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TESORO BÍBLICO PARA HOY

Antiguo Testamento
Pentateuco

Día 1

EL DIOS DE LA CREACIÓN

Génesis 1:1 En el principio creó Dios los cielos y la tierra.

La creación misma da testimonio del creador, verdadero Dios, verdadero Señor.

Una ilustración que sirve para tener una visión panorámica de la creación, es la de un pintor
que inicia desde un rincón de su lienzo su pintura, y al final termina por plasmar sus más
grandes imágenes en el lado opuesto del lienzo. Este ejemplo es adecuado porque Dios
inicia por crear el planeta que habitamos y luego crea el sol, la luna y las estrellas; y
primero crea los mares, la vegetación y los animales, y por último crea al ser humano; todo
lo cual muestra como la obra de Dios, al crear, estuvo sujeta a Su visión y propósito para la
creación, haciendo un derroche sin igual de creatividad inherente a Su ser, y destinándolo
todo para que el ser humano lo representara y para que gobernara en Su nombre.

La creación le da sentido y propósito al ser humano, porque le revela que él fue creado a
imagen de Dios para gobernar en Su nombre la creación; y también debería llenar el alma
de seguridad en el amor divino, porque le muestra como Dios, por el puro afecto de su
voluntad, decidió crearlo para que lo representara.

Además, no debemos olvidar que la teoría de la evolución sigue siendo una teoría, y que
necesita de mucha fe en el azar, la materia y el tiempo para creerla; por lo cual, el creyente
en Cristo no debería temer al proclamar que Dios lo creó todo tal como se describe en la
Biblia, y más aún cuando el mismo salvador dijo que “el que los hizo al principio, varón y
hembra los hizo” (Mateo 19:4), certificando que Dios creó a Adán y Eva, y corroborando lo
escrito en el Génesis.

Hoy más que nunca debemos confiar en que Dios lo creó todo, porque solo el creador le da
sentido al ser humano y puede liberarlo del pecado, a través de la obra redentora de Cristo.
Día 2

EL PARAÍSO PARA EL HOMBRE

Génesis 2:15, 22, 25 Tomó, pues, Jehová Dios al hombre, y lo puso en el huerto de
Edén, para que lo labrara y lo guardase. Y de la costilla que Jehová Dios tomó del
hombre, hizo una mujer, y la trajo al hombre. Y estaban ambos desnudos, Adán y su
mujer, y no se avergonzaban.

El Edén que Dios dio a Adán corrobora el amor de Dios por el ser humano: Un huerto
preparado para que lo trabajara y guardara, una pareja como compañía idónea para que lo
disfrutara, y una libertad del pecado para que con su Creador se relacionara.

En el segundo capítulo del Génesis se enfatiza aún más el hecho de que Dios creó todo para
relacionarse con el hombre; en este capítulo se muestra a Dios reposando de sus obras en el
séptimo día para relacionarse con su creación, e inmediatamente se enfatiza en las
condiciones de la creación antes de que el hombre existiera y se describe el proceso creador
que dio origen al primer ser humano.

Luego de describir la creación de Adán, en Génesis capítulo dos, se revela la disposición de


Dios de poner al hombre al frente de toda la creación desde el Edén que Dios mismo le
preparó, dándole como ayuda idónea a la mujer para que fuera una sola carne con él; y al
final, se muestra como ellos podían vivir desnudos, en un estado de inocencia que les
proporcionaba el no conocer el pecado, teniendo plena relación con Dios.

Esto debe darnos un cuadro de la verdadera restauración que se da en un individuo cuando


Cristo lo salva por medio de la fe: Entiende el llamado de Dios para su vida trabajando y
administrando lo que Él le ha dado para Su gloria, ve y trata a su pareja como coheredera
de la vida, y disfruta de una relación con Dios libre de la esclavitud al pecado, esperando el
día en que sea libre eternamente de toda maldad, cuando se encuentre plenamente en la
presencia de Dios.

Vivir con propósito, disfrutar del matrimonio y ser libres para relacionarnos con nuestro
creador, son consecuencias de la obra redentora de Cristo en nuestras vidas; solo Él nos da
una restauración espiritual que prefigura la que disfrutaremos, también por Él, en la
eternidad.
Día 3

LA CAÍDA DEL SER HUMANO

Génesis 3:11 Y Dios le dijo: ¿Quién te enseñó que estabas desnudo? ¿Has comido del
árbol de que yo te mandé no comieses?

El pecado de Adán y Eva llevó a un estado caído a la humanidad, su desobediencia manchó


de pecado nuestra naturaleza.

Satanás le preguntó a Eva, le mintió y le distorsionó lo que Dios le había ordenado a Adán;
Eva le creyó a Satanás, anhelo ser como Dios y estimuló a Adán a desobedecer también;
Adán confió en lo que Eva le decía y experimentaba, y no en lo que Dios le dijo, y
desobedeció; y finalmente Dios los encontró huyendo de Él por su conciencia de pecado y
los confrontó por su desobediencia, maldijo a Satanás, castigó al género femenino con
mayor dificultad para dar a luz y para su vida conyugal, castigó al hombre con mayor
dificultad para obtener el fruto de su trabajo, y la tierra fue maldita por el pecado humano.

En medio de toda esta tragedia irremediable se vislumbró un remedio, Dios profetizó que la
simiente de la mujer, uno nacido de mujer, heriría en la cabeza a Satanás, trayendo
salvación a la humanidad (Génesis 3:16); esta simiente, este salvador que venció a Satanás,
es Cristo (Gálatas 3:16).

Sabemos por la Palabra de Dios que con Adán cayó toda la humanidad en pecado, pero que
en Cristo, los que son de Él, son libres de la culpa, esclavitud y condenación del pecado
(1Co.15:21-23).

No tenemos que seguir huyendo de Dios por la acusación de nuestra propia conciencia, sea
cual sea nuestro pecado; podemos venir a Cristo, arrepentidos y aborreciendo nuestro
pecado, y confiando en la obra del Salvador que pagó por nosotros en la cruz y resucitó
para darnos vida eterna, reconciliándonos con Dios.

Estas son la buenas nuevas del Evangelio para los seres humanos que huyen de Dios
refugiándose en un mundo que niega, disimula o celebra su pecado. Cristo es el único que
puede transformar y levantar la naturaleza humana caída.
Día 4

EL RESULTADO DEL PECADO

Génesis 4:6-7 Entonces Jehová dijo a Caín: ¿Por qué te has ensañado, y por qué ha
decaído tu semblante? Si bien hicieres, ¿no serás enaltecido? y si no hicieres bien, el
pecado está a la puerta; con todo esto, a ti será su deseo, y tú te enseñorearás de él.

El pecado no necesitó más que de una generación para que la humanidad fuera de la
desobediencia a Dios al asesinato. Esto debe concientizarnos de la maldad del corazón.

Caín simplemente trajo a Dios el fruto de su labor, pero Dios no la recibió con agrado,
como si lo hizo con la de Abel; y aunque no se especifica el porqué, debemos entender que
Dios, siendo perfecto en justicia y conocimiento, sabía que la ofrenda de Caín era de
desechar. Caín pudo haberse enojado pensando que debían recibirle su ofrenda por ser el
hijo mayor, o por ser del fruto de su trabajo, o simplemente porque era lo que él había dado,
no los sabemos a cabalidad; lo cierto es que su enojo le llevó a planear una venganza contra
su hermano, y la ejecutó matándolo.

Hay mucho que se nos revela en este suceso sobre la naturaleza humana pecaminosa: La
rapidez con que el pecado domina al ser humano, la falta de raciocinio moral que puede
llegar a tener el corazón pecaminoso, la demanda egoísta de un alma pecadora, y la
responsabilidad personal que Dios confiere a cada uno por su pecado, aunque este sea
producto de la naturaleza pecaminosa heredada de Adán y Eva.

Lo cierto es que, como con Caín, una simple pasión pecaminosa puede producir una
tragedia jamás vista; lo cual nos debería llamar la atención sobre nuestro propio corazón.
Caín se enojó habiendo hecho mal; y en últimas, no pudiendo desquitarse con Dios, que fue
quien no le vio con buenos ojos su ofrenda, se dejó llevar por su corazón pecaminoso,
ignorando las advertencias divinas, y mató a su hermano.

¿Acaso no sucede lo mismo cuando nosotros pecamos? Ignoramos deliberadamente que la


circunstancia que tomamos como motivación para pecar puede ser consecuencia de nuestro
propio pecado, nos llenamos de argumentos en nuestra mente que justifiquen nuestra pasión
pecaminosa e ignoren las advertencias divinas, y llevamos a cabo nuestro pecado para
luego lamentarnos por el castigo divino como consecuencia de lo que hicimos.

Para romper este círculo vicioso del pecado no es suficiente con programas de
rehabilitación sicológicas o de reforma a la conducta, es indispensable un cambio de
corazón que solo obra el Espíritu de Dios por la fe en Jesucristo; porque confiar en la obra
del Salvador libra al alma de la culpa y de la esclavitud al pecado, y la hace libre para servir
a Dios. Solo en Cristo hay victoria sobre el pecado.
Día 5

DESDE ADÁN HASTA NOÉ

Génesis 5:1 Este es el libro de las generaciones de Adán. El día en que creó Dios al
hombre, a semejanza de Dios lo hizo.

Los descendientes de Adán hasta Noé vivieron muchos años, reflejando la eternidad
perdida por el pecado, recordando que fuimos creados a semejanza de Dios.

Mucho se ha dicho sobre aquello en lo que el ser humano es imagen y semejanza de Dios;
se dice que es por ser personal, racional, relacional e inteligente, o que es porque fue creado
en santidad y justicia, la cual perdió cuando cayó en pecado; pero lo cierto es que aún
después de pecar, los seres humanos siguen conservando su semejanza con Dios, aunque
manchada por el pecado; y que los años que vivieron los descendientes de Adán hasta Noé,
en su mayoría más de 900 años, nos debe recordar que el hombre originalmente fue hecho
para vivir eternamente en comunión con Dios.

Es más, en la genealogía de Adán se hace un alto para mencionar más detalladamente a uno
que no llegó a vivir tantos años como sus contemporáneos, pero que, por haber sido visto
con gracia por el creador, llegó a caminar en comunión con Dios en esta tierra, y por ello
fue llevado por Él al cielo; este fue Enoc (Génesis 5:21-24). Y, precisamente, fue el hijo de
Enoc, Matusalén, quien llegó a vivir más tiempo; Matusalén vivió 960 años, y debió haber
alcanzado a conocer a Noé antes del diluvio.

Todo esto nos debe recordar que la vida no consiste en simplemente vivir, sino en vivir con
Dios, en caminar con Él por medio de la fe en Jesucristo; y así, hasta nuestros
descendientes serán también bendecidos de una u otra forma.

No debe bastarnos el saber que fuimos creados a imagen y semejanza de Dios, debemos
anhelar caminar con Dios en esta tierra. No debemos solo buscar vivir mucho en este
mundo, debemos rendirnos a Cristo para vivir eternamente. Debemos recordar que no
fuimos creados a imagen y semejanza de Dios para que nos creamos “dioses”, sino para que
busquemos vivir por la eternidad con nuestro creador.

Recuerde que desde Adán hasta Noé las personas vivían hasta por casi mil años; pero si
vivimos en Cristo los años que nos quedan, moraremos con Dios eternamente.
Día 6

DIOS DE JUSTICIA Y DE GRACIA

Génesis 6:5-8 Y vio Jehová que la maldad de los hombres era mucha en la tierra,…Y se
arrepintió Jehová de haber hecho hombre en la tierra, y le dolió en su corazón. Y dijo
Jehová: Raeré de sobre la faz de la tierra a los hombres que he creado,…Pero Noé
halló gracia ante los ojos de Jehová.

Aunque Dios decidió destruir con el diluvio a la humanidad por su maldad, miró con gracia
a Noé y a su familia; Dios ejerció su justicia destruyendo a la humanidad perversa, pero a
su vez tuvo de ella misericordia al mirar con gracia a Noé para preservar la raza humana.

El culmen de la maldad humana tuvo que ver con la perversión de su sexualidad, cuando
los “hijos de Dios” se unieron con “las hijas de los hombres” y les “engendraron hijos”
(Génesis 6:2-3). Muchos creen firmemente que estos “hijos de Dios” eran los ángeles que
se rebelaron junto con Satanás; lo cierto es que esto reveló que el nivel de maldad de los
seres humanos era mucho (Génesis 6:5), y que como producto de esta actividad se
levantaron los líderes “valientes” que comandaban a la humanidad lejos de la voluntad de
Dios (Génesis 6:4).

El texto bíblico registra que Dios “se arrepintió de haber hecho hombre en la tierra, y le
dolió en su corazón” (Génesis 6:6-7); lo cual no significa que Dios pensara que Él mismo
se había equivocado, pues Él no es un hombre para arrepentirse de sus yerros (Números
23:19; 1Samuel 15:29), sino que sencillamente le era doloroso ver la rebelión y
pecaminosidad a la que la humanidad llegaba, a pesar de que Él mismo tenía todo
predestinado para salvar a muchos a través de Jesucristo, quedando esto demostrado por Su
gracia al seleccionar a Noé y a su familia para preservar a la humanidad.

Dios no deja de ejercer Justicia por el hecho de tener Misericordia, por ello no dejó de
enviar el diluvio a pesar de haber escogido a Noé para preservar la raza humana. Esta es
una historia bíblica que, como todas en una u otra forma, apunta a la Gracia salvadora de
Dios en Cristo. Dios se duele por el pecado humano y lo juzga en Cristo para salvar a
quienes creen en Él; porque Su justicia se derramó peor que en el diluvio sobre Cristo en la
Cruz, para que, así como el Arca, Cristo emergiera resucitado como nuestro Salvador.

Recuerde que no es que Dios deje de hacer Justicia porque le duela ver el pecado de la
humanidad, ni mucho menos que Él deje de hacer Justicia por salvar en Su Gracia a una
persona; pues el Arca que Dios mandó a construir a Noé da testimonio de ello, y nos ilustra
sobre cómo nos salva perfecta y personalmente en Cristo.
Día 7

EL ARCA DE SALVACIÓN CERRADA

Génesis 7:1, 15-16 Después el Señor le dijo a Noé: «Entren tú y tu familia al barco
porque he visto que en esta generación sólo ustedes son justos. Entró al barco de Noé
un par de cada especie animal que tuviera aliento de vida. Todos estos que entraron,
macho y hembra de toda especie, lo hicieron tal como Dios lo ordenó. Después el
Señor cerró la puerta.

El mismo Dios que mandó por Su Gracia a construir el arca de salvación para Noé y los
suyos, y para los animales escogidos, es el que la cerró ante el resto de la humanidad.

La construcción del Arca durante muchos años debió proveer de una invitación
suficientemente clara y estimulante a la humanidad para salvarse del juicio divino; tuvieron
tiempo de escuchar y meditar lo que Noé explicaba cuando se le preguntaba el porqué de
esta gran construcción; y debieron haberle dado a Noé el beneficio de la duda, a pesar de
nunca haber visto un diluvio, y haber meditado en si sus vidas realmente eran merecedoras
del juicio de Dios; pero lo cierto es que no les pareció cierta, o clara, o coherente, o digna
de ser tenida en cuenta la oferta de salvación a través del Arca, y toda esa generación
humana pereció.

Jesús fue claro al referirse a esa generación diciendo que “Comían, bebían, se casaban y se
daban en casamiento, hasta el día en que entró Noé en el arca, y vino el diluvio y los
destruyó a todos” (Lucas 17:27). Estaban tan entretenidos en sus propias vidas que
ignoraron la prolongada e inminente proclamación del juicio divino a través del Arca que
Noé construía, la cual también ilustra a Cristo como aquel que vino a salvarnos y volverá a
juzgarnos.

Cuando Cristo vuelva será igual, “Como fue en los días de Noé, así también será en los días
del Hijo del Hombre” (Lucas 17:26); la gente no considerará entrar a la salvación que
Cristo ofrece; y cuando venga el juicio, encontrarán la puerta cerrada por el mismo Dios
que la ofreció durante tantos años a través de la obra redentora de Su Hijo.

No se deje embelesar por este mundo pasajero, ni se distraiga pensando que el retorno de
Cristo aún demora; recuerde que nuestras vidas terrenales duran mucho menos de lo que
duraban las vidas de las personas en el tiempo de Noé, lo cual les hacía creerse casi eternos;
recuerde que nosotros, en muy corto tiempo, deberemos encontrarnos con Dios en la
eternidad, así aún no haya regresado Cristo; y no espere hasta el día final de su vida para
querer entrar a la salvación que Él ofrece por su muerte y resurrección, porque tal vez sería
demasiado tarde, y la puerta ya podría haber sido cerrada por el mismo Dios que tanto
tiempo se la ofreció.
Día 8

DIOS SE ACUERDA DE LOS SUYOS

Génesis 8:1 Y se acordó Dios de Noé, y de todos los animales, y de todas las bestias que
estaban con él en el arca; e hizo pasar Dios un viento sobre la tierra, y disminuyeron
las aguas.

En Su amor por los suyos, Dios no se olvida de socorrerlos en el tiempo y en la forma por
Él determinada.

Una vez cumplido el objetivo del diluvio, destruyendo a la humanidad y salvando un


pequeño grupo de personas por gracia, Dios detuvo la lluvia (Génesis 8:2), disminuyó
gradualmente el nivel de las aguas (Génesis 8:3-14), y finalmente sacó a Noé, a su familia y
a los animales a tierra (Génesis 8:15-19). Dios se “acordó” de los que estaban en el arca en
el momento oportuno que Él mismo había determinado; de tal manera que la expresión
bíblica “se acordó” presenta de forma humana una acción divina predeterminada.

Dios no se olvida de los suyos, no solo porque Él no sufre de fallas de memoria como los
humanos, sino porque Sus propósitos son santos y perfectos, y marcan el rumbo que la
creación debe seguir para la gloria de su Creador. El más interesado en que se salvara Noé
y su familia era Dios mismo; pues así mostraría Su amor misericordioso para con los seres
humanos, y se levantaría un pueblo que verdaderamente lo reconociera como Dios.

Es por ello que Dios percibió con agrado el sacrificio de animales que Noé le brindó en
adoración, y en ese momento expresó Su compromiso de no destruir de nuevo de la misma
manera a los seres vivientes (Génesis 8:20-22). Dios, de acuerdo a Su plan eterno, sacudió
al mundo entero para levantarse un pueblo fiel y verdadero; y luego de ello, Dios usa el
servicio que le brinda Su pueblo en adoración para bendecir a Su creación.

Dios se acuerda de los suyos. No piense que cuando la mayoría a su alrededor vive bajo el
juicio de Dios es porque Él se ha olvidado de los que le sirven por la fe en Cristo; No, es
simplemente que Dios hace brillar aún más Su gloria en la vida consagrada de quienes son
de Cristo cuando el mundo a su alrededor rechaza al Salvador.
Día 9

DIOS FIEL DE PERSONAS INFIELES

Génesis 9:11 Estableceré mi pacto con vosotros, y no exterminaré ya más toda carne
con aguas de diluvio, ni habrá más diluvio para destruir la tierra.

Dios se comprometió con la humanidad a no destruirla más por agua, pero la humanidad no
dejó de pecar; Dios es fiel, aunque el ser humano sea infiel.

Luego de sacarlos del arca, Dios bendijo a Noé y a sus hijos; les mandó a multiplicarse y
llenar la tierra; les entregó a los animales para que los usaran de alimento, sin abusar de
ellos, ni usarlos para prácticas idolátricas paganas (por ello la prohibición de beber sangre);
les prohibió el derramamiento injustificado de sangre humana (por ser aún el hombre
imagen de Dios); y les dejó el Arco Iris como señal de su pacto con la humanidad y con
todos los seres vivientes (Génesis 9:1-17).

Hasta aquí la historia bíblica muestra la fidelidad de Dios, pero inmediatamente después,
sin ningún tapujo, se revela el pecado de Noé y Cam (Génesis 9:18-29). Comentando este
texto bíblico, el señor Matthew Henry escribió: “Noé, que se mantuvo sobrio en compañía
de borrachos, ahora está borracho en compañía de sobrios. El que piensa que está firme,
mire que no caiga”. Noé en su borrachera, y Cam en su pecado irreverente para con su
padre, demostraron la imperfección de los hombres y su infidelidad para con un Dios fiel.

Es por esto que el pacto salvador de Dios no depende de la humanidad, sino del mismo
Dios, porque solo Él es fiel; Él ha permanecido y permanecerá firme en su pacto de no
volver a destruir a la humanidad por agua, aunque al final destruya este mundo por fuego
para traer una nueva tierra y un cielo nuevo (2 Pedro 3:7). El ser humano no ha dejado de
pecar contra Él. Es por ello que el pacto de salvación eterna en Cristo depende de la
fidelidad de Dios para obrar por Su Gracia por nosotros y en nosotros.

Esto debe dar ánimo a todo creyente en Cristo; pues así como no fue salvado por obras sino
por Gracia, no permanecerá firme ante Dios por obras sino por Gracia; porque aún el más
devoto de los creyentes peca, como sucedió con Noé; pero en su fidelidad, Dios se
mantiene firme en salvar a aquellos por los que Cristo murió, los disciplina y restaura
cuando pecan, y los guarda por Su gracia y para Su Gloria.

Si no se ha rendido a Cristo, venga al único perfectamente fiel para salvarlo; y si usted ya


es de Él, recuerde que es la gracia divina la que le sostendrá, y la que le disciplinará y
restaurará cada vez que caiga en pecado. No confíe en sí mismo, confíe hasta el final en su
Salvador, dependiendo de Él en oración y estudio de Su Palabra. Dios es fiel.
Día 10

POBLANDO LA TIERRA

Génesis 10:32 Estas son las familias de los hijos de Noé por sus descendencias, en sus
naciones; y de éstos se esparcieron las naciones en la tierra después del diluvio.

Después del diluvio los hijos de Noé poblaron con sus descendientes a la tierra. Sem, Cam
y Jafet se convirtieron en los padres de la humanidad.

En las genealogías descritas en el capítulo 10 de Génesis se profundiza más en las líneas


generacionales de Cam y Sem, por ser las que poblaron las regiones donde se desarrollan
las historias bíblicas. Se resalta a Nimrod, hijo de Cus y nieto de Cam, como el primer líder
cazador y fundador de ciudades antiguas muy importantes, como Babel y Nínive (Génesis
10:9-12).

También se nombra a Casluhim, hijo de Mizraim y nieto de Cus, como el origen de los
filisteos (Génesis 10:14); y se aclara que de Canaán, hijo de Cus y nieto de Cam, es de
donde descienden las tribus cananeas que poblaron la tierra que luego Dios le prometería al
pueblo de Israel (Génesis 10:15-19).

De los semitas, o descendientes de Sem, se profundiza en los que descienden de Arfaxad,


hijo de Sem; porque Arfaxad, Sala, Heber y Peleg forman la línea descendiente que lleva
hasta Jacob, el precursor de la nación de Israel (Génesis 10:24-25; Lucas 3:34-36).

El enfoque bíblico de las genealogías no es satisfacer la curiosidad humana, sino demostrar


la conexión histórica en los grupos humanos vinculados a la historia de la redención que al
final tiene su punto máximo en un descendiente del pueblo de Israel: Jesús.

Más que llenarnos de detalles históricos, la Biblia nos muestra la historia de la redención de
la humanidad; y en el caso del Génesis, se nos orienta sobre cómo se pobló de nuevo la
tierra después del diluvio, para luego mostrarnos como se formó un pueblo a través del cual
Dios se revelaría al mundo y traería a su propio Hijo para redimirnos.

Hoy no importa si usted es un descendiente puro de Sem, Cam o Jafet, que de hecho es muy
difícil por la mezcla racial actual; lo que importa es que usted se rinda a aquel que murió en
una Cruz para salvar personas de toda lengua, tribu, pueblo y nación (Apocalipsis 5:9).

Ríndase a Cristo; pues no es suficiente con ser un descendiente de Noé, se debe ser un hijo
de Dios (Juan 1:12-13) para alcanzar Su favor.
Día 11

QUEDARSE PARA UNO, O SALIR PARA DIOS

Génesis 11:4, 31 Y dijeron: Vamos, edifiquémonos una ciudad y una torre, cuya
cúspide llegue al cielo; y hagámonos un nombre, por si fuéremos esparcidos sobre la
faz de toda la tierra. Y tomó Taré a Abram su hijo, y a Lot hijo de Harán, hijo de su
hijo, y a Sarai su nuera, mujer de Abram su hijo, y salió con ellos de Ur de los caldeos,
para ir a la tierra de Canaán; y vinieron hasta Harán, y se quedaron allí.

La Historia de la Torre de Babel contrasta con la de la familia de Abram muchos años


después; pues en la primera no querían ser esparcidos para poblar la tierra, conforme la
voluntad de Dios, pero en la segunda partieron a tierra desconocida por voluntad divina.

Es obvio, conforme al relato Bíblico, que la humanidad levantó la torre de babel como un
monumento a sí misma, no cumpliendo con el mandato bíblico de separarse y poblar la
tierra, sino ufanándose de su poder al trabajar unidos; y ante esto, Dios determinó confundir
su forma de hablar, dando origen a los idiomas más primitivos, y obligándolos a esparcirse
por grupos lingüísticos (Génesis 11:5-9).

Este sigue siendo el problema esencial de los seres humanos, quienes se agrupan para usar
sus capacidades en busca de hacerse “un nombre” (Génesis 11:4) por encima del de Dios,
rebelándose en contra de Su voluntad, y encontrando argumentos para rendirse culto a sí
mismos. La Ciencia, la Tecnología, e incluso la Religión institucionalizada, terminan
siendo instrumentos egocéntricos de los seres humanos para auto-exaltarse y creer que
pueden ser como Dios, así como sucedió al principio con Adán y Eva (Génesis 3:4-6).

En este mismo capítulo del libro de Génesis, donde se narra la historia de la torre de Babel,
se traza la genealogía desde Sem hasta Abram, para contrastar la vida de la familia de
Abram con la de los que sufrieron la confusión de lenguas en Babel. Abram, junto con su
padre, su esposa y su sobrino, si abandonaron su vida en Ur de los caldeos (ciudad grande
de la época), y lo hicieron conforme al mandato divino dado a Abram (Génesis 12:1).

Esto se aplica a nuestra vida cuando venimos a Dios por la fe en Jesucristo y Él nos
demanda dejar ciertas comodidades o circunstancias, que no necesariamente son pecado en
sí mismas, pero que si limitan nuestra obediencia y entrega a Él. Es por ello que alguien
muy sabiamente dijo: “Si no has tenido que dejar nada para servir a Dios, lo más probable
es que no lo estés siguiendo”.

La vida cristiana se trata de Dios en nosotros, no de nosotros guiándolo a Él; es por ello que
no debemos levantarnos torres de autosuficiencia, sino abrir caminos para la gloria de Dios.
Día 12

LAS PROMESAS DIVINAS GENERAN ADORACIÓN

Génesis 12:7 Y apareció Jehová a Abram, y le dijo: A tu descendencia daré esta tierra.
Y edificó allí un altar a Jehová, quien le había aparecido.

La tierra prometida para la descendencia de Abram no estaría libre de pruebas, pero si


estaría llena de bendiciones que lo llevarían a adorar.

Antes que Abram pisara Canaán tuvo que trasladarse desde su natal Ur de los caldeos,
haciendo un alto en Harán, donde murió su padre. Abram no tuvo un viaje sencillo, pero si
un viaje bendecido por Dios, en el cual fue prosperando por la bendición de Dios sobre su
vida; es por ello que al llegar a Canaán y recibir la visita de Dios para confirmarle que esa
sería la tierra de su descendencia, él tuvo que levantar un altar para adorar.

Esta promesa llevaba implícita, no solo la tierra que estaba pisando, sino también el milagro
de tener hijos cuando no había podido tenerlos antes. Abraham levantó un altar de piedra
conmemorando el encuentro de Dios con él, y celebrando la promesa de dársele
descendencia que habitaría en ese lugar al cual le había costado tanto llegar.

Luego, en ese mismo lugar, vendría una prueba que le pondría en otra más. Hubo hambre
en Canaán y tuvo que descender a Egipto, pero desconfió de Dios y pidió a Sara que no
dijera que era su esposa, sino solo su hermana (aunque realmente era su media hermana); y
esto lo hizo por temor de que lo matara el Faraón para poseer a su bella esposa (Génesis
11:10-13). La historia termina contando que el Faraón devolvió a Sara, regañando a Abram
por no haberle dicho toda la verdad, ya que había sido azotado con plagas de parte de Dios
(Génesis 11:15-20). Aún en su debilidad en la fe, Abram recibió la protección de Dios para
los suyos y fue bendecido económicamente con lo que le dieron en Egipto.

Así como Abram, antes y después de obtener algo en esta tierra, debemos recordar que
somos bendecidos en Cristo, y adorarlo solo a Él; no olvidando que somos débiles humanos
y que podemos flaquear en nuestra fe, pero que Dios es poderoso para darnos la herencia
celestial prometida para los que estamos en Cristo.

No hay bendiciones divinas sin pruebas a nuestra fe; y no hay vida de fe verdadera sin
adoración continua por lo prometido por Dios en Cristo. La fe se alimenta de las promesas,
y las promesas llevan a adorar al que cree; por lo cual, la vida del creyente en Cristo se
debe caracterizar por la adoración, no solo en tiempos especiales con Dios, sino en todo lo
que hace, pues con todo su ser debe dar gloria a su Señor.
Día 13

LO PROMETIDO POR DIOS Y LO QUE EL MUNDO MUESTRA

Génesis 13:12 Abram acampó en la tierra de Canaán, en tanto que Lot habitó en las
ciudades de la llanura, y fue poniendo sus tiendas hasta Sodoma.

La toma de decisiones de un creyente no debe regirse por atractivos pasajeros del mundo,
sino por las promesas eternas de Dios en Cristo.

Abram, al ver el conflicto entre la gente de su sobrino Lot y la suya, entendió que eran
muchos para la poca tierra que habitaban, y decidió que se separaran; puso a escoger a Lot
hacia dónde dirigirse, y Lot escogió ir en dirección de Sodoma y Gomorra, porque toda esa
llanura era una tierra fértil “como el huerto de Jehová” (Génesis 13:10).

Lo que debemos resaltar es que Lot hizo lo que cualquier persona haría, él escogió el mejor
terreno para habitar, se dirigió hacia donde le mostraron sus ojos, hacia donde el mundo le
atraía por su prosperidad; pero olvidó la promesa de Dios a Abram, menospreciando el
andar bajo el favor divino por poseer los beneficios temporales de este mundo.

Abram se quedó en Canaán, conforme al mandato de Dios, y tan pronto se separó de Lot,
Dios le ratificó que esa tierra sería para su descendencia (Génesis 13:14-16). Abram aún no
tenía hijos a los cuales heredar, y aun así le creía a Dios y solo se dirigía hacia donde el
Señor le había mandado, así la tierra no se viera tan próspera como la que Lot había
escogido (Génesis 13:17-18).

El verdadero hijo de Dios no toma decisiones como las personas del mundo, él busca obrar
siempre conforme la voluntad de Dios; porque el creyente en Cristo no busca lo que el
mundo le ofrece, sino lo que glorifica a Dios y exalta a Cristo; y aunque sus ojos humanos
sean atraídos por los beneficios temporales de este mundo, el cristiano ve más deleitoso el
hacer la voluntad de su Señor.

Tenemos toda esta vida terrenal para ejercitarnos en el hacer la voluntad de Dios; pero solo
creceremos en obediencia y santidad en la medida en que valoremos lo que Dios nos
prometió en Cristo por sobre lo que el mundo nos ofrece como atractivo.
Día 14

DISPOSICIÓN PARA AYUDAR

Génesis 14:14 Oyó Abram que su pariente estaba prisionero, y armó a sus criados, los
nacidos en su casa, trescientos dieciocho, y los siguió hasta Dan.

No importando el daño que nos hayan hecho, los cristianos debemos estar dispuestos a
ayudar a los que nos necesitan, por amor al Señor.

Lot quedó secuestrado luego de una guerra en la que se involucró Sodoma, la ciudad que él
había escogido para vivir (Génesis 14:1-12); y tan pronto le dieron aviso de esto a Abram,
él no dudó en ir a pelear para liberar a su sobrino.

Abraham podía haberse quedado quieto argumentando que el mismo Lot fue el que decidió
vivir allá, o que se lo tenía merecido por buscar la prosperidad material antes que hacer la
voluntad de Dios, o que tenía muy poca gente para ir a pelear contra los ejércitos de estos
cuatro reyes que secuestraron a Lot; pero ciertamente no fue así, Abram no puso excusas,
no recordó ofensas, solo vio que Lot lo necesitaba y corrió a socorrerlo.

Esa debería ser la actitud de todo creyente en Cristo: Brindar ayuda sin poner excusas ni
guardar rencores; y como Abram, que no tomó para sí los tesoros que le rescató al rey de
Sodoma (Génesis 14:21-24), y que dio el diezmo de todo a Melquisedec (Génesis 14:17-
20), los cristianos deberíamos obrar siempre desinteresadamente y siendo generosos con la
obra de Dios.

Nunca debemos olvidar que la ayuda al prójimo no pone condiciones, pues refleja el amor
misericordioso de Dios.
Día 15

DIOS JUSTIFICA AL QUE LE CREE

Génesis 15:5-6 Y lo llevó fuera, y le dijo: Mira ahora los cielos, y cuenta las estrellas, si
las puedes contar. Y le dijo: Así será tu descendencia. Y creyó a Jehová, y le fue
contado por justicia.

No se trata de lo que hacemos para ganar el favor de Dios, sino de lo que Dios hace para
que le creamos y seamos justificados por Él.

Ante la inquietud que Abram le manifestó a Dios por su falta de descendencia (Génesis
15:1-4), Dios mismo lo impulsó a mirar las estrellas y a tratar de contarlas, para darle a
entender lo numerosa que sería su descendencia; y ante este simple hecho, por sencillo que
parezca, Abram creyó, confió en Dios, y el Señor lo declaró justo ante Él, lo justificó.

Luego Abram preguntaría a Dios cómo sucedería esto (Génesis 15:8), y el Señor, a través
de una visión que le enviaría en medio de un sacrificio animal que le pediría (Génesis 15:9-
21), le revelaría que sería un proceso de cientos de años para la multiplicación de su
descendencia, que ellos caerían bajo esclavitud, pero que luego Él los liberaría para darles
la tierra de Canaán conforme se lo había prometido, porque aún no había “llegado a su
colmo la maldad” de los que la habitaban entonces (Génesis 15:16).

Dios es Justo en todo lo que hace, y aunque pudiera parecer injusto que postergue el
cumplimiento pleno de sus promesas hasta generaciones posteriores, Él lo hace
precisamente por no ser injusto en su trato con el hombre, dándole a cada uno según su
maldad; y a su vez, justificando al que le cree, al que simplemente confía en que Dios es
bueno y terminará cumpliendo sus promesas de una forma correcta.

Es por ello que los cristianos son descendientes espirituales de Abraham, porque hemos
creído en la obra salvadora de Cristo en la cruz, y Dios nos ha declarado justos en Él
(Romanos 4:1-5; 18-25). Ya no tenemos que esperar a que Dios muestre la forma en que al
final nos librará del pecado sin incurrir en injusticia, sino que entendemos por la fe que
Cristo fue castigado por nuestra maldad para que a nosotros, los que creemos, se nos
imputara Su justicia y fuéramos así justificados.

Esta declaración que Dios da como justo al que cree en Cristo lo libra de condenación y le
da paz con Él (Romanos 5:1). No necesitamos más que creerle a Dios, por lo que hizo en
Cristo, para tener la paz que viene de ser justificados por Él.
Día 16

DIOS OYE LA AFLICCIÓN

Génesis 16:11 Además le dijo el ángel de Jehová: He aquí que has concebido, y darás a
luz un hijo, y llamarás su nombre Ismael, porque Jehová ha oído tu aflicción.

Que una persona no busque a Dios en medio de sus dificultades, no significa que Él
desconoce su sufrimiento.

Paradójicamente, el sufrimiento de Agar, la esclava de Sarai, vino porque su señora


desconfió de la promesa de Dios; ya que Sarai, pensando que nunca le daría un hijo a
Abram, hizo que su esclava le concibiera un heredero. La que tenía la promesa de Dios,
pensó que Dios no la oía, e involucró a la que no tenía promesa divina; y esta última sufrió
por ello, y con más razón pensó que nadie veía su sufrimiento.

La revoltura emocional que se dio en medio de todo esto produjo que la esclava
embarazada desconociera o “mirara con desprecio” (Génesis 16:5) a su señora, que su
señora se sintiera herida y se quejara con Abram, que Abram autorizara a Sara para que
hiciera lo que tuviera que hacer para que Agar la respetara, y que al final Sara afligiera a
Agar hasta el punto en que esta tuvo que huir de su señora.

¡Qué lio se arma cuando se desconfía de Dios y se toman decisiones trascendentales sin
tener en cuenta su Palabra! ¡Qué terrible es decidir algo buscando satisfacción personal e
ignorando los sentimientos de quienes están involucrados en nuestras decisiones! Pero aún
en medio de todo, Dios oye la aflicción, y providencialmente ayuda al afligido, dirigiendo
sus sufrimientos conforme a Sus propósitos. Dios oyó a Agar, le salió la encuentro para
consolarla, y le mandó a seguir bajo el señorío de Sara, pero revelándole primero que haría
de su hijo Ismael un gran pueblo.

Si esto hace Dios al ver sufrir a quienes no le buscan, ¿No consolará a los que, con fe en
Cristo, claman a Él por ayuda en su aflicción? ¿No ha de escuchar el Señor a los suyos en
medio de sus sufrimientos? Ciertamente, los que estamos en Cristo, no debemos olvidar
que Dios conoce nuestra aflicción y nos socorre conforme a Sus propósitos para nosotros;
esto alentará nuestra alma, nos dará valor para continuar en la adversidad, y nos librará de
la toma de decisiones apresuradas que luego puedan terminar perjudicándonos aún más a
nosotros mismos y a los que están a nuestro alrededor.
Día 17

SEÑAL DEL PACTO

Génesis 17:10 Este es mi pacto, que guardaréis entre mí y vosotros y tu descendencia


después de ti: Será circuncidado todo varón de entre vosotros.

Dios hace que los suyos sean diferentes de aquellos con quienes no tiene un compromiso
especial, Él les da una señal de Su pacto.

Este capítulo narra el compromiso de Dios con Abraham de hacer de él un pueblo


numeroso que habitara en la tierra que le prometió; además, muestra como Dios le dio un
nuevo nombre que lo identificara con este propósito: Abraham, que significa padre de
muchedumbres; y relata cómo Dios le mandó a circuncidarse como señal de este pacto con
él, sus descendientes y sus esclavos.

Abraham, al saberse de casi cien años, y a Sara de noventa, se rio al pensar que pudiera
tener un hijo con ella, y oró reverentemente a Dios por Ismael, el hijo que tuvo con la
esclava, para que Dios le multiplicara su descendencia a través de él. Pero Dios le ratificó
su promesa de darle descendencia a través de Sara, le ordenó que nombrara a ese niño
Isaac, que significa risa, recordándole que se rio de la posibilidad de tenerlo, y le hizo que
se circuncidara junto con Ismael y todo sus siervos el mismo día.

Esta circuncisión, que consiste en quitarse el prepucio, diferenciaría a los del pueblo que
Dios escogió de los demás pueblos; y sin ella no se podría permanecer como parte de dicho
pueblo (Génesis 17:14). Hoy, en Cristo, somos el pueblo del nuevo pacto comprado con su
sangre, con promesa de herencia eterna celestial; y por ello la circuncisión que nos
diferencia es espiritual, una “circuncisión no hecha a mano” (Colosenses 2:11), una
circuncisión del corazón (Jeremías 4:4; Romanos 2:28-29), que es obrada
sobrenaturalmente por el Espíritu de Dios, al darnos la capacidad de arrepentirnos
genuinamente y de creer realmente en Cristo.

Nadie puede decir que es del pueblo de Dios si la obra del Espíritu Santo en su corazón no
se refleja en arrepentimiento y fe; porque ello es lo que nos distingue de los demás, no solo
en el momento de la conversión a Cristo, sino en toda nuestra vida terrenal.

Seamos claros, la vida de una persona a la que Dios ha salvado por medio de Cristo se
diferencia de la que no es del pueblo de Dios; porque la obra espiritual en su corazón se
refleja continua y crecientemente en su vida práctica; y porque su consagración a Dios, en
medio de un mundo entregado al pecado, refleja la obra salvadora de Cristo en su vida.
Día 18

CUANDO DIOS SE QUEDA EN LA ORACIÓN

Génesis 18:3 y dijo: Señor, si ahora he hallado gracia en tus ojos, te ruego que no pases
de tu siervo.

Cuando Dios se queda en la oración de sus siervos lo hace por Su Gracia y para Su Gloria.

Abraham fue visitado por Dios en una manifestación de forma humana, tres varones
llegaron a visitarlo; y al ver esto, Abraham oró para que el Señor se quedara, para que no
pasara de largo, para que por Su gracia se glorificara en su vida. Abraham ofreció una
amable atención para que estos varones descansaran y comieran, y su oferta fue aceptada
(Génesis 18:1-5).

Luego de brindar su hospitalaria atención (Génesis 18:6-8), Abraham recibió la noticia de


que en un año su esposa le daría un hijo (Génesis 18:9-11), y se le comunicó el juicio que
vendría sobre Sodoma y Gomorra (Génesis 18:20-21). Ante la primera noticia Sara se rio
(Génesis 18:12-15), y ante la segunda Abraham intercedió (Génesis 18:22-33).

Ambas noticias le fueron dadas a Abraham como fruto de su relación con Dios, una luego
de disfrutar una agradable cena, y la otra mientras caminaban juntos mirando en dirección a
Sodoma (Génesis 18:16-19). En la primera Dios se tomó la molestia de explicarle a Sara
que para Él no era imposible darle un hijo a pesar de su vejez, así como cualquier amigo se
tomaría el tiempo de explicar una duda a su compañero; y en la segunda, antes de decirle a
Abraham lo que pasaría con Sodoma, Dios mismo reveló su confianza para con aquel que
sería el precursor de una gran nación y que guiaría a los suyos a obedecer al Señor, como
cualquier amigo que reflexiona sobre la fidelidad de su compañero.

Aunque solo existió un Abraham, Dios sigue siendo el mismo amigo personal de sus
siervos; y aunque ya se nos haya revelado plenamente en Cristo, Su Hijo, Él sigue
caminando en comunión con aquellos que se arrepienten y confían en el Salvador; Él sigue
acompañando, por Su Santo Espíritu, a todos los que viven para Su gloria y se saben
receptores de Su gracia; Él sigue hablando y guiando a los suyos a través del estudio
diligente de la Biblia y de la Oración; Él sigue quedándose de forma especial a relacionarse
con que quienes le anhelan, para bendecirlos comunicándoles Su voluntad.

Nuestro afán al orar no de bebe ser tanto que Dios sepa lo que vivimos, sino que se quede
de forma especial en medio de nuestra oración; pues todo lo demás viene igualmente por Su
Gracia, al compartir de manera especial con aquel que nos anhela.
Día 19

JUICIO SOBRE SODOMA

Génesis 19:5-8 Y llamaron a Lot, y le dijeron: ¿Dónde están los varones que vinieron a
ti esta noche? Sácalos, para que los conozcamos. Entonces Lot salió a ellos a la
puerta, y cerró la puerta tras sí, y dijo: Os ruego, hermanos míos, que no hagáis tal
maldad. He aquí ahora yo tengo dos hijas que no han conocido varón; os las sacaré
fuera, y haced de ellas como bien os pareciere; solamente que a estos varones no
hagáis nada, pues que vinieron a la sombra de mi tejado.

La insistencia de los sodomitas muestra la perversión de la sodomía, del pecado sexual


sobre el cual pende el juicio divino.

Lot fue amable con los visitantes celestiales y quiso librarlos de ser atacados sexualmente
por los habitantes de Sodoma (Génesis 19:1-3), hasta les ofreció sus hijas a los sodomitas;
pero la perversión sexual de estos los llevó a golpear a Lot, y hasta buscaron a tientas la
puerta de la casa de Lot luego de ser cegados por los visitantes celestiales (Gén. 19:9-11).

El texto bíblico deja claro que los atacantes de Sodoma eran varones de todas las edades
(Génesis 19:4), y evidencia que buscaban un encuentro sexual con los visitantes celestiales
que se presentaron como varones; lo cual revela que los sodomitas era homosexuales
desenfrenados, que no ponían límites a sus tendencias pecaminosas, ni siquiera por jóvenes
vírgenes como las hijas de Lot; ni por ser confrontados por Dios a través de una
enfermedad, como la ceguera que experimentaron de mano de los mensajero divinos. Así
que por ninguna argumentación ética o lógica dejarían de buscar satisfacción a sus deseos
homosexuales.

Hoy no es muy diferente, pues con el argumento de la igualdad de derechos se viene


buscando legalmente en el mundo que quienes practican comportamientos sexuales
antinaturales y pecaminosos puedan dar vía libre a sus deleites, y ofender abiertamente a su
creador. Claro, muchos dirán que la diferencia es que ahora es por la vía del diálogo y del
ejercicio de la democracia, y que no es para aprobar accesos carnales violentos; pero
olvidan que están violentando la lógica natural de su cuerpo, la moral humana, y el diseño
divino para la familia.

Al final, la mujer de Lot miró atrás anhelando la vida “próspera” de Sodoma, a pesar de su
abierta pecaminosidad, y se convirtió en estatua de sal; y en su temor, Lot no huyó de la
ciudad donde los ángeles le habían autorizado a refugiarse; y sus hijas, pensando que ya no
encontraría más hombres, emborracharon a su papá para que las embarazara. Todo esto
demuestra que cuando se da rienda suelta al pecado en una sociedad, todos, hasta los más
“correctos”, terminan influenciados por la conducta pecaminosa. Guardémonos en Cristo.
Día 20

CUIDADO PROVIDENCIAL

Génesis 20:6 Y le dijo Dios en sueños: Yo también sé que con integridad de tu corazón
has hecho esto; y yo también te detuve de pecar contra mí, y así no te permití que la
tocases.

Sin librarnos de nuestra responsabilidad ante Él, Dios, por Su Gracia, nos libra muchas
veces de caer en pecado.

Una vez más Abraham metió en problemas a un líder de otro pueblo por temor a que lo
mataran cuando quisieran tomar a su mujer (Génesis 20:1-2, 9-13); Abraham pretendía
protegerse haciendo que Sara siempre dijera que era su hermana, y en últimas desconfiaba
del cuidado providencial de Dios sobre su vida, y exponía a su esposa, quien también era su
media hermana, al abuso de otros.

Lo tremendo del asunto es que, a pesar de su flaquear en la fe, Dios siempre terminó
librando a Abraham del abuso de otros hacia su esposa Sara; y también, como en el caso de
Abimelec, rey de Gerar (Génesis 20:3-6), Dios terminó librando de forma providencial a
quien quería tomar a Sara como mujer, evitando que cometiera ese pecado así no supiera
que era realmente esposa de Abraham. Y aún más, en este último caso, Dios hizo que
Abimelec le pidiera a Abraham que orara por él para que fuera librado de la esterilidad que
había venido sobre sus mujeres por querer tomar a Sara como su mujer (Gén. 20:7, 17-18).

No debemos delegar al cuidado providencial de Dios nuestra responsabilidad de no vivir en


pecado, pero tampoco debemos desconocer que necesitamos del cuidado providencial de
Dios para librarnos de nuestros propios errores. Los creyentes en Cristo debemos vivir
responsablemente ante Dios, reconociendo cuando pecamos, y orando: “perdónanos
nuestras deudas” (Mateo 6:12); pero también debemos apelar al cuidado providencial de
Dios antes de caer en pecado, orando: “no nos metas en tentación, mas líbranos del mal”
(Mateo 6:13).

No esperemos a que Dios frene nuestras acciones pecaminosas para luchar contra el
pecado, pero si oremos a Él para que en Su providencia nos guarde por Su Gracia en Cristo
cuando así Él lo determine. Recordemos que la lucha contra el pecado es la marca distintiva
del hombre espiritual, del que está en Cristo.
Día 21

DIOS CUMPLE SU PROMESA

Génesis 21:1-2 Visitó Jehová a Sara, como había dicho, e hizo Jehová con Sara como
había hablado. Y Sara concibió y dio a Abraham un hijo en su vejez, en el tiempo que
Dios le había dicho.

Dios, por imposible que parezca, cumple lo que promete; pues es el único que tiene el
poder y la fidelidad para hacerlo.

Dios le dio a Abraham el hijo que le había prometido por medio de Sara, y lo llamaron
Isaac conforme Él les dijo (Génesis 21:1-8; 18:12-15; 17:19).

Luego, Sara se molestó por la actitud que Ismael, el hijo de Agar, tenía para con Isaac, y le
pidió Sara a Abraham que echara a Ismael junto con su madre; entonces Dios alentó a
Abraham a hacer lo que Sara le pedía, a pesar de su dolor, pero le aseguró que también
haría de Ismael un gran pueblo, por ser de su descendencia (Génesis 21:9-13).

Fue así como también Ismael fue cuidado por el compromiso de Dios con Abraham,
aunque no fuere este el hijo prometido (Génesis 21:14-21). Y cuando vio el favor de Dios
de forma integral sobre Abraham, Abimelec, rey de Gerar, le pidió que se comprometiera a
no hacerle daño a él ni a los suyos; y fue así como Abraham hizo pacto con Abimelec en
Beerseba (Génesis 21:22-34).

La vida de Abraham estuvo muy lejos de ser una vida fácil, pero estuvo marcada por el
favor de Dios según Su promesa. No fue fácil para él dejar a los suyos, solo confiando en lo
que Dios le había prometido; ni tampoco le fue fácil lidiar durante muchos años con el
hecho de que Dios no le daba el hijo prometido, mientras él y su esposa se hacían viejos;
pero al final, Dios le cumplió a Abraham y le dio a Isaac.

No es fácil la vida del creyente mientras en esta tierra sufre por ser fiel a Cristo, porque
aunque Dios ya nos dio a Cristo como nuestro “Isaac”, debemos esperar que cumpla lo que
en Él nos ha prometido. Debemos cobrar valor en el hecho de que Dios ya nos dio al
Mesías prometido para no desalentarnos hasta que recibamos la redención final prometida.

La promesa final para el creyente en Cristo es vida eterna junto a su Redentor, el cielo es su
tierra prometida, y lo que Dios le dé en este mundo es parte del cumplimiento de ese
compromiso. La promesa de Dios para el cristiano no es llenarlo de bienes terrenales, sino
de sustentarlo y santificarlo mientras lo lleva a su hogar celestial.

Es por ello que los cristianos podemos vivir confiados, porque el Dios todopoderoso se
comprometió con nosotros en Cristo, y por ello nunca incumplirá Su promesa.
Día 22

DIOS NOS PONE A PRUEBA

Génesis 22:1-2 Aconteció después de estas cosas, que probó Dios a Abraham, y le dijo:
Abraham. Y él respondió: Heme aquí. Y dijo: Toma ahora tu hijo, tu único, Isaac, a
quien amas, y vete a tierra de Moriah, y ofrécelo allí en holocausto sobre uno de los
montes que yo te diré.

La verdadera fe confía en Dios en los momentos en que Él nos pone a prueba con lo que
más queremos en este mundo.

Dios le pidió a Abraham que le ofreciera a su hijo Isaac en sacrificio, al muchacho que
nació por milagro divino, al que Dios mismo le había dado como hijo en la vejez para que
se cumpliera a través de él la promesa de hacer de Abraham un gran pueblo, al que era la
alegría y esperanza de sus padres, pues cuando lo miraban veían en Él todo lo que Dios les
había prometido.

Abraham no vaciló, salió muy temprano con todo lo necesario para sacrificar a su hijo, y
viajó tres días hasta llegar al lugar designado por Dios (Génesis 22:3-4); él subió al monte
manifestando a sus siervos la esperanza de que volvería con su hijo, a pesar de su
disposición a sacrificarlo (Génesis 22:5-6); y cuando su hijo le preguntó por el animal para
el sacrifico, él le contestó con fe, pero no sin dolor por lo que haría: “Dios se proveerá de
cordero” (Génesis 22:7-8).

Cuando Abraham estaba a punto de degollar a su hijo, a quien tenía atado sobre un altar de
sacrificio para Dios, fue detenido desde el cielo bajo la siguiente explicación: “ya conozco
que temes a Dios, por cuanto no me rehusaste tu hijo, tu único” (Génesis 22:9-12); y en ese
momento apareció un carnero trabado en un zarzal para ofrecerlo en sacrificio en lugar de
su hijo (Génesis 22:13-14); y por ello, por no rehusar ni a su amado hijo a Dios, el Señor
ratificó su promesa de bendecirlo a través de él (Génesis 22:15-19).

¿Estaría usted dispuesto a entregarle a Dios lo que más valora en esta tierra? ¿A sacrificar
ante Él a su “Isaac”, confiando en que Dios sigue siendo bueno a pesar del dolor que esto le
produce? ¿A entregar incluso aquello que Dios mismo le haya dado como muestra de su
amor: Hijos, pareja, familia, amigos, salud, bienes, éxitos laborales y demás? Pues Dios si
entregó a su Hijo por salvarnos, sacrificó a Cristo como el cordero de nuestra salvación, y
así se proveyó del único sacrificio que Él realmente aceptaría por nuestro pecado.

Si Él dio a Su Hijo por mí, para salvarme de mi pecado ¿Qué puedo negarle? Debo
entregarle todo confiadamente. Lo que entregue a Dios, por amor a Cristo, Él lo santificará
y transformará para la gloria de Él.
Día 23

SABER APELAR A LOS DEMÁS

Génesis 23:6 Óyenos, señor nuestro; eres un príncipe de Dios entre nosotros; en lo
mejor de nuestros sepulcros sepulta a tu muerta; ninguno de nosotros te negará su
sepulcro, ni te impedirá que entierres tu muerta.

Cuando Dios nos prospera, y nos da el respeto de otros, nuestra actitud debe seguir siendo
humilde y justa por amor a Él.

Cuando Sara falleció, aún en su dolor, Abraham no se aprovechó de su posición social y


económica para obligar a los descendientes de Het a darle un lugar donde sepultarla; él no
usó los siervos que tenía para tomar por la fuerza un lugar; por el contrario, reconociendo
que era la tierra de ellos, les pidió que le colaboraran con un terreno para el sepulcro de
Sara (Génesis 23:1-4).

La disposición con la que le respondieron muestra el respeto que le tenían a Abraham


(Génesis 23:5-6); pero aun así, Abraham no se aprovechó para tomar el terreno que quería,
sino que les pidió que intercedieran por él ante Efrón, el dueño del terreno donde se
encontraba la cueva de Macpela, para que se la vendiera (Génesis 23:7-9). Como Efrón
estaba allí, de inmediato le dijo a Abraham que tomara el terreno con la cueva, sin
pagárselo; pero tampoco Abraham se aprovechó de esta situación, sino que terminó
comprándoselo al precio justo, y sepultando allí a Sara (Génesis 23:10-10).

