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Crítica y fundamentos 5
Titulo original: Thinking queer: sexuality, culture, and education
© Susan Talburt, Shirley B. Steinberg (eds.)
Published by arrangement with Peter Lang Publishing, Inc.
Directores de la colé .ción Grao: Jordi Caja, Rosario Cubero, José Escaño,
Miquel Essomba, Juan Fernández Sierra, Ramón Flecha, Juan Bautista
Martínez Rodríguez, Caries Monereo, Lourdes Montero, Javier Onrubia,
Miguel Ángel Santos Guerra, Jaume Trilla
Parte 1. Teoría....................................................................................................... 23
Parte 2. Cultura......................................................................................................161
8. Del armario al corral: nuevos estereotipos en In & Out, Sh.R. Steinberg.. 163
humano no desearía aprender». Dicho de otra forma más genérica, «sin se
xualidad no hay curiosidad». La cuestión de la sexualidad (¿o es sublimación
de la sexualidad?), explica Britzman, «es primordial para acceder a la ciuda
danía, para elaborar un ser que pueda inventar, una y otra vez, el coraje ne
cesario para mantenerse en pie, para sentir apasionadamente las condiciones
de otros, para crear una vida a base de experimentar el aprendizaje de amar
y para hacer de ese aprendizaje de amar un amor por el aprendizaje». Más
que el género de la persona que amamos, lo esencial es el hecho mismo de
amar, tal y como concluye Britzman: «la cuestión no es qué política des
plegar ni sobre qué sexualidad, sino cómo pueden las extrañas potenciali
dades de la sexualidad propiciar un replanteamiento de la educación».
Pero, como Susan Talburt conoce bien, es el primer aspecto el que
más preocupa. Su interés se centra en el sistema de educación superior
y, más específicamente, en la compleja y tal vez dialéctica relación entre po
lítica y política de identidad. Para aproximarse a este problema, Talburt
analiza la tremendamente polémica creación de una oficina gay, lesbiana y
bisexual en una universidad pública. La autora tiene curiosidad por saber
cómo «una política de identidad homosexual puede dar resultados: en la
psicologización de gays y lesbianas» y cómo, en ese proceso, se disfraza la pro
ducción social y, sobre todo, institucional de identidades. En la retórica
universitaria que ella estudió, los gays y las lesbianas tendían a ser represen
tados como blancos, las mujeres eran consideradas blancas y heterose
xuales y se asumía que todas las personas con alguna característica racial
diferente a la blanca eran heterosexuales. Al abrir la oficina, la política de
identidad puso en marcha una caracterización de los-gays y lesbianas como
un grupo preconstituido, como un conjunto de ciudadanos que pagan im
puestos, que es discriminado y que merece disponer de un local. Como
fundamento adicional, surgió lo que Talburt denomina «modelo patológi
co» de necesidades homosexuales, unas necesidades derivadas del sufri
miento que nos produce el acoso y que, a la postre, desplazaron el primer
argumento político que sostenía la necesidad de la creación de la oficina.
En una tercera fase, cuando ya se alcanzó el acuerdo, la política de identi
dad, la igualdad educativa y la patología se fundieron. Como una esfera
separada del mundo real, la universidad se caracterizó por su responsabili
dad simultánea en la respuesta y en el liderazgo del cambio social. Desde
la perspectiva de la investigación en educación superior, Talburt nos su
giere que reformulemos las preguntas sobre el estancamiento o la trans
formación institucional en lo que se refiere a las relaciones entre las
prácticas institucionales y los movimientos basados en la identidad para
centrar nuestro objeto de estudio en cómo las prácticas institucionales pue
den tanto responder a la identidad como construirla. Es cierto que el pen
samiento queer está centrado en los campos de estudio ya existentes, como
el de Talburt sobre educación superior, o en los de investigación social,
20 PENSANDO OUfft. SEXUALIDAD, CULFURA Y EDUCACIÓN
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Teoría
Introducción: contradicciones y posibilidades
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Susan Talburt
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El pie zurdo de Dante pone en marcha
la teoría queer
Maria Morris
identidades y las políticas más queer. Entre estas expresiones lúdicas, pode
mos encontrar la representación, el humor y las bromas. Y la broma, aun
que se quede en algo meramente banal, sirve para interrumpir el statu
quo; el humor sirve para debilitar aquello que se da por supuesto. Por eso,
para mí las sensibilidades lúdicas pueden llegar a ser políticas. Al subvertir
las nociones de identidad y sexualidad, los teóricos y activistas gu^ervuelven
del revés y ponen patas arriba las categorías que se admiten sin discusión.
Los modos interrumpidos, irregulares y erráticos de hablar sobre la iden
tidad también son queer. Y quienes trabajan a favor de lo queer combaten la
heteronorma, la homofobia y los delitos del odio.
La teoría queer surgió hacia 1990, cuando Teresa de Lauretis acuñó el
término. La historia de la sexualidad de Foucault (1978) y las obras de otros
postestructuralistas, como Jacques Derrida, han sido fundamentales para la
evolución del análisis queer sobre identidad y política. Así pues, son muchos
los teóricos queer que utilizan el postestructuralismo. La obra de Judith Bu-
tler, Gender Trouble: Feminism and the Subersion of Identily (1990); la de Mi-
chael Warner, Fear of a Queer Planet: Queer Politics and Social Theory (1993);
la de Eve Sedgwick, Epistemology of the Closet (1990) y otra posterior, Tendért
eles (1993), han allanado el camino hacia una nueva disciplina académica.
Al principio, la teoría queer nació como respuesta a la crisis del SIDA.
David Bell y Gilí Valentine explican cómo «la resistencia de los teóricos queer
ante los mitos imperantes acerca de la epidemia de SIDA y ante la inactivi
dad y débil respuesta estatal para afrontar este problema sanitario activó una
geografía encarnada en un activismo rebelde» (1995, p. 153). Durante los
primeros momentos del SIDA y debido a la homofobia, las muertes de gays,
lesbianas y otras personas marginadas no lograban concitar la preocupación
de las instituciones sanitarias ni del gobierno. Numerosos partidarios del de
recho cristiano manifestaban que los homosexuales merecían morir. Y ciertos
políticos de derechas, como Jesse Helms, abogaban por poner en cuarente
na a los enfermos de SIDA (léase campos de concentración para personas
queer). Como señalan Berlant y Warner acerca de este contexto, «no es ca
sualidad que hiciera emerger el análisis queer* (1995, p. 345). La teoría queer
irrumpió ciertamente como resistencia y reacción ante la fría e impasible ac
titud de no hacer nada, no ver nada y no oír nada. Así, el activismo y la teo
ría queer adoptan la forma de protesta airada y resisten los discursos
insidiosos que ejercen violencia contra los marginados. Las personas queer se
rebelan y actúan contra la homofobia, o lo que yo denomino queerfobia, me
diante actuaciones lúdicas, groseras, descaradas y sin tapujos. Las identidades
provocadoras, como son las identidades queer, interrumpen la corriente con
vencional de la cultura norteamericana. En este capítulo analizo el naci
miento de las subjetividades queer y mantengo que dichas subjetividades son
políticamente radicales. Al final, describo también algunas consecuencias
que estas identidades provocadoras pueden tener en el ámbito educativo.
ti Plf ZUÜDO DE D*MTE PONE EN «AKCHA LA TEOtlA OUÍÍt 37
en que la sexualidad era una de ellas y afirmaba que era natural sentir in
clinación a «hacer buenas cosas», siendo una de ellas la práctica del inter
cambio sexual. Pero, según santo Tomás, el contacto sexual debía ser
natural. «La lujuria unisexual» o el sexo homosexual «va contra natura». Si
los seres humanos actúan contra natura, actúan contra Dios. Por eso, el ser
natural es aquel que actúa según los dictados de Dios. Este ser esencializa-
do debe ser, por tanto, esencialmente heterosexual.
Santo Tomás supo codificar el sexo natural, pero mucho antes que él la
Iglesia católica ya castigaba las prácticas de sexo prohibido (McNeil y Gar
ner, 1979). Hasta el año 1350, el castigo público servía para mortificar y hu
millar a quienes cometían ofensas sexuales (Mansfield, 1995). Tertuliano
([220 d. C.] 1959) advertía que quien no se sometiera a la disciplina del
castigo público, debería «meditar en su corazón o en el infierno» (p. 35).
Los penitentes, en su mayoría pecadores de ofensas sexuales, vestían con
sacos y cenizas; unos eran encarcelados (Poschmann, 1964), otros eran azo
tados o puestos en la picota (Mansfield, 1995) ; y otros, envueltos en intes
tinos de cerdo. La Iglesia de Roma demonizaba y torturaba a quienes se
desviaban de las actividades sexuales naturales.
Mientras podía ver por la ventana la quema de brujas, Descartes se de
dicaba a escribir sus meditaciones sobre el ser. Al igual que Aristóteles y
santo Tomás de Aquino, Descartes mantenía que los seres son cosas con
sustancia e independientes del mundo y de los demás. Desde Descartes
hasta Dewey, el concepto del sujeto como sustancia experimentó pocas va
riaciones.
Sin embargo, con la llegada de la filosofía del proceso (Dewey, Berg
son, Whitehead) y de la física moderna, el rostro del sujeto empezó a trans
formarse. Whitehead ([1929, 1978]) sugiere que el sujeto se compone de
ocasiones reales que se interrelacionan en un proceso de ser y de perecer. Las
entidades u ocasiones reales constituyen una aventura en el proceso de con
vertirse en lo que este autor denomina el avance creativo (p. 32). Para Whi
tehead, el sujeto fluye, es cambiante y está interrelacionado con la
naturaleza. Es una postura marcadamente ecológica en la que el sujeto
deja de estar aislado para pasar a estar conectado con su mundo. White-
head afirma que «no es posible la existencia local, aislada y confinada en
uno mismo. El entorno entra en la naturaleza de cada cosa» ([1938],
1951). Como él, otros muchos pragmáticos (James, Royce, Dewey) reubi
caron al sujeto en la naturaleza y comenzaron a tratar la subjetividad como
corriente. Pero el sujeto seguía estando des-sexualizado (con la excepción
de santo Tomás de Aquino).
La demolición científica de la sustancia vino con el nacimiento de la
física moderna. Einstein demostró que la idea de sustancia como cosas in
dependientes, inmutables y eternas era científicamente inexacta. Tom Dri
ver dice que «Einstein demostró que los objetos (masas) son energía. La
El pie zurdo oe Oante pon em mucha ia notU QUfft 39
ayuden a comprender e incluso a mostrar empatia con quienes han sido eti
quetados de modo violento y perjudicial. La teoría queer nos enseña que
todas las identidades son actuaciones y que esas actuaciones están interrela
cionadas y convierten en cómplices a las personas queer y no queer de muchas
formas. Los efectos dañinos de las etiquetas todavía son patentes en una gran
cantidad de personas de la comunidad queer. Si algo enseña la teoría queer es
que nombrar es matar. Quizás algún día el personal docente remueva el te
rreno, haga inclinarse la torre (Garber, 1994) y se una a la lucha contra la
violencia de los nombres, de la heteronorma y de los delitos de odio.
La tromba infernal, que no se detiene nunca, envuelve en su torbellino a los es
píritus; les hace dar vueltas continuamente y les agita y les molesta; cuando se
encuentran ante la ruinosa valla que los encierra, allí son los gritos, los llan
tos y los lamentos... Supe que estaban condenados a semejante tormento los pe
cados camales que sometieron la razón a sus lascivos apetitos. (Dante, [1300]
1982, p. 43)
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Educación precoz1
Deborah P. Briztman
Aunque sea impopular comenzar con las teorías sobre sexualidad de Sig
mund Freud -y hago, aquí, un inciso para que el lector considere la reme
sa de tópicos en su contra- persiste en ellas una esencia lo bastante radical
como para que los educadores volvamos a plantearnos nuestra resistencia
a las asociaciones de la sexualidad, a la naturaleza inmanejable de Eros y a
su diseño inestable, así como a las sorprendentes, y con frecuencia relega
das, cuestiones surgidas a partir de su aspiración original. Cuando Freud
dividió el sujeto humano con su concepto del subconsciente y sugirió que es
una parte de toda persona que no puede conocerse ni dob'egarse; que
es resistente al raciocinio, al tiempo y a la negación; que tolera sin enjui
ciar la coexistencia de las contradicciones, y que obedece al principio de
placer y displacer, al contrario que las frágiles leyes con las que se com
prueba la realidad, también abrió una brecha imponente en el estudio de
la sexualidad. No sólo estamos alienados porque nos conocemos a nosotros
mismos a través de la consciencia, el raciocinio y la intención, sino que in
cluso nuestros deseos se nos van de las manos perdidos entre las defectuo
sas líneas del reconocimiento y del reconocimiento equivocado, nuestros
impulsos se dividen entre los extraños cálculos de la ignorancia y el cono
cimiento y nuestras pasiones se debaten entre la intención y la satisfacción.
Este nomadismo de la sexualidad se traduce en exceso, más del que pedi
ríamos conscientemente o del que incluso deseamos. Freud bautizó esta
otredad como el instinto de Eros, donde la palabra instinto sugiere un con
cepto fronterizo, algo entre la querencia y la necesidad*.12
5. Véase, por ejemplo, el estudio de Cindy Patton, Inventing AIDS y Safe Sex and the Pornographic
Vernacular; y William Haver, Queer liesearch: Or how to practise invention to the brink of intelligibility.
Este trabajo se estructura según las siguientes presunciones: no hay relación entre la adquisi
ción de datos y la práctica de sexo seguro; las técnicas de instrucción no son ajenas al pro
blema que intentan remediar, y las orientaciones queer de la investigación, por ejemplo, no
son un remedio para el conocimiento. Podemos considerar el funcionamiento de la sexuali
dad como investigación queer. Según explica William Haver, «sería más útil preguntar qué
hace la investigación queer, qué sucede en la investigación queer, que preguntar lo que es»
(1997, p. 284).
Emiucióh precoz 55
6. Me ha sido muy útil leer acerca de la teoría queer no como un conjunto de contenidos que
haya que aplicar, sino como un conjunto de reglas y dinámicas metodológicas útiles para leer,
pensar e implicarse en lo físico y lo social de la vida diaria. En la antología de Sue Golding
(1997), los autores ofrecen ocho tecnologías de la otredad o las estrategias cotidianas utiliza
das para crear relaciones y singularidades: curiosidad, ruido, crueldad, apetito, piel, noma
dismo, contaminación y vivienda.
Entre algunas reglas curiosas creadas en la teoría queerse incluyen: tomar partido por los objetos
menospreciados, hacer relaciones impertinentes, prestar atención a las condiciones que per
miten que la normalidad ejerza control, considerar el juego ambivalente en la constitución
de la experiencia, comenzar en las líneas erróneas de las ideas para encontrar dónde se
rompe el sentido, se desafía a su objeto e inconscientemente invierte sus intenciones, y supo
ner el juego de la diferencia, la división y la alteridad de las prácticas de lectura. Para ampliar
la información sobre estos métodos, véase Britzman, Lost Subjefe, Contestad Objects: Toward a
Psychoanabftic Inquirí of Leaming. Para un debate sobre sexualidad, véase Teresa de Lauretis,
The Stubbom Orive.
7. Este estudio es bastante diferente del primer volumen de Foucault sobre sexualidad, donde
debatía sobre cómo la sexualidad se convirtió en un lugar para la incitación al discurso. En su
último volumen, Foucault parecía más preocupado con la pregunta de cómo uno se convier
te en un sujeto ético a través del autotrabajo o ascesis, que es conocimiento derivado no sólo
de la introspección, sino también de la ética del placer. Foucault escribe:
La tarea de comprobarse a sí mismo, de examinarse y observarse en una serie de ejercicios claramente defi
nidos convierte la cuestión de la verdad -la verdad referente a ¡o que uno es, a lo que uno hace, aloque
uno es capaz de hacer- en fundamental para la formación del sujeto ético [...¡El resultadofinal de esta
elaboración está definido, ahora y siempre, por la regla del individuo sobre sí mismo. Pao esta regla se
amplía mediante una experiencia en la que la relación con el yo adopta la forma no sólo de dominación,
sino también de disfrute sin deseos y sin disturbios, (p. 68)
56 Pwsàmoo ouffi. Shmudm, cuiim r ìnucióh
8. Para ampliar el debate sobre las posibilidades del aprendizaje del sexo homosexual, véase
«The Social Triumph of the Sexual Will», Michel Foucault.
Educación pkcoz 57
9. Muchas críticas a la orientación psicoanalítica del estudio de la vida individual y social sos
tienen que el psicoanálisis depende de conceptos del sujeto esencialistas, binarios y biológicos.
