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Materia: Problemas contemporáneos de la Filosofía de la Educación

Prof.: Carlos A. Casali


Fecha: 4 de julio de 2019 Clase: 2
Tema: Filosofía y educación. El sujeto como problema filosófico y pedagógico

En la clase anterior concluíamos abriendo un interrogante respecto de la


diferencia entre “el proyecto pedagógico de la modernidad” y “la modernidad como
proyecto pedagógico”. Trabajemos hoy el tema del sujeto; tema que podríamos
considerar como la respuesta a la pregunta por la modernidad como proyecto
pedagógico (en este sentido, la modernidad no sería otra cosa que el proyecto
histórico de constitución pedagógica del sujeto).

Ahora bien, ¿a qué llamamos “sujeto”? Para trabajar este tema disponemos de
dos textos que plantean abordajes bien diferentes y que, sin embargo, comparten
o tienen en común cierta referencia a un sentido del término “sujeto” entendido
como unificación del punto de vista o, dicho en otros términos, convergencia de las
miradas sobre un punto de vista central o centralizador. Por un lado, Heidegger;
por el otro Althusser. El primero, plantea el tema en términos estrictamente
“filosóficos”. Lo que queremos decir con esto es que, cuando Heidegger reflexiona
en torno del sujeto, lo que está presentando es una interpretación en torno del
mundo moderno: Heidegger lo nombra como la época de la imagen del mundo. En
este sentido, el transitado debate entre modernidad y posmodernidad toma su
punto de partida de esta interpretación heideggeriana. El texto de Vattimo que
vamos a trabajar en la unidad dos, hace referencia a cierta multiplicación de los
puntos de vista que implica el descentramiento del “sujeto” en este sentido
heideggeriano. El segundo texto, el de Althusser, plantea el tema del sujeto en
términos más bien sociológicos: sujeto es el hombre en cuanto sujetado
ideológicamente al sistema social del que es parte. Abordemos por separado
ambos planteos.

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Materia: Problemas contemporáneos de la Filosofía de la Educación
Prof.: Carlos A. Casali
Fecha: 4 de julio de 2019 Clase: 2
Tema: Filosofía y educación. El sujeto como problema filosófico y pedagógico

El texto de Heidegger puede ser leído en su totalidad –no es muy extenso- pero
les pido que pongan atención especialmente a las páginas 278 a 282, no sin antes
haberle dado una lectura a la presentación del texto hecha por su traductor,
Wagner de Reyna que, dicho al pasar, fue un importante pensador peruano.
Ubiquen a partir de allí el contexto histórico en el que Heidegger pronunció la
conferencia que vamos a leer: Alemania, año 1938. Focalicemos nuestra atención
ahora en las páginas aludidas.

Heidegger caracteriza la modernidad como época de la imagen del mundo –tal


es el título del texto-. Tratemos de darle sentido a estos términos. La modernidad
es interpretada por Heidegger como un proceso de reducción del horizonte de
sentido de eso que, de modo general, nombramos con la palabra “mundo”, a una
mera imagen. La modernidad no consiste en tener una imagen (en este caso
“moderna”) del mundo, sino en que el mundo mismo ha devenido imagen. La clave
de esta interpretación heideggeriana está en la palabra “mundo”. “Mundo” es un
término latino que traduce el griego “kosmos” –en castellano “cosmos”, palabra
que viene, como decimos, del griego-. Ambos términos, mundo y kosmos,
significan originariamente conjunto ordenado y armónico y tienen un uso verbal:
mundeo y kosmeo. Apoyándose en este uso verbal, Heidegger dirá que “el mundo
mundea”; dicho en otros términos, el mundo no es (un ente) sino que acontece.
Digamos que “mundo” es el horizonte de sentido desde donde se dan las cosas de
acuerdo con un significado. El “mundo” y los “mundos” van variando de acuerdo
con el proceso histórico –el acontecer histórico-. La modernidad es la época en la
que el horizonte de sentido está determinado por la imagen; es decir, por el
proceso de objetivación del ente (“ente” significa lo que es; participio de presente
del verbo ser; como “cantante” y “cantar”). En la modernidad el mundo mundea –
es decir acontece- a través de un proceso de objetivación.

