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SANTIAGO

Crítica

El filme de Joäo Moreira, es una exposición autobiográfica o una


autorepresentación, que a la vez se convierte en punto de cuestionamientos sobre
la realización del trabajo documental. Santiago, como Moreira titula su
producción, tiene de objetivo tomar la vida de un personaje, con un vínculo hacia
él mismo, convirtiendo la presencia de éste en hilo conductor para navegar en la
vida de otro personaje tácito (Moreira). De allí parte su principal calificativo de
ser un relato subjetivo, donde el realizador se convierte en un elemento
fundamental de la narrativa ¿Hasta donde esto es necesario? Moreira, en algunas
secuencias de la grabación, es el centro del relato con su voice over, habla desde
el lugar de la experiencia testimonial.

Aquí la autorepresentación entra en cuestionamientos, que resaltan el hecho de


intervenir en el sujeto filmado, recordando que no es un trabajo de ficción.
Santiago, el mayordomo de la casa donde se crío el director, a pesar de no ser
actor, es tratado como tal, trabajo propio de la ficción. El autor determina en el
sujeto, de única entrevista, unas directrices que indican el comportamiento de
Santiago, para que ocurra exactamente lo que se ha planeado. Hay un
desequilibrio de poder en relación a la perspectiva de representación, dada entre
el sujeto filmado y el autor, como diría Bill Nichols. Es notorio observar una
explotación sobre el mismo papel que juega Santiago en el filme, donde hay cierto
grado de distorsión, que es evidente en la narración. El documental refleja un
dominio real de la práctica del cine documental, dado en la responsabilidad del
qué y cómo se muestra.

¿Hasta qué punto es justificable el vínculo de dictador y súbdito? El representado


parece fruto de una tradición de la víctima que se pone frente a la cámara y sólo
recibe ordenes que está dispuesto a cumplir. Santiago está sumiso al autor para
que su propia historia sea contada, una relación de dependencia, que algunos
críticos de cine documental han exhortado a eliminar, donde se salvaguarde la
capacidad expresiva y, la verdad tal y como es contada por el sujeto. No
tergiversar por motivaciones particulares, aún siendo claro que el mismo director
quiere es contar su propia vida.

El filme está concebido en dos periodos grabación, una primera parte grabada
trece años antes de la otra. En la segundo periodo de grabaciones el sujeto que
parece ser el protagonista, Santiago, ya ha muerto. Lo grabado es ahora material
de archivo, que pretende conseguir un papel significativo en el producto final. El
director realiza un proceso de reconstrucción y deconstrucción que quizás parten
de sus mismos conflictos internos o crisis existenciales, haciendo catarsis en el
trabajo fílmico, para retornar a su vida personal y familiar.

En las tomas iniciales se utiliza un recurso narrativo clave en los documentales, y


es la descripción de los espacios. El director hace un recorrido por la casa donde
vivió épocas anteriores, tanto él como el sujeto filmado. El documental se
convierte en una memoria del pasado, aquí el autor se materializa a través de los
espacios, a través de su misma voz que narra, que es hablada en primera persona.
Moreira hace un camino de búsqueda personal fabricado en un mundo
particular de representaciones. De acuerdo a esta intencionalidad narrativa,
observamos como elemento técnico del montaje, el color de las imágenes en que
fue grabado todo el documental, a pesar de haber sido publicado en el 2007.

La conjugación entre un filme que al parecer fue abandonado y luego se retoma,


sin contar ya con la presencia del protagonista, hace una reflexión sobre el
sistema de representaciones que utiliza el autor. En la primera él está fuera del
campo de grabación, sólo hace críticas o comentarios sobre lo que se realiza, pero
en la segunda parte toma un papel central, allí es el hijo del patrón. Todo esto
refleja un problema sobre el encuentro responsable en la realización del
documental, ya que existe una intervención deformadora del aparato
cinematográfico en el proceso de representación. El realizador en conclusión es
auto-personaje, elemento a resaltar de los documentales reflexivos.

La telegenia de Santiago en el documental es de necesario análisis. Hay una lucha


entre el mundo egocéntrico de Santiago, sus conocimientos, lo que hacía, su
relación con sus patrones, la cantidad de escritos que hizo sobre los reyes en la
historia del mundo, filósofos y demás, las lenguas que pronuncia, las oraciones en
latín, frente al mundo del realizador. Moreira pareciera que todo el tiempo lo
sacara del centro de la historia cuando interviene, quitándole protagonismo y
naturalidad a Santiago. El sujeto sólo está para contar la vida de alguien más, sólo
es testigo del mundo de otros, y no de su propia historia. Aquí el director recrea
un drama que el personaje principal parece no reflejar, sino por el contrario
cuenta con satisfacción. El director muestra la vida de alguien que pudo haber
sido algo más, pero sólo fue un simple mayordomo que ahora estaba confinado,
en una casa, a la soledad viviendo de sus viejas anécdotas.

Una secuencia representativa es la del mismo final, donde varias veces se repite la
forma como el director quiere que Santiago desaparezca del producto
audiovisual, es abusiva con respecto al espectador. Aunque, si concebimos este
trabajo fílmico como una pedagogía de la producción, podría servir para aquello
que se puede hacer y no es necesario hacer cuando se habla de un trabajo
documental, que no es ficción. Santiago, refleja la puesta en escena de un
realizador experimentado, que juega con ciertos elementos del documental de
creación. Moreira retoma artículos que reflejan la necesidad de registrar la
memoria de alguien, que al parecer es la suya, su pasado y sus experiencias.
Santiago, una búsqueda personal, planteada desde un narrativa diferente de
documental.

Puedo recomendar la necesidad de mantener un equilibrio básico en el


tratamiento de la realización documental, aún sabiendo que este trabajo
audiovisual no es un reportaje periodístico que busca a plenitud la objetividad de
los hechos. El documental me da libertad para expresar la forma en que quiero
narrar. Moreira, navega en camino diversas, enfrenta los tiempos, enfrenta sus
propias visiones del mundo, enfrenta su pasado. Un realizador debe involucrarse
de forma sutil en relación a los personajes que lo rodean en una producción
audiovisual, claro está rompiendo el principio de la indiferencia con lo que ocurre
frente a su cámara. Aquí su objetivo no es informar sobre algo, es mostrar una
perspectiva del mundo de forma diferente.

FUENTE BIBLIOGRÁFICA:
http://www.lafuga.cl/santiago-uma-reflexao-sobre-o-material-bruto/371

por JOHAN ANDRÉS ORTIZ RUBIO


Crítica de Cine

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