Un verdadero hombre de Dios no se aprovecha de los demás, ni siquiera en situaciones


difíciles; no busca egoístamente la satisfacción de sus deseos, si esto violenta o daña los
intereses de otros. Abraham pudo aprovecharse de su posición, y de su situación dolorosa,
para manipular a los demás a su antojo; pero decidió respetar a los demás, pedir el favor de
ellos, y pagar lo justo por aquello que le querían regalar.

Esto nos muestra como la persona bajo el favor de Dios, aún las situaciones más dolorosas,
no se victimiza, pues se sabe bendecida en Cristo; el cristiano no vive apelando a los demás
como lo hace el mundo, no manipula a otros con su sufrimiento ni los presiona con la
posición socioeconómica que haya alcanzado, ni mucho menos los utiliza a su antojo
distorsionando los beneficios de su relación con Dios en Cristo; no, el cristiano respeta a
los demás, porque sabe que él mismo es un extranjero en este mundo, y que pertenece al
Reino celestial.

La ética del comportamiento cristiano debe ser mucho más elevada que la moral de
cualquier grupo humano, pues él pertenece al Reino celestial. Por ello, si usted es cristiano,
sepa apelar a los demás, respetándolos y honrando a su salvador.
Día 24

CONFIANDO A DIOS LA DESCENDENCIA

Génesis 24:6-8 Y Abraham le dijo: Guárdate que no vuelvas a mi hijo allá. Jehová, Dios
de los cielos, que me tomó de la casa de mi padre y de la tierra de mi parentela, y me
habló y me juró, diciendo: A tu descendencia daré esta tierra; él enviará su ángel
delante de ti, y tú traerás de allá mujer para mi hijo. Y si la mujer no quisiere venir en
pos de ti, serás libre de este mi juramento; solamente que no vuelvas allá a mi hijo.

Dios cumplirá su propósito en nuestros hijos conforme a Su voluntad, nuestro trabajo es


obrar confiando en Él.

Abraham le recordó a su mayordomo Eliezer que Dios se había comprometido a darle


descendencia para poblar la tierra que le prometió; por ello le hizo jurar que iría a la tierra
donde salió, a buscarle mujer a su hijo Isaac, pero sin devolverlo allá. Abraham le explicó
que confiaba en Dios para esta importante labor, y que si la mujer de su descendencia se
rehusaba a venir a casarse con Isaac, él podía regresarse sin ella, él quedaría libre de esa
labor.

En este capítulo de Génesis se narra cómo Eliezer terminó confiando en Dios, viajando,
orando a Él para que le mostrara la mujer indicada cuando llegó al lugar, verificando que
fuera de la familia de Abraham y bendiciéndola con regalos, y no comiendo ni descansando
hasta que la familia oyera su relato de todo lo sucedido y escuchara la propuesta de
matrimonio enviada (Génesis 24:10-49). La mujer era Rebeca, su padre y su hermano
aceptaron, reconociendo que esto venía de parte de Dios, ella también accedió
voluntariamente a partir inmediatamente, e Isaac la recibió, se enamoró y se casó con ella
(Génesis 24:50-67).

Esta es la historia de una unión conyugal conforme la voluntad de Dios, que se da por la
confianza de Abraham en lo que Dios había prometido. Es cierto, Abraham solo hubo uno,
Isaac y Rebeca fueron personajes únicos en la historia del pueblo a través del cual vendría
el redentor del mundo, y las circunstancias hoy son muy diferentes a las de aquella época y
lugar; pero Dios sigue siendo el mismo, los padres siguen necesitando de Él para criar a sus
hijos conforme a Su voluntad, y cada ser humano sigue necesitando encontrar su pareja
conforme la voluntad de Dios.

Como creyentes en Cristo sabemos que el mejor tesoro es la comunión eterna con Él, y por
ello debemos orientar a nuestros hijos conforme el evangelio; y a su vez, debemos orar
siempre por ellos, para que su vida conyugal sea conforme la voluntad de Dios, y puedan
así criar a sus hijos mostrándoles a Cristo como el salvador y a la salvación en Él como el
mayor tesoro; pero para ello, debemos confiar en Dios a pesar de nuestras limitaciones.
Día 25

UNIDAD FAMILIAR

Génesis 25:8-9 Y exhaló el espíritu, y murió Abraham en buena vejez, anciano y lleno
de años, y fue unido a su pueblo. Y lo sepultaron Isaac e Ismael sus hijos en la cueva
de Macpela, en la heredad de Efrón hijo de Zohar heteo, que está enfrente de Mamre,

Dios se agrada en mantener la unidad familiar de quienes le invocan, aunque para ello tenga
que usar circunstancias dolorosas.

La disputa que se dio entre Isaac en Ismael, cuando eran niños, fue el reflejo de la lucha
entre sus madres: Sara y Agar; y a pesar de que se separaron, pudieron unirse para sepultar
a su padre Abraham. Abraham tuvo más hijos con otra mujer después que Sara murió, pero
a todos ellos les dio regalos y los envió lejos de Isaac; todo lo que tenía lo heredó el hijo de
Sara, porque era el hijo de la promesa de Dios (Génesis 25:1-6).

Aunque la promesa divina los dividía, Isaac e Ismael se unieron por el dolor de la muerte de
su padre y pudieron compartir un tiempo mientras lo sepultaban. Luego, los hijos de Isaac,
siendo gemelos engendrados milagrosamente luego de la oración de Isaac por el vientre
estéril de Rebeca, mantuvieron enemistad desde antes de nacer; y desde antes de nacer,
Dios designó que el menor fuera el que heredera la promesa hecha a Abraham (Génesis
25:20-23).

Ismael e Isaac se unieron solo al morir Abraham, y Esaú y Jacob se dividieron durante la
vida con sus padres. Y aunque todo esto sucedió conforme el plan divino, no era excusa
para la rencilla entre familiares. Es más, la promesa de Dios sobre uno y no sobre otro, era
para mostrarles claramente la voluntad divina, y no para alimentar la rivalidad entre
hermanos; y esto se olvidó totalmente cuando Jacob pretendió negociarle la primogenitura
(derecho a ser el heredero principal) a Esaú de forma engañosa, y cuando Esaú se la vendió
pensando carnalmente, en su necesidad de alimento momentáneo, menospreciando la
promesa eterna de Dios (Génesis 25:27-34).

Lamentablemente la rivalidad entre Jacob y Esaú fue alimentada por las preferencias de sus
padres, teniendo cada uno un hijo predilecto (Génesis 25:24-28). Esto no debe ser así en las
familias de los creyentes en Cristo, aun cuando un hijo no caminare con Dios conforme al
Evangelio; pues la prioridad es fomentar el Reino eterno, pero reflejándolo en un ambiente
familiar tolerante y dispuesto a la convivencia en paz.

En realidad el evangelio puede llegar a dividir las familias en creyentes e inconversos (Mt.
10:34-38), pero la desunión es muchas veces alimentada por la intolerancia y falta de
sabiduría, olvidando que debemos amar y soportar hasta a nuestros enemigos (Mt. 5:44-48).
Día 26

FORASTERO POR LA FE

Génesis 26:1-3 Después hubo hambre en la tierra, además de la primera hambre que
hubo en los días de Abraham; y se fue Isaac a Abimelec rey de los filisteos, en Gerar. Y
se le apareció Jehová, y le dijo: No desciendas a Egipto; habita en la tierra que yo te
diré. Habita como forastero en esta tierra, y estaré contigo, y te bendeciré

Dios demanda la fidelidad de sus siervos especialmente cuando es muy fácil buscar ayuda
en el mundo, siendo este último tipificado por Egipto.

Ante la hambruna era muy lógico que Isaac buscara alimento en el gran imperio egipcio,
pero hubiera significado confiar más en los recursos del mundo que en la promesa de Dios;
es por ello que el Señor le ratificó a Isaac que no debía descender a Egipto, sino habitar
como forastero en Gerar, y así Él lo bendeciría y cumpliría en su descendencia la promesa
que le hizo a Abraham (Génesis 26:3-6).

Isaac también mintió por temor como lo hizo Abraham, diciendo que Rebeca era su
hermana (Génesis 26:7-11); pero aun así, por Su Gracia, Dios cumplió su promesa de
prosperarlo en esa tierra, a pesar de la oposición que por envidia le hicieran los residentes
de Gerar (Génesis 26:12-33).

Aunque nosotros, los creyentes en Cristo, no seamos Isaac, si estamos llamados a vivir en
esta tierra como forasteros, “porque la apariencia de este mundo se pasa” (1 Corintios
7:31), y porque Dios nos ha llamado a ser “ricos en fe y herederos del reino que ha
prometido a los que le aman” (Santiago 2:5). Es por ello que el creyente en Cristo no debe
tomar decisiones por el mero impulso de suplir sus necesidades, sino por la guía de la
Palabra de Dios que le revela la voluntad de su Señor; evitando así el depender del mundo,
y recibiendo la provisión divina mientras va de camino al reino celestial prometido.

Que Dios nos ayude a decidir y actuar en este mundo de tal forma que ratifiquemos que
nuestro reino es el celestial, el que se nos ha prometido en Cristo; y que no sucumbamos
ante las ofertas pecaminosas de este mundo, por suplir nuestras necesidades.
Día 27

BUSCANDO LA BENDICIÓN CON ENGAÑO

Génesis 27:34-36 Cuando Esaú oyó las palabras de su padre, clamó con una muy
grande y muy amarga exclamación, y le dijo: Bendíceme también a mí, padre mío. Y
él dijo: Vino tu hermano con engaño, y tomó tu bendición. Y Esaú respondió: Bien
llamaron su nombre Jacob, pues ya me ha suplantado dos veces: se apoderó de mi
primogenitura, y he aquí ahora ha tomado mi bendición.

El fin no justifica los medios, especialmente cuando de buscar la bendición de Dios se trata.

La bendición que Isaac daría a su primogénito, no solo era la entrega oficial del liderazgo
en la posesión de su herencia, era la proclamación de la transmisión de la promesa divina
que había recibido Abraham; es por ello que el afán por procurar dicha bendición no era lo
cuestionable, sino la forma en que se procuraba, que revelaba si realmente se deseaba para
la gloria de Dios o solo para el beneficio propio.

La historia bíblica cuenta que Isaac en su vejez quiso bendecir a Esaú, pero Rebeca envió a
Jacob para que lo engañara y recibiera dicha bendición (Génesis 27:1-17). Claro, esto fue
obrado bajo el consentimiento de Jacob, quien solo titubeo un poco cuando imaginó que su
padre lo descubriría y terminaría maldiciéndolo; pero al llevar a cabo el plan, y mentir
abiertamente a su padre (Génesis 27:18-29), Jacob demostró que era participe voluntario
del engaño, como cuando le negoció la primogenitura a Esaú por un plato de lentejas
(Génesis 25:29-34), lo cual trajo a memoria a Esaú al decir: “ya me ha suplantado dos
veces” (Génesis 27:36).

A pesar de que Dios mismo había dado testimonio que sería Jacob el heredero de la
bendición de Abraham (Génesis 25:21-23), eso no lo justificó en su engaño, ni lo libró del
odio a muerte que le promulgó Esaú (Génesis 27:41); a pesar de que este último no
anhelaba realmente la promesa divina, sino la herencia terrenal. Incluso la madre misma de
Jacob se vio perjudicada, al tener que enviarlo lejos para que su hermano no lo matara
(Génesis 27:42-46).

No es pequeña la dificultad que trae al creyente el obrar como un inconverso; ni son pocas
las consecuencias que traen a los hijos de Dios con sus actitudes mundanas, aunque en el
fondo anhelen la herencia eterna en Cristo. Es en Cristo que se nos asegura bendición
eterna, por ello sus beneficios temporales no deben ser procurados como el mundo procura
sus deseos egoístas de satisfacción temporal. Recuerde que el cristiano no solo debe saberse
bendecido en Cristo, también debe actuar conforme a Su voluntad (1 Juan 2:6).
Día 28

DIOS NO DEJA AL QUE ESCOGE

Génesis 28:15 He aquí, yo estoy contigo, y te guardaré por dondequiera que fueres, y
volveré a traerte a esta tierra; porque no te dejaré hasta que haya hecho lo que te he
dicho.

Cuando Dios escoge a alguien para que le sirva, no lo abandona a sus fuerzas, lo sustenta
con Su Gracia.

Jacob fue enviado por Isaac a buscar mujer entre los familiares de su madre (Génesis 28:1-
5), lo cual le hizo caer en cuenta a Esaú de que sus padres se habían molestado porque él
había tomado para sí mujeres de entre los habitantes de Canaán (Génesis 28:6-9). En el
camino, Jacob tuvo un sueño en el que Dios le manifestó su compromiso de acompañarlo y
guardarlo hasta haber cumplido en él la promesa hecha a Abraham (Génesis 28:10-15).

Ante esta manifestación de Dios a su vida, Jacob se levantó para adorarlo, haciendo un
mini-altar con la piedra que usó como cabecera, y se comprometió con Dios a darle el
diezmo de todo lo que le diera (Génesis 28:16-22). Esta es la respuesta natural de quien ha
sido sobrenaturalmente escogido por Dios conforme a Sus propósitos: Adorarle, y poner a
Su disposición lo que tiene; pues es lo mínimo que puede hacer aquel a quien Dios escogió.

Jacob no sabía que le depararía su viaje, ni cómo era el lugar que visitaría, ni quienes eran
las personas que conocería; pero antes de llegar si supo que Dios iría con Él, y eso le llevó a
poner su confianza en el Señor. Las circunstancias particulares de la vida de Jacob, tanto
como persona individual, como patriarca del pueblo de Israel, son irrepetibles; pero ilustran
muy claramente la vida del creyente en Cristo que actúa en este mundo por medio de la fe
en su Señor.

Cristo mismo dejó en claro que Él es quien escoge a los suyos (Juan 15:16), pero que, a su
vez, sus escogidos viven para complacerlo a Él (Juan 15:14); pues la vida de quien Dios ha
escogido para la salvación en Cristo se caracteriza por la adoración constante y la entrega
genuina. Nunca alguien podrá decir que se sabe escogido por Dios, para ser guardado en
Cristo, si vive para sí mismo y no para su Salvador.

El gran motor que impulsa al cristiano no es que pueda hacer algo para Dios, sino que Dios
lo ha escogido en Cristo, y que no lo abandonará jamás. Esto es lo que le sirve de base para
orar cada día con gozo y estudiar la Biblia con diligencia; y para llevar una vida consagrada
a su Señor en todo aspecto y circunstancia. Cristianos, no olviden “que el que comenzó en
vosotros la buena obra, la perfeccionará hasta el día de Jesucristo” (Filipenses 1:6).
Día 29

RECOMPENSA POR EL TRABAJO

Génesis 29:15 Entonces dijo Labán a Jacob: ¿Por ser tú mi hermano, me servirás de
balde? Dime cuál será tu salario.

Dios no desea que trabajemos sin metas, ni que otros trabajen para nosotros sin recibir su
recompensa.

Jacob llegó a la tierra de su madre, se encontró a Raquel, hija de Labán, el hermano de su


madre, y esta le presentó a su padre y a su hermana (Génesis 29:1-14); luego de este
encuentro emotivo, Jacob se quedó allí, y después de un mes Labán le preguntó que
deseaba como pago por su trabajo (Génesis 29:15).

La propuesta de Labán nos muestra que Jacob era DILIGENTE, pues debía estar trabajando
para Labán desde que llegó sin recibir paga; además, la respuesta de Jacob, nos muestra que
Jacob era INTELIGENTE, pues sabía que no tenía dinero para dar la dote acostumbrada
cuando se pedía a una mujer en matrimonio, y por ello ofreció trabajar siete años por la
hermosa Raquel (Génesis 29:16-19); pero también, el trabajo de Jacob esos siete años, nos
muestra que Jacob trabajaba APASIONADAMENTE cuando tenía una gran meta, pues la
escritura dice “Así sirvió Jacob por Raquel siete años; y le parecieron como pocos días,
porque la amaba” (Génesis 29:20).

Si, Jacob había llegado allí por engañar a su hermano Esaú, y además ahora Labán lo
engañaba dándole a Lea en lugar de Raquel después de su trabajo de siete años (Génesis
29:21-26); pero aun así, durante unos veinte años, Jacob trabajó con diligencia, inteligencia
y pasión por una meta (Génesis 29:27-30), lo cual le sería retribuido luego justamente.

Esto debería estimularnos a los creyentes, a los que nos sabemos redimidos en Cristo, a
trabajar en este mundo de forma diligente, inteligente y apasionada, máxime cuando lo
hacemos para la gloria de Dios; es por ello que con respecto a nuestro vida laboral, se nos
manda: “todo lo que hagáis, hacedlo de corazón, como para el Señor y no para los hombres;
sabiendo que del Señor recibiréis la recompensa de la herencia, porque a Cristo el Señor
servís” (Colosenses 3:23-24).

En últimas, los cristianos verdaderos, no debemos trabajar “sirviendo al ojo, como los que
quieren agradar a los hombres, sino con corazón sincero, temiendo a Dios” (Col.3:22). A su
debido tiempo Dios nos dará recompensa terrenal, pero reservándonos la celestial en Cristo.
Día 30

PROCURANDO LIBERTAD

Génesis 30:26 Dame mis mujeres y mis hijos, por las cuales he servido contigo, y
déjame ir; pues tú sabes los servicios que te he hecho.

Dios recompensa a su debido tiempo nuestra labor terrenal, pero lo hace para Su gloria y
para el avance de Su reino.

Jacob, igual que Abraham e Isaac, sufrió los problemas de esterilidad de su pareja; pero en
su caso, por tener dos esposas, siendo una de ellas estéril, se aumentó la rivalidad entre
ellas, y hasta usaron a sus siervas para darle hijos. Al final, las dos esposas de Jacob y sus
siervas le dieron hijos, y él procuró liberarse del servicio a Labán para poder producir lo de
su familia por aparte (Génesis 30:1-26).

Este deseo no fue ilegítimo, pues le había trabajado arduamente a Labán, y le había hecho
prosperar sus rebaños (Génesis 30:29-30); lo que pretendía Jacob era trabajar ahora para
prosperar también su familia, y no solo la familia de Labán. Labán le dijo que se pusiera un
salario, y Jacob simplemente le pidió las ovejas oscuras o con pintas de color (Génesis
30:27-28, 31-33); y aunque Labán aceptó, le hizo trampa, enviando a sus hijos con las
ovejas de estas características para que las llevaran lejos de Jacob (Génesis 30:34-36).

Jacob no protestó, solo aplicó una técnica de entonces para que las ovejas más fuertes
engendraran ovejas pintadas; y al final, por la gracia de Dios, ya que esa técnica no está
realmente certificada, Jacob obtuvo su propio rebaño, y se enriqueció (Génesis 30:37-43).

Es cierto, la familia de Jacob, sus problemas internos y sus luchas por prosperar,
primeramente nos deben mostrar como Dios trajo al salvador a través de una nación
formada con grandes dificultades, y que la Gracia de Dios usa hombres imperfectos para
obrar la voluntad divina; pero también nos debe ilustrar como al confiar en Dios, y trabajar
diligentemente para Su gloria, recibiremos recompensas por nuestra labor.

No está mal procurar libertad financiera y prosperidad económica para la familia, con tal
que sea para la gloria de Dios y como resultado del trabajo. El inconveniente no es que se
quiera el bien de los nuestros, sino la motivación para ello; y esto se reflejará en los
métodos que escogemos para bendecir nuestra familia: El trabajo honesto, esforzado y
diligente, o los negocios ilícitos, abusivos, y engañadores. Estos últimos son los más fáciles
y rápidos, pero nunca glorifican a Dios, ni dan testimonio de Cristo como nuestro salvador.

Cristo murió para liberarnos de la esclavitud del pecado, por ello no volvamos a
esclavizarnos al mismo en busca de libertad financiera.
Día 31

DIOS VE EL TRABAJO Y LA AFLICCIÓN

Génesis 31:42 Si el Dios de mi padre, Dios de Abraham y temor de Isaac, no estuviera


conmigo, de cierto me enviarías ahora con las manos vacías; pero Dios vio mi
aflicción y el trabajo de mis manos, y te reprendió anoche.

Dios ve la aflicción y el trabajo de quien ha llamado a servirle.

Ante la mala actitud que Labán y sus hijos habían tomado para con Jacob, este decidió irse
sin avisar con su esposa e hijos, no sin antes explicarles a ellas la situación (Génesis 31:1-
18); pero al saberlo, Labán y los suyos lo persiguieron (Génesis 31:19-23), especialmente
porque Raquel robó unos ídolos de su padre, los cuales, al parecer, en la antigüedad servían
como testimonio a la persona que heredaría las posesiones de su familia paterna.

De forma providencial Dios le habló en sueños a Labán para que no le hiciera daño a Jacob;
y por ello, al alcanzarlo, solo buscó sus ídolos, los cuales no halló porque Raquel se los
ocultó (Génesis 31:24-35). Jacob, no sabiendo lo que había hecho Raquel, se enojó con
Labán, le recordó cómo le había trabajado diligentemente durante veinte años y como Dios
lo había prosperado por medio de su trabajo, y hasta le hizo caer en cuenta que Dios le
reprendió por su maldad y le impidió que le hiciera daño (Génesis 31:36-42). Ante esto
Labán entro en un pacto de no agresión con Jacob y volvió a su tierra.

En medio de toda esta historia de luchas entre familiares subyace el deseo no perder las
posesiones, porque hasta Raquel probablemente pretendía la herencia de su padre cuando
robó esos ídolos. Precisamente a uno, que pretendía que Cristo le ayudara a obtener la parte
de la herencia que disputaba con su hermano, el Señor le dijo: “Mirad, y guardaos de toda
avaricia; porque la vida del hombre no consiste en la abundancia de los bienes que posee”
(Lucas 12:15); pero a su vez, a través de una parábola (Lucas 16:1-13) el señor Jesús le
enseñó a sus discípulos la importancia de ser un buen administrador de los bienes
terrenales, con la mirada en la moradas celestiales.

El cristiano no debe caer en las disputas materialistas del mundo, pero tampoco debe
descuidar lo que Dios le permite administrar en él. Quienes hemos sido llamados al reino
celestial en Cristo tenemos la responsabilidad de reflejarlo en nuestra administración
terrenal, por medio de un trabajo honesto y diligente; pues Dios nos sabrá recompensar por
la aflicción que padezcamos al hacer Su voluntad.

Dios protegerá y guiará al que sufre por trabajar para Su gloria.


Día 32

AFERRADO A DIOS

Génesis 32:26 Y dijo: Déjame, porque raya el alba. Y Jacob le respondió: No te dejaré,
si no me bendices.

Cuando Dios hace que las circunstancias nos dejen a Su merced, es para que nos aferremos
a Él y solo dependamos de Su Gracia.

Jacob volvió a su tierra, pero le pasaron varias cosas en el camino: En un lugar le salieron
al encuentro ángeles de Dios, y allí acampó, y desde ese lugar envió mensajeros de paz a su
hermano (Génesis 32:1-5); los mensajeros le dijeron que su hermano venía a él con
cuatrocientos hombres, por ello tuvo temor, dividió a los suyos en dos campamentos y oró a
Dios antes de dormir (Génesis 32:6-12); se levantó aún angustiado y envió gran cantidad de
regalos a Esaú en varios grupos delante de él, para apaciguar la ira de su hermano (Génesis
32:13-20); volvió a pasar la noche allí, pero antes de amanecer hizo pasar por un arroyo a
sus mujeres y a sus hijos; y, quedándose solo, “luchó” con un “varón” que terminó por
bendecirlo, pero dejándolo cojo al amanecer (Génesis 32:21-32).

¡Qué sufrimiento el de Jacob antes de su encuentro con su hermano Esaú! Sufrió por la
angustia de su corazón, pensando, actuando estratégicamente y clamando a Dios; pero solo
hasta que luchó con un representante divino que lo bendijo, pudo tener paz. Este
representante divino que no quiso dar su nombre pudo haber sido Dios mismo que se le
presentó con apariencia humana; y la lucha de Jacob para que lo bendijera no se trató de
una pelea a golpes, sino de una súplica constante, aferrándose a él para que no lo dejara.

En Oseas 12:3-5 se nos explica que Jacob “Venció al ángel, y prevaleció; lloró, y le rogó”;
y se dice del que no quiso dar su nombre: “Mas Jehová es Dios de los ejércitos; Jehová es
su nombre”; por lo cual muchos creen que el “ángel” era una manifestación anticipada de la
segunda persona de la trinidad, el mismo que luego sería Dios hecho carne: Jesucristo.

Todo esto nos lleva a concluir que la victoria del ser humano sobre sí mismo y sobre sus
circunstancias consiste en aferrarse a Dios por la fe, en confiar plenamente en Jesucristo
como Salvador y Señor, y en vivir dependiendo del poder del Espíritu Santo a través de una
vida de oración y estudio bíblico constante.

Aferrarse a Dios por la fe en Cristo es vencer al mundo que nos atemoriza.


Día 33

RECIBIDO POR EL FAVOR DE DIOS

Génesis 33:4 Pero Esaú corrió a su encuentro y le abrazó, y se echó sobre su cuello, y le
besó; y lloraron.

Dios no deja de sorprender a los suyos con las continuas manifestaciones temporales de Su
gracia eterna en Cristo.

Jacob fue sorprendido por el recibimiento de Esaú, porque en vez de que quisiera matarlo
para vengarse, quiso abrazarlo para reconciliarse (Génesis 33:1-7). Luego, incluso, Esaú no
quiso recibirle todos los regalos que Jacob le había enviado previamente, pero terminó
accediendo ante su insistencia; y Esaú le ofreció a sus hombres a Jacob para escoltarlo
(Génesis 33:8-16), pero Jacob no los quiso. Esaú no buscaba destruir a Jacob, ni a los
suyos, por venganza, ni quitarle sus bienes; él solo quería reencontrarse con su hermano.

Sabemos cómo Jacob interpretó esto por la forma en que le habló a Esaú, diciéndole: “he
visto tu rostro, como si hubiera visto el rostro de Dios, pues que con tanto favor me has
recibido” (Génesis 33:10). El favor de Dios hizo que Esaú recibiera en paz a Jacob, a pesar
de que merecía el rencor de su hermano.

¿Cómo no sorprendernos cuando vemos la gracia de Dios manifestándose en nuestro diario


vivir, dándonos vida, y abriéndonos puertas que pensábamos cerradas a causa de nuestro
propio pecado? Es maravillosamente cierto que en Cristo tenemos vida eterna por Gracia,
pero también es cierto que podemos ver beneficios temporales de ese favor divino.

Aunque el enfoque del cristiano está en la gracia salvadora que le lleva a Dios después de la
muerte, antes de morir también vive esa vida eterna en su vida terrenal colmada por el favor
divino; y aunque tal vez sufra de muchas maneras, el cristiano podrá percibir como el favor
de Dios le acompaña, consuela, alienta, fortalece y respalda en las peores circunstancias.

Ser perdonados por aquellos que ofendimos, y ser recibidos por aquellos que deberían
rechazarnos, es algo que debemos agradecer a Cristo; pues Él mismo nos llamó a servirle
siendo pecadores, y murió en la cruz antes de que naciéramos, para que fuéramos
perdonados por Dios y reconciliados con Él.

Cada vez que nos sintamos beneficiados por otros, debemos recordar que Cristo es nuestro
mayor bien, y que lo demás nos llega por Su favor.
Día 34

LA TRAGEDIA DE LA VIOLACIÓN

Génesis 34:1-3 Salió Dina la hija de Lea, la cual ésta había dado a luz a Jacob, a ver a
las hijas del país. Y la vio Siquem hijo de Hamor heveo, príncipe de aquella tierra, y la
tomó, y se acostó con ella, y la deshonró. Pero su alma se apegó a Dina la hija de Lea,
y se enamoró de la joven, y habló al corazón de ella.

Dios no nos dio las relaciones sexuales como un mecanismo de autosatisfacción carnal,
sino como un sello del amor matrimonial.

Las violaciones sexuales son la trágica demostración del egocentrismo del pecado humano,
que no mide al otro por lo que es, sino por la satisfacción física que le puede dar; y esta
tragedia también tocó a la familia de Jacob, cuando su hija Dina fue violada por Siquem. En
la versión Reina Valera tal vez no se entienda que lo que hizo Siquem fue una violación,
pero la Nueva Versión Internacional (NVI) traduce: “la agarró por la fuerza, se acostó con
ella y la violó. Pero luego se enamoró de ella y trató de ganarse su afecto” (Génesis 34:2-3).

Muy tarde Siquem entendió que Dina era una mujer de la que primero debió ganarse su
afecto, y la aprobación de su familia, para luego honrarla casándose con ella; y lo hizo
cuando ya había abusado sexualmente de ella. El resto del capítulo describe como este
hombre usó la influencia de su padre, que era el líder del lugar, para tratar de obtener la
autorización de la familia de Dina y poder casarse con ella (Génesis 34:4-12); y como
Simeón y Leví, hijos de Jacob, mataron a los varones de ese lugar, aprovechando que el
pueblo de este hombre se había circuncidado para poder mezclarse en matrimonios mixtos
con ellos, y cobrando así venganza por la deshonra de su hermana (Génesis 34:13-31).

Un impulso sexual llevó a un hombre a violar a una joven y desató la furia de sus
hermanos, quienes terminaron asesinándolo. Esto no es parte de una película, esta es la
realidad que aún hoy, en una sociedad “tan civilizada”, se sigue presentando. La razón de
todo esto es que el ser humano, por avanzado en tecnología y conocimientos que sea, sigue
siendo un pecador que necesita a Cristo. Y en la vida conyugal, incluyendo el ejercicio de
la sexualidad, el ser humano también necesita ser libre del pecado, necesita al salvador.

Alguien que haya sido redimido por Cristo no tratará a su pareja como un objeto, ni como
un mero desahogo sexual, sino que la honrará como “coheredera de la gracia de la vida” (1
Pedro 3:7). Es por ello que solo quien es liberado por Cristo de la esclavitud del pecado
podrá enfocar su vida sexual bajo la relación matrimonial conforme la voluntad de Dios;
porque estará libre para ir en contra de un mundo que pervierte el sentido real de las
relaciones sexuales, y será capacitado para ir en contra de sus propios impulsos
pecaminosos.
Día 35

DIOS PERSONAL

Génesis 35:1-3 Dijo Dios a Jacob: Levántate y sube a Bet-el, y quédate allí; y haz allí un
altar al Dios que te apareció cuando huías de tu hermano Esaú. Entonces Jacob dijo a
su familia y a todos los que con él estaban: Quitad los dioses ajenos que hay entre
vosotros, y limpiaos, y mudad vuestros vestidos. Y levantémonos, y subamos a Bet-el;
y haré allí altar al Dios que me respondió en el día de mi angustia, y ha estado
conmigo en el camino que he andado.

Dios no es “portátil”, como la mayoría de los ídolos antiguos; pero si es un Dios que
personalmente cuida de los suyos.

Cuando Dios se vuelve a aparecer a Jacob, le pide que regrese al lugar donde se le apareció
por primera vez, donde le aseguró que cumpliría en él la promesa que le dio a Abraham e
Isaac, y donde Jacob se comprometió con Dios a servirle si le regresaba sano y salvo a su
tierra.

Lo primero que hace Jacob es despojar a su familia de todos sus ídolos, las falsas deidades
representadas por objetos; pues sabe que ninguna de ellas lo podía cuidar como el Dios
verdadero lo hizo. El verdadero Dios, dice Jacob: “me respondió en el día de mi angustia, y
ha estado conmigo en el camino que he andado”. El verdadero Dios sustenta personalmente
a los suyos en todas las áreas de su vida, y nunca los abandona.

¡Qué diferencia tan grande hay entre los ídolos fabricados por la imaginación humana y
Dios! Mientras los ídolos deben ser alimentados por la ilusión humana, Dios personalmente
sustenta, consuela, fortalece y cuida el alma de quienes le sirven. Mientras las personas
constantemente se fabrican ídolos a su antojo, así no estén representados por estatuas, Dios
sigue siendo inmutablemente el mismo ser que personalmente llama y sostiene a los suyos.

Así como en la antigüedad se fabricaban estatuas para representar un falso dios que cubría
algún área especial de la vida humana, hoy, a pesar de lo supuestamente avanzado de la
sociedad, los seres humanos fabrican ídolos en su corazón para cada una de sus
necesidades; no creen que solo hay un Dios que satisface toda el alma, y que envió a su
Hijo a redimirnos de nuestra maldad y a reconciliarnos con Él, un Dios personal.

¿Necesita confiar en alguien o algo distinto a Dios para sentirse seguro en algún área de su
vida? ¿Necesita animarse a usted mismo con las falsas promesas de un mundo pecaminoso?
¿Necesita que alguien diferente a Cristo sea el motor que impulsa su vida? Pues si es así,
eso demuestra que su corazón, como el todo ser humano, es una fábrica de ídolos.
Despójese de ellos, confíe en Cristo plenamente, y será cuidado por Dios personalmente.
Día 36

SEPARACIONES NECESARIAS

Génesis 36:6-7 Y Esaú tomó sus mujeres, sus hijos y sus hijas, y todas las personas de
su casa, y sus ganados, y todas sus bestias, y todo cuanto había adquirido en la tierra
de Canaán, y se fue a otra tierra, separándose de Jacob su hermano. Porque los
bienes de ellos eran muchos; y no podían habitar juntos, ni la tierra en donde
moraban los podía sostener a causa de sus ganados.

Dios hace que nuestras vidas sigan el rumbo determinado por Él, aún a pesar de que ello
involucre cambios y separaciones de seres queridos.

Abraham y su Sobrino Lot también tuvieron que separarse por la multitud de sus ganados y
siervos; Isaac e Ismael tuvieron que separarse por la voluntad de Dios de transmitir solo a
Isaac la promesa hecha a Abraham; y en últimas, después de haberse reconciliado, Esaú y
Jacob tuvieron que separarse porque la multitud de sus pueblos y ganados no podía ser
sostenida por la tierra que habitaban.

En este capítulo del libro del Génesis también se especifican los descendientes de Esaú, y
se dice que este se radicó en el monte de Seir para convertirse en el reino de Edom (Génesis
36:8); se habla de sus hijos, y de los reyes de su pueblo, aclarando que Esaú fue el padre de
los edomitas, pues él mismo era Edom (Génesis 36:43). Pero se ve claramente que para
crecer de esta forma Esaú tuvo que separarse de Jacob.

Cuando un hijo debe irse de la casa a formar su propio hogar, o un hermano de la iglesia
debe partir como misionero a plantar otra Iglesia, o un excelente compañero de trabajo debe
ir a iniciar una sucursal o un negocio propio, siempre se da un sentimiento de nostalgia por
la separación; pero si es por voluntad de Dios, necesitando de la separación para que cada
parte continúe creciendo para la gloria del Señor, entonces es una buena separación.

Las separaciones de hogares, empresas, iglesias, y cualquier otro grupo humano, que no se
dan por la necesidad de crecer para la gloria de Dios no honran al Señor. Es por ello que
debemos vivir en oración, y aplicando los principios bíblicos, para discernir el tiempo en
que realmente Dios nos manda a realizar cambios que, aunque duelan, son necesarios para
el bien nuestro y para la gloria de Dios.

Nunca debemos olvidar que nuestras vidas no nos pertenecen, y que Cristo nos redimió
para servirle para Su gloria, no para nuestra comodidad.
Día 37

SUEÑOS DADOS POR DIOS QUE DESPIERTAN OPOSICIÓN

Génesis 37:19-20 Y dijeron el uno al otro: He aquí viene el soñador. Ahora pues, venid,
y matémosle y echémosle en una cisterna, y diremos: Alguna mala bestia lo devoró; y
veremos qué será de sus sueños.

Dios cumple Su voluntad en aquel a quien ha escogido, a pesar de las debilidades del
escogido y de la oposición del mundo.

Realmente a José lo aborrecían sus hermanos antes de que tuviera sueños de parte de Dios;
lo aborrecían porque su padre, Jacob, lo prefería a él, y porque José los acusaba delante de
su padre cuando hacían algo mal (Génesis 37:1-4). Los sueños de José fueron el detonante
para que sus hermanos le tuvieran más envidia, pero a su padre lo dejaron meditando
(Génesis 37:5-11).

Y es que a pesar de que Jacob lo tenía como hijo consentido, y de que José delataba a sus
hermanos cuando hacían maldades, los sueños de José significaban que Dios mismo lo
había escogido para llevar a cabo un plan salvador para los suyos, pero levantándolo por
sobre ellos. Al final, cuando su padre lo envió a supervisarlos, sus hermanos quisieron
matarlo, tratando de matar sus sueños, porque a ellos les generaban más envidia y
aborrecimiento; pero terminaron vendiéndolo como esclavo, porque Rubén, el hermano
mayor, evitó que lo mataran (Génesis 37:12-36).

Hoy sabemos el final de la historia, y sabemos que José, muchos años después de sufrir de
muchas formas, terminó en una posición más alta que sus hermanos, para salvarlos durante
una hambruna; pero también sabemos que su historia prefigura la de Cristo, el salvador que
fue rechazado por sus hermanos de raza, pero que terminó salvando a los que creen en Él,
por la muerte que le propinaron en la Cruz.

Los sueños de José realmente eran los planes de Dios para él y su pueblo, y por ello
terminaron cumpliéndose; y en ese sentido, es que los sueños de cualquiera se pueden
cumplir, solo si son realmente el plan de Dios para su vida. No es que Dios esté obligado a
cumplir cualquier sueño de cualquier persona; pues Él solo cumplirá los sueños que son
conforme a Su perfecta voluntad, para Su gloria, y por la fe en Cristo; y para ello, preparará
por medio de aflicciones al que escoge conforme a Su propósito.

Nuestra meta debe ser vivir conforme al plan más maravilloso que Dios mismo soñó y
cumplió en Cristo, el plan de redención de nuestra alma; y así todos nuestros planes y
sueños deben ser puestos ante Dios en oración, enfocados conforme a Su Palabra y
ejecutados bajo Su guía y para Su gloria; pues aunque despierte la oposición del mundo, lo
que es de Dios se cumplirá.
Día 38

PECADOS SEXUALES PROPIOS Y AJENOS

Génesis 38:26 Entonces Judá los reconoció, y dijo: Más justa es ella que yo, por cuanto
no la he dado a Sela mi hijo. Y nunca más la conoció.

Dios no justifica la conducta libertina de nadie, pero tampoco deja de hacer Su voluntad a
pesar de la perversión sexual de una sociedad.

Esto es especialmente cierto en la familia de Judá, hijo de Jacob, de quien desciende la


humanidad del Salvador; pues así como se oye de paradójico: El hombre perfecto, Dios
hecho carne, Jesucristo, tuvo en sus antepasados una familia llena de libertinaje.

Judá buscó mujer lejos de su familia, tuvo tres hijos con ella; y al ver que el primero murió
sin darle hijos, y que el segundo murió por negarse a darle hijos a su hermano cuando tomó
a la que era su esposa, le negó a ella el tercero de sus hijos (Génesis 38:1-11). Cabe anotar
que esta costumbre antigua de que la viuda sin hijos se desposara con el siguiente hermano,
era para asegurarle a ella descendencia, y herederos al fallecido; y esto se llegó a ser parte
de la ley que luego fue dada por Dios a través de Moisés (Deuteronomio 25:5-10).

El desorden sexual inicial lo produjo Judá al buscar mujer lejos de los suyos, lo reprodujo
Onán al verter su semen en tierra para no darle descendencia a su hermano difunto, lo
continuó Tamar al engañar a su suegro (siendo ya viudo) para que se acostara con ella
pensando que era una prostituta, y lo terminó de profundizar el mismo Judá, quien no solo
no quiso darle su tercer hijo a Tamar, y se acostó con ella pensando que era una prostituta,
sino que además quiso matarla por fornicaria cuando esta salió embarazada, sin saber que
los gemelos en su vientre eran de él. ¡Qué fácil se juzga el pecado propio en otros!

Al final, cuando se descubrió que el embarazo de Tamar era engendrado por Judá, este
expresó: “Más justa es ella que yo”, sabiendo que al menos ella buscaba heredero para su
hijo, para su propia descendencia. Y sí, un pecador puede terminar viéndose “más justo”
que el otro, pero al final todos somos pecadores que necesitamos un Salvador.

Ahora, no se trata tampoco de ver quien es más libertino en su vida sexual que el otro, o
quien es más discreto en su conducta inmoral; se trata de reconocer que en algo tan básico
como la sexualidad todos, de una u otra forma, pecamos; y que en esa área también debe
obrar Cristo para la liberarnos con su perdón y santidad.

Recuerde que solo Cristo puede ejecutar la condena sobre la persona de vida inmoral; pero
si se refugia en Él, ella es perdonada y capacitada para vivir libre del pecado; así como la
mujer adúltera a la que Jesús le dijo: “Ni yo te condeno; vete, y no peques más” (Juan 8:11)
Día 39

SANTIDAD Y PROSPERIDAD

Génesis 39:8-9 Y él no quiso, y dijo a la mujer de su amo: He aquí que mi señor no se


preocupa conmigo de lo que hay en casa, y ha puesto en mi mano todo lo que tiene.
No hay otro mayor que yo en esta casa, y ninguna cosa me ha reservado sino a ti, por
cuanto tú eres su mujer; ¿cómo, pues, haría yo este grande mal, y pecaría contra
Dios?

Dios nos bendice en este mundo para Su Gloria, por ello debemos guardarnos de no pecar
contra Él cuando prosperamos.

El contraste entre Judá, en el capítulo anterior, y José, en este capítulo, es muy grande; el
primero llevó una vida contaminada por el pecado sexual, pensando en su propio bien; el
segundo llevó una vida santificada en su sexualidad, pensando en dar gloria a Dios, y en
beneficiar a otros.

Este capítulo 39 de Génesis está enmarcado por la prosperidad que Dios traía a través del
trabajo de José, primero como esclavo administrador en casa de Potifar, y luego como preso
administrador en la cárcel. Tal era la bendición de Dios a través de su trabajo diligente, que
Potifar y el jefe de la cárcel no dudaron en darle a José todo bajo su administración.

Pero esto no llenó el corazón de José de vanagloria, ni le hizo pensar que podía
comportarse a su antojo, como si la bendición fluyera de él; por el contrario, administró
todo con respeto y agradecimiento para con sus amos terrenales; y evitó caer en una vida de
pecado que ofendiera a Dios, quien era la fuente real de su bendición.

Viéndose asediado por la mujer de Potifar, José no sucumbió, ni cuando las circunstancias
eran las “ideales” para que nadie se enterara si pecaba sexualmente con ella; no pensó que
porque estaban solos en la casa, y ella le quitaba su ropa, él no tenía más salida que caer en
pecado y ocultarlo; no, él prefirió huir del lugar, a sucumbir ante la tentación. La
explicación de su actitud no radica en su gran autoestima o auto-respeto; no, el motivo para
guardarse en santidad era no hacerle un “gran mal” a su amo Potifar, y no pecar “contra
Dios”, como se lo explico el mismo a la esposa de Potifar cuando comenzó a acosarlo.

El amor a Dios por sobre todas las cosas, y el amor al prójimo como a uno mismo, no solo
resume la ley de Dios (Mt.22:37-40), también describe el carácter de sus siervos (Ro.13.9);
por ello no solo debe estar presente en la mente de quienes hemos sido salvados por Cristo,
sino que también debe regir nuestro comportamiento, para impulsarnos a vivir en santidad,
especialmente cuando somos prosperados en este mundo por la gracia de Dios.

La santidad a Dios brota de un corazón agradecido por Cristo, aún en la mayor tentación.
Día 40

DIOS SOBRE NUESTRA HISTORIA

Génesis 40:8 Ellos le dijeron: Hemos tenido un sueño, y no hay quien lo interprete.
Entonces les dijo José: ¿No son de Dios las interpretaciones? Contádmelo ahora.

Dios no es culpable de las consecuencias de los actos humanos, pero en Su soberanía


siempre gobierna la historia de cada vida.

José interpretaba los sueños, pero de Dios eran esas interpretaciones; porque Él es el único
soberano de la historia. José sabía claramente que si un sueño vaticinaba el futuro de
alguien, no era porque ese alguien tuviera algo especial, sino porque Dios le había
permitido conocer su futuro. José también sabía que los detalles del sueño eran importantes,
pero solo en la medida en que Dios los revelara como parte del significado de lo que Él
había determinado; y que no era por “reglas interpretativas”, como las que usaban y aún
usan los adivinos.

No es que siempre que apareciera algo en un sueño significaría lo mismo, o que todos los
sueños revelaran algo de parte de Dios; no, José sabía que solo Dios es el soberano de cada
vida, y que a cada uno le trata individualmente. El copero y el panadero tuvieron su sueño
en el mismo lugar, en la misma época, y con aspectos muy similares, pero con significados
opuestos: El copero sería restaurado por Faraón, y el panadero sería ejecutado por Faraón.

No debemos pensar que al José tener sueños en su juventud de parte de Dios, y al luego
interpretar los sueños de sus compañeros de prisión y del faraón egipcio, era porque se la
pasaba interpretando sueños, o que vivía de ello; No, y es por eso que le pidió al copero que
cuando saliera le hablara al Faraón de él; pero este se olvidó de José por completo
(Gn.40:23), hasta que fue el tiempo designado por Dios, dos años más tarde (Gn.41).

Muchos se afanan por interpretar sueños como José, pero no están convencidos de que Dios
es el soberano de sus vidas, como creía él. Muchos quieren dones tan impresionantes como
la interpretación que José hacía por guía divina, pero no están dispuestos a sufrir
dificultades mientras Dios obra su voluntad en sus vidas, como lo hizo José. Muchos
quieren saber que será de sus vidas, pero pocos quieren al único que da significado a sus
existencias; quieren a Dios a su servicio, no como soberano de su ser y de su historia.

La manía de querer interpretar sueños, o pensamientos persistentes de nuestra alma, no es


sana, porque nos lleva fuera de la Palabra de Dios. Lo que debemos hacer es llenar nuestro
corazón de convicciones según lo revelado por Dios en la Biblia, y no afanarnos por vivir
experiencias que fueron necesarias para la época en que Dios empezaba a revelarse
personalmente a la humanidad. Dios es nuestro soberano, sirvámosle como tal.
Día 41

SABIDURÍA DIVINA SUPERA A LA DEL MUNDO

Génesis 41:37-40 El asunto pareció bien a Faraón y a sus siervos, y dijo Faraón a sus
siervos: ¿Acaso hallaremos a otro hombre como éste, en quien esté el espíritu de Dios?
Y dijo Faraón a José: Pues que Dios te ha hecho saber todo esto, no hay entendido ni
sabio como tú. Tú estarás sobre mi casa, y por tu palabra se gobernará todo mi
pueblo; solamente en el trono seré yo mayor que tú.

Dios capacita y dirige a los suyos para Su gloria, y eso se refleja en un beneficio real que
supera a lo que el mundo propone.

Dos sueños agobiaban al faraón de Egipto, y dos clases de sabios consultó; los unos fueron
los magos idólatras de Egipto, y el otro fue el entendido José, capacitado por el Dios
verdadero. Los unos no pudieron descifrar el significado de los dos sueños de Faraón; el
otro, José, recibió de Dios la revelación de que los dos sueños eran uno y que vaticinaban
siete años de abundancia agrícola que serían seguidos por siete años de escasez.

Pero José no solo estaba capacitado por Dios para conocer Su voluntad para los años
venideros, también estaba capacitado por Él para proponer y ejecutar un plan que
aprovechara lo que sucedería; demostrando que Dios no solo revela Su voluntad a los
suyos, sino que también los capacita para aceptarla gozosamente y aprovecharla para obrar
para Su gloria. Es por ello que Faraón optó por dejar todo su reino terrenal en manos de un
siervo del verdadero Rey celestial; y así dispuso que José pusiera por obra el plan que había
propuesto para aprovechar los años de abundancia y abastecerse para los años de escasez.

¡Qué neciamente nos comportamos los cristianos cuando tomamos los principios mundanos
para administrar lo que Dios nos ha dado en esta tierra! Pues hasta los líderes más
mundanos necesitan beneficiarse de la sabiduría que poseen los siervos de Dios; así quieran
usarla para su reino terrenal, ellos necesitan la sabiduría de los que sirven al Reino celestial.

¿Dónde sino en medio de los cristianos que viven para la Gloria de Dios deberían
encontrase buenos administradores? Pues si los cristianos viven para la Gloria de Dios,
deberían siempre administrar todo con honestidad, diligencia y sabiduría; virtudes que los
líderes mundanos nunca encontrarán a plenitud en quienes viven para su propia gloria.

Si su vida está en Cristo, no dude que será útil para los que le rodean; porque a pesar de que
la mayoría busca construir su propio imperio, Dios lo capacitará a usted para ser útil, pues
usted es un instrumento del Reino Celestial. Por ello no deje de orar y meditar en la Palabra
de Dios, porque la sabiduría del creyente en Cristo viene de lo alto.
Día 42

EL CONFLICTO INTERNO EN EL CREYENTE

Génesis 42:8-9 José, pues, conoció a sus hermanos; pero ellos no le conocieron.
Entonces se acordó José de los sueños que había tenido acerca de ellos, y les dijo:
Espías sois; por ver lo descubierto del país habéis venido.

Cuando Dios permite que tengamos la oportunidad de vengarnos de quienes nos dañaron,
es para que veamos que siempre necesitamos de Él.

El cumplimiento de aquellos sueños en que Dios le mostró a José que estaría por sobre su
familia se dio muchos años después de haber sufrido a causa de la envidia y el odio de sus
propios hermanos, los cuales lo vendieron como esclavo. Ahora José tenía el alimento que
ellos necesitaban, y tenía el poder político suficiente para matarlos, si él lo quería.

En este encuentro José reconoció a sus hermanos, pero ellos no los reconocieron a él; y
entonces él se dejó llevar por sus recuerdos amargos, y abusando de su autoridad los acusó
falsamente de espías contra el imperio egipcio. José los alcanzó a encarcelar unos días, y
luego solo dejó preso a Simeón, liberando a los demás bajo la condición de que fueran por
Benjamín, su hermano menor.

En medio de todo esto, entendiendo el dolor que causarían a su padre al arriesgar a su hijo
menor, se sintieron culpables por lo que mucho tiempo atrás le hicieron a José; incluso
Rubén se sintió culpable, a pesar de que años atrás él trató de evitar que le hicieran daño a
José; y ante esta situación, para salvar a su hermano Simeón, Rubén se comprometió con su
padre a darle la vida de sus propios hijos si no traía de regreso a Benjamín (Gn.42:37).

¡Que tremenda situación vivían los hermanos de José a consecuencia de sus malévolos
actos!; pero igualmente, ¡en que tremenda situación se encontraba José!, adolorido por lo
que ellos le hicieron, y necesitando saber de su hermano Benjamín y de su Padre Jacob.
José sabía que Dios estaba cumpliendo lo que años atrás le mostró, pero el dolor por lo
sufrido le estaba impidiendo disfrutar la voluntad de Dios sobre su vida; a José se le hizo
muy difícil perdonar, y por ello entró en un conflicto interno que lo hizo sufrir aún más.

Siempre estaremos tentados a poner la mirada en lo que sufrimos, y no en lo que Cristo


sufrió para perdonarnos; y solo venceremos la tentación de vengarnos contra los que nos ha
hecho daño si tenemos presente que Cristo nos perdonó habiendo nosotros pecado contra
Él. No desfallezca cuando su corazón entra en conflicto tratando de no ser llevado por la
tentación; recuerde a Cristo, y confiando solo en Él, acepte la voluntad de Dios en oración,
encontrando en Él las fuerzas necesarias para perdonar a los demás, así como se le perdonó
a usted en Cristo (Ef.4:32; Col. 3:13).
Día 43

EN LA NECESIDAD DEBEMOS ACTUAR

Génesis 43:1-2 El hambre era grande en la tierra; y aconteció que cuando acabaron de
comer el trigo que trajeron de Egipto, les dijo su padre: Volved, y comprad para
nosotros un poco de alimento.

Dios no permite la aflicción sobre los suyos sin un propósito, y este primordialmente es que
confiemos plenamente en Él.

Ante tremenda situación de necesidad, Jacob tuvo que decirle a sus hijos que volvieran a
Egipto donde aquel que tenía a uno de sus hijos secuestrado y que pedía que le enviaran a
su hijo menor para darle más comida a su familia.

Esta era una situación extrema de necesidad, y durante todo el capítulo 43 de Génesis se
describe como, a causa del hambre, Jacob accede a que sus hijos vuelvan a Egipto con
Benjamín; y como estos se encuentran con aquel que tenía a Simeón secuestrado, sin saber
si también secuestraría a Benjamín, o si los pondría a todos bajo prisión, o si los mataría.

Claro, el hombre que secuestró a Simeón era José, su hermano; quien aprovechó el hecho
de que no lo reconocieron para hacer que le trajeran a su hermano menor, y para poder estar
a su lado. Lo insólito de la historia es que Jacob haya accedido a que volvieran a Egipto, a
pesar de que temía por la seguridad de sus hijos, especialmente por el menor; lo cual
demuestra que las grandes necesidades llevan a tomar grandes riesgos.

Jacob no sabía que Dios mismo había permitido la hambruna con el propósito de reunirlo a
él y a su familia con José, el hijo que hacía muchos años daba por muerto; Jacob hizo lo
único que podía ante esta situación, aunque realmente no lo quería; y lo hizo por no dejar
morir a los suyos de hambre. A pesar de no saber lo que sucedería, Jacob decidió actuar.

En situaciones difíciles muchos se quedan paralizados, y prefieren dejar que las cosas
simplemente pasen; pero es mejor actuar, e intentar lo que nos queda a la mano, que
dejarnos llevar por la situación; siempre y cuando con ello no ofendamos a Dios. Es mejor
aprovechar las oportunidades que Dios abre, buscando el respaldo divino en oración, que
lamentarnos por no haber intentado lo único que se nos presentaba como solución.

Muchos matrimonios se han perdido por no hacer un esfuerzo más para que Dios los
restaure, dejándose llevar por la situación; del mismo modo familias se han separado,
iglesias se han acabado, y empresas han quebrado; todo por no actuar en medio de la
necesidad. Aún en la más grande prueba, o tentación, Dios dará la salida (1Co10:13).
Día 44

EL SENTIDO DE RESPONSABILIDAD

Génesis 44:34 Porque ¿cómo volveré yo a mi padre sin el joven? No podré, por no ver el
mal que sobrevendrá a mi padre.

La responsabilidad nace de un corazón que percibe las consecuencias de la falta de


cumplimiento de sus compromisos, y que busca el bien de los demás y la gloria de Dios.

