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contralinea.com.mx/archivo-revista/2015/03/25/la-cia-rendia-cuentas-cuba-desde-mexico/
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—¿Cómo fue la penetración cubana al PRI?
“Cada oficial tenía objetivos básicos de penetración muy bien determinados, con agentes
reclutados y personas de interés en estudio para reclutar y relaciones de confianza que eran
contactadas para obtener información o realizar labores de influencia. Por lo general, cada
oficial podría atender entre seis y 15 agentes, dependiendo de las características de los oficiales
y de los agentes. En promedio, 10 oficiales podrían atender unos 60 agentes; y relaciones de
inteligencia en general, los seis oficiales mencionados. A estos oficiales se añadían cuatro
oficiales de la Contrainteligencia Exterior que se encargaban de la Estación CIA, la embajada de
Estados Unidos, Emigración y Contrarrevolución, Seguridad Interna y Servicios Especiales
Mexicanos. Esto sumaría otros 40 agentes y relaciones de inteligencia. Después vienen dos
oficiales de Ilegales, y tres de la línea científica-técnica, con 20 y 30 agentes y relaciones,
respectivamente. Esto hace un total de 150 agentes y relaciones de inteligencia atendidas en
total por el Centro México entre 1986 y 1991.
“En el caso de México no creo que haya habido una reducción del personal de inteligencia en
los 21 años transcurridos, pienso que al menos debe mantenerse o quizás aumentado, calculo
unos 20 oficiales incluyendo los asignados en los consulados de Mérida y Veracruz y algunos con
fachada no diplomática en empresas o agencias representadas.
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“Teniendo en cuenta el avance en la computación y los sistemas electrónicos clandestinos de
comunicaciones, que comenzaban a desarrollarse a finales de la década de 1990, la eficacia de
los oficiales fácilmente pueden haberse duplicado, al facilitarse las comunicaciones y tener que
invertir menos tiempo en las comunicaciones, sobre todo en los contactos personales que años
atrás nos llevaban bastante tiempo. Fácilmente, con la misma cantidad de oficiales se puede
haber duplicado la cantidad de agentes y relaciones de inteligencia que se atienden, por lo que
la penetración y control sobre el gobierno mexicano se ha incrementado considerablemente en
estos años.
“La Estación tenía un grupo de varios oficiales dirigidos al trabajo de penetración a los órganos
de gobierno y los partidos políticos mexicanos, que no eran de izquierda. Se englobaban dentro
de operaciones de Contrainteligencia contra el Partido Comunista, aunque incluían también a
todas las organizaciones de izquierda.
“Dentro de los intereses informativos de la CIA se situaba a agentes como Amalia (Marta Solís
Campos, periodista de la Revista Siempre), que tenía posibilidades de acceso a este tipo de
información. Por ejemplo, se interesaban en la posición de México respecto a las negociaciones
que se efectuaban por parte del Grupo de Contadora y los Acuerdos de Esquipulas para lograr la
Paz en Centroamérica, a lo cual se oponía el gobierno del presidente Reagan. La información de
Amalia se refiere a los años de 1983 a 1987. Recuerdo que en aquella época ella tenía una
fuente en Gobernación y la Estación se interesaba en obtener información, que si mal no
recuerdo se llamaba Mario Morales. Y desde luego toda la información relativa a las posiciones
de personajes del gobierno respecto a la política del gobierno de Cuba.
“Teníamos una apreciación de los círculos en los que se movía cada oficial de la CIA. A través de
un estudio que hicimos partiendo de la información proporcionada por el agente L-107, en el
periodo que estuvo situado en el Consulado en el Distrito Federal. Tenía acceso a un
mecanismo denominado ‘Recomendados’, cuyo nombre en inglés no recuerdo ahora. Éste
consistía en un pequeño modelo o forma que se llenaba por parte del funcionario para
recomendar a un personaje mexicano para que se le autorizara una visa.