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Prof.: Carlos A. Casali
Fecha: 4 de julio de 2019 Clase: 2
Tema: Filosofía y educación. El sujeto como problema filosófico y pedagógico

“Objetivación” significa devenir objeto. Objeto es lo puesto delante (ob- “delante”;


-yecto, arrojado, puesto); sujeto es lo puesto debajo (sub- “debajo”). El nexo entre
sujeto y objeto es, por su parte, un nexo representacional. “Representar” significa,
literalmente, presentar nuevamente. Objetivación del ente significa entonces que
el ente en cuanto representado es puesto como tal –es decir como lo que es,
como lo real- en la medida en que el hombre devenido sujeto sostiene y
fundamenta todo el procedimiento.

Digamos esto de modo más sencillo. Si consideramos que, en la modernidad


capitalista “todo lo sólido se desvanece en el aire” (Marx dixit) y, de acuerdo con
Heidegger, aceptamos que la Metafísica moderna está ligada en su origen al
pensamiento cartesiano, podemos reunir ambas sugerencias en la siguiente
descripción: la modernidad es el proceso histórico de disolución del orden sólido y
estable (veremos más adelante, en la unidad cuatro, cómo Bauman utiliza ciertas
imágenes de lo fluido o lo líquido), articulado en clave teocéntrica, del mundo
medieval. El mundo así “disuelto” o “desvanecido” en su presencia inmediata es
vuelto a presentar (es re-presentado) por la mediación del procedimiento racional
de la ciencia y de la técnica.

La modernidad entendida como objetivación puede ser, entonces, una manera de


describir el proceso de racionalización capitalista del mundo de acuerdo con la
doble posibilidad planteada por la ciencia (clave de inteligibilidad racional) y la
técnica (clave de racionalización; es decir, de la gestión o gerenciamiento racional
de las cosas). El mundo moderno es el resultado de ese doble procedimiento:
racional y racionalizador. Pero, para que ese procedimiento tenga lugar, será
necesario encontrarle un punto de apoyo, un fundamento: el sujeto (subjectum).

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Tema: Filosofía y educación. El sujeto como problema filosófico y pedagógico

Recordemos que Heidegger comprende o interpreta el “sujeto” en términos de


subjectum, es decir fundamento. Veamos ahora un poco mejor qué implica esto.
“No es lo decisivo que el hombre se haya liberado hacia sí mismo de anteriores
ataduras [se refiere a las “ataduras del Medievo”], sino lo decisivo es que la misma
esencia del hombre se demuda al convertirse el hombre en sujeto” (p. 278).
Agreguemos esto otro: “el hombre se hace el representante del ente en el sentido
de lo objetivo” (p. 280). Lo decisivo aquí es el lugar de representante que pasa a
ocupar el hombre devenido sujeto, sin importar las formas aleatorias que ese
sujeto puede adoptar (Heidegger enumera el “yo” –es decir, el individuo- y el
“nosotros” –es decir, cualquier colectivo-, pp. 280-281). Podemos preguntarnos
ahora ¿cuál es el problema que esta subjetivación del hombre plantea?

Una respuesta posible es que, una vez que el hombre se instala como
fundamento –subjectum- de un proceso de objetivación del mundo –es decir, el
devenir imagen del mundo- queda dificultado el acceso a una relación más abierta
entre hombre y mundo. Por decirlo en una palabra, se pierde la dimensión de lo
abierto. Podemos darle a esa dimensión de lo abierto muchos sentidos o utilizarla
de muchas maneras: lo abierto puede pensarse como la posibilidad del vínculo
interhumano, como la posibilidad de pensar la diversidad cultural y, para ir
cerrando por ahora el diálogo con Heidegger, para pensar en una educación
diferente de esa que evocábamos al comienzo de la clase anterior con la imagen
de escuelas modernas con alumnos posmodernos; es decir, alumnos que
difícilmente podríamos encuadrar dentro de la categoría de sujeto tal y como la
entiende o interpreta Heidegger en cuanto caracterización de la estructuración
metafísica de la modernidad: alumnos soportes del conocimiento. Nótese que
desde nuestro horizonte de sentido, digamos “posmoderno” (en la clase próxima
tematizaremos mejor esto), nos resulta habitual referirnos a redes de