Fue Judá, el mismo que sugirió que vendieran como esclavo a José muchos antes (Génesis
37:26-28), el que terminó explicando la importancia de que devolvieran sano y salvo a
Benjamín a su padre Jacob (Génesis 44:18-34); claro, él no sabía que el gran hombre que
tenía delante era José; y aun así, al caer en la trampa que este les tendió (Génesis 44:1-17),
y ver como Benjamín iba a ser dejado en Egipto, decidió hablar y suplicar para que lo
liberaran; y la razón era sencilla: Su padre no soportaría la pérdida.

El irresponsable y malévolo Judá de años atrás ahora entendía que sus actos afectaban a
otros, y no quería incumplir el compromiso moral que tenía con su padre; y aunque Rubén
fue quien se comprometió más fuertemente con Jacob, al decir que iba a darle la vida de sus
hijos si no regresaba de nuevo a Benjamín (Génesis 42:37), fue Judá el que terminó
actuando conforme al compromiso que había adquirido con su padre (Génesis 43:8-19). Tal
vez Judá recordó como él antes había liderado el engaño que llevó al sufrimiento a José, y
que hizo que su padre envejeciera lleno de dolor; y por ello Judá quiso actuar con
responsabilidad en esta última oportunidad que tenía.

Lo cierto es que no debemos esperar a que el tiempo revele las consecuencias de nuestras
malas decisiones para entonces si querer actuar responsablemente; No, debemos evaluar en
oración y meditación bíblica cada decisión que vamos de tomar, sabiendo que no solo nos
afectará a nosotros; pues la finalidad de todos nuestros actos debe ser siempre dar la gloria
a Dios y no buscar nuestra propia gloria o nuestra satisfacción egoísta.

Si algo queda claro con la vida de José, y la actitud final de Judá, es que Dios es soberano
para obrar a pesar de la irresponsabilidad humana; pero por la misma razón, porque Él es el
soberano, Dios nos demanda que seamos responsables ante Él por nuestros actos.

Ore, escudriñe la Biblia, y reflexione si las decisiones que tomará están orientadas a
glorificar a Dios y bendecir a los demás; actúe responsablemente y no espere a aprender por
medio de las consecuencias de sus malas decisiones.
Día 45

ENTENDIENDO EL PROPÓSITO DIVINO

Génesis 45:4-5 Entonces dijo José a sus hermanos: Acercaos ahora a mí. Y ellos se
acercaron. Y él dijo: Yo soy José vuestro hermano, el que vendisteis para Egipto.
Ahora, pues, no os entristezcáis, ni os pese de haberme vendido acá; porque para
preservación de vida me envió Dios delante de vosotros.

El dolor, las dudas y la falta de perdón desaparecen del corazón cuando se entiende y
acepta el soberano plan de Dios en medio de la aflicción.

José no pudo contenerse más, su corazón estaba a punto de estallar por la emoción de tener
a su familia junto a él; por ello sacó a todos los demás del lugar donde estaban reunidos y
llorando a gritos le reveló a sus hermanos su identidad (Génesis 45:1-3).

A José le pudo más la convicción de que Dios estaba obrando en él, y en sus hermanos, que
el doloroso recuerdo de haber sido vendido por ellos; y fue tan así, que les explicó que el
propósito de Dios en todo lo que sucedió era preservarles la vida cuando viniera la
hambruna, y les pidió que no se entristecieran (Génesis 45:5-8); más bien debían alegrarse
de encontrarse de nuevo con él, conforme el plan que Dios mismo preparó para sus vidas.

José resumió todo lo que le había sucedido, anteponiendo la soberanía de Dios, cuando dijo
a sus hermanos: “no me enviasteis acá vosotros, sino Dios” (Génesis 45:8); lo cual, no solo
le permitió saludarlos libre del rencor, sino que también le dio paz para mandar a traer a su
padre, para que toda su familia viviera junto a él en Egipto (Génesis 45:9-28).

¡Qué tremenda lección sobre el perdón! Porque confiar en que Dios siempre obra en
nosotros según Su voluntad nos capacita para perdonar; pues así percibimos el fin último de
las cosas, para que dejemos de aborrecer a los que nos han hecho daño; porque así lo hayan
hecho con total intención, Dios ha usado, usa, y usará todo lo que nos hagan para Su gloria.

Para entender el propósito divino en medio de todo no hay sino que mirar como Cristo nos
salvó: Muriendo conforme a la voluntad del Padre, pero pidiendo por sus verdugos cuando
estaba en la cruz: “Padre, perdónalos, porque no saben lo que hacen” (Lucas 23:34).

El perdón a los demás revelará si usted realmente ha entendido y aceptado la voluntad de


Dios para toda circunstancia en su vida.
Día 46

DIOS Y EL MUNDO

Génesis 46:2-4 Y habló Dios a Israel en visiones de noche, y dijo: Jacob, Jacob. Y él
respondió: Heme aquí. Y dijo: Yo soy Dios, el Dios de tu padre; no temas de descender
a Egipto, porque allí yo haré de ti una gran nación. Yo descenderé contigo a Egipto, y
yo también te haré volver; y la mano de José cerrará tus ojos.

Dios nos ha enviado al mundo, no para que seamos como el mundo, sino para que lo
representemos a Él ante el mundo.

Finalmente Jacob, el mismo Israel, se dispuso a viajar con todos los suyos a Egipto, donde
lo esperaba su hijo José; pero antes de hacerlo, le levantó un altar de adoración a Dios, y el
Señor le habló. Dios se le apareció “en visiones de noche”, que seguramente era un sueño,
y le dijo que descendiera sin temor a Egipto, que Él cumpliría su promesa de hacerlo una
gran nación, que estaría con él hasta hacerlo volver, y que José le acompañaría hasta su
muerte.

Muchas cosas pudieron pasar por la cabeza de Israel cuando se disponía a viajar a Egipto;
seguramente temía que al ir allá no estuviera obrando con confianza en la promesa de Dios
de multiplicarlo y hacerlo una nación independiente con tierra propia, o que Dios lo
abandonaría por ir a vivir a un reino de falsos dioses, o que nunca saldría de Egipto y sería
enterrado en un tierra distinta a la que Dios le prometió; o tal vez temía todo eso al tiempo,
porque lo que Dios le habló tuvo que ver con todo ello, y lo animó a ir.

Dios no abandonaba su promesa para Israel porque ahora él iba a Egipto, solo preparaba el
cumplimiento de la misma a su debido tiempo; pues en Egipto el pueblo de Israel crecería,
y los que apenas llegaban a Egipto siendo unas cuantas decenas, saldrían muchos años
después siendo millones de personas comandadas por Moisés para la Gloria de Dios.

Egipto entonces simboliza el hogar terrenal y pasajero del creyente en Cristo que va camino
a la tierra prometida celestial de la comunión plena y eterna con Dios. Al mundo, como a
Egipto, no se nos envía para amoldarnos a lo pasajero que nos ofrece, sino para mostrar que
esperamos el Reino venidero. Cristo no envió a los suyos al mundo para que se enamoraran
de él, sino para que le mostraran el amor de Dios en Cristo y demostraran que pertenecen al
Reino celestial, incluso cuando son perseguidos por el mundo (Juan 16:33; 17:8).

Es natural que el cristiano mantenga cierto recelo cuando el mundo lo recibe abierta y
amablemente como uno de los suyos; pero en el nombre de Jesús podemos ir al mundo,
bajo la dirección de la gracia divina, a ser luz en medio de las tinieblas; no a conformarnos
con el mundo, sino a dar testimonio de Cristo a los que viven bajo el juicio divino.
Día 47

TRABAJO PRÓSPERO PARA SOSTENER LA FAMILIA

Génesis 47:11,14 Así José hizo habitar a su padre y a sus hermanos, y les dio posesión
en la tierra de Egipto, en lo mejor de la tierra, en la tierra de Ramesés, como mandó
Faraón. Y recogió José todo el dinero que había en la tierra de Egipto y en la tierra de
Canaán, por los alimentos que de él compraban; y metió José el dinero en casa de
Faraón.

Dios nos manda a ser productivos en nuestra labor, primeramente para el sostenimiento de
los nuestros, aunque trabajemos para la empresa de otro.

Es cierto que es muy bueno levantar una empresa propia y ser nuestro propio jefe, para
luchar por lo que es nuestro; pero eso también se puede hacer cuando se trabaja para otros.
El materialismo rampante que vivimos ha llevado a muchos a pensar que no hay nada de
loable en servir con honestidad para la empresa liderada por otro, o para la causa social que
otra lidera; pero si así hubiera pensado José, no solo hubiera ido en contra del proceso a
través del cual Dios lo llevó durante años, sino que también hubiera ido en contra de la
provisión que Dios mismo había determinado para los suyos a través de su labor en Egipto.

¿Acaso todos están llamados a tener un negocio propio? ¿Acaso los que han de tener un
negocio propio no deberían aprender primero al trabajar para otros? ¿Está comprometido
Dios con los cristianos a darles una riqueza personal a través de una empresa propia? ¿No
es más bien el trabajo la forma a través de la cual el cristiano glorifica a Dios, sobre todo
cuando trabaja para otros? Hasta a los esclavos, el Apóstol Pablo, inspirado por el Espíritu
Santo, les mandó a trabajar diligentemente, para así glorificar a Dios (1Ti6:1-2; Tit2:9-10).

El problema comienza cuando se confunde la gloria personal con la gloria de Dios, y


cuando se quiere prosperar para el reconocimiento individual y no para el beneficio de los
que nos rodean; porque si yo trabajo para la gloria de Dios, y para el sustento de mi familia,
lo haré buscando que donde trabajo se prospere, así yo no sea el propietario. Luego, si Dios
me ha llamado a liderar una empresa, me dará la oportunidad de levantarla, igualmente,
para Su gloria y para el bien de los que me rodean.

Qué ejemplo nos dio José: Hizo prosperar la casa que administraba siendo esclavo, luego
hizo prosperar la cárcel que administraba siendo preso, y al final hizo prosperar el reino
egipcio siendo funcionario del Faraón; buscó la prosperidad de donde trabajaba, así no
fuera él el propietario. Y al final, la más beneficiada fue su propia familia.

Trabajemos como para el Señor, sin el afán de tener nuestra propia empresa; recordemos
que nuestro objetivo es hacer prosperar lo que hacemos, pero para la Gloria de Dios.
Día 48

EL MENOR SOBRE EL MAYOR

Génesis 48:19 Mas su padre no quiso, y dijo: Lo sé, hijo mío, lo sé; también él vendrá a
ser un pueblo, y será también engrandecido; pero su hermano menor será más
grande que él, y su descendencia formará multitud de naciones.

Dios bendice a los suyos de una forma que vence los esquemas de prioridades que el
mundo mantiene.

En su lecho de muerte Jacob tomó a los dos hijos que José tenía para bendecirlos y hacerles
parte de sus propios hijos, parte de los descendientes y herederos directos de Israel; pero en
esa labor, intencionalmente, impuso su mano derecha sobre el hijo menor, y la mano
izquierda sobre el hijo mayor, para proclamar al menor sobre el mayor, a Efraín sobre
Manasés.

Podríamos pensar que Jacob recordó su propia historia, cuando desde el vientre de su
madre Dios dispuso que él, siendo el hermano menor, fuera quien heredera la promesa
hecha a Abraham e Isaac; pero lo cierto es que terminó bendiciendo a los hijos de José de
forma diferente a como se solía hacer, pues el primogénito siempre tenía la prioridad.

Hoy podemos decir que Dios no nos ha bendecido en Cristo según los esquemas
tradicionales del mundo, pues no nos escogió por ser los “mayores” personajes de una
sociedad; por el contrario, yendo en contra de los parámetros mundanos, “lo necio del
mundo escogió Dios, para avergonzar a los sabios; y lo débil del mundo escogió Dios, para
avergonzar a lo fuerte; y lo vil del mundo y lo menospreciado escogió Dios, y lo que no es,
para deshacer lo que es, a fin de que nadie se jacte en su presencia” (1 Corintios 1:27-29).

No es que Dios simplemente quiera llevarle la contraria a todos, sino que elige según Su
soberana voluntad para que “nadie se jacte en su presencia”, y que solo de Él sea la gloria.
Así que no luche como José lo hizo con Jacob para que su padre bendijera al mayor sobre el
menor, no busque que Dios obre conforme lo que el ser humano dispone; pues usted
mismo, si está en Cristo, fue elegido por pura misericordia por sobre otros que el mundo
considera mayores y mejores que usted.

¡Que a Dios sea la gloria por llamarnos a creer en Cristo a pesar de que no calificábamos
según el mundo para hacerlo! y que quede bien claro que todos los que vienen al Señor son
llamados de la misma manera; porque ninguno es digno de ser elegido por Dios, pues todos
estamos descalificados de ese privilegio a causa del pecado, así el mundo diga lo contrario
y tenga sus favoritos.
Día 49

BENDICIÓN PROFÉTICA

Génesis 49:1 Y llamó Jacob a sus hijos, y dijo: Juntaos, y os declararé lo que os ha de
acontecer en los días venideros.

Dios, sin desconocer el pasado de alguien, determina su futuro, dejándolo a merced de lo


que hizo, o restaurándolo por Su gracia en Cristo.

Cuando Jacob llamó a sus hijos para bendecirlos antes de morir, profirió palabras proféticas
sobre el futuro de ellos; y de manera muy clara dejo ver como los actos de Rubén, Simeón
y Leví, en el pasado, afectarían su futuro (Génesis 49:2-7); y reveló cómo Judá, a pesar de
haber liderado lo que hicieron contra José, y seguramente por haberse arrepentido de todo
ello y haberse comprometido luego personalmente en rescatar a su último hermano menor,
a Benjamín, sería bendecido con el liderazgo de su nación, y de él vendría el salvador
(Génesis 49:8-12).

Cómo podríamos culpar a Dios de injusticia cuando simplemente nos condena por nuestro
pecado, o cuando nos perdona por su mera misericordia en Cristo; pues en ambos casos Él
castiga nuestro pecado, o en nosotros para nuestra condenación, o en Cristo para nuestra
salvación; y en ambos casos la voluntad de Dios afecta nuestro futuro terrenal y nuestro
estado en la eternidad.

Lo más impactante es saber que Dios mismo va forjando nuestra vida según su designio,
pero sin dejar de mostrarnos las consecuencias de lo que hemos hecho; pues si terminamos
sufriendo por nuestros actos, es porque lo merecemos; pero si somos redimidos de nuestros
actos, es porque Dios nos ha transformado por Su gracia poderosa en Cristo, habiendo
puesto las consecuencias de nuestro pecado en el sufrimiento del Salvador.

Rinda su vida en el presente a Cristo, confiando en que Él le perdona y restaura de su


pasado para darle un futuro mejor en Su presencia.
Día 50

PERDONAR REQUIERE DE RECONOCER A DIOS ACTUAR

Génesis 50:19-21 Y les respondió José: No temáis; ¿acaso estoy yo en lugar de Dios?
Vosotros pensasteis mal contra mí, mas Dios lo encaminó a bien, para hacer lo que
vemos hoy, para mantener en vida a mucho pueblo. Ahora, pues, no tengáis miedo;
yo os sustentaré a vosotros y a vuestros hijos. Así los consoló, y les habló al corazón.

Quien perdona a otro confiesa que él no es Dios para condenar, y que Dios mismo está al
control de todo lo que sucede.

Luego de morir Jacob, y de ser enterrado en la cueva de Macpela por su pueblo junto con
una gran comitiva de los egipcios, los hermanos de José se preocuparon y pensaron que tal
vez ahora José cobraría venganza por lo que ellos le hicieron. Ellos vinieron ante José y le
transmitieron la solicitud que su padre había hecho, cuando vivía, para que los perdonara; y
se inclinaron ante él.

José no dudó en reconocer que él no estaba en lugar de Dios para condenarlos; y les
respondió que no debían temer, que los sustentaría junto a sus familias. Pero además de
reconocerle a Dios la autoridad para juzgar, José también le reconoció la soberanía para
actuar siempre conforme a Su voluntad; ya que él entendió que al pecado de sus hermanos
contra él: “Dios lo encaminó para bien”, y de esta forma pudo sobrevivir su pueblo.

José, al hablarles así, “les habló al corazón”; todo porque en su corazón el rencor había sido
desplazado por la fe en la soberanía de Dios. Y es así como se nos muestra que la única
forma de perdonar de corazón a los demás es dejando a Dios el juicio y reconociendo que
Él permite todo con un buen propósito.

La misma obra salvadora de Cristo da testimonio de como el perdón divino viene por
medio de Su soberana voluntad; pues Cristo sufrió por nuestro pecados conforme lo que
Dios mismo había determinado, y el saberlo llenaba de fortaleza su corazón, le permitía
amar a quienes le maltrataban, y le estimulaba a perdonar aun estando en la cruz.

Claro, solo Cristo pudo vivir, encarnar, y entregar perfectamente el perdón de Dios para
salvarnos; pero quienes nos sabemos perdonados por Él también somos capacitados por el
Espíritu Santo para perdonar, siempre y cuando lo hagamos conforme a su Palabra:
Confiando en la soberanía de Dios para permitir todo con un buen propósito para nuestras
vidas, y para juzgar al final a cada uno según Su justo juicio.

Recuerde que el perdón se nos dio en Cristo como un don divino para que lo
reproduzcamos en Su nombre, confiando plenamente en Su soberana voluntad.
Día 51

EL PLAN DE DIOS POR SOBRE LA OPRESIÓN DEL MUNDO

Éxodo 1:12 Pero cuanto más los oprimían, tanto más se multiplicaban y crecían, de
manera que los egipcios temían a los hijos de Israel.

Dios ha determinado cumplir sus propósitos en los suyos a pesar de la oposición del
mundo.

Para cuando José y toda su generación murió, los israelitas se habían multiplicado
grandemente en Egipto; y el Faraón que se levantó luego, no habiendo conocido a José,
mandó a esclavizar duramente al pueblo de Israel; pero entre más los oprimía, más se
multiplicaban (Éxodo 1:1-14).

El temor de Faraón era que, siendo tantos, se unieran a los enemigos de Egipto y les
hicieran la guerra. Y al ver que seguían multiplicándose, el Faraón optó por un plan
aberrante, mandó a las dos parteras hebreas a que mataran a todo niño varón que naciera;
pero como ellas le temían a Dios, no le hicieron caso, y por ello Dios prosperó sus familias.

Fue así como ante la desobediencia de las parteras el Faraón les reclamó; y como ellas
pusieron excusas, él decidió mandar a todos a que mataran a los recién nacidos hebreos
cuando fueran varones (Éxodo 1:15-22). Esta saña contra el pueblo de Israel, contra los
hebreos, no era otra cosa que la lucha en contra de la obra de Dios en la tierra; pues a través
de este pueblo, en esa generación, vendría el libertador y legislador de la nación de Israel:
Moisés; y a través de ese mismo pueblo, más de 1500 años después, vendría el libertador y
salvador de todo hombre pecador arrepentido: Jesucristo.

Debemos recordar que cuando el Señor Jesús vino a encarnarse en el vientre de María,
Herodes también mandó a matar a los recién nacidos (Mateo 2:16). Milagrosamente, Dios
se especializa en llevar a cabo su obra salvadora cuando el mundo más fuertemente se le
opone; pues al final, ante la mayor oposición de todas, que fue el que mataran al salvador
en la cruz, Dios estaba obrando nuestra salvación eterna en Cristo.

Esto debería consolarnos y motivarnos a expandir el Evangelio más fuertemente cuando


más oposición se levanta contra el Salvador; a no desfallecer ante un mundo al que le es tan
fácil legalizar la matanza de niños aún no nacidos, pero que penaliza y en muchos casos
martiriza y mata a los que propagan el Evangelio de Jesucristo.

Nuestra guerra es contra la oposición que el mismo infierno levanta en el mundo contra la
obra salvadora de Dios; por ello, actuemos con valor, como las parteras hebreas, para hacer
lo que agrada a Dios y no a los hombres, como hicieron los primeros discípulos (Hch.5:29).
Día 52

DIOS CONTESTA LA ORACIÓN CONFORME A SU VOLUNTAD

Éxodo 2:23-25 Aconteció que después de muchos días murió el rey de Egipto, y los hijos
de Israel gemían a causa de la servidumbre, y clamaron; y subió a Dios el clamor de
ellos con motivo de su servidumbre. Y oyó Dios el gemido de ellos, y se acordó de su
pacto con Abraham, Isaac y Jacob. Y miró Dios a los hijos de Israel, y los reconoció
Dios.

No es que Dios se olvide de los suyos, sino que contesta sus oraciones en el tiempo y la
forma que Él ha determinado.

Cuando en la Biblia se encuentra la expresión “y se acordó Dios”, no es sino para indicar de


forma retórica que viene el cumplimiento de lo que ha prometido; y por lo general, este va
asociado con un avivamiento en oración y clamor a Él de parte de Su pueblo.

En el caso preciso del pueblo de Israel, que sufría en Egipto, esta expresión está
inmediatamente después de la narración de la vida de Moisés, y precisamente antes del
llamado que Dios le hace a liderar a los Israelitas. En otras palabras, Dios no solo había
dispuesto el tiempo, también tenía preparado al líder que transmitiría Su voluntad para
liberar a los suyos.

Moisés nació en el tiempo en que se mandaron a matar a los niños hebreos, por ello su
familia lo puso en una canasta en el río para salvarlo, y la hija del faraón, al verlo, lo
adoptó; pero fue criado inicialmente por su propia madre, quien a través de su hermana se
ofreció a levantarlo como nodriza en sus primeros años (Éxodo 2:1-9). Después, Moisés se
levantó como un miembro más del palacio del faraón, pero al ver que se oprimía a los
israelitas, mató a un egipcio; y luego, al querer detener una pelea entre judíos, descubrió
que su crimen ya se había descubierto, y tuvo que huir a la tierra de Madián porque el
Faraón procuraba matarlo (Éxodo 2:10-15).

Finalmente Moisés consiguió esposa en Madián, tuvo familia, y se dedicó a vivir como
pastor con los de aquel lugar; de tal forma que antes de que Dios lo llamara, como respuesta
a las oraciones de los Israelitas, había vivido muchos años siendo de la familia real egipcia,
y muchos años más como parte de un pueblo de pastores en el desierto. Dios preparó a
Moisés en Egipto, para que conociera como se oprimía a su pueblo; pero luego le enseñó a
esperar en el desierto, para que no quisiera llevar a cabo la voluntad divina a su manera.

Dios no solo había determinado que ya era el tiempo de liberar a los que clamaban a Él,
también había preparado al que usaría para liberarlos. De igual forma hoy, debemos
recordar que Dios solo contesta las oraciones de los cristianos según Su voluntad (Mt.6:10).
Día 53

EL LLAMADO DE DIOS

Éxodo 3:9-10 El clamor, pues, de los hijos de Israel ha venido delante de mí, y también
he visto la opresión con que los egipcios los oprimen. Ven, por tanto, ahora, y te
enviaré a Faraón, para que saques de Egipto a mi pueblo, los hijos de Israel.

Dios llama a cada uno de los suyos de forma específica y personal para que sea parte de su
plan salvador en Cristo.

Dios llamó a Moisés en medio de su labor de pastoreo de ovejas del desierto (Éxodo 3:1-
10) y Moisés le respondió con dudas (Éxodo 3:11-22); lo atrajo el Señor desde una zarza
ardiendo que no terminaba de consumirse, pero él si se consumió rápidamente en
inquietudes cuando supo a lo que Dios lo llamaba.

Él Dios verdadero, todopoderoso y santo, estaba llamando a Moisés para enviarlo como su
respuesta ante la oración y el clamor de los israelitas que sufrían por la opresión de los
Egipcios; pero Moisés estuvo lejos de ser el hombre lleno de confianza que respondiera
inmediatamente de forma afirmativa, a pesar de su asombro por lo de la Zarza, y de
escuchar la voz misma de Dios.

Las dos preguntas iniciales que le hizo Moisés a Dios pueden resumirse en ¿Quién soy yo?
Y ¿Quién eres tú?; y son las dos primeras preguntas que deben contestarse para satisfacer el
corazón de aquel que ha sido llamado por Dios a servirle. Si una persona, por obra del
Espíritu Santo, percibe que Dios lo llama en Jesucristo a adorarle y servirle, lo primero que
debe profundizar es su conocimiento bíblico de Dios y de sí mismo. Claro, las respuestas de
Dios a Moisés giraron en torno a las circunstancias particulares de su llamado; pero nos dan
principios generales para todo creyente.

A la inquietud Moisés de saber quién era él para hacer todo lo que se le pedía, Dios le
respondió con la promesa de acompañarlo continuamente y de traerle de nuevo al mismo
lugar para que adorar; lo cual nos enseñe que cuando Dios nos llama, nuestra identidad
debe ser la de un mero ser humano pecador que solo hace lo que Dios dice porque Él está
sosteniéndonos, protegiéndonos y sustentándonos por los méritos de la obra salvadora de
Cristo, y porque Él se ha comprometido a hacerlo hasta el día que nos encontremos con Él
en la eternidad. Y a la inquietud de saber quién es Dios, el Señor le respondió a Moisés con
Su nombre personal, aquel que involucra su eternidad y poder para cumplir lo que promete;
y de una vez le dio instrucciones de como haría todo y de cómo el Faraón se le opondría; lo
cual demuestra que, a quien Él llama, Dios revela por Su Palabra la realidad de quien es Él,
a través de sus atributos eternos en Cristo, y le revela la realidad del mundo que se le opone

Al final, Dios mismo es la respuesta a las inquietudes de quien Él llama en Cristo. Sírvale.
Día 54

DIOS OBRA A PESAR DE LA IMPERFECCIÓN DE LOS SUYOS

Éxodo 4:29-31 Y fueron Moisés y Aarón, y reunieron a todos los ancianos de los hijos de
Israel. Y habló Aarón acerca de todas las cosas que Jehová había dicho a Moisés, e
hizo las señales delante de los ojos del pueblo. Y el pueblo creyó; y oyendo que Jehová
había visitado a los hijos de Israel, y que había visto su aflicción, se inclinaron y
adoraron.

Dios no restringe Su obra a las limitaciones de los que Él usa, sino que los capacita más allá
de lo que ellos mismos piensan.

Moisés le presentó a Dios una segunda y tercera inquietud, cuando fue llamado para liberar
al pueblo de Israel; y estas inquietudes se basaban en la incredulidad de los que oirían, y en
la dificultad para hablar del mensajero. Dios volvió a responderle con base en Él mismo,
pues por Su poder le daría a Moisés señales milagrosas para que los oyentes le creyeran, y
por Su capacitación le daría la habilidad de hablar a pesar de que siempre hubiere sido torpe
para hacerlo (Éxodo 4:1-12).

A pesar de la repuesta divina, Moisés le insistió a Dios en cuanto a su torpeza para hablar, y
le pidió que enviara a otro que hablara bien; entonces Dios accedió, y le permitió a Aarón
como portavoz, pero solo le entregó a Moisés la vara para hacer las señales milagrosas (Ex.
4:13-17). Fue así como Moisés terminó aceptando su llamado, se despidió de su suegro, se
encontró con su hermano, le habló por medio de Aarón a los ancianos líderes del pueblo de
Israel, y estos creyeron que Dios lo había enviado, y adoraron al Señor (Éxodo 4:18-31).

¡Cuánto cuestionamiento ponemos los seres humanos a las demandas divinas, pensando
que Dios está atado por nuestras limitaciones! Pero Dios nunca ha detenido ni detendrá el
cumplimiento de Su voluntad por las imperfecciones y debilidades humanas; Él siempre
llevará adelante Su reino en Cristo a pesar de la debilidad e imperfección de sus siervos; Él
siempre conquistará los corazones que ha dispuesto a salvar, así estos hayan sido los más
incrédulos, pues Su poder obrará en ellos para transformarlos.

Si usted ha sido llamado por Dios a servirle en Cristo, no se detenga a ver sus limitaciones,
mire el poder glorioso de su Señor. Esto no es cierto solo para los que sirven en un
ministerio o liderazgo cristiano, es una realidad para cada creyente en Cristo que ha sido
llamado a glorificar a Dios en cada área de su vida por el poder de Dios en él, y no por sus
meros atributos humanos.

Recuerde, No podemos decirle al que nos hizo que no nos use, cuando vemos nuestra
humana debilidad; pues es Su poder es el que nos capacita.
Día 55

CUANDO EL ENEMIGO SE OPONE

Éxodo 5:2 Y Faraón respondió: ¿Quién es Jehová, para que yo oiga su voz y deje ir a
Israel? Yo no conozco a Jehová, ni tampoco dejaré ir a Israel.

Dios no solo sabe de la falta de voluntad del diablo para dejar libres las almas, Él la usa
para mostrar Su gloria al liberarlas.

El Faraón no accedió a la petición de Moisés y Aarón, sino que proclamó vehementemente


que no conocía (o reconocía) a ese Dios que ellos representaban, y que no dejarían ir a
ningún lado a los Israelitas; es más, el Faraón, casi inmediatamente, mandó a aumentar la
dificultad de la labor del pueblo de Israel, para que dejaran de estar “ociosos” (Exo.5:1-18).

Ante esta situación, los Israelitas fueron a quejarse con Moisés y Aarón; pues al sentir la
presión del enemigo de Dios, a través del maltrato laboral que les daba el Faraón, ellos
dejaron de ver la labor de Moisés como una bendición y la vieron como un problema más
(Exo.5:22-23). Y Moisés, al ver todo esto, buscó el rostro de Dios en oración; porque
mientras unos se quejan contra los demás cuando son oprimidos por querer hacer la
voluntad de Dios, otros buscan refugio en aquel que los llamó.

El Faraón tipifica, o simboliza, a Satanás, y los creyentes debemos saber qué hacer cuando
este nos oprima; porque cuando alguien quiere ser libre por la obra de Jesús, el diablo
muestra más grandemente su opresión a través del mundo, para desanimar al individuo y
hacer que abandone la idea de seguir y servir a Dios.

Si no queremos vivir quejándonos por lo que padecemos en el mundo, refugiémonos en


oración bajo la voluntad de Dios; busquemos en oración la fuerza, la guía, el sustento y la
determinación para obrar conforme a nuestro llamado en Cristo.

No olvidemos que el diablo querrá impedir que vivamos libres de su yugo, y no nos
desanimemos ante sus ataques; pues al mismo que nos llamó para ser libres del pecado, por
la obra de Cristo, es al que debemos acudir siempre en oración.
Día 56

DIOS NO RETROCEDE EN SU DETERMINACIÓN

Éxodo 6:1-2 Jehová respondió a Moisés: Ahora verás lo que yo haré a Faraón; porque
con mano fuerte los dejará ir, y con mano fuerte los echará de su tierra. Habló
todavía Dios a Moisés, y le dijo: Yo soy JEHOVÁ.

Si Dios se ha dispuesto hacer algo, lo cumplirá; pues ha comprometido Su propio ser en el


asunto.

Esto es especialmente claro en la obra libertadora de Dios; pues se vio cuando liberó a los
Israelitas de la esclavitud de Egipto, y se ve cuando libera a los creyentes en Cristo de la
esclavitud al mundo, al pecado, y al mismo Satanás.

En este pasaje del Éxodo, ante la resistencia que pone el faraón, Dios sigue insistiendo en
enviar a Moisés en Su nombre; lo cual queda demostrado por la repetición frecuente y
enfática que el Señor hace de Su nombre, Jehová (Éxodo 6:2, 3, 6, 8, 29). Y esto, a pesar de
que Moisés vuelve a poner ante Dios, como dificultad para obedecerle, su falta de fluidez
verbal (Éxodo 6:12, 30).

Pero Dios no retrocedió en Su voluntad por la falta de resistencia de los Israelitas ante la
opresión del Faraón, ni por la continua queja de falta de fluidez verbal que aludía Moisés,
ni mucho menos por la falta de respeto de faraón al desobedecer Su orden; pues aunque los
primeros le obedecían a Dios en medio de dudas, y el último le desobedecía férreamente a
Dios, oponiéndosele a Su voluntad, Dios no desistió; y al final el Señor terminó venciendo
para Su gloria.

Esto debe animarnos a los creyentes en Cristo, pues Dios ha determinado salvarnos a pesar
de nuestras dudas y debilidades; y a pesar de la oposición férrea del mundo y de satanás. Si
Dios envió a su Hijo a morir por mí, y su Espíritu me da testimonio de ello a través de la
Biblia, confiaré en Él; pues ha comprometido Su propio ser al determinar salvarme, y lo
cumplirá.

Es así como puedo deshacerme de toda duda que agobia mi ser, recordando continuamente
que Dios mismo está de mi lado en Cristo, no por mis atributos, sino por Su gloria; y de
esta forma puedo recordar siempre con gozo que “El que no escatimó ni a su propio Hijo,
sino que lo entregó por todos nosotros, ¿cómo no nos dará también con él todas las cosas?”
(Romanos 8:32).
Día 57

DIOS MULTIPLICA SUS MARAVILLAS

Éxodo 7:3 Y yo endureceré el corazón de Faraón, y multiplicaré en la tierra de Egipto


mis señales y mis maravillas.

La dura resistencia del mundo, y del mismo satanás, a la voluntad de Dios es usada por el
Señor para mostrar Su maravilloso poder.

Es maravilloso ver cómo ni el pecador más empedernido puede ir en contra de lo que Dios
ha determinado hacer; y más aún, cuando Dios mismo es quien se atribuye el endurecer el
corazón del pecador por medio de las circunstancias que crea alrededor de él.

El Faraón no quería dejar ir a Israel, ni mucho menos obedecer al Dios verdadero; porque él
tenía multitud de “dioses” paganos que le servían en Egipto, y él mismo se proclamaba
como un “dios”. No, Dios no puso el pecado en el Faraón, pero si lo incrementó por medio
de las circunstancias (Éxodo 7:13); de tal forma que Dios endureció el corazón del Faraón
mientras el mismo Faraón se endurecía al no querer dejara ir al pueblo de Israel conforme
Dios se lo mandaba a través de Moisés y Aarón.

Y de la misma forma que Dios endurecía el corazón del Faraón, preparaba el ambiente para
revelarse a través de las maravillas y señales que enviaría como plagas a Egipto. El Faraón
se endurecería cada vez más, pero, sin saberlo, lo haría conforme a la voluntad de Dios,
para que Dios sacara gloriosamente a Su pueblo de Egipto.

¡Qué maravilloso como Dios obra! Él endurece el corazón de los que se le oponen para
salvar gloriosamente a los que escoge. Él multiplica sus maravillas precisamente donde más
grandemente se le oponen. Y si lo pensamos bien, esto no solo es cierto porque nos salva,
por medio de Cristo, de un mundo que se le enfrenta; sino también, porque nos salva de
nosotros mismos, quienes nos le oponíamos por naturaleza, y que ahora le amamos y
obedecemos por la maravillosa obra de su Espíritu en nuestros corazones.

¡Qué Dios tan maravilloso se nos revela en la Biblia y en la persona de Jesucristo!


Día 58

NO ES SUFICIENTE CON PEDIR ORACIÓN

Éxodo 8:8, 15 Entonces Faraón llamó a Moisés y a Aarón, y les dijo: Orad a Jehová
para que quite las ranas de mí y de mi pueblo, y dejaré ir a tu pueblo para que ofrezca
sacrificios a Jehová. Pero viendo Faraón que le habían dado reposo, endureció su
corazón y no los escuchó, como Jehová lo había dicho.

Dios no quiere que el ser humano lo busque solo para que se le dé comodidad, Dios busca
el corazón de quien le ora.

El faraón pidió a Moisés y Aarón que oraran a Dios para que la plaga de las ranas que
invadía su tierra se acabara, y así lo hicieron; y Dios detuvo esa invasión de ranas, pero el
faraón se endureció aún más contra Dios tan pronto fue libre de la plaga.

Luego vino la plaga de piojos y la de moscas, e igualmente el faraón volvió a pedir que
oraran por él y por su tierra, y hasta prometió hacerle caso a Dios y dejar ir a los israelitas
al desierto a adorar a Jehová; pero igualmente, luego de quedar libre de la plaga, se
endureció y faltó a lo que había prometido (Éxodo 8:31-32).

Esta actitud de faraón es un fiel retrato de la gran cantidad de personas que hoy piden
oración para ser libres de alguna dificultad temporal, pero que nunca han querido servir ni
obedecer al Dios de la Biblia. Son muchos los que hoy vienen pidiendo oración a los
creyentes en Cristo, aparentando querer vivir bajo el señorío del Salvador; pero solo buscan
ser libres de su aflicción en este mundo, y se apartan de Dios tan pronto son aliviados.

Un verdadero creyente en Cristo no ora solo por su bienestar temporal, clama por el gozo
de vivir siempre para la gloria de Dios; no solo ora por ser libre de aflicción, ora para que
Cristo sea su deleite durante la aflicción y luego de ella. Lo importante no es solo clamar a
Dios porque se sufre, sino porque se depende de Él y porque solo Cristo es nuestro
verdadero deleite.

Recuerde, no es suficiente con pedir oración; porque hasta el más endurecido contra Dios
pide oración cuando sufre, para luego seguir su vida en oposición a la voluntad del Señor.
Recuerde que Dios busca el corazón del que ora, y no solo su petición.
Día 59

FALSO ARREPENTIMIENTO

Éxodo 9:27-30 Entonces Faraón envió a llamar a Moisés y a Aarón, y les dijo: He
pecado esta vez; Jehová es justo, y yo y mi pueblo impíos. Orad a Jehová… Y le
respondió Moisés: Tan pronto salga yo de la ciudad, extenderé mis manos a Jehová…,
Pero yo sé que ni tú ni tus siervos temeréis todavía la presencia de Jehová Dios.

A Dios no se le puede engañar con falsas confesiones de arrepentimiento, Él conoce cada


corazón.

Dios envió sobre Egipto otras tres plagas como un juicio por no querer dejar ir a los
Israelitas, la muerte del ganado, úlceras en la piel y el granizo; y luego de ello, el faraón
confesó su pecado y pidió de nuevo oración; pero Moisés, instruido e iluminado por Dios,
no se dejó engañar por este falso arrepentimiento.

No es suficiente con que se confiese correctamente el pecado, ni que se muestre una actitud
de pesar por haber ofendido a Dios con el pecado cometido; también se debe tener un
cambio de corazón que solo da el Espíritu Santo por su obra regeneradora.

Cuando el Espíritu de Dios transforma una vida, el arrepentimiento será genuino; porque
llevará al individuo a aborrecerse a sí mismo en su pecado, y amar a Dios por medio de
Cristo. De esta forma sus expresiones de arrepentimiento serán genuinas, porque serán la
manifestación de un verdadero cambio de corazón, y no una simple forma de buscar que
Dios lo libre de las consecuencias de su pecado.

No nos dejemos engañar por falsas manifestaciones de arrepentimiento, ni en otros ni en


nosotros; oremos por un cambio de corazón. Oremos para que Dios sea transformando la
vida de aquellos que sufren las consecuencias de su pecado; para que no solo les duela lo
que sufren, sino que también se duelan de corazón por ofender a su creador y corran a
Cristo por salvación.

No olvidemos que nadie puede cambiarse a sí mismo; por ello oremos para que Dios
transforme los corazones pecadores.
Día 60

OBEDECER A DIOS NO ES ILÓGICO

Éxodo 10:7 Entonces los siervos de Faraón le dijeron: ¿Hasta cuándo será este hombre
un lazo para nosotros? Deja ir a estos hombres, para que sirvan a Jehová su Dios.
¿Acaso no sabes todavía que Egipto está ya destruido?

Si Dios nos bendice en Cristo, o nos quiere bendecir en él, la lógica debería llevarnos a
servirle; pero el corazón pecaminoso se vuelve irracional.

Ante la dureza de corazón del faraón, sus propios consejeros le pidieron que dejara ir a los
Israelitas, conforme las demandas de Dios; ellos reaccionaron de forma lógica, pues ya
Egipto estaba destruido por las plagas que el Señor les había enviado como juicio por no
dejar ir a Su pueblo. Y al principio parecía como que faraón haría caso del consejo, pues
ante la amenaza de una nueva plaga, de langostas que destruirían lo que quedó del granizo
(Éxodo 10:5, 12), el líder egipcio accedió a que Moisés llevara a los israelitas a ofrecer
sacrificio a Dios, pero sin niños.

Esto fue rechazado por Moisés en el nombre de Jehová, y se desató la plaga de langostas, y
luego una siguiente plaga de tres días de oscuridad; entonces, el faraón volvió a pedir que
oraran por su pueblo, y volvió a decirles que salieran todos, pero sin sus animales. Moisés
volvió a negarse en el nombre de Jehová con la contundente frase “Nuestros ganados irán
también con nosotros; no quedará ni una pezuña” (Éxodo 10:26), argumentando que los
animales les servirían para sacrificarlos a Dios en adoración.

Al final, el faraón terminó por rehusarse a volver a recibir a Moisés (Éxodo 10:27-29); no
quiso volver a escuchar lo que Dios le demandaba, ni siquiera por el consejo lógico que sus
propios siervos le dieron. El faraón, primero, no había querido hacer caso; y luego, al sufrir
consecutivamente el juicio divino por su desobediencia, quiso poner condiciones a lo que
Dios le demandaba; pero la obediencia a Dios es incondicional.

No es ilógico obedecer al creador de nuestras vidas, al único buen Dios que ha enviado a su
Hijo para redimirnos; lo ilógico es que nos aferremos a nuestro pecado, sin obedecer a un
Dios justo, u obedeciéndolo a medias. Nuestra entrega a Dios debe ser total, o no será
verdadera entrega; pues Dios no envió a su Hijo a morir por nosotros para señorear solo una
parte de nuestras vidas, sino para redimirnos completamente.

Así como una obediencia parcial a Dios es desobediencia, una entrega parcial a Cristo es un
rechazo a Su obra salvadora. Entregue cada área de su vida a Cristo, no dependiendo de sus
propias fuerzas para obedecerlo, sino del poder de la gracia de su Salvador.
Día 61

DIOS SABE DONDE PRESIONAR

Éxodo 11:1 Jehová dijo a Moisés: Una plaga traeré aún sobre Faraón y sobre Egipto,
después de la cual él os dejará ir de aquí; y seguramente os echará de aquí del todo.

Dios conoce perfectamente cada corazón humano, y sabe qué circunstancias usar para
conseguir algo hasta del más desobediente.

En esta ocasión Dios envió a Moisés a proclamar una plaga que conseguiría que el faraón
dejara ir a los Israelitas; pero el mero aviso de que esta plaga vendría no sería suficiente,
aunque ahora se tratara de la muerte de cada hijo primogénito de los egipcios, incluyendo el
del faraón.

Solo cuando esta plaga, enviada como juicio divino, se hiciera real, faraón aceptaría la
voluntad de Dios; mientras tanto, los israelitas, por instrucciones de Dios, le pedirían a sus
vecinos egipcios “alhajas de plata y de oro”; y por la gracia de Dios se las darían, y así
saldrían luego con riquezas de Egipto (Éxodo 11:2-3).

Para proclamar esta última plaga Moisés mismo fue quien habló al faraón, pero este último
no hizo caso; y ante su obstinación, Moisés “salió muy enojado de la presencia de Faraón”
(Éxodo 11:8). La explicación era sencilla: Dios había destinado que así sucediera,
endureciendo el corazón del faraón para mostrar como liberaba a Su pueblo por medio de
maravillosas señales de Su poder y Su juicio (Éxodo 11:9-10).

Pero aun así, es comprensible el enojo de Moisés; pues indigna ver tanta obstinación ante el
poder manifiesto y evidente de Dios. Pero a su vez, el enojo de Moisés mostraba cierta
debilidad de carácter, olvidando que Dios ya había dicho que el faraón se endurecería, pero
que después de esta plaga si accedería.

Nunca debemos olvidar que Dios sabe cómo y cuándo traer su juicio sobre un individuo o
una sociedad que se rebela contra Él; pues solo a Él le corresponde el designar las formas y
los tiempos para que hasta los más pecadores terminen obrando según Su voluntad. Y esto
no implica una conversión del pecador, sino que es para mostrar cómo Dios obra como
quiere, usando hasta los más poderosos y empedernidos pecadores que se le rebelan.

No dejemos que la justa indignación que despierta la rebeldía contra Dios nos haga olvidar
que el Señor está al control; pues así sea en la eternidad, las rodillas de los rebeldes se
doblarán, y sus lenguas confesarán “que Jesucristo es el Señor, para gloria de Dios Padre”
(Fil.2:11). Mientras tanto, la maldad en esta tierra solo llegará hasta donde el Señor lo
permita.
Día 62

DIOS DISPUSO UNA VÍCTIMA PARA LIBERAR A LOS SUYOS

Éxodo 12:26-27 Y cuando os dijeren vuestros hijos: ¿Qué es este rito vuestro?, vosotros
responderéis: Es la víctima de la pascua de Jehová, el cual pasó por encima de las
casas de los hijos de Israel en Egipto, cuando hirió a los egipcios, y libró nuestras
casas. Entonces el pueblo se inclinó y adoró.

Dios nos liberó a los cristianos pasando por sobre nosotros Su justo juicio y descargándolo
sobre Cristo en la cruz.

La pascua significa eso: paso; pues Dios pasó por sobre los judíos y no descargó sobre ellos
la muerte que envió a los egipcios en la última gran plaga con la cual logró que faraón
dejara libre a los israelitas. Todas las instrucciones sobre el rito, que celebrarían de ese día
en adelante cada año, servirían de recordación a los que vieron como Dios los liberó de los
Egipcios y del propio Juicio divino que trajo muerte a su opresores; y serviría de
mecanismo de enseñanza para las nuevas generaciones.

Todo esto fue una obra real de la poderosa gracia de Dios, pero a su vez proclamaba la
mayor obra de liberación que Dios haría sobre los suyos; ya no con un cordero como
víctima, sino con Su propio hijo, para perdonar nuestros pecados y darnos vida eterna; y no
necesitando más ritos perpetuos que sacrificaran un cordero cada año, “porque nuestra
pascua, que es Cristo, ya fue sacrificada por nosotros.” (1 Co.5:7)

No piense que solo es suficiente con arrepentirse de corazón y confiar en Dios, porque sin
una víctima expiatoria seguiríamos condenados. En realidad nos arrepentimos realmente y
confiamos plenamente porque Cristo murió para perdonarnos y resucitó para darnos vida
eterna. Es contemplando al cordero de nuestra salvación, sacrificado y resucitado hace 2000
años, como nuestra fe nace, se fortalece y persevera hasta el fin.

El mismo Cristo exclamó desde la cruz: “Consumado es” (Juan 19:30); y en Hebreos 9:26
se testifica que Cristo “se presentó una vez para siempre por el sacrificio de sí mismo para
quitar de en medio el pecado”. Es por ello que “ninguna condenación hay para los que están
en Cristo Jesús” (Romanos 8:1), liberando las conciencias de los verdaderos cristianos de la
culpa y fortaleciendo su corazón para servirle en santidad a aquel que los salvó.

No fue sobre los bordes de una puerta, como el cordero en el Éxodo, sino en una cruz
donde Cristo derramó su sangre para salvarnos. El justo y sin pecado murió sustituyendo a
los injustos y pecadores que salvaría; para que ahora, en Su nombre, podamos tener
comunión con Dios como nuestro padre y no como nuestro juez ¡A Él sea la Gloria!
Día 63

DIOS DEMANDA CONSAGRACIÓN DEL QUE SALVA

Éxodo 13:14-15 Y cuando mañana te pregunte tu hijo, diciendo: ¿Qué es esto?, le dirás:
Jehová nos sacó con mano fuerte de Egipto, de casa de servidumbre; y
endureciéndose Faraón para no dejarnos ir, Jehová hizo morir en la tierra de Egipto
a todo primogénito, desde el primogénito humano hasta el primogénito de la bestia; y
por esta causa yo sacrifico para Jehová todo primogénito macho, y redimo al
primogénito de mis hijos.

Dios no solo hizo que Cristo pagara para salvar a muchos, también hace que esos muchos
por los que Cristo murió vivan para Él.

La explicación del porque los primogénitos, o hijos mayores de los Israelitas, debían ser
consagrados a Dios (Éxodo 13:1-2) es muy sencilla: Ellos no murieron como los
primogénitos Egipcios porque Dios les dio un cordero pascual como sustituto, el cual
apunta a la obra sustitutoria del sacrificio de Cristo para salvar a los que confiamos en Él.

Claro, luego Dios les dio a los judíos un mecanismo de rescate para que pudieran redimir a
sus primogénitos, para poder quedarse con ellos; porque Dios nunca requeriría que se los
sacrificaran literalmente, sino solo que los consagraran a Él. Y cuando los hijos preguntaran
por esta ritual de redención, sus padres les explicarían que ellos le pertenecían a Dios
porque Dios salvó a todos los primogénitos con la sangre de un sustituto, del cordero
pascual que simbolizaba a Cristo.

Ahora ya no es necesario este ritual, y ni siquiera lo es el de la pascua, porque Cristo murió


una sola vez para que Su sacrificio sustituyera el juicio por el pecado de todos los que el
Padre le entregó para salvar; pero aun así, y mayormente ahora que entendemos lo que
Cristo hizo, Dios demanda la consagración entera de la vida de todos aquellos que hemos
sido salvados por Cristo, que lo hemos reconocido como nuestro sustituto y hemos venido
bajo Su señorío a servirle en arrepentimiento y fe.

Cada área de la vida de aquellos por los que Cristo murió debe estar consagrada a Dios, la
vida personal, intelectual, sentimental, matrimonial, familiar, laboral, recreativa y demás;
aunque no sirva tiempo completo como ministro del evangelio, cada cristiano debe adorar y
proclamar a su Señor en cada área de su vida.

Cristo murió no solo para perdonarnos, sino también para redimirnos para Dios; lo cual se
hace real en nuestra santificación y consagración hacia Él. “Y el mismo Dios de paz os
santifique por completo; y todo vuestro ser, espíritu, alma y cuerpo, sea guardado
irreprensible para la venida de nuestro Señor Jesucristo.” (1Ts.5:23).
Día 64

DIOS PELEA POR LOS SUYOS

Éxodo 14:14 Jehová peleará por vosotros, y vosotros estaréis tranquilos.

Dios mismo determina las circunstancias en que demuestra a los suyos que los defiende y
los sustenta para Su gloria.

Fue el mismo Dios quien dijo a Moisés que dirigiera a los israelitas hasta quedar frente al
mar; y el mismo Señor endureció el corazón de faraón contra ellos para que los persiguiera,
al permitirle saber a faraón que los israelitas huían y que habían quedado cercados por el
mar. Y a pesar de que los egipcios iban fuertemente equipados para alcanzar y someter a
los israelitas, y de que los mismos israelitas pensaban que morirían a manos de los egipcios
en el desierto, Dios pelea por ellos, por lo cual los israelitas debían estar tranquilos.

Dios reprendió a Moisés porque le clamaba en oración, y le dijo: “¿Por qué clamas a mí? Dí
a los hijos de Israel que marchen. Y tú alza tu vara, y extiende tu mano sobre el mar, y
divídelo, y entren los hijos de Israel por en medio del mar, en seco.” (Éxodo 14:15-16). En
otras palabras, Dios les quiso decir: Cálmense todos, confíen en mí, y sigan caminando, que
yo me encargo de todo.

Al final, el mar se abrió y los israelitas pasaron en seco; pero los egipcios, junto con todos
sus carros, quedaron ahogados cuando el mar se cerró sobre ellos. Dios peleó por los suyos,
y los suyos solo tuvieron que tranquilizarse y seguir caminando con confianza en su Señor.

Esto es lo que Dios demanda siempre de los que están en Cristo, que confíen en que Él
pelea por ellos; y más aún cuando los cristianos fueron salvados por Cristo mismo cuando
estaban acorralados por Satanás contra el mar de dificultades de este mundo, ya que fueron
liberados del dedo acusador del enemigo sobre sus conciencias por el pecado, y rescatados
de la esclavitud del pecado a la que el mismo Satanás los tenía sometidos.

Si Cristo nos salvó de una forma más gloriosa y contundente que a los israelitas frente al
mar rojo, entonces vivamos confiados en Él; pues la vara del poder de Cristo mantiene
abierto el mar de dificultades de este mundo para que pasemos por en medio de él hasta que
lleguemos a la eternidad en Su presencia.

Cristianos, por grandes que sean las dificultades de esta vida, “Jehová peleará por vosotros,
y vosotros estaréis tranquilos” (Éxodo 14:14).
Día 65

DIOS PONE A PRUEBA

Éxodo 15:24-25 Entonces el pueblo murmuró contra Moisés, y dijo: ¿Qué hemos de
beber? Y Moisés clamó a Jehová, y Jehová le mostró un árbol; y lo echó en las aguas,
y las aguas se endulzaron. Allí les dio estatutos y ordenanzas, y allí los probó;

Dios prueba a los suyos a través de circunstancias que les hacen ver si realmente confían en
Él.

Acababan de cruzar el mar Rojo unos cuantos días atrás, Moisés cantó en alabanza a Dios y
María danzó festejando este prodigio divino (Éxodo 14:1-21); y solo tres días después,
estando en el desierto y habiendo encontrado aguas amargas imposibles de beber, el pueblo
murmuró contra Moisés (Éxodo 15:24).

Claro, Moisés oró a Dios y Él le mostró un mecanismo para hacer bebible el agua (Éxodo
15:25), mientras encontraban las fuentes de agua potable a las cuales los dirigía (Éxodo
15:27); pero Dios ya había sacado a flote la impaciencia y falta de confianza de los
israelitas a través de esta circunstancia, y usó el momento para demandarles fidelidad y
obediencia, para que no sufrieran como los egipcios por oponerse ante Su voluntad, sino
que confiaran en toda circunstancia que Él mismo sería su “sanador” (Éxodo 15:26).

Un recién convertido a Cristo, recién liberado poderosamente del mundo, del pecado y de
satanás, puede ver como extraña un dificultad en su vida; puede que vea como ilógico que
Dios le haya dado esa gran victoria y luego lo deje a merced de una circunstancia de la cual
debería ser mucho más sencillo liberarlo; pero debe aprender, por la escritura, y por el
consejo de cristianos maduros, que Dios permite esas pruebas para que el cristiano conozca
la reacción de su corazón y ejercite su confianza en el Salvador.

Las pruebas para el cristiano son un examen a su corazón y una gran oportunidad de crecer
en fidelidad y obediencia a Dios; de tal forma que lo que menos debería hacer un creyente
en Cristo, en la medida en que avanza su caminar en la fe, es querer ser liberado de ellas sin
haber crecido espiritualmente para la gloria de Dios.

Las necesidades temporales del creyente en Cristo finalmente serán suplidas, pero mientras
su fe debe ser fortalecida. Debemos aprender a amar la ola de dificultades que nos lleva a
aferrarnos a la roca eterna que es nuestro salvador; no porque las dificultades en sí mismas
sean buenas, sino porque brindan una maravillosa oportunidad de aferrarnos más a Cristo.
Día 66

LA PRUEBA DE LA DEPENDENCIA DIARIA

Éxodo 16:4-5 Y Jehová dijo a Moisés: He aquí yo os haré llover pan del cielo; y el
pueblo saldrá, y recogerá diariamente la porción de un día, para que yo lo pruebe si
anda en mi ley, o no. Mas en el sexto día prepararán para guardar el doble de lo que
suelen recoger cada día.