“Había tres categorías que se podían marcar: un contacto de mi oficina; una persona bien
establecida en la comunidad y alguien relacionado con alguna de las dos primeras. Mediante el
análisis de cientos de recomendaciones, establecimos los círculos e instituciones en los que se
movía cada oficial de la CIA y por ahí establecíamos a cual grupo de trabajo pertenecía. Esta
información tenía gran valor pues a partir de ahí podíamos establecer los objetivos específicos
de trabajo, lo cual se complementaba con las informaciones secretas y públicas obtenidas.”
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—¿Qué personajes del PRI y del PAN eran agentes de la Dirección de Inteligencia (DI) de Cuba?
—La DI no trabajaba a estos partidos políticos. La relación con los partidos en general era una
función de los diplomáticos adscritos a la Sección Política de la Embajada. Antes de que yo
llegara a México estaba José Luis Joa, que era el Consejero Político. En el periodo que estuve
(1986-1991) era Adalberto Marrero. Ellos eran los encargados de desarrollar las relaciones para
la obtención de información política proveniente de dichos partidos y aunque habían sido
oficiales de inteligencia y podrían utilizar algunos métodos, no reclutaban agentes como tal sino
que tenían relaciones políticas.
“Existe alguna confusión sobre esto, incluso dentro del Cisen [el mexicano Centro de
Investigación y Seguridad Nacional]. Por ejemplo, en 2000, cuando sostuve la primera reunión
con José Luis Valles, me preguntó que si mi jefe era Joa, atribuyéndole el papel de jefe de
Centro, cuando en realidad era Ángel Morales Bello. En la mayor parte del tiempo que estuve en
México, Valles no lo conocía aparentemente o no buscó bien en los archivos.”
—Por ejemplo, René Ortiz Muñoz, Cometa, quien desde hacía años trabajaba en la dirección de
Cámara Nacional de la Industria de Transformación. En un periodo yo lo atendí para dirigirlo en
el estudio de funcionarios de la Embajada de Estados Unidos.
—Durante los gobiernos de Ernesto Zedillo y Carlos Salinas, ¿qué funcionarios colaboraban con
la CIA y/o con la inteligencia cubana?
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—Además de José Luis Valles que, considero, cumplió un interés de la CIA en el caso de mi
secuestro, no recuerdo otros. Había una Sección dedicada a México, en lo que era entonces el
Departamento K-2 de la línea política, una estructura geográfica aparte de la Contrainteligencia
Exterior donde yo estaba. Esa Sección tenía un fuerte trabajo en México dirigido a penetrar el
gobierno, la Secretaría de Relaciones Exteriores, Gobernación, círculo empresarial, diplomático,
periodístico. Ellos tenían numerosos agentes y relaciones pero yo no conocí su identidad
aunque el grado de penetración que se tenía era muy alto.
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Durante las décadas de 1970, 1980 y 1990 se desarrollaron varios operativos bajo la estrategia
que Riera Escalante perfeccionó de agentes de juegos operativos, es decir, oficiales de la
Inteligencia cubana reclutados por la CIA, pero que respondían a los intereses de Cuba, así
como el reclutamiento de empleados, contactos y funcionarios de la embajada de EU en México,
cuyos resultados permitieron al gobierno cubano obtener información valiosa.
“Hacía años que veníamos estudiando a Duarte, a través de su compadre José de Jesús
Gutiérrez Mercado, agente L-107, quien había trabajado en la embajada y después de haberla
penetrado durante 10 años había sido despedido. En aquellos momentos, trabajaba en el
recién nacido Cisen a nivel de base. Después de un mes que no funcionaba la colaboración,
pusimos al agente Buzo a atenderlo y también fracasó. Finalmente lo efectué en septiembre de
1989 y comenzó a desarrollarse fluidamente la operación que fue decisiva para desarrollar la
Operación Moncada, dirigida al reclutamiento de la secretaria del segundo jefe de la Estación CIA
en México, Richard Kitchen.
