Documenti di Didattica
Documenti di Professioni
Documenti di Cultura
dad de que los propios magistrados de la ¿Significa ello que hay que aprender a
ciudad tuviesen hijos de bronce y que, de ser coexistir con la imperfección, puesto que
así, obedeciendo al mandato de la divinidad, un mundo absolutamente justo depara, en
tendrían que destinarlos a la artesanía o a la realidad, la injusticia absoluta? Pero, sin em-
labranza? (35, 111, 41 5 a-c). Sin duda porque bargo, por otra parte icómo un proyecto
esa ciudad educadora de Platón no es sim- pedagógico coherente podría renunciar a so-
plemente el sueño de un aristócrata con am- ñar la perfección para la totalidad? Tal es, en
biciones, sino más bien el de un filósofo definitiva, el conflicto que desgarra interior-
moral, demasiado enamorado de la unidad mente al Estado educador.
La relzgidn como Educador Total. E l modelojesuitico irresi.stibles para la flaqueza de la carne. Por
eso, los jesuitas trataron de asegurarse un
La religión se ha erigido, a menudo, y se influjo pedagógico «total» sobre sus edu-
sigue erigiendo en educador absoluto. Pero candos, aislándolos del mundo mediante el
no es posible examinar aquí el fenómeno internado. La figura del internado ya existía,
religioso en toda la amplitud de su aspira- ciertamente, pero los jesuitas le dieron una
ción educadora. Necesitaremos, como en el función distinta a la puramente residencial y
caso del Estado, ceñirnos a un modelo parti- educativa que tenía en los Colegios Mayores.
cular, específicamente pedagógico, que sir- En realidad, lo concibieron como una ex-
va de paradigma de educación religiosa sub- tensión, en el ámbito de la enseñanza seglar,
sumida bajo la idea de Educador Total. de la. clausura propia de las órdenes religio-
La pedagogía jesuítica puede desempeñar sas, es decir, como el medio de acotar un
bien ese cometido paradigmático. Porque el espacio pedagógico sagrado, segregado del
papel de soldados de la Contrarreforma que mundo y permanentemente vigilado. Como
asumieron los miembros de la Compañía de dice Synders (4s) p. 39):
Jesús (Cfr. 39, pp. 154-155), con su especial
voto de obediencia al papa, permite enten- La organización del internado no signifi-
der la pedagogia jesuítica como directamen- ca, ni trabajo ininterrumpido, ni disciplina
te emanada de una Iglesia -la católica- brutal (...) De hecho, la función del inter-
nado es instaurar un universo pedagógico,
cuyo poder temporal y espiritual compite un universo exclusivamente pedagógico y que se
con el de los Estados, así como con el de las caracterizará por dos rasgos esenciales: se-
Iglesias rivales, utilizando la pedagogia como paración con el mundo y, en el interior de
una de sus armas principales de proselitismo. ese recinto reservado, vigilancia constante
Ya en la formulación de san Agustín, la e ininterrumpida del niño.
contienda entre la Ciudad de Dios y la Ciudad
del Diablo tenía una indudable dimensión La permanente obligación de vigilancia,
pedagógica: trataba de introducir al catecú- encomendada, en especial, a los padres pre-
meno en el organismo de una sociedad civil fectos, que no podían perder de vista a sus
ajena y, a menudo, hostil al cristianismo (Cfr. pupilos a ninguna hora del día, observándo-
4, p. 19). Y la ciudad de Dios, es decir, la los en el dormitorio, en la sala de estudio, en
Iglesia (4, p. 30), encontrará, muchos siglos el rt.fectorio, en los recreos, en la iglesia y en
después, en la Compañía de Jesús, una mili- todo momento y situación, recaía, además
cia pedagógica particularmente combativa y en defecto de los educadores, sobre los pro-
eficaz. pio!; escolares: se les amenazaba con un cas-
La educación jesuítica se orientaba a al- tigo si no delataban al compañero que infrin-
canzar la universalidad del cristianismo. Co- gía las normas. De hecho,
mo advierte Ganss (14, p. 225):
la obsesión por lograr una vigilancia efi-
Ignacio miraba la educación como un me- caz prevalece sobre cualquier otra conside-
dio para alcanzar el fin de su Compañía, la ración y el P. Croiset afirmará que el deber
salvación y perfección de los estudiantes, de denunciar a un camarada que mantiene
para que ellos, a su vez, pudiesen promover conversaciones poco cristianas o que posee
la salvación y perfección de sus prójimos, y libros de galantería no es menos imperioso
así, vigorosa e inteligentemente, transfor- que el deber de impedir que un contagio o
mar la sociedad en el espíritu del Reino de un incendio se propaguen (45, p. 41).