Dios prueba nuestra obediencia a Él a través de la dependencia diaria de Su gracia.

El pueblo recién liberado de Israel volvió a murmurar, no por agua como la vez anterior,
sino por alimentos; y Dios les prometió pan diario, lo que ellos llegaron a llamar Maná, que
significa “¿Qué es esto?” (Éxodo 16:15). Este pan ligero les llegaba todos los días con el
rocío de la mañana, no debían tomar sino lo necesario para cada persona durante el día, y
solo debían tomar doble porción el sexto día para tener para el séptimo que era de reposo.

Claro, esto hacía que los israelitas tuvieran que depender diariamente de Dios, que tuvieran
que obedecerle fielmente todos los días; pero pronto algunos almacenaron para después “y
crió gusanos, y hedió” (Éxodo 16:20). Solo lo que recogían para el día de reposo no se
dañaba, y lo que Dios le mandó a Moisés que recogiera como recordatorio para cuando
terminaran su travesía por el desierto cuarenta años después (Éxodo 16:32-36).

Las enseñanzas prácticas de esto son: Murmurar, quejándose de las circunstancias difíciles,
es murmurar contra Dios, así se dirijan los comentarios contra los que lideran en Su nombre
(Éxodo 16:8); y no querer depender de Dios todos los días, conforme a Su voluntad, es
desobedecerle, así nos justifiquemos detrás de las dificultades del momento (Éxodo 16:28).

El mismo Jesús nos enseñó a orar: “El pan nuestro de cada día, dánoslo hoy” (Mateo 6:11),
porque quiere que dependamos a diario de Dios; porque Él quiere que quienes creemos que
Él fue el verdadero pan que descendió del cielo (Juan 6:48-58), el alimento espiritual para
el alma pecadora, vivamos contentos a diario con lo que Dios nos da, y dependiendo
fielmente de Su mano para sustentarnos en todo lo que necesitemos.

Así como el que desperdicia lo que Dios le da, no agrada al Señor; el que no quiere
depender a diario de Dios, le ofende. La prueba de la dependencia diaria de Dios nos lleva
orar fielmente a Él, y buscar Su guía en el estudio de la Biblia todos los días; nos hace
renunciar a todo intento de vivir de lo que acumulamos por nuestros esfuerzos humanos, y
nos enseña a vivir bajo la gracia divina.

No caigamos, pues, en la tentación de creer que podemos vivir sin depender a diario de
nuestro creador y salvador; porque Él no envió a su Hijo para salvarnos y luego dejarnos
vivir a nuestro antojo, sino para conducirnos y sustentarnos todos los días por Su gracia.
Día 67

DIOS NO ABANDONA A LOS SUYOS

Éxodo 17:7 Y llamó el nombre de aquel lugar Masah y Meriba, por la rencilla de los
hijos de Israel, y porque tentaron a Jehová, diciendo: ¿Está, pues, Jehová entre
nosotros, o no?

La queja debe ser reemplazada por la oración, porque Dios no abandona a los suyos, como
pudiera parecer por las circunstancias.

El pueblo de Israel volvió a quejarse por falta de agua (Éxodo 17:1-3), y Moisés volvió a
acudir al Señor en oración, pensando que ese pueblo lo mataría (Éxodo 17:4); fue tal la
controversia y el pleito que se armaron, que pusieron en duda que Dios estaba con ellos
(Éxodo 17:7). Pero Dios le respondió a Moisés y lo condujo a golpear la peña con la vara
que representaba el poder divino, y brotó agua para que bebieran (Éxodo 17:5-6).

Esa misma vara fue la que Moisés levantó mientras Josué conducía a los israelitas en la
batalla contra los de Amalec (Éxodo 17:8-16); Dios no solo les probó que estaba con ellos
dándoles agua de forma milagrosa, sino también dándoles la victoria sobre un pueblo
nómada del desierto acostumbrado a saquear a otros pueblos.

No es casualidad que Dios les diera agua a los israelitas luego de que Moisés le orara, ni
que les diera la victoria cuando Moisés levantó la vara; es que Dios no responde a nuestras
quejas y rencillas frente a la aflicción, sino a nuestra oración y sumisión a Su guía y poder.

La primera gran tentación a vencer en medio de la necesidad y la adversidad, es la de


pensar que Dios nos abandonó; por ello debemos luchar contra ella orando y actuando
conforme la voluntad de Dios revelada en Su Palabra.

Si así hacemos, demostraremos que Cristo, quien nos salvó, es nuestra mayor provisión y
protección; y Él mismo será la peña de la que brote lo que necesitamos (1Co.10:1-4); y Él
será quien nos conduzca a la victoria final sobre este mundo. Dios no abandona a los suyos.
Día 68

UN BUEN CONSEJO ES DELEGAR

Éxodo 18:19-23 Oye ahora mi voz; yo te aconsejaré, y Dios estará contigo. Está tú por
el pueblo delante de Dios, y somete tú los asuntos a Dios. Y enseña a ellos las
ordenanzas y las leyes,… Además escoge tú de entre todo el pueblo varones de
virtud,… y ponlos sobre el pueblo por jefes de millares, de centenas, de cincuenta y de
diez. Ellos juzgarán al pueblo en todo tiempo; y todo asunto grave lo traerán a ti,.. Si
esto hicieres, y Dios te lo mandare, tú podrás sostenerte, y también todo este pueblo
irá en paz a su lugar.

Dios no busca que todo lo hagamos solos, sino que trabajemos en equipo para Su gloria.

El suegro de Moisés oyó como Dios había liberado a los israelitas del faraón y de los
egipcios, vino a Moisés trayéndole su esposa y sus hijos, se regocijó con él, y terminó
exaltando a Dios por sobre todos los llamados “dioses” en esa época (Éxodo 18:1-12).

Pero Jetro, al ver como Moisés atendía todo el día a los israelitas para orientarlos conforme
la ley de Dios, le aconsejó que no lo siguiera haciendo, porque desfallecería al final, y con
él desfallecería también el pueblo (Éxodo 18:13-18); Jetro le recomendó que delegara sobre
otros los casos menores, y que Moisés solo tratara los casos graves; claro, si así Dios se le
mandaba; y así, todos irían en paz.

Moisés aplicó el consejo, y Jetro volvió a su tierra; pero de la forma como aconsejó a
Moisés se pueden destacar varias cosas: Nadie es tan usado por Dios como para no
escuchar consejos, nadie es tan lejano a Dios como para que el Señor no lo use en algún
momento en Su providencia para enseñarnos algo por medio de él, nadie es tan capacitado
por Dios como para no necesitar trabajar con otros en equipo, y nadie está tan fortalecido
por el Señor como para no pensar que debe saber administrar el tiempo y las capacidades
que se le han dado.

Por todo esto, es un muy buen consejo el delegar funciones y trabajar en equipo; pues es
algo que Dios aprueba, y algo a lo que siempre impulsa el Señor a los suyos. Debemos
recordar que aún Jesús delegó funciones en sus discípulos, mientras ejercía su ministerio
hace más de 2000 años; y hasta los envió a predicar en equipos de a dos. Pero no debemos
olvidar que a quienes se les deleguen responsabilidades deben ser “temerosos de Dios”
(Éxodo18:21) y “de buen testimonio, llenos del Espíritu Santo y de sabiduría” (Hechos6:3).

No pretendamos elevarnos por sobre nuestra necesidad de Dios y de las personas que Dios
ha puesto a nuestro lado, trabajemos en equipo para Su gloria.
Día 69

REINO DE SACERDOTES

Éxodo 19:4-6 Vosotros visteis lo que hice a los egipcios, y cómo os tomé sobre alas de
águilas, y os he traído a mí. Ahora, pues, si diereis oído a mi voz, y guardareis mi
pacto, vosotros seréis mi especial tesoro sobre todos los pueblos; porque mía es toda
la tierra. Y vosotros me seréis un reino de sacerdotes, y gente santa. Estas son las
palabras que dirás a los hijos de Israel.

Dios se reveló para levantar un reino de sacerdotes, un pueblo que le sirviera por medio del
redentor.

Tres meses después de haber salido de Egipto, Dios les mandó a decir por medio de Moisés
a los israelitas que los había liberado para tenerlos como su “especial tesoro sobre todos los
pueblos”, y que le serían “un reino de sacerdotes y gente santa”. La condición para disfrutar
de esa posición espiritual era oírle y obedecerle.

Luego de esto, Dios mandó a santificar al pueblo de Israel, a que se prepararan para que al
siguiente día les hablara desde el monte Sinaí (Éxodo 19:9-15); y así comenzó el Señor a
mostrar Su voluntad a través de Moisés, pero a vista de todo el pueblo (Éxodo 19:16-25).

El propósito divino siempre ha sido tener un reino de sacerdotes, de gente santa; que todos
los suyos se acerquen a Él directamente; y aunque luego los israelitas, por su desobediencia
y su actitud renuente, no fueron todos sacerdotes sino que solo se le confirió esta labor a un
grupo familiar especial, esto si se hizo realidad en los creyentes en Cristo, quienes por
medio del salvador, pueden acceder a la comunión con Dios como un reino de sacerdotes
(Apocalipsis 1:6; 5:10).

Los cristianos si tenemos a personas designadas para una función ministerial especial en las
Iglesias, las cuales sirven para edificar en la fe a los creyentes (Efesios 4:11-16); pero no
hay una casta, o grupo particular de sacerdotes, porque todos los creyentes en Cristo hemos
sido llamados a tener comunión con Dios y a servirle en santidad.

Recuerde que todas las religiones que tienen sacerdotes al estilo del Antiguo testamento,
incluyendo las que se autodenominen cristianas, por grandes y antiguas que sean, están
yendo en contra del propósito divino que se reveló en la misma ley de Moisés y que se hizo
una realidad por la obra de Cristo registrada en el Nuevo testamento.

Ya no es de unos pocos la relación con Dios, sino de todos los que realmente han rendido
su vida a Cristo; recuérdelo, alégrese por ello, y disfrútelo a través de una vida de oración,
de estudio de la Biblia, y de obediencia continua.
Día 70

TEMOR REREVERENTE ANTE LOS MANDAMIENTOS DE DIOS

Éxodo 20:19-20 Y dijeron a Moisés: Habla tú con nosotros, y nosotros oiremos; pero
no hable Dios con nosotros, para que no muramos. Y Moisés respondió al pueblo: No
temáis; porque para probaros vino Dios, y para que su temor esté delante de
vosotros, para que no pequéis.

Dios no reveló de forma poderosa sus mandamientos para que temamos acercárnosle, sino
para que temamos pecar contra Él y entonces vengamos a Él por medio de Cristo.

Dios le dio a Moisés los 10 mandamientos en el monte Sinaí mientras todos los Israelitas
miraban de lejos como desde ese monte salían relámpagos y humo, y se escuchaban
sonidos muy fuertes (Ex.10:1-18); pero esto no era para que pidieran ya no tratar con Dios
directamente, porque Dios les había dicho que todos sería un reino de sacerdotes (Ex.19:6).

Moisés les explicó que no debían pedir eso, que Dios los estaba probando para que
temieran el pecar contra Él; y en una aparente contradicción, les pidió que no temieran
porque Dios quería poner Su temor en ellos. Esa contradicción aparente se explica de forma
sencilla: Dios no quería que temieran a que Él se les acercara y les hablara, sino que
temieran el violar sus mandamientos y pecar contra Él.

Al final, estos Diez mandamientos serían la Ley moral para todo ser humano (Romanos
2:14-15); se resumirían, y solo se podría aplicar, por medio del amor a Dios por sobre todas
las cosas y el amor al prójimo como a uno mismo (Mateo 22:37-40; Romanos 13:8-10);
además, revelarían el pecado que hay en el corazón de toda persona (Mateo 5:21-22, 27-
28), y por ello nos llevarían a necesitar al Salvador (Gálatas 3:19-24).

El temor reverente de nuestra conciencia a los 10 mandamientos debe revelarnos que somos
pecadores y que necesitamos a Cristo; pero para que luego, por amor y agradecimiento a
nuestro Salvador, amemos y vivimos esos mandamientos por la obra de Su Espíritu en
nosotros (Salmo 119:11, 113; Romanos 8:2-4).

Si usted no ama y desea vivir obedeciendo la ley de Dios, por la obra del Espíritu Santo en
su corazón, tal vez no sea un verdadero creyente en Cristo; tal vez no se le confrontó con la
condenación divina sobre su corazón pecador, y por ello no vino a Cristo por salvación
eterna sino solo por un favor temporal de este mundo.

Solo quien se sabe libre de la condenación eterna, por la obra de Cristo, será guiado a vivir
libremente en un temor reverente bajo los mandamientos divinos; ya no para buscar
salvarse, sino para vivir en la salvación que Dios le dio, sin temor a acercarse a su Señor.
Día 71

SIERVOS POR AMOR

Éxodo 21:5-6 Y si el siervo dijere: Yo amo a mi señor, a mi mujer y a mis hijos, no saldré
libre; entonces su amo lo llevará ante los jueces, y le hará estar junto a la puerta o al
poste; y su amo le horadará la oreja con lesna, y será su siervo para siempre.

Dios no tiene siervos por obligación, porque todos los que verdaderamente le sirven lo
hacen porque lo aman.

En este capítulo del Éxodo se comienzan a registrar las leyes que Dios envió a los israelitas
para su convivencia como nación independiente; se habla de los siervos o esclavos, de los
homicidas, de los secuestradores, y de diversos casos de daño voluntario o involuntario a la
vida y propiedad de los demás.

Dentro de estos temas legales se reglamentó el trato a los siervos, que eran los mismos
esclavos; se dio claridad sobre las formas en que llegarían a quedar libres: Después de seis
años de servicio (Éxodo 21:2-4); cuando la esclava no agradaba al amo y no era “rescatada”
con dinero, ni tomada como esposa de un hijo de él, ni tratada con los privilegios de una
esposa cuando él hubiere tomado a otras mujeres (Éxodo 21:7-11); y cuando el esclavo
sufriera la pérdida de un órgano por el maltrato de su amo (Éxodo 21:26-27).

Pero si el esclavo, amando a su amo, quería seguir sirviéndole a pesar de poder ser libre, se
horadaba la oreja en señal legal de su servicio para siempre (Éxodo 21:5-6). Claro, el texto
dice que por amor a su señor y a la mujer y a los hijos que su señor le había dado; porque
sus familiares no quedaban libres debido a que era su amo quien se los había dado. Pero
aun así, en tiempos donde existía la esclavitud (aunque no tan despiadada como la de hace
unos siglos atrás de nuestro tiempo en el continente americano), el que su amo le dejara
tener familia era una muestra clara del muy buen trato que daba a sus siervos.

En fin, hoy no hay esclavitud, o al menos no legalmente; pero si hay personas que fueron
liberadas de la esclavitud del mundo y del pecado por la fe en Jesucristo, y que ven lo que
son y lo que tienen como una maravillosa gracia de Dios para con ellos, y que le sirven por
amor sin contemplar siquiera el dejar de hacerlo algún día.

No se trata de ministros eclesiásticos de tiempo completo, ni de misioneros o personas


enclaustradas en un servicio religioso, sino de hombres y mujeres que han descubierto que
nadie los ama ni los amará más que el Salvador de sus almas, y viven para Él en cada área
de su vida, sometiéndose a Su voluntad revelada en la Biblia para corresponder a Su amor.

Nunca nadie ha servido realmente a Dios sin saberse amado por Él. Sirva por amor a Cristo.
Día 72

RESPETO POR LAS POSESIONES Y LA VIDA DE LOS DEMÁS

Éxodo 22:3b, 25-26 El ladrón hará completa restitución; si no tuviere con qué, será
vendido por su hurto. Cuando prestares dinero a uno de mi pueblo, al pobre que está
contigo, no te portarás con él como logrero, ni le impondrás usura. Si tomares en
prenda el vestido de tu prójimo, a la puesta del sol se lo devolverás.

Dios no solo quiere que respetemos lo que otros tienen, también quiere que respetemos la
vida de los demás.

En esta sección del Éxodo se encuentra una serie de mandamientos que buscan evitar el
abuso sobre la propiedad ajena, e incluso se impone la restitución de lo robado con la
propia vida del ladrón en esclavitud, si no tuviere con que pagar; pero no debemos pensar
que Dios estaba alimentando el amor a las cosas por sobre el amor a las personas, porque en
la misma sección demanda que no se cobre interés al pobre cuando se le presta y que no se
le embargue lo que hubiere dado como prenda de pago si lo necesita.

Y es que el respeto a los demás también incluye el respeto por lo que los demás poseen; no
podemos desligarnos de nuestra responsabilidad social, y menos cuando hemos entregado
nuestra vida a Cristo y el señorea nuestra alma. Dios no me ha redimido de la condenación
en Cristo para que ahora yo viva desligado de mi entorno y no busque el bien de los demás;
por el contrario, los cristianos debemos caracterizarnos por amar al prójimo, respetando lo
que el otro tiene y ayudándole cuando pasare necesidad.

Un ejemplo claro de la misericordia de Dios, reflejada en la ley civil dada por medio de
Moisés, es el buen trato que exige para con los extranjeros, las viudas y los huérfanos
(Éxodo 22:21-24); y para ello, Dios le recordó a los israelitas lo que sufrieron como
extranjeros, y que Él mismo castigaría al que afligiera a una viuda o a un huérfano.

No es que Dios simplemente quiera reprimir nuestro descuido, mal uso, o abuso de lo
ajeno, sino que quiera que aprendamos a tratar a los demás con el respeto que deseamos
que se nos trate; y Cristo lo expresó positivamente así: “Así que, todas las cosas que queráis
que los hombres hagan con vosotros, así también haced vosotros con ellos; porque esto es
la ley y los profetas” (Mateo 7:12).

Claro, al final entendemos que no respetamos a la perfección a los demás, ni a lo de los


demás, y por ello necesitamos al Salvador; y no solo lo necesitamos para que nos sirva de
sustituto por la pena eterna que deberíamos pagar en el infierno, sino para santificarnos y
darnos amor y respeto por el prójimo todos los días; pues Él no solo nos introduce por la
puerta estrecha de la salvación, también nos conduce por el camino angosto (Mt7:13-14).
Día 73

VICTORIA GRADUAL, LUCHA CONTINUA

Éxodo 23:29-30 No los echaré de delante de ti en un año, para que no quede la tierra
desierta, y se aumenten contra ti las fieras del campo. Poco a poco los echaré de
delante de ti, hasta que te multipliques y tomes posesión de la tierra.

Dios no nos ha despojado totalmente de sufrimientos, persecuciones y tentaciones en esta


vida para que aprendamos a luchar y vencer en Su nombre.

Luego de dar más mandamientos sobre convivencia civil y fiestas religiosas (Ex.23:1-19),
Dios prometió a los israelitas que su Ángel iría delante de ellos para guiarlos, protegerlos y
darles la victoria sobre los otros pueblos (Ex.23:20-28); pero debían ser obedientes si
querían vencer a los que vivían en la tierra que debían conquistar, evitando la convivencia
con los pueblos paganos para no caer en su idolatría; pues no se les prometía una victoria
rápida sobre ellos, sino gradual (Ex.23:29-33).

Esta victoria gradual impediría que la tierra quedara desierta y las fieras del campo vinieran
contra Israel, el pueblo de Dios de entonces. La victoria gradual del cristiano sobre
sufrimientos, persecuciones y tentaciones, mientras vive en este mundo, le impide quedar a
merced de su propio criterio humano y le hace aferrarse continuamente a su salvador en
oración, estudio bíblico y comunión con otros creyentes.

No es que Dios no pueda librarnos de toda lucha en este mundo, sino que quiere que
aprendamos a vencer en Su nombre y por Su gracia. No es que Dios quiera que caigamos
ante las tentaciones y adversidades, es que quiere que aprendamos a levantarnos cuando
caemos, y a mantenernos firmes solo dependiendo de Su gracia. No es que Dios no pueda
llevarnos a Su gloria eterna tan pronto venimos a Cristo, es que quiere que le mostremos al
mundo como se lucha contra el pecado y se vence por la fe en el Salvador.

Si la victoria no fuera gradual, o cada vez más real en esta vida, dejaríamos de luchar
continuamente en el nombre del Señor. Dios quiere que los creyentes en Cristo seamos
valientes, perseverantes y constantes en nuestra lucha espiritual aferrándonos a Él.
Entonces, no nos quejemos por las luchas que afrontemos, sino demos gracias por las
oportunidades que nos brindan para crecer y vencer en Cristo.
Día 74

LA SANGRE ROCIADA

Éxodo 24:8 Entonces Moisés tomó la sangre y roció sobre el pueblo, y dijo: He aquí la
sangre del pacto que Jehová ha hecho con vosotros sobre todas estas cosas.

Dios ha establecido que los suyos estén cubiertos simbólicamente por la sangre de una
víctima redentora, de Su Hijo Jesucristo.

Moisés fue llamado por Dios a subir al monte Sinaí junto con “Aarón, Nadad, Abiú, y
setenta de los ancianos de Israel” (Éxodo 24:1); ellos permanecerían mirando de lejos como
Moisés subía a recibir los Diez mandamientos en tablas de piedra, y tendrían que esperar,
como todo el pueblo, mientras durante cuarenta días Dios le daba instrucciones a Moisés
sobre la forma y los instrumentos que utilizarían para rendir culto al Señor.

Claro, Josué, el discípulo y acompañante personal de Moisés, se quedaría esperándolo todo


ese tiempo desde una distancia prudente; pero todos los que subieron con Moisés pudieron
ver el lugar que pisaban como si fuera el mismo cielo, debido a la presencia de Dios (Éxodo
24:9-10); y todo el pueblo vería la gloria de Dios en el monte como un fuego abrasador
cuando Moisés hubiere subido al encuentro con el Señor por cuarenta días y cuarenta
noches (Éxodo 24:15-18).

Pero todo esto fue precedido por una ceremonia en la cual Moisés sacrificó animales en
adoración a Dios, roció esa sangre sobre el altar que acababa de construir para ese
sacrificio, leyó el libro del pacto que había escrito con las leyes que ya les había dado al
pueblo, y roció al pueblo con esa misma sangre diciéndoles que era la sangre del pacto que
Jehová había hecho con ellos sobre todas estas cosas (Éxodo 24:3-8).

Esta ceremonia con sangre rociada mostraba la necesidad de una víctima por el pecado para
entrar en pacto con Dios, y apuntaba a la sangre de Cristo que un día sería derramada por el
perdón de pecados de aquellos por los que Él murió; de tal forma que al creer en Cristo
como redentor somos rociados simbólicamente por su sangre (Hebreos 9:13-15; 12:22-24),
lo que simboliza que su sacrificio nos cubre y limpia ante Dios por nuestro pecado, pero
también nos redime e inserta en una relación de pacto con el único Dios, donde nos
comprometemos a servirle según Su voluntad, no para alcanzar la salvación sino para
agradar al que nos salvó.

Su vida está cubierta por la sangre de Cristo, no en la medida en que usted invoque esa
sangre místicamente, sino en la medida en que confíe en que el sacrificio de Cristo lo
redimió y compró a usted para Dios. Esa convicción interna, que solo le puede dar el
Espíritu Santo, le hará saberse parte del pueblo de Dios y le llevará a servirle obediente.
Día 75

OFRENDA VOLUNTARIA

Éxodo 25:2 Dí a los hijos de Israel que tomen para mí ofrenda; de todo varón que la
diere de su voluntad, de corazón, tomaréis mi ofrenda.

Dios desea que todo lo que los suyos ofrenden para el servicio de adoración congregacional
sea voluntario, de corazón.

Antes de que Dios comenzara a describirle el tabernáculo a Moisés, y los utensilios dentro
de este tabernáculo que debería construir para que el pueblo de Israel adorare al Señor
conforme a Su voluntad, Él aclaró que debían recogerse ofrendas voluntarias para esta
labor.

Los mismos adoradores debían dar de corazón todos los materiales necesarios para adecuar
el lugar de culto a Dios; ellos debían aprovechar todo lo que los egipcios les dieron por
obra milagrosa de Dios antes de salir de Egipto (Éxodo 12:35-36), debían despojarse
voluntariamente de metales y piedras preciosas, de especias y pieles valiosas, y de madera
muy fina de esa época (Éxodo 25:2-7); debían anteponer su deseo de que Dios “habitara”
(Éxodo 25:8) en medio de ellos, a través de en un lugar de culto, por sobre sus deseos de
riquezas temporales en este mundo; y por ello debían ofrendar de corazón.

Una ofrenda de por sí debe ser voluntaria; y aún para hoy, en el culto cristiano, Dios lo
aclara para que no queden dudas: “Cada uno dé como propuso en su corazón: no con
tristeza, ni por necesidad, porque Dios ama al dador alegre” (2 Corintios 9:7). Y es que una
ofrenda que es impuesta, por presión de cualquier tipo, no es de corazón, y se da de mala
gana; y una ofrenda dada de mala gana, ofende a Dios.

Hoy no solo se presiona para que la gente ofrende, también se apela a su codicia
asegurándoles márgenes de rentabilidad milagrosos por su ofrenda; y esto también es una
forma de presión: La manipulación de las emociones carnales de las personas, haciendo que
ellas no ofrenden de corazón por saberse salvadas por Cristo y deseosas de promover con
agradecimiento el culto congregacional cristiano, sino que ofrenden por mero negocio,
buscando un porcentaje de crecimiento económico de vuelta en sus bolsillos.

Si Cristo se ofreció voluntariamente para salvarnos de condenación eterna ¿cómo no


podremos ofrendar voluntariamente para el culto congregacional a Su nombre? No hay
excusas, porque al que se sabe agradecido por la salvación en Cristo, su corazón le impulsa
a dar voluntariamente para la obra del Señor. Examinemos nuestro corazón, y ofrendemos
voluntariamente lo que más podamos, para que Dios se conocido y glorificado en Cristo.
Día 76

DIOS Y SU TABERNÁCULO

Éxodo 26:1 Harás el tabernáculo de diez cortinas de lino torcido, azul, púrpura y
carmesí; y lo harás con querubines de obra primorosa.

Dios no solo quería darles una tienda donde lo buscaran los israelitas, Él quería habitar en
medio de ellos.

En este capítulo se registra como Dios dio a Moisés los detalles de cómo construir el
tabernáculo, sus cortinas, basas, pieles y artículos a colocar dentro de él. Dios no solo
quería que se detuvieran a admirar la obra primorosa del lugar donde se manifestaría a los
suyos, Él quería que ese lugar representara el primor de Su presencia en Su pueblo.

Miles de años después, Dios mismo, a través de su unigénito Hijo, se instauraría un


tabernáculo humano, una tienda viva mucho más gloriosa; pues se encarnaría como un ser
humano en medio de nosotros. Cristo mismo es el tabernáculo que Dios hizo en medio de la
humanidad; pues está escrito que: “Y aquel Verbo fue hecho carne, y habitó entre nosotros
(y vimos su gloria, gloria como del unigénito del Padre), lleno de gracia y de verdad.”
(Juan1:14).

No hay una forma más gloriosa a través de la cual Dios se haya revelado y relacionado con
Su pueblo que Cristo, quien es Dios hecho hombre. ¡Qué maravilloso el amor de Dios, que
no solo haya dado un mecanismo para comunicarse con nosotros, sino que se haya dado a
Él mismo en Cristo!

Vamos, no se quede embelesado solo con la primorosa obra del tabernáculo construido por
Moisés; pues aunque era por orden y voluntad divina, este apuntaba a la venida de Cristo.
Ni mucho menos se quede con lugares o ceremonias religiosas, que aunque apelen a algún
elemento ceremonial bíblico, no pueden darle la relación con Dios que solo se encuentra en
Cristo.

Esos querubines en la cortina del tabernáculo representaban la presencia de Dios que se


manifestaba sobre los querubines del arca dentro del tabernáculo; pero esos querubines en
la cortina también representaban que un día Dios nos mostraría Su glorioso e inaccesible
ser por medio de la humanidad de Cristo; apuntaban a que Cristo sería Dios en medio de
nosotros, y que para siempre Él sería la mayor manifestación a Dios, y el único acceso a Él.

No importa cuán religioso sea usted, ni cuantas ceremonias bíblicas practique, si no viene a
Cristo no accederá a Dios; lea su Biblia buscando a Cristo, ore buscando a Cristo,
congréguese buscando a Cristo, y será hallado por Él y en Él.
Día 77

ENTRADA DEL SACRIFICIO

Éxodo 27:1 Harás también un altar de madera de acacia de cinco codos de longitud, y
de cinco codos de anchura; será cuadrado el altar, y su altura de tres codos.

Dios dispuso que a la entrada del tabernáculo de Moisés quedara el altar del sacrificio para
apuntar al sacrificio de Cristo que nos introduce ante Él.

En este capítulo Dios dio a Moisés los detalles del altar del sacrificio, o del holocausto, y
del atrio exterior. Dios mandó este altar para que se le ofrecieran sacrificios de animales por
el pecado, y para reconciliar al pecador; pero hoy sabemos que el uso continuo de ese altar
no podía quitar definitivamente los pecados de los ofrendantes de delante de Dios, sino que
solo les daba un beneficio temporal que señalaba el beneficio eterno del sacrificio único
que haría Cristo para redimir a los suyos (Hebreos 10:1-14).

Este altar estaba al ingreso del atrio externo para que el que ingresara entendiera que Dios
demanda un pago por el pecado, y para apuntar al pago que hizo Cristo en la cruz con el
cual introduce ante Dios al pecador que se arrepiente y confía en la obra del Salvador.

Y si solo por medio de Cristo tenemos acceso a Dios, es porque solo su sacrifico satisfizo el
castigo que se demanda por nuestro pecado; pues Cristo fue la ofrenda perfecta, ya que su
humanidad sin pecado, y en obediencia, pagó en la Cruz por el perdón por nuestro pecado y
desobediencia, y nos dio entrada por la fe ante Dios.

Todos los sacrificios hechos en el Antiguo testamento daban testimonio de la necesidad del
sacrificio perfecto de Cristo por nuestros pecados; por ello no confíe en sus esfuerzos
humanos para pagar por el perdón de Dios, por sacrificiales que sean, pues solo Cristo pudo
pagarlo en la Cruz.

Es por medio de la fe en la redención, justificación, expiación, propiciación y


reconciliación que Cristo obró en la cruz que tenemos acceso eterno a Dios; y esto siempre
será así, y cada vez que ore y busque la guía de Dios en Su palabra, lo deberá hacer
confiando en lo que Cristo pagó en la cruz; y aun en la eternidad tendremos acceso
definitivo ante Dios solo por el sacrificio del cordero redentor, por el sacrficio e de Cristo
nuestro Señor (Apocalipsis 7:13-15).
Día 78

VESTIDURAS SACERDOTALES

Éxodo 28:1-2 Harás llegar delante de ti a Aarón tu hermano, y a sus hijos consigo, de
entre los hijos de Israel, para que sean mis sacerdotes; a Aarón y a Nadab, Abiú,
Eleazar e Itamar hijos de Aarón. Y harás vestiduras sagradas a Aarón tu hermano,
para honra y hermosura.

Dios dio al sacerdocio del Antiguo testamento vestiduras que simbolizaban su dignidad
sacerdotal y que apuntaban a la nueva vida de los creyentes en Cristo que ahora son linaje
sacerdotal.

La Nueva Versión Internacional (NVI) traduce “honra y dignidad”, la Palabra de Dios para
Todos (PDT) traduce “honra y distinción”, y la Reina Valera de 1960 (RV60) traduce
“honra y hermosura”; y estas expresiones resumen el privilegio y la responsabilidad que
Dios le dio a Aarón y a su descendencia al llamarlos al sacerdocio.

Cada parte de estas vestiduras tenía la intención de representar ese privilegio y


responsabilidad de estar delante de Dios para interceder por el pueblo; es más, esto se
ilustró claramente cuando se dijo que a través de los acabados de las prendas de vestir
sacerdotales Aarón llevaría los nombres de los hijos de Israel sobre sus “dos hombros”
(Éxodo 28:12) y sobre “su corazón” (Éxodo 28:29-30).

Dios dijo enfáticamente a Moisés: “llevará Aarón las faltas cometidas en todas las cosas
santas, que los hijos de Israel hubieren consagrado en todas sus santas ofrendas; y sobre su
frente estará continuamente, para que obtengan gracia delante de Jehová” (Éxodo 28:38). Y
aunque esto solo se cumplió perfectamente en Cristo, quien es sumo sacerdote para siempre
de los que ha salvado por Su obra redentora (Romanos 8:34; Hebreos 9:11-12), también
simboliza el llamado de todo cristiano a ejercer una labor sacerdotal de intercesión delante
de Dios por los demás (1Pedro 2:9; Apocalipsis 1:6); pues cada creyente en Cristo ahora
está llamado a vivir en Santidad a Jehová (Ef.4:22-24) con la carga sobre sus hombros de
orar por sus hermanos en la fe (Stg.5:16) y por los que aún no conocen a Cristo (1Ti2:1-3).

Si estamos en Cristo podemos disfrutar de Su intercesión continua por nosotros, pero


también estamos llamados a interceder por otros en oración.
Día 79

CONSAGRACIÓN SACERDOTAL

Éxodo 29:35 Así, pues, harás a Aarón y a sus hijos, conforme a todo lo que yo te he
mandado; por siete días los consagrarás.

Dios mismo es quien ha determinado separar o santificar para Él a los que llama.

En este capítulo del Éxodo se narra el proceso de santificación, separación o consagración


que debían pasar durante siete días los llamados al sacerdocio en el antiguo testamento; este
proceso involucraba sacrificios de animales a Dios, ofrendas de pan sin levadura levantadas
ante el Señor, y el lavamiento de las vestiduras sacerdotales para luego rociar sobre ellas la
sangre del sacrificio y el aceite de la unción mientras los sacerdotes las tenían puestas.

Es obvio que todo esto apuntaba a que la consagración de una vida para el servicio a Dios
solo sucede por medio del sacrificio de Cristo aplicado al individuo por medio de la fe en
Él, a través del lavamiento de la Palabra de Dios y la unción del Espíritu Santo (Tito 3:4-6).

Pero esta consagración se hacía también para capacitar a los sacerdotes para ofrecer
sacrificios diarios a Dios por el pueblo; de tal forma que Dios se pudiera reunir con los
Israelitas, y mostrarles Su gloria, por medio de la santificación o consagración de
sacrificios a Él, a través de sacerdotes separados o consagrados para Él, y en un altar
también separado o consagrado para Él (Éxodo 29:36-46).

En últimas, el sacrificio perfecto es Cristo, y el sumo sacerdote eterno es Cristo; y Él ya fue


sacrificado sobre la cruz preparada para que en ella nos santificara por la fe en Su obra
redentora; pero esto demanda de la vida de cada cristiano consagración diaria, a través de la
fe en lo que Cristo hizo por Él, viviendo para glorificar a Dios y proclamar Su Reino.

No existe una vida en santidad sin una fe firme y creciente en la obra redentora de Cristo;
porque solo la fe en la obra de Cristo puede separar un alma del mundo para consagrarla a
Dios todos los días en agradecimiento, sin la carga de tener que volver a pagar por el
pecado, y produciendo la motivación pura de agradar al que la salvó.

Si las vestiduras consagradas simbolizan el comportamiento consagrado a Dios (Efesios


4:22-32), los vestidos lavados por la sangre de Cristo ilustran la conducta de quienes viven
para glorificarlo con una vida de creciente fe y arrepentimiento, sometida cada vez más a la
obra del Espíritu de Dios por medio de la oración y el estudio bíblico, y con una pasión
permanente por interceder ante Dios por los demás y llevarles el Evangelio de Jesucristo a
los que no están en Cristo. ¿Vive usted bajo esa consagración?
Día 80

OLOR GRATO ANTE DIOS

Éxodo 30:1 Harás asimismo un altar para quemar el incienso; de madera de acacia lo
harás.

Dios dispuso en el antiguo testamento que se le ofreciera incienso para adorarlo, apuntando
a las oraciones que suben ahora a Él en el nombre de Cristo.

Este capítulo del Éxodo inicia con el mandato divino de construir un altar para quemar el
incienso, y termina con las instrucciones sobre cómo hacer y usar el incienso en ese altar, y
con la siguiente exhortación: “Cualquiera que hiciere otro como este para olerlo, será
cortado de entre su pueblo” (Éxodo 30:28).

Claro, en medio del capítulo también se dieron instrucciones sobre un impuesto a pagar por
cada persona cuando se realizaran censos del pueblo de Israel; y se mandó y enseñó la
construcción de una “fuente de bronce”, para que se lavaran los sacerdotes las manos y los
pies; y se dieron instrucciones sobre la preparación y uso del aceite para ungir, santificar, o
separar las cosas y personas consagradas para la adoración.

Pero ahora hemos de meditar en el hecho de que el incienso debía ser ofrecido a Dios todos
los días, en la mañana y en la noche, con un fórmula especial y exclusiva para Dios, y en un
altar que cada año sería vuelto a consagrar por medio de la sangre del sacrificio de
expiación (Éxodo 30:7-10).

Esta quema de incienso simboliza para el cristiano la oración diaria (Apocalipsis 5:8-10;
8:3-4, 1 Tesalonicenses 5:17), levantada exclusivamente a Dios conforme a Su palabra
(Mateo 6:5-15; 1 Timoteo 2:8; 1 Juan 5:14), y desde un corazón consagrado al Señor por
medio de la fe en el sacrificio del Salvador, o lo que es igual: una oración “en el nombre de
Jesucristo” (Juan 14:13-15; 16:23-24; Efesios 5:18-20; Colosenses 3:16-17; Stg.5:13-14).

Recuerde que la oración que no sube a Dios como incienso grato es rechazada como un olor
extraño en medio de Su pueblo (Éxodo 30:38); por ello estudie diligentemente lo que la
Biblia enseña sobre la oración, y mire los ejemplos bíblicos de cómo se ora, antes de
acostumbrarse a orar solo como le parezca o como muchos hoy equivocadamente enseñan:
Sin humildad, con vanas palabrerías, centrados en bienestar material, imponiendo a Dios la
voluntad humana, y peleando contra los demonios; esto es cualquier cosa, menos oración.

Si usted es cristiano, no desaproveche el privilegio de poder elevar su oración ante el trono


celestial todos los días; y si no se ha rendido a Cristo, es momento de que venga a Él en
arrepentimiento y fe, si quiere poder elevar a Dios su oración diaria como incienso grato.
Día 81

SABIDURÍA PARA TRABAJAR Y OBLIGACIÓN DE REPOSAR

Éxodo 31:6, 16-17…he puesto sabiduría en el ánimo de todo sabio de corazón, para que
hagan todo lo que te he mandado; Guardarán, pues, el día de reposo los hijos de
Israel,…porque en seis días hizo Jehová los cielos y la tierra, y en el séptimo día cesó y
reposó.

Dios nos da los talentos para desarrollar una labor, pero a su vez demanda que descansemos
periódicamente de ella para dedicarnos a Él.

En esta sección del Éxodo se narra como Dios le aseguró a Moisés que había llenado de
sabiduría creativa y artesanal a Bezaleel, a Aholiab, y a muchos otros “sabios de corazón”
para que trabajaran en hacer todos los utensilios de la tienda o tabernáculo de reunión que
le había mandado a realizar (Éxodo 31:1-11); pero también, inmediatamente después, Dios
le enfatizó a Moisés que todos debían descansar el séptimo día de sus labores, para
dedicarse a tener comunión con Él (Éxodo 31:12-18).

¡Qué maravillosa sabiduría y amor de Dios para con los suyos! Los capacita para laborar,
pero no les deja idolatrar su labor; pues Dios nos llama a usar los talentos laborales que nos
dio, pero sin consagrarnos a ellos más que a Él. Esta es una realidad olvidada en los
tiempos modernos, donde la productividad prima sobre el descanso programado para la
renovación de fuerzas; y donde no se ve la relación con Dios como más importante que la
producción laboral y financiera, ni como el verdadero descanso laboral.

Claro, hasta en los círculos ministeriales cristianos se puede olvidar este llamado de Dios,
supuestamente en nombre del mismo Señor, cayendo en un activismo rampante que
pretende robar la gloria a la gracia que libera y da descanso por medio de la comunión con
Dios a través de la fe en Cristo (Hebreos 4:8-16). Muchos están más ocupados en servir al
ministerio que Dios les dio, que al Dios que les dio el ministerio; así como muchos
cristianos, que no son ministros oficiales, están más ocupados en hacer producir el trabajo
que Dios les dio, que en tener una relación con el Dios que les dio el trabajo.

La gran verdad es que Dios capacita a los que llama a trabajar en una determinada
actividad, pero para que lo hagan para Su gloria; pues aún a los Israelitas, que recibieron la
ley de Dios en tablas de piedra (Éxodo 31:18), debían descansar de sus labores para tener
comunión con el mismo Dios que les daba sabiduría para trabajar.

Si su vida laboral, por buena, productiva y capacitada por Dios que sea, le impide apartarse
para tener comunión con Él, es porque usted la está poniendo por sobre su relación con
Dios; y tal vez, como Martha, la hermana de María (Lc10:38-42), está “afanado y turbado”
por hacer algo cuando Cristo le está demandando que pare para tener comunión con Él.
Día 82

LA IDOLATRÍA DE NO ESPERAR EN DIOS

Éxodo 32:1 Viendo el pueblo que Moisés tardaba en descender del monte, se acercaron
entonces a Aarón, y le dijeron: Levántate, haznos dioses que vayan delante de
nosotros; porque a este Moisés, el varón que nos sacó de la tierra de Egipto, no
sabemos qué le haya acontecido.

Dios demanda que esperemos en Él para cada situación; porque adelantarnos a actuar sin
Él, confiando en algo o alguien más, es idolatría.

En este capítulo, Dios mismo le avisó a Moisés de la idolatría del pueblo que no quiso
esperar a que él descendiera del monte, y Moisés intercedió ante Dios para que no
destruyera al pueblo (Éxodo 32:1-14); luego descendió, y al ver la idolatría de su pueblo,
Moisés partió las tablas de los mandamientos dados por Dios, fundió el ídolo que se habían
construido, regaño a Aarón, y mandó a los levitas a matar a una parte del pueblo que había
caído en idolatría (Éx.32:15-29); y finalmente Moisés volvió a subir al monte, a interceder
ante Dios por el pueblo, y Dios lo escuchó y le confirmó Su disposición de seguir con ellos,
pero también de castigar su pecado (Éx.32:30-35). Todo sucedió por no esperar en Dios,
por no confiar en Él, por no esperar a que Él mismo les supliera su necesidad de adorar.

Paradójicamente, mientras Dios instruía a Moisés sobre la forma en que debían adorarlo, el
pueblo se impacientó y levantó su propio culto a un ídolo. Tal fue la confusión pecaminosa
del pueblo en ese instante, que el mismo Aarón, llamado a ser el sumo sacerdote de Jehová,
les construyó un becerro para que lo adoraran; además, el pueblo reconoció en ese ídolo a
otros “dioses”, y les atribuyó a esos “dioses” la obra que Jehová había hecho para liberarlos
de Egipto; y para completar, Aarón terminó haciendo un altar delante del becerro, y
proclamando para el siguiente día: “Mañana será fiesta para Jehová” (Éxodo 32:2-6).

¡Qué terrible fábrica de ídolos es el corazón humano cuando no confía en Dios y no espera
a ser guiado por Él conforme a Su voluntad! Porque tendemos a querer ver frente a nosotros
algo o alguien que nos sirva de consuelo, guía y protección; y terminamos idolatrando
cosas, actividades o personas por no esperar en Dios en cada circunstancia, y por no confiar
en Él conforme a Su Palabra revelada, conforme a la Biblia.

Lo más grave, es que al confiar en algo o alguien más que en Dios, no solo lo hacemos
nuestro ídolo, también lo consideramos nuestro salvador, negando en últimas la obra de
Dios para salvarnos a través de Jesucristo. Es por ello que solo podemos luchar contra la
tentación a la idolatría a través de meditar diariamente en la obra salvadora de Cristo, dando
gracias por ello y disponiéndonos a confiar en que Dios nos responderá en cada situación
por medio de Su Hijo; solo así podremos esperar pacientemente en Él, y no esperaremos en
las personas, ni en el mundo, y no le daremos a otros la confianza que solo debemos a Dios.
Día 83

SIN DIOS NINGÚN LUGAR ES DE BENDICIÓN

Éxodo 33:14-15 Y él dijo: Mi presencia irá contigo, y te daré descanso. Y Moisés


respondió: Si tu presencia no ha de ir conmigo, no nos saques de aquí.

Nada de lo que podamos conquistar o conocer en este mundo realmente nos satisfará si
Dios no nos acompaña.

Dios hizo saber su enojo a los israelitas y les pidió que se despojaran de sus atavíos
mientras les definía lo que haría con ellos, porque por su rebeldía no merecían que Dios
siguiera de su lado (Éxodo 33:1-6). Pero luego de que Moisés levantara el tabernáculo de
reunión, y hablara dentro de él “cara a cara”, o personalmente, con Dios, él intercedió ante
el Señor por él mismo, y por el pueblo; y Dios terminó por garantizarle que su presencia
iría con ellos (Éxodo 33:7-17).

Este suceso nos recuerda que nada, ni nadie, nos será de bendición si Dios no nos
acompaña activamente para bendecirnos con Su gracia; y esto también nos sirve de
estímulo para examinarnos, y ver si realmente nuestro objetivo en este mundo es ir de la
mano de Dios hasta que nos lleve a su presencia eterna, o si nos hemos dejado engañar por
el mundo, pensando que podemos trabajar por nuestra metas terrenales ahora, sin hacerlo
para la gloria de Dios, y pretendiendo que Dios nos bendiga por nuestros planes egoístas.

Para interceder como Moisés, necesitamos disfrutar de la comunión con Dios como él lo
hacía; y aunque ya no sea el plan de Dios poner una nube sobre nosotros, como cuando
Moisés hablaba con Él en el tabernáculo, si está disponible todavía para nosotros el mismo
deleite de Su presencia cuando le buscamos en oración y estudio diligente de Su Palabra.

Nunca estamos en mayor peligro de obrar en desobediencia a Dios como cuando nuestros
planes y metas nos son más importantes que la comunión con Él; así en estos planes estén
incluidos lugares, actividades o cosas que Dios nos ha mandado a conseguir; porque sin la
presencia de Dios, todo lo que tengamos y logremos pierde el gozo eterno de Su favor.

Haga un alto hoy, evalúe si sus metas terrenales perderían sentido si Dios no estuviera en su
vida; recuerde que Cristo no vino para asegurarle posesiones temporales, vino a darle una
relación eterna con su creador, dándole el privilegio de andar con Él como hijo de Dios.
Día 84

DIOS Y LO QUE PROCLAMA SU NOMBRE

Éxodo 34:5-7 Y Jehová descendió en la nube, y estuvo allí con él, proclamando el
nombre de Jehová. Y pasando Jehová por delante de él, proclamó: ¡Jehová! ¡Jehová!
fuerte, misericordioso y piadoso; tardo para la ira, y grande en misericordia y
verdad; que guarda misericordia a millares, que perdona la iniquidad, la rebelión y
el pecado, y que de ningún modo tendrá por inocente al malvado; que visita la
iniquidad de los padres sobre los hijos y sobre los hijos de los hijos, hasta la tercera y
cuarta generación.

Dios se da a conocer a los suyos al mostrar Su carácter misericordioso y justo,


especialmente en la persona de Jesucristo.

Moisés ya le había pedido a Dios que le mostrara Su gloria, y Dios le había dicho que le
mostraría su espalda por la hendidura de una peña porque el hombre que viera su rostro
moriría (Éxodo 33:18-23); y. lógicamente, todo esto era una forma de Dios representar con
partes humanas la infinita santidad y pureza de Su ser, porque Dios es Espíritu (Juan 4:24).

Pero luego, Dios mandó a Moisés a hacer unas tablas de piedra como las primeras que le
había dado con los Diez mandamientos y que Moisés había partido en señal de juicio por la
desobediencia del pueblo de Israel (Éxodo 34:1-4). Dios le hizo subir otra vez al monte
Sinaí, descendió de una forma especial sobre Moisés en una nube, y pasó delante suyo
proclamando Su nombre (Éxodo 34:5-7); y, al ver esto, Moisés reaccionó poniendo su
rostro en tierra para adorar, y luego pidió a Dios que perdonara a Su pueblo y que fuera con
ellos (Éx.34:8-9); a lo cual Dios le respondió afirmativamente, recordándole leyes morales,
civiles y ceremoniales que debían seguir para guardarse solo para Él (Ex.34:10-27).

En esta proclamación de Su nombre, Dios no mostró una imagen física que representara su
ser, sino que describió su carácter; esto debe hacernos entender que lo que Dios revela a los
suyos, al mostrarles Su gloria, es la esencia misma de Su ser, los atributos que lo
caracterizan como Dios; y estos atributos se resumen en Gran Misericordia y Perfecta
Justicia, porque perdona la iniquidad y a su vez no tiene por inocente al malvado, hace
misericordia a millares y visita la maldad los padres sobre los hijos hasta la tercera y cuarta
generación; en fin, Dios es un ser perfectamente equilibrado que no sufre desbalance en su
justicia al ejercer misericordia, ni en su misericordia al ejercer justicia, y esto se reveló
perfectamente en la obra salvadora de Cristo.

En la cruz la brilló refulgente la misericordia de Dios al perdonarnos en Cristo, pero


también lo hizo la Justa ira de Dios al castigar a su Hijo por nuestro pecado. Acerquémonos
pues a Dios por medio de Cristo para contemplar y adorar a diario Su glorioso ser.
Día 85

DIOS OBRA A TRAVÉS DE CORAZONES GENEROSOS

Éxodo 35:29 De los hijos de Israel, así hombres como mujeres, todos los que tuvieron
corazón voluntario para traer para toda la obra, que Jehová había mandado por
medio de Moisés que hiciesen, trajeron ofrenda voluntaria a Jehová.

Dios no pide que se colabore por obligación para su obra, Él mueve los corazones a dar
voluntariamente conforme Él ha mandado.

Los israelitas no solo debían ofrendar los materiales para la construcción del tabernáculo,
también debían trabajar en ello, ofreciendo tanto la materia prima como la mano de obra; y
esto lo hacía cada uno de acuerdo a las capacidades que Dios mismo le había dado, tanto
económicas como artesanales; pero todos los que daban y participaban, sin excepción, lo
hacían de corazón, voluntariamente.

Es así como vemos que algo que Dios manda, no se hace por mera obligación, sino
voluntariamente, de todo corazón; porque la pasión por la obra de Dio en medio de los
Suyos es lo que debe impulsar a cada siervo de Dios a dar con generosidad de sus bienes y
habilidades.

No podemos sino imaginar el gozo de los israelitas cuando traían de lo que Dios mismo les
había dado para construir el tabernáculo donde Él se manifestaría a ellos; no es ilógico
pensar que con rostros sonrientes daban y trabajaban diligentemente; y tampoco es
descabellado pensar que debieron haber querido saltar de alegría cuando vieron la obra
terminada. Ofrendaron y trabajaron con amor, se dieron a sí mismos para la obra de Dios.

Esto es lo que debe reinar en el corazón del cristiano que ofrenda hoy en su congregación:
Gozo, agradecimiento y generosidad; pues así como una oración levantada de mala gana es
una ofensa a Dios que demanda ser rechazada inmediatamente, una ofrenda dada sin
voluntad dispuesta, o por deseo ambicioso, pide ser rechazada, y ni siquiera es verdadera
ofrenda, porque no se da de corazón (Mateo6:1-4; Marcos12:41-44; 1Co16:1-2; 2Co9:5-7).

Cristo mismo se dio en ofrenda voluntaria por nosotros; por ello los suyos debemos darnos
también, con nuestros bienes y capacidades, para Su reino.
Día 86

HONESTIDAD PARA ADMINISTRAR

Éxodo 36:5-7 y hablaron a Moisés, diciendo: El pueblo trae mucho más de lo que se
necesita para la obra que Jehová ha mandado que se haga. Entonces Moisés mandó
pregonar por el campamento, diciendo: Ningún hombre ni mujer haga más para la
ofrenda del santuario. Así se le impidió al pueblo ofrecer más; pues tenían material
abundante para hacer toda la obra, y sobraba.

Dios dará personas honestas que administren los bienes de las congregaciones que
generosamente ofrendan para la obra.

En esta sección se hace hincapié en la obra de los sabios artesanales que, liderados por
Bezaleel y Aholiab, pusieron las habilidades que Dios les había dado para elaborar cada
parte del tabernáculo de reunión que se le había mandado hacer a Moisés; y en ese
contexto, los artesanos avisaron a Moisés que ya tenían material suficiente, que no
necesitaban que el pueblo ofrendara más, y Moisés “le impidió al pueblo ofrecer más”.

Es de resaltar la honestidad ante Dios que manifestaron los sabios artesanales y Moisés;
sencillamente, ya tenían suficiente, y no recibieron más ofrendas. Este no es el pensamiento
de muchos hoy en día; pues unos, incluso en iglesias cristianas, con el afán de sacar
ganancia personal, no paran de pedir para quedarse con lo que sobre; y otros, con la buena
intención de acumular para una necesidad futura de la congregación, temen decir que ya
tienen suficiente cuando las ofrendas superan el monto de lo que se necesita para la obra
que han pedido; en ambos casos reina la deshonestidad para con los hombres y la
desconfianza para con Dios, lo cual es lamentable en medio de creyentes en Cristo.

Las cuentas transparentes y públicas siempre nos ayudarán a librarnos de la tentación al


robo o a la mala administración; porque los demás sabrán si hay lo suficiente para sustentar
los gastos, y nos podrán ayudar a administrar correctamente. Especialmente en las iglesias
cristianas, debemos saber elegir en oración y en consenso a los que han de administrar el
dinero o los recursos; de tal forma que se designen para ello las personas de mejor y más
conocido testimonio de honestidad en cada aspecto de su vida, así como lo hizo el Apóstol
Pablo cuando le pidió a la iglesia de Corinto que designara a los que llevarían su donativo a
los hermanos de Jerusalén (1 Corintios 16:1).

Ningún creyente está exento de caer en tentación, y cuando se trata de dinero debemos
cubrir a los que lo administran con supervisión; y si somos los que administramos el dinero,
debemos cubrirnos con la publicación continua de lo que recibimos y de la forma en que lo
administramos. La iglesia no fracasará totalmente por un deshonesto como Judas al frente
de la tesorería, pero si tendrá conflictos innecesarios que afectarán la congregación y darán
mal testimonio a los no creyentes. Por la codicia algunos se han extraviado (1Timoteo 6:10)
Día 87

CRISTO ES PRESENCIA, ALIMENTO, LUZ Y AROMA DE DIOS

Éxodo 37:1, 10, 17, 25 Hizo también Bezaleel el arca de madera de acacia;… Hizo
también la mesa de madera de acacia;…Hizo asimismo el candelero de oro
puro,…Hizo también el altar del incienso

Los muebles del interior del tabernáculo, entre el lugar santísimo y el lugar santo, como
todos los demás, apuntaban a la persona y obra de Cristo.