Operación Moncada
A finales de 1989, dice en sus memorias Aníbal Riera Escalante, “me encuentro con Philip Agee
en México para la ejecución de la operación Moncada, consistente en el reclutamiento de la
secretaria del segundo jefe de la estación de la CIA en México, el coronel retirado del Ejército y
activo en la CIA, Richard Kitchen.
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“Como resultado de la operación Lupa, obtuvimos información importante sobre el estado crítico
y descontento entre los oficiales de la Estación por la actuación de Kitchen, en particular de su
secretaria, Moncada, quien expresaba en su correspondencia a los agentes que teníamos cerca
de ella que su jefe estaba haciendo malos manejos para su beneficio de los fondos de la
Estación. Su descontento era tal que tenía el propósito de renunciar o que la reasignaran a otro
país. Con base en base a estos resultados iniciamos la operación Moncada en septiembre de
1991, dirigida a su reclutamiento. La operación consistía en que nuestro agente Philip Agee,
representando el papel de enviado del inspector general de la CIA, estableciera un encuentro
con ella para investigar los elementos que tenía sobre su jefe. El encuentro se efectuó en el
hotel Nikko de la Ciudad de México, durante varias horas, fue grabado y respondió el
cuestionario preparado por nuestro Centro principal en Cuba, proporcionándonos información
de valor.
“Sin embargo el camuflaje físico de Philip no pasó la prueba, y fue identificado por otro oficial
de la CIA que había acompañado a la secretaria. Al ser confrontado por ese oficial, tuvo que
salir rápidamente, del hotel y del país.”
Operación Turquino
“El trabajo en México lo incrementamos con varios juegos operativos y agentes de penetración
a la red de la CIA, lo cual nos permitió la organización de la operación que bautizamos como
Turquino, para reclutar al oficial de la CIA con clave Q-187, Gerald Jerry Peterson, entre 1984 y
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1985.
“Para empeorar su situación, atendía a uno de los mejores agentes de juego operativo de la
Inteligencia Cubana: Amalia, quien durante 1984 provino de la Dirección de Contrainteligencia.
Era una magnífica y experimentada agente, mexicana, periodista muy capaz. Fue quemada en
1987 por un desertor, el exmayor de la Inteligencia cubana Florentino Azpillaga.
“La actividad de Q-187 en contra del gobierno cubano era supuestamente muy eficaz a los ojos
de sus jefes en el Cuartel General de la CIA en Langley, Virginia. Sin embargo, la inmensa
mayoría de sus agentes dirigidos contra Cuba, en realidad eran fieles a nosotros.
“Los informes que preparaba la CIA para el presidente de los Estados Unidos se basaban en
información suministrada por nuestros agentes, acorde con la imagen de Cuba conveniente
para favorecer los planes del gobierno cubano y para hacer fracasar los suyos. Fue nuestra
Burla Maestra, parafraseando las palabras de Walter Schellenberg. El trabajo sobre Jerry
Peterson se desarrolló entre 1981 y 1984, con un nivel de control de su actividad tremendo, su
especialidad era el trabajo contra Cuba. Cuando llegó a México en 1981 teníamos la ventaja de
que contábamos con su expediente con información sobre su caracterización y datos
biográficos. Era originario de Oklahoma, de trato afable, de complexión media, estatura
mediana, usaba gafas y hablaba bien español. Jerry había contactado a tres agentes de juego
operativo controlados por la Dirección General de Contrainteligencia (DGCI) que habían viajado
a México como funcionarios cubanos. Generalmente la CIA les entregaba un plan de
comunicaciones a sus agentes radicados en Cuba, consistente en: recepción por vía de radio de
onda corta de mensajes cifrados y respuesta mediante cartas con escritura secreta. En los casos
más importantes, les proporcionaban pequeñas plantas de transmisión radial vía satélite que
eran prácticamente indetectables para la Radiocontrainteligencia, pues en uno o dos segundos
se trasmitía el mensaje.