Cristo.
I,a clausura y la vigilancia imponían vaca-
Pero dichos fines debían realizarse en el ciones y salidas muy breves, tanto más bre-
seno del mundo secular, un mundo clara- ves cuanto más jóvenes eran los pupilos.
mente indiferente, cuando no contrario al Exigían, asimismo, una rigurosa censura de
catolicismo, un mundo corrompido por el los libros, censura ordenada por el propio
pecado y sembrado de tentaciones demasiado Igriacio de Loyola en las Constituciones de
la Compañía de Jesús (Parte IV, Cap. 14. Cfr. dar la libertad de educación, han postulado
24, pp. 543-544), cuidadoso en prohibir toda la necesidad de un control lo más absoluto
lectura o incluso todo autor sospechoso de posible del educando, sustrayéndolo del in-
mala doctrina ((porquese toma afficción por flujo de la familia, aislándolo de la sociedad,
la obra del autor (..,). Es también una cosa según ellos corrompida y enferma, y confi-
rara que algúri veneno no se mezcle en lo nándolo en un aséptico jardín natural.
que sale del pecho lleno dél)) (24, p. 543). Y Por esto mismo, el ideario pedagógico de
se esmeraba en que también los libros de Rousseau puede constituir el paradigma de
Humanidad, latinos y griegos, fueran ((pri- una determinación nueva, en la que va a ser
mero limpiados de las cosas y palabras des- la naturaleza la que desempeñe el papel de
honestas)) (24, p. 544). Educador Total.
Es cierto que, según Foucault (13),no fue
la Compañía de Jesús, ni siquiera el catoli-
cismo contrarreformista el que instauró, a La naturaleza como Educador Total. Elparadigma
partir, sobre todo, del s. XVII, una pedagogía rouaeauniano
del control y de la vigilancia. Fue la episteme,
en su conjunto de toda esta época, la que se Se diría que la obra educativa de Rousseau,
caracterizó por un reforzamiento, en todos más que como un tratado de educación, está
los ámbitos, de una nueva forma de poder, planteada como un experimento pedagógi-
basado, precisamente, en la utilización siste- co y epistemológico ideal, para llegar a co-
mática y generalizada de sofisticados méto- nocer cómo se produciría, de modo espon-
dos de control y vigilancia, como sutiles ins- táneo y sin intervención exógena alguna, el
trumentos de dominio. Y así, el ((papnotis- proceso natural de la educación. Por eso,
mo)) en las prisiones, en los hospitales, en el Rousseau se procura un ((alumnoimaginario))
ejército, en las escuelas y en las nacientes -Emilio- que representa la encarnación
industrias, habrían servido a los mismos fines misma de la naturaleza humana en estado
de organizar el tiempo, acotar el espacio y prístino, recomendado a su, también imagi-
pautar los movimientos de cualesquiera su- nario, preceptor:
bordinados, controlando su rendimiento y
su obediencia. Hombre prudente, espiad largamente a
También es cierto, sin embargo, que el la naturaleza, observad bien a vuestro alum-
propio Foucault relaciona la utilización de no, antes de dirigirle la primera palabra;
todas estas técnicas con una intención nue- dejad primero al germen de su carácter en
plena libertad para mostrarse, no lo contra-
va, específicamente re-educadora y re-habili- riéis en su ser posible, a fin de poderlo ver
tadora para tratar a delincuentes, locos, re- mejor todo entero (42, p. 84).
