en medio del desorden o del
caos cosmogónico —mito sumamente caro al autor, tal como lo vemos en sus libros de
Secretaría de Educación Pública en 1998 para ser leído por estudiantes de nivel básico:
Cuentos de los abuelos183—. El tema sobre lo que sucedía antes de iniciarse el mundo, es un
misterio que ha fascinado a Bonifaz Nuño desde sus primeros poemas publicados.
No sorprende que Bonifaz Nuño, siendo tan conocedor del mundo clásico,
haya escrito —con sus propios elementos— un mito personal de la génesis
de la tierra. Utilizo la palabra “mito” con una gran libertad, por supuesto, ya
que no se trata aquí de una convicción religiosa ni mágica, sino de un
sistema casi físico de interacciones que llevan en cadena y espiral hacia el
184
brote de la vida sobre nuestro planeta.
183
“Al principio los poderosos, que eran como ángeles sin alas, no tenían casa donde vivir, porque el cielo no
existía. Tampoco existían los árboles, los animales y la gente, porque no había tierra donde pudieran estar.
En ese tiempo todo estaba hueco y vacío. Sólo, muy abajo, había agua que nadie sabe de dónde nació.
Entonces dos muy grandes de los poderosos, tomaron al primer ser humano, que estaba allí con ellos, y lo
llevaron hasta abajo, a que caminara sobre el agua. Cuando esos dos poderosos vieron al primer ser
humano caminando sobre aquella agua quieta, sintieron una fuerte gana de hacer nacer todas las cosas, y
se dijeron uno al otro: «Es necesario crear el mundo.» Rubén BONIFAZ NUÑO, Cuentos de los abuelos,
México: Ediciones del sur, 2005, p. 1.
184
Sandro COHEN, “La creación según Bonifaz”, en Proceso, núm. 360, México, 26 sep, 1983, p. 57.
181
En ese sentido, el mito genésico del poemario no está exento de alusiones alquímicas a
las que nos ha acostumbrado el poeta en algunos de sus libros, así como la base hebrea,
pues el Zohar o Libro del esplendor establece que la creación es posible por la fuerza de la
creacionismo huidobriano, “El adjetivo, si no da vida, mata”, pues utiliza éste de manera
semillas/ confusas, la vigilia armada,/ de los impulsos combatientes” (Las negritas son
mías). Vemos la estructura morfosintáctica de uno a sólo tres elementos entre cada adjetivo.
instalada la materia palpitante pero inconsciente, se da el impulso necesario para que la vida
185
El corazón de la espiral, As de oros, El ala del tigre, Siete de espadas y La flama en el espejo están
plagados de esta proliferación de adjetivos que, incluso, van enriqueciendo al mismo sustantivo. En El
corazón de la espiral tomamos otros tres ejemplos, por mencionar algunos: “colmadas arenas mitológicas/
sustentan la cumbre duplicada”; “bicípite espiral abierta;/ sedimento límpido del vuelo” o “sonantes
lumbres acordadas/ en la caja rítmica del cauce;/ sierpe que erizan los efluvios/ del alma de la espada,/ en
fríos relámpagos visibles.” (Las negritas son mías)
182
meticulosa tarea: generar condiciones para la vida. El juego sobre las olas de arena y de
agua antecede a la mezcolanza de ambas para el barro bíblico: hace evidente la alusión al
elegir la conjunción copulativa inicial, o bien, como antecedente para introducir un verbo en
pretérito, tal y como quedó fijada la traducción de Casiodoro de Reina (1569) por Cipriano de
En Siete de espadas juega con conceptos muy interesantes, ya que habla sobre “eternos
carbones prenatales”. Este concepto de eternidad antes del nacimiento ofrece una gama muy
sensorialidad.
El poeta hace uso de antíptosis, es decir, una forma inusual de emplear las preposiciones,
para mostrarnos al cuerpo autófago que a su vez es comido “de eternos carbones
pudiera ser Huehuetéotl, el viejo dios azteca, con la imagen de un fuego debilitado, otoñal,
casi al final de un ciclo, acompañado por el elemento que une el carácter ctónico del fuego
La muerte acontece a través de un vaso “sin astros o estrellas” que rueda, y ello produce
186
“En el principio crió Dios los cielos y la tierra./ (...)Y dijo Dios: Sea la luz: y fue la luz./ Y vio Dios que la luz
era buena: y apartó Dios la luz de las tinieblas.” En Génesis, 1: 1-4.
183
la analogía del vaso continente de agua, como el cuerpo lo hace con el alma187, y la
El tópico de una existencia más allá de la muerte es ubicado en muchas ocasiones en los
libros de Rubén Bonifaz Nuño. El amor le da el poder de especular con los sentidos puestos
en la esperanza de un “más allá” para su amada, sobre todo. Dice Bonifaz respecto a esta
avidez.
como tenemos a Samuel Taylor Coleridge (1772-1834) con el poema “Epitafio”189, en el que
desea la vida en la muerte. Gustavo Adolfo Bécquer no se atreve a declarar nada categórico
en este sentido de “más allá de la muerte”, sino que hila preguntas en la Rima LXXIII190 sobre
la condición mortal.
Bonifaz Nuño, por su parte, juega con esta posibilidad en sus poemas, al escribir sobre
una realidad que sobrepasa la corpórea, y sólo el poeta conoce con certeza el milagro.
187
Imagen cuyos antecedentes son Muerte sin fin de José Gorostiza como forma y vaso identificados con Dios
y agua o sustancia identificados con el intelecto humano, así como Primero Sueño de Sor Juana Inés de la Cruz
en la asimilación del cerebro con la forma y los pensamientos con la sustancia que se evapora.
188
PROPERCIO, Elegías, XXXV.
189
“O, lift one thought in prayer for S.T. C.;/ thah he who many a year with toil of breath/ found death in life, may
here find life in death!”. Samuel Taylor COLERIDGE, Balada del viejo marinero y otros poemas, Madrid: Visor,
1999, p. 124.
(¡Oh, eleva una meditación en plegaria por S.T.C.;/ aquel que muchos años con esfuerzo alentando/ encontró la
muerte en vida, pueda aquí encontrar la vida en la muerte!) Traducción José María MARTÍN TRIANA.
190
“¿Vuelve el polvo al polvo?/ ¿Vuelve el alma al cielo?/ ¿Todo es vil materia,/ podredumbre y cieno?// ¡No sé;
pero hay algo/ que explicar no puedo,/ que al par nos infunde/repugnancia y duelo/ al dejar tan tristes,/ tan
solos, a los muertos!”. Gustavo Adolfo BÉCQUER, Rimas, leyendas y narraciones, 30.
184
ante muchos te nombro. Nadie
sabe quién eres. Como un día
tercero, el brazo de tu fuerza
los vínculos rompe de la muerte.
(FE, 419-420)
aquí para dar carácter sacro a la amada. No es su naturaleza humana o la gracia divina
externa lo que le da la posibilidad de resucitar, sino la fuerza con la que el amante venera a
la amada.
esenciales y, sobre todo “lo que hay más allá de la muerte”, se sugiere que el sujeto lírico
sabe qué es aquello que hay más allá, y valora volver a tenerlo.
asindético engloba los elementos complementarios (dolor, caminos, alegría, voz, cuerpo,
Me devuelves el tiempo,
el dolor, los caminos, la alegría,
la voz, el cuerpo, el alma,
y la vida y la muerte, y lo que vive
más allá de la muerte.
Me lo devuelves todo
encarcelado en la apariencia
de una mujer, tú misma, a la que amo.
(MC, 191)
Sobre el tema de la resurrección hay dos alusiones con ricos matices sobre su deseo
contempla un anhelo por “carne revivida”, ya que esta idea incluye no sólo la supervivencia
del alma al último aliento, sino también la promesa de que la misma materia poseída volverá
185
a expresarse191.
Desear que el cuerpo reviva está relacionado con la forma de pensar la identidad: el
concepto de resurrección es atractivo porque —como diría el poeta en otro de sus libros Del
sujeto lírico.
Ésta es una posible respuesta al hecho de que elige la resurrección como forma de
tomar cualquier cuerpo de ser vivo —incluso niveles inferiores al humano en evolución—, o
nuevo cuerpo humano, ya no sería el que identifica como objeto de amor permanente.
La sensualidad que adjudica el poeta a “boca” y a “lengua” une placer y dolor como
opuestos que producen vida, y vuelve a referirse a la muerte como un estado que niega la
vigilia: este riesgo lo hace preguntarse por el origen de nuestra condición mortal. Refuerza
191
“Un tema fundamental, por ejemplo, es el de la resurrección de la carne: la única vida que conocemos es
ésta en que estamos vestidos de carne; si se me hablara de una vida eterna espiritual, no tendría para mí
sentido. Sólo ésta lo tiene. En su resurrección, la carne será para el deleite y el júbilo, y el dolor estará
eliminado.” CAMPOS, “Resumen y balance”, 34.
186
los opuestos con figuras antitéticas como “¿Nacimos desde que acabamos?”, “Sin
materia animada, y lo dice desde el gerundio del verbo que le proporciona temor y
Este fragmento pertenece a El ala del tigre, poemario eneadecasílabo, al igual que Albur de
De forma más directa alude de nuevo al tema de la resurrección, pero esta vez dirigido
hacia su propia experiencia como ser corpóreo, aunque no hay que olvidar que sólo es un
anhelo: no hay silogismos que precedan la certidumbre de una vida ultraterrena; de ahí el
Esta última estrofa es paralela al pensamiento del escritor y filósofo español Miguel de
187
No quiero morirme, no; no quiero, ni quiero quererlo; quiero vivir siempre,
siempre, siempre, y vivir yo, este pobre que me soy y me siento ser ahora y
aquí, y por esto me tortura el problema de la duración de mi alma, de la mía
192
propia.
carne, si le fuera permitido. El hecho de que su vida se encuentra entre dos grandes sueños:
la muerte que ya fue y la que será, le hacen rondar la idea de la eternidad: ese tiempo
sagrado que resulta tan difícil de asir con el intelecto es una fuente de misterio y de ansiedad
a la vez.
Ha sido reconocida la labor de Rubén Bonifaz Nuño como lúcido estudioso de las culturas
independientemente de los libros sobre análisis iconográfico que ha realizado sobre las
Sobre este tema ha expresado en la entrevista con Josefina Estrada las motivaciones
y los desacuerdos que fue hallando en su camino como estudioso de las culturas antiguas
de nuestro país:
192
Miguel de UNAMUNO, Del sentimiento trágico de la vida, Buenos Aires: Editorial Losada, 1971, p. 45.