Sin embargo, véase en Human Diversity and the sexual Relation, de Charles Shepherdson, la tesis
en la que sugiere la imperfección de dichos conceptos y cómo Freud rechazó las explicacio
nes biológicas del siglo XIX, tan vinculadas con el racismo y los discursos degenerados. Véase
también el debate sobre sexos de Adam Phiiips en Terrón and Experts, y el estudio de Sander
Gilman, Freud, Race y Gender.
10. Cornell ofrece una teoría de protección igualitaria bajo la ley que puede mantener el
valor de la libertad. La autora defiende que para que la igualdad llegue a ser una posibilidad
se deben dar tres condiciones: integridad corporal, acceso a formas simbólicas para alcanzar
la habilidad lingüística que permite diferenciarse de los demás y protección del dominio ima
ginario (p. 4).
58 Pusmo m. Seimumd, CUUBU Y EOUCKCIÓM
11. Para ampiar el debate sobre escuela y libido, véase por ejemplo, Melanie Klein, The Role
of School in Development of the Chile y mi estudio sobre la historia de las críticas del psi
coanálisis ata educación en Lost Subjects, Contested Objects.
Eoucmióh rtKOi SV
mejor, con más vitalidad y atención. Sabemos que para que la imaginación
sea un campo de inspiración, debe también estar inspirada por la ficción,
como el arte y la música, y la capacidad para ver su dinámica en el
mundo. Y quizá queremos que el alumnado conozca las experiencias de
enamorarse y desenamorarse de las ideas, de respetar y explorar la vul
nerabilidad de la vida y de aprender a defenderse a uno mismo median
te el uso correcto del lenguaje, mediante la persuasión de los demás
sobre la importancia de sus ideas y mediante la atención a lo que los
demás tienen que decir antes de tomar las propias decisiones. Como voy
a intentar demostrar, tener en cuenta todos estos apegos y lazos afectivos
se traduce en que debemos cambiar nuestra forma de pensar sobre el al
cance de la sexualidad.
Lo que sigue son algunas consideraciones generales para pensar sobre
educación y sexualidad. Confío en que estas ideas resulten útiles en la ela
boración de una visión de la sexualidad que sea relevante para invocar con
diciones a aquellos ciudadanos que obtienen placer concibiendo ideas,
imaginando nuevas formas de sociabilidad, nuevos tipos de lazos sociales,
nuevas responsabilidades y nuevos placeres en el cuidado personal y en la
construcción de la vida. Las siguientes áreas revelan problemas a la hora
de conceptualizar y crear nuevos discursos: la sexualidad, la cultura y la po
lítica; la sexualidad y el saber; la sexualidad y la información; la sexualidad
y la vida creativa y la sexualidad, la ciudadanía y el currículo. No son ex
haustivas, pero las he elegido porque estas dinámicas ya están presentes en
la estructuración del problema de la educación.
Sexualidad y conocimiento
La sexualidad es anterior a nuestro conocimiento de la sexualidad. Nues
tras primeras urgencias para conseguir satisfacción son anteriores a nuestra
comprensión sobre cómo se crea la satisfacción. Este orden quiere decir
que nuestro primer conocimiento es precoz y curioso. Las experiencias de
un bebé nos ofrecen una vía para pensar acerca de la curiosidad. En el co
mienzo de la vida, el bebé no distingue entre la necesidad de satisfacción y
las acciones del otro por satisfacer sus necesidades. Comenzar a distinguir
su cuerpo del cuerpo de los demás constituye un avance de la criatura hu
mana. Es un avance cuando reconoce la existencia del otro independiente
del yo. Cuando esto sucede, el conocimiento, aunque inmaduro en su for
mulación, comienza a ser construido y utilizado por el bebé. Este conoci
miento inmaduro es atrapado por el deseo del bebé de ser amado y su
creciente capacidad para amar a medida que aprende a vivir.
64 PENSANDO OUlff. SEXUAUDAD, CULIUU Y EDUCACIÓN
Sexualidad e información
Más allá de acercar sexualidad y conocimiento, digamos que cierta forma
de conocimiento es esencial; lo. llamo información. La información preven
tiva puede llevarse a las relaciones que presentan riesgos para la sexualidad
de los demás. Al mencionar que la sexualidad puede ser un espacio de ries
go, se me ocurren cinco sobre los que el alumnado debe estar informado:
el riesgo de transmisión de enfermedades venéreas, el riesgo de embarazos
indeseados, el riesgo del sexo no consentido y de la violencia sexual, el ries
go de perder interés por la vida y el riesgo del contagio del VIH. Todos
ellos guardan relación en esta época de epidemia global del SIDA. La in
formación sobre los riesgos de la sexualidad es cultural y política. Cultu
ralmente, se debe ser capaz de hacer algo con la información, dejar la
propia huella. Políticamente, la información sólo puede ofrecer contextos
que abran posibilidades. Para ilustrar estos dilemas, vuelvo ahora a las pre
guntas que el VIH/SIDA ofrece a la educación y esbozo algunas de las con
diciones que la nueva información debería tratar.
En la introducción de su libro Sexuahty, Politics and AJDS in Brazil: In
Another World?, Herbert Daniel y Richard Parker señalan la difícil historia
de la enfermedad en Brasil y describen las primeras experiencias de la
epidemia como «el drama nocturno del VIH/SIDA»:
La noche se caracterizaba, por encima de todo, por d prejuicio y la discrimina
ción generalizados como único telón de fondo de la epidemia y sus afectados.
Era allí, en este escenario, donde la degradación de los que se consideraban víc
timas preferentes estaba asegurada (primero, en concreto, los hombres homose
xuales y bisexuales y, según pasaba d tiempo, otros grupos marginales.
Cuarentena. Aislamiento. Estigmatización. Violencia. Muerte. La sombra de
una noche a la vez ominosa y opresiva, (p. 1)
15. Las primeras investigaciones sobre las campañas educativas de prevención del VIH mos
traron que conocer los datos de su transmisión no se traduce en prácticas sexuales más segu
ras. Gran parte de la investigación estaba influida por el trabajo de Cindy Patton y su libro
Invmting AIDS. En él, Patton mantiene que aceptar el conocimiento es también cuestión de
creencia y de crear nuevos conocimientos relevantes para la vida que uno vive. Los adoles
centes suelen creen que el SIDA es algo que sucede a otras personas. Así, la insistencia de
Herbert Daniel de que todos vivimos y aprendemos del SIDA puede ayudar a que la infor
mación sobre la transmisión del VIH sea relevante.
16. Esta orientación de estudio sobre el VIH/SIDA organiza los mecanismos narrativos poli
fónicos de Patti Alter y Chris Smithies, Toubling Angds: Womm Living mih VIH/SIDA. Véase
también mi exposición sobre la educación del SIDA On Some Physical Consequences of AIDS
Eduauion.
Educación precoz 69
17. Estos puntos están bien desarrollados en el estudio de Debbie Epstein y Richard Johnson,
Schooüng Sexualitús.
18. El libro de Silin es uno de los primeros en abordar las cuestiones sobre la educación del
SIDA para niñas y niños pequeños en Norteamérica. Ofrece una teoría del conocimiento y
una teoría del aprendizaje que traspasa el discurso de la teoría de las fases del desarrollo tan
común en el contexto educativo de la educación infantil en EE.UU. El libro también es una
afirmación personal en la que Silin utiliza sus propias historias para resaltar la importancia de
conectar la historia personal del enseñante con cuestiones históricas más amplias.
Educación precoz 71
cultura y los significados y las huellas que las personas dejan en la cultura.
La labor de los filósofos es otra: se ocupan de la ética de la vida, les intere
san las cualidades de la bondad y de la maldad, de la justicia y de la injus
ticia. A veces, el etnógrafo se adentra en una nueva cultura y su tarea
consiste en hacer familiar esta cultura extraña a aquéllos que no viven en
ella. Otras veces, estudian su propia cultura y, en estas ocasiones, su tarea
consiste en hacer lo familiar un poco extraño para extraer algún aprendi
zaje de todo lo que se da por supuesto. Los filósofos se interesan por los
desconocidos de la sociedad. Se pueden identificar como desconocidos, y
reunir valor para comentar las cosas olvidadas, perdidas o devaluadas. Les
interesa volver a examinar lo que todo el mundo pensaba que estaba zan
jado. Ambas posturas fomentan la observación y la especulación, son
acciones que invocan la curiosidad.
Convertir el conocimiento en extraño y familiar es la tarea del apren
dizaje y de la enseñanza. Debemos hacer ambas cosas para vivir y aprender
creativamente, para elaborar nuestra sexualidad e imaginar las posibilida
des de la ciudadanía. Las experiencias de convertirse en etnógrafos y filó
sofos están muy próximas a las experiencias tempranas de los pequeños
investigadores del sexo. En un principio, nuestras teorías del mundo están
hechas de una rara combinación de que lo que recibimos de los demás, lo
que deseamos que hubiera ocurrido, lo que percibimos del mundo. Pero
para que estas teorias nos ayuden a vivir, debemos decidir qué hacer para
que la teoría sea persuasiva para los demás, valiosa para nosotros y pro
ductiva en el sentido de que no detenga ni inhiba nuestra curiosidad ni la
de los demás. Filósofos y etnógrafos comparten este tipo de trabajo -cómo
hacer que las ideas y objetos sean importantes-. Así, el etnógrafo debe
aprender a abandonar poco a poco sus ideas culturales preconcebidas para
encontrar nuevas formas de lógica que sólo están disponibles una vez com
probados los prejuicios e ideas preconcebidas sobre la propia cultura. El fi
lósofo hace su tarea cuando trabaja para vivir creativamente.
puesta que de alguna manera solvente lo que está en el aire, es posiUe que
la ansiedad que expresan esté relacionada con las restricciones estnctura-
les de la educación. Pero si, como indican los analistas, aprendemos antes
de comprender, los educadores están también implicados en el disño de
esta psique. Tendrán que prepararse no tanto para acumular más (onoci-
miento, sino para realizar experimentos que puedan tolerar las traytctorias
del aprendizaje, los rodeos dados en los encuentros sociales, el reconoci
miento erróneo que invoca o detiene la realidad y el placer de la impro
bación y el modo en que la ansiedad funciona en educación. Quzá más
difícil, los educadores tendrán que asumir la postura de los fílósobs y et
nógrafos y abrirse a la idea de que el conocimiento es algo más que «erteza,
autoridad y estabilidad.
Cuando Freud indicó la absoluta susceptibilidad humana a Er»s y Tá-
natos, a las vicisitudes, giros y exigencias del instinto, el afecto y e pensar
miento y a la vulnerabilidad ante el reconocimiento de los deseos ie otro
ser humano, ofreció una sorprendente teoría sobre el aprendizajeque so
brepasa las consolaciones del conocimiento e incluso de la interpolación.
El viejo chiste freudiano: «a veces un puro es sólo un puro»; no tocb se de
riva de la sexualidad, indica nuestra ambivalencia cc nstitucional ei el sen
tido de que quizá la sexualidad puede llegar a ser aparente, etable y
reducida al lugar que pertenece. Y si somos propensos a otro chise sobre
educación, «a veces la educación es sólo educación», quizá tambiéi consi
deremos el problema de nuestras propias limitaciones y pensemos de un
modo más precoz. Entonces, la cuestión no es qué política aplicar ¡ qué se
xualidad, sino cómo el funcionamiento desconocido de la sexualidad
puede permitir que reconsideremos la educación.
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4
Política de identidad, respuesta institucional y
negociación cultural: significados de la creación
de una oficina universitaria de gays y lesbianas
Susan Talburt
Creo que la mayor parte de estas respuestas (la creación de una oficina de apoyo
a gays y lesbianas) se quedan sólo en gestos, no son respuestas sustanciales. En
mi opinión, esta universidad es, en general, muy buena en la construcción de
mensajes que, a falta de una denominación mejor, son políticamente correctos,
sin profundizar en las raíces de los problemas... Pero la universidad es una ins
titución lo bastante capaz, y la dirección también, como para saber que en el
mundo académico es fundamental mostrar este tipo de gestos simbólicos. Para
la reputación nacional del centro, para contratar profesorado y personal, y con
seguir alumnos, para cosas de ese estilo, lo que significa que no están totalmente
ciegos, que la institución suscribe la gama básica de los valores liberales. Si se
compara con la reacción violenta de una gran parte de universidades y facul
tades, está claro que es algo a su favor. (Profesor de la Liberal U)
1. Todos los nombres son seudónimos. Los datos y análisis presentados comprenden parte de
un estudio etnográfico sobre las prácticas académicas de profesoras lesbianas en la Liberal U
(Talburt, 2000).
El campo de trabajo tratado incluye el análisis de los enunciados de la misión de la universi
dad y el plan estratégico, el campus, y los periódicos locales, afirmaciones de una serie de
oficinas para la diversidad y unas veinte entrevistas con personal docente y no docente, y
alumnado de la universidad. Mi narración sobre la apertura de la oficina para gays y lesbianas
se basa en la cobertura de la prensa, documentos internos y externos, así como entrevistas con
participantes y observadores.
2. Críticas a la naturaleza liberadora de la política de la identidad y discusiones sobre desa
justes entre los análisis postestructuralistas y la política de la identidad, véase Alcoff (1998),
Butler (1990), Fuss (1989), Phelan (1989) y los ensayos en Wamer (1993).
Política oe identidad, destuesta institucional y negociación cultudal 79
Situación de la Liberal U
A medida que avanzamos en la creación de una nueva idea de universidad pú
blica, las círculos en los que nos movemos aumentan en tamaño y complejidad.
Pero en el centro de todos ellos, permanece la universidad, firmemente asenta
da en honrosas tradiciones y actividades de civilización. (Del Plan estratégico
de la Liberal U)
3. Los blancas representan cerca del 90% de la población del estado, la población afroameri
cana (agrupada en dos centros urbanos) menos del 8% y los grupos genéricos hispanos
menos del 2%,
Política oe identidad, respuesta institucional y negociación cultural 81
4. Sintomático del vilipendio del sector público y la glorificación del privado que permanece
actualmente en el discurso público (Apple, 1995), el entrecruce de los lenguajes públicos y
privados para establecer la responsabilidad reinscribe un nosotros (la universidad) que debe
responder a un ellos (el público) a los que nosotros decimos representar y para lo que esta
mos constituidos, destacando así el problema de que la universidad está representando aque
llo de lo que se distingue. Véase Nelson y Bérubé (1995), el debate de los modos en que los
ataques partisanos que censura el currículo politizado de la universidad y los procedimientos
de admisión han combinado las críticas no partisanas que proclaman el fracaso de las uni
versidades para educar y sancionar, creando un desasosiego público respecto a la educación
superior y un «clima en el que las universidades son vulnerables y en el que la resistencia
pública al recorte presupuestario es siempre inexistente» (p. 7).
82 ftismo QUttt. StMAllOAD, CULTURA Y EDUCACIÓN
grupo de interés especial y que sería utilizada como un dub social (centro
de reclutamiento) para promover el estilo de vida homosexual».
Con una declaración programática basada en la igualdad y en la crea
ción de entornos de aprendizaje seguros para todos los estudiantes me
diante el apoyo y la educación, la universidad adujo el aumento del acoso
hacia gays y lesbianas para defender la creación de la oficina. Y así, la po
lémica sobre su creación giró en torno a tres líneas de discurso: un discur
so sobre derechos liberales en el que se apuntaba que una población
minoritaria identificada no estaba recibiendo igualdad educativa, una ite
ración anodina del discurso mayoritario que reconoce la inestabilidad de
las categorías sexuales y que implícitamente desnaturaliza la heterosexua-
lidad por el temor a que se promocione la homosexualidad, y un discurso
minoritario de gays y lesbianas con necesidad de protección y apoyo insti
tucional especial y un público general necesitado de información sobre
una población específica.
Al comenzar el siguiente año académico, un congresista entró en es
cena para, con una combinación de moralidad, dinero y terca ignorancia,
argumentar que la universidad estaba promocionando un estilo de vida in
moral con su reconocimiento público de la homosexualidad. El congresis
ta amenazó con congelar el presupuesto en la siguiente sesión
parlamentaria si la oficina recibía subvención. Durante varios meses, los es
tudiantes y los periódicos locales publicaron artículos, editoriales, cartas al
director, a medida que arreciaban las protestas por ambas partes. Los gru
pos de estudiantes gays y lesbianas formaron una coalición, organizaron
protestas, hicieron campañas de cartas y participaron en reuniones con el
congresista y la universidad. También se celebraron las actividades de
otoño para gays y lesbianas, de recientemente creación en el campus, con
más alharaca que nunca: una sesión de besos (que acabó con dos fotos en
la primera página de los periódicos) y un rally para el National Coming Out
Day (Día nacional de la salida del armario). Para contrarrestar estos actos,
un grupo organizó la Semana del Orgullo Helero, con una sesión de abrazos,
camisetas con lemas heterosexuales y un debate sobre la conveniencia de
la oficina para gays y lesbianas. Finalmente, la universidad anunció la aper
tura de la oficina gracias a la donación de un particular anónimo, alcan
zando a la vez el objetivo y escapando a las amenazas presupuestarias.