clutas u obreros al modo de menores o des-
carriados, a los que habría que educar o rege- De ahí que Rousseau preconice constan-
nerar, haciendo extensivas a las institucio- temente una educación puramente negati-
nes penales, terapéuticas o militares, los mé- va, una educación que no sea simplemente
todos de una pedagogía total y totalizadora. un ((laisserfaire», una pura no-intervención,
Es necesario scbrayar, de otro lado, que sino que consista en un «ne rien laisser faire))
estas técnicas -aislamiento, vigilancia, con- (42, p. 83), es decir, en una acción positiva
trol, etc.- no están necesariamente ligadas encaminada a impedir toda interferencia pe-
al autoritarismo, sino que son enteramente dagógica que pudiera alterar la acción edu-
compatibles con el liberalismo y, acaso, con cadora espontánea de la naturaleza sobre el
ciertas formas de libertarismo. Rousseau y niño.
Neill -por citar dos exponentes claros de Esa es la razón principal por la que los
pedagogía de la libertad- han tenido en preceptos pedagógicos rousseaunianos con-
común una franca hostilidad contra cual- sisten, casi siempre, incluso estilística y gra-
quier manifestación autoritaria. Y, sin em- maticalmente hablando, en preceptos nega-
bargo, tal vez precisamente para salvaguar- tivos, tales como: «no ies enseñéis nunca al
niño nada que no pueda ver» (p. 210); ((nole sois cle todo cuanto le rodea». Pero añade a
inflijáis ninguna clase de castigo (...); no le continuación: «y esa autoridad nunca será
hagáis nunca pedir perdón» (p. 81); «no ra- suficiente si no está fundada sobre la estima))
zonéis con vuestro alumno)) (p. 83), etc. El (42, 1). 85). Esta segunda precisión nos ad-
cometido de estas negaciones es, siempre, vierte, por cierto, de un importante rasgo de
oponerse a alguna de las prácticas pedagó- la pedagogía de Rousseau, el cual insiste en
gicas vigentes en su época, prácticas que que el dominio sobre el discípulo sólo sur-
Rousseau conceptúa al modo de auténticos girá si Emilio se siente libre, nunca vigilado
dola, de prejuicios nocivos que, con su inge- o coaccionado. De ahí la siguiente recomen-
rencia, alterarían la pureza del experimento daci6n:
pedagógico natural.
Convencido de que el comportamiento de que crea siempre ser el que manda (le
la naturaleza humana está presidido por le- mattre) y que siempre lo seáis vos. No existe
yes de equilibrio, idénticas a las que presi- sujeción más perfecta que la que conserva
den el mundo de la mecánica, Rousseau tra- la apariencia de la libertad; se cautiva, así, a
la voluntad misma. El pobre niño que nada
ta, a toda costa, de salvaguardar y proteger sabe, que nada puede, que nada conoce,
ese recuerdo armónico que se produce es- ¿no se encuentra a vuestra merced? ¿No
pontáneamente entre los deseos del niño y disponéis de todo lo que le rodea? ¿ N o sois
las fuerzas para satisfacerlos, entre su curio- dueño de afectarle del modo que os plazca?
sidad intelectual y el desarrollo alcanzado Sus trabajos, sus juegos, sus placeres, sus
por sus facultades cognoscitivas, entre los penas ¿no están en vuestras manos, sin que
intereses de Emilio y las exigencias de su él lo sepa? Sin duda, él no debe hacer lo que
formación, siempre que ninguna ingerencia quiere, sino que debe querer lo que vos
foránea adultere la acción de la naturaleza. queráis que haga; no debe dar un paso que
no hayáis previsto; no debe abrir la boca sin
Para evitar que se produzca alteración al- que sepáis lo que va a decir (42, p. 121).
guna en el curso natural del desarrollo, cree
necesario aislar al discípulo y mantener al
preceptor siempre vigilante, atento a garan- Es más, Rousseau confiesa abiertamente
tizar que sea efectivamente la naturaleza el querer valerse del afecto y confianza del niño
único y exclusivo educador de Emilio. Ni para. controlarlo mejor:
siquiera sus padres podrán intervenir en la
educación del niño. El preceptor exigirá un Así, no viéndoos atento a contrariarle, no
control único y absoluto sobre él (Cfr. 42, desconfiando de vos, no teniendo nada que
esconderos, no os engañará, no os mentirá;
pp. 27-28); un control ininterrumpido que se mostrará tal cual es sin temor; podréis
se prolongará durante todo el período de estudiarlo a vuestra guisa y disponer en tor-
formación. «No le pierdo de vista ni un mo- no a él las lecciones que queráis darle, sin
mento)) -dice (42, p. 25). Y, en efecto, el que él sospeche nunca recibir ninguna (42,
educador va a tener previsto y preparado de p. 121).
