Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
Reflexionar sobre situaciones que nos producen malestar y reconocer los sentimientos que las
provocan para poder controlarlos.
Por lo tanto para ganar en tolerancia a la frustración, elige exponerte a algunas circunstancias
como:
1. Situaciones de espera
2. Molestia física
Otra propuesta es llevar durante unas horas una goma de borrar dentro del zapato que te resulte
lo suficientemente molesta como para notarla, pero sin que te haga excesivo daño. Observarás
cómo al cabo de un rato te vas habituando y aprendes a considerarlo como “algo molesto,
pero soportable”, facilitando así la extrapolación a otras situaciones en las que la incomodidad
te vendrá impuesta.
Cuando hagas una petición y te digan que te la conceden, haz el ejercicio de visualizarnos en la
situación contraria, obteniendo un No por respuesta. Imagina la sensación de enfado o pena,
y siéntela como un impulso motivador para la acción, buscando resolutivamente alternativas
para la consecución de tus objetivos.
Cuando ocurran hechos o sucesos que no se ajusten a lo que esperabas o deseabas, imagínate
a ti mismo con humor frotando la lámpara de Aladino, o manejando el control de mandos del
universo. Es válido cualquier símbolo cómico y absurdo que te lleve a recordar que ni eres
omnipotente, ni el Cosmos existe sólo para complacerte.
Por eso, antes de empezar a gestionar los sentimientos relacionados con la frustración
debemos reconocer y aceptar que aunque parezca obvio, el mundo no gira en torno a lo que
deseamos, y por lo tanto, es necesario asumir que no vamos a conseguir todo lo que
queremos. Lo mejor que podemos hacer es pensar en que las recompensas a largo plazo
suelen ser más gratificantes que las que son a corto plazo, y por eso debemos moderar el
deseo de inmediatez y descubrir que muchas veces nos conformamos con menos justamente
por esa impaciencia.
Lo más importante ante una situación que nos genere frustración es:
Habiendo comprendido todas las ideas anteriores, podemos poner en práctica diferentes
técnicas que ayudan a aumentar la tolerancia a la frustración y la capacidad de afrontamiento
ante situaciones en las que nuestras expectativas no se ven cumplidas. Te propongo cinco
muy útiles y con buenos resultados. ¡Adelante!
Los objetivos que buscamos al utilizar estas técnicas son ser conscientes de lo que sentimos,
identificar la emoción principal, qué tipo de pensamientos nos abruman y, por último, entrar en
una dinámica en la que podamos analizar nuestras reacciones.
1. Frase clave
Se trata de usar una autoverbalización significativa que nos ayudará a abandonar los
pensamientos que propician acciones poco útiles y estados de ánimo negativos, para
sustituirlos por otros que nos lleven a afrontar la situación. Usando esta especie de
“recordatorios”, focalizamos la atención en la solución del problema y no en el malestar.
Busca en tus experiencias aquellas frases que te hayan ayudado a positivizar situaciones
negativas, cópialas en un papel y recuérdalas en los momentos de crisis.
2. Darse tiempo
Algunos consejos
Controlar los impulsos y valorar las consecuencias de nuestros actos. Para ello, nada mejor
que conocer algunas técnicas de control emocional.
Ser conscientes de que, muchas veces, el dolor o el sentimiento de fracaso tiene mucho
de imaginario. Debemos aprender a relativizar los fracasos y los éxitos, y notar que nuestra
realidad se construye mucho más lentamente de lo que nuestros querríamos.
Controlar el ambiente, evitar las cosas, personas o situaciones que nos puedan frustrar,
en la medida que sea posible
Cuando somos niños aprendemos a tolerar muchas situaciones que no nos gustan,
escuchamos el “no”de nuestros padres y profesores diariamente y poco a poco vamos
desarrollando nuestras propias herramientas para combatir la frustración y saber gestionar la
rabia y la impotencia. Nos vamos haciendo mayores y, a veces, al ser nosotros mismos
quienes nos pongamos las metas y la presión, perdemos la perspectiva y como consecuencia
la buena gestión de la situación.
Pero esto se puede remediar, al igual que en nuestra vida adulta soportamos sin enterarnos
muchas cosas que con siete u ocho años nos frustrarían totalmente.
Para trabajar la tolerancia es importante ser más comprensivos y respetar las opiniones de los
demás, por muy diferentes que parezcan. Esto no significa que dejemos a un lado los propios
puntos de vista, sino que empaticemos más con el otro para conseguir entender sus
pensamientos. Muchas de las opiniones de cada uno se forjan a partir de situaciones o
experiencias personales. Por ello, es importante saber que las opiniones, pese a ser libres,
también han de ser respetadas.
Se define tolerancia como el respeto a las ideas, creencias o prácticas de los demás cuando
son diferentes o contrarias a las propias. No se trata de aceptar todo cuanto nos dicen los
demás, sino respetarlo aun defendiendo nuestro posicionamiento.
La tolerancia es fácil de aplaudir, difícil de practicar y muy difícil de explicar.