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Introducción a 5to año: Cosmovisiones realista, fantástica y de

ciencia ficción.

SENTENCIA (Anónimo)

Cuando eras chiquito te agarrabas del dedo gordo de mi mano pa' montar. Yo no salía de mi
asombro. Una manita de nada, con tanta juerza, tanta desisión. A menudo resongabas tironeando de
los flecos de mi poncho. Yo me réia y te retaba suave, como pa' no perder la autoridá.
Dispués, ya grandote, te juiste a la capital. No hay guanaco que resista este desierto, Tata. Gurí
vivo, me dije.
Aura, que me entero en la radio, que sos un montón de huesos abandonados en una sanja, siento
que Dios es una estafa, una broma nomás, un gaucho maula.

AGUJERO NEGRO (José María Merino)

El hombre pasea por la playa solitaria y encuentra, depositada en la orilla por las olas, una botella
de cristal negro, con una señal muy extraña impresa en su tapón. Mientras lo desenrosca, el hombre
piensa en sus lecturas de niño: el genio cautivo, los mensajes de náufragos. Abierta, la botella inicia
una violentísima inhalación que aspira todo lo que la rodea, el hombre, la playa, las montañas, los
pueblos, el mar, los veleros, las islas, el cielo, las nubes, el planeta, el sistema solar, la Vía Láctea, las
galaxias. En pocos instantes, el universo entero ha quedado encerrado dentro de la botella. El
movimiento ha sido tan brusco que se me ha caído la pluma de la mano y han quedado descolocados
todos mis papeles. Recupero la pluma, ordeno los folios, empiezo a escribir otra vez la historia del
hombre que pasea por la playa solitaria.

EL CRONOTRAFICANTE (Luis Fabiani)

Se miró a sí mismo, presa de la contradicción.


-Si me matas, nunca existirás -intentó convencerse.
-Ya existo. Es inevitable. Pero cobraré dos veces, porque yo sí entregué el libro que llevas. Y el
nuevo comprador es aún más generoso.
-No pueden existir dos Voynich, sólo se hizo uno. Rió, burlándose de sí mismo.
-Menos hipocresía. Acabas de robarlo del siglo XIX, de cambiar la historia. Lo sé, soy tú.
Hacemos negocio con las paradojas.
No se dejó replicar. Disparó. Sintió un escalofrío al ver su propio cadáver. Recogió su trofeo,
manipuló el dispositivo y regresó al futuro.
El cadáver se levantó sonriente. Se había interpretado bien a sí mismo. Su yo asesino aún debía
aprender mucho antes de convertirse en quien solucionaría sus propios errores.

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