La habilidad de un único congresista, ajeno a la Liberal U e incluso de
otro distrito electoral, para representar a los votantes de la universidad y
moldear las acciones y la política de la administración sirve de ejemplo de
las limitaciones a las que se enfrenta la Liberal U para responder al cambio
social. La reacción del alumnado a su pretensión es también parte del pro
ceso de cambio, en este caso materializado en una proliferación de deba
tes y movilizaciones en el campus. Finalmente, la deslegitimación implícita
en el cambio de financiación y una vez asegurada la apertura de la oficina
Política de identidad, respuesta institucional y negociación cuuum 89
hicieron que, aunque los grupos de gays y lesbianas continuaran con actos
en contra, el interés y las protestas disminuyeran.
Las posturas y tácticas adoptadas a favor de la oficina dejan traslucir los
discursos que dominaban los acontecimientos. Los argumentos de gays y
lesbianas, de sus defensores y de la universidad combinaban cuatro ele
mentos7: primero, se invocó la política de identidad para defender que gays
y lesbianas son un grupo minoritario constituido que paga impuestos, está
discriminado y merece su oficina propia. En la lógica de los derechos,
este discurso incluía el argumento de que la administración tenía respon
sabilidad en la representación de las necesidades de estudiantes gays y les
bianas. Además, se invocó el liberalismo para defender la separación de
juicios privados de grupos e individuos del ámbito de los asuntos públicos
(Phelan, 1989). «No están contemplando una población que debería ser su
electorado.» «Como universidad pública lideramos y respondemos a las
preocupaciones expresadas en todo el estado. A veces nuestros numerosos
distritos electorales entran en conflicto. La Liberal U es una institución se
cular y su objetivo no es hacer juicios morales, sino educar.»
Segundo, el modelo patológico de necesidades de gays y lesbianas atri-
buibles al acoso se amplió como argumento de justificación y desplazó las
consecuencias políticas de la creación de la oficina. En esta postura defen
siva, el apoyo y la orientación psicológica neutralizaron a la política. «De
beríamos encaminar nuestros esfuerzos a ofrecer servicios al colectivo de
gays y lesbianas. En los últimos cuatro años, los incidentes de acoso se han
duplicado.» «El objetivo es procurar un ambiente de estudio seguro y
no defender un estilo de vida ni un programa político.» «La oficina no es
una declaración política, sino un servicio de apoyo para una población de uni
versitarios que lo necesitan.» «Es importante que la gente sepa que no va a
convertirse en un centro de actividad política.»
Tercero, la política de identidad, la igualdad educativa y la patología
se combinaron para dar lugar a un argumento sobre la importancia sim
bólica que tenía la creación de la oficina en la legitimación institucional de
la población gay y lesbiana. De este modo, la política de identidad de gays
y lesbianas se fue entrelazando con el discurso de los objetivos de la edu
cación y el papel de la universidad, esto es, garantizar el acceso igualitario
a la formación, educar al público en general y validar a una población. «El
primer problema radica en que la educación sólo puede ocurrir en un
lugar en el que todo el mundo tenga acceso real a los recursos educativos.»
«La negativa de la universidad a financiar con fondos públicos el centro es-
7. Los enunciados entre comillas son parte de conversaciones y retórica sobre la creación de
la oficina. Las fuentes son los periódicos, editoriales y cartas, anuncios, documentos y folle
tos. Los hablantes son legisladores, administradores, alumnos, docentes y ciudadanos de
Oasis.
90 Pensando auat. Shdaeidad, chitum r educación
tablece un armario oficial y sugiere que los gays y lesbianas no son perso
nas de la misma valía.» «Nuestra universidad está a punto de negar la iden
tidad de un buen número de estudiantes basándose en su sexualidad.» «La
universidad debería ofrecer su apoyo a la comunidad sexual minoritaria y
aumentar la concienciación de la población en general.»
Cuarto, el mundo académico, una esfera aparte del mundo real, fue a
la vez la figura responsable de liderar y de responder a un cambio social.
«La tolerancia y la diversidad forman parte de la universidad y ésta se que
daría atrasada si no abre la oficina y no reconoce a la población homosexual.»
«No es ético [...] que una universidad traiga al campus la mentalidad in
transigente que abunda en el mundo en general.»
Las posturas contrarias a la apertura de la oficina mostraban un campo
discursivo con cuatro sectores identificables. Primero, los argumentos mi
noritarios afirmaban que los fondos públicos deberían destinarse a los ser
vicios que benefician a todo el colectivo de estudiantes en lugar de a una
pequeña minoría. En otras palabras, la (homo) sexualidad no es un pro
blema generalizado del alumnado. Paradójicamente, el temor de la mayoría
a la promoción y la captación homosexual se traslucía en su discurso de in
dignación ante la legitimación de una minoría: «Los impuestos no deben
emplearse en los programas políticos de los grupos de interés especial.»,
«La gran mayoría se siente alienada y se pregunta por qué no hay fondos
especiales para ellos.», «Creo que va a ser utilizada como instrumento para
proclamar “la universidad pública nos apoya y su apoyo nos da pie a pro-
mocionar nuestro estilo de vida."», «Promueve un estilo sexual por encima
de los demás.», «Da credibilidad a un estilo de vida inmoral y puede crear
indecisión entre la gente sobre el camino que debe seguir.», «¿Por qué
debe costear la mayoría una oficina en la que no va a entrar nunca?».
Segundo, se decía que el reconocimiento público y la exhibición de la
diferencia aumentarían la hostilidad y las acciones homofóbicas, y limitarí
an la posibilidad de igualdad (uniformidad) y aceptación de la población
homosexual por parte del mundo convencional. «Si lo que intentan es con
seguir la igualdad, ¿qué sentido tiene hacer tanto ruido?» «No serán acep
tados si insisten en que son diferentes.» «Es extraño que muestren sus
emociones para demostrar algo (en referencia a la sesión de besos).» «La
oficina excluirá aún más a los homosexuales del resto del campus.» «Si se
comportan al contrario que la mayoría de los americanos, van a sufrir una
discriminación aún mayor.» «No tengo ningún problema personal con
ellos, pero el modo en que se comportan es perjudicial para la universidad.
Deberían limitarse a hablar entre ellos.»
Tercero, los argumentos según los cuales los (peligrosos) gays y les
bianas no son una minoría auténtica o legitimada porque eligen la homo
sexualidad y también eligen si mostrarla u ocultarla amenazaban los
modelos étnicos de la política de identidad. «Los gays y lesbianas pueden
Política de identidad, resfuesta institucional y negociación cultural 91
yo estoy a favor, es construir cultura, que la oficina patrocine actos que permi
tan a los alumnos contactar, explorar cuestiones sobre diferencias culturales y
sexuales de múltiples formas, o sea, grupos de lectura, festivales con drags, bai
les, espectáculos de gays y lesbianas, o conferenciantes, u otras actividades que
puedan definirse desde un punto de vista más cultural. Es otra propuesta para
lidiar con la dificultad de declarar la homosexualidad, una forma de propor
cionar un foro y unos espacios comunes a las personas a fin de que puedan tra
bajarlo [...] lo cultural y lo intelectual no son como el modelo médico que te dice
que necesitas apoyo psicológico parque no queremos que te suicides, y cosas de
ese estilo.
Negociación cultural
I jas lesbianas y gays de la Liberal U han alcanzado el reconocimiento insti
tucional en un sistema de diversidad que admite las identidades y perspec
tivas que supone que les acompañan en el nivel social, pero no en el nivel
de la elaboración del conocimiento o de las estructuras políticas. En los de
Polilla DE IDENTIDAD, RESPUESTA INSTITUCIONAL Y NE6OCUCIÓN CULTURAL 95
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Política paranoide, extremismo
y derecha religiosa:
¿un caso de identidad equivocada?
V. Darleen Opfer
blia. Hay dos cosas que creo que son significativas. Y lo que sucede con esos in
cendios de Florida bien podría ser el preludio de cosas que están sucediendo en
todos los lugares del planeta. Tiene que ver con una sequía terrible, pero tam
bién los rayos lo provocan. Los rayos siguen cayendo.
Y esto es lo que dice el Libro del Apocalipsis, seguro que les parece interesante:
(cita Apocalipsis 8,7): «Los siete Angeles de las siete trompetas se dispusieron a
tocar. Tocó el primero [...] Hubo entonces pedrisco y fuego mezclados con san
gre, quefueron arrojados sobre la tierra: la tercera parte de la tierra quedó abra
sada, la tercera parte de los árboles quedó abrasada, toda la hierba verde quedó
abrasada». Y eso es, exactamente, lo que está pasando. Los rayos son la causa
de losfuegos. Y la cadena CBS informó anoche de que el hombre no es capaz de
extinguirlo y que la naturaleza no está cooperando. (Extracto de la retransmi
sión del 24 de junio de 1998)
1. Véase Catherina A. Lugo (1998), Didi Herman (1997), Mortimer Ostow (1990), Grace
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Política parakoioe, extremismo y derecha religiosa 101
El complejo quondam
La denominación complejo quondam procede de la obra de Lipset y Raab, The
poütics of Unreason (1970), pero el concepto es similar al presentado en el
trabajo de Hofstadter (1965) y Smelser (1963). Este complejo aparece como
2. Para alternativas al extremismo y la política paranoide, véase Steve Bruce (1988), Pamela
Conover (1983) y Michael Word y Michael Hughes (1984).
102 PtKSAHDO QUffL SEXUKL10M), CULTURA Y EDUCACIÓN
atendidas por los cauces políticos tradicionales. Segundo, como los movi
mientos extremistas son formaciones alineadas, por lo general, con el par
tido conservador, debemos determinar si el partido conservador atravesó
un periodo de crisis que debilitó su fortaleza.
Respecto a la primera prueba, la de la impotencia política (es decir,
pesimismo respecto a la acción política y a objetivos inalcanzables), los con
servadores religiosos le atribuyen poco peso en el fracaso político, puesto
que reclaman su protagonismo en la demoledora victoria del Partido Re
publicano de 1994. Brian Lopina, miembro de la Coalición Cristiana, de
clara que «la Coalición Cristiana es responsable de los resultados
electorales, nuestras bases han logrado la victoria para los republicanos,
hemos conseguido que tengan más influencia» (Comunicación personal,
14 de octubre de 1996).
Los resultados de una encuesta a pie de urna realizada por Mitofsky In
ternacional indican que la derecha religiosa se merece ese reconocimiento:
la encuesta reveló que el 20% de los votantes en las elecciones al Congre
so de 1994 se declaraban evangélicos o cristianos renacidos. Además, tres
de cada cuatro de estos cristianos votaron al Partido Republicano. Este nú
mero constituye «el mayor bloque único de votantes al Partido Republica
no. Representa cerca de un tercio del voto republicano» (Creen en
Niebuhr, 1995, Bl).
Además de su capacidad de movilización a favor del Partido Repu
blicano, las coaliciones de partidarios de la derecha religiosa disfrutan
de un acceso sin precedentes al proceso legislativo. Robert Raben, ase
sor del republicano Barney Frank (Mass.), declaró a Gregg Zorova, del
periódico Los Angeles Times (1995), que Andrea Sheldon, miembro de la
Tradicional Valúes Coalition, «es una presencia diligente y dominante en
las altas esferas [...] Es omnipresente» (El). Beverly LaHaye, de la or
ganización Concerned Women for América (CWA), envió una carta a los
miembros diciendo:
La CWA ha sido requerida por los senadores y congresistas de Estados
Unidos para:
♦ Testificar ante las comisiones del Congreso en más ocasiones du
rante los primeros cinco meses del año que durante todo el año pa
sado.
♦ Asesorar y ofrecer información a favor de la familia en reuniones
alto nivel en las que se elaboraban borradores legislativos funda
mentales.
♦ Proporcionar a los senadores y congresistas documentación sobre
una amplia gama de temas (mayo, 1995).
3. Existen discrepancias entre los teóricos sobre la fuerza de los partidos políticos de Estados
Unidos. Algunos indican que se están fortaleciendo y otros que están en declive. Los estu
dios que indican que se están fortaleciendo tienden a definir la fuerza basada en las caracte
rísticas del electorado de ese partido (Croty, 1991, Longley, 1992; Jackson, 1992). Los partidos
políticos como organizaciones electorales se han fortalecido. Sus campañas han ganado en
eficacia y proporcionan más recursos a los candidatos; emprenden más tipos de actividad elec
toral.
Los teóricos que afirman que los partidos políticos se están debilitando basan sus conclusio
nes en la función del partido ante el poder (Brady, 1990; Sibley, 1990). La falta de fortaleza
del partido ante el poder se percibe en la relativa proporción de votos del partido (es decir,
cuando el 90% de un partido vota en contra del 90% del otro). Entre 1960 y 1994, sólo el 5%
de los votos al Congreso fueron votos del partido. La confusión en la literatura se debe, por
tanto, a las diferentes mediciones realizadas para determinar la fuerza.
Pollila PtfMOIDE, fXTMMISMO I JfRKHA » fi ICIOSA 107
y la buena situación econòmica del país, no parece plausible que las accio
nes contra la homosexualidad se deban a un complejo quondam. Lo que
queda por comprobar es si las acciones contra la población homosexual de
la derecha religiosa emanan de una tolerancia democrática baja
lity and the Western Christian Tradition, en general comprensivo con los inte
reses de gays y lesbianas, D.S. Bailey (1955) encuentra en este pasaje una
condena sin ambigüedad de todos los actos homosexuales. Esta conde
na clara, combinada con otros pasajes bíblicos, permite que la derecha
religiosa se adhiera a una política antihomosexual. Por ejemplo, el paszye
19,9 del Levítico «Reprenderás a tu prójimo abiertamente y así no serás
cómplice de su culpa» muestra la homosexualidad como un pecado, pero
también invita a creer que quien no la condene abiertamente es tan cul
pable como quien la practica.
La historia de Sodoma narrada en el libro del Génesis advierte del pe
ligro de la homosexualidad a los seguidores de la derecha religiosa. Dios
destruye la bíblica ciudad de Sodoma con fuego y tormentas de azufre.
Abraham intercede ante Dios en nombre de todos los que no habían co
metido actos indignos, y en el Génesis 18,22 le pregunta: «¿Vas a destruir
el bien y el mal sin distinción?». Abraham ruega a Dios que salve a la ciu
dad si encuentra sólo diez hombres buenos. Dios salva a Lot y a su familia
únicamente, que llevaban poco tiempo en Sodoma, y acaba con el resto. La
historia de Sodoma permite entender que Dios considera a todos los ciu
dadanos, niños incluidos, culpables o culpables por asociación.
En un pasaje de la primera Epístola del apóstol San Pablo a los Corin
tios, vemos que para el fundamentalismo cristiano el peligro de la homo
sexualidad es incluso superior al de la muerte. San Pablo escribe: « ¡No os
engañéis! Ni los impuros, ni los idólatras, ni los adúlteros, ni los afemina
dos, ni los homosexuales, ni los ladrones, ni los avaros, ni los borrachos, ni
los ultrajadores, ni los rapaces heredarán el Reino de Dios». Si los funda-
mentalistas creen en la infalibilidad de la Biblia y ésta dice que la homose
xualidad se castigará con la muerte, y también dice que es culpable de los
pecados del prójimo quien no condene sus actos pecaminosos, y si conclu
ye que el reino de Dios no es para los culpables, el fundamentalista cristia
no que no denuncie activamente la homosexualidad se arriesga no sólo a
la muerte, sino a condenarse para la eternidad. Permanecer callado ante la
homosexualidad equivale a la muerte y a la condena eterna.
Teniendo en cuenta este sistema de creencias, ¿son irracionales las
acciones de la derecha religiosa contra la homosexualidad? Es decir, ¿po
demos afirmar que sus acciones no son consecuencia lógica de sus creen
cias? El análisis de los incidentes ocurridos tanto en la nación como en los
estados indica que son racionales. Desde finales de la década de 1960, la
homosexualidad ha ido lentamente ganando aceptación entre la pobla
ción de Estados Unidos. Una encuesta realizada por Gallup en julio de
1998 reveló que el 31% de los estadounidenses creía que las personas
nacen homosexuales, un aumento respecto al 19% de 1989 y al 13% de
1977 (Gallup, en Scheneider 1998, 1838). Durante el mismo periodo en
que la homosexualidad gana aceptación, disminuye el número de funda-
110 P«S**00 Qtlítt. SfXÜWtOAO, CdlTUM t fDUaCIÓN
Discusión
La derecha religiosa, como he demostrado, no sufre de complejo quondam ni
de tolerancia democrática baja, por lo que no puede tildarse de paranoide
ni extremista. Además de un error en la aplicación de teorías sociopolíti-
cas, el uso de estos términos supone la creación de un lenguaje político
(Roe, 1994; Stone, 1988) que repercute negativamente en el activismo y en
las reivindicaciones políticas de gays y lesbianas. El lenguaje que se emplea
en la descripción de los problemas se convierte en una fuerza en sí misma; es
un lenguaje que se resiste al cambio o a la modificación incluso aunque
existan datos empíricos contradictorios, porque sirve para estabilizar y ga
rantizar ciertas presunciones a pesar de un elevado nivel de incertidumbre,
complejidad y polarización (Roe, 1994). No sólo ilustra cómo la derecha
religiosa y otros grupos buscan persuadir, sino también la forma en que el
lenguaje da significado a la acción social.