El Arca apuntaba a la presencia de Dios por medio de Cristo (Juan 1:14), la Mesa de los
panes al alimento espiritual de Dios en Cristo (Juan 6:35), el Candelero a la luz espiritual
de Dios en Cristo (Juan 8:12), y el altar del incienso al aroma agradable ante Dios de la
vida y el sacrificio redentor de Cristo (2 Pedro 1:17).

No fue por mera expresión de perfección de culto que Dios mandó que se elaboraran estos
muebles del lugar santo y santísimo, sino por prefigurar la hermosura y perfección del
salvador que luego moraría como hombre en medio de la humanidad, el cual nos sustentaría
con Su palabra, nos iluminaría con Su presencia, y nos salvaría con Su sacrificio perfecto
ante Dios.

Y aun ahora, por la presencia y obra del Espíritu Santo en el creyente, Cristo sigue siendo
presencia, alimento, luz y aroma de Dios en los suyos. No olvide llevar diariamente ante el
salvador su necesidad de compañía, sustento, iluminación y aceptación de Dios, porque
solo por medio de la vida y obra de Cristo es que tenemos todo de nuestro Señor; y por ello
debemos procurar diligentemente orar y meditar en la Biblia todos los días, de tal forma
que Cristo sea exaltado, creído y aplicado por la fe a nuestra vida cotidiana.

Recuerde, si no está Cristo en el centro de su vida, no tendrá acceso a ninguna de las


realidades espirituales a las que apuntaban los muebles del tabernáculo.
Día 88

CRISTO Y SU SACRIFICIO PURIFICA EL ALMA DEL QUE VIENE A DIOS

Éxodo 38:1, 8-9 Igualmente hizo de madera de acacia el altar del


holocausto;…También hizo la fuente de bronce, de los espejos de las mujeres que
velaban a la puerta del tabernáculo de reunión. Hizo asimismo el atrio…

Los dos muebles del atrio exterior del Tabernáculo de Moisés, y el atrio mismo, apuntaban
a Cristo como única vía de acceso a Dios.

El atrio externo era lo que todo el pueblo veía del lugar de reunión con Dios, así como
Cristo es el que dio a conocer al mundo en forma plena a Dios (Juan 14:6-11; Heb.1:1-3).

El altar del holocausto, y los sacrificios por el pecado realizados en él, era lo que el pueblo
primero hacía al entrar al tabernáculo; así como solo el sacrificio perfecto de Cristo,
aplicado por la fe y el arrepentimiento en el corazón, es lo primero que el pecador hace
cuando realmente quiere tener comunión continua con Dios (Heb.7:22-28; 10:18-22).

La fuente de bronce, y el lavarse en ella reflejando el rostro del que se lavaba, era lo que
hacían los sacerdotes luego de ofrecer sacrificios y antes de entrar al lugar santo y al lugar
santísimo; así como la transformación continua del creyente en Cristo a imagen de su
salvador, contemplándolo y contemplándose en el espejo de las sagradas escrituras, y
siendo purificado a través del entendimiento, atesoramiento y aplicación de ellas, es lo que
le permite al cristiano una comunión cada vez más íntima con su Señor. (Ef.5:26; Fil.2:16;
Col.3:16; Heb.10:18-22; Stg.1:23-25).

Así como solo por medio del sacrificio redentor se tiene acceso a la salvación de Dios, solo
profundizando en él, en oración y estudio bíblico, se profundiza en la comunión con Dios.
Recuerde que un alma purificada para salvación, por el arrepentimiento y la fe en Cristo,
necesita crecer en arrepentimiento y fe para crecer en santidad y comunión con Dios.
Día 89

VESTIDURA CELESTIAL, REAL Y SACRIFICIAL

Éxodo 39:1 Del azul, púrpura y carmesí hicieron las vestiduras del ministerio para
ministrar en el santuario, y asimismo hicieron las vestiduras sagradas para Aarón,
como Jehová lo había mandado a Moisés.

Los colores principales del tabernáculo y de las ropas sacerdotales apuntaban al carácter
celestial, real y sacrificial de Cristo.

Tradicionalmente el azul se relaciona con el cielo, el púrpura con la realeza, y el carmesí


con el sacrificio, por ser como la sangre; y no hay nadie que habitara en medio de nosotros,
que fuera venido del cielo, rey eterno, y sacrificio perfecto por el pecado, sino solo Cristo.

Claro, cuando estos colores van en las vestiduras sacerdotales, sumados a los demás
accesorios en el efod, el pectoral y en la mitra, nos ilustran el mismo carácter celestial, real
y sacrificial de Cristo, pero en su comportamiento; pues las vestiduras también simbolizan
el estilo de vida, como cuando Pedro pide a los creyentes: “sumisos unos a otros, revestíos
de humildad” (1 Pedro 5:5).

Este estilo de vida de Cristo debe ser imitado por los que decimos seguirle y haber ser
salvados por Él, pues “El que dice que permanece en él, debe andar como él anduvo” (1
Juan 2:6); y porque si tenemos una posición espiritual que nos permite decir que estamos
“revestidos” de Cristo (Gálatas 3:27), se espera que vivamos según Sus mandamientos y Su
carácter en nosotros.

Es así como se espera de los creyentes en Cristo que vivamos como nuestro salvador, que
mostremos que somos ciudadanos del cielo (Filipenses 3:20), real sacerdocio (1 Pedro 2:9)
y sacrificio agradable a Dios (Romanos 12:1); que nuestras actitudes y comportamientos
reflejen a nuestro Salvador en toda situación, ilustrando Su santidad, justicia y amor.
Día 90

DIOS Y SU PRESENCIA ES LO PRIMERO

Éxodo 40:1-2, 16-17 Luego Jehová habló a Moisés, diciendo: En el primer día del mes
primero harás levantar el tabernáculo, el tabernáculo de reunión; Y Moisés hizo
conforme a todo lo que Jehová le mandó; así lo hizo. Así, en el día primero del primer
mes, en el segundo año, el tabernáculo fue erigido.

El tabernáculo de Reunión debía ser levantado el primer día del año para que todo el año, y
durante todos los años por venir, Dios fuera el primero.

Finalmente se levantó el tabernáculo con todos los muebles y utensilios que Dios había
mandado a Moisés, y se ungió todo para consagrarlo al servicio a Dios, incluso a los
sacerdotes; y luego de erigido, como señal de la presencia continua de Dios en medio de su
pueblo, una columna de nube reposaba sobre el tabernáculo de día, y una columna de fuego
en la noche.

Que tremenda experiencia debieron haber vivido los israelitas, y que gozo debieron
experimentar al saber que Dios iría con ellos en su peregrinaje y que se manifestaría a ellos
desde el tabernáculo. Esta alegría debía sostenerlos en medio de las pruebas que pasarían, y
alentarlos a no desfallecer en su servicio a Dios cuando fueran tentados por otros “dioses”.

Esta realidad de la alegría de Dios en medio de ellos debía ser lo primero que recordaran al
iniciar el año, para no olvidar nunca que Dios mismo era su dueño todos los días de su vida;
y esta convicción también debe gobernar el corazón de los creyentes en Cristo todos los
días, pues aunque no tenemos un tabernáculo o templo al estilo del antiguo testamento,
tenemos la certeza de que Cristo mismo vino a habitar en medio de nosotros para salvarnos,
y que Cristo mismo habita hoy en nuestros corazones por la presencia del Espíritu santo, lo
cual nos constituye a nosotros mismos en Su templo (1Co.6:19).

Cristo, su obra y su voluntad en mi vida, debe ser lo primero que medite, alegre y guíe mi
año, mi semana, mi mes y mi día.
Día 91

SACRIFICIO COMPLETO Y SIN DEFECTO

Levítico 1:10 Si su ofrenda para holocausto fuere del rebaño, de las ovejas o de las
cabras, macho sin defecto lo ofrecerá.

Cristo fue la ofrenda perfecta que se sacrificó por completo a Dios por nuestra salvación, a
Él apuntaba el holocausto ofrendado por los israelitas.

El Holocausto fue la primera ofrenda sacrificial que Dios diseñó para que los israelitas
pagaran por sus pecados; esta se ofrecía de forma general por el pecado; el que ofrendaba
imponía sus manos sobre el animal a sacrificar, para simbolizar que sus pecados eran
expiados en el animal, o que le eran “quitados” a él y puestos sobre la ofrenda. El
holocausto incluía quemar en el altar a todo el animal, excepto su sangre, la cual era rociada
sobre el altar; y el animal elegido como ofrenda en este sacrificio debía ser sin defectos.

Todo tenía como objetivo resaltar la santidad de Dios, la vileza del pecado, la necesidad de
un sustituto por el pecador, y la misericordia de Dios para con el que se arrepiente y se
vuelve de su pecado para consagrarse por completo a Él. Pero a su vez, y cumpliendo de
forma completa con el objetivo de ser el sustituto perfecto por el pecador, el holocausto
apuntaba al sacrificio total de Cristo para expiar el pecado de los suyos.

Ningún animal podría entregarse por completo como Cristo, pues no se podían ofrecer
voluntariamente por el pecador; y ningún animal llegó a tener la perfección total, porque
solo Cristo, como persona perfecta en santidad, pudo ofrecerse voluntariamente y libre de
pecado por el pecador.

Es por ello que Cristo en la cruz expresó “consumado es” (Juan 19:30), y que
históricamente cesaron los sacrificios ordenados en el antiguo testamento; porque los
cristianos “somos santificados mediante la ofrenda del cuerpo de Jesucristo hecha una vez
para siempre” (Hebreos 10:10).

Y por la fe en Cristo, y en su sacrificio perfecto y completo, es que somos perdonados y


libres de la culpa, condenación y poder esclavizador del pecado; ya no hay nada más que
podamos hacer para que Dios nos perdone, ni ceremonias o ritos al estilo del antiguo
testamento, ni esfuerzos humanistas por presentarnos perfectos ante Dios. El sacrifico
perfecto y total de Cristo deja sin fundamento cualquier otra clase de sacrificio por el
pecado, y a su vez nos llama a reconocer nuestra pecaminosidad y la grandeza de un Dios
que pudiendo condenarnos por la eternidad nos ha dado un sustituto para nuestra salvación.

Ofrezcamos pues, por medio de Cristo, alabanza a Dios con todo en nuestro ser (Heb13:15)
Día 92

GRATITUD SIN LEVADURA DE PECADO

Levítico 2:11 Ninguna ofrenda que ofreciereis a Jehová será con levadura; porque de
ninguna cosa leuda, ni de ninguna miel, se ha de quemar ofrenda para Jehová.

Dios recibe la acción de gracias de quien reconoce Su santidad y vive en franca lucha
contra el pecado.

Según los comentarios de la Biblia el Diario Vivir: “La ofrenda de grano acompañaba a
todos los holocaustos y era un presente de acción de gracias a Dios. Recordaba al pueblo
que su comida venía de Dios y que por lo tanto debían sus vidas a Él.” Esta ofrenda debía
ser presentada sin levadura, porque la levadura era un símbolo del pecado.

Como la levadura, el pecado tiende a invadir todo lo que toca, dando un crecimiento
aparente, pero dejando un vacío en el interior, y produciendo corrupción; por ello producía
una más rápida descomposición del pan en el desierto. Esta era la razón por lo cual se debía
agradecer a Dios por su provisión con panes o tortas libres de la levadura.

Jesús uso la levadura como símbolo de pecado al decir a sus discípulos: “Mirad, guardaos
de la levadura de los fariseos y de los saduceos” (Mateo 16:6), refiriéndose a “la doctrina
de los fariseos y de los saduceos” (Mateo 16:12), que profesaban santidad externa pero no
la vivían en su interior; y Pablo también lo hizo, al escribir reprendiendo sobre pecados
prácticos (1 Corintios 5:6-8) y sobre pecados doctrinales (Gálatas 5:9).

Si hemos de vivir agradecidos con Dios, y ofrecer continuamente nuestra vida en gratitud
por ser salvados en Cristo, debemos luchar contra el pecado; y aunque en esta vida nunca
lleguemos a estar libres de tentaciones, y de una u otra forma pequemos (1 Juan 1:8,10),
nuestra vocación por la santidad debe ser la marca de nuestra gratitud para con Dios; de tal
forma que nuestra vida refleje la obra de espiritual de Cristo en nosotros, no practicando
deliberadamente el pecado de ningún tipo (1 Juan 3:6-9).

Si su vida de creyente no está caracterizada por la santidad, no deje que esto continúe,
busque en Dios el poder para vivir conforme a Su voluntad; pues “Si confesamos nuestros
pecados, él es fiel y justo para perdonar nuestros pecados, y limpiarnos de toda maldad” (1
Juan 1:9). El mismo poder de Dios que nos salva en Cristo, nos santifica para Él.
Día 93

RELACIÓN CON DIOS RESPETUOSA

Levítico 3:17 Estatuto perpetuo será por vuestras edades, dondequiera que habitéis,
que ninguna grosura ni ninguna sangre comeréis.

Dios no permitía que en los sacrificios de paz se comiera grosura ni sangre porque le
pertenecían, como muestra de respeto por Su obra de gracia.

Este sacrificio de paz, que se podía hacer sacrificando un animal vacuno (Lv.3:1-10),
bovino (Lv.3:6-11), o caprino (Lv.3:12-16), era una ofrenda de gratitud y de relación
pacífica con Dios; y en dicha ofrenda no se quemaba todo el animal, como en el holocausto,
sino que parte de él lo comía el sacerdote, y otra parte la podía comer el que ofrendaba;
pero la grosura (grasa que cubre órganos internos) y la sangre, se reservaba para ofrecerla a
Dios, recordando que solo de Él es el honor por la relación que establece con los suyos.

Es así como hoy, por medio de Cristo, podemos venir a Dios y relacionarnos con Él, sin
temor a la condenación eterna; pues tenemos “acceso con confianza por medio de la fe en
él” (Efesios 3:12), por medio de la fe en la obra redentora y reconciliadora de Cristo.
Podemos orar a Dios como nuestro Padre (Romanos 8:15; Gálatas 4:6), y esperar que Él
nos trate como a sus hijos; pero sin olvidar que es de Él la obra de redimirnos, y sin dejar
de reverenciarlo como nuestro Dios y nuestro Señor (Hebreos 12:28-29).

Que nunca perdamos el sentido de reverencia para con el Dios que nos ha adoptado en
Cristo, pues es esencial para servirle con fervor, y para relacionarnos con Él sin tomarnos
atribuciones que no nos corresponden; de tal forma que todo lo veamos como un privilegio
de Su gracia, y no como un derecho nuestro que debamos exigir al presentarnos ante Él.

Esto es lo que se ha confundido y mal enseñado en la actualidad en muchas congregaciones


que se llaman cristianas, donde se promueve el irrespeto ante Dios con base en el hecho de
saberse sus hijos por la fe en Cristo; se enseña a “orar” reclamándole a Dios, arrebatándole
cosas al diablo, y profetizando lo que Dios debe hacer en las vidas; se ha perdido el sentido
real de la relación con Dios, evitando que se le pida con confianza, que se le ruegue con
fervor, y que se busque con paciencia el hacer Su voluntad; se ha dejado de orar de verdad.

Vivamos activamente, en oración y estudio bíblico, nuestra relación con Dios por medio de
Cristo; pero sin olvidar que Él es Dios, y no nosotros.
Día 94

PECADOS NO INTENCIONALES

Levítico 4:2 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguna persona pecare por
yerro en alguno de los mandamientos de Jehová sobre cosas que no se han de hacer, e
hiciere alguna de ellas;

Aunque no se tenga la intención de pecar, se debe reconocer cuando se peca y pedir perdón,
para no tomar a la ligera el pecado ni la santidad de Dios.

En esta sección se establecen sacrificios expiatorios por pecados cometidos sin intención
premeditada, o por yerro (Levítico 4:1-2); se establece el animal a sacrificar por el pecado
del sacerdote (Levítico 4:3-12), del pueblo (Levítico 4:13-21), de un gobernante (Levítico
4:22-26), y de un miembro del pueblo (Levítico 4:27-35).

Este sacrificio expiatorio requería que se ofreciera solo la sangre y la grosura o grasa
interna del animal, y el resto debía ser quemado fuera del campamento (Lv.4:12,21), lo cual
apuntaba al vituperio que sufrió Cristo al pagar por nuestros pecados de una vez y para
siempre, y nos recuerda que también debemos estar dispuestos a sufrir el vituperio como Él,
esperando para ser redimidos por la eternidad en la presencia de Dios (Hebreos 13:11-14).

Esto debe también recordarnos que al pecar, incluso sin intención premeditada, debemos
asumir nuestra responsabilidad y sufrir la vergüenza de ser confrontados por nuestro
pecado, para así ser disciplinados y restaurados por nuestro Señor a la comunión con Él;
pues aunque el cristiano ya tenga el perdón eterno de todos sus pecados en Cristo, debe
crecer en santidad, no subestimando el pecado, para no desestimar la gracia que lo libero
del poder esclavizante del pecado.

Del creyente en Cristo no se espera que busque salvación cada vez que peca, sino que
asuma la disciplina correctiva del Padre celestial que lo salvó y adoptó en Cristo. No se
espera que el cristiano confíe en su actitud de arrepentimiento para ser perdonado, sino en
Cristo; pero a su vez, tampoco se espera que el creyente no asuma la responsabilidad por
los pecados que comete ya habiendo venido a Cristo por perdón, porque se supone que debe
estar creciendo en santidad conforme la imagen de su Salvador.

La lista de personas por las que se ofrecía este sacrifico en el Antiguo testamento nos
recuerda que nadie es tan importante, ni tan fuerte, ni tan especial, como para no cometer
pecados; nos recuerda que todos necesitamos el sacrifico expiatorio de Cristo para ser
reconciliados con Dios, y que ya habiendo sido reconciliados con Dios en Cristo, todos los
cristianos necesitamos reconocer nuestros pecados continuamente, para crecer
constantemente en santidad.
Día 95

LA FALTA DE DINERO NO IMPIDE EL PERDÓN DE DIOS

Levítico 5:7,11 Y si no tuviere lo suficiente para un cordero, traerá a Jehová en


expiación por su pecado que cometió, dos tórtolas o dos palominos, el uno para
expiación, y el otro para holocausto. Mas si no tuviere lo suficiente para dos tórtolas,
o dos palominos, el que pecó traerá como ofrenda la décima parte de un efa de flor de
harina para expiación. No pondrá sobre ella aceite, ni sobre ella pondrá incienso,
porque es expiación.

Dios nunca, ni en el antiguo testamento, condicionó su perdón expiatorio a los recursos


económicos del que le busca; Él expía gratuitamente el pecado de quien viene a Cristo.

Uno de los sacrificios de la ley ceremonial del antiguo testamento era el sacrificio
expiatorio por diversos pecados; pecados como negarse a atestiguar lo que se vio, o
contaminarse con alguna cosa ritualmente impura, o jurar a la ligera (Levítico 5:1-4),
debían expiarse por medio del derramamiento de sangre de una víctima animal que
sustituyera con su vida al pecador en ese pecado cometido, luego de que el pecador hubiere
confesado dicho pecado (Levítico 5:5-6).

Este sacrificio no era limitado a los recursos económicos de quien confesaba su pecado,
pues si no tenía para el cordero, podía ofrecer dos tórtolas; y si no tenía para las tórtolas,
podía ofrecer harina sin aceite ni incienso. En últimas, hasta la persona con los recursos
más limitados podía ofrecer por su pecado parte de lo que tenía para su propio alimento.

Esto ilustra primordialmente la gratuidad del perdón que recibimos por la fe en Cristo
(Romanos 3:24), pero también nos muestra que la persona no puede excusarse en su
situación económica para dejar de buscar a Dios en el culto congregacional; ya que
congregarse es una necesidad primordial del cristiano (Hebreos 10:23-25).

Si ni los padres humanos del Salvador, del Hijo de Dios, se excusaron en su pobreza, sino
que ofrecieron un sacrificio de tórtolas, conforme se demandaba por su impureza
ceremonial luego del parto (Lucas 2:22-24), ¿Cómo nos podemos excusar nosotros los
cristianos para no servir al Señor en la congregación, si no se nos exige sacrificio animal
porque Cristo ya fue sacrificado para nuestra expiación? ¿Cómo excusarnos tras la falta de
dinero si las ofrendas en el culto cristiano ya no son para ser perdonados, y son voluntarias
(2 Corintios 9:7), y según nuestros recursos económicos (1 Corintios 16:2)?

Lo que debemos es ser pobres en espíritu (Mateo 5:3) para servir a Dios con la humildad de
venir a Cristo necesitados de Su amor y Su gracia; y si así hacemos, seremos enriquecidos
siempre espiritualmente en Él, aunque no tengamos dinero. No limite su fe a su dinero.
Día 96

DEFRAUDAR A OTROS ES PECAR CONTRA DIOS

Levítico 6:2-6 Cuando una persona pecare e hiciere prevaricación contra Jehová, y
negare a su prójimo lo encomendado o dejado en su mano, o bien robare o
calumniare a su prójimo, o habiendo hallado lo perdido después lo negare, y jurare
en falso; en alguna de todas aquellas cosas en que suele pecar el hombre, entonces,
habiendo pecado y ofendido, restituirá aquello…y añadirá a ello la quinta parte, en el
día de su expiación. Y para expiación de su culpa traerá a Jehová un carnero sin
defecto de los rebaños…

Los fraudes, que regularmente se hacen a los demás, ofenden a Dios; y demandan
arrepentimiento y restitución.

El texto es claro al decir: “alguna de todas aquellas cosas en que suele pecar el hombre”; y
en esto se incluye: Negarse a devolver lo que le dejaron a cuidar o prestaron, robar abierta y
bruscamente, negarse a devolverle al otro lo que se le perdió, y jurar falsamente diciendo
que no se ha hecho algo que si se hizo. Estos no son meros “errores” humanos, son pecados
que regularmente los seres humanos cometemos.

Es así como este sacrificio por este tipo de pecados que hoy son “socialmente aceptados”, o
“respetables”, nos lleva a reflexionar acerca del pecado en nuestro corazón; y aunque
hayamos sido redimidos por Cristo, nos impulsa a reevaluar el cambio que Él obra en
nuestra vida en términos más profundos de los que regularmente lo hacemos.

Es posible que como en el caso de los Corintios, una iglesia, o un creyente, pueda haber
dejado la idolatría, la hechicería, las prácticas sexuales inmorales, los vicios y demás
prácticas abiertas y profundas de pecado (1 Corintios 6:9-11); pero que aun así practique
“contiendas, envidias, iras, divisiones, maledicencias, murmuraciones, soberbias,
desórdenes,” (2 Corintios 12:20) y demás pecados menos escandalosos socialmente.

La Biblia es enfática en aclarar que ningún pecado deja de ser pecado por ser socialmente
aceptado, o por ser una práctica regular de la sociedad, o por no ser causal suficiente para
ser enjuiciado por un tribunal civil; y esto es porque el pecado nace del corazón, de tal
forma que, en principio, un iracundo viene a ser igual que un asesino (Mateo 5:21-22), y un
libidinoso viene a ser igual que un adultero (Mateo 5:27-28); y esto demanda una
santificación progresiva del creyente en Cristo, para ser continuamente librado en la
práctica de todos los pecados por los cuales el Señor pago en la Cruz para salvarnos.

No caiga en el error de pensar que sus ofensas a otros no ofenden a Dios (1 Juan 4:20-21),
pues Cristo vino a liberarlo de todo tipo de pecado. Arrepiéntase y restituya en lo afectado
al ofendido, confiando en Cristo para su perdón.
Día 97

DIOS TRATA CON LA CULPA DEL PECADOR

Levítico 7:1-2 Asimismo esta es la ley del sacrificio por la culpa; es cosa muy santa. En
el lugar donde degüellan el holocausto, degollarán la víctima por la culpa; y rociará
su sangre alrededor sobre el altar.

Dios no solo trata con la condenación del pecador que Él salva, también lo hace con su
sentido de culpa.

Alguien definió la culpa como la alarma interna del alma que se activa cuando hace algo
que viola la ley de Dios; y aunque muchos, por no creer realmente en Dios, no la llamen
pecado, ni la relacionen con el Señor, la experimentan bajo el sentido de pesar o aflicción
interna por no haber hecho algo bueno o correcto.

Este sacrificio por la culpa, según el significado de la palabra hebrea para culpa en Levítico
7:2, era para el que sabía que “era culpable”, para el que se sabía culpable de un pecado o
de una transgresión a la santa ley de Dios; y es por ello que el sacrificio de Cristo, al cual
apuntaban todos los sacrificios del Antiguo testamento, no solo nos libra de la condenación
eterna por el pecado, también nos libra de la culpa continua por el pecado.

Confiar en Cristo como salvador, por obra del Espíritu de Dios, nos libera del sentido de
culpa que atormenta el corazón pecador; y esto se debe a que, por la Palabra de Dios,
entendemos que ya Cristo pagó en la cruz como sustituto por todos nuestros pecados.

Pero bueno, alguien podría refutar esto diciendo que aún los creyentes en Cristo más
maduros caen en pecados eventuales continuamente, y que por ello deben seguir sintiendo
culpa cuando pecan, para así venir a Dios por perdón y restauración; y esto es totalmente
cierto, pero se da para que el cristiano crezca en santidad a la imagen de su salvador, y no
porque el sacrificio de Cristo no sea suficiente para liberarnos de la culpa.

Es la convicción de que Cristo pagó en la cruz por mi pecado una sola vez y para siempre
lo que me permite ser libre de un sentido de culpa continuo, y lo que a su vez me lleva a
buscar a Dios cuando percibo que he pecado de nuevo (1 Juan 1:9-2:2); porque solo el que
está en Cristo sabe que Dios ya no trata con él cuando peca como un Juez trataría a un
infractor de la ley para condenarlo, sino como un Padre que corrige a un hijo que ha
desobedecido y que quiere restaurar a la comunión con Él (Hebreos 12:4-11).

¿Porque vivir enfermo del alma a causa de la culpa si puede venir a Cristo por perdón y
restauración? Si usted no se ha rendido a Cristo para el perdón de sus pecados, nunca podrá
erradicar la culpa de su corazón; pero si viene a Él, Dios mismo le liberará para Su gloria.
Día 98

CONSAGRACIÓN SACERDOTAL PÚBLICA

Levítico 8:1-3 Habló Jehová a Moisés, diciendo: Toma a Aarón y a sus hijos con él, y
las vestiduras, el aceite de la unción, el becerro de la expiación, los dos carneros, y el
canastillo de los panes sin levadura; y reúne toda la congregación a la puerta del
tabernáculo de reunión.

Dios hizo lavar con agua, vestir con vestiduras especiales, ungir con aceite y rociar con
sangre a los sacerdotes para consagrarlos públicamente.

El lavamiento con agua puede simbolizar el ser purificado con la verdad bíblica, el ser
vestido con ropa especial puede simbolizar una vida santificada para Dios, el ser ungido
con aceite puede simbolizar el ser separado y capacitado para una función por el Espíritu
Santo, y el ser rociado con la sangre de un animal sacrificado puede simbolizar el ser
salvado por la fe en el sacrificio redentor de Cristo; en fin, el sacerdocio de Aarón y sus
descendientes apuntaba al sacerdocio espiritual de los creyentes en Cristo (1 Pedro 2:9).

Esta consagración pública nos ilustra sobre como nadie puede ser lavado, revestido, ungido,
y rociado espiritualmente por la fe en Cristo sin que se note; pues nadie puede ocultar su
consagración a Dios al ser salvado por Cristo. Ninguno de los verdaderos creyentes en
Cristo quiere ser un “agente secreto” del reino de los cielos, pues todos quieren que su vida
y su testimonio muestren a su gran salvador.

No pretenda tener una relación con Dios, por medio de Cristo, si no ejerce su sacerdocio
espiritual de forma clara en su familia, trabajo e iglesia. No deje de ejercer la oración por
otros y la predicación del evangelio a otros, pues somos real sacerdocio espiritual.

No necesitamos vestiduras y ceremonias especiales (como muchas iglesias usan) para ser
real sacerdocio en Cristo, solo necesitamos vivir en oración, en correcto entendimiento
bíblico de la obra redentora de Cristo, y en activa aplicación de la Palabra de Dios a
nuestras vidas y congregaciones; y esto se va a notar (Mateo 5:14-16).
Día 99

DIOS CONSAGRA SU PUEBLO

Levítico 9:5, 23-24 Y llevaron lo que mandó Moisés delante del tabernáculo de reunión,
y vino toda la congregación y se puso delante de Jehová. …y la gloria de Jehová se
apareció a todo el pueblo…y viéndolo todo el pueblo, alabaron, y se postraron

Dios no quiere un pueblo famoso o poderoso, Él quiere un pueblo consagrado para Su


gloria, un pueblo fiel.

La ceremonia de consagración del pueblo de Israel fue la primera que presidieron los
sacerdotes recién ordenados, y simboliza la consagración grupal de los creyentes en Cristo,
la consagración espiritual a Dios de cada Iglesia cristiana.

Dios no llama a los cristianos a consagrarse congregacionalmente a Él por otra cosa que
para exaltarlo; es por ello que los cultos “cristianos” que giran en torno a la exaltación del
hombre, dejan de ser cristianos, y dejan ser cultos verdaderos.

No nos quedemos solo con nuestra relación personal con Dios, busquemos una
consagración verdadera de nuestra Iglesia a Dios.
Día 100

ADORACIÓN EXTRAÑA

Levítico 10:1-2 Nadab y Abiú, hijos de Aarón, tomaron cada uno su incensario, y
pusieron en ellos fuego, sobre el cual pusieron incienso, y ofrecieron delante de
Jehová fuego extraño, que él nunca les mandó. Y salió fuego de delante de Jehová y
los quemó, y murieron delante de Jehová.

Dios demanda que solo se le adore conforme a lo que Él mismo lo ha establecido.

Lo que sucedió con Nadab y Abiú se explica en la frase: “ofrecieron delante de Jehová
fuego extraño, que él nunca les mandó”; y esto implica que el fuego que pusieron en su
incensario no era del que ardía en las brasas del altar del sacrificio, sino que lo sacaron de
algún otro lugar lejano al tabernáculo de reunión, lejano de la adoración establecida por
Dios.

La explicación que Moisés le dio a Aarón, el padre de Nadab y Abiú, de parte de Dios, fue:
“En los que a mí se acercan me santificaré, y en presencia de todo el pueblo seré
glorificado”; y dice el mismo versículo que: “Y Aarón calló” (Levítico 10:3).

Todo esto nos enseña que la innovación y la originalidad no es lo que Dios busca del
adorador, sino la fidelidad a lo que Él ya estableció. Hoy ya no adoramos al Señor a través
de los sacrificios del Antiguo testamento, pero porque Él mismo lo estableció cuando
Cristo vino al mundo a redimirnos (Juan 4:23-24); y sin embargo, todavía debemos adorar a
Dios según los parámetros que Él ha dado en el Nuevo testamento para la Iglesia.

La enseñanza bíblica expositiva (Hechos 2:42; 20:7; 1Timoteo 4:13; 2Timoteo 4:1-2), la
oración congregacional (Hechos 2:42; Efesios 6:18; Santiago 5:16), los cantos de
exaltación a Dios conforme Su palabra (Hechos 16:25; Efesios 5:19; Colosenses 3:16), el
partimiento del pan que Cristo mandó para recordar su sacrifico (Lucas 22:19; Hechos
2:42; 20:7; 1Corintios 11:24-25), la recolección de ofrendas voluntarias (Hechos 2:44-45;
4:32-37; 1Corintios 16:1-2), y el bautismo y discipulado de los nuevos creyentes (Mateo
28:18-20), son los elementos del culto en la Iglesia Cristiana.

No es una exageración decir que la verdadera adoración nace y se mantiene con una
correcta exposición de la Palabra de Dios; es por ello que el fuego extraño de hoy en día se
da por actividades no bíblicas, o por actividades que distorsionan el sentido del culto
bíblico, cuando son promovidas por una incorrecta interpretación de la Palabra de Dios por
parte de los que la predican en la Iglesia. El fuego extraño del culto al ego, a la moda y a las
manifestaciones impresionantes, viene por una falta de enseñanza bíblica expositiva.

Sea diligente en el estudio bíblico, para no ofrecer a Dios fuego extraño en su adoración.
Día 101

DIOS NOS DIFERENCIA DEL MUNDO

Levítico 11:46-47 Esta es la ley acerca de las bestias, y las aves, y todo ser viviente que
se mueve en las aguas, y todo animal que se arrastra sobre la tierra, para hacer
diferencia entre lo inmundo y lo limpio, y entre los animales que se pueden comer y
los animales que no se pueden comer.

Dios dirige nuestras costumbres con el propósito de enseñarnos a vivir lejos del pecado del
mundo.

En Levítico 11 las leyes de alimentación que especificaban el tipo de animales que no se


podían comer, y los que sí se podían comer, tenían el propósito específico de “hacer
diferencia entre lo inmundo y lo limpio”; y esto debería ilustrarnos de como Dios quiere
que todas nuestras costumbres y prácticas, hasta las alimenticias, le den la gloria a Él por
medio de nuestra separación voluntaria del pecado del mundo.

En cuanto a los alimentos, hoy, podemos decir como Pablo que “todo lo que Dios creó es
bueno, y nada es de desecharse, si se toma con acción de gracias; porque por la palabra de
Dios y por la oración es santificado” (1Ti.4:4-5); pero aun así, podríamos necesitar de
abstenernos de aquellos que nos inciten a pecar por la tradición cultural que gira en torno a
su consumo.

Y es que lo más seguro es que estas leyes alimentarias del Antiguo testamento fueron dadas
primordialmente para evitar el compañerismo desprevenido con los pueblos paganos que
hacían girar su alimentación en torno a la idolatría y a prácticas pecaminosas; y aunque
nosotros las siguiéramos fielmente, no nos garantizan el día de hoy que nos evitarían la
tentación de acompañarnos con quienes nos inciten a pecar.

Es por ello que estas leyes deben estimularnos más bien a revisar nuestras costumbres y
relaciones, y a evitar las que nos sean propicias para caer en pecado. No debemos ni
podemos huir del mundo, porque debemos presentarle al salvador; pero si debemos
abstenernos de compañerismos con personas que nos alienten a pecar, solo por amor y
obediencia al Señor; y esto es, por el contexto, lo que sabemos que enseña el Señor Jesús en
Mateo 18:8-9, cuando dice figurativamente que nos quitemos la mano, el pie o el ojo si nos
es ocasión para pecar, porque representan la relación con aquellas personas del mundo que
hacen “tropezar” en pecado a los pequeños hijos de Dios, a los recién convertidos a Cristo.

Recuerde, si usted está en Cristo, no se contaminará por lo que come (Mt15:17-20); pero si
podría exponerse a tentaciones innecesarias por el entorno con el cual se rodea a través de
algo tan sencillo como el comer. “Todo me es lícito, pero no todo conviene” (1Co10:23).
Día 102

PUREZA CEREMONIAL

Levítico 12:2-4 Habla a los hijos de Israel y diles: La mujer cuando conciba y dé a luz
varón, será inmunda siete días; conforme a los días de su menstruación será
inmunda. Y al octavo día se circuncidará al niño. Mas ella permanecerá treinta y tres
días purificándose de su sangre; ninguna cosa santa tocará, ni vendrá al santuario,
hasta cuando sean cumplidos los días de su purificación.

Dios deja claro desde el Antiguo testamento que debemos ser purificados conforme a Su
voluntad para adorarlo.

La impureza ceremonial de la mujer que acababa de tener un hijo no era porque fuera
pecado tener relaciones sexuales dentro del matrimonio, ni concebir un hijo producto de
esas relaciones, ni mucho menos el dar a luz el hijo concebido; sencillamente era porque los
líquidos internos derramados durante el parto eran considerados impuros, y debía
purificarse de ellos para adorar libremente al Señor.

Y esta impureza de los líquidos internos señalaba la necesidad de la pureza misma que Dios
estableció para adorarle, diferenciándose radicalmente de los cultos a dioses paganos que
giraban en torno a prácticas sexuales y derramamientos de sangre que buscaban el favor
personal y la fertilidad de la tierra.

Nunca se debe confundir la verdadera adoración a Dios con los rituales paganos
contaminados por el concepto pecaminoso del falso dios al que lo levantan; porque aunque
la adoración a Dios involucre nuestro cuerpo, ella es primordialmente espiritual (Juan 4:24)

Es por ello que en lo personal, y en lo congregacional, nuestras oraciones y estudios de la


Biblia deben transformar primeramente el alma del pecador; no debemos dejarnos
confundir por el pensamiento idólatra pagano que aún quiere contaminar nuestra oraciones
llevándonos a pedir riquezas materiales por sobre las espirituales, y buscar placeres
temporales antes que gozo eterno; no, debemos mantener pura nuestra adoración.

María, la madre de Jesús, tuvo que cumplir este rito de purificación del Antiguo testamento
y traer unas tórtolas, por su condición económica, como sacrificio expiatorio el día de su
purificación ceremonial (Lucas 2:22, 24); y ella no había concebido de un pecador, sino que
el mismo Espíritu Santo había engendrado al Salvador en su vientre; pero aun así, ella y su
marido cumplieron con lo establecido.

Así que, aunque hoy los cristianos ya no tengamos que seguir ese rito del Antiguo
testamento, estemos atentos de mantener la pureza en nuestra adoración por la fe en Cristo.
Día 103

LA LEPRA DEL SER HUMANO ES EL PECADO

Levítico 13:9 Cuando hubiere llaga de lepra en el hombre, será traído al sacerdote.

Todo ser humano con la lepra del pecado debe presentarse ante el sacerdocio de Cristo, no
solo para ser evaluado, sino para ser sanado.

Lo que se traduce como lepra en Levítico 13 podía corresponder, o no corresponder, a la


enfermedad que hoy conocemos como lepra; pero lo cierto es que consistía de una
enfermedad, o de diversas enfermedades, que afectaba la piel y que debía ser evaluada por
el sacerdote para prevenir el contagio a las demás personas del pueblo.

Al leer detenidamente en Levítico, nos damos cuenta que estas lesiones de piel eran
evaluadas y dictaminadas como razón suficiente para declarar a una persona “inmunda”
cuando había aumento de profundidad, aumento en la extensión, y cambio en el color. Las
personas “inmundas” eran alejadas de las demás para que no las contaminaran, y luego se
volvían a evaluar para ver si la lesión ya no era grave y si se podían reinsertar a la vida
comunitaria; pero de no ser así, debían seguir siendo alejadas por el bien del pueblo.

La lepra constituye una tremenda ilustración del pecado en el ser humano, pues este lo
destruye en la medida que se profundiza y se extiende en su vida, cambiando su apariencia
y alejándolo de una relación armónica con los demás. De hecho, algunas personas en el
Antiguo testamento fueron castigadas por Dios con lepra cuando su pecado era inminente y
público (Num.12:9-15; 2Cr.26:16-21), de tal forma que se ilustraba su rebelión contra Dios.

Los evangelios relatan como Jesús sanó leprosos (Mateo 8:2-3; 11:5; Lucas 17:11-19) y
como les dio a Sus discípulos poder para sanar leprosos en Su nombre (Mateo 10:8); pero
más que querer sanar las enfermedades, Cristo quería revelarse por medio de sus milagros
como el Mesías, como el salvador del alma humana llena de la lepra del pecado.

Y así como los leprosos debían presentarse en la antigüedad ante los sacerdotes para ser
declarados limpios, los pecadores deben venir a Cristo, sumo sacerdote celestial (Hebreos
3:1; 4:14-16; 7:22-28; 9:11-12; 24-28), pero para ser limpiados de la esclavitud al pecado y
ser declarados limpios ante Dios por la obra redentora de Cristo en la cruz.

Nunca habrá algo más nocivo, contaminante y destructivo, de lo que debamos ser liberados
por Cristo, que el pecado; solo viniendo al Salvador, en verdadero arrepentimiento y fe,
podemos ser limpiados de nuestra maldad; y solo permaneciendo en Cristo,
permaneceremos protegidos, por la gracia y disciplina divina, de la esclavitud al pecado.
Día 104

PROCESO DE RESTAURACIÓN DEL PECADOR

Levítico 14:2-3 Esta será la ley para el leproso cuando se limpiare: Será traído al
sacerdote, y éste saldrá fuera del campamento y lo examinará; y si ve que está sana
la plaga de la lepra del leproso,

Dios no solo perdona y restaura internamente el corazón del pecador, también lo reintegra
gradualmente a la comunión con aquellos de los que había sido alejado por su pecado.

Aquel que hubiese sanado de su “lepra”, o de la enfermedad de su piel que lo había llevado
a ser proclamado como “inmundo”, podía y debía ser reintegrado a la vida comunitaria de
la que había sido excluido, pero a través de un proceso ceremonial.

El proceso consistía en presentarse ante el sacerdote, ser examinado por él fuera del
campamento donde habitaba todo el pueblo, ser purificado por el sacerdote por medio de un
sacrificio de dos avecillas, entrar al campamento a morar siete días fuera de la tienda donde
vivía, ser rapado y lavado al séptimo día, ser purificado al octavo día por el sacerdote a
través del sacrificio de dos corderos y una cordera, y de un litro de aceite de oliva, o solo de
un cordero, dos tórtolas y un litro de aceite si se era muy pobre.

Todo esto apuntaba al proceso de reinserción en la vida comunitaria de aquel ha sido


rechazado a causa del pecado, porque la lepra de la antigüedad simboliza el pecado para
nosotros en la actualidad; así que todo este proceso sanitario y ceremonial del Antiguo
testamento nos recuerda que no debemos imponer rápidamente y a la ligera la aceptación en
comunidad de aquel que ha caído en gran profundidad de pecado, y que debemos orientar y
asesorar al que ha sido perdonado y transformado por Cristo para que sepa cómo afrontar el
rechazo inicial de los que aún creen que sigue siendo el mismo, para pueda esperar y
trabajar gradualmente por la aceptación de aquellos que afectó con su vida de pecado.

Es cierto que Cristo da un nuevo nacimiento y redime inmediatamente al pecador


arrepentido que viene a Él, y que no lo perdona o redime a través de un proceso; pero
también es cierto que si es un proceso el volver a tener la confianza y aceptación de
aquellos que fueron grandemente afectados por la vida del pecador.

Así que debemos ser pacientes con aquellos que afectamos con nuestros pecados, pues poco
a poco Dios nos dará la gracia de restaurar nuestra convivencia con ellos; así como el que
había sido leproso era gradualmente introducido a su vida comunitaria y familiar.
Día 105

DIOS TOMA EN SERIO NUESTRAS INTIMIDADES FÍSICAS

Levítico 15:31-33 Así apartaréis de sus impurezas a los hijos de Israel, a fin de que no
mueran por sus impurezas por haber contaminado mi tabernáculo que está entre
ellos. Esta es la ley para el que tiene flujo, y para el que tiene emisión de semen,
viniendo a ser inmundo a causa de ello; y para la que padece su costumbre, y para el
que tuviere flujo, sea varón o mujer, y para el hombre que durmiere con mujer
inmunda.

Dios no ve como malas las relaciones sexuales, pues Él las diseñó para el ser humano; pero
si quiere que las veamos con la misma seriedad que Él.

En esta sección del Levítico se proclama la impureza ceremonial que viene por el flujo
seminal del hombre y por flujo menstrual de la mujer, mostrando como impuros los objetos
y personas que entraran en contacto con estos flujos y con sus portadores; pero el objetivo
de Dios no era elevar a pecaminosos los flujos que sirven para engendrar y para preparar la
mujer para dar inicio a un siguiente ciclo de fertilidad, sino fomentar la reverencia en la
adoración a Él en el tabernáculo.

Es más, Dios no prohibió al hombre que tuviera relación sexual con su pareja, ni que la
tuviera absteniéndose de eyacular, como ha enseñado la falsamente llamada “gnosis”; sino
que le mandó a lavarse y a abstenerse de creerse ceremonialmente limpio durante ese día
(Levítico 15:18), evitándole que fuera al tabernáculo a adorar sin meditar en la importancia
y trascendencia que delante del Señor tenía su relación conyugal.

En últimas, aun hoy, el problema es no llevar una vida sexual dentro de los parámetros de
la Palabra de Dios y creer que aun así se puede adorar libremente a Dios; y aunque son
muchas las formas de impureza sexual que podríamos incluir hoy en el término bíblico
“fornicación”, incluso dentro del matrimonio, como adulterio, sadismos, masoquismo, sexo
contra natura, pornografía, etc…, todo viene por olvidar que estas relaciones son
importantes y trascendentes, y por no pensar en hacer todo conforme a la voluntad de Dios,
si es que queremos luego presentarnos correctamente ante Él.

Recuerde que aunque ya no está vigente la ley ceremonial que mandaba el lavamiento ritual
luego de la relación sexual, aún sigue vigente el principio de respeto y reverencia delante de
Dios, que fue quien promulgó esa ley; así que recuerde que hasta sus relaciones sexuales
deben girar en torno al respeto reverente hacia Dios y a Su Palabra.
Día 106

LA RELACIÓN CON DIOS

Levítico 16:1-3 Habló Jehová a Moisés después de la muerte de los dos hijos de Aarón,
cuando se acercaron delante de Jehová, y murieron. Y Jehová dijo a Moisés: Dí a
Aarón tu hermano, que no en todo tiempo entre en el santuario detrás del velo,
delante del propiciatorio que está sobre el arca, para que no muera; porque yo
apareceré en la nube sobre el propiciatorio. Con esto entrará Aarón en el santuario:
con un becerro para expiación, y un carnero para holocausto.

Dios no se relacionará plenamente con ninguno que no muera a sí mismo y que no confíe
en que Cristo murió por Él.

Es terrible pasar por la pérdida de un familiar, como tuvo que pasarlo Aarón al perder a sus
dos hijos, Nadab y Abiú, en un solo día (Levítico 10); pero la muerte de ellos, aunque
justificada delante de Dios, como la muerte de todo pecador, sirvió de ejemplo para enseñar
al mismo Aarón y a todo el resto de la familia sacerdotal.

A través de este suceso, Dios enseñó que no se debía tomar la relación con Él a la ligera,
pues Él se manifestaba en forma más plena desde el lugar santísimo, sobre el propiciatorio
del Arca del pacto, y la comunión plena con Él requiere la muerte del que se acerca. Es por
ello que Dios estableció que solo entrara allí el sumo sacerdote una vez al año, presentando
sacrificios por su propio pecado y por los pecados del pueblo, como se especifica en
Levítico 16; pero esto, a su vez, apuntaba al hecho de que solo por medio del sacrificio
único de Cristo en la cruz es que podríamos acceder plenamente a la comunión continua y
eterna con Dios, como se explica en Hebreos 9.

Claro, esto también nos recuerda que el cristiano debe haber muerto a sí mismo y ahora
vivir para Dios, por la fe en Cristo, para relacionarse plenamente con el Señor (Romanos
6:1-11; Gálatas 2:20; 6:14); mortificando a diario los deseos egocéntricos y pecaminosos
(Lucas 9:23; Colosenses 3:5-11) por el poder de Dios en él.

En últimas, toda la Biblia revela que es más valiosa nuestra relación con Dios que nuestra
vida en este mundo; por ello, Dios demanda que muramos al mundo para vivir para Él por
la fe en Cristo. Dios desea que cada vez que le busquemos en oración y estudio bíblico,
recordemos que esto fue pagado por la muerte sustitutoria de su Hijo; que Cristo pagó por
nuestro pecado en la cruz para que nosotros pudiéramos relacionarnos libre, continua y
permanentemente con Él; que nosotros debemos vivir para aquel maravilloso Dios que nos
ha recibido poniendo a Su propio Hijo a pagar como nuestro sustituto; y que por ello no
debemos vivir para el mundo y sus deseos, pues alimentan nuestros deseos pecaminosos.

No tome a la ligera su relación con Dios, pues costó el sacrificio en la cruz de Su Hijo.
Día 107

LA ADORACIÓN SOLO PERTENECE AL VERDADERO DIOS

Levítico 17:7 Y nunca más sacrificarán sus sacrificios a los demonios, tras de los cuales
han fornicado; tendrán esto por estatuto perpetuo por sus edades.

Dios no solo demanda la adoración de los suyos, Él demanda el cuidado continuo para no
volver a la idolatría.

Los animales degollados fuera del tabernáculo y el derramamiento o consumo de su sangre


estaban prohibidos por Dios; porque estos eran solo para adorar al Dios verdadero, al único
Dios, al que se reveló al pueblo de Israel. Esto lógicamente se prohibió porque un animal
que se sacrificara sin el objetivo de alimentar a la familia, solo se hacía para rendir culto.
Así se evitaba que volvieran a sacrificar animales a los llamados “dioses” de otras culturas;
y se evitaba que bebieran la sangre de los animales sacrificados, como los otros pueblos.

Estos ídolos, que eran imágenes de machos cabríos, son llamados “demonios” en la
traducción al español de la versión Reina-Valera de 1960; y aunque las culturas paganas
creyeran que estas estatuas eran “dioses”, o que al menos los comunicaban con ellos, detrás
de ellas y de todo ídolo se encontraban y se encuentran los demonios que pretenden robar la
adoración a Dios; y esto lo explica claramente el apóstol Pablo en 1ª de Corintios 10:19-20.

Aunque Dios dijo que no bebieran la sangre del animal sacrificado “porque la vida de la
carne en la sangre está”, no era por atribuir el alma a la sangre, ni por solo evitar que se la
tomaran o que la introdujeran en las vías circulatorias de otro ser vivo (como parecieran
enseñar los falsamente llamados testigos de Jehová), sino porque en últimas esa sangre
Dios se las había “dado para hacer expiación sobre el altar” (Levítico 17:11).

La sangre del animal representaba la vida que debía sacrificarse como sustituto por el
pecador, para que pudiera acercarse a Dios en adoración; y apuntaba al sacrificio redentor
de Cristo, quien murió como sustituto de todos los que confían en Su obra salvadora, y
quien permite el acceso a los Suyos para adorar a Dios.

Al final, la sangre del animal sacrificado apuntaba a la sangre que Cristo derramó para
redimirnos en la Cruz; y la prohibición de beber la sangre del animal sacrificado, o de
sacrificar al animal lejos del tabernáculo, apuntaba a la actitud vigilante del adorador para
no volver al culto idólatra a dioses falsos; y esto debe estimular al cristiano a vivir vigilante
de no volver al culto a los ídolos, tanto los externos como los del corazón.

Dios no solo demanda actividades de adoración de aquel que está en Cristo, Él demanda
toda la vida del cristiano en adoración.
Día 108

LA SANTIDAD INCLUYE LA SEXUALIDAD

Levítico 18:4-6 Mis ordenanzas pondréis por obra, y mis estatutos guardaréis,
andando en ellos. Yo Jehová vuestro Dios. Por tanto, guardaréis mis estatutos y mis
ordenanzas, los cuales haciendo el hombre, vivirá en ellos. Yo Jehová. Ningún varón
se llegue a parienta próxima alguna, para descubrir su desnudez. Yo Jehová.

Dios prohíbe el incesto, el adulterio, el homosexualismo y el bestialismo yendo


precisamente en contra de la cultura pecaminosa del mundo.

Todas estas prácticas sexuales ilícitas, junto al sacrificio de niños a los dioses paganos, eran
la “moda” de la época antigua en muchas culturas; y en este capítulo de Levítico, antes de
proclamar Su prohibición de estas prácticas para Su pueblo, Dios simplemente expuso que
debían obedecerle porque Él era Su Dios; y si esta fuera la única explicación que Dios
hubiera dado y aún diera, debería ser suficiente para quienes decían y dicen que Él es su
creador, que Él es quien todo lo sabe, y que Él sabe de qué libra nuestra vida cuando nos
prohíbe algo; pues debe hacerlo para nuestro beneficio, porque Él mismo dice que el que
practica sus mandamientos “vivirá en ellos”.

Pero Dios no solo les ordenó que guardaran sus mandamientos en cuanto a la sexualidad,
también les aclaró que por practicar todo lo contrario, aunque estuviera de “moda”, era que
expulsaba de sus tierras a los pueblos que practicaban toda esa inmoralidad sexual (Levítico
18:24-25).

Bueno, no es exagerado decir que hoy también en muchas sociedades se han vuelto una
moda las prácticas sexuales que Dios condena como pecado; y que aunque muchos no las
practiquen, también se les ha vuelto una moda defender a quienes practican estos pecados
en sus relaciones sexuales. Pero aunque los argumentos sean muy agudos y elaborados,
defender lo que Dios prohíbe es rebelarse contra Dios.

Nadie debería pensar que los que creemos en la voluntad de Dios para nuestra sexualidad
no somos tentados precisamente en eso que Dios prohíbe, o que no lo hayamos practicado
antes de una u otra forma; más bien, deberían saber y entender que Dios mismo nos ha
librado a través del perdón por medio de la obra redentora de Cristo, y que nos ha
capacitado y capacita por Su gracia para vivir conforme a Su voluntad (1 Corintios 6:9-14).

No tome el camino fácil de vivir o defender los pecados sexuales de moda en el mundo,
recuerde que esas prácticas son aborrecidas por Dios porque idolatran el placer sexual
como a un “dios” (Romanos 1:22-32); y también recuerde que Cristo vino a salvarlo de la
esclavitud a las inmoralidades sexuales que lo tientan y que lo han esclavizado.
Día 109

LA SANTIDAD DE DIOS NOS MOTIVA

Levítico 19:1-2 Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a toda la congregación de los
hijos de Israel, y diles: Santos seréis, porque santo soy yo Jehová vuestro Dios.

Dios dio sus mandamientos para que conociéramos Su santidad y nuestro pecado; y por
ende, nuestra necesidad de ser cada día más como Él: Santos.

Antes de dar una lista de mandamientos sobre una variedad de temas, Dios le pidió a
Moisés que le explicara a toda la congregación que debían ser santos porque Él es santo.
Esto no fue una negación del Señor sobre la inminente diferencia entre Su perfección y la
debilidad del ser humano con naturaleza pecaminosa, no; esta es la forma de Dios motivar a
que se le obedezca, pues a nadie debemos tratar de imitar más que a Él.

Los mandamientos sobre aspectos ceremoniales, sociales, familiares, laborales y de


protección ante costumbres paganas, tenían y tienen como objetivo reflejar la santidad de
Dios; y es que el Señor Jesús también lo explicó con el término que la versión Reina Valera
traduce como “perfectos”, al decir: “Sed, pues, vosotros perfectos, como vuestro Padre que
está en los cielos es perfecto” (Mateo 5:48).