antemano todo cuanto suceda a Emilio: los
estímulos que le incitarán a obrar o a apren- Un intervencionismo y un control tan ab-
der, los obstáculos que encuentre, las situa- solu.tos resultan perfectamente coherentes
ciones con las que se enfrente -incluso aque- y compatibles con una pedagogía autorita-
llas en apariencia casuales e imprevistas, co- ria. No obstante, en Rousseau -y ésta es
mo perderse en el bosque (Cfr. pp. 204-207) una más de sus paradojas- tales condicio-
o descubrir el truco de un feriante (pp. 193- nes parecen querer sustentar, precisamente,
196). Cualquier experiencia habrá de cons- una pedagogía desde la libertad y para la
tituir para el niño una lección intelectual y libertad; esa libertad que, según repite cons-
moral. Rousseau se muestra convencido de tantemente, constituye el más preciado de
que ninguno de los detalles de la formación los bienes del hombre.
puede, en rigor, abandonarse al azar. Y dice: i(2ómo logra, entonces, conciliar Rousseau
«No seréis dueño y maestro del niño si no lo ese control absoluto con el postulado de la
libertad? Solamente mediante el aislamien- teoría se caracteriza, ante todo, por aceptar,
to: creando para su discípulo un universo a pies juntillas, la posibilidad omnisciente y
((natural)),un recinto de pureza campestre omnipresente del Educador Total que, bajo
en el que pueda moverse a su guisa, pero la forma de la sociedad tecnológica, y dele-
cuidando de que el influjo de la civilización gando sus poderes en la institución escolar,
corrompida nunca penetre en ese jardín de constituiría -salva ueritate- una realidad ate-
inocencia, en ese paraíso infantil. rradora que necesitaría ser radicalmente com-
Rousseau se muestra consciente de la difi- batida. Las tesis desescolarizadoras repre-
cultad de este confinamiento, pero no vacila sentan, pues, la contrapartida contra-institu-
en afirmar la necesidad de asumirlo: cional de una concepción metafísica de los
poderes de la educación.
Pero, ¿dónde situaremos a este niño para El mundo ambiental, la vida social en su
educarlo así, como un ser insensible, como conjunto, es, para estos autores, el genuino
un autómata? ¿Le mantendremos en el glo- educador de los hombres:
bo de la luna, en una isla desierta? ¿Le apar-
taremos de todos los humanos? (...) ¿ N o La mayoría de las personas adquieren la
verá nunca a otros niños de su edad? ¿ N o mayor parte de sus conocimientos fuera de
verá a sus padres, sus vecinos, su nodriza, su la escuela (...) Lo principal del aprendizaje
aya, su lacayo o su propio cuidador que, sobreviene casualmente (17, p. 25).
después de todo, no será un ángel?