193
ESTRADA, 83.
188
También habla acerca de los estudios iconográficos que realizó, así como la
El poeta más conocido es Netzahualcóyotl (1402-1472), pero también hay textos con
así como varios textos anónimos que han aportado una visión muy cercana sobre las
195
¡Es verdad que nos vamos, es verdad que nos vamos!
muy recurrente en el uso de imágenes de huesos como semillas; es decir, como depósitos de
muertos, respectivamente.
por ello la recurrencia al símbolo del hueso confirma esta necesidad de seguir creyendo y
La fugacidad de la vida es un tópico prehispánico parecido al clásico tempus fugit porque nos
recuerda el corto tiempo de nuestra existencia, obviamente, pero se distingue del segundo
por ser no sólo breve, sino además el tiempo no es nuestro ni del todo real196.
orden superior que nos comparte sus dones mientras estamos aquí, como dice
196
“De pronto salimos del sueño,/ sólo vinimos a soñar,/no es cierto, no es cierto,/ que vinimos a vivir sobre la
tierra./ Como yerba de primavera es nuestro ser./Nuestro corazón hace nacer, germinan/flores de nuestra
carne./ Algunas abren sus corolas,/ luego se secan./ Así lo dejó dicho Tochihuitzin.” “Tochihuitzin
Coyolchiuhqui”, Miguel LEÓN-PORTILLA, Quince poetas del mundo náhuatl, México: Diana, 1994, p. 171.
197
LEÓN-PORTILLA, 93.
190
y echados somos de la fiesta
antes de tiempo siempre, y sin remedio.
(...)
Porque todo es prestado; se nos prestan
la casa, el despertar, la compañía,
el sentimiento temeroso, el simple
cambio de la amistad, y el júbilo
de ganarse otra vez, y nuevamente
el alegre perder al encontrarse.
Y hay cantares aquí, y he merecido
tomar mi parte en el cantar.
Amigos,
¿qué podemos perder con alegrarnos?
(FP, 271)
Asimismo, reitera este carácter fugaz e inevitable con la enumeración de los aspectos
Nos muestra a la muerte no como un mal, sino como un bien que llegará mucho más
rápido de lo que podemos percatarnos. La muerte nos hermana y unifica como cuerpo único
fundamenta en el destino ineludible que la muerte representa para el ser. Este tópico también
lo podemos hallar en la poesía romántica, sobre todo de Italia, Francia, Inglaterra y México.
Pero si abordamos la invitación al gozo del instante que retoma Bonifaz Nuño de la poesía
198
Cuacuauhtzin de Tepechpan: “¿No habremos de gozar,/ no habremos de conocer el placer, amigos
nuestros?/ Llevaré conmigo las bellas flores,/ los bellos cantos”, Miguel LEÓN-PORTILLA, Quince poetas del
191
Las flores son mencionadas constantemente en la poesía náhuatl por ser
nuestro breve paso por la vida. En los textos prehispánicos no se sugiere un determinado
tipo de comportamiento; a diferencia del barroco, en el que sí se habla de una moral estoica
torno al placer carnal, pues el eros es visto mucho más desde una perspectiva fraterna como
para siempre: el más amargo sufrimiento pasa, y los más dulces placeres desaparecen.
Los Yaocuicatl, o “cantos de guerra” en el México antiguo eran divididos en dos: los
que hace Bonifaz Nuño a estos dos símbolos bélicos prehispánicos, estamos delante de la
configuración de un tema más en la poesía bonifaciana: la imagen del amante como guerrero
águila o tigre es una variante del tópico europeo de amante como caballero andante, como
El amor, la vida y la muerte son vistos como combates, en los cuales el guerrero da
muestras de su honor y valentía, ya que es necesario ser muy valiente para amar con todos
Como el águila representa al sol199 por ser un animal relacionado con los símbolos
celestes, aquí se hace alusión al mundo solar. Es específico este uso, pues en otros poemas
como Fuego de pobres vemos la alusión al águila pero desde el contexto cristiano, como
199
“El águila está igualmente relacionada con el jaguar, como una fuerza celeste puede estarlo con la fuerza
telúrica. El águila correspondía al mito del sol. Entre los aztecas el corazón de los guerreros sacrificados
servía para alimentar al Águila solar. Se les llamaba las gentes del águila. El valor simbólico de los guerreros
caídos en el combate y el de los hombres sacrificados al Águila solar es el mismo: alimentan al sol y lo
acompañan en su curso.” CHEVALIER y GHEERBRANT, 62.
193
El juego de luces en el que “la sangre de parto” se sugiere como el umbral de luminosidad
esperado, tanto como el vientre de la amada, quien por su poder erótico y su belleza sagrada
logra que el amante se mire a sí mismo en su piel. Todo ello sucede sin el menor esfuerzo,
La corporeidad de los guerreros es parte del canto que va dedicado a la mujer. En honor
a ella el guerrero se extiende entre la vida y la muerte como una fuerza que puede abarcar el
El guerrero amante alude al más elemental instinto animal, pues así como ocurre con
otras especies para las cuales la cópula es el resultado de uno o varios enfrentamientos
previos entre machos por ganar la atención de la hembra, así esta lucha en el ámbito
Aludir a la figura del guerrero en Bonifaz Nuño es no sólo un homenaje al guerrero real del
mundo prehispánico, sino también una invitación para concebir la cercanía de éste con la
muerte. Al ver su inmediatez en el campo de batalla, al tocarla de frente, se pregunta por ella,
con una intensidad exacerbada por lo tangible más que por la especulación.
Se sugiere la presencia del hueso descarnado en el “roído rostro oculto”, y esto se liga
Bonifaz Nuño retoma los tópicos prehispánicos por su carácter colectivo, así que
privilegio para exaltar al ego, sino para aspirar al más alto bien grupal. En este sentido,
Éste es el espíritu del guerrero que no sólo ve la muerte como un hecho al cual no
Piensa la muerte misma como una batalla que no cesa, y puede hablar desde el honor
del guerrero que vuelve de la destrucción para consolidarse en un ser despierto y lúcido.
contemplando la vida y la muerte como una batalla. Pero ésta no se lleva acabo ya desde el
murmullo lastimer, sino desde la actitud lúdica y festiva de quien sabe que su naturaleza es
200
Axayácatl: “Sobre la estera de las águilas,/ sobre la estera de los tigres,/ es exaltado vuestro abuelo,
Axayácatl./ Itlecatzin hace resonar los caracoles del combate,/ aunque los plumajes de quetzal ya estén
humeantes”, Miguel LEÓN-PORTILLA, Quince poetas del mundo náhuatl, 191.
196
TERCER CAPÍTULO
TÓPICOS SOBRE LO FEMENINO EN LA MUERTE
En la poesía de Bonifaz Nuño se entremezclan dos temas que, por estructura cíclica, se
convierten en uno: vida-muerte. Ambos son abordados desde atributos femeninos, no sólo
por su género en español, sino por sus características de fertilidad. Ya se han visto algunos
ejemplos de la manera en la que el poeta dibuja a la muerte parturienta, pero también la vida
es trazada por él como una imagen femenina que lo da a luz cada día.
Mientras que la muerte tiene múltiples papeles como Catrina, madre, amiga, amante,
clown y enemiga. En este sentido, resulta puntual lo que comenta Roger Bartra sobre las
Rubén Bonifaz Nuño. De hecho, el tema de lo mortal se liga con el de la mujer en una
estructura de tópicos clásicos, cuyo hilo conductor consiste en llevar cada tópico hasta
201
Roger BARTRA, La jaula de la melancolía. Identidad y metamorfosis del mexicano, México: Grijalbo, 1987, p.
209.
197
límites de mortalidad como vulnus amoris o militia amoris hasta la viudez de la mujer.
En Albur de amor, un poemario de amor y desamor intensos hacia la mujer, hay dos
Aquí hay otro ejemplo de cómo la presencia de la muerte se vuelve mimética con la
tiempo, equiparada en fuerza con ellas para crear y destruir, porque esta potencia se la ha
En la obra poética de Bonifaz Nuño hay un espacio muy importante a la unión de la pulsión
de vida junto a la pulsión de muerte, por tanto el tema de la mujer como la alcanzada o la
inalcanzable resulta ser la historia de su objeto amoroso. El yo poético narra esto desde el
despecho que lo infecta, como si esta amargura atesorada fuera un talismán que lo
por la muerte del amante; el rencor esgrime con deleite cada palabra; ejerce la venganza
más pulcra al corroborar, desde la distancia, cómo se vuelve más profundo el vacío que
presencia de la amada en la obra lírica de Bonifaz Nuño, así que rozaré algunos de ellos y
profundizaré en los tópicos que inciden en la dualidad vida-muerte, aunque ello implique no
llevar una exacta analogía con los periodos grecolatino, nahua, barroco y romántico que se
Marco Antonio Campos analiza las variantes de esta propuesta expresiva de Bonifaz
Nuño:
Desde Albur de amor hasta Trovas de mar unido cada libro es una
proposición distinta. Más: los últimos libros del poeta son más juveniles que
los que escribió en su juventud. Rebeldes, insolentes, parecen escritos con
risa sardónica y con lágrimas de despecho y furia, con miel infecta y hiel
almibarada, con la sangre del sacrificado y con la alegría del triste que sabe
que ha vivido y puede decir soberbiamente todo y mandar todo y todos al
202
mismísimo infierno.
Esta risa se muestra abierta en muchas ocasiones a través del yo poético sui generis
de Albur de amor, aunque también irónica y, ciertamente, despiadada, en tres líneas: sin
piedad hacia él ni hacia la amada ni, incluso, hacia los amantes anónimos que circundan su
realidad.
En Del templo de su cuerpo sigue siendo una risa cómplice de su propio dolor, pero al
conservar el sentido del humor, marca la distancia para ser protagonista y espectador de una
202
Marco Antonio CAMPOS, “El amor y Rubén Bonifaz Nuño” en “sábado”, supl. De unomásuno, México, 19 de
abril, 1999, p. 2.