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conocimiento, siendo el “sujeto” –si se lo puede seguir llamando así- un punto o


nudo en la red, pero no su soporte o fundamento. Dicho en otros términos, la
superación de la modernidad, desde este punto de vista heideggeriano, consistiría
en la superación de la subjetividad (por definición, cerrada).

Pasemos ahora, brevemente, a Althusser. Probablemente tengamos mayor


familiaridad con sus planteos: que las escuelas son aparatos ideológicos del
Estado es un argumento tan conocido como aquel otro que sostiene que las
escuelas son instituciones disciplinarias (Foucault, dixit). Vean, entonces, en el
texto de Althusser la descripción de esto más o menos conocido, entre páginas 21
del texto digitalizado (a partir de “La revolución francesa tuvo ante todo por
objetivo y resultado…”) y el final (en la edición que yo manejo, que es la que figura
en el programa, a partir de página 115). Pero, sobre todo, veamos con mayor
detalle el apartado “La ideología interpela a los individuos como sujetos” (página
36 de la versión digitalizada, página 130 de la edición de Pasado y Presente).

El mecanismo de la interpelación funciona sobre un doble proceso de llamado y


respuesta que opera en la simultaneidad: el llamado impone un destinatario,
invoca a alguien; el invocado, al responder al llamado, se constituye como sujeto
de la invocación. Ahora bien ¿qué es lo que Althusser entiende por “sujeto”? Se
trata de un término de significación ambigua en su acepción corriente: expresa
tanto la idea de libertad plena y consciente cuanto la idea de sometimiento y
sujeción. Althusser resuelve esta ambigüedad definiendo su concepto en los
siguientes términos: “...el individuo es interpelado en tanto que sujeto (libre) para
que se someta libremente a las órdenes del Sujeto, para que acepte (libremente)
por tanto, su sujeción; por tanto para que ‘cumpla por sí mismo’ los actos y los
gestos de su sujeción” (p. 138 de la edición de Pasado y Presente, el subrayado
es del autor).

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Tema: Filosofía y educación. El sujeto como problema filosófico y pedagógico

De aquí resulta que, mediante el mecanismo de la interpelación, se constituyen


sujetos asociados a determinadas prácticas, sujetos que se realizan como tales y
afirman su libertad a través de ciertas prácticas, a la vez que sujetan su libertad a
las condiciones impuestas por esas prácticas; sujetos y prácticas que no tienen
existencia previa más allá de la interpelación que los vincula y constituye.
Althusser lo dice en estos términos: “...el sujeto actúa en tanto que ‘es actuado’ por
[... la ideología que existe en un aparato ideológico material, que prescribe
prácticas que existen en los actos materiales de un sujeto que actúa con toda
conciencia según su creencia” (p. 129).

Reflexionemos, pues, sobre esto ¿qué significa “sujeto” en los términos en los
que Althusser lo plantea? ¿Existe la posibilidad de que el hombre o el individuo
sea algo sin ser necesariamente “sujeto”? Por último, vean el uso que hacen Inés
Dussel y Pablo Pineau del concepto de interpelación en su trabajo sobre la
educación técnica en el primer peronismo: DUSSEL, I., y PINEAU, P., “De cuando
la clase obrera entró al paraíso: La educación técnica estatal en el primer
peronismo”, en A. PUIGGROS (dir.), Historia de la educación argentina, VI.
Discursos pedagógicos e imaginario social en el peronismo (l945-1955), Buenos
Aires, Galerna, 1995

[http://www.ispel3.edu.ar/_paginas/biblioteca/materiales/educ_f_sica/maccari_4to_
1.pdf]

Hasta el próximo jueves, Carlos

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