Esta objeción es fuerte y sólida. Pero, ¿os
he dicho que fuera una empresa fácil una Pero para que la educación incidental pue-
educación natural? iOh hombres! ¿Es culpa da ejercer con plenitud sus efectos, la escue-
mía si habéis vuelto difícil todo lo que está la y la escolaridad obligatoria habrán de ser
bien? Soy consciente de estas dificultades y suprimidas. Porque, de acuerdo con el análi-
convengo en ellas: quizá son irremontables; sis de estos autores, la escuela es el más
pero lo que sí es seguro es que aplicándose diabólico y eficaz instrumento que la socie-
a prevenirlas se las previene hasta cierto dad tecnológica ha imaginado para mante-
punto. Yo señalo la meta que hay que pro- ner el monopolio de la producción y consu-
ponerse: no digo que se pueda alcanzar; mo de la enseñanza (Cfr. 38, p. lo), el cual
pero digo que quien más se aproxime a ella proporciona, a su vez, el sustrato indispen-
será el que obtenga mejores resultados
(42, p. 84). sable del monopolio ejercido por la socie-
dad tecnológica:
Tal es, en suma, la paradoja que atraviesa
el ideario de una educación plenamente na- El monopolio escolar de la educación se
logró debido a que era un aspecto del mono-
tural: lalibertad de la naturaleza infantil exi- polio. Las escuelas son una garantía de que,
ge el confinamiento del niño en la naturale- en un mundo dominado por la tecnología,
za, Y educar de acuerdo con la naturaleza aquellos que heredan la influencia serán los
exige desnaturalizar la educación. que se beneficien de la dominación y, peor
aún, los que han sido declarados incapaces
de cuestionarla. El juego escolar no sólo
La Sociedad como Educador Total. E l paradigma moldea líderes, sino también a sus segui-
desescolarizador dores (38, p. 26).
1. ARIST~TELES, Éticaa Nicómaco (LaÉticade Ani- 13. I;OUCAULT, M., Vigilar y Castigar, tr. Aurelio
tóteles), tr. Pedro Simón Abril, Madrid, 1918, Garzón del Camino, Madrid, 1978, Siglo XXI.
Real Academia de Ciencias Morales y políticas. 14. GANSS, J . , Uniuersidady educación jesuiticas, tr.
2 . BAKUNIN, M., La Instrucción Integral, tr. e intro- 14. Quevedo y B. Blanco, La Habana, 1958,
ducción C. Lozano, Barcelona, 1979, Calamus. I;.P.A.S.I.
3. BERNFELD, S., Sísifo o los limites de la Educa- 15. HEGEL,G.W.F., Lecciones sobre la Historia de la
ción, tr. C. Ceretti, Buenos Aires, 1975, Si- jsilosofia (3 vol.), tr. W . Roces, México, 1955,
glo XXI. F.C.E.
4 . CAPANÁGA, V., «Introducción» a La Ciuaád de 16. I ~ E G E L . G .W.F., Filosofia de la Histona, tr. de la
Dios de San Agustín, en Obras de San Agustín, edición Brunstad, J.M. Quintana, Barcelona,
Vol. XVI, Madrid, 1977, B.A.C., pp. 7-103. 1970, Zeus.
5. COMENIO, J.A., Pampaedia, tr. e intr. P. Cam- 17. :[LLICH,I . , La sociedad desescolaniada, tr . G . Es-
marota, Roma, 1968, Armando Armando Edi- pinosa, Barcelona, 1973, Barral.
tore. 18. [LLICH,I . , La conviuencialidad, tr. M.P. de Goss-
6. COMENIO, J.A., Didáctica Magna, tr. e. intr. mann, Barcelona, 1974, Barral.
Gabriel de la Mora, México, 1976, Porrua. i 9. JAEGER, W . , Paideia: los ideales de la cultura
7. CONDORCET, Escritos pedagógicos, tr. D . Bar- griega, tr. J . Xirau y W. Roces, México, 1978,
nés, Madrid, 1922, Calpe. F.C.E. (2? ed.).
8. DILTHEY, W . , Fundamentos de u n sistema de 20. KANT,E . , ~rít;cade la Razón Pura, tr. J. del Pe-
Pedagogía, tr. L. Luzuriaga, Buenos Aires, 1965, rojo, Buenos Aires, 1973, Losada (2 vols.).
Losada (6: ed. ) 2 l . KANT,E. , Crítica de la Razón Práctica, tr . J. Ro-
9. ENGELS,F., «Principios del Comunismo. (Pro- vira Armengol, Buenos Aires, 196l , Losada.
yecto de profesión de fe comunista)». en MARXy 2 2 . KEMPIS,Tomás Hemerken de, Imitación de
ENGELS, Biografiá del Manzfesto Comunista, tr. Cnkto, tr. L. E. Sansegundo, Barcelona, 1974,
W . Roces, México, 1964, Compañía General de Regina.
