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ciencia ficción.
SENTENCIA (Anónimo)
Cuando eras chiquito te agarrabas del dedo gordo de mi mano pa' montar. Yo no salía de mi
asombro. Una manita de nada, con tanta juerza, tanta desisión. A menudo resongabas tironeando de
los flecos de mi poncho. Yo me réia y te retaba suave, como pa' no perder la autoridá.
Dispués, ya grandote, te juiste a la capital. No hay guanaco que resista este desierto, Tata. Gurí
vivo, me dije.
Aura, que me entero en la radio, que sos un montón de huesos abandonados en una sanja, siento
que Dios es una estafa, una broma nomás, un gaucho maula.
El hombre pasea por la playa solitaria y encuentra, depositada en la orilla por las olas, una botella
de cristal negro, con una señal muy extraña impresa en su tapón. Mientras lo desenrosca, el hombre
piensa en sus lecturas de niño: el genio cautivo, los mensajes de náufragos. Abierta, la botella inicia
una violentísima inhalación que aspira todo lo que la rodea, el hombre, la playa, las montañas, los
pueblos, el mar, los veleros, las islas, el cielo, las nubes, el planeta, el sistema solar, la Vía Láctea, las
galaxias. En pocos instantes, el universo entero ha quedado encerrado dentro de la botella. El
movimiento ha sido tan brusco que se me ha caído la pluma de la mano y han quedado descolocados
todos mis papeles. Recupero la pluma, ordeno los folios, empiezo a escribir otra vez la historia del
hombre que pasea por la playa solitaria.