199
Bonifaz Nuño describe en El amor y la cólera203 los procesos de amor-odio que
plasmó en sus textos Cayo Valerio Catulo, en relación a Lesbia, como si hablara del mismo
yo poético de Albur de amor o Del templo de su cuerpo. Las alusiones son intercambiables
para comprender tanto los poemas de Catulo como también los de Fuego de pobres y los de
Los demonios y los días, sobre todo cuando hace a un lado lo colectivo y reclama
Esta declaración del crítico literario es válida para el poemario que menciona, pero
también para los otros tres textos que comparten el sufrimiento amoroso: Los demonios y los
días, Albur de amor y Del templo de su cuerpo. Libros en los que esta rabia, este rencor y
esta amargura, se potencializan por las recriminaciones hacia la mujer cruel, hacia él mismo
colectivo. En este último caso, testifica la falta de autenticidad en la entrega de los que están
a su alrededor; de modo que la única sinceridad posible para el yo poético es la que guarda
203
Las agitaciones del amor y el odio y su transmisión en direcciones diferentes, constituyen en realidad la
totalidad de su mundo poético, original en su intensidad y en su hondura. Pero precisamente esas direcciones
por las cuales el odio y el amor se encaminan, consienten, dadas sus finísimas diferencias, sus múltiples
caminos, una riqueza y una amplitud difícilmente igualables. (p. 13)
(...) Para su amor, pues, en aquel momento, no existe esperanza, el futuro ha sido amputado. Es sólo el
torturado instante que pasa, siempre igual al anterior. No es otra cosa que una humillación sin término que, en
sus aspectos más plácidos, adquiere los rasgos del rencor. (p. 69)
(...) Odia y ama. Sus pasiones funden, en una sola llaga, dos polos contrarios: por una parte, un odio
atemorizado, que no se atreve siquiera a ejercerse con toda su fuerza, frenado por la alucinación de una
esperanza absurda: que Lesbia regrese. Por la otra, un amor confinado ya a los límites de un rabioso deseo
sensual, a ese deseo al cual se refiere el mismo Catulo, diciendo que los amantes no quieren estar lejos del
cuerpo querido (LXVI, 32); un amor reducido a pura cólera triste, a pura envidia impotente y sórdida. Rubén
BONIFAZ NUÑO, El amor y la cólera, Cayo Valerio Catulo, Instituto de Investigaciones Filológicas, Universidad
Nacional Autónoma de México (Cuadernos del Centro de Estudios Clásicos), 1977, p. 75.
204
Alfredo Rosas MARTÍNEZ, El éter en el corazón. La poesía de Rubén Bonifaz Nuño y el pensamiento
ocultista, México: Fondo de Cultura Económica, 1999, p. 125.
200
Toda esta tristeza de amor es envuelta en rencor y amargura como imagen implosiva
de la desolación, como la última fuerza del amante debilitado por el desamor. Bonifaz Nuño
analiza parte de la obra poética de Carlos Pellicer (1897-1977), para dar otra perspectiva
sobre este poeta. En específico se detiene a comentar Hora de Junio y Recinto y otras
imágenes.
Las manos llenas de color, que se han considerado como la insignia única
de la poesía de Carlos Pellicer, no permiten ignorar aquellas manos
desoladas en cuyo hueco ardió sumisamente su corazón en claros
205
incendios.
Lo mismo sucede con la obra lírica de Rubén Bonifaz Nuño, pues se ha señalado el
carácter erudito grecolatino, prehispánico e hispánico de ella, para lo cual no hay lugar a la
menor incertidumbre. Pero se da poca importancia al lado melancólico que revelan los
poemarios, y sobre todo, a la tristeza que surge en su poesía como un profundo vínculo con
alegría; sin embargo, estas idealizaciones hacia la amada no parten sólo del erotismo como
vida pura, sino del amor a la muerte como símbolo de regeneración incesante.
205
Rubén BONIFAZ NUÑO, Tristeza de amor en Carlos Pellicer, México: Universidad Nacional Autónoma de
México, 2001, p. 7.
206
BARTRA, 54.
201
De ambas posibilidades, la segunda explica con mayor precisión las expresiones de
los sujetos líricos que crea Rubén Bonifaz Nuño, pues la voz melancólica con la que asumen
una vida amorosa o la relación con el mundo en general, les da la lucidez necesaria para
Bonifaz Nuño no ha cesado de nutrirse en los textos grecolatinos, y nos deja ver cómo se
construye la mujer, a la que canta amargamente desde las figuras caras a Sexto Propercio y
a Cayo Valerio Catulo (87 a. C-57 a. C.): Cintia y Lesbia. Él mismo comenta sobre el
tratamiento que da el yo poético de Propercio a la pasión hacia Cintia, y los alcances del
Bonifaz Nuño también toma esta influencia de Propercio para dar una profundidad
percepción sobre el mundo. No obstante, algunos de los poemarios que escribió Bonifaz
Nuño tienen alguna base auobiográfica, al final él toma el tema amoroso desde la
perspectiva de las elegías eróticas romanas, es decir un ejercicio expresivo que hace del
207
Rubén BONIFAZ NUÑO, Los reinos de Cintia. Sobre Propercio. México: Colegio Nacional, 1978, p. 65.
202
3.1.2. Furor amoris
El furor amoris es un tópico variante de locura de amor que extendió sus aposentos hasta la
pasión amorosa más allá de los límites que la razón es capaz de guardar. Los estragos de la
pasión amorosa causan furor amoris, ya sea por la inconstancia femenina o por la
inasequibilidad del bien amado, pero en ellos la amargura es compañera y detonante de las
el que se obtuvo y se conserva sin posesión completa. Pero también muestra la malicia como
una táctica para protegerse ante nuevos sufrimientos, pues quien se amarga, pierde la
inocencia; quien pierde la inocencia, desea —con este sacrificio— garantías de no ser
vulnerado de nuevo.
va cubriendo las entradas posibles al corazón del vulnerado. Sin embargo, la tristeza precisa
estudio psicoanalítico con ejemplos literarios Sol negro. Depresión y melancolía, profundiza
en un apartado titulado con inmejorable precisión “La tristeza retiene el odio”, sobre las
razones que posee el ser triste para resistirse a dejar ir este tesoro que le proporciona alivio
ante la pérdida.
208
“—¿Ya no te he dicho —respondió don Quijote— que quiero imitar a Amadís, haciendo aquí del
desesperado, del sandio y del furioso, por imitar juntamente al valiente don Roldán, cuando halló en una
fuente las señales de que Angélica la Bella había cometido vileza con Medoro, de cuya pesadumbre se
volvió loco, y arrancó los árboles, enturbió las aguas de las claras fuentes, mató pastores, destruyó ganados,
abrasó chozas, derribó casa, arrastró yeguas e hizo otras cien mil insolencias dignas de eterno renombre y
escritura?”, Miguel de CERVANTES SAAVEDRA, Don Quijote de la Mancha, México: Real Academia
Española, 2004, p. 234.
203
simple pudor moral o superyoico, sino porque en la tristeza el yo está
todavía confundido con el otro ―lo lleva en sí―, lo introyecta en su propia
proyección omnipotente y la goza. La tristeza es entonces el negativo de la
omnipotencia, el indicio primero y primario de que el otro se me escapa
209
aunque el yo no se acepte abandonado.
Kristeva distingue entre “Cosa” y “Objeto” por cuanto la primera es “cualquier cosa”
diferente al sujeto consciente de esa separación. La agresividad que nace desde la tristeza,
en grito, pero aún dicha “entredientes”, oímos las dolorosas dentales que el poeta apenas
sibilantes (s), generalmente antecediendo a la dental sorda, lo cual da el efecto del aliento
que no se exhala de frente sino se escapa a los lados, detenido por unos dientes que se
aprietan. Así, el aparato fonador acompaña con fidelidad las emociones que se emiten con
cierta tensión.
Esta misma amargura acompaña sus reproches a la figura femenina por la volubilidad
de las promesas hechas, aun sabiendo de antemano que no serían cumplidas. Para el yo
209
Julia KRISTEVA, Sol negro. Depresión y melancolía, Venezuela: Monte Ávila Editores Latinoamericana,
1991, pp. 58-59.
204
lírico es una derrota inconmensurable asumir la realidad del desamor. Esto da cuenta del
poesía amorosa de Bonifaz Nuño maneja la constante de la pasión quebrada por el rechazo
Se tortura exigiendo con duras súplicas que se le vuelva a mentir como siempre, pues
él ya sabía que podía tolerar el dolor de no ser amado en plenitud. Y, con este lenguaje
Dentro de los tópicos referentes a la divinización del objeto amado, también hallamos
La expresión del alma “partida a la mitad” toma aquí un carácter nuevo, refrescante,
parece mostrarnos la frase limpia para que brille ante nuestros ojos acostumbrados a la
opacidad de su devenir cotidiano. En el uso que hace Bonifaz Nuño de esta frase podemos
En sus primeros poemarios hallamos una expresión de furor amoris con un tono
exaltado: “Toda mi sangre tiembla en los mortales/ impulsos que me deja el temeroso/ anhelo
205
Asimismo, se lamenta por lo irrefrenable de sus emociones y por el desequilibrio que
Yo soy. Y me amonesta
mi corazón, visitado de pronto,
súbitamente a oscuras y despierto;
de repente en vigilia, con latidos
como de miel o jauría de rabia
perniciosa y demente.
(FP, 237)
ante su dolor y, por lo tanto, ante el sufrimiento del otro. Por ello dice ya no le importan los
atormenta por la dureza que ha mostrado hacia su hijo Clinia. Su amigo Cremes pregunta
mí.”210 Pretende expiar las faltas con una rumiación interior que lo coloca dentro del plano
sujeto lírico con su dependencia al objeto amado, pues la amada se convierte en la droga
que lo hace sentir conectado con la vida; por el contrario, su separación le provoca una
locura insoportable.
210
Giusti VIVEROS, Comedias de Terencio, México: Universidad Nacional Autónoma de México, (Bibliotheca
Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana), 1975, p. 12.
206
Dependiente fiel soy de tus fármacos
benévolos; de la delicia
de tu materia alucinógena;
adicto ferviente de tus drogas
orgánicas, por ellas entro,
milagro puro, en tus sagrarios.
ritmo menos rápido, cadencioso, sincopado, propicio, al fin y al cabo, para la reflexión, pero
reiteración del fonema /s/ arrastra a una voz poética continua y alucinante.
Julia Kristeva; es decir, sigue siendo una forma de revancha hacia el objeto perdido, y al
mismo tiempo una desestimación de la pérdida real en cuanto que su sufrimiento lo retiene, y
demonios del amor que lo atormentan, y se establece un paralelismo con el tópico del
207
En algún momento de su exaltación, se alegra por estar cumpliendo con los deseos de
la amada, aunque esto implique su propia aniquilación, pues sin amor la vida no tiene razón
de ser. De esta manera el amante devoto se entrega a la vivencia límite de ese desamor.
Intenta preservar la fantasía de que sobrevive sólo la parte de él que ya no ama a esta
mujer cruel; sin embargo, se desdibuja esta premisa ante el tono rebelde y sumiso, que
emerge de su voz.