Y Jesús no solo estaba refiriéndose a la práctica de los mandamientos divinos, sino al Amor
que debe reinar en el corazón de quien los obedece; pues estos solo se cumplen cuando
amamos a Dios por sobre todas las cosas y a nuestro prójimo como a nosotros mismos
(Mateo 4:44-47; 22:37-40; Marcos 12:29-34; Romanos 13:9-10).

Claro, solo Cristo, siendo Dios hecho hombre, concebido sin pecado, vivió en perfecta
santidad para mostrar la plenitud de la santidad de Dios y pagar perfectamente por nuestro
pecado con su sacrificio en la cruz; porque nadie ha amado ni ama como Cristo ama al
Padre celestial y ama a los que redimió con su sacrificio redentor.

Es por ello que el cristiano debe entender que ya su Salvador pagó con Su santidad y
perfección para salvarlo, pero que por eso mismo debe querer parecerse más a Dios y a Su
redentor, amando cada día más como Él, y obedeciendo cada vez más Sus mandamientos.
Día 110

LA MUERTE VIENE POR EL PECADO

Levítico 20:26-27 Habéis, pues, de serme santos, porque yo Jehová soy santo, y os he
apartado de los pueblos para que seáis míos. Y el hombre o la mujer que evocare
espíritus de muertos o se entregare a la adivinación, ha de morir; serán apedreados;
su sangre será sobre ellos.

Los pecados castigados en el Antiguo testamento con la muerte son las más terribles
ilustraciones de la muerte espiritual del pecador.

No solo la práctica ocultista de invocación de “espíritus de muertos” acarreaba la pena de


muerte en la ley dada por Dios en el Antiguo testamento, según el capítulo 20 de Levíticos
también se castigaba de la misma forma el sacrificio de niños a los ídolos, el atender a
encantadores y adivinos, el maldecir a los padres, el cometer adulterio, el incesto, el
homosexualismo y la zoofilia; y todo por santificar o separar a los judíos de las culturas
paganas, y consagrarlos al verdadero Dios.

Por la misma Biblia sabemos que la muerte espiritual vino por el pecado, y que estos
pecados eran un manifestación elevada de la rebeldía del corazón humano pecador, y que
por ello ameritaban la pena de muerte, para prevenir la diseminación del pecado en el
pueblo; pero también sabemos que esta muerte espiritual fue vencida por el único que ha
resucitado milagrosamente a varios muertos reales, y que resucitó gloriosamente al tercer
día de haber sido crucificado para salvar a muchos con su sacrificio sustitutivo; y que ese es
Cristo, quien salvó a una adultera de morir apedreada, pero también la salvó de la muerte
eterna por su pecado, de vivir esclavizada a su conducta pecaminosa en esta tierra (Juan
8:3-11); y que de la misma forma Cristo puede salvar a todos los que confiamos en Él.

¿Qué pasaría con familiares, amigos y conocidos nuestros si aún se aplicara la pena de
muerte a los que practican los pecados enunciados en Levítico 20? ¿Qué pasaría o hubiera
pasado con nosotros mismos? De seguro la mayoría recibiría la pena capital, pero solo sería
el reflejo de la pena eterna en el infierno que pende sobre todo ser humano por el pecado.

No necesitamos ser amenazados de muerte física para abandonar el pecado, necesitamos


arrepentirnos y confiar en que Cristo nos libera por Su obra redentora. Toda estrategia
humana de cambio solo es una reforma de conducta llena de argumentos temporales, pero
la conversión de un alma a Cristo es una transformación verdadera obrada por el poder de
Dios; pues no solo cambia nuestra posición espiritual de condenados, sino que también nos
libera de nuestra condición espiritual de esclavitud al pecado, y nos hace vivir para Dios.

“Porque la paga del pecado es muerte, más la dádiva de Dios es vida eterna en Cristo Jesús
Señor nuestro” (Romanos 6:23).
Día 111

PUREZA SACERDOTAL

Levítico 21:1 Jehová dijo a Moisés: Habla a los sacerdotes hijos de Aarón, y diles que
no se contaminen…

Dios le mandó a los sacerdotes a preservarse ceremonialmente más puros que los demás
porque debían reflejar la santidad divina.

Dios le mandó a los sacerdotes judíos a no contaminarse con los cuerpos de los difuntos (a
menos que fuera un familiar cercano), a no casarse con mujeres que no fueran vírgenes, y a
no entrar al santuario si tenían un defecto físico (pudiendo comer del pan del santuario).

Y esto no lo mandó Dios porque olvidara el dolor por la persona que muere, ni porque no
quisiera que una mujer que no fuera virgen consiguiera esposo, ni porque se olvidara de
aquellos que poseen limitaciones físicas; de hecho, hay otros mandamientos en la ley de
Dios que protegían y ayudaban a las personas en estas circunstancias. Lo que Dios buscaba
era que la vida de los sacerdotes reflejara más fielmente la pureza de la santidad divina,
pues así ponía su lugar de reunión con el pueblo lejos de las consecuencias del pecado
como la muerte, la disfunción familiar, y la enfermedad.

Hoy todos los verdaderos creyentes en Cristo somos real sacerdocio, y nuestra vida misma
debe adorar a Dios en todo lugar y circunstancia, especialmente cuando nos reunimos como
Iglesia; por ello, estas leyes de pureza ceremonial sacerdotal no aplican sobre nosotros,
pero si nos recuerdan que debemos vivir con una pureza mayor que las demás personas, que
debemos alejarnos de una vida de pecado deliberado, y así mostrar al mundo que Cristo, el
perfecto y sumo sacerdote de nuestra fe, no solo da un perdón legal al pecador, sino que
también le da una nueva vida en santidad.

“De modo que si alguno está en Cristo, nueva criatura es; las cosas viejas pasaron; he aquí
todas son hechas nuevas” (2 Corintios 5:17).
Día 112

OFRENDA ÍNTEGRA

Levítico 22:22 Ciego, perniquebrado, mutilado, verrugoso, sarnoso o roñoso, no


ofreceréis éstos a Jehová, ni de ellos pondréis ofrenda encendida sobre el altar de
Jehová.

Dios no aceptaba animales con defectos pues no representaban la integridad de la entrega


que Él demanda del pecador.

Ofrendar un animal sin una parte de su cuerpo, o con algún defecto físico, era “contaminar”
la adoración; era querer dar cualquier cosa a Dios; era darle a Dios sin verdadera entrega
del corazón.

En el Nuevo Testamento, bajo la autoridad de los Apóstoles de Cristo, un hombre y su


esposa cayeron muertos luego de no dar completa la ofrenda con que se habían
comprometido en su corazón (Hechos 5:1-11); y aunque esa consecuencia solo se dio en la
era apostólica, hoy tampoco deberíamos restar en cantidad o calidad a nuestras ofendas,
para no faltar a lo que Dios ha puesto en nuestro corazón que debemos ofrendar.

Es que lo que damos refleja lo que pensamos de aquel a quien se los damos, porque si
damos de lo que nos sobra, estando dañado o incompleto, revelamos nuestra baja estima
por el que nos recibe lo que damos. Y esto aplica a las personas a nuestro alrededor y a la
persona de Dios, quien es digno de nuestra entrega completa a Él.

En últimas, Dios no necesita nuestras ofrendas, lo que demanda es nuestro corazón; y es


que Él busca que nos le entreguemos por completo, “en sacrificio vivo, santo, agradable”
(Romanos 12:1).

Si Cristo se dio completamente por mí ¿Cómo rehusarme a entregarme por entero a Él?
Día 113

SANTAS CONVOCACIONES

Levítico 23:1-2 Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles:
Las fiestas solemnes de Jehová, las cuales proclamaréis como santas convocaciones,
serán estas:

Dios determinó fiestas colectivas para que los judíos se regocijaran en Él, y así mostrar el
gozo de reunirnos para glorificar al Señor.

Además del día de descanso semanal, Dios mandó a los judíos a celebrar un día de la
Pascua, siete días de la fiesta de los panes sin levadura, un día de la fiesta de las primicias,
un día de la fiesta de las semanas o pentecostés, un día de la fiesta de las trompetas, un día
como día de Expiación, y siete días de la fiesta de los tabernáculos. Todas estas fiestas
estaban libres de la contaminación por las festividades paganas de los demás pueblos, pues
habían sido mandadas por Dios para que el pueblo se reuniera y recordara Su obra en ellos.

Estas fiestas tenían como común denominador la convocación del pueblo a recordar que
Dios los llamó a salir del paganismo del mundo, y en su mayoría eran celebraciones llenas
de gozo por haber sido escogidos y salvados por Dios a través de Moisés. Esto debería
estimular a los creyentes en Cristo a valorar el congregarse juntos como un tiempo de gozo
por haber sido separados del mundo para Dios, a celebrar realmente como Iglesia de Cristo.

Hoy, los creyentes en Cristo no estamos obligados a celebrar estas fiestas del Antiguo
testamento, pues sería retroceder en la revelación de la salvación por Gracia que nos ha
dado Cristo a una búsqueda de satisfacción en ceremonias que en últimas apuntaban a lo
que Cristo haría por nosotros (Gálatas 4:10-11); pero estas fiestas si nos recuerdan que el
elemento de gozo en Dios, y de recordación de lo que Dios ha hecho por nosotros, nunca
debe faltar cuando nos congregamos como Iglesia; pues siempre que nos reunamos Cristo
debe ser el centro de nuestros cantos, oraciones y meditaciones de la Biblia.

Si Cristo es el centro de las reuniones o cultos de una Iglesia, estas reuniones siempre serán
santas convocaciones.
Día 114

PENA SEGÚN LA OFENSA

Levítico 24:16, 21 Y el que blasfemare el nombre de Jehová, ha de ser muerto; toda la


congregación lo apedreará; así el extranjero como el natural, si blasfemare el
Nombre, que muera. El que hiere algún animal ha de restituirlo; mas el que hiere de
muerte a un hombre, que muera.

Dios ve el nivel de profundidad del pecado según el receptor directo de la ofensa.

Al darse un caso en que un hombre blasfemó el nombre de Jehová en medio de una riña con
otro hombre, Moisés encarceló al ofensor mientras Dios le declaraba que hacer (Levítico
24:10-12); y al recibir la respuesta de Dios, no solo se le dijo que le dieran muerte, sino que
también le reiteró que la pena por lesionar a una persona debía ser proporcional a la ofensa
(rotura por rotura, ojo por ojo, diente por diente), que el que hiriere de muerte un animal
debía restituirle con otro animal a su dueño, pero que el que hiriera de muerte a un ser
humano debía pagar con su propia vida (Levítico 24:13-23).

Dar muerte a un animal se pagaba dando otro animal; lesionar a una persona se pagaba
sufriendo la misma lesión; dar muerte a una persona se pagaba con la muerte del que le dio
muerte; y blasfemar el nombre del Señor, o maldecirlo, o involucrar el nombre del Dios en
una maldición, ofendiendo Su reputación, era pagado con la muerte. La pena aumentaba en
la medida en que el ofendido o afectado fuera un ser de mayor importancia; lo cual
demuestra que el ser humano fue creado por Dios con una dignidad y propósito mayor que
los animales, pero que el ser humano no es más importante que Dios.

Dios aborrece el maltrato a los animales, pero ve con más indignación el maltrato humano,
y con más indignación aún el que se ofenda Su ser divino o se distorsione quien Él es;
porque aunque Dios no puede ser dañado físicamente, si puede ser denigrado ante los
hombres, para que no sea conocido cuan glorioso es.

Es por ello que necesitamos a Cristo como salvador; porque así no hubiéramos dañado
nunca a un animal, ni maltratado y dado muerte a una persona, todos hemos ofendido a
Dios con nuestra forma pecaminosa de concebir Sus atributos, y tratándolo como si fuera
uno más de nosotros, o hasta promoviendo esta forma blasfema de entender a Dios.

Solo el Hijo de Dios puede reconciliar con Su sacrificio redentor a quienes merecíamos la
muerte eterna por ofender a nuestro creador; y solo por la fe en Él es que se nos permite
glorificar a Dios conforme a Su voluntad, según lo revelado por Él en la Biblia.
Día 115

VIVIR COMO EXTRANJERO CON DUEÑO

Levítico 25:23, 55 La tierra no se venderá a perpetuidad, porque la tierra mía es; pues
vosotros forasteros y extranjeros sois para conmigo. Porque son mis siervos, los
cuales saqué yo de la tierra de Egipto; no serán vendidos a manera de esclavos.

No es verdadero gozo tener todo lo que se quiere, sino disfrutar de todo sabiendo que hasta
nuestra propia vida le pertenece a Dios, viviendo para Su gloria por la fe en Cristo.

Era fundamental para toda la ley de Levítico 25 de administración de la tierra, y de las


vidas de los esclavos, ver a Dios como dueño final de la tierra y de las vidas.

Porque es a partir del hecho de que Dios era el dueño de las tierras que el pueblo de Israel
debía dejar descansar la tierra cada siete años y cada cincuenta años, no cultivándola
durante el año sabático ni durante el año de jubileo; y además, por esto mismo, debían
devolver la tierra a sus dueños iniciales en el año de jubileo, y solo debían venderla con un
precio justo de acuerdo al tiempo que faltara para el siguiente año de jubileo, pudiendo ser
rescatada por un familiar del dueño original cuando este la hubiere vendido por pobreza.

Pero también es por el hecho de que las vidas le pertenecen a Dios que los israelitas debían
dejar en libertad durante el año de jubileo (Cada 50 años) a las personas que se hubieren
vendido como esclavos a causa de su pobreza, pudiendo también ser rescatados por un
familiar que pagara según los años que faltaran antes del siguiente año de jubileo.

Estas leyes les obligaban a desechar la idea de que algo en este mundo se le puede arrebatar
de las manos a Dios, pues hasta nuestras vidas le pertenecen. Lamentablemente la historia
del pueblo de Israel deja ver que esto solo lo practicaron fielmente durante algunas épocas;
y aunque no se nos mande a los cristianos a aplicar estas leyes del antiguo testamento, si se
nos sigue pidiendo que vivamos como extranjeros para recordar que nada es nuestro en este
mundo, sino que todo se lo administramos a Dios para Su gloria en Cristo (Fil.3:20-21).

Y a pesar de que los cristianos si volveremos a vivir en esta tierra cuando Cristo vuelva y
nos resucite a los suyos para que moremos con Él eternamente, no está nuestro deleite en
las cosas que tenemos por simplemente tenerlas, sino por administrarlas conforme a la
voluntad de Dios en Cristo: para Su gloria; y esto siempre es y será así, especialmente
cuando estemos en aquella tierra nueva que vendrá al final de los tiempos.

Si lo que tenemos lo administramos para la Gloria de Dios, podremos batallar contra los
deseos carnales de este mundo (1 Pedro 2:11); porque lo que tenemos y somos es de Dios.
Día 116

DIOS, SUS MANDAMIENTOS Y SU PUEBLO

Levítico 26:43-44 Pero la tierra será abandonada por ellos, y gozará sus días de
reposo, estando desierta a causa de ellos; y entonces se someterán al castigo de sus
iniquidades; por cuanto menospreciaron mis ordenanzas, y su alma tuvo fastidio de
mis estatutos. Y aun con todo esto, estando ellos en tierra de sus enemigos, yo no los
desecharé, ni los abominaré para consumirlos, invalidando mi pacto con ellos;
porque yo Jehová soy su Dios.

Dios bendice la obediencia y castiga la desobediencia a Sus mandamientos, pero no


desecha a los suyos.

Este capítulo de levítico habla de las bendiciones temporales de obedecer los mandamientos
de Dios, pero también presenta varias series de maldiciones como consecuencia de la
insistencia en desobedecer los mandamientos de Dios. Y también muestra que hasta la
última serie de castigos temporales más fuertes, como las hambrunas, el destierro y la
esclavitud a manos de extranjeros, eran las formas en que Dios trataba al pueblo de Israel
para hacerlos volver a la tierra que les dio con una actitud arrepentida y dispuesta a
obedecer permanentemente.

Ahora, aunque esto se cumplió en varios ciclos de desobediencia, castigo y restauración


sobre el pueblo de Israel, nos muestra claramente que todos sufrimos en esta vida directa o
indirectamente por nuestros pecados, y que solo Cristo vivió en santidad perfecta, sin violar
los mandamientos, pues vino a salvar a todos los que solo obedecemos por épocas e
imperfectamente.

Es por la fe en Cristo que sabemos que podemos disfrutar de una guía y protección especial
de Dios en este mundo (Romanos 8:32), pero no para que busquemos lo busca el mundo,
sino para que ahora busquemos hacer Su voluntad libremente, en agradecimiento por la
salvación eterna que nos dio.

Los cristianos no seremos siempre librados por Dios de las consecuencias temporales de
nuestros pecados, pero si seremos librados de la condenación eterna; y si Dios no nos deja
de castigar en esta vida, por nuestros pecados, es simplemente para que crezcamos en
santidad, a Su imagen (Hebreos 12:5-10).

No solo debo obedecer a Dios para no sufrir en esta vida, sino primordialmente para no
ofender al que me liberó en Cristo del sufrimiento en la vida venidera.
Día 117

VOTO O PROMESA ESPECIAL

Levítico 27:2 Habla a los hijos de Israel y diles: Cuando alguno hiciere especial voto a
Jehová, según la estimación de las personas que se hayan de redimir, lo estimarás
así:

Dios no necesita que le demos, pero si espera que cumplamos lo que voluntariamente
ofrecimos consagrarle.

El voto especial era una ofrenda adicional que no se mandaba obligatoriamente en la ley;
pero tenía tanta importancia que cuando se retractaba el que lo prometió debía pagar por su
redención o rescate una suma que se estableció en este capítulo final de Levítico.

Por las personas prometidas o consagradas como voto especial se pagaba de acuerdo a su
edad y sexo un valor fijo (Levítico 27:3-7), pero al pobre se le determinaba el valor a pagar
según su capacidad económica (Levítico 27:8); y por los animales que se usaban para los
sacrificios en el tabernáculo no se podía pagar para rescatarlos, pero si por los que no se
ofrendaban, añadiéndoles una quinta parte de su valor real (Levítico 27:9-13).

También podían rescatarse la casa, el terreno y el diezmo que se habían consagrado a Dios,
pero añadiendo un 20% sobre el valor (Levítico 27:14-33). Esto le daba la seriedad
requerida a la promesa que se hacía a Dios, recordándole al que hacía el voto especial que
debía cumplir lo prometido, con lo que prometió o con lo que Dios estableció como rescate.

No debemos hacer promesas a la ligera a Dios, ni comprometernos a consagrarle algo que


luego no podamos o no queramos entregar a la iglesia para el servicio al Señor; pero si
prometemos, debemos cumplir con lo que prometimos, o dando algo que valga aún más que
lo que prometimos. Y esto no debemos hacerlo en las iglesias cristianas porque deseemos
volver a la ley ceremonial del Antiguo testamento, sino porque Dios es digno de que le
cumplamos lo que le ofrecemos voluntariamente, y así también su iglesia se beneficia.

Muchos dicen: Señor yo te voy a dar esto o aquello, cuando Dios no se los ha pedido; pero
Dios sabe lo que ofrecen, aunque a ninguna otra persona se lo hayan dicho. Peor aún,
muchos hacen votos o promesas a Dios cuando quieren que los libre de una determinada
situación o problema, pero luego no toman con seriedad lo prometido.

Aunque Cristo ya pagó por el favor de Dios sobre nuestras vidas, el Señor espera que no le
incumplamos lo que le prometemos. “Cuando a Dios haces promesa, no tardes en
cumplirla; porque él no se complace en los insensatos. Cumple lo que prometes. Mejor es
que no prometas, y no que prometas y no cumplas” (Eclesiastés 5:4-5).
Día 118

EJÉRCITOS PARA DIOS

Números 1:52-53 Los hijos de Israel acamparán cada uno en su campamento, y cada
uno junto a su bandera, por sus ejércitos; pero los levitas acamparán alrededor del
tabernáculo del testimonio, para que no haya ira sobre la congregación de los hijos
de Israel; y los levitas tendrán la guarda del tabernáculo del testimonio.

Dios cuenta los suyos para la guerra espiritual antes que para luchas terrenales.

El libro de Números inicia con un censo ordenado por Dios a Moisés, poniendo un líder por
cada tribu, y contabilizando solo los aptos para la guerra: Los mayores de veinte años; pero
los levitas, los de la tribu de Leví, no fueron contados, porque su lucha primordialmente era
servir con todo su ser a Dios en el tabernáculo de reunión.

¡Qué maravillosa obra la del Señor! habían entrado setenta descendientes de Jacob a Egipto
(Génesis 46:26-27) y cientos de años después salieron seiscientos tres mil quinientos
cincuenta (Números 1:45-46), sin contar las mujeres, los niños y los ancianos, por estos no
poder ir a la guerra; y sin contar a los levitas que pudiendo ir a guerras contra otros países
habían sido separados para la lucha espiritual, consagrándose por entero al servicio a Dios.

¡Qué maravillosa forma de Dios mostrar que el centro de la fortaleza de una comunidad se
encuentra en la correcta relación con Él! Pues cada una de las tribus de Israel acamparía
junto a su bandera, pero los levitas acamparían alrededor del tabernáculo de reunión,
debido a que su bandera, su propósito y su capitán era el mismo Dios de Israel; y a través
del servicio consagrado de los levitas Dios bendeciría con Su presencia a las demás tribus.

Viendo esto, los cristianos debemos recordar que nuestras fuerzas para luchar contra
ataques externos radican en la medida en que internamente luchemos por servir a Dios;
pues ningún creyente en Cristo, ni ninguna iglesia cristiana, resistirá los ataques del mundo
y sus deseos, si no fortalece su relación de obediencia para con Dios.

Antes de luchar contra el diablo debemos ser siervos de Dios. “Someteos, pues, a Dios;
resistid al diablo, y huirá de vosotros” (Santiago 4:7).
Día 119

ORDEN DEL PUEBLO DE DIOS

Números 2:34 E hicieron los hijos de Israel conforme a todas las cosas que Jehová
mandó a Moisés; así acamparon por sus banderas, y así marcharon cada uno por sus
familias, según las casas de sus padres.

Dios organiza a los suyos para que funcionen bajo el reflejo de Su perfección y le den
gloria.

El orden que Dios mandó a los israelitas para acampar y desplazarse les serviría para
moverse y defenderse teniéndolo a Él como el centro. Debían acomodarse por grupos de
tres tribus alrededor del tabernáculo de reunión con Dios, un grupo al este, otro al sur, otro
al oeste, y el último al norte; y en ese mismo orden debía desplazarse, llevando los
implementos del tabernáculo y el arca del pacto de Dios entre el segundo y el tercer grupo
de tribus. Y cada tribu, en cada grupo, debía ir organizada por familias.

Este organización nos ilustra como Dios manda a los suyos a que hagan “todo
decentemente y con orden” (1 Corintios 14:40), especialmente cuando se congregan para
proclamar Su nombre. El pueblo de Dios en la actualidad no es una agrupación con
potestad política o económica, pues no se agrupa en naciones, sino en iglesias; pero el que
una iglesia no sea un grupo político o étnico, no significa que debe funcionar
desorganizadamente, sin normas de conducta, de membresía y de culto; por el contrario,
necesita de orden para su buen funcionamiento y para reflejar la perfección de su Señor.

La iglesia de Corinto tuvo que ser reconvenida por el apóstol Pablo precisamente porque su
desorganización había traído mucho daño interno y mucho descrédito ante el mundo, a
pesar de que estaban llenos de muchos dones espirituales. Todo lo que le faltaba a la iglesia
de Corinto, y a cada congregación cristiana de hoy, es recordar que aunque la iglesia es un
organismo antes que una organización, su funcionamiento organizado le da más vitalidad
como organismo, e impide que se tome como de parte de Dios lo que el mundo introduzca.

Recuerde que cada creyente y cada iglesia debe funcionar conforme el orden establecido
por Dios, sin excusar la pereza para organizarse detrás de una falsa espiritualidad.
Día 120

CONSAGRADOS AL SERVICIO DE DIOS

Números 3:40-41 Y Jehová dijo a Moisés: Cuenta todos los primogénitos varones de
los hijos de Israel de un mes arriba, y cuéntalos por sus nombres. Y tomarás a los
levitas para mí en lugar de todos los primogénitos de los hijos de Israel, y los
animales de los levitas en lugar de todos los primogénitos de los animales de los hijos
de Israel. Yo Jehová.

Dios tomó a los levitas para Su servicio especial, y hoy toma a todo cristiano para que le
sirva en un oficio y lugar.

Este capítulo de Números muestra el conteo ordenado por Dios a los levitas para que
acamparan junto a la familia sacerdotal de Aarón alrededor del tabernáculo, y para que
sirvieran ordenadamente en el desplazamiento de este y en los oficios que los sacerdotes les
mandaran; todo esto era porque Dios había pedido para sí a todos los primogénitos del
pueblo de Israel al haberlos librado de la plaga que mató a los primogénitos de Egipto,
cuando liberó a Su pueblo; y de esta forma los levitas reemplazaban a los primogénitos de
las demás tribus al consagrarse al servicio a Dios en el tabernáculo de reunión.

Hoy los cristianos no tenemos que ser de una tribu específica de la nación de Israel para
saber que Dios nos llama a consagrarnos Él, ni tenemos que desempeñar un oficio
permanente en una congregación cristiana para vivir al servicio del Señor, ni tenemos que
buscar a un sacerdote al estilo del Antiguo testamento para someternos como si fuera el
sumo sacerdote de nuestra fe, lo cual solo le corresponde a Cristo; y es porque ahora todo
creyente en Cristo está llamado a consagrar su vida al servicio de su Señor, viviendo en
santidad y obediencia a Dios, dando testimonio de su fe a otros y discipulando a todos
aquellos que se conviertan a Cristo y que formen parte de la obra del Señor, así nunca sea
nombrado oficialmente como pastor, diácono o líder de la iglesia donde se congrega.

Al final, todo cristiano es como un “Levita” del Antiguo testamento, escogido por Dios en
medio de muchos para servirle a Él. Pregunta: ¿Ha consagrado su vida al servicio de Dios?
Día 121

CONTADOS PARA UN OFICIO

Números 4:49 Como lo mandó Jehová por medio de Moisés fueron contados, cada uno
según su oficio y según su cargo; los cuales contó él, como le fue mandado.

Dios nos escoge en Cristo con un propósito, siempre para desempeñar un oficio en Su
nombre para Su gloria.

En este capítulo se le asignaron oficios específicos a cada una de las tres familias de los
levitas (coatitas, gersonitas y meraritas) bajo la dirección de los sacerdotes; lo cual le daba
un carácter práctico al llamamiento que los levitas habían recibido para consagrarse al
servicio al Señor.

Ya fuera transportar cortinas, columnas, tablas, o utensilios, los levitas ejercían un oficio
práctico conforme a su llamamiento; su consagración, al igual que la de los sacerdotes, no
se quedaba solo en una vida contemplativa, sino que era una labor para la gloria de Dios.

Muchos creen que servir a Cristo es no hacer nada en Su nombre, sino solo “creer”; pero es
la misma Biblia la que enseña que la fe verdadera produce obras (Efesios 2:10; Santiago
2:17-18), pues una convicción profunda según la Palabra de Dios produce una nueva vida
que nos lleva a actuar para la gloria del Señor.

Hasta los cristianos que ejercen un oficio ministerial a tiempo completo realizan una labor
concreta impulsados por la fe; es más, cuando la Biblia dice que “Los ancianos que
gobiernan bien, sean tenidos por dignos de doble honor, mayormente los que trabajan en
predicar y enseñar”, la palabra “trabajan” significa realmente “arduo trabajo”, así como se
traduce en Apocalipsis 2:2.

La vida espiritual de los creyentes en Cristo nunca deja de producir resultados prácticos en
ellos y en los que les rodean; pues Dios nos escogió en Cristo para que obremos en Su
nombre, mientras Él obra a través de nosotros.

Recuerde que Dios nos llamó por la obra de Cristo, pero Su llamado nos lleva a obrar en Su
nombre. Es cierto, la Salvación en Cristo es por gracia a través de la fe, no por obras; pero
produce obras (Efesios 2:8-10).
Día 122

CELOS PUESTOS ANTE DIOS

Números 5:29-30 Esta es la ley de los celos, cuando la mujer cometiere infidelidad
contra su marido, y se amancillare; o del marido sobre el cual pasare espíritu de
celos, y tuviere celos de su mujer; la presentará entonces delante de Jehová, y el
sacerdote ejecutará en ella toda esta ley.

Dios está dispuesto a recibirnos en Cristo para sacarnos de nuestros conflictos internos,
incluso de los celos.

Los celos son un mecanismo tan natural del ser humano como el enojo; pues estos primeros
se disparan de forma automática cuando se desea preservar y proteger al ser amado, y el
último se desata tan pronto se presencia una actitud o acción que despierta indignación;
pero ambos, los celos y el enojo, tienden a ser pecaminosos la mayoría de las veces, pues el
corazón humano es pecador y la mayoría de las veces juzga o discierne incorrectamente.

A los judíos se les dio un procedimiento ceremonial para lidiar con la sospecha del marido
sobre si su mujer le era infiel (Números 5:11-31), era toda una ley ceremonial que buscaba
eliminar las sospechas sobre la mujer inocente, librándola de toda condenación e
impidiendo el repudio injustificado de su pareja; y era un procedimiento que dirigía el
sacerdote, que increpaba bajo maldición a la mujer si era culpable y no lo confesaba, y que
finalmente buscaba que la acusada se presentara “delante de Jehová” (Nm.5:30).

Hoy los cristianos no estamos llamados a usar este tipo de procedimientos del Antiguo
testamento que ya fueron abolidos por el mismo Dios a través de la venida de Cristo, pero
si seguimos siendo instados a buscar ayuda en hermanos maduros en la fe, preferiblemente
ministros cristianos ordenados y de buen testimonio, para que nos orienten en nuestros
conflictos de pareja, para que nos ayuden a entender cada dificultad a la luz de la Palabra de
Dios, y para que al final nuestros corazones sean desnudados y presentados ante el Señor y
así sean eliminadas las sospechas y perdonadas las ofensas por medio de la fe en Cristo.

La misma Biblia que me insta a no provocar a celos al Señor con cosas que no convienen y
que no me edifican (1 Corintios 10:22-24), también me muestra como una obra de la carne
los celos que me dominan y que dañan mis relaciones (1 Corintios 3:3), especialmente en
mi relación matrimonial; es por ello que no debo dudar en buscar ayuda en la iglesia, en
ministros de buen testimonio, o en hermanos maduros en la fe, cuando mi relación
matrimonial está en riesgo a causa de mis celos, así sean justificados.

Recuerde que alguien que me guíe a ver mi corazón bajo la Palabra de Dios, me ayudará a
creer, sentir y obrar conforme a mi fe en Cristo; y así mi matrimonio podrá ser restaurado, y
no será vencido y destruido por la “dureza” de mi corazón (Mateo 19:8).
Día 123

DEDICACIÓN VOLUNTARIA

Números 6:1-2 Habló Jehová a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel y diles: El
hombre o la mujer que se apartare haciendo voto de nazareo, para dedicarse a
Jehová.

Dios espera que cumplamos nuestros compromisos voluntarios de consagrarnos más a Él.

Quien hacía un voto de nazareato se comprometía voluntariamente con Dios a abstenerse


de todo tipo de licor, a no cortarse el cabello ni rasurarse la barba, y a no contaminarse
ceremonialmente por el contacto con un muerto, ni siquiera cuando sus padres murieran.

Estas restricciones voluntarias podían ser por un periodo específico que se terminaba con
unas ofrendas especiales al Señor; o también podían ser por toda la vida, como pasó con
Sansón, y como posiblemente pasó con el profeta Samuel y Juan el Bautista.

Un nazareo buscaba consagrarse aún más al Señor, y por ello se rehusaba a hacer o
consumir ciertas cosas que no eran realmente pecado, pero que social o ceremonialmente
limitaban su entrega al Señor; porque no era pecado tomar vino, ni rasurarse, y ni siquiera
entrar en contactos con muertos, porque se podía dar una ofrenda por esta contaminación
ceremonial.

Lo que nos muestra este voto de nazareo es que aquellos que especialmente deseaban
consagrarse a Dios, y que seguramente se sabían llamados a una posición de liderazgo en el
pueblo de Israel, se ponían a sí mismos bajo restricciones voluntarias que les ayudaban a
recordar que Dios era su dueño y no el entorno social, y que también les permitía dar
ejemplo de entrega a Dios a todos los demás, impulsando la consagración del pueblo a Dios

Hoy también sabemos que, por ejemplo, el Nuevo testamento no prohíbe al cristiano el
consumo de vino (1 Timoteo 5:23) sino la borrachera (Efesios 5:18), pero si promueve la
abstinencia voluntaria en aquellos que aspiran a un cargo de liderazgo en la iglesia (1
Timoteo 3:3,8), y en aquellos que deseen evitar el sembrar dudas en quienes aún son
débiles en la fe sobre asuntos de conciencia como este (Romanos 14:21).

En últimas, a mayor sea el deseo de consagrarse en el servicio a Dios para con los demás,
más serán las cosas o actividades a las que el cristiano maduro renunciará voluntariamente;
y él sabrá que no hay pecado en las cosas o actividades de las que se abstiene, pero en su
corazón primará el ser ejemplo de todos y el librarse de todo estorbo social para
consagrarse a su Señor; él no promoverá abstenciones, pero se abstendrá de aquello que
pueda ser visto como obstáculo para predicar de Cristo a los demás.
Día 124

OFRENDAS PARA EL SERVICIO A DIOS

Números 7:1-3 Aconteció que cuando Moisés hubo acabado de levantar el tabernáculo,
y lo hubo ungido y santificado, con todos sus utensilios, y asimismo ungido y
santificado el altar y todos sus utensilios, entonces los príncipes de Israel, los jefes de
las casas de sus padres, los cuales eran los príncipes de las tribus, que estaban sobre
los contados, ofrecieron; y trajeron sus ofrendas delante de Jehová, seis carros
cubiertos y doce bueyes; por cada dos príncipes un carro, y cada uno un buey, y los
ofrecieron delante del tabernáculo.

Dios aprueba lo que se le ofrenda porque le rinde honra, pero también porque le es útil a Su
obra en medio de Su pueblo.

Terminado el tabernáculo, el líder de cada tribu de Israel ofrendó carretas y bueyes que
servían para que los levitas pudieran cargar los artículos del tabernáculo cuando se
desplazaran (Levítico 7:1-9); pero también, cada líder ofrendó artículos de plata y de oro,
incienso, harina amasada con aceite, novillos, carneros, machos cabríos y corderos de un
año que se dedicaban ceremonialmente para honrar a Dios en diferentes tipos de sacrificios
(Levítico 7:10-89).

Unas ofrendas servían para rendir honra a Dios y otras, sin dejar de rendirle honra, servían
para ser usadas como instrumentos de trabajo de los levitas, que eran los encargados de
transportar las cosas del tabernáculo de reunión donde Dios se manifestaba a Su pueblo.
Las carretas y los bueyes ofrendados por los príncipes eran tan útiles como hoy lo serían
unas camionetas o unos camiones de carga; y esto debería recordarnos que siempre la obra
de Dios necesita de lo que se ofrenda para su correcto funcionamiento.

Habrá gente que no lo entienda, pero en una congregación cristiana se necesitan también
artículos físicos como el local, las sillas, el atril, etc…; y por ello, conscientes de la
necesidad de la Iglesia y de la responsabilidad como creyentes, los miembros deben
ofrendar conforme a su capacidad para el buen funcionamiento de la congregación.

Sí, muchos falsos ministros usan este argumento para abusar de los bienes de los creyentes;
pero no por ello debemos olvidar que los miembros de una iglesia tienen la responsabilidad
de sostener el funcionamiento de su congregación. Muchos se quejan porque su iglesia
carece de esto o aquello, pero no se comprometen a dar ni a buscar quien dé para suplir las
necesidades de su iglesia; y casi siempre los que no ayudan física ni económicamente a la
iglesia terminan por congregarse en otra iglesia más organizada y con más recursos.

Piénselo, si Cristo lo dio todo por salvarnos, no deberíamos dejar de dar para Su iglesia.
Día 125

DIOS NOS TOMA PARA DARNOS EN SU NOMBRE

Números 8:18-19 Y he tomado a los levitas en lugar de todos los primogénitos de los
hijos de Israel. Y yo he dado en don los levitas a Aarón y a sus hijos de entre los hijos
de Israel, para que ejerzan el ministerio de los hijos de Israel en el tabernáculo de
reunión, y reconcilien a los hijos de Israel; para que no haya plaga en los hijos de
Israel, al acercarse los hijos de Israel al santuario.

Dios llama a los suyos por la fe en Cristo para luego darlos al mundo y así dar a conocer a
Cristo.

Los levitas debían ser apartados para el servicio a Dios y consagrarse a Él en lugar de los
primogénitos de los israelitas; porque luego de salvar a los primogénitos de Israel, cuando
Dios envió la última plaga que mató a los primogénitos de los egipcios, todos los
primogénitos judíos debían consagrarse para un servicio exclusivo a Dios; pero el Señor
pidió que la tribu de Leví se le consagrara en lugar de los primogénitos, y en este capítulo
del libro de Levítico se describe su ceremonia de consagración.

Hoy todos los cristianos somos como los levitas que Dios ha tomado para sí del mundo, y
estamos en el deber de vivir para Su gloria en cada área de nuestra vida; pero no debemos
olvidar que hemos sido tomados por el Señor para luego ser entregados por Él para que
sirvamos en el mundo, para que en Su nombre amemos al prójimo y le prediquemos el
Evangelio.

Recuerde que Dios no nos toma para sí con el mero objetivo de ser suyos, sino con el
propósito de ser Sus instrumentos al servicio de los demás, conforme el evangelio de
Jesucristo.
Día 126

PRIMERO LA COMUNIÓN EN LA SALVACIÓN

Números 9:8-10 Y Moisés les respondió: Esperad, y oiré lo que ordena Jehová acerca
de vosotros. Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Habla a los hijos de Israel, diciendo:
Cualquiera de vosotros o de vuestros descendientes, que estuviere inmundo por causa
de muerto o estuviere de viaje lejos, celebrará la pascua a Jehová.

Dios da normas disciplinarias a los suyos para corregirlos y protegerlos, no para asilarlos de
la comunión en Cristo.

La pascua era una de las fiestas principales que Dios había dado a los israelitas porque les
hacía recordar como los liberó de la esclavitud en que los tenían en Egipto; pero al celebrar
la pascua en el monte Sinaí, se presentó un caso particular: Algunos hombres estaban
ceremonialmente inmundos por haber tenido contacto con un difunto; y por ello, según la
misma ley dada por Dios, no podían comer con los demás la pascua, e iban a ir así en
contra del deseo de Dios mismo de que todos recordaran y celebraran como Él los había
salvado (Números 9:13-14); por ello, estos hombres, pidieron que se les considerara su caso
(Números 9:6-7), y Moisés lo consultó con Dios (Números 9:8).

Dios no solo autorizó la participación de estos hombres en la cena de la pascua, sino que
instituyó que todos los que estuvieren ceremonialmente “inmundos” por causa de un
contacto con un cadáver, y los que estuvieran lejos, celebraran la pascua al siguiente mes;
el Señor no solo resolvió la inquietud particular y temporal, instituyó una solución general
y permanente. Así Dios reveló que el celebrar Su obra salvadora debe primar por sobre toda
regla disciplinaria, porque así los suyos son estimulados a servirle más fielmente.

Aunque la Biblia enseña claramente que nuestra pascua es Cristo (1 Corintios 5:7), porque
con Su sacrificio único ya nos dio entrada permanente ante Dios al pagar con Su vida por
nuestro pecado, el cristiano tiende a ver una relación entre esta fiesta judía con la cena
establecida por el Señor Jesucristo para los creyentes en la iglesia; y esto se da porque en
ambas ceremonias se involucraban elementos alimenticios y se pretendía recordar la obra
salvadora de Dios. En la pascua se celebraba la liberación que Dios dio a los judíos de la
esclavitud en Egipto, y en la cena del Señor el cristiano celebra que Cristo lo liberó de la
esclavitud de Satanás, del mundo y del pecado con Su único sacrificio.

Lo interesante de este caso en Números es que nos podría servir de ilustración sobre como
Dios no quiere que el cristiano se aleje de la comunión con sus hermanos, para celebrar al
Salvador, cuando ha incumplido algún parámetro bíblico, o cuando ha caído abiertamente
en algún pecado; no, lo que Dios busca es que el creyente recuerde la obra de su salvador
permanentemente, se examine a sí mismo y busque ser restaurado por el Señor cuando la
Iglesia convoque sus celebraciones, especialmente en la cena del Señor (1Cor.11:23-28).
Día 127

MOVIDOS POR DIOS

Números 10:13 Partieron la primera vez al mandato de Jehová por medio de Moisés.

Dios no solo da parámetros generales para que Su pueblo sepa como andar, Él mismo dirige
sus pasos.

Cuando partieron por primera vez los Israelitas, lo hicieron por convocación de trompeta en
el nombre del Señor y bajo la señal de Su protección a través de la nube que los cubría
(Números 9:15-23). Se les mandó a que convocaran con trompeta al pueblo cuando hubiere
amenaza enemiga, cuando se llamara al pueblo para una fiesta nacional, y cuando se fueran
a desplazar por mandato del Señor (Números 9:1-10).

Dios no deseaba que los Israelitas se movieran sin depender de Él, a pesar de haberles dado
normas claras de comportamiento; Él sabía que las meras normas o leyes aplicadas
formalmente no son guía verdadera si el corazón humano no depende humildemente de
Dios y vive para exaltarlo.

Hoy tampoco se espera que los cristianos nos movamos según nuestro criterio humano;
porque aunque tengamos normas y principios bíblicos muy claros para vivir glorificando a
Dios, solo lo glorificaremos si dependemos de Él en oración y meditación continua de Su
Palabra.

Ya no debemos esperar manifestaciones externas que nos revelen que decidir en situaciones
específicas, porque tenemos el Espíritu Santo y la Biblia para ser guiados por el Señor; pero
si debemos vivir en plena, continua y consciente dependencia de Dios en oración y
meditación bíblica, porque así es como precisamente Dios nos orienta a través de Su Santo
Espíritu.

Recuerde, Dios debe ser quien mueva a los Suyos bajo la guía de Su Espíritu, en la verdad
de Su Palabra, y por la fe en Cristo.
Día 128

QUEJAS ANTE DIOS

Números 11:1-2 Aconteció que el pueblo se quejó a oídos de Jehová; y lo oyó Jehová, y
ardió su ira, y se encendió en ellos fuego de Jehová, y consumió uno de los extremos
del campamento. Entonces el pueblo clamó a Moisés, y Moisés oró a Jehová, y el
fuego se extinguió.

Dios no tolera la queja de Su pueblo porque revela inconformidad con lo que Él es y con lo
que Él da.

En la queja que inicialmente se trata en este capítulo, ante la cual el pueblo fue castigado
con un incendio, no se revela que tipo de queja fue (Números 11:1-3); pero luego si se
especifica que volvieron a quejarse ante Moisés porque Dios solo les daba maná como
alimento, ya que ellos, impulsados por los extranjeros que les acompañaban, anhelaban la
carne y demás alimentos de Egipto (Números 11:4-9).

Además, también se revela la queja de Moisés por tener que lidiar solo con la dirección de
tanta gente (Números 11:10-15); pero luego se muestra como Dios solucionó la queja de
Moisés dándole setenta varones más que fueran dirigidos por su Espíritu para gobernar con
él (Números 11:16-17, 25-30); y también se narra como el Señor solucionó la queja del
pueblo, dándoles carne de codorniz “hasta que se os salga por la nariz” (Números 11:18-
23), desatando una plaga muy grande que seguro vino a través de las grandes cantidades de
carne que se podrían alrededor del campamento (Números 11:31-35).

La queja no solo revela inconformidad con la voluntad de Dios, también muestra el anhelo
por lo que el mundo ofrece; y esto es ilustrado por el hecho de que a pesar de recién haber
sufrido un castigo divino por quejarse, los israelitas se dejaron llevar por el “vivo de deseo”
(Números 11:4) de los extranjeros que estaban mezclados con ellos y anhelaron la comida
de Egipto, sin recordar que allí eran esclavos. Y con las dudas expresadas por Moisés, sobre
la forma en que Dios cumpliría Su palabra de darles carne (Números 11:21-23), también se
nos muestra que al quejarnos estamos poniendo en duda el poder de Dios para cumplir lo
que Él promete.

Si una actitud de queja continua revela descontento y duda por lo que Dios es y da, una
vida de adoración humilde revela todo lo contrario. Es por ello que los cristianos debemos
cultivar nuestra vida devocional en oración y estudio bíblico, para llenarnos de argumentos
para vivir en continua alabanza a Dios; pues solo quien sabe lo que Dios es y da a través de
Cristo, y lo recuerda continuamente, puede vencer la tentación a quejarse en cada dificultad

Adore más a Dios conforme a Su Palabra, y se quejará menos por sus circunstancias.
Día 129

MURMURACIÓN OÍDA POR DIOS

Números 12:1-2 María y Aarón hablaron contra Moisés a causa de la mujer cusita que
había tomado; porque él había tomado mujer cusita. Y dijeron: ¿Solamente por
Moisés ha hablado Jehová? ¿No ha hablado también por nosotros? Y lo oyó Jehová.

Aunque Dios sabe todo lo que pensamos, le indigna si lo decimos para murmurar de los
demás.

El texto bíblico no aclara por qué María y Aarón manifestaron en su conversación el


rechazo al hecho de que Moisés tuviera una mujer cusita; pero, por lo que está registrado,
se puede deducir que este suceso fue usado como excusa para cuestionar el hecho de que
solo Moisés pudiera liderar al pueblo, pues María y Aarón también eran o habían sido
usados por Dios para revelar Su voluntad.

Lo que queda claro es que Dios no dio explicaciones por la relación de Moisés con esta
mujer, sino que delante de Moisés les recordó a Aarón y a María que a ellos no se les
manifestaba ni se les manifestaría tan plenamente como a Moisés, e inmediatamente
después de haberles hablado le envió a María una lepra como castigo (Números 12:4-11).
Al ver esto, Moisés, quien según el texto “era muy manso, más que todos los hombres que
había sobre la tierra” (Números 12:3), intercedió ante el Señor por ella, y Dios solo la hizo
estar fuera del campamento siete días, para luego quitarle la lepra (Números 12:13-15).

Realmente en cualquier persona podríamos encontrar algo para reprochar, pero no por ello
debemos de ella murmurar; ya que la murmuración implica decir en secreto algo de alguien
que deberíamos hablarlo directamente con esa persona, y más aún si es algo realmente
digno de reprochar o de reprender bíblicamente (Mateo 18:15-17); y si es algo que estamos
murmurando sin razón, o juzgando equivocadamente, es una difamación o calumnia lo que
estamos levantando en contra de la persona (Romanos 3:8).

Peor aún, cuando nuestra murmuración es sobre un hermano en Cristo estamos


arremetiendo contra la iglesia del Señor; y más aún si es un ministro público, porque
traeremos mayor confusión y división a la iglesia por la cual Cristo murió y resucitó.
Debemos dejar de especular sobre los demás en nuestras conversaciones, y hablar
directamente con las personas implicadas; pues la biblia incluso nos autoriza a confrontar a
los líderes en pecado, siempre y cuando lo hagamos con el debido cuidado y respeto,
buscando glorificar al Señor y bendecir a Su pueblo, y no por motivos egoístas (1Timoteo
5:1, 19-20).

Lo que sufrieron los murmuradores del Antiguo testamento nos debe servir de ejemplo para
no murmurar (1Cor.10:10). Aprendamos a hablar para edificar en la Gracia (Ef.4:29).
Día 130

OPORTUNIDAD O DIFICULTAD

Números 13:27-28 Y les contaron, diciendo: Nosotros llegamos a la tierra a la cual nos
enviaste, la que ciertamente fluye leche y miel; y este es el fruto de ella. Mas el pueblo
que habita aquella tierra es fuerte, y las ciudades muy grandes y fortificadas; y
también vimos allí a los hijos de Anac.

Cuando Dios nos envía a obrar en Su nombre, bajo el poder de Su Gracia en Cristo, espera
que veamos oportunidades de glorificarlo donde otros solo ven dificultades para actuar.

Dios mismo le dijo a Moisés que enviara un grupo conformado por un líder de cada tribu a
que reconociera la tierra de Canaán que les entregaría (Números 13:1-2); y Moisés así lo
hizo, enviándolos a reconocer la tierra, sus ciudades y sus habitantes (Números 13:3-20).
Luego de cuarenta días regresaron y rindieron informe conforme lo que se les pidió, pero la
mayoría vio como más grande la ferocidad de los habitantes, y la fortificación de las
ciudades, que la fertilidad de la tierra y la oportunidad de conquistarla para la gloria de
Dios (Números 13:21-29); solo Caleb se levantó delante de Moisés y del pueblo a decir
“más podremos nosotros que ellos” (Números 13:30-31), ante lo cual los otros que fueron
con él le respondieron “No podremos subir contra aquel pueblo, porque es más fuerte que
nosotros”, y volvieron a describir las dificultades para conquistar esa tierra (Nm.13:32-33).

Es indudable que el escritor del libro de los Números, inspirado por el Espíritu de Dios,
descalificó la actitud que mostraron los que rindieron un informe pesimista sobre la tierra a
conquistar, porque antes de citar lo que ellos dijeron para contradecir a Caleb escribió: “Y
hablaron mal entre los hijos de Israel, de la tierra que habían reconocido” (Nm.13:32).
Otras versiones bíblicas traducen “Y empezaron a descreditar ante los israelitas el país que
habían explorado” (NBJ) o “Y comenzaron a esparcir entre los israelitas falsos rumores
acerca de la tierra que habían explorado” (NVI). Lo cierto es que dieron énfasis en las
dificultades, olvidando lo que Dios les había prometido, e hicieron que todos se
desanimaran. Terminaron por decidir en lugar de Dios, en vez de ser Sus instrumentos.

Si Cristo hubiese tenido más en cuenta las grandes dificultades de Su sacrificio, que la
redención de nuestras almas, se hubiera rehusado a obedecer al Padre, y aún estaríamos
bajo justa condenación por nuestros pecados; es por ello que la Biblia nos manda poner los
ojos en Jesús y considerar “a aquel que sufrió tal contradicción de pecadores contra sí
mismo, para que vuestro ánimo no se canse hasta desmayar” (Hebreos 12:2-3).

El desánimo en el creyente, en cualquier área de su vida, viene cuando se enfoca en las


dificultades sin ver las oportunidades de obrar para la gloria de Dios; por ello, debemos
seguir el ejemplo de nuestro Salvador, menospreciando las dificultades, sin ignorarlas, pero
valorando como mayores las oportunidades de obedecer a Dios y de glorificarlo en todo.
Día 131

REBELDÍA POR LAS CIRCUNSTANCIAS

Números 14:1-4 Entonces toda la congregación gritó, y dio voces; y el pueblo lloró
aquella noche. Y se quejaron contra Moisés y contra Aarón todos los hijos de Israel; y
les dijo toda la multitud: ¡Ojalá muriéramos en la tierra de Egipto; o en este desierto
ojalá muriéramos! ¿Y por qué nos trae Jehová a esta tierra para caer a espada, y que
nuestras mujeres y nuestros niños sean por presa? ¿No nos sería mejor volvernos a
Egipto? Y decían el uno al otro: Designemos un capitán, y volvámonos a Egipto.

Dios nunca promete a los suyos que todo será fácil, pero si les asegura que en Él tendrán
victoria; y si lo olvidamos, tenderemos a rebelarnos contra la voluntad divina.

Lo registrado en Números 14:1-4 es la reacción del pueblo de Israel ante los informes
pesimistas de la mayoría de los espías que habían ido a reconocer la tierra prometida; pues
al saber de ciudades fortificadas, pueblos guerreros y hombres fuertes en esa tierra, ellos
gritaron, lloraron, se quejaron, anhelaron morir en Egipto o en el desierto, se imaginaron a
sus hijos y mujeres secuestrados como esclavos, y planificaron rebelarse contra el líder
designado por Dios para poderse regresar a Egipto.

Este suceso ilustra la reacción en cadena que se suele dar en quienes miran las adversidades
como impedimento para que Dios obre en sus vidas: Primero se desaniman, luego se
quejan, y por último se rebelan contra Dios. No es de extrañar que Dios le dijera a Moisés
que destruiría a este pueblo quejumbroso y rebelde para levantarse otro (Números 14:10-
12); ni es de extrañarnos que Moisés, como verdadero hombre de Dios, haya intercedido
ante el Señor para que nos los destruyera (Números 14:13-19); pero finalmente, tampoco
debe sorprendernos que Dios haya aceptado la petición de Moisés y que no destruyera al
pueblo de una vez, aunque si los castigara por su rebeldía haciéndolos vagar por el desierto
durante cuarenta años para que murieran allí los que expresaron que preferirían la muerte
en el desierto antes que luchar por la tierra prometida (Números 14:20-35).

Los espías que desanimaron al pueblo si fueron castigados rápidamente con la muerte a
través de una plaga. Solo Josué y Caleb, por haber confiado en Dios y animado al pueblo a
hacer la voluntad del Señor, fueron librados (Números 14:6-9, 36-38); y a pesar de que su
propio pueblo quiso apedrearlos (Números 14:10), ellos si entrarían a la tierra prometida

No es difícil comprender que Dios está al control de todo para el bien de los que le
servimos por la fe en Cristo (Ro.8:28), pero a muchos se nos hace difícil llevarlo a la
práctica cuando se nos presentan adversidades que nos sacan de nuestra comodidad o de
nuestros anhelos carnales de vida. Moisés, Aarón, Josué y Caleb nos mostraron que se debe
hacer: Orar a Dios, confiar en Él y obedecerlo a pesar de la dificultad, como Cristo lo hizo.
Día 132

AL VENIR AL PUEBLO DE DIOS SE ACEPTAN SUS MANDAMIENTOS

Números 15:14-16 Y cuando habitare con vosotros extranjero, o cualquiera que


estuviere entre vosotros por vuestras generaciones, si hiciere ofrenda encendida de
olor grato a Jehová, como vosotros hiciereis, así hará él. Un mismo estatuto tendréis
vosotros de la congregación y el extranjero que con vosotros mora; será estatuto
perpetuo por vuestras generaciones; como vosotros, así será el extranjero delante de
Jehová. Una misma ley y un mismo decreto tendréis, vosotros y el extranjero que con
vosotros mora.

Dios espera que los que busquen ser de los Suyos acepten voluntariamente Su voluntad.

Los extranjeros que vivían con los israelitas debían someterse a los mandamientos que Dios
le había mandado al pueblo de Israel; no había diferencia, si querías vivir con los israelitas,
tenías que someterte a los mandamientos del Dios de Israel, que es el único Dios verdadero.