El uso de los términos extremismo y política paranoide, tanto en los medios
de comunicación como en las publicaciones académicas, crea un lenguaje
político que debilita significativamente el apoyo potencial a las iniciativas de
gays y lesbianas. Esto es así porque la terminología constituye un aparato
112 Pemsanoo oufft. Sexualidad, cultura y íducacíó«
Conclusión
Mi objetivo principal ha sido exponer a los educadores, investigadores y ac
tivistas a favor de la homosexualidad la posibilidad de que los conceptos de
extremismo y política paranoide pueden ser contraproducentes para los inte
reses de gays y lesbianas. En lugar de ofrecer recomendaciones concretas,
mis especulaciones tienen por objeto animar a los lectores a considerar un
enfoque crítico sobre la universalidad de los conceptos del activismo polí
tico. De todos modos, no estoy de acuerdo con que la calificación de para
noide y extremista dada a la derecha religiosa sitúe el movimiento
homosexual dentro de las teorías políticas existentes. Con estas etiquetas
nos hemos encerrado entre dos teorías competidoras, el separatismo y la
asimilación, ninguna de las cuales responde bien a los intereses de gays y
lesbianas.
Cuando llamamos extremistas o paranoicos a los seguidores de la
derecha religiosa, reconocemos la legitimidad de la teoría que esos términos
representan al explicar no sólo el activismo de la derecha religiosa, sino el
nuestro propio. Si usamos esos términos, la única vía que nos queda es co
menzar la actividad política formal de los grupos de interés, que sirve de
poco para solucionar los problemas de gays y lesbianas o, en ese sentido,
los problemas de cualquier grupo dominado. El potencial del cambio po
lítico no depende ni del separatismo ni de la asimilación, sino de forzar al
sistema político hegemónico y a sus teóricos a reconocer los problemas y
las formas de la acción política alternativa.
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6
Otra teoría queer. una lectura de la teoría de
la complejidad como imperativo moral y ético1
Brent Davis
Dermis J. Sumara
Durante dos años, participamos, junto a un grupo formado por otros ocho
enseñantes queer, en un estudio acerca de la compleja relación entre la sub
jetividad y la pedagogía. Nos autodenominamos «Grupo de estudio de en
señantes queer» y nos dedicamos a la tarea de precisar, para nosotros y para
los demás, la particularidad fenomenológica de construir una pedagogía
como sujetos queer, así como el esfuerzo continuo por desarrollar sujetos con
pedagogías queer.
En una de las reuniones, de un día de duración, hablamos de nuestra
inquietud ante la conflictiva reladón que mantenemos con nuestro cuerpo
y las energías que dedicamos a adornarlo, cubrirlo, esconderlo, elaborarlo y
exorcizarlo. A partir de una serie de lecturas y prácticas de escritura sobre ca
racterización de personajes, el tema de la elección de la manera de vestir nos
permitió centrarnos en las prácticas culturales de ocultamiento y de identifi
cación que dan forma a los cuerpos biológicos y a las identidades culturales.
Todos los integrantes del citado grupo nos declaramos lesbianas, gays
o transexuales y, para nosotros, la ropa constituye una forma de identifi
carnos a favor o en contra de las fronteras convencionales que separan al
hombre de la mujer, al heterosexual del homosexual, a la tortillera del
marica, lo butch de lo femme, etcétera A medida que debatíamos sobre las
frecuentes disyuntivas relativas a qué ropa llevar -y las identidades e iden
tificaciones culturales que la ropa anuncia- resultaba evidente que vivía
mos atrapados en unas conductas queer en las que no estaba claro si la ropa
daba forma a nuestro cuerpo, mente, sexualidad y experiencias, o bien si
participábamos en esa configuración a través de la ropa que llevamos. Por
ejemplo, Michael explicaba que no encontraba ropa (ni de hombre ni de
mujer) que respondiera a la forma de su cuerpo ni a la comprensión inte
1. La investigación de la que se da cuenta en este capítulo fue financiada por el Social Sámeos
and Humanities Research Counál (Consejo de Investigación de Ciencias Sociales y Humanidades)
de Canadá, Beca #410-964)686. Las opiniones aquí vertidas no reflejan necesariamente la pos
tura, política u orientación de este organismo.
118 PEHSAHOO QUfft. SfHkllDAÍ, CUITURA Y EDUCACIÓN
dimensiones del análisis pueden llegar desde la primera célula hasta el siste
ma planetario y quizá más allá.
Por consiguiente, la teoría de la complejidad insiste en contemplar los
fenómenos vivos simultáneamente como colectividades, unidades y subsis
temas. Los problemas surgen en la investigación actual sobre sistemas com
plejos. Aunque, al rechazar las explicaciones demasiado simplistas, admite
las contingencias de la existencia, la teoría de la complejidad ha llegado a
depender casi totalmente de un aparato mecánico que es meramente com
plicado: la mayoría de los estudios sobre la complejidad se realiza median
te la simulación por ordenador. Asegurado está que las simulaciones
pueden ser formidablemente complicadas y generar resultados inespera
dos y espectaculares, pero los resultados son, de todas formas, calculables
(y de hecho, calculados). Al ser finitos, no pueden, por ejemplo, modelar
la clase de incrustaciones recursivas y de autotrascendencia que son las
señas de identidad de los sistemas vivos.
La simulación por ordenador no es adecuada por su falta de plastici
dad. A diferencia del entorno del que procede un organismo vivo, el en
torno que el ordenador procura no es capaz de entrar en una coreografía
con la sim’ lación que se desarrolla. Así pues, confiar en dicha simulación
supondría cometer un error de tipos al aplicar a los sistemas vivos las con
clusiones actuales de los teóricos de la complejidad. La comprensión netif
de la teoría de la complejidad entraña el peligro de representar la expe
riencia humana como si de comportamientos mecánicos se tratara.
De la complejidad a la complicidad
El biólogo Jack Cohén y el matemático Ian Stewart han sumado sus voces
a este creciente coro crítico y, partiendo de esta crítica, Cohén y Stewart
(1994), teóricos de la complejidad, formulan una postura teórica alterna
tiva. Teniendo en cuenta que la tendencia de los fenómenos (o, al menos,
las experiencias humanas de los fenómenos) va desde lo aparentemente
simple hasta lo extremadamente complejo, en función del punto de vista
(dicho de otro modo, teniendo en cuenta nuestra implicación en el fenó
meno que estudiamos), Cohén y Stewart aportan al diálogo dos conceptos
opuestos, el de simplicidad y el de complejidad, pero en lugar de mantener
los en oposición, proponen dos conceptos complementarios, simplejidad y
complicidad (jugando con las palabras simpliddady complejidad), con el fin de
sacar a los teóricos de su crisis actual. El término simplejidad que proponen
se podría aplicar a cualquier sistema de interpretación inventado por el
hombre, independientemente de lo elaborado que sea, para describir o si
mular el universo o alguno de sus aspectos. El rasgo definitorio de un sis
tema simplejo es su dependencia de las condiciones iniciales. En tales.
122 PEASAJI90 QU(tl StlUAUDAO, CUITURA Y EOOCACIÚN
diata, reconociendo que el futuro depende del presente pero no está de
terminado por él2.
Cohén y Stewart eligen los términos simplejidad y complicidad como algo
más que un hábil instrumento retórico. El término complicidad, además de
compartir la etimología de complejidad, evoca un significado de estar implica
do en o servir de cómplice paray así anuncia la necesidad de estar alerta a la par
ticipación personal en los acontecimientos. Es una noción creada para
impulsar la conciencia de lo que Varela, Thompson y Rosca (1991) denomi
nan la «circularidad fundamental del ser», una idea que ilustran señalando
que el universo se modifica con un acontecimiento tan mundano como un
pensamiento cambiante: ese pensamiento no está meramente en el univer
so, es una parte del universo. En otras palabras, estamos totalmente implica
dos en nuestro mundo, una idea que va mucho más allá de la comprensión
tópica actual de que la percepción no es inocente. No es sólo el modo en que
entendemos el cosmos, es decir, cómo le damos forma a través de la percep
ción, lo que nos hace cómplices. Más profundamente, estamos trenzados en
una coreografía compleja y dinámica del ser que, siguiendo a Gregory Bate-
son (1979), podemos llamar un guiño de complicidad.
Esto no es baladí. En nuestra arrogancia moderna y occidental, per
siste la creencia de que nuestros sistemas de conocimiento son los más
exactos, las mejores representaciones del mundo de ahífuera, lo más cerca
no a la verdad última. Pero la noción de complicidad no permite que el
conocimiento y la comprensión residan dentro de los individuos o de
las colectividades. El conocimiento se considera en función de la acción
adecuadamente situada, es decir, como la habilidad para mantener la via
bilidad dentro de un contexto dinámico. O en la terminología de Cohén y
Sterwart, tenemos una tendencia a contemplar el conocimiento como algo
simplejo, cuando en realidad se trata de un fenómeno cómplice. Por tanto,
dada las abundantes pruebas de nuestro fracaso colectivo en este sentido -la
posibilidad, por ejemplo, de que nuestra sociedad haya llevado al planeta
al borde del desastre- la creencia en la supremacía del pensamiento mo
derno merece una recognición profunda e inmediata.
La formulación de la complicidad junto con la concepción ecológico-
hermenéutica de la circularidad fundamental -todo unido con la fusión
que hace Bateson de conocimiento, acción e identidad- debería dirigir a
los interesados en la teoría de la complejidad y en la educación a profun-
Complicidad y moralidad3
La educación formal está aparentemente habituada a enfundarse en la re
tórica de la benevolencia y la esperanza, una autocaracterización que el in
cipiente discurso crítico rechaza frontalmente. De hecho, existe una
amplia literatura que mantiene que, lejos de presentar oportunidades,
lejos de servir como llave de influencia en un sistema de méritos, la escue
la está implicada en las propias estructuras que afirma combatir.
A pesar de esta crítica condenatoria, ha sido difícil cuestionar la idea
de que la escuela es importante porque es inherentemente buena, aunque
como agente de la sociedad sea objeto de corrupción. La educación formal
sigue recubierta de una mitología cultural que afirma su propia bondad y
que devuelve la crítica a una era dorada de fábula en la que la excelencia
y la igualdad de oportunidades eran sus características definitorias. Por
eso, incluso en la crítica más feroz a la escuela convencional, se encuentran
referencias a la importancia de algún modo de intervención colectiva y or
ganizada, dirigida a influir en los esquemas mentales y los modelos asocia
dos de comportamiento, es decir, a abrazar alguna fórmula de educación
formal. Y aunque varíen los aspectos que adoptan estas propuestas, el pro
pósito definitorio sigue siendo básicamente el mismo: la educación moderna
es fundamental para conseguir una ciudadanía informada.
Frente a esta fe en la bondad inherente de la escuela, hay algo en el
discurso contemporáneo que queda fuera de consideración o que está
mal considerado (fiero ciertamente no desnudo ni expuesto); se trata de
las dimensiones morales y éticas de la educación formal. Además, cuan
do estos temas salen a la palestra, las palabras moral y ética suelen emplear
se como si fueran conceptos autoevidentes, basados en lo que hemos
creer que, aunque los desarrollos modernos han diezmado las pro
iones tradicionales más ecológicas y sensatas, permanece la morali-
por ejemplo, aunque nos enfrentemos a una crisis planetaria, nuestra
i moral colectiva permanece intacta.
Esta presunción significa que, a pesar de que la tecnología es cada vez
sofisticada y la fibra de la sociedad cada vez más compleja, nuestras ac-
les morales continúan siendo naif y sencillas. La atención privilegiada
se presta a la elaboración disminuye la atención que se presta a lo que
ido elaborado -a lo que está materialmente presente, al funciona-
ito de los objetos culturales que son intermediarios y colectores de la
iriencia, a lo físico de nuestro carácter colectivo; Borgmann sugiere
una moral postmoderna requiere dedicar más atención a las conse-
ícias de la acción- a la forma en que los productos son cómplices de la
plejidad de las relaciones persona-mundo. En sus propias palabras:
Lo que necesita una consideración moral en la producción no es tanto el pro
ducir como el produdo. En tanto que la producción es una manera de hacer, es
susceptible de la aplicación de la moral convencional que recientemente ha sido
exfoliada de las ramas de la ética profesional, la de la ingeniería, la de los ne
gocios y la de la evaluación de riesgos. Lo que siempre queda sin examinar es
el poder de los productos, de los resultados materiales de la producción, para
modelar nuestra conducta en profundidad. Toda teoría moral que piense en el
entorno material de nuestra sociedad como en un estado esencialmente neutral
es totalmente errónea e inútil; así es, de hecho, la mayoría de la ética moderna
y contemporánea, (p. 110)
Investigación cómplice
Elste libro es complejo de verdad quiero que lo lean todos mis hijos.
El padre de una niña de 11 años dijo esto durante una reunión entre
profesorado y miembros de la comunidad, en una sala de reuniones de una
escuela de primaria de una zona semirural. La reunión se celebró durante
las primeras etapas de un estudio que, como investigadores, habíamos con
cebido para analizar las actividades de matemáticas y literatura en la escuela.
El proyecto comenzó con una serie de reuniones de todo el profesora
do hasta séptimo de primaria. En un principio, la investigación se iba a cen
trar en el proceso de aprendizaje o, más en concreto, en los modos en que
las actividades escolares ayudan a formar y dan forma a las concepciones tá
citas sobre la cognición individual y el conocimiento colectivo —el estudio
comenzó por explorar las creencias poco articuladas de los participantes
sobre aprendizaje y enseñanza-. Los puntos principales de debate eran las
Otra uoría oiíííi 129
bra), pero tampoco son inocentes o inútiles con respecto a las consecuen
cias imprevisibles de sus actos. Al dejar a un lado la creencia de que nues
tros actos pueden determinar fenómenos como el aprendizaje y el
conocimiento colectivo, la complejidad y la complicidad nos obligan a
reconocer que siguen dependiendo de lo que hacemos. Las concepciones
modernistas de la autenticidad, el progreso lineal y las distancias insalva
bles son así reemplazadas con imágenes postmodernistas de identidades
fluidas y dispersas, coreografías complejas y la inevitable participación.
Una consecuencia inmediata es que los investigadores no pueden con
siderarse a sí mismos como que operan en el entorno educativo, extraen los
datos deseados y después rompen todos los lazos. La complicidad nos im
pulsa a reconocer distintas clases de inversión. Como se demuestra en el
estudio, hace falta la voluntad y el esfuerzo para formular el lugar que se
ocupa en la comunidad y, de forma recíproca, permitir que la comunidad
forme parte de la investigación.
Adoptamos ahora una postura ética deliberada para indicar que la in
vestigación educativa no es mera investigación que ocurre en entornos
educativos, ni mera investigación centrada en problemas educativos, sino
que es investigación que busca educar. En efectc, para nosotros, la investi
gación educativa adopta muchas de las tácticas de la investigación-acción
colaborativa, incluida la toma de decisión conjunta, el compromiso con un
esfuerzo ampliado, el abandono de los intentos por controlar mientras per
manecemos atentos al afecto y una voluntad de vivir con la incomodidad y
la ambigüedad que van asociadas, todo ello acompañado del rechazo a re
nunciar a las responsabilidades del papel diferenciado del investigador.
Este modelo combina los proyectos de investigación y de educación, los
cuales incluyen esfuerzos para, deliberada pero atentamente, influir en
cómo son las cosas, es decir, aumentar el espacio de lo posible.
Además, el modelo de investigación-acción depende de llevar, preme
ditadamente, la atención al modo en que lo que sabemos está atrapado en
lo que hacemos y en lo que somos. Es un enfoque de investigación basado
en una actitud cómplice.
Vidas cómplices
Pasamos a continuación a un tema que surge con frecuencia en los deba
tes sobre la investigación educativa. Nos gustaría indicar que una concien
cia de la complicidad debería incitar a los investigadores educativos a huir
de las tentaciones de pensar en la investigación como en algo que ellos
hacen (generalmente por razones como la plaza fija, la financiación y el
elogio, que dejan la investigación en sí en un segundo plano) y a conside
rar lo que supone vivir una vida que incluye la investigación.