Con un mismo tono celebra los peligros del amor hasta la muerte, y se yergue
orgulloso como si atravesara el estrecho de Mesina entre dos monstruos: Scila, “la que
desgarra”, y Caribdis, “la que devora”. El amante se concibe como Odiseo, quien sucumbiera
Su orgullo es vivir con tal intensidad que no sólo lo lleva a los extremos de las
pasiones, sino más allá de esos linderos: hasta la destrucción de su ego, y con ella expresa
el nihilismo del amor: desde la nada se reconoce como un ser hecho para la pasión erótica.
Ante la pregunta de por qué el ente, y no más bien la nada, parece concluir el yo poético que
Ovidio, también llamado Ars Amandis o Ars Amatoria, obra que analizara Bonifaz Nuño con
un sagaz cambio en el título —al añadir el verbo hacer con enclítico reflexivo—: Arte de
hacerse amar, y con ello infiere que los consejos vertidos por Ovidio no estaban destinados a
208
refinar el arte de ser mejor amante, sino tener mayores garantías de ser amado.
Bonifaz Nuño se refiere a esta milicia planeada en los amantes, ya que cada uno es
“soldado del amor” en dos sentidos: por las estrategias razonadas para protegerse en una
lucha que amenaza con vencer al ego, y también en el sentido de la elegía erótica
grecorromana, en la que cada caricia es vista como un arma del amante para doblegar,
Para que el hombre consiga ser amado debe fingir sentimientos profundos hacia la
mujer, pero no experimentarlos en realidad; y, por el contrario, para que la mujer asegure ser
amada deberá ocultar su enamoramiento para dar una imagen de supuesta inaccesibilidad.
Los sujetos líricos de varios poemarios de Bonifaz Nuño siguen al pie de la letra estos
consejos tácticos de engaños mutuos, y así vemos esta confesión en Madrigal del adolorido.
Yo sé que inútilmente
me defiendo de ti; que sin trabajo
me tomas por la fuerza, o me sobornas
con tu sola presencia. Estoy vencido.
Ni siquiera podría evitarlo.
hasta en mi contra, estoy de parte tuya:
211
Rubén BONIFAZ NUÑO, Ovidio. Arte de hacerse amar, México: Universidad Nacional Autónoma de México,
Instituto de Investigaciones Filológicas, 2000, pp. 88-89.
209
Soy tu aliado mejor cuando me hieres.
(MC, 167)
ya en esta batalla perdida porque el sujeto lírico ha abandonado las armas después de haber
medido fuerzas con su poderoso oponente. Ésta es una manera de mostrar la tristeza de
de su experiencia amorosa.
Bonifaz Nuño se nutre de las más variadas fuentes, entre ellas la música popular
romántica212, y en el primer verso de esta estrofa “Yo sé que inútilmente” toma como
hipotexto una estrofa del bolero llamado Nunca: “Yo sé,/ que inútilmente te venero,/ que
inútilmente/ el corazón te evoca.” La letra fue escrita por Ricardo López Méndez, “el vate”; y
tema de que la amada es viuda de él mismo en vida, y que ésta no sólo contribuyó a su
por todas las promesas incumplidas, sólo queda reclamar a la amada tanto dolor.
desgarrador y divertido, con el placer de la destrucción mutua. El sujeto lírico también ejerce
venganza, ya que le aplica la pena máxima a una diosa con pies de barro: bajarla de su
212
Ésta incursión de Bonifaz Nuño en la música popular mexicana ha sido analizada por Adriana Rodríguez
Torres en la tesis “Juego de opuestos en Albur de amor”, y señala en cuadros comparativos (pp. 130-132) la
analogía con canciones de José Alfredo Jiménez, Agustín Lara, Pedro Flores, Cuco Sánchez y piezas del
dominio popular. Por ejemplo, en Albur de amor: “Abriendo tus barajas de oro/ me jugaste a matar: son tuyos/
mis pesos falsos, devaluados”. Mientras que en Amor perdido, de Pedro Flores: “Todo fue un juego,/ nomás que
en la apuesta/ yo puse y perdí,/ ésa es mi suerte,/ y pago porque soy buen jugador.” En Albur de amor: “En el
agua escrito y en el viento/ quedó el amor perpetuo. Sombras.” Mientras que en La rosa de oro, de Cuco
Sánchez: “Quise escribir en el aire,/ quise escribir en el agua.”
210
pedestal. Cuando dice no saber qué ganó ella con matarlo, es más bien una pregunta
retórica, pues sí percibe los beneficios de ella en cuanto al ejercicio de crueldad, al juego de
es la de la viuda negra. Declara que ella no sólo mató lo esencial en él —aquello que lo
conectaba con la vida—, sino también lo esencial de muchos otros hombres. Se autoflagela
al recordar que es uno más en el recuento de víctimas, y escribe su nombre en esa lista
En el uso del verbo “rescindir” Bonifaz Nuño expresa de manera evidente la filia por
las formas del Derecho, pues el sujeto lírico confirma que al amor es un acto contractual, y
en dicho contrato el amante está expuesto a sufrir las consecuencias de no cumplir con todas
las cláusulas, según el análisis de la contraparte. En este caso, se duele porque le parece
211
Su referencia a estos “compañeros” es una complicidad de “reos del mismo delito”,
con la cual vuelve a tocar un rasgo ideológico mexicano para llevarlo a ámbitos de dolor y
simbólica hasta un extremo en el que se toca el llanto del amante derrotado con la risa del
lenguaje coloquial.
Se obsesiona una y otra vez por su muerte simbólica, como si la obsesión sustituyera
la falta de sentimientos profundos de la amada hacia él. La mujer lo aniquila con su desamor
medio de la idolatría de la que la hace objeto, le otorga, como a los dioses griegos, algunos
212
atributos humanos que la llenan de pasiones.
Para la mujer de Albur de Amor lo femenino se expresa como una fuerza caprichosa
que decide sobre el destino de quienes le rinden tributo. Aunque se juega con la idea de que
el sujeto lírico lanzó cartas y le “tocó” la suerte de perder, en realidad aquí no hay azar, pues
es la voluntad femenina la que coloca las cartas de la manera en la que lo desea, para bien o
para mal del amante. Recrea una y otra vez el escenario en el que pierde la vida por ella.
El poeta utiliza, incluso la ruptura de reglas retóricas para dejar manifiesta la misma
trasgresión de las pasiones, pues lejos de evadir los “queísmos”, los busca con esmero. Usa
al primero, segundo, cuarto y quinto, con una función relativa para introducir la oración
subordinada sustantiva de objeto directo; y al tercero, con una oración subordinada de causa
Exalta y denosta a la amada viuda de él, ya que entre los reclamos, los sarcasmos y
En el libro Siete de espadas hay una expresión del militia amoris hasta la muerte con
elementos prehispánicos:
213
Y también el abandono del que es objeto una vez que ha concluido una lucha en la
lo mismo que para la cultura griega: deshonor. Es por ello que los memorables Príamo y
Antígona claman por la sepultura de sus seres queridos. En el caso de Príamo, suplica a
Aquiles por el cadáver de su hijo Héctor para cremarlo con honores; y en el de Antígona, se
rebela ante el decreto del rey Creón de dejar sin los ritos mortuorios a su hermano Polinices.
Así que para los sujetos líricos de Albur de amor y Siete de espadas, la insepultura es la
prueba post mortem más vergonzosa y certera de que la amada es su jueza implacable, y
El tópico vulnus amoris es una de las formas más representativas de la literatura clásica. El
pero ha sido provocada por el objeto de deseo. Hallamos esto en personajes trágicos como
Medea —quien abandona su reino y traiciona a los suyos porque ha recibido esta herida de
amor al ver a Jasón—, y en los sujetos líricos de la poesía de Horacio, Tibulo, Catulo y
Propercio.
214
padecimiento de amor, y lo toma con dignidad en la elección de decirlo o callarlo.
Yo no quiero decirte
que soy capaz de padecer, que a veces
hasta el agua que bebo me lastima.
Este fragmento nos recuerda el decoro del que sufre, y como muestra de ello hasta el
extremo, tenemos las imágenes de los romanos, quienes se cubrían el rostro para morir.
El vulnus amoris puede ser expresado a través del arte, pero por las últimas líneas
versales intuimos que hay experiencias inefables e intraducibles; y por otro lado,
vital que emana. Sin embargo, esto siempre será una copia imperfecta, e incluso,
manipulada, de las pasiones humanas. Deja testimonio de ello cuando confiesa que disfraza
215
En la primera estrofa lleva al límite cinco sensaciones que le provoca pensar en la
amada. Su descripción mezcla reproche y asombro ante una experiencia inédita que, por la
analogía con el pez echado del agua, sacado de su elemento, lo podría llevar a la muerte
simbólica. Como vemos, ya anuncia este destino desde El Manto y la corona, el cual se
La herida que causa la amada, ya sea por su indiferencia o por su crueldad, es llevada hasta
el extremo de perder la vida, y esto ocurre en la mente del amante en aparente rendición,
pues sus reproches son estratégicos para conseguir la compasión del objeto amado como
Del templo de tu cuerpo en la obsesión por fantasear con la actitud de la amada ante el
En la obra de Bonifaz Nuño se lleva este tópico hasta la idea de la muerte, al igual que
213
PROPERCIO, Elegías, México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1974, Elegía II, VIII, p. 34.
216
me tiendo oscuro a recordarte.
Herido estoy de ser. Tan pleno
arde tu silencio, que me ocupa
con su sabor de llamas frías.
La herida de amor se vuelve ontológica cuando hace explícito: “Herido estoy de ser”,
tal es la intensidad de la experiencia, pues ama con todo lo que es, y si este amor no existe
que “está herido de estar”, y entre el ser y el estar, es decir, entre la esencia y la existencia, la
amada decide su muerte. El amante sólo es un fusilado que venera a quien lo sentencia y lo
oximorónica con “su sabor de llamas frías”. El antecedente barroco es Quevedo con “nadar
sabe mi llama la agua fría”, en el soneto “Amor constante más allá de la muerte”. Bonifaz
Nuño juega con la idea de un fuego líquido, o “fuego griego”, pues en el amor como guerra
También en El ala del tigre tenemos a un sujeto lírico que habla desde su cajón de
muerto, en medio de todo el ritual fúnebre que corresponde. No se atreve a hablar al cuerpo
214
Cabe recordar que el “fuego líquido” inventado por los griegos era un arma que ardía en contacto con el
agua salada. Su elaboración era a base de petróleo en bruto (para la flotación), azufre (combustible inicial), cal
viva (liberar calor), resina (combustible prolongado) y grasa (aglutinante).