No solo la ley moral, o los Diez mandamientos, también las leyes ceremoniales y civiles
debían ser seguidas por el extranjero; pues no someterse a la ley de Dios implicaba no
querer ser del pueblo, pero al querer ser del pueblo se asumían responsabilidades ante Dios,
y no solo se disfrutaban los privilegios de ser sustentados, protegidos, y guiados por Él.

Claro, hoy no se nos manda a los cristianos a que sigamos las leyes ceremoniales y civiles
del Antiguo testamento al pie de la letra, pues ya Cristo las cumplió para salvarnos; pero si
se nos manda a vivir bajo los principios espirituales que las sustentaban, y a seguir la moral
de Dios, por la guía y poder del Espíritu de Dios que nos santifica para glorificar al Señor
con nuestra continua santificación, en agradecimiento por habernos salvado en Cristo y no
para ganarnos la salvación. Y todo esto se espera que lo entienda y asuma el que viene a la
Iglesia queriendo ser parte del pueblo de Dios.

No es correcto que alguien solo busque una congregación cristiana para disfrutar de los
privilegios de los hijos de Dios sin asumir las responsabilidades que esto conlleva; porque
aunque quienes vienen a una iglesia cristiana no deben ser obligados a servir a Dios,
tampoco deben pensar que es correcto que busquen la ayuda, sustento, protección y guía de
Dios en Cristo sin querer escuchar Su llamado a obedecerle y a guardar Sus mandamientos.

En cierta forma los creyentes somos responsables de que muchos se acerquen a Dios solo
por favores, cuando no asumimos nuestras responsabilidades delante de Él con seriedad y
entrega, y cuando no presentamos el Evangelio con todos sus privilegios y demandas.

Si vengo a Cristo, no solo soy privilegiado con Su salvación, también lo soy con Su señorío
Día 133

CUANDO LO QUE DIOS DA PARECE POCO

Números 16:8-10 Dijo más Moisés a Coré: Oíd ahora, hijos de Leví: ¿Os es poco que el
Dios de Israel os haya apartado de la congregación de Israel, acercándoos a él para
que ministréis en el servicio del tabernáculo de Jehová, y estéis delante de la
congregación para ministrarles, y que te hizo acercar a ti, y a todos tus hermanos los
hijos de Leví contigo? ¿Procuráis también el sacerdocio?

Dios no da lo mismo ni llama a lo mismo a todos los suyos, pero si les da a todos ellos el
privilegio de servirle.

Las palabras de Moisés a Coré, el cual se había unido a Datán y Abiram para sublevar a un
grupo de levitas contra Moisés y Aarón, revelan que a Coré y compañía no les bastaba con
el llamado que Dios les había hecho; y luego Moisés le aclara: “tú y todo tu séquito sois los
que os juntáis contra Jehová; pues Aarón, ¿qué es, para que contra él murmuréis?”-
Nm.16:11. En conclusión, estos levitas, al mirar el sacerdocio con codicia, menospreciaron
el llamado que Dios les había hecho; y al sublevarse contra Aarón, se rebelaron contra Dios
mismo.

El resto del capítulo narra cómo Coré, Datán y Abiram fueron tragados, literalmente, por la
tierra junto con su familia, y como los que se les había unido fueron quemados al ofrecer
incienso a Dios; todos los rebeldes fueron eliminados por el mismo Dios que los había
llamado a servirles, pues al codiciar lo de otros desecharon su llamado y Dios los desechó.

Nunca deberíamos pensar que todos los cristianos estamos llamados a desarrollar el mismo
oficio o función que otros; porque aun cuando en general tengamos las mismas funciones, a
cada uno Dios nos usa de una forma particular. Y por sobre todo, debemos amar a Dios y
desarrollar la función a la que nos ha llamado con Amor; pues unos son ministros
ordenados y a veces quisieran ser creyentes que glorificaran a Dios en sus trabajos fuera de
la iglesia, otros son llamados a servir a Dios en una función no oficial en la iglesia y a veces
anhelan un ministerio eclesiástico a tiempo completo, y otros están siendo usados por Dios
a través de determinados dones y quisieran poder servir con los dones que tienen otros y
menosprecian los que Dios les ha dado; y así, sucesivamente, se pueden encontrar muchos
casos donde la inconformidad llega al corazón del creyente por no saber que Dios lo ha
llamado a servirle de todo corazón como ningún otro le servirá.

Nunca Dios da poco a los suyos, pues si nos dio en Cristo, se nos ha dado a Él mismo; por
ello, sirvámosle con alegría en aquello a lo que Él nos ha llamado.
Día 134

DIOS DA TESTIMONIO DE AQUELLOS QUE LLAMA

Números 17:5 Y florecerá la vara del varón que yo escoja, y haré cesar de delante de mí
las quejas de los hijos de Israel con que murmuran contra vosotros.

Dios mismo respaldará de forma práctica y visible el llamado interno que hace a quienes
pone a servir como líderes de Su pueblo.

Ahora no era solo la familia de Moisés, ni los levitas, sino todo el pueblo que se rebelaba y
ponía en duda el liderazgo que Dios había establecido sobre el pueblo de Israel; y es por
ello que Dios pidió que se realizara un procedimiento sencillo a través del cual Él
certificaría cual era la tribu que le serviría en el tabernáculo, y cuál era el líder que
comandaría esa tribu a través del oficio sacerdotal.

Simplemente se tomarían las varas de los líderes de las tribus y se llevarían al tabernáculo
para presentarlas delante de Dios, y Él haría florecer la de aquel que había escogido. Así se
hizo; y cuando las sacaron, la vara de Aarón, que iba en representación de la tribu de Leví,
“había reverdecido, y echado flores, y arrojado renuevos, y producido almendras”
(Números 17:8).

Cuando la vara de Aarón reverdeció, no solo sirvió para terminar con la murmuración por
su liderazgo, también nos dejó una ilustración sobre la confirmación externa que Dios da al
llamado interno a rendirse a Cristo y a servir en el ministerio eclesiástico.

En aquel que se dice haber sido llamado por Cristo en arrepentimiento y fe, para ser un hijo
de Dios, se nos manda a mirar sus frutos o su comportamiento transformado por la obra
salvadora del Señor (Ro.6:22; Gál.5:22-25; Fil.1:10-11); y de aquel que se dice haber sido
llamado a servir en un cargo público en la iglesia, también se nos manda a certificar ese
llamado verificando si en todas las áreas lleva una vida cristiana ejemplar y posee el don
para enseñar a la congregación (Mt.7:16-23; 1Ti.3).

No olvidemos que el mismo Dios que nos llamó a ser sus hijos, por la fe en Cristo, nos hará
dar frutos que certifiquen que nos salvó; y si nos llama a un servicio ministerial en la
Iglesia, a través de la misma Iglesia certificará que tenemos el carácter y los dones
necesarios para el llamado que nos ha hecho. Dios hace florecer la vida de los que escoge.
Día 135

DIOS COMO ÚNICO TESORO

Números 18:20 Y Jehová dijo a Aarón: De la tierra de ellos no tendrás heredad, ni


entre ellos tendrás parte. Yo soy tu parte y tu heredad en medio de los hijos de Israel.

Dios espera que los que le sirven lo vean a Él como más valioso que todo los bienes
materiales temporales del mundo.

Dios le encargó a Aarón y a su familia la labor sacerdotal en el pueblo de Israel, le dio el


liderazgo sobre los levitas para administrar el trabajo del tabernáculo, y le entregó la
administración de las ofrendas para que se alimentaran y sostuvieran él y todos los suyos;
pero no le permitió poseer tierras como los demás israelitas, pues Dios mismo debía ser su
tesoro.

Esto debe recordarnos a los cristianos de hoy que ninguna bendición temporal que Dios nos
dé reemplaza la bendición eterna de estar junto a Él; y por ello debemos trabajar
diariamente, en oración y meditación de la biblia, para no permitirnos ver a algo como más
valioso que a Dios.

Los sacerdotes judíos podían ver como sus paisanos poseían tierras y sobre esa heredad
negociaban, pero debían recordar que ellos tenían a Dios como su heredad eterna; y aunque
los cristianos podemos administrar bienes terrenales, debemos hacerlo de tal forma que
quede claro que nuestro mayor tesoro es Dios, por la fe en Cristo. Nuestras posesiones y
labores deben ser administradas y puestas a producir para la gloria de Dios, el avance de Su
reino y el bien de las personas, si es que no queremos terminar idolatrando las riquezas.

Aún en esta época tan materialista siguen vigentes las palabras eternas de Cristo: “No os
hagáis tesoros en la tierra, donde la polilla y el orín corrompen, y donde ladrones minan y
hurtan; sino haceos tesoros en el cielo, donde ni la polilla ni el orín corrompen, y donde
ladrones no minan ni hurtan. Porque donde esté vuestro tesoro, allí estará también vuestro
corazón” (Mateo 6:19-21).
Día 136

SACRIFICIO PARA PURIFICAR

Números 19:9 Y un hombre limpio recogerá las cenizas de la vaca y las pondrá fuera
del campamento en lugar limpio, y las guardará la congregación de los hijos de Israel
para el agua de purificación; es una expiación.

Dios sabe que solo podemos ser purificados por Él a través del sacrificio de Su perfecto
Hijo, por ello lo envió a salvarnos.

Una vaca “alazana”, rojiza, era sacrificada y quemada totalmente para preparar con las
cenizas de ella el agua de la purificación ritual; y nadie podía acercarse al tabernáculo de
reunión con Dios si no era purificado con dicha agua luego de haberse hecho inmundo
ceremonialmente por entrar en contacto con un cadáver, como pasaba con los que
manejaban el cadáver de la vaca que se convertía en cenizas (Números 19:10).

La impureza ceremonial apuntaba a la separación de Dios por la naturaleza pecaminosa, y


como consecuencia del pecado; pero la purificación ritual apuntaba a la reconciliación con
Dios por el sacrificio de un sustituto del pecador. “Porque si la sangre de los toros y de los
machos cabríos, y las cenizas de la becerra rociadas a los inmundos, santifican para la
purificación de la carne, ¿cuánto más la sangre de Cristo, el cual mediante el Espíritu eterno
se ofreció a sí mismo sin mancha a Dios, limpiará vuestras conciencias de obras muertas
para que sirváis al Dios vivo?” (Hebreos 9:13-14).

El agua espiritual, que purifica al creyente del pecado que le separa de Dios, ha sido
derramada sobre su conciencia, al darle testimonio el Espíritu Santo de que Cristo padeció
en su lugar para que quedara totalmente perdonado y reconciliado con Dios. El cristiano no
ha podido ni podrá purificarse a sí mismo, solo confía en el sacrificio de Cristo para
limpiarlo de su maldad; por ello ora en el nombre de Jesús al Padre para ser cada día más
como su Señor, porque sabe que el mismo que obtuvo el perdón legal para Él en la cruz es
el que lo santifica a diario por la obra el Espíritu Santo.

Solo hay un sacrificio que puede garantizar nuestra pureza delante de Dios: El sacrificio de
Su Hijo; pues es de carácter eterno en su alcance y de carácter permanente en sus
consecuencias sobre el alma del creyente.
Día 137

RENCILLA EN VEZ DE OBEDIENCIA

Números 20:11-13 Entonces alzó Moisés su mano y golpeó la peña con su vara dos
veces; y salieron muchas aguas, y bebió la congregación, y sus bestias. Y Jehová dijo
a Moisés y a Aarón: Por cuanto no creísteis en mí, para santificarme delante de los
hijos de Israel, por tanto, no meteréis esta congregación en la tierra que les he dado.
Estas son las aguas de la rencilla, por las cuales contendieron los hijos de Israel con
Jehová, y él se santificó en ellos.

Dios no nos manda a servirle para que ganemos los conflictos con los demás sino para
santificarle obedeciéndole de corazón.

Esta lección fue duramente enseñada por Dios a Moisés y a Aarón luego de resolver la falta
de agua para los israelitas; Dios si les había mandado a tomar la vara, que simbolizaba Su
poder, pero no les había mandado a golpear la peña con ella, sino que les había mandado a
hablarle a la peña en Su nombre, para que brotaran aguas de la peña (Números 20:8).

Paradójicamente, Moisés y Aarón, antes de golpear la peña, habían actuado sabiamente al


no entrar en conflicto con el pueblo que reñía con ellos por la falta de agua (Núm.20:2-5);
ya que en vez de contestarle de la misma forma al pueblo, Moisés y Aarón se postraron en
oración ante Dios para que les dirigiera sobre cómo lidiar con este conflicto (Núm. 20:6-8).

Pero lamentablemente, Moisés y Aarón, según el mismo Dios: “no creyeron en Él, para
santificarle delante de los hijos de Israel” (Números 20:12); y por ello Dios no les permitió
que entraran con los que llegarían a la tierra prometida. En la tierra de Meribá, cuyo
nombre significa rencilla, la rencilla del pueblo por agua también afectó el corazón de
Moisés y Aarón; pues no obedecieron a Dios, según parece, por confianza en lo que Él les
mandó, sino por ganar el conflicto con el pueblo; y de esta manera desobedecieron a Dios,
pues antes de golpear la peña, a la cual debían haberle hablado en nombre del Señor, le
dijeron al pueblo algo que mostraba más confianza en ellos mismos que en el Señor: “¡Oíd
ahora, rebeldes! ¿Os hemos de hacer salir aguas de esta peña?” (Números 20:10).

Este episodio nos debe alertar sobre la motivación de nuestro corazón al obedecer a Dios,
porque Dios no solo busca que resolvamos situaciones conflictivas en Su nombre, sino que
confiemos plenamente en Él y le obedezcamos para dar a conocer Su santidad. Y como la
roca que dio agua en el desierto simboliza a Cristo (1Co.10:4), porque Él nos sustenta con
Su poder salvador, debemos guardarnos de querer venir a Cristo con la mera motivación de
que nos resuelva problemas temporales, y más bien debemos querer glorificarle en todo.

Recuerde, Dios no busca resolvernos problemas, sino que le glorifiquemos de corazón.


Día 138

VIENDO LA SALVACIÓN EN QUIEN DEBERÍA CONDENARNOS

Números 21:7-8 Entonces el pueblo vino a Moisés y dijo: Hemos pecado por haber
hablado contra Jehová, y contra ti; ruega a Jehová que quite de nosotros estas
serpientes. Y Moisés oró por el pueblo. Y Jehová dijo a Moisés: Hazte una serpiente
ardiente, y ponla sobre una asta; y cualquiera que fuere mordido y mirare a ella,
vivirá.

Dios no envió su Hijo a morir en la cruz solo por exhibir Su amor salvador, lo envió para
que lo viéramos y fuéramos salvados.

Una vez más el pueblo de Israel se había desanimado, quejado y murmurado contra Dios y
Moisés, y una vez más Dios los castigó por su corazón rebelde; pero esta vez el castigo
vino por serpientes venenosas, “ardientes”, que mataron a muchos del pueblo. Y la forma
en que Dios les concedió el perdón fue mandando a Moisés a hacer una serpiente de
bronce, “ardiente”, para salvar de la muerte a los que la miraran. Esta serpiente de bronce
era el sustituto del juicio divino, el cual fue levantado para administrar el perdón de Dios.

No era la fe en la serpiente lo que los salvaba de la muerte, sino la fe en el Dios que puso la
imagen de Su juicio ante ellos para mostrarles su perdón; y aunque los judíos del tiempo de
Moisés no lo sabían, esa serpiente de bronce anticipaba la forma en que Dios nos salvaría
por medio de Cristo: Colgándolo en la cruz como receptor de nuestro juicio en vez de que
nos condenara por nuestro pecado (Juan 3:14-15).

No basta con saber que Cristo murió en la cruz, hay que verlo allí pagando por el pecado
que merecía que nos condenara; No basta con imaginarlo en la cruz salvándonos, tenemos
que verlo confiadamente como nuestro sustituto, estando arrepentidos por nuestro pecado.

Y siendo este mirar por la fe a Cristo en la cruz la esencia del evangelio que salva, también
es la esencia del evangelio que santifica; pues cada vez que el creyente peca debe volver
arrepentido su mirada al redentor, para no desfallecer y vencer el pecado por el poder de la
Gracia de Dios.

Recuerde: Mire a Cristo para ser salvo, y no deje de mirarlo para crecer en santidad; Él es
quien nos salva y santifica.
Día 139

OBEDIENCIA A LO DICHO POR DIOS

Números 22:12-13 Entonces dijo Dios a Balaam: No vayas con ellos, ni maldigas al
pueblo, porque bendito es. Así Balaam se levantó por la mañana y dijo a los príncipes
de Balac: Volveos a vuestra tierra, porque Jehová no me quiere dejar ir con vosotros.

Dios no quiere que aprovechemos lo que se nos permite por Su providencia para ir en
contra de lo que nos ha mandado en Su Palabra.

Balac, el rey de Moab, temía al pueblo de Israel, y por ello mandó a decirle a Balaam que
maldijera a los israelitas; pero Balaam consultó a Jehová y se negó a ir, porque el Señor se
lo prohibió, recalcándole que el pueblo de Israel había sido bendecido por Él. Esto debía ser
suficiente para que Balaam nunca accediera a ir; pero ante la insistencia de Balac, volvió a
preguntarle a Dios; y Dios le autorizó a ir, pero solo podía decir lo que el Señor le
permitiera.

En el camino Dios se le apareció a Balaam como el Ángel de Jehová, pero solo su asna lo
vio y trató de librarlo; y ante esto, Balaam azotó tres veces a su bestia, y en respuesta, el
asna, por obra milagrosa de Dios, terminó por hablarle; y Balaam, sin pensar en el hecho de
que su asna hablaba, terminó discutiendo con ella hasta que el Ángel de Jehová lo
reconvino. Y aún a pesar de todo esto, Balaam, reconociendo el enojo de Dios por lo que
hacía, terminó por decirle al Señor: “He pecado,… mas ahora, si te parece mal, yo me
volveré” (Números 22:34); y de esta forma Balaam logró que Dios, en Su providencia, le
siguiera autorizando el ir, aunque en Su Palabra abiertamente le hubiera prohibido hacerlo.

Esto debe servirnos de ejemplo hoy, pues muchas cosas nos permite Dios que hagamos,
pero solo lo que nos manda en Su Palabra debemos hacer, si es que queremos agradar
realmente al que nos salvó en Cristo. Hay actitudes, acciones, palabras, lugares y relaciones
que Dios nos permite en Su providencia, pero que abiertamente nos ha prohibido en Su
Palabra; y no debemos aprovechar Su permiso para ir en contra de Su mandato, pues luego
cosecharemos las malas consecuencias sobre nuestra vida.

Ante la duda en cualquier circunstancia, recuerde: Debemos hacer lo que Dios nos dice en
Su Palabra, no lo que se nos permite.
Día 140

FIRMEZA DEL FAVOR DIVINO

Números 23:19 Y Dios no es hombre, para que mienta, ni hijo de hombre para que se
arrepienta. Él dijo, ¿y no hará? Habló, ¿y no lo ejecutará?

Debemos recordar que Dios no disminuye en Su determinación sobre nuestras vidas, así
como no dudó en enviar a Jesucristo, Su Hijo, a morir en la cruz para salvarnos.

La inestabilidad emocional que caracteriza al ser humano radica en la falta del


conocimiento pleno de la voluntad de Dios; fue por ello que Balaam insistió tanto en
preguntarle al Señor por algo que de antemano Dios había determinado negarle; y solo
cuando Dios mismo puso palabras en la boca de este hombre, fue que realmente proclamó
con claridad la bendición permanente que el Señor tenía sobre el pueblo de Israel. Balaam
había sido comprado para maldecir a los Israelitas y Dios usaba su boca para bendecirlos;
porque Él es inquebrantable cuando decide extender Su favor sobre alguien.

Es cierto que, en forma generalizada, todos gozamos de cierta medida del favor divino,
porque como dijo Jesús: Él “hace salir su sol sobre malos y buenos” y “hace llover sobre
justos e injustos” (Mateo 5:45); pero solamente “a los que aman a Dios, todas las cosas les
ayudan a bien, esto es, a los que conforme a su propósito son llamados”. (Romanos 8:28).

Es decir, que si hemos creído en Cristo, y vivimos bajo Su señorío, su favor está de forma
particular y eterna sobre nuestra vida. “¿Qué, pues, diremos a esto? Si Dios es por nosotros,
¿quién contra nosotros? El que no escatimó ni a su propio Hijo, sino que lo entregó por
todos nosotros, ¿cómo no nos dará con él todas las cosas?” (Romanos 8:31-32).

La protección que el pueblo Israelita recibió, aún sin saber lo que se fraguaba a sus
espaldas, representa el favor de Dios sobre cada creyente que ha sido bendecido en Cristo
con toda bendición espiritual. ¡Bendita sea la fidelidad de nuestro Dios!
Día 141

EL ENTENDIMIENTO Y EL ESPÍRITU DE DIOS

Números 24:1-2 Cuando vio Balaam que parecía bien a Jehová que bendijese a Israel,
no fue, como la primera y segunda vez, en busca de agüero, sino que puso su rostro
hacia el desierto; y alzando sus ojos, vio a Israel alojado por sus tribus, y el Espíritu
de Dios vino sobre él.

El entender realmente la voluntad de Dios es la clave para ser usado por el Espíritu Santo;
de lo contrario se actúa por agüero y no por fe verdadera en el Salvador.

De Balaam no se puede decir con certeza que fuera realmente fiel al Dios verdadero; pero
al menos, cuando comprendió que Dios deseaba bendecir a Israel, decidió renunciar a su
misticismo y religiosidad; y entonces fue usado más efectivamente por el Espíritu de Dios.

Esto es mucho más de lo que se puede decir en la actualidad de gran cantidad de quienes se
autodenominan creyentes en Cristo, los cuales prefieren actuar ciegamente sin comprender
la voluntad del Señor, argumentando que su religiosidad es la misma fe bíblica; pero en
realidad no desean conocer al autor y consumador de la Fe, a Cristo.

No hay tal cosa como un creyente que no comprende la voluntad de Dios, al menos en lo
básico y esencial para la salvación de su alma; lo cual gira en torno a la vida y obra de
Jesucristo, que es en lo que debe estar totalmente claro, porque es la base de su fe.

Comportamientos, conductas, manifestaciones, reglas y doctrinas que no se basan en un


sano entendimiento del Dios de la Biblia, y de Su obra salvadora a través de Jesucristo, no
son realmente dirigidas por el Espíritu de Dios.

Por espectacular, dramático o sobrenatural que sea lo acontecido en un determinado culto,


solo glorificará a Dios y servirá para la bendición del alma si parte de un corazón que
verdaderamente comprende la salvación en Cristo; y si así es, cada vez necesitará menos
manifestaciones de este tipo, pues realmente vive por fe y no por vista.

Cristo lo resumió así mientras oraba: “Y esta es la vida eterna: que te conozcan a ti, el
único Dios verdadero, y a Jesucristo, a quien has enviado” (Juan 17.3)
Día 142

INMORALIDAD E IDOLATRÍA

Números 25:1-2 Moraba Israel en Sitim; y el pueblo empezó a fornicar con las hijas de
Moab, las cuales invitaban al pueblo a los sacrificios de sus dioses, y el pueblo comió,
y se inclinó a sus dioses.

La sexualidad desbocada es un arma con la que el mundo nos aleja del verdadero Dios y
nos sumerge gradualmente en idolatría, luego de haber dado a nuestros deleites el lugar que
solo le corresponde al Señor.

No era injustificado el mandato del Señor para que el pueblo no se juntara con otros
pueblos por medio de relaciones sexuales, ya que en ese entonces los diferentes cultos
mezclaban el sexo con la idolatría, llegando a constituir servicios de prostitutas religiosas.
Como es lógico, Dios debía alejar a su pueblo de todo esto.

Aunque hoy no se relacione oficialmente el sexo con las religiones, si sigue siendo el
elemento principal para separar al hombre de su creador, por el grado de atracción que
ejerce sobre el ser humano. No es que Dios prohíba el uso de la sexualidad con la que el
mismo nos diseñó, sino que sabe cómo idolatramos nuestros deleites y como nos dejamos
alejar de Él por satisfacerlos.

Basta observar la manera en que los medios de comunicación masiva utilizan la sexualidad
para ofrecer productos y servicios; y esto es porque conocen que apelando al sexo, y
especialmente a las prácticas prohibidas por la biblia, se ejerce un poder de atracción
parecido al que tuvieron los conquistadores españoles cuando quitaban el oro a los nativos
al seducirlos con espejos que reflejaban su imagen.

Tanto Sansón por las filisteas (especialmente Dalila), como Salomón por las mujeres de
otros países aliados, son el vivo ejemplo de que los mejores talentos dados por el Señor no
nos libran del mandato bíblico que dice “Huid de la fornicación” (1 Corintios 6:18); ya que
este mandamiento lleva implícita la expresión: “Por tanto amados, huid de la Idolatría” (1
Corintios 10:14), así como se le ordenó a la Iglesia de Corinto.

¡Santifiquemos nuestra conducta sexual para mantener en alerta a nuestro corazón ante todo
ídolo que quiera dominar nuestra alma! ¡Sirvamos a Jesús en Espíritu y Verdad!
Día 143

CUENTA FINAL

Números 26:64-65 Y entre éstos ninguno hubo de los contados por Moisés y el
sacerdote Aarón, quienes contaron a los de hijos de Israel en el desierto de Sinaí.
Porque Jehová había dicho de ellos: Morirán en el desierto; y no quedó varón de ellos,
sino Caleb hijo de Jefone y Josué hijo de Nun.

Lo importante de emprender el caminar con Dios no es solamente ser contado entre los que
comienzan a andar con Él, sino estar entre los que terminan por heredar Su promesa; luego
de haberle creído, en medio de las dificultades, durante todo el tiempo.

Es por ello que de la multitud que salió de Egipto solo Josué y Caleb entraron en la tierra
prometida. De los más de 600000 varones de más de veinte años de edad que fueron
censados antes de entrar a poseer la tierra prometida, solo 2 venían desde Egipto; los demás
nacieron en el desierto mientras viajaban durante 40 años.

Es un cuadro trágico el que, luego del sufrimiento de la peregrinación, la gran mayoría no


llegara a heredar la tierra prometida; pero al mismo tiempo es un ejemplo claro de lo dicho
por el Señor Jesús: “muchos son llamados, más pocos escogidos” (Mateo 20:16).

En el caso específico del pueblo de Israel, no pudieron argumentar que Dios fuera injusto,
ya que ellos no habían hecho otra cosa más que rebelarse contra Él en medio del viaje en el
desierto. Los únicos dos que mantuvieron su fe, que guardaron la esperanza, y se aferraron
al cumplimiento de lo que Dios prometía, heredaron la tierra.

Es igual con los creyentes en Cristo mientras peregrinan en esta vida para heredar la
eternidad en la presencia de Dios: Ciertamente son guardados o preservados por la gracia
divina, pero simultáneamente son impulsados a perseverar hasta el día de su total
redención.

Así como todo verdadero creyente en Cristo, a pesar de su incapacidad humana, es


preservado por Dios para salvación; así mismo, el que realmente es preservado, persevera
hasta el final de sus días en la fe por medio del poder con que el Espíritu Santo lo ha
capacitado.

Aunque es bueno recordar lo que Dios hizo en nosotros desde que fuimos contados como
creyentes en Cristo, es mejor usar ello para impulsarnos a perseverar hasta el final de
nuestra vida. ¡Perseveremos sin desmayar ni retroceder en la fe!
Día 144

NECESIDAD DE RELEVO

Números 27:15-18 Entonces respondió Moisés a Jehová diciendo: Ponga Jehová, Dios
de los espíritus de toda carne, un varón sobre la congregación, que salga delante de
ellos, que les saque y les introduzca, para que la congregación de Jehová no sea como
ovejas sin pastor. Y Jehová dijo Moisés: Toma a Josué hijo de Nun, varón en el cual
hay espíritu, y pondrás tu mano sobre él.

Quien entiende que la gloria es de Dios, piensa en dejar a alguien que continúe su servicio
al Señor, en vez de renegar cuando Él ha decidido retirarlo.

La tremenda noticia que Dios le dio a Moisés, de no permitirle entrar a la tierra prometida,
sino solamente dejar que la viera de lejos, para luego tomar su vida, tuvo que impactarlo
profundamente; pero en vez de discutir con Dios por ello, alegando haberle servido
fielmente, y excusando sus errores detrás de su debilidad humana, prefirió pedir por alguien
que condujera al pueblo cuando él faltara.

Este es el verdadero corazón de un líder establecido por Dios, que en vez de preocuparse
por sí mismo, se enfoca en que Dios continúe glorificándose en su pueblo; entendiendo que
cada uno, por importante que sea su labor, es un instrumento en el plan de Dios. Y como
instrumentos, todos somos importantes; pero solo Dios es verdaderamente indispensable;
por lo cual, todos somos reemplazables.

En la medida que recordemos que debemos ser relevados trabajaremos con un corazón más
humilde, nos enfocaremos en glorificar al Señor, serviremos con mayor amor a su pueblo y
formaremos con mayor denuedo a las personas que Dios nos muestra como posibles
reemplazos.

Debemos servirle al Señor con visión de eternidad, ya que Su obra es eterna; y así como
Moisés tuvo bajo su formación a Josué, para cuando Dios lo llamara a su presencia; así
mismo, cada uno de nosotros debe preparar al menos a uno que pueda ser delegado por
Dios para reemplazarnos en nuestro servicio a Él.

Cristo nos mandó a predicar el evangelio hasta que el vuelva; y esto debemos hacerlo con
tanta pasión, como si Él volviera hoy; y al mismo tiempo, debemos formar generaciones de
relevo como si Él tardara mucho en regresar. ¡A Él sea la Gloria!
Día 145

OFRENDANDO TODO EL TIEMPO

Números 28:1-2 Habló jehová a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel, y diles:
Mi ofrenda, mi pan con mis ofrendas encendidas en olor grato a mí, guardaréis,
ofreciéndomelo a su tiempo.

Cada día, semana, mes, temporada y año, se constituyen en una oportunidad más para
ofrendar a Dios y servir a la extensión de su evangelio; porque así como el Señor les mandó
a los Judíos a celebrarle fiestas y ofrendas diarias, semanales, mensuales, ocasionales y
anuales, así mismo debemos consagrar a Dios nuestro tiempo y nuestros recursos
permanentemente.

Las especificaciones que Dios ordeñó a Moisés para cada tipo de ofrenda, en cada tiempo
específico, eran abundantes; y por ello el pueblo constantemente recordaba a su Señor,
evitando así la formación de una cultura desligada de la fe bíblica.

Igualmente, en la actualidad, no debemos esperar a que lleguen tiempos especiales para


consagrarnos de forma especial al Señor; todos los días, y todas las temporadas, debemos
usar nuestros bienes en favor de la extensión del evangelio de Jesucristo.

Si invertimos en Dios, Él se encargará de invertir en nosotros, para que su mensaje de


Salvación corra veloz.
Día 146

OFRENDANDO TODO TIPO DE COSAS

Números 29:39 Estas cosas ofreceréis a Jehová en vuestras fiestas solemnes…

Conforme a la forma en que Dios nos llama a servirle, así mismo nos pide de todo tipo de
cosas para honrarle, enseñándonos a entregarle todas las áreas de nuestra vida.

A muchos les incomoda que Dios les mande a dedicar tiempo para Él o para Su obra; otros
se indisponen si se les invita a colaborar económicamente con el sostenimiento de la
congregación cristiana a la que asisten; y de manera más generalizada, a la mayoría le
desagrada que Dios les solicite lo que más aman, siendo lo que más profundamente
arraigado tienen en su corazón.

Imaginémonos por un momento lo que sintió Abraham, cuando Dos le pidió que sacrificara
al único hijo que le dio con Sara, después de muchos años de espera. La solicitud le debió
llegar como una bomba a su corazón, pero él entendía que al Señor se le debe dar todo lo
que pida, por difícil que parezca.

Abraham aprendió a darle de todo al Señor, sin reservas; y así mismo, cuando Dios
solicitaba diferentes tipos de sacrificios, ofrendas y ceremonias, buscaba adiestrar el
corazón de los judíos para no reservarle nada de lo que tenían.

En la actualidad sigue siendo igual; de todo lo que tenemos, vivimos o disfrutamos,


debemos disponer al servicio del Señor; y especialmente necesitamos rendir a Dios las
personas que más amamos, para que no reemplacen el lugar del Señor en nuestra vida.

Tal como Jesús le dijo a los Fariseos, cuando colaboraban con su economía pero no con su
corazón, así se nos recuerda hoy: “Esto era necesario hacer, sin dejar de hacer aquello”
(Mateo 23:23)
Día 147

COMPROMISOS CON DIOS

Números 30:2 Cuando alguno hiciere voto a Jehová, o hiciere juramento ligando su
alma con obligación, no quebrantará su palabra; hará conforme a todo lo que salió
de su boca.

Ser coherente con lo que prometemos es algo más valioso con Dios que con los hombres;
porque Él no espera que solo intentemos hacerlo, sino que le cumplamos, conforme a su
fidelidad para con nosotros por medio de Jesucristo.

Las personas no solo entienden nuestras fallas, también nos excusan de ellas; y esto es
porque también fallan como nosotros. Pero esto no sirve de argumento ante el único que no
incumple lo que promete, por lo cual debemos cuidarnos de lo que prometemos a Dios y
cumplirlo.

En esta sección de números también menciona el liderazgo masculino en el hogar,


indicando que el padre de la joven soltera y el esposo de la mujer casada podían invalidar el
voto o promesa que cada una de ellas hiciera a Dios. Esto no tenía como propósito quitar la
iniciativa de ellas para con el Señor, pues podían simplemente “quedarse callados ante
ello”, sino que su intención era resaltar la función protectora del liderazgo que naturalmente
y bíblicamente Dios dio al varón.

Dios pide a sus creyentes que mediten bien en lo que le prometen, y que no incumplan lo
que han prometido; porque al igual que como con cualquier otro, cuando de verdad
queremos alegrar el corazón de Dios no dejamos de faltar a nuestro compromiso, pero
cuando nuestro amor es superficial y mediocre rápidamente olvidamos lo que prometimos.

No caigamos en el error de no orar al Señor por no comprometernos con Él; por el


contrario, busquemos en Él las fuerzas para cumplir lo que le prometimos, porque así Él
será exaltado y Su pueblo edificado.
Día 148

PAREJAS MAL ACONSEJADAS

Números 31:15-16 y les dijo Moisés: ¿Por qué habéis dejado con vida a todas las
mujeres? he aquí, por consejo de Balaam ellas fueron causa de que los hijos de Israel
prevaricasen contra Jehová…

Lo primordial de emparejarse con alguien que verdaderamente sirva a Dios, por la fe en


Cristo, es que siempre tendrá el consejo bíblico como su orientación; porque en el caso
contrario, siempre estaremos acompañados de alguien que estará mal aconsejado.

El pueblo de Israel pecó por haber tenido parejas que los incitaban a pecar contra el Señor;
pero estas, a su vez, habían seguido el consejo de Balaam. Este hombre sabía que la
maldición que no pudo proferir contra los Israelitas sería fácilmente aplicada por el mismo
Dios cuando recibieran las tentadoras propuestas de las mujeres de otro pueblo.

Esto nos sirve de lección para que no esperemos que el ataque enemigo siempre llegue de la
misma manera a nuestra vida, sobre todo si estamos solteros y andamos en la búsqueda de
compañía conyugal; porque la mejor manera de introducir una idea en la mente de alguien
es aconsejando a su pareja, como sucedió en el Edén (Gn.3:3-8).

Escojamos bien nuestras parejas, para que sean personas cristianas que se rijan por los
parámetros bíblicos y para asegurarnos que no nos aconsejen conforme al consejo del
mundo, sino conforme a lo revelado en la Palabra de Dios.

Dígame quien aconseja a su pareja y le diré, por la Palabra de Dios, que clase de vida tiene.
Día 149

COMPROMISO DE LUCHAR

Números 32:20-22…si os disponéis para ir delante de Jehová a la guerra, y todos


vosotros pasáis armados el Jordán delante de Jehová, hasta que haya echado a sus
enemigos delante de sí, y sea el país sojuzgado delante de jehová; luego volveréis, y
seréis libre de culpa para con jehová, y para con Israel, y está tierra será vuestra en
heredad delante de Jehová

No hay verdadera bendición si no se obtiene por medio de una lucha legítima, a través del
poder de Dios por medio de la fe en Jesucristo.

Ante la solicitud de los miembros de las tribus de Gad y de Rubén, de permitirles heredar
las tierras que estaban antes de cruzar el Jordán, por ser propicias para su oficio ganadero,
Moisés inicialmente se opuso; la razón era muy simple, él veía como una ofensa a Dios que
algunos heredaran sin haber luchado para conquistarlo, y creía que así el resto del pueblo se
desanimaría.

Pero luego de ver el compromiso de estas tribus para luchar junto sus hermanos por las
tierras que las otras tribus heredarían, Moisés les concedió su petición. Eso sí, bajo la
advertencia de no incumplir lo prometido, porque pecarían grandemente en contra del
Señor y verían las consecuencias sobre la misma heredad que tan alegremente habían
recibido.

Tanto para heredar la vida eterna, como para recibir bendiciones terrenales, Dios nos ha
asegurado la victoria en Cristo, pero bajo la condición de que luchemos fervientemente en
sus fuerzas. Lamentablemente, a veces, cuando olvidamos esto y encontramos algunas
satisfacciones temporales que nos benefician, dejamos de luchar; y entonces lo recibido
empieza a perder sentido y a ser una carga para nuestra vida.

Esta es la razón por la que a muchos les parece tedioso luchar por perseverar en el
Evangelio y al mismo tiempo se les vuelve una carga las bendiciones temporales de esta
vida, llegando a rendirse. Han olvidado el compromiso adquirido con Dios, de luchar en Su
nombre hasta el final

Solo quien persevera heredará la vida eterna; pero solo persevera quien está comprometido
con el Señor a luchar por sí mismo y por sus hermanos en la fe. ¡En Cristo somos más que
vencedores y por ello nunca debemos dejar de luchar en sus fuerzas!
Día 150

JUSTICIA AL REPARTIR

Números 33:54 Y heredaréis la tierra por sorteo por vuestras familias; a los muchos
daréis mucho por herencia, y a los pocos daréis menos por herencia; donde le cayere
la suerte, allí la tendrá cada uno; por las tribus de vuestros padres heredaréis.

Conforme el Señor, que da a cada uno según sus necesidades y capacidades; así debemos
aprender a ser justos en lo que damos y a no desalentarnos por lo que recibimos.

Con igualdad de posibilidades para recibir su tierra, pero con la extensión específica que el
número de habitantes de cada tribu demandaba; así se repartió la tierra prometida. Esto no
solo demostraba que el Señor es justo, sino que además es consecuente con las necesidades
de Su pueblo.

No es verdadera justicia cuando se le entrega a todos lo mismo, porque no todos somos


iguales; por lo cual, reclamar continuamente para recibir lo mismo que se le da a otros
puede ser una necedad. No todos tenemos las mismas capacidades desarrolladas, ni las
mismas necesidades percibidas; y por olvidar esto es que a veces nos parece desbalanceada
la forma en que el Señor reparte sus bendiciones.

Hasta las recompensas o premios que recibamos en la eternidad serán conforme a nuestras
obras, aunque el premio principal de estar junto al Señor sea el mismo; y de seguro, al
disfrutar de una eterna relación con Dios, ni nos percataremos de haber recibido más ni de
haber recibido menos recompensas que otros, cosa que lamentablemente si hacemos en esta
vida.

La invitación del Señor es a que seamos como Él, Justos para dar; pero esto solo se aprende
cuando dejamos de envidiar lo que otros reciben y aceptamos el principio divino de dar
según la necesidad y de recompensar el desarrollo de las capacidades.

En vez de vivir demandando más que los demás, debemos desarrollar lo que se nos ha dado
por la gracia del Señor, para ser dignos de recibir más de él; así como nos enseña la
parábola de los talentos (Mateo 25:14-30)
Día 151

LÍMITES NECESARIOS

Números 34:1-2 Y Jehová habló a Moisés, diciendo: Manda a los hijos de Israel y diles:
Cuando hayáis entrado en la tierra de Canaán, esto es, la tierra que os ha de caer en
herencia, la tierra de Canaán según sus límites,…

Junto con las dádivas de Dios, siempre se nos dan límites; porque ellos permiten evaluar
nuestra administración y nos concientizan de nuestra responsabilidad ante el Señor.

La tierra que Dios le entregó al pueblo de Israel tenía límites precisos, los cuales servían de
recordatorio de su separación del mundo y al mismo tiempo de su conexión con él. Debían
cuidarse de no mezclarse con las costumbres idolátricas y pecaminosas de los otros
pueblos, y al mismo tiempo debían relacionarse debidamente con sus vecinos.

Esto sirve de clara ilustración para los creyentes en Cristo, los cuales debemos evitar
incurrir en conductas pecaminosas que el mundo promueve como normales; pero a su vez,
estamos mandados a relacionarnos con todos conforme el amor de Dios, que hace salir su
sol sobre justos y pecadores.

Los límites entonces son adecuados para todo lo que recibimos del Señor; porque todo,
excepto Él mismo, es finito y tiene unos límites, ya sea de tiempo o de calidad. Nada es
ilimitado, salvo el Señor y sus maravillosos atributos revelados en Cristo.

Meditando en esto es que disfrutamos de lo que Dios nos da a través de la comunión con
Él, para no pasar los límites que nos ha dado, bajo la excusa de querer prosperar, ni dejar de
aprovechar sus bendiciones, por miedo a cruzar estos límites.

Así como Pablo enseñó de los dones espirituales recibidos en Cristo; de igual forma,
siempre debemos administrar todo lo que el Señor nos da “conforme a la medida de fe que
Dios repartió a cada uno” (Romanos 12:3).

¡Crezcamos en la relación con Cristo, para no dejar de aprovechar lo que nos ha dado, ni
pasar los límites que nos ha establecido!
Día 152

AYUDA AL QUE SIRVE A DIOS Y AL DESESPERADO

Números 35:8, 13, 15…del que tiene mucho tomaréis mucho, y del que tiene poco
tomaréis poco; cada uno dará de sus ciudades a los levitas según la posesión que
heredará. De las ciudades, pues, que daréis, tendréis seis ciudades de refugio…para
que huya allá cualquiera que hiriere de muerte a otro sin intención.

Debemos destinar una buena parte de nuestras posesiones para colaborar con el que se
entrega a servir a Dios y también con el que sufre una calamidad.

Las ciudades que el pueblo de Israel conquistaría no debían quedar por fuera de los
mandatos divinos; así tuvieran que batallar por ellas, no podían excusarse en su esfuerzo
para emplearlas solo en su satisfacción; por ello, antes de entrar a poseerlas, Dios les
mandó a separar 48 ciudades y sus respectivos terrenos ejidos, 42 para que vivieran los
levitas y 6 para los refugiados.

De esta forma el Señor les aseguraba un lugar donde vivir a los Levitas, que eran los que se
dedicaban a servirle de continuo en el tabernáculo de adoración; y al mismo tiempo
garantizaba un lugar donde refugiarse a quienes habían incurrido en homicidio de forma
accidental, para que no sufrieran la venganza de los familiares de la persona fallecida sino
hasta cuando fueran juzgados justamente.

Esto nos alerta para no excusarnos detrás del sufrimiento por medio del cual hemos
obtenido nuestras posesiones, ya que todas nos han llegado de la mano del Señor y por ello
debemos ponerlas a Su servicio.

Aunque ya no hay levitas, ni tampoco los familiares de un asesinado tienen la autoridad


para vengarse del asesino, si tenemos personas que trabajan por entero en la predicación del
evangelio; y también tenemos otras personas que pueden estar sufriendo una persecución
injusta o una calamidad que amerite nuestra ayuda.

No basta con compadecernos de aquellos hombres de Dios que sirven con abnegación a Su
pueblo, debemos sostenerlos con parte de lo que ganamos; y además, como el buen
samaritano, debemos socorrer al que sufre. A su debido tiempo seremos recompensados
Día 153

AMOR Y OBLIGACIÓN

Números 36:6-7 Esto es lo que ha mandado Jehová acerca de las hijas de Zelofehad,
diciendo: Cásense como a ellas les plazca, pero en la familia de la tribu de su padre se
casarán, para que la heredad de los hijos de Israel no sea traspasada de tribu en
tribu…

El querer satisfacer las necesidades sentimentales no debe oponerse al sentido común;


porque siempre podemos afinar nuestro corazón a la voluntad de Dios, si es que realmente
seguimos a Cristo.

El caso de estas mujeres ya estaba solucionado a favor de ellas, dándoles la posibilidad de


administrar las propiedades de los varones de su familia que habían fallecido. Pero los
líderes de la tribu de Manasés hijo de José, a la cual ellas pertenecían, vieron un riesgo de ir
en contra de lo establecido por el Señor; ellos explicaron que si ellas se casaban con
hombres de otra tribu desbaratarían el orden con el que Dios les había repartido las tierras,
porque en el año de Jubileo pasarían a manos de estos.

Pero Dios mismo, a través de Moisés, dio la solución al problema: Ellas se casarían con los
hombres que desearan, pero que fueran de su misma tribu. Esto era darles la libertad de
amar, pero bajo el respeto a lo establecido por Dios; esto es sintonizar el corazón en el
canal del orden bíblico.

Con la mal llamada libertad, que se promulga en las sociedades modernas, se genera
controversia cuando se proclama que las parejas nunca deben ser del mismo sexo, o que
deben someterse a los roles que Dios asignó a cada miembro de la familia, o que
simplemente deben evitar que sus uniones sean de diferentes convicciones espirituales. La
mayoría ve esto como una violación a la libertad para amar, pero olvidan que el verdadero
amor viene de Dios y solo Él lo puede regular.

El creyente verdadero en Cristo ha sometido todo su ser al Señor; y al momento de buscar


su pareja, no solo busca satisfacer sus deseos, busca hacer la voluntad de Dios. ¡Quien así
hace, tiene menos de que lamentarse en su vida conyugal y descubre la satisfacción de tener
una relación bendecida por Dios!
Día 154

NECESIDAD DE AYUDA

Deuteronomio 1:9, 12-13 En aquel tiempo yo os hablé diciendo: Yo solo no puedo


llevaros… ¿Cómo llevaré yo solo vuestras molestias, vuestras cargas y vuestros
pleitos? Dadme de entre vosotros, de vuestras tribus, varones sabios y entendidos y
expertos, para que yo los ponga por vuestros jefes.

Ninguna persona, que sea verdaderamente sabia, tratará de hacer solo las cosas; mientras
más sabio sea, más reconocerá su incapacidad frente a los demás y frente a sí mismo; y
dejará que Dios lo bendiga con la ayuda de otros.

En Deuteronomio, Moisés se dedicó a recordar lo acontecido durante los 40 años de


peregrinación de Israel; y tuvo que mencionar lo difícil que fue liderar un pueblo tan grande
y tan conflictivo, por lo cual tuvo que pedir ayuda para poderlo gobernar desde el principio
de su travesía.

Aunque no había un varón más preparado, en lo intelectual, en lo emocional y en lo


espiritual, Moisés no pudo gobernar solo a Israel. La magnitud de la responsabilidad, y lo
complicado de la labor, le hicieron clamar a Dios por personas para que le colaboraran; y
aun cuando esto significó delegar su autoridad, lo aceptó; porque pudo percibir sus propias
limitaciones y creyó que Dios sería finalmente quien se glorificaría.

Buscar ayuda en otros es más que una simple cuestión de estrategia, es una declaración
pública de nuestras limitaciones; y al mismo tiempo es una proclamación de confianza en la
obra de Dios a través de los demás. Quien no pide ayuda, por preparado o capaz que sea,
terminará sepultado bajo la labor que de forma orgullosa y prepotente inició.

El cristiano reconoce a su salvador como el único poderoso; y por ello apela a Él a través de
la ayuda de otros, cuando se percata de sus limitaciones y de sus fallas. ¡Es mejor
humillarse para vencer que ser derrotado por orgullo!
Día 155

BENDICIÓN EN EL DESIERTO

Deuteronomio 2:6-7 Compraréis de ellos por dinero los alimentos, y comeréis; y


también compraréis de ellos el agua y beberéis; pues Jehová tu Dios te ha bendecido
en toda obra de tus manos; él sabe que andas por este gran desierto; estos cuarenta
años Jehová tu Dios ha estado contigo, y nada te ha faltado.

El tiempo y el lugar no determinan la provisión de Dios, pero si hacen resaltar sus


bendiciones sobre nuestras vidas; es por ello que todo desierto nos enseña a vivir por fe y
no por vista.

Antes de poseer la tierra prometida, Dios le indicó a Moisés los pueblos vecinos que debía
vencer en batalla y cuales debía dejar en paz; y como es lógico, para pasar por el territorio
de los que dejaría en paz, les mandó a comprar lo que de ellos necesitaran.

Si esta orden hubiera sido recibida por las mismas personas que salieron de Egipto 40 años
atrás, de seguro se habrían quejado por tener que pagar; y tal vez hubieran argumentado:
¡¿Acaso no estamos pagando lo suficiente al vivir en el desierto por tantos años?, en Egipto
estábamos mejor”! Pero todos los que escuchaban en ese momento eran los nacidos en el
desierto, los cuales si valoraban la forma en que Dios los había bendecido durante tantos
años.

Se les pidió comprar porque tenían con que hacerlo, pero a muchos de los creyentes
modernos nos cuesta gastar en lo que necesitamos. Más aún, a veces nos cuesta invertir en
lo que nos pueda producir una beneficio por enfocarnos en el desierto que pasamos y no en
la gloria de Dios que nos bendice a través de la dificultad.

Decidamos, pues, a quienes nos queremos parecer: A los que salieron de Egipto y murieron
en su dolor por estar en medio de un terrible desierto, o a los que nacieron en el desierto y
se acostumbraron a ver la gloria de Dios en medio de sus dificultades, heredando
finalmente las promesas.

¡Miremos lo que Dios ha hecho en nosotros, por medio de la fe en Cristo, para seguir
siendo útiles en Su Reino!
Día 156

DIOS ES QUIEN VENCE

Deuteronomio 3:22 No los temáis; porque Jehová vuestro Dios, él es el que pelea por
vosotros.

La capacidad para vencer se obtiene cuando se conoce y confía plenamente en Dios; porque
solo Él puede pelear por nosotros contra todo lo que pretenda amedrentarnos, liberándonos
del temor para luchar.

Al encomendar a su sucesor para que conquistara la tierra prometida, Moisés le recordó las
victorias que Dios les entregó en las luchas previas a la entrada más allá del Jordán; y por
medio de ello, instó a Josué a no temer, sino más bien pelear confiando en que la victoria la
da el Señor.

Si Dios es el que pelea por nosotros, entonces venceremos el miedo que nos impide luchar;
ya que el enemigo más grande que podemos tener es nuestro propio temor que nos paraliza
y nos estorba para actuar conforme al mandato del Señor.

Recordando que estamos del lado vencedor nuestro corazón será fortalecido y podremos
perseverar en cada lucha que nos toque, especialmente en la de permanecer en Cristo hasta
nuestro encuentro con Él en la eternidad.

Si peleamos en el nombre del Señor, es Él quien lucha; y si Él es quien lucha, entonces Él


es quien vence a través de nosotros. ¡Luchemos en el nombre de Jesús hasta que Dios
venza! Porque Él es quien pelea por nosotros.
Día 157

DIOS ES CELOSO

Deuteronomio 4:23-24 Guardaos, no os olvidéis del pacto de jehová vuestro Dios, que
el estableció con vosotros, y no os hagáis escultura o imagen de ninguna cosa que
Jehová tu Dios te ha prohibido. Porque Jehová tu Dios es fuego consumidor, Dios
celoso.

El celo de Dios es para salvaguardarnos de las consecuencias de nuestra desobediencia; ya


que estas vienen cuando reemplazamos el dominio del Señor por algo o alguien más que
domine nuestro corazón.

Al recordarle al pueblo de Israel los mandamientos de Dios, Moisés hizo un énfasis


especial en los relacionados con la consagración a Él; tuvo que aclararles las consecuencias
de la idolatría y prevenirlos de la justa manifestación de la Ira de Dios, que se da por el celo
santo del Señor.

En el ser humano los celos son una expresión natural de protección y cuidado que ha sido
afectada por el pecado; por ello se muestran como consecuencia de inmadurez, inseguridad
y egoísmo, llegando a consecuencias trágicas para quienes lo sufren y para sus seres
amados; pero en Dios no es así.

El Señor no cela a su pueblo por que este inseguro, o por debilidad de carácter, ni mucho
menos porque nos necesite para vivir feliz; Él nos cela fuertemente por nuestro propio bien
y porque se ha comprometido, a través de su Hijo Jesucristo, a guardarnos para Él.

De esta forma, por ser perfecto en santidad, Su celo es perfecto; pero sin que su reprensión
deje de ser terrible, porque sigue siendo justo para disciplinar. Cristo lo demostró cuando
expulsó a los mercaderes del templo (Juan 2:13-17).

¡Nosotros, los que creemos en Cristo, ahora somos Su casa! Por ello recordemos el celo de
Dios sobre nuestras vidas, para no dar rienda suelta a nuestras debilidades.
Día 158

BENDICIÓN POR OBEDECER LOS MANDAMIENTOS

Deuteronomio 5:33 Andad en todo el camino que Jehová vuestro Dios os ha mandado,
para que viváis y os vaya bien, y tengáis largos días en la tierra que habéis de poseer.

Aunque nadie, excepto Cristo, haya podido cumplir a la perfección los mandamientos;
todos los que han obedecido al Señor han percibido Su favor especial sobre sus vidas.

Luego de citar los diez mandamientos escritos por Dios sobre las tablas de piedra, Moisés
resaltó las recompensas que vienen sobre quienes los ponen en práctica. Esto se dio porque
los mandamientos son la expresión del carácter de Dios y de Su voluntad para nuestras
vidas; por lo cual Él se compromete a bendecir a quienes los practican.

Tanto los mandamientos que regulan nuestra relación con Dios, como los que reglamentan
nuestra relación con las otras personas; todos tienen como objetivo instruirnos para vivir
mejor.

Si el Señor nos manda a no mentir, nos está evitando las consecuencias de dicha conducta,
y busca privilegiarnos con las maravillosas bendiciones de decir la verdad. Igualmente pasa
cuando dirigimos nuestra adoración de forma exclusiva a Él, pues se nos bendice con Su
presencia, iluminación y favor.

Así mismo podríamos encontrar muchos beneficios de practicar cada uno de los demás
mandamientos del decálogo: No hacer para nosotros imágenes que idolatrar, No tomar el
nombre del Señor en vano, Guardar un día a la semana para reposar y dedicarnos a Él,
Honrar a nuestros padres, No matar, No cometer adulterio, No robar y No codiciar nada de
los demás.