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“A partir del establecimiento de la Sección de Intereses de Estados Unidos en La Habana, la CIA
comenzó a utilizar otras formas de comunicación tradicional como los escondrijos, consistente
en depositar materiales o informes debidamente embutidos en contenedores especiales con
apariencia de piedras u otros objetos situados en lugares previamente convenidos. También
utilizaba los tiros rápidos a distancias relativamente cortas del agente al oficial situado en su
auto en lugares previamente convenidos. Los agentes radicados dentro de Cuba eran
contactados en sus viajes al exterior. Los tres agentes radicados en Cuba que atendió Jerry nos
permitieron identificarlo a través del agente Voluntario, el primer agente de penetración
radicado en México que reclutó Q-187, de nacionalidad mexicana. La única posibilidad de
inteligencia que tenía para la CIA era que su esposa era la directora de la Casa Cuba y de la
Asociación Cultural de Cubanos Residentes en México José Martí, organización creada para el
trabajo de control e influencia sobre la comunidad cubana en el exterior y sus vínculos directos
con los oficiales de la DGI vinculados con la Casa Cuba.
“El objetivo principal en esos momentos del trabajo de la Estación era el cónsul cubano Avelino
de Arriba, Andrés, que había sido durante varios años oficial de la Seguridad del Estado en
Santiago de Cuba. A mediados de 1981 Andrés partió para México y comenzó la atención de los
agentes L-107 dentro de la embajada de Estados Unidos, los agentes de apoyo Carlos y Virginia, y
otros. Su principal misión sería reclutar a Q187.
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“Años antes habíamos obtenido a la agente cubana Fela, encargada de la Emigración y
Contrarrevolución, quien conoció a un ingeniero mexicano con el que se casó y emigró a México,
donde se dedicó a manejar orquestas cubanas para presentarlas en centros nocturnos y a
vincularse con la Casa Cuba, donde fue contactada por un oficial de la Inteligencia y comenzó a
brindar información de interés sobre personas y situaciones de tráfico de joyas.
“Teníamos a Voluntario ligado a la Casa Cuba, comenzamos a dirigirlo para proyectar a varios
agentes nuestros en el campo visual de Jerry para que los reclutara para la CIA. Entrené a Fela
como agente de penetración doble y en poco tiempo Jerry la reclutó. A partir de ahí
comenzamos a dirigir a Fela para estrechar vínculos con Q.187 y con su esposa. Fela se hizo muy
amiga de ambos y obtuvo abundante información de caracterización y biográfica que nos
permitió ir delineando el plan de reclutamiento.
“Entre los agentes dobles que utilizamos contra Jerry estaba Elsa Espinosa Chamorro, agente
Amorosa funcionaria de Dirección General de Investigación y Seguridad Nacional (DGISN), la cual
comprobamos que respondía a la CIA y seguimos el juego haciéndole creer que la reclutábamos
y confiábamos en ella.”
“La agente tenía el estatus de periodista extranjera, como corresponsal de la revista Siempre. Su
seudónimo, Amalia. Llevaba varios años trabajando con la Contrainteligencia como agente, era
una periodista muy preparada y capaz, no se limitaba a realizar algunas críticas al gobierno.
“Era muy amiga de Pablo Milanés, quien informaba de sus posiciones críticas al gobierno,
también tenía relaciones con un intelectual, que después se convertiría en disidente. Amalia
informaba minuciosamente de todas sus conversaciones con ellos. A Milanés no se le informó
en ningún momento la condición de agente de Amalia, no había la suficiente confianza, aunque
Pablo era colaborador de la Seguridad del Estado y en uno de sus viajes a México lo contacté
para obtener información.