217
de la amada, sino que a solas con su alma dialoga con el alma de ella. Al igual que en el
ejemplo anterior, no hay posibilidad de vida o libertad, pero la intensidad del amor bien vale
cualquier pérdida.
El tono del amante preso es parecido a las quejas de Gustavo Adolfo Bécquer en la
Rima LIII: “Pero mudo y absorto y de rodillas/ como se adora a Dios ante un altar,/ como yo te
Esto es otra constancia de que el vulnus amoris llevado con esa intensidad se parece
a la “dulce herida”, y aunque la toca transversalmente, cuando las llaves “florecen” y el viento
que se anuda con los huesos es “alegre”, el sujeto lírico está en medio del círculo de placer
Cintia. En esos textos plasma cómo el llanto doloroso se vuelve motivo de felicidad si éste
215
Gustavo Aldolfo BÉCQUER, Rimas, leyendas y narraciones, México: Porrúa, 1994, p. 22.
218
216
también en la cambiada esclavitud, hay gozos.
dolor por excelencia, “la espina”, y la expansión del gozo entre los amantes. Aunque en este
Asimismo funde los conceptos de belleza y tristeza, como dos puntos que se
La nostalgia, por definición, implica un tipo de sufrimiento, pues anhela las bondades
característica intrínseca consiste en aproximar los bordes léxicos de los contrarios para que
propio corazón, y al mismo tiempo, se ufana por la luminosidad que emanó de ello.
216
PROPERCIO, 13-14.
219
alumbraste el misterio de su vida.
Ella estuvo contigo, corazón;
vino, y llamó a tus puertas,
como a las de su casa, y tú le abriste.
(I, 99)
tormentos del amor que ha dado y del desamor que ha recibido. Está implícito el orgullo de
preferir haber sufrido por el desborde de sus pasiones, que no haberlo experimentado jamás.
Es la misma pasión con la que está escrito el soneto de Sor Juana Inés de la Cruz “Al que
ingrato me deja, busco amante;/ al que amante me sigue, dejo ingrata;/ constante adoro a
quien mi amor maltrata;/ maltrato a quien mi amor busca constante.”217 Incluso el dolor que
La “dulce herida” es invocada hasta en extremo en la poesía de Bonifaz Nuño. Uno de sus
sujetos líricos declaró que la verdad sobre “el secreto de las cosas” es revelada al alma
sobre el tópico.
La “dulce herida” es infligida por una mujer, pero cuando el golpe resulta ser mortal,
puede unir a sus dos grandes amores: la mujer y la poesía, y, de hecho, habla con la muerte
En lo oculto de tu seno
tu sombra me cubrirá
luminosamente verde.
(APNC 45-52, 32)
La sombra que pervierte su función de regalar oscuridad, y más bien ilumina al sujeto
lírico, lo hace con un verde de renovación cíclica. Vida y muerte son movimientos que se
abrir un espacio para el sacrificio amoroso a través de un ejemplo sutil sobre el nacimiento y
muerte de la flor.
Este símil aporta la imagen del sacrificio del amante, él es quien “endulza con su
sangre el tibio aliento del fruto”, entendido como el amor que va más allá del término de la
El poeta clásico que más influye a Bonifaz Nuño en este tópico es Propercio por su intensa
221
relación con Cintia. La desolación del yo poético que crea Propercio lo lleva a denostar a su
objeto amado y a mezclar con furia las sutiles ternuras que en un tiempo experimentó.
convierte en el portador del fuego para la leña verde, y arde junto a su víctima, quien se logra
asir de sus ropas en el momento de mayor obnubilación. No existe diferencia entre ellos,
cuando se repite esta escena e intercambian papeles; bajo cualquier variante, ambos
padecen y se aniquilan. Julia Kristeva vuelve a arrojar luz al respecto con una reflexión en
Asimila al otro para no perderlo, pero al mismo tiempo anhela diluirse junto con él en
una simbiosis de materias deleznables —como diría Borges—. De modo que toda violencia
Para Albur de amor y Del templo de su cuerpo este conflicto se personaliza en una
mujer que jamás llega a la concepción, y que asesina a su pareja simbólicamente con
218
PROPERCIO, 30.
219
KRISTEVA, 15.
222
Y te lo digo: me avergüenzo
de haberte hecho tu corona de oro.
Hoy te la quito:
con no lamentarme te destrono.
Aunque disfrutada por trescientos,
aunque pretendida, sola mueres.
Se sabrá de ti porque yo quiero
hoy escribir, aquí, tu nombre;
es lo de menos que tú existas.
(AA, 172)
Con lenguaje coloquial, Bonifaz Nuño lanza estos versos como pedradas a la estatua
egipcio de dar vida al nombrar, o de aniquilar al volver innominado; todo ello basados en la
magia del verbo que efectuaron el demiurgo Atum y su emanación Ra en los orígenes de la
vida. En el texto vemos que se niega a colocar su nombre, y si seguimos con el antecedente
Marco Antonio Campos comenta sobre este aspecto en Albur de amor, en específico,
amargura que deja el rechazo, así como en los alambres de la soledad que protege de los
contra él y contra la amada; escupe el rencor hacia la mujer victimaria y hacia su propia
policromías de sufrimientos que acoge como cartas de naturalización para él y para los
En ocasiones su tono es de quien mira las debilidades propias y ajenas con dulzura; a
veces, con orgullo; en otras circunstancias, con implacabilidad, pero no juzga y mucho
emociones contradictorias como la expresión profunda del encuentro con su ser y con el ser
224
José María Vargas Vila (1830-1933) resulta otro antecedente respecto a la visión
sobre la mujer como un ser digno de imprecaciones por lo peligrosa que resulta para el
corazón del hombre, sobre todo con sus libros Flor de Fango e Ibis. Se puede hallar en este
último libro frases como: “La Mujer es la fuente del Mal y del Dolor./ La mujer lleva en el
vientre la Tragedia.// ¡Inocente y fatal, hay en ella algo irredimido, que lo/ hace llevar la
El sujeto lírico sigue apegado a la amada, incluso desde la tumba simbólica. Recrea todos
los elementos del camposanto en el que no descansa en paz, porque el aroma de la amada
Ya el olor me llega
revuelto con tu olor de limas:
así, algo tuyo me trastorna
hasta la paz del camposanto.
pues involucra la figura de la mujer como la mezcla de varios papeles cruciales en su vida. El
Aborrecida, te mantienen;
no me diste ni agua, ni siquiera
te condoliste; aunque me queme,
ni agua te pido, ni siquiera
ya que te murieras cuando duermes.
odio eterno. Amor y odio se convierten en pasiones que alimentan al sujeto lírico desde la
tumba simbólica, y desde ella cuestiona, reclama, juzga e intenta mantener su dignidad a
Toma al pie de la letra los dichos populares sobre la pareja anterior, considerada “ya
difunta”, o quien “ya está muerto” para la mujer a la que canta. En el libro La separación de
los amantes, Igor Caruso comenta sobre este duelo tan profundo por la muerte simbólica de
la pareja.
Pensemos que un ser amó a otro, que hasta determinado día y momento
poseyó el cuerpo viviente, el espíritu viviente, el calor ardiente, la presencia
del otro ser. Vio, acarició, sintió, oyó, olió a ese ser, habló con él... Luego se
separan estos dos seres, en nombre de una vida que debe perpetuarse.
Sin embargo, la separación tiene el sabor de la muerte en vida. Y una voz
en estos seres les dice (más o menos claramente, según su capacidad de
221
represión): la separación es peor que la muerte.
En el poemario se asume que aunque la mujer no padezca el duelo, éste existe, pues
experimenta la tortura de fragmentarse hasta perderlo todo, pues estaba lleno de su objeto
amado, y ahora debe quedar vacío de una energía libidinal que lo conectaba con la vida. Tal
es el drama del olvidado, del despojado, del desterrado, sin otra suerte que experimentar la
muerte simbólica.
La volubilidad de la mujer torna infernal el universo del amante, pues él se sabe vulnerable
ante estos cambios, los cuales pueden implicar desde desinterés hasta infidelidad. Y justo el
221
Igor CARUSO, La separación de los amantes, México: Editorial Siglo XXI, 1980, p. 43.
226
que la amada decida entregar a otro hombre las delicias femeninas es lo que resulta para el
delante de la amada, pues asume que otro hombre le hablará de amores mejor de lo que él
lo ha hecho. Aunque también la mujer es humillada en esta referencia, pues el dolor del
amante la ve como un ser superficial, a quien seducen las palabras sólo por la estrategia con
poemario vemos que no hay tal, pues sólo padece el desinterés de una receptora que no
Esta interlocución tampoco es necesaria ya para el amante, sino sólo como forma de
catarsis ante la impotencia por haber sido abandonado. Si ya no son suficientes las
El tema de la crueldad femenina recorre la obra poética de Bonifaz Nuño al par que la
227
divinización hacia la mujer, aunque esto pudiera parecer contradictorio. No es tal. En realidad
es un matiz complementario.
Ante una pasión idólatra pareciera que se reducen las probabilidades de construir un
amor estable, real y permanente, pues no se basa en las características humanas del objeto
del deseo, sino en la adjudicación de atributos divinos ante los cuales jamás estará
Si la mujer tomara esta idolatría como agresión al no ser amada imperfecta como es,
sino desde la distancia de la idolatría, podría responder con igual violencia a través del
desprecio. Incluso en un libro amoroso del tono de El manto y la corona, el sujeto lírico
y se duele de que ella se comporte como él la creó: una diosa que juzga y castiga a los
mortales.
Por otro lado, plasma la crueldad femenina como una verdad asumida ya a nivel de
vox populi, y por tanto hay una previa lógica para cada rito amoroso. Si se espera que “dando
lástima” se consiga el amor, se sobrentiende que la mujer es cruel, pues un ser compasivo
228
no anhelaría ver el sufrimiento de alguien para considerarlo digno de su interés.
pregunta perifrástica dos veces más, con una cuarta condicional, y el carácter dramático de
de profunda desesperanza.
popular para dar pie a un texto representativo del sentimiento de abandono. Y aunque nada
229
Al saber que el amante está padeciendo, ella, sencillamente, se divierte. No hay
ningún rasgo de piedad, no hay remordimiento alguno por haber causado tal nivel de dolor en
quien le canta.
