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Mª Loreto Serra Rodríguez

“… la palabra ‘política’, en su acepción vulgar –que coincide, por lo demás, con la científica, y con el
origen etimológico de la misma- significa todo lo que se refiere al Estado. Y si hemos de ser más
precisos, diremos con Posada ‘la Política, en su sentido más general, se refiere al Estado, convertido
en objeto de conocimiento’.
Pero la política hace referencia al Estado de diversas maneras (…) Existen, desde luego, múltiples
acepciones de la palabra ‘política’. En un intento por determinar las más importantes y delinear un
concepto de riguroso valor científico para este término, el profesor Luis Sánchez Agesta –catedrático
de Derecho Político en la Universidad de Granada- señala tres sentidos fundamentales hacia los que
se orienta dicho concepto. Para el primero, la política es ‘actividad que crea, desenvuelve y ejerce
poder’. Así la han entendido Schaeffle, Berolzheimer y Heller. Pero este poder no representa una mera
fuerza material, sino que implica un fenómeno de dominación que tiene un carácter social y está
encaminado a la cohesión de un grupo, mediante el derecho. Para el segundo sentido –que tiene una
rancia prosapia- la política se concibe como lucha, oposición o disyunción. Es la opinión que puede
desprenderse de las obras de Maquivelo, y que modernamente han sostenido autores como
Ratzenhofer y Gumplowicz –para quienes el Estado se ha originado en la lucha de los hombres por la
supervivencia- así como Carl Schmitt, al tratar de fijar ‘el concepto de lo político’. Para la tercera,
por último, la política se entiende como la actividad orientada por un fin. Éste es el concepto clásico
que viene desde Aristóteles y ha florecido modernamente en las obras de los autores alemanes de
Teoría del Estado, como Jellinek, y de destacados filósofos del Derecho, como Radbruch.
Estos tres sentidos no se oponen entre sí, sino que están íntimamente vinculados. Entre los tres existe
una unidad dialéctica. Pero todavía hay algo detrás de ellos que viene a articularlos y unificarlos,
para configurar el verdadero concepto de la política. Ese algo es la idea del orden, referida a la
sociedad, o sea, el orden de la convivencia”1

A modo personal, cabe señalar que he escogido esta definición de Héctor González (1982),
principalmente porque poseo escaso conocimiento formal en torno al tema. Si bien he tenido algunas
lecturas acerca de filosofía política, o bien cursos de pensamiento político, jamás me había detenido a
pensar en concreto cuál era el significado de la palabra política más allá de su acepción etimológica.
Así pues, en la búsqueda de algunos autores, fui a dar con este libro, en el cual el autor abarcaba
diversos aspectos del concepto, conjugando visiones diversas, como por ejemplo la de Aristóteles y la
de Maquiavelo, ambos, grandes referentes en cuanto a teoría política se refiere. Además, me ha
parecido bastante explicativo como para dar a entender de un modo “sencillo” (destaco la palabra
sencillo, nada más porque este es un tema complejo) algo que sin lugar a dudas, aún se mantiene en
discusión.
Si bien me hubiese gustado contar con un mejor material de apoyo para realizar esta tarea, y así
presentar quizá autores más contemporáneos, me conformo con comprender algo que me parece de
gran relevancia tener en claro: me refiero a la historicidad del concepto. ¿Cómo explico esto? Así como
la política es algo propio del ser humano, por el mismo hecho de serlo, posee también historicidad. Y
aquí valoro el trabajo de Héctor González, ya que si bien, en términos generales ‘política’ alude al
Estado convertido en objeto de conocimiento, la forma como se entienda y lleve a la práctica esto tiene
que ver con un tiempo y un espacio determinado, tiene que ver con los distintos tipos de sociedad, tiene
que ver con la experiencia histórica misma. De ese modo es que podemos explicarnos que aun hoy,
diversos autores sigan escribiendo sobre el tema, reinterpretando antiguas definiciones, o bien incluso,
que viejas definiciones se mantengan firmes luchando con los contemporáneos. Es por este último
motivo, también, que el autor aquí citado puede conjugar distintas formas en su acepción.

1
GONZÁLEZ URIBE, Héctor: Teoría Política; Editorial Porrúa, S.A.; México, 1982; páginas, 23, 24.

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