OUA TEORÍA. QUffi 133
como sistemas simplejos que complejos. Aunque todos los integrantes del
grupo de estudio de enseñantes queer creíamos que íbamos a compartir ca
racterísticas fundamentales (de tipo simplejo), descubrimos que, como
dice Sedgwick (1990), «las personas son diferentes unas de otras» (p. 22).
Y lo más importante es que descubrimos que, aunque cada uno de noso
tros nos encajábamos dentro de un significante categórico concreto (por
ejemplo, lesbiana, gay, transexual), al final no estábamos seguros de sus
significados. ¿Cuál es la quintaesencia del lesbianismo? ¿Cómo puede ser
alguien perfectamente transexual? ¿Qué significa categorizar a lesbianas y
gays en virtud de actos sexuales imaginados, mientras que se clasifica a los
heterosexuales en función de características mucho más complejas como
son la participación en varias unidades familiares y económicas y modos
de producción?
Cuando se cumplió el tercer año de nuestro proyecto y vida en una co
munidad queer, llegamos a cuestionar la directriz teórica que daba forma a
nuestra investigación y situación vital. Nuestra mayor inquietud era el
modo en que percibimos que las identidades vitales, propias y ajenas, esta
ban fuertemente condicionadas por los estereotipos culturales y los mitos
sobre las identidades no heterosexuales. Por fin comprendimos que nin
gún estudio de la identidad queer puede comenzar por adentrarse en las ex
periencias vitales de quienes se han declarado públicamente queer, sino por
el difícil proceso de adentrarse e interpretar lo que hemos llegado a deno
minar el armario heterosexual. Aunque mucho del trabajo realizado en los es
tudios sobre gays y lesbianas ha servido para legitimar las prácticas y
experiencias de las identidades no heterosexuales, se ha utilizado también
para recomponer la heterosexualidad como una categoría normativa
según la cual se definen las identidades homosexuales y, por supuesto, se
difaman.
Gracias a esta percepción teórica, advertimos que, aunque había sido
necesario vivir en una comunidad de gays y lesbianas y trabajar con profe
sorado queer políticamente activo para llegar a comprenderlo, el desarrollo
continuado de nuestro trabíyo teórico y de investigación depende de un
cambio en la topografía de nuestra complicidad. Cuando nos enfrentamos
a la decisión de trasladar nuestra carrera profesional de la costa oeste de
Canadá al área de Toronto, acordamos que, en lugar de vivir en comuni
dades urbanas y diversas, densamente pobladas, a las que se considera fe
nomenològicamente expansivas -propiciando así una amplia oportunidad
para el desarrollo de muchas formas de identidad-, viviríamos en un área
más rural donde estas identidades y experiencias diversas ni siquiera se
cree que existan o que tengan apoyos. En lugar de seguir manteniendo,
con nuestra vida e investigación, que las identidades queer son algo que po
demos identificar e interpretar sin más, teorizamos que encontraríamos
identidades queer en lugares raros, es decir, en lugares donde nadie espera
] 36 Pensando oiiffi. Sexualidad, cuiiuu y educación
Conclusiones finales
Como queda patente tras lo anterior, no hemos llegado a estas ideas le
yendo únicamente sobre la teoría de la complejidad. Muy al contrario,
nuestra introducción inicial llegó tras el estudio de la hermenéutica, la fi
losofía pragmática y continental, la ecología profunda, las ciencias nuevas
y el discurso de la educación crítica. Más recientemente, los estudios sobre
la teoría queer, el psicoanálisis y el feminismo han ampliado nuestro pensa
miento. Para nosotros, el atractivo inicial de la teoría de la complejidad no
residía en el terreno que estaba removiendo, sino en la lengua privilegiada
que hablaba.
Constituida sobre los sistemas simbólicos de la matemática y de las
ciencias, la teoría de la complejidad llega con un discurso que es, ya, privi
legiado. De hecho, si no hubiera sido por los esfuerzos de Cohén y Stewart
para que no cayera en la neutralidad y la objetividad, es muy probable que,
en lugar de acogerla, la hubiéramos rechazado. Pero la formulación de la
idea de complicidad traslada el discurso al reino de los agentes humanos.
Como investigadores, por ejemplo, somos cómplices del sistema que estu
138 Pímsamdo oi/íel Sexualidad, culiuu y educación
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La transgresión y el cuerpo ubicado: el género,
el sexo y los profesores varones gays
Eric Rofes
Es cierto que gran parte del alumnado y del profesorado encuentra re
pugnante el sexo homosexual, pero los profesores gays también albergan
un gran sentimiento de repulsión hacia sus prácticas sexuales. El sociólogo
148 Pe ASANDO OVÍft. SfXUAllDAO, CUIIUIA f EOUCACIÓM
Cuando insistimos en que las cuestiones sobre los actos sexuales per
manecen en el ámbito privado, borradas de los lugares del discurso públi
co, tal vez estemos apoyando un completo aparato de control social que
mantiene en su sitio el patriarcado y el heterosexismo y que hace repug
nante el sexo entre hombres. Algunos mantienen que relegar el sexo a la
esfera privada conlleva muchos riesgos y que el sexo público funciona
sobre unas bases radicales y liberadoras (Califía, 1994; Dangerous Bedfe-
llows, 1996). Sobre hombres gays en concreto, Michael Bronski (1996) ha
escrito:
Estamos obsesionados con el sexo. Y es algo bueno. La sexualidad y el erotismo
son fuerzas de una potencia sensacional en nuestras vidas y la cultura gay las
reconoce y las apoya [...] La cultura convencional se basa en la represión o ne
gación de la sexualidad [...], pero su insistencia en la importancia de sexuali
dad deja lugar ala duda. (pp. 11-12)
En el libro, está ausente la intensa conexión erótica que tuve con Tony,
así como todo lo que me enseñó sobre mi cuerpo, mis deseos y mi espiri
tualidad. Del mismo modo, a lo largo del libro represento la masculinidad
tradicional de un profesor y, aunque ése era el modo habitual en que me
mostraba en clase por aquella época, era cierto que había momentos en
que me sorprendían haciendo gestos o inflexiones afeminados.
Estos silencios sobre el género y el sexo también están presentes
en otros libros sobre profesores gays y lesbianas (Khayatt, 1992; Kissen,
1996). ¿Por qué nos censuramos a nosotros mismos y a quién beneficia
nuestro silencio? Cuando reflexiono sobre los 28 años que tenía cuando es
cribí el libro, no puedo negar que mi actividad en el movimiento de libe
ración gay en aquel tiempo estaba trasformando mi comprensión y
150 PEISANDO OUfft. SEXMAIDAD, CULTO« Y EDUCACIÓN
Cuando estoy impartiendo Education 188: Gay and Lesbian issues in sebo-
oís, me mantengo extremadamente alerta con la representación de hombre
gay que hago ante mi alumnado. Me pregunto cómo le gustaría a mi alum
nado queerque representara el género y qué saca en claro mi alumnado he
terosexual del tiempo que pasa conmigo. ¿Debo vestir y actuar como un
marica estereotipado o debo proponer otra opción de la masculinidad gay?
¿Es adecuado usar el amaneramiento, el ingenio y la ironía mordaz o debo
evitar la afectación de la pluma y ofrecer otra apariencia alternativa? ¿Es co
rrecto que cruce las piernas, mueva las manos y levante las cejas? ¿Puedo
llamar cielo a mis alumnos gays? ¿Puedo referirme a mis colegas masculinos
como mis amigas? ¿Qué imagen debo proyectar cuando paseo por el aula?
Me siento como si la biología me hubiera situado en una posición
en cierto modo privilegiada para confrontar estas cuestiones. Poseo atri
butos claves que danzan al son de la masculinidad tradicional en la cultu
ra estadounidense: mido 1,90, tengo vello en el cuerpo y en la cara, y la
corpulencia de un defensa de fútbol. He aceptado lo que la genética me ha
ofrecido y he tomado decisiones para imprimir mi posición dentro de las
normas masculinas: tengo una barba espesa, un tono de voz profundo, me
corto el pelo al rape y hago ejercicio en un gimnasio. Puedo representar
fácilmente una masculinidad de etnia blanca común entre los hombres de
clase trabajadora y de clase media baja. A veces parezco más un estibador
que un profesor.
Y, sin embargo, soy plenamente consciente de que las masculinida-
des que represento están atravesadas por problemas políticos capaces de desen
cadenar una serie de respuestas problemáticas. El sábado por la noche,
puedo hacer una representación machista, jugando a ser un rudo y basto
hombre butch en un bar leather, como estrategia sexual para indicar una
gama de posibles roles y actividades eróticas a los hombres que deseo. Pero
ese mismo macho del VillagePeople quizá intimide y resulte inaccesible para
mi alumnado universitario, a quienes tal vez les sugiera la afirmación de
unas normas patriarcales que, en realidad, quiero desmantelar. Durante una
entrevista individual con mis alumnos varones gays, cruzo las piernas, adop
to un tono de voz más suave y hago expresivos gestos con las manos en un
intento de disipar cualquier sentimiento de amenaza que puedan percibir
en mí. Y tal exhibición de energía femme puede alejar a gran parte de mi
alumnado heterosexual o confirmar sus estereotipos. También puede me
noscabar mi habilidad como profesor para estructurar la clase, crear ex
pectativas y reforzar los estándares del discurso en el aula y del trabajo de
los estudiantes. ¿Debo reprimir la afirmación de estereotipos que permitan
a esos alumnos saber que algunos hombres gays a veces son afeminados?
Cuando comencé la docencia universitaria, me di cuenta de que la
energía que proyecto ejerce una poderosa influencia en el aula Poniendo en
práctica lo mejor de mis habilidades pedagógicas, intenté organizar deba-
152 Pensando oum. Seiiaiidad, cuwum y educación
tes centrados en los alumnos. Ellos colaboraban conmigo para encauzar las
preguntas y organizar el tiempo de clase. Planificamos un formato y un
proceso capaz de conseguir la máxima participación, pero cuando comen
zó el debate, fueron pocas las personas que participaron. A veces parecía
que estuviera sacando clavos de la pared para conseguir que la mayoría to
mara parte en la conversación.
Después de uno de estos primeros fracasos para lograr una participa
ción fluida y abierta, una alumna de la especialidad de estudios de la mujer
tuvo la amabilidad de acercase a mí: «La clase se siente intimidada por ti»,
afirmó con seguridad, meneando la cabeza. «Dices las cosas adecuadas y
sabes perfectamente cómo dinamizar estos debates, pero tu energía es
equivocada y lanza un mensaje diferente al de tus palabras. Las claves que
ofreces son profundamente confusas.»
Busqué consejo entre mis compañeros, entre mis compañeras lesbia
nas para ser exacto, quienes me hablaron de las representaciones de géne
ro en el aula. Me hicieron ver que debía poner en el trabajo pedagógico
tanto mis energías butch como mis energías femme. Al principio no enten
día a qué se referían, pero escuché con atención, tomé notas y medité sus
comentarios durante bastante tiempo. Comprendí que me pedían que apli
cara la valiosa lección que había aprendido durante mi carrera como ac
tivista gay a mi trabajo como profesor universitario.
He dirigido muchos foros públicos, tensas reuniones comunitarias,
crispadas discusiones en el ayuntamiento, donde personas de diferentes
grupos venían en busca de debate, conflicto y solución. Gracias a la parti
cipación en estas situaciones, he aprendido a utilizar masculinidades dife
rentes en momentos diferentes. Mi energía butch es útil para establecer
límites, para enfrentarme a los participantes que no respetan las normas
colectivas del debate y para mantener la concentración del grupo. Procede
de un lugar de mi interior que busca controlar, dirigir y ordenar y, aunque
los gestos, inflexiones y movimientos que lo acompañen, pueden parecer o
no tradicionalmente masculinos, la energía mana, sin duda, de una fuente
concreta de mi interior.
Empleo mi energía femme para dar acceso, invitar a la participación, cortar
y relajar la tensión. Utilizo el humor, la humildad y cualidades más suaves.
He llegado a ser un experto reconocedor de cuándo mi energía femme me
aportará cosas que mi energía butch no me aportará jamás; tengo bastante
capacidad para bailar entre la una y la otra en una sutil, aunque complicada,
representación de energías de diversos géneros.
De ahí que haya incorporado mis partes butch/femme deliberada y cons
cientemente a mi metodología en el aula. Mi alumna de estudios de la
mujer estaba en lo cierto: si inicio un debate en clase pausadamente, con
actitud abierta y relajada, y dejo espacio para hacer sitio a los silencios, el
humor y la flexibilidad necesarios para acomodar los cambios de última
L* IÜANS6KF5IÓN Y fl CUERPO UBICADO 153
hora que introducen los alumnos y alumnas, la clase responde con entu
siasmo. Cuando abuso de mi energía butch por miedo, por desorganización
o por falta de cuidado, los alumnos permanecen en silencio, inactivos e in
cluso reticentes.
Comencé a recordar desde una nueva perspectiva a todos los profeso
res varones que habían sido explícitamente afeminados, incluido los pro
fesores de música y teatro de mis estudios de secundaria y a un profesor de
estudios sociales que movía las manos incontrolablemente cada vez que
algo le entusiasmaba. Este entusiasmo era contagioso y todos acabábamos
cautivados por la apasionante actividad que él estuviera creando en aquel
momento. Sólo después de clase, a sus espaldas, nos burlábamos de él, le
poníamos motes y ridiculizábamos su forma de enseñar. ¿Era simplemente
el éxito de unos métodos de enseñanza que captaban el interés de toda la
clase o había algo que amábamos de verdad en sus gestos amanerados y su
voz de loca? ¿Permitían estas situaciones -momentos de auténtica magia pe
dagógica- que el profesor y el alumnado, juntos, rompieran colectivamen
te los constreñidos roles de género y, al menos durante unos minutos,
quebrantaran el dictado patriarcal?
Los pedagogos han comenzado a escribir acerca del modo en que las
prácticas sexistas y heterosexistas en el aula dañan a los niños y niñas no
conformes con el género, también a los chicos y los jóvenes (Boldt, 1997;
Sedgwick, 1993;Thorne, 1993). Martín Mac y Ghaill (1994) han descrito la
escuela como una agencia masculinizadora y tratan el «modo en que las de
finiciones dominantes de masculinidad se afirman en las escuelas, donde
las ideologías, los discursos, las representaciones y los materiales privile
gian, sistemáticamente, a los chicos y a los hombres» (p. 4). R.W. Connell
(1995) defiende que «una estrategia des-generadora, un intento de des
mantelar la hegemonía de la masculinidad, es inevitable y sin ello no
puede tener lugar una política de justicia social basada en los derechos de
des-género» (p. 232). Afirma que las escuelas deben adoptar un papel
fundamental en el avance hacia dichas políticas:
La importancia de la educación de la política de la masculinidad deriva de la
ontoformatividad de las prácticas de género, el hecho de que nuestras represen
taciones de masculinidad y feminidad dan vida a una realidad social. Es fre
cuente hablar de la educación como si se tratara de pura información, de meter
ciertas dosis medidas de datos en las cabezas del alumnado. Pero eso es sólo la
mitad del proceso. En un nivel más profundo, la educación es la formación de
capacidades para la práctica, (p. 239)
Está claro que los profesores varones gays arriesgan mucho más en el
desarrollo de una estrategia des-generadora. Y estamos equivocados si creemos
que nuestra mera presencia en el aula tiene un efecto contrahegemónico.
Ser transgresores porque somos abiertamente gays y, sin embargo, sumisos
154 PENSANDO Qllfít. SEXUMIOAD, (UUUU 1 EDUCACIÓN
Conclusión
Jonathan Silin (1997) mantiene que los «americanos se muestran alterna
tivamente expansivos o silenciosos sobre el lugar de la sexualidad en las
aulas de la escuela infantil» (p. 214). La intensa obsesión con el sexo y la
escolaridad y los profundos silencios asociados con ella son parte de una
ideología que es eficaz en, como bien ha dicho James Sears (1992), «re
producir la política del cuerpo» (p. 15). El mantenimiento del sexo en pri
158 Pensando ouíft. Sewaudad, cuitajra y educación
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Del armario al corral:
nuevos estereotipos en In & Out
Shirley R. Steinberg
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ward debe renunciar a su pulcritud e ir hecho un desastre, ajustarse el pa
quete con un gesto vulgar y decir muchos tacos. Sobre todo, debe evitar el
«ritmo, la gracia y el placer. Los hombres no bailan, los hombres trabajan,
beben, les duele la espalda. Hagas lo hagas, no bailes». La prueba comien
za cuando suena la canción de Gloria Gaynor, Z will survive. Howard resiste
la tentación durante los primeros acordes hasta que se lanza a bailar enlo
quecido por toda la casa. Cuando acaba la cinta, el narrador le llama
mariconazo por haber sucumbido a la música y haber bailado.