Aunque si continuamos con el mismo orden de ideas de los efectos de una relación
idólatra, ella asumiría que él merece ser maltratado porque la idolatría no es un sentimiento
profundo en el que se pueda confiar, sino únicamente una exaltación de los sentidos.
complejidad de los sentimientos permanecen como una unidad indestructible. Es verdad que
lado su pasión amorosa; y ella también parece interesada en mantener una alianza por el
caso de Marco Antonio Campos, quien ha esbozado una apología sobre esta actitud anti
Esto sucede no sólo con los poemarios que menciona el crítico sino con, por lo menos,
la mitad de la obra poética de Rubén Bonifaz Nuño, ya que en Los demonios y los días
(1956), por ejemplo, manifiesta una amargura que va permeando el libro; o en Fuego de
222
CAMPOS, “El amor y Rubén Bonifaz Nuño”, 1.
230
pobres (1961), su alusión constante a la desesperanza, al fracaso de la integración con el
objeto amoroso, da una imagen intensa de ello, así como en As de oros (1981) y su recorrido
por las transgresiones; incluso en Siete de espadas (1966) y El ala del tigre (1969) la
violencia del texto se enmarca dentro de una dicotomía de amor y desamor que impulsan al
Para ello el poeta no sólo echa mano de los recursos conceptuales y rítmicos sino
literaria―; aprovecha la natural tendencia polisindética del idioma español para unir
eslabones. Frente a una realidad fragmentada, une trozos amorfos en miembros que
alusiones culturales de mucho peso, ya que tanto en la cultura griega como en la latina era
deshonroso dejar a un cuerpo sin el ritual de incineración en la pira. De modo que el amante
no sólo tiene motivos para odiar a su objeto de deseo por todos los actos de crueldad
infligidos en vida, sino también por las condiciones humillantes en las que se halla ahora su
231
cadáver.
Del mismo poemario tenemos la descripción de cada uno de los elementos que lo
tanto porque por culpa de su vejez no es objeto deseable para la joven mujer que él sí desea
ardientemente.
cadáver como un elemento de máxima humillación y crueldad: decisión que sólo puede ser
tomada desde el odio eterno. Y, por otro lado, en Albur y amor retoma una referencia cultural
diferente con el mismo propósito: si la paz del camposanto es una recompensa cristiana, él
sobrevive.
232
revuelto con tu olor de limas:
así, algo tuyo me trastorna
hasta la paz del camposanto.
Al abordar el tema del odio-amor, queda la muerte desde lo nocturno. Aquí el sepulcro
concreción del amor, sino tan sólo que siga siendo significativo en la memoria de la amada-
odiada.
objeto deseado y el carácter inalcanzable de la dama son una constante en su poesía, lo cual
popular en su lugar de nacimiento, como puede corroborarse en el poemario Trovas del mar
233
unido, que abordaremos más adelante.
La actitud trovadoresca se filtra al tomar a la mujer como un ente ideal, que encarna la
perfección suprahumana, y que simboliza la belleza de todas las mujeres. Bonifaz Nuño da
Nada más trovadoresco que la declaración “con los ojos de todas tú me hieres”, pues
le da el carácter de mujer simbólica más que de ser real. Bonifaz Nuño maneja estas
alusiones desde sus primeros libros, como hemos podido ver con el ejemplo de Imágenes,
Debido a que la amada es la dulce enemiga y tiene todo el poder para disponer del amante,
él sabe que está expuesto a que lo hiera hasta causarle una muerte simbólica. El Marqués
de Santillana canta sus cuitas amorosas dentro del tópico de la “herida de amor mortal”,
Jorge Manrique aborda este tópico en un texto llamado “Porque estando él durmiendo
le besó su amiga”. Su tono apasionado es de un trovador que no sólo es capaz de resistir las
223
Roberto Fernando GIUSTI, Trovadores castellanos. Cantigas de amor y religiosas, Buenos Aires: Editores
Bolívar, 1967, p. 81.
234
heridas, sino que incluso las anhela como prueba de la autenticidad de sus sentimientos:
toda su atención está puesta en él, aunque sea para causarle dolor.
antes, con la misma imagen de mujer que tiene el poder absoluto sobre el amante:
Por supuesto que lo ha curado para herirlo, y aunque el yo poético desborde reclamos,
todo su tono está encaminado a aparentar que lo son. Para el trovador no importa que se
vaya la amada, siempre y cuando lo haya tocado con la magnificencia de su ser; tampoco le
cuando él haya tenido el gozo de recibir su atención. De este modo, si la dulce herida viene
de sus manos “que daban otra vida y otra muerte” (TPA, 19), es un privilegio para el amante
sentirla.
224
GIUSTI,137.
235
3.2.2. Oficio de amante
Para los trovadores amar es su destino, y en particular, cantar las extremas bellezas de la
gracias que posee su dama. En la siguiente serranilla apreciamos el tono exaltado del
trovador:
Mas vi la hermosa
de buen continente,
la cara placiente,
fresca como rosa,
de tales colores
cual nunca vi dama
225
nin otra, señores.
de la naturaleza con las que puede comparar los dones de la mujer amada. En una cantiga
Asimismo en Trovas del mar unido tenemos un caso de intertextualidad con sones que
225
GIUSTI, 103.
226
GIUSTI, 253.
236
Ya te saludé; me voy ahora
seguido del arpa y las jaranas.
Tu mano dame, te lo pido;
dame tu mano, me despido.
(TMU, 308)
La alusión al arpa y las jaranas envuelve una forma galante en la que apenas se
En este mismo sentido tenemos otra estrofa llena de la alegría desde los orígenes
veracruzanos de Bonifaz Nuño, y con ello da cabida a las voces populares de su tierra natal:
Si algún lector de las postrimerías del siglo XX (TMU se publicó en 1994), o principios
del siglo XXI, hubiese leído al pie de la letra la trova, podría experimentar reticencia, sobre
todo cuando el yo lírico dice a la amada que “la va a sacar de trabajar”; sin embargo, es aquí
cuando más claro debe quedar el concepto de voz poética representativa de un tiempo y una
cultura, más que como instrumento de confidencia personal por parte del autor.
El sujeto lírico no corresponde a la persona de Rubén Bonifaz Nuño sino que encarna
las emociones de un colectivo, y nos obsequia esta lúdica estrofa, como parte del humor ya
Continúa reuniendo voces populares en el texto con un gran sentido del humor, pues
la vox populi le confiere una profunda frescura, lo contagia de vitalidad, ligereza y deseos de
237
torcer la risa irónica del intelectual a la carcajada sonora y franca del hombre del pueblo que
se congratula con sus defectos. Es así como juega a retratar la imagen del hombre que da
No podía faltar el piropo en esta construcción lúdica sobre las expresiones populares
En este caso es una doble estocada: por un lado cumple con el molde popular de
“quién fuera” río “para” llegar a tu mar; y por otro, la intertextualidad con Coplas a la muerte
de mi padre, de Jorge Manrique, con la reflexión medieval: “nuestras vidas son ríos que dan
al mar”, pero en este caso ese carácter ineludible lo usa de manera pícara en la relación con
la amada.
Este epígrafe de Reyes tiene una expresión quevediana que fue aplicada a la dualidad
238
mujer-muerte. La dama concebida desde la influencia petrarquista es fuente de dulce dolor
para el enamorado, y no sólo tiene la potestad de otorgarle la vida y la muerte, sino que
La mujer es el puente para tocar lo divino, mas no poseerlo, pues sólo ella está más
allá de los límites que impone el tiempo en su oficio como implacable ejecutor de la muerte.
Desde Imágenes (1953) Rubén Bonifaz Nuño hace uso del símbolo de la mujer como virgen,
lo cual significa atribuirle dos funciones: fertilidad ―por recordatorio de la Virgen María
corona a través de la idealización hasta La flama en el espejo, que evidencia a la rosa como
símbolo mariano por excelencia: “En el núcleo de la rosa múltiple/ nació el sol y se leyó su
atribuye a la mujer amada. Y es el único momento en el que recrea la figura angélica tal y
como ha sido heredada de la tradición católica, pues en muchos otros momentos los ángeles
material y el celestial. Tanto a la imagen de María como a sus advocaciones se les han
atribuido una compasión profunda hacia los sufrimientos humanos. Esa misma sensibilidad
existe en la amada. Sobre las virtudes teologales a las que alude en El manto y la corona
Con ella conocí lo mejor de la felicidad. Pero conocí también lo más hondo,
lo más negro, lo más putrefacto del sufrimiento. Conocí las dos cosas a la
vez. Posiblemente, la imagen de realeza metafísica no la tenía en realidad;
tenía sus cualidades enormes y yo la veía asistida por las virtudes
teologales: la fe y la esperanza y la caridad estaban en ella, la manifestación
de eso ante el mundo.227
bajo los pies de la mujer se muestra, en primer lugar, el triunfo del bien sobre el mal; en
segundo, a una virgen que concebirá vida, tal y como lo consigna el mito bíblico de María.
227
ESTRADA, 96.
240
En El corazón de la espiral dibuja la figura femenina a través de los elementos
retóricos de la letanía mariana por repetición, así que califica a la mujer creadora con cinco
acepciones seguidas.
otorgan a la mujer los sujetos líricos de diferentes poemarios bonifacianos. Leemos los
Además del estilo en numeración asindética, los atributos mismos también se hermanan,
ya que vemos la verticalidad dirigida hacia lo alto tanto en “torre de marfil” como en “Árbol de
mujer”; o bien, el oficio de proveer luz en “lámpara de aceite” y en la imagen “asilo orgulloso
Una característica del tratamiento del Eterno Femenino en Bonifaz Nuño es la virgen encinta
por las características de fertilidad y belleza. No hay que olvidar que el yo poético de El
241
señora de la luna sobre el vientre,
señora mi enemiga: vence a salvo
en mi cuello tu pie. Yo, tu vencido.
(FP, 256)
virgen de la mujer amada, sino que retoma uno de los atributos que se le conceden a la
Virgen María: reina y santificada por la divinidad del ser que se va formando en su vientre. Se
delicada del cuerpo al compararlo con elementos bucólicos, pues si en el Manto y la Corona
Cantar de los Cantares se describe una belleza abierta al paisaje natural: “Tus dos pechos
tus piernas/ como lechos nupciales”, lo cual hace un puente con el texto bíblico: “Los
contornos de tus muslos son como joyas, obra de mano de excelente maestro.” (7:1)
242
divinidad y el poeta, pero aún más: ella se convierte en la divinidad misma a través de las
poéticos. Esto sucede con frecuencia en El manto y la corona, La flama en el espejo, Pulsera
En estos poemarios Bonifaz Nuño reinterpreta las funciones divinas de la mujer como
potencial gestadora, guardiana protectora del hogar, cuidadora del fuego, figura
misericordiosa y consoladora, así como diosa cruel que ostenta el poder sobre el destino del
hombre.