La agente Laura
Era una estadunidense residente en México, de 35 años, alta, rubia, de ojos claros, hablaba
perfectamente el español. Había estado vinculada ocasionalmente con la Casa Cuba. “Mi
antecesor, el oficial Andrés (cónsul Avelino de Arriba), la había propuesto, pero yo plantee
desecharla pues me pareció inicialmente una posible agente enviada por la CIA.
“Como al año de estar en México sostuve una conversación con ella. Me llevé una impresión
positiva y continué el proceso de acercamiento hasta que la recluté, sobre la base política-
ideológica por sus simpatías hacia la Revolución Cubana. La agente jugaría un papel
determinante en el desarrollo de operaciones de reclutamiento a oficiales CIA, en particular a la
de la secretaria del segundo jefe de la Estación.”
Los tres objetivos básicos de los juegos operativos eran: detectar las intenciones y planes de la CIA, a
través de las tareas informativas y operativas que se le encargaban al agente; la detección y estudio de los
medios y métodos utilizados por la CIA, y el estudio y caracterización de los oficiales CIA con vistas a
su reclutamiento. El objetivo más importante de todos era mantener el balance de los resultados de la
información que daba y recibía el agente y que debía tener un perfil favorable a la Inteligencia cubana.
La CIA utilizaba básicamente el reclutamiento sobre la base económica con algunos elementos de
compromiso afectivo.
La Inteligencia tiene dos aspectos: la inteligencia humana y la técnica. El defecto básico de la CIA está
en la primera, es decir, el reclutamiento de relaciones, la formación de los oficiales y su capacidad para
interpretar y conocer la idiosincrasia, las características y las costumbres de un país determinado.
El juego operativo constituye la gran burla en la guerra silenciosa de los servicios de Inteligencia. Así los
calificó Walter Schellenberg, jefe de la Inteligencia de Hitler en su libro: “La burla maestra de la guerra”,
sobre el programa que dirigió en la Segunda Guerra Mundial, consistente en la infiltración de agentes
dobles o de juego operativo dentro del territorio soviético.
“Un juego operativo es un agente que ha sido puesto en el campo visual del servicio de Inteligencia
enemigo para que lo reclute, responde fielmente a nosotros y el balance entre las información que entrega
y recibe es a favor nuestro”. El agente de juego operativo debe tener una adecuada dirección y
explotación informativa; si no, el enemigo es el que saldrá ganando aun cuando responda lealmente a la
Inteligencia cubana.
La teoría de la Inteligencia soviética, los grandes maestros de los juegos operativos, los dividía en dos
tipos: el activo y el pasivo. El activo se desarrolla cuando se prepara a la gente carnada, se colocaba en el
campo visual del enemigo ya entrenado y este lo reclutaba. El pasivo es cuando el enemigo se le acerca a
una persona que puede ser o no agente y éste lo informa a la Inteligencia y a partir de ahí es reclutado y
entrenado para aceptar el reclutamiento enemigo. El más efectivo y confiable es el activo, porque la
iniciativa ha correspondido a la Inteligencia, lo que representa una gran ventaja porque el agente fue
comprobado y entrenado.
Los elementos básicos para el desarrollo de los juegos operativos, eran: selección de la gente,
reclutamiento sobre la base político-ideológica, características como estabilidad psicológica para trabajar
bajo fuerte stress, valor personal, buena memoria, facultades de observación, sobre todo la de mentir sin
dar señales extra verbales o fisiológicas importantes que lo hicieran capaz de burlar al polígrafo o el
detector de mentiras que normalmente aplica la CIA a sus agentes.
Existe también la figura de oficiales ilegales, similares a los cinco oficiales encarcelados en los Estados
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Unidos pertenecientes a la red Avispa (recién liberados por los acuerdos tomados entre Cuba y Estados
Unidos). Se denominan así porque actúan con una falsa identidad. Generalmente no son de nacionalidad
cubana, sino de países latinoamericanos; son entrenados cuidadosamente para que interpreten su nuevo
papel: dominar su falsa biografía, su vida o fachada, para esconder su personalidad real.
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