En este punto de la película, Howard es la única persona que real
mente no se ha enterado de que es gay. La audiencia está convencida por
que ha recibido todas las claves. A partir de ahí, iremos anticipando su
descubrimiento personal y posterior aceptación. Cuando por fin se decla
ra gay, respiramos aliviados y nos sentimos cómodos con su elección. En
una de las escenas finales, una vez que Howard es despedido por ser gay,
cada alumno del auditorio se declara también homosexual y cada habitan
te de la ciudad se levanta para gritar con orgullo que es homosexual,
«todos somos iguales y si Howard es gay, entonces yo también soy gay». Por
alguna razón me recuerda a la alumna de mi clase que tenía cáncer. Co
menzó a llevar una gorra de béisbol y se permitió a todos lo alumnos llevar
gorras de béisbol. Los alumnos se sentían mejor no dejando que fuera la
única que llevara gorra, pero ella seguía siendo la única que tenía cáncer.
Howard es el único que es homosexual.
Hay un ingrediente esencial ausente en todo este discurso gay. Apar
te de un beso en la boca con el periodista (interpretado por Tom Se-
lleck), no hay ninguna relación sexual. Aunque es un estilo de vida
sexual, en ningún momento de la película se asocia la homosexualidad
con muchos de los atributos que se van sumando en la persona gay. Los
significantes que los alumnos enumeran -aseo, amaneramiento, etc.- di
bujan sólo una imagen unidimensional de la homosexualidad que exclu
ye el sexo y la sexualidad. En realidad, se podría argumentar que el único
significante incuestionable de la homosexualidad es que alguien tiene
sexo (o quiere tener sexo) con alguien del mismo sexo. ¿Por qué Rud-
nick pone tanto celo en evitar que su personaje gay aparezca en escenas
de sexo? En mi opinión, porque el acto sexual supone el traspaso de la
línea heterosexual de la decencia, la frontera que define lo que la ho
mosexualidad podría realmente ser. No estoy reduciendo la esencia de la
sexualidad a las prácticas y preferencias sexuales, sino que afirmo que ig
norar los aspectos sexuales es vendarse los ojos ante mucha de la esencia
de la homosexualidad. En ese sentido, Howard está lleno de atributos gays,
lleno de excesos, pero nunca practica el sexo. De hecho, nunca habla de
sexo ni da a entender que entiende que ser gay implica tener sexo con
otros hombres.
Del aimaiio al cobai 167
¿Es por tanto una película comprometedora para las audiencias hete
rosexuales? ¿Se les pide que adan un poco? Dejemos que los homosexuales
sean estrafalarios y les guste la decoración, el estilo recargado y los cortes de
pelo y, a cambio, In & Out tendrá personajes que entretengan pero que no
folien, o que folien pero con sensibilidad heterosexual. Los personajes gays
se convierten así en caricaturas gays, bufones de corte, traídos a la corte de
los heterosexuales para el placer visual, reyes, reinas y locos. Disney liberó
a un personaje similar, un otro en El jorobado de Notre Dame: uno de los
acontecimientos más empoderadores de Cuasimodo fue su coronación
como rey de los locos. Este título lo liberó de su máscara de timidez y los ha
bitantes del pueblo y la audiencia sintieron alivio ante el sentido de justicia
social de la nueva reputación del jorobado. Sería siempre feo y desfigura
do y nunca encontraría el amor, pero la audiencia formaba parte de la
redefinición de su otredad, en la que hasta un jorobado con una cara desfi
gurada tiene un lugar en el mundo y es capaz de amarle por lo que es (aun
que no sexualmente).
Los personajes televisivos gays reciben el mismo tratamiento. Los ar
gumentos para gays y lesbianas les asignan un papel que coordina el guión,
sirve de accesorio y hace reír. El compinche homosexual ha reemplazado
a Gabby Hayes (Roy Rogers), Tonto (El llanero solitario) y Danny Glover
(Mel Gibson) como contrapunto de los personajes heterosexuales varones
o mujeres. Mientras las audiencias siguen reclamando a gritos argumentos
«con nuestros locos de siempre», los personajes de gays y lesbianas adop
tan muchas de las características que identifican los alumnos y alumnas de
Howard. Los homosexuales están bien si hacen gracia, si son identificables
y, por encima de todo, están des-sexualizados. En una réplica de la década
de los noventa, un hombre gay reemplaza a Mr. Bojangles como artista neu
tralizado. Siempre que se mantuviera en su sitio, Mr. Bojangles no suponía
ninguna amenaza para Shirley Temple; y hoy en día los asexuados perso
najes de gays y lesbianas no son ninguna amenaza para nuestros hijos e
hijas. La película de Rudnick ayuda a los espectadores a aceptar la salida
del armario, pero encierra la queendad en un recinto contenido en un es
pacio virtual que nunca supone una amenaza para nuestros valores cristia
nos y americanos. La nación más excelsa del mundo queda intacta y, en
cierto sentido, es más tolerante.
Lo último que necesita una persona marginada es tolerancia. La debi
lidad política del programa liberal señala cualquier tipo de marginación y
la relega a una ciudadanía de segunda clase para siempre. Cuando somos
tolerados, nunca estamos en el mismo plano de igualdad que quien nos to
lera. La tolerancia supone que quien tolera es condescendiente y acepta a
las personas toleradas a pesar de sus problemas. Yo no quiero enseñar tole
rancia, quiero enseñar igualdad, y por debajo de ese nivel, todo lo demás
es inaceptable. Además de comer tacos para comprender a nuestras her-
168 PENSANDO HUM. SEXUAUOAO, CULTURA Y EDUCACIÓN
Pero, como sugiere Joshua Gamson, «el deseo de los homosexuales y bise
xuales de que se les reconozca y valide ha sido más fuerte que su deseo de
analizar cuidadosamente las dinámicas de hacerse visible» [añado la cursiva].
Gamson pronostica otra dinámica: «La visibilidad cultural, en especial
cuando tiene lugar en el mercado, no es la ruta directa hacia la liberación;
de hecho, bien puede llevar a cualquier otro lugar» (1998, p. 12). Danae
Glark añade que, al insistir en el análisis de la acción de los espectadores y
del apoderamiento de los activistas, «nos arriesgamos a perder de vista la
ínterrelación que existe entre las prácticas de interpretación y la política
económica de las instituciones mediáticas» (1993, p. 195). En este sentido,
Larry Gross reconoce que los medios de comunicación y el mercado no
son ajenos a enfoques construidos históricamente:
Cuando hay grupos o enfoques que alcanzan visibilidad, la forma de su repre
sentación reflejará en sí misma el sesgo y los intereses de las élites que definen
la agenda pública. Y esas elites son en su mayoría blancas, en su mayoría de
edad madura, en su mayoría hombres, en su mayoría de clase media o media
alta y, al menos, en público, totalmente heterosexuales. (Gross, 1994, p. 143)
Patton propone tratar las identidades como cierres retóricos que están
vinculados con estrategias, alianzas y realianzas y que afectan a la puesta en
escena de las reivindicaciones políticas (147). La autora insiste en que la
identidad es «cuestión de derechos y ética, y no de lo que se es» (p. 148).
El trabajo de Patton urge a examinar de cerca los términos mediante los
que se afirma una identidad queer, prestando atención a los derechos y res
ponsabilidades que acompañan a las posiciones particulares del sujeto. Si «el
■ logro de las identidades es precisamente delimitar los deberes y las alianzas en
i un campo de poder» (p. 174), ¿qué deberes y alianzas se delimitaron el 30 de
ábñl de 1997, durante el episodio en el que Ellen se declaraba lesbiana?
Ladetlaración intertextual
¡La. atención de los medios de comunicación se configura en función de
mercados intertextuales o yuxtapuestos: libros, programas de entrevistas y
de noticias, comedias de situación, revistas de actualidad, periódicos y revis
tas de cultura popular (Lipsitz, 1997). La declaración simultánea de homo
sexualidad deEllen Morgan y de Ellen Degeneres fue un acontecimiento de
marketing yuxtapuesto: una portada en la revista Time, dos entrevistas en el
Humos oí idíntiud 175
2. En el mismo episodio, Ellen Morgan y Susan protagonizan una escena en la que se aclaran
la garganta como el protagonista de SEngftlade.
8. Soy consciente de los múltiples niveles de esta escena del sueño y de sus posibilidades psi-
coanalíticas. Mi análisis debe tomarse como parcial.
Temimos de identidad 177
4. Algunas de tas preguntas que Ellen Degeneres afrontó en el programa de Oprah se referían
a la excesiva atención que se presta a la homosexualidad y a la sexualidad.
TÉtMtNOS DE IDENTIDAD 179
Dios por cada día que nos tenemos la una a la otra para ser tan feli
ces. Nos sentimos muy agradecidas.
Ellen: Sí.
Anne: Gracias, muchas, muchas gracias, Dios, por haberme dado esto
en la vida. (Eleva los brazos en señal de gratitud.)
Conclusión
Los términos de la identidad de Ellen son, en apariencia, extraordinaria
mente privados: tranquilidad personal, relación personal, consumo perso
nal y estrellato personal. Aunque Ellen Morgan y Ellen Degeneres se
mueven en el terreno público, sus deberes no van más allá de un jardín al
rededor de su casa de Beverly Hills (mostrada en el programa 20/20). La-
ruen Berlant (1997) afirma que hay un ciudadano icono. blanco, de clase
media y con familia. La declaración de Ellen encaja dentro de este modelo
de ciudadana, aun con su lesbianismo. Su declaración dirige la atención
hacia el comportamiento privado, que se ha convertido en el barómetro de
la ciudadanía. Sólo en la última fiase del segundo programa 20/20 mencio
nó Ellen la esperanza de que su declaración sirviera para que la juventud de
todo el país viviera su opción homosexual y hablara de ello con sus padres.
Aunque, en apariencia, articule la responsabilidad hacia un segmento más
amplio de la población, este comentario tampoco iba más allá del ámbito de
la familia y la vida privada. Los puntos de compra, los puntos de identificación
de Ellen que permiten a los espectadores entender las formas culturales de
un modo significativo o placentero (Fiske, 1988) tienden a quedarse en el
límite de los problemas personales, en el deseo de una vida normal con una
amante y amigos, y en la búsqueda de la opulencia a fin de consumir.
He utilizado un acontecimiento cultural muy visible para plantear pre
guntas acerca de los supuestos e inmediatos efectos obvios en el ámbito pú
blico de los actos privados que se realizan y consumen públicamente. La
estructuración del mercado de la narrativa televisiva está hecha para resal
tar los problemas personales, la heterovisualidad y la normalización me
diante la adquisición de productos y eso significa que las verdades dichas
en privado pueden tener un impacto insignificante en el público. Las con
venciones del medio televisivo privatizan la diferencia y reubican a Ellen en
su familia, en su serie de problemas personales y en su feliz relación mo
nógama. Cuando consideramos los acontecimientos televisivos en relación
con el cambio social, comprender las complejas relaciones existentes en los
retratos de vidas privadas que se cuentan y consumen en público sigue sien
do tanto una responsabilidad como un placer queer.
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10
Uniformes escolares, pantalones anchos,
muñecas Barbie y trajes de ejecutivo
en los consejos escolares
Gloriarme M. Leck
Introducción y posicionamiento
La colonización del mundo de la vida significa que las actividades látales antes
sujetas a las normas tradicionales, a la acción espontánea o a la decisión co
lectiva se mercantilizan o se someten al control de las instituciones estatales y
así llegan a normalizarse, unlversalizarse y estandarizarse. (Kathy Ferguson,
1984)
las familias que necesitan ayuda económica». El manual continúa con algu
nas recomendaciones que aseguren que los uniformes escolares obligatorios
estén al alcance de las familias que no pueden pagarlos (pp. 3-6).
Resulta interesante comprobar que una presunción y un argumento
presentado a menudo a las madres y padres con dificultades económicas es
que los uniformes escolares reducirán el gasto en ropa y les evitarán ¡aver
güenza de no ser capaces de que sus hijos vistan a la moda. Ese mensaje me
obliga a detenerme. El reciclado de ropa y la compra de ropa de segunda
mano, el Ejército de Salvación y otras organizaciones son prácticas comu
nes entre la gente pobre de zonas rurales o urbanas a quienes no les aver
güenza utilizar los recursos ni el principio del reciclado eficazmente. La
preocupación expresada por el consejo escolar también transmite el men
saje de que se debe poder adquirir ropa nueva y tener fondos para cubrir
las necesidades de moda de los hijos; de lo contrario, se debe sentir ver
güenza. El manual oficial incluye la consideración tardía de ayudar a los
más desfavorecidos. Este mensaje es un reflejo de la jerarquía, arrogancia
y falta de consideración general ante la diversidad social inherente en esta
iniciativa y una muestra palpable de insensibilidad con aquellos que no
comparten la cultura consumista de comprar nuevo.
En los informes y resúmenes informativos del consejo escolar que he
examinado y en el manual gubernamental sobre uniformes, no se men
ciona la necesidad de los grupos oprimidos -salvo los grupos religiosos— a
mostrar identidades rebeldes o contrasociales. Las revelaciones de una
identidad social, sexual y de clase inconformista se ignoran, devalúan y cer
cenan a propósito cuando un consejo escolar impone el uso de uniforme.
Es un caso en que la ilusión de uniformidad se asocia con la igualdad. Iris
Young lo ha descrito cuidadosamente en su importante obra Justice and the
Pohtics of Difference, «el imperialismo cultural consiste en un grupo que es
invisible al mismo tiempo que se le señala y se le estereotipa» (Young, 1990,
p. 123). Una imagen de uniformidad va dirigida a ocultar la realidad ma
terial que cada vez está a mayor distancia entre las clases económicas en las
escuelas de Estados Unidos.
Lograr que la diferencia sea invisible es un objetivo indudable de la
política del uniforme obligatorio. Behling informa que en los estudios que
llevó a cabo, se valoraba igual el potencial académico de los varones y de
las mujeres cuando ambos vestían la chaqueta típica del uniforme. La au
tora indica que las mujeres pueden adoptar un estilo de moda más mas
culino si quieren vestirse para el éxito (1994, p. 728).
Hay algo aún más notable en la política de uso de uniforme y es que
no contempla la necesidad de los enseñantes de conocer en primera per
sona las características culturales, de clase, sexuales, de género y raciales
del alumnado al que están educando. Es decir, a medida que los profesio
nales de la enseñanza aprendemos a buscar más datos que nos ayuden a
186 Pf USAN DO QUttt. SfXUAllDM, CVÜUU Y fDUUCIÚN
comprender nuestros sesgos y a los niños a los que nos dedicamos, los con
sejos escolares se repliegan en la uniformidad como estrategia para redu
cir el conflicto y desarrollar la igualdad de trato.
No se puede negar que la moda es y ha sido un sistema de símbolos
fundamental que todos utilizamos para mostrar nuestros esquemas cultu
rales e identitarios. Según J.C. Flugel, un colaborador clásico en temas de
moda:
Se ha dicho a menudo que el hombre es un animal social. Necesita la compa
rtía de otras personas y es delicadamente reactivo a su presencia y comporta
miento. Y, sin embargo, en cuanto al sentido de la vista se refiere, el hombre
civilizado tiene pocas ocasiones de observar directamente los cuerpos de sus con
géneres. Aparte de la cara y las manos -que son, es verdad, la parte socialmente
más expresiva de nuestra anatomía y ala que hemos aprendido a dedicar es
peciales cuidados- lo que realmente vemos y a lo que estamos reaccionando no
es al cuerpo sino a la forma de vestir. (1950, p. 15)
A los enseñantes, las claves que emite la forma de vestir nos sirven para
entender la construcción del estilo de aprendizaje, los conceptos indivi
duales de resistencia a la cultura dominante, el ensayo continuo y la sim
bolización de las identidades o el grado de disposición que un alumno o
alumna tiene para aceptar o rechazar el marco cultural de su familia. Y los
llamados uniformes escolares son, en realidad, ropa de trabajo (por fortu
na no estrictamente uniformes obligatorios) que niega oportunidades de
interacción social muy importantes y enmascara las claves sociales*.
