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Karl Marx
Contribución a la crítica de la economía política
(1857)
Prólogo
Examino el sistema de la economía burguesa en el orden siguiente: capital, propiedad agraria, trabajo asalariado, Estado,
comercio exterior, mercado mundial. Bajo las tres primeras rúbricas estudio las condiciones económicas de vida de las tres
grandes clases en que se divide la sociedad burguesa moderna; la interconexión de las tres restantes salta a la vista.
La primera sección del libro primero, que trata del capital, se compone de los capítulos siguientes:
1) la mercancía;
2) el dinero o la circulación simple;
3) el capital en general.
Federico Engels, con quien mantuve un constante intercambio escrito de ideas desde la publicación de su
genial esbozo sobre la crítica de las categorías económicas (en los Deutsch-Französische Jahrbücher), había llegado por
una vía distinta (cf. su libro La situación de la clase obrera en Inglaterra) al mismo resultado que yo, y cuando, en la
primavera de 1845, se instaló asimismo en Bruselas, acordamos formular nuestra concepción como antítesis de la
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concepción ideológica de la filosofía alemana, en realidad saldar las cuentas con nuestra conciencia filosófica
anterior. Este propósito se realizó bajo la forma de una crítica de la filosofía posthegeliana. El manuscrito, dos
gruesos volúmenes en octavo4, se encontraba hacía ya mucho tiempo en manos del editor en Westfalia, cuando nos
enteramos de que algunas circunstancias nuevas impedían su publicación.4
Abandonamos el manuscrito a la crítica roedora de los ratones con tanto mayor gusto por cuanto habíamos
alcanzado nuestra meta principal: dilucidar nuestras propias ideas. De los trabajos sueltos en que presentamos por
aquel entonces al público uno u otro aspecto de nuestros puntos de vista, mencionaré solamente el Manifiesto del
Partido Comunista, que Engels y yo escribimos en común, y el Discurso sobre el librecambio, publicado por mí. Los puntos
decisivos de nuestra concepción fueron delineados por primera vez científicamente, si bien bajo una forma
polémica, en mi trabajo Miseria de la filosofía, publicado en 1847 y dirigido contra Proudhon. La revolución de febrero
y, como consecuencia, mi traslado forzoso de Bélgica interrumpieron la publicación de un ensayo sobre el Trabajo
asalariado5, en el que recogía las conferencias que había dado sobre este particular en la Asociación Obrera Alemana
de Bruselas6.
La publicación de la Neue Rheinische Zeitung7, (1848-1849) y los sucesos posteriores interrumpieron mis
estudios económicos, que sólo pude reanudar en 1850 en Londres.
La prodigiosa documentación sobre la historia de la Economía política acumulada en el Museo Británico, el
puesto tan cómodo que Londres ofrece para la observación de la sociedad burguesa y, por último, la nueva fase de
desarrollo en que parecía entrar ésta con el descubrimiento del oro de California y Australia, me indujeron a volver a
empezar desde el principio, estudiando a fondo, con un espíritu crítico, los nuevos materiales.
Esos estudios me condujeron, en parte por sí mismos, a cuestiones aparentemente alejadas de mi tema y en
las que debí detenerme durante un tiempo más o menos prolongado.
Pero lo que sobre todo mermaba el tiempo de que disponía era la imperiosa necesidad de ganar mi sustento.
Mi colaboración desde hace ya ocho años en el primer periódico angloamericano, el New York Daily Tribune5, implicó
una fragmentación extraordinaria de mis estudios, ya que me dedico a escribir para la prensa correspondencias
propiamente dichas sólo a título de excepción. Sin embargo, los artículos sobre los acontecimientos económicos
descollantes en Inglaterra y el continente formaban una parte tan considerable de mi colaboración que me veía
constreñido a familiarizarme con detalles prácticos no pertenecientes al dominio de la propia ciencia de la Economía
política.
Este bosquejo sobre el curso de mis estudios en el terreno de la Economía política sólo tiende a mostrar que mis
puntos de vista, júzguese de ellos como se juzgue y por poco que sean conformes a los prejuicios interesados de las
clases dominantes, son el fruto de largos años y de concienzuda investigación. Y en el umbral de la ciencia, como en
la entrada del infierno, debiera exponerse esta consigna:
ESTADO
IDEOLOGÍA
ORGANIZACIÓN JURÍDICA
Superestructura
FUERZAS RELACIONES DE
PRODUCTIVAS PRODUCCIÓN
PRODUCTIVAS
TRABAJO HUMANO PROPIEDAD PRIVADA DE LOS
MEDIOS DE PRODUCCIÓN
TECNOLOGÍA
TRABAJO ASALARIADO
RECURSOS NATURALES
1. Las fuerzas productivas se organizan y ordenan según determinadas relaciones de producción, dando forma a lo que Marx
denominó Estructura o Base Económica (y no “infraestructura”).
2. La estructura articula con una superestructura jurídico - político e ideológica, que asegura el ordenamiento de la sociedad en su
conjunto y garantiza el mantenimiento de las fuerzas productivas bajo relaciones de producción determinadas.
3. Cuando las relaciones de producción no se adecuan a las características y necesidades de las fuerzas productivas se produce un
conflicto económico y social entre ambas, que puede llegar a transformar las relaciones de producción, dando lugar a un nuevo
ordenamiento de la superestructura.
(El gráfico es meramente didáctico. No expresa plenamente la extensión del pensamiento de Marx.)