Las dimensiones de la divinidad femenina en los libros bonifacianos nos dan una
diosa madre nutricia, ―el cual nos recuerda a las venus esteatopigias228 del Paleolítico
fecundidad que dan el carácter de diosa gestadora. Juega con la imagen de diosa fértil, de
doncella que pare a los hombres a la muerte, no a la vida común. Pero sugiere de nuevo que
esta gestación a la muerte es una ineludible y misteriosa forma de llegar a otra vida.
Feminidad estática,
paciente y rigurosa;
lo viviente encarcela,
en muriente lo torna.
La luz agrisa; oscura,
la rocía de rosas.
228
Del griego “grasa en los glúteos”, estatuillas con tejidos adiposos también en caderas, vientres y senos,
asociado a la fertilidad.
243
Es su trono el gran mar
donde gobierna sola.
Éste es un elemento más en la lista de referencias ocultistas que pudo haber atribuido
texto crítico, pues el símbolo alquímico para representar lo masculino es un triángulo con
vértice hacia arriba, en franca analogía fálica; y el símbolo de lo femenino es justo la imagen
Por otro lado, en Albur de amor hay una imagen de fertilidad que nos devuelve hacia
La escultura de Artemisa en Éfeso, diosa de la caza, la guerra y los partos, cobra una
James George Frazer analiza la imagen de Diana ―la cual ha sido analogada a
dorada:
En los mismos versos coexisten elementos que nos recuerdan a otra divinidad
proveniente del panteón azteca: la diosa Tlazoltéotl, cuyo nombre significa “devoradora de
escultóricamente en cuclillas por el acto de parir a un nuevo guerrero. Era considerada como
una deidad cruel que traía sufrimiento, pero al mismo tiempo era dadora de consuelo y
curación. Estos opuestos complementarios los vemos en las líneas versales de Albur de
amor.
En otra alusión a la postura de parto y la tensión que ello significa para la parturienta,
La Muerte es señalada como joven madre de todos los hombres, y nos recuerda a otra
229
James George FRAZER, La rama dorada. Magia y religión, México: Fondo de Cultura Económica, 2000, pp.
177-178.
245
Mictlantecuhtli. La muerte toma todos los papeles que juegan con eros y thanatos, pues
adjudica a la figura de diosa fértil e inmortal. De la misma manera en la que “el ojo que se ve
oculares” que se recorren por dentro son otra experiencia de iluminación o revelación
Por otro lado, la feminidad arquetípica de los libros bonifacianos se muestra como
Me devuelves el tiempo,
el dolor, los caminos, la alegría,
246
la voz, el cuerpo, el alma,
y la vida y la muerte, y lo que vive
más allá de la muerte.
(MC, 191)
Cada uno de los elementos que devueltos por la amada van en una espiral
vida y la muerte sino “lo que vive/ más allá de la muerte.” Con ello introduce la concepción de
En La muerte del ángel vemos la relación de poesía y mujer, como otra fase más de la
divinización de lo femenino. Se refiere a la poesía con un eros que confunde a una en la otra.
En este trinomio belleza-mujer-muerte, habla desde el anhelo por la trascendencia que éstas
ofrecen:
ensayo Esplendor del canto, el simbolismo de la flama como “palabra viva” y del espejo como
“poema concreto” en el libro La flama en el espejo. Se erotiza la palabra poética, pues todo el
discurso está dirigido hacia la poesía pasando por el tamiz de referirse a ella como si fuera su
amada.
230
Gilberto PRADO GALÁN, Esplendor del canto, México: Coordenadas de Brecha, 1994, p. 9.
247
fuerza creadora del Eterno Femenino desde la magia del logos. “Boca” y “aliento” se reúnen
Tiene una intensidad que reúne elementos de transmutación como forma de nueva
vida. La luz a la que se refiere le da signos macro y micro cósmicos, lo cual resulta
interesante desde la perspectiva de un ser humano frente a las preguntas fundamentales por
Este sentido erótico, la alusión a lo insaciable, da el apetito vital, libidinal y sobre todo,
cósmico, de la presencia femenina, ya sea como mujer, muerte o como poesía, pues en La
flama en el espejo se borran los límites entre la mujer demiurga, la poesía como eterna
prehispánica. La aplicación de ello en su poesía vino mucho antes que sus interpretaciones
iconográficas, ya que desde 1961, con Fuego de pobres, se ve esta influencia prehispánica
que acompañaría también Siete de espadas (1966) y El ala del tigre (1968). Esto lo retomaría
248
dos décadas después con El corazón de la espiral (1983) y Albur de amor (1987).
en la década de los ochenta. Los primeros fueron El arte en el templo mayor (1981) y El
cercado cósmico (1985), ambos con apreciaciones simbólicas que llegarían a una concreción
más clara en Imagen de Tláloc (1986). Durante la década de los noventa continuó con este
Las aportaciones más significativas aparecen en los últimos tres libros. Las piedras
talladas por los hombres antiguos mostraron la verdad a Bonifaz Nuño, más allá de los textos
El poeta expone algunos errores sobre la forma en la que se había abordado la cultura
hecho, los descarta como pruebas válidas, por el hecho de recopilar testimonios indígenas
de una cultura que se sentía humillada y con una profunda desconfianza hacia colonizadores
y evangelistas.
Debido a estos sesgos un testimonio así no podría considerarse del todo fidedigno,
por lo cual Bonifaz Nuño nos invita a mirar directamente las fuentes escultóricas para que
Allí estaban los dioses imponentes, en las ascépticas salas de los museos,
en los abiertos sitios arqueológicos, ofrecidos a todas las miradas; sin
embargo, pocos vieron La Verdad, casi ninguno sintió el aviso, escasos
sintieron el mensaje de los siglos. El tlacuilo moderno llegó junto a los
ídolos y le hablaron suave en el oído, con sus manos palpó,
reconociéndolos, cada rincón de sus enigmáticas superficies y con alborozo
sintió que dentro de él iba abriéndose paso la luz. Comprendió una nueva
visión del cosmos: los dioses, desde sus pedestales, sonrieron. Volvió el
sabio a su gabinete, lleno de fructuosas sospechas, de gloriosos atisbos,
249
de instintos renovados y allí, entre sus libros amados, con sus apuntes,
pensando, puliendo sus rasgos, escribió el testimonio que rompía cada
cortina ennubladora. Y los dioses remotos se agitaron un poco en sus
231
pedestales: su secreto había sido revelado.
primero es sobre la figura llamada Coatlicue, nombrada así por los estudiosos debido al
faldón que lleva enfrente, pero Bonifaz nos aclara que en realidad se trata de la imagen de
Tláloc. El poeta reconoce al dios y no a la diosa debido al rostro-garra con colmillos y a las
dos serpientes de cabezas encontradas, pues todo ello forma parte esencial del carácter
simbólico de Tláloc.
Iconografía olmeca (1989), al subrayar que las cabezas olmecas representan a individuos de
raza negra por la prominencia de los labios y lo achatado de la nariz, pues explica que no se
trata de un labio superior protuberante sino del encuentro de serpientes mirándose de frente,
además de la equivocación en ver rasgos felinos de jaguar en estas figuras, pues asegura
Los símbolos serpentinos, el rostro-garra y los rasgos de Tláloc, son hallados también
en otras imágenes que se conocen como Tláloc, propiamente, la mal llamada Coatlicue, el
Tlaltecuhtli, la Piedra del Sol y la diosa desmembrada Coyolxauhqui, por lo cual sintetiza que
“hay una profunda simbolización cósmica que une a todas estas figuras. (...) expresan el
fundamento de todo, la trinidad, origen de la creación universal, en que las fuerzas divinas
son puestas en acción por la presencia del hombre.”232 Esto enriquece la concepción
la forma en la que interviene la figura femenina en los poemas bonifacianos para crear y
231
Alejandro GONZÁLEZ ACOSTA, “Tlacuilo y Tlamatinime”, Homenaje a Rubén Bonifaz Nuño, México:
Universidad Nacional Autónoma de México, Instituto de Investigaciones Filológicas, 2000, p. 2.
232
Rubén BONIFAZ NUÑO, Imagen de Tláloc, México: Universidad Nacional Autónoma de México, 1987, p. 85.
250
recrear al mundo.
a sus divinidades sólo como figuras de adoración, sino que se manejaban conceptos muchos
más complejos: uno de ellos es la representación del punto exacto en el que la divinidad
cíclica del universo. En este sentido, las serpientes son fundamentales por su carácter de
renovación constante, así que las figuras prehispánicas dan cuenta de los conceptos
La imagen de la Cihuateteo como mujer que muere al dar vida a un nuevo guerrero, se
manifiesta con variantes en la obra de Bonifaz Nuño, pues liga esta imagen con el binomio
mujer-muerte: la muerte y la mujer son una sola Cihuateteo que a da a luz al guerrero en el
Huitzilopochitli, sino una imagen de Tláloc; no obstante, considera fundamental percibir los
poderes creadores del universo a través del principio femenino que representa la diosa. Es
así como esta visión sobre la figura femenina mítica se extiende hacia la mujer a la que canta
251
La referencia a los rostros múltiples viene del encuentro de los rostros de serpientes
la imagen del poder genésico. En el poema la amada representa esta tercera conciencia que
enfatiza al sumergirnos en los ojos que se miran entre ellos, y dan una tercera mirada, que lo
observa todo.
La mujer posee una potestad total sobre la generación de vida, hasta tal punto que ella
se pare a sí misma. El poeta juega con la frase hecha “dar a luz” para añadir que este ser
completud de todas las experiencias: vida y muerte, silencio y logos, amor y odio.
252
La mujer tiene una doble acepción como dadora de vida a otro ser y a sí misma. El
como necesidad inmediata alimenticia. Este argumento sólo afianzaría más el colonizaje; por
el contrario, Bonifaz Nuño ha defendido desde las expresiones poéticas y ensayísticas una
nutre de su propio trabajo ensayístico, y viceversa. Todo ello en el mismo sentido que lo
configura como un buscador incesante: esta búsqueda toma a la figura femenina, en todas
sus manifestaciones, como una poderosa vía para llegar a una verdad sobre sí mismo.