La postura sobre uniformes escolares es, en términos generales, un
modelo paternalista de reforma que culpa a los niños de un consumismo
incontrolado para después tratarlos como si fueran muñecas recortables a
las que se viste como adultos. Los estudiantes no son y nunca han sido re
cipientes pasivos de cultura. Su interacción con los símbolos de la cultura
del vestir es una rica expresión personal. La idea paternalista de que los
niños y las niñas son el último peldaño del escalón y deben aprender cuál
1. Utilizaré el término uniformes escolares porque así es como los denominan en los documen
tos oficiales del gobierno de Estados Unidos. Pero como aclaración diré que en la historia del
vestido y de la moda hay una diferencia entre el uniforme y la ropa de trabajo. El uniforme
se ha utilizado para dar un sentido de uniformidad y unidad para un objetivo común, por
ejemplo, una unidad militar o una banda de música de secundaria. Cada persona que lleva
uniforme debe ser vista como necesaria y dependiente de los demás para que el grupo cons
truya una unidad de operaciones. La ropa de trabajo se diferencia de un uniforme en que
sirve como símbolo de identificación para el tipo de trabajo que se realiza. Su fin es que sepa
mos quién está haciendo qué. La ropa de trabajo facilita la ética laboral y el sentimiento de
identidad. Los uniformes escolares nos dicen que determinado niño o niña va a la escuela y
por el color o el estilo de la chaqueta sabremos a qué escuela va. Ciertamente una parte de
vestir a los niños para un rol de trabajo significa fomentar su dedicación al trabajo que van a
realizar (Joseph, 1986).
Uniformes esíoures, mnmiones anchos, muñecas Barde y «ajes de ejecutivo en ios consejos escoiares 117
2. La alusión al caballo transmite la idea de carga, pero también de animal estúpido que obe
dece y da servicio y compañía al maestro cuando lo pide. La competitividad entre mujeres por
la atención de los hombres ha sido parte de la opresión interiorizada ejercida a las mujeres y
entre las mujeres.
Uniformes escolares, mhuiokes anchos, muüecas Barbie y «mes de eiecufivo ek ios coksíios escolmis 189
tivamente a más que otra persona en esta urgencia por cambiar la imagen
de la juventud a través de la imposición de esos trajes de muñecas recorta
bles a los que llaman uniformes escolares.
Sabemos que los entornos escolares pueden ser y han sido implacables
y en ocasiones devastadores para el ambiente social (y también intelectual,
espiritual y físico) de algunos niños y niñas. También sabemos que, en tér
minos históricos, las escuelas han sido un lugar en el que se han trabajado
las diferencias entre el grupo de iguales con más seguridad que en las calles,
los montes, los parques y las fiestas en casas no supervisadas. Las escuelas pú
blicas han desempeñado un papel muy importante al proporcionar un en
torno en el que los niños y las niñas pueden acercarse a la diversidad cultural
y evitar el adoctrinamiento total por parte de sus familias.
Horase Mann definió el papel de las escuelas públicas y articuló con
claridad la necesidad de una educación política global para todos los ciu
dadanos en una sociedad democrática. La extensión de ese principio ha
permitido que las escuelas públicas ofrezcan un espacio seguro de refle
xión y un contexto en el que explorar identidades y creencias personales.
Para seguir cumpliendo estos objetivos, la escuela también debe ser un
lugar seguro para el discurso. La seguridad es un tema muy importante
para los directores de centros, por tanto, ¿qué relación encuentra los con
sejos escolares entre la seguridad del alumnado de nuestras escuelas pú
blicas y el atuendo que llevan cuando acuden a las aulas? Para ellos, ¿en
dónde reside el peligro?
En las conversaciones y entrevistas que he realizado, los padres y per
sonal de las escuelas y del consejo escolar expresaban su preocupación ante
el aspecto dejado, los pantalones anchos, la falta de compostura entre las chi
cas, los atuendos de bandas y pandillas y la violencia entre la juventud actual.
Cuando indago en las preocupaciones que dan lugar a estas observaciones,
detecto que lo que preocupaba es la ambigüedad sexual, la actividad se
190 PENSANDO Qllfít. SUUAIIDAO, CULTURA T EDUCACION
xual, los pobres y, sobre todo, la rebeldía de los adolescentes varones negros.
Éstos eran vistos como seres contagiosos capaces de corromper a los estu
diantes más disciplinados y académicamente centrados.
Los individuos y grupos capaces de resistir la insistencia del capitalis
mo industrial en la ética laboral provocaban gran consternación. La gente
me preguntaba: «¿Por qué va haber alguien que no respete todas las ben
diciones que se nos han concedido en esta nación tan rica?». Su actitud re
flejaba indignación ante cosas como, ¿cómo puede alguien resistir los
auténticos y verdaderos valores religiosos? ¿Cómo vamos a tolerar el desafío
a la norma heterosexual, no digamos la erosión de la división público/pri-
vado del comportamiento sexual? ¿Cómo se nos ocurre sugerir una igual
dad de valor para la cultura de género femenino? ¿Qué es esta ambigüedad
de la identidad social y la exhibición pública de las preferencias eróticas?
¿Cómo se atreve nadie a desafiar el privilegio de la riqueza y del poder
heredado, que debe pasar a los hijos de quienes lo han ganado? Obvia
mente eran los contribuyentes y los miembros del consejo escolar los que
se hacían estas preguntas. ¿Quién se atreve a llamar a la puerta de las epis
temologías paradigmáticas tradicionales y modernas?
3. Uso el concepto de pnferenda no como sustituto de orientación sexual, sino como un refe
rente de las particularidades de la elección erótica y las atracciones estéticas cuerpo-sexo.
192 Pemsanoo Qüfít Sexualidad, cuiiuda y educacióh
4. No tengo espado pero el tema de los programas militares para adolescentes {Júnior ROTC)
en las escuelas de las ciudades es relevante para el problema de los uniformes escolares.
5. Debe decirse que el traje de Pachuco y el Lindy (y el baile swtngen general) vuelve a rea
parecer en los clubes de las comunidades urbanas. Me pregunto si la apertura al uniforme
escolar, la resistenda a la cultura del (raje, la moda de los trajes llamativos y el baile orienta
do a la pareja tienen alguna interconexión.
llNIFOÍMES ESCOLARES, PANTALONES ANCHOS, MUÑECAS 8*RBIE Y TRAJES DE EJECUTIVO EN IOS CONSEJOS fSCOUÍES 193
gencia mucho más inmediata y acuciante para ellos. El placer físico era su
parapeto contra la desesperación. El uniforme escolar les parecía represi
vo y no era un símbolo que representara la seguridad o la superación y el
éxito. Si se observa la salida de una escuela en una zona deprimida, se
puede ver que, en cuanto abandonan el edificio escolar, los adolescentes,
en concreto los varones negros, se sacan la camisa y doblan una de las patas
del pantalón. Anuncian que se entra en un campo de juego nuevo con un
conjunto de reglas diferentes, donde la regla número uno es: «No soy uno
de ellos, no me cambio de bando, no confúndan esta ropa conmigo».
Los atuendos que muestran rebeldía hacia el traje, preferencia por la
comodidad y el ocio, pertenencia a un grupo condenado al racismo, aban
dono de toda esperanza de una vida plena y pertenencia a una banda ca
llejera son muy sutiles y rebosan significado local. Los observadores
temerosos se equivocan al ver en los pantalones anchos o en la moda raída
un indicativo de la pertenencia a una banda. Pero la moda es demasiado
contagiosa y dinámica como para mantener un único significado durante
mucho tiempo. Los intentos por sofocar el papel de la moda como signifi
cante utilizado por las bandas callejeras no sólo ignoran las necesidades de
la comunidad, sino que son cortos de vista porque interfieren con el códi
go completo de los miembros de una comunidad para expresar su impli
cación o su resistencia a la asimilación. Autores como bell hooks han
tratado exhaustivamente los efectos negativos de la asimilación forzada en
las minorías raciales. La asimilación es, en su pura esencia, deshumaniza-
dora. La autora escribe:
Incrustada en la lógica de la asimilación se haya la presunción de que la ne
gritud se debe erradicar para que pueda surgir un nuevo ser, en este caso un ser
blanco. Claro que como los que somos negros nunca podremos ser blancos, a me
nudo se genera y abriga un estrés psicológico agudo e incluso enfermedades
mentales graves. Mi preocupación por la asimilación ha aumentado porque es
cucho a los alumnos negros expresar dolor y malestar cuando les observo sufrir
de una forma que no sólo inhibe su capacidad para el estudio y para obtener
buenos resultados, sino que llega a amenazar su existencia. (1989, p. 67)
6. El 1 de septiembre de 1998, el Tribunal Supremos de Ohio, con una votación de 5-2, recha
zó una sentencia previa del juez Linton Lewisjr. Lewis sobre un caso de financiación escolar
según la cual la educación es un derecho fundamental garantizado por la Constitución de Ohio
y la cláusula de igualdad de protección. La sentencia obligaba al estado a justificar cualquier
desigualdad en la financiación. La interpretación del Tribunal Supremo fue que el estado sólo
tiene que garantizar la «adecuada oportunidad educativa». Las discrepancias entre las escuelas
y los distritos escolares no deben explicarse ni justificarse salvo que las escuelas no alcancen el
nivel más bajo de «financiación suficiente». Con esta sentencia, separado no necesita ser igual.
196 PENSANW OUfft. SEWAEIOAB, CUEEUtA Y EDUCACIÓN
7. Mi preocupación sobre el tema de la esperanza procede de mi trabajo con las ideas de Jesse
Jackson con los niños y niñas de mi barrio, y de los debates raciales en mi grupo político.
Uniformes Escoutes, mhulonís anchos, muñecas Barbie y irajes oí ejecuiivo en ios consejos escolases 197
8. Cuanta mayor sea la conformidad exigida por los consejos escolares, mayor será la sutileza
de las claves de los chicos que se sienten reprimidos por las normas. «La primera clase de cla
ves sutiles son aquellas dirigidas hacia las audiencias limitadas, por ejemplo, las utilizadas por
grupos marginales como eran los homosexuales durante los tiempos del armario [...] Otras
son espontáneas y consisten en cuando nos entregamos, por ejemplo, a la guerra perpetua
entre delincuentes y policía [...] Los delincuentes callejeros son detectados porque se palpan
con frecuencia la cintura del pantalón para asegurarse de que tienen un arma, no llevar cor
dones en los zapatos, que es una secuela de hábitos carcelarios, y en 1950, los zapatos de lona
era zapatos para el delito.» (Joseph, 1996, p. 52)
] 98 PíNSMOO QUfff. SfXUALlDAD, CULTURA Y EDUCACIÓN
Vestir el género
La preocupación de una mujer ante la estética de su cuerpo puede verse como
una indicación de su irracionalidad, de su debilidad potencial en contraste con
la racionalidad de los hombres. El argumento de la austeridad en el vestir y la
UNIFORMES ESCOLARES, MATALONES ANCHOS, MUÑECAS BaIBIE Y TRAJES OE EJECUTIVO EN IOS CONSEJOS ESCOLARES 199
vuelta a formas más neutras no sólo da valor a lo que se contempla como ca
racterísticas de los hombres (su racionalidad), sino que existe la posibilidad de
que un sentimiento antimoda alimente el discurso ya existente de la superficia
lidad y duplicidad de las mujeres, y la amenaza que su sexualidad supone para
ellos. (Kim Sawchuk, 1987, p. 68)
10. Currah cita a Shane Phelan por las observaciones que hizo en marzo de 1995 en un mitin
de la Asociación de Ciencias Políticas del Oeste, en Portland, Oregón.
202 Pensando ove». Sexualidad, íuuuea y educación
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11
Alternativas a El pozo de la soledad
Rob Linné
1. Los pasajes en cursiva cuya procedencia no se cita son ficciones etnográficas similares a la
que William Tierney (1997) emplea en Academic Outlaws: Queer Theory and cultural Studies in
the Academy. Estas ficciones se basan en la investigación sobre narrativa que se realiza en la
actualidad, así como en observaciones informales y voluntarias hechas en Out Youth Austin.
206 Pensando aufit. Seoaiidad, cultura t eouíació*
La primera vez que vi Personal Best fue en la televisión por cable. Cuando las
dos mujeres se besan, supe que la película había sido hecha para mí. La veía
regularmente cuando mis padres no estaban en casa.
En las novelas juveniles que leo, cada vez que una persona joven ex
perimenta amor por alguien del mismo sexo o da los primeros pasos hacia
la declaración de su homosexualidad, me parece oír los compases de la si
niestra música que alerta a la audiencia de que alguien está a punto de
morir.' Por ejemplo, en la novela semanal para adultos jóvenes Dance on My
Altírnativas a El nio u ía soumo 207
Grave (1982), cuando Barry hace prometer a Hal «Si me muero primero,
tienes que bailar sobre mi tumba», el pacto se convierte en una profecía au-
torrealizada al morir Barry, el primer amor de Hal, en un accidente de
moto. En Happy Endings Are AU Alike (1978), se va fraguando un clima
de romanticismo para las protagonistas, Janet y Peggy, pero a Janet le preo
cupa la situación. «Siempre que pasa algo bueno, termina pasando algo horri
ble». Su intuición se revela premonitoria cuando la violencia irrumpe en la
naciente relación de lo que habría llegado a ser una pareja queer en una
novela para jóvenes. La estadística de Cart (1997) sobre el subgénero de la
literatura juvenil pone de manifiesto la preocupante tendencia a castigar
con violencia, e incluso con la muerte, a todos los personajes jóvenes ho
mosexuales. En las cuatro primeras novelas de temática homosexual que se
publicaron, el protagonista homosexual, o la persona que él o ella amara,
moría, por lo general, en accidente de coche. Pasados más de 20 años
desde estas publicaciones, el peaje mortal ha seguido subiendo y sólo ha
cambiado la forma de morir. En la actualidad, en los argumentos aparecen
más suicidios y muertes por SIDA que accidentes de coche o moto. Pero el
mensaje continúa siendo el mismo: si experimentas con el sexo homose
xual, pueden sucederte cosas terribles.
Cuando los personajes homosexuales jóvenes logran sobrevivir, loque
con frecuencia les espera es un futuro de soledad y tristeza. Estas novelas
suelen dejar a los protagonistas homosexuales solos y aislados al final de la
historia, reforzando así la noción de persona queer como víctima indefensa.
Aunque el rechazo y la soledad sean el telón de fondo para las historias de
estas vidas, el río del patetismo que fluye a través de la mayoría de la na
rrativa juvenil sugiere que a los maricas y a las bolleras sólo les espera una
vida de desesperación. Estos libros no dejan espacio para opciones en las
que se reconecte con las familias de origen, se reconfigure la cultura del
hogar o se reinvente completamente el concepto de familia.
Me hizo ilusión encontrar El pozo de la soledad, pero leerlo me produjo cierta
inquietud. ¿Realmente me interesaba aquello*
Tommy Stands Alone fue una lectura emocionante, pero principalmente me
asustó. Pensé, «A la mierda con todo» y permanecí en al armario durante otros
dos años.
Otra estrategia que emplean los editores y escritores para tratar el es
cabroso tema queer en la literatura adolescente consiste en oscurecer esa
forma de sexualidad. Desde que Judy Blume publicara Forever en 1975, la
literatura juvenil ha sido reticente a explorar la sexualidad juvenil y otros
previsibles tabúes. Hoy, la juventud puede encontrar más abundancia de
material sexual explícito en la sección de ficción de las bibliotecas escola
res que en la programación de televisión por cable. Sin embargo, en la mayo
ría de las novelas, la sexualidad queer permanece puritanamente oculta.
208 PtNSAHOO OUffí. StmtlOAO, MIHA Y fDlKAtiÓH
argumento y los personajes que este libro ofrece a los lectores son un ejem
plo de la tendencia creciente en la literatura adolescente a poner en pri
mer plano la otra cara de la victimización queer, el empoderamiento queer.
Alex y Tito se enfrentan a duras pruebas mientras exploran nuevos terrenos
como jóvenes gays (Tito sufre el violento ataque físico de su padre, que le
echa de casa a patadas), pero los dos amigos surfistas sobreviven para se
guir cogiendo olas juntos. Ambos salen fortalecidos de su experiencia de
iniciación a la homosexualidad, en especial Alex. Como adolescente sin
definir, Alex no está seguro de sí mismo y es un chico solitario en clase. Una
vez que se define homosexual, adquiere una especie de claridad y seguridad
para escribir su propia historia. Alex toma las riendas de su vida y demues
tra su estrenada independencia tatuándose un coyote en el hombro. El co
yote es para el joven el símbolo de su recién adquirida libertad y madurez.
El viaje de realización personal de Alex, sin embargo, no es individua
lista. A diferencia de las muchas novelas juveniles en las que jóvenes ho
mosexuales están solos y van a su aire, en Blue Coyote se muestra que los
jóvenes gays y lesbianas se buscan unos a otros para ayudarse en el proyec
to de construir su identidad sexual. Tito y Alex dependen el uno del otro
al igual que otros gays (en especial, Jimbo, mayor y más sensato), de otros
surfistas, heterosexuales con corazón homosexual y de aquellos miem
bros de la familia que siguen prestándoles su apoyo y su cariño:
Hasta estar en el avión de vuelta a Hamptons, no empecé a mirar los hechos
desde otro punto de vista. Ver a Alex había confirmado mis continuas sospe
chas: yo no había experimentado ningún cambio milagroso. Lo que me pasó
solo podía haber pasado con Huguette, sólo podía haber sucedido así. Éramos
lo primero, el uno para el otro, sin planteárnoslo siquiera. La gran diferencia
era que yo tenía a Alex en mi vida y ella no tenía a nadie. (De Helio, I Lied)
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KETCHUM, L. (1997): Blue Coyote. Simon & Schuster. La autora explica el impulso que le
llevó a escribir esta obra: «Escribí Blue Coyoteen respuesta a los lectores de Twelve Days
in August, que me preguntaron: ¿qué fue de Alex, nos contarás que le pasó?»