Ediciones. 23. KRUPSKAIA, N . , La educación comunista. Lenín
10. LENIN,V.I., La enfermedad infantil del izquier- y laluventud, Madrid, 1978, Nuestra Cultura.
dismo e n e l comunismo, tr. no consta, Madrid, 24. LOYOLA,San Ignacio de, Obras Completas,
1975, Ariel. transcripción, introducción y notas de 1. Iparra-
11. FARRINGTON, B., Ciencia y Política e n e l Mundo guirre y C. de Dalmases, Madrid, 1977, B.A.C.
Antiguo, tr. D . Plácido Suárez, Madrid, 1965, (3? ed. revisada).
Ciencia Nueva. 2 5. MAKARENKO, A.S., Colectividad y Educación,
1 2 . FICHTE, J .G., Discursos a la nación alemana, tr. tr. no consta, Madrid, Nuestra Cultura, 1979.
L. Agosta y M.J. Varela, Madrid, 1977, Editora 26. MARCUSE, H . , 1968, El Hombre Unidimensio-
Nacional. nal, tr. J. García Ponce, México, 1968,J. Mortíz.
27. MARX,K . , CrZtica del Programa de Gotha, tr. 39. RIVADENEYRA, P. de, Vida de Ignacio de Loyola,
Instituto del marxismo-leninismo, Madrid, Madrid, 1946, Espasa Calpe (3: ed.).
1971, Ricardo Aguilera. 40. ROGERS, C. R., Libertady Creatividad e n la Edu-
28. MARX,K . , ENGELS.F., La ideología alemana, cación, tr. Silvia Vetrano, Buenos Aires, 1975,
tr. W . Roces, Montevideo, 1968, Pueblo Paidós.
Unido. 41. ROGERS,C. R. y KINGET,G. M., Psicoterapia y
29. MARX.K . , ENGELS, F., Textos sobre educación y relaciones humanas, Madrid, 1971, Alfaguara
enseñanza, Madrid, 1978, Comunicación. (2 vols.).
30. NEILL,A. S . , Maestros problema y los problemas 42. R o u s s ~ ~J.uJ, . , Emile o2 de l'éducation, París,
del maestro, tr. C. de Grossi, México, 1975, Edi- 1961, Garnier.
tores mexicanos unidos. 43. SANTONI, A., Histona social de la educación, tr.
3 1. NEILL,A. S., Corazone.~,no sólo cabezas e n la es- M. Solivella, Barcelona, 1981, Reforma de la Es-
cuela, tr. C . de Grossi, México, 1975, Editores cuela.
mexicanos unidos. 44. SCHELER, Max, La Idea del Hombre y la His-
32. NEILL,A. S . , Autobiografia. Neill! Neill! Oran- tona, tr. 1.J. Olivera, Buenos Aires, 1980, La
gepeel!, tr. Carlos Valdés, México, 1976, F.C.E. Pléyade.
33. NEILL,A. S . , Summerhill, tr. F. Torner, México, 45. SNYDERS, G., Lupédagogie e n France aux xVII~
1978, F.C.E. et X V I 1 2 siecles, Paris, 1965, P.U.F.
34. NIETZSCHE, F . , El Anticnsto, tr. A. Sánchez Pas- 46. TOLSTOI,L., La Escuela de Yasnaia Poliana, tr.
cual, Madrid, 1974, Alianza. Gómez Pinilla, Madrid, 1977, Júcar.
35. PLATÓN,La République (3 vols.), en Oeuvres 47. VOLTAIRE, Diccionanofilosófico ( 3 vols.), tr. no
compl2tes, vols. VI-VI1 y VIII, Paris, 1965-67, consta, Buenos Aires, 1960, Sophos.
Les Belles Letres. 48. WHITEHEAD, A. N , , Los fines de la educación,
36, PLATÓN,Protágoras, tr. J. Velarde. Prólogo: G. tr. D . Iuminski, Buenos Aires, 1965, Paidós
Bueno, Oviedo, 1980, Pentalfa. (3? ed.).
37. POPPER,K. R., La Sociedadabierta y sus enemi-
gos, tr. E . Loedel, Barcelona, 1981, Paidós.
38. REIMER, E . , La Escuela ha muerto, tr. E. Mayans,
Barcelona, 1976, Barral.