253
CONCLUSIONES
En la obra lírica de Bonifaz Nuño se señalan los heraldos blancos que envía la muerte a
través de figuras con una gran carga simbólica, como la mujer, el ángel, la poesía y las
simbolismos entre ellas, de modo que si la mujer es un ser que está más allá de la muerte y
tiene el poder de manejarse por encima del tiempo profano, la poesía tiene cualidades
similares para acceder a lo eterno. El ángel es visto en diferentes momentos como una
imagen paralela a lo femenino, pero también al canto poético, mientras que las moscas son
Los heraldos negros que manda la muerte están vinculados con el cuerpo a través de
propuesta bonifaciana de que los cinco sentidos son las cinco advocaciones del alma, la
figura femenina, pues mientras que a él lo arrastra, carcome, arruina, precipita y lo hace
Los sujetos líricos de los poemarios van recorriendo un viaje iniciático que comienza,
pudiera infligirle la amada son una forma de vivencia infernal; lo mismo que el aislamiento
poético, pero precisamente la mujer, la fraternidad y la poesía son, al final del camino, las tres
fuentes de unificación. Este viaje iniciático abarca los tres momentos alquímicos de nigredo,
albedo y rubedo; o bien, las tres vías místicas: purgativa, iluminativa y unitiva.
una cosmovisión integradora de los complementarios: todo ello para seguir con el juego de
El tema del ciclo solar se maneja de manera enfática como símbolo del ciclo
intensa actividad durante la muerte, es decir, durante la noche y el proceso onírico, para
Bonifaz Nuño solía dibujar siempre una calaverita bajo su firma hasta que la ceguera
se lo impidió. Si atendemos que una rúbrica es una afirmación de vida, este gráfico es muy
los demás, o la muerte en abstracto, sino la propia. La muerte es abordada de manera muy
amplia en la obra lírica bonifaciana, ya que ésta y su campo semántico se mencionan en 264
La poética bonifaciana hace uso constante de los tópicos para señalar una búsqueda
Las divisiones entre los tópicos de distintas épocas no son tan esquemáticas, ya que se ven
influidos entre ellos, y muchas de las expresiones clásicas grecolatinas tienen resonancia en
las barrocas y románticas, como es el caso del carpe diem, el tempus fugit y el memento
mori. Bonifaz Nuño reúne el saber erudito —incluida su faceta como estudioso de las culturas
prehispánicas—, y al mismo tiempo trasciende esa erudición y queda la imagen más sencilla
255
y común: el ser humano frente a su mortalidad.
Recurre con frecuencia a tópicos clásicos tales como non omnis moriar (no moriré yo
todo) por medio de la poesía y el amor a la mujer, ubi sunt (¿dónde están?), tempus fugit (el
tiempo huye), carpe diem (agarra el día) y la muerte igualadora. Asimismo toca en varias
ocasiones el barroco memento mori (recuerda que morirás), el cotidie morimur (muerte
cotidiana), vanitas vanitatum (vanidad de vanidades) al que opone la lucidez como vía de
líricos de la obra bonifaciana como un solo ser humano que a través de siglos sigue
El desamor que recibe por parte de la amada es una muerte psíquica, y casi física
también, reiterada en sus poemarios, por ello lleva varios tópicos hasta el límite de esta
mortalidad como el furor amoris (o locura de amor), el militia amoris (lucha de amor), el
Por otro lado, la muerte es cantada por Bonifaz Nuño a través de una respiración
especial, basándose en una “masa de sonido” que elabora con sumo cuidado, justo para que
Los sujetos líricos de Bonifaz Nuño respiran la muerte a través de una medida rítmica
inusual, pero perceptible fácilmente al oído, y por ello nos habla la muerte en voz baja, con
Si bien especulan con frecuencia en torno a la muerte, en este tema hay una poética
256
“una forma de cantar”, pero también una ética, pues declaran los asuntos del amor y del
batalla cotidiana en la que ser guerrero no es una situación impuesta sino una elección
humanista.
Ante la indefensión y la fragilidad del cuerpo, Bonifaz Nuño responde con una poesía
humorística, que concibe la muerte como una Catrina juguetona, festiva, coqueta y vital. La
humaniza como un recurso que mueve a la risa y “echa relajo” como “echa versos”, porque
del humor.
El tono que usa es una broma personal a través del “pelado mexicano”, presto a
franca alusión a las formas que tiene la cultura popular mexicana de llamarla: Dientona,
La muerte es vista con una temerosa risa irónica y con el estoicismo del humorista, de
aquel que considera impostergable su destino, pero le encanta la vida. El carácter más claro
de ello se concentra en su libro Calacas, al retomar y mezclar épocas literarias diversas con
la decadencia física.
257
ANEXO
Los poemarios mencionados en cada cita textual por siglas se han tomado de los siguientes
libros de Rubén Bonifaz Nuño:
BONIFAZ NUÑO, Rubén, De otro modo lo mismo, México: Fondo de Cultura Económica,
1996. (DOM)
BONIFAZ NUÑO, Rubén, Versos (1978-1994), México: Fondo de Cultura Económica, 1996.
258
BIBLIOGRAFÍA Y HEMEROGRAFÍA DIRECTAS E INDIRECTAS SOBRE RBN
completos, además de antologías de sus poemas compilados por diferentes críticos; seguida
por las traducciones griegas y latinas que ha realizado, así como antologías grecolatinas en
las que ha participado como traductor y recopilador y, finalmente, debido a que los intereses
a. OBRA POÉTICA
BONIFAZ NUÑO, Rubén, Los demonios y los días, México: Fondo de Cultura Económica,
1956 (Tezontle).
____________________ Fuego de pobres, México: Fondo de Cultura Económica, 1961
(Letras Mexicanas, 67),1985.
259
b. ANTOLOGÍAS
c. TRADUCCIONES
OVIDIO, Arte de amar/ remedios del amor (Introducción, versión rítmica y notas de Rubén
BONIFAZ NUÑO), México: Universidad Nacional Autónoma de México, (Bibliotheca
Scriptorum Graecorum et Romanorum Mexicana), 1986.
d. ANTOLOGÍAS GRECOLATINAS
260
e. ENSAYOS SOBRE LITERATURA LATINA
BONIFAZ NUÑO, Rubén, El amor y la cólera. Cayo Valerio Catulo, México: Universidad
Nacional Autónoma de México, 1977.
BONIFAZ NUÑO, Rubén, Tristeza de amor en Carlos Pellicer, México: Universidad Nacional
Autónoma de México, 2001.
MAPLES ARCE, Manuel, Las semillas del tiempo. Obra poética 1919-1980, estudio
preliminar por Rubén BONIFAZ NUÑO, México: Fondo de Cultura Económica, 1981.
261
i. SELECCIÓN DE ESTUDIOS SOBRE EL AUTOR
ANDUEZA, María, La flama en el espejo: Rubén Bonifaz Nuño, México: Universidad Nacional
Autónoma de México, 1981.
BERISTÁIN, Helena, Análisis e interpretación del poema lírico, México: Universidad Nacional
Autónoma de México, 1997.
ESTRADA, Josefina, De otro modo el hombre. Retrato hablado de Rubén Bonifaz Nuño.
Entrevista, México: Ed. Colegio Nacional, 2008.
PRADO GALÁN, Gilberto, Esplendor del canto, México: Coordenadas de Brecha (Colección
Ave Fénix), 1994.
REYES CORIA, Bulmaro, Del poeta Humanista Rubén Bonifaz Nuño, México: Editorial
Cromocolor, 2005.
QUIRARTE, Vicente, “El honor del peligro”, en Elogio de la calle. Biografía literaria de la
Ciudad de México, 1850-1992, México: ediciones cal y arena, 2004.
j. TESIS
BENNETT, John M., “Coatlicue: The poetry of Rubén Bonifaz Nuño (portions of text in
spanish)”, U.S.A, Tesis de Doctorado en Filosofía en Español y Portugués, University of
California, 1970. (Dr. Donald F. Folgesquit Chairman, director).
JUÁREZ ESTRADA, Israel, “La baraja sobre la mesa. Análisis de tres poemas de Rubén
Bonifaz Nuño”, México: Tesis de Licenciatura en Letras Hispánicas, Universidad Autónoma
Metropolitana-Iztapalapa, 2004, (Dr. Evodio Escalante, director).
MARTÍNEZ ELIZALDE, Jocelyn, “Los muros y las puertas: un acercamiento a tres poemarios
de Bonifaz Nuño desde los elementos espaciales de su poesía”, México: Tesis de
Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad
Nacional Autónoma de México, 2009, (Mtro. Israel Ramírez, director).
ORTÍZ MACIEL, Mariana, “La transfiguración de la presencia en Los demonios y los días y El
manto y la corona de Rubén Bonifaz Nuño”, México: Tesis de Licenciatura en Lengua y
Literaturas Hispánicas, Facultad de Filosofía y Letras, Universidad Nacional Autónoma de
México, 2009, (Mtro. Israel Ramírez, director).
PEASE CRUZ, Margarita, “La flama en el espejo, análisis de tres procesos simbólicos”,
México: Tesis de Licenciatura en Lengua y Literaturas Hispánicas, Facultad de Filosofía y
Letras, Universidad Nacional Autónoma de México, 1974, (Dr. José Pascual Buxó, director).
k. REFERENCIAS HEMEROGRÁFICAS
ABREU GÓMEZ, Ermilo, “Mi amigo Rubén Bonifaz Nuño. El libro de hoy”, en “Revista
Mexicana de Cultura”, supl. de El Nacional, México, 13 de octubre, 1963, p. 6.
ACUÑA, René, ”Las metamorfosis de Ovidio”, en “sábado”, supl. de Uno más Uno, México,
17 de mayo, 1980, p. 20.
263
ANDUEZA, María, “La flama en el espejo: RBN”, Gaceta Universidad Nacional Autónoma de
México, México, 25-29 mar., 1982, p. 14.
______________, “Tres poemas de antes”, en rev. el centavo, núm. 5, Ed. de Silvia Molina,
Morelia, 1985, pp. 37-41.
AVILÉS FABILA, René, “Rubén Bonifaz Nuño. Aprovechar los clásicos”, Excelsior, México, 12
de noviembre, 1982, pp. 7A, 8A.
CÁCERES CARENZO, Raúl, “Del rigor surge la libertad” (El ala del tigre), “Revista Mexicana
de Cultura”, Supl. de El Nacional, México, 30 de julio, 1969, p. XI.
CAMACHO, Eduardo, “El Premio Internacional Alfonso Reyes de 1984, a Rubén Bonifaz
Nuño”, en Excelsior, México, 3 de noviembre, 1984, p. 5.
CAMPOS, Marco Antonio, “Propercio y Bonifaz (Los reinos de Cintia)”, en Proceso, núm.124,
México, 19 de marzo, 1979, pp. 57-59.
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