MANRIQUE, J. (1992): Latin moon in Manhatan. St Martin’s Press. Un joven escritor que in
tenta abrirse camino en la ciudad de Nueva York no puede escapar de su herencia
latina.
MURROW, L. (1993): Twelve days in August. Holiday House. Un futbolista se cuestiona su ho-
mofobia cuando es testigo del maltrato que recibe un miembro de su equipo.
SIMON, K. (1991): Pieza face: Or the hero of suburbio. Grove Weidénfeld. La mayoría de ado
lescentes se identifica con el protagonista y su dolor ante su creciente impopularidad.
SINGER, B. (1994): Growing up gay/growingup lesbian: A literary anthology. New Press. Otra va
riada muestra de estilos literarios, desde la pulida prosa de James Baldwin hasta el rap
callejero de The Disposable Heroes of HipHoprisy.
URE,J. (1986): The other side ofthefence. Delacorte. Dos fugitivos, una chica heterosexual y un
chico gay, ven cómo cambia su vida en las calles.
VAN DIJK, L. (1995): Dammed strong love. Henry Holt & Company. Una historia real sobre
un adolescente judío y su amante, un soldado de las tropas de ocupación alemanas.
WALKER, A. (1982): The color purple. Pocket Books. (Trad, cast: El color púrpura. Barcelona.
Plaza & Janes, 1999). Una historia de ficción ambientada en una comunidad negra del
sur de Estados Unidos.
WALKER, K. (1993): Peter. Houghton Mifflin. Un adolescente australiano se enfrenta a la
construcción de la masculinidad de su grupo de amigos.
Allí {NATIVAS A El fOlO Df U SOlfUO 213
WALKER, P.R. (1990): The method. Harcout Brace. Un drama de humor sobre una clase in
tensiva de teatro. Centrada en un chico heterosexual, pero que da entrada a cantidad
de personajes gays muy bien caracterizados y que permite una tierna escena de decla
ración homosexual.
WIELDER, D. (1992): Bad boy. Delacorte Press. Una liga de hockey sirve como telón de
fondo para un examen sobre la amistad y la homofobia.
WONG, N. (1994): Cultural reuolutions. Persea Books. Once relatos entrelazados sobre una far
milia china Americana de Honolulu; trata de su «hijo número uno» y su creciente com
prensión de que es un mahoo
WOODSON, J. (1997): Thè house you pass on the way. Delacorte. Staggerlee es una joven afro
americana que cree haber encontrado a alguien a quien contarle su vida en su
nueva amistad curtida en las calles.
Revistas
Oasis (http://www.oasismag.com) Una hábil producción en línea de y para jóvenes homo
sexuales.
Popcorn Q. (www.planetout.com/pno/kiosk/popcornq) Un sitio para investigar sobre queers
en el cine.
QueerArts Resource (www.queer-art.org) Un sitio interactivo interesado en trabajos de perso
nas queer.
XY. Una revista para una joven audiencia masculina gay que incluye más comentarios cultu
rales y políticos que cualquier otra de su género.
Películas
AVNET, J. (director) (1992): Tomates verdes fritos. Basada en la cómica novela homónima, el
sustrato lèsbico de la novela está prácticamente ausente en la película
EPSTEIN, R.; JEFFREY, F. (directores) (1995): The ceUuloid closet. Una historia de caracteri
zaciones gays y lesbianas en una película que sirve también como introducción a los es
tudios culturales en el aula.
MACDOLNALD, H. (directora): Beautiful thing.
MAGGENTI, M. (directora) (1995): The incredibly trae adventures o/ turogiris in love. Una de las
pocas películas que abordan el amor lèsbico juvenil.
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CREEKMUR, C.; DOTY, A.: Out in culture: Gay, lesbian, and queer essays on popular cultu
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TIERNEY, W.G. (1997): Academic outlaws: Queer theory and cultural studies in the academy. Thou
sand Oaks. Sage Publications.
12
Imágenes que acogen, paredes que susurran:
empoderamiento e intersecciones de la identidad
en el despacho de la universidad
Townsand Price-Spratlen
Era siempre Navidad cuando tú estabas allí [.. ,'J nunca olvidaste traerme por
lo menos tres presentes. Me diste una lengua en la que habitar, un regalo tan
perfecto que parece de mi propia invención. El segundo presente fue el de tu
valor, el valor del desconocido que llega a un pueblo y transforma la distancia
entre las personas en intimidad con el mundo entero. El tercer regalo fue [...]
tu ternura, una ternura tan delicada que creí que no duraría, pero durar duró
y envolverme me envolvió. (Toni Morrison, Life in His Language)
Tres presentes. Lengua. Valor. Ternura. Con estas tres palabras, Toni
Morrison define lo que la escritura de James Baldwin significó para ella y
nos presenta de forma sucinta tres de los componentes fundamentales
para que un ambiente de aprendizaje sea saludable y contribuya, coheren
te y activamente, a la dialéctica entre el conocimiento y la ignorancia y
entre los espacios públicos y los privados. Esto es válido cuando se describe
una relación entre lectora y autor (como hace ella), una relación entre en
señante y alumnado en el aula o en cualquiera de los muchos entornos de
aprendizaje formal e informal que existen. Los debates actuales sobre pe
dagogía, ciencia social y naturaleza de la identidad tienden a pasar por alto
el lugar de trabajo como espacio central para la representación de la iden
tidad (Miller y Rose, 1995). Uno de estos lugares semiformales y semipri-
vados que suele ser minimizado es el despacho de un catedrático
universitario. Para ampliar esta idea, paso a exponer una autoetnografia vi
sual de mi despacho en la universidad.
Imágenes e interacción
El despacho de un profesor universitario es un lugar político con muchas
dialécticas. Es una esfera en la que, para su ocupante y para las visitas que re
cibe, el intercambio de conocimiento e ignorancia no cesa nunca, la igno-
216 PaSIHDO ütifH. SEIUMIDAB, CUUÜRA Y EDUCACIÓN
Resistencia fértil
Se titula Besos preescolares. Esta foto reconoce el potencial de afirmar una
sensibilidad queer ante los ojos de niños y niñas afroamericanos y de otras
razas. Dos varones de origen africano se abrazan, hombro como hombro,
218 PfMSANOO OVfff. SEXUALIDAD, CUIW Y EOUCACIÓ*
mientras se miran a los ojos sonriendo con amor. Tienen cinco o seis años
y comparten la sonrisa que habla a una inocencia que pocos adultos, si es
que hay alguno, poseen. Es una inocencia que se esconde justo detrás del
velo de las masculinidades que he llegado a conocer tan bien.
Esta imagen tan acogedora cuelga de la pared frente a mi mesa. Está a
la altura de los ojos de modo que cada vez que levanto la vista es lo prime
ro que veo. Me recuerda con amabilidad las sencillas maneras en que puedo
mostrarme homosexual en el trabajo. Me recuerda que el silencio no me
protegerá, como Audre Lorde nos señala a todos nosotros. Me recuerda
«que una vida de resistencia es a la vez espiritual, de militancia política e
irreprimiblemente íntima en su sentido de amparo colectivo» (Browning,
1993, p. 121). Este amparo colectivo ocurre con cada fotografía.
Trabajo en mi mesa, con los Besos enfrente de mí y con otras muchas
fotos en la pared trasera, que en conjunto, protegen mi espalda, es decir,
me ofrecen una sensibilidad protectora, un bálsamo para las heridas que a
veces impone el trabajo académico. Las dos imágenes que más aprecio de
la colección que cuelga detrás de mí son las de Audre Lorde y Marión
Riggs. La de Audre Lorde es un retrato ampliado, con su cauta sonrisa, que
procede de la portada de Sister Outsider (1984). La foto de Marión Riggs
muestra su cálido y sonriente semblante en una hoja publicitaria de una
importante película de California Newsreel, I ShaU Not Be Removed: The Life
oj Marión Riggs (Everett, 1996). La vida de estos dos antepasados estuvo
marcada por una excelencia tan profunda que en ocasiones no me siento
digno de mostrarlos. Y este sentimiento de indignidad, una dimensión del
proceso de negociar legados al que me he referido anteriormente -empa
rejado con la necesidad de hacerlo con pasión y propósito de afirmar el
valor del legado que ellos nos han dejado- me ayuda a motivarme un día
tras otro.
Estas dos fotografías ayudan a abrigar una resistencia progresiva en mi
interior y en el de todas, aquellas personas que pueden verlas. La de Mar-
Ion Riggs me recuerda su ensayo sobre la espiritualidad, Letters to tile Dead
(Riggs, 1993). En estas cartas, como las fotografías, se destaca que las elec
ciones que se encuentran ante nosotros, los vivos, son una parte de un diá
logo continuo con nuestros antepasados. Es un diálogo inacabado al que
se incorpora cada observador. Mostrar estas fotografías supone reconocer
la importancia de luchar urgentemente por mi apoderamiento, conectar
mi poder personal con expresiones más amplias de apoderamiento comu
nitario y animar a los demás a hacer otro tanto con mi ejemplo. El fin del
apoderamiento, de abrigar una resistencia activa, es la autorrealización
del bienestar y potencial de cambio de cada persona, de sus familias y de
sus comunidades (Lorde, 1984; Wilson, 1996). Estas imágenes simbólicas
de cambio progresivo contribuyen a la educación transformativa antes des
crita, donde la educación, incluidas las paredes del despacho de un profesor,
Imágenes que acogen, mreqes que susuman 219
Referencias bibliográficas
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224 PENSANDO OVfft. SEXUALIDAO, (UlFUiA f EDUCAOÓN
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out». Urban Studies, 33, pp. 617-630.
Sobre los autores
Deborah P. Britzman. Catedrática de educación en la Universidad de York
(Toronto), imparte programas de pensamiento político y social, y psi
cología. Las orientaciones psicoanalíticas del estudio de la educación
son su área de interés. Es autora de Lost Subjects, Contested Objects: To
ward a Psycoanaiytic Inquiry of Learning (1998) y Practice Makes Practice:
A critical Study of Learning to Teach (1991).
Brent Davis. Profesor titular de educación en la Universidad de York (To
ronto) . Su área de investigación abarca la didáctica de las matemáti
cas, los estudios cognitivos, la educación del profesorado y la teoría
curricular. Es autor de Teaching Mathematics: Toward a Sound Alternative
(1996).
Gloriarme M. Leek. Catedrática de educación en la Universidad de Youngs
town. Su estabilidad procede de su relación con Susan Savastuk. Se
mueve entre su identidad de activista política, arpía, queer, lesbiana,
profesora e investigadora. Invita a contactarla en la dirección de co
rreo electrónico f0036363@cc.usu.edu.
Nancy Lesko. Imparte clases sobre currículo, teorías sociales y de género
en el Departamento curricular y de educación de la Facultad de For
mación de Profesorado de la Universidad de Columbia. Finaliza una
genealogía de la adolescencia: Act your age! Developing the modem, scien
tific adolescent.
Rob Linné. Profesor titular de la Universidad de Adelphi (Nueva York). Im
parte clases de alfabetización secundaria y es director de un centro de
escritura en el Adelphi Shoho Center. Su área de investigación inclu
ye la literatura adolescente y la teoría queer. Su interés actual se centra
en adquirir una vivienda en copropiedad en Brooklyn.
Marla Morris. Finaliza un doctorado sobre teoría curricular en la Universi
dad de Louisiana. Ha publicado en Educational Theory, Teaching Educa
tion Journal, JCT: Journal of Currículo Theorizing Taboo: the Journal of
Culture and Education; TheJournal of theta Alpha Kappa/Nacional Honor
Society far Religious Studies//Theology. Es coeditora de How We Work
(Nueva York Peter Lang) y PostModem Science Education.
V. Darieen Opfer. Profesora asociada del Departamento de estudios de po
lítica educativa de la Universidad de Georgia. Realiza investigaciones
sobre la influencia de grupos de interés y el proceso de desarrollo de
políticas en educación. Prepara la publicación de Who Governs Educa
tion? Educational Interest Group Influence in the U.S Congress.
William F. Pinar. Ha ocupado la cátedra A. Lindsay O’Connor de Institu
ciones americanas en la Universidad Colgate y la cátedra Frank Talbott
226 PEMSAWOO QllffK. SfUAUDAO, CULTURA Y EOUUCIÓN
B D
Baldwin, James, 215, 217 Dador, El, 129, 136
Barbie, 200 Dante, Alighieri, 35, 48
Bateson, Gregory, 123 Degeneres, Ellen, 171,174-176, 178-180
Berlant, Lauren, 181 véase también Ellen; (Morgan y De
Bemfeld, Siegfried, 58-59 generes)
Bourdieu, Pierre, 148 Derecha religiosa
Britzman, Deborah, 42 y activismo antigay, 110
Bronski, Michael, 143,148 y creencia, 108-110
Bruner, Jerome, 131 definición, 108-109
Butler, Judith, 25, 35, 36 y pérdida de posición económica y
social, 103-104
C y extremismo, 101, 102, 103, 104,
Campus, diversidad en el, 82-86 107, 111, 112, 114
Carnaval, 4647 y política paranoide, 100, 101, 102,
Certeau, Michel de, 29, 62, 63, 70, 96 103, 104, 111, 114
Clark, Danae, 172 e influencia política, 104-107
Cohen, Jack y Ian Stewart, 118,121 y táctica para responder a, 111-114
Conmodificación (mercantilización) Derrida, Jacques, 36, 37,39, 40, 41, 46
y Ellen, 177 Desgenerización
y Hollywood, 164 y educación, 153
e intertextualidad, 174-175 Despacho, universidad, 215-216
como sustituto del progreso de gay y Des-sexualización
lesbianas, 179 de hombres gays en películas, 163-167
Complejo quondam, 101, 104, 107, 111 de personajes queer en la literatura
Complicidad adolescente, 207
y complejidad, 123 véase también profesores varones gays
y vida, 132-137 normalización
como imperativo moral y ético, 126- Diversidad, 147-148
127,132,137 véase también diversidad en la uni
y simplicidad, 121-123 versidad
228 Pensando qum. Sexualidad, cutwtA y educación
E G
Educación Gamson, Joshua, 171-173
e implicación con ideas, 60-61 Género
Elección de objeto sexual, 61 y construcción, 41
Ellen y uniformes escolares, 148-202
véase también Degeneres, Ellen; y sexo, 42
Ellen (Morgan y Degeneres) véase también profesores varones
Ellen (Morgan y Degeneres) gays
como mercancía, 177-178 Gross, Larry, 172
como consumo de mercancías, 177- Grosz, Elisabeth, 31
178 Gusto, 148
y problemas personales, 177, 179-180
y términos de identidad, 175, 179 H
véase también Degeneres, Ellen; Halperin, David, 41
Ellen Haraway, Donna, 42
Enseñante drag; 118 Heche, Anne, 175, 178
Eros, 51, 52, 58 Hennessy, Rosemay, 171
Escuela Heterovisualidad, 175, 180-181
y explotación de identidad y creen Hofstadter, Richard, 100,101,102,103,104
cias, 189 hooks, bell, 143,194,219, 220, 221, 222,
y creación del yo, 39 223
Estereotipo
y esencialismo, 165-166,168 I
de hombres gays, 168 Identificación, 28-29
Estudios culturales, 15 Identidad
Ética como construcción cultural, 37
véase también complicidad, 124-128, y diferencia, 91
133 como deberes y ética, 174
Excelencia y acceso, 65-67, 79 y conocimiento, 27
Extremismo. Véase derecha religiosa como acto performativo, 173
queer, 135
F como relacional, 46
Ficción y representación, 26-27
y declaración de homosexualidad, Imágenes ancestrales
205 y negociar legados, 216, 218
véase también literatura juvenil y resistencia fértil, 217-219, 220
Foucault, Michel, 28, 36, 37, 39, 40, 41, In & Out, 144, 163-169
55, 60,95, 112, 125 Intertextualidad, 174-176
Freud, Anna, 64 Investigación cómplice, 128-132
Freud, Sigmund, 51-52, 53, 64, 73 véase también complicidad
Freiré, Paulo, 130, 202, 217
Frutos de rubí, 205 J
Fuss, Diana, 32, 45 Jeffrey, 163, 168
ÍNDICE ANAUTICO 229