¡En Cristo hemos sido salvados a pesar de no cumplir con los mandamientos; pero por
amor a Él, y para disfrutar de Sus bendiciones, debemos practicarlos cada vez más!
Día 159

RESUMEN Y TRANSMISIÓN DE LOS MANDAMIENTOS

Deuteronomio 6:5-7 Y amarás a Jehová tu Dios de todo tu corazón, y de toda tu alma,


y con todas tus fuerzas. Y estas palabras que yo te mando hoy, estarán sobre tu
corazón; y las repetirás a tus hijos, y hablarás de ellas estando en tu casa, y andando
por el camino, y al acostarte, y cuando te levantes.

Amar total e incondicionalmente a Dios, y nunca parar de enseñar Su voluntad; esto es lo


único que resume y propaga en la práctica los mandamientos del Señor.

Este gran mandamiento, que resume la voluntad de Dios, fue citado por Cristo para enseñar
que Dios pide de nosotros más que una obediencia mecánica a sus leyes, pide nuestro
corazón. (Mt.22:37; Mr.12:30; Lc.10:27). Y esta es la verdadera motivación que debían
tener los judíos para obedecer los mandamientos; la misma motivación que debe impulsar a
cada creyente en Cristo para honrar al Señor por medio de su obediencia; ya que el amor a
Dios resume los mandamientos y al mismo tiempo nos impulsa a cumplirlos y a enseñarlos.

Una persona enamorada del Dios de la Biblia practicará sus enseñanzas y enseñará lo que
practica; porque no tendrá temor de enfrentarse a la burla, o el rechazo del mundo; pues
está dándole prioridad a la voluntad del ser que más ama.

Así como el judío tenía la oportunidad de enseñar a su hijos, cuando estos lo veían
obedecer los mandamientos; así mismo el cristiano encontrará quien reciba su enseñanza, al
verlo ser fiel a Dios, empezando desde su propia familia.

¡No temamos pensando que no podemos enseñar fielmente lo mandatos bíblicos;


simplemente pongamos en práctica el amar a Dios por encima de todos y de todo, y
seremos escuchados y entendidos!
Día 160

MOTIVOS DE DIOS PARA ELEGIR

Deuteronomio 7:7-8 No por ser vosotros más que todos los pueblos os ha querido
Jehová y os ha escogido, pues vosotros eráis el pueblo más insignificante de todos los
pueblos; sino por cuanto Jehová os amó, y quiso guardar el juramento que juró a
vuestros padres…

No son nuestras virtudes, por grandes que sean, las que aseguran el favor de Dios; porque la
única fuente de Su gracia es su maravilloso amor y su eterna fidelidad.

No eran los más numerosos, no fueron los más inteligentes, ni mucho menos los más
valientes; y aun así Dios los escogió de entre todos los pueblos de la tierra. Por ello los
Israelitas, a pesar de haber sido instruidos en la Ley, debían recordar que fueron elegidos
por Gracia.

Es el maravilloso contraste que solo Dios puede producir cuando obra; pues Él invita a que
se le obedezca, pero sobre la base de Su favor inmerecido. Dios no tranza ni vende su favor,
para no quedarse esperando a que cumplamos las condiciones ideales para ser suyos; por el
contrario, sabiendo nuestra imposibilidad de ser merecedores de Su gracia, Dios decide
elegirnos sobe la base de Su puro amor y se compromete con nosotros por Su mera
fidelidad.

Esto es el corazón del evangelio, esto es lo que envió a Cristo a morir por un pueblo
pecador; y al mismo tiempo, esto es lo que nos da paz y nos impulsa a vivir conforme la
voluntad de nuestro Señor, a vivir como verdaderos cristianos.

¡Si usted no se ha entregado a Cristo, no espere a ser perfecto para hacerlo; el único
perfecto en amor y fidelidad es el Señor! ¡Y si es cristiano, nunca olvide que el único
motivo de Dios para salvarlo se encuentra en Su maravillosa gracia!
Día 161

CORAZÓN AL DESCUBIERTO

Deuteronomio 8:2 Y te acordarás de todo el camino por donde te ha traído Jehová tu


Dios estos cuarenta años en el desierto, para afligirte, para probarte, para saber lo
que había en tu corazón, si habías de guardar o no sus mandamientos.

La aflicción, la prueba, y todo desierto en la vida, son usados por Dios para mostrarnos las
motivaciones, convicciones y anhelos de nuestro corazón; para que sepamos si realmente le
amamos lo suficiente como para obedecerle de todo corazón.

Acordarse de todos los cuarenta años que anduvieron en el desierto, eso les mostraría a los
israelitas que su corazón debía estar siempre alineado con la voluntad de Dios. Las luchas
que vivieron les sirvieron para reconocer lo débil de su fe, pero al mismo tiempo les
brindaron la oportunidad de fortalecerse en el Señor.

Así mismo, cuando los cristianos atravesamos dificultades, debemos recordar que en medio
de ellas es cuando más hemos aprendido acerca de nuestras propias debilidades y
fortalezas, y es cuando hemos desarrollado mayor dependencia del poder de Dios.

Debemos definir nuestras prioridades en medio de la dificultad; o esta nos sirve para
enfocarnos en nosotros y olvidarnos del poder de Dios, o nos sirve para recordarnos
nuestras debilidades y enfocarnos en el poder glorioso de nuestro Señor.

Las circunstancias adversas nunca pueden determinar nuestra respuesta, pero si pueden
revelar lo que hay en nuestro corazón.

¡Que Dios, y su Palabra fortalecedora, sea lo que se encuentre en nuestro corazón en medio
de las pruebas!
Día 162

MISERICORDIA SIN DEJAR LA JUSTICIA

Deuteronomio 9:4 No pienses en tu corazón cuando Jehová tu Dios los haya echado
de delante de ti, diciendo: Por mi justicia me ha traído Jehová a poseer esta tierra;
pues por la impiedad de estas naciones Jehová las arroja de delante de ti.

Que Dios se apiade de alguien, y a la vez deje que otro siga en su pecado, no significa que
el Señor sea injusto; porque Dios es justo al dejar que quien se rebele contra Él sufra las
consecuencias de su pecado y al mismo tiempo impedir toda posible auto-justificación en
quien recibe Su misericordia.

Es lamentable lo que el corazón humano pretende hacer con el carácter divino; pues cuando
recibe el justo castigo por su pecado se niega a recibirlo, y cuestiona el amor de Dios; y
cuando recibe la misericordia de Dios se olvida que no la merecía, desfigurando la justicia
divina al buscar argumentos en su propia justicia, y menospreciando a otros.

Dios no puede ser burlado, ni mucho menos transformado a nuestro antojo; la mejor prueba
de ello es el sacrificio redentor de Cristo en la cruz; pues sin dejar de ser amoroso y
misericordioso Dios aplicó el castigo por nuestro pecado en Cristo; y al mismo tiempo, sin
dejar de aplicar su terrible castigo, y haciendo justicia, Dios nos tuvo misericordia,
perdonándonos, y dándonos una nueva vida a través de la muerte y resurrección de nuestro
Señor.

¡Qué maravilloso es Dios! Y ¡Que pérdida de tiempo es cuestionarlo en vez de servirle!


Porque así como Su misericordia está segura al rendirnos a Cristo, Su justo castigo está
dispuesto para quien lo rechaza.
Día 163

LO QUE DIOS PIDE PARA PROSPERARNOS

Deuteronomio 10:12-13 Ahora pues, Israel, ¿qué pide Jehová tu Dios de ti, sino que
temas a Jehová tu Dios, que andes en todos sus caminos, y que lo ames, y sirvas a
jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu alma; que guardes los
mandamientos de Jehová y sus estatutos, que yo te prescribo hoy, para que tengas
prosperidad?

¡Dios no pide algo de nosotros, nos pide todo!; porque solo así seremos realmente
prósperos, al prosperar primero espiritualmente por medio de la fe en Jesucristo.

Temor reverente o respeto máximo, amor absoluto y obediencia total, eso es lo que Dios
espera de quienes buscamos Su favor en nuestras vidas. La razón es simple: La verdadera
prosperidad brota de un corazón prospero, de un corazón que sabe encontrar su gozo
plenamente en Dios.

Esto le fue recordado a los Israelitas antes de entrar en la tierra prometida, para que no
perdieran el rumbo al aferrarse a las bendiciones materiales que habían de conquistar. Pero
tristemente, con los años, al dar prioridad a sus posesiones fueron perdiendo la paz para
administrarlas y dejaron de ser prósperos en verdad.

Hoy es igual, si olvidamos la base real de la prosperidad, sin importar cuantas posesiones
tengamos, perderemos la paz para administrarlas y estaremos en ruina espiritual. El apóstol
Juan lo expresó con claridad en su tercera carta: “Amado, yo deseo que tú seas prosperado
en todas las cosas, y que tengas salud, así como prospera tu alma” (3 Jn 2); y solo
prospera el alma cuando se entrega totalmente a Dios.

¡Cristo se entregó totalmente por nosotros para que nosotros nos rindamos plenamente a
Dios! No hay término medio, o le damos todo nuestro ser al Señor, o vivimos bajo la ruina
espiritual de este mundo.
Día 164

AMOR DIARIO

Deuteronomio 11:1 Amarás, pues, a Jehová tu Dios, y guardarás sus ordenanzas, sus
estatutos, sus decretos y sus mandamientos, todos los días.

Quien procura obedecer a Dios todos los días, a diario expresa su amor por Él; y por ello lo
busca diariamente en oración y en Su Palabra, porque sabe que el Señor nunca deja de
amarle.

Lo que Moisés recordaba a su pueblo no debía ser tenido como algo ocasional para fechas
especiales, o como algo temporal y que solo era durante cierto tiempo; ellos debían
obedecerlo siempre. La razón es muy sencilla: Dios es eterno y la fidelidad a Él no puede
estar limitada a un tiempo solamente, debe ser para siempre.

Cada vez que obedecemos a alguien, directa o implícitamente, le estamos asignando un


valor especial en nuestro corazón y estamos reaccionando a la importancia que esa persona
tiene para nuestra vida; así mismo, al obedecer a Dios todos los días, procurando seguir sus
mandamientos, debemos estar llenos de amor por Él.

Muchos distorsionan el amor a Dios cuando lo relacionan con Sus mandamientos; ya que,
aunque estos deben ser obedecidos por todas la personas, solo quienes han descubierto el
Amor de Dios en Cristo, y están llenos de amor al Señor, procurarán realmente obedecerlos
a diario.

Esta es la razón por la que Juan le dice a la Iglesia de Éfeso que ha perdido su primer amor
a Dios, para que puedan volver a sus primeras obras, obedeciéndole siempre (Apocalipsis
2:4-5). No olvidemos que sin amor no hay obediencia plena, sino un cumplimiento
mecánico y pasajero de reglamentos.

¡Cultivemos el amor a Dios a través de la relación diaria con Él! Si es que realmente
queremos obedecerle todos los días de nuestra vida.
Día 165

LUGAR DONDE ADORAR

Deuteronomio 12:13-14 Cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que


viereis; sino que en el lugar que Jehová escogiere, en una de tus tribus, allí ofrecerás
tus holocaustos y allí harás todo lo que yo te mando.

Demostrar nuestro amor a Dios, desplazándonos hasta un sitio, destinando un tiempo, y


enfocado nuestra atención; esos son los beneficios de tener un lugar especial en donde
reunirnos para adorar. Pero debemos buscar congregarnos donde se interprete, enseñe y
viva correctamente el evangelio.

Aunque en el desierto el lugar de adoración, el tabernáculo, fuera móvil; en la tierra


prometida, al estabilizarse, el lugar de adoración sería fijo y Dios mismo determinaría
donde ubicarlo. Esto no significa que se aplique literalmente para el creyente en Cristo;
pues conforme lo enseña el Nuevo testamento el cristiano puede adorar a su Señor en
cualquier lugar (Juan 4:20-24), siendo él mismo el templo del Espíritu santo (1Co.3:16);
pero si nos sirve de ilustración para recordar que una congregación cristiana verdadera, por
pequeña o insignificante que parezca, siempre estará constituida por Dios mismo.

Nuestro trabajo como creyentes no radica en corroborar que la ubicación geográfica de


nuestra Iglesia esté de acuerdo a las escrituras, como si se debía hacer en el Antiguo
testamento; nuestro deber es certificar que la congregación donde asistimos esté ubicada en
una interpretación, enseñanza y vivencia correcta del evangelio; y aunque así como no
existe un creyente perfecto, tampoco existe una Iglesia perfecta, esto no nos exime de
nuestra responsabilidad de escoger bien donde adorar a nuestro Dios.

El Dios en quien hemos depositado nuestra fe es digno de una congregación que sea fiel a
Su Palabra; y quienes le servimos, por medio de Jesucristo, necesitamos una congregación
de este tipo para crecer realmente en la fe.

Ese “cuídate de no ofrecer tus holocaustos en cualquier lugar que viereis”, que escribió
Moisés para el pueblo de Israel, parece traducirse en la actualidad en un “Cuídate de no
ejercer tu adoración púbica al Señor Jesucristo en cualquier congregación que encuentres”.

¡Cuidémonos de no criticar injustamente nuestra congregación, pero sin dejar de procurar


su apego a la Biblia! ¡Nuestra responsabilidad no termina con simplemente congregarnos,
sino que va hasta procurar estar donde se viva fielmente el evangelio!
Día 166

DIOS ES MAYOR QUE LOS MILAGROS Y LA FAMILIA

Deuteronomio 13:1-3, 6-8 cuando se levantare en medio de ti profeta,…y si se


cumpliere la señal que él te anunció, diciendo: vamos en pos de dioses ajenos,…no
darás oído a las palabras del tal profeta…porque Jehová vuestro Dios os está
probando. Si te incitare tu hermano…diciendo en secreto: vamos y sirvamos a dioses
ajenos…no consentirás con él, ni le prestarás oído.

Por grande que sea un milagro, o satisfactoria que sea la relación con nuestros familiares y
amigos, no debemos permitir que estos nos alejen del Señor.

Así como la idolatría antigua apelaba a manifestaciones sobrenaturales y a las relaciones


familiares para alejar a los Israelitas de su Señor, hoy también siguen siendo usadas con el
mismo propósito para alejar a los cristianos de su Salvador.

Claro, ya no se les dice profetas falsos, ni hechiceros o adivinos; se les ha dado más
categoría, llamándolos mentalistas, parasicólogos, y de muchas otras formas. Tampoco se
ve como malo el aceptar las invitaciones a diferentes actividades que violan los
mandamientos bíblicos, o que simplemente enfrían nuestro amor por el Señor; sobre todo si
son de personas allegadas a nosotros, porque caen dentro de lo que se nos enseña como
trato social normal con la familia.

¿Qué diría Cristo, si anduviera como hace más de 2000 años atrás denunciando nuestro
amor por lo sobrenatural antes que por el Dios que todo lo puede, o reprendiéndonos por
amar a nuestros familiares y amigos más que a Él?

Debemos cuidarnos de no caer en la gula espiritual por manifestaciones sobrenaturales, ni


en la gula emocional que solo busca compañía en otros, sin importar que nos alejen de
Dios.

Deberíamos amar al Señor aunque no tuviera una maravillosa eternidad para obsequiarnos
en Cristo; y deberíamos temerle aunque no tuviera una terrible eternidad en el infierno para
castigar nuestro pecado.

¡Que no nos deslumbren los prodigios, ni nos limiten los afectos fraternales! ¡Debemos
amar y servir al Señor!
Día 167

BENDICIÓN DE DAR

Deuteronomio 14:28-29 Al fin de cada tres años, sacarás todo el diezmo de tus
productos de aquel año, y lo guardarás en tus ciudades. Y vendrá el levita, que no
tiene parte ni heredad contigo, y el extranjero, el huérfano y la viuda que hubiere en
tus poblaciones, y comerán y serán saciados; para que Jehová tu Dios te bendiga en
toda obra que tus manos hiciere.

Dios no se olvida de aquellos que les dan a quienes trabajan para Su reino y a quienes
tienen grandes dificultades económicas.

Había muchas formas en que eran bendecidos los sacerdotes, y los mismos levitas; ya que
el pago de su servicio salía del mismo sistema de adoración que Dios le había solicitado al
pueblo de Israel. Pero aun así Dios les ordenó a los judíos que diezmaran de forma
indefectible, porque su obediencia también serviría para ayudar en algo a los más
necesitados.

Hoy muchos alegan que es mejor darles a los pobres, en vez de ofrendar un buen porcentaje
de su sueldo para sostener a los ministros cristianos; y otros piensan que por dar para sus
iglesias ya no tiene que ayudar a los más necesitados. Ambos grupos de personas han
desviado el verdadero sentido de diezmar, o como se le llama frecuentemente en el nuevo
testamento: Ofrendar.

La realidad es que detrás de tanto alegato, por lo general, solo hay excusas para no
compartir con los demás. Si se quiere ser realmente bendecido se debe destinar un buen
porcentaje para los que sirven al evangelio y para los necesitados; porque la verdadera
bendición no radica en quedarnos con todo lo que obtenemos, sino en ser libres de la
avaricia, y en amar hasta el punto de compartir con los demás lo nuestro; ya que al fin y al
cabo lo que tenemos tampoco es nuestro, se lo estamos administrando a Dios.

Si le damos nuestro dinero a alguien para que nos lo administre, querríamos que lo
invirtiera en aquello que más nos interesa; y no hay un interés mayor en Dios, quien es el
dueño de lo que administramos, que expandir Su reino por medio de ministros del
evangelio. Pero al mismo tiempo Dios quiere suplir las necesidades de los más pobres; y
para todo esto Dios cuenta con lo que nosotros le administramos a Él.

No debemos olvidar que “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35)
Día 168

CORAZÓN BLANDO Y MANO ABIERTA

Deuteronomio 15:7-8 Cuando haya en medio de ti menesteroso de alguno de tus


hermanos en alguna de tus ciudades, en la tierra que Jehová tu Dios te da, no
endurecerás tu corazón, ni cerrarás tu mano contra tu hermano pobre, sino abrirás
a él tu mano libremente, y en efecto le prestarás lo que necesite.

Como aún hoy sigue siendo difícil abrir la mano para proveer a otros, Dios debe
recordarnos, como en la antigüedad, que ablandar nuestro corazón es la única forma de
aprender a dar.

Las leyes que el Señor le dio al pueblo de Israel buscaban impedir la explotación entre ellos
mismos; cada siete años se debían perdonar las deudas, para que no hubiera mendicidad
entre ellos; pero aun así, Dios sabía que siempre habría alguien con dificultades
económicas, por lo cual les insistió en que no cerraran su mano y que le proveyeran a quien
estuviera necesidad (Dt.15:11).

El problema consistía en que al acercarse el año de remisión de deudas, muchos ya no le


prestarían a los demás, porque no se lo devolverían; y siendo esta una actitud financiera
muy lógica (según los hombres), Dios les prohibió que se rehusaran a prestar, porque Él
quería que sus corazones no se endurecieran ante la necesidad ajena.

Nuestra tendencia natural es a endurecernos, y lo podemos ver en que somos cada vez más
insensibles ante los niños y adultos que mendigan en las calles; o peor aún, nos
insensibilizamos ante personas de nuestro núcleo familiar que puedan estar pasando
grandes dificultades financieras, y a veces ni nos damos por enterados.

Busquemos al Señor, ablandemos el corazón, y abramos nuestra mano para dar; no importa
que parezca que no nos pueden pagar, porque entonces el Señor se moverá a favor nuestro,
porque habremos renunciado a tener un corazón de piedra, porque estaremos reflejando el
corazón misericordioso que llevó a Cristo a compadecerse de nosotros y a entregarse por
salvarnos.

No debemos olvidar que “Más bienaventurado es dar que recibir” (Hechos 20:35)
Día 169

FIESTAS DE DIOS

Deuteronomio 16:16 Tres veces cada año aparecerá todo varón tuyo delante de
Jehová tu Dios en el lugar que él escogiere: en la fiesta solemne de los panes sin
levadura, y en la fiesta solemne de las semanas, y en la fiesta solemne de los
tabernáculos. Y ninguno se presentará delante de Jehová con las manos vacías

La Pascua, el Pentecostés y los Tabernáculos nos recuerdan que, a pesar de que en el


Evangelio no estamos obligados a hacer las mismas celebraciones, siempre debemos buscar
momentos especiales para gozarnos con Dios en medio de su pueblo.

Cada fiesta de las tres principales tenía su significado: La Pascua celebraba el paso de la
esclavitud de Egipto a la libertad en el desierto, el Pentecostés festejaba la llegada de los
primeros frutos de la tierra, y con los Tabernáculos se daba gracias por las cosechas
recibidas en el año viviendo en tiendas como cuando los israelitas estuvieron peregrinando
en el desierto.

Hoy, no debemos imitar literalmente estos festejos, ni mucho menos buscar simbologías en
el Nuevo testamento para promoverlos de forma continua en la Iglesia; pero si debemos
extraer los principios divinos que prevalecen para los seguidores de Cristo.

La alegría de celebrar los favores recibidos de Dios, el desconectarse por un tiempo de la


rutina y los afanes de la vida, la capacidad de renunciar a la comodidad para unirse con
otros en la adoración, y el poder dedicarle por entero a Dios una buena parte del año; todo
eso sí debemos imitarlo.

Si Cristo es nuestra pascua, muriendo para llevarnos del Egipto espiritual (sistema
pecaminoso del mundo) a peregrinar por esta vida de la mano con Él; y si también Él es
nuestra primicia, habiéndonos sido dado para que habite en nuestros corazones por la
presencia del Espíritu Santo; y si al mismo tiempo es nuestro Tabernáculo divino, que
habitó entre nosotros para que un día habitemos literalmente por la eternidad con Él;
entonces podemos programar fiesta con Dios para celebrar Su amor en nuestras vidas.

Más que celebrar con otros, por motivos pasajeros y vanos de este mundo, deberíamos ser
impulsados en nuestro corazón a reunirnos para celebrar a Dios, en oración, canto y
meditación bíblica; porque Él es quien nos ha dado todo en Cristo Jesús.
Día 170

UN LÍDER SEGÚN DIOS

Deuteronomio 17:15-20 Ciertamente pondrás como rey sobre ti al que Jehová tu Dios
escogiere…Pero él no aumentará para sí caballos, ni hará volver al pueblo a Egipto
con el fin de aumentar caballos…ni plata ni oro amontonará para sí en
abundancia…escribirá para sí en un libro una copia de esta ley…y lo tendrá consigo,
y leerá en él todos los días de su vida…para que no se eleve su corazón por sobre sus
hermanos…

Más que talentos, Dios espera que un líder tenga un corazón que le honre.

Dios ya había previsto que Israel pediría tener un rey; y por ello desde el tiempo de Moisés
el Señor les dejó en claro las virtudes que este debía poseer si quería agradarle y ser de
bendición para su pueblo; el rey necesitaba desarrollar la humildad y modestia que vienen
de meditar y vivir en la Palabra de Dios.

Aunque la Iglesia cristiana no es un reinado, aunque algunos parezcan pensarlo así, si se


debe esperar que quienes presiden tengan estas mismas virtudes que Dios mandó para los
reyes de Israel.

Que el corazón no se eleve por encima de sus hermanos, es algo que cada cristiano debe
buscar; pero al mismo tiempo es algo que quien lidera en una congregación cristiana debe
procurar más vehementemente; porque si el corazón de cualquier creyente es tentado a la
ambición, al orgullo y a la mundanalidad, aún más fuertemente lo es quien está al frente de
los demás hermanos.

Recordando a grandes rasgos una ilustración de Charles Spurgeon: Cuando el reloj de un


habitante de la ciudad se atrasa, está mal; pero si el reloj de la torre de la misma ciudad se
atrasa, es aún peor, porque terminará por afectar a muchos habitantes del sector. De igual
modo, quien preside debe estar mucho más atento de no dejar corromper su corazón, para
no afectar a toda una congregación.

¡Honremos de corazón al Señor, no dejando que el orgullo y la mundanalidad dominen


nuestra alma, y así seremos un bendición para los demás!
Día 171

LO QUE IMPIDE AGRADAR A DIOS

Deuteronomio 18:10-13 No sea hallado en ti quien haga pasar a su hija o su hija por
el fuego, ni quien practique adivinación, ni agorero, ni sortílego, ni hechicero, ni
encantador, ni adivino, ni mago, ni quien consulte a los muertos. Porque es
abominación para con Jehová…Perfecto serás delante de Jehová tu Dios.

Antes que perfección absoluta, Dios anhela que nos perfeccionemos por medio del
alejarnos de lo que nos hace perder la confianza en Él, de lo que Él aborrece.

Todas las prácticas ocultistas son aborrecidas por Dios; por más antiguas que estas sean y
más ligadas que estén a sus respectivas culturas, nunca han sido aceptadas por el Señor; es
más, estas sirvieron como razones para que los habitantes de Canaán fueran despojados de
sus tierras por los Israelitas, y la posterior contaminación de los Israelitas con las mismas
costumbres fue la razón por la que Dios permitió que ellos también fueran exiliados.

Dios sabe de la inclinación del corazón que recurre al ocultismo; ya que tanto el que
practica el ocultismo como el que lo consulta desechan a Dios como su ayudador, buscando
guía y solución en cualquier cosa que les dé resultados.

La excusa que actualmente se argumenta es que son ciencias paranormales que están
sustentadas en las tradiciones culturales milenarias; pero con todo ello, por más que se les
de nombres seudocientíficos y que se apele al sentimentalismo humano, estás prácticas
siguen siendo aborrecidas por Dios.

Aunque se le dé un tinte de modernidad, el ocultismo sigue siendo una ofensa al Señor,


porque esta práctica rechaza a Dios como la única solución verdadera a todo problema del
ser humano, rechazándolo como salvador; y muy probablemente sea porque el corazón
humano no quiere someterse a Dios como su Señor.

¡Rechacemos abiertamente lo que Dios aborrece, si es que realmente tenemos a Jesús como
Señor y Salvador!
Día 172

CUIDANDO LA HONRA Y LA JUSTICIA

Deuteronomio 19:15 No se tomará en cuenta un solo testigo contra ninguno en


cualquier delito ni en cualquier pecado, en relación con cualquiera ofensa cometida.
Sólo por el testimonio de dos o tres testigos se mantendrá la acusación.

El mandamiento de no levantar falso testimonio es tan importante delante Dios como los
demás; y por ello, desde el Antiguo testamento el Señor exige que solo se considere algo en
contra de una persona cuando varias sirven de testigos.

Era tan contundente la búsqueda de justicia y de protección al inocente que la ley establecía
para los testigos falsos la misma pena que debía aplicarse sobre la persona que estos
acusaban injustamente (Dt.19:16-20); de esta forma se evitaba el incremento de injusticas a
causa de caprichos personales.

En la actualidad la mayoría de países no tienen este tipo de leyes fuertemente restrictivas


contra la difamación y el falso testimonio; por lo cual se disminuye la ética y la moral
personal, al no saber respetar el mandamiento bíblico de “No hablarás falso testimonio
contra tu prójimo” (Éxodo 20:16).

Al mismo tiempo la Palabra de Dios nos presenta un procedimiento sensato para cada
situación de este tipo: Esperar a que varias personas den testimonio fehaciente de aquello
por lo cual se acusa a alguien. Estos testigos deben ser verdaderos; es decir, deben estar
dispuestos a sostener su testimonio ante quien sea necesario, sin retractarse y sin
modificarlo; porque si no es así solo son testigos falsos que vienen alentados por
habladurías y chismes, o que procuran dañar sin causa la honra del acusado.

En la familia, el trabajo, la Iglesia, o en cualquier otro ambiente donde se presenten


conflictos interpersonales, hay aplicar el mismo procedimiento bíblico; esto evitará
parcialidades y promoverá la justicia divina, sobre todo cuando el acusado sea alguien con
liderazgo, porque podría afectarse todo un grupo de personas que confían en su honra.

¡Protejamos la honra de los demás, sin dejar de procurar la justicia; poniéndonos en el lugar
del que es acusado y evitando obrar a la ligera al hablar de los demás!
Día 173

LUCHAR SIN TEMOR

Deuteronomio 20:1 Cuando salgas a la guerra contra tus enemigos, si vieres caballos
y carros, y un pueblo más grande que tú, no tengas temor de ellos, porque Jehová tu
Dios está contigo, el cual te sacó de tierra de Egipto.

Por más grande que sea la dificultad que enfrentemos, en vez de fijarnos en ella, debemos
recordar las grandes victorias que Dios nos ha dado; para así luchar sin temor.

Recordar como Dios los sacó de Egipto les debía servir de estímulo a los Israelitas para
luchar sin temor, sobre todo cuando tuvieran que enfrentar enemigos muy fuertes y
armados; pues caballos y carros también habían sido usados por los egipcios en su contra, y
a pesar de ello los Israelitas habían salido vencedores por la mano del Señor.

Los caballos y los carros eran los implementos más sofisticados de esa época para la
guerra; y a pesar de ello no se podían comparar al terrible poder que Dios desplegó para
socorrer a su pueblo durante sus luchas.

Como creyentes en Cristo no luchamos contra las personas, sino contra las circunstancias y
fuerzas espirituales que pretenden impedirnos conquistar lo que Dios nos ha prometido en
esta vida; ya que esto es una muestra de lo que el Señor nos ha preparado en la eternidad.

La victoria realmente no consiste en conquistar las cosas terrenales, sino en doblegar


nuestros temores a fuerza de confiar en el Dios que nos ha dado vida eterna en Cristo; si así
hacemos, demostraremos de forma práctica la utilidad de la fe en el Salvador; y mientras
vamos creciendo en esa fe, iremos percibiendo las victorias terrenales como consecuencia
del poder de Dios en nosotros.

El mismo que nos libró de la esclavitud del pecado, y de la muerte eterna, nos librará de
toda adversidad de esta vida ¡luchemos sin temor por medio de la fe en Cristo!
Día 174

LA MALDICIÓN QUE CRISTO LLEVÓ

Deuteronomio 21:22-23 Si alguno hubiere cometido un crimen digno de muerte, y lo


hiciereis morir, y lo colgareis de un madero, no dejaréis que su cuerpo pase la noche
sobre el madero; sin falta lo enterraras el mismo día, porque maldito por Dios es el
colgado; y no contaminarás la tierra que Jehová tu Dios te da por heredad.

Por darnos la bendición de ser libres de condenación, y de tener acceso a la comunión con
Dios, Jesús murió en la cruz; allí sufrió el castigo que merecíamos por nuestro pecado.

A muchos les cuesta creer que esta sentencia de maldición haya sido ejecutada sobre Cristo;
piensan que al no tener pecado él no podía ser castigado, pero la verdad es que él no fue
castigado por su culpa sino por la nuestra (Gálatas 3:13).

El ser colgado de un madero estaba limitado a ciertos pecados clasificados como dignos de
muerte; pero debemos recordar que todo pecado, por ser una ofensa directa a Dios, nos
impide la comunión eterna con Él, lo cual termina por hacernos “dignos de muerte”
espiritual y asegurarnos la condenación eterna al morir.

Aunque esto parezca “ilógico” para el ser humano pecador, es totalmente lógico en la
mente de Dios; y esto quedó demostrado cuando el mismo Señor Jesús catalogó de
asesinato y adulterio, que eran pecados dignos de muerte en el Antiguo testamento, al
aborrecimiento interno hacia al otro y a la codicia sexual o lascivia (Mateo 5:21-30).

Es por ello que el Señor tuvo que sufrir nuestro castigo para no faltar a la justicia divina; y
sin fijarnos en disputas religiosas improductivas, como la de si fue en un madero vertical o
en uno horizontal que atravesaba el vertical, debemos aferrarnos a la bendición preciosa
que Cristo ganó para nosotros en la cruz al hacerse maldito por cargar nuestro pecado.

¡La cruz que simbolizaba maldición, ahora simboliza bendición para los que creemos que
Cristo nos salvó en ella! Y como solo el que murió es digno de adoración, no nos
preocupan los detalles visuales y representativos del madero, sino la obra inigualable que el
Salvador realizó para salvarnos.
Día 175

MEZCLAS QUE SE OPONEN A DIOS

Deuteronomio 22:5 No vestirá la mujer traje de hombre, ni el hombre vestirá ropa de


mujer; porque abominación es a Jehová tu Dios.

Por más justificaciones que se den, el ser humano se ve perjudicado al ir en contra del
orden natural que Dios estableció, cayendo en confusión y en abierta rebeldía contra su
hacedor.

En esta sección de Deuteronomio Moisés se dedica a recordar una variedad de leyes sobre
animales, vestidos, plantas y personas, y el común denominador es el aborrecimiento que el
Señor manifiesta para con las mezclas; ya que mezclar las conductas pecaminosas con las
santas es lo que se encuentra detrás de estas costumbres.

Específicamente el vestirse con atuendos del sexo opuesto es una clara manifestación de
rebeldía contra el sexo que Dios le asignó al individuo; claro, en sí misma, la ropa no es
pecaminosa, porque las culturas varían sus vestimentas de un lugar a otro y de una época a
otra; pero lo que realmente aborrece Dios es que el hombre quiera afeminarse y que la
mujer desee ser masculina.

Luego del embate de la ola feminista que caracterizó el final del segundo milenio, y viendo
que científicamente se está corroborando cada vez más las diferencias anatómicas y
fisiológicas de los dos sexos, los transformistas de la sexualidad han enfocado sus esfuerzos
en aspectos meramente sicológicos.

Quienes desarrollan abiertamente su oposición a la sexualidad que Dios da a los seres


humanos apelan a expresiones románticas de la libertad y a conceptos rebeldes
sublimizados; pero la cruda realidad es que deben terminar por negar a su hacedor para
justificar lo que hacen con Su creación, siendo ellos mismos meras creaturas.

Sin caer en la satanización de ciertas prendas, busquemos la santificación de nuestra


conducta, dejando la confusión y mostrando con claridad la obra de Dios en nosotros.
Día 176

CUMPLIR PRIMERAMENTE A DIOS

Deuteronomio 23:21 Cuando haces voto a Jehová tú Dios, no tardes en pagarlo;


Porque ciertamente lo demandará Jehová tú Dios de ti, y sería pecado en ti.

Promesas no dichas, pero cumplidas, son mejores que las acciones prometidas sin realizar;
sobre todo cuando el que espera que le cumplamos es el único verdaderamente fiel y
verdadero, nuestro Dios.

Cambios de conducta, ayudas humanitarias, mejoramiento de las relaciones interpersonales,


ofrendas generosas, y muchas otras cosas semejantes, son las que forman la larga lista de
promesas incumplidas a Dios.

No es que el ser humano prometa sin querer cumplir, es que lo hace sin pensar si puede
cumplir; y si esto sucede para con el Señor, ¿qué se puede esperar con respecto a lo
prometido a otras personas, si se teme menos el incumplirles?

La solución que Dios establece en su Palabra es muy sencilla, y se resume así: Actuar más y
prometer menos; pero en nuestra sociedad actual, donde la imagen vende más que el
carácter, se practica lo contrario: Se promete más, así se sepa que se hará menos.

La base sencilla de la fidelidad es enfocarnos en Dios y su obra en Cristo, en la cual se nos


muestra el compromiso voluntario del Señor para salvarnos a pesar del sufrimiento que
necesariamente debía pasar su Hijo, y al mismo tiempo se nos impulsa a obrar conforme a
Su ejemplo (Hebreos 2:16-18).

¡Si no prestamos atención a nuestra fidelidad a Dios, nunca seremos realmente fieles con
los demás, porque nadie nos dará motivos más grandes por los cuales cumplirle!
Día 177

ACORDARNOS DE LOS DEMÁS

Deuteronomio 24:21-22 Cuando vendimies tu viña, no buscarás tras de ti; será para
el extranjero, para el huérfano y para la viuda. Y acuérdate que fuiste siervo en tierra
de Egipto; por tanto yo te mando que hagas esto.

Por lo general, quien rehúsa compartir lo que tiene olvida voluntariamente que él también
ha pasado necesidades, o que simplemente también requiere de sustento para vivir; por ello
debemos disciplinarnos para ayudar y no caer en desagradecimiento para con Dios.

Los israelitas debían recordar siempre que fueron esclavos de Egipto, así las generaciones
posteriores no hubieran vivido en esa época; porque solo así mantendrían el fervor por
ayudar a los necesitados de su sociedad, que en tiempos bíblicos estaban conformados
principalmente por extranjeros, huérfanos y viudas.

Con el pasar de los años, y con la transformación, diversificación y mezcla de las culturas,
no solo se encuentran estos tipos de necesitados; ahora también los hay hombres, personas
sumergidas en adicciones, desplazados por la violencia interna de cada país, y hasta los que
simplemente han nacido en países brutalmente condicionados por la pobreza; y aunque es
cierto que hoy más que nunca existe la posibilidad para que cualquiera pueda surgir de la
nada solo con buenas ideas productivas, carácter emprendedor y espíritu perseverante, hoy
más que nunca parece cumplirse lo que Cristo les dijo a sus discípulos: “siempre tendréis
pobres con vosotros” (Mateo 26:11).

Pero el lado positivo del asunto es que siempre tendremos la posibilidad de mostrar nuestro
agradecimiento a Dios compartiendo lo que tenemos con quienes lo necesitan; podemos
compartir dinero, comida, vestido, techo, tiempo, compañía, y sobre todo la vida espiritual
y eterna que Dios nos ha dado por medio de la fe en Jesucristo.

Así como siempre nos acordamos de nuestras necesidades, acostumbrémonos a tener


presente las necesidades de quienes están a nuestro lado; y no desaprovechemos la
oportunidad para servirles.
Día 178

TRATO JUSTO

Deuteronomio 25:15 Pesa exacta y justa tendrás; efa cabal y justo tendrás, para que
tus días sean prolongados sobre la tierra que Jehová tu Dios te da.

Dios promete extender nuestra vida terrenal si somos honestos y justos en nuestros
negocios con los demás. Él prolonga la existencia de quienes reflejan Su justicia.

No es difícil entender que quienes trabajan con deshonestidad terminen mal en su vida, lo
difícil de aceptar es que prosperen rápidamente cuando aplican sus artimañas; pero esto
mismo explica el uso de trampas y engaños en los negocios: No querer meditar en las
posibles consecuencias, sino en la rapidez con que se multiplican las finanzas.

Mostrar más peso del que realmente tiene un producto, para venderlo a mayor precio del
que es justo, da una rentabilidad mayor en la venta; y por consiguiente agiliza la
multiplicación del dinero invertido. Esto deslumbra a toda persona que desee hacer dinero
rápido, sin importarle que tanto afecte a los demás, ni que piense Dios sobre ello; y
lamentablemente esta forma de negociar es la que abunda en nuestra sociedad actual.

Bajo el pretexto de que solo se hace mientras se forma un capital, o que solo se le quita a
quien tiene demasiado dinero, muchos incurren en engaños a la hora de hacer negocios; y
tristemente, en muchas ocasiones, también lo hacen personas que se proclaman cristianos.

La presión que el mundo ejerce sobre nosotros solo producirá efecto en la medida que
nuestra codicia sea mayor al amor de Dios; ya que si realmente amamos al Señor
aborreceremos el engañar a otros, amaremos la justicia y aceptaremos las dificultades como
parte del proceso que nos enseña a ser diligentes, honestos y responsables ante el Señor.

¡Si queremos las verdaderas bendiciones de Dios en nuestra vida debemos aborrecer todo lo
que nos lleve a ser deshonestos y a ganar dinero de forma indebida!
Día 179

LO PRIMERO PARA DIOS

Deuteronomio 26:2, 4 Entonces tomarás de las primicias de todos los frutos que
sacares de la tierra que Jehová tu Dios te da, y las pondrás en una canasta, e irás al
lugar que Jehová tu Dios escogiere para hacer habitar allí su nombre. Y el sacerdote
tomará la canasta de tu mano, y la pondrá delante del altar de Jehová tu Dios.

Cuando recibimos el fruto de nuestro trabajo siempre usamos el dinero en lo que realmente
consideramos importante; y si el Señor es el primero en nuestras vidas, lo primero debe ser
para Él.

Sacar los primeros frutos de la cosecha, y llevarlos hasta el templo para consagrarlos a la
obra de Dios, es algo que demandaba un corazón agradecido y alegre para con el Señor. De
nada servía llevar lo primero si se hacía de mala gana, o por obligación; ya que, a pesar de
servir para el sustento de los sacerdotes y levitas, no sería una ofrenda de corazón.

Igualmente hoy muchos dicen destinar sus finanzas para la obra de Dios, pero lo hacen
luego de una larga reconvención a través de otras personas; no saltan de alegría a separar
para Dios lo primero que reciben en su trabajo; por el contrario, se piensa primero en pagar
las deudas, sustentar las necesidades y satisfacer los caprichos, antes de dar con
agradecimiento a Dios; y si acaso sobra algo, que por lo general no sucede, solo entonces se
contempla la posibilidad de dar para la obra de Dios, en agradecimiento a Él. Debemos
reorganizar nuestras prioridades.

Dios no necesita nuestras primicias, Su obra en la tierra sí. Dios no necesita nuestro
agradecimiento, nosotros si necesitamos de Su provisión y sabiduría para obtener nuestro
sustento; por ello, Él no tiene que agradecernos por proveerle, pero nosotros sí; y nuestra
actitud, con lo primero que obtenemos en nuestras labores, refleja que tan agradecidos
estamos con Él.

¡Que el Señor sea el primero en nuestras vidas, que lo primero sea para Él!
Día 180

SOLIDEZ DE LA ADORACIÓN

Deuteronomio 27:6-8 De piedras enteras edificarás el altar de Jehová tú Dios, y


ofrecerás sobre él holocausto a Jehová tú Dios; y sacrificarás ofrendas de paz, y
comerás allí, y te alegrarás delante de Jehová tu Dios. Y escribirás muy claramente
en las piedras todas las palabras de esta ley.

Tan firme como un altar de piedras, así debe ser la vida de adoración de cada creyente para
que pueda sacrificarse como ofrenda al Señor, conforme a lo establecido en Su Palabra;
haciéndolo con alegría, por estar agradando a su Dios.

La solidez de la adoración determina la madurez de cada creyente; porque solo la vida que
se sacrifica o se entrega del todo a Él realmente le adora; porque solo así se moldea el
corazón a la voluntad de Dios, pues en la comunión constante con Él, por la fe en Cristo, se
hace viva Su palabra en nuestros corazones.

El tomar a la ligera los tiempos de oración ferviente, de meditación en la Palabra de Dios, y


de alegrarnos en lo que Él nos ha dado en Cristo, produce cristianos débiles en la fe que
dependen de las circunstancias y no de la obra perfecta del Salvador.

Por el contrario, siempre que se adora, rindiéndose y humillándose bajo la poderosa mano
del Señor, el cristiano percibe como el mismo Dios lo levanta y lo llena de gozo en Su
presencia; porque una vida de adoración sólida es la base de una experiencia continua del
gozo de la salvación.

¡Adore, simplemente adore todos los días al único y verdadero Dios, por medio de la fe en
Jesucristo, y vivirá lleno del gozo de Su salvación!
Día 181

PERSEGUIDOS POR LAS BENDICIONES

Deuteronomio 28:2 Y vendrán sobre ti todas estas bendiciones, y te alcanzarán, si


oyeres la voz de Jehová tu Dios.

A quien verdaderamente oye a Dios por medio de Su Palabra, poniéndola por obra, las
bendiciones lo persiguen; ya que él entiende que necesita al Dios bendito antes que a Sus
bendiciones.

Todos queremos disfrutar de todas las bendiciones que Dios tiene para nosotros; es más,
por medio de la fe en la obra de Jesús sabemos que Él ganó para nosotros todas las
bendiciones espirituales; pero, ¿realmente debemos buscarlas? o ¿ellas deben alcanzarnos?
La respuesta bíblica es que deben alcanzarnos por oír y obedecer a Dios.

Se trata de buscar el rostro de Dios, para conocerle y servirle, y que entonces Su mano se
extienda para bendecirnos; porque de lo contrario haríamos lo mismo que hace cualquiera
de los que realmente no ama a Dios, buscando la provisión de Su mano sin conocer su
rostro.

A ningún ser humano le gusta que lo “quieran” por interés, o que lo busquen por lo que
puede dar y no por lo que es como persona; así mismo Dios no ofrece sus bendiciones
como un mecanismo para mantener a su lado personas que finalmente le aborrecen, sino
como un premio para aquellas que verdaderamente le aman y le sirven.

¡Querer oír y obedecer al Señor es querer Sus bendiciones en nuestra vida! Pero querer Sus
bendiciones no necesariamente significa que lo queramos a Él. Debemos recordar que Él
mismo es nuestra mayor bendición, todo lo demás es añadidura.

“Más buscad primeramente el reino de Dios y su justicia, y todas estas cosas os serán
añadidas” (Mateo 6:33)
Día 182

REVELACIÓN Y RESPONSABILIDAD

Deuteronomio 29:29 Las cosas secretas pertenecen a Jehová nuestro Dios; más las
reveladas son para nosotros y para nuestros hijos para siempre, para que
cumplamos todas las palabras de esta ley.

Lo que Dios nos ha dado a entender por medio de Su Palabra, o sirve de testimonio de
nuestra rebelión contra Él, o de nuestra sumisión a Su voluntad por medio de Cristo.

Aunque muchos citen fuera de contexto a Deuteronomio 29:29 para demostrar que poseen
cierto conocimiento de Dios, solo están ratificando que su responsabilidad ante Él es
mayor; pues si entienden las cosas reveladas, deben cumplirlas a cabalidad.

El contexto de este capítulo gira en torno a la ratificación del pacto entre Dios y los
israelitas, los cuales disfrutaron de sostenimiento y protección en el desierto como
cumplimiento del pacto por parte del Señor; pero ellos también, al mismo tiempo, debían
cumplir con todas las instrucciones y mandamientos que Dios les había revelado de forma
especial a través de Su pacto. Por ello podemos concluir que la revelación de Dios es
sinónimo de responsabilidad ante Él.

Cristo mismo lo aclaró, al finalizar la parábola del siervo infiel, cuando dijo: “Aquel siervo
que conociendo la voluntad de su señor, no se preparó, ni hizo conforme a su voluntad,
recibirá muchos azotes. Más el que sin conocerla hizo cosas dignas de azotes, será azotado
poco; porque a todo aquel a quien se haya dado mucho, mucho se le demandará, y al que
mucho se le haya confiado, más se le pedirá” (Lucas 12:47-48)

Entre más entiendo la voluntad de Dios revelada en Su Palabra, más me alegro; pero al
mismo tiempo, más debo aferrarme a Él, por medio de la fe en Cristo; porque mayor es mi
responsabilidad.
Día 183

CAMBIO EN EL CORAZÓN

Deuteronomio 30:6 Y circuncidará Jehová tu Dios tu corazón, y el corazón de tu


descendencia, para que ames a Jehová tu Dios con todo tu corazón y con toda tu
alma, a fin de que vivas.

Servir a Dios fielmente requiere más que un simple cambio externo, requiere la
transformación completa del corazón, sin la cual solo se tendría una vida religiosa carente
de amor a Dios, sin vida en el alma.

En medio de las indicaciones sobre como regresar a Dios luego de haber sufrido por
desobedecerle, Moisés declara enfáticamente que el Señor mismo debe cambiar de forma
extrema el corazón, con lo cual se evita el engañó de un mero cambio externo.

Es más, el responder de forma práctica, en obediencia al Señor, solo será verdaderamente


aceptado por Dios cuando brote de un corazón que Él mismo acondicionó para vivir para
Su gloria.

El problema de hoy realmente no es que la gente no quiera mostrar cambios de conducta,


luego de haber sufrido las consecuencias de su pecado; el problema radica en que esto solo
se hace real, y aceptable ante Dios, cuando el corazón ha sido transformado por el Espíritu
Santo.

De lo anterior se puede concluir que lo que realmente quería Moisés no era que se dejaran
de circuncidar los prepucios, sino que se llevara a cabo un cambio interior completo, una
circuncisión del corazón.

Si queremos vida verdadera, y anhelamos con todo nuestro ser a Dios y a Su palabra,
debemos clamar por un cambio de corazón y rechazar el mero ritualismo religioso.
Día 184

ÁNIMO DIVINO

Deuteronomio 31:6 Esforzaos y cobrad ánimo; no temáis, ni tengáis miedo de ellos,


porque Jehová tu Dios es el que va contigo; no te dejará, ni te desamparará.

Saber que Dios esta con uno, por confiar plenamente en Cristo, llena de valentía el corazón
humano al punto de darle fuerzas para enfrentar todo lo que antes se temía.

Josué debía ser lo suficientemente valiente para dirigir al pueblo de Israel en la conquista, y
al mismo tiempo el pueblo debía recordar que Dios estaba de su lado para luchar sin temor;
porque solo la presencia de Dios vence el miedo que impide que hagamos Su voluntad.

Es fácil entender que nadie pierde el temor sino hasta sentirse seguro; pero es imposible
sentirse seguro en Dios, si no se cree realmente en Él. Decir que confiamos en el Señor es
una cosa y actuar por medio de la fe en Él es otra; esta última es la que ratifica que Dios va
con nosotros, porque vencemos todo temor en Su nombre.

Así como los adversarios del pueblo de Israel que comandaba Josué eran atemorizantes, las
circunstancias adversas, los conflictos interpersonales, las necesidades físicas y hasta las
personas que nos rodean pueden llegar a paralizarnos del miedo; pero solo nuestra
confianza en Dios nos permitirá vencer en cada batalla.

Al creer que Cristo venció nuestros principales enemigos: El pecado, la muerte y el diablo;
nuestro corazón cobra ánimo para enfrentar cualquier tipo de batalla. La razón es sencilla,
llegamos a entender que el que está en nosotros es mayor que cualquier adversidad.

¡Animémonos en Dios, confiemos en Él, venzamos el temor!


Día 185

ALABANZA APASIONADA

Deuteronomio 32:1-3 Escuchad, cielos, y hablaré; y oiga la tierra los dichos de mi


boca. Goteará como la lluvia mi enseñanza; destilará como el rocío mi razonamiento;
como la llovizna sobre la grama, y como las gotas sobre la hierba; Porque el nombre
de Jehová proclamaré. Engrandeced a nuestro Dios.

El corazón de quien ama realmente a Dios siempre encuentra razones para alabarlo y
proclamar Su bondad en cualquier circunstancia, especialmente por Su obra salvadora.

Moisés levantó este maravilloso cántico por inspiración del mismo Espíritu de Dios; pero
esto no disminuyó la magnitud de su entrega al Señor, porque derramó por entero su alma
exaltando las virtudes del Señor, a pesar de que le había dicho que moriría sin ver la tierra
prometida.

Moisés no dejó de alabar a Dios porque este le haya impedido entrar a la tierra que durante
tantos años esperó para habitar; por el contrario, Moisés sabía que no merecía entrar en ella
a causa de su desobediencia, así esta hubiera sido mucho menor que la del resto del pueblo;
Y por ello Moisés se contentó con que Dios le mostrara de lejos la tierra y alabó
genuinamente al Señor tomando como base Su misericordia y Su justicia.

Así mismo hoy solo se pueden escuchar alabanzas genuinas y apasionadas al Señor cuando
se contempla de forma profunda la obra salvadora de Cristo en la cruz, proclamando
verdaderamente los atributos de Dios.

Es fácil confundir la pasión por Cristo con las emociones que despiertan las notas
musicales; pero solo al pasar por adversidades, y ver de lejos aquello que pensábamos
obtener, es cuando realmente tenemos la oportunidad de alabar a Dios por lo que Él es y
por lo que nos dio en Cristo; porque entendemos que esto es más grande que cualquier cosa
que estemos anhelando en este mundo.

¡Sin importar sus circunstancias, alabe a Dios!; Él es digno de ser alabado y proclamado
con toda las fuerzas por lo que nos ha dado en Cristo.
Día 186

AMOR DE DIOS A SU PUEBLO

Deuteronomio 33:3 Aun amó a su pueblo; Todos los consagrados a él estaban en su


mano; Por tanto, ellos siguieron en tus pasos, Recibieron dirección de ti,

La simple concesión de nuestras peticiones no exhibe todo el amor del Señor; porque lo que
realmente muestra el amor de Dios para con Sus siervos es que Él los consagre
apartándolos del mundo para hacerlos seguir Sus pasos.

Al inicio de esta proclamación de bendiciones sobre todas las tribus de Israel, Moisés, en el
final de su vida, proclama la consagración a Dios como la prueba irrefutable de Su amor
hacia ellos.

Aunque cada bendición profética para cada tribu era de gran importancia, la base de dichas
bendiciones de Dios se encontraba en la seguridad de “estar en su mano”, para poder “andar
en sus pasos”, siguiendo su “dirección”; lo cual demuestra que Dios no solo busca
bendecirnos, busca que seamos Su bendición en esta tierra.

En Su amor el Señor separa a Sus siervos por medio del evangelio de Jesucristo; y su sola
consagración es la mayor bendición que ellos pueden experimentar, y es una prueba
irrefutable del amor del Señor sobre sus vidas.

No sufriríamos tanto esperando las diferentes bendiciones que deben manifestarse sobre
nuestras vidas si entendiéramos que ya estamos bendecidos en Cristo Jesús (Efesios1:3).

¡Gocémonos con el hecho de ser dirigidos por Dios a través de la fe en Cristo! Porque esta
es la mayor manifestación del amor del Señor que podemos tener en la vida.
Día 187

DIOS CUMPLE

Deuteronomio 34:4 Y le dijo Jehová: Esta es la tierra que juré a Abraham, a Isaac y a
Jacob, diciendo: A tu descendencia la daré. Te he permitido verla con tus ojos, mas no
pasarás allá.

A pesar de nuestras debilidades, cuando Dios se propone bendecirnos en Cristo, lo hace de


una u otra forma; así como hizo que Moisés por lo menos viera de lejos la tierra prometida.

Solo una falla de carácter, con la cual Moisés no glorificó al Señor, sirvió para que Dios le
prohibiera la entrada a la tierra prometida; porque al que mucho se le da, mucho se le
demanda. Pero de igual forma Dios honró Su promesa, mostrándole a Moisés de lejos la
tierra prometida; y permitiéndole, cientos de años después de su muerte, que su alma
acompañara a Jesucristo en el monte donde se transfiguró (Mateo 17:1-3).

Así mismo el rey David, por su carácter violento, no pudo ver construido el templo que
anhelaba para el Señor; pero Dios le cumplió a través de la vida de su hijo Salomón (1
Crónicas 22:6-11).

Todos estos casos nos demuestran que el Señor cumple todo lo que se propone; pero que al
mismo tiempo nuestras debilidades y desobediencias, por pequeñas que sean, obstaculizan
nuestras posibilidades de ver y disfrutar de los propósitos de Dios en nosotros.

Nuestra labor consiste en disponer nuestras vidas para que sean moldeadas a la imagen de
nuestro Salvador; pero esto no debe llevarnos a dudar del cumplimiento de lo que Él se ha
propuesto a hacer en nosotros, o a través de nosotros; porque Dios es fiel, a pesar de nuestra
infidelidad.

¡Sin ninguna duda podemos proclamar con el salmista: “Jehová cumplirá su propósito en
mí”! Ya sea en nuestro tiempo, o en el de nuestros hijos, la obra de Dios se cumplirá.

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